Identidad Latinoamericana
Identidad Latinoamericana
Identidad Latinoamericana
Desde ya entendemos, pues, que nuestro estudio tiene una clara perspectiva
filosófica, antropológica y sociológica y por ello nos mantendremos al margen de
los conceptos psicológicos de identidad.
Ahora bien, si entendemos que la identidad pasa por reconocerse como parte de
los otros para formar un nosotros, y reconocerse a sí mismo en los otros,
necesariamente hay que lograr una consciencia de los rasgos identitarios
propios, porque solo así dichos rasgos harán parte de nuestra identidad, es decir
que mientras no se tenga consciencia de ellos no se pueden asumir para sí. Para
hacerse consiente de los rasgos identitarios propios, es necesario ponerlos en
relación con otros que no lo son, confrontarlos y de ahí hacer una diferenciación.
Porque no se puede hablar de una identidad aislada de los otros, exclusiva para
sí mismo, sino de aquella que está en constante relación con otras presentes en
el mundo, pues de esta manera está dando-recibiendo-participando de las otras
identidades desde su particularidad.2
1
Teylor. Charles. El multiculturalismo y la política del reconocimiento, p. 20. Recuperado de:
https://seminariosocioantropologia.files.wordpress.com/2014/03/elmulticulturalismoylapoliticadelreconoci
mientocharlestaylor.pdf
2
Cfr. Ramos, Víctor H. ¿Existe una identidad latinoamericana? Mitos, realidades y la versátil persistencia de
nuestro ser continental. pp. 3-4. Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/279/27902109.pdf
su conciencia de mundo, por lo que se implica en él y lo transforma, pero lo
transforma desde lo que su mundo ha hecho de él.
3
Mecanismos en los que nos detendremos en el capítulo III de este trabajo y que abordaremos
desde la perspectiva hermenéutica de la fusión horizóntica.
4
García Ruiz A.L. y Jiménez López, J.A. La identidad como principio científico clave para el
aprendizaje de la geografía e historia. P. 5. Recuperado de:
https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/8545/46012_1.pdf?sequence=1
total, es importante que se trate de orientar la diferenciación desde esta
perspectiva para no caer en la exageración, que en todo caso es negativa y lleva
a la exclusión e, incluso, a la autoexclusión.
Todo esto indica que, ante la postura de una posible pérdida de identidad
producto de las tendencias o identidades dominadoras, deben tenerse en cuenta
todos estos aspectos, ya que en sí ellos mismos son los que permiten que se
indague en la unicidad en medio de las múltiples culturas. A este punto le sigue
uno que también es de gran interés, el cual hace referencia a la concepción de
una identidad fijada en un momento determinado, negando así toda posibilidad
de proceso cambiante, transformante y, a la vez, perdurable en el tiempo.
5
Cfr. Ramos, Víctor H. ¿Existe una identidad latinoamericana? Utopía y praxis latinoamericana. P. 3
Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/279/27902109.pdf
críticas demostrando que no es así, sino que debe entenderse como reflexiva,
dialéctica y dinámica.
Cuando se trata la relación que hay entre los individuos y la sociedad en ese
mundo complejo y lleno de contrastes culturales, se comprende que “la identidad
constituye, por supuesto, un elemento clave de la realidad subjetiva y en cuanto
tal, se halla en una relación dialéctica con la sociedad”6 El término dialéctica es
clave para el desarrollo de la identidad, ya que permite comprender que no se
entiende una identidad que no haya sido formada mediante un proceso, aquel
que requiere de tiempo, espacio y relación entre sí.
Cuando se trata de procesos sociales queda claro que las identidades no se dan
de un día para otro o en un momento fijo de la historia, ni mucho menos sus
factores externos dejan de ser importantes o necesarios. La identidad implica la
construcción en el tiempo, en un proceso no lineal pues habrá rupturas
generacionales, otras coyunturales (como en el caso de las guerras), se retomarán
viejos valores, se despertarán nuevas perspectivas, aparecerán nuevos rencores
y odios, se emprenderán nuevas relaciones externas y de todo ello se alimentará
6
Berger, Peter L. y Luckmann, Thomas. La construcción social de la realidad. P. 106. Recuperado de:
https://zoonpolitikonmx.files.wordpress.com/2014/09/la-construccic3b3n-social-de-la-realidad-berger-
luckmann.pdf
el proceso de conformación de identidad, que nunca ES, pues estará siempre
siendo, siempre inacabado. A esto se refieren Luckmann y Berger cuando
afirman que “la identidad se forma por procesos sociales” y que ésta luego es
mantenida, modificada o reformada en dichas relaciones cuando se presentan
ciertos factores que lo permiten y cristalizan; después dirán que la identidad
entendida desde esta perfectiva “es un fenómeno que surge de la dialéctica entre
el individuo y la sociedad” .7
Ahora bien, cada sociedad tiene una organización o estructura que facilita el
desarrollo de sí y de los individuos que hacen parte de ella. Dependiendo de dicha
estructura, mayor o menor será la consolidación de la identidad, es decir que se
logre mantener en el tiempo, además determinará así qué rasgos han de ser
modificados o reformados gracias a las relaciones sociales que allí se den y a la
estructura social. Una estructura social establecida por los miembros de la
misma sociedad y de la que depende todo lo referente a las identidades
producidas, teniendo en cuenta la relación dada entre conciencia individual y
estructura social.
