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Mujeres y varones en la Argentina de hoy

Géneros en movimiento
MUJERES Y VARONES
EN LA ARGENTINA
DE HOY
géneros en movimiento

eleonor faur
(compiladora)
grupo editorial
siglo veintiuno
siglo xxi editores, méxico
CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310 MÉXICO, DF
www.sigloxxieditores.com.mx
siglo xxi editores, argentina
GUATEMALA 4824, C1425BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA
www.sigloxxieditores.com.ar
anthropos
LEPANT 241, 24308013 BARCELONA, ESPAÑA
www.anthropos-editorial.com

Faur, Eleonor
Mujeres y varones en la Argentina de hoy: Géneros en movimien-
to.- 1ª ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Siglo XXI Editores
Argentina; Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Fundación OSDE,
2017.
232 p. ; 23 x 16 cm.

ISBN 978-987-629-779-0

1. Estudios de Género. I. Título.


CDD 305.42

© 2017, Fundación OSDE


© 2017, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

Diseño de cubierta: Eugenia Lardiés

ISBN 978-987-629-779-0

Impreso en Arcángel Maggio - División Libros // Lafayette 1695,


Buenos Aires, en el mes de noviembre de 2017

Hecho el depósito que marca la ley 11.723


Impreso en Argentina // Made in Argentina
Índice

Introducción. G
­ éneros en movimiento 9

­Agradecimientos 27

1. ­Feminismos y agencias de las sexualidades


disidentes 29
­Dora ­Barrancos

2. ­Familia. ­Un modelo para de­sarmar 51


­Elizabeth ­Jelin

3. ­Mujeres y varones entre el mercado laboral


y el cuidado familiar 75
­Eleonor ­Faur, Ania ­Tizziani

4. ­Desatando nudos: género, familia y migración


en la ­Argentina 99
­Marcela ­Cerrutti

5. ­Adolescencia, derechos sexuales y reproductivos


y equidad económico-social 117
­Mónica ­Gogna, Georgina ­Binstock

6. ­Viejas y nuevas masculinidades 133


­Juan ­Carlos ­Volnovich

­7. La violencia de género: de­safíos de políticas


públicas 155
­Natalia ­Gherardi
8 mujeres y varones en la argentina de hoy

8. ­Medios de comunicación y género. ­


Del “­Test T­ yson” al “­Ni una menos” 175
­Mariana ­Carbajal

9. ­Humor y género. ­La risa que se parió 193


­Luciana ­Peker

10. ­La ­Desconocida 215


­Selva ­Almada

­Referencias 221

Acerca de las autoras y autores 229


­Introducción
­Géneros en movimiento
­Eleonor ­Faur

­Como en buena parte del mundo, en la A ­ rgentina uno de


los cambios más notorios del siglo X ­ X ha sido la ampliación de los
derechos y de la ciudadanía femenina. A ­ lo largo de esos años, se
derribaron barreras que obstaculizaban el acceso de las mujeres a la
esfera “pública” y que las excluían de la educación superior, de las
ciencias, del mercado laboral y de la política. D ­ e la mano de movi­
mientos feministas y de mujeres, se cuestionaron mitos y estereoti­
pos socialmente arraigados, como el que presuponía su inferioridad
intelectual respecto de los hombres. ­Se puso sobre el tapete el modo
en que instituciones como la familia, el ­Estado, las religiones y los
medios de comunicación contribuían a perpetuar relaciones entre
géneros, asentadas en jerarquías en favor de los hombres, y a invi­
sibilizar los aportes femeninos. L ­ a contundencia de estos análisis,
la legitimidad de los reclamos y la constancia de los movimientos
emancipatorios resultaron fundamentales para conquistar muchos
de los avances que hoy celebramos como un proceso sin retorno (a
nadie se le ocurriría, por ejemplo, cuestionar el voto femenino ni
la posibilidad de divorciarse; pero también se extendió el consen­
so acerca de la ­Ley de ­Matrimonio ­Igualitario como una conquista
para toda la sociedad).
­En este contexto, la ­Fundación ­OSDE tomó la iniciativa de de­
sarrollar este libro, enfocado en la cuestión de género, como el
cuarto volumen de una serie que pone en discusión temas centrales
para la comprensión de la sociedad argentina. ­Los tres anteriores
trabajaron sobre la educación, la cultura y, de modo más general, la
sociedad contemporánea. ­Incluir la temática de género en esta fértil
saga no sólo da cuenta de su relevancia como parte de la cuestión
social, sino que además posibilita su jerarquización.
­El género está en el aire. ­En las redes sociales y en las calles, en
los diarios y en los centros de estudiantes secundarios, en la mesa
familiar y en las universidades, en los escenarios y también en la
10 mujeres y varones en la argentina de hoy

literatura. ­Cada vez más, somos testigos (así como protagonistas)


de novedosas miradas en torno a los clásicos reclamos sobre cierto
patrón de relaciones sociales cuyos pilares se erosionan día a día.
­Sin embargo, las tendencias revelan matices y zonas grises. ­Como
si se tratara de un palimpsesto, la nueva “escritura” de género con­
serva resabios de la gramática anterior, superponiendo a las viejas
desigualdades nuevas experiencias: mujeres que ocupan altos car­
gos en la política y relaciones íntimas que acaban en femicidios;
jóvenes de clases pudientes que postergan su maternidad para com­
pletar estudios de posgrado y adolescentes de sectores pobres que
abandonan la secundaria para cuidar de sus hermanitos o de sus
propios hijos; regulaciones pioneras en el reconocimiento de la di­
versidad sexual y de género y publicidades que colocan a las mujeres
como bastión de la conquista masculina. ­En paralelo, están los varo­
nes orgullosos de encarnar nuevas formas de relación con sus hijos,
pero leyes que estipulan sólo dos días de licencia por paternidad,
subrayando que el cuidado es potestad y responsabilidad exclusiva
de las madres; o personas trans con documento nacional de identi­
dad, cuya autopercepción reconoce oficialmente el ­Estado, pero con
escasas oportunidades de insertarse en el mundo laboral. E ­ stá claro
que los ritmos de cambio no son parejos, ni derraman sus beneficios
de manera homogénea. ­En otras palabras: hablar de relaciones de
género hoy es hablar de cambio, pero también de heterogeneidad.
­Heterogeneidad que se refleja en el de­sacople de nuevas subjetivi­
dades y viejas estructuras, y en la persistencia de nudos críticos que
sostienen discriminaciones, mitos y modelos tradicionales acerca de
lo femenino y lo masculino.
­Este libro propone una reflexión colectiva sobre estas transforma­
ciones. ­Sin dejar de celebrar los avances conquistados en el camino
de la igualdad de derechos, busca iluminar espacios donde persis­
ten rasgos y experiencias de de­sigualdad, explorando las tendencias
contrapuestas que entrelazan cambios y continuidades en cada área
que se profundice. ­No trata de componer un estado de situación
exhaustivo, sino de destacar y analizar los movimientos de determi­
nadas cuestiones que se han vuelto omnipresentes en la sociedad
contemporánea: las transformaciones familiares, las tensiones entre
el cuidado familiar y el empleo, la violencia de género, la sexuali­
dad y la maternidad adolescente, las migraciones, los vaivenes de
las masculinidades, el papel de los medios de comunicación, de los
introducción. géneros en movimiento 11

