Experiencias Cercanas A La Muert1
Experiencias Cercanas A La Muert1
Experiencias Cercanas A La Muert1
INTRODUCCION
Durante las últimas décadas, un fenómeno se ha convertido en el centro de la
discusión acerca de la supervivencia después de la muerte. Las experiencias
cercanas a la muerte o ECM parecen proveer evidencia de la supervivencia en
conjunto con las comunicaciones mediúmnicas y otros fenómenos relacionados,
como es el caso de las apariciones de personas fallecidas.
Hasta el momento muchos pacientes han sufrido la llamada "muerte clínica" y tras
ser declarados fallecidos por los médicos han regresado a la vida a los escasos
diez, quince o más minutos. Según los estudios, las experiencias cercanas a la
muerte tienen características similares, independientemente de la formación
cultural, intelectual o económica de los pacientes y son independientes de la edad.
Hasta incluso los niños, que no están todavía condicionados por ninguna idea
concreta, y han sufrido una ECM, relatan los mismos hechos.
ANTECEDENTES
El estudio se inició como una encuesta elaborada por Parra y Cia y proporcionada
al público nacional e internacional desde el sitio web de Alipsi
http://www.alipsi.com.ar/.
De 154 personas (el 79% de la muestra total) el 54,55% de la misma oyeron voces
en estado de vigilia 28,5% a punto de dormirse (efecto hipnagógico) y el 17% al
despertarse (efecto hipnopómpico). Estos dos últimos rara vez significan
desestructuración de la personalidad, sino más bien efectos neurológicos
asociados al lobulo prefrontal entre otros y vinculados a estados del sueño
fisiológico. No es así en cambio con el estado de vigilia… efecto que debe
evaluarse seriamente para determinar la existencia o no de esquizofrenia, por
distintos medios clínicos y biológicos(como por ejemplo dosaje de dopamina o
evaluación de equilibrio glutamato-dopamina entre otros).
b- Rasgos afectivos: a los rasgos afectivos producidos por la experiencia se
los subdividió para un mejor estudio en:
1- Afectividad positiva: predominan sentimientos de gozo paz y plenitud
2- Afectividad negativa: a medida que transcurre el tiempo, sentimientos
como desinterés, depresión y angustia comienzan a parecer en mayor
medida.
3. Aparece una figura hacia el final del túnel; es hermosa, blanca o transparente,
tiene una cualidad intensamente amorosa. Algunas veces hay paisajes, voces o
música.
5. Parece ser que los padres, y amigos difuntos son quienes vienen a su
encuentro. Se encuentran con familiares o amigos anteriormente fallecidos,
experimentando inmensa alegría. Todos hablan de las tareas que desarrollan en el
mundo espiritual, de la necesidad de continuar estudiando, evolucionando,
trabajando, y de que los lazos familiares no se rompen, más bien al contrario, se
fortalecen.
6. Puede ser una presencia o una voz que se identifica según las creencias
religiosas de cada uno: Jesús, un ángel, Buda. En este momento se establece un
diálogo sin palabras con este ser que parece conocer todo del moribundo. Ese ser
divino les muestra los errores y aciertos de la existencia corporal.
No todas estas fases se presentan en todas las ECM, más bien son categorías
generales que permiten definirla dentro de algunos parámetros, ya que la mayoría
de quienes las han vivido tienen dificultad para dar una descripción.
Para lograrlo monitorean a las personas que sufren paro cardiaco porque la
experiencia que tienen algunos de ellos puede ser la forma de entender este
fenómeno que en el momento de dejar este mundo, quizás nos ocurra a todos
nosotros.
Sabemos poco del cerebro y menos aún cómo hace para tener conciencia y si
ésta puede existir separada del cuerpo.
El libro “Vida después de la Vida” de Raymond Moody Jr., que describe 150
testimonios de personas que tuvieron ECM, relata lo que sintieron en los
momentos posteriores a esta vida, que pueden ser parecidas o diferenciarse
según el entorno socio cultural al que pertenecen.
Algunas descripciones que pueden coincidir en algunos sujetos son las siguientes:
A pesar de las deficiencias que tenía esta investigación, causó gran conmoción y
el libro se convirtió en un best seller.
Kenneth Ring, Psicólogo, quedó impresionado con este libro pero luego descubrió
que no tenía una base sólida seria, por lo tanto decidió escribir su propio libro “Life
at Death” o Vida en la Muerte, y demostró que el 60% de las personas que
fueron encuestadas que habían sufrido una ECM, habían sentido paz y sólo
el 10% había experimentado el túnel de luz.
