Criticas Al Contrato de Permuta

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RESUMEN: en los últimos años, mucho se ha escrito y

criticado acerca de las viejas figuras jurídicas del Código Civil


peruano. es el caso del contrato de permuta que
tradicionalmente ha sido concebido como el antecesor de la
compraventa y, aparentemente, absorbido por esta última. sin
embargo, a través de estas líneas mostraremos la variedad de
definiciones propuestas por la doctrina jurídica mayoritaria a
efectos de poder compararlas y conocer mejor, entre otras
cosas, la manera cómo se valoran los bienes que se
intercambian, y establecer su correspondencia con la
propuesta de nuestro codificador. Asimismo, haremos un
sencillo análisis acerca del contrato de permuta o trueque
desde el punto de vista del económico a fin de comprobar su
entrañable relación con el precio y su evolución económico-
social hasta el contrato de compraventa, lo que traerá
importantes consecuencias prácticas como la improcedencia
de la lesión al caso de la permuta simple y el supuesto del
precio mixto al caso de la permuta estimativa.
PALABRAS CLAVE: compraventa – permuta – bienes – precio
-lesión

I. ASPECTOS GENERALES DE LA PERMUTA

1. Definición

según el artículo 1602 del Código Civil peruano: “Por la


permuta los
permutantes se obligan a transferirse recíprocamente la propiedad
de bienes”.

para Miranda Canales: “La permuta, es un contrato bilateral,


oneroso, que puede asumir las modalidades de conmutativo o
aleatorio, por el cual ambos contratantes, como recíprocos
acreedores, se obligan a entregar con transferencia de dominio uno
al otro, una cosa”.1
Al respecto luzzatto explica: “Los jurisconsultos romanos
abandonaron a una discusión que, a nosotros, los modernos,
verdaderamente puede parecer un poco extraña: se sostenía por los
sabinianos que también debía considerarse como una venta el
cambio de un objeto por cosa distinta del dinero, en atención a los
orígenes de la venta, que es derivada de la permuta; los
Proculeyanos, en cambio, sostenían que en tal caso no se trataba
de venta, sino de permuta (...)”.2

1 Miranda (1995) p. 230.


2 luzzatto (1953) p. 71.
Declara larenz que: “Como ya hemos indicado, la permuta o
entrega de una cosa determinada a cambio de otra tiene solamente
un reducido papel en el ámbito de la economía dineraria actual, al
menos en tanto que el dinero cumpla su función de medio general
de cambio. A esto se debe que el BGB dedique a la regulación de
esta figura contractual únicamente un artículo, que dispone que
serán de correspondiente aplicación a la permuta las normas de la
compraventa Conforme a Josserand: “el Código Civil define a la
permuta diciendo que es “un contrato por el cual las partes se dan
respectivamente una cosa a cambio de otra” (Art. 1704); dichas
cosas, o una de ellas, pueden por lo demás consistir en monedas,
permuta de monedas o de billetes de cierto tipo que tengan valor de
colección, o también permuta de un capital por una renta vitalicia,
pero no permuta de una suma de dinero, considerada
genéricamente, por un cuerpo cierto; la operación revestiría
entonces naturaleza jurídica diferente; se conduciría a una venta”. 3

Algunos, sin embargo, justifican la poca importancia que se le


ha dado a la permuta debido a que han ido desapareciendo las
diferencias entre el contrato de compraventa y permuta.4

2. Elementos esenciales

Al igual que el caso de la compraventa el criterio mayoritario de


la doctrina jurídica tradicional considera como elementos esenciales
de la permuta el bien y otro bien que viene a reemplazar al precio.5

sobre el particular, alBaladeJo piensa que “la permuta es un


contrato por el cual cada uno de los contratantes se obliga a
transmitir al otro una cosa (o derecho) a cambio de la (o del) que
éste se obliga a transmitirle a él”.6

A juzgar por los Mazeaud “como en la compraventa (...), el


derecho transmitido, que debe ser patrimonial, no es
necesariamente un derecho de propiedad. Puede ser otro derecho
real, o un derecho de crédito, o también un derecho intelectual”.7

3 Josserand (1952) p. 120.


4 esta posición es sostenida por B adenes (2000) p. 233, apoyándose en C astán. Cfr.
Wayar (1984) p. 622, Borda (1985) p. 290, entre otros.
5 treViño (1995) p. 80.
6 alBaladeJo (1980) p. 104.
7
Mazeaud (1959)
p. 17. 9
Puig (1974)
según Puig Peña: “Las mismas cosas que pueden venderse
pueden también permutarse; por lo que el objeto, en la permuta, se
la han de aplicar también las reglas generales que sobre la cosa se
estudian en la compraventa (no hay, en cambio, términos hábiles
para proyectar aquí las normas que regulan el otro elemento real de
la compraventa: el precio)”.9

finalmente, según arias-sChereiBer: “tal como se desprende del


artículo 1602, la permuta tiene por objeto la transferencia recíproca
de la propiedad de bienes. el concepto de ‘bienes’ comprende no
sólo las cosas materiales, sino también los derechos susceptibles
de comercio”.8

entonces siguiendo el criterio de la doctrina jurídica tradicional


mayoritaria los bienes que las partes contratantes se obligan a
transferirse mutuamente en el contrato de permuta son los mismos
que pueden transferirse en el contrato de compraventa.

3. Caracteres propios

tradicionalmente la doctrina mayoritaria considera como


caracteres propios de este tipo contractual el ser: obligatoria,
bilateral, onerosa y ordinariamente conmutativa.

A) OBLIGATORIO

A este respecto, lete del rio nos dice que el contrato de permuta:
“es meramente obligatorio, pues sólo produce obligaciones entre las
partes. Por sí misma, no transmite la propiedad; es decir, es sólo un
título, que requiere de la entrega o tradición para que haya legar a la
adquisición del dominio (...). Pero es un título que obliga a transmitir
la propiedad (...)”.9

Wayar comenta que: “Como consecuencia de la vigencia de


nuestro derecho de la teoría del título y el modo (...), la permuta sólo
es declarativa y no traslativa de dominio. el trueque es título, que, si
bien tiene finalidad traslativa, no opera per se ninguna mutación
real. Para que tal efecto tenga lugar, se requiere la tradición o la
inscripción”.10

p. 168.
8 arias-sChereiBer (1984) p. 162.
9 lete del río (1990) p. 56.
10 Wayar (1984) p. 624.
por su parte, Vidal raMírez en la exposición de motivos y
comentarios del artículo 1602 del Código explica que: “La norma
que no tiene antecedente en el Código Civil de 1936, atendiendo al
criterio adoptado por el Código, establece una noción de la permuta
y, en consonancia con la idea elemental de todo contrato, la
presenta, obviamente, como una fuente de obligaciones, siendo un
contrato con prestaciones recíprocas y oneroso, que puede ser
conmutativo o aleatorio. Los permutantes como recíprocos
acreedores y deudores se obligan a entregarse, con traslación del
dominio, un bien uno al otro”.11

tal como lo establece el artículo 1603 del Código Civil, según el cual:
“la permuta se rige por las disposiciones sobre compraventa, en lo
que le sean aplicables”, la permuta también sería un contrato
obligatorio como la compraventa de cuyo análisis se deducen las
siguientes ideas.
Así el artículo 1529 de nuestro Código Civil establece: “Por la
compraventa el vendedor se obliga a transferir la propiedad de un
bien al comprador y éste a pagar su precio en dinero”.

Acerca de este tema, interpreta torres Méndez que: “el Código Civil
peruano ha optado por el sistema legislativo de la unidad del
Contrato en la modalidad de Yuxtaposición de los Principios de la
unidad y la tradición (título y modo), ello significa entonces que la
compraventa no transfiere derecho alguno, sino obliga a transferir
un derecho. es decir, la compraventa se limita a crear una relación
jurídica obligatoria que no produce efectos reales, simplemente crea
la obligación de transferir, pero no transfiere”.12

De acuerdo con arias-sChereiBer la compraventa: “es un contrato


obligacional y no traslativo de dominio, puesto que el vendedor se
obliga a que la propiedad del bien sea transferida al comprador.

La traslación de dominio constituye, por tanto, un efecto o


consecuencia del perfeccionamiento del contrato”.13

Con arreglo a la exposición de motivos de d e la Puente y laValle


dice: “este artículo declara el carácter de la compraventa al
establecer que consiste en la obligación por parte del vendedor de
transferir la propiedad de un bien y en la obligación recíproca del
comprador de pagar el precio en dinero. La compraventa, como se

11 reVoredo (1985) p. 250.


