Problemas de Conducta en Las Personas Con Síndrome de Down
Problemas de Conducta en Las Personas Con Síndrome de Down
Problemas de Conducta en Las Personas Con Síndrome de Down
Prólogo
Querido amigo:
El documento que tiene ante su vista es fruto del esfuerzo que he realizado para
recopilar la información más adecuada para educar a mi hijo Jonathan, que tiene 8 años
y síndrome de Down. Encontré esta información en el Portal de Internet Canal Down21
(www.down21.org <http://www.down21.org>), que elabora y mantiene la Fundación
Iberoamericana Down21. Mi trabajo ha consistido en extraerla y agruparla
coherentemente, a partir de las diversas secciones que se encuentran dentro de dicho
Portal.
Mi único objetivo es poder ayudar a otras personas para corresponder un poco a la ayuda
que siempre he recibido. Ojalá hubiese podido yo disponer de esta valiosa información
cuando nació nuestro hijo Jonathan: no habría cometido algunos errores. Mi interés
ahora es que ustedes no los cometan.
Se lo ofrezco como guía, con enorme ilusión, junto con mi agradecimiento a Canal
Down21 por haber elaborado la información y por autorizarme a reproducirla en forma de
guía.
Oscar Trejo
Aunque crea que es un tópico en desuso, nunca dude que usted es el mejor educador y psicólogo
de sus hijos. Para bien e incluso para mal –desgraciadamente, en ocasiones– la figura de los
padres o tutores es el timón del barco que dirige su primera formación como niño que se
convertirá en persona y en adulto.
Queramos o no, como padres y educadores que somos, hay aspectos de la formación educativa
que siempre debemos tener presentes, y más aún cuando nuestros hijos tienen necesidades
pedagógicas especiales, como es el caso del síndrome de Down.
La mayoría de los niños con síndrome de Down presentan un buen estado de salud y se crían bien
cuando se encuentran en un ambiente cálido y afectivo. Con todo, es probable que usted aprecie
un retraso en su desarrollo que suele abarcar tanto a las habilidades motrices como a las
habilidades sociales, comunicativas y cognitivas. ―Es un bebé muy tranquilo‖, se suele decir. Quizá
demasiado tranquilo.
Este retraso afecta a su capacidad para voltear, sentarse, gatear, mantenerse de pie (pararse),
gatear o andar; a su capacidad para deglutir y aceptar alimentos sólidos; a su capacidad para
responder prontamente a los estímulos visuales o auditivos y dirigir la mirada; a su capacidad
para iniciar la emisión de sonidos y balbuceos; o a su capacidad para manipular juguetes e
integrarse y participar en juegos sencillos.
Su hijo va a aprender todo esto y mucho más. Pero lo va a hacer a su propio ritmo: le va a costar
más tiempo y va a necesitar que le ayudemos a aprender. Esta relativa torpeza en la adquisición
de habilidades y de recursos de aprendizaje se debe a los problemas que la trisomía 21 ejerce
sobre el desarrollo del cerebro. Pero los científicos afirman que la estructura y la función del
cerebro pueden mejorar cuando éste recibe una adecuada estimulación.
Por eso, nuestro gran reto para conseguir que el bebé con síndrome de Down llegue a alcanzar
una vida rica y llena de posibilidades va a ser estimular y activar el desarrollo de su cerebro
mediante una inteligente, paciente y constante intervención educativa. Es importante que esta
intervención se inicie precozmente, porque es cuando el cerebro se encuentra más receptivo. Por
eso iniciaremos pronto los programas de Atención Temprana. Pero es igualmente importante
continuar la formación integral de los escolares con síndrome de Down, potenciando sus
aprendizajes en el centro escolar y fomentando actividades adecuadas para los tiempos de ocio
que completen su desarrollo global.
TEMAS GENERALES
ATENCIÓN TEMPRANA
50 - Definición
53 - Objetivos
55 - A quién va dirigida
57 - Dónde se aplica
58 - Quién la realiza
59 - Primeros consejos
66 - Estimulación del área de Motricidad gruesa
72 - Estimulación del área de Motricidad fina y cognición
79 - Técnicas de intervención
87 - Edades de adquisición de hitos madurativos en los niños con Síndrome de Down
91 - Aprendizaje natural o ecológico
101- El juego y los juguetes
107.- El inicio de los programas acuáticos
LECTURA Y ESCRITURA
199- Introducción
200- Métodos de enseñanza de lectura
202- Perspectiva histórica
204- Enseñanza de lectura y escritura
212- Práctica de la lectura
215-La lectura forma parte de la integración social
218- Quién debe enseñar a leer
219- Animación a la lectura
CÁLCULO
334- LA DESCENDENCIA
DISCAPACIDAD INTELECTUAL:
¿QUÉ ES? ¿QUÉ DEFINE? ¿QUÉ SE PRETENDE?
EL PLANTEAMIENTO DE PARTIDA
Cuando nos comunicaron que nuestro hijo –engendrado o nacido– tenía síndrome de
Down, muy probablemente el sentimiento que con mayor fuerza atenazó nuestro ánimo
fue la consideración de que iba a tener lo que, en términos más habituales, se
denominaba retraso mental. Era una mezcla de desconsuelo y de temor ante algo que nos
resultaba imprevisto y desconocido. Con los meses y los años, el trato diario y la íntima
relación con nuestro hijo nos iban desprendiendo de nuestros prejuicios y limpiando las
nieblas que nos impedían ver de cerca una realidad mucho más rica y compleja de lo que
habíamos imaginado. Y empezamos a comprobar mejor que nadie el extraordinario caudal
de que están dotados los seres humanos, a pesar de sus limitaciones. Es decir, junto a
claras insuficiencias apreciábamos evidentes cualidades y capacidades.
Esa travesía que nosotros, como padres, hemos recorrido en muy poco tiempo, las
instituciones, los grupos profesionales y la sociedad en general ha tardado muchos años
en transitarla. Pero el avance es claro y en la correcta dirección. Este avance tiene su
mejor expresión en la modificación que se ha hecho en la misma terminología que define
o encabeza la realidad. Ya no se acepta el término ―retraso mental‖ porque posee un
carácter peyorativo que subraya lo negativo. El término ha sido sustituido por el de
―discapacidad intelectual‖ que no define ni condena irreversiblemente a la persona, sino
que nos alerta hacia una situación o estado especial evolucionable, cargado de luces y
sombras, que exige, eso sí, una atención también especial para limitar problemas y
potenciar capacidades.
Es preciso, pues, que acertemos a interpretar los contenidos que encierra el término de
discapacidad intelectual, tal como lo han ido definiendo recientemente las organizaciones
especializadas tras mucha reflexión y debate, porque esos contenidos nos han de ayudar
a adoptar una posición decidida y positiva hacia la persona. Nos van a ayudar no sólo a
definir un diagnóstico sino, sobre todo, a establecer una evaluación global de toda la
riqueza que adorna a una persona, a promover soluciones concretas en cada área o
dimensión, y a realizar un seguimiento permanente para controlar los resultados de
nuestra intervención.
Las instituciones que encabezan este análisis y coordinan la discusión establecida con el
concurso de muchas otras en todo el mundo, son la Asociación Americana sobre el
Retraso Mental (AAMR) y la Asociación Internacional para el Estudio Científico de la
Discapacidad Intelectual (IASSID).
LA NUEVA DEFINICIÓN
Es preciso insistir en que la definición y análisis de estas cinco dimensiones tienen como
objetivo fundamental establecer y concretar los apoyos que han de favorecer el
funcionamiento de cada individuo, como persona concreta ubicada en un entorno concreto
y dotada de sus problemas y de sus cualidades.
La aplicación práctica de la definición aquí propuesta parte de las siguientes premisas que
nos sirven para establecer, desde el principio, el marco ideológico de nuestra posición
ante la discapacidad intelectual:
A la vista de este enfoque, tan realista y positivo, es evidente que, desde la evaluación
que tiene en cuenta las cinco dimensiones señaladas, se pretende buscar los apoyos más
adecuados para conseguir el máximo funcionamiento individual.
La capacidad intelectual
- el razonamiento
- la planificación
- la solución de problemas
- el pensamiento abstracto
- la comprensión de ideas complejas
- el aprendizaje con rapidez
- el aprendizaje a partir de la experiencia
Como se puede apreciar, es un funcionamiento intelectual global que va más allá del
rendimiento académico o de respuesta a tests; se trata más bien de esa amplia y
profunda capacidad para comprender nuestro entorno e interactuar con él.
La conducta adaptativa
Ocurre, sin embargo, que bien pueden convivir dentro de una misma persona las
limitaciones en ciertas habilidades de adaptación con capacidades en otras áreas. De ahí
la necesidad de hacer una evaluación que, de manera diferenciada, aborde y analice
distintos aspectos de la vida adaptativa. Para hacer un buen diagnóstico de las
limitaciones que una persona tiene en su conducta adaptativa es preciso utilizar medidas
bien estandarizadas con baremos de la población general que incluya a personas con y sin
discapacidad.
El criterio para considerar significativas las limitaciones en esta dimensión, al igual que al
evaluar la inteligencia, debe ser el de dos desviaciones típicas por debajo de la media.
Existen buenos instrumentos con propiedades psicométricas suficientes como para evaluar
esta dimensión (en inglés: escalas de AAMR, Vineland, Bruininks, Adams), si bien no
disponemos todavía de buenas adaptaciones en español. En cambio disponemos de
excelentes publicaciones para planificar los apoyos necesarios para trabajar y progresar
en la adquisición de estas capacidades.
Mientras que las otras dimensiones se centran en los aspectos personales o ambientales,
en este caso el análisis se dirige a evaluar las interacciones del individuo con los demás y
el papel social que desempeña. Es decir, se trata de destacar la importancia que se
concede a estos aspectos en la vida de la persona; de resaltar el importante papel que
juegan las oportunidades y restricciones que rodean a un individuo para participar en la
vida de su comunidad.
Pero esta participación e interacción se pueden ver profundamente alteradas por la falta
de recursos y servicios comunitarios, por la presencia de barreras físicas o sociales.
Se trata de contemplar las condiciones interrelacionadas en las cuales las personas viven
diariamente. Se describen tres niveles de acuerdo con su proximidad al individuo:
Sin duda, los ambientes de integración –en educación, vivienda, trabajo, ocio– son los que
mejor favorecen el crecimiento y desarrollo de las personas. Pero hay que valorar el grado
real en que tal integración se puede llevar a efecto y ejecutar, porque dependerá de su
presencia real en los lugares habituales de la comunidad, de la posibilidad de elección y de
tomar decisiones, de la competencia (que proviene del aprendizaje y de la ejecución de
actividades), del respeto al ocupar un lugar valorado por la propia comunidad, y de la
participación comunitaria con la familia y amigos.
La dimensión cultural es otro elemento que debe ser tenido en cuenta, y más en esta
época de grandes y rápidos flujos migratorios, con sus correspondientes problemas de
adaptación para las personas con discapacidad.
CONCLUSIÓN
I PARTE
I PARTE
Todos los bebés se desarrollan: crecen, cambian, progresan y aprenden desde los
primeros días de su vida. Los bebés con síndrome de Down se desarrollan de manera
muy parecida a la de los demás niños, pero lo hacen más lentamente y con algunas
diferencias. En estos últimos años, los investigadores han aprendido mucho sobre cómo
se desarrollan los bebés con síndrome de Down, algunas de las razones por las que su
avance es más lento y algunos de los factores que influyen en su progreso. Este nuevo
conocimiento está ayudando a los padres, a los terapeutas y a los educadores a ofrecer
ambientes y oportunidades de aprendizaje más favorables para los niños, de modo que
puedan alcanzar su pleno potencial y consigan tener unas vidas felices y plenas dentro
de sus comunidades.
La mayoría de los bebés que nacen hoy con síndrome de Down progresarán más y
alcanzarán más que los nacidos en generaciones pasadas como resultado de nuestra
mayor comprensión de sus necesidades, los servicios de atención temprana diseñados
para atender a esas necesidades y ayudar a las familias, mejorando así el acceso a una
buena educación y su plena inclusión en sus comunidades junto con los demás niños.
Este artículo intenta compartir contigo lo que sabemos sobre el desarrollo de los niños
con síndrome de Down, con que velocidad progresan, que es lo que influye en esta
velocidad, y que pasos puedes dar para asegurar que estás dando a tu hijo la ayuda y el
apoyo más eficientes. La información de este artículo está basada en datos, es decir,
está basada en la investigación científica más reciente.
Desarrollo social/emocional: incluye el aprender cómo entender y hacerse con los demás,
hacer amigos, comportarse de manera socialmente aceptable, comprender y manejar los
sentimientos. Se verá influido por el temperamento y la personalidad del niño.
Comunicación: cubre el desarrollo de todas las maneras por las que un niño puede hacer
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 13
-La educación de los niños con Síndrome de Down
El desarrollo de cada una de estas áreas ha sido descrito con todo detalle por quienes
han estudiado el desarrollo de los niños. En cada área el desarrollo progresa en una
secuencia ordenada, de modo que los pasos últimos se basan en los primeros. Por
ejemplo, los niños señalan y hacen gestos para comunicarse antes de usar las palabras,
y después emplean palabras sueltas antes de unirlas para formar frases. Los niños
aprenden a sentarse antes de ponerse de pie, y se ponen de pie antes de andar. Los
niños con síndrome de Down progresan por lo general siguiendo los mismos pasos en
cada área del desarrollo. Por eso, el conocimiento detallado que tenemos sobre estos
pasos nos permite diseñar actividades que ayuden al niño a conseguir el paso siguiente.
Sin embargo, es importante también advertir que el progreso en cada área del desarrollo
puede afectar al progreso en las demás, y debemos tener esto en cuenta cuando
pensamos en las oportunidades de aprendizaje del niño. Por ejemplo, las habilidades
motoras de un niño influirán sobre la vida social y la experiencia del lenguaje. Un niño
que sea capaz de moverse puede desplazarse a la puerta y ver quién ha llegado, y puede
seguir a sus padres por la casa y dejar que le sigan hablando mientras realizan sus
actividades diarias. Un niño que no se puede mover pierde estas experiencias. De la
misma manera, los retrasos en las habilidades motrices pueden afectar las habilidades
cognitivas y de auto-ayuda, ya que se necesita una fina coordinación de los dedos para
meter piezas de diversas formas en sus agujeros, construir bloques, completar los
puzzles, mantener una cuchara o atar los botones. Los retrasos en el aprendizaje del
lenguaje influirán en el desarrollo social y en las oportunidades de aprendizaje.
Son muchos los factores que influyen en el desarrollo de cualquier niño, incluidos los
factores genéticos, la vida familiar, la alud, las oportunidades educativas y la vida social
en la comunidad. Si bien los genes juegan un papel, el desarrollo humano es un proceso
(o un conjunto de procesos complejos) y requiere desde los primeros días la experiencia
social.
Los bebés sonríen a una persona como parte de su interacción social, se mueven para
tomar los juguetes que más les interesan, aprenden a hablar si se les habla, y aprender
a entenderse a sí mismos y a los demás mediante la interacción social. Necesitan
también sentirse amados y seguros, con el fin de tener confianza para aprender, para
explorar el mundo y desarrollar su pleno potencial. Un niño normal y sano, colocado en
un orfanato aislado, no se desarrollaría tanto como podría: todos los aspectos de su
desarrollo se verán limitados o distorsionados. Las familias, los colegios y las
comunidades ejercen un importante impacto en el modo en que los niños crecen,
aprenden, se desarrollan; y esto mismo ocurre con los bebés con síndrome de Down.
Si deseamos ayudar a que los niños con síndrome de Down desarrollen su pleno
potencial, necesitamos comprender el impacto que sobre ellos ejerce su biología, es
decir, cómo la presencia de un cromosoma extra puede influir en el modo en que ellos
perciben el mundo, aprenden y progresan en cada área del desarrollo. Sin embargo,
hemos de ser siempre conscientes de que esto es sólo una parte del cuadro y que su
desarrollo es tan influenciado por el mundo en el que viven y por las oportunidades que
se les da como lo es para el resto de los niños.
Si después empezamos a ver con detalle su progreso dentro de cada área del desarrollo,
volvemos a encontrarnos con puntos débiles y fuertes. Por ejemplo, en la comunicación,
van bien en la utilización de gestos para comunicarse, pero muestran mayor dificultad
para el habla, de modo que entienden más que lo que pueden decir. En la cognición, van
mejor en el procesamiento y recuerdo de la información visual ―lo que ven― que de la
información verbal ―lo que oyen―. Esto significa que tanto en la comunicación como en
la cognición empezamos a apreciar diferencias en el modo en que los bebés y niños
mayores con síndrome de Down van progresando y aprendiendo: es decir, no sólo hay
retrasos.
Esta información resulta muy útil para ayudarnos a desarrollar los métodos más eficaces
para enseñar y ayudar a que nuestros hijos progresen, como veremos en la siguiente
sección. Podemos usar sus puntos fuertes para ayudarles a aprender con mayor rapidez
y eficacia y, del mismo modo, podemos trabajar de forma directa para mejorar sus
puntos débiles.
Los primeros pasos en el desarrollo social y emocional se aprecian muy pronto, cuando
tu bebé empieza a mirarte y a sonreír. Por lo general los bebés con síndrome de Down
son muy sociales ―les gusta mirar a la cara, sonreír y empezar a conocer a otra gente.
Los bebés aprenden a comprender las expresiones faciales, los tonos de voz, las
posturas corporales, ya que éstos son los medios por los que expresamos cómo nos
sentimos.
Los bebés con síndrome de Down a menudo pasan más tiempo mirando a la cara y
pendientes de la gente que los demás niños, y conforme van creciendo siguen estando
interesados y pendientes de los demás, tanto de los adultos como de los otros niños.
Esto es bueno por lo que repercute en su aprendizaje social y en su capacidad para
relacionarse con los demás, pero gastan más tiempo buscando la atención de los otros
que jugando y explorando los juguetes y el mundo físico. Ello puede ir ligado a su retraso
en las habilidades motoras necesarias para jugar y explorar, pero si los padres están
alertas sobre esto, usarán las situaciones de apego de su hijo para jugar con él y
enseñarle cómo funcionan las cosas.
Otro aspecto del desarrollo social y emocional que se inicia pronto es el aprendizaje del
control de las propias emociones y de la conducta, lo que llamamos autorregulación o
autocontrol. Los niños tienen que aprender a situarse dentro de las reglas familiares y
aprender a esperar: comprender que no siempre pueden hacer lo que quieren. Los niños
lo aprenden conforme ven cómo sus padres los manejan para darles de comer o para
llevarlos a dormir a unas horas determinadas que encajan dentro del horario dispuesto
para el resto de la familia. Establecer estas rutinas durante el primer año es un paso
importante a la hora de fijar unos límites y de ayudar a tu hijo a controlar su propia
conducta.
Los niños con síndrome de Down pueden ser muy buenos para comprender cómo se
comportan los demás, y a veces utilizan esta buena comprensión social para
comportarse de una forma que no es nada útil. Brevemente, saben cómo conseguir las
reacciones que desean por parte de los adultos; es así como pueden ser muy difíciles de
manejar o muy buenos para hacerse con el control y comportarse de manera
problemática. Por ejemplo, pueden rehusar irse a la cama, escaparse cuando vais por la
calle, o negarse a permanecer quieto en clase.
Muchos de ellos serán fáciles de manejar, pero alrededor de un tercio de los preescolares
son más difíciles ―en parte porque no son capaces todavía de comunicarse de forma
eficiente. Por lo tanto es importante sentar los límites y las reglas, ya que los estudios
demuestran que los niños con síndrome de Down que tienen conductas más difíciles a la
edad de tres años progresan más lentamente en sus años escolares, probablemente
porque no son capaces de permanecer quietos, escuchar y beneficiarse de las
oportunidades de aprendizaje.
Todos los niños aprenden de los demás niños y los estudios demuestran que los que
tienen síndrome de Down, a mitad de su infancia, hacen amigos normalmente como los
demás niños. Inicialmente, se benefician del juego con los otros niños en la guardería y
en el preescolar, en donde son capaces de modelar su conducta social con el ejemplo de
la de los demás. Esto es cierto incluso si su retraso en el lenguaje influye en cómo lo
relatan. A esta edad, los niños que no tienen discapacidad aceptan muy bien las
diferencias y pueden ser muy buenos amigos, maestros y cuidadores.
EL DESARROLLO MOTOR
La capacidad para movernos y para controlar nuestros cuerpos influye en todo lo que
hacemos. La capacidad para controlar los movimientos de forma suave y eficaz requiere
mucha experiencia y práctica. El cerebro desarrolla y refina los planes del movimiento
aprendido para controlar el andar, tomar una taza, escribir, alcanzar una pelota o saltar
sobre un obstáculo a base de experimentar las acciones repetidas veces.
Los bebés cuando nacen tienen escaso control motor pero pronto empiezan a mantener
su cabeza, darse la vuelta, sentarse, arrastrarse y andar. Aprenden también a agarrar un
sonajero y van incrementando de forma constante su habilidad para utilizar sus manos,
sus brazos y sus dedos para alcanzar y agarrar, y para desarrollar el fino control que se
necesita para manipular los bloques de Lego o para escribir.
Los bebés y niños pequeños con síndrome de Down siguen los mismos pasos del
desarrollo motor, pero les lleva más tiempo desarrollar la fuerza y el control motor.
Ambos necesitan práctica para su desarrollo. Toas las habilidades motoras son realizadas
inicialmente de un modo más bien torpe o menos controlado, y sólo mejoran con la
práctica. Piensa en los primeros pasos de cualquier niño y cuánto tiempo les lleva
mejoran su andar hasta llegar a la forma ligera de un adulto. Los niños con síndrome de
Down tienen además articulaciones más flexibles y pueden parecer más ―flojos‖
(hipotónicos), pero las consecuencias de este hecho sobre el aprendizaje del movimiento
no están nada claras. Puede llevarles también más tiempo desarrollar el equilibrio tanto
para mantenerse de pie como para andar.
Los niños aprenden a moverse moviéndose, y sus cerebros aprenden a controlar sus
cuerpos, sus pies y sus manos mediante la práctica. Los estudios muestran que haciendo
prácticas de patear con los pies a los niños con síndrome de Down cuando están echados
de espalda, utilizando un juguete que premia al niño con música cuando patea, puede
conseguir que se adelante el andar. Y también, ayudándole a practicar sobre un tapiz
rodante puede anticipar el momento de la marcha.
Algunos terapeutas experimentados piensan que no todos los niños con síndrome de
Down muestran los mismos patrones en el retraso motor. Algunos son muy fuertes y
están sólo un poco retrasados; otros tienen mayor fuerza en la mitad superior del cuerpo
que en la inferior, y eso afectará a la edad en que empiezan a andar; otros son más
fuertes en su mitad inferior que en la superior; y un pequeño grupo muestra mayor
debilidad y mayor retraso en todos los aspectos del progreso motor. Necesitamos que se
investigue más sobre estas observaciones para comprender su significado.
Vemos también distintas velocidades de progreso en las diferentes áreas del desarrollo.
Algunos niños con síndrome de Down andan pronto y hablan tarde, y otros tardan en
andar y hablan pronto, y así lo vemos también en los demás niños. Mientras que los
niños en general andan hacia los 13 meses como media, los que tienen síndrome de
Down lo hacen hacia los 22-24 meses. Pero hay una amplia variación sobre esas medias
en ambos grupos.
Todos los bebés con síndrome de Down deben ser atendidos en algún momento por un
fisioterapeuta pediátrico con experiencia en síndrome de Down, quien podrá mostrarte
los medios para que ayudes a tu bebé a desarrollar su motricidad gruesa. Y después te
podrás beneficiar del asesoramiento de una terapeuta ocupacional para que desarrolle la
motricidad fina con el uso del tenedor y la cuchara, y la práctica del dibujo y la escritura.
Aunque se haya retrasado el desarrollo motor inicialmente, muchos chicos con síndrome
de Down terminan destacando en los deportes, incluida la natación, la gimnasia, el esquí,
las carreras y muchos otros. Algunos individuos llegan a competir con atletas sin
discapacidad, pero la mayoría alcanza niveles que son buenos para realizar actividades
de ocio, tener un buen estado físico y mantener su vida social.
En mi experiencia, los niños con síndrome de Down que mantienen buenas habilidades
deportivas es porque las familias les han dado las oportunidades, y vale la pena buscar
clubes deportivos o programas recreativos en los que puedan ingresar desde las
primeras etapas de su vida. Por ejemplo, en los años preescolares se beneficiaran de los
clubes de natación, música y movimiento, y grupos de gimnasia para niños pequeños.
Pero además, jugar en equipos de parques y entrenar contigo las habilidades de pelota o
balón, todo ello le será de gran beneficio para desarrollar las habilidades motoras.
Comunicación
La comunicación se refiere a todos los medios por los que hacemos llegar nuestro
mensaje. Puede ser por métodos no verbales como son las expresiones faciales y los
gestos, y por métodos verbales como es el uso de palabras y frases para enviar nuestro
mensaje de forma que el oyente pueda entenderlo. La comunicación incluye el
aprendizaje del seguimiento de turnos, escuchar cuando alguien habla, mantener el
contacto ocular con la persona a la que hablas, y darte cuenta si se te entiende. Los
investigadores y terapeutas llaman pragmáticaa las habilidades de la comunicación.
Los bebés empiezan a desarrollar sus habilidades comunicadoras en los primeros meses
de la vida y siguen después refinando y usándolas a lo largo de toda su vida. Los bebés y
los niños con síndrome de Down son en general buenos comunicadores: entienden la
comunicación no verbal muy pronto, hacen contacto ocular, y aunque su habla se
desarrolla más despacio, generalmente y a pesar de todo son buenos y consiguen hacer
llegar su mensaje. En su conjunto, podríamos decir que la comunicación es uno de sus
puntos fuertes.
Vocabulario
Para hablar tenemos que conocer un vocabulario que nos permita comprender las
palabras y su significado. Iniciamos este proceso ya de bebés y aprendemos a base de
escuchar y mirar a nuestros padres que dicen ―éste es un gato‖, ―aquí tienes tu bebida‖,
―vamos al baño‖. Los bebés y los niños pequeños aprenden el significado de las palabras
al tiempo que las oyen utilizar en las situaciones ordinarias en las que pueden ―ver su
significado‖. Aprender a entender las palabras antes de poder decirlas. Esto significa que
los niños entienden más (sus vocabularios comprensivos o receptivos) de lo que pueden
decir (sus vocabularios productivos o expresivos).
Conforme los niños empiezan a darse cuenta de que todas las cosas tienen un nombre,
se convierten en aprendices activos y señalan las cosas para que tú se las nombres. Y
según comienzan a hablar, usan palabras únicas y sencillas, a poder monosilábicas (pan)
o las más familiares (mamá). Después empiezan a juntar dos y tres palabras para
formar frases. El aprendizaje del vocabulario se llama semántica.
Los niños con síndrome de Down van más lentos que los demás en el aprendizaje del
lenguaje. Mientras que lo normal es que se digan las primeras palabras entre los 10 y 18
meses, y junten dos o tres hacia los 24 meses, lis niños con síndrome de Down
normalmente empiezan a hablar entre los 24 y 36 meses. Pero entienden más de lo que
pueden hablar a causa de sus dificultades motoras para el habla (que se exponen más
adelante), y van aprendiendo vocabulario de forma constante, de modo que a menudo
se considera que uno de sus puntos fuertes en la adolescencia es el vocabulario.
Gramática
Una vez que los niños poseen un vocabulario total de 200 a 220 palabras y asocian
juntas 2 o 3 palabras, necesitan aprender la gramática del lenguaje. Esto incluye
aprender cómo el sentido de la posesión (zapato de mamá), el uso de los plurales (dos
perros), los tiempos de los verbos, y dónde colocar las palabras según el sentido de la
frase (―Mamá está aquí‖ y ―¿Dónde está mamá?‖). Estas reglas gramaticales se
denominan morfología y sintaxis.
Los niños con síndrome de Down encuentran más difícil de aprender a la gramática, de
modo que cuando son ya jóvenes emplean un lenguaje ―telegráfico‖ (―yo ir escuela‖). Se
hacen entender pero no dominan fácilmente las frases completas, probablemente por
una serie de razones que no entendemos del todo, y que incluyen su limitada habilidad
en la memoria verbal y las dificultades motoras en el lenguaje. Por consiguiente, el
aprendizaje de la gramática es un área débil en los niños con síndrome de Down.
Habla
Para hablar y darse a entender, los niños tienen que ser capaces de producir un habla
claro. Este es un proceso por el que han de discurrir todos los niños, la mayoría de los
cuales no se hacen entender cuando empiezan a hablar. Lenguaje verbal claro implica la
capacidad para emitir todos los sonidos del habla en el lenguaje y ponerlos todos juntos
en palabras: fonología. Implica también ser capaz de controlar tu voz, poner la
entonación correcta o el énfasis en las palabras y frases, y controlar la velocidad a la que
hablas. Éstas son las habilidades motoras propias del habla. La mayoría de los niños con
síndrome de Down tienen una importante dificultad para desarrollar un habla claro e
inteligible. Hay toda una serie de razones para explicar estas dificultades aunque todavía
no las entendemos bien. Incluyen: peor audición, diferencias anatómicas en la cara y la
boca, dificultades de planificación y control de la motricidad de los músculos que tienen
que ver con el habla (desde los respiratorios hasta los orofaciales). Por consiguiente, el
habla es otro punto débil en los niños con síndrome de Down.
Con el tiempo, las habilidades del lenguaje hablado de la mayoría de los niños con
síndrome de Down van por detrás de la capacidad de comprensión que tienen en los test
de habilidad no verbal. Esto puede ser debido a que los bebés y niños pequeños
aprenden por lo general su primer lenguaje simplemente escuchándolo. Muchos niños
con síndrome de Down no aprenden fácilmente mediante la escucha debido a temas de
audición (alrededor de dos tercios muestran pérdidas leves a moderadas de audición).
Además tienen pobres habilidades de memoria auditiva, algo esencial para aprender a
hablar.
Las consecuencias de estas dificultades para oír correctamente son que necesitamos
utilizar todos los medios a nuestro alcance para que el lenguaje sea visual: usar signos
(lenguaje de signos), dibujos, fotos, etc. para enseñarles a hablar. Tenemos algunos
datos que indican que, cuando hacemos esto, desarrollan un lenguaje hablado mucho
mejor, que es el que cabría esperar de sus capacidad mental no vernal.
Señalar
Los estudios sugieren que nuestros hijos aprenden nuevas palabras habladas más
rápidamente cuando ven un signo o una imagen que ilustra el significado de la palabra al
mismo tiempo que oyen la palabra hablada. El estímulo visual parece ayudarles a
recordar mejor el estímulo hablado. El utilizar juntos los signos y las palabras desde el
primer año de la vida ayudara a tu bebé a comprender las palabras más rápidamente. Si
se utilizan siempre signos de este modo, siempre junto con las palabras, tu hijo llegará a
utilizar los signos para comunicarse antes de que sea capaz de decir las palabras. Esto
reduce la frustración y la investigación realizada sugiere que los niños que utilizan signos
tiene un mayor vocabulario global en sus años preescolares. De ordinario, los niños
dejan de utilizar los signos tan pronto como aprenden a decir las palabras, pero incluso
entonces pueden seguir utilizando los signos si su habla no es lo suficientemente clara
como para ser entendida. Y esto les anima a seguir comunicándose.
Mientras se usa el lenguaje de signos como un puente hacia el habla, debemos seguir
trabajando en el habla. Necesitamos ayudar a los niños a desarrollar un lenguaje claro
desde los primeros años de la vida mediante juegos y actividades que aseguren que
puedan oír y discriminar todos los sonidos del habla y que mejoran la claridad y fluidez
del lenguaje.
Todos los niños con síndrome de Down han de recibir terapia del habla y lenguaje a
partir del primer año de su vida, que cubra todos estos aspectos necesarios para
comprender y para hacer llegar los mensajes: comunicación, vocabulario, gramática y
habla. Pero quien imparta esta terapia, al nivel que se considere oportuno, deberá tener
experiencia con niños con síndrome de Down. No todo logopeda la tiene.
La palabra impresa consigue hacer visual al lenguaje hablado, y esto significa que los
niños con síndrome de Down pueden usar uno de sus puntos fuertes como es el
aprendizaje visual para ayudar a su lenguaje hablado. Cuando ven y practican frases
cortas como ―Papá está comiendo‖, ―Juan está comiendo‖, ―Mamá está comiendo‖, ―Ana
está comiendo‖ ―ilustradas con las fotos de ellos mismos y su familia― les ayuda a
empezar a juntar dos y tres palabras en su lenguaje. Más adelante, cuando ven que las
frases contienen pequeñas palabras como ―el‖, ―un‖ o que un verbo termina en pasado,
es más probable que las aprendan y las usen en su lenguaje ―lo que les ayudará a
superar sus dificultades con el aprendizaje de la gramática.
Los estudios demuestran que la lectura es a menudo uno de los puntos fuertes de los
niños con SD en sus años escolares. Pueden aprender a leer, escribir, y deletrear más
lentamente que los demás niños, pero sus habilidades lectoras son con frecuencia
mejores de lo que se esperaría a juzgar por sus habilidades cognitivas y de lenguaje
hablado. Alrededor del 10 por ciento de los niños con síndrome de Down pueden leer al
nivel propio de su edad cronológica si se utiliza la correcta formación metodológica desde
sus años preescolares. Sin embargo, cualquier nivel de progreso lector es ya un
beneficio, y las actividades de lectura con apoyo pueden mejorar el habla y el lenguaje
incluso en niños que aún no se han convertido en lectores independientes. Nuestra
investigación ha demostrado que la lectura mejora tanto las habilidades del lenguaje
hablado como las habilidades de la memoria operativa.
El presente artículo es la primera parte del capítulo 6 ―The development of babies with Down syndrome‖, del libro Babies
with Down syndrome: A new parents’ guide (Susan J. Skallerup, ed.), 3ª edición, recientemente publicado por
Woodbine House (Bethesda, MD, USA, 2008). Traducción y publicación autorizadas para Canal Down21 por Woodbine
House.
La Prof. Buckley es directora de la Institución: Science and Research at Down Syndrome Education International,
Portsmouth, Inglaterra. Tiene una hija adoptada con síndrome de Down. En 2004 recibió el título OBE (Officer of the Order
of the Bristish Empire).
II PARTE
Cognición y juego
Cuidados personales
Visión de conjunto: Desarrollo a los 5 años
Qué influye en el progreso
Atención temprana
Educación temprana y Terapias
Aprender las actividades en casa
Necesidades especiales e inclusión en la comunidad
Necesidades especiales y educación
Conclusión
II PARTE
COGNICIÓN Y JUEGO
En la etapa siguiente, los niños aprenden sobre la causa y el efecto ―el hecho de que
puedan hacer que un juguete se mueva tirando de la cuerda, o de que se produzca ruido
al agitar algo― y que pueden avanzar en la solución de problemas sencillos como es
encajar la forma correcta en el agujero correcto. Aprenden también sobre la permanencia
del objeto ―las cosas siguen existiendo aunque las tapemos― y aprenderán a buscar y
encontrar los objetos ocultos.
Los bebés con síndrome de Down hacen todas estas cosas, pero en edades algo más
retrasadas y tienen más dificultades en las tareas que implican la solución de un problema
conforme las tareas se hacen más dificultosas. Se beneficiarán de las oportunidades del
juego si hay un ―compañero de juego‖ si les muestra cómo hacerlo pero no lo hace en su
lugar. Eso es lo que se llama entrenamiento o ensayo y lo hacemos con todos los niños,
pero puede que los que tienen síndrome de Down necesiten más apoyo en el juego y
durante más tiempo. Puede que no aprecien todas las posibilidades que un juguete ofrece
sin ayuda, y puede que entonces se dediquen al juego de manera simplemente repetitiva
―golpeando, arrojando o montando los juguetes porque necesitan ayuda para pasar a la
etapa siguiente.
Los estudios indican también que los niños con síndrome de Down pueden no persistir
tanto como los otros niños en la solución de un problema, e incluso pueden recurrir a sus
buenas habilidades sociales para distraerte cuando estás tratando de enseñarles. Esto
significa que pueden perder oportunidades de aprendizaje, y eso hará que se retrase su
progreso en el aprendizaje y en el sentimiento de satisfacción por haber triunfado en una
tarea. A lo largo del artículo daremos algunos consejos sobre estrategias para que el
aprendizaje sea divertido y eficiente.
Memoria
Este hallazgo sobre las dificultades de la memoria verbal a corto plazo es muy importante,
dado que tanta información a lo largo del día va a llegar al niño a partir de la gente que le
habla ―ofreciendo una información verbal que un niño con síndrome de Down va a tener
muy difícil el procesarla y recordarla. Además, la memoria verbal a corto plazo es
importante para aprender a hablar, tanto para aprender palabras como para aprender
frases.
Además de ayudar al aprendizaje como materiales visuales que incluyan gestos y signos,
imágenes, fotos y programas de computación, sabemos que los juegos de entrenamiento
de la memoria pueden mejorar tanto la memoria a corto plazo visual como la verbal en
los niños con síndrome de Down.
Pensamiento y razonamiento
Hay muy poca información sobre las habilidades de pensamiento y razonamiento en los
niños con síndrome de Down. Sin embargo, utilizamos nuestras habilidades del lenguaje
para pensar y razonar. Por eso, es razonable suponer que el retraso en el lenguaje les
creará dificultades para realizar estas actividades cognitivas y que la mejoría del lenguaje
les llevará a mejorar las habilidades cognitivas.
Edad mental o CI
El desarrollo cognitivo o las capacidades mentales se miden con frecuencia mediante test
estandarizados de capacidad. La mayoría de los niños con síndrome de Down puntúan en
el intervalo ligero a moderado del trastorno cognitivo, pero algunos presentan una mayor
o una menor alteración. Desde mi punto de vista, estas puntuaciones del test no tienen
mucho valor práctico para predecir lo que un niño va a hacer en su vida diaria, ya que su
función diaria en situaciones académicas, sociales y prácticas es a menudo mejor de lo
que cabría esperar de su puntuación como ―edad mental‖ o ―test de inteligencia‖.
Y aquí querría añadir un par de puntos en relación con los mitos. Se dice que el CI de los
niños con síndrome de Down declina a lo largo de los primeros años, pero eso no significa
que haya un declive real en las capacidades cognitivas; se trata de un artefacto debido al
modo de calcular el CI. La puntuación del CI se hace en relación con la edad y para
calcular el CI, la puntuación real de un niño obtenida en el test se compara con la de los
niños de la misma edad. Los niños con síndrome de Down aprenden con más lentitud que
los niños con CI medios que realizan una cierta cantidad ―media‖ de avance por año; de
este modo, pese al progreso realizado por los niños con síndrome de Down durante el
año, no será de tan alto grado como el de los oros niños de su edad, y así no podrá
mantener el mismo CI un año después: habrá un descenso del CI pese al progreso de
conocimientos realizado.
Otro mito es el de que los niños con síndrome de Down presentan una estabilización de su
desarrollo cognitivo hacia los 7 u 8 años. Esta sugerencia proviene de estudios muy
antiguos cuando los niños no recibían la educación que ahora reciben. Los estudios
recientes muestran que los niños con síndrome de Down continúan progresando en su
adolescencia y en la vida adulta en lo referente a las habilidades lingüísticas, académicas
y sociales, especialmente si se les educa en ambientes escolares de integración y no en
los de educación especial.
CUIDADOS PERSONALES
lavarse, vestirse o actuar en el baño de forma independiente. Serán más lentos pero, con
la práctica, aprenderán.
El control de esfínteres puede conseguirse algo más tarde pero la mayoría de los niños
con síndrome de Down pueden mantenerse ya secos y limpios durante el día a los 4 años
o antes. Control de esfínteres significa, como su nombre indica, que es necesario el
entrenamiento para controlarlos mediante un programa que se enseña y que incluye el
alabar al niño conforme lo va consiguiendo. No es necesario que sean capaces de pedir,
pueden aprender a señalar su necesidad de ir al baño durante el proceso de
entrenamiento.
En la etapa preescolar o de jardín de infancia, se espera que los niños aprendan a colgar
sus abrigos, quitarse los zapatos, colocar sus bolsas personales en el sitio adecuado, tal
como lo hacen los demás niños. Igualmente han de aprender a guardar su turno a la hora
de entregar los lápices, recoger los libros, ordenar, recibir los mensajes. Es tan bueno
para su autoestima que se sientan capaces de ser independientes y cuidarse a sí mismos.
Con el tiempo, la independencia en los cuidados personales puede llegar a convertirse en
uno de los puntos fuertes de los niños con síndrome de Down, siempre que se les haya
animado a ser autosuficientes.
Si bien existe una considerable variación individual en el progreso, a los 5 años la mayoría
de los niños con síndrome de Down poseen buena interacción social, se relacionan con los
demás, hacen amigos, y aprenden a comportarse de un modo social apropiado. Encajan
en una clase regular de preescolar y siguen las reglas. La mayoría ya controlan esfínteres,
son capaces de comer solos, usar el tenedor y la cuchara, beber de forma independiente
en un vaso corriente. Pueden desvestirse, ponerse parte de los vestidos si bien pueden
aún necesitar ayuda para vestirse y atar algunas prendas. Andarán, subirán escaleras y
estarán empezando a correr y a lanzar y recibir pelotas. Irán empezando a hacer trazos y
escribir.
Variabilidad genética
No todos los niños con síndrome de Down son iguales. Como en cualquier otro grupo de
niños, varían ampliamente en personalidad y temperamento, en capacidades y en
aptitudes. Todos tienen un cromosoma extra, pero es una copia extra de sus propios
genes familiares. Por tanto pueden muy bien mostrar rasgos familiares y parecerse más a
su propia familia que entre ellos mismos. Por ejemplo, si un rasgo familiar es la capacidad
para las matemáticas o para el deletreo lingüístico, lo podemos apreciar en el niño con
síndrome de Down. Del mismo modo, si hay autismo en la familia, lo podemos ver en el
hijo.
Los niños con síndrome de Down mosaico, que poseen menos material cromosómico extra
en sus células, tienden a tener el mismo perfil de puntos débiles y fuertes que los demás
niños con síndrome de Down, pero a veces en menor grado. Pueden, o no, desarrollarse
con mayor rapidez en algunas o en todas las áreas.
Ambientes familiares
Como ocurre en los demás niños, el progreso de los que tienen síndrome de Down está
influenciado por sus familias: por su amor, su atención, sus expectativas, su orientación,
y por las oportunidades que los padres y los hermanos, tíos y abuelos ofrecen.
Las familias ayudan en todas las áreas del desarrollo de su hijo pero es importante
contemplar esto en su perspectiva. El objetivo no es tratar de ayudar a que tu hijo
alcance a los niños que no tienen síndrome de Down o incluso a otros niños con síndrome
de Down: se trata de ayudarles a alcanzar su propio potencial. Hay ciertas áreas del
desarrollo, que incluyen la comunicación, la conducta o las habilidades para el cuidado de
sí mismo, en donde por lo general resulta más fácil que la influencia de la familia marque
la diferencia. Pero puede haber otras habilidades ―las matemáticas, por ejemplo― en las
que, por mucho que lo intentes, ni tus expectativas ni las oportunidades que ofrezcas
capaciten al niño para alcanzar todo lo que a ti te gustaría.
Los padres afirman con frecuencia que se sienten culpables porque no están haciendo lo
bastante. No queremos en modo alguno que te sientas así. El objetivo es dar a tu hijo un
tiempo de calidad y una paternidad de calidad, tal como con cualquier otro hijo, ni más ni
menos.
Salud
El progreso de cualquier niño se verá afectado por una enfermedad grave y los períodos
de hospitalización. Algunos bebés con síndrome de Down tienen serios problemas médicos
en el nacimiento y esto puede afectar su progreso. Los bebés con cardiopatía congénita
pueden tener un lento progreso hasta que se corrigen los defectos, pero por lo general
después se recuperan rápidamente. Algunos desarrollan complicaciones después de la
operación quirúrgica que pueden afectar el progreso a largo plazo, como también lo puede
hacer la epilepsia de la infancia. Sí parece que algunos bebés están más incapaces y
progresan más lentamente que otros por razones que actualmente no comprendemos.
Algunos niños tienen discapacidades físicas adicionales como pueden ser la hemiplejia
(lesión del control motor de un lado del cuerpo). Cualquier discapacidad adicional puede
afectar el progreso y de ser tratada como en cualquier otro niño.
Un tema que puede pasar desapercibido s el sueño. Muchos bebés y niños pequeños con
síndrome de Down no duermen bien. Pueden tener un sueño inquieto, desarrollar apnea
del sueño, o ser demasiado madrugadores. Ha de investigarse todo motivo de sueño
irregular ya que la falta de sueño afectará negativamente el aprendizaje y la conducta
durante el día. Una vez que se han abordado los problemas de sueño que pudieran estar
relacionados con la salud, tendrás que obtener ayuda de tipo conductual si tu hijo no se
acuesta bien por la noche, si tiene despertares durante la noche, o si se despierta pronto,
ya que esto suele ser una conducta aprendida que puede ser modificada.
Audición y visión
Los niños con síndrome de Down tienen mayor riesgo de presentar alteraciones en la
audición y la visión. Ambas afectarán el progreso del desarrollo por lo que es muy
importante que sean diagnosticas y tratadas. La pérdida moderada o leve de audición,
que puede fluctuar si se trata de de una pérdida de conducción, afectará la capacidad
para aprender a hablar. Habrá de recurrirse al apoyo con prótesis auditivas, signos y un
profesor experto en sordera, además de, en su caso, el recurso quirúrgico para insertar
tubos en el oído medio.
Del mismo modo, toda alteración visual ha de ser tratada con rapidez y de la forma
adecuada. Se está realizando investigación sobre el desarrollo visual, y el uso de gafas
bifocales o progresivas está ayudando a muchos niños a mejorar su capacidad para
enfocar y mantener agudeza visual.
Autismo
Es posible que un niño con síndrome de Down tenga también dificultades autistas, aunque
no siempre es fácil diagnosticarlas. Las cifras de algunos estudios sugieren que entre el 7
y el 10% pueden tener también un trastorno del espectro autista.
Los niños con autismo o trastorno del espectro autista muestran alteraciones en la
comprensión social, en la empatía y en la capacidad de relacionarse con otros, en la
comunicación, en la imaginación y en el juego. Pueden también mostrar sensibilidad
sensorial como, por ejemplo, puede nos gustarles que se les toque o los sonidos y ruidos
intensos, y pueden desarrollar conductas de repetición. Todas estas conductas, vistas en
sí mismas, no indican autismo. Otros niños pueden mostrar cualquiera de ellas. Todos los
síntomas indicados han de estar presentes para que el diagnóstico de trastorno del
espectro autista sea correcto, y ha de tenerse en cuenta el esperado retraso en el
desarrollo del lenguaje y del desarrollo cognitivo que forman parte del síndrome de Down.
Muchos niños con síndrome de Down presentan fases en las que son muy sensibles al
tacto o al ruido, o se embarcan en conductas o juegos repetitivos, sin que por ello tengan
trastornos sociales o autismo.
Los niños con mayores niveles de trastorno cognitivo tienen mayor probabilidad de
mostrar conductas de tipo autista, y retrasos más marcados en su capacidad de
comunicación y juego. No está claro si rotularlos con el nombre de autismo les resulta de
ayuda. En ciertas comunidades, esa marca les puede facilitar recibir terapias y formación
que sean más apropiadas, pero en otras puede ocasionar que las expectativas sean más
bajas en lugar de recibir una enseñanza y una ayuda más eficientes. Los niños con mayor
retraso necesitan que se les ayude para aprender a comunicarse y para avanzar más allá
del juego repetitivo, y si se ven estos problemas como síntomas de autismo en lugar de
retraso cognitivo, puede que no reciban la ayuda correcta para mejorarlos.
Si te preocupa que tu hijo pueda tener dificultades adicionales porque progresa más
lentamente que la mayoría de los demás niños con síndrome de Down, busca el
asesoramiento de tu equipo de atención temprana o de tu pediatra.
ATENCIÓN TEMPRANA
Los servicios y el apoyo propios de la atención temprana ayudan tanto a las familias como
a los niños. Las familias se benefician de la información y de sentirse bajo el control de
expertos; así que vete y busca información, grupos de apoyo y servicios en tu comunidad.
Muchos estudios coinciden en que la mayoría de las familias afrontan muy bien la crianza
de un hijo con síndrome de Down, y por lo general experimentan menos tensión que las
familias de niños con otros tipos de discapacidad. Una razón puede estar en las
habilidades sociales y personalidades positivas que muestra la mayoría de los niños con
síndrome de Down. Cuando se analiza el modo en que la familia se adapta y afronta su
realidad, se aprecia lo mucho que le ayuda el hacer uso pleno de los servicios y de las
redes familiares. Se comprueba también que las familias cuyos miembros se comunican y
se apoyan firmemente el uno en el otro, funcionan bien. En mis muchos años de
experiencia, destacaría que el hecho más importante para un niño con síndrome de Down
es el sentirse plenamente querido en una familia feliz: como cualquier otro hijo. Los niños
con síndrome de Down aprenden todos los días, cada día, a base de ser amados, de que
se les hable, de que se juegue con ellos, de que se sientan incorporados en la vida de
familia igual que cualquier otro hijo. La razón de que insista en esto es para animarte a
que mantengas la atención temprana y demás terapias y enseñanzas en perspectiva.
He escrito ya abundante material sobre las necesidades especiales y los medios de que
disponemos para ayudar a nuestros hijos, siempre y cuando comprendamos su desarrollo.
Mi conocimiento y mi experiencia práctica indican que la enseñanza extra, los juegos y las
actividades les ayudarán a desarrollarse, pero son pocas las intervenciones tempranas
que han sido realmente evaluadas. Donde lo han sido, las pruebas demuestran que los
padres son los mejores terapeutas y que las mejores ―terapias‖ o intervenciones son las
que proporcionan la madre y el padre en su casa. Las terapias y demás actividades
docentes tendrían que desarrollarse idealmente en la casa como parte de las actividades y
los juegos rutinarios. Esas terapias especiales no deben ocupar un espacio de tiempo
superior a los 20-30 minutos diarios de enseñanza adicional.
Si tu hijo con síndrome de Down ha de formar parte de una familia feliz, es importante
entonces que la vida de familia transcurra de modo normal y no se cambie de arriba abajo
debido al tiempo que se ha de dedicar a ir a, o a realizar una determinada terapia.
Ciertamente es una cuestión de sensato equilibrio, ya que tu hijo tiene claramente
necesidades adicionales, pero no es menos importante que no infravaloremos el
aprendizaje que tu hijo realiza durante todas las horas que pasa despierto contigo
tomando parte de las actividades familiares ordinarias: ir de compras, jugar, pasear en el
parque, visitar a los abuelos, ir a recoger a sus hermanos al colegio, comer, bañarse...
Todas ellas ofrecen amplio margen para el aprendizaje social y oportunidades para
mantener la conversación sobre lo que el niño está viendo, haciendo y experimentando.
Está claro que tu bebé y tu niño pequeño con síndrome de Down se beneficiarán de los
programas educativos tempranamente ofrecidos, de la terapia física (fisioterapia), la
terapia ocupacional, la terapia de habla y lenguaje ―siempre que estos profesionales
tengan experiencia en su trabajo con niños con síndrome de Down y trabajen contigo
compartiendo y mostrándote como puedes ayudar a tu hijo en casa. Igualmente
importante es la oportunidad de que tu hijo juegue con otros niños sin discapacidad en
una guardería integrada, preescolar o jardín de infancia en donde oiga a otros niños
hablar y los vea jugar y comportarse de manera adecuada a su edad.
Es importante también saber cuándo ayudar y cuándo esperar un poquito, ya que los
niños necesitan ser capaces de resolver problemas por sí mismos y persistir en su intento
de encontrar la solución. Sin embargo, la solución debe estar justo al nivel adecuado de
dificultad y los juguetes puede ser simplificados para facilitar el éxito. Por ejemplo, da
sólo al niño una forma en el juego de formas y cubre todos los agujeros excepto el
correcto; después dale una forma y cubre todos los agujeros menos dos, y después le das
dos formas y dejas abiertos dos agujeros para que tenga que seleccionar. De este modo
vas aumentando gradualmente la dificultad pero obteniendo un premio rápido. Del mismo
modo, adapta el puzzle tomando sólo una forma para que sea fácil completarlo; después
dos formas, y así sucesivamente. Del mismo modo, con los juegos de memoria (memory)
que supone encontrar parejas en un juego de varias cartas, usa sólo dos juegos para
empezar y después tres, añadiendo más conforme el niño va siendo capaz de manejarlas.
Esto nos hace volver sobre un tema que presenté anteriormente: que si vamos a dar a
nuestros hijos las mejores oportunidades posibles para desarrollar su pleno potencial,
necesitamos atender sus necesidades adicionales pero en un mundo plenamente
integrador. Este es el reto que acabo de resumir a las familias: la importancia de dotar al
hijo de una familia corriente, ordinaria, pero que sepa hacer frente a sus necesidades
especiales. Tiene la misma importancia que tu hijo vaya a los mismos sitios, actividades y
clubes en la comunidad a los que van sus hermanos y amigos. Los niños con SD
aprenderán a triunfar en la comunidad si están allí, y esto es de la mayor importancia
para sus vidas de adulto.
Este mismo principio se ha de aplicar cuando tu hijo llega a la edad escolar. Todos los
análisis de investigación coinciden en que los niños con síndrome de Down tienen mejor
habla, lenguaje y habilidades de alfabetización, aprenden más, consiguen mayor
confianza social y presentan menores conductas problemáticas s se encuentran
plenamente integrados en las clases ordinarias, siempre que tengan la planificación y el
apoyo adecuados. Nos queda un largo camino por recorrer para desarrollar plenamente la
escuela integradora pero hemos de trabajar por conseguirlo ya que ello hace cambiar
también las actitudes de todos los otros niños; y esos otros niños serán los compañeros
de trabajo de los nuestros y sus vecinos cuando alcancen la vida adulta.
CONCLUSIÓN
El presente artículo es la segunda parte del capítulo 6 “The development of babies with Down syndrome”, del libro Babies
with Down syndrome: A new parents’ guide (Susan J. Skallerup, ed.), 3ª edición, recientemente publicado por
Woodbine House (Bethesda, MD, USA, 2008). Traducción y publicación autorizadas para Canal Down21 por Woodbine
House.
La Prof. Buckley es directora de la Institución: Science and Research at Down Syndrome Education International,
Portsmouth, Inglaterra. Tiene una hija adoptada con síndrome de Down. En 2004 recibió el título OBE (Officer of the Order
of the Bristish Empire).
