Intervencion Humanista

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INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA CON ENFOQUE HUMANISTA

¿En qué consiste el humanismo?

El humanismo es una corriente filosófica que ha tenido una gran influencia tanto en la

psicología como en la política y las ciencias sociales en general. Es una forma de pensar que

pone énfasis en el valor de las experiencias subjetivas y privadas de cada uno. Así, por ejemplo,

la Psicología Humanista toma muchas influencias de la fenomenología (las sensaciones y las

experiencias privadas y conscientes de cada persona son valiosas y únicas) y el existencialismo

(cada persona construye un relato vital que da significado a su existencia).

A la práctica, en psicología el humanismo se ha notado en propuestas terapéuticas como la

Terapia Gestalt de Fritz Perls y las aportaciones de psicólogos como Abraham Maslow o Carl

Rogers. Este grupo de pensadores defendían la idea de no imponer un sistema rígido de

intervención sobre las personas, sino adaptarse a cada caso dejando que sea la persona la que

tome las riendas de las sesiones.

Podríamos simplificar la identidad de esta corriente de la psicología diciendo que los

“humanistas” no sólo investigan el sufrimiento, sino que profundizan en el crecimiento y el

autoconocimiento de la propia persona. Se preocupan más de plantear alternativas a este

sufrimiento que a estudiar la conducta. Aportan una visión positiva y su base es la voluntad y la

esperanza de la misma persona. Parten de la bondad y la salud, y entienden que los trastornos

mentales o los problemas cotidianos son distorsiones de esta tendencia natural. Se centran en las

personas sanas, y consideran que la personalidad es innata y “buena” en sí misma.

En los modelos humanistas no se apela al pasado o a la historia personal, sino que son las

capacidades y herramientas de las que dispone la persona en el momento actual las que influyen
en su problema y/o solución. Podríamos decir que analiza el presente, el aquí y ahora. En el

momento que no se es capaz de disfrutar y aprovechar este presente es cuando aparecen los

problemas. Los humanistas entienden que la persona “sana” es la que se enriquece con su

experiencia. Su fin es poder conocerse y aprender gradualmente.

Los humanistas defienden que cada persona tiene, de forma innata, un potencial que le

permite crecer, evolucionar y autoactualizarse y que la patología aparece cuando estas

capacidades se bloquean. Consideran que el individuo debe aprender a ser, a conocer y a hacer, y

que es la misma persona la que debe encontrar por sí sola las soluciones, dejándole total libertad

para decidir. Los trastornos patológicos son renuncias o pérdidas de esta libertad que no le

permite seguir su proceso de crecimiento vital.

Debemos tener en cuenta que estos modelos postulan que el individuo no reacciona ante la

realidad, sino ante la percepción que tiene de ésta, que es totalmente subjetiva. El objetivo

principal del humanismo era abrir la vida interior del hombre, con vistas a liberar su

potencialidad y lograr la máxima autorrealización. Esta asociación tenía también como motivo el

agrupar un conjunto de personas e ideas que permitieran deslindarse de la concepción

determinista, mecanicista, causalista del hombre.

Características

- Tiene como objetivo aumentar la conciencia del cliente respecto de su propia existencia.

- Centra su atención en la persona y en su experiencia inmediata.

- Importancia de las cualidades que son únicamente humanas como elección, creatividad,

valoración, autorrealización, los deseos; lo humano.


- Interés y apreciación por la dignidad de la persona y el desarrollo de todo su potencial.

- Se centran en los positivo, no en lo negativo.

Toma como centro a la persona: Se vuelve contra la exigencia científica clásica de

objetividad. Construye su propio modelo de ciencia humana, basado en la experiencia.

Confiere más importancia al sentido y a la significación que a los procedimientos

metodológicos: Utiliza métodos estadísticos y de convalidación tradicionales, pero los subordina

al criterio de la experiencia subjetiva.

Contrapone a la concepción de la vida entendida como funcionamiento, la de la vida

entendida como experimento: En la primera se convalida desde afuera, en la segunda desde

adentro de la experiencia vivida.

Todo conocimiento es relativo: Por lo tanto se invita a experienciar, aprovechando las

infinitas posibilidades humanas de representación mental y creatividad para ampliar nuestro

conocer. Confluye con el paradigma denominado Holístico.

Concepción Humanista del hombre

Existen cuatro aspectos que dan cuenta de la imagen de la persona, los cuales coinciden y

dan pertenencia a este modo de hacer y pensar psicológico.

1. Autonomía e independencia social: La persona como ser activo capaz de intervenir en

su propio desarrollo y tomar para sí la responsabilidad acerca de su vida.

2. Autorrealización: Tendencias al crecimiento y a la realización. Logro efectivo de las

aspiraciones o los objetivos vitales de una persona por sí misma, y satisfacción y orgullo que

siente por ello.


3. Orientación por la meta y el sentido: Toda conducta es siempre intencional (sea

consciente o no consciente), lo que da cuenta de un sentido que nos constituye como somos. La

construcción del Yo y de la identidad se vincula de forma directa con este punto.

