Lección 05 - La Tentación y El Pecado

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La tentación y el Pecado

La tentación es la incitación, la invitación al pecado; esta puede provenir de nuestros


tres enemigos espirituales: el mundo, el demonio y la carne. “Cada uno es tentado
por sus propias concupiscencias, que le atraen y seducen” (Sant 1,14). Hay que
aclarar que no es pecado sentir la tentación sino únicamente consentirla, o sea,
aceptarla y complacerse voluntariamente en ella.
«Para muchas personas que han iniciado un proceso de conversión y de caminar
espiritual, las continuas tentaciones se convierten en una fuente de tormentos y
sufrimiento. Para ellas fue escrito lo que anunció la Sagrada Escritura: “si te dedicas
a la vida espiritual, prepárate para la tentación” (Eclo 2,1). Si Jesús, el santo de los
santos, padeció las tres tentaciones en el desierto ¿cuánto más las tendremos que
padecer nosotros que somos la debilidad misma? Además, al enemigo de la salvación
le interesa atacar más a quienes van por un camino de conversión y santificación que
a aquellos que yacen bajo la esclavitud del pecado.
«De San Antonio Abad se narra que en una visión contempló que para todo un barrio
solamente había un demonio tratando de hacer pecar a la gente, mientras que para
una persona espiritual estaban siete demonios atacándola. Y preguntado el por qué,
le respondieron: “Es que entre mundanos se invitan a pecar los unos a los otros, en
cambio para las personas espirituales sí se necesitan espíritus infernales para
hacerlas pecar”.
«Un santo afirmaba que el gran peligro para una persona sería el no tener
tentaciones, pues le devoraría el orgullo y despreciaría a los débiles; y una santa
añadía “a nadie temo tanto como a quien no siente tentaciones”, porque se puede
enfriar mucho en su vida espiritual.»
¿Para qué permite Dios que seamos tentados?
Para que confiemos más en Dios y de esta manera imploremos su misericordia.
Para que desconfiemos de nosotros mismos, de nuestra debilidad y tendencia hacia
el mal; para que reconozcamos nuestra falta de fuerza en la lucha contra el pecado.
Este reconocimiento nos lleva, a su vez, a la humildad. San Agustín al recordar su
vida pasada tan manchada e indigna repetía: “no hay falta que un ser humano haya
cometido que yo no pueda cometer”.
Para que seamos más comprensivos y misericordiosos con los que son débiles. San
Bernardo decía que a muchas personas les conviene ser débiles y de poca resistencia,
para que así sepan comprender a los pobres pecadores que más caen por debilidad
que por maldad.
“Lo que no destruye, fortalece”. Así, las tentaciones que no logran acabar con
nosotros, que combatimos y superamos, nos hacen cada vez más fuertes en este
combate espiritual.
Cómo vencer las tentaciones
Antes de la tentación el alma debe vigilar y orar para no dejarse sorprender por el
enemigo. Debe huir de las ocasiones de pecado y evitar la ociosidad, que es la madre
de todos los vicios. Ante todo, debe depositar su confianza en Dios y en la Virgen
María.
Durante la tentación ha de resistirla con energía apenas se produzca, o sea, cuando
todavía es débil y fácil de vencer; esto lo puede hacer de dos maneras: directamente,
haciendo lo contrario de lo que la tentación propone (alabar a una persona en vez
de criticarla) e indirectamente, distrayéndose y pensando en otra cosa que absorba
la mente. Este segundo procedimiento es el más eficaz tratándose de tentaciones
contra la fe y la pureza.
Después de la tentación ha de dar humildemente las gracias a Dios si salió victoriosa;
arrepentirse en el acto si cayó en ella, y aprovechar la lección para otras ocasiones.
EL PECADO: EL GRAN ASESINO
El pecado es el gran asesino, capaz de llevar a las almas a la muerte eterna, a la
condenación y a la privación total del Bien supremo para el que fueron creadas: Dios.
Por tanto, el único mal real que le puede acontecer al hombre es el pecado, pues
todos los demás males -enfermedad, crisis económica, sufrimientos, etc.- tienen
repercusiones temporales y pasajeras. Lo peor que le puede acontecer al ser
humano es estar separado del amor de Dios y esta separación sólo se da por el
pecado.
Definición de Pecado
«El pecado, en general, puede definirse con San Agustín: “una palabra, obra o deseo
contra la ley eterna”. O, como dicen otros, “una transgresión voluntaria de la ley de
Dios”».
«El pecado es una ofensa a Dios: “Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad
que aborreces” (Sal 51, 6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y
aparta de Él nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una
