Arte Navegar Xv-Xix
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INTRODUCCIÓN
l
a navegación ha sido una de las técnicas más antiguas del ser humano
y el origen de muchas otras técnicas y ciencias relacionadas. Igualmente,
es una actividad que, en sus formas puras, llega a ser un arte lleno de
inspiración. El mar y el cielo se tocan en el horizonte y, en su inmensidad, le
sirven al navegante para encontrar su camino. La Stella Maris y sus guardas en
el hemisferio norte, o la Cruz de los Navegantes en el hemisferio Sur han sido la
guía de nautas y poetas por miles de años.
España y Portugal dejaron una herencia magnífica en América Latina, con sus
enormes conocimientos náuticos. Debido a nuestra pobreza secular, las bajísimas
densidades de población hasta los inicios del siglo XX, y a nuestro enclaustra-
miento provinciano, no hemos podido, o sabido, utilizar esa riqueza gigantesca.
Pero ahí están dos océanos a la espera de científicos, navegantes, empresarios y
poetas. Pongamos nuestro granito de arena en sus playas para que el país conti-
nental avance sobre nuestro país marítimo.
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Planisferio, Lopo Homen,
1519. Se puede apreciar la Con la invasión árabe de la península ibérica y el sur de Italia (Sicilia), a prin-
parte inferior del continente
cipios del setecientos, muchos de los conocimientos clásicos llegaron a Europa,
americano aún inexplorado.
Edición facsimilar del Atlas de Miller. junto con los avances logrados por árabes y judíos durante siglos. Por su medio
llegaron a conocerse las geografías de Estrabón, Eratóstenes y, especialmente,
la Geografía o Atlas del Mundo, escrito en el siglo II por el egipcio-griego Clau-
dio Ptolomeo en tres tomos. Estas obras reabrieron campos de conocimiento
muy amplios que, poco a poco, impulsaron a los europeos a preguntarse sobre
la existencia de otros pueblos y otros mares.
El papel desempeñado por los judíos fue muy importante. Algunos de ellos eran
grandes matemáticos, astrólogo-astrónomos, cartógrafos y constructores de ins-
trumentos, como brújulas, cuadrantes y astrolabios. La viejísima creencia en el
influjo de las estrellas y planetas sobre la conducta humana los llevó al estudio
pormenorizado de las constelaciones y los movimientos del sol y de la luna y a
la construcción de tablas matemáticamente muy exactas para determinar las
posiciones astrales durante determinados períodos. Esos avances se aplicaron
posteriormente en la navegación y en la construcción de mapas, ubicando coor-
denadas o puntos en latitud y longitud, estudiando los astros y sus movimientos
(Albuquerque, 1972).
Una obra muy importante para la náutica europea fue la compilación, que rea-
lizaron eruditos de diversas procedencias y religiones, denominada El libro del
saber de Astrología, la cual fue convocada por el rey Alfonso X de Castilla y
escrita entre 1276 y 1279. Sus tres tomos recogieron el conocimiento que se te-
nía en la baja Edad Media sobre la astronomía, la náutica y la construcción de
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instrumentos astronómicos. En su mayor parte fueron traducciones del árabe y
del caldeo, como resultado del contacto asiático con la península.
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Carta de Colón, entre 1492 y 1500. Esta
carta marina portulana fue atribuida
al navegante genovés en 1924 por
Charles de la Roncière, historiador
francés, especialista en cartografía.
Colección de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
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siglo XIX; por ejemplo, el Portulano de la América septentrional, publicado por
el Depósito Hidrográfico de Madrid en 1809 (Capel, 1989, 285).
España, a pesar de estar luchando aún contra los moros dentro de su territorio,
se lanzó a la conquista africana. Por ello, reivindicó sus derechos sobre las islas
Canarias, conocidas desde 1402 debido a las conquistas emprendidas por el noble
normando Jean Béthencourt, quien como vasallo de Castilla había entregado las
islas a España. El príncipe Henrique trató de arrebatarle esas islas y emprendió
una guerra constante para la expulsión de los castellanos, pero todos sus esfuer-
zos resultaron inútiles. Inicialmente, los españoles utilizaron dichas islas para
tratar de hacerle competencia a Portugal en la explotación africana, pero luego
les sirvió como trampolín para la conquista de América (Berthelot, 1978).
