Nacismo Chile
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Nacismo Chile
Magister en Historia, Universidad del Biobío. E-mail: [email protected]
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Introducción
1 Cfr. Klein, Marcus. 2008. La matanza del Seguro Obrero (5 de septiembre de 1938), Santiago de Chile, Globo.
Nosotros entenderemos por marginalidad la posición carente de influencia que tiene una colectividad política, en
el sistema de partidos chileno, basado en las bajísimas estadísticas electorales, y concretamente, el número de
votos alcanzados por esta colectividad. A su vez, no entenderemos por marginalidad, la posición que tenga una
colectividad política fuera del sistema de partidos.
2 Consideraremos como éxito la posibilidad de alcanzar el gobierno, o al menos tener una posición influyente en
una coalición electoral victoriosa. La mayor cantidad de votos lograda por los nacistas fue en las elecciones
municipales de 1937, en las que lograron 17.203 votos, llevando 151 candidatos, siendo elegidos apenas 14
nacistas. Mientras que en las elecciones parlamentarias, su más alta votación fue en 1937 con 17.253 votos -14.564
votos para diputados y 2.689 votos para senadores-, sumado al respaldo que dieron al candidato de derecha
Alberto Moller. En Díaz, José. 2016. El movimiento nacional socialista o el nazismo con “c”, Concepción, Editorial
Escaparate, pp. 50-52, 55-56.
3 Para mayor referencia, se sugiere la investigación de Cristián Garay. Cfr. Garay, Cristian. 1990. El Partido Agrario
precisar si fueron las derechas en su conjunto, o solo los liberales. Las implicancias que tiene esta premisa tienen
directa relación con el posicionamiento de los nacistas en el espectro derechista. En Díaz, José. 2016. El
movimiento nacional socialista o el nazismo con “c”, p. 48.
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A pesar de lo anterior, sí existe un volumen mayor –en comparación con los trabajos sobre
el nacismo –de estudios y literatura sobre el nacionalismo5, el anticomunismo6, y el
conservadurismo7. Estas investigaciones de inestimable valor, han aportado desde la
historiografía8 hasta la crónica9, proponiendo una lectura del nacismo como fenómeno
político. Específicamente se ha estudiado un acontecimiento trágico que marcó con sangre
tan breve trayectoria política: la matanza del seguro obrero en 193810.
Las múltiples referencias a “la torre de sangre” o los “mártires del 5 de septiembre”11 han
contribuido a una construcción de imagen en torno a los nacistas, que varía entre la
heroicidad –muy propia de los movimientos fascistas europeos– y la tragedia, esto último por
las irónicas consecuencias del putsch enmarcado en el lento proceso que dio por finalizada la
experiencia del nacismo.
Este estudio se alejará de la “torre de sangre” y sus connotaciones simbólicas, y se
enfocará en el análisis de la doctrina del movimiento, a la luz de sus folletos oficiales, y de los
documentos que elaboraron Jorge González Von Marées y Carlos Keller –principal líder e
ideólogo respectivamente– desde la perspectiva de la nueva historia política.
No obstante los múltiples aspectos posibles de estudiar sobre la doctrina nacista, el objeto
de análisis principal en este artículo será la concepción sobre el sujeto de cambio abordando
aspectos sobre la militancia12, intentando dilucidar si estaba mediada por una condición de
clase13, nacionalidad o rol productivo14. Además se identificará y caracterizará la concepción
5 Cfr. Ibíd. 2013. El nacionalismo en Chile: entre el fascismo y el autoritarismo conservador, Madrid, UNED, Tesis
para optar al grado de Doctor en Historia.
6 Cfr. Casals, Marcelo. 2016. La creación de la amenaza roja. Del surgimiento del anticomunismo en Chile a la
doctrinarios, Madrid, UNED, Tesis para optar al grado de Doctor en Historia; Cfr. Ivulic, Jorge. 1997. Importancia del
Partido Conservador en la evolución política chilena. Santiago de Chile, Universidad Bernardo O’Higgins.
8 Cfr. Moller, Magdalena. 2000. El movimiento nacional socialista chileno (1932-1938), Santiago de Chile, Pontificia
Libertad; Cfr. Droguett, Carlos. 1953. 60 muertos en la escalera, Santiago de Chile, Editorial Nascimento; Cfr. Ibíd.
1939. Los asesinados del Seguro Obrero, Santiago de Chile, Editorial Ercilla; y el trabajo ya referido de Marcus Klein,
Cfr. Klein, Marcus. 2008. La matanza del Seguro Obrero (5 de septiembre de 1938).
11 Calificativos referentes a la “matanza del seguro obrero” y los jóvenes nacistas fusilados.
12 Por militancia se entenderá la adscripción y compromiso político hacia una colectividad política. Independiente
de lo anterior, la militancia como categoría, puede incluir aspectos como la cultura militante, el sujeto de cambio -
ya sea obrero, trabajador, asalariado, emprendedor, chileno, etc.-., como también las responsabilidades de un
miembro de la organización.
13 Se entiende la complejidad del concepto “clase”, principalmente por los aportes del historiador británico E. P.
Thompson, que lo entiende como una categoría sociológica y cultural, desprendiéndolo de sus interpretaciones
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nacista sobre las organizaciones sindicales, y la propuesta política del rol de las organizaciones
de trabajadores en la concepción de sociedad nacista.
Se utilizarán como fuentes los documentos partidarios, puesto que son recursos utilísimos
para estudiar las posiciones doctrinarias, específicamente los folletos y libros de divulgación
política. En efecto, los nacistas chilenos, en su búsqueda por mostrarse ante los otros como
una alternativa válida –y de autodefinición ideológica– consideraron la producción intelectual
como punto estratégico, independiente de los niveles de análisis y reflexión alcanzados. No
obstante, es necesario precisar, que de forma oficial, al menos, quienes estaban detrás de
gran parte de la producción intelectual del movimiento eran Jorge González Von Marées y
Carlos Keller, sobre todo las fuentes que se utilizarán en este trabajo.
