Lectio Divina Noviembre
Lectio Divina Noviembre
Lectio Divina Noviembre
MATERIAL DE ADVIENTO
Queridos jóvenes:
Con el tiempo litúrgico del Adviento se nos invita a tomar ciertas actitudes para preparar la
venida de Cristo a nuestras vidas, no solo a la personal, sino también a la vida de la Iglesia y del
mundo.
Con este material que tienen en sus manos queremos proponer a los grandes personajes del
Adviento: el profeta Isaías, Juan el Bautista, la Virgen María y San José. Este documento está
bastante presente en retiro que el Equipo de los padre Josefinos hacia el 2004, pero que tiene una
actualidad enorme para nosotros hoy.
Ojalá que este material nos ayude a todos para preparar el camino y encontrarnos con el
EMMANUEL, con el DIOS CON NOSOTROS. Y que cada uno de nosotros seamos esa presencia
de Dios para tantos hermanos.
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DINÁMICA DE AMBIENTACIÓN
DESARROLLO DE LA CELEBRACIÓN
(Convendría ambientar previamente con alguna música de fondo que acogiera a los que van
llegando)
1. Algunos Cantos.
* Dame tu corazón
* Preparad el camino de Godspel
* Tu al centro de mi corazón
* Magnificat
* Punta de lanza (Brotes de Olivo)
* Canones: El Señor es la Esperanza, Confío en ti
* Maranatha
* Creo en ti
2. Ambientación.
El tiempo de Adviento es un constante y repetido anuncio: “El Señor vendrá”. Pero, ¿nos abrimos a
esta venida del Señor? La alegre celebración de la Navidad será un estallido de aquella afirmación
tantas veces repetida: “El Señor está con nosotros”.
Pero, ¿nosotros estamos con el Señor? Celebrar la venida del Señor significa, ahora, descubrir cómo
está nuestro corazón, significa anhelar que queremos escuchar su llamada, significar que queremos
pasar de la muerte a la vida.
El es capaz de rompernos los esquemas porque quiere que le hagamos hueco en nuestro corazón.
Por esta razón, en esta tarde queremos recordarte que el corazón es lo más bello y delicado que habita
dentro de ti. Es como la raíz de tu vida. Es como el manantial de tu río. Si tu corazón está vivo y es
libre, todo tu ser será transparente y luminoso. Si tu corazón está dormido, todo tu ser será apagado,
diferente y gris. Si tu corazón está muerto, todo tu ser será como las hojas de otoño que moja la lluvia
y lleva al viento. Si tu corazón es puro, todo tu ser será limpio y refrescante, si tu corazón siente y
ama, todo tu ser estará dispuesto a la ayuda, al abrazo, al encuentro. Si tu corazón está lleno de
semillas de bien y de paz, todo tu ser será una primavera radiante y un verano cargado de frutos. Si
tu corazón está lleno de Dios, todo tu ser será una fiesta continua.
Estás invitado a desplegar tu corazón, a tomar conciencia de cómo es, como está. A abrirlo a Dios, a
escuchar que te llama por tu nombre y dejar que os lo cambie, a cantar sus maravillas.
3. Canto.
4. Oración (Todos)
Padre santo, nos queremos preparar para celebrar de nuevo la constante venida de tu Hijo Jesucristo
a nuestra vida. Queremos abrirnos a tu Palabra, escuchar tu llamada.
Pero sabemos y reconocemos que hay en nosotros demasiados obstáculos, mucho miedo a decir SÍ a
lo que nos pides; demasiado egoísmo solapado; reconocemos que hace falta que nos fecunde tu
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verdad, tu esperanza, tu amor. Por eso te pedimos que nos ayudes a renovar nuestro corazón. Te lo
pedimos confiadamente por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
5. Liturgia de la Palabra.
“Dice el Señor: Derramaré sobre ustedes un agua pura y quedarán purificados. Los purificaré de todas
las manchas y te todos los ídolos. Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo. Les
arrancaré del cuerpo el corazón de piedra y les pondré un corazón de carne, infundiré mi espíritu en
ustedes para que vivan según mi voluntad”. Palabra de Dios
Juan empezó a predicar su bautismo por toda la región del río Jordán diciéndoles que cambiaran su
manera de vivir para que se les perdonaran los pecados. Así se cumplía lo que está escrito en el libro
del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus
senderos....”.
Decía, pues a las multitudes que venían a él de todas partes para que los bautizara: “Raza de víboras,
¿quién ha dicho que evitaréis el castigo que se acerca? Muestren los frutos de una sincera conversión,
en vez de pensar que son hijos de Abraham. Porque os aseguro que Dios puede sacar hijos de
Abraham de estas piedras. Ya llega el hacha a la raíz de los árboles: todo árbol que no dé fruto va a
ser cortado y echado al fuego.
La gente le preguntaba: “¿Qué debemos hacer?”. El les contestaba: “El que tenga dos capas, dé una
al que no tiene, y quién tenga qué comer, haga lo mismo”. Vinieron también los cobradores de
impuestos para que los bautizara y le dijeron: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer?” Respondió Juan:
“No cobréis más de lo debido”. A su vez unos soldados le preguntaron: “ Y nosotros, ¿qué debemos
hacer?”. Les contestó: “No abuséis de la gente, no hagáis denuncias falsas y contentaos con lo que os
pagan”.
6. DINÁMICA Y REPRESENTACIÓN.
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a todo de examen de conciencia va haciendo algunas preguntas a los que se encuentra en la
celebración.
En la medida de lo posible los que portan los corazones destrozados terminan con la misma pregunta
¿Qué debo hacer?, ya que tiene una clara intencionalidad vocacional. Juan Bautista terminaría
siempre con la misma respuesta: “Dad frutos dignos de conversión”.
Al concluir las intervenciones de los corazones Juan Bautista clava un hacha en el tocón de madera
que se utilizó en la celebración del domingo anterior. Y repite la frase evangélica del evangelio que
se ha proclamado: “Ya llega el hacha a la raíz de los árboles: todo árbol que no dé fruto va a ser
cortado y echado al fuego”.
6.1. Diálogo.
* Corazón de Piedra
Juan Bautista (JB): Las piedras son duras, frías, insensibles, resbaladizas, no son capaces de
empapar. Tú corazón es duro y frío. ¿Por qué tienes el corazón como piedra?
Corazón: Porque no soy sensible al grito del que está solo, enfermo, necesitado... Soy frío y
calculador. Busco mi propio interés, e intento sacar provecho de las situaciones. Soy impenetrable e
insensible ante distintas muestras de cariño y amor, tanto del hombre como de parte de Dios. Soy
resbaladizo y duro sobre todo cuando Él me busca y me llama porque me quiere a su lado. Y no
quiero escuchar su llamada. ¿Qué debo hacer?
J. B.: (Dirigiéndose a todos) ¿Nos interesa seguir con el corazón de piedra para que Dios no encuentre
calor y no entre a fondo, ni nos comunique la vida, ni nos pida demasiado? (Pausa). (Dirigiéndose al
corazón): “Debes dar frutos dignos de conversión”
* Corazón pequeño
J.B. : Oye, tú, sabes que lo que es diminuto tiene poca capacidad. Cuando algo está raquítico le falta
vida. En un recipiente pequeño cabe poco, entran pocas cosas, .. ¿por qué tienes un corazón tan
ridículo?
Corazón: Porque sólo pienso en mí, porque en él no hay sitio más que para mí. Y, por supuesto, no
cabe ni Dios ni los demás porque me estorban. Además, creo que vivo muy tranquilo, sin muchas
preocupaciones. Me gustaría cambiar, pero tengo bastante con preocuparme de mí. ¿Qué debo hacer
para cambiar? Dirigiéndose a J.B.).
J.B.: Creo que la soledad es muy mala. Hace a la gente rara. Esto de ir por solitario, no tiene futuro.
¿Abriremos las puertas de nuestro corazón, ensancharemos su capacidad de acogida?
* Corazón roto
J.B.: Y, a ti ¿qué te ha pasado? Parece que te hayan dado una paliza. ¿Has sufrido mucho?. ¿Lo has
pasado mal?
Corazón: Sí, llevo mucho sufriendo. Soy demasiado sensible a cualquier palabra o acción violenta.
Me duelen los desprecio. Soy quisquilloso. Me molesta todo. Mis amigos tienen que medir las
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palabras. Pero, mis heridas se hacen más grande, cuando el odio por la ofensa la mantengo viva y
reverdecida. No quiero llevar mis cruces encima. No estoy dispuesto a aceptarlas. “Maestro, ¿qué
tengo que hacer?”
