Hombres Lobo

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Aun el hombre que es puro de corazón y dice sus

oraciones de noche se convertirá en lobo cuando florezca el


acónito y brille la Luna de Otoño.

Curt Siodmak
(del guión The Wolf Man.
George Waggner, 1941)

La transformación de hombre a bestia, ha acompañado la historia


humana desde siempre, y el mito en sí, se ha ido transformando a
través de los siglos, hasta llegar a ser como hoy en día lo conocemos.
Este personaje que se halla prisionero por el influjo de la Luna y es
vulnerable ante las balas de plata, vive en la cultura popular y alimenta
tanto la literatura como el cine, pero poco tiene que ver con el que el
folklore describía.

El Hombre Lobo representa un temor patente en el ser humano:


Perder el dominio de sí mismo, sucumbir a los instintos más
destructivos y no ser capaz de asumir la responsabilidad de sus actos.
Ese nublarse y estar a merced de los impulsos, violenta nuestra
racionalidad. El hombre bestializado no es extraño a nuestra
naturaleza, es una alerta ante la angustia de perder el control de
nuestras vidas. Esa es la orfandad del Hombre Lobo, sentirse aislado
del mundo.

Hay que reconocer la compleja simbología que tenía el lobo entre los
pueblos antiguos: El lobo es dual, por un lado tenemos al lobo como
héroe guerrero y antepasado mítico —el lobo azul padre de las
dinastías mongoles, la loba capitalina o el lobo insignia de los
cántabros—; y por el otro, hay una identificación tanatológica e
infernal —el lobo psicopompo de los egipcios, el Apolo Licógenes de
los griegos o los lobos Eskol y Fenrir de los nórdicos—.

En la tradición occidental, podemos encontrar las primeras referencias


en la Metamorfosis de Ovidio, donde se relata la historia de Licaon —
que parece ser origen del término Licántropo— al que Zeus convirtió
en lobo como castigo por darle de comer los restos de un niño en un
banquete, de hecho aquí nos hallamos seguramente ante una narración
moralizante y de rechazo a las costumbres caníbales de la antigua
Arcadia. Los romanos por su lado, tenían un termino para describir
este cambio: Versipellis —piel vuelta, que el pelo les crecía hacia
dentro—. Virgilio menciona a un hechicero llamado Meris, que se
convertía en lobo mediante la ingestión de «hierbas y venenos”.
Petronio en el Satiricón hace ya una referencia explícita a la
transformación de un soldado en lobo. En la narración de Petronio
aparecen por vez primera las características que posteriormente
definirían al Hombre Lobo: la desnudez antes de la transformación, el
plenilunio, la ferocidad, los ataques al ganado, y un detalle más, la
magia simpática, por la que el hombre metamorfoseado, al recuperar
su forma original, conservaba toda marca o herida que se le podría
haber propinado en su estadio de bestia. Marcellus de Sidón describió
una enfermedad mental que causaba a los que la padecían que tuvieran
la sensación de transmutarse en algún animal, y la llamó “una especie
de melancolía”

Con la llegada del cristianismo, el Hombre Lobo se convirtió en una


bestia emblemática de Satán. Durante la Edad Media quedó asociado a
las brujas. San Agustín, Avicena, Tomás de Aquino o Cornelio Agripa
creen a pie juntillas en la posibilidad de estas metamorfosis y los
identifican con pacto con el demonio.

Pero, ¿cómo es que el lobo queda imponiéndose como un paradigma de


lo salvaje con lo que el hombre conecta para dar rienda suelta a sus
instintos más básicos? Cabe recordar que el lobo fue el más abundante
predador de ganado en toda la cuenca mediterránea. Hay un
componente de miedo asociado a él, y tal vez su elección se debe a una
fuerte carga emocional frente a la oleada de crímenes y salvajes
violaciones que asolaban el continente.