El estudio se basará en la trayectoria política del movimiento Nacional-Socialista, y no en la
Vanguardia Popular Socialista15, colectividad que fue la heredera de los nacistas –los nacistas
después de la “Matanza del Seguro Obrero” se rearticularon, y cambiaron su nombre a
“Vanguardia…”– que representó la aparente izquierdización de la organización nacista,
teniendo una efímera existencia. Esta aclaración es necesaria, puesto que gran parte de la
escasa bibliografía existente suele incluir a la VPS como una segunda etapa del nacismo
chileno –o como una etapa post-matanza del seguro obrero–. En este artículo no se estudiará
esta segunda etapa, que amerita una investigación por si sola.
Sobre la problemática planteada, se establecerá como hipótesis de investigación que los
nacistas habrían tenido una concepción integradora sobre el sujeto de cambio y la militancia,
en función a criterios de nacionalidad, más que criterios de clase o de roles, ante lo cual su
discurso buscaría concitar un apoyo transversal en la sociedad chilena, y en la composición de
su propia militancia. En consecuencia, la concepción sobre las organizaciones de trabajadores
recogería elementos del corporativismo, y una crítica a la concepción sindical marxista, que la
harían dialogar más fluidamente con una concepción más integradora entre capitalistas y
trabajadores, anatemizando la tesis de la lucha de clases, propia de la izquierda marxista.
Para llevar a cabo la exposición de esta investigación, se procederá a contextualizar el
período de surgimiento del movimiento Nacional Socialista, buscar una caracterización de su
exclusivamente económicas, derivadas de una interpretación muy ortodoxa del marxismo. Cfr. Thompson, Edward.
2012. La formación de la clase obrera en Inglaterra, Madrid, Capitán Swing.
14 El rol productivo entendido como “clase” en su concepción marxista más clásica, es decir, el rol que tiene un
sujeto en los medios de producción, tanto como poseedor de estos y del capital –burguesía-, o como poseedor de
la fuerza de trabajo –proletariado-. Cfr. Marx, Carlos. 1946. El Capital, Buenos Aires, Editorial Tor.
15 Sobre el paso del Movimiento Nacional Socialista a la Vanguardia Popular Socialista, se sugiere consultar cfr.
Valdés, Mario. “La transformación del Movimiento Nacional-Socialista de Chile en Vanguardia Popular Socialista. Su
accionar político durante el Gobierno del Frente Popular: 1938-1941”, en Revista Pencopolitana de Estudios
Históricos y Sociales, Vol. 2, Concepción, pp. 55-84; Cfr. Robertson, Erwin. 1986. El Nacismo Chileno, Parral,
Ediciones Nuestramérica.
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doctrina y despliegue histórico, para finalmente analizar las concepciones sobre el sujeto de
cambio y las organizaciones de trabajadores.
Por la extensión propia del trabajo, se eludirá una contextualización continental e
internacional del fascismo, centrando el foco de análisis en lo nacional. Por cierto, no se
niegan las evidentes influencias externas de los nacistas, ni tampoco la ola de movimientos de
idénticas características en América Latina y el mundo entero.
16 León, René. 1971. Evolución histórica de los Partidos Políticos Chilenos, Buenos Aires, Editorial Francisco de
Aguirre, p. 137.
17 González, Jorge. 1936. Pueblo y Estado, Santiago de Chile, Imprenta y Litográfica Antares, p. 3. En este discurso
pronunciado por “el jefe” Jorge González Von Marées, pasa revista a sus concepciones teóricas, e inclusive
históricas sobre el desenvolvimiento de la humanidad. En este escrito es donde son más claras las influencias del
intelectual Osvald Spengler. Para ambos, las sociedades también pueden morir, y prevalecen las más fuertes,
inclusive siendo destinadas al éxito y la gloria de la historia.
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2. Si se posiciona a los nacistas desde una visión muy particular de la izquierda, tendrían
sentido ciertas visiones estatistas y un ethos ligado al altruismo y el desprendimiento material,
sin embargo, este estaría supeditado al Estado, como representación de la voluntad nacional –
no popular– el cual se acepta que esté gobernado por unos pocos18, bajo el mandato de una
estructura moral rígida19. Ante todo, los nacistas buscan una nueva y regenerada –y
patriótica– aristocracia20.
3. Si los nacistas se entienden desde la superación del eje izquierda-derecha, y a las
posiciones ideológicas y doctrinas21, esto explicaría la crítica virulenta al sistema de partidos22,
y la concepción de crisis y corrupción generalizada de los ideales y la política, punto planteado
especialmente por los dos líderes del movimiento: Jorge González Von Marées y Carlos Keller.
No obstante cabe preguntar: ¿A qué respondía la idea de superación del posicionamiento en
el espectro? ¿A una concepción ideológica que no podía ser codificable en la clave izquierda-
derecha? ¿A desmarcarse de una clasificación que podía perjudicar su popularidad en ciertos
sectores de la sociedad? ¿O a un intento por superar las izquierdas y derechas?.
Sobre la pregunta que se ha planteado, en este trabajo se concebirá al movimiento
nacional socialista23 como una reacción muy particular de la derecha chilena, que ya no se
sentía interpretada por los partidos históricos –Conservador y Liberal– y que veía cómo sus
intereses de clase estaban siendo amenazados por un capitalismo en crisis que abría las
posibilidades de crecimiento del movimiento obrero y de los partidos marxistas. Sobre la
extracción de clase del movimiento, José Díaz plantea que este estaría conformado por las
“clases adineradas acomodadas”24.