rebelión contra Dios por el deseo de hacerse “como dioses”, pretendiendo conocer y
determinar el bien y el mal (Gén 3, 5). El pecado es así “amor de sí hasta el desprecio
de Dios” (San Agustín, De civitate Dei, 14, 28)» (Catecismo, 1850).
Pecado mortal
“Es la transgresión voluntaria de la ley de Dios en materia grave”. Para que haya
pecado mortal se requieren tres condiciones:
Materia grave: «La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la
respuesta de Jesús al joven rico: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no
levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre” (Mc 10,
19)» (Catecismo, 1858).
Pleno conocimiento: “Presupone el conocimiento del carácter pecaminoso del acto,
de su oposición a la Ley de Dios” (Catecismo, 1859).
Pleno consentimiento: “Implica también un consentimiento suficientemente
deliberado para ser una elección personal” (Catecismo, 1859).
Efectos del pecado mortal:
El pecado mortal arroja a Dios de nuestra alma, y así como la posesión de Dios es ya
un gusto anticipado de la dicha celestial, también el perderle es a manera de un
preludio de la eterna condenación: ¿No perderemos, al perder a Dios, los bienes
todos, puesto que Él es la fuente de todos ellos?
Con él perdemos la gracia santificante, por la que nuestra alma vivía una vida
semejante a la de Dios; es, pues, una especie de suicidio espiritual.
Perdemos también nuestros méritos pasados, que habíamos acumulado a costa de
tantos esfuerzos. Mientras estamos en pecado mortal no podemos merecer cosa
alguna para el Cielo, todas nuestras obras son en vano.
El Catecismo es muy claro en afirmar que “Si no es rescatado por el arrepentimiento
y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del
infierno” (n. 1861). Con razón, algunos teólogos, se atrevieron a decir que “el pecado
mortal es el infierno en potencia”.
Pecado venial
«Se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida
prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave,
pero sin pleno conocimiento o sin entero consentimiento.» (Catecismo, 1862).
Efectos del pecado venial:
El pecado venial no priva al alma de la gracia santificante ni del amor divino, más la
priva de la gracia y mérito que hubiese recibido si hubiese vencido tal tentación.
Es causa también de que disminuya el fervor, es decir, que va llevando al alma poco
a poco a la tibieza espiritual, pues se va acomodando a la mediocridad y cayendo en
el conformismo de creer que basta con no pecar mortalmente.
El mayor peligro que entraña el pecado venial es el de ir preparando poco a
poco nuestra alma para caer en el pecado mortal, pues alimenta nuestra inclinación
al placer prohibido y, por otra parte, disminuye las gracias de Dios.
El pecado “es un desprecio que hacemos de la fuente de agua viva, la única que puede
calmar la sed de nuestras almas, y preferimos a ella el agua cenagosa del fondo de
las cisternas rotas”.
La caída
Para abordar el tema del pecado es necesario remontarnos a su origen, es decir, a la
caída de nuestros primeros padres -Adán y Eva, y devolvernos un poco más hacia
atrás para conocer también la caída de los ángeles, pues según el Catecismo, detrás
de este primer pecado del hombre «se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf.
Gén 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sab 2,24). La Escritura y
la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf.
Jn 8,44; Ap 12,9).» (Catecismo, 391).
Caída de los ángeles
Con respecto al demonio, de quien nos dice el libro del Génesis que fue el encargado
de tentar a Eva, «la Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios.
‘Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per
se facti sunt malí (‘El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una
naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos’) (Concilio de Letrán IV,
año 1215: DS, 800)» (Catecismo, 391), y en cuanto a su origen nos indica que «la
Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2 Pe 2,4). Esta ‘caída’ consiste en la
elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente
a Dios y su Reino.» (Catecismo, 392).
Caída del hombre
El capítulo tercero del libro del Génesis nos relata cómo la mujer, tentada por el
diablo, comió del fruto prohibido por Dios, arrastrando también a su esposo a que
desobedeciera el mandato divino: «El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en
su corazón la confianza hacia su creador (cf. Gén 3,1-11) y, abusando de su libertad,
desobedeció al mandamiento de Dios. En esto consistió el primer pecado del
hombre (cf. Rom 5,19). En adelante, todo pecado será una desobediencia a Dios y
una falta de confianza en su bondad» (Catecismo, 397).
