La Compania de Jesus y Las Artes. Nuevas

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LA COMPAÑÍA DE

JESÚS Y LAS ARTES


Nuevas perspectivas de investigación

María Isabel Álvaro Zamora


Javier Ibáñez Fernández
(Coordinadores)
Edición financiada por el Proyecto I+D, del Ministerio de Economía y Competitividad,
HAR2011-26013 (“Corpus de Arquitectura jesuítica II”).

ISBN: 978-84-92522-89-7
Depósito legal: Z 1642-2014

Imprime:
 Cometa, S.A., Ctra. Castellón, Km. 3,400 – 50013 Zaragoza (España)
ÍNDICE

Los Jesuitas y las artes. Nuevas investigaciones, nuevas visiones, por


María Isabel Álvaro Zamora y Javier Ibáñez Fernández.... 5
La arquitectura jesuítica en Aragón: primeras fundaciones. Objetivos
y metodología de trabajo, por Naike Mendoza Maeztu.......... 37
El colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona (Zaragoza): me-
todología de trabajo y fuentes para su estudio, por Rebeca
Carretero Calvo......................................................................... 57
La Compañía de Jesús en Navarra y las artes. Estado de la cuestión
y fuentes para la investigación, por María Josefa Tarifa Cas-
tilla............................................................................................... 75
El Colegio de la Compañía de Jesús de Segovia. Fuentes y metodo-
logía de estudio, por Cristina García Oviedo........................ 103
El colegio de la Compañía de Jesús de Soria. Fuentes y metodología,
por Fernando del Ser Pérez...................................................... 129
La Casa de Administración del Colegio Imperial de Jesuitas en Ar-
ganda del Rey (Madrid), por Raquel Novero Plaza............... 157
La serie dei disegni della Provincia Mediolanensis Italiae, por Isabella
Carla Rachele Balestreri......................................................... 173
Bartolomeo Ammannati, arquitecto y benefactor de la primera sede
jesuítica en Toscana: San Giovanni Evangelista (1572-1592), por
Teresa J. Gómez León.................................................................. 191
Progetto e revisione. Il modo nostro nelle vicende del collegio dei
Gesuiti di Iglesias, por Emanuela Garofalo............................. 215
A arquitectura das primeiras igrejas jesuítas em Portugal: São Roque
de Lisboa e Espírito Santo de Évora. Confessionários, púlpitos
e tribunas, por Rui Lobo.............................................................. 233
Ciudad y territorio en las misiones jesuíticas de indios guaraníes,
por Pablo Ruiz Martínez-Cañavate......................................... 259
Identidad y globalización en las fachadas jesuitas de Pekín en el
siglo XVIII, por Pedro Luengo................................................... 279

3
Índice

La adopción del manual de Perspectiva de Andrea Pozzo en la do-


cencia jesuítica española, por Sara Fuentes Lázaro............... 301
Reconsideración de la iglesia del noviciado de San Luis, de Sevilla,
a la luz del tratado del jesuita Andrea Pozzo, por Alfonso
Rodríguez G. de Ceballos......................................................... 315
Tan verdadero Dios, como verdadero hombre: Cristo vestido de Jesuita,
por Ángel Peña Martín.............................................................. 337

4
Los Jesuitas y las artes.
Nuevas investigaciones, nuevas visiones

María Isabel Álvaro Zamora y Javier Ibáñez Fernández


Universidad de Zaragoza

A finales del pasado año, se celebraba en la Universidad de Zaragoza


el Simposio Internacional La Compañía de Jesús y las artes. Nuevas perspec-
tivas de investigación (días 19 y 20 de diciembre de 2013, Aula Magna de
la Facultad de Filosofía y Letras),1 una reunión científica de investigado-
res, que se planteó como un foro en el que exponer las nuevas vías de
trabajo sobre el tema expresado, intercambiar conocimientos, debatir
hipótesis, analizar las distintas propuestas metodológicas y explicar la
variada problemática surgida en cada investigación. Todo ello abierto
a la discusión y debate, y como una actividad a la vez divulgativa que
pudiese ser de utilidad para los futuros y jóvenes historiadores del arte
asistentes al simposio.
Su organización estuvo directamente vinculada con el Proyecto I+D
Corpus de Arquitectura Jesuítica II, actualmente en curso2 —continuación a
su vez de otro proyecto ministerial anterior dedicado a este mismo tema
(Proyecto I+D Corpus de Arquitectura Jesuítica)3—, encaminado a la locali-

1
El Simposio Internacional La Compañía de Jesús y las artes. Nuevas perspectivas de investigación
(días 19 y 20 de diciembre, Zaragoza, Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras) contó con el
apoyo económico del Proyecto I+D Corpus de Arquitectura Jesuítica II (HAR2011-26013), siendo coordi-
nado por los Prof. Dres. María Isabel Álvaro Zamora y Javier Ibáñez Fernández; el Comité Científico
estuvo constituido por los Prof. Dres. Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, Alfredo J. Morales
Martínez, Marco Rosario Nobile y Luisa Elena Alcalá Donegani; y la Secretaría Técnica recayó en las
Lcds. Naike Mendoza Maeztu y Marta Gracia Loscos.
2
El Proyecto I+D Corpus de Arquitectura Jesuítica II (HAR2011-26013) fue concedido por el
Ministerio de Economía y Competitividad para su desarrollo entre los años 2012 y 2014, teniendo
como Investigadora Principal a la Dra. María Isabel Álvaro Zamora, catedrática de Historia del Arte
de la Universidad de Zaragoza. El equipo de trabajo interuniversitario e internacional está consti-
tuido por los siguientes investigadores: Dr. Javier Ibáñez Fernández, Dra. María José Tarifa Castilla
y la Dra. Rebeca Carretero Calvo, de la Universidad de Zaragoza, así como la Lcda. Naike Mendoza
Maeztu, Becaria de FPI; Dr. Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, de la Universidad Autónoma
y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid; Dra. Luisa Elena Alcalá Donegani,
de la Universidad Autónoma de Madrid; Dr. Pascal Julien, de la Universidad de Toulouse le Mirail;
Dr. Alexandre Gady, de la Universidad de París IV-Sorbonne; Dr. Marco Rosario Nobile, Dra. Ema-
nuela Garofalo y Dra. Sofía Di Fede, de la Università degli Studi di Palermo; Dra. Isabella Balestreri,
del Politecnico di Milano; y Dr. Rui Lobo, de la Universidade de Coimbra.
3
El Proyecto I+D Corpus de Arquitectura Jesuítica I (FFI2008-05185/FISO) fue concedido por el
Ministerio de Ciencia e Innovación para su desarrollo entre los años 2009 y 2011, teniendo como
Investigadora Principal a la Dra. María Isabel Álvaro Zamora, catedrática de Historia del Arte de la
Universidad de Zaragoza, desde donde se centralizó el proyecto. El equipo de investigación interu-
niversitario e internacional estuvo integrado además por los siguientes investigadores: Dr. Javier

5
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

zación, inventario y reunión de los proyectos arquitectónicos propuestos


por la Orden a lo largo de algo más de dos siglos, entre mediados del
Quinientos y la supresión de la Compañía (1773). Efectivamente, tal y
como ya hemos explicado en otras ocasiones,4 se trata de un proyecto de
investigación internacional, promovido y dirigido desde la Universidad de
Zaragoza, que tiene como principal objetivo la creación de un corpus o
base de datos en el que se reúnan los fondos conservados, tanto gráficos
(planos y dibujos) como documentales (memorias explicativas y cartas),
relacionados con los diseños de arquitectura que propuso la Compañía de
Jesús para cualquiera de los territorios por los que extendió su actividad
misionera, y que, acatando la norma establecida por la segunda Congre-
gación General de la Orden, celebrada en 1565, tenían obligadamente
que remitirse a su casa central en Roma para ser aprobados por el Con-
siliarius aedificiorum (o Consejero de edificios, cargo creado en 1558), de
acuerdo a una práctica que, desde 1613, exigiría además su envío por
duplicado. Gracias a esta fórmula de control de cualquier actividad cons-
tructiva desde la autoridad central, pudo conformarse en Roma un gran
archivo de proyectos de arquitectura religiosa, único en el mundo, que
quedaría interrumpido con la supresión en la orden de San Ignacio en la
segunda mitad del Setecientos, y que presenta el doble interés de ser, por
una parte, una fuente indispensable para el conocimiento de los modelos
edilicios trazados para los jesuitas de acuerdo a sus necesidades de culto
y preferencias, y de constituir, por otra parte, un corpus expresivo de la
evolución de la arquitectura occidental así como de la reinterpretación
de ésta, y de esas mismas necesidades funcionales y de liturgia, según las
tradiciones constructivas y la estética existente en los distintos países por
los que se extendió, incluido el variado gusto de los promotores de sus
obras y arquitectos.
La dispersión y venta de parte de los fondos reunidos en el archivo
central romano de la Compañía de Jesús determinó su fragmentación, y,
con ello, el hecho de que hoy se encuentre distribuido principalmente en
tres archivos separados, que son el objeto básico de nuestra investigación.
En primer lugar, en la Biblioteca Nacional de Francia (BNF), en París, en

Ibáñez Fernández y Dr. Jesús Criado Mainar, de la Universidad de Zaragoza, además de la Lcda.
Naike Mendoza Maeztu, Becaria de FPI adscrita al proyecto en este mismo centro; el Dr. Alfredo
J. Morales Martínez, de la Universidad de Sevilla; el Dr. Pascal Julien y el Dr. Julien Lugand, de la
Universidad de Toulouse le Mirail; el Dr. Alexandre Gady, de la Universidad de París IV-Sorbonne;
y la Dra. Hélène Rosteau-Chambon, por la Universidad de Nantes.
4
Álvaro Zamora, Mª I. e Ibáñez Fernández, J., “Hacia un corpus de arquitectura jesuítica.
Bases actuales y líneas de trabajo futuro”, en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. y Criado
Mainar, J. (coords.), La arquitectura jesuítica, Actas del Simposio Internacional, Zaragoza, Institución
“Fernando el Católico” (CSIC), 2012, pp. 5-37.

6
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

cuyo Gabinete de Estampas se guarda el fondo más cuantioso de plantas


y dibujos (1.222 documentos), al que se puede unir un conjunto menor
de ellos conservado en la Biblioteca Municipal de Quimper (Bretaña). En
segundo lugar, la Biblioteca Nacional de Malta, en La Valetta, donde se
encuentran las memorias explicativas de una parte de los referidos proyec-
tos (311 expedientes). Y, en tercer lugar, el Archivium Romanum Societatis
Iesu (ARSI), en Roma, en el que todavía se hallan depositados la mayoría
de los informes que acompañaban a los planos y dibujos antes citados, así
como un buen número de diseños arquitectónicos, muchos de ellos inéditos
(385 planos y dibujos), que, como los anteriores, nunca llegaron a salir del
archivo en el que originalmente se guardaron. La documentación de los
referidos archivos, junto con la existente en algunos otros de importancia
menor [para España, tendríamos que citar: el Archivium Historicum Societatis
Iesu Cataloniae, en Barcelona, la Biblioteca Nacional de España, los Archi-
vos Histórico Nacional, de la Academia de la Historia y de Bellas Artes de
San Fernando, en Madrid, o el Archivo de Simancas (Valladolid)], recoge
las más variadas soluciones constructivas destinadas a los distintos modelos
tipológicos que requirió la Compañía, según fuera la funcionalidad previs-
ta, tales como casas profesas, colegios, casas de noviciado, casas de “tercer
año”, residencias, casas de ejercicios o casas de administración, además
de fundaciones misioneras, que constituyeron por sí mismas auténticos
proyectos urbanísticos, e, incluso, bosquejos o planos sumarios de algunas
de las poblaciones en las que se establecieron, con el fin de que pudieran
conocerse y dar la aprobación a su ubicación. La reunión e inventario
de todos estos fondos en el corpus de arquitectura jesuítica propuesto en
nuestra investigación, tiene como objetivo final el crear una base de datos
accesible para toda la comunidad científica, susceptible de irse ampliando
progresivamente y sobre la que podrán apoyarse posteriores investigaciones.
Así pues, siendo la arquitectura jesuítica nuestro tema de estudio, es en
este contexto en el que deben entenderse las dos reuniones científicas que
hemos organizado a lo largo de los últimos años. La primera, vinculada con
el primer Proyecto, fue el Simposio Internacional La Arquitectura Jesuítica,
celebrado en Zaragoza, en 2010 (días 9, 10 y 11 de diciembre, Paraninfo de
la Universidad),5 encuentro al que se invitó a los profesores y especialistas

5
El Simposio Internacional La Arquitectura Jesuítica (días 9, 10 y 11 de diciembre de 2010, Zara-
goza, Paraninfo de la Universidad) contó con la subvención del Ministerio de Ciencia e Innovación,
a través de la ayuda concedida en la convocatoria de Acciones Complementarias de 2010 (HAR2010-
10420-E). Tuvo asimismo el apoyo de la Universidad de Zaragoza, a través de los Vicerrectorados de
Investigación y de Proyección Cultural y Social, del Comité Español de Historia del Arte (CEHA),
del Gobierno de Aragón y de la Institución “Fernando el Católico” (CSIC) de la Diputación de Za-
ragoza. Gracias a esta última institución fue posible la publicación de sus Actas. Sus coordinadores
fueron los Prof. Dres. María Isabel Álvaro Zamora, Javier Ibáñez Fernández y Jesús Criado Mainar; el

7
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

más destacados de diferentes universidades e institutos de arte nacionales


e internacionales, con el encargo de que trazaran, por un lado, el marco
general de la normativa establecida por la Orden para la construcción de
sus casas y, por otro, un estado de la cuestión sobre los conocimientos exis-
tentes acerca de la arquitectura jesuítica desarrollada en Europa, América
y Asia, dando entrada incluso a la levantada en algunos territorios apenas
considerados en las publicaciones realizadas hasta ese momento, como la
arquitectura correspondiente a la Provincia de Aragón (Aragón, Valencia,
Cerdeña) o la escasamente conocida de las Provincias americanas y asiá-
ticas. A través de sus ponencias, cuyas Actas fueron publicadas en 2012,6
se puede seguir la forma cómo se compaginó el modo de proceder fijado
por la Orden (denominado en la documentación, como el modo nostro),
esencialmente atento a las cuestiones de funcionalidad y adaptación de los
espacios a las necesidades litúrgicas, comunitarias y docentes previstas por
la Compañía, con la “flexibilidad y capacidad de adaptación” de la Orden
a lo peculiar de cada territorio, una cuestión que determinaría la fusión
entre los modelos tradicionales y propios de cada lugar y las propuestas
aportadas desde Roma, circunstancia que explica la unidad y a la vez rica
diversidad que caracteriza la arquitectura levantada para los jesuitas.7
La segunda reunión, vinculada con el Proyecto que ahora disfrutamos,
es el Simposio Internacional La Compañía de Jesús y las artes. Nuevas perspec-

Comité Científico estuvo constituido por los Prof. Dres. Alfredo J. Morales Martínez, Marco Rosario
Nobile, Richard Bösel y Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos; y la Secretaría Técnica recayó en
la Lcda. Naike Mendoza Maeztu. Coincidiendo con la celebración de este Simposio, se presentó el
libro: Álvaro Zamora, Mª I., Criado Mainar, J., Ibáñez Fernández, J. y Mendoza Maeztu, N.,
El plano más antiguo de Zaragoza. Descripciones literarias e imágenes dibujadas de la capital aragonesa en la
Edad Moderna (1495-1614), Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2010, en el que se analiza un
plano de la ciudad, conservado actualmente en el Gabinete de Estampas de la BNF, que fue enviado
a Roma para mostrar la localización del colegio jesuita en su trama urbana.
6
Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J. (coordinadores), La
arquitectura jesuítica…, op. cit.
7
En sus Actas se reúnen los intervinientes y sus respectivas ponencias, con el siguiente índi-
ce: “Hacia un corpus de arquitectura jesuítica. Bases actuales y líneas de trabajo futuras” (Mª Isabel
Álvaro Zamora y Javier Ibáñez Fernández); “La ratio aedificiorum di un’istituzione globale tra autoritá
centrale e infinità del territorio” (Richard Bösel); “ Episodi emergenti dell’architetture gesuitica
in Italia” (Richard Bösel); “La provincia di Sicilia” (Marco Rosario Nobile); “Le architetture della
Compagnia di Gesù in Sardegna (XVI-XVIII secolo)” (Emanuela Garofalo); L’architecture jésuite en
France: état de la question et perspectives de recherches” (Alexandre Gady y Pascal Julien); “Étienne
Martellange: un architecte de la Compagnie de Jésus en France au XVIIe siécle” (Adriana Senard);
“The architecture of the jesuits in the Southernlow Countries. A state of the art” (Joris Snaet y Krista
De Jonge); “Jesuits architecture in Polish-Lithuanian Commonwealth in 1564-1772” (Andrzej Betlej);
“La arquitectura jesuítica en Castilla. Estado de la cuestión” (Alfonso Rodríguez G. de Ceballos);
“La arquitectura jesuítica en Andalucía. Estado de la cuestión”(Alfredo J. Morales); “La arquitectura
jesuítica en Valencia. Estado de la cuestión” (Mercedes Gómez-Ferrer); “La arquitectura jesuítica en
Aragón. Estado de la cuestión” (Javier Ibáñez Fernández y Jesús Criado Mainar); “De historias globales
y locales: una aproximación a la historiografía de la arquitectura de los jesuitas en Hispanoamérica”
(Luisa Elena Alcalá); “Arquitectura de los jesuitas en Portugal y en la regiones de influencia portu-
guesa” (Paulo Varela Gomez y Rui Lobo); “Arquitectura jesuita en Filipinas y China” (Pedro Luengo).

8
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

tivas de investigación, que tuvo lugar en Zaragoza en diciembre pasado(días


19 y 20 de diciembre de 2013, Aula Magna de la Facultad de Filosofía y
Letras), y al que hacíamos referencia al principio. En este caso, nuestro
propósito fue el de mostrar el interés actual por el estudio del arte de los
jesuitas y las nuevas vías de investigación en curso en diferentes universida-
des nacionales y extranjeras, expuestas tanto por prestigiosos investigadores
que siguen siendo un referente obligado que todo estudioso del tema no
puede prescindir de consultar (como Alfonso Rodríguez y Gutiérrez de
Ceballos), cuanto por jóvenes investigadores que llevan pocos años en esta
tarea o están iniciando su estudio monográfico. Todos ellos expusieron
sus respectivos temas de investigación, se intercambiaron conocimientos,
a menudo interrelacionados, se debatieron hipótesis, se presentaron sus
concretas propuestas metodológicas y se explicó la variada problemática
surgida en cada investigación, con una discusión y debate en la que pu-
dieron participar todos los asistentes.
En directa relación con estos propósitos se encuentran las ponencias
encargadas, publicadas en las Actas que ahora presentamos.
Las tres primeras nos exponen tres temas de investigación ya realizados
o en curso, así como la metodología de trabajo aplicada, con el propósito
de que pueden servir de ejemplo para similares estudios de arquitectura
de la Edad Moderna.
Naike Mendoza Maeztu, que ha sido becaria de FPI adscrita a nuestro
Proyecto en el que sigue en la actualidad como colaboradora, trata de
“La arquitectura jesuítica en Aragón: primeras fundaciones. Objetivos y
metodología de trabajo”, un tema que es el que está desarrollando en su
tesis doctoral en fase final de redacción,8 y sobre el que ya ha avanzado
resultados en varias publicaciones.9 Comienza presentando el objeto de su
trabajo y justificándolo en relación con los escasos estudios hasta ahora exis-
tentes. Describe seguidamente las seis fundaciones en las que ha centrado
su investigación, cuatro de ellas tempranas (los Colegios de la Inmaculada
Concepción de Zaragoza, de Nuestra Señora del Pilar de Calatayud, de San
Vicente Mártir de Tarazona y de San Vicente Mártir de Huesca) y otras dos
más tardías (el Colegio de San Francisco Javier de Graus y la Residencia de
San Antonio de Padua de Alagón), con el objetivo de realizar un completo
estudio histórico-artístico de cada uno de los citados establecimientos, en
el que se analicen tanto los rasgos que los vinculan con las notas propias

8
Está concluyendo su tesis doctoral, bajo la dirección de los Dres. María Isabel Álvaro Zamora
y Javier Ibáñez Fernández, en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza.
9
Entre otras publicaciones, “Hermanos coadjutores albañiles y arquitectos. Tres casos para
la historia constructiva del Colegio de la Compañía de Jesús de Zaragoza”, Artigrama, 27, Zaragoza,
Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 2012, pp. 439-456.

9
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

de la arquitectura desarrollada por la Orden (es decir, con el llamado


modo nostro) cuanto aquellos otros que los relacionan con las soluciones
constructivas locales.
Una vez explicadas las sucesivas fases de su método de investigación
(estado de la cuestión, búsqueda documental, trabajo de campo y redacción
del estudio), concentra su atención en la labor de archivo que ya ha desa-
rrollado enteramente, para mostrar con ella los pasos que necesariamente
debería seguir todo aquel que inicie una investigación afín. Divide los archi-
vos consultados en dos grupos, los congregacionales (el Archivum Romanum
Societatis Iesu, en Roma, el Archivium Historicum Societatis Iesu Cataloniae, en
Barcelona, y el Archivo Histórico de Loyola) y los no congregacionales (la
Biblioteca Nacional de Francia, en París; el Archivo Histórico Nacional,
en Madrid; el Archivo General de Simancas; las Bibliotecas Nacional de
España, de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, en Madrid; el Archivo de la Diputación Provin-
cial de Zaragoza; el Archivo Histórico Provincial de Huesca; los Archivos
Históricos de Protocolos Notariales de Zaragoza, Calatayud y Tarazona; y
varios Archivos Municipales), explicando en cada caso el tipo de fondos
documentales que contienen y que justifican que, en unos casos, su con-
sulta resulte fundamental y, en otros, sea simplemente complementaria.
A partir de esto, detalla las distintas tipologías de documentos que estos
archivos nos ofrecen: las fuentes gráficas, entre las que incluye los planos
topográficos, las plantas y alzados de edificios, los grabados y las fotografías
antiguas, de todas las cuales proporciona ejemplos; y las fuentes escritas,
que nos aportan tanto noticias de tipo histórico sobre las fundaciones,
cuanto información sobre los artífices de la Compañía que intervinieron en
las obras o cuantos artistas y obreros participaron de algún modo en ellas,
con unas noticias que nos permiten reconstruir su historia constructiva, y
datos de carácter económico, relacionados con el coste de las obras y sus
promotores externos.
Finalmente entre toda esta información destaca el interés de cuatro
tipos de fuentes escritas. En primer lugar, los catálogos de la Provincia jesuí-
tica de Aragón (1547-1773), en los que se incluyen los listados de todos los
miembros de la Orden de cada casa de la Compañía, que eran enviados por
el Padre Provincial a sus Superiores de Roma con una periodicidad anual o
trienal, y que, según su tipología, nos ofrecen —tal y como muy bien detalla
y explica Naike Mendoza— una más o menos pormenorizada información,
que puede incluir desde los nombres y apellidos de sus miembros, a las
destrezas y oficios que desarrollaron, e, incluso, datos económicos relativos
a las construcciones llevadas a cabo en cada fundación. En segundo lugar,
los fondos epistolares, que reúnen toda la correspondencia dirigida desde

10
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

la Provincia de Aragón al General de la Compañía en Roma y viceversa,


en la que pueden encontrarse igualmente noticias muy diversas sobre las
obras efectuadas, sus benefactores y los artífices que intervinieron en su
fábrica. En tercer lugar, las crónicas históricas, que describen todos los
sucesos relativos a la Provincia y a cada una de sus casas, con todo tipo de
detalles que pueden servir para su reconstrucción histórico-artística. Y, en
cuarto lugar, los protocolos notariales, que ofrecen una documentación
que complementa a la que nos aportan los archivos congregacionales
(testamentos, contratos de obra u otros).
En definitiva, Naike Mendoza proporciona al investigador que se inicie
en el estudio de las artes de la Compañía de Jesús una pormenorizada base
acerca de cuáles son los archivos a consultar y qué tipo de documentación
interesa en cada uno de ellos.
Rebeca Carretero Calvo, profesora Asociada del Departamento de
Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza y miembro del equipo de
investigadores del Proyecto I+D, se encargó por su parte de la ponencia
“El colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona (Zaragoza): metodología
de trabajo y fuentes para su estudio”, partiendo de uno de los capítulos de
su tesis doctoral, concluida recientemente y dedicada al arte y arquitectura
conventual de la referida población zaragozana en la Edad Moderna.10
Este tema monográfico ha sido en su caso el ejemplo a partir del cual nos
expone de forma práctica la metodología de trabajo utilizada, que inicia
trazando un estado de la cuestión, en el que —tal y como debe hacerse—
reúne y valora las fragmentadas noticias que se tenían sobre esta funda-
ción jesuita, procedentes tanto de fuentes antiguas como de publicaciones
contemporáneas, y que fueron el punto de partida de su propio trabajo.
El segundo paso de su investigación, y el que requirió un más largo
espacio de tiempo, fue la labor de archivo. En ella destaca, en primer
lugar, el vaciado completo de todos los fondos de los siglos XVII y XVIII
existentes en los archivos de Tarazona, como el Archivo Histórico de
Protocolos Notariales, el Diocesano (especialmente el fondo antiguo y las
secciones de Bienes, Templos, Asociaciones y Cofradías), el Municipal y el
de la Catedral, en los que pudo encontrar noticias de índole muy diversa
sobre la construcción y encargos artísticos de este Colegio de los jesuitas,
el devenir cotidiano de la Compañía en la ciudad, o las remodelaciones
sufridas en este establecimiento religioso a partir de la expulsión de la
Orden de nuestro país (1767) y hasta nuestros días.

10
Dicha tesis doctoral, defendida en la Universidad de Zaragoza en 2011, sería publicada al
año siguiente: Arte y arquitectura conventual en la Tarazona de los siglos XVII y XVIII, Tarazona, Centro
de Estudios Turiasonenses y Fundación Tarazona Monumental, 2012.

11
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

Esta misma tarea se extendería más tarde a otros archivos españoles,


entre ellos el Archivium Historicum Societatis Iesu Cataloniae, en Barcelona, en
el que se guarda la más completa documentación del colegio turiasonense,
plasmada en las cartas annuas y en las visitas periódicas del Provincial; el
Archivo de la Real Academia de la Historia, en Madrid, donde localizó im-
portantes noticias acerca de su fundación; las Bibliotecas Pública del Estado
de Huesca y Universitaria de Zaragoza, en las que se conserva otro tipo de
documentación impresa; y los Archivos Histórico Provincial de Zaragoza e
Histórico Nacional de Madrid, en los que pudo encontrar asimismo datos
de gran utilidad.
Una vez reunida y analizada toda esta documentación, nos detalla
seguidamente cuáles han sido las principales fuentes documentales a partir
de las cuales pudo reconstruir la historia de este colegio de la Compañía
en la ciudad del Queiles. En primer lugar, tres manuscritos y un listado
de rectores del mismo, conservados en el Archivo de la Real Academia de
la Historia, que le informaron de cómo discurrieron sus primeros tiempos
(sobre todo, una historia que abarca desde 1594 a 1606; otra que recoge
desde 1600 a 1628; y una tercera, que reitera el contenido de la primera,
pero aportando nuevas noticias). En segundo lugar, las cartas annuas, las
visitas del Provincial al Colegio y algunas de las contestaciones remitidas
desde Roma como respuesta a los informes anuales enviados, conservadas
en el Archivium Historicum Societatis Iesu Cataloniae, en Barcelona; así como la
documentación exhumada del Archivo Histórico de Protocolos Notariales
de Tarazona, que le dio a conocer otras noticias que completan su devenir
en los años siguientes. Y, en tercer lugar, la documentación de cronología
posterior a la expulsión de los Jesuitas en 1767, guardada en el Archivo
Diocesano de Tarazona y en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza,
que le dio cuenta de lo acaecido tras su marcha a los miembros que en ese
momento formaban parte de la casa, y de los nuevos usos del edificio, así
como del inventario y destino disperso de sus bienes muebles y biblioteca.
Con todo ello, con el estudio in situ del edificio tal y como puede verse
en la actualidad (cotejado con los planos y fotografías antiguas), y tras
realizar el inventario y catalogación de los bienes que le pertenecieron,
pudo redactar el estudio histórico-artístico de esta fundación jesuita. Se
trata pues, tal y como avanzábamos al principio, de un nuevo ejemplo de
cómo llevar a cabo una investigación, explicada en esta ocasión a partir
de un estudio ya concluido.
Por su parte, María Josefa Tarifa Castilla, profesora Ayudante del Depar-
tamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, e integrante de
este Proyecto I+D al igual que las anteriores ponentes, se hizo cargo de la
ponencia “La Compañía de Jesús en Navarra y las artes. Estado de la cues-

12
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

tión y fuentes para su investigación”. Como especialista de la arquitectura y


arte navarro de la Edad Moderna,11 aborda el tema recordando la estrecha
relación de la Orden con el viejo reino, pues, no en vano, su fundador,
San Ignacio de Loyola, cayó herido en el sitio de Pamplona y vio surgir
sus inquietudes religiosas en la larga recuperación que habría de seguir al
incidente, y San Francisco Javier, uno de los primeros miembros de la Com-
pañía, y uno de sus miembros más destacados, había venido al mundo en el
corazón de Navarra. Sin embargo, como muy bien analiza, esta atención no
queda reflejada por igual en todas las artes, siendo destacada en el campo
de la escultura, pintura y grabado —campos en los que se desarrolló sobre
todo una iconografía javierana ampliamente estudiada—, pero no así en el
de la arquitectura, en la que, pese al número de fundaciones levantadas,
éstas se encuentran todavía faltas de estudios de conjunto y monográficos,
habiéndose centrado sobre todo la atención en dos edificios estrechamen-
te relacionados con la Orden: el castillo de Javier, que por ser el lugar de
nacimiento de San Francisco Javier tuvo intervenciones desde el mismo
momento de la beatificación (1619) y canonización del santo (1622), y la
Real Basílica de San Ignacio en Pamplona, levantada por la Compañía a
partir de mediados del Seiscientos, en el lugar en el que, según la tradición,
había caído herido el fundador en la defensa del castillo frente al asedio
francés (1521). Esta situación de falta de atención hacia la arquitectura se
explica tanto por la dispersión y pérdida de sus archivos como por la trans-
formación de sus casas, a partir de su expulsión de la Península.
María Josefa Tarifa realiza seguidamente un completo estado de la
cuestión sobre los dos colegios navarros en los que se centra: el de la
Anunciada de Pamplona y el de San Antonio de Tudela, como primer paso
a partir del que desarrollar una futura investigación. Ninguno de los dos
establecimientos han sido prácticamente considerados en las publicaciones
generales sobre el tema, sintetizando las escasas noticias que tenemos de
ellos respecto a su fundación, construcción y evolución de su fábrica, así
como de los usos posteriores de ambos edificios hasta nuestros días.
Sobre esta base, plantea a continuación qué fuentes habría que consul-
tar para obtener los datos documentales de los que hasta el momento ca-
recemos. Así, entre las fuentes literarias, recuerda la necesaria localización
y lectura de las “Historias” que se escribieran sobre uno y otro, siguiendo
la prescripción dada en Roma en 1598 de que se redactaran este tipo de
narraciones en todas las Provincias jesuíticas.

11
En especial, destacamos la publicación de su tesis doctoral: Tarifa Castilla, Mª J., La arqui-
tectura religiosa del siglo XVI en la merindad de Tudela, Pamplona, Gobierno de Navarra, Departamento
de Cultura y Turismo, Institución Príncipe de Viana, 2005.

13
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

Las fuentes documentales, muy dispersas, requerirían empezar por los


archivos regionales. Entre los religiosos, los Archivos Diocesanos de Pamplo-
na, Tarazona (de cuyo obispado dependieron durante siglos las poblaciones
de la rica Ribera navarra), y Tudela, así como los Archivos catedralicios de
las primeras poblaciones antes citadas. Entre los civiles, el Archivo Real y
General de Navarra, en Pamplona (secciones de Clero, Tribunales Reales
y Negocios Eclesiásticos) y los de Protocolos Notariales de las mismas po-
blaciones. También los Archivos Municipales de Pamplona y Tudela.
A nivel nacional, sería precisa la consulta del Archivo Histórico Na-
cional, del Archivo y Biblioteca de la Real Academia de la Historia y la
Biblioteca Nacional, en Madrid, así como del Archivo General de Simancas.
En el marco de los archivos de la propia Compañía, sería necesario
revisar el Archivo Histórico de la Provincia de Castilla, en Alcalá de Hena-
res, y el Archivo Histórico de Loyola, en Azpeitia. Y, finalmente, el Archivum
Romanum Societatis Iesu, en Roma, consultando la documentación relativa
a la Provincia de Castilla (cartas annuas).
En conclusión, María Josefa Tarifa deja esbozados todos los pasos
necesarios para la investigación de la arquitectura y artes de la Compañía
de Jesús, una base de la que cualquier investigador puede partir y sobre la
que ella misma está en la actualidad trabajando y ya ha avanzado resultados
en recientes publicaciones.12
Los siguientes ponentes se centran más concretamente en los temas
específicos de sus respectivas investigaciones, aunque insistan también en
los aspectos metodológicos.
Así, Cristina García Oviedo, doctora por la Universidad Complutense
de Madrid,13 se ocupa de “El Colegio de la Compañía de Jesús de Segovia.
Fuentes y metodología de estudio”. Se trata del tema al que dedicó su tesis
doctoral y sobre el que lleva varios años trabajando, y cuyo conocimiento
le ha llevado a la obvia conclusión de que cada edificio levantado por la
Orden fue el fruto de una continua negociación en la que confluyeron cues-
tiones tan diversas como la elección del lugar adecuado para levantarlo,
la firmeza de su construcción así como su adaptación al uso al que estaba
destinado —tal y como quería la Compañía— , las tradiciones constructivas
locales, las ideas propias de los arquitectos intervinientes y el gusto de los
comitentes.

12
Tarifa Castilla, Mª J., “Un debate arquitectónico: tres diseños del siglo XVII para la cons-
trucción del Colegio de la Compañía de Jesús de Tudela (Navarra)”, Artigrama, 28, Departamento
de Historia del Arte, Universidad de Zaragoza, 2013, pp. 349-384.
13
Su tesis doctoral, titulada El Colegio de la Compañía de Jesús de Segovia: espiritualidad, Historia
y Arte (1557-1767), fue codirigida por los Dres. Jesús Cantera Montenegro, Mariano Sanz González
y Cristóbal Marín Tovar, y defendida en la Universidad Complutense de Madrid en marzo de 2014.

14
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

Traza a continuación un completo estado de la cuestión sobre este


Colegio segoviano, en el que recoge las variadas valoraciones vertidas sobre
él, y, sobre todo, hace hincapié en las realizadas por las cuatro escuelas
historiográficas en las que agrupa a los distintos estudiosos que se han
ocupado del tema, con sus respectivas aportaciones. A partir de todo ello
desarrolla su propia investigación, continuando la búsqueda de noticias en
aspectos escasamente tratados, revisando de nuevo toda la documentación
ya conocida y añadiendo a ésta la consulta de algunas fuentes inéditas que,
pese a parecer tangenciales, le han proporcionado descripciones de gran
utilidad para el conocimiento de su iglesia.
Entre la documentación exhumada destaca la obtenida en el Archivium
Romanum Societatis Iesu (ARSI), sobre el que insiste en la necesidad de
tener en cuenta los fondos que se ocupan de la historia de la Compañía
y los jesuitas asignados a las distintas casas, pues algunos de los datos más
relevantes los ha localizado precisamente en algunos catálogos, como las
Litterae Annuae y Litterae Quadrimestres, los volúmenes de Monumenta Historica
Societatis Iesu y el Fondo Gesuitico, Collegia Segovia. A esta documentación ha
añadido la lectura de varias historias de este Colegio, especialmente las
redactadas por el Padre Luis de Valdivia y por el Padre Pedro de Guzmán.
Como resultado de cruzar los datos obtenidos en todas las fuentes cita-
das y de relacionarlos con los conocidos referidos a otros colegios fundados
por la Orden en España (como los de los Colegios de Valladolid y Soria),
ha podido reconstruir la historia del colegio segoviano. De acuerdo con
ello expresa que empieza con la colocación de su primera piedra en 1582,
momento en el que se cita en la dirección de las obras al hermano Pedro
del Hierro; se paraliza poco después su fábrica por la falta de recursos y
por la desidia del Rector; se activa nuevamente su construcción a partir de
1585, en el que el antes citado es sustituido por el hermano Andrés Ruiz,
frenándose en este momento un bastante probable proyecto de iglesia de
tres naves por parte del Padre General Claudio Acquaviva, que se encargaría
además de enviar otra traza de iglesia de una sola nave con capillas. Este
hecho coincide con la aparición en Segovia del arquitecto Juan de Herrera,
cuyo papel —a juicio de Cristina García Oviedo— fue exclusivamente el
de resolver su construcción, debido a las distintas cotas de nivel en que se
encontraba en cada uno de sus lados, consiguiendo darle su importante
presencia visual sobre la ciudad, de forma similar a como ya lo había hecho
antes en San Vicente de Fora en Lisboa, creando para ello una plataforma
artificial sobre la que edificarlo, tal y como ya lo hiciera asimismo en otras
obras, como la Lonja de Sevilla y el Escorial.
Concluye su ponencia realizando la lectura iconográfica de su retablo
mayor que, pese a levantarse en el siglo XVII (con el ensamblador José

15
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

Vallejo y el pintor Diego Díez Ferrero), incluyó referencias a su historia,


mediante las que alude a su fundador, el Arcipreste Francisco Monroy y
Solier. Con este ejemplo recalca de nuevo que el investigador no debe
despreciar ninguna fuente, aunque parezca inicialmente alejada del tema
estudiado.
Por su parte, Fernando del Ser Pérez, se ocupa de “El Colegio de la
Compañía de Jesús de Soria. Fuentes y metodología de estudio”, avanzando
algunas conclusiones respecto a su investigación doctoral, en la que lleva
trabajando muchos años.14
Comienza precisando el marco temporal de permanencia de la Or-
den en la ciudad, entre 1575 y 1767, y sigue detallando las peculiaridades
jurisdiccionales y organizativas de este territorio, que, en cuanto a lo
religioso, perteneció a la Asistencia jesuítica de España y, dentro de ésta,
a la Provincia de Castilla, y estuvo incluido en el obispado de Osma, que
en estos siglos formaba parte de la Provincia Eclesiástica de Toledo. En
tanto que, en cuanto a lo civil, pertenecía al Reino de Castilla, estando
dentro de la Jurisdicción de la Ciudad de Soria y de la Tierra de Soria. Un
marco general que —tal y como nos indica— debe ser tenido en cuenta
en cualquier investigación, dado que nos informa de cuáles han sido los
archivos de necesaria consulta para localizar la documentación relativa al
Colegio soriano.
A partir de aquí, Fernando del Ser, divide su ponencia en dos partes,
que denomina, respectivamente, “de lo particular a lo general”, y “de lo
general a lo particular”. En la primera, enumera las fuentes locales que ha
tenido en cuenta: por un lado, la toponimia urbana, que nos ha dejado
testimonio de la localización del Colegio del Espíritu Santo, actualmen-
te Instituto de Enseñanza Secundaria Antonio Machado; por otro lado,
la documentación de archivo, que se guarda en los Archivos Municipal
(fondos de Actas Municipales y de Documentos Destacados) e Histórico
Provincial de Soria (fondos de Protocolos Notariales y de la Universidad
de la Tierra), y en el Diocesano (fondo de Temporalidades) y Catedralicio
de El Burgo de Osma (fondo de Actas Capitulares); y, en tercer lugar, las
fuentes literarias y bibliográficas, de las que ha extraído otras informaciones
sobre la historia del Colegio y la presencia de la Orden por el territorio
soriano, entre las que destacan las referencias a los primeros pasos dados
para la fundación de este colegio (con la presencia en la ciudad, en 1569,
del P. Bautista Martínez, residente en el Colegio de Segovia) y los intentos
fallidos de establecer otros establecimientos similares en Almazán y Ágreda.

14
Su tesis doctoral, titulada Estudio y análisis de la Biblioteca del Colegio de la Compañía de Jesús de
Soria en la Edad Moderna, 1575-1767, está siendo dirigida por el Dr. Javier Vergara Ciordia en la UNED.

16
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

Seguidamente detalla la historia de Colegio de Soria, para la que reú-


ne las noticias proporcionadas por las fuentes locales, tanto directas como
indirectas (estas últimas obtenidas de la cita de esta fundación jesuita en la
documentación correspondiente a otras obras religiosas). Así, nos precisa
que su iglesia se contrataba, en 1583, año en el que se capitulaba la labra
de diez columnas de piedra de orden jónico, obra del cantero cántabro
García de Güemes; a la vez se concertaba la entrega de “500 cuartones”
o vigas de pino para su construcción; y además se firmaba su fábrica con
Francisco de Revilla, carpintero, en una capitulación en la que se describía
su planta, empleándose para edificarla parte de la piedra del derribo de la
vecina iglesia románica de San Miguel de Montenegro.
Este primer edificio necesitaría de una remodelación y arreglos en el
siglo XVII, que se concretaron en la ejecución de la torre de la iglesia (por
el cantero Juan Antonio Pérez de Villaviad, en 1663) y de la portada (para
la que se pedía el correspondiente permiso municipal, en 1664), en el en-
cargo de las vidrieras de la linterna (con el vidriero de Valladolid, Gabriel
León, en 1691), la colocación del retablo mayor (ejecutado por el pintor
y dorador soriano Martín González, en 1640) y la factura de otro retablo
lateral (encargado al pintor y ensamblador soriano Francisco Cambero, del
que constan pagos en 1617).
Respecto a la forma de su iglesia, ha localizado otro documento, en
el que se describe su planta indirectamente, completando de este modo la
descripción contenida en la capitulación ya citada de 1583. Es el contrato
de la iglesia parroquial de Fuentepinilla, de 1595, en la que se exige que
ésta fuese igual “a la de los Teatinos (jesuitas) de Soria”, es decir, de tres
naves, con el mismo tipo de soportes y cubierta abovedada. Ha podido
asimismo documentar su consagración en 1585 y al autor de su traza, el
hermano Pedro del Hierro, natural de Zarzosa de Río Pisuerga (Burgos),
del que aporta amplía información extraída del catálogo trienal relativo al
Colegio de Soria, conservado en el ARSI (1584).
Sin embargo, el incendio de 1740 destruyó casi enteramente la iglesia
y sólo dejó en pie las aulas de Gramática y Filosofía, así como parte de
la portería contigua a ellas, lo que supondría su reconstrucción. Ésta se
firmaría con José de Oñederra, maestro de cantería y albañilería, vecino
de Azcoitia (Guipúzcoa), en 1748. Fernando del Ser presenta además un
plano inédito del Colegio, realizado en 1768 tras la expulsión de los jesuitas,
con motivo de la petición de traslado de la iglesia colegial de San Pedro de
Soria al Colegio que habían ocupado los jesuitas (se adjunta transcrito en
el anexo documental final). En él se detallan con leyendas numeradas sus
partes principales: puertas, claustro, sacristía e iglesia, altares, jardín, aula
y oficinas, y alude finalmente a la parte conservada del antiguo Colegio.

17
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

La segunda parte la denomina “de lo general a lo particular”. En ésta


se refiere a las fuentes directamente vinculadas con la Orden, destacando
que la consulta del Archivum Romanum Societatis Iesu, en Roma, resulta
imprescindible, especialmente los catálogos, tanto anuales como trienales
(estos últimos divididos en: primus, secundus y tertius). También las historias
de cada casa, ordenadas por el Padre General Claudio Acquaviva en 1598,
con la finalidad de poder redactar una historia de la Compañía.
Precisamente en el relato de la historia del Colegio de Soria, realiza-
da por el P. Guzmán, se precisa el año de su fundación, 1575 (fecha que
corrige la tradicionalmente repetida), teniendo su sede provisional en la
iglesia parroquial de Nuestra Señora del Espino.
Dicho esto enumera, como ejemplo para otras investigaciones, los
archivos y bibliotecas que ha tenido que consultar para su propio trabajo.
En España: el Archivo Histórico Nacional de Madrid (fondos: Clero, Jesui-
tas, Consejos Suprimidos e Inquisición); el Archivo General de Simancas
(documentación económica de los colegios y sección de Marina: listado
de embarque de jesuitas tras su expulsión); Archivo de la Chancillería
de Valladolid (pleitos judiciales); Biblioteca de la Real Academia de la
Historia (fondo: Papeles de Jesuitas, con la documentación proveniente
de los archivos y bibliotecas incautados a los jesuitas tras su expulsión);
Biblioteca Nacional de Madrid (Sala Cervantes: colección de Manuscritos);
Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, de Madrid
(fondo: Embajada de España cerca de la Santa Sede, que incluye rentas
de los jesuitas expulsados y sus actividades); Archivos de la Compañía de
Jesús de Alcalá de Henares (donde se encuentra el Archivo Histórico de
la Provincia de Toledo) y Loyola, en Azpeitia (en el que estuvo el Archivo
de la Provincia jesuítica de Castilla, siendo obligada la consulta del “Libro
de Entradas en el Noviciado de San Luis de Villagarcía de Campos, ss.
XVI-XVII”).
Fuera de España: el Archivum Romanum Societatis Iesu, en Roma (fondo
Castilla: catálogos anuales y trienales, y la Historia del Colegio a través de
diversos relatos); Archivo Nacional de Santiago de Chile (Colección de
Jesuitas, donde se guarda documentación de la Provincia de Castilla, cuya
llegada y contenido explica detalladamente).
En cuanto a Raquel Novero Plaza estudia “La Casa de Administración
del Colegio Imperial de Jesuitas en Arganda del Rey (Madrid)”. Doctora por
la Universidad Autónoma de Madrid, nos presenta un novedoso tema de
investigación15 que pone en evidencia la necesidad de extender el estudio

15
Su tesis doctoral, Mundo y trasmundo de la muerte: los ámbitos y recintos funerarios del Barroco
español, fue dirigida por el Dr. Alfonso Rodríguez G. de Ceballos y se leyó en la Universidad Autó-

18
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

de la arquitectura jesuítica a tipologías edilicias que la Orden desarrolló,


pero que, por lo general, no son tenidas en cuenta, como son sus casas de
administración, equivalentes a las “haciendas” que levantaron en México
y a las “estancias” que fundaron en Argentina, las cuales, frente a las pri-
meras, sí que han sido estudiadas. Todas ellas habrían de ser importantes
explotaciones agrícola-ganaderas que abastecieron a los Colegios y Casas de
la Compañía de productos imprescindibles a la vez que con su comerciali-
zación les proporcionaban elevados recursos económicos, dirigidas por un
administrador, que era uno de los religiosos que vivían a lo largo de todo
el año en ellas (solía haber además dos o tres operarios y dos coadjutores),
que se encargaba de todo lo relativo a su funcionamiento y explotación,
incluida la contratación de los jornaleros, la producción, gastos y comer-
cialización de sus productos, todo lo cual quedaba reflejado en un libro de
cuentas anual, que era revisado por el Colegio del que dependía.
Raquel Novero presenta un completísimo estudio de esta Casa de
Arganda del Rey, dependiente del Colegio Imperial, en la que incluso se
creó una Cátedra de Gramática y Letras Humanas, en la que —sobre todo
gracias a la documentación inédita que ha podido reunir—, reconstruye la
adquisición y ampliación sucesiva de los terrenos que originalmente com-
prendían la finca, en la que se incluyó la llamada Quinta del Embajador.
Ésta era la antigua casa del embajador imperial en la corte de Felipe II,
Hans Khevenhüller, en la que se guardaba una importante colección de
obras de arte. Nos detalla la variedad de productos de la explotación, desde
los cultivos de su extensa huerta y la importancia que alcanzó su palomar,
colmenas y rebaños de diversos ganados, a los muchos productos que se
obtenían a partir de las materias primas que esta casa de administración
les proporcionaba, entre los que estaban la elaboración de quesos, aceite,
aguardiente, vinagre, arrope, pan, miel, cera, palomina, aceitunas, trigo,
pan, leche, lana, entre otros, y, sobre todo, la abundantísima producción
de vino que conseguían en su grandiosa bodega. Ésta era una cueva sub-
terránea con cuanto se precisaba para la obtención de los vinos blanco y
tinto (se describe ésta, de la que todavía queda en la actualidad una parte,
con su caño o pasillo principal al que se abrían en la pared los huecos
en los que se encontraban las tinajas), para cuya producción se requirió
la contratación de numerosos labradores y operarios, desde aquellos que
trabajaban el terreno y las vides, a los que las recogían, cuidaban y mante-
nían la cueva, y los que los producían en ésta. Además ellos mismos trans-

noma de Madrid en junio de 2009. La investigación sobre la Casa de administración de Arganda del
Rey parte de su actual trabajo en el Archivo Municipal de esta misma localidad y ha sido igualmente
dirigido por el Dr. A. Rodríguez G. de Ceballos, integrante de este Proyecto I+D.

19
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

portaban su producción hasta los lugares de venta (lo que suponía contar
también con cuantos medios de envasado y transporte se requerían: carros,
galeras, caballerías, pellejos para el vino propios o alquilados), llegando a
tener un acuerdo firmado por el que disfrutaban del monopolio para el
abastecimiento de todas las tabernas de Madrid, que iba asimismo unido al
beneficio de la exención del pago de la barca que cruzaba el río Jarama,
y que era la vía de paso imprescindible para la comercialización de sus
productos en la capital. Una situación esta última de verdadero privilegio
respecto al resto de explotaciones de esta zona, que motivó algunos pleitos
y que determinaría que el rey Carlos III expulsara a los jesuitas de Arganda
en 1764, tres años antes de su definitiva expulsión de nuestro país, pasando
la finca a ser de propiedad real.
Estudios como éste nos permiten en definitiva profundizar en el com-
plejo entramado económico sobre el que se sustentaba un colegio de la
Compañía de Jesús y sus casas.
Isabella Balestreri, profesora del Politecnico de Milán y miembro del
equipo de investigadores del Proyecto I+D, centró su intervención en “La
serie dei disegni della Provincia Mediolanensis Italiae”. Tal y como vendría a
demostrar, los diseños correspondientes a la provincia de Milán recogidos
tanto en la BNF como en el ARSI (un total de 101), permiten plantearse
nuevas cuestiones y vías de investigación.
En primer lugar, plantea si convendría dilucidar si existe una suerte
de modo nostro en la ejecución de todas esas representaciones gráficas, y
si se distinguen de alguna manera de las realizadas fuera del ámbito de
la Compañía. También cabría preguntarse si el método desarrollado por
los jesuitas —en el que el diseño de arquitectura desempeñaba un papel
tan importante— seguía procedimientos propios o privativos, o si, por el
contrario, cabría buscar cierta relación con los utilizados en el contexto de
la archidiócesis de Milán por San Carlos Borromeo, el principal intérprete
de las reformas postridentinas en el ámbito cultural italiano.
Tal y como señala la autora, los diseños vienen a confirmar el interés
de la cuestión “tipológica” para las iglesias y los colegios, pero invitan a
recorrer nuevas líneas de reflexión sobre las cualidades de la arquitectura
de la Compañía que no han sido exploradas hasta el día de hoy, como las
cuestiones relacionadas con la solidez estructural de los edificios o su dota-
ción de instalaciones de carácter “tecnológico”. Asimismo, las planimetrías
de los conjuntos y los edificios preexistentes ofrecen a los investigadores
toda una serie de datos de incuestionable importancia a la hora de aproxi-
marse a realidades hoy muy transformadas —sino desaparecidas— y desde
luego, difícilmente documentables. En cualquier caso, tal y como subraya
Balestreri, los diseños iban acompañados de relaciones o memoriales, que,

20
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

en muchos casos, todavía no se han podido localizar, por lo que la infor-


mación obtenida sigue siendo sino parcial, cuanto menos, fragmentaria.
Sólo cotejando los datos reflejados en los diseños y los extraídos de la
documentación escrita se podrá obtener una visión de conjunto amplia,
capaz de reflejar múltiples cuestiones, desde los conflictos que pudieron
suscitarse por la instalación de la Compañía en una determinada ciudad
—y en un determinado lugar—, hasta problemas aparentemente meno-
res, relacionados, por ejemplo, con la organización de los espacios en las
fundaciones jesuíticas.
Teresa J. Gómez León, es otra de los jóvenes investigadores partici-
pantes en el Simposio, que ha defendido recientemente su tesis doctoral
en cotutela entre la Università degli Studi di Firenze y la Universidad de
Cantabria, con el tema del que trata en su ponencia, “Bartolomeo Amman-
nati, arquitecto y benefactor de la primera sede jesuítica en Toscana: San
Giovanni Evangelista (1572-1592)”.16
Para la redacción de este estudio monográfico se apoyó fundamen-
talmente en la consulta del Archivum Romanum Societatis Iesu, en Roma
(ARSI), donde pudo revisar la documentación ya publicada y extraer otras
noticias inéditas, y del Archivio di Stato di Firenze (ASFi) y del Archivio di Stato
di Roma (ASR), en los que exhumaría otras noticias complementarias de
las anteriores.
A partir de todo ello reconstruye el largo y complejo proceso de edi-
ficación de esta primera sede de la Orden en Florencia, tratando de sus
sucesivos benefactores, de las diferentes propuestas de instalación de la
Compañía en diferentes puntos de la ciudad, de la problemática que supuso
la compra de los solares colindantes para la construcción del Colegio una
vez decidida su definitiva ubicación, y del papel que en todo el proceso
tuvo el artista Bartolomeo Ammannati, tanto como benefactor de la obra
cuanto como arquitecto. En la primera faceta de benefactor, la documen-
tación conservada demuestra que no se reconoció abiertamente su papel
hasta que, como escultor, renegó públicamente de su obra escultórica, en
una carta dirigida a los académicos florentinos en 1582, concediéndole a
partir de ese momento una capilla consagrada al Apóstol Bartolomé en
su iglesia. Ésta se adornaría con una tabla en la que se le retrata junto a
su esposa y también patrocinadora de la obra, la poetisa Laura Battiferra.
Sobre la segunda faceta de arquitecto de Ammannati trata igualmente
Teresa Gómez, aludiendo a la planta que éste remitió al Padre General
Claudio Acquaviva, en 1581, así como al error de identificación que hasta

16
Su tesis doctoral, con el título: De Eleonora de Toledo a Bartolomeo Ammannati 1548-1592: San Gio-
vanni Evangelista, primera sede jesuita en Toscana, fue defendida en la Universidad de Cantabria en 2014.

21
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

ahora se había tenido al relacionar dicha traza con un diseño conservado


en el Archivio di Stato di Roma. Dicho proyecto parece, sin embargo, que
no es el del artífice florentino sino que se corresponde con otro diseño
posterior fechado hacia 1590, que sería la planta de finalmente habría de
seguirse para la iglesia, tal y como hace poco tiempo ya apuntó el investi-
gador M. Hurx.
Frente a esto, Teresa Gómez, propone que la planta enviada a Roma
por Bartolomeo Ammannati, en 1581, fuera similar al diseño inédito con-
servado en la actualidad en una colección privada. Se trata de una planta
longitudinal en aula, en la que el artista florentino proponía una estruc-
tura de doble caja, definida por la caja interna de la iglesia y la externa
conformada por el corredor que, sobre las capillas laterales, recorre todo
el perímetro de la nave.
En definitiva, se trata de una exhaustiva investigación sobre un esta-
blecimiento concreto de la Orden que demuestra que, en el caso de las
fundaciones jesuitas, es necesario reunir toda la documentación conserva-
da en archivos muy diversos, recopilando desde las noticias acerca de sus
benefactores y de sus relaciones epistolares con la sede central en Roma,
a aquellas otras que justifican la elección del lugar para su edificación, el
gasto económico consignado, los artistas que intervinieron y los testimonios
gráficos conservados en los que se recogen los sucesivos proyectos para su
construcción, que deben compararse a continuación con la obra finalmente
hecha, y con lo que de ella se ha conservado hasta la actualidad.
Emanuela Garofalo, profesora de la Università degli Studi di Palermo
y miembro del equipo de investigadores del proyecto I+D, aprovecha varios
diseños y la documentación relacionada con la fundación del Colegio de
la Compañía en Iglesias (Cerdeña) que ha podido localizar en distintas
fuentes, incluido el manuscrito 156 de la National Library de Malta, para
reflexionar sobre el modo de proceder —modus procedendi— desarrollado
por la Compañía en sus empresas arquitectónicas.
Tal y como señala Garofalo en su trabajo, “Progetto e revisione. Ilmodo
nostro nelle vicende del collegio dei Gesuiti a Iglesias”, el arquitecto jesuita
Giovan Maria Bernardoni se desplazó hasta Iglesias en la primavera de 1579
para valorar la posibilidad de acometer la construcción de una nueva fun-
dación en la ciudad. En una carta dirigida al Padre General Mercuriano,
el arquitecto se limitaría a expresar su parecer favorable conforme a pará-
metros recurrentes dentro del procedimiento habitual, pero todo parece
indicar que no llegó a involucrarse más en el proyecto, quizás porque, en
un primer momento, debió de abandonarse la idea de levantar una nueva
casa, a favor de otra, que pasaba por reutilizar unas estructuras preexistentes
para abrir las escuelas en 1581.

22
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

En un momento posterior, llegará a plantearse un nuevo proyecto


constructivo, que quedará reflejado en sendas plantas de conjunto conser-
vadas en la BNF. Su cotejo con el contenido de una relación incluida en
el manuscrito 156 de la National Library ofrece una excelente oportuni-
dad para descubrir el procedimiento seguido por la Compañía a la hora
de proyectar la nueva sede, que puede ayudarnos a comprender mejor el
método adoptado por los hijos de San Ignacio en todas y cada una de sus
fundaciones.
Rui Lobo, arquitecto y profesor de la Universidad de Coimbra, e inte-
grante también del Proyecto I+D, ha redactado la ponencia “A arquitectura
das primeiras igrejas jesuitas em Portugal: São Roque de Lisboa e Espírito
Santo de Évora. Confessionários, púlpito e tribunas”. Este investigador, que
ya intervino (en colaboración con Paulo Varela) en el simposio sobre la
arquitectura jesuítica celebrado en Zaragoza en diciembre de 2010 (Actas,
2012),17 trazando entonces un primer estado de la cuestión acerca de las
construcciones de la Compañía de Jesús en Portugal y territorios bajo su
influencia, realiza en esta ocasión un detallado estudio monográfico sobre
la “primera generación” de iglesias jesuitas portuguesas, entre las que se
encuentran los citados templos de Lisboa y Évora.
Comienza resumiendo la evolución constructiva de la iglesia de São
Roque de Lisboa que—en su primer proyecto— anticipó el modelo de
templo que fijaría poco después Vignola en el Gesú de Roma (1568), de
nave única, derivado posiblemente de las propuestas que hicieran Nanni
di Bacio y Miguel Ángel para esta iglesia matriz de la Compañía, en 1550
y 1554. Sin embargo, en el transcurso de la obra, se pasó a un segundo
proyecto de templo de tres naves (basado en la iglesia jesuita de Vallado-
lid), que de nuevo habría de ser abandonado, para volver finalmente (1567
ó 1568) a la primera solución de nave única, de la mano del arquitecto
Afonso Álvares. En 1573 se abriría al público, pese a no estar terminada,
colocándose su techumbre de madera en 1582, bajo la dirección de Felipe
Terzi, arquitecto de Felipe II, que levantó asimismo su fachada en 1586. São
Roque se configuró de este modo como una iglesia de nave única, a la que
se abrían capillas comunicadas, sobre las que se dispusieron tribunas; hacia
la mitad de la nave se incluyeron dos púlpitos, y en la cabecera se abrió la
capilla mayor, poco profunda y con embocadura en arco de medio punto,
flanqueada por dos altares. La fachada cubrió únicamente la anchura de
la nave, con dos cuerpos y tres calles, remate con frontón triangular, y una
sola torre, aunque se añadieron después otras dos menores a ambos lados
de la cabecera, para cobijar las escaleras de acceso a las galerías altas que

17
Véanse notas 5 y 7.

23
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

daban paso a las tribunas. Se crearía de este modo un espacio unificado,


adaptado perfectamente a la liturgia y predicación.
En segundo lugar se refiere a la iglesia del Espírito Santo de Évora, ini-
ciada en 1566, atribuida tanto a Diogo de Torralva como a Afonso Álvares,
que la acabaría en 1574, un templo de nave única y capillas comunicadas,
inspirado —por expreso deseo de su patrocinador— en la iglesia evorense
de São Francisco, de la que también adoptaría, entre otras cosas, el porche
de la entrada. Su interior es muy similar al de la iglesia lisboeta, aunque
existan pequeñas diferencias entre las dos. Así, la iglesia del Espírito Santo
es más estrecha que la de São Roque, por lo que pudo cubrirse con una
bóveda de medio cañón (y no con techo plano de madera), resultando más
alargada y alta (y no tan cuadrada y horizontal). Ambas repiten la tipolo-
gía de capilla mayor poco profunda, pero la de Évora tiene cinco capillas
laterales con tribunas, de las que la última conforma una especie de falso
transepto por ser más elevada que las demás, las galerías altas de acceso a
las tribunas se cubren con bóvedas de medio cañón perpendiculares a la
de la nave (que le sirven de contrarresto) y se unen a través del coro alto
que se sitúa sobre la entrada, rodeando de este modo todo el contorno de
la iglesia. Finalmente, en la iglesia de Évora hay diez confesonarios excava-
dos en los muros laterales de la nave, entre las capillas, cosa que no existe
en la iglesia de Lisboa, no teniendo ningún protagonismo los púlpitos, al
contrario de lo que sucedía en aquélla.
Rui Lobo trata seguidamente de otras iglesias derivadas de las dos
precedentes, que deben incluirse también dentro del conjunto de iglesias
jesuitas portuguesas de “primera generación”. Una es la del Colegio de
Coimbra (1567-1568), cuyo primer proyecto no llegó a realizarse y cono-
cemos a través de los planos conservados en la BNF, en París. Dicha pro-
puesta seguía el modelo de la iglesia de Évora, aunque hubiera presentado
una capilla menos e incluido su capilla mayor en la prolongación de la
bóveda de la nave, tal y como lo había hecho en otros templos el arqui-
tecto Diogo de Castilho; su fachada era asimismo similar a la de aquella,
pero sin porche. Sin embargo, el edificio no empezó a construirse hasta
1598, bajo la dirección de Baltasar Álvares, aplicándose entonces el mo-
delo del Gesú de Roma, propio de los templos portugueses de “segunda
generación”. La otra es la del Colegio de São Paulo de Braga (1567-1588)
en la que se siguió el modelo de la iglesia del Colegio de Lisboa, aunque
la nave cubierta con techumbre de madera carecía de las capillas laterales
profundas de aquella, sustituidas en este caso por nichos excavados en el
grosor del muro y sin tribunas, seguidos de otro nicho con altar algo más
amplio en el falso transepto, y precedidos por un coro alto. Su fachada, de
proporciones cuadradas, estaba igualmente influenciada por la de la iglesia

24
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

lisboeta, con dos cuerpos, tres calles y remate con frontón triangular, sobre
el entablamento interrumpido por un óculo.
Pero, junto a lo expuesto, Rui Lobo aporta a continuación un análisis
pormenorizado de las iglesias de los colegios de Lisboa y Évora comentadas
al principio, por el que llega a la conclusión de que el marcado parentes-
co existente entre ambas fue debido a las intervenciones que sufrió en el
Seiscientos la de São Roque para asemejarla a la del Espírito Santo. De
acuerdo con esto, señala que la iglesia lisboeta no tuvo al principio tribunas
sino aberturas de luz para la nave, ni tampoco capillas laterales en el tramo
anterior de la iglesia, debido probablemente al reaprovechamiento de las
paredes del templo precedente, levantado por los jesuitas en 1555, hecho
que asimismo explicaría la proporción cuadrada de su fachada, adaptada a
su primitiva anchura. Asimismo debió de tener un conjunto de confesona-
rios laterales, a la manera de la iglesia de Évora, no estando claro si tenía
o no coro alto. A lo largo del siglo XVII se sustituirían los confesonarios y
tribunas originales por las capillas, y se incluirían las galerías y claraboyas,
transformando los ventanales iniciales en tribunas altas. Es decir, original-
mente era una “iglesia-caja” o “iglesia-híbrida” con confesonarios y tribunas
en la mitad anterior de la nave y capillas laterales poco profundas en la
mitad posterior, que habría de ejercer una fuerte influencia en otras (sobre
todo su fachada), como la de São Paulo de Braga y los primeros templos
brasileños (Olinda, Rio de Janeiro).
Por su parte, la iglesia de Évora constituyó un modelo arquitectónico
que, especialmente en su espacio interno, habría de ser copiado en otras
muchas iglesias jesuitas posteriores, incluida la de São Roque de Lisboa,
en su remodelación seiscentista. Esta última, ya transformada, influiría a
su vez sobre otras iglesias, como la del Colegio de Santarém.
Finalmente resultan particularmente interesantes las hipótesis que
expone Rui Lobo acerca del uso de los confesonarios, púlpitos y tribunas,
a partir del análisis de las transformaciones sufridas a lo largo del tiempo
por estas dos primeras iglesias portuguesas. La primera hipótesis, que los
confesonarios dejaron de ser en el Seiscientos los elementos litúrgicos y
arquitectónicos tan relevantes que habían sido en los años inmediatamen-
te siguientes al Concilio de Trento. La segunda que, por el contrario, los
púlpitos tuvieron un recorrido inverso, de modo que las iglesias de Lisboa
y Évora no los tuvieron originalmente y se colocaron después. Y, la tercera,
que las tribunas (surgidas en Portugal a la vez que en el Gesú de Roma)
adquirieron en las iglesias portuguesas un papel más importante que en
las iglesias romanas, ocupando una posición intermedia entre las capillas
laterales y los ventanales altos. Se emplearon para asistir desde ellas a los
oficios, siendo usadas al principio preferentemente por los novicios, hipó-

25
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

tesis que se apoya en el hecho de la existencia de nexos de comunicación


entre éstas y los edificios del noviciado.
Pablo Ruiz Martínez-Cañavate, es otro de los investigadores que tra-
bajan sobre la arquitectura de la Compañía de Jesús, en su caso en la Uni-
versidad de Granada, abordando un tema sobre el que nos avanza algunos
resultados en su ponencia, titulada “Ciudad y territorio en las misiones
jesuíticas de indios guaraníes”.18 Trata de las también llamadas misiones
guaraníticas, los denominados “Treinta Pueblos”, que, generalmente, no
superaron los siete mil indios por población, y fueron dirigidos por dos
misioneros, un cura párroco y un ayudante.
En lo urbanístico existió un modelo de poblamiento que se distribuía
en torno a una gran plaza, en uno de cuyos lados se situaba el templo,
acompañado a uno y otro lado del cementerio y colegio, y de una gran
huerta por detrás, en tanto que los tres costados restantes del entramado
de calles se destinaban a viviendas de los indígenas. Finalmente, el cabildo
como principal órgano administrativo se situaba igualmente en la plaza y
la casa de viudas o cotiguazú podía ubicarse en diferentes lugares, siendo
lo más habitual que estuviera junto al cementerio.
Partiendo de esta tipología urbana, recoge los diferentes modelos
teóricos en los que se ha dicho que pudo inspirarse (Moro, Campanella,
Sidney, Bacon o Platón), para rechazar la tesis de un influjo directo y
considerar, frente a esto, su relación con las “Instrucciones” que el Pro-
vincial Diego de Torres diera para la fundación de los primeros pueblos
americanos. Sin embargo, la comparación de estas recomendaciones con
los vestigios de los pueblos y planos conservados de ellos revela que éstos
se tuvieron en cuenta con bastante flexibilidad, de modo que se dio conti-
nuidad a la casa comunal indígena, se renunció a la huerta privada aneja
a cada casa para sustituirla por la fórmula de que cada uno tuviera una
porción de ella en las tierras comunitarias, o se sobrepasó en mucho la
cifra de población recomendada de entre 800 y 1.000 indios por poblado.
Concluye finalmente indicando que se tomaron elementos tanto de las
“Instrucciones” del Padre Torres, como de las Leyes de Indias (Ordenanzas
de Poblamiento dictadas por Felipe II, en 1573) y de otras experiencias
previas (como las fundaciones franciscanas), pero que, en cualquier caso,
se creó un modelo de población flexible y pragmático, que, además, iría
sufriendo modificaciones con el paso del tiempo. Así, este pragmatismo
determinaría que la iglesia y las casas del párroco estuvieran en la plaza de

18
En la actualidad se encuentra realizando su tesis doctoral, titulada Arquitectura y urbanismo
en las misiones de la Provincia Jesuítica del Paraguay bajo la dirección del Dr. Rafael López Guzmán en
la Universidad de Granada.

26
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

la que salían todas las calles, porque, además de ser el mejor adorno, era
más útil a la hora de administrar el viático a sus parroquianos de manera
rápida y cómoda, o se dio más distancia entre las calles por el riesgo de
incendios.
La plaza fue el centro de la vida cívica y religiosa, siendo esta última
la que dominó cualquier actividad en estas “ciudades” levantadas en plena
selva, que llegarían a alcanzar un extraordinario nivel social, organizativo
y artístico, que se mantuvo gracias al aislamiento de los pueblos.
La estrategia de la Compañía de Jesús para lograr un dominio de un
territorio tan amplio fue la ubicación de núcleos poblacionales separados
entre sí por una distancia de dos a diez leguas y la creación de una red
de comunicaciones que permitiese su interconexión, disponiendo capillas
cada cinco leguas, custodiadas por indios y con aposentos para pernoctar,
las cuales proporcionaban mayor seguridad en los desplazamientos de un
poblado a otro.
Los pueblos se dispusieron junto a los ríos, lo que además les garan-
tizaba el agua y les aseguraba una vía de comunicación, a la vez que se
desarrolló una red de acequias, pozos y represas.
La ganadería fue el pilar básico de la economía misionera (vaquerías
comunitarias, que continuaron después de la expulsión de los jesuitas),
unida a la agricultura (maíz, frutas, mandioca, trigo, de consumo propio, y
algodón, tabaco y hierba mate, para la exportación), siempre condicionada
por la variable meteorología y las plagas.
El declive de las misiones jesuitas del Paraguay llegaría con el Tratado
de Madrid (1750), la Guerra Guaranítica y la expulsión de la Compañía,
cuyo éxito había estado sustentado en la cuidadosa organización de los
recursos, acompañada de la entrega absoluta a la evangelización de los
indios por parte de la Orden.
Pedro Luengo Gutiérrez, investigador de la Universidad de Sevilla, y
participante asimismo en el simposio sobre la arquitectura jesuítica celebra-
do en Zaragoza en diciembre de 2010 (Actas, 2012),19 con una ponencia en
la que trazaba un primer estado de la cuestión sobre la arquitectura desa-
rrollada por la Compañía en Filipinas y China, nos ofrece en este segundo
encuentro internacional un estudio monográfico, dedicado a la “Identidad
y globalización en la fachadas jesuitas de Pekín en el siglo XVIII”.
Plantea una cuestión de gran actualidad, como es el “choque de
civilizaciones” que puede percibirse en las fachadas de las iglesias de la
Orden, levantadas en la capital china en el Setecientos, un tema que has-
ta el momento ha sido abordado como un encuentro entre Occidente y

19
Véanse notas 5 y 7.

27
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

Oriente, en el que se ha venido considerando a los jesuitas como un grupo


homogéneo. La relectura que ahora propone Pedro Luengo supone in-
cluir dos circunstancias nuevas en el análisis de las dos iglesias estudiadas,
la fundación francesa de Beitang y la portuguesa de Nantang. En primer
lugar, el peso que tuvo el contexto diplomático en Pekín, y el modo como
influyó en ellas la identidad nacional de sus fundadores y miembros de
esta congregación religiosa; y, en segundo lugar, el análisis de las imágenes
conservadas de ambos templos, sobre las que ha realizado levantamientos
virtuales en los que ha podido incluso incorporar la concepción de la luz
en sus espacios interiores.
Comienza este estudio sintetizando las relaciones diplomáticas entre
Europa y China, en las que enumera la llegada de embajadas holandesas
y portuguesas al país, a lo largo del siglo XVII, así como de otra papal
en el siglo siguiente. Recuerda que la administración religiosa de este
territorio quedó en manos de Portugal, creándose con el papa Alejandro
VIII las diócesis de Nankín y Pekín, ambas bajo patronato portugués, lo
que supuso la presencia diplomática en el país de Portugal, del Colegio
de Propaganda Fide, del Papado y, desde 1683, de la Compañía de Jesús,
con la entrada del primer jesuita de las Missions Etrangères en el país, con
la aprobación de Roma.
La presencia cada vez más importante de Francia en Pekín, quedó
reflejada con la fundación de un colegio de la Orden en 1694, que suce-
día a la primera fundación lusa abierta en 1605. La iglesia del primero se
consagraba en 1703, en tanto que la del segundo se renovaba en 1711,
aunque un terremoto obligaría a reconstruirla en 1756. La iglesia lusa
(entonces catedral) se creó condicionada por tres circunstancias: porque
era el edificio más representativo de la presencia portuguesa en Pekín, lo
que supondría su control directo por la corte de Lisboa; porque fue una
fundación jesuita, lo que exigía el visto bueno de Roma; y porque se pro-
yectó para atraer a la población china, dentro de un entramado urbano
y cultural asiático. A partir de estas tres cuestiones ha analizado Pedro
Luengo las soluciones propuestas para los dos edificios.
Con la construcción de la fundación francesa de BeiTang, se inicia
la arquitectura jesuita en Pekín, plasmada en una acuarela conservada en
BNF, en París, que debió de enviarse desde China para conocimiento en
la corte gala. La imagen expresa que la monarquía francesa decidió pre-
sentarse en la ciudad a través de la Compañía de Jesús, mostrando una
estética propia, con alguna referencia yuxtapuesta a la tradición china (las
necesarias adaptaciones al clima) y escasas particularidades propiamente
jesuitas. En relación con ello, la iglesia muestra relaciones con la iglesia
parisina de San Pablo y San Luis (diseñada para la Compañía por Étienne

28
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

Martellange y François Derand), incluye el motivo de columnas pareadas


típico del Louvre, o pone en los nichos floreros en vez de esculturas. Esta
apariencia “de pabellón francés” en Pekín supondría —a juicio de Pedro
Luengo— una afrenta a la larga actividad portuguesa en la ciudad y deter-
minaría la inmediata reconstrucción de su iglesia de Nantang, para dotarla
asimismo de una apariencia nacional.
Por su parte, el proyecto de la iglesia de Nantang reúne características
de la arquitectura portuguesa de diferentes zonas del globo por las que se
extendió su actividad colonial. Así, su fachada de dos torres de escasa altura
remite a iglesias de comienzos del Setecientos de las Azores (la de Ponta
Delgada), Brasil (de Salvador de Bahía), y la India (Goa), reinterpretadas
en el caso pekinés. En cuanto a su planta e interior, sigue el modelo de
nave única con capillas poco profundas, típico de casi todas las iglesias jesuí-
ticas portuguesas, comunicadas entre sí y en las que se prefirió no colocar
tribunas, sino grandes vanos que le aportaran una gran luminosidad. En el
tramo previo al presbiterio se abrieron dos grandes arcos que daban acceso
a capillas más espaciosas, de igual altura que la capilla mayor, que, a su
vez, era muy profunda, tal y como fue propio de la arquitectura coetánea
portuguesa. El proyecto de Nantang se envió para su visto bueno tanto a
la sede romana de la Compañía como al rey de Portugal (una cuestión
que documenta por medio de una carta de Fernando Buonaventura Mog-
gi, que incluye en el apéndice documental final), lo que refuerza la tesis
expuesta de que se pretendía ofrecer un ejemplo de identidad nacional,
en un territorio que no estaba bajo su jurisdicción gubernamental, pero
sí bajo su responsabilidad doctrinal.
A la imagen de apariencia francesa o portuguesa de estas dos iglesias
hay que añadir algunos componentes más. Por una parte, el hecho de
que la mayoría de los jesuitas responsables de sus fábricas eran de origen
italiano, por lo que también proyectaron sus propias particularidades que
habrían de reinterpretarse a través de la población china que intervino
de algún modo en su obra (artistas, patrones, feligreses). Por ejemplo, se
incorporaron quadraturas pintadas tanto en la iglesia de Beitang como en
la de Nantang, o, en esta última, el acceso al atrio se hizo a través de dos
portadas, la primera de triple arco típicamente chino, y la segunda, con un
único vano, flanqueada por pilastras y con remate semicircular, cercana a
modelos que aparecen en la tratadística italiana del Quinientos. Por otra
parte, siendo ambas fundaciones jesuitas, se tuvieron en cuenta no sólo
aspectos funcionales directamente relacionados con la organización de
los edificios, sino que también estuvo presente el control de sus proyectos
desde su sede central en Roma, como sucedió en el caso de la iglesia de
Nantang, de la que está documentado el envío de sus planos. Del mismo

29
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

modo, en el diseño de los retablos se citan referencias a modelos existentes


en iglesias romanas de la Compañía o se tuvieron en cuenta las estampas
de Pozzo, aunque se releyeran después con gran libertad.
Por último, Pedro Luengo se refiere a la adaptación cristiana a las ne-
cesidades chinas. Para ello los misioneros jesuitas, no sólo se introdujeron
en la corte de Pekín como científicos, sino que además apostaron por el
desarrollo de las artes como reclamo para la sociedad china, más interesada
en las novedades que suponían la pintura de quadratura, el claroscuro o
las celebraciones jesuitas, que en el propio cristianismo, convirtiendo sus
colegios en verdaderas fábricas de arte. También dotaron a sus iglesias de
gran luminosidad que contrastaba con la oscuridad de los templos budistas,
como debió de suceder en Nantang, o adaptaron los modelos europeos
de los que derivaban sus proyectos al gusto local, como sucedió en el caso
de la iglesia de Beitang, que transformó la estilizada fachada parisina de
la que partía en otra predominantemente horizontal, más cercana a la es-
tética china. Pero, por el contrario, la altura de las fachadas de las iglesias
de Beitang y Nantang, mucho más verticales que la escasa elevación que
caracterizaba los edificios de la ciudad de Pekín, aparecía retranqueada tras
un atrio respecto a las calles en las que se encontraban, de manera que, si
bien se dificultaba su visibilidad desde ellas, a la vez se potenciaba todavía
más su impacto visual una vez se había accedido al recinto.
Como conclusión, Pedro Luengo expone que las obras realizadas en
China fueron algo más que un “choque de civilizaciones”, pues sus proyec-
tos buscaron mostrar la representatividad de los estados ante el país asiáti-
co, y especialmente ante su emperador, marcando además las diferencias
entre las diferentes identidades nacionales europeas allí radicadas. Bajo
este acertado planteamiento deberían analizarse otros muchos ejemplos
en futuras investigaciones.
Al igual que el anterior, Sara Fuentes Lázaro está investigando también
en otra línea de trabajo novedosa, dentro del arte de la Compañía, cuyos
resultados avanza en su ponencia “La adopción del manual de Perspectiva
de Pozzo en la docencia jesuítica española”.20 Se trata de la repercusión
que pudo tener la Perspectiva Pictorum Architectorum de Andrea Pozzo, en la
renovación científica y técnica de nuestro país, una cuestión que aborda
apoyándose en dos fuentes: el aprovechamiento que de ésta hizo Antonio
Palomino en su Tratado y el análisis de una traducción manuscrita de éste,
conservada en la Real Academia de la Historia, en Madrid.

20
Su tesis doctoral, con el título Recepción y usos del tratado ‘Perspectiva para pintores y arquitectos’
de Andrea Pozzo en la arquitectura española de la primera mitad del siglo XVIII está siendo realizada en la
Universidad Complutense de Madrid bajo la dirección de la Dra. Beatriz Blasco Esquivias.

30
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

El jesuita Andrea Pozzo proporcionó en su Tratado un material


dirigido a la docencia técnica y artística en general, pero en España sus
contenidos tuvieron una desigual aceptación, pues, si bien sí que tuvieron
gran difusión en los casos de la geometría y la perspectiva, sin embargo,
no fue así en los del teatro (las escenografías) y las fortificaciones, que se
mantuvieron por el contrario fieles a la tradición local preexistente.
Los estudios superiores impartidos por los jesuitas en sus Colegios es-
pañoles hicieron especial hincapié en las materias que estaban fuera de la
esfera de la Filosofía y la Teología, dado que algunas universidades (como
Alcalá y Salamanca) se las reservaron en exclusiva, incluyendo por su parte
las Matemáticas y otra materias directamente relacionadas con éstas, como
la Geometría, Perspectiva lineal y Óptica, Cartografía, Astronomía, Arqui-
tectura y Fortificación, que se impartieron en Colegios de cierto nivel de la
Orden, como el de San Hermenegildo de Sevilla, la Cátedra del Colegio de
Cádiz o los Estudios Reales del Colegio Imperial de Madrid. En definitiva,
aquellas materias de cuyos conocimientos se beneficia la quadratura para
la proyección de arquitecturas sobre una bóveda u otro tipo de cubierta,
motivo protagonista de la obra de Pozzo.
Precisamente en los Estudios Reales en el Colegio Imperial de Madrid
impartió sus enseñanzas el matemático jesuita moldavo, Jacov Kresa, que
también estuvo destinado en la Cátedra de Matemáticas del Colegio de
Cádiz. Las enseñanzas de este científico, junto con la consulta de los fondos
de la biblioteca del Colegio madrileño (de uso exclusivo de los colegia-
les), fueron básicas en la formación de algunos pintores españoles, como
Antonio Palomino, que en su Tratado cita a distintos autores cuyas obras
pudo leer allí, algunos de ellos jesuitas que estuvieron en varios colegios
de la Orden y cuyos tratados fueron publicados en nuestro país (Hugue
de Semple, Jacov Kresa y Andreas Tacquet).
A través de Palomino podemos saber —según nos indica Sara Fuen-
tes—, cómo se trabajaba en los colegios jesuitas con la Perspectiva de Pozzo,
que era teniendo siempre un ejemplar delante, tomando notas de sus
descripciones y estando a la vista sus ilustraciones. Además, a través de
este mismo tratadista y pintor real, educado en el ámbito de la Compañía,
sabemos cuáles eran los conocimientos que se tenían de esta materia y
cómo eran difundidos por la Orden en sus colegios.
En segundo lugar, Sara Fuentes valora la recepción del Tratado de
Pozzo gracias a la localización de una traducción manuscrita del mismo,
guardada en la Colección de Cortes de la Real Academia de la Historia
de Madrid, procedente a su vez de la librería de los Estudios Reales del
Colegio Imperial de Madrid. Este ejemplar está encuadernado y va unido a
otros bocetos y ejercicios de arquitectura trazados por diferentes manos, a

31
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

la copia parcial de un tratado de construcción, a varios esbozos de motivos


decorativos, a diseños de bóvedas, plantas y lacerías y a otros materiales,
que demuestran la doble función artística y técnica con el que se utilizaba
en la enseñanza superior de la Geometría, la Perspectiva y la Arquitectura,
materias éstas que en la época estaban conectadas con la práctica artística.
Concluye, finalmente, recalcando el gran interés didáctico que tuvo en
el Setecientos el Tratado de Pozzo para la Compañía de Jesús en España,
como queda expresado tanto en su reflejo en la obra de Palomino cuanto
en la traducción manuscrita de éste, conservada en la Real Academia de
la Historia. La difusión de estos conocimientos fue utilizada por la Orden
de San Ignacio para penetrar en la sociedad y hacerse imprescindible en
ella, dentro de su habitual política propagandística-docente.
Por su parte, Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, de la Uni-
versidad Autónoma y Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de
Madrid, integrante del Proyecto I+D y, sin duda, el máximo referente de la
investigación del arte de la Compañía en nuestro país, nos demuestra en
su ponencia “Reconsideración sobre la iglesia del Noviciado de San Luis
en Sevilla a la luz de las láminas del tratado del jesuita Andrea Pozzo y de
otras fuentes gráficas”, que sigue trabajando con el mismo rigor y acertada
visión que ha caracterizado su dilatada carrera investigadora.
Se ocupa —tal y como expresa su título— de la iglesia del noviciado
de San Luis de Sevilla y de la influencia que ejerció en ella la Perspectiva
de Pozzo y algunas otras fuentes gráficas, enlazando de este modo con el
tema del que se ha ocupado antes Sara Fuentes. Divide su exposición en
dos partes. En la primera, nos presenta y valora el edificio, partiendo del
que fue su constructor, el arquitecto Leonardo de Figueroa. Nos relata
sus datos biográficos y su formación enteramente sevillana, que habría de
quedar reflejada en su proyecto, ya que las posibles referencias al barroco
romano derivan del manejo de láminas y estampas, que él reinterpreta. A
partir de esta idea explica las diferencias entre la iglesia de San Luis y el
templo romano de Santa Inés en la plaza Navona, que le llevan a concluir
que, en el caso del templo sevillano, el espacio central cilíndrico sobre
el que descansa directamente el tambor de la cúpula, sin intermedio de
pechinas, remite a un modelo diferente, el de la rotonda de la catedral de
Granada de Siloe, que, a su vez, no se explicaría sin el Panteón de Roma.
Esta solución a modo de martyrion(proyectada enteramente por Leonardo
de Figueroa, que fue continuado a su muerte, en 1731, por su hijo Matías
José y que pudo tener como ayudante al jesuita coadjutor Francisco Gó-
mez) está en concordancia directa con el significado que se quiso dar al
noviciado como lugar de formación de misioneros y mártires, y también
como espacio convertido en monumental relicario.

32
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

En la segunda parte, fundamenta el modo cómo influyó la Perspectiva


de Pozzo en la obra. Precisa que los dos tomos de su Tratado, publicados
en Roma en 1693 y 1700, parece que fueron adquiridos allí por el Provin-
cial de los jesuitas andaluces, Francisco Tamariz, pasando a engrosar los
fondos de la biblioteca del Colegio de San Hermenegildo, y, además, que
es posible que el propio Pozzo dictaminase sobre el proyecto sevillano de
Figueroa, cuando se remitió a la sede central para su aprobación.
Así, subraya la relación de las columnas salomónicas de piedra caliza
que rodean la parte baja del cilindro de San Luis con las que aparecen
en diferentes láminas de la obra del italiano. En el detalle de las estrías
del fuste y pedestales Figueroa pudo combinar motivos de las columnas
que aparecen dibujadas en las láminas 42, del primer tomo, y 65, 17 y 41,
del segundo, tomando igualmente la idea de enorme corona de columnas
rodeando este espacio de la lámina 73, del último tomo citado. Puntualiza
asimismo que dichas columnas estaban ya colocadas entre 1715 y 1719,
cuando Lucas Valdés recibió el encargo de pintar al fresco las bóvedas,
el cual, como experto quadraturista que fue, sin duda conocía la obra de
Pozzo, aunque se sirviera también de proyectos perspectivos distintos a los
romanos para el diseño de la cúpula fingida de su cubierta (las de tipo
boloñés introducidas en nuestro país por Mitelli, Colonna y seguidores). En
esta última se representan los utensilios del Templo de Salomón (tomados
del 2º tomo de la Reconstrucción del templo de Salomón, de Villalpando y Pra-
do, publicado en Roma, en 1610), concibiendo la iglesia como “aula de la
Sabiduría” e incluyendo en un arco triunfal en la bóveda de la entrada del
templo el libro de los Ejercicios Espirituales del fundador de la Compañía.
En la fachada de la iglesia, que se ha hecho derivar de la de Santa Inés
en la plaza Navona de Roma (por más que es bien distinta de ésta), también
señala elementos aislados, tomados asimismo de Pozzo, tales como los ócu-
los que se encuentran sobre los dinteles de las puertas laterales, que enlaza
con los que éste diseñara para el segundo proyecto para la fachada de San
Juan de Letrán en Roma (lámina 84, del segundo tomo) o los campanarios,
inspirados en otra lámina de su Tratado (lámina 61, del primer tomo).
Estas relaciones se extienden también al programa decorativo del
interior, sobre todo el arco triunfal pintado al fresco en perspectiva en la
bóveda de la tribuna del coro, que, inspirado en la lámina 55, del segundo
tomo (y habría que añadir, además, en las arquitecturas que Pozzo diseñara
para la nave de la iglesia de San Ignacio en Roma), sirve para cobijar el
libro abierto de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, y que, unido a
las inscripciones que le acompañan, nos presenta este templo sevillano
como un “aula de la Sabiduría”, en la que los novicios se ejercitaban en el
conocimiento de Dios y de sí mismos por medio de los ejercicios ignacianos.

33
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

En el interior de San Luis se armonizan y fusionan todas las artes,


dedicándose sus retablos (contratados entre 1731 y 1733) a los santos de
la Compañía, de forma que todo el conjunto parece haber sido proyec-
tado con la función didáctica de educar a los novicios, incitándoles a la
contemplación de las imágenes como modelos de las virtudes cultivadas
por la Orden.
Finalmente expresa que la riqueza y ostentación de la iglesia de San
Luis (posibilitada por las donaciones de mecenas y patronos cercanos a la
Compañía, que sufragaron las obras y donaron piezas artísticas y reliquias
para completar su decoración), puede parecer en principio contrario a la
normativa emanada de la Segunda Congregación General de la Orden, que
aconsejaba la construcción de edificios sólidos, funcionales y decorosos,
pero nunca ostentosos. Pero este consejo se entendió como el adecuado
para sus casas, pero no así para sus iglesias, que por el contrario, debían
ser acordes a la grandeza de Dios, lo que casi recomendaba todo el lujo y
ostentación posibles.
Para finalizar, Ángel Peña Martín, el último de los jóvenes investiga-
dores intervinientes, vinculado con el estudio del arte de la Compañía de
Jesús, se encargó de la ponencia “Tan verdadero Dios, como verdadero hombre:
Cristo vestido de jesuita”, un tema monográfico, en el que profundiza en
una cuestión iconográfica directamente relacionada con la Orden y con
el tema de su tesis doctoral en curso.21
Todo deriva de la Venerable Marina de Escobar (Valladolid, 1554-
1633), fundadora de la Orden Brigidina (o del Santísimo Salvador de Santa
Brígida), en la que no llegó a ingresar por haberse fundado su primer mo-
nasterio unos años después de su muerte. Dejó por escrito sus revelaciones
milagrosas, que habrían de ser publicadas una vez corregido y preparado
su texto por su guía espiritual, el también Venerable Luis de la Puente. En
el relato de sus apariciones, sin duda muy influidas por sus confesores de
la Compañía de Jesús, describía la imagen de Cristo vestido con el hábito
de la Orden, lo que dio lugar a que se creará esta imagen iconográfica, y
que se difundiera en el ámbito vallisoletano, a partir de la primera imagen
creada por el pintor Diego Valentín Díaz (1586-1660), de escaso valor ar-
tístico, pero de gran interés iconográfico, que él mismo repetiría en varios
lienzos (como los conservados en la iglesia de San Miguel y San Julián, en
el baptisterio de la iglesia de San Ildefonso de Valladolid, y en la iglesia
museo de San Antolín de Tordesillas). En ella, presentaba a Cristo como

21
Su tesis doctoral, con el título Arte, imagen y conventos en el Quito virreinal, siglos XVI-XVIII. El
ciclo litúrgico de Navidad, está siendo realizada en la Universidad Autónoma de Madrid bajo la dirección
de la Dra. Luisa Elena Alcalá Donegani, integrante de este Proyecto I+D.

34
Los jesuitas y las artes. nuevas investigaciones, nuevas visiones

sacerdote coronado con una aureola de cabezas de querubines, expresando


de este modo su doble naturaleza humana y divina. A partir de aquí, otros
pintores de este mismo foco castellano (Felipe Gil de Mena, Diego Díez
Ferreras, Felipe y Manuel Gil de Mena) habrían de repetir el modelo, con
escasas variaciones, todas partiendo del propio Diego Valentín Díez, en las
que en algunos ejemplos se añadía a esta imagen una cartela con el texto
en latín del Salmo 83 o se disponía un cordero a sus pies (que, en todo
caso, seguían aludiendo a la doble naturaleza del Salvador), o bien se le
presentaba como una aparición a Marina de Escobar dictándole lo conteni-
do en sus escritos, o flanqueado por ésta y el Padre La Puente, su confesor.
Sin embargo, aunque parece evidente la directa relación entre el relato
de las visiones de la Venerable y las imágenes creadas por Diego Valentín
Díez, el investigador Ángel Peña, justifica el que este tipo de iconografías
cristológicas deban entenderse asimismo como el fruto del ambiente devo-
cional del Seiscientos, en el que fueron habituales las representaciones de
Cristo vestido con el hábito de diferentes órdenes. Desgrana en este sentido
numerosos ejemplos, que fueron sobre todo creados en el ámbito de los
conventos femeninos de clausura (aunque luego extendidos a ambientes
masculinos), y que nos muestran al Niño Divino como Papa, cardenal,
obispo, canónigo, sacerdote, diácono, peregrino o Soberano, entre otras
iconografías, que, hasta tal punto fueron habituales, que determinaron
que el para Urbano VIII emitiera una Bula en la que prohibía este tipo de
representaciones, aunque, en realidad, tal medida apenas tuvo repercusión,
pese a que era de obligado cumplimiento bajo pena de excomunión.
En este contexto añade que hubo asimismo imágenes del Niño Jesús
vestido de jesuita, con su hábito y el anagrama IHS, del mismo modo que
se le podía vestir con el hábito de otras órdenes (carmelita, cisterciense,
franciscano, trinitario).
Finalmente, indica que todas estas imágenes (de Cristo adulto o niño),
además de mostrar la doble naturaleza del Salvador, alentaban a los pro-
pios jesuitas a la imitación de Cristo, como modelo de vida. A esto podría
añadirse que, de cara a los fieles, presentaban también a los miembros de
la Compañía como modelos religiosos.
Para acabar, el desarrollo de este Simposio nos permite esbozar tres
conclusiones básicas.
En primer lugar, que tenemos que congratularnos por el interés que
se ha demostrado por la investigación de alguna de las artes u obras im-
pulsadas por la Compañía de Jesús. Esto ha quedado reflejado en la amplia
nómina de jóvenes investigadores de diferentes universidades españolas y
extranjeras que han intervenido, que llevan ya varios años trabajando o es-
tán completando sus respectivas tesis doctorales, y que hemos querido que

35
MARÍA ISABEL ÁLVARO ZAMORA y JAVIER IBÁÑEZ FERNÁNDEZ

intervinieran junto a otros investigadores que son verdaderos referentes en


este campo de estudio. Este encuentro ha propiciado el intercambio de
conocimientos entre ellos, el análisis de las distintas propuestas metodo-
lógicas y la exposición de la variada problemática surgida en cada uno de
los temas planteados.
En segundo lugar, que resulta particularmente destacable la variedad
y novedad de los temas tratados. El que a las propuestas de investigación
más habituales —y no por ello menos necesarias—, como puede ser el
estudio monográfico de un establecimiento concreto de la Orden o de la
arquitectura impulsada por la Compañía en una de sus Provincias (como
los estudios presentados sobre diferentes fundaciones jesuitas en las pro-
vincias de Aragón Castilla, Portugal o Milán), se una ahora la investigación
de alguna de sus tipologías edilicias menos tratadas (como la realizada de
la casa de administración de Arganda del Rey o de las misiones jesuitas del
Paraguay), se plantee una nueva lectura de la arquitectura ya estudiada,
que nos permita entenderla de otra manera y nos abra nuevos caminos
(como se ha hecho con el análisis de los colegios de Pekín), se analice la
repercusión de diferentes fuentes gráficas en la enseñanza de los colegios
o en determinadas obras (como las analizadas sobre el tratado de Pozzo),
se indague de forma monográfica sobre el papel de los benefactores de
alguna de sus fundaciones (como es el caso de Ammannati), se trate de
los proyectos arquitectónicos diferenciando sus técnicas de representación
(como se ha hecho con los dibujos relativos a la Provincia septentrional
italiana), se reflexione sobre el modo en que se pudo plasmarse el modo
nostro en los planos enviados a la casa central romana (como el realizado
sobre los correspondientes a Iglesias, en Cerdeña), o se profundice en
cuestiones de iconografía (como en la imagen de Cristo vestido de jesuita).
Y, en tercer lugar, que se ha subrayado una vez más y con todo deta-
lle, la importancia que tiene la consulta de los archivos en el estudio de la
arquitectura jesuítica, tanto de los correspondientes a la Orden, como de
los que conservan el núcleo fundamental de la documentación relacionada
con ella (entre los primeros destaca el ARSI y entre los segundos la BNF).
Pero, además, se ha reiterado la necesidad de consultar otros muchos
archivos, nacionales y locales, que hay que determinar en cada caso y que
vienen a complementar la anterior información. Toda la documentación
escrita y gráfica conservada en estos archivos resulta fundamental para po-
der reconstruir la arquitectura y arte promovido por la Compañía de Jesús.

36
La arquitectura jesuítica en Aragón: primeras fundaciones.
Objetivos y metodología de trabajo

Naike Mendoza Maeztu*


Universidad de Zaragoza

Presentación y justificación del tema de investigación

La tesis doctoral La arquitectura jesuítica en Aragón: primeras fundaciones


tiene como objeto de estudio las primeras construcciones levantadas por la
Compañía de Jesús a partir de su llegada al Reino de Aragón a mediados
del siglo XVI. Esta investigación, dirigida por los Dres. Mª Isabel Álvaro
Zamora y Javier Ibáñez Fernández, se inscribe en el Programa de Docto-
rado Técnicas de investigación en Historia del Arte y Musicología, impartido por
el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza. El
origen de la misma debe vincularse a la concesión de una ayuda Predoc-
toral de Formación de Personal Investigador del Ministerio de Ciencia e
Innovación,1 asociada al Proyecto de Investigación Corpus de arquitectura
jesuítica, y a cuya continuación, el proyecto Corpus de arquitectura jesuítica II,
ha permanecido asociada hasta el momento.2
En 2012 fue publicado el estado de la cuestión sobre los estudios de
arquitectura jesuítica en Aragón, demostrándose en él la existencia de
contribuciones a obras generales, artículos de investigación y determina-
das monografías específicas en torno al presente tema de investigación, y

* Antigua Becaria de Investigación (FPI) del Departamento de Historia del Arte de la Uni-
versidad de Zaragoza. Investiga sobre arquitectura de la Edad Moderna. Realiza su tesis doctoral
sobre arquitectura jesuítica en Aragón, bajo la dirección de la Dra. María Isabel Álvaro Zamora y el
Dr. Javier Ibáñez Fernández. Esta investigación se enmarca dentro de los proyectos I+D del Minis-
terio de Ciencia e Innovación Corpus de arquitectura jesuítica (FFI2008-05185) y Corpus de arquitectura
jesuítica II (HAR2011-26013), dirigidos por la Dra. María Isabel Álvaro Zamora. Dirección de correo
electrónico: [email protected].
1
Esta ayuda del Subprograma de Formación de Personal Investigador (Ayudas FPI) fue conce-
dida por Resolución de 30 de julio de 2009 del Secretario de Estado de Investigación del Ministerio
de Ciencia e Innovación, permitiendo el desarrollo de esta investigación durante 48 meses, en el
periodo comprendido entre septiembre de 2009 y agosto de 2013.
2
El Proyecto de Investigación I+D Corpus de Arquitectura Jesuítica I (FFI2008-05185/FISO) fue
concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación para su desarrollo entre los años 2009 y 2011,
teniendo como Investigadora Principal a la Dra. María Isabel Álvaro Zamora, catedrática de Historia
del Arte de la Universidad de Zaragoza, desde donde se centralizó el proyecto. El Proyecto I+D Corpus
de Arquitectura Jesuítica II (HAR2011-26013) fue concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación
para su desarrollo entre los años 2012 y 2014, teniendo asimismo como Investigadora Principal a la
Dra. María Isabel Álvaro Zamora, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza,
desde donde se sigue dirigiendo este proyecto que ha incluido en esta ocasión a nuevos investigadores.

37
NAIKE MENDOZA MAEZTU

revelándose, por otro lado, la inexistencia —y consecuente necesidad— de


un estudio de conjunto que, completando lo inicialmente aportado por las
publicaciones previas, ofrezca, en definitiva, una visión global de la arqui-
tectura jesuítica aragonesa.3 Es éste el objetivo último de la tesis doctoral
La arquitectura jesuítica en Aragón: primeras fundaciones, la investigación de las
fábricas jesuitas aragonesas, con el fin de ofrecer un panorama completo
a la par que profundo de la arquitectura desarrollada por la Orden en los
límites geográficos del antiguo Reino de Aragón durante la Edad Moderna.
En una escala general, este trabajo pretende contribuir a ampliar el nivel
de conocimiento de esta área de estudio, permitiendo su posterior equipa-
ración con las investigaciones existentes acerca de las fábricas erigidas por
la Compañía en las restantes provincias jesuíticas hispánicas, favoreciendo
el establecimiento de relaciones y una comprensión más profunda de la
arquitectura jesuítica moderna de la Asistencia Española.
Adentrándonos en el contenido de la investigación en curso, ésta se
ocupa, como hemos dicho, del estudio de los primeros edificios que la Compa-
ñía de Jesús construyó en el antiguo Reino de Aragón a partir de su llegada al
mismo a mediados del siglo XVI. A partir de esta consigna principal, el tema
de investigación debe ser matizado desde dos puntos de vista, el político-

3
Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J., “La arquitectura jesuítica en Aragón. Estado de
la cuestión”, en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J. (coords.), La arquitec-
tura jesuítica. Actas del Simposio Internacional, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2012, pp.
393-472. Nos limitamos a citar aquí algunas de las aportaciones principales a este campo: Ansón, A.
y Boloqui, B., “La renovación artística de la iglesia de los jesuitas en Calatayud, hoy San Juan el Real
(1748-1767)”, en Segundo Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Calatayud, Centro de Estudios Bilbilitanos,
1989, vol. I, pp. 427-438; Boloqui Larraya, B., “Artistas relacionados con Calatayud según el Archi-
vo General de los Jesuitas en Roma. Datos documentales del siglo XVIII”, en IV Encuentro de Estudios
Bilbilitanos. Calatayud y comarca, Calatayud, Centro de Estudios Bilbilitanos, 1997, vol. I, pp. 323-350;
Boloqui Larraya, B., “El colegio de la Compañía de Jesús en Zaragoza en el que vivió Baltasar
Gracián. Apuntes para su historia desde su fundación (1570-1599)”, en Ansón Navarro, A. (comis.),
Zaragoza en la época de Baltasar Gracián, Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza, Área de Cultura, Ac-
ción social y Juventud, Servicio de Cultura, 2001, pp. 61-74; Boloqui Larraya, B., “Escenarios de
la vida de Gracián. Pasado y presente”, en Baltasar Gracián. Tradición y modernidad. Actas del Simposio
Internacional sobre Baltasar Gracián en el IV Centenario de su nacimiento, Calatayud, Universidad Nacional
de Educación a Distancia, 2002, pp. 397-492; Ibáñez Fernández, J., Arquitectura aragonesa del siglo XVI,
Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, Instituto de Estudios Turolenses, 2005, pp. 50-61 y 248;
Ferrer Benimeli, J. A., El colegio de la Compañía de Jesús en Huesca (1605-1905), Huesca, Instituto de
Estudios Altoaragoneses, 2008; Álvaro Zamora, Mª. I., Criado Mainar, J., Ibáñez Fernández, J. y
Mendoza Maeztu, N., El plano más antiguo de Zaragoza. Descripciones literarias e imágenes dibujadas de la
capital aragonesa en la Edad Moderna (1495-1614), Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2010;
Carretero Calvo, R., Arte y arquitectura conventual en Tarazona en los siglos XVII y XVIII, Tarazona,
Centro de Estudios Turiasonenses, Fundación Tarazona Monumental, 2012, pp. 89-242; Mendoza
Maeztu, N., “Los catálogos del Archivum Romanum Societatis Iesu y su aplicación al estudio de los
artistas jesuitas de la provincia de Aragón (ss. XVI-XVIII)”, Aragonia Sacra, XXII, Zaragoza, Comisión
Regional del Patrimonio Cultural de la Iglesia en Aragón, 2011-2012, pp. 261-272; Mendoza Maeztu,
N., “Hermanos coadjutores albañiles y arquitectos. Tres casos para la historia constructiva del Colegio
de la Compañía de Jesús de Zaragoza”, Artigrama, 27, Zaragoza, Departamento de Historia del Arte
de la Universidad de Zaragoza, 2012, pp. 439-456.

38
LA ARQUITECTURA JESUÍTICA EN ARAGÓN: PRIMERAS FUNDACIONES. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA...

geográfico y el temporal. Desde una perspectiva político-geográfica, el Rei-


no de Aragón formaba parte en la Edad Moderna de aquel conglomerado
histórico de reinos que fue la Corona de Aragón, estando ésta configurada,
junto al ya citado, por el Principado de Cataluña, el Reino de Valencia y
el Reino de Mallorca. Paralelamente, debemos tener en consideración la
división administrativo-geográfica establecida por la Compañía de Jesús: así,
como parte integrante de la Asistencia Española de la Orden se encontra-
ba —desde su consolidación en 1554— la provincia jesuítica aragonesa,
comprendiendo ésta un área geográfica de gran amplitud, en coincidencia
con los territorios de la Corona Aragonesa.4 Tras estas consideraciones, esta
investigación estudia las fábricas erigidas por la Compañía en el antiguo
Reino de Aragón, hoy Comunidad Autónoma. Por otra parte, desde una
perspectiva temporal, hemos hecho referencia a los primeros edificios cons-
truidos por la Compañía de Jesús en Aragón durante la Edad Moderna.
En concreto, y aunque existieron otras,5 esta investigación se centra en
desarrollar el estudio histórico-artístico de seis fundaciones. Estrictamente,
no abordamos las seis primeras casas jesuitas del Reino de Aragón, sino las
cuatro primigenias y dos establecidas durante la segunda mitad del siglo
XVII. El hecho de que únicamente sean seis los establecimientos jesuitas de
los que se conservan sus restos en la actualidad, ya sea total o parcialmente,
nos ha llevado a incluir los dos más tardíos en el campo de nuestro trabajo.
Las seis fundaciones objeto directo de estudio son:

1. El Colegio de la Inmaculada Concepción de Zaragoza, cuyo esta-


blecimiento supuso la llegada de la Compañía al Reino de Aragón,
fue fundado, tras un duro y largo proceso, en 1555, gracias a la
iniciativa particular de Juan González de Villasimpliz, secretario
real, y al posterior apoyo ejercido por la Ciudad. Tras la expul-
sión de la Compañía de Jesús, el edificio se destinó a Seminario
Sacerdotal, bajo el nombre de San Carlos Borromeo, cumpliendo
hoy la función de residencia sacerdotal.
2. El Colegio de Nuestra Señora del Pilar de Calatayud (Zaragoza) se
fundó en 1584, a partir de las rentas aportadas en primera instan-
cia por el canónigo Rodrigo Zapata, completadas posteriormente
con las del jurista Pedro Santángel. En la actualidad, el templo

4
Mendoza Maeztu, N., “La provincia jesuítica aragonesa en la Edad Moderna: un panorama
de su formación y desarrollo”, en Actas II Encuentro de jóvenes investigadores en historia moderna, Madrid,
Fundación Española de Historia Moderna, IULCE-UAM, 1-2 julio 2013 (publicación on-line pendiente).
5
Se trata de las Aulas de Gramática de Zaragoza (1609), la Residencia de Fonz (1635), el
Colegio del Padre Eterno de Zaragoza (1653), el Colegio de Teruel (1699), la Residencia de Caspe
(1740) y el Seminario de Nobles de Calatayud (1752) [Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J.,
“La arquitectura jesuítica...”, op. cit., pp. 396-397].

39
NAIKE MENDOZA MAEZTU

se conserva bajo la advocación de San Juan el Real, mientras que


en las dependencias colegiales se ubica la sede de la Universidad
Nacional de Educación a Distancia (UNED).
3. El Colegio de San Vicente Mártir de Tarazona (Zaragoza) se
estableció en 1591. Fundación promovida por el jesuita Antonio
Carnicer, pudo hacerse realidad gracias al patronazgo del obispo
Pedro Cerbuna y del canónigo Carlos Muñoz. Actualmente se
conserva la iglesia de San Vicente Mártir, mientras que el resto del
colegio, muy modificado, acoge el Hogar Provincial Doz y otros
edificios anexos.
4. El Colegio de San Vicente Mártir de Huesca, fundado en 1605,
surgió por deseo del novicio del colegio de Zaragoza, Jerónimo
Pérez Oliván, de abrir un colegio jesuita en su ciudad natal. La
donación de éste se vio completada por las rentas legadas por el
jurista Pedro Luis Cenedo, haciendo posible la apertura. En la
actualidad se mantiente la Iglesia de San Vicente el Real, mientras
que las dependencias colegiales no se conservan.
5. El Colegio de San Francisco Javier de Graus (Huesca) fue fundado
en 1651 por el obispo de Huesca Esteban de Esmir, oriundo de la
localidad. El templo acoge el actual Espacio Pirineos, si bien las
dependencias del colegio fueron demolidas en los años sesenta
del siglo pasado.
6. La Residencia de San Antonio de Padua de Alagón (Zaragoza)
es una fundación lograda en el año 1688, si bien se remonta a
mediados de siglo bajo el patrocinio de su primer promotor, Mi-
guel Francisco Poyanos. Del conjunto se conserva hoy la iglesia,
emplazándose en el espacio que ocupaba la antigua residencia la
Casa de Cultura de la localidad.

Así, vemos que hablando en términos de géneros fundacionales, esta tesis


doctoral aborda el estudio de cinco colegios y una residencia.6 Partiendo

6
El colegio fue la institución principal y más difundida por la Compañía de Jesús. Eran centros
que ofrecían, de manera pública y gratuita —de ahí la obligatoriedad de que estos contaran con
rentas fijas— una actividad pedagógica y pastoral, tanto a miembros de la Orden como a estudiantes
externos a ella, según un sistema educativo basado en la regla denominada Ratio studiorum. El edificio
del colegio se conformaba como un bloque autónomo, cuya planta incluía la iglesia y las áreas des-
tinadas a servir de escuela y residencia, organizadas por medio de uno o más patios. Las residencias
eran casas pequeñas de la Compañía, destinadas al trabajo pastoral, que comprendían un edificio
conventual con una iglesia, y solían construirse en ciudades en las que la Orden no consideraba
necesario emplazar un colegio, como es el caso de Alagón [VV. AA., “Casas”, en O’Neill, P. C. y Do-
mínguez, J. M., Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, Roma-Madrid, Institutum Historicum S. I.,
Universidad Pontificia de Comillas, 2001, pp. 678-687; Bösel, R., “La arquitectura de la Compañía de
Jesús en Europa”, en Sale, G. (ed.), Ignacio y el arte de los jesuitas, Bilbao, Mensajero, 2003, pp. 67-70].