El mito se fue arraigando en el folklore europeo en los siglos


siguientes, llegando a su mayor expresión durante el siglo XVI —
agregar—, con más de 30 mil juicios y procesos por licantropía, y
fueron tan espectaculares como los de brujería y levantaron una
verdadera disputa científica que trató de justificar las sentencias
ejecutadas por los tribunales. Diversas interpretaciones trataron de
justificar estas transformaciones. Unas pensaban que eran
involuntarias —producidas por íncubos, súcubos o posesiones
diabólicas— que conseguían la predisposición de la víctima. Otros que
eran completamente voluntarias, inducidas por pactos satánicos o la
ingestión de pócimas, ungüentos o la recitación de los adecuados
conjuros.

De esta manera va tejiéndose todo una mitología en torno a la Bestia, la


causa de la transformación podía ser el azar o la fatalidad de alguna
maldición. Algunas causas anecdóticas son el beber agua de una charca
donde ha bebido un lobo, haber nacido la noche de Navidad o de San
Juan, dormir desnudo a la luz de la luna llena, tener el pelo rojo —aquí
hay un punto de contacto con los Vampiros—, nacer después de
mellizos o gemelos siendo hijo varón, o ser el séptimo varón
consecutivo de una familia sin hijas. El folklore va alimentando a la
literatura, y posteriormente al cine. Es curioso que termine
centrándose en un elemento que desconocía la tradición: el contagio
por mordedura de uno de ellos, que parece un ser también un
préstamo de otra mitología, la del Vampiro.

El Hombre Lobo hace su aparició n en la literatura de ficció n en el siglo


XIX, un época donde las poblaciones urbanas buscan marcar su
distancia con los mitos rurales. Escritores como Maupassant,
Stevenson, Kipling, Pirandello, Blackwood, Dumas, incluyen entre sus
pá ginas el mito del Hombre Lobo.

La ficción moderna se ha centrado básicamente en estos aspectos: El


proceso de transmutación es doloroso. El lobo no tiene piedad, devora
y mata sin remordimientos, no importa el carácter moral que tenía
cuando este es humano. La forma que asume el Hombre Lobo no
siempre es el de un lobo ordinario, a menudo es antropomorfa o más
grandes que un lobo real. Son inmunes al daño cualquier arma, salvo a
las que está hechas de plata. Además, la ficción actual sobre el hombre
lobo implica casi exclusivamente una condición hereditaria o la
mordida de otro hombre lobo, como si fuera una enfermedad.

Es cierto que recientemente las movidas medioambientalistas lo han


tomado de manera más empática, el Hombre Lobo se ve como una
representación de la humanidad aliada con la naturaleza. Un ejemplo
de esta perspectiva se puede ver en algunos juegos de rol como
Werewolf, donde los jugadores toman el papel de un Hombre Lobo que
trabaja en nombre de la naturaleza, en contra del espíritu destructivo y
sobrenatural que representa las fuerzas destructivas de
industrialización y contaminación, aunque esto ya lo abordó Whitley
Strieber —el autor de Hunger— en sus novelas The Wild y The Wolfen.

Frente a la literatura tenemos al cine, hagamos un recorrido rápido por


la filmografía del Hombre Lobo…

The Werewolf, 1913

Es un cortometraje y su primera aparición en cine, dirigida por Henry


McRae.

Werewolf in London, 1935

Si bien es el primer largometraje, pasó desapercibido. Fue dirigido por


Stuart Walker, sobre un guión que tiene más ciencia-ficción que terror,
con un monstruo más parecido a Mr. Hyde que a un licántropo. Debido
a la censura, los estudios tuvieron que cuidar mucho las
transformaciones evitando que fueran demasiado terroríficas o
velludas.

The Wolfman, 1941

Esta es la película que dio forma al Hombre Lobo como lo conocemos,


dirigida por George Waggner con un guión de Curt Siodmak, fue
producida por Universal —la misma que 10 años antes había grabado
Drácula y Frankenstein—. Nuevamente la censura impidió que las
transformaciones fueran muy bestiales o que se viera una
transformación directa de hombre a lobo.

