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Modelo humanista/ existencialista

Frente al conductismo y al psicoanálisis, en Estados Unidos se originó el


movimiento de psicología humanista, según el cual la persona busca
autorrealizarse, siendo éste el propósito general que guía sus acciones y da
sentido a su vida. Maslow (1908-1970) denominó a esta tendencia como la
«tercera fuerza» (en psicología), señalando así su rechazo a un tiempo del
conductismo y del psicoanálisis. Los teóricos humanistas dejan de lado las
explicaciones basadas en mecanismos psicológicos y en cuestiones patológicas,
señalando como elementos de interés el significado subjetivo que las personas
atribuyen a sus experiencias y el crecimiento positivo. Lo que pretende explicar es
la vida del hombre sano, guiado por una amplia jerarquía de motivos dominados
por el autodesarrollo o el cumplimiento de la vocación propia. Entre los autores de
referencia encontramos a Maslow. Rogers, Berne, Perls, Kierkegaard, Husserl,
Heiddcger. Marcel y Buber, El modelo humanista y existencial es un modelo que
ha tenido una gran repercusión en el Trabajo Social, porque proponen, más que
unas determinadas técnicas de intervención o una determinada estructuración de
la misma (aspectos cruciales en otros modelos), una filosofía de intervención que
se encuentra muy acorde con los pilares en los que se asienta el Trabajo Social,
como son el máximo respeto a la persona que necesita apoyo y la no imposición
del proceso de intervención. El Trabajo Social humanista respeta la diversidad, la
pertenencia étnica, la cultura, los estilos de vida y de opinión, denuncia las formas
de violencia y de discriminación, rechaza la estandarización y el modelamiento del
ser humano, respetando la capacidad de acción y de elección de éste, impulsando
la cooperación, el trabajó comunitario y la comunicación.

Contenido conceptual de referenda del modelo


El humanismo y el existencialismo aportan un marco' de referencia teórico que
subraya en primera instancia la libertad, la dignidad y el potencial de elección que
poseen las personas. Personas que se conciben en constante desarrollo y
evolución, en constante crecimiento. Bajo estas premisas, entienden que las
personas crean su personalidad a través de las elecciones y decisiones que toman
en su vida, las cuales vienen determinadas por la libertad y la conciencia.
Humanismo. Aporta una visión integradora, holística, del ser humano, concibiendo
a la persona como un todo en el que operan interrelaciones entre factores físicos,
emocionales, ideológicos y espiritules. El humanismo no divide, no separa
aspectos de la persona. identificándolos como la causa de la enfermedad, del
problema. El humanismo ve en el ser humano un ser completo y tiene en cuenta
cada aspecto y su int1uencia en el todo. El humanismo entiende al hombre como
un ser equipado del conjunto de potencialidades necesarias para su completo
desarrollo, frente a otras consideraciones teóricas que lo conciben como un ser
incompleto, víctima de sus pulsiones, instintos y determinismo genético. El
humanismo ve en el síntoma la manifestación externa de un problema o cont1icto
interno (potencialidades no desarrolladas). El humanismo no trata de eliminar
dicho síntoma, como proponen otras teorías sociales, sino que trata de
escucharlo, de entender su significado, de comprenderlo. El humanismo se niega
a distinguir entre personas enfermas y personas sanas. Considera que todas las
personas necesitan apoyo a la hora de buscar o encontrar su equilibrio. El
humanismo entiende que la personalídad surge como una totalidad que se
encuentra sujeta a un cambio permanente y continuo, basada en la libertad de
acción de las personas, en su capacidad de elección y en su intencionalidad. Los
seres humanos actúan de forma intencionada, no se limitan a comportarse,
determinan lo que hacen, imprimiendo significado a sus decisiones y elecciones.
Existencialismo. Afirma que lo que propiamente existe es el hombre, no las cosas,
que toman su ser en él o a través de él. El hombre no posee una esencia que le
determine a ser o a comportarse de una determinada forma, sino que él mismo es
su propio hacerse, su propio existir. Existir es para los existencialistas libertad y
conciencia. Libertad porque el hombre es un modo de ser que nunca es dado de
antemano, sino que el hombre puede conquistar su propia esencia, Conciencia,
porque el hombre se comporta en el mundo social de forma intencionada, en tomo
a un objetivo que le da sentido a su existencia. Toda conciencia es siempre
dirigirse hacia algo, es «conciencia de». La conciencia es «un poder de ser lo que
no se es y de no ser lo que se es», una intencionalidad. El existencialismo concibe
al hombre como posibilidad abierta, libertad de hacerse esto y lo otro, le reconoce
la capacidad de elección, Ahora bien, en la medida en que el hombre está arrojado
al mundo, ha de contar con aquello que le es «dado», con las circunstancias que
limitan y cercenan sus posibilidades y su libertad. El hombre tiene la capacidad de
poder elegir libremente y no debe eludir dicha responsabilidad, ya que si no, no
llevará una existencia auténtica. La angustia, a la que se refiere el existencialismo,
nace de un futuro indefinido, de un horizonte vital lleno de posibilidades al que el
hombre debe de enfrentarse, asumiendo plenamente la libertad de construirse a sí
mismo a cada instante.