40
LA ARQUITECTURA JESUÍTICA EN ARAGÓN: PRIMERAS FUNDACIONES. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA...

de la premisa de que tanto el modo nostro de la Compañía de Jesús como el


proceso de construcción generados, desembocaron en la creación de una
arquitectura flexible, capaz de adaptar las fábricas jesuíticas a soluciones ar-
quitectónicas nacionales, provinciales o locales, el estudio de la arquitectura
jesuítica en Aragón se abordará tanto en sentido horizontal como vertical,
tratando de clarificar qué aspectos la definen como aragonesa y cuáles la
vinculan a la arquitectura desarrollada por esta Orden.7

Objetivos

Así pues, este trabajo de investigación plantea la consecución de tres


objetivos:
1. Elaborar el estado de la cuestión de los estudios sobre la arqui-
tectura jesuítica existente en Aragón.
2. Realizar un estudio histórico-artístico individualizado de cada una
de las construcciones jesuíticas aragonesas mencionadas. Este
estudio incluye la fundación e historia de la casa, su proceso cons-
tructivo —en la medida en que éste pueda ser reconstruido— y
un análisis formal del mismo, atendiendo a posibles relaciones e
influencias.
3. Generar un panorama de la arquitectura jesuítica en la Comu-
nidad Autónoma de Aragón, sus rasgos, su carácter, los artífices
que intervinieron en ella, contribuyendo a la profundización de
los estudios sobre ésta en la provincia jesuítica de Aragón.

Método de investigación

La consecución de los objetivos arriba citados requería el estableci-


miento de un método de trabajo adecuado. Así, el que hemos seguido desde
el inicio de esta investigación puede dividirse en cuatro fases:

7
En la Congregación General I (1558) se dictó un decreto que abordaba de manera específica
la construcción de los edificios de la Compañía, en el que por primera vez aparece reflejado en un
documento de la Compañía la expresión modo nostro (también modus noster o modo nuestro de proceder),
empleada para referirse a los rasgos funcionales, económicos y constructivos, más que estilísticos, que
debían caracterizar sus construcciones. Giovanni Tristano, primer consejero de edificios de la Orden,
fue quien trabajó para sentar las bases del modo nostro, desempeñando un papel fundamental en los
orígenes de la arquitectura jesuítica [Rodríguez G. de Ceballos, A., La arquitectura de los jesuitas,
Madrid, Edilupa, 2002, pp. 22-23; Sale, G., “Pauperismo arquitectónico y arquitectura jesuítica”, en
Sale G. (ed.), Ignacio y el arte..., op. cit., p. 42].

41
NAIKE MENDOZA MAEZTU

1. Búsqueda, recopilación y lectura de bibliografía


2. Consulta de archivos
3. Trabajo de campo
4. Elaboración de la información

El empleo del término fases en referencia a las distintas tareas de in-


vestigación, no implica que el trabajo con ellas se haya realizado de manera
consecutiva, desarrollándose éste más bien de un modo alterno o paralelo.
Así ha sucedido con las tres primeras fases: siendo el objetivo de éstas la
búsqueda, localización, lectura y estudio de fuentes de naturaleza diversa,
del trabajo con ellas se ha extraído el material básico de trabajo para la
tesis doctoral, que una vez estudiado permitirá plasmar los resultados en
papel, en la cuarta fase o elaboración de la información. Entendemos que
cada una de las tres primeras fases del método empleado se basa en el
trabajo con un tipo de fuente específico; ateniéndonos a la naturaleza de
las mismas, veremos a continuación cuáles son éstas.

Búsqueda, recopilación y lectura de bibliografía


El trabajo bibliográfico se basa en el estudio de fuentes bibliográficas.
El acopio y análisis de publicaciones ha permitido la elaboración del esta-
do de la cuestión sobre los estudios de arquitectura jesuítica en Aragón,
profundizando a la par en el contexto histórico-artístico local, nacional e
internacional en el que ésta se desarrolló. Este trabajo parte de lo particular,
la arquitectura y otras manifestaciones artísticas de la Edad Moderna en
Aragón, para ir profundizando de manera paulatina en el conocimiento
de la arquitectura desarrollada en otros ámbitos peninsulares, en Italia y
Europa en la época en la que tratamos. También se presta especial atención
a la tratadística artística clásica y del Renacimiento, así como a textos que
recogieron las directrices que habría de adoptar la arquitectura religiosa: los
Cánones y decretos conciliares de Trento, las disposiciones de los sínodos
diocesanos, obras como las Instrucciones de San Carlos Borromeo, y a los
estrictamente relacionados con la Compañía. Así, la bibliografía recopilada
a lo largo de esta fase de la investigación puede dividirse principalmente
en los siguientes apartados:

— Bibliografía sobre la Compañía de Jesús


— Bibliografía sobre arquitectura jesuítica en sus distintos ámbitos:
Aragón, España, Italia y Europa.
— Bibliografía sobre arquitectura de la Edad Moderna en Aragón,
España y Europa.
— Bibliografía sobre Historia Moderna, centrada en Aragón.

42
LA ARQUITECTURA JESUÍTICA EN ARAGÓN: PRIMERAS FUNDACIONES. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA...

Consulta de archivos
Esta tesis doctoral se sustenta sobre una importante labor de archivo.
Creemos que el trabajo con las fuentes archivísticas, que a su vez pueden
dividirse en gráficas y escritas, es una labor ardua, cuyos resultados, sin em-
bargo, aportan el valor requerido por toda investigación. Con las fuentes
documentales el trabajo ha consistido en su estudio directo, transcripción,
lectura y clasificación, generando una importante base documental para la
investigación en curso, tanto por la cantidad de información manejada y re-
copilada como por su diversidad de origen y calidad de contenido. Siendo
todas las fuentes de estudio básicas e indispensables para la investigación,
hemos considerado que son las fuentes de archivo las que mayor interés
merecen en esta ocasión: compartirlas aquí puede contribuir a otras in-
vestigaciones y repercutir así mismo en ésta que estamos desarrollando. Es
por ello que las reservamos para tratarlas específicamente a continuación.

Trabajo de campo
En esta fase de la investigación abordamos el edificio como fuente
documental material, el edificio en sí mismo como fuente primaria de
estudio. Se ha procedido al análisis o estudio in situ de las fábricas, con
la pertinente toma de datos y realización de fotografías, conformando un
apéndice gráfico básico para el estudio y comprensión de estos estable-
cimientos. Se han visitado en repetidas ocasiones las seis fábricas objeto
directo de estudio, así como los principales edificios jesuíticos romanos:
Iglesia del Gesù, Iglesia de San Ignacio y Colegio Romano, Iglesia de San
Andrés del Quirinal y Noviciado, y algunas de las casas más representa-
tivas dentro de la Asistencia Española de la Orden: Santuario de Loyola
(Guipúzcoa), Santuario y Cueva de San Ignacio en Manresa e Iglesia de
Nuestra Señora de Belén (Barcelona), Colegiata de San Isidro (Madrid),
Colegio de Alcalá de Henares (Madrid), Colegiata de Villagarcía de Cam-
pos (Valladolid), etc.

La consulta de archivos

Al hablar de las fuentes archivísticas, en primer lugar hemos consi-


derado necesario recopilar en un listado los archivos que conservan la
documentación sobre la que se asienta esta investigación. Este listado pue-
de clasificarse en dos grupos: los archivos congregacionales, aquellos que
pertenecen a la Compañía de Jesús, y los no congregacionales, incluyéndose
en ellos centros públicos y privados, ya sea a nivel local, provincial o estatal:

43
NAIKE MENDOZA MAEZTU

Archivos congregacionales
— Archivum Romanum Societatis Iesu [A.R.S.I.], Roma
— Archivo Histórico Societatis Iesu Cataluña [A.H.S.I.C.], Barcelona
— Archivo Histórico de Loyola [A.H.L.], Guipúzcoa
Archivos no congregacionales
— 
Biblioteca Nacional de Francia [B.N.F.], París
Archivo Histórico Nacional [A.H.N.], Madrid
— 
Archivo General de Simancas [A.G.S.], Valladolid
— 
— 
Biblioteca Nacional de España [B.N.E.], Madrid
Biblioteca de la Real Academia de la Historia [B.R.A.H.], Madrid
— 
— 
Biblioteca de la Academia de Bellas Artes de San Fernando
[R.A.B.A.S.F.], Madrid
Archivo de la Diputación Provincial de Zaragoza [A.D.Z.], Zara-
— 
goza
Archivo Histórico Provincial de Huesca [A.H.P.H.], Huesca
— 
— 
Archivos Históricos de Protocolos Notariales (Zaragoza, Calata-
yud, Tarazona)
— 
Archivos Municipales
Imprescindibles para el estudio de la arquitectura jesuítica son los ar-
chivos congregacionales, tanto el Archivum Romanum Societatis Iesu [A.R.S.I.],
el Archivo General de la Orden, como el Archivo Histórico Societatis Iesu
Cataluña [A.H.S.I.C.], el Archivo de la Provincia Aragonesa, con sede en
Barcelona, puesto que, dado el carácter centralizador de la Orden, ambos
conservan de manera rigurosa la documentación generada por la misma
a lo largo de su historia. El Archivum Romanum Societatis Iesu se posiciona
como un centro de consulta ineludible.8 Los especialistas en arquitectura
jesuítica así lo atestiguan en sus trabajos, que lo sitúan como principal
referente para el avance de las investigaciones sobre esta materia.9 Así, el

8
El origen de esta institución se remonta a los primeros años tras la fundación de la Orden
por Ignacio de Loyola (1540), puesto que, desde el inicio de la misma, fueron conservados los docu-
mentos de mayor relevancia. Para un conocimiento más profundo del mismo: Lamalle, E., “L’archivio
di un grande Ordine religioso. L’archivio Generale della Compagnia di Gesù”, Archiva Ecclesiae, 25,
1981-1982, pp. 96-100; McCoog, T., A Guide to Jesuit Archives, St. Louis, Roma, The Institute of Jesuit
Sources, Institutum Historicum Societatis Iesu, 2001.
9
La historiografía española ha dedicado una serie de trabajos a explicar la organización de este
archivo y su consulta aplicada a las distintas provincias que conformaban la Asistencia Española: Del
Ser Pérez, F., “La provincia jesuítica de Castilla en el Archivum Romanum Societatis Iesu”, Cuadernos
de Historia Moderna, 20, Madrid, Universidad Complutense, 1998, pp. 167-188; Vázquez Barrado, A.,
“Fuentes romanas para el estudio de la provincia jesuítica de Aragón”, en Ubieto, A. (ed.), II Jornadas
de estudios sobre Aragón en el umbral del siglo XXI, Alcorisa, 17-19 diciembre 1999, Zaragoza, Instituto
de Ciencias de la Educación, Universidad de Zaragoza, 2001, pp. 421-436; Martínez Rojas, F. J., “El
ARSI (Archivum Romanum Societatis Iesu), una fuente documental para la Historia Moderna de

44
LA ARQUITECTURA JESUÍTICA EN ARAGÓN: PRIMERAS FUNDACIONES. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA...

grueso de la documentación recabada para esta investigación procede de la


consulta de sus fondos, en concreto de los recogidos bajo los títulos Archivo
de la Antigua Compañía y Fondo Gesuitico.
En el caso de los archivos no congregacionales, a nivel peninsular, la
consulta del Archivo Histórico Nacional resulta de gran interés, centrándo-
nos en su sección Clero Regular-Jesuitas. Y es que, con la extinción de la
Compañía en 1767, comenzaron a reunirse los Papeles de los Jesuitas en
lo que finalizó recibiendo el nombre de Archivo de las Temporalidades.
Tras varios avatares acaecidos en el siglo XIX, estos acabaron repartidos en
varios centros, siendo el Archivo Histórico Nacional el centro más rico en
cantidad de documentos jesuíticos.10 Otro de estos centros de destino fue
la Real Academia de la Historia, cuya consulta, por tanto, puede resultar
también de utilidad.
Señalados estos tres como los archivos de consulta fundamental, la
documentación conservada en los restantes centros vendría a completar
o complementar la ya recabada en los principales, en distinta forma y
medida. Los archivos provinciales, de protocolos notariales y municipales,
aportan datos que complementan la documentación congregacional desde
el exterior de la Orden, puesto que los documentos que conservan fueron
generados en el seno de la vida laica, a partir de las relaciones establecidas
entre ésta y la Compañía de Jesús. Por otro lado, quedan vías abiertas a
la investigación, puesto que existen otros archivos cuya consulta no se ha
realizado hasta el momento, pudiendo resultar ésta de interés.11
Expuestas estas consideraciones, presentamos a continuación una serie
de ejemplos de fuentes documentales, clasificadas en gráficas y escritas,
según su naturaleza. Éstas nos permitirán conocer las diferentes tipologías
documentales que conforman la base para esta investigación, así como el
tipo y cantidad útil de información que puede aportar cada una ellas a la
misma.

Jaén (I)”, Boletín del Instituto de Estudios Gienenses, 108, Jaén, Instituto de Estudios Gienenses, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, 2002, pp. 359-418; Martínez Rojas, F. J., “El ARSI (Archivum
Romanum Societatis Iesu), una fuente documental para la Historia Moderna de Jaén (II)”, Boletín
del Instituto de Estudios Gienenses, 183, Jaén, Instituto de Estudios Gienenses, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 2003, pp. 435-488.
10
Con el restablecimiento de la Compañía de Jesús por Fernando VII en 1815, los papeles
fueron entregados a la Junta del Restablecimiento. En 1834 fueron depositados en los Ministerios de
Gracia y Justicia o Hacienda, y otros destinos. La Revolución de 1868 provocó una gran dispersión
de los mismos, siendo vendidos a peso, hasta que Francisco Javier Bravo, indiano rico, los adquirió,
pasando después a una serie de centros en los que se conservan en la actualidad (Guglieri Nava-
rro, A., Documentos de la Compañía de Jesús en el Archivo Histórico Nacional, Madrid, Razón y Fe, 1967).
11
Es el caso del Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, en el que habría que revisar el fondo
de Casas Nobles, para descubrir los apoyos con los que contaron los jesuitas a la hora de instalarse
en Zaragoza, y el Fondo de la Real Audiencia, para analizar su expulsión en el siglo XVIII, o el de
los Archivos Municipales (Calatayud, Tarazona, Huesca) y Diocesanos (Zaragoza, Tarazona, Huesca).

45
NAIKE MENDOZA MAEZTU

Fuentes documentales gráficas


Entre las fuentes de archivo gráficas que hemos recopilado hasta el
momento, encontramos cuatro tipologías principales: planos topográficos,
plantas y alzados de edificios, grabados y fotografías antiguas. En primer
lugar, en cuanto a los planos topográficos, estos nos ofrecen información
acerca de la situación del edificio a estudiar en el entramado de la ciudad
correspondiente, así como del contexto urbano en el que se insertaba en un
momento histórico determinado. En nuestro caso, disponemos de un plano
de la ciudad de Zaragoza [fig. 1] datado entre 1605 y 1614, de inestimable
valor para el estudio del Colegio de esta ciudad, así como para profundizar
en la historia jesuítica de la misma.12 Por otro lado, otro tipo de diseños,
como plantas y alzados, nos permiten conocer proyectos arquitectónicos
ideados para los edificios objeto de estudio en distintas épocas. Pudiendo
haber sido ejecutados o quedando en papel, son fuentes documentales
de altísimo valor histórico-artístico, por el conocimiento que implican
tanto de los aspectos formales y estilísticos de las obras, como por aspectos
relacionados con la propia técnica del dibujo, así como de los autores y
promotores de los mismos, desde el punto de vista de la historia social del
arte. En nuestra investigación disponemos de un número determinado de
este tipo de fuentes gráficas, pudiendo señalar el destacado proyecto para la
planta baja del Colegio de Zaragoza [fig. 2], datado hacia 1568 o 1569 —el
único de estas características del que disponemos—,13 la planta y alzado de
fachada de las Aulas de Gramática y el Colegio del Padre Eterno (Zarago-
za), de 1778,14 o el conjunto de plantas realizadas por el Hermano Antonio

12
Realizado a pluma sobre papel verjurado, este plano fue ejecutado para situar el lugar
donde pretendía levantarse un edificio para casa profesa, un proyecto que finalmente no llegó a
hacerse realidad. Siendo el plano más antiguo de Zaragoza conocido hasta el momento, muestra un
croquis de la ciudad, en el que se señalan, como recoge la leyenda inferior, algunos de los edificios
más representativos de la misma, así como el Colegio de la Inmaculada y el solar elegido para la
sede profesa (B.N.F., Gabinete de Estampas, Hf-4d, 81; Álvaro Zamora, Mª. I., Criado Mainar, J.,
Ibáñez Fernández, J. y Mendoza Maeztu, N., El plano más antiguo..., op. cit., pp. 149-164, fig. 79).
13
Esta traza, realizada a pluma sobre papel verjurado, presenta unas medidas de 39,5 x 47 cm.,
mostrando un interesante diseño de la planta baja del conjunto, con la distribución de la iglesia y el
resto de dependencias del colegio organizadas en torno a un claustro (B.N.F., Gabinete de Estampas,
Hd-4c. 142; Vallery-Radot, J., Le recueil de plans d’édifices de la Compagnie de Jésus conservé à la Bibliothè-
que National de Paris, Roma, Institutum Historicum S. I., 1960, p. 126, nº 464; Ibáñez Fernández, J.,
Arquitectura aragonesa del siglo XVI..., op. cit., pp. 60 y 248; Álvaro Zamora, Mª I., Criado Mainar,
J., Ibáñez Fernández, J. y Mendoza Maeztu, N., El plano más antiguo..., op. cit., pp. 135-136, fig. 71;
Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J., “La arquitectura jesuítica en Aragón...”, op. cit., p. 398;
Mendoza Maeztu, N., “Hermanos coadjutores albañiles y arquitectos...”, op. cit., pp. 443 y 449, fig. 1).
14
Se trata de dos diseños realizados por José Arberuela tras la expulsión de la Orden, que nos
dan a conocer la estructura del conjunto que se adosaba al Colegio de la Inmaculada: las aulas que
fueron construidas hacia 1609-1612 y la residencia del Padre Eterno a partir de 1685, ambas destruidas
durante la Guerra de la Independencia (A.G.S., Gracia y Justicia, Legajos 968; Boloqui Larraya, B.,
“Escenarios de la vida de Gracián..., op. cit., pp. 452-470, espec. p. 454, plano nº 2; Álvaro Zamora,
Mª. I., Criado Mainar, J., Ibáñez Fernández, J. y Mendoza Maeztu, N., El plano más antiguo..., op.

46
LA ARQUITECTURA JESUÍTICA EN ARAGÓN: PRIMERAS FUNDACIONES. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA...

Fig. 1. Plano a mano alzada de la ciudad de Zaragoza (BNF, Gabinete de Estampas,


Hd-4d, 81). Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuítica.

Fig. 2. Planta del Colegio de Zaragoza (BNF, Gabinete de Estampas, Hd-4c, 142).
Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuítica.

47
NAIKE MENDOZA MAEZTU

Fig. 3. Planta del conjunto de Tarazona Fig. 4. Planta del conjunto de Alagón
según el Padre Forcada. Tomado de según el Padre Forcada. Tomado de
Furlong, G., “Algunos planos...”, op. Furlong, G., “Algunos planos...”,
cit., lám. 5. op. cit., lám. 8.

Forcada para las casas de Tarazona [fig. 3], Alagón [fig. 4] y Calatayud [fig.
5] entre los años 1735 y 1745.15 Otra categoría la ocuparían los grabados
y las fotografías antiguas, que nos permiten conocer el aspecto exterior e
interior que poseían los edificios a estudiar en distintos momentos históri-

cit., pp. 150-151, fig. 76; Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J., “La arquitectura jesuítica en
Aragón...”, op. cit., pp. 402-404, fig. 6).
15
El Hermano Antonio Forcada, nacido en la localidad zaragozana de Nuez de Ebro a prin-
cipios del siglo XVIII, consta como arquitecto en diversas fundaciones de la provincia aragonesa.
Enviado a las misiones de Paraguay en 1745, donde continuó desarrollando su papel de arquitecto,
llevó consigo hasta allí un conjunto de once diseños, todos pertenecientes a edificios de la provincia
de Aragón —excepto los de los Colegio de Madrid y Cádiz— entre los que se encontraban los men-
cionados arriba. Lamentablemente, estos planos que debían conservarse en el Archivo del Colegio
de la Inmaculada de Santa Fe (Argentina) fueron expoliados, desconociéndose hoy día su paradero,
por lo que únicamente disponemos de las reproducciones publicadas en 1959 por Guillermo Furlong,
quien los había dado a conocer unos años antes (figs. 3-5) [Furlong, G. y Buschiazzo, J., “Arqui-
tectura religiosa colonial. Historia y análisis de unos planos”, Archivum Historicum Societatis Iesu, 1, 2,
Buenos Aires, 1942; Furlong, G., “Algunos planos de iglesias y colegios de la Compañía de Jesús en
España”, Archivum Historicum Societatis Iesu, XXVIII, 55, Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu,
1959, láms. 5, 8 y 9; Boloqui Larraya, B., “Artistas relacionados con Calatayud...”, op. cit., p. 327;
Caraman, P. y McNaspy, C. J., “Forcada, Antonio”, en O’Neill, C. E. y Domínguez, J. M., Diccionario
histórico..., op. cit., pp. 1484-1485; Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J., “La arquitectura jesuítica
en Aragón...”, op. cit., pp. 407-408, 412-414 y 421-422, figs. 11, 15 y 22; Levinton, N., Arquitectura de la
Compañía de Jesús en Buenos Aires. La creación y el paso inclemente del tiempo, Buenos Aires, Contratiempo
Ediciones, 2012, pp. 281-282].

48
LA ARQUITECTURA JESUÍTICA EN ARAGÓN: PRIMERAS FUNDACIONES. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA...

cos, evidentemente más recientes en el


caso de la fotografía. Siendo así nada
desdeñable la información que nos
aportan, disponemos, por ejemplo,
de dos grabados datados entre 1808
y 1812 que nos muestran el estado
de ruina en que quedaron las Aulas
de Gramática [fig. 6] y el Colegio del
Padre Eterno de Zaragoza [fig. 7] tras
los bombardeos producidos durante
Los Sitios.16

Fuentes documentales escritas


Son numerosas las tipologías de
documentos escritos que han sido con-
sultadas para conformar la base docu-
mental de esta investigación. Cada uno Fig. 5. Planta del conjunto de Calatayud
de ellas aporta un tipo de información según el Padre Forcada. Tomado de
de interés a nuestro trabajo, variando Furlong, G., “Algunos planos...”,
tanto la presentación como el tipo de op. cit., lám. 9.
contenido de las mismas, aportando
cada una de ellas datos y matices diversos. En líneas generales, el conjunto
de fuentes escritas manejadas nos ha permitido extraer:

— Documentación de tipo histórico: historias de los distintos cole-


gios, incluyendo las narraciones de sus fundaciones y su desarrollo
posterior, con datos sobre la historia social y cotidiana de estas
instituciones y sobre la composición y el crecimiento de las co-
munidades jesuíticas a estudiar.
— Información sobre los miembros integrantes de las mismas, per-
mitiéndonos recopilar la relación de los “artífices” jesuitas que tra-

16
Estos dos grabados pertenecen a la serie Ruinas de Zaragoza, conservada en el Museo Provin-
cial de Zaragoza y formada por treinta y seis estampas al aguafuerte y aguatinta, realizadas por Juan
Gálvez y Fernando Brambila entre 1808 y 1812, por encargo del General Palafox, quien deseaba dejar
constancia de la resistencia de la ciudad. Ambas muestran el estado en que quedaron los edificios
jesuitas tras el Primer Sitio, muy dañados tras la explosión del polvorín principal de la ciudad, ubicado
precisamente en el Colegio [Contento Márquez, R., Las Ruinas de Zaragoza de Gálvez y Brambila,
Zaragoza, Institución “Fernando el Católico” y Real Academia de Bellas artes de San Fernando, 2010,
pp. 300-305, nº E-29 Ruinas del Seminario (I), y pp. 306-311, nº E-30 Ruinas del Seminario (II); Álvaro
Zamora, Mª. I., Criado Mainar, J., Ibáñez Fernández, J. y Mendoza Maeztu, N., El plano más
antiguo..., op. cit., figs. 77 y 78, pp. 150, 153 y 155; Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J., “La
arquitectura jesuítica en Aragón...”, op. cit., pp. 402-404, figs. 7 y 8].

49
NAIKE MENDOZA MAEZTU

Fig. 6. Ruinas de las Aulas de Grámatica de la Compañía de Jesús. F. Brambila y J. Gálvez.


Foto: José Garrido Lapeña. Museo de Zaragoza.

Fig. 7. Ruinas del Colegio del Padre Eterno de la Compañía de Jesús. F. Brambila y J. Gálvez.
Foto: José Garrido Lapeña. Museo de Zaragoza.

50
LA ARQUITECTURA JESUÍTICA EN ARAGÓN: PRIMERAS FUNDACIONES. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA...

bajaron en este periodo en la provincia jesuítica aragonesa, cuyos


nombres eran desconocidos, en su mayoría, hasta el momento.17
— Datos que nos permiten reconstruir la historia constructiva de
los edificios objeto de estudio: planes e intervenciones realizadas,
descripciones de exteriores e interiores de las fábricas, plantea-
mientos acerca de las condiciones requeridas, etc.
— Datos económicos de éstos durante el periodo moderno: partidas
destinadas a la construcción, proveniencia de estos ingresos, etc.

A continuación, nos centraremos en mostrar aquellas tipologías de


documentos que consideramos básicas para la investigación, seleccionadas
en función del grado de utilidad e interés de la información que contienen
para la misma. Así, señalaríamos como fuentes escritas principales: los catá-
logos de la Compañía, la correspondencia, las crónicas de carácter histórico
y los protocolos notariales. La información aportada por ellas, de primer
orden, vendría a completarse con la contenida en el resto de documentos
recopilados en los archivos citados anteriormente. Mostraremos a conti-
nuación documentación relativa al Colegio de la Inmaculada Concepción
de Zaragoza, por tratarse de la fundación más antigua y la emplazada en
la capital —la más relevante, por tanto, de las aquí abordadas— y porque,
en consecuencia, la mayoría de las fuentes escritas recabadas, calculada
aproximadamente en la mitad, pertenecen a ella.

• Los catálogos de la provincia jesuítica de Aragón (1547-1773)


Los catálogos son una de las fuentes más valiosas para la investigación
en torno a las artes de la Compañía de Jesús. Si bien el trabajo con ellos es
arduo, requiriendo su consulta de un tiempo considerable, los resultados
obtenidos, como se verá, son altamente gratificantes. Los catálogos de la
Orden son listados de todos los miembros, Padres y Hermanos, de cada casa
jesuita, que eran enviados por el Padre Provincial a los Superiores a Roma
con una periocidad anual (catalogus brevis) y trienal (catalogus trienalis). Así,
gracias a su consulta podemos conocer, no sin dificultad, los nombres de
los artistas jesuitas que trabajaron en las fundaciones aragonesas objeto de
estudio, y reconstruir en lo posible la biografía de cada uno de ellos, rea-
lizando un retrato de los mismos y extrayendo un registro de sus estancias
o traslados entre las distintas casas de la Orden.
El catalogus brevis es un registro que aporta referencias básicas acerca
de cada miembro de la Compañía —nombre, apellidos, oficio— junto a,

17
La nómina completa de estos artífices puede ser consultada en: Mendoza Maeztu, N., “Los
catálogos del Archivum Romanum Societatis Iesu...”, op. cit.

51
NAIKE MENDOZA MAEZTU

en ocasiones como la que referimos a continuación, algún dato más de


sumo interés:
12 El hermano Jacobo Maria vino al presente Collegio embiado del de Gandia por
orden del padre prouinçial a los 4 de Março 1566. Entro en Roma en la Compañia
siendo de edad de 17 años es coadjutor temporal formado entro en la Compañia el año
de 1546. y sabe de Albbañil. y de otros officios mechanicos y es subjecto rezio [fig. 8].18

Por otro lado, el catalogus trienalis ofrece una información más desa-
rrollada, al contener los denominados catalogus primus, catalogus secundus y
catalogus tertius. El catalogus primus detalla, generalmente, nombre, lugar y
fecha de nacimiento del jesuita, carácter, fecha de entrada en la Compañía
de Jesús, estudios y oficios o ministerios ejercidos, grado en letras adquirido
así como grado y últimos votos emitidos en la Compañía:
249 [Nomen et Cognomen] H. Michael Bertolin / [Patria] Rubielos in Aragonia
/ [Nativitas. dies, men. annus] 11 Februarii 1646 / [Vires] Integrae / [Societatis dies,
mensis annus] 1 Aprilis 1673 / [Gradus in Societ.] Coadiutor temporal [fig. 9].19

En el caso del catalogus secundus, éste profundiza en las cualidades


físicas y morales de los miembros, así como en sus habilidades o destrezas:
249 [Ingenium] Supra mediocre / [Judicium] Supra mediocre / [Prudentia]
sufficiens / [Experientia] sufficiens / [Complexio naturalis] Sanguineus. melancholicus
/ [Talentum ad ministeria] Ad architecturam, et officia domestica [fig. 10].20

El último de los catálogos, el catalogus tertius puede resultar de interés


para el estudio de las construcciones jesuíticas, puesto que, entre la infor-
mación que contiene, conserva datos de índole económica, entre los que
pueden hallarse en ocasiones las rentas destinadas a la construcción de los
edificios, acompañadas a veces de pequeñas descripciones:
(…) Tiene mas este Collegio otras lymosnas gruessas con las quales se uan haciendo
y adornando en la yglesia muchas capillas y retablos de precio y estima. Tiene /130/
Tiene comprado todo el sitio necessario para el Collegio y en el edifica una hermosa y
capaz yglesia y un quarto nueuo con habitacion para 26 y en las casas antigas estan
acomodadas las oficinas y la habitacion comoda para los demas. La Sacristia esta bien
proueyda de ornamentos y plaza. Tiene muy buena libreria de mas de quatro mil y quatro

18
Jacobo María, también conocido como Jacobo Milanés, participó en la primera fase cons-
tructiva del Colegio de Zaragoza (A.R.S.I., Catalogo de los padres y hermanos que al presente residen en
este Collegio de Çaragoza a 3 de julio año de 1567, Arag. 15, f. 88 r; Mendoza Maeztu, N., “Hermanos
coadjutores albañiles y arquitectos...”, op. cit., pp. 441-445).
19
Miguel Bertolín, arquitecto aragonés, fue quien ideó la ampliación del edificio zaragozano
hasta el Coso Bajo, realizando la fachada claustral oriental, así como la planta y el diseño de la escalera
principal (A.R.S.I., Catalogus Primus Provincia Aragª 1675. Domus Probationis Tarraconensis, Arag. 11, f.
253 r; Mendoza Maeztu, N., “Hermanos coadjutores albañiles y arquitectos...”, op. cit., pp. 448-451).
20
A.R.S.I., Catalogus 2º Provinciae Aragoniae An. 1675, Arag. 11, f. 270 v.

52
LA ARQUITECTURA JESUÍTICA EN ARAGÓN: PRIMERAS FUNDACIONES. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA...

zientos libros. Tiene la torre que es de prouecho como esta dicho y de mucha (…) y bien
acomodada a este edificio.21

• Fondos epistolares
En cuanto a los fondos epistolares, en nuestro caso disponemos para
su consulta tanto de la correspondencia romana dirigida a la provincia de
Aragón como de las epístolas que fueron remitidas desde ésta al General
de la Compañía. Estas cartas nos ofrecen datos acerca del transcurso de
la construcción o de los personajes que intervinieron en ella, tanto de los
Superiores —locales, provinciales o generales—, como de los benefactores
o artífices:
La del Carissimo Hermano de 10 de Junio a tardado tanto en llegar, que no e
podido responder antes a ella. Auisame que el Señor Baylio siente mucho que se mude
la traça del edifiçio, que de aca se embio aprobada. El mesmo Señor Baylio me a escrito
sobre esto, y respondi a su Señoria el mes pasado de modo, que echara de ver el deseo,
que tenemos de seruirle, y darle gusto. La Diuina Magestad guarde al Hermano, y le
eche su santa bendicion [fig. 11].22

• Crónicas históricas
Son de lectura obligada para el estudio de una fundación jesuita, pri-
mero, la historia de la provincia en la que ésta se enmarca, y segundo, la
historia del establecimiento en concreto, de conservarse éste. En nuestro
caso, para la provincia aragonesa contamos con la crónica que el Padre
Gabriel Álvarez redactó en el año 1607, titulada Historia de la Provincia de
Aragón de la Compañía de Jesús.23 El estudio de la casa zaragozana debe com-
pletarse con la lectura de su crónica particular. Sin embargo, de la Historia
del Colegio de la Compañía de Jesús de Zaragoza, que fue finalizada por el Padre
Juan Arbizu en 1725, únicamente conservamos su tercera parte (para el
periodo comprendido entre 1650 y 1700).24 Desconocemos el paradero de
los dos primeros tomos (1550-1600 y 1600-1650), desaparecidos quizás a
raíz de la explosión del polvorín de la Ciudad durante Los Sitios, emplaza-

21
A.R.S.I., Catalogo 3º de la prouincia de Aragon de las casas personas y cosas por Março 97. Collegio
de Çaragoça Arag. 10 I, ff. 129 v-130 r.
22
Se trata de una carta dirigida por Mutio Vitelleschi a Juan de La Faja, arquitecto de origen
francés, que trabajó desde 1627 en las obras del ala principal del colegio de Zaragoza, costeadas por
el Bailío de Caspe Lupercio Xaureche y Arbizu (A.R.S.I., Epístola de Mutio Vitelleschi a Juan de la Faja,
20 enero 1631, Arag. 8 I, Epístolas generales, f. 212 r; Mendoza Maeztu, N., “Hermanos coadjutores
albañiles y arquitectos...”, op. cit., pp. 445-448).
23
Puede consultarse en: A.H.S.I.C, Historia de la Provincia de Aragón de la Compañía de Jesús, B-I,
b-1 y b-2. Una copia de la misma en: A.R.S.I., Arag. 29.
24
Puede consultarse en: A.H.S.I.C., Historia del Colegio de la Compañía de Jesús de Zaragoza. Tercera
Parte, ACOB 087. Una copia en el archivo del Colegio Jesús María-el Salvador de Zaragoza.

53
NAIKE MENDOZA MAEZTU

Fig. 8. Catalogus brevis (A.R.S.I., Catalogo de los padres y hermanos


que al presente residen en este Collegio de Çaragoza a 3 de julio año
de 1567, Arag. 15, f. 88 r). Foto: Archivum Romanum Societatis Iesu.

Fig. 9. Catalogus primus (A.R.S.I., Catalogus Primus Provincia Aragoniae


1675, Domus Probationis Tarraconensis, Arag. 11, f. 253 r).
Foto: Archivum Romanum Societatis Iesu.

Fig. 10. Catalogus secundus (A.R.S.I., Catalogus 2º Provinciae Aragoniae


An. 1675, Arag. 11, f. 270 v). Foto: Archivum Romanum Societatis Iesu.

54
LA ARQUITECTURA JESUÍTICA EN ARAGÓN: PRIMERAS FUNDACIONES. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA...

Fig. 11. Carta del Padre General Mutio Vitelleschi a Juan de La Faja. Roma,
a 20 de enero de 1631 (ARSI, Arag. 8 I, Epístolas generales, f. 212 r).
Foto: Archivum Romanum Societatis Iesu.

do en el Colegio. Afortunadamente, como complemento a esta fuente, se


conserva en la Real Academia de la Historia, la Historia del colegio de Zaragoza
en apuntes,25 tratándose precisamente de las anotaciones que el cronista,
quizás el mismo Arbizu, fue tomando previamente a la redacción de toda
la historia completa, cuyos primeros apuntes nos acercan al año 1595.
La lectura de estas tres fuentes es básica para la investigación que
abordamos: las dos primeras relatan —con su particular prosa— y la tercera
recoge esquemáticamente los sucesos de todo tipo acaecidos tanto en la
provincia como en la propia casa. Se nos refieren hechos históricos junto
a otros de índole anecdótica, aparecen en ellas tanto los propios miembros
de la casa como otros de la provincia o del exterior, entremezclados con
personajes de la realeza, de la nobleza aragonesa, de su burguesía o de sus
clases inferiores. Además, en lo que respecta a la arquitectura del colegio,
se hacen referencias —escuetas o en ciertas ocasiones más extensas, como
la que adjuntamos a continuación— a la construcción de algunos de sus es-
pacios, a los artífices que intervinieron en los mismos o a la provisión de los
fondos para ello. Con lo cual, insistimos, son fuentes de primer orden tanto
para reconstruir la historia de las fundaciones como su proceso edilicio:
(…) Fuera de las limosnas dichas, se emplearon en el edificio muchos materiales de
las casas derribadas, mucho trabajo e industria de nuestros hermanos que trabajaban en
la obra y muchos jornales de criados, que con cabalgaduras servian de traer el pertrecho
necesario. De modo que si se cuenta todo, costaría el cuarto al pie de cuatro mil escudos
y otros quinientos mas el sitio a donde se edificó. Es todo el edificio de argamasa, digo de
ladrillo y yeso, como lo son todos ordinariamente en Zaragoza, y así muy fuerte y seguro;
es doble porque tiene aposentos a una banda y a otra, y tiene tres suelos; es la mitad del
cuarto, que ha de ser por tiempo; hay en el 28 aposentos, y debajo de la una parte de él
un sótano, las ventanas de los aposentos, que miran al Norte, reciben poca luz, porque

25
B.R.A.H.M., Historia del Colegio de Zaragoza en apuntes, 9/7284, s. f. Este documento también
puede consultarse en el A.H.L.

55
NAIKE MENDOZA MAEZTU

se la quita la yglesia que despues se edificó, son frescos en el verano, pero páganlo los
habitadores del invierno, porque son frigidísimos y casi inhabitables, porque jamás ven el
sol, y el frio en aquella ciudad es rigurosísimo; las cámaras contrarias, que mirar al me-
diodia tienen harta luz, y en el estío sobrada y sobrado polvo, a causa de una /557/ calle
principal, que está delante, porque es empedrada y muy trillada de carros y cabalgaduras
que levantan gran polvareda y no menos ruido; y así verdaderamente aquella habitacion
es poco cómoda y no tiene que ver ni con la de Valencia, ni con la de Barcelona (...).26

• Protocolos notariales
Finalmente, nos gustaría señalar un último tipo de fuente documental
escrita: los protocolos notariales. Y es que la consulta de las fuentes congre-
gacionales puede y debe, como hemos comentado, ser completada con el
trabajo con documentación externa a la Orden. La relación de los jesuitas
con la ciudad en la que se establecían queda patente en ellos: sus benefac-
tores, sus donantes, muchas veces dejan constancia de ello en sus disposicio-
nes testamentarias; además, en lo referido a la arquitectura, en ocasiones,
se conservan los contratos establecidos para por ejemplo, el suministro de
materiales para la fábrica, o para la realización de determinados trabajos
con albañiles, pintores, etc. externos. Traemos aquí el caso del testamento
de Miguel Bobil, arquitector habitante en la ciudad de Zaragoza, en el cual,
este personaje —desconocido hasta la consulta de este documento— dejó
establecido su deseo de ser enterrado en la iglesia de la Compañía de la
ciudad y además legó al Colegio toda la herramienta del dicho mi officio y todo
aquello que me restan debiendo de la hechura de unas puertas que labro para la
sacristia de dicha iglesia.27
Con esto, esperamos haber conseguido presentar las principales fuen-
tes documentales que, creemos, deben ser consultadas para el estudio de la
arquitectura jesuítica en Aragón —siendo extrapolables a otras localizacio-
nes— así como plantear el método que se está empleando en el transcurso
de la tesis doctoral La arquitectura jesuítica en Aragón: primeras fundaciones, un
modo de proceder en la investigación que, precisamente como parte de
ella, está sujeto a errores que solventar y mejoras que introducir.

26
Este valioso fragmento recoge la construcción de una parte del Colegio de Zaragoza, en
concreto del llamado cuarto, comenzado por el Rector Pedro Villalba en la década de los sesenta del
siglo XVI. Resulta interesante observar la importancia otorgada a la orientación del edificio, tanto por
la temperatura como por el ruido, denotando ese interés básico de la Compañía por la salubridad
y funcionalidad de sus construcciones, propio del modo nostro (A.H.S.I.C, Historia de la Provincia de
Aragón de la Compañía de Jesús, B-I, b-1 y b-2, pp. 556-557).
27
Testamento fechado el 12 de noviembre de 1601 (A.H.P.N.Z., Juan Martín Sánchez del
Castellar, 1601, ff. 1903 r-1906 r).

56
El colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona (Zaragoza):
metodología de trabajo y fuentes para su estudio*

Rebeca Carretero Calvo


Universidad de Zaragoza

Después de instalarse en Zaragoza en 1555, tras un proceso colmado


de serios obstáculos,1 la Compañía de Jesús comenzó a expandirse por
tierras aragonesas. Para el caso turiasonense sabemos que entre 1562 y
1564 el padre Pedro Villalba2 se trasladó de misiones a Ágreda, localidad
castellana que en ese momento estaba adscrita a la diócesis de Tarazona.
Cuatro años después, en 1568, los jesuitas pisaban por primera vez la ciu-
dad del Queiles. Su acogida entre la población debió ser cálida ya que en
ese mismo año llegaron desde Alcalá de Henares otros dos padres jesuitas
—Miguel Gobierno y Francisco Ruiz— a petición del canónigo Jerónimo de
Silos, tío de uno de ellos —concretamente del segundo, Francisco Ruiz—,
para llevar a cabo misiones populares en la comarca moncaína durante dos
meses. Asimismo, también en Cuaresma se acercaron hasta Tarazona otros
dos jesuitas —José de Ayala y Pedro Prado—.3 La presencia jesuítica en la
ciudad se prolongará en los años siguientes hasta 1591, cuando, finalmente
y no sin problemas, se consiguió fundar el colegio.4
No obstante, debemos indicar que dentro de la diócesis turiasonense
y con antelación a su asentamiento en la ciudad de Tarazona los jesuitas

* El presente estudio ha sido realizado en el marco del Proyecto I+D “Corpus de Arquitectura
jesuítica II” (HAR2011-26013), concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad para
su desarrollo entre los años 2012-2014, del que la autora es miembro del equipo de investigación.
1
Borrás i Feliú, A., “Fundación del Colegio de la Compañía de Jesús de Zaragoza”, en La
ciudad de Zaragoza en la Corona de Aragón. X Congreso de Historia de la Corona de Aragón. Comunicaciones,
Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 1984, pp. 167-187; Álvaro Zamora, Mª I., Criado Mai-
nar, J. F., Ibáñez Fernández, J. y Mendoza Maeztu, N., El plano más antiguo de Zaragoza. Descripciones
literarias e imágenes dibujadas de la capital aragonesa en la Edad Moderna (1495-1614), Zaragoza, Institución
“Fernando el Católico”, 2010, p. 133; Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J., “La arquitectura
jesuítica en Aragón. Estado de la cuestión”, en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. y Criado
Mainar, J. (coords.), La arquitectura jesuítica. Actas del Simposio Internacional, Zaragoza, Institución
“Fernando el Católico”, 2012, pp. 393-404.
2
Este jesuita ocupó altos cargos en la Compañía donde ingresó en 1560 a los 30 años de
edad. Era familiar del padre Baltasar Gracián como expone Boloqui Larraya, B., “El colegio de
la Compañía de Jesús en Zaragoza en el que vivió Baltasar Gracián. Apuntes para su historia desde
su fundación (1570-1599)”, en Ansón Navarro, A., Ortego Capapé, L. M. y Salvador Zazurca, A.
(coords.), Zaragoza en la época de Baltasar Gracián, Catálogo de la exposición, Zaragoza, Ayuntamiento
de Zaragoza, 2001, p. 66 y nota nº 30, p. 73.
3
Archivum Historicum Societatis Iesu Cataloniae de Barcelona [A.H.S.I.C.], Historia de la Provincia de
Aragón de la Compañía de Jesús del padre Gabriel Álvarez, copia manuscrita, signatura Achi 18.02, p. 266.
4
Ibidem, p. 267.

57
REBECA CARRETERO CALVO

abrieron el colegio de Calatayud en 1584,5 que se convertiría en uno de


los más destacados de la Provincia de Aragón. Igualmente en la diócesis
de Tarazona, manifestaron su deseo de establecerse en Tudela (Navarra)
en 1580 aunque esto no pudo materializarse hasta el año 1600.6 En Soria,
apenas a setenta km de Tarazona pero adscrita a la Provincia de Castilla,
los jesuitas ya estarían instalados desde 1576,7 colegio que resultará de vi-
tal importancia para la fundación que nos ocupa pues los promotores del
enclave turiasonense —Antonio y Juan Antonio Carnicer— ingresaron en
la Compañía en la capital soriana.
Con este breve recorrido nos percatamos de que, aunque Tarazona
parece ser ya un lugar interesante para la estrategia expansiva de la nueva
religión desde la década de 1560, su establecimiento en ella no fue posible
hasta treinta años más tarde. Se trata de un largo lapso de tiempo en el
que se salvaron impedimentos fundamentalmente de carácter económico,
a diferencia de lo que ocurriría en otros muchos lugares enclavados en la
propia Provincia de Aragón que nunca superaron esta etapa previa, como
es el caso de Belchite (Zaragoza) en 1579, el de Jaca (Huesca) en 1588,
1633 y 1639,8 el de Alcañiz (Teruel) en 1623,9 el de Aguas Vivas (Teruel)
en 1624, el de Cariñena (Zaragoza) en 1654, el de Sos del Rey Católico
(Zaragoza) en 167510 o el de Borja (Zaragoza) en 1680.11
Sin embargo, en esta ocasión no vamos a profundizar en ningún as-
pecto histórico más porque, como indica nuestro título, nos detendremos
únicamente en la metodología de trabajo seguida en nuestra investigación
sobre el colegio turiasonense, así como en las fuentes bibliográficas y do-
cumentales empleadas para su estudio.

5
Urzay Barrios, J. Á. y Sangüesa Garcés, A., “Rodrigo Zapata y Palafox, fundador del colegio de
la Compañía de Jesús en Calatayud”, en IV Encuentro de Estudios Bilbilitanos. Calatayud y comarca, Calatayud,
Centro de Estudios Bilbilitanos, vol. II, 1997, pp. 293-311; Sangüesa Garcés, A. y Urzay Barrios, J.
Á., “Micer Pedro Santángel Pujadas: su legado a la Compañía de Jesús en Calatayud”, ibidem, pp. 313-
326, e Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J., “La arquitectura jesuítica…”, op. cit., pp. 405-410.
6
Fuentes Pascual, F., “La Compañía de Jesús en Tudela (1578-1600)”, Príncipe de Viana, XIV,
Pamplona, 1944, pp. 67-101.
7
Bartolomé Martínez, B., “Un centenario inadvertido: el Colegio y estudios de los jesuitas
de Soria (1576-1767)”, Celtiberia, 152, Soria, 1976, pp. 207-228.
8
Ferrer Benimeli, J. A., El Colegio de la Compañía de Jesús en Huesca (1605-1905), Huesca,
Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2008, p. 14.
9
Martínez Ortiz, J., “Una fundación malograda: el Colegio de los jesuitas de Alcañiz. Un
interesante documento del siglo XVII”, Teruel, 23, Teruel, 1960, pp. 189-197.
10
Ferrer Benimeli, J. A., El Colegio…, op. cit., p. 14.
11
Carretero Calvo, R., “El colegio de la Compañía de Jesús de Borja: otra fundación jesuí-
tica frustrada (1633-1680)”, Cuadernos de Estudios Borjanos, LIV, Borja, 2011, pp. 127-137, y Mendoza
Maeztu, N., “Se comenzó a desesperar la fundación. El final del intento fundacional de un colegio de la
Compañía de Jesús en Borja”, Cuadernos de Estudios Borjanos, LV-LVI, Borja, 2012-2013, pp. 207-224.

58
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE TARAZONA (ZARAGOZA): METODOLOGÍA...

Metodología de trabajo

El estudio histórico-artístico del colegio de la Compañía de Jesús de


Tarazona conformó uno de los capítulos de nuestra tesis doctoral bajo el
título Arte y arquitectura conventual en la Tarazona de los siglos XVII y XVIII,
dirigida por el profesor Jesús Criado Mainar, que fue defendida en la Uni-
versidad de Zaragoza en el año 2011 y publicada al año siguiente por el
Centro de Estudios Turiasonenses de la Institución “Fernando el Católico”
y la Fundación Tarazona Monumental.12
La metodología de trabajo seguida en la investigación efectuada acerca
del colegio ignaciano turiasonense incidió en cuatro aspectos fundamen-
tales: la elaboración de un meticuloso estado de la cuestión, el desarrollo
de un trabajo de archivo lo más exhaustivo posible, la labor de campo y la
redacción del estudio histórico-artístico propiamente dicho.
En primer lugar, la elaboración del estado de la cuestión certificó que
poco era lo que hasta el momento se conocía del arte y la arquitectura del
colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona dedicado a San Vicente mártir.
La historia de la diócesis turiasonense redactada por el monje benedictino
fray Gregorio Argaiz y publicada en Madrid en 1675,13 o la de la ciudad de
Tarazona del canónigo de la catedral José María Sanz Artibucilla, impresa
en dos tomos entre 1929 y 1930,14 constituían las fuentes bibliográficas más
antiguas de este tema.
A ellas debíamos sumar un estudio concreto acerca de la fundación y
la labor docente del colegio de la Compañía de Jesús de las historiadoras
María Teresa e Isabel Ainaga Andrés realizado en 1994;15 un acercamiento a
su patrimonio arquitectónico y artístico incluido en un volumen más amplio
sobre los bienes propiedad de la Diputación Provincial de Zaragoza a cargo
de José Ignacio Calvo Ruata del año 1991, año en el que tanto el edificio
jesuítico como su contenido pertenecían a la institución provincial;16 y dos
artículos que recogen el estudio de tres piezas artísticas jesuíticas puntuales:

12
Carretero Calvo, R., Arte y arquitectura conventual en Tarazona en los siglos XVII y XVIII, Tarazo-
na, Centro de Estudios Turiasonenses y Fundación Tarazona Monumental, 2012. El capítulo en el que
abordamos el estudio histórico-artístico del colegio de la Compañía de Jesús se encuentra en pp. 89-242.
13
Argaiz, Fr. G., Teatro Monástico de la Santa Iglesia, ciudad y obispado de Tarazona, vol. VII de
La Soledad Laureada por San Benito, y sus Hijos, en las Iglesias de España, Madrid, imprenta de Antonio
de Zafra, 1675.
14
Sanz Artibucilla, J. Mª, Historia de la Fidelísima y Vencedora ciudad de Tarazona, Madrid,
imprenta de Estanislao Maestre, 2 vols., 1929-1930.
15
Ainaga Andrés, Mª T. y Ainaga Andrés, I., “Fundación del Colegio de San Vicente Mártir
de la Compañía de Jesús en Tarazona”, en Criado Mainar, J. y Lalinde Poyo, L. (comis.), Cuatro Siglos.
IV Centenario de la fundación del Seminario Conciliar de S. Gaudioso, Zaragoza, Diputación de Zaragoza,
Obispado de Tarazona y Ayuntamiento de Tarazona, 1994, pp. 99-138.
16
Calvo Ruata, J. I., Patrimonio cultural de la Diputación de Zaragoza. I. Pintura, escultura, retablos,
Zaragoza, Diputación Provincial de Zaragoza, 1991, pp. 411-439.

59
REBECA CARRETERO CALVO

el retablo mayor que, como demuestra el profesor Jesús Criado, proviene


de la iglesia del colegio zaragozano;17 y las pinturas de San Pedro y San Pablo
que formaban parte del trasagrario del templo provisional, a cargo de los
doctores Criado Mainar y Calvo Ruata.18
La última publicación relevante sobre este tema sería el inventario
artístico del Partido Judicial de Tarazona dirigido por Begoña Arrúe Ugarte
y editado por el Ministerio de Cultura en 1991,19 que reúne el listado de las
obras de arte que todos los edificios de importancia de la comarca custo-
diaban, básico para nuestros intereses, pues también contempla el colegio
jesuítico y refleja su estado a comienzos de la década de 1980, momento en
el que el equipo de Begoña Arrúe desarrolló el trabajo de campo, así como
la situación de cada uno de los bienes en el edificio en aquellas fechas.
El segundo paso de la metodología de trabajo consistió en la labor de
archivo para tratar de localizar el mayor número posible de datos históricos
y artísticos sobre el colegio jesuítico turiasonense. Para ello, llevamos a cabo
el vaciado exhaustivo de los fondos de los siglos XVII y XVIII custodiados
en el Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Tarazona que nos per-
mitió localizar importante documentación contractual y económica para
conocer los avatares constructivos de este enclave jesuítico y de algunas
de las obras artísticas que atesora, así como establecer las relaciones de la
Compañía con las instituciones civiles, con los particulares y con el resto
del estamento eclesiástico de la ciudad. A esto mismo también contribuyó
la revisión de las diferentes secciones del Archivo Diocesano de Tarazona,
entre las que cabe destacar el Fondo Antiguo y las secciones de Bienes,
Templos, Asociaciones y Cofradías.
Pese a que las actas concejiles más antiguas conservadas en el Archivo
Municipal de Tarazona datan de 1647, su contenido resulta esencial para el
conocimiento pormenorizado del devenir cotidiano del clero regular hacia
el que el Ayuntamiento siempre mostró una gran cercanía y generosidad.
Además, este archivo guarda la documentación más precisa acerca de las
remodelaciones y transformaciones que los establecimientos religiosos de
la ciudad han sufrido con el paso del tiempo, incluido el colegio jesuítico,
entre la que se incluyen valiosas planimetrías.
El Archivo de la Catedral de Tarazona guarda escasa documentación
sobre el enclave jesuítico turiasonense, prácticamente sólo referente al

17
Criado Mainar, J., “El antiguo retablo mayor del Colegio de la Compañía de Jesús de
Zaragoza: una obra identificada”, Artigrama, 22, Zaragoza, 2007, pp. 543-566.
18
Calvo Ruata, J. I. y Criado Mainar, J., “Dos cuadros de San Pedro y San Pablo procedentes
del antiguo Colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona”, Tvriaso, XVII, Tarazona, 2003-2004, pp.
315-336.
19
Arrúe Ugarte, B. (dir.), Inventario artístico de Zaragoza y su provincia. Tomo I. Partido Judicial
de Tarazona, Madrid, Ministerio de Cultura, 1991.

60
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE TARAZONA (ZARAGOZA): METODOLOGÍA...

problema que afectó a la mayoría de los colegios,20 que fue el pago de los
diezmos.
Como no podía ser de otra manera, la consulta del archivo jesuítico
turiasonense es la que nos hubiera aportado un gran número de datos
preciosos e imprescindibles para trazar la historia de la fundación jesuítica
y de su patrimonio. Sin embargo, ante la dispersión y la casi desaparición
del archivo del colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona, es el Archivum
Historicum Societatis Iesu Cataloniae de Barcelona el que alberga, digitalizados,
los fondos más completos relativos a nuestro colegio.
Se trata de documentos generados desde la Provincia de Aragón entre
los que destacan dos clases de testimonios: las cartas annuas y las visitas pe-
riódicas del Provincial. Las cartas annuas eran informes anuales donde se
resaltaban las principales noticias del año corriente acerca de la actividad
de los jesuitas, sobre todo misionera, que se enviaban a la casa provincial
para que un resumen de las mismas se transmitiera a Roma, donde debe-
rían imprimirse y distribuirse. Por su parte, tras las visitas que el Provincial
efectuaba a cada colegio éste redactaba un informe en el que describía
con más o menos minuciosidad las “faltas” que cada colegio debía corregir,
entre las que también se encuentran las relativas a aspectos arquitectónicos
y de su dotación de bienes muebles.
A estos valiosos testimonios tenemos que sumar la exigua documenta-
ción conservada en el Archivum Romanum Societatis Iesu. En él se custodian
una breve serie de documentos alusivos a la fundación del colegio y a
algunas mandas cuyo contenido ya nos era conocido gracias a la documen-
tación local, así como una visita del Padre Provincial —la de 1664— y unos
papeles relativos al intento, finalmente frustrado, de fundación de un cole-
gio jesuítico en la cercana localidad de Borja que afectó económicamente
al de Tarazona.21 Este expediente romano alberga, de modo concreto, la
donación de Juan Antonio Carnicer de todo su patrimonio a favor de la
instauración de un colegio de la Compañía de Jesús en Tarazona en 1584;
un listado con las ocho principales razones que justificaban la fundación
de un colegio ignaciano en Tarazona fechado en 1591 dirigido al Gene-
ral; la entrega de 10.000 escudos efectuada por el obispo Pedro Cerbuna,
fundador del enclave jesuítico turiasonense, de 30 de abril de 1591; el
documento de venta de las casas, huerto y corral de Hernando Cunchillos
a favor del colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona de 6 de abril de
1592; un memorial sobre las escuelas de Gramática de los jesuitas de 1648

20
Este mismo conflicto en el colegio de Huesca ha sido estudiado en Ferrer Benimeli, J. A.,
El Colegio…, op. cit., pp. 31-36.
21
Véase Carretero Calvo, R., “El colegio…”, op.cit., y Mendoza Maeztu, N., “Se comenzó a
desesperar la fundación…”, op.cit.

61
REBECA CARRETERO CALVO

remitido al General; otro memorial destinado al General sobre el legado


del licenciado Antonio Subiza del mes de enero del mismo año de 1648;
las órdenes de la visita del Provincial Domingo Langa de 15 de febrero de
1664; y, finalmente, la copia de la cláusula del General Tirso González de
1 de septiembre de 1691 sobre las pretensiones de los colegios de Zaragoza
y Tarazona acerca de los bienes de Luis Torralba e Isabel Berenguer en-
tregados a la Compañía con la intención de fundar un instituto en Borja.
Lo contrario sucede con el Archivo de la Real Academia de la Historia
de Madrid que nos proporcionó datos de sumo interés en el estudio de
este enclave jesuítico pues en él se custodia una importante colección de
documentos ignacianos que incluye tres manuscritos que recogen la historia
de su fundación, de los que trataremos un poco más adelante.
Asimismo, entre los extensísimos fondos de las Bibliotecas Pública del
Estado de Huesca y Universitaria de Zaragoza hallamos documentación
impresa generada por los propios religiosos y/o su entorno que nos aportó
referencias de gran utilidad para el progreso de la investigación.
A ello debemos sumar la consulta del Archivo Histórico Provincial de
Zaragoza y del Archivo Histórico Nacional de Madrid que nos proporciona-
ron noticias puntuales pero de interés para perfilar la historia del colegio
jesuítico de Tarazona.
El siguiente paso de la metodología de trabajo aplicada a esta inves-
tigación consistió en la labor de campo. En primer lugar, procedimos a la
visita reiterada del edificio, realizando fotografías del mismo [figs. 1 y 2].
Después, buscamos planimetrías del colegio, tanto en la institución de la
que dependía hasta hace pocos años —la Diputación Provincial de Zara-
goza— [figs. 3 y 4], como en el Archivo Municipal de Tarazona donde se
custodian las intervenciones arquitectónicas llevadas a cabo en los edificios
históricos de la ciudad. Al mismo tiempo, efectuamos una labor de inven-
tario y catalogación de los bienes muebles del enclave que nos sirvió como
punto de partida para el desarrollo del estudio histórico-artístico.
El cuarto y último paso consistió en la elaboración del estudio histórico-
artístico propiamente dicho. Así pues, una vez analizados los datos obteni-
dos gracias a las labores previas de archivo y de campo ya comentadas, a
las que debemos añadir la búsqueda y consulta de bibliografía relacionada
con el tema de estudio y que efectuamos de forma paralela, comenzamos
la labor de redacción.

Fuentes documentales para su estudio


Como ya avanzamos, son dos, fundamentalmente, las fuentes docu-
mentales en las que se narran de manera pormenorizada las gestiones
realizadas por el turiasonense Antonio Carnicer para tratar de erigir un

62
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE TARAZONA (ZARAGOZA): METODOLOGÍA...

Fig. 1. Vista del interior de la iglesia del antiguo colegio de la Compañía de Jesús de San Vicente
mártir hacia el altar mayor. Foto: José Latova.

2. Vista del interior del templo tomada desde el crucero hacia los pies. Foto: José Latova.

63
REBECA CARRETERO CALVO

Fig. 3. Planta de la iglesia del antiguo colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona. Elaborada por
el arquitecto Carlos Bressel Echeverría. Diputación Provincial de Zaragoza. Noviembre de 1996.

Fig. 4. Sección norte-sur de la iglesia del antiguo colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona, según
el arquitecto Carlos Bressel Echeverría. Diputación Provincial de Zaragoza. Noviembre de 1996.

64
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE TARAZONA (ZARAGOZA): METODOLOGÍA...

colegio de la Compañía de Jesús en Tarazona, así como sus años iniciales


de existencia. La primera de ellas es la relación histórica de la propia casa
conservada en el Archivo de la Real Academia de la Historia de Madrid
consistente, en realidad, en tres manuscritos distintos más un listado de
varios rectores localizados por José Ignacio Calvo Ruata en 1991.22 Uno lleva
por título Historia de la fundaçion y principio que tuvo este collegio de la Compa-
nia de Jesus de Taraçona escrita por el padre Pedro Bernal, primer rector della, año
1594,23 principiada, como su cabecera indica, por el padre Pedro Bernal,
su primer rector, hasta 1606.24 El otro, bajo el encabezamiento Historia del
Colegio de la Compañia de Jesus de Taraçona, 1600-1628,25 relata lo acaecido
en nuestro establecimiento únicamente entre los años señalados, haciendo
especial hincapié en la descripción de los ministerios propios del Instituto,
particularmente en las misiones populares, así como en los generosos ciuda-
danos que apoyaron su labor dispensándoles cuantiosas limosnas. El último
se titula Historia de la fundacion y principio que tuvo el collegio de Taraçona de la
Compañia de Jesus26 y reproduce, casi con las mismas palabras, la narración
del padre Bernal, aunque aporta algún dato nuevo.
Las noticias artísticas más relevantes que encontramos reflejadas en la
Historia del colegio son las dedicadas a la construcción de un trasagrario
que constituiría, además, la primera intervención arquitectónica impor-
tante en el templo provisional acometida hacia 1624. La iglesia interina
estaba instalada en la planta baja de la vivienda de Hernando Cunchillos,
un inmueble del siglo XVI que fue adquirido por la Compañía de Jesús,
subvencionada por el obispo de Tarazona Pedro Cerbuna, para adecuarlo
como colegio. De hecho, de este edificio civil todavía apreciamos restos
embutidos en los muros de la iglesia jesuítica [fig. 5].
La relación histórica de la casa asegura que el artífice de esta reforma
fue un padre del propio colegio cuya identidad no se desvela. Este religioso
decidió por su cuenta adaptar una quadra para tras sagrario y abrio un almario
por la parte de atras del sagrario y puso por puerta un hermoso quadro de San Juan
Apostol y Evangelista. Pintole diziendo missa y dando la comunion a la Virgen con
asistencia de algunos apostoles y letra ingeniosa VIRGO, VIRGINEM, VIRGINI
DAT. Es lyndo pincel. Adorno el quadro con un lucido dosel de guadamacil con

22
Calvo Ruata, J. I., Patrimonio cultural…, op. cit., p. 411.
23
Archivo de la Real Academia de la Historia de Madrid [A.R.A.H.M.], Historia de la fundaçion
y principio que tuvo este collegio de la Compania de Jesus de Taraçona escrita por el padre Pedro Bernal, primer
rector della, año 1594, Leg. 9/7342, nº 16, 35 ff.
24
Tal y como se desprende de la última frase del f. 31.
25
A.R.A.H.M., Historia del Colegio de la Compañia de Jesus de Taraçona, 1600-1628, Leg. 9/7342,
nº 16, 24 ff.
26
A.R.A.H.M., Historia de la fundacion y principio que tuvo el collegio de Taraçona de la Compañia
de Jesus, Leg. 9/7342, nº 17, 25 ff.

65
REBECA CARRETERO CALVO

Fig. 5. Imagen del exterior de la iglesia del antiguo colegio de la Compañía de Jesús
hacia la calle de Tudela en la que se distinguen los restos de los muros de la vivienda
de Hernando Cunchillos. Foto: Rafael Lapuente.

caydas que ocupan toda la testera, de vistosa labor y que adorna mucho a la pintura.
Cerco la pieça de vancos de nogal bien labrados con pedestales torneados de peral.
Abrio una ventana enfrente del sagrario con una fuerte reja y puso una alacena muy
grande, con lo qual la pieça esta muy vistosa. Añadio dos ventanas a los lados del
quadro de San Juan, cuyas puertas son dos quadros de los gloriosos apostoles San
Pedro y San Pablo, y por la parte de la yglesia hazen dos altares colaterales al altar
mayor, traça que ministra un coro abriendo las dos ventanas. Y mas que se pintan
los santos que van saliendo a medida de los dos quadros de los santos apostoles, los
quales se quitan y se ponen y da lugar a que se ponga el quadro nuevo y parece que
todo el altar se ha hecho para aquel dia y fiesta de dicho santo.27
De esta breve descripción deducimos que en la cabecera del templo
se abrió un vano que permitía la comunicación entre el altar mayor y el
Santísimo. Este hueco quedaba clausurado hacia el trasagrario por una
pintura que cumplía la función de puerta con la representación de la Co-
munión de la Virgen María por San Juan evangelista acompañados del resto
de los apóstoles [fig. 6]. Afortunadamente, esta obra se conserva entre los
fondos de la Diputación de Zaragoza. Además, gracias también a la Historia

27
A.R.A.H.M., Historia del Colegio de la…, f. 14 v. Igualmente transcrito en Calvo Ruata, J. I.
y Criado Mainar, J., “Dos cuadros…”, op. cit., p. 322.

66
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE TARAZONA (ZARAGOZA): METODOLOGÍA...

del colegio sabemos que la pintura


de la Comunión de la Virgen estaba
flanqueada por otros dos vanos que
se cerraban mediante dos lienzos
móviles de San Pedro y San Pablo
[figs. 7 y 8] que, asimismo, servían
de altares colaterales al mayor y que
han llegado también hasta nuestros
días entre la colección pictórica de
la Diputación de Zaragoza.28
Sin embargo, durante la pri-
mera mitad del trienio del catalán
Pedro Fons (1627-1630), en concre-
to en 1628, la Historia del colegio
deja de redactarse29 y parece que,
al menos detalladamente, de forma
Fig. 6. Comunión de la Virgen. Francisco
definitiva. De hecho, en diversas Leonardo de Argensola (atribuido), h. 1624.
ocasiones el Provincial denuncia el Colección DPZ (NIG 535). Foto: Isaac González.
incumplimiento de la obligación de
redactar la Historia del colegio en el enclave turiasonense. El primer aviso
data ya de 1598 cuando el superior especifica que no avian escrito las cossas
selectas que en este collegio se han hecho, vanse ya escriviendo. El segundo que nos
ha llegado, tardío, está fechado en 1684 en el que se lamenta de que han
quedado en el olvido muchas noticias que podian ser de mucho lustre a toda esta
Provincia por no hallarse escritos los sucessos y casos raros que suceden y importan
para la Historia de la Compañia.30 Otro toque de atención fue el recogido
en la visita de 1688 cuando el Provincial recuerda que en otras visitas esta
ordenado se continuen o disponga la Historia del colegio y yo lo encargo en esta, pero
deseo sea con mas efecto que hasta aqui y para que lo tenga advierto que si Dios nos
trae a la tercera visita, esse libro lo tengo de visitar con los otros del Colegio, porque
es lastima el descuydo que en esto avido y no conviene que se sepulten noticias tan
dignas de memoria. En este momento queda encargado de relatar la Histo-
ria del colegio el padre Juan Arbizu.31 Desconocemos si el padre Arbizu
cumplió su cometido pues antes de la visita del padre José Vidal del 29 de
junio de 1693 ya había abandonado Tarazona, pero lo que sí sabemos es

28
Ibidem, p. 323.
29
A.H.S.I.C., Acob 077 Tarazona, Collegio de Taraçona. Sumario de las Constituciones: Regules
Prefecti Biblioteca nº 1.
30
Ibidem, Visita segunda del Colegio de Tarazona hecha por el padre Mathias Borrull, Provincial, en 4
de julio 1684.
31
Ibidem, Visita segunda del Colegio de Tarazona echa en 15 de febrero 1688 por el padre Diego Ximenez
Royo, Provincial.

67
REBECA CARRETERO CALVO

Fig. 7. San Pedro. Francisco Leonardo de Fig. 8. San Pablo. Francisco Leonardo de
Argensola (atribuido), h. 1624. Colección DPZ Argensola (atribuido), h. 1624. Colección DPZ
(NIG 536). Foto: Cacho & Jaime S. C. (NIG 537). Foto: Cacho & Jaime S. C.

que cuando en 1725 fue trasladado a Zaragoza redactó la memoria histórica


de la casa zaragozana en tres volúmenes.32
No obstante, a partir de 1694 el Provincial insiste en anotar el nom-
bre del religioso que debía seguir con la redacción de la Historia del
colegio turiasonense. De esta manera, en ese año de 1694 sabemos que
recayó en el padre Miguel Burbano.33 En 1697 la obligación de llevar a
cabo el relato pasó al hermano Francisco Ferrer;34 en 1700 al hermano
Javier Martínez;35 en 1702 al padre Manuel Castilla;36 en 1707 al hermano
Francisco Rodrigo;37 en 1708 al padre José Andosilla;38 en 1709 al padre

32
Sobre esta obra y su autor puede consultarse Lozano López, J. C., “Noticias artísticas en
una fuente poco conocida: la Historia del Colegio de la Compañía de Jesús de Zaragoza del P. Juan Arbizu
(S. I.)”, Artigrama, 21, Zaragoza, 2001, pp. 403-420.
33
A.H.S.I.C., Acob 077 Tarazona, Visita segunda del Colegio de Tarazona hecha por el padre Joseph
Vidal, Provincial, a 10 de deziembre de 1694.
34
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona hecha por el padre Manuel Piñeyro, Provincial, en 10
de octubre de 1697.
35
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona hecha por el padre Gabriel Sierra, Provincial, en 20
de octubre de 1700.
36
Ibidem, Visita segunda del Colegio de Tarazona hecha por el padre Gabriel Sierra, Provincial, en 15
de julio de 1702.
37
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona hecha por el padre Juan Bautista Gormaz, Provincial,
en 12 de febrero 1707.
38
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona hecha por el padre Gregorio Mayor, Viceprovincial, en
18 de julio 1708.

68
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE TARAZONA (ZARAGOZA): METODOLOGÍA...

Bernardo Montañana;39 en 1712 al padre Lucas Artigas;40 en 1716 al padre


Tomás Llurán;41 en 1718 al padre Francisco Serrano;42 en 1720 al padre
Pedro Sancho;43 en 1724 al padre Matías Urquia;44 en 1726 al padre Juan
Francisco Madurga;45 en 1731 al padre Feliciano López;46 en 1733 al padre
José Báguena;47 en 1735 al padre Bernardo Barnuebo;48 en 1740 al padre
Bernardo Montañana;49 al año siguiente se encargaría el padre Ignacio
Soldevilla;50 en 1743 tomaría el relevo el padre Mariano Farrera;51 en 1745
lo haría el padre Ignacio Noguero;52 en 1750 recaería en el padre Romual-
do García;53 en 1752 en el padre Ignacio García;54 en 1754 en el padre Juan
Iranzo;55 en 1756 en el padre Manuel Rubio;56 en 1758 en el padre Benito
Escalona, aunque el Provincial se queja de ver quan atrasada se enquentra
la Historia de este colegio, por lo que encargo con todas veras al padre prefecto la
ponga en orden haziendo nuevo libro para su continuidad;57 en 1760 se encargó

39
Ibidem, Visita segunda del Colegio de Tarazona hecha por el padre Gregorio Mayor, Viceprovincial, en
15 de noviembre de 1709.
40
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona echa por el padre Antonio Rius, Viceprovincial, al 1
de junio de 1712.
41
Ibidem, Visita tercera del Colegio de Tarazona echa por el padre Antonio Rius, Viceprovincial, a 28
de junio de 1716.
42
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona echa por el padre Francisco Bru, Provincial, en [en
blanco en el original] de junio de 1718.
43
Ibidem, Visita deste Collegio de Tarazona hecha por el padre Joseph Antonio de Beaumont, Visitador y
Viceprovincial desta Provincia de Aragón, en primero de septiembre 1720.
44
Ibidem, Visita del Colegio de Tarazona hecha por el padre Josef Mathias de Leris, Provincial, en 26
de octubre de 1724.
45
Ibidem, Visita del Colegio de Tarazona hecha por el padre Miguel Geronimo Monreal, Provincial, en
24 de junio de 1726.
46
Ibidem, Visita del Colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona hecha por el padre Pedro Audifre, de
comision del padre Miguel Geronimo Monreal, Viceprovincial, en 12 de abril de 1731.
47
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona echa por el padre Francisco Bono, Provincial, en 30
de mayo de 1733.
48
Ibidem, Visita de el Colegio de la Compañia de Jesus de Tarazona hecha por el padre Josef Andosilla
de comision del padre Francisco Bono, Provincial, en 20 de abril de 1735.
49
Ibidem, Visita de el Colegio de Tarazona hecha por el padre Agustin Berart, Provincial, a 25 de marzo
de 1740.
50
Ibidem, Visita segunda del Colegio de Tarazona hecha por el padre Agustin Berart, Provincial, a 10
de agosto 1741.
51
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona hecha por el padre Thomas Juste, Provincial, a 8 de
mayo de 1743.
52
Ibidem, Visita segunda del Colegio de Tarazona hecha por el padre Thomas Juste, Provincial, en 2
de abril de 1745.
53
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona hecha por el padre Gabriel Juan, Provincial, en 1 de
octubre de 1750.
54
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona hecha por el padre Phelipe Musoles, Provincial, en 15
de octubre de 1752.
55
Ibidem, Visita del Colegio de Tarazona hecha por el padre Mathias Urquia de comision del padre Phelipe
Musoles, Provincial de Aragon, en primero de octubre de 1754.
56
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona por el padre Jayme Dou, Provincial, en 4 de setiembre
de 1756.
57
Ibidem, Visita segunda del Colegio de Tarazona hecha por el padre Jayme Dou, Provincial, en 4 de
octubre de 1758.

69
REBECA CARRETERO CALVO

al padre Vicente Alcoberro;58 y en 1764 al padre Cristóbal Palomar.59 La


excesiva cantidad de veces que los Provinciales indicaron de forma expresa
la necesidad de continuar con la redacción de la Historia del colegio nos
induce a pensar que no se debió llevar a cabo de modo sistemático.
La segunda fuente de interés para el estudio del enclave jesuítico tu-
riasonense la constituyen los dos capítulos —números 38 y 55— referidos
a nuestro colegio de la Historia de la Provincia de Aragón de la Compañía de
Jesús del padre Gabriel Álvarez,60 que pudimos consultar en el Archivum
Historicum Societatis Iesu Cataloniae de Barcelona, aunque sólo referidos
a los primeros años del Instituto, pues debieron ser redactados en 1608.61
A partir de 1628, año en el que, como hemos indicado, parece que
se deja de redactar la Historia del colegio de forma sistemática, las fuentes
que debemos manejar para estudiar el enclave jesuítico turiasonense serán
fundamentalmente cuatro: las cartas annuas de la casa que se custodian,
como avanzamos, en el Archivum Historicum Societatis Iesu Cataloniae de
Barcelona; las noticias exhumadas en el Archivo Histórico de Protocolos
Notariales de Tarazona; las visitas del Provincial de Aragón, asimismo en el
archivo barcelonés; y, por último, alguna mención puntual extraída de las
respuestas que el General enviaba desde Roma al Provincial de Aragón tras
la lectura de los informes anuales que éste tenía obligación de remitirle y
que se custodian igualmente en el archivo jesuítico de Barcelona.
La carta annua más antigua que ha llegado a nuestros días está fe-
chada en 1595, aunque sólo se conservan en buen número desde 1605;
sin embargo, las que nos proporcionan datos de mayor relevancia son las
fechadas después de 1628. De hecho, la carta annua de 1595 sólo informa
de que en ese año las escuelas de humanidad habían mejorado mucho en
lo material porque la ciudad había acomodado tres aulas. Además, las en-
señanzas discurrían con gran aprovechamiento de los estudiantes como
tuvieron ocasión de demostrar en diversos actos literarios publicos62 que los
padres gustaban organizar con asiduidad como complemento del aprendi-
zaje de sus alumnos.63 Aparte de impartir Latín y Gramática, en 1598 los
jesuitas decidieron ofertar un curso de Artes, pero no sólo no se puso en

58
Ibidem, Visita primera del Colegio de Tarazona por el padre Pedro Sancho en [en blanco en el
original] abril de 1760.
59
Ibidem, Visita segunda del Colegio de Tarazona hecha por el padre Pedro Navarro, Provincial, en 8
de diciembre de 1764.
60
A.H.S.I.C., Historia de la Provincia de Aragón de la Compañía de Jesús del padre Gabriel Álvarez,
copia manuscrita, signatura Achi 18.02.
61
Como se deduce de la lectura de la p. 271.
62
A.H.S.I.C., Acob 077 Tarazona, Carta annua de 1595.
63
Serés, G., “El mundo literario de la Compañía”, en Betrán, J. L. (ed.), La Compañía de
Jesús y su proyección mediática en el mundo hispánico durante la Edad Moderna, Madrid, Sílex, 2010, pp.
115-150, espec. pp. 134-136.

70
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE TARAZONA (ZARAGOZA): METODOLOGÍA...

marcha inmediatamente sino que los religiosos se vieron forzados a redu-


cir la plantilla de docentes a dos profesores de Gramática,64 cuestión que
constituiría una de las principales luchas del instituto con la municipalidad
y el cabildo turiasonenses.
Toda esta documentación nos ha permitido asegurar que, en el mo-
mento de su establecimiento en Tarazona y debido fundamentalmente a
problemas económicos, los jesuitas se tuvieron que conformar con adaptar
una de las salas de la casa de Hernando Cunchillos como iglesia provisional
hasta que cincuenta años más tarde, entre 1643 y 1651, pudieron construir
el templo definitivo. Además, levantaron su colegio en Tarazona en varias
fases sin un aparente esquema rector que, también por dificultades finan-
cieras, no pudo ser concluido [figs. 9 y 10].
Después de la expulsión de la Compañía de Jesús de España acaecida
en 1767, las fuentes documentales de mayor relevancia para el estudio del
colegio jesuítico turiasonense se conservan en el Archivo Diocesano de
Tarazona y, sobre todo, en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza.
En efecto, gracias a un legajo conservado en el Archivo Histórico
Provincial de Zaragoza tenemos un conocimiento bastante detallado de
cómo se desarrolló el proceso de expatriación de los jesuitas turiasonenses
con la narración de la llegada del mandato real, la petición de carruajes
para transportar a los religiosos a puerto, la retención del rector para que
facilitara la realización del inventario de los bienes y cómo fue incomuni-
cado en el convento de San Francisco en compañía de otro padre que se
encontraba demasiado enfermo para soportar el viaje. También contiene un
minucioso inventario de todos los bienes muebles del colegio, así como una
copia del libro de cabreo en el que se anotan sus posesiones inmuebles.65
En este mismo legajo se incluye el inventario de los bienes conservados
en la sacristía y en la iglesia llevado a cabo el 8 de abril de 1767,66 poco
después del extrañamiento, por el corregidor de la ciudad, acompañado
de otros cuatro personajes.
Por su parte, en el Archivo de la Mitra turiasonense se custodia el
expediente incoado en 1769 sobre una serie de libros y bienes del colegio

64
Ainaga Andrés, Mª T. y Ainaga Andrés, I., “Fundación del Colegio…”, op. cit., p. 118. El
General Aquaviva se mostró de acuerdo con esta medida debido al escaso número de estudiantes
como se recoge en A.H.S.I.C., Accg 04, Libro de declaraciones y decisiones de los padres Generales desde 1568
hasta 1671, Responsa P. N. G. ad ea quae Congregatio 11ª Aragonae Provincia habita in Collegio Barcinon ano
1587 preposuit, f. 145; e ibidem, Respuestas sacadas de las que nuestro General dio a los memoriales del padre
provincial y de otros padres que llevo el padre Lorenço San Juan, procurador, año 1597, f. 147.
65
A.H.Prov.Z., Caja 44, Real Acuerdo, Autos de extrañamiento y ocupación de temporalida-
des, en virtud del Real Decreto de S. M., de los Padres del Colegio de la Compañía de la ciudad
de Tarazona.
66
Transcrito íntegramente en Carretero Calvo, R., Arte y arquitectura…, op. cit., doc. nº 38,
pp. 797-802 [en CD anexo].

71
REBECA CARRETERO CALVO

Fig. 9. Planta de conjunto del antiguo colegio de la Compañía de Jesús con las distintas fases
constructivas coloreadas. Elaborada por Rebeca Carretero a partir del diseño del arquitecto
Carlos Bressel Echeverría de julio de 1999. Diputación Provincial de Zaragoza.

Fig. 10. Vista aérea del antiguo colegio de la Compañía en la que podemos apreciar las distintas fases
constructivas del edificio, la fábrica del obispo Vilanova y las dimensiones del huerto. H. 1950.
Foto: Archivo Municipal de Tarazona.

72
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE TARAZONA (ZARAGOZA): METODOLOGÍA...

que fueron sustraídos en los momentos inmediatos a la expulsión. El inven-


tario de los libros fue efectuado el 7 de enero de ese año por Juan Bautista
Ruiz Delgado, corregidor y juez comisario designado por el presidente del
Consejo de Castilla, el Conde de Aranda, con asistencia del arcipreste Juan
José Munárriz, Félix Asensio, regidor perpetuo de la ciudad, y los frailes
carmelitas descalzos Francisco de San Antonio y Domingo de Santa María,
a instancias de fray José Antonio de San Alberto, prior del convento car-
melitano de Santa Teresa de Jesús de Tarazona en ese momento.67 En el
documento se anota el nombre del autor, el título de la obra, el número de
volúmenes que se poseen, la ciudad y el año de edición de los trescientos
treinta y nueve tomos;68 igualmente, se recoge la instrucción del Consejo
Extraordinario remitida al obispo José Laplana ante su propia petición,
en la que se establecían las normas para facilitar la entrega de los lotes de
libros a los prelados.
Al margen de la biblioteca del colegio de San Vicente mártir de
Tarazona, el obispo Laplana también recibió la del enclave ignaciano de
Tudela como se desprende de una misiva fechada el 7 de febrero de 1773
que Manuel Gómez remitió al prelado desde la localidad navarra, toda-
vía perteneciente por entonces a la diócesis turiasonense, mostrando su
conformidad con el encargo que se le había encomendado de recoger los
libros y enviarlos a la mitra.69 Esta magna colección bibliográfica pasaría
a alojarse en la parte más moderna del Palacio Episcopal, orientada al
norte, cuya edificación inició su antecesor en el cargo Esteban Vilanova
y Colomer70 (1755-1766), donde ahora se encuentra la sede del Centro
de Estudios Turiasonenses de la Institución “Fernando el Católico” y las
oficinas de la curia diocesana. En la actualidad muchos de los ejemplares
de la biblioteca episcopal, hoy guardados junto a los fondos documenta-
les de la diócesis en el Palacio Episcopal y en la biblioteca del Seminario

67
Transcrito íntegramente ibidem, doc. nº 39, pp. 803-816 [en CD anexo].
68
No se trata de un número excesivo de libros para la cantidad de veces que los Provinciales
ordenaron en sus visitas, la organización de la librería del colegio y, sobre todo, a la luz de los entre
2.500 y 3.000 tomos, por ejemplo, de que disponía el enclave jesuítico de Huesca (Ferrer Benime-
li, J. A., El Colegio…, op. cit., p. 229). Quizá esto se deba a que en el momento de la redacción del
inventario muchos de ellos ya hubieran sido sustraídos.
69
No sucedió lo mismo con los libros del colegio de la Compañía de Calatayud y del Semi-
nario de Nobles pues el 18 de septiembre de 1772, Xavier Tris y Gregorio, encargado de ejecutar
el traslado a Tarazona, envía una misiva al prelado exponiendo que, como le iba a costar mucho
tiempo y esfuerzo ordenar y evacuar sendas librerías por ser mucho el numero de libros y las havitaciones
de vuestra señoria ilustrisima en este su Palacio limitadas y sin ninguna proporcion para coordinar los estantes,
le sugiere que hallandose vuestra señoria ilustrisima posesionado de la fabrica antigua o quadro del Seminario
y ser este de la extension suficiente y de seguridad, podian alli colocarse a menos trabajo y sin peligro ni temor
de desvio (Archivo Diocesano de Tarazona, Caj. 9, Lig. 3-B, nº 12).
70
Fuente, V. de la, La Santa Iglesia de Tarazona en sus Estados Antiguo y Moderno. Tratado LXXXVII,
vol. XLIX de España Sagrada, Madrid, imprenta de José Rodríguez, 1865, p. 304, y Sanz Artibucilla,
J. Mª, Historia…, op. cit., vol. II, p. 405.

73
REBECA CARRETERO CALVO

menor de la Inmaculada, testimonian su procedencia, bien del colegio de


la Compañía de Jesús de Tarazona, bien del de Tudela, en las primeras
páginas. Otros fueron devueltos a los jesuitas cuando se asentaron en 1877
en el cercano monasterio cisterciense de Santa María de Veruela tras la
restauración del Instituto y ahora se conservan en la Biblioteca Borja de
Sant Cugat del Vallés (Barcelona).71
Por último, gran parte de los documentos relativos a la Junta de Tem-
poralidades de Tarazona, creada para encargarse de todo lo concerniente
a la administración de los bienes y haciendas secuestrados a los jesuitas
en cada una de las poblaciones donde se asentaron, se conservan en el
Archivo Histórico de Protocolos Notariales de la ciudad y en el Archivo
Histórico Provincial de Zaragoza.
Gracias a una serie de cartas custodiadas en el Archivo Diocesano de
Tarazona72 sabemos que en 1804 el edificio jesuítico sufrió varias obras
de adecuación para el establecimiento en él de un hospicio y casa de
expósitos que en ese mismo año ya estaba en funcionamiento. A media-
dos de la centuria la titularidad del hospicio, que hasta entonces seguía
identificándose como de San Vicente mártir, cambió a “Hogar Doz”,73 en
reconocimiento a las generosas obras de beneficencia que Bonifacio Doz
y Lacerda (1772-1827) había realizado a la casa. Esta denominación se
mantiene en nuestros días.
Parece ser que el hospicio subsistió precariamente hasta que, en vir-
tud del Real Decreto de 17 de diciembre de 1868 que suprimía las Juntas
Provinciales de Beneficencia, la Diputación Provincial de Zaragoza se hizo
cargo de él, pasando a tutelar tanto su contenido como su continente, esto
es, su patrimonio mueble e inmueble.74
En la actualidad el antiguo colegio de la Compañía de Jesús de Tara-
zona conocido como “Hogar Doz” funciona como residencia de la tercera
edad dependiente del Instituto Aragonés de Servicios Sociales del Gobier-
no de Aragón. El edificio, incluyendo la iglesia, pertenece al Gobierno
de Aragón, mientras que los bienes artísticos, entre los que se encuentra
todo el mobiliario litúrgico del templo, siguen siendo propiedad de la
Diputación de Zaragoza.

71
Borrás i Feliú, A. (S. I.), “El monasterio de Veruela y la Compañía de Jesús”, en Calvo
Ruata, J. I. y Criado Mainar, J. (coords.), Tesoros de Veruela. Legado de un monasterio cisterciense, Catálogo
de la exposición, Zaragoza, Diputación Provincial de Zaragoza, 2006, pp. 319-320.
72
Transcritas en Barrera, F.-Á., El Hogar Doz de Tarazona, Tarazona, Félix-Ángel Barrera, 2006,
pp. 4-19.
73
Vallejo Zamora, J., “Sobre los orígenes del Hogar Doz en Tarazona (III)”, Tarazona. Periódico
municipal, primera quincena del mes de marzo de 2000, p. 6.
74
Calvo Ruata, J. I., Patrimonio cultural…, op. cit., pp. 29-30 y 35.

74
La Compañía de Jesús en Navarra y las artes.
Estado de la cuestión y fuentes para la investigación*

María Josefa Tarifa Castilla


Universidad de Zaragoza

Una aproximación al tema

La atención que los investigadores han prestado al estudio de la


Compañía de Jesús en Navarra y las artes, cuyo periodo áureo se desa-
rrolla en los siglos del barroco, desde su llegada con el establecimiento
de dos colegios, el de la Anunciada de Pamplona y el de San Andrés de
Tudela, hasta su expulsión en 1767 con la dispersión de su patrimonio, ha
tenido un tratamiento muy distinto dependiendo de la temática, géneros
artísticos y periodos cronológicos.
Desde un primer momento, los escritos relacionados con las artes
plásticas, tanto la escultura exenta como los retablos y las representacio-
nes pictóricas, en definitiva, el rico exorno artístico que complementa el
interior de los edificios, han sido más prolíficos y minuciosos, frente a
los dedicados al ámbito arquitectónico. Piezas estudiadas multidisciplinar-
mente, como portadoras de significados a partir de lo que representaron
en su contexto histórico y cultural. En este sentido, una de las áreas a
la que se ha prestado mayor atención es la de la iconografía de los san-
tos de la Orden, especialmente la de San Francisco Javier (7-IV-1506 /
3-XII-1552),1 evidentemente no sólo por la relevancia del personaje a
nivel mundial, conocido como el gran misionero en el oriente asiático
(1542-1552), lo que le valió el sobrenombre de Apóstol de las Indias, sino
también por su origen navarro.2 A los estudios iconográficos desarrolla-

* El presente estudio ha sido realizado en el marco del Proyecto I+D “Corpus de Arquitectura
Jesuítica II” (HAR2011-26013), concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad para
su desarrollo entre los años 2012-2014, del que la autora es miembro del equipo de investigación.
1
Schurhammer, G., Francisco Javier. Su vida y su tiempo, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1992
(4 vols.); Ruiz de Galarreta, J. E., Francisco de Javier: Biografía crítica, Pamplona, 2006.
2
Francisco Jasso Azpilcueta Atondo nació en el seno de una familia noble, cuya madre María
de Azpilcueta ostentaba el título de señora de Javier. Su padre, Juan de Jaso, fue uno de los distin-
guidos miembros del Consejo Real bajo el reinado de Juan III de Albret y Catalina de Foix, últimos
monarcas privativos navarros, a los que esta familia prestó fidelidad en la defensa del reino frente a
la ofensiva dirigida por Fernando el Católico a partir de 1512 y que supuso finalmente la conquista del
territorio y su anexión en 1515 a la corona de Castilla (Fortún Pérez de Ciriza, L. J., Los señores de
Javier, un linaje en torno a un santo, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 2006; Fortún Pérez de
Ciriza, L. J., Castillo de Javier. Historia y Arte, Panorama, 42, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2012;
Fortún Pérez de Ciriza, L. J., El mundo de Javier: una visión del siglo XVI a través de la vida de San
Francisco Javier, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2004).

75
MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

dos a lo largo del siglo XX en el ámbito geográfico navarro,3 en el que


se enmarca el presente trabajo, se suman los numerosos acometidos con
motivo de la conmemoración del V centenario de su nacimiento en 2006,
que muestran la figura del santo como uno de los signos de identidad
para el Viejo Reino en el periodo del barroco, símbolo de orgullo y gloria
para la tierra que lo vio nacer. De hecho, la elevación a los altares de un
hijo de familia noble del reino en 1622, junto al propio San Ignacio de
Loyola, fundador de la Orden, provocó que San Francisco Javier fuera
declarado por las Cortes y la Diputación del Reino patrono, en sintonía
con los nuevos tiempos de la Contrarreforma y con unos renovados ideales
y modelos de santidad. No obstante, la oposición presentada durante un
tiempo por la ciudad de Pamplona y su cabildo catedralicio, partidarios
del prelado San Fermín, primer obispo pamplonés, provocó que el Papa
Alejandro VII dictase en 1657 que ambos santos eran aeque patroni princi-
pales de Navarra, es decir, copatronos.
Todas estas peculiaridades del santo navarro explican su profusa y
variada iconografía,4 impulsada por los propios jesuitas, tanto a nivel
universal, desde el misionero predicando o bautizando, el peregrino, el
coadjutor de San Ignacio, el taumaturgo, escenas de milagros de curación
de enfermos, resurrección de muertos,5 visiones, etc.,6 hasta represen-
taciones propias de un ámbito meramente navarro, como es el caso del

3
Fernández Gracia, R., “Iconografía de San Francisco Javier”, en El arte en Navarra, 2. Re-
nacimiento, Barroco y del Neoclasicismo al arte actual, Pamplona, Diario de Navarra, 1994, pp. 497-512;
Iturriaga Elorza, J., “Hechos prodigiosos atribuidos a San Francisco Javier en unos grabados del
siglo XVII”, Príncipe de Viana, 203, Pamplona, 1994, pp. 467-511; VV. AA., San Francisco Javier: encuentro
entre Oriente y Occidente, (Catálogo de exposición), Pamplona, Fundación San Francisco Javier, 1999.
4
Fernández Gracia, R., San Francisco Javier en la memoria colectiva de Navarra. Fiesta, religiosidad
e iconografía en los siglos XVII-XVIII, Biblioteca Javeriana, 4, Pamplona, Fundación Diario de Navarra,
2004; Fernández Gracia, R., San Francisco Javier Patrono de Navarra. Fiesta, religiosidad e iconogra-
fía, Pamplona, Gobierno de Navarra, Institución Príncipe de Viana, 2006; Fernández Gracia, R.
(coord.), San Francisco Javier en las artes. El poder de la imagen, Pamplona, Fundación Caja Navarra,
2006; Fernández Gracia, R., El Fondo iconográfico del P. Schurhammer. La memoria de Javier en imágenes,
Pamplona, Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, 2006; VV. AA., Congreso Internacional Los mundos de
Javier, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2008. En otras publicaciones de temática diversa se recogen
numerosas fichas catalográficas con las distintas iconografías del santo navarro. A modo de ejemplo
citamos Fernández Gracia, R., “San Fermín y San Francisco Javier con la Eucaristía”, en Juan de
Goyeneche y el triunfo de los navarros en la Monarquía Hispánica del siglo XVIII, Pamplona, Fundación
Caja Navarra, 2005, p. 400.
5
Juárez, G., Vida iconológica del Apóstol de las Indias San Francisco Javier (ed. M. G. Torres Olleta),
Biblioteca Javeriana, 1, Pamplona, Fundación Diario de Navarra, 2003; Torres Olleta, M.G., Milagros
y prodigios de San Francisco Javier, Biblioteca Javeriana, 6, Pamplona, Fundación Diario de Navarra, 2005.
6
Véase al respecto el catálogo de la exposición comisariada por Fernández Gracia, R., San
Francisco Javier en las artes…, op. cit., y los artículos recogidos en el mismo de Torres Olleta, M. G.,
“De la hagiografía al arte. Fuentes de la iconografía de San Francisco Javier”, pp. 74-95; Andueza
Unanua, P., “La Vera Effigies de San Francisco Javier: la creación de una imagen postridentina”, pp. 96-
119; Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., “La imagen de San Francisco Javier en el arte europeo”,
pp. 120-153; Fernández Gracia, R., “San Francisco Javier patrono. Imágenes para el taumaturgo de
ambos mundos”, pp. 154-199; Cuadriello, J., “Xavier indiano o los indios sin apóstol”, pp. 200-253.

76
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

copatronato con San Fermín.7 A ello también contribuyeron las vidas


ilustradas del santo, género al que eran tan aficionados en la cultura del
barroco, como la Vita Thesibus et vita Iconibus (1690, 1691),8 las de Reg-
nartius y la Vida Inocológica del Padre Gaspar Suárez,9 con una función
didáctica y devocional ratificada por el Concilio de Trento en 1563, que
legitimaba la invocación y veneración de las imágenes frente a la icono-
clastia protestante.10
A su vez, no podemos olvidar que otra de las causas principales de
la proliferación de diferentes iconografías javieranas en todo el orbe
católico, incluidos los territorios orientales,11 fue el relevante papel que
desempeñó la comitencia, ya que las imágenes fueron solicitadas por
destacados miembros de la sociedad pertenecientes a la nobleza y al alto
clero, aparte evidentemente de la promoción desarrollada por los propios
jesuitas,12 pero también por el pueblo llano. Esta circunstancia explica
que la calidad de las piezas oscile desde la impresionante plasticidad de
las obras ejecutadas en los principales focos artísticos, hasta los modestos
ejemplos financiados por personalidades más comedidas, fruto del fervor
religioso que impregnó la sociedad del Antiguo Régimen, cuyo valor ra-
dicaba más en su sustrato devocional que en su ulterior materialización.
Como ejemplos sobresalientes de esta basta producción iconográfica
javierana en el marco navarro, que abarca la imaginería, pinturas, piezas
de orfebrería, artes suntuarias13 y grabados, entre otros géneros artísticos,
desarrollada desde los siglos del barroco hasta nuestros días,14 reseñamos

7
Un completo estudio al respecto es la publicación de la tesis doctoral de Torres Olleta, M.
G., Redes iconográficas, San Francisco Javier en la cultura visual del Barroco, Madrid, Iberoamericana, 2009.
8
Torres Olleta, M. G., Vita Thesibus et Vita Iconibus. Dos certámenes sobre San Francisco Javier,
Pamplona, Griso, Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, 2005.
9
Torres Olleta, M. G., “Vidas ilustradas de San Francisco Javier”, en Arellano, I., Gonzá-
lez Acosta, A. y Herrera, A. (eds.), San Francisco Javier entre dos continentes, Madrid, Iberoamericana,
2007, pp. 239-257; Torres Olleta, M. G., “La Iconografía de San Francisco Javier y sus fuentes”, en
Arellano, I. (coord.), Sol, Apóstol, Peregrino, San Francisco Javier en su Centenario, Pamplona, Gobierno
de Navarra, 2005, pp. 347-371.
10
Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., “Series pintadas de la vida y milagros de San
Francisco Javier en Europa y América”, en Congreso Internacional Los mundos de Javier, op. cit., pp.
187-210, espec. 187-189; Criado Mainar, J., “Contribución de la Compañía de Jesús al campo de la
arquitectura y de las artes plásticas en el ámbito español e iberoamericano”, en Betrán, J. L. (ed.),
La Compañía de Jesús y su proyección mediática en el mundo hispánico durante la Edad Moderna, Madrid,
Sílex, 2010, pp. 288-295.
11
García Gutiérrez, F., San Francisco Javier en el arte de España y Oriente, Sevilla, Guadalquivir
ediciones, 2005, pp. 163-231; Osswald, M. C., “Cultos e iconografía jesuíticas en Goa durante los
siglos XVI y XVII: El culto e iconografía de San Francisco Javier”, en Fernández Gracia, R. (coord.),
San Francisco Javier en las artes…, op. cit., pp. 234-253; Osswald, M. C., “La imagen del santo en Goa
y en Oriente”, en Congreso Internacional Los mundos de Javier, op. cit., pp. 239-259.
12
Morales Solchaga, E., “Causas de la riqueza iconográfica de San Francisco Javier: promo-
ción y mecenazgo”, ibidem, pp. 211-238.
13
Andueza Unanua, P., “San Francisco Javier en las artes suntuarias”, ibidem, pp. 295-325.
14
La figura de San Francisco Javier también ha sido objeto de atención por parte del arte

77
MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

en primer lugar las tallas escultóricas que efigian al santo navarro. De


especial interés para el presente estudio es la imagen de San Francisco
Javier conservada en la actualidad en la catedral de Pamplona [fig. 1], la
primera escultura que hubo del santo jesuita en la capital del reino, con
objeto de la beatificación del santo en 1619. Fue costeada en su totali-
dad por el arcediano de Cámara del templo metropolitano Juan Cruzat,
quien entregó la elevada cifra de 500 ducados, siendo realizada hacia
1620 muy probablemente en talleres vallisoletanos, en la que es patente
todavía el influjo del romanismo.15 Una imagen que hace pareja con la
de San Ignacio de Loyola, ambas debidas a la misma mano y procedentes
del colegio jesuítico de la Anunciada de Pamplona. El santo navarro es
representado en pie, con la mirada dirigida al cielo, el crucifijo en una
mano, mientras que con la otra se abre la sotana para mostrar el pecho,
sobre la que lleva el manteo.
En el capítulo de la pintura, destaca el cuadro de altar pintado
por Vicente Berdusán en 1674 para presidir la iglesia del colegio de la
Compañía en Tudela, dedicado al Triunfo de San Francisco Javier 16 [fig.
2], en la actualidad parroquia de San Jorge el Real y por su singularidad
el ciclo de seis grandes lienzos flamencos que decoraron la santa capilla
en el castillo de Javier, donde se produjo la llegada al mundo del santo
jesuita navarro, convertida en lugar de peregrinación, —al igual que
ocurrió con San Ignacio en Loyola o Santa Teresa en Ávila, aunque sin
alcanzar tanta dimensión-, ejecutado merced a los pinceles del flamenco
Godefrido de Maes, que arribó a estas tierras en el año de 1692,17 hoy
en el Museo del castillo.
En el caso del grabado sobresale por su singularidad la primera es-
tampa devocional, anterior incluso a la canonización del santo, fechada
en 1600, de Jacobus Laurus, conservada en el convento de Carmelitas
Descalzas de San José de Pamplona,18 así como los grabados del italiano
Giovanni Carlos Mallia de mediados del siglo XVIII,19 o las portadas de

contemporáneo desarrollado en Navarra a partir de la década de 1880, en el marco de una creciente


devoción hacia el santo tras un periodo de cierto olvido (Azanza López, J. J., “La imagen de San
Francisco Javier en el arte contemporáneo: el caso de Navarra”, ibidem, pp. 263-293).
15
Fernández Gracia, R., San Francisco Javier en la memoria colectiva de Navarra…, op. cit., pp.
77-80; García Gainza, Mª C., “San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola”, en Fernández Gracia,
R. (coord.), San Francisco Javier en las artes…, op. cit., pp. 350-351.
16
García Gainza, Mª C., “Triunfo de San Francisco Javier”, ibidem, pp. 376-377.
17
Fernández Gracia, R., “Religioso camarín y aula de milagros. La santa capilla del Castillo
de Javier entre los siglos XVII y XIX”, en Arellano, I. (coord.), Sol, Apóstol, Peregrino…, op. cit., pp.
287-323. Fernández Gracia, R., San Francisco Javier Patrono de Navarra…, op. cit., pp. 94-106.
18
Fernández Gracia, R., Estampa, Contrarreforma y Carmelo Teresiano, Pamplona, Castuera, 2004,
pp. 105-108, 132, fig. 79; Fernández Gracia, R., “Wundervita de San Francisco Javier”, en Fernández
Gracia, R. (coord.), San Francisco Javier en las artes…, op. cit., pp. 396-397.
19
Fernández Gracia, R., “Muerte de san Francisco Javier”, ibidem, pp. 386-387.

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LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

Fig. 1 San Francisco Javier. Fig. 2 Triunfo de San Francisco Javier.


Escuela castellana, c. 1620. Vicente Berdusán. 1674. Iglesia parroquial
Catedral de Pamplona. de San Jorge el Real de Tudela.

los libros de historia de Navarra escritos por el padre José Moret,20 como
la primera edición de los Anales de Navarra (1684)21 o las Investigaciones
Históricas (1665).22
Frente a este profundo y exhaustivo estudio iconográfico de la figura
de San Francisco Javier en Navarra en los distintos géneros y periodos
artísticos, panorama que también se hace extensivo a las iconografías del
resto de los santos de la Compañía, mucho más pobre y repetitiva, el co-
nocimiento que hasta el momento existe de la arquitectura jesuítica en

20
Martín Duque, A.J., “José de Moret, primer cronista del reino”, Príncipe de Viana, 227,
Pamplona, 2002, pp. 1.045-1.053.
21
Morales Solchaga, E., “Iconografía de San Francisco Javier en la portada del libro barro-
co”, en Fernández Gracia, R. (coord.), San Francisco Javier en las artes…, op. cit., pp. 254-283; Jusué
Simonena, C., “Annales del Reyno de Navarra”, ibidem, pp. 330-331.
22
Jusué Simonena, C., “Investigaciones Históricas de las Antigüedades del Reyno de Navarra”,
ibidem, pp. 328-329.

79
MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

la comunidad foral es limitado e insuficiente, adoleciendo de un estudio


de conjunto, o de una publicación que aborde, siquiera someramente, los
distintos establecimientos que la Orden fundó en suelo navarro. Incluso
la información con la que contamos al presente es susceptible de una
revisión, tanto en el marco cronológico como en el de los contenidos
ofrecidos al respecto. Ello viene motivado principalmente por la disper-
sión y pérdida de los fondos documentales custodiados en los archivos
de la Compañía de Jesús tras la expulsión de los mismos en 1767,23 y el
nuevo uso y función dado a los edificios de la Orden, que han visto muy
transformada su forma originaria y distintas dependencias, lo que de salida
hace muy difícil una primera aproximación a la disposición primigenia.
Por ello, en primer lugar, se hace necesario realizar el estado de
la cuestión, existente ya en otras áreas geográficas españolas,24 con ob-
jeto de que en un futuro próximo se pueda acometer con profundidad
el estudio de la arquitectura jesuítica en la comunidad navarra. En el
presente texto nos centramos en los edificios más significativos ligados
a los comienzos de la implantación de la Compañía de Jesús en el Viejo
Reino, como son los colegios de Pamplona y Tudela, de los que todavía
hay un amplio desconocimiento, no siendo propiamente objeto de aná-
lisis los otros dos conjuntos arquitectónicos que en el solar navarro están
estrechamente vinculados a la Orden y a los que los investigadores han
prestado mayor interés, esto es, el Castillo de Javier y la Basílica de San
Ignacio de Pamplona.
Efectivamente, la relevancia que la figura de San Francisco Javier tuvo
desde un primer momento, en los mismos años en los que se produjo su
beatificación (1619) y canonización (1622), provocó a su vez una atención
preferente por su solar originario, por la casa en la que nació y vivió sus
primeros años, el Castillo de Javier,25 localizado en la merindad navarra

23
Véase al respecto el caso del Archivo del Santuario de Loyola en el estudio de Fernández
de Arillaga, I., “El archivo de Loyola en tiempos de la expulsión y las aportaciones de los jesuitas
llegados de Italia (según reseña del P. Pérez Picón)”, Revista de Historia Moderna, Anales de la Univer-
sidad de Alicante, 15, Alicante, 1996, pp. 137-148.
24
Véanse los distintos estudios recogidos en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J.
y Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura jesuítica. Actas del Simposio Internacional, Zaragoza,
Institución “Fernando el Católico”, 2012: Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., “La arquitectura
jesuítica en Castilla. Estado de la cuestión”, pp. 305-326; Morales, A. J., “La arquitectura jesuítica
en Andalucía. Estado de la cuestión”, pp. 327-354; Gómez-Ferrer, M., “La arquitectura jesuítica en
Valencia. Estado de la cuestión”, pp. 355-392; Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J., “La arqui-
tectura jesuítica en Aragón. Estado de la cuestión”, pp. 393-472.
25
Escalada, F., San Francisco Javier y su castillo, Pamplona, Huarte y Coronas, 1917; Recondo, J.
M., “El castillo de Javier”, Temas de Cultura Popular, 84, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1972,
pp. 25-28; Polgár, L., Bibliographie sur l’histoire de la Compagnie de Jésus (1901-1980) vol. 2 -—Les pays.
Europe, Roma, Institutum Historicum S. I., 1983, pp. 164-166; Larumbe Martín, M., El Academicismo
y la arquitectura del siglo XIX en Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1990, pp. 572-577; García
Gainza, Mª C., Orbe Sivatte, M. y Domeño Martínez de Morentin, A., Catálogo Monumental de

80
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

de Sangüesa. Juan Garro, conde de Javier, acondicionó como capilla el


aposento donde había venido al mundo el santo (1619-1626), que fue
reformada y restaurada entre 1684 y 1704. Se le añadió una cúpula y fue
decorada con la serie de cuadros sobre la vida del santo, obra del flamenco
Godefrido de Maes y su taller (1692),26 que hablan por sí solos de una
serie de virtudes y gracias singulares manifestadas por el santo, represen-
tado como misionero, confesor y penitente, sin faltar la representación
pictórica de tres milagros obtenidos por su intercesión [fig. 3]. Cuando
el título condal pasó por matrimonio a los duques de Granada de Ega
(1708), éstos fomentaron el culto en la capilla de Javier y promovieron
la realización del retablo mayor de la iglesia parroquial (1754).
En el siglo XIX la nueva propietaria del señorío de Javier, María del
Carmen Azlor de Aragón e Idiáquez, XV duquesa de Villahermosa, destinó
desde 1889 gran parte de su fortuna a la restauración del castillo, conver-
tido desde entonces en centro de peregrinaciones y foco espiritual. Tras
el dictamen de los arquitectos del Palacio Real, José Segundo de Lema y
Enrique María Repullés, el proyecto recayó en el pamplonés Ángel Goi-
coechea, quien en la primera mitad de la década de 1890 afrontó una
compleja intervención encaminada a devolverle su antiguo aspecto de
fortaleza, adaptándolo a su vez al nuevo uso del edificio como residencia
de jesuitas a cuyo cargo iba a quedar aquel lugar tras la donación de la
duquesa en 1893. Goicoechea también diseñó la construcción de la nueva
basílica (1895), de inspiración medieval, erigida entre 1897-1901 adosada
al castillo, lo que provocó la desaparición de los restos del llamado Palacio
Nuevo, en el cual había nacido San Francisco. A lo largo del siglo XX el
edificio recibió nuevos añadidos, sufriendo la última restauración entre
2002-2005 con motivo del V centenario del nacimiento del santo dirigida
por el arquitecto Antón López de Aberasturi y Fernado Pérez Simón.27
Por su parte, la Real Basílica de San Ignacio de Pamplona fue cons-
truida a partir de mediados del siglo XVII por los jesuitas en el mismo
lugar en el que según cuenta la tradición cayó herido el fundador de la
Compañía en 152128 en defensa del castillo que había mandado erigir

Navarra, IV**. Merindad de Sangüesa, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1992, pp. 9-23; Re-
condo, J. M., Castillo de Xavier, Barcelona, Escudo de Oro, D. L., 2002; Fernández Gracia, R., San
Francisco Javier Patrono de Navarra…, op. cit., pp. 91-109; Fortún Pérez de Ciriza, L. J., Castillo de
Javier. Historia y Arte…, op. cit.
26
Fernández Gracia, R., “Religioso camarín y aula de milagros…”, op. cit., pp. 287-323; Fer-
nández Gracia, R., San Francisco Javier Patrono de Navarra…, op. cit. pp. 94-106; Fernández Gracia,
R., San Francisco Javier en la memoria colectiva de Navarra…, op. cit., pp. 260-277.
27
López de Aberasturi, A. y López Simón, F., Javier. El Castillo redescubierto, Pamplona, Go-
bierno de Navarra, 2007.
28
García Velasco, J. I., San Ignacio de Loyola y la provincia jesuítica de Castilla, León, Sal Terrae,
1991, pp. 84-87.