4. Totalidad: Se considera al organismo humano como un todo que se entrama con el

todo. Sentir, imaginar, pensar, hacer.

Los 7 tipos de humanismo y sus características

Cada una de las clases de humanismo expresa, a su manera, la idea fundamental de esta

forma de pensar: que importa la vida de todos los seres humanos y que, por defecto, hay que

respetar las vidas de los demás sin pretender alterarlas injustificadamente o sin tener en cuenta su

opinión.

1. Humanismo teocéntrico: Este tipo de humanismo basa toda su moral en la existencia

de un dios determinado que revela lo que es bueno y lo que es malo y, por consiguiente, cómo

debe tratarse a los seres humanos.

2. Humanismo histórico: Este fue un tipo de humanismo nacido en Florencia al final de la

Edad Media. En él, las artes y la actividad intelectual iban centrándose poco a poco en lo

humano, dejando de considerar que lo divino era el centro de todo.

3. Humanismo antropocéntrico: Este tipo de humanismo fue el que empezó a

caracterizar a las sociedades occidentales a partir del Renacimiento y, especialmente, desde la

época de la Ilustración. Aquí, la figura de Dios deja de ser el centro del sistema moral, y el ser

humano cobra todo el protagonismo. Se deja de prestar tanta atención al código de conducta

escrito en textos sagrados y se formulan nuevas formas de ética humanista. Del mismo modo, se

rechaza la idea de que un ser humano pueda controlar a otro; lo que sí se puede controlar y
someter es la naturaleza, vista como un conjunto de recursos que pueden ser utilizados para el

bienestar de la especie.

4. Humanismo empírico: Este es uno de los tipos de humanismos que tratan de

diferenciarse del resto por el hecho de ser más prácticos y aplicados. Mientras que otras formas

de esta corriente de pensamiento se basan más en ideas abstractas, como por ejemplo la

necesidad de no dominar a otros seres humanos, este se centra en el rechazo o la aceptación de

ciertas acciones o actitudes concretas. Por ejemplo, desde el humanismo empírico se rechaza la

violencia, se declara una total libertad de expresión y de creencias, y se enfatiza la necesidad de

resaltar las formas de vivir la vida propia de minorías.

5. Humanismo existencialista: Esta forma de humanismo destaca la importancia de

rechazar los totalitarismos materiales e intelectuales que obligan a las personas a quedar

reclutadas para una causa concreta, impidiendo que piensen más allá de esta. Para los filósofos

existencialistas como Jean-Paul Sartre, es el individuo quien debe construir un significado para

su propia vida sin que otros interfieran en este sistema de ideas y símbolos.

6. Humanismo marxista: Muy fundamentado en la filosofía de Karl Marx, este tipo de

humanismo surgido a partir de la II Guerra Mundial pone énfasis en la idea de que el ser humano

es un ser social cuya identidad solo emerge a partir de la interacción con los demás, permitida

gracias a los vínculos de solidaridad presentes en sociedades bien cohesionadas y unidas. Esta

filosofía rechaza el individualismo de gran parte del resto de tipos de humanismo, y señala que el

bienestar del individuo depende de fenómenos colectivos en los que todos deben participar para

no ser manipulados.
7. Humanismo universalista: Se trata de una forma de pensamiento muy influida por la

filosofía posmoderna. Señala la necesidad de crear sociedades inclusivas para todas las personas,

respetar las diferentes culturas que están presentes en la sociedad y no guiarse únicamente por

códigos de conducta rígidos, sino todo lo contrario: apreciar la espontaneidad y la creatividad en

todos los aspectos de la vida.

Relación terapéutica

Nos habla del proceso de convertirse en persona. Rogers nos habla de que deben existir 3

actitudes terapéuticas (por parte del terapeuta) necesarias y suficientes para que se produzca el

cambio terapéutico:

Consideración positiva incondicional: Engloba compromiso, esfuerzo por entender,

conducta no valorativa, protección y cercanía.

Empatía: Supone el que te pongas en el lugar de otra persona, pero sin perder nuestra

individualidad, no podemos olvidarnos de que somos otra persona. Voluntad de coparticipar en

las percepciones de las experiencias de otra persona. Engloba deseo de comprender, reflejo de

los mensajes implícitos del cliente (lo no verbal) y ritmo de la experiencia del cliente.

Congruencia o autenticidad: Tiene que ver con un acuerdo entre lo que pensamos,

decimos, hacemos y sentimos. Engloba espontaneidad (lleva a ser sincero), autorrevelación

(contar cosas de nosotros) y rol de conducta adecuado.

Recursos técnicos

Uso del espacio y elementos materiales: Desde estos se va a trabajar en grupo. El uso del

espacio es muy importante y cómo las personas del grupo se sitúan dentro de ese espacio. Se
suelen usar salas amplias, enmoquetadas y con espejos. Además se pueden usar elementos

materiales (sillones, cojines, arcilla, música, pinturas, ropa, cuadros, grabaciones…). Van a

utilizar estos materiales de cualquier tipo. Van a utilizar la sala completa; se van a mover por

todo el espacio.

