La Democracia
La Democracia
La Democracia
I. PREGUNTAS FUNDAMENTALES.
Dada una asociación adecuada –por ejemplo, una ciudad, ¿Quiénes de entre sus
miembros deberían gozar de ciudadanía plena? En otras palabras, ¿Qué personas
deberían constituir el demo? ¿Todos los miembros de la asociación tienen derecho a
participar en su gobierno? Suponiendo que no debería permitirse participar a los niños
(en esto coincidirá la mayoría de los adultos), ¿debería el demo incluir a todos los
adultos? Si incluye únicamente a un subconjunto de la población adulta, ¿cuán pequeño
puede ser el subconjunto para que la asociación no deje de ser una democracia y se
torne en algo diferente, como una aristocracia (el gobierno de los mejores, aristos) o una
oligarquía (el gobierno de unos pocos, oligos)?
Estas preguntas presuponen una respuesta adecuada a una sexta pregunta, aún
más importante: ¿por qué debería regir “el pueblo”? ¿Acaso la democracia es realmente
mejor que la aristocracia o la monarquía? Tal vez, como sostiene Platón en su
República, el mejor gobierno sería aquel liderado por una minoría de las personas mejor
calificadas –una aristocracia de “reyes filósofos”. ¿Qué razones podrían darse para
demostrar que la visión de Platón es errónea?
Mucho más tarde, al entrar en el siglo XVIII, cuando la asociación típica pasó a
ser el Estado - nación o el país, la democracia directa dio paso a la democracia
representativa una transformación tan fundamental que, desde la perspectiva del
ciudadano de la Atenas antigua, probablemente los gobiernos de asociaciones
gigantescas, como Francia o Estados Unidos, no serían considerados en modo alguno
democracias. En consecuencia, un demócrata contemporáneo podría argumentar de
manera razonable que Atenas, puesto que excluía a tantos adultos del demo, no era en
realidad una democracia aun cuando el término democracia se inventó y se aplicó
originariamente en Atenas.
II.1 Formas prehistóricas de democracia:
Si bien nos vemos tentados a suponer que la democracia fue creada en un lugar y
un momento determinados –la mayoría suele identificarlos con Grecia alrededor del
año 500 a. Cuando el largo período de la caza y el acopio llegó a su fin, y los humanos
comenzaron a establecerse en comunidades fijas, principalmente a los fines de la
agricultura y el comercio, las condiciones que favorecían la participación popular
en el gobierno aparentemente pasaron a ser excepcionales. Las evoluciones más
cruciales tuvieron lugar en dos áreas del Mediterráneo: Grecia y Roma.
Otra institución política importante en Atenas eran los tribunales populares (el
Dikasterión), que cierto académico describió como “el órgano del Estado más
importante junto con la Asamblea”, con “poder ilimitado para controlar a la
desasosiego generado por la desastrosa y aparentemente interminable guerra de Atenas
contra Esparta (la Guerra del Peloponeso), un grupo conocido como los Cuatrocientos
tomó el control de Atenas e instauró una oligarquía.
Europa continental: Eventualmente, los vikingos se dieron cuenta de que para afrontar
determinados problemas mayores necesitaban asociaciones más incluyentes, y en
Noruega, Suecia y Dinamarca se crearon asambleas regionales. En el 930, descendientes
de vikingos de Islandia crearon el primer ejemplo de lo que hoy se denominaría
asamblea, legislatura o parlamento nacional –el Althing (cosa).
Inglaterra: Entre las asambleas creadas en Europa durante la Edad Media, la que más
profundamente influyó en el desarrollo del gobierno representativo fue el Parlamento
inglés. Más una consecuencia involuntaria de innovaciones oportunistas que resultado
del diseño, el Parlamento surgió de los consejos convocados por los reyes para resarcir
agravios y ejercer funciones judiciales.
Para fines del siglo XV, el sistema inglés revelaba algunos de los rasgos básicos del
gobierno parlamentario moderno: por ejemplo, la sanción de las leyes requería ahora la
aprobación de los proyectos por ambas cámaras del Parlamento y la aprobación formal
del monarca. Que en este aspecto el monarca debía someterse al Parlamento se puso de
manifiesto durante la crisis constitucional de 1782, cuando el rey Jorge III (reinado 1760–
1820) se vio obligado, muy contra su voluntad, a aceptar un primer ministro y un
gabinete Whig –situación que él consideró, según un académico, “una violación de la
Constitución, una derrota de su política y una humillación personal”
Facciones y partidos: En palabras de Madison en “El Federalista” : “ por facción entiendo cierto
número de ciudadanos, estén en mayoría o en minoría, que actúan movidos por un impulso de
una pasión común, o por un interés adverso a los derechos de los demás ciudadanos o a los
intereses permanentes de la comunidad considerada en su conjunto ”. Resulta interesante que
Madison usara el supuesto peligro de las facciones como argumento en favor de adoptar una
nueva constitución. En lo que se refiere a los partidos políticos, Madison pronto se dio cuenta a
pesar de su creencia en la naturaleza esencialmente perniciosa de las facciones de que en una
democracia representativa los partidos políticos no sólo son legalmente posibles, necesarios e
inevitables; también son deseables. Estas inquietudes eran compartidas por Madison y otros
delegados a la Convención y tuvieron mucha influencia en el documento que generaron. Sin
embargo, aquí también las opiniones de Madison cambiaron una vez que reflexionó y observó
la democracia norteamericana emergente. El temor a la tiranía de la mayoría fue mitigado y
finalmente abandonado una vez que los líderes de varios países democráticos tomaron
conciencia de que podían crear numerosas barreras contra el gobierno irrestricto de la mayoría,
y que ninguna de ellas era claramente inconsistente con los principios democráticos básicos. De
modo que pudieron incorporar una declaración de derechos a la constitución (la Declaración de
Derechos inglesa y la Declaración de Derechos de Estados Unidos):
Requerir una súper mayoría de votos, como los dos tercios o tres cuartos, para aprobar
enmiendas constitucionales y otra legislación importante:
Dividir los poderes ejecutivo, legislativo y judicial de gobierno en ramas separadas (división de
poderes).