81
MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

Fig. 3 San Francisco Javier hace cesar la peste. Fig. 4 Basílica de San Ignacio de Pamplona.
Godefrido de Maes. 1692. Foto: M.J. Tarifa Castilla.
Museo del Castillo de Javier.

Fernando el Católico en 1513, durante el asedio de la ciudad por las


tropas francesas que apoyaban al monarca privativo navarro Juan de Al-
bret. El santuario ignaciano fue edificado por el cantero Pedro Azpíroz
a partir de 1668, bajo la supervisión del hermano jesuita Alonso Gómez,
consagrándose en 1694. En su financiación colaboraron desde la propia
Orden, sobresaliendo las aportaciones de los jesuitas navarros residentes
en Perú, o la del Padre Moret, analista del reino, hasta otros particulares
e instituciones. La basílica se cubrió de yeserías en la tercera década del
siglo XVIII [fig. 4]. En 1767, con la expulsión de los jesuitas, la basílica
de San Ignacio quedó anexionada a la parroquia de San Nicolás y así se
mantuvo hasta enero de 1892, cuando se cedió a los religiosos redento-
ristas. La configuración arquitectónica del edificio fue sustancialmente
modificada a comienzos del siglo XX, con motivo de la aprobación del
proyecto del Segundo Ensanche de Pamplona de 1917 concebido por
el arquitecto Serapio Esparza, lo que supuso en 1927 el derribo parcial
de la basílica, que resultó mutilada en más de un tercio de su longitud,
quedando su fachada retranqueada unos siete metros. En su estado actual,
el edificio presenta una planta central formada por un único tramo de

82
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

proporciones cuadradas que constituye el crucero de la primitiva basílica,


el cual se prolonga mediante una cabecera de testero recto.29
Tampoco son objeto del presente estudio los dos nuevos colegios que
los jesuitas fundaron tras el restablecimiento de la Compañía en el siglo
XIX, el de San Francisco Javier de Tudela30 y el de San Ignacio de Pam-
plona (1946), ya que estos complejos forman parte de una historia muy
distinta, que nada tiene que ver con la arquitectura de la época moderna.

Estado de la cuestión de los colegios navarros de la Compañía de Jesús.


Revisión bibliográfica

Con objeto de poner al día los conocimientos existentes sobre los dos
centros educativos que los jesuitas fundaron en las principales ciudades
navarras entre fines del siglo XVI y principios XVII, en primer lugar el de
la Anunciada de Pamplona, en la capital del reino, y poco después el de
San Andrés de Tudela, cabeza de merindad de la Ribera, se impone, en
primer lugar, la revisión bibliográfica. Colegios que han sido abordados des-
de distintas áreas temáticas y periodos cronológicos, como el ámbito de la
educación,31 de sus bibliotecas, 32 o el artístico, objeto del presente artículo.

29
Martinena Ruiz, J. J., “Otras iglesias del viejo Pamplona”, Temas de Cultura Popular, 325,
Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1978, pp. 16-19; Martinena Ruiz, J. J., “III Centenario de
la Basílica de San Ignacio de Loyola”, Diario de Navarra, (Pamplona, 9-X-1994). Este mismo texto
es recogido por el autor en su obra Nuevas historias del viejo Pamplona, Pamplona, Ayuntamiento de
Pamplona, 2006, pp. 313-317. García Gainza, Mª C., Orbe Sivatte, M., Domeño Martínez de
Morentin, A. y Azanza López, J. J., Catálogo Monumental de Navarra, V***. Merindad de Pamplona,
Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1997, pp. 387-395; Azanza López, J. J., Arquitectura religiosa
del Barroco en Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1998, pp. 399-403.
30
El actual edificio del Colegio de San Francisco Javier dirigido por la Compañía de Jesús
se halla en el lugar que antaño ocupó el convento de Nuestra Señora del Rosario de dominicos. La
primera piedra se puso el 9 de julio de 1887 a cuya construcción se aplicaron los grandes legados
de Josefa de Lecumberri y del Marqués de Fontellas (Fernández Marco, J. I., “Jesuitas en Tudela.
Reseña histórica de cuatro siglos (1578-1990)”, Centenario del Colegio de San Francisco Javier, Tudela,
Gestingraf, 1991, pp. 23-35).
31
Vergara Ciordia J., “Temporalización, ritmos escolares y promoción académica en los
colegios jesuíticos: el Colegio de la Anunciada de Pamplona en los siglos XVII y XVIII”, en Actas
del XI Coloquio Nacional de Historia de la Educación. La acreditación de saberes y competencias. Perspectiva
histórica, Oviedo, Universidad de Oviedo, 2001, pp. 525-537; Vergara Ciordia, J., “Cultura escolar y
movilidad docente en las aulas de Gramática y Latinidad del Colegio de la Anunciada de Pamplona
de los PP. Jesuitas en los siglos XVII y XVIII”, en Vergara Ciordia, J. (coord.), Estudios sobre la Compañía
de Jesús: los jesuitas y su influencia en la cultura moderna (ss. XVI-XVIII), Madrid, UNED, 2003, pp. 82-85;
Vergara Ciordia, J., “Humanidades y profesorado en los jesuitas de Pamplona (siglos XVI-XVIII)”,
en VII Congreso General de Historia de Navarra. Historia Moderna. Historia Contemporánea. Historia de la
Educación. 1512, vol. II, Príncipe de Viana, 254, Pamplona, 2011, pp. 449-463; Sánchez Barea, F., “La
enseñanza en Tudela a la luz de la concordia entre el colegio de los jesuitas y la escuela municipal
en el siglo XVII”, en Sánchez Barea, F., Vergara, J. y Comella, B. (coords.), Ideales de Formación en la
Historia de la Educación, Madrid, Dykinson, 2011, pp. 795-811.
32
Para el caso de la biblioteca del colegio pamplonés véase: Pérez Goyena, A., “La Biblioteca
del antiguo Colegio de Jesuitas de Pamplona”, Revista Internacional de los estudios vascos, 19, 23, San

83
MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

Los jesuitas comenzaron a instalarse en las posesiones peninsulares de


la Monarquía Hispánica a partir de 1543 con la apertura de un domicilio
en el enclave universitario de Alcalá de Henares, al que sucedieron las
fundaciones de Gandía, Valencia, Barcelona y Valladolid.33 La llegada y el
establecimiento de los jesuitas a Navarra no se produjo hasta fines del siglo
XVI bajo el mandato del Padre General Claudio Acquaviva (1581-1615),
quedando los territorios de la comunidad foral incluidos en la Provincia
de Castilla y dentro de ésta en los comprendidos por la Hispania Ulterior.
La Compañía de Jesús se centró desde el primer momento de su creación
en la educación de la sociedad, estableciendo colegios por todo el mundo,
en los que se educó a los futuros religiosos y a los miembros de las altas
clases nobiliarias,34 de acuerdo a su conocido plan o método de estudios,
la Ratio Studiorum, dado a conocer por el Padre Acquaviva (1599).35
La escasez de noticias referentes al devenir histórico de los dos cen-
tros educativos navarros, el de la Anunciada de Pamplona y el de San
Andrés de Tudela, ha provocado que apenas se detalle la existencia de los
mismos en las obras generales de historiografía eclesiástica de España36
o en las de temática específicamente jesuíticas.37 Incluso, en la rigurosa

Sebastián, 1928, pp. 404-416; Pérez Goyena, A., “Colegio de la Anunciada. La Biblioteca”, en La
Avalancha, 1929, p. 55. Bonnafos Escobar, D., Arte y Cultura en el Colegio de Jesuitas de Pamplona en el
Antiguo Régimen, Tesis de máster dirigida por el profesor Ricardo Fernández Gracia y defendida en la
Universidad de Navarra en 2004; Vergara Ciordia, J., “Inventario de los libros prohibidos del colegio
de los jesuitas de Pamplona en tiempos de la expulsión”, en Actas del VI Congreso de Historia de Navarra,
Memoria e Imagen, vol. II, Pamplona, SEHN, 2006, pp. 323-335; Vergara Ciordia, J., “El proceso de
expropiación de la biblioteca de los Jesuitas de Pamplona (1767-1774)”, Revista de Historia Moderna:
Anales de la Universidad de Alicante, 26, Alicante, 2008, pp. 325-342; García Pómez, M. D., Testigos de la
memoria: los inventarios de las bibliotecas de la Compañía de Jesús en la expulsión de 1767, Alicante, Universidad
de Alicante, 2010, pp. 87-88. Para la biblioteca tudelana consúltese: Sánchez Barea, F., “La biblioteca
del colegio Jesuita de Tudela en la Edad Moderna”, en Vergara Ciordia, J. (coord.), Estudios sobre la
Compañía de Jesús: los jesuitas y su influencia en la cultura moderna (ss. XVI-XVIII), Madrid, UNED, 2003,
pp. 423-517; Sánchez Barea, F., “Los libros en lenguas romances del siglo XVI pertenecientes a la
biblioteca del Colegio Jesuítico de Tudela: estudio temático y biblioteconómico”, en Hernández Palo-
mo, J. y Del Rey Fajardo, J. (coords.), Sevilla y América en la Historia de la Compañía de Jesús, Córdoba,
CajaSur, 2009, pp. 61-77; García Pómez, M. D., Testigos de la memoria…, op. cit., pp. 90-91.
33
Burrieza Sánchez, J., “La antigua Compañía de Jesús (siglos XVI-XVIII)”, en Egido, T.
(coord.), Los jesuitas en España y en el mundo hispánico, Madrid, Fundación Carolina, Centro de Estudios
Hispánicos e Iberoamericanos y Marcial Pons Historia, 2004, pp. 49-70.
34
Orduna Portús, P., “La educación de la nobleza navarra durante la modernidad”, Studia
Historia. Historia moderna, 31, Salamanca, 2009, pp. 201-235.
35
Labrador, C., Martínez Escalera, J. y Díez Escanciano, A., El sistema educativo de la
Compañía de Jesús. La ‘Ratio Studiorum’, Madrid, UPCO, 1992.
36
Aldea Vaquero, Q. (dir.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España. 2, CH-MAN, Madrid,
CSIC, 1973, p. 1.233.
37
Hamy, A., Documents pour servir a l’histoire des domiciles de la Compagnie de Jésus dans le monde
entier de 1540 a 1773, París, Alphonse Picar, (ca. 1900), pp. 9 y 45; García-Villoslada, R., Manual de
Historia de la Compañía de Jesús 1540-1940, Madrid, Compañía Bibliográfica Española, 1954, p. 275. El
autor alude al colegio de Pamplona (1584), incidiendo en las dificultades a las que los jesuitas tuvie-
ron que hacer frente para establecerse en la ciudad ante la prolongada y ruda oposición de ciertos
religiosos y autoridades civiles, mientras que ni siquiera menciona la fundación del colegio de Tudela.

84
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

obra dirigida por Charles E. O’Neill y Joaquín María Domínguez, Diccio-


nario histórico de la Compañía de Jesús (2001), punto de partida de cualquier
estudio relacionado con el Instituto, únicamente se alude el colegio de
Pamplona, señalando la fecha de 1581.38
Por lo que respecta propiamente al estudio arquitectónico de los cole-
gios navarros, todavía a día de hoy se ignora gran parte de lo que rodea su
historia constructiva, desconocimiento que ha provocado que los compen-
dios dedicados a la arquitectura de la Orden en el ámbito nacional no los
mencionen39 o apenas reseñen la existencia de los mismos.40 Tampoco se les
ha prestado demasiado atención en el marco regional, cuyas publicaciones
genéricas de arte navarro apenas los refieren,41 exceptuando la obra con-
junta del Catálogo Monumental de Navarra, publicación de imprescindible
consulta en cualquier trabajo relacionado con el patrimonio artístico de la
comunidad foral, o la tesis doctoral de Azanza López, publicaciones a las
que aludiremos más adelante, siendo a día de hoy inexistente un estudio
de conjunto de la arquitectura jesuítica en la zona navarra.
Las aproximaciones que se han realizado ofrecen un carácter parcial
y un tanto fragmentario, ya que el mayor número de noticias conocidas
de los dos colegios se refieren principalmente a aspectos fundacionales,
por tanto a los momentos previos a su creación, sobre todo a la llegada
de los padres a la ciudad, dedicados a la predicación, la catequesis o a
oír confesiones, participando posteriormente como docentes en las escue-
las de gramática existentes, para finalmente abrir las primeras escuelas
en sedes provisionales, alquiladas o prestadas por autoridades civiles o
religiosas. Por tanto, estudios que versan principalmente sobre las activi-
dades ministeriales y apostólicas desarrolladas por los primeros jesuitas
establecidos en suelo navarro, así como del apoyo económico cada vez
mayor que fueron recibiendo por parte de las élites locales, destinado a

38
O’Neill, Ch. E. y Domínguez, J. M. (dirs.), Diccionario histórico de la Compañía de Jesús,
Universidad Pontificia de Comillas, 2001, vol. II, p. 1.268.
39
Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., La arquitectura de los jesuitas, Madrid, Edilupa
ediciones, 2002; Bösel, R., “La arquitectura de la Compañía de Jesús en Europa”, en Sale, G. (ed.),
Ignacio y el arte de los jesuitas, Bilbao, Ediciones Mensajero, S.A.U., 2003, pp. 65-122.
40
Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A. “Los domicilios de la Compañía de Jesús en España
entre 1541 y 1767”, en Hoz Martínez, J. de Dios de la (dir.), La antigua iglesia del Colegio Máximo de la
Compañía de Jesús en Alcalá de Henares, actual parroquia de Santa María, Madrid, Consejería de las Artes
de la Comunidad de Madrid y Obispado de Alcalá de Henares, 2001, p. 44; Rodríguez Gutiérrez
de Ceballos, A., “La arquitectura jesuítica en Castilla…”, op. cit., p 306.
41
Echeverría Goñi, P. L. y Fernández Gracia, R., “Arquitectura religiosa de los siglos XVI
al XVIII en Navarra”, en Ibaiak eta Haranak, Guía del patrimonio histórico-artístico-paisajístico, 8, San
Sebastián, Etor, 1991, pp. 204-205; Azanza López, J. J., “El Barroco conventual”, en El arte en Na-
varra, 2. Renacimiento, Barroco y del Neoclasicismo al arte actual, Pamplona, Diario de Navarra, 1994, p.
389; Aznar Yanguas, M. R., Irisarri Urdangarín, A., Orta Rubio, E. y Alcázar Vinyals Gómez,
M., Guía histórico artística de Tudela: itinerarios por el Renacimiento y el Barroco, Tudela, Centro Cultural
Castel-Ruiz, 1997, pp. 65-66.

85
MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

la dotación de los futuros colegios con rentas fijas, fundamentalmente a


través de legados testamentarios.

El Colegio de la Anunciada de Pamplona


La primera casa que la Compañía de Jesús abrió en Navarra fue
en Pamplona. El 29 de noviembre de 1577 llegaron a la capital navarra
los padres jesuitas Juan Bautista Martínez y Diego Lugo con objeto de
impartir sermones de adviento.42 El éxito de sus predicaciones fue tal
que tanto el virrey, Sancho de Leiva, como el cabildo catedralicio les
instaron a regresar por cuaresma. Sin embargo, el regimiento pamplonés
mostró una ardua oposición a la presencia de los jesuitas,43 negándoles
la cesión de una casa aneja al hospital para alojarse en ella durante los
referidos cuarenta días que duraría su estancia, siendo acogidos final-
mente en la vivienda que el canónigo Jerónimo de Eguía tenía adosada
al templo catedralicio.44
A pesar de los impedimentos iniciales, los jesuitas se establecieron
en uno de los burgos más importantes de la ciudad, el de la Navarrería,
donde se emplazaba la catedral metropolitana. Concretamente en la
calle del Condestable Viejo, en la casa que Juan Piñeiro de Elío, señor
de los lugares de Eriete e Ipasate, maestre de campo de la infantería es-
pañola del tercio de Sicilia, su gran benefactor, les donó, según refieren
los estudios existentes hasta el momento, en 1579. Además de la cesión
de esta vivienda con huerta que había comprado a María Cruzat, dotó
la fundación con 500 ducados de renta anual. El Padre Diego de Avella-
neda, en su condición de visitador, aceptó la hacienda, a la espera de la
confirmación del Padre General Mercurain, quien la admitió pero con
la condición de que los Nuestros no vayan a vivir allí hasta que el colegio y
la iglesia estén suficientemente edificados y provistos de los muebles y alhajas ne-
cesarias para uso de la iglesia y de los Nuestros, y hasta que la dotación suba a
la cantidad que, según los decretos de la Compañía, es necesaria para sustentar
un colegio mediano. Algo que no tuvo en cuenta el Provincial de Castilla,
el Padre Juan Suárez, quien recién destituido de tu cargo tomó posesión
de la casa en Pamplona el 29 de abril de 1580, quedando canónicamente
establecido el primer domicilio jesuita en tierras navarras, al que Piñeiro
legó parte de su colección de obras de arte.45

42
Malaxechevarría, J., La Compañía de Jesús por la instrucción del pueblo vasco en los siglos XVII-
XVIII, San Sebastián, Imp. y lib. San Ignacio, 1926, pp. 45-46.
43
Orduna Portús, P., “La educación de la nobleza navarra…”, op. cit., p. 221.
44
Malaxechevarría, J., La Compañía de Jesús…, op. cit., pp. 46-47.
45
Astrain, A., Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España. 3, Mercurian-Aquaviva
(Primera parte) 1573-1615, Madrid, Razón y Fe, 1925, pp. 235-236; Malaxechevarría, J., La Compañía

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LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

La conocida oposición manifestada desde un primer momento por las


otras órdenes religiosas existentes en la ciudad y el regimiento de la misma
a la fundación jesuita, llevó incluso a Santa Teresa de Jesús a escribir el
8 de mayo de 1580 desde el convento de San José de Toledo una carta a
Brianda de Beaumont, V condesa de Lerín y duquesa de Alba por su ma-
trimonio en 1565 con don Diego Álvarez de Toledo, en la que le solicitaba
el apoyo para los religiosos, a los que intentaban echar de la localidad.46
De hecho, para julio de 1580 había llegado a Roma un memorial
escrito en nombre de la ciudad de Pamplona por el que se le solicitaba al
Papa Gregorio XIII la anulación de la reciente fundación de los jesuitas
en suelo navarro, que consideraban innecesario desde el punto de vista
espiritual y docente, además de dañino para los eclesiásticos por razones
de índole económica. En defensa de la Compañía salió el Marqués de
Almazán, virrey de Navarra, quien asimismo remitió el 22 de febrero de
1581 una carta a Su Santidad mostrando su apoyo a la Institución. Por
su parte, el Provincial de Castilla, el Padre Marcén, envió otra epístola
al Pontífice, haciéndole sabedor de que los jesuitas no recibían apoyo
monetario más que de su fundador, quien había doblado las rentas que
entregaba al colegio, por lo que desempañaban su labor en la localidad
navarra sin perjuicio de nadie. Finalmente los jesuitas no abandonaron
la ciudad y continuaron con su labor apostólica.47
El colegio empezó a funcionar en 1584, siendo su primer rector el
Padre Luis de Santander, con dos clases de gramática y otra de moral, a la
que asistían muchos clérigos. La disconformidad manifestada por algunos
regidores, descontentos con la marcha de los estudiantes de las escuelas
municipales al colegio de la Compañía, apoyados por el maestro local
Saura, que incluso repartió en 1585 pasquines desprestigiando el valor
pedagógico de los jesuitas, hizo finalmente que los religiosos cerrasen las
aulas de gramática en 1594. Tres años después, el propio regimiento con
objeto de evitar los grandes costos que le suponía el mantenimiento de
las escuelas locales, bajo presión del Consejo Real, entregó los estudios de
gramática y latinidad a los jesuitas. En 1598 el ayuntamiento se compro-

de Jesús…, op. cit., pp. 47-48; Arellano, T., Pamplona y los jesuitas. El Colegio, Pamplona, Editorial Leyre,
1946, pp. 11-12. Sobre la dotación artística, véase Tarifa Castilla, M.ª J., “La colección de obras
de arte de Juan Piñeiro, Fundador del colegio de la Compañía de Jesús de Pamplona (1580)”, VIII
Congreso General de Historia de Navarra, Pamplona, SEHN, (en prensa).
46
Malaxechevarría, J., La Compañía de Jesús…, op. cit., pp. 54-55; Arellano, T., Pamplona y
los jesuitas…, op. cit., pp.15-16.
47
Astrain, A., Historia de la Compañía de Jesús…, op .cit., pp. 237-240. Todo el proceso funda-
cional referido anteriormente es asimismo recogido, citando las fuentes bibliográficas mencionadas,
por Jimeno Jurío, J. J., Colegio de la Compañía de Jesús en Pamplona. Datos para un estudio socioeconómico
(1565-1769), Pamplona, Pamiela, 2012, pp. 78-98.

87
MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

metió a construir por su cuenta las nuevas clases en la que se impartiría


la docencia, adosadas a la vivienda que los jesuitas ocupaban, en las que
trabajó Ausencio de Iturrino.48 En este emplazamiento los teatinos, como
se les denominaba en aquel entonces, erigieron su colegio, con todas
las dependencias necesarias articuladas en torno a un patio y la iglesia
adosada al mismo, desconociendo por completo al presente la historia
constructiva del mismo, desde el condicionado de acuerdo al que fue
erigido hasta los maestros que participaron en el mismo.
Tras la expulsión de los jesuitas el 3 de abril de 1767 la iglesia se
destinó a seminario conciliar, tal y como sigue indicando la inscripción
colocada en 1782 sobre la puerta de acceso junto al escudo con las armas
reales de Carlos III. Después de la desamortización de Mendizábal, el
colegio fue destinado a cuartel de infantería y el templo a almacén mu-
nicipal. A principios del siglo XX las dependencias colegiales volvieron a
ser utilizadas como escuelas graduadas, cediéndose en 1915 el templo a la
congregación de las Hijas de María, dotándolo nuevamente con mobilia-
rio litúrgico contemporáneo, hasta que en 1951 se convirtió en la nueva
sede de la parroquia de San Juan Bautista,49 que originariamente había
tenido su sede en una de las capillas de la Catedral.50
Con este uso y función parroquial, la iglesia del antiguo colegio de
jesuitas de Pamplona es recogida en el volumen del Catálogo Monumental
de Navarra correspondiente a la capital, que vio la luz en 1997, donde
no sólo se recopilan los datos históricos conocidos hasta el momento,
sino que además se realiza el estudio artístico del templo, no del colegio
y sus dependencias, analizándolo en planta, alzado, cubiertas y exterior,
inventariando el exorno artístico existente al presente en su interior.51
Una iglesia de tres naves,52 la central más ancha que las laterales, de cua-
tro tramos, con crucero alineado, cabecera de escaso desarrollo y coro
alto a los pies [fig. 5]. Los muros se hallan articulados por pilastras de

48
Malaxechevarría, J., La Compañía de Jesús…, op. cit., pp. 51-53; Jimeno Jurío, J. J., Colegio
de la Compañía de Jesús en Pamplona…, op.cit., pp. 144-152, 329-345.
49
Martinena Ruiz, J. J., “Las cinco parroquias del viejo Pamplona”, Temas de Cultura Popular,
318, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1978, pp. 3-5.
50
Tarifa Castilla, Mª J., “La parroquia de San Juan Bautista de la catedral de Pamplona y
su ajuar litúrgico”, en García Gainza, Mª C. y Fernández Gracia, R. (coords.), Cuadernos de la Cátedra
de Patrimonio y Arte Navarro, 1, Estudios sobre la catedral de Pamplona in memoriam Jesús María Omeñaca,
Pamplona, Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, 2006, pp. 375-392.
51
García Gainza, Mª C., Orbbe Sivatte, M., Domeño Martínez de Morentin, A. y Azan-
za López, J. J., Catálogo Monumental de Navarra, V***. Merindad de Pamplona…, op. cit., pp. 211-215.
52
Este modelo de iglesia de tres naves había sido propuesto en 1585 por el provincial de
Castilla Pedro Villalva como el más idóneo para el ejercicio de los ministerios, aconsejando su puesta
en práctica en las iglesias de la casa profesa de Valladolid y de los colegios de Palencia y Segovia
(Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., “Juan de Herrera y los jesuitas Villalpando, Valeriani, Ruiz,
Tolosa”, Archivum Historicum Societatis Iesu, 35, Roma, 1966, pp. 285-321, espec. p. 309 nota nº 81).

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LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

Fig. 5 Planta de la iglesia del antiguo colegio de la Anunciada de Pamplona.


Foto: Catálogo Monumental de Navarra.

Fig. 6 Interior de la iglesia del antiguo colegio Fig. 7 Fachada exterior de la iglesia del antiguo
de la Anunciada de Pamplona, actual albergue colegio de la Anunciada de Pamplona.
de peregrinos. Foto: M.J. Tarifa Castilla. Foto: M.J. Tarifa Castilla.

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MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

Fig. 8 Fachada exterior del antiguo colegio de la Anunciada de Pamplona. Foto: M.J. Tarifa Castilla.

capitel toscano sobre las que corre una imposta moldurada a lo largo de
todo el perímetro del edificio, estableciéndose la separación de las naves
mediante ocho pilares prismáticos culminados a modo de capitel por
fragmentos de entablamento con arquitrabe, friso y cornisa. El edificio se
cubre con bóvedas de arista ornamentadas con triangulaciones, separadas
por fajones de medio punto casetonados, mientras que el espacio central
del crucero recibe una cúpula, sin tambor ni linterna, dispuesta sobre
pechinas que lucen los emblemas IHS y MA en relación con la titularidad
primitiva de la iglesia [fig. 6].
Del exterior del templo sólo es visible la fachada [fig. 7], que corres-
ponde al muro hastial que da a la calle Compañía, muy sencilla, con un
primer cuerpo de piedra al que se superponen dos de ladrillo, en cuya parte
central se abre la puerta de acceso al interior que describe un arco de me-
dio punto pétreo. En 2000 el Arzobispado cedió la iglesia al ayuntamiento
a cambio de la construcción de una parroquia en el barrio pamplonés de
San Jorge, abriendo nuevamente sus puertas en 2007 como albergue de
peregrinos. La adecuación de las naves laterales como zonas de dormitorios
con literas dificulta cualquier intento de aproximación al análisis de sus
estructuras arquitectónicas interiores, así como del análisis espacial.
Por su parte, el edificio del antiguo colegio de jesuitas, adosado al
templo y asimismo levantado en ladrillo sobre un basamento de piedra,

90
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

quedando articulado al interior en torno a un patio rectangular, es desde


1984 la sede de la Escuela Oficial de Idiomas, lo que motivó una profunda
reforma de sus dependencias acorde a su nuevo destino. Al colegio se
adosa un segundo bloque, destinado en su origen a albergar las depen-
dencias residenciales, que destaca del resto de la fábrica por presentar un
cuerpo más, quedando recorrido por una galería de arquillos de ladrillo
de medio punto. Edificio al que se ha añadido en 2005 una portada del
siglo XVII procedente del desaparecido convento de la Merced, con
objeto de dotarle de un nuevo acceso por la plaza Compañía [fig. 8].53

El Colegio de San Andrés de Tudela


Veinte años después de la fundación del colegio de la Anunciada de
Pamplona, tuvo lugar la apertura del segundo y último centro educativo
que la Compañía de Jesús instituyó en tierras navarras, el de San Andrés
de Tudela. Los escritos que se han publicado hasta el momento se centran
principalmente en el proceso fundacional del establecimiento,54 con la
llegada del Padre Gaspar Páez en 1578 junto con otro religioso, dedicados
inicialmente a la predicación, la catequesis o la confesión, participando
posteriormente como docentes en la escuela de gramática existente. La
gran labor desarrollada por los mismos hizo que los propios tudelanos
solicitaran la apertura de un colegio en la ciudad, para lo cual los veci-
nos más pudientes ayudaron entregando importantes sumas de dinero,
fundamentalmente a través de legados testamentarios, como fue el caso
de los generosos benefactores Inés de Lasarte y su esposo Juan Garcés
Bueno. 55 El 20 de noviembre de 1600 el Provincial Juan de Montemayor
expidió en Valladolid el oportuno permiso,56 gracias al cual, según refiere
el erudito tudelano Juan Antonio Fernández los jesuitas entraron a fundar
colegio en esta ciudad de Tudela, domingo, a veinte y seis de noviembre del año
1600,57 tomando como titular del mismo al apóstol San Andrés, dada la
proximidad de su festividad.

53
Martinena, J. J., Diario de Navarra, (Pamplona, 8-V-2005), p. 64.
54
Malaxechevarría, J., La Compañía de Jesús…, op. cit., pp. 81-86; Fuentes Pascual, F., “La
Compañía de Jesús en Tudela (1578-1600)”, Príncipe de Viana, 14, Pamplona, 1944, pp. 67-101; Fuentes
Pascual, F., Bocetos de Historia Tudelana, Gráficas Muskaria, 1958, pp. 109-118; Castro Álava, J. R.,
Miscelánea Tudelana, Tudela, Caja de Ahorros de Navarra, 1972, pp. 210-221; Fernández Marco, J.
I., “Jesuitas en Tudela…”, op. cit., pp. 7-9; Fernández Marco, J. I., Notas históricas del antiguo colegio
jesuítico de Tudela, Bilbao, Ediciones Mensajero, 2010, pp. 7-16.
55
Sánchez Barea, F., “Historia económica del colegio de jesuitas de Tudela (1600-1767)”,
en VII Congreso General de Historia de Navarra, Príncipe de Viana, 254, Pamplona, 2011, pp. 225-229.
56
Fuentes Pascual, F., “La Compañía de Jesús en Tudela…”, op. cit., pp. 78-79.
57
Fernández, J. A., Memorias y antigüedades de la ciudad de Tudela, 1771, f. 73. (Biblioteca
Municipal Yangüas y Miranda de Tudela).

91
MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

Inicialmente los religiosos, presididos por el Padre Carrera, se aloja-


ron en una casa particular situada en la calle Magallón, junto al palacio
del marqués de San Adrián, que acondicionaron para desempeñar su
labor ministerial y docente. Ante la falta de condiciones del local y su
emplazamiento, en 1608 se trasladaron a calle del Mercadal, una de las
principales de la localidad perteneciente a la parroquia de San Jorge,58
donde habían adquirido unas casas a Felipe Francés, en las que el maes-
tro Juan González de Apalaza acometió a estajo la edificación de una
nueva iglesia. 59 Unos años más tarde, los jesuitas pusieron en marcha la
construcción del colegio que ha llegado hasta nuestros días, de acuerdo
a un plano arquitectónico desconocido hasta ahora, y que recientemente
hemos publicado, que incluía las distintas dependencias necesarias para
el buen funcionamiento del mismo, articulado en torno a un claustro,
con celdas para la morada de los religiosos, estancias para el desarrollo
de su labor docente, aulas para los estudios de gramática, latín, filosofía,
teología y moral o casos de conciencia, sala de congregaciones y otras
habitaciones destinadas a servicios, con la iglesia aneja, proyecto que
se estaba en marcha en la década de 1640.60 Importante hallazgo que,
por otro lado, permite ajustar la cronología del proceso edificatorio del
colegio, que hasta el presente se pensaba concluido en 1650.
En este templo barroco recibieron sepultura algunos de los miem-
bros más destacados de la nobleza tudelana, como Melchora Dionisia
de Guaras, quien en su testamento fechado en 1651 pidió ser enterrada
en la iglesia que al presente tenían los jesuitas hasta que con efecto ubieren
fabricado la yglesia que tratan de hazer dichos padres, para lo cual entregó
una importante suma de dinero.61 Un año más tarde, en 1652, Azanza
López apunta la presencia en el colegio tudelano del arquitecto Antonio
Ambrosio, hermano jesuita de nacionalidad italiana, probablemente con
objeto de supervisar las obras que se pretendían llevar a cabo, ya que
desde esta localidad ribera viajó a Salamanca para reconocer las bóvedas

58
Fernández Marco, J. I., “Jesuitas en Tudela…”, op. cit., p. 11; Fernández Marco, J. I., Notas
históricas del antiguo…, op. cit., pp. 25 y 28.
59
Segura Miranda, J., Tudela, historia, leyenda y arte, Tudela, Imprenta Delgado, 1964, p. 141;
García Gainza, Mª C., Heredia Moreno, Mª C., Rivas Carmona, J. y Orbe Sivatte, M., Catálo-
go Monumental de Navarra. Merindad de Tudela. I, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1980,
pp. 314-315; Azanza López, J. J., Arquitectura religiosa…, op. cit., p. 304; Fernández Marco, J. I.,
“Jesuitas en Tudela…”, op. cit., p. 11; Fernández Marco, J. I., Notas históricas del antiguo…, op. cit.,
pp. 30-33.
60
Tarifa Castilla, Mª J., “Un debate arquitectónico: tres diseños del siglo XVII para la
construcción del Colegio de la Compañía de Jesús de Tudela (Navarra)”, Artigrama, 28, Zaragoza,
2013, pp. 349-384.
61
Criado Mainar, J., El palacio de la familia Guaras en Tarazona, Tarazona, Centro de Estudios
Turiasonenses y Fundación Tarazona Monumental, 2009, pp. 105-106.

92
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

de la iglesia del Colegio Real que la Compañía estaba construyendo en


aquella ciudad.62
La edificación del templo comenzó por la zona de los pies, levan-
tándose de acuerdo con la planta proyectada [fig. 9], de una sola nave,
con tres capillas entre contrafuertes a cada lado, comunicadas entre sí y
abiertas al espacio central a través de arcos de medio punto, quedando las
obras paralizadas a finales de la centuria, ante la necesidad de adquirir los
terrenos sobre los que se acometerían el crucero y la cabecera recta con
dos sacristías laterales.63 Un diseño que responde a uno de los modelos
planimétricos más utilizados por los jesuitas al responder perfectamente
a las necesidades del culto y la predicación, desde el propio Gesú en
Roma, a la Colegiata de Villagarcía de Campos en Valladolid, modelo a
seguir en la Provincia de Castilla, o las iglesias de los colegios de Alcalá de
Henares,64 el Imperial de Madrid, San Juan Bautista de Toledo y la Clere-
cía de Salamanca,65 o los templos de los colegios aragoneses de Tarazona
o Huesca.66 La nave se cubrió con bóvedas de medio cañón con lunetos,
las capillas laterales con bóvedas de arista, a excepción de la inmediata al
crucero por el lado de la epístola que utiliza una media naranja, producto
de una reforma posterior y el tramo central del crucero por una cúpula
con linterna que apea en pechinas.
A mediados del siglo XVIII la iglesia fue dotada con una nueva
sacristía de planta octogonal situada tras la cabecera, volteada con una
cubierta gallonada de ocho paños, proyecto que ha sido relacionado con
la presencia en Tudela en la década de 1730 del arquitecto carmelita fray
José Alberto Pina.67 El interior del templo también sufrió una importante
remodelación a mediados del dieciocho, coincidiendo con la dotación del
nuevo retablo mayor y los dos colaterales hacia 1748-1749, enriqueciéndo-
se con yeserías que se aplicaron en la nave, crucero, sacristía y antesacristía

62
Azanza López, J. J., Arquitectura religiosa…, op. cit., p. 304; Rodríguez Gutiérrez de Ceba-
llos, A., Estudios del barroco salmantino. El Colegio Real de la Compañía de Jesús de Salamanca, Salamanca,
Centro de Estudios Salmantinos, 1969, p. 69.
63
Fernández Marco, J. I., Notas históricas del antiguo…, op. cit., pp. 112-113.
64
Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., Bartolomé de Bustamante y los orígenes de la arquitectura
jesuítica en España, Roma, Instituto Histórico de la Compañía de Jesús, 1967, pp. 254-269, espec. 268.
65
Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., La arquitectura de los jesuitas…, op. cit., pp. 95-114;
Bösel, R., “La arquitectura de la Compañía de Jesús…”, op. cit., pp. 76-77 y 92-93; Marías, F., “El
primer proyecto de Juan Gómez de Mora para el Colegio de La Clerecía de Salamanca”, Tiempo,
espacio y arte, Homenaje al profesor Antonio Bonet Correa, Madrid, Editorial Complutense, 1994, vol. I,
pp. 469-480; Criado Mainar, J., “Contribución de la Compañía de Jesús…”, op. cit., pp. 255-274;
Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., “La arquitectura jesuítica en Castilla…”, op. cit. pp. 309-318.
66
Ibañez Fernández, J. y Criado Mainar, J., “La arquitectura jesuítica en Aragón…”, op.
cit., 454-455; Carretero Calvo, R., Arte y arquitectura conventual en Tarazona en los siglos XVII y XVIII,
Tarazona, Centro de Estudios Turiasonenses, Fundación Tarazona Monumental, 2012, pp. 170-173.
67
Echeverría Goñi, P. L. y Fernández Gracia, R., “Arquitectura religiosa…”, op. cit., p. 204.

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MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

Fig. 9 Planta de la iglesia del antiguo colegio de la Compañía de Jesús de Tudela.


Foto: Catálogo Monumental de Navarra.

Fig. 10 Interior de la iglesia del antiguo colegio de la Compañía de Jesús de Tudela,


actual parroquia de San Jorge el Real. Foto: M.J. Tarifa Castilla.

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LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

ejecutadas por los hermanos Antonio y José del Río, retablistas y tallistas
de Tudela68 y autores de dicho retablo mayor69 [fig. 10].
Tras la expulsión de los jesuitas en 1767 la iglesia siguió teniendo
una función cultual como sede de la nueva parroquia de San Jorge el
Real, lo que supuso una serie de intervenciones en su fábrica, como la
construcción a partir de 1771 del coro alto a los pies,70 o la colocación
en la fachada exterior de ladrillo sobre la portada pétrea barroca, que
Azanza fecha hacia 1680,71 del escudo del monarca Carlos III, indicando
la propiedad real del inmueble. Una fachada de ladrillo sobre basamento
de sillería, muy sobria, ya que únicamente introduce como elementos
plásticos las pilastras que estructuran los dos cuerpos en altura y la cornisa
que los separa, los cuáles apenas si sobrelasen del plano [fig. 11].
Adosado al templo se desarrolla el edificio originario del colegio
[fig. 12], sobre basamento de piedra y fachada de ladrillo, de tres pisos
de altura, organizado en torno al claustro interior de ladrillo, casi cua-
drilátero, articulado por vanos de iluminación enmarcados por arcos de
medio punto [fig. 13]. Los espacios configurados a raíz de su construcción
a partir de mediados del siglo XVII son irreconocibles en la actualidad,
como consecuencia de las continuas reformas llevadas a cabo en el mis-
mo tras la salida de los jesuitas con el fin de adaptarlos a usos totalmente
diferentes, desde aulas y habitaciones de maestros de primeras letras,
latinidad y retórica,72 lugar de reunión de la Real Sociedad Económica
de Amigos del País y centro del Instituto de Enseñanza Media de Tudela
(1839 y 1884), entre otros.73
El erudito tudelano Juan Antonio Fernández (1752-1814) realizó tras
la expulsión de la Compañía un esquemático dibujo del colegio en su
manuscrito Notas del Anticuario [fig. 14],74 en colección particular, que ya

68
García Gainza, Mª C., Heredia Moreno, Mª C., Rivas Carmona, J. y Orbe Sivatte, M.,
Catálogo Monumental de Navarra. Merindad de Tudela. I…, op. cit., pp. 315-316; Rivas Carmona, J.,
“Las yeserías del barroco tudelano en relación con el arte aragonés contemporáneo”, Seminario de
Arte Aragonés, 33, Zaragoza, 1981, p. 303; Azanza López, J. J., Arquitectura religiosa…, op. cit., pp. 304-
305. A los hermanos del Río corresponde el opulento conjunto de yeserías que reviste los muros y
cubiertas de la capilla del Espíritu Santo de la catedral de Tudela (Fernández Gracia, R. y Roldán
Marrodán, F. J., La capilla del Espíritu Santo de la Catedral de Tudela, Pamplona, Gobierno de Navarra,
2007, pp. 59-61).
69
Fernández Gracia, R., El retablo barroco en Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2003,
pp. 421-423; Fernández Marco, J. I., Notas históricas del antiguo…, pp. 149-152.
70
Segura Miranda, J., Tudela…, op. cit., p. 140; García Gainza, Mª C., Heredia Moreno,
Mª C., Rivas Carmona, J. y Orbe Sivatte, M., Catálogo Monumental de Navarra. Merindad de Tudela.
I…, op. cit., p. 315.
71
Azanza López, J. J., Arquitectura religiosa…, op. cit., p. 305.
72
Sáinz Pérez de Laborda, M., Apuntes tudelanos, IV, Tudela, Gráficas Mar, 1969, p. 443.
73
Orta Rubio, E., Tudela, Panorama, 41, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2009, pp. 55-56
y 68-70.
74
Fernández, J. A., Notas del Anticuario, s.f., p. 135.

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MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

identificó como San Jorge, por tanto posterior a 1767, en el que todavía
son apreciables algunos de los espacios originarios, como el refectorio y
bodegas en el ala este. Desde 1979, previa restauración del edificio, es
la sede del Centro Cultural Castel Ruiz que utiliza las dependencias del
antiguo colegio para salas de exposiciones, conciertos, conferencias y
conservatorio de música.

Fuentes para la investigación: obras literarias y fondos documentales

Una vez realizado el estado de la cuestión, los mayores esfuerzos


tienen que estar dirigidos a la pesquisa de datos inéditos referentes a los
colegios jesuitas navarros a través del manejo de fuentes manuscritas no
empleadas hasta ahora, tanto de tipo literario como documentales, cus-
todiadas en los archivos y bibliotecas, susceptibles de contener cualquier
tipo de información relativa al objeto de estudio que arrojen nueva luz.
Por lo que se refiere a las obras literarias, las crónicas o los libros de
viaje proporcionan conocimientos de primera mano sobre el aspecto del
edificio en épocas pasadas, permitiéndonos aproximarnos a la configura-
ción inicial del mismo, aspecto de sumo interés si tenemos en cuenta las
profundas transformaciones que han sufrido los colegios navarros tras la
expulsión de los jesuitas a mediados del siglo XVIII.
Asimismo, merecen especial atención las fuentes narrativas propia-
mente jesuíticas, como las Historias que los mismos religiosos escribieron
de los colegios,75 la historia domus, relatos que daban a conocer las viven-
cias y vicisitudes acontecidas en el centro desde su fundación, prestando
especial atención a la organización y administración del mismo, los recto-
res encargados de dirigirlos, su labor ministerial, las devociones y cultos
fomentados, etc. Es el caso del Diario del Colegio de Pamplona, conservado
en el archivo jesuítico de la provincia castellana en Alcalá de Henares,
con interesantes noticias referentes a la celebración de la festividad del
santo navarro.76
De igual modo, a partir de 1598 el Padre General Claudio Acquaviva
prescribió que todos los provinciales se asegurasen de que se redactara la
historia particular de sus provincias, tarea que en el caso de la Provincia
de Castilla, a la que pertenecían las fundaciones navarras, correspondió

75
Pizarro Alcalde, F., “Una fuente para profundizar en el estudio de la Compañía de Jesús: las
historias de los Colegios”, Tiempos modernos, Revista Electrónica de Historia Moderna, 6, 17, 2008, pp. 1-26.
76
Archivo Histórico de la Provincia de Castilla, Leg. 1314, citado en Recondo, J. M., “Proyec-
tos Fundacionales en Javier en los siglos XVII y XVIII”, Razón y fe, 151, Madrid, 1955, pp. 507-518;
Fernández Gracia, R., San Francisco Javier Patrono de Navarra…, op. cit., p. 70.

96
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

Fig. 11 Fachada de la iglesia del antiguo colegio de la Compañía de Jesús de Tudela,


actual parroquia de San Jorge el Real. Foto: M.J. Tarifa Castilla.

Fig. 12 Fachada del antiguo colegio de la Compañía de Jesús de Tudela a la calle del Mercadal.
Foto: M.J. Tarifa Castilla.

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MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

Fig. 13 Claustro del antiguo colegio de la Compañía de Jesús de Tudela. Foto: M.J. Tarifa Castilla.

Fig. 14 Plano del antiguo colegio de la Compañía de Jesús de Tudela por


Juan Antonio Fernández (1752-1814) en el manuscrito Notas del Anticuario, p. 135.

98
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

a los Padres Guzmán (1599), Pedro de Valdivia (1561-†1642) y Pedro de


Ribadeneira, que compuso la Historia de la Asistencia de España en 9 tomos
(1540-1610), obras que conservan en el Archivo de la Compañía de Jesús
en Roma (ARSI).77 En el Fondo Antiguo de la Biblioteca del Archivo
Histórico del Santuario de Loyola también hay una sección dedicada
a escritos realizados por jesuitas en el siglo XVIII, que puede contener
información al respecto.
Por lo que respecta a las fuentes documentales, la dispersión de los
documentos del archivo de los colegios navarros tras la expulsión de los
jesuitas a mediados del siglo XVIII obliga a la búsqueda de los mismos
en diferentes fondos documentales que sean susceptibles de contener
información sobre la Compañía de Jesús, bien congregacionales, locales,
provinciales o estatales.78
En el marco regional son de imprescindible consulta una serie de
archivos eclesiásticos, como el Archivo Diocesano de Pamplona79 en el
caso del colegio pamplonés y el Archivo Diocesano de Tudela y el Archivo
Diocesano de Tarazona con respecto al colegio tudelano, ya que hasta el
siglo XVIII la mayor parte de los pueblos de la Ribera dependieron desde
el punto de vista de la jerarquía eclesiástica del obispado turiasonense.
Los archivos catedralicios de Pamplona y Tudela también son susceptibles
de contener información relativa a la Compañía de Jesús, ya que no ol-
videmos que a estas sedes metropolitanas fueron a parar gran parte del
rico exorno artístico y vasos litúrgicos procedente de los colegios jesuitas,
entre otros bienes, como la biblioteca del colegio de la Anunciada.80
Por lo que respecta a los archivos civiles, destaca en primer lugar
el Archivo Real y General de Navarra,81 en sus distintas secciones de

77
Del Ser Pérez, F., “La provincia jesuítica de Castilla en el Archivum Romanum Societatis Iesu”,
Cuadernos de Historia Moderna, 20, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1998, pp. 180-181.
78
Del Ser Pérez, F. y Arranz Roa, I., “Aproximación a las fuentes para el estudio de la
provincia jesuítica de Castilla (ss. XVI-XVIII)”, en Actas del Primer Congreso de Historia de la Iglesia y el
Mundo Hispánico, Hispania Sacra, 52, 105, Madrid, 2000, pp. 73-98; Rodríguez del Coro, F., “Fuentes
y bibliografía para el estudio de la Compañía de Jesús durante el Sexsenio democrático en el País
Vasco-Navarro (1868-1874)”, Archivos, Bibliotecas y Museos, Décimo Congreso de Estudios Vascos, Pamplona,
1987, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza, 1998, pp. 537-542; Del Ser Pérez, F., “La provincia jesuítica
de Castilla…”, op. cit., pp. 167-188; Pinedo, I., “Jesuitas en el País Vasco/Navarra”, en Historia de los
religiosos en el País Vasco/Navarra, Actas del Primer Congreso de Historia de las Familias e Institutos Religiosos en
el País Vasco/Navarra, Arantzazu, 24-28 de junio de 2002, Oñati, Arantzazu, 2004, pp. 569-584; Vergara
Ciordia, J. y Sánchez Barea, F., “Marco documental para el estudio de los colegios y bibliotecas
jesuíticas en la España moderna”, Anuario de Historia de la Iglesia, 20, Pamplona, 2011, pp. 373-391.
79
Sales Tirapu, J. L. y Ursúa Irigoyen, I., Catálogo del Archivo Diocesano de Pamplona, Pam-
plona, Gobierno de Navarra, 1988-2012, (35 vols.).
80
Vergara Ciordia, J., “El proceso de inventario y expropiación de la biblioteca de los jesuitas
de Pamplona en tiempos de la expulsión (1767)”, en Hernández Palomo, J. y Del Rey Fajardo, J.
(coords.), Sevilla y América en la Historia de la Compañía de Jesús, Córdoba, CajaSur, 2009, pp. 375-394.
81
Martinena Ruiz, J. J., Guía del Archivo General de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra,
1997.

99
MARÍA JOSEFA TARIFA CASTILLA

Clero, Tribunales Reales y Negocios Eclesiásticos, además de Protocolos


Notariales,82 susceptibles de contener los contratos o condicionados de
acuerdo a los que se erigió el colegio y su iglesia y todo lo que rodea el
proceso constructivo del complejo educacional, como la adquisición de
materiales, supervisión de maestros, tasación final, etc., así como distintos
legados testamentarios con los que financiar la fundación, entre otros.
Los fondos de los Archivos Municipales de Pamplona y Tudela83 ya
han dado sus primeros frutos, gracias a la investigación de estudiosos
que nos precedieron en la prospección documental de los mismos, como
los libros de acuerdos, cuentas o sección de cartas del fondo tudelano,
con jugosas noticias referentes a los primeros años del establecimiento
de los jesuitas en la ciudad,84 o la fuerte oposición inicial del regimiento
pamplonés a la fundación de los religiosos en la capital del reino como
refleja la sección de pleitos, los libros de consultas y libros de actas del
archivo pamplonés.85
A nivel estatal, destaca por su importancia el Archivo Histórico Na-
cional, en Madrid, principalmente el fondo de Temporalidades, documen-
tación que inventarió Araceli Guglieri Navarro por colegios,86 el Archivo
y Biblioteca de la Real Academia de la Historia,87 la Biblioteca Nacional
de Madrid y el Archivo General de Simancas, en los que también hay
documentación referente a los colegios navarros.
Centrándonos en los depósitos documentales propiamente jesuíticos,
de obligada consulta es el Archivo Histórico de la Provincia de Castilla,
que se encuentra en Alcalá de Henares, así como el Archivo Histórico
de Loyola en Azpeitia (Guipúzcoa), con un fondo propio dedicado a los
colegios. Por último, a nivel internacional, en Roma se halla el archivo
más importante y cuantioso que sobre los jesuitas existe en el mundo, el
Archivum Historicum Societatis Iesu (ARSI), en la Curia Generalicia de la
ciudad eterna. De entre sus distintas secciones, es de sumo interés para
el tema que nos ocupa el Archivo de la Antigua Compañía (1540-1773),
en la Asistencia de España, bajo la signatura Hisp., y Provincia de Castilla,

82
Idoate Ezquieta, C. y Segura Moneo, J., Inventario del Archivo Histórico de Protocolos Notariales
de Navarra, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1985.
83
Fuentes Pascual, F., Catálogo del Archivo Municipal de Tudela, Pamplona, Institución Príncipe
de Viana, 1947.
84
Véase Fuentes Pascual, F., “La Compañía de Jesús en Tudela…”, op. cit., pp. 67-101.
85
Véase Malaxechevarría, J., La Compañía de Jesús…, op. cit., pp. 43-55.
86
Guglieri Navarro, A., Documentos de la Compañía de Jesús en el Archivo Histórico Nacional, Ma-
drid, Razón y Fe, 1967, pp. 211-218 y 273-275 para los colegios de Pamplona y Tudela respectivamente.
87
Entre sus fondos documentales se encuentra el registro de los volúmenes que componían
la biblioteca del colegio de la Anunciada de Pamplona. Biblioteca la Real Academia de la Historia
(Índice de los libros del Colegio de la Anunciada de Pamplona, Jesuitas, 9/7212, citado en García Pómez,
M. D., Testigos de la memoria…, op. cit., p. 302).

100
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN NAVARRA Y LAS ARTES. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y FUENTES...

bajo la signatura Cast. 88 En este archivo central de la Compañía se en-


cuentran las cartas anuas, fuentes históricas de gran valor, sobre cada una
de las casas y colegios de Provincias, de acuerdo a las prescripciones de
las Regulae Societatis Iesu de 1585, intercambiadas entre el Padre General y
los superiores y súbditos de las casas de la Compañía; el catálogo trienal,
informe que cada tres años remitía a Roma el Padre Provincial sobre la
dinámica de los colegios y numerosa correspondencia ordinaria, entre
otros documentos.
En definitiva, el hallazgo y acopio de información inédita obtenida
de la consulta de fuentes bibliográficas y de una profunda prospección
documental, tanto de archivos civiles como eclesiásticos, permitirán en un
futuro estudiar con rigor científico la arquitectura de los colegios jesuitas
navarros, atendiendo a los factores que los explican y condicionan, como
sus coordenadas espacio-temporales, los promotores que los financiaron,
los artistas que participaron en la edificación, los condicionados de acuer-
do a los que fueron levantados o el grado de control ejercido desde Roma
en la elección de los proyectos, aspectos que en la actualidad se descono-
cen en su mayor parte. Línea de investigación que se complementará con
la realización del trabajo de campo, con objeto de analizar los edificios
in situ, contrastando la información documental, bibliográfica y gráfica
de planos o fotografías antiguas con el aspecto que los mismos presentan
en la actualidad, totalmente transformados a lo largo de los siglos como
consecuencia de los diferentes usos y funciones que se les han dado tras
las expulsión de los religiosos a mediados del siglo XVIII, en un intento
por conocer su disposición originaria, con los usos y funciones con los
que fue concebida cada una de sus estancias.

88
Del Ser Pérez, F., “La provincia jesuítica de Castilla…”, op. cit., pp. 167-188.

101
El Colegio de la Compañía de Jesús de Segovia.
Fuentes y metodología de estudio

Cristina García Oviedo


Universidad Complutense

Introducción

Uno de los Colegios menos conocidos de la Provincia jesuítica de


Castilla es el que bajo la advocación de San Felipe y Santiago se fundó en
1559 en Segovia, porque no existía una monografía que lo estudiase. Ya
lo decía Martín González: se trata de un soberbio templo, no obstante, apenas
conocido,1 que quedó fuera del estudio del Padre Braun sobre la arquitectura
jesuítica española,2 y al margen de la Ciudad Patrimonio de la Humanidad.3
Mi interés por el edificio se inició en los cursos de Doctorado, cuando
en el marco de una de las asignaturas impartidas por Doña Virgina Tovar
se trató la figura del arquitecto italiano Giuseppe Valeriani, considerado
su más probable autor. Finalmente este Colegio se convirtió en el tema
de mi tesis doctoral, que lleva por título El Colegio de la Compañía de Jesús
de Segovia: Espiritualidad, Historia y Arte, entregada en la Universidad Com-
plutense en diciembre de 2013.

El estado de la cuestión; perpetuidad de mitos

Es fundamental saber qué se ha dicho sobre el edificio que tratamos


de analizar y comprender, quién lo dijo y sobre qué bases documentales,
realizando un estado de la cuestión, labor compleja por cuanto nunca se
puede dar por concluida, siempre corriendo el riesgo de replantear lo
que se daba por supuesto, y sin limitarnos ni al edificio en cuestión ni a
la propia Compañía de Jesús, pues se debe mantener en todo momento
una perspectiva global y transversal.

1
Martín González, J. J., “Primeras iglesias jesuíticas en Castilla la Vieja”, en España en las
crisis del Arte europeo, Coloquios celebrados en conmemoración de los XXV años de la Fundación
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, CSIC, 1968, pp. 149-158, espec. p. 154.
2
Braun, J., Spaniens alte Jesuitenkirchen, Freiburg, Herder, 1913.
3
De hecho no lo mencionan Cáceres, F. I. de y Toharía, M., Segovia, ciudad patrimonio de la
Humanidad de España, Segovia, Unesco y Editorial Artec, 1997. No recibió la consideración de Bien
de Interés Cultural (BIC) hasta 1999 [BOE. nº 184. Martes, 3 de agosto de 1999, p. 28933. Decreto
152/2000, de 29 de junio por el que se declara la parte histórica del Seminario Diocesano, en Segovia,
BIC con categoría de monumento. Revisado el 26 de marzo de 2007, BOCyL 10 de mayo de 2007].

103
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

Al hablar de arquitectura jesuítica, hay que tener presente su propia


evolución, desde el privilegio concedido por el Papa Paulo III4 y el uso
de edificios preexistentes, manteniendo la vista en la normativa interna de
los religiosos, valorando críticamente lo que se ha dicho sobre el papel de
San Ignacio —y tras él todos los Generales—, en la configuración del arte
dentro de la Compañía de Jesús, cuando lo cierto es, como señaló Plazaola
Artola, que precisamente San Ignacio, testigo de la cultura humanística,5
no dejó ni una sola observación estética sobre los edificios de las ciudades
que visitó.6 Tal vez sea cierto, como barajó Kirschbaum, que Inter arma
silent musæ,7 pero aún así, algunos investigadores han apuntado que San
Ignacio llevó a cabo una labor de control de los edificios en el periodo
final de su vida, manteniendo vivo un debate sobre la relación de Igna-
cio de Loyola con el Arte,8 cuando en Las Constituciones simplemente
advirtió: conviene estar atentos para que las casas y los colegios estén ubicados en
lugares saludables y con buen clima.9 Más retazos aparecerán en los cánones
de las Congregaciones Generales, que seguirán incidiendo en la misma
concepción vitrubiana de la arquitectura,10 al otorgar a la triada: utilidad,

4
Conceditur Societati facultas aedificandi, & recipiendi, Collegia, Domos, Eccleia, & Oratoria in qui-
buscumque mundi partibus: & inhibetur ac mandatur omnibus & singulis Archiepiscopis, Episcopis, aliisque
Eclesiarum Praelati, & locorum Ordinariis, ac quibusvi aliis Potestatibus Ecclesiastici, & saecularibus, nè nos,
aut nostras Domos, Ecclesia, aut Collegia aedificare volentes, quoquo modo in hujusmodi constructionibus impe-
diant, perturbent, aut molestent (Institutum Societatis Jesu ex Decreto Congregationis Generalis decimae quartae,
I. Collegio Societatis Jesu, Praga, 1705, Compendium Privilegiorum. p. 136).
5
Kolvenbach, P. H., “La Compañía de Jesús y los inicios del Humanismo Moderno”, en Ami-
go Fernández de Arroyabe, Mª L., (coord.), Humanismo para el siglo XXI, Universidad de Deusto,
2003, pp. 27-34. La cuestión fue planteada y abordada desde diversos puntos de vista en el Congreso
internacional celebrado en la Universidad Complutense en 1991. Destacar, como síntesis de ellas
Batllori, M., “Ignacio de Loyola ¿medieval o renacentista?”, en Aldea Vaquero, Q. (ed.), Ignacio
de Loyola en la gran crisis del siglo XVI, Congreso Internacional de Historia, Bilbao-Santander, Editorial
Mensajero y Sal Terrae, 1993, pp. 201-203.
6
Plazaola Artola, J., “Prólogo”, en Sale, G. (ed.), Ignacio y el arte de los jesuitas, Bilbao,
Mensajero, 2003, 2003, p. 11.
7
L’atteggiamento guerresco della Compagnia di Gesù e la sua lotta por il Regno di Cristo, fomentata
dello spirito degli Esercizi, siano poco opportuni per il culto dell’arte: inter arma silent musæ (Kirschbaum,
E., La Compagnia di Gesù è l’arte, Milano, Pubblicazioni dell’Università del Sacro Cuore, 1941, p. 3).
Véase Marcos, B., “San Ignacio y su proyección en el campo de las letras y de la Cultura españolas”,
Letras de Deusto, 21, 50, 1991, pp. 111-149.
8
Ese es casi el título de la obra editada por Sale, G., (ed.), Ignacio y el arte…, op. cit.; Véase
Sebastián, S., op. cit., p. 62. Ignatius himself controlled building projects closely in the last years of his life
(Levy, E. A., op. cit., p. 78). Véase Ortiz Isla, A. y Hanhausen Cole, M., “De soldado a santo: San
Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y su relación con las artes”, en Ad maiorem
dei gloriam. La Compañía de Jesús promotora del Arte, México, Universidad Iberoamericana, 2003, p. 32;
García Mateo, R., Ignacio de Loyola. Su espiritualidad y su mundo cultural, Bilbao, Mensajero, 2000.
9
Décima Parte Principal. De cómo se conservará y aumentará todo este cuerpo en su buen ser (VV. AA.,
Constituciones de la Compañía de Jesús: introducción y notas para su lectura, Bilbao-Santander, Mensajero-Sal
Terrae, 1993, p. 349). Lucas, T. M., “Saint, Site, and Sacred Strategy: Ignatius, Rome and the Jesuit urban
misión”, en Catálogo de la exposición, Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, 1990. p. 30; Sale, G.,
“Pauperismo arquitectónico y Arquitectura jesuítica”, en Sale, G. (ed.), Ignacio y el arte…, op. cit., p. 37.
10
Vallery-Radot, J., Le recueil de plans d’édifices de la Compagnie de Jésus conservé à la Bibliothèque
National de Paris, Roma, Institutum Historicum S. I., 1960, p. 6. En la primera Congregación General

104
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

salubridad y firmeza el protagonismo, excluyendo intencionadamente la


venustas, que nunca fue sinónimo de suntuosidad, riqueza o goce artís-
tico.11 Al no querer crearse una tipología conventual y al adaptarse a la
tradición edilicia imperante, como dijera Virginia Tovar, porque es un hecho
que ni siquiera aquél que huye del mundo es capaz de escapar a su época,12 se
permitió que cada edificio reflejase el carácter de una época,13 en gran
medida por causa de los patronos o fundadores, amparados en el dinero
que aportaban y en su devoción.14
No obstante, si Richard Bösel continúa haciendo alusión a la inexis-
tencia de un estilo jesuítico identificable con el Modo Nostro en la última
publicación que sobre arquitectura jesuítica se ha editado en España
(2012),15 es de por sí muy sintomático de la perpetuidad de determinados
mitos en torno a la arquitectura jesuítica, que de seguirlos nos llevarán a
conclusiones erróneas, como considerar, que en esencia, todos los edifi-
cios de la Compañía de Jesús son iguales al reflejar la mentalidad o gusto
artístico de San Ignacio de Loyola, el modelo inequívoco de la iglesia
del Gesù de Roma, o las ansias de poder de los jesuitas. Si hubiera sido

(1558) encontraremos la siguiente recomendación: modus imponatur aedificiis Domorum et Collegiorum,


quid in nobis est, ut sint ad habitandum et officia nostra exercendum utilia, sana et fortia; in quibus tamen
paupertatis nostrae memores ese videamur. Unde nec sumptuosa sint, nec curiosa. De ecclesiis tamen nihil dictum
est (Canones primae Congregationis, canon 11, Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., Bartolomé
de Bustamante y los orígenes de la arquitectura jesuítica en España, Roma, Institutum Historicum S. I.,
1967, p. 62, nota nº 17). Sin embargo en valoración del Padre Giovanni Sale, sobre las iglesias no se
decidió nada, y pareció bien que toda esta cuestión hubiese de ser mejor considerada (Sale, G., “Pauperismo
arquitectónico…”, op. cit., p. 38).
11
Alberti, L. B., De re ædificatoria, Madrid, Akal, 2007, p. 246; BAYER, R., Historia de la Esté-
tica, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, p. 105.; González Moreno-Navarro, J. L., “Los
tratados históricos como documentos para la historia de la construcción”, en Casas Gómez, A. de las,
(coord.), Historia de la construcción, Actas del I Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Madrid,
1996, pp. 255-257.
12
Braunfles, W., Arquitectura monacal en occidente, Barcelona, Barral, 1975, p. 14.
13
Tovar Martín, V., “Juan Gómez de Mora. Arquitecto y trazador del rey y Maestro Mayor de
obras de la villa de Madrid”, en Ivan Gómez de Mora (1586-1648). Arquitecto y trazador del rey y Maestro
Mayor de Obras de la villa de Madrid, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1986, pp. 1-116, espec. p. 98.
14
Blasco Esquivias, B., “Utilidad y belleza en la arquitectura carmelitana”, Anales de Historia
del Arte, 14, 2004, pp. 143-156, espec. p. 144.
15
Bösel, R., “La ratio aedificiorum di un’istituzione globale tra autorità centrale e infinità del
territorio”, en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura
jesuítica. Actas del Simposio Internacional, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2012, pp. 39-69,
espec. pp. 39-40. Es la última aportación que se suma a las de Kirschbaum: anzitutto una constantaziones
negativa: il cosidetto stile gesuitico non esiste. Nel passato si è sempre detto che i gesuiti avevano formato un propio
stile di barocco sovraccarico, raffinato ed estremo. Ma questa opinione l’ha già confutata alcuni decenni fa in
varî studi (Kirschbaum, E., La Compagnia di Gesù…, op. cit., pp. 8-9). Rey, E., “Leyenda y realidad en
la expresión estilo Jesuítico”, Razón y fe, 690-695, Madrid, 1955, pp. 79-98; Chrys, Y., “Le style jésuite
n’existe pas”, Jardins des arts, 86, 1962, pp. 44-49; Benedetti, S., “Il modo nostro e la prima stagione
dell’architettura gesuitica”, Quaderni Niccolò Stenone, 3, 1993, pp. 107-122; Bailey, G. A., “Le style jésuite
n’existe pas: Jesuit corporate culture and the visual arts”, en O’Malley, J. W., Bailey, G. A., Harris, S. J.
y Kennedy, T. F. (eds.), The Jesuits. Cultures, sciences and the arts 1540-1773, Toronto, Buffalo, London,
University of Toronto Press, 1999, pp. 38-89.

105
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

así, serían muy abundantes y claras las referencias en los documentos,16 y


efectivamente, todas las iglesias serían iguales, y las demás dependencias
colegiales estarían dispuestas siempre en el mismo sitio, a lo sumo redu-
cidas o ampliadas según lo marcase el solar disponible, y desde luego, si
esto hubiera sido así, no habría tantas discrepancias a la hora de valorar
el papel desempeñado por los consiliarius aedificiorum y por los arquitectos
tanto externos como internos. Por otro lado, estaríamos negando el es-
fuerzo de los jesuitas de adaptarse a la cultura de cada lugar. Y finalmente,
cabría preguntarse si los comitentes hubieran permitido esa uniformidad,
que habría mermado su participación en la configuración del edificio. En
definitiva, debemos valorar y considerar que cada edificio fue el fruto de
una continua negociación.17
A este respecto, es importante incidir en las discrepancias que existen
a la hora de valorar el control sobre los edificios por parte de los jesuitas,
que supuestamente se llevó a cabo desde Roma. Unos han dicho que el
cargo de consiliarius aedificiorum fue creado para Giovanni Tristano que lo
ejerció desde 1558 hasta 1586.18 Otros dirán que fue tras la celebración de
la II Congregación General (1565) cuando el arquitecto jesuita Bartolomé
de Bustamante fue nombrado miembro de una pequeña comisión sobre las iglesias
y edificios,19 considerándose entonces la obligatoriedad de remitir a Roma
los planos para que una vez revisados y con la preceptiva autorización,
iniciar la construcción.20 Indica el Padre Ceballos, que a punto estuvo el
General Everardo Mercuriano de ver cómo a petición de la Congregación
Provincial de Castilla del año 1579, realizada por medio del Procurador
Padre Diego de Avellaneda, se crease un tipo estándar de Colegio que
sirviera de modelo para las nuevas construcciones, pero que la muerte
del General, apenas un año después, dio al traste con el proyecto.21 Por el
contrario, si seguimos a Vázquez Barrado, el 1 de enero de 1580 se envia-
ron unas instrucciones para el uso de plantas modelos en la construcción
de edificios de nueva planta para España.22 Igualmente poco claro resulta

16
Martín González, J. J., “Primeras iglesias jesuíticas…”, op. cit., pp. 155-156.
17
Bösel, R., “Tipologie e tradizioni architettoniche nell’edilizia della Compagnia di Gesù”, en
Patteta, L. y Della Torre, S. (eds.), L’architettura della Compagnia di Gesù in Italia XVI-XVIII secolo, Atti
del convegno, Milano, Centro Culturale S. Fedele, 24-27 ottobre, 1990, Genova, Casa Editrice Marietti,
1992, pp. 13-26, espec. p. 14.
18
Sale, G., “Pauperismo arquitectónico…”, op. cit., p. 41.
19
Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., Bartolomé de Bustamante…, op. cit., p. 320; Bösel,
R., “La ratio aedificiorum…”, op. cit., p. 42.
20
Vallery-Radot, J., Le recueil de plans…, op. cit., p. 6; Bösel, R., “La ratio aedificiorum…”, op.
cit., p. 42, nota nº 7; Levy, E. A., op. cit., pp. 78-79.
21
Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., Bartolomé de Bustamante…, op. cit., pp. 321-322.
22
Se envían a través de los Procuradores las plantas tipo comunes que aquí han sido elaboradas de los
edificios de nuestra Compañía a las Provincia, con el fin de que por ellas tengamos instrucción y luce sobre la
forma que aquí se ha juzgado debemos tener comúnmente en nuestros edificios [Vázquez Barrado, A., “Teoría

106
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

entender el parecer del General Padre Claudio Acquaviva, que pedía


que la nueva obra se adaptase a los usos religiosos, que fuese modesta,
higiénica y funcional, y que: en ninguna manera de sus partes sea pretenciosa
en los materiales y en la forma y que responda a la habitabilidad y no al boato y
a la ornamentación.23 Pedía, pues, contención el mismo General que según
Bösel impuso en 1613 la obligatoriedad de enviar las plantas a Roma,
las que hoy componen el fondo parisino.24 Sin embargo, se reconoce a
este General cierto interés por fomentar la diversidad y la cooperación
entre los jesuitas y arquitectos laicos.25 No obstante, también fue suya la
siguiente recomendación a los jesuitas de Verona: non é necesario che i mo-
delli delle nostre chiese siano tutte ad un modo; secondo le commodità et circotanze
che occorrono si posono fare o in una maniera o nell’altra, come torna meglio.26
La cuestión que subyace en el fondo es que los jesuitas no levantaron
iglesias aisladamente, sino Colegios, con una serie de dependencias ne-
cesarias para aunar la clausura y la vida en religión con el desarrollo de
los ministerios,27 en los que la iglesia sería un espacio más. Es entonces
cuando resulta necesario conocer exactamente cuáles eran estas depen-
dencias, a menudo llamadas genéricamente oficinas, y dónde se ubica-
ban. Es entonces cuando los grabados de los Colegios cobran más valor,
al contextualizar las iglesias que ahora analizamos individualmente, en
algunos casos porque son lo único que se ha conservado de los antiguos
Colegios. Una vez asimilado este punto, comparando unos edificios con
otros, observaremos cómo dentro de la Compañía existieron diferencias
entre ellos, patentes tanto en la elección y empleo de materiales, plan-
tas, alzados y cubiertas. Aún limitándonos al siglo XVI, veremos edificios
fuertemente influenciados por la tradición edilicia italiana allí donde
Italia marcó la pauta artística, edificios fieles a la tradición gótica donde
se mantuvo como un estilo nacional, completamente fuera de fecha,28 e
incluso, edificios influenciados por la tradición edilicia pagana en Orien-

y praxis arquitectónicas de la Compañía de Jesús en sus inicios según la documentación epistolar y


otros escritos de padres jesuitas”, en Ubieto Arteta, A., (ed.), II Jornadas de Estudios sobre Aragón en el
umbral del siglo XXI, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2001, pp. 437-453, espec. doc. 2, pp. 448-449].
23
Sale, G., “Pauperismo arquitectónico…”, op. cit., 2003, p. 38; Bailey, G. A., Between renaissance
and Baroque: Jesuit Art in Rome 1564-1610, Universidad de Toronto Press, 2003, p. 13.
24
Bösel, R., “La ratio aedificiorum…”, op. cit., p. 43.
25
Rodríguez G. de Ceballos, A., “Juan de Herrera y los jesuitas Villalpando, Valeriani, Ruiz,
Tolosa”, Archivum Historicum Societaties Iesu, XXXV, Roma, 1966, pp. 285-321, espec. p. 285.
26
ARSI, Ven. 3, f. 158 v; Pirri, P. y Di Rosa, P., “Il P. Giovanni de Rosis (1538-1610) e lo sviluppo
dell’edilizia Gesuitica”, Archivum Historicum Societatis Iesu, 44, 1975, pp. 3-104, espec. p. 41, nota nº 205.
27
Tacchi-Venturi, P., La casa di S. Ignazio di Loyola a Roma, Roma, 1924, p. 16.
28
Kirschbaum, E., La Compagnia di Gesù..., op. cit., p. 9; Serbat, L., “L’architecture gothique
des Jésuites au XVIIème siècle”, Bulletin monumental, 66, 1902, pp. 315-379; Serbat, L., “L’architecture
gothique des Jésuites au XVIIème siècle”, Bulletin monumental, 67, 1903, pp. 84-134.

107
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

te.29 Y por supuesto, veremos mezcla de estilos allí donde se produjo esa
dualidad cultural.30
De hecho, España es un ejemplo del debate vivido entre lo moderno
y lo antiguo, del que participó la Compañía de Jesús, como es patente en
las plantas barajadas por el Padre Braun en su estudio sobre la arquitec-
tura jesuítica española, del que dejó fuera un edificio emblemático como
el edificio del Colegio de Medina del Campo (Valladolid), y también el
de Segovia.31
Igualmente se vivió ese debate en Portugal a raíz de la construcción
de la Casa Profesa de São Roque en Lisboa (1566), dudándose si elegir
una planta de tres naves o una planta de una única nave.32 Sobre los
motivos de este cambio, se han apuntado varios: el ahorro de costes,33
o el criterio del comitente —en este caso el Cardenal-Rey don Henrique
junto al arquitecto regio Afonso Álvares—, apoyados por el General de
los jesuitas.34 En realidad, este cambio fue más complejo, y en ella tuvo
un papel destacado el aragonés Padre Miguel de Torres.35 El resultado,
finalmente de una sola nave, fue una tipología típica portuguesa,36 y más
diría, al ver su repercusión en la iglesia de San Giovannino degli Scolopi en
Florencia.37 Pero no obstante, y a pesar de su éxito, a la hora de cons-

29
Podrían traerse aquí los ejemplos españoles, portugueses, los belgas y americanos, e incluso
los orientales. Véase el caso de la desaparecida iglesia de la Asunción de Kyoto (1576). En Japón muchas
iglesias tenían fuentes para la abluciones, pequeños estanques con peces y jardines en estilo local (Bailey, G.
A., Between renaissance and Baroque…, op. cit., pp. 289-290). Muñoz Vidal, A., “Percepciones del arte
chino en las cartas edificantes y curiosas”, BAEO, 34, 1998, pp. 185-202.
30
Vallery-Radot, J., Le recueil de plans…, op. cit., láms. XVII-XXII; Braun, J., Die belgischen
jesuitenkirchen, Freiburg, 1907, pp. 9-10.; Murray, P., Arquitectura del renacimiento, Madrid, Aguilar, 1972,
p. 352; Mesa, J. de, y Gisbert, T., “Planos de Iglesias jesuíticas en el virreinato peruano”, Archivo
Español de Arte, 44, 173, 1971, pp. 65-101, espec. pp. 67-68.
31
Braun, J., Spaniens…, op. cit.
32
Véanse Costa Lima, J. da, São Roque e os seus artistas, Lisboa, 1953; Kubler, G., Portuguese
plain architecture: between spices and diamonds, 1521-1706, Wesleyan University Press, 1972, p. 61; Ma-
deira Rodrigues, Mª J., A Igreja de São Roque, Lisboa, 1980; Lopes, A., Roteiro Histórico dos jesuitas
em Lisboa, Braga, 1985. pp. 25-29; Baptista Pereira, F. A., “Cuatro notas sobre el arte en Portugal
en el tiempo de los Felipes”, en Las sociedades ibéricas y el mar a finales del siglo XVI, Lisboa, 1998, pp.
50-55; Varela Gomes, P. y Lobo, R., “Arquitectura de los jesuitas en Portugal y en las regiones de
influencia portuguesa”, en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J. (coords.),
La arquitectura jesuítica…, op. cit., p. 499, nota nº 4.
33
Lino d’Assumpção, T., (coord.), Historia Geral dos jesuitas, desde a sua fundação até nossos
dias, Lisboa, 1901, p. 436.
34
Chueca Goitia, F., “El estilo herreriano y la arquitectura portuguesa”, en El Escorial 1563-
1963, Madrid, Patrimonio Nacional, 1963, II, p. 245.
35
Santos, P. F., “Contribuição ao estudo da arquitectura da Companhía de Jesús em Portugal
e no Brasil”, en Colóquio Internacional de Estudos luso-brasileiros, Coimbra, 1963, pp. 515-569; Pereira,
P., “A Arquitectura Jesuíta. Primeiras Fundações”, Oceanos, 12, 1992, pp. 104-111. Quiero agradecer al
Profesor Arquitecto Rui Lobo su generosidad y amabilidad para hacerme llegar toda la información
recogida en estos trabajos.
36
Varela Gomes, P. y Lobo, R., “Arquitectura de los jesuitas en Portugal…”, op. cit., p. 499.
37
Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati e i Gesuiti”, Archivum Historicum Societatis
Iesu, 12, 1943, pp. 5-7; Bailey, G. A., “Le style jésuite n’existe pas…”, op. cit., pp. 65-67; Chueca Goitia,

108
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

truir en Coímbra, prácticamente en las mismas fechas en que se estaba


haciendo en Lisboa, no se quiso obviar la tradición de las iglesias de los
Colegios Universitarios, esencia de la ciudad.38
Por lo tanto, a pesar de la aparente uniformidad que presentan las
iglesias de la Compañía, debemos acercarnos a ellas respetando un grado
de originalidad en cada una, de un modo similar al que planteó en su
tesis doctoral María Cristina Osswald,39 o como previamente había em-
prendido el estudio de la iglesia del Gesù el Padre Heinrich Pfeiffer, que
lejos de seguir las líneas de investigación imperantes, nos la presentó como
resultado del ensamblaje perfecto de influencias italiana y española,40
poniendo de relieve las partes que intervinieron en la configuración del
arte jesuítico: los comitentes, donadores de los fondos financieros y los propios
arquitectos.41

El estado de la cuestión; Segovia

Al analizar el caso concreto del edificio del Colegio de Segovia se


comprueba cómo se han mantenido algunos de estos mitos, originán-
dose cierta confusión, más evidente al recopilar lo dicho en diferentes
estudios, que en el marco de investigaciones más amplias, mencionaron
principalmente su iglesia. En esta labor de rastreo hay que tener presente
las facilidades que nos aportan las bibliotecas digitales, en este caso espe-
cialmente útil la Biblioteca Digital de Castilla y León.
El testimonio más antiguo debería ser el del cronista histórico de
Segovia, don Diego de Colmenares (1637), quien sin embargo declinó
hacer cualquier valoración estética de la iglesia que se consagró en 1606.42
A este hombre de letras, cura párroco de la iglesia segoviana de San Juan,
tan sólo la iglesia del Convento de San Agustín pudo arrancarle un escueto
pero significativo fábrica excelente [fig. 1].43

F., “El estilo herreriano...”, op. cit., p. 247; Bencivenni, M., L’architettura della Compagnia di Gesù in
Toscana, Firenze, Alinea, 1996, p. 29; Kirkbam, V., Laura Battiferra and her literary circle: an anthology,
The University of Chicago Press, 2006, p. 30; Hurx, M., “Bartolomeo Ammannati and the college of
San Giovannino in Florence: adapting architecture to Jesuit needs”, Journal of the Society of Architectural
Historians, 68, 3, 2009, pp. 338-357.
38
Varela Gomes, P. y Lobo, R., “Arquitectura de los jesuitas en Portugal…”, op. cit., p. 502.
39
Osswald Trinidade Guerreiro, Mª C., Jesuit art in Goa between 1542 and 1655: from ‘Modo
Nostro’ to ‘Modo Goano’, Florencia, European University Institute, 2003.
40
Pfeiffer, H., “Intorno al disegno architettonico della chiesa del SS. Nome di Gesú in Roma”,
en Colloqui del Sodalizio tra Studiosi dell’arte, Roma, De Luca Editore, 1975-1976, p. 63
41
Ibidem, pp. 63-64.
42
Colmenares, D. de, op. cit., II. pp. 380-381.
43
Ibidem. p. 351.

109
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

Fig. 1. Segovia, fachada del antiguo Colegio de la Compañía de Jesús, hoy Seminario diocesano.

Tampoco dejaron por escrito ninguna apreciación sobre el edificio


muchos de los viajeros que pasaron por Segovia.44 Es por tanto el testi-
monio de Isidoro Bosarte el más antiguo que he encontrado sobre la
fachada del edificio (1804), de la que destacó su aproximación al buen
gusto de la antigüedad por la maestría de su cantería45. Pascual Madoz, la
definiría de una manera muy similar, acentuando lo capaz y suntuoso.46 Por
su parte, Losañez empleará adjetivos como grandioso y de buenas proporcio-
nes, reservando al resto del edificio la siguiente consideración: también es
cómodo, sano y ventilado.47 Otros escritores románticos, como Quadrado o
Valverde y Álvarez continuaron una misma línea, uniendo para siempre

44
Un ejemplo lo vemos en Jara, A., “Impresiones de una visita a Segovia”, Boletín de la So-
ciedad Española de Excursiones, VIII, 85, 1990, pp. 49-54, en el que hace un repaso de la iglesias más
importantes de la ciudad omitiendo la del Seminario. Véase Cortón de las Heras, Mª T., “Viajeros
extranjeros en la ciudad de Segovia”, en mariño, F. M., (coord.), El viaje en la literatura occidental,
Universidad de Valladolid, 2004, pp. 97-114.
45
Bosarte, I., Viaje artístico a varios pueblos de España: con juicio de las obras de las tres nobles artes
que en ellos existen y épocas a que pertenecen, Madrid, 1804, I, p. 73.
46
Madoz, P., Diccionario geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar,
Madrid, 1849, XIV, p. 118.
47
Losañez, J., El Alcázar de Segovia, Segovia, Imprenta Pedro Ondero, 1861, pp. 246-247.

110
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

al templo el apelativo de severamente greco-romano y sin adornos.48 Similar


era la valoración de Hernández Useros, cuya interpretación del triple
acceso en la fachada le llevó a cometer un error que lamentablemente
ha tenido mucha repercusión, al afirmar que: adjunto al establecimiento de
enseñanza se halla este templo, uno de los más espaciosos de la ciudad, que tiene
tres hermosas naves y crucero, presentando, tanto en el interior como en el exterior,
que son de estilo greco-romano, una severidad de líneas que cuadran con sus
admirables proporciones.49 Repitió el error Gila y Fidalgo en los albores del
siglo XX, añadiendo otro dato incorrecto, que sigue siendo recurrente:50
conserva como recuerdo de su inauguración la asistencia del P. Francisco de Borja,
el piadoso apóstol de las Indias, elevado a los altares por sus virtudes y santidad.51
Colorado y Laca, en 1908, fue el primero en adscribirla al estilo
escurialesco, destacando su cantería, su decoración de bolas, y de paso,
lo impropio de su estilo para los tiempos en los que fue construida.52
Esta línea fue seguida por otros, ya fuera bajo el apelativo de iglesia de
estilo greco-románico;53 del herreriano de una arquitectura majestuosa, fría y
severa, que sintetiza el carácter y la época de aquel tan discutido monarca,54 que
continuó incluso el Marqués de Lozoya;55 o por último, bajo el apelativo
de estilo trentino, como hizo Brasas Egido al encumbrarla como el mejor
edificio de estilo trentino o escurialense que se conserva en Segovia,56 que después
siguieron el profesor Parrado del Olmo,57 o el Padre Rivera Vázquez. Es-
pecial interés tiene la valoración de este Padre jesuita, para quien resultó
ser un templo magnífico y funcional, tanto exterior como interiormente, hecho para

48
Quadrado, J. Mª, Recuerdos y bellezas de España: Segovia. Obra destinada a dar a conocer sus
monumentos y antigüedades, Barcelona, Daniel Cortezo, 1884 (reedición facsimilar, Valladolid, Maxtor,
2007), pp. 664-665; Valverde y Álvarez, E., Guía del antiguo Reino de Castilla, provincias de Burgos,
Santander, Logroño, Soria, Ávila y Segovia: viaje geográfico, artístico y pintoresco, Madrid, 1886, p. 325.
49
Hernández Useros, P., Apuntes para una Guía de Segovia y su Provincia, Segovia, Imprenta
Provincial, 1889, p. 219.
50
García Hernando, J., El Seminario Conciliar de Segovia. Antecedentes históricos, Segovia, IDC,
1958, pp. 32-33. La errónea interpretación del símil arquitectónico que otorga al Padre Francisco
de Borja la colocación de la primera piedra del Colegio de Segovia ha dado lugar a interpretaciones
peregrinas sobre su presencia en la consagración del templo que conocemos, celebrada en 1606; 34
años después de su muerte. Este autor ya trató de corregirlo, pero es algo a lo que se sigue recu-
rriendo a la hora de presentar la importancia de la iglesia, dejándolo en el aire.
51
Gila y Fidalgo, F., Guía y plano de Segovia, Segovia, 1906, p. 147.
52
Colorado y Laca, E., Segovia: ensayo de una crítica artística de sus monumentos, con un compendio
de su historia y algunas noticias curiosas y útiles para el viajero, Segovia, 1908, p. 213.
53
Rodríguez Fernández, I., Compendio histórico de Segovia: recuerdo monumental de esta ciudad,
Segovia, Imprenta Carlos Martín, 1929, II., p. 277.
54
Cabello y Dodero, F. J., Guía de Segovia, Segovia, Junta Provincial del Turismo, 1949, p. 57;
Cabello y Dodero, F. J., La provincia de Segovia: notas para una guía arqueológica y artística, Segovia,
1928, p. 128.
55
Contreras y López de Ayala, J., Segovia, Barcelona, Editorial Noguer, 1957. p. 34.
56
Brasas Egido, J. C., Guía de Segovia, Nebrija, 1980, p. 96.
57
Parrado del Olmo, J. Mª, Castilla y León, León, Lancia, 1990, p. 131.

111
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

protagonizar un culto intenso y no para estar prácticamente cerrado como tantas


iglesias en tantas partes.58
Tampoco existe unanimidad para adscribirla a un estilo artístico. Mar-
tín Crespo defiende que es representativa de la arquitectura renacentista;
más aún, expresó: llena honrosamente ese papel.59 Encontraremos, en con-
secuencia, un estudio sobre la Historia del Arte de Castilla y León que la
englobaba en el tomo dedicado al Renacimiento.60 Por el contrario, otro
trabajo colectivo correspondiente al estilo barroco, recurre precisamente
a la fachada del templo segoviano como ejemplo de fachadas planas de
escaso resalte pero de gran perfección estereométrica.61 La dicotomía entre
Renacimiento y Barroco la vemos en los escritos de Chaves Martín,62 autor
que en la reedición ampliada de su trabajo en 2006 siguió manteniendo
respecto a su iglesia la fidelidad con respecto al modelo jesuítico,63 que
de nuevo se enfatiza en el estudio premiado en 2009, que en que se
acercaban a la iglesia considerándola renacentista, pues su estilo sigue las
ideas de Vignola y en el proyecto intervienen Valeriani y Herrera desde 1577,64 y
valorando el claustro en tanto una muestra de un barroco muy equilibra-
do.65 Sin embargo, en opinión de Ruiz Hernando, pocos edificios hay tan
representativos en Segovia de la cultura barroca como el de los jesuitas (…). Tan
gran fábrica, sólo comparable a la de los capuchinos y agustinos.66
Siguiendo con las comparaciones, tradicionalmente y aún hoy, se
interpreta la fábrica segoviana como seguidora del modelo del Colegio-
Noviciado de San Luis en Villagarcía de Campos (Valladolid),67 que fue

58
Rivera Vázquez, E., “Crónica general de la Provincia de Castilla”, en García Velasco, J. I.,
(coord.), San Ignacio de Loyola y la Provincia jesuítica de Castilla, Santander, Provincia de Castilla, Sal
Terrae, 1991, pp. 129-390, espec. p. 219.
59
Martín Crespo, C., Guía de Segovia, Segovia, 1934, p. 50.
60
VV. AA., Historia del Arte de Castilla y León, V. Renacimiento y Clasicismo, Valladolid, Ámbito,
1994, p. 140.
61
Sureda, J. (dir.), Los siglos del Barroco. Arte y estética, Madrid, Akal, 1997, p. 66. En este gru-
po se engloban: San Antonio de los Portugueses (Madrid), las Góngoras (Alcalá de Henares), San
Plácido (Madrid), las Clarisas de Valdemoro y Portería de Ávila.
62
Chaves Martín, M. A., Catálogo-guía de arquitectura en Segovia, Obra Social Caja Segovia,
1998, pp. 23 y 82.
63
Chaves Martín, M. A., Segovia, Guía de Arquitectura, COACYLE, 2006, pp. 130-132.
64
Se trata de un estudio realizado por un grupo de alumnos del IES Francisco Giner de
los Ríos de Segovia [VV. AA., Segoviensis ecclesia & Collegium Societatis Iesu. La iglesia y el Colegio de la
Compañía de Jesús en Segovia (1577-1641). Una obra desconocida de Giuseppe Valeriani y Juan de Herrera,
Segovia, 2009. p. 4].
65
Ibidem., p. 26.
66
Ruiz Hernando, J. A., Historia del urbanismo en la ciudad de Segovia del siglo XII al XIX, Ma-
drid, 1982, I, p. 153.
67
Pirri, P., Giuseppe Valeriano S. I. Architetto e pittore 1542-1596, Roma, Institutum Historicum S.
I., 1970, p. 28; Rodríguez G. de Ceballos, A., “Juan de Herrera y los jesuitas…”, op. cit., pp. 1-37;
Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., La arquitectura de los Jesuitas, Madrid, Edilupa, 2002, p. 67.;
Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, A., “La arquitectura jesuítica en Castilla. Estado de la cuestión”,
en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura jesuítica…,

112
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

el prototipo que se difundirá por toda la Meseta Norte, entre finales del siglo
XVI y comienzos del siglo XVII, antes de que se configurase el modelo
herreriano de la Catedral de Valladolid.68 En eso mismo incidía la reso-
lución de 8 de julio de 1999 de la Dirección General de Patrimonio y
Promoción Cultural de la Consejería de Educación y Cultura de Castilla
y León, por la que se incoaba el expediente de declaración de la parte
histórica del edificio segoviano como Bien de Interés Cultural, destacando
como valor principal precisamente su similitud con la iglesia de Villagarcía
de Campos.69
Igualmente se ha comparado el claustro con el de la Clerecía de
Salamanca, por lo que en mi caso, intenté llamar la atención sobre la
disparidad de fechas, y que en tal caso, sería un antecedente y no una
copia inspirada en menor escala.70
Incluso varios autores compararon el edificio de Segovia con el del
Colegio de Monforte de Lemos, basándose en que en ambos casos se
impulsaron directrices estéticas similares, en continua referencia al orden
corintio según el tratado de Vignola.71 Tiene sentido esta comparación,
como se apuntara ya en 1958,72 puesto que entre Segovia y Monforte
existieron ciertos lazos históricos, como la presencia del Hermano An-
drés Ruiz en ambas obras, pero en ningún caso porque se repitiera en la
fachada de Segovia el esquema simplificado de Monforte, sino al revés,
puesto que antes de involucrarse en las obras de El Escorial de Galicia, el
hermano coadjutor había asumido las obras de Segovia. Por eso mismo
es importante destacar, que Guerra Pestonit en su tesis doctoral ha he-

op. cit., pp. 305-325, espec. pp. 309-313; Alonso Ruiz, Mª B., “El Seminario de Segovia. Diego Gómez
de Sisniega y su aparejador Francisco de Isla (1603-1604)”, en Actas del VIII Congreso Nacional de Historia
del Arte CEHA, Universidad de Extremadura, 1990, Mérida, 1992, I, p. 167; Fernández Redondo, J.
E., La arquitectura del Renacimiento en la Provincia de Segovia. (1550-1650), Tesis Doctoral, UCM, 1990,
I, p. 367; Losada Varea, C., La arquitectura en el otoño del Renacimiento: Juan de Naveda, 1590-1638,
Santander, Servicio de publicaciones de la Universidad de Cantabria, 2007, p. 129; Criado Mainar,
J., “Contribución de la Compañía de Jesús al campo de la arquitectura y de las artes plásticas”, en
Betrán, J. L. (ed.), La Compañía de Jesús y su proyección mediática en el mundo hispánico durante la Edad
Moderna, Madrid, Sílex, 2010, p. 259, nota nº 29.
68
Bustamante García, A., La arquitectura clasicista del foco vallisoletano. 1561-1641, Valladolid,
Institución Cultural Simancas, 1983, p. 53; Heras García, F., Arquitectura religiosa en el siglo XVI en la
antigua Diócesis de Valladolid, Valladolid, Diputación Provincial de Valladolid, 1975, p. 43.
69
BOE., nº 184 (Madrid, 2-VIII-1999), pp. 28.933-28.934.
70
Ibidem; García Oviedo, C., El Escorial en Segovia y Segovia en el Escorial. Las relaciones de Felipe
II y Juan de Herrera con la ciudad de Segovia, Segovia, Caja Segovia, 2002, pp. 68-74.
71
Cotarelo Valledor, A., El Cardenal don Rodrigo de Castro y su fundación en Monforte de
Lemos, Editorial Magisterio Español, 1946, I, p. 305; Bonet Correa, A., La arquitectura en Galicia
durante el siglo XVII, Madrid, CSIC, 1984, pp. 177-188; Losada Varea, C., La arquitectura en el otoño del
Renacimiento…, op. cit., p. 130; Pena Buján, C., “¿Decoro, decoración o mera evocación? El sentido
de los órdenes arquitectónicos gallegos del Renacimiento y el Barroco”, SEMATA. Ciencias Sociais e
Humanidades, 14, 2002, pp. 410-411.
72
Alcolea, S., Segovia y su provincia, Barcelona, Editorial Aries, 1958, p. 104.

113
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

cho una gran contribución al estudio de la iglesia segoviana, a la que no


considera tan deudora del modelo terracampino, pues sólo en Segovia
aparecen los arcos perpiaños o fajones de cantería; modelo que se pensó
para Monforte, aunque finalmente no se realizaran.73
Por último, no podíamos eludir el debate sobre la influencia de la
iglesia del Gesù y la fidelidad con el modelo jesuítico, de gran importancia,
por cuanto en su raíz está el grado de aceptación de la influencia italiana
en las primeras iglesias de la Compañía en España.74 Dos obras publica-
das por Caja Segovia lo hacían de la siguiente manera en 2006 y 2009,
respectivamente: típica muestra barroca de iglesia jesuítica, de impresionante
y adusta fachada de granito e interior de tres naves separadas por pilastras con
capitel corintios y rico entablamento, con cúpula en el crucero, cabecera plana, coro
alto a los pies y Capillas laterales que se comunican entre sí;75 y como: modelo
característico de templo jesuita.76 Otros autores recurren a la influencia de la
tratadística italiana para explicar la morfología de esta fachada, apuntan-
do a la influencia del arquitecto de la iglesia del Gesù, Giacomo Vignola
(1507-1573),77 sobre lo que tendríamos que detenernos un instante y
recordar que se considera la primera referencia documentada en España
al tratado de Vignola fue el monumento funerario del Obispo don Luis
Tello Maldonado en la Catedral de Segovia (1590), adelantándose tres
años a la publicación de la traducción al castellano por parte de Patricio
Cajés.78 Para otros, como decía Fernández Redondo, la fachada, responde
al modelo previñolesco, con frontones y aletones que ponen la obra en contacto
con el Gesù de Roma,79 mientras que Losada Varea mantiene la vigencia de
la tipología de la planta de iglesia conventual de la tradición española,
reduciendo la influencia italiana a la adopción de elementos secundarios,
como considera a las Capillas laterales profundas.80 Esta misma autora
apunta a la influencia de Sebastiano Serlio (1475-1554) en la fachada

73
Guerra Pestonit, R. A., Bóvedas y contrarresto del Colegio de Nuestra Señora de la Antigua de
Monforte de Lemos. Geometría, construcción y mecánica, Tesis doctoral, Escuela Técnica Superior de Ar-
quitectura, Universidad de Santiago de Compostela, 2012, pp. 20-21, nota nº 5.
74
Micozzi, P. L., “Una intriduzione al Modo Nostro”, en La chiesa del SS. nome di Gesù:. gli
ultimi restauri, Viterbo, Luciana Gaydenzi, 1996, pp. 1-9.
75
Fuentetaja Arranz, L. M., (coord.), Segovia y provincia.com, Segovia, Caja Segovia, Obra
Social y Cultural, 2006, p. 62.
76
Sanz Aragón, A. y Postigo Escribano, V., Segovia Renacentista. Rutas por la Segovia del siglo
XVI, Segovia, Caja Segovia, Obra social, 2009, p. 72.
77
VV. AA., Segoviensis ecclesia & Collegium Societatis Iesu..., op. cit., 2009, p. 4.
78
Vera, J. de, “El enterramiento del Obispo Tello Maldonado, en la Catedral”, Estudios
Segovianos, 2, 4, 1950, p. 152; Cortón de las Heras, Mª T., La construcción de la catedral de Segovia
(1525-1607). Tesis Doctoral, UCM, 1990, I, p. 618, y II, pp. 663-668.
79
Fernández Redondo, J. E., La arquitectura del Renacimiento…, op. cit., I, p. 367.
80
Losada Varea, C., La arquitectura en el otoño del Renacimiento…, op. cit., p. 134.

114
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

segoviana,81 justo lo contrario que defendió el profesor Bustamante Gar-


cía, quien no considera el almohadillado de los sillares como propiamente
tal, a la manera del tratadista Sebastiano Serlio, sino más bien como un
rehundido en los lechos y sobrelechos de las piedras.
Tal disparidad de criterios hace necesaria una diferenciación entre
las fuentes bibliográficas, pudiendo señalar la existencia de varias escue-
las historiográficas. Estas son: la Escuela Segoviana, puesto que los autores
tienen en común el nexo de unión con la ciudad. Pionera fue Manuela
Villalpando que trabajó los fondos del Archivo Histórico Provincial,82 de-
mostrando su valor en el estudio de la obra del Colegio, y siguió Juan de
Vera, autor de la obra Piedras de Segovia.83 La crítica que se puede hacer es
que ninguno de los dos transcribió los documentos en su totalidad, labor
que en 1990 ampliaron en sus Tesis Doctorales José Enrique Fernández
Redondo y María Teresa Cortón de las Heras, aunque en algunos casos
las signaturas aportadas no sean correctas. Ambas tesis doctorales son
dignas de mención, porque la primera insertó la iglesia de la Compañía
dentro de un estudio sobre la arquitectura renacentista en la provincia
de Segovia,84 mientras la segunda estableció la vinculación directa de sus
artífices con la obra de la Catedral.85 Cierra esta escuela la monografía
que más se ha acercado a la Historia de la Institución que albergó el
edificio realizada por García Hernando.86
En 1966 apareció en Roma un artículo del Padre Alfonso Rodríguez
Gutiérrez de Ceballos, que sigue siendo fundamental y la referencia prin-
cipal.87 Gracias a él se planteó la relación de Juan de Herrera con varios
arquitectos jesuitas, entre ellos Giuseppe Valeriano, manejando principal-
mente la documentación del Archivo Romano de la Compañía de Jesús
(ARSI) y del Archivo Histórico Nacional (AHN), especialmente el Libro
de Cuentas de la fábrica, hasta entonces inédito. Esta obra, junto a la del
también jesuita Padre Pietro Pirri,88 que no es apenas citada en Segovia,
conformarían la que podríamos llamar Escuela Jesuítica, que intentó desta-

81
Ibidem, pp. 130-131.
82
Villalpando, M., Artistas en Segovia en los siglos XVI-XVII, Segovia, Caja de Ahorros y Monte
de Piedad de Segovia, 1985; Villalpando, M., Índice de testamentos de los siglos XVI-XVII, Segovia, Caja
de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia, 1989; Villalpando, M., “El Archivo Histórico de Segovia”,
Estudios Segovianos, 71-72, 1972, pp. 199-208.
83
Vera, J., Piedras de Segovia. Apuntes para un itinerario heráldico y epigráfico de la ciudad, Madrid,
Instituto Diego de Colmenares, Patronato José María Quadrado, CSIC, 1950, pp. 37-38.
84
Fernández Redondo, J. E., La arquitectura del Renacimiento…, op. cit., I, pp. 360-369.
85
Cortón de las Heras, Mª T., La construcción de la catedral de Segovia…, op. cit. Principal-
mente vols. II y III.
86
García Hernando, J., El Seminario Conciliar de Segovia…, op. cit., p. 31, publicado con el
mismo título en Estudios Segovianos, 11, 31-32, 1959, pp. 5-240.
87
Rodríguez G. de Ceballos, A., “Juan de Herrera y los jesuitas…”, op. cit., pp. 285-321.
88
Pirri, P., Giuseppe Valeriano..., op. cit.

115
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

car el peso italiano en la arquitectura clasicista, enfocada en ambos casos


a la estancia en España de Giuseppe Valeriano. Además, estos estudios
tienen un valor añadido al estudiar transversalmente diversas construccio-
nes de la Compañía, lo que proporciona una perspectiva más completa.
Con el estudio de Agustín Bustamante García sobre la arquitectura
clasicista vallisoletana,89 heredero de los estudios de Esteban García Chi-
co y de Juan José Martín González,90 se terminó por perfilar la Escuela
vallisoletana, que ha venido disintiendo de las conclusiones de la Escuela
jesuítica, al adjudicar a maestros locales la adaptación del lenguaje arqui-
tectónico clasicista y su difusión por tierras castellanas,91 aunque coinci-
den con el Padre Ceballos al dar especial valor como modelo único a la
Colegiata de San Luis en Villagarcía de Campos (Valladolid).
Podríamos hablar, por último, de una cuarta Escuela, originada en
la Universidad de Cantabria, con las aportaciones de María Begoña Ruiz
Alonso,92 y de Celestina Losada Varea,93 ambas estudiosas de la figura
de Diego de Sisniega y de su prolífico taller. Sus estudios, basados en
la documentación del AHRC o AHPC,94 sirven para documentar a los
maestros trasmeranos activos en Segovia. De hecho, sobre este tema ha
habido avances en su estudio, principalmente tras la publicación de la
obra dirigida por la Profesora de la Universidad de Valladolid, María José
Redondo Cantera, que resalta y homenajea en su V Centenario la labor
del arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón,95 que de familia trasmerana ya
nació y murió en territorio de Segovia.96

Proceso de investigación

A la vista de lo explicado hasta ahora se me creerá cuando digo que


empecé mi investigación en los archivos sin ninguna idea clara de hasta
dónde podría llevarme. Tal vez se pueda decir, que los únicos condicio-
nantes con los que partía fueron los que resultaron a la larga dos grandes
errores, como lo fue pensar que se ya se habían extraído del Archivo

89
Bustamante García, A., La arquitectura clasicista…, op. cit., p. 82.
90
Martín González, J. J., “Primeras iglesias jesuíticas…”, op. cit., p. 154.
91
Bustamante García, A., La arquitectura clasicista…, op. cit., p. 228.
92
Alonso Ruiz, Mª B., “El Seminario de Segovia…”, op. cit., pp. 167-169.
93
Losada Varea, C., La arquitectura en el otoño del Renacimiento…, op. cit., pp.127-134.
94
Agradezco a la Profesora María Begoña Alonso Ruiz que me aclarase este punto, puesto
que en ambos casos se refiere al Archivo Histórico de Protocolos de Cantabria.
95
Redondo Cantera, Mª J., “Los arquitectos y canteros del entorno de Rodrigo Gil de Hon-
tañón en Castilla y León: la herencia paterna”, en El arte de la cantería, Actas del Congreso V Centenario
del Nacimiento de Rodrigo Gil de Hontañón, Santander, Centro de Estudios Montañeses, 2003, pp. 15-76.
96
Véase Casaseca Casaseca, A., Rodrigo Gil de Hontañón. (Rascafría, 1500-Segovia, 1577), Sala-
manca, Junta de Castilla y León, 1988.

116
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

Histórico de Protocolos de Segovia y del Archivo Histórico Nacional todos


los documentos relevantes, y que los que quedarían por conocerse, por
ejemplo los relativos a los retablos de la iglesia, sólo podrían ser consul-
tados por las personas que registraron como materia de tesis doctoral los
retablos barrocos de la ciudad de Segovia. No obstante, la experiencia me
demostró que donde había empezado la investigación tímidamente tenía
que concluirla, para releer las informaciones con nuevos ojos, y para con-
sultar fuentes que seguían inéditas, por ejemplo, el Inventario de Alhajas
de la iglesia que se realizó al tiempo del extrañamiento de los jesuitas.
Cierto es que el inventario es muy parco en informaciones propiamente
artísticas, pero es tremendamente útil por cuanto describe la iglesia que
precipitadamente se vieron obligados a abandonar los jesuitas en 1767.
Pensando que en el ARSI encontraría alguna traza del proyecto de Se-
govia, que no encontré ni en los archivos jesuíticos de Alcalá de Henares y
Loyola, esperando que estuviera custodiado junto a una amplísima informa-
ción sobre las obras, proseguí la investigación. Allí conté con la inestimable
ayuda y orientación del personal del archivo, especialmente de los Padres
Francisco de Borja Medina y José Antonio Yoldi. Ellos me hicieron ver que
necesitaba conocer antes que nada, la propia Historia de la Compañía de
Jesús y de los jesuitas. Hoy considero mi estancia en Roma fundamental,
aunque costara comprenderlo cuando las informaciones tan jugosas que es-
peraba encontrar se reducían a brevísimos comentarios en extensas cartas y
memoriales intercambiados entre Segovia, la Provincia de Castilla y la Curia
romana. Esa documentación me obligó a realizar un estudio dual, donde la
parte de Historia y la parte de Historia del Arte estuvieran continuamente
interrelacionadas, pues para conocer y valorar el edificio tenía que conocer
las personas que intervinieron en su configuración, saber qué hacían en Se-
govia, cuáles eran los problemas a los que se enfrentaban en su cotidianidad,
y por tanto, considerar cuáles eran sus prioridades.
Por consiguiente, lo primero era conocer quiénes vivieron en Segovia
y qué misión tenían encomendada al Colegio de Segovia. Para eso tenía
que consultar los catálogos existentes, las Litterae Annuae y Litterae Qua-
drimestres, y los volúmenes de Monumenta Historica Societatis Iesu (MHSI).
Al mismo tiempo, tenía que conocer con detalle las condiciones par-
ticulares en las que se produjo la fundación segoviana, y esa información
está recopilada en el Fondo Gesuitico, Collegia Segovia. Inventariado por Pio
Pecchiai entre 1938-1939, hoy esa guía imprescindible puede consultarse
en la página web de la Curia romana de la Compañía, lo que es una gran
ayuda.97

97
http://www.sjweb.info/arsi/documents/Collegia.pdf, (fecha de consulta: 25-X-2013).

117
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

Obligada era la consulta de varias historias del Colegio de Segovia.


Las dos más importantes son la obra del Padre Luis de Valdivia —ejem-
plar mecanografiado98—, y la obra del Padre Pedro de Guzmán.99 De la
lectura de ambas obras se desprende, entre otras cosas, que el 1 de julio
de 1582, domingo, se iniciaron las obras de la iglesia que conocemos,
con la celebración de la colocación de la primera piedra, y que por lo
tanto, con anterioridad existió otro templo, uno de prestado que no se
ha conservado y del que casi no hay noticias.
Mientras tanto, seguía leyendo cada carta enviada o recibida en
Roma, obligándome a confrontar los datos y no aceptar ninguno por
inamovible. De esta manera, y aún aceptando la importancia de un acto
como la colocación de la primera piedra del edificio, del que no hay
duda que se celebró con gran fiesta, puedo hacer una lectura distinta.
Sostengo, a diferencia de Valdivia y Guzmán, que lo realmente importan-
te que se celebró en Segovia no fue el 1 de julio, sino al día siguiente,
el día de la Visitación de Nuestra Señora, cuando se publicaron las In-
dulgencias de la Congregación de la Anunciada, con su Misa solemne y
Sermón, que ofició el Arcediano de Cuéllar don Juan de Orozco, primo
Prefecto de esta Congregación, —escritor de renombre y además sobrino
del Obispo Covarrubias—, y que terminó con una representación teatral
por parte de los estudiantes.100 Para hacer esta afirmación me baso en la
carta que el 20 de agosto de ese año se escribía en Roma al Rector de
Segovia, el Padre Luis de Santander, en la que además de comunicarle
su inminente traslado a Pamplona, y que el Colegio de Segovia quedaría
especialmente encomendado al Provincial de Castilla, el aragonés Padre
Antonio Marcén, se reconocía que la traza del edificio aún no estaba
lista para ser enviada. Más aún, respetando los tachones del documento
original: y porque los arquitectos que acá la han visto hacen otro diseño otra,
(…) ha sido forzoso esperar otro correo. Y será bien hasta que llegue que entre-
teniendo la obra porque no sea después necesario derrocar algo de lo que ahora
edificasen se hiciese.101
En este punto el Libro de cuentas de la fábrica cobra nueva impor-
tancia, sobre todo para interpretar en clave de entretenimiento los trabajos
de los diversos operarios, que efectivamente, trabajaron acondicionando
el solar.102 Muchos de los nombres de estos operarios no son identificables

98
Historia de la Provincia de Castilla (ARSI, Hisp. 152, ff. 179-186 v).
99
Historia de la Provincia de Castilla la Vieja de la Compañía de Jesús [ARSI, Cast. 35 (II), ff.
329-336 v].
100
ARSI, Hisp. 152, f. 185.
101
Carta al Padre Luis de Santander. Roma, 20 de agosto de 1582 (ARSI, Cast. 3, f. 62 v).
102
Gasto Año 1582 (AHN, Clero-Jesuitas, Libro 539, f. 55).