En la década de los años ochenta, en Estados Unidos, otra encuesta realizada a
personas que habían sobre vivido el trance de la muerte y que volvieron a la vida,
demostró que el 15% tuvo una experiencia de este tipo y que en mayor proporción
la habían experimentado los hombres, sin distinción de razas, con excepción de
los caucásicos, entre sujetos que no tenían formación secundaria y mayores de 50
años.
Se constató que estas experiencias eran más frecuentes en pobladores del Oeste
de Estados Unidos, en personas pobres y de religión protestante. Pero no todos
tuvieron el núcleo total de la experiencia, o sea el sentimiento de paz, la salida del
cuerpo y la llegada a la luz.
En 2001, Knoblanch, psicólogo alemán, realizó una investigación similar y pudo
detectar que sólo el 4% experimentó una ECM, pero los voluntarios que
participaron eran más jóvenes y sólo la mitad estuvo en verdadero peligro de
morir.
Con respecto a la similitud de las experiencias Knoblanch constató que los
alemanes del Este veían más túneles y menos luces brillantes que los del Oeste.
En este caso, las mujeres experimentaron esta experiencia en mayor proporción
que los hombres, aunque los varones las superaron en cuanto a las vivencias de
imágenes de todas sus vidas.
Un estudio en la Universidad Western Nuevo México en Estados Unidos de ECM
de los mormones muestra que ellos tienen vivencias diferentes. Uno de ellos vio
hombres y mujeres actuando en un mundo perfectamente organizado, siguiendo
un plan de acción. En general los mormones ven han visto una ciudad de luz con
parques, lagos, edificios, etc.
En India estudiaron 16 casos que vieron a sus seres queridos fallecidos y figuras
religiosas; y que un guía los llevaba de una realidad a otra, mientras otra persona
controlaba en un libro si debían estar allí o no.
En Melanesia viven la experiencia de caminar por un sendero solos hasta una
aldea y al llegar, alguien les pide que lo sigan, hasta que escuchan una voz que
les advierte que deben volver porque aún no es el momento.
Las experiencias de los distintos ámbitos socioculturales cambian, en lo que se
relaciona con las creencias pero también parecen ser similares en lo básico.
En esta vida todos tenemos una percepción del mundo diferente y depende de lo
que creemos, es probable que al morir nos llevemos también nuestra forma de
pensar y nuestro propio mundo y a cada uno le espere lo que crea; y si no cree en
nada no experimentará nada.
Todavía le queda al hombre de ciencia un largo camino que recorrer y ya no nos
asombra que se dediquen al estudio de este tema en forma científica, que hasta
hace muy poco pertenecía estrictamente al campo de lo esotérico o lo religioso.
Kenneth Ring es considerado la mayor autoridad mundial en el estudio de las
Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM). Es Profesor Emérito de Psicología en
la Universidad de Connecticut y, desde 1980, co-fundador y ex presidente de la
Asociación Internacional de Estudios sobre Experiencias Cercanas a la Muerte
(International Association for Near-Death Studies, IANDS). Ha sistematizado el
campo de las llamadas ECM que los doctores en Medicina Elizabeth Kübler-Ross
y Raymond Moody habían descrito desde un punto de vista más testimonial y
anecdótico que científico.
En 1978, mientras preparaba “Life at Death” (“La vida en la Muerte”, 1980), donde
había abordado los casos clásicos de ECM, le sorprendió descubrir que había una
serie de casos que “iban más allá de los que había observado anteriormente”.
Eran personas que “habían llegado más lejos en el camino de las ECM”. Así llegó
a la conclusión de que la clave para comprender a estas experiencias era
estudiar los efectos posteriores (1). Para estudiar más a fondo este aspecto de
la cuestión emprendió el llamado “Proyecto OMEGA”. En su libro de 1992, titulado
precisamente “The Omega Project: Near-Death Experiences, UFO Encounters,
and Mind at Large”, prologado por el novelista Whitley Strieber, compara las
experiencias de ECM con los casos de de “abducción alienígena” (personas
que aseguran haber sido raptada por los ocupantes de los OVNIs (2). El
Proyecto Omega, en cuyo desarrollo Ring contó con la colaboración de
Christopher Rosing, consistió básicamente en comparar dos grupos de personas
con experiencias anómalas (presuntos abducidos por OVNIs de un lado y
personas que afirmaron haber vivido una ECM del otro), a fin de establecer cuáles
eran las características de las personalidades de los sujetos, como así del efectos
que había causado en sus vidas tales experiencias. Los protagonistas de uno y
otro grupo fueron confrontados con grupos de control formados por interesados en
cada tema. Y hallaron una serie de significativos paralelismos entre ambos
grupos (sensibilidad desde la niñez a vivir sucesos extraordinarios, traumas
infantiles o una historia de abusos sexuales, etc.). Por eso especularon que
ambos fenómenos podrían tener un origen común. También descubrieron
correspondencias semejantes respecto de la evaluación positiva que hicieron los
protagonistas de ambas experiencias, centrada, generalmente, en cambios que
tienen que ver con una expansión espiritual, psíquica y moral. Bruce Greyson, del
departamento de Psiquiatría de la University of Virginia Health System, en
Charlottesville (EEUU), es el autor, y único investigador, de un trabajo que publicó
la revista The Lancet en el que se analiza la frecuencia de los síntomas
disociativos en las personas que han estado cerca a la muerte.
