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DOÑA CONEJA Y COLORÍN

Mamá coneja, recogía las zanahorias del huerto y las echaba en su cestita. Camino de casa se encontró con Colorín
que era un pajarito de brillantes colores.

¡Buenos días Colorín!, dijo Doña Coneja. ¡Si, si buenos días!, Colorín dio un traspiés y se lanzó sobre la cestita de la
coneja. Y se le quedó una zanahoria pegada en la nariz, parecía como si de repente se hubiera convertido en un pájaro
zanahoria.

Ja, ja, ja rió Doña Coneja. ¡Qué raro estás! Pero colorín se enfadó un poco porque pensaba que se estaba riendo de él.
Doña coneja le explicó que no pretendía burlarse de él sino que era muy divertido verlo con esa nariz tan grande que
se le había puesto.

Colorín se miró y remiró y la verdad que a él también le hacía gracia verse así. Se miraron los dos y volvieron a reír.
Colorín ayudó a Doña Coneja a recoger zanahorias después de librarse de la que tenía en el pico. La acompañó hasta
su madriguera y luego se fue.

Al caer la tarde colorín salió a dar un paseo por el bosque pues la tarde era muy agradable y no hacía frío. De repente
vió que algo se movía en los matorrales y se oían unos gemidos extraños.

¡Me acercaré a ver! Se dijo:

Vió dos enormes orejas sobresaliendo de la maleza, y le resultaron conocidas, en efecto eran de Doña Coneja, que
había resbalado y se había caído en una pequeña poza que había cerca de un riachuelo. Tenía cubierta la cara con una
espesa masa y parecía una estatua de barro. Su lindo cuerpecito blanco estaba ahora cubierto por una pastosa capa
de lodo.

Colorín, empezó a reír, sin parar, ja, ja , ja.

¡Pues yo no veo la gracia, dijo la coneja! ¡Estás muy divertida!, respondió colorín.

¡No me estoy burlando de ti, no te enfades, me rio porque estás graciosa!

¡No, no y no, sé que te burlas de mí, no eres un buen amigo!

Esta mañana me dijiste que no me enfadara y yo lo entendí y no me enfadé. Ahora tú debes hacer lo mismo.

Colorín continuó diciendo:

Si haces bromas o te ríes con los demás, también debes saber reírte de tus propias gracias. Doña Coneja después de
quedarse un rato pensativa, se dio cuenta de que colorín tenía razón, hay que saber disfrutar de las bromas graciosas
de los demás y nuestras propias bromas pero siempre cuando se hacen con buen corazón y no las bromas pesadas
que pueden hacernos daño.

Preguntas:

1. ¿Qué recogía del huerto la mamá coneja?


2. ¿En dónde había caído doña coneja cuando resbaló?
3. ¿Qué fue lo que se quedó pegado en la nariz de colorín cuando se lanzó sobre la cestita de doña coneja?
EL PAJARITO
Contaban que en Perú vivía un pajarito bebé que no sabía volar. La madre le quería enseñar a volar pero le costaba
mucho y como también tenía que enseñarles a sus otros hermanitos, dejó de prestarle tanta atención, porque
demoraba mucho en aprender.
Lo que le pasaba al pajarito era que pensaba que era chiquito todavía y le daba miedo volar. Tenía temor a perderse
si se alejaba de su madre.
A los 5 días el pajarito le contó a la mamá sobre su problema y la madre lo comprendió. Le dijo: No te hagas
problema, yo te voy a enseñar bien, bien, bien
A la mañana siguiente la mamá voló hasta una rama muy alta. Ven hasta aquí, le dijo. No mires para abajo. El
pajarito respiró profundo, abrió sus alitas y pudo llegar hasta donde estaba su mamá.
¡Bien hijito! lo alentó. Ahora volaremos hasta la rama que está en aquél árbol, allí enfrente. No tengas miedo, yo
estaré a tu lado, le dijo, mientras levantaba vuelo. Eso tranquilizó al pajarito que más confiado, se puso a volar.
¡Bravo!, gritaron sus hermanitos. Ahora ya podrás acompañarnos a conocer lugares hermosos. El pajarito estaba feliz
y nunca más tuvo miedo a volar. Cuentan que él y su familia vivieron felices para siempre.

Preguntas:

1. ¿Cuál era el temor del pajarito bebé?


2. ¿Qué le dijeron al pajarito bebé sus hermanitos cuando él se puso a volar?
3. ¿En dónde vivía el pajarito bebé que no sabía volar?

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