La mayoría de las personas con síndrome de Down presentan un retraso mental de grado
ligero o moderado, a diferencia de las descripciones antiguas en las que se afirmaba que
el retraso era severo. Existe una minoría en la que el retraso es tan pequeño que se
encuentra en el límite de la normalidad; y otra en la que la deficiencia es grave, pero
suele ser porque lleva asociada una patología complementaria de carácter neurológico, o
porque la persona se encuentra aislada y privada de toda enseñanza académica.
Este cambio se debe tanto a los programas específicos que se aplican en las primeras
etapas (estimulación, intervención temprana), como a la apertura y enriquecimiento
ambiental que, en conjunto y de manera inespecífica, está actuando sobre todo niño,
incluido el que tiene síndrome de Down, en la sociedad actual. Lo que resulta más
esperanzador es comprobar, a partir de algunos estudios longitudinales, que no tiene por
qué producirse deterioro o regresión al pasar a edades superiores (niño mayor,
adolescente) cuando la acción educativa persiste. El coeficiente intelectual puede
disminuir con el transcurso del tiempo, en especial a partir de los 10 años. Pero la
utilización de la edad mental ayuda a entender mejor el paulatino enriquecimiento
intelectual de estos alumnos, puesto que dicha edad mental sigue creciendo, aunque a un
ritmo más lento que la edad cronológica. Además, muchos aprendizajes nuevos y
experiencias adquiridas a lo largo de la vida, si se les brindan oportunidades, no son
medibles con los instrumentos clásicos, pero qué duda cabe que suponen un incremento
en las capacidades de la persona. Incluso se empieza a advertir que los nuevos
programas educativos consiguen mantener el coeficiente intelectual durante períodos
significativos de la vida.
Cada etapa del desarrollo muestra sus características cognitivas especiales. De acuerdo
con el conjunto de datos morfológicos y funcionales obtenidos mediante el análisis del
sistema nervioso de las personas con síndrome de Down de distintas edades, numerosos
trabajos han comprobado que, en mayor o menor grado, presentan problemas
relacionados con el desarrollo de los siguientes procesos:
Existe un conjunto de características que son comunes con otras formas de deficiencia
mental:
a) el aprendizaje es lento;
b) es necesario enseñarles muchas más cosas que los niños sin deficiencia mental
las aprenden por sí solos;
c) es necesario ir paso a paso en el proceso de aprendizaje.
Características cognitivas
Es preciso tener en cuenta los problemas que más comúnmente apreciamos en este
grupo. En primer lugar hay que considerar el estado general de salud y la funcionalidad
de sus órganos de los sentidos, muy en particular la visión y la audición. Los problemas
de visión y de audición son muy frecuentes y, sobre todo, corregibles; es evidente que su
mal funcionamiento ha de repercutir muy negativamente en los procesos de entrada de la
información y en su posterior procesamiento cerebral.
En los preescolares con síndrome de Down suelen apreciarse las siguientes características
en el área cognitiva:
En cambio, se constata una serie de puntos débiles o dificultades que con frecuencia
presentan:
a) El niño tiene dificultades para trabajar solo, sin una atención directa e
individual.
b) Tiene problemas de percepción auditiva: no captan bien todos los sonidos,
procesan peor la información auditiva, y por tanto responden peor a las
órdenes que se dan. Por otra parte, tiene dificultades para seguir las
instrucciones dadas en un grupo; a veces observaremos que el niño hace los
movimientos y cambios de situación que se han ordenado al grupo, pero su
conducta es más el resultado de la observación e imitación que de una
auténtica comprensión e interiorización de lo propuesto por el profesor.
c) Tiene poca memoria auditiva secuencial, lo que le impide grabar y retener
varias órdenes seguidas; es preciso, por tanto, darlas de una en una y
asegurarse de que han sido bien captadas.
d) Dificultades para el lenguaje expresivo y para dar respuestas verbales; da
mejor las respuestas motoras, lo cual debe ser tenido en cuenta por el
educador para no llamarse a engaño creyendo que el niño no entiende una
orden si sólo espera una respuesta verbal.
e) Presenta ciertos problemas de motricidad gruesa (equilibrio, tono,
movimientos de músculos antigravitatorios) y fina (manejo del lápiz, las
tijeras).
f) No acepta los cambios rápidos o bruscos de tareas; no comprende que haya
que dejar una tarea si no la ha terminado; o que haya que interrumpirla si se
encuentra con ella a gusto.
g) La concentración dura tiempos cortos. Se nota a veces en la mirada
superficial, que se pasea sin fijarse. El problema no es siempre de pérdida de
concentración sino de cansancio.
h) En los juegos con los compañeros es frecuente que el niño esté solo porque
así lo elige, o porque no puede seguir tanto estímulo y con tanta rapidez, o
porque los demás se van cansando de animarle a participar y de tener que
seguir su propio ritmo.
i) Presenta dificultades en los procesos de activación, conceptualización y
generalización.
j) Le cuesta comprender las instrucciones, planificar las estrategias, resolver
problemas, atender a varias variables a la vez.
k) Su edad social es más alta que la mental, y ésta más alta que la edad
lingüística; por ello puede tener dificultad para expresarse oralmente en
demanda de ayuda.
Este listado no supone que un alumno en concreto presente todo este conjunto
de problemas, y mucho menos aún que todos los alumnos presenten el mismo
grado de dificultad.
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 34
-La educación de los niños con Síndrome de Down
La acción educativa
Ante esta problemática no cabe adoptar una actitud pasiva, sino que el buen educador
trata de compensar, estimular, activar o buscar alternativas que compensen o mejoren
las dificultades intrínsecas. Por eso, y en función del desarrollo de la persona con
síndrome de Down a lo largo de su vida, deberemos atender a las peculiaridades propias
de cada etapa y aplicar los correspondientes programas educativos:
a) La atención temprana.
b) Los programas escolares, en los que tendremos en cuenta las dificultades de
la primera transición y la programación por objetivos.
c) El desarrollo de capacidades necesarias para ir alcanzando grados crecientes
de autonomía, teniendo en cuenta que se trata de un proceso evolutivo. Se
deberá insistir en el desarrollo de la atención, de la percepción y
discriminación, de la habilidad manual (prensión y presión, dirección y
coordinación visuomanual, etc.).
d) El escolar y sus principales dificultades.
e) El adolescente que requiere especial apoyo, destacando los avances
educativos conseguidos ya en el momento presente, y mejorando aquellos
aspectos que todavía resultan deficientes.
¿Para qué educamos a los niños y jóvenes con síndrome de Down? Ana María Pacheco
afirma que «para que lleguen a ser personas en plenitud: receptoras y transmisoras de
valores». Los padres suelen decir: «lo que quiero es que mi hijo sea feliz y que se valga
por sí mismo». Esta afirmación complementa y pone en práctica los objetivos señalados
anteriormente. La felicidad tiene mucho que ver con «llenarse» para dar a los demás:
recepción y transmisión de valores. Valerse por si mismo hace referencia explícita a la
autonomía personal, que es el tema de este artículo.
Para que los niños y jóvenes con síndrome de Down logren esa autonomía es
imprescindible que desde el principio, desde que empiezan los programas de intervención
temprana, los educadores (padres y profesionales) tengamos en cuenta que cada objetivo
planteado, incluso cada pequeña tarea o paso intermedio que se elija, tiene que ir
encaminado a conseguir sucesivos pasos de autonomía creciente y responsable. También
es preciso eliminar todo aquello que no sirva para nada o para casi nada. No siempre lo
hacemos así, ni los profesores ni los padres. A veces nos dejamos llevar por la rutina,
otras no marcamos objetivos, o éstos son irrelevantes, o irreales, o tan vagos y generales
que ni pueden ponerse en práctica ni evaluarse su logro.
Está claro que tenemos por delante una tarea educativa que lleva mucho tiempo y
esfuerzo. Los diferentes aspectos de esta tarea son de una gran variedad. Está claro
también que disponemos de un tiempo limitado para conseguir muchas cosas. Ello es
motivo más que suficiente para que seamos muy cuidadosos al elegir los objetivos, los
aprendizajes, los contenidos y las tareas. Detrás de cada persona con síndrome de Down
que ha evolucionado bien y que ha conseguido un buen nivel de autonomía, hay siempre
mucho trabajo y dedicación por parte de quienes le han ayudado, y de ella misma.
Para nosotros, las necesidades educativas especiales de un niño con síndrome de Down
abarcan aspectos que la escuela ordinaria no contempla. Hay contenidos fundamentales
para la autonomía de la persona que las familias pueden enseñar a sus hijos «normales»
o que éstos adquieren solos, pero que los chicos con síndrome de Down no adquirirán o lo
harán mal si no se siguen programas especiales. Algo semejante sucede en la etapa de
intervención temprana: las familias no necesitan ayuda para que sus hijos normales
aprendan a andar, pero un niño con síndrome de Down necesita un programa específico
de neurodesarrollo que le ayude a adquirir lo más correcta y tempranamente posible la
marcha independiente.
En la etapa escolar, los chicos tienen que ir aprendiendo y realizando una serie de
conductas que las familias solas no pueden impartir, bien por falta de tiempo, de
conocimientos o por carecer de estrategias psicológicas y pedagógicas.
Todo esto lleva tiempo y preparación. Es fundamental que tengamos criterios claros para
elegir los objetivos y para distribuir de un modo adecuado los momentos, modos y lugares
necesarios para cada uno de ellos. Una cosa es absolutamente segura, y es que la
formación básica no la adquirirán a los 16 años. Necesitan más tiempo de escolaridad, ya
que por sus condiciones biológicas y psicológicas maduran más lentamente y de un modo
diferente. Si los contenidos académicos se adquieren con lentitud y de forma diferente, si
es preciso contar con programas de habilidades sociales, de autonomía para la vida y de
preparación para el trabajo, ¿por qué pasan tantas horas en la escuela con tareas inútiles,
o están «a su aire»? ¡Cuántas horas coloreando o haciendo copias! Susana Villanueva
afirma que no debemos confundir los objetivos con las actividades. Puede suceder, y de
hecho sucede con demasiada frecuencia, que el niño pase horas y horas haciendo algo
que no le sirve para desarrollar capacidades o para adquirir conocimientos útiles. Y no
sólo eso, sino que pierde un tiempo maravilloso que podría haber empleado en aprender
aquello que necesita de verdad.
¿Cómo es posible que con tanto trabajo por delante no se establezcan programas con
criterios claros de eficacia y funcionalidad? ¿Cómo es posible que no se tenga en cuenta
no sólo el momento presente del niño, sino lo que va a necesitar después? ¿Cómo es
posible que no se atienda a las características peculiares del modo de aprender de los
niños con síndrome de Down en general, y de ese niño en particular? ¿Cómo es posible
que aún estén incluidos en el gran grupo de deficientes o retrasados mentales, sin
conocer sus aspectos particulares?
Si no se concreta más, partiendo del nivel en el que el niño está y eligiendo claramente el
paso siguiente que se ha de conseguir, esos objetivos -que serían para toda la vida y que
siempre podrían mejorarse-, no se alcanzarán ni en sus primeros pasos. Tampoco habrá
un modo de evaluar lo que se desea conseguir.
Otro objetivo elegido fue el de adquirir total autonomía al abrocharse los pantalones
vaqueros. Esto se trabajaría en casa. Mientras tanto iría al colegio con otro tipo de
pantalones, ya que era inadecuado que un chico de esa edad pidiera ayuda a la profesora
cuando iba al baño.
Todos conocían qué se estaba trabajando y qué podían reforzar. Todos sabían qué tenían
que hacer. Al elegir juntos algo común, el programa se hace eficaz. ¿Cuántas veces se
elabora así? ¿Qué centros escolares cuentan con los padres en las reuniones de
programación? ¿Cómo pueden las familias participar en la elección y realización de los
objetivos? ¿Cómo se les ayuda a complementar la tarea del colegio?
1. «Puede doblar un papel en mitades y hasta en una cuarta parte, pero no puede doblar
su ropa.»
2. «Puede clasificar los bloques por colores, pero no puede separar su ropa, la blanca de
la de color, para lavarla.»
3. «Puede ensartar cuentas alternando colores y hacer lo mismo con láminas, pero no
puede atarse los zapatos.»
4, «Reconoce las letras del alfabeto, pero no sabe diferenciar entre el baño de los
hombres y el de las mujeres, cuando va a lugares públicos.»
Podríamos añadir una lista interminable de cosas semejantes, que presenciamos a diario.
Los criterios de funcionalidad deben estar siempre presentes. Dicha funcionalidad puede
APRENDIZAJES ACADÉMICOS
La lectoescritura
El mínimo sería la lectoescritura. Si excepcionalmente un niño o joven no la adquiere a
pesar de intentarlo de un modo creativo, motivador y perseverante, hay que enseñarle a
interpretar, a «leer» pictogramas para que pueda entender las señales de la calle:
paradas de autobús, diferentes comercios, semáforos, el empuje-tire de las puertas,
lavabo de señoras o de caballeros, etc. También es preciso que aprenda a firmar y a
llamar por teléfono. El objetivo será mucho más avanzado para casi todos los alumnos
con síndrome de Down, puesto que ya resulta ordinario que sean aficionados a la lectura.
Por tanto, hay una serie de mínimos funcionales que deben aprender y realizar
ordinariamente:
Área de experiencias
En cuanto al área de experiencias, es preciso elegir unos cuantos temas que sean los más
necesarios para su propia vida. ¿Para qué estudiar los astros y el Universo, por ejemplo,
que están en los libros de EGB desde los primeros cursos, si es mucho más útil para ellos
conocerse, cuidarse y saber alimentarse? Por tanto, es prioritario lo referente al cuerpo
humano y a las necesidades de las personas. El estudio y comprensión de los aparatos,
órganos y funciones corporales, alimentación y principios de nutrición, higiene, deporte y
salud, etc., pueden ocupar gran parte del área de experiencias. Conforme van creciendo y
teniendo más capacidad, los temas serán más extensos y profundos.
Área de cálculo
especialmente difícil para las personas con síndrome de Down. En uno de los últimos
libros publicados, The Psychobiology of Down Syndrome, editado por Nadel, se describen
casos de personas con síndrome de Down que no tienen retraso mental, aunque sí
dificultades para el cálculo.
Una vez más, en este apartado conviene aplicar el criterio de la funcionalidad. Debemos
dar un sentido práctico y útil a los diferentes conocimientos aritméticos que el chico vaya
adquiriendo. Por ejemplo, en cuanto sepa contar hasta 5, puede ir contando 5 euros. Si
cuenta hasta 30, podemos enseñarle a contar de 5 en 5. También le será útil para conocer
el reloj.
Vale la pena ser muy creativo en el empleo de estrategias y materiales para que aprendan
a discurrir, a deducir, a captar los conceptos. Es muy probable que un chico no pueda
aprender de memoria las diferentes tablas, o que se le olviden, pero si tiene los conceptos
adquiridos, podrá hacer uso de las calculadoras.
Recomendamos los juegos de mesa, como la oca, el parchís, el dominó, etc., que son una
ayuda muy valiosa en el cálculo.
Área de lenguaje
Sabemos que ofrece también dificultades especiales, pero que van venciéndose con los
diferentes medios de intervención educativa. Existen ya manuales de gran eficacia.
Aprenderán los tiempos de los verbos, empleándolos en las frases y no recitándolos «de
memoria». Prolongarán la longitud de sus enunciados, con programas de intervención que
les estimulen. Consolidarán y generalizarán sus logros lingüísticos, si los demás se los
facilitan, si les escuchan y atienden, si se relacionan con ellos con normalidad. Las
investigaciones más modernas son muy esperanzadoras, porque demuestran que con
intervención siguen progresando en su juventud y en sus años de adultos.
Área dinámica
Aquí sólo mencionaremos la conveniencia de que el niño haga ejercicio con regularidad
para mejorar y mantener su buen tono, una buena coordinación, una buena postura y un
buen sentido del equilibrio. Puede suceder que el niño diga que se cansa o que se niegue
a participar. En tal caso tendremos que analizar la situación, valorar objetiva y
subjetivamente qué sucede, y establecer el adecuado programa de intervención que
facilite la participación activa del niño en la educación física.
Como siempre, no hay justificación para una mera observación del niño que no quiere,
que no hace, que no participa. Tendremos que ayudarle a vencer sus miedos, su sentido
del ridículo o su propio cansancio: cuanto más se entrene, menos se cansará, y la
repetición de ejercicios le hará más competente cada vez.
Uno de los tópicos habituales al hablar de las personas con síndrome de Down es decir
que son «muy sociables y cariñosas». La realidad nos muestra que no es necesariamente
así, y más aún, que con frecuencia es difícil para ellos tener unas habilidades sociales
adecuadas al medio en el que se mueven.
En otros casos podremos encontrarnos con algún niño que no respeta a los demás, que no
sabe inhibir sus impulsos o deseos, ya que no ha aprendido a canalizarlos
adecuadamente, que no comprende los «derechos del otro», y que molesta o invade.
El colegio tiene la obligación de dedicar atención especial a este aspecto, puesto que
después el chico tendrá que moverse en un contexto social más amplio y complejo y en el
que existen muchas reglas que es obligado o conveniente respetar.
Las ideas claras sobre todo ello, la constancia en la creación de unos hábitos diarios y el
ejercicio constante de su voluntad facilitarán la incorporación habitual de todos los
aspectos físicos necesarios para un buen cuidado corporal. Ello puede significar desde un
correcto cepillado de los dientes después de las tres comidas principales hasta sonarse y
limpiarse la nariz siempre que sea preciso, o vigilar las comidas para mantener el peso
adecuado.
El abuso sexual es una triste y frecuente realidad que no debemos ignorar. Un niño o
joven con síndrome de Down puede ser fácilmente una víctima. Tendremos que estar muy
atentos para averiguar si se produce y poner los medios oportunos para eliminar esa
situación. Todos los esfuerzos educativos para enseñar a los chicos a cuidarse y
protegerse frente a las agresiones de los demás se darán por bien empleados.
En este mismo apartado del cuidado de sí mismos irán manejándose con creciente
autonomía y competencia en las diferentes tareas del hogar. Los profesores serán, con
frecuencia, quienes animen a las familias a hacerlo y quienes faciliten informaciones
valiosas y útiles sobre modos concretos y sencillos de enseñarlas. Podrán enseñar la
metodología de descomponer en pasos pequeños, sencillos, una tarea compleja. Podrán
aconsejar ejercicios que faciliten al chico el movimiento para abrir una lata o
recomendarán el abrelatas más adecuado para esa mano.
Es preciso recordar que los chicos con síndrome de Down tienen dificultades de
abstracción, de transferencia y generalización de los aprendizajes. Esto sugiere ya que
muchas tareas educativas de la escuela deberán realizarlas en la calle: no aprenden a
comprar jugando «a tiendicas», sino comprando de verdad; no aprenden a cruzar las
calles a través de medios audiovisuales, sino cruzándolas. Estas y otras muchas
habilidades superan fácilmente la capacidad de algunas familias. Si no se les ayuda desde
la escuela, habremos desaprovechado los medios a nuestro alcance para que las personas
con síndrome de Down adquieran todo el nivel de desarrollo de que son capaces.
PREPARACIÓN LABORAL
La preparación para el trabajo debe comenzar en la etapa escolar, a partir de los 12 años.
Como en otros aspectos de la formación de los chicos con síndrome de Down, es preciso
empezar «anticipadamente», porque necesitan adquirir, poco a poco, unas destrezas y
hábitos previos al trabajo real. Algo semejante a lo que sucede en la etapa de
estimulación precoz, cuando se proponen ejercicios que «anticipan» etapas de
neurodesarrollo, o cuando se inicia el programa de lectura entre los 2 y los 4 años.
El hecho de no tener un nivel mental para realizar un trabajo «intelectual» no tiene por
qué suponer que todas las personas con síndrome de Down han de desarrollar el mismo
tipo de trabajo: mecánico, reiterativo, monótono. Para algunos puede ser más adecuado
un trabajo creativo, para otros un trabajo en el campo de los servicios, para otros
simultanear dos trabajos diferentes a tiempo parcial.
Una vez más, recordamos la necesidad de conocer y respetar las individualidades para
facilitar lo más adecuado a cada persona.
El chico tiene que seguir trabajando las áreas cultural y académica hasta la edad adulta,
de modo que no se interrumpa esta formación precisamente en el momento en el que va
desarrollando capacidades más complejas, como la de abstracción.
La formación profesional adaptada, con variedad de opciones para elegir, podría ser una
buena continuación del proceso educativo anterior. Por desgracia hay muy pocas
experiencias, pocos centros funcionando y con una capacidad de atención limitadísima a
un pequeño número de alumnos.
Si los centros escolares no actúan de un modo más eficaz y realista, con programas
preparados expresamente para cada chico con síndrome de Down teniendo en cuenta sus
circunstancias, con más actuaciones educativas realizadas en los ámbitos naturales, con
más y mejores medios materiales y personales, seguiremos propiciando que se queden
recluidos en su casa al terminar el colegio. Esto es grave no sólo para ellos, porque
sufrirán regresiones y otros problemas importantes, sino para la sociedad, que quedará
privada de su cálida presencia y de sus valores.
Si bien tanto las consejerías como los equipos encargados de atender a los niños con
necesidades educativas especiales reciben diferentes denominaciones en cada
Comunidad, las funciones que realizan son prácticamente las mismas.
Desde los servicios sociales, se pretende proporcionar una serie de ayudas así como
servicios de rehabilitación y tratamiento de los niños con síndrome de Down. Los
organismos de referencia se denominan Centros Base en algunas Comunidades
Autónomas, pero en otras adoptan diversas denominaciones: Centros de Diagnósticos
Equipos de Valoración, etc.
Desde los servicios educativos, se pretende poner a disposición del alumno todos los
medios posibles para que su escolarización se realice en las mejores condiciones posibles.
Son en este caso los Equipos de Orientación los encargados de llevar a cabo este objetivo.
Se incluye en este apartado información más detallada sobre ambos servicios, así como
un directorio de los lugares en que se puede recibir información dentro de cada
Comunidad Autónoma.
SERVICIOS SOCIALES
Cualquier niño con síndrome de Down, con edades comprendidas entre los 0 y los 6 años,
tiene derecho a recibir atención temprana de forma gratuita. Los Centros Base o Centros
de Valoración ofrecen información general, diagnóstico, valoración y calificaciones de
minusvalías, a partir de lo cual se accede a un tratamiento de fisioterapia, logopedia,
estimulación temprana, psicomotricidad y psicoterapia, en régimen ambulatorio.
Para que el tratamiento sea cubierto por las administraciones competentes, es necesario
que se demuestre esta necesidad por parte de los equipos de valoración de dicha
administración. Por ello, los padres que tengan un niño con síndrome de Down deben
acudir al Centro Base o Centros de Valoración que les corresponda para que el equipo del
centro realice la valoración pertinente.
Una vez evaluado el niño, se emite un Certificado de Minusvalía que, si es igual o superior
al 33%, da derecho a recibir el tratamiento adecuado a cada niño, de modo gratuito.
Los padres deben saber que tienen derecho a acudir a los Centros Base o Centros de
Valoración, para que se realice esta valoración. Normalmente el equipo está formado por
psicólogos, pedagogos, médicos, trabajadores sociales, logopedas y fisioterapeutas.
SERVICIOS EDUCATIVOS
Estos equipos, que reciben diferentes nombres según las comunidades autónomas, están
formados por diferentes profesionales, entre los que figuran psicólogos, pedagogos,
maestros, logopedas y trabajadores sociales.
Los equipos de orientación son los encargados de evaluar a los niños que poseen
necesidades educativas especiales, como es el caso de los niños con síndrome de Down.
Los profesionales realizan una valoración de las características del niño, con el fin de
establecer un diagnóstico y realizar un dictamen de escolarización. En el dictamen
proponen la modalidad de escolaridad más adecuada para cada niño, esto es, modalidad
de integración en centros ordinarios o modalidad de educación especial y se informa a
los padres de los centros de su zona que mejor respondan a las necesidades educativas
del niño. Es importante destacar que el dictamen tiene un carácter orientativo, y siempre
se tiene en cuenta el punto de vista de los padres o tutores del niño. Además, su carácter
es revisable, realizándose esta revisión, como norma general, al final de cada etapa
educativa. Cuando el niño esté escolarizado en un centro de educación especial o en
una unidad de educación especial, siempre será susceptible de revisión, con el fin integrar
a la mayor parte de los alumnos en centros ordinarios.
Cuando unos padres tienen un hijo con síndrome de Down, a menudo se informan
concienzudamente, buscan los mejores libros y profesionales de la atención temprana,
acompañan a sus hijos a logopedia, a fisioterapia, a estimulación, a natación, etc., y se
esfuerzan cada día en enseñar algo nuevo a su hijo.
Todos los padres, independientemente de si sus hijos tienen o no síndrome de Down, han
de ser conscientes de que, de un modo u otro, van a tener que "trabajar" con éstos en
casa después de las clases.
Por eso, es fundamental establecer una buena relación con los educadores del
niño. Se debe exigir que el maestro sea accesible y que mantenga a los padres
informados de manera continua sobre los avances del chico; pero en la misma medida los
padres deben ser responsables y colaborar en todo lo que pida el maestro.
Desgraciadamente el profesional no puede conseguirlo todo, y es demasiado habitual que
los padres le exijan unos resultados imposibles sin su colaboración. Por otro lado, los
padres no son profesionales y por eso necesitan los consejos y pautas de los que
expertos, por otro lado a menudo ausentes.
Efectivamente, los padres comentan a menudo que no saben cómo ayudar a sus hijos,
que no tienen paciencia, que es mejor contratar a un profesional para realizar esas
actividades. Y esto no deja de ser cierto, especialmente en lo que a aspectos académicos
se refiere. Pero la educación no se reduce a eso. El crecimiento de las personas es mucho
más, y las familias tienen en sus manos mucho más poder y ejercen en sus hijos más
influencia de la que a veces se piensa.
Así, hay padres a quienes les resulta imposible explicar los deberes a sus hijos, o se
angustian porque no avanzan lo que ellos esperan. Pero seguro que son capaces de
contar un cuento diferente cada día, o de compartir con su hijo su hobby preferido, o de
hacer una cena especial. Es decir, los padres no son profesionales de la educación
especial, ni de la salud, ni del lenguaje ni de matemáticas, ni tienen por qué serlo. Deben
distinguirse bien ambos roles.
El objetivo de este artículo es orientar a las familias sobre los mejores modos de ayudar a
sus hijos en su continuo proceso de aprendizaje:
Incluso lo más sencillo debe desmenuzarse en pequeños pasitos, que deben enseñarse
poco a poco. Por ejemplo, el enseñar a atarse los zapatos es una tarea difícil que se
puede dividir en pequeños pasos. Se deben enseñar los pasos uno a uno, y se debe
reforzar al niño con alabanzas cada vez que consiga alcanzar alguno de ellos. Una técnica
es que el adulto haga todos los pasos excepto el último, dejando que sea el niño el que lo
realice, de manera que sea él quien realmente termine la tarea. A medida que aprende
los pasitos, el adulto va haciendo menos, hasta que finalmente es el niño el que hace la
tarea completamente. Otra forma es que el adulto sirva de modelo, y el niño vaya
imitando cada etapa, con ayuda si es necesario.
e) Respetar su intimidad
Estas intervenciones, que deben considerar la globalidad del niño, han de ser planificadas
por un equipo de profesionales de orientación interdisciplinar o transdisciplinar. (Libro
Blanco de la Atención Temprana)
DESARROLLO INFANTIL
Son factores ambientales de orden psicológico y social la interacción del niño con su
entorno, los vínculos afectivos que establece a partir del afecto y estabilidad en los
cuidados que recibe, la percepción de cuanto le rodea (personas, imágenes, sonidos,
movimiento...). Estas condiciones, que son necesidades básicas del ser humano, son
determinantes en el desarrollo emocional, funciones comunicativas, conductas
adaptativas y en la actitud ante el aprendizaje.
El trastorno del desarrollo debe considerarse como la desviación significativa del "curso"
del desarrollo, como consecuencia de acontecimientos de salud o de relación que
comprometen la evolución biológica, psicológica y social. Algunos retrasos en el
desarrollo pueden compensarse o neutralizarse de forma espontánea, siendo a menudo
la intervención la que determina la transitoriedad del trastorno.
RIESGO BIOLÓGICO-SOCIAL
Se consideran de riesgo biológico aquellos niños que durante el periodo pre, peri o
posnatal, o durante el desarrollo temprano, han estado sometidos a situaciones que
podrían alterar su proceso madurativo, como puede ser la prematuridad, el bajo peso o
la anoxia al nacer.
Los niños de riesgo psico-social son aquellos que viven en unas condiciones sociales poco
favorecedoras, como son la falta de cuidados o de interacciones adecuadas con sus
padres y familia, maltrato, negligencias, abusos, que pueden alterar su proceso
madurativo.
CARÁCTER GLOBAL
EQUIPO INTERDISCIPLINAR
EQUIPO TRANSDISCIPLINAR
Los programas de atención temprana tienen como objetivo último que los niños que
presentan trastornos en su desarrollo, o riesgo de padecerlo, reciban todas las ayudas
necesarias para poder potenciar su capacidad de desarrollo y bienestar, de manera que
consigan integrarse tanto en su familia como en la escuela y la sociedad en general.
Si adaptamos esto a los niños con síndrome de Down, se trataría de poner a su alcance
todos los medios y recursos necesarios para que se desarrollen adecuadamente, consigan
tener una completa integración tanto en su familia como en el medio en el que viven, y
alcancen el grado más alto de autonomía e independencia posible. Es decir, que lleven a
cabo una vida lo más normalizada posible.
Así, la atención temprana, entendida como una atención bio-psico-social, debe plantearse
los siguientes objetivos para la población con síndrome de Down:
• Reducir los efectos secundarios que las características del síndrome de Down
pueden tener sobre el desarrollo global del niño. Es decir, poner remedio a sus
dificultades de audición y vista, dar una alimentación adecuada y equilibrada,
cumplir los controles médicos… son actuaciones que ya implican una atención
temprana y que ayudan a mejorar el estado general del niño.
• Considerar al niño y a su familia como sujetos activos de la intervención, y no
como seres pasivos.
• Realizar una intervención global, en la que tanto el centro escolar como el
terapéutico estén coordinados.
• Introducir los mecanismos necesarios para eliminar barreras arquitectónicas, para
compensar sus deficiencias o para adaptarse a sus necesidades. Es decir, no sólo
se ha de adaptar el niño o persona que tiene síndrome de Down, sino que uno de
los objetivos de la atención temprana es que el entorno también se adapte a él.
• Implicar a toda la sociedad en el proceso, para que el síndrome de Down no sea
algo desconocido y todos estén familiarizados con el mismo.
• Responder a las demandas terapéuticas que la familia necesite
• Dar respuesta a las necesidades de la familia en cuestiones tales como:
A quién va dirigida
Así, por un lado está el niño, protagonista en primer término de la intervención. Un niño
con síndrome de Down, independientemente de sus características comunes con otros, es
único. Por ello, debe tener un programa de intervención personal e individualizado,
realizado por un equipo multidisciplinar, es decir, formado por profesionales de diferentes
disciplinas que proporcione una visión global del tema. Siempre que sea posible, debe
contarse con la colaboración de los padres para realizar este programa, de manera que se
tenga en cuenta la situación de cada familia concreta. Además, la participación de la
familia refuerza la relación padres-hijos, fundamental para la adecuada evolución
madurativa y afectiva.
Los profesionales evalúan al niño, y de acuerdo con sus neesidades, se plantean unos
objetivos y unas actividades para alcanzarlos. El niño recibe las sesiones de intervención
por parte de un único profesional, normalmente, que pone en marcha el programa
elaborado por el equipo.
En segundo lugar está la intervención con la familia (padres, hermanos y otros), cuya
finalidad es ayudarle en la reflexión y en la adaptación a la nueva situación, de manera
que la comprenda mejor y no se centre en el trastorno que padece el niño, sino en el niño
como hijo suyo que es con sus virtudes y sus defectos. Es importante facilitar que cada
familia adecúe sus expectativas a las posibilidades reales de la intervención y sitúe desde
el principio el papel que le corresponde al profesional y el protagonismo que ellos también
deben tomar.
Se deben favorecer las actitudes positivas de ayuda al niño, interpretando sus conductas
en función de sus dificultades y reforzando las que sean positivas.
Los profesionales en contacto con las familias no deben limitarse a los aspectos
relacionados directamente con el tratamiento del niño, sino que deben tratarse otros
temas, como la relación entre los padres, entre los hijos, entre otros miembros de la
familia, con el fin de que éstos comprendan mejor sus sentimientos, les den salida y se
eliminen cargas por culpabilidad.
Así mismo, se les debe informar de los recursos de que disponen y de las asociaciones de
padres que existan en su comunidad.
En tercer lugar está la escuela. Los responsables del programa de intervención deben
mantener un contacto fluido y continuo con los profesores y otros responsables del centro
educativo al que asiste o asistirá en el futuro el niño. No se debe olvidar que los
profesores de los centros ordinarios no siempre tienen suficientes conocimientos sobre el
síndrome de Down, ya que ello no suele estar incluido en su formación como docente. Es
entonces función del equipo de atención temprana proporcionarles la ayuda y orientación
necesarias, e informarles sobre los contenidos de sus programas para que se trabaje con
el niño coordinadamente. Es especialmente importante la colaboración entre la escuela y
el centro de atención temprana cuando el niño comienza en un centro por primera vez, de
manera que ambos (equipo de atención temprana y centro) informen y asesoren a la
familia en lo que necesita, sin que haya contradicciones entre ellos.
Por último, la intervención debe realizarse teniendo en cuenta el entorno natural del niño
y su familia, ya que el niño no se encuentra aislado sino que vive dentro de un sistema
que influye en él continuamente. Además, de este modo se consigue su integración en el
medio social en el que se desenvuelve.
Dónde se aplica
Dada la definición de atención temprana y todo cuanto se ha comentado en los artículos
anteriores de esta sección, se deduce que la intervención con el niño se está llevando a
cabo las 24 horas del día. Todo influye en el niño, y si su entorno está organizado
adecuadamente gracias al asesoramiento y guía de un profesional, se entiende que todo
ello constituye un programa de intervención en sí mismo.
Queremos resaltar una vez más que no se trata de hacer actividades una y otra vez, sino
de conseguir usar las actividades del día a día para favorecer la consecución de los
objetivos propuestos.
En términos prácticos, lo habitual es que el niño acuda durante el primer año entre 1 y 2
veces semanales al centro especializado, en el que el profesional trabaja con él siempre
en presencia de la familia, y les va enseñando lo que hace con el bebé y por qué lo hace.
Esto puede combinarse con visitas en el domicilio para ver directamente el ambiente del
niño y modificarlo si fuera necesario. Sin embargo, durante los 6 primeros meses, el
trabajo prioritario es la reestructuración familiar.
A partir de los 12 meses, y hasta los 3 años, lo mejor es que sean 2 sesiones semanales.
Cuando el niño ya acude al colegio, normalmente a los 3 años, y dependiendo de los
apoyos que reciba en el centro, lo mejor que se den entre 2 y 5 sesiones semanales de
apoyo, además de mantener una adecuada coordinación entre los padres, el colegio y el
centro específico. Pero siempre es importante respetar los límites de cada niño, sus
periodos de descanso, de juego libre, de disfrutar libremente de su familia, de sus
amigos, de las actividades que surjan, sin obsesionarse con las sesiones de intervención.
Quién lo realiza
Todas las acciones implicadas en la Atención Temprana deben estar planificadas por un
equipo multidisciplinar que previamente ha evaluado al niño y ha entrado en contacto con
su familia. Este equipo está formado por diferentes profesionales que estudian las
diferentes características del niño. Así, lo habitual es que el equipo lo formen psicólogos,
pedagogos, médicos, logopedas, fisioterapeutas, trabajadores sociales, maestros y
fisioterapeutas con diferentes formaciones, pero a la vez con una formación común
especializada en la primera infancia con necesidades educativas especiales.
Algunos juegos
estimulantes
Antes de dar algunos consejos generales sobre estimulación, sirvan algunas anotaciones
importantes. La estimulación temprana como tal es importante fundamentalmente porque
en las primeras edades, el sistema nervioso de los niños presenta una gran plasticidad, es
decir, es posible, proporcionando experiencias, establecer nuevas conexiones neuronales
y en mayor número que en edades posteriores. Por otro lado, los niños con síndrome de
Down son más lentos a la hora de aprender, y necesitan ayuda para adquirir
determinados conocimientos, destrezas y aptitudes que otros niños aprenden por sí solos.
Por tanto, si no se les ayuda, se corre el riesgo de que no aprendan todo lo que pudieran
o de que lo aprendan mal.
Significa cuando tanto los padres, o al menos uno de ellos, como el niño, estén
preparados. Tras el nacimiento del niño, no conviene obsesionarse por buscar un centro
de estimulación rápidamente. Es más importante dejar pasar un tiempo para que tanto el
bebé como los padres se adapten a la nueva situación: la prioridad es el proceso de
aceptar y querer al hijo, y a medida que todo se va estabilizando, se comienza a pensar
en la estimulación.
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 59
-La educación de los niños con Síndrome de Down
Supongamos que ya estamos en esa etapa: el niño está en casa, está sano y la
organización de la familia está lista. Ahora ¿qué hago?
La frecuencia de las sesiones es otro punto importante. Lo ideal es que todos los días se
dedique un tiempo exclusivamente para estar con el niño, en el que se trabajen los
objetivos programados de manera lúdica. Independientemente del número de sesiones
semanales que se reciban en un centro especializado (lo habitual en los centros de
atención temprana son dos sesiones semanales de entre 45 y 60 minutos de duración),
es importante reservarle al niño unos momentos todos los días, aunque sean de corta
duración.
Por último, el profesional que desarrolle el programa debe tener una formación de base
(ya sea psicólogo, maestro, pedagogo) con formación complementaria en educación
especial, desarrollo evolutivo, técnicas de estimulación, etc.
En líneas generales, el transporte de un bebé con síndrome de Down puede hacerse del
mismo modo que con el resto de los niños. Durante los primeros meses, el modo más
idóneo es el cochecito, porque la postura de echado es la más cómoda para él. Conviene
cambiarle de posición, entre otras cosas para que la cabeza y el cuerpo no estén siempre
apoyados del mismo modo. A medida que vaya adquiriendo más tono muscular, se le
puede pasar a una silla (tipo maxi cossi), en la que está aún recostado, pero sin embargo
le permite ver más cosas. Si se le pasa a una silla de paseo normal, es importante que
sea reclinable, ya que no es recomendable incorporar demasiado a los niños hasta que
vayan alcanzando el control cefálico o la posición de sentado.
Cuando tengamos al niño en brazos, es importante mantener sus piernas juntas, para
contrarrestar la tendencia natural de los bebés con síndrome de Down a separarlas. Así
se evitan patrones incorrectos de movimiento que pueden dificultar la futura marcha. Es
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 60
-La educación de los niños con Síndrome de Down
Estimulación sensorial
Estimulación táctil
A los bebés les gusta tocar y ser tocados. Les gusta estar en brazos de
sus padres, les gustan las caricias, los besos y los masajes. También
les gusta tocar y explorar lo que les rodea. Cuando se cambia de ropa
al bebé, cuando se le baña o se le da de comer, el bebé recibe e
incorpora multitud de experiencias.
La hora del baño debe plantearse como un momento relajante. Deja al niño jugar
libremente, chapoteando, salpicándose, siempre con cuidado y supervisión. Mientras le
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 61
-La educación de los niños con Síndrome de Down
bañas, dale juguetes para que los chupe o tire al agua. Existen en el mercado unos
adaptadores que se colocan en la bañera, ya sea la grande o en otra más pequeña, en los
que se coloca al niño quedando éste sujeto y ligeramente incorporado. Son muy buenos
para que la persona que le baña pueda usar ambas manos, y para que el niño pueda
mirar y moverse libremente, sin temor a caerse.
Los padres deben tocar y acariciar a sus hijos. Cuando se le ponga crema, o después de
secarle, se puede aprovechar para darle un masaje por todo el cuerpo. Con tranquilidad,
se comienza por sus pies, luego se sube por las piernas hasta los muslos. Se le tocan las
manos, los brazos, la tripa y la espalda, todo ello mientras se le canta en voz baja y
lentamente.
Los bebés poseen dos reflejos con los que se puede jugar. Si se le acaricia el dorso de su
mano, el niño la abrirá. Este ejercicio es bueno para que el bebé vaya abriendo los
puñitos, y vaya agarrando las cosas. Se puede hacer que abra las manos para colocarle
algo dentro. Cuando el bebé sienta algo en su palma, lo agarrará, debido al segundo
reflejo que se comentaba. Otro juego que puede hacerse es colocar el dedo de su madre
dentro de su mano, y cuando lo agarre fuertemente, tratar de sacarlo. Así se estimulan
las terminaciones nerviosas de la mano.
Por último, se debe animar al niño a que toque todo tipo de cosas: se puede coger su
mano y llevarla hacia nuestra cara, nuestro pelo, la boca, mientras hacemos trompetillas
o pedorretas, etc. También se le deben dar objetos, siempre que sean adecuados a su
edad, para que los toque.
Tras los primeros meses, comenzará a llevarse todo a la boca. Esto no debe
preocuparnos, simplemente debemos mantener cierta limpieza en los objetos que toca el
niño. Mediante esta exploración oral, el niño mueve los músculos de la boca (importantes
a la hora de hablar, tragar y masticar), además de recibir mucha y diferente información
acerca de las características del objeto que explora.
Estimulación visual
Es importante tener en cuenta que el bebé no ve como nosotros. Por ello, debemos
situarnos o situar el objeto que mostramos a unos 20-25 cm. del rostro del bebé (más o
menos a un palmo de su nariz).
Una vez que se ha conseguido que el niño mire el objeto, podemos moverlo lentamente
delante de él, para que lo siga con la mirada. Al principio moverá los ojos, y más adelante
también girará la cabeza. Es importante comenzar desde la línea media y dirigir el objeto
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 62
-La educación de los niños con Síndrome de Down
tanto hacia la derecha como hacia la izquierda, muy despacio, fijándose en que los ojos
del niño lo siguen y no lo pierden. Más adelante, se puede tratar de que siga desde la
izquierda hasta la derecha, y viceversa, en un recorrido de 180°. También pueden
hacerse desplazamientos hacia arriba y hacia abajo.
Al principio es mejor que sean objetos con muchos contrastes, con negro, blanco y rojo.
Se pueden fabricar móviles colgantes con diferentes objetos, formas y colores. Los juegos
con luz y oscuridad también favorecen el desarrollo de la percepción visual.
Los objetos que se mueven llaman la atención de los niños. Por ello, mover nuestras
manos para que se fije en ellas es un buen recurso. El clásico juego de los "cinco lobitos"
es una buena idea. Se puede completar si se destacan los dedos colocando en ellos unas
fundas de colores, o con un guante que tenga de diferentes colores cada dedo. También
se pueden pintar las uñas de colores vivos.
Por otro lado, los collares y las gafas suelen atraer también a los niños. Si se colocan
collares vistosos, el niño se fijará en ellos y también tratará de cojerlos.
Al principio los bebés no pueden converger ambos ojos hacia un mismo objeto, es decir,
no ven en tres dimensiones ni enfocan bien la imagen. Además, los niños con síndrome
de Down pueden tener menos tono en los músculos que mueven los ojos y presentar
estrabismo (bizqueo). Las actividades descritas favorecen el ejercicio de esta musculatura
y favorecen un mayor control ocular. Es fundamental, así mismo, la fijación de la mirada
para la posterior manipulación de objetos: si no vemos o no miramos, no agarramos o
cogemos adecuadamente los objetos.
Estimulación auditiva
Del mismo modo, el bebé está recibiendo continuamente información por esta vía, incluso
desde antes de nacer. Desde los primeros momentos, la voz de la madre le tranquiliza y
calma, al igual que el latido del corazón. Son las voces humanas lo que más atrae la
atención del bebé, especialmente las de sus padres o de otras personas que va
conociendo. Por ello es importante aprovechar esta disponibilidad para transmitirle
mediante un recurso tan accesible como la voz, multitud de experiencias: diferentes
tonos, diferentes ritmos, diferentes voces, canciones, nanas, risas y carcajadas, etc.
Los juguetes sonoros son otro recurso, como los sonajeros. Al principio será la madre la
que haga mover el sonajero para mostrarle el sonido al niño; más adelante, será él
mismo el que descubrirá que al moverlo, suena. Así no solamente se estimula la
percepción y discriminación auditivas, sino que comienza a entender que sus acciones
tienen unas consecuencias.
Es importante recordar que los niños con síndrome de Down tienen un periodo de latencia
más largo (tardan más en dar una respuesta que los otros). Por ello es importante
esperar unos instantes la respuesta del niño, sin interpretar esta actitud como falta de
interés. También hay que recordar que los niños con síndrome de Down pueden presentar
más problemas auditivos que los demás niños. Su modo de responder a los estímulos
podrá alertar sobre alguno de estos problemas.
Tampoco se debe uno limitar a los consejos que se leen, aquí o en otro lugar. Son
simplemente orientaciones e ideas, pero cualquier juego que se establezca entre un niño
y su madre, padre o cualquier persona que esté con él, es válido.
A los niños les gusta mucho que se les mueva: se les balancee, se les acune... Se puede
poner al niño tumbado boca abajo, sobre un balón hinchable, como los de playa, y mover
éste en diferentes direcciones, hacia delante y atrás, hacia un lado y otro, o haciendo
círculos. El adulto puede colocarse mirando la cara del bebé mientras lo mueve
lentamente, y le canta o habla. Además de divertirse, el sistema vestibular del niño está
siendo estimulado de este modo, lo que favorecerá el sentido del equilibrio, que suele
Una postura muy adecuada para hablar, reírse, hacer gestos, sacar la lengua, soplar o
jugar a cualquier cosa es la siguiente: la madre, sentada recostada sobre la pared o un
sillón, flexiona ligeramente las rodillas y coloca al niño semiincorporado, con su espalda
apoyada en los muslos de la madre. Así las caras están una enfrente de la otra, a una
distancia muy adecuada.
Otra posibilidad es tumbar al niño boca arriba y, agarrándole de los tobillos, flexionar y
extender sus piernas como si pedaleara. También se puede hacer lo mismo con los
brazos. Esta actividad favorece la adquisición de tono muscular.
El área motora, en general, hace referencia al control que se tiene sobre el propio cuerpo.
Se divide en dos áreas: por un lado, la motricidad gruesa, que abarca el progresivo
control de nuestro cuerpo: el control de la cabeza boca abajo, el volteo, el sentarse, el
gateo, el ponerse de pie, el caminar, el correr, subir y bajar escaleras, saltar. Por otro
lado, está la motricidad fina, que hace referencia al control manual: sujetar, apretar,
alcanzar, tirar, empujar, coger.
Control cefálico
Existen ciertas posturas en las que el control cefálico es más fácil, así como otras que lo
favorecen.
Los bebés pasan la mayor parte del tiempo echados. Cuando estén echados boca arriba,
es importante que el niño esté lo más recto posible y con la cabeza en la línea media. Si
no es capaz de mantener la cabeza recta, se le puede poner algo para sujetarla, aunque
es importante que tenga posibilidad de movimiento. Así se evitan posturas que crean
deformidades o malos hábitos.
En general, el niño debe estar echado en su cuna despierto el menor tiempo posible, ya
que cuando no duerme, es mejor que esté en el suelo o en brazos de su madre jugando.
Pero lo importante es que si está en su cuna o en su cochecito, se le proporcionen objetos
para que pueda verlos y tratar de girar la cabeza hacia ellos.
A pesar de las indicaciones actuales de muchos pediatras acerca de los peligros de estar
boca abajo, lo cierto es que esta postura tiene multitud de beneficios para la adquisición
del control cefálico. Sin embargo, es importante que cuando el bebé esté boca abajo, nos
aseguremos que su cara está descubierta, para que pueda respirar con facilidad.
Los niños con síndrome de Down tienen más facilidad para levantar la cabeza en posición
decúbito prono (boca abajo). Ya sea echado sobre el suelo o sobre otra superficie, se
puede jugar enseñándole algún objeto, de manera que levante la cabeza para ver de qué
se trata. También se le puede tumbar en el borde de una cama o sujetar al bebé por el
vientre, y hacer que levante la cabeza y el tronco. Si el bebé tiene dificultades, se puede
estimular la parte de atrás del cuello, las cervicales, dando pequeños masajes o
pellizquitos, para que levante la cabeza con el fin de quitarse ese estímulo molesto.
Se variarán estas posiciones con la de echado de lado, muy beneficiosa también para
estimular el sentido del equilibrio. Apoyado en una toalla, o en el lateral de la cuna o del
cochecito, se le pueden mostrar objetos para que trate de agarrarlos o alcanzarlos. Es
importante vigilar al niño, ya que puede ser que pase de la posición de lado a la de boca
abajo y que su cara quede pegada a la cuna.
Poco a poco será capaz de levantar la cabeza, los hombros y el pecho. Una vez que
consigue esto, estará preparado para darse la vuelta.
Volteos
Los primeros cambios de posición van de la posición de lado a la de boca arriba o boca
abajo. Más adelante pasará de boca abajo a boca arriba y viceversa, para terminar
rodando.
Sentarse
Sin embargo, para que un niño se siente, es necesario que haya vivido una
serie de experiencias en momentos anteriores de manera atractiva y que no
tenga miedo.
Es importante no tratar de sentar al niño antes de que esté preparado. Así, se evitará
incorporar al niño tanto que su cabeza caiga hacia delante o que su espalda esté en una
mala postura. El apoyo debe, por el contrario, ir disminuyéndose y se le llevará a
posiciones más verticales a medida que vemos que va sosteniendo el peso de su cuerpo.
No obstante, el otro extremo tampoco es del todo adecuado; es decir, si el niño es capaz
de mantenerse sentado con un pequeño apoyo en las caderas, no debe abusarse de
posturas en las que esté tumbado totalmente sobre el respaldo de una silla o sobre el
vientre de su madre, ya que así no se favorecería un control que ya ha adquirido, y no se
facilita el paso a fases posteriores.
Para favorecer el equilibrio, así como los reflejos de paracaídas, se colocará al niño
sentado, apoyado sobre sus manos, poniendo éstas tanto entre las piernas como a ambos
A medida que el niño se mantenga sentado, se le debe colocar en una silla que le permita
tener las piernas colgando y juntas, ya que facilita los movimientos del tronco y le
permite alcanzar los objetos que desee más fácilmente. Además, si se le estimula para
que se incline hacia delante para alcanzar un objeto, se fortalecen también los músculos
de las piernas al cargar con el peso del cuerpo.
Arrastrase y gatear
En los niños con síndrome de Down la variedad del modo de desplazamiento es muy
grande. Algunos niños se arrastran antes de gatear, otros gatean hacia atrás y otros se
desplazan sentados.
Si bien es importante una adecuada adquisición del gateo, es más importante saber que
algunos niños no gatean. Lo fundamental desde el punto de vista de su desarrollo global
es que el niño se desplace, del modo que sea, y que sienta interés por su entorno. Y es
ésta la primera prioridad: facilitarle estímulos que llamen su atención y despierten su
curiosidad.
Otras alternativas son jugar con un rulo, o colocarle una sábana o toalla debajo del
abdomen para que separe el tronco del suelo. Cuando se mantiene en esta posición, se le
puede balancear de atrás adelante, para que adquiera confianza y seguridad en esta
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 69
-La educación de los niños con Síndrome de Down
posición. Poco a poco irá desplazando sus extremidades para alcanzar el objeto que
desea. Por último, algunos niños tienen más facilidad al gatear subiendo escaleras. Esta
actividad es óptima para alcanzar patrones adecuados de movimiento y de equilibrio.
Una vez que consigue mantenerse de rodillas apoyado sobre algo (una mesa, por
ejemplo), se le ayudará a pasar a estar de pie. Si ni lo hace solo, se le flexiona una pierna
y se le ayuda a levantarse. Es importante que la fuerza la vaya haciendo el niño con los
músculos de sus piernas, y que éstas estén cada vez más firmes, no ejerciendo la fuerza
únicamente con los brazos. Tampoco se debe tener prisa en ponerle de pie. Más bien es
el niño el que tendrá iniciativa, cuando se considere preparado. Si se le "fuerza" a
ponerse de pie antes de que sus piernas y pies estén preparados, se corre el riesgo de
desarrollar patrones incorrectos, como los pies hacia dentro o las piernas arqueadas.
Queda ahora el gran paso: de la marcha con ayuda a la marcha independiente. Este es un
cambio muy importante, porque para conseguirlo se debe mantener el peso de todo el
cuerpo sobre una única pierna, y trasladarlo a la siguiente a la vez que se impulsa hacia
delante.
corre pasillos pero del tipo que el niño los empuja al caminar. No se recomiendan en
estas etapas los del tipo que el niño se sienta en ellos y se desplaza sentado, o los taca
tacas, porque en ellos el niño no mantiene el peso de su cuerpo sobre las piernas, y
además para trasladarse con ellos debe tener las piernas y los pies separados.
Todas ellas son actividades que exigen un gran sentido del equilibrio y una gran
seguridad y confianza en uno mismo.
A menudo a los niños les gusta subir a los muebles, a los sofás, y avanzar sobre
escalones. Se debe dejar que los niños realicen todas estas actividades, muy beneficiosas
para ellos y además divertidas. Lo importante es que las lleven a cabo con supervisión,
que no es lo mismo que con sobreprotección.
Al principio los niños suben las escaleras gateando, y las bajan del mismo modo o
sentados. A medida que el niño adquiere control en la marcha, se comenzará a subir las
escaleras de la mano de un adulto y agarrados a la barandilla. Esta ayuda debe ir
disminuyendo poco a poco, aumentando la autonomía del niño. En cuanto a bajarlas,
suele ser más difícil, y a veces da un poco de miedo, pero el proceso es el mismo. Ni que
decir tiene que este aprendizaje debe tomarse como un juego relajado.
Por último, los saltos son otra meta a conseguir para el adecuado desarrollo motor, si
bien sabemos que los niños con síndrome de Down tardan en alcanzarlos. Su importancia
no estriba únicamente en conseguir el salto en sí, sino de fomentar en el niño el gusto
por las actividades y juegos que implican movimiento. A veces, a los niños con síndrome
de Down les gustan más las actividades reposadas, pero esta preferencia puede ser
consecuencia de malas experiencias en actividades de movimiento o de frustraciones por
fracasos en este tipo de juegos. Jugar a saltar con otros es una actividad que suele
gustar, así como bailar y cualquier actividad que implique moverse. Es importante
reforzar siempre que el niño realiza un esfuerzo, y felicitarle por lo bien que salta o se
mueve.
