Análisis de Lo Fatal de Rubén Darío Corregido

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Análisis de Lo Fatal de Rubén Darío

Para el siguiente análisis se tomará el poema Lo Fatal de Rubén Darío (1905), extraíd
o del libro Cantos de Vida y esperanza, Los Cisnes y otros Poemas, un poemario que
apareció en los diarios hispanoamericanos entre 1892 y 1905 en forma de folletín y co
nvertido posteriormente en libro. Organizado por su discípulo español, el ganador del
Premio Nobel, Juan Ramón Jiménez (1881-1958).

En el poema Lo Fatal se puede entrever la reflexión angustiada sobre el dolor de vivir


y el sentido de la vida humana en contraste con la certeza de la muerte sin olvidar sus
raíces modernistas y su preocupación por la vida, la muerte y el incierto futuro, propia
de la crisis de fin de siglo. Como explica Marshall Berman en el libro Modernidad- Post
modernidad: “(…) ser moderno es experimentar la vida personal y social como un torb
ellino, es encontrar al mundo de uno en perpetua desintegración y renovación (…)”.1
Una de las principales características del Modernismo resulta en la contradicción const
ante, eso se puede notar entre el título del libro Cantos de Vida y Esperanza y el poem
a Lo Fatal, donde se percibe la ambigüedad entre la vida y la muerte, entre el cantar y
la fatalidad, entre la esperanza, la angustia, la ausencia de fe. Además, se evidencia la
presencia del ocultismo (interés por conocer misterios y enigmas que rodean al
hombre)2; por ejemplo, en el encabalgamiento entre el último verso de la segunda
estrofa y el verso inicial de la tercera estrofa: “y sufrir por la vida y por la sombra y
por / lo que no conocemos y apenas sospechamos”.

Se puede observar que en el primer y segundo verso de la primera estrofa se hace ref
erencia a elementos contrarios de la naturaleza (“Dichoso el árbol, que es apenas sen
sitivo”), el árbol como símbolo de la unión entre la vida y la muerte, aquel que siente p
ero en menor medida (“y más la piedra dura porque ésa ya no siente”), la utilización de
la piedra, un elemento del Parnasianismo, el cual trabaja con materiales que poseen d
ureza, y que significan la unión del espíritu y la razón, reforzando su dureza con un rec
urso estilístico, el Epíteto “Piedra dura”. En la última línea mencionada se hace
manifiesta la característica parnasiana de la descripción de la realidad por medio de
notaciones visuales dotadas de un rico cromatismo y gran plasticidad y de una variada
adjetivación ornamental (en este caso, la “piedra dura” que “ya no siente”)3

1
CASULLO, Nicolás. El debate Modernidad Posmodernidad, Bs.As. 2004. Pág. 128.

2
ESTÉBANEZ CALDERÓN, Demetrio. Breve diccionario de términos literarios. Alianza
Editorial, S.A., Madrid, 2000. Pp. 326-327
3
Ibíd. Pág. 391
En el tercer y cuarto verso de la primera estrofa se pone de manifiesto el dolor de la ca
pacidad de reflexionar que tiene el hombre y de la que estos componentes de la natura
leza carecen (“pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo”). En ambos vers
os se muestra que el ser humano está en perpetua contradicción, melancolía y soleda
d, como así también la falta de creencias (“ni mayor pesadumbre que la vida conscient
e”).
En la segunda estrofa se hace referencia a la nostalgia del pasado vivido y el futuro aú
n incierto, volviendo constantemente a la contradicción del ser. También utiliza un jueg
o de tiempos verbales para expresar una gradación ascendente de términos que signifi
can miedo, angustia: temor, terror, espanto y que abarcan los tres tiempos: presente
(“Ser, y no ser nada, y ser sin rumbo cierto”), pasado (“…Y el temor de haber sido…”)
y futuro (“…y un futuro terror. Y el espanto seguro de estar mañana muerto…”), lo que
supone una angustia dolorosa.
En el décimo y undécimo verso (última estrofa) se puede ver representada la oposición
de los polos, entre el erotismo (visto desde el punto de vista sensorial y no sexual) y la
certidumbre de la muerte “…y la carne que tienta con sus frescos racimos,/ y la tumba
que aguarda con sus fúnebres ramos”. Ahí también se puede apreciar el rasgo
característico del decadentismo de la conciencia de que la realidad humana es
problemática, y aceptación de que el hombre se mueve en perpetua contradicción.4
Finalmente termina el décimo segundo y décimo tercer verso con la ausencia y el vací
o de valores y la falta de creencias: ”¡y no saber adónde vamos, ni de dónde venimo
s!...”. Como menciona Marshall Berman en el texto Brindis por la Modernidad haciendo
alusión a Nietzsche acerca de lo que él denominó “la muerte de Dios”, se da como res
ultado la teoría del nihilismo que se caracteriza por la negación de toda creencia y de t
odo principio religioso, político y social “La humanidad moderna se encontró en medio
de una ausencia de valores y, sin embargo, al mismo tiempo con una abundancia de p
osibilidades”.5
En toda la poesía de Rubén Darío existe una constante ambigüedad de la vida y la mu
erte; el ayer y el mañana; el creer y la falta de fe. Todo lo que se conoce se evapora. P
ero estos constantes cambios de la sociedad en que está inmerso el autor hacen que s
u escritura y su profesionalización maduren, permitiendo “construir un lector capaz de
descifrar los signos de la modernidad”6, precisamente su principal destinatario.

4
Ibíd. Pág. 120

5
BERMAN, Marshall. Un brindis por la modernidad. Bs.As. Pág. 73

6
BATTILANA, Carlos. Las crisis de las Formas. El lugar de Rubén Darío en Buenos Aires. Edici
ón Emece. Pág. 115.
Rubén Darío se sitúa en una encrucijada: “detesta la vida y el tiempo en el que (le) toc
o nacer”, no se considera “un poeta para muchedumbres”7, pero reconoce al público d
e la prensa como un vasto potencial de lectura. Darío sabe que los medios de comunic
ación se articulan con el proceso de modernización, que mercado y capital simbólico s
e vinculan en forma indisoluble (…)”.8

Rubén Darío establece en Lo fatal conceptos del modernismo (como la contradicción


entre el nombre del libro Cantos de vida y esperanza… y el texto analizado), del
parnasianismo (uso de materiales duros) como también los epítetos para reforzar y
cargar aún más de sentido a lo que se expresa. Lo sensitivo es una constante en el
poema mencionado, pues se evidencia la maduración del escritor que deja lo frívolo de
lado para expresar otros tópicos, tales como el de Muerte igualitaria, Beatus ille
(“dichoso aquel”, expresado en el primer verso) y Tempus irreparabile fugit (el tiempo
huye irreparablemente). Finalmente, esa transformación del autor también se
manifiesta en al ampliar su caudal de lectores, de los escritores que comprenden al
modernismo a las muchedumbres.

BIBLIOGRAFÍA

BATILLANA, Carlos. Las crisis de las Formas. El lugar de Rubén Darío en Buenos Air
es. Edición Emece

BERMAN, Marshall. Un brindis por la modernidad. Bs.As.

CASULLO, Nicolás. El debate Modernidad Posmodernidad, Bs.As.

7
Ibíd. Pág 117

8
Ibíd. Pág. 117
ESTÉBANEZ CALDERÓN, Demetrio. Breve diccionario de términos literarios. Alianza
Editorial, S.A., Madrid, 2000.

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