El Catecismo de la Iglesia Católica nos explica que «en este pecado, el hombre se
prefirió a sí mismo en lugar de Dios, y por ello despreció a Dios: hizo elección de sí
mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y, por tanto, contra
su propio bien. El hombre, constituido en un estado de santidad, estaba destinado a
ser plenamente “divinizado” por Dios en la gloria. Por la seducción del diablo quiso
“ser como Dios” (cf. Gén 3,5), pero “sin Dios, antes que Dios y no según Dios” (San
Máximo el Confesor)» (Catecismo, 398). Es así como todo pecado que comete el
hombre, en adelante, es preferirse a sí mismo en lugar de Dios, es tratar de buscar
la felicidad por sus propios medios y prescindiendo de su Creador.
Por este pecado todos los descendientes de Adán y Eva, excepto la Santísima Virgen
María, nacen con el pecado original en su alma y con las consecuencias del mismo.
Este sólo se borra con el sacramento del bautismo aunque sus consecuencias
permanecen (la muerte, el dolor, la inclinación al pecado, etc.).
Nota importante: Adán y Eva realmente existieron. Así, “los fieles cristianos no
pueden abrazar la teoría de que después de Adán hubo en la tierra verdaderos
hombres no procedentes del mismo protoparente por natural generación, o bien de
que Adán significa el conjunto de muchos primeros padres, pues no se ve claro cómo
tal sentencia pueda compaginarse con cuanto las fuentes de la verdad revelada y los
documentos del Magisterio de la Iglesia enseñan sobre el pecado original, que
procede de un pecado en verdad cometido por un solo Adán individual y
moralmente, y que, transmitido a todos los hombres por la generación, es inherente
a cada uno de ellos como suyo propio.”
Cuatro rupturas
Este primer pecado trajo grandes y graves consecuencias para la humanidad, que no
se quedaron en el pasado, sino que día a día se siguen repitiendo. Estas cuatro
rupturas que se dieron en el pecado de Adán y Eva se siguen repitiendo en cada
pecado que comete el hombre:
Con Dios: Antes del pecado original, Adán y Eva se paseaban con Dios por el Edén,
gozaban de su amor y de su presencia, lo experimentaban como un Padre amoroso
y bondadoso en quien se sentían confiados. Una vez pecaron, esto cambió: “una vez
sintieron los pasos de Yahvé se ocultaron a su vista porque sintieron miedo” (Gén 3,
8-10). Así es como el pecado nos desfigura el rostro de Dios y nos hace verlo como
un legislador o como un opresor, y no como el Padre amoroso que quiere lo mejor
para nosotros; y termina así por alejarnos totalmente de Él.
Con el prójimo: Antes del pecado, Adán al contemplar a Eva exclamó: “esta sí que es
carne de mi carne y hueso de mis huesos” (Gén 2, 23); es decir, la sentía como suya,
como un regalo de Dios y como alguien semejante a él. Después de la caída ya no se
refiere a ella con la misma familiarida: “la mujer que me diste por compañera medio
del árbol y comí” (Gén 3,12), ahora la acusa. «La unión entre el hombre y la mujer es
sometida a tensiones (cf. Gén 3,11-13); sus relaciones estarán marcadas por el deseo
y el dominio (cf. Gén 3,16)» (Catecismo, 400).
Con la naturaleza: Dios le concedió al hombre el jardín del Edén para que habitase
en él y le dio gobierno sobre todos los animales y las plantas para que los cuidara y
se beneficiara de sus frutos. Después del pecado, la creación se vuelve adversa al
hombre: “maldito sea el suelo por tu causa: sacarás de él el alimento con fatiga todos
los días de tu vida. Te producirá espinas y abrojos, y comerás la hierba del
campo” (Gén 3, 17-18). El hombre se ve amenazado por la naturaleza que antes
dominaba (sequías, infertilidad, desastres naturales, plagas, fieras, etc). «La armonía
con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre extraña y
hostil (cf. Gén 3,17.19)» (Catecismo, 400).
Consigo mismo: El hombre, a partir del pecado, pierde el pleno dominio de sí mismo;
ahora experimenta la rebelión de sus instintos y pasiones que quieren esclavizarle y
someterle. Experimenta una profunda inclinación a hacer el mal y una gran aversión
al bien. Muchas veces lo que quiere no corresponde con lo que hace: “puesto que
no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero” (Rom 7,19). «El
dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra (cf. Gén
3,7)» (Catecismo, 400).
El concepto de la gracia
«La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el
Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla: es la gracia
santificante o divinizadora, recibida en el Bautismo. Es, en nosotros, la fuente de la
obra de santificación (cf. Jn 4, 14; 7, 38-39).» (Catecismo, 1999).
Según el Catecismo, la gracia «es una participación en la vida de Dios» (n. 1997), es