7
Ibíd. P. 106
8
Cf. Ibíd. P. 106
su parte afirman que las identidades individuales están enraizadas en las
colectivas y con ello no rechazan uno de los conceptos porque los entienden desde
una íntima relación y, desde luego, no separados.
Es claro que en los procesos históricos hay una serie de factores que determinan
el desarrollo de las sociedades y, a su vez, de los cambios que en ellas se realicen.
Cuando se estudia filosofía de la historia vemos que todos los hechos
dependiendo del momento y contexto donde se realicen tendrán un sentido y
podrán dar explicación de lo que constituye a las culturas que allí emerjan. El
resultado de estas reflexiones sobre los hechos históricos permite construir la
identidad de cada cultura; por eso García y Jiménez afirman que “la Identidad
es intrínseca a la Historia, pues en ella (como en la propia sociedad) todo
evoluciona permanentemente y nada permanece inmutable”11. Cuando se
estudia la historia de las colectividades se descubren aspectos no percibidos a
9
Giménez, Gilberto. Materiales para una teoría de las identidades sociales. p. 11. Recuperado de:
https://fronteranorte.colef.mx/index.php/fronteranorte/article/viewFile/1441/891
10
García Ruiz, A.L. y Jiménez López, J.A. La identidad como principio científico clave para el
aprendizaje de la geografía e historia. P. 10. Recuperado de:
https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/8545/46012_1.pdf?sequence=1
11
Ibíd. P. 1.
simple vista; se logra reconocer ciertos rasgos identitarios que han permanecido
sin que niegue el valor de los que han surgido, cambiado o modificados, pues son
necesarios estos reconocimientos frente a lo que es propio de un lugar y al
colectivo.
Las relaciones que hay entre la identidad y la diversidad son el complemento del
uno al otro. No se pueden entender como conceptos contrapuestos, pues ambos
se necesitan y, además, comparten ciertas características que los unen.
Partiendo de la diversidad, se tiene que admite diferencias que se delimitan, pero
que a su vez se aceptan como necesarias en la cultura. Cuando no se admite la
diversidad se puede caer en el absolutismo o en el rechazo de todo aquello que es
ajeno a un determinado factor social. En este mismo sentido vemos que la
identidad debe aceptar y permitir la relación con aquello que le es ajeno, porque
solo en esa relación en donde se toma conciencia de la particularidad que hace
parte de la identidad. Por eso se dice que identidad y diversidad se
complementan, pues no sería posible hablar de identidad en un colectivo sin el
reconocimiento de la diversidad, mas aun la identidad se concreta en la
diversidad y ésta a su vez existe en razón de múltiples identidades.
12
Ibíd. P. 2.
histórico-culturales. Bauman llega a decir que la identidad con el paso a la
modernidad se convirtió en un problema y en una tarea individual. Pasa a ser
un proyecto que se adquiere a lo largo de la vida, como ya se ha planteado, solo
que según este autor dicho proyecto implica, además, la libertad de elección y
también como el problema, haciendo referencia a que este cambio puede generar
inseguridad y, peor aún, ansiedad13. Appiah toma como base el pluralismo para
defender la autonomía de los individuos cuando se enfrentan en la elección de
identidades, esto es con el fin de no poner la identidad social por encima de las
individuales.
13
Cfr. Martinez, Irene. Identidad como problema social y sociológico. P.2. Recuperado de:
http://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/viewFile/69/69
deben ser por lo menos mencionados para clarificar los conceptos que nos
proponemos desarrollar y sustentar. Entre estos factores está el físico o natural,
el tiempo y el espacio, culturales como la lengua y religión, y socioeconómicos y
políticos.
