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MEMORIA - XXI Congreso Archivístico Nacional - 2009

EL DOCUMENTO COMO FUENTE PARA ESTUDIOS


CIENTÍFICOS CULTURALES.
CRITERIOS DE VALORACIÓN

Francisco Enríquez Solano 1

INTRODUCCIÓN

Toda disciplina científica requiere un objeto de estudio como es lo obvio, pero


además requiere de materia prima de la cual obtener los elementos para poder
desarrollar su investigación y así lograr presentar un producto o un descubrimiento
que aporte al enriquecimiento en general de la sociedad.

En el presente trabajo, haremos una exposición de las fuentes históricas, su uso


y la metodología histórica, en este sentido enumeraremos varias opciones de
trabajo de fuentes. Centraremos nuestro interés en el documento escrito, la fuente
oral, el periódico y la fotografía como ejemplos de documentos que son muy útiles
para los historiadores.
La geógrafa Carolyn Hall dice que: el pasado terminó, y sólo puede conocerse
por medio de la evidencia que sobrevive hasta el presente. El investigador
interpreta luego esta evidencia a la luz de su propia experiencia, y por ende (…)
es una actividad dinámica, pues cada generación escribe sobre el pasado desde
un nuevo punto de vista.
Para el caso de la investigación histórica, los documentos escritos son
primordiales para poder interpretar el pasado. Entre más antiguo sea un
documento, mayor valor tiene, pues puede ser incluso la única fuente que nos va
a relatar una realidad. Porque existe un diálogo entre el científico social y la
fuente: él le pregunta y ella contesta, (“las interroga y contrasta”) para obtener de
ellas la mayor información posible con lo que dice, así como lo que no dice, lo que
se calla. Asimismo debe atender a su variedad, realizando una adecuada selección
de las mismas.
El método histórico o la metodología de la historia es la forma de método
científico específico de la historia como ciencia social. Comprende las
metodologías, técnicas y las directrices por medio de las cuales los historiadores
usan fuentes primarias y otras evidencias históricas en su investigación y luego

1. Decano Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Costa Rica

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escriben la historia; es decir, elaboran la historiografía (la producción


historiográfica). La cuestión de la naturaleza del método histórico e incluso, de la
propia posibilidad de su existencia como método científico, se discute por la
epistemología (teoría de la ciencia, filosofía de la ciencia, metodología de las
ciencias sociales) y la filosofía de la historia y en cierto sentido por la historiología
(o teoría de la historia).
Las fuentes históricas constituyen la materia prima de la historia. Comprenden
todos los documentos, testimonios u objetos que nos trasmiten una información
significativa referente a los hechos que han tenido lugar, especialmente en el
pasado. Dentro de ellas y considerando el valor que también tienen las demás, las
fuentes escritas son el apoyo básico para construir la historia.
El hecho histórico no existe independientemente del historiador. No se encuentra
en estado bruto en los testimonios como piedras sobre una playa, al decir de
Hamelin Gagnon. Las fuentes contienen un puñado de datos brutos (fechas de
nacimiento, cláusulas de un tratado, etc.), un conjunto de signos de una realidad
de otro orden, que el historiador debe estructurar en hechos históricos. Esto no son
más que edificios construidos por la subjetividad del historiador apoyándose en un
método. En otras palabras, antes de reconstruir el pasado, el historiador lo debe
pensar con la ayuda de categorías que engloban a la vez las ideas y los hechos.
Reconocer que la idea y el hecho no son más que uno, es marcar la importancia
del utillaje mental del historiador (su visión del mundo, su experiencia, su método,
sus conceptos, etc.), en la validez del conocimiento histórico. La visión del
historiador condiciona aún más sus fuentes, la significación de los hechos.
Las principales directrices de uso común por los historiadores en su labor son, en
primer lugar la heurística (localización y recopilación de las fuentes documentales,
que son la materia prima del trabajo del historiador); en segundo lugar la crítica de
esas fuentes (distinguiendo dos formas de crítica, que se refieren al trabajo con las
fuentes documentales: crítica externa y crítica interna); y en último lugar la síntesis
historiográfica (que es el producto final de la historiografía).
Terminado ese proceso, queda la publicación, paso ineludible para que la
comunidad historiográfica comparta y someta a debate científico, se compruebe la
veracidad de sus postulados y posteriormente se divulgue entre el público para que
su conocimiento pueda servir a los fines de la historia.
No debe olvidarse que existen diferentes tipos de documentos: un periódico, un
testamento, una plancha de piedra, un texto sagrado, una trascripción de entrevista,
un artículo de opinión, una fotografía, una novela histórica…
Algunos elementos que nos permitirán juzgar la oportunidad de un documento
para hincar nuestra aventura del saber, son los que enumero a continuación:
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Antigüedad. Como lo manifestamos líneas arriba, este es un elemento