Adoptar garantías constitucionales para brindar una autonomía considerable a los estados,
provincias o regiones (federalismo).
Proveer por estatuto la descentralización del gobierno en grupos territoriales, como son los
pueblos, los condados y las ciudades.
Adoptar un sistema de representación proporcional según el cual la proporción de bancas
legislativas obtenidas por un partido es, en líneas generales, idéntica a la proporción de votos
reunidos a favor del partido o de su candidato.
III.1.1. Pericles: En el discurso fúnebre del año 430 a. dedicado a los caídos en la Guerra
del Peloponeso, el líder ateniense Pericles describió la Atenas democrática como “la
escuela de la Hélade”.
III.1.2 Aristóteles: Al observar que “la base de un Estado democrático es la libertad”,
Aristóteles: propuso una conexión entre las ideas de democracia y de libertad en la que
todos los partidarios posteriores de la democracia pondrían un marcado énfasis.
III.1.3 Locke: Casi veinte siglos después de Aristóteles, el filósofo inglés John Locke
adoptó los elementos esenciales de la clasificación aristotélica de las constituciones, en
su Segundo tratado sobre el gobierno civil (1690).
LA MONARQUIA “en la que una única persona gobierna mediante leyes fijas y
establecidas”
EL DESPOTISMO: “en el que una única persona dirige todo a su voluntad y capricho”
EL GOBIERNO REPUBLICANO (o popular), que puede ser de dos tipos: dependiendo si
“el pueblo en su conjunto o sólo una parte de él está investida del poder supremo”:
El primero es una DEMOCRACIA.
El segundo es una ARISTOCRACIA.
Tocando un tema que habrá de tener fuerte eco en “El Federalista” de Madison, Montesquieu
afirma que, sin una virtud pública firme, es probable que la república democrática sea destruida
por el conflicto entre diversas “facciones”, cada una de las cuales persigue su propio interés
mezquino a expensas del bien público más amplio.
II.1.5 Hume:
Además, es probable que Madison haya estado influenciado por Hume cuando en “El
Federalista” descartó el término democracia para el tipo de gobierno basado sobre la
representación y, en cambio, prefirió llamarlo república.
III.1.6 Rousseau:
De hecho, en su obra más influyente sobre filosofía política, “EL CONTRATO SOCIAL (1762),
Rousseau afirma:
Por estas y otras razones, Rousseau era pesimista en lo referido a las posibilidades de la
democracia.
III.1.7 Mill:
En una encomiada enunciación de este principio, Mill escribió lo siguiente: En otro trabajo:
“CONSIDERACIONES DEL GOBIERNO REPRESENTATIVO” (1861), Mill precisa con lucidez y
perspicacia muchos de los rasgos esenciales del nuevo tipo de gobierno, que todavía no había
emergido en la Europa continental y que aún estaba incompleto en aspectos importantes en
Estados Unidos.
III.1.8 Dewey:
Sin embargo, la democracia es más que una mera forma de gobierno; tal como Dewey señala en
“DEMOCRACIA Y EDUCACIÓN” (1916), es también un “modo de vida asociada” en la que los
ciudadanos cooperan entre sí para solucionar sus problemas comunes a través de vías racionales
( es decir, a través de la indagación y el experimento críticos ), en un espíritu de respeto mutuo
y de buena voluntad. Puesto que estos hábitos e inclinaciones deben inculcarse desde edad
temprana, Dewey pone especial énfasis en la educación; tan es así que llamaba a las escuelas
públicas “la iglesia de la democracia”. El énfasis de Dewey en el diálogo como práctica
fundamental en una democracia habría de inspirar a los teóricos políticos a explorar el papel
vital de la deliberación en los sistemas democráticos.
III.1.9 Habermas:
En semejante situación, los participantes podrán evaluar las afirmaciones de cada uno
solamente sobre la base de la razón y la evidencia en una atmósfera completamente libre de
cualquier influencia “coercitiva” no racional, incluso la coerción física y psicológica.
III.1.10 Rawls:
En “TEORIA DE LA JUSTICIA” (1971), el filósofo norteamericano John Rawls procuró desarrollar
una justificación no utilitarista de un orden político democrático caracterizado por la justicia, la
igualdad y los derechos individuales. Rawls, por consiguiente, es considerado el mayor defensor
filosófico del Estado de Bienestar capitalista democrático moderno.
IV.1 La desigualdad de recursos: Debido a que los que tienen más recursos
naturalmente tienden a emplearlos para influenciar el sistema político en provecho
propio, la existencia de dichas desigualdades constituyó un obstáculo persistente para
el logro de un nivel satisfactorio de igualdad política.