12 torres (1992) p. 154.
13 arias-sChereiBer (1984) p. 20.
ha dicho en la introducción de este título, no transfiere por si sola la
propiedad de los bienes muebles y si bien se obtiene a través de
ella la transferencia de la propiedad de los bienes inmuebles no es
porque la compraventa sea traslativa de dominio sino porque según
el artículo 949 del Código, la sola obligación de enajenar*vender
(que es el objeto de compraventa) un inmueble determinado hace al
acreedor propietario de él”.14

Conforme a la definición del contrato de compraventa en el


artículo 1529, sin mucha dificultad podríamos deducir que nuestro
Codificador ha optado por el sistema de la unidad del Contrato en la
modalidad de Yuxtaposición de los principios de la unidad y la
tradición (título y modo).15 Consecuentemente, podríamos decir que
la compraventa en nuestro sistema no transfiere, sino que obliga a
transferir, crea una obligación de entregar una suma de dinero de
parte del comprador y de entregar el bien de parte del vendedor, es
decir no produce efectos reales, simplemente crea la obligación de
transferir, pero no transfiere.

si bien esta interpretación se ajustaría a lo prescrito en el


artículo 947, donde se establece claramente que el modo de
efectuar la transferencia, en el caso de los bienes muebles, es a
través de la traditio. sin embargo, esto no parece haber ocurrido en
el caso artículo 949, en el caso de los bienes inmuebles, donde el
modo de efectuar su transferencia operaría por el sólo
consentimiento, por lo que se dice se habría optado por el sistema
de la unidad del Contrato en la modalidad del principio Contractual
puro.16

Como vemos, el tema es amplio para discutir, por lo que nos


hemos limitado a exponerlo a fin de mostrar la necesidad de eliminar
esas aparentes contradicciones en torno a cuál habría sido el
sistema adoptado por nuestro Codificador, evitando de esa manera
las posiciones tan controvertidas que han surgido de su

14 reVoredo (1985) p. 213.


15 en este caso además del contrato con finalidad traslativa, se requiere la
concurrencia de un acto jurídico adicional: la entrega del bien o la inscripción
del contrato en el registro.
Aquí, aquél, sirve de título para la adquisición, mientras éstos dos fungen de
modos.
16 en el cual la transferencia de la propiedad inmueble opera con la sola celebración del
contrato de finalidad traslativa, es decir, no se requiere ningún hecho, acto o negocio
jurídico adicional para que se produzca dicha transferencia. si eso fuera así, habría la
posibilidad de interpretar que el propietario originario que realiza varios contratos de
compraventa sobre el mismo bien, habría dejado de serlo con la primera venta, a
partir de la segunda venta estaríamos ante un caso de compraventa de bien ajeno.
interpretación. por nuestra parte, creemos que se debe promover un
modo de publicidad eficiente en las transferencias como sería la
traditio en el caso de los bienes no registrables y la inscripción en el
caso de los bienes registrables, favoreciéndose de esta manera el
tráfico comercial y la seguridad jurídica17. A este respecto cabe
agregar que en el caso de bienes registrables pero que no están
inscritos debido a la falta de un sistema registral eficiente, como
ocurre en muchos lugares de nuestro país, debería primar la
tradición respecto a la escritura pública y al contrato privado 18, ya
que no puede negarse que dicho mecanismo nos daría mucha
mayor publicidad y seguridad jurídica.19

b) BILATERAL

sobre el particular, Wayar comenta que “puesto que el trueque


impone obligaciones recíprocas y correspectivas a cada uno de los
copermutantes, es un contrato bilateral (...).

17 Vid. Bullard (1990).


18 Artículo 1135: “Concurrencia de acreedores de bien inmueble. Cuando el bien es
inmueble y concurren diversos acreedores a quienes el mismo deudor se ha obligado a
entregarlo, se prefiere al acreedor de buena fe cuyo título ha sido primeramente
inscrito o, en defecto de inscripción, al acreedor cuyo título sea de fecha anterior. se
prefiere, en este último caso, el título que conste de documento de fecha cierta más
antigua”.
19 La hipótesis que planteamos podría ser reforzada mediante la interpretación de los
artículos 1549: “Perfeccionamiento de transferencia. es obligación esencial del
vendedor perfeccionar la transferencia de la propiedad del bien” y 1567:
“transferencia del riesgo: el riesgo de pérdida de bienes ciertos, no imputables a los
contratantes, pasa al comprador en el momento de su entrega. / Como puede
desprenderse, conforme al artículo 1549 el vendedor tiene la obligación de
perfeccionar la transferencia de la propiedad, esto quiere decir que no es suficiente la
elaboración del contrato privado ni la escritura pública, sino además es necesaria la
tradición del bien (mueble o inmueble), pues según lo establecido en los artículos 1567
es la tradición el mecanismo a través del cual se transfiere la esfera de riesgo que es
inherente a la propiedad, en cuyo caso pese a que al momento de la pérdida del bien
éste no se encontraba en la esfera de dominio de ninguna de las partes, el Codificador
considera que dicha pérdida será de cargo del deudor-vendedor, pues presume que al
no haber sido hecha la tradición, el bien aún permanecía en su esfera de riesgo”.
es claro, la obligación de dar la cosa que incumbe a una parte, se
explica y corresponde con idéntica obligación de la otra parte”.20
Considera Merino hernández que “la permuta es un contrato
sinalagmático: Como dice Peyron, la palabra ‘respectivamente’
(usada por el Código civil francés) nos indica claramente un contrato
sinalagmático, es decir, una de las convenciones que hacen nacer,
al mismo, tiempo, dos obligaciones principales y correlativas de las
que una es la causa de a otra”.21

Al parecer de Vidal raMírez “la permuta es un contrato bilateral en


cuanto se perfecciona con la confluencia*reunirse de las
manifestaciones de la voluntad de los permutantes”.22

finalmente, Castillo Freyre acerca de la permuta nos dice que “por la


prestación, se trata de un contrato bilateral o sinalagmático, hoy en
día, bajo nuestro Código Civil vigente, hablaríamos de un contrato
con prestaciones recíprocas (artículos 1426 a 1434 del Código). en
el contrato de permuta ambas partes se obligan recíprocamente a
transferirse la propiedad de bienes”.23
entonces, podemos concluir que la permuta, conforme a la
doctrina tradicional mayoritaria, es bilateral, pues implicaba que
ambas partes están mutuamente obligadas, pero esta definición ha
sido mejorada y se plantea que es un contrato bilateral, porque se
perfecciona con el acuerdo de voluntades de ambas partes, y es de
prestaciones reciprocas, porque cada parte debe ejecutar una
prestación principal para satisfacer sus intereses mutuamente. sin
embargo, es un tema amplio de discutir pero que no está
directamente relacionado con el objetivo central de este trabajo.

C) ONEROSO

Con relación a este tema, Wayar comenta que el contrato de


permuta “es también un contrato oneroso, secuela de lo anterior,
porque si bien cada parte se sacrifica patrimonialmente, recibe a
cambio una ventaja o beneficio equivalente”.26
20 Wayar (1984) p. 623.
21 Merino (1978) p. 36.
22 Vidal (1993) p. 42.
23 Castillo
(1996) p. 109. 26
Wayar (1984)
p. 624.
en opinión de etCheVerry el contrato de permuta “es oneroso,
puesto que la prestación de cada una de ellas es prometida en
vistas de la contraprestación de la otra”.24

sostiene lete del río que el contrato de permuta “es oneroso, porque la
obligación de cada una de las partes tiene su equivalencia en la de
la otra”.25

estima Merino hernández que la permuta “es contrato oneroso. Y ello


como consecuencia lógica de la reciprocidad de las prestaciones”.26
entonces, podemos concluir que, como el caso de la compraventa,
la permuta es onerosa, porque cada copermutante se obliga a
ejecutar una prestación principal de dar un bien con la intensión de
recibir otro cambio.

D) CONMUTATIVO *regular las permutas o mantener la igualdad entre lo que se


da y lo que se recibe

sobre el particular dice Borda que el contrato de permuta “es


conmutativo porque las contraprestaciones recíprocas con por
naturaleza equivalentes”.27
Aprecia Merino hernández que la permuta es un contrato
generalmente conmutativo, en el sentido que cada una de las partes
entiende normalmente recibir el equivalente aproximadamente de lo
que ella entrega a cambio.28

piensa arias-sChereiBer que la permuta: “es conmutativa, ya que


ordinariamente cada parte entiende que el valor de lo que entrega
es más o menos equivalente al valor de lo que percibe. Debe
tenerse en cuenta, sin embargo, que nada impide que la permuta se
convierta en un contrato aleatorio para alguna o para ambas
partes”.32
Comenta Vidal raMírez que la permuta: “Puede ser conmutativa, en la
medida en que las prestaciones recíprocas estén en una relación de
equivalencia o que su posibilidad pueda ser prevista desde el
momento mismo de la celebración del contrato, o aleatoria, cuando

24 etCheVerry (1981) p. 82.