118
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

porque sólo están nombrados por su nombre de pila: Luis, Antonio, etc.,
salvo en el caso del cantero San Juan de Gogorza.103 Aún así, había un
Hermano coadjutor dirigiendo los trabajos, llamado Pedro del Hierro,104
trabajos que afectaron también al edificio de las escuelas. Así consta en el
cargo del gasto: el mismo sábado 7 [de julio 1582] a un carpintero que había
trabajado 3 días en acomodar la clase de medianos y hacer la calle a 4 reales cada
día monta 408 maravedís.105
Para saber quién fue este Pedro del Hierro es obligatorio acudir a
las informaciones de los catálogos de los Colegios, y una vez más, repasar
la bibliografía. Así, gracias al Padre Ceballos, se localizó a este mismo
Pedro del Hierro en Villagarcía de Campos en 1576, nada menos que en
calidad de sobrestante de la obra de la Iglesia, en el mismo documento
en el que aparecía Giuseppe Valeriano muy destacado, como eminente en
pintura y arquitectura.106 ¿Se demostraba así la dependencia artística de Se-
govia con respecto a Villagarcía? En absoluto, porque más allá del posible
enfrentamiento o discordancias entre del Hierro y Valeriano, que puedan
hacer dudar de la valía o capacidad del primero para dar trazas,107 doña
Magdalena de Ulloa no se contentaba con que un solo sujeto de la Com-
pañía tuviera la superintendencia de la obra, y que a veces echaba mano
de uno, y ya solicitaba su cuidado otros.108 Además, y esto creo que es funda-
mental, lo que sabemos de Pedro del Hierro como arquitecto (tracista y
director de obras), lo demostró en la iglesia del Colegio de Soria,109 una
obra que no se ha conservado, pero que podemos juzgar por medio de
la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Fuentepinilla (Soria) [figs.
2 y 3], donde se impuso que en la medida de lo posible fuese como la iglesia
de los teatinos de Soria.110

103
Ibidem, f. 56.
104
Ibidem, ff. 3 v-4 v.
105
Ibidem, f. 55 v.
106
Rodríguez G. de Ceballos, A., “Juan de Herrera y los jesuitas…”, op. cit., p. 71.
107
De hecho el Padre Pirri cree que es a Pedro del Hierro a quien se refería Valeriano en un
escrito crítico sobre las construcciones de la Compañía, realizado en torno a los años 1593 y 1594.
Desde luego, en las cartas escritas por Valeriano, mostró su disconformidad por lo que consideraba
fallos en los edificios de la iglesia y Colegio que causaron graves daños y gastos innecesarios de más
10.000 escudos a la fundadora, culpando directamente a los jesuitas que lo construyeron, y que pusie-
ron al frente un sartore, aclarando que Pedro del Hierro antes de entrar en la Compañía había sido
sastre, y después que entró mucho tiempo ha ayudado a la Compañía en el mismo oficio (Pirri, P., Giuseppe
Valeriano..., op. cit., p. 390).
108
Villafañe, J., La limosnera de Dios, Salamanca, Imprenta Francisco García Onorato, 1723,
p. 158.
109
ARSI, Hisp. 151, f. 215.
110
Martínez Frías, J. Mª, “La parroquial de Fuentepinilla (Soria) y su posible relación artística
con la primitiva iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús de Soria”, Celtiberia, 72, 1986, p. 305.
También lo menciona Alonso Ruiz, B., Arquitectura tardogótica en Castilla: los Rasines, Santander, Ser-
vicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria, 2003, p. 344. Agradezco a don Fernando del
Ser Pérez el conocimiento de este dato sobre Fuentepinilla, francamente fundamental en mi estudio.

119
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

Vemos, pues, hasta


qué punto es necesario
combinar fuentes distin-
tas, incluso ajenas a la
Compañía y mantener la
atención a lo que ocurría
más allá de a pie de obra, y
no sólo por este caso, sino
por otro anterior, como se
vivió entre (1568-1569) en
la obra de la Casa Profesa
de São Roque de Lisboa,
donde indicó como mo-
delo a seguir para levantar
Fig. 2. Planta de la iglesia de Fuentepinilla (Soria), una iglesia de tres naves
según José María Martínez Frías, (1986). fuese la iglesia de Vallado-
lid, donde las naves laterales
servían como coros, para que desde allí huiese la gente los sermones y missas.111
¿Qué significa esto? En primer lugar, que antes de que el modelo
clasicista se impusiese, existió otro modelo de planta de tres naves con
cierta difusión en la Provincia de Castilla. A ese plan respondían la iglesia
del primer asentamiento jesuítico de Valladolid, —que es a la que debe
hacer referencia el comentario lisboeta por razones de fecha y que no se
ha conservado—, otro ejemplo será la iglesia del Colegio de Ávila,112 y un
tercero en Soria, templo consagrado en 1585, fecha del relevo del Padre
Antonio Marcén al frente de la Provincia de Castilla por parte del tam-
bién aragonés Padre Pedro Villalba.113 Dicho por el propio Villalba, eran
personalidades muy distintas ambos jesuitas aragoneses, que coincidieron
a la hora de valorar favorable lo realizado en Soria.114 El entusiasmo de
Villalba fue tal como para ese mismo año de 1585, desde Segovia, hacer
un último alegato a favor de las iglesias de tres naves, con las siguientes
palabras: en estos Colegios donde edifican iglesias como en Palencia, Segovia, y
en la Casa de Valladolid, gusta mucho de hacerlas de tres naves y sin Capillas por
ver cuán bien ha salido la de Soria, que es de esta traza, deseo saber si le parece
a V. P. que las demás se hicieren se guarde esta forma.115

111
Santos, P. F., “Contribuição ao estudo da arquitectura da Companhía de Jesús…”, op. cit.,
pp. 517-518, nota nº 1.
112
ARSI, Hisp. 151, f. 159 r-v.
113
Carta del Padre Pedro Villalba, en Salamanca, 4 de mayo de 1585 (ARSI, Hisp. 130, f. 93).
114
ARSI, Cast. 32 (I), f. 20 v.
115
Carta del Padre Pedro Villalba, en Segovia, 24 de agosto de 1585 (ARSI, Hisp. 130, f. 284 r-v).

120
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

Fig. 3. Iglesia de Fuentepinilla (Soria), aspecto exterior.

Este comentario es de gran importancia en cuanto viene a reflejar


que el modelo, lejos de haberse agotado con la muerte de Rodrigo Gil de
Hontañón seguía teniendo defensores, y que la arquitectura jesuítica en
Castilla más que evolucionar involucionaba, pues el debate que el Padre
Villalba trataba de mantener en 1585 se había superado en Portugal más
de una década antes. No obstante, esa fecha es muy importante para la
construcción segoviana, que marcará un antes y un después.

El valor de la hipótesis

Incluso al Padre Ceballos, el único historiador que había leído y ci-


tado a Valdivia y Guzmán, e incluso el libro de cuentas de la fábrica que
hasta entonces estaba inédito, no se le escapaba que en esa fecha crucial
de 1585 las obras de Segovia volvían a activarse.116 Ese año, decía Valdi-
via, por orden del Prepósito General Claudio Acquaviva, concretamente
el 23 de julio: se mudó la traza de la iglesia nueva (…) y determinó el Padre

116
AHN, Clero-Jesuitas, Libro 539, f. 5; ARSI, Hisp. 151, f. 186 v; Rodríguez G. de Ceballos,
A., “Juan de Herrera y los jesuitas…”, op. cit., p. 301.

121
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

Provincial después de muchas consultas (…) que fuesen las paredes gruesas para
bóvedas y para más firmeza fuese con Capillas y no con naves.117. En la misma
línea, la Litterae Annuae de ese año menciona diversas limosnas, gracias
a las cuales se pudieron activar las obras hasta sacarla de cimientos,118 lo que
refuerza la idea de que hasta entonces todo habían sido entretenimientos.
Esto no menoscaba la veracidad de las fuentes documentales expuestas
por el Padre Ceballos, pues una voz tan solvente como la del Padre An-
tonio Marcén tras su paso por Segovia en 1585 dejó escrito el relato de
lo que había pasado: la siempre presente falta de recursos económicos
junto a la desidia del Rector habían impedido cualquier avance. Dice algo
más este Padre, siempre importante para cuestiones arquitectónicas de la
Provincia de Castilla: cuando sea tiempo tengo señalado un Hermano inteligente
que asistirá a la obra.119 Aunque no lo dice, ese Hermano inteligente era
Andrés Ruiz. Se descartaba, por tanto, la continuación del Hermano Pe-
dro del Hierro, quien moriría en Villagarcía de Campos antes de finalizar
ese año de 1585, noticia dada a conocer junto con la de la muerte del
también Hermano coadjutor Francisco Hernández, natural de Villadiego
(Burgos),120 y residente en Segovia.121 Es evidente que entre Pedro del
Hierro y Andrés Ruiz había dos modos distintos de entender la arquitec-
tura, y que el presente era Ruiz.
Por lo tanto, debemos considerar que el General italiano Claudio
Acquaviva frenó el desarrollo de más iglesias de planta de tres naves, pues-
to que ni en Palencia, ni en Segovia, ni en la Casa Profesa de Valladolid
se emplearon finalmente.
Más aún, en el caso concreto de Segovia, hizo enviar un nuevo proyec-
to, que se encargaría al Hermano Ruiz sacar adelante. No obstante, antes
de terminarse ese año crucial de 1585 sucedió algo de suma importancia,
dado a conocer igualmente por el Padre Ceballos, como fue el hecho
de que apareciera en la obra Juan de Herrera.122 Según el testimonio

117
ARSI, Hisp. 151, f. 186 v.
118
Año 1585 (ARSI, Cast. 32, f. 18 v).
119
Carta del Padre Antonio Marcén, 9 de febrero de 1585 (ARSI, Hisp. 129, ff. 327 y 328).
120
Catálogo del Colegio de Segovia, Año 1584 (ARSI, Cast. 14, f. 14).
121
Carta del Padre Pedro Villalba, en Villagarcía de Campos, 30 de junio de 1585 (ARSI, Hisp.
130, f. 201).
122
Estando para enviar un Hermano que es arquitecto y tenía la obra de Salamanca a que consultase
juntamente con un Padre con Juan de Herrera sobre lo de aquella fábrica (Salamanca) entendí que estaba el
dicho Juan de Herrera en Segovia donde había venido para convalecer de una enfermedad. Envié a visitar y a
suplicar me hiciese caridad de venirse cuando estuviese para ello a casa a comer, y que juntamente nos haría
merced de ver una obra de la iglesia que allí se había comenzado. Él hizo sus cumplimientos y mostró tener amor
a la Compañía pero mucho sentimiento de que de algunas partes le pedían los nuestros pareceres y nunca los
seguían y no mostró quererse encargar de resolver más dificultades. Al fin después de haber pasado algunos cuantos
días parecióme que fuesen a visitarle el Padre Rector y el Padre Solier a los cuales recibió de muy buena gana y
se ofreció a ayudarnos en todo lo que pudiese y así he dejado allí orden al Hermano Andrés Ruiz que es el que

122
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

del Provincial, fue sugerencia suya llamarle, a causa de ciertas dificultades


en la obra segoviana, que lamentablemente no especifica. Y me pregunto,
¿qué problemas podía tener una obra que en 1585 no había pasado de
los cimientos?, o dicho de otro modo: ¿qué justifica la presencia de Juan
de Herrera en la obra de Segovia? Desde luego, no parece que dudase
el Provincial de la valía del Hermano Ruiz porque claramente decía que
el Hermano la entendía muy bien. Así que, la gran duda es saber qué
aportó Juan de Herrera y si realmente intervino en la modificación de
los planos de Segovia. Ciertamente es tentador pensar que sí, pero puesto
que el modelo había sido enviado desde Roma, antes debemos adjudicar
el cambio a los que allí tuvieran competencias para realizar el diseño.
Ahora bien, respecto a la intervención de Juan de Herrera en Segovia
en 1585, creo que los jesuitas tuvieron que aprovecharla mucho más, pues
la ciudad en esa fecha estaba inmersa en obras como la remodelación
del Alcázar o el Ingenio de la Moneda, en las que participaron Herrera
y Francisco de Mora. Mientras no se tenga más información lanzo como
hipótesis una de las conclusiones a la que llego. Parto de la base de que
lo único que pudo ver Herrera en 1585 a pie de obra era un solar, eso sí,
y aquí pongo el acento, uno de muy complicada orografía, con distintas
cotas de nivel en cada uno de sus lados, por lo que creo que su presencia
tuvo más que ver con la necesidad de dominar el terreno, como había
hecho apenas unos años atrás el propio Herrera en San Vicente de Fora
en Lisboa, donde además, Chueca Goitia veía la huella de la influencia
del Gesù.123 El monasterio lisboeta, fundado por el rey don Afonso Hen-
riques en estilo románico (siglo XII),124 se conservaba cuando nuestro
Felipe II fue reconocido en las Cortes de Tomar como Filipe I de Portu-
gal, emprendiendo entonces su reconstrucción en la que participó Juan
de Herrera, que residió en Lisboa junto al rey (en torno a 1580-1583).125

tenía el cuidado de la obra y la entiende muy bien juntamente con el Padre Rector que consulten las dificultades
de aquel edificio y me envíen su parecer firmado para que según él se proceda y se cumpla con lo que V. P. me
ordena [Carta del Padre Pedro Villalba al padre Claudio Acquiaviva, ARSI, Hisp. 130, ff. 313-316 v];
Rodríguez G. de Ceballos, A., “Juan de Herrera y los jesuitas…”, op. cit., p. 319.
123
La planta y estructura general de la iglesia de San Vicente obedece a la concepción más en boga por
aquel tiempo, la que impuso Vignola con la Iglesia del Gesù en Roma (Chueca Goitia, F., “El estilo herre-
riano...”, op. cit., p. 237).
124
Pessoa, F., Lisboa: lo que el turista debe ver, México, Verdehalago, 2006. pp. 43-44.
125
Suárez Quevedo, D., “El monasterio de El Escorial y sus artífices según una fuente docu-
mental coetánea. Datos y juicios del Historiador Luis Cabrera de Córdoba”, en Aramburu-Zabala, M.
Á. (dir.) y Gómez Martínez, J. (coord.), Juan de Herrera y su influencia, Actas del Simposio, Camargo,
14-17 julio 1992, Santander, Fundación Obra Pía Juan de Herrera, Universidad de Cantabria, 1993,
pp. 49-50.
Concretamente en 1582 el propio Herrera escribía: llegué a esta villa de Madrid martes primero
de mayo, después de haber visitado Segovia, la casa real del Bosque (Valsaín) y la de la Fonfrida (Fuenfría) y
San Lorenzo el Real (El Escorial), y ya con propósito de me partir luego para ese reyno (Portugal) [Archivo
del Instituto de Valencia de Don Juan, envío 99, n 101. De Madrid, 5 de mayo de 1582, Íñiguez

123
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

Los historiadores del arte portugueses no niegan la influencia de Juan


de Herrera y de la Catedral de Valladolid en el edificio,126 pero el escollo
radica en la fecha de realización del diseño catedralicio vallisoletano, que
oscila entre los años 1580 y 1585,127 si bien no es menos cierto, que tras
la Restauración de Portugal y tras el terremoto de Lisboa (1755) sufrió
grandes cambios. Aún así, es notorio cómo se domina la irregularidad del
terreno para conseguir una plataforma artificial sobre la que construir,
y de esta manera hacer visible el conjunto sobre el perfil de la ciudad.
Según Chueca Goitia, este sistema aparece en varios edificios trazados
por Juan de Herrera, como en la Lonja de Sevilla, en el que se busca un
soporte ideal, o idealizado, y también en El Escorial,128 pero sólo en Lisboa
aparece con la misma función que en Segovia [figs. 4 y 5].
Este factor de la visibilidad del edificio era importante para los je-
suitas, y a ser posible, era mejor todavía si se elegía un lugar alto desde
el que tener buenas vistas.129 Existen muchos ejemplos tanto en España
como Portugal, pero baste citar el de Salamanca y cómo fue defendido en
Salamanca por el Padre Ricardo Linze,130 en el que no omitió ni citar a
Vitruvio, ni la peliaguda cuestión de reducción del vecindario. Demuestra
que la búsqueda de encantadoras vistas no era una cuestión banal, pues:
hoy (…) la Compañía de Jesús (…) sube a la altura de este puesto, para darle a
Jesús a ver y conocer desde aquí. Claro está que no puede ser en ella, sino amor a
Jesús. Querer verle y conocerle es fineza, pero con algún interés. Querer que todos
le vean y conozcan es fineza del todo desinteresada.131
Otro apartado en el que las hipótesis pueden ayudar a interpretar el
Colegio de Segovia tiene que ver con la lectura iconográfica de su retablo
mayor, el único que se mantuvo tras 1767, obra del ensamblador José
Vallejo Vivanco (1677-1678).132 No era competencia del maestro encargarse

Almech, F., “El manuscrito de Juan Gómez de Mora”, en Casas Reales y Jardines de Felipe II. EEHAR.
Cuadernos de trabajo, 6, 1, 1952, pp. 17-275, p. 210-211].
126
Ayres de Carvalho, D. João V e a arte do seu tempo: Arquitector de el-rei D. Pedro II e D. João V,
Documentos inéditos. Igrejas e palácios. Mafra e a Patriarcal, Lisboa, 1962, II, p. 27.
127
Nos parece más verosímil la fecha de 1585 que la de 1580 (Chueca Goitia, F., La Catedral de
Valladolid, Madrid, Instituto Juan de Herrera, ETSA., 1999, p. 40).
128
Chueca Goitia, F., “Un espacio ideal para el Monasterio”, en VV.AA., Estudios inéditos en el
IV Centenario de la terminación de las obras, Madrid, CSIC, 1987, p. 41.
129
Lino d’Assumpção, T., (coord.), Historia Geral dos jesuitas…, op. cit., p. 392; Diego Jiménez
por comisión del Padre Jerónimo Nadal, Comisario General para España. Alcalá de Henares, 23 de
febrero de 1562 (MHSI, Nadal, I., p. 642); MHSI. Epp. Mixt., I., p. 176, nota nº 2.
130
Linze, R., A la traslación de los padres de la sagrada religión de la Compañía de Jesús de Salaman-
ca, en tiempo de 40 horas, a su nuevo colegio real del Espíritu santo, fundado por los católicos y piadosos reyes
d. Felipe II y Doña Margarita de Austria, Sermón del P. Ricardo Linze S.I. Salamanca, Antonio Cossio
impresor de la Universidad, 1665, p. 10.
131
Ibidem, pp. 12-13.
132
AHPS, Prot. 1790, ff. 719-723, ante Mateo López (Vera, J. de, José Vallejo Vivanco, autor del Re-
tablo del Colegio de la Compañía, Estudios Segovianos, XVIII, 52, 1966, Segovia, IDC, 1966, p. 6, nota nº 4).

124
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

Fig. 4. Lisboa, Monasterio de São Vicente de Fora. Centro Cultural del Patriarcado de Lisboa,
cortesía de don Alexandre Salgueiro.

Fig. 5. Segovia, vista del actual Seminario diocesano desde La Piedad.

125
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

de las pinturas del retablo, encomendadas al pintor Diego Díez Ferreras, 133
adaptándose en cada una de ellas a la propia historia del Colegio [fig. 6].
En el primer piso están representados San Luis Gonzaga (lado del
Evangelio) y San Estanislao de Kostka (lado de la Epístola); ambos santos
jóvenes jesuitas, de los que se ensalza el momento en el que tomaron la
decisión de entrar en la Compañía de Jesús, lo que sería un excelente
ejemplo para los estudiantes.
En el cuerpo central ambas pinturas representan episodios de la vida
de dos santos jesuitas de nombre Francisco, como debía ser para conme-
morar al fallecido fundador del Colegio, el Arcipreste Francisco Monroy
y Solier, que de este modo, enlazaría con San Francisco Javier y con San
Francisco de Borja, representados en alusión a la imagen del perfecto
sacerdote jesuita. Se aúna acción y misticismo; y mientras el navarro ejem-
plariza la acción al predicar la Doctrina, por su parte, San Francisco de
Borja se nos muestra orante ante los símbolos de la Eucaristía.
Sobre estas pinturas se disponen otras de menor tamaño, que tienen
en común la alusión a la muerte, vista como inicio de una nueva vida, lo
que encajaría con la función de Capilla funeraria del Arcipreste segoviano.
La correspondiente a San Francisco Javier nos muestra una resucitación
milagrosa, —recordemos que en la iglesia de San Miguel de Munich se
recuerdan 25 resucitaciones milagrosas que obró el santo, si bien en su
proceso de canonización sólo se reconocieron cuatro134—, y por lo que
respecta al episodio de la vida de Borja, se trata del mítico episodio ante
el féretro de la Emperatriz Isabel de Portugal [figs. 6 y 7].
Mayor controversia suscita el cuadro del ático que corona el retablo.
Ciertos trabajos han indicado que se trata de una representación de los
Mártires del Japón.135 En mi opinión, es una representación de los marti-
rios de San Felipe y Santiago, los santos Apóstoles a los que estaba dedi-
cado el Colegio. Si realmente se hubiese tratado de una representación
de los Mártires del Japón, tendrían que aparecer los tres santos jesuitas:
Paulo Miki, Diego Kisai, y Juan de Goto, que junto con otros 23 religiosos
franciscanos fueron crucificados en la colina Nishizaka, Urakami (Naga-
saki) el 5 de febrero de 1597. Sin embargo, lo que se ve en el ático son

133
Valdivieso González indica que todos los cuadros pertenecen al mismo autor, y que los
inferiores están firmados por Diego Díez Ferreras en Valladolid en 1679 (Valdivieso González, E., La
pintura en Valladolid en el siglo XVII, Valladolid, Diputación Provincial de Valladolid, 1971, p. 271);
Pérez Sánchez, A. E., Pintura barroca en España 1600-1750, Madrid, Cátedra, 1992, p. 346.
134
Osswald Trinidade Guerreiro, Mª C., “Die Entstehung einer Ikonographie des Franz
Xaver im Kostext seiner kultischen Verehrung in den Jahren von 1552 bis 1640”, en Haub, R. y
Oswals, J., Franz Xaver. Patron der Missionen. Festschrift zum 450, Todestag, Ed. Schenell + Steiner,
Regensburg, 2002, p. 64.
135
BOE., nº 184, martes, 3 de agosto de 1999, pp. 28933-28934. 16828.

126
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SEGOVIA. FUENTES Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

Figs. 6 y 7. Segovia, vista general y detalle del retablo mayor de la antigua iglesia
de la Compañía de Jesús.

127
CRISTINA GARCÍA OVIEDO

sólo dos mártires: uno crucificado y otro a punto de ser degollado, como
tradicionalmente se ha venido apuntando sobre los respectivos martirios
de San Felipe y Santiago.136
Concluyo ya, esperando haber sabido resumir y reorganizar los pasos
dados a lo largo de mi investigación, y haber destacado la importancia
de las diferentes fuentes bibliográficas y documentales, y sobre todo, la
necesidad de colaboración entre los investigadores, puesto que nadie
sabe dónde se podrá encontrar la próxima pista que aporte luz a nuestra
investigación local.

136
Véanse los discursos del Papa Benedicto XVI en Audiencia General de los días 6 de septiem-
bre de 2006, sobre San Felipe, y el 28 de junio de 2006 sobre Santiago el menor. Librería Editrice
Vaticana, 2006.

128
El colegio de la Compañía de Jesús de Soria.
Fuentes y metodología

Fernando del Ser Pérez


UNED

Introducción

Una pregunta para empezar: ¿por qué investigar un Colegio de la


Compañía de Jesús? A la que se le une otra reflexión: ¿cuántas veces hemos
recorrido una calle, cruzado una plaza, atravesado un puente sin reparar en el
entorno que la rodea, en los edificios que la delimitan y la circundan, sin mostrar
el más mínimo interés por la traza de su construcción; sin observar la decoración
de sus fachadas, la alternancia de ventanas, cierros o puertas? Si, en nuestra loca
carrera diaria por el trazado urbano, nos detuviésemos unos instantes, unos breves
segundos, tan sólo, con reparar en esas paredes, mudos testigos del devenir de los
días, de los meses y de los años, que nos llaman silenciosamente para contarnos
los sucesos que han tenido lugar junto a sus pórticos, para hablarnos de las gentes
que se han asomado a sus ventanas.1
Y en relación con esto, un recuerdo de mi etapa de Bachillerato en
el entonces Instituto Nacional de Enseñanza Media (luego denominado
Instituto Nacional de Bachillerato y a lo último Instituto de Enseñanza
Secundaria) “Antonio Machado” de Soria. Aquellos alumnos no teníamos
otra idea más allá de que era el Instituto donde habían dado clase pro-
fesores como Antonio Machado o Gerardo Diego [fig. 1].
Pasados unos años, y estando en Madrid, un buen día un investigador
del Colegio de México, el Doctor Alfonso Martínez Rosales,2 que estaba
recopilando datos de San Luis Potosí en el Archivo Histórico Nacional
me preguntó: ¿y los jesuitas en Soria qué actividades realizaban? Mi respuesta
fue inmediata: ¿Jesuitas en Soria?, ¡no! A lo que el buen profesor mexicano
contestó, con santa paciencia: creo que sí hubo, y tenían un Colegio. Eviden-
temente yo estaba en un craso error. A partir de aquella, para mí, nueva
información, busqué más datos para llegar a la conclusión de que los je-
suitas habían estado en Soria, ni más ni menos que 192 años, oficialmente

1
Prólogo de la Profesora Marion Reder Gadow, en el libro de Soto Artuñedo, W., La
fundación del Colegio de San Sebastián. Primera institución de los Jesuitas en Málaga, Málaga, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Málaga, 2003, p. 15.
2
Martínez Rosales, A., El gran teatro de un pequeño mundo. El Carmen de San Luis Potosí, 1732-
1859, México, El Colegio de México, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 1985.

129
FERNANDO DEL SER PÉREZ

desde 1575 a 1767, y que se


habían dedicado a dar clases
de Gramática, Teología Mo-
ral, Primeras Letras, habían
realizado misiones a lo largo
del territorio de la provincia,
habían fundado Congrega-
ciones marianas, asistieron a
los internos de la Cárcel Real
y a los ingresados en el Hos-
pital de Santa Isabel, habían
mediado en enfrentamientos
entre familias, etc.

Definición del marco


de estudio en el que
se encuadra el Colegio
de la Compañía de Jesús
de Soria

El Colegio de la Compa-
ñía de Jesús de Soria, “Cole-
Fig. 1. Fachada principal del Colegio de la Compañía
de Jesús en Soria (actualmente Instituto de Enseñanza
gio del Espíritu Santo”, era
Secundaria “Antonio Machado”). una entidad religiosa perte-
neciente a la Compañía de
Jesús, inserta en la Provincia
Jesuítica de Castilla, y a su vez perteneciente a la Asistencia de España.
Igualmente estaba incluida dentro del territorio del obispado de Osma
[fig. 2],3 que en el período del Antiguo Régimen, formaba parte de la
Provincia Eclesiástica de Toledo.
Desde el punto de vista civil se incluye dentro de la jurisdicción de la
Ciudad de Soria, y también de la de la Universidad de la Tierra de Soria,
en la Provincia de Soria (un territorio más extenso que el actual que iba
desde el río Ebro hasta casi el río Tajo), dentro del Reino de Castilla [fig.

3
Para una historia del Obispado de Osma, véase Loperráez Corvalán, J., Descripción histórica
del obispado de Osma, 3 vols., Madrid, Imprenta Real, 1788. Existe una reproducción de la edición
de 1788, en Madrid, Turner, 1978. Una visión global más reciente: Diago Hernando, M., “Soria y
su Tierra en el Obispado de Osma durante los siglos XV y XVI. Organización eclesiástica y práctica
religiosa”, en VV. AA., XIV Centenario de la Diócesis de Osma-Soria. Premios de Investigación, Soria, Dipu-
tación Provincial de Soria, 2000, pp. 425-573.

130
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

Fig. 2. Comparación de la actual provincia de Soria, Fig. 3. Mapa de la Provincia de Soria


y al mismo tiempo territorio de la actual diócesis de 1783.
de Osma-Soria (en rojo) con el mapa de la antigua
diócesis de Osma (en azul).

3]. Por lo tanto, Soria, en el Antiguo Régimen, es una ciudad realenga,


capital de su Tierra4 y Provincia, con Corregidor.5
Teniendo en cuenta estas peculiaridades jurisdiccionales y organizati-
vas, deberemos recurrir a los correspondientes archivos y bibliotecas que
han ido recogiendo la historia de estas instituciones, unas todavía activas,
otras ya periclitadas, para poder encontrar aquellos documentos que ilus-
tren el inicio, desarrollo y ocaso del Colegio de la Compañía en Soria.
Soria, con un clima muy frio, como aparece señalado en el texto
del documento del apéndice documental, sin tener sede episcopal (que
estaba situada en Burgo de Osma) y alejada de los centros institucionales
de Salamanca y Valladolid, cumplía los requisitos adecuados para que en
su Colegio de la Compañía de Jesús fueran destinados temporalmente
algunos jesuitas, de carácter conflictivo o causantes de situaciones in-
adecuadas para la autoridad provincial de la Orden. Tal es el caso del P.
José Antonio Butrón y Múgica,6 que no obstante aprovechará su pase por

4
Díez Sanz, E. La Universidad de la Tierra de Soria en tiempos de Felipe II: análisis de una decadencia,
Barcelona, Universidad de Barcelona, 1993; Díez Sanz, E., La Tierra de Soria: un universo campesino en la
Castilla oriental, Madrid, Siglo XXI de España, 1995; Díez Sanz, E. y Martín de Marco, J. A., Historia
y patrimonio: la Mancomunidad de los 150 Pueblos de la Tierra de Soria, Soria, Diputación Provincial, 1998.
5
Nomenclator ó Diccionario de las ciudades, villas, lugares, aldeas, granjas, cotos redondos, cortijos y
despoblados de España, y sus islas adyacentes: con expresión de la provincia partido y término á que pertenecen,
y la clase de justicias que hay en ellas: formado por las relaciones originales de los intendentes de las provincias
del Reyno, á quienes se pidieron de orden de su Magestad por el Excelentísimo señor conde de Floridablanca, y su
Ministerio de Estado, en 22 de marzo de 1785. De orden superior, Madrid, en la Imprenta Real, 1789, p. 675.
6
El P. José Antonio Butrón y Mújica nació en Calatayud en 1657. Entró en la Provincia de
Castilla en 1676 e hizo profesión de los cuatro votos de la Compañía de Jesús en 1694. Ejerció por
más de treinta años el ministerio de la predicación, empleando el tiempo que le quedaba libre en el
cultivo de la poesía, a la que era muy aficionado, y que le produjo bastantes disgustos a causa de su

131
FERNANDO DEL SER PÉREZ

Soria, para redactar unos famosos versos satíricos en contra de la ciudad


castellana, de los cuales mostramos a continuación un pequeño ejemplo,
del ejemplar que se conserva en la British Library:
A la Antiquisima Nobilisima, extatica, extitica, Phisica, y ethica Ciudad
de Soria.

Dezimas.

1
La Grande, la excelsa, la
ciudad Piganton por alta
que quando la cajera salta
encima el Norte esta:
Soria es esta, bueno va,
la siempre empinada Soria,
que según dize su Historia,
tiene el Cielo en sus Zancajos
porque siempre los trabajos
están cerca de la gloria

2
Ciudad terror de Romanos
que Scipion al pelear,
nunca la quiso tomar
por no ensuciarse las manos:
de Phenix, o de gusanos
fabricaron tumba honrada;
la Vega se vió abrasada,
el Pueblo quedó encendido;
porque Soria siempre ha sido
famosa para quemada.7

Si al principio preguntábamos por qué investigar un Colegio de la


Compañía de Jesús, la respuesta es que tras ver los antecedentes expuestos,
desde el punto de vista historiográfico, estamos ante una Institución que
teniendo una entidad universal posee engarces a nivel local. Por tanto,
permite localizar suficiente documentación para su estudio tanto a nivel
local como a nivel general. Veamos este proceso, de lo particular a lo
general, y de lo general a lo particular.

humor satírico. Murió en el Colegio de Segovia en 1734. Además de Soria y Segovia, también estuvo
de profesor en el Colegio de Orense. A esta ciudad, como en el caso de Soria, les dedicó unos versos
que motivaron que finalmente tuviera que salir de ellas. Una edición de sus poesías, en Cristóbal
Hornillos, R., La sátira mordaz de Butrón y Mújica: edición de la poesía y el teatro de un poeta bilbilitano
en el ostracismo, Calatayud, Centro de Estudios Bilbilitanos, Institución “Fernando El Católico”, 2010.
7
Versos jocosos del P. Butrón y Múgica contra Soria [British Library (BL), Londres, Additional
17.704, ff. 53 r a 59 r]. Copias del mismo texto existen igualmente en la Biblioteca de la Universidad
de Zaragoza y en la Biblioteca Nacional de Madrid (Mss/12942/16).

132
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

De lo particular a lo general

Fuentes locales para el estudio del Colegio de la Compañía de Jesús en Soria

Toponimia urbana
El edificio del antiguo Colegio de la Compañía de Jesús en Soria,
“Colegio del Espíritu Santo”, y que ahora es el Instituto de Enseñanza
Secundaria “Antonio Machado”8 se localiza en el solar delimitado por la
calle Estudios,9 la actual Plaza de Bernardo Robles, denominada antigua-
mente Plaza de Teatinos, y anterior ubicación de la desaparecida iglesia
de San Miguel de Montenegro, la Plaza del Vergel (donde iba a estar
ubicada la nueva iglesia barroca de la Compañía que nunca llegó a ser),
Calle Aduana Vieja, la Calle Instituto, y la Travesía de Teatinos [figs. 4, 5
y 6].10 Precisamente a fines del siglo XIX, Lorenzo Aguirre, describe de
la siguiente manera, la Calle Aduana Vieja y su entorno:
Otra de las calles que demuestran la importancia de Soria, es la deno-
minada de la Aduana Vieja, en la cual se levantaban, el edificio que se dice
ocupó la Inquisición; cinco palacios ocupados por sus dueños; varias notables
casas solariegas; el extenso edificio destinado a convento (sic) de Jesuitas, que
hoy ocupan el Instituto provincial de segunda enseñanza y la escuela normal
de maestros, edificio no terminado por la Compañía, puesto que su iglesia
que debió ocupar la plaza del Bergel, quedó comenzada bajo un grandioso
plan, de que son muestra los arranques de la que sin duda hubieran sido sus
magníficas arcadas.11

8
Sobre la historia del Instituto de Enseñanza Secundaria de Soria, véase Jimeno Martínez, C.,
El Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Soria, 1841-1874, Soria, Diputación Provincial de Soria,
2011. Últimamente, el profesor del mismo Instituto Antonio de Miguel Hernando, junto con un
grupo de alumnos han publicado, con fines divulgativos, una recopilación de fuentes documentales
y textos sobre la historia de la institución: De Miguel Hernando, A., El Instituto y su historia. I.E.S.
“Antonio Machado”, Soria, Asociación de Madres y Padres del Instituto “Antonio Machado”, 2013.
9
Hace mención a la existencia en esta parte de la calle, ocupada por la sección del Colegio
de jesuitas de Soria, dedicada a los Estudios y Aulas de Gramática.
10
A los jesuitas se les denominaba popularmente “teatinos”, si bien es cierto que lleva a con-
fusión porque realmente los teatinos son otra congregación religiosa. La explicación se encuentra
en el siguiente texto: a los veinte y siete de Setiembre deste año de 1540, confirmó Paulo III, Sumo Pontífice,
la Religión, Instituto y manera de gouierno de los Padres de la Compañía de Iesus, que con error el vulgo llama
Teatinos, siendo muy diferente Religión vna de otra, porque la de los Teatinos tuvo principio de vnos Clérigos, a
quien fauoreció mucho Iuan Pedro Garrafa, o Carrafa, que después fue Papa Paulo Quarto, y antes Arçobispo
de Chiete, y dexando el Arçobispado, se acompañó con Gaetano de Vincencia, y Bonifacio Piamontes, y Paulo
Romano, hombres nobles, y de buena vida, y del Arçobispo de Chiete (que en Latin se dice Teatino) les quedó a
estos virtuosos varones, y a los que los siguieron el nombre de Teatinos, que el vulgo ignorante desto aplica a los
de la Compañía de Iesvs [Sandoval, P. de, La Historia de Carlos V, máximo fortísimo, rey de las Españas
(33 libros), 1675, libro XXIV, XII y XIII, p. 337].
11
Aguirre, L., “Soria, un paseo por sus calles”, Recuerdo de Soria, Soria, 1890, p. 58.

133
FERNANDO DEL SER PÉREZ

Fig. 4. Calle Instituto. Fig. 5. Travesía de Teatinos.

Archivísticas
— Archivo Municipal de So-
ria. Se debe consultar el
fondo de Actas municipa-
les, así como el fondo de
Documentos destacados.
— Archivo Histórico Pro-
Fig. 6. Calle Estudios.
vincial de Soria. Se debe
consultar el fondo de Pro-
tocolos Notariales, así como el de la Universidad de la Tierra.
— Archivo Diocesano y Catedralicio de El Burgo de Osma. El pri-
mero con documentación de Temporalidades y el Segundo en su
fondo de Actas Capitulares, datos interesantes sobre los primeros
momentos del Colegio de Soria.

Bibliográficas
Varios autores, recogen noticias sobre la historia del Colegio de la
Compañía de Jesús en Soria, Tutor y Malo,12 Loperráez Corvalán,13 Nicolás
Rabal14 y en tiempos más próximos Bernabé Bartolomé Martínez.15
¿Cuándo se producen los primeros contactos de los primeros jesuitas
con la provincia de Soria? Veámoslo.
Cinco años antes que la Compañía de Jesús, fuera aprobada como tal
por el Papa Paulo III, en 1540, mediante la bula Regimini militantis Eccle-

12
Tutor y Malo, P., Compendio historial de las dos Numancias: sus grandezas y trofeos reducidos
a concordia; y vida y muerte del inclyto anacoreta S. Saturio patron de la segunda Numancia, Alcalá, en la
oficina de Francisco García, 1690.
13
Loperráez Corvalán, J., Descripción histórica del Obispado de Osma, Madrid, 1788, vol. II, pp.
136-137.
14
Rabal, N., Soria, Soria, 1958, pp. 282-84.
15
Bartolomé Martínez, B., “Un centenario inadvertido: el Colegio y Estudios de los Jesuitas
de Soria (1576-1767)”, Celtiberia, número 52, 1976, pp. 207-220.

134
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

siae, San Ignacio en abril de 1535 se desplaza de París a Azpeitia, donde


estuvo unos tres meses restableciendo la salud con los aires naturales; de
allí, pasando por Pamplona, Almazán (Soria) en donde visita a la familia
de Diego Laínez y les traslada noticias suyas, Sigüenza, Toledo, Valencia,
Génova y Bolonia, fue a Venecia, a donde llegó a fines de diciembre del
mismo año, y permaneció hasta últimos de julio de 1537, concluyendo el
estudio de Teología comenzado en París.16
Antonio Araoz llega a España, a través del puerto de Barcelona el
19 de octubre de 1539, predicó y dio charlas espirituales junto con noti-
cias de Iñigo a los antiguos amigos del penitente de Manresa, visitó a los
monjes de Montserrat; entró en Almazán para hablar con la familia del
P. Laínez; llegó hasta Burgos y Valladolid, se entrevistó con doña Leonor
Mascareñas, gran protectora de San Ignacio, y con las Infantas, hijas de
Carlos V, que fueron siempre tan favorecedoras de la Compañía, y, por
fin, se retiró a Guipúzcoa, donde, a la vez que arreglaba unos asuntos
domésticos, predicó con gran concurso popular, ya sea en los templos, ya
sea en los campos, especialmente en Vergara, Oñate, Azpeitia y Azcoitia
y pueblos de la costa, de donde volvió a Roma en el verano de 1541,
acompañado de Millán de Loyola, sobrino de San Ignacio, y Martín de
Santa Cruz, toledano, que entraron en la Compañía.17
En 1552, en Berlanga, en el Palacio del duque de Frías y segundo
marqués de Berlanga, había pernoctado San Francisco de Borja.
Pero no solamente hay que citar a los primeros jesuitas que pasaron
tempranamente por territorio soriano, sino también a los sorianos que a
partir de 1540 ingresaron en la Compañía, y partieron hacia otros destinos,
como es el caso de Marcos Laínez, hermano de Diego Laínez, que en 1541
partió hacia Roma, para visitar a su hermano. Allí hizo, por amonestación
de Diego Laínez, los Ejercicios Espirituales. Después de ellos fue recibido
en la Compañía de Jesús como Hermano Coadjutor, y le enviaron (según
la costumbre) a servir a los pobres en el Hospital de Sancti-Spiritus. Pero
estando en esta ocupación le dio una enfermedad, y a los pocos días falleció,
por el mes de julio de 1541.18 O el P. Bautista Martínez, natural de Soria,
y residente en el Colegio de Segovia, que en mayo de 1569, se acerca a
Soria, para tratar de algunos negocios propios suyos, y que aprovechará la
ocasión para realizar algunas tareas pastorales, que marcaran el inicio de los

16
Monumenta Ignatiana, vol. 1, Madrid, 1903, p. 118, nota 2.
17
García Villoslada, R., Manual de Historia de la Compañía de Jesús, Madrid, Compañía Bi-
bliográfica Española, 1940, p. 115.
18
Alcázar, B., Chrono-Historia de la Provincia de Toledo de la Compañía de Jesús, vol. 1, p. 4,
Década I, Año I, Cap. I, §.II.

135
FERNANDO DEL SER PÉREZ

sucesivos pasos que desembocarán en la futura fundación de un Colegio.19


Antes que en Soria, hubo un intento de fundación de Colegio en
Almazán. En el mes de mayo de 1553, el Padre Laínez negocia con el
Padre Ignacio de Loyola el convertir los bienes paternos, para uso de
Colegio, que se erigiese en la misma casa paterna. Sólo Cristóbal Laínez,
su hermano, era superviviente. Sin embargo, porque su madre era viuda
y dos hermanas iban a ayudarla en este estado, mientras que su madre
estuviera viva, no era libre de ser capaz de pasar a la sustentación del
colegio los campos frutales y viñedos de las propiedades. Finalmente, el
proyecto no tuvo éxito.20
También hay un intento de fundar un colegio de la Compañía en
Ágreda. Pero tampoco llega a buen fin. El 28 de enero de 1614, escribe el
Padre General a los Padres Visitador y Provincial de Castilla que no quiere
en fundar en Alfaro ni en Agreda, ni se aceptan las donaciones y mandas que
para este fin ofrecen.21 Previamente en la Visita de la Provincia de Castilla,
realizada por el padre Alonso Carrillo, en 1613-1614, ordena en Soria en
1613 que: la misión de Agreda se haga muy bien cada año, comenzando desde
el que viene, pues queda a cargo del padre Rector de este Colegio [de Soria] y de
su Procurador el cuidado de la cobranza y administración de la hacienda que allí
nos mandaron conforme el poder que les queda.22

El fin espiritual de la Compañía de Jesús

La “cura de almas” fue el principio inspirador y la palabra clave del


compromiso de los jesuitas, del que se ocuparon a través de la asistencia
hospitalaria, en las cárceles, en redimir a las prostitutas (una de las pri-
meras empresas de Ignacio fue la fundación del Hospicio de Santa Marta
en Roma) así como en predicar, y en enseñar la doctrina cristiana y en
fundar nuevas misiones. En torno a los años cincuenta del siglo XVI, a
estos ministerios se añadió el educativo, que reforzó además el enlace de
la Compañía con la sociedad secular para conseguir la figura característica
de los jesuitas. Todavía es necesario subrayar que todos los ministerios de
la Compañía nacieron, por así decir, del fruto de una experiencia acumu-

19
ARSI, Castel., t. 35-II, f. 396 r.
20
Polanco, J. A., Monumenta Historica Societatis Jesu. Vita Ignatii Loiolae et rerum Societatis, tomo
3º (1553-1554), Madrid, 1895, p. 71.
21
Archivo Histórico de Alcalá de Henares de la Compañía de Jesús (situado en el Colegio de
S. Ignacio de la Compañía de Jesús, en Alcalá de Henares), Fondo P. Astrain, Caja XIII, Subcarpeta 1ª,
Legs. 38 y 39. Sobre este mismo asunto véase Peña, M., “Los jesuitas, Ágreda y Francisco Coronel”,
Campo Soriano, (Soria, 21-IX-1967), p. 2.
22
Archivo Histórico de la Universidad de Salamanca / Biblioteca Universitaria de Salamanca
[AHUSA / BUS], Mss. 472, f. 121 r.

136
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

lada gradualmente por Ignacio y por sus compañeros en su vivir diario.


Fue en la comparación con la compleja y mutable realidad circundante en
que se formó la identidad jesuita, compuesta, flexible, dependiendo del
momento, de las circunstancias y de las coordinadas sociales, culturales y
geográficas, pero siempre inspirada en ese principio de la accomodatio que
estaba bien unido al universalismo y a la movilidad de la nueva Orden
religiosa.23 Y en la que igualmente hay que destacar la importancia vital
que tendrán los Ejercicios Espirituales.

Descripción del continente. Historia del edificio del Colegio


de la Compañía de Jesús en Soria

La primera Congregación General de la Compañía de Jesús (1558)


en relación con la arquitectura, reguló pautas muy genéricas como que
los edificios de la Compañía debían ser simples, sanos, adaptados al ob-
jetivo apostólico para el que se construían y exentos de lujo y de riqueza.
La segunda Congregación General (1565) ordena que se someta a la
aprobación del Prepósito General todo proyecto de una nueva construc-
ción. Francisco de Borja, elegido General en esa segunda Congregación
emite una circular el 14 de noviembre de 1556, en la que indica que el
control efectivo del proceso se realizaría enviando a Roma los planos de
los proyectos. Hasta 1612 se enviaba un único ejemplar que se devolvía
con la aprobación del General o con las sugerencias oportunas. Desde
1613 había que enviar un doble ejemplar, para conservar una copia en
Roma.24
Pero, en los archivos de Roma, hasta donde se ha podido investigar,
no se conserva ninguna traza, ni ningún plano del Colegio de Soria. Hay
que recurrir por tanto a documentación local y nacional, para reconstruir
su proceso de edificación.
Así, en escritura de fecha 15 de enero de 1583, ante el escribano
Francisco de Barnuevo, el cantero García de Güemes se concertó con
el Rector del Colegio de la Compañía de Jesús en Soria, P. Juan Osorio,
para construir diez columnas de piedra para su Iglesia (que se estaba
construyendo en aquellas fechas). Las diez columnas de piedra bien la-
brada, deberían ser del orden jónico, con las siguientes dimensiones: de
alto 24 pies de bara, y de ancho medido en la parte de abajo dos pies. Se
terminará la obra antes del día de San Juan de 1583. Coste de la obra:

23
Pavone, S., I gesuiti dalle origini alla soppressione, 1540-1773, Roma, Laterza, 2009, p. 15.
24
Soto Artuñedo, W., La fundación del Colegio de San Sebastián…, op. cit., p. 197.

137
FERNANDO DEL SER PÉREZ

142 ducados de a 11 reales. Forma de pago: al inicio de la obra 200 reales


y una vez acabada el resto.25
García de Güemes, maestro de cantería natural de Güemes (Canta-
bria), era hijo del maestro García de Güemes26 (que muere en 1579).27
Del padre se pueden indicar algunas de las obras realizadas: el 15 de ju-
nio de 1561 concertó las obras de la capilla mayor y crucero de la iglesia
de Nuestra Señora de los Milagros en Ágreda (Soria). En el proceso de
este trabajo le acompañaba Rodrigo Pérez. Los trabajos comenzaron el
15 de agosto de 1561.28 Igualmente tuvo a su cargo desde 1574 a 1579
las obras de la iglesia parroquial de San Andrés (Soria). Participa en la
construcción de monasterio de la Concepción de Soria, fundado por
Francisco de Barnuevo.
El hijo, García de Güemes, para la continuación de la obra de Mo-
nasterio de la Concepción de Soria, hizo escritura el 7 de agosto de 1584,
ante el escribano Miguel de la Peña. Por instrumento de 28 de noviembre
de 1585, el Corregidor de Soria Pedro de Ribera hizo ajuste de cuentas
por las obras llevadas a cabo.29 Entre 1587 y 1593 intervino en las obras
de canalización de una fuente en Baltanás (Palencia).30 En 1594 hace dos
pilares de piedra para el soportal de la iglesia de Torrecilla de la Abadesa
(Valladolid) y otros pequeños encargos para el mismo edificio.31
Respecto al personal que tuvo a su cargo podemos citar a Andrés Bélez,
cantero, que se asentó con García de Güemes para aprender el oficio de
cantería, por dos años que comenzaron el día de San Juan de Junio de 1583,
y se cumplirán el día de San Juan de 1585. Entre los dos han concertado
que García de Güemes “suelte” de este contrato a Andrés Belez, a cambio de
que éste le dé cien reales, y así pueda concertar y trabajar por su cuenta.32

25
Higes, V., “Una historia numantina desconocida y otros tres manuscritos sobre Soria del
siglo XVI”, Celtiberia, 18, Soria, Centro de Estudios Sorianos, 1959, pp. 261-266; Archivo Histórico
Provincial de Soria [AHPSo], Protocolos Notariales de Soria, Caja 146, Protocolos de Francisco de Bar-
nuevo, (Soria, 15-I-1583), s.f.
26
Datos biográficos, de García de Güemes (tanto padre como hijo) tomados de González-
Echegaray, Mª C., Aramburu-Zabala Higuera, M. Á., Alonso Ruiz, B. y Polo Sánchez, J. J.,
Artistas cántabros de la Edad Moderna. Diccionario biográfico-artístico, Santander, Institución Mazarrasa,
Universidad de Cantabria, 1991, p. 282.
27
Martínez Frías, J. M., El Gótico en Soria. Arquitectura y escultura monumental, Salamanca,
1980, p. 284.
28
Ibidem, p. 340.
29
Saltillo, Marqués del, Artistas y artífices sorianos de los siglos XVI y XVII (1509-1699), Ma-
drid, 1948, p. 186.
30
Redondo Cantera, Mª J., El patrimonio monumental palentino. Baltanás. Iglesia de San Millán,
Palencia, Diputación de Palencia, 1991.
31
Ara Gil, C. J. y Parrado del Olmo, J. Mª, Catálogo monumental de la provincia de Valladolid,
vol. XI, Valladolid, 1980, pp. 320-321.
32
AHPSo, Protocolos Notariales de Soria, Caja 146 [Protocolos de Francisco de Barnuevo] (Soria,
4-VI-1584), s.f.

138
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

En 1602 contrató en conjunción con Gonzalo de la Espada, la


construcción de dos arcos en la iglesia de Santa María de Montealegre
(Valladolid), pero falleció, y se tuvo que hacer cargo de la obra Gonzalo
de la Espada.33
Por otra parte, Andrés Ramos, Pedro Santos, Pedro García de Grego-
rio y Diego García, vecinos de Abejar (Soria) se obligan a dar y entregar
al P. Juan Osorio, Rector del Colegio de la Compañía de Jesús de Soria,
500 cuartones,34 buenos, de a 16 pies de largo cada uno, que han de
proceder de pinos buenos y derechos, que ninguno sea izquierdo, y que
necesariamente han de tener estas características, en caso contrario no
se recibirán. Se han de entregar como fecha tope el último día del mes
de Mayo de 1583. Precio de cada cuartón: 16 maravedís. El pago se hace
según se van entregando los cuartones.35
En otra escritura, ante el escribano Francisco de Barnuevo, el Padre
Rector daba a hacer la Iglesia de la Compañía en Soria a Francisco de
Revilla, carpintero, fechada en 12 de junio de 1583, en donde aparece
reflejada parte de la traza de la iglesia:
El dicho Francisco de Rebilla aga y aya de acer la obra de la dicha yglesia a su
riesgo de la manera siguiente. Primeramente que dicho Francisco de Rebilla a de acer
labrar y asentar toda la madera que en la dicha yglesia fue menester así para la arma-
dura y guarnycion de la dicha yglesia con su linterna y coro, como los maderamyentos
y tejados por el horden siguiente. Luego que las columnas de piedra estén acabadas
todas o parte dellas, el dicho Francisco de Rebilla comyençe a cubrir la dicha yglesia
precediendo la guarnyción que después de cubierta no se pudiere acer y en quanto a
lo labrado a de labrar y asentar encima de las dichas columnas un arquitrabe, friso y
cornisa que todo tenga por lo menos tres quartos de alto moldeadas el arquitrabe con un
talón y don tajas y la cornisa con un [...] con sus dos facetas. Esta obra a de cerrar
y atar por toda la obra en lo que tocare nabe mayor y crucero y la que la cabecera y el
dicho arquitrabe [...] a la parte de las nabes colaterales de manera que todo el grueso
dello [...] por la parte de arriba baya lleno de madera labrado o sus artesones.36

Parte de la piedra utilizada en su construcción procede del derribo de


la vecina iglesia románica de San Miguel de Montenegro, en ella tenían
sus juntas generales los Doce Linajes de Soria.37

33
García Chico, E., Catálogo monumental de la provincia de Valladolid, t. II, Valladolid, 1979,
pp. 53-54.
34
Según del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), un cuartón es
un madero que resulta de aserrar longitudinalmente en cruz una pieza enteriza. En Madrid suele tener 16 pies
de largo, 9 dedos de tabla y 7 de canto.
35
AHPSo, Protocolos Notariales de Soria, Caja 146 [Protocolos Notariales de Francisco de Bar-
nuevo] (Soria, 27-I-1583), s.f.
36
AHPSo, Protocolos Notariales de Soria, Caja 146, Protocolos de Francisco de Barnuevo, (Soria,
12-VI-1583), s.f. Documento citado igualmente en Higes, V., “Una historia numantina…”, op. cit.
37
Inicióse su hundimiento en 1581, siendo poco después anexionada a la Iglesia Colegial de San Pedro.
El Cabildo de San Pedro de Soria, en 15 de junio de 1598, pide autorización al nuevo prelado (de Osma) para

139
FERNANDO DEL SER PÉREZ

La primitiva construcción del Colegio de Soria del siglo XVI necesitó,


tal como indican Pedro Tutor y Malo38 y la doctora Manrique Mayor,39
una remodelación y arreglos efectuados en el siglo XVII. Según los docu-
mentos manejados por esta última autora, durante este siglo se llevaron
a cabo las siguientes obras:

• Torre de la iglesia: el 10 de agosto de 1663, el Padre Rector Anto-


nio de Losada concertó con el cantero Juan Antonio Pérez de Villaviad,40
la construcción de la torre de la iglesia (incluyendo también el primer
tercio de la obra del pórtico delantero con escudo de los jesuitas sobre la
puerta), dado que la fábrica amenazaba ruina por el peso de la torre. El
Colegio se comprometía a dar los cimientos abiertos, más el mampuesto,
cal, arena, agua, madera y clavazón para los andamios. El maestro por su
parte se obligaba a terminar esta parte de la obra por 300 ducados (100
ducados al contado para comenzar a trabajar, otros 100 mediada la obra,
50 antes de finalizarla y los 50 restantes al acabarla). Esta obra estaría
terminada en 1681, año al que corresponde un inventario de las reliquias
y alhajas que poseía el Colegio.
En el Acta del Ayuntamiento de Soria de 18 de junio de 1664, se reco-
ge un Memorial del Colegio para poder ejecutar la portada del Colegio.41

derribar esta iglesia, a fin de emplear su piedra para la construcción de la torre de San Pedro y hacer lo mismo con
otras iglesias que no juzgaba necesarias; el nuevo obispo debió concederle tal autorización, puesto que a finales de
aquel mismo año, se mandaba tasar las piedras por personas peritas, acordando en febrero siguiente su venta en
pública subasta, haciéndose posturas por Jesuitas y Dominicos que por entonces hacían las obras de sus respectivos
conventos, ofreciendo 400 ducados; adjudicándoseles a los Jesuitas por ser los primeros que la pidieron [Higes, V.,
“EL Censo de Alfonso X y las parroquias sorianas (2ª parte)”, Celtiberia, 20, Soria, Centro de Estudios
Sorianos, 1960, p. 241]. Según se recoge en el Acta del Cabildo de San Pedro de Soria, de fecha 23 de
marzo de 1599, se decretó que para lo que abía suplicado a sus mercedes se juntasen hera para que entre sus
mercedes traten y comuniquen y determinen si un auto ordenado y decretado por el Cabildo en raçón de que a la
Compañía de Jesús se diese la maniobra de la iglesia de San Miguel de Montenegro por el tanto que otro diese por
ella, y abiéndose tratado si se abia de rebocar o no y abiéndose tratado y comunicado y echo por la mayor parte del
Cabildo se resumieron que por agora el dicho auto se esté en su fuerça y no se reboque asta que se bea el discurso
deste negocio= El Chantre de Soria= Por ante mi Juan Blasco, secretario= [Archivo de la Concatedral de San
Pedro de Soria, (ACSPSo), Actas Capitulares, Libro: 1588-1600, Acta del 23-III-1599, s.f.].
38
Tutor y Malo, P., Compendio historial de las dos Numancias…, op. cit.
39
Manrique Mayor, M. A., Las Artes en Soria durante el siglo XVII, estudio documental y artístico,
Tesis Doctoral, Zaragoza, 1987. Un resumen de esta tesis se publicó en Artigrama, 4, Zaragoza, Uni-
versidad de Zaragoza, 1987, pp. 348-353.
40
Según escritura del 12 de noviembre de 1646 remató las obras de los puentes y calzadas
sobre el rio Duero en Soria (puente de San Juan de Duero de Soria, Riotuerto y Garray, con trazas
de Martín de Solano). Trabajarían con él Francisco la Calle, Domingo del Campo y Juan García de
la Hondal, de Liendo. Salen como fiadores, Melchor de Bueras, de Padiérniga; Juan de La Incera
de la Sierra, de Adal; Pedro Díez de Alvear, de San Miguel de Aras (todos maestros de cantería); y
el ensamblador Pedro Cizarte y el carpintero Diego de Cortés, ambos de Soria [Saltillo, Marqués
del, Artistas y artífices., op. cit., pp. 294-298].
41
En este ayuntamiento se bolvió a leer un memorial dado a la çiudad por el Colexio de la Compañía de
Jesús, en diez y ocho de junio pasado deste año (1664), que su thenor a la letra y decreto a él dado es el siguiente:
El Colexio de la Compañía y el retor en su nombre haçe suplica a Vuestras Señorías se sirva darle licencia

140
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

• Escritura de la obra de vidrieras para la linterna de la Iglesia del


Colegio de la Compañía de Jesús de Soria entre el Padre Gregorio de An-
drade, procurador de dicho Colegio y Gabriel León, vecino de Valladolid,
maestro vidriero; Pedro Pablo, vecino de Soria, es su fiador.Las vidrieras han
de estar acabadas: 28 de febrero de 1691. Las redes han de estar acabadas:
20 de marzo de 1691. Toda la obra debe de estar acabada: 22 de marzo
de 1691. El pago de produciría en 3 plazos: principio, mitad y fin de obra.
El Colegio debía tener prisa por ver acabada dicha linterna con
sus vidrieras, porque en el contrato se especificaba que el maestro, sin
dilación, comenzara a trabajar el día 4 de de febrero de 1691, con multa
de 30 reales por cada día que faltase al trabajo y 5 si solo se tratase de
medio día.42

• Retablo mayor: el 17 de octubre de 1640 se contrató la pintura y


dorado del retablo mayor. El padre Jerónimo de Pedralves, rector de la
casa y Colegio lo ajustó con el pintor y dorador soriano Martín González.
Se especifican las condiciones para hacerlo, como el aparejarlo convenien-
temente con cola y yeso grueso mate y bol con temples, utilizar oro de
martillo, colores finos sobre el oro y rayado para dejarlo al descubierto;
sin embargo no hay ninguna descripción que se haga de su estructura y
características. Debería estar acabado para finales de diciembre de 1641,
pagándose 9600 reales (300 ducados al contado, 200 ducados en 1641 y
el resto para San Juan de 1642).

para que pueda executarsse la portada de su yglesia según la perfección que pide la traza y se reduce lo que no es
de su facultad sin el beneplácito de Vuestras Señorías a que salgan a la calle los pedestales de las columnas y las
gradas de la puerta principal poco menos de dos baras. Y que salgan, así mismo, los pedestales de las pilastras
del cuerpo del ebanxelio en la misma proporción que se les den los del cuerpo de la epístola, con sus gradas en
medio. Más suplica a Vuestras Señorías se sirva de darle, en la misma calle, espacio para un atrio de tres baras
de ancho y del largo de la portada que servirá de adorno a la calle, de comodidad a la entrada y de ningún
embaraço por quedar por aquella parte la calle con bastante anchura y desaogo. Esto suplica a Vuestras Señorías
con el debido rendimiento, fiado de las (…) que Vuestras Señorías siempre le haçe. Besa su manos de Vuestras
Señorías su mayor servidor y humilde cappellán Anttonio de Losada.
En 18 de junio de mill y seiscientos y sesenta y quatro los señores Don Juan Zapatta y Don Diego Gutiérrez
lo vean y informen a la ciudad.
Y hallándose presentes en este ayuntamiento los dichos señores comisarios Don Juan Zapatta y Don Diego
Gutiérrez informaron a la ciudad diciendo an bisto la obra y portada de la yglesia de la Compañía que contiene
el dicho memorial y que de hacerse en la forma que refiere no resulta perjuicio alguno por quedar la calle con
bastante anchura y combenir para el adorno de dicha yglesia el hacerse la obra en la forma conthenida en dicho
memorial y que siendo servido la ciudad puede sin escrúpulo dar licencia para ello. Y entendido por la ciudad
dicho informe dijo se cumpla y guarde y el colexio de la Compañía pueda proseguir y prosiga la obra y fábrica en
la forma que por su memorial lo pide y refiere, atento por el informe de dichos señores caballeros comisarios parece
no se dé perjuicio alguno y que se haga notorio al Padre retor de dicho colexio para que sin embaraço prosiga
dicha obra y así lo acordó, mandó y firmó como acostumbra de que yo el escribano doy fe [Archivo Municipal
de Soria (AMSo), Actas de Ayuntamiento (Soria, 18-VI-1664).
42
AHPSo, Protocolos Notariales de Soria, Caja 888, Protocolos Notariales de Fernando Zapata,
(Soria, 3-II-1691), s.f.

141
FERNANDO DEL SER PÉREZ

Fig. 7. Claustro del antiguo Colegio de la Compañía de Jesús en Soria,


actualmente Instituto de Enseñanza Secundaria “Antonio Machado”.

• Además del retablo mayor, se conoce la existencia de otro retablo,


del que se ignora su advocación. La única noticia procede de una carta
de pago con fecha del 5 de junio de 1617, otorgada por el escultor y en-
samblador soriano Francisco Cambero en favor de su hijastro Francisco
del Prado para entregarle 600 ducados que se le adeudaba de una libranza
que el Padre Rector de los jesuitas le debía por el pago de un retablo que
había ejecutado para este Colegio. El Inventario de los bienes de Francisco
Cambero de Figueroa, ensamblador, vecino de Soria, se realiza entre el
23 de abril de 1617 al 14 de julio de 1617. En él se recoge el siguiente
texto: mas la obra de la Compañía de Jesús, esta concertada en seycientos ducados,
tengo recibidos trecientos y nobenta poco más o menos, baldrá lo que falta de hacer
cinquenta ducados poco mas o menos, para esto les debo yo beinte y ocho [f]anegas
de trigo poco mas o menos. Este inventario se realiza porque su mujer María
Martínez falleció el 21 de Abril de 1610, y dejó hijos de dos matrimonios
que tuvo, y el susodicho Francisco Cambero quiere hacer inventario de
los bienes que entre ambos tenían en el momento que ella falleció para
que se sepa lo que a cada uno toca [fig. 7].43

43
Manrique Mayor, A., Las Artes en Soria…, vol. IV, pp. 145-152, doc. 327.

142
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

Iglesia de Fuentepinilla

La iglesia parroquial de
Fuentepinilla [fig. 8],44 tiene
la cualidad de que cuando
en el siglo XVI se renueva
el antiguo templo románico
del siglo XII, se concibe con
tres naves, con pilares com-
puestos, y presumiblemen-
te con bóvedas de crucería.
Muy poco después de 1540
se paralizan las obras de esta
primera fase de renovación
Fig. 8. Planta de la Iglesia de Fuentepinilla (Soria).
del edificio. Sólo se habían
levantado las paredes hasta
la altura de las ventanas y los soportes de la iglesia, pero sin sus corres-
pondientes remates. Hay que esperar a 1595 para que la fábrica recibiera
un segundo y definitivo impulso constructivo. Dejando bien claro que el
abovedamiento del templo no debería ser de cantería sino de albañilería
y carpintería. Igualmente se precisa, que por acuerdo del Ayuntamiento
de la villa, la traza de la obra debía ser por buenos oficiales para que, en la
medida de lo posible, fuese como la yglesia de los Teatinos de Soria, porque esta
yglesia tiene los mismos pilares y traza en quanto al fundamento de la obra (…).45
Por tanto, la iglesia de los Jesuitas de Soria sería un edificio de estructura
análoga a la de la iglesia de Fuentepinilla, con tres naves y con el mismo
tipo de soportes. Esta semejanza debió sin duda ser factor determinante
para que a la hora de proceder a abovedar el templo de la villa se exigiese
una traza similar a la cubierta existente en la cubierta de la iglesia de la
Compañía de Jesús. Con todo ello (documentación de archivo que hemos
expuesto, más el modelo de Fuentepinilla) podemos hacernos una idea
de cómo era la iglesia de la Compañía, no tanto por lo que respecta al
edificio del mismo Colegio. Iglesia en cuya fábrica, la madera tenía un
componente específico muy importante. Y como veremos a continuación,
tanto la iglesia del siglo XVI como parte del colegio desaparecerán en un
suceso ocurrido en el siglo XVIII.

44
Véase al respecto Martínez Frías, J. Mª, “La Parroquial de Fuentepinilla (Soria) y su posible
relación artística con la primitiva iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús de Soria”, Celtiberia, 72,
Soria, Centro de Estudios Sorianos, 1986, pp. 301-313.
45
AHPSo, Protocolos Notariales de Soria, Protocolos del Escribano Bartolomé de Espinosa, 1595,
f. 280.

143
FERNANDO DEL SER PÉREZ

No obstante, en la documentación conservada en el Archivum Romanum


Societatis Iesu (ARSI) en Roma, se relata la consagración de la nueva iglesia
de la Compañía de Jesús en Soria, que se realiza el 1 de julio de 1585:
Passóse el Sanctíssimo Sacramento a la Iglesia nueua vn lunes día de la octaua
de San Juan Baptista, que es primero de Julio y fue año de mill y quinientos y ochenta
y cinco. Hizose con gran solemnidad. Adornóse la Iglesia muy bien passó el Sanctissimo
Sacramento el obispo don Sebastián Pérez, bendixo la Iglesia, dedicola con título de el
Spiritu Sancto, y predicó en ella aquel día. Pusierónse diuersos epigramas y sonetos con-
forme al propósito. Este día don Francisco de Padilla Prior benemérito de la Iglesia de el
Burgo, mostró singularmente su agrado su antigua deuoción a la Compañía, junto con
su natural nobleza, franqueza y liberalidad. Porque no contento en solemnizarlos la fiesta
con decir él la misa traiendo de El Burgo [de Osma] riquíssimos ornamentos, quales los ay
en aquella sancta Iglesia traiendo capilla de cantores y menestriles, quiso también festejar
a los nuestros obispo, corregidor y a toda la nobleza de la ciudad, con vna magnífica y
spléndida comida. A la tarde se hizo vna comedia compuesta por los nuestros y representada
por nuestros estudiantes, que dió mucho contento a todos. Acudió a la mañana y a la
tarde el concurso de todo el Pueblo, y algunas gentes fuera dél, con increible y vniuersal
regocijo en ver cumplido con tan buen sucesso. Lo que tanto tenían desseado.46

E igualmente se señala quien es el autor de la traza de la Iglesia del


Colegio de Soria: el Hermano Pedro de el Yerro fue el que dió la admirable traza
que esta Iglesia tiene.47
Según el Catalogus Primus del Catálogo trienal de 1584 del Colegio
de Soria,48 el Hermano Pedro del Hierro, era natural de Zarzosa [de Rio
Pisuerga], entonces perteneciente al obispado de Palencia y ahora de
Burgos, donde nació en 1536, en 1584 tenía 48 años, de buena salud,
llevaba 27 años en la Compañía de Jesús, por lo que había ingresado en
la misma en 1557 (cuando tenía 27 años), se especifica en cuanto a mi-
nisterios desempeñados que ha sido ministro mucho tiempo y ha desempeñado
otros oficios de casa y es Coadjutor formado desde 1568. La información
que nos aporta el Catalogus Secundus de 1584, del Colegio de Soria, nos
presenta el siguiente retrato del Hermano Pedro del Hierro: tiene muy
buen ingenio y muy buen juicio, es prudente, tiene en su estudio harta experien-
cia, colérico y algo melancólico. Talento para todos los oficios que hace y para ser
superior. Morirá en Villagarcía de Campos en 1585.49 La iglesia del Colegio
de Soria, se presenta como modelo constructivo de iglesia.50

46
ARSI,Castel. 35 I y II; P. Guzmán, Historia Colleg. 1545-1600, vol. 35 II, f. 418 r.
47
Ibidem, f. 418 r.
48
ARSI, Castel. 16-II, Cat. Trien., f. 29 r.
49
Dos hermanos coadjutores Pedro del Hierro y Francisco Hernández murieron en el mes de mayo, el
primero residía aquí, el segundo en Segovia. Vuestra Paternidad los mande encomendar a Nuestro Señor por
la Compañía [Carta del padre Pedro Villalba (Provincial de Castilla), (Villagarcía de Campos, 30-VI-
1585), ARSI, Hisp. 130, f. 201].
50
Carta del Padre Pedro Villalba, (Segovia, 24-VIII-1585), ARSI. Hisp. 130, f. 284 r-v. Agradezco
a Cristina García Oviedo el aporte tanto de este dato como el expresado en la nota anterior (nota 49).

144
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

Incendio de 1740

En 22 de abril de 1740 se quema el colegio e iglesia de la Compañía


de Jesús en Soria (hecho recogido en acta del Ayuntamiento de Soria de
29 de abril de 1740), con la pérdida considerable de cuanto adornaba
el culto de dicha iglesia, sin haberse podido salvar de ella ni aún el Santísimo
Sacramento, causando gran sentimiento en los vecinos; toda la fábrica se
redujo a cenizas, a excepción de las aulas de Gramática y Filosofía y par-
te de la portería contigua a ellas. El fuego amenazaba pasar a las casas
vecinas, pero pudo atajarse. Pasado este momento, la ciudad mandó emi-
sarios a visitar al P. Cipriano de Alba, a la sazón rector de dicho Colegio,
que con los otros religiosos se acogió en el convento de San Francisco,
y le manifestaron el sentimiento de la ciudad. Provisionalmente se les
ofreció unas casas de morada, propia del marqués de Vadillo, vecino de
la ciudad, frente a las que habitaba por la proximidad a San Juan de
Rabanera. Pedida al marqués, éste la cedió y aún ofreció la que habitaba
si era necesario.51
En cuanto a la reconstrucción de la iglesia y colegio, sabemos el
nombre del Maestro de obras que se hace cargo del proceso. Y su nom-
bre aparece en la escritura de obligación de la obra de la escalera que
se ha de hacer en la ermita del Patrón de Soria, San Saturio, según sus
condiciones. Escritura pública realizada ante el escribano Diego Antonio
Díez de Isla, en Soria, el 9 de junio de 1748, entre José de Oñederra,
vecino de Azcoitia (Guipúzcoa) maestro de cantería y albañilería, y que
lo es de la obra del Colegio de la Compañía de Jesús en Soria, y el Deán
y Cabildo de San Pedro de Soria.52
Desde el punto de vista económico, como ayuda a la financiación del
proceso de reconstrucción, el Colegio consigue que se le ceda por diez
años el derecho de sacones:53
Y asimismo se presenttó por partte del Padre Recttor de la Compañía de Jesús desta
ciudad el Real Priuilexio de Su Magestad que Dios guarde y Señores de Su Consejo de
Castilla de fecha de diez de octtubre deste año [1740] refrendado de don Joseph Ant-
tonio de Lassa esscribano de Cámara por el que se les conzede la cobranza del derecho
de sacones pertenezientes a esta dicha ziudad y Vnibersidad por diez años y en birttud

51
Rabal, N., Soria. Sus Monumentos y Artes. Su Naturaleza e Historia, Soria, Macondo ediciones,
1980 (Reimpresión de la edición de 1889), pp. 282-284.
52
AHPSo, Protocolos Notariales de Soria, Caja n.º 1052, Protocolos notariales de Diego Antonio
Díez de Isla, (Soria, 9-VI-1748), s.f.
53
En relación con el comercio de lanas finas y el derecho de sacones, en Soria, véase Diago
Hernando, M., “Los mercaderes franceses en la exportación de lanas finas castellanas durante los
siglos XVI y XVII. Una primera aproximación desde el escenario soriano”, Hispania, LXXII, 240,
2012, pp. 35-66.

145
FERNANDO DEL SER PÉREZ

Fig. 9. San Ignacio de Loyola - Siglo XVIII. Fig. 10. San Francisco Javier - Siglo XVIII.
Anónima. Concatedral de San Pedro de Soria. Anónima. Concatedral de San Pedro de Soria.
Procedente del Colegio de la Compañía de Jesús Procedente del Colegio de la Compañía de Jesús
de Soria. de Soria.

de sus acuerdos de zesión ynsertos en él para la edificazión de su collexio y yglesia que


dieron prinzipio en este de la fecha y cumplirán en el que bendrá de quarenta y nueue,
quedando desde entonzes en fauor de dichas comunidades como /f. 37 r/ lo a estado
asta aquí, y visto por dicha Junta se boluió al expresado Padre Rector para que use
de él, por dicho tiempo como en él se contiene dándole las gracias de su attenzión.54

Del antiguo retablo mayor o altares dela iglesia del Colegio de Soria,
sólo se han conservado las siguientes imágenes referentes a San Ignacio de
Loyola y a San Francisco Javier y que actualmente están en la Concatedral
de San Pedro de Soria [figs. 9 y 10].
Como novedad, presentamos en esta comunicación un plano inédito
del Colegio de Soria, del siglo XVIII, seguramente realizado tras la expul-
sión de los jesuitas en 1767, ya que acompañaba al documento que aparece
en el apéndice documental, en el que se pide refundar la Colegiata de
San Pedro de Soria en el edificio del antiguo Colegio de Jesuitas [fig. 11].
Este plano bien puede plantear la situación del edificio en 1768, o
bien expresa la propuesta de uso del espacio por parte de los canónigos

54
AHPSo, Universidad de la Tierra, Libro 3.470, (Soria, 25-XI-1740), ff. 36 v-37 r.

146
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

de San Pedro en caso de que se les aprobara el traslado. De este plano


llama la atención, que al no estar todavía construido el edificio de la
iglesia, el espacio sagrado, de una forma práctica, se incrusta en dos de
los brazos del edificio cuadrangular, adoptándose una forma de capilla-
salón, en forma de “L” invertida, y situándose el altar mayor en la parte
inferior derecha de la citada “L” invertida. Igualmente es de destacar la
existencia de un altar en tres de la cuatro esquinas del claustro, así como
la ubicación del Aula de Moral anexada al lienzo de la pared de Oriente,
con puerta independiente desde la calle.
En todo caso, estamos ante una obra barroca, cuadrangular, de
cantería, con doble claustra interior. Las fachadas norte y oeste están
realizadas utilizando una perfecta piedra de sillería, procedente de las
cercanas canteras de la localidad de Golmayo (Soria), plana, sobria y de
gran solidez. El resto del edificio está realizado en mampostería.
El elemento más destacable es la portada, abierta en un lateral de
la fachada principal. Presenta una puerta adintelada y moldurada con
baquetones de oreja entre pilastras cajeadas con capiteles compuestos;
entablamento con ménsulas decoradas con rosetas, palmeras y ramos de
frutos, rematadas con flameros; y pequeña ventana baquetonada igual-
mente en oreja y entrecajeada, coronada por un frontón triangular re-
matado con venera, y tímpano con rosetas. En dicha portada, en tiempos
estaba situado el escudo de la Compañía de Jesús, y ahora ocupa su lugar
el escudo de armas de Carlos III, colocado allí tras la expulsión de los
jesuitas.55 Esta portada, es factible que sustituye a la que se construye en
1663, en contrato realizado entre el Padre Rector Antonio de Losada y
Juan Antonio Pérez de Villabiad, maestro de cantería, y de la que también
se ha hablado ut supra.56

55
“Carta Circular, en Madrid, a fecha 31 de Julio de 1768, avisando a los Comisionados ha-
ber declarado devueltos a la Real Corona los bienes ocupados a los Regulares de la Compañía del
nombre de Jesús, y en consequencia de esto, se les manda borren las Armas de la Compañía en sus
Casas y Colegios, poniendo en su lugar los Escudos Reales”, Colección General de las Providencia hasta
aquí tomadas por el Gobierno sobre el Extrañamiento y ocupación de las temporalidades de los regulares de la
Compañía [de Jesús], que existian en los Dominios de S. M. de España, Indias, e Islas Filipinas, a consequencia
del Real Decreto de 27 de Febrero, y Pragmática-Sanción de 2 de Abril de este año, Parte Segunda, Madrid,
Imprenta Real de la Gazeta, 1769, p. 50. Véase también, Martín de Marco, J. A., “La Soria de Carlos
III”, Celtiberia, 81-82, Soria, Centro de Estudios Sorianos, 1991, pp. 237-367.
56
Escritura realizada en Soria el 10-VIII-1663, ante Martín de Esparza, escribano del número
de Soria, en que se especifica el contrato entre el Rector del Colegio de la Compañía de Jesús de
Soria, Padre Antonio de Losada y Juan Antonio Pérez de Villabiad, maestro de cantería, residente en
la ciudad de Soria, para hacer la obra del pórtico y delantera de la Iglesia y torre de dicha Iglesia.
Coste de la obra: 300 ducados. Pago: 100 ducados luego de contado; 100 ducados a media obra; 50
ducados antes de que esté acabada; 50 ducados una vez acabada. Testigos: Martín González, pintor,
vecino de Soria. Jerónimo González, vecino de Soria. Pedro Gutiérrez, vecino del Valle de Liendo
[AHPSo, Protocolos Notariales de Soria, Protocolos Notariales de Martín de Esparza, (Soria, 10-VIII-1663),
s.f.]. En este mismo texto, véase la nota a pie de página nº 41.

147
FERNANDO DEL SER PÉREZ

Fig. 11. Plano de situación del antiguo Colegio de la Compañía de Jesús de Soria, en ¿1768?
(Archivo de la Concatedral de San Pedro de Soria, Legajos, Caja nº 13). Referencias al Plano:
1.- Puerta Principal de Poniente, 2.- Puerta del Claustro, 3.- Entrada del claustro a la Yglesia, 4.-
Sachristia y Puerta, 5.- Coro y Puerta, 6.- Entrada del claustro a la Yglesia, 7.- Yglesia, 8.- Altar
Mayor, 9.- Altares, 10.- Lienzos del Claustro, 11.- Jardin y entrada, 12.- Puerta del Oriente, 13.-
Entrada al claustro, 14.- Aula de Moral y oficinas.

Relatemos ahora que fuentes nacionales e internacionales se pueden


utilizar.

De lo general a lo particular

Una fuente fundamental para el estudio de las casas, residencias y


colegios, de la Compañía de Jesús son los catálogos del personal,57 los
documentos enviados con regularidad por las distintas provincias a Roma
(conservados hoy en Roma, en el ARSI, Archivum Romanum Societatis Iesu)
con el fin de proporcionar un retrato lo más completo posible de lo

57
Sobre los catálogos, Lukacs, L. S.J., “Le Catalogue-modele du Pere Lainez”, Archivum His-
toricum Societatis Iesu, 26, Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1957, pp. 57-66; Lamalle, E.,
S.J., “Les catalogues des provinces et des domiciles de la Compagnie de Jesus”, Archivum Historicum
Societatis Iesu, 13, Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1944, pp. 77-101.

148
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

humano y material de la provincia. Como es conocido existen dos tipos


de catálogos, el catálogo anual y el catálogo trienal: El primero, el anual,
consiste en una lista de nombres y apellidos de los jesuitas residentes
en cada domicilio, con la única indicación del ministerio o ministerios
ejercidos por ellos en ese momento; el catálogo trienal contiene una más
amplia cantidad de información, significativamente mayor, y se subdivide
a su vez en primus (información general sobre cada uno de los padres
[sacerdotes, de cuatro, y de tres votos] y hermanos coadjutores tempo-
rales), secundus (información secreta sobre las actitudes y aptitudes de
los sujetos) y tertius (información sobre la situación económica de los
domicilios).
El P. Bartolomé Alcázar, relata la evolución de los catálogos, de la
siguiente manera:
Estilóse desde los principios de la Compañía, por ordenación expresa de San Igna-
cio, que cada quatro meses se escribiesen cartas recíprocas de unos collegios a otros, cuyo
contenido eran las cosas de edificación acontecidas en cada uno: con que se fomentasse
la unión y fraterna charidad; y los santos exemplos de los unos sirviessen de incentivo
y emulación a los otros: las quales por esso eran llamadas Quadrimestres. Después en
tiempo del P. Laynez, por aliviar esta tarea que iba creciendo inmensamente, se estable-
cieron semestres: y en el tiempo del santo Borja se quedaron en Annuas: y de ellas se
guarda un rico thesoro en los Archivos de Alcalá y de Madrid. Hasta que el gobierno
de el P. Everardo, se formó nueva planta, disponiendo una sola carta de todas las
Casas y Collegios de cada Provincia; de la qual se hacíase muchas copias. Más ahora
en esta Congregación General, se determinó, que se enviasse una de cada Provincia a
Roma solamente donde se formase de todas en volumen, y se diesen a la estampa: de
que resultaría mayor facilidad para la comunicación y para la perpetuidad; y serían
una como breve zifra de lo que cada año obraba la Compañía universal en obsequio
de Dios y de los próximos.58

En 1598 el Padre General Claudio Acquaviva ordenó a los provin-


ciales que se escribieran las historias de cada casa de la Compañía de
Jesús. Iniciativa que debía estar basada en hechos edificantes y en las
vidas devotas de aquellos jesuitas que habían contribuido a conformar y
a agrandar la historia colegial. La intención era ir recogiendo datos para
la redacción de una historia de la Compañía encargada al P. Nicolo Or-
landini.59 Es la Historia domus, una tarea que en el caso de la Asistencia de
España se proyecta en recopilaciones documentales como la del P. Martín
Roa, que hacia 1600 escribió la historia de la Compañía en la Provincia
de Andalucía; del P. Francisco Porres, que redactó la Historia del Colegio

58
Noticia de la institución de las Cartas Annuas: Alcázar, B., Chrono-Historia de la Compañía
de Jesús en la Provincia de Toledo, Década V, Año I, de 1581.
59
Orlandini, N., Historiae Societatis Iesu pars prima sive Ignatius, Antuerpiae, apud Filios Martini
Nutii, 1620.

149
FERNANDO DEL SER PÉREZ

de Madrid; la Historia de los colegios de Castilla corrió a cargo de los


Padres Ribadeneira,60 Guzmán61 y Valdivia;62 el P. Bartolomé de Alcázar
escribe la Chrono Historia de la Provincia de Toledo de la Compañía de Jesús,63
y por último la historia de la Provincia de Aragón que, en los primeros
años del siglo XVII, fue realizada por el Padre Gabriel Álvarez.64 Intere-
santes son los manuscritos conservados sobre historia de casas y colegios
particulares, como la Historia del Colegio de la Compañía de Jesús de Málaga,
Tomo primero, o la Historia del Colegio de San Pablo de Granada (1554-1765).65
Estos trabajos sobre la fundación y primeros años de vida de los colegios
fueron durante mucho tiempo la síntesis documental más cualificada —y
en parte desconocida— para conocer los colegios y casas de la Asistencia
de España.66
Precisamente en el relato de la historia del Colegio de Soria, realizada
por el P. Guzmán, se recoge el momento fundacional de éste Colegio,
que no es como indican algunos autores en 1576, sino en 1575, teniendo
como sede provisional la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Espino:
Fue Nuestro Señor servido sucediese gran bonanza y se aceptase Colegio por el
padre Juan Suárez, Provincial [de Castilla], habiéndole cometido este negocio el padre
Everardo Mercuriano, Prepósito General de la Compañía de Jesús, lo cual se hizo con
universal regocijo, no sólo de las fundadoras doña Juana y doña María,67 [sino ade]
más de todos los ciudadanos y de los de nuestra Compañía. Con tal autoridad, se tomó
la posesión del Colegio en esta ciudad de Soria, en Nuestra Señora del Espino, primer día
del mes de Junio del año del Señor de mil quinientos setenta y cinco,68 siendo superior,
aunque no con nombre de Rector, el padre García de Zamora.69

60
ARSI, Hispania, 94, Assist. Hisp. 9, Libri (1540-1610).
61
ARSI, Castellana, 35, t. 1-2 (1545-1600), Memoria fundatio collegia usque ad a. 1706.
62
ARSI, Hispania, nº 151-152. En esta signatura se recoge la historia de la Compañía, colegio
por colegio —unos 30 folios por colegio— encargada por el Padre General a Valdivia.
63
Alcázar, B. de, Chrono-historia de la Compañia de Jesus en la provincia de Toledo, 2 vol., Madrid,
Juan Garcia Infançon, 1710. Existe una reproducción de la edición de 1710, realizada en A Coruña,
Órbigo, 2008.
64
Soto Artuñedo, W., La fundación del Colegio de San Sebastián…, op. cit., p. 28.
65
Historia del Colegio de San Pablo. Granada (1554-1765), edición del manuscrito 773 del Fondo Jesuitas
del Archivo Histórico Nacional [Madrid]. Transcripción de Joaquín de Béthencourt, revisión y notas de
Estanislao Olivares, Granada, Facultad de Teología de Granada, Granada, 1991.
66
Vergara Ciordia, J. y Sánchez Barea, F., “Marco documental para el estudio de los co-
legios y bibliotecas jesuíticas en la España Moderna”, Anuario de Historia de la Iglesia, 20, Pamplona,
Universidad de Navarra, 2011, p. 374.
67
Finalmente no serán consideradas como tales, sino que este título de fundador del Colegio
de Soria lo detentará el Prior de la Iglesia Catedral de Burgo de Osma, Fernando de Padilla, tras
un pacto entre éste y aquellas, al aportar éste mayor cantidad de dinero a la fundación de Soria.
68
[Nota marginal: 1575]
69
ARSI, Castel., t. 35 II, f. 402 r.

150
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

Archivos y bibliotecas

En España
— Archivo Histórico Nacional de Madrid. Ver el fondo Clero, Jesui-
tas, y el de Consejos Suprimidos. Igualmente se debe consultar el
fondo de Inquisición.
— Archivo General de Simancas. En él se puede encontrar tanto
documentación económica de los diferentes Colegios, así como
una muy interesante documentación sobre los listados nomi-
nativos de embarque de jesuitas en el proceso de expulsión de
España, existentes en la sección de Marina.
— Archivo de la Chancillería de Valladolid. La consulta de este
archivo es fundamental para analizar los pleitos judiciales plan-
teados o sufridos por los Colegios y Casas de la Compañía de
Jesús.
— Biblioteca de la Real Academia de la Historia. En el fondo deno-
minado Papeles de Jesuitas se encuentra un conjunto documental
proveniente de los archivos y bibliotecas incautados a los jesuitas
tras su expulsión en 1767. La colección esta dividida en tres
secciones: Tomos, Legajos y la Biblioteca de Cortes.70
— Biblioteca Nacional. Madrid. Sala Cervantes, colección de Ma-
nuscritos.
— Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
Madrid. Es interesante consultar el Fondo de la Embajada [de
España] cerca de la Santa Sede,71 de Roma. Allí se encuentran los
expedientes de las rentas que se pagaban a los jesuitas expulsos,
sus actividades en Italia, etc.
— Archivos de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares y de
Loyola (Azpeitia, Guipuzcoa). En el Archivo de Alcalá de He-
nares está el Archivo Histórico de la Provincia de Toledo. Y
durante mucho tiempo el Archivo de la Provincia jesuítica de
Castilla estuvo radicado en la Casa-Santuario de Loyola. Entre
otros documentos en el de Loyola se haya el Libro de Entradas
en el Noviciado de San Luis de Villagarcía de Campos, ss. XVI-XVII,

70
Sobre la Biblioteca de Cortes: Procede del antiguo Colegio Imperial de Madrid y de otras
casas y colegios de la Compañía de Jesús. Tras la expulsión de los jesuitas sus fondos pasaron a la
Biblioteca de las Cortes (hoy Congreso de los Diputados), de la que recibe el nombre, y de allí a la
Real Academia de la Historia. Son 1.257 libros y legajos. Signatura: 9/2157 a 9/3414.
71
Pou y Marti, J., «Los Archivos de la Embajada de España cerca de la Santa Sede», Misce-
llanea Archivistica Angelo Mercati, (tomo 165 de la colección Studi e Testi), Città del Vaticano, 1952,
pp. 297--311.

151
FERNANDO DEL SER PÉREZ

fundamental para el seguimiento de nuevos jesuitas que entran


en la Provincia de Castilla.

Fuera de España
— Archivum Romanum Societatis Iesu (ARSI).72 Es el Archivo
del Prepósito General de la Compañía de Jesús en Roma, o
archivo central de la Orden. Allí se pueden consultar dentro
del fondo de Castilla, los catálogos anuales y trienales que pau-
latinamente van recogiendo los datos del Colegio de Soria, así
como los datos de la correspondiente Historia Domus a través
de los relatos de los Padres Ribadeneira, Guzmán y Valdivia,
ya citados ut supra.
— Colección de Jesuitas del Archivo Nacional de Santiago de Chile.73

En este Archivo se conserva documentación de la Provincia Jesuítica


de Castilla, que por avatares del destino acabó por allí.
El Archivo de Temporalidades de la Compañía de Jesús en Madrid,
durante la llamada “Gloriosa Revolución de 1868” estaba siendo destro-
zado, y sus papeles utilizados como envoltorios en pescaderías y carnice-
rías. Javier Bravo, español residente en Buenos Aires, que se encontraba
accidentalmente en Madrid, tuvo noticia de su existencia y adquirió
documentación proveniente de ese Archivo. Bravo devolvió parte de la
colección al Gobierno de España, y emprendió la publicación de lo res-
tante. Pero no tuvo éxito en su empresa, y hubo de dejar la colección de
manuscritos referida en prenda de lo que quedaba debiendo a los colabo-
radores literarios y al editor de los primeros volúmenes de la publicación.
Esta colección es la que fue ofrecida en venta al Gobierno de Chile por
intermedio de su agente en París, y de la que el Ministro de Relaciones
autorizó adquirirla si lo juzgaba conveniente.
Es el origen de la Colección de Jesuitas de Santiago de Chile. Entró
a formar parte de la Biblioteca Nacional de dicha capital y que a los prin-
cipios por no poseer ella encuadernación propia, mientras se trabajaba
en empastarlos en unos talleres de fuera, ocurrió un incendio que oca-
sionó la pérdida irreparable de unos cuarenta volúmenes que quedaron
chamuscados y medio destruidos. El número total de volúmenes, incluso los
deteriorados, era de 498; pero a fin de facilitar la consulta, se reunieron dos o más

72
Del Ser Pérez, F., “La provincia jesuítica de Castilla en el Archivum Romanum Societatis Iesu”,
Cuadernos de Historia Moderna, 20, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1998, pp. 167-188.
73
Guglieri Navarro, A., Documentos de la Compañía de Jesús en el Archivo Histórico Nacional,
Madrid, Editorial Razón y Fe, 1967, pp. LXVII-LXXI.

152
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

libros de cuentas en un sólo volumen, disminuyendo en dieciocho la suma total,


que se distingue de la siguiente forma: Chile, volúmenes numerados, de 1 a 176
A; España, 137 a 150: España, Canarias Filipinas, 151: Italia [sobre pensiones],
152 y 153; Bolivia, 154 a 170 y 436, 437; Perú, 171 a 232; Argentina, 237 a
298; Filipinas, 426 a 428; varios, 429 a 435; semiquemados en el incendio, 42
volúmenes guardados en 14 cajas.74
El año 1891 se publicó en Chile un Catálogo de los papeles de je-
suitas que había en la Biblioteca Nacional, y que comprendía tanto los
procedentes de Madrid como del mismo Chile, y en la introducción
se dice que la Colección entera estaba formada por 478 volúmenes; prometía
además otro Catálogo con los papeles de jesuitas del resto de América, pero este
segundo Catálogo no se ha publicado hasta ahora, y sólo existe un Inventario
de dichos papeles.75

Conclusiones

En este recorrido, de lo particular a lo general; y de lo general a


lo particular, se han tratado de exponer, las fuentes esenciales a utilizar,
para el estudio del Colegio de la Compañía de Jesús en Soria, haciendo
especial hincapié en los aspectos relativos a la construcción de su edificio
e iglesia, constatando que el Colegio es una institución importante en
el devenir de la historia artística, espiritual, social y educativa de Soria.

74
Thayer Ojeda, T., “La Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Chile”’, recogido
en The Hispanic American Historical Review, vol. IV, n.º 1, febrero 1921, p. 170.
75
Catálogo de los manuscritos relativos a los antiguos jesuitas de Chile que se encuentran en la Biblioteca
Nacional, Santiago de Chile, 1891, 543 pp.

153
FERNANDO DEL SER PÉREZ

Apéndice documental

Archivo de la Concatedral de San Pedro de Soria, Legajos, Caja nº 13

Petición de traslado de la Iglesia Colegial de San Pedro de Soria al Colegio que


fue de los Regulares de la Compañia de Jesús en Soria.

Impreso. Soria, VI, 1768. S./f.

/f. r/

El Deán, y Cabildo de la insigne Colegial de la Ciudad de Soria, con la mayor


veneracion expone a la Catholica clemencia de V. M. que en su Representacion de
seis de Febrero pretendiò, que por un efecto de vuestra Real Piedad, se sirviesse con-
cederle el Colegio, y sitio destinado para Iglesia de los Regulares de la Compañia [de
Jesús]: Casas inmediatas de muy corto valor para Cementerio, ú Atrio, y Ornamentos
del Culto Divino, a cuya súplica renueva oy humildemente con la plena justificación
de los motivos, que acompañan à ella mas extensivamente.
No puede dudarse (por ser materia recopilada en diversas Historias, y Anales)
que la explicada Ciudad en los precedentes siglos fue numerosa: Que los Fieles
Catholicos Vasallos defendieron à costa de sus vidas, y bienes los derechos de vues-
tros Augustos Progenitores: Que consistia el Culto Divino en treinta y seis Iglesias,
pobladas de Feligreses, en que siempre fue, y oy lo es la primitiva dicha Colegial con
/f. v/ la advocación del Principe de los Apostoles.
La mencionada Ciudad fue combatida de los Enemigos con el mayor ardor:
resistiòse á los marciales encuentros con una exemplar defensa, y lealtad, de los que,
y otras injurias de los tiempos, vino la ruina de la mas parte de sus edificios; tanto,
que oy no se considera una de diez, y los que antes hermoseaban aquella antigua
Fábrica, y servían de habitación á sus valientes Ciudadanos, yà existen solares reduci-
dos à labor, y pasto dentro de sus propios Muros; y de las treinta y seis iglesias, solo
permanecen doce: quatro en despoblado, y dos anexas à la Colegial, servidas por
Vicarios con una muy limitada Congrua.
No por eso dexa de mantener la gloria, que heredò de sus nobles Vecinos, ni
la que le han dado los Señores Reyes, en la que la mantiene V. M. pues es Cabeza
de Provincia, á que està sujeta la Ciudad de Osma: Tiene una Ilustre Noble Diputa-
cion, con nombre de los doce Linages, especialmente distinguidos por el señor Don
Alonso el Octavo: La habitan varios Titulos de Castilla, y Cavalleros de distincion,
Conventos de Religiosos, y Religiosas, Hospicio de PP. Carmelitas, y Priorato de Be-
nitos; un copioso Mercado los Jueves de cada semana, y Feria abundantissima por la
Natividad de Nuestra Señora, assistiendo á uno, y á otra un concurso numeroso de la
Tierra de Soria, y su Provincia, y es la Ciudad la mas granada poblacion de toda ella.
La enunciada Iglesia Colegial, que antes estaba situada en el centro, y substancia
de la Ciudad, defendida de suntuosas Casas, y Edificios, oy se halla sola metida entre
heredades, que alzado el fruto sirven los pastos para los Ganados, los que se han
visto introducirse dentro del Sagrado; de forma, que sobre /f. r/ esta indecencia, los
vientos que no tropiezan en defensa alguna, sacuden sus lienzos, y Atrios con toda
la viveza de su impulso, y lo mismo las aguas, y nieves.
Quasi el todo de la Ciudad consiste desde la Fuente, que llaman de Cabrejas,
hasta nuestra Señora de la Soledad, y en su centro esta erigido el Colegio de los

154
EL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS DE SORIA. FUENTES Y METODOLOGÍA

Regulares, y sacada de cimientos su Iglesia; y para baxar á la Colegial hay una larga
distancia cuesta abaxo, de mal piso, y despeñada; por lo que, como aquel clima es
el más frio, y destemplado de todo el Reyno, y posseido frequentemente de copiosas
nieves, hielos, y ayres penetrantes, y tienen todo el descubierto, soplan, è impelen las
zelliscas sobre los gruessos hielos, que hacen eminente, proximamente el peligro en la
caìda, y salud de los Individuos, sin que estos daños se corten con las providencias de
picarlos: por cuyas razones se vè tan probre de Ministros, y Fieles, que en muchos dias
se verifica celebrar el Santo Sacrificio de la Missa Popular uno solo de los primeros, y
sin asistencia de alguno de los segundos; respecto de que como tienen sus Casas tan
distantes, por no exponerse, gozan de los fueros que les promete el derecho natural.
Las funciones públicas, y Procesiones, en que se incluye la del dia del Corpus,
salen de dicha Colegial, baxando à ella el cuerpo de la Ciudad, que suele ser tan
pobre de Capitulares, que causa lástima verlas salir tan poco acompañadas, y las mas
veces no assiste por los impedimentos expuestos; y como hay Concordia, aprobada
por vuestro Consejo, de no salir el Cabildo, sin que aquella baxe, dexan comúnmente
de celebrarse; y si esto sucede en Processiones de tabla, quánto mas vivo será el do-
lor, en las que no lo son, /f. v/ y dias ordinarios? pues aunque los Vecinos de dicha
Ciudad son propensos á actos devotos, y Santos Oficios, no obstante que la Colegial
es la mas numerosa Parroquia, la dexan abandonada los Fieles, y se contentan con
recurrir à las otras, regidas por un solo Cura, que se hallan en mejor situacion; siendo
assi, que en la del Suplicante se hacen las funciones con obstentacion, y pompa en
el modo posible, assistencia de Musica, copia de cinco Dignidades, ocho Canonigos,
seis Racioneros, y algunos Capellanes, quando el tiempo lo permite.
Los diez Confessores que tiene la Colegial, se hallan todos los dias ociosos por
falta de Fieles, y la Viña del Señor sin el cultivo mysterioso: El Cura Vicario ponese
à explicar la Doctrina Evangelica todos los dias festivos, y no tiene quien le oyga mas
que los Infantes del Coro: El Canonigo Lectoral sin Discipulos en la Theologia Moral,
que debe explicar; pues antes quieren salir à estudiar fuera, que llevar las incomodi-
dades, è inclemencias de acudir à la Iglesia, arriesgando sus vidas, lo que cessarìa si
dicha Colegial se trasladasse á el Colegio, è Iglesia, que fue de los Regulares.
Los Individuos de la citada Colegial solo tienen los Canonigos la renta como de
tres mil reales, y los Racioneros la mitad: Su Fábrica es muy pobre, sin fondos algu-
nos, para poder construir nueva Iglesia, y esta podrá elevarse sobre los cimientos de
la de los Regulares con muy pocos costo; pues con los despojos de la actual, y otras
iglesias rurales, y sin algún uso, sobran materiales dentro de la misma Ciudad, para la
Fábrica cumplida de ella: Los pechos generosos de los Vecinos son inclinados á toda
piedad, y no se duda se esforzarán muchos por sus per/f. r/sonas, y otros con sus
caudales á obra tan del agrado de Dios; y en el interin puede el Exponente celebrar
los Santos Oficios en la Escuela de Maria Santissima, que tiene bastante capacidad,
como lo executaban los Regulares.
Puede dexarse parte de dicho Colegio (si V. M. se sirve destinarle) para la
Gramatica, y primeras letras, que en él enseñaban los Regulares, con cómodas habi-
taciones para los Maestros, y lo restante con los Claustros servir de Salas Capitulares,
y demàs Oficinas de que necessita una Colegial.
Las Casas inmediatas á la Iglesia, que se intenta fabricar con vuestra Real
deliberación, sobre ser de corto valor, están amenazando ruina, y es necessaria su
demolicion, para hacer Atrio, ò Cementerio respecto de que por el Oriente, y Po-
niente dá á calles públicas, y por el Sur á casas habitables, y la inmediata ocupada
por vuestro Intendente.

155
FERNANDO DEL SER PÉREZ

Tanta es la miseria, y pobreza de dicha Colegial, que le falta la decencia de


Ornamentos, y Vasos Sagrados, para que sus Ministros celebren los Divinos Oficios
con aquel magestuoso aparato que debe concurrir en mayor gloria de Dios, y bien
espiritual de los Vecinos.
Tenia el Suplicante que exponer á V. M. otros varios motivos, que omite por
no molestar vuestro supremo respeto, considerando, que solo el premeditar lo que
se duele de que no esté en su punto, altura el Culto Divino, y assistencia de Fieles
à èl, es lo sobrado para mover eficazmente vuestro Real Catholico corazon, á diferir
á una pretensión en que consiste se vean solemnizados los Oficios, celebradas las
Funciones, socorridos espiritualmente los Vecinos, y mas frequentada la Santa Madre
Iglesia; por cuyas ra/f. v/zones, mas por menor especificadas en dicha justificación:
Suplica á V. M. se digne concederle dicho Colegio, Iglesia, Vasos Sagrados,
Ornamentos, y Casas inmediatas para los fines expressados, á excepcion de lo que
se necessite para Aulas, y habitaciones de Maestros; de cuya Real Catholica piedad
assi lo espera, y en el Todo Poderoso, que guarde (y assi se lo ruega) la preciosa
Persona de V. M. para defensa de la Santa Madre Iglesia, y amados Vassallos. Soria
de Junio de 1768.

/f. r/ [Blanco]

/f. v/ Señor a L. R. P. de V. M. Suplica, El Dean, y Cabildo de la Ciudad de Soria.

156
La Casa de Administración del Colegio Imperial de Jesuitas
en Arganda del Rey (Madrid)

Raquel Novero Plaza


Universidad Autónoma de Madrid

A diferencia de la gran producción literaria y de los numerosos es-


tudios dedicados al análisis de las iglesias y los colegios fundados por la
Compañía de Jesús en España; las casas de administración, en cambio, ha
sido un tema olvidado por los historiadores hasta ahora, a pesar de que
estas casas eran el sustento y la fuente de ingresos más importante de la
Orden. Solamente se han estudiado con mayor profundidad las llamadas
“haciendas” de México, que servían a los mismos fines que las casas de
administración en España y, en menor medida, también en Argentina
de la mano del profesor Carlos Page, donde las llamaban “estancias”
y donde los operarios solían ser hombres de raza negra adquiridos en
el mercado y a los que los jesuitas luego liberaban de la esclavitud, les
adoctrinaban en la fe católica y les enseñaban a desempeñar los oficios
necesarios. En ellas se comercializaban los productos procedentes de las
reducciones de los indios guaraníes.1 Para la Compañía de Jesús estas
casas de administración eran muy importantes porque gracias a los bene-
ficios obtenidos de la venta de los productos elaborados en ellas, podían
admitir gratuitamente a la mayoría de los alumnos que cursaban en sus
colegios. Además, en las villas en las que se asentaban colaboraban de
distintas maneras, bien participando en las ceremonias y fiestas litúrgicas
o bien, como en el caso de Arganda, con la creación de una Cátedra de
Gramática y Letras Humanas.2
La Compañía de Jesús contaba con tres casas de administración en la
Comunidad de Madrid que dependían directamente del Colegio Imperial.
Eran las casas de Arganda del Rey, Torrejón de Ardoz y Valdemoro. Estas
haciendas eran casas de labor donde los jesuitas producían todo tipo de
alimentos como aceite, vino, pan, queso, harina, miel, leche, etc., que
les servían no sólo para su propio consumo y para el del Colegio, sino
también para su comercialización y venta, lo que les procuraba buenos

1
Page, C., “Reglamentos para el funcionamiento de las hacienda jesuíticas en la antigua
provincia del Paraguay”, Revista Dieciocho XVIII, 32, 2008, pp. 283-303; Lindley, R., Las haciendas y el
desarrollo económico, México, Fondo de Cultura Económica, 1987.
2
Barros Campos, J., “El Colegio Imperial, fundador de una Cátedra en Arganda”, Anales del
Instituto de Estudios Madrileños, 34, Madrid, 1994, pp. 319-336.

157
RAQUEL NOVERO PLAZA

ingresos. Estaban dirigidas por un administrador que se encargaba del


buen funcionamiento de la casa y del campo, de la contratación de los
jornaleros, de la producción y del gasto que apuntaba en un libro de
cuentas anual que era presentado con todo detalle al Colegio Imperial.
Era frecuente que en las casas residieran unos 6 religiosos durante todo
el año, que solían ser el administrador, 2 ó 3 operarios y 2 coadjutores
[fig. 1].
A finales del siglo XVI, la Compañía se instaló en Torrejón de Ardoz y
en 1605 lo hicieron en Arganda, mientras que a la localidad de Valdemoro
no llegaron hasta la década de 1620.3 Aunque los jesuitas no se instalaron
en Arganda hasta el año 1605, fue en 1602 cuando la Compañía comen-
zó a comprar algunas casas y terrenos en el municipio, principalmente,
propiedades rústicas, hasta tal punto que a mediados del siglo XVII ya era
la mayor explotación agraria. La hacienda alcanzó su máximo esplendor
a fines del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, años en los que
la Compañía no dejó de adquirir nuevos terrenos [fig. 2].
El municipio madrileño, situado al sureste de la capital, era una zona
de abundantes tierras de labor que se caracterizaban por su composición
de calizas, arenas rojizas y cantos [fig. 3]. En él había tierras de regadío,
de secano, eras, sotos, dehesas y tierras yermas.4 Ignoramos si la calidad
de los terrenos fueron motivos suficientes para la instalación de los jesuitas
en la villa. Es posible que influyera la relación con el Duque de Lerma,
quien tenía casa en Arganda y en Valdemoro, y que casualmente las dos
viviendas se convirtieron con los años en las haciendas de la Compañía
de Jesús; o quizás fuera la relación existente entre el caballero Diego de
Vargas Vivero, Regidor en la corte de Felipe II, y el Embajador austríaco
Hans Khevenhüller, ambos con casa en Arganda y protectores del Colegio
Imperial, quienes ocasionaran que Arganda fuera el municipio elegido
por la Orden para instalarse.5
A comienzos del siglo XVII no sólo se instalaron en Arganda los Je-
suitas, sino también, otras once órdenes religiosas de Madrid y Alcalá de
Henares que igualmente fueron adquiriendo terrenos y propiedades. De
Madrid llegaron los regulares de los conventos de San Agustín y Ntra. Sra.
de Copacabana (Recoletos Descalzos), el Real de Ntra. Sra. de Atocha,
el de Santo Tomás de Aquino, el de los Carmelitas Descalzos, el de San

3
Torre Briceño, J. A., de la, Una historia rescatada: La Casa Grande. Los Austrias y la Compañía
de Jesús (S. XVI-S.XX), Madrid, La Casa Grande, 2000, pp. 47-76.
4
Rodríguez Zurdo, S., “Producción agrícola y estructura de la propiedad en Arganda en
el siglo XVIII”, en Al encuentro de Arganda. Estudios de Arganda, Madrid, Ayuntamiento de Arganda
del Rey, 1991, pp. 39-55.
5
Barros Campos, J., “El Colegio Imperial…”, op. cit., pp. 320-322.

158
LA CASA DE ADMINISTRACIÓN DEL COLEGIO IMPERIAL DE JESUITAS EN ARGANDA DEL REY (MADRID)

Fig. 1. Vista aérea de la Casa de Torrejón de Ardoz.

Fig. 2. Vista aérea de la Casa de Arganda del Rey. Paisajes españoles. Año 1961.

159
RAQUEL NOVERO PLAZA

Fig. 3. Vista aérea del municipio de Arganda del Rey. Año 1967.

Fig. 4. Mapa topográfico de la Villa. Año 1867.

160
LA CASA DE ADMINISTRACIÓN DEL COLEGIO IMPERIAL DE JESUITAS EN ARGANDA DEL REY (MADRID)

Hermenegildo, el de los Clérigos menores de Portacelli y el de la Santísima


Trinidad. De Alcalá de Henares eran los colegios de San Basilio, de Ntra.
Sra. de la Merced de (Mercenarios Calzados), de San Clemente Mártir de
la Universidad de Alcalá de Henares y los Trinitarios Descalzos [fig. 4].6
La hacienda más grande fue la de los Jesuitas con 454,4 fanegas de
tierras, según consta en el Catastro de Ensenada de 1752. Distaba bas-
tante de la segunda hacienda, propiedad de los Agustinos Recoletos que
tenían 108,5 fanegas de tierras. Les seguía en tercer lugar, el Colegio de
Santo Tomás de Aquino con 101,9 fanegas. Las otras haciendas eran más
modestas. También había mucha diferencia entre la gran cantidad de
tierras de los jesuitas comparadas con la del terrateniente más rico, que
eran las del vecino Manuel Sacharay que poseía 145 fanegas de tierras.7
Cuando los jesuitas llegaron a Arganda se instalaron en una pequeña
casa del barrio del Arrabal que poco a poco fueron ampliando con la
compra de varias viviendas y corrales. Construyeron así una importante
casa de labor que constaba de molino de aceite, lagar, cocedero, cueva,
cuadras, cobertizos, etc. La casa aunque con algunas modificaciones se
conserva en la actualidad, y aún mantiene la piedra del molino de aceite,
el lagar con su prensa de viga (uno de los pocos que todavía hoy existen
en Arganda), el cocedero y la cueva formada por 5 caños que contienen
unas 50 tinajas de barro para vino.8 En el año 1634 la cueva de la casa
fue ampliada posiblemente porque la producción vinícola superaba la
capacidad de la bodega [fig. 5].9 Es probable que por este mismo motivo
en 1650 se trasladaran a otra casa mayor, la conocida como Quinta del
Embajador, que compraron al nieto del Duque de Lerma.
La Quinta del Embajador era la mejor casa de la villa. Se la conocía así
porque había sido propiedad del embajador imperial en la corte de Felipe
II, Hans Khevenhüller, quien a fines del siglo XVI adquirió unos terrenos a
las afueras de Arganda para la construcción de una casa de recreo. Encargó
la obra al arquitecto cortesano Patricio Cajés y la decoró con una buena
colección de pinturas, esculturas y objetos de plata. La casa contaba con
unos magníficos jardines para el esparcimiento y disfrute, amenizados con
fuentes y estanques. Además, tenía una serie de dependencias de labor

6
Torre Briceño, J. A., de la, “La producción agrícola en Arganda en el siglo XVIII, y su
relación con Alcalá de Henares a través del Catastro de Ensenada”,Anales Complutenses, 4-5, Madrid,
1992, pp. 207-239.
7
Catastro del Marqués de Ensenada (A.M.A.R., Fondo General, Año 1752, Sig. 012200010001);
A.H.P.T., Propiedades eclesiásticas, H-75.
8
Torre Briceño, J. A., de la, “La Compañía de Jesús en Arganda (1602-1764)”, en La Casa
del Rey. Cuatro siglos de historia, Madrid, Ayuntamiento de Arganda del Rey, 1997, pp. 151-200.
9
A.M.A.R., Fondo Notarial, Año 1634, Sig. 003400020001, ff. 63 v-65 r, y Sig. 002800010001,
f. 331 v.

