Dear Sergeant JB-1 PDF

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Hola soy Nao, les ofrezco un pedazo de mi mente.

Ojalá disfruten la

historia :) siéntanse libres de compartirla con sus amigas, pero no la

publiquen en ningún lado porque me DEMANDAN ALAVERGA, ok? Gracias.

Síganme en Instagram @Stickyslut ❤

Y en wattpad si quieren seguir leyendo mis mamadas @naoycaro


PROLOGO

Un viaje de tres horas con mis decepcionados padres no fue algo que haya

disfrutado, pero estar en un campamento correctivo de adolescentes

problemáticos en el maldito desierto es definitivamente algo que nunca jamás

deseé poder experimentar.

Y heme aquí.

Ya perdí la cuenta de las veces que les he rogado a mis padres que no me

hagan esto, que no me lo merezco, que seré mejor, pero ellos inhumanamente me

ignoran. Creo que por fin han tenido suficiente de mi mierda y ahora solo se

quieren deshacer de mí.

No los culpo.

Cuando por fin llegamos, me bajo a regañadientes de nuestra camioneta,

sacando mi gigantesca maleta roja y acomodando mi pequeñísimo short blanco

que se enroscó en mis gordos muslos. Doy un suspiro y camino al lado de mi

mamá, quien está llorando silenciosamente, y mi papá, quien de repente se aleja

de nosotros para ir a saludar a algún viejo amigo suyo.

—Mami, por favor —lo intento una vez más, tomando su brazo y

acercándola a mí— mira a esta gente. Son matones, ladrones, pandilleros o cosas

peores. Yo solo soy un poquito mal portada, nada comparado con ellos. Por favor,

este lugar es horrible, no puedes dejarme aquí. No duraré ni un día.


—Eso lo debiste haber pensado antes de robarte mi auto para ir a México y

regresar cinco días después con dos indocumentados.

—¡Mamá, por dios! Tomé tu auto prestado, lo devolví en excelentes

condiciones, y además esos indocumentados eran los hombres más hermosos que

he visto en mi vida. Vamos, no seas racista, ellos solo querían una mejor vida.

—Estoy harta de tus excusas, este lugar te hará bien —limpia sus lagrimas y

me abraza fuertemente cuando llegamos a la entrada— por favor, por lo que más

quieras, pórtate bien. Haz caso. No hagas quedar mal a tu padre, tuvo que mover

influencias para que tú estuvieras aquí.

¿Yo, portarme bien? ¿Hacer caso? ¿Acaso conoce a la hermosa mujer que

parió y ha vivido con ella por 19 años?

Parece que no. Parece que sin importar mis plegarias, me dejarán aquí por lo

que queda del verano. Bueno, supongo que tendré que aguantarme y encontrar

alguna manera divertida de pasar el tiempo en este asqueroso desierto.

No queda más.
1

Push it up

No he dado más de dos pasos dentro del campamento cuando tres

mastodontes me quitan mi maleta y empiezan a revisarla, revolviendo toda mi

valiosa ropa, procurando hacer la mayor cantidad de desastre posible. Cuando se

dan cuenta de que no tengo nada peligroso asienten hacia mí y se largan,

llevándose mi iPhone y dejándome sola para acomodar mis cosas de nuevo.

Un minuto aquí y ya sé que no voy a aguantar mucho tiempo. Esto de ser

paciente y aceptar que otras personas tienen más autoridad que yo

definitivamente no es lo mío. Y como si eso por sí solo no fuera suficiente, el calor

es insoportable.

Todo en mí está empapado, mis axilas, espalda, cara, incluso mi trasero está

sudando ¿Qué demonios? Nunca antes había sentido sudor correr entre mis

nalgas.

Esto está mal, yo no nací para esta clase de cosas.

Yo no nací para estar parada en un desierto donde lo único que hay son

cabañas viejas, mesas de madera, gente malvada con uniforme, gente malvada

con ropa normal, tierra, mosquitos y sudor.


Gimo en voz alta mientras camino, arruinando mis bonitas sandalias

Salvatore con la tierra.

No puedo creer que después de todas las cosas que he hecho, ir a un inocente

viaje a México haya sido lo que hiciera a mis amorosos padres explotar y

castigarme de esta manera. Ni siquiera cuando irrumpí en la casa del senador

hicieron tanto problema.

Y eso fue bastante extremo, incluso para mí.

—Niña, la formación está apunto de comenzar, te aconsejo que camines hacia

allá si no quieres tener problemas.

Ignoro a la horrible mujer que me dijo eso con un movimiento de mi mano

lleno de desdén y continuo observando mis alrededores, aún destilando líquidos

corporales.

Puedo ver que todos los pequeños delincuentes corren desde las cabañas

donde me dijeron antes de entrar que debía dejar mi maleta, a hacer fila frente a

varios uniformados.

Hay solo cinco hombres y cinco mujeres en este grupo, contándome a mí. Y

todos los demás están adelantados a mí porque sus padres no pasaron una hora

dándoles un sermón en lugar de dejarlos entrar a dejar sus maletas y escoger sus

camas. Es por eso también que termino con la ultima cama (La peor, supongo,

considerando que es la más vieja). Dejo mi maleta ahí y me voy a la formación.

Cuando llego, un tipo grosero me grita que me forme con mis compañeros de

una manera nada educada, aunque obviamente eso planeaba hacer.


Le doy una mirada de enojo y, después de analizar a mi grupo, me pongo

entre dos chicos medio guapos, arrepintiéndome cuando mis dos brazos ya de por

sí muy sudados terminan siendo tocados por un brazo de cada uno.

Lo único bueno de esto es que soy la mujer más bonita aquí, por mucho.

Supongo que podría ser modesta para no ofender a la gente fea, pero he

decidido no serlo. Sé que soy hermosa y me esfuerzo bastante para serlo, así que

negarlo o pretender que no lo sé para dar lastima y que otros me lo digan, es

estúpido.

Claro, ir al gimnasio no está en mi plan de vida, pero los dioses de la genética

me han bendecido con un cuerpo bastante decente. Tengo brazos delgados,

cintura pequeña, buenos pechos y un gran trasero del cual se burlaban en la

primaria y ahora todos desean tenerlo. De una manera u otra.

Mi cabello es rojo con puntas rubias. Naturalmente era marrón, pero desde

los quince he estado cambiando de color. Empezó con rubio normal, rubio

platinado, luego rosa, luego morado y ahora ya llevo más de un año con esta

mezcla, y parece que se quedará por más tiempo. He escuchado que resalta mis

ojos verdes y me hace lucir más sexy.

Lo cual es todo lo que quiero en la vida.

—Bueno, estos parecen ser todos, por fin —dice la chica frente a nosotros,

mirando hacia todos lados. Cualquiera esperaría a una mujer del ejercito siendo

fea, gorda, marimacha y gigante, como a una que vi hace unos momentos, pero

esta de hecho es linda. Tiene un largo cabello negro en una trenza y aun sin nada

de maquillaje se ve algo bien. Miro su placa para identificarla.


Sargento Zumalacarregui.

Okay... con ese apellido cualquiera se deprime y se une al ejercito.

Los dos militares mayores que están al rededor de ella asienten cuando ven a

otro hombre acercarse y se van, sin darnos otra mirada, como si no fuéramos

nada. La sargento Zalalalarregui o como sea su horrible apellido, se queda en un

silencio incomodo mientras espera que el tipo se acerque. Al parecer es insegura

cuando está sola.

Me estoy aburriendo bastante y los brazos de los chicos a mis lados parecen

producir más sudor que mis gordas nalgas, pero todo eso queda en el olvido

cuando logro ver al celestial hombre que se acerca a nosotros.

Al contrario de todos los demás, él no tiene el uniforme completo, solo los

pantalones de camuflaje y una camisa blanca interior mojada por el sudor, tan

pegada que me deja observar perfectamente su marcado abdomen, y ver sus

grandes brazos llenos de los tatuajes más sensuales que he visto en mi vida.

Conforme se acerca, mi respiración falla más y más y creo que hago un sonido

porque el chico a mi izquierda me pregunta si estoy bien, pero no le contesto

porque ahora el hombre está más cerca y puedo ver su preciosa cara

perfectamente. Tiene una mandíbula fuerte y marcada, una nariz recta y unos

labios rosados y perfectos para besar por horas y horas. No puedo ver sus ojos,

pero parece tener pestañas largas y doradas, como el color de su corto cabello. Es

el hombre más perfecto que he visto y estoy instantáneamente enamorada de él.

Cuando llega, se para frente a mí, lo cual estoy segura que es una señal de

que estamos destinados a estar juntos por siempre, y nos observa a uno por uno
con cara de póquer, cruzando sus brazos en su amplio pecho, haciendo que dichos

brazos se vean incluso más grandes y deleitables. 

—Desde este momento ustedes están bajo nuestras reglas —empieza mi

novio, con una voz fuerte, profunda, autoritaria y súper sexy— no están aquí de

vacaciones, no están aquí para descansar y mucho menos para divertirse. Están

aquí porque la gente a su alrededor piensa que son despreciables, pero aun tienen

una esperanza de que puedan cambiar y convertirse en alguien útil para la

sociedad. Nosotros no estamos aquí para ser sus amigos, para decirles que todo

estará bien o hacer círculos y abrazarnos después de contar nuestras tristes

anécdotas. Estamos aquí para forjarlos a ser mejores, a enseñarles disciplina,

respeto y responsabilidad. Vamos a exigir de ustedes mucho más de lo que están

dispuestos a dar, vamos a dar ordenes que no siempre les van a gustar, pero si

saben lo que les conviene, las seguirán al pie de la letra.

—¿Y qué pasa si no lo hacemos? —pregunto, incapaz de mantener mi boca

cerrada, en primer lugar porque quiero que me note y en segundo lugar, porque

su tono me molesta un poco.

—Entonces aceptarán su castigo.

Diablos, eso sonó sexy. No debí haber leído los libros de 50 sombras, ahora

palabras como "castigo" hacen que mis adentros tiemblen con alegría.

—No toleraremos ninguna falta de respeto —continua la tipa del nombre feo,

dándome una mirada sucia y caminando más cerca de mi hombre— nosotros

somos sus superiores inmediatos. Lo que significa que si tienen alguna duda o

problema, pueden acercarse al Sargento Bieber o a mí, así como...


La chica sigue hablando pero no me importa, por fin sé cómo se llama mi

futuro esposo. Bueno, no cómo se llama pero su apellido. Es bonito. Queda con mi

nombre.

Crystal Bieber.

—... a las cinco de la mañana, ni un minuto más ni un minuto menos.

Desayunamos a las cinco con quince minutos y estamos listos para empezar el día

a las...

—¿Qué? —salgo de mi estupor causado por el amor cuando escucho esa

blasfemia. No creo que de verdad esperen que me despierte a las cinco de la

mañana. Es prácticamente imposible.

Todos me voltean a ver cuando el súper sexy Sargento Bieber dirige sus fríos

ojos marrones hacia mí. Camina unos cinco pasos y se acerca. Se pone tan cerca

que mi cerebro no lo puede carburar bien.

—¿Tiene un problema con el horario, recluta?

—Sí. Pienso que es muy injusto. Es muy temprano.

—Le sugiero que la próxima vez que algo le parezca injusto, se quede sus

opiniones para usted misma. No nos interesa ni queremos saber lo que piensa.

Entrecierro mis ojos y olvido que es perfecto por un segundo. No me está

gustando su tono, ni lo que dice. No me interesa en lo más mínimo que sea

sargento, en lo que a mí concierne, el único sargento, general o presidente que

existe en el mundo soy yo misma.


—Le sugiero que piensen sus planes más profundamente a la próxima, para

que de esa manera nadie tenga ninguna oposición y todos estén de acuerdo con lo

que haremos. Es lo justo.

Bieber no parece hacer ninguna clase de gesto para indicar alguna emoción

en su cara, pero puedo notar que una vena extraña salta en su frente y su

mandíbula luce más definida. Y con ayuda de mi intuición femenina, llego a la

conclusión de que tal vez mis palabras estuvieron un poco mal, tomando en

cuenta lo que mis sargentos acaban de decir. Tal vez. Porque planteé un buen

punto, pero tengo la inteligencia necesaria para saber que en este lugar, los

buenos puntos planteados por la gente sin uniforme son completamente nulos.

—10 lagartijas —ordena, acercándose más a mí, cubriéndome del sol con su

gigante forma de torre. Los dos chicos a mis lados desaparecen de repente y solo

entonces me doy cuenta de que tal vez de alguna manera cometí un grandísimo

error. Y, a pesar de que me doy cuenta de que no debo tener problemas con nadie

y lo mejor sería hacer lo que él me pide, mi instinto natural no me deja hacer eso.

—Me rehuso —susurro, levantando mi barbilla hacia él para verlo mejor.

Bieber se acerca aun más, ahora sus pectorales y sus pezones duritos están a

menos de diez centímetros de mí y me está mirando hacia abajo como si fuera un

insecto que debe aniquilar.

—20.

—¿Acaso no escuchaste lo que dije? No lo haré. No puedes obligarme.

—30.
Hay algo dentro de mí, llámalo sentido común, que me dice que cierre la

maldita boca. Pero soy Crystal Angelo y mi bocota será mi muerte.

—No, no, no, no —digo, con una voz cantarina, porque soy una idiota.

Puedo escuchar a la gente susurrando a mi alrededor, pero no volteo, estoy muy

ocupada retando a Bieber con la mirada y cantando con una sonrisa burlona.

—50.

—¿50? —me río— seguían 40. Todo ese músculo y nada de cerebro... debiste

haber asistido a la escuela en lugar de...

—80.

—¡Amigo, aprende a contar! Ibamos muy en orden: 10, 20, 30, 40, 50, 60...

Inesperadamente, la manota del sargento toma mi nuca, como si me fuera a

acercar hacia él y besarme hasta la muerte, pero en lugar de hacer eso, aprieta su

agarre y se hace un lado para tirarme al suelo como si fuera un perro callejero,

lastimándome y provocando un sonido en mí tan horrible que suena levemente

como un cerdo siendo degollado. Mis manos intentan detener mi caída pero como

todo pasa tan rápido, quedan enterradas debajo de mi torso, mi trasero se queda

al aire y mi cara se estrella con fuerza en la tierra.

—100 lagartijas. Ahora —ordena Bieber, antes de que pueda incluso

acomodarme bien en el piso.

Aunque sabía que alguna reacción iba a provocar con mi parloteo, nunca me

imagine una reacción tan violenta. Saco mis brazos por debajo de mi cuerpo y

levanto mi cara del piso. Tengo cabello y tierra en la boca.

—Pero... quizás podemos arreglar esto de otra manera...


Es demasiado tarde pero aun así intento arreglar las cosas, porque puedo ser

estúpida y meterme en los peores problemas, pero también acepto cuando cometo

algún error e intento hacer lo correcto. Es demasiado tarde siempre que lo hago, y

por supuesto inútil, pero eso no me detiene.

—150 lagartijas o todos comen engrudo por una semana.

Punishments

—Está bien —acepto, sentándome primero para limpiar mi cara y ponerme

en la posición adecuada. Estoy dispuesta a hacer lo que me pide, pero lo malo es

que nunca he hecho lagartijas, mejor dicho, nunca he hecho ninguna clase de

ejercicio, es por eso que no puedo hacer más de dos lagartijas y todo mi cuerpo

empieza a temblar— no... no puedo hacerlo.

—Claro que puedes —el sargento se agacha a un lado de mí para poder ver

mi cara, y por un segundo me espero un lindo discurso motivacional. Tonta de mí

— más te vale que puedas. Comer engrudo es peor que morir de hambre. Además
no creo que quieras lidiar con el odio de 9 personas en la noche donde nadie

puede ayudarte si deciden hacerte algo.

No fue una linda platica, pero sirve igualmente para motivarme. Por eso

intento hacerlo de nuevo, pero cuando hago cinco, otra vez empiezo a temblar, y

eso me frustra tanto que las lagrimas empiezan a salir. Bieber solo me da unos

segundos para descansar y luego está ordenándome que me mueva de nuevo, que

no le importan mis falsas lagrimas, que eso es lo que me gano por hablarle así. No

comprendo cómo alguien puede ver sufrir a una mujer de esta manera y no hacer

nada al respecto.

Cerca de media hora después, apenas llevo doce lagartijas, estoy llorando por

completo, con sollozos y todo, y estoy segura de que estoy deshidratada. Estar

haciendo ejercicio bajo este sol no puede ser nada saludable. Estoy sudando y

llorando tanto que ya no logro distinguir si toda el agua en mi cara es sudor o

llanto.

—Justin, vamos... es el primer día —dice la sargento del nombre feo

compadeciéndose de mí, dándome una mirada de lastima. Le agradezco

mentalmente por su ayuda y, después de este abuso, ya ni siquiera le tomo

importancia al nombre del malévolo hombre a mi lado.

Me imagino a su pobre madre poniéndole Justin a un lindo, tierno y

regordete bebé que pronto se convertiría en esta maquina sin sentimientos que

disfruta lastimando mujeres.

—Todos pueden ir a la cafetería a almorzar y descansar por el resto del día.

Agradézcanle a su compañera por lo que harán mañana, y prepárense —advierte


Justin, ganándose absolutamente ninguna respuesta, pero varios gemidos y

miradas de odio hacia mí. Doy un suspiro de alivio y me intento parar, pero

Justin pisa mi delicada espalda y me hace regresar de cara al suelo, haciendo que

la tierra ahora sea lodo por el lado izquierdo de mi cara— tú no. Te quedarás aquí

hasta que completes tu castigo o te desvanezcas en el proceso.

—¡Te odio! —sollozo, y regreso a hacer esas malditas lagartijas, pero solo

puedo hacer tres y vuelvo a colapsar— por favor, por favor, solo deja que me vaya.

—No. Te faltan 135.

Gruño y lloro y lo intento de nuevo, pero me es casi imposible hacer más de

dos a la vez. Mis brazos se están acalambrando, mis sandalias hace rato que se

rompieron por la posición tan extraña de mis pies y la humillación es algo nuevo

que no me agrada.

Si esto estuviera pasando fuera de aquí, con cualquier otro hombre, yo

gritaría un montón de cosas acerca de cómo mi papi podría rastrearlo y destruirlo

por siquiera hablarme mal, pero eso sería inútil en éste caso porque a pesar de

que Justin es joven y no es un marine, sigue siendo de la militarizada y ellos

reciben el mismo tipo de entrenamiento. Además, mi papi ya no está en la cúspide

de su juventud y dudo que pueda asustar a Justin, por lo tanto no podría hacer

esa amenaza.

No tengo nada absolutamente con qué defenderme y eso me hace llorar más

fuerte.
Justin

Generalmente no sería tan cruel con una mujer en su primer día de

campamento. Tengo entendido que un adolescente problemático común no está

preparado para seguir las normas el primer día, y mucho menos para realizar 150

lagartijas, pero hay algo muy especial en ésta chica, no sé lo que es, que me hace

tener un completo desagrado hacia ella.

No es que sea fea... es algo atractiva, supongo; en un buen día cuando no

está sudando, llorando y llena de mugre. Pero hay algo en su presencia, tal vez su

manera de hablar, o su mirada, o su postura, que provoca en mí una repugnancia

que nunca había sentido con otra persona antes.

Soy usualmente muy amigable, de hecho, no estoy acostumbrado a este tipo

de rechazo hacia nadie. Es un sentimiento nuevo, y supongo que nace de mi

habilidad para leer a una persona.

Y puedo leer a la perfección a esta falsa pelirroja, o rubia, no sé cómo se

llama ese feo desastre que tiene por cabello. Es narcisista, egoísta y está

acostumbrada a hacer lo que quiere sin ninguna clase de consecuencias. Y debe

aprender a no hablar de esa manera, no solo a un superior sino a nadie.

—Bien. Ahora te faltan solo 100 —murmuro, intentando no reír. Hizo 50

lagartijas en dos horas y media, sin dejar de llorar o susurrar insultos hacia mí e

incluso amenazas. Ignoro eso porque sinceramente tengo suficiente viéndola


sufrir de esta manera, no necesito volverla a castigar, o ponerle más lagartijas que

sé que no hará.

Mi garganta está seca y el sol es verdaderamente insoportable, pero puedo

aguantar unas horas más aquí. He aguantado mucho más tiempo en lugares

peores. Aunque no estoy tan seguro acerca de ella.

No me cae bien, pero tampoco quiero que se muera.

—No puedo, te juro que no puedo, por favor déjame ir. Aprendí mi lección.

Te lo ruego, ten piedad de mí —llora, y siento una pizca de lastima por ella.

Lamentablemente, soy bastante capaz de ignorar mis sentimientos, sobre

todo esos que son minúsculos.

Me causa gracia cómo actúa tan superior y al mismo tiempo le resulta tan

fácil rogar patéticamente.

—¿Aprendiste, en serio? —pregunto, aunque sé que no lo hizo. En este

momento dirá lo que sea con tal de irse. Pero como mencioné antes, por razones

personales, hago desde este momento mi meta para este verano hacer que esta

débil, ingobernable e inútil chica realmente aprenda una lección. No porque me

interese que se convierta en una persona de bien, sino porque verla de esta

manera todos los días será divertido y yo necesito diversión para no terminar

matando a alguien o a mi mismo— Bien, puedes levantarte.

Se sienta y sacude su sucia cara, aún hipando dramáticamente. Pongo los

ojos en blanco y espero a que se incorpore.

—Ve a tomar y comer algo —asiento hacia la cafetería. Me da una mirada

llena de odio y asiente antes de empezar a caminar hacia allá con piernas
temblorosas— piensa antes de hablar a la próxima. No sobrevivirás aquí si repites

tu actitud de hace rato.

—Sí, señor —murmura sarcásticamente, alejándose.

Crystal

Empiezo a planear mi venganza tan pronto como empiezo a caminar lejos de

él. Retiro lo dicho acerca de él siendo celestial. Es demoniaco. El mismísimo señor

de las tinieblas. Nunca antes alguien había sido tan inhumano conmigo. No me

merezco esta clase de trato, soy una buena persona. Incluso he ido a la iglesia...

dos veces.

Aún estoy llorando cuando llego a la cafetería, después de pasar a limpiarme

las piernas y los brazos tanto como me fue posible. Mis nueve compañeros están

sentados en una mesa larga y destartalada de madera y todos me miran mal, pero

solo alguien se atreve a acercarse a mí. Una marimacha un poco más delgada y

baja que yo, con su cabello rubio en una cola de caballo sin chiste y con ropa de

gimnasio.
—No tengo tiempo ni ganas de comunicarme con alguno de ustedes —la

detengo con toda la amabilidad posible antes de que tenga tiempo para darme

una pedazo de su mente.

—Mira, a mí tampoco me gusta comunicarme con princesas huecas, pero te

advierto que a la próxima cierres la boca cuando debas. Nos guste o no, somos un

equipo y si haces algo así de estúpido de nuevo...

—Deténte, me duele la cabeza. Pero gracias por lo de princesa, es bueno

saber te das cuenta de nuestras diferencias —empiezo, sonriendo

condescendientemente. Las mejillas de la marimacha se ponen rojas. Tal vez ya

está enamorada de mí... o tal vez le enojaron mis palabras— segundo, yo hago lo

que yo quiero. Y eso no va a cambiar. Si se me da la gana de abrir la boca de

nuevo, tendrán que lidiar con ello.

La marimacha se queda en silencio por unos segundos,

—No puedo creer que de verdad exista gente como ella —murmura, negando

con la cabeza y volviendo a sentarse, no sin antes darme otra mirada pesada—

haz lo que quieras. Al fin y al cabo eres tú quien está sucia y llorando como un

bebé. No nosotros.

—Para tu información —empujo a una pelirroja natural para que me haga

espacio en la misma mesa, aunque no les agrade mi presencia— la gente perfecta

sí existe. Las lagrimas y la suciedad son parte del drama que es mi perfecta vida.

Eso es mentira, pero ellos no tienen porqué saber lo mucho que estoy

sufriendo y lo poco acostumbrada que estoy a esto.


Nadie dice nada después de eso, ni siquiera se ponen a comer. Solo me

observan. Pongo los ojos en blanco y me levanto para ir por mi comida y tomar

diez litros de agua. Estaba esperando empezar una pelea, pero ni siquiera sirven

para eso.

Después de todo lo que pasó conmigo y el desagradable hombre que decidió

tirarme al piso y maltratarme, nos dan el resto del día libre para conocernos. No

nos dejan ir a las duchas, lo que significa que estoy estancada con la suciedad

hasta mañana a las 0500 horas. Lavo mi cara y mis brazos en el lavamanos otra

vez, pero aún no es suficiente.

Además, nadie quiere ser mi amigo y eso es horrible. Nunca he estado en un

lugar donde no tenga amigos, la gente usualmente me adora desde la primer

mirada. Necesito a alguien que me apoye, alguien con quien pueda descargar mis

penas y quejarme de lo mucho que he odiado este día y este lugar.

Cerca de las 9 de la noche, estamos todos sentados en unos troncos, el

ambiente se está poniendo bastante fresco y por fin vuelvo a ver a Bieber. Está

riendo y haciendo estupideces con otro militar igual de guapo pero que no se ve

tan perverso como él. Decido enamorarme ahora de su amigo. Es igual de alto y

musculoso que él solo que tiene cabello más oscuro, ojos azules y unos adorables

hoyuelos en sus mejillas cuando se ríe. Apuesto que él nunca me trataría como

Justin. Aunque apuesto que todo ese teatro de ser insufrible es una vil mentira,

también, porque cuando no está siendo nuestro superior y dando ordenes, de

hecho parece ser una persona agradable.


Nos mandan a dormir a las 10 así que por fin puedo quitarme mi mugrosa

camisa de seda, ahora inservible y mi short antes blanco, ahora marrón,

igualmente inservible. Me deslizo en la cama con mi mejor pijama y justo cuando

apagan las luces, empiezo a llorar.

No me molesto en llorar bajito. Estoy sola y sufriendo y quiero que todos se

enteren. Tal vez de esa manera les daré lastima y empezarán a tratarme bien.

—¡Por Dios, cierra la boca! —grita un chico, unos minutos después. No me

molesto en contestar, solo lloro más fuerte, esta vez a propósito.

Intento pensar en una forma de escapar, pero es prácticamente imposible,

hay hombres armados por todos lados observando cada movimiento. Extraño

estar en mi casa, en mi cómodo colchón y no en esta camilla pequeña, barata y

delgada con resortes que lastiman mi espalda y rechinan cada vez que respiro.

Extraño tener mi celular; solo ha pasado un día desde que me lo confiscaron en la

entrada, pero eso es lo máximo que he durado sin él. Necesito hablar con alguien

que me quiera, todas estas personas parecen odiarme y yo no puedo sobrevivir sin

que me muestren atención y afecto constantemente.

No recuerdo en qué momento me calmé, pero sé que fue por la madrugada.

La gente no dejaba de gemir y quejarse de mí y mis molestos sonidos.

Siento que solo tuve cerrados los ojos por tres segundos cuando una

fastidiosa alarma me exalta, despertándome por completo. La sargento del

nombre feo entra a la cabaña, luciendo como si ya tuviera horas despierta.

Enciende la luz y empieza a aplaudir con mucha energía.

Es jodidamente molesta. Y miren quién está hablando.


—Arriba. Las duchas son de 5 a 5:15. Los esperamos en formación a más

tardar esa hora. Los uniformes se encuentran fuera del baño —anuncia, y se va.

Estoy tan desesperada por limpiarme que incluso olvido lo poco que tuve de

sueño y busco en mi maleta mi ropa interior mientras todos se apuran para ir a

bañarse.

Empaqué mi mejor ropa, sin pensar que me darían un uniforme aquí. Vaya

desperdicio.

Ignoro la desnudez de todos y la suciedad de las regaderas mientras me

introduzco a una, con mi botella de shampoo que huele a flores silvestres y mi

jabón Chanel. Sé que la gente aquí no va a apreciar mi espléndido olor y que

probablemente empezaré a sudar y apestar tan pronto como me ponga en

formación, pero es desperdiciar mis caros suministros o utilizar los que tienen

aquí de marca genérica.

La opción menos horrenda es obvia.

Abro la regadera y grito con horror cuando agua congelada cae sobre mí,

haciéndome temblar. Me apresuro a salir de ahí pero alguien que no conozco me

empuja levemente para que quede bajo el chorro de agua.

—Te quedan 7 minutos para ir a la formación. No comeré engrudo por tu

culpa, así que más te vale que te aguantes el agua fría.

—¡Ugh! —me quejo, intentando matar a la chica con mis ojos y me sacudo

para que me suelte, pero le hago caso, intentando apresurar el proceso de

limpieza.
La gente poco a poco termina y toma los uniformes para largarse a la

formación, mientras que yo sigo con un montón de shampoo en mi largo cabello.

—¡Un minuto, princesa! —grita la misma marimacha que me está acosando

desde ayer y se va, dejándome sola. Me apuro lo más que puedo y aun así tardo

más de tres minutos solo en secarme y salir de ahí. Luego cuando voy por mi

uniforme, me encuentro con la terrible noticia de que solo queda un pantalón que

me queda muy grande y una blusa que me queda muy chica. Y unas botas

horribles. Acomodo mi cabello mojada en una cola alta chorreando y corro a

formación, donde una vez más, todos me miran llegar con reproche.

Bieber ya está aquí, esta vez con el uniforme completo que para mi desgracia

lo hace ver incluso más sexy. Camina por enfrente de nosotros y cuando pasa

frente a mí, me da una mirada llena de antipatía.

—Esta es tu segunda llamada. No te vuelvas a retrasar o lo de ayer no será

nada comparado con lo que te pasará —me amenaza, después sigue caminando

como si nada. En un momento de completo pánico, miro hacia arriba buscando

comprensión en mi compañero de un lado y él está igualmente asustado con las

palabras del sargento, compartiendo mi completo miedo— Dado a la interrupción

de su compañera el día de ayer, no se pudo dar la introducción correcta, así que la

completaremos hoy. Desde ahora ustedes son un equipo. Uno para todos y todos

para uno, lo que significa que ayudan a todos y esperan ayuda de todos sus

compañeros, les agraden o no. Y que si alguien rompe las reglas, el castigo se

aplicará a todos, no solo a esa persona.


—Las reglas son básicas y solo las diré una vez, así que pongan atención —

prosigue, con su orgásmica voz llena de autoridad— nada de relaciones sexuales.

Sé que comparten baño y habitación, y no me importa, toda clase de encuentro

sexual será sancionado. Controlen cualquier impulso. Exijo puntualidad absoluta,

ustedes llegan a la hora que se les espera, ni un minuto más. Hoy, una compañera

rompió esa regla, por lo tanto tendrán un castigo aparte del que se ganaron ayer.

Ultima regla: no cuestionen a ninguna autoridad. Ustedes aquí no son nadie. No

valen nada. No me interesa si sus padres son ricos o poderosos, aquí mandamos

nosotros. Si decimos salta, ustedes lo hacen hasta que digamos basta, aunque sea

después de una semana. Sus lagrimas no nos conmueven, sus amenazas son

vacías y tenemos el poder de hacer con ustedes lo que nos plazca...

¿Comprendido?

Todos murmuramos nuestra comprensión y Justin asiente, complacido.

—Bien, ¿Alguna duda? —pregunta la chica del nombre feo.

Un tipo flaco levanta su debilucha mano.

—De hecho, es una duda y una queja ¿Cuáles serán nuestros castigos? Y, ayer

la única compañera que ha causado problemas, no nos dejó dormir porque no

dejaba de llorar. Me quiero quejar de ella. Es problemática y egoísta.

—Sí, disculpen —interrumpo, levantando mi mano para hacerme notar.

Todos me voltean a ver— yo soy la que no dejaba de llorar. Solo quiero expresar

que mi llanto de ayer se debió a la aberrante y humillante forma en la que el

sargento Bieber me trató, lo cual reportaré a las autoridades competentes tan

pronto como regrese a la civilización.


—Bien —suspira Justin y clava sus malvados ojos en mí— ¿Cuál es tu

nombre, recluta?

—Crystal Angelo, señor.

—Gracias a Angelo, todos correrán cinco kilómetros hoy. Regresaremos para

desayunar y más tarde completarán el otro castigo, después de las actividades

agendadas para hoy. Si su compañera es problemática, por su propio bien,

intenten controlarla. Mientras ella siga cometiendo errores, todos los pagarán

juntos. Sin excepciones.

Así que ahora me encuentro corriendo al lado de once personas que me

odian, bajo el caliente sol del desierto. Bueno, parece ser que la sargento con

nombre raro no me odia, pero de todos modos no tengo su completa simpatía.

Justin corre a un lado de mí encargándose de que sepa lo inútil que soy.

Siendo honesta, no entiendo porqué le caigo tan mal, lo único que he hecho es

defenderme de lo que me parece una injusticia.

—¡Vamos! ¡Solo van dos kilómetros! —grita en mi oído, trotando a mi lado

sin siquiera jadear, mientras yo estoy al borde de un colapso. Dos kilometros es

mucho más de que he corrido en toda mi vida junto— joder, compónte un poco.

Te ves horrible.

—¡Déjame en paz, demonios! —gimo, bajando la velocidad porque ya no

puedo más. Mi boca está tan seca que ni siquiera puedo hablar bien. Bieber no

parece contento con eso y pone una gran manota en mi espalda para empujarme

a correr más rápido.


—Eres la que lo está haciendo peor. Nadie se ve tan jodido como tú. Tu

condición física apesta.

—¡Ya! —exploto, sintiéndome extrañamente más agotada que antes. Mis

piernas empiezan a temblar y mi visión se pone borrosa. En menos de un

segundo, todo se pone negro y la pesadilla se acaba.

➿➿➿➿

Abro los ojos y suspiro, sintiendo como si estuviera en el paraíso. El aire

acondicionado nunca había parecido tan cómodo y refrescante antes, supongo que

es cierto eso de que no valoras lo que tienes hasta que te mandan a un miserable

campamento en el desierto.

—Bien. Ya era hora —escucho decir a alguien. Muevo la vista y veo al

sargento Bieber sentado en una silla de cuero a un lado de mi camilla jugando con

su celular. Estoy en un hospital, creo, a juzgar por las maquinas, la camilla y la

intravenosa conectada a mi pálido brazo— párate. Es hora de irnos, perdí cuatro

horas de mi valioso tiempo aquí. Todo porque la señorita se deshidrató y

desmayó.

—Bueno ¿qué mierda esperabas? —me exalto, arrepintiéndome casi

inmediatamente, cuando entrecierra sus ojos hacia mí— quiero decir, ¿que mierda
esperaba, señor? No dormí más de dos horas anoche. Y me ha abusado

fisicamente bajo el sol por dos días seguidos.

—Ese no es mi problema. Y no he abusado fisicamente de ti, cuida lo que

dices —advierte, recostándose otra vez en el sillón y levantando de nuevo su

iPhone, igual al mío— le hablaré a alguien para que venga por nosotros de una

vez.

—Bien, ya qué —pongo los ojos en blanco y me quedo pensando en lo

diferente que se ve en un lugar neutral donde no es un despiadado sargento—

¿Tienes Instagram?

Justin me voltea a ver como si fuera estúpida.

—Nosotros no somos amigos, recluta.

—¿O sea que sí tienes? —presiono, haciéndolo negar con la cabeza,

fastidiado de mí— solo estoy tratando de platicar con usted, conocerlo. Digo, para

que deje de odiarme tanto sin ninguna razón aparente.

—Dejaré de odiarte cuando empieces a respetar —está enojado de nuevo—

solo cállate. Cuando pienses que quieres decir algo, arrepiéntete. Nadie quiere

oírlo.

—Bueno, eso lo dices porque me odias. Muchas personas aprecian bastante

mis temas de conversación. No lo sabrías porque lo único que haces es

maltratarme y humillarme.

—Mi trabajo es maltratarte y humillarte hasta que aprendas algo de

disciplina. Tus padres confían en mí para cambiarte. Te pusieron en mis manos


para regresarte como alguien nuevo, completamente diferente a lo que eres

ahora. Y los entiendo perfectamente.

—Mis padres me aman tal y como...

—Me da igual. No te quejes de mis métodos, aunque no te gusten. Solo haz

lo que te digo.

—Pero... ugh, como sea... ¿sabe qué? Creo que usted y yo podríamos llegar a

un acuerdo —empiezo, intentando reprimir mi sonrisa por la grandiosa idea que

se me acaba de venir a la cabeza. Algo que nos beneficia bastante a ambos. Justin

entrecierra sus ojos hacia mí con sospecha y dice que no antes de siquiera oír lo

que tengo en mente— mi proposición involucra un muy feliz y saciado Justin que

no me pone a hacer lagartijas cada vez cometo algún pequeño error.

Rejection

—Por tu propio bien, yo te propongo algo a ti —dice Justin , y sonrío. Si ya

me está proponiendo cosas, estamos mucho mejor de lo que había pensado— no

me vuelvas nunca más a hablar de proposiciones y mucho menos en ese tono.


—Pero ni siquiera has escuchado nada —hago un pequeño puchero,

ganándome un suspiro enfadado de su parte.

—No ocupo escucharla para saber de lo que se trata. Créeme que no estoy

interesado en lo más mínimo.

Si no fuera por mi extrasensorial intuición femenina que me dice que Justin

me desea con desenfreno, probablemente su postura y su cara levemente torcida

con aborrecimiento, me darían pruebas de que definitivamente no está interesado.

Pero confío en mi intuición mucho más de lo que confío en los hechos evidentes,

por eso es que pongo esa sonrisa especial que usualmente me consigue lo que

quiero.

—Bueno... armemos una situación hipotética ¿sí? —Justin vuelve a suspirar

con molestia, escribiendo furiosamente en su celular. Solo me responde

encogiendo los hombros cuando le repito lo que dije— después de un larguísimo

día de ser un malvado sargento y andar por el campamento humillando y

lastimando gente inocente, Justin se siente cansado y solitario en esta fría noche

de verano...

—Creo que me puedo imaginar a dónde va esto y sinceramente no me

interes...

—... además, no puede ni siquiera recordar la última vez que tuvo contacto

con una mujer y la falta de sexo está empezando a ser preocupante —prosigo,

ignorando su ceño— por suerte, recuerda aquella vez en el hospital cuando una

espléndida y preciosa chica se ofreció para complacerlo y hacer realidad todas sus

más salvajes fantasías eróticas a cambio de un poco de amabilidad y preferencia.


Por primera vez Justin se queda sin palabras groseras que decirme. Es obvio

que lo he sorprendido con mis palabras, incluso olvida su celular. Luego pasa algo

que nunca ha pasado en mi larga y bastante activa vida sexual.

Justin se empieza a reír de mí.

No es una linda risa amable o simpática, es una risa burlona que lo deja sin

aire por algunos segundos. Cruzo mis manos en mi regazo y espero pacientemente

a que deje de reír y me conteste.

Creo de todo corazón que involucrarnos sexualmente es la solución a

nuestros problemas. Justin obviamente está frustrado sexualmente y, acá entre

nos, yo también. Él es sumamente apuesto y yo soy extraordinariamente hermosa.

Por ley de la naturaleza nosotros debemos estar juntos. Ademas, no somos niños

pequeños e inexpertos, somos adultos y, como tal, una sana relación meramente

sexual no es la gran cosa.

—Crystal... ¿Qué, en un grandísimo demonio, te hace pensar que estoy

atraído a ti? —me pregunta, una vez que ha dejado de reír.

—Bueno... es obvio —me encojo de hombros— soy hermosa.

Si fuera cualquier otra mujer, mi ego realmente sufriría por la mirada de

negación de Justin en este momento. Frunzo el ceño y lo miro expectante porque,

con toda sinceridad, no lo entiendo.

¿Esto quiere decir que no me desea? ¿Eso es incluso posible? Nunca había

estado en una situación así antes. Bueno, solo una vez. Pero no es igual.
—¿Eres gay? —pregunto, porque parece ser la única respuesta viable ante

incoherente problema. Si ese es el asunto, no me opondría a penetrarlo a él de

alguna manera. Puedo ser el hombre que necesita.

—No, no lo soy. Simplemente no estoy atraído a ti —se encoge de hombros,

como si no acabara de decir la mayor blasfemia del milenio y pone toda su

atención en el celular de nuevo— ya llegaron por nosotros. Voy a suponer por un

momento, hipotéticamente, que sabes utilizar tu razonamiento y no volverás a

hablarme de esta manera. Jamás.

Estoy demasiado sorprendida para decir algo, así que solo lo sigo afuera de

mi habitación como un perro perdido. Ignoramos al doctor que me aconseja

descansar y tomar muchos líquidos y nos introducimos a una Hummer verde

oscuro que aparentemente está aquí por nosotros.

El padre de Justin vino a recogernos, lo sé porque el parecido es indudable,

tienen el mismo apellido y Justin lo llama padre.

No fue muy difícil de deducir.

La amargura de Justin no es hereditaria, su papá es de hecho muy lindo,

cortés y amable conmigo y eso parece molestar más a Justin. El General Bieber me

pregunta varias veces si estoy bien y me dice que me puedo tomar el resto del día

libre para recomponerme, aunque la mirada de Justin lo contradice. También me

dice que conoce a mi padre; que él y otros dos hombres estuvieron dando servicio

juntos en no me acuerdo qué lugar por no sé qué situación especifica y se hicieron

muy unidos. Eso es una sorpresa para mí y para Justin .


Y cuando el General le pidió que "se lo tomara tranquilo" conmigo, su hijo

estuvo a punto de tener un colapso. Pero no se negó. Y eso me tranquiliza mucho.

Más tarde, cuando el sol está empezando a esconderse y aunque hace solo

algunas horas perdí el conocimiento por la deshidratación, nos llaman para hacer

la formación y luego caminamos un rato, tomando agua de nuestras cantimploras

innecesariamente cada cinco minutos, hasta llegar a una parte del desierto con

unos cuantos arboles secos, costales amontonados en el piso y grandes piedras.

—Bien, por razones ajenas a nosotros, el castigo deberá posponerse, pero no

piensen que será así siempre. No todos son tan afortunados como Angelo. En

cambio, haremos la dinámica que estaba planeada para hoy. Un amigable juego

para entrar en confianza —dice Justin , algo emocionado y me atrevería a decir

feliz, lo cual es raro. Se ve menos sargento y más animadora de fiesta infantil.

Después procede a hacer equipos de dos, pero como no tengo ningún amigo aquí,

se ve en la necesidad de forzar a alguien a que sea mi compañero. Apunta a la

otra persona sola, la marimacha que me odia— tú. Tú irás con Angelo.

La marimacha no podría estar más en desacuerdo con esto, pero es

inteligente y se traga todas las cosas que quiere decir, caminando a mi lado. Luego

la sargento del nombre feo y el padre de Justin aparecen cargando una gran caja

llena de algo bastante parecido a armas. Antes de que podamos entrar en pánico,

nos explican que son solo de pintura y nos entregan una a cada uno. El General

solo se queda con los brazos detrás de él, observando a Justin . Tal vez quiere

supervisar que haga las cosas bien.


—No hay aliados en este juego, todos los equipos van contra todos y tiran a

matar —explica Justin, tomando su arma y apuntándola hacia un chico frente a

él. Sin ninguna clase de preámbulo, le dispara, creando una mancha azul en su

pecho y haciendo que dicho chico grite como niña— no habrá ninguna clase de

equipo de seguridad y estas pequeñas balas duelen, les recomiendo que se cuiden.

Pretendan que están en la guerra. El equipo ganador puede comer helado en la

cena.

El papá de Justin nos da una pequeña introducción a las armas que nos

entregaron, una explicación del dichoso juego y luego nos da cinco minutos para

tomar escondite y armar nuestro plan. La marimacha y yo nos decidimos por

correr más lejos de lo que vimos correr a los demás y escondernos detrás de un

tronco seco grande.

—Estoy pensando que quizás deberíamos escondernos aquí hasta que la

mayoría hayan perdido y luego salir a matar al que quede —ofrece la marimacha,

tomando su arma como si fuera su salvavidas mientras yo me cuelgo la mía en la

espalda y espero no tener que usarla. Me encojo de hombros y me siento en el

piso, mientras ella se asoma para ver si alguien se acerca a nosotras, lo cual dudo

mucho.

—Vaya, esto es aburrido —murmuro, después de unos minutos. Ya casi está

completamente oscuro, puedo escuchar gritos y algunas risas a lo lejos y por un

segundo considero acercarme a la diversión, pero luego recuerdo que lo más

probable es que perderíamos inmediatamente.


—Eso es porque estamos aquí sin hacer nada en lugar de en el campo de

batalla —se queja mi querida compañera sentándose a mi lado, como si

escondernos aquí hubiera sido mi idea, pero no le digo nada, solo pongo los ojos

en blanco para que sepa que su comentario fue estúpido e innecesario.

—Creo que ha pasado suficiente tiempo, puede ser seguro salir y... —un

movimiento a mi derecha me llama la atención, pero antes de que pueda incluso

notar que es una pequeña serpiente, la marimacha da un grito a los cuatro

vientos, se levanta y empieza a correr.

La sigo inmediatamente, jadeando con horror.

Nunca en mi vida he corrido tan rápido. Volteo después de unos segundos

para ver si la cosa se fue, pero para nuestra mala suerte, ha decidido seguirnos.

—¡No pares, nos está siguiendo! —le grito a la marimacha, tomando su brazo

en un acto de fraternidad para que no me vaya a dejar atrás y estemos juntas en

esto. O morimos juntas o nos salvamos juntas, no hay otra opción. Pero la

marimacha se suelta de mi agarre y toma su arma.

Luego, como si fuera algo salido de una película de acción, voltea un poco y

empieza a dispararle a la serpiente, logrando asustarla. Lamentablemente, esto no

es una película de acción así que la pobre marimacha se tropieza con sus propios

pies y cae al suelo con fuerza, llevándome al piso con ella. Y, (por favor, considera

que he estado tomando líquidos sin parar por las ultimas tres horas y no me

juzgues) mi vejiga se vacía por completo.


—¡Que demonios, Angelo! —se queja la marimacha cuando varios litros de

mi orina se transfieren a ella por nuestra proximidad en el suelo. Por suerte, estoy

segura de que es 90% pura agua destilada.

—Solo sigue disparando —exijo, muriendo por dentro. Ella hace una cara de

repulsión pero sigue intentado darle a la serpiente. No le da muchas veces, pero el

susto es suficiente para que decida que no valemos la pena y empiece a

arrastrarse para otro lado. Las dos suspiramos con alivio y luego nos quedamos en

un completo silencio, aun hechas un nudo humano mojado.

—Eres una asquerosa —se queja, sin moverse, soltando su arma y cerrando

sus ojos un segundo.

—¿Te das cuenta de lo que esto significa? —pregunto, levantándome un poco

y rodeando sus delgados hombros con un brazo. No es la chica más bonita, eso es

cierto, pero tampoco está tan mal. Tiene buen potencial. Ella me mira raro,

esperando que conteste— esto significa que eres mi mejor amiga de ahora en

adelante.

—¿Estás loca, Angelo? Me caes mal. Bastante mal. Odio todo lo que eres.

—¿Y eso qué tiene que ver? Tú tampoco eres exactamente lo que yo tomaría

de primera opción, pero he orinado encima de ti y la única manera de ratificarme

de que no le irás contando a todos es asegurando tu amistad.

—Vaya... eres la persona más extraña con la que me he topado —se ríe

secamente, negando con la cabeza— no le contaré a nadie, no tienes porqué

obligarme a ser tu amiga.


—Gracias, pero de todos modos eres mi mejor amiga ahora —le doy una

gran sonrisa y me levanto, abriendo las piernas y suspirando con asco— ¿Cómo te

llamas?

—Eva —contesta, dándose cuenta de que no me importa que no quiera ser

mi amiga y parándose igual que yo, con su muslo izquierdo completamente

mojado— ¿Volvemos? No quiero meterme en más problemas. Ya nos hemos

ganado dos castigos por tu culpa.

—Bien —asiento, agradecida de que el pantalón de nuestro uniforme es

oscuro y nadie se dará cuenta de mi accidente a menos que esté mirando muy

profundamente— Estaremos cubiertas en mi pipí toda la noche. Si esto no es una

manera de crear una unión de amistad eterna, no sé qué podría serlo.

Nos tomamos nuestro tiempo en regresar a los demás, ya es de noche y es

obvio que todos terminaron el juego hace rato. Cuando llegamos, nuestros

compañeros están platicando juntos como una gran familia feliz.

Justin me mira con enojo y camina hacia mí agresivamente antes de que

pueda huir como mi "mejor amiga", quien me abandona por irse con los demás.

—¿Seguirás haciendo lo que se te da la gana siempre? —escupe con mucho

más enojo del necesario, acercándose mucho a mí de nuevo— ¿Dónde mierda

estaban?

—Nos escondimos detrás de un árbol como estrategia de sobrevivencia, pero

luego tuvimos un pequeño percance y una serpiente se nos apareció y corrimos

por nuestras vidas bastante lejos... creo que corrí los tres kilómetros de los que me

salvé en la mañana —bromeo, pensando equivocadamente que después de


nuestra seca conversación en el hospital somos amigos, pero su cara en este

momento no es muy amigable.

Nunca antes me había costado tanto caerle bien a alguien. Nunca siquiera lo

había intentado. Por lo común, la gente se acerca a mí naturalmente y empiezan a

amarme sin tener que hacer tanto esfuerzo.

—Quiero que sea la ultima vez que haces algo como esto. Ni siquiera

estuviste involucrada en el juego. Estoy realmente cansándome de tu maldita

actitud de princesa malcriada —dice lo último en un susurro súper enojado y por

el rabillo de mi ojo veo a su padre acercándose así que me pongo a llorar, las

lagrimas empiezan a caer inmediatamente.

Es un don que tengo.

—Lo siento —exclamo dramáticamente en voz alta— no fue mi intención

hacer que nos alejáramos tanto del grupo pero una gigantesca serpiente se nos

acercó y no supimos qué hacer. Sargento, haré lo que sea para que se dé cuenta de

que quiero cambiar esa actitud de princesa malcriada que usted dice que tengo.

Me merezco otro castigo. Acepto que me equivoqué, y estoy aquí para corregir mis

errores.

—¿Qué mier...

—Justin ¿qué está pasando aquí? —pregunta su padre, poniendo una mano

bruscamente en el hombro de Justin, haciéndolo abrir mucho los ojos y tragar

saliva. Yo sigo llorando, por supuesto— tu principal preocupación es el bienestar

de estos niños, no todo es castigo y obligaciones. También es acerca de asesorar y


ayudar. Tienes que dejar de lado esa manera tuya de pensar blanco y negro. Hay

ocaciones donde las cosas son gris.

Puede que sus palabras sean, dentro de lo que cabe, amables, pero su voz y

su tono son todo menos eso. Me atrevo a suponer que el General Bieber no es del

todo el hombre dulce que me contó las aventuras que pasó con mi padre hace

rato.

Toma un manipulador mentiroso para reconocer otro.

—Nada es gris con Angelo, General —murmura él, con odio. Si Justin no

fuera del todo horrible conmigo, tal vez me hubiera sentido mal por él. No sé

cómo pero estoy segura de que ellos no tienen una relación amorosa padre e hijo.

De hecho, creo que no soy la única persona a la que Justin odia. Y nadie odia a su

padre sin una razón fuerte— ella fue inscrita aquí para...

—Para aprender responsabilidad, trabajo en equipo y disciplina —termina su

padre, con una encantadora sonrisa hacia mí— no para ser aniquilada por ti por

cada pequeña cosa que le sucede ¿Crees que la pobre chica se deshidrato a

propósito, o está fingiendo haber visto a una gigante serpiente? Vamos, dale un

respiro

—Sí, eso creo, de hecho —susurra con los ojos entrecerrados hacia mí.

Carraspeo y me limpio mis falsas lagrimas.

—Yo no estoy fingiendo o mintiendo, lo prometo. Y les aseguro que no

tendrán más problemas conmigo.

—Bien, me gusta tu actitud —el General sonríe y aprieta el hombro de su

hijo con más fuerza de lo que debería— regresa con el grupo y vayan a cenar.
Asiento mucho y corro hacia los demás mientras el General y Justin caminan

un poco para platicar, pero por alguna razón no me da buena espina y decido

regresar en silencio hacia ellos para escuchar lo que dicen, como la chismosa chica

que soy.

Wanna bet?

—¿Se puede saber de dónde ha salido tu repentina cordialidad? —pregunta

Justin, intentando mantener la voz baja. Estoy agachada detrás de una piedra

donde definitivamente me pueden ver si se asoman. Estos son los riesgos que

estoy dispuesta a correr con tal de enterarme qué se trae el papá de Bieber— y no

me digas que es porque la chica es hija de tu amigo. No parece ser un factor muy

importante.

—Claro que es por eso —responde el General, su voz definitivamente no tan

cálida como lo fue conmigo— le debo mi vida a ese hombre y me ha pedido no

lastimar a su lindo encanto. Personalmente no apruebo con su tipo de crianza y

creo que Crystal es consentida y grosera, y a menos que tenga el tratamiento

adecuado, seguirá con ese mal comportamiento. Pero es su hija, no mía.


—Claro que no lo apruebas, tu tipo de crianza es a golpes —aún si no

conociera su voz, me daría cuenta de la cantidad de odio en esa pequeña oración

— Si no quieres que el lindo encanto sufra, cámbiala de estación. No puedo

tratarla bien. No quiero intentarlo.

Oh, vaya.

—No. La quiero contigo —su voz no deja espacio para ninguna clase de

negativa— no puede ser tan difícil lidiar con una niña. Incluso para ti y tus

cuestionables métodos.

—Como quieras, pero no te prometo nada —murmura, tomando un gran

suspiro— y si no es mucha molestia, lárgate de aquí.

—Cuida tu tono, muchacho. Tengo que vigilarte de cerca porque no eres tan

competente como dicen —me asomo un poco, solo un poco. El General está de

espaldas a mí, con Justin de frente, quien está dándole una de sus famosas

miradas matadoras. Me escondo de nuevo antes de que pueda verme— si no

puedes con diez niños inútiles ¿Esperas poder con once hombres en guerra? No

tienes lo que hace falta. Siempre lo he sabido.

—Para mi gran suerte, dejó de importarme lo que piensas hace mucho

tiempo —se defiende Justin y festejo silenciosamente cuando su padre hace un

sonido inconforme con su garganta— vete de aquí, papi. Es hora de dormir y no

creo que quieras leerme un cuento.

—Volveré mañana —advierte, con la voz más pesada que antes y me hago lo

más pequeña que puedo en mi escondite hasta que el General se larga. Pero

Justin se queda ahí, respirando con pesadez.


Soy un alma sensible, no puedo evitar la ola de compasión que siento por

Justin en este momento. Su padre es horrible, lo trata mal y a deducir por lo que

escuché, lo golpeaba en algún momento. Creo que ahora puedo comprender su

odio hacia todo el mundo. Me levanto y camino hacia él.

Sus ojos se hacen grandes y puedo jurar que sus mejillas se enrojecen.

—¿Qué mierda estás haciendo aquí? —pregunta frustrado, y se talla la cara.

—Espiando. Tu padre no me daba buena espina —no parece estar

completamente enojado conmigo así que considero seguro acercarme más a él.

Creo que esa amorosa platica con su padre lo dejó en un momentáneo estado de

vulnerabilidad. Y tengo que aprovecharlo— lo siento por tu padre de mierda,

Justin.

—Vuelve con los demás, Angelo. Dejaré pasar esto solo porque estoy harto de

ti.

—¿Podrías dejar de pretender que eres una roca humana por un segundo?

Estoy tratando de expresar lo mal que me cae el General y que estoy de tu lado.

—Bueno, no eres la única a la que le cae mal —pone los ojos en blanco y

camina hacia los demás, intentando que lo siga. Pero no voy a dejar pasar este

momento, puede ser el único que consiga donde él está odiando a alguien y no

soy yo. Me apresuro hasta estar frente a él— vamos. No tengo tu tiempo, tenemos

que regresar al campamento.

—Espera, no hay prisa —pongo mis manos en su duro y deleitable pecho,

pero cuando me da una mirada exasperada, lo suelto y dejo mis manos levantadas

para que sepa que no lo haré de nuevo— ¿Te golpeaba?


—Eso no es de tu incumbencia —masculla, con los dientes apretados— no

vuelvas a tocarme.

—¿Por qué no? —hago un pequeño puchero y toco su pecho de nuevo con un

dedo varias veces, haciéndolo cerrar los ojos por varios segundos y respirar

profundamente, como si le estuviera pidiendo paciencia al universo para no

asesinarme— me gustaría decirte que no tienes porqué escuchar a tu padre

porque es un golpeador que no vale la pena, pero no lo haré porque realmente me

gustaría que me trataras con la gentileza que me merezco.

—Si hago eso, nunca vas a aprender.

—Eso realmente no importa —sonrío con entusiasmo, él solo niega con la

cabeza, y para mi grande sorpresa, suelta una pequeñísima risa involuntaria—

ohhh ¿ya te caigo bien, no es así? Ya se me hacía que era mucho...

—Tranquila, no te adelantes tanto. Solo me reí —me da otra de sus miradas

aburridas— deja de intentar hablarme y yo intentaré dejarte en paz siempre y

cuando no hagas o digas alguna otra estupidez.

—Wow ¿qué es lo que tengo que hacer para... —el lindo intercambio de

sentimientos se termina cuando Justin pone sus manos en mis hombros, me da

una vuelta bruscamente y luego me empuja, ignorando mis palabras de reclamo,

hasta que estamos cerca del grupo. Me suelta y luego camina hacia ellos como si

nunca hubiera pasado nada.

—Muévanse, es hora de regresar al campamento —ordena, y todos se

levantan inmediatamente. Eva me da una mirada de confusión y camino a un lado

de ella.
—Hey, Crystal ¿Qué pasó ahí, porqué tardaron tanto tiempo? —me pregunta.

Bufo una risa y entrecierro mis ojos hacia ella. Hace rato se estaba quejando de no

querer ser mi mejor amiga y ahora exige chismes.

—El sargento y yo estábamos haciendo el amor sobre una roca mientras el

General observaba y jugaba consigo mismo.

—Ew ¿qué demonios? Eres una enferma —me da una mirada reprobatoria y

pongo los ojos en blanco, poniendo de nuevo mi brazo alrededor de sus hombros

para que no se aleje de mí— no me gusta que me estés tocando todo el tiempo.

Necesito espacio personal.

—¿Por qué no? ¿Que no te gustan las mujeres? Pensé que te estaba haciendo

un favor.

—Claro que no, tonta. Y aunque me gustaran, jamás me fijaría en ti —su

tono es molesto, pero no hace fuerzas por zafarse de mi agarre— si vas a seguir

forzando esta amistad, al menos cuéntame de qué hablabas con el Sargento

Bieber.

