Masonería y La Verdad
Masonería y La Verdad
Masonería y La Verdad
Ricardo E. Polo
Hablemos del término "Verdad". Digamos entonces que según el
diccionario Verdad (lat. veritate) significa "adecuación del pensamiento a la
cosa: el error es opuesto a la verdad. Corrección del pensamiento, cualidad del
juicio que no se puede negar racionalmente. Conformidad de lo que se dice con
lo que se siente o se piensa; luego podemos hablar de veracidad que es la
certeza de un juicio; faltar a la verdad es mentir. Verdad también
es Realidad. Verdad es que..., expresión. con la que se contraponen dos cosas para indicar que una no
estorba a la otra, o para exceptuarla de una regla general".
Teniendo en cuenta estas definiciones, resulta muy interesante utilizar los conceptos con los que algunos pensadores
trataron de ilustrar a las generaciones posteriores, sobre lo que ellos creyeron que era "la verdad". Por
ejemplo: Confucio (551-479 a. C.); filósofo chino, que sostuvo: Es el hombre el que hace grande a la verdad, y no la
verdad la que hace grande al hombre.
Cosa que permitió a André Maurois (nacido Émile Herzog) (1885-1967);
escritor francés, decir: Sólo hay una verdad absoluta: que la verdad es relativa.
Más tarde, Jeremy Bentham (1748-1832); jurisconsulto y filósofo inglés, sostuvo que: La característica de la verdad
es que no necesita otra prueba que la verdad.
Tras lo cual Hermann Hesse (1877-1962); escritor suizo, de origen alemán, postulo que: Hay millones de
facetas de la verdad, pero una sola verdad. Claro está que, dentro de tal ambigüedad conceptual, no aclaró cual es esa
"sola Verdad".
Sin embargo, Luigi Pirandello (1867-1936); escritor italiano, solipsisó (valga el barbarismo) que: A cada uno su verdad.
Cosa que llevo a don Napoleón I, Bonaparte (1769-1821); emperador de Francia a sostener, con cierta veracidad,
que: Sólo la verdad es ofensiva.
Rivarol (nacido Antoine Rivaroli) (1753-1801); escritor francés, muy diplomático èl y se dice que conspicuo seguidor de
Nicolás, "El Príncipe", Maquiavelo, dijo que: La razón se compone de verdades que hay que decir y de verdades que hay
que callar.
Por eso, Miguel de Unamuno (1864-1936); escritor y filósofo español, filosofó,
diciendo: ¿Qué es la razón? La razón es aquello en que estamos todos de
acuerdo. La verdad es otra cosa. La razón es social; la verdad, individual...
Pero Friedrich Nietzsche (1844-1900); también filósofo, pero alemán, anticipándose a los interrogantes del
Superhombre se preguntaba: ¿Qué dosis de verdad puede soportar un hombre?
Ralph Waldo Emerson (1803-1882); poeta y ensayista estadounidense, del que se dice de origen francés, ya postulaba
que: El que persigue un sistema le tiene horror a la verdad.
A todo esto, nos parece necesario dejar constancia que la epistemología, (gr.
epistéme, saber científico + -logía) es la disciplina filosófica que estudia los
principios materiales del conocimiento humano. Es decir, mientras la lógica
investiga la corrección formal del pensamiento, su concordancia consigo
mismo, la epistemología pregunta por la verdad del pensamiento, por su
concordancia con el objeto; la primera es la teoría del pensamiento correcto, la
segunda la teoría del pensamiento verdadero. Por consiguiente, los principales
problemas epistemológicos son: la posibilidad del conocimiento, su origen o
fundamento, su esencia o trascendencia, y el criterio de verdad. por
eso, Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645); escritor español muy comentado él, poetizo el tema diciendo
que: l mentir de las estrellas / es muy seguro mentir, / porque ninguno ha de ir / a preguntárselo a ellas.
Para acercarnos a la Verdad parece ser necesaria la Demostración (lat.
demonstratione), razonamiento con el que se hace evidente la verdad de una
proposición. Se trata de la Comprobación de un principio o teoría con un
ejemplo o hecho cierto. Manifestación exterior de sentimientos o intenciones:
demostraciones de amistad, de respeto. Ostentación o manifestación pública de
fuerza, poder, riqueza, etc. Pero no cabe duda que debemos confirmar, corroborar
la verdad o certeza [de una cosa]: confirmar una doctrina, corroborar el concepto que merece [una persona]: confirmar a
uno por sabio; confirmar de docto, revalidar [lo ya aprobado]: confirmar una sentencia. Asegurar, dar [a una persona o
cosa] mayor firmeza.
Si embargo lo peor son los dogmatistas, de quienes se dice que son los que
sustentan o introducen nuevas opiniones, enseñándolas como dogmas, pero en
este caso... se complica el tema, porque lo circunscribe a realizarlo "contra la
verdad de la religión católica"... Eso dice el diccionario..
Y finalmente, uno de los que con más clara noción de las cosas define otro aspecto del interrogante sobre unas
presunta Verdad, ha sido Karl Schlechta (1904); filósofo austriaco, quien no sin audacia dijo: Los científicos no
persiguen la verdad, es ésta la que los persigue a ellos.
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LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD
ALDO LAVAGNINI
Sin duda, el primero y fundamental entre los deberes del masón es realizar la
calidad de tal, esforzándose en comprender lo que verdaderamente significa esta
calidad. Si bien es cierto que la iniciación confiere el título de masón, la calidad
tiene que ser adquirida individualmente, esforzándose en poner en práctica, como
fórmula operativa, la iniciación simbólica que ha recibido.
Estudiar el simbolismo masónico y esforzarse para hacer efectiva la Verdad
encontrada o descubierta, de manera que a cada adelanto del pie izquierdo
(inteligencia o comprensión de la Verdad) corresponda un igual adelanto del pie
derecho (aplicación práctica de dicha Verdad), en perfecta escuadra con el
primero. En esto debe aplicarse con todas sus energías el masón de cualquier
grado, pues nunca pierde por su progreso en la carrera masónica su carácter
primero de aprendiz.
La búsqueda de la Verdad debe hacerse individualmente (como individual es la
iniciación, y el Camino que la realiza), y la ayuda de los demás puede servir
únicamente de guía, con la condición de que sea un experto, es decir de quien ya
conoce el camino. Todas las demás teorías, opiniones y creencias que se vociferan
alrededor de nosotros son otros tantos murmullos a los que no debemos dar
importancia, si verdaderamente queremos llegar al término de nuestras
aspiraciones.
Pero para buscar eficazmente la Verdad y alcanzarla se necesita el vehemente
deseo de poseerla, es decir, un deseo cuya fuerza sea suficiente para impulsarnos,
con la energía necesaria, fuera del camino usual de las frivolidades, adentro y por
encima de la misma ilusión de los sentidos, conduciendo gradualmente nuestros
pasos desde el Occidente hacia el Oriente. Si este deseo no existe, es necesario
esperar hasta que despierte, pues vano sería emprender el viaje sin este impulso
íntimo que sólo puede darnos la fuerza de superar y vencer todos los obstáculos
que encontremos en nuestro simbólico Camino.
La búsqueda debe hacerse igualmente con perfecta libertad de espíritu,
habiéndose despojado de todos los errores, prejuicios y creencias que son los
metales o moneda corriente del mundo profano, ejercitándose en pensar por uno
mismo, sin tener otra mira que la Verdad, a la cual llegaremos cuando logremos
superar los mismos límites de nuestro pensamiento.