Larry Talbot regresa a su antiguo hogar en Gales, y conoce a una joven,


Gwen Conliffe. Una noche, junto a Jenny, una amiga de Gwen, visitan un
campamento de gitanos y conocen a Bela, quien observa en la mano de
Jenny la marca la bestia. De regreso son atacados por un lobo, Larry
consigue matarlo, pero en la lucha Jenny muere y él es mordido por la
bestia. Tiempo después descubren que Bela también a muerto y
cuando se entrevistan con su esposa, ella confiesa que era un hombre
lobo, como Larry ha sido mordido, terminará convirtiéndose también
en uno.

La noche en que Larry se transforma por primera vez, mata aun


sepulturero. La policía pone trampas para atrapar a la bestia y lo
consiguen, la esposa de Bela aparece en escena, lo hace volver a su
forma humana y lo libera. Larry decide abandonar el lugar y va a
contárselo a Gwen, pero ella le dice que quiere acompañarlo, él la
rechaza recordando al marca en su mano. Cuando le cuenta a su padre
la maldición que lleva consigo, Sir Talbot no le cree, sin embargo, por
precaución lo amarra a una silla y lo encierra.

Mientras tanto, una partida de hombres siguen buscando a la bestia.


Gwen sale en busca de Larry, pero en el camino es atacada por la
bestia, entonces Sir Talbot aparece y lo mata. Momentos después, el
cadáver del animal se transforma en Larry. Cuando llega la policía,
deduce que la bestia atacó a Gwen y Larry murió intentando
defenderla.

El papel de Larry Talbot fue interpretado por Lon Chaney Jr, y años
después lo repitió en las varias películas, entre ellas Frankenstein
meets the Wolf man, 1943 —la primera aparición de dos monstruos
clásicos en una película— y The Curse of the Werewolf, 1960 —que
parece ser una adaptación de la novela El Hombre Lobo en Paris de
Guy Endore.

I Was a Teenage Werewolf, 1957

Una película de serie B protagonizada por Michael Landon y dirigida


por Gene Fowler Jr.

The Curse of the Werewolf, 1961

La Marca del Hombre Lobo, 1968

An American Werewolf in London, 1981


Dirigida por John Landis, Rick Baker ganó su primer Oscar al Mejor
Maquillaje. Una transformación de hombre a lobo que seguramente
todos recordamos.

The Howling, 1981

The Company of Wolves, 1985

Neil Jordan dirige es una interpretación moderna del cuento de


Caperucita Roja, en la cual el lobo feroz es realmente un hombre lobo.

En el film, el lobo surge del interior del hombre, todos tenemos una
bestia bajo nuestra piel, que puede aflorar en el momento más
inesperado.

Teen Wolf, 1985

Narra la historia de un adolescente interpretado por Michael J. Fox, un


tímido estudiante de instituto descubre que se transforma en hombre
lobo, y decide aprovechar esa circunstancia para triunfar en el
baloncesto.

Silver Bullet, 1985

Dirigida por Dan Attias. Esta basada en la novela el Ciclo del Hombre
Lobo de Stephen King, y adaptada a guión por él mismo. En el pueblo
de Taker’s Mills, un tranquilo paraje de Maine, se inicia una ola de
crímenes que se repiten cada vez que aparece la luna llena. Marty
Coslaw, está convencido que el asesino es un vecino del que nadie
sospecharía y que en realidad es un hombre lobo.

Wolf, 1994

Mike Nichols se alejó del rumbo que habían tomado las película del
género y se sumergió en los inicios de la licantropía como los
conocemos, de hecho tiene más semejanzas con The Wolfman (1941)
que con Aullidos, Un Hombre Americano en Londres o Compañía de
Lobos.

Un importante miembro de una editorial (Jack Nicholson) se detiene


en la carretera una noche de luna llena tras impactar con un animal
que resulta ser un lobo. La criatura le muerde en una mano y el
hombre durante los días posteriores comienza a notar cambios en su
cuerpo, se siente más vivo que nunca y esta dispuesto a hacer frente a
todo lo que se le ponga por delante.