la inhabitación de la Santísima Trinidad en nuestra alma, por tanto, estar en gracia
es tener el Cielo en el corazón, es gozar de la presencia, de la amistad y del amor de
Dios; y poder saborear los maravillosos frutos que esto produce; es, en definitiva, un
anticipo del Cielo, por ello exclamaba Sor Isabel de la Trinidad: “he hallado el Cielo
aquí en la tierra pues el Cielo es Dios y Dios está en mi alma”. El pecado es pues, una
gran insensatez, no es más que cambiar el oro de la gracia por el espejismo del
pecado.
María Santísima, nuestra madre, es la llena de gracia, donde ella llega, el pecado sale
huyendo. Por ello, al consagrarnos a María, el pecado debe salir de nuestras vidas
definitivamente para que solo habite en nosotros la gracia de Dios. Esta buena madre
será nuestra mejor ayuda en la lucha contra el peor enemigo de nuestra alma: el
pecado.
Los mandamientos
“Maestro, -le preguntaba el joven del Evangelio a Cristo- ¿Qué he de hacer yo de
bueno para conseguir la vida eterna?” Y Jesús le responde: “Si quieres entrar en la
vida, guarda los mandamientos.” (Mateo 19, 16-17).
Los mandamientos no fueron un invento de Dios para coartar la libertad del hombre
e impedirle el disfrute de la vida, como muchos hoy lo piensan. Por el contrario son
un camino de verdadera libertad interior, de realización y felicidad. Son las
instrucciones que llevan al hombre a cumplir el fin para el que fue creado. Todo
padre quiere lo mejor para sus hijos y por ello les aconseja y les advierte de los
peligros que deben evitar. Esto mismo ha hecho Dios con sus hijos, les ha señalado
el camino de la felicidad, y les ha advertido de los peligros que pueden destruirlos, y
esto lo ha hecho a través de su amada Iglesia:
«Los mandamientos son un “sí” a un Dios que da sentido, en los primeros
mandamientos; un “sí” a la familia, cuarto mandamiento; un “sí” a la vida, quinto
mandamiento; un “sí” al amor responsable, sexto mandamiento; un “sí” a la
solidaridad y a la responsabilidad social y a la justicia, séptimo mandamiento; un “sí”
a la verdad. Esta es la filosofía de la vida y la cultura de la vida que se hace concreta,
posible y bella en la comunión con Cristo».
¿Qué tal una ciudad donde no existiesen las normas de tránsito? Seguramente
abundarían los choques, los heridos, los muertos, reinaría el caos total; o ¿qué tal un
país sin constitución política donde todo ciudadano, en nombre de la libertad, hiciese
lo que se le antojase? Insostenible; sería una cueva de ladrones y homicidas donde
reinaría el robo, el homicidio, la explotación, la esclavitud y la tiranía. La norma no
está hecha para reprimir sino para ordenar y proteger aquello que es valioso; así
mismo, los mandamientos están hechos para proteger al hombre.
El remedio contra el pecado: la confesión sacramental
«Jesús les dijo otra vez: “La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo
os envío.” Dicho esto, sopló y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis
los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos”. (Jn 20, 21-23). Como lo vemos, es Voluntad del mismo Dios que nos
confesemos con un sacerdote:
Porque al ser humano y frágil comprende nuestra fragilidad. Si fuera San Miguel nos
partiría en dos con su espada.
Porque no absuelve en su propio nombre sino en el del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.
Porque él nos puede aconsejar y orientar en la lucha.
Si la confesión fuese un invento de la Iglesia ¿qué ganaría con eso sino problemas y
cargas? ¿Acaso será muy bueno sentarse por horas a escuchar los problemas y
miserias de los demás?
“Yo no me confieso con un cura más pecador que yo”. ¿Cuántas veces has contado
todas tus miserias a tus amigos que son igual o más pecadores que tú?
Cinco pasos para una buena confesión
Examen de conciencia: consiste en recordar todos los pecados cometidos desde la
última confesión bien hecha.
Arrepentimiento: pedir a Dios un sincero dolor por los pecados cometidos.
Propósito de enmienda: tomar la firme decisión de no volver a pecar.
Confesión: consiste en decir al sacerdote todos los pecados que se han descubierto
en el examen de conciencia. Esta debe ser humilde, sincera y completa.
Satisfacción: consiste en cumplir la penitencia impuesta por el sacerdote, con la
intención de reparar por los pecados cometidos.
El sacramento de la penitencia actúa de dos maneras: dando la gracia a los que no la
tienen, o aumentándola a quienes ya la poseen. En cuanto a la intensidad o grado en
que confiere la gracia, depende mucho de las disposiciones de quien lo recibe.
PRÁCTICA
Hacer un examen de conciencia general y una sincera confesión.
La tentación