J.B.: Dirigiéndose a la asamblea:¿Está tu corazón herido? ¿No es hora de curar las heridas de nuestros
corazones y recomponerlos?
* Corazón arrugado
J.B.: ¿Quieres que te diga una cosa? ¡No me gustas! Pareces una pasa. ¿Por qué no planchas tu
corazón? ¡No cuesta tanto! ¿Cómo te pones así?
Corazón: Pues, es fácil. Cuando sólo me muevo por principios como “me apetece” (sexo, alcohol,
juerga..); o “no me gusta” (estudiar, trabajar, orar, ir a misa...); o “me cae o no me cae bien” (el
profesor, el vecino, el amigo, el cura...); principios como “es que no me apetece, no me va”. Se te
pone un corazón arrugado cuando vives lleno de caprichos. Y sobre todo cuando vuelves la vista
atrás, cuando caminas hacia atrás, cuando dejas aquello que un día fue tu horizonte de entrega, de
compromiso y de fe y buscas cosas más fáciles. ¡Quiero cambiar! ¿Qué debo hacer?
J.B.: (Volviéndose a la asamblea) ¡Con que facilidad se arruga nuestro corazón ante el compromiso
y se rinde a nuestros caprichos! ¿De qué nos evadimos, por qué principios nos movemos? ¿Qué te
achanta? ¿Por qué no tenemos un corazón fuerte para luchar?
* Corazón encadenado
J.B.: ¡Vaya, vaya! Yo tenía entendido que los hombres usábamos las cadenas para atar fuerte. Son
signo de esclavitud. El que está encadenado tiene reducida la capacidad de movimiento y de apertura
a otros horizontes de vida y felicidad. Así que, este corazón lo tiene muy mal. ¿Tú por qué estás
encadenado?
Corazón: Porque adoro a otros dioses y tengo muchos diosecillos menos exigentes.
Corazón: Mi comodidad, el sexo, el tener mucho y consumir más, el aparentar, ser primero, el mejor,
el más importante, el qué dirán, mi imagen... Pero, no puedo más, quiero cambiar: ¿Qué puedo hacer?
J.B.: Pero, todo el mundo sabe que estos dioses que te atan tienen la cualidad de dar una “felicidad”
inmediata, pero que luego te dejan vacío, solo,..., y lo peor de todo esclavo. Debes mostrar los frutos
de una sincera conversión.
(Dirigiéndose a la asamblea). No es fácil ser libre en nuestro mundo; son muchos los señores que
quieren apropiarse de nuestros corazones, ¡qué fácil resulta enredarse y adorar a otros dioses!
* Corazón manchado
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J.B.: Tú estás un poco mugriento. ¿Por qué estás tan sucio?
Corazón: Estoy sucio de mentiras, hipocresías, rencores, impurezas, borracheras, malas palabras,
violencia, sucio por mis celos, mis envidias, las ambiciones que me ciegan. Estoy sucio porque no
busco la unidad sino la división. Y todo esto, pues, mancha y ha echado a perder mi corazón. Y se
me olvidaba, ¡que te digo de mi autosuficiencia! que me impide ser limpio de corazón para poder ver
y experimentar a Dios con todo su amor. Yo también quiero bautizarme, ¿qué me aconsejas?
J.B.: Por el tiempo que permanecemos con el corazón manchado tengo la impresión que no tenemos
muchas ganas de limpiarlo. Lo malo del asunto es que el corazón, la conciencia manchada remuerde,
crea intranquilidad, nos priva de paz. Y ¿qué hacemos con esto? (Señala su corazón), ¿es qué no hay
nada que hacer? ¿no hay remedio? ¿es qué está todo perdido?
7. Canto.
8. A modo de reflexión.
Quisiera decirles algo que saben todos, pero hay cosas que son tan importantes que conviene repetirlas
muchas veces y que nos entren por los sentidos, para que no se nos olviden. (Toma en su mano un
corazón inmenso y lo muestra a todos). Es más grande que el de ustedes. (Se acerca a uno)
N., quiero poner este corazón grande en ese tuyo. No el tuyo aquí, sino éste en el tuyo.
Amigos es un empeño inútil querer aprisionar, en el corazón pequeño, el nuestro, un corazón tan
grande como éste, el corazón de Dios... Dios es tan grande que no cabe en el corazón de nadie. Y es
que lo esencial no es que Dios quepa dentro de nosotros. Lo esencial, lo grande, lo novedoso, lo que
Dios nos comunica es que nosotros tenemos sitio en su corazón. Dios desde siempre ha reservado un
sitio para ti y para mí... en su corazón. ¡Qué Dios tan inmenso! ¡Qué Dios tan detallista! Tengo un
sitio en el corazón de Dios...
Con nuestro corazón arrugado, encadenado, manchado o roto, empequeñecido por egoísmos,
olvidos... podemos ir al corazón de Dios y entrar en él. Dios es capaz de borrar nuestros olvidos, de
limpiar nuestras manchas, de quitar nuestras cadenas... Dios es capaz de dejarnos un sitio siempre. Y
ahora tenemos esa oportunidad.
Dentro de este momento, Juan Bautista se dirige a la asamblea con esta Oración:
8. Canto.
9. Peticiones de perdón.
Dice Jesús que del corazón nace todo lo bueno y todo lo malo. Que los pensamientos y deseos
negativos nacen de lo profundo del corazón. Que los proyectos y los planes del hombre se forjan en
el corazón. Dice que si el árbol del corazón es bueno, los frutos serán buenos. Dice Jesús que la
medida del hombre es su corazón. Lo dice Jesús, el hombre del corazón manso, dulce y humilde.
Jesús el hombre lleno en su corazón de la ternura y de la misericordia de Dios. Jesús “corazón de
Dios” abierto de par en par a los hombres. Reconozcamos nuestra situación, necesitamos un corazón
nuevo. Dirijamos al Señor súplicas para que tenga piedad de nosotros y nos conceda su gracia, su
amor, un corazón nuevo.
(Canto, en voz baja, mientras algunos jóvenes van haciendo las peticiones)
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Cantar el Magníficat de Taizé (https://www.youtube.com/watch?v=X-6k6qTOMvE) y al mismo
tiempo, se recita el texto de Lc 1, 46-55. En torno al gran corazón, lleno de nuestros pequeños
corazones, unidos de las manos cantamos el Padrenuestro.
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1ª semana de Adviento: SEMBRAR
Personaje de la semana: Profeta Isaías.
Lema: Preparación
La elección de las lecturas de Adviento nos ha puesto en frecuente contacto con Isaías.
Conviene reflexionar un poco sobre su personalidad.
Los textos evangélicos no dicen nada de la personalidad del profeta Isaías, pero le citan. Incluso
podemos decir que, a menudo, se le adivina presente en el pensamiento y hasta en las palabras
de Cristo. Es el profeta por excelencia del tiempo de la espera; está asombrosamente cercano,
es de los nuestros, de hoy. Lo está por su deseo de liberación, su deseo de lo absoluto de Dios;
lo es en la lógica bravura de toda su vida que es lucha y combate; lo es hasta en su arte literario,
en el que nuestro siglo vuelve a encontrar su gusto por la imagen desnuda pero fuerte hasta la
crudeza. Es uno de esos violentos a los que les es prometido por Cristo el Reino. Todo debe
ceder ante este visionario, emocionado por el esplendor futuro del Reino de Dios que se
inaugura con la venida de un Príncipe de paz y justicia. Encontramos en Isaías ese poder
tranquilo e inquebrantable del que está poseído por el Espíritu que anuncia, sin otra alternativa
y como pesándole lo que le dicta el Señor.
El profeta apenas es conocido por otra cosa que sus obras, pero éstas son tan características que
a través de ellas podemos adivinar y amar su persona. Sorprendente proximidad de esta gran
figura del siglo VIII antes de Cristo, que sentimos en medio de nosotros, cotidianamente,
dominándonos desde su altura espiritual.
Isaías vivió en una época de esplendor y prosperidad. Rara vez los reinos de Judá y Samaría
habían conocido tal optimismo y su posición política les permite ambiciosos sueños. Su
religiosidad atribuye a Dios su fortuna política y su religión espera de él nuevos éxitos. En
medio de este frágil paraíso, Isaías va a erguirse valerosamente y a cumplir con su misión:
mostrar a su pueblo la ruina que le espera por su negligencia.
