Reseña MONTAIGNE ENSAYOS SOBRE EDUCACION
Reseña MONTAIGNE ENSAYOS SOBRE EDUCACION
Reseña MONTAIGNE ENSAYOS SOBRE EDUCACION
Reseñas Bibliográficas
(Traducción y Presentación de Jorge Orlando Melo). Medellín:
Universidad EAFIT. 133 pp. ISBN: 9588281995.
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Montaigne, de Hugo Friedrich (1949), me parece la mejor introducción a la obra del autor de los Ensayos.
Otras obras destacadas son Peter Burke. Montaigne, Madrid: Alianza Editorial, 1985, Jean Lacouture,
Montaigne a caballo, México, Fondo de Cultura Económica, 1999 y Adolfo Castañón, Por el país de
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Montaigne, México, Paidós, 2000. Una excelente biografía es la de Donald Frame, Montaigne, a Biography
Londres, Hamish, 1960.
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Existen cinco traducciones completas en español y una en proceso de edición. La de Diego de Cisneros, hecha
en 1634, no pudo publicarse, probablemente por problemas con la censura: los Ensayos fueron puestos
en el Índice español de Libros Prohibidos en 1640, y en 1676 en el Índice Romano. La primera que se
publicó fue la de Constantino Román y Salamero, de 1898, casi siempre confiable pero de estilo inflado y
arcaizante, ajeno al ritmo oral del libro original. Juan G. de Luaces publicó una segunda traducción, alterada
por la censura franquista (Madrid, Iberia, 1947). En 1971 salió la de Enrique Azcoaga. (Madrid, Edaf).
Recientemente han aparecido las traducciones de Almudena Montojo, en Cátedra (Madrid, 1985-1987),
de Jordi Bayod Brau en Acantilado (Madrid 2007), De una quinta traducción, la Marie Jose Lemarchand,
ha salido solo el volumen 1 (Madrid, Gredos 2005); el volumen 2 está anunciado para 2008. La lista de
traducciones parciales es enorme e incluye escritores de prestigio como Enrique Díez-Canedo, Ezequiel
Martínez Estrada y Luis de Zulueta, quien publicó en 1916 (Madrid, Ediciones de La Lectura) una traduc-
ción de los ensayos pedagógicos.
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pasiva de información y preceptos. Que no sirve para nada llenar la cabeza de los
estudiantes de información y conocimientos, porque lo que importa es desarrollar
su capacidad de pensar con independencia y obrar bien. Que para educar y formar
al estudiante es tan importante la forma de ser del maestro como lo que sepa, y
que el alumno aprende más del ejemplo y de la práctica que de los sermones y
discursos. Que lo que ha aprendido el alumno no se puede averiguar haciéndolo
repetir sino aplicándolo a casos nuevos. Que lo único que sirve es el saber que se
hace realmente nuestro, no el que se tiene en la boca listo para recitarlo y lucirse
con él. Que nada sirve la teoría sin la práctica, el conocimiento sin la aplicación.
Que la disciplina no puede basarse en la coacción y la fuerza, pues el castigo
endurece o envilece el carácter. Que tan importante como el entrenamiento del
espíritu es el entrenamiento del cuerpo, y que por lo tanto los ejercicios físi-
cos deben tener tanto peso como los intelectuales. Que la educación debe ser
interesante y solo se aprende lo que se disfruta. Que nada debe aceptarse por
autoridad sino por convicción interna del alumno. Que hay que tener en cuenta
las diferencias entre las aptitudes y los intereses de todos los estudiantes, y no
imponer el mismo aprendizaje a todos. Que es mejor quedarse en la duda que
seguir una opinión porque otros la creen verdadera. Que el afecto es una fuerza
educativa más importante que el temor. Que el maestro debe hablar poco y oír
mucho al discípulo, y no imponer sus ideas y opiniones. Que el aprendizaje se debe
hacer a partir de experiencias vividas y de los objetos al alcance del estudiante,
y no a partir de premisas abstractas. Que hay que poner las palabras al servicio
del pensamiento, y hablar y escribir con sencillez y claridad, con la lengua del
pueblo y no de los pedantes. Que hay que aprender desde muy niño una lengua
extranjera. Todas las modas de los últimos siglos, la educación no autoritaria,
la educación activa, el constructivismo, las lecciones de cosas, la filosofía para
niños, la educación bilingüe, Rousseau, Pestalozzi, Montessori, Freinet, pueden
encontrar sus antecedentes en Montaigne. Por supuesto, a veces comparte los
prejuicios de su época, como cuando se refiere a la educación de las mujeres,
tema en el que lo que dijo ha envejecido; o cuando su elogio de la formación del
carácter da un gran peso a virtudes más bien guerreras que humanistas.
En conjunto, estos textos constituyen una visión muy novedosa, incluso
revolucionaria, de la educación, pero en muchos de sus contemporáneos, y en
algunos que lo antecedieron, se encuentran igual rechazo a la educación escolás-
tica y formalista y al uso de la fuerza por los maestros y similar búsqueda de una
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Introducciones claras y ordenadas, pero elementales, al pensamiento pedagógico de Montaigne y de sus
antecesores se encuentran en Gabriel Compayré, Histoire critique des doctrines de l’éducation en France
depuis le seizième siecle, Paris: Hachette, 1904., 2 v. y Montaigne et l’education du jugement, Paris:
Librairie Classique Delaplane, 1890?, y en Guillermo Sanhueza Arriagada, Pensamiento pedagógico de
Montaigne, Santiago de Chile: Ed. Universitaria, c1962.
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