María La Curandera
María La Curandera
María La Curandera
Dice María que la alegría a veces toca a nuestra puerta y que no siempre la
Texto de Monique Zepeda recibimos como ella se merece.
En la parte más alta de la sierra Tarahumara, a tres horas de camino de Así que cuando una alegría muy grande llena tu corazón, hay que
Guachochic, hay una casa con los muros de piedra y el techo de madera. El
poner grandes floreros con flores de muchos colores, para que ella sepa que nos
interior es oscuro y huele a humo, a hierbas y a tortilla.
dimos cuenta. Para las alegrías tranquilas, flores blancas y pequeñas, pero en
El camino para llegar es largo y complicado. Ahí donde acaba el llano abundancia. Para los deseos cumplidos, hay que prender una vela roja y no
y empieza el bosque, hay que seguir el lindero. De pronto, parece que no hay apagarlas hasta el amanecer.
más camino; te topas con unos peñascos grandes y escarpados. Al treparlos,
aparece de nuevo una brecha entre el bosque y una hondonada que acaba en Para los días de amor feliz, hoja de menta masticada y aceite de hueso
precipicio. Se corta camino atravesando unas tierras cultivadas, pero eso no de aguacate en las pestañas. Para los nacimientos bien logrados, una vela
siempre les gusta a los que cuidan la tierra. Por fin, se cruza un riachuelo y se grande y blanca en la puerta de la casa para anunciar una llegada importante. Y
ve a lo lejos la casa de María, la curandera. para cuando uno presiente la alegría, cuando uno sabe que está cerca, es
necesario usar ropa de colores llamativos para que se anime, y si uno sabe
María tiene muchos años, no se acuerda cuando nació pero dice que alguna canción, tararearla durante el día.
tampoco importa. En la puerta de su casa, hay varios botes de leche que tienen
plantas, algunas extrañas. Ella te mira con sus ojitos chiquitos y te saluda como Y para las alegrías lentas, esas que duran porque siempre están
si hubieras estado paseando y simplemente pasaras por ahí. pasando, un espejo chiquito colocado a la altura de los ojos para mirarse y
reconocerla por las mañanas. Al atardecer, con la última luz del sol, hay que
María no tiene prisa. La prisa es algo que inventaron los relojes y despedirla con palabras dulces, porque esas alegrías son muy sensibles.
María nunca ha usado una cosa de esas. Tiene tres faldas y las usa al mismo
tiempo. Cuando le preguntas si ella es de ahí, contesta: -Sí, también. La noche se acerca. María habla despacio junto a un pequeño fuego y
nos avisa que hay celebraciones más simples y por lo mismo más complicadas:
La gente va a ver a María cuando se siente mal, o cuando va a nacer un
bebé o cuando las cosechas no se dan bien. Entonces, ella hace ramitos con -Mira- te dice mientras el fuego brilla en sus ojos- el frío meda alegría
hierbas de sus latas de leche y te las pasa alrededor del cuerpo, recitando algo, del fuego, pero sólo si tengo ojos para verlos a los dos. Y así cuando hay viento
palabras dulces, lentas y que dicen, sin decirlo, que lo único importante es estar aprecio el cobijo, y el sueño se agradece cuando el cuerpo ha trabajado.
ahí, queriendo algo mejor. Después te soba las manos, te pone unas semillas en
Pero hay todavía una receta más importante. Hay algo que protege de
la palma y apretándolas, te pregunta por tu casa, por tus animales, por tus hijos.
algunas enfermedades, evita otras por completo, no se cultiva en ninguna parte,
María tiene muchas recetas para curar y para alegrar la vida. Contra la no hay que comprarla porque no se vende, no hay que hervirla, ni exprimirla, no
indigestión, té de romero y yerbabuena. Contra las infecciones, té de ajo, ajo hay que untársela, ni beberla. Es contagiosa, pero no hay que cuidarse de eso,
molido, ungüento de ajo. Contra la tristeza, baños en tina llena de flores es ruidosa pero es una mínima molestia junto a sus enormes beneficios. Pero
blancas. eso sí, sólo hay que consumir la verdadera, la de mejor calidad y de preferencia
en compañía.
Contra las inquietudes y las ansiedades, flor de anís, flor de azahar y
tilo como agua de uso, y unas palabras en lengua extraña que recitan los María no se ha movido, sigue con las piernas encogidas. Está en
venados, en el corazón del bosque, cuando han logrado escaparse del hombre silencio, esperando que adivines esta última receta. Pero de repente tedas cuenta
del arma. Contra el mal de amor, naranja amarga con todo y cáscara. por sus ojos, que está a punto de ganarle la risa.