Naturaleza de la intervención
El modelo existencial y humanista ha sido un modelo que ha impactado en el
Trabajo Social debido sobre todo a que utiliza una filosofla sobre la persona y las
relaciones sociales que coinciden con las raíces del Trabajo SociaL Filosofla en la
que la consideración de las personas individualmente como un todo y en
interacción con su entorno, el respeto hacia la comprensión e interpretación de sus
experiencias vitales y la observación de los usuarios como el objetivo central del
trabajo, entroncan con algunos de sus pilares fundamentales. El Trabajo Social
humanista centra su atención en el hombre como sujeto, lo que le diferencia de
otros enfoques que lo consideran un paciente (enfermo) o un cliente
(asistencialismo). Desde esta posición de partida, el trabajador social humanista
dirige su atención y apoyo hacia una persona igual que él, reconociéndolo como
ser pensante y ente racional, capaz de dirigir su vida y de darle un sentido a la
misma. Además, le reconoce su capacidad reflexiva y de análisis de las
situaciones, con lo que el Trabajo Social humanista es sumamente respetuoso con
los diagnósticos que la propia persona realiza respecto de su situación vital y/o de
su problemática concreta. La intervención humanista no interpreta nada, no
diagnostica nada, sino que favorece la reflexión de y con el otro. Así. mientras el
psicoanálisis o el conductismo ponían el acento en los aspectos inconscientes y
emocionales, el Trabajo Social humanista deposita su atención en la dimensión
pensante y reflexiva de las personas. Esta actitud y capacidad reflexiva es
condición «sine qua non» para poder construir un cambio, una transformación, que
no sean impuestas (desde una autoridad profesional) y que garanticen su
perdurabilidad. Al igual que en el caso del modelo psicodinámico, este modelo
posee diferentes enfoques de intervención que de alguna forma se reconocen
como similares en cuanto a los pilares de referencia mencionados, si bien
incorpora matices teóricos innovadores y nuevas formas de práctica profesional
que le hacen diferente, entre los que destacan: den ser reconocidos en la
conciencia» (Rogers, 1972, 1978). La hipótesis central del enfoque de intervención
rogeriano es el respeto absoluto por la capacidad de desarrollo y de actualización
del ser humano siempre que disponga de las condiciones adecuadas. De forma
que la intervención no se centrará tanto en actuar sobre la persona, sobre el ser
humano en dificultad, sino más bien en «acompañarle» en la experiencia, dándole
las condiciones necesarias y dándole seguridad para poder crecer, para poder
desarrollarse. Rogers cree que esta capacidad de que disponen todos los seres
humanos puede estar en estado de latencia, debido a diversas fuerzas negativas
(sociales), siendo la intervención, la terapia, la encargada de ayudar a movilizar
las tendencias inherentes al entendimiento y crecimiento personales.
El enfoque guestáltico. La terapia de la Gestalt es otro enfoque humanista de
intervención que fue desarrollado por el psicoanalista alemán Fritz Perls (1951).
Perls, contrario a la pura tradición psicosostenía que el descubrimiento intelectual
(interpretativo) de lo que le está sucediendo al paciente era insuficiente para curar
el trastorno, por lo que ideó un modelo de intervención nuevo, basado en
ejercicios específicos pensados para mejorar la consciencia de la persona sobre
su estado flsico, sus emociones y sus necesidades reprimidas. Para ello creó la
Gestalt. Desde esta perspectiva, la Gestalt, no sólo apunta a tratar la patología,
sino que se fija en el desarrollo integral del ser humano considerado como un todo
(hoIísticamente), como una totalidad que implica lo mental, lo corporal, lo
emocional, lo social y hasta 10 espiritual. La Gestalt se centra en el «aquí y
ahora», considera más importante que las personas indaguen e investiguen
«cómo» experimentan un problema en el presente, a que busquen los orígenes en
el pasado. Para ello es necesario estar en «contacto» con todo lo que sucede,
desarrollando y abriendo la capacidad de percepción a las sensaciones corporales
y a los sentimientos. La Gestalt, antes que una terapia verbal o interpretativa, es
una terapia vivencial (experiencia\). Por eso la labor del profesional/terapeuta no
va dirigida a la interpretación, sino que va dirigida a generar un espacio en el que
trabajar, en el que poder experimentar, utilizando para ello diferentes técnicas,
además de la palabra, como por ejemplo la silla vacía, la toma de conciencia, la
escenificación de los sueños, el monodrama, juegos corporales, juegos teatrales,
entre otras, que serán detalladas más adelante. c) Análisis transaccional y Trabajo
Social. Desarrollado por Eric Berne, el análisis transaccional analiza la persona y
su comportamiento a través de un análisis que se centra en los aspectos
intrapersonales, las relaciones interpersonales, los juegos psicológicos y el
argumento de vida. Berne utiliza estos elementos para elaborar una interpretación
fenomenológica de la conducta de los seres humanos y no tanto una
interpretación psicoanalítica (más basada en la psicometría y en la
experimentalidad). Por este motivo el modelo se ubica dentro de los
psicodinámicos, pese a tener una clara influencia humanista. Este modelo ofrece
diversas aportaciones que han sido muy relevantes para el crecimiento
metodológico y teórico del Trabajo Social. Y lo es cuando le aporta una formación
básica y sencilla en aspectos psicológicos elementales como la personalidad, la
comunicación, las necesidades humanas, las emociones y los sentimientos, las
actitudes, la dinámica de grupos, etc. Igualmente, es un modelo que facilita
orientaciones útiles para explicar los comportamientos propios y de los otros, para
poder basar de forma sólida las estrategias de relación y cambio que se dan en la
intervención desde el Trabajo Social. Es un modelo que da patrones de referencia
para la observación, autoobservación y el crecimiento personal y profey que
aporta experiencias vivenciales individuales y grupales que abren nuevas
perspectivas en la comunicación personal y en la solución de problemas.

