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Unidad 1
El Adulto Mayor y su Entorno
Autora:
Introducción de la unidad
El adulto mayor y su entorno
El envejecimiento de la población es uno de los mayores retos a los que se enfrentarán las
sociedades en el mundo y la sociedad mexicana no está excluida de este reto. El incremento relativo
de la población mexicana en edades avanzadas, que inició a mediados de los noventa, continuará
durante toda la primera mitad del siglo XXI, primero a un ritmo moderado y después de forma más
acelerada.
Este cambio en la estructura por edades de la población se traducirá en una serie de desafíos de
distinta índole. En primer lugar, el envejecimiento de la población implicará un incremento en el monto
de los recursos destinados al cuidado de la población en edades avanzadas, lo que significa que se
dispondrá de menores montos para invertir en otros ámbitos. Además, el incremento de esta población
se traducirá en presiones hacia las instituciones públicas de seguridad social, tanto en el ámbito de las
pensiones como en el de la atención a la salud.
Por otra parte, el envejecimiento de la población también obligará a profundos cambios culturales
que, necesariamente, pasarán por una redefinición del significado social de la vejez y de las formas de
integración social y cultural de los adultos mayores.
Se dispone apenas de unas cuantas décadas para preparar e instrumentar las respuestas
institucionales que hagan frente a estos desafíos, entre los que se incluye la preparación de los
profesionales en una cadena interdisciplinaria, que tendrán como responsabilidad la atención integral
de los adultos mayores.
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Objetivo de la unidad
Identificar las características biológicas, psicológicas, culturales y legales del adulto mayor a partir de
la revisión de datos epidemiológicos nacionales y mundiales, con la finalidad de obtener un panorama
amplio de la transición generacional relativa al envejecimiento de la población.
Temas
1. Características biológicas y psicológicas del adulto mayor
2. Transición epidemiológica y demográfica internacional y nacional
3. Antecedentes de la atención de enfermería al adulto mayor
4. Políticas nacionales de salud para el adulto mayor
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Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida
Pablo Picasso
Sin embargo, en la actualidad el mundo enfrenta esto como un gran reto, ya que el incremento de
la población de personas mayores de 60 años, conocido como el “boom de los viejos”, significa que
para el año 2050 uno de cada cinco habitantes de la Tierra tendrá más de 60 años; es decir, dentro de
cuatro décadas la población de ancianos se cuadruplicará. Este cambio será radical, ya que en el año
2000 había 600 millones de ancianos en el mundo y cinco decenios después habrá 2000 millones, que
representaran el 21 % de la población total mundial (González, 2009).
El envejecimiento implica, a su vez, asumir los cambios necesarios para superar la profunda
desigualdad e inequidad que atraviesa a nuestras sociedades y que compromete la calidad de vida y
el respeto de los derechos humanos de las generaciones presentes y futuras.
Esa apropiación del tiempo proyectado, con la posibilidad cada vez más cierta de una vida
longeva, heterogénea y multidireccional, fluye como un manantial de alternativas que ilumina, orienta y
abre caminos a diversas y enriquecedoras resignificaciones de la vejez, de modo que cambian y se
multiplican las formas de percibirse y de ser persona vieja en el mundo de hoy.
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abierto a mujeres y hombres de todas las generaciones, implica la necesidad de superar ideas que
asocian vejez con dependencia, pasividad y marginalidad. Ahora más que nunca, las personas viejas se
abren a la posibilidad de constituirse en participantes activas y co-constructoras de su propia vida y del
desarrollo de la sociedad en el necesario inter-ser e inter-hacer con las demás generaciones.
Tal vez quienes con mayor profundidad pueden vivir estos procesos transformadores sean las mujeres
adultas mayores, porque resignifican la vejez incorporando en ese mismo proceso un creciente
cuestionamiento a los roles tradicionales que las reducían al espacio doméstico y a vivir, básicamente,
en función de las necesidades de las demás personas.