25 lete del río (1990) p. 56.
26 Merino (1978) p. 37.
27 Borda (1983) p. 291.
28 Merino
(1978) p. 37. 32
arias-sChereiBer
(1984) p. 20.
falta esa relación de equivalencia o se asume conscientemente el
riesgo de la imposibilidad del cumplimiento de una de las
prestaciones”.29(bien-transferencia de un vehículo y precio- una
parte en dinero)

en opinión de Castillo Freyre la permuta “por el riesgo, debemos


decir, que es fundamentalmente, un contrato conmutativo, ya que la
existencia y cuantía de las prestaciones que deben cumplir las
partes son ciertas, vale decir, conocidas de antemano”.30

finalmente, conforme a Wayar “al igual que la venta, la permuta


puede ser concebida como contrato conmutativo o aleatorio”.31
entonces podemos concluir que, según la doctrina mayoritaria,
al igual que el caso de la compraventa, la permuta también sería
conmutativa y por excepción aleatoria. sin embargo, al igual que el
caso de la compraventa, consideramos que la definición de
conmutativo no debería relacionarse con el conocimiento de los
beneficios o pérdidas. esto debido a que el precio que pactan las
partes contratantes es siempre una apreciación absolutamente
subjetiva y que, por tanto, aquellas no pueden saber con exactitud y
de manera objetiva cuál es el beneficio o la pérdida económica que
resultará de dicha transacción. por ello pensamos que la definición
de conmutativo debe referirse al conocimiento de las partes
contratantes de la identidad de las prestaciones que intercambian,
es decir que las prestaciones sean ciertas (determinadas o
determinables), y relacionar lo aleatorio con el desconocimiento de
la identidad de las prestaciones, es decir que sean inciertas
(indeterminadas). Asimismo, conforme a nuestra postura doctrinaria
lo aleatorio no sólo debería relacionarse con la existencia de las
prestaciones, sino también con la cuantía y calidad, ya que las
partes contratantes al momento de obligarse deben conocer la
cuantía y la calidad de los bienes que intercambian, pues en caso
contrario estaríamos ante un caso de bienes indeterminados, lo cual
motivaría la nulidad de dicho contrato.32

29 Vidal (1993) p. 42.


30 Castillo (1996) p. 109.
31 Wayar (1984) p. 624.
32 Artículos 1532: “Pueden venderse los bienes que existen o que puedan existir,
siempre que sean determinables o susceptibles de determinación y cuya enajenación
no esté prohibida por la ley”, 1142: “Los bienes inciertos deben indicarse, cuando
menos, por su especie y cantidad”, y 219: “Causales de nulidad. el acto jurídico es
nulo: 3.- Cuando su objeto es física o jurídicamente imposible o cuando sea
indeterminable”.
III. ¿PERMUTA O COMPRAVENTA?

A este respecto veamos algunas opiniones encontradas acerca


de los que se entiende doctrinariamente por permuta y su
asimilación a la compraventa.

1. La permuta como una especie de compraventa

un importante sector doctrinario considera que la permuta es


una especie de compraventa. Así, por ejemplo, Josserand considera
que “(...) la permuta ha sido, históricamente, la engendradora de la
venta, que no es más que una permuta perfeccionada, ejecutada en
dos tiempos, mediante la moneda; su importancia práctica quedó
considerablemente reducida con la aparición del contrato de venta;
(...)”.33

Badenes gasset señala que: “La permuta es una forma jurídica del
cambio directo o de cosa a cosa y el antecedente histórico de la
compraventa (...). Al no haber precio en la permuta, no pueden
distinguirse en ella las cualidades del comprador y el vendedor (en
realidad cada uno de los permutantes ha de ser considerado como
vendedor frente al otro”.34

explica rodríguez Velarde que: “uno de los contratos más antiguos es


precisamente la Permuta, considerado en una etapa superior de la
civilización en donde las personas realizaban sus actos de comercio
intercambiándose bienes, facilitando el trueque de mercancías,
utilizando una unidad de medida que posteriormente sería el dinero
(...) Bajo esta concepción, se regula el contrato de permuta,
mediante el cual, ambas partes son a la vez vendedores y
compradores, de dos o más bienes que se intercambian”.35
Al parecer de Beudant la venta es, en realidad, un contrato
derivado de una variedad de la permuta, siendo ésta, por así decir,
el contrato originario o matriz. finalmente, de acuerdo con Collas la
permuta es el género y la compraventa es la especie.36

33 Josserand (1952) p. 120.


34 Badenes (2000) p. 148.
35 rodríguez (1998) p. 103.
36
Merino (1978)
p. 38. 41
Ídem., p.
37.
2. La permuta como una doble venta otro sector doctrinario

considera que la permuta es una doble venta.

Así, por ejemplo, conforme a troPlong “cada una de las partes (en
la permuta) reúne las dos condiciones (de comprador y vendedor); y
cada una de las cosas cambiadas constituye el precio de la que es
dada en contraprestación”.41

Al parecer de Puig Brutau “la permuta es una compraventa doble


con precios compensados”.37

Afirma Pothier: “La principal diferencia entre la permuta y la venta


es que en el contrato de venta se distingue la cosa y el precio, se
distingue entre los contratantes, el comprador y el vendedor. Por el
contrario, en el contrato de permuta, cada una de las cosas es a la
vez la cosa y el precio, cada uno de los contratantes es a la vez el
vendedor y el comprador”.38

finalmente, expone Boissonade que: “Aunque la permuta está


siempre ubicada, en las leyes civiles, a continuación de la venta, y
que de ella suma casi todas sus reglas, por forma de reenvío, lo que
no le da sino una importancia secundaria (...) no es menos antiguo
que la venta, si nos remitimos al origen de las sociedades. La venta
no es otra cosa que la permuta de una cosa contra moneda de
dinero. Pero puede ocurrir que los particulares recurran hoy en día a
la permuta verdadera, al trueque directo: puede que una de ellas,
deseando adquirir la cosa de la otra, por ejemplo, su casa o su
terreno, pueda al mismo tiempo, disponer de una cosa que plazca a
ésta última; en este caso, es inútil recurrir a la venta, pues sería
necesario dos ventas recíprocas: se hace entonces una permuta
directa de las cosas”. 39

.
3 La permuta como un Contrato Autónomo

Contrariamente al sector mayoritario de la doctrina, existen


quienes defienden el carácter autónomo de la permuta respecto a la
compraventa.

A juzgar por BianCa: “Como la venta, la permuta entra dentro de


la categoría de los contratos de cambio, caracterizándose por una
37 Puig (1956) p. 219.
38 ibídem.
39 Castillo (1996) p. 105.
autonomía causal que se funda sobre el diverso significado
económico-social que asume el contrato de transmisión (alienazione
en el texto italiano) según que ésta venga a causa de la atribución
de un precio o por otra transmisión (...) A la autonomía funcional de
la permuta corresponde el relieve de la distinta naturaleza jurídica
de las prestaciones pecuniarias. La posibilidad de identificar
permuta y venta, estimando en aquella como precio una obligación
traslativa genérica, debe de todo punto rechazarse sobre la base de
la diversidad de encuadramiento y de reglamentación de las
prestaciones pecuniarias respecto de las prestaciones traslativas”.40

finalmente, los Mazeaud observan que: “sin embargo, sería inexacto


descubrir en la permuta una variedad, una modalidad de la
compraventa. La situación respectiva de los dos contratos se halla
marcada por su origen; es la compraventa la que, salida de la
permuta, es una variedad, una modalidad de ésta; la compraventa
es una permuta transformada por la sustitución del precio en dinero
en lugar del objeto de la obligación de una de las partes. De lo
anterior resulta, en primer término, que la permuta no podría
traducirse no en una compraventa, no siquiera en dos
compraventas cuyos precios se abonarían por compensación; la
permuta de un caballo contra un mulo no puede descomponerse en
dos compraventas concomitantes hechas por el mismo precio;
precisamente no hay precio alguno. Por el hecho que la
compraventa es una modalidad de la permuta, resulta además que
las reglas establecidas para la compraventa son las mismas que
rigen la permuta, pero aumentadas con las referentes a la
modalidad del precio (...). Lógicamente, hubiera sido preferente
establecer en primer lugar; las reglas comunes a la permuta y la
compraventa; y luego, las reglas particulares de la compraventa, por
resultar todas éstas de esa modalidad que es la obligación de una
de las partes de abonar una suma de dinero”.41

IV. ALGUNOS PROBLEMAS RESPECTO A LA


CLASIFICACIÓN DE LA PERMUTA

Las diversas interpretaciones del contrato de permuta han dado


origen a una serie de categorías y presupuestos que por su

40 Merino (1978) p. 42.


41 Mazeaud (1959) pp. 352 y 353.
particularidad pueden convertirse en importantes problemas tal
como veremos a continuación.

1. Permuta simple vs. Permuta estimatoria

Conforme a un sector de la doctrina jurídica se ha clasificado al


contrato en permuta simple y permuta estimatoria.

