Epopeya Historia
Epopeya Historia
Epopeya Historia
extensión, su tono elevado y su temática épica. En origen, la epopeya fue un tipo de texto oral,
ligado a la recitación pública y sus argumentos desarrollaban tradiciones populares transmitidas
de generación en generación. Con todo, hay que tener en cuenta que los restos que han llegado
hasta nosotros de esas epopeyas antiguas son piezas literarias puestas por escrito por autores
procedentes de ámbitos cultos, que han manipulado y adaptado, en mayor o menor medida, los
rasgos más típicamente orales del texto para adecuarlos a la superior categoría cultural atribuida
a la lengua escrita. La epopeya es un subgénero narrativo que aparece en casi todas las culturas
humanas y, en concreto, es uno de los componentes literarios fundamentales de la civilización
occidental. En la Grecia del siglo VII a.C. una epopeya de tanto prestigio como la Ilíada se convirtió
en uno de los textos esenciales de su cultura. Y también en la literatura bíblica podemos
encontrar epopeyas de una influencia trascendental en nuestra cultura como el Génesis.
Sin embargo, los orígenes de la epopeya en Europa tienen que ver sobre todo y en primer lugar
con las tradiciones orales de los pueblos germanos que ocuparon el territorio del Imperio
Romano a partir del siglo V. No ha llegado hasta nosotros ninguno de los textos primitivos de
estas obras literarias puesto que pertenecían a una cultura que carecía de literatura escrita. Con
todo, de forma ocasional y fortuita han sobrevivido algunos poemas que parecen bastante
cercanos a los cantos originales. El caso más significativo es el Beowulf, buen representante de
las epopeyas escandinavas primitivas, conservado en un dialecto sajón en el Danelaw británico
en un manuscrito de hacia el siglo X. Y también hay que destacar en este mismo sentido el Cantar
de la hueste de Igor, aunque de origen eslavo, que, pese a ser posterior en el tiempo, tampoco
parece haber sido excesivamente influido por la cultura grecolatina.
En relación con el desarrollo de la epopeya europea, puede decirse que a lo largo de la Edad
Media hay una relación inversa entre la supervivencia de estas epopeyas tradicionales y su
adaptación a los cánones cultos, que desde el principio estuvieron condicionados por el prestigio
de los modelos supervivientes de la Antigüedad y por la presión del cristianismo sobre el fondo
pagano de estas obras. Cuanto más fiel se ha mantenido la epopeya a sus orígenes, como el
citado Beowulf o, aunque bastante más tardío, el Poema de Mío Cid, menor ha sido su influencia
en la literatura posterior y su capacidad de supervivencia. Por el contrario, obras en las que la
intervención de un autor culto sobre el material épico original ha sido mayor, como el
Nibelungenlied y, sobre todo, la Chanson de Roland normanda, han tenido una presencia y una
repercusión incomparablemente mayor.
La epopeya europea, en la medida en que, como la epopeya de la Antigüedad, tiene un origen
oral, mantuvo durante varios siglos unas características lingüísticas muy específicas. El tipo de
verso que se utiliza está condicionado por las pautas del recitado de la lengua correspondiente;
el texto presenta rasgos facilitadores de la versificación y de la memorización como los epítetos
épicos o los tópicos formularios; la estructura se desarrolla a partir de bucles repetitivos en los
que personajes estereotipados reproducen comportamientos preestablecidos que el cantor
puede recordar o improvisar con facilidad y el público reconoce de inmediato. Este tipo de
epopeya, que remite, sobre todo, a la Etapa Constitutiva de la literatura europea, fue desplazada,
a partir del siglo XIV por lo que podíamos llamar la epopeya clásica, sobre la que ejerce una
influencia determinante un modelo mucho más sofisticado que se había impuesto en la
Antigüedad.
En el Renacimiento, cuando, como en la Divina Comedia, Virgilio pasó a ser el prototipo de poeta
culto, la Eneida ocupó un lugar de privilegio en el imaginario poético europeo y con ella el
subgénero de la epopeya sufrió un cambio radical. Dejó de tener como referente las tradiciones
orales y populares de la Edad Media para convertirse en la máxima expresión de la narración
culta. Además, el hecho de que Virgilio concibiera su gran obra como una exaltación de Roma,
en competencia con las dos grandes epopeyas griegas, llevó en muchos casos a los mejores
poetas europeos a intentar emularlo también en ese terreno. El autor que mejor supo responder
a esta exigencia “nacionalista” fue el portugués Camôes en su epopeya Os Lusiadas, pero en la
misma línea escribió el español Ercilla su Araucana o se le encargó al francés Ronsard su
Franciade.