Ginger Snaps, 2000

John Fawcett dirige la que muchos consideran entre las mejores


películas de licantropía. Esta producción canadiense, nos presenta dos
hermanas que se ven envueltas en el mundo de la licantropía cuando la
mayor de ellas es mordida por un hombre lobo. Lo novedoso de la
trama es la asociación que se hace entre la maldición del lobo y el
despertar sexual, Fawcett compara los cambios hormonales de la
adolescencia con la trasformación, como también lo habían hecho I
Was A Teenage Werewolf y en Teen Wolf, pero definitivamente de un
modo mucho más serio. Semejanza con The Craft (1996).

Dog Soldiers, 2001

Underworld, 2003

Van Helsing (Van Helsing 2004)

Cursed, 2005

Twinlight, 2008

Red Riding Hood, 2011

Shadow Hunters: City of Bones, 2013

Wer, 2013

Dirigida por WILLIAM BRENT BELL. Tras un brutal asesinato en la


Francia rural, un mendigo es detenido y acusado del crimen. Creyendo
en la inocencia de su cliente, la abogada Kate Moore decide enfocar
todo desde un punto de vista científico para echar por tierra la
acusación. Pero tras indagar en el pasado familiar de su defendido todo
sugiere que están ante el renacimiento de una leyenda ya olvidada...

Tal vez la mayor dificultad para explorarlo, es que no existe una


historia seminal, todo lo que tenemos se encuentra disgregado en una
infinidad de narraciones, leyendas y sistemas de creencias no siempre
bien comprendidas; y cuentos y novelas —buenos y malos— que han
tratado de dar forma a un mito, buscando equiparlo a otros grandes
monstruos de eso que llamamos genero del terror.

Podríamos pensar que ese aparente caos de fuentes genera un


desbalance entre el Vampiro aristocrático —desarrollado hasta el
extremo, infinitamente sensual y fascinante— y el torturado Hombre-
Lobo que lucha contra su propia naturaleza. Al carecer de toda la
mitología que rodea la Vampiro, la Bestia interior que trata de
imponerse y se combate, es por sí misma una limitación. Pero no
debemos engañarnos, no es cierto que la genealogía del Vampiro sea
lineal y consistente en el tiempo, lo que sucede es que en su caso
tenemos una historia seminal, un relato sobre el que podemos
pararnos y contemplar en perspectiva su evolución, el Drácula de
Stoker es el punto de partida —no el origen— para esbozar la imagen
de Vampiro que tenemos vigente; en el caso del Hombre Lobo, no. El
hilo narrativo que se desprende del Licántropo es más o menos casi
siempre el misma: Un personaje que acepta su lado oscuro y aprende a
vivir con él o expulsa aquello que desea hacerlo suyo; todo esto entre
los márgenes del salvajismo. Sin otras vertientes en la trama, pareciera
que no hay mucho más que decir… o quizá sí, tal vez no estamos
buscando lo suficiente en la tradición, no toda historia de Hombres
Lobo debe terminar con su captura, juicio y quema en una hoguera o
muerte con una bala de plata, tal vez hay infinidad de opciones que no
hemos explorado con detenimiento, no todo sádico sexual o asesino
serial debe resultar siendo un Hombre Lobo, el lado animal no tiene
porque ser un símil de violencia y muerte.

Hay algo que no debemos perder de vista: no hay monstruos, sin un


conjunto de creencias y detalles. En prácticamente todas las culturas
antiguas nos encontramos con alusiones a sacerdotes o chamanes que
modifican su apariencia y toman atributos de animales. El Hombre
Lobo es viejo. El culto a los animales se remonta a la prehistoria, los
restos más antiguos son altares de culto al oso de hace unos 75 mil
años, las pinturas rupestres de hombres leopardo u hombre ciervos
datan del sexto milenio antes de cristo. El primer relato escrito que
incluyó a un personaje hombre-animal fue la Épica de Gilgamesh y su
compañero Enkidu, y se remonta a 4000 años, poco más de 40 veces la
distancia entre nosotros y el vampiro de Stoker. Hay una cantera
inimaginable de imaginación y detalles que no estamos siquiera
contemplando.