161
RAQUEL NOVERO PLAZA

propias de una casa de campo


como eran cuadras, cobertizos,
molino de aceite, palomar y
bodega donde el embajador
elaboraba su propio vino, y
que el mismo rey Felipe III y
su esposa Margarita de Austria
tuvieron oportunidad de pro-
bar en una de sus visitas a la
quinta [fig. 6]10.
Cuando los jesuitas com-
praron la casa a mediados del
siglo XVII, se encontraba en
un lamentable estado de con-
servación debido al abandono
sufrido durante algunos años
y al expolio de muchos de
sus materiales de construcción
por parte de algunos vecinos.
Un vecino de la villa a quien
encontraron dentro de la casa
robando la noche del 14 de
enero de 1649, declaró que lo
Fig. 5. Cueva de la casa de la calle del Barranquillo. necesitaba para poder mante-
ner a su familia, y un testigo
confirmó que la dicha casa está arruinada y destruida y por el suelo sus edificios
por semejantes hechos.11 La Compañía no sólo restauró el edificio adaptándo-
lo a sus propias necesidades, sino que también amplió las dependencias
agrícolas, particularmente la bodega. Construyeron un amplio lagar con 2
prensas de viga, dos cocederos, uno para vino blanco y el otro para vino
tinto, y una cueva con capacidad para 95 tinajas de entre 120 y 180@. Así,
la bodega se convirtió en la más grande e importante de la Comunidad
de Madrid [fig. 7].
Entonces la Quinta del Embajador había dejado de ser una casa de
recreo con jardines y fuentes para el disfrute y se había convertido en
una casa de labor con huertas, olivos y árboles frutales. A mediados del
siglo XVIII, los jesuitas acometieron nuevas obras en la casa, entre ellas, la

10
Cerdá Díaz, J., “La Casa del Rey. Un sueño del Renacimiento”, Recortable de la Casa del Rey,
Madrid, Ayuntamiento de Arganda del Rey, 1991.
11
Ibidem.

162
LA CASA DE ADMINISTRACIÓN DEL COLEGIO IMPERIAL DE JESUITAS EN ARGANDA DEL REY (MADRID)

Fig. 6. Retrato del Embajador Hans Fig. 7. Mapa topográfico. Año 1878.
Khevenhüller con su casa de Arganda. Detalle de la casa de la Compañía de Jesús.
Castillo de Hochosterwitz, Austria.

renovación del oratorio para el que encargaron una talla de San Miguel
y un nuevo retablo de madera dorada que estaba presidido por una pin-
tura de la Virgen con el niño en brazos. También reformaron el lagar, la
cuadra, varias cámaras, la cocina, el harinero, la quesería y el refectorio.
Para la zona de la cuadra y las cámaras se encargaron 12 columnas con sus
basas y zapatas de piedra labradas que costaron 140 reales cada una. Para
la biblioteca, situada en la torre de la izquierda se fabricó una estantería
de madera que sirvió para colocar los libros. La obra más importante de
las acometidas por los jesuitas en 1750 fue la ampliación de la casa, con la
creación de un segundo piso como así lo indican los libros de cuentas en
los que se especifica la construcción de un cuarto nuevo, refiriéndose con
cuarto nuevo a una nueva galería de habitaciones en la segunda planta
del edificio sobre la fachada principal. Las obras fueron dirigidas por un
maestro de Madrid a quien se agasajó por el buen trabajo realizado. En
las obras se utilizaron 5800 baldosas, yesos para los paramentos, tejas,
ladrillos, madera… 12 álamos negros para los umbrales de 5 puertas de
aposento con molduras Cardenal pintadas de blanco y 15 ventanas pin-
tadas con barniz verde, todas con sus vidrieras y bastidores. Además, se
compuso un reloj y un farol para el tránsito. Las habitaciones, destinadas

163
RAQUEL NOVERO PLAZA

al descanso de los religiosos, se amueblaron con 3 mesas, 3 camas, 36


sillas, 5 taburetes y cortinas de lienzo blanco para las ventanas [fig. 8].12
En la casa había numerosas obras de arte. En el inventario de bie-
nes realizado en 1768 por el arquitecto Fernando Moradillo y el pintor
Fernando Sánchez Rincón, se contabilizaron: 46 lienzos, 5 esculturas, 5
crucifijos de madera, 1 espejo de la época de Khevenhüller, varios mar-
cos de madera, 180 estampas que representaban santos, países y escenas
religiosas y 23 mapas de diferentes países.13 Algunas de las obras y de
los mapas eran de Kehvenhüller. Destacan en el inventario el lienzo que
presidía el retablo del oratorio que representaba a la Virgen con el niño
en brazos, un Cristo Crucificado, obra de Mateo Cerezo y, sobre todo, la
presencia de una cruz con un crucificado, pintura original de Velázquez.14
En el exterior, la casa contaba con una importante huerta en la que
había árboles frutales, olivos, un estanque y un palomar. El palomar era
un edificio de planta cuadrada y varios pisos de altura que estaba situado
en la parte alta de la huerta. Fue restaurado en 1731 y por entonces con-
taba con 400 parejas de palomas, aunque según consta en el inventario de
bienes, tenía capacidad para 1000 parejas. Su función no era únicamente
la mensajería sino que la palomina, así se llama a los excrementos de estos
animales, era muy apreciada en la época porque se consideraba un abono
rico para las tierras de cultivo y se vendía a buen precio.
Además, la finca tenía varias cuadras donde descansaban las mulas
utilizadas en los carros para el transporte de los alimentos. Contaba con
una quesería donde elaboraban quesos; un horno de pan, situado al fi-
nal del patio y muy cerca de la bodega, en el que producían su propio
pan; también había un aguardentero, en el que hacían aguardiente con
el sobrante de la uva estrujada; una cocinilla en la que había 2 calderas
de cobre donde se hacía el arrope, mermelada de calabaza y mosto; un
vinagrero con 14 tinajas, una de ellas de 150; un molino de aceite y un
almacén situado en el patio chico que tenía 6 tinajas empotradas en el
suelo con sus tapas y 7 tinajas de pie sin empotrar grandes; y la más im-
portante de todas las estancias, la bodega.
El molino de aceite estaba situado en la parte trasera de la casa, con-
tiguo a la bodega. La Compañía poseía 12 fanegas de tierras de olivares
en las que había, según el Catastro de Enseñada, unos 2.500 olivos. En
la almazara se encontraba el molino de tradición árabe formado por una
piedra de forma troncocónica con la que se trituraba la aceituna. Tenía

12
A.H.N., Clero, Sección Jesuitas, Año1750, Libro 103, ff. 239 r-247 v.
13
Torre Briceño, J. A. de la, “La Casa de los Regulares de la Compañía de Jesús”, en La
Casa del Rey. Cuatro siglos de historia, Madrid, Ayuntamiento de Arganda del Rey, 1997, pp. 203-221.
14
A.H.N., Clero, Sección Jesuitas, Año 1767, Leg. 754.

164
LA CASA DE ADMINISTRACIÓN DEL COLEGIO IMPERIAL DE JESUITAS EN ARGANDA DEL REY (MADRID)

Fig. 8. Vista de la casa y de los jardines. Año 1979.

capacidad para unos 8.000 litros, cantidad considerable que con su venta
suponía una buena fuente de ingresos para el Colegio.15
Hasta la construcción de la bodega real que Carlos III erigió en Aran-
juez en el año 1782, la bodega de la casa de Arganda fue la más importante
de Madrid, tanto por sus dimensiones como por la producción vinícola. Se
componía de tres estancias: lagar, cocedero y cueva organizadas de manera
escalonada aprovechando el desnivel del terreno porque de esta manera
resultaba más fácil el trasiego del vino. En la parte más alta se encontraba
el lagar, que en este caso y a diferencia de cualquier otra casa argandeña,
era el único que contaba con dos prensas de viga para el estrujado de la
uva, además de otras prensas manuales. También en la casa de Torrejón
había dos prensas que se conservan en la actualidad. La prensa de viga
funcionaba por el antiguo sistema de palanca romano. El sistema funcio-
naba cuando varios hombres comenzaban a mover a la vez las palancas
que hacían girar el husillo, y que producía que el contrapeso de piedra
de varias toneladas colocado sobre la larga viga de madera, ejerciera una
fuerte presión sobre la tapa del cubeto de prensado, consiguiendo que

15
Torre Briceño, J. A., de la, “La Casa de los Regulares…”, op. cit., p. 224.

165
RAQUEL NOVERO PLAZA

por las ranuras de la jaula saliera sólo el líquido de la uva, que por unos
conductos que había en el suelo, salía directamente hasta las tinajas del
cocedero, situado en un nivel inferior. En la puerta de entrada al lagar
había una reja grande de hierro [fig. 9].
El proceso del vino comenzaba con la vendimia en septiembre, mes
en el que la casa se llenaba de trabajadores que venían de distintos pue-
blos para participar en la recogida de la uva y en la elaboración del vino.
Recogida la uva en cestos de madera y mimbre era transportada hasta el
lagar en carros. Una vez allí, comenzaba el pisado de la uva para romper
el hollejo y facilitar así el prensado. El mosto obtenido del estrujado en
la prensa pasaba mediante unos canalones que había en el suelo del lagar
hasta el cocedero que se encontraba en un nivel inferior.
La casa de Arganda contaba con dos cocederos, uno para vino blanco
y otro para tinto. En la época de los jesuitas era frecuente la utilización de
cubas de madera en el cocedero que oscilaban entre las 500 y 1000 @.16 No
fue hasta mediados del siglo XVIII cuando empezó a generalizarse el uso de
tinajas de barro para la fermentación del vino en los cocederos, tal y cómo
se han conservado en la actualidad.17 En la bodega de Arganda había 15
cubas. La capacidad de 1 cuba de 500 @ era de 8000 litros pues 1 @ son
16 litros. La producción total de vino oscilaba entre los 180.000 y 200.000
litros anuales. Según el inventario de 1768 en la entrada de la bodega se
encontraba el cocedero de vino blanco con varias cubas cuya capacidad
oscilaba entre las 1000 y las 500 @, y tinajas de barro de menor capacidad.
A continuación, se situaba el cocedero de vino tinto que ocupaba la estancia
abovedada que antaño había sido la bodega del Embajador Khevenhüller.
En ese momento, tenía 17 tinajas de barro empotradas, 1 de ellas en el
suelo, 5 tinillos para trasegar, 20 pares de cestos para la vendimia y 1 cuba
de 600 @. Atendiendo a los datos podemos concluir que la hacienda jesuita
producía mayor cantidad de vino blanco que de vino tinto [fig. 10].
En los meses de invierno se transportaba el vino a las tinajas de la cue-
va mediante mangueras aprovechando la caída del terreno o con pellejos
para las situadas más al fondo. La cueva era una estancia subterránea cuya
función era servir de almacén y reposo al vino hasta su comercialización.
La cueva primitiva, la que construyó Khevenhüller a fines del siglo XVI,
era una bóveda de cañón que se conserva en la actualidad [fig. 11]. Los

16
Escritura entre Pedro y Juan Matienzo con Bartolomé Ruiz de Alcalá para realizar cubas de
vino (A.M.A.R., Fondo Notarial, Año 1676, Sig. 007700010001, f. 250).
17
Pucche Riart, O. y Mazadiego Martínez, L. F., “Industria cerámica madrileña: los hornos
históricos para cocer tinajas de Colmenar de Oreja”, Boletín Geológico y Minero, 110-2, 1999, pp. 95-101;
Torre Briceño, J. A., de la, “La fabricación de tinajas en Colmenar de Oreja (Madrid)”, en XVI
Jornadas de Viticultura y Enología de Tierra de Barros, Almendralejo, 1994, pp. 821-837.

166
LA CASA DE ADMINISTRACIÓN DEL COLEGIO IMPERIAL DE JESUITAS EN ARGANDA DEL REY (MADRID)

Fig. 9. Lagar y prensa de viga de la casa de la calle del Barranquillo.

Fig. 10. Cocedero y entrada a la cueva de la bodega del Colegio de Santo Tomás. Año 1910.

167
RAQUEL NOVERO PLAZA

jesuitas, además de aprovechar esta sala, ampliaron la cueva con una


nueva construcción de planta de cruz latina realizada a base de arcos de
medio punto y bóvedas de crucería [fig. 12]. Se conserva parcialmente
porque hace unos años se hundió la mitad del caño principal. Su altura
es de 3 metros y su longitud era de unos 100 metros. Estaba formada por
1 caño principal, así se llaman a cada uno de los pasillos, y contaba con
95 sibiles, que son los huecos semicirculares de las paredes donde están
las tinajas, con sus correspondientes 95 tinajas en cada uno. Las tinajas
de la cueva eran de menor capacidad oscilaban entre las 100 y las 150@.
En el inventario se contabilizaron todas las tinajas siguiendo el orden en
los caños y, además, se apuntó la capacidad de cada una de ellas.18 La
cueva con sus 95 tinajas se convirtió en la más grande la Comunidad de
Madrid y su gran producción vinícola permitió la contratación anual de
numerosos peones y labradores, no sólo para el proceso de elaboración
del vino, sino también para el mantenimiento de los terrenos y las vides,
como también para la preparación la bodega con trabajos de limpieza de
tinajas y encalado de la cueva para quitarle la humedad [figs. 13 y 14].
Además de todas estas estancias de labor que tenía la casa, contaban
con horno de cal y con 3 colmenares en diferentes parajes del municipio
argandeño. En el libro de cuentas del año 1749 eran 3 los colmenares
que pertenecían a la Orden, concretamente los de Valtierra, del Rey y
el conocido como colmenar de Raúl. Poco tiempo después, uno de los
colmenares dejó de ser propiedad de los jesuitas, pues en el inventario
de bienes de 1767 sólo se da cuenta de dos. En estas fincas trabajaban
unos 30 peones que se dedicaban a cuidar de los edificios, enjambres, y
a recolectar miel y cera de las abejas [fig. 15].
En cuanto al comercio, la casa dependía directamente del Colegio
Imperial y, además, estaba bien relacionada con las otras dos casas de
Valdemoro y Torrejón, pues en la documentación conservada se da cuenta
del intercambio de productos entre las tres, en función de las necesida-
des y excedentes anuales.19 Por esta misma razón, las haciendas no sólo
comercializaban con los productos que producían sino también con otros
productos que compraban en pueblos y ciudades, especialmente si se daba
una mala cosecha. Se tiene constancia que se compraba vino en Almagro
y en Ciudad Real, aceite en Andalucía, aguardiente en Galicia, etc. En el
caso de Arganda, se tiene constancia del intercambio y venta de productos
entre las 12 casas de regulares instaladas en la villa.20

18
A.H.N., Clero, Sección Jesuitas, Año 1767, Leg. 754, ff. 41 v-45 r.
19
A.H.N., Clero, Sección Jesuitas, Año 1675-1767, Leg. 589.
20
A.H.N., Clero, Sección Jesuitas, Año 1735-1767, Libro 107.

168
LA CASA DE ADMINISTRACIÓN DEL COLEGIO IMPERIAL DE JESUITAS EN ARGANDA DEL REY (MADRID)

Fig. 11. Cueva de la época de Hans Khevenhüller.

Fig. 12. Planta de la cueva.

169
RAQUEL NOVERO PLAZA

La casa de administración de
Arganda producía para su propio
consumo y para su comercializa-
ción: aceite, vinagre, aguardiente,
arrope, pan, miel, cera, palomina,
lana, queso, harina, uva, aceitunas,
trigo, cebada, centeno, leche, ce-
bollas, judías, cáñamo, cal, paja,
huesos de aceitunas y vinos blanco
y tinto. Además de estos productos
y frutos, tenían ganado principal-
mente ovejas, vacas, cerdos, caba-
llos y mulas, éstas últimas utilizadas
para el transporte de todos estos
productos hasta la capital.21
Destaca la producción viní-
cola sobre todo cuando se daba
una buena temporada y se recogía
abundantes frutos. En el caso de lle-
nar todas las tinajas de la cueva po-
Fig. 13. Interior de la cueva, caño principal. dían llegar a producir unos 200.000
litros de vino anuales. El Colegio
Imperial tenía un acuerdo con las tabernas de Madrid para abastecer todos
los establecimientos con el vino producido en sus casas de administración.
Así, el vino que se consumía en la capital era el producido por los jesuitas,
el mismo vino, que tanto elogiaron escritores como Quevedo o como los
viajeros de la época, quienes en sus diarios y escritos ensalzaban la calidad
de los caldos madrileños. En los años de las temporalidades en los que la
hacienda perteneció a la Corona, ésta siguió funcionado prácticamente
igual que en tiempos de los jesuitas. Se continuó con el comercio y abas-
tecimiento de los productos a los mismos comerciantes y, sobre todo, con
el suministro de vino a las tabernas de Madrid.22
La mayor dificultad que a diario debían superar los jesuitas era el
transporte de la mercancía de Arganda hasta Madrid. Hasta 1818 que se
construye el primer puente sobre el río Jarama para unir el Camino Real
de Valencia, cortado entre el término municipal de Rivas Vaciamadrid y
Arganda del Rey, el paso se hacía en barca. Existía una barcaza denomi-
nada “barca de Arganda” que cruzaba el río de un extremo a otro y era

21
A.H.N., Clero, Sección Jesuitas, Año 1723-1729, Libro 89.
22
A.H.N., Clero, Sección Jesuitas, Año 1769, Leg. 630, nº 30, f. 27 v, y nº 23, f. 235 r.

170
LA CASA DE ADMINISTRACIÓN DEL COLEGIO IMPERIAL DE JESUITAS EN ARGANDA DEL REY (MADRID)

Fig. 14. Interior de la cueva, caño principal.

Fig. 15. Colmenar del Rey en la Dehesa de Arganda.

171
RAQUEL NOVERO PLAZA

el único paso para llegar a la capital.23 Esto dificultaba bastante la labor


de transporte. La barca era compartida con la ciudad de Madrid, y se
trataba de una construcción en madera de Cuenca, de unos 13 mts x 6
mts de longitud, con barandillas para proteger los carros, caballerías y a
los viajeros.24 Para facilitar el transporte la Compañía disponía de varias
galeras, que eran carros de madera con cuatro ruedas, dos más grandes
traseras y dos más pequeñas delanteras, que tenían mayor estabilidad y
hacían más fácil el transporte que los carros, sobre todo cuando se trata-
ba del transporte de pellejos de vino. Estas galeras montaban en la barca
con todo su cargamento y cruzaban así al otro lado del río. Como hemos
apuntado en varias ocasiones la cantidad de vino era tan grande que la
casa contaba con varias galeras, mulas, pellejos propios y alquilados. En
los libros de cuentas del Colegio eran frecuentes los pagos por arreglos
en las galeras y las compras y alquileres de pellejos.
Además del vino, los jesuitas debían transportar hasta la capital, de la
misma manera, el resto de alimentos y frutos como también los 8.000 litros
de aceite anuales que producían. A su favor tenían la exención del pago de
la tasa por utilizar la barca para cruzar el río. Esta exención de impuestos
junto con el ahogo al que se veía sometida la población de Arganda por
el monopolio de la Compañía provocó un pleito entre el Ayuntamiento y
los vecinos con los jesuitas.25 El rey Carlos III determinó solucionar el pro-
blema con la expulsión de la Orden de la villa de Arganda en 1764, tres
años antes de la expulsión de los Jesuitas de España. A partir de entonces,
la hacienda y todos los terrenos que tenían en el municipio pasaron a ser
propiedad del rey. En el año 1787 la Sociedad Económica de Madrid reali-
zó un proyecto para instalar en la casa de Arganda que había pertenecido
a la Compañía de Jesús una fábrica con 200 telares, en la que se debían
admitir aprendices y operarios26. El proyecto no se llevó a cabo y unos años
más tarde, mediante subasta, la hacienda pasó al Conde de la Cimera. A
pesar de que la casa de administración siguió funcionando y produciendo
abundantes alimentos, nunca más volvió a tener el rendimiento, eficiencia
y esplendor de la época en la que perteneció a la Compañía de Jesús.

23
Corella Suárez, P., “Arquitectura, infraestructura y economía del territorio madrileño:
proyecto para la construcción del Puente de Arganda”, Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 32,
Madrid, 1992, pp. 51-80; Corella Suárez, P., “Barcas de río en la geografía madrileña de los siglos
XVI a XIX”, Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 38, Madrid, 1998, pp. 221-260.
24
Cerdá Díaz, J., “Un símbolo centenario. El puente de Arganda cumple 100 años”, Revista
Peña Taurina El Barranco, Madrid, 2009, p. 10.
25
Rodríguez-Martín Chacón, M., Arganda del Rey. Apuntes para su historia, Madrid, Herman-
dad del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de la Soledad de Arganda del Rey, 1980, pp. 421-435.
26
Memorias de la Sociedad Económica, Madrid,Antonio de Sancha Impresor de la Real Sociedad,
vol. III, 1787, p. 29.

172
La serie dei disegni della Provincia Mediolanensis Italiae

Isabella Carla Rachele Balestreri*


Politecnico di Milano

Temi e problemi

Nell’ambito del Proyecto I+D Corpus de Arquitectura Jesuitica la campagna


di riproduzione digitale dei principali fondi di disegni e l’aggiornamento
del lavoro di schedatura di J. Vallery Radot aprono agli studiosi interes-
santi prospettive di ricerca.1 Per chi indaga sull’attività edilizia dell’antica
Provincia Mediolanensis dell’Assistentia Italianae, indicazioni di metodo
derivano dal considerare i cento disegni oggi suddivisi fra BNF e ARSI
come una ‘serie’, cioè come una fonte discontinua ma omogenea, davve-
ro fondamentale per provare a leggere tempi e modi della declinazione
grafica del modo nostro della Compagnia.2 La possibilità di confrontare le
riproduzioni dei disegni (in originale incollati, rilegati in volumi diversi
e custoditi fra Parigi e Roma) favorisce lo studio di temi ampi. Accostare,
connettere, associare immagini e notizie porta nuovamente a riflettere sui
rapporti fra ‘centro’ e ‘periferia’, nonché sui tempi e sui modi del processo
di gestazione e maturazione della ratio aedificiorum gesuitica. L’esercizio
di lettura legato ad un contesto circoscritto può dare contributi riguardo
all’apporto delle diverse provincie: “singole entità amministrative”, “incu-
batori” di soluzioni architettoniche e luoghi di custodia di una memoria
collettiva.3 Ma lo sguardo può anche essere allargato al ruolo del disegno
di architettura in Età Moderna, letto come forma di espressione artistica
e soprattutto come disciplina legata alla prassi e alla teoria, alla conferma
di consuetudini e alla riflessione su principi, categorie, norme e regole
di carattere scientifico.

* Ricercatore in Storia dell’Architettura presso il Politecnico di Milano, Dipartimento di Ar-


chitettura, Ingegneria delle Costruzioni e Ambiente Costruito.
1
Vallery-Radot, J., Le recueil des plans d’édifices de la Compagnie de Jésus conservé à la Bibliothèque
Nationale de Paris, Roma, Institutum Historicum S. I., 1960.
2
Sul modo nostro si vedano i contributi raccolti in Patetta, L. e Della Torre, S. (eds.),
L’architettura della Compagnia di Gesù in Italia XVI-XVIII secolo, Atti del convegno, Milano, Centro Culturale
S. Fedele, 24-27 ottobre, 1990, Genova, Casa Editrice Marietti, 1992 e in Balestreri, I., Coscarella,
C., Patetta, L. e Zocchi, D., I gesuiti e l’architettura. La produzione in Italia dal XVI al XVIII secolo,
Milano, San Fedele edizioni, 1997.
3
Bösel, R., “La ratio aedificiorum di un’istituzione globale tra autorità centrale e infinità del
territorio”, in Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. e Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura
jesuítica. Actas del Simposio Internacional, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2012, pp. 39-69,
e per la citazione p. 68.

173
ISABELLA CARLA RACHELE BALESTRERI

Su questi temi, va sottolineato, il caso della Provincia Mediolanensis


offre un terreno fertile in quanto si inserisce nel campo più vasto delle
Riforme tridentine e della loro applicazione. Territorio politicamente
frazionato in quelli dello Stato di Milano, del Ducato Sabaudo e della
Repubblica di Genova, fra il 1560 e il 1630, la Provincia mediolanense
vide l’egemonia dell’Archidiocesi ambrosiana, retta dai cardinali Carlo e
Federico Borromeo. Interpreti diversi del processo di modernizzazione
delle istituzioni ecclesiastiche, entrambi i presuli riservarono un partico-
lare interesse alla gestione e alla valorizzazione del patrimonio edilizio
diocesano esercitando un’influenza profonda anche sui territori limitrofi.4
Facendo riferimento all’azione di Carlo Borromeo è quasi impossibile non
considerare i suoi interventi di committenza architettonica ma soprat-
tutto non ribadire il valore dell’impegno da lui profuso per l’istituzione
di procedure per il controllo, la revisione e l’approvazione dei progetti
d’architettura sacra e per il clero. Impegno che notoriamente ha avuto
nella scrittura delle Instructiones fabricae et supellectilis ecclesiasticae (diffu-
se a partire dal 1577) il principale atto formale.5 Un testo leggibile sia
come corpus di principi generali e teorici sia come strumento operativo,
ma anche come il fatto più evidente rispetto ad un corollario di prov-
vedimenti destinati a tutelare gli aspetti qualitativi del progetto e della
costruzione. Fra questi vanno ricordati la costituzione di archivi di disegni,
legati sia alle singole fabbriche che all’organizzazione diocesana centra-
lizzata, e l’uso dell’invio sul territorio di appositi ‘ufficiali’ incaricati del
controllo sugli interventi architettonici. Se i disegni furono considerati
come documenti con validità giuridica, capaci di prescrivere, certificare
e rendere tracciabile il processo di ideazione e modifica degli edifici, ai
‘visitatori’ fu demandato il compito di stringere contatti con le realtà
locali e soprattutto la verifica della conformità delle realizzazioni. Fatto
che merita di essere sottolineato, fra i collaboratori di Carlo Borromeo,
negli anni ’60 del ‘500, questo ruolo fu assegnato non solo a esponenti
del clero secolare ma anche ad alcuni padri gesuiti. Coinvolti nell’opera
di verifica e revisione del patrimonio edilizio diocesano a davvero breve
distanza dalla seconda Congregazione Generale della Compagnia, cioè dal
luogo dell’emanazione di alcuni decreti sulla progettazione delle sedi, è
quindi probabile che i padri possano avere un ruolo anche nella fase di

4
La bibliografia su questi temi è molto vasta; per un inquadramento generale si vedano i vo-
lumi della collana Studia Borromaica pubblicati dall’Accademia Ambrosiana, Bulzoni, Roma, 1987-2013.
5
Borromei, C., Instructionum Fabricae et supellectilis ecclesiasticae Libri II, Città del Vaticano,
Libreria Editrice Vaticana-Axios Group, 2000.

174
LA SERIE DEI DISEGNI DELLA PROVINCIA MEDIOLANENSIS ITALIAE

gestazione delle Instructiones borromaiche, confermando il carattere da


‘laboratorio’ della Provincia milanese.6
D’altronde va ricordato che questo tipo di attenzione a Milano non
fu prerogativa esclusiva delle istituzioni ecclesiastiche: grazie a istanze
locali che miravano alla tutela degli operatori attivi nel campo della
progettazione, fra il 1563 e il 1565, l’organismo di governo municipale
sancì la fondazione di un Ordines Universitatis Architectorum Ingenierorum
et Agrimensorum, cioè di un’associazione corporativa tesa a qualificare
professionalmente gli appartenenti. Nel 1603 lo stesso Ordines venne tra-
sformato in Collegio, separando gli operatori del cantiere da ingegneri e
architetti, cioè da coloro che vedevano proprio nel disegno lo strumento
principe della loro attività. Disegni che secondo un decreto del 1606
andavano obbligatoriamente conservati costituendo degli archivi privati,
ma relativi anche agli incarichi ‘pubblici’, mantenuti in custodia presso i
singoli componenti del Collegio.7 Nell’arco di questi quarant’anni, anche
questo tipo di organizzazione, di marcata impronta tardomedievale, do-
vette contribuire al processo di razionalizzazione del disegno, visto come
strumento tipico di un’arte liberale ma soprattutto come documento di
una pratica evoluta che partecipando al processo di modernizzazione
andava maturando le proprie convenzioni.

La serie dei disegni

I disegni per le sedi della Provincia Mediolanense sono 101 e do-


cumentano la discussione su 41 progetti per 21 istituti in Lombardia,
Piemonte, Liguria, Corsica e Contea di Nizza;8 per la maggior parte si
tratta di proposte per collegi quindi, in numero decisamente minore, di
noviziati, case professe e residenze di campagna.9 Fra i diversi progetti

6
Su questi temi chi scrive sta conducendo ricerche, alcuni esiti sono in via di pubblicazione
in Balestreri, I., “Il disegno della Diocesi fra conformità e «negletto» dell’architettura”, in Pagani,
F. e Pisoni, A., «Norma del clero, speranza del gregge». L’opera riformatrice di San Carlo tra centro e periferia
della diocesi, Atti del convegno, Milano, Archivio Storico Diocesi, maggio 2010.
7
Scotti, A., “Il Collegio degli Architetti, Ingegneri ed Agrimensori tra XVI e XVIII secolo”,
in Castellano A. e Selvafolta O. (ed.), Costruire in Lombardia. Aspetti e problemi di storia edilizia, Milano,
Electa, 1983, pp. 92-108. Alcuni disegni per fabbriche gesuitiche si trovano in raccolte derivate dagli
archivi degli architetti Collegiati, si veda Balestreri, I. (ed.), La Raccolta Bianconi. Disegni per Milano
dal Manierismo al Barocco, Milano, Guerini e associati, 1995.
8
Per la sistematica analisi delle vicende delle sedi si veda Bösel, R. e Karner, H., Jesuitenarchi-
tektur in Italien (1540-1773). Die Baudenkmäler der mailändischen Ordensprovinz, Osterreichische Akademie
der Wissenschaften, Wien, 2007. Per la schedatura dei disegni si fa riferimento a Vallery-Radot, J.,
Le recueil de plans…, op. cit., disegni dal 366 al 437 e in App. II dal 158 al 173. Chi scrive sta curando
la nuova schedatura nell’ambito del Proyecto I+D Corpus de Arquitectura Jesuitica; rispetto al lavoro di
Vallery Radot, grazie ad attribuzioni o disconoscimenti, il numero di disegni è leggermente cambiato.
9
Si tratta di 15 collegi, 2 noviziati, 2 case professe, 2 case di campagna.

175
ISABELLA CARLA RACHELE BALESTRERI

per i collegi 22 comprendono anche le chiese, in progetto, già costruite


o anche ereditate da precedenti assegnatari e modificate, mentre solo 4
disegni le descrivono separatamente.10 Per la gran parte, come si vedrà,
si tratta di piante di edifici ma non mancano planimetrie di ampia scala
tra le quali meritano di essere segnalate 11 tavole di rilievo territoriale:
allora strumenti di valutazione delle modalità d’insediamento, questi di-
segni oggi sono importanti documenti di storia urbana che restituiscono
il ritratto di soglie storiche altrimenti difficili da descrivere. Fra questi si
conservano planimetrie esatte, con corredo di misure e note sull’altime-
tria dei suoli,11 ma anche raffigurazioni dal carattere meno scientifico. Sia
che si tratti di porzioni di tessuto urbano, sia che si raffigurino località
agresti, i documenti miravano a restituire tutte le qualità dei luoghi: la
centralità di isolati già occupati da costruzioni, oppure la salubrità del
clima di ambienti più periferici, valutati per la ricchezza di acque potabili,
l’insolazione, l’esposizione ai venti o la vicinanza del mare.12 Si conser-
vano anche vedute tridimensionali, molto probabilmente stese da padri
per altri padri [fig. 1]. In qualche caso il ricorso alla rappresentazione in
3D si doveva legare ad annose cause legali fra confinanti: questioni che
non di rado dovevano trascinarsi per anni e che proprio le Instructiones
borromaiche avevano cercato di risolvere in termini di principio, consi-
gliando la costruzione di edifici isolati o comunque sempre fisicamente
separati da altri [fig. 2].13
Per quanto riguarda il rapporto fra l’organizzazione funzionale degli
edifici e la loro localizzazione, va notato che due terzi delle planimetrie
e delle piante dei piani terreni segnala l’orientamento: la metà reca per
esteso i punti cardinali e la parte restante inserisce l’immagine della rosa
dei venti [fig. 3].14 Casi interessanti sono quelli in cui la segnalazione
dell’orientamento è aggiunta a posteriori, da mani differenti, forse in se-
guito a espressa richiesta in sede di revisione.15 Inoltre, a proposito della
collocazione in situ di chiese e collegi, va notato come i disegni di rilievo

10
Si tratta delle chiese dei collegi di Ajaccio e Pinerolo e del rilievo della chiesa di Santo
Stefano a Sanremo, preesistente alla fondazione gesuitica.
11
Si vedano ad esempio i disegni per il Collegio in Strada Balbi a Genova VR 390 bis e VR
158, App. II, con annotazioni come: qui si comincia a salire e qui si vede il mare.
12
Si vedano ad esempio i disegni VR 418* per il collegio di Nizza e VR 391 e VR 392 per il
Collegio di Genova.
13
Si veda ad esempio il disegno VR 160, App. II che documenta di una contesa fra gesuiti e fran-
cescani durante la costruzione del Collegio in Strada Balbi a Genova. Per le indicazioni sull’ubicazione
delle chiese nelle Instructiones si veda Borromei, C., Instructionum Fabricae..., op. cit…, I, 1, pp. 8-9.
14
Alcuni disegni inseriscono anche i nomi dei venti; ad esempio la pianta VR 372 per il
collegio di Bastia reca tramontana e greco, levante e silocho, mezogiorno, ponente e lebecio. Rose dei venti
particolarmente evidenti sono nelle planimetrie per il collegio di Genova VR 392, VR 160, App. II,
e nelle piante per quello di Brera a Milano VR 163/164, App. II.
15
Si veda ad esempio il caso della pianta del collegio di Cremona VR 396.

176
LA SERIE DEI DISEGNI DELLA PROVINCIA MEDIOLANENSIS ITALIAE

Fig. 1. Veduta tridimensionale della città di Nizza con indicazioni sui lotti disponibili
per l’insediamento del collegio, 1607 circa, p. A de Angelis. BNF, Hd-4b, 66 (VR 418*).
Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuítica.

Fig. 2. Veduta assonometrica della chiesa e del Fig. 3. Planimetria del sito del Collegio
monastero di San Girolamo del Roso sul luogo di Genova in Strada Balbi, 1635. BNF,
dell’edificazione del Collegio di Genova in Strada Balbi, Hd-4b, 54 bis (VR 392). Foto: Proyecto
1650/1652. ARSI, F.G. 418, f. 394 (VR 160 App. II). Corpus de arquitectura jesuítica.
Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuítica.

177
ISABELLA CARLA RACHELE BALESTRERI

di edifici preesistenti siano una dozzina cioè un quarto rispetto ai progetti


documentati. Stesi per restituire informazioni esatte sulle caratteristiche
geometriche e fisiche delle proprietà via via acquisite, queste tavole do-
vettero diventare importanti strumenti di progetto, sia per adeguamenti
o riammodernamenti sia per interventi che prevedevano la demolizione
e la sostituzione degli edifici. Probabilmente non è un caso che alcune
siano attribuibili proprio agli stessi architetti incaricati di stendere ipotesi
sulle trasformazioni. Due esempi utili sono quelli dei collegi di Genova
in Strada Balbi e di Monza: nel primo caso i disegni VR 391, VR 392, VR
393, con le coltivazioni a terrazza bordate da pergole della villa Balbi,
sono stati assegnati a Orazio Grassi e a Bartolomeo Bianco; nel secondo
la tavola VR 167, App. II, con edifici residenziali e conventuali, è firmata
da Francesco Maria Richini.
In riferimento alle tavole di progetto, merita di essere rilevato che la
metà delle piante dei piani terreni descrive l’esatta geometria del lotto a
disposizione, comprendendo spesso anche strade, slarghi e piazze adia-
centi e la segnalazione della destinazione pubblica o privata dei luoghi
d’affaccio.16 Questo serviva a evidenziare i criteri distributivi degli edifici,
l’articolazione interna di case e collegi o le scelte tipologiche relative
all’architettura delle chiese ma, di nuovo, anche a rendere evidenti pro-
blemi e soluzioni relativi alla gestione e al controllo dei confini, delle
“coherenze”, delle pertinenze.17 L’altra metà dei disegni invece illustra
piante per case, chiese, collegi, noviziati e residenze di campagna quasi
completamente decontestualizzate, tanto che almeno due progetti risul-
tano non essere ancora localizzabili. Fra queste spicca il progetto (o il
rilievo) di una villa in campagna, in una generica località “Castelletto”,
forse destinata al Noviziato milanese [fig. 4]. Un disegno schematico che
però mostra echi della più colta e raffinata cultura tardo-rinascimentale
per via dei caratteri distributivi e delle proporzioni dell’edificio, per gli
spazi a giardino o quelli dedicati al “gioco del maglio” e per la razionale
dotazione di impianti di regolazione delle acque.18 La maggior parte dei
disegni di questo tipo è identificabile grazie al rimando incrociato a lette-
re o relazioni: ai margini degli edifici in progetto talvolta sono indicati i
punti i cardinali, ma gli autori di queste tavole sembrano davvero non aver
considerato la singolarità dei luoghi e aver rivolto l’attenzione a questioni

16
Si vedano ad esempio: la pianta per la casa di Albaro VR 402; quella per il collegio di Nizza
VR 420 che reca: “strada pubblica”, “casa de’ secolari”; il progetto per il collegio di Ajaccio VR 367.
17
I nomi dei proprietari confinanti sono ad esempio nella pianta del collegio di Brera VR
163, App. II.
18
VR 166, App. II.

178
LA SERIE DEI DISEGNI DELLA PROVINCIA MEDIOLANENSIS ITALIAE

Fig. 4. Pianta di una villa per il Noviziato di Milano (?), località Castelletto (?), post 1669. ARSI,
Med. 87, f. 247 v – f. 247 a (VR 166 App. II). Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuítica.

Fig. 5. Pianta dei piani terreno e primo del collegio di Ponte in Valtellina (SO), post 1630. BNF
Hd-4d, 154 (VR 422/423). Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuítica.

179
ISABELLA CARLA RACHELE BALESTRERI

di tipo teorico e normativo o alla variazione di modelli convenzionali.19


Su questi temi è certamente interessante il caso della sezione trasversale
VR 410 (completamente ‘muta’), già dubitativamente assegnata alla serie
di progetti per San Fedele a Milano, e che Richard Bösel ha invece rico-
nosciuto nella chiesa di Sant’Ignazio ad Ajaccio. Ma si può citare anche il
caso dell’elegante disegno per il collegio di Ponte in Valtellina (VR 422 e
423) dove per la chiesa, a navata unica con cappella maggiore quadrata,
breve transetto e altari laterali, si propone una variazione di un esempio
‘canonico’ per le diocesi di Milano e di Como e per l’edificio destinato
alle scuole e alla residenza dei padri si propende per una razionale corte
quadrata, mutuata da edifici residenziali privati [fig. 5].
Anche considerando parametri di carattere geometrico, numerico o
metrico, dall’analisi emerge un panorama variegato. Fra le convenzioni
più ricorrenti si trova l’inserimento dello scalimetro per l’indicazione
della scala grafica20: 19 sono i disegni che lo associano a unità di misura
locali (“braccia milanesi”, “trabucchi” piemontesi, “palmi genovesi”, “razi
di Castelnuovo” e relativi sottomultipli); 17 sono quelli che lo adottano
per mettere a confronto unità locali e “palmi romani”; 17 sono senza rife-
rimenti, solo in qualche caso rintracciabili nelle note a margine.21 Talvolta
la presenza dello scalimetro sembra rendere superflua l’indicazione delle
misure degli ambienti ma si conservano anche disegni nei quali le due
forme di quantificazione convivono. Piuttosto, va notato come larghezza e
lunghezza dei singoli locali fossero sempre espresse da numeri interi. Non
è escluso che i valori fossero apprezzabili anche per le loro proporzioni
o per il loro ricorrere. Complessivamente, visto che solo una percentuale
minima di disegni omette indicazioni sul dimensionamento degli edifici,
emerge un puntuale interesse per la traduzione in cifre delle soluzioni
grafiche e per la possibilità di dedurne comodamente computi, stime, valu-
tazioni di tipo funzionale ed economico. Vista la ricchezza di informazioni,
un eventuale approfondimento potrebbe mettere a confronto progetti
diversi relativamente ad alcuni parametri dimensionali significativi. Ad
esempio, senza dimenticare le storie delle singole fabbriche, i desiderata
e le ambizioni dei committenti, e ricordando come le Instructiones borro-
maiche avessero consigliato uno standard per il rapporto fra dimensione
delle chiese parrocchiali e numero di fedeli da ospitare, potrebbe non

19
Si veda ad esempio la pianta del noviziato di Paverano VR 399, attribuita a Giuseppe Va-
leriano.
20
Si veda il disegno VR 161, App. II che denomina lo scalimetro verga in palmi genovesi.
21
Per lo scalimetro con doppia unità di misura si vedano ad esempio le piante VR 163/164
App. II per il collegio di Brera, con approvazione. In qualche caso lo scalimetro sembra aggiunto
da mano diversa ma questo potrebbe legarsi a consuetudini da ‘bottega’.

180
LA SERIE DEI DISEGNI DELLA PROVINCIA MEDIOLANENSIS ITALIAE

essere fuori luogo capire se questo avvenisse anche per le chiese destinate
ai collegi. Ma potrebbe essere altrettanto interessante capire se la pratica e
la serialità dei progetti non avesse determinato dimensioni e proporzioni
standard per aule, dormitori, refettori o “corridori” di case e collegi.22
Passando dalle cifre alle parole, si può rilevare come la maggior
parte dei disegni sia corredata da note esplicative; solo il 10% è ‘muto’
o reca una semplice titolazione e non si può escludere che questo sia
l’esito di operazioni di ritaglio a posteriori, legate alla storia archivistica
dei documenti. La metà della serie vede un legame molto variabile fra
rappresentazione grafica e uso della calligrafia; senza il riferimento a
convenzioni prescrittive e omogenee, note di tipo diverso si inseriscono
e si stratificano come didascalie, appunti, relazioni, memoriali.23 Le in-
formazioni riguardano sempre le destinazioni d’uso degli ambienti degli
edifici, spesso lo stato di conservazione e la successione temporale degli
interventi, in qualche caso la descrizione di dettagli. Il restante 40 %
dei disegni invece è caratterizzato dalle “dichiarationi”, cioè da legende
separate rispetto alla descrizione grafica, alla quale si mettono in relazio-
ne tramite rimandi a cifre e/o lettere (capitali o minuscole) [fig. 6]. In
alcuni casi le “dichiarationi” sono aggiunte con scritture diverse rispetto
alle note, sia in modo intenzionale, per sfruttare calligrafie più chiare o
più eleganti, sia per apposizione posteriore, forse su richiesta di revisori.24
Quasi sempre sono parte integrante dell’impaginazione delle tavole e
sembra persino di leggere una sorta di ricerca espressiva intorno a regole
e criteri compositivi, come se si trattasse di illustrazioni di testi a stampa
di carattere scientifico oppure di ‘guide’: un tratto tipico della serie, forse
davvero vicino ad un ragionevole modo nostro di comunicare.25
Mettendo in relazione la serie dei disegni con la schedatura avviata
per il Corpus de Arquitectura Jesuitica, si nota come le tavole oggi attribuite

22
Per lo standard diocesano si veda Borromei, C., Instructionum Fabricae..., op. cit., I, 4, p.
131; per l’attenzione al dimensionamento si veda il disegno VR 165, App. II con un memoriale del
padre Menocchio e la critica alla larghezza di 8 braccia della libreria, ritenuta insufficiente per l’uso.
Sul rapporto fra progetti e ambizioni dei committenti si veda il disegno VR 385 con il progetto per
il noviziato di Chieri, reso monumentale dall’intervento del cardinal principe Maurizio di Savoia.
23
Obbligatorio anche il riferimento ai documenti non custoditi con i disegni: si veda Iappelli,
F., “Una nuova fonte di documenti: I 311 manoscriti del volume 156 della National Library di Malta”,
en Patetta, L. e Della Torre, S. (eds.), L’architettura della Compagnia di Gesù in Italia..., op. cit., pp. 35-40.
24
Nel caso del progetto di Ponte in Valtellina, ad esempio, esistono lettere che giudicano
“imperfetto” il disegno VR 422 proprio perché “senza dichiaratione”, si veda Bösel, R. e Karner,
H., Jesuitenarchitektur in Italien..., op. cit., p. 320.
25
Fra gli esempi di accurata impaginazione si vedano i progetti per i collegi di Castelnuovo
Scrivia VR 379/384, di Ajaccio VR 367 e Nizza VR 420. Un confronto con i disegni coevi provenienti
dagli archivi degli ingegneri collegiati o da quelli diocesani non restituisce la stessa percentuale di
disegni con legende; l’uso sembra più diffuso in disegni allegati a pratiche legali o in disegni per
progetti destinati ad altri ordini maschili.

181
ISABELLA CARLA RACHELE BALESTRERI

Fig. 6. Pianta del piano terreno del collegio di Nizza, 1670, p. C.F. Visconti. BNF Hd-4c,
130 (VR 420). Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuítica.

182
LA SERIE DEI DISEGNI DELLA PROVINCIA MEDIOLANENSIS ITALIAE

ad architetti o ingegneri siano almeno 15 (per le sedi di Cremona, Genova,


Milano, Monza).26 Nessuna di queste prevede l’uso di “dichiarationi” così
come scarne ed essenziali sono le didascalie, non di rado poste ai margini
della rappresentazione. Per contro, i disegni assegnati al lavoro di padri
o fratelli laici della Compagnia sono 22 e nessuno è privo di annotazioni,
anzi, la maggior parte vede adottata proprio la convenzione della legenda
con rimando a lettere o numeri, in qualche caso comprendendola nella
concezione generale della tavola, in altri allegandola a parte.27 Si è così
tentati dal riferire l’uso diligente del corredo di note ai padri gesuiti e
ai fratelli laici, per leggere invece nei tratti di architetti ed ingegneri un
modo di esprimersi più autonomo, forse ritenuto dagli stessi professioni-
sti già sufficientemente completo ed efficace. Ma è molto probabile che
l’approfondimento delle singole storie possa restituire una vicenda più
complessa, dove possono aver avuto un ruolo determinante le volontà
di committenti e finanziatori così il come sovrapporsi e lo stratificarsi
di soluzioni diverse. Da questo punto di vista merita di essere ricordato
il caso dei progetti di padre Orazio Grassi, di origini liguri, al quale si
attribuiscono ben 13 tavole con i progetti per le sedi di Ajaccio, Bastia,
Sanremo e Genova (Chiesa del Gesù, Collegio in Strada Balbi e residenza
di Albaro). Esempi di notevole rigore e chiarezza, rispondenti alle sue
qualità di matematico e artista, pratico e teorico, padre e architetto, i
disegni talvolta delineano le membrature degli edifici senza fare ricorso
alle parole (chiesa di Ajaccio,VR 410) e, più spesso, fanno riferimento
a “dichiarationi” per la precisazione delle destinazioni d’uso (collegi di
Bastia, VR 374/375 e Sanremo VR 424/426).28
Per quanto riguarda gli aspetti funzionali, va notata la precisione ri-
guardo la localizzazione di ambienti dotati di impianti tecnici.29 Dei “lochi
communi” e dei “lavatori”, per le mani o le stoviglie, non di rado sono
indicati gli scarichi e in alcuni disegni, con convenzionali coloriture, si
segnalano anche la posizione e il dimensionamento dei fuochi, dei forni,
dei camini o dei caminetti [fig. 7]. Se le dotazioni sono omesse dai dise-

26
Si fa notare che solo tre disegni recano l’autografo dell’autore. Si tratta di tre fogli di F.
M. Richini, si veda a proposito Patetta, L., “Autografia ricchiniana”, Il disegno di architettura, 5 1992,
pp. 58-62.
27
Fra i disegni con “dichiaratione” di padri o fratelli laici si segnalano quelli per: Castelnuovo
e Nizza (p. C.F. Visconti); Genova (p. F.D. Sereno); Paverano (f. E. Meriziano); Nizza (p. A. de Ange-
lis); Torino (p. M.A.Robbio); Ajaccio (p. Bernabò). Alcuni disegni sono stati ritagliati, quindi non è
possibile risalire all’impaginazione originale. In altri casi la “dichiaratione” è custodita separatamente
negli archivi della Compagnia.
28
Bösel, R., Orazio Grassi architetto e matematico gesuita. Un album conservato nell’Archivio della
Pontificia Università Gregoriana a Roma, Roma, Argos, 2004.
29
Su questi temi si veda Scotti Tosini, A. (ed.), Aspetti dell’abitare in Italia tra XV e XVI secolo.
Distribuzione, funzioni, impianti, Edizioni Unicopli, Milano, 2000.

183
ISABELLA CARLA RACHELE BALESTRERI

Fig. 7. Pianta del piano interrato del Noviziato di Paverano (GE), 1602, fr. E. Meriziano.
BNF Hd-4b, 57 (VR 398 recto). Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuítica.

gni, talvolta sono proprio le “dichiarationi” a darne notizia, specificando


le corrispondenze fra piani diversi. Le indicazioni sono particolarmente
precise nel caso di pozzi, cisterne e canalizzazioni sotterranee; delle
cantine vengono segnalate le volte, specificandone il materiale, e questo
vale anche per i torchi destinati alla spremitura delle olive o dell’uva.30
Indicazioni simili non sono rare in ambiente lombardo, sia civile che eccle-
siastico: ricordo, ad esempio, che quasi tutti i disegni di Francesco Maria
Richini indicano la presenza nelle murature di camini e caminetti e che
i “lochi” sono indicati nei progetti per complessi di altri ordini religiosi,
come i Barnabiti.31 Ma può anche darsi che l’attenzione didascalica agli
impianti sia da legare a richieste da parte degli organismi centrali della
Compagnia, attenti com’è noto più a questioni di carattere funzionale
che alla conformità in termini decorativi o stilistici. E’ molto probabile
che in questo ambito abbiano avuto un ruolo importante soprattutto i
singoli responsabili delle fabbriche, i padri rettori e i provinciali, coin-

30
Esemplare il progetto per il noviziato di Paverano di fratel Meriziano, VR 396/398 verso.
31
Si vedano ad esempio i progetti per Palazzo Durini e per il Seminario Maggiore custoditi
nei tomi della Raccolta Bianconi, Balestreri, I. (ed.), La Raccolta Bianconi..., op. cit., I, p. 34 v; III, p.
19. Per i Barnabiti nella stessa Raccolta si vedano i disegni per il collegio di S. Alessandro, VII, p.1.

184
LA SERIE DEI DISEGNI DELLA PROVINCIA MEDIOLANENSIS ITALIAE

volti nella gestione dei cantieri anche per prevenire o risolvere problemi
legati a esondazioni, esalazioni o stillicidi, spesso occasioni di contese con
progettisti, costruttori o confinanti.
A proposito di convenzioni in uso nella pratica professionale della
provincia milanese fra metà del XVI e metà del XVII secolo, va notato
come nella serie di disegni schedati da Vallery Radot siano in numero
esiguo le tavole che, con colori, tratteggi o note scritte, segnalano lo
stato d’avanzamento di lavori o la stratificazione di diverse campagne di
costruzione. In contrasto con quanto documentano altre raccolte di coe-
vi disegni lombardi, sono solo una decina quelle che mettono in chiara
evidenza il “fatto” e il “da farsi” degli edifici.32 Per i progetti di collegi, ad
esempio, non di rado viene indicato il sito della chiesa “già fabbricata” e
talvolta nelle didascalie si usa l’espressione “da conservarsi” (per cisterne,
cantine, o strutture interrate) ma in entrambi i casi l’allusione all’esistente
implica proprio l’elusione degli stessi oggetti dalla rappresentazione.33
Scarse sono anche le tracce che parlano del percorso di disegni all’interno
delle strutture burocratiche della Compagnia. Contrariamente a quanto
le norme approvate dalle Congregazioni generali farebbero supporre, i
disegni che recano la formula d’approvazione sul margine dei progetti
sono davvero in numero molto esiguo. La parafa del generale Gian Paolo
Oliva compare solo in un disegno per la concessione di spazi della chiesa
di San Gerolamo e Saverio a un esponente della famiglia Balbi (VR 161,
App. II); una formula che registra la data dell’avvenuta approvazione è
rintracciabile in due piante per il collegio milanese di Brera (VR 163, VR
164, App. II) [fig. 8] e le note approvato da Nostro Padre, o solo approvato,
sono poste su altre due tavole, rispettivamente per il collegio di Ajaccio
(VR 370) e la residenza di Albaro (VR 402).34 Scritte che riguardano
l’approvazione o la disapprovazione (es. “questo non è buono”; “nuovo,
riformato, approbato”35) si possono ritrovare tuttalpiù rintracciare sul verso
di almeno 8 disegni ma non è escluso che siano posteriori o che si riferi-
scano a tempi e modi di archiviazione delle pratiche o a fasi intermedie
di valutazione dei progetti in sede provinciale.36
D’altronde in pochissimi casi i disegni recano autografi di commit-
tenti, architetti, ingegneri, padri o fratelli laici. Restano ad esempio: i

32
Ad esempio si vedano i disegni VR 379/384 e 420 per Castelnuovo Scrivia e Nizza, tutti di
padre C.F. Visconti; ma anche il disegno VR 385 per il noviziato di Chieri e il VR 173, App. II per
il collegio di Vercelli.
33
Si vedano i disegni per il collegio di Cremona VR 386/389 con l’area della chiesa; per la
formula “da conservarsi” VR 420, collegio di Nizza.
34
Su questi temi si veda Bösel, R., “La ratio aedificiorum...”, op. cit., p. 42-43.
35
Si vedano i disegni VR 369 e VR 376.
36
L’espressione “nostro padre” non necessariamente fa riferimento al padre generale.

185
ISABELLA CARLA RACHELE BALESTRERI

Fig. 8. Pianta del piano terreno del Collegio di Brera, con approvazione e scalimetro
a doppia unità di misura, Milano, 1670-1679. ARSI, Med. 87, f. 208 (VR 163 App. II).
Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuítica.

riferimenti agli interventi di Francesco Maria Richini;37 l’indicazione


dei nomi dei padri coinvolti nelle fabbriche della Casa Professa e del
collegio di Brera; il nominativo di Francesco Maria Balbi, legato ad una
richiesta di concessione di spazi a lui riservati nella chiesa del collegio
genovese. Allo stesso modo solo tre progetti recano la data della loro
stesura o presentazione: si tratta dell’ambizioso progetto del noviziato di
Chieri, presentato nel 1650 grazie al sostegno del cardinale Maurizio di
Savoia, e dei già citati disegni di Richini per modifiche alla Casa Professa
milanese. Se da una parte questo tipo di silenzio segna tutta la storia
del disegno d’architettura nella prima età moderna, va anche sottoline-
ato come i progetti per le diverse sedi della Compagnia fossero sempre
accompagnati da relazioni o memoriali, in parte ancora rintracciabili
negli archivi. Fonti insostituibili per gli studiosi, i testi allegati ai disegni
dovevano essere fondamentali anche per chi aveva il compito di gestire,
controllare, rivedere, approvare, finanziare, sostenere le diverse fabbriche.

37
Sono i disegni VR 167, App. II; VR 386/387; VR 412/415 rispettivamente per Monza, Cre-
mona e la Casa Professa di Milano. Non tutti recano firma olografa.

186
LA SERIE DEI DISEGNI DELLA PROVINCIA MEDIOLANENSIS ITALIAE

Almeno sino alla metà del XVII, alle parole molto più che alle immagini è
probabile che si affidasse la completa trasmissibilità delle idee sui progetti
di trasformazione.38 Questo per cultura e forma mentis di padri e commit-
tenti, ma anche per la complessità dei tempi e dei modi del processo di
modernizzazione della professione dell’architetto che si dovette svolgere
a cavallo fra XVI e XVII secolo.
Da questo punto di vista, la serie di disegni della provincia mediola-
nensis, in quanto testimonianza di un analogo processo che intrecciava
comunicazione, diffusione, controllo e conferma delle idee sull’architet-
tura, ha un davvero ruolo molto importante. Come avverte Richard Bo-
sel, i fondi schedati da Vallery Radot sono solo una parte dell’originario
archivio romano delle piante (…) che doveva in verità essere infinitamente più
ricco e quindi ogni valutazione di tipo quantitativo può risultare labile.39
Detto ciò, va notato come solo il 10 % dei disegni risalga al XVI secolo;
come un’altra identica percentuale si attesti al primo decennio del XVII,
cioè ad un periodo immediatamente precedente il decreto che imponeva
la consegna di una doppia copia dei progetti alla sede centrale romana,
e come la maggior parte dei disegni sia invece relativa ai decenni fra il
1613 e gli anni ’90 dello stesso secolo (il 50 % del totale si colloca fra
1613 e 1650; il rimanente 30 % fra 1650 e 1680). Nel gruppo di disegni
più antichi si trovano i progetti per la casa professa di Genova e il collegio
di Torino e forse alcuni disegni di padre Valeriano: anche volendo evitare
chiavi di lettura di tipo evoluzionistico va notato come, di fatto, si tratta
di documenti che vedono nel ductus grafico degli autori il carattere pre-
dominante, così come nella maggior parte dei disegni coevi.40 Nonostante
la varietà, va riconosciuto che invece i fogli stesi nel Seicento sembrano
più legati alla prassi interna alla Compagnia e ad una sua maggiore dif-
fusione sul territorio.
In particolare, è il caso di soffermarsi sull’analisi di un gruppo di
quattro disegni per la Casa Professa di San Fedele a Milano, datati 29
maggio 1655 che narrano di una controversia interna alla sede milanese,
fra preposito della casa e prefetto della fabbrica della chiesa, originata dalla
richiesta di alcune modifiche distributive e strutturali sul limite dei due
edifici [fig. 9a, fig. 9b]. Si tratta di quattro sezioni trasversali del tutto
complementari: due rappresentano lo stato di fatto e due il progetto

38
Oltre alle relazioni in qualche caso dovevano essere presentati anche dei modelli tridimen-
sionali.
39
Bösel, R., “La ratio aedificiorum...”, op. cit., p. 43.
40
Fra i progetti del XVI secolo, la letteratura inserisce anche dei disegni per il Collegio di
Torino che sulla base della sola analisi ‘stilistica’ sembrerebbero peraltro più tardi. Si tratta dei di-
segni in VR 430/432; si veda a proposito Bösel, R. e Karner, H., Jesuitenarchitektur in Italien..., op.
cit., pp. 365-386.

187
ISABELLA CARLA RACHELE BALESTRERI

Fig. 9a. Sezione trasversale di un “corridore” Fig. 9b. Sezione trasversale di un “corridore”
della casa professa di Milano, stato di fatto, della casa professa di Milano, progetto di
29 maggio 1655, Francesco Maria Richini adeguamento, 29 maggio 1655, Francesco
Ingegnere Regio Camerale. BNF Hd-4b, 87 Maria Richini Ingegnere Regio Camerale,
(VR 412). Foto: Proyecto Corpus de arquitectura con note in latino aggiunte da p. A. de Albertis.
jesuítica. BNF Hd-4b, 85. (VR 415). Foto: Proyecto
Corpus de arquitectura jesuítica.

di trasformazione; a coppie sono redatte con campiture acquerellate in


giallo o in bruno e recano scritte in italiano o in latino. Le note in ita-
liano dicono che la tavola con lo stato di fatto è una copia conforme e
controfirmata di un altro originale redatto da Francesco Maria Richini,
non pervenuto, mentre quella con la proposta di modifica, sempre di
Richini, è stata fatta in executione d’ordine per Ordine del Molto Reverendo
Padre Alessandro Caimo Prefetto della fabrica della suddetta casa e chiesa di
Santo Fedele, così istando il Molto Reverendo Padre Alfonso Salvaterra Preposito
della suddetta casa. I disegni in grigio sono altre copie conformi ma Notae
latinae adjectae sunt ab Alberto de Albertis; le unità di misura sono espresse
in braccia milanesi e palmi romani. In sintesi: si tratta di quattro docu-
menti che tracciano in modo chiaro e riconoscibile le fasi di un percorso
che conduce dalla enunciazione di un problema alla sua risoluzione, sia
in sede locale che presso gli organi centrali competenti; una procedura
burocratica matura e ‘moderna’ che, per quanto caso isolato, sembra
davvero segnare un momento significativo sia dal punto di vista della

188
LA SERIE DEI DISEGNI DELLA PROVINCIA MEDIOLANENSIS ITALIAE

storia del progetto d’architettura sia da quella ratio aedificiorum gesuitica.


Un’eccezione che si può spiegare considerando sia il rilievo gerarchico
della Casa professa milanese nel quadro della provincia settentrionale,
sia la personalità di Francesco Maria Richini, autore di progetti di rara
chiarezza concettuale e ratio geometrica41 e non a caso Ingegnere Regio Camerale,
architetto del Duomo, dell’Ospedale Maggiore, della città, della diocesi
e, per trent’anni, della Compagnia di Gesù. Ma anche un esempio che
si può leggere come la conferma di un sistema di regole che, a distanza
di decenni dall’emanazione dei provvedimenti riformatori, fra provincia
gesuitica, diocesi e collegialità di corpo42 degli architetti milanesi, doveva
aver condotto alla compiuta definizione di un metodo razionale, adatto
alla condivisione su scala globale.

41
Scotti, A., “Lo Stato di Milano”, in Scotti Tosini, A. (ed.), Storia dell’architettura italiana. Il
Seicento, Milano, Electa, 2003, p. 443.
42
Ibidem, p. 431.

189
Bartolomeo Ammannati, arquitecto y benefactor
de la primera sede jesuítica en Toscana:
San Giovanni Evangelista (1572-1592)

Teresa J. Gómez León*


Università degli Studi di Firenze
Universidad de Cantabria

En Florencia, en la confluencia del palazzo Medici-Riccardi y la ba-


sílica de San Lorenzo, se levanta en la esquina entre via Martelli, y via
dei Gori, la iglesia consagrada a San Giovanni Evangelista, y que todos
los florentinos conocen como San Giovannino para distinguirla del Bap-
tisterio de San Giovanni Battista,1 y de la iglesia de San Giovanni dei
Cavalieri [fig. 1].
La historia de San Giovannino, se inicia coincidiendo con la peste
que desoló Europa en 1348. Su fundador, Giovanni dei Gori Lando, un
hombre de los llamados “del pueblo” por defender la Repubblica, redactó
ese año testamento en su lecho de muerte. Entre sus últimas voluntades
se encontraba la de construir un oratorio bajo la advocación de San Juan
Evangelista.2
La construcción de San Giovannino en época medieval se conoce
gracias al Codice delle Spese, el libro de fábrica que recoge los apuntes
administrativos de la edificación, que se inició tras el acuerdo entre los
ejecutores testamentarios, y el Capítulo de San Lorenzo, que se oponía
firmemente a la construcción del oratorio.3 Según este Codice delle Spese,
la iglesia se inició en mayo de 1351 y su construcción finalizó en 1352,
estando a cargo de la obra el maestro Niccolò di Maggio.

* Este artículo concentra los resultados y conclusiones derivados de la Tesis Doctoral realizada
en cotutela entre la Università degli Studi di Firenze y la Universidad de Cantabria, bajo el título De
Eleonora de Toledo a Bartolomeo Ammannati 1548-1592: San Giovanni Evangelista, primera sede jesuita en
Toscana, dirigida por los profesores Amadeo Belluzzi y Begoña Alonso Ruiz.
1
(...) a distinzione della vicina di S. Gio. Batista, e per essere di quella assai minore, fu poi vulgarmente
chiamata S. Giovannino [Baldinucci, F., Notizie dei professori del disegno da Cimabue in qua, vol. II, V.
Batelli e Compagni, Firenze, 1846, p. 368].
2
Del Migliore, F. L., Firenze Città Nobilissima illustrata, Firenze, Stampazione della Stella, 1684,
p. 188. Véase también Angelelli, A., l’Antico Manoscritto delle spese fatte dai GORI per l’edificazione della
chiesa di S. Giovanni Evangelista in Firenze negli anni 1349-50-51, Firenze, 1890.
3
Baldinucci, F., Firenze Città Nobilissima illustrata…, op. cit., pp. 383-387. El autor, transcribe
el Codice delle Spese, un libro de gastos donde se reflejaban los movimientos económicos derivados
de la edificación de la iglesia y que fue escrito por Cambio Nucci y Domenico Ciampelli, ejecutores
testamentarios del fundador de la iglesia y que refleja el conflicto con los canónigos de la Basílica
de San Lorenzo.

191
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

Fig. 1. Planta de Florencia de Stefano Buonsignori 1582-1584. Gabinetto Disegni


e Stampe Galleria degli Uffizi de Florencia.

A mediados del siglo XV, se vuelve a tener noticias de San Giovannino


cuando resiste a cuatro proyectos urbanísticos, presentados en distintos
momentos de la historia de la iglesia: el plan de Brunelleschi de 1440 a
1450,4 el de Luca Landucci, para Simone del Pollaiolo detto il Cronaca,5
de 1505, el de Leonardo da Vinci de 15156 y, por último, el de 1526 de
Miguel Ángel Buonarroti.7 Todos ellos tenían previsto la demolición del

4
Benedetucci, F. (ed.), Il libro di Antonio Billi, Roma, De Rubeis, 1991; Preyer, B., “La Ar-
chitettura del Palazzo Mediceo”, en Il Palazzo Medici Riccardi, Firenze, Giunti Gruppo Editoriale, 1990,
pp. 58-71; Vasari, G., Le vite de’ più ecellenti pittori scultori e architettori nelle redazioni del 1550 e 1568,
Firenze, Sansoni Editore, 1971; Elam, C., “Il palazzo nel contesto della città: strategie urbanistiche
dei Medici nel Gonfalone del Leon d’Oro, 1415-1430”, en AA. VV., Il palazzo Medici Riccardi, Firenze,
Giunti Gruppo Editoriale, 1990, pp. 44-57; Hyman, I., “Notes and Speculations on S. Lorenzo, Palazzo
Medici, and an Urban project by Brunelleschi”, Journal of the Society of Architectural Historians, XXXIV,
2, 1975, pp. 98-120, espec. p. 108.
5
Landucci, L., Diario Fiorentino dal 1450 al 1516, Firenze, Studio Biblos, 1969.
6
Pedretti, C., A Chronology of Leonardo da Vinci’s. Architectural studies after 1500, Genève,
Librerie E. Droz, 1962.
7
Argan, G. C. e Contardi, B., Michelangelo Architetto, Milano, Electa, 1990; Barocchi, P.
e Ristori, R., Il Carteggio di Michelangelo, vol. III, Firenze, Sansoni editore, 1973; Ruschi, P., “La
Sagrestia Nuova, metaforfosi di uno spazio”, en Ruschi, P. (ed.), Michelangelo architetto a San Lorenzo.
Quattro problemi aperti, Firenze, Mandragora, Pietro, 2007. pp. 15-49.

192
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

oratorio medieval, con el fin de ampliar la plaza de San Lorenzo. Solo el


proyecto de Leonardo da Vinci, proponía la reconstrucción de la iglesia
medieval al otro lado de la actual via Martelli.
No se vuelve a tener noticias de San Giovannino hasta el año 1554,
momento en el que la española Eleonora Álvarez de Toledo, esposa de
Cosimo I de’Medici segundo duque de Florencia, cedió, junto a San
Giovannino, la antigua garita de la guardia de Alessandro de’ Medici,
primer duque de Florencia, a los 12 primeros jesuitas llegados a la ciudad
en 1551, bajo iniciativa de Ignacio de Loyola, con el fin de abrir el que
fuera primer colegio jesuita en Florencia.8
Loyola, era conocedor del empeño de Cosimo, en recuperar el es-
píritu cultural y artístico que surgió en la Florencia de Cosimo il Vecchio,
y Lorenzo el Magnífico, por lo que el duque, volvió a abrir las puertas
de la Universidad de Pisa cerrada desde 1494. Además, el hecho de
que la duquesa de Florencia fuese hija de Pedro Álvarez de Toledo,
virrey de Nápoles, animó al prepósito general a solicitar su beneplácito
para fundar en Florencia, el primer colegio de la Compañía de Jesús
en Toscana.
Aunque las relaciones de Eleonora con los jesuitas, en especial con
Ignacio de Loyola, y Diego Laínez primero, y con Diego Guzmán9 des-
pués, se volvieron complicadas e incómodas, al punto de que afectaron
seriamente a los padres y al colegio florentino, la duquesa pasó tras su
muerte en 1562, a convertirse en la fundadora del colegio, por tres razo-
nes principales: la de cederles un espacio físico, la de favorecer la unión
de San Giovannino a la Compañía, y la de testar a favor de la Orden
doscientos escudos anuales.10
Pero aquel colegio que cedió Eleonora, era angosto e higiénicamente
inaceptable; no podía alojar a los jesuitas que estaban de paso en Flo-
rencia, por lo que el rector muchas veces se veía obligado a enviarlos a
casas de personas cercanas a la Orden. Este inconveniente fue subsanado
temporalmente, con la compra en noviembre de 1561, de una casa detrás
de la iglesia, pero que resultó insuficiente.11 Este motivo junto al consi-

8
Tacchi Venturi, P., Storia della Compagnia di Gesù in Italia, vol. II, Roma, Edizioni “La Civiltà
Cattolica, 1950; Scadutto, M., Storia della Compagnia di Gesù in Italia. L’epoca di Giacomo Laínez. Il
governo 1556-1565, vol. III, Roma, Edizioni La Civiltà Cattolica, 1964.
9
Franceschini, C., “Los scholares son cosa de su excelencia, como lo es toda la Compañía:
Eleonora di Toledo and the Jesuits”, en Eisenbichler, K. (ed.), The Cultural World of Eleonora di Toledo,
Duchess of Florence and Siena, Aldershot, Ashgate Publishing Limited, 2004. pp.181-206.
10
Gómez León, T. J., “San Giovannino e la cappella di San Bartolomeo”, Acidini, C. y Pirazzoli,
G. (ed.), Ammannati e Vasari per la città dei Medici, Firenze, Polistampa, 2011, pp. 232-233.
11
Scadutto, M., Storia della Compagnia di Gesù in Italia. L’epoca di Giacomo Laínez 1556-1565.
L’azione, vol. IV, Roma, Edizioni La Civiltà Cattolica, 1974.

193
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

derable descenso de alumnos, impulsó a los padres del colegio a buscar


otra sede más adecuada.
Giulio Mancinelli, al igual que sus predecesores en la rectoría del
colegio, intentó con el mismo afán, localizar la ubicación ideal para el
colegio jesuita. Para ello entró en contacto con otras órdenes, como la
de los olivetani y los vallombrosiani, pero los elevados costes de las iglesias
de estas órdenes, hicieron que desde Roma, el tercer padre general de
la Orden, en aquel momento Francisco de Borja, ordenase suspender las
negociaciones en una carta con fecha 30 de mayo de 1572.12
Durante esas fechas, se tendrá noticia de Bartolomeo Ammannati,
que además del arquitecto, se convertirá en el benefactor principal del
colegio y de la iglesia de San Giovannino en Florencia.
No hay constancia cierta de cuándo y cómo se produjo el primer en-
cuentro entre Bartolomeo Ammannati y los jesuitas. Todo parece indicar
que pudo ser el papa Gregorio XIII, muy vinculado a la Orden, quien
hubiera favorecido la introducción del arquitecto dentro de los círculos
jesuitas en 1572, cuando trabajaba en el diseño y en la realización de la
tumba del sobrino del pontifice, Giovanni Boncompagni, en el camposan-
to de Pisa, y que representaba a Cristo fra la Pace e la Giustizia.13
Documentalmente se puede establecer el 6 de junio de 1572, como
el primer contacto entre Ammannati y los jesuitas, gracias al intercambio
de un par de misivas enviadas por el tercer general de la Orden, Fran-
cisco de Borja, que desde Roma escribió en respuesta a las del rector de
Florencia, Giulio Mancinelli. En esa carta de 6 de junio, Borja expuso que
(...) quanto poi all’altro partito o dissegno di fabricar il luogo di San Giovanni-
no, restiamo obligati alla amorevolezza et carità di Ms. Bartolomeo Architetto, ma
neanche circa questo V.R. passi avanti; nè faccia cosa nuova; ma quando dovesse
fare, avisi prima. Del resto raccomandiamo la cosa al Signore, cui providenza
non mancherà a’ suoi servi a tempo suo di quanto farà di bisogno.14 En la carta
de Francisco de Borja a Mancinelli, se desprende que el arquitecto ha
propuesto ya un proyecto para el área de San Giovannino.15 El arquitecto
parece también proponerse para sufragar los trabajos del colegio, lo que
indicaría que Ammannati conocía ya el fundamento de los jesuitas. Aún
así Borja pide prudencia al rector florentino, y que no se haga nada sin
consultar antes a Roma.

12
ARSI, Ital. 69, f. 75 v, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati e i Gesuiti”,
Archivium Historicum Societatis Jesu, XXII, Roma 1943, p. 6.
13
Ippoliti, A., “La Storia della Costruzione del Collegio Romano in epoca moderna e con-
temporanea”, en Ippoliti, A. y Vetere, B. (eds.), Il Collegio Romano Storia della Construzione, Roma,
Gangemi, 2003, p. 46.
14
ARSI, Ital. 69, f. 78, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit., p. 7.
15
Fossi, M., Bartolomeo Ammannati Architetto, Napoli, Morano, 1967.

194
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

Una semana después, el 13 de junio de 1572, Borja volvió a escribir


al rector Mancinelli, sobre el arquitecto florentino, (...) di quel architetto
del qual V.R. scrisse, cioè Ms. Bartolomeo Ammannati, io sono informato che è
homo da farne conto, et che può aiutar alla Compagnia assai, etiam appresso del
signor Granduca. V.R. procuri di mantener la sua amicitia, facendoli etiam le
dimostrationi che si potrà.16
El proyecto de San Giovannino queda estancado, hasta que tres años
más tarde, Ammannati, aprovechando dos viajes a Roma, entre 1575 y
1576, reclamado por el cardenal Ferdinando de’ Medici para llevar a cabo
unos proyectos en Villa Medici, retome de nuevo la iniciativa de ampliar
el colegio florentino. Una vez allí, tiene la ocasión de entrar en contacto
con el ambiente jesuita de la urbe, a través del también jesuita florentino,
padre Lodovico Corbinelli, que sin duda, ayudaría a ceñir los contactos
entre el cuarto padre general Everardo Mercuriano y el secretario de la
Orden el padre Antonio Possevino.
Durante ese año de 1576, Ammannati, presentó el primer proyecto
para la ampliación de San Giovannino, basado en la compra de las casas
y talleres que circundaban la iglesia. Pero, el padre general Everardo
Mercuriano manifestó su preferencia en aguardar nuevas oportunidades
más propicias.17 A pesar de la decepción, Ammannati no abandonó el
empeño de proyectar en el área de San Giovannino, una ampliación del
colegio y su iglesia como demuestra la carta que Everardo Mercuriano
escribió el 21 de abril de 1576 al padre Corbinelli, que en ese momento
se encontraba en Nápoles.
En ella le informaba que ha sido visitado por Ammannati, el cual
(...) a mostrato gran desiderio di vedere V.R. ma poi che non l’ha trovata qui
mi ha recercato che le facci le sue raccomandationi. Sappia ancora che detto Ms.
Bartolomeo desidera molto et anco procura quanto può di far havere un luogo
commodo a nostri, ma come non corrispondono all’animo suo, così l’intento suo
non può havere quell’effeto presto ch’esso desidererebbe; ma forse che quando manco
ci penseremo N. Sre ci manderà qualche buon’occasione.18
A esta carta en la que Everardo Mercuriano, continuaba mostrándose
cauteloso ante el proyecto de Ammannati, la responde desde Nápoles, el
padre Lodovico Corbinelli el 27 de abril de 1576. Escribe que pareciéndole
bien la propuesta del padre general por la que Ammannati —que posee
una buena relación con el papa Gregorio XIII—, rimostrassi a S.S. il bisogno
et desiderio di quella Città et suo in particolare etc. et quello che sarebbe necesario

16
ARSI, Ital. 69, f. 80 v, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit., p. 7.
17
Ibidem, p. 10.
18
Ibidem, p. 2.

195
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

ch’ella facesse, pregandola a abbraciare questa opera etc. et sperarei che negotiandola
bene la ferebbe bonissimo efetto. Et questo mediesimo parve al Amannato et a me
quando egli fu a Roma l’anno passato.19 Corbinelli, introduce dos palabras
clave: la città, y negotiandola, que pudieron recordar al cuarto general de la
Orden, Everardo Mercuriano, la idea de San Ignacio de Loyola de consti-
tuir un colegio digno de la cuna del Renacimiento, y que Florencia a través
de su colegio, abrazase la Orden de la Compañía de Jesús. A este cambio
de idea del prepósito de la Orden, no debe desconsiderarse tampoco la
perseverancia del arquitecto que, al final, va causando efecto.
En septiembre de 1577 el secretario de la Orden, el padre Antonio
Possevino, regresó a Florencia; allí y junto a Ammannati, emprendió una
campaña para recoger fondos destinados a promover la causa del cole-
gio jesuita entre los cortesanos y los nobles florentinos, siendo Giacomo
Salviati, uno de los promotores más destacados.
Esta iniciativa fue recogida y documentada en dos folios sin fechar,
que se conservan en el Archivio di Stato di Firenze (ASFi). En ellos se ha re-
gistrado una relación de nombres de nobles ciudadanos florentinos, junto
a gentiles españoles, que procuraron donativos a favor de los padres de
la iglesia de San Giovannino del Giesu. Una de las listas viene encabezada
por Pier Francesco Rinuccini y Antonio Suarez de Vittoria, mientras en
la otra aparecen los nombres de Giovanni Mannelli, y de quien ocupaba
en aquel momento el cargo de cónsul de la nazione spagnola en Florencia,
Lesmes de Astrudillo, junto a un alto número de personas que participa-
ron en la colecta. Las ayudas económicas para la construcción, primero
del colegio y de la iglesia después, será una constante en el transcurrir
de la fábrica [fig. 2].20
Los padres jesuitas seguían sin estar cómodos en el solar de San
Giovannino, se quejaban de la insalubridad del lugar, y de los molestos
y ruidosos talleres que rodeaban las aulas y la iglesia, como se puede
observar en la planta de Bounsignori de 1582. La compra de talleres
y casas del área fue lenta y costosa, por eso los padres jesuitas en cuyo
ánimo y esfuerzo, estaba el de mejorar la situación del colegio para sus
alumnos y la ciudad, volvieron a plantearse más activamente el traslado a
otra sede más apropiada. Por ello, los padres hicieron llegar la angustia y
los problemas que vivían en San Giovannino, al gran duque Francesco I,
en una instancia inédita que se conserva en el Archivium Romanum Socie-
tatis Iesu (ARSI).21 El escrito sin fecha precisa, podría abarcar la década

19
Ibidem, p. 43.
20
ASFi, Compagnie Religiose Soppresse Da Pietro Leopoldo, 1064, fasc. 335, f. 34, y ASFi, Compagnie
Religiose Soppresse Da Pietro Leopoldo, 1064, fasc. 335, f. 33.
21
ARSI, Rom. 121, ff. 176 r-177.

196
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

Fig. 2. Lista de limosnas encabezada por Giovanni Mannelli y Lesmes de Astrudillo. ASFi.
Compagnie Religiose Soppresse da Pietro Leopoldo, 1064, fasc. 335, f.33.

197
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

de 1570. En el escrito, los padres jesuitas explicaban al gran duque, que


próxima a los muros del colegio, en el callejón de’Biffi se encontraba una
hostería desde la que se escuchaban continuos improperios. Cercanas al
altar mayor se situaban unas ruidosas herrerías que hacían temblar los
cálices del altar, además de los molestos vapores de una barbería que se
colaban en la iglesia, junto al hollín de los hornos y de las fraguas de las
herrerías. Por ello, solicitaron al gran duque que favoreciese un lugar,
como la iglesia de San Michele de los monjes olivetanos, para impartir
sus ministerios entre el pueblo, y en especial entre sus jóvenes a los que
formaban.
Unos meses más tarde llegó a Florencia el prepósito de la Provincia
Romana, el padre Giovanni Cola De Notariis, con la intención de dar
una solución al colegio florentino conforme a las expectativas del padre
general Everardo Mercuriano. Por ello, se retomaron los contactos que
años antes se llevaron a cabo con olivetanos y cistercienses, como se vio
anteriormente. Esta noticia fue recogida en una carta de De Notariis
al padre general Everardo Mercuriano, fechada el 16 de noviembre de
1577, en la que comentaba que había tratado en esos días del futuro de
San Giovannino con Ammannati, y que en San Michele encontraban
dificultades para poder adquirirla a los frailes, y sobre Cistello, et a tutti
par che saria a proposito per molte ragioni (…); et Ms. Bartolomeo dice che sarà
comodissimo et che bisognarà far un sforzo di haver li danari solamente.22 Después
de muchas negociaciones, finalmente se descartó la compra de la iglesia
de San Michele, por su alto precio, y la del Cistello por el esfuerzo econó-
mico que supondría no solo la adquisición del inmueble, sino también
su rehabilitación.
Otro documento inédito sin fechar, conservado en el ARSI,23 muestra
los pasos a seguir, en el caso de que las negociaciones con olivetanos y
cistercienses fracasaran. En ese caso, se determina permanecer en San
Giovannino, solucionando las debilidades y carencias del colegio, solici-
tando la ayuda del gran duque Francesco I. Por ello, se dirigieron a él,
llamando su atención en primer lugar, sobre la fuerte especulación al
alza de los precios de las casas y talleres del área que rodeaba el colegio,
y que dificultaba la compra de los mismos para la ampliación de San
Giovannino. Por lo que ruegan al gran duque, que medie para lograr
un justiprecio sobre las casas y talleres del Capítulo de San Lorenzo que
tiene en régimen de alquiler. Los padres del colegio florentino, al mismo

22
ARSI, Ital. 155, f. 285, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit.,
p. 12.
23
ARSI, Rom. 121, f. 178.

198
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

tiempo se comprometieron con los canónigos para embellecer la plaza,


evitando construir sobrepasando la línea de las casas, y de no disponer
de una entrada principal sobre la plaza de San Lorenzo, como así tuvo
en cuenta Ammannati en el diseño del alzado del colegio sobre la plaza,
conservado en el Archivio di Stato di Roma (ASR).
En otro apartado del documento, los padres jesuitas aprovecharon
para volver a quejarse de la problemática (...) tavernuccia onde si sente con-
tinuo romori et cose disdicevoli non solo a religiosi, igli dimorano in luogo tali
dilla città; ma anco a vicini. Por ello, con el fin de prolongar en esa parte
la construcción del colegio, solicitaron al gran duque la concesión de la
calleja de’Biffi, que comunicaba por aquel entonces —como se puede
observar en la planta del Buonsignori— la plaza de San Lorenzo con la
via dei Spadai, la actual via Martelli, y en donde se encontraban en una y
otra mano la hostería y el colegio.
En otro apartado, tratan la ampliación de la iglesia, tanto en altura
como en planta. Comentan que pretenden para descongestionar el es-
pacio angosto de San Giovannino, adelantar la iglesia sobre la plaza en
via de’ spadai, hasta la línea de las casas de los padres y del colegio. En
cuanto a la altura, señalan que desean levantar todo lo alto que se pueda,
sin que moleste la vista al vecino palazzo de’ Medici. Así fue exactamente,
como se actuó cuando fracasaron las negociaciones para la adquisición de
las iglesias de San Michele, y del Cestello, y cuando se cerró también, la
expectativa de adquirir un terreno cerca la plaza de l’Annunziata, como
así se refleja en otra carta de De Notariis al padre general Everardo Mercu-
riano, fechada el 23 de noviembre de 1577, en la que dice (...) se potessimo
haver un sito grande posto in bon loco, il quale è delli Innocenti et vi una vigna
solamente et stà a canto li Innocenti et a canto la Nontiata, la quale stà in bonis-
simo sito, et è frequentata da tutti et saria la nostra chiesa nella medesima Piazza.
Et anco costerebbe poco; il fabricare Ms. Bartolomeo dice che lo farà con bonissimo
sparagno et presto et le elemosine concorrebbono da molti, si ben a poco, et sarà
più facile che trovar insieme 20 milla scudi.24 La idea de edificar el colegio
en la misma plaza dell’Annunziata, cerca del Hospital de los Inocentes,
convenció y animó a los padres de San Giovannino, que se vieron en un
principio respaldados por la ayuda económica de Giacomo Salviati de
un lado, y con la supervisión de los proyectos edilicios, por parte de Am-
mannati. En la carta de De Notariis de 23 de noviembre de 1577, vuelve
a destacar el interés del arquitecto por convertirse en benefactor junto
a Giacomo Salviati (…) lo persuaderemo, forse, che sia fondator de la chiesa; et

24
ARSI, Ital. 155, f. 304, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit.,
p. 12.

199
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

Ms. Bartolomeo dice: lui farà la chiesa et io il collegio, et spenderò da dieci mila
scudi, col tempo, et la faremo presto; et lui ne parlerà a quel gentilhuomo.25 Pero
pronto volvió el desánimo cuando Giacomo Salviati abandonó el proyecto.
En una carta del padre general Everardo Mercuriano a De Notariis, el
15 de enero de 1578, comenta que (...) Ammannati si truova inclinato che’l
collegio si resti dove si trouva al presente, podendosi havere dal signor Gran Duca
una stradetta per aggrandire il sito.26 Sin duda para el arquitecto existieron
razones evidentes tanto de tiempo, como económicas, que le llevaron a
insistir en su propuesta de permanecer en San Giovannino, por su inme-
jorable situación en el centro de Florencia, a pocos metros del duomo, del
baptisterio, y de la basílica de San Lorenzo. Otro argumento importante
de Ammannati para quedarse en San Giovannino, fue que la mitad del
solar estaba ya ocupado por la iglesia y el colegio, lo cual representaba un
considerable ahorro de tiempo, materiales y dinero. Como se desprende
de la correspondencia del padre general Everardo Mercuriano, fue esen-
cial conseguir la cesión por parte del gran duque, de la calleja de’Biffi,
para ampliar el colegio.27
Mientras tanto en marzo de 1578, el padre general, advertido por el
rector de San Giovannino, el padre Della Torre, de la escasez económica
del momento, y habiendo perdido la esperanza de la contribución de
Giacomo Salviati al colegio, solicitó al arquitecto que interrumpiese los
proyectos esperando tiempos mejores, abbiamo fatto matura considerazione,
che sopr’il disegno, che detto padre (il rettore Della Torre) ci rappresenta, ancorché
ci piaccia assai, nondimeno oltre ad altre difficoltà, che ci troviamo in tratarlo
adesso, quella ci pare molto importante, degli assegnamenti co’quali pensano metter
mano all’opera, che son molto deboli, però teniamo per certo che sia molto meglio
differirlo ad altro più opportuno tempo, (...) e assicurandomi della benvolenza di
Vs. Che anch’essa concorrerà in questo parere ed iniseme conserverà i buoni desidej
suoi d’aiutarci, per quendo ci s’offerirà miglior occasione [fig. 3].28
A través de esta misiva, se puede atribuir el croquis conservado en el
ARSI, con la signatura Rom. 126, f. 240v-241, al padre rector de San Gio-
vannino, Della Torre, y por tanto, datarlo en marzo de 1578. El boceto que

25
Ibidem.
26
ARSI, Rom. 12, f. 53 v.
27
(...) poichè l’Amannati giudica essere meglio che si retenga il luogo che si ha adesso per il collegio,
ancor a noi pare bene; et se pensano che la dimanda della stradella al Signor Gran Duca habbia ad havere buon
effetto, crediamo che non sia se non bene il tentarlo per quei migliori mezi che sarà possibile, et non dubitiamo
che l’Amannati sia per fare ogni sforzo per haverla [Carta del padre general Everardo Mercuriano, en
respuesta al rector de San Giovannino, padre Della Torre, fechada en Roma el 17 de enero de 1578,
(ARSI, Rom. 12, f. 54, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit., pp. 13-14)].
28
Baldinucci, F., Firenze Città Nobilissima illustrata…, op. cit., pp. 390-391. Carta del Padre
General Mercuriano a Ammannati, el 20 de marzo de 1578.

200
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

facilita medidas muy aproximadas de la iglesia, no tiene una intención de


proyecto arquitectónico. Simplemente representa la situación del colegio
florentino en la primavera de 1578, la ubicación de las dos escuelas, la
casa de los padres y la todavía iglesia medieval en la parte de via Spadai,
mientras que en la parte de la plaza de San Lorenzo, se representan diez
establecimientos entre casas, talleres y tiendas. El croquis cumpliría así
con la función de informar a Roma. Este croquis se comprende muy bien
en alzado, comparándolo con la planta del Buonsignori. [fig. 4] Vieri
Franco Boccia, a partir de las medidas del croquis del ARSI, y del muro
medieval de via de’ Gori, que Ammannati conservó, logró establecer las
dimensiones de la pequeña iglesia medieval y la representó en una sección
de la iglesia del Cinquecento.29
Tras el nuevo freno a la marcha del proyecto de la ampliación del
colegio, Ammannati no perdió la esperanza y entre 1578 y 1579, se volcó
intensamente en encontrar fondos para la edificación, y negoció las ex-
propiaciones de las casas y talleres que circundaban el colegio.
Definitivamente, llegaron buenas noticias y Ammannati pudo iniciar
los trabajos de construcción y ampliación el 15 de mayo de 1579, como así se
refleja en el libro de fábrica que se conserva en el Archivio di Stato di Firenze.
En la cubierta del Il Quaderno di Muraglia, se puede leer: Questo quinterno
signato A di Carte 46 di Padri della Compagnia di Giesù di Santo Giovannino
di Firenza. In sul quale si terrà conto di tutti i debitori e creditori che occorerà alla
giornata per conto della nostra moraglia da farsi cominciato questo dì 15 di maggio
1579 [fig. 5].30 Este libro, es en realidad un libro de contabilidad a partita
doppia, en el que se registraba en el debe y el haber, todos los movimientos
administrativos que producía la fábrica. Refleja una importante actividad
durante el año 1579 por la compra de madera, guijarros, tierra, ladrillos
y argamasa; también se paga a albañiles, obreros y carpinteros, sin especi-
ficar ni distinguir si los materiales y trabajos eran destinados a la iglesia o
al colegio. Desde mayo de 1579 se trabaja, por tanto, a buen ritmo en el
colegio como se observa en este libro de fábrica, y no tendremos noticias
documentadas de la iglesia hasta 1580 en que, adelantados los trabajos del
colegio, Ammannati, impaciente, comienza a ocuparse de la iglesia.31

29
Boccia, V. F., “La chiesa di San Giovannino Evangelista a Firenze”, en Rocchi Coopmans
de Yoldi, G., Architettura della Compagnia Ignaziana nei centri antichi italiani, Firenze, Alinea Editrice,
1999, pp. 105-110. En la figura 4, se observa en amarillo claro la dimensión de la iglesia medieval.
En amarillo oscuro la iglesia de Ammannati, y en color naranja se marca la intervención en 1656
de Alfonso Parigi, que consistió en sustituir la cubierta plana de madera, por una bóveda de piedra
con lunetos, que elevó tres metros y medio.
30
ASFi, Compagnie Religiose Soppresse da Pietro Leopoldo, 1064, fasc. 335.
31
(...) mi è stato caro intendere il buono stato di cotesto collegio in utroque homine et il buon animo che
il signor Ammannati a V.R. mostra di promuovere le cose nostre [Carta del general Everardo Mercuriano,

201
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

Fig. 3. Croquis del padre rector Della Torre. ARSI, Rom. 126, ff.240v -241.

Fig. 4. Detalle del área de San Giovannino Fig. 5. Cubierta del quaderno di
en la planta del Buonsignori. muraglia di San Giovannino. ASFi.
Compagnie Religiose Soppresse da
Pietro Leopoldo, 1064, fasc. 335.

202
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

Los meses que se sucedieron entre el fallecimiento del padre general


Mercuriano (acaecido el primero de agosto de 1580), y la elección del
nuevo padre general Claudio Acquaviva (19 de febrero de 1581), fueron
de cierta incertidumbre en relación con los proyectos para la ampliación
de la iglesia de San Giovannino, que desaparecieron cuando el 3 de enero
de 1581, el secretario de la Compañía dio el visto bueno, al inicio de la
ampliación de la iglesia.32
Un mes después, el 16 de febrero de 1581, Bartolomeo Ammannati y
su esposa Laura Battiferra, redactaron sendos testamentos dejando como
heredero universal de todos sus bienes al colegio de San Giovannino, lo
que resultó ser un impulso importante para llevar a cabo los trabajos de la
ampliación de la iglesia.33 Al mes siguiente, una carta de Fazio, secretario
del padre general, Claudio Acquaviva, del 3 de marzo de 1581, al rector
del colegio el padre Blanca, pone de manifiesto el agradecimiento del
prepósito a la labor de Ammannati como arquitecto del colegio, pero sin
nombrarle abierta o explícitamente como benefactor del mismo.34
Desde el inicio de la fábrica, Ammannati tuvo que hacer frente a
distintos problemas como las expropiaciones de las casas y talleres, y la
elevación de la cubierta, pues la antigua iglesia carecía de luz. Por ello,
solicitó permiso al gran duque Francesco, para elevar la cubierta, sin per-
judicar la vista del palazzo Medici. Con el permiso que se obtiene el 24
de junio de 1581, el arquitecto construye una cubierta plana en madera,
que no mejoraría en demasía los problemas de iluminación.

al nuevo rector del colegio florentino padre Pietro Blanca el 17 de junio de 1580, (ARSI, Rom. 12,
f. 82 v, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit., p. 20)].
32
(...) Quanto al mettersi all’impresa di fabrica della chiesa, con questa buona dispositione di Ms. Bar-
tolomeo, è parso bene al P. Vicario et tutti noi che si facci et così potrà V.R. comminciare nel nome del Signore
[ARSI, Rom. 13, f. 35 v, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit., p. 16].
33
Testamento comentado en Kirkhan, V., “Laura Battiferra degli Ammannati Benefatrice
dei Gesuiti Fiorentini”, Quaderni Storici, 104, 2000, pp. 331-391. En los testamentos redactados
por Ammannati y su esposa, son nombrados herederos universales i Gesuiti di San Giovannino
di Firenze. En este mismo testamento, Laura Battiferra estipula que a la muerte de Bartolomeo
Ammannati, sus bienes deben pasar al venerabile Collegio della Società dei padri Gesuiti nella chiesa di
San Giovannino situata vicino al Palazzo Mediceo nella città di Firenze. Laura nombra a Ammannati
usufructuario de sus bienes, dándole plena libertad para disponer de ellos y prohíbe al colegio
jesuita, a sus padres y a los herederos de estos transferir nunca y de ningún modo sus bienes,
pues es deseo de la pareja que éstos permanezcan siempre en el colegio, en la iglesia de San
Giovannino y con sus padres. En el caso de que los jesuitas contravinieran las últimas voluntades
de la testamentaria trasferendo la sua eredità in qualche altra parte del mondo, essa dichiara nullo ogni
loro tentativo di separare la sua donazione dalla loro chiesa e dispone che il lascito debba passare invece alla
Società di San Martino di Firenze.
34
(...) Nostro Padre si è consolado del buon progresso che si va facendo della chiesa, e como di tutto
questo è autore il signor Bartolomeo, così V.R. per parte di Nostro Padre gli farà intendere, che si haverà memoria
appresso al Signore dei molto che, et per questo, et molti altri rispetti, la Compagnia deve a Sua Signoria: anzi
quanto più crescono li oblighi della Compagnia, tanto più si sforzerà di mostrarsi più grata [ARSI, Rom. 13,
f. 57, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit., p. 17].

203
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

En cuanto a las expropiaciones de las casas y talleres que rodeaban


San Giovannino, éstas siguieron resultando problemáticas desde el pun-
to, que retardaban el avance de las obras de la iglesia, pues como se vio
anteriormente, se creó una fuerte especulación en torno a la venta de
los talleres y casas del área que encarecieron sus precios. Un herrador se
negó a vender su herrería situada en via de’ Gori, protagonizando con su
negativa, alguna de las misivas de los padres jesuitas.35
El Capítulo de San Lorenzo, dueño de gran parte de la plaza de San
Lorenzo, también especuló con los precios, dificultando la compra de
talleres y casas del área. Como por ejemplo, una herrería y una barbería
de su propiedad. Ambos establecimientos estaban cerca de la tribuna de
la iglesia, así que los martilleos y humos entorpecían el seguimiento de
la homilía; por ese motivo, en 1588 los jesuitas vuelven a dirigirse al gran
duque con una súplica.36
Para aliviar los costes de adquisición de estas viviendas y talleres, Am-
mannati se propuso abiertamente como único benefactor, en una carta

35
ASFi, Compagnie Religiose Soppresse da Pietro Leopoldo, 1063, fasc. 332, f. 14. Encontramos en
Archivio di Stato di Firenze, algunos documentos hasta ahora inéditos, que hablan sobre esta problemá-
tica; en concreto, una súplica dirigida por los padres jesuitas al gran duque Francesco, fechada en
enero de 1579, para que los precios de venta de las casas y talleres se ajusten al mercado real. Los
jesuitas querían adquirir una herrería situada en la calle de’Gori cuyo propietario, aprovechando la
especulación, se niega a la venta. I Padri della Compagnia di Giesù, habitanti à San Giovannino di Firenze,
forzati dalla stretteza della loro habitatione et chiesa et confidati nel’ favore et aiuto di V.Alt:Sma per potersi
dilatare in una chiesa chapace al’molto concorso che tengono alle loro predicationj et aministrationj di sacramenti,
et per potere in sieme fabricare le schuole conforme alla qualità della città hanno incominciato à conprare li siti
delle botteghe et case convicine di questa isoletta et già ne hanno compre tre et harebbono finito di comprare il
resto se i Padronj si fossero posti à i prezzi ragionevoli da stimarsi dai periti secondo vuole la giustitia della quale
volendosi hora avalere con il beneplacito e buona gratia di V.A.S.mª la suplicano per amor di Dio resti servita
comettere alli Mag.ci signori conservatori di Legge, essendo li malischalchj et lj Padri poverj che dovendo eglino
servirsi delle botteghe de manischalchj et di un forno vicino de Ginorj per la loro habitatione e chiesa, siano
consigniate per quei prezzi e stime ragionevoli secondo vogliono le leggi, et perche la qualità et necessità del fatto
per trovarsi la muraglia cominciata non patisce dilatione potendosi la cosa brevemente spedire con rimetterla à
periti stimatori, desiderano che vista la verità del fatto sensa lite cavillatione et appellationi alcuna loro sia fatta
sumaria giustitia, restando sempre prontissimi et obligatissimi à pregare Dio per l’agumento di ogni
sua felicità. A esta súplica el gran duque se pronuncia el 16 de abril de 1580, ni a favor ni en contra
sino que non intende che nessuno sia forzato à vendere il suo, et massime di cose de fidei conmessi. La situación
de la herrería se confirma con el plano de 1580 de una colección privada que verá más adelante.
36
Li padri della compagnia di Giesù humilmente fanno intendere à V.A.S. qualmente alla tribuna della
loro chiesa sono cogionte due botteguccie del venerabile capitolo di san lorenzo, le quali impediscono grandisime
il culto divino, simperoche in una ni è un fabro, che col continuo battere no solo turba li sacerdoti che celebrano
nell’altare maggiore, ma anco impedisce la divotione di chi asolta la messa. Nell’altra vi è un barbiero il cui
caldaio sta si vicino à detto altare, ch’il camino riesce dentro la chiesa sopra lo istesso ciborio, onde risulta grande
irreverenza al smo sacramento. Per tanto humilmente ricorreno à V.A.S. supplicandola resti servita per rispetto
del comune Signore à cui honore tal gratia se dimanda ordinare che li reverendi cononnici siano contenti di
accomodarli di dette due botteguccie. Et li Padri si obligano non solo à dare loro conveniente ricompesa na anco
fare, che ne resulti ornamento alla Piazza di san lorenzo. Il che si riceverà à benefitio singolare, et aumenterà li
oblighi che hanno di pregare per V.A.S. et suoi stati [ASFi, Compagnie Religiose Soppresse da Pietro Leopoldo,
1064, fasc. 337, f. 23]. Esta súplica guarda relación con la instancia enviada a Francesco I hacia 1577
catalogada con la signatura ARSI, Rom. 121, f. 176 r-177 y con el plano de la colección privada, que
corrobora los emplazamientos de estos talleres.

204
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

dirigida a Claudio Acquaviva el 24 de junio de 1581, y en la que adjunta


una planta de San Giovannino [fig. 6].37 La respuesta llega desde Roma
el 12 de agosto, dando por bueno el diseño del arquitecto y rechazándolo
como único benefactor de San Giovannino.38
La planta de este proyecto se ha identificado siempre con el diseño
conservado en el Archivo di Stato di Roma, con la signatura Disegni e Map-
pe, Coll. I, c. 29, n 97.39 Sin embargo, recientemente todo apunta a que
esta planta se corresponde con la planta definitiva de San Giovannino40
realizada hacia 1590. Esta planta en la actualidad se conserva en el ASR,
junto al alzado de la fachada del colegio que asoma a plaza San Lorenzo,
enviado desde Florencia a Roma el 4 de agosto de 1590. Presumible-
mente unos días después fuera enviada a Roma esta planta, pues ambos
proyectos están presentados en tinta sepia y con el mismo tipo de papel
de dimensiones similares.41
Otro detalle que hace pensar que se trate del diseño definitivo, es
el desarrollo de la fachada principal, que coincide con el llevado a cabo.
También, resalta la ampliación de las capillas laterales y la solución a
modo de transepto de las dos capillas laterales mayores y la forma de la
tribuna, que en un todo, se corresponde con fidelidad a la actual plani-
metría de San Giovannino. Otra de las razones que inclinan a un plano
definitivo, es que todos los talleres y casas que asoman a la plaza de San
Lorenzo, están ya incorporados al área de San Giovannino, cuando en
1581, aún faltan por comprar algunos de los talleres del Capítulo de
San Lorenzo.
La planta que Ammannati envió a Roma el 24 de junio de 1581, con
toda probabilidad sería similar a esta otra conservada en una colección

37
(...) A V.s poi non dirò altro intorno a non voler più ricevere limosine per la fabrica, perché mi persuado
di ella si farebbe maggior scrupolo d’essere cagione d’impedir quel bene cooperando alla buon opera, verrà più
tosto a meritare, che farsi danno [ARSI, Rom. 12, f. 103, citada en Baldinucci, F., Firenze Città Nobilissima
illustrata…, op. cit., pp. 392-394].
38
(...) l’abiamo visto con molta soddifazione, e ci pare che il tutto sia molto ben inteso e ordinato e
che riuscirà opera degna della sua fatica [ARSI, Rom. 12, f. 103, citada en Baldinucci, F., Firenze Città
Nobilissima illustrata…, op. cit., pp. 392-394].
39
Bösel, R., Jeusitenarchitektur in Italien 1540-1773, Wien, Verlag der Österreichischen Akademie
der Wissenschaften, 1985; Carmagnini, C. y Matracchi, P., “Il Collegio di San Giovannino in Firenze:
rilievo architettonico e interpretazione delle vicende costruttive dal progetto di Bartolomeo Amman-
nati ad oggi”, Ricerche. Bollettino Quadrimestrale degli Scolopi Italiani, 18, Firenze, 1986, pp. 299-347.
40
Hurx, M., “Bartolomeo Ammannati and the College of San Giovannino in Florence.
Adapting Architecture to Jesuit Needs”, Journal of the Society of Architecture Historians, 63, University of
California Press, 2009, p. 341.
41
Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit., p. 20. Sobre este proyecto, el 4
de agosto de 1590 el general de la Orden Acquaviva escribe al rector Torsellino, (...) habbiamo visto il
disegno della facciata del collegio verso Sto. Lorenzo, il quale è assai bello, ma per essere fabrica della Compagnia
si potria moderare que Hiesù di rilievo, et quella colonnata di balaustri, facendoli più semplicemente. È necesario
però, come V.R, già si è accorta, andar con Mr. Bartolomeo con molta prudenza e destrezza.

205
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

Fig. 6. ASR. Disegni e mappe. Coll. I, c. 29 n. 97.

privada, fechada en 1580 [fig. 7].42 Este diseño inédito, describe el origi-
nario proyecto de Ammannati, que guarda concordancia con la tipología
de algunas iglesias jesuitas que se habían construido y/o se estaban cons-
truyendo. El dibujo muestra donde se situaban los talleres propiedad o
no de la Orden; y cuales faltaban por adquirir, lo que explica la extraña
forma de la actual tribuna y corrobora además, la súplica de los padres
jesuitas al gran duque Francesco I, para que intervenga sobre el abuso
en la especulación de los precios de las edificaciones en el área de San
Giovannino. A través de esta planta se comprende la razón por la que
Ammannati, no pudo construir la fachada principal de la iglesia, que no
fue otra que las casas de los padres, que ocupaban una tercera parte del
lienzo. Al igual que el croquis del padre Della Torre (ARSI, Rom. 126,
f. 240 v-241), la planta, tuvo con toda seguridad entre otras, la función
de informar gráficamente a Roma de la situación que se encontraba San

42
Agradezco al Profesor Richard Bösel su generosidad al entregarme para su estudio este
plano inédito.

206
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

Fig. 7. Boceto de 1580. Colección privada.

207
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

Giovannino, en relación a los talleres, y casas que habían sido compradas


y de las que faltaban por adquirir dentro del solar. Pero, al contrario que
el citado croquis del padre Della Torre, esta planta tiene una intencio-
nalidad arquitectónica que permite conocer detalladamente el proyecto
inicial para la iglesia.
El diseño presenta una planta longitudinal en aula, cuya limitación
espacial no da margen al desarrollo de un transepto, no presenta capillas
laterales aunque se señalan altares apoyados sobre las paredes laterales,
los cuales se colocan entre pilastras adosadas al modo italiano o mo-
derno.43 Se presenta en planta, una secuencia definida por altar entre
pilastras y espacio entre pilastras, que bien podrían haberse destinado a
confesionarios o a palas de altar. El proyecto habla de que está previsto
un triple ingreso, aunque a fecha de 1580 una tercera parte de la fachada
de la iglesia estaba cubierta por las casas de los padres. Desde la entrada
principal al ábside se extiende un eje longitudinal que no presentaría
ningún obstáculo visual para poder observar un esplendido tabernáculo
diseñado por Ammannati y que presidiría el altar mayor, recogido por
ábside semicircular. Sobre el ingreso estaba previsto alzar el coro como
se deduce de los dos pilares exentos sobre el primer tramo.
Le Annue de 1584 informan que ese año la iglesia está terminada,44
aun así los trabajos para decorar el interior, continuaron durante 1589,
bajo la supervisión de Ammannati y una activa participación de artistas y
artesanos jesuitas [fig. 8].45
Ammannati se enfrentó a la construcción de San Giovannino con
muchas limitaciones, además de las económicas y de tiempo, tuvo que
adecuar los espacios regulares de la iglesia y del colegio, a un área com-
pletamente irregular y medio construida, que supo adecuar desde su
experiencia en el palazzo Firenze en Roma, el palazzo Mondragone, el palazzo

43
Bösel, R., “La ratio aedificiorum di un’istituzione globale tra autorità centrale e infinità del
territorio”, en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura
jesuítica. Actas del Simposio Internacional, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2012, pp. 54-69.
44
(...) la nostra chiesa è del tutto finita et con alegrezza universale si disse la prima messa il giorno
dell’Assuntione pontificalmente dal Vescovo Milanese, con musica solenne [ARSI, Rom. 126 B, f. 326, citada
en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit., p. 20]. Y confirmada en otras fuentes
como Ital. 157, f. 345; Rom. 51, f. 301, citada en Kiene, M., “Bartolomeo Ammannati e i Gesuiti”, en
Del Turco, N. y Salvi, F. (eds.), Bartolomeo Ammannati Scultore e Architetto 1511-1592, Firenze, Alinea
Editrice, 1995, pp. 187-194. El autor recoge de Ristori la noticia de que al año siguiente de que se
abriera la parte anterior de San Giovannino, Carlo Borromeo, archivescovo di Milano e fondatore
del collegio gesuitico di Brera, sostò a Firenze durante un viaggio a Roma e il 16 ottobre disse messa
in San Giovannino. Véase nota nº 23; Ristori, G. B., “San Carlo a Firenze”, Illustratore Fiorentino, 7,
1910, pp. 118-199.
45
Bösel, R., “La ratio aedificiorum…”, nota nº 13. Entre los artistas jesuitas se mencionan al
entallador y ebanista Bartolomeo Tronchi, al también pintor Giovan Battista Fiammeri, Antonio de
Sanctis, ebanista y Rutilio Clemente pintor y decorador, p. 79.

208
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

Fig. 8. Benardino Rosaspina. Grabado de San Giovannino. 1827.

Giugni en piazza della Annunziata, en las casas del Arte della Lana, y en el
palazzo Orazio Rucellai en Florencia.46
A la hora de abordar el espacio interno de San Giovannino, Amman-
nati, tendrá en cuenta, por sus distintas estancias en Roma, los modelos
que desde la urbe, los jesuitas estaban desarrollando y divulgando, en
relación a los ministerios impartidos sobre todo los de la Eucaristía, la
predicación y la confesión.47 La idea principal para la construcción interna
de la iglesia, giraba alrededor de una versión del Gesù de Roma, cuyo
esquema vendría definido por una amplia y alargada nave de aula, capillas
laterales, transepto y coro, pero que en San Giovannino se vio reducido,
casi comprimido, hasta el aspecto de una sala rectangular de techos pla-
nos. Ammannati ordenó el espacio interior en torno a una nave de aula

46
Fossi, M., Bartolomeo Ammannati Architetto..., op. cit., p. 149; Fossi, M., “Bartolomeo Amman-
nati e la prima sede dei gesuiti a Firenze”, Arte Antica e Moderna, 26, 1964, pp. 200-210; Fossi, M.,
Bartolomeo Ammannati, la città. Appunti per un trattato, Roma, 1970.
47
Sale, G., “Pauperismo arquitectónico y Arquitectura jesuítica”, en Sale, G. (ed.), Ignacio y
el Arte de los Jesuitas, Bilbao, Ediciones Mensajero, 2003, pp. 31-49.