—Nada interesante, realmente. Intenté forzar una amistad con él también,

pero es más fuerte que tú —suspiro— si tan solo pudiera utilizar mi ropa normal y

esforzarme en mi imagen. Estoy segura de que ya estuviera enamorado de mí.

Claro que sigo siendo preciosa sin maquillaje, pero hay que ser realistas, no

me veo ni de lejos tan bien como lo hago cuando tengo mi cara hecha

perfectamente.

—El sargento jamás se enamoraría de ti —se ríe, demasiado fuerte y burlón

para mi gusto. Claro que sí lo haría. Cualquier hombre con todas sus facultades
mentales y preferencias en el lado femenino, se enamoraría de mí si yo lo

intentara. Incluso Justin con su rudo exterior impenetrable. Digo, si fueran

condiciones normales y yo no me viera tan poco perfecta. Espero en el futuro

aprender a administrar mi tiempo para poder ponerme algo de maquillaje antes

de salir— no creo que se enamore jamás, de nadie. Pero si lo hiciera, sería de

alguien como Zumalacarregui.

—¿Cómo? ¿De alguien completamente falta de personalidad? —frunzo el

ceño y observo a la mencionada platicando con él adelante de todos, ni siquiera

pensando mucho en el camino que están tomando y el cual todos seguimos

porque está oscuro y lo único que tenemos es la luz de la luna.

—De alguien que es todo lo que tú no eres. Tranquila, seria, bonita,

obediente, inteligente... podría seguir todo el día —entrecierro mis ojos hacia ella

aunque no me voltea a ver— quiero decir, míralo, es un soldado. Está

acostumbrado al orden. Tú eres lo contrario al orden.

—Sí, como sea, los opuestos se atraen. Y de todos modos, no estoy

intentando enamorarlo o algo.

—Porque no podrías —se ríe. Tomo un gran respiro intentando tranquilizar

mi temperamento.

No estoy acostumbrada a amigas así ¿Qué pretende esta marimacha? Debería

decirme lo hermosa que soy y estar de acuerdo en que si yo quisiera, Justin me

estaría pidiendo matrimonio en tres segundos. Nunca he pasado tiempo con

alguien que me diga en la cara que no le agrado y me insulte.


Sé que la mayoría de mis amigos realmente no me adoran tanto como dicen,

no soy estúpida, la mayoría solo quiere lamer mi culo porque soy rica y generosa.

No me molesta, sin embargo, porque prefiero estar con gente falsa que me alaba a

con gente real como esta tonta marimacha que no me apoya en lo absoluto. Pero

como hay escasez de chicas lindas en este grupo, supongo que tengo que

conformarme con ella.

—Podría enamorar incluso al presidente si se me diera la gana, Eva.

—No podrías enamorar un baboso sapo así lo intentaras con todas tus ganas.

Mucho menos a nuestro caliente y muy fuera de tu liga sargento.

—¿Quieres apostar?

Justin

Una vez que mi molesto grupo de niños problemáticos está cenando la

asquerosa comida de la cafetería, soy libre. Me quito la chaqueta del uniforme,

quedándome con mi camisa interior, y camino hacia mi habitación, donde Les y

Hunter ya tienen una caja de pizza esperando para mí en la cama de Hunter, la

del medio. Mi estómago gruñe y me dejo caer en la cama, haciendo que la madera

de ésta truene y Lesley casi salga volando por la fuerza.


—Otro salto de esos y me vas a dejar sin cama, rinoceronte —se queja

Hunter empujándome con fuerza mientras me incorporo, pero tengo demasiada

hambre como para pelear con él.

Abro la caja y, dandole la bienvenida al olor con un gemido, levanto una

rebanada con el queso derretido cayéndose por todos lados. Mis amigos hacen lo

mismo y por cerca de cinco minutos nos dedicamos solo a comernos la caja

completa sin hablar.

—Dios bendiga a tu papi por no saber cómo expresar su amor más que con

cerveza, prostitutas, insultos y comida —suspira Hunter, pateando la caja de pizza

y tirándose en su cama, saciado. Lesley me da una mirada preocupada y me

encojo de hombros cuando Hunter me pregunta qué pasó y cómo me fue con él.

—Lo de siempre. Estuvo respirando en mi hombro todo el tiempo

murmurando todo lo que hacía mal y lo inútil que soy.

—Mira el lado bueno del asunto, no estará aquí todo el tiempo —dice Lesley,

intentando animarme— y estaremos comiendo como reyes mientras dure su

visita.

—Y este es nuestro ultimo campamento y luego podremos estar en servicio

de una manera permanente —añade Hunter, guiñándome un ojo.

—Supongo —murmuro, levantándome de la cama para quitarme el

uniforme. Lesley se queja y cubre su cara como siempre mientras me desvisto y

doblo mi uniforme— ¿Y adivinen qué? ¿Esa chica, la del pelo feo sin educación?
—¿Crystal Angelo? —pregunta Lesley, con reprimenda en su voz. Por alguna

razón, Crystal no le cae tan mal, pero bueno, es Les de la que estamos hablando.

Nadie le cae mal.

Hunter hace un sonido de afirmación con su garganta, aunque nunca la ha

visto. Le conté de ella ayer, pero no sabe cómo es.

—Sí, esa —apago la luz y me acuesto en mi cómoda cama. Espero poder

descansar esta noche como me lo merezco, estos últimos tres días con mi padre

aquí y la llegada de los mocosos no he podido dormir más de cuatro horas—

resulta que su padre es amigo del mío y le ha pedido que no lastimen a su linda

bebita así que ahora tengo que ser tierno con ella si no quiero lidiar con el

General.

—¿Y eso es tan malo, porque...

—Porque esa mujer es un monstruo, Hunter.

—No es tan mala —la defiende Lesley, con su calmada voz dulce— hemos

tenido chicos mucho peores, no sé porqué la odias tanto.

—¿Qué es lo peor que ha hecho la pobre chica, contestarle groseramente al

señor Bieber? —pregunta Hunter con voz de bebé— yo debo tratar con un

maldito mastodonte que tiene quince años, mide tres metros y pesa cien kilos, que

me escupió en la cara y se niega a todo.

—Bueno... no es la peor del mundo, supongo —hago una mueca, pensando

en la posibilidad de cambiar a Crystal por el mastodonte. Pero sé que no se puede

— de todos modos, no quiero tener consideraciones con ella. No se lo merece.


—Déjamela a mí ¿De acuerdo? —propone Lesley— para que no te frustres

tanto. Dios sabe que ya tienes suficiente de qué preocuparte.

—Gracias, Les. Eres la mejor —sonrío. Y me permito soñar con que algún día

terminará la relación que tiene con su novio. Lo cual dudo mucho porque llevan

tres años juntos y debo admitir que el hombre es bastante respetable.

—Lo sé, lo sé —se ríe— descansen. Tenemos un largo día mañana.

—Buenas noches —murmuramos yo y Hunter al mismo tiempo y cierro los

ojos, perdiendo la conciencia inmediatamente, feliz porque no voy a tener que

volver a preocuparme por esa chica.

Not so hidden anymore

Me despierto de un muy buen humor a pesar de que mi padre sigue aquí y se

irá sabrá dios cuando, probablemente hasta que algo mejor capte su atención y se

canse de estarme molestando. Para sumar a mi felicidad, los chicos aun están

dormidos y puedo ver el delgado cuerpo de Les a través de su casi transparente

pijama. Hunter duerme en sus bóxers blancos así que también podría verlo a él,

pero prefiero ignorarlo por completo.


Tomo una larga y muy cómoda ducha y luego me dirijo al comedor principal,

dónde ya hay mucha gente desayunando. Supongo que están acostumbrados a no

dormir mucho, como mi padre. Y hablando de él, está aquí con sus amigos y me

hace una seña para que vaya a saludarlos. Me abstengo de gruñir y gemir mi

inconformidad mientras camino hacia los cinco hombres que peor me caen en el

mundo. Mi padre me obliga con una sola mirada a quedarme un rato ahí como si

me agradaran mucho e incluso platicar con ellos de otra gente que conocen, como

señoras mitoteras.

Lo único que atrapa un poco mi interés es cuando hablan de Angelo, el padre

de la niña rebelde, supongo. Me sorprende cuando hablan de él con respeto y sin

insultos, como lo hicieron del resto de sus amigos.

Unos minutos después Hunter llega y salva el día, saludando brevemente a su

padre y al mío, ignorando a los demás y diciendo que me necesita para algo.

Hunter puede ser realmente imprudente y fastidioso la mayoría del tiempo,

mejor dicho, siempre. Pero no puedo negar que es bastante útil cuando se le

ocupa. Sin mencionar buena persona y leal, mucho más de lo que parece a

primera vista. Tengo mucha suerte de que sea de esa manera ya que es mi mejor

amigo... bueno, mi único amigo. Y estaré atorado con él toda mi vida, así que

agradezco que no sea un imbécil que solo quiere atacar mi espalda. Lesley

también es mi amiga, pero la conozco desde hace muy poco y no puedo decir que

mis intenciones con ella sean meramente amistosas. No sabría bien diferenciar si

lo que siento por ella es por su belleza y su amable y divertida manera de ser o

porque es la única mujer con la que he pasado tanto tiempo.


—¿Cuál es el plan para hoy? —pregunta Les mientras nos acercamos a

nuestro lugar de formación con los niños. Para mi gran sorpresa, la pelirrojirubia

se acerca a la formación, un minuto antes de la hora y con una sonrisa muy

grande.

Incluso cuando sonríe se ve malvada, como si estuviera planeando el fin del

mundo.

—No tengo la menor idea —contesto, haciendo una mueca. Al contrario de

lo que nuestros superiores piensan, yo y Lesley no somos el ejemplo estelar del

campamento. Ni siquiera tenemos un itinerario que sigamos, más que nada

porque los últimos dos grupos que tuvimos no hacían nada más que cumplir

castigos y romper reglas. En el último grupo tuvieron una puta orgía en su

cabaña, pero lo mantuvimos en secreto y los castigamos como se lo merecían. Así

que supongo que este grupo es relativamente bueno, en comparación a los otros.

Excepto por Angelo. Ella pertenece al grupo de la orgía. Y supongo que el hecho

de que este grupo sea mejor es porque casi todos vienen de padres militares.

Espero que los dueños sigan así, intentando quedar bien con los veteranos

ayudando a sus descarriados hijos— ¿Tal vez podríamos ir al campo? Y luego

correr con algunos misiles. No lo sé.

—No tenemos ningunos pequeños.

—No tienen porqué ser pequeños, Les. Estamos corrigiéndolos, no

mimándolos. Nadie se apiadó de nosotros de esa manera.


—Bueno, tienes razón —hace una mueca— aunque nosotros estuvimos en

entrenamiento por elección propia... como sea, ojalá alguien haga alguna

estupidez hoy. Somos mejores con los castigos.

—Solo tenemos que dar una orden directa "injusta" y esperar a que Angelo

empiece con su insubordinación.

—Justin —se ríe y me empuja suavemente— ¿Dónde está tu ética?

Supongo que está en el mismo lugar donde dejé todos mis principios y

creencias de que nunca debes tocar a una mujer que esté con alguien más. Si

estuviéramos en cualquier otro lugar, no dudaría dos veces antes de tomar a Les y

besarla hasta que estemos ambos luchando por nuestra respiración y recorriendo

nuestros cuerpos con desesperación. Después empezaría a quitarle ese uniforme

nada halagador para bajar mis besos a su cuello, su clavícula, sus...

—¡Buenos días! —grita una odiosa voz cuando ya estamos cerca del grupo,

sacándome de mi sueño. Hago un sonido de molestia con mi garganta y miro mal

a Crystal. Aunque estoy algo agradecido de que me haya distraído antes de ir más

lejos con mi fantasía. Nada mejor que ver y escuchar a Angelo para matar mi

erección— ¿Cómo están?

—Muy bien, gracias por preguntar —le responde Lesley cuando yo la ignoro,

pero Crystal sigue dirigiendo su sonrisa hacia mí.

Una vez que todos están formados, les digo lo que haremos hoy y los mando

a desayunar. No nos molestamos en irnos de aquí porque solo tienen treinta

minutos para desayunar y no vale la pena caminar hacia algún lugar más cómodo

solo para regresar en unos minutos más.


—... y me dijeron que está bien mientras sean solo 24 horas y ni un segundo

más —continúa diciendo Les con emoción algo a lo que no le puse mucha

atención porque estaba terminando mi pensamiento de hace rato— ¿Estás de

acuerdo, cierto? Tengo mucho sin ver a Max y me estoy volviendo loca. Además,

yo haría lo mismo por ti si tuvieras una novia.

No sé muy bien de lo que habla pero me puedo dar una idea. Intento

esconder mi decepción y asiento hacia ella, asegurándole que estoy de acuerdo

con cualquiera que sea su plan. Y como si eso fuera poco para arruinar mi buen

humor de hace rato, Les empieza a divagar lo triste que es que nunca haya tenido

una novia o alguna amiga con derecho en toda mi vida, como si no estuviera

consciente de eso. Me desagrada tanto esta larga conversación que incluso sonrío

con alivio cuando nuestro grupo regresa.

En el camino al campo de entrenamiento me encargo de caminar por entre

todos y preguntarles si han bebido suficiente agua. Lo que menos necesito es que

alguno termine en el hospital de nuevo.

El grupo de Hunter y Olivia está aquí cuando llegamos, pero me aseguran

que falta poco para que terminen así que hago que mis mocosos se queden

formados y callados mientras esperamos que se vayan. Observo con burla e

intentado reprimir mi risa a mi amigo gritándole algo a un gigantesco niño

haciendo lagartijas, lo más probable es que sea el mastodonte del que se quejó

ayer. Me alegro de no tenerlo en mi grupo.

—De ti —señalo de un feo niño flaco a una muchacha negra con dientes

salidos— a ti, son un equipo. Y los que sobran son el otro. Antes de empezar les
daremos tiempo de que entren a practicar y creen alguna estrategia. Ambos

tendrán la oportunidad de competir por separado y el que logre completar todos

los obstáculos en el menor tiempo, gana.

—¿Y qué ganamos? —pregunta, quién más, Angelo.

—Nada —le responde Les por mí— lo harán porque es obligatorio, no porque

van a ganar algo.

—Bien, lo siento, no se exalten de nuevo conmigo solo porque tenía una

pequeña duda —levanta sus manos, como si fuera a defenderse de nosotros—

solo preguntaba porque el helado de ayer estaba muy rico.

—¿Y cómo sabes eso, si tú no ganaste? —escupo hacia ella, preguntándome

porqué está tan feliz hoy.

Se ve bien arreglada (no como ayer que llegó luciendo como una rata

mojada) aunque tenga su cabello suelto, lo cual es bastante inoportuno. Incluso

parece que sus pestañas están más rizadas y sus labios brillantes... ¿Será que la

tonta se ha maquillado para esto? Sí, definitivamente se ve mejor, pero no es muy

práctico. No me sorprende, de todos modos, parece ser que lo único que tiene a su

favor es su físico.

En un momento de debilidad, me pregunto qué hubiera pasado si yo hubiera

aceptado esa ridícula idea "hipotética" que propuso en el hospital... pero sacudo

mi cabeza, alejando esos estúpidos pensamientos. Solo lo estoy considerando

porque, como ella dijo, la falta de sexo está empezando a ser preocupante.

Realmente preocupante. Y el hecho de que Les irá a ver a su novio y


probablemente pasarán todo el día en la cama me tiene deseando que pudiera

hacer lo mismo con alguien.

Alguien que no sea Crystal, por supuesto.

—Lo que pasa es que los ganadores son muy amables y me compartieron un

poco ¿No es así? —le da un codazo a un chico emo a su lado. Él la mira con los

ojos entrecerrados pero asiente de todos modos. Bueno, si los estúpidos deciden

cubrir su trasero, no hay nada que yo pueda hacer.

—Como sea. Tienen veinte minutos para practicar —hago un gesto para que

comiencen.

—¿Está permitido hacer trampa? —pregunta la rubia enana que estaba con

Crystal ayer. La hija de Ramos, creo. A deducir por sus caídos ojos grises y sus

facciones duras.

—Sí, mientras yo no me dé cuenta —contesto, haciendo que todos se vean

confundidos. No esperaban esa respuesta— en la vida real siempre está permitido

hacer trampa, en cualquier ámbito. Claro, siempre y cuando sea algo inteligente,

bien pensado y planeado que dé buenos resultados, no algo estúpido con el solo

propósito de hacer algo malo.

Después de eso, todos entran e intentan, metódicamente, completar cada

obstáculo mientras platican tácticas con sus compañeros. La única persona que no

está hablando ni haciendo nada, es Crystal. Ella solo está caminando lentamente

mientras observa todo con mucha atención. La conozco lo suficiente para saber

que está planeando exactamente cómo hará trampa porque sabe que no hará

nada bien y su única opción es arruinar al otro equipo.


Antes de lo que me doy cuenta, Lesley anuncia que ya han pasado los veinte

minutos.

¿Realmente pasé veinte minutos observando a esa chica balancearse de un

lado a otro mirando todo con sus grandes ojos verdes? Supongo que me estaba

preguntando cómo le hará para pasar los obstáculos. Ella, yo y todo el mundo

sabemos que su condición física apesta, y ni siquiera se preparó como todos los

demás. Sin embargo, la vi acercarse con mucha calma a la pared de dos metros

que deben trepar sin mucha ayuda y, con su mirada para otro lugar y sin dar

ninguna pista de lo que estaba haciendo, arrancó cuatro de los pedazos de velcro

que estaban en la parte baja de la pared y ayudan a que los pies no se resbalen.

Sin eso, será muy, muy difícil que trepen la pared. Luego, se acerca a su equipo,

quien ha estado muy ocupado haciendo todo lo que ella debió hacer, y los convoca

en un circulo para planear su técnica, supongo.

Decido que, si su equipo gana, no diré nada de lo que hizo, a pesar de que

me di cuenta y les dije que estaba permitido hacer trampa mientras yo no me

diera cuenta. Pero si su idea fue en vano, le pondré un leve castigo a su equipo

por ser inútil incluso cuando tiene la ventaja.

—De acuerdo, comencemos —les digo cuando han terminado. No tengo idea

de qué equipo tiene más oportunidad de ganar porque me pasé todo el tiempo

viendo a una sola persona— ¿Qué equipo quiere comenzar?

Nadie se mueve por un momento, hasta que un valiente chico levanta la

mano y su equipo lo sigue hasta el inicio. Asiento y saco el cronómetro de mi

bolsillo, comienzo a contar el tiempo cuando entran.


Este equipo tiene a dos hombres atléticos, una muchacha alta y

descordinada, un chico delgado y rápido y una pelirroja natural a la que no le veo

finta de nada. De hecho, creo que no la he visto hacer una sola expresión facial o

moverse con ganas ni una sola vez. Los dos chicos más atléticos ayudan a la

pelirroja pasmada mientras que los demás se las arreglan por sí mismos. No

tienen mucho trabajo en equipo a decir verdad, ni siquiera hablan o se comunican

por miradas.

Todo sería más sencillo si hicieran un puente humano para cruzar por sobre

la "tierra movediza" o si alguno de los chicos fuertes hiciera soporte para que los

demás saltaran a las barras. Además, empezaron muy fuerte los obstáculos más

sencillos y ahora que están llegando a lo más difícil ya no pueden ni respirar. Van

cuarenta y siete minutos y no veo la hora en la que vayan a terminar. Se quedaron

atascados en la pared porque no encuentran el soporte para no resbalarse, solo la

chica alta ha podido treparse.

Le doy una rápida mirada a Crystal y niego con la cabeza ante su mirada

complacida. Sus ojos brillan con travesura y muerde su labio para evitar sonreír

abiertamente. Por el momento su plan está funcionando, pero nada asegura que

ellos lo harán más rápido.

Cuando empieza el turno del otro equipo, Crystal vuelve a decirles algo y

todos parecen estar de acuerdo. Con lo mucho que parecen odiarla, me sorprende

que la escuchen en lo absoluto. Pero lo que sea que hayan planeado parece

funcionar porque en efecto, crean un puente humano para que todos puedan

cruzar la tierra movediza y no dejan que ninguno se quede atrás. Estoy tan
impresionado por esto que no puedo ni moverme. Lo están haciendo mucho mejor

de lo que había visto a cualquier grupo hacerlo antes. Y cuando llegan a la pared,

Crystal saca todos los pedazos de velcro que arrancó y, en lugar de volverlos a

poner horizontalmente como estaban al principio, la bruja los pone uno sobre

otro, para que de esa manera funcione como una escalera y puedan trepar la

pared como si fuera cualquier cosa.

Terminan en cuarenta y dos minutos, mientras el otro equipo duró una hora

y veintitrés minutos.

Estoy tan inmerso en ellos que no me doy cuenta de que los dos chicos

atléticos del otro equipo están discutiendo acaloradamente, muy de cerca. Puedo

presentir una pelea así que me acerco para hacer que se calmen, pero antes de

que pueda llegar, empiezan a tirar golpes y gritar tonterías.

Les doy unos minutos para soltar algunos golpes porque los voy a castigar de

todas maneras, al menos voy a dejar que saquen su furia. Y que estén adoloridos.

—Suficiente —mascullo después de un rato, y me introduzco entre ellos sin

mucho problema, tomando algunos golpes tirados sin nada de talento. Lo más

difícil es hacer que suelten el agarre que tienen en la ropa del otro— calmados.

Ahora.

Ambos dejan de utilizar fuerza en ese momento y se separan de mí, luciendo

arrepentidos. Les doy una mirada que intenta dejarles saber lo mal que me caen.

—50 lagartijas. Ambos, ahora mismo —ordeno, y se tiran al suelo a hacerlas

inmediatamente como si fuera pan comido— después de la hora del almuerzo,

todos correremos cinco kilómetros cargando misiles. No es fácil y sé que la


mayoría tendrá los brazos dormidos en menos de un minuto. Agradézcanle a estos

dos.

—¿Qué? Pero... pero eso no es justo —se queja Angelo apretando su manos

en puños. Cuando le ordeno que repita lo que acaba de decir, solo niega con la

cabeza— nada, nada.

Después del almuerzo, Crystal no aparece. Le doy cinco minutos pero no

llega, y cuando le pregunto a sus compañeros si la han visto, me dicen que ni

siquiera se acercó a la cafetería para comer.

Lamentablemente no puedo cancelar el castigo por eso, ya sería el segundo

del que se salvan por su culpa, así que, pido rifles y empezamos nuestra carrera.

Cambié de idea acerca de los misiles porque Les no dejaba de molestar con que no

lograrían hacerlo. Y tenía razón porque incluso así, la mayoría se ha cansado al

medio kilómetro.

No puedo esperar para empezar a trabajar con profesionales. Algunos serán

mejores que yo, sin duda, pero nunca volveré a tratar con gente que no sabe ni

siquiera lo mínimo que hay que saber o no tiene la capacidad para hacer ni

siquiera lo mínimo.

Cuando terminamos el castigo, varios chicos han vomitado por el esfuerzo

que hicieron. Suspiro para evitar gritarles por eso porque es algo que no pueden

controlar, pero no puedo controlar lo mucho que me molesta porque nosotros

tendremos que limpiarlo.

Y todavía ni huella alguna de Crystal.


—Cuídalos un rato ¿Sí, linda? Ahora vuelvo —le digo a Les pasando por un

lado suyo, ella asiente y me da un sonrisa antes de agacharse y sobar la espalda

de una niña que acaba de soltar sus tripas por el suelo. Tuerzo la cara con

disgusto y me doy a la búsqueda.

Con cada minuto que pasa y yo no encuentro a esa mujer, mi frustración

crece más y más. Busco por ella en cada jodido rincón, literalmente, por cerca de

una hora. Y cuando la encuentro, sentada fuera de mi cabaña al lado de mi mejor

amigo, riendo y comiéndose mis galletas, me enojo aun más, tanto que tengo que

alejarme un poco para tomar respiraciones profundas y tranquilizarme.

—¿Qué mierda estás haciendo aquí, Angelo? ¿Y tú, Hunter? ¿Qué demonios

piensas?

Ambos jadean con susto al escuchar mi voz. Crystal se ve asustada, aunque

intenta esconderlo, y Hunter está culpablemente intentando pararse. El hecho de

que se comieron las galletas que me mandó mi madre desde el otro lado del

mundo debería ser irrelevante pero es casi tan molesto como el hecho de que la

maldita se brincó el castigo.

No tengo ni siquiera las palabras para expresar lo mucho que desearía poder

desaparecerla con el poder de mi mente.

—Mira hombre, primero cálmate ¿Sí? Toma respiros largos y prolongados

como lo practicamos —creo que mi mirada dice más de mil palabras en este

momento, porque se olvida de bromear y solo suspira y me da una sonrisa

incomoda— lo siento. La encontré intentando esconderse como un pequeño


animal y me dio lastima. Le ofrecí tus galletas cuando escuché su estomago

rugiendo. No podemos dejar que nadie se muera de hambre.

—No es verdad, ni siquiera fue un sonido de mi estomago —se queja Angelo,

aunque en este momento le convendría mas quedarse con la boca cerrada— y no

hables de mí como si fuera un animal.

—No quise empequeñecer tu autoridad, Juju, te lo juro —me da un puchero

estúpido.

—Yo no quise huir tampoco, Juju, pero no quería cumplir un castigo cuando

no he hecho nada más que portarme excepcionalmente bien hoy —hace una cara

casi idéntica a la de mi amigo y suelto toda mi respiración, negando con la

cabeza. Podría romperle el cuello a Hunter en este momento por llamarme así

frente a ella.

—Crystal. Lárgate de mi vista —le ordeno, mirando al cielo para no saltar

sobre ella y hacer algo de lo que me arrepentiría. Intenta decir algo— cállate y

lárgate.

—Bien, me voy —acepta, por fin yéndose.

—Estás exagerando tanto —murmura Hunter con una sonrisa idiota en su

cara— no lo entiendo. He pasado todo este tiempo hablando con ella y

preguntándome porqué es exactamente que la desprecias tanto. Es graciosa,

caliente y simplemente genial. Me agrada. Me la quiero quedar.

—No estoy exagerando —me defiendo, aunque sé que lo estoy haciendo. No

es la primera vez que algo así pasa y definitivamente no es lo peor que un mocoso

ha hecho. Algo acerca de ella me hace enojar demasiado— o tal vez lo estoy, no lo
sé. No te la puedes quedar, es del tipo de perro que se come a tu hijo mientras no

estás mirando.

—Espero que sea del tipo de perro que me da una mamada mientras tú y

Lesley duermen —se ríe, pero luego hace una cara de asco cuando me ve

haciendo lo mismo. A veces dice algunas cosas que simplemente... bueno, como

sea, sacudo la cabeza intentando sacar de mi mente la imagen de un perro rojo

dándole una mamada a Hunter— pero en serio, Justin, relájate.

—No puedo —murmuro, porque es verdad.

Tengo fama de permanecer estoico ante la mayoría de las cosas que hacen los

niños idiotas que vienen aquí ¿Entonces porqué no puedo hacer eso ahora?

Crystal

—¿Cómo vas, ya lo tienes en la bolsa? —me pregunta Eva con una sonrisa

socarrona cuando me acerco al grupo con la cola entre las patas y algo de miedo,

esperando el inevitable castigo que me espera.

—Algo así —murmuro, aunque sé que me sería más posible en este momento

llegar al sol que llegar al resguardado corazón del sargento— mira... ¿por qué no

olvidamos esta estúpida apuesta? Es algo muy tonto de todos modos y...
—No, no puedes venirme ahora con que te retractas solo porque te diste

cuenta de que nunca se va a fijar en ti. Además, no he tenido ropa de diseñador

nunca.

—Algo me dice que ni siquiera te gusta la ropa de diseñador —pongo los ojos

en blanco hacia ella. Me contó que su padre es José Ramos, alguien a quien no

conozco pero sé que tiene dinero. Si ella decide andar siempre como si fuera a

pasar el día haciendo ejercicio, es por elección propia y solo quiere quitarme la

ropa que traje— y ahora que lo pienso bien, ni siquiera me interesa ganar tu tonto

dinero. Tengo suficiente.

—Bien, no te daré dinero... seré tu esclava por una semana.

—¿Esclava? —pregunto, sin poder evitar la pequeña sonrisa que se forma en

mis labios. Esa palabra suena muy divertida.

No veo la gran ganancia en esta estupidez ademas de que podría hacer con

Eva lo que se me diera la gana y tal vez conseguir besar y tocar al sargento, o

incluso pasar unas cuantas noches calientes con él. Pero, seamos honestos, no hay

ninguna posibilidad de que pueda llamar su atención de una manera romántica,

ni siquiera puedo llamarla de una manera sexual y eso nunca antes había sido

problema con ningún otro hombre.

Ademas, es muy difícil bañarme en cinco minutos y poner maquillaje en mi

cara a la carrera mientras me perfumo para él si ni siquiera se me va a acercar.

Pero ¿Qué demonios, cierto? ¿Qué es lo peor que podría pasar? No veo otra

manera en la que pueda divertirme en este lugar por las próximas semanas.
—¿Entonces, qué dices? Si logras que el sargento Bieber te de una

declaración de amor antes de que se acabe el campamento seré tu esclava por una

semana, no será mucho problema porque vivimos donde mismo. Pero si lo más

probable pasa y el sargento no te da ni la hora del día, me vas a entregar toda la

ropa de diseñador que yo desee.

—De acuerdo —acepto, despidiéndome de mi preciosa ropa, porque aunque

sé que perderé, no puedo simplemente aceptar que no puedo hacerlo. Mi orgullo

es demasiado grande.

—Bueno, ve reuniendo tus capacidades de una vez porque ahí viene y no se

ve feliz contigo.

—Oh, dios —me volteo lentamente y encojo mi cuerpo mientras Justin se

acerca de una manera amenazante a mí— no me hagas daño, por favor.

—No te haré daño. Acompáñame —toma mi brazo bruscamente y me

arrastra. Todos se nos quedan viendo mientras me lleva sin ni un poquito de

delicadeza al centro del campamento y me hace pararme sobre un bloque de

cemento donde hay una bandera— te quedarás parada aquí hasta las 10 y luego

directo a dormir.

—Pero... p-pero ¿Qué demonios? —parpadeo muchas veces, volteando a ver

el reloj colgado fuera de una cabaña. Son apenas las cuatro. Lo que quiere decir

que me quedaría aquí parada 6 horas sin comer nada— ¿Por qué? Preferiría hacer

lagartijas, señor.
—Y yo preferiría nunca más lidiar contigo de nuevo, pero eso no va a pasar.

El castigo por esconderte es este, quedarte aquí donde todos te podemos ver. Bien

parada. Vendré a hidratarte de vez en cuando.

Después de eso se va, dejándome aquí sola debajo del sol. Y por las próximas

horas mientras estoy parada bajo el rayo del sol, me permito desear que este

malvado hombre se enamore de mí y luego sufra por todo lo que me ha hecho y

que me hará en el futuro.

Es justo y necesario.

Get your hands off me

A las tres horas ya me estoy volviendo loca. No puedo más, es demasiado

desesperante. Y como el sargento ya tiene el resto del día libre, decide traerse una

cómoda silla y sentarse a un lado de mí para gritarme cuando se le de la gana, o

sea que tampoco puedo relajar mi postura ni un solo segundo.

—¡Enderézate! —me grita y, casi inconscientemente, lo hago. Justin tiene el

grandísimo descaro de reírse— ¿Tienes hambre, Crystal?

—¡Sí! —gimoteo, porque lo último que comí hoy fueron esas deliciosas

galletas que la madre de Justin hizo. Y antes de eso comí huevos secos con un
pedazo de pan duro. Y jugo de naranja agrio. Volteo hacia él con una tierna

mirada que pretende suavizar su duro corazón— mucha hambre. Y estoy muy

cansada.

—Mmmm, que lastima —me da una diabólica sonrisa y se recuesta en su silla

mientras saca de una de sus bolsas del pantalón una deleitable magdalena de

chocolate... ¿Es esto una coincidencia o de algún modo se enteró de que es una de

mis cosas favoritas en el mundo?— oh, antes de que se me olvide. Toma agua, no

quiero ir al hospital por tu culpa otra vez.

Me da una botella de agua y me la tomo toda, casi ahogándome, porque

incluso esa agua tibia calma mi seca garganta. Ahora solo necesito comer algo y

sentarme.

Nunca había estado parada por tanto tiempo. Me saldrán varices.

—¿Sargento? —llamo su atención. Está comiéndose lentamente la

magdalena, de una manera demasiado sensual. Saca su lengua para limpiar su

labio inferior y me voltea a ver, levantando las cejas para que siga hablando, pero

se me va el avión por un momento mientras me quedo viendo su boca, la cual se

forma en una pequeña sonrisa cuando se da cuenta de eso— eh... necesito ir al

baño.

—Ese no es mi problema. Aguántalo o déjalo salir, esa es tu decisión, pero no

te moverás de aquí.

—¿En serio? ¿Qué te pasa? ¿Es siquiera legal lo que estás haciendo?

¿Negándome la comida y el alivio fisiológico?


—No lo sé —contesta, encogiéndose de hombros sin dejar de comerse lenta y

tortuosamente la magdalena, evidentemente queriendo que mi hambre sea más

fuerte— ¿No te encantaría estar cenando en este momento con todos tus

compañeros, sentada cómodamente a su lado? Porque podrías estar con ellos si no

estuvieras empeñada en romper las malditas reglas todo el tiempo.

—Si no fueras tan estricto conmigo no rompería las reglas —me quejo,

soltando un gemido miserable y moviendo mis piernas porque se me están

acalambrando. De nuevo— hoy intenté ser buena ¿Y qué me gané? Otro estúpido

castigo.

—¿Crees que esconderte en lugar de hacer lo que te pido es ser buena?

—Bueno, no...

—Exacto. Y no estás en este lugar para estar cómoda, estás aquí para que

aprendas a comportarte. Si necesito castigarte todos los días para que empieces a

pensar dos veces antes de cometer alguna tontería, entonces así será..

Tiro mi cabeza hacia atrás y gimoteo de nuevo, luchando para no llorar otra

vez.

No creo poder soportar este tipo de trato por mucho tiempo. Creo que

colapsaré tarde o temprano por este abuso físico y psicológico al que estoy siendo

sometida.

Mis padres tienen la culpa por mimarme y tratarme como una princesa toda

mi vida, no me prepararon para las crueldades del mundo real, no me prepararon

para ser despreciada, castigada y odiada. No me dijeron que algunas personas

pueden ser así de malas conmigo solo porque no soy cómo ellos quieren que sea.
La gente en casa me hace sentir como si yo fuera lo mejor del mundo y aquí me

hacen sentir como si todo lo que digo, hago o pienso estuviera mal. Como si el

simple hecho de que yo exista fuera un sufragio para la humanidad. Y en especial

Justin Bieber con sus castigos y palabras fuertes.

—Aquí estás, te hemos estado buscando —dice Hunter llegando de la nada

junto la sargento del nombre raro— hola, Crystal ¿Cómo estás?

—Mal. Horrible. Nunca he estado peor. Tengo hambre, calor, mis piernas

están acalambradas y tengo ganas de ir al baño —suelto rápidamente, antes de

que el sargento me diga que me calle— Por favor, ayúdenme. Vamos, sargento

Zalalagarregialgo, ayúdeme.

—Zumalacarregui —me corrige suavemente, y se sienta en el piso a un lado

de la silla de Justin. Hunter hace lo mismo— lo siento, no hay nada que se pueda

hacer. Tienes que cumplir con tu castigo.

—¡AGH, odio mi vida! —grito, no importándome en lo más mínimo que haya

bastante gente alrededor que pueda escuchar— ¡El sargento Justin Bieber es un

maligno hombre y me lastima todo el tiempo! ¡Ayúdenme! ¡Tengo hambre!

—Un grito más y mañana estarás aquí todo el día —amenaza Justin sin lucir

perturbado en lo absoluto. Cierro mi boca inmediatamente— en fin... ¿Qué

ocupaban de mí, chicos? Ignoren a... eso. Pretendan que no existe.

—Eres una persona horrible —murmuro hacia él, pero solo se encoge de

hombros. Sus amigos se ven incomodos pero hacen lo que él dijo y me ignoran.

Empiezan a platicar de cosas que no entiendo. Y, a pesar de lo enojada que estoy

con el sargento, no puedo evitar observarlo todo el tiempo. No es mi culpa que


sea tan hermoso. Y cuando está con sus amigos es tan normal que siento como si

estuviera en una dimensión desconocida. Incluso se ríe y bromea con ellos. Es

demasiado bizarro.

—Por cierto ¿Cuando viene Patsypats? —le pregunta Hunter a Justin.

—Sabes tan bien como yo que puede llegar en cinco minutos o en cinco años.

Y no la llames Patsypats, lo odia— pone los ojos en blanco y se relaja más en la

silla, mirándome de arriba abajo de nuevo— pero espero que sea pronto. Y se

lleve a mi padre con ella.

—¿Siguen juntos? —pregunta Lesley (la del apellido raro), con asombro en

su voz. Y yo miro hacia otro lugar como si no estuviera poniendo atención para

escuchar el chisme sin parecer tan interesada. Algo bastante difícil— ¿Ya olvidó el

incidente número 500?

—No... bueno, no lo sé —dice Justin , con desprecio en su voz— sabes que

mi mamá no es la persona más racional del mundo.

—¿Entonces están casados o no? —pregunto, sin poder controlarlo. Están

hablando en código y no entiendo. Justin pone los ojos en blanco tan fuerte que

por un segundo me preocupo de que sus ojos se queden así por siempre— no es

que culpe a tu madre, el General es guapo y muy bien formado para su edad. Pero

es espeluznante y malo.

—Más que espeluznante... es estricto, mentiroso, abusivo, exigente y

simplemente horrible —contesta Hunter, al mismo tiempo que Justin empieza a

decir:
—Eso no te concierne, Crystal, por dios ¿Tanto te cuesta tener la boca

cerrada por media hora?

—¡Tú eres el que me tiene aquí parada como florero! No puedo evitar

escuchar su platica.

—De acuerdo, vete a tu cabaña. Pero mañana te pararás aquí de nuevo todo

el día.

—¡No, no! Me quedaré callada, lo juro. Pueden seguir con su platica, ya no

me entrometeré —cierro la boca una vez más, esta vez en serio y me paro

firmemente. Lo último que necesito es repetir esto mañana.

➿➿➿➿

Justin me toma las caderas por detrás con firmeza, ordenando algo

groseramente, como de costumbre, y por milisegundos cierro los ojos y me

permito fantasear con que en cualquier momento empezará a quitarme este

uniforme y a besarme por todos lados aquí mismo, no me importa que todos mis

compañeros nos vean. De hecho, me excitaría más saber que tanta gente me está

viendo y envidiando por ser tan hermosa y estar con alguien tan físicamente

perfecto.
—¡Pon atención, Crystal! —gruñe desde atrás. Sin soltarme— no muevas tu

parte inferior. Cuando empiezas a moverte te quedas sin equilibrio porque eres

súper inútil, así que pon fuerza desde tus caderas hasta tus pies.

—Perdón, me están distrayendo tus manos traviesas que aun no me sueltan.

Las manos de Justin se alejan de mí más rápido de lo que me gustaría y no

puedo evitar reírme hacia él mientras me mira feo (como siempre) porque puede

odiarme todo lo que se le de la gana, pero no tenía porqué tocarme y mucho

menos dejar sus manos tomando mis caderas con fuerza por tanto tiempo.

—No te emociones —murmura, pero sus pómulos se ponen rojos y su ceño se

hace más y más profundo. Es tan asquerosamente lindo cuando se sonroja como

un niño virgen que no puedo evitar reírme de nuevo— deja de reír y golpea la

bolsa. En silencio.

Hago lo que me dice y golpeo la bolsa, dejando mis piernas inmóviles.

—¡Por dios, Angelo, no sirves para nada! —gruñe Justin y dejo salir un

suspiro molesto. Sinceramente quiero que ya me deje en paz, no ha dejado mi

lado desde que empezó este ejercicio, y lo único que ha hecho es gritarme lo que

hago mal y quejarse de mi estupidez— muévete, te enseñaré cómo se hace.

Intento no salir volando cuando Justin me empuja bruscamente y luego

olvido el insulto que iba a susurrar para mí misma cuando empieza a golpear la

bolsa y decirme instrucciones a las que no le pongo atención porque está usando

solo una camisa interior empapada de sudor, como el primer día que lo conocí, y

todo su cuerpo está mojado y bronceado. Y yo soy una mujer con sangre caliente y

necesidades.
—... pero como no eres buena para esto, o para nada realmente, lo que te

conviene más es cubrirte cuando vienen hacia ti —pone sus hermosos brazos

tatuados frente su cara y se agacha como si alguien lo quisiera golpear.

—¿Por qué necesito saber esto, sargento, realmente? Nunca en mi vida voy a

pelear con nadie —le digo con sinceridad— y si lo hiciera, pelearía sucio. Jalando

el cabello, arañando con mis uñas, golpeando las partes bajas, etc.

—Necesitas saber esto, porque mañana vas a pelear aquí, frente a mí, y no te

dejaré pelear sucio —dice, con una sonrisa complacida en su rostro, como si le

causara mucha felicidad darme malas noticias— y pelearas con un hombre, así

que te debes preparar bien.

—¡¿Qué?! —casi grito, conteniéndome porque no quiero atraer atención—

eso es simplemente injusto.

—Ahí vas de nuevo con esa palabra... todo es injusto para ti.

—¡Lo es! ¿En qué mundo paralelo está bien que una pequeña y frágil mujer

pelee con un perro inmundo que la podría lastimar?

—En éste mundo paralelo. Aquí las mujeres y los hombres son iguales ¿No es

eso por lo que las mujeres han estado peleando desde hace milenios, para ser

tratadas con igualdad?

—No me importa por lo que esa bola de marimachas peleen, yo opino que las

mujeres deben ser tratadas como reinas por siempre, no luchar a los golpes con

un hombre, o hacer cosas por ellas mismas. Somos seres superiores.


—Como sea —pone los ojos en blanco. Algo que hace mucho cuando está

conmigo— no me interesan tus estúpidas creencias. Harás lo que te digo, te guste

o no, así que debes prepararte.

Toma mi brazo, me jala hasta que estoy frente a la bolsa de nuevo y empieza

a ladrar instrucciones otra vez.

—¿Con qué hombre pelearé? —pregunto, dando un buen golpe del cual me

enorgullezco bastante, volteo con emoción a ver a Justin, quien se está riendo de

mí— ¿Viste eso? Estoy mejorando.

—Hacer algo no tan horriblemente no es mejorar —se ríe— y pelearás

conmigo. Así que tienes que mejorar bastante.

Getting Somewhere

Hay solo dos viables caminos por los que esta desastrosa situación puede ir.

El real y el completamente irrazonable.


Por un lado, pudiera suceder que Justin, siendo el villano que es, me golpee

sin piedad frente a todos en el campamento y nadie me ayude porque parece ser

que en este grande lugar en medio del desierto las leyes no existen. Yo lloraré y

me humillaré para que no me lastime tanto y después de un rato él dejará de

golpearme y se acercará a susurrarme algo cruel. O... puede ser que todos estos

años haya estado suprimiendo súper poderes y cuando sea el momento de la pelea

ellos salgan a la luz y yo de un golpe aniquile a Justin. Después lo reviviré y estará

tan agradecido que no podrá controlar el amor que siente por mí y me rogará que

sea suya para toda la eternidad. Eva perderá, será mi esclava y yo seré feliz por

siempre.

—Hey Justin —grita Lesley, sacándome de mi transe mental donde me estoy

preparando para morir a mano del sargento— necesito tu ayuda aquí, no puedes

quedarte con un solo niño todo el rato. Ven acá.

¿Me acaba de llamar niño? ¿Acaso no ha visto mis deliciosas curvas?

—En un momento —grita de vuelta, y luego, como si yo hubiera solicitado su

presencia y no pudiera funcionar sin él a mi lado, me dice:— regresaré en un

momento. Intenta no apestar tanto en esto ¿Bien?

—Como sea, Sargento —hago una reverencia aunque sé que es estúpido y

luego sigo golpeando el saco sin fuerzas.

Es completamente inútil intentar mejorar en algo para lo que sé que no sirvo,

mi estado físico tal vez sea mierda, pero mi cerebro es brillante para cualquier

tipo de estrategia y/o plan. Mi papi dice que yo podría ser una espía en la CIA si

así lo quisiera. Y yo le creo. Aunque... también dice que soy la mujer más
maravillosa que pueda respirar sobre la faz del universo y me estoy dando cuenta

de que es el único que lo piensa.

Su criterio está en duda en estos momentos.

—Bien, de acuerdo, hagamos esto. No es tan difícil, es solo golpear una

maldita bolsa de arena. Soy inteligente. Soy capaz de hacer todo lo que me

proponga. Si enfoco mis chacras sé que puedo lograrlo. La energía de los astros

está enfocándose a mi favor, puedo sentirlo, Venus desde el oeste se está

alineando hacia mí para llenarme de su férrea fuerza de mujer y Zeus del lado e...

—¿Qué demonios estás diciendo, Angelo? —pregunta Justin de la nada,

haciéndome soltar un pequeño grito involuntario— esa fue la platica más sin

sentido que escuchado en toda mi vida. Y estabas hablando sola.

—Estoy intentando canalizar mi fuerza interior para que de esa manera

pueda florecer la fuerza muscular —hago mis respiraciones de yoga y la pose de

saludo al sol (la única que me sale bien) pensando en lo orgulloso que Raul, mi

instructor, estaría de mí en este momento y luego me preparo para golpear la

bolsa de nuevo. Indiscutiblemente lo hago mejor... o, como lo puso Justin, no tan

horriblemente.

—Puedo ver que estás mejorando, sorpresivamente —se pone detrás de mí

de nuevo ¿En serio? y toma mis dos brazos en sus grandes y nada suaves manos

de hombre. Luego procede a darme instrucciones de cómo golpear para no

lastimarme y blablabla, solo estoy concentrada en lo bien que se siente tenerlo

alrededor de mí— ¿Me estás poniendo atención?


—No —contesto sinceramente, recargándome en su pecho, pero él se aleja—

¿Tienes que tocarme tanto o es una excusa para disfrutar de mi cuerpo? Por que

no veo a Lesley haciendo lo mismo con nadie más, ni lo hiciste cuando estabas

ayudando a Franco.

—Franco no es tan idiota. Ni los demás. Tú necesitas una demostración

exacta de cómo hacer las cosas, porque he estado aquí cerca de cuatro horas

explicándote cómo se hace y claramente no has aprendido nada —escupe hacia

mí, cruzando sus brazos.

Bueno, tiene un punto. Pero de todos modos...

—De acuerdo chicos, sé que hemos estado esforzándonos mucho hoy —dice

Lesley, llamando la atención de todos. Justin camina a su lado— por eso iremos

un rato al río, a desestresarnos un poco. Mañana estaremos haciendo algo muy

parecido a esto y no los quiero tan cansados.

Todos se alegran de que iremos al río, incluso yo. Aunque me da asco la idea

de agua de río. Bieber nos ordena que vayamos a encontrar algo con qué

bañarnos en el río y encontrarnos en la parte de los autobuses en quince minutos.

Y yo en quince minutos puedo hacer milagros, como por ejemplo sacar ese

diminuto bikini borgoña que empaqué solo por si acaso, acomodar mi cabello

para que en lugar de despeinado asqueroso se vea despeinado sexy y me aplico mi

lápiz labial tinto que no se quita y que hace que mis labios se vean extra grandes y

deseables. Me pongo un vestido sobre el bikini y caminamos todos juntos hacia un

autobús que nos lleva por el medio de la intemperie por cuarenta minutos hasta

que llegamos al famoso río.


Tan pronto como nos bajamos del autobús todos los hombres se quitan la

camisa, incluyendo a la perfección andante, o sea, Justin. Dándonos una gran

vista de su cincelado cuerpo y sus artísticos tatuajes. La mayoría de las chicas

traen cosas conservadoras excepto yo y para mi sorpresa, Eva, quien tiene puesto

un traje de baño de una sola pieza como de natación profesional, pero que se le

ve bastante bien.

Cuando no intenta lucir como hombre, se pone algo ajustado y suelta su

cabello, es bastante bonita. Me encargo de hacérselo saber muchas veces, hasta

que me empuja riendo para que cierre la boca. Pero sé que le encanta que le diga

lo bonita que se ve porque ¿A qué mujer no le gusta eso?

Dos chicos, Franco y Taret, los imbéciles del grupo, intentan acercarse a

nosotras de una manera súper rara y escalofriante pero me encargo de hacerles

saber que de ninguna manera estamos interesadas y caminamos hasta la orilla del

río. Eva se avienta sin avisarme ni pensarlo dos veces como si fuera un pez

muriendo fuera del agua y yo me quedo sola y medio desnuda a las orillas del río.

No tengo deseos de meterme así que me siento a un lado del chico emo. Nunca he

hablado con él... de hecho, nunca lo he visto hablando con nadie, solo cuando nos

presentamos todos. Siempre se ve cansado y triste.

—Hola, Xavier —lo saludo, sentándome un poco demasiado cerca solo

porque ¿Hola? Necesito que alguien levante mi destrozada autoestima y quién

mejor que este bonito chico misterioso.

—Hola, Crystal —contesta, sin dejar de tirar pequeñas piedras al agua y sin

voltear a verme— ¿No te meterás?


—No lo creo, nadar en ríos no es lo mío —contesto— y... um... ¿Tienes algo,

o te es natural lucir torturado todo el tiempo? Digo, funciona para ti, no me tomes

a mal, pero me tienes intrigada.

—Así soy, creo —se encoge de hombros y por fin me voltea a ver— pero no

me gusta hablar de mí. Tú eres mil veces más interesante.

—Sí, soy interesante No voy a mentir —digo, y para mi sorpresa, se ríe

conmigo. Wow, primera persona que puede soportar un comentario honesto sin

ofenderse— pero de verdad quiero saber algo de ti ¿Por qué estás aquí? No te ves

como un chico malo.

—Soy gay —contesta, desviando la mirada de nuevo. Demonios, obviamente

es gay, debí suponerlo cuando no le dio una segunda mirada a mi perfecto cuerpo

el cual debe estar considerablemente mejor por la cantidad de ejercicio físico que

he hecho estos días.

—¿Y? ¿Eso qué tiene que ver? ¿Desvirgaste salvajemente y llevaste al pecado

anal a algún hijo de un empresario importante o algo igualmente escandaloso?

Porque eso sería genial.

—No, nada de eso —se ríe de nuevo, y me mira por unos segundos,

relajándose un poco— soy gay. Eso es todo. Decidí salir del closet con mi padre y

él... él es militar ¿sabes? no es un mal padre, pero... bueno, no le agradó mucho

y...

—Quiere que te hagas super macho, como él —deduzco y Xavier asiente—

eso es estúpido, pero eh quien soy yo para criticar. Viendo el lado bueno de las
cosas, tu padre no tenía idea de que ibas a estar bajo la supervisión del sargento

más caliente del estado. Y no tiene porqué saberlo.

Después de unos minutos más de platica Xavier se da cuenta de que no soy

tan molesta como todos dicen y se abre más conmigo. Por fin tengo otro amigo.

Digo, Eva no está tan mal pero es demasiado para mí. Demasiado intensa. Yo soy

un alma tranquila. Y Xavier tiene buen gusto y no piensa que soy una puta, como

Eva dice. O tal vez sí lo piensa, pero no le importa.

—¿Sabes que es una mala idea, cierto? Las posibilidades de que el sargento

te vea como algo más que su recluta son... bueno de un millón a una, sin importar

lo sexy que eres, probablemente hay un estricto reglamento... —le doy una

mirada cansada. Su pesimismo no me llevará a ningún lado— por otro lado, es

joven y tú pareces tener todo eso de la seducción bajo control. Y si tuviera la

oportunidad, no puedo decir que no lo intentaría también.

—Sin importar lo mucho que todos me dig...

—Angelo. Trae tu inútil trasero acá —me grita Justin, exaltándonos por

completo a los dos. Él está a un lado de un árbol aún sin camisa, mirándome con

el ceño fruncido y los brazos cruzados en su pecho, luciéndose.

—Mira y aprende —le susurro a Xavier antes de reunir cada onza de

sexualidad de mi cuerpo para caminar hacia Justin.

—¿Qué sucede, guapo?

—Sucede que te estás paseando medio desnuda por aquí como si nada

pasara. Y no te lo puedo permitir. Es completamente inadmisible y fuera de lugar.


Esto no es una pasarela, no estás en ningunas playas exóticas. Estás bajo mi

jurisdicción y te exijo profesionalismo.

Vaya exageración.

—Primero que nada —levanto un dedo hacia él y cuando estoy segura de que

tengo su atención, doy una vuelta lentamente frente a él— ¿Puedes decirme qué

es lo que está mal con este caro, perfecto, exclusivo y por supuesto hermoso

bikini?

—Tu trasero está apenas cubierto, tus senos están por todos lados y ni hablar

del casi inexistente triángulo frontal. No puedes utilizar cosas así en este tipo de

lugares, Angelo, por dios ¿En dónde te criaron? Es simplemente incorrecto. Estás

atrayendo la atención innecesaria de cinco hombres que duermen donde mismo

que tú, que están aquí no por ser ciudadanos modelo y que aparte piensan que tú

vistiéndote así es una invitación para hacer lo que quieran contigo. Estés

dispuesta o no.

De acuerdo. Supongo que tiene un poquito de razón. Y supongo que no pensé

en los demás hombres aquí. Odio admitir que me equivoqué, porque presumir

perfección es lo mío, pero tampoco soy completamente irracional. Algunas veces.

—Lo siento —murmuro, sintiendo que mi cuerpo se desinfla frente a él y se

hace más pequeño. Inadecuado. Demonios, odio esto. Ni siquiera logré que me

mirara de una manera sexual, solo me vio como una pequeña y estúpida niña

pidiendo a gritos ser violada. Genial. Y ahora metió ese miedo a mi cabeza. Este

día no podría ser más perfecto.

—¿Qué dijiste?
—Lo siento, señor —repito, más fuerte. Justin sigue observándome con sus

ojos entrecerrados unos segundos más y no me atrevo a romper el contacto visual.

Intento hacer mis ojos de perrito triste para que no me de otro castigo porque no

creo poder con otro. Pero después de un rato él suelta un respiro fastidiado y se

agacha a recoger una camisa camuflajeada del piso. Su camisa.

—Póntela —me la entrega, y me le quedo viendo con algo de incredulidad—

no te me quedes mirando como si tuvieras retraso mental. Estoy tratando de ser

amable contigo.

La tomo sin pensarlo dos veces y me detengo mentalmente de llevarla a mi

nariz y darle una profunda olida como si fuera un sabueso. Asiento hacia él y me

la pongo. No me queda muy larga, pero cubre casi todo mi trasero y supongo que

eso es lo que quiere.

—No vuelvas a utilizar nada así ¿Estamos de acuerdo? No tienes permitido

estar en ninguna clase de relación con nadie de todos modos, así que guárdate

todo eso —señala a mi cuerpo— para cuando este campamento se acabe.

➿➿➿➿
—Entonces me dijo: "Crystal, no puedo soportar la idea de que otros hombres

te vean porque dentro de mi alma siento que eres mía, aunque sea ilegal estar en

una relación contigo. Siento que estamos conectados a un nivel espiritual y el

simple pensamiento de tu cuerpo en las sucias mentes de estos niños es como un

golpe al hígado" —miento. Y sé desde el principio que no me creen pero seguí con

la mentira porque es mucho más interesante de lo que en realidad pasó— de

acuerdo, solo me dijo que no debería andar luciendo mi perfecto cuerpo porque

los chicos podrían tomar la idea equivocada y pensar que quiero algo con ellos.

—¿O sea que eso fue todo? —pregunta Xavier, apenas conteniéndose—

¿Después de tu "mira y aprende"?

Xavier y Eva se ríen de mí fuertemente, atrayendo la atención de todos.

Todavía traigo puesta la camisa de Justin aunque podría ponerme mi vestido, y

sinceramente no planeo devolverla o quitármela. Creo que incluso dormiré con

ella como una pequeña niña obsesionada porque nunca antes he dormido con la

camisa de un hombre y la idea es emocionante.

—Por un segundo pensé que realmente estabas llegando a algo con él —se

burla Eva y echa hacia atrás su cabello húmedo— pero solo estaba siendo un ser

humano decente.

—Como sea, tengo su camisa —sonrío hacia ellos y la huelo. No huele a

perfume de hombre como me lo esperé, aunque Justin no parece del tipo que

tiene perfume. Huele a simple desodorante, nada extraordinario pero no está

nada mal. Me agrada bastante— y el hecho de que esté siendo decente conmigo

quiere decir que estoy llegando a algo. Obviamente.


Justin

Lo único que deseo en esta vida es dormirme de una vez por todas cuando

una amada pero bastante alta y molesta voz llena mis tímpanos, seguido de

nuestra puerta abriéndose sin la más mínima señal.

—¡Mi pequeño bebé! —grita mi madre, y dos segundos después siento sus

delgados brazos alrededor de mí intentando cargarme como si no pesara tres

veces más que ella— oh, como te he extrañado, mi guapo niño.

—Mamá, hola... —batallo para soltarme de su agarre de acero.

—¡Patsypats! —grita Hunter, saltando de su cama para venir a saludar a

mamá, quien me da un húmedo beso en la frente antes de soltarme para

abrazarlo a él. La mamá de Hunter murió cuando él tenía cinco años y desde

entonces adoptó a mi madre como la suya. A ella le encanta la atención y el amor

extra. Y a mí me encanta que toda esa energía y afecto no estén solamente

dirigidos a mí porque sinceramente no sabría qué hacer con ellos— ¿Por cuanto

tiempo visitas esta vez?

—Umh, no lo sé, pero planeo que sea mucho más que la última vez —

contesta, abrazando con fuerza la cintura de Hunter, sin duda intentando cargarlo
también. La última vez se quedó aquí solamente tres horas así que es de esperarse

que esta vez se quede más tiempo. Solo espero que no interfiera con nada

mientras está aquí.

Little white lie

—Mamá, amo que hayas venido a visitarnos pero es muy tarde...

—Tonterías —mueve una mano hacia mí de esa manera que odio tanto— es

la primera vez que los veo este año.

—Apenas es Junio.

—Y no he saludado a Lesley —se acerca a su cama y la mueve un poco, sin

ninguna clase de consideración. Lesley se queja de una manera no muy femenina

que de todos modos encuentro adorable.

—¡Déjenme en paz! —gime, golpeando la mano de mi mamá, probablemente

pensando que es uno de nosotros. Pero a mi madre no le importa, ahora la mueve

más fuerte, causando que Les se levante haciendo un gruñido salvaje con su

garganta y se quite sus tapones y su antifaz para dormir— ¡Qué mier... oh, por

dios, Patricia... lo siento tanto, pensé que eran los chicos.