https://www.youtube.com/watch?v=jGtvD_iftDs&list=PLrnPZtl_wZuP2gKz4qY-
4_JhbAXsaxEpB&index=6

El Pecado

https://www.youtube.com/watch?v=NS5FKXOk-9g&list=PLrnPZtl_wZuP2gKz4qY-
4_JhbAXsaxEpB&index=7
Como salir del pecado
https://www.youtube.com/watch?v=igJGmpDWUFY&list=PLrnPZtl_wZuP2gKz4qY-
4_JhbAXsaxEpB&index=8
Examen de Conciencia.
https://www.youtube.com/watch?v=tITiV8-lz38&list=PLrnPZtl_wZuP2gKz4qY-
4_JhbAXsaxEpB&index=9

Examen de conciencia

Preguntas iniciales:
¿Cuándo fue su última confesión?
¿Ocultó algún pecado?
¿Se confesó con arrepentimiento?
¿Cumplió la penitencia?

I. AMAR AL SEÑOR SOBRE TODAS LAS COSAS


¿He negado la existencia de Dios? (Ejemplo: ateo, agnóstico. Catecismo, 2125).
¿He negado el Amor de Dios? (lo he visto como un Dios justiciero, malo, castigador,
etc.).
¿He tentado a Dios? (Ejemplo: ¡Si Dios existe que suceda tal cosa ya mismo!).
¿No he dado testimonio fe? (Me ha dado vergüenza expresar mi fe).
¿He desconfiado de Dios?
¿He dudado de la verdad de la Biblia? (No es lo mismo una duda que llega como
sorpresa y tentación, que una aceptada deliberadamente).
¿He dudado de los dogmas de fe? (verdades que deben ser creídas. Ej., Todo lo
contenido en el Credo).
¿Me he desesperado dudando de la misericordia de Dios? (No hay pecado más
grande que la misericordia de Dios. Ejemplo: Dios no me va a perdonar).
¿He presumido que puedo salvarme sin conversión?
¿He pecado con la intención de confesarme después?
¿He sido indiferente ante el Amor de Dios?
¿He sido un católico tibio? (Ap 3,16).
¿He odiado a Dios?
¿Le he dedicado suficiente tiempo a la oración?
¿Me quejo o reniego ante las cosas que requieren sacrificio?
¿He incumplido alguna promesa hecha a Dios o a su Iglesia?
¿He sido supersticioso?¿He creído y/o practicado: hechicerías, brujerías, adivinos,
magias (incluyendo la blanca), quiromancia, médium, agüeros, horóscopos, cartas
naipe, taza de chocolate, riegos, sahumerios, talismanes, penca de sábila, filtros,
maleficios, sortilegios, cábala, tarot, carta astral, alquimia, tabla ouija, santería,
amuletos, vudú, gurúes, chamanismo, numerología, espiritismo, necromancia,
cuarzos, piedras, mantras, medallas?
¿He puesto fe, y/o he practicado, y/o me he dejado llevar por grupos, movimientos,
sectas no cristianas que mezcla la verdad de Jesucristo con otras ideologías? como:
el poder mental, la reencarnación, falsa metafísica, método silva, ocultismo,
espiritismo, astrología, meditación trascendental, yoga, reiki, gnosticismo, el i-chin,
viajes astrales, la dianética, medicina holística, la parapsicología, sofrología, prácticas
pseudocientificas (no reconocidas por la medicina científica) como la reflexología,
homeopatía, la acupuntura (cuando van acompañadas de prácticas esotéricas),
hipnosis, las regresiones, la lectura del aurea, la terapia de colores y esencias florales,
el esoterismo, la teosofía, el rosacruzismo, el budismo. El krishna, la canalización de
espíritus, y todo lo relacionado a la nueva era. Al igual que la secta de los Mormones
y los Testigos de Jehová que no creen en Jesucristo como hijo de Dios.
¿He sido satánico? ¿He realizado cultos satánicos?
¿He puesto algo o alguien en lugar de Dios? (Ej. dinero, personas, artistas, etc).
¿He cometido sacrilegio? (tratar indignamente sacramentos, lugares o personas
consagradas a Dios).
¿He recibido algún sacramento en pecado mortal? (Comulgar, casarse, confirmarse,
recibir el orden sacerdotal en pecado mortal).
¿Me he confesado sin arrepentimiento o sin propósito de enmienda? (No está
arrepentido ni tiene propósito de enmienda quien al acercarse a confesar quiere
volver a cometer el pecado).
¿He leído o poseo escritos en contra de la religión y de la Iglesia?(Es pecado, cuando
se expone innecesariamente la fe. Cuando por cuestiones de estado se deben leer,
ha de hacerse con suma prudencia y buscando los argumentos de la fe en contra de
estos escritos).
¿He sido perezoso al no formarme en la fe?
¿He sido masón o comunista? (El Comunismo y la masonería son incompatibles con
el catolicismo y la Iglesia ha sido clara al declarar que no se puede ser católico y
pertenecer a ellas).
II. NO JURAR SU SANTO NOMBRE EN VANO
¿He blasfemado? (Proferir palabras de insulto contra Dios o lo sagrado).
¿He utilizado el nombre de Dios, de la Virgen o de los santos irreverentemente?
(chistes, bromas, comentarios de mal gusto, sobre nombres, diminutivos vulgares,
etc).
¿He ridiculizado los misterios de Dios?(bromas sobre la crucifixión, la encarnación,
los milagros).
¿He utilizado el nombre de Dios y de los santos en cosas profanas? (discotecas, cines,
bares, etc).
¿He incumplido promesas hechas a una persona en nombre de Dios? (Ser infiel a
ellas es como hacer de Dios un mentiroso. Catecismo, 2147).
¿He jurado en falso? (el juramento sólo debe presentarse con verdad, justicia y
necesidad).
¿He hecho promesas que no tengo la intención de cumplir?
¿He jurado hacer algún mal?