Por lo tanto, en el último decenio del siglo XV encontramos a dos nuevas poten-
cias marítimas enfrentadas por definir sus áreas de influencia. Portugal defendía
sus predominancias africana y asiática y su derecho a la rota da volta; es decir,
a penetrar muy al occidente del Atlántico para que sus naves pudiesen tomar
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las corrientes que los llevasen al Atlántico Norte en sus viajes de regreso desde
la India. Igualmente, los reyes hispanos defendían su derecho como “descubri-
dores” de Cipango (Japón) y el Oriente, teniendo en cuenta que Colón estaba
seguro de haber llegado al Asia, ignorando su llegada a un continente desco-
nocido para los europeos. Ello conducía, además, al error de considerar que la
circunferencia del globo terráqueo era mucho menor de lo calculado hasta el
momento y que, por lo tanto, la equivalencia de un grado náutico también era
menor. Sin embargo, dicho error es inexplicable, aun para la época, porque ya
había suficiente información científica y práctica que demostraba que la longitud
del grado era un valor muy cercano a las 20 leguas náuticas peninsulares, o sea,
110 kilómetros actuales (realmente 111,111 km por grado de un meridiano). Pero
hay que tener en cuenta la enorme confusión de las unidades de medida y la falta
de instrumentos de medición adecuados, lo cual generaba mucha desconfianza
sobre cualquier resultado.
Esto último explica las razones que llevaron a los Reyes Católicos a firmar en
1494 el Tratado de Tordesillas, un convenio hecho con Portugal, y refrendado
por el papa Alejandro VI, por medio del cual se dividían el mundo conocido a
partir de un meridiano situado 370 leguas (2.054 km actuales) al occidente de
las islas de Cabo Verde. Todas las tierras ubicadas al occidente de esta “raya” y
hasta encontrar el contrameridiano en el Asia pertenecerían a España, mientras
que las ubicadas hacia el oriente pertenecerían a Portugal. Con dicho tratado,
España tenía la falsa certeza de que las apetecidas Islas Molucas entrarían a sus
dominios. Debemos tener en cuenta que solo hasta 1522, con la finalización del
primer viaje alrededor del mundo realizado por Magallanes y Elcano, se pudo
comprobar, sin lugar a dudas, que el mundo era redondo y que América era un
continente diferente al asiático.
Cuando decimos, sin lugar a dudas, queremos hacer referencia a muchos mapas
y datos parciales que iban dando forma cartográfica al mundo conocido hasta
principios del siglo XVI, pero sin llegar a ser concluyentes en cuanto la exis-
tencia de un nuevo continente entre Europa y Asia. Ricardo Cerezo realizó un
estudio pormenorizado del mapamundi de Juan de la Cosa y lo muestra como el
primer planisferio en el que aparecen, por primera vez, las nuevas tierras reco-
nocidas por los europeos en el Atlántico Occidental (Cerezo, 1994, págs. 89-98).
Para estos viajes, Rodríguez de Fonseca proveyó cartas de marear que conte-
nían la información recabada por Cristóbal Colón en sus tres primeros viajes,
con la intención de que fuesen complementadas con nuevos derroteros. Las ex-
pediciones cubrieron desde, aproximadamente, 6 grados al sur del Ecuador, las
bocas de los ríos Amazonas y Orinoco, Coquibacoa (Guajira), el Darién y la
costa hasta el cabo Gracias a Dios. Además, se mejoró la cartografía de Cuba,
La Española, Jamaica y varias islas de Barlovento.
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Detalles del Atlas Catalán de Abraham Cresques, c. 1375. Este es probablemente uno de los
mapamundis más importantes del siglo XIV, fue creado por Abraham y su hijo Jafuda Cresques en
Palma de Mallorca, entonces bajo el dominio de la Corona de Aragón. Se observan: 1. Descripción
del mundo, los elementos y las fases de la Luna, el zodiaco y las estaciones, y 2. Detalle de la carta
náutica geográfica, la rosa de los vientos y la posición de la Luna que guiaban a los navegantes.