Uso del tiempo: El centro está en el aquí y ahora. Les interesa la vivencia del presente y

para ello usan técnicas verbales en las que solo dejan hablar en presente, no pueden hablar en

pasado sino en la vivencia inmediata. Utilizan ejercicios de activación de la vivencia en ese

momento.

Utilización de la Fantasía: El uso de la imaginación. Le va a pedir a alguien que imagine

algo, normalmente la fantasía sobre el futuro, y esta se analiza, y se enseña a tener esas imágenes

para que la persona tenga la mente ocupada con esas imágenes. Para algunas personas no es fácil.

La utilización de la fantasía permite la revelación de material emotivo no consciente. También

sirve para evitar racionalizaciones que en el lenguaje verbal lógico tienen una mayor posibilidad

de aflorar. Y también sirve de camino para la apertura de aspectos negados de la propia

personalidad.

Empleo de la Dramatización: Es la representación de escenas como parte de la terapia. Se

le pide a la persona que asuma un rol diferente al suyo. La idea es hacer ensayos conductuales.

Se utilizan dos modalidades distintas de la dramatización: La manera psicodramática y la manera

gestáltica.

Empleo de la Expresión corporal: Proviene de las terapias corporales. Terapias con el

propio cuerpo (yoga, danza…). Expresarnos a través del cuerpo. Se usa mucho con personas con

discapacidad.
Intervención

El foco de atención en la intervención humanista se centra en la persona, no en el

problema. Su finalidad no consiste en resolver un problema concreto, sino en ayudar al individuo

a crecer, para que pueda enfrentarse con el problema actual y con los que surjan posteriormente

de una manera más coherente, En otras palabras, lograr una estabilidad personal como para

enfrentarse con un problema con mayor independencia y responsabilidad y de una manera más

organizada (Rogers, 1978).

Concede una importancia mayor a los elementos emocionales, al sentimiento, más que a

los intelectuales, en una situación concreta. Todas nuestras expresiones verbales van siempre

acompañadas de una carga emocional. Debido a ello, cuando el orientador responde a nivel

intelectual a las ideas expresadas por el cliente, bloquea la manifestación y actitudes con carga

emocional y tiende a definir y a resolver los problemas desde él, inútilmente, ya que con

frecuencia no son la verdadera respuesta para el cliente. Por otro lado, cuando el terapeuta se

mantiene alerta constantemente, y responde al nivel afectivo, le da al cliente la sensación de ser

profundamente comprendido, lo capacita para expresar nuevos sentimientos y lo conduce

eficazmente a las raíces emocionales de su problema de adaptación (Rogers, 1978).

La relación terapéutica es en sí misma una experiencia de crecimiento, aquí la persona

aprende a comprenderse a sí misma, a tomar decisiones importantes independientemente, a

relacionarse satisfactoriamente con los demás de una manera más adulta. Este tipo de terapia no

es una preparación para el cambio, es ya cambio (Rogers, 1978).

Está basada en el convencimiento de que el cliente tiene derecho a elegir sus propias metas

en la vida. Si éste consigue a través de la experiencia de una relación de ayuda, un grado


suficiente de captación intuitiva como para comprender el estado de su situación real, él mismo

puede elegir el método que considere más adecuado para adaptarse a ella y ser capaz de

enfrentarse con los problemas futuros, ya que éste interviene exponiendo sus problemas durante

la mayor parte del tiempo.

Las técnicas más importantes empleadas son aquellas que ayudan al cliente a aceptar y

comprender sus sentimientos, actitudes y modelos de respuesta y que lo animan a hablar sobre

ellos. El terapeuta puede conseguir esto expresando con otras palabras y clarificando el

contenido de lo expuesto por el cliente (reflejos). Con frecuencia pedirle que exprese sus

sentimientos sobre ciertos temas, con menos frecuencia hacer preguntas concretas para obtener

información, y a veces proporcionar información o explicaciones sobre la situación del terapeuta

(Rogers, 1978).

Para el enfoque centrado en la persona no es útil ni satisfactorio interferir en la experiencia

del cliente con explicaciones diagnósticas, interpretaciones, sugerencias o consejos. Si se

considera a la persona como alguien estático, ya diagnosticado y clasificado, ya modelado por su

pasado, se contribuye a confirmar esta hipótesis limitada. Si en cambio, se lo acepta como un

proceso de transformación se lo ayuda a confirmar y realizar sus potencialidades (Rogers, 1961).

Es el terapeuta quien contribuye a promover la autorrealización de las personas, pone las

condiciones para que estas puedan crecer, en lugar de ser el que ayuda a curar una enfermedad, o

resolver un problema concreto

Dos personas entran en contacto: terapeuta y cliente, el terapeuta es quien construye un

clima psicológico que lleva al cliente a ser lo que realmente es. Bajo ciertas condiciones de este

clima como son la congruencia, la empatía y la aceptación positiva incondicional, las personas
van a descubrir aspectos de ellas mismas que impiden un funcionamiento óptimo y estos

descubrimientos van a llevarlas a modificarlos. Algo muy interesante es que las actitudes

terapéuticas no sólo propician crecimiento en el momento de la terapia sino que promueven una

generalización hacia otros conflictos.

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