III. SANTIFICAR LAS FIESTAS


¿He faltado deliberadamente a la Misa algún domingo o fiesta de guarda? (fiestas
de precepto en Colombia: 1º de enero, 8 de diciembre, 25 de diciembre).
¿He llegado tarde o me he quedado sin celebrar la Misa entera por algún motivo
injustificado? (Catecismo, 2042).
¿Me he distraído voluntariamente durante la Eucaristía? (asistiendo de cuerpo pero
con la mente y el corazón en otras cosas).
¿He trabajado o hecho trabajar sin necesidad urgente en día de precepto?
¿No he guardado la abstinencia de carne los viernes de cuaresma? (La ley de
abstinencia exige a un Católico de 14 años de edad y hasta su muerte. Todos los
viernes de cuaresma, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la
abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia
Episcopal – Código de Derecho Canónico, 1251),
¿No he ayunado los miércoles de ceniza y el viernes Santo? (La ley de ayuno requiere
que el Católico desde los 18 hasta los 59 años reduzca la cantidad de comida usual.
La Iglesia define esto como una comida más dos comidas pequeñas que sumadas no
sobrepasen la comida principal en cantidad).
¿No he guardado el ayuno eucarístico? (abstenerse una hora antes de comulgar de
tomar cualquier alimento o bebida, Canon, 919).
¿He tardado mucho en confesarme después de cometer pecado mortal? (La Iglesia
manda confesar los pecados mortales mínimo una vez al año, en peligro de muerte
o si ha de comulgar - Catecismo, 2042).
¿No he comulgado, por lo menos, en Pascua de Resurrección?
¿He dejado de ayudar a la Iglesia en sus necesidades?
¿He utilizado mal el tiempo en día de precepto? (Realizando actividades indecorosas
u otras diferentes al compartir familiar y crecimiento espiritual).

IV. CUARTO MANDAMIENTO

Hijos:

¿He irrespetado a mis padres?


¿He sido desagradecido con ellos?
¿He desobedecido a mis padres y superiores?
¿He tenido un espíritu de rebeldía hacia ellos?(por ejemplo un desordenado afán de
independencia que me lleve a recibir mal las indicaciones de los padres,
simplemente porque lo mandan).
¿Los he amenazado o maltratado? (Ya sea de palabras o de obras).
¿Les he deseado algún mal?
¿Me he avergonzado de ellos? (Por ejemplo por edad, estrato social, apariencia
física, etc.).
¿He dejado de ayudarle a mis padres en sus necesidades? (Ya sean espirituales o
materiales).
¿He enjuiciado sus defectos?
¿He tenido odio o resentimiento hacia mis padres?
¿He sido irresponsable en el estudio? (No valorando el esfuerzo que hacen los padres
para su formación).
¿No he orado y he ofrecido misa por el eterno descanso de los padres muertos?
¿He irrespetado la autoridad a la que estoy sometido? (profesores, jefes, superiores,
estado y su funcionarios).
¿He peleado con mis hermanos y compañeros?
¿He tenido odio o resentimiento hacia mis hermanos? (Ejemplo: dejar de hablar con
ellos y no poner los medios necesarios para la reconciliación).
¿He dado mal ejemplo a mis hermanos y/o compañeros?
¿He dejado de ayudar a mis hermanos y familiares en sus necesidades? (tanto
espirituales como materiales).
¿He abandonado parcial o totalmente a mis padres sin razón justificada?
¿Me he dejado llevar del mal genio?

