Hora Santa Por La Unidad de Los Cristianos

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Hora Santa por la unidad de los cristianos

De la segunda carta del Apóstol Pablo a los Corintios: (2 Cor 5, 14-20)


Hermanos: El amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto
murieron. Y murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para Aquél que murió y
resucitó por ellos. Así que, en adelante, ya no enjuiciamos a nadie según los criterios humanos; y si
enjuiciamos a Cristo según tales criterios, ahora ya no lo enjuiciamos así. Lo digo porque el que está en
Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió
consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. En efecto, Dios estaba reconciliando al
mundo consigo por medio de Cristo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, al tiempo
que nos confiaba la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios
exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo les suplicamos: ¡reconcíliense con Dios! Palabra
de Dios.
Peticiones de Perdón

No hemos recibido un espíritu que nos convierta en esclavos, de nuevo bajo el régimen del
miedo. Invoquemos la misericordia de Dios, confiando en el poder salvador de su diestra.

De las críticas, comentarios, rumores y palabras que lesionan al hermano y generan división:

Señor ten piedad

De los pleitos, actos de rivalidad e insana competencia, del aislamiento y egoísmo que rompen el estilo
de la comunidad según el Evangelio:

Señor ten piedad

Del miedo y la desconfianza que nos separan unos de otros y que ponen límites a la esperanza y a la
salvación:

Señor ten piedad

Por la tardanza en aceptar tus exigencias y por los pretextos que ponemos a tu amor. Por nuestras
cobardías ante la proclamación del Evangelio y por la tibieza con que andamos tu camino:

Señor ten piedad

Por nuestra falta de entrega, de ardor en el apostolado. Por tantas personas que te desconocen:

Señor ten piedad


Oración de los fieles

Dando gracias por nuestra liberación de la esclavitud del pecado, pongamos nuestras necesidades ante el
Señor pidiéndole que rompa las cadenas que nos esclavizan y que nos una, en cambio, con lazos de amor
y de comunión.

Cada intercesión puede ser leída por un lector diferente. Al terminar de leer, los lectores van uniendo sus
manos o sus brazos con miembros de la asamblea para crear una cadena humana.

L1 Dios del Éxodo, que guiaste a tu pueblo a través de las aguas del mar Rojo y lo redimiste, quédate con
nosotros ahora y redímenos de toda clase de esclavitud y de todo lo que oscurece la dignidad del ser
humano.

Pon tu mano sobre nosotros, Señor, para que tengamos vida.

L2 Dios de la abundancia, que en tu bondad provees a nuestras necesidades, quédate con nosotros ahora
y ayúdanos a vencer nuestro egoísmo y nuestra codicia y danos el valor para ser agentes de justicia en el
mundo. Pon tu mano sobre nosotros, Señor, para que tengamos vida.

L3 Dios de amor, que nos has hecho a tu imagen y nos has redimido en Cristo, quédate con nosotros
ahora y danos la fuerza para amar a nuestro prójimo y para acoger al extranjero. Pon tu mano sobre
nosotros, Señor, para que tengamos vida.

L4 Dios de paz, que te mantienes fiel a tu alianza aunque nosotros nos alejemos de ti y en Cristo nos
reconcilias contigo, quédate con nosotros ahora y pon en nosotros un nuevo espíritu y un nuevo corazón
para que podamos rechazar la violencia y ser en cambio siervos de tu paz. Pon tu mano sobre nosotros,
Señor, para que tengamos vida.

L5 Dios de gloria, que eres todopoderoso y que en Cristo quisiste que tu hogar fuera una familia humana
y que en las aguas del bautismo nos has adoptado como hijos, quédate con nosotros ahora y ayúdanos a
mantenernos fieles a nuestros compromisos familiares y a nuestras responsabilidades comunitarias y
fortalece los lazos de comunión con nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Pon tu mano sobre
nosotros, Señor, para que tengamos vida.

L6 Dios uno y trino, que en Cristo nos has hecho uno contigo y con los demás, quédate con nosotros
ahora y por el poder y el consuelo del Espíritu Santo líbranos del egocentrismo, la arrogancia y el miedo
que nos impiden caminar hacia la plena unidad visible de tu Iglesia. Pon tu mano sobre nosotros,
Señor, para que tengamos vida.

La Oración del Señor

Señor, humildemente te pedimos que


por tu gracia las Iglesias puedan ser
en todo el mundo instrumentos de tu paz.
Que, a través de su acción conjunta
como embajadoras y agentes entre los pueblos divididos
de tu amor sanador y reconciliador,
pueda tu Nombre ser santificado y glorificado.
Amén.

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