Letanías Al Espiritu Santo

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LETANÍAS AL ESPIRITU SANTO

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, Padre celestial Ten piedad de nosotros.
Dios hijo, Redentor del mundo
Espíritu Santo que procedes Del Padre y del Hijo Te alabamos y te bendecimos.
Espíritu del Señor, Dios de Israel.
Espíritu que posees todo poder.
Espíritu, fuente de todo bien.
Espíritu que embelleces los cielos.
Espíritu de sabiduría e inteligencia.
Espíritu de consejo.
Espíritu de fortaleza.
Espíritu de ciencia.
Espíritu de piedad.
Espíritu de temor del Señor.
Espíritu, inspirador de los santos.
Espíritu prometido y donado por el Padre.
Espíritu de gracia y de misericordia.
Espíritu suave y benigno.
Espíritu de salud y de gozo.
Espíritu de fe y de fervor.
Espíritu de paz.
Espíritu de consolación.
Espíritu de santificación.
Espíritu de bondad y benignidad.
Espíritu, suma de todas las gracias.
Cordero de Dios Que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Salve estrella del mar

Salve Estrella del mar, Santa Madre de Dios


Y siempre Virgen, feliz Puerta del cielo.

Tú que has recibido el saludo de Gabriel,


Y has cambiado el nombre de Eva,
Establécenos en la paz.

Rompe las ataduras de los pecadores,


Da luz a los ciegos, aleja de nosotros los males
Y alcánzanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre: reciba nuestras súplicas


Por medio de Ti, Aquél que, naciendo por nosotros,
Aceptó ser Hijo tuyo.

¡Oh, Virgen incomparable! ¡Amable como ninguna!


Haz que, libres de nuestras culpas,
Permanezcamos humildes y castos.

Danos una vida limpia,


Prepáranos un camino seguro; para que,
Viendo a Jesús, nos alegremos eternamente contigo.

Demos alabanza a Dios Padre,


Gloria a Cristo Soberano y también al Santo Espíritu,
A los Tres un mismo honor. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.

Extracto, segundo sermón de San Bernardo: "El ángel fue enviado"

«Oh tú, quienquiera que seas, que sabes que estás expuesto a los
peligros del tempestuoso mar de este mundo más que lo que gozas
de la seguridad de la tierra firme, no alejes tus ojos del esplendor
de esta Estrella, de María Estrella del Mar, a menos que desees ser
devorado por la tempestad.

Si los vientos de las tentaciones surgen, si eres arrojado a las rocas


de las tribulaciones, mira esta Estrella, llama a María.

Si eres arrojado aquí y allá en las oleadas del orgullo, de la


ambición, de las calumnias, de la envidia, levanta la mirada hacia
esta Estrella, llama a María.

Si tú, aterrorizado por la magnitud de tus crímenes, perplejo ante


el impuro estado de tu conciencia, y sacudido por el temor de tu
Juez, empiezas a ser engullido por el abismo de la tristeza o el hoyo
de la desesperanza, piensa en María; en todos tus peligros, en
todas tus dificultades, en todas tus dudas piensa en María, llama a
María. No serás confundido si la sigues, no desesperarás si le rezas,
no te equivocarás si piensas en ella».
«Alza tus pensamientos y juzga con qué afecto quiere Él que
honremos a María que ha llenado su alma con la plenitud de su
bondad, de modo que toda esperanza, toda gracia, toda protección
del pecado que recibamos la reconozcamos como viniendo a través
de sus manos». «Veneremos a María con todo nuestro corazón y
todas nuestras oblaciones, pues esa es la voluntad de quien ha
hecho que recibamos todo por medio de María». «Hijos míos, ella
es la escalera para los pecadores, ella es Mí mayor confianza, ella es
todo el fundamento de mi esperanza».

Santo Tomás en su ensayo sobre la Salutación Angélica dice:

Ella es bendita entre todas las mujeres porque ella sola ha quitado
la maldición de Adán, ha traído bendiciones a la humanidad, y ha
abierto las puertas del Paraíso. Por eso es llamada María, nombre
que significa “Estrella del Mar”, pues así como marineros conducen
sus naves a puerto mirando las estrellas, así los Cristianos son
llevados a la gloria por la intercesión de María».

«Oh Santísima Virgen, así como todo el que te odia y es olvidado


por ti necesariamente perecerá, así todo el que te ama y es amado
por ti necesariamente será salvado».