movimientos sociales y de ciertas manifestaciones artísticas como el


humor y la literatura. ­Cada uno de estos temas fue abordado por
autoras y autores destacados que provienen del mundo académico,
del ámbito profesional y de las artes. I­nvestigadores con enorme
experiencia y un profundo compromiso político que hacen de sus
contribuciones, especialmente producidas para este volumen, una
combinación de información empírica, análisis crítico y propuestas
para la acción política. ­Antes de presentar estos aportes, me deten­
dré en algunos ejes conceptuales que orientan la elaboración del
volumen.

a qué nos referimos con “relaciones sociales de género”

¿­De qué relaciones hablamos? ­En parte, nos referimos a un clási­


co siempre fértil para ser revisitado: las relaciones entre mujeres y
hombres. R ­ elaciones que atraviesan las subjetividades y la intimi­
dad, pero también las instituciones y estructuras de la sociedad. ­Para
abordar esta cuestión, uno de los tributos más significativos del con­
cepto de género consistió en el rechazo al determinismo biológico:
la biología no es destino. Sin duda, es en el cuerpo donde se presen­
ta la diferencia sexual. L
­ o que no resulta tan evidente es que la dife­
rencia en los órganos reproductivos (y en las gónadas, cromosomas
y hormonas) genere “naturalmente” un territorio emocional y pro­
ductivo tan distinto para unos y otras, ni que los cuerpos no estén
a su vez filtrados por las normas sociales, e incluso por las prácticas
económicas e institucionales. ­Nuestros cuerpos experimentan y for­
man parte de las prácticas sociales “generizadas”, pero a priori nada
en ellos arrastra una programación esencial ni “instintiva” sobre ma­
neras de sentir, pensar y actuar. ­De hecho, ni siquiera la maternidad
refleja un patrón unívoco y “natural”. E ­ stamos ante los primeros
casos de hombres transgénero que conciben a sus propios hijos por
haber mantenido sus órganos femeninos. ­Se sienten hombres, viven
como hombres y son ellos quienes se embarazan y dan a luz. N ­ o re­
presentan la mayoría, pero reflejan un movimiento subjetivo y social
inimaginable hace sólo un par de décadas.
­Si una de las contribuciones de la categoría de género fue la rup­
tura del determinismo biológico, otra igualmente significativa fue la
12 mujeres y varones en la argentina de hoy

comprensión del modo en que la vida social sostiene un andamiaje


de múltiples de­sigualdades. ­Esto es: el género no trata sólo de nues­
tra identidad ni de nuestra subjetividad individual, también se ex­
presa en las más vastas relaciones sociales. L ­ a socióloga australiana
­Raewyn ­Connell (1995) señala tres dimensiones interconectadas en
la configuración de este caleidoscopio: a) las relaciones de poder,
que se articulan en las maneras de ejercer autoridad y de establecer
reglas dentro de un ámbito determinado, y que históricamente se
corresponden con modelos de dominación masculina; b) las rela­
ciones de producción, que hacen a la división del trabajo (en la
esfera pública y también en la doméstica) y a la distribución de los
recursos y responsabilidades en función del género; y c) la cathexis,
que entreteje las dinámicas, licencias y sanciones respecto del mun­
do afectivo y atraviesa el ordenamiento del de­seo sexual. ­Podemos
agregar que, en las interacciones cotidianas, las dimensiones de
poder, producción y cathexis se imbrican de múltiples maneras: las
jerarquías filtran los afectos y las emociones (como en el caso de las
violencias de género), mientras que son teñidas por ellas en un vas­
to entramado de de­seos, amores y resquemores. L ­ a legitimación del
poder masculino intersecta el ámbito productivo favoreciendo, por
ejemplo, la de­sigual distribución de posiciones, responsabilidades y
recursos sociales. P­ or su parte, las emociones no están al margen de
las relaciones de producción, y sostienen en gran medida los discur­
sos morales en torno a ellas, por ejemplo cuando, como señalamos
en un trabajo previo, elogian a quienes se adecuan a los mandatos
de género y condenan a una mujer en cargo de decisión por “mas­
culinizarse” (­Faur y ­Grimson, 2016).
El género está en el aire, y ha ensanchado sus significados. ­Las in­
vestigaciones de la historia, la antropología, la sociología, la lingüís­
tica y la psicología han mostrado con claridad que las dicotomías
hombre/mujer, masculino/femenino responden más a formatos
culturales que a esencias inmutables. ­Si la mirada feminista logró
cuestionar las normas jerárquicas que sostenían los principios de
la supuesta “complementariedad de roles”, y trajo a la mesa que ni
los sexos ni los géneros se limitan a replicar este sistema binario,
la lucha por los derechos de la diversidad sexual dejó en claro que
el mundo que veíamos como “normal” no sólo era de­sigual para
las mujeres, sino que también negaba el reconocimiento de gays,
lesbianas y trans, intervenía de manera quirúrgica los cuerpos bioló­
introducción. géneros en movimiento 13