Acerca del tema etCheVerry comenta: “en la primera no se


determina el precio de ninguna de las cosas intercambiadas. no es
forzoso que haya igualdad entre las prestaciones, y no podría
invocarse el vicio de lesión, salvo casos de dolo o fraude. se acerca
al supuesto de las donaciones mutuas. en la permuta estimativa, se
hace valuación de las cosas permutadas, lo que a veces resulta
necesario por razones fiscales. no deja de ser permuta, que en este
caso tiene mayor aproximación a la compraventa”.42

por su parte, Badenes, siguiendo a Manresa, considera que: “La


permuta es la representación jurídica del cambio directo de cosas
por cosas y la compraventa el cambio indirecto de cosas por dinero,
esto es, que en estos contratos como elemento esencial y distintivo
de la permuta, ha de existir un precio, que no cabe admitir que
concurra porque en el contrato se haya hecho una valorización de
las cosas permutadas, pues como variedades de la permuta se han
de distinguir las que se califican de simples y estimatorias; en las
primeras, las cosas se cambian sin tener en cuenta su valor, por lo
que en nuestro derecho histórico se califican de donaciones
recíprocas, lo contrario de lo que sucede en las estimatorias, que no
pierden su naturaleza jurídica de permuta aunque intervenga dinero
cuando se entrega por título de vueltas o suplemento de valores”.43

finalmente, advierte Wayar que habrá que indagar la intención de las


partes y el fin económico perseguido: así, en la permuta, cada
contratante espera recibir una cosa de valor equivalente a la que
entrega por él; en consecuencia, si hay equivalencia en las
prestaciones, se estará ante una permuta. en cambio, si los
contratantes se dan mutuamente una cosa cada uno, sin tener en
cuenta el valor de la cosa, se estará ante una donación mutua y no
ante una permuta.44
Como puede desprenderse de lo expuesto, según la doctrina
jurídica mayoritaria en la permuta simple no se realizaría la

42 etCheVerry (1981) p. 84.


43 Badenes (2000) pp. 234 y 235.
44 Wayar (1984) p. 625.
valoración de los bienes que se intercambian, lo que sí sucedería en
la permuta estimatoria, teniendo ésta una mayor aproximación a la
compraventa. Al respecto debemos cuestionar dichas definiciones
ya que conforme al análisis económico en todo intercambio de
bienes está presente la valoración que realizan las partes
contratantes con el fin de maximizar sus beneficios, utilizando un
tercer bien como medio de cambio, unidad de valor o cuenta. en el
caso de la economía de mercado dicho “tercer bien” es el dinero.
Así, entre las funciones del dinero, está la de actuar como medio de
cambio, unidad de valor y acumulador de valor.45 en general, el
dinero permite que podamos hacer más eficientes nuestras
transacciones.46 por tanto, quienes realicen permutas en el contexto
de una economía de mercado utilizarán el dinero en cualquiera de
sus funciones, tal como sucede en la compraventa.

tampoco estamos de acuerdo con la asimilación que se ha


hecho de la permuta simple con donaciones mutuas, pues su
naturaleza es absolutamente distinta, ya que, en la permuta, al ser
un contrato oneroso, cada uno de los copermutantes se obliga a
ejecutar una prestación principal de dar un bien para recibir otro a
cambio. por el contrario, en la donación, que es un contrato a título
gratuito, el donante se obliga a ejecutar una prestación principal de
dar un bien sin esperar recibir otro a cambio. Además, no es cierto
que en la permuta estimatoria las partes contratantes busquen un
intercambio equivalente, tal como sucedería en la compraventa,
pues en ambos contratos las partes contratantes buscan obtener un
beneficio patrimonial (ganancia) como consecuencia del
intercambio, apreciación que además es absolutamente subjetiva,
decimos esto porque la sensación de ganancia o pérdida que para
muchos de nosotros parece ser una apreciación objetiva resulta ser
una percepción sesgada de la realidad, ya que es evidente que
como resultado de una adquisición no todos coincidiremos en que
se trató de una transacción favorable, incluso quien creyó ello muy
pronto podrá cambiar de opinión.47
45 el dinero actúa como: 1) medio de cambio, porque se acepta como medio de cambio
de bienes y servicios y da a su propietario el poder de comprar bienes y servicios; 2)
una unidad de valor, porque se utiliza para comprar el valor de bienes y servicios, es
decir como unidad de cuenta; y, 3) un acumulador de valor, porque no debe
deteriorarse en el tiempo y su poseedor debe poder retenerlo de un modo indefinido
como un medio de cambio. Vid. seldon (1967) p. 198 y stonier (1973) pp. 369 – 388.
46 La eficiencia económica se alcanza cuando la sociedad no puede incrementar
la cantidad producida de uno de los bienes sin reducir la de otro. Cfr. MoChón
(1996) p. 14.
47 por ejemplo, pensemos en el caso de una persona que vende un auto de su
propiedad a un precio de usD 10.000, creyendo que obtendrá una ganancia producto
del intercambio, pues cree que lo está transfiriendo a un precio por encima del que le
pagarían otras tiendas de vehículos, y que, además, para él dicho auto en realidad tan
sobre el particular, Merino hernández advierte que: “Cuando la
compraventa aparece en su sentido moderno (con la moneda ya
acuñada, y como signo de valor en el intercambio), surge
necesariamente como variante de la permuta, como un derivado de
ésta, como algo nacido de las propias entrañas del trueque (...) La
esencia y fundamento de la permuta no puede identificarse, en
modo alguno, con los de la compraventa. quien vende, o quien pone
a la venta un bien determinado, piensa por encima de todo y
fundamentalmente en el valor que en el comercio tiene una cosa, y
en el dinero que con su enajenación va a obtener (...). Por el
contrario, quien permuta no busca, en general, obtener un
determinado precio por la cosa que él ofrece, precio que alguien va
a pagarle, no en dinero, sino en otra especie distinta, in natura (...).
quien permuta busca el cambio directo de los objetos en juego
mediando en el negocio unos intereses y unas motivaciones que
quizá nada tengan que ver con el valor real o valor en venta de las
cosas intercambiadas. es más, el valor que las cosas permutadas
tienen para los contratantes suele ser un valor estimado
subjetivamente, al margen de los precios que rijan en el mercado
para ese tipo de bienes. Y la prueba de ello es que con frecuencia
se intercambia en permuta bienes de distinto valor de mercado, o
valor en venta, sin proceder en el trueque a ninguna compensación
en metálico, aunque ésta, desde luego, pueda existir (...). Al
permutante que se propone transmitir su bien concreto no le
interesa, normalmente y en absoluto, el valor que éste pueda tener,
ni siquiera puede que sea su intención desprenderse de ese bien
determinado. Lo que él quiere es solamente obtener ese otro bien
concreto que otra persona posee, persona, que, por consecuencia
de muy distintas motivaciones y circunstancias, está igualmente
interesada en ese otro objeto que el primero también posee. De la
conjunción de ambas necesidades y de ambos anhelos surge la
permuta”.48

Como puede desprenderse del análisis de lo expuesto, el citado


autor intenta demostrar que en la permuta existen de por medio
intereses y motivaciones que nada tendrían que ver con el valor real
o valor en venta de los bienes intercambiados, y que en todo caso
se trataría de un valor estimado subjetivamente al margen de los
precios del mercado. A este respecto debemos indicar que es usual

sólo valía usD 6.000. No obstante, a los pocos días se reúne con un viejo amigo
coleccionista de autos quien le ofrece pagar por dicho auto la cantidad de usD 60.000
dólares, argumentando que el mencionado vehículo es un modelo descontinuado
ideal para su colección. Como puede desprenderse del análisis de este caso, el
vendedor ahora pensará que ha perdido en vez de haber ganado, por ello decimos
que dicha apreciación es absolutamente subjetiva.
48 Merino (1978) pp. 39 y 40.
encontrar en la doctrina jurídica la tendencia a limitar la autonomía
privada de las partes contratantes en función al valor de mercado,
como si éste fuera un parámetro real que pueda servir para
determinar el valor de los bienes que se intercambian en todas y
cada una de las transacciones, incluso se ha llegado a asimilar el
valor de mercado con el valor real, como si se tratara de un valor
objetivo que escapa a los intereses y circunstancias propias de cada
negociación contractual, lo que obviamente es contrario a la
realidad, ya que es claro que no todos los agentes del mercado
realizan intercambios al precio de mercado, siendo lo normal que
acuerden precios distintos conforme a la apreciación subjetiva y
particular de cada una de las partes contratantes. Como es natural,
esto también sucederá en la permuta, por lo que no es cierto
entonces que los copermutantes centren su atención
exclusivamente en los bienes que intercambian sin importar el valor
de los mismos, pues aunque este intercambio no se realice en una
economía de mercado, siempre habrá la posibilidad que los
copermutantes puedan utilizar un tercer bien a fin de ser utilizado
como unidad de valor o cuenta para calcular el beneficio o la pérdida
que conforme a su apreciación subjetiva trajo consigo tal
transacción. Además, como veremos más adelante con mayor
detenimiento, las partes sólo realizarán un intercambio si consideran
que obtendrán un beneficio como resultado, que aun siendo
subjetivo será el motivo para efectuarlo.

por otra parte, si bien estamos de acuerdo con la posición


doctrinaria que defiende la autonomía de la permuta, no lo estamos
en la manera cómo se han diferenciado a estos contratos tomando
en cuenta la manera cómo las partes contratantes valoran los
bienes que intercambian. De acuerdo a este planteamiento resulta
muy difícil distinguir entre una permuta estimatoria, donde las partes
valoran subjetivamente los bienes que intercambian, y una
compraventa, donde supuestamente los bienes se valoran
objetivamente, como en el supuesto del precio mixto que ha sido
consagrado en el artículo 1531 del Código Civil peruano.

tal vez ésta sea una de las razones del por qué el sector jurídico
mayoritario ha procedido a asimilar la permuta a una doble venta
con precios compensados y que, en el caso del precio mixto, haya
primado el criterio objetivo, es decir se haya diferenciado a los
contratos de compraventa y permuta según el mayor valor del dinero
o del bien, respectivamente, tal como veremos más adelante. Ante
tales contradicciones se hace evidente el alejamiento de la doctrina
jurídica de la comprensión de la teoría del valor y las notorias
confusiones que han ocurrido en su aplicación a los contratos de
compraventa y permuta.
Nosotros pensamos que la permuta es un contrato que ha sido
incomprendido durante cientos de años, lo que ha provocado sea
definido de distintas maneras. La permuta tiene una serie de
variantes que han sido poco estudiadas, lo que ha ocasionado sean
mal interpretadas por muchos juristas obviando características
importantes que las distinguen entre sí.