En general, los bebés adquieren una serie de habilidades motoras gruesas, comentadas
en el apartado anterior, antes de comenzar a explorar los objetos. Así, un niño sin
síndrome de Down es capaz de sujetar la cabeza antes de coger objetos y llevárselos a la
boca. Los niños con síndrome de Down a veces tardan más en controlar su cuerpo debido
a su hipotonía muscular o a otros problemas, como largas hospitalizaciones, que retrasan
más su desarrollo motor. Pero no por ello se debe esperar a que alcancen ciertas
habilidades para comenzar a estimular el área cognitiva. Quizá un niño con síndrome de
Down sea capaz de manipular objetos de manera adecuada, aunque aún no sea capaz de
caminar. Es importante tener esto en cuenta en los programas de estimulación, ya que
mientras que antes se basaban en patrones normales de desarrollo, ahora se ha visto que
estos esquemas no tienen por qué repetirse exactamente igual en niños con síndrome de
Down, cuyo desarrollo sigue a veces otras pautas.
Para analizar y conocer un objeto, en primer lugar es necesario percibirlo. Los objetos
llaman nuestra atención por medio de los sentidos (vista, oído y tacto). Ya se ha hablado
de la importancia de la estimulación sensorial en el apartado de primeros consejos. Cobra
aquí especial importancia el sentido de la vista, ya que para manipular un objeto es
necesario verlo antes, y no sólo verlo, ser capaz de mirarlo. Por ello, el primer objetivo de
esta área es la fijación de la mirada, de la que ya se hablado en el citado apartado.
Agarrar objetos
Si el niño no puede coger algo al acercárselo porque aún no abre la mano, se le ayudará
a abrirla acariciándole el dorso de la mano, y colocándole el objeto en la palma,
produciéndose entonces el cierre de la mano y la consiguiente prensión del objeto.
Una vez que el niño es capaz de alcanzar objetos, y siempre teniendo mucho cuidado en
el tipo de objeto que se le da para que no haya peligros de atragantamientos ni de
hacerse daño, se dejarán juguetes a su alcance para que trate de cogerlos. Son
especialmente interesantes los juguetes fáciles de coger, de mango alargado y fino, los
de colores vistosos, de diferentes texturas, los que se mueven o los que suenan. No sólo
resultan atractivos para el niño y estimulan diferentes sentidos, sino que además van
facilitando la asociación de los movimientos del niño a lo que ocurre con el objeto. Es
decir, si lo mueve, suena. Son las primeras relaciones de causa - efecto y van dando
conciencia al niño de que sus acciones tienen consecuencias en el medio que le rodea.
Sin embargo, no se deben olvidar los objetos cotidianos: cucharas, vasos, platos, peines,
cepillos, etc. Cosas de la casa que le gustan y además ayudan a que las vaya conociendo
y familiarizándose con ellas.
Los objetos se suelen agarrar con una mano, pero se tarda más en llevarlos a la línea
media para verlos con detenimiento, o para pasarlos de una mano a otra, o para
golpearlo, o para ser explorados con ambas manos. Juegos que fomentan la coordinación
de ambas manos son las palmas palmitas, ayudando al niños a dar palmas mientras se
canta una canción, o darle una pelota grande para que la sujete con ambas manos.
Tirar objetos
Más adelante será capaz de agitar el objeto, de golpearlo contra el suelo o una mesa, de
tirarlo y de buscarlo. No se deben reprimir estas conductas, aunque en determinados
momentos lleguen a ser molestas para los adultos que estén con ellos, ya que la
repetición de estas acciones constituye el modo de conocimiento de lo que ocurre con los
objetos. Así, cuando el niño tire un objeto, debemos decir: "¡Huy!, se ha caído el perrito.
¿Dónde está el perrito? ¿No está? Mira, está ahí" y entonces lo cogeremos nosotros y le
diremos: "¡Aquí está!". Lo más probable es que lo vuelva a tirar, ya que está
comprobando si cada vez que lo tira, ocurre lo mismo. Al principio el niño simplemente lo
tira, luego lo buscará con la mirada, para ver dónde ha caído y más tarde lo tirará en
diferentes direcciones, para comprobar que no siempre se cae en el mismo lugar. De este
modo el niño va dándose cuenta de que las cosas no desaparecen, sino que cambian de
sitio, siendo las bases del concepto de objeto permanente, fundamental para el desarrollo
cognitivo.
A veces, los niños con síndrome de Down quieren sujetar los objetos durante más tiempo,
y no muestran de manera tan clara las conductas de arrojar. Por ello, las expresiones
para reforzar las conductas de soltar deben ser más llamativas. Por ejemplo, si al tirar
algo el objeto hace ruido al caer, se le felicitará incitándole a que lo repita. También es
importante jugar a Toma-Dame. Se le da un objeto, siempre diciendo "toma", y cuando
nos lo coge, se le tiende la mano y se le dice "dame".
Por otro lado, debemos recordar que los niños con síndrome de Down pueden no mostrar
ese interés por los objetos, o tardar más en buscar lo que se ha caído, siendo función de
su educador repetir este tipo de juegos con paciencia y cambiando los estímulos que se le
enseñan.
El psicólogo suizo Jean Piaget describió el concepto de objeto permanente como una de
las adquisiciones cognitivas más importantes en el desarrollo de los niños. En un
principio, el bebé considera que sólo existe lo que él ve o percibe en ese momento. Poco
a poco, y a medida que se hace consciente de que él es algo diferente y separado de su
madre y del resto de su entorno, va tomando conciencia también de que los objetos o las
personas existen aunque en ese momento no las esté percibiendo.
Aunque las actividades anteriormente citadas ayudan a sentar las bases de este
concepto, también existen otros juegos para consolidar este objetivo.
El clásico juego del "cu-cu... ¡tás!" constituye aquí un importante recurso, practicable
desde los primeros momentos. Se puede jugar de varias maneras: el adulto le tapa la
cara al niño con una sabanita y dice: "¿Dónde está Juan?" o "cu-cu" y o bien espera a que
el niño se destape o le retira él mismo la sabana, mientras dice "¡aquí está!" o "¡tás!".
También puede ser el adulto el que se tape la cara con una tela o con las manos,
haciendo las mismas expresiones. Más adelante se le tapará la cara con las propias
manos del niño, y se le ayudará de a descubrirla. Este juego de escondite también puede
hacerse escondiéndose el adulto detrás de una puerta, o de un sofá, y apareciendo. Poco
a poco el niño va siendo más activo en el juego, y es interesante observar cómo se queda
mirando al lugar en el que ha desaparecido el adulto, lo que indica que es consciente de
que volverá a aparecer.
Otro tipo de juego es atar una cuerda a un juguete y dejarlo caer por el borde de la
mesa, recuperándolo al tirar de la cuerda, o esconderlo debajo de un almohadón dejando
la cuerda a la vista.
A medida que el niño adquiere este concepto, también aceptará mejor la ausencia de su
madre, ya que sabe que volverá.
La pinza digital
En un primer momento, los niños agarran con toda la mano. Más tarde el pulgar se opone
a los otros cuatro dedos, y poco a poco la prensión es más fina, de manera que es capaz
de coger objetos pequeños, como una canica o incluso migas de pan. Habitualmente los
niños cogen estos objetos con el índice y el pulgar (pinza digital); sin embargo, a veces
los niños con síndrome de Down tienen más facilidad para hacerla con el pulgar y el
corazón. Si se observa este comportamiento, se debe ser flexible, y pensar que lo
importante es que esta conducta sea funcional, es decir, que sirva para algo. Si al niño le
resulta más útil este modo para obtener lo que desea, no se debe ser rígido.
La adquisición de la pinza digital así como de una mejor coordinación oculomanual (la
coordinación de la mano y el ojo) constituyen otro de los objetivos principales de esta
área. Así, el niño podrá hacer torres, encajar anillas en un aro, ensartar cuentas, meter y
sacar objetos de un recipiente, introducir piezas en un puzzle, actividades que median la
adquisición de conceptos.
Un modo funcional de estimular la pinza es sentar al niño en una trona, siempre en una
postura correcta, y dejarle comida o líquidos, alimentos de diferentes texturas y de
diferentes temperaturas. Es importante que estemos con él, hablándole, riéndonos de sus
expresiones al probar nuevas cosas, diciéndole los nombres de los alimentos, sus
cualidades (frío, caliente, rico, salado, ...). Pero sobre todo contribuye a que el niño
domine el trayecto del dedo a la boca, previo a que coma con los dedos y a la
alimentación autónoma.
Dentro de este punto, cabe comentar la importancia del uso independiente de los dedos
de la mano. Cuando se utilizan unas tijeras, cuando se llama a un timbre, o se marca un
número de teléfono o se utiliza un ordenador (computadora), se están usando los dedos
de manera independiente. Para preparar al niño para estas habilidades, se pueden hacer
numerosos juegos: el juego de "este compró un huevo" para separarle los dedos y que
tome conciencia de la independencia de cada uno de ellos; pintar caras en cada dedo y
establecer diálogos entre ellos; arrugar o rasgar papeles o jugar con plastilina. Uno de los
dedos que más se utiliza de manera independiente es el índice: con él se señala o se
aprietan botones. Por ello se deben realizar actividades como empujar, meterlo en un
agujero, apretar botones de juguetes sonoros, etc.
Los niños con síndrome de Down a menudo prolongan más que el resto de los niños la
etapa de juego paralelo, es decir, los niños juegan cerca pero de manera independiente.
No existe un juego común o interactivo. El adulto, como mediador de juego, debe tratar
de introducir discretamente al niño dentro del grupo, teniendo en cuenta que suelen
sentirse más cómodos con niños de su mismo nivel de desarrollo, o de intereses
parecidos sin que necesariamente tengan la misma edad cronológica.
Por otro lado, el juego puede ser un importante medio para preparar al niño hacia
situaciones reales o reproducirlas. Por ejemplo, se puede jugar a ir a un supermercado, a
un restaurante o a una tienda; se puede jugar con coches y llevarlos a arreglar o a la
gasolinera; se puede jugar a las comiditas; se pueden imitar los ruidos de diferentes
animales, o sus movimientos; o se puede jugar a estar en el colegio.
Es importante también fomentar la imitación en el niño. Para ello, una buena idea es
hacer que el niño colabore o vea realizar las actividades cotidianas. Desde pequeño se le
debe llevar al mayor número de sitios posible (de compras, restaurantes, parques...) y
mantenerlo con los padres o cuidadores cuando éstos realizan las labores de la casa: que
observe cómo se mete la ropa en la lavadora, que vea que al presionar un botón se pone
en marcha y da vueltas; que se de cuenta de que las luces se encienden al apretar el
interruptor, que al llegar a casa se introduce la llave o se llama al timbre. Todas estas
actividades deben ir acompañadas de las palabras explicativas del adulto, y es una buena
idea reproducirlas en el juego.
Adulto: Ven Marta, vamos a poner la mesa para comer. (Nos sentamos en una mesita
pequeña en la que vamos a colocar las cosas, de juguete). ¿Qué te apetece comer,
patatas fritas o tortilla?
Marta: tortilla
Adulto: Muy bien. Vamos a comer tortilla con arroz. ¿Dónde la ponemos?
Adulto: Toma. Este plato para ti, y este para mí. Hay dos platos, ¿has visto? Uno para
mí y otro para ti. ¿Qué quiere beber, agua o leche?
Marta: leche
Adulto: Pues ponemos los vasos y echamos la leche. ¡No tenemos vasos! ¿Dónde
están?
Adulto: ¡Es verdad! ¡No los veía! Cógelos y ponlos en la mesa. Uno para mí y otro para
ti. Son dos vasos, ¿eh? Uno rojo y otro verde. ¿Cuál quieres?
Marta: Ese.
Adulto: ¿El rojo? Pues toma. Tú el vaso rojo y yo el vaso verde. Vamos a poner la
leche.
Echa tú la leche.
Por último, hemos de recordar que los cuentos, o el garabateo, o pintar son otros
recursos importantes en esta área.
Los caminos para alcanzar este objetivo son muchos pero hay algunos que son citados y
propuestos frecuentemente. Por eso, se han reunido en este artículo cuatro modelos de
intervención que responden a diversos modos de contemplar una misma realidad. Todos
ellos tienen aspectos comunes, como el hecho de haber surgido para intentar dar
respuesta a algunas alteraciones neurológicas. Todos ellos son ofrecidos con frecuencia a
los padres de niños con síndrome de Down. Sin embargo, cada uno ha desarrollado
metodologías diferentes, no siendo todos ellos igualmente adecuados para toda la
población. Todos tienen defensores y detractores, por lo que se ha tratado de exponer,
con la mayor objetividad posible, tanto sus ventajas como sus inconvenientes respecto a
la población con síndrome de Down.
• METODOS
° Doman
° Bobath
° Vojta
° Castillo Morales
• COMENTARIOS
MÉTODO DOMAN
Al observar los progresos que se conseguían en estos niños, Doman decide trasladar sus
conocimientos al resto de los niños, de manera que se potenciara su capacidad de
aprendizaje. Elabora su teoría acerca del desarrollo cerebral, un Perfil del Desarrollo
Neurológico y sistematiza una labor educativa, estructurada mediante programas
secuenciados, con métodos precisos y eficaces.
Funda a finales de los años 50 los Institutos para el Desarrollo del Potencial Humano en
Filadelfia (EEUU), iniciando lo que Doman y sus discípulos han llamado, una ―Revolución
Pacífica‖.
La gente que trabajaba en el Instituto para el Desarrollo del Potencial Humano deseaba
disponer de un instrumento para medir objetivamente los progresos de los niños con
lesión cerebral con los que trabajaban. Tras estudiar el proceso de desarrollo neurológico
de niños de diversas sociedades, elaboran una escala del desarrollo neurológico.
Esta escala permite ―medir‖ el grado de desarrollo del niño, para fijar los objetivos.
Parten de la premisa de que las diferencias entre unos niños y otros se deben
fundamentalmente al ambiente, ya que al nacer todos los niños tienen el mismo
potencial.
El Perfil del Desarrollo Neurológico mide, por un lado, el desarrollo de los estratos
cerebrales, es decir, señala las funciones propias de la médula espinal, el tronco cerebral,
el cerebro medio y la corteza cerebral. De este modo, es posible trabajar de forma
sistemática y ordenada y conocer los objetivos del niño en cada una de las áreas
evolutivas a partir del nivel alcanzado.
Además, diferencia las áreas y funciones sensoriales de las de carácter motor, ya que las
primeras son vías aferentes (recorridas por el estímulo para llevar información al cerebro)
y las segundas son eferentes, es decir, salen del cerebro para dar la orden de movimiento
al cuerpo.
Según este perfil, las áreas motoras son la movilidad, el lenguaje y la destreza manual.
La movilidad es la clave o el motor del desarrollo de la inteligencia en todas sus
expresiones, e incide determinantemente en las demás áreas, al igual que ocurrió en la
evolución de las especies hacia estructuras y funciones cerebrales más y más complejas y
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 80
-La educación de los niños con Síndrome de Down
perfeccionadas.
Según esta teoría, el grado de perfección que se logre depende en gran medida de que
esas funciones básicas se consigan cuanto antes, cuando mayor es la plasticidad cerebral.
- Los niños con lesiones cerebrales no se deben clasificar por su gravedad, sino por
su potencial de desarrollo.
En el aspecto motor, utiliza los que él llama los patrones básicos de movimiento:
° Patrón homolateral
° Patrón cruzado
° Técnicas de relajación de extremidades
° Ejercicios de arrastre y de gateo
° Ejercicios de braquiación y de marcha
Además del área motora, tiene sus propios métodos de enseñanza de la lectura (global),
del cálculo, y de otras áreas. Así, casi todos sus aprendizajes se desarrollan por el
método de los bits de inteligencia (como en los ordenadores o computadores, el bit de
inteligencia es la máxima cantidad de información que puede ser procesada a la vez en
un segundo). Las palabras, los números, las láminas de animales... son enseñadas a los
niños en grupos de 10, varias veces al día (3 o 4 veces) y cada lámina se le muestra
durante un segundo. El niño al final acaba reconociendo la lámina, ya sea un dibujo, una
palabra, un cuadro o un conjunto de puntos.
Si bien los resultados que presentan pueden ser espectaculares, tanto en niños con
síndrome de Down como en niños sin alteraciones (niños de meses que reconocen
palabras o reconocen el número de puntos de una lámina), su metodología puede no ser
del todo funcional, por lo que en niños con síndrome de Down se corre el riesgo de que
no desarrollen un aprendizaje significativo, más aún con las dificultades de abstracción y
Aunque algunos de sus postulados arriba indicados son aceptados por toda la comunidad
científica, hay aspectos importantes que son fuertemente cuestionados como son: la
excesiva simplificación y generalización de sus propuestas científicas, su intento por
abarcar toda la compleja patología del desarrollo dentro de unas rígidas coordenadas, y el
excesivo rigor de su metodología que obliga esfuerzos no justificados.
Así, el método Doman fue rechazado por la Academia Americana de Pediatría en 1968,
1982 y 1999, fundamentalmente por 3 razones:
1.- Su teoría sobre el sistema nervioso parece muy simple y no estar sustentada en
estudios científicos.
2.- No se han publicado estudios serios sobre los resultados y los méritos alcanzados,
sino que sus garantías únicamente se basan en los testimonios de padres.
3.- Se requiere una dedicación enorme de los padres, tanto en términos de tiempo como
de dinero.
Por otro lado, la Down Syndrome Association, del Reino Unido, advirtió en 1997 que el
método Doman se desarrolló para niños con daño cerebral y no para niños con
alteraciones cromosómicas, que no existen pruebas de su eficacia y que los niños con
síndrome de Down aprenden a leer, a escribir, a andar y a hablar mediante otro tipo de
programas, que no requieren tanto esfuerzo y dedicación ni por su parte ni por la de sus
padres. Además, esta Asociación está preocupada por el tiempo diario que requiere el
tratamiento, así como por las consecuencias que puede tener en la vida familiar.
MÉTODO BOBATH
El matrimonio formado por el psiquiatra Dr. Karel Bobath y la fisioterapeuta Berta Bobath
comienzan su trabajo en Londres en los años 30. Ella se dedicaba en principio al trabajo
con las personas con lesiones neurológicas, y él revisaba la literatura para establecer las
bases teóricas de los resultados clínicos de su esposa. Juntos formularon una filosofía
innovadora dirigida en principio a mejorar la espasticidad, considerada entonces
inalterable. Ambos murieron en 1991.
El concepto Bobath es ―un enfoque holístico dirigido al adulto y al niño con disfunción
neurológica, en un proceso interactivo entre paciente y terapeuta, tanto en la evaluación
como en la atención y en el tratamiento. El tratamiento se basa en la comprensión del
movimiento normal, utilizando todos los canales perceptivos para facilitar los
movimientos, y las posturas selectivas que aumenten la calidad de la función‖.
Como el resto de los métodos anteriormente expuestos, se inicia con las personas con
lesiones cerebrales, para ampliarse luego al resto de la población. Su objetivo es
proporcionar una serie de experiencias a través de diversos patrones de movimientos
coordinados.
Como decían los Bobath, en la intervención con los pacientes se debe hacer lo que mejor
funcione. Así, esto pone el énfasis en la flexibilidad del método, en que es un concepto
cambiante, ya que hay mucho aún por descubrir, analizar y estudiar.
Por tanto, el método inhibe la actividad refleja anormal a través de posturas que inhiben
esos reflejos y así se normaliza el tono muscular. Esta postura debe mantenerse un
tiempo hasta obtener un relajamiento de los músculos. El terapeuta busca la actividad y
los esquemas de coordinación postural y funcional a través de la manipulación del sujeto
y de su postura.
Es un método activo, requiere la participación activa del paciente. En los años 60, Bobath
dijo que ―a no ser que uno estimulara o activara al paciente de manera que pudiera
desarrollar nuevas actividades, no había nada que hacer.‖ Se necesita la práctica
continuada. Por otro lado, Bobath mantiene la funcionalidad de los objetivos, que sean
significativos para el paciente. Por ejemplo, si se pretende ayudar a un bebé con
síndrome de Down a levantar la cabeza estando boca abajo, es importante darle un
sentido, un para qué levantar la cabeza. En el caso de los bebes con síndrome de Down,
se les enseña un muñeco, por ejemplo.
El Dr. Václav Vojta, neurólogo y neuropediatra de origen checo, desarrolla en los años 50
un método para el tratamiento fisioterápico de las alteraciones motoras.
El terapeuta presiona determinados puntos del cuerpo (zonas de estimulación) que hacen
que el cerebro reaccione dando una respuesta motora global, en todo el cuerpo, que
tiene un carácter de locomoción. Es decir, algunas extremidades realizan un movimiento
de paso, mientras que otras lo hacen de apoyo, produciendo un impulso hacia arriba y
adelante. El terapeuta pone resistencia a las extremidades que tienden a moverse,
manteniendo esta postura durante 1 o 2 minutos. De este modo, al realizar
repetidamente los ejercicios, el sistema nervioso central recibe muchas veces la
información fisiológica que va dejando una ―huella‖, fundamental para convertir el
movimiento reflejo en espontáneo, voluntario y cortical.
Este método se puede aplicar tanto a recién nacidos, como a niños de todas las edades o
adultos, que presenten alteraciones motoras de cualquier etiología o riesgo de
padecerlas. Sus profesionales mantienen que incluso benefician a las personas con
síndrome de Down, especialmente a los niños y en los primeras semanas o meses de
vida.
Cuando el paciente es un niño, habitualmente recibe una sesión de la terapia por parte
de un profesional, y en presencia de los padres, ya que el objetivo es formar a los padres
para que sean ellos quienes realicen los ejercicios. El motivo es que esta metodología
exige que los ejercicios sean aplicados entre 3 o 4 veces diarias, en sesiones de 10 o 15
minutos. Así mismo, se recomienda introducir las sesiones en los momentos de juego o
cuando el niño muestre mejor disposición.
Las críticas habituales que recibe este método, por parte de los profesionales que
intervienen con niños con síndrome de Down, son:
- La posibilidad de adquirir los mismos objetivos por otros medios más funcionales y
agradables para el niño
Frente a estas críticas, sus partidarios sostienen que con este método de estimulación se
ejercitan músculos que de otro modo no se trabajarían. Por otro lado, mantienen que el
llanto del niño durante la sesión no es un llanto de dolor sino de esfuerzo, como
consecuencia de una situación que no les gusta, pero que no causa trauma psicológico
alguno y además el momento incómodo dura entre 1-2 minutos.
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 84
-La educación de los niños con Síndrome de Down
CASTILLO MORALES
El Dr. Castillo Morales comenzó a trabajar con personas con alteraciones neurológicas en
1959, en Argentina.
COMENTARIOS
En todos ellos se aprecia una particular insistencia en la urgencia por desarrollar buenos
patrones de respuesta motórica (en forma de reflejos, posturas, y movimientos). La
desviación conceptual puede estar en pensar que lo que se puede conseguir en las
actividades del área motora es extensible indiscriminadamente a actividades de otro
carácter. Ciertamente, la facilitación del movimiento es un factor positivo en la iniciación
de la vida de relación. Y eso puede ser determinante en patologías fuertemente
caracterizadas por las dificultades motóricas. Pero éste no es el caso del síndrome de
Down en el que las deficiencias del desarrollo motor son moderadas; y, aunque debe ser
convenientemente estimulado, no resulta preciso someter al niño a técnicas tan
mayoritariamente exigentes en la vertiente motora del desarrollo. Quizás en detrimento
de otras formas de estimulación mucho más necesarias.
A nuestro modo de ver, los mayores inconvenientes que apreciamos en estos métodos
son:
1. Su presentación que con frecuencia aparece como ―el‖ método por excelencia, sin el
cual será difícil que el niño progrese. Grave responsabilidad para los padres.
Patricia Díaz-Caneja
Una de las grandes preocupaciones de las familias de niños con síndrome de Down es
conocer cuál es el desarrollo habitual de la población con síndrome de Down. En el
colegio, en la escuela, en el centro de intervención, en las consultas de los médicos, a
menudo se dice a las familias que ―su hijo va muy bien, está evolucionando y eso es lo
importante‖. Pero esto no parece ser suficiente. La familia se alegra de que su hijo
avance, pero necesita saber en qué lugar está en comparación con su grupo de iguales.
Conocer esto ayuda a situar a su hijo con datos objetivos, de manera real, en el contexto
en el que se mueve.
Por este motivo hemos elaborado una serie de cuadros y tablas, basándonos en los datos
de diferentes autores (Poó y Gassió, 2000; Buckley, 2006; Pueschel, 2002). Estos datos
no se refieren al crecimiento del peso, la talla y el perímetro cefálico, que encontrarán
con todo detalle en este Portal, en la página
http://www.down21.org/salud/salud/curvas.htm.
Los datos expuestos en cada una de las tablas han de tomarse como una orientación, ya
que la variabilidad de la población es enorme. En los cuadros y tablas que se presentan a
continuación, aparecen unas edades de adquisición, así como un intervalo, lo que
significa que, por ejemplo, lo habitual es que la sonrisa aparezca a los 2 meses, pero
corresponde a un intervalo que va desde el mes y medio hasta los 3 meses. De manera
que tan importante es el valor que se muestra como el intervalo al que pertenece,
considerando normal cualquier valor que se encuentre en dicho intervalo. Por eso, los
valores indicados en la figura 1 se completan con los de la tabla 1 que contiene los
valores de cada hito y sus correspondientes intervalos.
Media Intervalo
Habilidades
(meses) (meses)
Sonreír 2 1,5-3
Control cefálico boca abajo 2,7 1-9
Control cefálico en posición vertical 4,4 3-14
Darse la vuelta 6 2-12
Volteos 8 4-13
Reacción de apoyo lateral 8,2 6-12
Sentarse sin apoyo 9 7-17
Andar a gatas 11 9-36
Ponerse de pie con apoyo 13,3 8-24
Mantenerse en pie 18 10-32
Caminar 24 12-45
Subir y bajar las escaleras sin ayuda 81 60-96
Observaciones importantes
2. Nos parece necesario insistir en la relativa importancia del hito madurativo del
gateo. El gateo es importante, ya que son muchas sus ventajas a nivel psicomotor
(favorece la adquisición de los conceptos espaciales, la percepción, el equilibrio, el
tono muscular, la coordinación). Sin embargo, durante algunos años se estuvo un
poco obsesionado por conseguir el gateo, en niños que finalmente no lo
conseguían. En la estimulación motriz, es fundamental prolongar todo lo necesario
la etapa de suelo, no fomentando la marcha ni la bipedestación hasta que el niño
no esté preparado. No obstante, en esta etapa de suelo, se ha de fomentar el
gateo. Pero de no conseguirlo, se trabajarán otras formas de desplazamiento y se
pasará a la etapa siguiente cuando el niño esté preparado, aunque no haya
gateado.
3. Además del desarrollo psicomotor, otra de las grandes cuestiones que se plantean
las familias es cuándo es normal que se controlen esfínteres, o hasta qué punto
su hijo está siendo suficientemente autónomo. En este sentido, encontramos con
satisfacción niños con síndrome de Down que son más autónomos o se les exige
ser más autónomos que a otros que no lo tienen. Así, sus familias están tan
mentalizadas de la importancia de que sus hijos sean autónomos que a veces, en
edades tempranas, lo son más que otros de su misma edad.
En esto, como en el resto de los aspectos del desarrollo, influye mucho el grado
madurativo del niño y, como siempre, la variabilidad es grande. Para controlar los
esfínteres, es recomendable comenzar cuando el niño empieza a dar muestras de
que se siente mojado o sucio, y que desea cambiarse el pañal. Esto suele ocurrir
en torno a los 3 años, pero si nuestro niño tiene 3 años y no observamos estas
señales, es mejor esperar un poco más. Los periodos estivales, en los que hace
mejor tiempo e incluso en los que el niño está en traje de baño a menudo, son un
buen momento para intentarlo. Podemos dejar al niño sin pañal y observar su
reacción cuando se hace pis o caca. Si no hay reacción y el niño ya tiene cuatro
años, se le puede explicar lo que está ocurriendo para que sea consciente de estas
sensaciones. La mayoría de los niños con síndrome de Down han conseguido el
control diurno a los cinco años, y si aún no lo han hecho, en estas edades suele
conseguirse en pocas semanas, lo cual no significa que ya no haya escapes,
porque éstos son habituales a lo largo de mucho tiempo; también pueden
observarse retrocesos en momentos de estrés, cambios en el ambiente (de
personas, de lugares), nervios, agitación, etc. El control nocturno es más lento.
5. Muchos niños que no tienen síndrome de Down son menos autónomos en sus
casas que en el colegio: a veces no hay demasiado tiempo para que coman o se
vistan solos, en ocasiones a los niños les gusta que sus padres lo hagan por ellos.
En esta población, que como decimos, no tiene síndrome de Down, el que no
siempre se les exija hacer todo lo que son capaces no tiene tanta importancia
como en el caso de la población con síndrome de Down. En este caso, sí
consideramos fundamental no bajar nunca la guardia, no hacer por ellos cosas
que son capaces de hacer ellos solos. Un niño con síndrome de Down necesita
más estabilidad y orden en su entorno que otro, ya que de lo contrario le costará
entender las normas. De manera que mientras que un niño de cuatro años que
sabe vestirse solo, entiende que su mamá lo haga cuando hay colegio o tiene
prisa, es más flexible y se adapta mejor a las situaciones, un niño con síndrome de
Down no entenderá que un día su mamá le vista y al otro no, que un día tenga
que comer solo y al otro no. Por ello es fundamental no romper las normas
establecidas, y a pesar del trastorno que esto pueda ocasionar en determinados
momentos, no ceder y exigirles siempre toda la autonomía de la que son capaces.
Los niños con síndrome de Down no tienen tanta flexibilidad y no se adaptan con
tanta facilidad a los cambios.
Introducción
Lo ecológico está de moda. Al fin nos hemos dado cuenta de que hay que respetar el
medio ambiente, de que la naturaleza es el bien más preciado con el que contamos. Hoy
tenemos alimentos ecológicos, autobuses ecológicos, la educación ambiental es una de las
materias transversales de los colegios, debemos reciclar productos y utilizar productos
reciclados.
Como no podía ser de otro modo, la corriente ecológica ha llegado también a la educación
y el aprendizaje. Hoy se habla de métodos naturales y ecológicos para definir un tipo de
aprendizaje lo más natural posible, basado en las intervenciones naturales y casi innatas
de las madres con sus hijos. Se habla de los trucos de las abuelas, de la vuelta a las
canciones populares, a los juegos clásicos y a los materiales más naturales.
Los artículos con los que hoy se introduce esta sección, y los que sucesivamente se vayan
incluyendo, pretenden mostrar las claves de este tipo de aprendizaje, de manera que sean
de utilidad tanto a padres como a profesionales.
A menudo se comenta que los padres no son profesionales, ni deben serlo. Pero,
sabemos que la mejor estimulación es la que se realiza en el hogar, la ejercida por los
padres y hermanos, dentro de un contexto natural. Es lo que se llama método de
aprendizaje natural o ecológico.
Sin embargo, esta metodología no siempre es fácil de desarrollar, ya que influyen multitud
de factores: trabajo fuera del hogar de ambos progenitores, necesidad de más
profesionales, económicamente es más caro, etc. Por ello, en España no suele realizarse, o
al menos de manera generalizada.
En la mayoría de los casos el profesional se reúne con la familia, o con los profesores,
pero la intervención suele llevarse a cabo en un centro especializado, en sesiones de entre
45 y 60 minutos. Los profesionales deben, sin embargo, dar pautas a los padres sobre
cómo ampliar las actividades que han sido estructuradas en el centro, en un ambiente
más o menos artificial, para convertirlas en actividades cotidianas que se realicen en el
hogar. Por ejemplo, en el centro se pueden trabajar los alimentos, pero habitualmente no
se cocina de verdad, ya que hay poco tiempo, y no se dispone de los medios. La
metodología es diferente. En cambio en casa, hay cosas que se pueden hacer con
facilidad.
Sin embargo, a los padres no siempre les resulta tan fácil incluir los objetivos que se han
planteado con sus hijos, dentro de las actividades cotidianas y las rutinas. Es lógico, ya
que ellos no son profesionales de la educación, y lo que parece obvio para un profesional
de la atención temprana, no tiene por qué serlo tanto para un profesional de otro ámbito.
Por ello, estas páginas pretenden facilitar esta tarea que los padres y hermanos pueden
realizar en casa, tratando de dar ideas y ejemplos de cómo adaptar las actividades diarias
para convertirlas en ricos y divertidos medios de aprendizaje.
Consejos previos
Por ello, lo primero es establecer la actividad rutinaria en la que se van a incorporar los
aprendizajes. Para ello, la familia elegirá una actividad que interese al niño, ya sea ayudar
a poner la mesa, preparar la comida, hacer las camas, meter la ropa en la lavadora,
bañarse, separar la ropa de color de la blanca, vestirse, etc.
Debe ser algo que a su madre, padre o abuelos no les cueste demasiado trabajo hacer, y
que no requiera de excesivo cuidado por su parte. Debe de ser algo que dominen, y a lo
que además puedan dedicar más tiempo del necesario, es decir, que estén dispuestos a
"perder" más tiempo en hacer algo, ya que la ayuda del niño probablemente hará que la
actividad sea más lenta.
Deben hacerse en un momento del día tranquilo. Por ejemplo, si la hora de la cena es un
poco estresante, o la del baño, es mejor elegir otro momento.
Actividades
Poner la mesa:
La madre o el padre le van indicando las cosas que debe tomar
y colocar en la mesa, y en qué lugar de la misma. Por ejemplo:
toma el pan y lo dejas al lado de los platos.
- El juego
- Los juguetes
- Juguetes recomendados
- A partir de los 3 años
- Reflexiones finales
El juego
Todos los niños necesitan jugar. No sólo porque lo pasan bien -lo cual ya sería suficiente-,
sino porque es imprescindible para un buen desarrollo de su personalidad. Aprenden a
conocerse y a conocer lo que les rodea. Aprenden a manejar su cuerpo y a usar
materiales diversos para alcanzar unos objetivos.
Los niños sin problemas tienen capacidad para aprender a jugar por sí mismos, sin la
ayuda de un adulto -aunque les conviene jugar mucho con sus padres- e incluso pueden
jugar con poco material específico.
Sin embargo, los niños con síndrome de Down no suelen tener esa iniciativa propia y
necesitan ser ayudados desde que nacen. Dadas sus condiciones físicas y psíquicas tienen
dificultades para aprender a jugar. El tiempo, esfuerzo y entusiasmo que debe
dedicárseles, se verán compensados cuando se descubre que, poco a poco, van siendo
capaces de desplegar actividades propias con iniciativa y creatividad.
Para empezar, muchos juegos deben realizarse sin juguetes. Es el adulto u otro niño
quien pone su persona, su cara, sus movimientos, sus canciones, su capacidad de
representación o simbolización.
De este modo, el bebé juega con la cara de su madre: la mira, la observa, la explora con
sus manos. A partir de los seis meses disfruta con las canciones y rimas populares: "Cinco
lobitos", "Toca palmitas", "Aserrín, aserrán", "Arre borriquito"... El niño con síndrome de
Down necesita de un modo especial estos juegos y aprenderá a hacer los gestos
adecuados, incluso anticipándose al texto. Más tarde, será capaz de escuchar cuentos
mirando imágenes; y por último, podrá representar él mismo algún personaje o animal y
participará en actividades de simbolización.
Además de estos juegos que deben realizarse a lo largo de toda la infancia, hay otros en
los que es preciso utilizar juguetes. También será necesario que el adulto guíe al niño con
síndrome de Down y le enseñe y facilite el uso y disfrute del material que se le ofrece.
Los juguetes
Los juguetes deben reunir unas condiciones mínimas para cumplir eficazmente el doble
objetivo de divertir y enseñar. Estas condiciones son la seguridad y la adecuación a
la edad de desarrollo del niño.
La seguridad implica que no haya riesgos de daño. Por ejemplo, que no puedan
descomponerse en piezas pequeñas que el niño pueda tragar, o romperse en trozos
afilados que pinchen -o corten, o que estén pintados con pinturas tóxicas que contengan
plomo y el niño puede chupar...
En cuanto a la adecuación al desarrollo del niño, hay que tener en cuenta su capacidad
física y psíquica y elegir aquello que más pueda atraer su atención y estimular su
actividad exploratoria y creativa. Todos los niños pasan por unas etapas y en cada
momento son más adecuados unos juguetes que otros.
Los niños con síndrome de Down también pasan por esas etapas, aunque con algunas
dificultades y retraso. Por este motivo es preciso que dispongan de material más
abundante y mejor seleccionado que otros niños.
Juguetes recomendados
Como orientación general hemos confeccionado una lista de juguetes para niños con
síndrome de Down, de 0 a 3 años. Todos ellos han sido ya utilizados por muchos niños y
nos han demostrado reunir las condiciones que señalamos más arriba.
Primera etapa:
Segunda etapa:
Tercera etapa:
Aconsejamos que en Navidad los familiares regalen a nuestros hijos alguno de estos
juguetes. Pero no olvidemos que EL MEJOR REGALO QUE NOSOTROS PODEMOS HACER A
LOS NIÑOS -Y QUE EL DINERO NO PUEDE COMPRAR- ES DEDICAR MÁS TIEMPO A JUGAR
CON ELLOS.
El niño con síndrome de Down de tres años que ha sido estimulado adecuadamente, ha
aprendido muchas cosas. Es capaz de jugar por sí solo, utilizando con cierta creatividad el
material que tiene a su alcance. Pasa muchos ratos entretenido con sus cosas,
experimentando o usándolas del modo que ha aprendido.
Por todo ello, y siguiendo en la misma línea, recomendamos una serie de juguetes y
material que facilitará la madurez global de los niños con síndrome de Down a partir de
los 3 años.
Motor grueso
El niño ya conoce, controla y mueve adecuadamente su propio cuerpo de acuerdo con las
diversas circunstancias ordinarias. Ahora necesita mejorar el tono, el equilibrio, la
coordinación y la postura, con juegos de correr, saltar, andar en triciclo, etc. Debe
participar habitualmente en los juegos infantiles de los parques públicos como tobogán,
columpio, barras de trepar, etc., con ayuda y vigilancia. El columpio debe usarlo con
moderación, para evitar la aparición de movimientos autoestimulatorios de balanceo que
le desconecten un poco del ambiente.
Motor fino
El niño también ha desarrollado habilidad con sus manos, ha aprendido a coordinar los
movimientos de ambas, a coger cosas de diversos tamaños y formas, a manejar algunos
instrumentos auxiliares con finalidades concretas, etc.; pero todavía hay cierta torpeza y
tosquedad en los movimientos finos, poca independencia de dedos, a veces poca fuerza.
La habilidad manual debe mejorar siempre.
Para ayudarle en este aspecto, así como en el de la creatividad, conviene tener en casa:
- Puzzles muy variados y con diversos grados de dificultad. Es mejor hacerlos en casa
utilizando planchas de cumen y con dibujos sencillos. Incluso basta utilizar tarjetas
postales o láminas que se recortan en 2, 4, 6, 8 trozos. y el niño debe colocar y pegar
formando de nuevo la imagen.
- Rompecabezas de pocos cubos.
- Lotos y otros juegos de asociación.
- Juegos "memory".
- Bloques lógicos o formas geométricas de diferente color, tamaño, grosor y, si es posible,
textura.
Lenguaje
El lenguaje debe estar siempre presente en todas las relaciones ordinarias y de juego que
tengamos con el niño, pero también hay material que ayuda específicamente en esta
importantísima área:
Reflexiones finales
Recordemos que estamos hablando de juguetes; por tanto, todos tenemos que pasarlo
bien.
El programa de baño
El programa en la piscina
El programa de requisitos previos
El programa de intervención en las personas con síndrome de Down
Figuras
EL PROGRAMA DE BAÑO
1. De 0 a 6 meses
Los primeros días, quizás te sientas más seguro si lo enjabonas sobre el tablero
del baño y luego lo introduces en el agua para quitarle el gel, tomándole
firmemente con los dos brazos por debajo de su cuerpecito. Cuando lo puedas
manipular con más seguridad, túmbalo bien sostenido con tus brazos en
diferentes posiciones y enjabónale parcialmente en cada una de éstas,
estudiando sus reacciones. Es primordial que no trague agua y que no le llegue
a los oídos (de lado, de espalda, boca abajo, etc.).
El contacto con la piel del niño es muy importante para su desarrollo en general.
Pero sin duda resulta indispensable para expresar el desarrollo afectivo. No
dudes en acariciarlo al tenerlo sobre el tablero del baño y al asearlo. Hazle
cosquillitas en la barriguita o bajo la barbilla.
Cuando lo seques, hazlo con suavidad, no frotes, deja que el paño absorba la
humedad. Antes del baño es un momento muy apropiado para que el niño haga
un poco de ejercicio. Si nos acompaña el ambiente estando bien caldeado, no
tengas demasiada prisa. Le encantará patalear, cogerse los pies, mirar los
dedos, etc. Si ni siquiera hace esto, estimúlaselo sobre el tablero del baño:
1. Coge con las manos los tobillos del niño manteniendo las piernas juntas.
Flexiónale las piernas hasta llevar los pies junto a las nalgas y las rodillas al
pecho.
2. Flexiónale alternativamente una pierna, luego otra, lentamente, imitando el
pedaleo.
3. Sepárale y júntale las piernas suavemente manteniéndolas estiradas y
levantadas.
4. Con las piernas estiradas, levántaselas 45° y luego sepáraselas
moderadamente, para después bajarlas y juntarlas describiendo una
rotación.
5. Coloca a tu hijo boca abajo, con las piernas estiradas y unidas, las manos
apoyadas a la altura de los hombros. Una de tus manos, que controle la zona
lumbar y glúteos; mientras que con la otra le coges los tobillos y le doblas
las rodillas acercándole los pies a las nalgas.
6. Coloca a tu hijo en la misma posición de partida anterior; apóyale suave-
mente una mano en los muslos y con la otra levántale el pecho del suelo de
10 a 20 centímetros.
7. Coloca a tu hijo tendido boca arriba, en posición horizontal. Las piernas
juntas y estiradas y los brazos también estirados a lo largo del cuerpo. Con
una mano cógele los tobillos y con la otra, pasándosela por debajo de la
nuca, levántale el tronco hasta colocarlo en la posición de sentado.
8. Coloca al niño en la misma posición de partida anterior, apóyale ligeramente
una de las manos sobre su pecho y con la otra cógele suavemente los
tobillos levantándole lentamente las piernas, manteniéndoselas estiradas
hasta que comiencen a ofrecer algo de resistencia.
9. Coloca al niño en la misma posición de partida anterior, cógele con cada una
de tus manos, una de las suyas. Levántale los brazos adelante-arriba hasta
formar ángulo recto con el cuerpo. Continúa el movimiento hasta que éstos
estén alineados junto a la oreja y a continuación vuelve lentamente a la
posición de partida.
10.Coloca al niño en la misma posición de partida anterior, cógele con cada una
de tus manos, una de las suyas. Extiéndele a continuación los brazos sobre
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 108
-La educación de los niños con Síndrome de Down
Puedes hacer que dos cosas choquen y suenen, a continuación puedes hacer lo
mismo con otras dos cosas y observa si mira de dónde viene el ruido.
Puedes hacer chascar los dedos de una de tus manos y que el niño los mire.
Luego chasca los de la otra y lo mismo.
Después de estar estimulándolo un rato boca arriba, ponlo boca abajo con algo
vistoso delante de la cabeza. Quizás la levante y moverá los brazos para coger
el objeto.
Estimúlale a que haga estos mismos ejercicios él con sus dedos y sus manos.
Ponle un dedo suyo dentro de la otra mano y que se lo apriete.
Antes de que sea capaz de controlar hasta sus vértebras lumbares y quedarse
sentado en el baño; cuando tengas que ayudarle de forma relajada y suelta
para mantener esta postura, será bueno que:
Le pongas delante diferentes cosas que floten, que sean de colores vivos para
que las manipule (rojo, azul, amarillo, verde). Muéveselas tú de alguna forma
para que las siga con la vista.
Si tu hijo toca o te muestra cosas con la mano, dile el nombre del objeto.
Puedes poner objetos limpios dentro del agua (tarrito de plástico, corchos, tapa
de algún tarro, esponja, etc.), y deja que el niño juegue con ellos. Esto le
servirá para aprender muchas cosas que no le podrías explicar con palabras.
Aprenderá solo que algunas cosas se van al fondo (metal), que otras no se
hunden (corcho), que el agua se puede meter en el tarro, que aunque las cosas
estén situadas en el fondo se siguen viendo, que el agua cuando se golpea
salpica (cosa que no ocurre al golpear las paredes de la bañera), que la esponja
al apretarla debajo del agua hace globitos, etc. Unos minutos sentado en el
bañito con tu ayuda, le servirán para aprender muchas cosas.
Aprovecha el instante que lo tienes sentado en las rodillas para tocarle los dedi-
tos uno por uno, la cara, los brazos y háblale suavemente (no importa que no
entienda). Ábrele y ciérrale los deditos. Cántale suavemente, hazle cosquillas en
las manitas y sube haciéndole también cosquillas por los brazos.
Si te aprieta bien el dedo con su mano, estimúlale a que lo haga con las dos y
que se ponga en pie sobre tus muslos.
Si al estar de pie sobre tus muslos se le doblan un poco las rodillas, juega a dar
saltitos.
Si eres animoso y juegas con tu hijo por el suelo, ponte sentado o en cuclillas,
toma al niño por las caderas o los muslos y ponlo de espaldas a ti. Examina si
sostiene su tronco, si lo inclinas un poco hacia delante.
CUESTIONARIO DE AUTOEVALUACIÓN SI NO
¿Dejas a tu hijo desnudito en el baño casi sin ayuda para
que se sienta más libre y ligero?
¿Le ayudas a hacer un poco de gimnasia (5 minutos son
suficientes pero mejor algo más)?
¿Estudias los objetos que más le gustan?
Cuando le secas ¿le masajeas suavemente todo el
cuerpo?
¿Te acuerdas de repetir los sonidos que el niño dice, de
nombrarle las partes de su cuerpo?
¿Podría decir tu hijo que el rato de permanencia en el
agua es un rato de felicidad para él, pues de vez en
cuando se ríe, acaricia, canta, etc.?
¿De vez en cuando otras personas bañan a tu hijo
(mama, tíos, hermanos)?
¿Observas si tu hijo se fija bien en los objetos, si te
aprieta el dedo de la mano, si hace intentos o endereza
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 110
-La educación de los niños con Síndrome de Down
2. De 6 a 12 meses
Intenta comenzar a usar el baño grande (la bañera). Si lo compartes con él,
mejor; recuerda que mientras estás con tu hijo en el agua, no sólo le estas
proporcionando una actividad interesante y rehabilitadora, sino que debes
aprovecharla para desarrollar su inteligencia.
Recuerda que:
Sácale alguna foto de cada uno de estos momentos y se las pones en un álbum,
para poder enseñárselas de vez en cuando y poder hablar sobre los diferentes
temas.
Durante este periodo de tiempo que el baño se comparte con otra persona,
procura que la altura del agua alcance al niño por la cintura estando sentado.
Insértale en una cuerda cosas que él pueda mirar, tocar, chupar (trocitos de
manguera, anilla de plástico, etc.).
Muéstrale cosas de distintos colores y enséñale a juntar todas las que son, por
ejemplo, azules. Después puedes hacer lo mismo con las rojas y luego con las
amarillas.
Completa las frases que tu hijo te dice incompletas. Por ejemplo: tu hijo te dice:
«agua», tu le podrás terminar la frase diciéndole: «mamá, me gusta mucho el
agua».
Puedes meterle en el baño una muñeca de plástico barata junto con algún otro
objeto, para que pueda usarlos jugando con la muñeca (no des importancia a
que tu hijo sea niño o niña).
Si tu hijo no sabe tomar un vaso para beber, dale uno para que juegue en el
baño, colócaselo en las manitas de la forma adecuada y que lo llene de agua
para después vaciarlo. Intenta hacerlo tú para que te imite. Cuando tome el
vaso sin derramarlo, no te olvides de premiarle.
Si tu hijo se mantiene sentadito solo con absoluta tranquilidad, será bueno que
le dejes en cada sesión a estas alturas de 5 a 10 minutos tumbadito boca abajo
(con poca agua); para que haga lo que quiera por sus propios medios, si bien tú
le seguirás de cerca.
Piensa que a estas alturas debe practicar mucho el paso de la posición prono
(boca abajo) a supino (boca arriba), utilizando el apoyo de brazos y por ambos
lados, para mecanizar de forma fluida la maniobra de sentarse.
Cuando esté sentadito, dale tus dedos pulgares para que los agarre e intente
levantarse apoyando sus plantas de los pies sobre el fondo no deslizante de la
bañera.
Se supone que tu hijo debe seguir con la mirada objetos que se muevan
rápidamente. Lanza algun juguete al aire diciendo «arriba» y que lo siga con la
mirada.
Si intenta conseguir un objeto que flota sobre el agua, piensa que es difícil, éste
se mueve, quizás tengas que ayudarle.
Si le das dos tarros de distinto tamaño sin tapa, se hundirán. Que aprenda a
colocarles la tapa que les corresponda. Al hacerlo bien no se hundirán.
Pídele que te muestre objetos o partes del cuerpo que le nombres, estimúlale
para que intente repetir las palabras.
¿En que momento hay que dar el premio? - El premio (elogios, beso)
debe darse inmediatamente después que el niño ha hecho algo bien.
Si crees que tu hijo conoce las diferentes partes de su cuerpo, comienza ahora a
enseñarle a mostrar las partes del cuerpo que le nombres. Dile: «muéstrame tu
pie» y llévale la mano hasta tocarle el pie y conténtale: «Bravo, ahí te estas
tocando el pie». Haz lo mismo con otras partes del cuerpo.
Recuerda que durante los dos o tres primeros meses, tu hijo era feliz estando en
su cunita o en su baño pequeño. Después le gusta estar más tiempo en el
«corralito» o en el baño grande.
Resulta ser, pues, este un buen momento para que busques una piscina
adecuada en la que puedas comenzar a trabajar en compañía de un
profesor o terapeuta bien informado.
Intenta que tu hijo coopere cuando le vistes. Háblale, mientras lo haces; dile:
«levanta las piernas», «siéntate», «mete por aquí una mano», «levanta el pie»,
etc.
Nómbrale a medida que lo vistes, cada una de las cosas que le pones.
CUESTIONARIO DE AUTOEVALUACIÓN SI NO
¿Compartes el baño con tu hijo?
¿No te molestará que tu hijo sacuda, tire, los objetos
cuando estéis dentro del baño?
¿Le sacas alguna foto en alguno de los momentos sugeridos
en este programa?
¿Le pones el nivel del agua por la cintura cuando está
sentado en el fondo de la bañera?
¿Le fabricas juguetitos de colores y le pides que los agrupe
por determinados colores también, o dentro de esos
colores, por determinadas formas concretas?
¿Le escondes cositas, para que las busque?
¿Le enseñas a vaciar tanto el agua como otras cositas
flotantes, de un recipiente a otro?
¿Le enseñas a imitar diferentes sonidos?
¿Le refuerzas la expresión de sus sentimientos?
¿Le estimulas a que tape y destape frascos de rosca?
¿Le haces jugar lanzándole cosas para observar sus
seguimientos visuales?
¿Jugáis a nombrar las diferentes partes del cuerpo
señalándolas?
EL PROGRAMA EN PISCINA
Con una frecuencia que te permita actuar relajado, una o dos veces al mes,
comienza a tomar contacto con el profesor que te asesorará para ir cubriendo el
programa de requisitos previos que se describirá más adelante.
1. Intenta estar pendiente de tu hijo, las relaciones sociales con otros padres se
han de dejar para después.
2. Deja que coopere en vestirse y desvestirse, sacarse el gorro, los calcetines,
etc.
3. Dentro del recinto de la piscina, procura acostumbrar al niño a que cierre y
abra las puertas, apague y encienda las luces aunque sea tomándole en
brazos.
— En el vestuario, déjale hacer ciertas cosas por sus propios medios, aunque
tarde en ello. Por ejemplo: quitarse el abrigo, ponerse los zapatos, etc.
1. Contesta siempre las preguntas que haga el niño en la forma más sencilla
que puedas. No le mientas, porque le confundes. Es preferible que le digas
«no sé» a que inventes.
2. Recorre el recinto con él y vele preguntando frente a distintos sitios: ¿Qué es
esto? Apláudele cuando diga el nombre correcto. Lo mismo puedes hacer
frente a personas, preguntando: «¿Quién es?».
3. Cuando tu hijo te pida algo, anímalo a que te pida con palabras y no sólo con
gestos o ruidos. Y que se acostumbre a decir «gracias».
4. Enséñale a despedirse del profesor y las demás personas de la piscina: Dar
un beso, mover la manita diciendo «adiós».
5. Pídele que eche a la papelera los pañuelos de sonarse, los papeles que
empaquetan su merienda, desayuno, etc.
6. En el vestuario, que junte sus zapatos, que te vaya pasando los calcetines,
sigue después con otras prendas de vestir, nombrándoselas según las van
ordenando.
7. Aprovecha al máximo las oportunidades para indicarle con palabras lo que
tiene que hacer. Por ejemplo, dile: «Fulanito, cierra la puerta», «por favor,
dame la toalla», «corre, que te espera el profesor», «sube las escaleras»,
etc.
8. Si le dejas andar cada día un rato hasta que te pida que lo metas en el agua,
procura que no sea por el mismo sitio siempre.
9. Cuando los niños están colgados de la barra flotante, les podemos entretener
mucho, proponiéndoles que manipulen objetos que se pueden meter unos
dentro de otros (no demasiado pequñnos, podrían tragárselos).
10.Si en el grupo hay niños de su edad, que se saluden, que puedan estar
juntos un pequeño rato.
11.Trata de enseñarle qué significa «arriba» y «abajo». Para lograr esto, toma
una pelota que al niño le interese, levántala y dile: «arriba»; luego pónsela
sobre el agua y dile «abajo». Ponla sobre una tabla y dile «arriba de la
tabla». Ponla bajo la tabla y dile «debajo de la tabla». Repite esto con distin-
tos objetos. Luego, puedes preguntar al niño: «dónde esta la pelota»; cuan-
do la mire o la coja, dile: «está encima de la tabla». Aprovecha todas las
oportunidades posibles para usar estas dos palabras mostrando al niño ob-
jetos que están arriba o abajo. No te olvides de premiarle cuando entienda lo
que le dices, o cuando intente decir él «arriba» o «abajo».
12.Coloca un objeto cerca de él, pero de manera que tenga que cambiar de
posición para obtenerlo (girar la barra, soltar un brazo, etc.).
13.Pasa un cordel por los flotadores de forma de «donuts» y arrástralos para
que llamen la atención de tu hijo y que intente ir a por ellos.
¿Hasta cuándo voy a tener que ayudarle? preguntan algunos, agobiados por
llevar algunos meses remolcándole de la barra o de los manguitos. Si queremos
ir demasiado deprisa seguramente crearemos cotas muy altas de ansiedad. Hay
muchas cosas que está y puede seguir aprendiendo:
Recuerda que el rato antes y después del trabajo en el agua, es estupendo para
que haga un poco de gimnasia.