209
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

única, —que permitía mayor concentración de fieles— y una estructura


de doble caja. Para ello, el arquitecto consciente del factor económico y
del factor tiempo, decide conservar el muro medieval que recorre la via
dei Gori, y desde el interior de este muro, Ammannati desarrolla capillas
laterales amplias pero poco profundas, que le permitió obtener otra serie
de muros transversales que proporcionaron más consistencia y solidez a
la cubierta plana. Destaca sobre todo, la realización de un corredor, que
rodea la nave de aula, sobre las capillas laterales, permitiendo, asomarse
a la nave. Así, Ammannati creó esta estructura de doble caja, que viene
definida por una caja interna que sería la iglesia, y la externa marcada
por el corredor, que como se dijo, recorre sobre las capillas laterales
todo el perímetro de la nave de aula. Estos corredores, permiten en
San Giovannino la comunicación y la unión física entre la parte civil y
la parte religiosa del complejo, enlazando la una y la otra dentro de la
organización distributiva y espacial diseñada por Ammannati.48 A lo largo
del corredor, se encuentran pequeñas estancias abiertas que asoman a la
nave y que permiten presenciar la liturgia [fig. 9].
Cabe destacar que con esta solución estructural de doble caja, Am-
mannati consiguió reducir costes y adecuar un espacio para las capillas
laterales que asoman a la nave de aula, esquema que será típico de las
iglesias jesuitas. Pero también el arquitecto logró resolver con éxito las
limitaciones de los elementos constructivos precedentes reinsertándolos
en el nuevo edificio in modo organico e secondo una lógica strutturale coerente,
che trova significativamente riscontro nelle soluzioni adottate in altre chiese contem-
poranee o di poco successive della Compagnia ignaziana in Italia (in particolare
nel Gesú di Roma nel San Fedele di Milano).49
Hasta ahora, se ha seguido la faceta de Ammannati como arquitecto
en San Giovannino, pero como benefactor, a pesar de que son repetidas
las manifestaciones de agradecimiento de los padres jesuitas hacia su ar-
quitecto, no se le nombra abierta y especificamente como tal,50 hasta que
Ammannati, tal vez aconsejado por su esposa, la poetisa, Laura Battiferra,
decide redactar la carta dirigida el 22 de agosto de 1582, a los acade-
micos florentinos. En ella reniega publicamente de su obra escultórica,

48
Boccia, V. F., “La chiesa di San Giovannino...”, op. cit., p. 106. En la planta del ASR se
observa se ha marcado en la zona destinada a las escaleras de la tribuna y también en la zona de la
sacristía las aperturas de los coretti de la siguiente manera: Coretti per sentire messa.
49
Ibidem.
50
(...) tutto questo è autore il signor Bartolomeo, così V.R. per parte di Nostro Padre li farà intendere,
che si haverà memoria appresso al Signore del molto che, et per questo, et molti altri rispetti, la Compagnia
deve a Sua Signoria: anzi più crescono li oblighi della Compagnia, tanto più si sforzerà di mostrarsi più grata
[Acquaviva al rector del San Giovannino, 3 de marzo de 1581, (ARSI, Rom. 13, f. 57, citada en Pirri,
P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op. cit., p. 17)]. Véase nota nº 34.

210
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

Fig. 9. Interior San Giovannino.

en especial, aquella que mostraba los desnudos de dioses mitologicos y


sátiros.51 A partir de entonces, es cuando la literatura jesuita comienza
a referirse a Ammannati como benefactor. Así se puede leer en una
epístola de octubre de 1583 escrita por el provincial De Notariis que
decía, et così si spera che si potrà finire, havendo l’aggiuto di Ms. Bartolomeo
Amannati nostro benefattore.52 Incluso más adelante se le reconocerá junto
a su esposa Laura como futuros fundadores, como se aprecia en la misiva
de 3 de septiembre de 1584, escrita por De Notariis en la que se puede

51
Baldinucci, F., Firenze Città Nobilissima illustrata…, op. cit., pp. 396-404. Destacan cinco
párrafos: (...) il quale mio, in vero errore e difetto, non potend’io in altra guisa ammendare e correggere,essendo
che è impossibile di stornare le mie figure, o vero dire a chiunque le vede o vedrá,ch’io mi dolgo d’averle così fatte;
lo voglio pubblicamente scrivere, confessare, e far, giusta mia possa, noto ad ognuno quant’io facessi male, (...).
Il far dunque statue ignude, satiri, fauni e cose simili, scoprendo quelle parti che si deono ricoprire e che veder
non posono se non con vergogna, e che ragione et arte ricoprir c’insegna, è grandissimo e gravissimo errore. (...)
che tali opere son testimoni contra la vita di chi le ha fatte. Confesso adunque di avere in ciò molto offeso la
grandissima maestà di Dio. (...) fratelli accademici miei carissimi, siavi grato questo avvertimento, ch’io con tutto
l’affetto dell’animo mio vi porgo, di non far mai opera vostra in alcun luogo disonesta o lasciva, parlo figure
ignude del tutto, nè cosa altra, che possa muovere uomo o donna, di che età si voglia, a cattivi pensieri, essendo
che pur troppo questa nostra corrotta natura sia pronta per se stessa al movimento, senza ch’altri l’inviti (...).
che mai nessuno padrone e signore che io servessi, non mi disse, che in tali figure nè in cotal modo fatte io far
dovessi, ma la cattiva usanza, e più la mia vana mente, in tale e così fatto errore m’hanno cadere.
52
ARSI, Rom. 51, f. 225 v, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op.
cit., p. 20.

211
TERESA J. GÓMEZ LEÓN

Fig. 10. Capilla de San Bartolomé.

leer (…) é tenuto per dotto et per homo di cervello et d’animo grande, et che non
ci bisognava manco in questa impresa della chiesa al termine che sta. Ms. Bar-
tolomeo Ammannati et Madonna Laura sua moglie, nostri benefattori et futuri
fondatori della chiesa et collegio, ne restano sodisfatti di tutto et particolarmente
del rettore, et lo reveriscono et amano.53
En reconocimiento de su acción benefactora, se les concede la capilla
del lado del Evangelio consagrada al apóstol Bartolomé en honor al ar-
quitecto. Sobre el altar de la capilla, se encuentra en la actualidad la tabla

53
ARSI, Rom. 51, f. 300 v, ibidem, p. 31.

212
BARTOLOMEO AMMANNATI, ARQUITECTO Y BENEFACTOR DE LA PRIMERA SEDE JESUÍTICA...

de Alessandro Allori, que representa a Cristo e la Canane,54 protagonizada


por el matrimonio Ammannati, ella, la mujer arrodillada que observa la
escena con un libro en las manos en alusión a su condición de poetisa
petrarquista, y él es el anciano apoyado en el bastón que dirige su mirada
hacia su esposa para contemplar el milagro a través de los ojos de ella,
ya que el arquitecto aún parece tener presente el contenido de la carta
dirigida a los Académicos florentinos [fig. 10].
Otra muestra de gratitud de los padres jesuitas hacia sus benefacto-
res, se demuestra a la muerte de Laura Battiferra, en noviembre de 1589,
cuando Claudio Acquaviva, deroga de manera excepcional, una norma
común establecida por el Capítulo de San Lorenzo que vetaba el sepelio
en San Giovannino, abriendo una sepultura frente a la capilla de San
Bartolomé para la poetisa.55 Ammannati, encontró fuerzas para continuar
trabajando a pesar de que tenía la vista muy mermada y los problemas
de salud propios de la edad. En sus últimos meses, fue asistido por los
padres jesuitas, hasta que finalmente falleció el 13 de abril de 1592. Fue
enterrado junto a su esposa en la capilla de San Bartolomeo, donde se
colocó una lápida recordando a los befactores de San Giovannino.56 Unos
días más tarde, se ordenó en la provincia Romana que cada sacerdote
dijese misa y cada hermano diese una corona per l’anima di Ms. Bartolomeo
Amanato defonto come gran benefattore del Collegio di Firenze.57

54
Baldinucci, F., Firenze Città Nobilissima illustrata…, op. cit., p. 379; Lecchini Giovannoni,
S., Alessandro Allori, Torino, Casa di Risparmio di Firenze, 1991, citado en Kirkhan, V., “Laura Bat-
tiferra...”, op. cit., p. 346.
55
(...) e di mettere una pietra per Madonna Laura sotto la predela del suo altare, ci pare viene si dia
ogni soddisfazione a Ms. Bartolomeo [ARSI, Rom. 13, ff. 315, 318, citada en Pirri, P., “L’architetto Bar-
tolomeo Ammannati...”, op. cit., p. 39].
56
Baldinucci, F., Firenze Città Nobilissima illustrata…, op. cit., pp. 347-348; Kirkhan, V., “Laura
Battiferra...”, op. cit., pp. 347-348.
57
ARSI, Hist. Soc. 42, f. 131, citada en Pirri, P., “L’architetto Bartolomeo Ammannati...”, op.
cit., p. 41.

213
Progetto e revisione. Il modo nostro nelle vicende
del collegio dei Gesuiti di Iglesias

Emanuela Garofalo*
Università degli Studi di Palermo

La nozione di modo nostro, ossia la corretta interpretazione di un’es-


pressione ricorrente nella documentazione relativa alle architetture della
Compagnia di Gesù, è stata al centro di un lungo dibattito storiografico
che sembra ormai aver trovato alcune soddisfacenti conclusioni.1 Nuovi
stimoli per una ulteriore riflessione provengono da un recente contri-
buto di Ricard Bösel che, facendo il punto sui ragionamenti più attuali
intorno al tema, ha proposto le definizioni di ratio aedificiorum e modus
procedendi,2 richiamando tra l’altro le osservazioni dello studioso ameri-
cano Bailey, efficacemente sintetizzate dalla frase: noster modus is not a
product but a process.3
Il presente contributo si inserisce nella scia di tali ragionamenti
fornendo un esempio di modus procedendi, relativamente a una sede poco
nota della Provincia sarda della Compagnia4 —il collegio di Iglesias—,
che emerge in particolare dall’abbinamento tra due disegni della colle-

* Ricercatore Universitario, in servizio presso l’Università degli Studi di Palermo, Dipartimento


di Architettura; indirizzo e-mail: [email protected].
1
Per alcuni passaggi nodali del dibattito si vedano in particolare i seguenti scritti: Wittkower,
R. e Jaffe, I. B. (eds.), Baroque art: the Jesuit contribution, New York, Fordham University Press, 1972;
Benedetti, S., “Tipologia ragionevolezza e pauperismo nel modo nostro dell’architettura Gesuitica”,
in Benedetti, S., Fuori dal classicismo. Sintetismo, tipologia, ragione nell’architettura del Cinquecento, Roma,
Multigrafica editrice, 1984, pp. 67-104; Patetta, L., “Le chiese della Compagnia di Gesù come tipo:
complessità e sviluppi”, in Patetta, L., Storia e tipologia. Cinque saggi sull’architettura del passato, Milano,
CLUP, 1989, pp. 159-201; diversi contributi pubblicati nei volumi Patetta, L., e Della Torre, S.
(eds.), L’architettura della Compagnia di Gesù in Italia XVI-XVIII secolo, Atti del convegno, Milano, Centro
Culturale S. Fedele, 24-27 ottobre, 1990, Genova, Casa Editrice Marietti, 1992 e in Balestreri, I.,
Coscarella, C., Patetta, L. e Zocchi, D., I gesuiti e l’architettura. La produzione in Italia dal XVI al
XVIII secolo, Milano, San Fedele edizioni, 1997; Bailey, G. A., “Le style jésuite n’existe pas: Jesuit corpo-
rate culture and the visual arts”, in O’Malley, J. W., Bailey, G. A., Harris, S. J. e Kennedy, T. F. (eds.),
The Jesuits. Cultures, sciences and the arts 1540-1773, Toronto, Buffalo, London, University of Toronto
Press, 1999, pp. 38-89; Levy, E., Propaganda and the Jesuit Baroque, Berkeley, University of California
Press, 2004.
2
Bösel, R., “La ratio aedificiorum di un’istituzione globale tra autorità centrale e infinità del
territorio”, in Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. e Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura
jesuítica. Actas del Simposio Internacional, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2012, pp. 39-69.
3
Bailey, G. A., “Le style jésuite n’existe pas…”, op. cit., pp. 72-73.
4
Inizialmente parte della Provincia d’Aragona, la Sardegna diviene provincia autonoma nel
1597. Per un quadro di sintesi sulla storia della Compagnia in Sardegna si veda in particolare Turtas,
R., I Gesuiti in Sardegna 450 anni di storia (1559-2009), Cagliari, CUEC, 2010.

215
EMANUELA GAROFALO

zione parigina5 e una Informacion contenuta nel manoscritto 156 della


National Library di Malta.6 Il raffronto incrociato dei dati trasmessi dai
tre documenti offre interessanti spunti per un ragionamento metodo-
logico e l’occasione per una nuova riflessione intorno a una prassi ca-
ratterizzante l’attività progettuale promossa dalla Compagnia in ambito
architettonico.

Premessa

Trascorso circa un decennio dall’avvio delle prime fondazioni a Sas-


sari e a Cagliari, le due principali città dell’isola, rispettivamente a nord
e a sud, anche altri centri dimostrano un forte interesse alla creazione
di un collegio della Compagnia in seno alla propria compagine urbana.7
A Iglesias tale interesse è documentato a partire dal 1572, quando i
Giurati della città inviano al padre generale Borgia una richiesta ufficiale
per l’apertura di un collegio.8
Passano tuttavia ancora alcuni anni prima che si proceda, come da
prassi, a una verifica in loco dell’effettiva opportunità di dare seguito a
tale richiesta. Nella primavera del 1579 l’architetto gesuita Giovan Maria
Bernardoni, inviato in Sardegna da poco più di un anno per dirigere le
attività edilizie nell’isola,9 effettua un sopralluogo in compagnia del padre
vice-provinciale, per valutare i requisiti tanto della città in generale, quan-
to di uno specifico sito individuato e proposto dagli stessi Giurati per la
nuova fondazione. In una lettera inviata al padre generale Mercuriano,
Bernardoni esprime parere favorevole,10 secondo parametri ricorrenti
nell’espletamento di quella che era ormai divenuta una procedura abitua-
le. Dopo aver fatto un rapido cenno alle risorse finanziarie rese disponibili

5
Bibliotheque Nationale de France, Hd-4c, 147 e 148; nn. 492 e 493 del catalogo di Vallery-
Radot (Vallery-Radot, J., Le recueil de plans d’édifices de la Compagnie de Jésus conservé a la Bibliothèque
Nationale de Paris, Roma, Institutum Historicum S. J., 1960, p. 139).
6
National Library of Malta, Libr. MS 156, doc. 166, cc. 285 r-286 v.
7
Per un quadro di sintesi e un complessivo stato degli studi sul tema si veda Garofalo, E.,
“Le architetture della Compagnia di Gesù in Sardegna”, in Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández,
J.e Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura jesuítica..., op. cit., pp. 141-192.
8
A.R.S.I., Epistulae Externorum 24, cc. 18-19 v; segnalato in Turtas, R, La Casa dell’Università. La
politica edilizia della Compagnia di Gesù nei decenni di formazione dell’Ateneo sassarese (1562-1632), Sassari,
Edizioni Gallizzi, 1986, p. 59, nota 112.
9
Sull’architetto Giovan Maria Bernardoni si veda: Pirri, P., Giovanni Tristano e i primordi della
architettura gesuitica, Roma, Institutum Historicum S. J., 1955, pp. 195-199 e 258-263; Graciotti, S. e
Kowalczyk, J. (eds.), L’architetto Gian Maria Bernardoni sj tra l’Italia e le terre dell’Europa centro-orientale,
Roma, Il Calamo, 1999; e da ultimo, limitatamente all’attività svolta come architetto della Compagnia
in Sardegna, Garofalo, E., “Le architetture della Compagnia…”, op. cit.
10
A.R.S.I., Sardinia 15, cc. 219 r-v; doc. trascritto in Pirri, P., Giovanni Tristano…, op. cit., pp.
258-260.

216
PROGETTO E REVISIONE. IL MODO NOSTRO NELLE VICENDE DEL COLLEGIO DEI GESUITI DI IGLESIAS

dalla città per avviare la fondazione, Bernardoni si sofferma sull’amenità


e la salubrità dei luoghi, popolati inoltre da bona gente, e sul vantaggio di
avere una sede così adatta per convalescenti e recreatione de li padri et fratelli di
Cagliari a poca distanza da quest’ultima città; segue poi il giudizio sul sito
proposto per la costruzione del collegio, valutato in termini entusiastici
come il più bello di tutta la città, e —questione anch’essa non secondaria—
dotato di un bel giardino. L’architetto fornisce, infine, indicazioni sulla
dimensione complessiva mediocremente grande, si che si po fare la chiesa assai
capace et abitatione per 30 comodisimamente, avendo forse già in mente un
possibile assetto futuro delle fabbriche.11 In realtà a oggi nessuna notizia è
emersa dell’esistenza di un progetto per Iglesias elaborato da Bernardoni,
autore invece —per sua stessa dichiarazione— di disegni progettuali per
i collegi di Sassari, Cagliari e Busachi.12
Una nuova ricerca condotta sui fondi documentari dell’A.R.S.I. ci
consente di aggiungere in questa occasione alcuni tasselli al lacunoso
racconto delle vicende del collegio iglesiente.
All’auspicio espresso in una lettera del 3 agosto 1579 dall’arcivescovo
di Cagliari —sostenitore della nuova fondazione— che si procedesse quan-
to prima a fundar la casa y hazer la fabrica necessaria,13 segue l’acquisto di
case da parte della Compagnia, a partire dal 1580.14 Maggiori informazioni
sul sito acquistato, comprensivo oltre che delle case anche di un orto,15
nonché sull’avvio delle opere di costruzione, si ricavano da un passaggio
del primo di tre volumi manoscritti che riassumono la storia della Com-
pagnia in Sardegna, relativo ai fatti salienti accaduti nell’anno 1581: (...)
se abrieron dos escuelas de gramaticas (...) comprosse un sitio bien holgado con
su huerto y comodidad del aguas y con sus casas que todo era a proposito para
levantar el collegio entrando en la compra al pie de mil cien y ochenta ducados de
los quales dio de limosna trecientos y treinta don Nicolas Canellas entonces obispo
de Bosa cien y ochenta Marco Canavera canonigo de Caller lo demas se nos dio
(...), comencose despues la iglesia y dentro de pocos años se acabo ayudando muchos
amigos con su liberalidad para la fabrica, la renta de todo esto collegio contando
uno con otros era de mil libras cada año (...).16

11
Ancora nella lettera citata alla nota 11, per introdurre il progetto elaborato per il collegio
di Cagliari —che inviava contestualmente— Bernardoni utilizza analogamente parametri quantitativi
riferirti alla dimensione del sito.
12
Vedi nota 11.
13
A.R.S.I., Fondo Gesuitico, Collegia, 1445-3, c. 1r.
14
Ivi, c. 8 v. All’acquisto di una casa si accenna nell’atto di donazione di seicento libre annue
in perpetuo da parte della città di Iglesias alla Compagnia a sostegno dell’erigendo collegio.
15
Le indicazioni relative alla favorevole posizione, alla presenza del giardino e di un diretto
approvvigionamento d’acqua fanno pensare che si possa trattare proprio del sito già visitato e des-
critto da Bernardoni nel 1579.
16
A.R.S.I., Sardinia Historia 10 I, c. 135 r.

217
EMANUELA GAROFALO

Appare certo, quindi, che entrata in possesso di un’area ben collocata


nella compagine urbana la Compagnia abbia avviato seduta stante la co-
struzione di una chiesa, che —procedendo nel resoconto trasmesso dallo
stesso volume— veniva consacrata già nel 1583, con las solitas cerimonias y
con solemne procession por el Arcobispado de Caller llevandose en ella las reliquias
de san Zenon Martir y de una de las onze mil virgines.17 I tempi di realizzazione
molto brevi —soprattutto per un contesto come quello sardo18— ci fanno
pensare all’attuazione, in questo frangente, di un progetto poco ambizioso
e alla costruzione di una chiesa di piccole dimensioni, accontentandosi
per il resto di un accomodamento delle strutture preesistenti.
Tale ipotesi appare suffragata dalla segnalazione, rintracciata nelle
Litterae annuae del 1603, della crescente aspettativa che si procedesse alla
costruzione del collegio, maturata a quella data in seno alla comunità
locale.19 Tuttavia, le prime notizie di un’attività edificatoria che coinvolga
le fabbriche del collegio si rintracciano soltanto nel 1634, in una laconica
frase che, più che all’esecuzione di un progetto unitario di costruzione
ex-novo, fa pensare a un intervento di ampliamento dell’esistente, proba-
bilmente con l’aggiunta di nuove stanze per i padri.20 É solo al principio
degli anni quaranta del Seicento che nei documenti si fa esplicita menzio-
ne di una nova collegii structura,21 probabilmente adiacente alle fabbriche
preesistenti e almeno in parte terminata entro il 1644.22
Nel 1641 si era inoltre provveduto ad ampliare e ornare il presbiterio
della chiesa.23
La costruzione delle strutture del collegio di certo prosegue nel de-
cennio successivo, come si evince dai dati riportati in un consuntivo di
spesa (Gasto hecho ne la fabrica) del 1° gennaio 1653: En levantar el quarto

17
Ivi, c. 138 r.
18
Si ricorda a tal proposito che l’iter di costruzione delle chiese delle prime fondazioni ge-
suitiche nelle principali città dell’Isola, durò rispettivamente dal 1578 al 1609 per la chiesa di Gesù
e Maria a Sassari e dagli anni ottanta del Cinquecento al 1661 per quella di S. Croce a Cagliari. Per
un inquadramento generale delle due vicende si veda Garofalo, E., “Le architetture della Compag-
nia…”, op. cit., pp. 151-159 e 167-170, e relativa bibliografia.
19
Ivi, c. 193 r. Nel documento, nella parte relativa al Collegium vallecclesiense, si legge: (...)
nihil ut ardenties expetant, quam ibi Societatis collegium extruatur, atque ad eam rem, libentissimam omnia se
delaturos promiserunt frequenter (...).
20
A.R.S.I., Sardinia Historia 10 II, c. 394 v, doc. XLIII. Facendo riferimento a lavori effettuati
nei due anni precedenti, si afferma: (...) amplificatae angusti pristini domicilij angustiae his [...] duobus
annis copiosa cuiusdam fratris nostri largitione cubiculorum numero (...).
21
Ivi, c. 517 v, doc. LIV (Litterae annuae 1641).
22
Ivi, c. 505 r. Nelle Litterae annuae del 1644 si legge infatti: hes collegii hoc anno, possessiones
adhibita administrantium cura augetur in dies. Perpulchrum aedificium ad cubicolo praevium initiatum, offi-
cinarum ordine digesto, mira cuiusdam nostri arte fabrefactum, constructum extat.
23
Ivi, c. 466 v, doc. XLVIII. Ancora nelle Litterae annuae del 1641 in proposito si legge: Precipui
altariis presbiterium lautius, et auctius, et ita ornatum, et expolitum ut nullum in hac civitate appareat sibi
simile quod omne magna externorum aedificatione, et eorum qui pio devotionis effectu ad tale opus efficiendum
conspirarunt placitis benevolentiae signis respostum residet animis et mente.

218
PROGETTO E REVISIONE. IL MODO NOSTRO NELLE VICENDE DEL COLLEGIO DEI GESUITI DI IGLESIAS

nuebo en el Collegio de Yglesias escalera comun, y comprar casas (...) asta al primo
di henero de 1653 han gastazo treze mil seysientos sincuentotto (libras).24 Ulte-
riori ma più generiche indicazioni di spesa per la fabbrica del collegio si
rintracciano infine ancora nel 1663.25

Progetto e revisione

In un momento ancora imprecisato della vicenda, probabilmente cir-


coscrivibile a un arco cronologico compreso tra l’ultimo decennio del XVI
e il primo quarto del XVII secolo, l’ipotesi di procedere alla realizzazione
di una sede ad-hoc, già intuibile nella relazione di Bernardoni, torna ad
essere percorsa. Il passaggio è parzialmente documentato da due piante
del piano terra di un complesso architettonico comprensivo di chiesa e
collegio, progettato per Iglesias, presenti nel catalogo dei disegni della Bi-
bliothèque Nationale de France pubblicato da Vallery-Radot [figg. 1 e 2].26
Come gran parte dei disegni della raccolta parigina, le due piante
relative al collegio di Iglesias non sono datate né firmate. Il raffronto con
i disegni del Codice Bernardoni, conservato presso la Biblioteca Nazionale
di Ucraina, certamente di pugno dell’architetto —oltre che la presenza
di annotazioni e legenda scritte in spagnolo— inducono a escludere, per
entrambi, che si tratti di suoi disegni. Ciò consente di individuare nel
1583, anno della definitiva partenza di Bernardoni dalla Sardegna, una
data post-quem per l’inquadramento cronologico della vicenda. Tale data
sembrerebbe confermata inoltre dalla notizia —già citata nel precedente
paragrafo— della consacrazione avvenuta proprio nel 1583 di una prima
chiesa, realizzata nell’arco di circa tre anni e —anche per questa ragione—
a nostro avviso ben più modesta dell’edificio raffigurato nelle due piante.
I documenti fino a ora non hanno fornito indicazioni chiare sulla
datazione dei disegni. Appare tuttavia verosimile —anche da valutazioni
su tratto e modalità grafiche— che si tratti di un’ipotesi progettuale ela-
borata al principio del Seicento, momento nel quale l’attività edilizia della
Compagnia nell’Isola fa registrare in generale un nuovo fervore. Ragio-
nando intorno ai dati cronologici emersi dall’esame delle Litterae annuae
è possibile immaginare una data intorno al 1603, vista l’attesa registrata
in quell’anno di un prossimo avvio per la costruzione del collegio, e di
certo precedente il 1634, quando si stava già lavorando a un ampliamento

24
A.R.S.I., Fondo gesuitico, Collegia, 1445-3, c. 17 r.
25
Ivi, 20 r, (31 maggio 1663).
26
Vallery-Radot, J., Le recueil de plans …, op. cit., p. 139, nn. 492 e 493; sul verso dei due fogli
si legge, rispettivamente: Planta del Collegio de Iglesias e Primera Planta del Collegio de Yglesias.

219
EMANUELA GAROFALO

Fig. 1. Progetto per il collegio di Iglesias. Bibliotèque Nationale de France, Hd-4c, 147.
Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuitica.

Fig. 2. Seconda versione del progetto per il collegio di Iglesias. Bibliotèque Nationale de France,
Hd-4c, 148. Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuitica.

220
PROGETTO E REVISIONE. IL MODO NOSTRO NELLE VICENDE DEL COLLEGIO DEI GESUITI DI IGLESIAS

dell’esistente, avendo probabilmente accantonato l’ipotesi di attuare un


progetto unitario di ricostruzione dell’intero complesso.27
Indipendentemente dall’individuazione di data e autore, il raffronto
tra i due disegni, alla luce del contenuto di una relazione presente nel
manoscritto 156 della National Library di Malta, offre comunque un inte-
ressante saggio in merito alla procedura seguita nella progettazione delle
nuove sedi, nonché agli indirizzi progettuali perseguiti dalla Compagnia,
in particolare per il genere del collegio.
Sebbene neppure il documento maltese sia datato e firmato, la sua
relazione con le due piante della collezione francese è evidente. Si tratta
infatti di un parere nel quale si emenda un progetto, chiaramente rico-
noscibile in una delle due planimetrie. Osserviamo i difetti individuati
dal revisore e la loro puntuale corrispondenza con uno dei due disegni,
e precisamente il n. 492 del catalogo di Vallery-Radot:
1° e 2° difetto consistono nell’assenza di una scala grafica e nella
impossibilità di verificare la corrispondenza tra il disegno e le misure
indicate nello stesso, che al revisore appaiono errate;
3° il brutto effetto generato nel chiostro dalla sporgenza del braccio
del transetto della chiesa;
4° la previsione di un accesso diretto dal chiostro — frequentato da
secolari e studenti — ad antirefettorio, cucina e dispensa; relativamen-
te a questo aspetto si precisa inoltre che il disegno non chiariva se tali
ambienti si sarebbero trovati a un livello più alto, condizione nella quale
il problema non sarebbe sussistito; in definitiva, quindi, si trattava o di
un difetto progettuale o di un difetto nella rappresentazione grafica del
progetto [fig. 3];
5° l’accesso alla scala che conduceva al piano superiore della Casa
poteva avvenire soltanto passando attraverso la bottega, essendo inoltre
presente in corrispondenza dello stesso angolo della pianta una scaletta
che invadeva la corsia del chiostro, ritenuta causa di deformità dello stesso;
anche per questo aspetto si sottolinea l’inadeguatezza della rappresenta-
zione, non essendo la presenza della scala giustificata dal grafico [fig. 4];
6° i prodotti che arrivavano dalle vigne dovevano passare attraverso la
stanza della legna o dal chiostro, creando una condizione di promiscuità
ritenuta indecorosa e pertanto inaccettabile;
7° non appariva segnalato il punto in cui realizzare lugar para comun,
ossia i bagni.
Se una delle due piante è quindi il progetto sottoposto alla revisione,
come va inteso l’altro disegno? Fin dalla prima segnalazione all’interno del

27
Per i relativi riferimenti archivistici si rimanda alle note 20 e 21.

221
EMANUELA GAROFALO

Fig. 3. Particolare del progetto per il collegio di Iglesias, relativo all’area intorno al presbiterio della
chiesa. Bibliotèque Nationale de France, Hd-4c, 147. Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuitica.

catalogo di Vallery-Radot e nelle successive letture proposte dalla storiografia,


i due disegni sono stati genericamente considerati due varianti dello stesso
progetto, riconoscendo in entrambi la stessa mano e concentrando l’atten-
zione quasi esclusivamente sulle modifiche apportate alla pianta della chie-
sa.28 La revisione contenuta nel volume maltese consente di precisare meglio
la vicenda e di stabilire un ordine certo tra le due versioni del progetto.
Il documento, infatti, dopo aver enumerato gli errori, prosegue con
suggerimenti per migliorare la proposta progettuale e correggere al con-
tempo i difetti individuati in precedenza, precisando che tali modifiche
erano state riportate anche in una pianta che si inviava contestualmente.
Verifichiamo anche in questo caso se esiste o meno una puntuale
corrispondenza con l’altra pianta.
I primi suggerimenti riguardano il ridisegno degli spazi nell’angolo
compreso tra la chiesa e il giardino, proponendo: di realizzare alle spalle

28
Il primo e più incisivo tentativo di interpretazione dei due disegni, in relazione allo specifico
contesto sardo e al contempo alla prassi messa a punto dalla Compagnia nella gestione dei propri
affari architettonici, è stato compiuto da Renata Serra e alla sua lettura rimanda anche la storiografia
successiva che, per la verità, non ha riservato grandi attenzioni al collegio di Iglesias [Serra, R., “Il
‘modo nostro’ gesuitico e le architetture della Compagnia di Gesù in Sardegna”, in Kirova, T. (ed.),
Arte e cultura del ‘600 e del ‘700 in Sardegna, Napoli, Edizioni Scientifiche Italiane, 1984, pp. 173-183].

222
PROGETTO E REVISIONE. IL MODO NOSTRO NELLE VICENDE DEL COLLEGIO DEI GESUITI DI IGLESIAS

della cappella maggiore, una sagre-


stia lunga 30 palmi con finestre sul
giardino, restando in tal modo lo
spazio per un ripostiglio —meno
grande del precedente, ma comun-
que sufficiente— con finestra sulla
strada, tra la sagrestia e il braccio
del transetto; di seguito si prevedeva
l’inserimento di una anti-sagrestia
con una porta che immetteva nel
giardino; avendo arretrato con le
precedenti mosse gli ambienti rela-
tivi a sagrestia e anti-sagrestia, sareb-
be stato possibile infine ricavare un
terzo ambiente che poteva fungere
da accesso secondario alla chiesa
o da spazio per confessare [fig. 5].
Un passaggio intermedio poco
leggibile spiega le modifiche appor-
tate nella disposizione degli spazi
accessori sul lato della chiesa adia- Fig. 4. Particolare del progetto per il collegio di
cente al chiostro, risolvendo così il Iglesias, relativo all’angolo nord-orientale
brutto effetto generato dalla spor- del chiostro. Bibliotèque Nationale de France,
Hd-4c, 147. Foto: Proyecto Corpus
genza del transetto nella corsia del de arquitectura jesuitica.
chiostro e riproporzionando il tutto
rispetto alle arcate del portico.
Si passa quindi all’ala settentrionale occupata dalle officine, per le
quali si propone di invertire la sequenza prevista dal primo disegno, modi-
ficando le dimensioni di ciascun ambiente: procedendo dal giardino verso
la scala, si prevedono due ambienti —di 29 palmi quadrati— destinati il
primo alla dispensa (con porta sul giardino, utile anche per l’approvvigio-
namento) e il successivo alla cucina, seguiti dal refettorio, con due porte
sulle pareti di testata (como la tienen muchas en Italia, si precisa), seguono
l’antirefettorio e un disimpegno a servizio della scala (assente nel progetto
emendato, nel quale —ricordiamo— l’accesso alla scala poteva avvenire
soltanto passando per la bottega) [fig. 6].
La relazione prosegue con prescrizioni per l’ala orientale nella qua-
le si mantiene la bottega adiacente alla scala, con la possibilità di aprire
una porta che la mettesse in comunicazione diretta con l’esterno; per il
resto si rimanda a quanto previsto nella disposicion de la planta y desiño que
se enbia, rispetto alla quale si propone una variante (evidentemente non

223
EMANUELA GAROFALO

Fig. 5. Particolare della seconda versione Fig. 6. Particolare della seconda versione del
del progetto per il collegio di Iglesias, relativo progetto per il collegio di Iglesias, relativo
all’area intorno al presbiterio della chiesa. all’ala delle officine e alla legenda. Bibliotèque
Bibliotèque Nationale de France, Hd-4c, 148. Nationale de France, Hd-4c, 148. Foto: Proyecto
Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuitica. Corpus de arquitectura jesuitica.

inserita nel disegno), e cioè la riduzione dello spazio angolare destinato


alla cavallerizza per ricavare lugar comun [fig. 7].
Nell’ala meridionale si propone soltanto di aggiungere un’aula; in-
fine, tornando sulla questione dell’accostamento tra chiesa e chiostro, si
suggerisce di realizzare due ambienti (aposentos), potendone ricavare due
confessionali e un ingresso alla chiesa dal chiostro a uso degli studenti.
Nonostante quest’ultimo passaggio non trovi perfetto riscontro, la
sostanziale coincidenza tra le prescrizioni contenute nella relazione e il
progetto per il collegio disegnato nella seconda pianta potrebbero far
pensare che si tratti del disegno inviato dal misterioso revisore, nel quale
—avverte lo stesso— si era provveduto inoltre a inserire la scala grafica
e annotazioni dimensionali in ognuno degli ambienti, così come si vede
nel secondo disegno.
Una diversa ipotesi emerge tuttavia da una comparazione delle
grafie nei tre documenti: se il raffronto tra la relazione e legenda e an-
notazioni presenti nella seconda pianta indica con certezza la stesura da

224
PROGETTO E REVISIONE. IL MODO NOSTRO NELLE VICENDE DEL COLLEGIO DEI GESUITI DI IGLESIAS

parte di una diversa mano, la grafia


della legenda nelle due piante sembra
invece coincidere [fig. 8]. L’ipotesi
che appare più plausibile, quindi, è
che si tratti di due disegni dello stesso
autore, il secondo dei quali elaborato
accogliendo critiche e suggerimenti del
revisore. L’analisi fin qui condotta offre
lo spunto per proporre alcuni interro-
gativi che, a partire dal caso di studio
in esame, investono in generale l’iter
di controllo e valutazione dei progetti
all’interno dell’Ordine.
Qual è la procedura seguita in
questo passaggio della vicenda proget-
tuale? Chi è l’anonimo revisore, qual
è il suo ruolo all’interno della Compa-
gnia e da dove vengono inviati il nuovo
disegno e la relativa Informacion?
È noto che fin dalla seconda Con-
gregazione Generale, nel 1565, si era Fig. 7. Particolare della seconda versione del
stabilito che i progetti per le nuove sedi progetto per il collegio di Iglesias, relativo
all’ala orientale del chiostro. Bibliotèque
dovevano essere inviati a Roma per una Nationale de France, Hd-4c, 148. Foto:
revisione da parte del consiliarius aedifi- Proyecto Corpus de arquitectura jesuitica.
ciorum, al cui sta bene era subordinata
l’approvazione da parte del Generale.29 Ma se questa era l’ineludibile
conclusione dell’iter, esistono altri passaggi intermedi?
In alcuni punti della relazione in esame si evince che il suo estensore
non conosceva il sito nel quale si inseriva il progetto, esprimendo in par-
ticolare dubbi sull’andamento orografico in corrispondenza dell’ala delle
officine e possibili scelte alternative a seconda dell’effettiva condizione dei
luoghi.30 A proposito della nuova disposizione proposta per il refettorio,

29
Sull’argomento si rimanda in particolare al recente contributo di Richard Bösel, e relativa
bibliografia: Bösel, R., “La ratio aedificiorum…”, op. cit, spec. alle pp. 42-43.
30
Riportiamo di seguito due passaggi del documento dai quali emerge quanto commentato
sopra: (...) 4° es defecto o, alo/ menos lo parece dal ante refidorio, cozina, dispensa, y bodega sus puestas/ al
claustro donde entran seculares estudiantes (...) digo que lo parece, porque si por/ estar el sitio por essa parte mas
alto estan en el 2° corredor, y queda el claustro/ abaxo sin ellos no es defecto, y lo parece porque no se declara si
es assi o, no: y si/ no es por razon de la maior altura de sitio y suelo por razon de la qual todo/ esse lado queda
enterrado, y las officinas despues lo jgual del suelo, bien se/ hecha de ver quan grande defecto o jnconveniente
es tener las puertas/ de essas officinas, al claustro principal (...).
Adviertense pero dos cosas. la primera que si las officinas de la cozina, dispensa essas estan en/ el 2°
corredor se podran dexar como se estavan en el primer desiñio pues seria maior/ hermosura del refitorio no tener

225
EMANUELA GAROFALO

Fig. 8. Particolari delle legende dei due progetti per il collegio di Iglesias
(Bibliotèque Nationale de France, Hd-4c, 148. Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuitica)
e del documento 166 NLM, Libr. MS 156.

Fig. 9. Particolare dell’annotazione inserita sul retro dell’ultimo foglio


del doc. 166 NLM, Libr. MS 156.

226
PROGETTO E REVISIONE. IL MODO NOSTRO NELLE VICENDE DEL COLLEGIO DEI GESUITI DI IGLESIAS

con le due porte in testata, accenna inoltre al fatto che si tratta di una
soluzione diffusa in Italia. Se questi due indizi si accorderebbero con una
provenienza romana del documento, l’utilizzo della lingua spagnola nella
stesura della relazione appare invece irrituale. Lo stesso valga anche per
l’annotazione apposta, da meno diversa da quella del revisore, sul verso
dell’ultimo foglio all’atto dell’archiviazione del documento: Advertencias
cerca de la planta del edificio del collegio de iglesias sj. Archivo [fig. 9].
È possibile quindi che non siamo di fronte al parere del consiliarius
eadificiorum, ma che si tratti piuttosto di una prima revisione effettuata
all’interno della Provincia?
Del resto, allargando lo sguardo ad altre Province dell’Ordine, com-
prese quelle ricadenti all’interno dell’Assistenza d’Italia, più prossime
alla sede centrale romana, si osserva in diversi casi un deciso intervento
del Padre Provinciale nelle scelte progettuali per una nuova sede. Ciò è
talvolta dovuto alle competenze architettoniche dello stesso, come accade
ad esempio nella tormentata vicenda del collegio di Bormio, che vede
lo stesso Padre Fabrizio Banfo coinvolto in due momenti diversi della
storia, dapprima come architetto e successivamente in veste di Padre
Provinciale.31 Ancora più dirimente appare il caso del collegio di Chieti.
Alcune lettere custodite all’A.R.S.I. e nuovamente un documento del vo-
lume maltese, hanno infatti consentito di individuare in una sequenza di
disegni presenti nella raccolta parigina un progetto dell’architetto Agatio
Stoia per la sede abruzzese in questione, sottoposto in prima istanza alla
valutazione dei superiori della Provincia Neapolitana —tra 1639 e 1640—,
e solo successivamente inviato a Roma per essere sottoposto al consiliarius
aedificiorum32 [figg. 10 e 11].
Tornando alla relazione sul progetto per il collegio di Iglesias, po-
trebbe trattarsi, infine, anche del giudizio espresso da un confratello più
esperto prescelto come proprio mentore. In proposito, segnaliamo ad
esempio, che per i progetti delle prime sedi sarde, Giovan Maria Bernar-
doni aveva inviato i propri disegni a maestro Lorenzo, già identificato

la puerta en el testero, pero si estubieran baxo/ sera ser caso se siga esta segunda disposicion, y anque se dexassen
las officinas co/mo se estaban la escalera en todo caso se baxe hasta al suelo jgual al patio, y se le/ de aquel
corredor o transito señalado.
La 2a que si a caso en la parte del quarto austral no tuviera todos los 240 palmos/ de largo se podra
quitar una escuela, y apretar con proporcion las otras segun fuera/ necesario (...).
31
Ringrazio la collega Isabella Balestreri per la segnalazione e rimando per approfondimenti
al suo contributo: Balestreri, I., “La chiesa di Sant’Ignazio a Bormio 1638-1674”, in Patetta, L., e
Della Torre, S. (eds.), L’architettura della Compagnia di Gesù…, op. cit., pp. 279-282.
32
Ghisetti Giavarina, A., “L’architettura della Campagia di Gesù in Abruzzo: chiese e collegi
di Chieti, Atri, Sulmona”, in Iappelli, F., e Parente, U. (eds.), Alle origini dell’Università dell’Aquila. Cultu-
ra, Università, collegi gesuitici all’inizio dell’età moderna in Italia meridionale, Atti del convegno internazionale di
studi, L’Aquila, 8-11 novembre 1995, Roma, Institutum Historicum S.I., 2000, pp. 725-753, alla p. 743.

227
EMANUELA GAROFALO

Fig. 10. Agazio Stoia. Progetto per il collegio di Chieti, prospetto principale. Bibliotèque Nationale
de France, Hd-4c, 184. Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuitica.

da Padre Pirri con Lorenzo Tristano33 —fratello del più noto Giovanni
Tristano— chiamato dallo stesso Bernardoni a svolgere un ruolo da inter-
mediario tra l’architetto e il consiliarius eadificiorum, anche nei successivi
sviluppi della vicenda.34
Relativamente ai contenuti della revisione si fa rilevare che, nell’insie-
me, osservazioni e suggerimenti si concentrano sull’edificio del collegio e
sul corretto innesto del corpo della chiesa, piuttosto che sulla definizione
planimetrica di quest’ultima. Nessun riferimento è fatto a questioni formali,
di linguaggio o simboliche, dimostrando invece un interesse precipuo per
questioni distributive, funzionali e di decoro. In due passaggi si accenna
alla decencia e all’indecencia di alcune soluzioni distributive o relativamente
al sistema degli accessi e della circolazione di uomini e merci all’interno
del complesso. I termini opposti fealdad e hermosura sono le uniche conno-
tazioni estetiche, utilizzate, tuttavia, con riferimento a difetti compositivi
(l’ingombro causato in due corsie opposte del chiostro, rispettivamente
dalla sporgenza del braccio del transetto e dalla presenza di una scala) o a
proposte distributive. Grande attenzione è riservata infine al sistema degli

33
Pirri, P., Giovanni Tristano…, op. cit., p. 197.
34
Garofalo, E., “Le architetture della Compagnia…”, op. cit., alle pp. 150-152.

228
PROGETTO E REVISIONE. IL MODO NOSTRO NELLE VICENDE DEL COLLEGIO DEI GESUITI DI IGLESIAS

Fig. 11. Agazio Stoia. Progetto per il collegio di Chieti, pianta del Piano dell’officine, scuole e chiesa.
Bibliotèque Nationale de France, Hd-4c, 185. Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuitica.

accessi e alla circolazione interna al


complesso, nell’ottica di garantire il
più possibile una netta distinzione
tra le diverse funzioni e soprattutto
tra la sfera pubblica e quella privata
dell’edificio, destinata alla frequen-
za esclusiva da parte dei Padri. I
temi e le apprensioni che emergono
dalla revisione, così come l’organiz-
zazione generale prevista in que-
sta fase per il complesso, appaiono
quindi perfettamente in linea con
gli indirizzi seguiti dalla Compa-
gnia, in particolare, nella proget-
tazione dei collegi.35 A mero titolo

Fig. 12. Tommaso Vanneschi. Progetto per il


35
Zocchi, D., “I Collegi e le case della
Compagnia di Gesù”, in Balestreri, I., Cosca- collegio di Sulmona, pianta del piano terra.
rella, C., Patetta, L., e Zocchi, D., I gesuiti e Bibliotèque Nationale de France, Hd-4, 131.
l’architettura…, op. cit., pp. Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuitica.

229
EMANUELA GAROFALO

Fig. 13. Progetto per il collegio di Tropea, pianta del piano terra. Bibliotèque Nationale
de France, Hd-4a, 22. Foto: Proyecto Corpus de arquitectura jesuitica.

Fig. 14. progetto per la chiesa del collegio Fig. 15. Iglesias. Chiesa del collegio,
di Iglesias datato 1693 (copia?). A.R.S.I., facciata. Foto dell’autore.
Fondo Gesuitico, Collegia, 1445-3, c. 29
r. Foto: Proyecto Corpus de arquitectura
jesuitica.

230
PROGETTO E REVISIONE. IL MODO NOSTRO NELLE VICENDE DEL COLLEGIO DEI GESUITI DI IGLESIAS

esemplificativo, citiamo tra i casi assimilabili, anche per la compattezza e


le ridotte dimensioni dell’insieme, i progetti presenti nella collezione pa-
rigina per i collegi di Sulmona e Tropea, nella Provincia Neapolitana [figg.
12 e 13], o per quelli di Fano e di Montepulcinao, in quella romana.

A mo’ di epilogo

Il progetto intorno al quale abbiamo ragionato sembrerebbe comun-


que destinato a restare interamente sulla carta. Nessuna rispondenza esiste
infatti tra la soluzione lì prospettata e gli edifici costruiti, a partire già
dalla conformazione complessiva e dalla disposizione reciproca dei corpi
di fabbrica del collegio e della chiesa.
Relativamente a quest’ultima, una soluzione prossima alla pianta
effettivamente realizzata è raffigurata in un disegno custodito all’A.R.S.I.
[fig. 13].36 La data indicata in una annotazione presente sul verso del fo-
glio, Sardinia 1693// Idea templi collegii ecclesiensi, sembrerebbe spostare in
avanti di un secolo la conclusione dell’iter progettuale e di realizzazione
delle fabbriche gesuitiche di Iglesias. Tuttavia, se dalla stessa annotazione,
la finalità progettuale della soluzione ritratta dal disegno è chiara (Idea),
più problematica appare l’interpretazione della data riportata sul verso
del foglio, soprattutto in rapporto ai caratteri architettonici dell’edificio
ancora esistente. Questi ultimi, tanto nella sobria soluzione di facciata [fig.
15], quanto nel linguaggio utilizzato nella definizione dell’interno [figg.
16-18], e anche sulla base di una comparazione con analoghe strutture nel
contesto sardo, infatti, si accordano piuttosto con una datazione ricadente
nella prima metà del XVII secolo. La soluzione all’enigma sta forse nella
corretta interpretazione del disegno e del significato da attribuire alla
data apposta sul retro del foglio. Piuttosto che di un originale disegno di
progetto, potrebbe trattarsi invece di una copia di un disegno di progetto
anteriore, realizzata a scopi archivistici nel 1693?
Ad ogni modo, l’attuale consistenza delle fabbriche di Iglesias dimo-
stra che, in ultima istanza, si procedette all’attuazione di un programma
costruttivo sensibilmente ridimensionato —rispetto a quello più unitario
e coerente ipotizzato nelle planimetrie della collezione parigina—, pro-
babilmente a causa delle croniche difficoltà finanziarie che hanno con-
dizionato in generale l’andamento dei cantieri della Compagnia di Gesù
in Sardegna nell’arco di due secoli.

36
A.R.S.I., Fondo Gesuitico, Collegia, 1445-3; Vallery-Radot, J., Le recueil de plans…, op. cit., p.
462, n. 189.

231
EMANUELA GAROFALO

Fig. 16. Iglesias. Chiesa del collegio, veduta Fig. 17. Iglesias. Chiesa del collegio, particolare
dell’interno verso il presbiterio. Foto dell’autore. di un pilastro dell’arco che immette nel
presbiterio. Foto dell’autore.

Fig. 18. Iglesias. Chiesa del collegio, particolare della decorazione nell’intradosso dell’arco
che immette nel presbiterio. Foto dell’autore.

232
A arquitectura das primeiras igrejas jesuítas em Portugal:
São Roque de Lisboa e Espírito Santo de Évora.
Confessionários, púlpitos e tribunas

Rui Lobo
Universidade de Coimbra / CES

Introdução

Em artigo que escrevemos recentemente para as actas do primeiro


simpósio internacional, juntamente com Paulo Varela Gomes, tentamos
sistematizar, de forma breve, a arquitectura das igrejas jesuíticas portu-
guesas numa perspectiva geral, de tempo longo, enquadrando também
(muito sumariamente) a produção arquitectónica dos jesuítas portugueses
no Brasil e na India.1
Neste novo artigo procuraremos analisar, em maior detalhe, o que
poderemos chamar de “primeira geração” de igrejas jesuítas portuguesas
e, em particular, a arquitectura da igreja lisboeta de São Roque. Neste
conjunto podem contar-se ainda as igrejas do Espírito Santo de Évora e de
São Paulo de Braga. Daremos também atenção ao projecto não construído
para a igreja do colégio de Coimbra, da mesma época. Cronologicamente,
deveria também incluir-se a já desaparecida igreja de São Paulo de Goa,
a primeira deste grupo a ser levantada, entre 1560 e 1572.2 Sabe-se, no
entanto, que esta igreja seguiu um esquema diferente das igrejas de nave
única da metrópole, de planta em três naves (pertencendo, portanto, a
uma tipologia distinta), pelo que não a trataremos neste estudo. Também
não serão aqui consideradas, evidentemente, um conjunto de primeiras
igrejas provisórias, ou de igrejas pré-existentes reutilizadas, que assegu-
raram, em rigor, o funcionamento das primeiras comunidades jesuíticas,
em Portugal e nas colónias.

1
Varela Gomes, P., Lobo, R., “Arquitectura de los jesuítas en Portugal y en las regiones de
influencia portuguesa”, em Álvaro Zamora, M. I., Ibáñez Fernández, J., Criado Mainar, J. (coords.),
La arquitectura jesuítica. Actas del Simposio Internacional, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”,
2012, pp. 497-521. Nesse texto defendemos a ideia da existência de duas áreas de influência arqui-
tectónica e estilística, claramente distintas: a área Atlântica, constituída por Portugal, ilhas adjacentes
e o Brasil, mais centrada numa produção “portuguesa” original; e a área do Índico, e da Índia, mais
aberta às influências de Roma, flamengas e, sobretudo, das civilizações autóctones.
2
Osswald, C., Written in Stone. Jesuit buildings in Goa and their artistic and architectural features,
Goa, Goa 1556, 2013, pp. 46-53.

233
RUI LOBO

A razão de ser desta nova análise resulta de um estudo mais aprofun-


dado que realizamos da arquitectura da igreja de São Roque de Lisboa,
cuja conformação “original” terá sido um tanto diferente da actual, como
veremos.

A igreja de São Roque de Lisboa no seu estado actual

Foi o investigador brasileiro Paulo F. Santos quem primeiro sistemati-


zou e analisou, em meados da década de 1960, o processo de construção
paralela de duas das mais importantes primeiras igrejas jesuítas portugue-
sas: a igreja de São Roque de Lisboa (da casa professa homónima) e a
do colégio do Espírito Santo de Évora.3 O estudo deste autor pretendeu
esclarecer como se teria originado o tipo de igreja jesuíta portuguesa,4 de
grande sucesso nos anos subsequentes. Esta questão era, e é, particular-
mente importante, uma vez que o início da construção das igrejas portu-
guesas se antecipou, em alguns meses, ao início da construção definitiva
da igreja romana de Il Gesù, em 1568.5 Com planimetria desenhada por
Vignola, Il Gesù cedo se afirmou como o modelo internacional de igreja
jesuíta a copiar e a reproduzir nas principais urbes católicas — igreja de
grandes dimensões, com planta de cruz latina, transepto bem afirmado,
dotada de uma só nave com capelas laterais intercomunicantes, e com
cúpula sobre o cruzeiro. O projecto para a nova igreja de São Roque terá
sido idealizado segundo uma planta de nave única, baseada em desenhos
trazidos de Roma pelo Padre Manuel Godinho, possivelmente relaciona-
dos com os projectos não realizados de Nanni di Bacio Biggi e de Miguel
Ângelo para a referida igreja de Il Gesù, datados de 1550 e 1554.6 A difi-
culdade em vencer o vão da nave principal, de cerca de 80 palmos (17,6
metros) de largura, fez com que se passasse a um projecto de igreja de três

3
Santos, P. F. “Contribuição ao estudo da arquitectura da Companhia de Jesus em Portugal e
no Brasil”, em Actas do V Colóquio Internacional de Estudos Luso-Brasileiros (Coimbra, 1963), Coimbra, vol.
IV, 1966, pp. 515-569. Veja-se também a revisitação a este tema feita em Pereira, P., “A Arquitectura
Jesuíta. Primeiras fundações”, Oceanos, 12, Lisboa, CNCDP, 1992, pp. 104-111.
4
Ainda que um autor como George Kubler não se tenha referido especificamente a uma
tipologia jesuíta portuguesa e fizesse a destrinça entre o sub-tipo da igreja de Évora (nave coberta de
abóbada rodeada de séries de capelas sob tribunas) e o sub-tipo da igreja de São Roque (nave tratada como
uma sala de planta quase quadrada, sob um tecto plano com pintura ilusionista) [Kubler, G., A Arquitectura
Portuguesa Chã. Entre as especiarias e os diamantes 1521-1706, Lisboa, Vega, 1988, pp.173-174].
5
Sobre a igreja de Il Gesù e o processo da sua elaboração veja-se, entre outros, Ackerman, J.
S., “La chiesa del Gesù alla luce dell’archittetura religiosa contemporânea”, in Wittkower, R., Jaffe,
I. B., Architettura e arte dei gesuiti, Milano, Electa, 1992, pp. 20-29.
6
Santos, P. F., “Contribuição…”, op. cit., pp. 515, 517, 530. Sobre o processo de elaboração do
projecto de Il Gesù, o autor segue Fokker, T. H., The Roman Baroque Art, Oxford University Press, 2
vols., 1938; Pecchiai, P., Il Gesù di Roma, Roma, Società Grafica Romana, 1952; e Pirri, P., Giovanni
Tristano e i primordi della Archittetura Gesuitica, Roma, Institutum Historicum S. J., 1955.

234
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

naves, aparentemente baseado na planta da igreja de Valladolid,7 tendo-se


avançado na construção, em 1566, de acordo com este novo esquema.8
Porém, este partido seria abandonado pouco depois, em 1567 ou 1568,
para se regressar definitivamente, ao projecto de uma nave só,9 de autoria
do arquitecto régio Afonso Álvares, que conduziu a obra.
A igreja, ainda incompleta, seria aberta ao culto, aparentemente, em
finais de 1573.10 A cobertura, em tecto plano de madeira, foi terminada
mais tarde, uma vez que só em 1582 se colocou o madeiramento definitivo,
de acordo com um sistema inovador de treliças projectado por Filipe Terzi,
arquitecto do rei Filipe II, que permitiu vencer a amplitude da nave11.
O mesmo arquitecto ultimou a fachada da igreja em 1586.12
A fachada da igreja de São Roque não corresponde à largura total da
igreja, apenas à largura da nave. Esta situação parece resultar unicamente
do estreitamento do lote no seu lado poente, na área dianteira da igreja,
mas tem razões mais profundas, como veremos. Desta forma conseguiu-se
uma proporção praticamente quadrada para a fachada, que se divide em
dois níveis separados por uma cornija e em três panos verticais separados,
em cada nível, por pilastras, com os panos laterais dotados de duplas
pilastras nas extremas. Sobressaem três janelas clássicas em cima (duas
com frontão semicircular e uma com frontão triangular, ao centro) e três
portas em baixo, sendo a central maior e mais alta e sobreposta por um

7
A primitiva igreja jesuíta de Valladolid, de três naves, foi construída c. de 1551, e era da in-
vocação de Santo António. Terá dado lugar a uma nova igreja, construída a partir de 1579, a actual
igreja de San Miguel y San Julián. Recorde-se que o tipo de igreja de três naves abobadadas à mesma
altura (hallenkirchen) teve grande sucesso em Portugal a meados do século XVI. É o caso das novas
sés joaninas de Leiria, Portalegre e Miranda, onde se articulam pilares clássicos com sistemas de
abobadamento derivados do gótico (ainda que com uma estética actualizada). Recorde-se ainda que
o partido de três naves teve alguma aceitação, numa primeira fase, junto dos jesuítas portugueses.
Refira-se novamente a já desparecida igreja de São Paulo, primeira igreja jesuíta em Goa (vide supra
nota 2), ou a igreja provisória de Santo Antão-o-Novo que funcionou nos baixos daquele colégio.
Refira-se, por fim, a implantação que aquele partido teve em Espanha, particularmente em Castela,
patente na desaparecida igreja de Valladolid e, ainda, na de Segovia (veja-se, a este propósito, o texto
de Maria Cristina Oviedo nestas actas).
8
Paulo Santos refere-se várias vezes ao início da construção em 1565 (Santos, P. F., “Con-
tribuição…”, op. cit., pp. 515, 517, 529, 531) de acordo com o primeiro projecto de uma nave. No
entanto, Balthazar Telles, na sua crónica, refere explicitamente que a construção começou de acor-
do com o partido de três naves em 1566: finalmente no anno de 1566 se tomou a ultima resolução, de se
haver de fazer uma Igreja mais capás, pera poder receber a gente, que nos demandava: abriramse os alicerces ao
principio, com desenho de a fezer de três naves, como antigamente de ordinário se usava (Telles, B., Chronica
da Companhia de Iesu na Provincia de Portugal, 2 vols., Lisboa, Paulo Craesbeeck, 1645-47, espec. vol.
II, pp. 108-109).
9
Carta do Provincial Padre Miguel de Torres ao Geral Padre Francisco de Borja, de 9 de
Fevereiro de 1568, citada por Santos, P. F., “Contribuição…”, op. cit., pp. 517-518.
10
Ibidem, p. 528. O autor não refere donde retirou esta informação que não vimos mencionada
na documentação epistolar nem nas crónicas jesuítas.
11
Para o efeito mandaram-se vir a vigas principais (os “mastros”) desde a Prússia [Telles, B.,
Chronica…, op. cit., vol. II, p. 110].
12
Santos, P. F., “Contribuição…”, op. cit., pp. 528-529.

235
RUI LOBO

frontão triangular.13 Todo o conjunto se remata por um frontão dotado


de um óculo oval [fig. 1]. A fachada não terá sofrido demasiado com o
sismo de 1755 pois o alçado actual não deixa entender grandes alterações
relativamente à fachada patente no conhecido painel de azulejos com a
representação da Lisboa pré-terramoto.14 O mesmo painel mostra a torre
dos sinos (que ainda existe) sobre a lateral poente do templo, e que re-
sultou da transformação de uma torre pré-existente, da ermida manuelina
de São Roque que existiu no local antes da igreja jesuíta.15
Deste modo, não foi necessário equacionar a questão das torres
no desenho da fachada da igreja, questão arquitectónica que foi, aliás,
pouco relevante no projecto das primeiras igrejas jesuítas. Não obstante,
existem duas pequenas torres na parte traseira da igreja, uma a cada lado
da cabeceira, que imitam a disposição das torres sineiras da igreja do
Espírito Santo de Évora, mas que em Lisboa têm, aparentemente, outra
função: — albergam escadas de acesso à estrutura e ao forro superior do
tecto do templo, servindo também de acesso ao telhado. Estas torres não
estavam previstas originalmente e são contemporâneas, justamente, da
construção do inovador tecto da igreja, como refere Balthazar Telles.16 Os
remates exteriores da cobertura, a um lado e outro do templo, far-se-iam
por umas caleiras de pedra (como hoje) e por umas balaustradas, o que
permitia a visita em segurança,17 balaustradas que terão sido removidas
com o terremoto.
No interior [fig. 2] a igreja actual de São Roque apresenta quatro
capelas laterais intercomunicantes a cada lado da nave e mais uma, menos
profunda, no lugar do braço do transepto. No alçado da nave aparentam
ser, de facto, cinco capelas a cada lado uma vez que os arcos de abertura

13
Existem ainda duas pequenas janelas, uma a cada lado, sobre as portas laterais.
14
Painel que pertenceu ao Paço dos Condes de Tentúgal e que se guarda agora no Museu do
Azulejo, em Lisboa. Pode consultar-se a imagem da igreja de São Roque em Henriques, P., Lisboa
antes do Terramoto. Grande vista da cidade entre 1700 & 1725, Algés, Gótica, 2004, p. 111.
15
A ermida de São Roque fora erguida entre 1506 e 1515. Passou à posse da companhia em
1553, por iniciativa régia e mediante um acordo entre os jesuítas e a irmandade que administrava
a ermida. Com cabeceira a nascente, foi ela própria transformada em transepto de uma nova igreja
(com cabeceira a norte), igreja que seria depois demolida para dar lugar ao templo actual. Veja-se
Telles, B. , Chronica…, op. cit., pp. 104-106.
16
A servintia, que leva a estas varandas, ao tecto, & ao telhado, sam duas fermosas escadas, cada huma
correspondente à outra, junto aos dous cunhaes do cruzeiro, as quaes nam sam cocleadas, como ordinariamente
costumam ser, mas tem seus taboleyros a seus postos, suas voltas com degraos, de dous em dous, & de quatro em
quatro; tudo de pedraria, muy forte, larga, & bem escodada; &, em fim obra grandiosa, & muy parecida com
o Padre Doutor Pedro da Fonseca, que a mandou fazer (ibidem, vol. II, p. 112). O padre Pedro da Fonseca
foi prepósito da Casa Professa de São Roque a partir de 1580.
17
Fezse tambem, pera mayor segurança, & ornato da obra, à roda do templo, pela parte de fora, outra
cornija de pedra, com hum largo passadiço, pelo qual vay aberto hum cano, também de pedraria, por onde de-
cem as agoas, que escorrem do telhado: à roda desta cornija vay huma varanda com seus pilares, tudo também
obra de mármore, & que serva nam menos pera ornato do edifício, que pera segurança das pessoas, que por elle
andarem (ibidem, vol. II, p. 112).

236
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

Fig. 1. Igreja de São Roque, Lisboa. Fachada (fotografia do autor).

237
RUI LOBO

para a nave são todos idênticos. Sobre cada capela existem hoje tribunas
com balaustres, com acesso a partir de galerias altas [fig. 3]. Existe ain-
da um tramo inicial que não dispõe de capelas laterais, nem tribunas, e
que ostenta um coro alto, reconstruído em 1893-94.18 A meio da nave,
dispõem-se dois púlpitos, um a cada lado, cujas escadas e corredor de
acesso se inserem (ou se inseriam) nas paredes divisórias entre a segunda
e terceira capelas de cada lado.19 A cabeceira é muito pouco profunda.
Constitui-se de uma capela-mor enquadrada por arco de pedra, escavada
na parede de fundo da nave, onde se insere o altar-mor. A capela-mor é
acompanhada por dois altares mais pequenos, um a cada lado.
José Eduardo Horta Correia realçou a composição dos alçados inter-
nos que conferem à nave um certo ar de arquitectura civil delimitando um
espaço totalmente unificado, como se fosse uma ‘praça’ ou ‘espaço público coberto’
de desejada vivência comunitária associado a um sentido litúrgico profundamente
marcado pela pregação.20

A igreja do Espírito Santo de Évora (1566-1574)


A igreja do Espírito Santo de Évora, iniciada em 1566,21 teve um
processo construtivo mais escorreito e sem as hesitações da congénere lis-
boeta. De uma nave única com capelas laterais comunicantes foi baseada,
segundo desejo expresso do patrocinador Cardeal D. Henrique, na igreja
tardo-gótica local de São Francisco,22 tendo inclusive adoptado a galilé ex-
terior sobre a entrada [fig. 4], elemento jamais aplicado em nenhuma ou-
tra igreja da Companhia. Não está ainda totalmente esclarecida a autoria
do projecto. Sabe-se que, em Abril daquele ano, a igreja se desenhava por
um Arquitecto d’el Rei.23 Nesse sentido, alguns autores atribuíram o desenho

18
Aí se colocou o órgão que pertenceu à vizinha igreja do convento de São Pedro de Alcân-
tara e que esteve instalado, entre 1844 e 1893, na quarta capela do lado da epístola da igreja de São
Roque (Mena Junior, A. C., Memoria justificativa e descriptiva das obras executadas na Egreja de S. Roque
de Lisboa, Lisboa, Santa Casa da Misericórdia, 1894, pp. 3-13).
19
Na realidade, não existem actualmente escadas de acesso ao púlpito do lado do evangelho,
pelo que este apenas serve como elemento compositivo.
20
Horta Correia, J. E., “A arquitectura-maneirismo e «estilo chão»”, in AA. VV., Historia da
Arte em Portugal, Lisboa, Alfa, 1986, vol. VII, pp. 93-135, espec. p. 112.
21
Telles, B. , Chronica…, op. cit., vol. II, p. 367. A cerimónia da primeira pedra terá ocorrido
a 4 de Outubro do ano seguinte (Sanches Martins, F., A Arquitectura dos primeiros colégios jesuítas em
Portugal, 1542-1579, Porto, tese de doutoramento apresentada à FLUP, 1994, vol. I, p. 225).
22
(...) & assim nos consta, que seus primeyros intentos (do Cardeal) foram edificar hum templo, que
igoalasse na grandeza a Igreja do mosteyro dos Padres de San Francisco da cidade de Évora (...) [Telles, B. ,
Chronica…, op. cit., p. 366]. Ainda que Balthazar Telles nos refira, logo de seguida, que nossos mesmos
Padres o dessuadiram de tam grandiosos pensamentos, são evidentes as referências da nova igreja à arqui-
tectura da igreja de São Francisco.
23
Carta do padre Leão Henriques a Francicso de Borja, novo Geral da Companhia, de 4 de
Fevereiro de 1566: ha concedido (o Cardeal D. Henrique) se haga una yglesia en el Collegio de Évora de

238
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

Fig. 2. Igreja de São Roque, Lisboa. Interior (fotografia do autor).

Fig. 3. Igreja de São Roque, Lisboa. Plantas do piso térreo, do piso alto e corte
transversal (desenhos do levantamento da Santa Casa da Misericórdia de Lisboa);
Corte longitudinal (desenho de Tânia Oliveira).

239
RUI LOBO

Fig. 4. Igreja do Espírito Santo, Évora. Fachada (fotografia do autor).

a Diogo de Torralva, à época Mestre-de-Obras da Comarca do Alentejo e Paços


de Évora.24 Não obstante, o projecto tem sido atribuído principalmente a
Afonso Álvares, por razões estilísticas, por ter sido o arquitecto da igreja
de Lisboa e em função do falecimento de Torralva, nesse mesmo ano
de 1566. De resto, foi o próprio Afonso Álvares que terminou a obra, a
partir de 1570.25. A igreja, já acabada, foi aberta solenemente na Páscoa
de 1574, um ano depois de estar a funcionar a de São Roque — embora
esta só tenha sido terminada mais tarde, como vimos.
A fachada da igreja eborense é totalmente distinta da da igreja lisboe-
ta. Apresenta uma frente marcada pela referida galilé avançada, dotada de
1+5+1 arcos de volta inteira. A fachada, por detrás da galilé, apresenta três
panos verticais separados por pilastras de pedra, muito simplificadas: — o
pano central, mais largo e mais alto, correspondente ao corpo da nave, en-

una nave que tiene de ancho cinquo braças, y de largo XV. Sin lo que ocupan diez capillas que se hazen de
una parte y otra esta hecho el deseño, y luego manda dar 250$000 cada mes para la obra de la Iglegia, y para
se continuar el quarto se haze al Architecto del Rey que haze estes desseños (…) [Sanches Martins, F., A
Arquitectura…, op. cit., vol. I, p. 223, e vol. II, p. 50].
24
Ibidem, vol. I, pp. 223-224; Ruão, C., ‘O Eupalinos Moderno’. Teoria e Prática da Arquitectura Reli-
giosa em Portugal, 1550-1640, Coimbra, tese de doutoramento apresentada à FLUC, 2006, vol. II, p. 91.
25
Outro personagem que esteve associado à obra foi Manuel Pires, que sucedeu a Torralva
no cargo de Mestre d’Obras da Comarca do Alentejo. A Manuel Pires, no entanto, tem-se associado um
papel mais de “prático” do que de projectista. Afonso Álvares acabaria por terminar a obra, após o
falecimento de Pires (em 1570).

240
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

cimado por um grande óculo e rema-


tado com um frontão de perfil baixo;
e os panos laterais, mais baixos, no
alinhamento das capelas, sobrepos-
tos por umas aletas que harmonizam
a relação com o pano central.
Internamente [fig. 5], a igreja
do Espírito Santo é bastante pró-
xima da de São Roque, embora
existam algumas diferenças que não
são demais sublinhar. A mais notória
resulta das larguras das naves, mais
larga a de São Roque, com os já
mencionados 80 palmos (17,6 me-
tros) face aos 50 palmos (11 metros)
da do Espírito Santo. Esta diferen-
ça nas larguras das naves implicou
também diferentes sistemas de co-
bertura, sendo a da igreja eborense Fig. 5. Igreja do Espírito Santo, Évora.
em abóboda de tijolo em meia cana, Interior (fotografia do autor).
estucada, em lugar do tecto plano de
madeira da igreja lisbonense. Resul-
tam deste facto diferentes proporções planimétricas das naves de ambas as
igrejas ([1+√2]:1 entre o comprimento e a largura em São Roque, 3:1 na do
Espírito Santo) bem como uma espacialidade diferente, mais “quadrada”
e horizontal em Lisboa, mais alongada e “tubular”, em Évora.
Não obstante, os espaços internos das duas igrejas têm semelhanças
óbvias e apresentam um certo “ar de família” realçado, sobretudo, pelo
desenho dos alçados da nave. Na cabeceira destacam-se as capelas-mores
pouco profundas e de desenho semelhante. Nas laterais, sobressaem as
sequências contínuas de capelas laterais sobrepostas por tribunas. Na igre-
ja do Espírito Santo [fig. 6] existem cinco capelas laterais a cada lado da
nave (a primeira das quais abrindo para o espaço de entrada debaixo do
“coro”) mais uma última que conforma um transepto, pois o arco desta
é mais alto que o das demais capelas. Esta é uma particularidade copiada
da igreja gótica de São Francisco, e que representa uma diferença em
relação a São Roque.
As galerias altas da igreja do Espírito Santo, por detrás das tribunas,
são compostas de sequências de módulos espaciais intercomunicantes,
correspondentes às capelas inferiores e ligados por vãos de passagem
(com remate superior em arco). Esses módulos são cobertos por pequenas
abóbadas de meia cana transversais, ou seja, perpendiculares à grande

241
RUI LOBO

abóbada da nave, contribuindo, portanto, para lhe dar estabilidade (veja-


se de novo a fig. 6).26 Ambas as galerias se ligam por uma espécie de coro
alto sobre a entrada da nave e da igreja, pelo que constituem um sistema
contínuo que rodeia e contorna a nave da igreja.
Podem observar-se ainda outras diferenças de detalhe, sobretudo de
índole funcional entre as duas igrejas. Os confessionários da igreja do
Espírito Santo, inseridos a um e outro lado da nave, num total de dez,
como que escavados na massa pétrea das paredes divisórias das capelas
laterais (as “paredes celulares” de tradição militar e portuguesa, de acor-
do com Kubler), são totalmente inexistentes na igreja de São Roque.
Outra distinção é o fraco protagonismo do púlpito na igreja eborense,
inversamente ao papel determinante dos dois púlpitos na igreja lisboeta.
É mesmo possível supor que o púlpito não é um elemento original pois
aparenta ter sido colocado, em fase posterior, no quarto pegão do lado
da epístola anulando-se, para o efeito, um dos confessionários.

O primeiro projecto para a igreja do colégio de Coimbra (c. 1568)

É conhecido o projecto, não realizado, para uma outra igreja jesuíta


deste primeiro período. Falamos da igreja representada num projecto
geral para o colégio de Jesus de Coimbra, datável de 1567-68,27 e que faz
parte da colecção de projectos de estabelecimentos jesuítas guardados na
Bibliothèque National de France (BNF) em Paris.28 O referido projecto para
o colégio conimbricense consta da planta dos dois pisos principais, pelo
que inclui a representação do piso baixo e do piso alto da nova igreja,
redesenhadas e publicadas por nós há alguns anos atrás,29 e que voltamos
aqui a apresentar [fig. 7]. O projecto da igreja terá sido de provável au-
toria de Alfonso Álvares.
Como é notório, a igreja conimbricense seguiria a fórmula do Espíri-
to Santo de Évora: quatro capelas laterais a cada lado (menos uma que em
Évora), e mais uma correspondente ao braço transepto (com colocação
distinta dos altares), confessionários embutidos nas paredes divisórias das
capelas, e tribunas ao nível do primeiro andar (uma por cima da cada

26
Importa aqui referir que as galerias, ou as passagens, passam, de um lado e do outro, por
detrás dos braços do falso transepto que tem altura total, como se disse, não existindo, pois, tribuna,
no módulo correspondente.
27
Lobo, R., Os Colégios de Jesus, das Artes e de S. Jerónimo. Evolução e transformação no espaço urbano,
Coimbra, Edarq, 1999, p. 13, p. 30.
28
Planta VR 445 (Hd-4a, 141) inventariada em Vallery-Radot, J., Le recueil des plans d’édifices
de la Compagnie de Jésus conservé a la Bibliothèque Nationale de Paris, Roma, Institutum Historicum, 1960,
p. 117, publicada por Sanches Martins, F., A Arquitectura…, op. cit., pp. 18-19.
29
Lobo, R., Os Colégios..., op. cit., p. 37.

242
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

Fig. 6. Igreja do Espírito Santo, Évora. Plantas do piso térreo, do piso alto;
Cortes transversal e longitudinal da igreja (desenhos do levantamento coordenado
pela Arquitecta Estela Cameirão, Diocese de Évora).

capela e de cada braço do transepto), acessíveis desde uma galeria que


contornava toda a igreja, com acesso desde os corredores do colégio.
Julgamos que a cobertura prevista para esta igreja seria semelhante à da
igreja de Évora com uma abóboda semicircular sobre a nave,30 também,
provavelmente, em tijolo, de largura também idêntica (5 braças/11 me-

30
As plantas da igreja mostram que não podia prever-se uma abóbada pesada, de pedra. Não
obstante, a capacidade técnica de construção de grandes abóbadas em tijolo, que existia em Évora,
não existiria em Coimbra. Talvez por essa razão o projecto não avançou.

243
RUI LOBO

Fig. 7. Projecto para a igreja dos jesuítas, Coimbra. Plantas do piso térreo e do piso alto
(desenhos do autor).

tros) à da nave eborense. A diferença em Coimbra seria o prolongamento


da abóbada da nave pela capela-mor, à maneira das igrejas dos colégios
de Coimbra, como as dos colégios da Graça (1548-155) e de S. Jerónimo
(iniciada em 1565, já desaparecida), ambas executadas por Diogo de
Castilho — uma atenção dos jesuítas a uma especificidade arquitectónica
local. Dispensava-se assim a capela-mor “escavada” comum às primeiras
igrejas jesuítas portuguesas. A fachada seria também mais próxima do
alçado da igreja de Évora, sem a galilé31.

31
Veja-se as fotografias da maqueta e os desenhos da proposta de reconstituição do projecto
da igreja realizada, muito recentemente, por uma orientanda nossa, Tânia Oliveira (Oliveira, T.,

244
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

Como se sabe, a actual igreja de Coimbra, atribuída a Baltasar Álva-


res, só seria levantada mais tarde, a partir de 1598. Seria a primeira do
que poderemos chamar de “segunda geração” de igrejas jesuítas portu-
guesas,32 que seguiria o esquema planimétrico de cruz latina com cúpula
sobre o cruzeiro — em traços gerais, o modelo internacional de Il Gesù.
Aberta ao culto em 1639 (a parte dianteira da igreja), só seria terminada
em 1698, com a conclusão da capela-mor, cem anos depois de lançada a
primeira pedra.33

A igreja de São Paulo de Braga (1567-1588)

A igreja do colégio de São Paulo de Braga, levantada entre 1567 e


1588,34 parece aproximar-se mais, em vários aspectos, da igreja de São
Roque de Lisboa, embora apresente uma disposição planimétrica muito
particular, mais simples, com uma nave e sem capelas laterais profundas
[fig. 8] — um sub-tipo arquitectónico diferente, portanto. A inexistência
de capelas laterais profundas permite uma fachada de proporção aproxi-
madamente quadrada (como a de São Roque) rematada por um frontão
triangular, frontão que assenta numa cornija interrompida pelo óculo cen-
tral, que ilumina o interior da igreja.35 A fachada também se divide em três
panos verticais divididos por duas ordens de pilastras, separadas por uma
cornija a meia altura e com duplas pilastras nas extremas. Apenas a fenes-
tração é, em Braga, mais parca, com duas janelas rectangulares (nos panos
laterais do nível superior), destacando-se ainda o portal clássico da igreja,
também sobreposto de um pequeno frontão triangular. Note-se ainda, tal
como em São Roque, a ausência de torres sineiras e a colocação dos sinos

O projecto não construido da Igreja do Colégio de Jesus de Coimbra. Análise e reconstituição, dissertação de
mestrado em Arquitectura, Universidade de Coimbra, 2014).
32
Série relativamente estrita de que fariam parte as igrejas do colégio de Santo Antão-o-Novo
de Lisboa (desaparecida, iniciada em 1613) e do colégio de São Lourenço do Porto (começada em
1614) actual igreja dos Grilos, ambas mais pequenas que a igreja conimbricense.
33
Veja-se Sanches Martins, F., A Arquitectura…, op. cit., vol. I, pp. 88-89, 107-111.
34
Sobre a igreja de São Paulo, vejam-se os dados recolhidos em ibidem, vol. I, pp. 489-583. As datas
de início e conclusão da igreja podem retirar-se dos documentos citados nas pp.500-501 e pp.529-530,
respectivamente. Importa referir que as obras estiveram paradas entre o final de 1569 (p. 504) e 1579
(p. 515), altura em que se deu avanço à edificação do colégio, e que o próprio projecto da igreja foi
sendo alterado. Em Junho de 1567 o visitador padre Miguel de Torres estabeleceu novas medidas para
a igreja (130 palmos de comprimento; 60 de largura; capela-mor quadrada com 40 palmos de lado),
mandando vir de Lisboa o irmão Silvestre Jorge para dirigir os trabalhos (p. 502). Com o recomeço
das obras, em 1579, acrescentou-se um “cruzeiro” de 30 palmos (p. 522). O comprimento actual da
nave corresponde a 165 palmos (36,3 metros), ligeiramente mais que a soma das medidas referidas.
35
Uma disposição que se aproxima da fachada de San Sebastiano de Mantua, de Alberti (inicia-
da c.1460), sendo que nesta igreja o frontão é interrompido por uma janela rectangular sobreposta
por um arco cego.

245
RUI LOBO

Fig. 8. Igreja de São Paulo, Braga. Planta e corte transversal


(desenhos de Tânia Oliveira, sobre levantamento da DGEMN).

numa torre pré-existente e próxima, nesta caso a torre da porta de San-


tiago, da antiga muralha da cidade.
No interior, o tecto é plano e em madeira, novamente como em São Ro-
que,36 e não existem, evidentemente, as tribunas sobre a nave, uma vez que
as capelas laterais são de reduzida profundidade, embutidas numa arcada
que se desenvolve na espessura da parede. Com efeito, correm, a cada
lado, nove nichos sobrepostos por arcos, os últimos dos quais albergam
capelas laterais com os seus altares rodeados de talha dourada.37 Acres-

36
Embora na igreja de Braga é possível que se tivesse pensado originalmente numa cobertura
de meia volta (de madeira), o que é sugerido pela altimetria particular do óculo do frontão da fa-
chada, pois foi necessário criar um nicho no tecto de modo a que este não interrompesse, a meio,
o referido óculo.
37
Actualmente, cinco do lado da epístola, quatro do lado do evangelho.

246
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

centa-se um arco (mais amplo e mais alto) e um altar, correspondentes


ao braço de um falso transepto. No pano superior das paredes da nave,
surgem quatro janelas altas a cada lado (uma delas dentro do arco do
falso transepto). Existe ainda um púlpito do lado da epístola, entre duas
das capelas laterais, que parece ser de origem, e que tem acesso desde o
claustro do colégio.
Sobre a entrada existe um “coro alto” de origem, cujas colunas de
pedra se colocaram em 1588,38 ano em que começou a funcionar a igreja.

A arquitectura original da igreja de São Roque (1566-1586)


e as duas reformulações do século XVII

Regressemos ao mencionado parentesco ou “ar de família” que hoje


existe entre os espaços interiores das igrejas de São Roque e do Espírito
Santo. Sucede que essa semelhança é o resultado de uma intervenção mais
recente no espaço da igreja de São Roque, relativamente à época, que
aqui nos interessa, da sua edificação. A nosso ver, a igreja de São Roque
sofreu alterações importantes ao longo do século XVII de modo a, justa-
mente, se aproximar a sua imagem interna à da igreja do Espírito Santo.
Com efeito, uma visita e observação atenta às galerias altas de São
Roque permite verificar que as mesmas não correspondem à construção
original da igreja — não possuem o mesmo carácter tectónico e cons-
trutivo do restante edifício. Pode ainda notar-se, ao nível das tribunas,
como a parede exterior da nave era a parede exterior da igreja — o
que ainda hoje acontece, mais acima, à cota superior do conjunto. Esta
parede externa encontra-se inclusivamente dotada de pilastras. A obser-
vação directa a partir de pontos elevados no exterior mostra a presença
de cinco caixas de luz sobre o flanco nascente da igreja [fig. 9], feitas
em estrutura de madeira e vidro e cobertas por pequenos telhados,
colocadas no alinhamento das tribunas. A construção destas caixas de
iluminação foi seguramente posterior à época de construção da igreja.
Do mesmo modo, do lado poente sobressaem cinco clarabóias (também
no alinhamento das tribunas) no telhado das dependências anexas que
se encostam à lateral da igreja.39

38
Sanches Martins, F., A Arquitectura…, op. cit., vol. I, p. 531. Importa notar que o “coro alto”
original seria porventura mais curto pois o documento citado por Fausto Sanches Martins refere
apenas “dous pedestais” das colunas do coro, quando actualmente existem quatro (2+2).
39
Exteriormente, podem notar-se sequências de sete pilastras dóricas ao longo dos flancos da
igreja, que suportam um entablamento superior da mesma. Estranhamente, a métrica de espaça-
mento das referidas pilastras é variável. Mais estranhamente ainda, a terceira pilastra de cada lado
encontra-se suspensa no ar, uma vez que é interrompida por uma das caixas de iluminação da igreja.

247
RUI LOBO

Também a observação de le-


vantamentos planimétricos recen-
tes da igreja de São Roque [fig.
3], incluindo uma planta ao nível
das galerias altas da igreja permite
confirmar esta ideia, em particular
se compararmos os desenhos de
São Roque com outros, também de
produção recente, relativos à igreja
do Espírito Santo [fig. 6],40 corres-
pondentes à mesma situação. A
conclusão óbvia destas observações
é a de que as aberturas superiores
da igreja de São Roque não eram
originalmente tribunas mas sim, e
simplesmente, janelas — janelas de
iluminação da nave, directamente a
Fig. 9. Igreja de São Roque, Lisboa. Caixas partir do exterior.
de luz e pilastras sobre o flanco nascente Note-se que em São Roque
(fotografia do autor).
a proporção da abertura de cada
“tribuna” é vertical, sendo a altura
o dobro da largura. Pelo contrário, na igreja do Espírito Santo essa pro-
porção é horizontal sendo a largura obtida pelo rebatimento da diagonal
do quadrado cujo lado corresponde à altura do vão (proporção de 1:√2).
Mas não foi esta a única alteração realizada na igreja lisboeta. Bal-
thazar Telles, no segundo volume da sua crónica (publicado em 1647),
dá conta deuma alteração profunda no espaço anterior da igreja, entre
o alinhamento dos dois púlpitos e a entrada41:
(...) no corpo da Igreja, nam falando no cruzeiro, há poucos anos, que nam
havia mais que quatro capellas, hoje vemos oito; & no lugar aonde acrescentamos as
capellas (que he do pulpito para baixo) havia d’antes huns nichos de pedraria burnida,
muy bem ornados, & azulejados, & nelles seus confissionarios, com suas portas pera
dentro, por onde entravam os Confessores, com grades de pao preto, obra gabada de
muitos. Por sima dos confissionarios corriam tribunas, com janelas muy largas pera a
igreja, nas quaes havia grande commodo pera assistir as pregaçõens, & mais officios
divinos; tudo isto se desfez, por causa das quatro capellas, que de novo aly fabricamos;
nam tanto com o intento de melhorar, & ornar a Igreja (pois alguns julgavam d’antes
por mais engraçada) quanto por rezam de acrecentar este novo repuxo das capellas
às paredes da Igreja, porque ainda sam grossas, nam tinham bastante fortaleza para

40
Agradecemos à Arquitecta Estela Cameirão, do Gabinete de Património e Arquitectura da
Diocese de Évora, a cedência de desenhos de levantamento recente da igreja do Espírito Santo.
41
Telles, B. , Chronica…, op. cit., p.113.

248
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

sustentar abobeda; que pòde ser alguma hora se intente fazer nesta Igreja porque como
o tecto todo conforme dissemos, he de madeira, por mais forte que seja ordinariamente
nam he de muita dura, & assim quando se vier acabar, pelos anos vindouros, já se
poderá bem seguramente fazer abobeda.42

Foi Maria João Madeira Rodrigues quem chamou a atenção (em dois
textos já com alguns anos43) para a importante modificação da igreja, rela-
tada por Balthazar Telles. No primeiro desses artigos fez, inclusivamente,
uma reconstituição esquemática da planta original da igreja de São Roque,
que aqui reproduzimos [fig. 10].44 É muito provável que a inexistência
das capelas laterais no troço anterior da igreja se devesse ao simples rea-
proveitamento das paredes da igreja “provisória” que antecedeu a que até
agora temos vindo a chamar de igreja “original”, igreja provisória que os
jesuítas levantaram em 1555.45 A inexistência de capelas laterais no sector
dianteiro da igreja é a razão por detrás da actual proporção quadrada da
fachada da igreja.
Da nossa parte, apresentamos um desenho à mão livre com uma inter-
pretação possível do espaço interno do templo original de São Roque [fig.
11], de acordo com a passagem textual acima transcrita. A parte anterior
da igreja ostentava, pois, um conjunto de confessionários (função hoje
ausente) a cada lado da nave.46 Estes corriam debaixo de um conjunto de
duas ou três tribunas dispostas “ao baixo” (“por sima dos confissionarios
corriam tribunas, com janelas muy largas pera a igreja”) à maneira, justa-
mente, das da igreja do Espírito Santo de Évora. Pensamos que as tribunas
estariam num nível intermédio (mais baixas que as de Évora) como se vê

42
Reforça-se neste excerto, com o relato da intervenção realizada na igreja, a ideia de uma
aproximação ao espaço da igreja de Évora. É curioso notar, ao contrário do que vaticinava o cronista,
como a estrutura de madeira foi o garante da sobrevivência da igreja com a ocorrência do calamitoso
terramoto de 1755. Qualquer abóbada teria seguramente cedido perante a amplitude da nave e a
violência do abalo.
43
Madeira Rodrigues, M. J., “A Igreja de São Roque de Lisboa. Proposta de interpretação”,
Boletim Cultural, 73-74, Lisboa, Junta Distrital de Lisboa, 1970, pp. 5-25, e Madeira Rodrigues, M.
J., A Igreja de S. Roque, Lisboa, Santa Casa da Misericórdia, 1980.
44
Madeira Rodrigues, M. J., “A Igreja de São Roque…”, op.cit., p.19.
45
Conforme esta humildade, trataram logo de dar ordem pera terem algum modo de Igreja, em que pudessem
agasalhar os grandes auditórios, que nos vinham demandar: o que por entam se remediou desta maneira: estava
a ermida de S. Roque lançada de Oriente a Poente (como era costume nas Igrejas antigas) tinha de comprimento
oitenta palmos, ordenaram os Padres que esta ermida com sua capella mor ficasse servindo de cruzeiro, & que
de Norte a Sul se acrescentassem em comprimento outros oitenta palmos, que corriam do meyo da Igreja, d’onde
hoje está o púlpito, até aonde se abre a porta principal, que hoje nos serve. Com esta pequena Igreja, feita destes
remendos, lhes parecia aos Padres, que ficariam satisfeitos; porq como tam pobres, eram muito bons de contentar;
& assim d’aly a quasi dous anos se deo principio a essa sua obra, lançando-se a primeira pedra no anno de 1555
com grãde solemnidade, pelo Padre Dõ Ioam Nunes Barreto, da nossa Companhia, que já estava sagrado Patriar-
cha da Ehiopia sobre o Egypto (como adiate veremos). A invocaçam da Igreja, cõforme o contrato celebrado, foy de
Sam Roque, segunda ainda hoje dura [Telles, B. , Chronica…, op. cit., pp. 105-106]. Vide supra nota 15.
46
A crónica de Balthazar Telles confirma, noutras passagens, a importância da confissão no
espaço da igreja de São Roque. Veja-se o zelo particular dado a este sacramento por parte do padre
João Lobo (ibidem, p. 212).

249
RUI LOBO

no desenho, pois no alçado superior


da nave desenvolver-se-iam, prova-
velmente, as janelas — como na
igreja de São Paulo de Braga — em
número seguramente menor que o
das actuais tribunas. Não é claro se
haveria ou não “coro alto” (ou, mais
propriamente, uma plataforma ele-
vada sobre a entrada47) em função
do nível, cremos que pouco elevado,
das tribunas. É provável que existis-
se, olhando para o caso da igreja de
Braga, e havendo altura suficiente
para o instalar.48
O desenho que realizamos (ve-
ja-se novamente a fig. 11), que cor-
responde basicamente à nave da
igreja tal como esta se encontrava
em finais do século XVI e inícios
do século XVII, levanta algumas
Fig. 10. Igreja de São Roque, questões importantes. Estaria o pro-
Lisboa. Reconstituição hipotética da planta jecto idealizado na década de 1560
original (desenho de Maria João Madeira
Rodrigues, 1970). terminado? Incluiria este projecto a
adaptação da antiga igreja provisó-
ria49 (cuja espacialidade interna, porventura, se deixa ainda adivinhar na
metade anterior da nave)? Ou estaria ainda a meio caminho o processo
de construção da nova igreja sobre a antiga?
Seja como for, terá havido duas intervenções importantes ao longo do
século XVII. A primeira é a que o próprio Balthazar Telles dá conta na sua
crónica e que transformou o primeiro sector da nave, com a substituição
dos confessionários e das tribunas originais pelas novas capelas. Segundo o
próprio cronista, a transformação teria ocorrido há poucos anos. Por outro
lado, sabe-se que uma das novas capelas foi instituída em 1623,50 o que

47
Como se sabe, os jesuítas não faziam uso de coro na eucaristia, conforme vem disposto nas
Constituições da Companhia. Não obstante, existem elementos arquitectónicos semelhantes a coros
altos, sobre a entrada, em muitas igrejas jesuítas portuguesas.
48
De qualquer modo, este hipotético primeiro coro terá sido substituído na intervenção de
inícios de Seiscentos referida por Balthazar Telles. O novo coro foi depois refeito no final do século
XIX, para a colocação do órgão, como mencionámos anteriormente (Vide supra nota 18).
49
Vide supra nota 45.
50
A de São Francisco Xavier, segunda capela do lado da epístola (Madeira Rodrigues, M.
J., A Igreja…, p. 23).

250
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

Fig. 11. Igreja de São Roque, Lisboa. Reconstituição hipotética da nave original (desenho do autor).

remete a alteração para o final da década de 1610 ou início da de 1620.


Esta obra terá implicado também a sistematização de janelas por cima das
capelas laterais, com abertura de novas janelas e a correcção do ritmo da
sua disposição. Ter-se-á seguido a execução e colocação, na banda superior
da nave, da série de 16 painéis com episódios da vida de Santo Inácio
de Loiola.51 No flancos exteriores da igreja resultou a estranha situação
das segundas pilastras (a contar a partir do cunhal da fachada) estarem
interrompidas por uma janela.
Julgamos, porém, que na época da crónica (1647) não existiam
ainda as novas tribunas altas que hoje existem, nem as galerias que lhes
permitem o acesso, nem tão pouco as clarabóias laterais que hoje se no-
tam desde o exterior da igreja. Com efeito, Balthazar Telles é totalmente
omisso relativamente à presença de novas tribunas, referindo-se apenas
às tribunas que haviam desaparecido sem que, aparentemente, tivessem
sido substituídas — veja-se novamente a passagem que transcrevemos.

51
A autoria do pintor da Companhia formado em Madrid, Domingos da Cunha, “o Cabrinha”,
datados de cerca de 1635 (Serrao, V., “Sentido artistico da Igreja de São Roque, colégio da Com-
panhia de Jesus, património ímpar da ciudade”, em AA.VV., Património Arquitectonico – Santa Casa da
Misericórdia de Lisboa, vol. I, Lisboa, SCML, 2006, pp. 88-97.

251
RUI LOBO

Houve, portanto, e a nosso ver, uma segunda intervenção na igreja,


na qual se introduziram as galerias e clarabóias, e se terão transforma-
do as janelas em tribunas altas. Essas alterações terão ocorrido durante
a segunda metade do século XVII, pois no início do século seguinte já
se encontravam realizadas. É isso que finalmente se depreende com a
descrição da igreja de São Roque incluída na História dos Mosteiros (…)
de Lisboa, manuscrito da Biblioteca Nacional, que parece ter sido composta
pelos anos de 1704 a 170852:
Tem de comprimento (a igreja), sem falar na capella-mor cento e oitenta e seys
palmos e de largura oitenta e dous, nam contando o vam que ocupam as quatro ca-
pellas, em tudo iguaes, que de cada parte correm pelos dous lados do corpo da igreja ,
as quaes sam muyto fermosas (…).
Sobre as capellas corre hum frizo de pedra, e sobre elle no meyo do arco de cada
capella fica huma tribuna com seos balaustres, com bastante vam pera accommodar
alguns que mays à sua vontade querem ouvir a pregação e lograr juntamente a vista da
igreja e da gente que nella assiste. E por estas tribunas, a que correspondem por detraz
largas janelas com vidraças, se comunica nam só boa luz às tribunas mas também
mayor claridade à igreja.53

Confessionários, púlpitos e tribunas

Quem hoje visite as igrejas de São Roque de Lisboa e do Espírito


Santo de Évora não poderá deixar de reparar em alguns aspectos fun-
cionais distintos. Por exemplo, a presença dos confessionários embutidos
nas paredes das capelas laterais na igreja eborense, e a sua total ausência
na igreja de Lisboa. Porém, a investigação que realizamos revelou, como
vimos, que haveria originalmente confessionários na igreja de São Roque
e que estes foram retirados com a reformulação ocorrida nas primeiras
décadas do seculo XVII.54 Relembremos, neste registo, o projecto não
realizado para Coimbra, que repetia a disposição sistemática dos con-
fessionários entre as capelas laterais, como vimos. E observemos ainda o
caso da igreja de São Paulo de Braga na qual se previu a instalação de
oito confessionários, aparentemente quatro a cada lado, nas primeiras
sequências de arcos das paredes da nave — na área anterior da igreja, tal
como sucedia em São Roque.55

52
De acordo com o antigo inventário da Secção XIII-Manuscritos da Biblioteca Nacional de
Lisboa, de 1896, citado por Pires de Lima, D. (ed.), História dos Mosteiros, Conventos e Casas Religiosas
de Lisboa, Lisboa, Câmara Municipal, 2 tomos, 1950-53, espec. tomo I, p. IX.
53
Ibidem, tomo I, p. 229.
54
Vide supra nota 46.
55
Fausto Sanches Martins revela que logo em 1567 o visitador padre Miguel de Torres mandou
colocar oito confessionários, quatro de cada lado (Sanches Martins, F., A Arquitectura…, op. cit., p. 502).

252
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

Pode verificar-se, porém, como os confessionários deixaram pratica-


mente de ser considerados como elementos litúrgicos e arquitectónicos
nas igrejas jesuítas portuguesas posteriores.56 Fica-se com a ideia de que
esta funcionalidade terá tido particular relevância no contexto imediata-
mente posterior ao Concílio de Trento, mas que terá perdido força com
a entrada do novo século —como atesta, precisamente, a remodelação
da igreja lisboeta.
Com os púlpitos, pelo contrário, parece ter ocorrido o inverso. Com
efeito, pudemos verificar como provavelmente não existiam de origem
na igreja de Évora, nem tão pouco estavam previstos no projecto para
Coimbra. Por sua vez, a disposição original de dois púlpitos, frente a
frente, ao centro da nave, patente em São Roque,57 foi uma verdadeira
referência para o espaço litúrgico das igrejas jesuítas portuguesas, ainda
que seja também frequente uma colocação dos púlpitos ligeiramente
distinta, entre a última capela lateral eo braço do transepto — ou do
falso transepto.58
Note-se, por fim, um elemento arquitectónico que é partilhado pelas
primeiras igrejas jesuítas portuguesas (excepto São Paulo de Braga) e
pela igreja mãe de Il Gesù em Roma. Falamos das tribunas, que na igreja
romana aparecem também dispostas “ao baixo”, sobre as capelas laterais
(três a cada lado da nave) e sobre as portas (dos compartimentos de
planta circular) que existem imediatamente antes e depois do transepto.
A presença das tribunas na igreja romana é, porém, bastante mais dis-
creta que nas igrejas portuguesas, dada a escala monumental da nave e
porque ocupam uma altura intermédia entre as capelas laterais e as jane-
las-lunetas inseridas no arranque da abóbada [fig. 12]. Estes elementos
arquitectónicos surgem, pois, em Roma e em Portugal, praticamente ao
mesmo tempo(!), sabendo-se que Il Gesù foi começada em 1568 e que
teria a nave pronta em 1577.59

56
Uma interessante excepção, não concretizada, é o projecto para a igreja do colégio de
Portalegre, de Mateus do Couto (sobrinho), datado de 1678, e que retoma a colocação embutida
dos confessionários (três de cada parte) nas paredes intermédias das capelas laterais. Deste projecto
conhecem-se dois desenhos (uma planta e um corte longitudinal pela nave) que se guardam na
secção de estampas da Biblioteca Nacional de Portugal (cotas d119a e d167v). Para um caso de con-
fessionários embutidos fora de Portugal veja-se a igreja italiana de Stª Lucia de Bolonha (Girolamo
Rainaldi, 1623) mencionada por Richard Bösel nas actas do encontro de 2010 [Bösel, R., “La Ratio
Aedificiorum di un’istituzione globale tra autorità centrale e infinità del território”, em Álvaro Zamora,
M. I, Ibáñez Fernández, J., Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura jesuítica…, op. cit., 2012, pp.
39-69, espec. p. 67, fig. 25].
57
Não é totalmente claro quando se introduziram os púlpitos: se são do plano original de 1566
ou se foram apenas colocados com a reformulação da primeira metade do século XVII.
58
Conforme se trate de igrejas que seguem o modelo de llGesù ou das “igrejas-caixa” do século
XVII.
59
Ackerman, J. S., “La chiesa del Gesù…”, op.cit., p. 26.

253
RUI LOBO

Para que serviriam, especifica-


mente, as tribunas (e galerias altas)
das primeiras igrejas jesuítas portu-
guesas? Balthazar Telles explica-nos
que as tribunas originais de São
Roque serviam pera assistir as pega-
çõens, & mais officios divinos, como
vimos. É possível, a nosso ver, que
para além dessa função genérica as
tribunas tivessem, em Portugal, e
numa fase inicial, uma associação
preferencial com os noviços.
As galerias altas da igreja do
Espírito Santo de Évora têm acesso
restrito através da caixa das escadas
que vêm desde a antiga sacristia. No
entanto, é possível que houvesse
também uma ligação primitiva com
o noviciado, bloco quadrangular
Fig. 12. Igreja de Il Gesù, Roma. Fachada e
corte transversal (desenho de Venturini, 1684). de dois pisos que se situa imediata-
mente por detrás da igreja.60 Essa
ligação existiu não há muito tempo
pois subsistem as marcas de duas portas (uma para cada piso do antigo
noviciado) que se encontram hoje tapadas. Contra a eventualidade de
esta ligação ser original estará, talvez, o facto de estas aberturas tapadas
não possuírem ombreiras e vergas de granito do lado da caixa de esca-
das. Subsistem, porém, as peças de granito (antigas?; mais recentes?) que
guarneciam a porta do primeiro andar do lado do antigo noviciado. A
interpretação das articulações espaciais não é, pois, esclarecedora.
Na planta do piso alto do projecto não realizado para o colégio de
Coimbra,da BNF,previa-se também a existência de um noviciado numa
situação próxima das galerias altas da igreja, embora o acesso não fosse,
de modo algum, exclusivo. Contra a nossa hipótese, verifica-se que a igre-
ja efectivamente levantada (que segue o modelo romano de cruz latina,
como dissemos) não ostenta tribunas na nave. Importa, no entanto, referir
que o noviciado de Coimbra foi extinto entre 1619 e 1630, período em
todos os noviços portugueses foram “centralizados” no recém-levantado

60
O noviciado foi levantado entre 1564 e 1568, no período de tempo que antecedeu ime-
diatamente a construção da igreja (Lobo, R., O Colégio-Universidade do Espírito Santo de Évora, Évora,
CHAIA, 2009, pp.39-40).

254
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

noviciado da Cotovia em Lisboa,61 cuja primeira pedra se lançara em


1603. Esta época coincide, pois, com a fase decisiva da construção da nova
igreja do colégio de Coimbra, o que pode ter ditado a não construção de
tribunas na actual Sé Nova.62
Como acabamos de ver, também a igreja de São Roque tinha origi-
nalmente tribunas. Francisco Rodrigues refere que “na casa professa de São
Roque também vigorou por algum tempo noviciado bem constituído” e que este se
estabeleceu em 1558,63 alguns anos antes da construção da actual igreja,
portanto. As tribunas seriam retiradas na grande transformação do espaço
anterior da igreja, algures durante as primeiras décadas de Seiscentos,
numa época em que já funcionava, ou estaria para abrir, o noviciado da
Cotovia, inaugurado em 1619. Curiosamente, a já desaparecida igreja
deste, desenhada por Baltasar Álvares, tinha também tribunas sobre as
capelas laterais da nave.64
A possibilidade que acabamos de referir, relativamente às primeiras
tribunas e ao seu uso preferencial por parte dos noviços, é apenas isso:
uma hipótese. De resto, as tribunas vieram a fazer parte de grande parte
das igrejas jesuítas portuguesas subsequentes, com uma utilização segu-
ramente mais generalizada. E são também elemento compositivo muito
frequente em igrejas jesuítas de Espanha (ou mesmo, com menor ex-
pressão, de Itália), aparentemente sem uma atribuição de uso específica.

Conclusões

A conclusão principal que propomos neste ensaio é a de que o espaço


interno original da igreja de São Roque era algo diferente daquele que
podemos observar hoje. As parecenças que podemos actualmente verificar
entre esta igreja e a do Espírito Santo de Évora resultam, pois, de duas
intervenções distintas realizadas na primeira e na segunda metade do
século XVII, respectivamente, e que tiveram por fim último aproximar o

61
No anno de mil seiscentos & dezanove cessou assim o Noviciado de Coimbra, como o de Evora, & se
ajuntaram todos os Noviços da Provincia na caza do Monte Olivete de Lisboa, que então começou a ser habitada.
(…) Porem no anno de mil seiscentos, & trinta, sendo o Provincial o P. Diogo Monteiro, no mez de Abril se
mandaram pera os dous Collegios alguns Noviços, por quanto se lhes restituíram outra vez os seus Noviciados
[Franco, A., Imagem da virtude em o noviciado da Companhia de Jesus no Real Collegio de Jesus de Coimbra
em Portugal, Évora, Universidade, 1719, pp. 5-6].
62
Como referimos a primeira pedra foi lançada em 1598, a nave foi aberta ao culto em 1539,
concluindo-se o transepto e a capela-mor em 1698. Vide supra, nota 32.
63
Rodrigues, F., História da Companhia de Jesus na Assistência de Portugal, Porto, Apostolado da
Imprensa, 4 tomos em 7 volumes, 1931-1950, espec. tomo I , vol. I, 1931, pp. 495-496.
64
Veja-se a planta do pavimento superior em Janeira, A. L., Sistemas epistémicos e ciências. Do
Noviciado da Cotovia à Faculdade de Ciências de Lisboa, Lisboa, Imprensa Nacional-Casa da Moeda,
1987, p. 23.

255
RUI LOBO

Fig. 13. Igreja do colégio de Santarém. Interior (fotografia do autor).

aspecto interno de uma igreja ao da outra. Primeiramente com a intro-


dução sistemática de capelas laterais a cada lado da nave de São Roque.
Depois, e aparentemente, com a adaptação das janelas altas a tribunas,
com balaustradas, e com a definição de umas galerias de acesso. Note-se
como Balthazar Telles relata ainda a hipótese, em 1647, de se poder vir a
edificar uma abóbada sobre a nave da igreja lisboeta, o que aproximaria
ainda mais a arquitectura das duas igrejas.
Estas observações permitem ainda deduzir duas conclusões importan-
tes. A primeira é a de que a igreja de São Roque de finais de Quinhentos
era, quanto à sua tipologia e ao seu espaço interno, dificilmente classi-
ficável: uma “igreja-caixa”, é certo, mas com confessionários e tribunas
sobre a metade anterior da nave e capelas laterais profundas apenas sobre
a metade posterior. Seria, em bom rigor, uma igreja “híbrida”, sem um
tipo arquitectónico claro e bem definido. Ainda assim, a sua arquitectura
exerceria forte influência, em particular a conformação da sua fachada,
como se pode observar pela igreja de São Paulo de Braga ou pelas pri-
meiras igrejas jesuítas brasileiras, como as de Olinda (1584-1592)65 e a já

65
Santos, P. F., “Contribuição…”, op. cit., p. 568.

256
A ARQUITECTURA DAS PRIMEIRAS IGLEJAS JESUÍTAS EM PORTUGAL: SÃO ROQUE DE LISBOA...

desaparecida do Rio de Janeiro (1585-1588).66 Em termos planimétricos


vingou no Brasil (como em Braga) o esquema simplificado da nave única
sem capelas laterais profundas. Paulo F. Santos atribuiu esta continuidade
ao irmão jesuíta Francisco Dias, “arquitecto”, que terá acompanhado a
construção de São Roque antes de partir (em 1577) para o Brasil, onde
desempenhou papel central na edificação dos colégios brasileiros mais
importantes.67
A segunda conclusão, que decorre da primeira, é de que a igreja do
Espírito Santo de Évora constituiu, nas linhas gerais do seu espaço interno,
um verdadeiro modelo arquitectónico a copiar e a reproduzir em muitas
igrejas jesuítas portuguesas subsequentes, inclusivamente em São Roque,
nas mencionadas reformulações seiscentistas.
Para terminar, refira-se a igreja jesuíta do colégio de Santarém, edi-
ficada aparentemente entre 1672 e 1687,68 cujo espaço interno [fig. 13]
se aproxima do da igreja lisboeta, na sua versão remodelada, tal como a
conhecemos hoje. O tecto é plano, em madeira, e a nave dispõe de qua-
tro capelas com altares a cada lado69 intervaladas por um púlpito entre a
segunda e terceira capelas. Sobre a entrada existe um coro alto. A igreja
de Santarém dispõe ainda de um outro elemento que também existe em
São Roque e que ainda não mencionámos: uma cancela, ou balaustrada,
de planta em “U” invertido que separa a assembleia do presbitério e do
espaço (destinado às procissões) que corre na frente das capelas laterais.
Sobre as capelas surgem as tribunas servidas por uma galeria pensada
de raiz.70 O paralelismo com a igreja de Santarém reforça, a nosso ver, a
probabilidade de ter sido, justamente, neste período, que se adaptaram
a tribunas as janelas altas originais da igreja de São Roque.

66
Ibidem, p. 562 —aqui com o surgimento de uma torre sineira justaposta de um dos lados
da fachada.
67
Ibidem, pp. 551-558.
68
A data de 1672 vem referida no site “SIPA-Sistema de Informação para o Património Ar-
quitectónico”: 7 de Maio — lançamento da primeira pedra, abençoada pelo prior da igreja de Santo Estevão,
Dr. Francisco Lobo. A data de 1676 está inscrita na fachada e deverá referir-se à conclusão da mesma
fachada. Inaugurou-se a igreja a 9 de Fevereiro de 1687— Rodrigues, F., História da Companhia…,
op. cit., tomo III, vol. I, 1944, p. 15.
69
Em Santarém surgem pilastras a separar as capelas/tramos da nave, pilastras que não existem
nos alçados laterais da nave de São Roque.
70
Poder-se-ia também referir, neste contexto, a ampla igreja de Salvador da Baía, levantada um
pouco antes (entre 1657 e 1672) e que tem quatro capelas a cada lado — também sobrepostas de
tribunas servidas por galerias — mais um falso transepto. O tecto é também de madeira (decorada
e trabalhada), mas em forma de uma abóbada de meia volta.