Colección de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
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Mientras tanto, en 1500, el portugués Pedro Álvarez Cabral en su viaje hacia In-
dia toca en la costa americana conocida, luego, como Brasil y la toma como una
isla a la cual bautiza con el nombre de Ilha da Santa Cruz. Al regreso, comisiona
a Gaspar de Lemos para que recorra todo el litoral. Al año siguiente, el monarca
portugués Manuel I informa a los Reyes Católicos de su descubrimiento y pose-
sión (Rodrigues, 2009, págs. 542-543).
Las naos eran embarcaciones del mismo tipo que las carabelas redondas, pero
de mayor capacidad y altura y con castillos levantados sobre la proa y la popa.
En el primer viaje de Colón, La Pinta y La Niña eran carabelas y La Santa María
era una nao. En el siglo XVI, debido a las necesidades del comercio colonial,
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apareció un barco de mayor tamaño, resistencia y capacidad de carga: el galeón.
Sin embargo, aunque era muy lento, podía ser dotado como barco de guerra, con
veinte o más cañones.
Estas máquinas del imperio, como las denomina Mauricio Nieto (2013), se
izqu ier da
complementaban con pilotos experimentados en el manejo de la brújula, el as-
Brújula o cuadrante marino con
trolabio, el cuadrante, la ballestilla y la corredera. Igualmente, con la lectura de los 32 puntos o direcciones que
las tablas, o regimientos, con la declinación del sol según la época del año. resultan de las combinaciones
posibles entre los cuatro puntos
cardinales; en el centro se observa
LAS RIQUEZAS DE AMÉRICA Y LA TR ANSFORMACIÓN
la rosa de los vientos o rosa
DE LA NÁUTICA ESPAÑOLA náutica, empleada en cartografía
Entre 1520 y 1540 se produjeron las conquistas de México y Perú, el hallazgo de para representar la circunferencia
los enterramientos del Zenú y la expropiación de las grandes minas de oro en del horizonte que lleva una flor
de lis usada para marcar el norte.
el noroeste de Sur América. La plata surgió a raudales de las minas de Guana-
Tomado del Atlas Maior, de Joan Blaeu,
juato, Zacatecas y Pachuca en la Nueva España, luego de la derrota del imperio 1665, edición facsimilar perteneciente
Azteca por Hernán Cortés, en 1521, y de Potosí en el Alto Perú (hoy Bolivia), a la Biblioteca Luis Ángel Arango,
tras el asesinato del inca Atahualpa, en 1533. Igualmente, el oro expoliado en las cuyo original reposa en la Biblioteca
Nacional de Austria (Viena).
tumbas de los indígenas zenúes por Pedro de Heredia, en 1533, y las minas de
oro del bajo río Cauca y del San Jorge, apropiadas a los indígenas por Francisco abajo
César en 1538, permitieron laborar “la zona más aurífera de Hispanoamérica, Dibujo de una rosa de los vientos,
que dio a lo largo de cuatro siglos cerca de un millón quinientos mil kilogramos tomado del Atlas Universal,
Diogo Homen, 1561. Diogo
de este precioso metal” (Maguidóvich, s. f., pág. 213). Homem (1521-1576) es el más
prolífico de los cartógrafos
La conquista de México y la creación del Virreinato de la Nueva España lle- portugueses, representa el
varon a la exploración del golfo de México, primero desde La Habana, Cuba, ejemplo más emblemático de
valía excepcional de la cartografía
y luego desde Veracruz y su puerto de San Juan de Ulúa. Finalmente, todo el náutica producida en el occidente
golfo de México, la península de Florida y la costa oriental de Norte América ibérico en el siglo XVI.
hasta el cabo Hatteras (nombre posterior) fueron reconocidos e integrados a la Edición facsimilar perteneciente
a la Biblioteca Luis Ángel Arango,
cartografía hispánica.
cuyo original reposa en la
Biblioteca Nacional de Rusia.