Padres:

La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, por
ello ¿me he esforzado por la educación moral y formación espiritual de mis hijos?
¿He tenido hijos fuera del matrimonio o antes de él? (esto es un acto de injusticia
con los hijos pues no se les proporciona la estabilidad de la familia).
¿He dado mal ejemplo a mis hijos? (no cumpliendo con los deberes religiosos,
familiares, o profesionales).
¿No he corregido a mis hijos por su bien? (no simplemente por saciar la ira o un
momento de rabia).
¿Me ha faltado evangelizar a mis hijos?
¿No les he prevenido sobre las malas compañías?
¿Los he forzado a recibir algún Sacramento, sin la debida preparación?
¿Les he impedido sigan la profesión o la vocación que Dios les indica?
¿Permito que estudien o trabajen en lugares donde corre peligro su alma o su
cuerpo? (Ejemplo: No elegir un establecimiento educativo donde se eduque
cristianamente a los hijo(s)).
¿He tolerado escándalos o peligros morales o físicos entre las personas que viven en
mi casa? (Ejemplo: unión libre dentro de la casa, permitir que los hijos duerman con
sus novios(as) dentro de la casa).
¿He maldecido a mis hijos?
¿He permitido que vistan indecentemente?
¿He permitido que asistan a espectáculos indebidos? (conciertos de reggaetón o
espectáculos inmorales).
¿He peleado con mi cónyuge? (malos tratos de palabra y/o de obra).
¿He abandonado parcial o totalmente a mi cónyuge y/o a mis hijos? (se refiere a un
abandono irresponsable).
¿No he trabajado lo suficiente para mantener dignamente a mi familia?
¿He dado órdenes contrarias a la dignidad de las persona?(hijos, empleados, o
personas a quien tienen a cargo).

V. NO MATAR

¿He matado?
¿He intentado matar a alguien?
¿Le he negado la asistencia a cualquier persona en estado de peligro?
¿He herido a alguien?
¿He conducido en estado de embriaguez o irresponsablemente cualquier vehículo?
(Esto coloca en riesgo la vida propia y la de los acompañantes).
¿He participado indirectamente en un asesinato?
¿No he prevenido la muerte de alguien pudiendo hacerlo?
¿He participado directa o indirectamente en algún aborto provocado?(Se incurre en
excomunión ipsofacto; o sea que es una forma como la Iglesia manifiesta la gravedad
de este crimen).
¿He practicado la eutanasia? (poner fin a la vida de personas enfermizas o
moribundas por acción o por omisión).
¿He intentado suicidarme?
¿He cooperado en el suicidio de alguien?
¿He participado en secuestros, actos de terrorismo o torturas?
¿He participado en amputaciones, mutilaciones, o esterilizaciones realizadas a
personas inconscientes?
¿He inducido a alguien a pecar? (esto es el escándalo, Tm 18,6).
¿Le he rendido culto a mi cuerpo? (Ejemplo: anorexia, bulimia, cirugía estética por
vanidad, ejercicio excesivo).
¿He abusado de la comida?
¿He abusado del alcohol, del cigarrillo o de las medicinas?
¿He usado drogas o sustancias alucinógenas? ¿He negociado con ellas?
¿He usado mensajes subliminales para dominar la voluntad de las personas?
¿He escuchado música siendo consciente que contiene mensajes subliminales o
contrarios a la fe o a la moral? (poniendo en peligro la salud mental y espiritual
incitándola a prácticas de violencia, rebeldía, etc.; por ejemplo reggaetón, punk,
metal, etc.).
¿He dejado de ayudar a los moribundos a tener una santa muerte? (acompañándolos
en oración, y cuidando que reciban a tiempo los sacramentos).
¿Siento odio o resentimiento por alguien?
¿Le he deseado el mal a alguien?(Mt 5, 44-45)
¿He consentido el deseo de vengarme? (Mt 5,22).
¿No he evitado todo conflicto en la medida de mis capacidades?
¿He hecho sufrir o he sacrificado, sin necesidad, a algún animal?

VI. NO COMETER ACTOS IMPUROS

¿Me he masturbado?
¿He visto pornografía?
¿He participado en pornografía o en espectáculos exhibicionistas? (actores,
comerciantes).
¿He fornicado? (acto carnal entre hombre y mujer no vinculados en el matrimonio).
¿Me he prostituido?
¿He comerciado con la prostitución?
¿He abusado sexualmente de alguien? (esto es, toda agresión violenta a la intimidad
sexual de la persona, el acto sexual como tal, manoseo o acoso, incluso cónyuge).
¿He cometido incesto? (relación carnal entre parientes dentro de los grados entre
los cuales no está permitido el matrimonio. Puede ser equiparado a los abusos
sexuales perpetrados por adultos en niños o adolescentes confiados a su guarda, por
ejemplo los educares a los niños) (1 Cor 5, 4-5; Lv 18, 7-20; Catecismo, 2388-2389).
¿He sido pederasta? (acceso carnal violento por parte de adultos a niños).
¿He tenido relaciones carnales homosexuales?(Rom 1, 24-27; 1 Cor 6, 10; 1 Tm 1,
10; Gén 19, 1-29).
Si tengo tendencias homosexuales ¿he luchado por no consentirlas? (La Iglesia no
rechaza a quien tiene estas tendencias sino a las prácticas homosexuales y lo invita
a vivir la castidad).