El mismo Santo en su Vida de San Francisco habla así de la


confianza de éste en la Bienaventurada Virgen:

«Amó a la Madre de nuestro Señor Jesucristo con un amor


inefable, por ella nuestro Señor Jesucristo llegó a ser nuestro
hermano, y por ella obtuvimos misericordia. Junto a Cristo colocó
toda su confianza en ella, la miró como abogada propia y de su
Orden y en su honor ayunó devotamente desde la fiesta de San
Pedro y San Pablo hasta la Asunción».

Con estos santos juntaremos el nombre del Papa Inocencio III,


quien fue eminentemente distinguido por su devoción a la Virgen, y
no sólo celebró sus grandezas en sus sermones, sino que construyó
un monasterio en su honor, y lo que es más admirable, en una
exhortación que dirigió a su grey para que confíen en ella, usó
palabras cuya veracidad fue luego ejemplificada en su propia
persona. Así habló en su segundo sermón sobre la Asunción:

«Que el hombre que está sentado en la oscuridad del pecado mire


la luna, que invoque a María para que ella interceda ante su Hijo, y
le obtenga la compunción de corazón. Pues ¿quién que la haya
alguna vez llamado en su desgracia no ha sido escuchado?».
Rezo de la coronita de la santísima virgen

1.- CORONA DE SANTIDAD


Padre nuestro.
Dios te salve, María.....
 Bienaventurada eres, Virgen María, que llevaste en tu seno al Señor y
Creador del mundo; engendraste al que te formó, permaneciendo siempre
virgen.
 
Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Dios te salve, María.....
 
Oh Virgen Santa e Inmaculada, no sé con qué alabanzas honrarte
dignamente, porque llevaste en tu seno al que no pueden contener los cielos.
 
Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Dios te salve, María....
 Muy hermosa eres, oh María, no hay en ti mancha alguna.
 Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Dios te salve, María....
 Hay más virtudes en ti, Virgen María, que estrellas en el cielo.
 Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Gloria al Padre, y al Hijo...
 
 2.- CORONA DE PODER
 Padre nuestro.
 Dios te salve, María....
Gloria a ti, Reina del universo: condúcenos contigo a la felicidad del cielo.
 Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Dios te salve, María....
 
Gloria a ti, Tesorera de las gracias del Señor; danos participar en los dones de
Dios.
 Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Dios te salve, María....
 
Gloria a ti, Mediadora entre Dios y los hombres; haz que sea más íntimo
nuestro encuentro con Cristo.
 Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Dios te salve, María....

 Gloria a ti, Triunfadora sobre las fuerzas del mal; sé nuestra piadosa guía por
los senderos del evangelio.
 Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Gloria al Padre, y al Hijo...
 
 3.- CORONA DE BONDAD
 Padre nuestro.
 Dios te salve, María....
 
Gloria a ti, Refugio de los pecadores; intercede por nosotros ante el Señor.
 Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Dios te salve, María....
 
Gloria a ti, Madre de los hombres; enséñanos a vivir como hijos de Dios.
 Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Dios te salve, María....
 
Gloria a ti, Alegría de los justos; condúcenos contigo a las alegrías del cielo.
 Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Dios te salve, María....
 
Gloria a ti, prestísima ayuda nuestra en la vida y la muerte: llévanos contigo
al reino de los cielos.
 Regocíjate, Virgen María. ¡Regocíjate mil veces!
 Gloria al Padre, y al Hijo...
 
 ORACIÓN
 Dios te salve, María, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa del
Espíritu Santo, Templo augusto de la Santísima Trinidad.
 
Dios te salve, María, Señora mía, mi tesoro, mi belleza, Reina de mi corazón,
Madre, vida, dulzura y esperanza mía queridísima, – más aún – mi corazón y
mi alma.
 
Soy todo tuyo, oh Virgen benditísima, y todo lo mío es tuyo. More en mí tu
alma para engrandecer al Señor. More en mí tu espíritu  
para regocijarme en Dios.
 
Oh Virgen fidelísima: ponte como un sello sobre mi corazón, para que en ti y
por ti permanezca fiel al Señor.
 
Concédeme, por tu bondad, la gracia de contarme en el número de los que
amas, enseñas, diriges, nutres y proteges como a hijos.
 
Haz que, despreciando por tu amor todos los consuelos terrenos, aspire
continuamente a los bienes celestiales, hasta que por medio del Espíritu
Santo, tu Esposo fidelísimo, y de ti, Esposa suya fidelísima, sea formado en mí
Jesucristo, tu Hijo, para gloria del Padre Celestial.
 
R/. Amén.

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