primordial. No sólo porque pueda ser la única referencia para una circunstancia
histórica dada, sino también porque va a reflejar la mentalidad y la percepción que
en aquel momento se tenía de la realidad imperante.
Variedad. Cuando existen varios documentos, la información que éstos nos
ofrezcan pueda ser contrastada y así determinar con mayor exactitud la veracidad
de lo que las fuentes nos están relatando. Se presenta así un control cruzado en
donde saldrán a relucir tanto las coincidencias como las contradicciones y el
investigador debe ser lo suficientemente sagaz para discernir cuáles son verdad o
qué sector de la verdad están reflejando las fuentes.
Función de lumbrera. Un documento, al ser descriptivo, es una fotografía de
un momento dado. La descripción de un paisaje, una ciudad, un personaje nos
permite visualizar mentalmente el escenario en el cual se desarrollan los
acontecimientos. Obviamente la irrupción de la fotografía la convierte en una
pequeña ventana en la cual podemos asomarnos para observar una realidad que fue
y ya no es.

Reflejo de historia viviente. Un documento escrito puede ser la transcripción


de una entrevista. Es decir, una fuente que proviene de un ser vivo, un testigo
presencial. Alguien que contribuyó a construir la historia, ahora contribuye a
estudiarla e interpretarla. Una fuente oral es algo único, lo que se diga y cómo se
diga en una entrevista sólo ocurrirá una vez. Nuevamente, corresponde al
investigador contrastar con otras fuentes qué tanto se acerca a la realidad el dato
de una persona que puede presentar lagunas mentales o esconder o tergiversar
información en forma deliberada.
Oportunidad según los objetivos. En muchas ocasiones podemos encontrarnos
con documentos que parecen muy buenos o incluso anecdóticos, pero que
lamentablemente no caben dentro de los objetivos planteados y el punto al que se
quiere llegar. Entrarán dentro de una categoría que pudiéramos llamar “curiosidad
histórica”, pero que muy poco aportará a la investigación en sí.

Crítica de fuentes. Hay seis formas principales de preguntar a una fuente


documental para juzgarla, es decir, hacer su crítica, la crítica de fuentes:
1. Datación (localización en el tiempo) ¿Cuándo se produjo la fuente?
2. Localización en el espacio ¿Dónde se produjo?
3. Autor ¿Quién la produjo?
4. Análisis de la procedencia ¿A partir de qué material preexistente se produjo?
5. Integridad ¿En qué forma original se produjo?
6. Credibilidad ¿Cuál es el valor probatorio de su contenido?

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Las cuatro primeras son conocidas como crítica mayor (crítica histórica o método
crítico histórico); la quinta, crítica menor (crítica textual o ecdótica); ambas, la
mayor y la menor (las cinco primeras preguntas) se denominan crítica externa. La
sexta y última se llama crítica interna.
La función de la crítica externa es esencialmente negativa, en el sentido de que
simplemente evita el uso de fuentes falsas; mientras que la función esencialmente
positiva corresponde a la crítica interna, cuya misión es proponer cómo utilizar las
fuentes autentificadas.

LAS FUENTES HISTÓRICAS Y SU CLASIFICACIÓN

Fuentes primarias. Son las que se han elaborado prácticamente al mismo


tiempo que los acontecimientos que queremos conocer. Llegan a nosotros sin ser
transformadas por ninguna persona; es decir, tal y como fueron hechas en su
momento, sin ser sometidas a ninguna modificación posterior.