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El proceso del envejecimiento comporta una serie de cambios fisiológicos a nivel de los diversos
órganos y sistemas del cuerpo humano. A nivel del tejido muscular esquelético se produce una pérdida
progresiva de masa y fuerza que se conoce como sarcopenia.
El envejecimiento humano está asociado con una pérdida de masa muscular que se inicia en la
cuarta década de la vida, con una pérdida de fuerza de alrededor del 1 % al año y que se acelera con
el transcurso del tiempo. Sus causas son complejas: se considera no única, sino que está implicada en
dicha pérdida una amplia variedad de procesos. Entre los factores implicados en la pérdida de masa y
funcionalidad del músculo esquelético podemos destacar las alteraciones en la síntesis y degradación
de proteínas, la inflamación, las alteraciones hormonales y la disfunción mitocondrial.
Vivimos hoy en una sociedad en la que se ha prolongado la vida cronológica. Hoy el ciclo de vida es
más largo que antaño, la gente vive más tiempo que antes, pero no se ha resuelto el modo de vida, el
cómo vivir estos años de prolongación.
Los estudiosos de estas transformaciones sociales aseguran que vivimos una aceleración histórica sin
precedentes: las transformaciones tecnológicas, sociales, políticas, económicas, culturales (¿morales?)
a las que asistimos son casi vertiginosas. Se habla de un síntoma psicosociológico denominado "shock
de futuro", que consiste en una especie de miedo de muchas personas a quedar atrasadas, a no vivir
no ya el presente sino alejadas del futuro (Ysern, 1998).
El perfil psicológico del anciano considera que el envejecimiento psicológico de una persona es el
*Es algo que profundamente quedó implantado en la memoria de forma favorable o desfavorable y que condiciona
para que las personas actúen de cierta forma en determinadas situaciones. También se conoce como “huella
mnémica”.
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resultado de la acción del tiempo vivido y percibido por ella sobre su personalidad. Para caracterizar
adecuadamente la personalidad de un anciano es preciso valorar su afectividad, conductas, deseos,
inteligencia y motivaciones, así como su soporte biológico: morfología, situación funcional y patología
somática acumulada a lo largo de su vida.
Lo que denominamos hoy “tercera edad” constituye una etapa de la vida cada vez más larga, las
situaciones psicosociales y la propia personalidad del anciano pueden cambiar y esto ocurre en función
de su estado de salud, autonomía y cambios que pueden afectarlo, de ahí que no podemos encasillar
al anciano dentro de determinados prototipos o clasificaciones.
El proceso de “desligamiento” descrito por Jiménez Herrero (2000), en virtud de cuándo el individuo
añoso abandona actividades o rompe lazos sociales de convivencia de manera voluntaria o forzado
por el rechazo que percibe, no se presenta en todas las personas ni por las mismas causas. Para muchos
este desligamiento constituye no sólo un mecanismo de defensa, sino una forma de buscar una
situación más segura y cómoda de acuerdo a su autoestima y su necesidad cada vez más creciente de
que los demás “cuenten” con él.
Existen personas mayores a las que el hecho de envejecer las motiva a descubrir nuevos roles en la
vida, mantener los ya obtenidos y no perder su “estatus” social que ya conocen; de ahí que el equipo
asistencial geriátrico debe ayudarlas a su adaptación, no sólo influyendo en ellas, sino en su medio
habitual.
A través de la vida en el desarrollo de la personalidad de todo individuo surge una serie de cambios
que proporcionarán características especiales en el funcionamiento psíquico de cada una de las
etapas que pasará. Los cambios biológicos y sociales, en interacción con la propia personalidad del
individuo, perfilarán la transición hacia el establecimiento de un nuevo equilibrio, situación que
consideramos como un proceso dinámico y de adaptación de éste.