Por lo tanto, según desarrolle sus actividades libres, coméntale lo que hace,
poniendo especial énfasis en las acciones realizadas por las diferentes partes del
cuerpo.
Comienza a enseñarle lo que son los colores. Para empezar, escoge un color
vivo como el rojo, el azul, amarillo, blanco o negro. Si escoge el azul, junta dos
o tres objetos azules y muéstraselos al niño diciendo: «palo azul, bola azul,
tabla azul».
Muéstrale un palo de otro color diciendo: «este palo no es azul» (no le digas de
qué color es). Repite este ejercicio durante algún tiempo, mostrando en
distintas oportunidades objetos que sean azules y objetos no azules.
No te debes extrañar de que pendencie con otros niños que están próximos, ya
que tenderá más a quitar que a dar.
Alguno de los objetos que le gusten, átalo y mientras él está colgado de la barra
flotante, se lo tiras algo lejos y, si flota, enséñale a que lo arrastre hacia sí
mismo. Si se hunde, enséñale a recuperarlo. Para que no pierda la cuerda, le
puedes atar el otro extremo a la barra.
Déjale que, al estar colgado de la barra flotante, te tire algo que se hunda al
fondo y sumérgete para cogérselo. No olvides aparecer en la superficie con cara
sonriente.
Déjale entretenerse algún rato solo, colgado de la barra flotante con algún
juguete y obsérvale.
Cuando le tengas colgado de la barra flotante y jugando con cosas, pídele que te
pase alguna de ellas: «dame la pelota», «dame el palo»; y cogiéndole la mano
haz que te lo pasa.
Cuando esté colgado de la barra flotante, haz movimientos para que te imite:
juntar y separar las manos, abrir y cerrar los dedos y gestos de despedida, cinco
lobitos, date en la mochita, etc.
Pidele que te muestre cosas: «muéstrame la tabla», «el bote», «el techo», «la
ventana», etc. Si se equivoca corrígelo con dulzura.
Mientras estás frente a él sopla dentro del agua levantando burbujas y al salir
muestra el rostro alegre. (¿Recuerdas los ejercicios de soplar la vela o los
papelitos, para que se levanten?)
Seguramente te habrás dado cuenta que a los niños no les interesa tener
juguetes elegantes o caros. Les gusta cualquier cosa, siempre que se pueda
chupar, tocar, golpear, éstas son las cosas que tenemos en la piscina, úsalas.
Tu hijo tiene que ir aprendiendo las cosas de la piscina. Para facilitarle esta
tarea, muéstrale las cosas una a una y dile el nombre «tabla», «escalera»,
«borde», etc. Aunque el niño no pueda repetir todavía lo que se le dice, él ya se
va familiarizando con el nombre de las cosas.
Fíjate si sonríe cuando alguien del grupo le sonríe. Si esto ocurre, podría ser
ésta una persona a la que se lo podrías dejar en caso de necesidad.
Cambia de objeto durante los primeros dias, que conozca todas las cositas que
tenemos para entretenerse en la piscina, e incluso tráele algo de casa que le
atraiga.
No olvides el tema de los sonidos, imita todos los que él haga, pero a través del
agua, introduciendo la boca en ella, para que vea cómo al hablar expulsando el
aire, la boca no se inunda.
Si algún familiar de otros niños, durante las sesiones, suele hablarte demasiado,
elúdelo con diplomacia, piensa que debes de estar absolutamente pendiente de
tu hijo, deja las relaciones sociales para cuando termine la sesión.
Estimúlale a que suba las escalerillas de la piscina, aunque sea gateando (hasta
que sepa subir con facilidad, no intentes que baje).
1. Favorece de vez en cuando situaciones en las que pueda jugar con otros
niños.
2. Si ya aprendió a subir las escaleras, que lo haga cada vez por una distinta.
3. Esta puede ser una buena etapa para traer a la piscina una muñeca de
plástico barata para jugar.
4. Es muy interesante para esta etapa, el juego de los cubos.
Con una tabla flotante y unos cubos de corcho o de madera, enséñale cómo
hacer construcciones simples: filas, torres, puentes, etc.
Si toca con los pies en el suelo en alguna parte de la piscina, sujétalo lo menos
posible para que dé pasitos o se ponga de puntillas al llegarle el agua cerca de
la boca.
Si tu hijo está andando en la piscina, aunque sea agarrado al borde, pídele que
pase por debajo de algún obstáculo que tú le pongas; apoyando este al borde
por un extremo y por el otro sostenido por tu mano. Ayúdale levantando un
poquito el obstáculo para que no tenga aún que introducir mucho la cara en el
agua.
Si ya anda solo por la piscina, le puedes hundir un tarro de plástico u otra cosa
que le llame la atención y con una de las picas de madera, que intente sacarlo a
la superficie; quizs se anime e intente aproximar voluntariamente el rostro al
agua.
Según está andando por la piscina, que te imite los movimientos que tú le
pidas: «levanta los brazos» (si no lo hace, muéstrale cómo hacerlo), «parate
(quédate quieto)», «mueve el dedo pequeñito de las manos», etc.
Al andar por la piscina sin ayuda, seguro que le gusta arrastrar algo que flote, e
incluso poniéndole algo dentro.
Al terminar, cuando le estés secando, pídele que se seque alguna parte concreta
de su cuerpo, nombrándosela con claridad.
1. Tónico postural
2. Equilibrio
3. Coordinación
Haciendo un análisis de los resultados de cada año, durante los últimos cursos
hemos podido constatar el hecho de que los niños más ansiosos o con
comportamientos fóbicos (de miedo), dejan de manifestarse así y actúan
relajados y solícitos, cuando han cubierto una etapa que es justamente a la
que aquí nos referimos con el nombre de Requisitos Previos.
Creo que todos entendemos, por lo menos los interesados en los alumnos que
aquí nos ocupan, que cualquier programa de aprendizaje que se mueva en el
entorno de la natación, deberá ser secuenciado siguiendo criterios de
espaciación y temporización. Pero esto sólo es posible cuando el propio sujeto
es capaz de tomarse a sí mismo como referencia. Nuestro programa de
Requisitos Previos, persigue este objetivo en forma secuenciada. Partiendo de
este acontecimiento vital, cualquier alumno con necesidades educativas
especiales podrá incorporarse gozando a un programa de aprendizaje
entendido por convencional.
Como mis esfuerzos y los de mi equipo, desde hace casi treinta años, están
dirigidos a dar respuestas cada vez más eficaces a los casos más gravemente
afectados, es por lo que hemos dado muchas pistas para acometer el
programa de forma temprana, nada más establecerse un diagnóstico y
acometiendo un programa simultáneo y paralelo al llevado a cabo por los
servicios de Estimulación Temprana y Rehabilitación.
1. La tarea
Durante esta fase, los padres pueden suministrar un informe completo sobre
su conducta. El agua sirve de amplificador de comportamientos, permitiendo
poner de manifiesto con claridad el miedo y la ansiedad, el dominio y el
autoritarismo. Pero también la calma y la benevolencia, la confianza en las
posibilidades del niño y la admiración por él. ¿Permitirán los padres a su hijo
acceder a una autonomía experimentada incluso con su cuerpo?
1. Individualizado
2. Duadas o triadas
3. Grupo medio (6 u 8)
2. El método
Partimos, pues, de considerar que el niño piensa lo que percibe, que puede ir
construyendo una receptividad consciente y organizada. Si pretendemos que el
niño organice relaciones entre los elementos percibidos, sólo debemos irle
ofreciendo lo que estimemos que es capaz de recibir. El pensamiento no
accederá nunca a los símbolos y a la abstracción sin la presencia del soporte
psicomotor, que evoluciona paralelamente al desarrollo mental.
La madre o familiar toma al niño fuertemente por las axilas y mirándole, realiza
lentas y rítmicas inclinaciones laterales y anteroposteriores de la cabeza, para
estimular las respuestas de equilibración cefálica. Conviene cuidar el ritmo
modulado de los movimientos, que estará en sintonía con las capacidades de
respuesta del niño. Las verbalizaciones serán ricas, casi constantes y en ningún
caso sobre aspectos ajenos a la acción que se lleva a cabo. Se juega a ver, oír y
relacionar las cosas percibidas en las cuatro posiciones. Resulta necesario
centrarse en esta actividad durante un tiempo significativo, que permita que el
niño grabe bien la situación.
Sin duda hay que completar el desarrollo de la sensibilidad vestibular. Para ello
implementamos ejercicios sobre colchonetas que generen aceleraciones lineales
y circulares haciendo que intervengan no sólo las células otolíticas (uno de los
dos neurorreceptores del órgano vestibular que queremos estimular), como en
el ejercicio anterior, sino que se mueva el líquido en el interior de los conductos
semicirculares (en los que se encuentra el segundo neurorreceptor del órgano
vestibular que queremos estimular). Se comienza con la colchoneta sobre el
borde y colocando al niño en posición prona, se le hace realizar pasivamente
deslizamientos laterales y circulares sobre la tripa (predomina el movimiento de
la endolinfa en el conducto semicircular horizontal) (fig. 3), para que más
adelante los realice de forma activa él mismo.
Sentado sobre la colchoneta se toma al niño con una mano sobre la cabeza y
con la otra se le asiste en los apoyos laterales que aparecen como respuesta
neurolaberíntica al ser inclinado (fig. 4).
Se juega con las colchonetas para afianzar las respuestas extensoras de tronco
y apoyo en brazos, favoreciendo así la consecución más segura de la
sedestación. Las acciones lúdicas continúan con la pretensión de mejorar el tono
de la musculatura del tronco. Con tal fin se recurre a deslizamientos que
proyectan el cuerpo fuera de la colchoneta, y aparecerán conductas de
evitación, que implicarán a los músculos espinales si las maniobras se efectúan
en prono, y músculos rectos si son en supino (fig. 5). Si con las maniobras
efectuadas en supino se triene el cuidado de elevar más una de las piernas, se
obtienen respuestas de apoyo lateral con giros de tronco que implicarán
músculos oblicuos.
Conseguido esto último, cuando el niño queda tumbado supino bajo la barra flo-
tante (fig. 7D), podrá tener opción a pasar de esta posición a la de prono (boca
abajo), haciendo gala de dominar el paso de flexión total de tronco a extensión
total de tronco.
Ésta es siempre rechazada por todos los niños; no olvidemos que necesitamos
cierto nivel de percepción desde que comenzamos a movernos en cualquier
medio. En condiciones normales, para la mayor parte de los individuos, el
cuadro de referencia visual es una determinante de la percepción espacial, más
fuerte que el cuadro de referencia postural. De modo que hay que ser muy
pacientes hasta ver a los niños con la posición lograda (fig. 9A) y con sus orejas
bien situadas dentro del agua (fig. 9B).
El uso de los aros compuestos resulta adecuado para los cuadros de sinergias
flexoras o espasticidades flexoras.
Haciendo desplazarse al niño por la zona de piscina donde el agua le llega cerca
del cuello, tenemos la posibilidad de inducirle a la posición adecuada de las
piernas con carga completa sobre el pie (fig. 11 A). Si le hacemos andar en
aguas un poco más profundas tendrá que recurrir a andar de puntillas,
necesitando poner en marcha movimientos reactivos (involuntarios) del tronco y
extremidades para afianzar el centra de gravedad (fig. 11 A). Todos los
músculos de la pierna influyen en el condicionamiento de la bóveda plantar, con
excepción del tríceps sural y tibial anterior. Los principales músculos que
abrazan y soportan dicha bóveda constituyendo el estribo plantar, son: el
peroneo lateral largo, el tibial posterior y el flexor largo de los dedos. Andar de
puntillas es especialmente interesante para reforzar el buen estado de
la bóveda plantar.
Me resultaría imposible darles una visión neutra de las personas con síndrome de
Down; son tantos los años en contacto directo, que las experiencias vividas
juntos en viajes, concentraciones, campeonatos, situaciones divertidas y llenas
de humanidad y afecto, sencillamente me desbordan.
Al verlos trabajar, nadar, patinar, esquiar, jugar y relacionarse con tan aceptable
fluidez, no puedo por menos que pensar en personalidades muy completas. Sé
que la respuesta inmediata es: «¡pero todos no son iguales!». Pues no, no lo son,
pero cualquiera de nosotros tampoco lo somos.
1. Cuestiones suscitadas
Lo cierto es que los que trabajamos con personas con síndrome de Down,
tenemos la sensación de que el tipo clásico (apático, vegetativo, egocéntrico)
queda a lo lejos en el recuerdo; dando paso a otro tipo más activo, inestable,
rebelde y con intereses, capaz de suscitar debates permanentes sobre su
integrabilidad.
1. No existe institución o internado, por bueno que este sea, que pueda
sustituir los cuidados paternos.
2. La experiencia demuestra que un equipo multidisciplinar es el mejor recurso
para hacer frente a la tarea de ayudar a los padres a planificar
inteligentemente el futuro y para poner en juego las capacidades que posee
el niño.
3. Cada niño debe ser sometido a exámenes neurológicos, a protocolos
pediátricos bien definidos, a exámenes psicológicos y de maduración.
4. Los niños estimulados presentan estadísticamente C.I. significativamente
más altos que los que siguieron una evolución espontánea. Los estimulados
no presentan rasgos autistas o los presentan en menor intensidad que los del
grupo testigo no estimulado, o que aquellos en quienes las indicaciones
terapéuticas fueron dejadas de lado, o cumplidas de forma deficiente.
5. El trabajo en el medio acuático se debe comenzar, pues, por los mismos
padres y con éstos debidamente informados y preparados.
Primera pauta
Segunda pauta
Tercera pauta
Como cualquier bebé, el niño con síndrome de Down necesita una cierta cuota
de succión, con independencia de la que necesitaría para cubrir las funciones de
nutrición; puesto que la succión es fuente de satisfacciones y gratificaciones
orales.
Pero el pequeño con síndrome de Down suele rechazar el chupete, porque tiene
su propio elemento para succionar: la lengua. La intensidad con que llega a
succionar ésta, seguramente será inversa a la cantidad de estimulación
sensorial y afectiva que reciba. Si esta función se produce en exceso por falta de
estimulación, los órganos bucales se habitúan a esta actividad anómala, que
terminaría por reemplazar parcialmente las sucesivas funciones naturales. Se
llegan a retrasar así, por consiguiente, el comienzo de la masticación y a
continuación el de la expresión verbal.
En los niños con síndrome de Down, el tendón del temporal que se inserta en el
maxilar inferior está elongado o es más laxo; lo que origina la caída de la
mandíbula y que la potencia de contracción en la masticación resulte debilitada.
Todo ello a causa de que, desde el nacimiento, la lengua suele encontrarse
apoyada en el labio inferior.
La hipotonía de la zona nucal es otro factor que hace que el maxilar inferior se
vaya hacia delante, ya que el niño, al mirar, reclina la cabeza en sentido poste-
rior y horizontaliza los ojos para mirar. El programa de baño, así como el de
requisitos previos, señalan la tonificación de la nuca y músculos espinales como
punto nuclear, utilizando la barra flotante.
También, un alto porcentaje presenta una lengua con dos depresiones laterales
unidas por una giba (diástasis). Esta diástasis lingual hace que el músculo
dorsal de la lengua al contraerse, en lugar de llevarla hacia atrás, la distiende en
sentido lateral. Esto modifica el espacio de Donders (formado por la cara
superior de la lengua, la raíz de la misma y los dos pilares velopalatinos en
contacto con la úvula). El espacio de Donders, bajo las condiciones
De la misma manera que hay una diástasis en la lengua, hay también una
diastasis en el velo del paladar. De esta manera, al contraerse el velo, en vez de
elevarse, es llevado hacia los lados, modificando la articulación de las palabras.
Tengamos en cuenta que se debe dar total coordinación entre la actividad del
labio superior e inferior, con respecto al velo del paladar. Es decir, el anormal
funcionamiento de los labios incide en el movimiento del paladar.
Cuarta pauta
Teniendo en cuenta que los servicios de atención al parto permiten que cada vez
sea menor el porcentaje de niños con síndrome de Down que nacen con reflejo
tónico cervical, no obstante, no podemos perder de vista la tendencia natural a
que lo tengan debilitado y puedan encontrarse con sus dos manos en la línea
media al mes o los dos meses, en lugar de los cuatro como sería natural. Esto,
unido también a la pobreza del tono flexor de los dedos, puede hacer que sus
manos permanezcan abiertas la mayor parte del tiempo, de manera que el
contacto suele hacerse por las palmas y no por el dorso de la mano, como
ocurriría si el niño tuviera los puños cerrados.
Quinta pauta
Sexta pauta
Séptima pauta
2.2. Conclusiones
1. Ayudar al niño en su desarrollo, de tal forma que sea capaz de explorar mejor
su entorno y así ser capaz de captar más pronto sus estímulos.
2. Impedir la adquisición de hábitos de autoestimulación, deformaciones o
descompensaciones en caderas y rodillas, que pueden dar lugar a trastornos
secundarios.
3. Lograr una base de dominio postural y una capacidad motriz como punto de
partida para un mejor desarrollo perceptual y motor cuando el niño llegue a la
edad escolar.
4. Mejorar la deficiente capacidad de rotación en torno al eje longitudinal del
cuerpo, con el resultado de que el niño no permanecerá envarado durante
tanto tiempo, lo que acompaña la producción de conductas aislantes.
5. Mejorar la hipotonía de los músculos antigravedad. Esta aparece siempre,
pero en distintos grados y variaciones, de un niño a otro. Se origina en el
sistema nervioso central; posiblemente debida a un retraso en la aparición de
las reacciones laberínticas tensoras, así como de las reacciones de apoyo. Esta
hipotonía se advierte sobre todo en los extensores y abductores de las
caderas y en los músculos de las pantorrillas.
6. Mejorar la funcionalidad torácica.
7. Mejorar la alimentación, la fonación y el aspecto facial, mejorando la debilidad
muscular en labios y lengua.
FIGURAS
Figura 1
Figura 2
Figura 3
Figura 4
Figura 5
Figura 6
Figura 7
Figura 8
Figura 9
Figura 10
Figura 11
NOCIONES PREVIAS
Cabe diferenciar aquí dos tipos de lenguaje, por la importancia que tienen en el
desarrollo de los niños con síndrome de Down:
Por último, la expresión verbal del lenguaje es lo que se llama habla. El habla
es un sistema complejo mediante el cual se convierte una idea en un conjunto
de sonidos que tienen significado para la persona que los escucha. En la
expresión oral del lenguaje, es decir, en el habla, intervienen complejísimos
mecanismos mentales y físicos, que suelen constituir una de las mayores
dificultades para las personas con síndrome de Down.
Para poder emitir un sonido concreto, es decir, para que la "fonación" tenga
lugar, son necesarias:
Por ello, los órganos implicados en el habla son los órganos respiratorios, los
órganos de fonación y los órganos de articulación.
a) Órganos respiratorios.
b) Órganos de fonación
Son precisamente estos ligamentos los que, con sus movimientos al pasar el
aire, hacen que un sonido tenga una determinada intensidad, tono o timbre.
Este sonido es la voz propiamente dicha.
c) Órganos articulatorios
a) La forma
Esta dimensión del lenguaje posee dos componentes o niveles: el fonológico y el
sintáctico.
- El nivel fonológico.
Hace referencia a los fonemas, es decir, a los sonidos que forman las palabras.
Dentro de este nivel, se pueden diferenciar la fonética y la fonología. La fonética
estudia los sonidos mientras que la fonología estudia los fonemas. Al hablar, se
realizan y perciben un número variadísimo de sonidos, y por otra parte existe
una serie limitada de reglas que forman el sistema expresivo de una lengua. La
disciplina que se ocupa de los sonidos es la fonética, mientras que la que se
ocupa de las reglas y organización del significante o forma de la palabra es la
fonología. La fonética estudia los sonidos, y la fonología opera con
abstracciones, es decir, con fonemas.
Pensemos en "PINO".
Su significante son esa serie de sonidos /p/, /i/, /n/ y /o/ que unidos y
articulados forman la palabra /pino/.
- El nivel sintáctico
Es éste uno de los niveles en el que las personas con síndrome de Down suelen
presentar más dificultades. b) El contenido
Los morfemas son las pequeñas partículas incluidas en muchas palabras, que
aisladas no significan nada pero que unidas a otros fragmentos (raíz) hacen que
el enunciado proporcione una u otra información. Por ejemplo, la palabra "casa"
tiene significado por sí misma. La palabra "casita" significa una casa pequeña, y
es producto de la unión de la raíz "casa" y del morfema "ita" que significa
pequeño, aunque si utilizamos únicamente "ita" no estamos diciendo nada.
10. Peticiones.
Dar a una respuesta a la pregunta "¿para qué sirve el lenguaje?" puede parecer
obvia, pero merece la pena dedicarle unas líneas a esta cuestión, de manera
que reflexionemos sobre la importancia de la función lingüística y de su
influencia en el desarrollo general del niño.
Dos de los logopedas más relevantes de España (Marcos Monfort y Adoración
Juárez), enumeran una serie de funciones que desarrolla el lenguaje:
Así, en ocasiones las personas con síndrome de Down tienen problemas con la
morfología. La morfología, dentro de la semántica, hace referencia a los
elementos individuales del lenguaje que, unidos a otros, nos dan diferentes
tipos de información. Por ejemplo, una "s" unida a casa nos indica plural
(casas). Los morfemas indican, además del número, el género o los tiempos
verbales. Los niños aprenden la morfología de manera inconsciente, a la vez que
hablan. Sin embargo, a veces los niños con síndrome de Down tienen mayores
dificultades porque les resulta difícil discriminar algunos de estos fonemas,
como la s del plural, debido a sus dificultades en la audición; otras veces, es
debido a que no pronuncian los sonidos finales porque les cuesta más trabajo.
Por otro lado, hay ciertos morfemas difíciles de enseñar, como que in- indica
negación, o que -ando es el indicativo del gerundio. El mejor modo de
aprendizaje es mediante la práctica, por lo que se deben facilitar al niño
experiencias en las que introduzcamos variaciones de este tipo. Por ejemplo, al
jugar con él, decimos: "Mira, voy a empujar esta pelota. La estoy empujando,
¿has visto? La he empujado y se ha caído."
Sin embargo, una de las mayores dificultades con que se enfrentan las personas
con síndrome de Down es la sintaxis, es decir, la gramática o las normas que
rigen la forma del lenguaje: por ejemplo, el orden de las palabras en una frase,
las frases complejas, las interrogaciones, etc. Los pronombres, el uso del
pasado o la concordancia entre el sujeto y el verbo son otras de sus dificultades
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 150
-La educación de los niños con Síndrome de Down
Todos estos factores hacen que las personas con síndrome de Down tiendan a
desarrollar un lenguaje más concreto en cuanto a su contenido, contenga frases
más cortas y su gramática conste de frases más simples. Todos estos aspectos
pueden hacer que la comunicación sea menor, no simplemente por estas
dificultades, sino como consecuencia de la retroalimentación que reciben: "como
no me entienden, no hablo y no me comunico".
Por todo ello se puede afirmar que el lenguaje del niño con síndrome de Down
suele tener un nivel inferior al de su capacidad o nivel intelectual. Con otras
palabras, si atendemos sólo a su lenguaje, pensaremos que tiene un déficit
intelectual mayor del real. Esto no ocurre en otras personas con otro tipo de
discapacidad intelectual.
1. Inteligibilidad
Según una encuesta realizada por la doctora Kumin, el 95% de los niños con
síndrome de Down presentaban graves problemas a la hora de ser comprendidos por
el resto.
Imaginemos que estamos en un país extranjero donde cada vez que nosotros nos
esforzamos para decir una frase, nadie nos entiende, o nos piden que repitamos lo
dicho varias veces. Al final, dejaremos de hablar o, cuanto menos, nos expresaremos
con sencillez, diciendo lo mínimo que sabemos nos van a entender. Algo así les pasa a
las personas con síndrome de Down: es decir, bajan de nivel su sintaxis utilizando
frases sencillas y reduciendo las complejas. Con ello también se reduce la complejidad
de sus mensajes. Además, quien está hablando con una persona con síndrome de
Down, la juzga un poco por su nivel de lenguaje, y al percibir ese sencillo lenguaje
expresivo, infravalora sus capacidades, dirigiéndose a su vez hacia ella con un
lenguaje excesivamente simple. De esta forma, se están reduciendo las
oportunidades comunicativas y de intercambio de información con las demás
personas.
La inteligibilidad del habla es, por tanto, la claridad con que se expresa una persona.
Un habla es inteligible cuando se entiende con facilidad. Entonces, qué rasgos tiene el
habla de las personas con síndrome de Down que la hace tan difícil de comprender:
bien los primeros estudios (en torno a los años 50 y 60) indicaban que entre un 95
y un 100% de la población de personas con síndrome de Down tenían problemas
de este tipo, estudios posteriores ponen de manifiesto una gran variabilidad,
debida probablemente a las diferencias cognitivas, físicas o neurológicas entre los
individuos.
b) La fluidez es otra de las características del habla que dificultan su inteligibilidad.
Hace referencia al ritmo y velocidad con que se habla. La tartamudez es su forma
más habitual, ya sea debida a pausas, repeticiones de sonidos, palabras
entrecortadas o prolongaciones de sonidos. La explicación de esta habitual
dificultad (entre un 45 y un 53% de las personas con síndrome de Down la
padecen) está dividida en dos opiniones: por un lado, hay quien la atribuye a una
disfunción motora del habla; por otro, hay quien la asocia a una dificultad en la
formulación de enunciados o en la búsqueda de una palabra concreta. En este
último caso, sería entonces un problema de lenguaje más que de habla
propiamente dicha.
Parece claro, pues, que los niños con síndrome de Down suelen presentar problemas
en su habla, ya sea por la articulación por la fluidez o por su voz. Pero, ¿qué sistemas
biológicos están afectando al habla?
El aparato bucofonatorio. Los huesos del cráneo y de la cara de las personas con
síndrome de Down son a menudo más pequeños que los del resto de la población.
Estas variaciones pueden producir una boca y garganta más pequeñas, que influye en
la forma en que se producen los sonidos. Por otra parte, el paladar puede ser más
estrecho, y no ojival, como a menudo se dice. Ambos rasgos hacen que la lengua
tenga dificultades para moverse y producir los sonidos de manera adecuada. En
cuanto a la lengua, se ha comentado que es más grande de lo habitual. En realidad,
más bien parece que, como se ha dicho, es la boca la que es más pequeña. Además,
dado que se trata de un músculo, sufre a menudo hipotonía, lo que probablemente
haga que sobresalga. Algunos niños han sido sometidos a operaciones en las que se
corta un trocito de lengua para hacerla más pequeña; de hecho, en Israel se aplica
esta técnica casi sistemáticamente a todos los niños con síndrome de Down. Los
estudios revelan que las mejorías han sido mínimas, cuando no nulas, a pesar de que
muchos padres dicen que tras la operación ha mejorado el habla de sus hijos. En
general, las investigaciones muestran que el habla no mejora con la operación, ya
que lo importante es el uso de la lengua, su tono y movilidad, más que su tamaño.
Por último, tienen sus amígdalas y adenoides son mayores, lo que dificulta la
inspiración nasal.
La mayor parte de los aspectos comentados hacen referencia a consejos para padres,
aunque también puedan ser tenidos en cuenta por profesionales. Sin embargo, a
pesar de que la mayor parte del trabajo se debe realizar en casa de un modo natural,
también es importante que el niño con síndrome de Down acuda a un especialista en
lenguaje y habla, que trabaje directamente con el niño y marque las directrices de los
padres. Además, la eficacia de esta intervención no termina en la adolescencia, como
antes se pensaba. Ya a mediados de los años 90 importantes estudios indican que es
probable una continua mejora del lenguaje, tanto a nivel comprensivo como
expresivo, en la mayoría de las personas con síndrome de Down. Lo mismo parece
ocurrir con la inteligibilidad.
Pero si es cierto que la logopedia es eficaz durante muchos años de la vida de una
persona con síndrome de Down, también lo es que cuanto antes se inicie, mejor. ¿Por
qué esperar a que sean evidentes las dificultades? Mejor comenzar antes, para tratar
de prevenirlas. Aunque las diferencias en los bebés respecto a la población normal no
son grandes, se acentúan en torno a los 2 años, cuando la mayoría de los niños ya
hablan y los que tienen síndrome de Down no lo hacen.
El terapeuta podría enseñar a los padres algunos signos, para que éstos los hicieran
de manera natural mientras hablan. No se trata de apoyar toda la conversación, pero
por ejemplo, con el bebé, al decirle "mamá", se puede acompañar del signo de
"mamá". De este modo, además de dar otra referencia a la palabra, se llama más la
atención del bebé, que mira a su papá para ver qué hace.
INTRODUCCIÓN
CONCLUSIONES
INTRODUCCIÓN
Todo el mundo quiere creer que el futuro será mejor para las personas con síndrome de
Down. Serán mas abiertas las oportunidades educativas de que dispongan, las
comunidades los aceptarán más, y los empresarios considerarán las cualidades de estas
personas en conjunción con sus necesidades comerciales.
Hay razones para ser optimista sobre el futuro de los individuos con síndrome de Down en
todas estas áreas. Sin embargo, debe valorarse también el futuro papel de las habilidades
del lenguaje y la comunicación en la sociedad. La demanda de habilidades de
comunicación tiene creciente importancia en el mercado de trabajo, particularmente en lo
que se refiere a la comunicación oral y escrita. Para que el desarrollo de las habilidades de
comunicación en estos niños sea óptimo se necesita que reciban una formación temprana
y continua. Se necesitan cambios en las políticas públicas para facilitar intervenciones
desde poco después del nacimiento y todo a lo largo del periodo de desarrollo, para
optimizar el desarrollo perceptivo, motor y cognitivo del individuo.
Cuando nace un niño con síndrome de Down, cabe esperar que aparezcan un conjunto de
problemas específicos en su desarrollo del habla, el lenguaje y la comunicación. La tabla 1
expone un listado de los principales problemas con que se enfrentan estos niños.
Tabla 1. Problemas con los que se enfrenta el niño con síndrome de Down
1.- Los niños con síndrome de Down tendrán problemas persistentes para
producir un habla inteligible.
Cuanto mayor sea la estimulación dirigida que pueda ser suministrada tempranamente en
la vida del niño, mayores serán las posibilidades de que el niño supere o al menos
optimice los problemas neurofisiológicos propios de este síndrome.
Los niños con síndrome de Down deben ser incorporados automáticamente a programas
de intervención de comunicación y desarrollo motor durante su primer año de vida para
optimizar su desarrollo futuro.
La relación entre el hablar y el escuchar y el impacto de quien habla sobre el que escucha
sugieren que la claridad del habla es central en el proceso de comunicación. Mucho puede
comunicarse incluso cuando uno está diciendo sólo una palabra de cada vez. La
inteligibilidad del habla determina la cantidad de mensaje que puede recibir el que
escucha. Cuando los que hablan se dan cuenta de la limitación de su inteligibilidad,
comienzan a alterar sus patrones del habla buscando palabras que puedan ser
pronunciadas claramente, seleccionando palabras que tengan menos sílabas, y reduciendo
la longitud y complejidad de las frases. Cuando este proceso comienza en una edad
temprana del desarrollo del niño, el niño experimenta menos oportunidades de aprender
el lenguaje porque queda grandemente restringida su práctica de expresar ideas,
pensamientos, sentimientos, necesidades y deseos. La disminución de la práctica acaba
por reducir la facilidad del niño con el lenguaje y por mermar el desarrollo del lenguaje
oral. Los niños que experimentan fracasos al comunicarse reducen el número de intentos
de comunicarse. Esta reducción en el intercambio comunicativo no sólo limita seriamente
su práctica del lenguaje sino que también reduce significativamente sus oportunidades de
aprender las convenciones sociales del uso del lenguaje.
Las complejidades para aprender a esperar el turno e identificar las señales que indican la
oportunidad de hablar deben ser aprendidas con la práctica y no mediante una instrucción
directa. ¿Cómo, si no, llegaría uno a comprender que, en el habla de cada día, una pausa
de 2 segundos o menos indica al interlocutor que puede comenzar a hablar? La práctica
es esencial para el desarrollo de buenas habilidades de comunicación verbal. Una de las
ventajas de la formación temprana en la alfabetización es que el foco consiste en que el
contenido de las palabras y los cuentos se encuentra compartido, lo cual hace que quien
habla practique sin exigir demasiada demanda por parte de quien escucha para entender
el mensaje del hablante. Los beneficios que reporta la iniciación temprana en la actividad
de la alfabetización para aumentar las habilidades orales y el desarrollo del lenguaje oral
son cruciales para el desarrollo de la propia alfabetización.
COMUNICACION EN LA ADOLESCENCIA?
1. Los padres son los primeros profesores de sus hijos en lo que se refiere a sus
habilidades del habla, lenguaje y comunicación.
2. Los hijos siguen el modelo de sus padres en acción comunicativa y estilo.
3. Las relaciones sociales son fundamentales para el desarrollo de las habilidades de
comunicación de sus hijos.
Los resultados llamativos de la investigación de Hart y Risley evidencian que la cantidad
de conversación que los padres mantienen con sus hijos entre las edades de 1 y 3 años
Es indudable que los niños no aprenden el lenguaje precisamente a base de, por ejemplo,
escuchar pasivamente la televisión o la radio. La habilidad del lenguaje requiere un
contexto social con hablantes y oyentes intercambiando mensajes en forma activa para
conseguir objetivos de comunicación específicos, como son el informar, comentar,
preguntar, responder y persuadir. El estudio de Hart y Risley (1995) estableció los tipos
de comunicaciones de los padres que son más útiles. Los hijos cuyos padres tenían estilos
que eran más interactivos y motivadores progresaron más rápidamente que los hijos
cuyos padres eran directivos y poco animadores.
Sin embargo, el papel de la actitud directiva no es tan simple como uno puede
inicialmente suponer. Un estilo directivo no siempre está asociado al desarrollo más lento
de los niños; y, en las madres de niños con síndrome de Down, una estrategia directiva
puede servir a una función esencial en la fijación de tareas y en su terminación. La
importancia del estudio de Hart y Risley (1995) no puede ser más destacada. Confirma
que lo que los padres dicen a sus hijos y la frecuencia con que hablan a sus hijos en los
tres primeros años de vida tiene un impacto enorme en el lenguaje que sus hijos
aprenden y utilizan. Por otra parte, los estilos del habla de los padres predijeron el
rendimiento de los hijos a las edades de 3, 9 y 10 años. La calidad del lenguaje inicial
tuvo un efecto significativo y duradero sobre el desarrollo de las habilidades de lenguaje y
cognitivas.
La importancia de cómo la comunicación de los padres con sus hijos afecta el desarrollo
de sus hijos se ve apoyada por otro estudio longitudinal de desarrollo temprano del
lenguaje (Huttenlocher y cols., 1991). Estos autores encontraron que el tamaño del
vocabulario de los niños a la edad de tres años podría predecirse a partir del número de
palabras diferentes que se dirigían a los niños durante el segundo año de vida. Los padres
que usaban un vocabulario más rico y diverso tenían hijos que a la edad de tres años
manejaban un vocabulario más amplio. Estos resultados confirman el impacto penetrante
que los padres tienen en las interacciones diarias con sus hijos.
El grado en que los padres necesitan intervención directa para que puedan mejorar su
comunicación con sus hijos se trata mejor a nivel familiar. Las investigaciones sobre el
comportamiento demuestran que los hijos adoptan el estilo de comunicación de su
familia, ya sea para facilitar o para impedir el progreso en su desarrollo. ¿Pueden
cambiarse los estilos de una familia si se descubre que son desfavorables para el
desarrollo de los hijos? ¿Pueden identificarse estos estilos suficientemente pronto como
para que se puedan establecer diferencias? Sólo la investigación continuada puede
responder a estas preguntas.
con los hijos, porque las abuelas han tenido una gran experiencia en hablar con muchos
niños de diversas edades. Estas experiencia ayudan a desarrollar un modelo de
expectativas de lenguaje para niños de varias edades así como de estrategias eficaces
que fomentan la comunicación. Utilizando estas reglas se pueden ahorrar entre 40 y 50
años de experiencia directa en el desarrollo de estrategias para hablar a los niños. Las
reglas de la abuela tienen una cosa en común: Colocan al niño, no al adulto, en primer
lugar. Si los padres consiguen aumentar el tiempo que hablan con sus hijos en el contexto
de estas seis reglas, entonces dará por resultado una mejora en la comunicación de la
familia, por no hablar de una mayor diversión.
Tabla 2. Reglas de la abuela para guiar las interacciones comunicativas con los
niños
1.- Muéstrese entusiasta: Nadie quiere hablar con alguien que no parece
interesado en lo que está diciendo
3.- Escuche y siga la dirección que marca el niño: Ayude a mantener el centro de
interés del niño (tema y significado) con sus respuestas, comentarios y
preguntas. Use comentarios y preguntas de final abierto cuando sea posible
(p. ej., "cuéntame más", "y entonces ¿que sucedió?")
Añada nueva información cuando sea apropiado.
Mantenga el ritmo del niño; no se apresure a cambiar de tema.
4.- Valore al niño: Reconozca los comentarios del niño como importantes y
dignos deprestarles su atención individual. No le trate con aire
condescendiente. Muéstrele una mirada positiva e incondicional.
6- Aprenda a pensar como un niño: Considere que la perspectiva del niño sobre
el mundo es diferente según cambian los niveles de desarrollo cognitivo. La
conciencia del niño sobre las diversas perspectivas de acción, tiempo, espacio
y causa varían en el tiempo como producto del desarrollo. Adapte su
lenguaje al nivel de desarrollo de la comprensión del lenguaje del niño.
Acorte las emisiones verbales, simplifique el vocabulario y reduzca la
complejidad.
1. Seleccionan los niveles del lenguaje en función de la capacidad del niño para entender
el mensaje y no por su habilidad para producirlo.
2. Las familias tienen objetivos realistas en su comunicación con sus hijos.
3. Las familias esperan que todos sus hijos aprendan a leer.
4. Las familias se centran en comprender el contenido de los mensajes de sus hijos y no
se preocupan por las formas que adoptan dichos mensajes.
5. Se realizan pruebas de audición cada seis meses hasta que el hijo tiene 8-10 años de
edad.
6. Las familias ofrecen a sus hijos experiencias frecuentes y variadas fuera de casa.
En los niños con síndrome de Down, la comprensión del lenguaje estará claramente más
avanzada que la producción de lenguaje en comparación con los niños normales. El
lenguaje que es demasiado simple no motiva al niño a aprender vocabulario nuevo o a
exponerle a nuevas estructuras gramaticales. Y el lenguaje demasiado complejo no será
comprendido en absoluto. La emisión verbal ideal se compone de un 90% de palabras y
estructuras gramaticales que conoce el niño y un 10% de nuevas palabras o estructuras
gramaticales. Esta mezcla de palabras y sintaxis ya aprendidas con las nuevas permite al
niño usar el contexto de la emisión verbal para darse cuenta de lo que se quiere decir
mediante los nuevos elementos. Slobin (1973) formuló una serie de reglas que usan los
niños con desarrollo normal para aprender su lenguaje. Una de las más importantes
reglas fue que los adultos usaran nuevas formas (palabras) con viejas estructuras
(gramática), o viejas formas (palabras) con nuevas estructuras (características
gramaticales). Otra regla sugería que los niños aprenden mejor una cosa nueva de cada
vez en lugar de adquirir varias simultáneamente. Estas reglas parecen particularmente
apropiadas para ser utilizadas con niños con síndrome de Down.
En relación con los niños con síndrome de Down, hay una tendencia a olvidarse de los
objetivos de comunicación que tienen los niños que están aprendiendo a hablar. Por el
contrario, el acento se pone en que los niños adquieran nuevas palabras, hablen más
claramente o usen emisiones más largas. La pregunta es, ¿por qué se pone la atención en
estos cambios y no en el mensaje? Se puede comunicar mucho con emisiones de una sola
palabra. Una simple palabra, pronunciada claramente, comunica más que una larga e
ininteligible emisión. Las emisiones más largas o el vocabulario nuevo deben servir a las
necesidades de comunicación del niño y no a las necesidades de los adultos con los que el
niño se está comunicando a diario. Recuérdese que los niños normales aprenden lo que el
entorno les presenta en relación con sus necesidades individuales de comunicación dentro
de sus familias o de sus clases escolares.
Las familias raramente se ponen a enseñar palabras nuevas, pero proporcionan mucha
experiencia con el lenguaje mediante sus intercambios verbales diarios y mediante la
lectura a la hora de acostarse. Los expertos en lectura han sugerido que un niño normal
en familias de clase media está expuesto a varios miles de horas de lectura antes de
ingresar en la escuela a los 5 años de edad. Por lo general no se espera que los niños con
discapacidades de desarrollo se benefician de que se les lea, ni se espera que aprendan a
leer.
Oelwein (1995) demostró que a estos niños no se les lee en casa, con lo que se les niega
una exposición vital a lo impreso, a la relación entre la palabra escrita y la hablada, y a
experimentar con las formas en que funcionan los libros. Puede ocurrir que esta
negligencia en la exposición temprana a los cuentos hablados y a los escritos no llegue a
ser compensada en los programas educativos posteriores. Aquí las expectativas son
vitales para suministrar experiencia temprana. Si uno espera que los niños aprendan a
leer, uno les lee. Si uno no espera que los niños aprendan a leer, se cumplirá el
cumplimiento de esa expectativa al no proporcionar la necesaria exposición temprana a
materiales escritos. Los programas que han sido diseñados para enseñar a leer a niños
con síndrome de Down se basan en el lenguaje. Los niños que progresan en lectura
progresan al mismo tiempo en el desarrollo de sus habilidades lingüísticas.
Los niños, cuando no se les entiende, se sienten frustrados y reducen sus intentos de
comunicarse. Si sus interlocutores corrigen siempre la forma del mensaje del niño, los
niños aprenden que la forma del mensaje es más importante que su contenido. Corríjase
sólo en determinados momentos; de lo contrario, trate todas las formas por igual -gestos,
expresiones faciales, posturas del cuerpo, signos, símbolos gráficos y palabras habladas.
Cuando trate de mejorar la pronunciación del niño de palabras individuales, céntrese en
un conjunto pequeño de palabras que sean importantes para los objetivos de
comunicación del niño y trabaje con ellas, completando la práctica oral con una
retroalimentación visual, palabras escritas o fotografías.
5. Realizan pruebas de audición cada seis meses hasta que el niño tenga 8-10
años de edad
Los estudios (Sedey y cols., 1992) demostraron que solamente alrededor del 33% de los
niños con síndrome de Down nunca tuvieron una pérdida leve de audición, lo que significa
que el 67% tienen algún tipo de pérdida. La mitad de los niños con pérdida de audición
experimentaron pérdidas cada vez que fueron examinados. La otra mitad tuvieron
pérdidas leves a moderadas en algunas sesiones y no en otras. Estas pérdidas leves a
moderadas de audición pueden contribuir a sus problemas de inteligibilidad del habla. Las
pérdidas fluctuantes de audición producidas durante el periodo de desarrollo contribuyen
a crear inconsistencia en los patrones del habla de estos niños y al retraso en la
producción de lenguaje.
Nelson (1985) demostró que los niños a los que se les daba la oportunidad de tener más
salidas de casa tenían tasas de adquisición de lenguaje más rápidas que los niños con
menos salidas. La salida puede ser cualquier experiencia fuera de la actividad rutinaria
diaria, como por ejemplo ir al zoo, al parque, a jugar, o visitar a los amigos. Hacer nuevos
amigos con quienes jugar o visitar a otros familiares suponen ricas experiencias para los
niños, como lo es también viajar por cualquier medio. Exponer al niño a diferentes
lenguajes y culturas en la ciudad donde uno vive puede también ampliar el mundo del
niño. Viajar en transporte público pone en contacto al niño con nuevas personas y
lugares.
CONCLUSIONES
Pretendemos predecir el futuro de los niños con síndrome de Down en relación con la
creciente exigencia del lenguaje, la comunicación y las necesidades de alfabetización en la
sociedad actual. Puesto que la sociedad se basa cada vez más en medios electrónicos
para realizar las actividades de la vida diaria, las personas que tengan problemas de
comunicación se integrarán menos en la cultura dominante. Hay diversas actuaciones que
ayudarán a los niños con síndrome de Down a vencer estas demandas crecientes así como
las limitaciones de su estado biológico.
Las intervenciones para favorecer el desarrollo del niño deben ser consideradas en su
sentido más amplio. Los actores pueden ser miembros de la familia, maestros de
preescolar, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, especialistas del habla y del
lenguaje, médicos o enfermeras. Es muy importante disponer de un entorno de apoyo que
promueva la comunicación mediante la participación diaria. Una familia centrada en
proporcionar intervenciones consigue realizar una intervención temprana y continua de
forma natural. Algunas familias pueden necesitar entrenamiento para conseguir este tipo
de entorno reforzador, y otras pueden no necesitarlo. Es necesario evaluar el contexto de
la familia y hacer todo lo posible para mejorar la efectividad de la comunicación ya que los
niños pasan la mayor parte del tiempo en este entorno. Las familias habrán de emplear
reglas generales para promover la comunicación (véase la tabla 2) y no preocuparse por
realizar una terapia específica con sus hijos.
¿Cómo podrían los padres hacer malabarismos con el tiempo, la intensidad y la diversión
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 169
-La educación de los niños con Síndrome de Down
con sus hijos? Los programas de intervención que se centran en el comportamiento de los
padres corren el riesgo de convertir a los padres en terapeutas y que éstos abandonen su
papel de adultos capaces de prestar su amor, su apoyo y su aceptación. El objetivo de
proporcionar a los niños modelos perfectos puede contemplar dos formas: ambientes que
refuerzan todos las oportunidades terapéuticas, o modelos que se centran en las
características más generales del modelo de comunicación, intercambiando mensajes de
modo eficaz.
En el excelente libro de Kumin para padres titulado ―Cómo facilitar las habilidades
comunicativas de los niños con síndrome de Down: Una guía para padres” (Barcelona,
Ediciones Paidós 1997), que analiza el síndrome de Down y las expectativas en las
primeras etapas del desarrollo del niño, se encontrará una fuente rica de actividades
familiares que promueven la conversación, el lenguaje y la comunicación en sus niños con
síndrome de Down. Kumin ofrece una serie de actividades para estimular el habla del niño
y las habilidades del lenguaje en cada periodo de su desarrollo. Su libro incluye también
descripciones útiles sobre técnicas de valoración y cómo trabajar con equipos
profesionales. Otros dos libros dirigidos a familias con niños normales pueden ser útiles
para encontrar actividades que promuevan el aprendizaje del lenguaje. Crystal (1986)
escribió un estudio sobre la adquisición del lenguaje por parte el niño que ofrece un
análisis detallado de los factores que fomentan el crecimiento del lenguaje junto con
ejemplos de actividades para mejorar el aprendizaje del lenguaje en cada etapa del
desarrollo del niño. Fowler (1990) trata del desarrollo conjunto de las habilidades
cognitivas y del lenguaje a lo largo del periodo inicial del desarrollo.
Todos los recursos educativos y terapéuticos deben subrayar el uso de estímulos visuales
para apoyar y mejorar el aprendizaje y la comunicación. En este capítulo se analiza con
cierto detalle la utilización de los estímulos visuales para ayudar a la información. Resulta
difícil exagerar la importancia de la utilización de lenguaje escrito, programas de
ordenador y papel y lápiz. El éxito de muchos sistemas CAA, incluyendo el lenguaje de
signos, puede probablemente achacarse a su apoyo sobre la información visual.
Aproveche cualquier oportunidad para reforzar los mensajes verbales del niño con el fin
Es preciso procurar por todos los medios que haya más compromiso de la familia y que se
centre más en mejorar la efectividad de la comunicación de los hijos (es decir, "las reglas
de la abuela"). Diviértanse y disfruten con los intentos de comunicación de sus hijos. Sean
paciente y recuerden que los niños con síndrome de Down adquieren sus habilidades
lingüísticas a un ritmo inferior a la mitad del que muestran los niños que se desarrollan
normalmente. Este ritmo más lento en el desarrollo del lenguaje da la sensación de que
progresan muy poco. Por eso, resulta útil que los padres graben en audio o vídeo sus
intentos de comunicación al menos cada tres meses. Los padres deberían grabar la
actividad de sus hijos mientras realizan tareas similares para después compararlas y
comprobar el progreso de sus hijos.
Han de relajarse y disfrutar de sus hijos tal como son. No hay pastillas mágicas para curar
las dificultades de lenguaje y comunicación. Pero las habilidades de comunicación de los
hijos podrán ser optimizadas por sus padres si se centran en sus capacidades.
Hay tipos de deficiencia mental en los que el problema es, efectivamente, el habla en su
más amplio sentido. Es el caso del síndrome de Down. Sin duda la terapia logopédica,
abordada de forma amplia y en su conjunto, aporta soluciones. Pero debe entenderse que,
más que la comprensibilidad del habla, lo importante es querer y saber transmitir la
información por el medio que sea; saber expresar pensamientos y deseos; querer contar lo
que a uno le sucede; querer relacionarse; desear comunicarse. He ahí el problema
fundamental, que unas veces nace en uno mismo, porque le cuesta comunicarse, y otras
nace fuera de sí mismo... porque carece de un interlocutor paciente y deseoso de descifrar
un código que no siempre es fácil o asequible. Otros tipos de deficiencia mental cursan con
buenos niveles de habla y de lenguaje; pero eso no significa necesariamente que la persona
sepa, quiera o se atreva a expresar sus pensamientos o sus dificultades.
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 172
-La educación de los niños con Síndrome de Down
Es, pues, la familia el primer gabinete de logopedia y el primer y más importante ámbito de
comunicación.
Las pautas de estimulación sensorial, motora y cognitiva ya han sido expuestas en los
apartados correspondientes [atención temprana] y dado que un bebé no se compone de
compartimentos estancos, sino de un todo, la estimulación en estas áreas contribuye
decisivamente en el desarrollo de la comunicación. Así, al estimular visualmente al bebé
para que sea capaz de seguir con la mirada un objeto que se mueve, estamos
contribuyendo a la fijación de su mirada, para que sea capaz de percibir los diminutos
movimientos de la boca al hablar; cuando movemos un sonajero detrás de su cabeza,
estimulamos su discriminación auditiva; cuando le damos objetos para que los explore,
llevándoselos a la boca, estamos incitándole a que mueva la lengua, la boca, etc., lo que
le ayudará más adelante a articular los sonidos.
Por ello, este apartado se centrará en aspectos que no han quedado específicamente
explicados anteriormente, pero teniendo en cuenta que no se deben limitar a ello, sino
que es imprescindible que previa o simultáneamente se desarrollen las demás áreas.
Mirada: Mira siempre a tu hijo cuando le hables. Los niños con síndrome de Down tienen
dificultades visuales, auditivas y de atención. Por tanto, cada vez que nos dirijamos al
niño debemos hacerlo de un modo muy directo, para asegurarnos de que realmente nos
oye y nos escucha.
Tono: Eleva un poco el tono de voz, para facilitar que lo oiga. Por otro lado, los padres
habitualmente utilizan con sus bebés lo que se conoce por "baby talk", ese lenguaje más
sencillo, más repetitivo y con un tono más agudo, que facilita la comprensión y la atención
por parte del bebé.
Háblale mucho. Tampoco es necesario aturdirle, pero cuéntale lo que hacéis, a dónde
vais, lo que veis... Cuéntale todo. Entienden más de lo que se cree.
Repite todo lo que diga tu bebé. Cuando comience a gorjear (los primeros sonidos)
imítalos. Si dice "ah" di tú también "ah". Invéntate conversaciones con estos ruiditos. A
veces se consigue mantener una conversación en estos términos, en los que el bebé emite
el sonido, el papá lo imita, el bebé lo hace de nuevo..., que probablemente sea uno de los
momentos más placenteros que se pueden vivir con el niño.
Favorece su imitación. Haz sonidos diferentes cuando te mire: "pa, pa, pa", despacio,
exagerando la articulación. Los sonidos /pa/ /ba/ y /ma/ son los más fáciles de imitar
porque son los que mejor se ven. Haz diferentes expresiones con la cara: sonríe, saca la
lengua, haz trompetillas. Enséñale a hacer palmas, a decir adiós. Recuerda que para
hablar es necesario ser capaz de imitar.
Dale siempre el modelo correcto. Nunca le hables como hablan los niños pequeños.
Las palabras deben estar dichas correctamente. Di "agua" y no "aba".
Juegos que impliquen turnos. El lenguaje son turnos, ya que no todos hablan a la vez.
Por eso, el juego de "Toma-Dame" comentado en otros apartados, o el tirarse uno a otro
una pelota, o el dar uno un golpe y luego el otro, ayudan a establecer esta conciencia de
alternancia.
Pero previa a la aparición de esta primera palabra han debido darse una serie de
circunstancias que por ser naturales no dejan de ser fundamentales. Se refiere esto a la
enorme importancia que lo cotidiano, la familia y lo lúdico tienen en todo el proceso de
desarrollo de lenguaje. Los niños cuyas familias hablan más, comienzan antes a hablar y lo
hacen mejor; el lenguaje se adquiere usándolo, como todo, y en el caso de los niños con
síndrome de Down, más. Este enfoque natural y ecológico de la estimulación del lenguaje
está teniendo muy buenos resultados en los niños con síndrome de Down. Básicamente
consiste en aprovechar las situaciones de la vida cotidiana para convertirlas en
valiosísimas sesiones de estimulación y de logopedia. El supermercado se puede convertir
así en un estupendo aula de recursos, y los padres en los mejores profesores. Por otro
lado, mediante el juego se pueden representar infinidad de historias, cuentos, o acciones
de la vida real, con variadísimo y riquísimo vocabulario.
Por ello, es importante reforzar las expresiones verbales del niño, no solamente
alegrándonos, sino también actuando en consecuencia. Por ejemplo, el niño está jugando
con un coche en su trona, y éste se le cae. El niño dice "cote" y mira el suelo. Nosotros
debemos mirarle y decir "ah, se te ha caído el coche. Toma" (se lo recogemos y se lo
damos). De este modo el niño se da cuenta de que lo que él dice tiene importancia, de
que sus palabras tienen consecuencias en el entorno, y además puede obtener mediante
ellas lo que desea.