No obstante, se advierte lo complejo del ideario nacista, debido a que la base ideológica
que los impulsó primordialmente fue un nacionalismo –conservador por cierto– en cierta
forma transversal en el espectro político, que les permitió inclusive comulgar con ciertas ideas
muy propias de las izquierdas25, sin necesidad de abandonar posiciones conservadoras
referentes a la tradición y la sociedad26.
ejemplo los proyectos de nacionalizaciones, e inclusive el desarrollo y empuje de industrias nacionales. Décadas
después, en los años setenta, uno de los ejemplos más icónicos de lo anterior fue la “nacionalización del cobre”,
cuya ley fue apoyada tanto por el MIR como Patria y Libertad. Sobre las cercanías y distancias en propuestas
políticas, se sugiere consultar el “Programa” del Partido Socialista y “Declaraciones fundamentales, plan de acción,
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Además, la concepción estatista que fácilmente podría ser identificada bajo códigos
propios del fascismo e inclusive del sovietismo27, también sería entendible bajo el ideario
nacionalista, e inclusive ibañista, por la dirección económica que le dio el general Ibáñez al
país durante su régimen, definida como “nacionaldesarrollismo”.
A su vez, la pugna entre conservadores y liberales, de la cual los nacistas no estuvieron
ajenos proponiendo un tercer camino al interior de las derechas, no fue el único ni el primer
punto de divergencia que explicó y justificó su existencia. Existió un aspecto aún más
relevante que separó aguas y que tuvo un rol clave en sus posiciones políticas: las visiones
ibañistas28 y civilistas29 en la derecha chilena.
El carácter coyuntural del civilismo tiende a eludir u omitir un debate más profundo al
interior de las derechas, referente a la aceptación de un gobierno autocrático y dictatorial, o
un presidencialismo fiscalizado por un Congreso y bajo una democracia liberal. Evidentemente
la figura del hombre fuerte, tanto providencial como líder, fue parte de la racionalidad de las
derechas chilenas. Pero el régimen ibañista tensó al extremo esta divergencia provocando la
fundación del civilismo, entendido como un movimiento que no tenía como objetivo más que
devolver el gobierno a los civiles.
El respaldo político y rol que tuvieron personas, tanto militantes como independientes de
derechas, generó cuestionamientos en este lado del espectro, tanto al inicio del régimen en
1927 –ya que Ibáñez desplazó a un presidente de derecha– como en su ocaso en 1931,
debido a que el dictador llevó a cabo medidas sociales ligadas a leyes referentes al trabajo –
sin perjuicio que persiguió a sindicalistas– como medidas económicas de carácter nacionalista
–incipiente industrialización30 - que dejaron en entredicho la creciente tendencia mancuriana
de los economistas liberales. Pues claro, el carácter autocrático de Ibáñez no implicó un
problema terminal que separara aguas entre las derechas y el gobierno, tal como lo demostró
organización, programa” del Movimiento Nacional Socialista, específicamente los puntos sobre industrialización a
manos del Estado. Cfr. Partido Socialista. 1936. Programa, Santiago de Chile, Departamento de Publicaciones PS;
Cfr. Movimiento Nacional Socialista. 1932. Declaraciones fundamentales, plan de acción, organización, programa,
Santiago de Chile, Imprenta La Tracción.
26 Sin embargo, el diálogo cada vez más fluido con las izquierdas, a finales de la década de los treinta, produjo una
existen evidentes diferencias, entre ambas sobre la problemática del “Estado”, ya que mientras el fascismo fue
cercano a un capitalismo de Estado, en el cual dicha superestructura representaba para ellos el “alma nacional”; en
el sovietismo –socialismo soviético- se implementó un socialismo de Estado, y este representaba una estructura
que debía ser superada. Si bien es cierto, ciertos códigos y nociones sobre el rol del Estado en la sociedad pudieran
llevar a pensar la confluencia entre ambas posiciones, advertimos el riesgo de homologarlas.
28 Ibíd., p. 6.
29 Jobet, Julio César. 1955. Ensayo crítico del desarrollo económico-social de Chile, p. 180.
30 Salazar, Gabriel; Pinto, Julio. 2002. Historia contemporánea de Chile III. La economía: mercados, empresarios y
31 Uno de los que renunció en las postrimerías del régimen ibañista a su cargo como diputado del Congreso termal
fue Gabriel González Videla. En González, Gabriel. 1975. Memorias. Tomo I, Santiago de Chile, Editora Gabriela
Mistral, p. 105.
32 Un claro ejemplo de la visión de las derechas opositoras a Ibáñez, es Alfredo Guillermo Bravo. En su libro 4 de
junio: festín de los audaces, junto con criticar a la República Socialista de Grove, lanza ácidos cuestionamientos y
reproches a Ibáñez y su camarilla liderada por Carlos Dávila. En Bravo, Alfredo. 1932. 4 de junio: festín de los
audaces, Santiago de Chile, Empresa Letras, pp. 114-118.
33 El civilismo también lo entendían como un movimiento, tal como deja entrever Manuel Aránguiz en su libro
referido al golpe de Estado del 4 de junio de 1932, en el cual acusa al civilismo de tener una actitud pasiva ante el
movimiento revolucionario que lideró el comodoro Marmaduke Grove contra Juan Esteban Montero, el cual es
sindicado como uno de los civilistas más insignes. Independiente de lo anterior, fue Ministro del Interior durante el
régimen ibañista. En Aránguiz, Manuel. 1933. El 4 de junio, Santiago de Chile, Empresa Zig-Zag, p. 30. Sin embargo,
el mismo movimiento del 4 de junio de 1932, puso de manifiesto la dicotomía entre civilismo y “militarismo”, ya
que los adeptos a Montero, exhortaban a la defensa del gobierno en nombre del movimiento civilista, tal como
refiere Aránguiz parafraseando a Orrego Puelma: “Ante la negativa de cooperación de los señores Barros Jarpa y
Fajardo, yo declaro, solemnemente ante el país, que son culpables de traición a la República y al Civilismo.”. En
Ibíd., p. 36.