Poco después, a mediados del siglo XVII, el inglés John Milton todavía fue capaz de aumentar el
prestigio del género con su Paraíso perdido, al reivindicar la epopeya como modelo literario
capaz de competir con la propia Teología. A partir de ese momento, durante todo el siglo XVIII –
recuérdese el enorme éxito de crítica, en su momento, de Der Messias de Klopstock‐ y buena
parte del XIX, la epopeya se presentaba como el modelo textual cuyo dominio debía demostrar
quien deseara ser considerado un autor digno de ser tenido en cuenta. De ahí, por ejemplo, la
incursión de Voltaire en este género al principio de su carrera con su Henriade.
Pero durante el siglo XVIII las cosas comenzaron a cambiar desde Gran Bretaña con el desarrollo
del género novelístico. En principio, novela y epopeya no competían en el mismo espacio literario
pues, igual que en el Renacimiento, la novela era un género popular, carente de prestigio y con
poca repercusión en los ambientes cultos. Sin embargo, ya en la segunda mitad del siglo XVIII,
cuando cada vez más autores “serios” se inclinaron hacia la novela precisamente por su mayor
difusión entre las clases menos formadas, la narrativa en prosa fue internándose cada vez más
en los terrenos acotados para la epopeya.
Así, el Romanticismo conoció la época final del género. Los grandes poetas románticos como
Novalis, Byron, Pushkin o Espronceda todavía mantenían la idea anterior de que su prestigio
literario dependería de su capacidad para escribir una gran epopeya. Sin embargo, ya algunos de
ellos, como Pushkin o Espronceda, practicaron también la novela histórica, donde temas,
argumento y personajes eran similares al subgénero culto. Por fin, la democratización de la
lectura y el éxito de masas de la novela entre la clase media europea a mediados del siglo XIX
convirtieron a la narración en verso en un subgénero elitista y arcaizante. Por ello, a finales del
siglo XIX la epopeya prácticamente había dejado de existir en la cultura europea. [E.G.]
Las epopeyas homéricas. La epopeya heroica europea tiene sus modelos más grandiosos en la
llíada y la Odisea, que comprenden alrededor de 16.000 y 12.000 versos hexámetros,
respectivamente. Probablemente han nacido en la costa de Asia Menor; se han indicado Esmirna
o Chíos como pueblos natales de Homero.
Evidentemente los acontecimientos de la llíada han tenido, en cierto grado, un fondo histórico;
las excavaciones efectuadas han confirmado que Troya fue quemada hacia el año 1200 a. de C.
La epopeya cuenta sólo 51 días del sitio, que durante diez años los griegos pusieron a Troya. El
héroe dominante es Aquiles, cuyo triunfo sobre Héctor significa el punto decisivo de la guerra.
Es característico de la desapasionada objetividad y la noble humanidad de Homero que Héctor y
los demás tróvanos estén descritos con la misma simpatía y rodeados del mismo esplendor que
los héroes helénicos. Entre los troyanos participan algunos dioses en el combate, pero al fin la
suerte fatal en el platillo de la balanza de Zeus pesa a favor de los griegos y con esto es inminente
la derrota de Troya. Un velo trágico cubre los acontecimientos de la llíada. El tema del delito y
del castigo es constante, y Aquiles elige el glorioso duelo contra Héctor, aunque sabe que su
propia muerte, según el juicio del destino, va a ocurrir poco después de la de su adversario.
La Odisea tiene un ambiente menos trágico. La relación del regreso lleno de aventuras de Ulises
de Troya y su venganza sangrienta sobre los jactanciosos pretendientes en su isla natal Itaca,
donde le espera su fiel esposa Penélope, ha sido inspirada en gran parte en las andanzas
fantásticas de monstruos marinos, gigantes y brujas. Pero aquí hay también cuadros realistas de
la vida cotidiana y el punto de vista no es, como en la llíada, limitadamente aristócrata. También
las clases sociales inferiores entran en el enfoque visual: pastores y esclavos desempeñan un
papel importante. Además, la figura de la mujer aparece mucho más destacada.