2. Interpretación conforme a la intención de las partes

Con relación a la calificación del contrato en referencia a la


intención de las partes, merino Hernández manifiesta que: “(…) para
calificar un determinado contrato de compraventa o de permuta, en
puridad de criterios habría que atender primordialmente a la real
intención de las partes, al ánimo serio que les ha movido a realizar
la transacción. si éste ha sido esencialmente la obtención de una
determinada cantidad en metálico, lo cual suele ir unido a la
intención de lograr un concreto lucro proveniente de la plusvalía del
objeto transmitido o a transmitir, parece entonces debería calificarse
el contrato, sin duda alguna, como compraventa. Por el contrario, si
esta intención crematística no existe, o existe, pero con un carácter
podríamos llamar secundario; si lo que realmente hay es una clara
voluntad de acomodar dos anhelos adquisitivos de dos cosas
concretas y determinadas, cuyos propietarios se ponen en relación,
lo que de ello resulta, también a las claras, es un contrato de
permuta (…)”.49

riPert, por su parte, expone que en el caso de la permuta con


compensación es raro que las cosas permutadas tengan un mismo
valor, por lo que es necesario recurrir a la compensación, la misma
que consiste en una suma de dinero que pagará el copermutante
que recibe el bien más importante. en principio esto no altera la
naturaleza de este contrato. No obstante, si la compensación es tan
importante que la suma de dinero puede ser considerada como el
objeto principal de la obligación de una de las partes, el contrato
deberá ser tratado como una venta mal calificada y la prestación de
la cosa en especie dada por el deudor de la compensación no sería
más que una dación en pago por una parte del precio. es decir, se
aplica a priori la calificación objetiva de las prestaciones, sin
importar la intención de las partes contratantes.50

Como puede deducirse las opiniones citadas hacen referencia


al caso del precio mixto previsto en el artículo 1531 de nuestro
Código Civil, donde conforme a la interpretación tradicional del

49 Diario el Peruano, diciembre de 1989, pp. 4 y 5, exposición de Motivos del Código Civil.
50 riPert (1971) p. 183.
primer párrafo, estamos frente a un caso particular de transmisión
de bienes, en que la posibilidad de elegir entre un contrato de
permuta o de compraventa dependerá en primera instancia de la
manifiesta intención de las partes, al margen de la denominación
que le hayan dado al negocio; es decir, la configuración del contrato
debe ser de tal manera que no exista duda acerca del tipo
contractual que ellas han elegido pues, de lo contrario, la calificación
que ellas le otorguen no tendrá mayor significado ni trascendencia
jurídica que la de un simple título.

respecto al segundo párrafo del mismo artículo: “si no consta la


voluntad de las partes, el contrato será de permuta cuando el valor
del bien es igual o excede al del dinero; y de compraventa, si es
menor; es decir, como lo expresamos en un inicio, si la
determinación del tipo contractual no es clara, la doctrina tradicional
considera que, ya sea porque las partes creyeron hacer un contrato
de compraventa y le pusieron el título de ‘compraventa’ pero, por el
contenido del contrato y de su intención manifiesta, se deduce que
en realidad se trata de un contrato de permuta, entonces en
aplicación, de manera supletoria, de este segundo párrafo se
determinará de la siguiente manera: si el valor del bien resulta
equivalente al valor de la prestación dineraria, el valor es de
permuta; si el valor del bien es mayor al de la prestación en dinero,
el contrato es también de permuta, y si el valor del bien resulta
menor al de las prestaciones en dinero, el contrato es de
compraventa”.

Como hemos visto, en opinión de algunos autores el precio


mixto sería aplicable a la permuta estimatoria y a la compraventa,
donde se utiliza el dinero como medio de cambio, unidad de valor o
cuenta. esta forma de unir dos contratos que por su naturaleza
parecieran ser distintos, obedece, entre otras razones, a la
interpretación que se ha hecho acerca del precio. muchos
estudiosos del derecho al tratar de definir el precio inmediatamente
lo relacionan con el dinero, por tanto, su origen sería el mismo. esto
que aparentemente resulta muy entendible para muchos de
nosotros que vivimos en una sociedad con una economía de
mercado, no lo sería tanto en las sociedades de la antigüedad,
donde si bien es cierto existía el precio, esto no necesariamente
implicaba la utilización del dinero.

en roma, al tener en sus inicios una economía eminentemente


agrícola, centrada en el domus, que constituía una comunidad de
vida y de trabajo del grupo familiar encabezado por el paterfamilias,
surge el mercado de animales agrícolas, entre los cuales
destacaban el ganado ovino y el bovino, que permitían un
intercambio y una renovación constante de los animales, los mismos
que eran utilizados en las labores agrícolas; estos constituían la
pecunia; asimismo se utilizaba el metal informe, llamado aes rude,
aes signatum. en ambos casos eran bienes susceptibles de
intercambio y préstamo, adecuados para constituir unidades de
medida y de valor económico. La pecunia comienza así a adquirir su
sentido de dinero que dará lugar a la economía monetaria y a la
obligación pecuniaria.51

Algunos estudiosos del Derecho como Wayar, laFaille, BonneCasse,


Mazeaud, gasCa, Colín y CaPitant, Barandiarán relacionan el precio
inmediatamente con el dinero. pero otros como r ezzóniCo, ruBino,
sánChez, en algunos casos, lo relacionan con el valor pecuniario,
definición que por cierto se acercaría más a su verdadero
significado.52

No obstante, cabe aclarar que el dinero es, simplemente, una


de las formas que el hombre ha inventado para reducir los costos de
transacción para hacer más rápidas y eficientes sus transferencias
pues, como vimos, en la antigüedad el uso de bienes como medio
de pago, poco a poco, fue resultando menos adecuado. Así, la
permuta, que sirvió como medio de intercambio, en su real sentido,
fue desapareciendo. La valorización absolutamente subjetiva que
las partes hacían de sus prestaciones en el contrato de permuta
tuvo que dejar paso a su sucesora: la compraventa. el precio,
entonces, no es igual al dinero. el dinero es tan sólo una de las
formas como se ve representado, el cual es visto como uno de los
medios más útiles para minimizar los costos de transacción y
maximizar los beneficios que provienen del intercambio de bienes.53

A este respecto resulta fundamental comprender la distinción


entre valor de uso y valor de cambio para establecer la manera
cómo se llegan a establecer los precios. este problema fue
planteado por primera vez por el padre de la economía, Adam smith,
a través de “la paradoja del agua y el diamante”. Dicho economista
indicaba que nada es más útil que el agua, pero que con ella
51 Fernández (1993) pp. 49 y 50.
52 Vid. Wayar (1984) pp. 248 y 249, laFaille (1928) p. 64, BonneCasse (1945) p. 529, Mazeaud
(1959) p 138, Badenes (2000) pp. 153 y 188, l eón Barandiaran (1965) p. 16, r ezzóniCo
(1967) p. 153, sánChez (1899) p. 557.
53 Al respecto precisaremos que el dinero es una creación abstracta y artificial que el
hombre ha encontrado para que le sirva como unidad de medida en el intercambio de
las cosas, como unidad de valor a lo que todo se reduce. Ahora bien, la moneda será,
entonces, el sustrato material y corpóreo de ese concepto abstracto que es el dinero;
la moneda es la apariencia, el dinero es la realidad sustancial; el valor de la moneda
está dado por lo que representa. Cfr. Fernández (1993) p. 49.
difícilmente podría comprarse algo, o muy pocas cosas podrían
intercambiarse con ella. por el contrario, un diamante con dificultad
posee un valor de uso, pero frecuentemente puede intercambiarse
con él una gran cantidad de bienes. Los teóricos clásicos no
pudieron resolver este dilema porque pensaban en términos de la
utilidad total que el agua y los diamantes proporcionaban a los
consumidores y no comprendían la importancia de la utilidad
marginal. Los economistas marginalistas, en cambio, propusieron
que no es la utilidad total de un bien la que ayuda a averiguar su
valor de cambio sino la utilidad de la última unidad consumida. Así,
por ejemplo, el agua es ciertamente útil, necesaria para la vida, pero
como es relativamente abundante, el consumo de un vaso más ira
disminuyendo hasta tener un valor relativamente bajo. Los
marginalistas redefinieron el concepto de valor de uso sustituyendo
la idea de la utilidad total por la idea de utilidad marginal o adicional,
es decir, la utilidad de una unidad adicional de un bien.54