34 Tomás Moulián en su libro Fracturas los denomina como “doctrinarios”, sin embargo en el trabajo de Gabriel
Salazar y Julio Pinto califican las políticas económicas del segundo gobierno de Alessandri –y con ello a su Ministro
de Hacienda, Gustavo Ross- como “keynesianismo larvado y anticipado…”. En Moulián, Tomás. 2006. Fracturas. De
Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973), Santiago de Chile, LOM Ediciones, p. 29; Salazar, Gabriel;
Pinto, Julio. 2002. Historia contemporánea de Chile III. La economía: mercados, empresarios y trabajadores, p. 78.
35 También se ha tildado a este grupo de “ortodoxos” –o liberales ortodoxos-. En Moulián, Tomás. 2006. Fracturas.
defensor irrestricto de la democracia liberal, la cual iba en perfecta sintonía con la economía
de libre mercado.
Esta tensión de resolvió en dos posturas concretas: los defensores del desarrollismo y el
gobierno autocrático que fueron la base de sustentación política del dictador, conocidos como
ibañistas; y quienes, en consecuencia a sus ideales políticos y económicos buscaron una salida
legal –y pacífica– al régimen, para retomar la senda de la democracia liberal, también
conocidos como civilistas, cuyo nombre se debe a la idea del retorno de un civil al gobierno –
en claro detrimento de Ibáñez, un militar.
Sectores ibañistas fueron parte de la base de sustentación política del movimiento nacista,
quienes se sintieron en orfandad con el exilio autoimpuesto por Ibañez una vez caído su
régimen. Pero su adhesión no fue permanente. Años más tarde –a finales de la década de los
treinta– los nacistas fueron críticos de Ibáñez36, y de algunas determinaciones políticas, como
los constantes vaivenes del dictador, muy solícito con izquierdas y derechas con el objeto de
alcanzar el poder bajo un mecanismo de elección democrático. Este punto fue imposible de
perdonar para los nacistas, pues claro, la adhesión como ibañistas al líder fue más allá de la
persona misma, sino de los ideales que representaba, y la idea de nación que defendía. Si se
tuviera que posicionar a los nacistas entre ibañistas y civilistas, a pesar de que ellos se
planteaban como una alternativa más, sin lugar a dudas estaban más cercanos al ibañismo,
por compartir el mismo ideal de gobierno, como también el nacionalismo económico.
En definitiva, la divergencia al interior de las derechas entre civilistas e ibañistas37 es un
antecedente clave –desde el punto de vista local– del surgimiento de los nacistas, ya que gran
parte de los segundos, enarbolando las banderas del nacionalismo, no se sintieron
interpretados por los partidos existentes después de caído el régimen ibañista. El
nacionalismo daba para todo y para nada. Es por esto que gran parte de los adeptos al
dictador, liberales descontentos, y diversas personalidades que tenían cercanías al fascismo
europeo38, dieron vida al movimiento Nacional Socialista de Chile en 1932.
36 “El período de Ibáñez fue, indudablemente, de un extraordinario progreso material para el país, pero faltó en él
una concepción clara de la tarea de reconstrucción espiritual por realizar. Ibáñez quiso reconstituir el Estado, pero
olvidó que al mismo tiempo era necesario reconstituir el pueblo. A esto se debió su fracaso y el que después de su
caída el país haya continuado por el despeñadero.” En González, Jorge. 1936. Pueblo y Estado, p. 6.
37 Aránguiz también refiere -parafraseando a Héctor Orrego Puelma- a un momento decisivo al interior de las
derechas, en las cuales se exigió poner de manifiesto la defensa de lo civil, o de lo militar, en el contexto del
derrocamiento del presidente Juan Esteban Montero. En Aránguiz, Manuel. 1933. El 4 de junio, p. 35.
38 Sobre este punto, Robertson plantea que Keller se distancia del fascismo, y esto no es menor, ya que podría
explicar las distancias del principal ideólogo con González o con el resto del movimiento, e inclusive con otras
colectividades filo-fascistas como Acción Nacionalista de Chile, y personajes como Juan Gómez Millas. En
Robertson, Erwin. 1986. El nacismo chileno, Parral, Ediciones Nuestramérica, p. 24; Cfr. Díaz, José. 2016. El
movimiento nacional socialista o el nazismo con “c”, p. 25.
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39 Dávila, Carlos. 1950. Nosotros, los de las Américas, Santiago de Chile, Editorial del Pacífico, pp. 87, 124-125.
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–junto con Valdivia y Osorno– de la colonización alemana, y conflicto indígena, que exacerbó
el carácter racista de ciertos inmigrantes europeos.
Durante las elecciones de 1937, el nacismo logró elegir a tres diputados: Jorge González
Von Marées, Fernando Guarello y Gustavo Vargas Molinare. Las ciudades en que fueron
electos no son casualidad, González en Santiago, Guarello en Valparaíso y Vargas en Temuco.
Otro elemento a considerar es que esta organización nunca se consideró como partido,
sino como movimiento40. Quien estaba a la cabeza del mismo, era Jorge González41 –
proclamado como el “jefe”–42. Dos de las principales razones que explican el carácter de
movimiento era que los nacistas tenían una visión sumamente crítica de los partidos, en
particular el carácter clientelar y corrupto que asumían, muy propio del sistema económico y
político deficiente en el Chile de primera mitad del siglo XX; la otra razón radicaba en la
autoconcepción de la propuesta política que estaban levantando: un sentimiento nacional de
disconformidad hacia el liberalismo y el marxismo, que buscaba recuperar la nacionalidad y
defender la espiritualidad propia de la civilización occidental y cristiana43.