Hemlock Grove (2012)

Hemlock Grove es una serie de televisión de terror y suspenso


estadounidense creada por Brian McGreevy y Lee Shipman, producida
por Gaumont International Television para Netflix. Basada en la novela
homónima de Brian McGreevy, la serie fue lanzada el 27 de marzo de
2012.1 La serie fue estrenada el 19 de abril de 2013, con los 13
episodios disponibles para su visualización en línea.2 La serie tiene
lugar en Hemlock Grove, una ciudad ficticia en Pensilvania y está
protagonizada por Famke Janssen, Bill Skarsgård y Landon Liboiron.

El 19 de junio de 2013, Netflix renovó Hemlock Grove para una


segunda temporada de diez episodios,3 que fue estrenada el 11 de julio
de 2014.4

El 2 de septiembre de 2014, la serie fue renovada para una tercera y


última temporada compuesta por diez episodios.5
La serie está ambientada en Hemlock Grove, Pensilvania, una ciudad
que mezcla la riqueza y la pobreza extremas después de que el cierre
de la planta siderúrgica de la ciudad hiciera que muchos perdieran sus
puestos de trabajo, dejando como principales fuentes de empleo al
Instituto de Tecnologías Biomédicas Godfrey y el Hospital Hemlock
Acres. Al frente del instituto -que se rumorea realiza experimentos
siniestros- se encuentra la imponente Olivia Godfrey, mientras que al
frente del hospital se encuentra el doctor Norman Godfrey, hermano
del fallecido esposo de Olivia.

ANNE RICE

El don del lobo —The Wolf Gift— es una novela publicada en el 2012.
En este nuevo ciclo —que continúa con “Los lobos del Invierno”—,
Anne Rice deja de lado su temática habitual de Brujas y Vampiros, para
explorar otro ícono de la literatura de terror. Y consigue más o menos
lo mismo que logró con sus Crónicas Vampíricas: dar una mirada
diferente a un mito lleno de salvajismo, combinando el instinto animal
con la inteligencia y los sentimientos humanos. Reuben Goldwing, es
un joven reportero que llega a una mansión y es recibido por la dueña,
que es una mujer unos quince años mayor que él. Después de
enseñarle la mansión y contarle parte de su historia familiar, se lo lleva
a la cama esa misma noche. Entonces uno hombres irrumpen en la casa
y una bestia que no logra distinguir en la oscuridad, aparece y lo deja
como único sobreviviente. Luego del ataque, es llevado a un hospital,
para descubrir que es el heredero de la mansión, pero además
descubre que se ha convertido en un licántropo. Inmune a
enfermedades, con fuerza sobrehumana y el don de la inmortalidad.
Como es de esperarse, surgen las incógnitas que necesitan respuesta:
¿cómo ha sucedido? ¿hay más seres como él? y la más intrigante ¿cómo
se originó todo? Un elemento que parece disímil de la leyenda, es el
lugar que tiene la fe en dios del protagonista que parece darle sentido a
la nueva forma de existencia que posee.
GEORGE R.R. MARTIN

En la Canción de Hiego y Fuego, los cambiapieles son personas que


tienen la capacidad de entrar en la mente de algunos animales y
controlarlos a voluntad. Uno de los nombres que se les da son: Wargs,
estos son los que se apoderan de la mente de lobos; los otros son
llamados indistintamente cambiapieles, que pueden ser hombres o
mujeres y no tienen un animal determinado, ya que pueden dominar
cualquier animal siempre que tengan una empatía especial hacia él.
Los Stark Bram, Jon o Arya son Wargs; mientras que algunos Salvajes
como Orell —que entra en la mente de un águila— o Varamyr
Sietepieles —que lo hace hasta en siete animales—… Los
Verdevidentes estarían en el nivel más alto de cambiepieles, por
ejemplo.