Como en otras etapas claves de su vida, la persona requerirá desarrollar un nuevo sistema defensivo,
eficaz para el mantenimiento de su integridad psíquica. Esto nos permite observar que resulta imposible
intentar comprender los aspectos psicológicos del adulto mayor si lo hacemos tomando a la persona
aislada de su contexto social, con el que existe una constante interacción. Entre las características más
sobresalientes identificamos las siguientes:
Tendencia a encerrarse cada vez más en un presente que es vivido tomando como referencia su
pasado.
Las opiniones sobre la vida afectiva emocional de esta población son diversas, al hablarse de
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una irritabilidad progresiva, de egoísmo creciente, así como de una mayor tolerancia y
disposición frente a ciertos intereses.
Otro aspecto digno de mención corresponde al de la higiene mental, la cual debe acompañar
al individuo a lo largo de su vida, como una serie de hábitos cuyo objetivo es mantener su
equilibrio psíquico.
Sin embargo, en oposición a estos procesos subyace todavía una perspectiva cultural anclada en el
pasado, puesto que pese a todo lo anterior, aún hoy en la sociedad prevalece el hecho de considerar
a las personas viejas como sujetos de dependencia, a quienes habría que ayudar a encontrarle sentido
a los años ganados, desconociendo que en la vejez las personas no necesitan que les organicen sus
vidas, su tiempo, sus actividades para “sentirse” útiles. De lo que sí requieren es de oportunidades que
les permitan potenciar sus capacidades y fortalecer sus procesos personales y sociales de resignificación
de la vejez, porque con ello no sólo logran mayor bienestar para sí mismas, sino que aportan a las
distintas generaciones modalidades cada vez menos prejuiciadas de percibir la vejez propia y ajena.
Falta entonces reconocer que cada día las generaciones viejas son más conscientes de su condición
de “ser personas”, de pronunciarse, de decidir por sí mismas, de contribuir a renovar la convivencia
entre generaciones para lograr que la interdependencia sea el lazo fundamental que permita dar el
salto necesario para avanzar en la construcción de sociedades inclusivas para todas las edades. El
compromiso del rol del Estado y sus instituciones, así como el de las organizaciones de la sociedad civil,
es conducir, apoyar, facilitar y respaldar esos procesos.
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Tendencias mundiales
Envejecimiento poblacional: uno de los más grandes logros, y a la vez uno de los mayores desafíos en la
actualidad (National Institute on Anging, 2007)
Movimientos migratorios
Como podemos apreciar en la imagen anterior, casi todas las sociedades europeas están
experimentando un envejecimiento de su población, pero algunas envejecen más rápido que otras, por
lo tanto, los retos que el envejecimiento supone aparecen antes en algunos países que en otros.
Pero el fenómeno más exitoso que normalmente asociamos con el envejecimiento de la población
es en realidad el aumento de la esperanza de vida, particularmente en edades avanzadas. Las
personas que llegan a la edad de 60 o 65 años tienen elevadas posibilidades de sobrevivir hasta mucho
más tarde en la vida. Lo que es muy evidente tanto en países desarrollados e industrializados como en
los menos desarrollados: el fenómeno del envejecimiento es constante.
Compararemos algunos países europeos con Norteamérica y Asia para observar en ellos que el
principal mensaje es que la esperanza de vida en edades avanzadas es de 3 o 4 años más de lo que lo
era en el periodo de los últimos 40 años en la mayoría de los países desarrollados (Japón incluso ha
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experimentado un aumento de 6 años en la esperanza de vida). El otro mensaje es que el fenómeno del
envejecimiento de la población no se limita a uno o dos países; es una cuestión observada en la
mayoría de los países europeos. El hecho de que la mayor parte de estas barras sea bastante similar
muestra que realmente el aumento de la esperanza de vida se observa en todo el mundo,
particularmente en los países desarrollados.
Dimensiones epidemiológicas
Con el envejecimiento de la población, la muerte se convierte cada vez más en un fenómeno propio
de la vejez. En Argentina, Barbados, Chile, Costa Rica, Cuba, Trinidad y Tobago y Uruguay, más del 55 %
del total de defunciones se da entre personas de 65 años o más. En 1996 casi el 25 % del total de
defunciones en Estados Unidos correspondió a mujeres mayores de 80 años. Estas cifras son un claro
reflejo de las tendencias que se observarán en casi todos los países de la región de las américas en los
próximos 20 años. Asimismo, con el envejecimiento de la población cambian los tipos de enfermedades
predominantes (Manuell, 2005).