El enfoque existencialista. Con la publicación en 1978, de Existential social work,


Krill desarrolla un modelo ecléctico de aplicación de las ideas humanistas y
existenciales al Trabajo Social. Este modelo toma ideas de Rogers, de la
psicología de la Gestalt, del zen y de filosofías similares. Según Krill, este enfoque
fija su atención en que los usuarios se centren en la exploración de sí mismos y de
su entorno. Según este principio, las primeras entrevistas se dedicarán a la
indagación de la razón de ser de las personas. La utilización del diagnóstico tal y
como lo utilizan otros modelos son a su entender inadecuadas, ya que no sirven
para ayudar al usuario, sino para que el trabajador social se sienta menos
inseguro. Según Krill (1978), tampoco se debe de ayudar al usuario a que busque
el autoconocimiento. puesto que es una seducción para aceptar una utopía
ingenua, ni tampoco presionarle a que se ajuste a unos determinados estándares
puesto que es opresivo. Se debe, según Krill, utilizar la razón para refutar las ideas
fijas a las que los clientes sociales se aferran para mantenerse en sus problemas;
esto les concede una mayor libertad para investigar caminos existenciales
alternativos. En segundo lugar, conforme avance el tratamiento, y usuario y
trabajador social tengan una relación de seguridad, se le pueden ofrecer a la
persona otras vivencias (por demostración o práctica), así como asignarle tareas
para hacer en casa sobre nuevas experiencias de lavida cotidiana. El trabajador
social no realiza un diagnóstico, ni un pronóstico, ni una prescripción, sino que
estimula al usuario para que éste busque nuevas opciones vitales (Ballestero,
2004: 28-56).

Naturaleza de la relación significativa entre el trabajador social y la persona a la


que ayuda
El trabajador social desde la perspectiva humanista/existencial es un mero
observador, una especie de espejo, que respeta la experiencia auténtica del
paciente, y se espera que, a través de la transmisión del «darse cuenta)) y a
través del diálogo, el paciente incremente su darse cuenta, pudiendo crecer y ser
más autónomo. El trabajador social ha de establecer una relación profundamente
personal con su usuario y comportarse como una persona frente a otra y no como
un profesional científico de rol superior. El trabajador social en esta relación debe
ayudar a clarificar las emociones del usuario, ser un facilitador en el proceso de
hacerlas conscientes y. por ello, manejables y no patológicas. Debe igualmente
facilitar la implicación mutua en los objetivos y tareas de la terapia, en sus
elecciones y decisiones. Según este modelo, es necesaria la madurez emocional
del trabajador social, la cual le ayuda a participar en la tarea de cambio de la otra
persona, sin tener la tentación de modelar dicho cambio según su imagen (esto se
produce con bastante frecuencia). Esta madurez implica no ser juez o modelo del
usuario, sino amplificador o resonador de los esfuerzos que el usuario hace por
crecer, por desarrollarse.

La manera como se concibe en el modelo a la persona que vive el problema o que


lo sufre
El modelo humanista/existencial nos ha mostrado cómo sus principios de acción
pasan por el apoyo a las personas para que éstas incrementen el número de
posibilidades y de opciones disponibles en sus vidas. Para llevar a cabo esta
concepción de la relación de apoyo, el modelo humanista/existencial propone que
el profesional del Trabajo Social reconozca a las personas no como simples
recipientes pasivos de servicios, sino como agentes activos que juegan un papel
central en la determinación del curso de sus vidas. El usuario, para el modelo
humanista/existencial, es el principal protagonista de todo el proceso. El usuario
es libre, es autónomo, y siempre la solución del problema. La capacidad de hacer
elecciones y la disponibilidad de una determinada serie de elecciones son factores
detenninantes a tener en consideración por parte del Trabajo Social.
Consecuentemente, la evaluación y la consiguiente intervención deben tener en
cuenta tanto la dimensión objetiva como la dimensión subjetiva: en cuanto a la
dimensión subjetiva, se trata de conocer cómo es experimentada, vivenciada, la
situación en la que se encuentra el sujeto o los sujetos implicados y cuál es la
trascendencia, la importancia que tiene para el/ellos; y en cuanto a la dimensión
objetiva, se refiere al conocimiento de los factores que han llevado a la situación
actual.

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