257
Ciudad y territorio en las misiones jesuíticas de indios guaraníes

Pablo Ruiz Martínez-Cañavate*


Universidad de Granada

Contexto histórico y territorial

Las misiones guaraníticas han sido objeto de numerosos estudios


por parte de investigadores de muy diversas especialidades y siguen cons-
tituyendo hoy día un fenómeno de enorme interés. Suponen además
un episodio histórico envuelto en una gran polémica desde la propia
expulsión de la Compañía, sucediéndose los escritos enfrentados entre
sus defensores y detractores.
De lo que no cabe duda es de que los llamados “Treinta Pueblos”
fueron el fruto de una dedicación plena y apasionada por parte de los
seguidores de San Ignacio. Los vestigios de los mismos asombran por su
magnitud y hacen reflexionar sobre la capacidad de persuasión de estos
misioneros, quienes generalmente en número de dos, cura párroco y
ayudante, dirigieron con sabiduría masas que llegaron a superar los siete
mil indios por pueblo [fig. 1].
La convulsa historia que las rodeó provocó que su extensión territo-
rial fuese variando con el tiempo. En un principio, la evangelización se
sucede de forma paralela en diferentes regiones misionales tales como el
Guayrá, Itatín, la zona del Tape, las cercanías de los ríos Iguazú y Acaray,
o el área del Paraná y Uruguay [fig. 2].
El régimen misional lidió desde el primer momento con enemigos de
consideración. Por un lado, los vecinos españoles y criollos no soportaron
la idea de que un número tan grande de indios dejaran de ser mano de
obra fácil; por otro, la situación estratégica de los pueblos en una zona
fronteriza con los territorios portugueses determinó que sufrieran sistemá-
ticamente la visita indeseada de los bandeirantes paulistas, grupos armados
procedentes de São Paulo que entraban en las misiones causando todo
tipo de destrozos y capturando a los indígenas para llevarlos a trabajar a
los ingenios costeros.
El impacto de las bandeiras fue tan grande, especialmente entre los
años 1628 y 1631, que los jesuitas se vieron obligados a replegar el te-
rritorio y concentrarse entre los ríos Uruguay y Paraná, y entre éste y el

*
Departamento de Historia del Arte, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Granada.
Dirección de correo electrónico: [email protected].

259
PABLO RUIZ MARTÍNEZ-CAÑAVATE

Fig. 1. Remanentes de la iglesia de San Miguel (Brasil). Pablo Ruiz, 2012.

Fig. 2. Límites de las regiones misionales. Fuente: Maeder, E.


y Gutiérrez, R., Atlas territorial…, op. cit., p. 20.

260
CIUDAD Y TERRITORIO EN LAS MISIONES JESUÍTICAS DE INDIOS GUARANÍES

Tebicuary. De esta forma se abandonaron temporalmente regiones como


el Uruguay oriental y el Tape, mientras que a otras zonas como la del
Iguazú, Itatín o Guayrá nunca regresaron.1 Afortunadamente, la respuesta
armada de los guaraníes en la célebre batalla de Mbororé (1641) permi-
tió que a partir de ese momento los misioneros desempeñaran su labor
evangelizadora con una cierta calma.
No obstante, la época del retroceso terminó en 1685 observándose
desde entonces un nuevo curso expansivo que avanzará de forma especial
hacia el sector oriental del Uruguay, concretamente entre los ríos Ijuy y
Piratiní. Lógicamente, y aunque los núcleos poblacionales constituían los
puntos de gravitación de todo el sistema, debemos tener en cuenta que
éstos a nivel territorial constituían una parte insignificante si lo confron-
tamos con las dimensiones totales de la región jesuítica-guaraní2 en la
cual se integraban los yerbales, chacras, así como las vastas estancias y
vaquerías situadas al este del Uruguay.

La configuración urbana de los pueblos

A nivel urbanístico existió un patrón más o menos definido que se


aplicó de forma extensiva al conjunto de las reducciones [fig. 3]. En líneas
generales cada pueblo se organizaba en torno a la gran plaza, en uno
de cuyos laterales sobresalía el templo como edificio más importante de
la urbe teocrática, acompañado a un lado y al otro por el cementerio y
el colegio. Este sector se corresponde con lo que conocemos por núcleo
principal, detrás del cual se ubicaba la gran huerta, mientras que los tres
costados restantes estaban destinados a las viviendas de los indígenas, que
constituían el entramado urbano y conformaban las calles principales y
secundarias. El cabildo, como máximo órgano administrativo de la doc-
trina, se situaría en la plaza, mientras que la casa de viudas o cotiguazú,
una tipología exclusiva de las misiones, tendría una mayor libertad en su
ubicación, aunque lo más habitual es que aparezca junto al cementerio.
Se ha teorizado mucho sobre las posibles influencias de este modelo,
con propuestas que van desde supuestos utópicos a proyectos realizados.
En referencia a los primeros, no han faltado las comparaciones con textos
como la Utopía de Tomás Moro, La ciudad del sol de Tommaso Campanella,
la Arcadia de Sidney o Nueva Atlántida de Bacon. No obstante, ninguna de

1
Maeder, E. y Gutiérrez, R., Atlas territorial y urbano de las misiones jesuíticas de guaraníes:
Argentina, Paraguay y Brasil, Sevilla, Junta de Andalucía, 2009, p. 23.
2
Viñuales, G., “Misiones jesuíticas de guaraníes (Argentina, Paraguay, Brasil)”, Apuntes, 20,
1, Bogotá, ICAC, 2004, pp. 108-125, espec. p. 115.

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PABLO RUIZ MARTÍNEZ-CAÑAVATE

Fig. 3. Plano de la reducción de Candelaria (Argentina), según José Manuel Peramás.

estas tesis ha alcanzado tanta trascendencia como el parangón expuesto


por Peramás entre La República platónica y las misiones guaraníticas,3 aun
cuando el propio autor expresa que su intención no es demostrar una
influencia directa, sino manifestar las características parecidas que a su
juicio tendrían ambos modelos. Un análisis pormenorizado de cada caso
permite encontrar disimilitudes al igual que semejanzas, pero achacamos
estas últimas a simples coincidencias o a determinaciones inspiradas en el
sentido común, e incluso, en la tradición. Sin descartar el conocimiento de
estas obras por parte de los jesuitas,4 sí rechazamos la tesis de un influjo
directo por parte de un modelo utópico.

3
Peramás, J., La República de Platón y los guaraníes, Buenos Aires, Emecé, 1946.
4
Gutiérrez, R., Pueblos de indios: otro urbanismo en la región andina, Quito, Abya-Yala, 1993, p.
42. El autor menciona las extraordinarias colecciones de libros que poseían los misioneros.

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CIUDAD Y TERRITORIO EN LAS MISIONES JESUÍTICAS DE INDIOS GUARANÍES

Más lógico resulta considerar las Instrucciones que el provincial Diego


de Torres diera para la fundación de los primeros pueblos. En ellas se hace
referencia al asentamiento: (…) que tenga agua, pesquería, buenas tierras,
que no sean alagadizas, ni de mucho calor, sino de buen temple y sin mosquitos
ni otras incomodidades, donde puedan sembrar y mantenerse hasta 800 ó 1000
indios (…).5 Afirmando a continuación: será al modo de los del Perú y como
más gustaren los indios, con sus calles y guardando una cuadra a cuatro indios,
un solar a cada uno y que cada casa tenga su huerta.6
Al comparar estas recomendaciones con los vestigios de los pueblos
y los planos conservados encontramos que la práctica fue muy diferente
a la teoría, empezando por el empleo de una tipología de vivienda que
daba continuidad al modelo de casa comunal indígena previo al contacto
y que, por tanto, se separaba del modelo extendido de cuadras divididas
en solares. Del mismo modo se prescindirá de la huerta privada junto a
cada casa y en su lugar se les otorgará a las familias una porción dentro
de las tierras comunitarias. Así pues cabe pensar que estas Instrucciones
fueron tenidas en cuenta por los misioneros, pero siendo partícipes de
que implicaban una cierta flexibilidad, la cual se desprende de las palabras
de Diego de Torres al expresar que se considere el gusto de los indios. Lo
mismo sucederá en el aspecto demográfico, pues los pueblos alcanzarán
cifras muy superiores a los 800 o 1.000 indios que pretendiera el Provincial.
Por otro lado, la referencia del padre Torres a los pueblos del Perú nos
remite directamente a las primeras experiencias misionales de los jesuitas
en América. En realidad, los religiosos de la Compañía meditaron muy
seriamente el aceptar o no doctrinas permanentes, ya que a priori no
entraba entre sus objetivos. Con todo acabaron cediendo y ejemplo de
estas primeras tentativas evangelizadoras fueron los casos de Cercado y
Huarochirí en las cercanías de Lima (Perú) allá por 1571. Sin embargo,
destacó sobre ellas el caso de Juli [fig. 4], reducción de origen dominico
que pasó a manos jesuitas en 1576, por trabajar en ella como superior
Diego de Torres. Nuevamente, el análisis comparado de ambos modelos
refleja importantes diferencias, las cuales han sido tratadas entre otros
por Ramón Gutiérrez7 y Alfonso Echánove.8

5
Palacios, S., Gloria y tragedia de las misiones guaraníes: Historia de las reducciones jesuíticas durante
los siglos XVII y XVIII en el Río de la Plata, Bilbao, Mensajero, 1991, pp. 38-39.
6
Ibidem, p. 39.
7
Gutiérrez, R., “Estructura urbana de las misiones jesuíticas del Paraguay”, en Hardoy, J. y
Schaedel P., Asentamientos urbanos y organización socioproductiva en la historia de América Latina, Buenos
Aires, SIAP, 1977, pp. 129-153.
8
Echánove, A., “Origen y evolución de la idea jesuítica de reducciones en las misiones del
Virreinato del Perú: La residencia de Juli, patrón y esquema de las reducciones”, Missionalia Hispánica,
39, Madrid, Instituto de Historia, CSIC, 1956, pp. 497-540.

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También deben apuntarse, al menos como marco referencial, las


Ordenanzas de Poblamiento dictadas por Felipe II (1573). En efecto, las
recomendaciones de Diego de Torres se ciñen al modelo legal cuando
hablan del reparto de solares, lo que ocurre es que las directrices del
Superior tampoco se verán concretadas, al menos literalmente, en la dis-
posición de los pueblos. La existencia del núcleo principal formado por
iglesia, colegio y cementerio sobre la gran plaza, marca una clara dife-
rencia con la legislación indiana,9 al igual que ocurrirá con la disposición
de las viviendas de los indios en largos tirones, suprimiéndose por tanto
el sistema de manzanas.10
Las fundaciones que los franciscanos levantaron en el Paraguay antes
de la llegada de los jesuitas debieron ser conocidas por éstos, teniendo
en cuenta que contactaron con fray Luis de Bolaños, quien los recibió
con los brazos abiertos. El plano del pueblo de Atyrá (Paraguay) publi-
cado por Ramón Gutiérrez muestra sin embargo grandes diferencias en
la estructuración urbana, empezando por la disposición del templo en
el centro de una plaza que se encuentra totalmente cerrada por las vi-
viendas de los indios, así como la ubicación del colegio y los talleres en
la periferia del núcleo.11
Examinadas las posibles influencias, concluimos que el resultado
será un urbanismo que toma ciertos elementos de las Leyes de Indias y
de las Instrucciones del padre Torres, así como de otras experiencias, pero
que ante todo es flexible y pragmático, además de evolutivo, pues parece
evidente que el modelo que ha pasado a la historia como paradigma del
urbanismo jesuítico-guaraní no sería el mismo que se empleara en las
primeras fundaciones, sino que sufriría modificaciones con el tiempo. De
hecho, a pesar de afirmaciones como las de Diego de Alvear, quien decía
que vista una doctrina estaban vistas todas,12 existen diferencias no solo
en lo arquitectónico sino también en la traza de cada pueblo.
En el otro extremo, los escritos del padre Sepp con motivo de la
fundación del pueblo de San Juan Bautista en 1697 parecieran indicar la
inexistencia de un modelo determinado: no aprendí, por cierto, con ningún
arquitecto cómo hay que trazar un pueblo. Pero he viajado por tantos países y
provincias (…).13 En sus crónicas el tirolés relata la disposición del trazado

9
Gutiérrez, R., Evolución urbanística y arquitectónica del Paraguay 1537-1911, Chaco, Univer-
sidad Nacional del Nordeste, 1977, p. 125.
10
Gutiérrez, R., “Estructura urbana…”, op. cit., p. 118.
11
Gutiérrez, R., Evolución urbanística…, op. cit., p. 123.
12
Furlong, G., Misiones y sus pueblos de guaraníes, Posadas, Lumicop y Cía, 1978, p. 197.
13
Hoffmann, W., Continuación de las labores apostólicas. Edición crítica de las obras del padre Antonio
Sepp S. J., Buenos Aires, EUDEBA, 1973, p. 223.

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CIUDAD Y TERRITORIO EN LAS MISIONES JESUÍTICAS DE INDIOS GUARANÍES

Fig. 4. Vista general de la antigua doctrina de Juli (Perú). Fuente: Alcalá, L.,
Fundaciones jesuíticas…, op. cit., p. 134.

Fig. 5. Plano del pueblo de San Juan Bautista. Archivo General de Simancas.
Fuente: Luiz Antônio Custódio: Ordenamientos urbanos y arquitectónicos en el sistema
reduccional jesuítico guaraní de la Paracuaria. Universidad Pablo de Olavide,
Sevilla 2010. Originalmente en AGS, Estado 7381-71.

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PABLO RUIZ MARTÍNEZ-CAÑAVATE

como una creación propia o, al menos, obvia la mención al marco de


referencia común que ya existiría [fig. 5].
Aun admitiendo que sus escritos pecan de exagerados en lo que a
méritos propios se refiere, resultan de enorme interés porque justifican
las decisiones urbanísticas tomadas basándose en el pragmatismo. Por
ejemplo, el que la iglesia y casa del párroco estuvieran en la plaza, y que
de ella salieran todas las calles (…) significaba una ventaja extraordinaria y,
al mismo tiempo, el mejor adorno para el pueblo (…).14 Pero lo más importante
es que (…) el cura puede, así, viaticar a sus parroquianos de la manera más
rápida y cómoda, ya que, careciendo de padre ayudante y con las ocupacio-
nes asignadas (…) el pobre paciente moriría antes de que el cura pudiera llegar
hacia él, caminando con toda prisa por calles que corren en zigzag, haciendo un
rodeo tras otro para socorrerlo con el Santísimo Sacramento [fig. 6].
Otro hándicap que se reflejará en el trazado será el riesgo de in-
cendios y por ello consideraba que debían evitarse los ángulos y rincones que
no solamente afean sobremanera cualquier ciudad, haciéndola intrincada, sino
también la exponen al peligro de ser destruída por fatales incendios (…).15 Por lo
cual debía tener el mayor cuidado en separar las calles de mi aldea una de otra
en debida distancia de tal manera que si una casa se incendiaba no pudiera el
haz de llamas alcanzar a las otras (…).16
De todos los elementos que conformaron la imagen definitiva de las
misiones, podría decirse que el sentido pedagógico cristiano encontró
una incidencia especial, empleándose el urbanismo, como ocurriera con
la pintura, escultura o la música, en favor de la evangelización. Así pues,
en cada doctrina veríamos una reproducción del teatro del mundo que
pretendía ser la ciudad barroca. La vía principal guiaba al viandante desde
la entrada del pueblo a la gran plaza, y ésta hacía las veces de escenario
de la vida cívica y religiosa con un telón de fondo definido en el núcleo
iglesia-colegio-cementerio [fig. 7].17
Las crónicas reflejan que el día a día en la misión estaba gobernado
por un sentido sacral integrador que no entendía de sectores, alcanzando
todo el conjunto y a cualquier actividad laboral, con independencia de
lo lejos que se ejecutase del templo. Prueba de ello fueron las capillas
ubicadas en los caminos hacia las estancias y los rituales procesionales
para ir a trabajar a ellas donde no faltaba el acompañamiento musical.

14
Ibidem, pp. 223-234.
15
Busaniche, H., La arquitectura en las misiones jesuíticas guaraníes, Santa Fe, Litoral, 1955, p.33.
16
Véase nota nº 15.
17
Gutiérrez, R., “Historia urbana de las reducciones jesuítica sudamericanas: continuidad,
rupturas y cambios (siglos XVIII-XX)”, en Gallego, J., Tres grandes cuestiones de la historia de Iberoamérica,
Madrid, Fundación Ignacio Larramendi, 2011, CD-ROM, p. 30.

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CIUDAD Y TERRITORIO EN LAS MISIONES JESUÍTICAS DE INDIOS GUARANÍES

Fig. 6. Pueblo de San Juan Bautista (Brasil). Vestigios del muro lateral del templo. Pablo Ruiz, 2013.

Fig. 7. San Miguel (Brasil). Ruinas de la iglesia, colegio y cementerio vistos desde la plaza.
Pablo Ruiz, 2012.

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PABLO RUIZ MARTÍNEZ-CAÑAVATE

Este sentido religioso presidiría la reducción desde el instante en que


se decidía el emplazamiento. Así lo narra Sepp cuando explica que en la
fundación de San Juan colocaron un madero muy grande en lo alto de la
colina como símbolo de la victoria del cristianismo y de la expulsión de los demonios
infernales (…).18 Del mismo modo para la repartición de tierras el sacerdote
bendijo cada sector y marcó la separación con mojones o cruces.19
El concepto barroco de la participación de la sociedad alcanzaba su
cénit en las fiestas, pues los guaraníes contribuían ofreciendo sus perte-
nencias para engalanar la doctrina y transformaban la imagen de las plazas
al erigir arcos de triunfo, enramadas, etc.20 Además de ser parte activa de
las orquestas, obras de teatro y danzas.
Por otro lado, y a pesar de utilizar todos los recursos disponibles para
la transmisión del mensaje cristiano, los misioneros procuraron evitar una
ruptura brusca con la cosmovisión y el hábitat guaraní, lo cual dio como
resultado la inclusión de la naturaleza en el contexto del pueblo, por ser
un elemento esencial en la vida de los indígenas. Su presencia no se limitó
a elementos como la huerta o las estancias, sino que en el propio núcleo
se introdujeron arboledas y se optó por calles amplias que permitieran
el contacto visual con el entorno selvático [fig. 8].21
Por tanto concluimos en la inexistencia de un modelo referencial
para la formación de estos trazados, ya que fueron muchos los conceptos
que intervinieron y que permitieron el crecimiento en plena selva de ver-
daderas ciudades, las cuales alcanzaron un desarrollo extraordinario para
la época a nivel social, organizativo, artístico, etc. Se discute sin embargo
si es apropiada la utilización del término “ciudad” al referirse a ellas, pues
los economistas consideran esencial la presencia de un mercado interno
para otorgar tal categoría.22
Bajo nuestro punto de vista, una de las claves que permitió que
este engranaje tan perfecto siguiera en marcha fue el aislamiento de los
pueblos. Se trata de un tema que en su momento creó agrias polémicas,
pero que estaba totalmente justificado pues los jesuitas habían constata-
do en Juli (Perú) los problemas surgidos por el contacto directo de los
indios con sus vecinos españoles. Además los misioneros contaban en

18
Furlong, G., Antonio Sepp, S.J. y su ‘Gobierno temporal’ (1732), Buenos Aires, Theoria, 1962,
p. 195.
19
Ibidem, pp. 204-207.
20
Levinton, N., La arquitectura jesuítico-guaraní: una experiencia de interacción cultural, Buenos
Aires, SB, 2008, p. 163.
21
Gutiérrez, R., “La planificación alternativa en la colonia. Tipologías urbanas de las misio-
nes jesuíticas”, en Bonet, A., Urbanismo e historia urbana en el mundo hispánico, Madrid, Universidad
Complutense, 1985, pp. 627-649, espec. p. 637.
22
Ibidem, pp. 627-628.

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CIUDAD Y TERRITORIO EN LAS MISIONES JESUÍTICAS DE INDIOS GUARANÍES

Fig. 8. La naturaleza siempre estuvo presente en el ámbito de la reducción. Conjunto de viviendas


en Trinidad (Paraguay). Pablo Ruiz, 2012.

este sentido con el respaldo de una legislación indiana que en repetidas


ocasiones refutó la necesaria separación de españoles e indios.23 Aun así,
en las misiones jesuíticas no se produjo un hermetismo total, como lo
demuestra la presencia de tambos o albergues en algunos de los pueblos
para recibir a comerciantes foráneos. La norma establecía que los mer-
caderes podrían pasar un máximo de tres días en cada reducción y que
las negociaciones habrían de realizarse bajo la supervisión del cura, con
el único objetivo de evitar engaños.

El dominio territorial: sistemas de comunicación y establecimientos


agropecuarios

De esta manera describió el naturalista francés Bonpland la región


misionera: todos los pueblos de Misiones se encuentran bajo un clima hermo-
sísimo, preferible en todo al tan celebrado de la Italia. La mayor parte de su
terreno se compone de tierras coloradas muy fértiles; ofrece llanuras más o menos
extensas, cortadas por lomas más o menos elevadas, cerritos, algunos cerros de
consideración, bañados y arenales. Resulta que el clima y la naturaleza hacen
a esta porción hermosa de América susceptible de una multitud de especies de
plantas útiles, que sería difícil o imposible reunir en otro país, en igual superficie
de terreno.24
El viajero contemporáneo todavía puede comprobar el encanto de
estas tierras bañadas por el Uruguay y Paraná, caracterizadas por su rojizo

23
Furlong, G., Misiones y sus pueblos…, op. cit., pp. 292-293.
24
Ibidem, p. 188.

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PABLO RUIZ MARTÍNEZ-CAÑAVATE

Fig. 9. Plaza de la reducción de Loreto (Argentina). Pablo Ruiz, 2012.

Fig. 10. Jesús (Paraguay). Vista trasera del núcleo principal con la huerta en primer término.
Pablo Ruiz, 2012.

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CIUDAD Y TERRITORIO EN LAS MISIONES JESUÍTICAS DE INDIOS GUARANÍES

piso y por su extraordinaria fertilidad [figs. 9 y 10]. Las mismas habían sido
pobladas desde hacía mucho tiempo por parcialidades guaraníes, pero
antes de iniciar el proceso de reducción los misioneros Fields y Ortega
recorrieron dichos parajes, comunicando a sus superiores la idoneidad
de la región.25 Estas expediciones de reconocimiento del terreno fueron
habituales entre los padres de la Compañía y contribuyeron a un mejor
conocimiento cartográfico, ya fuera a través de descripciones de sus pro-
vincias o por medio de cartas geográficas más extensas.26
La estrategia seguida para lograr el dominio de un territorio tan
dilatado fue la ubicación de núcleos poblacionales separados entre sí por
una distancia que iría de dos a diez leguas dependiendo de los casos,
según lo explica Cardiel,27 y creando una red de comunicaciones que
permitiera su interconexión.
La descripción de Cardiel hace referencia a las conexiones terrestres
apuntando la existencia de capillas cada cinco leguas que normalmente
estaban custodiadas por una o dos casas de indios, y contaban además
con aposentos para pernoctar en caso de que fuera necesario.28 No de-
bemos olvidar que pese al relativo aislamiento de las misiones, la región
era atravesada por una importante vía comercial coincidente con los
pueblos situados al oeste del Paraná, y que al mismo tiempo ejercía por
el este de espacio fronterizo con los problemáticos vecinos portugueses.
Así pues, la presencia de estas capillas otorgaría una mayor seguridad en
los desplazamientos.
Entre los requisitos que Diego de Torres estableciera en sus Instruc-
ciones resultaba vital la disposición de agua y en efecto la gran mayoría de
los pueblos surgieron en torno a los ríos Paraná, Uruguay y Tebicuary, o
en alguno de sus afluentes. Según los casos, se levantarían en la misma
orilla (Yapeyú, San Javier, La Cruz o Candelaria), o a escasos kilómetros
de ella (San Ignacio Miní o Loreto). La disposición de acequias, pozos
y represas hizo posible que el agua llegase a cualquier espacio, constitu-
yendo otra muestra del desarrollo alcanzado por los misioneros en estas
tierras29 [fig. 11].
La situación de los dos grandes cursos fluviales, Uruguay y Paraná,
era muy disímil en cuanto a las posibilidades de empleo por parte de los
jesuitas e indígenas. Por un lado, el Uruguay, debido a accidentes geográ-

25
Ibidem, p. 29.
26
Alcalá, L., Fundaciones jesuíticas en Iberoamérica, Madrid, El Viso, 2002, p. 57.
27
Furlong, G., Misiones y sus pueblos…, op. cit., p. 188.
28
Véase nota nº 27.
29
Sánchez Negrete, A. y Valenzuela, M., “La incidencia del agua en la experiencia misio-
nal jesuítica guaraní”, en AA. VV., Actas de las XIV Jornadas Internacionales sobre Misiones Jesuíticas, San
Ignacio de Velasco (Bolivia), 2012, CD-ROM, p. 6.

271
PABLO RUIZ MARTÍNEZ-CAÑAVATE

Fig. 11. La fuente misionera, situada en las afueras de San Miguel (Brasil),
refleja las cualidades escultóricas de los guaraníes. Pablo Ruiz, 2012.

Fig. 12. Río Uruguay. Cruce entre los municipios de San Javier (Argentina),
antiguo poblado jesuítico, y Porto Xavier (Brasil). Pablo Ruiz, 2013.

272
CIUDAD Y TERRITORIO EN LAS MISIONES JESUÍTICAS DE INDIOS GUARANÍES

ficos que dificultaban su navegabilidad, tales como los Saltos de Moconá


al norte o el Salto del Uruguay al sur, posibilitaba un uso casi exclusivo
por parte de las misiones [fig. 12]. Muy diferente sería la coyuntura del
Paraná, ya que el hecho de conectar ciudades como Corrientes, Santa Fe
o Buenos Aires, provocaba un tráfico externo muy superior.30
Además de suministrar el agua necesaria para consumo, higiene
y regadíos, la localización de las doctrinas en las inmediaciones de los
ríos buscaba una mejor comunicación entre unas y otras, así como de
los pueblos con sus respectivas estancias, las cuales, como sucede en las
misiones del Uruguay, podían estar en la otra orilla, utilizándose los
numerosos pasos disponibles para el cruce. Sepp, en su relato del tras-
lado por el Uruguay que lo llevó de Buenos Aires a Yapeyú, describía
así las canoas utilizadas: se toman dos árboles tan fuertes como es posible, de
70 a 80 pies de largo por 3 a 4 de grosor. Éstos se atan entre sí a la distancia
de una hoja de cuchillo, de modo que las balsas parecen árboles flotantes. Sobre
este fundamento los indios colocan, de través, cañas de 12 pies de largo y 2
palmos de grosor, precisamente en la mitad de los troncos. Encima construyen
luego una choza o casita de paja y caña más delgada, tan grande que dos o tres,
y aun cuatro Padres, tienen lugar en ella.31 En el mismo relato, el tirolés
hace referencia a las ya mencionadas complicaciones de navegación por
el Uruguay, explicando cómo los indios se bajaban, desmontaban las
embarcaciones y las cargaban durante kilómetros, sin embargo agradece
estas dificultades pues impedían que los españoles entraran y abusaran
de los neófitos.32
A su vez, la cercanía de los cursos fluviales garantizaba una mejor
disposición defensiva, siendo un elemento determinante para la conti-
nuidad de las misiones en la época convulsa de las bandeiras, cuando en
la célebre batalla de Mbororé (1641) los guaraníes esperaron y sorpren-
dieron a las tropas de portugueses e indios tupíes que descendían por el
Uruguay. De hecho, tras el abandono de las regiones misionales periféricas
(Itatines, Guayrá y Tape) se producirá un repliegue y agrupación de los
poblados entre el Paraná y Uruguay con el fin de ocupar un espacio no
muy extenso, de aproximadamente catorce leguas, rodeado de ríos que
facilitasen su protección.
Pero centrándonos ahora en otro orden de cosas, debemos conside-
rar la ganadería como un pilar básico de la economía misionera, como
el verdadero sustento regular de las mismas, pues, como explica Furlong,

30
Ibidem, pp. 5-8.
31
Hoffmann, W., Relación de viaje a las misiones jesuíticas. Edición crítica de las obras del padre
Antonio Sepp S. J., Buenos Aires, EUDEBA, 1973, pp. 168-169.
32
Ibidem, p. 180.

273
PABLO RUIZ MARTÍNEZ-CAÑAVATE

supone un recurso menos variable que una agricultura siempre condicio-


nada por la meteorología o por las plagas de langosta.33
En este sentido, las vaquerías que se establecieron en la segunda
mitad del XVII en la ribera oriental del Uruguay hicieron posible el sumi-
nistro de ganado para las doctrinas en un primer momento. La vaquería
del Mar, llamada así por encontrarse su límite en las proximidades del
Atlántico, empezó a funcionar en 1673, pero pronto surgieron problemas
con los españoles de Buenos Aires y Santa Fe, así como con los portugue-
ses del Tape.34 Previendo el provincial Lauro Núñez el agotamiento de
la primera, decidió formar la vaquería de los Pinares (1705), la cual se
logró mediante un esfuerzo colectivo al donar cada pueblo un total de
2000 cabezas de ganado [fig. 13].35
El sistema de las vaquerías comunitarias convivió durante un tiempo
con la presencia de algunas estancias pertenecientes a un único pueblo,
como la de San Javier (fundada en 1657) o la de Yapeyú (en 1690),36
hasta que finalmente se vieron sustituidas y cada pueblo dispuso de una
propia. Sin embargo, no todas tuvieron el mismo tamaño e importancia,
destacando notablemente las de Yapeyú y San Miguel, seguidas por las
de San Borja, San Nicolás, San Lorenzo, San Luis o San Javier [fig. 14].
En efecto, las reducciones del Uruguay presentaban estancias mayores,
ubicadas en su lado oriental, pero esta descompensación no debió supo-
ner un perjuicio para los pueblos del Paraná si atendemos a la excelente
organización económica diseñada por los padres, pensada en términos
comunitarios y de búsqueda de una especialización laboral para cada
doctrina; así pues, mediante intercambios no monetarios cada misión
obtendría lo necesario para su correcto funcionamiento.
Dentro de las estancias Maeder establece una distinción entre las
de cría, llevadas por capataces criollos o negros, las cuales disponían de
austeras instalaciones, y otras más pequeñas destinadas a animales de
servicio como caballos, mulas, vacas lecheras o vacuno para alimentación,
ubicadas en las cercanías de los pueblos.37
Furlong especifica que cada estancia tendría unos diez, quince o
incluso más puestos, dotados cada uno por cinco o diez rodeos, además
de ranchos, arboledas, huertas y casitas en las que vivirían de cinco a diez
familias junto al indio capataz o mayordomo. Añade el investigador que

33
Furlong, G., Misiones y sus pueblos…, op. cit., p. 402.
34
Ibidem, p. 403.
35
Ibidem, pp. 403-406.
36
Maeder, E. y Gutiérrez, R., Atlas territorial…, op. cit., p. 25.
37
Maeder, E., Aproximación a las misiones guaraníticas, Buenos Aires, Universidad Católica
Argentina, 1996, p. 78.

274
CIUDAD Y TERRITORIO EN LAS MISIONES JESUÍTICAS DE INDIOS GUARANÍES

Fig. 13. Mapa en el que se aprecia la ubicación Fig. 14. Las estancias misioneras ocuparon
de las vaquerías misioneras. Fuente: Maeder, E. una extensión excepcional, especialmente en la
y Gutiérrez, R., Atlas territorial…, op. cit., región oriental del Uruguay. Fuente: Maeder,
p. 24. E. y Gutiérrez, R., Atlas territorial…, op. cit.,
p. 26.

en uno de los puestos se situaba la capilla mayor, donde estaría el padre


estanciero, mientras que el resto presentaban capillas menores.38
En 1784, cuando los jesuitas llevaban más de quince años expulsados,
la estancia de Yapeyú contaba con ochenta mil cabezas de ganado, cal-
culándose el consumo medio para un pueblo de unos dos mil indios en
torno a las treinta o cuarenta diarias.39 Estos contundentes datos reflejan
la importancia que la actividad ganadera tuvo para la sociedad jesuítico-
guaraní.
Por su parte, en la agricultura se distinguía una producción para
consumo propio de las misiones, fundamentalmente de maíz, frutas, man-
dioca y trigo; mientras que el algodón, tabaco y sobre todo la yerba mate
reportaban grandes beneficios mediante su exportación.40 El comercio de
estos géneros era controlado por los religiosos y tenía lugar en las pro-
curadurías de las ciudades de españoles, como Santa Fe y Buenos Aires.

38
Furlong, G., Misiones y sus pueblos…, op. cit., p. 410.
39
Gutiérrez, R., Evolución urbanística…, op. cit., p. 117.
40
Ibidem, p. 119.

275
PABLO RUIZ MARTÍNEZ-CAÑAVATE

Fig. 15. Plano de San Juan Bautista del Archivo General de Simancas.
Detalle de la huerta principal.

Aunque el padre Escandón afirma que las sementeras no estarían


muy lejos de las reducciones, las plantaciones de yerba y tabaco, por pre-
cisar de estufas y con el objetivo de evitar incendios, sí se ubicarían a una
distancia considerable.41 Un caso diferente sería el de la huerta principal,
como sabemos localizada detrás del núcleo formado por la iglesia, colegio
y cementerio. En ella se cultivaban diferentes frutos, hierbas y flores, al-
gunos de los cuales serían importados de Europa, como lo expresa Sepp
en sus crónicas, especificando que llevó en el barco un jardincito para
cultivar diferentes especies en Paraguay [fig. 15].42
La yerba mate, como explicamos más arriba, otorgó grandes bene-
ficios a las misiones, pero también numerosas contrariedades con los
encomenderos españoles. Cuando los jesuitas llegaron a la Paracuaria
se mostraron reacios a esta infusión que los indios consumían de forma
casi adictiva, sobre todo por el método que hasta el momento se había
empleado para conseguirla, el cual consistía en el envío de indígenas al
paraje de Maracayú, ubicado a más de ciento veinte leguas de Asunción
y de las misiones. El sometimiento a durísimas condiciones de trabajo en

41
Ibidem, p. 128.
42
Hoffmann, W., Relación de viaje…, op. cit., p. 132.

276
CIUDAD Y TERRITORIO EN LAS MISIONES JESUÍTICAS DE INDIOS GUARANÍES

Fig. 16. Planta de yerba mate. Trinidad (Paraguay). Pablo Ruiz, 2012.

Fig. 17. Templo de Jesús (Paraguay). A esta reducción le sorprendió el extrañamiento de la Compañía
inmersa en el proceso de traslado a un nuevo emplazamiento. La iglesia, como el resto del pueblo,
quedaron inconclusos. Pablo Ruiz, 2012.

277
PABLO RUIZ MARTÍNEZ-CAÑAVATE

ocasiones acababa con la muerte del indio. No obstante, los misioneros


cambiaron su parecer, como lo demuestra un memorial redactado por
el padre José de Arce en 1704 en el que relata las bondades de la Ilex
paraguarensis.43
El propio Arce tuvo mucho que ver en la creación de yerbales en el
entorno de los pueblos con el objetivo de evitar estos terribles desplaza-
mientos. Si bien en un primer momento el producto resultante no podía
competir con la yerba caaminí de Maracayú,44 hacia 1720 se logró la ca-
lidad suficiente para sustituirla [fig. 16].45 Precisamente aquí empezaron
las infinitas denuncias de los vecinos españoles, quienes molestos por no
poder disponer de unos indios que hasta el momento habían trabajado
como esclavos a su servicio, acusaron a la Compañía de monopolizar el
mercado y de explotar a los guaraníes. Finalmente las autoridades hispá-
nicas establecieron un límite de producción de 12.000 arrobas anuales
para el conjunto de los treinta pueblos.46
El Tratado de Madrid (1750), seguido de la Guerra Guaranítica y la
definitiva Expulsión de la Compañía marcaron el declive de las misiones
jesuíticas del Paraguay. El lugar de los misioneros lo ocuparían ahora
administradores seculares que nada entendían de conceptos como la so-
lidaridad o de una organización global basada en intercambios. A nivel
doctrinal, los religiosos de otras órdenes nunca representaron para los in-
dios lo que los jesuitas habían supuesto, de hecho, con bastante frecuencia
los nuevos párrocos desconocían el idioma guaraní. Fue necesario poco
tiempo para destruir la utópica obra que los discípulos de San Ignacio
desarrollaron en más de siglo y medio [fig. 17]. Basta repasar la caótica
contabilidad de los pueblos en los años inmediatamente posteriores a
la Expulsión para comprobar que ni los doctrineros escondían minas
de oro ni explotaban a los guaraníes, el éxito residía exclusivamente en
una cuidada organización de los recursos acompañada por una entrega
absoluta a la evangelización.

43
Furlong, G., Misiones y sus pueblos…, op. cit., pp. 415-416.
44
Existían dos tipos de yerba: la caaminí, de mayor calidad, y la de palos, que presentaba un
valor inferior en el mercado.
45
Gutiérrez, R., Evolución urbanística…, op. cit., p. 118.
46
Furlong, G., Misiones y sus pueblos…, op. cit., p. 419.

278
Identidad y globalización en las fachadas jesuitas de Pekín
en el siglo XVIII

Pedro Luengo*
Universidad de Sevilla

La cuestión del choque de civilizaciones en la Edad Moderna es un


tema recurrente en las actuales discusiones de la historia cultural.1 Parte
fundamental de esta problemática supone delimitar la concepción de
pertenencia a una comunidad, especialmente redefinida por la confron-
tación con identidades diferentes. Así, como afirma Elliott en un reciente
trabajo, la devoción a la patria (…) era una característica común de los europeos
de la época.2 Este sentimiento de pertenencia a un estado, o parte de él,
prólogo de futuros fenómenos de definición de una identidad, se rastrea
con cierta dificultad en el espacio europeo, teniendo una expresión mu-
cho más clara en los territorios situados en los márgenes de la presencia
occidental. Así, el siglo XVIII en Pekín supone un caso excepcionalmente
significativo para el estudio de los fenómenos globalizadores y sus conse-
cuencias en la expresión de la identidad por parte de los grupos extran-
jeros allí residentes. A diferencia de otras capitales del mundo, tales como
Estambul, Isfahán, Calcuta, Moscú, o incluso las occidentales, el compo-
nente extranjero en la corte china fue común en buena parte del siglo
XVIII, obligando a identificar y destacar rasgos diferenciadores. Hasta el
momento, la presencia de europeos, fundamentalmente misioneros de la
Compañía de Jesús, ha sido analizada como un grupo homogéneo. De la
misma forma, su producción artística y arquitectónica ha sido interpre-
tada como un encuentro entre Occidente y Oriente, sin entrar a valorar
las diferencias internas entre los propios jesuitas. Durante este estudio
se pretende abordar la construcción de dos iglesias de la Compañía en
Pekín a principios del siglo XVIII, la fundación francesa de Beitang 北堂
y la portuguesa de Nantang 南堂.
La interpretación de sus fachadas como expresiones de una identidad
requiere abordarlas desde varias perspectivas para llegar finalmente a con-
clusiones comunes. En primer lugar resulta fundamental valorar las fuentes

* Investigador ASEC (VPPIUS). Universidad de Sevilla.


1
Así lo afirma Subrahamanyam en su reciente prefacio a la edición francesa de sus conferencias
de Jerusalén de 2006 (Subrahmanyam, S., Comment être un étranger. Goa-Ispahan-Venise — XVIe-XVIIIe
siècle, Paris, Alma, 2013, p. 19).
2
Elliott, J. H., Haciendo Historia, Madrid, Taurus, 2012, p. 73.

279
PEDRO LUENGO

textuales sobre su construcción. Aunque ha sido publicada en algunos


casos, su revisión desde esta perspectiva aporta importantes novedades a la
discusión. El contexto diplomático en el que se mueve Pekín a lo largo del
siglo XVIII con respecto a Europa debió influir en la expresión de ambas
construcciones, más allá de las particularidades específicamente jesuitas.
En segundo lugar, se analizarán las representaciones gráficas conservadas
de estos templos. De esta forma se podrán sondear los modelos en los que
pudieron estar inspiradas. Además, por medio de levantamientos virtuales
se pueden incorporar a la discusión otras cuestiones como la incidencia
lumínica. Con todo esto se intenta demostrar que los planteamientos ar-
quitectónicos de la Compañía de Jesús en Pekín no fueron homogéneos,
y aún menos aleatorios. Cuestiones como el acceso a modelos europeos,
la formación previa de los arquitectos responsables, o el simple gusto de
la comunidad en ese momento deben tenerse en cuenta como aspectos
menos relevantes en el resultado final. Por el contrario resultan funda-
mentales aspectos como la expresión de una identidad nacional y en cierta
medida la propia de la congregación religiosa.

La presencia europea en Pekín a principios del siglo XVIII como un


problema nacional

Las décadas finales del siglo XVII suponen un momento de desarrollo


para las relaciones diplomáticas entre el imperio Qing y Europa.3 Desde
las embajadas holandesas en primer lugar de Peter de Goyer y Jacob de
Keyser (1656), y posteriormente de Pieter van Hoorn (1667), el envío de
emisarios europeos fue constante, lo cual no sucedió en ningún caso en
el otro sentido. A las dos holandesas, con evidentes intereses económi-
cos, Portugal respondió con otras dos, lideradas por Manoel de Saldan-
ha (1668-1669) y Bento Pereira de Faria (1678). En 1662, Francia y la
China del emperador Kangxi 康熙 comienzan a desarrollar los primeros
contactos. Frente a la frenética actividad de la segunda mitad del siglo
XVII, el siglo XVIII fue mucho más parco en intercambios diplomáticos.
Ya desde las primeras décadas se caracterizó por la controversia de los
Ritos Chinos, que llevó a Pekín la embajada papal de Carlo Ambrogio
Mezzabarba (1720-1721). Vinculando el problema religioso con el diplo-
mático se desarrolló la tercera embajada portuguesa a China dirigida por
Francisco de Asís Pacheco de Sampaio (1753).

3
Cranmer-Byng, J. L. y Wills, J. E. Jr., “Trade and Diplomacy with Maritime Europe, 1644-c.
1800”, en Wills, J. E. Jr (ed.), China and Maritime Europe, 1500-1800: Trade, Settlement, Diplomacy, and
Missions, Nueva York, Cambridge University Press, 2011, pp. 183-254.

280
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LAS FACHADAS JESUITAS DE PEKÍN EN EL SIGLO XVIII

Fig. 1. Église du Beitang en vue plongeante, avec personnages en procession dans


les jardins du Palais impérial (Bibliothèque Nationale de France, département Estampes
et photographie, Reserve Musee Tab-11).

281
PEDRO LUENGO

Además de las cuestiones comerciales, el tema religioso fue siempre


destacado en las relaciones sino-europeas. China, aunque no llegó a ser
nunca un territorio ocupado por Portugal, sí quedaba bajo su adminis-
tración religiosa y por tanto dependía del Padroado desde la fundación
de Macao. Sólo algunas zonas del Sureste quedarían fuera de su juris-
dicción, curiosamente aquellas áreas que serían administradas más tarde
por dominicos españoles.4 De ahí que la responsabilidad de construir
edificios religiosos católicos en la capital china dependiera del rey por-
tugués. A partir de 1659 comienzan las primeras divergencias, ya que
la Congregación de Propaganda Fide creaba sus Vicariatos Apostólicos
de Indochina, bajo los cuales se encontraban algunos territorios chinos,
lo que llevó a una primera reclamación del Patronato portugués.5 En
1682, Inocencio XI plantea una nueva organización erigiendo diócesis
patronales en China.6 Finalmente Alejandro VIII creaba la diócesis de
Nankín y la de Pekín, ambas bajo el Patronato portugués. El conflicto
se solucionó en un primer momento con la firma de un nuevo acuerdo
entre Portugal y la Santa Sede en 1696. Esta compleja situación diplo-
mática a tres bandas, entre Portugal, Propaganda Fide y el papado, se
mantuvo durante todo el siglo XVII, hasta que en 1683 el primer jesuita
de las Missions Étrangères consiguió entrar en China con la aprobación de
Roma. Con él se planteaba un cuarto elemento que sería fundamental
en las próximas décadas.
A finales del siglo XVII el poder diplomático de Francia era muy
superior al de Portugal. La apuesta de Luis XIV fue difícilmente rebatida
por las posiciones lusas que vieron como al colegio portugués fundado
por la Compañía de Jesús en Pekín en 1605, se unía en 1694 una segunda
fundación francesa.7 El templo debió iniciarse casi de forma inmediata, ya

4
El Tratado de Zaragoza (1529) hizo con Asia lo que el de Tordesillas (1479) había hecho
con América. Mientras el segundo se vio cumplido en gran medida, el primero tuvo que lidiar con
interpretaciones cartográficas. Así, las Filipinas o Formosa, que quedarían de lado portugués, fueron
españolas. Solo así puede justificarse la presencia española en el Fujian 福建, recientemente estudiado
en sus aspectos religiosos en Menegon, E., Ancestors, Virgins, and friars. Christianity as a local religion
in Late Imperial China, Cambridge, Harvard University Press, 2009.
5
Santos Hernández, Á., Jesuitas y obispados. Los jesuitas Obispos Misioneros y los Obispos Jesuitas
de la Extinción, vol. II, Madrid, Universidad Pontificia de Comillas, 2000, pp. 137-138.
6
El Breve Illis quae ad felicem con fecha de 16 de marzo de 1682 fue conocido en China mu-
cho más tarde, creando nueve provincias chinas: Guangdong, Guangxi, Yunnan, Sichuan, Guizhou,
Fujian, Jiangxi, Huguang y Zhejiang.
7
En este contexto deben entenderse las futuras críticas a la falta de apoyo de Clemente
XII (1730-1740). Tutti li mo/narchi devono cooperare p(er) la / propagazione della fede / evangelica, ma
sa’tutto il / mondo, che il re d(on) Giovanni /88 v/ Quinto di Portogallo è solo / quello, che levo’ fuori
l’im/pegno p(er) il vantaggio della / Chiesa cattolica. Lo ha’spe/rimentato bene l’imperatore / della China
[Biblioteca Casatanense Miscellanea di scritti vari, Mss. 2882, 88 r-90 r. Apéndice documental,
documento nº 3].

282
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LAS FACHADAS JESUITAS DE PEKÍN EN EL SIGLO XVIII

Fig. 2. Fernando Buonaventura Moggi. Proyecto de decoración exterior de la iglesia de Nantang


(Pekín) [Arquivo Histórico Ultramarino do Instituto de Investigaçao Científica Tropical].

que en 1699 se había comenzado su decoración pictórica.8 La consagra-


ción de la iglesia francesa el 9 de diciembre de 1703,9 llevó a iniciar en el
mismo año la renovación del edificio portugués, ya entonces catedral. La
obra se financió con donaciones del emperador chino, siendo consagrada
el 5 de mayo de 1711.10 Aunque estos datos fueran ciertos, el templo no
se completó hasta mucho después. Moggi ya informó en 1729 de que las
torres no se habían iniciado.11. En la misma línea, Giuseppe Castiglione
(1688-1766) seguía quejándose por la falta de fondos para su conclusión

8
“Carta del padre Bouvet al padre de la Chaiza, confesor del rey. Pekín, 30 de noviembre de
1699”, en Cartas edificantes y curiosas, vol. II, Madrid, 1753, pp. 81-82. Citada por Muñoz Vidal, A.,
“Pintores jesuitas en la Corte china (siglos XVII y XVIII)”, Revista Española del Pacífico, 7, 1997, pp. 85-98.
9
Corsi, E., “Pozzo’s Treatise as a Workshop for the Construction of a Sacred Catholic Space
in Beijing”, en Bösel, R. y Salviucci Insolera, L., Artifizi della Metafora. Saggi su Andrea Pozzo, Roma,
Artemide Edizioni, 2011, p. 241.
10
Así lo afirma Francisco da Fonseca en una carta a la Duquesa de Aveiro [Wang, L. y Fangji,
M., “I disegni architettonici di una chiesa gesuita del diciottesimo secolo a Pechino (Nantang-Chiesa
del Sud): Analisi e ricostruzione”, p. 4, documento de trabajo colgado en http://archiv.ub.uni-
heidelberg.de/artdok/volltexte/2012/2023].
11
Li due canpaniletti laterali alla facciata non sono hancora in opra / per che nel tempo che si fabri-
cava la medesima facciata mancharano/ materiali e argento, e succesicamente restarono a dietro per dar luo/go
ad altre cose stimate piu necesarie (Carta de Fernando Buonaventura Moggi, ARSI, Jap-Sin., 184, f. 41 r-v.
Apéndice documental, documento nº 1).

283
PEDRO LUENGO

en 1733.12 Por desgracia, un terremoto y un incendio destruyeron la cons-


trucción el 14 de febrero de 1775, siendo reconstruida al año siguiente
por el emperador Qianlong.13 Por tanto, el proyecto nacía con importantes
condicionantes que hasta el momento no han sido abordados detenida-
mente. En primer lugar se trataba de la construcción más representativa
de Portugal en Pekín, y podría considerarse como un referente de los
esfuerzos lusos por permanecer en China, por lo que debió controlarse
expresamente por la corte portuguesa. Resulta previsible que de alguna
manera debía diferenciarse de la vecina construcción francesa. Además,
en segundo lugar, se trataba de una fundación jesuita, como Beitang 北堂,
con sus particularidades funcionales y con sus rasgos identificativos, que
debían ser bendecidos desde Roma. En tercer y último lugar, era un edi-
ficio previsto para atraer a la población china y debía introducirse en el
entramado urbano y cultural asiático. A partir de estos tres ejes se revisará
la documentación conservada para sondear las soluciones propuestas.

Aspectos franceses en la construcción de Beitang

La arquitectura jesuita del siglo XVIII se inaugura en Pekín con la


construcción de Bei Tang 北堂. Hasta fecha reciente, la documentación
gráfica y textual sobre su aspecto era especialmente escasa. Sólo se con-
taba con una propuesta hipotética de planta publicada por Dehergne.14
Posteriormente, con la publicación de una vista general del templo en
un trabajo de Golvers y su relectura en uno más reciente de Corsi, se ha
venido avanzando en la interpretación del templo.15 El documento que
ha despertado este interés reciente en la construcción es una acuarela
conservada en la Biblioteca Nacional de Francia, donde debió llegar
enviada desde Pekín para su conocimiento en la corte francesa.16 Como
ocurrirá poco después en la arquitectura francesa en Pondicherry, las
Mission étrangères plantean en Pekín un edificio con referencias parisinas

12
P(er) la redificazione / di questa Chiesa del Coll(egio) possa sr. Servirsi p(er) / la medesima opera,
d’alcun denaro pertenente a / queste residenze, e coll(egii) piu abbondanti, visto, che / di presente non hanno
soggetti p(er) sostentare, e la / necesittá esser tale [Carta de Castiglione, ARSI, Jap-Sin., 184, f. 135 r. Apén-
dice documental, documento nº 2].
13
Corsi, E., “Pozzo’s Treatise...”, op. cit., p. 240. Véase también Wang, L. y Fangji, M., “I
disegni architettonici...”, op. cit., p. 5.
14
Dehergne, J., Repertoire des Jesuites de Chine de 1552 a 1800, Roma, Institutum historicum
S. I., 1973.
15
Golvers, N., The Astronomia Europaea of Ferdinand Verbiest, S. J. (Dillingen, 1687): Text, trans-
lation, notes and commentaries, Nettetal, Steyler Verlag, 1993, fig. 43. Citado en Corsi, E., “Pozzo’s
Treatise...”, op. cit., p. 243.
16
Église du Beitang en vue plongeante, avec personnages en procession dans les jardins du Palais impérial
(Bibliothèque Nationale de France, département Estampes et photographie, Reserve Musee Tab-11).

284
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LAS FACHADAS JESUITAS DE PEKÍN EN EL SIGLO XVIII

Fig. 3. Fernando Buonaventura Moggi. Proyecto de decoración interior de la iglesia de Nantang


(Pekín) [Arquivo Histórico Ultramarino do Instituto de Investigaçao Científica Tropical].

y jesuitas: la iglesia de San Pablo y San Luis, obra de 1621-1647 de Étien-


ne Martellange y François Derand.17 El caso pekinés renuncia al tercer
cuerpo, y al frontón curvo de la portada, pero retoma las columnas
pareadas, propuesta que ya está en el Palacio del Louvre. De la misma
forma renuncia a colocar escultura en los nichos, que son sustituidos por
floreros. Este aspecto francés de Beitang 北堂 se sustenta en el esfuerzo
de Luis XIV por contar con un buen elenco de artistas que garantizaran

17
Para un reciente estudio sobre Martellange, véase Sénard, A., “Étienne Martellange: Un
architecte de la Compagnie de Jésus en France au XVIIe siècle”, en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez
Fernández, J. y Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura jesuítica. Actas del Simposio Internacional,
Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2012, pp. 213-237.

285
PEDRO LUENGO

la correcta expresión de los modelos europeos en Pekín.18 En línea con lo


ocurrido poco después en Pondicherry, Francia apostó por trasladar mo-
delos europeos directamente a Asia solo con las necesarias adaptaciones
al clima.19 Aunque resulta probable que en la obra participaran artistas
chinos, y a pesar de que la construcción está adaptada a China, una fa-
chada marcadamente francesa debió interpretarse como una afrenta a la
larga actividad portuguesa en la capital china. Su inauguración en 1703
llevó a una respuesta lusa sorprendentemente rápida con el inicio de la
reconstrucción de Nantang 南堂.
Además, la acuarela recoge otros aspectos relevantes para la discu-
sión. La fachada de Beitang 北堂 estaba precedida por lo que puede ser
interpretado como un atrio, desde la tradición occidental, lo cual enca-
jaría con la tradición jesuita. Desde la perspectiva china es un patio de
un palacio urbano, en línea con lo que ya había adaptado Ricci en Pekín
como colegio jesuita a principios del siglo XVII.20 Pero además, desde la
perspectiva francesa lo que se plantea es un jardín en su propia tradición.
Aunque el atrio mantiene una vía procesional en el centro, flanqueándola
se plantean cuatro parterres con árboles en el centro y los extremos. La
propuesta parece mucho más cercana a los modelos franceses de Israel
Silvestre (1621-1691) que a los del Belvedere o la Villa Borghese romanas.
Así, este pequeño experimento de jardín europeo en Pekín se convirtió
en el principal antecedente de las propuestas jesuitas en los Xiyanglou
西洋楼 del Yuanmingyuan 圆明园.21
Estos rasgos muestran cómo un caso clásico de monarquía absolutista
como es el francés, decidió presentarse en Pekín a través de la Compañía
de Jesús, mostrando una estética definida que le era propia. El concepto
planteado resulta mucho más cercano a los modelos europeos, quedan-
do las referencias a la cultura china como elementos yuxtapuestos sobre
el esquema occidental. Incluso las particularidades jesuitas quedan aquí
limitadas al mínimo.

18
Aunque el diseñador del templo fue un italiano, Giovanni Gherardini, llegado a Pekín en
torno a 1699, con anterioridad había trabajado en Paris. Por fortuna se ha localizado una de sus
obras conservadas en la ciudad. Se trata del techo de una caja de escalera donde se representa una
“Apoteosis de San Luis”, formando parte de la actual iglesia de San Pablo y San Luis. Para más infor-
mación véase Schnapper, A., “Colonna et la “Quadratura”, en France à l’époque de Louis XIV, Bulletin
de la Societé de l’Histoire de l’Art Français, Paris, 1967. Otros pintores fueron enviador por el rey francés
a China para la construcción de Beitang.
19
Lafont, J.-M., Chita: cities and monuments of eighteenth-century India from French archives, Oxford,
Oxford University Press, 2001.
20
Luengo, P., “Arquitectura jesuita en Filipinas y China”, en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez
Fernández, J. y Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura jesuítica…, op. cit., pp. 523-540.
21
Zou, H., A Jesuit Garden in Beijing and Early Modern Chinese Culture, West Lafayette, Purdue
University Press, 2011.

286
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LAS FACHADAS JESUITAS DE PEKÍN EN EL SIGLO XVIII

Rasgos portugueses en el proyecto de Nantang

Si Beitang puede interpretarse como una especie de “pabellón fran-


cés” en Pekín, Portugal haría lo propio con una respuesta inmediata.22
Aunque la iglesia de Nantang siempre ha sido considerada como una
fundación portuguesa, hasta el momento no se ha planteado un análisis
formal de los proyectos que identifique sus elementos para apoyar tal
posibilidad. En primer lugar cabe decir que la arquitectura portuguesa
de principios del siglo XVIII queda definida por su heterogeneidad, fruto
del amplio territorio en el que se desarrollaba. Desde Oporto hasta Macao
pasando por el Amazonas, Portugal seguía manteniendo una intensa y
novedosa actividad constructiva que conservaba ciertos rasgos identifica-
bles dentro de la adaptación al contexto. Pekín, vinculada al imperio por
Macao, quedaba unida a la metrópoli por una larga travesía que afectó
a la “imagen portuguesa” utilizada en Nantang. Así, tanto en su fachada
como en su interior pueden sondearse aspectos propios de tradiciones
portuguesas de diferentes zonas del globo, ofreciendo un interesante
resumen de la arquitectura lusa del momento.
El proyecto de la fachada de la iglesia de Nantang muestra una por-
tada flanqueada por dos torres de planta cuadrada y poca altura.23 Las
pilastras debían mantener el color de la piedra, mientras que los muros
permanecerían encalados. Esta solución puede encontrarse a principios
del siglo XVIII en las Azores, en casos como el de la iglesia de Ponta
Delgada, cuya fachada correspondería a 1739 aproximadamente.24 Muy
similar es también a la fachada posterior de la Orden Tercera de Santo
Domingo, de Salvador de Bahía (terminada en 1731). Frente a esta cierta
homogeneidad entre Brasil y la metrópoli, Goa plantea otras variantes
que debieron ser muy tenidas en cuenta a la hora de afrontar la obra

22
Esta idea está apuntada por un estudio precedente que pone en relación Nantang con la
iglesia lisboeta de São Vicente de Fora, así como otras iglesias portuguesas en la India, en referencia
a la planta. Durante esta investigación se presentará el tema más fundamentado en ejemplos más
cercanos cronológicamente al caso pekinés (Wang, L. y Fangji, M., “I disegni architettonici...”, op.
cit., p. 5).
23
La documentación gráfica sobre la iglesia de Nantang, formada por una planta, una vista
exterior y una interior, se conserva actualmente en el Arquivo Histórico Ultramarino do Instituto
de Investigaçao Científica Tropical. La publicación y primer análisis de estas vistas fue realizada por
Corsi, E., “La fortuna del Trattato oltre i confini dell’ Europa”, en Bösel, R. y Salviucci Insolera, L.
(eds.), Mirabili disinganni. Andrea Pozzo (Trento, 1642-Vienna, 1709). Pittore e architetto gesuita, Roma,
Artemide, 2010, pp. 93-102. Allí debió llegar, tras diferentes ubicaciones, como parte de la documen-
tación enviada desde China al rey portugués. A pesar de la relativa unidad entre las tres obras, se
han podido encontrar incongruencias que las recientes reconstrucciones virtuales no han solventado
ni señalado. Véase Wang, L. y Fangji, M., “I disegni architettonici...”, op. cit.
24
Quiero agradecer al Profesor Rui Lobo sus consideraciones sobre la arquitectura portuguesa
que se recogen en este estudio.

287
PEDRO LUENGO

Fig. 4. Portugal. Azores. Punta Delgada. Iglesia de Todos los Santos,


perteneciente al Colegio de la Compañía de Jesús. Fachada.

Fig. 5. Portugal. Portimão. Iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús. Interior.


Vista del altar mayor.

288
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LAS FACHADAS JESUITAS DE PEKÍN EN EL SIGLO XVIII

pekinesa.25 Las dos torres se habían reservado durante el siglo XVII a las
catedrales, pero ya en la India venían abordándose cambios en este sen-
tido.26 Algo similar a las torres puede decirse del remate central. Aunque
no se ha encontrado un modelo cercano en construcciones contempo-
ráneas portuguesas, parece claro que se trata de una reinterpretación de
los remates habituales en Bahía, que también existen en Portugal en este
momento.27 Lo que se plantea en Pekín es una reinterpretación a partir
de elementos clásicos, tales como las ménsulas invertidas que flanquean
el escudo de la Compañía.
En el interior los rasgos lusos vuelven a resultar llamativos. En pri-
mer lugar se trata de una iglesia de nave única con capillas laterales poco
profundas, como casi todas las iglesias jesuíticas portuguesas.28 Se trata de
una articulación espacial establecida ya en Portugal desde mediados del
siglo XVII con ejemplos como Portalegre, Faro o Angra (Azores). Como
es habitual en muchas iglesias jesuitas, estas capillas estaban comunicadas
entre sí, obligando a posicionar los altares perpendicularmente al altar
mayor.29 Pero esta ubicación tradicional impide la colocación de grandes
vanos en este muro, como muestra el alzado, ya que no permitiría desa-
rrollar un retablo siguiendo la tradición jesuita y portuguesa. Esto llevaría
a construir capillas muy luminosas, pero completamente alejadas de la tra-
dición europea en general y portuguesa en particular. Sobre estas capillas
podrían haberse incorporado unas tribunas, pero se prefirió insistir en la
necesidad de vanos de iluminación. En segundo lugar, en el tramo previo al
presbiterio se abren en los laterales dos grandes arcos que dan paso a dos
capillas más espaciosas. Estas capillas del transepto, donde puede verse una
adaptación portuguesa de la articulación del Gesù, tienen la misma altura
que la capilla mayor, lo cual ocurre en casos como Portimão. Más extraña
es la renuncia a colocar retablos flanqueando la capilla mayor, como era
común en Portugal. Por último, la capilla mayor es muy profunda, en
línea con lo que se plantea en la arquitectura portuguesa del momento.

25
Varela Gomes, P. y Lobo, R., “Arquitectura de los jesuitas en Portugal y en las regiones de
influencia portuguesa”, en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J. (coords.),
La arquitectura jesuítica…, op. cit., pp. 497-522. Otras obras importantes sobre la producción en Goa
son Pereira, J., Baroque Goa, Nueva Delhi, Books and Books, 1995; o Varela Gomes, P., Whitewash,
Red Stone. A History of Church Architecture in Goa, Nueva Delhi, Yoda Press, 2011.
26
Varela Gomes, P. y Lobo, R., “Arquitectura de los jesuitas en Portugal…”, op. cit., p. 516.
27
En estos casos se trata de remates en forma triangular con perfiles mixtilíneos. Se desarrollan
siempre en un único plano, a diferencia del caso chino.
28
Varela Gomes, P. y Lobo, R., “Arquitectura de los jesuitas en Portugal…”, op. cit., p. 513.
29
Así aparecen en la planta del proyecto. Para el problema de las capillas conectadas véase
Bösel, R., “La ratio aedificiorum di un’istituzione globale tra autorità centrale e infinità del territorio”,
en Álvaro Zamora, Mª I., Ibáñez Fernández, J. y Criado Mainar, J. (coords.), La arquitectura jesuítica…,
op. cit., pp. 39-69.

289
PEDRO LUENGO

Todo este análisis formal tendría menor fundamentación si la escasa


documentación conservada apuntara hacia otras interpretaciones. Por
el contrario, la lectura detenida de la carta de Ferdinando Bonaventura
Moggi (Florencia, 1684-Pekín, 1771), publicada parcialmente por Corsi,
insiste en esta interpretación.30 Moggi pretendía realizar solo una serie
del proyecto, que se enviaría a Roma, pero el provincial portugués, Do-
menico Pinheiro, le sugirió que se enviara también al rey portugués.31
Seguramente los problemas diplomáticos eran bien conocidos por esta
comunidad, sabedora además de que era la financiación lusa una de
las contribuciones fundamentales al proyecto. El escaso control que el
gobierno portugués ejerció tradicionalmente sobre las construcciones
asiáticas llevaría a pensar que el envío de la documentación no retrasaría
la construcción del edificio con una contrapropuesta.32
Si el carácter portugués puede rastrearse en la arquitectura del
edificio, algo similar puede decirse de su mobiliario, del que apenas se
tienen datos. Sí se ha podido saber que la reina María Ana de Austria
(1683-1754), reina consorte de Portugal como esposa de Joao V, al igual
que envió a la iglesia de los jesuitas de Goa lo que había traído de Viena en
oro, plata y pedrería, también colaboró con la obra pekinesa. En este caso se
hizo cargo de (…) adornar los altares, aumentando sus alhajas con una colgadura
de exquisito trabajo, y franjas de plata de mucho peso: y para que su religiosísima
piedad resonase en los últimos términos de la Asia, regaló a la misma iglesia con
un magnífico órgano, embutido hermosamente de marfil, y plata.33 Nada de todo
esto ha quedado, y ni siquiera han podido encontrarse referencias a su
localización en Nantang a través de descripciones. En cualquier caso, se
trata de un caso más de la preocupación de la monarquía portuguesa
por quedar representada en puntos fundamentales de su imperio, en
este caso Goa y Pekín.
A partir de esta lectura, parece claro que la obra portuguesa preten-
día ofrecer un ejemplo de la identidad. Portugal puede considerarse en
este momento una monarquía compuesta, de forma similar a un mundo
británico lógicamente sin representación religiosa en Pekín, o al impe-

30
Corsi, E., “Pozzo’s Treatise...”, op. cit.
31
Il / P(adre) Domenico Pinheiro superior di questa residenza, mi suggeri come li pa/reva molto von-
veneude che hancora si mandassino li disegni della medema / Chiesa al serenísimo re di Portogallo [Carta de
Fernando Buonaventura Moggi, ARSI, Jap-Sin., 184, f. 41 r. Apéndice documental, documento nº 1].
32
Mientras que Francia, Holanda o España sometieron a un significativo control de sus cons-
trucciones en sus asentamientos asiáticos, esto no ha podido comprobarse de la misma manera en el
caso portugués. Los archivos lusos, menguados y aún por descubrir en gran parte, parecen ofrecer
pocos fondos de proyectos arquitectónicos en comparación con los tres países citados.
33
Ritter, J., Vida y virtudes de la serenísima señora Doña María Ana, Madrid, Antonio Marín,
1757, pp. 223-224.

290
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LAS FACHADAS JESUITAS DE PEKÍN EN EL SIGLO XVIII

rio hispánico, preocupado a principios del siglo XVIII por la Guerra de


Sucesión (1701-1713). Aunque China no quedaba bajo su administración
gubernamental sí era su responsabilidad doctrinal. Por ello, las construc-
ciones allí levantadas deberían haber evidenciado la misma complejidad
cultural de su territorio. Así lo portugués está presente en Nantang de la
misma forma que lo está la arquitectura de Salvador de Bahía, e incluso
la producción de lo que se ha llamado la Goa barroca.

Arquitectura jesuita como representación portuguesa y francesa.

Por lo comentado, puede observarse hasta qué punto los estados


europeos eran conscientes de sus estilos particulares y cómo se conside-
ró un arma diplomática a tener en cuenta. Pero la discusión no puede
zanjarse como una disputa franco-portuguesa, ya que la mayoría de los
responsables de las obras eran de origen italiano además de jesuitas, a lo
que habría que unir las propias particularidades de la población china,
en calidad de artistas, patronos y feligreses. Por ello, es necesario rastrear
cómo estos misioneros fueron capaces de introducir modelos adquiridos
durante su formación e incluirlos en una obra representativa de otra
identidad. Moggi, un florentino, a lo largo de su carta subraya algunas
particularidades que la corte portuguesa debía interpretar como propias,
pero explica más detenidamente lo que no debía resultar tan adecuado.
Además de las adaptaciones al mundo chino, hace referencia en varias
ocasiones a estas diferencias con expresiones como gusto architettonico di
Europa, modo romano, o nostro, como referencia a lo jesuita.34 Aunque aún
quedaba mucho para que existiera un concepto de identidad italiana, no
cabe duda de que existían elementos de referencia de la tradición artística
romana en particular e italiana en general que no se duda en utilizar.
Un ejemplo interesante en este sentido es la incorporación de pintura
de quadratura, presente tanto en Beitang como en Nantang. Ni en la
producción francesa ni portuguesa en Europa se trataba de un elemento
extraño, pero sí introducido por artistas de origen italiano, en estos casos
Giovanni Gherardini y Giuseppe Castiglione. Pero sí era aún novedoso
en las construcciones asiáticas y americanas.35 En Pekín se desarrolló no

34
Carta de Fernando Buonaventura Moggi, ARSI, Jap-Sin., 184, f. 41 r-v. Apéndice documental,
documento nº 1.
35
De hecho Giovanni Gherardini, tras sus trabajos en Pekín, es el primer pintor cuadraturista
llegado a Brasil, aunque por desgracia no se conservan obras suyas documentadas en el país ameri-
cano. En Pondicherry, tomada por los franceses en 1674, las obras más suntuosas renunciaron a la
introducción de este tipo de efectos. Un estudio reciente sobre este tipo de pintura en América lo
ofrece Mello, M., A pintura de tetos em perspectiva no Portugal de D. Joao V, Lisboa, Editorial Estampa,

291
PEDRO LUENGO

solo en los techos de ambas iglesias, sino también en sus paramentos.


Mientras Bei Tang 北堂 estuvo decorada fundamentalmente con pintura
de cuadratura, Nantang 南堂 no lo utilizó tanto a la luz de la propuesta
enviada por Moggi. Según las descripciones se limitó al techo y a dos pa-
neles ubicados en el sotocoro conocidos gracias a descripciones chinas.36
Además de la posibilidad de que los arquitectos intentaran introducir
en sus obras modelos italianos, cabe valorar la antigua discusión sobre
el noster modus, revisitado ahora como ratio aedificorum.37 Ambas iglesias
jesuitas en Pekín muestran diferencias estilísticas, aun cuando ambas se
adaptan a una misma sociedad, planteando un ejemplo aún más evidente
si cabe que en la comparación de Bösel entre las dos figuras de Regnard
del Gesù y de la fundación parisina. Pero de la misma forma, las nece-
sidades formales de la Compañía de Jesús siguen estando presentes, lo
que apoya la idea de funcionalidad que plantea Bösel. Se refiere aquí a
aspectos de organización de los edificios, pero también, como señalara
Bailey, a un modus procedendi.38 La Compañía de Jesús intentó controlar
desde Roma la producción arquitectónica de sus fundaciones, lo cual no
llegó a conseguirse en todos los casos. De hecho, mientras la documen-
tación habla que se enviaron los planos de Nantang a Roma, no puede
decirse lo mismo de la casa francesa.
Los inicios de la discusión sobre el noster modus están basados en la
tendencia autorreferencial propia de los edificios de la Compañía, aspecto
que no ha sido puesto en duda. En el documento de Moggi puede iden-
tificarse también este fenómeno, al referirse al retablo del altar mayor
como similar al de la capilla de nuestro santo.39 La familiaridad con la que
habla del retablo de San Ignacio de Roma, muestra el sentimiento de
unidad de la Compañía de Jesús en este momento. Es evidente que Moggi
estaba aprovechando las estampas que Andrea Pozzo había realizado del
citado retablo, introduciendo aquellas modificaciones que consideraba

1998. Para el caso brasileño pueden consultarse otras obras coordinadas por este autor como Mello,
M., A Arquitetura do Engano. Perspectiva e percepçao visual no tempo do barroco entre a Europa e o Brasil,
Belo Horizonte, Fino Traço, 2013.
36
Zou, H., A Jesuit Garden..., op. cit., pp. 86-87.
37
Bösel, R., “La ratio aedificiorum…”, op. cit., pp. 39-69. Sobre esta discusión véase también
Levy, E., Propaganda and the Jesuit Baroque, Berkeley, University of California Press, 2004.
38
Bailey, G. A., “Le style jésuite n’existe pas: Jesuit corporate culture and the visual arts”, en
O’Malley, J. W., Bailey, G. A., Harris, S. J. y Kennedy, T. F. (eds.), The Jesuits. Cultures, sciences and the
arts 1540-1773, Toronto, Buffalo, London, University of Toronto Press, 1999, pp. 38-89.
39
Per / esere il detto altare quanto al tutto insieme, simile a quello della cap/pella del nostro s(anto)
Luigi Gonzaga, non pareve che fosse per fare / mancanza nulla di meno se il tempo non mi havese tradito, non
pote/vo in modo alcuno scusarmi dal lavoro, per far vedere alla pv. / le mutanze che furono fatte nel medesimo
altare per accomo/darlo al luogo, e al paese [Carta de Fernando Buonaventura Moggi, ARSI, Jap-Sin., 184, f.
41 r. Apéndice documental, documento nº 1].

292
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LAS FACHADAS JESUITAS DE PEKÍN EN EL SIGLO XVIII

oportunas.40 Frente a lo que dice Moggi, y con él se ha venido repitien-


do en la historiografía, hay que decir que los parecidos entre el retablo
dibujado y el de San Luis Gonzaga romano no son tan evidentes. Parece
claro que el remate es completamente diferente, aunque vinculado con
la tradición italiana de este momento. Del primer cuerpo es clara la re-
lación entre las columnas salomónicas de ambos modelos, pero esto no
debe circunscribirse a la producción de Pozzo, sino a la producción de
retablos propia del momento en Italia. De hecho, el retablo de Pekín es
mucho más cercano al que actualmente se conserva en la iglesia de San
José de Macao (1746-1758) como se ha apuntado recientemente.41 Debe
entenderse por tanto que Moggi contaba con una formación suficiente
como para tomar referencias puntuales de los modelos grabados, no
viéndose obligado a seguirlos escrupulosamente.42
Más interesante y menos destacada por los estudios precedentes es
la segunda portada de acceso al atrio de Nantang. Tras un triple arco
claramente chino, se proyectó uno marcadamente europeo. Se trata de
un único vano de acceso flanqueado por dos pilastras lisas. La estructura
se cierra con un remate semicircular sobre una especie de cartela rectan-
gular. En los extremos aparecen sendas pirámides con bolas. Aunque no
ha podido identificarse aún el modelo de origen, parece cercano a los
publicados por la tratadística italiana del siglo XVI.43 No parece vinculable
a la tradición portuguesa, ni a las obras jesuitas, aunque sí a la tradición
europea a la que alude Moggi en su carta. Si el primer arco de triunfo sim-
boliza como en ningún otro caso del proyecto la tradición arquitectónica
china, el segundo hace lo propio con la arquitectura moderna occidental.
Continuando con las implicaciones identificativas del mundo jesuita,
habría que valorar también sus consecuencias en el caso de Propaganda
Fide. En los mismos años en que Nantang se terminaba, el enviado por la
Congregación para fundar la iglesia en Pekín, Teodorico Pedrini 德理格,
llegaba a la capital tras casi una década de viaje y recorrer diferentes ciu-
dades de Europa, América y Asia (1702-1711). El año de llegada definitiva
de Pedrini tampoco debió ser casual. Más allá de la disputa de los Ritos

40
Moggi resalta que no se trata de una copia fiel del modelo romano, justificándose en el
espíritu chino.
41
Wang, L. y Fangji, M., “I disegni architettonici...”, op. cit., p. 3.
42
El uso de este tipo de fuentes por parte de Moggi en su trabajo junto a la población local
queda demostrado en su carta: le fabriche che noi chiami/amo gravi e solide, loro le stimano ordinarisime, si
come io / medesimo o sperimentato con mostrarli stampe di chiese e di / altre fabriche, e cosa certo che molte volte
mi causo ammirazione [Carta de Fernando Buonaventura Moggi, ARSI, Jap-Sin., 184, f. 41 r-v. Apéndice
documental, documento nº 1].
43
El remate resulta similar a la Lámina XXXI de Vignola (Prospetto della porte della Vigna Sermone-
ta a Roma), siendo esta más compleja en su diseño y en la incorporación escultórica. Por otro lado la
incorporación de pirámides con bolas parece más cercana a la producción española que a la italiana.

293
PEDRO LUENGO

Chinos, era el año de la consagración de Nantang. Aunque aún no haya


sido estudiado profundamente, Pedrini fue destacado a Pekín para iniciar
las obras de la iglesia de Propaganda Fide. La futura iglesia de Xitang,
mucho más limitada económicamente que las jesuitas, vendría a intentar
plantear nuevos medios de acercamiento al adoctrinamiento chino dentro
del nuevo marco implantado por el papado tras los conflictos de principios
de siglo. De todas formas estos nuevos planteamientos, de los que apenas
se tienen noticias, no debieron tener mucho éxito.

Adaptación cristiana a las necesidades chinas

Como se viene mostrando, para la Compañía como institución y para


las naciones europeas como patronos el aspecto ofrecido en Pekín debió
resultar digno de cuidado. Pero los misioneros sabían que su justificación
en la ciudad era el hacerse un hueco como religión en el ámbito chino.
Para ello, además de introducirse en la corte en calidad de científicos,
debían apostar por las fórmulas que tan buenos resultados habían dado
en América: el desarrollo de las artes.44 Para ello, la iglesia se convertía
en un reclamo para la sociedad china, más interesada en muchos casos
en novedades como la pintura de quadratura, el claroscuro, conocido en
China como pintura del yin y el yang, 阴阳, o las celebraciones jesuitas,
que en el propio cristianismo. Incluso, los colegios llegaron a convertirse
en fábricas artísticas para despertar el interés local y cortesano.45 Los je-
suitas sabían de esta realidad y atrajeron a la población pekinesa también
por estos medios. Un primer acercamiento al tema lo ha llevado a cabo
recientemente Corsi, incluyendo referencias a la arquitectura que aquí
se trata.46
Una vez se ha conseguido atraer la atención del chino, debe presen-
tarse la nueva religión adaptada en cierta medida a sus necesidades. Así,
las referencias en la documentación a las adaptaciones al mundo chino
son habituales. El espacio arquitectónico chino en general y el religioso
en especial eran muy diferentes al europeo. Por ello, esta arquitectura
que hasta ahora parecía primar sus aspectos representativos, debía cum-

44
Tal y como señala Smorzhevskii en su visita a Pekín, los jesuitas abrieron las iglesias cris-
tianas durante la celebración del Año Nuevo para que todo el mundo pudiera ver sus famosas iglesias,
pinturas y decoración (Widenor Maggs, B., “The Jesuits in China: Views of an Eighteenth-Century
Russian Observer”, Eighteenth Century Studies, 8, 2, Baltimore, Mariland, John Hopkins University
Press, 1974-1975, p. 143).
45
Curtis, E. B., “A Plan of the Emperor’s Glassworks”, Arts asiatiques, 56, 2001, pp. 81-90.
46
Corsi, E., “Constructores de Fe. Imágenes y Arquitectura Sagrada de los Jesuitas en el
Beijing Imperial Tardío”, Historia y grafía, 26, 2006, pp. 141-170.

294
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LAS FACHADAS JESUITAS DE PEKÍN EN EL SIGLO XVIII

plir además con una función religiosa, debía resultar estimulante para
la población local. Uno de los aspectos más destacables de esta nueva
arquitectura es el uso de la luz.47 Los interiores de los templos budistas
son muy oscuros, incitando a la reflexión, mientras que las iglesias ca-
tólicas ofrecen interiores más luminosos. Siendo esto así, los interiores
ibéricos de este momento, cargados de retablos barrocos insistían en la
línea contraria. Quizás por ello sean aún más destacables proyectos para
las comunidades chinas, entre los que se podrían citar este de Nantang,
o también el de Santa Rosa de Lima de Manila.48
Pero además de la luz hay otros aspectos destacables como la altura,
y sus consecuencias en el diseño de las fachadas, o del propio espacio
interior. Moggi en su carta es explícito al informar sobre el cambio en
las proporciones que habrían sido deseables en Europa.49 Pero esta so-
lución, que provoca templos marcadamente horizontales, está ya en Pe-
kín en la iglesia de Beitang, donde la estilizada fachada parisina ha sido
reconvertida en algo más similar a un pabellón chino. La altura general
del edificio, que alcanzaba los 13,13 metros aparece aquí documentada
como un caso de adaptación estética al gusto local, en contra del propio
europeo. Aunque se trata de una altura superior a la media en Filipinas,
es inferior a la que se encuentra en Goa, lo que puede interpretarse como
una menor cesión europea en la adaptación al gusto oriental.50 Pero, la
altura de las fachadas de estas iglesias puede analizarse desde un punto
de vista más. El horizonte de una ciudad como Pekín en este momento
no debía superar los dos pisos en altura. Cualquier edificio superior do-
minaría su entorno, especialmente si mantenía su tamaño en la fachada
a la calle. Quizás por ello, tanto Beitang como Nantang retranquean los
edificios tras un gran atrio, lo que debía dificultar su visibilidad desde la
calle y potenciar su impacto tras acceder al recinto. Esta solución se puede
encontrar ya en potencia en el colegio de Ricci, un edificio chino adap-
tado como colegio. Beitang, la primera en finalizarse en este momento,
mantiene esta solución con una estructura claramente china en el patio,
con edificaciones en los flancos. Nantang, por el contrario, hace del patio

47
Habría que valorar si los jesuitas tomaron el concepto de religión de la luz propuesto en la
Estela Nestoriana.
48
Un estudio monográfico sobre este convento fue publicado por Manchado López, M. Mª,
“El proyecto de convento para mestizas de Santa Rosa de Lima, en Filipinas”, Anuario de Estudios
Americanos, LVI, 2, 1999, pp. 485-512.
49
Tutti meidisamemnte la notano di molto / alta, esendo certo che a proporzione delle belle chiese europee
/ il maggiore difetto che tiene, considerato il tutto insieme, e essere / al quanto tozza (Carta de Fernando Buo-
naventura Moggi, ARSI, Jap-Sin., 184, f. 41 r-v. Apéndice documental, documento nº 1).
50
Para el caso filipino véase Luengo, P., “Notas sobre Arquitectura y retablos en las Iglesias de
los arrabales de Manila en 1782”, Congreso Internacional de la FEIAP, Zaragoza, FEIAP, 2010, pp. 265-278.

295
PEDRO LUENGO

una solución más parecida a un atrio. En cualquiera de los casos, se da


un significado completamente diferente a estos atrios con respecto a su
uso en otras fundaciones asiáticas y americanas.51
Otro caso de adaptación, pero del mundo chino al europeo, lo ofrece
los candeleros de metal. Moggi afirma que estaban realizados en Cantón
siguiendo modelos romanos.52 Ya Corsi subrayó estos datos, aunque no
los puso en relación con la que hasta el momento sigue siendo la obra
más destacada de estos talleres conservada y documentada: la reja de la
Catedral de México.53 Como gesto que ejemplificaba las buenas relaciones
entre la catedral de Manila y la de la capital novohispana, la primera ges-
tionó la construcción de dos rejas de coro a Cantón, una para cada una
de ellas, aunque solo la segunda se conserva.54 Ya con estas tres grandes
obras de principios del siglo XVIII puede darse por seguro que existía
en Cantón un taller de cierta capacidad encargado de surtir de este tipo
de piezas al ámbito europeo en Asia y, excepcionalmente, en América.
Durante las páginas anteriores se ha observado que lo que hasta
ahora parecía un caso de choque de civilizaciones con decisiones locales,
aparece como una operación de globalización visual donde nada se deja
al azar55. El desarrollo de los proyectos es conocido en Europa y apoyado
de diferentes formas para garantizar la representatividad de los estados
ante China, y especialmente ante el emperador. Además, se insistía en
marcar diferencias entre los diferentes europeos allí radicados. Pero esa
lucha de identidades europea en plena globalización se lleva a cabo en
Pekín de una forma muy excepcional en época moderna, ya que el resto
de capitales del mundo no contaban en ese momento con edificios repre-
sentativos de dos estados diferentes. Pero incluso desde el punto de vista
chino se trata de un caso excepcional. Las iglesias pekinesas son ejemplos
paralelos de otras construcciones similares levantadas para la comunidad
china tanto en el continente, como para los mercaderes que trabajaban
en Manila. Pero en este caso, los intentos de mestizaje abordados por los
jesuitas pekineses resultan forzados frente a los alcanzados tras siglos de

51
Los estudios más desarrollados sobre este particular se han centrado en la realidad no-
vohispana, que puede seguirse en fundaciones filipinas. Menor incidencia tuvo en las fundaciones
portuguesas en la India a la luz de las investigaciones citadas con anterioridad.
52
Li cadeglie/ri delli altari sono al modo romano e furono lavorati in Cantone / veramente con ecce-
llenza (Carta de Fernando Buonaventura Moggi, ARSI, Jap-Sin., 184, f. 41 r-v. Apéndice documental,
documento nº 1).
53
Toussaint, M., La Catedral de México y el sagrario metropolitano: su historia, su tesoro, su arte,
México, Porrúa, 1973, p. 107 y ss.
54
Luengo, P., Intramuros. Arquitectura en Manila, 1739-1762, Madrid, FUESP, 2012, p. 209.
55
Sobre el control de la producción arquitectónica en la catedral de México desde esta pers-
pectiva véase Gruzinski, S., Las cuatro partes del mundo. Historia de una mundialización, México, Fondo
de Cultura Económica, 2010, pp. 367-368.

296
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LAS FACHADAS JESUITAS DE PEKÍN EN EL SIGLO XVIII

convivencia en América, en la India o en Filipinas.56 Futuras investiga-


ciones podrán abordar una definición más detallada de estas identidades
europeas, a veces en forma de imposición trasladada in vitro a ultramar,
a veces en forma de adaptación y mestizaje.

Anexo documental

1729, noviembre, 8 Pekín


Carta de Fernando Buonaventura Moggi.
ARSI, Jap-Sin., 184, ff. 41r-41v.

8 Nov. 1729. Pekini. Moggi. / Molto R[everendo Padre] Nostro in Cristo/ Con
tutta l’humiltà e sommisione del mio spirito vengo a i pieddi / vp. Per significarle
come in vigore della promessa fattare alla pv stavo / predendo le misure e facendo
altre preparazioni necesarie per la delinea/zione di questa Chiesa di S[an] Juseppe
per trasmetterla a VP, quando il / P[adre] Domenico Pinheiro superior di questa
residenza, mi suggeri come li pa/reva molto vonveneude che hancora si mandassino
li disegni della medema / Chiesa al serenísimo re di Portogallo, quando cio succese
gia il tempo / era breve per fare raddopiati esemplari di disegni in prespettiva come
/ havevo pensato di fare, e per questo veddi non havere altro rimedio che / far
puramente disegni geometrici, e se bene questi non possono mos/trare giustamen-
te l’effetto che fa l’opera reale il buon gusto di vp sa/prá inmaginarsi quello che
mancha a i disegni i quali vengono / rimessi a vp. Dal p[adre] superior, che quando
li consegnai i disegni per / mandare a sua maesta, mi richiese hancora quelli per la
pv, la qua/lis enza alcuna replica glieli detti súbito sagrificando alla mortifi/cazio-
ne la consolazione che haverei tenuto in rimetterli io medesimo / a vp. Ascrivo il
suceso allí miei demeriti, e mi consolo che per mi/glicri manid elle mie giungano
all pv. Il tempo poi non mi per/messe di fare due esemplari dell’altare maggiore,
del quale l’unico / che feci fu insieme con quelli diretti a s[ua] maesta, vero e che
per / esere il detto altare quanto al tutto insieme, simile a quello della cap/pella
del nostro s[anto] Luigi Gonzaga, non pareve che fosse per fare / mancanza nulla
di meno se il tempo non mi havese tradito, non pote/vo in modo alcuno scusarmi
dal lavoro, per far vedere alla pv. / le mutanze che furono fatte nel medesimo altare
per accomo/darlo al luogo, e al paese; questo medesimo hancora si puole di/re di
tutta la Chiesa, la quale in quello che disere dal gusto archi/tettonico di Europa, e
in grande parte disimulato per accomodari/ al genio cinese, che gusta di multiplicitá
di colonne multiplicita / di lavori e in somma tutto in copia, e le fabriche che noi
chiami/amo gravi e solide, loro le stimano ordinarisime, si come io / medesimo o
sperimentato con mostrarli stampe di chiese e di / altre fabriche, e cosa certo che
molte volte mi causo ammirazione / il vedere l’uniformita del gusto cinese, perche
mostrandosegli al/cuna stampa di quelle che gia dissi, quello che noto il primo che

56
Sobre esta traslación de los modelos europeos dentro de la globalización visual véase ibidem,
p. 370.

297
PEDRO LUENGO

la / vedde lo notano ancora li altri come se uno lo havesse detto all’al/tro cosa affato
incredibile, e che in Europa e rara a succedere, e mi / ricordo che quando la stavo
a quanti soggetti mostravo una //41v. cosa, tanti erano i pareri tra se inconbinabili,
dal detto voglio / inferiré che qua piu che in Europa, importa l’accomdarsi al genio
/ del paese e de i paesani, che si nel lodare, come nel biasimare sono / a maraviglia
uniformi. Tutti i cinesi siano grandi o picoli che / vengono a vedere questa Chiesa non
si saziano di lodarla tutti come / si suol dire a una boccha, e tutti meidisamemnte la
notano di molto / alta, esendo certo che a proporzione delle belle chiese europee /
il maggiore difetto che tiene, considerato il tutto insieme, e essere / al quanto tozza,
in somma il genio di questo clima e tanto di/ferente da quello di Europa che lungo
sarebbe explicarlo. Per / dire alcuna cosa di quelle che non si possono esprimere
nei disegni di/co che tutto l’interiore della Chiesa fa la medesima vista che se fosse
di / bellisimi marmi misti e bronzi dorati, e per benefizio delle vernici del / paese
e perizia de i cinesi in preparare i fondi lisci, hancora tocando/le con mano paiono
vere pietre per esere tute dipinte al naturale. Le / volte sono tutte dipiinte dal Fratello
Giuseppe Castiglioni con molta va/gezza ma sopra tutto la cupola che dipinte in un
telaro piano, la pu/alc fa il suo efetto di alzare in su, e insieme e molto luminosa,
esendo / tanto bene contra posti li chiari e scuri che riusci a maraviglia. Sopra / la
porta maggiore di dentro sta un castellone nel quale e scrito il se/guente Societas
Jesu posuit an 1728 che fu l’anno che si apri./ Li due canpaniletti laterali alla facciata
non sono hancora in opra / per che nel tempo che si fabricava la medesima facciata
mancharano/ materiali e argento, e succesicamente restarono a dietro per dar luo/go
ad altre cose stimate piu necesarie. Nelli quatro angoli interiori / che forma la croce
della Chiesa devono esere sospese quatro lampare/ e gia ne li due angoli comunic-
canti con la cappella maggio[re] sono poste / due di disegno europeo, alla moderna
e fano bella vista. Li cadeglie/ri delli altari sono al modo romano e furono lavorati in
cantone / veramente con eccellenza. Il conpreso neli disegni, e quel poccho / che
in particolare ne scrivo vp. Lo potra tutto vedere posto in / disegni particolare che
il fratello Giuseppe Castiglione tiene intenzi/one che si pongano nel fine del libro
de quel scrisse alla pv se / pero si degni di aprobarlo S.Dª Mª e il glorioso patriarch
S. / Giuseppe al quale e dedicata la Chiesa, voglia concederé pace a qu/esta misione
della quale e prottettore e per questo spero nella sua / esperimentata benignita che
non si lasciera vincere di cortesía / e se la Compagnia procuro con tutto lo sforzo
di conserare al suo ma/ggior culto con la bella Chiesa che li fece, il glorioso santo
ci inter/cedera la grazia tanto desiderata della restaurazione e aumento / di questa
christianitá. Nelli santi sacrifici di vp. Molti anni / raccomando e le chieggo la sua san-
ta paternale benedizione / di pekino 8 novembre 1729. Ferdinando Moggi [rúbrica].

1733, noviembre, 27 Pekín


Carta de Castiglione.
ARSI, Jap-Sin., 184, f. 135r.

M. R. in C[risto] P[adre] Nostro / Pekini, 27 nov[iembre] 1733. José Castiglione,


SJ./ Di nuovo ho l’occasione di parini ai piedi di / vp. Poi che trovandosi il p. vice
prov. Dome/nico Pinheyro in queste ultime ore d[etta] partenza / delle lettere, occu-
patisimo con l’informazione, che / scrive p[er] Roma, dello stato presente di questa

298
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LAS FACHADAS JESUITAS DE PEKÍN EN EL SIGLO XVIII

mis/sione, supplica p[er]mezzo di questo minimo fr[a]tello / la pv. Di concedergli


la permisione, che oltre / del socorso che la providenza di v. p. el ha inviato / del
comune di questa vice prov. P[er] la redificazione / di questa Chiesa del Coll[egio]
possa sr. Servirsi p[er] / la medesima opera, d’alcun denaro pertenente a / queste
residenze, e coll[egii] piu abbondanti, visto, che / di presente non hanno soggetti
p[er] sostentare, e la / necesittá esser tale, quale vp sá. Perdoni ques/t amia troppa
brevita poi che mi trovo sopra le / mie debe le forze affaticato. Ecen ciò chiedo
umilm[ente] / la paternale benedizione di VP Pekino 27/ di nov[embre] 1733. DVP.
Indº in [cristiano] figlio / Giuseppe Castiglione.

Biblioteca Casatanense Miscellanea di scritti vari, mss. 2882, 88 r-90 r.


Proposizioni, /che si fanno alla Santita / di nostro [signore] / papa Clemente
duodécimo / per / parte del re di Portogallo Giovanni V / mandate últimamente dal
/ sig[nore] cardinale Pereira / per sedare le correnti emer/genze na’quella e questa
/ corte / per monsignor Bichi / nuncio. 88 r. Tutti li mo/narchi devono cooperare
p[er] la / propagazione della fede / evangelica, ma sa’tutto il / mondo, che il re d[on]
Giovanni /88 v/ Quinto di Portogallo è solo / quello, che levo’ fuori l’im/pegno p[er]
il vantaggio della / Chiesa cattolica. Lo ha’spe/rimentato bene l’imperatore / della
China, che volendo ser/rare la porta p[er] proibire l’/ingresso delli missionari di /
Roma, il Re di Portogallo / obligando quel monarca con / repetere ambasciatoris, e
/ con spese mai vedute in quell’/ impero, ha’sospeso l’intenzione / di quel sovrano,
facendoli / retrattare li decrete tanto / pregiuditiali alla Propaganda, / non badando
la maesta // del Re a mettersa in un’impegno / d’avvischiarsio ad una rettura / so
non fosse riuscito l’in/tento a favore della Chiesa/ il che non si vedra mai / opera-
re da qualsifiae corona, / perche la conservazione dell’/ interesse sta’mista colla /
política di diusi, che p[er] non / perderso tutto, e meglio p[er] / la religione, che li
sudditi / della corona abbiano la / liberta, e l’offizio, per non / far tomi di scritti,
dicano tutte / le quattro parti del mondo / la distinzione, en la differen/za con che
il re D[on] Giovanni.

299
La adopción del manual de Perspectiva de Andrea Pozzo
en la docencia jesuítica española

Sara Fuentes Lázaro


Universidad a Distancia de Madrid, Universidad Complutense

Introducción

Como aproximación a la cultura arquitectónica española del siglo


XVIII, es legítima y muy interesante la cuestión de si Perspectiva Pictorum
Architectorum (Roma 1693-1700) pudo contarse entre los materiales que
alimentaron la renovación científica y técnica en España a partir de la
década de 1680, descrita por historiadores como Sanz Ayán, Navarro Bro-
tons o López Piñero.1 Una gran parte de la repercusión inmediata de este
tratado se debió a su papel en la educación procurada casi en exclusiva
por los colegios jesuitas y en su adopción como recurso especializado para
la formación de arquitectos.
A modo de introducción y resumiendo en pocas palabras las direc-
ciones principales de nuestra investigación doctoral, presentamos los
usos más característicos de Perspectiva Pictorum Architectorum en España.
En primer lugar, podemos avanzar que se utilizó de acuerdo con algunas
de sus funciones originales: difundir las invenciones formales y estructu-
rales de la arquitectura de Pozzo y ofrecer un método gráfico simplifi-
cado para enseñar la perspectiva. Estos volúmenes fueron aprovechados
principalmente por arquitectos, de manera destacada en proyectos de
envergadura como la construcción catedralicia, dando uso a las imáge-
nes pozzescas como novedosos modelos del Barroco escenográfico.2 En
segundo lugar, el impacto del tratado de Pozzo en las artes plásticas en
nuestra opinión fue menor y dependió en gran medida del patronazgo
de los ignacianos, según hemos comenzado a investigar en algunos tra-
bajos sobre artistas intelectuales como Lucas Valdés (grabador, pintor

1
Sanz Ayán, C., “Causas y consecuencias económicas de la guerra de sucesión española”,
Boletín de la Real Academia de la Historia, 210, 2, Madrid, Real Academia de la Historia, 2013, pp.
187-226; González Blasco, P., López Piñero, J. M. y Jiménez Blanco, J., Historia y sociología de la
ciencia en España, Madrid, Alianza Editorial, 1979; Navarro Brotons, V., “Los jesuitas y la renovación
científica en la España del siglo XVII”, Studia Historica. Historia Moderna, 14, Salamanca, Universidad
de Salamanca, 1996, p. 15-44.
2
Así lo hicieron los arquitectos Vicente Acero (1675/1680-1739) y Jaime Bort († 1754).
Véase Fuentes Lázaro, S., “L’uso del linguaggio pozzesco nel primo settecento spagnolo: la terza
via dell’architettura barroca”, en Pancheri, R., Andrea e Giuseppe Pozzo, Venecia, Marcianum Press,
2012, pp. 2-20.

301
SARA FUENTES LÁzArO

cuadraturista y matemático para la Compañía en Cádiz)3 y el tratadista


y pintor Antonio Palomino.4

La docencia científica en los Colegios

El lugar que corresponde al tratado de Pozzo en el siglo XVIII


español encuentra su marco de referencia en el protagonismo de la
Compañía de Jesús como docente técnica y científica durante el siglo
precedente.5 La labor educativa fue un instrumento entre los que la Or-
den manejó para reforzar su arraigo social. Utilizando colegios, templos
y altares,6 los ignacianos celebraban concursos matemáticos y literarios,
fiestas teatrales y grandes aparatos en las ocasiones religiosas, para fa-
cilitar su aproximación tanto a los privilegiados como al pueblo llano.
Dentro de esta política, formar artistas era en cierta medida también
útil para la Orden, y por ello se interesó por mantener relación con
personas capaces de cubrir sus necesidades en cuanto a decoro y repre-
sentación.7 Como participante destacado de esta línea de acción, Andrea
Pozzo produjo material dirigido a la docencia técnica y artística dentro
y fuera de la Orden, incluyendo secciones sobre geometría, proyección
de teatros, vista de fortificaciones, pautas sobre técnicas pictóricas y un
auténtico manual constructivo para celebrar con espectacularidad las
festividades sagradas: los contenidos de su tratado entraban de lleno
en las prácticas que podemos denominar “mundanas” o vehiculares
para relacionarse con el conjunto de la sociedad [fig. 1]. En España,
los contenidos presentados por Pozzo tuvieron una aceptación desigual.
Mientras que la geometría y la perspectiva fueron ampliamente difundi-
das, el teatro español no aprovechó la parte de escenografía, ni tampoco
la fortificación que entre nosotros tenía su propia tradición; pero las

3
Fuentes Lázaro, S., “La práctica de la cuadratura en España: el caso de Lucas Valdés (1661-
1725)”, Anales de Historia del Arte, 19, Madrid, Departamento de Historia del Arte II (Moderno) de
la Universidad Complutense, 2009, pp. 195-210.
4
Fuentes Lázaro, S., “Invenciones de arquitectura / entes de razón. El dibujo quimérico
según Andrea Pozzo y Antonio Palomino”, en XVIII Congreso Nacional del Comité Español Historia del
Arte Mirando a Clío, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago, 2011, pp. 1792-1807.
5
Navarro Brotons, V., “Los jesuitas y la renovación científica en la España del siglo XVII”,
Studia Historica. Historia Moderna, 14, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1996, p. 15-44.
6
Fuentes Lázaro, S., “’Un Dios en tramoya’. Elementos con valor escenográfico en la ar-
quitectura del Colegio Imperial de Madrid”, Anales de Historia del Arte, 21, Madrid, Departamento de
Historia del Arte II (Moderno) de la Universidad Complutense, 2011, pp. 169-184.
7
Sobre Rizzi y Palomino en la Corte en el entorno de Mariana de Austria y las Casas Jesuitas,
véase Pérez Sánchez, A. E., Carreño, Rizzi, Herrera y la pintura madrileña de su tiempo 1650-1700, Madrid,
Museo del Prado, 1985, pp. 60 y ss.; Fuentes Lázaro, S., “’El pintor se hace científico’. Un approccio
alla scuola quadraturista cortigiana spagnola (ca. 1670-1725)”, en Dubourg Glatigny, P., La pittura di
quadrature: storia, teoria e tecniche, Berlin, Deutscher Kunstverlag, 2011, pp. 97-109.

302
LA ADOPCIÓN DEL MANUAL DE PERSPECTIVA DE ANDREA POZZO EN LA DOCTRINA JESUÍTICA ESPAÑOLA

Fig. 1. Pozzo, A., Perspectiva Pictorum et Architectorum, vol II, Roma, Antonii Rubeis,
1700, fig. 117.

303
SARA FUENTES LÁzArO

aportaciones más artísticas y festivas, como también su utilidad docente,


sí tuvieron gran importancia.8
A pesar de que procuraban establecerse siempre en las ciudades
dónde hubiera funcionando una universidad, en Europa los jesuitas
mantuvieron una pugna con estas instituciones por el derecho a impartir
estudios avanzados, aunque en América, fueron los propios ignacianos los
que crearon la red básica de enseñanza igual que los primeros centros
de estudios superiores.9 Las universidades de Alcalá y Salamanca trataron
de reservarse en exclusiva la instrucción en la imprecisa esfera de la Fi-
losofía y la Teología,10 y consecuentemente los programas de los jesuitas
se ampliaron hacia las materias que estaban nítidamente fuera de esos
ámbitos: las Matemáticas y las materias dónde estas se aplican: Geometría,
Perspectiva lineal y Óptica, Cartografía, la Astronomía y Arquitectura y
Fortificación. La Perspectiva lineal y la Óptica están relacionadas con el
estudio de la proyección de sombras (como en los relojes de sol), la Car-
tografía de la superficie aparentemente curva del cielo y la tierra sobre el
papel, la Geometría que permite delimitar parcelas y medir la superficie
de un territorio... La cuadratura es un arte que se beneficia de todo este
saber, porque sin él, la proyección de arquitecturas con apariencia sólida
y recta sobre una bóveda o superficie curva irregular no resulta posible
[fig. 2]. Jesuitas como Andrea Pozzo dominaron este arte, junto con
muchos pintores florentinos, boloñeses, lombardos…, pero salvo casos
muy contados, los italianos eran reacios a difundir sus procedimientos
fuera de sus fronteras, tratándolos como activos mercantiles. En cambio,
los ignacianos usaron la docencia de sus conocimientos científicos para
penetrar en la sociedad y hacerse parte imprescindible de ella; el mono-
polio de este conocimiento tenía un evidente interés estratégico, y éstos
tenían su gestión perfectamente estructurada: las Matemáticas aplicadas
se dedicaban a un tipo concreto de estudiante, bien profesionales del
Ejército, el Cuerpos de Ingenieros y la Marina, o bien nobles segundones

8
Fuentes Lázaro, S., “La práctica de la cuadratura en España: el caso de Lucas Valdés (1661-
1725)”, Anales de Historia del Arte, 19, Madrid, Departamento de Historia del Arte II (Moderno) de
la Universidad Complutense, 2009, pp. 195-210.
9
Astrain, A., Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España. Desde los orígenes de la
orden hasta principios del siglo XVIII, Madrid, Razón y Fe, 1920, vol. 5, pp. 152-153, y vol. 6, pp., 429-430.
10
Valverde, N., Un mundo en equilibrio. Jorge Juan (1713-1773), Madrid, Marcial Pons Historia,
2012, pp. 23-27. Según Navarro Brotons, la decadencia en su conjunto de la enseñanza universitaria quedaba
bien reflejada en el hecho de que disciplinas como la cirugía, las matemáticas y la astronomía se incluían en las
siete cátedras llamadas ‘raras’, casi nunca cubiertas por resultar difícil encontrar profesores con una mínima
preparación y por la falta de interés del alumnado (Navarro Brotons, V., “Los jesuitas y la renovación
científica en la España del siglo XVII”, Studia Historica. Historia Moderna, 14, Salamanca, Universidad
de Salamanca, 1996, p. 15).

304
LA ADOPCIÓN DEL MANUAL DE PERSPECTIVA DE ANDREA POZZO EN LA DOCTRINA JESUÍTICA ESPAÑOLA

Fig. 2. Andrea Pozzo, fresco arquitectónico con deformaciones anamórficas en la antesala de las
habitaciones de San Ignacio. Roma ca. 1682.

305
SARA FUENTES LÁzArO

que mostraran aptitudes y pudieran quedar ligados por sus inclinaciones,


a los estudiosos de la Orden.11
Cátedras de Matemáticas hubo varias en España, pero no todas impar-
tían las mismas materias. En este punto de nuestros estudios, no podemos
asegurar que se impartieran clases de Perspectiva o Arquitectura con en-
tidad propia más que en unos pocos colegios de cierto nivel,12 como San
Hermenegildo de Sevilla y su reconocido prestigio en las ciencias exactas;
la cátedra de Cádiz, destinada a estas matemáticas aplicadas, con el ob-
jetivo de fomentar la educación de navegantes en Cádiz y su proyección
ultramarina;13 o los Estudios Reales del Colegio Imperial, que desde las
ordenanzas de 1636 se adueñaron de los medios y la labor de la Academia
Real de Matemáticas y monopolizaron la instrucción científica en la Corte
gracias a la constante afluencia de profesores europeos.14

La educación en el Colegio Imperial: las fuentes de Antonio Palomino

Gracias al tratado de Antonio Palomino y Velasco, El Museo Pictórico y


Escala Óptica (1715-1724) tenemos información de primera mano sobre la
biblioteca de los Estudios Reales en el Colegio Imperial y las enseñanzas
del p. Jacov Kresa (1645-1715) en Madrid, el jesuita moldavo que impartió
la Cátedra de Matemáticas y Cosmografía entre 1679 y 1694. Este mate-
mático, considerado el mejor de la época barroca en el territorio checo,
estuvo también destinado en la Cátedra de Matemáticas del colegio de
Cádiz entre 1696 y 1698, la misma que ocupó el cuadraturista Lucas Valdés
desde 1719 hasta su muerte en 1725.15
El tratadista y pintor del Rey Antonio Palomino llegó a la Corte en
1689 y en sus escritos reconoce que los cursos del p. Kresa fueron deter-
minantes para su formación como pintor. Revisando las fuentes implícitas

11
Incluso como profesores, o el caso de Valdés (Valverde, N., Un mundo en equilibrio. Jorge
Juan (1713-1773), Madrid, Marcial Pons Historia, 2012, p. 27).
12
Según Dou, también se enseñaban matemáticas en el Real Colegio de Santa María i Sant
Jaume (Cordelles) de Barcelona, en el de Nobles de Calatayud y en el de Bilbao. Y según añadió el
Prof. Rodríguez G. de Ceballos en las sesiones del Simposio, también en Mallorca y Valencia, hubo
cátedras de Matemáticas, a cargo del P. Izquierdo; así como en el Seminario de Nobles de Madrid
y Barcelona [Dou, A., “Las matemáticas en la España de los Austrias”, en Español González, L., Es-
tudios sobre Julio Rey Pastori (1888-1962), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1990, pp.151-172].
13
Como apuntaba el Dr. Rui Lobo en las discusiones del Simposio, en el colegio de Santo
Antão o Novo de Lisboa también hubo un aula de Esfera, ordenada desde Roma, para formar mi-
sioneros dirigidos a la China portuguesa.
14
Como próxima cuestión de estudio queda señalada por el Prof. Rodríguez G. de Ceballos
en las sesiones del Simposio, que en el importante colegio de Salamanca se reunía una espectacular
biblioteca de temas científicos, pero no había en el centro jesuita aula de Matemáticas.
15
Ravina Martín, M., “Notas sobre la enseñanza de las matemáticas en Cádiz a fines del siglo
XVII”, Gades, 18, Cádiz, Diputación Provincial de Cádiz, 1988, pp. 47-64, espec. pp. 50 y ss.

306
LA ADOPCIÓN DEL MANUAL DE PERSPECTIVA DE ANDREA POZZO EN LA DOCTRINA JESUÍTICA ESPAÑOLA

y explícitas del tratado de Palomino, encontramos un catálogo bastante


completo de los tratados y manuales escritos por los matemáticos jesuitas de
la segunda mitad del XVII. No existía en los Estudios Reales la posibilidad
de préstamo domiciliario de libros, pues la biblioteca era de uso exclusivo
de los colegiales, lo cual revela una relación de Palomino muy estrecha
con la institución, que lejos de ser puntual o esporádica, tuvo que ser de
pleno derecho y así haber podido permanecer en las salas de la biblioteca
el tiempo suficiente para consultar los numerosos volúmenes de cuyo cono-
cimiento hace gala.16 La lista de los tratadistas sobre Matemáticas, Óptica,
Geometría y Perspectiva que aparecen como referencias convencionales en
el texto de Palomino, sólo enumerados pero sin citar ni precisar una obra
concreta, es muy amplia: desde Euclides, HaSan ibn al-Haytham (Alhacén),
John Peckham, Johannes de Sacrobosco o Vitelio; pasando por Alberti,
Leonardo y Durero; hasta escritores más o menos modernos, como el pin-
tor y matemático Matteo Zuccolino; Jean Cousin pintor y teórico; el jesuita
matemático Jean Dubrueil; Gérard Desargues, arquitecto e ingeniero; Lo-
renzo Sirigatti perspectivo y tratadista; Jean François Niçeron, geómetra y
estudioso del arte anamórfico; y Giulio Troili, autor del Paradosso (1683),
un importante tratado práctico sobre la pintura de techos. En cambio, los
autores más utilizados, citados y profusamente reproducidos, junto con las
Due Regole (1583) de Vignola y Danti, son sin duda tres jesuitas profesores
en diversos colegios y seminarios españoles que publicaron sus obras en la
península: Hugue de Semple (De Mathematicis disciplinis Libri duodecim, 1635)
y Jacov Kressa (Elementa de Euclides, 1689) junto con su discípulo Andreas
Tacquet (Proposizioni di Archimede, 1689 y Cursum Mathematicum, ca. 1690).
Sorprenden algunas omisiones de autores que en principio hubiera sido
lógico suponer que el cordobés encontrase en esta biblioteca, como los
jesuitas matemáticos y profesores del Colegio Imperial coetáneos de Palo-
mino, José de Zaragoza humanista de gran prestigio en la Corte, maestro
de los Estudios Reales entre 1670 y 1679; y Jean Francois Petrey, que se
instaló en Madrid en 1673 y vivió en la ciudad hasta 1693.
En las abundantes citas que proporciona en su tratado, Palomino
repasa gran parte del conocimiento que el ámbito jesuítico podía ofre-
cer a un artista en las décadas finales del siglo XVII y primera década
del XVIII, pero también pudo consultar aún más obras en poder de otros
curiosos. Fuera de la Corte, estuvo en contacto con otro centro intelectual
y científico emergente de su época cuando trabajó en Valencia entre

16
Miguel Alonso, A., La biblioteca de los Reales Estudios de San Isidro de Madrid: su historia hasta
la integración en la Universidad Central, Tesis Doctoral, 2002, p. 120. (En línea]) E-Prints Complu-
tense, fecha de consulta 15/01/2014, disponible en: http://eprints.ucm.es/tesis/19911996/H/0/
H0011501.pdf

307
SARA FUENTES LÁzArO

Fig. 3. Manuscrito recuperado en la Real Fig. 4. Manuscrito recuperado en la Real


Academia de la Historia (Madrid). Primera Academia de la Historia (Madrid), ff. 119r.
página de la traducción de Perspectiva
Pictorum Architectorum, volumen 1
(Roma, 1702).

