Derecho Romano
Derecho Romano
Derecho Romano
Etimológicamente, la palabra persona, proviene de per, sonare (para sonar), o sea la máscara
con que los actores cubrían su rostro en escena, máscara que en el orificio bucal tenía una
membrana que permitía amplificar el sonido de la voz; asimismo, se daba el nombre de
persona al personaje que un individuo representaba en la escena.
Ahora bien, persona, tiene dos acepciones, una de carácter físico que atribuye a una individuo
la capacidad de tener derechos; y la otra de carácter abstracto a la que también se le
reconocen ciertos derechos, son seres abstractos que han sido conceptualizados como
personas, es decir, la persona moral, a quienes también se les llama abstractas o jurídicas.
La capacidad legal de un hombre es el cúmulo de cualidades que debe poseer, las aptitudes
para poder ser sujeto de derechos y adquirirlos, situación de la que deviene que una persona
física es un hombre capaz de tener derechos.
La dogmática moderna llama persona, en sentido técnico, a quien posee capacidad jurídica,
entendiéndose por tal la aptitud para ser titular de derechos y obligaciones. Ya que, diversas
fuentes indican que, “la causa de la constitución de todo derecho es el hombre” (hominum
causa omne ius constitutum est). 19 Pero, no todos los hombres eran sujetos de derecho en la
antigua Roma. Para ser considerado persona, se requería, además:
Jefe de familia o sui iuris, status familiae. La posesión de estos tres status daba al ser humano
plena capacidad jurídica y la calidad de persona, por lo cual a la capacidad jurídica se la suele
denominar también personalidad.
El Derecho Romano, también reconoció a quienes hoy identificamos como personas morales,
así como su capacidad de adquirir derechos y contraer obligaciones. Así encontramos que, el
derecho privado reconoció dos categorías de personas: las individuales o físicas, es decir, el ser
humano; y las jurídicas o entidades personales o patrimoniales sin naturaleza humana.
Respecto del ser humano, encontramos que su status marcaba la diferencia en su situación
jurídica, encontrándonos con:
2. Status civitatis, haciendo una distinción entre los ciudadanos romanos de los no ciudadanos.
3. Status familiae, los hombres podían ser jefes de familia o miembros de ella y sometidos, y
por ende, a la autoridad de un jefe o paterfamilias.
Así, en Roma, la plena capacidad jurídica en el derecho privado se le reconocía a quien tuviera
simultáneamente los tres status antes citados. Sin embargo, a quienes no se les reconocía tal,
tenían restringidas y parciales capacidades. Principalmente derivado esto de las estructuras
politicosociales y correlativas valoraciones cobre la necesidad o conveniencia de tal atribución.
Por ejemplo, a las mujeres y descendientes, así como los latinos, peregrinos y los esclavos, se
les reconocían diferentes status. Esto responde, como ya se aclaró, a que la base de la
sociedad era la familia y no el individuo.
Cabe aclarar que, a propósito de la persona física, en el Derecho Romano, existen dos clases de
requisitos:
No omitimos mencionar que, en la actualidad con la palabra persona se designa hoy al sujeto
de derecho, es decir, a la persona humana, derivado 133 de que en la mayoría de las naciones
civilizadas, el hombre es un ser libre, con dignidad e igualdad ante la ley. Ahora bien, en Roma,
como ya se puntualizó, esto no ocurría, pero, además, nunca hubo un término técnico para
designar al titular de esa capacidad jurídica. Distinguía entre lo que es un homo y lo que es una
persona. Conceptualizando que homo refiere únicamente la unidad psicofísica, es decir, todo
ente que tenga una mente racional en un cuerpo humano. Y persona es ese mismo hombre,
pero considerado “con sus circunstancias”, constituidas éstas por la situación que ocupa en la
sociedad, en el estado y en la familia; misma que es conocida como status.
El estado de libertad, se adquiere por nacimiento o por salir de la esclavitud; sin embargo, la
condición tanto social como jurídica de un sujeto nacido libre y otro que ha adquirido la
libertad es distinta. Así, al que nace libre se le da el nombre de ingenuo, y en caso de que
llegaré a caer en la esclavitud y recuperase su libertad, seguía siendo ingejuo, y al esclavo
libertado se le denomina liberto. La liberación de la esclavitud se originaba en el ius gentium y
recibía el nombre de manumisión, que consistía en la renuncia del dueño (domine) a la
potestad ejercida sobre el esclavo.
Considerar al hombre vivo, existente, se hacía una vez que naciera vivo, que tuviera vida
propia, con figura humana y probabilidades de vida. Sin embargo, también conceptualizaron al
ser no nacido, figura que Juliano explicó de la siguiente forma: infans conceptus pro natu
habetur quotis de commodis ejus agitur (al infante concebido se le tiene por nacido para todo
aquello que le favorezca). Hombre libre es quien goza de la libertad, consistente en todas las
facultades que la naturaleza le otorga.
Divisiones de las personas
1.2.1. Según Eugene Petit:
Este autor en su obra, ya mencionada, hace dos divisiones de las personas:
a.
b. La primera, que es la mas extensa, distingue los esclavos y las personas libres. Aparte
de algunas diferencias en detalle, los esclavos tienen en derecho, sobre poco mas o
menos, la misma condición. Las personas libres, por el contrario, se subdividen por
una parte en ciudadanos y no ciudadanos, y por otra, en ingenuos y libertinos.
c. La segunda división se aplica a las personas consideradas en la familia. Las unas
son alieni juris, o sometidas a la autoridad de un jefe; las otras, sui juris, dependiendo
de ellas mismas.