gicamente ambiguos (los de personas intersexuales), y patologizaba


todo lo que no encajara en la norma heterosexual. L ­ a diversidad no
se consideraba un derecho en tanto expresión de la propia identi­
dad y sexualidad, sino que era codificada y tratada como una altera­
ción. ­Y punto.
­Uno de los planos en los que se refleja el movimiento de la cues­
tión de género es el del lenguaje. Al respecto, advertimos a nuestrxs
lectorxs que este libro incurre en una postura poco frecuente en
el ámbito editorial: mantener la variedad discursiva y evitar el uso
del masculino genérico para referirnos a un grupo humano concre­
to. ­Es sabido que, en español, el masculino incluye ambos géneros.
­Pero la lengua no sólo permite comunicarnos y dar cuenta del mun­
do en que vivimos, también entraña los valores de una comunidad
en un tiempo determinado y, como tal, está sujeta a disputas por el
sentido de aquello que nombramos. E ­ l lenguaje es una convención:
se construye, se actualiza, se modifica. E ­ l feminismo fue contun­
dente al sostener que el uso del masculino como genérico oculta la
mención de lo femenino y, al hacerlo, confirma jerarquías en favor
de los hombres. ­
El debate no acaba allí, ni en la opción de nombrar a “hombres”
y “mujeres”, anticipados de un “los/as”, pues aquí también surge
otro problema: la dicotomía que caracteriza a la lengua española
encierra una mirada binaria, que no encuentra cabida para la di­
versidad sexual y de género. ­En este caso, el lenguaje no contempla
identidades ambiguas o mixturadas y descarta la intersexualidad de
nacimiento de algunos. A ­ ctualmente, hay propuestas que abogan
por el uso del arroba, la equis, el asterisco o la e (l@s niñ@s, lxs
niñxs, l*s niñ*s, les niñes). ­Si bien cualquiera de estas variantes pue­
de resultar árida, nuestra decisión se inclinó por reflejar la diversa
actualidad en cuanto a modos de nombrar los géneros, así como res­
petar la forma en que cada autora y autor eligió hacerlo, en vez de
apelar al masculino genérico y evitar el lenguaje sexista sin homo­
logar en una única expresión común. ­Por el momento, nos encon­
tramos ante experimentaciones que podrán lograr (o no) un con­
senso efectivo y un reconocimiento por parte de la ­Real ­Academia
­Española. ­Entretanto, creemos que la posible incomodidad que esto
produzca en algún lector o lectora no será menor que la experimen­
tada por quienes nos dedicamos a los estudios feministas debida a
la histórica omisión de las mujeres y de otras identidades en las con­
14 mujeres y varones en la argentina de hoy

venciones lingüísticas y a la rigidez de sus cambios, que lo muestran


como un campo de disputas y controversias.
­Las relaciones de género atraviesan el espacio privado y el públi­
co, entrelazándolos. ­Se detonan en la intimidad, pero también en
la vida social, en las escuelas, las oficinas, los hospitales, los depor­
tes, en las iglesias, en las asociaciones comunitarias y en los foros
de la alta política. S
­ e manifiestan en los movimientos que las sacu­
den, en las instituciones que las cristalizan, en las prácticas cotidia­
nas que las transforman, e incluso en las leyes que las invisibilizan.
­Desentrañarlas, comprender sus tramas, sus tensiones y sus posibles
derivas es un acto decididamente político. E ­ n nuestros tiempos, esta
mirada se encuentra en plena ebullición. ¿­Cuáles son las paradojas
de tal cambio?

luces, sombras y claroscuros

­ ientras escribo estos párrafos, el diario ­Página/12 informa sobre


M
el femicidio de ­Cinthia M ­ orán, una joven formoseña de 19 años,
violada por un grupo de varones, ultrajada al punto que sus geni­
tales quedaron destrozados y luego arrojada al río, donde murió
asfixiada. Según la nota, el fiscal que intervino en el caso dijo que,
por el estado en que había quedado su cuerpo, “lo mejor que po­
día pasarle era morirse”. ­La periodista corrige: lo mejor habría
sido que no la violaran. ­Y que no la mataran.1 ­El horror del femi­
cidio continúa mostrando escenas de una crueldad insospechada.
­Pero hay muchas otras manifestaciones de la inequidad. E ­ n ­Clarín,
la nota de tapa del 2 de julio de 2017 señala que en la ­Argentina la
brecha entre los ingresos de hombres y mujeres alcanza el 27%.2
­Una semana después, ­La ­Nación arremete en su editorial de do­
mingo contra la ­Ley de ­Paridad de ­Género en los parlamentos
(aprobada en la provincia de ­Buenos ­Aires e impulsada por un

1  “­El femicidio que conmociona a F ­ ormosa”, ­Página/12, 9 de julio de 2017,


disponible en <www.pagina12.com.ar>.
2  “­Desigualdad salarial: perciben ingresos tantas mujeres como hombres, pero
ellas ganan 27% menos”, ­Clarín, 2 de julio de 2017, disponible en
<www.clarin.com>.
introducción. géneros en movimiento 15