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será la historia de su país. Superando la situación presente en la que se entremezclan cobardías
y compromisos, ve el castigo futuro que enderezará los caminos tortuosos.
Lodts escribe de los profetas: "Creyendo quizá reclamar una vuelta atrás, exigían un salto hacia
adelante. Estos reaccionarios eran, al mismo tiempo, revolucionarios". Así las cosas, Isaías fue
arrebatado por el Señor "el año de la muerte del rey Ozías", hacia el año 740, cuando estaba en
el templo, con los labios purificados por una brasa traída por un serafín (Is 6, 113). A partir de
este momento, Isaías ya no se pertenece. No porque sea un simple instrumento pasivo en las
manos de Yahvé; al contrario, todo su dinamismo va a ponerse al servicio de su Dios,
convirtiéndose en su mensajero. Mensajero terrible que anuncia el despojo de Israel al que sólo
le quedará un pequeño soplo de vida.
Los comienzos de la obra de Isaías, que originarán la leyenda del buey y del asno del pesebre,
marcan su pensamiento y su papel. Yahvé lo es todo para Israel, pero Israel, más estúpido que
el buey que conoce a su dueño, ignora a su Dios (Is 1, 2-3).
Pero Isaías no se aislará en el papel de predicador moralizante. Y así se convierte para siempre
en el gran anunciador de la Parusía, de la venida de Yahvé. Así como Amós se había levantado
contra la sed de dominación que avivaba la brillante situación de Judá y Samaría en el siglo
VIII, Isaías predice los cataclismos que se desencadenarán en el día de Yahvé (Is 2, 1-17). Ese
día será para Israel el día del juicio. Para Isaías, como más tarde para San Pablo y San Juan, la
venida del Señor lleva consigo el triunfo de la justicia. Por otra parte, los capítulos 7 al 11 nos
van a describir al Príncipe que gobernará en la paz y la justicia (ls 7, 10-17).
Es fundamental familiarizarse con el doble sentido de este texto. A aquel que no entre en la
realidad ambivalente que comunica, le será totalmente imposible comprender la Escritura,
incluso ciertos pasajes del Evangelio, y vivir plenamente la liturgia.
En efecto, en el evangelio del primer domingo de Adviento sobre el fin del mundo y la Parusía,
los dos significados del Adviento dejan constancia de ese fenómeno propiamente bíblico en el
que una doble realidad se significa por un mismo y único acontecimiento. El reino de Judá va
a pasar por la devastación y la ruina. El nacimiento de Emmanuel, "Dios con nosotros",
reconfortará a un reino dividido por el cisma de diez tribus. El anuncio de este nacimiento
promete, pues, a los contemporáneos de Isaías y a los oyentes de su oráculo, la supervivencia
del reino, a pesar del cisma y la devastación. Príncipe y profeta, ese niño salvará por sí mismo
a su país.
LA EDAD DE ORO
Pero, por otra parte, la presentación literaria del oráculo y el modo de insistir Isaías en el
carácter liberador de este niño, cuyo nacimiento y juventud son dramáticos, hacen presentir que
el profeta por encima del cuadro político de su tiempo, ve en este niño la salvación del mundo.
Isaías subraya en sus ulteriores profecías los rasgos característicos del Mesías. Aquí se contenta
con apuntarlos y se reserva para más tarde el tratarlos uno a uno y modelarlos. El profeta
describe así a este rey justo: (Is. 11, 1-9).
Se ha puesto en duda la atribución de este pasaje a Isaías, pero casi nadie niega actualmente de
modo claro su autenticidad. Es fácil reconocer en él el texto de donde ha sacado la tradición
los siete dones del Espíritu.
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La profecía nos describe el tipo perfecto del Juez, completado, además, con las cualidades del
guerrero, del sacerdote y del profeta. El restablecimiento de la justicia y del orden crean un
nuevo mundo en el que las fuerzas y los seres se afrontan; un verdadero paraíso terrestre en el
que las bestias feroces conviven con los animales más tranquilos. El restablecimiento de la
unidad perdida se debe al Príncipe de justicia.
Una vez más este texto tiene una doble interpretación. Ezequías va a subir al trono y este poema
se escribe para él. Pero, ¿cómo un hombre frágil puede reunir en sí tan eminentes cualidades?
¿No vislumbra Isaías al Mesías a través de Ezequías? La Iglesia lo entiende así y hace leer este
pasaje, sobre la llegada del justo, en los maitines del segundo domingo de Adviento.
En el capítulo segundo de su obra, hemos visto a Isaias anunciando una Parusía que a la vez
será un juicio. En el capitulo 13, describe la caída de Babilonia tomada por Ciro. Y de nuevo,
se nos invita a superar este acontecimiento histórico para ver la venida de Yahvé en su "día".
La descripción de los cataclismos que se producirán la tomará Joel y la volveremos a encontrar
en el Apocalipsis (Is 13, 9-ll). Esta venida de Yahvé aplastará a aquel que haya querido
igualarse a Dios. El Apocalipsis de Juan tomará parecidas imágenes para describir la derrota
del diablo (cap. 14).
A partir del lunes de la segunda semana de Adviento, la Iglesia lee en los maitines largos pasajes
del Apocalipsis de Isaías (cap. 24-27). La crítica actual está de acuerdo en no atribuirlos a
Isaías. Pero estos poemas están muy en la línea de su pensamiento.
Evocan el día de Yahvé y la Parusía. Por eso, la Iglesia los toma durante este tiempo. Y esto
confirma también el doble aspecto que la liturgia quiere dar al Adviento. Unas veces toma
textos sobre Emmanuel, otras los pasajes que anuncian la Parusía.
Pero volvamos a Isaías. En los maitines del 4.° domingo de Adviento, volvemos a encontrarle
en el momento que describe el advenimiento de Yahvé: "La tierra abrasada se trocará en
estanque, y el país árido en manantial de aguas" (35, 7). Se reconoce el tema de la maldición
de la creación en el Génesis.
Pero vuelve Yahvé que va a reconstruir el mundo. Al mismo tiempo, Isaías profetiza la acción
curativa de Jesús que anuncia el Reino: "Los ciegos ven, los cojos andan", signo que Juan
Bautista toma de este poema de Isaías (35, 5-6).
Podriamos sintetizar toda la obra del profeta reduciéndola a dos objetivos. El primero, llegar a
la situación presente, histórica, y remediarla luchando. El segundo, describir un futuro
mesiánico más lejano, una restauración del mundo. Así vemos a Isaías como un enviado de su
Dios al que ha visto cara a cara. Como hipnotizado por Dios, el profeta no cesa de hablar de él
en cada línea de su obra. Y, sin embargo, en sus descripciones se distingue por mostrar cómo
Yahvé es el Santo y, por lo tanto, el impenetrable, el separado, Aquel que no se deja conocer.
O, más bien, se le conoce por sus obras que, ante todo, es la justicia. Para restablecerla, Yahvé
interviene continuamente en la marcha del mundo.
Aunque el profeta describe de modo literario esta intervención, ésta será de hecho y en su
pensamiento, una intervención histórica. Sin embargo, en todo momento, al leer el poema, se
supera esta perspectiva para alcanzar una era futura, la del Mesías.
De este modo, volvemos a encontrar en Isaías las dos grandes perspectivas del Adviento.
PREGÓN DE ADVIENTO
Con este pregón queremos publicar, anunciar algo de interés. Y de interés es para todo
cristiano tomar conciencia de que empieza un tiempo importante para su vida espiritual y cristiana.
También con este pregón queremos sugerir caminos, presentar los personajes bíblicos que toman un
protagonismo especial, actitudes de vida cristiana a cultivar, de un modo particular la fe; y tener en
cuenta en el horizonte de este tiempo de preparación a la Navidad , toda la dimensión vocacional.
(Puede realizarse, dentro o fuera del ámbito de una celebración de la Eucaristía , caso de realizarse
dentro proponemos que sea en lugar de los ritos introductorios).
VOZ EN OFF:
ISAÍAS: (Proclama lo que sigue sin más. Se puede ayudar de algún ‘mimo’ o diapositiva...)
Escúchenme, desanimados,
los que se creen lejos de la victoria.
Miren que yo acerco la victoria,
mi salvación, que no tardará en llegar (Is 46, 12).
(Vuelve la música de fondo, que se va perdiendo... Breve silencio. Se introduce música suave, o
fragmento de “El peregrino”.)