el intercambio es una actividad económica dirigida a obtener el


máximo beneficio con los medios disponibles y se debe,
simplemente, a la existencia de diferencias en las valuaciones
subjetivas que de los mismos bienes hacen los individuos. el
intercambio solo podrá tener lugar cuando sea ventajoso para las
dos partes, cuando cada cual obtenga subjetivamente más de lo que
da. Así, por ejemplo: si A da a una unidad de X mayor valor que a
una de Y, y B da a una unidad de Y mayor valor que a una de X,
entonces será posible el intercambio. por ello, el primer intercambio
de una porción de X por una porción de Y es muy ventajoso para
ambas partes. el segundo intercambio ya lo será menos, puesto que
ambas partes le atribuirán un menor valor a lo que reciben y algo
más a lo que dan. La relación entre los valores subjetivos de las
mercancías para cada individuo se modificará hasta que sea igual
para ambos. en este punto cesará el intercambio puesto que no
habrá incentivo para continuarlo.55

el precio, entonces, revela las valorizaciones subjetivas de las


partes con-

54 Que tiene entre sus más importantes representantes a los marginalistas:


gossen, JeVons, Menger y Walras.
55 A este respecto cabe precisar que Adam smith había exhumado de la literatura
anterior la vieja paradoja del diamante-agua: los diamantes tienen un precio elevado
pero son de poca utilidad; en tanto que el agua tiene un precio bajo, pero tiene una
gran utilidad. Los teóricos clásicos no pudieron resolver esta paradoja porque
pensaban en términos de la utilidad total que el agua y los diamantes proporcionaban
a los consumidores y no comprendían la importancia de la utilidad marginal. Cfr. roll
(1942) p. 357.
tratantes. si alguien pagó un precio por algo es porque lo valoriza en
más de lo que pagó y si alguien estuvo dispuesto a venderlo es
porque lo valoriza en menos del precio pactado.

en un mercado imaginario, por ejemplo, donde existen tres


compradores que desean una misma silla de distinta manera. C1 la
valora en $10, C2 en $15 y C3 en $20; y el vendedor V1 la valora en
$15. Conforme a las reglas de la economía de mercado, V1 no
transferiría su silla a favor de C1, pues perdería $5, tampoco lo haría
a favor de C2, ya que V1 valora su bien en $15 y le daría lo mismo
tener la silla o $15, por lo que si se le ofrece esa suma, al no
obtener ninguna ganancia, no incurriría en la molestia de efectuar el
cambio. sólo si el precio es superior a $15 hay un vendedor y un
comprador. en nuestro ejemplo, la única posibilidad que resulta
beneficiosa para V1 es la que le ofrece C3, por lo que el precio se
fijará en algún punto entre el límite superior marcado por el
comprador efectivo (C3) y el límite inferior marcado por el vendedor
efectivo (V1).56

De esta manera, podemos explicar la razón por la cual un


mismo bien puede llegar a tener distintos precios o valores de
intercambio, sin que ello signifique negar su valor de uso. Las
personas son las que determinan el precio de cada una de sus
transacciones de manera absolutamente subjetiva. Al respecto
debemos recordar que según el principio del costo-beneficio, cada
persona buscará realizar una actividad si y sólo si los beneficios que
espera son superiores a sus sacrificios; no obstante, dichos
beneficios tenderán a ser decrecientes a medida que se obtenga
una unidad más de la misma cosa.57 Asimismo, en cuanto al
principio del costo de oportunidad, que consiste en optar por una
alternativa sacrificando varias opciones, nuestro costo de
oportunidad viene a estar dado por la mejor de las opciones que

56 Benegas (1978) pp. 21 – 112.


57 Así por ejemplo, en el caso de que estemos sentados cómodamente escuchando un
disco antiguo cuando nos damos cuenta de que las canciones que vienen no son de
nuestro agrado, es en ese momento en que decidiremos entre levantarnos y saltar
esas canciones o quedarnos quietos. el beneficio será evitar esas canciones que no
nos gustan y el costo será la molestia de levantarnos de la silla. si estamos cómodos y
la música no es muy molesta probablemente no nos levantemos, pero si es muy
molesta seguramente sí lo haremos. según los economistas aún en decisiones muy
sencillas como éstas es posible expresar los costos y beneficios relevantes en
términos monetarios. entonces, si consideráramos el costo de levantarnos de la silla,
encontraríamos que si a una persona de clase media le ofrecen un céntimo de sol por
levantarse probablemente no lo aceptaría, pero si le ofrecen cien soles seguramente
lo haría de inmediato. Aunque, evidentemente, habrá un precio mínimo por el cual
estaríamos dispuestos a levantarnos de la silla. Cfr. Frank (1992) pp. 5 y 6.
dejamos de lado por obtener lo que buscamos.58sobre el particular,
cabe resaltar que la racionalidad de los agentes que interactúan en
el mercado constituye un problema fundamental de la teoría
económica. No existe un modelo de racionalidad aplicable a todas
las personas, cada cual actúa de acuerdo a distintas motivaciones
que escapan a una regla general. No es posible, entonces,
establecer un criterio objetivo para determinar quién es irracional o
racional a la hora de tomar decisiones económicas, pues la mayor
parte de las veces, por las deficiencias del mercado, como es la falta
de información, decidimos de manera intuitiva.64

Contrariamente a ello, al parecer nuestro codificador considera


que la valorización subjetiva que realizan las potenciales partes de
un contrato sobre sus prestaciones debe convertirse en objetiva al
ser revalorada por el ordenamiento en función al interés económico-
social, utilizando supuestamente las reglas de mercado. Lo que no
resultaría ser lo más adecuado teniendo en cuenta que el llamado
precio de mercado es un precio más al que algunos compran y al
que algunos venden que no implica un valor óptimo ni eficiente que
pueda representar el parámetro ideal que el ordenamiento busca
para regir nuestros intereses al momento de interactuar en el
mercado de bienes y servicios.

3. EL PROBLEMA CON LA LESIÓN

La interpretación de la doctrinaria mayoritaria acerca de lo que


se entiende por permuta ha traído también como consecuencia una
interpretación distinta respecto de la lesión.

Así entiende degni, quien analizando las características de la


permuta dice: “Puede suceder que la contraprestación este
constituida por una cantidad de dinero y por una cosa mueble o
inmueble. ¿se tendrá de venta o permuta? La cuestión no es de
importancia teórica, sino práctica, porque de la diversa definición del
contrato derivan consecuencias prácticas muy relevantes, entre las
cuales basta recordar la lesión ultra dimidium, la cual es aplicable a
la venta mobiliaria, pero no a la permuta entre los inmuebles, porque
los copermutantes tuvieron en consideración las cosas, no su
valor”.59

58 Así, por ejemplo, si una persona nos pregunta cuánto cuesta ir al cine, no podríamos
darle una respuesta completa, pues en primer lugar, el coste no es tanto la x cantidad
de dinero que tenemos que pagar por la entrada al cine, sino las otras cosas que
podríamos comprar con dicha cantidad. por otra parte nuestro tiempo es un recurso
escaso que debe figurar
59 degni (1957) p. 150.
Igualmente, de ruggiero, pese a equiparar la permuta a la
compraventa señala que: “La inaplicabilidad de la rescisión por
lesión a este contrato resulta clara si se tiene en cuenta que en la
permuta no hay una cosa estimada en un cierto precio y sí dos
cosas que, aunque tengan económicamente un valor distinto son
consideradas subjetivamente por las partes como equivalentes”.60

Como puede desprenderse del análisis de las opiniones


doctrinarias expuestas tendríamos que la lesión no existe en la
permuta simple, pues las partes no toman en cuenta el valor de los
bienes que intercambian, no siendo claro si en la permuta
estimatoria existiría la lesión, pues en palabras de dichos autores al
tratarse de una valoración subjetiva debería haber una equivalencia
entre los bienes que se intercambian siendo esta apreciación de
manera absolutamente subjetiva, quedando descartada así la lesión.
La otra posibilidad es que se haya utilizado el dinero como unidad
de valor o cuenta o incluso como medio de cambio, como el precio
mixto, resultando el tratamiento de la lesión, que se presenta en la
compraventa, más cercado al caso de la permuta estimatoria.

si bien estas conclusiones resultan muy interesantes para el debate


doctrinario, por nuestra parte consideramos que tanto en la
compraventa como en la permuta no debe aplicarse la lesión, ya
que uno de los requisitos de ésta es la desproporción entre las
prestaciones que se intercambian, lo que tiene como punto de
referencia el llamado precio justo que no es otra cosa que un valor
supuestamente objetivo que debe servir de parámetro para
establecer el valor de los bienes que se intercambian, el cual
generalmente es relacionado con el precio de mercado, lo que en
nuestra opinión es contrario a los avances que se han
experimentado en el estudio de la teoría del valor, ya que imponer
como parámetro el precio de mercado a todas las transacciones
comerciales lo convertiría en un precio injusto, además no hay nada
más justo que el precio que han acordado las partes contratantes
ejerciendo libremente su autonomía privada dentro de las reglas del
mercado.61

60 de ruggiero (1944) p. 353.