grupo de legisladores a nivel nacional). ­El diario sostiene que los


cupos serían “innecesarios” y, además, “discriminatorios”,3 y con
ello omite mencionar (¿desconoce?) que la ­Argentina otorgó je­
rarquía constitucional a la C ­ onvención sobre la ­Eliminación de
­Todas las ­Formas de ­Discriminación contra la ­Mujer, que establece
la necesidad de medidas de “acción afirmativa”, dispositivos de ca­
rácter temporal para revertir una situación de desigualdad persis­
tente. ­En este caso, está claro que la ínfima representación de las
mujeres en el parlamento fue, en cierto punto, superada gracias a
la ­Ley de ­Cupo F ­ emenino sancionada en 1991, pero también que
a partir de ello el piso del 30% que establecía la l­ey se estancó,
sin ofrecer más lugares a la participación femenina sobre la base
de la igualdad. E ­ n otro orden, ­La ­Nación titula “Ni femenino, ni
masculino” una nota sobre un bebé nacido en Canadá al que no le
asignaron sexo. U ­ no de sus padres se identifica como transgénero
y prefirió no presumir una identidad para su hijx por el simple
chequeo de sus genitales.4 ­En las redes sociales, se celebra el avan­
ce implicado en un acto que hasta hace poco parecía mera buro­
cracia –­el registro del sexo femenino o masculino en una oficina
distrital–­, y que ahora comenzamos a ver a contraluz. F ­ inalmente,
el 9 de julio, en pleno día de la ­Independencia, el diario ­La ­Capital
de ­Mar del ­Plata informa sobre la aprobación del cupo laboral
del 1% a personas trans en el balneario bonaerense.5 ­Estas pocas
noticias ilustran el tipo de contenidos que circula en los medios
nacionales una semana cualquiera de 2017. S ­ on noticias que avan­
zan en direcciones opuestas y que, al colisionar, dejan en evidencia
algunos de los nudos críticos de la igualdad de género; aunque
existen otros, como se de­sarrollará en los distintos capítulos que
integran este libro.
­Es así que las tendencias positivas en términos de educación, reco­
nocimiento de la igualdad legal y acceso al mundo público muestran
sus matices. ­Primero, porque persisten de­sigualdades arraigadas

3  “­Los cupos femeninos no son necesarios”, ­La ­Nación, 9 de julio de 2017,


disponible en <www.lanacion.com.ar>.
4  “­Ni femenino, ni masculino: en C ­ anadá nació un bebé a quien no le asig­
naron género”, ­La ­Nación, 7 de julio de 2017, disponible en <www.lanacion.
com.ar>.
5  “­Mar del P
­ lata aprobó el cupo laboral trans”, ­La ­Capital, 7 de julio de 2017,
disponible en <www.lacapitalmdp.com>.
16 mujeres y varones en la argentina de hoy

que se enhebran (y profundizan) con otras dimensiones, revelando


una mayor vulneración de derechos entre los sectores con meno­
res recursos y los grupos indígenas, entre otros. S ­ egundo, porque
este proceso igualador se desarrolla en contextos singulares que
aún se encuentran filtrados por una matriz de división sexual del
trabajo, de los recursos y del poder que coloca a las mujeres y a la
población ­LGTTBI en un lugar secundario (cuando no discrimina­
do). T ­ ercero, porque mientras se expanden nuevas sensibilidades
en pos de la igualdad, las miradas conservadoras enarbolan discur­
sos de marcada virulencia, entre los que resalta la expansión en
­América ­Latina de rotundas críticas hacia la “ideología de género”.
­En países como ­Colombia, B ­ rasil, ­México y P
­ erú, se han moviliza­
do grupos de “padres de familia” para militar contra la educación
sexual integral, para intentar detener la incorporación del enfoque
de género en las políticas públicas. Por ejemplo, en P ­ erú el prin­
cipal eslogan de campaña es “­Con mis hijos no te metas”, como si
los niños, niñas y adolescentes fueran propiedad de sus padres y
no sujetos con derechos. E ­ n palabras de la académica colombiana
­Mara ­Viveros ­Vigoya:

­La expresión “ideología de género” es una forma tenden­


ciosa de presentar los estudios feministas y de género como
una teoría al servicio de una ideología. E ­ sta postura con­
servadora, que ya se ha expresado en países como F ­ rancia,
o recientemente en B ­ rasil, defiende un orden “natural” de
género, como una verdad absoluta y rehúsa entender la fe­
minidad y la masculinidad como normas culturales sujetas
a variaciones históricas.6

­ n ­Colombia, esta acción ultraconservadora impulsó una campa­


E
ña durante el proceso de consulta pública ante el A ­ cuerdo de P
­ az.
­Entonces, no sólo se movilizó parte de la ciudadanía, sino que ade­
más se llevaron a cabo poderosas campañas políticas de la mano del
ex presidente Á­ lvaro ­Uribe que sostenían que el acuerdo alcanza­

6 “Los interrogantes que suscita la construcción de un nuevo enemigo: la


‘ideología de género’”, El Espectador, 19 de agosto de 2016, disponible
en <www.elespectador.com>.
introducción. géneros en movimiento 17

do entre el gobierno y las ­FARC “promovía la homosexualidad” y


ofrecía “privilegios” a la comunidad ­LGTTBI. ­Los derechos, una vez
más, fueron silenciados. N ­ o se trató de una estrategia marginal ni in­
significante, sino que contribuyó a que buena parte de la población
rechazara el acuerdo y votara por el “no”.
­Estos hechos podrían parecer ajenos a nuestra sociedad, pero no
lo son si tenemos en cuenta que en la ­Argentina abundan las arre­
metidas contra los derechos conquistados; por ejemplo, cuando un
alto funcionario de la ­Iglesia católica, que manifiesta en cada oca­
sión posible que la homosexualidad es “antinatural”, afirma que la
pedofilia y los cruentos femicidios son producto de la “de­saparición
del matrimonio” que “dignificaba a la mujer”, mientras que, según
su punto de vista, las leyes actuales sostienen y legitiman “un rejun­
te provisorio”.7 ­Ciertamente, se trata de correlaciones difíciles de
comprobar, que dejan en claro que su enunciación no pretende
expresar un hallazgo científico, sino provocar un impacto político
y cultural. ­El debate sobre género muestra así un territorio plagado
de controversias, y en el cual no escasean los estigmas, los mitos,
las normas estancas, e incluso las voces que claman por un retorno
pleno y sin medias tintas a un sistema de dominación patriarcal. ­Los
prejuicios demoran en diluirse…
­En medio de este tránsito, se inscribe el presente libro. ­A conti­
nuación, se apuntan sus contenidos, todos ellos producidos espe­
cialmente para este volumen.

las contribuciones del libro

­En el primer capítulo ­Dora ­Barrancos da el puntapié inicial: recorre


y repone los aspectos más notables de las largas batallas de los femi­
nismos (plurales, por definición), poniendo especial atención a las
décadas 1980 y 1990 y al escenario actual. ­También, explora las bre­
ves pero decisivas “agencias de las sexualidades disidentes” en pos