VOZ EN OFF:
JUAN BAUTISTA:
(Breve silencio. Se introduce esta parte con música. O vuelve el motivo de la CANCIÓN: “Vamos a
preparar...”. Aparece un Ángel que hablará dirigiéndose al público. Delante del público, de espaldas
a él, o de lado para oírla, estará Santa María, escuchando y respondiendo en nombre de todos
nosotros.)
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ÁNGEL:
Alégrense, porque el Señor está con ustedes. Van a dar a luz al Salvador; van a poner en el
mundo la Luz que arrinconará las tinieblas.
ÁNGEL: El Espíritu Santo los llenará, y tendrán la fuerza del Altísimo, porque esa Luz será
Emmanuel, esa Luz será Dios-con-nosotros.
(Mientras se va cantando el “Magníficat” podría ir saliendo cada uno de los protagonistas con una
luz. Cuando todos estén agrupados, o bien en torno a una imagen de Cristo, terminar con una
canción o villancico con referencia a la luz. Por supuesto que se pueden hacer otras adaptaciones
pertinentes, con diapositivas, mimo, música... a lo largo del Pregón).
Oración colecta:
Hemos de tener preparada una gran maceta llena de tierra. Con trigo suficiente para los asistentes
de la celebración. Se invita a todos los presentes a ir depositando en la maceta trigo. Esta maceta se
ira regando todos los domingos en la celebración dominical. Acompañada por una oración sencilla.
Durante este momento estará acompañada por cantos de advientos. Antes que los asistentes se
levanten para depositar el trigo se recita todos juntos esta oración de Adviento, a todo de oración
colecta. Puede recitarse si se ve oportuno a dos coros. Tiene que haberse previsto copias suficiente
al comienzo de la celebración:
(Una vez que todos han recitado la oración; se hayan levantado para depositar el trigo en la maceta;
tiene lugar el momento de regar la tierra y la correspondiente oración:
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2ª semana de Adviento: GERMINAR
Personaje de la semana: Juan el Bautista.
Lema: Conversión
Restringir el estrecho parentesco entre Juan Bautista e Isaías a dos coincidencias literarias sería
no haber captado nada de la personalidad del Precursor ni de la de Isaías. Los dos coinciden en
pensamiento y mensaje, son dos personalidades inseparables, cuyos papeles son prolongación
uno de otro. Isaías está presente en Juan Bautista, como Juan Bautista está presente en aquél al
que ha preparado el camino y que dirá de él: "No ha surgido entre los nacidos de mujer uno
mayor que Juan el Bautista".
Sólo conocemos a Isaías a través de sus escritos: en el caso de Juan Bautista es el Evangelio el
que nos informa sobre su origen y sus palabras y actitudes.
San Lucas nos cuenta con detalle el anuncio del nacimiento de Juan (Lc 1, 5-25). Esta extraña
entrada en escena de un ser que se convertirá en uno de los más importantes jalones de la
realización de los planes divinos es muy del estilo del Antiguo Testamento. Todos los seres
vivos debían ser destruidos por el diluvio, pero Noé v los suyos fueron salvados en el arca.
Isaac nace de Sara, demasiado anciana para dar a luz. David, joven y sin técnica de combate,
derriba a Goliat. Moisés, futuro guía del pueblo de Israel, es encontrado en una cesta (designada
en hebreo con la misma palabra que el arca) y salvado de la muerte. De esta manera, Dios
quiere subrayar que él mismo toma la iniciativa de la salvación de su pueblo. El mismo elige
instrumentos que emplea a su modo.
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El anuncio del nacimiento de Juan es solemne. Se realiza en el marco litúrgico del templo.
Desde la designación del nombre del niño, "Juan", que significa "Yahvé es favorable", todo es
concreta preparación divina del instrumento que el Señor ha elegido. Su llegada no pasará
desapercibida y muchos se gozarán en su nacimiento (Lc 1, 14); se abstendrá de vino y bebidas
embriagantes, será un niño consagrado y, como lo prescribe el libro de los Números (6, 1), no
beberá vino ni licor fermentado. Este "nazir" es ya signo de su vocación de asceta. El Espíritu
habita en él desde el seno de su madre. A su vocación de asceta se une la de guía de su pueblo
(Lc 1, 17). Precederá al Mesías, papel que Malaquías (3, 23) atribuía a Elías. Su circuncisión,
hecho característico, muestra también la elección divina: nadie en su parentela lleva el nombre
de Juan (Lc 1, 61), pero el Señor quiere que se le llame así cambiando las costumbres. El Señor
es quien le ha elegido, es él quien dirige todo y guía a su pueblo.
Todo el afán especulativo y contemplativo de Israel es conocer la salvación, las maravillas del
designio de Dios sobre su pueblo. El conocimiento de esa salvación provoca en él la acción de
gracias, la bendición, la proclamación de los beneficios de Dios que se expresa por el "Bendito
sea el Señor, Dios de Israel".
Esta es la forma tradicional de oración de acción de gracias que admira los designios de Dios.
Con estos mismos términos el servidor de Abrahán bendice a Yahvé (Gn 24, 26). Así también
se expresa Jetró, suegro de Moisés, reaccionando ante el relato admirable de lo que Yahvé
había hecho para librar a Israel de los egipcios (Ex 18, 10). La salvación es la remisión de los
pecados, obra de la misericordiosa ternura de nuestro Dios (Lc 1, 77-78).
Juan deberá, pues, anunciar un bautismo en el Espíritu para remisión de los pecados. Pero este
bautismo no tendrá sólo este efecto negativo. Será iluminación. La misericordiosa ternura de
Dios enviará al Mesías que, según dos pasajes de Isaías (9, 1 y 42, 7), recogidos por Cristo (Jn
8, 12), "iluminará a los que se hallan sentados en tinieblas y sombras de muerte" (Lc 1, 79).
El papel de Juan, "allanar el camino del Señor". El lo sabe y se designa a sí mismo, refiriéndose
a Isaías (40, 3), como la voz que clama en el desierto: "Allanad el camino del Señor". Más
positivamente todavía, deberá mostrar a aquel que está en medio de los hombres, pero que éstos
no le conocen (Jn 1, 26) y a quien llama, cuando le ve venir: "Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo" (Jn 1, 29).
Juan corresponde y quiere corresponder a lo que se ha dicho y previsto sobre él. Debe dar
testimonio de la presencia del Mesías. El modo de llamarle indica ya lo que el Mesías representa
para él: es el "Cordero de Dios". El Levítico, en el capítulo 14, describe la inmolación del
cordero en expiación por la impureza legal. Al leer este pasaje, Juan el evangelista piensa en el
servidor de Yahvé, descrito por Isaías en el capítulo 53, que lleva sobre sí los pecados de Israel.
Juan Bautista, al mostrar a Cristo a sus discípulos, le ve como la verdadera Pascua que supera
la del Éxodo (12, 1) y de la que el universo obtendrá la salvación.
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Toda la grandeza de Juan Bautista le viene de su humildad y ocultamiento. Resplandece con la
radiante luz del Mesías pero no quiere de ningún modo hacerle pantalla: "Es preciso que él
crezca v que yo disminuya" (Jn 3, 30).
El sentido exacto de su papel, su voluntad de ocultamiento, han hecho del Bautista una figura
siempre actual a través de los siglos. No se puede hablar de él sin hablar de Cristo, pero la
Iglesia no recuerda nunca la venida de Cristo sin recordar al Precursor. No sólo el Precursor
está unido a la venida de Cristo, sino también a su obra, que anuncia: la redención del mundo
y su reconstrucción hasta la Parusía. Cada año la Iglesia nos hace actual el testimonio de Juan
y de su actitud frente a su mensaje.
De este modo, Juan esta siempre presente durante la liturgia de Adviento. En realidad, su
ejemplo debe permanecer constantemente ante los ojos de la Iglesia. La Iglesia, y cada uno de
nosotros en ella, tiene como misión preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia.
Pero recibirla exige la conversión.
Entrar en contacto con Cristo supone el desprendimiento de uno mismo. Sin esta ascesis, Cristo
puede estar en medio de nosotros sin ser reconocido (Jn l, 26). Como Juan, la Iglesia y sus
fieles tienen el deber de no hacer pantalla a la luz, sino de dar testimonio de ella (Jn 1, 7). La
esposa, la Iglesia, debe ceder el puesto al Esposo. Ella es testimonio y debe ocultarse ante aquel
a quien testimonia. Papel difícil el estar presente ante el mundo, firmemente presente hasta el
martirio. como Juan, sin impulsar una "institución" en vez de impulsar la persona de Cristo.