—No te preocupes, solo levántate y dame un abrazo. Es lo único que quiero

—la jala del brazo hasta que está medio sentada y le da un fuertísimo abrazo.

Mi mamá es... no sabría muy bien cómo describirla, para ser honesto. Es muy

ruidosa, muy escandalosa, muy amorosa, molesta incluso, pero divertida y de

alguna manera tierna. No la comprendo, para ser honesto, solo la amo. No he

estado mucho con ella, he pasado la mayoría de mi vida con el pedazo de mierda

de mi padre entrenando, viajando y mayormente observándolo creerse importante

y mangonearme a su antojo.

Sé que mi vida podría ser mucho peor y que mi padre podría ser muchísimo

peor, pero no puedo evitar quejarme. A final de cuentas siempre me ha dado lo

poco que he pedido, siempre ha intentado comprarme con dinero o cosas y, a su

muy jodida manera, siempre intentó conectar conmigo y hacer cosas padre e hijo.

Lamentablemente sus métodos fueron bastante cuestionables y hoy en día le

tengo más rencor del que me gustaría.

—¿Dónde dormirás? —pregunto, acostándome de nuevo en la cama para

enviarle la señal de que quiero que se largue para dormirme.

—Con tu papá, tontito ¿Dónde más? —se ríe, como una niña de secundaria—

aunque no dormiremos mucho.

—Por favor, mamá. Abstente de ese tipo de comentarios —le ruego, aunque

sé que será difícil. Ella piensa por alguna estúpida razón que nos encanta escuchar

de su vida sexual. Su muy apasionada vida sexual. Cosa que no es cierta,

preferiría comer mierda de gorila antes de volver a escuchar su posición favorita.


—De acuerdo, cosita, lo siento, solo quiero que sepas que tus padres se

siguen amando como toda la vida —acaricia el cabello de Lesley y se levanta para

abrazar a Hunter una vez más... no es una gran sorpresa que eso del amor no sea

mi fuerte, con el ejemplo que estos dos me han dado toda la vida.

Mi madre, enamorándose a muerte cada año de alguien diferente mientras

aclama que nadie se comparará nunca con mi padre, y él, acostándose con todo lo

que se mueve y besando el piso por el que mi madre camina cuando llegan a estar

juntos. No entiendo su relación y nunca lo voy a hacer. Así como tampoco voy a

ser capaz de estar en una relación seria y respetable por la cantidad de traumas

que me causaron. Bueno, aunque no veo en qué maldito momento pueda tener

tiempo para una mujer. Después de este campamento, iré a hacer mi servicio. Y

después de eso seguiré viajando por ahí, viendo qué me depara el destino, pero

considerando cómo han sido las cosas hasta este momento, creo que el destino no

tiene nada parecido a una relación para mí.

En la mañana siguiente, me pasa algo que nunca me había pasado antes, me

quedo dormido. Nunca he necesitado algo como una alarma, mi reloj biológico

me ha despertado a las cuatro de la mañana toda la vida. Tomo mi celular y jadeo

cuando veo que son las ocho y media de la mañana. Nunca había dormido tanto

en toda mi vida, creo que es por eso que me siento tan extraño... descansado,

incluso. No sé porqué no me despertaron, pero me alegra, de esta manera me

ahorré cuatro horas y media de ver a mis padres besándose por todos lados y

observando cada maldita cosa que hago como si fuera un niño en su primer

partido de futbol.
—¿Qué te pasa, estás enfermo? —pregunta mi madre tan pronto como doy

un paso en la cafetería. Está sentada en el regazo de mi padre, quien me mira con

el ceño fruncido.

—No, no, solo me quedé dormido. Voy a tomar una fruta o algo, y luego iré

con mi fantástico grupo.

—¡Oh, yo quiero ir contigo!

—Uh... no... no creo que eso sea una buena idea —empiezo a decir, porque

definitivamente no la quiero observándome y haciendo comentarios que me

avergüencen frente a mi grupo de inadaptados. Pero ella hace un puchero, como

una niña chiquita, y mi padre me obliga con la mirada a decir que sí— está bien,

ven conmigo. Solo, por favor, no digas nada.

Cuando llego, Lesley tiene a todos haciendo sentadillas, y a juzgar por la

manera en la que lucen, como si estuvieran a medio morir, puedo deducir que han

estado haciendo ejercicio toda la mañana, lo cual fue una técnica para perder

tiempo mientras yo dormía.

Cómo no adorar a Lesley cuando hace este tipo de cosas por mí.

—Bueno, suficiente —digo en voz alta cuando estoy frente a ellos y todos

suspiran con alivio. Mi mamá no está en ningún lugar a la vista, pero supongo que

fue por algo donde sentarse para poder ver lo que hago sin cansarse— ahora,

quiero a todos en equipos de dos. Un hombre y una mujer. Rápido.

Espero a que se acomoden con poca paciencia dado a todo el tiempo que

hemos perdido ya y una vez que están todos listos, me acerco con Angelo y

Esteves. Mando al chico deprimido con Lesley y me quedo con Crystal. No quiero
arriesgarme a ponerla con otro hombre y que haga algo estúpido que me hará

enojar y le ganará otro castigo en el cual llorará todo el rato. Me estoy cansando

de eso y apenas hemos estado aquí una semana.

—Ahora, recuerden lo que practicamos ayer —les digo, arrastrando a Crystal

al frente. Ignorando sus protestas— vamos a tener unas leves peleas. "Leves" Es la

palabra clave. Hombres, no quieran apantallar a nadie lastimando a su

compañera, no lo pensaré dos veces antes de lastimarlos diez veces peor. Esto no

se trata del más fuerte ¿De acuerdo? Y mujeres, no me molestaré en lo absoluto si

utilizan toda su fuerza contra su compañero, de hecho lo estoy esperando con

ansias. Sé que algunos pensarán que no es "justo" que peleen hombres contra

mujeres, pero lo que se intenta aquí es crear un nivel igual entre todos. No

podremos trabajar como se debería si estamos tratando como bebés a todas las

mujeres, así mismo, los hombres también necesitan aprender a pelear, de una

manera más metódica y menos brusca, como es común entre niños de su edad.

Espero un segundo a que alguien se queje o algo por el estilo, pero no lo

hacen y asiento hacia ellos, notando por el rabillo de mi ojo que mi mamá se

acerca con una silla y varias cosas en sus manos. Quisiera poder ir a ayudarla pero

me gustaría que le pusieran el mínimo de atención.

—Reglas: ningún golpe en la cabeza. En la cara sí. Ningún golpe en las partes

bajas o en partes de señoritas. Nada de aruñones, mordidas o algo de la misma

índole. Ustedes irán primero —le digo a los primeros que están cerca de mí, una

pelirroja sin chiste y un niño flaco. Ellos se preparan pero después de casi un
minuto, ninguno ha tirado el primer golpe— por dios, qué les pasa. Hagan algo.

Pelirroja, golpéalo. No te meterás en problemas.

Ella levanta sus pequeños puños y empieza a tirar muchos golpes de repente,

sorprendiéndonos a todos, incluyendo al pobre niño, que no puede hacer más que

cubrirse. Después de un rato, empieza a tirar golpes también, golpes sin sentido

que no logran nada, pero al menos lo intentó. Después de eso va uno de los

hombres más altos y atléticos, Taret, contra la amiga de Crystal. Eva es una

pequeña rubia con músculos definidos y obviamente con previo conocimiento en

esto. No toma ni un solo golpe tonto que tira Taret, es rápida y no titubea al

momento de ir hacia él. Lo deja casi en lagrimas. Después de ellos van dos

equipos nada espectaculares, los hombres muy toscos y estúpidos y las mujeres

muy miedosas. Y luego le digo a Lesley que empiece su pelea con Xavier. Puedo

ver que el chico se contiene de golpear con fuerza, y Lesley lo permite,

instruyéndole algunas cosas en voz baja. Lesley podría noquearlo sin sudar en dos

segundos, aun así los golpes que le da son suaves, pero bien pensados. Después de

un rato Xavier se atreve a subir el nivel, y le da a Lesley un puñetazo en la cara no

tan fuerte. El chico jadea y le pide perdón, mientras Lesley aprovecha ese

momento para darle un buen tiro en la caja torácica y dejarlo sin aire.

Y entonces es nuestro turno. Volteo a ver a Crystal por primera vez,

poniéndome frente a ella para empezar la pelea. Se me queda viendo con gigantes

ojos verdes llenos de miedo y hombros caídos. Parece un venado encandilado y

sonrío porque, si no la conociera, incluso pensaría que se ve algo tierna. Cosa que

no es.
—Vamos, Angelo. Dame lo mejor que tienes —me pongo en posición y la veo

levantar sus puños sin ganas. Espero una eternidad a que haga algo pero solo se

queda parada frente a mí sin quitar esa mirada— ¿Qué te pasa?

—¡Tengo miedo!

—No deberías de tener miedo, Crystal. El punto de esta dinámica es que no

tengas nada de miedo al estar frente a nadie.

—Bueno, lo que pasa es que me sacas más de una cabeza y pesas 500 kilos

de puro músculo y odio hacia mí, disculpa si no me siento muy confiada de que

no aprovecharás este momento para aniquilarme.

—No disfruto golpeando mujeres, Crystal, incluso a las que no me agradan.

No tienes porqué tener miedo —intento asegurarle, pero mis palabras no cambian

nada— vamos. Piensa en mí como la bolsa de ayer. Invoca tus chacras y a todos

los dioses de nuevo.

—Mis astros no se sienten muy alineados en estos momentos, están por todos

lados... y mis chacras están temblando, pero de acuerdo, no es tan difícil. Ayer lo

hice bien ¿Cierto? Okay, hagámoslo. Venus está sobre mí —toma un respiro y

baila un poco en su lugar, luego suelta un rápido golpe a mi mandíbula, aunque

no muy fuerte. Sus ojos se abren más de lo que parece fisicamente posible, pero

no deja de moverse. Vuelve a golpear, esta vez mi pecho. No estoy haciendo nada

para cubrirme, solo para que su seguridad crezca.

—Bien, ahora intenta hacer lo que tu amiga hizo cuando Taret intentaba

golpearla ¿De acuerdo? Esquiva todos mis golpes —ella asiente y yo, muy

lentamente, empiezo a simular que mis puños se acercan, de nuevo para


aumentar su seguridad, y cuando veo que lo está haciendo bien, empiezo a ir más

fuerte.

Logra esquivar algunos, pero se pone tan arrogante y emocionada por esto,

que no se da cuenta de mi último movimiento, y como yo no me esperaba que no

se quitaría, no me molesté en bajar la intensidad, así que termino dándole un

bastante fuerte puñetazo justo en su ojo izquierdo, haciendo que pierda la

conciencia casi inmediatamente. Cae al piso con un fuerte sonido y todos jadean,

amontonándose para verla.

—¡Justin! —grita mi madre con horror, parándose de su silla y acercándose

con su gigantesco sombrero y gigantescos lentes de sol— ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Cómo

se te ocurre golpear así a una mujer?!

—Mamá —murmuro, avergonzado, tomando su brazo— fue sin querer, la

ayudaré a que despierte. Lo siento.

—¡Yo no crié a ningún abusador! Mas te vale que esa pobre criatura esté bien

o te va a ir muy mal conmigo. No creas que eres lo suficientemente grande para

evitar que te de unas nalgadas.

Oh, por dios. Nunca he querido morir tanto como lo hago en este momento.

Escucho algunas risas a mi alrededor pero les envío a todos una mirada de acero y

se callan.

—¡Aléjense de Angelo! —grito, ignorando a mi madre y sus malditas

palabras— todos vayan a comer o algo, no me importa.

Maldita sea. Sinceramente, debí hacer sabido que algo así pasaría ¿Quién

queda inconsciente con un golpe en el ojo? Claro, solo ella.


Bueno... de acuerdo, tal vez muchas otras personas... sí, tal vez la golpeé

demasiado fuerte. Y sí, me siento mal al respecto, bastante.

Crystal

Mi cabeza palpita como nunca antes y el lado izquierdo de mi cara me duele

tanto que ya ni siquiera recuerdo cómo se sentía antes. Gimo y gruño y empujo

con fuerza la mano de alguien poniendo alcohol en mi nariz. Me quejo y me

retuerzo empujando de nuevo unas manos molestas y me acomodo mejor. Estoy

en un lugar muy agradable. No me quiero mover. Y no me quiero despertar por

completo aun, todavía me duele mucho todo.

—Vamos, Crystal, solo quiero saber si estás bien —dice Justin, con un tono

de voz extraño que nunca había escuchado en él antes. Suena algo... suave, no lo

sé. Suena muy raro en una persona a la que solo he escuchado hablando

bruscamente.

—Estoy mal. Solo quiero dormir, déjame dormir. Es lo mínimo que puedes

hacer después de golpearme de esa manera —le pido, y ruedo en la cama en

dónde estoy. No es la mía, ni es la de algún hospital. Esta es grande y suave y


huele bien. No me quiero mover nunca. Justin suspira y se levanta, luego una

puerta se cierra y gimo una vez más antes de dejarme ir.

—... baja la voz, por favor —susurra Justin, después de un rato, supongo,

aunque no tengo ni la más mínima idea de cuanto he dormido.

—¡No me digas que baje la voz, soy tu madre! —responde una voz de mujer.

La mamá de Justin, wow. Nunca pensé que vería a la mujer que parió a tal

atrocidad— quiero saber qué está pasando en tu vida. Tengo derecho de

preguntar. Es una responsabilidad estar al tanto de la vida de mi único hijo.

—¿Qué mie- demonios quieres que te diga? No hago otra cosa que estar aquí

cuidando niños ricos estúpidos y malcriados, y cuando no estoy aquí estoy

viajando con mi padre, observándolo hacer cosas ¿Para qué? quien sabe.

—¿Y tu vida personal? ¿Amigos? ¿Novia? ¿Aun no tienes novia? Tienes casi

23 años, Justin, es hora de que te consigas una maldita novia. No puede ser tan

difícil. Eres muy guapo.

—No tengo muchos amigos además de Hunter y Lesley. Y no, no tengo novia

—su voz suena más allá de lo molesta. Creo que preferiría tener cualquier otra

conversación que ésta— no conozco a nadie ¿De donde sacaría a una novia?

—No me salgas con eso, sé por tu padre que has tenido oportunidades.

—¡Eso es una mentira! —casi grita, pero baja su tono al final, controlándose

— no creas todo lo que dice, mamá. Él dirá cualquier cosa con tal de que estés

feliz.

—Hijo... —su voz se vuelve dulce— si tus... uhh, si tus gustos son... si te

gustan los hombres yo estoy de acuerdo con eso. Puedes confiar en mí, solo
dímelo de una vez para poder buscarte muchachos en lugar de chicas. Conozco a

varios muy guapos.

Justin se queda en silencio. Ni siquiera lo escucho respirar.

—No soy gay —contesta con la voz dura, después de un buen rato, casi

puedo sentir cómo se está conteniendo de decir otras cosas— simplemente no se

ha dado. No lo vuelvas a mencionar o harás que me enoje contigo y decida

ignorarte por el resto de tu estadía.

—¡Perfecto! Entonces, puedo presentarte a la hija de mi amiga Amanda, su

nombre es Ruby y es taaaan linda. Tiene un leve problema de anorexia pero, bah,

todas las niñas de su edad lo tienen —la mamá de Justin habla tan rápido que ni

siquiera nota los sonidos que hace su hijo con la garganta para que deje de hablar.

Conozco a las mujeres como Patsypats. Yo soy una de ellas. No dejará este

tema jamás hasta que tenga el problema resuelto. Sabe que no es gay así que no

buscará presentarle a otros hombres, pero eso deja abierta la posibilidad de

molestarlo infinitamente con hijas de sus amigas, como la anorexica. Estará

fastidiando sin parar a Justin hasta que él ya no pueda más y acepte salir con

alguna otra gorda llorona. Así que tengo que ayudarlo. Por su propio bien.

—Um, disculpen. Llevo despierta bastante tiempo y no pude evitar escuchar

toda su platica —digo, espantando a ambos. Patsypats voltea a verme con grandes

ojos azules. Vaya, es demasiado bonita y joven, mucho más de lo que me esperaba

— comprendo que este es un campamento serio y hay un protocolo lleno de

reglas que se deben seguir, pero supongo que siendo usted familia no dirá nada,
así que me siento con la confianza de decirle que yo y su hijo estamos en una

relación.

—Eh... no, no lo estamos —niega Justin, haciendo una cara de asco a la que

ya me he acostumbrado. Hago un movimiento de mi mano, quitándole

importancia a lo que acaba de decir y me río cuando entrecierra sus ojos hacia mí.

—Es tu madre, bebé, ella sabe que el amor no entiende de aburridos

protocolos del ejercito —digo, mirándolo con ojitos de amor que no hacen nada

para ganar su corazón. Su mamá no ha cerrado la boca desde que empecé a

hablar— disculpe que Justin le haya mentido, es que acordamos mantener nuestra

relación como un secreto, pero no puedo permitir que usted le presente a alguien

más, con todo respeto.

—Yo... ustedes... —niega con la cabeza y luego sonríe muy grande, y se

avienta a la cama para abrazarme, asustándome bastante. Me cubro, pero aun así

me toma en sus delgados pero fuertes brazos. Justin está dándome la mirada de la

muerte detrás de ella— no lo puedo creer, pensé que mi niño estaría solo por

siempre ¡Gracias! ¡No te arrepentirás, lo prometo! Y lo siento tanto, tanto por el

golpe que te dio, te prometo que no pasará de nuevo nunca más.

—A ver, primero que nada, mamá —nos interrumpe Justin— deja de

agradecerle su atención. Me hace sentir deficiente. Segundo, ella debía de

cubrirse del maldito golpe. Eso fue lo que estuve repitiendo ayer por cuatro horas.

Y tercero, nosotros definitivamente no...

—¡Definitivamente no nos arrepentiremos nunca de estar juntos! —termino

por él con mucho entusiasmo. Patsypats vuelve a gritar con alegría y a abrazarme.
9

Show Time

—¡Tengo que darle la noticia a tu padre, va a estar muy emocionado! —

exclama mi nueva suegra, y hago una mueca. Incluso yo sé lo poco que Justin

soporta al General— siempre se ha sentido muy mal de no haberte dado una vida

normal.

—Estoy seguro —murmura Justin, y puedo casi sentir las ondas de calor

negativas que su cuerpo está emitiendo.

Con cada segundo que pasa se pone más y más enojado conmigo, y no quiero

que Patsypats nos deje solos, pero ella brinca de la cama y acaricia la cara sin

expresión de su hijo antes de salir volando y dejarnos solos en este lugar. Para

evitar la mirada llena de desaprobación de Justin , me concentro en observar mis

alrededores.

Es un cuarto grande, casi tanto como en donde duermo yo con otros nueve

chicos, pero en este solo hay tres camas grandes, las paredes son de un gris más

vivo y hay dos muebles grandes de madera llenos de cosas. Una puerta blanca que

lleva a un baño y un grande closet. Incluso tienen una pantalla plana colgada en
la pared con un videojuego abajo y un millón de cajas de juegos regadas por todos

lados. Y un mini-refrigerador con forma de lata de cerveza. Mis suposiciones me

dicen que este es el cuarto de Justin.

—¿En qué diablos estabas pensando cuando hiciste eso, Crystal? —pregunta

después de un tiempo. Su voz suena fría, controlada y baja y de alguna manera es

peor que cuando me grita.

—Estaba intentando ayudarte —contesto en voz baja, y me intento quitar el

cabello de la cara pero toco mi ojo malo y gimo poquito, Justin me observa por

unos segundos antes de salir del cuarto sin decir otra cosa. Me quedo sin saber

que hacer.

¿Debería seguirlo? ¿Debería quedarme aquí? ¿Debería ir con su mamá y

decirle que lo que dije fue una total mentira? Tal vez si lo acuso con su madre

dejará de ser tan malo conmigo... suena inmaduro pero puede funcionar tan bien

como lo hacía en la primaria.

Para mi suerte, Justin regresa solo un poco después con un trapo en sus

manos, se acerca a mí en la cama y me detengo de alejarme de él.

—Ponlo en tu ojo, se está hinchando —lo tomo y con mucho cuidado pongo

el trapo con hielo en mi cara— ahora sí, dime cómo exactamente intentaste

ayudarme. Tú no conoces a mi madre, no dejará que termines conmigo nunca. Y

sabes lo poco que te soporto, no podría pretender una relación contigo por

siempre.

—Ella quería presentarte a una niña anorexica, y era obvio que no querías

eso, pero como sea, mi acto de caridad no fue apreciado, como de costumbre.
Mañana podemos decirle a tu madre que terminé contigo —me encojo de

hombros y me acomodo, poniendo una almohada en mi regazo. Justin se ríe

aterradoramente, sentándose en la otra cama, porque sentarse al lado de mí sería

taaan horrible.

—No lo entiendes, ella no te dejará en paz hasta que encuentre la manera en

la que quieras regresar conmigo, y sí decimos que yo fui quien terminó las cosas,

estará molestándome toda la vida —pone sus codos en las rodillas y toma su

cabeza con sus manos como si esto fuera lo peor que podría pasar en el mundo—

lo único que podemos hacer es dejar que piense eso hasta que se vaya.

Usualmente sus visitas son de dos días, máximo, así que no tiene porqué ser la

gran cosa.

—Exacto —contesto, con voz obvia— no es la gran cosa, no era para que te

pusieras en estado terminal. Lo único que tienes que hacer es hablar bonito de mí

con ella y tal vez tomar mi mano o algo.

—Eso será muy difícil —se ríe, pero luego se da cuenta de quien soy y

cambia su sonrisa por un ceño fruncido— como sea, ya es hora de regresar con los

demás.

—Supongo —suspiro y me levanto sin ganas de la cama más cómoda del

universo además de la mía en casa— ¿Hay algún espejo por aquí? Quiero ver qué

tan grande es el morete.

—Uh... sí, en el baño —apunta a la puerta— pero apúrate, ya perdimos

mucho tiempo.
Este espacioso baño luce millones de veces mejor y más limpio que las

desgastadas regaderas donde nos obligan a asearnos, sin mencionar que el

inodoro está impecable y hay papel higiénico, lo cual es más de lo que  nosotros

podemos soñar. Estoy apunto de quejarme de esto cuando volteo al espejo y veo

que mi ojo y la mayor parte de mi pómulo izquierdo están de un tono purpúreo

con verde y rojo.

—¡Cierra la boca! —ladra Justin, entrando de golpe al baño donde estoy

gritando mientras observo mi dañado rostro. No puedo creerlo, mi ojo está

hinchado y asqueroso— Cállate ahora mismo o harás 20 lagartijas.

—¡No te atrevas a castigarme! —creo que olvido quién es Justin por un

momento porque pongo mis manos en sus anchos hombros e intento sacudirlo,

logrando absolutamente nada— ve lo que le hiciste a mi hermosa cara ¡Llamaré a

mi papi! No me importa lo grande que eres, me encargaré de que te dé tu

merecido.

—Eso fue un accidente. Tranquilízate ahora mismo —quita mis manos de su

cuerpo y las sostiene entre nosotros, apretando mis muñecas— no estoy jugando,

Angelo. Mi paciencia contigo es casi inexistente. Tu "hermosa" cara estará como

nueva en unos días y tú aprenderás a no bajar la guardia de nuevo.

—Te odio —susurro, mayormente porque no quiero que me escuche pero aun

así necesito expresarlo. Hago fuerza para que me suelte— larguémonos de aquí de

una maldita vez. No quiero verte.


—Perfecto para mí —dice y salimos de ahí lo más rápido que nos es posible,

pero no hemos dado más de diez pasos fuera de aquí cuando mi suegra nos

intercepta— ¿Qué sucede?

—Le conté a tu padre de su relación, y se puede decir que estuvo muy, muy

sorprendido, pero está demasiado contento. Los queremos invitar a una cena

mañana, cuando terminen sus actividades por supuesto —dice, demasiado rápido.

Tanto que no estoy segura de haber escuchado bien.

—Me encanta la idea —digo, sin poder emocionarme mucho porque en este

momento odio a mi novio falso. Patsypats parece ser demasiado intuitiva porque

entrecierra sus ojos hacia mí y luego mira a su hijo.

—¿Tuvieron una pelea? —pregunta, poniendo cara triste— no pueden pelear

¡Acaban de empezar su relación! Ya tendrán años para enojarse. Disfruten estos

primeros meses para disfrutar al máximo de conocerse mental y sexualmente. Sé

que Justin es muy... cerrado, pero tiene un buen corazón. Lo juro.

Si estuviera realmente en una relación con el sargento, no creo que me

gustaría mucho que su madre estuviera tan envuelta en nuestros asuntos.

—Son tonterías, nada de qué preocuparse —le aseguro, tomando la mano

cerrada de Justin en la mía, intentando abrirla para entrelazar nuestros dedos,

pero él no la relaja, de hecho creo que la cierra más fuerte. Esto me molesta

bastante porque podría ser un poco más agradecido conmigo por ayudarlo, en

cambio actúa como si ser novio falso de una mujer tan preciosa como yo fuera

una carga.
Bueno, estoy decidida a sacar el máximo provecho de esta situación sin

importarme qué piensa Justin, así que sonrío hacia él y, apoyándome en su grueso

brazo, me pongo de puntitas para darle un gran, húmedo y ruidoso beso en la

comisura de los labios.

—Perfecto. Entonces mañana en la noche pasaremos por ustedes para ir a

cenar a la ciudad. Aprovecharemos el largo camino para conocernos.

—Eso suena sumamente genial. Amo mi vida —murmura Justin destilando

sarcasmo, pero su madre no lo nota, solo nos da otra gran sonrisa y se aleja

caminando con toda la seguridad de una hermosa mujer que ha conseguido lo que

quiere— no vuelvas a poner tu mano sobre la mía o tus labios en la proximidad

de mi cara de nuevo, Angelo. Nada de contacto sexual. Nunca. ¿Entendido?

—Mmmm... tal vez —contesto, con una sonrisa maligna porque esto de

hacerlo enojar es básicamente la única clase de venganza que puedo tener y

aparte saldré ganando. Porque puede ser odioso y malo, pero como he

mencionado antes, es hermoso. Y no hay nada que me guste más que jugar con

hombres hermosos.

—¿A qué te refieres con "tal vez"? Harás lo que...

—Por dios, Sargento. Estamos perdiendo mucho tiempo, basta de tanta

platica —le doy una última sonrisa complacida y camino hacia nuestro grupo,

olvidando por un momento mi anterior enojo por la destrucción que empleó en mi

cara.

Y por las próximas horas mientras Justin vuelve a explicarnos cómo cubrir

golpes, cómo golpear sin lastimarnos y todas esas cosas, no puedo dejar de pensar
que esta es mi única oportunidad para hacer algo y enamorarlo. ¿Cómo? No tengo

la menor idea. Pero este tipo de cosas pasan en las novelas y películas románticas

todo el tiempo y los protagonistas terminan enamorados a muerte... de acuerdo,

tal vez Justin está demasiado alejado de un héroe de novela romántica, pero

igualmente puede funcionar.

➿➿➿➿

—Crys, vamos —Xavier me intenta levantar de mi dura y asquerosa cama,

pero mis músculos están demasiado cansados y entumidos para eso. Me quejo y

gimo pero de todos modos me siento. Hoy ha sido el entrenamiento más fuerte

que hemos tenido y yo no estoy acostumbrada a hacer tanto. Corrimos bajo el

ardiente sol por cerca de una hora cargando un arma, luego golpeamos bolsas y

para terminar con broche de oro, empezamos a utilizar pesas e hicimos una serie

de ejercicios con ellas.

—No quiero moverme —lloro, dejándome caer en los brazos de Xavier, quien

no está tan molido como yo, y luego Eva aparece con el vestido que acordamos

lucía mejor en mí, en sus manos. Ni siquiera mencionaré que Eva se ve fresca

como si solo hubiéramos dado un corto paseo por una linda pradera— no vale la
pena, chicos. Me va a tratar mal y mirar feo y si intento tocarlo o besarlo me

mirará con asco y mi cansado ego no podrá soportarlo.

—Tienes el ego más grande que he visto alguna vez, sé fuerte, puedes con

esto y más. Estoy segura que mejores hombres te han rechazado —Eva toma mis

brazos y me sacude, por supuesto me quejo y lloro, molestando a los pocos que

están pasando el tiempo en la cabaña— si él no quiere caer bajo tus encantos,

sigue intentándolo hasta que lo canses. Eres muy buena para hartar a la gente.

Vaya platica motivacional. Tiro mi cabeza hacia atrás haciendo un horrible

sonido desde lo más profundo de mi garganta.

—¡Deja de quejarte como animal herido, Crystal, maldita sea!

—¡Déjame en paz, Mercedes, no sabes lo que estoy sufriendo! —le grito a la

alta amazona negra que disfruta gritándome que me calle cada cinco minutos,

dándole una mirada que pretende intimidarla pero solo consigue hacer que se ría

de mí y vuelva a acostarse— bueno ya qué, necesito lucir hermosa para mi novio y

necesito hacer que empiece a sentir algo por mí urgentemente, en serio, no puedo

seguir soportando sus desprecios. No estoy acostumbrada a los hombres

tratándome de esta manera.

—Justin no es cualquier hombre. Él es una nuez dura de romper, es lo que

hace todo esto mucho más interesante —Eva sonríe maliciosamente y me jala

hasta que estoy parada mientras Xavier mira las cosas de mi maleta. Con cada día

que pasa descubro que Eva y yo tenemos más en común de lo que pensé al

principio. Puede ser que aun no bese mis pies como todos mis otros amigos, pero

puedo decir que cada vez le caigo mejor— aparte, eres la única mujer en el
universo que puede hacer esto. Eres testaruda, insistente, sexy y nada te detiene.

A veces me gustaría ser como tú... pero luego lo pienso mejor y decido ser lo

contrario.

—¿Gracias? —no puedo decir si me está insultando o no, pero bueno, no

tengo tiempo para sobrepensarlo, solo tengo dos horas para arreglarme y necesito

tomar una ducha.

Dado que no nos dejan utilizar las regaderas hasta mañana a las 0500 horas,

tendré que ir a la habitación de Justin . Y dado a que saldremos con sus padres,

supongo que tendrá consideración y me dejará tomar un baño. Tomo mi vestido,

ropa interior, mis utensilios de baño, mis zapatos, el poco maquillaje que traje, mi

perfume y mi cepillo y emprendo el viaje hacia la habitación de Justin , dónde

supongo que está. Toco varias veces.

—¿Quién es? —pregunta Hunter desde dentro, gritando por sobre el sonido

de disparos y gritos de alguien.

—¡Crystal! —contesto, y de repente los disparos y gritos se apagan y Justin

abre la puerta, mirándome con los ojos entrecerrados.

—¿Qué haces aquí?

—Necesito tomar un baño y no puedo hacerlo en nuestras asquerosas

regaderas, por lo cual decidí venir y rogar que me dejes usar tu muy limpio baño.

—Pues ya qué. No quiero una novia apestosa —murmura, después de

pensarlo un rato, y se hace a un lado para dejarme pasar. No puedo esconder mi

sonrisa complacida— pero ni creas que esto será una costumbre. Es solo por el día

de hoy, una ocasión especial que nunca se repetirá.


—Lo que digas, amorcito bebé —le sonrío, ignorando su sombrío rostro, y

saludo a Hunter, quien se acerca a chocar su puño con el mío y luego regresa a

sentarse frente a la televisión. Dejo todas mis cosas en la cama donde estuve

acostada ayer.

—¿Qué es todo esto? —pregunta Justin, levantando mi vestido y

sosteniéndolo frente a él— ¿Esto es lo que usarás? ¿Qué se supone que cubre? No

creo que sea apropiado salir con esto. No lo apruebo.

—Por suerte para mí, yo soy la que lleva los pantalones en esta relación así

que tu opinión no me importa. Me veo preciosa y lo vas a amar —tomo solamente

mi jabón, mi shampoo, una crema para aplacar mi cabello y mi ropa interior y

camino al baño, pensando en que no traje una toalla— ¿Tienen toallas aquí?

—Sí —contesta sin entusiasmo y abre un cajón para entregarme una

esponjosa toalla amarilla que no tiene nada que ver con las duras y delgadas

toallas que nos dan a nosotros— ¿Se supone que te arreglarás aquí?

—Sí, Justin ¿O prefieres que me arregle en mi habitación y todos me

pregunten a dónde demonios voy y luego se enteren de nuestra relación?

—Cuya relación es falsa, Angelo. No lo olvides.

Pongo los ojos en blanco hacia él y me meto al baño. Me tomo unos segundos

para apreciar el olor a limpio y el espacio. Me desnudo y entro a la ducha,

adorando que esta sea una regadera normal donde el agua sale de varios

pequeños agujeros y no en un gordo chorro que lastima mi cabeza. Me dispongo a

tomar cada botella que se encuentra en la ducha y oler todas. Ninguna tiene un
aroma especial a hombre, la mayoría son de lo más común y solo tienen el

propósito de limpiar.

—¡Apúrate! ¡Llevas cuarenta y tres minutos ahí dentro! —grita Justin,

golpeando la puerta y haciéndome jadear del susto— Te queda una hora y

diecisiete minutos para estar lista.

—Eres el peor maldito novio —mascullo para mí misma mientras salgo,

secándome con la toalla. Me pongo mi ropa interior y me cubro con dicha toalla

para salir. El aire acondicionado me hace temblar un poco, pero después de tantos

días sufriendo calor, aprecio bastante tener frío— ahora, por favor, no volteen

porque estaré medio desnuda.

—Como si me interesara verte medio desnuda.

—Será difícil mantener mis ojos separados de ti, Angelo, sabiendo que estás

mojada y casi desnuda detrás de mí —Hunter me da una de sus sonrisas

seductoras con todo y hoyuelos pero Justin le da un fuerte golpe en la cabeza y el

momento se arruina.

Después de meterme en mi vestido, me empiezo a arreglar, tomándome mi

tiempo para cubrir mi asqueroso ojo morado que se ve aun peor que ayer. De

alguna manera hago que funcione y termino luciendo mejor de lo que se esperaría

sin mucho maquillaje y solo sombras, rímel y mi labial tinto, y sin hacer nada en

mi cabello además de secarlo con la toalla y cepillarlo. Justin me sorprende

demasiado cuando sale del baño con un pantalón negro algo caído, una camisa

verde oscuro y unas botas de combate más limpias que las que usa diario. Su
corto cabello mojado está peinado hacia atrás y se ve aun mejor de lo que lo hace

cuando está sudado bajo el sol. Lo cual es decir mucho.

—Hora del show —murmuro, cuando salimos de la habitación. Patsypats

baja el vidrio del lado copiloto de la camioneta que ya está estacionada afuera y

nos saluda efusivamente. Tomo la mano de Justin y lo jaloneo hasta que

llegamos.

Llámenme tonta o ilusa pero esto de verdad me está emocionando mucho.

Aunque sea por tres horas, Justin será mío. Y puede ser una horrible persona y

muy malo conmigo, pero no puedo evitar sentir cosas cuando lo toco, aunque sea

sin su permiso y aunque él parezca odiar cada segundo de ello.

—¡Hola! —saludo, entrando a la camioneta y haciéndome a un lado para que

Justin se meta también. Patsypats y el General me saludan casi con mi misma

emoción.

—Te ves hermosa, Crystal —me dice el General, levantando la mano de su

¿esposa? ¿novia? ¿Madre de su hijo? Y dandole un beso en los nudillos— mi hijo

es afortunado de tenerte. Debo decir que después de la vez del hospital nunca me

hubiera imaginado que ustedes dos terminarían juntos. Su actitud el uno al otro

era un tanto... hostil. Pero claro, debí darme cuenta de que había pasión debajo

del supuesto odio ¿no es cierto, campeón?

—Sí, claro, muchísima pasión —responde Justin sin ganas y su madre

suspira, sin dejar de observarnos. Tomo su mano de nuevo y forcejeo para

juntarme con él y poner mi cabeza en su pecho como si lo hiciera todo el tiempo

— nos conocemos de hace poco pero ya siento que me estoy enamorado.


¿Qué demonios? Definitivamente no me esperaba ese comentario.

—Siento que voy a llorar, estoy tan feliz por ustedes —Patsypats dice,

emocionada— el amor es amor sin importar el tiempo, la edad o cualquier otra

cosa. Es obvio que se adoran y no podría estar más feliz. Espero que estén juntos

mucho tiempo.

—Esperamos lo mismo —contesto, hundiéndome más contra su cuerpo y

amando cada segundo de ello. Justin me sorprende cuando pasa su brazo por mi

cintura, abrazándome. Creo que hay una colmena salvaje de mariposas en mi

interior, bajando hacia mis zonas de señorita y haciendo una revolución que no

creo ser capaz de soportar. Estar entre los brazos de mi malvado sargento se siente

mejor de lo que soñé.

Si tan solo esto fuera real...

Llegamos al restaurante en la ciudad, y me alegro de haberme puesto este

vestido porque es un lugar demasiado elegante, más de lo que me imaginé. La

conversación durante el viaje fue ligera, la madre de Justin (Pattie o Patricia, no

Patsypats) es divertida y tierna y el General sonríe mucho y parece importarle

mucho Justin. No se parece al hombre que conocí hace días, para nada.

Cuando estamos sentados empezamos a platicar sin mucha incomodidad de

nuevo e incluso Justin está aportando a la conversación, lo cual no me esperaba.

Todo está bien con sus padres, lo único molesto es el hecho de que se besan frente

a nosotros cada diez segundos y eso tiene a Justin demasiado frustrado, pero lo

encuentro muy lindo.


—Por dios, por favor paren ya —se queja Justin, picoteando su postre y

quitando su mano de la mía por primera vez en toda la noche cuando se han

estado besando por cerca de medio minuto

—Bebé, déjalos en paz —lo regaño por quinceava vez, él entrecierra sus ojos

hacia mí mientras mastica. Hay algo de chocolate en su labio y se me ocurre la

mejor idea que he tenido en toda mi vida. Espero a que mis suegros se separen y

nos vean y entonces ataco.

Tomo la cara de Justin entre mis manos y lo acerco hacia mí, ignorando su

cara de "no lo hagas". Entonces recaudo cada átomo de valentía que tengo y cierro

mis labios en su labio inferior, sacando mi lengua para limpiar el chocolate.

Presiento que Justin está apunto de escapar, pero sus padres dicen algo y no tiene

opción alguna más que besarme de vuelta.

No sé si es el hecho de estoy besando al único hombre al que no puedo tener.

El único hombre que no me quiere. No sé exactamente qué es lo que hace que este

sea cerca del mejor beso que me han dado (y eso que él no está cooperando

mucho). Bajo mis manos a su cuello y lo empujo hacia mí más fuerte, ignorando

el sonido que hace, como de inconformidad. Lo suelto cuando alguien carraspea

la garganta y parpadeo mucho para deshacerme del loco sentimiento.

10

It never goes away


Decir que estoy conmocionada sería muy poco comparado con lo que en

realidad siento. Mi postre por fin llega después de esperarlo por diez minutos y a

pesar de que es mi favorito y realmente debería aprovechar una buena comida

después de tanto tiempo comiendo papel, no me sabe a nada y tengo que

comérmelo a la fuerza.

Mis labios aun están hormigueando y hay una sensación de mi estómago

retorcido a mi corazón que palpita como loco que sé identificar muy bien.

Es lo mismo que sentí cuando supe que me aceptaron en mi universidad

favorita para estudiar diseño de modas. Es lo mismo que sentí cuando besé por

primera vez a mi primer amor, Juanito, en la secundaria. Es lo mismo que siento

cada vez que mis padres me dicen que iremos de vacaciones a un lugar exótico los

tres juntos y pasaremos tiempo en familia. Y no puedo creer que esté sintiendo

esto justamente con él, con este malévolo hombre que me odia y amaría verme

morir.

Y sé que podría ser todo psicológico, porque sé que me desprecia y que no

quiere nada conmigo por lo tanto lo voy a desear muchísimo más de lo que lo

desearía de ser alguien normal que está interesado. Soy así de desafortunada.

—¿Ese sentimiento? —pregunta Patricia, sacándome de mi estupor,

recargándose en el hombro del General— nunca se va.


Oh no, más le vale que se vaya. No es bienvenido. No en este momento. No

seré una de esas chicas, me rehuso. Valgo demasiado como para empezar a sentir

algo más de atracción sexual por un hombre que no me toma en cuenta y no me

hace sentir como la mujer más bonita. De hecho, él me hace sentir lo contrario, se

ha encargado de hacerme creer que soy fea y me dice que me calle cada veinte

segundos.

Esto es estúpido, maldita Eva por poner esta tonta idea de enamorarlo en mi

cabeza, desde ese momento todo en lo que he pensado es en él y eso no está bien.

Yo debería de fijarme y posteriormente enamorarme de Xavier, digo, si no le

gustara tomar cosas por detrás. Él sería totalmente perfecto para mí, todo lo que

yo busco en un hombre para finalmente tener una relación estable. Es un lindo y

tierno chico que me adora y piensa que soy hermosa y que mis gustos son

perfectos y se ríe de todo lo que digo y está dispuesto a hacer todo lo que se me

antoja en cuanto yo lo digo.

—Oh, disculpen, debo responder esto —dice el General, tomando su celular

para responder la llamada entrante y sonriendo demasiado grande hacia mí antes

de contestar— ¡Angelo! ¿Cómo estás, amigo?

¿Angelo? ¿Cómo mi apellido?

—No, no te preocupes, puedes llamar en cualquier momento. De hecho,

ahora mismo estoy con la adorable Crystal, cenando —dice, sin dejar de sonreír y

guiñándome un ojo. Está hablando con mi padre... okay, no sé cómo sentirme al

respecto ¿Debería decirle que me lo pase para saludarlo, o eso es en contra de las

reglas? ¿Siquiera aplican las reglas hacia mí, siendo casi familia de los Bieber?—
sí, claro, de hecho es de nuestros chicos estrella, siempre luciéndose en todo...

porque ¿Qué crees? Está saliendo con mi hijo, Justin . Lo conociste el día del

campamento ¿Recuerdas? Sí, mi chico es el sargento.

Oh, cielos. Oh, no. Esto es... esto es malo. No puedo creer que le haya dicho a

mi padre ¡¿Quién se cree?! Todo iba muy bien mientras le decía lo buena que era,

pero definitivamente no debió mencionar que estoy "saliendo" con el maldito

sargento. Mi papi es el epitome de las reglas. Tal vez por eso es que yo soy tan

factible a romperlas. Él verá mi relación con mi superior como algo malo y me

regañará y no quiero eso. Además es muy celoso y el tema de novios siempre ha

sido algo prohibido. De ahí mi afición por amantes o amigos con derecho, algo

que pueda esconder de mi familia.

—Claro, claro —extiende su celular hacia mí— tu padre quiere tener unas

palabras contigo.

Miro al celular con miedo por unos segundos, debatiéndome entre responder

la llamada y soportar que mi padre me regañe y llorar porque siempre lo hago

cuando me habla con algo que no sea amor en su voz, o salir corriendo de aquí y

huir... de acuerdo, tal vez no sea la gran cosa. Tal vez Justin es todo lo que él

desea en un hombre para mí, siendo un gran sargento respetable y todo eso.

Lo tomo y me levanto de la silla, dándole una mirada a Justin por primera

vez después del beso. Está picoteando su postre de nuevo sin levantar la mirada.

—Hola, papi ¿cómo estás? —digo, cuando ya estoy alejada de nuestra mesa.

—¿Cómo crees que estoy, princesa? Cuando me acabo de enterar que mi hija,

en lugar de estar aprendiendo cómo comportarse, está relacionándose


íntimamente con el personal. Nada más y nada menos que con su sargento, el

hombre menos indicado para eso, un hombre que no debería ni siquiera mirarte

dos veces, y el hijo prodigio de uno de mis más estimados amigos.

—Yo... —mi voz se quiebra porque soy un alma frágil y mi papá está

utilizando esa voz dura que no me gusta— lo siento, papi. No lo planee, solo

sucedió... y... te juro que...

—No me jures nada. No te creo —murmura, con la voz cansada. Y entonces

sí empiezo a llorar poquito, haciéndolo suspirar— no llores, princesa. Lo siento

¿Sí? Solo prométeme que intentarás concentrarte en tus deberes y no en tu nuevo

novio. Es muy importante que aprendas algo de disciplina y entrenamiento básico.

—Sí, te lo prometo. Justin no me trata distinto en los entrenamientos,

nuestra relación es solo cuando ambos estamos libres.

—Bien, espero que así siga. Y, supongo que eres lo suficientemente madura

para saber cuando un muchacho está genuinamente interesado y cuando es una

sabandija del demonio que solo quiere tu cuerpo ¿Cierto?

—Sí, obviamente. No preocupes tu bonita cabeza con esto, mi novio es el

perfecto caballero.

Sí, claro, casi me río de mi mentira. Es lo más alejado a un caballero que he

visto. Si tan solo mencionara la vez que me tiró al suelo a hacer mil lagartijas...

sería el fin de este campamento y la vida de Justin.

—Perfecto, pero no me fío mucho de tu criterio. Tu pasado y tus acciones no

hablan muy bien de ti, así que quiero ver de nuevo a este muchacho y asegurarme

de que estés diciendo la verdad y te trate cómo te lo mereces.


—Eh...no creo que haya tiempo para eso, yo... en realidad no puedo... um,

esta fue una situación especial y...

—No, Crystal, nada de excusas. Conoceré las intenciones de ese muchacho

aunque sea lo último que haga. Arreglaré con Bieber los detalles para tener una

noche libre contigo y ese novio tuyo.

—Ughhhhhh —gruño, pateando un poco un pilar. La última vez que tuvo una

platica para "conocer las intenciones de ese novio mío" fue con mi único y último

novio, Dario, y después de esa platica nunca más lo volví a ver— papi, no lo

asustes. No hagas esto incómodo y raro. Al menos trae a mamá y pretende que es

una cena normal. Por favor.

—Lo pensaré, pero no prometo nada. Ahora, regresa con ellos, es de mala

educación ausentarse por tanto tiempo. Te amo más de lo que puedes saberlo,

princesa. Estoy orgulloso de que estés luciéndote en el campamento, aunque no lo

dudé por un segundo, eres la mejor en todo —las palabras de mi papá me tienen

llorando tanto que tengo que meterme al baño para que el mínimo de personas

me vean.

Necesitaba mucho esto, que alguien me dijera que me ama. Estos últimos

días han sido un infierno, y he estado haciendo mal todo lo que me piden, apesto

en todo, me canso antes que cualquier otro, respondo de mala manera, hablo

cuando no debo, me llevo un castigo casi diario y estoy a casi nada de rendirme

por completo, pero mi papá piensa que soy perfecta y eso es lo único que toma

para que yo lo vuelva a pensar, también.


—Los extraño tanto —sollozo horriblemente, escupiendo un poco y

arruinando por completo el poco maquillaje que traigo puesto, pero no me

importa.

Justin

¿Cuando fue la última vez que besé a alguien? Creo que fue cuando estaba

en Dubai y tenía 19 años. Es tan patético que tengo ganas de estrellar mi cabeza

contra la mesa. Ya ni siquiera recordaba lo bien que se sentía tener los suaves y

húmedos labios de una mujer sobre los míos. Dios, estuve a punto de venirme en

mis pantalones y es Crystal de la que estamos hablando. O sea que mi problema

es peor de lo que pensé. Si el beso hubiera durado un poco más, no hubiera

tomado más de una leve frotada para que hiciera el peor espectáculo de mi

maldita vida.

—Estamos muy felices por ustedes, hijo —dice mi padre, con un

asentimiento y una sonrisa. Lo máximo que obtengo de él cuando hago algo bien

— más te vale no arruinar esto ¿Me entiendes?

—Claro —digo, pero mi voz suena quebrada y tengo que carraspear— no lo

arruinaré.

Después de un largo rato Crystal regresa, le entrega el celular a mi padre y se

sienta rápidamente a mi lado, sin mirarme. Probablemente está asustada de cuál


será mi reacción. Cuál será su castigo. Pero realmente no puedo castigarla por

violar mi boca, no estamos en el campamento y en este momento entre nosotros

no existen los rangos, así que me sería imposible hacer algo más que advertirle

que no vuelva a hacer eso nunca más. Sin importar lo bien que besa, lo bien que

sabían sus labios y la manera en la que... no, eso no importa porque yo en este

momento, con esta sequía, amaría besar a cualquier mujer. No hay nada especial

en ella. Excepto tal vez lo bien que se ve hoy.

—¿Qué pasa linda? —pregunta mi madre, preocupada, mientras mi padre

pide la cuenta— ¿Por qué estás llorando?

—Es solo... extrañaba hablar con mi papá —contesta con la voz bajita y

quebrada, pone los ojos en blanco y se limpia con cuidado los ojos, manchándose

de negro de todos modos. Las manchas me molestan tanto que tengo que tomar

su cara y limpiarla por mí mismo porque en serio, esta mujer es tan inútil que

tengo que hacer todo yo— gracias, Osito.

¿Osito?

Eso es... Crystal está pidiendo a gritos que me enoje. Le doy una sonrisa falsa

y la suelto, esperando impacientemente a que llegue la cuenta para largarnos de

aquí y poder irme a dormir. Ya son las once, demasiado tarde para mí.

—Oh, te entiendo. Solo falta... menos de dos meses para que vuelvas a verlos

con tu vida renovada —asegura mi madre y le da una grande sonrisa, pero luego

se convierte en una mueca rara y llega a sus ojos otra mirada de preocupación—

chicos... ¿Qué pasará con ustedes una vez que el campamento acabe y Justin

haga su servicio?
—¿Servicio? —Crystal parpadea muchas veces y me mira para que le ayude,

pero yo no soy la mente maestra aquí, es ella, así que la dejo inventar algo— ahhh

¡Claro! Como olvidar el servicio... um, decidimos que Justin me llevará con él a

donde sea que vaya y yo esperaré lo que tenga que esperar para verlo. Y sé que

nos estamos adelantando mucho, pero también hemos hablado de... ya saben...

casarnos tal vez y, eventualmente tener unos cuantos hijos... ¡Pero fueron solo

sueños tontos!

Mis padres están mirándonos con la boca abierta y los ojos saltones.

Matrimonio, hijos, novia, nada de eso suena como yo en lo absoluto. Y me

empiezo a preguntar si se están dando cuenta que esto es una farsa, pero al

parecer desean con todas sus ganas que mi vida sea así, porque no dudan ni un

poquito en creerlo y opinar que les parece una buena idea y que ya era hora de

que pensara en sentar cabeza. Como si tuviera 32 años en lugar de 22.

En el camino de vuelta la conversación es más ligera e incluso agradable,

Crystal está cansada y no vuelve a molestarme con su parloteo como cuando

veníamos, de lo cual estoy agradecido, tanto que no me molesta mucho cuando se

deja caer en mi pecho sin permiso y se duerme rápido y profundo, como una vaca.

Y todavía falta cerca de media hora para llegar, o sea que me tengo que aguantar,

porque no creo que aventar a mi novia dormida sea bien visto por mis padres.

Para cuando llegamos al campamento, Crystal está roncando tan fuerte que

incluso yo me estoy riendo, mi camisa está mojada con su baba y no he sido capaz

de despertarla.

—Solo cárgala hasta su cama ¿O eres muy débil para cargar a una mujer?
—No es eso, padre —respondo, tragándome cualquier comentario que diría

en condiciones normales cuando mi madre no estuviera con nosotros— ¿Qué

dirán si me ven cargándola a su habitación, tan tarde?

—Nada. Nadie puede decir nada, no hay ninguna regla que prohiba que

tengas una relación con una mujer que conocías antes de que ella fuera tu recluta.

—Pero yo no conocía a...

—Sí, lo hacías —su mirada no deja lugar para ninguna contradicción—

ustedes se conocen desde la infancia.

—De acuerdo —pongo los ojos en blanco y acomodo a mi novia y amiga de

la infancia en mis brazos para salir con ella y caminar cerca de medio kilometro

hasta su cabaña. No es mucho problema, he cargado cosas más pesadas por

mucho más tiempo, pero aun así me preocupa que alguien nos vea. Por suerte el

campamento parece estar solo, las únicas personas son los guardias, quienes no se

preocupan en ponernos atención.

—... mas eso y eso, terminaría siendo cerca de cincuenta mil dólares, más iva

—murmura Crystal moviendo su mano. Por un segundo pienso que está

diciéndome algo, pero luego empieza a balbucear otras cosas que no comprendo y

me doy cuenta de que está hablando dormida. Aparte de roncar y babear, ahora

resulta que también habla dormida. Pobre del estúpido que se case con ella. Si es

que alguien la soporta tanto como para siquiera tener una relación— ¡Pero es una

ganga! ¡Entiéndeme!

Abro la puerta de su cabaña con algo de dificultad y luego camino muy

lentamente hacia la única cama sola, la del fondo a un lado de la ventana y la


pared llena de humedad, la única cama vieja porque el presupuesto no alcanzó

para cambiar todas las camas y en cada cabaña hay una o dos viejas.

La dejo, intentando hacer el menor ruido posible pero esa cosa oxidada chilla

con cada milímetro de su cuerpo que dejo caer. Cuando está ya acostada me

quedo mirándola un rato porque no puedo evitar sentirme mal de que de todos

estos inútiles sin vida, ella fue quien obtuvo esta horrible cama. No debería de

importarme, así que solo niego hacia mí mismo y me voy de ahí, porque ¿Qué más

podría hacer? ¿Comprarle una cama con mi propio dinero? No sería la gran cosa,

pero ¿Por qué haría eso? Es completamente estúpido y ella se merece dormir en la

peor cama de todas ¿Cierto? Sí, creo que sí. Aunque no es la peor del grupo. Es

enfadosa y todo eso, pero hay chicos que me caen incluso peor que ella, como ese

pedazo de mierda, Franco. Él debería dormir a un lado de una pared mohosa en

una cama horrible, no Crystal.

La mañana siguiente, no puedo evitar notar que Crystal se ve horrible.

Enferma incluso. Y no quiero que ningún niño mío se muera, mucho menos mi

novia falsa porque mis padres estarían muy decepcionados, así que me acerco a

preguntarle si se siente mal o algo.

—Solo estoy muy cansada y tengo un ligero dolor de cabeza... tal vez fue el

vino que estuve tomando toda la noche —dice, sin importarle que Esteves, el

chico deprimido que últimamente no se le separa, esté parado a un lado suyo y

pueda escucharla perfectamente— no te preocupes, Xavier no dice nada.


—Sí, no se preocupe, Sargento —me da una sonrisa enorme que me

sorprende bastante porque usualmente este chico siempre está todo encorvado y

triste. Saca su pecho y me guiña un ojo— yo no sé nada.

—De acuerdo... —lo miro por más de lo que debería porque ¿Qué le pasa?

¿Habrá tomado drogas o algo? ¿Por qué está tan feliz de repente? ¿Por qué me

sonríe de esa manera? Que niño tan raro.

Antes de que pueda decir otra cosa, pasan los quince minutos de tolerancia,

todos están perfectamente formados y, en lugar de darles la actividad planeada

para hoy, les digo que haremos un rescate.

—Ocupo un voluntario para ser el herido —digo, y todos levantan la mano

menos Crystal— Angelo, tú serás la afortunada. Ve y tírate en algún lugar del

desierto, luego pretende que estás inconsciente hasta que te encontremos y te

llevemos a curar.

Ella se me queda mirando unos segundos con los ojos entrecerrados,

probablemente es tan idiota que no sabe que estoy haciendo esto para que

descanse más. Antes de que pueda gritarle de nuevo que vaya a morir a algún

lado, ella asiente y empieza a caminar, susurrando "gracias" cuando pasa por un

lado de mí. Lesley me da una mirada rara, pero la ignoro, empezando a explicarle

a los niños lo que haremos.

11
So, so good

Me tomo mi dulce tiempo explicando exactamente lo que vamos a hacer, lo

repito tanto que creo que incluso los más retrasados entendieron perfectamente,

así que después de casi media hora, empezamos a buscar a nuestra compañera

herida. Por supuesto yo soy quien la encuentra, porque todos los demás no saben

nada de la vida, y me quedo parado a un lado de ella esperando que una sola

persona se acerque a donde estamos, pero nadie lo hace por un buen rato así que

me recargo en el árbol, observando a Crystal, desparramada en el suelo boca

abajo, con la boca abierta. Siendo tan malcriada y mimada, me sorprende que se

haya podido dormir aquí en la tierra sin nada de sombra que la cubra del sol.

—¡La encontré! —grita una niña gorda con grandes y muy hermosos ojos

azules, haciendo que el resto de la manada llegue corriendo. No digo nada

mientras observo cómo Crystal despierta mientras la niña gorda se encarga de

checar sus signos vitales— está respirando y su corazón parece estar bien...

supongo.

Me encojo de hombros cuando me mira, esperando mi confirmación, pasé

mucho más del tiempo que debería explicándoles detalladamente lo que debían

hacer, no pretendo ayudarlos más. Entre ellos deciden que la herida está viva y

Taret se acerca para cargarla, moviéndola mucho y haciéndola gruñir su

descontento. Si fuera de verdad una herida, no creo que hubiera sobrevivido la

manera brusca y estúpida como el chico la cargó.


Caminamos de vuelta al campamento donde Taret la deja sobre una mesa y

luego pretenden llamar a una enfermera para que cheque a su compañera.

Después de esa dramatización innecesaria, todos voltean a verme con ojos

esperanzados, esperando que les diga que lo hicieron bien. Y lo hago, porque me

sorprendieron bastante, creo que de haber sido una situación verdadera, Crystal

hubiera sobrevivido.

Mi celular empieza a vibrar en mi bolsillo y sé que es Lesley, diciéndome que

ya es hora de llevar a los mocosos al albergue. Les doy la noticia de que hoy

estaremos alimentando y ayudando a gente sin hogar y varios de los malditos

niños sin alma se quejan. Tomo nota de quiénes son para ser más duro con ellos y

debo decir que me sorprendo bastante cuando veo que Crystal no es una de ellos.

Cualquiera lo esperaría; yo lo hacía, estaba esperando que se pusiera a llorar

de lo injusto que es ir a alimentar gente fea y pobre y blablabla, todo eso que dice

cuando algo no le parece, pero en lugar de eso está platicando normalmente con

sus dos únicos amigos. Las dos únicas personas que la soportan.

Nos toma una hora llegar al albergue, Lesley llegó en la mañana para hacer

todos los arreglos, conseguir la comida, ropa, etc.

Empiezo a darles instrucciones en cuanto entramos, recalcándoles que sean

amables y respetuosos. Separo a todos de dos en dos hasta que...