40 Movimiento Nacional Socialista de Chile. 1932. Declaraciones fundamentales, plan de acción, organización,
programa, Santiago de Chile, p. 16.
41 Sobre Jorge González Von Marées, Ricardo Boizard tiene una particular descripción: “Como quiera que sea, no es
la oratoria de González Von Marées (oratoria fría, abstracta, conceptuosa) lo que caracteriza a los jefes nazistas y
fascistas en que se inspira. (…) A veces hemos pensado que González Von Marées fué(sic) más escuchado en la
Cámara por la explotación del escándalo que por el interés a sus discursos. La amenidad no la daba el orador, sino
sus víctimas.”. En Boizard, Ricardo. 1948. Voces de la política. El púlpito y la calle, Santiago de Chile, Editorial del
Pacífico, pp. 40, 41.
42 Jobet, Julio César. 1955. Ensayo crítico del desarrollo económico social de Chile, p. 196.
43 Moller, Magdalena. 2000. El movimiento nacional socialista chileno (1932.1938), pp. 17, 18, 21.
44 Movimiento Nacional Socialista de Chile. 1932. Declaraciones fundamentales, plan de acción, organización,
programa, p. 18.
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45 Ibíd., p. 19.
46 Sobre la concepción nacista del mundo y la sociedad, Ricardo Boizard ironiza refiriéndose a González Von
Marées: “Cada nacista se ha sentido atraído por este hombre de sinceridad, cosa que nadie puede discutírsela ni
negársela. El(sic) cree firmemente que la sociedad actual está envenenada en sus cimientos. Cree que la civilización
en que vivimos llegó al límite de la decadencia. Afirma que solo una gran labor creadora podrá levantar de sus
cenizas al hombre y que solo el nacismo será capaz de esta labor creadora. Se encuentra íntimamente convencido
de su vocación política y no comprende que se pueda vivir en nuestro país al margen de su voluntad. Una fe(sic)
tan firme y tan exteriorizada, naturalmente conmueve y sugestiona aunque la elocuencia no sea tan perfecta como
esa fe(sic).”. En Boizard, Ricardo. 1948. Voces de la política. El púlpito y la calle, p. 42.
47 Concepto de utiliza el historiador Sergio Grez para denominar a las ideologías emancipatorias. En Grez, Sergio.
2011. Magno Espinoza. Pasión por el comunismo libertario, Santiago de Chile, Editorial USACh, p.19.
48 Venegas, Diego. 2017. Una relación dialéctica. Socialistas y comunistas en Chile (1933-1948), Chillán, Universidad
del Biobío, Tesis para optar al grado de Magíster en Historia de Occidente, p. 63.
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49 Tal como plantea Robertson, una “minoría selecta”. En Robertson, Erwin. 1986. El Nacismo chileno, p. 42.
50 Díaz, José. 2016. El movimiento nacional socialista o el nazismo con “c”, pp. 75-76.
51 Ibíd., p. 77.
52 Tal como se definió décadas después el Frente Nacionalista Patria y Libertad. Cfr. Rodríguez, Pablo. 1971.
chilena habrían demostrado sobriedad y visión de país, y los sectores populares habrían sido
educados para su misión de servir al Estado. Esto habría tenido como resultados la gloria
económica, política y militar –victorias en las guerras contra la Confederación Perú-Boliviana y
del Pacífico–, aún a costa de la vida de Portales, el cual se habría inmolado por la gloria de la
patria, debido a su asesinato54; 3. La época portaliana habría llegado a su fin, de la mano de su
éxito militar. La llegada de grandes cantidades de dinero, producto de la victoria militar contra
las naciones adyacentes, habría corrompido la aristocracia chilena, volcándola en un sector
egoísta y centrado en el enriquecimiento personal, y no nacional. Bajo este escenario, la
aristocracia habría asesinado al último portaliano: el presidente José Manuel Balmaceda en la
guerra de 1891. De ahí en adelante, los sectores dominantes habrían gobernado sin una visión
nacional, sino individual, y sin contrapeso. Ya en la década de los veinte quien habría puesto
en tela de juicio esta situación habría sido el presidente Arturo Alessandri, intentando dejar
atrás la “época corneliana”55, pero su carácter de caudillo habría de superarlo. Ante lo cual, los
militares habrían entrado en escena, y fieles a los más hondos sentimientos portalianos,
liderados por Carlos Ibáñez del Campo, habrían recuperado para Chile la gloria, el progreso
material, y la visión de destino. Sin embargo, la inexperiencia política de los militares e Ibáñez,
habría facilitado su caída, y con ello el regreso de la época de los caudillos y los “cornelios”56.
En conclusión, la historia de Chile transitaría en una honda crisis no solo económica, sino
también de visión de destino nacional, y una crisis espiritual, que de una forma u otra, minaría
las bases espirituales y materiales de la cultura cristiana en Chile57. Bajo esta lectura de la
trayectoria histórica de Chile, los nacistas intentaron justificar su ingreso a la historia y su
propuesta política, más aún, hasta les permitió realizar una lectura de la situación política de
su tiempo presente, tal como expuso Jorge González:
54 Ídem.
55 La época “corneliana” fue llamada por el político Cornelio Saavedra, sindicado como un ejemplo del político
preocupado de la ganancia personal, avaro y mediocre. En Ibíd., pp. 5-6.
56 Ibíd., pp. 4-5.
57 Corvalán, Luis. 2015. “Identidad, ideología y política en el Movimiento Nacional Socialista de Chile, 1932-1938”,
En función de lo anterior, los nacistas conciben una sociedad estratificada en clases, pero
no bajo una interpretación canónica desde el marxismo que la entiende desde un
antagonismo, sino desde la perspectiva de la colaboración y la responsabilidad de clases59.