Hay una conexión entre los pueblos por muchas diferencias que estos presentes,
los factores que posibilitan esto son diversos dependiendo del territorio, las
costumbres, los procesos históricos, etc., pero siempre van a tener relación con
Otros, pues de esa manera se reconocen como tal, a la vez, que son reconocidos
por las otras colectividades o grupos. Los distintos modos de vida, valores,
costumbres e ideas diferentes existentes también hacen parte de la construcción
de la identidad, por tanto, aunque existan infinidad de identidades diferentes
entre sí, estas son constituidas por unos mismos componentes que les son
característicos a todas.
14
García Ruiz, A.L. y Jiménez López, J.A. La identidad como principio científico clave para el
aprendizaje de la geografía e historia. P. 7. Recuperado de:
https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/8545/46012_1.pdf?sequence=1
muestra las creencias de un pueblo, la organización social y política, las prácticas
y conductas individuales y colectivas, etc., y toda la cultura material que emana
de ello, lo cual supone afirmar que nos muestra la Identidad de un pueblo.”15
Algunos autores afirman que con la colonización se les quito la identidad a los
pueblos aborígenes en Latinoamérica y con ello se dice también que todo lo que
llegó a estas tierras era malo, pero esto no es cierto, pues como se ve en Habermas
hay cosas que, aunque hagan parte de la cultura por herencia, no siempre es
bueno que perduren, sino que deben ser transformadas. En la actualidad el
centro de atención en cuanto a la concepción de la identidad no es lo que hizo que
fuera sino lo que constantemente hace que sea y, desde luego, lo que será en un
futuro. Es claro que en muchos colectivos ya se ven los cambios frente a los
factores que los identifican.
15 Ibid. P.8
16 Ibíd. P. 12.
Lo que concluye Habermas es que:
Capítulo II
17
Vergara Estévez, Jorge y Vergara D., Jorge. Cuatro tesis sobre la identidad cultural latinoamericana una
reflexión sociológica. P. 5. Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=70801206
18
Parker, Cristián. Identidad latina e integración sudamericana. P. 6. Recuperado de:
https://www.researchgate.net/publication/280722477
exigió romper con el límite del descubrimiento y la conquista como inicio de
nuestra realidad cultural latinoamericana.”19 En este sentido se parte de ese
hecho histórico, pero se empieza a analizar los conceptos posteriores para lo que
respecta a este trabajo.
Lo autóctono de Latinoamérica sin duda sufrió una gran crisis debido a las
grandes desapariciones de sus pobladores y, con ellos, muchas de sus tradiciones
culturales y orales; sin embargo, no es preciso asegurar que hubiese sido el fin
de toda una historia cultural, sino que dieron origen a una serie de
transformaciones que se fueron presentando entorno a la construcción de las
identidades colectivas, propiamente de la identidad latinoamericana, así como
de muchos otros cambios en lo social, político y económico.
19
Dussel, Enrique. Cultura latinoamericana y filosofía de la liberación. P. 6. Recuperado de:
http://www.reduii.org/cii/?q=node/63
20
Ramos, Víctor H. ¿Existe una identidad latinoamericana? Mitos, realidades y la versátil persistencia de
nuestro ser continental. P. 4. Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=27902109
a una característica de la identidad que parte del reconocimiento o la conciencia
de sí mismo y del otro, a saberse en el mundo y constructor de él. Por eso sus
pobladores al no tener conciencia de que eran una cultura, o mejor múltiples
culturas en un subcontinente, no se preocupaban por dicha reflexión;
simplemente tenían conciencia de su existencia y de sus propios procesos de
desarrollo de los pueblos.
El indio visto “desde afuera” fue la actitud normal que asumió el hispano, y
que si alguno lo vio “desde dentro” fueron algunos misioneros que fieles a su
compromiso cristiano entendieron que debían trabajar por la justicia y no
21
Dussel, Enrique. Hipótesis para el estudio de la cultura latinoamericana. P. 5. Recuperado de:
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/otros/20120131125717/5cap4.pdf
podían desconocer la grandeza de aquellas personas que no eran seres brutos
sino brutalizados por la conquista.22
Este principio ayuda a comprender que no se debe mirar desde una sola
perspectiva y que, por tanto, hay que hacer un análisis de la realidad más
integral, pensando siempre en buscar la objetividad de la investigación. Por eso
tampoco se puede rechazar lo ajeno, aquello que vino externo al contexto
amerindio, ni condenarlo o mucho menos creer que lo autóctono era lo ideal o
perfecto. Pues muchos pueblos indígenas sometían a otros o incluso entre las
mismas etnias.