Famosos episodios son, entre otros, la aventura con el cíclope tuerto, la visita de Ulises al Tártaro
y la descripción llena de encanto gracioso de la joven Nausicaa. Así como en la llíada la acción
propiamente dicha está concentrada en un tiempo corto y una gran parte de las aventuras las
cuenta el propio Ulises durante su estancia entre los fayacos; técnica narrativa que luego se
utiliza asiduamente. caballo de troya Epopeya Griega de la Guerra de Troya
La Eneida. Tomando por modelo las epopeyas homéricas escribió Virgilio la epopeya nacional del
imperio romano, La Eneida (publicada por vez primera después de la muerte de su autor, en el
año 19 a. de C). Su héroe es el troyano Eneas, quien, bajo la protección de Afrodita, consigue huir
de su ciudad natal en llamas y después de muchas aventuras y luchas funda el reino romano.
Los seis primeros libros están inspirados en la Odisea, los seis últimos en la llíada y el hexámetro
es todavía el metro épico. Pero las diferencias son evidentes. Virgilio quiere dar forma a una idea,
expresar la emoción nacional y moral del tiempo augusteo y sus grandes sueños respecto al
futuro. Es moralista y tiene un fuerte interés religioso que falta en Homero; es sabio y artístico,
donde Homero fue espontáneo y sencillo, sus relaciones son ricas en detalles y sentimientos,
pero les faltan la fresca alegría narrativa de Homero.
Eneas es un tipo de héroe completamente diferente a Aquiles y Ulises, es suave y religioso y no
aparece en la misma figura plásticamente expresiva y vital. Un párrafo brillante de la epopeya es
la descripción en el libro sexto de la visita al Tártaro. Entre otras cosas, gracias a ella tuvo Virgilio
una autoridad sin igual entre los sabios de la Edad Media, que se creían encontrar con una
adivinación del nacimiento de Jesucristo; La Eneida quedó durante mucho tiempo como modelo
de los poemas épicos.
La poesía épica medieval eu Europa oriental y septentrional. Epopeyas heroicas conservadas en
traducción oral son las rusas llamadas byliny, que probablemente tienen su origen en la primera
parte de la Edad Media. Esta literatura se ha formado alrededor de acontecimientos y principios
históricos y evidentemente ha sido redactada en las cortes de los magnates, poco tiempo
después de los acontecimientos relatados, los “byliny” han sobrevivido a través de los siglos
entre los campesinos rusos, pero una copia metódica no se realizó hasta mediados del siglo XIX.
En el mismo tiempo hizo Elías Lonnrot su grandioso trabajo de recolección y registro de las
canciones antiguas finlandesas, que también se habían conservado en la tradición popular oral.
La redacción definitiva de su obra, Kalevala, salió en 1849 y comprende 22 795 versos partidos en
50 libros. El material en el que se basaba Lonnrot es muy heterogéneo y sólo parcialmente de
carácter épico; también su edad varía: muchos poemas tienen su origen en tiempo precristiano.
Los héroes más destacados son Vainomoinen y Lemminkainen. Mitología, magia y brujería
popular son los elementos predominantes. Varios trozos tienen un carácter fuertemente lírico.
La epopeya heroica germánica más antigua es Beowulf, escrita por un anónimo autor anglosajón,
probablemente en el siglo VIII. El único manuscrito conservado es del siglo X. Beowulf es el
nombre del protagonista, del héroe que realiza las aventuras. Las más importantes son la lucha
con el brujo Grendel y la madre bruja en el fondo del lago y la obligatoria matanza del dragón. La
narración se refiere principalmente a Dinamarca y toma una parte de su material de cuentos
heroicos nórdicos.
La gran figura heroica de la épica popular germánica es Sigurd Fafnesbane, cuya historia
sangrienta y trágica se cuenta en una gran cantidad de canciones en irlandés antiguo, en la
llamada Edad antigua. En la tradición alemana su nombre es Sigfried. El material de cuentos que
se había desarrollado alrededor de este personaje se reunió al principio del siglo XIII en el gran
poema épico Niebelungenlied. (ver: Nibelungos)
Algunos de los episodios relatados evocan acontecimientos de la historia del tiempo de las
invasiones. Así corresponde Atle (en alemán Etzel) a Atila. Los momentos principales de la
narración son el combate de Sigurd contra el dragón Fafner.