Pues claro, los nacistas entienden al individuo como un “servidor del Estado”60, propio de la
noción de socialismo que tenían, y de una ética que se basaba en la disciplina. La aristocracia
debía tener un alto sentido de su misión histórica, y una ética acorde al desafío de regir los
destinos del país. Bajo esa lectura los nacistas proponían crear una nueva aristocracia61 que
tenga interiorizada la honestidad y la justicia social. Consideraban que los más idóneos para
llevar a cabo el recambio de la aristocracia eran sus cuadros, ya que según ellos, solo los
militantes nacistas tendrían las virtudes que están definidas por el amor al trabajo, una actitud
abnegada –o espíritu de sacrificio como ellos lo denominan– honestidad y patriotismo.
En el caso del pueblo –o masas populares, otro calificativo que utilizaban– el nacismo tenía
dos principales nociones: sus deberes y sus derechos.
Este punto es interesantísimo, puesto que identificaban dentro de las masas populares los
diversos oficios y profesionales que podían existir en la época, por ende, dentro de este grupo
podían estar circunscritos tanto obreros, como abogados, científicos, y otras disciplinas y
empleos. La visión de disciplina social muy arraigada en la concepción nacista de la sociedad y
de las clases sociales, les permitió establecer responsabilidades concretas a cada rubro y área
productiva, las que coordinadas y compenetradas darían curso al desarrollo económico
nacional, es por ello, que los nacistas consideraban que los diversos trabajadores debían
“honrar” a sus respectivos trabajos, tal como mencionaban: “No es el puesto el que debe
prestigiar el puesto. Lo esencial no es ser obrero, ser abogado o ser político, sino que saber
ser obrero saber ser abogado saber ser político. Saber serlo y tener orgullo de serlo”62.
Es así que las masas populares, al prestigiar sus respectivos puestos de empleo, servían al
Estado, formando y dándole vida.
Cada clase debía cumplir una función, de la cual emanaban deberes concretos: la
aristocracia tenía el deber de gobernar; y las masas populares el deber de ser gobernados,
producir y servir al Estado. En este sentido, los nacistas tenían una lectura de la sociedad que
les permitió identificar dos principales clases bien definidas, no obstante a diferencia del
marxismo, no buscaron subvertir el orden de clase, sino darle un sentido y una misión.
59 Díaz, José. 2016. El movimiento nacional socialista o el nazismo con “c”, pp. 20-21.
60 Movimiento Nacional Socialista de Chile. 1932. Declaraciones fundamentales, plan de acción, organización,
programa, p. 19.
61 González Von Marées, Jorge. 1936. Pueblo y Estado, p. 6.
62 Los nacistas constantemente reafirmaban el rol social que tenía cada una de las áreas productivas, propio de su
visión orgánica del Estado muy propia de las spenglerianas. En Ibíd., p. 19. Las negritas son parte del texto citado.
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Sin perjuicio de lo anterior, el sujeto de cambio, aquel que habría de construir la sociedad
nacista no sería una clase determinada, a pesar de que tenían una concepción claramente
estratificada, sino el impulso de cambio estaría sujeto al propio pueblo chileno, a la
nacionalidad, la cual asumiendo sus diferencias de clase, y las responsabilidades inherentes a
las condiciones sociales y económicas, colaboraría estrechamente como un solo cuerpo, para
construir la sociedad nacista. Esto explica el carácter pluriclasista del mismo movimiento,
existiendo en su seno, una reproducción de su misma concepción de sociedad, alcanzado el
liderazgo los militantes de sectores más acomodados, como el mismo González Von Marées y
Keller.
Sin embargo, ¿a quién cabía la responsabilidad de liderar el proceso, y de estar por sobre la
“minoría selecta”? ¿Acaso un dictador o un caudillo? Evidentemente, la crítica al sistema de
partidos, y la historia inmediatamente precedente al surgimiento del nacismo, habían tenido
presencia tanto de dictadores –como Ibáñez– y caudillos –como Alessandri– que según los
nacistas, gobernaban para sí63. ¿Qué proponían entonces? La figura del “jefe”, el cual
representaba un símbolo64, de la nacionalidad y de la idea fuerza del nacismo. Había en esta
figura un liderazgo no solo político, sino también espiritual.
Complementando este punto, Erwin Robertson plantea que la concepción de Estado en el
nacismo criollo sería independiente de todo interés clasista, y se levantaría como una
organización completamente autónoma de las fuerzas de trabajo65. La pertinencia del
concepto “clase” o no, podría llevar a múltiples interpretaciones sobre el ideario nacista. Por
lo mismo, es necesario explicitar que el uso del concepto clase en los documentos nacistas,
más que compartir una concepción marxista, apela a una identificación de las diversas áreas
productivas, profesiones y oficios –el uso del concepto “gremio”, que más adelante se
analizará– es decir, los nacistas identifican una segmentación de la sociedad, no de forma
crítica, ni tampoco reducida exclusivamente a su rol y/o apropiación de los medios de
producción, sino desde el punto de las responsabilidades políticas y sociales, y su acción
orientada a buscar prosélitos, iba en la misma dirección: dirigentes y dirigidos, ingenieros y
obreros, médicos y enfermeros, intelectuales y profesores, tal como se explica en la cita de
González Von Marées, el “saber ser…”.
66 Vanguardia Popular Socialista. 1939. Declaración de Principios de la Vanguardia Popular Socialista, Santiago de
Chile, Editorial Vanguardia, p. 3.
67 Ibíd., p. 5.
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buenos ojos el avance y robustecimiento del movimiento obrero68. A pesar de que las bases
militantes descritas se sintieran mejor interpretadas con una concepción –y programa
político– que no cuestionase las relaciones capital-trabajo, la concepción espiritual y de
responsabilidad social mermó la inserción del nacismo en los sectores populares.