7  “­Monseñor ­Héctor ­Aguer: ‘­El aumento de los femicidios tiene que ver con la
desaparición del matrimonio’”, ­La ­Nación, 3 de enero de 2017, disponible en
<www.lanacion.com.ar>.
18 mujeres y varones en la argentina de hoy

del reconocimiento y de los derechos de la comunidad ­LGTTBI. E ­l


estudio se detiene en las luchas reivindicativas, sus actores, acentos y
estrategias y, en ese recorrido, confirma que cada conquista fue re­
sultado de un sesudo activismo que permitió expandir y mejorar los
sentidos del pacto democrático en el país. ­El texto historiza, además,
las mutaciones de los reclamos feministas y de la diversidad sexual,
analiza los logros legales y la renovación de miradas, sin omitir la
mención a las tensiones internas que estos movimientos experimen­
tan. ­Barrancos celebra la proliferación de los feminismos en la esce­
na contemporánea, y observa que hoy la participación es más joven,
más popular y se extiende por todo el país. E ­ llo supone la aparición
de nuevos actores, centros de estudiantes, organizaciones sindicales
y agrupaciones sociales, y la expansión de su representación en los
multitudinarios ­Encuentros ­Nacionales de ­Mujeres –­que finalmente
lograron abrirse a otros colectivos de la diversidad–­. ­Respecto del
movimiento L ­ GTTBI, el capítulo da cuenta de un importante pro­
ceso de asociación, activismo, mutaciones y conquistas. L ­ os esfuer­
zos de estos colectivos lograron perforar el propio ordenamiento ju­
rídico, pero aún falta para erradicar las profundas discriminaciones
persistentes. L
­ a lucha continúa.
­El segundo capítulo repliega su lente al universo de la domes­
ticidad para analizar las variadas transformaciones producidas en
las familias. C
­ omo en la suite C ­ uadros de una exposición de M ­ odest
­Mussorgsky, ­Elizabeth ­Jelin reflexiona a partir de una muestra foto­
gráfica titulada “­Familia, modelo para de­sarmar”. ¿­Qué sentidos de
familia se exponen? ¿­Qué modelo se de­sarma y para qué? ¿­Cuánto
se rompió el molde de género en las familias? ­Esos son algunos de
los interrogantes que la autora plantea para hablar sobre los res­
quebrajamientos de las jerarquías y los cambios en las leyes y en las
prácticas sociales –­las formas de construir víncu­los, la regulación de
la sexualidad, la elección de la maternidad, las relaciones generacio­
nales y de género–­. ­Se trata de una domesticidad politizada, en la
cual las familias tienen temporalidad y contexto. ­Jelin explora así las
modificaciones en las estructuras y dinámicas familiares a la luz de
los procesos políticos y los valores culturales. ­El modelo se de­sarma
porque deja de ser “para toda la vida”, y en cambio se hace lugar a
nuevas y creativas configuraciones. P ­ or otra parte, el texto también
señala aquellos aspectos de las leyes y las prácticas que no se han
transformado aún: la posibilidad de decidir sobre la interrupción
introducción. géneros en movimiento 19

de embarazos, la distribución de responsabilidades según género


–­en especial en el caso de la provisión de cuidados–­, y los mandatos
y valoraciones sobre las maternidades y las paternidades.
­En el siguiente capítulo, junto con A­ nia ­Tizziani exploramos uno
de los intersticios abiertos por J­elin: las familias cambiaron, pero ¿de
qué manera los hombres y mujeres contemporáneos organizan y ex­
perimentan sus responsabilidades de cuidado y de trabajo remunera­
do? P ­ ara responder a este interrogante, recurrimos al procesamien­
to de datos novedosos, provenientes de la E ­ ncuesta N­ acional sobre
­Estructura ­Social, del ­Programa de ­Investigación sobre la S ­ ociedad
­Argentina ­Contemporánea (­ENES-­Pisac), y a información cualitativa.
­El análisis da cuenta de las desigualdades entre géneros, pero también
de las diferencias de clase al interior de cada uno. ­De este modo, las
relaciones entre trabajo y cuidado ponen al descubierto algunos de los
aspectos más naturalizados de las disparidades socioeconómicas y de
género, pero ¿cómo lo hacen? ­Las estadísticas muestran en qué me­
dida los hombres y las mujeres participan en el mercado laboral y en
tareas domésticas y de cuidado no remuneradas, cuánto tiempo desti­
nan a estas actividades, y si se perciben dificultades al respecto. ­Así, los
datos cuantitativos contribuyen a poner en perspectiva las experien­
cias individuales recuperadas por el análisis cualitativo, que encarna
esta información en hombres y mujeres de distinta condición social
y añade otros interrogantes centrales para completar el cuadro: ¿qué
supuestos en torno a las relaciones de género enarbolan las mujeres y
varones contemporáneos? ¿­Cómo justifican moralmente la persistente
(y rotunda) de­sigualdad de género en la dedicación al cuidado de sus
hijos? ­Entonces, el punto de vista será el de los sujetos involucrados.
­La casa y el trabajo, antes que como universos fragmentados, serán
observados como un objeto indivisible, particular, con tránsitos que se
producen de manera continua en la vida cotidiana. ­La mirada se colo­
ca en sus formas de articulación y, de este modo, se de­safía la histórica
división teórica entre lo público y lo privado y se arroja luz sobre uno
de los vectores de las de­sigualdades más duras de roer.
­Marcela ­Cerrutti analiza, en el cuarto capítulo, la relación en­
tre género, familia y migración. ­El punto de partida es el hecho
de que las mujeres inmigrantes superan en cantidad a los hombres
en igual situación. ­Pero ¿cuáles son las razones y las implicancias
de esta tendencia? ¿­Es posible afirmar que las migraciones reflejan
una mayor autonomía femenina? ¿­Qué sucede con las “maternida­
20 mujeres y varones en la argentina de hoy