—¿Se puede de tres? —pregunta Crystal, levantando su mano como si

estuviéramos en la primaria con una tímida sonrisa en su cara. Entrecierro mis

ojos hacia ella. Ahora gracias a su estúpida petición tengo que rehacer los

estúpidos equipos.
Minutos después me doy cuenta de que no tenía que hacerlo. Pude haberle

dicho que no... como sea, es muy tarde ahora, ya están todos en sus asuntos.

Crystal

Justin nos dio la tarea a mí, Eva y Xavier de repartir algo de la ropa, zapatos,

juguetes y demás cosas que compraron para estas personas y estoy emocionada de

hacerlo. Hace dos años fuimos a Africa a ayudar niños que no tenían

absolutamente nada y me he sentido bien conmigo misma por eso desde entonces.

Hacer otra acción caritativa me volverá a dar ese sentimiento de ser una tierna

alma dadivosa, lo cual me pone de buen humor. Alguna de la gente aquí está muy

sucia pero intento esconder mi asco lo mejor que puedo.

—Santa mierda —gime Xavier, mientras todos respiramos furiosamente

después de contener el aire por casi un minuto. Estuvimos cerca del hombre más

hediondo del universo— creo que sonará muy mal... pero esto no es lo mío. Para

nada.

—Mmmm, no puedo decir que estoy muy emocionada de ayudar a la gente

tampoco, aunque no me molesta —dice Eva y se encoge de hombros, separando la

ropa de hombres, de mujeres, niñas y niños para repartirla más fácilmente.


—Claro que a mí tampoco me mata de emoción la idea de andar

desprotegida entre gente andrajosa que huele mal, con posibles enfermedades

transmisibles que tienen la posibilidad de tocarme —me estremezco un poco—

pero... estoy haciendo una buena acción, como la niña buena que soy, y el karma

tarde o temprano hará que llegue a mí algo bueno. Ya me hace falta.

—Señorita, um, me estaba preguntando —balbucea una niña con cabello

mugroso y tieso, tocando mi pierna tentativamente— ¿Tiene algo de jabón que

me pudiera regalar?

—Sí, sí, claro —busco en la bolsa, sacando tres paquetes, una botella de

shampoo e incluso una muñeca de regalo— toma, linda.

—¡Gracias! —chilla con felicidad y abraza mi pierna. Estoy tan conmovida

que ni siquiera me desagrada que me toque.

—Me sorprende tanto mi buen corazón... y hay gente que se atreve a

llamarme egoísta —murmuro hacia mis compañeros, y ambos ponen sus ojos en

blanco hacia mí al mismo tiempo. No me importa lo que ellos piensen, servir a la

gente es algo que me está ganando un puesto en el cielo, justo a un ladito de los

ángeles, donde debo estar.

—¡De acuerdo, chicos, eso será todo por hoy! —grita Justin, aplaudiendo una

vez para llamar la atención de todos— y como me siento muy amable, dejaré que

vayan a vagar por ahí en lo que llega nuestro transporte. Pero en una hora los

quiero aquí de nuevo o tendrán problemas ¿entendido?

Todos murmuramos que sí y salimos del albergue lo más rápido que podemos

para disfrutar de la civilización de nuevo... aunque, bueno es un pueblo sin


chiste... como sea, cualquier cosa es mejor que el campamento. Y hay un

Starbucks así que supongo que debo estar bastante agradecida.

Yo y Xavier arrastramos prácticamente a Eva a Starbucks mientras ella se

queja de que es un lugar sobrevalorado, que el café no es tan bueno y mil

estupideces más que la gente tonta y pobre difama porque no le gusta ser genial

ni aceptar la perfección cuando está en sus narices. A veces Eva me preocupa, es

muy marimacha para mí, ni siquiera acepta mi plan de coquetear con algún

barista para conseguirnos cosas gratis.

—Huele como llegar a casa —murmuro, inhalando fuertemente el aroma a

café y pan que tanto amo. Pero para mi desgracia, solo hay dos mujeres baristas y

un chico delgado y bajito con cabello largo, demasiado gay para...— Xavier, es

hora de que sirvas para algo.

—¿De qué hablas?

—Necesitas seducir a aquella pequeña hada y conseguirnos cosas gratis —

digo, dándole una sonrisa grande. Eva se ríe y dice que solo observará y que no

quiere nada. No me es extraño que no quiera ser parte de la diversión.

—No lo sé, Crystal. Nunca he seducido a nadie —dice, y luego se acerca a mí

para decir en voz baja— soy virgen.

—¡Eso no importa! Todo es acerca de tu actitud —tomo bruscamente sus

mangas cortas y las arremango hasta que sus decentes músculos están

completamente a la vista. Si yo fuera esa hada, estaría por completo sobre Xavier

en un segundo, regalándole lo que me pidiera— si algo me ha enseñado este

campamento hasta ahora es que un hombre del ejercito tiene un sex appeal que
pocas personas poseen, simplemente por el hecho de tener un uniforme y

autoridad. Ponte derecho y muéstrate seguro. Pregúntale su nombre, sácale

platica, menciona que estás en entrenamiento... obviamente, no digas que es un

campamento para niños malcriados... no lo sé, Xavier. Debería de ser pan comido.

—Esta bien, lo haré —saca su pecho, truena su cuello y, siendo la persona

esplendorosa que es, camina hacia el hada para prostituirse por un par de

frappuccinos. Me siento en el sillón a un lado de Eva y rezo para que esto

funcione, si no... creo que estoy dispuesta a tomar el dinero de las propinas para

comprar uno. Cerca de quince minutos después, Xavier se acerca sin nada en las

manos y me desinflo en mi sillón— ¿Qué quieres?

—¿Eh?

—¿Qué quieres, Crystal? Dime rápido, la gerente de Tommy se fue y puede

regalarnos bebidas —dice y me detengo de chillar. Le doy mi pedido, repitiéndolo

dos veces porque es algo largo y no lo entiende, y un rato más tarde, Tommy grita

el nombre de Xavier con voz dulce y coqueta— De nada, lo sé, soy genial.

—Eres el mejor amigo que pueda desear —le digo, estirando mis manos para

tomar mi vaso venti de pura perfección— ¿Estás segura de que no quieres, Eva?

—Sí... bueno, qué demonios, déjame probarlo —dice, poniendo los ojos en

blanco. Le dejo darle un sorbo y sus ojos se iluminan— oh... oh, me gusta.

Comparte conmigo.

—Aagghh, maldita sea —bufo sin ganas. Odio compartir. Desde el día de mi

nacimiento, sean mocos, muñecas, lápices, hombres o mi bebida favorita en todo

el mundo— ya qué.
Nos quedamos aquí un largo rato, Xavier está besando a Tommy en el baño y

yo tengo que pelear con Eva para que suelte mi maldito vaso de vez en cuando,

pero aparte de eso, estamos pasando un buen rato, haciendo una bella unión,

compartiendo memorias e historias de nuestra juventud. Es por eso que no me

doy cuenta de que ya pasó la hora que nos dio Justin . Solo me acuerdo de eso

cuando la puerta se abre con un estridente sonido, haciéndonos saltar a todos, y

Justin entra mirando a todos lados, exudando enojo.

Cuando nos ve, entrecierra sus ojos y camina hacia nosotras, pero nos

paramos inmediatamente antes de que pueda decir algo.

—¿Están consientes de que han estado dos horas y ocho minutos aquí,

cuando específicamente dije que en una hora los quería de vuelta? —pregunta

con la voz fuerte y amenazante y lo único que podemos hacer es encogernos como

si fuéramos dos perros chihuahua siendo majados por un grandísimo pitbull. La

gente a nuestro alrededor se nos queda mirando con algo de miedo e intriga, y tal

vez lujuria al ver a nuestro sargento— ¿Dónde está Esteves?

—Um... está en el baño, estoy segura de que... —antes de que pueda

terminar mi excusa, Justin empieza a caminar hacia el baño. El baño donde Xavier

está encerrado con Tommy haciendo quién sabe qué cosas. Corro hasta alcanzar a

Justin y me entrometo entre él y la puerta para que no entre—Xavier tiene un

severo caso de diarrea y creo que sería conveniente dejarlo en paz un rato.

—Angelo, sal de mi camino —ordena, pero no me da tiempo de hacer nada,

me empuja a un lado como si pesara medio kilo, estrellándome contra la pared, y

abre la puerta sin siquiera tocar. Tommy hace un sonido ahogado con saliva,
Xavier jadea y se cubre mientras Justin solo se queda observándolos con la boca

abierta, estupefacto. Tommy estaba en sus rodillas frente a mi genial amigo

dándole una inocente mamada— ¡De vuelta al albergue! ¡Ahora mismo!

Después de eso da una vuelta y me empuja de nuevo (sin razón alguna)

antes de irse de Starbucks pisando con fuerza, casi causando un temblor con cada

paso. Esperamos que Xavier acomode su pantalón del uniforme de nuevo y

corremos al albergue, donde todos se quejan, nos insultan y algunos nos avientan

cosas antes de subir al camión.

—Estás temblando, Eva —le digo, dándole una pequeña sobada en su brazo

para que se tranquilice. Xavier está algo asustado, pero más que eso, está

sexualmente frustrado— no pasa nada.

—¿Bromeas? Te he visto chillar patéticamente en todos los castigos que te ha

dado, no me digas que no pasa nada —se cubre la cara con sus manos pero luego

levanta la cabeza de nuevo y me da una mirada rara— debes sacarnos de esto,

Crystal.

—¿Yo? —me río— ¿Sabes lo que estás diciendo, Eva? ¿No recuerdas que él

me odia?

—Sí, sí, sé que te odia, pero puedes besarlo de nuevo y... no lo sé, tú eres

usualmente quien propone este tipo de cosas, haz lo que sea. Por mí. Soy tu mejor

amiga ¿recuerdas? Desde aquél incidente...

—Bien, cierra la boca. Intentaré hacer algo.

Maldiciendo a Eva por chantajearme con mi accidente urinal, planeo algo en

lo que queda del camino, pero es muy poco tiempo, no se me ocurre nada que
pueda hacer, es por eso que en cuanto bajamos del camión y Justin nos manda a

almorzar, me espero a que todos se vayan y ataco a Justin antes de que llegue a su

habitación, estrellándolo en una pared escondida donde pueda llevar a cabo mi

intento de manipulación.

—¿Qué demonios te pasa? No deberías andar por este lado del campamento.

Está prohibido —dice, como si yo fuera cualquier persona y no la mujer que

compartió saliva con él anoche— además, deberías estar comiendo y pensando en

lo que hiciste, preparándote para tu castigo.

—Lo sé, pero mira... así está la cosa —tomo un gran respiro y, por falta de

palabras, opto por las acciones. Pongo mis manos en el abdomen de Justin y lo

empujo de nuevo hasta que está pegado en la pared, mirándome con confusión—

no quiero otro castigo.

—Mala suerte, entonces. No sé porqué esto no pasa por tu grueso craneo

pero cada vez que me desobedeces te ganas un castigo. Y hoy nos hicieron esperar

y buscarlos por cerca de...

—Estoy consiente de ese hecho, pero toma en cuenta esto... yo no soy

cualquier chica del montón ¿Estás de acuerdo? Soy tu novia. Sí, es una falsedad,

pero aun así debe contar para algo ¿No?

—De hecho, no.

—Pero... pero... —miro para todos lados, buscando algo qué decir, pero mi

vista se enfoca en mis manos, aun en el abdomen de Justin, empujándolo

suavemente contra la pared, tan suavemente que realmente no estoy poniendo


ningún tipo de fuerza sobre él, o sea que si él quisiera, pudiera soltarse de mi

agarre en cualquier momento, cosa que no ha hecho— ¿Te gusto mi beso, Justin?

—Primero que todo, no tienes permitido llamarme por mi nombre —

contesta, tensándose y mirándome hacia abajo intensamente— y segundo. No, no

puedo decir que me gustó.

—¿Seguro? —bajo mis manos poquito a poquito, de una manera en la que no

se de cuenta para que no me detenga— puedo jurar que estabas bastante metido

en él al final... si no nos hubieran interrumpido, creo que incluso hubieras

intentado meterme mano. Tu lengua estaba muy amigable con la mía.

—Eso no es verdad —responde, con la voz dura e impenetrable. Pero algo en

sus ojos duda, y mi estómago da mil vueltas... le gustó mi beso. No puedo evitar

sonreír y pegarme un poco más a él, mis manos llegando al fin de su camisa y

encontrando camino por dentro, tocando su suave y tibia piel y sus vellos,

haciéndolo tensarse aun más que antes, pero aun no se aleja— ¿Qué pretendes,

Crystal?

—No lo sé, Sargento. Usted que es tan inteligente, dígame —me trago un

suspiro cuando siento sus cuadritos bajo mis dedos. Maldita sea, su cuerpo es tan

perfecto. Doy otro paso más y tengo que hacer mi cabeza hacia atrás para poder

verlo a los ojos. Estoy en la perfecta posición para besar su cuello, pero temo que

si lo hago, él entrará en pánico, me empujará como siempre lo hace y saldrá

corriendo de aquí, dándome un castigo extra por esto— dígame qué pretendo.

No me contesta nada, puedo ver su mandíbula tensarse y destensarse, pero

no dice nada, ni se mueve en lo absoluto. Me doy permiso de mover más mis


manos, aprovechando que se está dejando tocar. Lo rodeo y empiezo a manosear

su ancha y perfecta espalda. No puedo evitar soltar un suspiro que sale levemente

como si estuviera gimiendo, porque prácticamente lo estoy abrazando y se siente

tan, tan bien. Entierro mi nariz en su cuello y aspiro porque huele tan, tan bien.

Todo acerca de él es tan, tan perfecto.

12

Spidergirl

Justin no se mueve para nada hasta un buen rato después de mi abrazo,

asustándome un poco. Estoy casi 100% positiva de que me alejará de él, pero en

lugar de empujarme, tumbarme al suelo e insultarme, siento una mano llegando a

mi cadera y otra a mi nuca. Su toque es seguro y fuerte pero lento, demasiado

lento, como si considerara cada movimiento mil veces en su cabeza. Sus dedos se

entierran en mi cabello y sorpresivamente lo hace de una manera delicada y no

me jalonea ni nada de lo que cualquiera creería, conociéndolo.

Me quedo sin hacer nada por un momento porque sinceramente no entiendo

¿Por qué no dice nada? ¿Por qué no me suelta? No es que quiera que me suelte o

algo, pero es lo que estaba esperando.


—Besa mi cuello —ordena en voz baja, apretando su agarre en mi cadera,

juntándonos más.

Tomo un gran suspiro, llenándome de valor, y hago lo que me pide porque,

duh, es lo que más quiero hacer en este momento y creo que lo hubiera hecho

aunque él no me lo hubiera pedido.

Empiezo a darle pequeños besos de mariposa por la longitud de su cuello y

me pongo de puntitas para poder llegar a ese pequeño punto especial que creo

que todos tenemos debajo de las orejas que te hace sentir oh, tan bien cuando

alguien lo encuentra. Mis besos suben de nivel cuando estoy ahí, incluyendo

lengua y un poco de dientes. Justin sisea eróticamente y baja su mano de mi

cadera a mi trasero sin nada de timidez, tocándolo con familiaridad, como si lo

hiciera todos los días. Me aprieta y me empuja hacia él aun más, haciendo que

nuestros cuerpos estén completamente juntos. Estoy delirando del placer a estas

alturas, abrazándolo con más fuerza, sintiendo cosas por todos lados y ¿Por qué?

Solo porque estoy besando salvajemente el cuello de éste prohibido hombre,

causándole sonidos que me llegan a lo más profundo de mi alma y porque está

apretando mi nalga como si fuera un salvavidas.

He estado en esta posición antes con otros hombres y no me he sentido así.

Ni siquiera en mi primera vez. He estado haciendo cosas peores y no me siento así

¿Qué tiene de especial este tipo grosero? No puede ser solo su físico.

Viviendo en LA, estoy más que acostumbrada a los hombres obsesionados con

tener cuerpo de Hércules. Debe ser algo más. No lo sé, tal vez soy masoquista. Tal

vez me gusta sufrir... no me sorprendería.


—Sigue —ordena de nuevo cuando dejo de besarlo para poder pensar, con la

voz extra ronca y sensual. La mano que estaba en mi nuca ahora viaja

rápidamente hacia mi cintura por debajo de mi pequeña blusa del uniforme hasta

que me está rodeando con un solo brazo, abrazándome también.

—Admite que te gusta cuando te beso —susurro, aprovechando la maniobra

para lamer su lóbulo y bajar mi mano hacia su trasero.

Ojo por ojo. Nalga por nalga.

—Me en...

—¡Oh, por dios! —exclama una voz desconocida, haciéndome jadear del

susto y brincar a Justin como un Koala. Para mi suerte, me puede cargar sin

problema y no me tira al piso— vaya ¿desde cuando está pasando esto y por qué

no estaba enterado?

—Hunter... n-no está pasando nada —sus manos se alejan de mi nalga y de

mi cintura y me baja de su cuerpo, haciéndome soltar el aire con decepción—

Crystal estaba por irse a comer con sus compañeros.

—De hecho, no, estaba intentando...

—Ve a comer —me interrumpe sin mirarme y empieza a caminar, tomando

con fuerza el brazo de Hunter para llevárselo con él, sin ponerle atención cuando

le exige que le cuente qué estaba pasando y porqué no se lo había contado.

Entro a la cafetería y me siento extraña, como si no estuviera en mi cuerpo.

Estoy recreando lo que acaba de pasar, no muy segura de que no sea una

alucinación. Me quedan solo quince minutos para comer, pero no importa porque
tengo mucha hambre y me devoro la horripilancia que nos dan en menos de cinco

minutos, sin entablar ninguna conversación con nadie.

Xavier y Eva se sientan a mis lados intentando sacarme información pero me

concentro en comer porque en primer lugar, me siento demasiado sexualmente

frustrada para platicar. Necesito una clase de liberación y en este campamento no

puedo conseguirla porque, primero que nada, no puedo tener nada que ver con

algún compañero, segundo, el sargento no me da lo que necesito, y tercero, no

puedo tocarme en la noche porque soy más ruidosa que la cama donde duermo y

sin duda todos se darían cuenta de lo que estoy haciendo. Y sí, soy muchas cosas,

pero exhibicionista extrañamente no, hasta el momento.

Después de pensarlo por un rato, decido que le daré una sola oportunidad

más a Justin de tomar mi cuerpo y hacernos sentir bien a ambos por unas horas.

Si él lo arruina, si me vuelve a empujar y tratar mal entonces eso fue todo, me

rindo, intentaré ganarme a Taret. El guapo chico hindú que está aquí por robar

autos aunque no los necesita.

Cuando por fin es hora de volver a hacer algo con nuestros sargentos, Justin

se aparece luciendo incluso peor que de costumbre, su cara está torcida en un

ceño y cuando me ve, sus ojos se entrecierran, alejando la mirada de mí

inmediatamente y su cuerpo se tensa aun más. Se queda parado, solo

observándonos, esperando a que llegue Lesley supongo. Cuando ella llega, se

ponen a hablar entre susurros un rato, y por lo que puedo ver, Justin no está muy

contento con lo que Lesley le está contando... bueno, su mal humor puede tener

algo que ver conmigo.


—Chicos, lo hicieron muy bien en al albergue y los queremos felicitar por

eso, pero tres compañeros en especial no siguieron las reglas y se quedaron el

tiempo que se les dio la gana paseando en lugar de la hora que les permitimos,

por lo tanto se ganaron un castigo —dice Les, causando que todos se quejen y nos

miren mal. Mis hombros se caen y le doy una mirada ofendida a Justin porque

¿En serio? ¿Después de que besé su cuello como él me lo pidió y dejé que tocara

mi muy cotizado trasero? Me cruzo de brazos y empiezo a maldecirlo en mi mente

— el castigo será que hoy todos dormiremos en el desierto como lo haríamos de

estar en guerra. No tendremos ningunas comodidades porque usualmente en esas

situaciones uno es afortunado si tiene algo de agua.

—¿O sea que... dormiremos en el suelo? ¿En el desierto? —pregunto

incrédula. Eso no puede ser nada seguro, sobre todo tomando en cuenta la

serpiente que Eva y yo vimos aquél día. Compartimos una mirada preocupada

cuando ambas recordamos lo mismo.

—Sí, Angelo. Y todo es gracias a ustedes —responde Bieber con la voz dura,

sin mirarme— así que hoy no van a cenar. Llenen sus cantimploras y les

recomiendo que vayan al baño, porque si tienen necesidades una vez estemos ahí,

tendrán que hacerlo frente a alguno de nosotros. Nadie se separa.

Muerdo mi labio con tanta fuerza para no decir nada que me saco un poco de

sangre y luego sigo a todos mis compañeros hacia la cafetería para llenar nuestras

pequeñas cantimploras con las que sobreviviremos de aquí hasta mañana a las

cinco, y después de eso al baño, donde puedo hacer mis necesidades. Al menos no

tendré que preocuparme por tener que hacerlo frente a Lesley.


—Así que... ¿supongo que no funcionó? —pregunta Xavier con una sonrisa

condescendiente. Niego con mi cabeza y me recargo en él mientras me quejo por

mi vida. Aparte de estar sexualmente frustrada ahora tendré que dormir en el

maldito desierto muriéndome de hambre y frío y miedo de animales ponzoñosos.

—No, ni siquiera... pudo haber funcionado, estoy segura de que estaba a

nada de que accediera a no darnos ningún castigo, pero el imbécil de Hunter -el

sargento Bell, apareció y arruinó todo.

Antes de que Xavier me pueda dar algún consejo para apoyarme, Lesley nos

llama a formación de nuevo. Justin y Hunter (a quien de momento odio) están

riendo y jugando un estúpido juego de quién golpea más fuerte, como niños de

secundaria. Hunter le da un puñetazo a Justin en el brazo y él gime y se prepara

para golpear a Hunter en el brazo también, pero más fuerte, causando un

lloriqueo que me hace reír un poco. El sonido de mi linda risa les llama la

atención y la sonrisa de Justin desaparece al instante, Hunter se despide

despeinando el corto cabello de su amigo y dándome una mirada divertida. Y

luego nos adentramos a las profundidades del desierto.

—Llegamos —anuncia Justin después de cincuenta minutos de camino. Es

una parte sin mucha maleza y está rodeada por varios troncos secos— es un lugar

ideal porque estamos algo escondidos y el piso está limpio, lo cual nos asegura

que no tendremos muchos animales subiéndose a nosotros cuando estemos

dormidos, introduciéndose a cualquier agujero que encuentren en nuestro cuerpo.


—Gracias por el visual. Y por elegir este lugar tan perfecto para nosotros —

agradezco con voz hostil, la asquerosa de Zalalaidiota bufa y rueda los ojos— es

usted el mejor sargento que pudimos tener. Siempre tan considerado.

—Cierra la boca, recluta. Túmbense donde les venga en gana y no nos

molesten —ordena Justin. Desde luego yo y mis dos amigos nos quedamos

parados— dije túmbense, chicos. Era una orden.

—Son las ocho y usualmente a esta hora tenemos la grandeza de estar libres

así que técnicamente no tenemos porqué seguir tus ordenes, Justin —agrego su

nombre, recordando lo que dijo acerca de no querer que lo llamara así. Su ceño se

hace más profundo, aunque suene imposible— ¿Por qué no te sacas el palo que

tienes atorado en el trasero por primera vez y nos dejas en paz?

Todos jadean ante mi comentario. Y claro, me arrepiento de haber dicho eso

casi instantáneamente, pero lo dije y ya me jodí. Lo sé por la mirada que me da y

la manera en la que se acerca a mí.

—Dime, Crystal. De los posibles animales que podríamos encontrar aquí

¿Cual te da más miedo?

—Uh... no lo sé ¿Tarántula? Cualquier araña en realidad. Tengo aracnofobia

desde que tenía siete años y mi prima rara me aventó muchas arañas encima —

contesto honestamente, estremeciéndome al recordarlo, porque no me imagino

que quiera hacer algo malvado con la información, pero claro, debí haberlo

pensado mejor.
—Ven —dice, haciendo una señal con su mano para que lo siga. Todos están

callados, observándonos. Como de costumbre— iremos a buscar una araña. Si no

tomas una y la traes para que todos la vean, dormirás sola aquí por otros dos días.

Parpadeo muchas veces porque no puedo creer lo que está diciendo ¿No me

acaba de escuchar decir que tengo una fobia? Eso es algo serio. Mi terapeuta me

intentó ayudar pero me rehusé porque implicaría estar en contacto con alguna

araña lo cual es impensable, ¿y ahora este estúpido muchacho con complejos de

superioridad va a venir a decirme que tengo que tomar una? No lo creo.

—No lo haré —aseguro, sin moverme, pero sus ojos destellan con

determinación.

—Lo harás. Ven conmigo.

Justin

Después de pelear con ella cerca de quince minutos, tomo su brazo y la jalo

conmigo porque no puede simplemente hablarme de esa manera frente a todos y

esperar que no haga nada. No se ha ganado ninguna clase de trato especial de mi

parte, por mucho que ella crea lo contrario, así que tengo que tomar medidas

extremas.
—No estoy bromeando, de verdad me dan mucho, mucho miedo —me dice,

cuando ya estamos alejados de todos. Aun no la suelto, no quiero que se eche a

correr— es una condición medica, Justin. Ten consideración, por favor. No me

hagas hacer esto.

—Tienes que aprender que todo lo que haces tiene sus consecuencias. Sean

malas o buenas. No puedes hablarme así frente a nadie... no puedes hablarme así

nunca, punto.

—Estaba enojada. Lo siento. Me di cuenta de que había hecho mal al

hablarte así y estaba apunto de pedir disculpas antes de que tú hablaras —

promete, pero no le creo. No creo ni una sola palabra que sale de su espléndida

boca.

—Te aconsejo que empieces a buscar. No regresaremos hasta que encuentres

una maldita araña.

Con toda sinceridad, las arañas me dan escalofríos y las odio por completo.

Hunter, el amante de la naturaleza, es quien se encarga de los bichos que se

meten a nuestra habitación, pero con tal de castigar a Crystal, soy capaz de tomar

una y lamerla.

Sé que ella no está buscando nada, pero por más de media hora, me encargo

de escanear hasta el más mínimo pedazo de piso mientras intento ignorar la

odiosa voz de Crystal detrás de mí recordándome lo mucho que le dan miedo y

hablando de su prima como si me interesara su vida.


—¡Ja! ¡Ya encontré una! —exclamo emocionado, conteniéndome de levantar

los brazos con triunfo. Crystal jadea con horror cuando ve la misma araña horrible

que veo yo, peluda y gorda (muy, muy gorda) con largas patas transparentes.

Crystal se acerca a mí en medio segundo, intentando escalar mi cuerpo como

hace rato... pensar en lo que pasó hace rato es una mala, mala idea, así que me

concentro en la cosa asquerosa paseando lentamente por sobre una roca.

—Por favor, por favor, Justin —llora Crystal, enterrando su cara en mi brazo

y apretando con fuerza mi camisa— te daré lo que quieras, haré lo que quieras.

Cualquier cosa menos esto.

Debo admitir que su voz quebrada me hace sentir mal. No debería jugar con

los miedos de alguien de esta manera, sé que si alguien me pusiera frente a un

tiburón como lo estoy haciendo, yo estaría igual o peor que ella. Pero como ya he

mencionado antes, hay algo en Crystal que estimula una parte en lo más profundo

de mi inconsciente. Algo malo. Es por eso que la alejo de mí y la volteo hasta que

está de frente a la roca con la gorda araña.

—¡No! ¡Aprendí mi lección! —grita, tan fuerte que estoy más que seguro de

que pueden escucharla incluso en el campamento. Luego empieza a sollozar y

empujarme con su espalda para alejarnos, por supuesto hago fuerza y no dejo que

me mueva ni un centímetro. Tomo sus manos con las mías y batallo para

acercarnos a tomar la maldita araña inofensiva— ¡Noooo!

Tengo que apurarme antes de que alguien llegue pensando que estoy

violando o matando a esta mujer. Su llanto me está exaltando de verdad, suena


diferente al de siempre cuando la castigo. Este suena más ¿Real? No lo sé, lo

único que sé es que quiero calmar su llanto... pero también quiero provocarlo.

—Solo la tendrás en la mano hasta que lleguemos con los demás —digo en

su oído, aspirando un olor que me idiotiza un momento y me tiene aspirando más

fuerte y pegando más su lindo y pequeño cuerpo al mío. Por supuesto que se pone

perfume, no puede ser normal por unas semanas. Acerco más nuestras manos

juntas hasta que estamos a casi nada de la araña— solo tenemos que...

Crystal grita tan fuerte y desgarradamente que me asusta por completo y me

hace soltarla y tambalear hacia atrás. Empieza a bailar mientras grita y a mover su

mano derecha con fuerza mientras con la otra empuja algo. Solo entonces me doy

cuenta de que la gorda araña ya no está tan gorda y ahora hay miles de pequeñas

arañas corriendo por la roca y en el brazo de Crystal.

No recuerdo nunca haberme sentido tan mal como cuando la veo gritando y

llorando mientras intenta quitarlas.

—Lo siento, lo siento mucho —murmuro estúpidamente, tomando su brazo y

quitando las pocas que quedan mientras ella sigue llorando. Mi estomago está en

un nudo cuando termino de examinar todo su cuerpo y quitarlas todas y noto que

está temblando demasiado. Antes de que pueda disculparme de nuevo, Lesley

llega a donde estamos con todos los chicos detrás de ella y el chico deprimido me

empuja para intentar tranquilizarla.

—¡¿Qué demonios te pasa?! —me grita Lesley, completamente enojada. No

sé qué decir, solo puedo observar a Crystal llorando y temblando intentando

quitarse arañas que ya no tiene.


—Quítalas —le pide a Esteves, aunque él le repite que no tiene nada,

intentando tomar su cara en sus manos para que lo mire a los ojos— por favor,

quítamelas.

El chico está apunto de abrazarla pero lo muevo para que no pueda hacerlo.

Arreglaré esto así sea solo para tener un poco de paz mental y no seguir viendo a

esta mujer llorando de esta manera. Siento como que acabo de patear a un bebé y

no me gusta.

—Déjala en paz, solo la vas a molestar más —escupe Les, pero la ignoro,

agachándome un poco para poner mis manos en los muslos de Crystal y tirarla

sobre mi hombro— Justin. Suéltala.

—Por dios, cierra la maldita boca —maldigo, cuando se interpone en mi

camino. Les jadea, sorprendida porque nunca le he hablado así, pero bufo y le

saco la vuelta porque Crystal está en medio de una crisis y no tengo tiempo para

ella.

13

Table For two


Crystal gime, se queja y se mueve tanto sobre mi hombro que tengo que

poner forzosamente una mano sobre su trasero para estabilizarla y que no se me

caiga, o que nos tire a ambos. Aun así, no es ninguna tortura para mí tocarla,

obviamente. Resulta que Crystal tiene el trasero más glorioso que he visto en

mucho tiempo y obviamente tocarlo no me causa ningún conflicto.

Cuando llego a mi habitación después de lo que se siente como veinte años,

bajo a Crystal y ella se estremece con los ojos cerrados y las mejillas mojadas, aun

intentando quitarse arañas.

—Ya no tienes nada, te lo juro. Te las quité todas —prometo, tomándola de

sus pequeños hombros para que deje de retorcerse por todos lados.

—Discúlpame si no te creo —escupe, con la voz nasal y quebrada y se cubre

la cara con las manos, llorando frente a mí y haciéndome sentir cada segundo más

y más inútil— las siento por todos lados.

—¿Qué tal si... —empiezo a opinar, pero me ordena que me calle con fiereza

y se estremece de nuevo. Me doy cuenta de que razonar con ella es imposible así

que la empujo hacia el baño y le quito la blusa. Bueno, intento quitarle la blusa.

—¡No me toques! —grita, empujándome más fuerte de lo que me esperaba.

—Solo quiero quitarte la ropa para que te des una ducha y te asegures por ti

misma que ya no tienes nada.

—Oh... de acuerdo —acepta, asintiendo cuando se da cuenta de que es una

buena idea. Sonrío y me acerco para quitarle el pantalón, pero golpea mis manos

— sal de aquí, puedo hacerlo yo sola.


—Ah, claro... bien. Te esperaré afuera.

Crystal

Me limpio la cara e intento mantener la calma. Estoy desnuda y el agua

recorriendo mi cuerpo por los últimos veinte minutos me aseguran que ya no

tengo nada, pero estoy triste y nunca voy a poder olvidar cómo se sintió tocar esa

cosa y tener cientos de pequeñísimas arañas negras corriendo por mi brazo y

luego por todo mi cuerpo. Lo que hizo Justin fue más de niño abusivo de primaria

pública que de sargento castigando a su recluta.

Por alguna razón me desprecia de verdad. Y me refiero a despreciar a mi

persona en especial, no solo a una niña descarriada que está bajo su cargo. Tiene

una fijación hacia mí y me quiere lastimar, obviamente. Y eso me pone triste

porque... no sé porque, solo sé que he estado llorando en su baño un buen rato

por eso.

—¿Estás bien? —pregunta el susodicho desde fuera, tocando la puerta

despacio.

—No —respondo, enjabonando mi cuerpo por tercera vez porque quiero

aprovechar que tengo el privilegio de tener una larga ducha caliente donde puedo
hacer algo más que solo mojarme y morir del frío. Suelto un jadeo cuando la

puerta se abre sin ningún aviso previo e intento cubrir mis partes privadas aunque

no se vea nada a través del cristal templado a menos que abra la regadera

también— ¡Hey! ¡Sal de aquí!

—Quiero saber con exactitud cómo te sientes —dice Justin con su usual voz

mandona. Entrecierro mis ojos hacia él a través del cristal aunque no me pueda

ver— lo siento ¿De acuerdo? No creí que tu miedo fuera tan serio, sinceramente

pensé que solo lo decías por decirlo. No esperaba que reaccionaras así y me

arrepiento de haber utilizado eso contra ti.

—¿Esa es tu excusa?

—Mi excusa es que me hablaste groseramente frente a todos y debía

castigarte. Tú misma aceptaste que estuvo mal.

Abro la puerta lo suficiente para poder sacar mi cabeza y mirarlo mal. Está

recargado en el lavamanos, con una toalla en sus manos y con la cabeza gacha

hasta que me escucha y la levanta para verme.

—¿Y no podrías haberme puesto a hacer lagartijas, como lo hubieras hecho

con cualquier otra persona? No, en lugar de eso buscaste hacer algo que de

verdad me hiciera daño, porque eres una horrible persona —me aseguro de

expresar todo mi dolor con mis ojos antes de volver a cerrar la puerta y ponerme

debajo del agua para que lave mis tontos sentimientos lastimados. Escucho a

Justin suspirando y luego veo la sombra de su mano a través del cristal. Abro los

ojos muy grande y anticipo que entre conmigo y me pida perdón con su cara entre

mis piernas, pero no, solo se recarga ahí por un rato.


—Tienes razón —acepta, con la voz baja, tengo que cerrar un poco la llave

para poder escucharlo mejor— me pasé de la raya y lo acepto... pero de verdad

me siento mal.

—Mmm, está bien, supongo —cierro los ojos y me dejo caer contra la pared

— ¿Puedes irte? Ya terminé y tengo que salir en algún momento.

—Sí, sí, claro —se apresura a decir, pero trastabilla antes de salir— ¿Te

gustaría algo de ropa mía? Podría darte de Lesley pero es muy obsesiva con sus

cosas y no me gusta tocar nada suyo.

¿Lesley?

—¿Ella duerme aquí?

—Sí. Hunter, ella y yo —contesta como si no fuera nada. Ugh, cada vez la

odio más y más. Ese acto de chica buena no me lo trago y ahora sabiendo que

duerme a meros metros de distancia de mi novio falso... digamos que eso no me

pone contenta— Entonces ¿Te presto algo o quieres tu ropa?

—Tomaré algo prestado, por favor. No me volveré a poner lo que traía jamás,

y agradecería que te lo llevaras lejos de aquí.

Sale del baño sin decirme nada y aprovecho para salir, tomando la toalla

blanca que me dejó en el lavamanos y envolviéndome en ella. Justin regresa unos

segundos después con unas cosas en su mano y las estira hacia mí con una mueca

en su rostro que tal vez es una sonrisa.

—Ya me deshice de tu ropa.

—Perfecto —digo, y espero a que se vaya, pero solo se queda ahí parado sin

hacer nada— ¿Me podrías dar unos minutos para cambiarme?


—¡Ah! Sí, perdón —repite, saliendo del baño inmediatamente. Una vez que

la puerta está cerrada me permito reír un poco en voz baja. Ver a este usualmente

estoico y cruel hombre pidiéndome perdón y actuando tan incomodo a mi

alrededor me anima un poco. Prefiero mil veces a este culpable Justin que al

normal.

La ropa que me da Justin es una simple camisa negra y un short para hacer

ejercicio que me queda algo grande pero puedo ajustarlo con la correa. Su ropa

no huele a nada especial, huele a lo mismo que nuestros uniformes, pero saber

que es suya me hace querer dormir en esto para toda la vida. Si pudiera, metería

esta ropa en mi maleta a un lado de la camisa que me prestó el otro día para

llevármelas a mi casa cuando esto acabe y recordarlo.

—No quiero volver con los demás —digo, tan pronto como salgo del baño.

Creo que tengo derecho de exigir cosas en este momento— no me siento

psicológicamente preparada para volver a ese lugar.

—¿Y qué, vas a irte a dormir sola en la cabaña? Porque no puedo permitir

que andes vagando por el camp...

—No, no quiero estar ahí sola. Es muy tétrico. Estaba pensando tal vez...

quedarme aquí —inquiero, mordiendo mi labio y caminando lentamente hacia la

cama del medio, a un lado de la suya donde él está sentado. Tiene cara como de

que va a decir que no, así que me apresuro a decir— va a ser solo esta vez.

—No puedes quedarte aquí. Hunter llegará en cualquier momento y... no

sería apropiado que estuvieran los dos solos.

—¿Por qué no? No es como si me fuera a hacer algo. Y nos llevamos bien.
—De cualquier modo, no me sentiría cómodo sabiendo que están aquí solos

porque, bueno, porque no deberían de estar solos y punto.

—¿Y si... te quedas aquí también? No creo que seas muy necesitado, Lesley

sabe como controlarlos.

Lo piensa por mucho tiempo y me empiezo a sentir rara, Justin abre la boca

para decir algo, pero antes de que pueda hablar mi estomago hace el sonido más

vergonzoso del universo, indicando que me estoy muriendo de hambre y mi cara

de mortificación hace que Justin se ría de mí.

—Bien, supongo que puedo quedarme aquí también... pero esto es una única

ocasión ¿De acuerdo? —asiento rápidamente y luego se ríe poquito otra vez,

levantándose de la cama y haciéndome una seña hacia la puerta— te voy a llevar

a comer algo. Así que después de alimentarte y dejarte dormir aquí, supongo que

estamos a mano.

—Mmm, tal vez —murmuro, poniéndome unas sandalias rosas algo

pequeñas para mí, las cuales no creo que sean de Justin, y siguiéndolo— ¿No

habrá nadie afuera?

—Tal vez un par de personas, no lo sé. Tú mantente callada.

Camino detrás de él, haciendo parada cada cuatro pasos para mirar a todos

lados y asegurarnos que nadie nos ve, hasta que llegamos a un lugar que no había

visto antes. Se parece a la patética cafetería donde nosotros comemos excepto que

ésta está mucho más decente y tiene aire acondicionado, aunque ahora mismo no

está prendido.
—¿Tienes permitido entrar aquí a esta hora? —pregunto, una vez que cierra

la puerta con seguro, relajándome. Justin me da una mirada obvia.

—Tengo permitido hacer cualquier cosa que se me de la gana hacer —

responde arrogantemente. Y no quiero meterme en una discusión así que

solamente asiento con una sonrisa burlona, dejando que tenga sus delirios— ¿Qué

quieres comer?

Pone su mano en mi espalda y me empuja hasta que entramos a la moderna

cocina. Tiene dos refrigeradores grandes de acero inoxidable, una larga parrilla y

mil cosas más de las cuales no sé el nombre. Justin abre un refrigerador y me

impulso para sentarme en la isla de acero inoxidable, pensando sin poderlo

controlar en que estoy en la posición perfecta para que Justin llegue, se ponga

entre mis piernas y...

—Tenemos bastantes opciones, elige qué quieres —empieza, alejándose del

refrigerador para que yo pueda ver la cantidad de comida que hay ahí dentro. Mis

ojos se iluminan y mi estomago gruñe una vez más.

—Bueno, me estoy muriendo de hambre y, aprovechando que explotaste mi

peor miedo y me hiciste llorar y sentir mal, creo que quiero que me hagas un poco

de todo —digo, terminando con una grande sonrisa. Justin no está impresionado

con mi petición, creo que ya está llegando a conocerme, solo me observa,

mordiendo la parte interior de su mejilla como si estuviera controlando una

sonrisa.

—Está bien, pero es la única vez que esto pasará. No creas que volveré a

traerte aquí cuando se te de la gana comer algo bueno —amenaza y asiento


muchas veces, sonriendo y jugando nerviosamente con su camisa en mi regazo

porque esto se siente como algo muy de pareja y el pensamiento me gusta mucho

más de lo que debería.

Mientras lo observo no puedo evitar notar lo diferente que es de todos los

hombres con los que he convivido mi vida entera. Todo acerca de él es diferente, y

ni siquiera es el hecho de que su uniforme le da autoridad; es la manera en la que

hace las cosas, de una manera segura y masculina. Lo malo que es siempre

conmigo y con todos aquí pero nos respeta y se asegura de ser justo, aunque no

me guste aceptarlo porque no siempre es a mi beneficio. El hecho de que nunca

me ha mirado con esa sucia y conocida mirada de lujuria que me dan todos los

hombres antes de intentar hacer un movimiento y suponer que soy fácil porque lo

hago ver de esa manera y no les interesa ver más allá de eso.

Mi pecho se aprieta y sigo jugando con su camisa sin dejarlo de mirar

sacando cosas del refrigerador con calma y precisión y encendiendo el sartén,

luego haciendo una mezcla de hot cakes y partiendo fruta.

Salto un poco cuando se voltea hacia mí por primera vez desde que empezó a

cocinar, atrapándome mirándolo. Me ofrece un puñado de fresas y las deja en mi

mano con cuidado para no tirar ninguna. Ni siquiera me sonríe ni me dice nada,

pero eso no me detiene de sentirme emocionada por estas estúpidas frutas que

dejó suavemente en mi mano.

—Me gusta comer desayuno en la noche —murmura Justin después de un

buen rato, cuando los hot cakes están listos. Comienza a sacar huevos y tocino del

refrigerador y literalmente salivo cuando pienso en comer todo eso— así que eso
es lo que estoy haciendo, espero que te guste porque olvidé pedir tu opinión y

ahora es demasiado tarde.

—Sí, me gusta —contesto, sonando super tonta, brincando para bajarme de

la isla. Me pongo a su lado y toco su grande y delicioso brazo para llamar su

atención. Una vez que voltea hacia abajo para verme, le doy otra sonrisa grande

con mis ojos del gato de Shrek— ¿Puedo tomar el helado de fresa para hacer una

malteada?

—Sí, buena idea —dice y retoma lo que estaba haciendo como si no hubiera

hecho mi día. Doy un pequeño brinco de felicidad y saco todo lo necesario.

Justin termina de hacer nuestro desayuno-cena y empieza a llevarse todo a

una mesa mientras yo termino de servir nuestras malteadas en dos grandes vasos

de litro. Mi estómago no ha dejado de gruñir desde que olí el tocino y cuando por

fin puedo sentarme frente a la cantidad descomunal de comida que mi novio falso

me preparó con tanto amor, casi me pellizco para asegurar que no es un sueño.

Tengo un plato con huevos revueltos y tres tiras de tocino y salchichas fritas. Hay

un grande plato entre nosotros con cerca de seis hot cakes y otro a un lado de

fruta que incluye mango, fresas, sandía, naranja y melón, y claro, las malteadas

que yo hice.

—¡Espera! —digo, haciendo saltar a Justin— antes de que empecemos a

comer ¿Me puedes prestar tu celular para tomar una foto? Se ve demasiado bien

como para que se quede entre nosotros. Cuando se acabe este infierno y me

regresen mi celular, me la puedes mandar.


Creo que está apunto de decir que no y que es algo idiota pero recuerda que

me lo debe y suspira antes de sacar su iPhone de su bolsillo y entregármelo. Lo

tomo como si fuera un santo grial y leo un mensaje de Les diciendo que se

asegure de que estoy bien, pero pongo la cámara sin darle mucha importancia,

acomodo todo y me paro en la silla, buscando el ángulo correcto para que todo se

vea perfecto. Cabe mencionar que me toma un tiempo tomar la foto perfecta.

—Eres tan... no sé, ni siquiera sé cómo expresar lo que eres, Angelo —niega

con la cabeza y no está sonriendo por lo que supongo que es algo malo, pero me

encojo de hombros y me vuelvo a sentar. Antes de entregarle el celular, volteo la

cámara y, a pesar de que la luz no me favorece mucho, me tomo dos selfies, una

sonriendo y otra tirando un beso, para que se acuerde de mí cuando vea sus fotos.

Luego me volteo de espaldas a él y tomo otras fotos conmigo sonriendo

dulcemente luciendo bonita como el infierno y él detrás de mí con su ceño

fruncido, sin querer participar en la sesión fotográfica— ¿Podemos comer ya, por

favor? Esto se está enfriando y estoy pensando muy seriamente mandarte de

nuevo con los demás.

—Lo siento, ya podemos comer —le entrego su celular y empezamos a

comer. No sé si es porque ahora aprecio más la comida después de comer basura

por tanto tiempo, pero me sabe delicioso y como rápido y desordenadamente

como niño con problemas de aprendizaje mientras Justin come con modales y

esas mierdas— todo está demasiado rico, Justin, gracias. Y ya te perdoné, por

cierto.
—De nada —sonríe poquito sin dejar de masticar y le da un trago a la espesa

malteada. Me encuentro tomando la respiración esperando que me diga que le

gusta. Mi estomago explota con sensaciones cuando levanta las cejas y me da una

mirada llena de sorpresa, expresando lo buena que está. Después de eso comemos

en silencio pero no lo siento incomodo porque estoy muy ocupada pensando en lo

perfecto que es y lo guapo que se mira en esta luz, comiendo y tomando la

malteada que yo le hice. Me dan ganas de cocinarle mil cosas y ponerlo todo

gordito para abrazarlo por siempre y que nadie lo quiera apartar de mí.

No hablamos para nada, pero de vez en cuando, Justin me voltea a ver por

debajo de sus largas pestañas con una sonrisa de lado y mi cara se rompe en una

sonrisa que no puedo controlar aunque sé que es muy infantil y estúpida, y a

pesar de que esto se siente muy bien y no quiero dejar de comer nunca, no puedo

evitar querer que terminemos de una vez para ir a su habitación, donde

dormiremos juntos... bueno, tal vez nos vayamos a dormir en lugares separados,

pero nada me detiene de meterme a su cama en la madrugada ¿cierto?

14

Fuck it
Justin

Terminamos de comer más rápido de lo que había pensado porque ambos nos

estábamos muriendo de hambre, pero nos quedamos sentados donde mismo

porque estamos demasiado llenos para movernos, así que tengo que aguantarme

un buen rato y escuchar a Crystal divagar acerca de su privilegiada vida. No

aporto mucho a la conversación porque no quiero que piense que de repente ya

somos amigos, pero no puedo evitar ponerle atención y notar que tenemos

algunas cosas en común, por extraño que eso parezca. Tal vez es porque nuestros

padres son iguales.

Antes de lo que me doy cuenta han pasado tres horas desde el incidente con

la araña embarazada y son las once de la noche. Recogemos un poco el desastre

que hicimos y caminamos con cuidado de nuevo a mi habitación. No tengo miedo

de que alguien nos vea, de hecho ya casi todos aquí saben de "nuestra relación"

gracias a la gran bocota de mi mamá. Solo Hunter y Lesley saben que es falsa, y

no tendríamos ningún problema si alguien nos ve, pero de todos modos no me

gustaría tener que responder preguntas y ese tipo de cosas.

—... espera, amor ¡Espera! Ya casi llegamos ¿no puedes mantenerlo en tus...

—mi mamá se ríe como una pequeña niña púber con su primer novio cuando nos

topamos de frente con mis padres, y veo inevitablemente algo que no me gustaría

haber visto nunca jamás en mi vida. Mi padre saca la mano de las bragas azules
de mi madre por debajo de su falda inmediatamente cuando nos ve, pero de todos

modos nos damos cuenta de lo que estaban haciendo porque es obvio.

Dolorosamente obvio— ¡Hola, tórtolos!

—¡Hola! —saluda Crystal sin estar tan impactada con esto como yo, y

entonces mi madre y ella empiezan a platicar de no sé qué con el mismo

entusiasmo mientras yo y mi padre no podemos hacer más que mirarnos con el

mismo pánico. Me estremezco en disgusto no sé cuanto tiempo después, causando

que mi padre haga lo mismo y ambos tomamos a nuestras mujeres para hacer que

se callen de una maldita vez y terminar esta situación incomoda—... y luego

estuvimos hablando de nuestros sentimientos por casi dos horas.

—¿Justin hablando de sentimientos? Eso es algo que me gustaría ver... oh,

um... bueno, adiós —se despide rápidamente cuando mi padre la carga con

facilidad y se la lleva lejos, haciéndome soltar todo el aire que tenía contenido.

Crystal se queda viéndolos partir, ignorando que yo ya empecé a caminar, así que

tengo que regresar y hacer lo mismo que hizo mi padre y cargarla para llegar

cuanto antes a mi habitación, pero no he dado más de cinco pasos cuando paro

por completo y analizo las semejanzas entre mis padres y nosotros.

—¿Qué pasa? —pregunta Crystal, apretando su agarre en mi cuello y

enredando sus piernas en mi cintura para no resbalarse. Ni siquiera siento nada

cuando pongo una mano en su trasero para cargarla porque estoy muy ocupado

comparando nuestros casos. Yo y padre somos uno mismo. Somos iguales, eso no

es nada nuevo (tal vez por eso lo detesto tanto) pero mi madre y Crystal también

son parecidas. Mucho. Ambas son más de lo que el General y yo podemos


soportar. Ambas son rebeldes, no se callan, son molestas, dicen y hacen lo que se

les viene a la mente sin tomar en cuenta las consecuencias y ni hablar de lo

parecidas que son fisicamente, la única diferencia es que mi madre siempre ha

sido hiper-delgada y Crystal tiene curvas— Justin, dime qué pasa.

—Nada —contesto, molesto porque no me deja pensar, y trato de bajarla de

mi cuerpo, pero aprieta su agarre con sus brazos y piernas, haciéndolo imposible

— ¿No puedes caminar por ti misma?

—Sí puedo, pero prefiero que me cargues —murmura, sonriendo— aun me

lo debes, después de lo que me causaste. Pude haberte acusado con tus padres,

pero no lo hice. Me merezco un paseo, mínimo.

—Como sea —contesto, poniendo los ojos en blanco y ambas manos en su

trasero, aprovechando para conocerlo un poco más, dado a que tengo la facilidad

al alcance de mis dedos. Se me olvidó mencionar que ambas, mi madre y ella,

tienen una clase de delirio de grandeza. Se piensan que son lo máximo del

universo cuando obviamente no lo son.

No sé qué pensar de que esta... esta ¿recluta? no, no puedo llamarla solo

recluta. Traspasó esa linea hace mucho tiempo, ¿amiga? uh, no. No me cae tan

bien como para eso, ¿novia? definitivamente no... como sea, no sé que pensar de

que esta mujer de cabello feo se parezca tanto a mi madre. Tal vez es el hecho de

que la he besado y gracias a mi sequía siento atracción sexual por ella, pero

asociarla con mi mamá me está frustrando bastante. Aparte, no puedo dejar de

pensar en lo estúpido que el General actúa cuando está alrededor de mi madre...


yo no quiero ser así. No que lo vaya a ser, pero... agh, como sea. Tengo que irme a

dormir ya.

—¡Hey! —exclama Hunter tapando con sus manos su pene al aire mientras

Crystal grita cuando capta un vistazo de su desnudo cuerpo. Entierro su cara en

mi pecho para que no lo vea de nuevo— ¿Qué demonios? ¿No deberían estar

durmiendo en la tierra?

—Vístete, hombre —ordeno, negando con la cabeza y riendo cuando lo veo

maldecir y ponerle pausa a su juego para buscar sus bóxers. Aun tengo la mano

sobre la cabeza de Crystal. La suelto hasta que veo que mi amigo está decente, y

la aviento sobre mi cama, sacándole un grito de emoción y una risa que ahora no

puedo dejar de notar lo mucho que se parece a la de mi madre. Me estremezco

con ese pensamiento— ¿Esto haces en tu tiempo libre? ¿Masturbarte con Call of

Duty? ¿Hay algo más que debería saber?

—¡Muérete, no me estaba masturbando! —se defiende rápidamente— solo

estaba dejándolo respirar. No me digas que no te gusta estar al aire libre a veces.

—No, no me gusta —contesto, aunque definitivamente es cómodo y lo haría

de no vivir en este lugar con tantas personas pudiendo entrar de golpe a mi

habitación.

—Como sea, díganme qué hacen aquí, en especial tú —señala a Crystal,

quien está recargada en mis almohadas como si estuviera aquí todos los días—

¿Pensé que su relación era falsa?

—Lo es —me apresuro a responder— es una larga historia y no tengo ánimos

de contarla. Tengo sueño, así que apaga esa cosa. Y tú, Angelo, sal de mi cama.
—Awww —hace un puchero— no quiero dormir en la cama de la sargento

Zalalalala.

—Puedes dormir conmigo —propone Hunter con una sonrisa presuntuosa y

según él, sexy. Inmediatamente me mira, riéndose de mi ceño fruncido y levanta

las manos en el aire— estaba bromeando, dios, que sensible ¿Saben qué? Los dejo

solos, no puedo soportar toda esta tensión sexual si no puedo ser parte. Crystie,

puedes dormir en mi cama.

—¿Y a donde se supone que irás a dormir? —pregunto, sin querer que nos

deje solos y sin querer que duerma en un lugar horrible solo porque no nos quiere

incomodar. Hunter me da una gran sonrisa y flexiona sus músculos, haciendo

bailar sus pectorales unos segundos, presumiendo porque yo no puedo hacerlo. Y

sí, me he pasado horas frente a él sin camisa intentándolo pero simplemente no

puedo.

—Olivia dijo que siempre había una vacante en su cama para mí. Planeaba

invitarla aquí pero dado a que invadieron mi nido de amor, supongo que

moveremos locaciones.

—Ah... de acuerdo, buena suerte —murmuro con envidia mientras saca unos

condones del cajón ese que nunca abro. Condones que nunca he usado a pesar

que yo los compré, y al parecer, a como van las cosas, no usaré nunca.

—¡Qué te diviertas teniendo sexo! —le grita Crystal antes de que salga.

Hunter se ríe y le guiña un ojo, cerrando la puerta tras él— bien... ¿ahora qué

hacemos?
—Dormir —murmuro y camino al baño para quitarme el uniforme. Me

pongo solo un short, y salgo a apagar la luz y a apagar la televisión pero Crystal

me intercepta, diciéndome que no tiene sueño por la adrenalina que le causó el

miedo y por todas las cosas que consumió con azúcar— no me importa. Es tarde y

debemos dormir porque mañana haremos muchas cosas y necesitamos estar

activos.

—Pero... podemos jugar un rato —opina, tomando el control de Xbox que

Hunter dejó en el piso, aunque estoy casi seguro de que no sabe jugar.

—No —le quito el control, apago la televisión ignorando sus quejidos y la

tomo de los hombros para empujarla hasta la cama de Hunter. Hago que se siente

y me acerco a su cara para mirar sus ojos y hacer que me entienda— duérmete ya.

Crystal me da una sonrisa traviesa y de repente sus labios están sobre los

míos, dándome un descuidado y húmedo beso. Me alejo tan rápidamente que

trastabillo hacia atrás.

—Buenas noches, Sargento —dice dulcemente, abriendo las cobijas para

meterse a dormir con toda la tranquilidad del mundo. Le doy un gruñido para que

sepa que estoy enojado, pero tan pronto como le doy la espalda me estoy

lamiendo los labios, deseando poder ser como Hunter y no analizar tanto cada

situación que se me presenta.

Hoy sería la oportunidad perfecta para hacerle todas esas cosas que pensé

ayer mientras estaba bañándome y jugando conmigo mismo. Pero no, no puedo

hacerlo y luego lidiar con que ella se haga aun más pegajosa y molesta y se

enamore de mí o algo. No me imagino a esta superficial chica enamorada, pero


puedo suponer que sería incluso más molesta de lo que ya es y estaría en mi cara

cada maldito segundo demandando atención porque está acostumbrada a ser el

centro del universo. No importa lo bien que me sentiría por unos minutos, no

valen la pena tener que soportarla después.

Me acuesto en mi cama pero no estoy cómodo porque puedo sentir la mirada

de Crystal en mí. Por primera vez en mi vida no me duermo tan pronto como mi

cabeza toca la almohada y eso me está irritando. Me volteo hacia ella y, dado que

no tenemos cortinas, la luz de la luna ilumina casi toda la habitación así que

puedo verla volteada hacia mí con sus grandes ojos verdes observando cada

movimiento.

—¿Ya te dormiste? —pregunta estúpidamente aunque me está viendo

moverme y mirarla.

—Sí, tonta, estoy dormido —contesto sarcásticamente y ella se ríe, poniendo

sus manos delicadamente bajo su mejilla sin dejar de verme— ¿Podrías dormirte

de una maldita vez y dejar de mirarme?

—Te lo dije, no tengo sueño.

—Bueno, yo sí. Ya no hables —ordeno, y me pongo boca arriba. Me toma

quince segundos de silencio y me quedo pacíficamente dormido. Por desgracia

Crystal está cerca de mí por lo tanto la paz no existe. No sé cuantas horas han

pasado, pero empieza a roncar con fuerza, haciendo retumbar todo el

campamento, y luego comienza a hablar— no puede ser.

—... ¡Pero no! Nadie nunca escucha a Crystal —se queja en voz alta,

moviendo sus manos para darle énfasis a su platica— ¿no saben que Crystal lo
sabe todo? Yo les dije, aquí hará frío, mudémonos a Cancún, donde es soleado y

agradable siempre ¡Pero no! No es un lugar serio, dijeron ¡Como si me importara!

Gruño fuertemente y intento cubrir mis oídos, pero su voz traspasa todas mis

barreras y la vuelvo a escuchar. Después de un rato se queda callada y suspiro con

alivio, pensando que ya podré dormir agusto y dejándome ir de nuevo, pero de

repente siento una mano en mi pie y grito como niña.