61 Al respecto, Bullard (1990) p. 231, comenta: “Pero no es cierto que el valor de las cosas
sea el precio de mercado. ello equivale a decir que todos quieren de presidente a
Alejandro toledo porque ganó una elección. La elección del Presidente es sólo el
resultado de la
4. PROBLEMA DEL TRUEQUE DIRECTO E INDIRECTO

otra clasificación que amerita interés es la de considerar la


permuta como directa y como indirecta: a) trueque directo: el cual
consiste en el intercambio directo de mercancías que son utilizadas
para el consumo directo, en el cual no existe un medio de cambio, y
b) trueque indirecto: el cual consiste en el intercambio de
mercancías donde una de ellas es utilizada como medio de cambio.

A fin de entender los problemas que presenta esta clasificación


pasaremos a exponer algunos ejemplos acerca de las permutas o
trueques que al realizarse en distintos contextos complican su
categorización.

Así, por ejemplo, si hiciéramos un intercambio de bienes en una


economía de mercado, donde se utiliza el dinero como medio de
intercambio y como unidad de valor o cuenta, entonces las partes
contratantes seguramente valorarían los bienes que intercambian
utilizando el dinero como unidad de valor o cuenta.

si por el contrario hiciéramos el mismo intercambio en una


economía de subsistencia donde no se utiliza el dinero como medio
de cambio ni como unidad de valor o cuenta, entonces sucedería
que las partes contratantes seguramente no tendrían ningún medio
de cambio que les serviría como unidad de valor o cuenta para
valorar los bienes que intercambian, por lo que se dejarán guiar por
su simple percepción.

en este ejemplo podemos observar que un mismo intercambio


directo de bienes, es decir un trueque directo, en distintos contextos
hará variar nuestra percepción de si estamos ante un contrato de
compraventa o de permuta.

Justamente, bajo la concepción jurídica de quienes consideran que


la permuta es un intercambio de un bien por otro bien, no habría
duda de que estamos ante un contrato de permuta en ambos casos.

en ese orden de ideas, la concepción doctrinaria de quienes


defienden el criterio objetivo para determinar la calificación del
contrato en el caso del precio mixto no podría ser aplicada en el
primer caso de nuestro ejemplo, pues es evidente que las partes
contratantes que realizan un trueque directo en el contexto de una
economía de subsistencia, no utilizarían el dinero como medio de
cambio ni como unidad de valor o cuenta.
pero el mundo económico es mucho más complejo que esta
división entre economía de mercado y de subsistencia 62, pues la
realidad presenta una serie de matices que hará más complicada
esta identificación. esta complejidad ocurrirá no sólo en los casos de
trueques directos sino con mayor intensidad cuando se realicen
trueques indirectos.

en este punto, consideramos pertinente ubicarnos en un contexto


económico donde se realizan trueques indirectos utilizando diversos
bienes distintos al dinero como medios de cambio.
Así, por ejemplo, imaginemos el caso de un productor de
pimienta del pueblo Moderno donde se utiliza el dinero como medio
de cambio, que llega al pueblo tradicional donde se utiliza la sal
como medio de cambio. él se propone intercambiar una cantidad de
su producto por una cantidad de maíz. Cuando finalmente encuentra
al productor de maíz del pueblo tradicional, éste accede a efectuar
dicho intercambio, pero con la condición que, además de recibir una
cantidad de la pimienta que le ofrece el productor del pueblo
Moderno, obtenga también una cantidad de dinero que
posteriormente utilizará para adquirir algunos productos que se
cultivan en el pueblo Moderno, donde sólo se acepta el dinero como
medio de cambio. finalmente, el deseado intercambio se realiza en
estos términos: el productor del pueblo tradicional recibe una
cantidad de pimienta y una cantidad de dinero, y el productor del
pueblo Moderno recibe una cantidad de maíz.

Ahora, si quisiéramos complicar aún más nuestro ejemplo,


podríamos imaginar que el poblador del pueblo tradicional se anima
también a viajar al pueblo Mundano donde se utilizan las perlas
como medio de cambio. De esta manera, luego de efectuar muchos
intercambios y obtener la mayoría de los productos que necesitaba
para su familia, le quedan unas cuantas perlas que había obtenido
para dichos intercambios. él se dispone a efectuar el último
intercambio, pues desea obtener una cantidad de manzanas que su
esposa le ha encargado con mucha insistencia. entonces, cuando
por fin encuentra al productor de manzanas del pueblo Mundano, el
poblador del pueblo tradicional le ofrece a cambio de sus manzanas
las últimas perlas que le quedaban y el resto de maíz que había
traído para intercambiar. Con mucha suerte el productor del pueblo
Mundano accede a este ofrecimiento, pues en ese momento
necesitaba una cantidad de maíz para su cocina y las perlas que
recibiría le servirían luego para obtener los productos que le faltaban.
entonces, al final, el productor del pueblo tradicional recibe la
cantidad de manzanas que necesitaba, y el productor del pueblo

62 Vid. heilBroner y MilBerg (1999).


Mundano la cantidad de maíz que requería junto con las perlas que
luego utilizaría como medio de cambio para obtener los productos
que le faltaban.

en el primer caso de nuestro ejemplo, donde el productor del


pueblo tradicional recibe una cantidad de pimienta y una cantidad de
dinero, y el productor del pueblo Moderno recibe una cantidad de
maíz, algunos podrían decir que estamos frente a un caso de precio
mixto, sin embargo, no estaríamos considerando el contexto en el
cual se realiza dicha transacción, pues si recordamos que el lugar
donde se efectúa dicho intercambio es en el pueblo tradicional,
donde el medio de cambio utilizado es la sal y no el dinero, entonces
tenemos que el dinero en ningún momento fue utilizado ni como
medio de cambio ni como unidad de valor o cuenta, tal como
sucedería en el caso de la compraventa, o como una unidad de
valor o cuenta, en el caso de una la permuta, tal como han sido
definidos dichos contratos por la doctrina jurídica mayoritaria y
nuestro Codificador.

en el segundo caso de nuestro ejemplo se realiza un


intercambio entre el productor del pueblo tradicional, que recibe una
cantidad de manzanas, y el productor del pueblo Mundano, que
recibe una cantidad de maíz además de otro tanto de perlas que en
dicho lugar son utilizadas como medio de cambio. entonces, de
acuerdo a la manera como ha definición el contrato de permuta por
la doctrina jurídica mayoritaria y nuestro Codificador, este sería un
contrato de permuta sin duda alguna. sin embargo, resultaría
prácticamente imposible saber cuál fue el valor en dinero al que
intercambiaron dichos productos, pues el dinero en ningún momento
fue utilizado como medio de cambio ni como unidad de valor o
cuenta, ya que, en el pueblo Mundano, donde se realizó el
intercambio, fueron las perlas las que desempeñaron dichas
funciones.

Y así, podríamos seguir complicando e imaginándonos muchos


casos más en que se hace evidente el alejamiento de la doctrina
jurídica del estudio de la teoría del valor y su íntima relación con los
contratos de compraventa y permuta. finalmente, del análisis de
algunos de los problemas expuestos en este trabajo en relación al
contrato de permuta se hace necesario replantearnos la manera
cómo queremos hacer frente a una realidad económico-social
mucho más compleja que la propuesta por la doctrina mayoritaria y
nuestro Codificador, pues como consecuencia de su estudio hemos
podido comprobar lo poco que sabemos y lo mucho que nos falta
por aprender, revelando la importancia y pertinencia de adoptar las
medidas necesarias que busquen clarificar las diversas
interpretaciones doctrinarias sobre el tema. en ese orden de ideas,
es necesario decidirnos por las reformas pertinentes al actual
sistema jurídico que, como el caso de la compraventa y la permuta,
deberían buscar un nuevo enfoque más acorde a la realidad sin
desconocer los importantes avances de las demás ciencias sociales
que resultan fundamentales en esta tarea integradora y como visión
para el futuro.