Las afecciones isquémicas del corazón y las enfermedades cerebrovasculares son las principales
causas de defunción en el grupo de las personas de edad, seguidas por las neoplasias y las
enfermedades respiratorias, principalmente la neumonía. Conforme aumenta la proporción de personas
de edad, también lo hace el porcentaje de la población que padece enfermedades crónicas y
discapacidad, y eso hace que se requieran más recursos sanitarios para la atención de quienes sufren
enfermedades crónicas (Manuell, 2005).
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En el año 2006, casi 500 millones de personas en el mundo tenían 65 años y más. Europa y Japón son los países
líderes, seguidos por América del Norte, Australia y Nueva Zelanda. Sin embargo, el incremento más rápido de
adultos mayores está ocurriendo en los países en desarrollo, donde se estima que para el año 2030 se
incrementará en un 140 %.
Un breve análisis de los esquemas de atención a los ancianos en diferentes países nos muestra
algunos datos: Estados Unidos –que destina el 13.6 % del producto interno bruto (PIB) a la atención de
salud– presenta importantes retos por resolver, semejantes a los que enfrentan otros muchos países
americanos, tales como el cuidado a largo plazo, la atención en el hogar, el costo de las casas de
reposo y la discapacidad secundaria a problemas de dentición, audición y visión (Manuell, 2005).
El sistema de salud en Inglaterra pone de manifiesto los enormes avances en materia de apoyo social
y de salud a la población anciana, pero también el eterno debate del papel de la familia en el cuidado
de los viejos. ¿Cuidar de los ancianos es una responsabilidad familiar, social o estatal? (Manuell, 2005).
En el caso de España, la proporción de ancianos que viven solos es baja, posiblemente debido a que
los patrones culturales de interacción familiar son distintos al resto de los países europeos, pero lo que
resulta verdaderamente aleccionador son los impresionantes logros que en materia de protección
social han alcanzado los servicios de salud españoles (Manuell, 2005).
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Si bien las enormes dificultades que plantean las necesidades sanitarias, sociales y económicas de las
personas de edad varían considerablemente a lo largo de la región de las Américas, un principio
común para la acción es la necesidad de concentrarse en la promoción de la salud y la disminución de
la dependencia de las personas de edad.
Destaca en América el caso de Argentina, porque es el país americano con mayor proporción de
ancianos; el reto para ellos es el de mantener los niveles de atención sociomédica que desarrollaron en
los últimos años a pesar de los cambios sufridos en el panorama económico de ese país, como se
muestra en la siguiente imagen.
La situación en México
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En 1980 los mexicanos podíamos aspirar a vivir en promedio 56.2 años; tan sólo 15 años más tarde, en
1995, la esperanza de vida aumentó a 73; en el 2000 a 74 y, según proyecciones del Consejo Nacional
de Población (Conapo), en el próximo medio siglo aumentará en 7 años aproximadamente, por lo que
poco a poco tenemos que prepararnos para ser un país con cada vez más población vieja, como ya
ha sucedido en otras naciones (Conapo, 2008).
Esta nueva situación implica algunos problemas relevantes tanto de carácter económico como
social y de salud pública, como los que a continuación se describen:
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3. Fragilidad en las condiciones de salud de la población en edades avanzadas, así como la mayor
incidencia y prevalencia de enfermedades crónicas e incapacidades, imponen la necesidad de
modificar los sistemas de salud.
5. Feminización del envejecimiento no sólo debida a la mayor sobrevivencia de las mujeres, sino
también a las condiciones físicas, económicas y sociales más adversas con las que llegan y
pasan por la vejez en comparación con los varones.
