Comentario Explicativo de La Extraña Muerte de Fray Pedro
Comentario Explicativo de La Extraña Muerte de Fray Pedro
Comentario Explicativo de La Extraña Muerte de Fray Pedro
En 1913, se presenta el cuento titulado “La Extraña Muerte de Fray Pedro” de Rubén Darío, un
poeta, periodista y diplomático nicaragüense. En su texto narrativo, relata la historia de un
fraile que muere en nombre de la ciencia. Darío hace una crítica a la fe que responde a la
razón. Deja claro que la fe es un acto de fidelidad, que se sobrentiende en el corazón sin pasar
por la cabeza.
La historia tiene lugar en el cementerio de un convento, cuya visita va dirigida por un religioso.
El guía advierte a sus seguidores sobre la lápida de Fray Pedro, el protagonista del cuento. Así,
inicia un monologo en el que el religioso pasa a ser el narrador omnisciente de la historia. Fray
Pedro es retratado como un hombre “flaco, anguloso, pálido…” e incluso de “espíritu
perturbado” cuya desgracia se veía venir con su sed de conocimiento. Para el guía cualquier
avance y precursores tecnológicos son parte de la perversión del mundo. El religioso persuade
a su audiencia con que la necesidad de saber es equivalente a la curiosidad que condenó a Eva
y Adán. Fray Pedro prueba su suerte en la adivinación del futuro y considera la magia. Ante
esto, el religioso deja entrever que a través de los estudios, la obra de Dios se estaba
humanizando y lo divino no es humano. Para reafianzar su fe, ante aquella labor del Diablo, el
guía cita proverbios en latín (el lenguaje del viejo testamento).
Convenientemente, el intérprete del relato cita a Huysman, un escritor de poco talento pero
de espíritu virtuoso. Compara a Huysman con Fray Pedro, ambos letrados pero en la que
demuestra que la fe es inversamente proporcional al conocimiento. Para dar seguridad de su
testimonio, el religioso exagera, predicando que los doctores afirman que “las almas de amor
son de mayor manera glorificadas que las almas de entendimiento”. Siguiendo el desarrollo de
la tecnología, Fray Pedro se entera de los avances en radiografía, y su mente se deja seducir
por la idea de ver a través de los cuerpos opacos. El religioso hace uso de preguntas retóricas:
“Cómo podría él encontrar un aparato como los aparatos de aquellos sabios, y que le
permitiera llevar a cabo un oscuro pensamiento, en que se mezclaban su teología y sus
ciencias físicas?...” para que sus seguidores se hagan una idea del dilema por el que pasaba el
protagonista.
Durante el relato, el guía con tono de sorna y entusiasmo comenta la posibilidad de que
hubiese existido un kodak para los momentos en que las divinidades hacían su aparición en la
tierra. El religioso considera que en Fray Pedro se anidaba el deseo de que la ciencia
convirtiera la religión en espectáculo. Su deseo empieza a materializarse, con la llegada de un
hermano de la comunidad que desinteresadamente le entrega a Fray Pedro su anhelado
aparato. El religioso cuenta que Fray Pedro hizo caso omiso de las dos patas de chivo
(metáfora que alude al Diablo) que llevaba el portador de su regalo. Fray Pedro, ahora esclavo
de sus pasiones científicas, usa su obsequio para revelar la verdadera figura del cuerpo de
Cristo en el Santísimo Sacramento. El religioso cuenta que Fray Pedro muere en el intento y
deja una imagen de Jesucristo librado de la cruz y con una tierna expresión en su cara.
El final del cuento de Rubén Darío queda abierto a interpretaciones, ya que jamás se dilucida
cómo ni por qué muere Fray Pedro. Sin embargo, se presentan algunas consideraciones:
1) Fray Pedro libera a Jesucristo de la cruz, y éste es castigado con la muerte.
Probablemente la tierna mirada es para aquellos que consiguen a Jesucristo sin
cuestionarlo.
2) Quizás, sea una burla de Rubén Darío para aquellos que ponen su fe en duda.
3) Podría ser, que el religioso sea el mismo Fray Pedro y cuya muerte solo haya sido de su
morbosa curiosidad. En la historia, el religioso aporta detalles sumamente personales
de Fray Pedro, pensamientos y situaciones a los que sólo podría tener acceso el
protagonista.
Cualquiera sea la respuesta, Rubén Darío exhibe un relato de terror aleccionador y entretenido
en el que la ironía está presente en cada párrafo. Para un letrado como él, subestimar el valor
del conocimiento por un prejuicio religioso parece ser sólo una forma de persuadir al lector. La
intención es dejar claro que la fe es un dogma, que alude a lo bueno, a lo puro del espíritu. El
alma no es cuestión de ciencia, es sólo una creencia de lo bueno en cada quien.