Papel misionero siempre difícil el de anunciar la Buena Noticia y no una raza, una civilización,
una cultura o un país: "Es preciso que él crezca v que yo disminuya" (Jn 3, 30). Anunciar la
Buena Noticia y no una determinada espiritualidad, una determinada orden religiosa, una
determinada acción católica especializada; como Juan, mostrar a sus propios discípulos donde
está para ellos el "Cordero de Dios" y no acapararlos como si fuéramos nosotros la luz que les
va a iluminar.
Esta debe ser una lección siempre presente y necesaria, así como también la de la ascesis del
desierto y la del recogimiento en el amor para dar mejor testimonio. La elocuencia del silencio
en el desierto es fundamental a todo verdadero y eficaz anuncio de la Buena Noticia. Orígenes
escribe en su comentario sobre San Lucas (Lc 4): En cuanto a mí, pienso que el misterio de
Juan, todavía hoy, se realiza en el mundo". La Iglesia, en realidad, continúa el papel del
Precursor; nos muestra a Cristo, nos encamina hacia la venida del Señor.
Durante el Adviento, la gran figura del Bautista se nos presenta viva para nosotros, hombres
del siglo XX, en camino hacia el día de Cristo. El mismo Cristo, tomando el texto de Malaquías
(3,1), nos habla de Juan como "mensajero" (4); Juan se designa a sí mismo como tal. San Lucas
describe a Juan como un predicador que llama a la conversión absoluta y exige la renovación:
"Que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece, y lo
escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntos". Así
se expresaba Isaías (40, 5-6) en un poema tomado por Lucas para mostrar la obra de Juan. Se
trata de una renovación, de un cambio, de una conversión que reside, sobre todo, en un esfuerzo
para volver a la caridad, al amor a los otros (Lc 3, 10-14).
Lucas resume en una frase toda la actividad de Juan: "Anunciaba al pueblo la Buena Noticia"
(Lc 3, 18). Preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia, es el papel de Juan y el
que nos exhorta a que nosotros desempeñemos.
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Hoy, este papel no es más sencillo que en los tiempos de Juan y nos incumbe a cada uno de
nosotros. El martirio de Juan tuvo su origen en la franca honestidad con que denunció el pecado.
Compromisos de hoy, bajo el pretexto de amplias aperturas al mundo, tienen el peligro, para
muchos cristianos, de tapar actitudes de tipo Herodes; es decir, apagar la voz. Se da un contraste
sorprendente: en un tiempo en el que se exige autenticidad, se intenta también apagar la voz
del que anuncia y exige. Paradoja que no es la única en la vida de los hombres y a la que
debemos estar atentos. Juan Bautista anunció al Cordero de Dios. El es el primero que llamó
así a Cristo, adelantándose al Apocalipsis que nos invita a las bodas del Cordero triunfante
después de dar su sangre para rescatar al mundo. Por eso, cada vez que recibimos la invitación
a las bodas del Cordero, no podemos participar en el festín eucarístico sin anunciar, al mismo
tiempo, la muerte del Señor, su resurrección y las exigencias que esto lleva consigo para los
bautizados en esta muerte y esta resurrección. Es la lógica implacable de la existencia cristiana,
inaugurada por Juan y llevada hasta el testimonio de su sangre.
Citemos aquí el bello Prefacio introducido en nuestra liturgia para la fiesta del martirio de San
Juan Bautista, que resume admirablemente su vida y su papel:
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CELEBRAMOS LA VENIDA DEL SEÑOR A NUESTRAS VIDAS
Un monitor de pie, a modo de Juan el Bautista del siglo XXI, pregona con fuerte voz:
Se ofrece:
Se requiere:
Quien esté interesado en ello, sírvase enviar su "curriculum vitae", cuanto antes, al Apartado de
Adviento, núm. 2004 indicando en el sobre: "Candidato a llenar el mundo de esperanza cristiana, con
motivo de la próxima Navidad".
NOTA: No se precisa residencia determinada; pero sí estar en posesión del "carnet de buena
voluntad". Absténganse los egoístas.
SALUDO DEL SACERDOTE (ASESOR): A todos ustedes, los que esperan con ilusión la llegada
de Cristo, les conceda el Señor un corazón limpio para que su paz y su gracia estén siempre
con todos ustedes.
Haz, Señor, que nuestro corazón sea como la tierra buena del Evangelio, acoja la semilla de tu Palabra,
dé fruto y germine el Salvador.
Oremos:
AMBIENTANDO EL SÍMBOLO
Seguramente en algún momento de nuestra vida, o tal vez en este mismo momento, algunos de entre
nosotros, estará alejado de Dios, o vivirá de espaldas a la fe en la que ha sido bautizado. Si es así
experimentará las tinieblas, la oscuridad en su vida, sentirá una vacío existencial enorme y su vida no
tendrá rumbo u orientación.
Vamos a dejarnos poseer por la oscuridad física, que ayudará a interiorizar el sencillo símbolo que
nos disponemos a utilizar en la oración de hoy.
LECTOR 1: Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos
con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado. Quien dice que está en la luz y
aborrece a su hermano, está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no
tropieza. (1 Jn 1,7;2,9-10)
(Se enciende una vela, en una esquina del templo, y la acerca al lado derecho del tronco)
LECTOR 2: Pero ustedes, hermanos, no viven en la oscuridad, para que ese Día los sorprenda como
ladrón, pues todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las
tinieblas (1 Ts 5,4-5).
(Se enciende otra vela en otro lado de la capilla y se coloca al lado izquierdo del tronco)
LECTOR 1: Examinen qué es lo que agrada al Señor, y no participen en las obras infructuosas de
las tinieblas, antes bien, denúncienlas. Cierto que ya sólo el mencionar las cosas que hacen
ocultamente da vergüenza; pero, al ser denunciadas, se manifiestan a la luz. Porque en otro tiempo
fueron tinieblas; mas ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz; pues el fruto de la luz
consiste en toda bondad, justicia y verdad (Ef 5,8-13).
(Se enciende la tercera vela y se pone junto a la que está a la derecha del tronco)
LECTOR 2: Jesús les dijo: «Todavía, por un poco de tiempo, está la luz entre ustedes. Caminen
mientras tienen la luz, para que no les sorprendan las tinieblas; el que camina en tinieblas, no sabe a
dónde va. Yo, soy la luz que he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las
tinieblas (Jn 12,35.46).
(Se pone el cirio y también se acerca hasta el centro del tronco. Música ambiental y un rato de
silencio)
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SACERDOTE (ASESOR): Los invito a que miren este tronco con estas velas y a este Cirio para
sentirse real y simbólicamente iluminados. Y ahora, mientras escuchamos la música, quisiera que
reflexionásemos:
LECTOR 3: Aviso: se necesita un "Mesías-salvador": Un día vino Uno, y apenas se le escuchó. Vino
para todos, y la mayoría se quedó sin Él, por culpa de unos cuantos, que lo borraron del camino. Por
eso necesitamos cada uno un "mesías-salvador" ahora. Un "mesías" cualquiera, que quiera salvar a
un hombre cualquiera.
LECTOR 1: Por el profeta Isaías, ya 500 años antes de Cristo, Dios decía: "Mira que envío mi
mensajero delante de Ti, el que ha de preparar tu camino, voz que clama en el desierto" (Is 40,3).
LECTOR 3: Se necesita un Mesías para Lucía, estudiante de Psicología. De pequeña era un encanto
de criatura, de dulzura y de candor. A medida que iba siendo mayor las relaciones con sus padres se
fueron agriando, y, poco a poco, se distanció de su familia, se marchó de casa a vivir por libre su vida
con un muchacho. Droga, sexo y alcohol era los productos con los que llenaba su vida vacía de Dios,
sin tener nada importante que construir ni a nadie a quien amar. Un día apareció muerta de sobredosis
en una casa abandonada. No encontró nunca en su vida un "mesías-salvador".
(Momentos de silencio)
LECTOR 2: Juan Bautista animaba a sus discípulos a hacerse discípulos de Jesús diciéndoles: "Pero
aquel que viene detrás de mi, es más fuerte que yo, y no merezco llevarle las sandalias" (Mt 3,11). Y
el discípulo amado de Jesús, Juan el Evangelista, no se cansaba de repetir a sus amigos: "Pues éste es
el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No como Caín que,
siendo del Maligno, mató a su hermano" (1 Jn 3, 11-13a).