—¡Hey! ¡Angelo, lárgate de aquí! —digo, intentando calmar mi acelerado

corazón y cubrir mi vergüenza por ese grito femenino que solté, pero ella no me

escucha. Se sube a la cama conmigo, pateando con fuerza hasta que logra

quitarme la cobija y meterse a mi lado— por dios. Vete de aquí ¿Qué te pasa?

—Mmmm, tan caliente —murmura, abrazando mi cintura y subiendo una

pierna a mi regazo, enterrando su fría nariz en mi pecho desnudo, haciéndome

temblar— a Crystal le gusta.

Tomo su cabeza e intento empujarla pero pone fuerza y entierra sus uñas en

mí. Gruño de nuevo, dándome por vencido porque estoy cansado y molesto y solo

me quiero dormir.

Hago mi mejor esfuerzo por estirarme a tomar la cobija que Crystal aventó

para cubrirnos. El gemido que hace esta chica a mi lado y la manera en la que se

intenta fusionar conmigo causan una grandísima molestia en mi región baja que

me impide irme a dormir porque todo en lo que puedo pensar es tocarla a ella o

tocarme a mí mismo o hacer lo que mierdas sea para que se sienta mejor, pero no

puedo. Sus fuertes brazos en mi cintura y su cabeza sobre mi pecho no me dejan

llegar a esa parte que duele. Por lo tanto no me puedo dormir.


O sea que paso unas dos horas tal vez, odiando a Crystal mas que nunca. Si

hay algo con lo que no se deben de meter es con mi sueño. Tengo pocas horas

para dormir y se deben de respetar.

—Maldita sea —me quejo, cuando estoy completamente despierto y me doy

cuenta de que es hora de levantarme. Crystal no se volvió a mover ni una sola vez

ni roncó, ni habló de nuevo, solo se la pasó haciendo sonidos que empeoraban mi

situación. La muevo mucho para que se despierte, pero solo consigo que se queje

y se suba por completo en mi cuerpo, alineando perfectamente nuestras partes

intimas.

Toma casi nada de roce para que me de por vencido y gima profundamente,

quitando la cobija por completo de nosotros para que no sea un obstáculo en mi

camino.

Decido que no me importa si se enamora de mí, si se vuelve necesitada o

cualquier otra cosa. Ella fue quien propuso primero que tuviéramos sexo y no creo

que haya cambiado de opinión tan rápido. Necesito estar con una mujer con

urgencia porque como ella lo dijo muy sabiamente, la falta de sexo está

empezando a ser preocupante. Mi pobre y solitario pene palpita con dolor y no

puedo pensar en otra cosa que no sea estar dentro de ella.

Le bajo el short que le presté con mis manos para poder tocar su trasero y

empujarla más fuerte contra mí. La siento despertando y estoy tan perdido en lo

absoluta y maravillosamente bien que esto se siente que no escucho que la puerta

se abre.
—¡Tú, malviviente! ¡Quita las manos de mi dulce ángel! —ruge alguien, y mi

corazón hace algo parecido a un infarto por el susto. Volteo hacia la puerta y lo

único que puedo ver es a mi madre con los ojos muy abiertos y a una grande

figura acercándose a mí con precisión y ganas de matarme. Empujo a Crystal a la

cama porque no creo que quiera que su padre vea su trasero y solo logro pararme

débilmente antes de encontrarme en el suelo con un muy enojado General Angelo

gritando algo en mi cara.

15

Don’t Speak

Crystal

Nunca me he despertado tan confundida en toda mi vida.

Lo primero que fui capaz de registrar fue que no sabía dónde estaba, pero

después recordé lo que pasó anoche, y me di cuenta que estaba sobre un gran

cuerpo, quien estaba moliendo su dura erección contra mí. Estaba apenas

registrando eso cuando me empujó a un lado como si fuera una inconveniencia y

escuché una conocida voz gritando varias cosas sin sentido.


Me tallo los ojos y mi cabeza se despeja del sueño, solo entonces me doy

cuenta de que Justin está en el piso entre medio de su cama y la de Hunter. Mi

padre está sobre él, estrangulándolo.

—¡Suéltalo! —grita Patricia desesperadamente, corriendo y poniendo sus

pequeñas manos sobre los hombros de mi papá, pero no logra moverlo ni poquito.

—... luego de hacer eso, te haré pasar por lo mismo miles de veces hasta que

aprendas a respetar a las mujeres y me encargaré de que no tengas nada en la

vida y tengas que alimentarte de tu propia mierda y vivir entre gusanos porque no

te mereces nada más que eso, pequeño niño asqueroso inmundo —gruñe mi

padre, sin quitar su mano del cuello de Justin. Sé qué no lo está ahorcando de

verdad porque Justin no se ve moribundo, pero aun así lo está asustando y no

quiero que se repita el incidente Dario— sé exactamente qué es lo que pasa por tu

inmadura, estúpida, inmoral cabeza y lo que le quieres hacer a mi preciosa,

virginal y pura niñita y no dejaré que cumplas ni una sola de esas asquerosas,

sucias, inhumanas fantasías. Me encargaré de torturar tu pequeño trasero de

todas las maneras que conozco y darle tu inútil miembro de comer a los perros

mientras aun sigues vivo para...

—¡Papi! ¡Déjalo en paz! —grito, cuando Patricia se echa a llorar

histéricamente. Tal vez tomando las amenazas muy literalmente. Me tiro al piso y

tomo la cara de mi papá en mis manos— por favor, papi, lo estás asustando.

Déjalo en paz, es un buen muchacho, te lo juro por dios.

—Ni siquiera eres religiosa, niña, no metas a ningún dios en esto —masculla,

entrecerrando sus ojos hacia mí— y no creas que estás libre. Haré que te largues
de este lugar y te mandaré a un maldito internado lo más lejos que pueda

encontrar de este niño imbécil y te obligaré a que seas una monja y solo convivas

con vacas y ovejas mientras cultivas...

—¡Huiré y nunca más me volverás a ver! —amenazo en voz alta, entrando en

pánico porque nunca me había hablado de esa manera y no estoy segura si de

verdad planea mandarme a un internado. Me levanto y estoy apunto de correr

pero antes de que pueda siquiera tomar impulso, mi padre toma mi brazo y me

voltea hacia él. Patricia se deja caer dramáticamente junto a su hijo y lo abraza

mientras Justin solo se queda tirado ahí sin hacer nada, en shock emocional tal

vez.

—¡Hola! —saluda mi madre, entrando a la habitación con un gran sonrisa

que decae cuando ve su entorno— Crystal ¿Qué hiciste?

Es entonces cuando empiezo a llorar. Abrazo a mi mamá y le cuento lo que

mi papá hizo. En ese tiempo, Justin logra pararse, pero no camina ni hace nada

porque mi papá literalmente gruñe hacia él como un animal. Me separo de mi

madre y camino hacia él para arreglar las cosas.

—Cristoff, por favor —le pide Patricia antes de que yo pueda decir algo— mi

hijo es un buen niño, por favor tranquilízate. Él ama a Crystal ¿Verdad, bebé?

Nunca haría nada para perjudicarla.

—Sí, la amo.

—No, no lo haces —niega mi padre, entrecerrando sus ojos.

—Sí, sí la amo —pelea Justin, mirándome por primera vez— dile, Crystie.

Dile que te amo.


—Es cierto. Y yo lo amo a él.

—Eso es la cosa más estúpida que he escuchado en toda mi vida. Y he vivido

contigo por 19 años, he escuchado muchas cosas estúpidas —Oh, okay, eso dolió

— ¿Cuánto lleva este campamento? ¿Dos semanas? ¿Y ustedes se aman? Sí, claro.

No nací ayer.

—El amor es amor sin importar el tiempo o la edad —digo, citando a mi

linda suegra, quien me da una tierna sonrisa sin soltar su agarre en su hijo— papi,

te juro que Justin es bueno conmigo.

—Lo vi forzándose contra ti —dice, cerrando sus ojos y apretando sus puños

como si intentara controlarse. Técnicamente, Justin sí se estaba forzando contra

mí, pero lo que no puedo decirle es que yo he estado ofreciéndome a él desde

hace tiempo y cualquier cosa que él decida hacerme no sería forzado.

—Yo me estaba forzando sobre él. Yo estaba arriba. Y supongo que tendré

que contarte con detalle ya que te niegas a escuchar lo que digo. Me metí a su

cama, a pesar de que él me decía que era una mala idea y me ordenó que me

fuera, pero yo, amándolo como lo hago, me negué, porque lo deseo ta... —mi

padre mueve furiosamente una mano en mi cara para que cierre la boca.

—Ve por tus cosas. Nos vamos ahora mismo —dice, con la voz calmada. Abro

la boca para defenderme pero me corta con una mirada— es una orden.

De acuerdo, tal vez... tal vez decir todo eso fue una mala idea.

Le doy una mirada a Justin, quien está observando a mi padre con el ceño

fruncido. Estaba esperando al menos una pequeña sonrisa de despedida, pero

supongo que está más que feliz de que me vaya. Patricia tiene una mano sobre su
boca y lagrimas en sus ojos, pero no dice nada. Siento algo como... apretando mi

pecho, como si no pudiera respirar bien, no lo sé.

—¿Podemos hablar en privado, Cristoff? —pregunta Patricia. Él nos mira a

mí y a Justin por unos segundos y asiente, diciéndonos que tenemos unos

minutos para despedirnos, y luego salen todos.

—Lo siento —digo, en cuanto estamos solos. Justin lleva una mano a su nuca

y al mismo tiempo ambos caminamos hasta que estamos frente a frente— por

todo, pero en especial por las cosas traumatizantes que te dijo mi padre.

—No es nada —se encoge de hombros— no lo culpo, eres su hija. Yo sería

igual.

—Sí, supongo que serías igual —me río un poco, incómodamente. Y luego

ambos nos quedamos en silencio.

—Así que... conseguiste lo que querías ¿No? Supongo que era cuestión de

tiempo, pareces del tipo de persona que siempre consigue lo que quiere —dice,

con una leve sonrisa, muy extraña en él, pero no lo entiendo muy bien— irte.

Desde que empezamos quisiste irte, y ahora lo conseguiste.

Acabo de recordar que es cierto. Debería de estar feliz, pero ahora no quiero

irme. No quiero estar castigada todo el verano por esto, creo que sería incluso

peor que estar aquí, sin mencionar que tal vez mi padre estaba hablando en serio

y sí me mandará a un maldito internado. Aparte... Xavier. Mis ojos se humedecen

un poco cuando pienso en que no lo veré hasta tal vez después de que se acabe el

verano. Pero él mismo dijo que siempre viaja y pocas veces está en casa. Xavier es

tal vez el único amigo de verdad que tengo, aparte de Eva, a quien sin duda
extrañaré también. Es mala, grosera y no me adora, pero sé que estoy empezando

a crecer en ella. Y es autentica. Regresar con mis asquerosos amigos lameculos va

a ser aburrido como el demonio.

—Tienes razón. No me extrañen mucho —digo, y golpeo su brazo

débilmente. Justin sigue mi mano y se queda callado por un rato. Luego me

sorprende cuando se acerca, toma mi cara entre sus manos y me hace mirarlo a

los ojos.

—Sé buena —dice simplemente y asiento, esperando el beso— fue...

divertido tenerte aquí. Entretenido.

Y entonces me suelta y golpea mi brazo de la misma manera en la que lo hice

yo, sin dejar de verme a los ojos.

—Pensé que me ibas a besar —murmuro, porque no quiero irme de aquí sin

volver a darle un beso. Justin mira al piso y muerde su mejilla, pensándolo mucho

— no me volverás a ver, míralo como un regalo de despedida.

Asiente y espera a que yo haga el primer movimiento, pero solo cierro mis

ojos. Quiero que él haga todo el trabajo.

Acuna mi cabeza con ambas manos y acaricia mis mejillas con sus pulgares

muy suavemente, tomándose su tiempo como si no pudiera llegar mi padre en

cualquier momento. Me da un casi imperceptible beso en una esquina de los

labios, haciéndome cosquillas en la cara con su aliento, luego en la otra esquina

de mi necesitada boca y, agh, quiero gritar para que me bese con ganas, pero ésta

anticipación se siente demasiado bien como para decir algo y hacer que pare y se

aleje.
—Mmm, deja de provocarme —susurro cuando pone sus manos en mi

espalda por debajo de mi blusa, causándome escalofríos y baja sus besos por mi

cuello. Mi cuello está totalmente fuera de los limites de cualquier hombre al

menos que esté seguro de que me va a hacer venir en el futuro cercano. Su lengua

hace círculos en un nuevo punto erógeno que no conocía. Jadeo, abriendo los ojos

muy grande y llevo mis manos a su cabeza para que no se atreva a moverse. Su

cabello es más suave que el mío, es perfecto. Todo mi cuerpo está hormigueando.

Quiero más— se siente muy bien, Justin. Quiero...

—Shh. No hables. Me gustas más cuando no hablas —pone un dedo en mis

labios para callarme, pero lo meto en mi boca y succiono, haciendo contacto

visual para mayor representación. Su dedo es grande y rugoso y debería ser

asqueroso, pero no lo es. Para nada. Enredo mi lengua en él y sigo con esa succión

que sé por hechos que vuelve locos a todos los hombres, ya sea en su dedo o en

su... en cualquier otro lugar— ah, Crystal. Odio que se sienta tan bien.

Saca su dedo de mi boca y pone sus manos en mis muslos para cargarme,

luego se sienta en la cama conmigo sobre él, enreda su mano en mi cabello y

toma posesión de mi boca.

Siempre pensé que Justin besaría lentamente. Aburrido. Metódico. Pero todas

mis suposiciones estaban equivocadas. Al menos para este momento en especial.

Justin abre mi boca, sin molestarse a esperar a que yo haga algo, masajea mi

lengua con la suya y muerde mis labios. Lo único que puedo hacer es dejar que

haga lo que se le de la gana conmigo y disfrutar. Siento que empieza a endurecer

debajo de mí y tomo sus hombros para moverme sobre él.


Se separa de mí para poder expresar que le gusta lo que estoy haciendo con

un sonido ahogado. Pone sus grandes brazos al rededor de mi cintura para

abrazarme más fuerte con él y entierra su cabeza en mi cuello, besándome en ese

lugar que acaba de descubrir, incluso más ferozmente que antes, respirando tan

pesado que puedo sentir todo su cuerpo subiendo y bajando, y estamos tan juntos

que parece que somos una misma persona. Eso, combinado con el hecho de que lo

siento, duro, grande y preparado debajo de mí, me tiene literalmente a dos

segundos de algo muy, muy bueno.

Pero como claro, nada bueno dura mucho, tocan la puerta.

—Maldita sea —se queja Justin con voz profunda, separando su cara de mi

cuello. La puerta se abre sin esperar respuesta y entran nuestros padres de nuevo.

Me levanto de Justin inmediatamente pero mis piernas están débiles y me caigo.

Justin bufa y estira una mano para ayudarme— Angelo, por dios, fíjate en dond...

quiero decir, amor, ten más cuidado.

—¿En serio? ¿Los dejo solos cinco minutos y ya están sobre el otro de nuevo?

—pregunta mi papá, pellizcando su nariz con los dedos y tomando respiraciones

para no perder el control y estrangular a mi novio otra vez— Lauren, habla con

ellos. Yo no los soporto.

—Patricia cree que este campamento está haciendo un buen impacto en ti y

nos aseguró que tu relación con tu sargento no cambia la manera en la que te

trata ahí afuera —dice mi madre, con la voz seria que usa cuando no está segura

de algo. Ella probablemente lo único que quiere es que regrese a la casa donde

puede tener control sobre mí y abrazarme todo el día. Ella es así de atosigadora.
Pero la amo, de todos modos— así que estamos dispuestos a darte una segunda

oportunidad porque sinceramente ya no sabemos qué hacer contigo y esta es

nuestra última opción.

—Pero quiero tener unas palabras con ese pequeño baboso primero que

nada. No te dejaré en sus inmorales manos así como así —suspiro ante las

exageradas palabras de mi padre. Estoy agradecida de haber sido lo

suficientemente inteligente antes como para no presentarle a nadie. Al menos

tengo el consuelo de saber que Justin puede con él.

—De acuerdo, señor. Tendremos unas palabras —dice Justin, estirando una

mano hacia él. Mi papá golpea su mano como un niño de kinder con el ceño

fruncido.

—Papá, por favor —me estrello con su tenso y preocupado cuerpo y lo

abrazo para que me ame de nuevo y deje de actuar así— no te dejaré solo con él,

pero podemos ir a cenar todos y así aprovechan para contarme que han estado

haciendo ¿Sí?

—Bien. Hoy a las nueve iremos a cenar, princesa —acaricia mi cabello y besa

mi cabeza— pero que quede claro que la principal razón de esa cena será conocer

las verdaderas intenciones detrás de su "amor". Y si decido que no es suficiente

para ti, lo dejarás de inmediato y te enfocarás en otra cosa. No necesitas un inútil

novio a tu edad. Los hombres no sirven para nada, te lo he dicho muchas veces.

Estoy apunto de responder algo sucio a eso que probablemente me meterá en

más problemas cuando la puerta se abre de nuevo y entra Lesley luciendo horrible

por primera vez, y se nos queda viendo a todos con confusión.


—Umh, Justin. Te estamos esperando para comenzar —dice, y me mira

directamente. Su falsa voz dulce cambiando levemente— a ti también Angelo

¿Cómo te encuentras?

—Bien —me encojo de hombros y regreso mi atención a mi papá. Arreglamos

lo de la cena y luego Justin me dice que vaya por mi uniforme, que puedo tomar

una ducha en su baño y unirme al grupo cuando termine.

Justin

Una vez que termino de bañarme, negándome la necesidad de masturbarme

porque no hay tiempo, camino hacia mi grupo, quien me ha estado esperando por

un buen rato. No tengo absolutamente nada planeado para hoy, pero recuerdo

que Hunter y su grupo harán una actividad en lodo, supongo que le copiaré.

Hunter es bueno para pensar actividades mientras que yo y Lesley solo servimos

para dar castigos.

—Vamos a correr unos dos kilómetros para calentar —ordeno en cuanto

llego, sin preocuparme por saludarlos o algo— tan pronto como llegue Angelo

empezaremos.
Volteo para ver si ya viene y maldigo cuando me acuerdo que no le exigí que

se apurara. Estoy tan nervioso por la cena de esta noche que ni siquiera puedo

pensar bien. Por suerte, se acerca no mucho tiempo después, con su largo cabello

escurriendo y la blusa de su uniforme casi completamente mojada y pegada.

Trago saliva y me concentro en otra cosa. Lo último que necesito es tener otra

erección. Alguien le dice a Crystal lo que haremos así que no me preocupo por

hablar de nuevo, solo empiezo a correr y todos me siguen.

Estoy más que acostumbrado a la frustración sexual, pero hoy se siente

diferente, tal vez es porque tuve dos erecciones en menos de una hora. Mis bolas

duelen. Y no puedo hacer nada más que correr e intentar no pensar en nada que

tenga que ver con mujeres. Pero es difícil porque una vez que volteo para

asegurarme que todos vienen, me doy cuenta de que Crystal es de las últimas y ya

se ve como que que va a desmayarse. Bajo la velocidad hasta que estoy a su lado.

No sé cómo es posible que siga siendo la que tiene peor condición física de todos

aquí. Incluso la niña gorda es mejor. De hecho, la gorda es mejor que muchos así

que debería simplemente callarme y dejarla en paz.

—Respira como te lo he dicho, Crystal y corre más rápido —la apuro,

necesitando correr más rápido para poder quemar energía— ¡Vamos! ¡Falta solo

medio kilometro!

—No puedo —se queja, con la cara casi tan roja como su cabello— ya no

puedo.

—Sí puedes. Si terminas de correr dejaré que hoy duermas en mi habitación

de nuevo.
—¿Es en serio? —pregunta, bajando la velocidad casi por completo y

mirándome con sus grandes ojos verdes llenos de interés. Esto es más por mi

beneficio que el suyo, pero al final de cuentas ambos salimos ganando. Yo tengo

algo de liberación y ella duerme en un lugar decente. Asiento y ella empieza a

correr de nuevo, esta vez sin lucir tan miserable. Debí haberme dado cuenta antes

que para hacer que esta mujer sea buena en algo necesito darle una recompensa.

16

Blurred lines

Crystal

Nunca me he despertado tan confundida en toda mi vida.

Lo primero que fui capaz de registrar fue que no sabía dónde estaba, pero

después recordé lo que pasó anoche, y me di cuenta que estaba sobre un gran

cuerpo, quien estaba moliendo su dura erección contra mí. Estaba apenas

registrando eso cuando me empujó a un lado como si fuera una inconveniencia y

escuché una conocida voz gritando varias cosas sin sentido.


Me tallo los ojos y mi cabeza se despeja del sueño, solo entonces me doy

cuenta de que Justin está en el piso entre medio de su cama y la de Hunter. Mi

padre está sobre él, estrangulándolo.

—¡Suéltalo! —grita Patricia desesperadamente, corriendo y poniendo sus

pequeñas manos sobre los hombros de mi papá, pero no logra moverlo ni poquito.

—... luego de hacer eso, te haré pasar por lo mismo miles de veces hasta que

aprendas a respetar a las mujeres y me encargaré de que no tengas nada en la

vida y tengas que alimentarte de tu propia mierda y vivir entre gusanos porque no

te mereces nada más que eso, pequeño niño asqueroso inmundo —gruñe mi

padre, sin quitar su mano del cuello de Justin. Sé qué no lo está ahorcando de

verdad porque Justin no se ve moribundo, pero aun así lo está asustando y no

quiero que se repita el incidente Dario— sé exactamente qué es lo que pasa por tu

inmadura, estúpida, inmoral cabeza y lo que le quieres hacer a mi preciosa,

virginal y pura niñita y no dejaré que cumplas ni una sola de esas asquerosas,

sucias, inhumanas fantasías. Me encargaré de torturar tu pequeño trasero de

todas las maneras que conozco y darle tu inútil miembro de comer a los perros

mientras aun sigues vivo para...

—¡Papi! ¡Déjalo en paz! —grito, cuando Patricia se echa a llorar

histéricamente. Tal vez tomando las amenazas muy literalmente. Me tiro al piso y

tomo la cara de mi papá en mis manos— por favor, papi, lo estás asustando.

Déjalo en paz, es un buen muchacho, te lo juro por dios.

—Ni siquiera eres religiosa, niña, no metas a ningún dios en esto —masculla,

entrecerrando sus ojos hacia mí— y no creas que estás libre. Haré que te largues
de este lugar y te mandaré a un maldito internado lo más lejos que pueda

encontrar de este niño imbécil y te obligaré a que seas una monja y solo convivas

con vacas y ovejas mientras cultivas...

—¡Huiré y nunca más me volverás a ver! —amenazo en voz alta, entrando en

pánico porque nunca me había hablado de esa manera y no estoy segura si de

verdad planea mandarme a un internado. Me levanto y estoy apunto de correr

pero antes de que pueda siquiera tomar impulso, mi padre toma mi brazo y me

voltea hacia él. Patricia se deja caer dramáticamente junto a su hijo y lo abraza

mientras Justin solo se queda tirado ahí sin hacer nada, en shock emocional tal

vez.

—¡Hola! —saluda mi madre, entrando a la habitación con un gran sonrisa

que decae cuando ve su entorno— Crystal ¿Qué hiciste?

Es entonces cuando empiezo a llorar. Abrazo a mi mamá y le cuento lo que

mi papá hizo. En ese tiempo, Justin logra pararse, pero no camina ni hace nada

porque mi papá literalmente gruñe hacia él como un animal. Me separo de mi

madre y camino hacia él para arreglar las cosas.

—Cristoff, por favor —le pide Patricia antes de que yo pueda decir algo— mi

hijo es un buen niño, por favor tranquilízate. Él ama a Crystal ¿Verdad, bebé?

Nunca haría nada para perjudicarla.

—Sí, la amo.

—No, no lo haces —niega mi padre, entrecerrando sus ojos.

—Sí, sí la amo —pelea Justin, mirándome por primera vez— dile, Crystie.

Dile que te amo.


—Es cierto. Y yo lo amo a él.

—Eso es la cosa más estúpida que he escuchado en toda mi vida. Y he vivido

contigo por 19 años, he escuchado muchas cosas estúpidas —Oh, okay, eso dolió

— ¿Cuánto lleva este campamento? ¿Dos semanas? ¿Y ustedes se aman? Sí, claro.

No nací ayer.

—El amor es amor sin importar el tiempo o la edad —digo, citando a mi

linda suegra, quien me da una tierna sonrisa sin soltar su agarre en su hijo— papi,

te juro que Justin es bueno conmigo.

—Lo vi forzándose contra ti —dice, cerrando sus ojos y apretando sus puños

como si intentara controlarse. Técnicamente, Justin sí se estaba forzando contra

mí, pero lo que no puedo decirle es que yo he estado ofreciéndome a él desde

hace tiempo y cualquier cosa que él decida hacerme no sería forzado.

—Yo me estaba forzando sobre él. Yo estaba arriba. Y supongo que tendré

que contarte con detalle ya que te niegas a escuchar lo que digo. Me metí a su

cama, a pesar de que él me decía que era una mala idea y me ordenó que me

fuera, pero yo, amándolo como lo hago, me negué, porque lo deseo ta... —mi

padre mueve furiosamente una mano en mi cara para que cierre la boca.

—Ve por tus cosas. Nos vamos ahora mismo —dice, con la voz calmada. Abro

la boca para defenderme pero me corta con una mirada— es una orden.

De acuerdo, tal vez... tal vez decir todo eso fue una mala idea.

Le doy una mirada a Justin, quien está observando a mi padre con el ceño

fruncido. Estaba esperando al menos una pequeña sonrisa de despedida, pero

supongo que está más que feliz de que me vaya. Patricia tiene una mano sobre su
boca y lagrimas en sus ojos, pero no dice nada. Siento algo como... apretando mi

pecho, como si no pudiera respirar bien, no lo sé.

—¿Podemos hablar en privado, Cristoff? —pregunta Patricia. Él nos mira a

mí y a Justin por unos segundos y asiente, diciéndonos que tenemos unos

minutos para despedirnos, y luego salen todos.

—Lo siento —digo, en cuanto estamos solos. Justin lleva una mano a su nuca

y al mismo tiempo ambos caminamos hasta que estamos frente a frente— por

todo, pero en especial por las cosas traumatizantes que te dijo mi padre.

—No es nada —se encoge de hombros— no lo culpo, eres su hija. Yo sería

igual.

—Sí, supongo que serías igual —me río un poco, incómodamente. Y luego

ambos nos quedamos en silencio.

—Así que... conseguiste lo que querías ¿No? Supongo que era cuestión de

tiempo, pareces del tipo de persona que siempre consigue lo que quiere —dice,

con una leve sonrisa, muy extraña en él, pero no lo entiendo muy bien— irte.

Desde que empezamos quisiste irte, y ahora lo conseguiste.

Acabo de recordar que es cierto. Debería de estar feliz, pero ahora no quiero

irme. No quiero estar castigada todo el verano por esto, creo que sería incluso

peor que estar aquí, sin mencionar que tal vez mi padre estaba hablando en serio

y sí me mandará a un maldito internado. Aparte... Xavier. Mis ojos se humedecen

un poco cuando pienso en que no lo veré hasta tal vez después de que se acabe el

verano. Pero él mismo dijo que siempre viaja y pocas veces está en casa. Xavier es

tal vez el único amigo de verdad que tengo, aparte de Eva, a quien sin duda
extrañaré también. Es mala, grosera y no me adora, pero sé que estoy empezando

a crecer en ella. Y es autentica. Regresar con mis asquerosos amigos lameculos va

a ser aburrido como el demonio.

—Tienes razón. No me extrañen mucho —digo, y golpeo su brazo

débilmente. Justin sigue mi mano y se queda callado por un rato. Luego me

sorprende cuando se acerca, toma mi cara entre sus manos y me hace mirarlo a

los ojos.

—Sé buena —dice simplemente y asiento, esperando el beso— fue...

divertido tenerte aquí. Entretenido.

Y entonces me suelta y golpea mi brazo de la misma manera en la que lo hice

yo, sin dejar de verme a los ojos.

—Pensé que me ibas a besar —murmuro, porque no quiero irme de aquí sin

volver a darle un beso. Justin mira al piso y muerde su mejilla, pensándolo mucho

— no me volverás a ver, míralo como un regalo de despedida.

Asiente y espera a que yo haga el primer movimiento, pero solo cierro mis

ojos. Quiero que él haga todo el trabajo.

Acuna mi cabeza con ambas manos y acaricia mis mejillas con sus pulgares

muy suavemente, tomándose su tiempo como si no pudiera llegar mi padre en

cualquier momento. Me da un casi imperceptible beso en una esquina de los

labios, haciéndome cosquillas en la cara con su aliento, luego en la otra esquina

de mi necesitada boca y, agh, quiero gritar para que me bese con ganas, pero ésta

anticipación se siente demasiado bien como para decir algo y hacer que pare y se

aleje.
—Mmm, deja de provocarme —susurro cuando pone sus manos en mi

espalda por debajo de mi blusa, causándome escalofríos y baja sus besos por mi

cuello. Mi cuello está totalmente fuera de los limites de cualquier hombre al

menos que esté seguro de que me va a hacer venir en el futuro cercano. Su lengua

hace círculos en un nuevo punto erógeno que no conocía. Jadeo, abriendo los ojos

muy grande y llevo mis manos a su cabeza para que no se atreva a moverse. Su

cabello es más suave que el mío, es perfecto. Todo mi cuerpo está hormigueando.

Quiero más— se siente muy bien, Justin. Quiero...

—Shh. No hables. Me gustas más cuando no hablas —pone un dedo en mis

labios para callarme, pero lo meto en mi boca y succiono, haciendo contacto

visual para mayor representación. Su dedo es grande y rugoso y debería ser

asqueroso, pero no lo es. Para nada. Enredo mi lengua en él y sigo con esa succión

que sé por hechos que vuelve locos a todos los hombres, ya sea en su dedo o en

su... en cualquier otro lugar— ah, Crystal. Odio que se sienta tan bien.

Saca su dedo de mi boca y pone sus manos en mis muslos para cargarme,

luego se sienta en la cama conmigo sobre él, enreda su mano en mi cabello y

toma posesión de mi boca.

Siempre pensé que Justin besaría lentamente. Aburrido. Metódico. Pero todas

mis suposiciones estaban equivocadas. Al menos para este momento en especial.

Justin abre mi boca, sin molestarse a esperar a que yo haga algo, masajea mi

lengua con la suya y muerde mis labios. Lo único que puedo hacer es dejar que

haga lo que se le de la gana conmigo y disfrutar. Siento que empieza a endurecer

debajo de mí y tomo sus hombros para moverme sobre él.


Se separa de mí para poder expresar que le gusta lo que estoy haciendo con

un sonido ahogado. Pone sus grandes brazos al rededor de mi cintura para

abrazarme más fuerte con él y entierra su cabeza en mi cuello, besándome en ese

lugar que acaba de descubrir, incluso más ferozmente que antes, respirando tan

pesado que puedo sentir todo su cuerpo subiendo y bajando, y estamos tan juntos

que parece que somos una misma persona. Eso, combinado con el hecho de que lo

siento, duro, grande y preparado debajo de mí, me tiene literalmente a dos

segundos de algo muy, muy bueno.

Pero como claro, nada bueno dura mucho, tocan la puerta.

—Maldita sea —se queja Justin con voz profunda, separando su cara de mi

cuello. La puerta se abre sin esperar respuesta y entran nuestros padres de nuevo.

Me levanto de Justin inmediatamente pero mis piernas están débiles y me caigo.

Justin bufa y estira una mano para ayudarme— Angelo, por dios, fíjate en dond...

quiero decir, amor, ten más cuidado.

—¿En serio? ¿Los dejo solos cinco minutos y ya están sobre el otro de nuevo?

—pregunta mi papá, pellizcando su nariz con los dedos y tomando respiraciones

para no perder el control y estrangular a mi novio otra vez— Lauren, habla con

ellos. Yo no los soporto.

—Patricia cree que este campamento está haciendo un buen impacto en ti y

nos aseguró que tu relación con tu sargento no cambia la manera en la que te

trata ahí afuera —dice mi madre, con la voz seria que usa cuando no está segura

de algo. Ella probablemente lo único que quiere es que regrese a la casa donde

puede tener control sobre mí y abrazarme todo el día. Ella es así de atosigadora.
Pero la amo, de todos modos— así que estamos dispuestos a darte una segunda

oportunidad porque sinceramente ya no sabemos qué hacer contigo y esta es

nuestra última opción.

—Pero quiero tener unas palabras con ese pequeño baboso primero que

nada. No te dejaré en sus inmorales manos así como así —suspiro ante las

exageradas palabras de mi padre. Estoy agradecida de haber sido lo

suficientemente inteligente antes como para no presentarle a nadie. Al menos

tengo el consuelo de saber que Justin puede con él.

—De acuerdo, señor. Tendremos unas palabras —dice Justin, estirando una

mano hacia él. Mi papá golpea su mano como un niño de kinder con el ceño

fruncido.

—Papá, por favor —me estrello con su tenso y preocupado cuerpo y lo

abrazo para que me ame de nuevo y deje de actuar así— no te dejaré solo con él,

pero podemos ir a cenar todos y así aprovechan para contarme que han estado

haciendo ¿Sí?

—Bien. Hoy a las nueve iremos a cenar, princesa —acaricia mi cabello y besa

mi cabeza— pero que quede claro que la principal razón de esa cena será conocer

las verdaderas intenciones detrás de su "amor". Y si decido que no es suficiente

para ti, lo dejarás de inmediato y te enfocarás en otra cosa. No necesitas un inútil

novio a tu edad. Los hombres no sirven para nada, te lo he dicho muchas veces.

Estoy apunto de responder algo sucio a eso que probablemente me meterá en

más problemas cuando la puerta se abre de nuevo y entra Lesley luciendo horrible

por primera vez, y se nos queda viendo a todos con confusión.


—Umh, Justin. Te estamos esperando para comenzar —dice, y me mira

directamente. Su falsa voz dulce cambiando levemente— a ti también Angelo

¿Cómo te encuentras?

—Bien —me encojo de hombros y regreso mi atención a mi papá. Arreglamos

lo de la cena y luego Justin me dice que vaya por mi uniforme, que puedo tomar

una ducha en su baño y unirme al grupo cuando termine.

Justin

Una vez que termino de bañarme, negándome la necesidad de masturbarme

porque no hay tiempo, camino hacia mi grupo, quien me ha estado esperando por

un buen rato. No tengo absolutamente nada planeado para hoy, pero recuerdo

que Hunter y su grupo harán una actividad en lodo, supongo que le copiaré.

Hunter es bueno para pensar actividades mientras que yo y Lesley solo servimos

para dar castigos.

—Vamos a correr unos dos kilómetros para calentar —ordeno en cuanto

llego, sin preocuparme por saludarlos o algo— tan pronto como llegue Angelo

empezaremos.
Volteo para ver si ya viene y maldigo cuando me acuerdo que no le exigí que

se apurara. Estoy tan nervioso por la cena de esta noche que ni siquiera puedo

pensar bien. Por suerte, se acerca no mucho tiempo después, con su largo cabello

escurriendo y la blusa de su uniforme casi completamente mojada y pegada.

Trago saliva y me concentro en otra cosa. Lo último que necesito es tener otra

erección. Alguien le dice a Crystal lo que haremos así que no me preocupo por

hablar de nuevo, solo empiezo a correr y todos me siguen.

Estoy más que acostumbrado a la frustración sexual, pero hoy se siente

diferente, tal vez es porque tuve dos erecciones en menos de una hora. Mis bolas

duelen. Y no puedo hacer nada más que correr e intentar no pensar en nada que

tenga que ver con mujeres. Pero es difícil porque una vez que volteo para

asegurarme que todos vienen, me doy cuenta de que Crystal es de las últimas y ya

se ve como que que va a desmayarse. Bajo la velocidad hasta que estoy a su lado.

No sé cómo es posible que siga siendo la que tiene peor condición física de todos

aquí. Incluso la niña gorda es mejor. De hecho, la gorda es mejor que muchos así

que debería simplemente callarme y dejarla en paz.

—Respira como te lo he dicho, Crystal y corre más rápido —la apuro,

necesitando correr más rápido para poder quemar energía— ¡Vamos! ¡Falta solo

medio kilometro!

—No puedo —se queja, con la cara casi tan roja como su cabello— ya no

puedo.

—Sí puedes. Si terminas de correr dejaré que hoy duermas en mi habitación

de nuevo.
—¿Es en serio? —pregunta, bajando la velocidad casi por completo y

mirándome con sus grandes ojos verdes llenos de interés. Esto es más por mi

beneficio que el suyo, pero al final de cuentas ambos salimos ganando. Yo tengo

algo de liberación y ella duerme en un lugar decente. Asiento y ella empieza a

correr de nuevo, esta vez sin lucir tan miserable. Debí haberme dado cuenta antes

que para hacer que esta mujer sea buena en algo necesito darle una recompensa.

17

I like him

Estoy tan malditamente irritado y frustrado que cuando veo al padre de

Crystal y él me mira con odio, no me importa devolverle lo mismo,

sorprendiéndolo. No tengo ganas de soportarlo en este momento. No tengo ganas

de nada.

Crystal toma mi mano y me dirige hacia la mesa. Mientras ella y la hermosa

mujer que es su madre se abrazan, yo y su padre nos miramos, expresando con

nuestros ojos que no nos caemos bien y que no nos interesa saludarnos o hablar.

No extiendo mi mano, y él tampoco. No me interesa quedar bien con él. Ya no. No

tengo ninguna razón para portarme bien con él. Si decide que no soy suficiente
para su desastre de hija no me importa, no es como si estuviéramos juntos, no es

como si de verdad la amara, de hecho si le caigo mal y le dice a su hija que me

deje, tendría la excusa perfecta para decirle a mi madre que ya no estamos juntos

y que no me obligue a recuperarla. Y entonces estas tortuosas cenas se habrán

acabado y yo estaré feliz de nuevo.

Crystal platica con sus padres, intentando relajar el ambiente a pesar de que

entre el General Angelo y yo las miradas continúan. Me sorprende lo bien que se

lleva con ellos, es lindo, supongo. Siempre pensé que Crystal era horrible con

todos, incluyendo a su familia, ahora me doy cuenta que es horrible solo con otra

gente y amable con ellos. Si su actitud fuera así todo el tiempo, no sería tan difícil

soportarla.

—¿Me contarás cómo sucedió esto? —pregunta Lauren, apuntando a

nosotros con una sonrisa mientras toma un trago de su copa de vino. Crystal me

da una sonrisa y toma mi mano sobre la mesa.

—De acuerdo... todo empezó el primer día, cuando me dio mi primer castigo

—empieza, con una mirada soñadora como si de verdad hubiera sido algo

romántico. Su mamá jadea y la regaña en broma por haberse ganado un castigo el

primer día. Su padre cruza sus brazos y nos observa con sus ojos de halcón—

Justin fue súper malo conmigo, me obligó a hacer lagartijas. Empezó con 10 y

terminó poniéndome a hacer 150.

No puedo evitar reírme al recordarlo. Dios, realmente la odiaba en ese

momento. No es que ya no la odie, solo que... no tanto. Ha crecido en mí,

supongo. Como un hongo en los pies.


—Le grité y la hice llorar bastante, recuerdo —agrego, mirando fijamente a

su padre. Quiero hacerlo enojar— y lo disfruté.

—Claro que lo hiciste —ella se ríe y me empuja un poco con su hombro—

pero después de un rato se arrepintió de tratarme tan mal, me pidió perdón y me

dijo que podía irme, aunque solo había hecho como 10 lagartijas.

—¿10? Creo que fueron dos y media, a lo mucho —me río, poniendo mi

brazo al rededor de ella y sonriéndole a su madre. Creo que ella ya me ama— no

podía soportar ver a alguien haciendo lagartijas de una manera tan horrible.

Después de eso nuestro amor se fue intensificando castigo tras castigo ¿No es así,

Crystie?

—Ah, claro. Me daba un castigo diario solo para llamar mi atención —dice, y

pone una mano en mi muslo como si nada. Como si no supiera del estado de

excitación perpetua en el que me encuentro por su culpa— pero después de un

tiempo solo... se ablandó como un tierno osito de peluche y empezó a poner

excusas para poder acercarse a mí y estarme acosando en todo momento. Como

esa vez que nos estabas enseñando a pelear y no te alejaste de mi lado más de

cinco minutos. Dios, eras tan obvio que era algo patético.

—Eso fue porque eras la peor de todos y debía ayudarte. Pero bueno, después

de eso me di cuenta de que Crystal se moría por mí y... —soy interrumpido por un

codazo en las costillas, luego Crystal voltea y me entrecierra los ojos

dramáticamente— ¿O, no es verdad? ¿No estás loca por mí? Porque me lo has

dicho en reiteradas ocaciones.


—No, pero tú lo estás —pelea, sin voltear a ver a sus padres, moviendo un

poco su mano hasta que está más cerca de esa palpitante parte que tanto necesita

un poco de atención. Mi risa se acaba en 0.1 segundos— dímelo de nuevo, Osito.

—¿De nuevo? ¿No quieres decir: por primera vez? —los dedos de su mano

ahora están tocándome levemente y soy tan patético que mis caderas

inconscientemente se levantan hacia ella, pero la maldita aleja su mano. Trago

saliva y le doy una mirada sus padres. Lauren está sonriendo a nosotros y Angelo

ya no tiene su cara de perro guardián, ahora nos ve con algo como intriga— su

hija no se cansa de repetirme lo mucho que me ama. A veces es molesto, es como,

Crystal, lo entiendo, no tienes porqué repetirlo cada tres segundos, bebé. Déjame

respirar.

—Eres un osito malo y mentiroso —me regaña jugetónamente, todavía sin

voltear. Y pone su mano por encima de mí, pero sin tocarme por completo. Puedo

sentir el calor de su mano irradiando hacia mí. Trago saliva y la miro, pidiendo

con mis ojos que haga algo, pero ella solo me da una sonrisa maligna— cuéntales

cómo fue la primera vez que me dijiste te amo, es la historia más linda.

—¡Sí, cuéntanos! —pide Lauren, dándole una mirada a Angelo y negando

con la cabeza cuando se da cuenta de su postura y su cara.

—Eh... bueno, fue hace como quince minutos —empiezo, y Crystal me da

otro codazo en las costillas. Su madre se ríe y nos mira con anhelo. Demonios, su

madre es muy tierna. Apuesto que es la clase de madre que prepara galletas y

pasteles todo el día y nunca deja de sonreír. Tiene los mismos grandes ojos verdes

que Crystal, pero ella tiene una mirada amable mientras que los ojos de mi "novia"
están llenos de perversión y maldad— solo bromeo, cielos. Fue, uh, hace unos

días. Supongo que se puede decir que nuestra relación ha sido como un

relámpago. Estábamos de vuelta en el campamento después de haber ido a cenar

con mis padres, Crystal se quedó dormida en el auto así que tuve que cargarla

para ir a dejarla en su cama. En el camino me di cuenta de que babea, ronca y

habla cuando está dormida y no me desagradó tanto como lo haría de ser otra

persona, así que cuando la dejé en su cama, se despertó y aproveché para declarar

mi amor. Por supuesto que ella me dijo que me amaba también y henos aquí, una

feliz pareja.

Lauren suspira sin dejar de mirarnos y el General Angelo pone los ojos en

blanco. El General Angelo puede lamer mis huevos, para lo que me importa.

Por fin alguien viene a atendernos, hacemos nuestras ordenes y Crystal

aprovecha que no nos están poniendo mucha atención para acercarse a mi oído.

—Eso estuvo muy bien —susurra, y su mano regresa a donde estaba antes.

Me detengo de gruñir porque lo único que quiero es que me deje en paz, pero al

mismo tiempo me gusta este tipo de tortura. Suelto el aire y tomo la copa de vino

que está frente a mí aunque yo no pedí eso y me lo tomo todo— te ganaste un

cupón para una mamada más tarde.

Decir que me tomé todo el vino fue una exageración, obviamente quedaban

restos del liquido en mi boca y garganta porque cuando jadeo ante las atrevidas

palabras de Crystal, algo sucede y de pronto me estoy ahogando y escupiendo

vino. Intento tomar aire con la boca y eso lo hace peor, supongo que obstruyo más

mi garganta. Esto me hace entrar en pánico.


—¡Justin! —escucho gritar a alguien, pero no me importa, estoy tomando mi

garganta con ambas manos mientras intento tomar aire pero no puedo porque

algo me está raspando, lo único que puedo hacer es toser— ¡Levanta las manos!

¿Levantar mis manos? ¿Eso de que va a servir? Ignoro la molesta voz,

probablemente de Crystal y me paro de la silla, empezando a caminar por entre

todas las mesas sin dejar de toser e inhalar aire inútilmente hasta que alguien

llega por delante de mí y toma mis brazos, levantándolos al aire. Antes de que

pueda empujar a esa pequeña persona que está invadiendo mi espacio personal,

soy capaz de tomar una gran bocanada de aire que de hecho llega a mis

pulmones. Nunca me había sentido tan aliviado.

—Oh, por dios —gimo, aun tosiendo un poco y respirando exageradamente,

pero ya más calmado. Es entonces cuando me doy cuenta de que todos en el lleno

restaurante me están viendo y que Crystal aun tiene mis brazos levantados—

regresemos a la mesa. Gracias por eso, por cierto.

—No hay de qué —responde, sentándose en mi lugar, pero hay algo que ve

en mi cara cuando voltea hacia mí, porque se suelta riendo histéricamente— oh,

dios, fue tan horrible. Hiciste la peor escena del mundo. Que vergüenza.

—Cállate —le pido, pero me doy cuenta de que todos nos siguen mirando y

no lo sé, me da risa. En poco tiempo ambos estamos riendo tan fuerte que el

padre de Crystal nos pide que guardemos silencio. Es la primera vez que ha

hablado.

—Lo siento —murmuro, mordiendo mi labio inferior para tranquilizarme.


Después de eso la cena pasa sin muchos contratiempos, Lauren nos pregunta

muchas cosas de nuestra relación que Crystal se tiene que inventar. Por suerte, es

una muy hábil mentirosa y no se le complica mucho. Por otro lado, el General

escuchó algo que no le gustó, tal vez cuando Crystal dijo que ha estado

durmiendo en mi cuarto, lo cual hace que su anterior estado de tranquilidad

cambie por una actitud como de perro salvaje.

—He estado conteniéndome toda la noche para no arruinar esta salida, pero

ya no puedo más. Tu falta de ética es sinceramente insultante ¿Cuando se ha visto

que un respetable sargento tenga tantas fallas? ¿Qué se enamore de una simple

recluta a la cual debía ver con nada más que ganas de ayudarla a ser mejor y

superarse? Me sorprende bastante viniendo del hijo de alguien como Bieber,

realmente se esperaría mucho más de ti, tomando en cuenta la educación que te

debió haber dad...

Mis manos estrellándose en la mesa lo hacen callar mientras que Crystal y

Lauren jadean por el susto. Una copa de vino se cae pero no me preocupo en ver

qué sucede con ella. Estoy furioso. Me importa un pepino su rango.

—Con todo respeto, General Cabrón, no sabe de qué jodidos está hablando.

Su estupidez es sinceramente insultante —gruño, levantándome

escandalosamente, haciendo que mi silla chille contra el piso. Crystal intenta

tomar mi brazo pero lo quito para que no lo haga— coma mierda. Estaré con su

molesta hija aunque no le guste. Ya es una niña mayor, ya puede decidir por sí

misma. No me importa ni un poquito si usted está de acuerdo o no. Vaya a joder

en el culo a otra persona.


Crystal

No puedo creerlo.

Hay vino en mi pecho y en mi regazo pero no le tomo importancia porque

Justin camina hacia la salida del restaurante, empujando tan fuerte a un mesero

que lo tumba de trasero al piso, luego estrella la puerta y entra al auto, haciendo

un escándalo cuando sale del estacionamiento, olvidándose de mí. No quiero

voltear a ver a mi padre. No quiero saber qué va a decir. Obviamente algo como

"no quiero que vuelvas a verlo nunca más" o, no lo sé, algo por el estilo. Tomo un

gran respiro, ignorando al mesero que está poniendo la comida en nuestra mesa y

aprieto mis ojos con fuerza antes de inventar alguna excusa por su

comportamiento.

—Me cae bien —dice mi padre, con una sonrisa, tomando un trago de su

cerveza despreocupadamente.

—¿T-te cae bien? —pregunto estúpidamente— pero... yo pensé... y, después

de lo que dijo...
—Es un buen chico, su padre habla de él sin parar así que básicamente sé

todo lo que hay que saber de él. Hoy me dejó en claro que te quiere y que no es

un pequeño marica con miedo a enfrentarme. Si no hubiéramos estado aquí, creo

que incluso me hubiera golpeado en la cara. Eso me gusta, sus agallas. Podía ver

como iba perdiendo la paciencia cada vez más, pero aun así intentaba

complacerte al quedarse con nosotros y platicar —continúa, empezando a comer

el filete que pidió— tienen mi bendición.

➿➿➿➿

Por supuesto no dormí con Justin esa noche. De hecho, ha pasado una

semana y media y Justin ni siquiera me ha mirado a los ojos de nuevo, mucho

menos ha hablado conmigo, claro, además de esas muchas veces dónde me gritó,

me regañó y me castigó sin que me lo mereciera. Y estoy hablando en serio, de

verdad no me lo merecía. Es como si cualquier pequeño sonido que salía de mi

boca lo hiciera enojar.

Por estúpido que suene, lo extraño. No estar con él ni nada porque es el

hombre más exasperante del universo, pero extraño besarlo y poder tocarlo y todo
eso que viene con tener un hombre. Creo que el encierro está pegándome duro.

Necesito contacto sexual para estar tranquila, pero cada vez que intento

acercarme a Justin, algo pasa, o él me ignora demasiado o me da una de sus

miradas matadoras que me dan miedo y me alejo voluntariamente porque,

demonios, puede ser amenazante cuando se lo propone.

Supongo que tendré que encontrarme a alguien más.

Justin

—¿No estás enojado conmigo, cierto? —pregunta Lesley, poniendo una mano

en mi pierna y acercando mucho su cara a la mía. Estoy enojado, y mucho, pero

no con ella. No podría enojarme con alguien como Lesley. Es demasiado linda—

no sabía que tu padre exigiría un reemplazo.

—Está bien, Les, en serio —digo para tranquilizarla, y, probando mi suerte,

me acerco para darle un beso prolongado en la mejilla. Sé que irá a visitar al

estúpido de su novio y estará con él tres días y él hará todo lo que quiero y no he

podido hacer con ella, pero no me importa— puedo lidiar con Luc. No es la gran

cosa, solo nos caemos mal.

—De todos modos, no puedo evitar sentirme horrible. Luc es tu archinémesis.

Y tendrás que estar con él por tres días completos —suspira, mirando la hora en
su celular y levantándose— tengo que irme si no quiero perder mi vuelo. Luc

llegará en cualquier minuto. Creo que sabes que dormirá aquí con ustedes ¿No?

—Claro que lo sé —mascullo, rechinando mis dientes, y me levanto para

abrazarla contra mí con fuerza, deseando poder convencerla de que se quede aquí

— cuídate. Y diviértete con tu novio.

—Gracias, Justin —dice, sin dejar de abrazarme— por favor, nada de peleas.

Prométemelo. Y deja de ser tan malo con Angelo.

—Nada de peleas, lo prometo —la dejo ir, sin mencionar nada de lo último

que dijo, porque no creo mantener esa promesa.

Les dice que exagero, pero juro que últimamente todo lo que Crystal hace me

molesta aun más que antes. No puedo evitar explotar contra ella y tratarla mal,

aunque sé que no es lo correcto. Por suerte, Angelo es una chica fuerte, puede

conmigo.

Abro la puerta para que Lesley salga, me despido una ultima vez y me espero

hasta que veo que entra a la camioneta de Sanders, quien la llevará al aeropuerto.

Estoy apunto de cerrar la puerta y arreglarme para hoy, cuando veo la gigante

figura de Luc caminando hacia mí.

Luc.

Mide un metro con noventa y siete centímetros. Tres centímetros más alto

que yo. Pesa 86 kilos, 4 menos que yo. Es de piel negra y tiene unos ojos claros

que todos alaban y un encanto que tiene a todos completamente engañados,

pensando que es un divertido y tierno muchacho, cuando la verdad es que Luc es

horrible. Es un farsante, agresivo, traidor y molesto pedazo de mierda. Es... es


como el equivalente masculino de Crystal pero 10 veces peor. Creo que se

entiende lo mucho que lo desprecio. Y, claro, el sentimiento es mutuo.

—Hola, Justin —me saluda cuando llega a la puerta, cargando sin ningún

problema su aparentemente pesada bolsa. Su voz es profunda y grave— años sin

verte, campeón ¿puedo pasar?

—Supongo que puedes —respondo, y camino a mi cama, empezando a

ponerme el uniforme e ignorando su saludo— tenemos que estar con nuestro

grupo en 10 minutos. Tu cama es la última. Apúrate.

—Ah, claro. Sabes lo rápido que soy —me guiña un ojo y empieza a sacar su

uniforme de su bolsa— infórmame realmente rápido para no llegar

completamente ignorante ¿Algún chico problema? ¿Alguna pandilla?

—Es un grupo bueno. Nada fuera de lo común.

—Y... ¿alguien sexy? —pregunta, con esa estúpida sonrisa suya que tanto

odio. Es un maldito jugador, y no tengo ninguna duda de que intentará hacer un

movimiento con al menos una de las chicas. Lo ha hecho antes. Y eso me hace

sentir posesivo. Esas niñas me importan, son buenas. Incluso la pelirroja que no

habla. Pero en sí, la única chica realmente sexy es Crystal. Y no dudo ni un

segundo que será la primera en caer bajo los falsos encantos del maldito de Luc.

—No. Nadie.

18

Fatty fighting
—No lo entiendo —dice Crystal contenta— ¿Lesley no regresará nunca?

¿Tendremos al sargento James por siempre?

—Solo estará fuera unos días —contesta Luc, sacando más su esculpido

pecho y sonriendo por la atención que le están dando— les prometo que no

sufrirán tanto conmigo. No soy tan estricto como mi compañero aquí, Bieber.

—Es bueno tener un cambio, ya me estaba aburriendo —contesta Crystal con

esa sonrisa coqueta que pone cuando se acerca sin permiso para besarme. O,

bueno, cuando solía hacerlo. Esto me molesta. No son horas para estar

coqueteando.

—Angelo. Diez lagartijas por ese comentario fuera de lugar.

—¿Es en serio? —pregunta, dándome una de sus muy conocidas miradas de

"esto no es justo"— ¿Qué te pasa? Eso no es justo, solo estaba...

—¿Quieres veinte?

—¡No! ¡No quiero veinte! Maldita sea... —murmura en voz baja mientras se

tira al suelo para hacerlas. Con el tiempo ha logrado hacer más de diez lagartijas,

pero aun se le complica y aun lo odia.

—¿Eso es lo que hacemos aquí cuando alguien "hace comentarios fuera de

lugar"? —pregunta Luc, más cerca de mí de lo que me gustaría. Me alejo y

asiento, sin dejar de observar a Crystal. Me he dado cuenta de que cada vez que

alejo mi mirada, ella se tira al piso y sigue contando aunque no esté haciendo

nada. A veces me siento muy amable y no le digo nada, pero ahora no me siento
muy de buenas como para hacer eso. Tengo la tentación de darle otras veinte solo

para verla susurrando insultos y temblando por el esfuerzo, pero solo perderíamos

más el tiempo— parece exagerado.

—Intenta lidiar con esta inútil y rebelde mujer y luego me dices lo exagerado

que es.

—¡Muérete, Justin! —grita Crystal desde el piso. Todos jadean y entrecierro

mis ojos hacia ella. Estoy apunto de dejarla haciendo lagartijas todo el día, pero

como de costumbre, se arrepiente de sus actos en milésimas de segundo— lo

siento. Perdón, sabe que a veces digo cosas que no quiero decir.

Pongo mis ojos en blanco y le hago una seña para que se pare de una vez.

Sus lagartijas a velocidad de tortuga coja nos van a llevar todo el día.

—Antes de que perdamos más tiempo, empezaremos con la actividad.

Haremos dos equipos de seis, unos se irán con el sargento James y los demás

conmigo. Mi equipo es el verde y su equipo es el rojo. Escondimos una bandera

del color de nuestro equipo. El objetivo es encontrar la bandera del equipo

contrario, obviamente. El ganador tendrá su celular de vuelta por tres horas —

todos los niños jadean con emoción y saltan de alegría cuando digo el premio—

bien, Luc, escoge a alguien primero.

—Quiero a la pelirroja con puntas rubias —dice, y Crystal brilla con felicidad.

No lo creo, niña. La intercepto antes de que llegue con Luc, tomándola de la

cintura y jalándola hacia mí— yo la pedí primero, hombre.

No, yo la pedí primero. No que tú lo puedas saber...


—Mala suerte. Ella se queda conmigo. Tengo que vigilarla de cerca —digo,

dándome cuenta de la manera íntima en la que la estoy tomando y soltándola.

Espero que nadie se haya dado cuenta. Lo último que necesito es a mi grupo

susurrando a mis espaldas de si tengo o no algo con ella— ahora sí, elige a

alguien.

—Elijo al chico sexy de ahí atrás —dice, apuntando a Taret. Las mejillas del

pobre chico se ponen algo rojas mientras camina hacia Luc sin estar muy

convencido.

Hay varios rumores por aquí de que Luc juega para ambos lados, ya sabes,

que le gustan las mujeres y también le gusta que le den por atrás. Y en este

momento me encuentro deseando que se interese por uno de los hombres y deje a

Angelo en paz.

De hecho, esa sería la respuesta a todos mis problemas.

Termino con el equipo más equilibrado. Tengo a la inútil de Crystal, a Eva,

quien es de las mejores, a Franco, otro de los mejores, a Xavier, quien es tan malo

como Crystal, y a la gorda (¿Kelly? No recuerdo) la mejor de todos hasta el

momento. Reparto locaciones para cada uno, excepto Angelo, quien tiene que

estar a mi lado porque no sirve de nada por sí sola, pero me vendría bien algo de

ayuda extra, aunque no sea mucha.

—Oye, Crystal —hablo, después de casi cinco minutos caminando por el

campamento, observando por todos lados sin hacer nada de conversación— Tu

amigo Xavier ¿Es gay, cierto? Digo, un hombre le estaba dando una mamada, pero

en estos días uno nunca sabe.


—Sí ¿Por qué? ¿Estás interesado? —pregunta, con un tono burlón. Le doy

una mirada cansada y una risa falsa.

—No, pero conozco a alguien que tal vez lo está... Luc —digo. Crystal deja de

caminar y me mira con ojos muy abiertos— no estoy seguro de que le gusten los

hombres, siempre ha habido rumores de que es bisexual y...