Por tanto, siguiendo con lo importante de este punto, se debe empezar con una
primera apreciación de lo que se presentó como un cambio de perspectiva en la
construcción de la identidad que, como dice Dussel en uno de sus viajes al viejo
continente (Europa): “nos descubríamos “latinoamericanos” o no ya “europeos”,
desde que desembarcamos en Lisboa o Barcelona. Las diferencias saltaban a la
vista y eran inocultables.”23 Ese podría tomarse como un punto de referencia
para preguntarse por el ser de una cultura o la identidad que la hace diferente
de otras, no sólo presentes en el mundo sino en el subcontinente. Ese descubrirse
sólo es posible cuando nos miramos frente al Otro que nos confronta y nos refleja
aquello que somos, es así como al ver desde el otro lado del mundo la realidad de
lo que era América, se logra pensar en una identidad Latinoamérica, o por lo
menos a cuestionarse sobre ella.
22
Ibíd. P. 7
23
Dussel, Enrique. Transmodernidad e Interculturalidad (Interpretación desde la Filosofía de la Liberación),
P. 1. Recuperado de: http://red.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/biblioteca/090514.pdf
muchos de los pueblos de América, en mayor o menor medida, y ha sido motivo
de discusión por ciertos autores que niegan el concepto de la identidad
latinoamericana. Este fenómeno ha llevado a que algunos países de
Latinoamérica se sientan más identificados con lo extranjero, especialmente con
lo norteamericano y europeo.
24
Ibíd. P. 23
identidad cultural de todo el subcontinente. Ahora se habla de ser
latinoamericano, pero esto abarca un contexto muy amplio en donde el idioma
fue uno de los aspectos decisivos para las críticas que se presentaban. Él habla
de tres nombres o denominaciones que daban prioridad a un lugar determinado
y en donde encontraba vacíos. Así, pues, hispanoamericanos, daba preeminencia
a España y se olvidaba tanto de los autóctonos como los africanos y el Brasil,
pues esta denominación era puramente española, que abarca la región sur del
norte continental, parte del Caribe y casi todo el centro y el sur de América;
expresa el origen hispano de la conquista y la colonización y la voluntad española
de adueñarse de todo el Continente. Se adoptó después la denominación
iberoamericanos, que expresa la repartición de las tierras de este lado del mar,
entre España y Portugal, pobladores de la península ibérica, en virtud del
Tratado de Tordesillas, por decisión del Papa Alejandro VI, sin que se superara
del todo ese olvido. Finalmente, se llegó al que ha permanecido hasta entonces:
latinoamericano, de origen francés, surgida de la influencia de la Revolución
francesa en la emancipación de América y se dio por Francisco Bilbao usando el
término América Latina el 22 de junio de 1856 en Paris.25
25
Cfr. Ramos, Víctor H., ¿Existe una identidad latinoamericana? Mitos, realidades y la versátil persistencia de
nuestro ser continental, p. 4. Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/279/27902109.pdf
26
Vergara Estévez, Jorge y Vergara D., Jorge. Cuatro tesis sobre la identidad latinoamericana una reflexión
sociológica. P. 4. Recuperado de: <http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=70801206> ISSN 0717-
2257
sentido cuando se piensa como voluntad o proyecto, pues será el motor para su
construcción.
27
Ibíd. P. 5
europeas y africanas; el pensador venezolano Mariano Picón Salas agrega que
dicho mestizaje no fue solo racial sino cultural.28
Pese a que la última de estas tesis pretende ser la más objetiva y menos refutable
al dar razón de la identidad latinoamericana, no es del todo aceptada porque no
logra abarcar toda la problemática de los procesos de mestizaje cultural vistos a
través de la historia. Muestra que no todos se reconocen como mestizos, de ahí
que otra crítica que se le hace a esta tesis es que “homogeniza la cultura
latinoamericana, suponiendo que en todas sus expresiones se habría producido
o estaría produciéndose la referida síntesis mestiza”29; sin embargo, lo que
muestra es una falta de reconocimiento de la diversidad cultural, del Otro que
me confronta y es agente de cambio, pues pareciera solo centrarse en un
mestizaje biológico no tanto cultural. En todo esto el hecho más relevante es que,
aunque en todas hay verdad, quedan incompletas desde la concepción de la
identidad cultural como una trama de niveles presentada por el mismo autor.