Los síntomas van desde experiencias que no tienen ninguna causa
patológica como las ensoñaciones diurnas o la amnesia psicogénica, hasta
la personalidad múltiple propia de algunas enfermedades psiquiátricas. En
los últimos años, los científicos se han sumergido en el estudio de las causas del
NED (en EEUU, existe una federación para la investigación de las experiencias
cercanas a la muerte), mientras que en muchas sociedades se sigue creyendo
que las vivencias antes de la muerte son la prueba de que hay otra vida después
de ésta. Y de todas, las más comunes son: el cuerpo se desdobla y flota, visión de
luz blanca intensa, sensación de que no hay tiempo ni espacio o imágenes rápidas
sobre los acontecimientos más importantes de una vida.
Los investigadores de las ECM han encontrado que los casos de disociación
también han sido descritos por varios grupos de personas como prisioneros,
víctimas de agresiones y personas que han sufrido un secuestro. Greyson realizó
un cuestionario a 96 personas que aseguraron haber estado cercanas a la muerte
y reconocieron haber experimentado una disociación, así como a otros 36
pacientes que, aunque estuvieron en esta misma situación, afirmaron no haber
pasado por este trance. El cuestionario (escala de NED, con 28 parámetros)
permite conocer la profundidad del NED y establecer los síntomas disociativos
(que se valoraron como alta y baja disociación).
EXHIBICIÓN 10.1
Elementos comunes y recurrentes en experiencias cercanas a la muerte en adultos
(Moody, 1975, 1977)
DISCUSION
Las experiencias cercanas a la muerte o ECM son percepciones del entorno
narradas por personas que han estado a punto de morir o que han pasado por una
muerte clínica y han sobrevivido. Hay numerosos testimonios, sobre todo desde el
desarrollo de las técnicas de resucitación cardiaca, y según algunas estadísticas,
podrían suceder aproximadamente a una de cada cinco personas que superan
una muerte clínica. Ciertos trastornos epileptiformes del lóbulo temporal se han
asociado con la aparición de sentimientos místicos, los mismos que en la ECM. Y
esta región cerebral es especialmente sensible a la anoxia que ocurre en una
situación de hipoperfusión, lo cual apoyaría la teoría.
PSICOPATOLOGÍA
Es notorio que, más allá de los estudios retrospectivos que los protagonistas de
experiencias cercanas a la muerte han mostrado la mayoría de ellos ser
psicológicamente individuos saludables que no difieren de aquellos que no
tuvieron la experiencia en grupos comparativos en mediciones de salud mental
(Gabbard & Twemlow, 1984; Greyson, 1991; Irwin, 1985; Locke & Shontz, 1983).
Sin embargo, las ECMs han sido especulativamente ligadas a condiciones
psicopatológicas severas.
Disociación
Las ECMs tienen una semejanza con los síntomas de autoscopía, los cuáles han
sido documentados en asociación con una variedad de lesiones cerebrales. Sin
embargo, las ECMs difieren de los fenómenos autoscópicos en que la propia
observación de los puntos de percepción es experimentada como fuera del cuerpo
físico, desde cuya perspectiva el individuo ve su propio cuerpo físico inactivo, en
contraste con la autoscopía, la cual involucra visiones de un aparición activa de un
“doble” (Gabbard y Twemlow, 1984).
Las ECMs también tienen similitudes superficiales con las alucinaciones inducidas
por sustancias psicoactivas, como la sensación de movimiento a través de túneles
oscuros, y visiones de luces brillantes, pero son más complejas que la mayoría de
las imaginerías mentales inducidas por drogas, y están a menudo más dotadas
con significados personales (Bates y Stanley, 1985), y a menudo ocurren en
ausencia de sustancias psicoactivas.
Las experiencias espirituales como las ECMs peden diferenciarse claramente de
al menos algunos breves trastornos psicóticos por sus ataques agudos seguido de
una precipitación de estrés y junto a buen funcionamiento premórbido de los
protagonistas y una actitud exploratoria positiva hacia la experiencia (Lukoff,
1985). El DSM IV advierte contra confusiones de síntomas de breves trastornos
psicóticos con experiencias religiosas que no deben ser percibidas como
patológicas (Asociación de Psiquiatría Americana, 1994, p. 643)).