6. Vulnerabilidad ante la vejez y sus aspectos físicos, sociales, éticos, legales y de derechos
humanos.
De este análisis demográfico y poblacional se concluye que cuando finalice la última fase de la
transición demográfica en el país, existirán rasgos claros de una población envejecida porque los adultos
mayores serán superiores a la población joven. Como consecuencia se presentará una marcada
dependencia demográfica, porque de la población en edad productiva dependerá cada vez más
población en edad no productiva (jóvenes y adultos mayores), como se muestra en la siguiente imagen.
1. Enf
er
me
da
des
car
dio
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El caso de Cuba
El mundo se hace viejo. Es la primera vez en la historia de la humanidad que un gran número de
personas llegan a la ancianidad. Es evidente que todo este proceso ha provocado determinado
impacto en ciertos sectores estratégicos de la estructura social, entre los que se encuentran el
sistema educacional y de salud (Llanes, 2007).
Cuba no ha sido una excepción en ese sentido. Hasta hace unos pocos años no existía ninguna
tradición geriátrica ni de profesionales que se dedicara específicamente al anciano, lo cual se
atendía en los diferentes servicios conjuntamente con los adultos jóvenes, a pesar de las
particularidades propias del proceso de envejecimiento.
Los programas de atención al adulto mayor en Cuba contemplan tres subprogramas (Llanes, 2007):
1. De atención comunitaria
2. Institucional
3. Hospitalaria
En la década de los ochenta, al ponerse en vigor la Ley 24 de Seguridad Social, se amplían los
servicios de geriatría del Sistema Nacional de Salud en hospitales y áreas de salud comunitarias;
toma un papel importante el médico y la enfermera de la familia; surgen movimientos como los
círculos y las casas de abuelos, que demuestran la importancia priorizada y creciente que muestra
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El Ministerio de Salud Pública (Minsap) declaró –a través de un documento llamado "La atención
priorizada al adulto mayor"– como una de las metas fundamentales de la política de salud todo lo
relacionado con la atención al anciano en los tres niveles que posee la llamada tercera edad. En
geriatría, estas directivas se concretan logrando que un mayor número de personas mayores
logren el alcance y disfrute de una vejez saludable, con el propósito de mejorar la calidad de
vida, la independencia, tanto en el micromundo como en el macromundo del adulto mayor7-12.
Asumir las potencialidades que el individuo lleva consigo mismo al arribar a la séptima década de
la vida es también justicia desde el punto de vista bioético (Llanes, 2007).
El caso de España
La prestación de cuidados al individuo en cualquiera de las etapas del ciclo vital es lo que
caracteriza a la disciplina enfermera, siendo la enfermería geronto-geriátrica la que aborda el
cuidado del anciano. Los 65 años pueden continuar siendo un criterio laboral, pero no válido
cuando se trata de orientar los programas de asistencia sanitaria dirigidos al anciano. Según los
resultados del estudio, de ámbito nacional, realizado por el Centro de Investigaciones
Sociológicas a 2500 personas mayores de 65 años, el 75 % son independientes, no precisan ayuda
de los demás y habitualmente son ellos quienes ayudan a sus familiares más cercanos (hijos, nietos,
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En España, en 1970 se inicia una atención especializada de enfermería al anciano. Los cuidados
de enfermería se dirigen tanto al anciano sano como al enfermo. Ello responde al hecho de que el
paradigma de la categorización para el que la salud es sinónimo de ausencia de enfermedad es
abandonado, y el quehacer de la enfermera se orienta hacia una concepción de salud y
enfermedad como dos entidades distintas que coexisten y se encuentran en interacción dinámica
(paradigma de la integración), o hacia la inspirada desde el paradigma de la transformación, que
concibe la salud como una experiencia que considera al ser humano y su entorno como unidad
global (Egurza, 2004).
El caso de México
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Debido a la relevancia del rol del profesional de enfermería en el cuidado del adulto mayor en el
hogar es trascendental sistematizar el cuidado que brinda, mediante la creación de un modelo
de atención que presente el diseño general de la prestación de cuidados de enfermería.