—¿Y a ti qué te importa? ¿Por qué quieres encontrarle pareja? Pensé que te

caía mal.

—Me cae mal —contesto, pero me abstengo de decir más porque no tengo

una respuesta que quiera darle. Si le digo la verdad, que no quiero que se acerque

a ella, Crystal probablemente romantizará este asunto y pensará que estoy celoso

porque la quiero o algo por el estilo, cuando no es así. Aun no sé la verdadera

razón detrás de esto, pero sé que no es esa— solo tenía la curiosidad. No es gran

cosa.

—Mmm... si tú lo dices. Por cierto ¿Qué es lo que estamos buscando? No te

puse atención.

—Una bandera roja, Crystal. Por dios. Eres tan estúpida —mascullo, y siento

un golpe en mi brazo— ¿Qué te pasa?

—¿Quien te crees que eres para hablarme así? ¡No tienes ningún derecho de

llamarme estúpida solo porque estaba demasiado ocupada admirando a Luc para

ponerte atención! —pelea, con esa actitud de niña rica intocable que tanto odio.

Me pongo frente a ella, sacando mi pecho y inclinándome hacia ella para

intimidarla, Crystal se hace más pequeña, pero su furiosa cara no cambia.


—No, no. Aquí la pregunta es: ¿Quién demonios te crees que eres tú para

hablarme así? —pregunto, con la voz baja. Acercándome a ella cada vez más e

inconscientemente poniéndola entre una pared y yo— yo puedo llamarte como se

me de la puta gana. Tonta, fea, inepta, estúpida, inútil, floja, grosera o

incompetente. Y tú tienes que aceptarlo. En el momento que entraste me diste el

control sobre ti, y eso implica llamarte como me parezca correcto.

—Eres muy malo conmigo —dice, con voz bajita. Yendo de 100 a 0 sin darme

un pequeño aviso, y de hecho siento una pizca de culpabilidad, pero soy capaz de

esconderla, recordándome que nada de lo que hace esta mujer es real y

probablemente está fingiendo esa voz— por eso quería estar con Luc. Se ve como

que es un buen chico, divertido y amable. No me trataría como tú.

—Luc es un pedazo de basura y en este momento estaría manoseándote en

un lugar oscuro —le informo, poniendo una mano en la pared justo sobre su

cabeza, y acercándome más a ella para hacer énfasis— además, Luc estará aquí

solo unos días. No te emociones. Ni siquiera lo mires, se irá de aquí antes de que

te des cuenta.

—¿Y no te has detenido a pensar que eso es lo que quería? ¿Que me besara

en un lugar oscuro por horas y horas y horas? —su maldita voz de sirena come-

hombres está haciendo palpitar mi cabeza. Tengo que cerrar los ojos y tomar aire

antes de hacer algo que no debería, como besarla aquí por horas y horas y horas y

hacer que borre al estúpido de Luc de su cabeza.

—Tú en realidad no quieres eso.

—¿Oh sí? ¿Qué te hace pensar eso?


—Solo lo sé —contesto, encogiéndome de hombros— lo único que quieres es

hacerme enojar.

—Claro que no —contesta, intentando empujarme, pero no lo va a lograr

porque no pretendo moverme de aquí hasta que la haya hecho reaccionar— no

me importa la más mínima cosa acerca de ti. Esto no es acerca de ti. Es acerca de

Luc. Tú ya pasaste a la historia.

—No sabes lo que estás diciendo —me río sin mucha gracia y me acerco más

a ella. Esta es usualmente la parte donde me besa, pero ella solo me está mirando

con esos ojos verdes destellando molestia, y empiezo a pensar que lo que dice es

cierto, que ya pasé a la historia. Así que en un intento de salvar esto, bajo mis

labios a los suyos e intento darle un beso. Digo intento porque aprieta con fuerza

su boca, empujándome de nuevo— vamos, bésame.

—¡No quiero! —se queja, sin dejar de pelear contra mí, pero cuando miro sus

ojos creo que reconozco algo de excitación en ellos. Opto por algo más osado y

empiezo a besar su cuello. El otro día aprendí de cuatro puntos especiales ahí que

la hacen alabar al señor, así que aprovecho ese conocimiento y lo pongo en

práctica— oh, dios. No... no hagas eso.

Escucho voces lejanas y presiento que alguien está por acercarse. Empiezo a

ser más rápido, para no perder esta oportunidad. Tengo mucho tiempo sin tocar a

nadie y no voy a desperdiciar este momento.

Crystal puede caerme mal, pero no hay nadie que pueda negar lo perfecto

que se siente su cuerpo contra el mío y lo mucho que me gusta tocarla. Llevo mis
manos a su redondo y lleno trasero, apretándolo porque lo extrañé tanto,

mientras sigo viajando entre esos cuatro puntos en su delgado y delicioso cuello.

Está respirando tan fuerte y gimiendo tanto que, lo único bueno cuando

decido dejarla ir y alejarme, es saber que quiere esto tanto como yo.

—¡¿Qué te pasa?! —grita, y anticipo una charla de cómo la forcé a algo que

no quería o algo por el estilo— no puedes hacer eso y luego dejarme de la nada

¿Qué no sabes nada de la vida? Una vez que empiezas a besar mi cuello tienes la

maldita obligación de terminar lo que empezaste.

—Baja la voz —ordeno, intentando ocultar mi sonrisa— se acerca alguien.

Aparte, tenemos que buscar esa bandera.

—¡No me importa si...

—¡Sargento Bieber! —grita la gorda, emocionada, corriendo hacia nosotros

agitando la bandera roja en su mano y haciendo callar a Crystal, quien no está

muy contenta con esto— encontré la bandera.

—Cierra la boca, hipopótamo con sobrepeso y ve a comer algo ¿no ves que

estamos ocupados aquí?

Mi boca se abre con shock mientras la pobre gorda jadea. Crystal se ha

pasado de la raya, no permito que haya ningún tipo de abuso aquí. Voy a...

—Oh ¿Porque tú eres tan delgada y hermosa, verdad? —pregunta la gorda

riéndose maníacamente— ¿Crees que no he notado tu inmenso y celulitoso

trasero, Tragapenes?

Oh, no. No. Esto está mal. La celulitis es un tema tabú para las mujeres, no

debes mencionarlo nunca. Una vez Hunter se burló de que Lesley tenía celulitis a
pesar de ser tan delgada y hubo un huracán en la habitación. Yo apenas me salvé

y no tuve nada que ver. Es por eso que presiento el huracán Angelo viniendo y me

acerco a detenerla. Lamentablemente subestimé a Crystal y no me di cuenta de

que ella en realidad es un tornado categoría f7. Se abalanza hacia la gorda y en

menos de medio segundo ya la tiene en el suelo.

—¡Muérete! —grita Crystal, asustándome un poco, para ser honesto y

golpeando la cara de la gorda sin parar, no sin antes recibir un buen jalón de pelo

que la hace chillar desahuciadamente. Por supuesto en cuanto reacciono me

acerco a separarlas. Cuando ambas están paradas, la gorda murmura "tragapenes"

y Crystal se exalta de nuevo. Y otra vez se están peleando.

—¡Basta! —grito, haciéndolas parar de gruñirse insultos acerca de la gordura

de ambas— las dos, caminen a formación sin hablar de nuevo o su castigo será

peor del que ya tienen.

Me hacen caso y empiezan a caminar, la bandera olvidada en el piso. Tengo

que caminar cerca a ellas para vigilarlas porque se dan miradas que prometen más

de lo que acaba de pasar y no puedo dejar que se golpeen de nuevo. Al menos no

de esa manera. Tienen, mínimo, que aprender a golpear bien y tal vez entonces

dejaré que se peleen.

De hecho, eso me da una idea. Voy a convocar una pelea y entrenarlas, como

si fueran mis pequeñas ratas de laboratorio. Quizás incluso tomaré video y lo

subiré a Youtube. Tal vez la humillación publica les enseñe algo.

—No voy a aceptar ese tipo de conducta ¿Me escuchan? —las regaño, una

vez que ya están en formación— no me importa quién está más gorda que quién.
No me importa que no se caigan bien. Quiero que troten por tres horas tomadas

de la mano, parando cada cinco minutos a hidratarse. Y no van a comer nada

hasta mañana. Tal vez eso las haga adelgazar.

—Eso es insultante —murmura Crystal con la voz baja, porque claro, no

puede quedarse callada nunca.

—¿Ah, lo es? Y ¿Hipopótamo con sobrepeso no es insultante? —pregunto,

luego miro a la gor-Kelly— ¿Y Tragapenes? Adelante, señoritas, empiecen a trotar.

➿➿➿➿

—¿De qué me quería hablar, señor? —pregunta Xavier tímidamente,

acercándose a mí. Observo rápidamente a Crystal y Kelly aun tomadas de la mano

e intentando seguir trotando aunque parece que están muriendo.

Si fuera una buena persona, les diría que ya se acabaron las tres horas, pero

creo que dejaré que se den cuenta por ellas mismas.

—Ven, sígueme —camino hasta que estamos fuera de vista de Luc y volteo

hacia Xavier. Está literalmente temblando— ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? ¿Estás

apunto de tener un ataque cardiaco o algo?


—No, no. Solo estoy nervioso —contesta, mirando hacia todos lados— ¿Me

dirá qué es lo que quiere? Si es acerca del beso que le di a Crystal... fue solo para

un experimento. Y ni siquiera me gustó.

—¿Besaste a Crystal? ¿Cuando? —exijo, y está apunto de responder cuando

me doy cuenta de que es irrelevante. El niño es gay— olvídalo. Quiero

preguntarte algo ¿Tienes novio, o estás interesado en alguien?

—Uhm, no. Pero... usted es propiedad de Crystal y yo no soy así, lo siento —

dice, empezando a retroceder lentamente.

—Voy a pretender que no dijiste eso —tomo un gran respiro para no

exaltarme— ¿Qué piensas de Luc?

—¿Luc? ¿El sargento James? —sus ojos se ponen super saltones— um, solo

que es la cosa más hermosa en la que he posado mis ojos y que su presencia

alumbró este día y espero que se quede aquí por siempre porque lo amo.

—De acuerdo... —¿Por qué es tan raro? ¿Qué le hicieron de niño?— como

sea. Creo que puedo hacer que te note y ustedes se puedan sodomizar el uno al

otro o cualquier cosa que les guste a ustedes los homosexuales.

—¿Sodomizar? ¿Qué te pasa? —me mira como si yo fuera el raro.

—Oh, perdón ¿Te gusta más: "hacer el amor"? —pregunto, bufando.

—¡Sí! Suena mil veces mejor que sodomizar, por dios —niega con la cabeza

— sonaste como mi loca abuela cristiana.

—Lo siento, lo siento. Entonces ¿Estás interesado en lo que propongo o no?


—Claro que lo estoy, duh —contesta, con tono obvio y poniendo los ojos en

blanco. Obviamente olvidó con quien está hablando— lo siento, Sargento. Sí,

estoy interesado en sodomizar con Luc.

—Perfecto —contesto, con una sonrisa complacida y le digo lo que tiene que

hacer. Porque obviamente tenemos bastante trabajo que hacer, al parecer a Luc le

gustan los hombres rudos y fuertes (información que Hunter consiguió con su

nueva novia Olivia) y Xavier es como un pequeño conejo de pradera. Habrá que

hacerle algunos cambios.

19

Breaking point

—Les, no te entiendo nada —digo, tallándome los ojos y bostezando porque

son las once y media y yo ya debería de estar dormido, en cambio, estoy

escuchando a Lesley llorar y balbucir cosas que no entiendo. Luc ya me gritó dos

veces que cierre la boca y lo deje dormir, y Hunter está tranquilamente besando a

su novia en su cama sin ponerme atención, lo cual ahora es algo muy usual—

cariño, respira y dímelo de nuevo.


—Max... Max me dejó, rompió conmigo, me dijo que ya no me ama, que lo

de relación a larga distancia no es para él y necesita a alguien a quien pueda ver

más de dos veces al año —me cuenta rápidamente y sonando enojada. Tengo que

concentrarme bien para entender lo que dice— ¿Puedes creerlo?

—Uh, bueno, sí —digo, porque es lo más obvio ¿Quién querría estar con

alguien que vive a dos estados de ti y solo te visita tres días cada tantos meses?

Nadie— era lo más lógico, deberías de estar feliz de que se acabó.

Yo estoy feliz.

—Agh ¿Quieres dejar de pensar lógicamente por un maldito segundo? Mi

corazón está roto —se queja, y empieza a llorar de nuevo, haciéndome poner los

ojos en blanco. No puedo sentir lastima por ella, estoy demasiado contento de que

Lesley ya no está cargando con ese inútil y sea soltera por primera vez desde que

la conozco— es por eso que necesito amigas, tú no sirves para nada ¿Cómo pude

pensar que tú me ayudarías a sentirme mejor? Eres como un mocoso de kinder,

molestando a la niña que te gusta y negando que sientes algo por ella. Es obvio

que no sabes dar consejos. Eres peor que Max.

—¿Peor que esperar a que estuvieras en mi casa para romper contigo? No lo

creo. Yo te habría dicho que ya no me interesas desde antes para que no gastaras

tu tiempo y dinero en viajar... y para ahorrarnos ese momento incómodo —digo,

porque yo sí pienso, no como la mayoría de los hombres ahí afuera— de hecho,

hubiera terminado contigo mucho más tiempo atrás; desde que me di cuenta de

que ya no quería nada contigo, porque ¿crees que su decisión de romper contigo

fue hace poco? No. Probablemente estuvo considerándolo por un largo tiempo.
Todas esas veces que te dijo que te amaba... estaba solo esperando por el

momento indicado para verte y dejarte. Yo, en cambio, te lo hubiera dicho en el

segundo en que se me ocurrió para no hacerte sufrir tanto y no seguir perdiendo

el tiempo.

No me di cuenta que Lesley empezó a llorar más fuerte hasta que terminé de

hablar.

—¿Estás consciente de lo completamente imbécil que eres, Bieber? —

pregunta Luc, negando con la cabeza y arrancándome el celular de la mano— no

tienes ni la menor idea de cómo hablar con una mujer. No me sorprende para

nada que estés soltero.

—Estaba siendo sincero ¿No es eso algo que las mujeres adoran?

—No cuando lo dices de esa manera, idiota —murmura, antes de ponerse mi

celular en el oído— hola linda, soy Luc... sí, sí escuché... Justin no sabe nada del

amor ¿Por qué deberías escuchar lo que dice? Sonó como un montón de estupidez

masculina para mí... claro, exacto... te entiendo, hermosa, yo creo que está en una

clase de transi...

Sale de la habitación y me dejo caer en mi cama, listo para dormirme de una

vez por todas. Feliz, porque Lesley regresará como una mujer libre y podré hacer

mi movimiento sin sentir culpa.

—Realmente eres un imbécil, Justin —dice Olivia, levantando un poco su

cabeza para asegurarse de que puedo ver la mirada de desaprobación en sus ojos.

Decido ignorar su comentario y dormirme.


➿➿➿➿

—¿Qué está haciendo ella aquí, Xavier? —pregunto, apretando el puente de

mi nariz para no explotar. Este día fue demasiado largo, lo único que quiero es

terminar de hacer ejercicio con el pequeño niño gay e irme a dormir, sin tener que

lidiar de nuevo con Crystal— ¿No te dije que vinieras solo?

—Ella me siguió, señor. No tenía idea de que estaba detrás de mí hasta que

se cayó de cara mientras...

—Bueno, él no quería decirme a dónde iba así que tuve que enterarme de

otro modo —lo interrumpe Crystal con la frente en alto como si tuviera todo el

derecho de estar aquí. Trae puesto un pequeñísimo short como de pijama, tan

corto que de hecho puedo ver un poco de ese perfecto... creo que no debería de

fijarme en eso. Crystal está observando el gimnasio como si nunca hubiera estado

en uno antes— Eva amaría estar aquí... y verme con esto mientras hago

sentadillas.

—¿No puedes superar que alguien no esté atraído a ti? —se burla Xavier—

Eva no es lesbiana. Déjalo ir.


—Y tú no eres hetero y aun así hubo acción debajo del cinturón cuando mis

preciosos labios estuvieron en los tuyos ¿no es así? —sus cejas se levantan y

sonríe con malicia.

—¿Eso qué quiere decir? —pregunto, levantando mis manos para que me

pongan atención, con los ojos entrecerrados hacia los dos— ¿Qué pasó después de

ese beso?

—Solo que Xavier empezó a reconsiderar su orientación sexual —contesta,

con una sonrisa complacida, sin estar ni un poco consiente de que no me gusta lo

que está diciendo.

—Es que tu bigote me hizo pensar en Channing Tatum —masculla Xavier. No

puedo evitar reírme, olvidando mis emociones sin sentido. Crystal jadea con

horror y lo empuja mientras grita que no tiene bigote, lo cual es cierto, porque su

cara es suave y definitivamente hubiera notado un bigote después de pasar tanto

tiempo observándola. Aun así, es gracioso y no puedo dejar de reírme.

—Dejemos de reírnos acerca de mi bigote inexistente, por favor. Ni siquiera

fue tan gracioso —pide Crystal— ¿Me van a decir que es lo que tenían planeado

hacer?

—Quiero hacer que Xavier tenga más músculo. Aparentemente a Luc le

gustan los hombres fuertes y grandes —miro rápidamente a Xavier de pies a

cabeza. No es muy delgado, pero definitivamente no es del tipo que Luc desea.

—¿Y planeas hacer esto en un día? Se supone que mañana es el último día de

Luc aquí ¿No? ¿Por qué siquiera molestarse?


—No exactamente. Debido a algunos problemas personales, Lesley estará

fuera más tiempo. Y me molesto porque... no lo sé, Crystal, de vez en cuando

necesito tener un proyecto en qué concentrarme para sentir que mi vida tiene algo

de sentido. Deberían agradecerme.

—Yo sí se lo agradezco, señor —dice Xavier, con una sonrisa demasiado

grande— consigo ser más sexy y conquistar al hombre de mis sueños. Y pasar

tiempo con usted, que no está nada mal tampoco.

—Esconde tus garras, gata. Este es mío.

—Cierren la boca los dos. Empecemos —le hago una seña a Xavier para que

me acompañe y apunto a Crystal— tú ponte a hacer algo en silencio, por favor. No

quiero distracciones.

—¿Distracciones? —pregunta, unos segundos después cuando ya nos

estamos acercando a las maquinas, y de repente la siento detrás de mí, pero me

rehuso a voltear. Claro, hasta que siento un muy fuerte pellizco en mi nalga

izquierda y hago un sonido de dolor en mi garganta antes de voltear a verla,

famélico— ¿Eso cuenta como una distracción?

—¡Sí, joder! ¿quieres que yo te pellizque a ti? Lo dudo, así que déjame en

paz —muevo mi mano hacia ella como si se tratara de una mosca para que

desaparezca. Me tira un beso ruidoso y luego se voltea y se va, moviendo

exageradamente sus caderas. Gracias a dios. Gimo bajito y me sobo la nalga—

¿Cómo demonios la soportas? ¿Y por qué decidiste voluntariamente ser su amigo?

—No fue tan voluntario. Una vez que Crystal decide que eres su amigo, lo

eres aunque no quieras. Pero vale la pena, supongo, Crystal es fácil de gustar.
Toma a Eva por ejemplo... dice que la odia y que es molesta, tonta y hueca pero

cada día se ablanda más con ella. Es algo que no se puede evitar, supongo —se

encoge de hombros. No lo entiendo— no lo sé. Es una de esas personas que amas

aunque no quieras hacerlo. Sé como hecho que si me gustaran las mujeres,

estuviera hasta el cuello enamorado de ella.

—Pfff... bueno, te gusta Luc, hombre —reprimo un escalofrío con asco— tus

gustos son dudables. Pero creo que puedo ver tu punto, digo, no sé cómo pero

termine bajo sus garras también. No puedo decir que me encante, sin embargo.

—Y aun así, ahí sigues ¿No? ¿Qué querrá decir eso? —pregunta, con una ceja

levantada como si supiera todos mis secretos y luego se aleja, dejándome

pensando en eso.

Supongo que es porque estoy solo y necesitado. La lujuria es el combustible

más potente. Porque, digo ¿Qué más podría ser? ¿Amor? Si no estoy

completamente enamorado de una mujer tan perfecta como Lesley después de

tanto tiempo y de conocerla tan bien, seguro como el infierno no voy a estar

enamorado de algo como Crystal.

Pasamos dos horas trabajando un poco de cardio, pecho, brazos y pierna.

Xavier aguanta mucho más de lo que pensé, tal vez es que está muy motivado.

Crystal se pasó ese tiempo revoloteando entre maquinas, probándolas por

máximo tres segundos y luego decidiendo que nada de eso es para ella y

terminando sentada, observándonos y esporádicamente haciendo comentarios

pervertidos acerca de nuestros cuerpos y lo que le gustaría hacerles.

Sorpresivamente, no me molesta tanto como debería.


—Bien, antes de irte, golpéame —le digo a Xavier, haciendo que se ahogue

un poco con el agua que estaba tomando— dame un puñetazo en la cara. Le diré

a Luc que lo hiciste y por fin te notará. Amará saber que alguien además de él me

ha golpeado.

—Oh, bien... tiene sentido —asiente— pero, uh... no puedo levantar mis

brazos.

—¡Yo lo hago! —exclama Crystal, emocionada. Y está enfrente de mí a la

velocidad de la luz. No tengo tiempo para decir nada porque me da un limpio y

buen puñetazo justo en el ojo.

Crystal

Cuando veo el ojo morado de Justin mi día se ilumina. No puedo creer que

hice eso y él no me hizo nada. Claro, me miró feo y me gritó pero eso no es

ninguna novedad. Creo que estaba muy cansado como para hacer algo. Incluso yo

me cansé después de verlo haciendo tantas cosas en el gimnasio. También me

excite, pero eso tampoco es ninguna novedad. Ultimamente me excito por cosas

tan simples como Justin frunciéndome el ceño, lo cual es malo porque es algo que

hace todo el tiempo. Estoy empezando a sentirme virgen otra vez.


—Buenos días —me saluda Xavier con la voz estrangulada mientras se para a

mi lado con el cabello mojado y una expresión de desasosiego absoluto— aunque

no tan buenos para mí, el ejercicio de ayer me tiene acabado.

—Diablos, lo siento. Solo recuerda que todo valdrá la pena una vez que

tengas a Luc desnudo sobre ti. Lo cual espero que no sea muy pronto porque no

sería justo en lo absoluto —murmuro, ganándome una mirada de incredulidad de

su parte— ¿Qué? Tú ya tuviste una mamada y todo lo que he tenido yo son besos

que me ponen al borde y luego algo que arruina todo. Ningún solo orgasmo.

—Yo tampoco —se queja— Justin llegó antes del gran final feliz esa vez. No

fue una mamada muy grandiosa, de todos modos. Mucho diente.

—Mmm, novato.

—Lo sé, ni siqui...

—Atención —grita Luc, para que dejemos de hablar. Eva llega corriendo,

justo un minuto antes de que se acabe el tiempo y se pone a un lado de mí,

respirando con fuerza— ayer, un compañero atacó al sargento Bieber, por lo

tanto, tendrán un castigo hoy.

Todos gimen y chillan como niñitas.

—Gracias, Crystal —se queja Franco, poniendo los ojos en blanco.

—No fue Angelo —contesta Justin , intentado esconder su sonrisa de lado.

Todos jadean porque ¿Quién además de mí se atrevería a hacer eso?— fue

Esteves. Así que hoy correremos con armas de nuevo y después iremos a La Pared.

Oh, no.

La Pared es lo peor de este maldito campamento.


Es como un obstáculo que pasamos los primeros días, pero diez veces más

difícil. Ese obstáculo tenía pedazos de velcro que te ayudaban a no resbalar. La

Pared está completamente lisa, y casi un metro más alta. Tienes que correr para

tomar impulso y luego trepar como el hombre araña hasta que la subes. Justin y

Lesley la han subido como demostración innumerables veces sin siquiera quedarse

sin aliento, pero ninguno de nosotros ha podido.

Esto es un castigo (el favorito de Justin) porque todos corremos y nos

estrellamos fuertemente en la pared en lugar de subirla y a él le causa regocijo ver

eso. Lo único que hace es sentarse en el piso y reírse de nosotros todo el rato, ni

siquiera pretende enseñarnos cómo se hace, literalmente solo se ríe de nosotros. Y

no es justo que tengamos que hacer eso de nuevo, por tercera vez esta semana,

por algo que él nos pidió que hiciéramos.

—Angelo, ve a la bodega a un lado de la cafetería por las cajas con armas

que estaremos cargando —me pide Justin. Suspiro y me trago las ganas de

quejarme de que obviamente tendré que hacer varios viajes porque son demasiado

pesadas y no puedo ni siquiera con una sola caja a la vez.

Sí, no es la primera vez que me manda a mí por esas malditas cajas.

Para mi grandiosa suerte, estoy a medio camino cuando alguien se me acerca

corriendo. Estoy casi segura de que es Justin, esperando una sesión de manoseo

en la bodega, pero es Luc.

—Hola, te voy a ayudar. Puede ser que Bieber piense que todos somos iguales

aquí, y tal vez eso no es algo tan malo, pero no puedo evitar querer ayudar a una

señorita a cargar algo pesado —me explica, caminando a mi lado con esa sonrisa
suya que siempre parece tener. Sus claros ojos brillan hacia mí y lo único que

puedo hacer es sonreírle estúpidamente. Una vez que estamos en la bodega, pone

su mano en mi brazo y me detiene de agacharme por una caja— te quería

preguntar algo... bueno, dos cosas, en realidad.

—Claro, lo que quieras.

—¿Tú y Justin están en una relación? Porque escuché un par de cosas con

otros sargentos, y quiero saber si de hecho es posible estar con un recluta, pero...

ustedes no parecen llevarse tan bien. No parecen una pareja.

—No estamos en una relación, solo somos, eh, sargento y recluta con

derechos ¿Me entiendes? —él asiente, acariciando su barbilla como si estuviera

pensando— de todos modos, claro que es posible. Digo, todos somos adultos

aquí... ¿Cual era tu otra duda?

—Ah, sí. El chico que golpeó a Bieber ¿Es tu amigo, cierto? ¿Cuál es su

nombre? ¿Y por qué hizo eso?

—Sí, es mi amigo, se llama Xavier Esteves. Y golpeó a Justin porque, como de

costumbre, estaba siendo un idiota.

—No me sorprende —dice, poniendo los ojos en blanco.

—Xavier es algo violento. Está aquí porque se puso bastante agresivo con su

padre —miento— Xavier le contó que es gay y su padre no lo tomó muy bien, al

parecer le dijo un montón de insultos y, obviamente Xavier no se dejó. Dicen que

mandó a su papá al hospital. Me da un poco de miedo, pero... es algo sexy ¿no lo

crees? Toda esta aura de misterio que tiene. Me gusta. Lastima que solo le gusten

los hombres.
Luc no responde nada, solo se queda mirando a la nada sin dejar de acariciar

su barbilla.

—Interesante —murmura, y después de unos segundos, sale de su transe y

parpadea, agachándose a acomodar una caja sobre otra con cuidado y levantando

ambas con esfuerzo. Yo a duras penas puedo con una— así que... tú y Justin ... no

lo entiendo. Eres muy hermosa y genial para él.

—Oh, gracias —me río, empezando a caminar de vuelta con los demás—

bueno, no puedes negar que Justin es fisicamente perfecto.

—Eso es cierto —acepta— lamentablemente eso no le quita todas esas

imperfecciones mentales y emocionales que tiene a montones.

—Vaya —me río, un poco incómodamente. No me mata de la emoción

escucharlo hablar así acerca de él. Puede ser que no sea mi mejor amigo, o incluso

mi amigo, pero mi lealtad está con él, no con el perfecto Luc. Así de extraño como

suena— ¿Es eso odio lo que escucho en tu voz? ¿Qué pasa con ustedes? Es

fisicamente doloroso observarlos juntos, dándose miradas raras cada segundo.

—Odio es una palabra muy fuerte, pero supongo que aplica. No sé

exactamente qué pasa con nosotros, es solo que... no lo soporto. Hemos estado en

los mismos círculos desde que éramos niños, nuestros padres son como hermanos

y sin embargo nunca pudimos soportar estar más de cinco minutos juntos —se ríe,

recordando viejos tiempos— es difícil estar al lado del niño más perfecto del

mundo, sobre todo después de que tu padre se pasa todo el día comparándote con

él.
—Ah, te entiendo —asiento, dándole una sonrisa llena de simpatía. No sé lo

que es competir con alguien mejor que tú, pero me lo puedo imaginar. Me pasa

algo por el estilo con mi mejor amiga.

—Solía pensar que una vez que creciéramos todo cambiaría, pero con el

tiempo solo se hizo peor. Si yo hacía algo bien, Justin lo había hecho mejor y

antes que yo. Y le encantaba presumir. Él era más guapo, él era más inteligente, él

corría más rápido, él cargaba más peso, en fin, era el niño maravilla. Todos lo

aman. Él fue deportado primero que yo, él duró más tiempo en servicio que yo y

cuando llegó empezó con este programa enseguida cuando yo me tomé unos

meses de descanso. Ah, y ahora se va a ir de gira al extranjero otra vez, y yo

pienso retirarme. No puedo expresar el nivel de decepción que mi padre siente.

—Luc, me harás llorar. Basta. No me gusta sentirme mal por otras personas

—murmuro, odiando el nudo en mi pecho. Puedo ver a mis compañeros a lo lejos

y mis brazos lloran de felicidad porque dejaré de cargar esta estúpida caja— eres

genial y hermoso y Justin es un robot y un cretino sin corazón. Deja de

compararte. Siempre habrá gente más perfecta que tú. Como Justin, o yo. Solo no

pienses en eso y concéntrate en ti mismo.

—Tienes razón, necesito dejar de hacer eso. Algo difícil, tomando en cuenta

que estaré a su lado por una semana más, mínimo —se queja, y estoy apunto de

preguntarle si sabe el problema personal de Lesley, cuando Justin se aparece

frente a nosotros con un muy profundo ceño en su cara y se acerca a mí

peligrosamente. Me quita la caja de las manos como si no pesara nada.


—¿Se puede saber porqué se tardaron tanto tiempo yendo por esto a un

lugar que está a menos de 40 metros? —pregunta, con sus ojos pegados en Luc—

¿Es que dos inútiles son peores que uno solo?

—No le hables así, Justin —defiendo a Luc, porque aun me siento mal por su

historia. Los ojos del sargento se dirigen a mí ahora, impenetrables— ¿Qué te

pasa? Estoy segura de que no estuvimos ahí ni diez minutos.

—Me pasa que debían estar ahí menos de tres minutos —contesta, como si

fuera la gran cosa que nos tardamos malditos siete minutos más— ¿Qué estaban

haciendo?

—Estábamos teniendo un rapidín en la bodega —dice Luc con una sonrisa,

dejando las cajas en el suelo. Justin hace lo mismo— espero no te moleste mucho.

Aun así, no fue suficiente, ya estoy pensando cuándo podremos hacerlo de nuevo.

Tal vez esta noche en nuestra habitación, te puedes poner los tapones de Lesley.

—No deberías bromear así, Lucas —la voz de Justin suena incluso más ruda

que de costumbre, así que por defensa propia, me alejo un poco de ellos. Están

acercándose cada vez más y mirándose con odio y me da miedo.

—No es una broma. Nunca bromeo acerca de estar dentro de una mujer. Es

sorprendente lo rápido que Crystal puede bajar su pantalón e inclinarse para...

Ni siquiera tengo tiempo para sentirme insultada. La cabeza de Luc estaría

volando en Timbuktu en estos momentos de no estar pegada a su grande cuerpo.

Justin le dio el puñetazo más rápido y fuerte que he visto en toda mi vida, Luc

incluso se tambalea y parpadea muchas veces como si estuviera mareado. Todos

mis compañeros jadean con el golpe y corren hacia nosotros para ver. Incluso
Hunter llega de no sé donde, justo cuando Luc está regresando a sí mismo. No nos

da tiempo de registrar que está bien, solo se avienta hacia Justin y entonces

empiezan a tirar puñetazos tan bien dados que parece que estoy frente a dos

Floyd Mayweather. Ni siquiera sé quién de los dos es mejor.

—Era cuestión de tiempo —suspira Hunter como si estuviera muy cansado,

masajeando sus sienes.

—¿No piensas separarlos? —le pregunto, incrédula. Se están matando y

Hunter solo los observa sin hacer nada.

—No. Aún no. Dejaré que lo saquen de su sistema, me sorprende que hayan

durado tanto tiempo siendo civiles —suelta una pequeña risa— ¿Qué fue ahora?

¿Qué inició la pelea?

—Luc le dijo que tuvimos un rapidín en la bodega, lo cual es una mentira por

cierto. Justin perdió su mierda y lo golpeó.

—Claro, debí suponerlo. Dios, Crystal... eres un problema andante, aunque

debo admitir que es divertido ver a Justin de esta manera —masculla— nunca

había perdido tanto el control. Me gusta.

—¿A que te refieres? —pregunto, pero no me escucha porque ya está

entrando en el nudo humano y separándolos.

20

Being nice for once


Aunque Hunter se veía super seguro de poder separar a los chicos él solo, no

le es muy fácil. Luc le da un codazo justo en la boca y aprovecha para empujar a

Justin y tirarlo al suelo, luego le da un puñetazo en la cara. Un muy fuerte

puñetazo.

Jadeo y aprieto una mano en mi garganta intentando deshacer el nudo que

siento ahí, la cabeza de Justin se estrella en el suelo y a pesar de que él solo se

sacude y sigue empujando y peleando con Luc, quien ahora está encima de él

como si nada, es preocupante un golpe tan fuerte para cualquier persona, sea un

sargento o no.

Las cosas se ponen intensas después de eso, Justin parece enojarse incluso

más, pone ambas manos en el cuello de Luc y lo baja de su cuerpo como si fuera

una muñeca de trapo. Los ojos de Luc se abren mucho y su cara se empieza a

poner preocupantemente roja después de un rato. Estoy tentada a acercarme a

Justin y decirle que lo suelte, que lo puede matar, pero he visto demasiadas

películas donde la chica hace eso y termina dentro de la pelea de alguna manera,

así que solo me conformo con gritarles, como casi todos los demás a su alrededor.

Luc patalea y se retuerce pero Justin logra sentarse sobre su torso, aun sin

quitar las manos de su cuello. Estoy muy asustada a estas alturas, y sintiéndome

culpable. Sean cuales sean las diferencias que tienen, la pelea empezó por mi
culpa y aunque puede ser que dejó de ser acerca de mí desde los primeros tres

segundos, aun me siento mal.

Los ojos de Luc empiezan a ponerse en blanco y estoy a punto de decir, a la

mierda, voy a llegar con algo y golpear la cabeza de Justin para que se calme,

cuando un cuerpo llega por un lado de mí, me empuja y luego tan simple como si

estuviera cortando flores en la primavera, le da un manotazo ninja al cuello de

Justin, a un lugar muy específico supongo, porque el cuerpo de mi sensual

sargento se pone tieso y luego cae el piso, inconsciente. Jadeo con horror y me

acerco a ver si está muerto o algo, pero cuando toco su muñeca me doy cuenta de

que aun tiene pulso.

—... malditos niños, me tienen tan jodidamente cansado —murmura el

hombre que durmió a Justin. Alargo mi cuello para ver quién es al mismo tiempo

que él voltea a verme— hola, Crystal.

—Hola, General —lo saludo, con la voz algo quebrada y débil— ¿Justin va

a... despertar?

—Claro que va a despertar —contesta obviamente, poniendo sus ojos en

blanco como Justin lo hace y luego agachándose para acomodar el cuello de Luc

en un ángulo extraño y masajearlo. Parece algo estúpido, pero Luc empieza a

regresar a sí mismo y respirar. En el momento que ve qué Luc está bien, se levanta

y se voltea para irse— dile a tu novio que vaya a verme en el segundo que

despierte. Y dile a Luc que vaya con su padre, también.

—Ah, uh, sí claro —digo, insegura, porque el General definitivamente no se

ha ganado el premio al mejor padre del año. De hecho, mis referencias con él son
que ha sido un padre abusivo y explotador. Y no quiero que golpeen más a Justin

por mi culpa— solo quiero que sepa que fue mi culpa. Justin solo... me estaba

defendiendo supongo. No fue su culpa.

—No me importa cual sea la causa, en el momento que despierte, le dices

que vaya conmigo.

—¿Puedo ir, también? —pregunto mordiendo mi labio. Me voltea a ver como

diciendo: "niña, no seas idiota"— de acuerdo, ni siquiera quería ir. Estaba

jugando.

Me da otra mirada que me hace sentir idiota e insignificante y se va, con sus

hombros tensos y caminando completamente derecho. Todos mis compañeros

están chismeando ahora, preguntándose cuál habrá sido la causa de la pelea

mientras yo sigo en el piso al lado del cuerpo tieso de Justin, mirando a Luc

retorciéndose con dolor. Unos minutos después cuando ya es capaz de sentarse,

todos se han ido a tomar un descanso pero yo tengo que estar aquí para decirles

que vayan a hablar con sus padres.

—Te espera una buena, niño. Tu padre quiere verte —le digo a Luc, en

cuanto estoy segura de que ya puede pararse. Me mira con algo de miedo

escondido en sus ojos y asiente lentamente, haciendo una mueca de dolor cada

vez que se mueve y caminando raro.

Debo decir que me da alegría su dolor.

Ha pasado un buen rato y Justin sigue tieso a mi lado sin moverse, empiezo a

darle pequeñas cachetadas y parece relajarse y volver a si mismo un poco, pero

aun así no responde, así que me levanto, dejándolo ahí tirado en el medio del
campamento, y voy a la cafetería a pedirles a las cocineras algún recipiente

grande donde pueda verter mucha agua y hielos. Ni siquiera me cuestionan, solo

me lo dan, supongo que ya están acostumbradas a que la gente de por aquí pida

cosas raras.

—Ah, mierda —jadea Justin fuertemente, sentándose de golpe y luego

gimiendo profundamente cuando dejo caer el agua helada sobre él— ¡¿Qué te

pasa?!

—Estaba preocupada por ti, no te movías y respirabas a duras penas —digo,

pero no me escucha porque está muy ocupado quejándose de su dolor y

murmurando cosas que no entiendo. Levanta su camisa y por un segundo solo me

fijo en sus espectaculares abdominales, hasta que veo que tiene dos partes

grandes enrojecidas y algo purpúreas en donde Luc le pegó que sin duda se

convertirán en grandes moretes— oh, dios ¿te duele mucho? ¿Ocupas ayuda para

levantarte?

—No —miente, pero alarga una mano hacia mí para que lo ayude. Tengo que

poner ambas manos en su brazo para poder levantarlo— ¿Dónde está el estúpido?

¿Se murió?

—Está con su padre —contesto, poniendo mis manos a los lados de su

cintura para ayudarlo a estabilizarse un poco— por cierto, el General exige que

vayas a verlo tan pronto como puedas.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No lo sé —contesto, frunciendo el ceño cuando empuja mis manos y

empieza a caminar sin decir otra cosa.


Justin

—... yo no puedo —dice Luc con la voz forzada y niega con la cabeza, aun

negándose a hacer contacto visual conmigo. Quiero con todas mis ganas

recargarme en una pared o acostarme en el sillón como él lo está, pero me obligo

a seguir parado frente a nuestros padres— lo siento. No me siento bien.

—Yo tampoco me siento bien —murmuro, odiándolo— pero eso no me

detiene de hacer mis deberes.

—Bueno, no todos podemos ser tan perfectos como tú. Si quisie...

—Suficiente, Lucas —dice el padre de Luc, dándole una mirada de decepción

que conozco muy bien porque es igual a la que mi propio padre me da todo el

tiempo— todos estamos al tanto de tu falta de perfección, no hace falta que

alardees de eso.

—Si vuelven a utilizar sus puños contra el otro de nuevo, habrá

consecuencias severas —continúa mi padre, mirándome de la misma manera que

Jones mira a Luc— antes, lo dejamos pasar, eran adolescentes y su testosterona

estaba por todo el lugar, pero eso no es una excusa ahora. Son hombres y deben

comportarse como tal. No se agradan, sabemos eso, pero al menos pretendan ser
civiles. No queremos comportamiento como éste de nuevo, mucho menos frente a

los niños a los que estamos intentando mejorar ¿Qué mensaje estamos dándoles,

cuando sus encargados se están golpeando como un par de niñas tontas peleando

por su novio?

—No volverá a pasar, General —afirmo, aunque no estoy tan seguro. Luc solo

descansa su cabeza contra el sillón con los ojos cerrados.

Oh, como me gustaría poder ser como él y solo quedarme ahí, ignorando las

miradas de desaprobación parental sin importarme qué podría pasar conmigo. La

diferencia entre nosotros dos y la razón por la que yo no puedo hacer eso es que

su padre nunca utilizó la corrección física cuando Luc hacía algo malo como mi

padre lo hacía, por lo tanto no le tiene tanto miedo como yo a equivocarse.

—De acuerdo, confiaré en tu palabra. Regresa con tu grupo. Luc, ve a

descansar.

Él se levanta y camina a la salida junto con su padre, quien parece que

preferiría estar a un lado de Hitler que a un lado de él. Que raro, que Luc pueda

irse a no hacer nada sin ser castigado por eso mientras yo hago todo lo que tengo

que hacer y aun así me va mal.

—Papá... creo que sería mejor si me tomo el resto del día también —

murmuro cuando estamos solos, indeciso. Pero debo hacerlo. Siento como que mi

cabeza está a punto de explotar y todo mi torso duele, sin mencionar mi cara. Aun

así, los golpes externos no son mucho problema, estoy acostumbrado. Es el

palpitar de mis sienes lo que me tiene débil y preocupado— realmente no me

siento...
—¿Y que todos se den cuenta de la decepción que eres y que no puedes hacer

nada bien? No. Regresarás ahí y harás tu trabajo. Si no eres capaz de cumplir con

tus obligaciones, dímelo y lárgate de aquí. Cada vez me convenzo más de que no

eres bueno para esto.

—¿No soy bueno para esto? —repito, con los ojos entrecerrados, pero no

muevo mi cuerpo o me preparo para arreglar esto con amorosos puñetazos como

de costumbre porque no creo poder defenderme esta vez— soy mejor que

cualquier otro hombre de mi edad. Es hora de que lo reconozcas. Pero aun así, no

estoy en la capacidad de salir y estar todo lo que queda del día parado bajo el sol.

—No me importan tus pretextos, holgazán. Regresarás ahí porque yo lo digo

—me da otra de sus famosas miradas que me hacen sentir como basura y luego se

va, azotando la puerta detrás de él.

Estoy tan enojado que ni siquiera me divierte ver a todos los inútiles

estrellándose de cara con La Pared. La pelirroja que no habla se cayó de trasero

por la fuerza de su choque contra la pared y no me reí. La gorda pudo escalar

tantito solo para terminar cayendo más fuerte que antes y tampoco me reí.

Crystal se da cuenta de esto y me pregunta qué tengo unas diez mil millones

de veces. Es tan molesta. No puedo creerlo. No puedo creer que exista alguien tan

fastidiosa, que no entienda que quiero estar solo, que no quiero que me hable o se

me acerque.

Todo esto es su maldita culpa de todos modos. Si ella no... bueno,

técnicamente yo la mandé sola a recoger las cajas y no me di cuenta de que Luc se

había ido tras ella hasta unos momentos después. Y técnicamente ella solo estaba
haciendo lo que le pedí aunque estaba a un lado de Luc y eso me hizo perder la

cabeza poquito. Y ella técnicamente no tiene nada que ver con el montón de

mierda que Luc dijo, todo mentira obviamente, aunque odié cada maldita palabra.

Así que, de acuerdo, tal vez no fue su culpa que yo perdiera la cabeza de ese

modo, pero si no fuera por ella, yo no hubiera hecho tal cosa. Nunca había

actuado así dentro del campamento, así que estoy seguro que este problema tiene

definitivamente algo que ver con ella.

—No me siento bien, Crystal, para nada. Mi cabeza se siente como que la

están martillando. Solo quiero dormir por horas y tu maldita voz está haciendo mi

dolor millones de veces peor. Por favor, solo cállate y desaparece de mi vida —le

pido. Parece entender mis palabras y hace lo que le pido por primera vez en la

vida. Se calla y se aleja, y toma su turno en la fila que están haciendo para trepar

la pared.

Ni siquiera les estoy poniendo atención, así que no me doy cuenta de qué

pasa cuando todos jadean y se amontonan como lo hacen siempre que pasa algo

medianamente sorprendente. Me levanto y camino sin ganas hacia ellos,

moviéndolos para ver qué pasa. Crystal está tirada en el piso sin moverse, con la

pierna salida en un ángulo raro. Gimo profundamente y me muevo para checar

sus signos vitales e intentar hacer que despierte. Si está inconsciente más de

veinte segundos tengo que llevarla al hospital inmediatamente, según las reglas.

Cuando ha pasado ese tiempo y ella aun sigue ahí sin moverse, gruño y me alejo,

buscando a alguien para que me dé las llaves de algún transporte. La primera

persona que veo es a mi padre, porque claro, este es el peor día de mi vida.
—Necesito las llaves de algún auto o lo que sea. Un niño chocó con La Pared

con mucha fuerza y necesito llevarlo al hospital —le explico, extendiendo mi

mano hacia él. Mi padre asiente y me entrega las llaves de su camioneta sin decir

nada, gracias al señor. Regreso a donde está Crystal y le pido a Franco que la

cargue hasta la camioneta porque no estoy en condiciones de cargarla. No me

agrada mucho la manera en la que la tira en su hombro, sin tener cuidado, y

menos la manera en la que agarra sus piernas para que no se le caiga, pero por

suerte la estará cargando por poco tiempo.

El viaje al hospital es largo, lo cual no es muy seguro. Tenemos gente del

gobierno todo el tiempo presionándonos para que tengamos al menos una

enfermera, y no sé la razón por la cual no lo han escuchado. Si todos en el

campamento hicieran su trabajo y contrataran a algún especialista, entonces yo no

tendría que manejar por casi una hora cuando mi vista me está fallando y mi

cabeza duele tanto. El único consuelo que tengo cuando llego al hospital y le

consigo ayuda a Crystal, es que podré sentarme un rato y descansar.

Ponen a Crystal en una camilla y la llevan a una habitación privada porque

son privilegios que tenemos nosotros los héroes de la nación. La enfermera dice

que regresará en un momento para ver a Crystal y asiento, relajándome en el

asiento, pero en el momento que la enfermera se va, Crystal despierta y se sienta

en la camilla, fresca como una lechuga.

—Hola —dice, como si nada. La veo por un momento, intentando descifrar si

está delirando o algo por algún golpe en la cabeza. Antes de que pueda

preguntarle qué le pasa, la enfermera regresa y hace un sonido de sorpresa


cuando ve a su paciente despierta— muchas gracias por su ayuda pero no tengo

nada, así que no tiene porque perder su tiempo conmigo. Ni siquiera me lastimé,

solo me tiré en el piso y me hice la muerta, como un perro.

—¿Qué demonios estás diciendo, Angelo? —pregunto, furioso— ¿Me hiciste

manejar hasta aquí por nada? ¿Qué mierda te pasa?

—No, no por nada —dice con una sonrisa y se levanta, caminando hacia mí

— verá, enfermera. Mi querido sargento aquí, tuvo una muy fea pelea hace rato y

su contendiente estrelló su cabeza contra el piso muy fuerte. Ahora él tiene dolor

de cabeza, y, puedo ser algo estúpida pero incluso yo sé que eso no es bueno. De

cualquier manera, él piensa que es un tipo de superhombre y no necesita venir al

hospital, en lo cual se equivoca ¿Sería tan amable de fijarse si todo está bien con

él?

—Oh... claro, claro ¿Señor, podría acercarse a la camilla? —pregunta la

enfermera, jugando con una linterna en sus manos. No le hago caso por un

momento porque solo estoy observando a Crystal.

No la entiendo ¿Me está ayudando? Parpadeo y asiento, caminando a la

camilla. La mujer hace su trabajo en mí, mientras yo intento acordarme de cuándo

fue la última vez que estuve en un hospital y yo fui quien estaba siendo cuidado.

Creo que fue cuando tenía 13 años y me rompí el brazo. Después de eso,

cualquier enfermedad que contraje o dolor que sentí, lo curé por mí mismo

porque mi padre opina que ir a un hospital por algo menor de un hueso roto o

una enfermedad terminal es de gente débil.


La enfermera me dice que tengo una contusión y que debo irme a casa a

descansar, pero después de que Crystal le dice que yo tendría que manejar una

hora de vuelta porque ella no sabe manejar, la enfermera insiste en que me quede

aquí. Luego le da indicaciones a Crystal de despertarme cada hora y media y ver si

sigo bien.

—De acuerdo, ya la escuchaste. Duerme —me ordena Crystal, empujándome

por los hombros para que esté completamente acostado en la camilla. Esto se

siente raro. Crystal, cuidándome. Siendo una persona decente conmigo y

haciendo algo que no es egoísta— ¿Qué? ¿Por qué me miras así, estás enojado?

Estaba intentando ser amable contigo por una vez.

—No, no estoy enojado. Para nada. Es solo, no sé, raro —murmuro,

acomodándome mejor y sintiendo el sueño llegando a mí— gracias por esto,

Crystie. De verdad lo necesito.

—De nada, Osito. Lo sé. Yo lo sé todo —contesta, riéndose. No tengo tiempo

de decirle nada porque ya estoy profundamente dormido. Siento que solo dormí

dos minutos cuando Crystal me despierta, sacudiendo mi hombro suavemente—

oye ¿Cómo te llamas?

—Justin.

—¿Qué día es hoy?

—No sé —respondo, haciendo un sonido de descontento con mi garganta

porque lo único que quiero es seguir durmiendo.

—Bueno, yo tampoco —murmura— eh... por dios, no recuerdo las preguntas,

uh, bueno ¿cuantos años tienes?


—22.

—¿Puedo jugar con tu celular?

—Supongo...

—¿Puedo tomar tu mano?

—Si quieres.

No pierde nada de tiempo. Está tomando mi mano antes de que siquiera

pueda procesar que le respondí que sí podía. Entrelaza nuestros dedos y se sienta

en mi camilla.

—¿Te gusto?

—Algo.

—¿Algo, qué significa eso? —pregunta con la voz más fuerte. Balbuceo algo

acerca de que se calle y me deje dormir pero no creo que me haya entendido.

Estoy medio dormido y medio despierto a este punto— Justin , dime ¿te gusto?

¿sientes algo por mí?

—Mmmh, me gustas —asiento con una sonrisa, pensando que las preguntas

se han acabado.

—¿Mucho o poquito?

—Mucho —digo, sin realmente pensarlo. Hace un sonido agudo que me hace

querer insertar cualquier cosa en mis oídos para no volverlo a escuchar nunca.

—¿Puedo acostarme a tu lado?

—Sí. Pero cállate.

—De acuerdo, me callaré, lo prometo —jura, sacando mi celular de mi

bolsillo. Siento que se desliza a un lado de mí y me da un húmedo y profundo


beso en los labios. Me gustaría poder regresárselo, pero no puedo moverme— me

gustas, Justin. Es extraño porque nunca me ha gustado alguien de verdad antes.

Nunca me había preocupado tanto por ningún otro chico. Supongo que solo me

interesab...

Estoy seguro de que sigue hablando pero desde ese momento dejo de

escuchar lo que dice y empiezo a soñar con camiones monstruo que hablan.

Espero que me deje dormir más de una hora y media esta vez y no me haga tantas

malditas preguntas una vez que despierte.

21

Blowing Bubbles

Crystal

Intenté despertar a Justin cada hora y media y preguntarle cosas como me lo

ordenó la enfermera pero cada vez que trataba de despertarlo, me gruñía cosas y

me empujaba de la pequeñísima camilla así que decidí dejarlo dormir mejor, por

mi propia seguridad.

Yo no tengo sueño, aunque suene raro, tal vez ya me acostumbre a dormir

poco y despertar temprano, o tal vez es que estoy emocionada porque estoy a un
lado de Justin y él no me empuja cuando lo abrazo. De hecho, no sé con qué

estará soñando, pero parece ser algo feliz porque incluso me abraza fuerte y pone

una pierna sobre las mías. Con esta nueva posición no estoy exactamente muy

cómoda, pero no me puedo mover así que solo intento hacer lo mejor de la

situación y observar a Justin dormir.

Se ve tan lindo e indefenso cuando duerme, como un pequeño niñito que no

lastima ni a una mosca. Me provoca abrazarlo por siempre. Tengo ganas de

tomarle una foto pero creo que ya me acabé la memoria de su celular con las

millones de fotos que tomé de mi preciosa cara, de mis pechos, de nuestros pies,

de la enfermera cuando entró de nuevo a checar a Justin y de nuestras manos

juntas. También intenté espiar en sus mensajes a ver si tenía conversaciones con

un montón de mujeres, pero las únicas mujeres con las que habla son Lesley y su

madre. Tiene unas conversaciones realmente jugosas con Hunter, chismean casi

tanto o más que Xavier, Eva y yo. Me enteré de varias cosas que probablemente no

debería saber. No tiene nada de fotos interesantes, solo paisajes y cosas súper

aburridas que no entendí. Su música es genial, tiene mucha, pero no tiene nada

de juegos divertidos. Y no hay internet aquí, así que me aburrí demasiado rápido.

—Justin... Justin, despierta —lo muevo, porque ya pasaron como dos horas y

media desde la última vez que lo desperté. O sea que en total ha estado

durmiendo cinco horas y media. La enfermera dejó unas pastillas y agua hace un

buen rato. Me dijo que ya era seguro que nos fuéramos. Además el General le

mandó varios mensajes preguntándole a qué maldita hora iba a llegar y porqué

demonios se tardaba tanto.


—Shhh —susurra, y me suelta por fin, quedando boca arriba, tirado a sus

anchas. Lo muevo varias veces más pero nada de lo que hago funciona. Estoy

tentada a ir por agua helada y hacerle lo mismo que hace rato pero me da miedo

que esta vez se enoje más. Así que después de pensarla por un considerable

tiempo, se me ocurre despertarlo de otra manera.

Pongo mi mano en su abdomen y levanto su camisa hasta que toda su

deliciosidad está a la vista. Lo toco por un rato, llegando a conocer personalmente

cada cuadrito y cada vello, dándole una oportunidad de que despierte antes de

continuar, pero no lo hace. Abro el botón de su pantalón y mis dedos juegan con

la cremallera unos segundos. Estoy asustada, aunque no sé porqué. Me he

acostado con infinidad de hombres... de acuerdo, solo con seis. De cualquier

manera, he tocado a muchísimos más de seis, no tengo porqué estar nerviosa. No

es mi primera vez y estoy segura que no es la primera vez de Justin tampoco.

—Te di tiempo de salvar tu dignidad —murmuro, bajando su cremallera

fácilmente, luego con mucha lentitud, introduzco mi mano por debajo de sus

bóxers negros— oh, por dios.

Su piel se siente tibia y suave. Su pene está flácido, lo cual es una pena, como

sea, eso se puede arreglar. Batallo para bajar un poco sus pantalones y sus bóxers

pero lo logro, y en pocos segundos, desnudo a Justin ante mí por primera vez.

Me siento un poco mal por hacer esto cuando él no me está dando su

consentimiento, pero al mismo tiempo no me importa en lo absoluto. No es como

si estuviera haciendo algo que él no quiere.


Lo tomo en mi mano y acaricio suavemente, llegando a conocerlo, no

queremos asustarlo. Aprecio mucho el hecho de que es considerablemente más

grande que los niños con los que he estado y ni siquiera está duro. Además de ser

más grande, es más bonito. No tiene una bola de pelos como los demás, ni está

todo venoso y arrugado. Es un miembro muy decente y carismático. Me gusta. No

me toma más de treinta segundos ponerlo en el modo.

Justin empieza a hacer ruido, como si intentara hablar, pero no sale nada de

su boca. Me doy permiso de continuar, mordiendo mi labio cuando el pene de

Justin alcanza su máxima potencia y ahora está completamente despierto frente a

mí.

—¡¿Qué haces?! —grita Justin asustado y se aleja de mí, pero pongo mis

manos en sus fuertes muslos para que no se vaya muy lejos.

—Cierra la boca —exijo, y milagrosamente me hace caso, aunque sigue

mirándome como si no supiera qué demonios pasa por mi cabeza— ¿no quieres

esto?

—No lo sé —contesta, pero luego lo piensa mejor por un momento— sí, lo

quiero... ¿pero qué te pasa? no puedes andar por ahí desnudando a la gente.

—No volverá a pasar —prometo, aunque no estoy muy segura. No me atengo

a nada, si quiero seguir desnudando gente, lo haré— ¿Tengo permiso de seguir

con lo que estaba haciendo?

Justin asiente después de considerarlo por más tiempo del que me esperaba y

se acomoda mejor, cruzando sus brazos debajo de su cabeza y mirándome con una

sonrisa arrogante. Esto me molesta un poco, él no es quien está en control aquí.


Soy yo. Yo soy la que debería tener esa sonrisa arrogante, no él. Me acomodo

mejor entre sus piernas para tener mi cara a meros centímetros de esa parte

mágica para procrear que tanto me agrada. Empiezo con un lametón preciso y

conciso desde la base hasta la punta.

—Dime cómo te gusta —pido, mirándolo a los ojos, pero no contesta nada,

solo está parpadeando— ¿Justin? Dime.

—Yo... uh, no sé. Como sea —murmura, de repente incómodo— como tú

quieras.

Ignoro su rareza y regreso a lo mío; a lo que puedo hacer con lo poco que me

dio para trabajar, ya saben, lo básico. Juego con la cabeza un rato, lamiendo y

succionando un poco, luego empiezo a tomar más y más de él. No creo poder

tomarlo todo, no soy ninguna estrella porno, pero hago mi máximo esfuerzo,

atragantándome hasta que ya no puedo más. Utilizo mi mano para cubrir lo que

falta de él, dejando que mi saliva corra por toda su longitud para mejor

lubricación. Con la falta de información que tengo acerca de sus preferencias, no

puedo hacer más que seguir con esto, aumentando la velocidad y la fuerza. Me

aventuro a tocar sus testículos despacio y descubro que le agrada, por su

elocuente vocabulario ("mmmhhh, ohhh, sí") así que empiezo a maseajear y

rodarlos.

No he estado nunca con alguien que no sepa exactamente lo que quiere. Por

lo general los hombres no dejan de hablar cuando una está haciendo su trabajo:

"haz esto" "haz aquello" "aplasta aquí" "muerde un poco" "succiona más fuerte"

"méteme el dedo" "blablabla" odio que lo hagan, porque me desconcentra, pero


Justin solo está gruñendo y gimiendo su aprobación sin dar nada y me doy cuenta

de que eso tampoco me gusta. La única vez que estuve con alguien que no tenía

idea de lo que quería fue con alguien que nunca había...