LECTOR 3: Se necesita un mesías-salvador para Javier García, estudiante que se suicidó no hace
mucho, porque se sentía fracasado, porque no sentía a su lado ningún "mesías" que le animara en la
vida, como amigo. Dicen que era un muchacho tímido; pero no tuvo "mesías". Y estudiaba bastante,
pero eso no le bastaba y nunca topó con un "mesías". No sabemos si a él no se le ocurrió ninguna vez
salir al encuentro de alguno; pero lo que sí sabemos es que nunca tuvo a su lado un "mesías" y,
aburrido y desconsolado, se suicidó.
(Momentos de silencio)
LECTOR 1: Se necesitan también 14 "mesías" para 14 amigos que se sienten marginados, solos, sin
apenas amigos. Catorce que son considerados inferiores. Catorce, por lo menos, que tienen un escaso
margen de relaciones públicas. Necesitan catorce "mesías".
LECTOR 2: Se necesitan muchos "mesías", muchas manos amigas. Para el que está a nuestro lado
ahora, o en clase; para el vecino de escalera; para el más amigo y para el que no solemos tratar o
consideramos "enemigo". Se necesita, por lo menos..., un "mesías" para cada uno...
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(Momentos de silencio ambientados con música suave)
Sacerdote (asesor): Pidamos a Dios Padre que envíe un "mesías" a cada uno y UNO, Jesús, para
todos, roguemos al Señor.
PETICION 1. Para que tomemos conciencia de que estamos siendo enviados a cada momento como
"mesías" de los que nos rodean, roguemos al Señor.
PETICION 2. Para que con nuestro trabajo y estudios hagamos un mundo mejor, en el que nadie
tenga que sufrir la soledad, ni la marginación, ni la falta de amistad, roguemos al Señor.
PETICION 3. Para que entre nosotros no haya personas sin fe en nuestro Padre Dios, ni sin confianza
en su Hijo Jesús. Y para que poco a poco vayamos personalizando nuestra fe, roguemosal Señor.
PETICION 4. Para que estas Navidades acudamos a la iglesia, por lo menos, el día de Navidad y de
Año Nuevo, para alegrarnos con los otros creyentes por la venida del Mesías. Roguemos al Señor.
PETICION 5. Para que todos los que estamos aquí seamos luz y esperanza para nuestros padres,
hermanos, familiares y amigos, y para que viendo nuestras buenas obras alaben a Dios que está en
los cielos, roguemos al Señor.
Soy una vidriera en la noche necesitada del sol que la haga transparente.
Pero Tú, Señor, barre mis miedos, borra con tu luz mi oscuridad.
Ilumina mi vida para que sea un arco iris de limpios colores:
esperanza y cariño, acogida y paciencia,
generosidad, sencillez y ternura.
Esta es la súplica que hoy te dirijo a Ti, que disipas toda sombra.
Haz que así sea, Señor.
ORACIÓN FINAL
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Señor, no sonrías diciendo que ya estás entre nosotros.
Son millones los que no te conocen.
¿Y de qué sirve el conocerte?
¿Para qué tu venida, si para los tuyos la vida prosigue como si tal cosa ...?
Conviértenos.
Sacúdenos.
25
3ª semana de Adviento: GERMINAR
Personaje de la semana: María.
Lema: Esperanza.
Indudablemente, las celebraciones eucarísticas nos inducen a alabar y recordar a María. Pero,
sobre todo la Liturgia de las Horas contiene numerosos textos de alabanza a la Virgen.
En primer lugar, cada día en Tercia, en Sexta y en Nona hay una antífona que se refiere a la
Virgen María: "Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen" (Tercia) -
"El ángel Gabriel saludó a María, diciendo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo,
bendita tú entre las mujeres" (Sexta) - "María dijo: ¿Qué significa este saludo? Me quedo
perpleja ante estas palabras de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad" (Nona).
En las vísperas del primer domingo de Adviento, la antífona del Magnificat está tomada del
evangelio de la anunciación: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo". El lunes de esta primera semana, en las vísperas,
la antífona del Magnificat será: "El ángel del Señor anunció a María y concibió por obra del
Espíritu Santo".
En las vísperas del jueves se canta: "Bendita tú entre las mujeres". En las vísperas del segundo
domingo de Adviento: "Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor
se cumplirá". En los laudes del miércoles hay una lectura tomada del capítulo 7 de Isaías:
"Mirad: la Virgen ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel...". El
responsorio del viernes después de la segunda lectura del oficio, está tomado del evangelio de
la anunciación en Lc 1, 26, etc... Y podríamos continuar con una enumeración que resultaría
26
molesta. Sin embargo, serviría para convencernos de que es falso lo que se ha dicho y escrito
que la liturgia había olvidado el culto a la Virgen.
Bastaría con citar aquí los versículos y las lecturas que hablan de ella para convencer a aquellos
que, sin querer oír razones, mantienen semejante opinión. Esta enumeración algo árida interesa
al menos porque muestra cómo la presencia de la Virgen es constante en los Oficios de
Adviento, así como en el recuerdo de la primera venida de su Hijo y en la tensión de su vuelta
al final de los tiempos.
Orígenes escribió del Precursor que "el misterio de Juan, incluso hoy, se realiza en el mundo",
y debemos decir lo mismo de la Virgen. Su propio misterio se realiza también en el mundo y,
durante el tiempo de Adviento, la Iglesia nos ayuda a contemplar a Nuestra Señora, Madre de
Dios, como siempre presente.
Podríamos decir, con todos los matices y el respeto debido a una devoción ciertamente
beneficiosa en el mundo entero, ayer y hoy, que para muchos cristianos y a pesar de la vuelta
a la Biblia y a la liturgia, la devoción mariana está sujeta tanto a un cierto sentimentalismo
anticuado como a excesos en actitudes, lenguaje y, a veces, incluso, culto.
Sin duda, la Iglesia tiene el derecho y hasta el deber de escoger nuevas formas para su piedad.
Indudablemente también, su entrega a las necesidades espirituales en cada momento histórico
le conduce a desarrollar una determinada forma de devoción con el pretexto de que no es
inspiración bíblica y litúrgica, sin haber proporcionado de antemano a los fieles un alimento
espiritual más sólido. Dicho esto, no parece fuera de lugar comprobar los múltiples esfuerzos
realizados alrededor del "mes de mayo" y, también el olvido casi total en que se ha dejado el
tiempo mariano de Adviento. Hay que respetar la instauración del "mes de María", pero no se
puede admitir que una tradición tan antigua en la Iglesia como la veneración de la Virgen
durante el Adviento permanezca en la sombra y casi en la ignorancia.
Si los "meses de María" frecuentemente corren el riesgo de ofrecernos una piedad sentimental,
anecdótica y sin base escriturística y dogmática muy seguras, la liturgia del Adviento da a
nuestra piedad mariana una sólida trama. Muchos cristianos están todavía tan inconscientes de
esta presencia de la Madre de Dios durante el Adviento que celebran la Inmaculada Concepción
como una fiesta encerrada en sí misma, en estrecha unión con los acontecimientos de Lourdes
y sin pensar en su relación con la liturgia del Tiempo. En este punto, se nos ofrece un amplio
campo de trabajo pastoral. No se trata de destruir una devoción recomendada por la Iglesia,
sino de restablecer una jerarquía de valores, de volver a conceder su primacía a la celebración
litúrgica del Adviento con formas distintas, incluso más desarrolladas, de la devoción mariana.
Aunque para una madre el nacimiento de su hijo supone una fiesta, que marca su alma para
siempre, también es cierto que la preparación de este nacimiento es un tiempo privilegiado en
27
el que la madre desarrolla ya con su hijo una intimidad muy particular. Aunque Navidad es
para María la fiesta más señalada de su maternidad, el Adviento, que prepara esta fiesta, es para
ella un tiempo de elección.
(Himno litúrgico)
Mientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Señor Jesucristo, se nos anuncian días de alegría y
curación, fiestas de gozo y salvación, días de alegría desbordante porque el Señor visitará a su pueblo.
Su presencia llenará de vida a cojos, ciegos, sordos, leprosos, enfermos. Desiertos y yermos, páramos
y estepas se alegrarán. Además, podremos gozar en esta tercera semana de adviento, de todo un
rosario de textos marianos para poder interiorizar en la figura de María. Comenzamos cantando...