Estos niveles guardan relación a los contextos en que se desarrollen, se analizan
desde los grupos étnicos, la distancia geográfica, el idioma u otros rasgos
culturales, es decir que hay una serie de inclusión-exclusión de ciertas
características, según Larraín.
28
Cfr. Ibíd. Pp. 5ss
29
Ibíd. P. 11
30
Cfr. P. 12
dependientes. Aunque esto podría ser una sentencia bastante radical, es sin
duda una aproximación a lo que a través de la historia se ha ido desarrollando
en los pueblos americanos.
Durante los tres siglos de colonia introyectamos los vicios europeos, aprendimos
a avergonzarnos de lo nuestro, empezamos a tratar a negros y mestizos como
seres despreciables, comenzamos a sobrevalorar lo europeo y a devaluar lo
americano, nos creamos una dependencia cultural y tecnológica de Europa: la
“nordomanía”, de que hablaba José Enrique Rodó.
Algunos valores nos quedaron de la historia del choque cultural entre los nativos
y con los migrantes europeos y africanos: el mestizaje, constitutivo de nuestra
identidad, y generador de una nueva “raza”, triétnica de blanco, negro e indio,
llamada “raza cósmica”, por el mexicano José Vasconcelos; la unidad de religión
y de idioma, facilitadora de nuestras relaciones humanas y nacionales; los focos
inextinguibles de rebeldía contra la dependencia y la imitación.
31
Toro, Sofía. “Los caminos de la pastoral de monseñor Valencia y su pensamiento misionero.” En:
Monseñor Valencia, Librería Stella, Bogotá, 1972, p 140.
las ideas de individualismo y democracia. De hecho, la independencia de América
consistió solamente en la expulsión de los españoles, porque el Continente, en
contra del sueño bolivariano de la “Patria Grande”, estalló en una proliferación
de “paisecitos” hechos a la medida de las ambiciones del puñado de familias
“blancas”, dueñas del poder, la cultura, la tierra y el dinero, que siguieron
viviendo bajo la tutela del poder y de la cultura nórdicos. Es así como se
vislumbra una dependencia que ha acompañado los procesos sociales de las
culturas americanas. La Modernidad individualista-racionalista-cientificista de
los países del Norte y de sus imitadores y pupilos del sur, entró en crisis, y luego
de una fase de contracultura y deconstrucción, ha ido generando un nuevo
paradigma cognoscitivo y existencial.
Capítulo III
Una vez avanzados a este punto, concluidos los capítulos I y II, nos va quedando
claro que hablar de identidad latinoamericana se hace cada vez más confuso: el
solo sé que nada sé, se torna más diciente cuando uno se enfrenta a los problemas
del conocimiento. Ahora que podemos avanzar en una definición compleja de
identidad colectiva, nos damos cuenta de que hablar de identidad en abstracto
arroja un discurso que se torna insostenible en su encuentro con la realidad, o
mejor sería decir, con las realidades. La constitución de una identidad colectiva
requiere la preexistencia de una cultura y de la conciencia de esta, lo que implica
el saberse y pensarse como nódulo, como dispar, como idéntico solo a sí mismo.
Es decir que para la existencia de una identidad colectiva latinoamericana
debemos estar en posesión de una identidad diferenciada como latinoamericana
y a partir de ella sabernos producto de ella, lo que nos llevaría a despojarnos de
esa confusión en la que suele caerse de que para hablar de cultura
latinoamericana acudimos a una coincidencia geográfica o biológica. En el
segundo capítulo encontramos la cultura latinoamericana como una cultura
mestiza, lo cual, si bien pareciera que constituye una perogrullada, arroja ya una
caracterización de la realidad que nos pone en frente a la ineludible problemática
que da origen a esta investigación, pues antes que preguntarse por los intríngulis
de una cultura latinoamericana, se hace menester preguntarse si es posible
hablar en el fondo o propiamente de una identidad latinoamericana, lo cual
presupone, por cierto, una cultura latinoamericana. La llamada cultura española
llegó a estas tierras cuando aún eran amerindias, no aún Latino América, y
encontró múltiples culturas y complejificó más la situación al traer consigo
múltiples culturas africanas.