—Justin ¿Haz hecho esto antes? —pregunto, soltándolo con un fuerte sonido

húmedo. Justin tiene su cabeza echada hacia atrás y las manos tomando la sabana

en sus potentes puños— Justin, dime.

—¿Qué? —pregunta, como si apenas se diera cuenta de que le estoy

hablando. Sus párpados están caídos, sus pupilas dilatadas, y su voz es un susurro

tan ronco y quebrado que casi no lo entiendo. Está en un delirio de placer y eso

me hace desear darle más y más, pero ocupo respuestas primero.

—¿Te han dado una mamada alguna vez? —voy directo al punto. Traga

saliva y parpadea muchas veces.

—¿Puedes simplemente seguir con lo que estabas haciendo, por favor? —su

voz tiene un tono de queja y, ante mi inmovilidad, toma el asunto en sus manos.

Literalmente. Empieza a jugar consigo mismo frente a mí y, mátenme, es

asombrosamente erótico— por favor, Crystie. Regresa ahí abajo.

—Estoy disfrutando ver esto —respondo con una sonrisa, sentándome y

poniendo mis manos en sus muslos, sin dejar de observarlo. Creo que se da cuenta

de que no voy a volver a hacer lo que estaba haciendo, así que empieza a ponerle

más fuerza a sus movimientos. Aprendo más de lo que le gusta simplemente

mirándolo y hago notas para la indudable próxima vez que esto ocurra.

No es nada suave, empuña su mano y golpea con fuerza, masajeando un

punto especial debajo de la cabeza con mucha frecuencia y baja su otra mano
para mover y acariciar sus bolas como yo lo hice. Cierra los ojos y muerde su labio

inferior con fuerza, perdido en él mismo, levantando sus caderas con ritmo. Estoy

casi segura de que ya olvidó que estoy aquí con él. No me importa, me causa tanto

placer ver esto que puede ignorarme todo lo que se le de la gana.

La puerta se abre y la enfermera jadea con tremendo horror cuando ve a

Justin masturbándose furiosamente frente a mí, pero por suerte sale casi tan

rápido como entró, chocando con la pared en su huida. A Justin no le podría

importar menos, al parecer, porque sigue con lo suyo. Tal vez ni siquiera se dio

cuenta.

—Ah, Crystal —gime profundamente cuando se viene. Nunca había visto a

alguien venirse tanto y por tanto tiempo, mancha toda su camisa con semen e

incluso un poco llega a su mandíbula. No sé porqué dijo mi nombre si yo no hice

nada para llevarlo a ese punto, pero fue hermoso. Su voz estrangulada y sus

sollozos de placer estarán grabados en mi mente para siempre.

Lamentablemente, no hay tiempo de encargarse de mí. Toma bastante tiempo

y esfuerzo para llevarme a dónde quiero ir, pero de verdad lo necesito.

—No puedo creer esto —se queja Justin, subiendo sus pantalones, sin

mirarme— yo nunca... ¿Por qué hice eso? Estoy en un maldito hospital, por el

amor de dios. ¿Y no se te ocurrió cerrar con seguro? ¿Por qué siempre hay alguien

que nos interrumpe, demonios? ¿Y por qué dejaste de tocarme?

—Wow, te pones preguntón después del climax ¿eh? —me río, pero no le

causa gracia— no recuerdo la mitad de las preguntas que hiciste. Lo único que sé

es que dejé de tocarte porque te pregunté si era tu primera mamada y no


contestaste, luego proseguiste tocándote a ti mismo y eso me gustó más que

tocarte yo.

—Ah... —masculla, mirando para abajo. Nota su camisa manchada y se la

quita con cuidado, enseñándome su trabajado torso, luego se limpia la mandíbula

y tira la camisa en el cesto de la basura. No me molesta porque sentí el material y

en el cesto de la basura es exactamente donde pertenecía.

—¿No me puedes contestar?

—No quiero contestar. Es diferente.

—No hay nada de qué avergonzarse —digo, acercándome a él, pero como de

costumbre me hace a un lado y se deja caer de golpe a la camilla de nuevo,

cubriendo su cara y gruñendo— no es como si fueras virgen o algo.

Escucho el pequeño jadeo que cruza sus labios y noto que se pone extra tenso

y cubre su cara con más fuerza, pero eso no quiere decir que... porque sería

imposible ¿Cierto? ¿Justin, virgen? Es demasiado poco probable. Un hombre que

luce así debe tener cientos de zorras como yo tirándose a él. Y no creo que tenga

creencias religiosas o esté esperando a contraer sagrado matrimonio.

—¿Justin? —mi voz suena insegura y bajita, toco su mano para que deje de

cubrir su cara y me ponga atención pero no funciona. Me tiro a un lado de él, en

el poco espacio que queda e intento mover su mano otra vez— vamos, me estás

dando la idea equivocada. No eres virgen ¿verdad?

—Ughh —se queja, abriendo los dedos para mirarme con un solo ojo, lleno

de vergüenza— se podría decir.


—¡¿Qué?! —mis ojos se abren demasiado y casi me pongo arriba de él. Tomo

sus manos y las fuerzo a moverse— Justin ¿Qué demonios? ¿Cómo puede ser

posible? Eres el hombre más... más sexy que he visto. Estoy segura de que todas

las mujeres te desean.

—Estoy seguro de que me desearían, si conociera a alguna por más de dos

días —dice en voz baja, soltando todo el aire y mirándome a los ojos— y te estoy

diciendo esto porque, en primer lugar, yo no digo mentiras y me preguntaste

directamente. Y en segundo lugar, porque no te preocupaste en preguntarme si

estaba limpio o tenía alguna enfermedad. Algo que se debe de hacer siempre.

—Oh... —no puedo creerlo, tiene razón. Lo olvidé por completo. Podría tener

gonorrea en mi boca en este momento— es cierto. Fue totalmente estúpido de mi

parte. No volverá a suceder, preguntaré con antelación a mis futuras parejas.

—Mmmh —frunce el ceño y me ve con algo en sus ojos, como si quisiera

decir algo, pero decide no hacerlo— supongo que sí, está bien. Como sea.

Escucha, si alguna palabra de mi... pureza, sale de estas paredes, me encargaré de

que pases el resto de tu estadía corriendo. Sé perfectamente cuánto odias correr.

—No le diré a nadie, tranquilo —prometo. A nadie además de a Xavier y Eva.

Pero ellos no cuentan, son mis mejores amigos aquí... mis mejores amigos, punto.

¿Qué tan triste es eso?

➿➿➿➿
Camino a un lado de Justin por el campamento. Ya está empezando a

oscurecer. Y puedo sentir el cambio entre nosotros. Tal vez fue por la sentimental

mamada, o tal vez fue por eso que le pregunté, si yo le gustaba. Y eso que él

contestó, que sí. Y mucho. Y luego eso que compartió conmigo, lo de ser V-I-R-G-

E-N.

Sea lo que sea, algo en nosotros ha cambiado. Y estoy segura de que él lo

siente también. Hace tres minutos volteé a verlo y me dio una sonrisa. Una sonrisa

real, no una sonrisa molesta o una sonrisa falsa, como las anteriores. Nuestras

manos se rozan y se rozan y, estoy segura de que cada vez se rozan más, lo que

quiere decir que nos estamos acercando más y más. Esto es genial. Estoy

solamente concentrada en él, pero aparentemente él no.

—Oh, mierda —se ríe, apuntando hacia dos hombres sentados en un tronco,

inclinándose para hablar de cerca. Primero me quedo como ¿Eso qué? pero

después noto que son dos hombres conocidos. Estamos ambos viéndolos

profundamente cuando Xavier voltea y nos ve. Pone la mano en el hombro de Luc,

muy cómodamente como para ser solo un movimiento que haces con tu sargento,

y Luc se levanta, caminando hacia nosotros— ¿Qué demonios cree que está

haciendo?

—Viniendo hacia nosotros, obviamente —contesto, haciendo una mueca

cuando Luc me sonríe. Justin rodea mi cintura con un brazo y me pega hacia él

bruscamente. Amo cómo se siente cuando un hombre está celoso. Es lo más genial

que mi narcisístico corazón podría pedir— hola, Luc.


—Hola, Crystal —me saluda, ignorando a Justin. Traga saliva y me da una de

sus ya conocidas sonrisas de lado y mirada bajacalzones— quería disculparme por

lo que dije hace rato. Estuvo mal y de verdad lo siento, solo quería hacer enojar a

cierta persona y no pensé en que estaría faltándote al respeto.

—Bueno, lo lograste. Hiciste enojar a esa persona. Pero lastimaste a una niña

en el proceso, felicidades.

—Para empezar, no soy una niña —le digo a Justin, mirando hacia arriba

para hacer contacto visual e intento alejarme pero no me deja. Trato de hacer

como que me molesta esto— y aparte, toma muchísimo más que eso que dijiste

para ofenderme. Todos sabíamos que era mentira, así que... no fue nada.

—De cualquier modo, tenía que disculparme —se encoge de hombros— te

veré luego, linda. Ah, y me robaré a Xavier un rato, espero que no te importe.

—No le importa —contesta Justin por mí— estará ocupada conmigo de todos

modos. Toda la noche.

—Ya veo —asiente, sonriendo un poco— diviértanse. Yo lo haré.

—Cuida a mi niño —grito, cuando ya está regresando a él. Luc solo levanta

su pulgar hacia mí, sin voltear— Entonces... ¿estaré ocupada contigo? ¿o solo lo

dijiste para dejar en claro que algo está pasando aquí?

—Es verdad —me pone frente a él y baja un poco su cabeza para alinear

nuestras miradas— mi habitación estará sola la mayor parte de la noche, al

parecer. Y te debo algo.

Algo, siendo un orgasmo ¿cierto? ¡¿CIERTO?! Mas le vale. Lo tengo más que

merecido.
—Está bien, pero déjame ir por mis cosas, para tomar una ducha primero.

—Te esperaré en mi habitación, no te tardes —muerde su labio un momento,

como si estuviera inseguro y me da un rápido pero firme beso en la boca— esta

vez le pondré extra seguro a la puerta y una silla para detener la perilla. Nada nos

va a molestar.

22

Hairy Beast

Tan pronto como Justin me da la espalda y empieza a caminar, volteo y me

voy rápidamente a mi cabaña para tomar mis cosas e irme con él lo antes posible

para tener un poco de acción de una vez por todas.

Tomo mi ropa interior más bonita, el short/bóxer con el que duermo y una

camisola de seda con encaje en el escote que eché a mi maleta pensando que

definitivamente iba a dormir con alguien en este campamento. Bueno, estaba en

lo correcto, como de costumbre. Tomo mis cosas, incluyendo mi jabón Chanel y

mi shampoo mágico.

—¿A dónde se supone que vas ahora? —pregunta Mercedes, la amazona

negra, con una perfecta ceja levantada y los brazos cruzados. Kelly, la ballena

gorda, contesta antes de que yo pueda.

—Irá con el sargento a coger ¿Qué más? No puede soportar pasar dos meses

sin algo de verga adentro.


—Exacto. Tienes toda la razón. Claro que iré a tener sexo duro, caliente y

ruidoso con el sargento más sensual de todo el país. Y es completamente

entendible que me tengas envidia, Rinoceronte, así que no te culpo por ese

comentario. Me siento tan triste de que nadie se te acerque... hoy disfrutaré doble

por ti, ya que nunca llegarás a tanto con ningún hombre en pleno uso de sus

facultades mentales —digo, con una sonrisa condescendiente. Kelly se levanta de

la cama en toda su obesa gloria y me mira con odio en sus ojos. Sé que se avecina

otra pelea así que corro por mi vida. Literalmente. No sirvo para pelear, no quiero

que vuelva a trapear el piso conmigo.

—¡Puta cobarde! —me grita con coraje.

—¡Gorda asquerosa! —respondo, tan fuerte como puedo. Y sigo huyendo.

Dejo de correr tan pronto como siento que estoy en un lugar seguro, luego

me olvido de Kelly y me concentro en lo que realmente importa. Tomo aire y

camino nerviosamente hacia mi destino.

Cuando llego, tomo un muy largo respiro y abro la puerta, tratando de lucir

genial cuando entro, como si no estuviera nada nerviosa. Justin está mensajeando

con alguien, ya tiene puesta ropa cómoda y su cabello está mojado, levanta la

mirada de su celular para verme y sonreír.

—No tardaste tanto como esperaba —murmura, y su celular suena dos veces

seguidas. Luego una más. Y sí, soy una de esas novias (aunque sé que no soy su

novia, da igual) y tengo en la punta de la lengua preguntarle quién demonios le

está hablando. Aunque sé también que casi no habla con nadie además de sus

padres, sus dos amigos y personas sin importancia, pero soy así de irrazonable.
—Mis hábitos han cambiado después de estar en este campamento —

bromeo, pero me doy cuenta de que es algo cierto. Definitivamente me apuro

mucho más que antes para hacer las cosas— eh... iré a bañarme.

—Está bien —contesta encogiéndose de hombros y empezando a escribir

rápido en su celular. Frunzo el ceño porque no me gusta que no me esté poniendo

atención, pero de todos modos camino al baño.

Mi vida es genial mientras me quito la ropa y entro a la regadera, tomando

mis cosas conmigo. Todo es perfecto. No podría ser más feliz. Excepto cuando

miro hacia abajo y veo que mis piernas están más peludas que Chewbacca.

Jadeo y me quedo unos segundos paralizada por el asco propio.

—No puedo creer esto —chillo en voz baja, saliendo de la regadera y

abriendo los cajones con desesperación, deseando encontrar alguna máquina para

rasurar, ya que no puedo ir a que me lo quiten con cera como de costumbre, pero

solo hay rastrillos. Montones de rastrillos, de hecho— uugghhh.

No soy una persona de rastrillos. Llámame tonta, pero no puedo usarlos sin

cortarme por todos lados, pero obviamente no puedo ir a desnudarme frente a

Justin teniendo más pelo en el cuerpo que él. Sería asqueroso y humillante y no

podría vivir con eso.

Ni siquiera recordaba que no me había depilado en semanas, por alguna

razón del cielo nadie se ha dado cuenta, pero sinceramente se ve demasiado feo

para siquiera considerar que esto sea parte de algo tan hermoso como yo. Y,

lamentablemente, si mis piernas están así, otras partes de mi cuerpo están igual, o

peor ¿Cómo puede ser posible que no haya pensado en esto antes?
Odio reconocerlo, pero soy una persona peluda. Los niños en la primaria me

llamaban Tío Cosa porque mis piernas y mis brazos estaban completamente llenos

de grueso vello negro. Mi mamá solía llevarme a que me decoloraran el vello para

que no se viera tanto pero a veces era peor porque mi piel se bronceaba y

terminaba viéndose simplemente espantoso. Un día decidí que no podía seguir

soportando tanto dolor y huí a un salón a que me depilaran por todos lados.

Pagué cientos de dólares para que no hubiera ni un solo maldito vello debajo de

mis cejas. Y así ha sido desde entonces hasta que decidieron mandarme aquí.

Ahora Tío Cosa está de vuelta con venganza y sinceramente no puedo creer que

no me di cuenta antes. Los vellos de mis brazos y axilas están más negros que

antes, sin mencionar los de mis partes privadas.

Así que tomo la crema de afeitar de Justin y, procurando hacer el menor

ruido posible, lleno mis piernas, pelvis, axilas y brazos y procedo con mucha

lentitud y calma a rasurarme.

—¡Llevas ahí una hora! ¡¿Qué demonios estás haciendo?! —pregunta Justin,

intentando abrir la puerta con brusquedad, pero por suerte le puse seguro—

déjame entrar.

—¡No! ¡Quédate afuera! —grito. Aun tengo ambas piernas y media pelvis

cubiertas de crema.

Con toda honestidad, nunca me había sentido tan no-sexy antes.

Justin murmura groserías, pero se va. Esto no está yendo tan romántico y

sensual como lo había imaginado. En mi mente, él me tomaba en brazos desde

que entré por su puerta y me besaba locamente mientras me desvestía con pasión
y luego me embestía como un poderoso semental por horas y horas. Tristemente

esto es la vida real, por eso estoy en este momento removiendo mi vello corporal

con tanta dificultad mientras él está ahí afuera pensando que estoy cagando o

algo así mientras mensajea con quién sabe quien.

Cuando termino, cerca de dos horas después, tengo todo mi cuerpo limpio,

pero con algunos cortes. Tuve que limpiar porque la crema manchó por todos

lados y tirar el rastrillo porque quedó totalmente inservible después de lidiar

conmigo, La Peluda. Ah, y como si eso no fuera suficiente para hacerme sentir fea

y asquerosa, tuve que limpiar la regadera con extremo cuidado porque mis

pequeños pelos negros estaban pegados por todos lados.

—¿Qué mierda te tomó tanto tiempo? —pregunta Justin, enojado cuando me

ve salir del baño. Se levanta de su cama y camina hacia mí con pasos fuertes.

Estoy con mi ropa interior especial y mi pijama sexy, pero mi cabello está

destilando y sinceramente no me siento muy bonita después de ver toda mi

imperfección de tal manera. Me siento tan triste, a veces pienso que soy tan divina

y celestial y luego cosas como la que acaba de pasar me recuerdan que no soy

nada de eso, simplemente soy una mortal como todos los demás— ¿Qué tienes?

Ahora está a meros centímetros de mí, observándome con los ojos

entrecerrados. Su anterior enojo ahora es confusión porque mi labio ha empezado

a temblar.

—Es solo... —empiezo a decir, pero mi voz se quiebra. Justin parpadea

muchas veces, confundido, cuando la primera lagrima cae— me siento tan...


—¿Qué? —pregunta rápidamente, poniendo sus manos en mis brazos y

levantándome un poco para inspeccionar mi cara, pero empiezo a llorar más y

escondo mi cara en su cuello porque ahora estoy pensando en que ni siquiera me

fijé si tenía un súper bigote. Y, conociéndome, probablemente sí. Recuerdo cuando

Xavier lo menciono y mi inmediato llanto nos sorprende a los dos— por dios,

Crystie. Dime que tienes, me estoy asustando ¿Te sientes mal? ¿Qué sientes?

¿Ocupamos ir al hospital de nuevo?

—Me siento tan... —repito, mi voz frenada por su cuello— fea.

—¿Qué? —me separa de él y me mira, incrédulo— ¿fea? Cielos, Crystal, me

asustaste.

Cubro mi cara y me alejo de él, caminando hacia su cama y dejándome caer

ahí. Solo quiero llorar por un rato, no quiero hablar con él. Justin no me entiende.

Lo único que me dirá es que soy tonta e inútil y todo eso que siempre me dice.

Tomo la cómoda almohada de Justin y entierro mi cara ahí, llorando. No

estoy acostumbrada como las demás a sentirme fea. De hecho, ni siquiera puedo

recordar la última vez que me sentí algo menos que hermosa, sinceramente no

puedo recordarlo, tal vez fue en la primaria.

No me gusta como se siente ¿Es esto lo que sienten las otras mujeres todo el

tiempo? ¿Cómo lo soportan?

La cama se hunde bajo el peso de Justin y siento su mano en mi espalda.

Levanta mi blusa para poder tocar mi piel y me acaricia un poco, pero no volteo a

verlo. Si su cama no fuera tan cómoda comparada a la mía, ya me hubiera ido de

aquí.
—¿Me puedes decir exactamente qué pasa? No sé si lo habrás notado pero no

soy exactamente bueno con las mujeres —dice Justin, acostándose a un lado de

mí sin dejar de tocarme— no entiendo porqué te sientes fea ¿Es como...

simbólico?

—No, no es simbólico —contesto con una fea voz insolente que uso cuando

mis padres dicen algo estúpido— es literal, me siento sucia y fea y no quiero que

me toques o me veas.

—¿Se puede saber porqué? —su voz suena como si estuviera hablando con

una niña pequeña. Niego con la cabeza, volteando hacia él porque tener la cara en

la almohada me está sofocando y no quiero morir aun— no soy bueno dando

consejos o diciendo cosas que te harán sentir mejor, Crystal, pero puedo decirte lo

que pienso sinceramente, y eso es que estás muy lejos de ser fea, a pesar de lo que

pienses en este momento.

—No es... ugh, no sé cómo explicarme, Justin —me quejo, lamiendo una

lagrima de mi mejilla— solo estoy triste. Déjame estar triste.

—No quiero que estés triste, me hace sentir incomodo. Y que estés triste por

algo tan estúpido es simplemente algo que no voy a tolerar —masculla, bajando

su mano a mi trasero. Estoy apunto de decirle que definitivamente no estoy en el

modo para nada de eso, pero me calla con un movimiento de su mano y luego me

sorprende tomando mi cabello mojado y peinándolo con sus dedos para que no

esté por todos lados, luego se acerca demasiado a mí y cierro los ojos, esperando

un beso, pero en lugar de besarme, me voltea hasta que estoy boca arriba y acerca

su cara a mi cuello, respirando profundamente— ¿Por qué dices que estás sucia, si
hueles tan bien? Creo que siempre hueles bien, incluso cuando has estado bajo el

sol todo el día.

—Lo de...

—Cierra la boca, no había terminado —me calla, y entrecierro mis ojos hacia

él, preparándome para decirle algunas verdades, pero esta vez sí toma mi boca.

Su beso es fuerte y familiar y no tiene nada de lengua, solo presiona nuestros

labios juntos. Se mueve y termina acomodándose entre mis piernas, moviéndose a

mi cuello de nuevo para oler, empezando a mover sus manos por mis caderas—

hueles a algo caro y sofisticado, como a licor viejo y flores secas... tan diferente a

otras mujeres que he olido. Me encanta.

—Pero yo no...

—Y aparte de eso, sabes tan, tan bien —oh, no. oh, no, no. Su lengua llega

de visita, tocando la base de mi cuello y se me olvida inmediatamente la razón

por la cual no quería estar con él— tu boca siempre sabe a sandía, por esos

pequeños dulces que siempre estás comiendo a escondidas y tu cuello sabe a

caramelo quemado, me hace preguntarme... a qué sabrán... otras partes de ti.

Sus besos han ido bajando con sus palabras y ahora está besando mis pechos

y yo ya estoy en el juego por completo. Necesito esto. Ni siquiera sé en qué

momento me empieza a quitar la blusa, pero de repente me encuentro solo en mi

sostén... el cual se va también un segundo después, y ahora estoy expuesta de la

cintura para arriba. Se levanta un poco para mirarme mejor y sonríe

perversamente de lado antes de volverse a colocar sobre mí y empezar a besarme

los pechos con ferocidad. Algo me dice que tendré algunos cuantos chupetones
mañana... lo cual no me molesta en lo absoluto. Tengo una sensibilidad muy alta

en mis pezones, así que a la primera atención que les da, me encuentro respirando

altamente.

—¿Te gusta eso, uh? —pregunta, con la voz ronca. Hago un sonido

afirmativo y regresa a lo suyo, lamiendo y mordiendo suavemente, haciéndome

gemir— sigue haciendo esos sonidos, princesa, suenas tan bien...

Nunca he sentido como que me podría venir solo por alguien jugando con

mis pezones, pero siento algo peligrosamente cerca. Levanto mis caderas a las

suyas porque necesito más que solo esto, necesito todo de él. Siento su erección

por dos segundos solamente, y luego se aleja porque empieza a besar más abajo;

en mi abdomen (bastante más plano de lo que estaba cuando llegue aquí) hay un

punto muy sensible debajo de mi ombligo que nunca había descubierto antes.

Lloro con placer cuando Justin lo encuentra y levanto mis piernas, poniéndolas en

sus hombros y empujo su cabeza lentamente para que llegue a donde más lo

necesito.

—¿En esto duermes cuando estás en la cabaña, durmiendo entre todos esos

niños estúpidos? —pregunta, quitando mis piernas de él y jugando con el elástico

de mi short. Asiento y abro mis ojos para observarlo jugar con él, como si

estuviera pensando en algo profundamente. Luego empieza a quitármelo— lo

siento, no lo apruebo. Se quedará aquí y solo lo podrás utilizar cuando estés

conmigo.
Mi boca se abre para discutir al respecto, pero como siempre, me calla antes

de que pueda hacerlo. Tira mi short por algún lugar del piso y luego empieza a

bajar mis bragas de encaje también.

—¿Puedo besarte aquí? —me pregunta con una pequeña sonrisa de lado

mientras abre mis piernas y toca con las pequeñas puntas de sus dedos mi

expuesto sexo. Mi aliento se atora en mi garganta y asiento muchas veces. No sé

qué está pasando conmigo ¿Por qué no puedo hablar? Todavía tengo baja el

autoestima, supongo. Usualmente soy una amante muy comunicativa, sobre todo

porque llevarme al orgasmo es muy difícil y me gusta que mi pareja sepa

exactamente lo que debe hacer para llevarme ahí. Esta vez, sin embargo, no creo

necesitar dar ninguna instrucción— ¿Te gustaría que te probara aquí y te dijera a

qué sabes?

Asiento de nuevo, sintiendo como que voy a explotar de estrés ¿Por qué no

solo lo hace y ya? Por dios ¿Qué no entiende que me estoy muriendo de ganas de

hacer lo que mierdas sea pero que termine en un orgasmo?

—¿Por qué no me dices nada, Crystie? —pregunta, sin dejar de torturarme

con las puntas de sus dedos tocándome muy suavemente. Mis piernas empiezan a

cerrarse para poder tener algo de fricción, pero él me lo impide, poniendo ambas

manos en mis muslos y abriéndome incluso más que antes— ¿Todavía te sientes

fea, eso es lo que pasa? Porque no te veo para nada fea, de hecho, estoy viendo

algo bastante limpio y bonito en este momento.

—Solo hazlo ya —logro decir, mi voz quebrada y sin aliento— por favor, solo

hazlo.
—No, no... verás, años de virginidad y semanas de frustración sexual desde

que llegaste a mí me enseñaron algo —dice, manteniendo mis piernas abiertas

ante su mirada llena de calor. Baja su cabeza y el muy maldito da un muy casto

beso justo en mi clítoris. Hago el chillido más agudo de la historia y muevo mis

caderas, rogando— aprendí que la anticipación hace todo mucho, mucho mejor.

Después de decir eso, procede a torturarme con la punta de su lengua, por

todos lados, luego empieza a besar ahí abajo como si estuviera besando mi boca,

con toda la paciencia del mundo, tocando solo levemente mi clítoris a propósito.

Me sorprende la capacidad de este niño virgen para saber exactamente dónde

hacer más presión. Tal vez ha visto demasiada pornografía.

—No me gusta la anticipación —me quejo, cerrando mis ojos con fuerza.

Bajo mis manos hasta que estoy tomando su cabello y lo empujo contra mí—

cómeme de una maldita vez.

Creo que con eso rompí su postura acerca de la anticipación o lo que sea,

porque empieza a lamer y chupar como si su vida dependiera de ello. Moviendo

furiosamente mi clítoris con su pulgar y haciendo que mis muslos tiemblen

incontrolablemente. En el momento en que su dedo empieza a entrar en mí,

arruino todo y me vengo con un grito que ahogo en mi mano, temblando más y

apretando la cabeza de Justin con mis piernas, deseando que se quede ahí para

siempre.

Lamentablemente unos segundos después, tiene la tonta necesidad de

respirar así que se levanta, lamiendo sus labios, y se tira a un lado de mí en la


cama, inmediatamente pasando un brazo por debajo de mi cabeza y el otro

rodeando mi cintura, abrazándome a él.

—¿Cómo estuvo eso?

—¿Cómo estuvo, preguntas? —doy un resoplido incrédulo— ¿No te fue

suficiente escucharme gritar como estrella porno? Eso usualmente es un cumplido

a tus habilidades.

—De todos modos quería que me lo dijeras —se ríe de una manera baja y

masculina, apretando mi cintura— es mi primera vez haciendo eso. Le metí los

dedos a una niña en mi secundaria pero... no es lo mismo.

—Ew. No quiero hablar de otras personas cuando estamos juntos en la cama

¿De acuerdo? —me recorre un escalofrío. Me gusta la idea de él siendo virgen y

quiero pensar que nunca ha tocado a nadie más que a mí— ¿Te gustó hacer eso?

A muchos hombres no les gusta.

—¿Bromeas? Es lo mejor que he hecho en toda mi vida. Quiero volverlo a

hacer tan pronto como sea posible, pero sé que tengo que darte un tiempo —dice,

siendo considerado.

—Bueno, me gusta la idea ¿Pero... en qué momento te vas a desnudar? —

pregunto, empezando a desesperarme. Justin se levanta y se quita la camisa y su

short, pero se queda en bóxers, luego regresa a abrazarme como antes— uhm, no

era lo que tenía en mente. Cuando dije "desnudar" me refería a realmente que te

desnudaras, Osito.

—Lo siento, no lo haré esta noche —contesta, sin ningún remordimiento—

solo haremos eso que acabamos de hacer... tantas veces como nos sean posibles. Y
tal vez, si quieres, lo que pasó en el hospital. Pero nada más. Quiero que quieras...

estar conmigo tanto como yo lo quiero.

—¡Pero...

—Shh. No me harás cambiar de opinión, solo acéptalo.

Justin

—¿Entonces? —le pregunto a Xavier, levantando las cejas con una sonrisa. Él

se me queda viendo extrañamente— ¿Qué hiciste con Luc anoche?

—Nada —contesta, amargado. Y sigue corriendo. Frunzo el ceño, siguiéndolo

sin ningún problema— ni siquiera me besó. Solo hablamos todo el tiempo. No

creo que esté interesado en mí de esa manera.

En el momento en el que dice eso, busco a Luc con la mirada, y lo encuentro

corriendo a un lado de Crystal, mirándola con esa idiota sonrisa que conquista a

hombres, mujeres y cualquier cosa intermedio y mi estomago se revuelve con

ácido sulfúrico.

Odio como se siente esto. Es como lo que sentía cuando Les me hablaba de

cosas que hacía con su novio, pero muchas veces peor.


—Esto es un problema muy grande, Esteves —gruño, poniendo mi mano en

su pecho para que deje de correr. Todos nos pasan por un lado— ¿Luc ha dicho

algo de Crystal? ¿Si le parece atractiva, o algo por el estilo?

—Sí —contesta, respirando profundamente y mirándome como dándome a

entender que estamos sintiendo lo mismo— dijo que es hermosa y divertida y que

cuando... cuando se canse de ti, él estará feliz de seguir donde tú lo dejaste.

¿Qué clase de mierda es esta? ¿Por qué no puede Luc solo desaparecer de mi

maldita existencia? ¿Por qué siempre quiere lo mismo que yo? Y maldita sea,

siempre consigue eso que yo quiero sin el más mínimo esfuerzo. No dejaré que

eso pase esta vez. Me rehuso.

—Necesitamos un plan B —dice Xavier— he estado en el gimnasio haciendo

lo mismo que hicimos nosotros y pidiendo las proteínas que me dejaste en la

cafetería, pero no es suficiente. Es un proceso muy lento. Luc y yo... sé que podría

pasar algo entre nosotros, pero también actúa muy recto a mi alrededor, muy

sargento ¿Entiendes?

—Uhmm, creo que entiendo —entrecierro mis ojos, una idea algo loca

llegando a mí— Xavier, Feliz cumpleaños.

—¿Eh? Mi cumpleaños es en diciembre.

—No. Tu cumpleaños es hoy —afirmo, y no dejo lugar a ninguna duda. Algo

que aprendí de mi padre, al parecer— le dirás eso a Crystal y le dirás que quieres

ir a festejar a L.A.

—¿Qué? ¿Feste...
—Cállate y escúchame —lo interrumpo— le dirás que tiene que convencerme

de que los lleve a L.A a festejar, que debe hacer eso por ti. Luego, cuando yo

acepte, invitarás a Luc. Y los cuatro iremos a L.A, donde no somos sargentos de

nadie.

Xavier se queda solamente parpadeando, considerando lo que dije. Pero a lo

lejos veo que Luc sigue corriendo a un lado de Crystal, y que pone su mano en la

espalda de ella como si pudiera hacerlo. Me olvido por completo de Xavier y corro

hacia ellos, dispuesto a decirle que se largue y que no se le acerque otra vez. Y

deseando que mi idea funcione.

23

You belong to me

Crystal

Estoy tan complacida por lo de anoche que, aunque como de costumbre

siento como que muero lenta y tortuosamente y mis pulmones están en llamas, no

me molesta tanto estar corriendo. Tres orgasmos y dormir en una cama decente a

un lado de Justin hacen eso, aunque dormimos como dos horas solamente, ni

siquiera me importa. Ya ni siquiera estoy sufriendo por mi vello corporal, porque

una pequeña falla no quiere decir que dejo de ser preciosa.


—¿En serio? —pregunto, bajando la velocidad levemente para que Luc no

me grite como Justin lo hace, pero él solo baja la velocidad junto conmigo y

asiente, sin dejar de sonreír— es una perra traidora y fea. No puedo creer que

estuviste con ella, su mejor amiga, Beatriz, es mucho más sexy.

—Tenía dos horas para encontrar a alguien o regresaría aquí igual de caliente

que cuando me fui —contesta Luc, riendo un poco— Angelica fue lo mejor que

conseguí. Y me contó su vida completa en quince minutos, no puedo creer que

fuiste tú quien secuestró a su perro de catorce años.

—Ella empezó a esparcir verdades sobre mí que no quería que la gente

supiera —digo, empezando a trotar incluso más despacio— el perro no sufrió, se

lo regalé a una tía.

Luc se ríe y empieza a decir algo, pero es casi inmediatamente interrumpido

por un cuerpo que se entromete entre nosotros dos con tanta fuerza que me

empuja hacia delante y hace que caiga de rodillas y luego de cara al suelo porque

mi cuerpo es como un fideo sin fuerza, aparentemente. Gimo con la boca llena de

polvo y me quedo inmóvil en el suelo.

—¡Por dios, Crystal! —ruge Justin, levantando mi cuerpo como si no pesara

nada— ¿Por qué vas corriendo con el cuerpo tan suelto? ¿Qué te pasa? Es

peligroso. Imagina que fueras una de las primeras, por algún milagro, y alguien te

empujara como yo lo hice; caerías al suelo y todos te pisarían hasta la muerte.

—¡Muérete, Justin! Tú me tiraste —me quejo, empujándolo— ¿Por qué me

estás regañando?
—Cielos, Bieber. No seas tan estirado por solo un momento —dice Luc, con el

ceño fruncido e intenta acercarse a mí— ¿Estás...

Justin pone un brazo entre nosotros y me hace para atrás.

—Deberías estar vigilando a los demás, no coqueteando con un recluta —lo

reprime— hazme el favor de largarte de aquí y brindarle tu ayuda a otros chicos,

Crystal no la necesita. Es un caso especial, solo yo puedo ayudarla.

—Oh, sí, me imagino que es un caso especial —rueda sus ojos y saca su

pecho. Inmediatamente Justin hace lo mismo— ¿Y qué, tú si puedes coquetear

con quien se te da la gana?

—Yo no coqueteo —contesta Justin. Y, bueno, está diciendo la verdad. Nunca

lo he visto coquetear. Ni conmigo ni con nadie más— no quiero tener que

estrangularte otra vez, Lucas, aléjate.

—¿Y si no quiero? —lo reta, acercándose más a él, con el claro propósito de

tener otra pelea.

Mi corazón no podría aguantar eso de nuevo

—Me veré en la necesidad de obligarte a...

La voz de Justin se puso toda amenazante y sus puños empezaron a apretarse

así que tengo que intervenir. Me pongo entre ellos y coloco una mano en el pecho

de Luc y la otra en el pecho de Justin. Antes de hablar para detenerlos y ser quien

arregla todo como de costumbre (porque ugh, soy tan buena) me permito

disfrutar este momento e imaginar que estoy en un sandwich de sargento caliente

por otra razón. Una de las tantas fantasías que no he cumplido aun.
—Por favor, dejen de pelear —pido, levantando la vista al cielo— es molesto

y estúpido ¿No pueden solo ignorarse y ya?

—No puedo ignorarlo cuando hace mierda como esta —contesta Justin sin

alejarse, de hecho, se acerca más— necesito que...

—Lastima que no me interese lo que necesitas —lo interrumpe Luc.

—Luc ¿puedes, por favor, por favor, irte? Eres genial y todo pero, eres peor

que yo ¿En serio quieres que te ahorque otra vez? ¿Eres estúpido o algo?

—Me tomó por sorpresa, Crystal, eso es lo que pasó, pero dado a que me lo

pediste de una forma tan tierna, con esa preciosa y melodiosa voz tuya, me iré —

dice, alejándose un poco. Respiro con alivio, pero el maldito me da un fuerte,

mojado y ruidoso beso en la mejilla (bastante cerca de la boca) y se va corriendo.

Justin respira profundamente y cierra los ojos, apretando su mandíbula. Algo me

dice que está contando hasta 10 para no perseguirlo y romper su cabeza contra el

suelo.

—Voy a necesitar que dejes de hablarle —murmura, abriendo los ojos y

relajando el cuerpo, como si con solo decirlo fuera a suceder.

—No —me niego, entrecerrando los ojos— me cae bien. Es un buen chico,

solo le gusta hacerte enojar.

—No me importa, Crystal —dirige sus furiosos ojos hacia mí, parándose más

derecho y más cerca. Tengo que levantar mi cabeza un poco para poder mantener

su mirada— no quiero que le hables. Si se te acerca, me lo haces saber y haré que

se vaya.
—Me rehuso. Es mi amigo y le hablaré todo lo que se me de la gana —

respondo, empezando a caminar hacia los demás. Feliz de que solo tuve que

correr la mitad de lo que ellos lo hicieron. Y todo por los celos de Justin, quien

empieza a caminar a mi lado, respirando fuertemente— ¿Te das cuenta de que no

tienes ningún derecho sobre mí, cierto? Si se me da la gana de hablar con Luc, lo

haré.

—No seas irrazonable ¿Quieres? No soy bueno compartiendo, mucho menos

con Luc —dice, su voz llena de veneno. La gran figura de Justin me cubre del sol

y tengo que morder mi labio para no sonreír, este lado posesivo de él me está

encantando cada vez más y más— y, supongo que te has dado cuenta de que no

tengo el mejor temperamento del mundo. Si no quieres que haya más problemas,

deja de querer ser su amiga. A él ni siquiera le interesa eso, lo único que quiere es

acostarse contigo.

—¿Y tú no?

—Claro, pero yo nunca he pretendido ser tu amigo. He sido claro con mi

desagrado —responde fácilmente— aparte, nosotros teníamos algo antes de que

Luc se apareciera. Tú me perteneces. Y exijo que lo desaparezcas de tu vida.

—No te pertenezco —peleo, pero sus palabras me hicieron sentir algo

prohibido ahí abajo porque, oh, creo que ya he mencionado lo mucho que esto me

gusta este tipo de comportamiento Alfa.

Y ni siquiera soy tan irrazonable con eso. Dado a que soy la mujer más celosa

que pueda haber, soy capaz de prometer monogamia, por lo menos las pocas

semanas que estoy con alguien. No me es imposible. He estado tonteando con más
de un hombre a la vez, con más de dos, de hecho. Pero si alguno de ellos me

hubiera pedido exclusividad, lo hubiera intentado. Así que, esto que Justin está

pidiendo no me suena nada mal, me dará la excusa perfecta para decirle que no le

hable a Lesley, si es que regresa. Aun así, aceptando lo que me dice, quiero que

siga insistiendo un rato más.

—Claro que sí. Me perteneces hasta que yo diga lo contrario —afirma,

poniéndose frente a mí para que deje de caminar y rodeando mi cintura con sus

grandes manos, haciéndome sentir pequeña— me perteneces desde tu horrible

cabello hasta tus pequeños y fríos pies. Y no dejaré que Luc intente robarte, como

siempre me roba todo ¿Entendido?

—Uhm, no realmente... —me paro en puntitas y rodeo su cuello,

acercándome a su cara y dejando un par de besos en sus algo rasposas mejillas.

Santo cielo, siento como que podría besarlo por siempre. Y ni siquiera de una

manera sexual, estaría contenta solo con llenarlo de besos de esta manera. Justin

suelta un suspiro y me acerca más a él— me perdí en la parte en la que explicas

porqué crees que yo dejaré que dictamines en mi vida. Desde donde yo lo veo, no

tengo ninguna clase de compromiso contigo y podría fácilmente llegar a tu

habitación, pero a una cama diferente.

—Cierra la boca, Crystal, maldita sea. No digas eso —me aleja de él con

fuerza y luego pone ambas manos en mi cara para pegar nuestras frentes— tú no

irás a ninguna jodida cama excepto la mía. Y me dejarás dictaminar en tu vida

porque te encanta esto. Te encanto yo. Niégalo.


—No lo negaré, es la verdad —acepto, porque no hay ninguna razón para

negarlo. Es obvio que adoro su belleza desde el primer maldito segundo en que lo

vi, a pesar de que su personalidad sea una mierda— y no dejaré de hablarle a Luc,

Osito. Lo siento.

Antes de que pueda decir algo, me libero de su agarre y me voy corriendo.

Corriendo feliz por primera vez en la vida. Dios, esto me hace sentir tan viva que

es algo patético, pero no me importa.

Quiero que Justin sea celoso, posesivo y controlador y, cielos, quiero que me

agarre como siempre lo hace y me sacuda y me grite porque me moja más que

ninguna otra cosa. Sin embargo, seguiré resistiéndome y peleando porque le da

más diversión al asunto.

➿➿➿➿

—¿Estás tonto? Eso es imposible —repito por quinceava vez— sabes que te

adoro y haría cualquier cosa por ti, pero esto es simplemente algo que no va a

pasar. Ni siquiera lo intentaré, sé cual va a ser la respuesta.

—Solo intentalo, por favor —ruega Xavier, moviendo mi brazo

molestamente.
—Vamos, Crystal. Si le prometes alguna recompensa sexual, él haría

cualquier cosa —aconseja Eva— solo pregúntale. Y si dice que sí, pregunta si

puedo ir yo también.

Sus molestos lloriqueos siguieron por milenios, y ahora, por presión de

grupo, me encuentro caminando hacia ningún lugar en concreto buscando a

Justin porque no está en su habitación. No puedo creer que me hayan convencido

de preguntar algo tan estúpido. Justin ni siquiera me dejará terminar cuando ya

estará diciendo que ni lo piense, que es imposible y blablabla. Después de unos

veinte minutos, por fin encuentro a Justin . Está con Hunter y otro tipo de su

misma edad que no está tan agraciado fisicamente como los antes mencionados,

así que no le pongo atención.

Es tan bizarro verlo riendo y bromeando que me quedo callada solo

observándolo un rato. Está tomando una cerveza y riendo ante algo que está

contando Hunter.

—Um, ¿Sargento? —pregunto. No sé porqué dije eso, solo parece apropiado

decirle así cuando hay alguien que no conozco. Los tres dejan de hablar

inmediatamente y me observan. Justin se termina su cerveza de un trago y deja la

botella en el piso antes de levantarse y acercarse a mí. Estoy apunto de caminar

para platicar alejada de sus amigos, pero él no me da la oportunidad. Me atrae

hacia su cuerpo para darme un fuerte y profundo beso que definitivamente no me

esperaba. Me despego de él después de un rato, jadeando un poco— no venía a

besarte, quería preguntarte algo.

—Claro, pregúntame.
—De acuerdo, um, resulta que hoy es el cumpleaños de Xavier. Ya sabes, mi

amigo. Cumple 21 años y... bueno, sé que no es algo que debería estar pidiendo

porque lo más probable es que me digas que no pero... —tomo aire y muerdo mi

labio por un segundo, nerviosa. Justin me está mirando como si estuviera

entretenido— ¿Nos puedes llevar a LA? Xavier solo quiere ir a cenar y regresar

rápido, yo... ni siquiera sé porqué quiere ir, pero me lo pidió y rogó y yo soy tan

buena persona. Tenía que preguntar.

—¿Quieren ir a LA? —repite. Asiento— ¿LA que está a tres horas de camino?

Um, no lo creo, Cry...

—Está bien, lo entiendo —lo interrumpo. Sabía que iba a decir que no ¿por

qué siquiera le pregunte?— regresa con tus amigos.

—¡No, espera! —me llama, casi gritando, cuando me doy la vuelta para irme

— digo... ¿Eso es todo? ¿No me vas a insistir?

—¿Para qué? Vas a seguir diciendo que no —pongo los ojos en blanco,

molesta.

—No lo sé. Ni siquiera me diste tiempo de pensar. Pero... considerándolo,

creo que no es una mala idea.

—¿No? —pregunto, totalmente desconfiada— ¿Estás bromeando?

—No. Creo que está bien, tengo ganas de salir de aquí de todos modos ¿Solo

iremos nosotros tres?

—Um, no. Xavier quiere invitar a Luc, y Eva quiere ir.

—Bien, iremos. Pero que nadie diga nada de esto ¿De acuerdo? Los demás

niños pensarán que es injusto —tiene razón. No es justo que nosotros podamos
salir solo porque mantengo sexo oral con mi superior— Prepárense entonces, nos

iremos en una hora, para tener tiempo de ir y regresar antes del amanecer.

—¡¿En serio?! —chillo y él asiente. Oh, por dios. De verdad funcionó—

¡Gracias, eres el mejor sarg... bueno, no, de hecho eres bastante horrible. Pero

gracias por esto. Iré a ponerme bonita.

Justin

Mi madre aparece de nuevo, de la nada, como caída del cielo. Se fue sin

despedirse, pero al parecer iba a lidiar con alguno de sus negocios solamente y

luego regresar, para mi gran suerte. Sin ella aquí, no sé como hubiera podido

seguir adelante con este plan. No podría pedirle algún auto a mi padre o cualquier

otra persona porque exigirían saber mi destino, a mi madre, sin embargo, solo le

importó saber que iba a ir con Crystal a Los Angeles. Me dio las llaves de su

elegante auto nuevo, dinero y varios condones, me dio un beso y me deseó buena

suerte antes de exclamar que extrañaba a mi padre y necesitaba un pedazo de su

dulce trasero y luego ir a buscarlo.

Esto parecía una buena idea en mi cabeza, pero me estoy arrepintiendo.

Crystal se puso un pequeño vestido azul opaco con mangas largas y nada de

escote pero toda la espalda descubierta y le prestó un vestido algo parecido a Eva

porque claro, la única mujer que trae vestidos así al campamento es Crystal. El
cumpleañero y Luc están platicando muy de cerca en la parte trasera, lo cual

parece ser lo único bueno de esto. Esos dos se juntarán más y Luc dejará de

pensar en Crystal.

—¡Me encanta esta canción! —chilla Crystal cuando aparece una canción rap

que probablemente ni siquiera se sabe, subiendo el volumen tanto que mis oídos

empiezan a bombear sangre con fuerza. Luego, para hacer todo peor, empieza a

cantar y bailar a un lado de mí mientras Eva se ríe de ella desde atrás. Y así se van

las tres horas, con Crystal siendo su usual molesto ser, Eva burlándose y haciendo

comentarios que me hacen reír y Xavier y Luc en su propia burbuja, sin hacernos

mucho caso. Eso está perfectamente bien por mí.

—¿Así que a donde iremos a cenar, Crystal? Tú que conoces esta parte —le

pregunta Eva cuando ya entramos a la carretera de LA y nos dirigimos a la zona

caliente.

—Creo que deberíamos ir a Rehenerate —opina, con una sonrisa traviesa—

es el lugar más popular en este momento, todos mis amigos estaban hablando de

ir ahí este verano, pero claro, no se pudo. Tiene un restaurante y aparte un club,

así que podemos cenar y luego ir a bailar y tomar por un rato ¿No es eso genial?

—Me parece una buena idea —contesta Luc y los demás dicen que están de

acuerdo también.

No estoy muy seguro de ir a un club, solo he ido dos veces y no es mi tipo de

ambiente, pero luego empiezo a pensar... estaremos tomando y bailando de cerca,

un club es la excusa perfecta para que Luc y Xavier al fin empiecen algo y un poco
de baile/manoseo con Crystie no me hará ningún daño. Así que les digo que me

parece perfecto también.

—Yo no puedo tomar, estoy en recuperación —murmura Eva desde atrás, y

recuerdo levemente a su padre comentando que Eva era alcohólica desde los

quince años. Me siento mal por esto, no es muy amigable que estemos tomando

en su cara, así que empiezo a decir algo, pero me detiene— está bien, no me

molesta ser la conductora designada. Aprendí a divertirme sin beber nada.

Mi idea era no tomar porque pensé que sería el que conduciría de vuelta,

pero si Eva se está ofreciendo... supongo que puedo tomar un trago o dos.

24

Good Friends

Buscamos la ubicación del lugar en mi celular y, después de un largo rato,

por fin llegamos. Rehenerate es un lugar mucho más grande de lo que me

esperaba, y mucho más lleno también. Tiene servicio valet parking y todo. Pero no

confío en eso, así que le digo al tipo que yo mismo iré a estacionar mi propio

carro; no soy inútil y es mucho más seguro.


—Oh, no —se queja Crystal cuando damos literalmente un solo paso en el

restaurante, el cual está tan lleno que tendremos que esperar al menos una hora

para conseguir mesa.

—¿Qué pas..

—¡Crisis! —grita una despampanante morena algo mayor, probablemente de

unos 25 años, y se acerca a Crystal con sus delgados brazos extendidos

exageradamente. Está haciendo uno de esos gritos de emoción que Crystal hace,

pero 1203987 veces peor, llamando la atención de todos a nuestro alrededor—

¿Qué te ha pasado, niña? ¿Por qué no te hemos visto en tanto maldito tiempo? ¿Y

por qué has estado ignorando mis mensajes, tweets, snapchats, etcétera, etcétera?

Eso no es agradable. Te he extrañado tanto... todos nosotros.

—Oh, Damiena —la abraza y luego se aleja para besar ambas mejillas de esa

manera sofisticada que hacen en las películas. Nunca me imagine que alguien

hiciera eso en la vida real— es una historia muy larga, para otro día junto con

muchas margaritas. No tengo celular de momento, no te estoy ignorando. Por

cierto, te presento a mi novio, Justin, y a mis amigos, Luc, Eva y Xavier.

La cara de la tal Damiena cae por completo cuando me ve, su boca está

abierta y me observa groseramente de pies a cabeza por cerca de un minuto

completo, ni siquiera se molesta en reconocer la existencia de los demás. Extiendo

mi mano hacia ella para saludarla y por fin sale de su estado vegetal.

—¡Oh, perdón! Mucho gusto —toma mi mano con fuerza y la sacude muchas

veces, con sus ojos cambiando un poco, ahora están llenos de calor, y su pulgar

empieza a acariciar mi mano. La suelto inmediatamente— Es solo que nunca


pensé que vería este día. Crisis con novio... por supuesto sería alguien tan

atractivo, ella nunca se rebajaría a salir con alguien mundano.

—Sí, por supuesto... bueno, ahora te haces una idea de porqué he estado

desaparecida —se ríe falsamente, abrazándome por la cintura— te diría que le

dijeras a los demás, pero sé que lo harás de todos modos.

—Claro, todos se mueren por saber de ti y qué has estado haciendo. Hemos

estado haciendo nuestras conjeturas. Van desde que escondes un embarazo no

deseado a que estás en unas fabulosas vacaciones en algún lugar exótico —

contesta, con una sonrisa incluso más falsa que la de Crystal. Volteo a ver a Luc,

Xavier y Eva, todos están igual de extrañados por esta conversación como yo. Es

como algo sacado de una película de adolescentes. ¿Soy el único que se da cuenta

de que ellas no se agradan tanto como parece?— sabes qué ¡Les diré a todos que

vengan a saludarte! Será tan divertido, iremos a buscarte más tarde, irás al club

¿Cierto? Bueno, por supuesto que irás. Te buscaremos. Debo regresar a mi mesa...

—Claro, llama a todos, eso sería taaan genial —responde Crystal con la voz

algo molesta y apretada, encajándome las uñas en la cintura— por cierto ¿Por qué

no sirves de algo por primera vez en tu vida y me ayudas a conseguir una mesa?

—¡Sí! Hablaré con el primo de Rina, él te conseguirá algo. Adiós —nos dice a

todos, tomando en cuenta a los demás por primera vez.

—¿Qué fue eso? —pregunta Eva, poniéndose a un lado de Crystal— era

como ver un reality show.

—Eso fue una reunión con una de mis mejores amigas, nada de otro mundo.
—¿Ella es una de tus mejores amigas? —pregunto, asombrado— no creo

haber sido el único que se dio cuenta de lo mal que se caen.

—Así son las amistades —se encoge de hombros como si no fuera la gran

cosa. Por un segundo me alegro de tener solo dos amigos y haber tenido la

fortuna de nunca lidiar con alguien como Damiena— mas tarde llegarán mis otros

amigos y no quiero que sepan que estoy en un campamento ¿De acuerdo? Ya me

inventaré algo, solo síganme la corriente. Y Justin , eres mi novio de nuevo, actúa

como si yo fuera la cosa más preciosa que se te haya pasado por enfrente. Mis

amigos nunca creerán que estoy perdiendo el tiempo con alguien que me trata

como tú lo haces, así que, cambia tu actitud.

Antes de que pueda responder, una pequeña muchacha llega con Crystal a

preguntarle si ese es su nombre y cuando responde que sí, nos lleva a una mesa

en el piso de arriba. Debo admitir que es un muy buen lugar, las luces están bien,

las mesas separadas, la música en un volumen agradable y la decoración es muy

buena también. Pero para nuestra gran desgracia, nos sentamos cerca de

Damiena, quien nos saluda de nuevo con mucho entusiasmo y luego se nos acerca

con un hombre detrás que luce igual o más miserable de lo que estoy seguro que

me veo yo cuando estoy con Crystal.

—Este es mi novio —le presume, empujando al tipo hacia Crystal. La cara del

tipo nos deja saber que es una vil mentira, probablemente solo quiere dormir con

ella también y está sufriendo daño colateral como yo— ¿No es guapo? Es modelo

de Abercrombie en su tiempo libre.


—Ah, sí, es realmente guapo. Me sorprende que esté contigo —contesta

Crystal con una gran sonrisa— ¿Cuanto pasará hasta que se canse de tu bulímico

y psicótico trasero?

—Am, wow, buena esa —Damiena intenta reírse como si el comentario no

fuera totalmente grosero y muerde su labio tan fuerte que me sorprende que no

esté sangrando— estoy segura de que mucho tiempo más de lo que pasó antes de

que Gerard se cansara de ser tu juguete sexual mientras también jugabas con

Francis ¿No lo crees? Deberías preguntarle a tu nuevo sabor de la semana cuánto

aguantará él. O cuanto cree que tú aguantarás antes de ir con otro.

Crystal se pone tensa a mi lado y presiento la llegada de un comentario

mucho más ofensivo del primero, así que para aligerar el ambiente un poco, rodeo

sus hombros con mi brazo y la atraigo hacia mí hasta que está recostada en mi

pecho.

—Dudo mucho que se canse de mi sabor en años, mucho menos en una

semana —digo, intentando bromear. Damiena abre sus ojos muy grandes como si

le sorprendiera el hecho de que estoy hablando. Tal vez ninguno de los otros

sabores decían nada. Esto no sienta muy bien conmigo, pero prefiero ignorarlo.

—Tienes razón, bebé —contesta Crystal, levantándose para darme un suave

beso en la mejilla— bueno, Damiena, sabes que te amo pero danos un momento

para ver la carta y comer ¿Sí, hermosa? Nos veremos más tarde en el club con los

demás.

—¡Claro! Disfruten su comida, hasta luego, linda —le tira un beso antes de

darse la vuelta con su modelo Abercrombie y caminar hacia su mesa.


—Perra asquerosa —murmura Crystal debajo de su aliento mientras abre su

carta con coraje.

—Eso fue extremadamente entretenido —dice Luc, riéndose fuertemente—

¿Qué demonios pasó? Fue como ver un choque de tren. La pobre Damiena pudo

haberte dicho tantas cosas, me sorprende que haya estado tan calmada.

—Estoy seguro de que no se atreve a decir algo peor de Crystal, tomando en

cuenta lo que nos ha contado —contesta Xavier, y Crystal se ríe. Eva solo pone sus

ojos en blanco.

—Damiena es inofensiva, dejen de hablar de ella. Mejor apúrense a ordenar

algo, es tarde y me estoy muriendo de hambre.

Un rato después, todos (excepto Eva) ya hemos empezado a tomar, la comida

estuvo muy buena y ahora estamos platicando y, sorpresivamente, teniendo un

buen rato. No me imaginé que podría divertirme nunca con Crystal, pero a veces

su narcisismo y su tonto sentido del humor de hecho son entretenidos, sobre todo

las historias que nos cuenta de gente que ha conocido siempre y "amigos" como

Damiena. Xavier y Luc cada vez están más cómodos juntos y Eva, por primera vez,

está relajada y no tiene ese frecuente ceño fruncido. El ambiente está tan

tranquilo que incluso platico con Luc, de hecho, ambos les contamos a los demás

varias historias que hemos compartido con nuestros padres.

Cuando Luc no está siendo un perezoso hijo de puta traicionándome y

ganando lo que yo quiero, es un buen chico, creo.

Pero es hora de mover la fiesta a otro lado. Luc y yo pagamos la cuenta y nos

vamos al club. Creo que ya estoy algo achispado porque no me molesta la música
tan fuerte e incluso empiezo a mover mi cabeza con el ritmo. Encontramos una

pequeña mesa y nos sentamos un rato para ordenar botellas y algo para mezclar.

Crystal siendo la niña rica y mimada que es me pide que le compre la botella más

cara de quién sabe qué, además jugo de cítricos y cerezas en almíbar, los demás

compramos una de Jack Daniels y Coca cola.

—¡Vamos a bailar! —exige Eva, jalándome de un brazo a mí y a Luc, los

únicos en la mesa. Tomo un suspiro y le hago caso porque no suena como una

mala idea. Crystal ya está bailando junto con Xavier, con sus brazos en el aire, lo

cual causa que su vestido enseñe todo su trasero. Me pongo detrás de ella,

intentando esconder eso, y empiezo a moverme a su ritmo. Eva empieza a bailar

con un desconocido y Xavier pone las cosas algo candentes con Luc, poniendo las

manos en sus caderas y juntando sus cuerpos. Alejo la mirada porque eso es algo

que definitivamente no quiero ver, pero no puedo dejar de estar emocionado. En

primer lugar, porque Luc se alejará de Crystal y en segundo lugar porque Xavier es

mi amigo, y parece que de verdad le gusta Luc. Estoy feliz por él.

Para cuando una bola de niños demasiado arreglados y aparentemente súper

importantes llegan con nosotros y nos saludan, la botella de Jack ya se acabó y

empezamos a tomar lo que pidió Crystal, así que estoy realmente borracho. Sé

esto porque entablo conversación con casi todos, abrazo a Crystal, la beso y

respondo con entusiasmo todo lo que me preguntan.

