Biografía Cristóbal Colón

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Biografía Cristóbal Colón

Descubridor de América. El origen de este navegante, probablemente italiano,


está envuelto en el misterio por obra de él mismo y de su primer biógrafo, su
hijo Hernando Colón. Parece ser que Cristóbal Colón empezó como artesano y
comerciante modesto y que tomó contacto con el mar a través de la
navegación de cabotaje con fines mercantiles.

Cristóbal Colón
En 1476 naufragó la flota genovesa en la que viajaba, al ser atacada por
corsarios franceses cerca del cabo de San Vicente (Portugal); desde entonces
Colón se estableció en Lisboa como agente comercial de la casa Centurione,
para la que realizó viajes a Madeira, Guinea, Inglaterra e incluso Islandia
(1477).
Luego se dedicó a hacer mapas y a adquirir una formación autodidacta:
aprendió las lenguas clásicas, que le permitieron leer los tratados geográficos
antiguos (teniendo así conocimiento de la esfericidad de la Tierra, defendida
por Aristóteles o Ptolomeo y comúnmente aceptada entre los estudiosos del
siglo XV), y empezó a tomar contacto con los grandes geógrafos de la época
(como el florentino Toscanelli).
Una idea audaz y equivocada
De unos y otros llegó a Cristóbal Colón la idea de que, siendo la Tierra
esférica, la costa oriental de Asia podría alcanzarse fácilmente navegando
hacia el oeste. Una serie de cálculos erróneos le habían hecho subestimar el
perímetro terrestre y le llevaron a suponer, en consecuencia, que Japón se
hallaba a 2.400 millas marinas de Canarias, distancia que, en realidad, es la
que separa las Antillas del archipiélago canario.
Por otra parte, algunos marineros portugueses versados en la navegación
atlántica le informaron seguramente de la existencia de islas que permitirían
hacer escala en la navegación transoceánica; e incluso es posible que, como
aseguran teorías menos contrastadas, tuviera noticia de la existencia de tierras
por explorar al otro lado del Océano, procedentes de marinos portugueses o
nórdicos (o de los papeles de su propio suegro, colonizador de Madeira). En
cualquier caso, hacia 1480 Colón estaba decidido a acometer la empresa de
abrir una ruta naval hacia Asia por el oeste, basado en la acertada hipótesis de
que la Tierra era redonda, y en el doble error de suponerla más pequeña de lo
que es y de ignorar la existencia del continente americano, que se interponía
en la ruta proyectada.

Los viajes de Colón


El interés económico del proyecto era indudable en aquella época, ya que el
comercio europeo con Extremo Oriente, basado en la importación de especias
y productos de lujo, era extremadamente lucrativo; dicho comercio se
realizaba por tierra a través de Oriente Medio, controlado por los árabes. Los
portugueses llevaban años intentando abrir una ruta marítima a la India
bordeando la costa africana, empresa que culminaría Vasco Da Gama en 1498.

El descubrimiento de América
Colón ofreció su proyecto al rey Juan II de Portugal, quien lo sometió al
examen de un comité de expertos. Aunque terminó rechazando la propuesta, el
monarca portugués puso previamente como condición que no se zarpase desde
las Canarias, pues, en caso de que el viaje tuviera éxito, la Corona de Castilla
podría reclamar las tierras conquistadas en virtud del Tratado de Alcaçobas.
Colón encontró demasiado arriesgado partir de Madeira (sólo confiaba en los
cálculos que había trazado desde las Canarias) y probó suerte en España con el
duque de Medina Sidonia y con los Reyes Católicos, que rechazaron su
propuesta por considerarla inviable y por las desmedidas pretensiones de
Colón.

Finalmente, la reina Isabel la Católica aprobó el proyecto de Colón por


mediación del tesorero del rey, Luis de Santángel, a raíz de la toma de
Granada, que ponía fin a la reconquista cristiana de la Península frente al
Islam (1492). La reina firmó las llamadas Capitulaciones de Santa Fe, por las
que concedía a Colón una serie de privilegios como contrapartida a su
arriesgada empresa. Obtenida la financiación necesaria, y contando con la
inestimable ayuda de Martín Alonso Pinzón, Colón armó una flotilla de tres
carabelas (la Pinta, la Niña y la Santa María) con las que partió del puerto de
Palos (Huelva) el 3 de agosto de 1492.

El descubrimiento de América (cuadro de Dióscoro Puebla, c. 1862)


Colón navegó hasta Canarias y luego hacia el oeste, alcanzando la isla de
Guanahaní (San Salvador, en las Bahamas) el 12 de octubre de 1492. Por
primera vez (si se prescinde de la gesta sin consecuencias de los vikingos) un
grupo de europeos pisaba tierras americanas, aunque ni Colón ni sus
tripulantes eran conscientes de ello. En aquel viaje descubrió también Cuba y
La Española (Santo Domingo), e incluso construyó allí un primer
establecimiento español con los restos del naufragio de la Santa María (el
fuerte La Navidad). Persuadido de que había alcanzado las costas asiáticas,
regresó a España con las dos naves restantes en 1493.
Colón realizó tres viajes más para continuar la exploración de aquellas tierras.
En el segundo (1493-1496) tocó Cuba, Jamaica y Puerto Rico y fundó la
ciudad de La Isabela; pero hubo de regresar a España para hacer frente a las
acusaciones surgidas del descontento por su forma de gobernar La Española.
En el tercer viaje (1498-1500) descubrió Trinidad y tocó tierra firme en la
desembocadura del Orinoco; pero la sublevación de los colonos de La
Española forzó su destitución como gobernador y su envío como prisionero a
España.
Tras ser juzgado y rehabilitado, se revisaron sus privilegios (quedando
excluido el poder virreinal) y emprendió un cuarto viaje (1502) con
prohibición de acercarse a La Española; recorrió la costa centroamericana de
Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Regresó a España en 1504 y pasó
el resto de su vida intentando conseguir mercedes reales para sí mismo y para
sus descendientes, pues el rey Fernando el Católico intentaba recortar los
privilegios concedidos ante las proporciones que iba tomando el
descubrimiento y la inconveniencia de dejar a un advenedizo como único
señor de las Indias.
Colón había descubierto América fortuitamente como consecuencia de su
intuición y de su fuerza de voluntad. Aunque fracasó en su idea original de
abrir una nueva ruta comercial entre Europa y Asia, abrió algo más
importante: un «Nuevo Mundo» que, en los años siguientes, sería explorado
por navegantes, misioneros y soldados de España y Portugal, incorporando un
vasto territorio a la civilización occidental y modificando profundamente las
condiciones políticas y económicas del Viejo Continente.
De Américo Vespucio procede el sonoro nombre con que se bautizó al Nuevo
Mundo; no es extraño que una etimología popular (falsa porque Colón es una
castellanización de su apellido italiano) hiciese derivar del nombre del
descubridor términos nada prestigiosos, como colonialismo o colonizar. El
descubrimiento de América fue, en efecto, el pistoletazo de salida de la
colonización europea del continente, empresa en la que se dieron cita el
heroísmo y la barbarie, el propósito evangelizador y la explotación o
exterminio de los indígenas, el ideal imperial y la sed de oro y poder.

Pioneros de este proceso, que ocuparía todo el siglo XVI y al que pronto se
sumarían otras potencias europeas, fueron los llamados conquistadores,
como Hernán Cortés (México), Francisco Pizarro y Diego de Almagro (Perú)
o Pedro de Valdivia (Chile), entre otros muchos.

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