Sin embargo, es relativamente frecuente que los padres de niños con alteraciones en su
desarrollo empiecen a preocuparse en torno a los 2 años y medio o 3 años, cuando ven
que el resto de los niños habla y el suyo aún no. Se observan entonces determinadas
actitudes que, lejos de ayudar al niño, le perjudican. Una de estas conductas es la de
examinar al niño, la de preguntarle constantemente el nombre de las cosas, el decirle
"Esto es una manzana. Ahora dilo tú, a ver cómo lo dices". Es posible que el niño, si este
comportamiento es exagerado, directamente no hable. Pero también es posible que el niño
perciba que existe cierta tensión o ansiedad por parte de los adultos respecto a su
lenguaje, y lo utilice para obtener lo que quiere o para manejar a sus padres; algo
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 177
-La educación de los niños con Síndrome de Down
parecido a lo que ocurre con la comida o el sueño. Por ello, una premisa importante es
nombrarle el nombre de las cosas, hablarle casi constantemente, pero no pedirle que él
también hable. Más bien se trata de hacer cosas juntos, jugar, cantar, hacer cualquier
actividad que implique hablar, pero sin pedirlo directamente.
La primera palabra es seguida al poco tiempo de un conjunto de vocablos cada vez más
numeroso. Aunque aún no sea capaz de unir varias palabras para emitir una frase, puede
comunicar multitud de cosas. Es la fase de la holofrase o palabra frase: una frase se
compone de una única palabra. El niño, al decir "pan", realmente quiere decir "quiero
pan". En esta etapa lo principal es la ampliación de vocabulario y conceptos, tanto en
cuanto a que los comprenda como a que los vaya expresando. Es importante entonces
proporcionarle diferentes palabras pertenecientes a diferentes categorías: alimentos,
ropas, animales, etc. Además, se deben ir incorporando verbos, (quiero, toma, dame)
adjetivos (frío-caliente, sucio-limpio, grande-pequeño) y conceptos espaciales (arriba-
abajo, dentro-fuera, alrededor, etc.). Otros aspectos como la gramática o la articulación
no deben preocupar ahora.
Las primeras palabras son las más costosas, las más lentas y difíciles. Es normal que
durante un año diga pocas palabras, y mal articuladas, y que aparezcan palabras que de
repente desaparecen de su repertorio lingüístico. Tras este primer año, que en los niños
con síndrome de Down se puede prolongar, aparece una fase de explosión lingüística, en
la que el vocabulario crece rápidamente. Por ello se debe ser paciente y tener en cuenta
que el desarrollo no sólo es lento, sino también de curso irregular.
No obstante, debe tenerse muy presente que los niños con síndrome de Down tienen una
memoria auditiva menor y además tienen dificultades para realizar las mencionadas
generalizaciones. Por ello, es necesario repetir un mismo concepto en situaciones
diferentes y durantes muchas veces. Por ejemplo, para que comprenda lo que es un
"pájaro", se le enseñarán los pájaros de la calle, fotos de diferentes pájaros, dibujos de
pájaros de distintos cuentos, etc. Todo ello de un modo lo más natural posible. No es
necesario estar durante media hora enseñando diferentes pájaros. Por el contrario, es más
interesante enseñárselos en diferentes ocasiones, en diferentes momentos a lo largo de
varios días, y cuando éstos aparezcan de modo natural.
Hemos de tener en cuenta dos pautas fundamentales en esta etapa, que ayudan
al niño a ampliar la longitud y el significado de sus enunciados:
- La expansión sintáctica
- La extensión semántica
introduciremos una tarjeta que diga "con" entre el "pollo" y las "patatas". Le
enseñamos entonces a decir "Juan come pollo con patatas". No se trata de que
aprenda a leer, aunque a menudo este trabajo es paralelo a la enseñanza de la
lectura; se trata de darle un referente visual de las partículas que a menudo
olvidan las personas con síndrome de Down. De esto se hablará también en el
siguiente apartado.
Se podría pensar: "¿Cómo un ordenador puede hacer que mi hijo tenga una vida más
plena?"
Estas tecnologías de apoyo sirven no sólo para enseñar determinados conceptos a los
niños, sino también como medio para facilitar la expresión. Así, por ejemplo, un
ordenador o computador puede ayudar a mejorar diferentes aspectos del habla, pero
además es un medio para comunicarnos con otras personas mediante el lenguaje
escrito. No obstante, no pretenden ni deben ser entendidos como un sustituto de otros
recursos tradicionales, ni de las personas encargadas del tratamiento.
Además, dentro de estos sistemas, existen los métodos de comunicación sin ayuda
(denominados así porque para ellos no es necesario más que el propio cuerpo: signos,
gestos) o con ayuda (que se apoyan en algún tipo de material: libros, tableros,
paneles).
Desde finales de los años 70 y principios de los 80 se están incorporando los sistemas
aumentativos de comunicación a las intervenciones logopédicas. No se trata de sustituir
el lenguaje oral, sino de proporcionarle al niño un apoyo comunicativo que además le
ayuda a recordar las palabras. Los niños con síndrome de Down tienen especiales
dificultades en la expresión oral. Por ello, mediante los sistemas alternativos, el niño
tiene un referente gestual, en el caso de los signos, y mediante un movimiento
relativamente sencillo puede expresar una idea que verbalmente quizás no puede. Por
otro lado, tiene un referente visual en el caso de los dibujos o palabras fácil de señalar
para indicar lo que desea. El lenguaje escrito está dentro de este último grupo, ya que
las letras en definitiva son signos arbitrarios. Por ello la enseñanza de la lectura en los
niños con síndrome de Down es especialmente importante.
Además de las diferencias entre los métodos de comunicación sin ayuda y con ayuda
anteriormente mencionadas, los primeros son más cómodos, en el sentido de que no
necesitamos más que las manos para expresarnos; pero tienen el inconveniente de que
son más difíciles de recordar y en algunas ocasiones más difícilmente comprensibles
para el interlocutor poco familiarizado con estos temas. Además, los símbolos escritos
son permanentes en el tiempo, mientras que el lenguaje oral o el de signos desaparece.
Marc Monfort
Logopeda
Director del Centro Entender y Hablar
Madrid, España
Introducción
Los sistemas alternativos y aumentativos de comunicación
La comunicación bimodal
1. Objetivos del uso de la comunicación bimodal
2. Comunicación bimodal y comprensión
3. Comunicación bimodal y expresión
4. El efecto facilitador
5. ¿Cuándo pensar en la necesidad de usar la comunicación
bimodal?
6. Formas implementación
7. Riesgos
Conclusión
Introducción
La adquisición del lenguaje supone un gran reto para muchos niños que presentan
Retraso Mental (Discapacidad Cognitiva o Intelectual) porque se trata seguramente de
la función más compleja del cerebro humano; su adquisición depende en gran parte
de una capacidad innata que, como tal, puede variar de un niño a otro (a veces puede
ser de buena calidad, aun coincidiendo con un Retraso Mental, pero no es la norma), y
puede depender también del buen estado de los órganos auditivos y articulatorios, del
propio deseo de comunicar con los demás y, finalmente, de la calidad de la
estimulación externa.
En los niños con Retraso Mental, y concretamente en los que tienen síndrome de
Down, la adquisición del lenguaje, como es lógico, se va a hacer con mayor lentitud
(ver Buckley, Bird y Perera 2005). Sin embargo, el "tiempo real" de las vivencias de
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 183
-La educación de los niños con Síndrome de Down
El hecho de que no puedan disponer de un código eficaz hasta los 4, 5 o más años no
cambia nada la realidad de "vivir" estas situaciones. Uno puede entonces imaginar
fácilmente la frecuencia de las frustraciones, tanto para el niño como para su familia,
generadas por ese desfase entre el desarrollo físico, el desarrollo mental y el ritmo de
adquisición del principal código de comunicación entre seres humanos.
Se han elaborado a lo largo de los últimos años toda una serie de recursos para
responder a la pregunta anterior, unos basados en soportes gráficos (los sistemas
"con ayuda"), otros basados en el uso de signos manuales (los sistemas "sin ayuda").
Para una buena revisión, se aconseja consultar von Tetschner y Martinsen (1993 ),
Basil y col. (1998) o Warrick (1998).
La comunicación bimodal
El objetivo esencial es evitar que el desfase inevitable entre la edad de un niño o una
niña y sus capacidades de usar el lenguaje oral perjudique su desarrollo (Horner y
Budd, 1985); quiere recurrir a un sistema comunicativo que asegure una mejor
integración social y afectiva, que permita adelantar los aprendizajes y que, al mismo
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 185
-La educación de los niños con Síndrome de Down
¿Por qué se puede comunicar con signos antes que con palabras?
¿Por qué ?
a) En la recepción:
b) En la expresión:
Usar signos manuales es una modalidad bastante natural a la que recurre cualquiera
cuando se ve sin posibilidad de hablar; mantiene la interacción natural (contacto
ocular...) y es rápida; se puede usar en cualquier circunstancia.
Esas son sus ventajas respecto al uso de sistemas gráficos que dependen de un
soporte material y requieren la interrupción del "impulso comunicativo" para entrar en
una tarea de atención conjunta.
Pero por otra parte, el uso de signos requiere un cierto grado de habilidad motora,
aunque la posibilidad de simplificar los signos reduce mucho ese inconveniente, e
implica que los demás han de aprenderlo también.
El uso de un signo manual permite a muchos niños comprender mejor los mensajes de
los demás por su menor grado de abstracción y por la facilidad de su percepción. Esto,
que es cierto para palabras sueltas, lo es más todavía para la comprensión de frases.
En efecto, oír un enunciado, asociarlo a su significado complejo y luego reproducirlo
requiere la aplicación de un proceso de memoria auditiva secuencial, muy afectada
generalmente en los niños con retraso mental como en los niños disfásicos.
4. El efecto facilitador
Todos los estudios que han evaluado la aplicación de programas que incluyen sistemas
aumentativos señalan una aceleración del proceso de adquisición del habla (salvo en
aquellos casos donde su aprendizaje es imposible, evidentemente).
a) El efecto indirecto
b) El efecto directo
Los primeros pasos en el proceso de emisión de un mensaje son idénticos, sea cual
sea el código empleado. En efecto, hay que tomar decisiones pragmáticas, buscar en
un léxico, organizarlo en función de la situación y de la complejidad del mensaje; sólo
es la salida la que cambia: puedo hacerlo hablando, signando o escribiendo, pero los
principios son similares.
Al mismo tiempo, en un niño pequeño todo es global: si un niño dice "o" para la
palabra caramelo, es poco probable que se le entienda y dejará de utilizar ese sonido.
Pero si dice "o" y al mismo tiempo hace el signo de "caramelo", obtendrá una
respuesta aunque él no sepa realmente si es a través del sonido o del signo: seguirá
haciendo las dos cosas, más veces, y desde "o" , precisamente con esa práctica y la
escucha del feed-back del adulto, irá pasando más deprisa a "ameo", "amamelo"...
hasta que sea suficientemente inteligible como para que el signo no sea necesario. En
niños oyentes, la desaparición del signo se hace de forma natural y no necesita una
intervención directa de los adultos.
comunicación.
Como se ve, no esperamos mucho; esto no significa que esos niños van a utilizar la
comunicación bimodal durante varios años y menos durante toda su vida. Es probable
que para la mayoría de ellos se trate sólo de un "empujón" provisional, durante un par
de años; pero, si resulta que el niño presenta un trastorno muy grave que impide
durante muchos años el desarrollo del lenguaje, no hemos perdido el tiempo: dispone
de una herramienta de comunicación desde el principio, en "tiempo real" de acorde
con sus necesidades.
6. Formas de implementación
En niños que presentan retraso mental ligero o moderado, sin alteraciones del
comportamiento o de la personalidad, se suele seguir un modelo muy funcional a
partir del uso natural de la comunicación bimodal por parte de los adultos del entorno,
estimulando su imitación y su uso expresivo como se hace para la adquisición del
lenguaje oral.
7. Riesgos
Las causas de estos fracasos del programa son en general las siguientes :
Conclusión
No hay ninguna razón para alterar esa dinámica si, por las razones que sean (déficit
cognitivo, trastorno específico del lenguaje y/o del habla, incapacidad motora o
anatómica), el acceso al código oral se ve impedido, para siempre o temporalmente.
Necesitamos comunicar con nuestros hijos o alumnos y ellos con nosotros, y esto no
puede esperar a que alcancen un futuro e incierto nivel de requisito cognitivo o de
cualquier otra naturaleza: somos nosotros los que debemos primero allanar el camino
y llegar hasta ellos.
Patricia Díaz-Caneja
Este artículo, dirigido tanto a padres como a profesionales, pretende dar una serie de
orientaciones prácticas para poner en marcha un programa de comunicación bimodal con los
niños con síndrome de Down. Se recomienda leer antes el artículo
http://www.down21.org/revista/2006/marzo/articulo.htm que precede a éste, así como la
entrevista realizada a Marc Monfort (autor de dicho artículo) en nuestra revista virtual de
marzo de 2006 http://www.down21.org/revista/2006/marzo/entrevista.htm.
Desde el momento en que nace un bebé, nos comunicamos con él mediante diferentes
sentidos:
- Por el oído le llega el sonido de nuestra voz: el niño no nos entiende, pero sí
percibe los diferentes tonos con los que nos dirigimos a él.
- Mediante la piel y el sentido del tacto y la propiocepción, le llegan nuestras caricias,
los abrazos y los diferentes modos de tocarle.
- Por la vista le llega nuestra comunicación no verbal: nuestra mirada, nuestra
sonrisa o nuestra cara seria.
Poco a poco va comprendiendo nuestras palabras y lo que significan. Pero sabemos que en
general, los niños con síndrome de Down suelen tener dificultades en la expresión verbal, es
decir, tardan en emitir palabras. Esto obviamente pone trabas a su comunicación.
Yo recomiendo acompañar, desde los primeros momentos, algunas de nuestras palabras con
signos. No son necesarios demasiados signos, sobre todo al principio. Pero sí es importante
incorporar, los elegidos, en todas nuestras interacciones con el niño. El ritmo de cada niño es
diferente pero a modo de orientación expongo un ejemplo.
Durante los 9 primeros meses pueden acompañarse las palabras mamá, papá, su nombre y
hola con signos. Como ya se ha comentado, en la comunicación bimodal suelen utilizarse los
signos del lenguaje de sordos, de manera que sería del siguiente modo:
Mamá
Papá
Hola: moviendo nuestra mano a modo del saludo habitual a un lado de nuestra cara.
El signo del niño nos lo inventaremos nosotros para cada uno.
A partir de los 9 meses, y a medida que el niño se muestra más receptivo a las canciones y
ademanes que las acompañan (cinco lobitos, palmas-palmitas…) se pueden introducir más
signos. Por ejemplo, se puede incorporar el signo de agua o de leche, o de comer.
La leche
Comer
Más adelante, en torno a los 18 meses, se pueden incorporar signos de animales, ampliar las
comidas y añadir algunos pertenecientes a conceptos usuales, como árbol, sol, coche, luz,
bueno o guapo.
La dinámica es la siguiente:
Si vamos por el parque con el niño, y vemos un perro, nos colocaremos delante de él y le
diremos: ―mira el perro (acompañado del signo de perro). El perro hace guau-guau‖.
Si nos vamos en coche, le diremos ―ahora nos vamos a montar en el coche‖ (acompañado del
signo de coche e incluso de su sonido). Es decir, cuando además del concepto y del signo,
introducimos las onomatopeyas si es que las tienen.
Poco a poco iremos aumentando el repertorio de signos. Y los usaremos habitualmente con él.
Es importante que las personas que están en contacto con el niño utilicen también los signos,
para ayudar al niño a que los comprenda y los incorpore. Y por supuesto, que siempre se
acompañe de la palabra hablada, porque no hay que olvidar que el objetivo es que hable.
Además de la bibliografía que aparece en el artículo citado al inicio de éste, se puede acceder
a la página siguiente:
http://www.juntadeandalucia.es/averroes/recursos_informaticos/programas/bimodal2000.php
3
Karen Henderson
Especialista en logopedia
Dublín (Irlanda)
Es importante recordar que no todos los niños con síndrome de Down mantienen la
lengua fuera de la boca, pero también que eso forma parte del desarrollo inicial. Puede
hacerse exagerado o persistir a causa de uno o más de los siguientes factores:
• Los niños con síndrome de Down suelen succionar débilmente cuando son bebés, y
aprenden a controlar el flujo de los líquidos sacando la lengua.
• Los individuos con síndrome de Down tienen la parte ósea del paladar en forma de
ojiva, lo que significa que la lengua queda contenida en un espacio más pequeño.
• El tono de los músculos de la lengua es inferior a la media. Esto hace que parezca que
es más grande porque está más flácida. El movimiento de la lengua depende de las
acciones de varios músculos de la boca y desempeña un papel en la deglución, la
respiración, la masticación y el habla. Los individuos con síndrome de Down tienen
dificultad para producir y coordinar los movimientos necesarios para controlar la lengua.
• Muchos niños con síndrome de Down muestran retraso en su desarrollo motor y por
tanto puede que no posean esa base estable a partir de la cual se desarrollan las
habilidades motoras de la boca.
• Las infecciones de las vías respiratorias superiores, que obstaculizan la nariz del niño,
pueden obligar a respirar por la boca y no por la nariz. Al respirar por la nariz la
Objetivos de la actuación
Desde un punto de vista de la motricidad oral, existen varios objetivos sobre los que nos
hemos de centrar. Siendo el primero la mejoría de las habilidades motoras orales, habrá
un efecto en cadena que repercutirá sobre el desarrollo de la alimentación y el habla.
Evalúa el nivel de desarrollo de tu hijo y consulta con su logopeda, fisioterapeuta o
terapeuta ocupacional para asegurarte de que eliges el punto de partida más apropiado.
Para reducir la protrusión de la lengua, tu hijo habrá de desarrollar alguna o todas de las
siguientes aptitudes:
• Una base central estable (es decir, control del tronco, cabeza, etc.)
• Aumentar el tono muscular de la boca y de la cara
• Aumentar la sensibilidad oral
• Afinar los movimientos de los labios
• Mejorar los movimientos de la mandíbula
• Mejorar los movimientos de la lengua
Como ves, la protrusión de la lengua puede deberse a muchas causas. Muchos niños con
SD simplemente muestran un retraso generalizado en su desarrollo, en el que la
protrusión de la lengua no es más que un rasgo. Por eso es importante que se realice
una evaluación completa, para estar seguros de que se elige un remedio correcto. No
sería adecuado centrarse en habilidades que el niño no puede todavía conseguir. En el
desarrollo normal, estos patrones de motricidad oral quedan ya asegurados a la edad de
24 meses, pero tu hijo puede tener un retraso en el desarrollo y dificultades debidas a
que su tono muscular es bajo, por lo que puede ser inadecuado iniciar ciertas
actividades a esa edad. Cada niño muestra un cuadro diferente, de ahí que el plan
Normas generales
Ejercicios
1. Si el niño es muy sensible en las zonas próximas a su cara, prepárale antes de llegar
a la cara. Para ello realiza gestos o presiones acariciando sus manos, sus brazos, sus
hombros, el cuerpo y el cuello con un pañito algo rugoso (tipo toalla).
2. Con esos mismos movimientos firmes y ese mismo paño, empieza a frotar
4. Con dos dedos, mantén cerrados el labio superior e inferior mediante una presión
firme. Mantenlos así durante un par de minutos y suéltalos.
5. Con movimientos firmes, apoya hacia abajo en la zona entre la nariz y el labio
superior, usando un dedo para empujar hacia arriba el labio inferior.
6. Con el pulgar y el índice, tira hacia abajo del labio superior, empezando por debajo de
la nariz y siguiendo hacia el borde del labio superior pero sin llegar a tocarlo. Haz lo
mismo con el labio inferior desde la barbilla hasta el labio. Si es preciso, sostén la
mandíbula.
• Curry, salsas chinas, chips (con crema de alioli, vinagre, ketchup, etc.).
• Frutas y yogures ácidos o amargos (kivi, limón, frutos del bosque, pomelo, fresa).
• Alimentos muy fríos (helados)
9. Juguetes que estimulen los sentidos, anillos para morder con texturas diferentes,
vibradores, etc.
• Utiliza objetos como son los anillos de dentición (con estrías, etc.), alimentos que no
se disuelvan en la boca (alimentos duros, frutos secos como son trozos secos de
plátano, de pera, de albaricoque; palo de regaliz, etc.).
3. Actividades de soplo:
4. Aspirar con una pajita, pero trata de que la mantenga con los labios bien cerrados, no
con los dientes. Este ejercicio ayuda también a ejercitar los músculos faciales, los
movimientos de los labios, su reforzamiento, el cierre de la mandíbula y una mayor
autonomía para la alimentación.
Nota: el presente artículo ha sido traducido con autorización del publicado en la página
web de Down Syndrome Ireland (http://www.downsyndrome.ie/)
Canal Down21, Abril 2006.
INTRODUCCIÓN
Hace 30 años, la mayoría de las personas con síndrome de Down no sabían leer. La
razón fundamental es que se consideraba que no tenían capacidad para ello, y en caso
de tenerla, se pensaba que no serviría para nada. En definitiva, se les privaba del
aprendizaje de la lectura.
Hasta los años 60, la mayoría de las teorías pedagógicas recomendaban que no se debía
enseñar a leer a los niños hasta que no tuvieran 6 años, ya que era ésta la edad a la que
estaban maduros. De hecho, todavía hoy la lectura y la escritura son objetivos
educativos de primero de primaria, es decir, de 6 años.
¿Qué ocurría, entonces, con los niños con síndrome de Down? Pues que habitualmente
no alcanzaban una edad mental de 6 años hasta los 14, si es que la alcanzaban. Pero
además, como se partía de la premisa de que después de los 14 años ya era demasiado
tarde para enseñar a leer a una persona, especialmente con síndrome de Down,
tampoco se les enseñaba.
En 1964 Glenn Doman publica su obra "Cómo enseñar a leer a su bebé", revolucionando
las ideas que se tenían hasta entonces: no era necesario esperar a los 6 años. Se podía
empezar a enseñar a leer a un bebé desde los 6 meses.
El objetivo actual no es que las personas con síndrome de Down aprendan a leer
mecánicamente, sino que comprendan lo que leen y que la lectura constituya una
herramienta útil para acceder a información importante, estar al tanto de lo que ocurre
en el mundo, aprender determinados contenidos y conceptos nuevos, estudiar.
Pero además, se es aún más ambicioso, y se busca el placer de la lectura; es decir, que
las personas con síndrome de Down encuentren en la lectura una fuente de placer, una
actividad que llene sus espacios de ocio, un hobby al que dedicarse, y que no sólo
entiendan la lectura como medio de aprendizaje.
Según los principios de la psicología cognitiva, leer supone decodificar una serie de
signos escritos. Pero leer no es sólo esto, como lo define el Diccinario. Implica, además,
atribuir significado a lo decodificado. Constituye sin duda el principal aprendizaje
académico, y es lo que ha diferenciado a los pueblos de la prehistoria de los de la
historia. Es también uno de los principales retos a los que se enfrenta el niño, tenga o no
síndrome de Down.
a) SINTÉTICOS
b) ANALÍTICOS O GLOBALES
c) ECLÉCTICOS
En general, los métodos globales tienen la ventaja de ser más motivadores al presentar
desde el principio la palabra completa con su consiguiente sentido para el lector. Sin
embargo, sus detractores comentan que la lectura se hace muy lenta, que son causa de
muchos problemas de aprendizaje y que es fácil no percatarse de los pequeños detalles
de las letras.
c) Por último, hay quien también habla de los métodos eclécticos, que combinan
ambos modelos. Incluso en los años 70 había quien primero separaba la lectura
mecánica sin significado de la comprensiva. Hoy día se tiende a enseñar una lectura que
sea significativa para el niño desde el principio, ya que es más útil y motivador. De todos
modos, es habitual que en los centros en los que se enseña la lectura de un modo global
se enseñen paralelamente las vocales, como letras aisladas. Por tanto, se están
combinado ambos.
Independientemente del método utilizado, es fundamental hacerlo bien. Y esta frase que
puede parecer de "Perogrullo", no lo debe de ser tanto cuando la realidad es que existe
un alto porcentaje de niños con trastornos en la lectoescritura, tengan o no síndrome de
Down.
A finales de los años 60 y principios de los 70, había expertos en educación especial que
exponían que era posible enseñar a leer a personas con discapacidad mental. Hablaban
del CI (Cociente Intelectual) necesario para poder leer. Así, por encima de un CI de 70, el
aprendizaje de la lectura no tenía demasiados problemas. A medida que el CI disminuía,
la variabilidad, comentaban, se hacía mayor, así como las dificultades.
Las teorías psicopedagógicas apuntaban que no era posible aprender a leer hasta los 6 ó
7 años, y exigían unos requisitos previos madurativos para la lectura que pocos niños con
síndrome de Down tenían a los 6 años.
Por otro lado, si conseguían esos niveles, era en torno a los 14 años, edad considerada
entonces tardía para aprendizajes de este tipo.
Con estas premisas, es lógico esperar que la mayoría de los alumnos con síndrome de
Down no accedieran a la enseñanza de la lectura. Y los pocos que lo hacían, era de un
modo mecánico, sin comprender lo que leían y con un nivel muy elemental.
Durante los años 80 y 90, fueron surgiendo diferentes teorías, que no sólo admiten la
posibilidad de aprender a leer de las personas con síndrome de Down, sino que además
reconocen las ventajas de una enseñanza precoz de la lectura.
En España, son varios los programas de lectura temprana que han ido apareciendo. Maria
Victoria Troncoso fue la pionera en nuestro país, comenzando a trabajar en esta línea en
los años 80. Inspirados en sus teorías, otros autores realizaron diferentes programas
aunque las diferencias respecto al de su maestra fueron pocas. Cabe destacar, sin
embargo, que es Troncoso la única que comienza entorno a los 2-3 años (Troncoso, 1991;
Ferrer et al., 1992; Navarro y Candel, 1992; Bautista et al., 1995).
> Un nivel mínimo de atención, que puede ser el necesario para mirar una
ilustración
> Un nivel de memoria a corto plazo, que le permita retener una
información durante algunos segundos. Poco a poco este nivel irá
aumentando.
> Un nivel comprensivo que puede constar de 50 palabras usuales
además de algunas instrucciones verbales, como "mira", "toma",
"dame".
> Un mínimo lenguaje expresivo, que no necesariamente tiene que ser
oral. Es decir, el niño puede comunicarse con signos o gestos.
> Una discriminación visual que le permita diferenciar unas imágenes de
otras.
> Una discriminación auditiva que le permita diferenciar unas palabras de
otras, aunque confunda palabras semejantes.
> Ciertos hábitos de trabajo que permitan al niño mantenerse sentado y
atendiendo a las órdenes que se le dan.
Por otro lado, la lectura tampoco se enseña de manera paralela a la escritura, ya que en
ésta se exige un desarrollo de las habilidades grafomotrices que aparece mas tarde.
Introducción
Este método español es fruto del trabajo iniciado en 1970 con niños con discapacidad
intelectual y con niños con dificultades específicas de aprendizaje de la lectura.
Posteriormente, a partir de 1980, se inició su aplicación a alumnos con síndrome de Down
que habían sido sometidos desde su nacimiento a programas de Atención Temprana,
adaptándolo lógicamente a sus características.
Conviene destacar que durante muchos años se ha negado a los alumnos con
discapacidad intelectual moderada la posibilidad de aprender a leer y escribir de un modo
comprensivo. Se ha afirmado, y aún sigue vigente dicha afirmación en algunos manuales
de Educación Especial, que los niños con edades mentales por debajo de 6 años o con
coeficientes intelectuales inferiores a 50-60, difícilmente pueden aprender a leer, que si lo
hacen no entienden lo que leen, y que el esfuerzo no vale la pena. También es una
afirmación generalizada la de que, para iniciar la enseñanza, los niños deben tener
―madurez‖ que se concrete en determinado nivel psicolingüístico, en lateralidad
establecida, en conocimiento e interiorización del esquema corporal, etc.
Es fácil deducir las consecuencias de todo ello: si se ha pensado que no pueden aprender,
no se ha programado la enseñanza; si no se les ha enseñado, no han aprenddido. Por
tanto, no sorprende que hasta hace muy poco tiempo la mayoría de las personas con
síndrome de Down hayan sido analfabetas. No era infrecuente oír declaraciones como la
que hizo hace 20 años la directora de una institución de educación especial: ―En más de
28 años de experiencia en mi vida profesional sólo he conocido a dos personas con
síndrome de Down que supieran leer‖. Actualmente el panorama es totalmente diferente
porque desde el año 1980 hemos impartido cursos, hemos publicado artículos con
resultados, y finalmente editamos el método completo. Similar trayectoria se ha seguido
de manera independiente en Estados Unidos (Oelwein) y Reino Unido (Buckley).
Podemos, pues, afirmar sin reservas que en la actualidad la mayoría de las personas con
síndrome de Down, digamos el 80%, pueden y deben ser alfabetizados. Es su derecho y
es nuestro deber.
• Planteamientos básicos
• Objetivos
Características de los alumnos con
•
síndrome de Down
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 204
-La educación de los niños con Síndrome de Down
Planteamientos básicos
Los resultados obtenidos por nosotros con el método que elaboramos nos permiten
asegurar que son falsas las afirmaciones recogidas anteriormente, puesto que alumnos
con coeficiente intelectual por debajo de 50 y alumnos con edad mental por debajo de 6
años son lectores que comprenden lo que leen.
Objetivos
En nuestra experiencia inicial, los objetivos que nos planteamos eran los de lograr que los
alumnos con síndrome de Down adquirieran una lectura comprensiva y una escritura
suficientes para manejarse de un modo funcional y práctico en la vida ordinaria.
1. Que los niños y jóvenes con síndrome de Down adquieran el nivel de lectura que les
permita su uso funcional, práctico, en las actividades diarias, como puede ser entender
letreros (salida – entrada, empujar – tirar, hombres – mujeres, menús de restaurantes y
cafeterías, leer listados varios, avisos, etc.).
3. El tercer nivel supone que las personas con síndrome de Down puedan estudiar por sí
mismas, extrayendo las ideas fundamentales de un texto y aprendiéndolas. El objetivo es
que conozcan y aprendan por sí mismas, solas, temas variados de carácter cultural, o de
las áreas tradicionales impartidas en la escuela: ciencias naturales, sociales, literatura,
etc.
4. En el nivel cuarto se consigue que se deleiten con libros de historias más complejas y
con la buena literatura, llegando a valorar la poesía y las bellas formas literarias. Al
mismo tiempo se consigue que ellos mismos se expresen con mayor riqueza y creatividad.
5. El último objetivo, que siempre se tiene en cuenta y se trabaja en cada etapa, es que
las personas incrementen sus capacidades intelectuales por el uso de la lectura. Con esto
queremos decir que, mediante diversas estrategias educativas de intervención, aprendan
a relacionar, contrastar y comparar la información que reciben, ejerciendo la reflexión y la
capacidad crítica. Sus procesos de pensamiento y expresión mejoran así de un modo
notable.
una utopía, sino realidad en la vida diaria de niños y jóvenes con síndrome de Down.
Sin negar ese principio fundamental, hay algunos rasgos particulares que se presentan
con frecuencia en muchas de ellas haciendo que, como grupo, difieran en algunos
aspectos de otras personas que no tienen síndrome de Down.
Son muy frecuentes los problemas sensoriales de audición y visión que pueden y deben
corregirse siempre. Por tanto, no deben plantear dificultades especiales.
Aunque la evolución y el desarrollo, a grandes rasgos, siguen los mismos pasos que los de
los niños que no tienen síndrome de Down, hay diferencias en el modo de aprender y de
retener lo aprendido. La lentitud en su capacidad para percibir, procesar y elaborar
respuestas ante los estímulos del ambiente, implica la necesidad de respetarles y darles el
tiempo que necesitan, pero también la de estimularles a reaccionar con más rapidez.
Los alumnos con síndrome de Down que han tenido experiencias gratas en su educación,
El profesor elige los objetivos, elabora los materiales y ejecuta las actividades de un modo
sistemático y estructurado.
Como sucede siempre que se trabaja con alumnos que tienen discapacidad intelectual, es
preciso que cada adquisición quede consolidada y el alumno sea capaz de transferir y
generalizar lo aprendido a otros contextos. En el caso del aprendizaje de la lectura y
escritura sucede lo mismo. Sean cuales fueren las capacidades adquiridas en las sesiones
especializadas, se diseñan estrategias de intervención con ayuda de la familia y del centro
escolar, para que el niño ―lea y escriba‖ en otros lugares. Dichas estrategias se revisan y
adaptan periódicamente.
El proceso es semejante al del lenguaje oral en virtud del cual el niño va comprendiendo
los nombres de las cosas y de las acciones, asociándolas conforme los adultos van
nombrándolas.
atención temprana. Poco a poco se incrementa el tiempo, porque hay más recursos para
variar las actividades y los materiales, evitando siempre el cansancio y el aburrimiento. El
material se prepara y adapta a cada alumno en las fases iniciales, personalizándolo al
máximo. Poco a poco, cuando lee muchas palabras o se inicia en el conocimiento de las
sílabas se eligen y adaptan los materiales y los libros que se venden. Siempre es preciso
seleccionarlos cuidadosamente para que el alumno progrese y disfrute de la lectura,
combinando el respeto a sus propios intereses y aficiones, con la conveniencia de ampliar
su abanico de lecturas enriquecedoras bajo cualquiera de sus aspectos.
Conclusiones
1. La mayoría de los niños con síndrome de Down pueden aprender a leer y escribir de un
modo comprensivo. Para ello es preciso que desde el comienzo del programa de Atención
Temprana se tenga en cuenta este objetivo educativo, y se prepare al niño con
determinados ejercicios y actividades.
2. Los niños pueden iniciar el método que proponemos antes de los 5 años de edad, si
previamente han participado en un programa de desarrollo de la percepción y de la
manipulación.
3. Todas las actividades y ejercicios que se realizan a lo largo del proceso son altamente
útiles y eficaces para el desarrollo del lenguaje en general, en cada uno de sus
componentes. También mejora notablemente la atención, la memoria y la capacidad
intelectual.
6. La lectura y escritura deben ser trabajadas a ritmo distinto porque los niños con
síndrome de Down pueden aprender a leer antes que a escribir. No es oportuno frenar la
capacidad lectora por causa de las dificultades motrices que retrasan la capacidad de
escribir.
11. Deben establecerse y mantenerse programas de continuidad para los jóvenes adultos,
tanto en el uso funcional de la lectura como en el incremento del hábito y de su afición
lectora. Y esto se justifica porque la lectoescritura:
PRÁCTICA DE LA LECTURA
Primeros consejos
Independientemente del método utilizado, los diferentes autores coinciden en una serie
de premisas que deben respetarse:
a) Ambiente:
El ambiente debe ser acogedor, un lugar donde el niño se sienta confiado y cómodo. Que
no se sienta presionado o en "clase".
b) Lúdico:
El modo de trabajo ha de ser lúdico. Ello implica que el niño disfrute con la actividad. Que
la sienta como un juego. Y para ello, es fundamental que el educador también lo sienta
así.
c) Educador:
Es conveniente que sea una única persona la que desarrolle el programa. Si no es así, y
existen más profesionales implicados o interviene la familia, la coordinación entre ellos es
clave.
Además, el niño debe hacer establecido previamente una relación afectiva adecuada con
el educador. Si se trata de un profesional que entra por primera vez en contacto con el
niño, es mejor destinar los primeros días a conocerse mutuamente.
e) El material debe ser preparado de forma individual, de modo que se adapte a los
intereses, gustos, motivaciones y características de cada niño.
f) Funcionalidad
g) Reforzamiento
Reforzar los aprendizajes, apoyarse en lo conocido y avanzar poco a poco, son algunas de
las claves para evitar la frustración ante las dificultades que aparezcan y para
proporcionar confianza y seguridad al niño.
h) Animación a la lectura
Los padres lectores son modelos altamente motivadores de la lectura para sus hijos. La
animación a la lectura no significa sólo comprar libros, cuentos, o celebrar el día del libro.
Significa tener un ambiente que motive, que anime a leer: ver a sus padres leyendo en
lugar de viendo la tele, contar cuentos antes de acostarse o animarles a que lean ellos
solos un ratito, aprovechar una tarde lluviosa para leer en lugar de jugar siempre a otro
tipo de juego, escribir su nombre en la puerta de su cuarto, y muchos más ejemplos de
actitudes de la familia que motivan esta afición.
Respecto al color, muchos proponen el rojo por llamar más la atención de los niños, y ser
más fácilmente percibido por ellos. Sin embargo, a medida que se avanza en el proceso,
las letras se hacen también en negro, e incluso en todos los colores, con el fin de
favorecer la generalización del aprendizaje.
El tamaño de las letras debe de ser grande y claro. Que no haya confusiones entre unas
letras y otras. Troncoso y del Cerro utilizan la letra minúscula y enlazada, mientras que
otros, sobre todo los autores anglosajones, utilizan la letra de imprenta.
Por su parte, hay autores que defienden la enseñanza de las letras mayúsculas, ya que
existen muchos letreros en la sociedad escritos en mayúsculas, y porque su grafía es más
fácil.
De cualquiera de las maneras, el objetivo es que paso a paso dominen todos los tipos de
letra, y se ha comprobado que los niños no presentan dificultades en pasar de un tipo a
otro conforme avanza el aprendizaje.
Por último, las palabras deben estar escritas correctamente, es decir, con las tildes y, en
caso de ser nombres propios, con la primera letra en mayúscula. Así mismo, se
Vocabulario
Se ha visto que en todos los niños, pero especialmente en los que presentan necesidades
educativas especiales, el hecho de que lo leído signifique algo que ellos comprendan es
fundamental.
Por tanto, el vocabulario a enseñar al niño debe tener importancia para él. En primer
lugar, se suele recomendar empezar la lectura con el nombre del niño. Es importante que
se le enseñe el nombre, diminutivo o apodo por el que se suelen dirigir a él: ya sea Santi,
Bea, Maribel, etc.
Algunos autores, como Troncoso y del Cerro, recomiendan una muestra de 60 palabras,
que incluyen nexos, pronombres personales, verbos y adjetivos, con el fin de iniciar lo
antes posible la lectura de frases con sentido.
Como ya se ha comentado, estos métodos de lectura son globales, por tanto, lo que se
enseña es la totalidad de la palabra.
En la mayoría de los casos, esta palabra se acompaña de la foto o dibujo que representa.
De este modo, el niño asocia esa imagen, con su significado, a esa grafía y a ese sonido.
Poco a poco, la palabra, como imagen global, se grabará en su memoria y será capaz de
reconocerla y de diferenciarla de otras.
Si enseñamos a las personas con deficiencias a leer y a escribir podrán integrarse con
más facilidad en la sociedad, ya que serían más autónomos y les sería útil en su futuro,
no sólo en el terreno laboral, sino también personal. Antes se creía que no era posible
enseñarles a leer hasta que no se cumplieran estas dos condiciones:
> Que tuvieran una edad mental por encima de los 6 años.
> Y que no valía la pena intentarlo si tenían un Cociente Intelectual por debajo de 50.
Esto nos demuestra que no se hacía nada, en este sentido, por los chicos con Síndrome
de Down, ya que un niño de una edad mental de 6 años tendría, aproximadamente, 12
años cronológicos y ya se les consideraba adolescentes, entonces pasaban a talleres,
porque decían que lo que no habían aprendido en esa edad ya no lo iban a hacer. Por
suerte esta teoría ha cambiado y gracias a personas como Mª Victoria Troncoso y María
Mercedes del Cerro han demostrado que es posible que estos niños aprendan a leer, a
escribir y el cálculo (todo esto, junto con las actividades de ocio, van a cambiar la vida de
las personas con Síndrome de Down, ya que les va a servir para su futuro y sobre todo
para que adquieran confianza en ellos mismos). El método que utilizan estas dos
profesionales no es el único para enseñar a leer a los niños con Síndrome de Down, pero
ha dado muy buenos resultados al respecto. Lo bueno es que con este método no hace
falta esperar a la madurez lectora, sino que se puede empezar a trabajar desde los 4 años
siempre que cumpla los siguientes requisitos previos:
Este sistema lleva a cabo la lectura global y no el aprendizaje silábico, porque las letras o
las sílabas no tienen significado, ya que leer es captar significado. "Desde que somos
bebés lo que nos llegan son palabras y no letras o sílabas, así que tanto la vía sensorial
auditiva como la visual entra globalmente".
Además, se aprovechan las mejores capacidades de los niños con Síndrome de Down y las
explotan como es el caso de la memoria visual para compensar las dificultades auditivas.
Este método tiene 3 etapas que serán muy resumidas a continuación (para el que le
interese este método, en el cual viene explicado muy detalladamente y con ejercicios para
realizar, está a la venta: "Síndrome de Down: lectura y escritura" María Victoria Troncoso
y María Mercedes del Cerro. Editorial Masson):
Primero se le presenta esta tarjeta, para que asocie esos símbolos gráficos con la foto.
Después se le pone la palabra sola para ver si la recuerda. La tarjeta tiene un tamaño de
15 x 10 y la palabra sola es de 15 x 5. La imagen tiene que ser nítida y entendida por el
niño y no puede ser más pequeña de 3 x 2.
3) El progreso lector cuyo objetivo es lograr que el alumno lea textos. Para que no fracase
el método hay que tener en cuenta unas pautas:
> El niño tiene que estar motivado y así prestará atención, para ello se buscarán palabras
que sean un tema de interés para el niño.
> Cada niño es diferente, así que un material puede ser útil para uno y no para otro,
porque a lo mejor no le gustan las mismas cosas. Conviene cerciorarnos de que el niño
está entendiendo las imágenes que ve, porque a lo mejor a nosotros nos parece que está
claro, pero al niño no.
• Si se empieza con este método hay que llevarlo a cabo todos los días y no abandonarlo,
al menos que el niño no aprenda por él.
• Se puede utilizar no solo con niños, sino también con personas mayores, teniendo en
cuenta que el material tiene que corresponder a la edad que tiene y no ser "infantil". laves
de comunicación en la discapacidad intelectual.
Helenca Ferrer
(Licenciada en educación especial, especialista en Psicodiagnóstico y estimulación
precoz, Master en Logopedia).
Esto no es beneficioso en absoluto para el niño, y se debe evitar esta situación. Ya sea el
colegio, ya sea el centro de atención temprana o los padres, alguien ha de ceder en
beneficio del niño, y decidir todos el método a enseñar, pero de un modo coordinado.
Quizás la mejor solución sea que aprenda a leer con un método diferente al resto de los
compañeros, pero que sea más eficaz. Como se ha dicho, no es necesario un tiempo
excesivo para enseñar la lectura. Así que se puede enseñar durante la horas de apoyo.
También es recomendable que los padres colaboren en este proyecto, y dediquen unos
minutos cada día a su aprendizaje ya que la continuidad es fundamental. De nada sirve
dedicar un día a la lectura y tres no, ya que así no aprenderá.
ANIMACIÓN A LA LECTURA
Ya se comentó en otro apartado la importancia que tienen los padres al ejercer como
modelos lectores ante sus hijos. Unos padres que leen habitualmente ya en sí mismos
son unos buenos animadores a la lectura para sus hijos.
Pero además, es importante que cuenten cuentos a sus hijos, que lean juntos y que
encuentren esta actividad divertida.
Este tipo de actividades, no sólo contribuyen a la afición por la lectura, sino que
además son un excelente recurso para mejorar la comprensión y expresión orales, la
estructuración espacial, la estructuración temporal, la capacidad de simbolización y la
expresión corporal. Además, el lenguaje se organiza y se contextualiza, ya que es
necesario que el discurso sea coherente porque de lo contrario no tendría sentido.
Hay muchas formas de ver con optimismo el futuro intelectual de nuestro hijo con
síndrome de Down en el terreno puramente matemático, si nosotros mismos fuéramos
capaces, durante un momento, de percibir la multitud de operaciones numéricas que
realizamos a lo largo del día sin percatarnos de ello. Ese detalle lleva intrínseca la
naturalidad e incluso facilidad del concepto básico de lo que es el cálculo matemático;
en definitiva sumar y restar.
Sumar y restar tienen la misma importancia que leer, hablar y expresarse con
propiedad de cara a su respectiva autonomía dentro y fuera del ámbito familiar.
Un niño con síndrome de Down tiene capacidad para contar, sumar y restar de la
misma manera que la tiene para leer y hablar, aunque este proceso tenga su propio
ritmo en el tiempo.
EL CÁLCULO
El cálculo es una parte de las matemáticas. En esta área tienen dificultades casi todos
los niños y jóvenes, tengan o no síndrome de Down. Hay un componente de
abstracción muy alto que dificulta comprenderlo, entenderlo, aplicarlo y progresar.
Las personas con síndrome de Down tienen dificultades, para operar con números,
pero eso no implica renunciar. Hay que seleccionar lo que se va a trabajar y buscar lo
que puedan comprender y tenga una aplicación práctica en su vida cotidiana.
No hay que olvidar que el cálculo no es un objetivo en sí mismo sino un medio para
resolver situaciones problemáticas de la vida cotidiana.
EL NÚMERO
Contar parece algo sencillo pero necesita la integración de una serie de técnicas.
De todas las series posibles sólo se trabajan las que tienen mayor utilidad: de uno en
uno, de cinco en cinco, de diez en diez, cien en cien, mil en mil y la serie de uno en
uno pero en sentido descendente.
2. Aplicar cada nombre, número, uno a uno a cada elemento del conjunto.
Contar.
Es importante que el niño consiga una buena coordinación entre lo que señala, el
objeto que mira y el nombre del número que pronuncia.
A base de contar y practicar se dará cuenta de que el número total de objetos no varía
aunque se modifique su posición o se cuente en un orden diferente.
El último engloba o cuantifica todos los elementos de ese conjunto. Cuando cuenta se
le pregunta que cuántos hay y así lo va incorporando. También tiene un valor ordinal:
primero, segundo, el octavo...
Un número es mayor que los que le preceden y menor que los que le siguen. Este es
un concepto fundamental para poder comparar cantidades.
La suma Sumar significa contar todo, unir. La forma en que se puede hacer esto puede
tener más o menos complejidad para el niño o joven con síndrome de Down. Hay
empezar explicándole el concepto usando objetos y mostrando con acciones concretas
lo que significa sumar, pero también hay que trabajar la mecánica para que
Inicialmente se representan las sumas con diagramas para luego pasar a hacerlo sólo
con números. Este nivel es muy complejo ya que requiere la integración de muchos
elementos. Es muy importante descomponer la tarea en pasos muy pequeños y así
progresar poco a poco.
La resta
La resta implica quitar, el conjunto resultante tiene menos elementos que el conjunto
de partida. También sirve para comparar cantidades, tamaños, etc. y para conocer la
parte desconocida de una suma. Estas aplicaciones son poco asequibles para las
personas con síndrome de Down.
La técnica más funcional es restar añadiendo. Se parte del número menor y se cuenta
hasta llegar a la cifra del minuendo. Esta forma de resolver la operación sirve tanto
para cuando hay llevadas como para cuando no las hay.
La multiplicación
La división
La división la presentamos como la operación que nos permite partir y repartir algo, a
partes iguales, aunque a veces quede un resto.
Si ha aprendido las tablas podrá hacer las operaciones, también podrá hacerlas con
una calculadora si entiende el concepto que hay detrás de esta operación.
Contar y saber resolver operaciones matemáticas, son los instrumentos que permiten
resolver algunas de las situaciones problemáticas con las que podemos encontrarnos
en nuestra vida cotidiana.
Comprender es como hacerse una película mental del enunciado, recordar los datos y
relacionarlos con la idea principal. Cuanto más se aleja el enunciado de la experiencia
cotidiana, más difícil es representárselo mentalmente. Se empieza a trabajar los
problemas cuando ya sabe sumar y restar. Hay que evitar que los resuelva de una
forma mecánica, sin entender el enunciado, explicarle y que explique qué ha pasado y
cuál es la operación matemática que da respuesta al interrogante que se formula.
En este apartado están la mayoría de los problemas con que todos nos encontramos.
Los problemas matemáticos sirven para enseñar al niño o al joven a pensar, a analizar
la información, las circunstancias que le rodean y a buscar soluciones. Esta búsqueda
sólo se va a producir si está acostumbrado a ello, si le damos tiempo para analizar la
situación y buscar estrategias para resolverlo.
EL RECIEN NACIDO
- Tristeza - alegría
- Culpabilidad - inocencia
- Incomprensión - clarividencia
- Angustia - tranquilidad
- Lágrimas - una sonrisa
- Horror - maravilla
- Deseos de morir - empezar a vivir
- Desaparecer - hacerse más presente que nunca
- Volver al pasado - mirar al futuro
- Haberlo evitado - ver una realidad
- Falta de respiración - respirar al fin
- Un mal sueño del que se va a despertar - un despertar con el que
muchos sueñan
- Un odio - un amor ...
...y un miedo infinito que, aunque cueste creer, termina por dar una seguridad hasta
entonces desconocida.
Es posible que aún queden cosas por sentir porque no hay nada más natural, libre y
vivo que los propios sentimientos de las personas y es saludable darles rienda suelta.
Es nuestra obligación decirte, sin embargo, que tu hijo o hija es tan persona como tú
y tu labor, como madre, es quizá guiarle como guiarás a los otros que ya tienes o
tendrás.
Si no quieres convertir en problema algo que, hoy en día, ha dejado de serlo: lucha
por él.
Aún no hay nada en este mundo capaz de vencer la perseverancia, la fuerza y el valor
que desarrolla una madre por sacar adelante a sus hijos. Y tú eres una de ellas.
Beatriz Gómez-Jordana
PRIMERAS PREGUNTAS
Al principio uno no suele saber por dónde empezar. Es lo normal.
Es posible que haya ido a visitarte al hospital algún miembro de alguna Institución
Síndrome de Down de la comunidad donde ha nacido el bebé.
Es lógico, en la mayoría de los casos, que en esos momentos uno no tenga ningunas
ganas de recibir ni escuchar a ninguna persona de una fundación, organización o
similar. En realidad uno prefiere estar solo, con poca gente alrededor, la más íntima,
para poder desahogarse y pensar lo menos posible en el tema. Te aconsejamos, sin
embargo, que guardes toda la información que te den, incluso números de teléfono de
otros padres, que de la noche a la mañana surgirán como de la nada. Eso mismo te
dará la sensación de que esta situación en la que te encuentras es más habitual de lo
que creías.
Todos esos datos te servirán, más tarde, como punto de referencia: por ello tenlos a
buen recaudo.
Hay otros casos, por el contrario, en que los padres empiezan con una fuerza poco
común, dispuestos a todo desde el principio, y aceptan y buscan toda la información
que les es posible encontrar. Pero generalmente esta la información es tan masiva que
no saben bien cómo clasificarla, por dónde empezar, qué es lo mejor, etc.
Lo normal es dejar transcurrir algún tiempo hasta que la vida diaria se normalice
paulatinamente. Tu ánimo sufrirá subidas y bajadas durante los primeros cuatro
meses del post-parto hasta que se regularicen los ciclos menstruales.
No importa lo que le digas: de hecho es un buen momento para que expreses tus
sentimientos hacia él, y estate tranquila porque no te entiende, pero escuchará tu voz,
Empezad a hojear lo que tengas sobre centros de atención temprana. SIN PRISAS.
Las pautas las pones tú misma. Recuerda: si tú estás bien psíquica y físicamente, tu
bebé también lo estará.
Hay mucha experiencia acumulada sobre la evolución del bebé con síndrome de Down
desde el momento del nacimiento. Tu atención se ha de centrar en mantener bien su
salud y bienestar. Por eso, durante el primer mes habéis de vigilar los problemas con
que a veces nace el bebé, o los que pueden aparecer en las primeras semanas. Los
más importantes habrán sido explorados en el hospital. Pero conviene que estéis al
tanto para que no haya olvidos. Aquí os indicamos los más importantes:
1.- La realización del cariotipo para confirmar con exactitud si tiene síndrome de
Down y determinar si se trata de una trisomía libre, una traslocación o un
mosaicismo. No os preocupéis por estas palabras. Ya tendréis tiempo de conocer su
significado.
3.- Realizar una exploración del aparato cardiovascular de manera exhaustiva pues,
estadísticamente, un 50 por ciento de los bebés nacidos con síndrome de Down
presentan malformaciones cardiovasculares. Es imprescindible realizar un
ecocardiograma. No basta ni la auscultación ni el electrocardiograma.
4.- Efectuar una exploración del aparto digestivo para constatar la existencia, o no, de
atresia esofágica congénita, ano imperforado, enfermedad de Hirschsprung u otras
posibles complicaciones.
5.- Explorar el aparato locomotor del bebé para observar si existe una subluxación
congénita de cadera.
Una vez que se hayan cumplimentado este tipo de pruebas que, entre otras cosas,
tranquilizan mucho a los padres (con "todas las cartas sobre la mesa" se toman mejor
las decisiones), es bueno tomarse un respiro y afrontar la situación con toda la
tranquilidad de que seáis capaces.
A USTEDES, MADRES
EN ESTOS MOMENTOS LO MÁS IMPORTANTE ERES TÚ
Querida amiga:
Acabas de tener un bebé, algo que no se tiene todos los días así como así. Y te acaban
de comunicar que tiene síndrome de Down.
Quizá notas que la alegría de tener un hijo se ha visto enturbiada por el hecho de que
tu bebé tiene síndrome de Down. Y te fastidia que la alegría se haya convertido, quizá,
en dolor y preocupación.
Puede que te sientas confusa, aturdida. Que tu cabeza no imagine más que
pensamientos e ideas desagradables. A lo mejor no es así y sólo ves que el hijo que
deseabas ya está junto a ti. Ojalá sea sí. Pero, en cualquier caso, no te avergüences ni
te sientas mal si notas que desde lo más íntimo de tu ser surgen sentimientos y
preguntas incontrolables.
¿Por qué? ¿Por qué a mí? No voy a poder resistir. No estoy preparada. ¿Qué va a ser
de mi hijo?
No te sientas avergonzada. Muchas lo hemos pensado antes que tú. Ahora vas a
pensar principalmente en ti y en tu hijo. Y nosotros, en este momento y desde este
Portal, nos limitamos a saludarte, a darte un abrazo muy fuerte y muy sincero, y a
acompañarte desde la distancia.
Has llegado a casa y, si ya tienes hijos, la casa se te cae encima más que nunca.
Si además tu hijo/a es primogénito/a no sabes qué es mejor: si irte a casa de tu
madre o coger un avión y no volver, o simplemente ponerte a llorar en cuanto pasas el
umbral de la puerta y no parar nunca... porque no te da la gana.
Además te dolerán los puntos que te han podido dar tras el parto, y las entrañas
porque pensarás: "y todo esto... para esto?". Y no dejarás de repetir: "no voy a poder
con ello, no puedo seguir adelante, cómo es posible, qué voy a hacer, por qué, por
qué...‖ Y entonces, llorarás otra vez.
Por todo esto y porque tus circunstancias son más meritorias que las de cualquier
madre, tienes que ser consciente de que, en estos momentos, ERES LO MÁS
IMPORTANTE. Por encima de tus otros hijos (si los tienes), por encima de tu marido,
de tu casa, de tu trabajo y por encima de ese "bebé" al que quizá no sabes cómo
coger entre tus brazos porque se te resbala... ERES LO MÁS IMPORTANTE.
