Alegoría de La Caverna
Alegoría de La Caverna
Alegoría de La Caverna
Mito empleado por Platón (427-347 aC) en su obra "República" para representar la
situación humana ante el conocimiento. Concentra en unas pocas imágenes la totalidad
de las tesis principales del filósofo griego.
1. En el mundo subterráneo.
Supongamos, dice Platón, que a uno de los prisioneros, “de acuerdo
con su naturaleza” le liberásemos y obligásemos a levantarse, volver hacia
la luz y mirar hacia el otro lado de la caverna. El prisionero sería incapaz
de percibir las cosas cuyas sombras había visto antes. Se encontraría
confuso y creería que las sombras que antes percibía son más verdaderas o
reales que las cosas que ahora ve. Si se le forzara a mirar hacia la luz
misma le dolerían los ojos y trataría de volver su mirada hacia los objetos
antes percibidos.
2. En el mundo exterior.
Si a la fuerza se le arrastrara hacia el exterior sentiría dolor y,
acostumbrado a la oscuridad, no podría percibir nada. En el mundo exterior
le sería más fácil mirar primero las sombras, después los reflejos de los
hombres y de los objetos en el agua, luego los hombres y los objetos
mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y la
luz de los astros y la luna. Finalmente percibiría el sol, pero no en
imágenes sino en sí y por sí. Después de esto concluiría, con respecto al
sol, que es lo que produce las estaciones y los años, que gobierna todo en
el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos
habían visto.
Al recordar su antigua morada, la sabiduría allí existente y a sus
compañeros de cautiverio, se sentiría feliz y los compadecería. En el
mundo subterráneo los prisioneros se dan honores y elogios unos a otros,
y recompensas a aquel que percibe con más agudeza las sombras, al que
mejor recuerda el orden en la sucesión de la sombras y al que es capaz de
adivinar las que van a pasar. Esa vida le parecería insoportable.
2. Burla y persecución.
Si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz se burlarían de él, lo
perseguirían y lo matarían.
III. INTERPRETACIÓN