CANTO
María nos enseña el camino para hacer nacer a Jesús en nuestro tiempo:
confianza, entrega, fidelidad, coraje, alegría
y mucha fe en el Dios de la Vida.
Tiempo de espera, de acogida, de atención y cuidados,
de respeto y contemplación.
28
El que preside la celebración toma el agua para regar, diciendo esta oración:
OREMOS:
“Haz, Señor, que nuestra tierra acoja el agua viva de tu Palabra para saciar nuestra sed y tener dentro
un manantial de agua viva”. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
En torno a la Homilía
El adviento es una llamada a vivir animados por la esperanza, a partir de la fe-confianza en la venida
del Señor y su reino de salvación liberadora. Una esperanza que fundamentada en esa fe-confianza
inquebrantable, se mantiene firme en medio de las dificultades de la vida, cuando experimentamos la
miseria de la realidad y el mal nos abruma. Incluso cuando la existencia parece asemejarse a un
caminar por un túnel oscuro, sin vislumbrar salida alguna.
Es la misma esperanza que canta el Deutero-Isaías en la 1ª lectura de este Domingo desde el abismo
oscuro del exilio, y que permite estallar en una explosión de alegría: “Que el desierto y el sequedal
se alegren, regocíjese la estepa y florezca como flor, estalle en flor y se regocije hasta lanzar gritos
de júbilo”. ¿Qué justifica tales sentimientos? Se trata de la llegada salvífica del Señor, que el profeta
vislumbra desde el seno de una situación difícil: “Él vendrá y los salvará. Entonces se despegarán
los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como ciervo y
la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo...¡regocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós, penar y
suspiros!”.
Conviene en Adviento despertar este sentimiento de alegría. No es la alegría fácil, que se convierte
espontáneamente en carcajada, vinculada al optimismo ingenuo, que no se confronta con la desdicha
y la cara maldita de lo real. Es, más bien, la alegría profunda que brota de la fe-esperanza que “vence
al mundo”, fundamentada en la compañía silenciosa del amor de Dios que no cesa de ofrecer su
Reino, que es capaz de mirar de frente a toda clase de mal. Es, por ejemplo, la alegría esperanzada
que se mantiene viva en tantos pueblos del llamado “Tercer Mundo”, a los que la desdicha continuada,
la miseria e injusticia que acerca a la muerte temprana, no quiebra su capacidad de fiesta y el milagro
de su esperanza.
Es la misma alegría esperanzada que suscitó Jesús con su Palabra y sus “signos”. Para Jesús el Reino
de salvación llega cuando “los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos
oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva”. Es la “declaración
programática” que en este domingo nos presenta Mateo, en profunda conexión con la profecía de
Isaías antes indicada.
Esta es, pues, nuestra esperanza y el fundamento sólido de nuestra alegría: que los enfermos sean
curados, que los cautivos recobren libertad, que los perdidos y los pródigos, los últimos y los “don
nadie”, las prostitutas y los publicanos, puedan sentarse en los primeros puestos del banquete de la
vida, porque a ellos, especialmente a ellos, se les anuncia la Buena Noticia del Reino.
Si no nos escandalizamos de Jesús, si, como nos exhorta Santiago en la lectura apostólica de hoy,
somos capaces de ser pacientes, teniendo como modelo el sufrimiento y la paciencia de los grandes
profetas de Israel que hablaron en el nombre del Señor, seremos capaces de:
* percibir los “signos” del reino de salvación liberadora, que también ahora se dan entre
nosotros. También hoy, para quien sea capaz de ver, los que están tirados en la cuneta, se levantan y
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los que esta sociedad informada por un neoliberalismo capitalista despiadado expulsa a los márgenes
o ignora y desprecia, son sentados en la mesa de la convivencia igualitaria y fraterna.
Si esto hacemos, estaremos cumpliendo nuestra tarea: aportar a este mundo nuestro, desde la memoria
fiel del crucificado y resucitado, el milagro de la esperanza activa y transformadora, que es raíz y
fuente de la más honda y verdadera de las alegrías.
* Por el milagro de la esperanza que experimentamos en nuestras vidas con sorpresa agradecida, a
pesar de tantas dificultades y de la presencia abrumadora del mal. Oremos.
* Por el don de la alegría honda que se vincula a esa esperanza, y que se mantiene serena en el seno
mismo del dolor y de la adversidad. Oremos.
*Por los “signos” de salvación que aparecen aquí y allá, en el seno de este mundo tan irredento, como
pruebas inequívocas de tu presencia y compañía amorosa y solidaria.
* Por las personas que son testigos hoy entre nosotros de la esperanza y saben contagiarnos ilusión,
sentido y esa alegría honda que sentimos anida en lo más profundo de nuestros corazones, cuando
hemos sido capaces de ponernos delante de Dios para descubrir su voluntad.
Recibe, Señor, nuestra acción de gracias que confiamos llegue a ti por la mediación de la gran
testigo de la esperanza, nuestra Madre, la Virgen María de Nazaret, que supo esperar desde
la misma cruz con un corazón disponible y abierto. PJNS.
SÍMBOLO OFERTORIO
1. Icono de la Virgen
Mil rostros tiene María, los mismos que tiene Dios. Así, decir María es decir, silencio, palabra, canto,
oración, adviento...
Decir María es decir Iglesia, Madre, Maestra, virgen, Mujer, Amiga, hermana, Hija y Esposa...
Decir María es decir pureza, amistad, compromiso, hermosura, fidelidad, acogida... María es el rostro
cercano y la mirada amorosa de Dios
A partir de mañana son los grandes días dedicados por la liturgia a contemplar a la Virgen, María de
Nazaret. Ella es, sin duda, una de las grandes protagonistas del misterio de la Navidad.
Por eso desde este momento invocamos a María y a ella acudimos en busca de consejo y orientación.
Y ella siempre, siempre acude, como lo hará ahora, a través de su imagen tan querida para que sin
miedo le pidamos protección, ayuda y consejo.
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(Unas madres de los jóvenes entran por el pasillo del templo con el icono de la Virgen)
Presentamos también en este momento esta flor de pascua, como estallido de vida y de color en el
centro del invierno. Esa vida que se hace presente en todos aquellos que viven con es “paciencia que
es firmeza”.
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4ª semana de Adviento: FLORECER
Personaje de la semana: José.
Lema: Justicia.
Una historia que de verdad parece de película es el video presentado por el blog Jesucristo en el
Cine. Tan solo imaginemos: José, un hombre enamorado, comprometido para casarse con una
mujer a la cual ama y respeta se encuentra de pronto con el desengaño de que está embarazada,
no de él, sino de lo que ella llama es el Espíritu Santo. Lo peor de todo es que, muy dentro de sí
mismo, no duda realmente de la fidelidad de María: ni ella ni él eran de los que pueden traicionar y
él lo sabía. Sin embargo, esto hace su angustia y su desconcierto aún mayor al no poder comprender
como es que ella, su amada y su amiga, está embarazada. No olvidemos que esta situación tiene lugar
en una sociedad donde la fornicación era castigada con la muerte, por lo tanto, a sus dudas y angustia
debía añadirle la presión de las sospechas de la gente…
José ─descrito en las escrituras como un hombre justo (Mt 1, 19)─ no sucumbe a la trampa del
enojo y la venganza. Sino que, no queriendo desacreditar a María, pensó en firmarle en secreto un
acta de divorcio. Es mientras considera esta opción, que el ángel del Señor se le aparece en sueños
diciéndole que El Hijo de María es obra del Espíritu Santo y que será él mismo el que le pondrá por
nombre Jesús (Mt 1, 20-21). Y es que, en realidad, la intervención del ángel no era tanto para dar la
explicación del embarazo de María, como si para indicar a José el papel que le correspondía en el
plan de Dios: Tú le pondrás el nombre de Jesús; o sea, tú lo recibirás como hijo tuyo.