La consigna de “hombres, antes que programas”69 daba cuenta de la real vocación de
flexibilidad teórica, algo muy propio de las organizaciones nacionalistas y populistas. El hecho
de buscar la dignificación de las profesiones y oficios, y el rol de los trabajadores en el
desarrollo nacional nos permite reafirmar el hecho de que su visión constituía una aspiración
genérica, no posiciones concretas referidas al sindicalismo, ni al rol de los sindicatos. No
obstante, es preciso mencionar que gran parte de su repulsión hacia los esquemas y
programas rígidos, no se debía solamente a una concepción consciente de flexibilidad, sino
una crítica a las concepciones, que ellos concebían como “dogmáticas” de la sociedad,
puntualmente, el liberalismo y el comunismo.
A pesar de los planteamientos generales, algunas opiniones concretas permiten
desentramar la posición que tenían respecto a los trabajadores, sus derechos y las
organizaciones sindicales.
Los aspectos de la doctrina nacista que refieren a la problemática sindical son muy
tangenciales, y se caracterizan por posicionarse desde la crítica y la lógica del deber, muestra
de ello son: 1. La crítica al asambleísmo, en el cual consideran que impera la demagogia, la voz
más pasional, y no el análisis mesurado y reflexivo, que se atiene a las consecuencias de las
decisiones políticas que ellos someten a votación. Esta crítica al asambleísmo, no la
circunscriben solo a las organizaciones sindicales, sino también a las organizaciones políticas
en general70; 2. La instrumentalización del término “justicia social”, que según los nacistas, ha
sido principal herramienta del “divisionismo” de clases –en referencia al marxismo–,
explotando “los dolores y sufrimientos del pueblo con fines demagógicos”71. Ellos veían una
alianza entre el capitalismo y “el comunismo moscovita”: los primeros explotaban, y los
segundos, so pretexto de redención, anarquizaban la sociedad; 3. Visión de los “gremios”.
Sobre ellos, los nacistas veían que no cumplían un rol de protección de los trabajadores, ni
tampoco de contribución al desarrollo nacional. En efecto, los nacistas consideraban que
respondían a intereses del caudillo de turno, y a lo más, a intereses exclusivos del sector
productivo que representaban. No veían que estuvieran dentro de un engranaje social, sino
más bien, una absoluta falta de coordinación. Ante ello proponían la integración de los
68 Cassigoli, Rossana. 2013. “Sobre la presencia nazi en Chile”, en Acta Sociológica, Nº 61, México D.F., p. 170.
69 Movimiento Nacional Socialista de Chile. 1932. Ideario nacista, Santiago de Chile, Imprenta Cóndor, p. 6.
70 Ibíd., pp. 9-10.
71 Todo intento de denuncia, y exposición de las miserias de la clase trabajadora chilena, era vista por el nacismo
como demagogia y herramienta de división, alimento de autodenominados “redentores”. En Ibíd., pp. 13-14.
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gremios al Estado, siendo vigilados por este, y estando en correlato con el desarrollo
económico chileno.
La visión nacista de los gremios es lo más cercano a una visión sindical concreta, y es
también una de las posiciones que más revela su cercanía a los fascismos europeos. Los
nacistas, al igual que sus influencias europeas, veían al trabajador como la base del engranaje
social72, mediados por los gremios ante el Estado, a través del cual podían canalizar sus
demandas.
Sobre los derechos de los trabajadores no tenían posiciones claras, más allá de que se
pudiese desprender que así como el trabajador tenía el deber de servir al Estado, este tenía el
deber de asegurar una vida digna, acorde a su función social, tanto al obrero como al
trabajador intelectual.
En definitiva, los nacistas concebían las organizaciones de trabajadores dentro de la
sociedad, no a través de los sindicatos propiamente tal, sino mediante los gremios, o
corporaciones73. Sobre este punto, hay visiones disímiles, ya que por un lado se defiende el
corporativismo, a veces de forma crítica, pero Keller por otro lado defiende el
cooperativismo74.
Sobre este último punto, Robertson plantea que los nacistas concebían el corporativismo,
desde una concepción de encuadres, tanto sindical como corporativo. En el caso del encuadre
sindical, sería la base de la estructura integrada por sindicatos de asalariados y cámaras
económicas de patrones; a esto le seguirían las corporaciones propiamente tal, por rama
72 “Partiendo del principio, para nosotros indiscutible, de que los gremios habrán de constituir la base de la
organización del estado del futuro, nuestro movimiento está dirigido a obtener que los organismos gremiales
actúen, no como generadores aislados e inmediatos de los poderes del Estado, al estilo de las agrupaciones
políticas liberales, sino que como elementos, perfectamente equilibrados, de un conjunto político superior,
representativo de los altos intereses nacionales. Los gremios pasarán, en otras palabras, a constituir las células
vitales del Estado, dentro del cual todos ellos actuarán en un ritmo único de expansión y de vida.”. Ibíd., p. 38.
73 Robertson, Erwin. 1986. El Nacismo Chileno, p. 35.
74 Años después, Carlos Keller hizo una defensa del cooperativismo contra sus detractores, en un libro que
constituye una de sus principales propuestas económicas, después de haber concluido la experiencia nacista. En
Revolución en la Agricultura Keller desmenuza el carácter de la economía chilena, y los aspectos sociales y políticos
que inciden en ella. Sobre el cooperativismo en particular refiere: “Entre muchos agricultores, el cooperativismo es
considerado con desdén, como algo de gente menuda, como una forma de organización popular que en Chile
generalmente fracasa, o que tiene que luchar desesperadamente contra administradores fraudulentos. En realidad,
tratando de las cooperativas en sí, no hay ningún motivo para mirarlas con ese menosprecio. Han sido ideadas
como una forma de organización económica que se sale del marco de todas las restantes: les falta el “alma
capitalista”. En efecto, todas las demás sociedades –comerciales, de responsabilidad limitada (…)- tienen la
particularidad de realizar una finalidad en sí: se aportan capitales con el objetivo de organizar una empresa de
producción o comercio para ganar dinero.” En. Keller, Carlos. 1956. Revolución en la Agricultura, Zig-Zag, Santiago
de Chile, pp. 497-498.