CONCLUSIONES

restaría, pues, emitir nuestra reflexión acerca de la exposición


realizada,
concluyendo lo siguiente:

a) siguiendo el criterio de la doctrina jurídica tradicional


mayoritaria, los bienes que las partes contratantes se obligan a
transferirse en el contrato de permuta son los mismos que
pueden transferirse en el contrato de compraventa.

b) Conforme a la definición del contrato de compraventa


en el artículo 1529, sin mucha dificultad podríamos deducir que
nuestro Codificador ha optado por el sistema de la unidad del
Contrato en la modalidad de Yuxtaposición de los principios de
la unidad y la tradición (título y modo). La compraventa en
nuestro sistema no transfiere, sino que obliga a transferir, crea
una obligación de entregar una suma de dinero de parte del
comprador y de entregar el bien de parte del vendedor, es decir
no produce efectos reales, simplemente crea la obligación de
transferir, pero no transfiere.
c) si bien esta interpretación se ajustaría a lo prescrito
en el artículo 947, donde se establece claramente que el modo
de efectuar la transferencia, en el caso de los bienes muebles,
es a través de la traditio. sin embargo, esto no parece haber
ocurrido en el caso artículo 949, en el caso de los bienes
inmuebles, donde el modo de efectuar su transferencia operaría
por el sólo consentimiento, por lo que se dice se habría optado
por el sistema de la unidad del Contrato en la modalidad del
principio Contractual puro.

d) La permuta, conforme a la doctrina tradicional


mayoritaria, es bilateral,
pues implicaba que ambas partes están mutuamente obligadas, pero
esta definición ha sido mejorada y se plantea que es un contrato
bilateral, porque se perfecciona con el acuerdo de voluntades de
ambas partes, y es de prestaciones reciprocas, porque cada parte
debe ejecutar una prestación principal para satisfacer sus intereses
mutuamente. sin embargo, es un tema amplio de discutir pero que
no está directamente relacionado con el objetivo central de este
trabajo.

e) según la doctrina mayoritaria, al igual que el caso de


la compraventa, la permuta también sería conmutativa y por
excepción aleatoria. sin embargo, al igual que el caso de la
compraventa, consideramos que la definición de conmutativo
no debería relacionarse con el conocimiento de los beneficios o
pérdidas. esto debido a que el precio que pactan las partes
contratantes es siempre una apreciación absolutamente
subjetiva y que, por tanto, aquellas no pueden saber con
exactitud y de manera objetiva cuál es el beneficio o la pérdida
económica que resultará de dicha transacción.

f) por ello pensamos que la definición de conmutativo


debe referirse al conocimiento de las partes contratantes de la
identidad de las prestaciones que intercambian, es decir que
las prestaciones sean ciertas (determinadas o determinables), y
relacionar lo aleatorio con el desconocimiento de la identidad
de las prestaciones, es decir que sean inciertas
(indeterminadas). Asimismo, conforme a nuestra postura
doctrinaria lo aleatorio no sólo debería relacionarse con la
existencia de las prestaciones, sino también con la cuantía y
calidad, ya que las partes contratantes al momento de obligarse
deben conocer la cuantía y la calidad de los bienes que
intercambian, pues en caso contrario estaríamos ante un caso
de bienes indeterminados, lo cual motivaría la nulidad de dicho
contrato.
g) Como el caso de la compraventa, la permuta es
onerosa, porque cada copermutante se obliga a ejecutar una
prestación principal de dar un bien con la intensión de recibir
otro cambio.

h) La doctrina jurídica mayoritaria considera que el


precio de los bienes que se intercambian a través del contrato
de compraventa tiene un valor objetivo. sin embargo, hemos
analizado que en la doctrina económica la teoría objetiva del
valor ha sido superada por la teoría subjetiva del valor, siendo
el precio el resultado de una apreciación absolutamente
subjetiva de las partes contratantes al momento de establecer
el valor de los bienes que intercambian utilizando el dinero
como medio de cambio. el precio revela las valorizaciones
subjetivas de las partes contratantes. si alguien pagó un precio
por algo es porque lo valoriza en más de lo que pagó y si
alguien estuvo dispuesto a venderlo es porque lo valoriza en
menos del precio pactado.

i) el dinero es, simplemente, una de las formas que el


hombre ha inventado para reducir los costos de transacción
para hacer más rápidas y eficientes sus transferencias pues,
como vimos, en la antigüedad el uso de bienes como medio de
pago, poco a poco, fue resultando menos adecuado. Así, la
permuta, que sirvió como medio de intercambio, en su real
sentido, fue desapareciendo. La valorización absolutamente
subjetiva que las partes hacían de sus prestaciones en el
contrato de permuta tuvo que dejar paso a su sucesora: la
compraventa. el precio, entonces, no es igual al dinero. el
dinero es tan sólo una de las formas como se ve representado,
el cual es visto como uno de los medios más útiles para
minimizar los costos de transacción y maximizar los beneficios
que provienen del intercambio de bienes.

j) según la doctrina tradicional, en la permuta existen de


por medio intereses y motivaciones que nada tendrían que ver
con el valor real o valor en venta de los bienes intercambiados,
y que en todo caso se trataría de un valor estimado
subjetivamente al margen de los precios del mercado. A este
respecto debemos indicar que es usual encontrar en la doctrina
jurídica la tendencia a limitar la autonomía privada de las partes
contratantes en función al valor de mercado, como si éste fuera
un parámetro real que pueda servir para determinar el valor de
los bienes que se intercambian en todas y cada una de las
transacciones, incluso se ha llegado a asimilar el valor de
mercado con el valor real, como si se tratara de un valor
objetivo que escapa a los intereses y circunstancias propias de
cada negociación contractual, lo que obviamente es contrario a
la realidad, ya que es claro que no todos los agentes del
mercado realizan intercambios al precio de mercado, siendo lo
normal que acuerden precios distintos conforme a la
apreciación subjetiva y particular de cada una de las partes
contratantes.

k) No es cierto que en la permuta los copermutantes


centren su atención exclusivamente en los bienes que
intercambian sin importar el valor de los mismos, pues aunque
este intercambio no se realice en una economía de mercado,
siempre habrá la posibilidad que los copermutantes puedan
utilizar un tercer bien*dinero a fin de ser utilizado como unidad
de valor o cuenta para calcular el beneficio o la pérdida que
conforme a su apreciación subjetiva trajo consigo tal
transacción, las partes sólo realizarán un intercambio si
consideran que obtendrán un beneficio como resultado, que
aun siendo subjetivo será el motivo para efectuarlo.

l) si bien estamos de acuerdo con la posición


doctrinaria que defiende la autonomía de la permuta, no lo
estamos en la manera cómo se han diferenciado a estos
contratos tomando en cuenta la manera cómo las partes
contratantes valoran los bienes que intercambian. De acuerdo a
este planteamiento resulta muy difícil distinguir entre una
permuta estimatoria, donde las partes valoran subjetivamente
los bienes que intercambian, y una compraventa, donde
supuestamente los bienes se valoran objetivamente.

m) tal vez ésta sea una de las razones del por qué el
sector jurídico mayoritario ha procedido a asimilar la permuta a
una doble venta con precios compensados y que, en el caso
del precio mixto, haya primado el criterio objetivo, es decir se
haya diferenciado a los contratos de compraventa y permuta
según el mayor valor del dinero o del bien, respectivamente, tal
como veremos más adelante. Ante tales contradicciones se
hace evidente el alejamiento de la doctrina jurídica de la
comprensión de la teoría del valor y las notorias confusiones
que han ocurrido en su aplicación a los contratos de
compraventa y permuta.

n) Como puede desprenderse del análisis de la doctrina


jurídica especializada tendríamos que la lesión no existe en la
permuta simple, pues las partes no toman en cuenta el valor de
los bienes que intercambian, no siendo claro si en la permuta
estimatoria existiría la lesión, pues en palabras de sus
defensores al tratarse de una valoración subjetiva debería
haber una equivalencia entre los bienes que se intercambian,
siendo esta apreciación de manera absolutamente subjetiva,
quedando descartada así la lesión. La otra posibilidad es que
se haya utilizado el dinero como unidad de valor o cuenta o
incluso como medio de cambio, como el precio mixto,
resultando el tratamiento de la lesión, que se presenta en la
compraventa, más cercado al caso de la permuta estimatoria.
o) si bien estas conclusiones resultan muy interesantes
para el debate doctrinario, por nuestra parte consideramos que
tanto en la compraventa como en la permuta no debe aplicarse
la lesión, ya que uno de los requisitos de ésta es la
desproporción entre las prestaciones que se intercambian, lo
que tiene como punto de referencia el llamado precio justo que
no es otra cosa que un valor supuestamente objetivo que debe
servir de parámetro para establecer el valor de los bienes que
se intercambian, el cual generalmente es relacionado con el
precio de mercado, lo que en nuestra opinión es contrario a los
avances que se han experimentado en el estudio de la teoría
del valor, ya que imponer como parámetro el precio de mercado
a todas las transacciones comerciales lo convertiría en un
precio injusto, además no hay nada más justo que el precio que
han acordado las partes contratantes ejerciendo libremente su
autonomía privada dentro de las reglas del mercado.

p) Nosotros pensamos que la permuta es un contrato


que ha sido incomprendido durante cientos de años, lo que ha
provocado sea definido de distintas maneras. La permuta tiene
una serie de variantes que han sido poco estudiadas, lo que ha
ocasionado sean mal interpretadas por muchos juristas
obviando características importantes que las distinguen entre
sí.
q) por último, invitar a nuestros juristas a investigar las
importantes consecuencias de este estudio que busca
contribuir en la formación de un sistema jurídico más eficiente y
justo, que se muestre acorde con los avances de nuestra
sociedad.

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