1.- Lo primero que te aconsejamos es que empieces a recurrir a otras personas como
nunca hasta ahora lo habías hecho. Pide ayuda sin tregua, en primer lugar a tu
marido; y también a abuelos, madre o hermana, amiga o cuñada, empleada, vecina.
Si nadie puede echarte una mano (cosa poco habitual en estas circunstancias ya que
la gente se suele volcar) NOSOTROS LO INTENTAREMOS.
2.- Es posible que el bebé haya tenido que quedar ingresado en el hospital por alguna
causa:
- bajo peso (algo habitual)
- problemas cardíacos o respiratorios (bastante común en estos casos),
- porque hay que alimentarlo por vía parenteral (si el peso del bebé es muy
bajo)
- hernia umbilical (este aspecto es muy general en todo tipo de niños con o
sin S.D),
- dificultades en el proceso de digestión de alimentos (a veces tardan un
poco más),
- anomalías en las deposiciones o retraso en la expulsión del meconio (es
algo que se vigila mucho y es importante),
- en fin, causas igualmente aplicables a cualquier recién nacido; pero el
hecho de que el tuyo tenga síndrome de Down obliga a los médicos a
estar más alerta (alguna ventaja teníamos que tener).
Eres la mejor y estás haciendo lo mejor para ti y por lo tanto para tu bebé.
RECUERDA: Si tú estás bien, ello repercutirá positivamente en el bebé.
3.- Te reiteramos la importancia del DORMIR todo lo que puedas. Este aspecto debes
tomártelo muy en serio. Duerme con ayuda (pastillas, si es necesario, previa consulta
a tu médico) o sin ella, pero DESCANSA. Si vas a alimentar tú al bebe procura que,
después de amamantarlo, otra persona se quede con él y tú DESCANSA.
La lactancia natural ofrece grandes ventajas, precisamente en un caso como éste.
Pero si no puedes o quieres amamantarlo NO SE TE OCURRA SENTIRTE CULPABLE.
Puedes darle biberones como a cualquier bebé y si en algún momento te sientes
desanimada, no te preocupes si se lo de otra persona en tu lugar. Algunos bebés son
muy lentos para comer y consiguen acabar con la paciencia de cualquier madre.
No olvides que, después de tener un hijo, se alteran todas las hormonas del
organismo y, hasta pasados otros 9 meses, el cuerpo no recupera totalmente su
equilibrio.
En los primeros tres meses es bien conocida la "depresión post-parto". Todo el proceso
del embarazo y del parto conlleva profundas modificaciones hormonales que, en tanto
se vuelven a restablecer, pueden originar desajustes que acusa tu organismo tanto a
nivel cerebral-psíquico (llantos, tristeza, ansiedad, nerviosismo, astenia, insomnio,
etc.) como a nivel físico (cansancio, sueño, dolores en abdomen, ovarios, piernas,
espalda, etc.).
Poco a poco y cuando realmente te sientas con fuerza mental para ello, intenta ver la
situación por pasiva.
Lo que tienes ahí delante es un reto. Y sabemos que tarde o temprano, sin agobios,
sin prisas, con tu propio tiempo, el que necesites ni más ni menos, conseguirás
llevarlo a buen puerto.
Y si no, al tiempo.
Para plantear un programa educativo concreto para cualquier alumno, con o sin
síndrome de Down (SD), se ha de partir del conocimiento del alumno. Por ello es
esencial comenzar por establecer cuales son las principales características psicológicas
del niño con SD y a partir de ahí planificar la intervención educativa.
1.- Existe una enorme variabilidad entre las personas con SD. No hay dos niños con
SD iguales.
2.- No podemos determinar a priori lo que pueden llegar a aprender. Se ha de ser
cauteloso respecto a las expectativas que se creen sobre sus posibilidades futuras.
Se realizará un repaso por bloques psicológicos estudian las características propias del
SD y aportando sugerencias de intervención para aplicar en el trabajo educativo diario.
Por supuesto, estas características no se dan siempre ni en todos, ya que el único
rasgo común a todos los alumnos son SD es la trisomía del par cromosómico 21.
PERSONALIDAD
Escasa iniciativa
Menor capacidad para inhibirse
Tendencia a la persistencia de las conductas y resistencia al cambio
Menor capacidad de respuesta y de reacción frente al ambiente
Suelen mostrarse colaboradores y suelen ser cariñosos y sociables
En el trabajo, son trabajadores constantes y tenaces, puntuales y responsables,
realizando las tareas con cuidado y perfección.
Sugerencias de intervención
Se ha de adaptar el programa educativo a la personalidad de cada alumno
Hay que favorecer su participación en juegos y actividades de grupo
Es preciso proporcionar el control externo para inhibir sus actuaciones que con el
entrenamiento se convertirá en autocontrol.
Conviene acostumbrarles a que cambien de tarea de vez en cuando.
Cardiopatía
Alteraciones oculares y de la audición
Hipotonía muscular (flacidez) y laxitud ligamentosa
Alteraciones de la función tiroidea. Hiper o hipotiroidismo
Descubrimiento reciente: umbral más alto de percepción del dolor
Sugerencias de intervención
Es conveniente seguir las pautas del programa de salud para personas con SD
Realizar las revisiones médicas periodísticas (oculares, auditivas, de la función
tiroidea)
Es recomendable que practiquen ejercicio físico regular.
Se ha de estar atentos a sus quejas cuando manifiesten sentir un dolor y a su
malestar o aspecto decaído.
MOTRICIDAD
Sugerencias de intervención
Ejercicio físico regular
Estudiar previamente las características físicas y de salud del alumno y el riesgo que
pueda suponer para él practicar una determinada actividad física.
ATENCIÓN
Sugerencias de intervención
PERCEPCIÓN
Sugerencias de intervención
Se debe presentar la estimulación siempre que sea posible a través de más de un
sentido (multisensorial) El modelado o aprendizaje por observación, la práctica de
conducta y las actividades con objetos e imágenes son muy adecuados.
INTELIGENCIA
Sugerencias de intervención
No se ha de olvidar que tienen deficiencia mental. Es preciso hablarles más despacio;
si no entienden las instrucciones repetirlas con otros términos diferentes y más
sencillos.
Precisan más tiempo que otros para responder. Les cuesta entender varias
instrucciones dadas de forma correlativa o secuencial.
Es difícil para ellos generalizar lo que aprenden ( es decir, aplicarlo en circunstancias
distintas a las de aprendizaje, en otras situaciones, en otros momentos, ante otras
personas). Además, van a ser poco flexibles en sus actuaciones.
ASPECTOS COGNITIVOS
Sugerencias de intervención
Es conveniente hablarles despacio, con mensajes breves, concisos, sencillos, director y
MEMORIA
Sugerencias de intervención
Es esencial el entrenamiento de la memoria
Necesitan que se les proporcionen estrategias (subvocalizar, nombrar los objetos,
agruparlos en categorías)
Es recomendable practicar en las tareas cotidianas en casa y en el colegio (transmitir
recados, por ejemplo)
LENGUAJE
Sugerencias de intervención
El lenguaje es conveniente que sea trabajado individualmente con dada uno de ellos.
En la clase, utilizar lo menos posible exposiciones orales y largas explicaciones
A hablar se aprende hablando. Hablarles y escucharles son las mejores estrategias
El ordenador puede ser un instrumento muy útil para alcanzar estos objetivos
La lectura y la escritura favorecen el desarrollo de su lenguaje.
CONDUCTA
Sugerencias de intervención
Lo más importante es la normalización, es decir, tratarles del mismo modo que a los
demás y exigirles lo mismo que a ellos
Tanto la sobreprotección como la dejadez y el abandono son actitudes negativas
La coordinación entre todos los profesores y con la familia es esencial.
SOCIABILIDAD
Sugerencias de intervención
El objetivo es facilitar una información dirigida a ayudar a las familias que tienen hijos
con síndrome de Down para que, además de tener un hijo, tengan lo que
habitualmente se entiende por hijos "bien educados". Esto es: que sepan comportarse,
que se les pueda llevar a un restaurante, al cine, que saluden, que no tengan rabietas,
que asuman responsablemente las consecuencias de sus actos, que colaboren en casa,
que ayuden a quien sienten que lo necesite, y un infinito etcétera.
Y todo ello con qué fin. Con el fin de que no sólo sean personas con las que otras
personas deseen estar, sino personas que disfruten de todas estas actividades y sepan
dónde están sus límites y dónde los de los demás.
Con este fin, en las líneas que siguen a continuación, se abarcarán los siguientes
contenidos:
A pesar de la existencia de una serie de normas, siempre hay momentos en los que
éstas se incumplen. En este apartado se darán unas nociones básicas de técnicas de
modificación de conducta y de las actitudes de los padres más adecuadas en cada
caso.
Por último, la adolescencia es una etapa difícil por naturaleza, y por ello se le dedican
unas líneas en las que se pretende orientar a los padres que se encuentren en las
situaciones que se exponen.
Todos los niños anhelan tener disciplina, aunque parezca todo lo contrario. Incluso los
adolescentes desean en cierto modo tener deberes, obligaciones y límites, aunque a
veces sólo sea para poder transgredirlos. Los niños y jóvenes con síndrome de Down
no son diferentes en esto.
En ocasiones se oyen comentarios como "pobrecillo, déjale que haga tal cosa" que
incitan a los padres a permitir cosas que saben que deben prohibir, porque incluso
son contraproducentes. Nada peor para la educación de los hijos que ser permisivos
en temas en los que se debe ser tajante.
Por otro lado, el hecho de que un niño tenga el síndrome de Down no disculpa a los
padres. Al revés, han de estar más pendientes porque deben establecer la misma
norma en diferentes contextos, y explicarla explícitamente para que pueda ser
generalizada. Al bebé del ejemplo anterior, si tiene síndrome de Down, quizás se le
deba enseñar que no se tocan los enchufes de su casa, pero también que tampoco se
tocan los de las demás casas a las que vaya.
Evidentemente las normas deben seguir también unas reglas, para que sean eficaces:
Por otro, debe reforzarse la conducta deseada a la vez que se castiga (ignorar la
conducta es castigarla) la no deseada. Se ve, pues, que el castigo tiene efectos
positivos, y que no debe entenderse únicamente como una represalia física, que es
como a veces la entienden sus detractores, y que de nuevo se repite que no se
recomienda en ningún caso.
En cuanto al tipo de refuerzos o premios, lo deseable es que sean de tipo social más
que material. Sin embargo, dependiendo de la edad y del niño, muchas veces hay que
comenzar con los materiales para ir pasando despacio a los sociales.
Existen momentos en los que un niño puede hacer perder la paciencia a sus padres
con su comportamiento. Esto es natural, y no debe hacer que los padres se sientan
culpables por ello. En estos casos, y para evitar además que los padres pierdan los
nervios, se puede retirar al niño del ambiente en el que está realizando la conducta
desagradable. Por ejemplo, se le dice al niño que debe permanecer en silencio porque
se está escuchando una noticia importante en la televisión. El niño no cesa de llorar
para llamar la atención o porque desea algo. En estos casos se le puede llevar a otro
habitación, durante unos segundos. Si es mayor se le puede decir que "cuando deje de
llorar puede volver". Con esto, además, el adulto puede descansar unos instantes para
recuperarse si es que la conducta se le hace insufrible, por ejemplo, y tranquilizarse
para ser capaz de actuar fríamente y no perder los nervios, que es a menudo lo que
buscan los niños con sus padres.
Para terminar, se ha de recordar que no hay mejor modo de enseñanza que mediante
el ejemplo. Si el niño ve que hay que gritar para hacerse oír, porque la casa es
Así, hay jóvenes con temperamento difícil que suelen mostrarse malhumorados, o
negativos, o retraídos, con poca capacidad de adaptación a las situaciones nuevas, con
una conducta impredecible o con respuestas exageradas a determinados estímulos; y
otros considerados de buen temperamento o carácter, que suelen mostrarse positivos,
predecibles, se adaptan bien a los cambios, se muestran alegres y sociables. Pero ello
no implica que siempre se vayan a comportar del mismo modo.
A menudo se ha hablado del carácter de las personas con síndrome de Down, como si
se tratara de una característica común. Dentro de su gran variabilidad, parece que
existe una mayor tendencia a un comportamiento general fácil y de buen talante,
unido a conductas tercas y de obstinación en determinados momentos.
determinado momento evolutivo (entre los 2 y los 4 años). Este periodo se denomina
negativismo y tiene que ver con la búsqueda de independencia de los niños y la
consiguiente oposición a todo lo que venga impuesto desde fuera de ellos. Algo
parecido a lo que ocurrirá más adelante en la adolescencia.
En los niños con síndrome de Down este periodo dura más tiempo, y es más difícil de
moldear. En muchas ocasiones se trata de un comportamiento evolutivo, mientras que
otras puede deberse a :
Muchas veces es difícil, porque la terquedad es tal que no responden a nada. El padre
insiste en darle explicaciones, en mostrar toda su alegría, en tener paciencia... y el
niño continúa sin hacer caso. Probablemente esté midiendo hasta dónde puede llegar.
Es importante intentar por todos los medios no enfadarse, ni dar un azote, ni gritar
porque esto es lo que buscan. Es entonces cuando hay que llevar a cabo las técnicas
de modificación de conducta comentadas más arriba.
Por último, conviene tener en cuenta que a veces esta conducta se encuentra
exacerbada: se mantiene, es muy notoria. Habrá que pensar que forma parte de su
carácter, más "rebelde", agravado por el hecho de que tiene menos flexibilidad,
capacidad de raciocinio y capacidad de adaptación.
Existen una serie de factores a tener en cuenta ante la aparición de una conducta no
deseada durante la adolescencia:
Stephanie Lorenz
Personalidad y conducta
Ha sido frecuente caracterizar a los niños con SD como niños plácidos, cariñosos,
sociables, fáciles de tratar, con buena habilidad para la imitación y con tendencia a la
tozudez. Esta visión estereotipada se remonta incluso a John Langdon Down quien
describía a los entonces llamados ―idiotas mongólicos‖ en los siguientes términos:
Como se darán cuenta quienes poseen experiencia de haber convivido con más de un
niño con SD, existe una variabilidad considerable en esta población. No obstante,
parece que presentan algunas tendencias en común. El bajo tono muscular y su
lentitud en responder hacen que el niño pequeño con SD parezca menos exigente o
demande menos que los demás niños. Si los padres son conscientes de las
dificultades a las que se enfrenta su bebé y trabajan para activarlo y para interactuar
con él, irán aumentando sus niveles de actividad y su disposición a responder a los
estímulos. Por el contrario, si los padres le responden sólo cuando el niño inicia la
demanda, el niño será cada vez más plácido y tranquilo, no mostrará deseos de
explorar y de desarrollar nuevas habilidades.
Incluso en los niños mayores, sus dificultades de comunicación hace que parezcan
menos habladores que sus compañeros y menos dispuestos a defenderse a sí
mismos. Sin embargo, si los adultos y los demás chicos muestran deseos de
comunicarse mediante signos, o les dan tiempo suficiente para formular sus ideas, el
joven con SD se sentirá animado a participar en actividades de grupo. Este aumento
de su confianza y autoestima conseguirá, a su vez, que alcance niveles mayores de
actividad y de implicación.
En general, parece que las habilidades sociales se desarrollan bien. La mayoría de los
jóvenes con SD, al ser más expertos en el procesamiento visual que en el auditivo,
tenderán a imitar las acciones que ven y copiarán con facilidad la conducta de los
demás. Como ha señalado Wishart (1996), los niños con SD pueden usar su
competencia en la interacción social como un instrumento para desviar o evitar las
exigencias que no les gustan. Cuando no son capaces de desviar la atención de la
tarea que tienen delante, muchos simplemente rehusarán cumplirla o querrán hacer
ver que son menos competentes de lo que realmente son.
¿Hay un aumento de riesgo de desarrollar una afección maligna por parte de las
personas con síndrome de Down? Es difícil responder a esta pregunta de una manera
tajante. La idea comúnmente admitida de que este riesgo está netamente aumentado
se debe a la fuerte incidencia de leucemias en los niños con trisomía 21. Pero esta
incidencia disminuye claramente con la edad, y los tumores sólidos habituales del
niño y del adulto son menos frecuentes en el síndrome de Down. Este hecho impide
generalizar para todas las edades y para todos los tipos tumorales lo que es
verdadero para las leucemias en los primeros años de la vida. La elevación del riesgo
se encuentra sobre todo en los primeros años de vida. El análisis por tipo de tumores
va a ilustrar otras particularidades que nos conducen a abordar de manera separada
los tumores del niño y los del adulto.
Todos los chicos jóvenes muestran a veces conductas que los demás consideran
inapropiadas. Y esto se aplica tanto a los escolares con síndrome de Down como a los
que no lo tienen. Las razones que subyacen en esta conducta son también muy
parecidas. Las conductas inapropiadas que se ven en la escuela pueden clasificarse
del modo siguiente:
La mayoría de los niños muestran conductas inapropiadas por una o más de las
razones resumidas a continuación:
Estas cuatro situaciones se aplican, en ocasiones, a la conducta de los chicos con SD.
Antes de que los profesores estén en posición de modificar las conductas
inapropiadas, es absolutamente esencial que comprendan su causa. Cuando un niño
con SD se ha acostumbrado a tener a su lado a su profesor particular de apoyo
durante la mayor parte del día, puede sentir una real dificultad para aceptar el hecho
de que vaya a empezar a trabajar junto con otros niños en la clase. Los intentos por
incrementar la independencia del niño con SD puede ocasionar, al principio,
expresiones de una conducta difícil que busca llamar la atención. Del mismo modo,
niños que se han acostumbrado a rechazar el trabajo a base de sonreír o de cambiar
el tema con picardía pueden sentirse superados o heridos cuando se enfrentan a un
profesor o ayudante que se da cuenta de que el niño es mucho más capaz de lo que
muestra y, en consecuencia, insiste en que termine su tarea. El resultado puede ser
una rabieta, sobre todo si esa conducta ha tenido éxito en el pasado.
Puede ocurrir también que el niño se sienta turbado en un entorno lleno de gente,
que le supera porque no comprende bien su funcionamiento o no es capaz de seguir
el ritmo impuesto por la mayoría de sus compañeros. Puede mostrar entonces la
tendencia al aislamiento, o a llamar la atención mediante conductas de repulsa y
desafío.
Los alumnos con SD que desean hacer lo mismo que otro cualquiera de su clase
pueden sentirse enfadados y frustrados si el profesor insiste en que hagan su trabajo
específico y especial mientras el resto de la clase ejecuta tareas completamente
diferentes. Y por otro lado, si se les permite tomar parte sin que se haya previsto
suficientemente su diferenciación, pueden enfrentarse con dificultades insuperables, y
recurrir entonces a mostrar una conducta molesta o problemática. También puede
haber frustración cuando el niño entra en contacto con gente que no desea
escucharle, o que es incapaz de entender lo que pretende decir. Si no se resuelve
este conflicto, el niño puede terminar por mostrar una conducta problemática.
Las escuelas, sobre todo en el sector secundario, son organizaciones complejas que
funcionan con muchas reglas y normas. Todos los niños necesitan tiempo para saber
qué es lo que se espera de ellos, sobre todos en sus etapas de transición. No sólo se
enfrentan a la tarea de tener que comprender toda una serie de normas, la mayoría
de las cuales se explican de forma verbal y sin apoyo visual, sino que se supone que
toda la información ha de ser aprendida y retenida durante largo tiempo. Esto puede
significar un enorme trabajo para los escolares que tienen limitaciones tanto en su
capacidad comprensiva como en su memoria auditiva. No puede sorprender, por
tanto, que los alumnos con SD se sientan confusos a menudo y olviden lo que se les
ha dicho.
A veces, esta confusión puede ser utilizada por otros niños para divertirse. Los niños
con SD pocas veces son objeto de burla. No obstante, pueden ser utilizados por otros
y animados a comportarse tontamente. Incluso esto puede ser considerado como un
medio de obtener una atención que de otro modo no reciben. O bien puede suceder
que no se den cuenta de que se les está animando a comportarse de forma
inapropiada, y entonces se enfadan si se les llama la atención. Si se manejan mal las
situaciones en la escuela y el niño se encuentra totalmente aislado o insatisfecho,
aparecerán conductas de autoestimulación como es el balanceo, chuparse los dedos,
o la estimulación de sus genitales. Cuando el niño está bien integrado y sometido a
un ambiente que equilibra la dificultad a superar con la prestación de los apoyos
necesarios, estas conductas son raras en el ambiente escolar. Pero cuando ocurran,
habrán de ser consideradas como un aviso, y habrá de prestarse particular atención
al modo en que el niño está siendo tratado.
Muchas de las dificultades que hemos esbozado se pueden evitar con un poco de
reflexión y de preparación previas. Proponemos las siguientes:
Será preciso planificar y diferenciar el trabajo con todo cuidado para asegurar que el
niño alcanza el éxito. En lo posible, sin embargo, el niño habrá de permanecer en la
clase e implicarle en las actividades de los demás. Insistir en que un niño con SD siga
escribiendo o deletreando cuando los demás están representando alguna escena o
pintando, denota poca sensibilidad y con toda probabilidad será origen de problemas.
Esas tareas se hacen mucho mejor cuando los demás también tienen que escribir o
deletrear, aun cuando el contenido y la dificultad sean diferentes. Si se necesita que
haga un trabajo especial, como puede ser un programa estructurado de lenguaje, ha
de hacerse cuando los demás se dedican a actividades que no gustan al niño o a las
que no es capaz de acceder. Sacar al niño de la clase durante un corto periodo de
tiempo para realizar este trabajo especial tiene con frecuencia más éxito, ya que el
niño no se distraerá con las actividades de los demás.
–por ejemplo, para asegurar que el niño con SD no se pierda y se marche fuera del
terreno de juego. Algunas escuelas utilizan un sistema de rotación con chicos
mayores que demuestran capacidad para hacerse cargo de esta particular
responsabilidad. Otras escuelas organizan Círculos de Amigos que se encargan de que
el niño con SD se sienta feliz y bien integrado en la vida escolar, sin riesgo de que
pueda depender excesivamente de los adultos. Este apoyo organizado por los propios
compañeros puede ser el mejor obstáculo contra quienes pretenden burlarse o
meterse con él.
Texto obtenido y traducido para Canal Down21 del libro: Children with Down’s
Syndrome. David Fulton Pub. London 1998.
Hemos oído repetidas veces que los adultos con síndrome de Down hablan a solas
consigo mismo: un tipo de conducta que se llama soliloquio. A veces, los informes
de los padres y cuidadores reflejan una preocupación grave ante el temor de que esta
conducta ―no sea normal‖ y sea sintomática de otros serios problemas psicológicos
Ahora bien, ¿no se habla también Vd. a sí mismo? Todos lo hacemos en momentos
diversos y en situaciones distintas. Nosotros hemos evaluado y examinado las
historias de más de 500 adultos con síndrome de Down, que desde 1992 son
atendidos en nuestro Centro de Adultos del Hospital General Luterano de Chicago.
Nuestra fichas indican que el 81 % mantienen conversaciones a solas consigo mismo
o con compañeros imaginados. La edad de las personas ha oscilado entre los 11 y los
83 años, con una media de 34 años. Para algunos padres y cuidadores, reconforta el
saber que ―casi todas las personas con síndrome de Down lo hacen‖. Pero el
contenido de estas conversaciones, su frecuencia, el tono y el contexto en que se
realizan son importantes para determinar si está indicada una intervención.
El soliloquio útil
Nos parece que el soliloquio tiene el mismo propósito útil para guiar la conducta de
los adultos con síndrome de Down. Las dificultades para pensar y hablar que tienen
estos adultos puede contribuir a que persista esta prevalencia alta de soliloquio
audible. Al tener dificultad para discernir entre lo que se supone que es privado y lo
que se considera ―socialmente correcto‖, resulta más frecuente que los soliloquios
sean fácilmente detectables. Pero también ellos muestran sensibilidad hacia la
naturaleza privada de su soliloquio. De hechos, los padres y cuidadores cuentan que
el soliloquio se da detrás de puertas cerradas o en situaciones en las que creen estar
solos.
Hemos comprobado que muchos adultos con síndrome de Down recurren a hablar a
solas para ventilar sus sentimientos, por ejemplo los de tristeza o frustración. Piensan
en voz alta para procesar los sucesos de su vida diaria. Esto es porque sus
dificultades de lenguaje o cognitivas inhiben su comunicación. De hecho, sus
cuidadores indican frecuentemente que la cantidad e intensidad de soliloquios reflejan
el número y la intensidad emocional de los sucesos de la vida diaria que han
experimentado. Veamos el ejemplo de Sam, 22 años:
Su madre nos contó la siguiente escena. Pide a Sam que asista a una fiesta familiar
un domingo por la tarde. El programa ordinario de sus domingos es ir al cine, y le dice
a su madre que no irá a la fiesta. Entonces la madre le pide que se lo piense. Sam se
marcha de genio a su cuarto y cierra la puerta con un golpazo. Su madre oye el
siguiente diálogo:
La madre de Sam nos contó que fue a la fiesta familiar con la condición de que podría
ir al cine al domingo siguiente. Sam pudo haber estado hablando con un ser
imaginario o discutiendo consigo mismo, pero claramente se las manejó para afrontar
una situación que no era de su agrado.
Para los niños, adultos y ancianos con síndrome de Down, el hablar a solas puede ser
el único entretenimiento de que disponen cuando están solos durante largos períodos
de tiempo. Por ejemplo, una madre nos contaba que su hija Mary pasaba horas en su
cuarto hablando con sus amigos imaginarios cuando se tuvieron que trasladar a un
vecindario nuevo. Una vez que Mary se fue metiendo en actividades sociales y
laborales en su nuevo barrio, ya no tenía tiempo o necesidad de hablar con tanta
frecuencia con sus amigos imaginarios. Esto nos anima a insistir en la necesidad de
asegurar que los adultos y ancianos con síndrome de Down sigan teniendo amistades,
actividades y objetivos que les impidan quedarse largos ratos a solas en sus casas;
algo que hay que cuidar y programar desde que son jóvenes.
Por consiguiente, que los adultos con síndrome de Down utilicen el soliloquio para
afrontar situaciones, para ventilar sus problemas y para entretenerse no debe ser
considerado como un problema de salud mental. Más bien, puede ser una de las
pocas herramientas de que disponen para asegurar el control sobre sus vidas y para
mejorar su sentimiento de bienestar.
Nuestro mejor consejo sobre cuándo debe preocuparse es atender con esmero a los
cambios en la frecuencia, contenido y contexto del soliloquio. Cuando el hablar a solas
se ve dominado por comentarios negativos y desfavorables de sí mismos, puede
recomendarse una intervención. Si la frecuencia del soliloquio aumenta
marcadamente, o cambia su tono (voces cada vez más altas, tomo amenazador)
pueden ser signos de que se esté desarrollando algún problema (por ej., depresión, o
un problema en su trabajo) que exijan la intervención. A pesar de la naturaleza rara o
molesta del soliloquio, nuestra experiencia demuestra que ayuda a los jóvenes y
adultos con síndrome de Down a resolver sus problemas, a ventilar sus sentimientos,
a entretenerse, y a manejar los sucesos de su vida cotidiana.
Canal Down21
Resumen del artículo El ―hablar a solas” de los adultos con síndrome de Down, de D. McGuire,
B. Chicoine y E. Greenbaum (Rev. Síndrome Down 15: 10-11, 1998).
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 255
-La educación de los niños con Síndrome de Down
Si esto se produce en todas las familias, mucho más acentuado es el proceso cuando
el niño que ha llegado tiene síndrome de Down.
El hijo soñado, perfecto, que iba a hacer realidad nuestros sueños, y que iba a ser el
reflejo de lo que nosotros somos o de lo que nos gustaría haber sido, no ha llegado.
En su lugar llega un bebé distinto. En realidad, todos los padres, tanto de niños con
síndrome de Down como de niños sin esta diferencia, pasan antes o después por esta
etapa: la de reconocer que nuestro hijo es otra persona, distinta de nosotros y con su
propia personalidad e inquietudes, con una inteligencia determinada, con un carácter
propio y con unas aptitudes y actitudes que la definen como individuo diferente del
resto. Este reconocimiento puede ser más o menos duro, puede darse a los 3 años o a
los 18, pero debe traer consigo una aceptación incondicional de nuestro hijo.
¿Qué es diferente entonces cuando el bebé tiene síndrome de Down? Que este proceso
de aceptación y de adaptación al nuevo miembro de la familia es algo imprevisto, no
normal, fuera de los cánones habituales y sobre todo traumático en su principio.
Desde un primer momento se hace evidente que es diferente y no es como sus padres
habían pensado. Además, el síndrome de Down tiene una serie de mitos, que aún
persisten en el año 2001, debidos a falta de información y desconocimiento, que
preocupan enormemente a la familia. Este miedo y preocupación se manifiesta de
maneras muy distintas en los padres, pero existen emociones relativamente comunes,
lógicas y de carácter muy humano a las que una vez nos enfrentemos y aceptemos -
cada uno a su manera y de forma natural- nos ayudaran a comprender mejor a
nuestro hijo, a nosotros mismos y al futuro que se nos presenta.
FASES DE TRANSICION
Sentir es algo natural. Todo en la vida implica, en cierto modo, algún tipo de
sentimiento y como tal -para bien o para mal- uno debe aprender a convivir con sus
emociones, aceptarlas, congraciarse con ellas e incluso rechazarlas en determinados
momentos, sin que ello haga que nos sintamos peores personas.
Aunque todos los padres son diferentes, se dan a menudo patrones parecidos del
proceso de aceptación del nuevo hijo. No olvidamos, sin embargo, que cada familia es
distinta y que no todas pasan por todas las etapas. Este proceso, además, puede durar
días, meses o años según cada familia y su idiosincrasia particular (madres solteras,
separadas, situaciones sociales, económicas y culturales, etc).
En un aspecto general la reacción inicial más común es la tristeza, que suele preceder
a la ira. Esta ira se siente porque los padres se encuentran responsables y culpables y
en otras ocasiones va canalizada hacia los profesionales (médicos, enfermeras,
tocólogo...).
Por último, se crea una sensación de profunda ansiedad por el futuro del niño, porque
no se sabe qué hacer con él, y de absoluta inseguridad ante cómo ser capaces de
criarlo.
A medida que decrece la ansiedad, va surgiendo el equilibrio, si bien éste casi nunca
es total. Los padres se van notando más cómodos, más seguros de sí mismos, y con
más capacidad para criar al bebé.
Poco a poco, la familia se reorganiza integrando al nuevo miembro. Para llegar a este
punto es necesario que desaparezcan los sentimientos de culpabilidad, para lo que es
fundamental el apoyo mutuo entre los padres. Esto no siempre se consigue, ya que
muchas veces se produce una crisis con ruptura de la pareja.
A estas etapas habría que añadir lo que el profesor Josefowitz describe como
Peregrinación a los médicos, y a todo tipo de profesionales. Padres que van de un
sitio a otro en busca de lo mejor para su hijo, y reciben informaciones que no siempre
son las más adecuadas. Es muy importante, por ello, que el acceso a la información
sea accesible, para que los padres conozcan de manera exhaustiva en qué consiste el
síndrome de Down.
Cuando este proceso se inicia, los padres aún son muy vulnerables porque siempre
buscan al profesional que les diga lo que quieren oír, información que no siempre se
corresponde con la realidad y que, en otras ocasiones, es ofrecida por profesionales
que o no son expertos en la materia o carecen de un mínimo de delicadeza en sus
diagnósticos.
Uno de los mejores profesionales que trata el tema del síndrome de Down en relación
con la familia es Cunningham de cuyos libros podrán obtener la mejor información en
este sentido (ver sección libros).
Para este autor, en un primer momento, casi todos los padres pasan por un estado de
conmoción o de incredulidad. Se ven como si estuvieran en una nube, como si no
se tratara de la vida real. A medida que van saliendo de este estado de conmoción,
empiezan a manifestar una serie de reacciones y sentimientos, que a continuación se
detallan...
Muchos padres manifiestan dos sentimientos a la vez: por un lado, sienten la necesidad
de proteger al bebé indefenso, sentimiento habitual en todos los padres; por otro,
sienten rechazo hacia el síndrome de Down, o hacia el mismo bebé. Este sentimiento de
rechazo hacia el bebé hace que la madre o padre que lo posee se sienta además culpable
por ello. Por ello, es relativamente común que los padres que en algún momento sienten
rechazo hacia su hijo traten de compensarlo con excesivos cuidados, y se vuelquen de tal
modo en el niño que olviden al resto de sus hijos o a ellos mismos, con tal de sentirse
mejor consigo mismos. El sentimiento de rechazo es normal, entendiendo como normal
que lo viven gran cantidad de familias. Según Cunningham (1990, pp. 35), entre el 70
y el 80% de las familias entrevistadas lo reconocieron. Es importante saber que otros
padres sienten lo mismo, y hablar de ello, ya que esto ayuda a superarlo y a no sentirnos
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 258
-La educación de los niños con Síndrome de Down
culpables.
Otro sentimiento habitual es la tristeza, el dolor por no haber tenido el hijo deseado.
Muchos padres dicen que es como si hubiesen perdido a su hijo. Es importante hablar de
ello y aceptar la pérdida del bebé soñado antes de aceptar la llegada del bebé real; de
otro modo, estaremos pensando eternamente lo que podría haber sido, sin disfrutar de lo
que en realidad es.
La sensación de no saber qué hacer con nuestro hijo, de no saber lo que le conviene y lo
que no le conviene, de no saber si es normal lo que le pasa, especialmente si los padres
son primerizos; toda esta incertidumbre se ve a menudo reducida al conocer mejor lo
que significa el síndrome de Down, y el entrar en contacto con otros padres en la misma
situación o con especialistas.
Muchos padres se sienten enfadados y hostiles hacia lo que les rodea. Se sienten
enfadados por lo que les ha pasado, y dirigen este enfado hacia ellos mismos, su pareja,
su familia, los profesionales, los amigos o hacia el bebé. Están enfadados por lo que les
ha ocurrido, sienten que es injusto que ellos hayan tenido un hijo con síndrome de Down
mientras que otros no. Aunque quizás en algunos casos la hostilidad esté justificada, casi
siempre los que salen más perjudicados son los padres y el niño.
Los padres, a menudo más que las madres, se dedican a buscar toda la información
relacionada con el síndrome de Down: leen muchos libros, se informan de las
asociaciones que existen, de los recursos y ayudas, de los centros educativos... A veces
se convierten en expertos en el tema, y esta ocupación les mantiene alejado de sus
sentimientos y de su relación con el niño.
Al conocer que el bebé tiene síndrome de Down, es normal buscar causas y culpables a
este hecho. Muchas madres se sienten responsables, y se preguntan si la causa habrá
sido el fumar, tomar alcohol, drogas, hacer demasiado deporte, etc. Otras veces,
aparecen discusiones entre los padres, y se echa uno a otro la culpa. Estos sentimientos
suelen desaparecer con información real acerca del síndrome de Down, y al darse cuenta
de que la única causa es una alteración cromosómica de la que nadie es culpable.
En segundo lugar, algunos padres, sobre todo con altas creencias religiosas, lo entienden
como un castigo por no haber sido todo lo "buenos" que deberían. Consideran entonces
que son los culpables, ya que esto les ha pasado por haber realizado una serie de
acciones incorrectas en el pasado. Algunos reaccionan entonces realizando trabajos
voluntarios con personas necesitadas, o mediante ayudas económicas a asociaciones,
etc., olvidándose a veces de su hijo.
Por otro lado, la no-aceptación plena del niño con síndrome de Down puede dar lugar a
una sobre-exigencia o perfeccionismo. Se espera que nuestro hijo sea el mejor niño con
síndrome de Down o que llegue a ser como el resto de los niños. Esta actitud
perfeccionista se manifiesta en actitudes de "centralismo" hacia el niño: "todos hacemos
lo que podemos para que salga adelante". Se crean unas pautas de interacción con el
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 260
-La educación de los niños con Síndrome de Down
El polo opuesto a esta reacción sería la postura del padre que se ha rendido, que no
lucha, que piensa que no hay nada que hacer y que no espera nada del niño.
Cunningham admite que las rupturas en las parejas con niños con importantes
discapacidades son más habituales que en familias sin hijos con discapacidad, pero
también dice que este fenómeno no se da cuando la discapacidad es consecuencia del
síndrome de Down. Al contrario, la mayoría de los padres dice que sus vínculos como
pareja se ven fortalecidos, y que el niño con síndrome de Down les muestra una visión
del mundo y de la vida muy diferente. En general, si la pareja iba bien antes, irá mejor;
sin embargo, si ya existían diferencias importantes entre los miembros, éstas se
acentuarán, llegando a la ruptura. Es fundamental el apoyo y respeto mutuo entre los
padres.
Pero independientemente de esto, una pareja con un hijo con síndrome de Down se
enfrenta a mayores dificultades que una con un hijo sin alteraciones en su desarrollo. Las
crisis y conflictos sí existen, pero también pueden superarse. Por ejemplo, pueden
aparecer diferencias en cuanto a la visión de los avances del niño. Habitualmente, la
madre, si es la que pasa el mayor tiempo con el niño, ve más adelantos que el padre,
sobre todo teniendo en cuenta que los avances no son siempre regulares. Otros
momentos importantes en la relación de pareja, que pueden provocar crisis o
enfrentamientos por diferentes puntos de vista es cuando se plantea el tipo de educación
más adecuado, cuando se debe elegir colegio, cuando se plantea la posibilidad de tener
otro hijo, o cuando existen diferencias en el grado de aceptación de la deficiencia o uno
de los padres dedica más tiempo que el otro a la educación del niño.
En realidad, muchos de estos momentos también aparecen en familias sin hijos con
síndrome de Down. Quizás el secreto esté en el respeto y apoyo mutuos. Cada padre
puede tener sus propios puntos de vista, siendo ambos válidos. Por eso es importante
escuchar al otro y tratar de llegar entre los dos a un consenso, donde el beneficio del
niño sea lo primero. Por otro lado, pueden existir momentos en los que uno de los padres
está más desanimado; es entonces cuando el otro debe ser más fuerte y mostrarle los
ánimos, el amor y la confianza que le faltan, para continuar juntos este camino, que es a
menudo una carrera de fondo, que dura toda la vida.
Y, por supuesto, si las cosas se ponen muy difíciles, la búsqueda de ayuda en otros
padres o en profesionales no debe rechazarse.
Desde el momento en que nace un bebé, e incluso desde el momento en que una mujer
se entera de que está embarazada, comienza a crearse un vínculo afectivo entre la
madre y el niño, un vínculo que perdura a lo largo de la vida. Este vínculo se hace más
profundo en el momento en que nace el niño, y a medida que madre e hijo entran en
contacto y comienzan a comunicarse.
Existen cinco sistemas que fortalecen el vínculo: la sonrisa, el mamar, la mirada mutua,
el llorar y el contacto físico. En un primer momento, se establece una relación muy
intensa, de simbiosis entre madre e hijo. Cuando nace el bebé, y su madre lo ve por
primera vez, lo toca, lo acaricia, le besa y le habla, el vínculo se va fortaleciendo. La
madre sonreirá al bebé, y poco a poco el bebé también la sonreirá a ella; cuando el niño
llore, su madre será capaz, en pocas semanas, de interpretar perfectamente el llanto del
niño: por hambre, por dolor, por sueño... Poco a poco, a medida que el bebé crece, se va
percibiendo como alguien separado de su madre (alrededor de los 6 meses). Es
importante este paso hacia la independencia, para que el bebé se vaya convirtiendo en
un ser independiente y autónomo, que vive en un mundo que le ama y le entiende y le
apoya. Esto ocurre en la mayoría de casos.
A veces, ante el nacimiento del niño con síndrome de Down aparece una reacción inicial
de rechazo, incluso en el inconsciente, seguida de una postura de sobreprotección que
tampoco es adecuada. Cuando además ha nacido con algún tipo de complicación física
(cardiopatía congénita...) que requiere su hospitalización o cuidados intensivos, la
relación madre-hijo se dificulta aún más, porque no pueden estar en contacto.
niño para evaluarlo, sin que su madre lo haya visto. Es cierto que en muchos casos el
niño con síndrome de Down requiere cuidados médicos especiales, pero no siempre es
así. Entonces, ¿por qué no darle el bebé a su madre en cuanto nace?. Durante las dos
primeras horas de vida, los niños están despiertos y muy activos. Miran a su alrededor
como si estuviesen viendo todo lo que les rodea. Este es un momento precioso para estar
en contacto con su madre, para escuchar su voz, para notar sus caricias y para conocer
su olor. ¿No buscamos la normalidad? Pues entonces tratémoslos como normales desde
el principio.
Sin embargo, existen ciertas características del niño con síndrome de Down que por sí
solas pueden dificultar el establecimiento del vínculo. El bebé con síndrome de Down
muestra menos conductas comunicativas que otros. Quizá no sonríe tanto, no mira tan
directamente como otros o le cuesta succionar. Estas conductas dificultan la relación
madre-hijo, ya que a veces los padres, al no recibir conductas que refuercen sus
acciones, dejan de emitirlas. Es decir, "yo sonrío a mi hijo; como él no me responde,
dejo de sonreírle". Es importante que los padres sean conscientes de que su hijo es
menos "expresivo" que los demás, pero ello no quiere decir que sienta menos. Lo
fundamental es ayudar a los padres para que insistan más en sus comunicaciones, de
manera que no se destruya ese vínculo afectivo valiosísimo.
Teniendo en cuenta estos "requisitos", la madre comienza a jugar con su hijo: sonrisa,
frases, canciones... de manera que se van conociendo los límites de cada uno, sus
preferencias, etc.
Poco a poco, el bebé va teniendo más control de sí mismo, y se percibe como algo
separado de su madre. Es importante que el vínculo afectivo sea flexible y favorezca la
autonomía: es decir, que poco a poco el niño vaya "saliendo del cascarón", de forma que
se desarrolle como persona separada de su madre, aunque no por ello menos unida
afectivamente a ella. El vínculo debe establecerse durante el primer año de vida, por ello
es importante el apoyo a las familias, para que poco a poco establezcan un vínculo
adecuado, aceptando a su hijo como es.
LOS HERMANOS
Cuando los padres del niño con síndrome de Down tienen más hijos, a menudo se
preocupan del momento en que han de explicárselo a los demás hijos, y del modo de
hacerlo. Lo mejor es explicárselo a los hermanos lo antes posible, y no retrasar este
momento. Es bueno, así mismo, que estén presentes ambos padres, así como el bebé.
Por otro lado, es posible que los hermanos más mayores, sobre todo adolescentes, se
interesen acerca del riesgo de tener ellos un hijo con síndrome de Down, a lo que
siempre se contestará con información adecuada. Si no se dispone de las respuestas,
bastará con explicarles que en ese momento no sabemos la respuesta, pero que lo
vamos a averiguar.
Es beneficioso que los hermanos acompañen al que tiene síndrome de Down al centro de
rehabilitación o estimulación al que acuda, no sólo para no sentirse aislados, sino
también para ver lo que hacen con su hermano y comprender mejor lo que le pasa.
Lo más importante es tratar el tema con naturalidad. Si los padres han aceptado a su
hijo, los hermanos también lo harán. A ellos no les cuesta tanto. Sin embargo, si se vive
con secretismo, lo vivirán como algo malo. No se debe subestimar la capacidad de los
hermanos, por pequeños que sean, de percibir que algo ocurre en la familia. Los niños
perciben mucho más de lo que pensamos los adultos, y pronto notarán que pasa algo en
la familia y con su nuevo hermano.
Si los padres no han aceptado a su hijo, y se sienten culpables, sienten rechazo o llevan
a cabo conductas patológicas (sobreprotección, centrarse en el niño...), los hermanos se
sentirán responsables del nuevo niño, y se implicarán en su educación de una manera
inadecuada, sacrificando su propia vida. Es importante inculcarles responsabilidad y que
se sientan útiles, pero sin que reproduzcan patrones inadecuados. A menudo reproducen
lo que ven en sus padres.
Dejar que los hermanos se comporten como hermanos, que se peguen, que jueguen, que
luchen, que se rían y que lloren. Escuchar las observaciones que hacen en cuanto a cómo
tratar a su hermano: ellos son los primeros en darse cuenta de las situaciones de ridículo
o de cuándo las risas de los otros no son porque les haga gracia sino porque se ríen de
él. Por último, no darles la responsabilidad del futuro de su hermano como una carga,
sino que la vivan como una muestra de solidaridad normal entre hermanos.
LOS ABUELOS
Los abuelos juegan un papel importante en el desarrollo del niño con síndrome de Down,
pero también pueden ocasionar problemas si no se les informa. Los abuelos necesitan la
misma información que los padres, y se sentirán mejor si se ven implicados en la
educación del niño, de manera que se sientan útiles. A menudo tienen otra concepción de
lo que significa el síndrome de Down, ya que no lo han vivido con sus hijos, y pueden
tener una idea un poco más "antigua". Además, los abuelos también pueden pasarlo mal
por lo que les está ocurriendo a sus hijos, se preocupan por ellos y quieren saber el
mejor modo de ayudarles; les preocupa el futuro de su nieto y pueden sentir miedos,
ansiedades, dudas, etc.
Cunningham (1990) comenta algunos problemas que le han relatado los padres:
- A los abuelos les puede resultar difícil comprender o aceptar las consecuencias del niño
con síndrome de Down. A veces preguntan si están seguros los médicos, si no habrá un
error. Cuando los abuelos no han comprendido bien las características de su nieto,
pueden hacer comentarios que desaniman a los padres o que provocan discusiones.
Estas situaciones se podrían evitar proporcionando a los abuelos información. Los
abuelos suelen sentirse tan abrumados como los padres ante la noticia, y no se les debe
olvidar. A menudo el trabajo de apoyo se centra en los padres, y sería bueno apoyar
también a los abuelos.
- Cuando los abuelos insinúan que en su familia nunca había pasado nada parecido, la
familia política se puede sentir acusada. Estos comentarios son dolorosos para el yerno o
la nuera, y pueden dar lugar a tensiones entre los padres.
Es importante que los abuelos sean tenidos en cuenta, y se les ayude a entender las
condiciones del niño con síndrome de Down, por varias razones: por un lado, pueden ser
muy útiles a la hora de ayudar en la educación de su nieto, tanto para el niño como para
sus padres; por otro, en la actualidad, los abuelos deben cuidar a menudo de sus nietos,
cuando los padres trabajan o en periodos de vacaciones escolares; por último, no se
debe olvidar que los abuelos siempre influyen en sus hijos. Se debe informar a los
abuelos para que su influencia sea positiva y de ayuda y apoyo con sus hijos y su nieto.
PROYECTO DE FUTURO
Hasta ahora se han comentado aspectos relacionados con las familias con síndrome de
Down haciendo referencia casi siempre a las primeras edades del niño. Parece como si los
niños con síndrome de Down fueran siempre niños, o no crecieran. Pero, obviamente,
esto no es así.
¿Qué es lo habitual en las familias? Los niños crecen y se hacen adultos, tienen sus
propios amigos con los que hacen diferentes actividades, estudian, encuentran un trabajo,
algunos se independizan y otros continúan viviendo en casa de sus padres.
Las familias que tienen hijos con síndrome de Down son muy similares. Estos niños
también crecen y se hacen adultos, también tienen sus amigos, también estudian y
aprenden a realizar trabajos, algunos se independizan y viven en pisos con otros chicos, y
la mayoría continúan viviendo con sus padres o con algún familiar.
La solución a este problema parece estar en conseguir que el hijo con síndrome de Down
sea una persona con unos niveles funcionales de independencia y de autonomía, que esté
integrada en su familia, en su sociedad y en su entorno laboral. Que sea capaz de valerse
por sí misma en cuanto a su cuidado y en cuanto a las responsabilidades que deba
afrontar a lo largo de su vida. Pero esto no se adquiere en un día, sino que es el fruto del
trabajo continuado y constante realizado a lo largo de toda la vida:
Por eso un hijo con síndrome de Down no debe percibirse como una carga, aunque sí
como una responsabilidad, pero del mismo modo que lo son los demás hijos o ¿acaso los
chicos sin síndrome de Down no necesitan ayudas y atenciones individuales durante
muchos años?
La familia que tiene un hijo con síndrome de Down debe ayudarle a hacerse un hueco en
ella, es decir, que tenga su sitio, con su personalidad, sus gustos, sus intereses y sus
defectos.
Es importante que a medida que vaya creciendo, se fomenten las relaciones con otras
personas diferentes de sus familiares o cuidadores, que tenga amigos, que se le permitan
hacer ciertas actividades con ellos y que no se piense que por tener síndrome de Down no
tiene preferencias o intereses diferentes de los de sus padres. Acudir a centros de ocio,
hacer planes con su familia o con sus amigos los fines de semana... que, en definitiva se
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 267
-La educación de los niños con Síndrome de Down
vaya formando su propia vida. Compaginar la vida familiar con la vida personal, como la
de cualquier otro hijo. Es fundamental que el chico o chica con síndrome de Down se dé
cuenta de que tiene cosas propias, que no sienta que no tiene vida sin sus padres.
Respecto al resto de la familia, es fundamental que los padres tengan sus propios
momentos tanto como pareja como en cuanto a individuos, y que realicen actividades sin
su hijo. Los hermanos también deben tener sus propias vidas y sus amigos.
Para que una familia crezca y todos sus miembros se desarrollen en armonía es
importante:
- El respeto a la individualidad de cada uno, es decir, aceptar a cada uno como es, con
sus defectos y sus virtudes, con sus intereses y sus gustos.
- Fomentar la independencia de cada uno de ellos. Ninguno de ellos debe percibir que no
tiene una vida propia diferente del resto de los miembros, que sólo vive para los demás o
para el hijo o hermano que tiene síndrome de Down.
- Dar desde el principio la importancia que tiene la unidad familiar. Que todos sepan que
cuando surge un problema, la familia está siempre dispuesta a apoyar y a ayudar.
LA LACTANCIA MATERNA
EN LOS NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN
La lactancia materna ha sido durante siglos la forma habitual de criar a los hijos. Sin
embargo, a lo largo del siglo XX surgieron productos que se fueron perfeccionando hasta
lograr las actuales fórmulas lácteas que se emplean en la lactancia artificial. La aparición
de estos sustitutos de la lactancia materna contribuyó junto con otros factores al
abandono progresivo de la lactancia materna, llegando a su punto más bajo en los años
70. Así se creó una cultura del biberón, de forma que gran parte de las mujeres que hoy
son madres tienen un gran desconocimiento de todo lo relacionado con lactancia materna.
Preocupados por esta disminución de la lactancia materna, la OMS y UNICEF han puesto
en marcha diversas actividades para fomentar la lactancia materna. Entre ellas, la
creación de Hospitales Amigos de los Niños en 1990, en donde se resumen los Diez Pasos
para una feliz lactancia natural.
Este fenómeno ha sido aún más acentuado en los niños con síndrome de Down,
ya que existe la creencia de que la hipotonía y la disminución de algunos reflejos les
impide la lactancia materna. Sin embargo, no es cierto que el síndrome de Down sea una
contraindicación para la lactancia materna. En realidad, muchos de los problemas con los
que nos vamos a encontrar se derivan de la inseguridad y el desconocimiento de las
técnicas de la lactancia materna y de la separación del niño de la madre durante los
primeros días de vida. Además, algunas de las características propias del recién nacido
con síndrome de Down, como son la hipotonía y las dificultades de succión y deglución,
pueden poner un poco más difícil las cosas.
- mayor protección inmunológica (lo que disminuye de forma muy importante los
episodios infecciosos durante los primeros meses de vida);
Comenzaremos dando una serie de consejos útiles para conseguir una lactancia feliz y
duradera.
Es en este periodo de tiempo cuando el recién nacido presenta una capacidad de succión
mejor y un reflejo de búsqueda más intenso. Nada más nacer, se debe permitir que el
niño y la madre tengan un primer contacto, piel con piel, colocando al recién nacido sobre
el abdomen de la madre. Este primer contacto y el amamantamiento van a facilitar la
formación de fuerte vínculo afectivo. Esta práctica debe realizarse también en los niños
con síndrome de Down, y únicamente a aquellos que nazcan con problemas graves que
precisen actuación médica urgente se les debe privar de este primer contacto.
La madre debe conocer las ventajas de la lactancia materna y sus técnicas antes de dar a
luz a su hijo. Debe recibir información para que afronte estos primeros momentos con
más conocimientos, seguridad y confianza en sí misma. Los contactos con otras madres
de niños con síndrome de Down que hayan pasado por esta experiencia son también muy
útiles. Los principales puntos a tener en cuenta son:
- Despertar bien al niño antes de ponerle al pecho. Los recién nacidos con síndrome de
- Mantener una postura correcta, tanto del niño como de la madre. Es recomendable
que la madre se encuentre cómoda. El cuerpo del niño debe estar de cara a la madre
(ombligo frente a ombligo) de forma que la cara del bebé quede enfrente de la mama.
La cabeza estará apoyada aproximadamente en la mitad del antebrazo y no en el codo de
la madre. Todo el cuerpo del recién nacido quedará alineado, evitando que el niño tenga
que flexionar o rotar la cabeza , porque esto dificulta la succión.
- Estimular la succión. Una vez colocado el niño según las indicaciones anteriores,
haremos que el labio superior del niño quede a la altura del pezón, de forma que ambos
se rocen. Como respuesta, después de unos segundos, el niño abre mucho la boca
(reflejo oral de búsqueda).
- Cuando el niño tenga la boca bien abierta, es cuando la madre aproximará más al niño
hacia su pecho, moviendo a la vez todo el cuerpo del niño y no sólo la cabeza. De esta
forma el niño no sólo cogerá el pezón sino que introducirá gran parte de la areola
en su boca. Esto aumenta la eficacia de la succión y además evita que se lastime el
pezón.
- Dejar al niño que mame el tiempo suficiente hasta que vacíe el pecho y se separe
espontáneamente. Los niños con síndrome de Down pueden tardar más que otros niños
debido a su hipotonía y no se les debe retirar a los 10 minutos para pasarles al otro
pecho, ya que la composición de la leche varía del principio al final de la tetada. Al
principio de la toma, la leche es rica en proteínas e hidratos de carbono, mientras que al
final lo es en grasas. Por esta razón, si no permitimos que tomen el pecho el tiempo
suficiente para ingerir la leche del final de la tetada, el niño tomará menos grasa, con lo
que quedará menos saciado y ganará menos peso.
- Si el niño queda profundamente dormido mientras toma sin soltar el pezón, podemos
retirarle del pecho introduciendo con cuidado el dedo meñique por la comisura bucal del
niño para ayudarle a que se suelte sin lastimar el pezón.