Todo ser y todo evento, no son simplemente, sino que se dan o realizan en un
medio y unas circunstancias, bajo unas condiciones, con una duración, desde un
pasado. A pesar de la colosal catástrofe antropológica y étnica de
Descubrimiento, Conquista y Colonia, en Latinoamérica sobrevivieron grandes
valores y se generaron núcleos de encuentro, constitutivos de una identidad y
una cultura propiamente latinoamericanas.
32
Alicia M. Barabas. Multiculturalismo, pluralismo cultural y interculturalidad en el contexto de América
Latina: la presencia de los pueblos originarios, p. 3. Recuperado de:
https://journals.openedition.org/configuracoes/2219#quotation
etnoculturales o nacionales, que pasan a ser minorías étnicas en los ámbitos de
migración.”33
33
Ibíd. P. 4
34
Ídem.
35
Walsh, Catherine. ¿«multi-, pluri- o interculturalidad»?, p. 2. Recuperado de:
http://red.pucp.edu.pe/ridei/files/2012/03/120319.pdf
tampoco una identidad unívoca. Esto se comprende desde un todo complejo en
donde lo diverso está presente, por tanto, ni una cultura ni su identidad debe
aceptar la univocidad.
Estos conceptos se hacen necesarios para los cambios que se fueron desarrollando en el
pensamiento o concepción que se tenía de las culturas, sin duda alguna se han visto
36
Walsh, Catherine. ¿«multi-, pluri- o interculturalidad»?
37
Parker, Cristián. Identidad latina e integración sudamericana, p. 6. Recuperado de:
https://www.researchgate.net/publication/280722477
38
De Toro, Alfonso. Reflexiones sobre fundamentos de investigación transdisciplinaria, transcultural y
transtextual en las ciencias del teatro en el contexto de una teoría postmoderna y postcolonial de la
‘hibridez’ e ‘inter-medialidad’. recuperado de: http://home.uni-leipzig.de/detoro/wp-
content/uploads/2014/03/Reflexiones.pdf
enmarcados por las revoluciones que se gestaron movidas por el deseo de reconocimiento
y liberación.
Frente a esto Valencia hace una propuesta que supera todo odio, pues propone
un encuentro en donde el dominador y el oprimido conviven para así lograrse la
fraternidad; he ahí su planteamiento socialista. “Su socialismo es la utopía de la
fraternidad y de la igualdad […] Su socialismo es libertad, y por lo mismo, no el
mero cambio de opresores y de sistemas de dominación.”39 Es a partir de allí
donde se gestan las grandes revoluciones con fines de liberación. Dichas
revoluciones han nacido del pueblo que sufre y de los pobres, teniendo como
objetivo luchar en contra de las opresiones y las desigualdades sociales, por eso,
aunque sea difícil acabarlas, el pueblo siempre estará motivado a defender la
libertad y el reconocimiento de sus derechos en un ambiente de plena confianza
en el otro.
39
Zambrano, Raúl. “El pensamiento social de monseñor Valencia”. En: Jaramillo González, Gerardo.
Monseñor Valencia. Vicariato Apostólico de Buenaventura, Bogotá, 1972, p, 51
Estamos en una época, en que la única palabra que parece tener sentido es
la palabra revolución, precisamente la palabra de menos fondo: todo el
mundo desconfía de la entidad a que pertenece, de su familia, de sí mismo.
Quizá si todos supiéramos que cada uno tiene un programa en el plan de
Dios; que en este programa nadie puede ser reemplazado[…]40
Hoy más que nunca se hacen propicio recordarles a las nuevas generaciones esto,
pues parece que se van acomodando a lo que les toca vivir y no hacen sus propios
aportes a los cambios que se van presentando en las colectividades. Nos
acostumbramos a ser simples perros mudos que callamos las denuncias ante las
injusticias y mentiras que dicen los que abusan del poder.
El adoctrinamiento no es dialéctico.
Dussel presenta que los orígenes de una América Latina cristiana, desde un
pensamiento filosófico americano, se remonta a la tradición semita desde un
horizonte intencional y hace una reflexión a partir de allí. Ya antes se planteaba
dos miradas frente a la visión que se tenía de América, una de ellas desde afuera
y otra desde dentro. Pues bien, Dussel propone “escribir una historia «del otro
lado», esto es, una historia de «los pobres».”41 Estos pobres son todos aquellos que
son sometidos por las estructuras europeas y norteamericanas y que no son
reconocidos como personas igualmente dignas de toda atención. Ese otro lado del
40
Toro, Sofía. “Los caminos de la pastoral de monseñor Valencia y su pensamiento misionero”. En:
Monseñor Valencia. Vicariato Apostólico de Buenaventura, Bogotá, 1972, p. 135.