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Detalle de los descubrimientos
En 1526, el emperador Carlos I ordenó a Hernán Cortés enviar, desde la costa
portugueses, costa oriental
de Australia en la primera mexicana del Pacífico, una expedición para investigar la suerte de la nao Tri-
mitad del siglo XVI. nidad y de su capitán Gonzalo Gómez de Espinosa, que había participado en
Tomado del Atlas Vallard, 1547, edición el viaje de Magallanes-Elcano. Igualmente, sobre la suerte de las expediciones
facsimilar perteneciente a la Biblioteca
Luis Ángel Arango, cuyo original reposa
de fray García Jofre de Loaysa y de Sebastián Caboto, que nunca regresaron
en la Biblioteca de Huntington, San de sus viajes a las Molucas. En 1527, Cortés envió al capitán general Álvaro
Marino (California, Estados Unidos). de Saavedra desde el puerto de Zaguatanejo con dos “navíos” (carabelas), la
capitana Florida y el Santiago, y el bergantín Espíritu Santo. Estos dos últimos
Ilustración de la nao Victoria.
Tomado de La conquista de los mares.
se perdieron en el viaje de ida y nunca se volvió a saber de ellos. Sin embargo,
Historia de la navegación, de Hendik W. van la Florida llegó a la isla de Mindanao, donde recogió algunos supervivientes de
Loon, Barcelona, Luis Miracle, Editor, 1936. la expedición de Loaysa, y llegó a Tidore en donde hizo un gran embarque de
especias. Infortunadamente, el desconocimiento de la meteorología oeste-este
le impidió, por dos veces, a Saavedra el regreso a Nueva España. Finalmente,
fue apresado por los portugueses que le confiscaron su cargamento y toda la
documentación del viaje (Navarrete, vol. 5, 1837, págs. 465-475). Sin embargo,
la experiencia de Saavedra sirvió para “proyectar muchos años después el viaje
de Legazpi-Urdaneta, que mostró la posibilidad de acceder a las islas orientales
desde Nueva España y regresar al puerto de partida siguiendo una derrota más
septentrional que las alcanzadas por los navegantes anteriores” (Cerezo, 1994,
pág. 200).
A partir de las cartas de marear trabajadas por Bartolomé Ruiz como resulta-
do de los reconocimientos costeros hechos por Pizarro y Almagro antes de la
conquista del Perú, Diego Rivero amplió el padrón real, en 1529 y 1532, con la
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Detalle de un galeón y la cartela en
el mapa manuscrito La verdadera
descripción de Drafftee y la famosa
isla de Wight, de Baptista Boazio,
tres años después de la destrucción
de la Armada Española, 1591.
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Carta del mundo de Juan de la Cosa, 1500. Es el documento más antiguo
en el que se representa el continente americano; elude la cuestión de
si había un paso hacia Asia en el istmo de América Central al ocultar
el trazado de este sector con la imagen de San Cristóbal.
Colección de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
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Detalles de la construcción y uso
de brújulas y otros instrumentos costa del Pacífico americano. Con la fundación de Lima, también salieron de su
curiosos, instrumentos
puerto del Callao varias expediciones por el Mar del Sur, llegando hasta las islas
náuticos y aquellos
utilizados en astronomía. Salomón y las Marquesas.
Tomado del libro Traité de la
construction et des principaux usages LA CASA DE CONTR ATACIÓN Y EL PADRÓN REAL
des instruments de mathématique
En apoyo de la política conquistadora y colonizadora de España se creó, en
avec les figures nécessaires pour
l’intelligence de ce Traité de 1503, la Casa de Contratación de Sevilla, con el objetivo de administrar las nue-
Nicolas Bion, C. A. Jombert, París, vas posesiones y apoyar la navegación. Tres años más tarde se decidió crear la
1752, cuarta edición. Colección figura de piloto mayor de la Casa de Contratación y “establecer la elaboración
Biblioteca Luis Ángel Arango.