Con la apertura del Servicio de Enfermería Universitaria en el Hogar, la Escuela Nacional de Enfermería
y Obstetricia, a partir de agosto del 2006 inició la prestación de cuidados a las personas en su hogar, y
en enero de 2008 se inició el proyecto de investigación “Desarrollo y evaluación de un modelo de
atención de enfermería para el cuidado del adulto mayor en el hogar”, con el objetivo de revisar y
mejorar la metodología del cuidado de enfermería para este grupo de edad y garantizar la calidad
de la atención. En este trabajo se presenta el desarrollo del Modelo de Atención de Enfermería para el
cuidado del adulto mayor en el hogar y la propuesta final para su implementación.
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Este pronunciamiento ha servido de base para la creación de los cimientos de políticas efectivas
para la atención de la salud del adulto mayor, que se apoyan en el consenso social generado en torno
al escenario creado por los acelerados cambios sociodemográficos que en un periodo relativamente
breve están haciendo transitar a México de una sociedad de niños y jóvenes a una sociedad de adultos
y adultos mayores.
Se trata de una situación inédita, pues se presenta por vez primera en el curso de la historia del país.
Se trata de un fenómeno global, ya que otros países también han experimentado o habrán de
experimentar esta transición demográfica.
En el caso de México, la falta de adherencia a los estilos de vida saludables y el escaso control de los
factores de riesgo crean situaciones de gran vulnerabilidad para la creciente población de adultos
mayores.
La definición de las políticas públicas para la atención de la salud del adulto mayor es un proceso
complejo que ocurre a lo largo del tiempo y cuya evolución está condicionada por múltiples
circunstancias de carácter sociopolítico, y que demanda una postura con visión de largo plazo.
Los retos para la Salud Pública asociados con el envejecimiento poblacional podrían parecer
insuperables si se toma en consideración la escasez crónica de recursos, la situación de pobreza que
padecen grandes sectores de la población, las condiciones de dependencia asociadas a la
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feminización del envejecimiento, la cobertura insuficiente de los servicios de salud y la resistencia natural
que implica la reestructuración de la organización actual de dichos servicios. Este último aspecto es de
gran dificultad, dado que la acción simultánea de diferentes procesos patológicos que afectan a los
pacientes geriátricos (fragilidad y dependencia, entre otros) requieren intervenciones específicas que
van desde el monitoreo y tamizaje hasta los cuidados especializados, principalmente en las áreas de
traslape de diversas patologías.
En ese contexto, la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores (Diario Oficial de la
Federación, 25 de junio de 2002) es el ordenamiento jurídico que permite organizar las políticas de salud
de acuerdo a las atribuciones de las diferentes instituciones. El artículo 1º establece con claridad que
esta ley “[...] tiene por objeto garantizar el ejercicio de los derechos de las personas adultas mayores, así
como establecer las bases y disposiciones para su cumplimiento mediante la regulación de la política
pública nacional para la observancia de los derechos de las personas adultas mayores”, mientras que el
artículo 18 señala que “corresponde a las Instituciones Públicas del Sector Salud garantizar a las
personas adultas mayores […]”.
Los retos son grandes, ya que en la actualidad los adultos mayores en México suman alrededor de
8.2 millones, cifra que en un periodo de 15 años (2025) llegará a alrededor de 18.4 millones. En la
primera mitad de este siglo los adultos mayores habrán pasado de 7.7 % de la población total a cerca
de 30 % (Zúñiga, 2008; Zaidi, 2000).
Es, por lo tanto, urgente establecer prioridades de atención para este grupo de edad en importante
crecimiento y, en el caso de nuestro país, el Instituto de Geriatría como institución creada para la
planeación, investigación y formación de recursos específicos ha propuesto las prioridades a corto
plazo para la atención integral y de calidad para el adulto mayor, como se muestra en la siguiente
imagen.