La conquista del oro del Rin, sobre el cual pesa una maldición, su matrimonio con Gudrum (en
alemán Kriemhild), el drama de celos alrededor del triángulo Gudrum, Brunhild y Sigurd, que
termina con el asesinato del héroe, y los sangrientos combates familiares después de su muerte.
La épica medieval en Europa occidental y meridional. La épica francesa de la Edad Media ofrece
dos tipos principales: la epopeya heroica, chanson de geste y la epopeya cortés, román bretón.
Aquélla está redactada en metro decasílabo con asonancia y ha sido cantada o recitada con
acompañamiento de música por artistas profesionales. La figura central en el mayor grupo de
chanson de geste es Carlomagno; sus hazañas y las de sus vasallos se glorifican en ellas.
La más antigua conservada y en todos sentidos la más importante en la Canción de Rolando,
cuyo manuscrito más antiguo procede del año 1100 aproximadamente. La realidad histórica—
una pequeña escaramuza entre Carlomagno y los montañeros vascos—se ha transformado en
el poema en una batalla gigantesca entre moros y cristianos, en la que éstos, dirigidos por
Rolando, realizan maniobras increíbles, animados por su misión de guerreros de Jesucristo.
La epopeya tiene un carácter muy cristiano; los elementos de la Biblia y de la leyenda son
evidentes. También está imbuido de las ideas feudales sobre la fidelidad.Es evidente que Virgilio
en ciertos aspectos ha servido como modelo.
La épica heroica es masculina. La mujer desempeña un papel insignificante. La épica caballeresca,
por el contrario, es una poesía ante todo para mujeres y sobre mujeres. Ha sido leída o recitada
para un círculo íntimo en las salas de los palacios y en las casas de las mujeres.
El material procede de la Antigüedad, especialmente de Ovidio, y de cuentos orientales y celtas.
Famosas son las novelas del Rey Arturo y Los caballeros de la Tabla Redonda, de Parsifal y el
Sagrado Grial y de la trágica pasión de Tristón e Isolda. Los autores no son anónimos, como
ocurre respecto a la “chanson de geste”.
Durante el período de florecimiento del género, 1150‐1220, trabaja entre otros el maestro
Chrétien de Troyes, quien refina la psicología erótica y queda como modelo del estilo. En
Alemania representa esta épica caballeresca Wolfram von Eschenbach y Gottfried von
Strassburg. Otro tipo de épica medieval es el Poema del Cid español, que cuenta la vida del héroe
nacional Rodrigo Díaz de Vivar. Está probablemente escrito en la mitad del siglo XII.
La épica del Renacimiento. Los autores épicos del Renacimiento toman modelos antiguos,
Virgilio ante todo, pero tratan la forma prescrita con gran libertad y sellan sus obras con su propia
individualidad.
En Italia se escriben epopeyas en latín, Petrarca, entre otros, pero las grandes obras en italiano
no surgen hasta el florecer total del Renacimiento, así como al final. Los motivos se toman en
general de los cuentos y de la heroica y caballeresca poesía medieval. Orlando es el héroe en
Orlando innamorato (Orlando enamorado, 1486), de Boyardo, y en el Orlando furioso (1516), de
Ariosto.
Con su tono extáticamente romántico, su ligera ironía y su elegancia chispeante éste se distingue
especialmente de sus predecesores. El tema erótico desempeña como en la novela caballeresca
un papel destacado, así en Ariosto—cuyo héroe se vuelve loco de un amor infeliz—como en
Tasso, en cuya epopeya de cruzada Jerusalén libertada (1581) el amor del caballero a la bruja
Armida se describe con ardor sensual.
elogios importantes para la mujer
El metro es en los dos ottave rime. Una variante de la octava es la llamada “estrofa de Spenser”,
utilizada por Spenser en The Faerie Queen (La reina de las hadas, 1590‐96). La epopeya de
Spenser es, debido a su alegoría, una forma diferente: novela caballeresca lírico‐romántica,
declaración programática poética y religiosa y código moral para los jóvenes aristócratas a la vez.