y el mantenimiento al día del padrón real” (Cerezo, 1994, pág. 134). El papel
del piloto mayor consistía, primordialmente, en la coordinación de un grupo de
cartógrafos que permanentemente estaban recibiendo informes y cartas de los
nuevos descubrimientos y trasladando esa información a una gran carta pla-
nisferio, denominada el padrón real. Esa carta iba mostrando los avances y las
áreas por investigar con nuevas expediciones. Esos mismos cartógrafos de Sevi-
lla proveían a los pilotos expedicionarios de las llamadas cartas de marear, con
las cuales obtenían la información que necesitaban para cumplir sus misiones
y en las cuales ellos colocaban los nuevos avances logrados. De dichas cartas,
que eran altamente secretas, no se conservan ejemplares, porque se devolvían
llenas de marcas del compás y de anotaciones, siendo destruidas luego de sacar
los nuevos datos que aportaban. El primer piloto mayor que asumió dicha tarea,
en 1508, fue el italiano, al servicio de Castilla, Américo Vespucio.
Pasada la época en que el trazado de cartas estuvo a cargo de la labor ocasional
de hombres como Juan de la Cosa, Andrés de Morales y Américo Vespucio, apa-
recieron las figuras de los primeros innovadores, como Nuño García de Toreno
y Diego de Rivero, quienes a su vez dieron paso a los teórico-prácticos Alonso
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de Chaves y Alonso de Santa Cruz, a los que sucedieron hombres de talla real-
mente científica, como Jerónimo de Chaves y Juan López de Velasco (Cerezo,
1994, pág. 142).
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Ensenada de Gandi, Río Atrato,
por hora, lo cual equivale a 44 millas por día. La determinación en longitud
Cabo Tiburón, Puerto Escondido
y Golfo del Darién. Ingeniero con ayuda de las estrellas precisaba de una gran habilidad del piloto, y en mar
Joaquín Francisco Fidalgo, 1796- abierto era una prueba formidable (Albuquerque, s. f.). Y si a eso le sumamos
1802, Museo Naval de Madrid. las grandes confusiones en cuanto al verdadero valor del grado meridiano (que
Tomado del Atlas Histórico Marítimo
en el siglo XVI fluctuaba entre 17,5 al grado y 25,0 al grado) y de las medidas
de Colombia, siglos XVI-XVIII, de
Nara Fuentes Crispín, Comisión que se utilizaban para las distancias (vara, pie, toesa, braza, milla, legua), po-
Colombiana del Océano, Bogotá, 2015. demos entender el alto porcentaje de pérdida de barcos y de vidas humanas en
cada viaje. La singladura, o toma de la declinación solar cada 24 horas en su
máxima altura al medio día, permitía determinar la posición en latitud, pero
la posición en longitud dependía del reloj de arena que, como vimos, era poco
confiable.
Aun antes de la aprobación del cronómetro náutico de Harrison (H4), otros re-
lojeros franceses, como Ferdinand Berthoud y Pierre Le Roy, e ingleses, como
John Arnold, habían creado algunos cronómetros de cuerda más o menos con-
fiables que permitían descartar el reloj de arena en la “determinación” de la
longitud. Con estos nuevos tipos de reloj dio la vuelta al mundo Louis Antoine
de Bouganville, entre 1766 y 1769. También James Cook realizó su primer viaje
alrededor del mundo y redescubrió Australia, entre 1768 y 1771. Ya en su segun-
do viaje alrededor del mundo Cook probó, con gran éxito, la versión comercial
del Harrison, denominada K1, que se convirtió en el prototipo para todos los
nuevos cronómetros náuticos (Sobel, 2006; Collingridge, 2004).
España, que bajo el reinado de los Borbones había fortalecido su poderío maríti-
mo, adoptó rápidamente la utilización de los nuevos instrumentos desarrollados
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por Inglaterra y Francia (cronómetro náutico, sextante de reflexión, teodolito)
y la organización de grandes expediciones marítimas con el fin de volver a car-
tografiar en forma moderna sus posesiones europeas, americanas y asiáticas.