41
Del Pópolo, Guillermo; Cuervo, Manuel y Martínez, Victoria. Alteridad latinoamericana y sujeto pueblo en
la obra temprana de Enrique Dussel. Franciscanum, 2012, vol. 54, no 158, p. 141-164. Pág. 4
que habla Dussel es precisamente una mirada “desde adentro”, es decir desde el
corazón de Latinoamérica.
En todo caso cabe resaltar que “América Latina es concebida por Dussel como
una cristiandad particular, el momento americano de la Cristiandad, civilización
nacida de la expansión de la fe cristiana y de su aculturación dentro del Imperio
romano-helenístico.”43 Mi interés en presentar esta concepción se basa en que la
Iglesia latinoamericana tiene que seguir promoviendo una identidad propia del
pueblo y empezar a liberarse de todo dominio cultural y de tradiciones que,
siendo traídas de Europa, no tienen razón de ser en este lado del mundo. “El
pueblo es para Dussel aquel sujeto que desde su exterioridad puede irrumpir en
la totalidad vigente para transformarla en un sentido liberador”44
Liberación, no desarrollo
El obispo de los pueblos fue un convencido del papel que juega como
latinoamericano y asumió los retos que se presentaron en el continente siempre
con propuestas nacidas o gestadas desde el corazón de los pueblos
42
Ídem.
43
Ibíd. P. 5
44
Ibíd. P.18
latinoamericanos. Se entendió que se debía hablar de liberación, por eso la
propuesta de la Teología de la Liberación -además de la Teología de la
Encarnación-, y no hablar de desarrollo, como suelen llamar a nuestros pueblos:
subdesarrollados. Esta liberación entendida desde los pobres por los cuales
trabajo sin cansancio.
45
Zambrano, Raúl. “El pensamiento social de monseñor Valencia”. En: Jaramillo González, Gerardo.
Monseñor Valencia. Vicariato Apostólico de Buenaventura, Bogotá, 1972, p, 64.
hoy no es lo que nos caracteriza y lo que nos caracterizaba no es lo que hoy
apreciamos; ahora la generación latinoamericana es mayormente apática frente
al hecho político, social y religioso.
Y sin lugar a duda, con Gerardo Valencia Cano, se hicieron grandes aportes a la
Teología, al cambio social y a una profundidad identidad latinoamericana,
precisamente porque todo lo hizo desde el acontecer latinoamericano. Más allá
de eso, fue un convencido de que era necesario la unidad de los pueblos,
entendida la unida como la fuerza que se adquiere al caminar juntos, sin perder
cada uno lo diverso de su ser, pues es claro que nuestro “continente
Latinoamericano no podrá hacer su liberación, mientras continúe parcelado en
naciones que se baten por unos cuantos árboles o unos barriles de petróleo.”47
Una liberación que permeó incluso la misma Iglesia presente en el
subcontinente; una unidad que Eduardo Galeano presenta como un ideal u
objetivo común en el que cada pueblo o nación establezca lazos de unión para
trabajar por el desarrollo de los pueblos.
46
Torres, José Ignacio. “El pensamiento social de monseñor Valencia”. En: Jaramillo González, Gerardo.
Monseñor Valencia. Vicariato Apostólico de Buenaventura, Bogotá, 1972, p. 37.
47
Jaramillo, Gerardo.
Gerardo Valencia Cano, un auténtico latinoamericano
Hay que dejar claro que esta propuesta no elimina o rechaza el hecho de lo
diverso, sino que no lo pone como obstáculo para la unidad, es todo lo contrario.
“La clave de la liberación, debemos buscarla en nuestro mismo continente.
48
Zambrano, Raúl. “El pensamiento social de monseñor Valencia”. En: Jaramillo González, Gerardo.
Monseñor Valencia. Vicariato Apostólico de Buenaventura, Bogotá, 1972, p. 52.
49
Ibíd. P. 55
50
Ibíd. P.83
América Latina es tierra propicia para la unidad, pues sus gentes son una
síntesis de todas las razas del mundo.”51 Así las cosas, no es descabellado pensar
que en un futuro cercano Latinoamérica pueda ofrecer una verdadera síntesis
antropológica que proponga el retorno a la unidad racial. Por lo menos se retoma
el planteamiento de José Vasconcelos sobre la “raza cósmica”, en donde hasta en
la cultura egipcia se evidenció un mestizaje. Todas las grandes culturas han sido
mestizas: griegos, romanos, españoles, son pueblos y culturas mestizos.