des y paternidades a distancia”? ¿­Cómo se configuran las cadenas


globales de cuidado y cuáles son las condiciones que posibilitan la
reagrupación familiar? L ­ a autora advierte los múltiples matices que
enlazan estas dinámicas y la dificultad de establecer conceptos uní­
vocos válidos para todos los casos. ­Estudia los procesos históricos de
los flujos migratorios y las circunstancias que en los distintos con­
textos favorecieron la migración interna y externa, especialmente
vinculados con los nichos del mercado de empleo y con la legisla­
ción local. ­Asimismo, reconstruye los distintos “estilos migratorios”
que se observan en las poblaciones con mayor presencia en nuestro
país: las que llegaron desde B ­ olivia, P
­ araguay y P
­ erú, sus perfiles de
inserción laboral y sus conformaciones familiares. ­Se sostiene que
el análisis de género de los movimientos migratorios produjo un
nuevo interés por conocer el lugar de la afectividad y las emociones
en las decisiones migratorias, lo que permite identificar como mo­
tor de los tránsitos motivos relacionados con el amor, los conflictos
conyugales o familiares, o con la búsqueda de mayor autonomía y li­
bertades (entre mujeres y colectivos de la diversidad sexual). ­De esta
manera, ­Cerrutti consigue despegarse de los clichés y las respuestas
totalizantes, de las miradas que “idealizan” o, por el contrario, “es­
tigmatizan” las prácticas migratorias para ofrecer una reflexión que
admite sutilezas y repreguntas a la hora de analizar el corpus de
conocimiento disponible.
­Mónica ­Gogna y G­ eorgina ­Binstock se adentran en el terreno de la
sexualidad adolescente. ­En tiempos en los que la sexualidad se separa
de la reproducción y se liberalizan las costumbres femeninas (las mas­
culinas siempre gozaron de mayor autonomía), en tiempos en los que
circulan preconceptos como “las chicas se embarazan para cobrar la
­Asignación ­Universal por ­Hijo”, las autoras se preguntan: ¿en qué me­
dida las adolescentes ejercen sus derechos sexuales y reproductivos?
¿­Cómo irrumpe la maternidad en sus vidas? ¿­De qué manera intervie­
nen la cuestión de clase y la etnia en este ejercicio? ¿­Y la condición de
género? ­A partir de evidencias cuantitativas y cualitativas, el capítulo
examina las tendencias respecto de las conductas sexuales de chicos
y chicas, las situaciones que rodean a los embarazos y las profundas
de­sigualdades sociales (económicas, educativas) no sólo en la ma­
ternidad adolescente, sino también en la posibilidad de interrumpir
aquellos no de­seados. ­Más allá de las cuestiones subjetivas, que tienen
connotaciones distintivas según las experiencias de clase y de género,
introducción. géneros en movimiento 21

­ ogna y ­Binstock subrayan profundas diferencias en las condiciones


G
objetivas que permiten ejercer plenamente los derechos sexuales y
reproductivos. P ­ or último, incluyen recomendaciones que apuntan a
afianzar las políticas públicas indispensables para superar las profun­
das inequidades que se expresan en la sexualidad y maternidad en la
adolescencia y que trazan un surco en la vida de las adolescentes y un
obstácu­lo para la ampliación de su autonomía.
¿­Qué sucede con los hombres en medio de todo este torbellino de
cambios incompletos y demandas crecientes? ­Juan ­Carlos ­Volnovich
aporta reflexiones basadas en su experiencia psicoanalítica. ­Aparecen
así las voces de varones (adolescentes y adultos) que pertenecen a
clases acomodadas, urbanas y con capacidad de sostener un proceso
terapéutico. ­Se trata de un pequeño segmento de la enorme hete­
rogeneidad de experiencias masculinas, pero que resulta significati­
vo para profundizar en estas vivencias frente a los movimientos de
género. V ­ olnovich explora dos áreas particulares: la sexualidad (en
adolescentes y adultos) y la paternidad (en adultos), dando cuenta
de transformaciones atravesadas en las prácticas masculinas en las úl­
timas décadas. ­Hay claves de lectura que permiten comprender cier­
ta incomodidad (incluso temor) por parte de los hombres frente al
de­seo femenino y también cierta posición de dominación que no se
quiere perder (y que conduce, por ejemplo, al creciente consumo de
prostitución). P ­ ero además hay claves acerca de las inseguridades más
íntimas y recónditas de los varones, en las que su cuerpo (más bien, la
valoración de sus genitales) parece definir su autopercepción, como
si la hombría y la autoestima pudieran contenerse en aquellos centí­
metros que aparentan marcar la diferencia. ­El capítulo explora tam­
bién las formas en que cambian las prácticas de paternidad, sin dejar
de señalar la angustia que sienten ante las presiones de sus parejas
por un rol doméstico más activo, y sin ocultar la “enorme facilidad”
que ellos tienen para ignorar sus emociones (uno de los estereotipos
de la virilidad). Por último, parecería que la constitución de la mas­
culinidad desde la mirada de los hombres se asocia más con el sexo
y el mundo del trabajo que con la paternidad (a diferencia de lo que
ocurre con la feminidad y sus mandatos).
­El capítulo sobre violencia de género, a cargo de ­Natalia ­Gherardi,
aporta a la comprensión de este problema desde un enfoque jurídi­
co y de políticas públicas, pero también atendiendo a las subjetivida­
des de las víctimas al momento de denunciar. ­El marco normativo
22 mujeres y varones en la argentina de hoy