1699 y 1702; allí tuvo trato con el humanista Vicente Victoria y el mate-
mático Juan Bautista Corachán amigo y colaborador de Vicente Tosca,
todos intelectuales asociados al grupo novator,17 que además tuvieron
conocimiento de Perspectiva Pictorum Architectorum, como se desprende
de su implicación en los documentos de resolución del concurso para la
Portada de los Hierros (Valencia).18 La experiencia de Palomino como

17
La palabra fue usada ya en 1714 por Francisco Palanco, filósofo tomista-aristotélico (Mestre
Sanchís, A., “Los novatores como etapa histórica”, Studia Historica. Historia Moderna, 14, Salamanca,
Universidad de Salamanca, 1996, pp. 11-13). Otros científicos pertenecientes tradicionalmente a este
grupo fueron el matemático e astrónomo jesuita José Zaragoza ( 1679) y el matemático Baltasar Íñigo,
comentarista de C. F. Milliet Dechales.
18
El informe para la resolución del concurso para la ejecución de la Portada de los Hierros
en la catedral de Valencia venía firmado por Corachán junto con los matemáticos Vicente Tosca y
Felix Falcó de Belaochaga, y en la documentación adjunta, se mencionaba el tratado del fratel Pozzo
como cosa conocida. Cfr. Archivo Catedral Valencia, Explicación del modelo que ha hecho Juan Pérez
Castiel, maestro de obras del muy ilustre Cabildo: hecha y firmada por su hijo Monsen Juan Pérez, Presbítero, de
la fachada de la puerta principal de la iglesia, signatura 656:1A apud Pingarrón-Esaín, F., “La fachada
barroca de la Catedral de Valencia. Los contratos originales y otras noticias de la obra, en torno al

308
LA ADOPCIÓN DEL MANUAL DE PERSPECTIVA DE ANDREA POZZO EN LA DOCTRINA JESUÍTICA ESPAÑOLA

estudiante de los jesuitas resulta cla-


ve para entender cómo se utilizaba
el tratado de Pozzo en los colegios,
pues revela que se trabajaba con los
ejemplares delante, tomando notas
parciales y traduciendo o resumien-
do, sin hacer mención pormenori-
zada muchas veces de la fuente que
se usaba, y siempre con las ilustra-
ciones a la vista. Como consecuen-
cia de estas prácticas, Palomino
fue pionero en la edición artística
española, dotando a su tratado de
valiosas y detalladas ilustraciones19
dedicadas a la Anatomía, la Geome-
tría y la Perspectiva. Adaptó la obra
del holandés Vredeman de Vries y
la famosa Regola de Vignola20 que
no estaba traducida al castellano, y
finalmente reinterpretó ocho lámi-
nas del primer y segundo volumen Fig. 5. Manuscrito recuperado en la Real
de Perspectiva, grabadas sin cambios Academia de la Historia (Madrid), ff. 85v.
salvo la reducción de tamaño y
algún mínimo detalle. El tomo se-
gundo fue el que parece haber utilizado más, pues de él copió la figura
42, la 45 y una selección de trazados de teatros y escenarios. Palomino
revela en su perfil intelectual, educado en el seminario en su juventud21

año 1703”, Archivo de arte valenciano, 67, Valencia, Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, 1986,
pp. 52-64, espec. p. 56, n. 21.
19
Las ilustraciones estaban situadas al final de cada volumen y no intercaladas en paralelo
con el texto de referencia. Para trazar sus láminas arquitectónicas, el tratadista cordobés acudió a
dos fuentes principales, al tratado de Vredeman de Vries y al de Andrea Pozzo. Las arquitecturas
tomadas del holandés fueron reelaboradas por Palomino, escogiendo fragmentos y detalles, más que
copiándolas directamente. La lámina nº 9 del Museo Pictórico, por ejemplo, sigue muy de cerca al
grabado nº 13 de la segunda parte del tratado Perspectiva (La Haya-Leiden, 1604-1605), reutilizando
un fragmento e inspirándose en la composición general, pero no utilizando la imagen literal como
si haría en el caso de los grabados de Andrea Pozzo.
20
Barozzi, Iacomo; Danti, E., Le due regole della prospettiva pratica de ... Matematico dello Studio
di Bologna, Roma, Francesco Zanetti, 1583. Palomino copia la ilustración de una cruz en perspectiva
del capítulo XI.
21
Antonio Palomino nació en Bujalance (Córdoba) en 1655 en el seno de una familia acomo-
dada. Siendo niño se trasladó con su familia a Córdoba, donde estudió gramática, filosofía, derecho,
teología y cánones, además de recibir lecciones de pintura de Juan de Valdés Leal, que vivió allí en
1672, y luego de Juan de Alfaro y Gámez (1675). Después de ordenarse subdiácono marchó a Madrid
en 1678 bajo la protección de Alfaro.

309
SARA FUENTES LÁzArO

y discípulo de los jesuitas en Madrid, el estado del conocimiento y la


magnífica documentación que se ofrecía en los colegios.

Aproximación al manuscrito de la traducción de Perspectiva

Junto con el uso que Palomino hizo en los Estudios Reales de los vo-
lúmenes de Pozzo, contamos con otro testimonio directo de la recepción
del tratado. La revisión de ejemplares de Perspectiva localizados en España
ha arrojado interesantes informaciones sobre el uso que recibieron sus
láminas; fueron copiadas con retícula, medidas y trasladadas a compás,
calcadas y explicadas con anotaciones al margen… aunque los textos de
Pozzo fueron también fueron leídos y difundidos, lo que indica que no
fue aprovechado sólo como repertorio arquitectónico. Para la docencia
en los colegios fue fundamental el uso de las explicaciones del autor, que
tuvieron un papel asimilable al de otros tratados de Geometría escritos
por matemáticos dedicados a la perspectiva.
En la Colección de Cortes de la Real Academia de la Historia de
Madrid, el fondo documental procedente de la librería de los Estudios
Reales, hemos localizado una traducción encuadernada en pergamino, un
volumen de 118 páginas de papel verjurado con varias marcas de agua
diferentes, titulado en el exterior de la portada: Mathematica. En ella apa-
rece también el número asignado, escrito junto al nombre de la persona
responsable de su aprobación, seguramente un jesuita bibliotecario o el
encargado de la docencia de las Matemáticas en el colegio de origen, pero
el nombre no se puede leer de forma inequívoca. En la primera página y
en el lomo figura su signatura Est[-anteria, -ante] 13 gr[-ada] 4ª nº[úmero]
613 que correspondía a la colocación en la librería de los Estudios Reales.
De acuerdo con otros materiales consultados, esta estantería habría sido
la destinada a albergar los fondos de las ciencias aplicadas, por lo menos,
perspectiva y geometría.22
El encuadernado que analizamos contiene una variedad de elemen-
tos, encabezados por la traducción al español de la segunda edición
(Roma 170223) del primer volumen de Perspectiva Pictorum et Architectorum

22
El manuscrito de la traducción de Pozzo ocupaba la posición Est. 13 nº 613, mientras que
otro tratado conservado ocupaba la Est.13 nº 649. También la signatura 671, un manuscrito de mate-
riales heterogéneos de Matemáticas, estaba en la misma estantería 13, por nombrar sólo tres ejemplos.
23
Coincide morfológicamente con los detalles de la segunda edición del primer volumen
del tratado, aparecida en 1702 (Pozzo, A., Perspectiva Pictorum et Architectorum, vol. I, Roma, Antonii
Rubeis, 1702). La edición de 1693 (Pozzo, A., Perspectiva Pictorum et Architectorum, vol. I, Roma, Joannis
Jacobi Komarek, 1693) se realizó mientras la bóveda de San Ignacio estaba en marcha, lo cual afecta
a la composición del volumen. Por ello, las figuras finales en 1693 son sobre el proyecto técnico de
la bóveda, con la cuadrícula. No tienen el dibujo completo de la bóveda terminada que si tiene las

310
LA ADOPCIÓN DEL MANUAL DE PERSPECTIVA DE ANDREA POZZO EN LA DOCTRINA JESUÍTICA ESPAÑOLA

que ocupa las páginas 5 a 42 del cuaderno (numeración moderna); el


texto está completo pero no va acompañado de los correspondientes gra-
bados de la obra original [fig. 3]. Del análisis del texto de la traducción
se deduce que se debió a un jesuita que firma su tarea ad maiorem Dei glo-
riam, con seguridad alguien familiarizado con el campo de la Perspectiva,
pues hizo alguna pequeña simplificación de las prolijas explicaciones de
Pozzo, aunque no aportó nada al material que transcribía. Era un escri-
tor castellanoparlante pero muy acostumbrado a la lengua italiana que
contaminaba su ortografía24 y le hizo cometer algunos errores conocidos
en lingüística como “falsos amigos”;25 probablemente parte de estas ca-
racterísticas puedan explicarse por la falta de fijación de las normas de
ortografía que se daba en el XVII, pero también apuntarían a un jesuita
español italianizado radicado en Valencia, la ciudad más “italianizada” de
la península, que tradujo el volumen con el fin de aprovecharlo como
material de un curso de Perspectiva, Geometría o Arquitectura. Con toda
probabilidad estaba destinado a un grupo de estudiantes que trabajaban
alrededor del volumen original abierto. El hecho de que la traducción
de la Perspectiva estuviera encuadernada con otros bocetos y ejercicios de
arquitectura, pertenecientes a varias manos, y con una copia parcial de un
tratado de construcción, subraya el carácter artístico y técnico que Pozzo
tuvo en las librerías jesuitas.26
Después de la traducción y con letra del XVII, aparece en el manus-
crito una copia fragmentaria del capítulo 3 “Sobre las Medidas”, que sólo
hasta el final de la definición de “paso”, del Tratado de Geometria practica y
speculatiua27 de Juan Pérez de Moya, matemático y escritor de arquitectu-
ra.28 Este tratado tuvo una gran difusión en España, además de haberse

ediciones de 1702. En 1693 la bóveda sin terminar estaba siendo duramente criticada, por lo que
se añadió al final una defensa y explicación de su visión perspectiva. En 1702 la bóveda finalmente
desvelada ha terminado por triunfar, y ya no es necesario defender su corrección, la 2º edición quita
esta protesta. En 1693 se añaden puntualizaciones para las primeras 12 tablas al final del volumen;
Quizás Pozzo contrastó sus textos en la Academia del Collegio Romano y vio que los estudiantes no
le seguían, pues los nuevos textos son más sencillos y cortos, menos prolijos. En 1702 estas adendas
ya estaban en el lugar de los viejos textos junto a las imágenes. La tabla titulada ordini d’architettura a
presi dal Palladio e dallo Scamozzi que aparecía sin numeración, en 1702 ya no está en medio y suelta,
sino como “Figura última” número 102.
24
Escribe orizonte por horizonte, spacio por espacio y utiliza la acentuación como un italiano.
25
Traduce pulito por pulido.
26
La ordenación de los fondos de tema científico de esta biblioteca están en proceso de
estudio siguiendo los principios enunciados en Vergara Ciordia, J. y Sánchez Barea, F., “Marco
documental para el estudio de los colegios y bibliotecas jesuíticas en la España moderna”, Anuario de
Historia de la Iglesia, 20, Pamplona, Universidad de Navarra: Instituto de Historia de la Iglesia, 2011,
pp. 373-391, espec. pp. 387-388.
27
Pérez de Moya, J., Tratado de Geometría practica y speculatiua, Alcalá, Juan Gracián, 1573.
28
Hemos localizado ejemplares de este tratado en el Fondo de la Biblioteca Histórica de la
Universidad Complutense, con Ex libris de la Biblioteca Complutense Ildefonsina y Ex libris del Colegio
de la Compañía de Jesús de la Universidad de Alcalá, parcialmente mutilado y con marcas de uso.

311
SARA FUENTES LÁzArO

utilizado por extenso en los colegios jesuitas. Después de estas notas sobre
la definición de varias unidades de medida, encontramos en el cuaderno
una gran variedad de ejercicios de diseño, similares a los propuestos por
Pérez de Moya en las páginas de su tratado, referidos a trazado de figuras
geométricas y manejo del compás [fig. 4].
Repartidos a continuación, a página completa, encontramos varios
fragmentos decorativos consistentes en ornamentos esbozados a lápiz,
uno en forma de corona y otro, medio marco de formas vegetales estili-
zadas, volutas y putti; un repertorio que se completa con varios esbozos
trazados con lápiz como ligeros apuntes de dos cabezas de perro, una
de caballo y varios niños. Parcialmente repasado a tinta encontramos
también un esquema a mano alzada, rápido pero bastante acabado,
que representa un altar dedicado a la advocación mariana de Nuestra
Señora de Murta, asociada al monasterio jerónimo de Alcira; el esbozo,
totalmente frontal y sin profundidad, muestra una composición para un
altar dedicado a la Virgen con el Niño en sus brazos, ambos coronados y
sostenidos por dos ángeles. En la mano derecha María lleva una vara de
mirto, que junto con una inscripción en otra página, atribuye el altar a
la devoción valenciana de La Murta. Estos fragmentos figurativos parecen
conducir a un decorador profesional que usaba la técnica de trabajar
por mitades los ornamentos simétricos, pero no un artista de primera
fila, como parece corresponder a la política artística de este santuario
en el siglo XVIII.29
Dispersos, dejando páginas en blanco y sin aparente orden, el ma-
nuscrito presenta numerosos dibujos arquitectónicos y geométricos que
ocupan la mayoría del encuadernado, mayoritariamente: patrones en-
trelazados, geometría de elipses y proporciones de figuras geométricas,
despiece de plementerías y bóvedas góticas estrelladas de terceletes. Las
bóvedas son particularmente ricas, muy cercanas a modelos caracterís-
ticos de la Corona de Aragón. En cuanto a las numerosas plementerías
que alternan con las tracerías, aparecen dibujadas por un procedimiento
gráfico que usa un sistema basado en los arcos, del modo que aparece
en el Compendio Mathematico (Valencia 1707-1715) de Vicente Tosca, como
un apoyo para trazar el despiece de plementos y bóvedas ajustándose al
perímetro y perfil del espacio que cubren [fig. 5]. Los tratados del ora-
toriano fueron de amplísimo uso en los colegios de la Compañía, como
también se sitúan en la órbita ignaciana las tipologías de las plantas de

29
Una vez desaparecido el patrocinio del Cardenal Vich [Lopez-Yarto Elizalde, A., Gomez, I.
y Ruiz Hernando, J., A., “El monasterio jerónimo de Santa María de la Murta (Valencia)”, Ars longa:
cuadernos de arte, 6, Valencia, Universitat de València: Departament d’Història de l’Art, 1995, pp. 17-23].

312
LA ADOPCIÓN DEL MANUAL DE PERSPECTIVA DE ANDREA POZZO EN LA DOCTRINA JESUÍTICA ESPAÑOLA

iglesias que contiene el manuscrito, sombreadas en acuarela de color que


de momento no hemos podido relacionar con ningún edificio concreto.
Los patrones de lacería, repetición de pequeños entramados geomé-
tricos acuarelados en vivos colores, igualmente se corresponden con
modelos muy visibles y abundantes en la corona de Aragón, sobre todo
en el arte mudéjar. En cambio los dibujos de arquitectura, son menos
característicos y difíciles de localizar, al tratarse de invenciones muy sen-
cillas del propio autor.

A modo de conclusión

Perspectiva destacó en el campo de la enseñanza técnica superior de


la Geometría, la Perspectiva y la Arquitectura, que en su propia época
se consideraban conexas con la práctica artística, y fue ampliamente di-
fundido en un ambiente intelectual avanzado y culto, como demuestra
que fuese manejado junto con la bibliografía técnica y matemática más
actualizada en las bibliotecas de los colegios jesuitas. Sus ediciones y tra-
ducción manuscrita se difundieron gracias a su empleo en la enseñanza
de la arquitectura asociada a la nueva ciencia en desarrollo en el Levante
español. También en el tratado de Palomino, El Museo Pictórico, descubri-
mos no sólo un reaprovechamiento del ideario estético del jesuita,30 sino
que sus ilustraciones constituyen la única reelaboración o selección de
los grabados de arquitectura pozzesca hecha en su época en España, con
los materiales de los dos volúmenes.
Tanto el uso de Pozzo que hizo Palomino, como la traducción manus-
crita de la Real Academia de la Historia, son prueba sólida de un interés
didáctico por el tratado Perspectiva Pictorum Architectorum en el seno de
la Compañía de Jesús española durante el siglo XVIII. A través de estos
ejemplos hemos visto su calidad como medio complejo de comunicación
masiva, de gran aceptación entre artistas, arquitectos y estudiantes, cuyo
uso en España resultó coherente con la misión propagandística-docente
original de los Ignacianos.

30
Fuentes Lázaro, S., “Invenciones de arquitectura…”, op. cit., pp. 1.792-1.807.

313
Reconsideración de la iglesia del noviciado de San Luis,
de Sevilla, a la luz del tratado del jesuita Andrea Pozzo

Alfonso Rodríguez G. de Ceballos


Universidad Autónoma de Madrid-
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

En otra ocasión califiqué esta iglesia, por su preciosismo, como


la joya de la arquitectura de la ciudad de Sevilla [fig. 1].1 Pese a no
haber sido posible encontrar documentación al respecto de su proceso
constructivo estrictamente dicho ni en los archivos de la Compañía en
Roma ni tampoco en los de la metrópolis sevillana, sin embargo se ha
escrito mucho y bien sobre ella. Destacan especialmente los últimos
estudios de los profesores Rosario Camacho y Vicente Lleó y el libro de
Juan Luis Ravé, pleno de nuevas noticias, quienes han ido perfilando,
a través de sagaces observaciones estilísticas, iconográficas y referencias
de libros impresos contemporáneos, casi todos los aspectos posibles
que sus comentaristas anteriores, Camacho Baños, Sancho Corbacho
y Antonio de la Banda no habían podido descifrar.2 Por eso parecería
un atrevimiento que yo intentara añadir alguna novedad a lo que todos
ellos han expuesto ya convincentemente. Sin embargo con ocasión de
unas jornadas celebradas muy recientemente en la Universidad Complu-
tense sobre el impacto de diversos tratadistas y arquitectos foráneos en
la arquitectura española, reuní algunas muestras del que pudo tener el
tratado del jesuita Andrea Pozzo sobre la composición y ornamentación
de la iglesia del Noviciado de la Compañía de Sevilla, que entonces no
pude exponer con toda la precisión deseada y desearía aprovechar la
ocasión haciéndolo ahora.
Subrayaría en primer lugar que esta preciosa iglesia, aunque acuse
influencias de la arquitectura barroca romana clasicista, éstas quedan asi-
miladas de tal forma por su constructor, el arquitecto Leonardo de Figue-
roa, que no ocultan para nada su idiosincrasia puramente sevillana. Pri-

1
Rodríguez G. de Ceballos, A., “Arquitectura y arquitectos en la provincia Jesuítica de
Andalucía”, en El arte de la Compañía de Jesús en Andalucía, (1554-2004), Córdoba, Caja Sur, 2002,
pp. 105-111.
2
Refiero la bibliografía más útil y reciente: Camacho Martínez, R., “La iglesia de San Luis de
los Franceses en Sevilla, imagen polivalente”, Cuadernos de Arte e Iconografía, II, 3, Madrid, Fundación
Universitaria Española, 1989, pp. 202-213; Lleó Cañal, V., “Barroco y retórica: el edificio elocuente”,
en Andalucía Barroca. Teatro de Grandeza, Sevilla, Junta de Andalucía, 2008, pp. 24-41; Ravé Prieto,
J. L., San Luis de los Franceses, Sevilla, Diputación Provincial, 2010.

315
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

Fig. 1. Interior de la iglesia del Noviciado de San Luis.

316
RECONSIDERACIÓN DE LA IGLESIA DEL NOVICIADO DE SAN LUIS, DE SEVILLA, A LA LUZ...

meramente porque Figueroa nunca


estuvo en Roma y las referencias
a lo romano están tomadas por él
de láminas y estampas, combinadas
de tal modo con sus propios estile-
mas de carácter decorativo y con
los de otros arquitectos sevillanos
anteriores a él, que resulta difícil
diferenciar entre lo que hay en su
obra de rigurosamente personal y
lo asumido como herencia recibi-
da. Las investigaciones recientes
del arquitecto José Manuel Higuera
han llegado a demostrar palma-
riamente que Leonardo nació ca-
sualmente en Montiel, durante un
viaje perentorio de sus padres, que
vivían en Antequera, donde pasó Fig. 2. Fachada del Hospital de la Caridad,
sus diez primeros años, y que a los Sevilla.
once fue colocado en Sevilla, como
aprendiz, en el taller del maestro de obras José García, con el que colaboró
luego en obras de menos importancia, pasando finalmente a trabajar en
la iglesia del Hospital de la Caridad, donde alcanzó el importante puesto
de Maestro Mayor de la iglesia y edificio3 ya mucho antes de iniciar otras
obras suyas mejor conocidas. Así, gracias a la nueva documentación, le
atribuye definitivamente la terminación de la zona alta de la fachada de
la iglesia y el edificio del Hospital con sus magníficos patios [fig. 2].4 En
una palabra su formación fue enteramente sevillana y lo que mayormente
pudo influir y excitar su imaginación creadora fueron las obras arquitec-
tónicas que veía realizadas en su entorno.
Desde el primer estudio arquitectónico de la iglesia de San Luis, rea-
lizado por A. Sánchez Corbacho, se ha venido asumiendo que su planta

3
Higuera Meléndez, J. M., Leonardo de Figueroa: orígenes, aprendizaje y comienzos del maestro
del barroco sevillano, estudio que se publicará en el próximo número de la revista Academia. Boletín de
la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Esta importante contribución completa de manera
decisiva las noticias publicadas por Herrera, F. J. y Quiles, F., “Nuevos datos sobre la vida y la obra
de Leonardo Figueroa”, Archivo Español de Arte, 259-260, 1992, pp. 335-349.
4
Téngase en cuenta que el primer edificio importante en Sevilla que hasta ahora se le venía
atribuyendo con seguridad era el Hospital de los Venerables Sacerdotes en 1676, si bien algunos
estudiosos atisbaban ya una contribución importante de Leonardo Figueroa en las obras de la Iglesia
y el Hospital de la Caridad (Rivas Carmona, J., Leonardo de Figueroa: una nueva visión de un viejo
maestro, Sevilla, Diputación Provincial, 1984, pp. 54-56).

317
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

Fig. 3. Planta de Santa Inés en la Plaza Navona, Roma.

se basó en la del templo romano de Santa Inés en la Plaza Navona,5 obra


comenzada por Girolamo Rainaldi en 1652, modificada luego por breve
tiempo por Francesco Borromini, quien alteró sobre todo la fachada y el
vestíbulo de ingreso, y terminada en 1676 Carlo Rainaldi y otros maestros. 6
Pues bien, si se mira atentamente tanto el proyecto planimétrico de la
iglesia dibujado por Borromini en 1655 (Albertina de Viena, Az. Rom, 55
y 59a) como la láminas de la planta, corte transversal y fachada levantados
por Falda y otros burilistas y reproducidos en el libro Insignium Romae
Templorum Prospectus, de 1674 [figs. 3 y 4], se perciben diferencias radicales
[figs. 5 y 6].7 Por ejemplo, los tramos correspondientes a la capilla mayor
y al nártex o vestíbulo no terminan en exedras como en la iglesia de San
Luis, sino que son rectangulares y, concretamente el de altar, termina en
plano recto Pero lo fundamental, a mi modo de ver, es que en el cruce

5
Sancho Corbacho, A., Arquitectura sevillana del siglo XVIII, Madrid, Instituto Diego Veláz-
quez, CSIC, 1952, pp. 85-94.
6
Wittkower, R., “Carlo Rainaldi and the Architecture of High Baroque in Rome”, en Studies
in the Italian Baroque, Londres, Thames and Hudson, 1975, pp. 9-52; Blunt, A., Borromini, Madrid,
Alianza, 1985, pp. 265-169; Borsi, F., Borromini, Milán, Electa, 1990, pp. 173-175; Bösel, R. y Frommel,
Ch. L., Borromini e l’universo barocco.Catálogo, Milán, Electa, 2000, pp. 184-191.
7
Edición latina realizada por la famosa estampería de Giovanni Iacopo de Rubeis, láminas
18,19 y 20, ejemplar de la Biblioteca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

318
RECONSIDERACIÓN DE LA IGLESIA DEL NOVICIADO DE SAN LUIS, DE SEVILLA, A LA LUZ...

de los dos brazos de la supues-


ta planta de cruz griega de Santa
Inés se produce indefectiblemente
un espacio cuadrado en el que se
implanta la cúpula mediante la in-
serción de enormes pechinas.
En San Luis el espacio inte-
rior del templo esta determinado
radicalmente por el cilindro de su
estructura —por cierto de ladrillo
revestido de yeso estucado— que
actúa como un pernio sobre el que
giran los espacios subsidiarios de
los cortos brazos de la cruz termi-
nados en exedras. Esta estructura
permite, entre otras cosas, la supre-
sión de las pechinas, pues el tambor
de la cúpula se inserta sin solución
de continuidad sobre los muros
del cilindro de base [fig. 7] Ahora
bien esto remite, así lo creo, a un
modelo distinto, el de la rotonda
de la catedral de Granada ideada
y construida por Diego de Siloe
Fig. 4. Corte transversal de la iglesia
para servir de panteón al empera- de Santa Inés.
dor Carlos V, que, a su vez, no se
explicaría sin el Panteón de Agripa, en Roma [fig. 8].8
La impresionante rotonda granadina tuvo que gravitar en el ima-
ginario arquitectónico andaluz y así se explicaría que el jesuita Pedro
Sánchez eligiera la planta redonda o la ovalada para las iglesias de los
colegios de Málaga y de Sevilla9 respectivamente, porque únicamente es-
tas figuras geométricas permitían una cubrición cupulada sin intermedio

8
Rosenthal, E., The Cathedral of Granada..., Princeton, University Press, 1961, pp.71-77.
9
Rodríguez G. de Ceballos, A., “El arquitecto Hermano Pedro Sánchez”, Archivo Español
de Arte, 168, 1970, pp. 51-81. Este arquitecto diferenciaba muy bien y dominaba los distintos modos
de cubrición de las iglesias de la Compañía de Jesús que diseñó y construyó, tanto el de bóveda
de platillo sobre pechinas, aunque varias veces le advirtieron desde la curia de Roma el peligro de
derrumbamiento de las cúpulas, como el de la cúpulas con tambor y calotta a imitación de la de El
Escorial; pero sabía perfectamente que las más seguras eran la bóvedas de las iglesias centralizadas,
bien circulares, bien elípticas. Figueroa conoció sin duda la iglesia de planta elíptica que realizó
Pedro Sánchez en Sevilla para el colegio de San Hermenegildo, que todavía se conserva, incluso la
impresionante Sala Capitular de la catedral, de forma igualmente oval.

319
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

Fig. 5. Planta de la iglesia del Fig. 6. Sección longitudinal de la iglesia del Noviciado
Noviciado de San Luis. de San Luis.

de pechinas. Es posible que por la misma razón Figueroa propusiese un


modelo de planta centralizada para la iglesia del colegio jesuítico de San
Teodomiro de Carmona, modelo que fue rechazado10 Por otro lado, la
fundamental estructura cilíndrica se empleó frecuentemente en iglesias
o anexos de ellas como “martyrion”, lo que se avenía muy bien con el
significado simbólico polivalente de la iglesia del Noviciado. Así, en el
folleto que se propalaron los jesuitas entre el pueblo sevillano, en 1699,
a fin de conseguir limosnas para levantar la nueva iglesia que sustituirá
a la antigua, se proponía al Noviciado como semillero de misioneros y
mártires que habían propagado —y seguirían haciéndolo— el evangelio
en los nuevos continentes descubiertos; señalando, al efecto, que ya dos
antiguos novicios de aquella casa, los padres Luis de Medina (descen-
diente de la fundadora) y Sebastián de Monroy, habían sido martirizados
recientemente, en 1673, en las islas Marianas.11 También este sentido
simbólico de “martyrion” que se quiso añadir al edificio, además de otros

10
Martín Pradas, A. y Carrasco Gómez, I., “La iglesia del colegio de San Teodomiro de la
Compañía de Jesús en la ciudad de Carmona (1619-1754)”, Laboratorio de Arte, Homenaje al profesor D.
José Hernández Diáz, 11, 1998, pp. 525-538.
11
Archivo de la provincia de Toledo de la Compañía de Jesús en Alcalá de Henares, caja 7, nº
17. Ravé Prieto comenta ampliamente este documento (Ravé Prieto, J. L., San Luis de los Franceses,
op.cit., pp. 59-61).

320
RECONSIDERACIÓN DE LA IGLESIA DEL NOVICIADO DE SAN LUIS, DE SEVILLA, A LA LUZ...

Fig. 7. Aspecto del interior de San Luis Fig. 8. Grabado de F. Heylan de la rotonda
hacia la cúpula. de la Catedral de Granada.

significados, explicaría que los antipendios del altar mayor y del resto de
las capillas de San Luis y, a veces, hasta los retablos respectivos, estén cua-
jados de reliquias. En otros templos de la Compañía era habitual dedicar
una capilla a relicario, pero únicamente en el Noviciado sevillano toda la
iglesia se ha convertido en relicario [fig. 9].12
Antes de pasar adelante desearía insistir en adjudicar la plena auto-
ría del proyecto arquitectónico a Leonardo de Figueroa quien, fallecido
en abril de 1731, fue continuado hasta su conclusión por su hijo Matías
José. Se ha especulado recientemente sobre la intervención de algunos
jesuitas en el proyecto, como los padres Gabriel de Aranda y Jerónimo de
Ariza, quienes eran eruditos diletantes que pudieron dictar su programa
simbólico e iconográfico, pero nada más. El desencuentro de los jesuitas
con Leonardo en 1725 y luego con Matías José en 1749 no fue ocasiona-

12
Véase al respecto Gómez Piñol, E., “Los retablos de la iglesia sevillana de San Luis de los
Franceses”, en El arte de la Compañía de Jesús en Andalucía, op.cit., pp. 184-195. En el retablo mayor
anterior a la primera inauguración de la iglesia en 1731, se incrustaron ya las muchas reliquias rega-
ladas por don Francisco Lelio Lepanto, arcediano de Niebla y buen amigo de la Compañía, quien
vivió en el Noviciado al cual donó gran parte de su fortuna cuando falleció en 1736 (Herrera Gar-
cía, F. J., El retablo sevillano en la primera mitad del siglo XVIII, Sevilla, Diputación, 2001, pp. 402-403).

321
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

Fig. 9. Detalle de los relicarios del retablo de San Estanislao.

do por la falta de seguridad de la iglesia de San Luis, sino primero del


crucero y cúpula del templo de la Casa Profesa y luego de la bóveda de
la entrada,13 y que, a lo más difirió la interrupción de la iglesia del No-
viciado desde 1727 hasta poca antes de la muerte de Leonardo. Desde
fines del XVII era muy pronunciada la carencia en la provincia jesuítica
de Andalucía de buenos maestros de obras de la Compañía, y, por otra
parte, la abundancia de bienhechores que costearon la obra de San Luis
permitió, a mi modo de ver, que ésta, en lo constructivo y decorativo, no
necesitase de la asistencia de jesuitas en la obra para ahorrar gastos, como
lo demuestra la casi excesiva magnificencia de la iglesia. En cualquier caso
quien asistió como aprendiz y ayudante de Leonardo en la primera fase
de la construcción fue el jesuita coadjutor Francisco Gómez, quien resi-
dió en el Noviciado desde 1705 hasta 1718, convirtiéndose más adelante
en el último buen arquitecto que tuvo la Compañía en Andalucía.14 Fue

13
Los informes alarmantes emitidos por Leonardo y luego por Matías José sobre la inminente
ruina de la iglesia de la Casa Profesa, fueron mencionados por mí en Bartolomé de Bustamante y las
comienzos de la arquitectura jesuítica en España, Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1967, pp.
145-146, recogiéndolos del manuscrito del P. Antonio de Solís, Los dos espejos. Historia de la Casa Profesa
de la Casa Profesa de Sevilla durante sus dos primeros siglos, hoy publicado en edición y transcripción y
notas por Leonardo Molina García, Sevilla, Fundación Focus Abengoa, 2010, p. 420.
14
Un breve perfil biográfico de este hermano arquitecto puede verse en “Arquitectura y
arquitectos…”, op. cit.

322
RECONSIDERACIÓN DE LA IGLESIA DEL NOVICIADO DE SAN LUIS, DE SEVILLA, A LA LUZ...

él precisamente quien se enfrentaría a Matías José refutando, junto con


otros maestros sevillanos, su alarmante informe sobre la bóveda del coro
de la iglesia profesa en 1749.
Pero vengamos a la contribución del tratado del jesuita Andrea
Pozzo en la ideación de rasgos sustanciales en el proyecto arquitectónico
y simbólico-figurativo de la iglesia del Noviciado. Así como no sabemos
que el costoso libro Insignium Romae Templorum Prospectus... hubiese sido
adquirido por el Noviciado o que lo manejase Leonardo de Figueroa,
es absolutamente cierto que el tratado de Pozzo Prospectiva Pictorum et
Architectorum cuya edición latina vió la luz en Roma en dos volúmenes
publicados en 1693 y 1700, estuvo en la biblioteca del colegio sevillano de
San Hermegildo, pues lo cita el mencionado arquitecto jesuita Francisco
Gómez (1667-1749), a propósito de dictamen que se le solicitó en 1728,
curiosamente junto con el de Leonardo de Figueroa, sobre el proyecto
de Vicente Acero para la catedral de Cádiz.15
Se ha supuesto que los dos tomos del tratado de pudo adquirirlos el
P. Francisco Tamariz, provincial de los jesuitas andaluces en 1700, luego
rector del Noviciado, quien viajó a Roma ese año como procurador de
la provincia de Andalucía en la Congregación General que convocó pre-
cisamente el que era entonces General de la Compañía, su antiguo com-
pañero Tirso González de Santalla, quien dió la licencia necesaria para la
impresión del mencionado tratado de Pozzo. Es más, éste era entonces,
junto con el P. Boninsegna, profesor de matemáticas del Colegio Romano,
consejero edilicio del P. General,16 y quien sabe si el propio Pozzo llegó a
dictaminar el proyecto de Leonardo Figueroa para la iglesia de San Luis,
que tuvo que enviarse necesariamente a Roma para su aprobación antes

15
Vicente Acero contestó a estos informes desfavorables en el escrito titulado: Probocado de Don
Vicente Acero de los dictamenes que le dieron el R.P. Franciso Jose de Silva, D.Pedro Ribera y D. Francisco Ruiz,
maestros de Arquitectura de la Villa y Corte de Madrid, el P.Francisco Gómez de la Compañìa de Jesús y Don
Leonardo de Figueroa assimismo, maestros de la ciudad de Sevilla, responde a los papeles que han contradicho
el plano y alzado dispuesto por Don Vicete Azero para la nueva Catedral de Cádiz cuyta fábrica está a su cargo
como Maestro Mayor de la obvra del dicho templo (Rodríguez Ruiz, D., “ Tradición e innovación en la
arquitectura de Vicente Acero”, Anales de Arquitectura, 4, Valladolid, Escuela T. S. de Arquitectura,
1992, pp. 37-50; Alonso de la Sierra, L. y Herrera, F. J., “Observaciones sobre la formación, ideas
y obra del arquitecto Vicente Acero”, Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, XVI, Madrid,
Universidad Autónoma de Madrid, 2004, pp. 113-127). Curiosamente Acero tenía entre sus libros los
dos tomos de A. Pozzo, según consta en el inventario de sus bienes otorgado en 1739 (Alonso de
la Sierra, L. y Herrera, F. J., “’Del estudio en la teórica y del trabajo en la práctica’: observaciones
sobre la formación, ideas y obra del arquitecto Vicente Acero, ‘Addenda’ documental”, Anuario del
Departamento de Historia y Teoría del Arte, XVII, 2005, pp. 90-91; Marías, F., “La Catedral de Cádiz,
de Vicente Acero: la provocación de los textos”, Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte,
XX, 2008, pp. 53-81 donde publica el texto íntegro del Probocado de Acero editado en Cádiz por
Jerónimo Peralta en 1728 y, en él la respuesta ,de dicho arquitecto a las objeciones presentadas por
el Hermano Franciso Gómez y Leonardo de Figueroa (pp. 60-65).
16
Bösel, R., “L’impegno diddatico. L’accademia di Andrea Pozzo al Collegio Romano”, en Mi-
rabili disinganni. Andrea Pozzo (1642-1709), pittore e architetto gesuita, Roma, Artemide, 2010, pp. 201-205.

323
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

de 1699. La verdad es que las curiosas columnas salomónicas de piedra


caliza que rodean la parte inferior del cilindro de San Luis, flanqueando
las aberturas de la capilla mayor y de los brazos subsiguientes del crucero
y del pórtico de entrada, parecen estar tomadas, tanto en su forma como
en su disposición, del dicho tratado, como intentaré demostrar.17
Las de San Luis son esbeltas, gráciles, de espiras sin éntasis ni abom-
bamientos, como las que propone Pozzo en la figura 42 de su primer
tomo: Delineatio Columnae spiralis Ordinis Compositi [fig. 10],18 aunque a
diferencia de la de éste, que consta de seis espiras, las dos últimas estria-
das, las de Figueroa sólo tienen cuatro; la dibujada por Pozzo se asienta
sobre un alto pedestal, las de la iglesia de San Luis también sobre otro
esbelto pedestal sólo que redondo y estriado verticalmente.19 En la figu-
ra 65 del segundo tomo del jesuita italiano, que representa una variante
del altar de San Luis Gonzaga para la iglesia romana de San Ignacio, las
columnas espirales que lo flanquean descansan en cambio sobre pedestal
redondo [fig. 11]. La figura 17 del mismo segundo tomo la componen
tres formas de pedestales cilíndricos, uno de ellos con estrías verticales.
Finalmente columnas salomónicas de solo cuatro espiras sobre pedestal
redondo estriado aparecen, de frente y de perfil, en la figura 41 del tomo
segundo titulada “Teatro di Galleria” [fig. 12].20 Están concebidas como
bastidores que convergen hacia el fondo de la perspectiva de un decorado
teatral, por eso estas columnas torsas son exentas, sostienen un trozo de
entablamento y tras ellas hay una traspilastra en el muro. Esta estampa
pudo suscitar en Figueroa la idea de utilizar una batería anular de co-
lumnas salomónicas separadas del muro cilíndrico de base en el templo
del Noviciado. Efectivamente no tienen valor sustentante de carga, sino
es la liviana del resalto del entablamento y cornisa correspondientes al
primer anillo anterior al del tambor de la cúpula, sino exclusivamente
simbólico-figurativo.

17
He utilizado para ello la consulta a los dos tomos del tratado de Pozzo que se conservan en
la biblioteca de la Real Academia de San Fernando, edición en latín y en italiano de 1723 realizada
por el conocido impresor de Roma Antonio de Rosis.
18
He utilizado uno de los dos ejemplares de la edición latino-italiana del tratado de Pozzo
en la edición realizada por el conocido editor romano Antonio de Rosis de 1723, existente en la
Biblioteca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. A ellos se refieren los números de
las figuras que cito a continuación.
19
Pozzo nunca denomina a estas columnas como “salomónicas”, sino espirales o torsas, pues
ya para la fecha en que pubicó su tratado se dudaba de que efectivamente hubiesen sido traidas por
Vespasiano y Tito del templo de Jerusalen, como indicaba la tradición, prefiriéndose ver su origen
en prototipos helenísticos del Asia Menor (Tuzi, S., Le Colonne e il Tempio di Salomone. La storia, la
leggenda, la fortuna, Roma, Gangemi Editore, s.a., 2002, pp. 75-94).
20
Véase al respecto Filippi, B., “L’ íllusione prospettica di Andrea Pozzo e la scena teatrale
dei Gesuiti”, en Bösel, R. y Salviucci Insolera, L., Artifizi della Metafora. Saggi su Andrea Pozzo, Roma,
Artemide Edizioni, 2011, pp. 213-220.

324
RECONSIDERACIÓN DE LA IGLESIA DEL NOVICIADO DE SAN LUIS, DE SEVILLA, A LA LUZ...

Fig. 10. Columna torsa según el tratado Fig. 11. A. Pozzo: Proyecto alternativo para el altar de
de Andrea Pozzo. San Luis en la Iglesia de San Ignacio de Roma.

A cada una de las ocho columnas exentas de San Luis con su trans-
pilastra hay que sumar otras ocho, pero no ya exentas sino semicolumnas
entregas que, de perfil, flanquean las aberturas de los brazos de la cruz
griega destinadas a albergar las capillas principales y el coro: en total 16
entre columnas y semicolumnas salomónicas. Aún hay más: pienso que la
idea de emplear esta enorme corona de columnas para circundar el pri-
mer cuerpo del templo le vino también a Figueroa tras la contemplación
de otra lámina del tratado de Pozzo: la 73 del segundo tomo, en la que
presenta un segundo proyecto para sistematizar el ábside y altar mayor
de la iglesia del Gesù de Roma recubriendo su ábside semicircular de
columnas en espiral [fig. 13].
Estas columnas salomónicas tuvieron que estar ya colocadas entre
1615-1619, fecha en que fue encomendada la pintura al fresco de la
bóveda de la cúpula a Lucas Valdés, antes de que éste se trasladara a
Cádiz donde fue profesor de matemáticas en la Escuela de Náutica.21
Este pintor recibió formación de los jesuitas en el colegio sevillano de
San Hermenegildo, trabajó en el taller de su padre Juan de Valdés Leal,
quien ya mostró un inusitado interés por la proyección en perspectiva del

21
Fernández López, J., Lucas Valdés, 1661-1724, Sevilla, Diputación Provincial, 2003, p. 82.

325
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

Fig. 12. A. Pozzo: Dibujo para un decorado teatral.

marco arquitectónico de muchos de sus lienzos, y finalmente fue el mejor


“cuadraturista” de la pintura sevillana entre los siglos XVII y XVIII. A la
fuerza tuvo que conocer y utilizar la Perspectiva Pictorum... de A. Pozzo para
componer la pintura al fresco de la calota de la cúpula [fig. 14], que ya
Antonio Acisclo Palomino había ensalzado como el tratado más novedoso
y conspicuo sobre la materia y había reproducido algunas de sus láminas.22
Bien es verdad que la arquitectura fingida que Lucas Valdés simuló en San
Luis difiere bastante de la famosa de la iglesia de San Ignacio (láminas.
90 y 91 del primer tomo), que repitió el propio Pozzo en la iglesia de la
Universidad de Viena [fig. 15], pues para entonces eran bien conocidas
otros tipos de quadrature distintas de las romanas, concretamente las de
tipo boloñés introducidas en España por F. Mitelli y A-M. Colonna y sus
seguidores.23 Pues bien, Lucas Valdés reafirmó el programa simbólico

22
De Perspectiva han escrito (...) Juan Bruquel, de la Compañía de Jesús, tres tomos en francés (…)
cosa única, como lo son los dos modernos de Andrea Pozzo, también jesuita, con la explicación en latín y en
toscano, de los más peregrino que en la práctica se ha visto [Palomino y Velasco, A., El Museo Pictórico
y Escala Óptica, Madrid, 1724, ed. de M. Aguilar, Madrid, 1947, p. 257]. Sobre las láminas con que
Palomino ilustra los capítulos dedicados a la perspectiva práctica sin citar su fuente, véase Bonet
Correa, A., “Láminas de El Museo Pictórico y Escala Óptica, de Palomino”, Archivo Español de Arte, 182,
1973, pp. 131-142.
23
García Cueto, D., La estancia española de los pintores boloñeses Agostino Mittelli y Angelo Michele
Colonna, 1568-1662, Granada, Universidad, 2005.

326
RECONSIDERACIÓN DE LA IGLESIA DEL NOVICIADO DE SAN LUIS, DE SEVILLA, A LA LUZ...

de San Luis como remedo del tem-


plo jerosolimitano, comenzado aba-
jo con la introducción de las colum-
nas salomónicas, insertando ahora
en los gajos fingidos de su cúpula
siete utensilios litúrgicos del viejo
templo de Salomón: el Arca de la
Alianza, el Candelabro de los Siete
Brazos, el Altar de los Holocaustos,
la Mesa de los Panes de Preposi-
ción, el Mar de Bronce, el Altar de
los Perfumes y los Aguamaniles.
Para ello se sirvió de los grabados
que de ellos hicieron distintos ar-
tistas y que ilustraban el segundo
tomo de la Reconstrucción del Templo
de Jerusalén conforme a la profecía de
Ezequiel, compuesto por Juan Bau-
tista de Villalpando y Jerónimo de
Prado y publicado en Roma el año
1610 [fig. 16].24
El simbolismo salomónico del Fig. 13. A. Pozzo: Proyecto de remodelación
templo del Noviciado quedó co- del altar mayor de la iglesia del Gesù.
rroborado no sólo con la incor-
poración en la cúpula fingida de la representación de los utensilios del
Templo de Jerusalén, sino con figura del propio rey Salomón, sentado en
su trono o, al menos, conforme lo representaba la iconografía tradicio-
nal, aunque debajo de su figura aparece la inscripción “Religio”, pues la
célebre sabiduría del rey hebreo también era característica de la Religión
Católica, cuya posesión de la verdad absoluta está respaldada por la asis-
tencia contínua del Espíritu Santo. Esto nos llevaría a la conclusión de
que la iglesia de San Luis, destinada a la enseñanza visual de los novicios
por medio de la lectura de tantas imágenes e inscripciones que la colman
por todas partes,25 fue concebida como “aula de la sabiduría”. Ahora bien,
como veremos enseguida, en la bóveda de horno del ábside de la entrada

24
Martínez Ripoll, A., “El taller de Villalpando”, en Ramírez, J. A. (ed.), Dios arquitecto, Ma-
drid, Ediciones Siruela, 1991, pp. 245-284. Cuatro de estos utensilios litúrgicos fueron reproducidos
por Juan Caramuel, Arquitectura Recta y Oblicua, Vigevano, 1675, parte I, láminas B, C, D y E, ed.
facsímil, Madrid, Turner, 1984, 3 vols.
25
La lectura de todas las imágenes, símbolos e inscripciones que integran la totalidad del
significado simbólico de la iglesia ha sido realizada con minuciosidad en Camacho Martínez, R.,
“La iglesia de San Luis de los Franceses en Sevilla…”, op. cit.

327
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

Fig. 14. Lucas Valdés: Pintura al fresco de la bóveda de la iglesia de San Luis.

Fig. 15. A. Pozzo: Dibujo de para una cúpula de arquitectura fingida.

328
RECONSIDERACIÓN DE LA IGLESIA DEL NOVICIADO DE SAN LUIS, DE SEVILLA, A LA LUZ...

Fig. 16. J.B. Villalpando: Dibujo del altar Fig. 17. Hastial de ingreso a la iglesia
de los holocaustos del Templo de Salomón. del Noviciado de San Luis.

aparece un arco triunfal en perspectiva que cobija el libro de los Ejercicios


Espirituales de San Ignacio de Loyola como fuente de la sabiduría espiritual
y sobrenatural propia de la Compañía de Jesús. El programa simbólico e
icónico de esta zona de entrada a la iglesia consta palmariamente que se
debió al P. Jerónimo Ariza [fig. 17]. Ello nos llevaría a la conclusión de
que la totalidad del rico y polivalente programa iconográfico del templo
se debió al mismo P. Ariza. Sin embargo existe la dificultad para ello de
que este sujeto no entró a gobernar el Noviciado hasta 1727, cuando ya
debía estar finalizada, aunque paralizada, la estructura arquitectónica de
la iglesia con su circuito de columnas salomónicas. Durante la fase de su
primer rectorado hasta 1732 se debió realizar gran parte de la decoración
mural, yeserías, esculturas e inscripciones que adornan el tambor de la
cúpula y que completaban las imágenes y símbolos pintados por Lucas
Valdés en la arquitectura fingida de la cúpula. Juan Luis Ravé ha recogido
el testimonio del P. Domingo García, panegirista del P. Ariza en 1750,
quien afirmó rotundamente: todo cuanto se mira y admira en el noviciado de
San Luis al P. Jerónimo de Hariza se debe, como destinado por Dios para una obra
que, muchas veces vista, dexa nueva materia de aplauso y admiración.26

26
Ravé Prieto, J. L., San Luis de los Franceses, op.cit., pp. 47-48, párrafo tomado de la Breve
noticia de la vida, muerte y virtudes del Padre Gerónimo de Hariza..., escrita por el P. Domingo García,
Sevilla, circa 1750.

329
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

Fig. 18. Fachada de la iglesia de San Luis. Fig. 19. C. Rainaldi: Fachada de la iglesia
de Santa Inés, Roma.

Tras esta digresión, volva-


mos otra vez a Andrea Pozzo. En
la fachada de la iglesia de San
Luis también se observan se ob-
servan rasgos aislados que, cual si
de citas eruditas se tratara, están
tomados igualmente del jesuita
italiano, si bien se mezclan de tal
modo con los del peculiar estilo
sevillano de Figueroa que pasan a
veces desapercibidos. Para princi-
piar diré que la absoluta planitud
de la fachada, su disposición en
dos pisos, el propio ritmo de
los tramos separados por dobles
pilastras, la alejan del supuesto
modelo borrominesco de la igle-
sia romana de Santa Inés. Los
óculos sobre las puertas laterales
Fig. 20. Campanario de la iglesia de San Luis y de acceso al nártex, que se han
figura de un tabernáculo octogonal de A. Pozzo. aducido como prueba para ello,

330
RECONSIDERACIÓN DE LA IGLESIA DEL NOVICIADO DE SAN LUIS, DE SEVILLA, A LA LUZ...

son un modismo de Sebastiano Serlio que los introduce a cada paso sobre
los dinteles de los vanos laterales de sus llamadas “serlianas”, tanto en
edificios civiles como eclesiásticos. Nada, pues, que ver con los oculos de
la portada de Santa Inés que no forma precisamente una serliana, como
la utilizada por Figueroa en la portada de San Luis [fig. 18]. El propio
Pozzo empleó estos óculos sobre los dinteles de las puertas laterales de la
portada del segundo proyecto para la construcción de la fachada de San
Juan de Letrán en Roma (vol. II, lám. 84). Las columnas salomónicas que
emplea Figueroa para flanquear el balcón central del segundo piso y en
la linterna de la cúpula son también de cuatro espiras y las del cupulino
descansan sobre pedestal redondo, como en el interior de la iglesia. En
cambio en las columnas entregas que utiliza para flanquear el arco central
de la serliana de ingreso, el arquitecto sevillano parece haber querido re-
flejar el conocimiento de las columnas caprichosas del tratado manierista
del nórdico Wendel Dietterlin, conocimiento que se refleja también en
otras obras suyas.27 Por otro lado los campanarios disienten totalmente de
los realizados finalmente en Santa Inés de Roma por Carlo Rainaldi y no
digamos nada de los que proyectó originariamente Borromini [fig. 19].
En cambio han sido relacionados acertadamente con el “Tabernaculum
octangulare” de la lámina 61 del tomo primero de Pozzo, atribuida ahora
su construcción a Matías de Figueroa, hijo Leonardo, a quien sucedió en
la dirección de la fábrica de San Luis [fig. 20].28
Hay todavía otros préstamos de Andrea Pozzo, pero en este caso en
relación con el programa iconográfico-decorativo de la iglesia del Novi-
ciado en su última fase, durante el segundo rectorado del P, Jerónimo de
Ariza entre 1736-1742, según lo expresa una inscripción a la entrada del
templo: Con toda seriedad y claridad se empezó esta obra a cinco de abril, siendo
discurrida la idea y pensamiento de toda ella por el sutil y nunca bien alabado
ingenio del M.R.P. Jerónimo Hariza, exprovincial de esta provincia de Andaluzía
y rector dos veces de esta casa, y siendo dirigida su execución por el insigne Artífice
Dn. Domingo Martínes. Fechada en Sevilla en seis de agosto de 1743.29 Por tanto

27
Herrera, F. J. y Quiles, F., “Nuevos datos…”, op.cit., en nota nº 3.
28
Ravé Prieto, J. L., San Luis de los Franceses, op.cit., p. 87 y lámina 5.
29
La inscripción se encuentra extrañamente en una suerte de fingido pergamino cuyo título
es el de la Bula Pastoralis Oficii, firmada en 31 de Julio de 1548 por Paulo III mediante la cual éste
aprobó canónicamente la fundación de la Compañía de Jesús. El comienzo de la inscripción suena
a tono burlesco: Cuando esto se escrivió se estavan cantando las Letanías, siendo Portero Cualificado, Sacris-
tán, suenen estos pinceles y aiuda, por vida del Pistomo, la sorana, pirolo, y el criado de S. Juan, era aprendiz
de Jesuita. Si el propio Domingo Martínez pintó esta inscripción demostró un jocoso sentido del
humor poco habitual, cuanto más que firmó el conjunto de la inscripción con el nombre del Papa:
Paulus, Servus sevorum. Probablemente el propio Martínez se califica en ella como portero cualificado
y sacristán de la iglesia, por cuanto el conjunto de las pinturas las realizó a la entrada de ella y la
inscripción se encuentra a la derecha de la puerta. En cuanto a que lo escrito se realizó mientras se

331
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

la decoración tanto del cascarón del ábside de entrada como las pinturas
al fresco que flanquean por dentro la puerta fue encargada a Domingo
Martínez quien la realizó en cuatro meses, desde el 5 de abril hasta el
6 de agosto [fig. 21]. En ella materializó las ideas programáticas del P.
Jerónimo de Ariza. Así, en el cascarón del ábside de ingreso, por encima
de la tribuna del coro, pintó al fresco y en perspectiva de “sotto in su”
una especie de arco triunfal, cuyos contornos convergen hacia su punto
de fuga. No cabe duda de que Martínez se inspiró, interpretándola a su
manera, en la figura 55 del tomo segundo de A.Pozzo, titulada “Un pezzo
di architettura di soto in su per linee curve” [fig. 22]. Pero también tuvo
en cuenta la lámina ya comentada que se titula “Tabernacolo octangula-
re”, que así mismo sirvió a Matías José Figueroa de remoto referente para
diseñar los campanarios de la fachada.
El arco de triunfo cobija a una danza de angelitos que exhiben en
triunfo el libro abierto de los Ejercicios Espirituales y sobre su cima está la
imagen del autor del libro, San Ignacio de Loyola, rodeándolo por detrás
una filacteria con la inscripción “Estote sapientes” (Sed sabios), que se
completa con otra que porta un angelito a su lado “Domus Sapientiae
sapidae Scientiae” (Casa de la Sabiduría sazonada por la Ciencia). Es decir
la iglesia del Noviciado es casa de la Sabiduría, en el sentido bíblico de
Sapiencia o Prudencia, con que ésta sazona a la Ciencia o Conocimiento,
casa donde los novicios se ejercitan en el conocimiento de Dios y de sí
mismos que se adquiere en la escuela de los Ejercicios Espirituales igna-
cianos.30 A los flancos del arco de triunfo figuran las imágenes de San
Carlos Borromeo, a su derecha, y de San Francisco de Sales a su izquierda,
grandes devotos y admiradores de San Ignacio y del libro de sus Ejercicios
Espirituales, bajo las cuales parece inscripciones tomadas propio P. Ariza
del Salmo 76, 13, alusivas al ejercicio continuo de la meditación que re-
comienda el fundador de la Compañía de Jesús.31
Todavía cabe hacer un breve comentario a otra de las pinturas de
Domingo Martínez, la que se encuentra abajo, al lado izquierdo de la
puerta de ingreso a la iglesia y que hace “pendant” con la comentada
arriba sobre la bula fundacional de la Compañía por Paulo III. Se trata
de la alegoría referente a otro papa, Alejandro VII, como defensor de las
artes. Y es muy importante subrayar esta alegoría del romano pontífice

cantaban las letanías es posible que se refiera al ciclo de pinturas sobre las invocaciones de la Letanía
Lauretana que el propio Martínez realizaba ese año en la bóveda de la capilla interior del Noviciado.
30
El resto de las inscripciones que completan el significado alegórico de esta pintura al fresco
están recogidas en el trabajo de Rosario Camacho Martínez, op.cit., pp.210-.211
31
Soro Cañas, S., Domingo Martínez, Sevilla, Diputación Provincial, 1982, p. 106; Fernández
López, J., “La pintura mural de Domingo Martínez”, en Domingo Martínez en la estela de Murillo, Ca-
talogo de la Exposición, Sevilla, Fundación El Monte, 2004, pp. 57-64.

332
RECONSIDERACIÓN DE LA IGLESIA DEL NOVICIADO DE SAN LUIS, DE SEVILLA, A LA LUZ...

Fig. 21. D. Martínez: Pintura del cascarón del hastial de ingreso a San Luis.

Fig. 22. A. Pozzo: Dibujo de arquitectura de “sotto in su”.

333
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

en cuyo tiempo las artes del barroco resplandecieron nuevamente con


renovada intensidad32 y que el P. Ariza aprovecha para enfatizar el hecho
de que todas las artes, arquitectura, escultura, pintura, decoración, rejería,
orfebrería, etc. se armonizan y unifican en la iglesia de San Luis en el
“admirabile compositum” que preconizó Gian Lorenzo Bernini particu-
larmente en el pontificado de Alejandro VII [fig. 23].
Naturalmente para Ariza las artes tenían que ponerse a contribución
no tanto del esplendor cuanto de la enseñanza de los novicios y cuantos
frecuentasen la iglesia del Noviciado, como había inculcado el Concilio
de Trento y había puesto en práctica el Barroco militante.
Para finalizar inserto una apostilla sobre los retablos de la iglesia por
cuanto en la elección de su autor, temática e iconografía debió intervenir
probablemente el P. Juan de Arana, teólogo, poeta y lingüista, que era rector
del Noviciado cuando se realizaron la mayor parte de los retablos. Se contra-
taron efectivamente entre 1731 y 1733, poco antes de la consagración oficial
del templo.33 Todos, menos uno, en su morfología arquitectónica —que,
por cierto, nada tiene que ver con los altares figurados en las láminas del
tratado de Pozzo— y en las imágenes esculpidas son debidos a Pedro Duque
Cornejo y su activo taller, así como las pequeñas pinturas que los decoran
representando episodios de la vida de los santos a que fueron dedicados,
pertenecen al ya mencionado Domingo Martínez y a su respectivo taller.34
Excepto el mayor, todos los otros retablos, mayores y menores, está dedica-
dos a los santos de la Compañía canonizados para entonces por la iglesia y
dispuestos exactamente por el orden cronológico en que fueron elevados al
honor de los altares: San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier en 1622
por Gregorio XV (altares menores colaterales al altor mayor); San Francisco
de Borja en 1671 por Clemente X y San Estanislao de Kostka en 1726 por
Benedicto XIII (retablos de los brazos del crucero); San Luis Gonzaga en
1726 por Clemente X y San Juan Fracisco de Regis en 1737 por Clemente
XII (altares colaterales al coro y entrada). Tres de los santos a los que se

32
Véase a este propósito el admirable ensayo de Krautheimer, R., The Rome of Alexander VII,
1655-1667, Princeton-New Jersey, University Press, 1985.
33
Sin embargo en el ya citado elogio del P. Ariza, realizado después de su muerte por el P.
Domingo García, se dice: pero Dios le dilató la vida para promover más y mayores glorias de su Divino Culto;
ya en la nueva iglesia con seis retablos de talla, pinturas y cristales correspondiente al mayor y con las demás
preciosidades que son maravillas del arte y embeleso de los ojos, Según este testimonio sólo el retablo mayor
estaba terminado durante el rectorado del P. Arana, correspondiendo la hechura de los demás seis
retablos al segundo rectorado del P. Ariza una vez inaugurada la iglesia.
34
Los retablos, su estilo, autores e iconografía han sido estudiados extensamente por Taylor,
R., El entallador e imaginero sevillano Pedro Duque Cornejo (1678-1757), Madrid, Instituto de España, 1982,
pp. 44-48; De la Banda, A., La iglesia sevillana de San Luis de los Franceses, Sevilla, 1977, pp. 111-145,
Herrera García, F. J., El retablo sevillano…, op.cit., pp. 400-408, y Ravé Prieto, J. L., San Luis de los
Franceses, op.cit., pp. 125-145.

334
RECONSIDERACIÓN DE LA IGLESIA DEL NOVICIADO DE SAN LUIS, DE SEVILLA, A LA LUZ...

consagraron retablos o altares fue-


ron canonizados mientras se cons-
truía la iglesia, a saber San Luis
y San Estanislao, cuyas fiestas de
elevación a los altares se celebraron
en ella con grandes fiestas y pane-
gíricos y solamente la canonización
del misionero francés en 1737 tuvo
lugar después de que el templo
estuviese enteramente construido y
oficialmente consagrado. Su cano-
nización, festejos y dedicación de
altar e imagen, que se realizarían en
1737, y nada tuvieron que ver, con
el “lustro real”o estancia en Sevilla
entre 1729 y 1733 de los reyes Fe-
lipe V e Isabel de Farnesio.35 Todo Fig. 23. D. Martínez: Alegoría de la Bula
lo expuesto corrobora a potenciar de fundación de la Compañía de Jesús.
la función didáctica que cumplía el
templo en orden a educar a los novicios, incitando la contemplación de las
imágenes y episodios de sus vidas, expresadas en los retablos, de los santos
de la propia orden religiosa, erigidos como modelo que imitar en el cultivo
de las virtudes específicas de la espiritualidad jesuita.
Otro aspecto a tener en cuenta es la contribución económica de
distintos mecenas y patronos, amigos de la Compañía, a la construcción
de los retablos, sin la que sería inexplicable la magnificencia y el lujo
que alcanzó a tener la iglesia precisamente en un Noviciado donde a los
candidatos a la Compañía se les exhortaba principalmente a practicar la
pobreza evangélica. Así el arzobispo de Sevilla don Luis Salcedo y Azcona
entregó 7.000 ducados para el ornato de la iglesia; el arcediano de Niebla
don Francisco Lelio Levanto, persona de exquisito gusto y coleccionista de
antigüedades, donó reliquias, rarezas y cuadros de su colección pictórica
para que se incrustasen en el retablo mayor, cuyo ensamblaje costeó, así
como el del retablo de la capilla de San Francisco Javier: el retablo de
San Ignacio fue sufragado por doña Gregoria Torres, etc.

35
El retablo es semejante al que se hizo para San Luis Gonzaga, imputable al estilo de Duque
Cornejo, pero la estatua parece del taller. En todo caso no se realizaron, como se ha supesto, con
motivo de la beatificación de Francisco de Regis en 1719, pues a los beatificados por la Iglesia no
se les podía rendir culto público, sino sólo privado, y por ello pienso que altar, retablo, imagen y
pinturas debieron realizarse en 1737. Las pinturas laterales son de Domingo Martínez, con lo que
se confería una suerte de homogeneidad a todos los retablos y altares de la iglesia.

335
ALFONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

A este propósito conviene recordar la polémica que se suscitó a


finales del siglo XVII sobre si se estaba cumpliendo la legislación de la
segunda Congregación General relativa a los domicilios de la Compañía,
legislación en la que se había insistido en que fuesen sólidamente edifica-
dos, sanos, funcionales y decorosos, pero de ninguna manera ostentativos
de lujo y riqueza. Tal legislación fue interpretada durante el generalato
del P. Vincencio Caraffa (1646-1652) con un rigorismo excesivo, lo que
ocasionó posteriormente la polémica que se levantó durante el gobierno
del Padre General Paolo Oliva (1661-1681), amigo y confesor de Gian
Lorenzo Bernini y admirador del hermano Andrea Pozzo, al que llamó a
Roma para emprender proyectos tan lujosos como la decoración pictóri-
ca de la galería o corredor que comunicaba con los humildes aposentos
habitados por San Ignacio y los primeros Padres Generales de la Orden,
la erección del suntuoso retablo dedicado a San Ignacio en la iglesia del
Gesù, y la decoración de las bóvedas y lunetos de la misma iglesia. Oliva
recordó entonces que la reglamentación que requería en los edificios de
la Compañía apariencia de austeridad y pobreza no afectaba para nada a
las iglesias, como lo había señalado ya la misma segunda Congregación
General. Después de condenar, en uno de sus célebres sermones domésti-
cos, la soberbia ostentosidad que se había apoderado de algunos edificios
y colegios de la Compañía, añadía: pero no hablo así de nuestras Iglesias,
Estas, como exclusivamente consagradas al culto divino, no pueden de ninguna
manera igualarse con la majestuosidad o con la riqueza de su arquitectura y de
su ornato llegar a igualar al infinito merecimiento que debemos a la Trinidad.
De ahí que en ellas tanto Ignacio, nuestro Padre, como todos nosotros sus hijos,
procuremos corresponder a la grandeza de la eterna omnipotencia con aquellos
aparatos de gloria por mucho que sean grandes. Pues en los templos lo único que
se debe evitar es que lo vasto del espacio o la altura impidan nuestros ministerios
o que obstaculicen la piedad y compunción de los que los frecuentan.36

36
Haskell, F., “The role of patrons: baroque style changes”, en Wittkower, R. y Jaffe, I. B.
(eds.), Baroque art: the Jesuit contribution, New York, Fordham University Press, 1972, pp. 51-62, espec.
apéndice, p. 62.

336
Tan verdadero Dios, como verdadero hombre:
Cristo vestido de Jesuita

Ángel Peña Martín*


Universidad Autónoma de Madrid

A lo largo del siglo XVII, como consecuencia de las visiones de


Marina de Escobar (1554-1633), fueron comunes entre los pintores del
ámbito vallisoletano las imágenes que mostraban a Cristo vestido con el
hábito jesuita.1 Representación cristífera cuyo estudio abordaremos en el
contexto devocional del siglo XVII, en el que tan habituales fueron las
imágenes que presentaban a Cristo vestido de sacerdote o con el hábito
de las distintas órdenes religiosas.

Tan verdadero Dios, como verdadero hombre

Marina de Escobar escribió, por orden divina, sus numerosas revela-


ciones y visiones sobrenaturales, entre las que destacaron sus coloquios con
Cristo, las visitas de la Virgen María, quien acudía en todas sus necesidades
haciéndole extraordinarios favores y de San Ignacio de Loyola, quien le
descubría el amor y cuidado que tenía de todos sus hijos. Escritos que
fueron corregidos por el Venerable Luis de la Puente, su último guía es-
piritual y confesor, quien prepararía su publicación tras la muerte de ésta.
Bajo el influjo de sus confesores jesuitas, en una de las apariciones
de Cristo a Marina de Escobar, converfando interiormente con ella,2 Éste se le
apareció vistiendo el hábito de la Compañía de Jesús: pero lo mas ordinario
era fu proprio roftro, eftatura de Varon perfecto, de edad de treinta y tres años, como
eftá en el Cielo; la qual no es muy alta, ni pequeña, fino en buena proporción:
y aunque en diverfos tiemposle veìa con veftiduras muy ricas, y myfteriofas; mas
la ordinaria era honefta de un morado, ò leonado obfcuro, larga hafta los pies, à
modo de la loba, ò fotana, cerrada por delante, que trahen algunos Eclefiafticos;

* [email protected].
1
Urrea Fernández, J. y Valdivieso González, E., “Aportaciones a la historia de la pintura
vallisoletana”, Boletín del Seminario de Arte y Arqueología de Valladolid, 37, Valladolid, Universidad de Va-
lladolid, 1971, 353-384, y Valdivieso González, E., La pintura en Valladolid en el siglo XVII, Valladolid,
Excma. Diputación Provincial de Valladolid. Servicio de Publicaciones, 1971.
2
De La Puente, L., Vida maravillosa de la Venerable Virgen Doña Marina de Escobar, natural de
Valladolid, sacada de lo que ella misma efcribiò de orden de fus Padres Efpirituales, Parte primera, Madrid,
Imprenta de Joachim Ibarra, 1766, introducción.

337
ÁNGEL PEÑA MARTÍN

y encima de ella uno como manteo del mifmo color, menos largo que la loba, y fin
cuello, prefo en los hombros, y por allí muy ancho, defcubriendofe por el cuello,
y bocas de las mangas algo como de lienzo muy blanco: el cabello largo hafta los
hombros, partido por medio, y en la cabeza una como diadema de oro finifsimo,
y en todoi efto reprefentaba tanta autoridad, y mageftad, que moftraba bien fer
tan verdadero Dios, como verdadero hombre; y efpecialmente en fu divino roftro
refplandecian unos rayos de fu divinidad, y de fu poder, y grandezas infinitas.3
Siguiendo el relato de esa visión, el pintor Diego Valentín Díaz4
(1586-1660) creó una imagen de Cristo vestido de jesuita, que sería muy
difundida en la pintura vallisoletana del siglo XVII, pintando él mismo
varias imágenes de Cristo vestido de sacerdote, como son el Cristo vestido
de jesuita5 (c. 1615) del crucero de la Iglesia de San Miguel y San Julián de
Valladolid [fig. 1], el Cristo vestido de sacerdote6 (S. XVII) del baptisterio de
la Iglesia de San Ildefonso de Valladolid y el Cristo vestido de sacerdote7 (S.
XVII) de la Iglesia Museo de San Antolín de Tordesillas (Valladolid). En
todos estos lienzos Diego Valentín Díaz representó al Salvador de pie, con
su cara ligeramente ladeada hacia la izquierda y sus manos juntas sobre
el pecho, apoyando siempre la derecha sobre la izquierda. El pintor mos-
traba en estas obras la doble naturaleza de Cristo, es decir, su condición
humana, al vestirlo con el hábito jesuita, y la divina, al coronarlo con una
aureola formada por cabezas de querubines, en referencia a los rayos de
fu divinidad, y de fu poder [fig. 2].8
El Salvador es adorado por dos ángeles de rodillas, que visten según
los espíritus celestes que también se aparecían a Marina de Escobar, su
veftido era una túnica hafta los pies, de color azul, y encima otra, al modo de
dalmatica, con fus mangas, que llegaban hafta las rodillas: sobre éfta un modo de
manto, que ponian debajo del brazo, por la una parte revuelto.9 Indumentaria
que, por otro lado, no deja de ser la habitual en el modo de representar
a los ángeles durante el siglo XVII.

3
De La Puente, L., Vida maravillosa…, op. cit., libro I, cap. III, p. 14.
4
Acerca de este pintor véase Urrea Fernández, J., Diego Valentín Díaz (1586-1660), Vallado-
lid, Caja de Ahorros Popular de Valladolid, 1986; Urrea Fernández, J. y Valdivieso González, E.,
“Aportaciones…”, op. cit., pp. 353-384, y Valdivieso González, E., La pintura…, op. cit., pp. 111-129,
y pp. 256-266.
5
Martín González, J. J. y Urrea Fernández, J., Catálogo monumental de la provincia de Va-
lladolid. Tomo XIV. Parte primera. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (Catedral, parroquias,
cofradías y santuarios), Valladolid, Diputación Provincial de Valladolid, Institución Cultural “Simancas”,
1985, 116, lám. 147, y Urrea Fernández, J. y Valdivieso González, E., “Aportaciones…”, op. cit.,
pp. 353-384, lám. I, fig. 2.
6
Martín González, J. J. y Urrea Fernández, J., Catálogo…, op. cit., tomo XIV, parte primera,
69, lám. 105.
7
Urrea Fernández, J. y Valdivieso González, E., “Aportaciones…”, op. cit., pp. 353-384.
8
De La Puente, L., Vida maravillosa…, op. cit., libro I, cap. III, p. 14.
9
Ibidem, p. 18.

338
TAN VERDADERO DIOS, COMO VERDADERO HOMBRE: CRISTO VESTIDO DE JESUITA

Fig. 1. Diego Valentín Díaz. Cristo vestido de Fig. 2. Diego Valentín Díaz. Cristo vestido de
sacerdote. S. XVII. Óleo sobre lienzo. sacerdote (detalle). S. XVII. Óleo sobre lienzo.
Valladolid, Iglesia de San Miguel y San Julián. Valladolid, Iglesia de San Miguel y San Julián.
Fotografía: Ángel Peña Martín. Fotografía: Ángel Peña Martín.

El modelo creado por Diego Valentín Díaz, pese a su rigidez en el


esquema compositivo, debida a su sosa composición y carencia de mo-
delado, fue ampliamente seguido por los pintores del foco vallisoletano,
como Felipe Gil de Mena10 (1600-1673), Diego Díez Ferreras11 (¿?-1697)
y Felipe y Manuel Gil de Mena12. Prueba de ello son los lienzos de Diego
Díaz Ferreras, Cristo entre ángeles13 (1672) del Monasterio de la Purísima
Concepción de Ágreda (Soria) y Cristo vestido de sacerdote14 de la sacristía
de la Colegiata de San Antolín de Medina del Campo (Valladolid). Felipe
Gil de Mena “el joven” pintó dos cuadros de este tema para el Convento
de Santa Ana de Valladolid15 y el Convento de Jesús y María de Vallado-

10
Acerca de este pintor véase Urrea Fernández, J. y Valdivieso González, E., “Aportacio-
nes…”, op. cit., pp. 353-384, y Valdivieso González, E., La pintura…, op. cit., pp. 139-146 y 273-278.
11
Acerca de este pintor véase Urrea Fernández, J. y Valdivieso González, E., “Aportaciones…”,
op. cit., pp. 353-384, y Valdivieso González, E., La pintura…, op. cit., pp. 168-173, y pp. 269-273.
12
Acerca de estos pintores, hijos de Felipe Gil de Mena, véase ibidem, pp. 177-180, y pp. 278-280.
13
Fernández Gracia, R., Arte, Devoción y Política. La promoción de las artes en torno a Sor María
de Ágreda, Soria, Excma. Diputación Provincial de Soria, 2002, pp. 155-157.
14
Urrea Fernández, J. y Valdivieso González, E., “Aportaciones…”, op. cit., pp. 353-384.
15
Martín González, J. J. y Urrea Fernández, J., Catálogo monumental de la provincia de Valla-
dolid. Tomo XIV. Parte segunda Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (Conventos y Seminarios),

339
ÁNGEL PEÑA MARTÍN

Fig. 3. Diego Valentín Díaz. Cristo vestido de sacerdote (detalle). S. XVII. Óleo sobre lienzo.
Valladolid, Iglesia de San Miguel y San Julián. Fotografía: Ángel Peña Martín.

lid16. A los hermanos Felipe y


Manuel Gil de Mena se debe el
Cristo vestido de sacerdote17 (1676)
del retablo lateral de la Iglesia de
la Magdalena de Valladolid.
En algunos de estos lienzos,
como los de la Iglesia de San
Miguel y San Julián de Valladolid
y del Monasterio de la Purísima
Concepción de Ágreda, a los pies
de Cristo aparece una cartela en
latín con el Salmo 83: vuélvete a
mirarnos, ó Dios protector nuestro, y
pon los ojos en el rostro de tu Cristo,18
que viene a reforzar el mensaje
simbólico de estas obras [fig. 3].
Mensaje que queda aún más cla-
ro en el Cristo vestido de jesuita19
Fig. 4. Anónimo. Cristo vestido de sacerdote (1686) de la Basílica de Nuestra
con el Padre La Puente y doña Marina de Señora de Mendía o de los Re-
Escobar. S. XVII. Óleo sobre lienzo. Valladolid, medios de Arroniz (Navarra), en
Convento de Sancti Spiritus. Fotografía: Catálogo
monumental de la provincia de Valladolid.
el que el Salvador aparece con
Tomo XIV. Parte segunda, lám. 811. un cordero como Buen Pastor.
Cristo es el pastor que se sacrifica

Valladolid, Diputación Provincial de Valladolid. Institución Cultural “Simancas”, 1985, p. 16, lám. 23,
y Valdivieso González, E., La pintura…, op. cit., p. 178, lám. LIII.
16
Ibidem, p. 178.
17
Ibidem, pp. 177 y 178, lám. LII.
18
Protector noster aspice Devs et respice in faciem christi tui. Psalm. 83.
19
García Gainza, Mª C. (dir.), Catálogo monumental de Navarra. Tomo II. Merindad de Estella.
Abaigar-Eulate, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1982, p. 282.

340
TAN VERDADERO DIOS, COMO VERDADERO HOMBRE: CRISTO VESTIDO DE JESUITA

por sus ovejas20 y el sacerdote es el pastor que cuida del rebaño de Dios,
nuevamente volvemos a tener reflejada su doble condición de persona
divina y humana.
Modelo que también se seguiría en el lienzo anónimo Cristo vestido
de sacerdote con el Padre La Puente y doña Marina de Escobar21 (S. XVII)
del Convento de Sancti Spiritus de Valladolid, en el que Cristo viste
el hábito jesuita, aunque ya sin el halo de querubines, y los ángeles
adoradores han sido sustituidos por el Padre La Puente y Marina de
Escobar [fig. 4].

Escribe esto que hago contigo


Haviendo recibido de nueftro Señor muchas mifericordias, grandes confuelos, y
vifitas, y dadome luz, y conocimiento de fus altifsimos Myfterios, me dijo algunos dias
continuos: Efcribe efto que hago contigo. Yo, viendo las veces que fu Mageftad me repetía
efta palabra, dijele una vez: Señor para què quiere vueffa Mageftad que efcriba efto?
Es por ventura, para que pueda dàr cuenta à mi Confeffor de las cofas que paffan
por mi alma? Refpondióme nueftro Señor: No es para effo. Entonces volví á decirle:
Pues para què, Señor mio? Dijome el Señor: Conviene para mi gloria que lo efcribas.
Comencè luego a efcribir porque aquella palabra me havia hecho tanta fuerza, que fin
mucho efcrupulo no pudiera dejar de efcribir.22

Siguiendo este relato Diego Valentín Díaz crearía también la represen-


tación de la aparición de Cristo, vestido con el hábito jesuita, a Marina de
Escobar, pintando dos lienzos con este asunto, como son la Aparición de Cristo
vestido de sacerdote a Doña Marina de Escobar23 (S. XVII) de la sacristía de la
Iglesia de San Miguel y San Julián de Valladolid [fig. 5] y el Cristo vestido de
sacerdote y doña Marina de Escobar24 (S. XVII) del Convento de Santa Brígida
de Valladolid. Atribuido a Felipe y Manuel Gil de Mena es el Cristo vestido
de jesuita25 (S. XVII) del claustro del Convento del Carmen o Filipenses de
Tudela (Navarra), que sigue la composición de Diego Valentín Díaz. Sor

20
Jn 10, 11-16, y Lc 15, 3-7.
21
Martín González, J. J. y Urrea Fernández, J., Catálogo…, op. cit., tomo XIV, parte segunda,
p. 209, lám. 811.
22
De La Puente, L., Vida maravillosa…, op. cit., introducción.
23
Martín González, J. J. y Urrea Fernández, J., Catálogo…, op. cit., tomo XIV, parte primera,
p. 125, lám. 181.
24
Martín González, J. J. y Urrea Fernández, J., Catálogo..., op. cit., tomo XIV, parte segunda,
p. 43, lám. 111, y Martín González, J. J. y De la Plaza, F. J., El arte en las clausuras de los conventos de
monjas de Valladolid, Valladolid, Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas Artes y Archivos,
Subdirección General de Museos, 1983, p. 49.
25
Agüera Ros, J. C., “La pintura española foránea del XVII en Navarra: notas para un balance
y estado de la cuestión”, Príncipe de Viana, 198, Navarra, Gobierno de Navarra, 1993, pp. 29-50, y
García Gainza, Mª C. (dir.), Catálogo monumental de Navarra. Tomo I. Merindad de Tudela, Pamplona,
Institución Príncipe de Viana, 1980, p. 328.

341
ÁNGEL PEÑA MARTÍN

Teresa del Niño Jesús, del Convento de Santa Brígida de Valladolid, inspi-
rándose en el cuadro del mismo asunto existente en su propio convento,
pintó el lienzo Cristo dictando a Doña Marina de Escobar26 (1689) [fig. 6]. En
todos estos cuadros, el Salvador, que sigue el mismo esquema formal que
en sus representaciones individuales, aparece dictando a Marina de Escobar,
quien cumple el mandato divino de escribir todos los sucesos acontecidos
a lo largo de su maravillosa vida. Si bien es cierto, se aprecia un cambio
en la gestualidad de Cristo, ya que su mano derecha se dispone sobre su
pecho, en actitud de bendecir, mientras que la izquierda señala el libro en
el que la Venerable Virgen ha de escribir sus revelaciones [fig. 7].

Cristo vestido de jesuita en el ambiente devocional del siglo XVII

Pese a todo lo antedicho, no se puede afirmar que en las visiones de


la Venerable Virgen Marina de Escobar esté el origen de este tipo de re-
presentación cristífera, sino que fue fruto del ambiente devocional del siglo
XVII, en el que tan habituales serían las imágenes que presentaban a Cristo
vestido de sacerdote o con el hábito de las distintas órdenes religiosas.
En las clausuras femeninas de todos los territorios de la Monarquía
Hispánica fue una práctica muy usual vestir a las imágenes de Cristo,
y muy especialmente del Niño Jesús, con las ropas de los distintos ran-
gos eclesiásticos,27 desde Papa o Sumo Pontífice,28 a cardenal,29 obispo,

26
Martín González, J. J. y Urrea Fernández, J., Catálogo…, op. cit., tomo XIV, parte segunda,
p. 39, lám. 96.
27
Véase Arbeteta Mira, L., Vida y Arte en las clausuras madrileñas. El ciclo de la Navidad, Madrid,
Ayuntamiento de Madrid. Museos Municipales, 1996, pp. 72-77; Arbeteta Mira, L., Navidad Oculta
II. Los Niños Jesús de las Clausuras Toledanas, Toledo, Antonio Pareja Editor, 2002, p. 28; Espanca, T.,
Exposição iconográfica e artística do Menino Jesus, Évora, Comissâo Municipal de Turismo, 1973; García
Sanz, A., El Niño Jesús en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, Madrid, Prosegur y Patrimonio
Nacional, 2010, pp. 394-401; Gonçalves, F., “O vestuario mundano de algumas imagens do Menino
Jesús”, Revista de Etnografía, IX, 1967, pp. 5-34; Henares Paque, V., “La iconografía de la imagen
exenta del Niño Jesús en el arte colonial hispanoamericano. Apuntes para su clasificación”, Boletín
AFEHC, 35, 2008, http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=1875, y
Schenone, H. S., Iconografía del arte colonial. Jesucristo, Buenos Aires, Fundación Tarea y Editorial de
la Universidad Católica Argentina, 1998, p. 120.
28
Vestido como Papa o Sumo Pontífice encontramos, entre otras, las imágenes de El Papa
del Convento de San Ildefonso de Madrid, el Sumo Pontífice del Hospital del Pozo Santo de Sevilla y
el lienzo del Cristo Niño con los atributos de San Pedro de la Ermita de San Jorge de Borja. Para estas
imágenes véase, respectivamente, Arbeteta Mira, L., “Nº 85. Niño Jesús ‘Esposo’”, “El Papa””, Vida
y Arte…, op. cit., p. 192, y p. 193; Henares Paque, V., “Los Niños de Sevilla”, Boletín de las Cofradías
de Sevilla, 575, Sevilla, 2007, pp. 48-53, y Pardos Baluz, E., El Santuario de Misericordia y Hospital de
Sancti Spiritus de Borja, Soria, Elisardo Pardos Bauluz, 1978, p. 203.
29
Como Cardenal, entre otros, El Cardenalito del Monasterio de Santa María de Jesús de Sevilla,
El Cardenal del Monasterio de San José de Toledo y el Divino Infante del Monasterio del Corpus Christi
de Madrid. Para estas imágenes véase, respectivamente, Centeno Carnero, G., Monasterio de Santa
María de Jesús, Sevilla, Guadalquivir Ediciones, 1996, p. 113; Arbeteta Mira, L., Navidad Oculta II.

342
TAN VERDADERO DIOS, COMO VERDADERO HOMBRE: CRISTO VESTIDO DE JESUITA

Fig. 5. Diego Valentín Díaz. Aparición Fig. 6. Sor Teresa del Niño Jesús. Cristo dictando a
de Cristo vestido de sacerdote a Doña Marina de Escobar. 1689. Óleo sobre lienzo.
Doña Marina de Escobar. S. XVII. Valladolid, Convento de Santa Brígida. Fotografía:
Óleo sobre lienzo. Valladolid, Iglesia de Catálogo monumental de la provincia de Valladolid.
San Miguel y San Julián. Fotografía: Tomo XIV. Parte segunda, lám. 96.
Ángel Peña Martín.

canónigo,30 sacerdote31 y diácono.32 De todas ellas, las más populares


fueron las imágenes del Niño Jesús vestido como sacerdote, ataviadas con
el vestuario sacerdotal ordinario, como es la sotana, o con las vestiduras
usadas para celebrar. Para una mayor comprensión de este fenómeno,
conviene recordar que en las vestiduras sagradas hay un trasunto de los
instrumentos y vestidos de la Pasión de Cristo y además esconden un signi-
ficado más hondo o místico.33 Si Cristo es eterno sacerdote, tú eres sacerdote

Los Niños Jesús de las Clausuras Toledanas, Toledo, Antonio Pareja Editor, 2002, p. 148, y Arbeteta
Mira, L., “Nº 70. Niño ‘Divino Infante’”, Vida y Arte…, op. cit., p. 172.
30
Como El canónigo del Monasterio de la Encarnación de Madrid. Recogido en García Sanz, A.,
El Niño Jesús…, op. cit., p. 398.
31
Son las representaciones más numerosas de este género, como El Curita del Convento de Santa
Inés de Écija, el Niño Jesús Sacerdote del Convento de San José de Antequera y El Divino Sacerdote del
Convento de San Leandro de Sevilla. Acerca de estas imágenes, véase respectivamente Bernales Ba-
llesteros, J., Écija. Imágenes del Niño Jesús, Catálogo de la exposición, Écija, Caja Rural de Sevilla, 1992,
p. 96, y p. 97; Romero Benítez, J., El Museo Conventual de las Descalzas de Antequera, Antequera, Excmo.
Ayuntamiento de Antequera, Centro Municipal de Patrimonio Histórico, 2008, p. 100, y Muñoz San
Román, J. “Los Niños de las monjitas”, Blanco y negro, 1850, Madrid, Prensa Española, 1926, sin paginar.
32
Como el Niño vestido de diácono del Monasterio de San Antonio el Real de Segovia, recogido
en Santamaría, J. M., “Imágenes del Niño Jesús para la adoración y para la devoción”, Navidad en
Caja Segovia. Capriccio Veneziano. Belén Barroco, Segovia, Caja Segovia, 2009, pp. 15-20.
33
A este respecto véase Fraile Gil, J. M., “Las vestiduras sagradas, un tema seriado”, Revista
de folklore, 22, Caja España, 1982, pp. 134-138.

343
ÁNGEL PEÑA MARTÍN

para siempre según el orden de Melquise-


dec (Sal 110, 1-6)34 y el sacerdote así
vestido representa a Cristo, no es de
extrañar que el propio Cristo vistiese
las ropas sacerdotales [fig. 8].
Como respuesta a la generali-
zación de estas representaciones, en
1642 el Papa Urbano VIII preocupa-
do por el decoro, propiedad, nobleza
e historicidad en las representacio-
nes de Cristo, la Virgen María y los
santos,35 emitió la Bula Sacrosancta
Tridentina Synodus por la que se pro-
hibía vestir a las imágenes de Cristo,
la Virgen y los santos con el hábito
de las Órdenes religiosas, decretando
no retener ni exponer a la vista pública
Fig. 7. Diego Valentín Díaz. Aparición ese género de imágenes con anterioridad
de Cristo vestido de sacerdote a Doña esculpidas o pintadas, o de cualquier
Marina de Escobar (detalle). S. XVII. Óleo modo expresadas, ni vestidas con distinto
sobre lienzo. Valladolid, Iglesia de San Miguel
y San Julián. Fotografía: Ángel Peña Martín. hábito, o con diversa forma, o con el ves-
tido particular de alguna orden religiosa.
Prohibición que, en realidad, surtió poco efecto, tanto en España como
América, a donde llegaría en 1660, al retomarse en las Constituciones
Sinodales de Sigüenza36 y, más tardíamente, en el Concilio Provincial de
Santa Fe de Bogotá de 1774.37

34
Henares Paque, V., “Apuntes sobre las hermandades sacramentales en Andalucía y su culto
a Jesús Niño”, en Minerva. Liturgia, fiesta y fraternidad en el barroco español. Actas del I Congreso Nacional
de Historia de las Cofradías Sacramentales, Segovia, Cofradía del Corpus de Sepúlveda, 2008, pp. 477-483.
35
Acerca de la pérdida de sacralidad de la imagen religiosa véase Martínez-Burgos García, P.,
“La creación de imágenes. Propaganda y modelos devocionales en la España del Siglo de Oro”, en
Vizuete Mendoza, J. C. y Martínez-Burgos García, P., Religiosidad popular y modelos de identidad en España
y América, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2000, pp. 215-239.
36
Atendiendo al fanto Concilio de Trento a la honeftidad, y decencia con que fe deuen pintar, efculpir,
y veftir las Imágenes fagradas de Chrifto N. Señor, y de la Virgen Maria fu Madre; y de los Apoftoles, y demás
Santos, encargò mucho a los Obifpos, q cuydaffen mucho, de que en las Imágenes fagradas no huuieffe cofa, q
en fu veftido, ni ornato parecieffe lafciba, ni profana; y porque en efto no fe tenia el cuidado que fe deuia, N.
M. S. Padre Vrbano Octauo, por breue efpecial, fu data en 25. de Março de 1642. renouó efte fanto Decreto de
el Concilio, mandando eftrechamente, que ninguna de las dichas fagradas Imágenes de chrifto N. Señor, ni de fu
Madre, fe pinte, efculpa, ni vifta, no folo con habito profano, y menos honefto, fino tampoco con el de ninguna
Religion, fino conforme al vfo antiguo de la Iglefia (Constitvciones sinodales del obispado de Sigvenza hechas
por el illvstrissimo, y rever.mo Señor D. Bartholomé Santos de Rifoba, Obifpo de dicho Obifpado. Y recopiladas
por el mifmo las de fus Predeceffores, Alcalá de Henares, Obra y Fábrica de la Santa Iglesia Catedral de
Sigüenza, 1660, título XXIII, cap. 1, p. 94, y p. 95).
37
Rodríguez G. de Ceballos, A., “Iconografía y Contrarreforma: a propósito de algunas
pinturas de Zurbarán”, Cuadernos de Arte e Iconografía, 4, Madrid, Fundación Universitaria Española.

344
TAN VERDADERO DIOS, COMO VERDADERO HOMBRE: CRISTO VESTIDO DE JESUITA

Pese a estas recomendaciones, de


obligatorio cumplimiento so pena de
excomunión mayor,38 a lo largo del
siglo XVII fueron muy numerosas las
representaciones de la Virgen María
que vestían el hábito de las diversas ór-
denes religiosas y aquellas que mostra-
ban al Salvador vestido como sacerdote,
trinitario o jesuita. Obviando que las
Constituciones Sinodales de Sigüenza
mandaban que nadie de aquí adelante fea
ofado a tener las Imágenes de Chrifto con
habito particular de ninguna Religion, ni
de Peregrino, ni de Cardenal, ni aunque le
pinten, o viftan como niño fea con baquero
con mangas, ni con valona cõ puntas, ni
adorno alguno que fea profano, ò fe parezca
al vfo, y traje que ahora fe vfa, por fer todo
contra el vfo antiguo que ha tenido la Iglefia
en pintar, y veftir las Imágenes de Chrifto, Fig. 8. Anónimo. Niño Jesús con casulla
que ha fido folo vna túnica fuelta fin ceñir, de plata. S. XVIII. Madera tallada y
fin cuello, ni valona” . Prohibición que
39 policromada. Lima, Basílica Catedral.
Museo de Arte Religioso.
también fue recogida en las Primeras Fotografía: Ángel Peña Martín.
Constituciones Sinodales del Obispado de
Elvas, redactadas en 1633, en las que
se prohibía vestir las imágenes del Niño Jesús de manera profana o con
elementos indecentes.40
Estas prohibiciones nos permiten hablar de prácticas devocionales
generalizadas en diferentes territorios y profundizar en el análisis icono-
gráfico de las imágenes de Cristo, tanto en su edad adulta como infantil,
ya que vienen a afirmar que una serie de representaciones del mismo,

Seminario de Arte Marqués de Lozoya, 1989, pp. 97-105; Rodríguez Nóbrega, J., “Ajuares festivos:
lujo y profanidad en las imágenes procesionales barrocas”, en IV Encuentro Internacional sobre Barroco.
La fiesta, La Paz, Unión Latina, 2007, pp. 69-76, y Suárez Quevedo, D., “De la imagen y reliquias
sacras. Su regulación en las constituciones sinodales postridentinas del arzobispado de Toledo”, Anales
de Historia del Arte, 8, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1998, pp. 257-290.
38
(…) fo pena de excomunnion mayor, y de dos mil marauedis a qualquiera que contrauiniere en todo,
ò en parte a todo lo fufodicho, y de q daremos por perdidas las tales imagenes, y todos los veftidos, y alinos q
tuuieren, y las aplicaremos a las fabricas de las Iglefias, ò de otros lugares pios; y fo las mifmas penas mandamos
a los Curas, que cuyden, que todo lo fufodicho tẽga deuido cũplimiento: con apercibimiento, que fi no lo hizierẽ
les caftigaremos en las vifitas con rigor [Constitvciones sinodales…, op. cit., p. 94, y p. 95].
39
Ibidem.
40
Recogido en Gonçalves, F., “O vestuario…”, op. cit., pp. 5-34.

345
ÁNGEL PEÑA MARTÍN

eran muy habituales, al menos, ya desde la primera mitad del siglo XVII,
tales como las imágenes vestidas de Peregrino41 o Soberano.42 Lo que
nos posibilita reafirmar que esas indumentarias y ajuares,43 actualmente
mal entendidos o incluso perdidos, al considerarlos de poca importancia,
en absoluto fueron producto de un delirio imaginativo44 de los conventos
femeninos ni constituyen un disfraz.45
Sin embargo, estas imágenes, por lo general, aún hoy son presen-
tadas como algo meramente anecdótico, cuando no sentimental, pese a
que tuvieron unos usos y funciones cultuales que las dotaron de pleno
significado, obviando los escritos (que) revelan la espiritualidad a la que esas
imágenes servían.46 Muchos historiadores han presentado su existencia
en la clausura como un simple juego o divertimento específicamente
femenino, convirtiendo las imágenes del Niño Jesús en meras muñecas o
muñecos, a los que las monjas darían sus cuidados a manera de materni-
dad espiritual, simbólica o sublimada.47 Llegando a presentarse, incluso,

41
Acerca de la representación del Niño Jesús vestido de Peregrino véase Peña Martín, Á., “El
peregrino del cielo: la devoción al Niño Jesús peregrino en las clausuras femeninas”, en Campos y
Fernández de Sevilla, F. J. (dir.), La clausura femenina en el Mundo Hispánico: una fidelidad secular, vol.
1, San Lorenzo del Escorial, Estudios Superiores del Escorial, Instituto Escurialense de Investigaciones
Históricas y Artísticas, 2011, pp. 31-48, así como la bibliografía referida en el mismo.
42
Acerca de la representación del Niño Jesús Soberano, vestido con el traje vaquero, véase Peña
Martín, Á., “El verme así no te asombre. El Niño Jesús Soberano del Monasterio de Comendadoras
de San Juan de Jerusalén de Zamora”, en López-Yarto Elizalde, A. y Rincón García, W. (coords.), Arte
y patrimonio de las órdenes militares de Jerusalén en España: hacia un estado de la cuestión, Zaragoza-Madrid,
Centro de Estudios de la Orden del Santo Sepulcro. Asamblea Española de la Soberana Orden de
Malta y Lugartenencias Españolas de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, 2010,
pp. 113-128, así como la bibliografía referida en el mismo.
43
La musealización de estas imágenes ha provocado su descontextualización, exhibiéndose,
por lo general, únicamente desde un punto de vista histórico artístico y no antropológico, por lo
que las imágenes son presentadas desnudas, despojándolas de sus ajuares, al valorar únicamente la
calidad escultórica de las mismas. Este hecho ha provocado que muchas imágenes hayan perdido su
sentido, su auténtica razón de ser, y otras hayan sido desechadas, a pesar de su interés antropológico,
por no reunir las cualidades artísticas requeridas en los discursos históricos. Como afirma Arbeteta
Mira, en tiempos pasados, el aderezo de las figuras con su ajuar formaba parte de la imagen que proyectaban a
la sociedad y, de hecho, hasta hace muy poco ha sido difícil ver los Niños Jesús conservados en los conventos sin
sus ropajes y más aún fotografiarlos desnudos (Arbeteta Mira, L., El Niño Jesús de la Navidad. Imágenes
en la Colección Lambra, Jerez de la Frontera, Editorial AE, 2012, p. 107).
44
Aroca Lara, A., “Iconografía de la imagen exenta del Niño Jesús en la escultura barroca
andaluza”, Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, 114, Córdoba,
Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, 1988, pp. 43-66.
45
García Sanz, A., El Niño Jesús…, op. cit., pp. 389-451.
46
Triviño, Mª V., “Navidad en las clarisas: sermones, iconografía y representaciones”, en La
Natividad: arte, religiosidad y tradiciones populares, San Lorenzo de El Escorial, Estudios Superiores del
Escorial, Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, 2009, pp. 97-122.
47
Teorías defendidas y recogidas en Aroca Lara, A., “Iconografía…”, op. cit., pp. 43-66; Evan-
gelisti, S., Nuns. A History of Convent Life 1450-1700, New York, Oxford University Press, 2007, p.
156; Fragozo González, Mª E., Espiritualidad y vida conventual femenina siglo XVII. Usos y funciones de
la imagen. Trabajo de grado, Salamanca, Universidad de Salamanca, Facultad de Geografía e Historia,
Departamento de Historia del Arte-Bellas Artes, 2011, pp. 154-179; Klapisch-Zuber, C., Women, family
and ritual in Renaissance Italy, Chicago, University of Chicago, 1987, pp. 310-329; León Coloma, M. Á.,

346
TAN VERDADERO DIOS, COMO VERDADERO HOMBRE: CRISTO VESTIDO DE JESUITA

como simulacros de hijo sobre los que se desplegaba una maternidad


no realizada.48 Esa supuesta maternidad frustrada haría que las monjas
viviesen una maternidad espiritual en la que se cuidaría la imagen del
Niño Jesús, lavándola, mimándola y vistiéndola.49 Esta visión simplista del
culto al Divino Infante, cuya única función sería desarrollar inclinaciones
y aspiraciones maternales de quienes no tuvieron hijos, lleva a afirmar que
como las monjas no podían tener hijos de carne y hueso, para desarrollar
su maternidad cuidaban de estos simulacros de hijos personificados en
niños de madera.50
Todas estas teorías que presentan la devoción al Niño Jesús como una
manifestación de sentimientos maternales, obvian la historia y realidad de
los propios monasterios femeninos, en los que ingresaban, al cuidado de
una pariente cercana, niñas destinadas por sus familias desde la cuna a la
vida religiosa. Monasterios, que también funcionaban como orfanatos o
casas de recogidas de huérfanas, expósitas e hijas de padres no conocidos
o ilegítimas. Asimismo, algunos de ellos funcionaron como escuelas de
educación para las hijas de los principales señores, quienes, con el fin de
aprender las formas básicas de la mundana cortesía, ingresaban en calidad
de educandas.51 Por lo que, en el supuesto caso de que las monjas estu-
vieran necesitadas de expresar sentimientos maternales, tenían muchas
niñas sobre las que volcarlos y, por lo tanto, no requerían de imágenes
de madera o supuestas muñecas sagradas.

“Escultura devocional en la intimidad de la clausura”, en Granada tolle, lege, Granada, Provincia Santo
Tomás de Villanueva, Agustinos Recoletos, 2009, 349-372; Portela Sandoval, F. J., “La escultura
religiosa en los conventos de Madrid”, en Clausuras. Tesoros artísticos en los conventos y monasterios ma-
drileños, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 2007, pp. 18-27, y Vianello, G.,
“El Niño de las monjas”, FMR (edición española), 12, 1991, pp. 19-32.
48
Sanfuentes, O., “Propuesta para una interpretación de la colección de niños de fanal en el
Museo de La Merced de Santiago de Chile”, en Arte quiteño más allá de Quito. Memorias del Seminario
Internacional, Quito, Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural del Distrito Metropolitano de
Quito, 2010, pp. 167-181.
49
Atenciones que, en realidad, no solo requieren las imágenes del Niño Jesús, sino cualquier
talla vestidera o de bastidor, sin que haya el mínimo atisbo de cuidados maternales, cuyos vestidos
debían cuidarse, contando para ello con prendas de uso diario y otras reservadas para las festivida-
des. Según Cea Gutiérrez podrían establecerse cuatro familias entre las imágenes vestideras: las de
las Vírgenes, la de los Crucificados y Cristos en general, la de los Niños, Jesús sobre todo, y la de los
santos. Acerca del ajuar de las imágenes vestideras, de sus ropas y joyas, véase Cea Gutiérrez, A.,
Religiosidad Popular. Imágenes Vestideras, Zamora, Caja España, Obra Cultural, 1992, pp. 37-46.
50
López, Mª P., “El oratorio: espacio doméstico en la casa urbana en Santa Fe durante los siglos
XVII y XVIII”, Ensayos. Historia y teoría del Arte, 8, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2006,
pp. 157-226, y Rey Márquez, J. R., “Colección de objetos testimoniales. Imágenes de la Pasión en
dos cofradías neogranadinas. I El Niño de la Pasión”, Cuadernos de Curadoría del Museo Nacional de Co-
lombia, 3, Bogotá, Museo Nacional de Colombia, 2006 (www.museonacional.gov.co/cuadernos.html).
51
Sobre la funcionalidad social de los conventos femeninos, véase Pérez Morera, J., “Renun-
ciar al siglo: del claustro familiar al doméstico. La funcionalidad social de los conventos femeninos”,
Revista de historia canaria, 187, La Laguna, Universidad de La Laguna, 2005, pp. 159-188.

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ÁNGEL PEÑA MARTÍN

Planteamientos como éstos, obvian las funciones cultuales y devo-


cionales de estas imágenes, convirtiéndolas en meros objetos artísticos,
ignorando el contexto en el que se encuentran y las almas contemplativas
que las dotan de vida, pese a que una aproximación a la iconografía del Niño
Jesús no puede nunca devenir en un capítulo de muñequería histórica.52
Volviendo a las representaciones de Cristo vestido de jesuita, Vega
Giménez afirmaba en 1984 que también existieron imágenes del Niño
Jesús que lo mostraban vestido de jesuita, con sotana y el anagrama JHS.53
Sin embargo, en su estudio no presentaba ningún ejemplo y, pese a
nuestros esfuerzos, no hemos conseguido localizar ninguna imagen
de este tipo. Sin embargo, sí podemos afirmar que fue una práctica
muy extendida en las clausuras femeninas de todos los territorios de la
Monarquía Hispánica, vestir a Cristo y al Niño Jesús con el hábito de
una Orden, como modelo de conducta a seguir por las monjas.54 Así,
podemos encontrar imágenes de Cristo adulto vestido de Trinitario55
[fig. 9], como del Niño Jesús con el hábito Carmelita,56 Cisterciense,57

52
Llompart, G., “Imágenes mallorquinas exentas del Niño Jesús”, Boletín del Seminario de
Estudios de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid, 46, Valladolid, Universidad de Valladolid,
1980, pp. 363-374.
53
Vega Giménez, Mª T., Imágenes exentas del Niño Jesús. Historia, iconografía y evolución (Catálogo
de la provincia de Valladolid), Valladolid, Caja de Ahorros Provincial de Valladolid, 1984, p. 47.
54
Una de las razones del porqué las clausuras femeninas se poblaron de pinturas y, sobre todo,
de esculturas de Jesús niño, radica en el paralelismo establecido por algunos autores, como Jean
Blanlo en L’infance chrètienne, entre las virtudes de la infancia de Cristo y los carismas y las formas de
la vida contemplativa: su divina Infancia, donde nosotros encontramos el modelo acabado de todas las virtudes
cristianas, la humildad, la simplicidad, la pobreza, la paciencia, la condescendencia, la afabilidad, la docilidad,
la dulzura, la inocencia, la pureza, la modestia, el silencio, la oración, el abandono a Dios y la perfecta caridad
(Blanlo, J., L’enfance chrètienne. Considérations pratiques et meditations pour honorer le Saint Enfant Jésus,
París, P. Lethielleux, 1905, p. 118, y p. 119). Como tal ejemplo ético, su imagen se convertía en un
recordatorio de las virtudes a practicar en la vida contemplativa, al recordar que Dios se hizo niño;
el Omnipotente, débil; el Eterno, mortal; el Impasible, paciente; el Rico, pobre y el Señor, siervo.
Además, la identificación de las monjas con el Cristo Niño les permitía alcanzar la humildad y sim-
plicidad precisas para acceder al estado dichoso de la infancia espiritual propuesto por Cristo: si no
os volvieréis y os hicieréis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mt 18, 3). En este contexto, hay
que presentar las imágenes del Niño Jesús vestidas con el hábito de las distintas órdenes religiosas.
55
Como El Salvador con hábito trinitario del Convento de MM. Trinitarias de San Clemente.
En Ibáñez Martínez, P. M., “El Salvador Eucarístico con hábito trinitario”, en Celosías. Arte y piedad
en los Conventos de Castilla-La Mancha, Albacete, Empresa Pública “Don Quijote de La Mancha 2005,
S.A.”, 2006, p. 166, e Ibáñez Martínez, P. M., “El Salvador con hábito trinitario”, en Callada Belleza.
Arte en las clausuras de Cuenca, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2008, p.
314, y p. 315.
56
Caso del Niño Jesús Carmelita del Convento de San José de Córdoba y el Niño Jesús Carmelita
del Convento de San José de Antequera. Véase, respectivamente, Dobado Férnandez, J. o.c.d, “22.
Niño Jesús Carmelita”, en La Navidad en Clausura. Imágenes del Niño Jesús en el Carmelo, Córdoba, Co-
misión de la Coronación del Carmen de San Cayetano, 2010, p. 76, y p. 77, y Romero Benítez, J.,
El Museo Conventual de las Descalzas de Antequera, Antequera, Excmo. Ayuntamiento de Antequera.
Centro Municipal de Patrimonio Histórico, 2008, p. 103.
57
Como el Niño Consuelito vestido de Cisterciense del Monasterio de Santo Domingo El Antiguo
de Toledo. Recogido en Arbeteta Mira, L., Navidad Oculta II…, op. cit., p. 46.

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TAN VERDADERO DIOS, COMO VERDADERO HOMBRE: CRISTO VESTIDO DE JESUITA

Fig. 9. Anónimo. El Salvador con hábito trinitario. Figura 10. Anónimo. Niño Jesús con
S. XVII. Óleo sobre lienzo. San Clemente, Convento de hábito trinitario. S. XVIII. Madera
MM. Trinitarias. Fotografía: Callada Belleza. Arte tallada y policromada. San Clemente,
en las clausuras de Cuenca, 315. Convento de MM. Trinitarias.
Fotografía: Callada Belleza. Arte en
las clausuras de Cuenca, 113.

Franciscano,58 y Trinitario59 [fig. 10]. Junto a las propias imágenes, la


poesía mística conventual nos ofrece interesantes datos, al expresar, con
total claridad, el verdadero sentido de la presencia de estas imágenes
en la clausura femenina.60

58
Caso del Niño Jesús vestido de San Francisco del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid
y el Niño vestido de franciscano del Monasterio de San Antonio el Real de Segovia. Véase respectiva-
mente García Sanz, A., El Niño Jesús…, op. cit., pp. 262, 394 y 395, y Santamaría, J. M., “Imágenes
del Niño Jesús...”, op. cit., pp. 15-20.
59
Como el Niño Jesús con hábito trinitario del Convento de MM. Trinitarias de San Clemente y
el Niño Jesús “Manolito” del Convento de San Ildefonso de Madrid. Véase Jiménez Monteseirín, M.,
“2.20 Niño Jesús con hábito trinitario”, en Callada Belleza…, op. cit., pp. 110-115, y Arbeteta Mira. L.,
“Nº 63. Niño Jesús ‘Manolito’”, en Vida y Arte…, op. cit., p. 163, y p. 164.
60
Aunque muy tardío, el Villancico Al Niño carmelita de la Ronda de villancicos de la fiesta del Dulce
Nombre de Jesús de las Carmelitas Descalzas de Araceli de Corella, compuesto por la Madre María Teresa
de la Sagrada Familia en 1887, viene a reafirmar esta idea: De Carmelita / te hallas vestido, / Niño querido
/ a mi imitación. / Por eso, amantes, / hoy te rogamos, / siempre sigamos / tu Religión [Fernández Gracia, R.,
¡A Belén pastores! Belenes históricos en Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, Departamento de
Cultura y Turismo-Institución Príncipe de Viana, 2006, p. 65].

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ÁNGEL PEÑA MARTÍN

Indumentaria que, en ocasiones, partía de un suceso milagroso, como


en el caso del Convento de San Ildefonso de Madrid, donde, ante la po-
sibilidad de que las Trinitarias cambiaran de hábito al unificarse con otra
Orden, un cuadro del Niño Jesús apareció milagrosamente transformado.
El Niño Jesús, originariamente vestido con una túnica morada, mostró, de
repente, el hábito trinitario, expresando así a la Comunidad su voluntad
de que no renunciara a él.61
Vestir o representar al Salvador con el hábito de las distintas órdenes
religiosas, tanto en su edad infantil como adulta, venía a simbolizar lo
mismo, ya que el hecho es el mismo, aunque hoy su explicación difiera.

Conclusiones

A modo de resolución, podemos afirmar que la iconografía objeto


de estudio, aunque fue fruto de una visión femenina, la de la Venerable
Virgen Marina de Escobar, y del ambiente devocional del siglo XVII,
posiblemente fuese inducida o, al menos, modelada por sus Confesores
Jesuitas, difundiéndose, además, en un ambiente masculino. Estas imáge-
nes de Cristo con el hábito jesuita, además de mostrar la doble condición
divina y humana del Salvador, alentaban a los propios Jesuitas a la imita-
ción de Cristo, como modelo para hacer felizmente su carrera y llegar a
ser perfectos religiosos de la Compañía de Jesús.

61
Smith, S. (ed.), El convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid y la vida de Sor Marcela,
Madrid, Real Academia Española, 2001, pp. 18-19.

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