- Darle de mamar frecuentemente, a demanda del niño, incluso si hace poco que
acaba de darle de mamar. Los niños con síndrome de Down, debido a su hipotonía, lloran
y patalean menos y por lo tanto pueden reclamar el pecho de una forma menos intensa
que otros niños. Por ello, se les debe estimular con frecuencia, intentando ponerles al
pecho los primeros días al menos unas 7 veces al día.
3. Otros consejos
El reposo resulta por tanto fundamental. Además del sueño nocturno, es conveniente
buscar a lo largo del día momentos de descanso de 1 hora para recostarse o al menos
relajarse.
- Resulta de enorme utilidad que las madres se pongan en contacto con otras madres
de niños con síndrome de Down que hayan pasado por la experiencia de amamantar a
sus hijos. A ser posible, este contacto se debe establecer ya antes del parto y durante el
ingreso en el hospital. También es necesario que la madre reciba el apoyo profesional
necesario.
En muchas ocasiones, las condiciones tras el nacimiento del niño con síndrome de Down
no van a ser las expuestas anteriormente. O bien la madre no va a poder iniciar la
lactancia justo después del parto, o bien va a ser separada físicamente del niño debido al
ingreso de éste en una unidad de neonatología, o incluso puede tener que llegar a
suspender la lactancia de forma transitoria debido a una enfermedad del niño. Estas
circunstancias dificultan la lactancia materna por lo que debemos estar preparados para
solucionar los problemas que aparezcan.
Si el niño no puede ser alimentado directamente del pecho, en esta situación va a ser
fundamental mantener la estimulación manual del pezón y el vaciamiento
adecuado de las mamas, ya que ambos son los principales estímulos para la producción
de leche. La extracción de leche puede realizarse de forma manual o mediante sacaleches
manuales o eléctricos. Salvo contraindicación concreta, el recién nacido puede
alimentarse con la leche materna extraída. Para extraer la leche aconsejamos:
- Que la madre se lave bien las manos antes de extraer la leche. Además, los accesorios
que utilice para la extracción deben estar estériles.
- En el recipiente donde vaya a introducir la leche debe constar el nombre del niño, la
hora y el día de recogida.
- La leche que no vaya a ser utilizada antes de 48 horas debe congelarse a –18º C. Puede
mantenerse congelada hasta 3 meses sin modificarse su valor nutritivo, aunque pierde
algunas vitaminas.
Llanto excesivo. Este es un motivo frecuente de alarma en las madres. Suelen pensar
que el niño se queda con hambre. Sin embargo, el llanto que se calma al poner el chupete
no siempre indica hambre. El niño puede llorar para expresar otras necesidades como
sueño, frío, cansancio, etc. En caso de duda se debe consultar con el pediatra. Si se trata
de cólicos del lactante, aconsejamos a la madre que coja al niño en cuanto llore porque
ésta es la única forma de disminuir su llanto. Los cólicos son igual de frecuentes en los
niños que toman el pecho que en los alimentados con lactancia artificial y, si se les ofrece
ayuda de biberón, posiblemente se acabe con la lactancia materna y el niño continúe con
los cólicos.
Mastitis. La mastitis se produce también por un mal vaciamiento de las mamas debido a
deficiencias en la técnica de amamantamiento. La aparición de la mastitis no es motivo
para suspender la lactancia materna. Con un tratamiento antibiótico correcto y el vaciado
completo de las mamas, se puede continuar con éxito la lactancia.
Escasa ganancia de peso. Cuando un niño alimentado al pecho no gana peso, debe ser
valorado adecuadamente por el pediatra para descarta problemas médicos. Las causas
más frecuentes de que el niño no gane peso están en relación con errores en la técnica:
postura incorrecta, tomas rígidas de 10 minutos cada 3 horas, uso de pezoneras, etc. Una
vez descartados los problemas técnicos, otro de los problemas frecuentes va a ser la
fatiga y el cansancio materno.
Conclusiones
5. Es posible que, pese a las mejores intenciones, no sea posible realizar la lactancia
materna. No se angustie. Podrá compensar a su bebé de otras maneras.
Introducción
A partir de los 6 meses de vida, tanto la leche materna como la proveniente de las
fórmulas adaptadas resultan insuficientes para mantener las necesidades calóricas y
nutricionales del niño. Por ello, a partir de los 4-6 meses se recomienda empezar a
introducir la alimentación complementaria, igual que hacemos con el resto de los
niños. La alimentación complementaria (que a veces técnicamente se llama Beikost)
se refiere a todos los alimentos que recibe el niño diferentes a la leche: cereales, frutas,
verduras, carne, pescado, huevos, etc.
• Los alimentos no lácteos no deben suministrar más del 50% de las calorías de la
dieta durante el primer año de vida, ya que de otra forma no se cubrirían las
necesidades de calcio. Se aconseja que durante todo el primer año la ingesta de leche
no sea nunca inferior a 500 centímetros cúbicos (cc) al día (incluyendo productos
lácteos como el yogur).
• Los alimentos con gluten no se deben introducir antes de los 6 meses. Recordemos
que la enfermedad celíaca (intolerancia al gluten) es más frecuente en los niños con
síndrome de Down y que la introducción precoz del gluten se asocia a formas más
graves de enfermedad celíaca. (Ver Alteraciones digestivas).
Alimentos a utilizar
Cereales sin gluten. Se introducen habitualmente entre los 4-5 meses. Aportan
hidratos de carbono, proteínas, minerales, vitaminas (especialmente B), ácidos grasos
esenciales y hierro. Los cereales sin gluten se añaden en los biberones de fórmula
adaptada una vez preparados a la concentración adecuada. En los niños alimentados con
lactancia materna se pueden añadir a otros alimentos como las frutas y no hay ninguna
necesidad de suspender la lactancia materna al comenzar con la alimentación
complementaria.
Fruta. Las frutas se introducen habitualmente entre los 4-5 meses. Aportan hidratos de
carbono, vitaminas y fibras. Se recomienda utilizar la fruta de temporada, madura y
recién preparada excepto el kiwi, la fresa y el melocotón porque producen alergia con
más frecuencia que el resto de las frutas. Solemos recomendar comenzar con naranja o
mandarina, pera, manzana y plátano, introduciéndolas de una en una. Las frutas
comienzan a darse junto con una toma de leche, aumentando progresivamente la
cantidad hasta sustituir una toma de biberón o de lactancia materna por la papilla de
frutas. No se recomienda añadir miel, galletas, leche condensada ni azúcar a la papilla de
frutas. Únicamente, en los lactantes alimentados con lactancia materna que no toman
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 276
-La educación de los niños con Síndrome de Down
biberones con cereales, podemos añadir en la papilla de frutas los cereales. Tampoco se
recomienda la administración de zumos o papilla de frutas en biberón ya que la sacarosa
que contienen contribuye al desarrollo de caries por biberón
Ante un cuadro de estreñimiento, que suele ser habitual en los lactantes con síndrome
de Down, especialmente en los alimentados con fórmulas artificiales, utilizaremos frutas
laxantes como naranja, mandarina, pera y uvas.
Carne. A partir de los 6 meses se añade al puré de verduras diariamente unos 10-20
gramos de carne, aumentando progresivamente hasta 25 gramos a los 12 meses.
Aportan proteínas de alto valor biológico, hierro, fósforo, potasio y vitaminas del grupo B.
Se pueden utilizar todas las carnes (pollo, ternera, cerdo, conejo, cordero, etc.) siempre
que estén bien cocidas y desprovistas de grasa. No se recomienda utilizar vísceras.
Cereales con gluten. A partir de los 6 meses se sustituyen gradualmente los cereales
sin gluten por cereales con gluten. Se utilizan hasta aproximadamente los 18 meses,
edad en la cual se debe abandonar el biberón. A partir de los 18 meses, o bien se
administran los cereales en papillas o en forma de pan, pasta, arroz, galletas, etc.
Yogur. Se puede ofrecer yogur aunque sin sustituir a ninguno de los alimentos
fundamentales (leche, frutas, verdura y carne) a partir de los 7-9 meses. Aporta, al igual
que la leche, proteínas, calcio y vitamina D. Un yogur de 125 mg es equivalente en
contenido proteico a 150 cc de leche. Es preferible no añadir al yogur azúcar ni miel
durante el primer año.
Huevos: Contienen ovoalbúmina (proteína con todos los aminoácidos esenciales), hierro
y vitaminas A y D. La yema de huevo se puede introducir a partir de los 8 meses. Se
debe añadir al puré, junto con la carne, siempre cocida y sin sobrepasar 3 yemas a la
semana. La clara de huevo se introduce a partir de los 10-12 meses momento en el que
se puede dar al niño el huevo entero cocido, sin pasar de 3 a la semana.
Pescado. El pescado se añade también al puré alternándolo con la carne a partir de los
9-10 meses. La cantidad a añadir será algo mayor que la de la carne, unos 25 gramos al
día. Se puede utilizar cualquier tipo de pescado incluido el pescado congelado (tras
descongelación lenta durante 24 horas).
Legumbres. Se introducen hacia los 11-12 meses, añadiendo una pequeña cantidad al
puré de verduras. Tienen mayor contenido proteico que las verduras pero de menor
calidad biológica que las animales.
Muchos lactantes con síndrome de Down no van a tener ningún problema a la hora de
introducir la alimentación complementaria, especialmente los que han sido alimentados
con lactancia materna ya que ésta condiciona un mejor desarrollo motor oral.
Los padres suelen estar preocupados y temen que el niño se atragante o no pueda
masticar por la falta de dientes, que suelen aparecer algo más tarde que en otros niños.
En ocasiones estas preocupaciones condicionan un retraso en la introducción de la
alimentación complementaria más allá de los 6-7 meses, lo que resulta perjudicial para el
desarrollo del lactante.
Para resolver estos problemas se recomienda comenzar hacia los 6 meses con una
alimentación semisólida. El alimento debe ser relativamente espeso pero sin que
dificulte los movimientos de la lengua y debe darse con cuchara en pequeñas cantidades
en la parte central de la boca y sólo cuando la lengua está dentro de la boca. La cuchara
debe situarse en la zona media de la lengua, ejerciendo una ligera presión hacia abajo.
Con frecuencia, si el niño no cierra la boca para deglutir el alimento, es necesario
ayudarle inmovilizándole la mandíbula, es decir, ayudándole con nuestra mano a
mantener la boca cerrada después de introducir el alimento, para que no pueda echarlo
de nuevo hacia delante y mejoren los movimientos de la lengua y de los labios. Es
conveniente colocar siempre al niño lo más vertical posible con el tronco recto.
la lengua y para ello en ocasiones necesita de la ayuda de la persona que le está dando
de comer. También en ocasiones debemos ayudarle a que mantenga la boca cerrada.
Para aprender a utilizar la cuchara el niño debe estar correctamente sentado en una
silla adecuada. El plato debe ser lo suficientemente profundo para permitir que el niño
llene fácilmente la cuchara. Suele ser al principio necesario ayudarle dirigiendo sus
movimientos (meter la cuchara en la boca, llevar la cuchara hasta el plato y llenarla). Es
preferible que los alimentos sean sólidos mejor que semisólidos para estimular la
masticación y que no se desarrollen conductas de succión inmaduras.
La utilización del vaso para beber es importante comenzarla hacia el año. A los 18
meses es recomendable que no se utilice el biberón, especialmente si cuando se utiliza la
cuchara tiende a lamerla y la lengua no se retrae ante la cuchara. Para ayudar al niño, a
veces es necesario comenzar con líquidos un poco más espesos y después volver
gradualmente a su consistencia original. Es importante que el niño mantenga la lengua
dentro de la boca y no dentro ni debajo del vaso. Para ello colocamos el vaso sobre el
labio inferior ejerciendo una pequeña presión y, si es necesario, se coloca un dedo de la
persona que ayuda al niño a beber bajo el borde del vaso y del labio inferior para que
haga tope a la lengua evitando su salida o protrusión. En cuanto sea posible el niño
pasará a beber sólo cogiendo el vaso con ambas manos y evitando el uso de vasos con
tetinas y con asas.
Conclusiones
Desde que nace un bebé con síndrome de Down es preciso intentar por todos los medios
que colabore en su alimentación.
A continuación estableceremos ciertas pautas que serán de gran ayuda para que los
niños con síndrome de Down intervengan de forma activa en su propia alimentación.
2º.- Cuando se introduce la alimentación complementaria, como el puré y las frutas con
la cucharilla, el niño debe permanecer incorporado en nuestro regazo y que sea él el que
mueva la cabeza para buscar la cuchara y abra la boca, es decir, no debemos meterle la
cuchara a la boca ni abrírsela a la fuerza con la misma, sino que él debe colaborar.
1º. - En cuanto un niño con síndrome de Down alcanza la sedestación, debemos colocarlo
sólo en una silla apropiada que le permita llegar a la mesa perfectamente durante todas
las comidas.
Hasta hace poco tiempo se han venido utilizando las sillas altas, que sólo sirven durante
los dos o tres primeros años, sin embargo ahora existen en el mercado unas sillas de
madera que se gradúan en altura y que sirven desde que el niño empieza a mantenerse
sentado hasta que es adulto.
También son muy prácticas unas sillas portátiles que se sujetan a la mesa para cuando
salimos a comer fuera de casa o vamos de viaje, que se puede transportar fácilmente y
de muy pequeño tamaño y permiten al niño estar a la misma altura del resto de la familia
y demás comensales.
2º. - Una vez sentados en la mesa, se les ofrecerán los alimentos sólidos en un plato
(miguitas de pan, jamón de york en trocitos, etc.), para que ellos puedan cogerlo con los
dedos y se lo lleven a la boca.
Tal vez al principio haya que ayudarles desde el codo a realizar este movimiento.
3º.- El líquido que tomen acompañando la comida, o bien entre horas, se les ofrecerá en
vasos especiales que disponen de una tapa y boquilla y dos asas (pueden ser "tente
solos"), para que el líquido no se derrame aunque lo cojan con poco cuidado.
Al principio será preciso ayudarles un poco, pero inmediatamente podrán cogerlo ellos
solos con sus dos manos.
Cuando el niño vaya adquiriendo más equilibrio y aprenda a tragar el liquido sin
succionar, podrá presentársele el vaso sin tapa, aunque seguiremos usando el vaso de
dos asas.
Al final podrá utilizar vasos iguales que el resto de la familia, esto es, sin asas y de vidrio.
4º.- Poco a poco pondremos en su mano el tenedor y la cuchara (esta última puede ser
adaptada con la forma curva para mayor comodidad).
El siguiente paso es intentar que él solo pinche el alimento con el tenedor y se lo lleve a
la boca.
Más dificultades plantea que llene la cuchara con comida y que no lo derrame al
llevárselo a la boca. Para ayudar en esta tarea será preciso que los alimentos sean lo más
espesos posible.
Todas estas pautas y recomendaciones llevan su tiempo y mucha paciencia, pero los
resultados son apreciables a corto plazo y además les permite participar en las comidas
familiares, como uno más, con todos los beneficios que eso conlleva.
PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD
EN LAS PERSONAS CON SÍNDROME DE DOWN
DURANTE LA INFANCIA
Tipo de alimentación.
En cuanto al tipo de alimentación, debe ser variada y equilibrada como en el resto de
los niños. Puede resultar sencillo utilizar la denominada dieta semáforo en la que los
alimentos se clasifican de la siguiente forma:
Amarillo. Se deben comer pero moderando la cantidad. La cantidad no debe ser libre.
Verde. Se pueden comer a diario y la cantidad que se quiera, siempre y cuando la dieta
sea variada y equilibrada, es decir, se mantenga el equilibrio entre los diferentes grupos
de alimentos (hidratos de carbono, proteínas y grasas).
Se puede explicar al niño/a o joven, y que lo comprenda bien, cómo son y actúan los
mecanismos para mantener el peso: el aumento del ejercicio físico y la disminución de
las calorías, evitando los alimentos denominados rojos y controlando la cantidad de los
denominados amarillos. De esta forma vamos haciéndole comprender la relación que hay
entre el peso, la alimentación y el ejercicio físico y contribuimos a través del
conocimiento a mejorar la autonomía y la responsabilidad del niño.
Si, por desgracia, hemos fracasado en la prevención y nos encontramos ante un niño o
joven con obesidad ya establecida, se iniciará una serie de medidas encaminadas a
corregirla que incluyen una mayor restricción calórica, aumento del ejercicio físico y
apoyo psicológico. En algunos casos bastará con mantener el mismo peso, sin reducirlo
mientras el niño va creciendo. Pero hemos de insistir en que, una vez establecida la
obesidad, resulta mucho más difícil reducir el peso porque el hábito alimentario ha
quedado establecido en la persona.
A veces somos nosotros mismos los que animamos a que coma, o nos dejamos llevar por
un mal entendido sentimiento de compasión: "le gusta tanto...", "pobrecito, tiene que
disfrutar...". Debemos ser muy conscientes de que con esa actitud le estamos
perjudicando. Y ciertamente, en esta "empresa" hemos de incorporar a abuelos, tíos,
amigos.
Cada vez son más los estudios que muestran la importancia del ejercicio físico para las
personas con síndrome de Down. Se ha demostrado que el ejercicio físico ayuda a
reducir el peso y parte de la grasa en exceso, favorece la metabolización aeróbica de las
grasas quemando reservas energéticas, y aumenta el metabolismo basal. Además, el
ejercicio físico tiene otras importantes ventajas que superan lo puramente metabólico:
facilita la integración de las personas con síndrome de Down en la sociedad y mejora su
bienestar.
Debido a su importancia, dentro de las actividades que realizan los niños con síndrome
de Down debemos preocuparnos por proporcionar programas y tiempo para la actividad
física. Es bastante frecuente que otras actividades también importantes, cuando no
imprescindibles, como son el colegio, las clases de apoyo, el ordenador, la lectura, etc.,
acaparen todo el horario de los niños y adolescentes con síndrome de Down, y que
entonces la actividad física pase a considerarse un poco como de segunda importancia.
Además, en muchos casos, los problemas médicos sobreañadidos como son la
cardiopatía congénita y sus secuelas, la inestabilidad atlantoaxoidea, la luxación de
rótula, los problemas de los pies, o simplemente la sucesión de infecciones respiratorias
de repetición durante la infancia, relegan el ejercicio físico a un segundo nivel. En estos
casos es conveniente comentar con los especialistas el tipo de ejercicio que sea más
adecuado para ese niño en particular, porque en casi todos los casos se puede
incrementar la actividad física sin que el niño corra ningún peligro y mejore en cambio su
calidad de vida.
- Actividad física programada. Al menos 2-3 días a la semana durante 30-60 minutos
realizar una actividad física que esté programada. Esta actividad puede ser atletismo en
sus diversas modalidades, natación, bicicleta, etc. Se debe tener en cuenta las
posibilidades y costumbres de la familia y las preferencias del niño.
Pero no sólo es el ejercicio físico. También el mantener una vida activa, participar en
actividades de grupo, incluso tener un grupo de amigos, puede ayudar tanto a prevenir
como a tratar la obesidad. No perdamos de vista que el objetivo final no es sólo la
pérdida de peso sino la adquisición de hábitos de vida y alimenticios saludables,
contribuyendo así a la mejora del bienestar.
Apoyo psicológico
Es muy importante que el niño no se sienta atosigado, ni en casa ni en las visitas que
realice al pediatra. Toda la familia tiene que comprometerse y apoyar al niño,
cambiando, si es necesario, sus propios hábitos alimenticios y de vida. Se debe huir de
reñir al niño y pasar a apoyarlo. Hay que valorar más las cosas positivas que va logrando
y poner menos énfasis en lo negativo. Por lo tanto:
Conclusiones
La ATRESIA DE ESÓFAGO es una anomalía congénita muy poco frecuente que consiste
en una estrechez o estenosis del esófago que impide el paso del alimento desde la boca
al estómago. La tasa de aparición oscila según las estadísticas: desde 7 casos en un
total de 2.421 recién nacidos con síndrome de Down (Fabia y Drolette, Pediatrics
45:60,1970), hasta 3 casos en un total de 184 (Rowe y Uchida, Am J Med
31:726,1961). Aproximadamente el 30% de los niños con síndrome de Down que nacen
con atresia esofágica lo hacen de forma prematura. Para evitar que el niño sea
prematuro es conveniente que la madre haga reposo relativo y siga los consejos del
obstetra.
- El alimento que se administre por la boca no puede pasar hasta el estómago porque el
esófago tiene una zona atrésica (zona de oclusión que no permite el paso). Por lo tanto,
el bebé no puede recibir alimentación por vía oral hasta que no sea intervenido. Si se
alimentase al bebé por esta vía, tanto con lactancia materna como artificial, vomitaría y
podría aspirar el alimento (pasar a la vía respiratoria).
1º. Cerrar la fístula entre el aparato respiratorio y el esófago y realizar una gastrostomía
que permita proporcionar alimento al recién nacido directamente en el estómago.
2º. Anastomosis (unión) de los dos segmentos del esófago.
(La FÍSTULA es una conexión entre el esófago y la tráquea. Los síntomas que hacen
sospechar su existencia son la tos y enrojecimiento facial coincidiendo con la toma de
alimento, así como la aparición de procesos respiratorios como neumonías de repetición.
El 30% de los niños portadores de esta anomalía suelen tener otras malformaciones
congénitas asociadas).
El primer síntoma por lo general es el vómito que suele aparecer en las primeras horas
después del nacimiento. El bebé no defeca y se le va hinchando el abdomen. Esta
anomalía exige una inmediata actuación quirúrgica: se secciona el trozo atrésico o
estrechado del duodeno, y se conectan los dos extremos. Los niños con síndrome de
Down toleran esta operación con igual resistencia que los demás niños.
de peso. Si no se corrige, con el tiempo esta alteración puede llegar a producir una
estrechez de la luz del esófago y dificultar la deglución. No es raro que estos niños
tengan tos crónica, preferentemente cuando están en la cama, y también procesos
respiratorios y neumonías de repetición debido a que el contenido gástrico que llega a la
garganta pasa a la tráquea y a los pulmones. A veces el reflujo gastroesofágico puede
indicar la presencia de una cierta estenosis duodenal.
En definitiva, los niños con síndrome de Down deben ser examinados cuidadosamente
para descartar la existencia de patologías asociadas, para que si existen, sean
diagnosticadas y tratadas lo más precozmente posible.
Dr. Héctor Escobar (Jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Ramón y Cajal, Madrid)
Dra. Ana Tejerina (Médico Pediatra, Centro de Salud Cazoña, Santander)
LA ENFERMEDAD CELÍACA
EN NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN
Conclusión
A veces cambia el olor de las heces, a peor, o son más abundantes de lo habitual, o
son blandas. Si la enfermedad celíaca transcurre sin diagnosticar durante bastante
tiempo, puede aparecer un engrosamiento de las uñas, o toman un tinte amarillento.
De la misma manera, si la enfermedad no se diagnostica y se trata, habrá una mala
absorción de nutrientes, lo que provocará deficiencias vitamínicas y otros efectos
colaterales perjudiciales como son: la deshidratación, la anemia, dificultades para
expulsar la heces, cambios en la conducta (irritabilidad o incapacidad para mantener
la atención y la concentración) y confusión.
Haga una lista de los alimentos que necesita de inmediato. Y llévela a una tienda que
esté especializada o que contenga una sección de alimentos especializados para la
salud. Podrá encontrar cantidad de productos especializados que carecen de gluten,
justo para que usted pueda empezar. No se olvide de los alimentos que no contienen
gluten, como son las frutas frescas, las verduras, los frutos secos o las carnes que no
hayan sido preparadas. Una vez que dispone de alimentos suficientes para los
primeros días, puede empezar a experimentar con otros alimentos y recetas a partir
de la información que pueda obtener en sus libros de cocina, en las páginas web
especializadas o a partir de los fabricantes, ya que hay compañías comerciales
especializadas en elaborar productos libres de gluten. Incluso podrá elaborar su
propio pan con harina libre de gluten. Es posible que pueda entrar en contacto con
otras familias que tengan un hijo con celíaca y tengan ya gran experiencia sobre la
alimentación.
Aunque el niño pueda tolerar algunos alimentos con algo de gluten sin que muestre
de inmediato sus efectos secundarios, no se lo aconsejamos. Cada vez que coma
alimentos con gluten se producirá algo de lesión en las vellosidades del intestino.
No coinciden las familias sobre si ha de ser toda la familia la que se someta a comer
alimentos libres de gluten cuando un hijo tiene la enfermedad celíaca, o no. Quizá
deban considerar lo difícil que puede resultar a su hijo con síndrome de Down exigirle
a que coma alimentos completamente diferentes de los del resto de la familia. Y
además, si no comen ustedes ninguno de los platos preparados sin gluten, ¿cómo
pueden saber si están bien cocinados o no? Son muchas las razones de carácter
práctico que aconsejan que sea toda la familia la que coma un menú libre de gluten.
7. Como norma general, deben eliminarse de la dieta todos los productos a granel, los
elaborados artesanalmente y los que no estén etiquetados, donde no se pueda
comprobar el listado de ingredientes.
a) bares y restaurantes (tortillas de patata que puede llevar levadura, patatas fritas
hechas en freidoras que se utilizan también para freír croquetas o empanadillas,
salsas ligadas con harina, rebozados, purés o cremas de verdura naturales a los que
se añaden "picatostes" de pan de trigo, etc.), e igualmente en
9. Se evitará freír alimentos sin gluten en aceites donde previamente se hayan frito
productos con gluten.
10. Precaución con las harinas de maíz, arroz, etc. de venta en panaderías o
supermercados sin certificar la ausencia de gluten. Pueden estar contaminadas si su
molienda se ha realizado en molinos que también muelen otros cereales como trigo o
avena.
11. No encargue ni adquiera panes de maíz fuera de las panaderías o tahonas que
recomiendan las asociaciones de celíacos. La elaboración de un pan sin gluten en una
panadería que trabaja con harinas de trigo conlleva un alto riesgo de contaminación;
y el hecho de utilizar ingredientes sin gluten no garantiza la ausencia de gluten en el
producto final, si no se han tomado las medidas adecuadas.
12. En aquellas casas en las que hay un celíaco, se recomienda eliminar las harinas de
trigo y el pan rallado normal y utilizar en su lugar harinas y pan rallado sin gluten o
copos de puré de patata para rebozar, albardar, empanar o espesar salsas. De esta
forma, muchos de los alimentos que se preparen los puede tomar toda la familia,
incluído el celíaco. Precaución con los alimentos importados. Un mismo fabricante
puede emplear según las distintas normativas de los países, distintos ingredientes
para un producto que se comercializa bajo la misma marca comercial.
• Las especialidades farmacéuticas de uso humano en las que figure como excipiente
gluten, harinas, almidones u otros derivados de los anteriores, que procedan de trigo,
Esta resolución entró en vigor en el año 1991, de modo que los medicamentos
fabricados en el año 1992 ya se ajustan a esta norma y mediante la lectura del
prospecto puede saberse con certeza si contiene gluten o no. No obstante, en caso de
duda o para más aclaraciones, consulte con su médico o farmacéutico.
Mantener la dieta libre de gluten puede resultar costoso a los niños cuando van a la
escuela o a casa de un amigo después de la escuela. Lo mejor que puede hacer es
enseñar bien a su hijo desde el principio sobre lo que debe comer. Cuando comente
con él sobre los temas relacionados con la dieta, utilice los adjetivos ―seguros‖ o ―no
seguros‖ para referirse a los alimentos, en lugar de ―buenos‖ o ―malos‖. Significan lo
mismo, pero la etiqueta con que los marcamos va a influir positiva o negativamente
sobre la actitud que el niño vaya a desarrollar. Un buen modo de enseñar es decirle
que es ―alérgico‖ a ciertos alimentos. Y que si come alimentos seguros, se sentirá más
sano.
Piense en la posibilidad de dar a su hijo una tarjeta plastificada que explique las
restricciones de su dieta (nada de trigo, avena, cebada, centeno). Con el tiempo le irá
enseñando a su hijo a que muestre la lista a quienes le ofrezcan comida, o que la
entregue a los papás de sus amigos cuando vaya a pasar la noche en su casa. Si su
hijo está utilizando un libro de comunicación u otro sistema de comunicación
aumentativa, incorpore esta información en su sistema de comunicación.
La enfermedad celíaca es una condición que cualifica para recibir una dieta especial en
la comida de la escuela. Habrá de pedirla en los documentos oficiales aportando el
certificado médico. En cualquier caso, no se olvide de avisar a los responsables de las
comidas en la escuela sobre cuáles son los alimentos seguros para su hijo. Será
bueno darles una lista de cuáles lo son y cuáles no lo son.
Igualmente será oportuno que, dentro de la adaptación curricular específica que debe
hacerse por ser un alumno con necesidades educativas especiales, se incluyan los
fines y objetivos necesarios para que aprenda a distinguir y a manejarse con su
comida. Por ejemplo:
• Durante la clase de nutrición, pida al profesor que incluya actividades para su hijo
que le enseñen en qué parte de la pirámide de alimentos se encuentran los que tienen
gluten, y cuáles de los que no tienen gluten están en ese mismo grupo.
• Si recibe intervención logopédica individual, incorpore los nombres de los alimentos
que son seguros en su lista de vocabulario.
• Si su hijo es mayor y está aprendiendo algunas palabras funcionales para sus
actividades de la vida cotidiana, meta palabras de la lista de alimentos seguros, y los
nombres de los ingredientes que aparecen en los envases y que ha de evitar.
• Si sabe que su hijo es de los que intercambia comida con sus amigos, establezca un
plan de apoyo conductual positivo relacionado con esta conducta.
Conclusión
La verdad es que descubrir que su hijo tiene enfermedad celíaca además de síndrome
de Down no simplifica su vida. Habrá de emplear cierto tiempo para saber qué
alimentos están libres de gluten y que su hijo podrá comer, así como para idear
comidas y meriendas sanas y al mismo tiempo sabrosas. Es posible que haya de
adquirir nuevos libros de cocina y descubrir nuevas tiendas de alimentación. Y
además, tendrá que educar a su familia, a su hijo y a las personas que le rodeen
sobre lo que pueda y no pueda comer, y pensar en cómo hacer para que se vaya
responsabilizando de su propia dieta.
Pero por complicado que suene todo esto, terminará por hacerse rutinario. Así como
usted conoce ya con toda probabilidad qué alimentos son ricos en grasa, aprenderá a
reconocer automáticamente los que tienen y los que no tienen gluten. Del mismo
modo, su hijo aprenderá a distinguir qué alimentos le hacen sentirse bien y cuáles le
hacen sentirse mal. Toda su familia se sentirá mejor al saber que su hijo está
comiendo una dieta sana que le hará crecer y desarrollarse bien.
Así se titula un pequeño libro publicado en 1973, una de las primeras obras que se
editaron sobre la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual. A pesar de su
reducido tamaño, es un libro muy interesante –situado en su contexto histórico– porque
sus reflexiones descansan sobre un conocimiento teórico de las ciencias humanas, la
psicología infantil y el psicoanálisis entre otras, pero sobre todo se basan en un
conocimiento práctico adquirido por sus autores a lo largo de dos lustros de trabajo en
externados medicopedagógicos de la región parisiense.
La idea fundamental del libro se puede resumir en afirmar que el niño que tiene una
discapacidad intelectual tiene derecho a una educación que englobe todas las facetas de
su personalidad, incluida la afectiva y sexual. Las personas con discapacidad intelectual
no viven una especie de eterna infancia: evolucionan a un ritmo y bajo unas formas
particulares, es verdad, pero no por esto dejan de alcanzar un desarrollo real, su
desarrollo. Es más, se dice con todo fundamento, dadas las dificultades de orden
cognitivo, es mucho más necesaria una educación afectivo-sexual formal porque, de otra
manera, no van a poder interiorizar las pautas que hagan de su conducta en este terreno
una fuente de crecimiento personal y auténtica felicidad.
Resulta curioso; nadie se cuestiona que las personas crecemos y conquistamos nuestra
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 302
-La educación de los niños con Síndrome de Down
parcela de autonomía, con nuestros aciertos y también con nuestras meteduras de pata
(en ocasiones muy serias y con graves consecuencias para los demás), y sin embargo, sí
nos hacemos problema –y a veces incluso un drama– del crecimiento de aquellas
personas con síndrome de Down... Creo que conviene que nos preguntemos qué puede
significar este hecho. Hacer, equivocarse y corregir.
El punto de partida
Llevo desde 1991 estudiando y reflexionando acerca de los problemas que afectan al
colectivo de personas con discapacidad intelectual desde la perspectiva de la bioética y el
derecho, con numerosas publicaciones y conferencias al respecto, dentro y fuera de
España. También colaboro en iniciativas prácticas concretas, para que la teoría no
sucumba a la tentación de la ilusión ingenua y facilona (el gran bioeticista Javier Gafo,
con quien me formé en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, solía repetir: la
buena ética comienza con buenos datos); en los dos últimos años ese compromiso se ha
concretado en la coordinación del proyecto de puesta en marcha de un centro especial de
empleo en Betanzos (A Coruña), en el complejo asistencial que tienen allí las Hermanas
Hospitalarias: la Lavandería Industrial ―San Benito Menni‖, que empieza a dar sus
primeros pasos, con quince puestos de trabajo. Cuento estas cosas para que los lectores
puedan situar correctamente al autor que están leyendo, algo siempre útil,
imprescindible en un tema como el que nos ocupa en donde a veces teoría y práctica
cotidiana no van de la mano.
El niño con síndrome de Down es un niño en situación de riesgo, por presentar mayores
probabilidades de tener problemas en su desarrollo que los otros niños. Los factores de
riesgo se deben a su déficit cognitivo, que va a dificultar la interacción positiva con su
entorno, precisamente en unas circunstancias de máxima dependencia de dicho entorno.
Uno de los problemas mayores es la falta de fe en las posibilidades de desarrollo de la
persona con síndrome de Down: si se cree que no hay nada que hacer, seguramente no
se hará nada. Los padres que consideran que su hijo no puede perfeccionarse y alcanzar
altas cotas de desarrollo, de autonomía y de calidad de vida –siempre según sus propias
posibilidades– por medio de la educación y los apoyos que sean necesarios, tendrán unas
expectativas muy pobres acerca de lo que su hijo puede llegar a alcanzar. Esto va a
generar en el niño un pobre autoconcepto e incluso en muchos casos una relativa
indefensión aprendida, además de que probablemente no le vamos a proporcionar los
recursos y las oportunidades imprescindibles para que desarrolle las potencialidades que
lleva dentro de sí. La persona con síndrome de Down adulta va a ser, en gran medida, lo
que determine su entorno, pues su autonomía se encuentra máximamente condicionada
por las relaciones con dicho entorno, y de manera muy importante está condicionada por
su familia, porque de ella va a recibir para bien o para mal los pilares básicos para
elaborar su personalidad.
―En ocasiones, las madres de los niños deficientes mentales nos informan de
que aceptan a sus hijos, pero tal aceptación es mera resignación. La
resignación es la consecuencia de unas expectativas frustradas. Desde este
negativismo es difícil dar un paso hacia delante en una tarea tan ardua,
como es la educación de un niño deficiente. Aquí no se puede fingir, puesto
que toda interacción madre-hijo, sea deficiente a no, lleva implícito un
mensaje de aceptación o rechazo, que el niño capta de una u otra forma.
Esos mensajes determinan, en gran parte, el mayor o menor desarrollo del
niño. Así las cosas, toda madre que disponga de unas expectativas no
acordes con las posibilidades del niño –sean demasiado elevadas o
demasiado pobres– está en alguna forma condenándole al fracaso (...) Por
consiguiente, las expectativas maternas determinan en parte el futuro
desarrollo del hijo (...) No obstante, no se trata tanto de culpabilizar a las
madres cuando un niño no logra un desarrollo acorde con su edad
cronológica, como de robustecer y resaltar el papel activo que desempeñan a
fin de ayudarle en su tarea educativa‖.
Hay que evitar la tentación de aprovechar una posición de fuerza para imponer al sujeto
con síndrome de Down condiciones de vida demasiado restrictivas y gravosas, que
T. Vargas Aldecoa y A. Polaino Lorente afirman (pp. 168-171): ―Los sujetos de educación
especial que desarrollan un patrón de indefensión aprendida han estado sometidos a
circunstancias negativas en las que no han podido ejercer ningún control y, como
consecuencia de ello, cuando se encuentran en circunstancias negativas en las que sí
pueden ejercerlo, apenas si lo intentan (...) La falta de confianza en sí mismos y la falta
de entusiasmo de estos niños por aprender parecen estar relacionadas con el aprendizaje
(que no es innato), pudiendo haber desarrollado estas características a lo largo del
tiempo a causa de los mensajes recibidos de los alumnos (...) Las conductas paternas
que facilitan el desarrollo del sentido de competencia son, principalmente, el apoyo
emocional (incluso cuando el niño fracasa), la estimulación de la independencia, el
refuerzo del éxito y la realización de tareas con el niño (...) La indefensión aprendida
conlleva consecuencias cognitivas (incontrolabilidad), motivacionales (incapacidad de
esforzarse) y emocionales (conducta depresiva)‖.
Las reflexiones anteriores abren una ventana a las tesis que voy a sostener en estos
artículos. De ellas pueden deducirse ya desde ahora algunas constataciones que serán
imprescindibles para echar las bases a la normatividad ética que en una sociedad
pluralista puede proponerse del uso de la sexualidad, atendiendo a los datos
antropológicos de la sexualidad y su significado para el ser humano en cuanto individuo,
en cuanto miembro de una pareja y de la sociedad. Una primera aproximación a los
temas que vamos a ir abordando en esta sección con una periodicidad mensual es la
siguiente, aunque es una lista totalmente abierta a las sugerencias y comentarios que
ustedes nos vayan haciendo:
La cuestión de la masturbación.
Tal vez las de ahora sean las conquistas más difíciles de llevarse a cabo, precisamente
porque, superadas las dificultades materiales más notorias, le toca el turno a las
dimensiones espirituales de la persona, mucho más difíciles de apreciar y valorar, y que
constituyen un terreno abonado para el disenso y la polémica. Entre ellas, señalamos
como una de las más importantes la afirmación de la afectividad y sexualidad de estas
personas. El paternalismo benevolente ha presidido durante años las relaciones del
entorno con el individuo afectado de síndrome de Down. Las relaciones se convierten de
este modo en una típica "moral de beneficencia". Hay que evolucionar, por consiguiente,
en el sentido de superar el paternalismo y reconocer a las personas con síndrome de
Down como agentes morales autónomos, sin expectativas desenfocadas ni por exceso ni
por defecto.
Hace unos tres años recibí una llamada de una compañera de Universidad: me pedía que
recibiera a unos padres preocupados por el futuro de su hija de 18 años con discapacidad
intelectual. Quedé con ellos en una céntrica cafetería madrileña. Vinieron acompañados
de la muchacha, con un buen nivel cognitivo y comunicativo. Estuvimos charlando
tranquilamente sobre las perspectivas laborales, lo mucho que se había progresado en
ese terreno y lo mucho que quedaba por hacer, y cosas de ese estilo. La conversación
derivó, lógicamente, porque ésa era su gran preocupación y lo que les había llevado a
contactar conmigo, en el tema afectivo y sexual. Yo comencé insistiendo en la necesidad
de ver esta temática con la máxima naturalidad, viendo en esa esfera de la existencia
humana todo lo positivo que acarrea y no sólo los aspectos problemáticos, tal y como
hice en el anterior artículo que escribí para este Portal. En ésas estábamos cuando la
muchacha dijo que iba al cuarto de baño y le pidió a su madre que la acompañara. Hasta
aquí todo normal porque, no sé por qué misterio de la naturaleza femenina, las mujeres
suelen ir de dos en dos al baño cuando están en lugares públicos... Lo que me sorprendió
es que la madre la tomó de la mano. A su regreso le pregunté a la madre por qué le
había cogido la mano a su hija: "porque ella así lo quiere". ¿Lo quiere o está
acostumbrada a que así sea desde pequeña?, le pregunté yo. Quedó desconcertada, muy
desconcertada. Después de un rato, me dijo que sí, que era la niña la que le demandaba
la mano. Sin embargo, al día siguiente me llamó por teléfono y me dijo: "Me has hecho
pensar mucho, le he dado muchas vueltas en mi cabeza al tema de ir cogidas de la
mano, y tienes toda la razón, yo la acostumbré así..."
No es posible una vivencia auténtica de la sexualidad humana sin una actitud adecuada
ante el cuerpo. La segunda mitad del siglo XX en Occidente ha estado marcada por un
redescubrimiento de la corporeidad. Toda ética y toda pedagogía que oponen
dualísticamente el espíritu como algo bueno al cuerpo como algo malo, se apoya en
realidad en un resentimiento que no fue capaz de canalizar las fuerzas vitales en un
orden fructífero. El cuerpo abre al hombre el camino para el encuentro con los otros. Un
encuentro mediado siempre por el gesto. El cuerpo es una mediación imprescindible de la
simpatía, del amor y de la ternura. Hay que desmitificar y desculpabilizar el placer
sexual.
- Genéticos
- Neuronales
BIOLOGICOS - Hormonales
- Anatómicos
- Fisiológicos
tendría otra finalidad que la procreación, como en el mundo animal, pero ya hemos visto
que por la presencia de otros factores, la sexualidad del ser humano no está circunscrita
a su significado reproductivo y aparece como una fuerza difusa y permanente del ser
humano. Por ello, la sexualidad es un elemento de afirmación del carácter personal del
ser humano, es un fenómeno psíquico de hondo calado, una fuerza integradora y
hermenéutica del yo: la sexualidad no es sólo una necesidad, sino que es al mismo
tiempo un deseo, una vivencia que ha de ir construyéndose al ritmo del crecimiento
global de la persona. Más aún, la sexualidad es una forma de expresión privilegiada de la
persona y debe ser entendida y vivida como un lenguaje de personas: la sexualidad es
una forma privilegiada de expresión de amor.
Finalmente, la sexualidad humana reconoce la realidad del cuerpo: la acogida positiva del
elemento lúdico-placentero todavía puede resultar extraña o provocar interrogantes y es
uno de los significados que más cuesta comprender a algunas personas educadas en la
tradición católica, más acostumbradas a valorar el sufrimiento que el placer, en una línea
de pensamiento de clara influencia estoica que se aleja significativamente de la Biblia. El
cristianismo arrastra una relación propia y difícil con el cuerpo y la sexualidad, que ha
marcado la cultura occidental. No están lejanos los tiempos en que todo lo afectivo-
sexual se veía sólo bajo la óptica de lo pecaminoso; decir que "el aprecio de la sexualidad
humana no implica una renuncia de los grandes ideales cristianos" era algo que, a todas
luces, parecía una gran herejía no hace tantos años. El cuerpo era el lugar palpable y
tangible de la pecaminosidad y constituía uno de los principales obstáculos en el camino
de la redención. La doctrina católica ha tenido que ir haciendo el recorrido de los
tiempos; el mensaje bíblico se vio contaminado por filosofías ajenas por completo a su
antropología, lo que nos debe llevar a interrogarnos permanentemente por el sustrato
filosófico de nuestras teologías, sobre todo en sus aspectos morales. Lo cierto hoy es que
el cuerpo no es el enemigo del alma.
Que la gente en general tiene la percepción de que las personas con síndrome de Down
poseen mayor apetencia y actividad sexual es una realidad; lo oímos con inusitada
frecuencia e incluso recibimos las preocupaciones de algunos padres por la conducta que
ven en sus hijos. Se considera que la persona con síndrome de Down se mueve sólo por
el instinto y no puede controlar la pulsión sexual, puesto que no posee los mecanismos
mentales adecuados de inhibición y sublimación. De este modo, su sexualidad resulta ser
descontrolada y, a veces, agresiva; por eso, debe ser acotada restrictivamente. En el
caso de los varones, se piensa que se pasan gran parte del día masturbándose, que lo
hacen en cualquier lugar y circunstancia, sin mucho reparo por hacerlo delante de algún
espectador, sea o no extraño. En relación a las mujeres, se piensa que son bastante
promiscuas, que aceptan pasivamente el contacto sexual, sin mayores consideraciones.
Detrás de esta postura se esconden múltiples razones. Creo que un elemento que
merece ser destacado es una cierta mentalidad de fondo que expresa una gran
desconfianza hacia lo corporal (una visión puritana de la sexualidad humana) y un
concepto muy pobre de la discapacidad intelectual, generalizando situaciones y casos. En
el marco de una idea platónica de la inteligencia como auriga y del cuerpo como animal
salvaje, se supone que la inteligencia deficiente no es lo bastante poderosa para ejecutar
sobre éste el necesario control. Si estas personas son incapaces de controlarse a sí
mismas, habrán de ser controladas desde fuera por medio de un control sexual basado
en descentrar la atención cuando se produce el chispazo y recortar las posibilidades de
acceso de la impulsividad: cuidar que no le lleguen imágenes que inciten el apetito
sexual; conseguir unos hábitos de moderación y autodominio en el comer y beber;
apaciguar los estímulos sensibles, particularmente el besuqueo; educación en el pudor;
higiene; mantener al individuo en una sosegada actividad.
En el otro extremo (aunque el resultado práctico es el mismo) están aquellos que anulan
hasta tal punto la humanidad de estas personas que las convierten en poco menos que
ángeles, seres asexuados y libres de pulsiones de carácter sexual. Según esta postura,
las personas con síndrome de Down son muy cariñosas y efusivas, como corresponde a
su alma ingenua y pura, a pesar de que su cuerpo sea el de una persona de 30, 40 o 50;
ellos serán eternamente niños: ¿Cómo se le ocurre a usted pensar que "mi hijito/a"
pueda tener, ni siquiera, ideas o pensamientos sexuales? Del hecho de que su
inteligencia es en ciertos aspectos (sólo en ciertos aspectos) equiparable a la de un niño,
se infiere falsamente que la persona con síndrome de Down continua siendo en toda su
personalidad, sexualidad incluida, y para siempre, un niño.
Muchos padres no salen de su estupor. Atrapados por una mentalidad, que viene de muy
atrás, no entienden cómo, en nombre de la integración social, hoy quiere legitimarse y
hasta recomendarse la aceptación de una vida afectivo-sexual plena para sus hijos e
hijas. Muchos padres quieren que se enseñe a su hijo la conducta social que le permita
ser tolerado, incluso admitido y respetado, en el seno de la sociedad. Quieren que no se
rechace con disgusto, temor o desprecio a los que no son como los demás. Luchan por
conseguir que su hijo alcance cotas cada vez mayores de autonomía. Se alegran con
cada nuevo logro alcanzado. Sin embargo, las cosas varían cuando hablamos de la
sexualidad.
La aparición de vello púbico, la primera eyaculación, la menarquía son señales que abren
viejas heridas, que refuerzan las angustias por el futuro del hijo. Se resisten los padres a
aceptar la sexualidad del hijo con síndrome de Down porque les enfrenta con la suya
propia, con la que pudo ser y no fue. Se intenta censurar esta madurez sexual del hijo
utilizando un sofisticado y complejo mecanismo de rechazo a través de instrumentos
verbales y extraverbales, como, por ejemplo, el llenar al hijo deficiente adulto de
carantoñas y mimos infantiles, que bloquean la autonomía de los hijos en situaciones
lejanamente sexuales, como pueden ser la elección de vestidos, de lecturas o de
películas; estas elecciones tienen mucho que ver con lo sexual y supondrían, al menos,
una elección autónoma que debería ser la premisa para una elección sexual libre. Se
aceptan, como mucho, prácticas autoeróticas. No obstante, cuando ciertas prácticas
sexuales irrumpen incontrolables, la angustia de los padres se hace irrefrenable o se
recurre al psiquiatra y se llena de medicamentos calmantes a la persona.
Pero volvamos con la percepción que los demás suelen tener de este asunto. La cuestión
es por qué existe esa percepción. Creo que reflexionar sobre el concepto de "creencia"
nos puede ayudar a arrojar algo de luz sobre este asunto. Las creencias se pueden
definir como un conjunto de ideas generalizadas, fuertemente arraigadas en el
subconsciente, de poderoso influjo, que se dan por ciertas y evidentes, sin necesidad de
una reflexión o indagación ulterior.
situación lo primero que hay que hacer es desmontar los mitos existentes, que son fruto
de ese desconocimiento. No hace tanto que, en una mesa redonda sobre esta temática
en la que yo participaba, un juez de mediana edad -integrante de la mesa- comenzó su
intervención diciendo que "claro, estas personas como tienen una sexualidad
exacerbada..." . Yo le interrumpí rápidamente e indiqué que eso no se correspondía con
la realidad, a lo cual él respondió: "Ah, bueno, yo así lo entendía, es lo que todo el
mundo cree". Le dije que debería estudiar un poco más el tema, dado que él en no pocas
ocasiones tenía que ver asuntos relacionados con esto: "No tengo tiempo para estudiar a
fondo tantas materias sobre las que tengo que dictar sentencia"...
Puede decirse, por consiguiente, que a pesar de lo precario de sus fuentes de formación
en esta área, de la escasez de oportunidades para establecer relaciones interpersonales y
de los pocos espacios de intimidad de que disponen "la sexualidad se desarrolla de la
misma manera en una persona con Síndrome de Down que en los demás y por eso
igualmente deberán aprender a canalizar los impulsos y los sentimientos". Pero es
evidente que no todo es hormonas, y que a igualdad de base hormonal, unas personas
expresan su sexualidad con más intensidad, impulsividad e incontinencia que otras. Los
estímulos que se reciben por los diversos medios, los modelos que se ven, las conductas
―La mayor parte de las personas con retraso mental no presentan más
problemas de conducta que las personas sin tal retraso. Por lo general, se
trata de una población muy sociable y con buena capacidad de adaptación.
Sin embargo, en muchas ocasiones, es el contexto en el que se ven inmersos
el que no favorece el desarrollo de conductas apropiadas, y fomenta
involuntariamente la puesta en escena de repertorios desadaptativos que
requieren la intervención profesional para ser reducidos o eliminados".
Hay que encarar, con realismo, sí, pero con valentía la ausencia de oportunidades que
todavía afecta a las personas con síndrome de Down. Me refiero a cosas tan básicas
como formarse en ambientes heterosexuales, tener su pandilla de amigos y salir juntos
en sus ratos de ocio, poder elegir su colonia, su ropa, su música... Cosas aparentemente
triviales pero que dejan una fuerte impronta en la identidad sexual del ser humano y que
tienen mucho que ver con la felicidad personal, con el sentirse a gusto consigo mismo y
con unas relaciones personales adaptadas y satisfactorias. Hay que pasar a un modelo de
intervención que gire en torno a las personas y sus derechos. Repito algo ya dicho en
páginas anteriores: el aprendizaje es un componente primario y muy determinante del
comportamiento humano. Básicamente la mejor forma de conseguir que las personas con
síndrome de Down controlen sus sentimientos sexuales y expresen sus deseos en este
campo de manera correcta es impartiéndoles una educación sexual idónea, aunque esto
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 315
-La educación de los niños con Síndrome de Down
Educación sexual
Objetivos
Contenidos
El método
Educación sexual
Somos aprendices por naturaleza. La sexualidad es uno de estos aprendizajes. Una visión
global de la persona y de la acción educativa incluye la educación sexual. Esta es un
derecho de los educandos y debería ocupar un papel relevante en el conjunto de los
esfuerzos educativos. La mayor parte de la formación e información en torno a este tema
que poseen niños y adolescentes hoy día proviene de los medios ajenos a la familia y a la
escuela: la calle, la televisión, el video, las revistas, la publicidad. En definitiva, no es
que no exista una educación sexual sino que ésta ha sido dejada en manos de la gran
comunidad educativa que no hace sino dar una visión parcial, sexista y comercial,
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 317
-La educación de los niños con Síndrome de Down
careciendo de un enfoque científico, pedagógico, crítico y holístico. Nos rodea por todas
partes. Nos impregna a nosotros y nos mueve. Pensemos por un momento en la
educación sexual que damos y la que no damos, y en la que deberíamos dar al niño y al
joven con síndrome de Down.
Comparto la postura defendida por LOPEZ SÁNCHEZ: es más eficaz conseguir que forme
parte expresa de una sola área de conocimiento, porque esta opción favorece una visión
más global, evitando una excesiva fragmentación de un tema que abarca numerosas
dimensiones y es propenso por ello a cierta parcialización, que puede tener, entre otras
consecuencias negativas, el resultado práctico de que se olviden elementos importantes
y de que el alumno no sea suficientemente consciente de dicha unidad.
Quizás los padres vacilen en hablar de afectividad y sexualidad con sus hijos o que exista
un programa en la escuela porque les preocupa que tal comunicación pueda estimular la
experimentación sexual. Muy al contrario, "las investigaciones han sugerido de manera
categórica que los programas formales de educación sexual ni estimulan la
experimentación ni la restringen; suelen aumentar el conocimiento, reducir la conducta
sexual de alto riesgo, fortalecer la comunicación con los padres y contribuir a una
utilización más responsable y comprometida de la sexualidad".
Nunca como hoy se han dado condiciones más favorables para una educación sexual de
calidad para las personas con síndrome de Down.
Hay que ayudar a las personas y grupos a desarrollar hábitos saludables, modificando las
conductas que sean perjudiciales y promoviendo la modificación de aquellos factores
externos que influyen negativamente en la salud. Debiera existir un vigoroso interés
moral y político para la creación de unas condiciones de vida saludables para todos; esto
exige reflexión y propuestas alternativas de desarrollo. "El propósito de la educación
sanitaria es educar a la gente para que viva una vida sana mediante la práctica de las
normas de higiene personal y el conocimiento de los problemas de salud pública. La
educación sanitaria representa el conjunto de todos los conocimientos que existen en
materia de salud traducidos por medio de la educación en formas convenientes de
comportamiento individual y colectivo".
Objetivos
Cualquier proyecto pedagógico en esta área debiera apoyarse en una concepción amplia
de la sexualidad, entendida en términos de relación. Reducirla a la higiene de los
genitales o a proporcionar simples informaciones para prevenir embarazos o facilitar
técnicas para alcanzar un placer mayor, supone reducir su valor. La educación sexual no
se reduce a una cuestión de técnica, dirigida a potenciar la dimensión lúdica del cuerpo,
sino que está llamada a ayudar al individuo a pasar de la búsqueda de la satisfacción de
una necesidad al reconocimiento del otro en el amor: promoción de factores estables de
personalidad (autoestima, autoeficacia y control interno), de procesos afectivos
mediadores (empatía, relaciones de apego y amistad) y de mediadores cognitivos
(capacidad de ponerse en lugar del otro, clarificación de valores, toma de decisiones y
solución de problemas). En resumen, la promoción de habilidades sociales e
interpersonales sanas.
· Facilitar las relaciones interpersonales de todo tipo y fomentar actitudes abiertas hacia
los demás, sus ideas, sentimientos y formas de ser.
· Enseñar a aceptar al otro tal y como es, con sus particularidades, haciendo ver en las
diferencias más una riqueza que un obstáculo.
· Facilitar experiencias de integración y de afirmación personal, que hagan confiar en la
propia valía y eleven su autoestima.