Esto no es una idea enteramente nueva, entre los nativos


norteamericanos, se habla también de los Cambiapieles, como seres
capaces de modificar su aspecto y adoptar el de otras criaturas. En las
tradiciones chamánicas de varios grupos indígenas y, sobre todo, de los
Navajo, la habilidad de cambiar de forma se considera una de varias
formas de brujería. También entre los esquimales y los aborígenes
australianos o de Nueva Guinea —como el caso de los hombres-
casuarios—, se habla de estas habilidades, que son usadas por los
chamanes para ver lo que hay en la distancia y comprender mejor el
destino del mundo. El caso de las tradiciones Navajo es curiosa, no son
necesariamente sacerdotes chamanes los que usan esta habilidad, sino
cualquier hombres que haya abandonado su humanidad. Se dice que
han destruido su alma, por lo que son peligrosos, temidos y
rechazados. Se les llama Yee Naaldlooshii, lo que se traduce como “el
que anda en sus cuatro”. Uno de los pocos lugares seguros es el hogar,
a donde no puede entrar sin autorización, por lo que comúnmente
intentarán engañar a las personas para que abran la puerta. En esto la
tradición se parece mucho a la de los vampiros.
La escritora J. K. Rowling incluye en sus libros de Harry Potter a un
licántropo llamado Remus Lupin, el cual en los períodos de luna llena
se toma una poción para lograr tener su forma lobuna pero con una
mentalidad humana. También se menciona a otro licántropo llamado
Fenrir Greyback que, a diferencia de Lupin, le encanta ser hombre lobo
y muerde a las personas aunque no haya luna llena.

La novela Howling Mad, de Peter David, toma el argumento inusual de


ofrecer un lobo que ha sido mordido por un hombre lobo, y como
resultado se convierte en un «lobo-hombre». El lobo-hombre provee al
lector con una perspectiva única sobre la civilización humana. Con el
mismo argumento existe un relato de Boris Vian, en el que Denis, un
lobo que habita en el Bois des Fausses-Reposes, es mordido por un
hombre lobo, y cada plenilunio, convertido en hombre, vive como tal
las noches de París. En la década de 1980 este relato fue llevado a
canción por el grupo musical español La Unión con el tema «Lobo
Hombre en París». También se utiliza esta idea en el libro infantil La
leyenda de Tsobu, de Juan José Plans, publicada en Alfaguay, donde un
hombre es convertido en hombre lobo y, posteriormente, muerde a un
lobo, con lo que éste último se dedica a controlar las acciones del
primero mientras está transformado.

El talismán, novela de Stephen King y Peter Straub, retrata a los


hombres lobo como protectores del Mundo de los Territorios. Un
hombre lobo en particular (llamado Lobo) ayuda al joven Jack Sawyer
en su aventura para localizar un artículo antiguo de poder. Aunque aun
continúan los retratos de hombres lobos malignos en la cultura
popular.

El escritor valenciano Sergi Durà actualizó el personaje del hombre


lobo adaptándolo al mundo distópico del tercer milenio en su novela
satírica Un home llop xangainés a Dubai (2011).
En las novelas de Memorias de Idhún, de Laura Gallego García, el
personaje Alexander se transforma en un lobo todas las noches de luna
llena, ya que su cuerpo tiene un espíritu humano y uno de lobo.
Mientras mantiene su aspecto humano, tiene el pelo gris, los ojos
amarillos, garras y colmillos.

En las novelas Temblor, Rastro y Para siempre, de Maggie Stiefvater, la


historia está centrada en lobos. Estos son de mayor tamaño y
conservan los ojos de su humanidad. Se convierten en lobos con el frío
y la adrenalina y pasado un período de tiempo (varios años) dejan de
ser humanos y pasan a adquirir la forma definitiva de un lobo.

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