Esposos
¿He sido infiel? (Mt 5, 32; 19, 6; Mc 10,11; 1 Cor 6, 9-10; Os 2, 7).
¿Me he separado de mi conyugue? ¿He roto el contrato matrimonial con el
divorcio?(Mc 10, 9) (Catecismo, 2382-2386).
¿He vivido en poligamia? ¿He sido irresponsable con los deberes contraídos con
esa(s) mujer(es) y sus hijos?(Catecismo, 1645).
¿He vivido en “Unión libre”?
¿He evitado la fecundidad en mi matrimonio?
¿He usado o comercializado métodos anticonceptivos? (por ejemplo: condón,
espermicidas, pastillas anticonceptivas, inyecciones, etc.).
¿He usado o comercializado métodos contraceptivos abortivos o alguno que podrían
tener este efecto? (Por ejemplo: la “T”, la “S”, y demás objetos físicos que se
introducen en el útero, o pastilla del día después, etc.).
¿He utilizado el “onanismo” o coito interrumpido? (Gen 38, 9-10).
¿He recurrido a la fecundación artificial? (fecundación in-vitro).
¿Me he esterilizado? (ligadura de trompas, vasectomía).

VII. NO ROBAR
¿He robado?
¿He estafado a alguien en algún negocio?(por ejemplo aumentar el precio real a los
productos)
¿He pagado salarios injustos?
¿He participado en la corrupción?(se trata de cambiar el proceder correcto por “El
que más convenga”)
¿He trabajado mal?
¿He robado tiempo de mi trabajo?
¿He defraudado fiscalmente al Estado? (evadir impuestos justos y razonables que se
revierten en beneficios a la comunidad) (Ver: justicia comunitaria y justicia
distributiva. Catecismo, 2409-2413).
¿He falsificado documentos?
¿He despilfarrado mis bienes? (es decir, gastar en exceso o en cosas suntuarias,
buscando desmedido placer o prestigio, o invertir en mascotas, sumas de dinero
altas, que ayuden a remediar mejor la miseria humana).
¿He causado daños a las propiedades públicas o privadas?
¿He incumplido promesas o contratos moralmente justos?
¿He apostado irresponsablemente?
¿He hecho trampas en los juegos de azar?
¿He colocado el lucro personal como el fin único de mi actividad económica?
(Olvidando que es un servicio a los demás: “no podéis servir a Dios y al dinero”) (Mt
6, 24; Lc 16, 13).
¿Me ha faltado practicar las obras de misericordia?

VIII. NO LEVANTAR FALSOS TESTIMONIOS NI


MENTIR
¿He dicho mentiras? (Ef 4, 25).
¿He dado un falso testimonio públicamente? (Pr 19, 9).
¿He dicho bajo juramento cosas contra la verdad (perjurio)?
¿He enjuiciado un defecto moral del prójimo?
¿He manifestado los defectos y faltas del prójimo, a otras personas
(maledicencia)? (Si 21, 28).
¿He calumniado con mentiras, dañando la reputación de otros?
¿He felicitado a alguien por hacer algún mal?
¿He faltado al revelar los “secretos profesionales”? (por ejemplo psicólogo,
sacerdote, médico).
¿He revelado las confidencias hechas bajo secreto? (Si 22, 22)
¿He escuchado conversaciones contra la voluntad de los que la mantenían?
¿He leído correspondencia u otros escritos contra la voluntad de sus dueños?

IX. NO CONSENTIR PENSAMIENTOS IMPUROS Y NO


DESEAR LA MUJER DEL PRÓJIMO

¿He luchado contra la concupiscencia de la carne? (Ga 5, 16. 17. 24; Ef 2, 3).
¿He consentido pensamientos impuros?
¿He consentido miradas impuras?(Sab 15, 5).
¿He deseado la mujer de mi prójimo?(aplica también en sentido contrario).
¿He faltado contra el pudor de los sentimientos? (cuidar y respetar mi corazón y el
de las otras personas).
¿He usado prendas que excitan sexualmente a otros?
¿He lesionado el pudor de los niños o adolescentes?

X. NO CODICIAR LOS BIENES AJENOS


¿He deseado enfermizamente los bienes ajenos?
¿He caído en la avaricia? (pasión inmoderada por las riquezas materiales) (Si 14, 9).
¿He sentido envidia? (tristeza ante el bien de los demás, y un deseo desordenado de
poseer lo mismo).
¿He estado muy apegado a las cosas terrenas y ocupo todo mi tiempo en acumular
riquezas

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