· Ayudar al descubrimiento natural y espontáneo del otro sexo, al margen de
separaciones artificiales.
· Conseguir un clima de comunicación y confianza entre ambos sexos, orientando y
facilitando la tendencia natural hacia el contacto mutuo.
· Ofrecer canales de encuentro que faciliten ese acercamiento mutuo en la convivencia de
cada día, que redundará en un crecimiento maduro y positivo, dentro de un proceso
gradual y continuo.
La coeducación es una exigencia absoluta, que no habría que recordar... Esto significa
integrar los dos sexos en el ámbito académico y convivencial y no sólo la superposición o
yuxtaposición de los dos sexos en unas estructuras organizadas paralelamente, pero
carentes de implicación en la vida real. Es un estilo de formación que reconoce la riqueza
de la diferencia de género. Exige del educador reconocimiento de la dignidad de cada
género y conocer los rasgos originales de cada uno y las formas de manifestarse en cada
etapa.
Contenidos (8).
Al llegar a este punto, hay que formular tres advertencias: "cualquier teoría del amor
debe comenzar con una teoría del hombre, de la existencia humana": toda educación se
inspira en una determinada concepción del ser humano.
Conviene recordar, todavía a estas alturas, que la auténtica moralidad no está basada en
la constricción ni en el miedo al castigo, ni consiste tampoco en actuar en función de las
expectativas de los demás, sino que se trata de una obligación interiorizada vinculada a
un valor. Se trata de educar para la responsabilidad a aquellos cuya libertad se respeta.
Y, en tercer lugar, ser conscientes que el mero hecho de que la persona con síndrome de
Down sepa qué es lo más recto no asegura que lo vaya a escoger siempre, sino que a
menudo sucederá lo contrario: no se trata de facilitar recetas o crear falsas e ingenuas
seguridades, sino de ayudar a la persona a comprenderse a sí misma como ser sexuado,
asumiendo su capacidad de amor y entrega, cada vez con una mejor preparación,
libertad y responsabilidad. Esto sólo será posible desde una base de conocimientos bien
programados y equilibrados, y supone todo un proceso de mentalización, de socialización
gradual y de experiencias cotidianas variadas, en la inseguridad que caracteriza la propia
libertad en la que madura el ser humano. Coherencia, repetición y reforzamiento, así
como un diálogo permanente entre la familia, los profesionales y la persona con
discapacidad serán los ejes de nuestro trabajo.
Cada Centro deberá resolver las exigencias reales del momento, a través de un análisis
detenido y global de las mismas y por medio de experiencias e iniciativas educativas
también propias, pues la solución no radica en las recetas válidas universalmente, sino
que lo único universal son los principios generales, y estos no suelen ser de aplicación
directa sin más. Pero se habrá de prestar atención para que las metas concretas y las
medidas adoptadas no supongan una crasa incoherencia con los objetivos y las
finalidades propuestas, auténtico motor y crisol de aquellas.
Bloque I: Corporeidad. Todos los niños pequeños muestran una curiosidad natural sobre
sus cuerpos y sobre cómo funcionan, por eso debe iniciarse pronto la enseñanza del
cuerpo, poniendo especial atención en ayudar al niño a utilizar las palabras correctas
para los genitales. Enseñarle a lavar y a cuidar las partes íntimas. Preste atención a la
manera de vestir y al corte de pelo. Deje que su hijo participe activamente en la elección
de sus productos de higiene. Alabe y refuerce positivamente la buena higiene y la
independencia, haciendo que la higiene forme parte normal de su maduración.
El método
Todos estos contenidos deben ser presentados cuando son significativos para la persona,
ésta los puede entender y son funcionales en relación con su vida cotidiana. Esta
afirmación implica que hay que adelantarse a menudo a sus preguntas. Por ejemplo, al
inicio de la pubertad no podremos dejar de explicar la menstruación y la eyaculación,
porque es justo cuando el sujeto necesita esa información y la puede comprender
satisfactoriamente. Sin embargo, los niños hacen numerosas aproximaciones sucesivas a
los contenidos, aunque no abarquen todos los datos ni tengan necesidad de ello, por lo
que en función de su demanda habrá que ir despejando esas incógnitas.
No es cierto que toda persona y a cualquier edad tenga derecho a la satisfacción sexual,
ni negar estas relaciones al sujeto cuando empieza a estar interesado o estimulado al
contacto sexual significa conculcar su libertad o su salud mental, reprimir sus pulsiones
eminentemente sanas y suscitar en él trastornos de naturaleza varia, sino que significa
precisamente todo lo contrario: afianzar su personalidad y su libertad. El acto sexual no
debería ser la norma entre adolescentes y jóvenes; en el proceso evolutivo, el quemar
etapas se suele pagar con un alto precio.
Hay que posibilitar y estimular la participación del educando a través de sus preguntas,
comentarios y del relato de sus propias situaciones vitales, sin problematizar, sin mostrar
extrañeza o sobresalto, sin dejar a medias ninguna pregunta ni respuesta. Por
consiguiente, se debe educar con y para el diálogo, en una escucha franca y abierta, que
el alumno debe sentir. El educador ha de evitar sustituir al alumno con su propia
También hay que prestar atención al lenguaje que se utiliza, otra cuestión recurrente en
el análisis de los servicios que se prestan a las personas con discapacidad intelectual.
Profundizar, aunque sea brevemente, en cuestiones de comunicación es imprescindible
para conseguir un ambiente como el que requiere la educación afectiva y sexual de las
personas con síndrome de Down. El lenguaje que se utilice deberá ser lo más objetivo
posible. Hay que emplear las expresiones más adecuadas, lo cual significa que el
lenguaje no ha de ser vulgar y que el educando debe entendernos realmente (y hemos
de asegurarnos repetidas veces de que esto es así). La claridad y la delicadeza deben
conjugarse con un lenguaje técnico pero asequible al alumno. Si queremos que respeten,
quieran y cuiden su cuerpo, debemos hacerlo a través de un lenguaje hecho de
expresiones respetuosas y sanas sin connotaciones de ningún tipo.
Como señala Terri Couwenhoven al final de su trabajo, es importante recordar que los
problemas sexuales portan a menudo un equipaje extra y una incomodidad que termina
en una serie de reacciones en escalada por parte de los padres y demás personal que
trabaja con su hijo. Pueden ser necesarios la ayuda y el apoyo por parte de asesores y
terapeutas que estén especializados en realizar programas terapéuticos que tengan que
ver con el manejo de los sentimientos. Estos sentimientos pueden salir a la superficie
como resultado de un desarrollo normal o como experiencias traumáticas pasadas, como
puede ser el abuso sexual. Un consejero experimentado puede ayudar al individuo a
sortear a través de sus sentimientos y a desarrollar estrategias para afrontar la conducta
problemática.
También hay que ser conscientes de que a muchas personas nunca se le van a poder
enseñar todos esos conceptos. Lo más importante es que reconozcamos que la persona
con síndrome de Down tiene necesidades sexuales y de información como cualquier otra
persona, y que es mejor prevenir que lamentar.
Planteamiento previo
El valor de la pareja humana
Vida de pareja y síndrome de Down
Compromiso
Referencias bibliográficas
Planteamiento previo
"César Augusto y Cleopatra son dos jóvenes con una discapacidad intelectual de grado
medio en ambos casos asociada a síndrome de Down. Ella tiene veintisiete años y él
veintiocho. Su relación se inició hace aproximadamente cinco años. Desde el primer
momento sintieron una fuerte atracción mutua, buscándose constantemente e intentando
pasar el mayor tiempo juntos. El contacto físico también es algo habitual, se les puede
ver cogidos de la mano, abrazándose o besándose sin pudor alguno, como cualquier otra
pareja. Ambos defienden su amor y su noviazgo por encima de todo. Si uno de ellos
enferma el otro sufre y muestra su preocupación por la situación del otro acompañándole
a la consulta médica y/o haciendo guardia a la puerta de la enfermería. Con frecuencia
demandan tener relaciones sexuales e incluso el que se les proporcione una habitación
para su intimidad. Conocen la imposibilidad de embarazo por la intervención quirúrgica a
la que fue sometida ella hace unos años y lo esgrimen con toda naturalidad para obtener
el consentimiento y la aprobación de sus demandas. En algún momento también han
planteado la posibilidad de matrimonio aunque cuando se habla con ellos se aprecia de
forma inmediata la inconsistencia de ésta y el que se trata más de un sueño, una ilusión
o el deseo de estar siempre juntos que una idea clara de los compromisos, obligaciones y
responsabilidades que supondría legalizar su unión. Las familias conocen su relación y
aunque por momentos se sientan sorprendidos y desbordados por algunos
planteamientos de la pareja, propician ésta llevándoles juntos a la realización de
actividades lúdicas".
Uno de los procesos normales de nuestra sociedad es que los jóvenes adultos se casen y
canalicen así su vida sexual con la bendición de la sociedad. Pero esto no es así para la
mayoría de las personas con síndrome de Down, que suelen tener que conformarse, en el
mejor de los casos, con desarrollar su vida en viviendas tuteladas... No basta con afirmar
a nivel de principios generales que las personas con síndrome de Down son seres
sexuados, sino que hay que descender al terreno de la praxis concreta y cotidiana,
aunque sea más complicado y vidrioso, si de verdad nos tomamos en serio estas
cuestiones. Lógicamente los nombres del caso que les acabo de narrar son ficticios, pero
la historia es tan real como la vida misma. Yo creo que nadie puede poner en duda la
autenticidad de ese amor, de esa relación; como tampoco nadie puede negar las difíciles
preguntas que pone sobre la mesa y a las que tenemos que responder de manera
coherente y ordenada. Si propiciamos la socialidad de las personas con síndrome de
Down, van a surgir los amigos; si fomentamos el compañerismo y la amistad en un
ambiente mixto, van a surgir las parejas; y si surgen las parejas, van a aparecer los
noviazgos y el deseo de casarse, con toda la carga significativa del concepto. ¿Qué
debemos hacer?
Vayan por delante algunas consideraciones para entender y enjuiciar las ideas que siguen
a continuación. Cada persona es un mundo, lo sabemos: eso significa que las
orientaciones generales hay que adaptarlas al caso concreto. Unos van a llegar a tener
pareja, incluso a casarse; otros muchos no podrán llegar. Existen diferencias entre lo que
consideramos como idealmente deseable, lo que creemos que es factible de forma
realista y lo que juzgamos prudente decir y a quién. Pues bien, lo que expongo a
continuación (junto con lo que llevo escrito en los artículos anteriores de esta serie) creo
que es el marco ideal que debe orientar nuestros esfuerzos educativos con las personas
con síndrome de Down en el terreno sexual.
Me parece que es realista alcanzar estas metas en no pocos casos concretos ya ahora, y
creo que es prudente que los padres -básicamente los lectores de este Portal- lean estas
ideas, para que las reflexionen, las comenten entre ustedes y con los profesionales que
atienden a sus hijos y, después, hagan la aplicación oportuna a su caso concreto, sin
falsas expectativas pero también sin volar demasiado bajo... Creo, sinceramente, que mi
exposición es franca, equilibrada y acorde con los datos que están a mi disposición. Lo
único que intento es ir abriendo pistas para hacer realidad, también en el terreno de la
afectividad y la sexualidad, los principios de integración y normalización. Yo me siento
bastante feliz al oír la historia de amor de César Augusto y Cleopatra, impensable hace
unos pocos años e infrecuente todavía en la actualidad; pero si ellos han podido, sin
duda otros podrán.
Lo primero que quiero señalar es que hay que tener presente para comprender
rectamente el amor humano que éste sólo se puede expresar de una forma encarnada,
en la que el cuerpo asume su función específica. Ya vimos en anteriores colaboraciones
en este Portal que la sexualidad es una manera privilegiada de expresar el amor humano
que no se agota en la pura genitalidad, pero es también genitalidad, corporalidad. Las
personas tenemos necesidad de contacto e intimidad, de relaciones interpersonales
íntimas asociadas al deseo sexual, a la atracción, al enamoramiento. Necesidad de
abrazar, de tocar y ser tocados, de besar. Recordar o hacer observaciones en este
sentido puede ser útil: ya desde que aparecemos en este mundo nacemos dependientes
de una mamá, de los cuidados y de los abrazos, necesitamos estar prendidos, cogidos,
vinculados, en contacto. Es así. Hay investigaciones muy bonitas e interesantes que
demuestran que el mayor amortiguador de estrés en el ser humano es el contacto
corporal, el afecto y la ternura hechos gesto expresivo.
Con humildad, pero creo de verdad que es así, el amor compartido es para los miembros
de la pareja la mejor fuente de satisfacción sentimental y de seguridad psicológica de
que van a disponer. Sentirse elegido y amado de una manera prioritaria, privilegiada,
única, es algo nuclear para el ser humano. Las relaciones sociales breves, cambiantes,
fugaces, superficiales, no sólo no permiten profundidad y estabilidad en los afectos, sino
que frustran al individuo y fragmentan su personalidad. La pasión, la intimidad y el
compromiso son los tres componentes esenciales de las relaciones amorosas. La pareja
sexual es la figura de apego central en la vida adulta, desplazando a la madre, que es
quien suele ocupar este puesto durante la infancia. La pareja humana es, por
consiguiente, un valor en sí misma y tiene su propio dinamismo interno.
Si hubiera que dar una definición, se podría decir que la pareja es aquella relación entre
un hombre y una mujer cuyo grado de duración, intensidad y exclusividad deja bien
patente la unión profunda que existe entre ambos. Con enorme respeto para los que
afirmen lo contrario, creo que la heterosexualidad aparece como una de las
características propias de la sexualidad. No es sólo el resultado de una cultura
determinada, sino que hay base suficiente, a pesar de algunas posturas contrarias, para
no admitir la homosexualidad como un camino válido en la realización de la vida afectivo-
sexual, como una meta hacia la que se pueda dirigir la educación y a la cual la legislación
reconozca similar valor que la pareja heterosexual. Que la homosexualidad se dé o que
haya tenido un cierto auge en algunas culturas, no tiene otro valor que el de probar que
es posible como un fenómeno más de los que pueden aparecer en el ser humano, sin que
por esa razón se consideren naturales y mucho menos ideales. En la pareja se trata,
pues, de la unión entre los dos sexos, algo que todos los seres vivos tienden a explicitar
y realizar: el ser humano siente, en su masculinidad o feminidad, la necesidad de
apoyarse en alguien y de ofrecer a su vez apoyo incondicional, lo cual es la esencia de la
comunión, la comprensión y la solidaridad que une a los integrantes de la pareja. En
efecto, la pareja ofrece a sus integrantes el calor afectivo, la satisfacción sexual, la
sensación de seguridad y de compañía que son necesarios para el desarrollo normal de la
persona.
De los dos relatos de la creación del hombre que aparecen en la Biblia, el más antiguo, el
yahvista, insiste en que el ser humano no está condenado a vivir en soledad, sino que
está llamado por Dios a vivir en comunión: "No es bueno que el hombre esté solo" (Gn 2,
18). Aparece entonces la mujer, con la que el varón puede entablar un diálogo de amor
desde la igualdad y formar una comunidad de vida: "Esta vez sí que es hueso de mis
huesos y carne de mi carne... Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a
su mujer, y se hacen una sola carne" (Gn 2, 23-24). Dios había entregado previamente
toda la creación al hombre, pero éste mantenía su insatisfacción existencial más
profunda, hasta que aparece en escena la mujer: el relato tiene una densidad
significativa difícil de igualar. JUAN PABLO II afirma: "Dios ha creado al hombre a su
imagen y semejanza: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo
tiempo al amor. Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de
amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en
la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y
la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es, por tanto, la vocación
fundamental e innata de todo ser humano".
El matrimonio es un deseo tan normal y natural para una persona con síndrome de Down
como para cualquiera de nosotros; sin embargo, la idea que aún predomina es que no se
deben casar y hacemos cosas muy sutiles para persuadirles de ello. Como acabamos de
exponer, el enamoramiento es una llamada y un estímulo a cultivarse, a cuidarse, a ir
transformando la propia conducta, para dar respuesta al otro y así, juntos, construir un
proyecto de vida común, formar un "nosotros" vivo y humanizador, desde el que
contribuir a la construcción del grupo social. Estos postulados son esenciales a la hora de
realizar una valoración del tema de las relaciones de pareja en las personas con
síndrome de Down. Todos los datos recogidos indican que la persona con síndrome de
Down no sólo es capaz de establecer una relación sentimental "seria" con otra persona
del sexo contrario, sino que cuando esto se produce, se constata una gran mejoría en su
estado vital general. ¡Como a cualquiera! ¿No le ha pasado a usted, querido lector? La
vida en pareja es uno de los grandes dones del ser humano, una enorme fuerza vital, un
poderoso estímulo que ayuda a salir de sí mismo y a afrontar la vida con nuevas
perspectivas. Por eso, me alegro al saber que César y Cleopatra han encontrado el amor,
un amor que los llena y los hace felices.
La persona con síndrome de Down debe poder desarrollarse con libertad y confianza
como pareja y debe disponer de las mismas garantías y derechos que se establecen en el
conjunto de la sociedad. Lo importante no es casarse o no casarse, lo importante es el
derecho a elegir responsablemente después de haber sido orientados sobre cómo tomar
decisiones. El derecho al libre desarrollo de la personalidad y a la vida privada implica la
capacidad de tomar decisiones autónomas con respecto a la propia vida sexual dentro de
un contexto de ética personal y social. No se puede prejuzgar su respuesta y, así, habrá
que discernir posibilidades y éstas, a su vez, potenciarlas. Mi opinión en este terreno es
que resulta mejor equivocarse por ampliar el ejercicio de los derechos que por
restringirlos desmesurada y prematuramente. Si la vida de pareja es consustancial a la
naturaleza del ser humano, su expresión debería fluir con espontaneidad y legitimidad.
¿Hasta dónde y cómo tutelar la relación de César Augusto y Cleopatra? Porque, no nos
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 327
-La educación de los niños con Síndrome de Down
engañemos, cualquier otro sujeto de su edad lo va a tener mucho más fácil, tendrá que
hacer muchas menos preguntas, muchas menos concesiones, apenas tendrá que pedir
permiso... En una sociedad en la que uno de cada tres matrimonios termina en fracaso,
¿resulta moralmente aceptable disuadir a César Augusto y Cleopatra de casarse porque
pueden fracasar, porque no tienen una idea "clara" del compromiso? El hecho de prever
problemas no es razón suficiente para desanimar o prohibir las relaciones sentimentales
y el matrimonio de estas personas.
Compromiso
Todos los hijos tienen derecho a dejar un día el hogar de sus padres. La reivindicación
del derecho a una relación estable de pareja se convierte así en reivindicación del
discapacitado intelectual como sujeto; su supresión es también anulación del sujeto con
discapacidad intelectual. En la posibilidad de disfrutar de una vida de pareja se juega, por
tanto, su realización como persona. En la actualidad se habla mucho de la calidad de
vida, pero se suele dejar fuera lo verdaderamente cualitativo; en casos extremos se llega
al olvido de dimensiones esenciales y delicadas de la vida, con la consiguiente pérdida de
nivel, lo cual a veces no se aprecia con suficiente claridad porque las valoraciones
vigentes en la sociedad no lo permiten. Debemos ser más creativos en nuestro
compromiso de proporcionar alternativas de alojamiento a las parejas que quieran estar
juntas: ¿apartamentos con servicios comunes, como estamos desarrollando para las
personas de la Tercera Edad, por ejemplo?
Quien así se expresa merece toda nuestra confianza. No son elucubraciones de salón o
de un despacho en el que teóricos iluminados y poco atareados imaginan propuestas
irrealizables. María Luisa de Ramón-Laca, psicóloga de profesión, ha dedicado su vida
entera al mundo de la discapacidad intelectual de manera absolutamente encomiable.
Cuando escribe esas palabras, lo hace desde el conocimiento profundo teórico y práctico
de la persona con una discapacidad intelectual; pero lo hace, sobre todo, desde el
profundo respeto hacia su dignidad humana y desde el compromiso a favor de la
promoción de su calidad de vida.
En este mundo moderno, tan complejo, tan lleno de sorpresas, tan rápido, en el que se
suceden como nunca los contactos entre las personas, las relaciones humanas se
mueven a nivel superficial y el individualismo se está convirtiendo en el rey del espacio
cultural; en el que uno persigue sueños de pasiones eternas, pero se conforma con
amores efímeros, un amor kleenex que se tira después de usar; amores que no duran,
amores pasajeros, amores conformistas; en el que el amor soluble ha sustituido al amor
absoluto y los lazos de reciprocidad se debilitan a pasos agigantados, puede que el amor
vivido por la personas con síndrome de Down sea una pequeña luz, un ventanuco para
que entren libremente el aire renovador y la luz necesarios para alentar y animar la
dignidad humana en cada hombre y mujer que vienen a la vida fruto del amor y
destinados a amar. Aquí se juega y se realiza la verdadera integración y normalización.
Soy consciente de que todas estas ideas provocan nuevas preguntas. Creo que debemos
estar abiertos a ellas valientemente, tratando de encontrar juntos la verdad aplicable al
caso concreto. Las recetas, amigos míos, sólo valen en la cocina; en la vida de cada día,
lo que vale es tener buenos marcos de referencia y mucha paciencia y humildad para ver
después cuál es el camino mejor en el caso concreto. Me gustaría saber cuáles son las
preguntas que ustedes pueden plantear al respecto; me ayudarían a escribir mi próximo
artículo para el Portal, pues los que aquí trabajamos lo hacemos únicamente para
intentar arrojar algo de luz sobre estas cuestiones, y ser de utilidad a los verdaderos
educadores de los hijos, que son ustedes, los padres.
Por último, quiero dar una pequeña noticia: espero que antes de finalizar el año pueda
estar en la calle el "Manual de Educación Sexual para Personas con Discapacidad
Intelectual" en el que más de 20 profesionales de los centros de la Orden Hospitalaria de
San Juan de Dios en España llevan trabajando durante dos años bajo mi coordinación. En
él se intenta dar respuestas más concretas a todos estas preguntas cotidianas. A ver si lo
conseguimos.
Los niños y jóvenes con discapacidades, incluido el síndrome de Down, se ven a menudo
confrontados con barreras de actitud, aislamiento y falta de información sobre su
desarrollo sexual y su sexualidad. Esto les lleva a tener un mayor aislamiento, riesgos de
su salud e incluso abuso sexual.
En primer lugar, aclaremos lo que es la sexualidad. La sexualidad forma parte del ser de
cada uno y comprende una serie de temas que guardan relación con el vivir de cada día,
lo privado y lo público, el contacto y los límites, las habilidades sociales, las relaciones, la
pubertad, las actividades sexuales, la toma de decisiones, la salud, la seguridad. Muchas
de las lecciones que hemos de dar sobre estos temas han de iniciarse ya en las primeras
edades, cuando el niño gatea y en la edad pre-escolar, mediante el uso de nuestros
propios modelos (por ejemplo, el modo en que nos aseamos), y respondiendo de manera
sencilla a las preguntas de su hijo. Lo que usted enseñe mediante estos métodos y en
estas edades va a quedar como fundamento y base de las largas lecciones de la vida que
conciernen a la sexualidad, al desarrollo de una sana actitud sexual y de habilidades
sociales apropiadas. Para poder hacer una sana elección, para saber resistir la agresión y
el abuso sexual, resulta esencial estar informado sobre el propio cuerpo, sobre el
desarrollo sexual y sobre los derechos a la privacidad.
A veces los niños y jóvenes con síndrome de Down se comportan de manera poco
apropiada simplemente porque están confusos, o no han sido educados sobre los
conceptos de lo que es privado y lo que es público. Por ejemplo, pueden estar haciendo
algo correcto (una conducta natural o apropiada), pero lo están haciendo en el momento
inoportuno o en el lugar inadecuado (contexto inapropiado). O pueden estar haciendo
algo que fue reforzado en su momento como una conducta ―mona‖, pero que ahora que
ya son mayores, resulta inapropiada. Esta confusión en los criterios puede hacer que los
niños y jóvenes con discapacidad intelectual se encuentren ante situaciones
desagradables e inseguras.
Los puntos para iniciar la educación sexual de los niños y jóvenes con discapacidad
pueden variar. Sin embargo, para aprender las habilidades personales necesitan
entender:
Distancia social: cómo dirigirse a los demás y cómo los demás han de dirigirse a él.
Consecuencias del contacto incorrecto: qué puede ocurrir si alguien toca a otro de
modo incorrecto.
Las sugerencias que se exponen a continuación son simples orientaciones. Cada tema ha
de ser enseñado en varias etapas a lo largo de los años. Recuerde también que usted y
su hijo son los expertos sobre cuándo y cómo ha de darse la información. (Adaptado de:
Diane Maksym. Shared Feelings: A Parent Guide to Sexuality Education for Children,
Adolescents and Adults Who Have a Mental Handicap. North York: The Roeher Institute,
1990).
2-9 años
10-15 años
16 años en adelante
Tenga en cuenta el modo en que la discapacidad del joven puede influir sobre cómo
ofrecer la educación.
Todos los niños y jóvenes necesitan una educación sexual, pero los que tienen síndrome
de Down pueden necesitar una información específica sobre cómo su condición afecta o
influye sobre su sexualidad. Si la discapacidad afecta a su modo de aprender, se habrá
de presentar la información en un formato diferente.
• Debe dejar claras sus propias actitudes y sus valores. El papel de un padre o de
un educador es mantener siempre disponibles la información y las oportunidades para
desarrollar las habilidades. Tómese el tiempo necesario para dejar clara la diferencia
entre la información de los hechos y las creencias personales.
• Sea claro y específico. Recuerde que uno de los objetivos de la educación sexual es
aclarar falsos conceptos y mitos. Aunque le pueda resultar incómodo, use las palabras
correctas propias de las partes del cuerpo y las actividades sexuales. Esto puede ser muy
importante para describir e informar sobre cualquier forma de abuso sexual.
• Respete la necesidad del joven por su privacidad. Recuerde que el joven necesita
tiempos de privacidad para aprender sobre sí mismos, y momentos con compañeros para
desarrollar relaciones.
• No espere a que surja una crisis. Muchos de los problemas relacionados con las
conductas incorrectas provienen de la falta de educación sobre sexualidad y las normas
sociales. Si se ofrece información básica sobre el cuerpo, sobre la diferencia entre los
contactos adecuados y los abusivos, y sobre las diferencias entre conductas públicas y
privadas (p. ej., la masturbación), disminuirán las incidencias de actividades peligrosas o
embarazosas.
Este artículo ha sido traducido del original publicado en: “Hand in Hand: A Publication of
the Down Syndrome Research Foundation”, Burnaby, British Columbia, Canada.
Introducción
Paternidad responsable
¿Deben tener hijos las personas con síndrome de Down?
Conclusión
Introducción
Admitido que las personas con síndrome de Down son capaces de amor, de convivir
establemente con otra persona y de casarse, queda por analizar el tema de la
descendencia. Hablar de sexualidad y de matrimonio implica hablar también de hijos,
aunque, ciertamente, sea mucho más que su significado procreador, tal y como hemos
subrayado anteriormente: la sexualidad y el matrimonio no se justifican únicamente por
los hijos. Lo malo es que la creatividad de la pareja ha sido expresada durante mucho
tiempo únicamente a través de la reproducción. Hay que cambiar de esquema, de
paradigma. Todavía en nuestra sociedad la esterilidad de la pareja se sigue considerando
como una carencia, como un cierto baldón, como una imperfección contra la que hay que
luchar con todos los medios posibles: de ahí el enorme desarrollo en los últimos años de
las diferentes técnicas de reproducción asistida. No deja de resultar llamativo que esta
situación coincida en el tiempo con una cierta mentalidad antinatalista y abortista.
Hay que afrontar, pues, la discusión ética y práctica sobre los hijos de padres con
síndrome de Down. El conflicto surge cuando aceptado como persona, dueño de su
cuerpo y sensaciones, libre en sus deseos, se plantea el derecho y la necesidad de tener
hijos y criarlos. La discusión se polariza con excesiva frecuencia en el tema de la
esterilización. El punto crítico de este debate se centra en la protección legal
indispensable para que las medidas restrictivas que se puedan adoptar sean realmente
en beneficio del sujeto y no una imposición meramente satisfactoria y tranquilizadora de
los padres y de la sociedad en general.
La decisión de tener un hijo es un asunto que afecta sobre todo a la pareja. Sin embargo,
no deja de ser un tema que concierne también a la sociedad en su conjunto; en el caso
de las personas con síndrome de Down, este factor alcanza un mayor relieve porque
necesitan en un grado más elevado de las mediaciones sociales para el desarrollo de su
vida cotidiana. Por otra parte, tampoco puede dejarse de lado la situación en la que el
nuevo ser va a venir a la vida, en el sentido de que ese entorno debiera reunir unas
condiciones favorables para el desarrollo de sus potencialidades.
Paternidad responsable
Por otra parte, siendo verdad que los hijos son un valor intrínseco y una bendición para
los padres y para la comunidad social, también es cierto que no es suficiente con traer
hijos al mundo. Ser padre es cuidar y estimular el crecimiento de todas las dimensiones
de los hijos. Los padres deben ser capaces de responder a estas exigencias, atentos a
desarrollar todas las virtualidades de su hijo, que pide desarrollarse en todas esas
direcciones. Los hijos no sólo son un don para la pareja, son también una tarea, una
responsabilidad que en no pocos momentos resultará ser una difícil y pesada carga. Por
eso, antes de embarcarse en la maravillosa aventura de tener un hijo, hay que examinar
sinceramente si de verdad se está en disposición de traerlo a la vida con un mínimo de
garantías. No se trata, obviamente, de pretender unas circunstancias absolutamente
ideales, sino tan sólo de que existan ese conjunto de características que hagan viable a
priori la crianza y desarrollo óptimos del nuevo ser. Se trata de guardar una cierta
proporcionalidad entre el objeto que se pretende y nuestras actuales disposiciones, con
sentido común y equidad.
toma de estas decisiones. Los cónyuges tienen derecho a confiar y pedir la ayuda de la
sociedad en orden a la mayor libertad y responsabilidad posibles de las propias opciones.
Los deseos y aspiraciones no pueden ser equiparados a los derechos. Lo que ha de ser
reconocido, en cambio, es el derecho de un niño a nacer de un acto de amor de sus
padres, así como el de no ser expuesto a un riesgo desproporcionado de unas
condiciones de vida insuficientes que pongan en grave peligro su integridad física o
psicológica. La conciencia ética de la Humanidad protesta contra todas las situaciones en
las que los niños no son tratados con la dignidad que se merecen.
Hasta aquí, el marco general, aplicable a todas las personas que se plantean tener hijos.
Vamos ahora al punto concreto que nos interesa, las personas con síndrome de Down. En
ellas, como en cualquier otro ser humano, la demanda de tener hijos se inscribe en la
lógica trayectoria del deseo sexual. La integración y la normalización determinan unas
modalidades normales en la configuración de esa demanda: las personas con síndrome
de Down instruidas y educadas, puestas en un ambiente existencial normal, que
observan por la calle parejas con sus hijos de la mano o jugando en los parques de la
ciudad, que ven en la televisión o el cine la felicidad de tener una familia, están movidas
a perfilar sus propios deseos según los mismos moldes. Además, la creciente autonomía
de estas personas, consolidada por el sentimiento de independencia económica y de
responsabilidad que les infunde la ejecución de una actividad productiva, aunque sea en
régimen de empleo protegido, presiona en la misma dirección. A medida que el sujeto
cobra conciencia de su propia adultez, capacidad e independencia y se percibe capaz de
amar y ser amado, se resiste a permanecer anclado en el hogar familiar, quiere contraer
matrimonio y aspira a crear él mismo una familia.
El principio de paternidad responsable implica que, si bien una pareja de personas con
síndrome de Down puede desear tener un hijo, hay que examinar detenidamente si de
verdad están en situación de traer responsablemente un nuevo ser al mundo. Tanto o
más que las legítimas aspiraciones de los posibles progenitores, hay que tener en cuenta
el derecho básico de todo ser humano a venir a la vida en las mejores circunstancias
posibles. La atención a las necesidades de los nacidos es un deber fundamental de la
familia y de la comunidad humana en su conjunto, que tienen que crear aquellas
estructuras e instituciones que posibiliten el desarrollo armónico e integral de todos y
cada uno de sus miembros.
La situación de las personas con síndrome de Down presenta todavía no pocas carencias.
Sin duda, su descendencia se va a ver condicionada directamente por esta situación. Se
hablaría menos de este asunto si la situación fuese otra, y hacia ello debemos avanzar,
como expuse en reiteradas ocasiones. No pretendo cargar el acento en las exigencias de
una paternidad responsable sólo en este supuesto; hay muchas otras situaciones
conflictivas en las que no se debería tener hijos y en las que también, por imperativo
moral, se debería intervenir de alguna manera, al menos desde la vertiente educacional y
de asistencia social, como así lo vienen haciendo (aunque creo que muy tímidamente) los
diferentes Servicios Sociales. Y esto no es una postura antinatalista, porque nadie está
diciendo que no se tengan hijos, sólo se dice que se tengan responsablemente, y éste es
un criterio indeterminado que se concretará en cada caso concreto.
En la procreación, ¿busca la persona con síndrome de Down algo más que imitar una
práctica extendida y socialmente valiosa? No obstante, aun cuando sus motivaciones
fuesen realmente sinceras y éticamente aceptables, ¿están preparadas para llevar
adelante con garantías mínimas de éxito la tarea por la que suspiran y que desean
asumir? La crianza de un hijo requiere un alto grado de preparación y destreza de las
que, hoy por hoy, no disponen en términos generales las personas con síndrome de
Down. Por esta razón, apoyados en los criterios éticos antes propuestos, creemos
oportuno afirmar que no parece conveniente ni recomendable que estas personas tengan
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 337
-La educación de los niños con Síndrome de Down
Para las personas con síndrome de Down no es fácil hacerse cargo de las implicaciones y
responsabilidades que acarrea tener un hijo, cuidarlo y educarlo, tanto porque su
facultad de anticiparse al futuro es limitada, cuanto porque habitualmente habrá tenido
pocas oportunidades de experimentarlo (no se le suele confiar el cuidado de un bebé).
Hay que recalcar a través de todo el proceso educativo que un padre ha de ser capaz no
sólo de cuidar al bebé, sino también de atender su desarrollo y educarlo durante la
infancia y la adolescencia, con todo lo que eso supone. Muchas mujeres con discapacidad
intelectual son sensibles ante el tema de la maternidad y miran al bebé como alguien de
quien preocuparse y sobre quien prodigar afecto y calor: a menudo actúan en este
terreno mecanismos de compensación de carencias del propio sujeto. Y aquí habría que
introducir un elemento de sentido común: no es válido el argumento de que no existe el
perfecto padre y de que nadie está suficientemente preparado para desempeñar esa
misión. El criterio de proporcionalidad debe guiar nuestra actuación.
Me estoy acordando de una pareja que tenía unas ganas enormes de tener un niño y que
se les hacía muy difícil ya aceptar los consejos que se les daba en sentido contrario.
Entonces, aprovechando que una de las profesionales del Centro acaba de dar a luz, y
lógicamente con su plena colaboración y la de su marido, se decidió llevar a vivir a su
casa a la mujer con discapacidad intelectual con la consigna de que tenía que participar
en todas las actividades de cuidado del bebé: creo recordar que fueron tres días los que
aguantó… Ya no volvió a manifestar deseos de ser madre; gracias a este aprendizaje
significativo, comprendió que una cosa son las ganas y otras las posibilidades reales.
los beneficios que se pueden derivar de ese estado de vida que los perjuicios, también
decimos que en el caso de la procreación la situación es radicalmente inversa y lleva a
desaconsejar su ejercicio. En el caso de la descendencia, está en juego el bienestar de
terceros inocentes, una realidad que altera sustancialmente el panorama y que debe ser
debidamente ponderada.
Pero es que, además, tener hijos genera estrés y tensión en los padres, incluso a veces
angustia, que pueden fácilmente bloquear a la persona con síndrome de Down. Y el
embarazo puede suponer también un riesgo médico elevado para las mujeres con
síndrome de Down. Creo, por tanto, que hay razones más que suficientes para
desaconsejar la reproducción.
Al adoptar esta decisión, nos parece que no sólo no quiebra ni sufre ninguna merma el
proceso normalizador, sino que éste sale fortalecido, al insistir en sus pilares básicos y
prevenir, al mismo tiempo, realizaciones negativas que restarían credibilidad al proceso
ante los ojos de una sociedad que muestra todavía su desconfianza con respecto a las
posibilidades reales de autonomía y realización humana de las personas con síndrome de
Down. No creo, sinceramente, que se vulnere su dignidad humana, al contrario, el motor
de nuestra reflexión sigue siendo su máxima promoción en todas las dimensiones
posibles: no todo el mundo está preparado para todo ni tiene derecho a todo, no
podemos confundir aspiraciones con derechos.
Hay que seguir insistiendo en que así como el derecho a casarse es un derecho
fundamental del ser humano, por el contrario, no existe un derecho a tener
descendencia, por lo que el plano de solución de esta cuestión es del todo diferente: no
existe discriminación alguna, no hay violación de la dignidad humana, sino un ejercicio
respetuoso y solidario de la responsabilidad propia del individuo y de la comunidad social.
La ideologización de este debate puede resultar altamente perniciosa para todo el
proceso emprendido de mejora de la calidad de vida de las personas con síndrome de
Down, que tiene todavía una base frágil e inestable que hay que consolidar. Sólo un
enfoque mutidimensional y una perspectiva a largo plazo serán útiles para alcanzar la
meta deseada.
Conclusión
No se puede negar la dificultad que entrañan estas decisiones. Son los padres y tutores
los que deben asumir la responsabilidad de desaconsejar e impedir la descendencia
cuando fuere preciso por medio de una anticoncepción moralmente aceptable. Cuando
una decisión afecta a una persona cuya autonomía está limitada, la dificultad aumenta y
la responsabilidad del entorno se hace más delicada y urgente. Aquí pueden jugar un
papel relevante los comités de ética, órganos interdisciplinares cuya misión es asesorar
en la toma de decisiones que presentan dilemas morales. Vamos por el buen camino si
examinamos constante y críticamente lo que va sucediendo, cómo va evolucionando el
matrimonio. Toda esta temática debe abordarse desde una actitud de búsqueda y de
realismo, de adaptación de los modelos teóricos a las circunstancias concretas. Me
contaban un caso en que la hija, ya médico, estaba muy orgullosa de su madre con
síndrome de Down… ¡Bendito sea Dios! Hacia ahí debemos caminar con paso decidido,
pero midiendo bien nuestras fuerzas y posibilidades.
Resulta injusto imponer a las personas con síndrome de Down expectativas poco realistas
y, por eso, será mejor desidealizar cuanto antes la paternidad/maternidad y mostrarles
las cargas e insatisfacciones que también trae consigo un hijo. No siempre somos
conscientes del daño que se le puede hacer a una persona con discapacidad intelectual si
se bromea sobre esta cuestión, pues esto no le ayuda a asumir pacíficamente su propia e
irreductible realidad, porque fomenta la ensoñación, la insatisfacción y, por qué no
decirlo, el nivel de frustración, al sentirse "distinto" a los demás. En la educación sexual
debe decirse reiteradamente que sólo es razonable pretender tener un hijo si se está en
condiciones de cuidarlo. Es muy importante que se habiliten oportunidades para
actividades en las que la pareja sin hijos se pueda experimentar a sí misma eficazmente
fecunda.
En resumen, me parece que los matrimonios entre personas con síndrome de Down no
deben estar abiertos a la fecundidad como principio general, en aras de una paternidad
responsable y que la educación sexual que les ofrezcamos debe contemplar esta
afirmación como uno de sus contenidos vertebradores, al menos en las circunstancias
que delinean la vida de las personas con síndrome de Down en el momento presente y
siendo realistas con las metas que se pueden alcanzar a corto y medio plazo. Habrá
quien pueda llegar y quien no, lo importante es potenciar al máximo la felicidad de cada
persona de carne y hueso y no introducir en el mundo más injusticia y sufrimiento, si es
que está en nuestra mano. Soy consciente de que en este tema –más que en otros– las
posturas son divergentes y el debate está servido. Pero ése es precisamente uno de los
objetivos que tengo al escribir estos artículos: que no demos las cosas por supuestas,
con una cierta mentalidad fatalista, sino que nos preguntemos permanentemente si lo
estamos haciendo de la mejor manera posible o si podemos mejorar nuestra actuación
en algún aspecto… El diálogo respetuoso y la crítica constructiva es la única manera de
avanzar en el conocimiento de la verdad. A ustedes, les presento mi más leal saber y
entender, que someto a cualquier otro dictamen mejor fundado en la realidad de los
hechos.
SOBRE LA MASTURBACIÓN
(Por José Ramón Amor Pan)
Introducción
Intervención adecuada
Conducta autoestimulatoria
Esquema educativo
Introducción
Atrás han quedado los viejos esquemas pedagógicos, en vigor durante largo tiempo, que
exponían los males inconmensurables de la masturbación. Es sobre todo a lo largo del
siglo XVIII cuando se va a desarrollar toda una argumentación contra la masturbación
que se presenta a sí misma como científica. Las consecuencias de la actividad de la
persona que se masturba serían el cansancio continuo, la melancolía, la ceguera, el
cretinismo, la parálisis y finalmente la locura… El físico del niño que practicaba la
masturbación era descrito de la siguiente manera en una obra de 1857: ―Su físico es
esmirriado y débil, sus músculos están subdesarrollados, sus ojos están hundidos y
embotados, su tez es cetrina, pastosa o está cubierta con puntos de acné, sus manos
están húmedas o frías, su piel está húmeda. Su intelecto se torna pesado y enervado y si
persevera en sus malos hábitos es probable que termine por convertirse en un idiota
baboso‖.
Uno de los psiquiatras más famosos de la época, Henry Maudsley, publicó en 1867 una
obra con la opinión de que esta actividad originaba una aguda conciencia de sí mismo
que con frecuencia acababa en el suicidio o el homicidio. Dada, pues, la peligrosidad de
esta conducta, la atención con los hijos debía ser permanente, atención a su conducta y
atención a los síntomas que indicaban la mala costumbre adquirida. No es extraño, por
tanto, que se originara una verdadera persecución del signo delator: ojeras, malos
olores, delgadez extrema… Los remedios empleados cuando aparecían tales signos eran
de todo tipo: los adolescentes eran enviados a la cama con las manos atadas, guantes
gruesos, etc. Este, junto a los malos pensamientos, era el gran pecado de los
adolescentes. Las cosas cambiaron en la segunda mitad del siglo XX, gracias a los
estudios, entre otros, de Kinsey, Masters y Jonson, que mostraron la naturalidad de la
masturbación como forma adecuada de satisfacción sexual, en términos generales.
Intervención adecuada
El aprendizaje correcto de dónde realizar este tipo de conductas se puede trabajar con
los chicos de niveles más altos mediante fichas y charlas. Cuando se detectan en estos
niveles conductas de autoexploración en lugares o momentos inadecuados,
responderemos recordándoles las pautas de conducta adecuadas, pero evitando
respuestas represoras o censuradoras desmedidas que puedan confundirles o incluso
afectar a su autoestima. Pensemos que estas conductas no son nunca la expresión de
una sexualidad desmedida, sino simplemente el resultado de un aprendizaje no orientado
y experiencias previas en las que, en algunos casos, no se ha intervenido
convenientemente. Podríamos enumerar una lista de situaciones embarazosas por las
que han pasado los padres por no haberse enfrentado nunca con este tema.
Suelen preguntarme preocupados padres de adolescentes por los largos ratos que pasan
sus hijos encerrados en el cuarto de baño o la habitación. También a veces los chicos de
estas edades se preocupan por si se masturban con demasiada frecuencia y por si su
deseo de masturbarse es normal. En cuestión de frecuencia todo es muy relativo. La
masturbación, podríamos decir, es excesiva cuando interfiere en el ritmo de vida normal
de la persona, cuando el sujeto vive centrado de manera prioritaria en ella; fuera de eso,
creo que poco más puede decirse. Hay chicos que se masturban todos los días y los hay
que nunca se masturban o sólo lo hacen ocasionalmente. Sobre todo no me parece
correcto ni saludable en absoluto que, ante jóvenes que no demuestran ningún interés en
masturbarse, se les anime a que lo hagan o, incluso, se proceda a masturbarlos. Los
chicos deberían saber que si tienen alguna preocupación sobre este asunto, pueden
hablar con sus padres u otros adultos de confianza: esto es primordial.
Una cosa que hay que tener clara es que éste puede ser un comportamiento más
frecuente en el adulto con síndrome de Down (con discapacidad intelectual en general)
por una razón muy sencilla: el resto de personas tienen movilidad, vida social, acceso a
otras formas de sexo con lo que la masturbación no es sino una opción más. Pensemos
que los adultos se suelen masturbar por falta de formas alternativas de satisfacción
sexual. En la adolescencia la masturbación es más frecuente porque el impulso sexual
está despertando y se va reduciendo a medida que esas energías se canalizan hacia otras
actividades o experiencias más positivas y gratificantes (el encuentro con el otro). Siguen
conservando plena actualidad estas palabras publicadas en español en el año 1988:
―lamentablemente el hecho de que prevalezcan actitudes arcaicas sobre los derechos
humanos de las personas con discapacidades, es la causa de que para muchas de ellas la
masturbación siga siendo la única experiencia sexual positiva que pueden tener‖.
Conducta autoestimulatoria
Esquema educativo
Objetivos generales
Objetivos específicos
Contenidos
a) Conceptuales
1. El cuerpo:
2. Las sensaciones:
• Estimulación genital.
• Tacto y conductas.
3. Los espacios:
• Privados.
• Públicos.
4. La higiene y la salud:
• Hábitos de higiene.
• Sus beneficios.
b) Procedimentales
c) Actitudinales
Introducción
Como dice un anuncio de Televisión Española, todos deseamos lo mejor para nuestros
hijos; sobre todo, que sean felices. Pero ¿qué es la felicidad? ¿Qué es una vida realizada?
Sin duda, una vieja pregunta para la que, sin embargo, no hay una sola respuesta.
Ante esta cuestión, conviene no ceder a ninguna forma de ilusión ni hacer abstracción de
ella. No son buenos los tópicos. Nada que ver, por consiguiente, con esos libros de
consejos prácticos y autoayuda que tanto abundan en las estanterías de nuestras
librerías y que tan buena venta tienen. Quisiera ganar mucho dinero, ser guapo, ser
amado, ser el más listo, en definitiva, quisiera realizarme y ser feliz: creo que, más o
menos, de una u otra manera, así lo deseamos todos y, si vemos que nosotros ya no lo
vamos a alcanzar, lo soñamos para nuestros hijos y nos empeñamos en ello, a veces con
lamentables consecuencias (porque nos olvidamos de vivir nuestro propio presente o
porque nuestros planes no coinciden con los de nuestros hijos).
Educar significa potenciar todo lo que hay en el sujeto, ya lo sabemos, sin empeñarnos
en hacerle ser lo que no puede ser, sin hacerle menos capaz de lo que la naturaleza lo ha
hecho. Pero tenemos que reconocer con sinceridad que no siempre tenemos la suficiente
habilidad o mano izquierda para practicar eso que sabemos. Creo que la siguiente fábula
ilustra de manera elocuente la que en todo momento debiera ser nuestra respuesta. Yo
la conocí por medio de Pedro Moreno, de la Asociación para la Promoción del Minusválido
(PROMI: Cabra, Córdoba, España), que la presentó en una de las sesiones del Máster en
Bioética de la Universidad Pontificia Comillas:
"Érase una vez un granjero que, mientras caminaba por el bosque, encontró un
aguilucho malherido. Se lo llevó a su casa, lo curó y lo puso en su corral, donde pronto
aprendió a comer la misma comida que los pollos y a comportarse como estos. Un día,
un naturalista que pasaba por allí le preguntó al granjero:
¿Por qué este águila, el rey de todas las aves y pájaros, permanece encerrado en el
corral con los pollos?
El naturalista dijo: El tuyo me parece un bello gesto, haberle recogido y haberle curado.
Además le has dado la oportunidad de sobrevivir y le has proporcionado la compañía y el
calor de los pollos de tu corral. Sin embargo, tiene corazón de águila y con toda
seguridad, se le puede enseñar a volar ¿Qué te parece si le ponemos en situación de
hacerlo?
- Es verdad, tú no se lo has impedido, pero como tú muy bien decías antes, como le
enseñaste a comportarse como los pollos, por eso no vuela. ¿Y si le enseñáramos a volar
como las águilas?
- ¿Por qué insistes tanto? Mira, se comporta como los pollos y ya no es un águila, qué le
vamos a hacer. Hay cosas que no se pueden cambiar.
- Es verdad que en estos últimos meses se está comportando como los pollos. Pero tengo
la impresión de que te fijas demasiado en sus dificultades para volar. ¿Qué te parece si
nos fijamos ahora en su corazón de águila y en sus posibilidades de volar?
- Tengo mis dudas. ¿Qué es lo que cambia si, en lugar de pensar en las dificultades,
pensamos en las posibilidades?
- Es posible.
- Probemos.
Animado, el naturalista al día siguiente sacó al aguilucho del corral, lo cogió suavemente
El aguilucho miró fijamente los ojos del naturalista. Este, impresionado por aquella
mirada, le dijo en voz baja y suavemente:
- No me sorprende que tengas miedo. Es normal que lo tengas. Pero ya verás como vale
la pena intentarlo. Podrás recorrer distancias enormes, jugar con el viento y conocer
otros corazones de águila. Además estos días pasados, cuando saltabas pudiste
comprobar qué fuerza tienen tus alas.
El aguilucho miró alrededor, abajo hacia el corral y arriba hacia el cielo. Entonces, el
naturalista lo levantó hacia el sol y lo acarició suavemente. El aguilucho abrió lentamente
las alas y finalmente con un grito triunfante, voló alejándose en el cielo. Había
recuperado por fin sus posibilidades.
4. Tuvo que convencer al agricultor, para intentar que el aguilucho se comportara como
un águila y no como un pollo. Lo intentó desde una loma, desde un tejado y desde una
montaña. Buscó distintas posibilidades, fracasando al principio, pero ofreciendo pequeñas
parcelas de seguridad al aguilucho. No desistió y al final lo consiguieron.
naturalista nunca lo lanzó. Sólo le animó a que volara, de distintas formas, todo para
conseguir la seguridad y confianza que necesitaba.
Estaríamos ante un plan sistemático de formación para padres (así, en plural, porque la
educación familiar es tarea de dos) en aspectos psicopedagógicos, que se desarrolla a lo
largo de un periodo relativamente extenso. Es decir, un todo coherente en el que no
quedan lagunas por cubrir, con un ritmo regular en las reuniones (quincenales o
mensuales). Con una estructura del grupo cerrada (quienes se apuntan se comprometen
a asistir a todas la reuniones, salvo causa mayor, y no se admite la asistencia de
personas nuevas en cada sesión, pues sólo desde el conocimiento que da el verse
regularmente las mismas personas puede hablarse con confianza de todos los temas y
porque se trata también de dar soporte emocional, de crear vínculos afectivos). No se
trata sólo de charlas, aunque en algún momento puedan utilizarse como un recurso más;
los padres realizan su aprendizaje a través de la reflexión sobre su propia experiencia y
del diálogo con otras parejas. Todo lo demás (audiovisuales, conferencias, documentos)
no son sino medios al servicio de esto. Sería un error grave que trasladásemos a la
escuela de padres el esquema escolar tradicional. Por último, me parece importante
subrayar que deben plantearse las cosas en una doble perspectiva: la educación de los
hijos y el modo en el que vivimos nosotros mismos como adultos el tema sobre el que
trabajamos. Así, por ejemplo, ante el tema de la educación sexual de los hijos, habría
que tratar también cómo viven los padres su propia sexualidad.
A lo largo de estos meses, con las colaboraciones que he ido escribiendo para Canal
Down21, lo que he intentado poner sobre la mesa es muy sencillo: la persona con
síndrome de Down tiene derecho a amar y ser amada, el amor es lo que nos hace
plenamente humanos a todos nosotros. Las siguientes palabras de Jean Vanier me
parecen altamente ilustradoras: "Me estoy acordando de Jean-Marc, sentado a mi lado
en la capilla, repitiendo en voz baja: Tengo el diablo, tengo el mal. La historia de Jean-
Marc es una historia de rechazo. Nacido en un hospital psiquiátrico, fue adoptado, pero
mal; vivió en diferentes familias hasta que, posteriormente, fue acogido en una
CANAL DOWN 21 |EDUCACION-PSICOLOGIA 349
-La educación de los niños con Síndrome de Down
institución para personas con una deficiencia mental. Desde allí fue llevado al hospital
psiquiátrico porque tuvo algún gesto de violencia. Llegó al Arca con veintisiete años.
Nunca había vivido una relación privilegiada, única y duradera con un adulto. Había
pasado de mano en mano (...) El, que nunca ha sido amado, ¿cómo puede llegar a creer
que es digno de ello? Si no es amado es porque posee el mal. La lógica del amor es
implacable: no puede tener confianza en sí mismo porque nadie, nunca, ha tenido
confianza en él, nadie ha establecido unos lazos profundos con él. Tiene una imagen
negativa de sí misma. Jean-Marc es, posiblemente, un caso extremo, pero ¿cuántas
personas con una deficiencia mental padecen esta imagen que tienen de sí mismas?
Como Yvette, que, desde su primera infancia, fue considerada loca y, prisionera de esta
imagen, se mostraba cada vez más loca. Como Michel, quien, en los Juegos olímpicos
especiales para personas con una deficiencia mental, ganó su carrera y recibió la medalla
de oro; se puso a llorar convulsivamente diciendo: ¿Tú crees que ahora mi madre podrá
creer que soy capaz de hacer algo bueno? O como Georgette, que cuando se le
preguntaba si le gustaría casarse algún día, respondía: Nunca podré casarme, pues mi
madre me ha dicho que, si me caso, podría tener un niño como yo (...) Esta profunda
herida de su corazón es la fuente de sus gestos extraños, depresivos o agresivos. Al no
haber sido reconocidos como seres humanos de verdad, capaces de crecer, no pueden
entablar una relación constructiva con los demás. Como siempre han sido considerados
como objetos, tratan a los demás como tales; no pueden imaginar que son capaces de
aportar vida y felicidad a los demás" .
Mientras escribo este artículo suenan los acordes de Víctor Manuel: Hey, sólo pienso en
ti/ juntos de la mano/ se les ve por el jardín/ no puede haber nadie en este mundo tan
feliz/ Hey, sólo pienso en ti/ En el comedor/ se sientan separados a comer/ Si se miran
bien/ les corren mil hormigas por los pies/ Ella le regala alguna flor/ y él le dibuja en un
papel/ Algo parecido a un corazón/ sólo pienso en ti.