Así como María fue escogida desde el principio de los tiempos para ser la madre del Salvador, José
fue también escogido para ser su padre durante su vida terrena; por lo que ambos fueron dotados con
las facultades y las gracias especiales para cumplir su misión, pero dependía de cada uno aceptarla o
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no. Luego del mensaje del ángel, José pudo haber decidido ignorar ese sueño y desentenderse de
María, de los prejuicios y las sospechas del pueblo; sin embargo ─siendo el hombre valiente que
era─ decide aceptar su misión, confiar en Dios y tomar el desafiante camino de la fe…
Pero y ¿Qué es la fe? “La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve”. (Hb
11, 1). Más aun, se afirma que nuestros antepasados son recordados por cuanto tuvieron fe (Hb 11,
2) y San Pablo, explica y ejemplifica durante todo ese capítulo la importancia de la fe y su papel en
nuestra vida. La verdadera trascendencia de nuestra vida esta íntimamente ligada a la fe y por ende a
nuestra disposición de cumplir la misión que nos ha sido asignada. Y es que, al igual que María y
José, cada uno de nosotros hemos sido dotados de cualidades, gracias y facultades especiales que nos
permitirán cumplir con ese propósito por el cual fuimos creados. San Bernardino lo dice
mejor: “…cuando la gracia divina elige a alguien para otorgarle una gracia singular, le concede
todos aquellos carismas que son necesarios para el ministerio que dicha persona ha de desempeñar”.
Ya depende de nosotros aceptar y cumplir esa misión o no.
También podemos ver como San José es el hombre del silencio. No nos dice ni una palabra en el
Evangelio. Pero, con su actitud callada y reservada, nos enseña a ser humildes y a cumplir sin alardes
nuestras obligaciones de cada día. ¡Cuántas veces sufriría por no tener algo mejor que darles a Jesús
y María! ¡Cuántas veces pasaría hambre y sed en su camino a Belén y su exilio en Egipto! Pero toda
su vida estuvo al servicio de su familia. Y supo cumplir bien su misión.
Por último, la grandeza de San José está por encima de la de todos los santos y ángeles. Después de
María, es el santo más santo, el que más cerca ha estado de la divinidad. Él ha tocado con sus propias
manos al Dios hecho carne y le ha podido decir de todo corazón: Tú eres mi hijo y él se ha portado
como su padre. En efecto, todos sus privilegios y toda su dignidad le vienen de ser esposo de María,
padre de Jesús y a la vez, de ser el hombre justo y bueno, en quien el Señor confió y puso al frente de
Su familia. ¡Cuántas veces jugaría con Jesús, le enseñaría a trabajar, y sobre todo, le demostraría un
amor a toda prueba! Por eso, Dios lo ha encumbrado por encima de todos los santos. Aprendamos
pues en esta época de adviento de San José y de su vida, de su fe y de su humildad, de su valentía
y de su obediencia, de su no apresurarse en hacer juicios temerarios, de su castidad y de su
diligencia en el trabajo, de su disponibilidad en hacer la voluntad de Dios y hacer de su vida un
apostolado sin ostentación. ¡Así sea!
Dinámica
¿Conocías todas estas cualidades de San José? ¿Sabías que es el Patrono de la Iglesia, el santo de
cabecera del Papa Francisco y de tantos otros santos? Discutir las otras preguntas que se proponen
dentro del texto.
33
Introducción
Una vez más nos hemos reunido para prepararnos a la Navidad. En este último domingo de Adviento,
queremos profundizar en la figura de un hombre, de un creyente porque conservó la fe a pesar de las
dificultades y dudas que le asaltaron. Por eso es digno de ser imitado.
Además a las puertas ya de la Navidad, este domingo también nos indicará a través de la profecía, a
través de un recuento histórico y a través de la maravillosa experiencia de una humilde joven israelita,
que las promesas de Dios se hacen realidad.
Canto
LITURGIA DE LA PALABRA
En este tiempo previo a Navidad, en que Dios comparte con nosotros, la Iglesia nos invita y exhorta
a escuchar asiduamente la Palabra.
La Palabra nunca vuelve de vacío; siempre nos interpela, para dar una respuesta. Por ello, cuando
meditamos la Palabra, hay un interrogante que debería surgir con frecuencia en nosotros. “¿Qué debo
hacer?”, y también, “¿Qué tenemos que hacer?”
Cuando escuchamos la Palabra: “José que era Justo...”,que “recibió a su esposa en su casa...”
Tenemos que pensar, tenemos que creernos que esta Palabra se cumple hoy; que ni una sola de las
palabras del Señor deja de cumplirse. Por tanto, también se cumple: El Señor mantiene su fidelidad,
hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. Pero nosotros tenemos la respuesta.
Se pone una música suave, y se invita a la asamblea a recrearse en la palabra escuchada, a través
del texto para meditar que proponemos.
• La fe siempre es un don. Es también una razón poderosa para dar sentido a la vida:
¿Ilumina tu interior? ¿Cómo?
• La fe se demuestra en la manera de actuar. La fe sin hechos está vacía. ¿Cómo
demuestras tu fe?
• La fe recia y consolidada de los santos nos quiere decir algo. ¿Qué te dicen los santos?
¿Intentas parecerte a ellos?
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• La fe siempre provoca compromiso. ¿Te pide la fe algún compromiso que, por falta
de decisión o coherencia, no lo pones en juego?
• Aunque le asaltaron las dudas, San José siguió el plan de Dios. ¿Estás tú en semejante
disposición?
• Se acerca la Navidad. ¿Cómo la piensas vivir?
CANTO
CREDO
* Creemos en Ti, DIOS PADRE, creador de toda existencia y pilar fundamental de la fe.
Enviaste al Hijo para estar en contacto con nosotros y enseñarnos ejemplarmente cómo se debe vivir.
* Creemos en JESÚS, presencia humana de Dios en la historia. Él nos acerca la Palabra del
Padre. Siempre estuvo al lado de los necesitados. Dio su vida por nosotros.
* Creemos en el ESPÍRITU SANTO, aliento de vida y unidad, que Dios nos infunde.
* Creemos en el EVANGELIO, Palabra de dios y cimiento del cristianismo. En Él se nos
anuncia la Buena Noticia de la salvación y del Reino de Dios.
* Admiramos a MARÍA, mujer elegida por Dios, humilde, sencilla, luchadora y, sobre todo,
creyente ejemplar. Fue fiel a los planes de Dios y a lo que prometió.
* Creemos en la VIDA. Vemos en ella la mano de Dios. Por eso creemos también en la vida
después de la muerte junto a Dios.
* Creemos en el SER HUMANO, creado a imagen y semejanza de Dios, bueno por
naturaleza, pero corrompido por la sociedad que le rodea.
* Creemos que la COMUNIDAD es capaz de transmitir los valores cristianos. En los
pequeños grupos podemos compartir nuestras vivencias y comprender mejor la vida de Jesús.
* Creemos en la FAMILIA, cuando es unión.
* Creemos en el AMOR y en la VERDADERA AMISTAD. Por ellos alcanzamos la paz y
la felicidad que todos deseamos.
PRECES:
Presidente: Oremos con alegría al Señor que ensalza a los humildes, y ama al que da generosamente
de los bienes que ha recibido de Él, y respondamos con nuestro canto a cada invocación:
Haz de mí un anawim,
hazme pobre, un anawim, un anawim, un pobre.
Haz de mí, mi Dios, un anwim. R/.
* Señor, haz que tu Iglesia se goce siempre en los pobres como su tesoro más precioso, continuando
las huellas y la tarea que inició Jesucristo... R/.
* Señor, mueve el corazón de los hombres y de los pueblos que viven en la abundancia, para que lo
que les sobra, no les falte a quienes están en la indigencia y la miseria... R/.
* Señor, que sepamos comprender, acoger y amar a tantos hermanos que se hallan desplazados de sus
familias, o de su patria, de modo que sea aliviada su soledad... R/.
* Señor, que sepamos aprender de ti la solicitud amorosa y la dedicación hacia los enfermos y todos
los que sufren... R/.
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* Señor, que nunca apartemos nuestra mirada de ti, para que no falte nunca en nosotros el gesto de
servicio hacia los hermanos que nos necesitan... R/.
* Peticiones espontáneas...
GESTO SOLIDARIO
Durante toda la semana anterior se ha debido preparar este momento. Se trata de hacer la colecta
(económica o especie) Pero no cualquier colecta. No queremos que se convierta en un momento de
recogida de alimentos. Debe ser algo más fino y elegante. Tampoco, dar de lo que me sobra. Se
trata de hacer una opción de vida cristiana y compartir nuestros bienes con los más
desfavorecidos. Lo que se recoja puede destinarse a alguna familia que el grupo estime oportuno.
Durante la colecta se pueden cantar algunos cantos apropiados. O villancicos.
FINAL
Hemos orado comunitariamente y de manera personal. Hemos intentado animar nuestra vida de fe,
que debe ser comprometida, recordando el ejemplo de San José. Mañana es Nochebuena. Debemos
prepararnos adecuadamente, reforzando la vivencia según el ejemplo de San José. Feliz Navidad.
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