Os Lusiadas (Los Lusiadas o Los portugueses, 1572), obra del portugués Camoens, tiene menos
fantasía romántica que los anteriores. Esta epopeya en octavas, como la de Virgilio, muy
patriótica, presenta en diez cantos la historia de Portugal y alaba ante todo las hazañas de
exploración de Vasco de Gama.
La épica en los siglos XVIII y XIX. Con el progreso de la novela en prosa pierde la epopeya su
posición dominante. Es verdad que hasta el final del romanticismo se crea una gran literatura
épica y se desarrollan nuevas formas, pero después de la revelación del realismo el género va
muriendo poco a poco. El retorno hacia la Antigüedad, con Virgilio como modelo, tiene en los
siglos XVII y XVIII varios representantes. Ante todo destaca Voltaire, cuya Henríada (1728), en
pomposos alejandrinos, alaba a Enrique IV, pero a la vez expresa las ideas de la Ilustración. Muy
dependientes de modelos volterianos son, entre otras, la epopeya nacional Svenska friheten (La
libertad sueca), de Dalin, y Táget óver Balt (El paso sobre el Belt), de Gyllenborg.El arte fantástico
del Renacimiento y la ironía juguetona de Ariosto se reflejan en el Oberon (1780), del alemán
Wieland. Aquí se usa, a tono con el estilo, la Octava, como también más tarde en los cuentos
versificados de Byron,—de los cuales el más interesante es Don Juan (1824‐29)—, éstos también
están en cierto grado inspirados por el poema épico del Renacimiento italiano. Entre los muchos
cuentos románticos versificados merecen mención Eugenio Onieguin (1831), de Puskin, Helge
(1814), de Oehlenschlager, y el Cuento de Frithiof (1820‐25), de Tegner.Una forma especial es la
epopeya idílica. Tiene en general menos extensión y se puede caracterizar como una pintura de
género, en ambiente burgués, que en oposición a la epopeya heroica se demora en detalles
cotidianos e íntimas emociones. Su desarrollo está relacionado con el renacimiento homérico del
neoclasicismo. La primera obra es Louise (1788), de Voss, un idilio campesino en el ambiente de
la casa de un pastor, que, con la Odisea como modelo, reintroduce los epítetos homéricos y el
hexámetro con sus amplias pinturas como metro épico
Voss inspira a Goethe Hermann y Dorotea (1797), que, junto a los acontecimientos de la
Revolución Francesa, cuenta una burguesa historieta familiar y expresa sentimientos patrióticos.
Representantes suecos de este género son los poemas en hexámetros de Runeberg: Los
tiradores de alce (1832), Hanna y La Noche Buena.La épica religiosa. Dentro de la épica religiosa,
muchas veces el relato propiamente dicho desempeña un papel menos importante que la
predicación cristiana. Por esto a veces la designación epopeya resulta equívoca. Pero se puede
utilizar para la Divina Comedia, de Dante, que en tres grandes partes, con un total de 100 cantos
en tercetos, cuenta el viaje de Dante a través del Infierno y el Purgatorio hasta el Paraíso.Su guía
hasta la cumbre del monte purgatorio es Virgilio, que simboliza la sabiduría humana; luego se
une con la amada de su juventud, Beatriz, la representante de la religión. A pesar de sus alegorías
complicadas, la Divina Comedia es una obra viva y pujante, que, con emocionante fuerza realista
y con grandiosa fantasía visionaria, expresa las ideas religiosas y políticas de Dante.Su único
competidor es Milton. En el Renacimiento tardío se hicieron muchos intentos de crear una gran
epopeya cristiana, pero sólo con El Paraíso Perdido (1667) se realiza completamente la
aspiración. El deseo de Milton es el de explicar a los hombres la justicia de Dios, y consigue dar
una forma palpable a sus ideas en un relato grandioso y sugestivo en verso blanco no rimado.
Una de las partes más bellas de la obra es la narración del viaje de Satanás a través del cosmos al
globo terrestre recién creado. Influencias de Milton se pueden observar en el poema en
hexámetros Mesías (3 cantos, 1748, terminado en 1773), obra del prerromántico alemán
Klopstock, que tiene carácter épico, aunque su poesía lírica a modo de himno hace la propia
riarración menos dominante. Un poema épico sueco, con mitología cristiana y de carácter
religioso, es Vladimir el Grande (1817), de Stagnelius, que en hexámetros clásicos trata un motivo
ruso de la Edad Media.