Un diagnóstico de trastorno por adaptación no es apropiado para casos de
problemas relacionados con la ECM en los cuáles se requieren síntomas
emocionales o de comportamiento en presencia de excesos de reacciones
normales al estrés. La ira, depresión, y las dificultades personales, que pueden
acompañar las ECMs son apropiadamente consideradas como respuestas
esperables a situaciones tumultuosas y no deberían ser consideradas como
trastornos por adaptación sino más bien como duelos normales. Lukoff y col.,
1992). Finalmente, la ocurrencia de ECMs virtualmente en algún punto del ciclo
de la vida desde la infancia a la vejez es un argumento en contra de los
diagnósticos de problemas en determinadas fases de la vida.
Así, aunque los relatos de experiencias cercanas a la muerte tienen alguna
similitud con algunos síntomas de enfermedad mental, las ECMs, y sus secuelas
son prontamente distinguidas de la enfermedad mental en su fenomenología,
antecedentes, y efectos posteriores. Es plausible entonces asumir que pueden ser
distinguidas en su etiología y respuesta a variados tratamientos. Tomando en
cuenta el etiquetamiento del nuevo diagnóstico de problemas religiosos y
espirituales puedan guiar a la clínica hacia un diagnóstico relevante y a una
literatura de tratamiento (Turner y col., 1995) y minimizar o prevenir sufrimientos
innecesarios como resultado de un diagnóstico desacertado y un cuidado
inapropiado (Bowen, 1974; Greyson, 1996; Greyson & Harris, 1987). El DSM IV
permite la opción de diagnosticar problemas religiosos o espirituales aunque estos
aparecen relacionados a un trastorno mental, con tal de que estos sean lo
suficientemente severos para garantizar atención clínica independiente. Cada
caso levanta cuestiones no sólo de diagnóstico diferencial de las condiciones
comórbidas sino también la relación causal entre ellos; así que, o las ECMs
pueden predisponer hacia ciertos trastornos mentales o ciertos trastornos
mentales pueden predisponer hacia problemas espirituales en los protagonistas de
experiencias cercanas a la muerte. Investigaciones posteriores son necesarias
para refinar los diagnósticos base, pero la falta de criterios diagnósticos
diferenciales definidos en el momento presente no debería evitar reconocer las
ECMs como condiciones diferentes de trastornos mentales (Greyson, 1977).
Esta dicotomía entre estados cerebrales y el origen de las ECMs ha sido ilustrado
por dos analogías contrastantes. En un modelo Siegel (1980, pp. 926-927) aplicó
la teoría de Jackson de una descarga perceptual de alucinaciones a las ECMs: si
la conciencia persiste mientras la entrada sensorial es reducida, las imágenes
originadas en el cerebro son percibidas si fueran originadas por los sentidos. En la
analogía de Siegel, una persona mira hacia una ventana. En plena luz del día, la
persona ve el jardín y no el interior de la habitación. Cuando el crepúsculo se
acerca, sin embargo, las imágenes de objetos en el cuarto iluminado son
oscuramente reflejadas en la ventana, y el observador puede focalizar o sobre el
jardín externo o por reflexión en le habitación interna. Cuando cae la noche, el
interior del cuarto iluminado es vívidamente reflejado en la ventana, y parece estar
afuera. Ring (1997, p. 118) ofreció un modelo alternativo de las ECMs basado en
el concepto de James (1902/1958, pp. 378-379) de diferentes formas de
conciencia: Una entrada sensorial es reducida, otra realidad, usualmente
enmascarada por la entrada sensorial, es revelada. En la analogía mencionada
por Ring, una persona mirando hacia el cielo en pleno día ve sólo el sol brillando;
sólo a la noche, cuando la luz solar está ausente, puede el observador ver las
estrellas y los demás cuerpos celestiales.
NUEVAS INVESTIGACIONES
El estudio, que llevará tres años y que será coordinado por la Universidad de
Southampton (sur de Inglaterra), incluirá técnicas inusuales como ubicar
fotografías en estantes altos que sólo pueden ser vistas desde las alturas.
Según Parnia, el misterio por las "experiencias de la muerte", serán ahora "objeto
de estudio científico".
El experto, que trabaja en el área de cuidados intensivos en Southampton
Hospital, afirmó que hasta ahora el tema no había sido explorado seriamente por
la ciencia.
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
1- Moody, Raymond (1975). Life After Life. New York: Bantam.