Fuentes secundarias. Se denominan también historiográficas. Son las que se


elaboran a partir de las fuentes primarias: libros, artículos...
La utilización de las fuentes. Metodología

Para la confección del conocimiento histórico, las fuentes que utiliza el


historiador deben ser analizadas, valoradas e interpretadas, siguiendo una
metodología coherente. Además, el historiador debe tener en cuenta las fuentes en
su momento histórico y en relación con las circunstancias en que surgen o se
elaboran.
Deben ser sometidas a una crítica objetiva para conocer los elementos que las
componen y comprobar su veracidad. Para ello el historiador utiliza un método,
que consiste esencialmente en formular preguntas sobre su contenido, a partir de
hipótesis de trabajo que queremos contrastar; el objetivo de este proceso es la
construcción de la historia.

El periódico
El periódico -pese a los diferentes aluviones tecnológicos- continua hoy más que
nunca sobreviviendo y haciendo sentir su majestuoso espacio de información. Se
trasmuta y cambia de forma externa introduciéndose en el Internet, pero su esencia
continua intacta. Es éste el espacio de la escritura cotidiana, pasajera y en
constante demanda de nueva producción. El periódico es el contexto que dio al
escritor la posibilidad de encontrarse con la gente, la masa, la realidad cultural.

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Es por esto que ha resistido las eras del Internet y la televisión, porque el diario
es una necesidad íntima del pueblo. Así como la radio nos da el espacio para el
debate oral, el diario nos da literatura del debate. Es éste un espacio de debate no
tan rápido como el de la radio, pero tampoco tan lento como el del libro.
Esto se justifica por la necesidad cultural que cubre el espacio del diario. Una
zona sin diario no es zona. Requiere ser nombrada y justificada desde la letra como
si fuera un documento que atestigua esta realidad. No es de extrañar que si en
algún momento necesite enviar a mis estudiantes hacer un estudio cultural de una
región, los envíe a los diarios locales. Así también mis maestros en su momento
me enviaron a mi a buscar en los diarios de una época o región. Así también mis
mentores y compañeros usan los diarios como medidor de teorías.
Más allá de todo, el diario es también documento histórico y cultural, es la
fotografía en letra de la ciudad en un momento y lugar específico. El periodista
pintaba el espacio cultural del momento, ya no era sólo periodista al hacerlo, sin
querer era también historiador.

Historia Oral
El objetivo de la historia oral no es hacer una contra historia, la historia de los
vencidos, la “otra historia” paralela a la historia oficial, sino llenar los huecos que
dejan las fuentes escritas o de plano sustituirlas cuando son inexistentes y, sobre
todo, construir archivos sonoros paralelos a tan importantes como los archivos
escritos. El análisis del “documento oral” abarca básicamente dos aspectos: su
transcripción y su confrontación con otras fuentes.

En lo que se refiere a su transcripción el historiador se enfrenta generalmente a


dos peligros: uno, el apego estricto al discurso del interlocutor que dificulta en
exceso la lectura; y dos, la reescritura del texto oral que diluye sus características
propias, o, de plano, prescinde de información valiosísima, sobre todo cuando las
fuentes escritas son escasas. La solución a este problema no es fácil; es aquí
cuando entra el criterio del historiador. En todo caso se puede decir que si lo que
interesa es la información sobre algún tema, entonces se puede hacer caso omiso
de los pequeños detalles. En cambio, cuando lo que interesa es revivir ambientes
o atmósferas pasadas (la historia de vida es el ejemplo clásico) esos “pequeños
detalles” son insustituibles. Pero es difícil hacer una separación tan tajante: quizá
la combinación de ambas formas sea lo más adecuado.
Si al final del análisis, la realidad pasada estudiada aparece un tanto incoherente
y desarticulada, no debemos preocuparnos demasiado. La historia, sea escrita u
oral, parafraseando al historiador francés Pierre Vilar, está siempre en
construcción.

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La Fotografía

Las fotografías son unos excelentes documentos visuales para la Historia del
Arte, la Historia Contemporánea y la Antropología. Sin embargo, hasta ahora, son
muy pocos los estudios que tienen a la fotografía como principal fuente histórica
y antropológica.
Concebimos el estudio de la fotografía como documento histórico, pues como
todos sabemos la imagen fotográfica juega un importante papel en la transmisión,
conservación y visualización de actividades políticas, sociales, científicas o
culturales de la humanidad, de manera que se erige como verdadero documento
social. Si la prensa constituye una fuente histórica básica para la comprensión de
los procesos históricos de la humanidad durante los dos últimos siglos, la
fotografía en toda su amplia dimensión, ya sea profesional o particular, junto al
cine y la televisión son la memoria visual del siglo XIX y XX. Como documento
político, social y artístico, está sujeta a un código propio de interpretación, con
posibilidades, no mejores ni peores, sino diferentes a las de la pintura, el dibujo,
las artes gráficas y el cine.