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En el punto número 1 se propone la coordinación de los tres niveles de atención, por lo cual se diseñó
el siguiente esquema para abarcar las áreas de responsabilidad de cada uno de estos niveles de
atención:
La Norma Oficial Mexicana 167 SSA1 tiene por objeto establecer los procedimientos para uniformar
principios, criterios, políticas y estrategias en la prestación de servicios y desarrollo de actividades en
materia de asistencia social a menores y adultos mayores, y su campo de aplicación abarca todas las
dependencias y entidades de la administración pública, tanto federal como local, y las personas físicas
o morales de los sectores social y privado que conforman el Sistema Nacional de Salud.
Para conocer mejor la Nom-167-SSA1-1997 “Para la prestación de los servicios de asistencia social
para menores y adultos mayores”, puedes consultarla en la siguiente liga
http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/nom/167ssa17.html.
En aras de salvaguardar el ejercicio efectivo de los derechos de las personas adultas mayores en
nuestro país, así como de disminuir las condiciones de vulnerabilidad a las que están expuestas e
impulsar su participación e inclusión en la sociedad, en 2002 se aprobó la Ley de los Derechos de las
Personas Adultas Mayores, la cual fue creada por la Cámara de Diputados y el Instituto Nacional de las
Personas en Plenitud (Inaplen) para afrontar los nuevos desafíos que supone la calidad de vida de las
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Esta ley se propone favorecer la autonomía y autorrealización de los adultos mayores; todas las
acciones que se realicen en beneficio de estos grupos tendrán la intención de fortalecer su
independencia, su capacidad de decisión y su desarrollo personal y comunitario; asimismo, se
favorecerá su participación en todos los órdenes de la vida pública. En los ámbitos de su interés serán
consultados y tomados en cuenta, y se promoverá su presencia e intervención.
II. la familia de las personas adultas mayores, vinculada por el parentesco, de conformidad con
lo dispuesto por los ordenamientos jurídicos aplicables.
Como podemos apreciar en nuestro país, por parte del Estado existe intención en promover y
proporcionar atención social y de salud a este importante grupo de edad a través de leyes, normas e
instituciones, como el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores y el Instituto Nacional de
Geriatría.
El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) es el organismo oficial para afrontar
los nuevos desafíos que supone la transición demográfica tendiente al envejecimiento de la población,
y con el propósito de mejorar la calidad de vida de las personas adultas mayores en México, el Inapam
ha definido cinco ejes rectores estratégicos en materia de políticas públicas (Manuell, 2005):
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El Inapam se instauró con el objetivo de coordinar, promover, apoyar, fomentar, vigilar y evaluar las
acciones públicas que repercuten directamente en este sector de la población. Asimismo, la Ley de los
Derechos de las Personas Adultas Mayores proporcionó al instituto la autonomía técnica y de gestión
para el cumplimiento de sus atribuciones, objetivos y fines. Desde su creación ha fomentado el
desarrollo integral de las personas de 60 años o más, promoviendo el empleo con retribuciones justas,
asistencia social, servicios de salud, así como las oportunidades necesarias para alcanzar niveles de
bienestar y una mejor calidad de vida.
Sus acciones también están orientadas a reducir las desigualdades e inequidades sociales y
económicas, y a asegurar los derechos básicos para que los adultos mayores vivan en un entorno social
incluyente.
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Fuentes de información
Básica
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Complementaria
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Defunciones de INEGI y SSA. México.
Llanes, C. (2007). Carácter humano y ético en la Atención integral al adulto mayor en Cuba. Revista
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años noventa (reseña). En P. Anzola y M. Morales. Salud Pública de México. Instituto Nacional de Salud
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Presentado en el “XII Coloquio Panamericano de Investigación en Enfermería”. Florianópolis, Brasil.
Ysern de Arce, J. L. (1998). Adulto mayor: aspectos psicoafectivos del envejecimiento (Ponencia Seminario
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Zaidi, A. (2008). Características y retos del envejecimiento de la población: la perspectiva europea.
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Documentos electrónicos
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