Así, entre 1783 y 1788, Vicente Tofiño levantó las costas de España continental
y las Baleares. Ante el éxito y la experiencia obtenida, se decidió enviar una
expedición a mando de los capitanes de fragata Alejandro Malaspina y José
Bustamante para elaborar cartas hidrográficas de la costa americana del Pa-
cífico y de las Filipinas. El viaje, que duró entre 1789 y 1794, recogió una gran
cantidad enorme de información y la cartografía fue de enorme utilidad; sin
embargo, los informes políticos de Malaspina resultaron demasiado peligrosos
para la monarquía absoluta de Carlos IV y su autor fue encarcelado y la docu-
mentación retenida durante muchos años (Capel, 1982, pp. 266-280).
Otra expedición importante fue el envío de dos divisiones, cada una con dos ber-
gantines construidos exclusivamente para el trabajo cartográfico, con el objetivo
de levantar un Atlas de la América Septentrional; es decir, de las costas cari-
beñas de América del Sur, Centroamérica y las Antillas. La primera división,
bajo la comandancia de Cosme Damián de Churruca, se encargó de levantar las
pequeñas y grandes Antillas, desde la isla de Trinidad hasta Cuba. La segunda
división, a cargo de Joaquín Francisco Fidalgo, hizo los levantamientos de las
costas suramericanas desde Trinidad hasta el río Chagres en Panamá, cubrien-
do Venezuela y la Nueva Granada. El centro de operaciones fue Cartagena, y
desde allí hicieron la cartografía de las islas de San Andrés y sus islotes y cayos
(Fidalgo, 2011). La cartografía levantada por la primera división alcanzó a ser
impresa en España antes de finalizar el siglo. De la segunda comisión solamente
se publicaron las cuatro cartas generales, o cartas esféricas, que abarcan desde
la boca del Orinoco hasta el río Chagres. Las cartas y planos más detallados no
se alcanzaron a publicar por la invasión napoleónica de la península (Fidalgo,
2011).
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Ilustración del capítulo sobre James Cook:
“Volviéndose Cook a las canoas fue herido
en la espalda”.
Tomado del libro Viaje dramático alrededor del
mundo. Aventuras de los más afamados viajeros,
de Adolfo Joarizti, Barcelona, Sociedad Editorial
la Maravilla, Madrid, Librería española, 1864.
Colección de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
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obvio, volvió en Colombia a pensar en navegar, ni en comprar o construir bar-
cos” (Lemaitre, 1971, pág. 50). Posteriormente, se dio el mismo derecho a los
países de Europa Occidental y a los Estados Unidos, completando la ruina de
la marina colombiana.
A mediados del siglo XIX hubo una notable producción cartográfica oficial por
parte de ingleses, franceses y norteamericanos, interesados en la apertura del
ferrocarril de Panamá y de un canal interoceánico por Centroamérica. En el Ar-
chivo Nacional de Colombia se encuentran numerosos mapas del Almirantazgo
Inglés, levantados sobre todo por los marinos Edward Barnett y Henry Kellet,
los cuales retomaron muchas cartas españolas del siglo anterior y las adaptaron;
o construyeron cartas más exactas y actualizadas, tanto del Caribe como del
Pacífico centroamericano. Igualmente, la obra de Agustín Codazzi en Panamá
sirvió para redibujar el mapa de dicho Estado Federal que aparece en el Atlas
de los Estados Unidos de Colombia en 1865 (Codazzi, 2002).
Hacia el final del siglo XIX, en 1884, se estableció el meridiano cero universal en
el observatorio astronómico de Greenwich (Inglaterra). Fue el resultado de una
reunión en Washington a la cual asistieron 25 países. Solamente Francia, España
y Portugal se negaron a firmar el documento, pero se adhirieron algunos años
más tarde. Como resultado, la cartografía mundial contó con una de sus herra-
mientas más útiles para estandarizar los resultados de los nuevos levantamientos
y evaluar sus resultados. ■
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El mundo. Alrededor del marco se lee en latín “representación de todo el
mundo conocido y también de las vías marítimas en el globo terráqueo”.
Tomado del Atlas Universal, Diogo Homem, 1561, edición facsimilar perteneciente a la
Biblioteca Luis Ángel Arango, cuyo original reposa en la Biblioteca Nacional de Rusia.
[26] B O L E T Í N C U LT U R A L Y B I B L I O G R Á F I C O , V O L . L , N Ú M . 9 0 , 2 0 1 6