Derecho Electoral Por Nohlen y Sabsay
Derecho Electoral Por Nohlen y Sabsay
Derecho Electoral Por Nohlen y Sabsay
DERECHO ELECTORAL
1. INTRODUCCIÓN
podrían tener para la inclusión real en la política de los nuevos estratos con
derecho a voto. Esta asignación de mayor importancia al derecho electo-
ral individual, al derecho de participación política, frente al derecho elec-
toral como el conjunto de normas que regulan la expresión del voto y de la
soberanía popular, en realidad (sólo) tenía fundamento allí donde el Estado
como aparato burocrático-racional había precedido a la universalización
del sufragio o donde ambas evoluciones se producían simultáneamente. No
tanto así en Iberoamérica y otras partes del mundo, donde la democratiza-
ción del sufragio y la celebración continua de elecciones no necesariamen-
te marcaba un progreso democrático, puesto que, a falta de un aparato ad-
ministrativo y jurisdiccional independiente, no garantizaba la erradicación
de prácticas electorales fraudulentas. En tales circunstancias, el concepto de
derecho electoral en el sentido restringido es claramente insuficiente, pues
ignora precisamente aquellos aspectos organizativos y administrativos in-
dispensables para que unas elecciones con sufragio universal sean real-
mente democráticas, es decir, libres y honestas.
Tercero, la renuncia o casi renuncia al concepto genérico de “derecho
electoral” parece revelar una inseguridad sobre su autonomía y su lugar en
el campo del saber, especialmente como rama del derecho, por un lado, y
sobre su contenido y pertinencia a diferentes disciplinas, por el otro. Es ob-
vio que el objeto del derecho electoral como lo hemos indicado arriba, con
sus dimensiones jurídicas, teórico-normativas, comparativas, sociológicas
e históricas, requiere un tratamiento multidisciplinario. La necesidad de
convocar a diferentes disciplinas a participar en el estudio del objeto pa-
rece cuestionar una denominación que se podría interpretar como adjudi-
cación del campo a la rama jurídica. Nos estamos refiriendo, sobre todo, a
la ciencia política que por su multidisciplinariedad interna y su vocación
interdisciplinaria parece estar en igualidad de condiciones para encarar el
estudio de la materia. Y no es casual que el coordinador original de esta
obra sea politólogo y que, por lo demás, haya dirigido varias tesis de doc-
torado sobre temas de organización electoral en América Latina (Jarami-
llo, 1994; Franco, 1995; León-Roesch, 1997).
Por otra parte, en el campo exclusivo del derecho, no se ha logrado
identificar el lugar que ocupa o debería ocupar la materia electoral en el
universo jurídico. Tradicionalmente el derecho electoral ha sido considera-
do como un capítulo de alguna otra rama del derecho constitucional o del
derecho administrativo, incluso se le ha ubicado “a caballo” entre estas dos
áreas jurídicas. En realidad, se ha incluido dentro del campo de otras ra-
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mas del derecho público por asociación, debido a las materias con las que
se relaciona la cuestión electoral, con lo que el derecho electoral constitu-
ye así un capítulo de importancia variable.
el derecho electoral ocupe el lugar que le corresponde para que su pleno desen-
volvimiento ejerza la influencia beneficiosa consiguiente en las instituciones
electorales políticas del mundo. La autonomía del derecho electoral resulta,
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Preocupado por las fuentes del derecho electoral, Rafael Santos Jiménez
precisa que “dentro de su contenido tenemos disposiciones constituciona-
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• Partidos políticos.
• Financiamiento de elecciones y de partidos.
• Formas de democracia semidirecta.
• Normas de procedimiento electoral.
• Exigencias en control y fiscalización de actos electorales.
• Autoridad electoral.
• Normas en materia de observación de procesos electorales.
• Capítulo correspondiente del derecho internacional de los derechos
humanos.
Manuel Aragón considera que, por una parte, “el derecho electoral es
un instrumento de garantía de la democracia, esto es, una técnica jurídica
mediante la cual se pretende asegurar la certeza en el otorgamiento de la
representación popular”. Es precisamente “a la luz del principio democrá-
tico que se deben estudiar los modos de organizar la administración elec-
toral, las formas de confección del censo, los sistemas de votación y escru-
tinio o, en fin, las diversas vías de control de los procesos electorales”. Y
retomando el vínculo entre derecho electoral y democracia, el catedráti-
co español estima que es por ello que “el derecho subjetivo a elegir está
íntimamente relacionado con los demás derechos; con el de igualdad en
primer lugar, con los de libertad de expresión y asociación en segundo lu-
gar, con los de libertad y, en fin, con el resto de los derechos del hombre
que, por serlo, es precisamente un ciudadano, esto es, un hombre libre que
participa en el gobierno de su comunidad” (Aragón Reyes, 1993: XXIV).
Nos parece importante destacar la conclusión a que arriba Manuel
Aragón cuando considera que “el derecho electoral no es sólo una técnica
jurídica al servicio de la democracia, un instrumento, pues, de garantía;
también desempeña, y ése es su otro carácter, una función legitimadora,
ya que la democracia se afianza precisamente gracias al correcto funcio-
namiento de los procesos electorales”. Pero, para llevar a cabo esa doble
función, el derecho electoral debe estar integrado por reglas que sean un
vehículo eficaz para asegurar la plena vigencia de los derechos políticos y
para el logro de instituciones que hagan transparente el proceso de acce-
so a los cargos de gobierno, posibilitando así que el Estado de derecho se
consolide.
También resulta relevante tener en cuenta que el derecho electoral con-
sidera dos campos bien determinados entre sus contenidos fundamentales.
Como señala Fernando Flores García, hay una
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cables de todas maneras los principios generales que se derivan del derecho
penal de cada país. Asimismo, nada obsta para que estos delitos integren un
capítulo especial del Código penal correspondiente. Lo mismo ocurre con el
derecho procesal, que aporta una cantidad de institutos aptos para llevar a
cabo los procedimientos que tienen lugar en el ámbito electoral. Piénsese al
respecto en toda la actividad de tipo jurisdiccional que desarrolla el tribunal
o autoridad de aplicación. Pues bien, estos actos deben estar enmarcados
por reglas de tipo procedimental que se compadezcan con el derecho proce-
sal nacional.
7. CONSIDERACIONES FINALES