vigente, recuerda la autora, califica este flagelo como una violación


de los derechos humanos reconocidos en las esferas internacional y
regional. ­Esta perspectiva proporciona un marco conceptual, ético y
jurídico a partir del cual se detallan las particularidades del caso ar­
gentino en sus leyes y medidas estatales. ­La autora advierte sobre los
escasos datos oficiales que existen en esta materia, vacío que llenan
algunas organizaciones de la sociedad civil. ­Además, elabora una
caracterización sociodemográfica de los perfiles etarios y sociales de
quienes realizan denuncias, y también explora las dificultades subje­
tivas que encuentran las mujeres al elevar estos reclamos. ­Con minu­
ciosidad, se presentan los resultados de una encuesta realizada en la
­Ciudad ­Autónoma de ­Buenos ­Aires que revelan algunos de los ma­
tices en el acceso a la justicia por parte de las víctimas de violencia
de género. Gherardi llama a trascender las “normas de papel” para
impulsar políticas públicas sostenidas, coordinadas y efectivas, única
llave para detener la escalada de violencia contra mujeres y romper
los profundos (aunque invisibles) lazos entre las de­sigualdades de
género persistentes en la vida social y la manifestación más cruda de
las relaciones de poder: los femicidios.
­Con sentido crítico y una mirada informada desde el periodis­
mo feminista y el activismo, ­Mariana ­Carbajal recorre el rol de los
medios de comunicación en la proliferación de discursos discri­
minatorios respecto de las mujeres y las comunidades L ­ GTTBI en
cuanto “malas prácticas”; pero también se detiene en las “buenas
prácticas”, esto es, los aspectos que se modificaron en la comunica­
ción de género a partir de los procesos colectivos que coadyuvaron
a impulsarlos. ­En este contrapunto, analiza los enfoques recurren­
tes en la prensa al referirse a la violencia contra las mujeres y a
los femicidios, y se detiene en el abordaje de la violencia sexual
que revictimiza a las víctimas, sobre todo a las adolescentes y jó­
venes. ­La autora reconstruye la historia de trabajo minucioso de
las redes de periodistas por una comunicación no sexista, de los
recursos y materiales elaborados por la ­Red ­PAR (­Periodistas de
­Argentina en ­Red), y el alcance de su incidencia territorial y sus­
tantiva. ­Asimismo, presenta el marco legal vigente, que incorpora
la comunicación con enfoque de género en las leyes sobre violen­
cia de género y sobre servicios audiovisuales, y señala las noveda­
des que implican como la posibilidad de denunciar y de interven­
ción pública para detener la comunicación sexista por parte del
introducción. géneros en movimiento 23

órgano responsable: la ­Defensoría del ­Público. C ­ arbajal sostiene


que la mayor sensibilidad con que la prensa trata a las mujeres hoy
(a diferencia de las maneras ofensivas previas) es, en parte, pro­
ducto de la importante movilización de la sociedad, con el vasto
alcance del movimiento #­NiUnaMenos. ­El texto busca contribuir
a la reflexión sobre cómo incorporar la perspectiva de género en
los medios de comunicación, para que la igualdad de derechos de
hombres, mujeres, gays, lesbianas y trans sea respetada y practica­
da sin vestigios de discriminación ni estigmatización.
­En el capítulo de ­Luciana ­Peker, a través del humor feminista se
exploran las novedosas manifestaciones artísticas con las que el acti­
vismo se reinventa para ampliar audiencias y modos de comunicar,
pero también para convocar y empoderar a nuevas generaciones de
feministas, a punta de risa. ­Peker repone personajes e hitos del hu­
mor femenino, desde N ­ iní ­Marshall hasta las marquesinas de teatro
(con confesiones de mujeres y monólogos de vaginas), pasando por
las ­Gambas al ­Ajillo y M ­ aitena, para de­sembocar en el fecundo mo­
vimiento de artistas que hace stand-up feminista, que de la mano de
un puñado de lúcidas comediantes de­sembarcó en la escena actual
y en las redes sociales y cosecha miles de seguidoras y seguidores. E ­l
humor feminista se expande más allá de la comedia escénica: surge
en libros y programas de T ­ V, y logra colocar como temas clásicos la
maternidad, y otros más picantes como el aborto y hasta la violencia
contra las mujeres en clave de risa y de activismo. S ­ e trata de una
expresión que se ríe del machismo (y del humor machista). ­Por
todo esto, el capítulo consigue sacarnos más de una sonrisa y hasta
alguna risa, sin por ello dejar de referir la rabia e indignación que
en definitiva inspiran este torrente de ironías.
­El libro concluye con un aporte de S ­ elva ­Almada, autora de no­
velas como E ­ l viento que arrasa y ­Ladrilleros, y del libro de crónicas
­Chicas muertas. ­Una escritora de la nueva generación que consigue
transmitir no sólo las experiencias marcadas por los cánones de la
masculinidad y la feminidad en el litoral argentino, sino también
algunos nudos gordianos de las de­sigualdades de género. E ­ l relato
original que integra este volumen, además de confirmar su talento,
plantea el modo en que la literatura abre puertas a nuevas miradas
e ideas para repensar el estado de las cosas, incluso cuando roza el
género de lo fantástico.
24 mujeres y varones en la argentina de hoy

acerca del libro y un balance provisorio

­ oda producción supone decisiones. ­Y toda decisión, algunas renun­


T
cias y no pocas sorpresas. C ­ omo editora y especialista en este campo,
sé que hay temas de enorme importancia en la agenda de derechos
de las mujeres y la comunidad ­LGTTBI que no se encuentran en este
volumen –­entre estos, la participación política de las mujeres–­.
­La coyuntura está candente al respecto: los logros alcanzados no
quiebran la estructura y aún falta mucho para avanzar hacia la pari­
dad en la representación femenina. T ­ ampoco hemos tenido hasta el
momento gabinetes de ministros que incluyan similar participación
de ministras, como ocurrió en ­Canadá hace algunos años, cuando
­Justin ­Trudeau redistribuyó las plazas de su gabinete para lograr
mayor equidad de puestos entre hombres y mujeres. ­Al preguntarle
la prensa sobre los motivos de esa decisión, él respondió: “­Porque
estamos en 2015”, y no hubo nada más que agregar. A ­ lgo similar
hizo ­Emmanuel ­Macron en Francia, un líder liberal de centrodere­
cha (cuyo más elogiable mérito fue conseguir que no se posicionara
la ultraderecha de la mano de ­Marine L ­eP ­ en) y, varios años antes,
­Felipe ­González en ­España.
­En la ­Argentina, la paridad en la representación, que equivale a
una conformación parlamentaria con 50% de mujeres y otro tanto
de varones, todavía es una deuda pendiente que no se explica por las
capacidades ni la educación diferencial de unos y otras. C ­ omo mos­
traron las investigaciones de ­Jutta B­ orner, ­Mariana ­Caminotti, ­Jutta
­Marx y ­Ana ­Laura R ­ odríguez ­Gustá (2009), entre los legisladores ar­
gentinos la proporción de mujeres con estudios de posgrado supe­
raba a la masculina. L ­ o cierto es que la L
­ ey de C
­ upo ­Parlamentario,
sancionada en 1991, contribuyó a ampliar la agenda democrática
con leyes sobre violencia de género, salud sexual y reproductiva, tra­
ta de personas, igualdad laboral, medidas de equidad en organiza­
ciones, sindicatos y/o empresas, parentalidad, igualdad de género y
no discriminación, entre otras. F ­ ueron las legisladoras quienes lide­
raron estos proyectos e hicieron resonar en las cámaras las deman­
das sociales por mayor igualdad (­Caminotti, 2015). ­Hoy el tema está
en agenda, pero presenciamos también la falta de posicionamiento
y voluntad política desde el ­Poder ­Ejecutivo, mientras que algunos
de los periódicos más importantes del país ensayan argumentos de
lo más frágiles que muestran, en última instancia, la férrea resisten­
introducción. géneros en movimiento 25