Desde la óptica del investigador las imágenes son testimonios del pasado, pues
nos revelan tanto información como emoción; son un reflejo de existencias y
ocurrencias que nos permiten acceder a conocimiento e información de la época y
el lugar en que aquellas tuvieron su origen. Desaparecidos los escenarios, los
personajes y los monumentos, a veces sobreviven los documentos.
Son relativamente pocos historiadores que consultan los archivos fotográficos,
comparados con los que trabajan en los depósitos de documentos manuscritos o
impresos. Son relativamente pocas las revistas de historia que contienen
ilustraciones y cuando las tienen son relativamente pocos los autores que
aprovechan la oportunidad que se les brinda. Cuando utilizan imágenes, los
historiadores suelen tratarlas como simples ilustraciones, reproduciéndolas en sus
libros sin el menor comentario. En los casos en los que las imágenes se analizan
en el texto, su testimonio suele utilizarse para ilustrar las conclusiones a las que el
autor ha llegado ya por otros medios y no para dar nuevas respuestas o plantear
nuevas cuestiones.
Por ello queremos sostener, reiterándonos una vez más que la fotografía, al igual
que los textos y los testimonios orales es un importante documento histórico que
refleja un testimonio visual. Ni que decir tiene que el uso del testimonio de las
imágenes es mudo, por tanto es necesario utilizar a estas con cuidado e incluso con
tino -lo mismo que con cualquier otro tipo de fuente- para ser conscientes de su
fragilidad, hay que tener en cuenta que unas ofrecen testimonios más fiables que
otras y que hay que ser responsable y cuidadoso en el uso de ellas.

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CONCLUSION
Como conclusión podemos decir que el papel del historiador en la valoración
documental es muy importante y que por ello siempre se debe de tomar en cuenta
su criterio. Sirva de ejemplo la noticia, que a propósito de la llegada del hombre a
la luna hace 40 años, apareció en yahoo noticias el 16 de julio del 2009 con el
titulo “La NASA admite que borró las cintas del aterrizaje a la luna” en la misma
se indica que las grabaciones originales del aterrizaje fueron borradas y
reutilizadas para ahorrar dinero, por ello un funcionario de la mencionada agencia
espacial señaló que “deberíamos de haber tenido cerca un historiador diciendo
‘no me importa si nunca se van a utilizar, vamos a guardarlas’.
Por situaciones como la descrita es muy importante que la Ley 7202, sobre el
Sistema Nacional de Archivos, establece las comisiones de selección y
eliminación de documentos a nivel nacional e institucional. En este sentido es muy
favorable que dicha Ley establece que la comisión nacional debe de contar con la
presencia de un historiador.

Finalmente, deseo agregar que la valoración documental no solo debe de verse


con perspectiva de pasado, sino que el profesional archivista debe de tomar en
cuenta la pertinencia actual de los documentos, o sea las cosas que son relevantes
en el presente y que serán objeto de estudio en el futuro.

BIBLIOGRAFIA
Lara López, Emilio Luis. 2005. La Fotografía como documento histórico-
artístico y etnográfico: una epistemología En: Revista de Antropología
Experimental, N° 5, Texto 10. Universidad de Jaén, España.

Banga, Fabián. El Periódico. En: www.eter.org/fmb/articulos/diario.htm


González Cueto, Danny y Vidal Ortega, Antonino. La fotografía como
documento histórico. El rescate de la memoria visual del siglo XX en el Caribe
colombiano Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia.
En: ylang-ylang.uninorte.edu.co/MemoriaVisual/doc_mvu.pdf
Guadarrama Olivera, Horacio. 1990. Historia Oral: Usos y Abusos.
En: Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, volumen III, número 009, pp.
69-76. Universidad de Colima, México.
Fonseca, Elizabeth. 1989. Historia Teoría y Métodos. (Compiladora) EDUCA,
San José.
www.sabuco.com/historia/Fuentes.htm
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