78
responsables. En Droguett, Carlos. 1940. Los asesinados del Seguro Obrero, pp. 27-40.
78 Chile, junto Francia y España fueron los únicos países del mundo en que logró vencer la política de los “Frentes
79 Cabello, Antonio. 2000. “El Nacional-Socialismo chileno. Breve sinopsis”, en Pharos. Arte, ciencia y tecnología,
Vol. 7, Nº 2, Santiago de Chile, pp. 82-83.
80 Keller, Carlos. 1931. La eterna crisis chilena, Santiago de Chile, Editorial Nascimento, p. 56.
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sistema. A ello se debe agregar el reciente regreso al camino democrático, que se había
iniciado recién en 1932, el mismo año de fundación del movimiento nacional socialista, en
donde el temor a un nuevo golpe de Estado, y una dictadura estaba muy presente.
Si bien es cierto la composición política y doctrinaria del nacismo chileno fue variopinta, se
ha expuesto en este trabajo que hay tres principales elementos: los sectores ibañistas que
dotaron de gran parte a la militancia nacista; el fascismo, que dotó de una propuesta
ideológica a la problemática económica y estructural del Estado; y el nacionalismo, que sirvió
de base doctrinaria y de ethos. Estos tres elementos conjugados, y relacionados entre sí,
fueron la base sobre la que se construyó el nacismo, y con ello el sujeto de cambio y las
organizaciones de trabajadores.
Sobre estos dos puntos, la concepción sobre el sujeto de cambio habría estado
condicionada por criterios de nacionalidad, sin perjuicio de reconocer la existencia de clases
sociales distintas, las que lejos de estar susceptibles a un enfrentamiento por la hegemonía –
lucha de clases– habrían de colaborar bajo responsabilidades y derechos bien definidos. En
este punto, el nacismo naturalizaría la estructuración de la sociedad, pero dotándola de
sentido y en directo relato con la propuesta de construcción de sociedad. He aquí una
diferencia con el liberalismo y el resto de las derechas, en las cuales las clases acomodadas, no
asumían un rol o responsabilidad social.
El nacismo se explicaría como una necesidad de sectores de la sociedad por generar una
cohesión social –interclasista inclusive– apelando a un sentimiento o concepto que
trascendiera la reafirmación y confrontación de clases, producto de la dura desigualdad que
se vivía en Chile post-crack del 29’.
Otro punto que es necesario comentar sobre el sujeto de cambio, es la incidencia del
Estado en la construcción de este mismo sujeto, es decir, la nacionalidad habría sido parte de
la construcción del mismo Estado. Los grandes personajes –Portales concretamente– habrían
tenido directa relación a lo anterior. El nacismo no disoció el nacionalismo con un Estado-
centrismo. Es aquí donde se evidencia la mezcla entre nacionalismo y conservadurismo social.
Sobre el sujeto de cambio, y con ello quienes serían potencialmente militantes, lo explica la
concepción nacionalista que provenía del ibañismo, más allá del diálogo fluido que pudiese
establecerse con el fascismo. En este punto, los nacistas mostraron su estrecho vínculo con la
tradición nacionalista y conservadora chilena, en donde gobiernos como el ibañista y el
portaliano, realzaban la autoafirmación de nación, trascendiendo clases sociales. En otras
palabras, los nacistas recogían y se hacían herederos de esa trayectoria política.
Tal como se ha expuesto en el artículo, en sí la propuesta corporativista no era en absoluto
original, ni patrimonio exclusivo de los nacistas, peor aún, les valió ser homologados con el
nazismo alemán, más allá de las coincidencias. Sin embargo, el nacismo buscó imprimir un
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sello propio a cada elemento extranjero que adoptaron, ejemplo de ello es el mismo concepto
de “encuadramiento”, y distancia hacia el corporativismo libre.
Sobre las organizaciones de trabajadores, es manifiesta la influencia fascista, por la propia
concepción corporativista. Sin embargo, no hay una propuesta de acción inmediata sobre las
organizaciones ya existentes –sindicatos, mutuales, etc.–. Aun así, no deja de ser interesante
la propuesta de encuadramiento sindical –tal vez lo más cercano a una política sindical–, la
cual no incluye solo a los asalariados, sino también a los patrones. Sin excepción, todos debían
organizarse, y tener representación ante el Estado, y dentro del Estado.
Concluyendo, el nacismo podría ser considerado como una expresión heterodoxa, aún
más, una síntesis entre tres concepciones doctrinarias, que lograron dialogar bien, como el
nacionalismo, conservadurismo social, y el fascismo; tal como se pudo apreciar en la
concepción sobre el sujeto de cambio y en las organizaciones de trabajadores. Lo amplio del
nacionalismo, lo hizo vincularse con izquierdas y derechas, en una época donde el debate no
se traducía exclusivamente entre capitalismo o comunismo, sino entre internacionalismo y
nacionalismo. En este punto, los nacistas concebirían el nacionalismo desde una posición
conservadora y no de izquierdas como el Partido Socialista.
No obstante, la doctrina nacista y su programa no lograron permear la sociedad chilena, ni
siquiera con la matanza del seguro obrero, en donde se dio lugar la última gran ironía del
movimiento: jóvenes que buscaron ante todo evitar el avance del marxismo y la izquierda,
fueron muertos por un presidente de derecha, al grito de “¡nuestra sangre salvará Chile!”,
logrando el triunfo del candidato de izquierda, abriendo un nuevo capítulo en la historia del
movimiento obrero y de tercio politico en Chile.
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