cia a ceder –­siquiera por una cuestión de justicia–­la predominancia


masculina en el universo de las decisiones públicas. ­Seguramente,
quienes investigan sobre estas cuestiones expondrán a su tiempo las
novedades y densos debates por venir en los próximos meses y años.
­Entretanto, cada uno de los textos aquí reunidos presenta perspec­
tivas profundamente políticas, y da cuenta del avance, en muchos
aspectos, de la normativa nacional.
­En este sentido, un eje común a todo el libro es el de las políticas
públicas de género implementandas durante los últimos años: desde
reponer las luchas para conquistarlas, hasta ponderar su impacto en
las vidas cotidianas de las mujeres y los varones. ­Algunos textos revisan
los déficits en la puesta en práctica de estas políticas, mientras que
otros profundizan en la dificultad de perforar cierto sentido común
que estanca papeles, jerarquías y responsabilidades de género, y que
parece perpetuarse pese a las innovaciones en las medidas.
­La mirada sobre las subjetividades también enlaza los capítulos, a
modo de bajo continuo, presente en las reflexiones sobre las familias,
pero también en las relativas a las migraciones, las masculinidades y
los movimientos emancipatorios motorizados por los feminismos y los
grupos L ­ GTTBI. ­En este terreno, una de las novedades que se plantea
es el reconocimiento de nuevas sensibilidades que confirman que las
formas de sentir y de percibir las relaciones de género se encuentran
atravesadas por la cultura y por el contexto en el cual nos situamos. ­Y,
como tales, varían, se expanden, se contraen, a veces se expresan de
maneras insospechadas y revelan diversidad de rostros y matices en las
historias personales y en los víncu­los familiares y sociales que entabla­
mos hombres y mujeres. ­También en nuestras batallas y movilizaciones.
­Varios de los escritos subrayan la cuestión de clase como un
agravante de las de­sigualdades de género (y viceversa). ­Más allá de
su mera declaración, estos textos muestran las diversas aristas de
la condición socioeconómica, y dan cuenta del modo en que las
mujeres de sectores populares viven discriminaciones más agudas y
exclusiones más críticas que sus pares de clase media, en cuanto a
las experiencias de maternidad en la adolescencia, la organización
social del trabajo remunerado y del cuidado, o la posibilidad de dis­
poner de recursos para enfrentar la violencia de género.
­Por último, el libro en su conjunto sostiene que así como las po­
líticas públicas constituyen una herramienta privilegiada para la
transformación social, también la comunicación masiva resulta un
26 mujeres y varones en la argentina de hoy

instrumento potente para instalar agendas y colocar un nuevo lente


a través del cual revisitar lo que se dice y lo que se calla, lo que se
exhibe y lo que se oculta, para construir nuevos modos de llegada,
de expresión y nuevas voces que los encarnen. ­Las redes sociales
cumplen en estos tiempos un rol fundamental, y permiten multipli­
car exponencialmente el alcance de estas perspectivas y así sacar a
la luz, con una contundencia que se refleja en la masividad de las
movilizaciones por #­NiUnaMenos, aquello por lo que se lucha.

¿­Cuál es la repercusión de esta transformación? ¿­Cuánto falta para


que estos debates envejezcan? ­No lo sabemos. ­No tenemos cómo pre­
decir si los contrastes que hoy apreciamos se irán diluyendo, ni en qué
medida. ­No sabemos qué novedades surgirán en el futuro. ­Joan ­Scott
sostiene que los cambios en las relaciones de género casi siempre son
impredecibles y, a veces, paradójicos. ­Las guerras en ­Europa o los
períodos de de­socupación masiva, durante la década neoliberal en
­América ­Latina, también provocaron modificaciones, por ejemplo,
en el aumento de la participación femenina en el mercado laboral.
­En la ­Argentina actual es imposible pensar las dinámicas de género
sin asumir la transformación que sobrevino con #­NiUnaMenos, cuya
chispa prendió y se expandió en pocas semanas, y cuyo impacto sim­
bólico superó ampliamente los pronósticos más optimistas.
­En tal territorio de imprevisibilidad, se inscriben estas páginas. E
­ n
todo caso, promediando la segunda década del siglo ­XXI, es posible
sostener que pocos se atreverían en la ­Argentina a declamarse con­
tra la igualdad de género, pero ¿de qué manera se piensa la igual­
dad? ¿­Igualdad entre quiénes? ¿­De qué tipo? ¿­Seguimos apostando
por la noción liberal de la igualdad de oportunidades, o trabajamos
por una concepción más profunda que logre alcanzar la igualdad
de posiciones? (­Dubet, 2011). ­Aquí, las miradas tienden a diversi­
ficarse. ­Y todo se halla en constante redefinición. ­Mientras tanto,
al menos este libro deja algunas certezas: por un lado, el hecho de
que buena parte de la sociedad argentina, más allá de sus expresio­
nes, se encuentra interpelada –­aunque a veces reticente–­a construir
mayor igualdad; por el otro, la seguridad de que el movimiento de
reivindicación de derechos creció de manera exponencial y no pa­
rece volver atrás. E ­ n este punto, creemos que a pesar de que por
momentos los avances resulten lentos, los retrocesos serán más que
improbables. ­La ciudadanía está de pie.

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