El autor Cristián Parker cree que el sentido identitario no es tan fuerte como se
podría pensar después de las reflexiones alcanzadas en los últimos siglos de
historia latinoamericana, o en lo que se conoce del subcontinente, aunque no es
del todo pesimista. Menciona un punto clave frente a dichas reflexiones cuando
se hacen por autores latinoamericanos, pero eurocéntricos, de ahí que se puedan
caer en posiciones algo amañadas a favor de la hermana mayor: la cultura
europea.
Pese a ello dice que a partir del siglo XIX se ha progresado en “una cultura
independiente que, en ciertos aspectos, comparte con occidente valores,
tradiciones y rasgos culturales y que, en otros aspectos, momentos, procesos y
códigos afirma rasgos de identidad propios que no son occidentales, ni europeos,
ni nordatlánticos y mucho menos anglosajones”52 Así pues que no se puede negar
que hay una serie de acontecimientos y factores que hacen evidente una
diferenciación cultural frente a los Otros, aquello que necesariamente llamamos
lo latinoamericano y que contempla una serie de identidades colectivas. Así las
cosas, cabe resaltar que la Iglesia no puede ser ajena a estos hechos, menos
cuando, releyendo la historia, se ve cómo siempre ha sido determinante en el
desarrollo social y religioso de los pueblos, como lo entendió monseñor Valencia.
51
Ibíd. P. 73
52
Parker, Cristián. Identidad latina e integración sudamericana. AP ORO, Ed. 2008, ResearchGate, 2018.
Recuperado de: https://www.researchgate.net/publication/280722477
Si la Iglesia de Cristo quiere seguir orientando el desarrollo social en
América Latina, no tiene otra alternativa que afrontar un cambio de
estructuras, que facilite y estimule la toma de conciencia de cada nación y de
cada individuo sobre su responsabilidad en el futuro del continente en sí y
en sus relaciones con el resto de la gran familia humana. Latinoamérica no
puede seguir esperando la mano de fuera para aprender a caminar. Con casi
quinientos años de relaciones intercontinentales, no es justo que nuestros
hombres solo aporten al mundo occidental las riquezas de la tierra, mientras
siguen repitiendo como loros, las lecciones de otras lenguas […] América
Latina ha pagado con más de cuatro siglos de oscuridad el sacrificio de las
culturas precolombinas. Es la hora de crear con la audacia del espíritu y el
equilibrio de Dios, la nueva era que llene el anhelo de emancipación total, de
liberación de toda servidumbre, de maduración personal y de integración
colectiva […].53
Conclusiones
Cada ser obra según lo que es y por ser lo que es. Por ser mestizos de blanco,
negro e indio, y por vivir y luchar en este hemisferio, dentro de esta historia, en
estos climas, dentro de esta herencia, los latinoamericanos, habidas las
diferencias ancestrales, históricas, políticas y sociales, tenemos características
comunes. Desde un primer momento se ha dejado claro que somos mestizos,
biológica y culturalmente, por tanto, lo latinoamericano es fusión, amalgama,
mestizaje, pero no cualquier mestizaje sino aquel que es producto de otros
mestizajes. La manera de sentir, pensar, entender, creer y amar de los
latinoamericanos, resulta de la elaboración y síntesis de los diversos aportes
ancestrales y culturales que conformaron la latinoamericanidad.
53
Toro, Sofía. “El pensamiento social de monseñor Valencia”. En: Jaramillo González, Gerardo. Monseñor
Valencia. Vicariato Apostólico de Buenaventura, Bogotá, 1972, p. 143.
sensibilidad introvertida del indígena. El hombre latinoamericano piensa
sintiendo. No somos los racionalizadores fríos de Europa, ni los contemplativos
estáticos e impasibles de Asia. Hay necesariamente un espíritu sintético en cada
persona y cultura, en donde como pueblo nuevo, que apenas está asimilando las
culturas que lo originaron, Latinoamérica trata de hacer su propia síntesis. De
ahí la tendencia cultural a copiar e imitar en todos los aspectos de la vida social,
política y económicamente, todo por la falta de conciencia política y social y por
no superar los complejos de inferioridad. Por eso la tendencia a copiar e imitar a
Norteamérica y Europa, porque nos creemos hijos inferiores a ellos, olvidando
que, aunque seamos hijos de esas culturas hermanas mayores, no se pierde el
valor intrínseco de cultura diversa presente en el mundo.