"Sí, soy un soldado. Es genial" "Uh, no, ir a la guerra no es tan divertido"

"Exacto, ganamos mucho dinero" "sí, la amo. Estaremos juntos por siempre" "de
nuevo, sí, hacemos mucho dinero, supongo" "gracias, pero tengo novia... y es tu

amiga" "¿Por qué me estás tocando? Aléjate"

Bueno, las ultimas dos fueron solo cosas que le grite a una chica bajita de

aparentemente 30 kilos que no dejaba de repegarse conmigo. Y Crystal no se da

cuenta de esto porque está en su máximo esplendor, hablando con muchas

personas y tomándose fotos y bailando con ellos, olvidándose de mí por completo.

En un momento incluso se sube a la barra y empieza a bailar con una chica

más plástica que Damiena. Varias personas les toman fotos, como si se tratara de

celebridades. Lo cual es ridículo. Digo, sí, se ve muy bonita con su pequeño

vestido, sus curvas, sus piernas y baila como si se tratara de una stripper pero, es

la persona más grosera y narcisista del universo ¿Por qué tantas personas la tratan

como si fuera una diosa? Es por eso que se cree tan perfecta, por gente así, y lo

peor es que ni siquiera la quieren de verdad, como tanto aclaman. Todos sus

amigos se ven extremadamente falsos, y de todo lo que hablan/gritan es de salir a

tal lugar con Crystal ahora que está de vuelta, de hacer fiestas en la casa de

Crystal porque su piscina es tan grande y su casa tan hermosa, y pasear en su yate

porque es tan divertido. En general, solo pasar tiempo con ella porque es tan

genial, es super divertida y bonita, y toda su ropa es taaaaan linda y cara. Y se ve

más delgada, lo cual es genial ¿Qué estará haciendo, cuál es su secreto? Y su

nuevo look "natural" es lo mejor del mundo, todas empezarán a usar menos

maquillaje ahora.

No soporté estar con ellos por mucho tiempo, como es de imaginarse.

Empecé a bailar con Luc, Eva y Xavier como si fuéramos amigos, aunque antes de
hoy nunca había convivido mucho con ninguno de ellos, a excepción de Luc, pero

eso no cuenta.

—¿Podemos irnos de aquí, por favor? —ruega Crystal, tomando mi brazo

muy fuerte. Su cabello está mojado por el sudor, igual que el mío y el de los

demás. Aun no me quiero ir, me estoy divirtiendo, le digo— podemos ir a otro

lugar. Solo larguémonos de aquí.

—Bien, vayamos a otro lugar —pasamos a la mesa a tomarnos lo que queda

y luego salimos. Mis oídos empiezan a zumbar y me mareo. No sé cómo pero me

tambaleo hasta el carro, junto con todos los demás. Busco mis llaves en mis

bolsillos pero no las siento. De hecho, no siento nada, ni siquiera mi cartera—

esperen.

Empiezo a desesperarme, pero no importa cuantas veces meta mi mano a mis

bolsillos no hay nada. Lo único que tengo son unas monedas, mi celular y los

condones que me dio mi mamá. No tengo nada más.

—¡Perdí las llaves, y mi cartera! —grito, porque aun no puedo escuchar bien.

Todos se asustan y por un momento solo podemos mirarnos a los ojos con miedo.

—Regresemos ahí adentro y busquemos tus cosas —opina Eva, y todos

pensamos que es una buena idea, hasta que el guardia de la puerta nos dice que

no podemos cortar la larga linea de gente esperando, a menos que tengamos

dinero para una sala V.I.P— Luc ¿Tú no tienes dinero?

—¡No! ¡No traje tanto! —grita, desesperado— pensé que lo que traía era

suficiente para gastar aquí y alguna emergencia, no pensé que el lugar sería tan

jodidamente caro.
Pongo mis manos en mi cabeza porque no deja de dar vueltas y me siento en

el piso. Puedo sentir que los demás me siguen. Me dan ganas de llorar, pero no lo

hago, solo intento pensar en qué podemos hacer.

—Crystal ¿Vives muy lejos de aquí? ¿Crees que podríamos ir a tu casa...

—No seas imbécil, Justin —me interrumpe— ¿Crees que es una buena idea

llegar a mi casa con mis dos sargentos, mis dos amigos malcriados y yo,

completamente borrachos, cuando se supone que debería estar en el campamento,

mejorando mi actitud?

—Eso fue algo muy estúpido, sargento —se ríe Xavier tontamente,

comprendiendo 0% la situación en la que estamos.

—Si no regresamos al campamento antes de las 4 de la mañana, estaremos

todos jodidos —dice Luc, una mirada asustada en sus ojos— tengo miedo. Justin,

arregla esto. Tú eres el que siempre arregla todo. Yo no sirvo para nada.

—¿Cómo esperas que arregle esto? Lo único que podemos hacer es... intentar

conseguir dinero antes de que cierren el lugar y buscar las llaves.

—¡Hagámoslo! —exclama Crystal, levantándose de golpe, lo cual no es una

buena idea. Se marea y por varios segundos tiene arcadas frente a nosotros. Todos

expresamos nuestro asco y nos presionamos contra la pared como si eso nos fuera

a ayudar, pensando que vomitará, pero ella intenta controlarlo.

—Claro, vayamos a conseguir los mil quinientos dólares que cuesta la sala

V.I.P —dice Eva con los ojos en blanco— gracias, por ayudarme con mi

recuperación al hacerme ver lo estúpido que alguien se ve borracho.


—Hey, hey, respétame —ordeno, desde el piso, donde aun tengo ganas de

llorar. Ella pone los ojos en blanco solamente— ayúdame a levantarme, Eva, no

puedo.

Una vez que lo hace y todos estamos parados, intentamos pensar cómo

podemos obtener ese dinero. No conseguimos mucho, de hecho no puedo

concentrarme en nada en este momento, Luc y Xavier se están riendo de todo y

Crystal aun se ve enferma. Eva solo parece odiarnos. Creo que una idea está

llegando a mí, pero antes de que pueda pensar bien en eso, mi celular empieza a

vibrar.

—Es mi madre —jadeo, sosteniendo el celular a la altura de mis ojos sin

contestar. No quiero tener que decirle que estamos atorados aquí sin dinero y sin

auto, pero sé que si me pregunta, se lo diré. Es mi bendición y mi maldición, no

poder decir mentiras— ¿Sí?

—¡Hey! U-uh, pensé que no contestarías, uh... no estoy llamando para

arruinar tu diversión ni nada p-pero —tartamudea, y empiezo a sentirme

inseguro. Mi madre es completamente confiada y segura de todo, hasta que algo

anda mal, entonces se convierte en una niña tartamuda— yo... oh, por dios, me

vas a odiar.

—¿Qué pasa? —pregunto, asustado. No le digo que no la voy a odiar porque

uno nunca sabe.

—Tu papá preguntó donde estabas y se me salió decir que saliste con tu

novia y tus amigos... sabes que no puedo mentir cuando me arrinconan así —se

defiende, y la entiendo. Ahora recuerdo de donde saqué esa pequeña peculiaridad


— él no está muy feliz al respecto, dice que fue irresponsable y que a esta hora ya

deberías de estar aquí.

—Maldita sea, mamá ¿Por qué hiciste eso? ¿Quieres que me mate? —

exagero, aunque no estoy tan alejado de la realidad. Sé que no me esperará nada

bueno— te odio.

Cuelgo rápidamente y apago mi celular. No quiero lidiar con ella, ni con

nadie más.

—¿Por qué le dices eso a tu mamá, qué te pasa? —me regaña Luc— ¿Qué te

dijo?

—El General sabe que venimos para acá y piensa que fue irresponsable, lo

cual significa que me esperan un par de golpes y palabras hirientes de mi padre

abusador cuando regrese —me quejo. Sé que no debería de decir cosas así, pero

no tengo completo control sobre mí mismo en este momento. De repente recuerdo

porqué no me gustan los clubes o estar borracho— debería solo... acostarme en la

calle y esperar a que alguien me pase por encima.

—No exageres, aun podemos hacer algo —dice Xavier, muy animado, pero

no le creo. No hay nada por hacer, nada para qué vivir.

Todos nos sentamos de nuevo en la acera sin hablar. No tenemos idea de qué

podemos hacer... hasta que una camioneta pasa por enfrente de nosotros. Tiene

un gran cartel promocionando la "Noche de Club de Pelea" el cual tiene una foto

de dos hombres peleando. Una mujer viene dentro, hablando por un micrófono.

—¡Noche de Club de Pelea! ¡Ya saben como es, si tienen sueños frustrados de

ser boxeador, vengan a probar sus habilidades! —dice, con mucho entusiasmo. No
le ponemos mucha atención, hasta que dice:— ¡Vamos, chicos, anímense! Todas

las mujeres adoran a los boxeadores, y como si eso fuera poco, se echan mil

dólares a la bolsa si ganan ¡Vamos! ¡Acérquense! Es fácil, todos tienen tan poca

experiencia como ustedes. ¡Por favor! Son solo cinco peleas, no se amontonen. Es

divertido ¡Lo prometo!

Todos pensamos lo mismo, al parecer, porque ni siquiera decimos nada, solo

nos levantamos y caminamos hacia la camioneta, igual que otros hombres que

venían saliendo del club. La mujer nos da un folleto donde viene el nombre del

club donde se practica esto y nos dice que está a menos de dos manzanas de

donde estamos.

—¡Si ustedes dos pelean, podemos hacer mil dólares! —exclama Crystal

emocionada mientras caminamos— y luego podemos conseguir lo demás en

cualquier otra cosa.

—Que suerte tenemos ¿Quién hace mil dólares así de fácil? —se ríe Xavier,

tomando la mano de Luc, quien se ve totalmente tranquilo por esto. Incluso sonríe

ante él— este es el mejor día de nuestras vidas.

—O podemos hacer dos mil dólares —dice Eva rodando los ojos por

quinceava vez en este segundo.

—¿Y cómo podríamos hacer eso, genio? —pregunto, riéndome de su tonta

opinión.

—Vaya, chicos, el alcohol realmente mata neuronas —se burla— ¡Piensen por

un segundo! En lugar de que ustedes se peleen el uno con el otro, podemos hacer

dos peleas ¿Entienden? Justin con alguien y luego Luc con otra persona. Ambos
ganarían mil dólares, y si los sumamos, nos da dos mil, suficiente para pagar el

área V.I.P y poner gasolina para regresar al campamento.

—Yo quería pelear con Justin —se queja Luc, haciendo un estúpido puchero.

—Eso lo hacen todos los días, esto es serio —Crystal deja de caminar y se

pone frente a nosotros— es más, quiero que hagan las paces en este instante y

luego vayan ahí y peleen bien para poder tomar el dinero.

—¿Dudas de nuestras habilidades? —pregunto, algo ofendido. He tenido

entrenamiento militar toda mi maldita vida. Sé pelear. Sé más de eso que de

cualquier otra cosa, por eso mi vida es un jodido desastre.

—Ni siquiera pueden caminar bien, Justin. Claro que dudo de ustedes ¿Y,

quien nos asegura que no hay otros chicos con habilidad que quieren dinero fácil?

Ahora, dense un pequeño abrazo.

Luc asiente y se me acerca. Supongo que un pequeño abrazo no lastimará a

nadie. Tomo aire y lo hago, sin pensarlo mucho. Pretendo que dure poco, pero

Crystal pone un mano en mi espalda y nos junta más.

—Ahora, pídanse perdón.

—¡Yo no tengo que pedirle perdón de nada! —me exalto, dispuesto a

soltarlo, pero Luc tiene sus brazos a mi alrededor con fuerza. Me empieza a

molestar tanto contacto físico— él fue quien se quedó con mi perro y lo mató.

Quien me delataba siempre y quien me quiere quitar a Crystal. Que él se disculpe.

—Tú padre no te dejaba tener un perro, el mío sí. Supéralo.

—No quiero superarlo. Quiero odiarte para siempre.


—Mala suerte, no dejaré que eso suceda —amenaza Crystal— pídanse

perdón o me voy a enojar.

—Perdón, por ser totalmente genial y nunca hacer nada contra ti mientras

me traicionabas y quitabas todo una y otra vez —digo, para que se acaba esto y

me suelte de una maldita vez.

—Perdón, por nunca ser tan bueno como tú, vivir bajo tu estúpida sombra

toda mi vida y quedarme con tus sobras porque es lo único que siempre he podido

conseguir. Lo siento tanto porque seas el humano más perfecto que haya existido

en la historia y yo no pueda estar a tu nivel —Luc me suelta y frunce el ceño,

mientras yo parpadeo unos segundos.

Tal vez es que mi sistema está todo alterado, pero de hecho me siento mal.

Xavier incluso empieza a llorar.

—Eso fue hermoso —solloza— solo se tienen celos... los amo, son tan

preciosos.

—Lo sé —lo apoya Crystal, quitándose una lagrima y mirándome con una

sonrisa— son tan sexys y lindos. Los amo, también.

—Deberíamos tener una orgía —opina Xavier— sería...

—¡Por dios, ya cállense! —grita Eva de la nada, asustándonos a todos— esto

es el intercambio humano más estúpido que he visto. Caminemos todos, solo se

nos va a hacer más tarde.

25
The morning after

Crystal

Abro la puerta de nuestra habitación y me hago a un lado para que Eva entre

con Justin y lo deje caer en la cama. Me da una mirada de cansancio y molestia y

se va sin decir nada.

Me quito los zapatos, y casi me arranco este incomodo vestido que me ha

estado apretando las tripas toda la noche. Debería ir a lavarme la cara pero no

tengo fuerzas. Ya no me siento borracha pero aun no estoy exactamente sana. Me

tiro a un lado de Justin y volteo a ver su pacifica cara. Nadie podría adivinar

mirándolo en este momento, que acaba de mandar a un tipo al hospital y aun

seguía con ganas de más.

Cierro los ojos y empiezo a recordar toda esta noche, esta horrible, horrible

noche.

Nada nos ha salido bien. Tuvimos un buen tiempo cuando estábamos solos,

pero tenía que aparecer la maldita sarnosa de Damiena y llamar a todos los

demás. Por un momento me emocioné, pensé que iba a ser como una bocanada de
aire fresco estar al rededor de todos mis amigos y gente que me idolatra, pero

hombre, me sentí patética cuando vi la cara de lastima de Justin y los chicos.

Siempre he sabido que nadie me quiere exactamente por ser yo, pero nunca

había pensado tanto en eso. No se sintió muy bien que digamos. Estoy empezando

a darme cuenta de que nadie quisiera estar a mi alrededor si no tuviera dinero y

fuera popular y algo fácil. Y si no tengo eso, aparentemente no tengo nada más,

porque toda la gente en el campamento me odia también. Mis únicos amigos son

básicamente forzados a estar conmigo, Eva no tiene opción y Xavier, pues creo

que es la única persona que puede sentir algo bonito por mí. Luc solo cree que soy

atractiva. Y Justin... bueno, él me desprecia. No quiero pensar en eso.

Así que, mis viejos amigos arruinaron todo. Luego, el imbécil de Justin

pierde sus malditas llaves y su cartera en el club y no podemos regresar a

buscarlas. Y todo porque piensa que no es seguro dejar que alguien más estacione

tu auto y cuide tus llaves... claro. Entonces se nos ocurre que Luc y Justin,

soldados entrenados y borrachos, vayan a pelear contra gente normal por dinero...

no suena tan mal ¿Cierto? Bueno, parecía una buena idea. Hasta que Luc noqueo

a un tipo en tres segundos y luego lloró y le pidió perdón. Eso no fue tan malo; de

hecho, todos nos reímos y recibimos el dinero muy felices, pero luego fue el turno

de Justin.

Justin aniquiló al primer tipo que le mandaron y se volvió loco de poder,

supongo. Nosotros recolectamos el dinero y estábamos listos para largarnos de ahí

e ir en busca de las llaves y su cartera, pero todos empezaron a animarlo y

aplaudir y Justin solo sonreía levantando sus brazos y gritando que podía con 10
hombres más, lo cual no dudo, pero no era el maldito momento. Un valiente y

estúpido chico flaco aseguró que le podía ganar y dejaron que pelearan, pero

claro, Justin no duró más de un minuto golpeándolo. Le dio dos veces a su

cabeza y el chico se desvaneció en el suelo, sin responder. Tuvieron que llamar a

la ambulancia y lamentablemente a la policía también, pero como el dueño del

lugar es el tipo más genial del mundo, nos dio los otros mil dólares que Justin

ganó y nos dejó salir por la puerta de atrás para no tener que lidiar con las

autoridades.

Después de eso Justin tuvo una clase de crisis porque empezó a hablar de su

padre, de lo mal que lo trata siempre y de cómo esta salida, por más desastrosa

que fuera, había sido lo más divertido que había hecho en mucho tiempo. Nos dijo

que buscar las llaves sería imposible, así que llamó a su mamá, le dijo que viniera

en la mañana con las llaves de repuesto y que nosotros nos quedaríamos a dormir

aquí. Entonces nos subimos a un taxi, le pedimos que nos llevara al hotel más

cercano, Justin se durmió en el camino y... henos aquí.

Intento no pensar en lo que pasará mañana cuando regresemos al

campamento, porque sé que no será nada bonito. De momento, aprovecharé

dormir en una cama agradable a un lado de Justin , que apesta a alcohol y sudor.

Me estiro para apagar la lampara y justo cuando la habitación se queda a oscuras,

siento a Justin levantándose de su lugar y poniendo una mano en mi cintura. Me

atrae a la cama con fuerza, hasta que estoy acostada de nuevo, y se pone encima

de mí.
—¿Quién eres? —pregunta, y me doy cuenta de que aun sigue en planeta

NoNeuronas. Acerca su cara a mi cuello y reprimo un temblor— ¿Eres Lesley o

Crystal?

¡¿LESLEY?! ¿Qué demonios tiene ella que ver aquí?

—¿O eres Crysley, la mezcla perfecta? —pregunta, arrastrando la voz. Ahora

está besando mi cuello y pasando sus manos a mi trasero, pero no siento nada

excepto enojo ¿O sea, esto significa que quiere a Lesley también? ¿Qué clase de...

— oh, no. Eres Crystie, sin dudas. Les no tiene esto.

—¿No tiene qué? —pregunto intrigada, abriendo un poco más mis piernas

para que esté completamente pegado a mí. Justin aprieta mi trasero con más

fuerza y se frota contra mí.

—Este perfecto trasero que tanto amo —responde, empezando a besar mi

pecho y luego el valle de mis senos. Encuentra el broche en mi espalda y me quita

el sostén, dejándome solo en esas pequeñas bragas. Se estira para encender de

nuevo la lámpara y se me queda viendo un rato— ¿Quieres acabar con mi

patético estado de celibato?

—Claro... pero ¿ahora mismo? —pregunto, empezando a desabotonar su

camisa negra porque esto de estar casi desnuda mientras él está completamente

vestido no me va bien. Justin se sienta un poco, dejándome que siga con lo mío y

asiente muchas veces— el sexo borracho no es lo mejor del mundo, Justin. No es

lo indicado para tu primera vez.

—No me importa —contesta, parándose para deshacerse de lo que le queda

de ropa. Regresa casi inmediatamente a su posición anterior y trago saliva porque


ahora solo nos separa ese pedazo de tela de encaje y puedo sentirlo perfectamente

ahí... caliente y listo para cualquier cosa— no quiero esperar a estar enamorado o

estar en una cama llena de flores. Solo quiero hacerlo ya.

—Pero... —empiezo a objetar, porque en serio, esto no es la mejor idea del

mundo. Mi primera vez fue horrible porque estaba borracha, no quiero que él

pase por lo mismo. Justin estrella su boca en la mía, y digo estrella porque creo

que me rompió el labio con la fuerza que empleó en este beso.

—Por favor, por favor, Crystie —me pide, besando mi cara con ternura y

empezando a moler sus caderas contra las mías otra vez. Tomo aire e intento

pensar en esto pero aun no estoy totalmente sobria, como para tomar una

decisión. Aparte, ni siquiera estoy totalmente en el modo. No me siento

completamente empapada como lo he estado antes ¿Puede ser esto una señal de

que no es una buena idea?— di que sí. Te necesito. Nunca he deseado así a nadie.

Necesito... estar contigo. Por favor.

Esa voz rugosa y profunda hacen que el anterior problema se acabe, ahora

me encuentro tan dispuesta a estar con él como antes. Nunca había tenido a un

hombre rogándome así, pero creo que me gusta mucho más de lo que debería.

Empiezo a contribuir al movimiento de partes bajas, cerrando mis ojos y dejando

de sobrepensar tanto las cosas.

—Está bien, hagámoslo —susurro, y en un segundo Justin empieza a bajar

mi ropa interior, luego se da cuenta de que tiene que levantarse para poder

quitarlas por completo y creo que se desespera, porque simplemente, como si no

fueran mis bragas más caras, las rompe de un lado y luego simplemente las deja
en mi otro muslo. Estoy tan impresionada con esto que no me doy cuenta de que

me abre más y se toma en la mano, colocándose para penetrarme— ¡Hey, hey!

Necesitamos un condón.

—¿Qué? No tengo ninguno —se queja, frunciendo el ceño— no importa. Me

saldré.

—Ugh... de acuerdo —acepto porque... bueno, porque sé que no tiene ningún

virus y porque eso de salirse parece ser algo seguro, pero luego lo detengo de

nuevo— esto mató el momento. Necesito un poco de preparación.

Justin hace un sonido de absoluta molestia en su garganta, como si esto en

lugar de juego previo fuera una completa inconveniencia y baja hasta que está

cara a cara con Señorita Exigente, quien no había estado presente nunca desde

que empecé a tontear con Justin. Siempre había estado perfectamente lista.

Justin hace lo suyo por unos segundos y funciona, pero no se toma el tiempo

como lo ha hecho antes, ni siquiera parece estar disfrutándolo. Es como si lo único

que quisiera, más que estar conmigo y disfrutar todo el momento, es solo terminar

con su estado de celibato, como él lo dijo.

—¿Eso es suficiente? —pregunta, después de casi nada de tiempo ahí abajo.

Dejo salir un suspiro y le digo que sí, cerrando los ojos y solo esperando.

Sé que lo voy a disfrutar porque ¿Cómo no disfrutar esto, cierto? Es a lo que

estoy acostumbrada, es básicamente lo único que he tenido desde que empecé mi

vida sexual, hombres egoístas que no se preocupan por hacerme sentir bien. Es

solo que... pensé que con Justin sería diferente, después de lo que hicimos y cómo

se portó conmigo. Pensé que me iba a sentir como una diosa cuando estuviéramos
juntos, y eso de los orgasmos múltiples iba a ser una cosa segura siempre, pero

me siento más como una muñeca inflable en este momento. Y supongo que

después de lo que pasó hoy solo necesitaba algo de amor.

—Oh, mierda —se queja Justin cuando empieza a introducirse en mí, con la

cara apretada. Tomo una gran bocanada de aire y me relajo debajo de él,

mordiéndome un labio porque sin duda se siente más grande que cualquier otro

con quien he estado— no pensé que sería tan... tan bueno.

Ni yo tampoco, considerando las horribles circunstancias en las que empezó

este encuentro. No me esperaba sentirme tan llena cuando estuviera por completo

dentro de mí. No esperaba que de hecho sintiera como que esto significa algo.

Mientras Justin gruñe lo bien que se siente, lo abrazo y bajo mis manos para

acariciar su musculoso trasero, aunque se me dificulta algo llegar a él.

—Voy a empezar a... —me avisa, antes de salir un poco y estrellarse de nuevo

contra mí. Jadeo y lo abrazo con más fuerza, acomodándome para sentirlo mejor.

Justin empieza con movimientos demasiado fuertes y rápidos para un

principiante. Se sienten excepcionalmente bien y me tienen anunciándole a todo

el hotel lo mucho que me gusta, pero, dado a que es la primera vez que siente

algo tan bueno como esto, no creo que sea capaz de durar mucho más tiem...

—Ah, no, no, oh, mierda...

—¡Sal! —grito, anticipando lo que viene, pero Justin solo esconde su cara en

mis pechos y gime profundamente, aun martillando aunque puedo sentir su

liberación dentro de mí— ¡Justin! Maldita sea.


—Lo siento —murmura sin levantar su cara, quedándose quieto sobre mí,

respirando superficialmente por unos segundos.

Ni siquiera tuvo la generosidad de darme un solo orgasmo, que genial.

—Justin, se me están entumiendo las piernas —me quejo, moviéndolo un

poco. Ahora está completamente acostado sobre mí, con todo su peso. Y aun está

dentro de mí— Justin, vamos, se siente raro...

Levanto su brazo para que empiece a quitarse, pero me doy cuenta de que

está dormido porque su brazo cae flácidamente a un lado en un ángulo extraño y

él no se mueve ni tantito. Pero no puede estar dormido ¿Cierto? ¿Qué clase de

persona se queda dormida en un minuto?

Me quejo y me muevo mucho pero nada de lo que hago puede hacer que se

quite de encima. Miro al reloj de la pared. Son las tres y media de la mañana,

supongo que debería dormirme en lugar de batallar con el oso dormido sobre mí.

Me digo que en algún momento de la madrugada se moverá e intento dormir.

➿➿➿➿

Me despierta el incesante sonido de un celular. Justin ya no está dentro de

mí, pero aun está sobre mí, abrazándome con mucha fuerza. Lo empujo con todo

lo que tengo y me levanto a contestar esa molesta cosa.


—¿Sí? —contesto. Mi voz suena ronca y seca y mi garganta pide agua a

gritos.

—¿Justin? —pregunta una chica.

—No, Justin sigue dormido —me aseguro de dejar salir un tono de voz que

sugiera algo. Estoy segura de que es Lesley, digo, es la única mujer con la que se

comunica por su celular— ¿Tienes algún recado que deba darle?

—Ah, no, solo quería hablar con él, usualmente está desocupado a esta hora

¿Se puede saber quién eres? —pregunta, y veo al reloj rápidamente. Son las

12:30, tiene razón, a esta hora estamos almorzando normalmente y Justin está

libre.

—Lo que pasa es que no estamos en el campamento, tuvimos una noche

fuera. Soy Crystal Angelo ¿Y tú eres?

—¡Crystal! —jadea, como si no pudiera creer que soy yo— soy la sargento

Za...

—Zalalaalgo, claro cómo olvidarte —la interrumpo, y Justin empieza a gemir

y rodar en la cama, dándome un excelente vistazo de su blanco trasero— ¿Cómo

estás? ¿Cuándo regresarás?

—Muy pronto, de hecho... ¿Es ese Justin, está despertando? De verdad

necesito hablar con él.

—Bebé —le llamo fuertemente, esperando que él no le tome mucha

importancia pero que ella escuche perfectamente— te habla Lesley.

—¿Les? —pregunta, despertándose. Se sienta en la cama y toma su cabeza

mientras gime de nuevo— pásamela.


Le doy el celular y camino frente a él consiente de que me está mirando

completamente desnuda.

—Hola ¿Qué pasa? Ah, fue el cumpleaños de Esteves y quisimos festejar en

LA... lo sé, lo sé, no fue muy inteligente —se ríe un poco y aprieto los dientes

mientras me agacho por mi vestido, mi sostén y mis bragas inservibles— ¿En

serio? Eso es genial, Les, estoy orgulloso de ti. No me esperaba... bueno, Luc se

encargó de que supiera que te hablé de una manera muy fea, lo siento por eso

¿sí? Sabes que te adoro... es solo que, eso era lo que yo pensaba y a veces me

cuesta...

Entro al baño y azoto la puerta para no escuchar nada más.

No puedo soportar que le diga que lo siente por hablarle feo y que la adora

cuando a mí nunca me hablado de ninguna manera que no sea grosera y horrible

y nunca me ha pedido perdón o me ha dicho que me adora. Aparte no puedo

olvidar que ayer por un segundo mientras estábamos en la oscuridad pensó que

yo era Lesley.

Abro la regadera y dejo que el agua se lleve mi hedor a alcohol y sexo.

Cuando bajo mi mano para lavar mis partes privadas, recuerdo lo que pasó ayer.

Entre mis piernas está lleno de... bueno, eso.

Y no sé qué exactamente es lo que causa esto, si tener que lavar su semen de

mí o escucharlo hablando con Lesley en la habitación con esa voz dulce que nunca

usa conmigo, pero me pongo a llorar. Y sigo llorando mientras me acabo todos los

pequeños jabones y shampoos que hay en el baño.


—¡Crystal! Mi madre ya llegó, por favor, apúrate —grita Justin desde afuera

golpeando la puerta del baño.

—¡Ya voy! —grito, agradecida de que mi voz no se quebró ni nada. Cierro la

regadera y me pongo mi ropa de ayer. Claro, sin nada abajo porque Justin decidió

jugar a ser estrella porno y romper mis bragas. Me pongo unas pantuflas del hotel

y tomo mis zapatos antes de salir, sin darle ni una sola mirada a Justin . Lo ultimo

que necesito es que se de cuenta de que estuve llorando.

Bajo al lobby donde ya están todos, incluyendo a la madre de Justin y Olivia,

creo, la novia de Hunter. Me acerco a saludarlas.

—Hola —me saluda Patricia y me da un fuerte abrazo— lo siento mucho por

arruinar su noche, nunca quise decirle a Jeremy de su salida, es solo que no sé

mentir. No volverá a pasar, lo juro.

—Oh, no se preocupe —intento sonreír— no pasa nada. Fue una mala idea

venir de todos modos.

—De acuerdo, intentaré no sentirme tan mal —me suelta por fin y voltea

detrás de mí— buenos días, Justin ¿Por qué esa cara? ¿Tienes resaca?

—Sí —contesta sin ganas y abraza a su mamá débilmente— ¿Podemos irnos

ya? Quiero lidiar con tu marido lo antes posible.

—Sabes que odio cuando lo llamas así. Es tu papá —lo regaña, y niega con la

cabeza— dime dónde está mi auto. Todos ustedes pueden ir con Olivia, ella trajo

una camioneta donde caben todos.

—De hecho ¿Podría ir con usted? —pregunto, llamando la atención de todos,

quienes estaban platicando entre ellos.


—Um, claro que puedes. Solo me imaginé que querrían viajar juntos para

crear una historia que contar llegando al campamento o algo así.

—Seguiré la corriente con cualquier cosa que se les ocurra —les digo,

dándoles una sonrisa a todos menos a Justin, a quien todavía no he mirado— yo

puedo decirle donde está el auto mientras los demás se van yendo.

—Está bien —dice Olivia, aplaudiendo una vez— nos iremos, supongo que

nos veremos ahí.

—Perfecto, maneja con cuidado y no muy rápido, no importa si llegamos un

poquito tarde.

Todos se van y por fin puedo respirar.

—Antes de ir al club ¿Podemos pasar por una farmacia? —le pregunto a

Patricia, ella abre mucho los ojos y me mira de pies a cabeza antes de empezar a

asentir muchas veces y acercarse a mí preocupada.

—¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?

—Es solo que —niego con la cabeza y tomo aire. Supongo que puedo confiar

en ella, necesito su dinero de todos modos— necesito una píldora del día después.

—Oh —se queda totalmente en blanco— oh... bueno, eso fue tonto. Le di

protección a Justin. Además, hay montones de condones en los hoteles ¿No sabían

eso?

—No sería muy agradable pedir servicio al cuarto y que solo nos trajeran

condones.

—De hecho, están en el closet o en la cómodas o en cualquier lugar, solo

tenían que buscar. Pero, claro, iremos por unas píldoras, no pasa nada —enreda
nuestros brazos y salimos del hotel— y también pruebas de embarazo para que te

las hagas en unos días. Para estar seguras. Realmente no quiero ser una abuela

tan joven. Aparte ¿Te imaginas a Justin de papá? Uff. No, gracias.

—Sería tan amargado y exigente. Dios, que miedo —digo, y me río

imaginándome eso.

Es tan alejado de todo lo que quiero, una amorosa y unida familia que no

tenga nada que ver con la militarizada. Si esta píldora no funciona soy capaz de

meterme un gancho y abortar ahí mismo.

26

Epiphany

Después de ir a la farmacia por las pastillas, pruebas de embarazo, condones

y unos cuantos dulces para el camino, partimos hacia el campamento y, diablos, ni

siquiera soy capaz de disfrutar la compañía de Patricia, la mujer más genial que

he conocido aparte de mí misma. Mi madre es bastante genial también, pero... es

mi madre, no puedo hablar con ella como lo estoy haciendo con Patricia. No

podemos bromear acerca de hombres acabando antes de lo que nos gustaría o

comentar acerca de posiciones nuevas que hemos visto en revistas.


—Bueno, estamos aquí... —empieza a murmurar Patricia, pero de repente ya

no escucho nada de lo que dice porque veo a mi padre parado en medio del

campamento a un lado del General y otros hombres y mi corazón se para.

Esto es malo. Esto significa que mi padre sabe lo que hice. Y obviamente no

está feliz.

—Oh no —susurro y empiezo a llorar inmediatamente, soltando la bolsa con

cosas porque prefiero caminar hacia esos hombres a través de brasas ardiendo que

pasar con esa bolsa transparente y que mi papi vea que compré esas cosas— estoy

muerta.

—Cariño, lo siento tanto —me consuela mi suegra, poniendo una mano en

mi pierna. Sus ojos se ponen húmedos mientras me escucha llorar. No puedo creer

que el asqueroso General le habló a mi padre ¿Quién demonios se cree? Lo odio

con demasiada intensidad.

Sé exactamente qué va a pasar, tengo una larga experiencia haciendo cosas

estúpidas, por eso estoy llorando; pero no tengo idea si esta vez mi padre querrá

hacer algo extremo para mantenerme en linea como... echarme de la casa o decir

que no pagará mi universidad. Tengo miedo de que en serio ya haya perdido toda

clase de esperanza en mí. No quiero bajar del auto. Ellos me dijeron cuando me

dejaron en este horrible, horrible lugar que esta era mi ultima oportunidad de

cambiar y ser mejor y que no volverían a aceptar ningún otro error de mi parte.

Esto constituye un error.

—... y no pensé que haría tanto problema, te lo juro —Patricia sigue

queriendo excusar el hecho de que abrió su maldita boca y le dijo al General, pero
no le pongo mucha atención, solo asiento para que se calle. No estoy de humor

para ser amable en este momento— creo que deberíamos de bajar.

Me limpio las lagrimas pero no dejan de salir, y puedo ver que los chicos se

empiezan a bajar de la camioneta de Olivia, la cual ya estaba aquí cuando

llegamos, o sea que todos están igual de asustados que yo y no estaban listos para

bajar tampoco.

Si mis conjeturas no fallan, los hombres desconocidos (aunque algunas caras

me son familiares) son los padres de Luc, Xavier y Eva. Abro la puerta y salgo sin

la bolsa, esperando que Patricia entienda que no puedo andar por ahí con eso y

me la guarde por un tiempo.

—Lo siento tanto —sollozo en cuanto estoy cerca de ellos y todos me voltean

a ver con el mismo miedo que estoy sintiendo yo. Nuestros padres nos ven y

tenemos que empezar a caminar hacia ellos aunque no estemos listos para eso—

esto es mi culpa y lo voy a decir ¿De acuerdo? No tienen porqué mentir, será más

fácil cuando se den cuenta de que yo fui quien causó esto. No serán tan fuertes

con ustedes.

—Crys... —Justin empieza a hablar pero no tengo tiempo para él, levanto mi

mano y la muevo hacia él para que cierre la boca— la verdad es qu...

—Cállate, por favor —le pido y tomo una gran bocanada de aire. Ahora

estamos a meros dos metros de los grandes, musculosos y crueles hombres que

nos dieron la vida.

Cuando encuentro la mirada decepcionada, triste y molesta de mi papi me

siento como si tuviera cinco años de nuevo y estuviera cubierta de pintura roja,
igual que toda la sala y la televisión. Siento como si tuviera siete años de nuevo y

acabara de romper todos sus papeles super importantes para hacer copos de nieve

que ni siquiera me salieron tan bien. Siento como si tuviera diez años de nuevo y

estuviera viviendo en la casa de mi prima, la oveja negra, durante dos semanas

mientras mis padres sufren, reparten volantes y ponen anuncios por todos lados

para encontrar a su niña perdida. Siento como si tuviera doce años y acabara de

arruinar la fiesta más importante del trabajo de mi mamá porque me emborraché

con vino a escondidas y luego hice una escena, asegurándome de que todos se

enteraran de esto. Siento como si tuviera quince años y mis papás acabaran de

descubrir que mientras ellos estaban fuera hice una fiesta que rápidamente se

salió de las manos y habían cientos de menores borrachos y drogados en mi casa.

Siento como si tuviera diecisiete y el senador estuviera tomándome del brazo y

sacándome de su casa como si fuera una vil ladrona y luego anunciándole a todo

el mundo que la hija de Cristoff Angelo es una delincuente y causándole una gran

humillación publica a mis padres. Me siento como hace un mes, cuando regresé

de México e inmediatamente mis dos amigos Renato y Humberto salieron

corriendo, contentos de estar en este país y mis padres encontraron los cinco kilos

de cocaína que éstos olvidaron porque su escape fue muy rápido. En resumen, me

siento como un pedazo de mierda, la peor hija, que aun cuando es mandada a un

campamento para regular su conducta, no puede mejorar.

Esta era mi última oportunidad y la jodí. Soy una persona podrida, no sirvo

para nada. Nadie me quiere, nadie piensa que tenga talento para algo, todos creen

que entré a una de las universidades más prestigiosas porque mi padre tiene
contactos y no porque mis diseños los dejaron boquiabiertos. Todos piensan que

no tengo nada que ofrecer en esta vida excepto dinero, una casa genial y un yate

grande para hacer fiestas, popularidad instantánea para quien sea mi amigo y

muchos regalos. Y un cuerpo caliente con el que pueden hacer lo que se les da la

gana porque estoy dispuesta a todo, siempre aceptando cualquier cosa que me

ofrezcan.

Y tienen razón. Ni siquiera puedo defenderme porque es verdad. No soy nada

sin dinero. No soy nada sin mi cuerpo dispuesto. No soy nada además de una

chica que aparentemente siempre está molestando a todos y causa su desprecio

inmediato.

—Estamos mu...

—Antes de que digan cualquier cosa —interrumpo al General, atrayendo

toda la atención hacia mí— yo tuve la culpa de esto. No es justo que todos ustedes

estén aquí creyendo que sus hijos son el diablo como estoy segura que mi padre lo

está. Él es el único que está en lo correcto. Escuché que era el cumpleaños de

Xavier y se me ocurrió convencer a Justin de que nos llevara a celebrar. Luc y Eva

fueron invitados porque son nuestros únicos amigos. No pensamos que sería algo

muy malo, solo pretendíamos salir a cenar y regresar, pero se nos perdieron las

llaves y el dinero. Sé que aun así cometimos un error, pero quiero que sepan que

yo fui la mente detrás de esto.

—No sé porqué no me sorprende —dice mi padre, apretando la mandíbula.

—¿Cumpleaños de Xavier? —pregunta un hombre con los ojos marrones y

pestañas gruesas— pero su cumpleaños es hasta en...


—Esto no es tu culpa, Angelo —lo interrumpe Justin, mirándome con algo

como remordimiento— yo fui quien hizo esto. Yo fui quien le dijo a Xavier que

mintiera acerca de...

—Claro que no —digo, negando con la cabeza. No puedo creer que esté

mintiendo por mí.

¿Eso quiere decir que le gusto? ¿Que no me odia tanto como parece y que de

hecho me quiere para algo más que solo placer?

—Justin, ya hiciste suficiente, no tienes porqué defender a tu pequeña novia.

Ella tiene que enfrentar sus decisiones y entender que toda acción tiene una

consecuencia —masculla el General con esa horrible voz de villano que tiene—

todos tendrán un castigo, pero tú, Angelo, por ser el líder en esta estupidez,

comerás engrudo por una semana.

Oh, no. No el engrudo. Todo menos el engrudo. Justin me hizo comer

engrudo una vez. Lo vomité. No estoy hecha para comer esa gris mezcla de

nutrientes y proteínas, mi paladar es muy exclusivo.

—Eh, me gustaría mucho cumplir con su inteligente castigo pero me veo en

la penosa necesidad de pedirle que me ponga otro. No puedo comer engrudo,

pregúntele a mi sargento. Lo vomito.

—Si vomitas, lo comerás de nuevo. Si vuelves a vomitar, lo comerás de

nuevo. Y así sucesivamente hasta que tu estómago se acostumbre.

—¿Qué? —pregunto, jadeando por la incredulidad— Pero... ¿Papá, qué te

pasa? ¿Dejarás que me hable así, que me haga eso?


—Si estuvieras bajo mi jurisdicción tendrías un castigo mucho peor por esto,

Crystal.

—El simple hecho de que hayan salido de aquí es suficiente para un castigo

mucho peor que eso, pero dado a que no huyeron y planeaban regresar esa misma

noche, seremos algo misericordiosos —dice el hombre más bajo, sin duda el padre

de Eva— hemos decidido que por su indiscreción, pasarán todo el fin de semana

limpiando este campamento. Cada centímetro. No es una tarea fácil, no ha sido

limpiado a profundidad en... nunca.

—Justin y Lucas, por su pobre autoridad y falta de juicio, tendrán que

brindar dos meses más de apoyo en este lugar. Justin, tu gira al extranjero será

pospuesta y Lucas... tu flojera también será pospuesta —anuncia el guapo y no

tan mayor hombre negro, el padre de Luc. Justin hace un sonido ahogado de

protesta en su garganta y todo su cuerpo se tensa, pero una sola mirada del

General lo hace cerrar la boca con fuerza. Por un segundo me lo imagino como un

león con el pelaje levantado, listo para arrancarle la garganta a alguien y

comérselo.

—¿Puedo preguntar cómo vamos a limpiar este lugar perfectamente si el piso

es de tierra? —pregunta Xavier con la voz baja, mirando a los hombres por debajo

de sus largas pestañas.

—No seas estúpido, Xavier —contesta su papá— nos referimos a las cabañas,

cafeterías, talleres, bodegas, etc. Por cada falta de limpieza que veamos será un

kilómetro más que tendrán que correr y un kilo más que tendrán que cargar.
—Y de ahora en adelante, yo estaré supervisando todo lo que hagan. Hasta

que decida que puedo volver a confiar en mi inútil hijo para hacer algo bien en la

vida —añade el General, y con eso, todos se dan la vuelta y se van.

¿Eso es todo? ¿Mi padre ni siquiera me va a saludar? ¿Tanto me odia?

Diablos. Quiero que este maldito campamento se acabe ya. No puedo más.

No puedo seguir corriendo todos los días y haciendo ejercicios y estupideces

como saltar y arrastrarme en lodo, no puedo seguir durmiendo entre tanta gente

que solo se queja de que hablo o ronco o me muevo mucho en mi vieja camilla.

No puedo con Justin. No puedo con el estúpido General. Solo quiero irme a mi

casa, empacar para largarme a Parsons y empezar una vida nueva en Nueva York

donde le diré a la gente que soy pobre y empezaré a guardarme para el

matrimonio. Conoceré a un solitario, tierno y lindo chico artístico que me ame

más que a su vida y me casaré con él, tendremos tres hijos y viviremos en

Manhattan.

Tengo todo controlado.

➿➿➿➿

Es mi tercer día a base de engrudo y la cabeza me duele todo el tiempo. Creo

que he perdido unos tres kilos y es lo único bueno que puedo decir al respecto. No
he hablado con mi padre a pesar de que lo he visto rondando por el campamento

y observando lo que hacemos en varias ocaciones. El General ha estado presente

todos los días, lo cual ha hecho que Justin y Luc sean más exigentes que antes.

Hemos tenido cinco castigos en estos tres días (ninguno que yo me he ganado) y

las cosas están más tensas que nunca. No he hablado con Justin además de mis

usuales quejas cuando nos pone a hacer alguna actividad que no me parece

correcta y sus usuales respuestas cortantes, comentarios groseros y criticas

"constructivas" cuando estoy haciendo algo mal.

Mis ojos se cierran inconscientemente y por fin estoy llegando al sueño

profundo después de sobrepensar por más de media hora y pensar en escenarios

prácticamente imposibles de cuando salga de este lugar a la vida real. Mi cuerpo

se relaja por completo y estoy a nada de dormirme cuando escucho que la ventana

que está a mi lado se empieza a abrir. Abro la boca y lleno mis pulmones para

gritar por mi vida cuando veo una grande figura empezando a introducir sus

brazos por la ventana. Cuando el hombre pone su mano en mi boca y mete su

cabeza también, me doy cuenta de que es Justin y me tranquilizo un poco, pero

¿Qué demonios está haciendo aquí?

—¡¿Qué mierda... —empiezo a gritar susurrando (sí, eso se puede hacer)

pero vuelve a poner su manota en mi boca.

—Solo ven conmigo ¿Sí? —susurra, soltándome. ¿De qué se trata esto?

¿Quiere tener sexo de nuevo? Porque no se si estoy emocionalmente lista para

pasar por muñeca sexual de nuevo. Justin me ve dudando y sonríe un poco—

vamos, tengo una sorpresa para ti. Nada raro. Te aseguro que te va a gustar.
—¿No esperas ninguna clase de recompensa sexual por esa sorpresa tuya?

¿Esto es totalmente inocente?

—¿Eso quieres, que sea inocente? —pregunta, y solo puedo asentir— bien,

entonces lo es. Te juro que no es nada sexual. Sal por aquí.

Le hago caso porque claramente no tengo ninguna clase de respeto hacia mí

misma. De todas formas, no había oportunidad alguna de que le dijera que no a

nadie después de que mencionaron una sorpresa. Aunque solo el hecho de que sea

Justin hace que me sienta mal.

—¿Duermes en eso? —pregunta, con el ceño fruncido y se acerca para tocar

mi delgada blusa pero se arrepiente y deja caer su mano. Tengo puesto un

pantalón de bolitas porque mi short sexy se quedó en su habitación, no sé cual es

su problema, así que se lo pregunto— nada... nada. Vamos, cierra los ojos y

camina conmigo.

—¿Falta mucho? —pregunto, después de estar caminando a ciegas por un

buen rato.

—Uhm... algo —se queda parado por unos segundos— te puedo cargar si

quieres, para que no te canses.

—Bien —digo, sin abrir los ojos y rodeo sus hombros cuando pasa un brazo

por debajo de mis muslos y otro por mi cintura y me levanta con facilidad.

Diablos, huele muy bien. Huele incluso mejor de lo que recuerdo ¿Será

porque lo he extrañado? Quien sabe, pero lo hace. Mi estomago se siente todo

raro, no me gusta. No me gusta esta necesidad que tengo de apretarlo más fuerte
y decirle que me alegro de estar con él después de tanto tiempo. De hecho, odio

todo esto.

—Llegamos —anuncia Justin dejándome en el piso. Abro los ojos con

entusiasmo y mi boca se abre porque no puedo creer lo que estoy viendo— ¿te

gusta?

27

Breaking up

No sé si es porque no he comido nada en días (además de, ya saben, esa cosa

gris que tengo que forzar por mi garganta y luego pasar con litros de agua para no

vomitar) pero ver esto es como ver al niño Jesus brillando como un diamante.

Justin convirtió una de las horribles mesas que están en el medio del

campamento en algo hermoso. Tiene un mantel blanco en la mesa y sobre ella

muchos platos con mis cosas favoritas... um, todas mis cosas favoritas ¿Cómo es

eso posible? Nunca hemos hablado de este tipo de cosas. Nunca hemos hablado

de mucho, de hecho. Incluso hay varias velas pequeñas en la mesa y en el piso y

una botella de vino rosado.

Esto se siente demasiado romántico. Empiezo a sospechar. No sé de qué, pero

sospecho que algo ha pasado aquí. No es normal que Justin haga algo romántico

solo porque sí.


—Esto es hermoso —susurro, acercándome lentamente a la mesa de mis

sueños. Siento como si todo fuera a desaparecer de repente. Tengo ganas de

comerme todo lo que está aquí, incluyendo el mantel y la mesa. Supongo que así

se sienten los niños de Africa todo el tiempo— pero... ¿Por qué? ¿Cómo en mil

demonios supiste que me gusta la pizza con espinacas, el Fetuccini con

camarones, el jugo de arándanos? Eso no es algo que solo... supones.

Justin no dice nada, solo me observa caminar al rededor de la mesa,

abriendo los pocos contenedores cerrados. Mi estomago empieza a gruñir con

fuerza por el olor de todas mis comidas favoritas, pero primero quiero ver todo

esto y asegurarme de que es real.

—¡Vamos! ¿Pollo Kum Pao, con extra maní? ¿Esparragos a la mantequilla?

¿Bites de langosta? ¿Qué demonios, Justin? —pregunto, sin poder creer esto. Y

abro los últimos contenedores— ¡Gelato de mandarina, red velvet y chocolate

negro! Esto es... ¿cómo?

—Pero ¿Te gusta? —presiona, por fin abriendo la boca y acercándose hacia

mí, donde aun sigo perdiendo la mente. Ultimamente no estoy acostumbrada a

sentir este tipo de felicidad. Se siente familiar pero extraño.

—Claro que me gusta —contesto, muriéndome por saltar y besarlo. Pero me

contengo. Justin se acerca a mí y pone su mano en mi espalda baja,

empujándome un poco para que me siente, luego él se sienta frente a mí y sonríe

tímidamente cuando le vuelvo a preguntar ¿Cómo?


—Bueno... —toma aire y muerde su labio inferior nerviosamente— es mi

manera de pedirte disculpas por... por todo. No sabía qué hacer o... cómo

acercarme a ti, o decirte algo, así que reuní toda mi valentía y fui con tu padre.

Oh, eso lo explica todo.

—Resulta que no me odia tanto como yo pensaba. Y yo no lo odio tanto

como antes, de hecho... es demasiado genial —dice, con una sonrisa en su rostro

— si él fuera mi padre, bueno, yo sería de una manera muy diferente. Sin duda

sabría cómo pedir perdón, o como no arruinar todo. Hablamos cerca de tres

horas, lo cual es mucho más de lo que he hablado con mi propio padre. Me contó

algunas cosas por las que ha pasado, me dijo que ha escuchado muchas cosas de

mí y que piensa que soy una gran promesa... luego hablamos de ti y me dijo todas

tus cosas favoritas. Después le dijo a mi padre que ocupaba que fuera a la ciudad

a conseguirle algo para que pudiera ir a comprar todo esto. Fue difícil encontrar

estas cosas, porque, Crystie ¿Quién demonios vende pizza con espinacas? Es

asqueroso y raro, pero... respeto tus gustos.

—Gracias —murmuro, mordiendo mi labio y haciendo un hoyo en el piso con

mi pie porque no puedo dejar de moverlo— sé que suena horripilante pero, en

serio, es una delicia.

—La probaré. Espero que no pienses que esto de las velas es mucho —dice,

con la voz insegura, acercando una mano para pasarla por sobre la flama

levemente— tu padre las propuso y como él me ayudó a mover todo, hubiera sido

raro si no las ponía.


Diablos. Mi estómago se hunde un poco. Entonces no estaba intentando ser

romántico. Claro, debí haberlo sabido, soy tan tonta.

—Ah, um, no es mucho. Me gustan —me encojo de hombros— ¿Podemos

empezar a comer ahora? Me estoy muriendo de hambre.

—¡Claro! Lo siento, se me olvidó —balbucea, levantándose torpemente para

tomar un par de platos y copas de plástico— tu padre me dijo el nombre de tu

vino favorito pero por más que lo busqué no lo pude encontrar. Tuve que comprar

este, la vendedora me dijo que era muy bueno.

—Mi favorito lo conseguimos con un amigo de mi padre que tiene un viñedo.

No es muy comercial, pero gracias. Estoy segura de que este me gustará también.

Justin me sirve una copa de vino y una copa de jugo de arándanos, y me

pregunta con qué quiero empezar. Elijo el pollo Kum Pao.

—Una cosa más, antes de que lo olvide —dice Justin de repente,

agachándose para tomar algo del piso, luego me entrega la bolsa que compré con

Patricia y jadeo cuando recuerdo las cosas— me dio una lectura de mil horas

acerca del sexo seguro. Y... diablos, no sé como pedir perdón por eso. No sé cómo

empezar a pedir perdón por todo, no soy bueno arrepintiéndome o aceptando que

cometí un error...

Mientras Justin busca y se enreda con sus palabras, abro las pastillas y me

tomo las tres con ayuda del vino, porque han pasado cinco días y porque son

todas las que vienen en este estúpido paquete... sé que no funciona así, pero es lo

único que puedo hacer a este punto. Eso y rezarle a todos los dioses que conozco.
Jesucristo, Buda, Alá, La Virgen de Guadalupe, La Reina Isabel. No creo mucho en

ninguno, pero confío en que alguno me ayudará.

—Creo que lo único que puedo decir es la verdad. Estaba borracho y caliente

y llevaba horas pensando en lo que dijo un amigo tuyo en el club, que era el chico

más afortunado por poder irme a casa contigo y hacerte todo lo que yo quisiera...

me empecé a sentir patético por mi virginidad y... lo siento tanto. En ese momento

no me importaba nada además de acabar con eso. Ni siquiera quise disfrutarlo, no

pensé en pasar un buen tiempo, solo en hacerlo... y... y sé que...

—Está bien —le digo, encogiéndome de hombros y sonriendo como si no

hubiera ningún problema, porque no lo hay. Estoy algo acostumbrada a ese tipo

de encuentros. Claro, también he tenido unos bastante geniales que duran mucho

y me causan tremendo placer, pero al fin del día siempre me siento igual cuando

termino. Como si no fuera la gran cosa. Como si no significara absolutamente

nada.

—No. No está bien. No quiero ser así —niega, con una mirada feroz en sus

ojos— no soy un adolescente idiota, soy un hombre y no debería de pensar solo

en mí. Y tú no deberías nunca de sentir como si eso estuviera bien. Fue un gran

error y de verdad lo lamento... me muero de la humillación. Creo que no duré

más de tres segundos. Siempre pensé que tendría mucha más estamina.

—No te preocupes ni te sientas mal. Yo perdí mi virginidad borracha

también, y fue mucho peor —recuerdo, riendo amargamente y terminando lo que

queda de pollo. Abro el contenedor del fetuccini inmediatamente después y vierto


una considerable proporción en mi plato, dejándole un poco a Justin , por

supuesto.

—¿A qué te refieres con peor?

—Me dolió, fue incomodo, mi vagina hizo un sonido raro y también me

quedé dormida. Y el caballero que rompió mi himen me tomó un montón de fotos

mientras dormía. Fotos que enseñaban todo. Todo, como... tuve suerte que no se

me vieron los pulmones.

—¿Estás bromeando? —Justin deja de comer y me mira con furia en sus ojos.

Niego con la cabeza— ¿Qué demonios? Y me imagino que no dejaste que hiciera

algo con esas fotos ¿verdad?

—Me despertó su celular mientras él estaba en el baño, era un mensaje de su

mejor amigo con un montón de cumplidos hacia mi desnudo cuerpo inconsciente

—le doy una gran mordida al pan y lo bajo con un gran sorbo de jugo para seguir

devorando lo poco que queda en mi plato. Dios, estoy comiendo como un obeso

hambriento. No puedo parar— por supuesto, borré los mensajes, borré todas sus

fotos, me vestí y antes de que él saliera del baño, tomé su Laptop, su iPad y su

celular y antes de irme de su pomposa casa, los aventé a su piscina. Luego, fui a la

casa de su mejor amigo, y le dije a su madre que si no quería que demandara al

cerdo de su hijo por tener pornografía infantil en su posesión, se aseguraría de

destruir todas las fotos que su amigo acababa de mandarle. Ella se negó porque

claro, su pequeño ángel nunca tendría algo así. Le dije que mi abogado estaría en

su casa en una hora y que si encontrábamos una sola foto, también alegaría

violación. Claro, mi abogado nunca fue ni se enteró de la situación, pero supe que
las fotos habían sido destruidas porque el chico fue a mi casa acompañado de su

decepcionada madre a pedirme disculpas por faltarme al respeto de esa manera y

me aseguró que ya no existían.

Justin se está riendo, y su mejilla tiene un poco de crema del fetuccini. Es

adorable. Hombre, como me gustaría acercarme y lamerlo.

—Eso fue genial —dice cuando puede tranquilizarse.

—Sí, lo fue... pero fue un susto horrible —acepto, sin dejar de comer porque

aun me estoy muriendo de hambre. Me como todos los espárragos, son muy pocos

como para compartir.

—Sabes... estaba planeando decirte que podíamos intentarlo de nuevo.

Completamente sobrios esta vez. Que me encargaría de hacerte sentir bien. Que lo

haríamos como tú quisieras, que tú tendrías todo el control. Pero creo que no

quieres eso.

Sí. Sí, hagámoslo de nuevo. Estoy segura de que estando sanos sería

maravilloso. Aun pienso en los tres orgasmos que me diste el otro día, sé que

entre nosotros podría ser perfecto... de hecho, solo sentirte sobre mí sería

perfecto. Puede ser que no haya sido la mejor experiencia sexual que he tenido,

pero sin duda me hace sentir muchas cosas cuando lo recuerdo.

—No, no quiero eso —miento, mirando hacia mi comida— pero no eres tú.

He decidido que no volveré a tener sexo.

—¿Nunca? —pregunta escandalizado.


—No nunca, solo... hasta que —quiero decirle: "hasta que encuentre a

alguien que me quiera, aunque sea un poquito" pero suena super patético— hasta

estar en una relación seria, supongo.

Justin aleja su plato y pone los codos en la mesa, cubriendo su cara con sus

manos y gruñendo un poco.

—¿Tan horrible fue? Quiero decir, sé que duró unos tres minutos y me quedé

dormido sobre ti pero, en serio ¿Fue tan horrible que hice que renunciaras al sexo

por completo? Dios, me siento peor que antes —gime, sin mirarme— y créeme, ya

me sentía lo suficientemente mal.

—No, no te sientas mal, no estaba mintiendo. No eres tú. Solo fue... solo me

di cuenta de que tener sexo sin significado nunca se ha sentido bien; no solo esa

vez contigo sino nunca. Me conozco y no puedo creer que me acabo de dar cuenta

de que necesito tener intimidad con alguien que me necesite, que me ame, que se

muera por mi —digo, sin mencionar el hecho de que me di cuenta tras recordar

cómo me rogó que lo hiciéramos y lo mucho que me mojó eso. En el momento y

al recordarlo— y no estoy diciendo que no volveré a tocar a un hombre. Estoy

dispuesta a un poco de manoseo, tampoco soy una santa. Sabes eso.

—¿Conmigo? —pregunta, mordiendo su labio y jugando con su comida.

Niego con la cabeza y él intenta sonreír inútilmente— lo entiendo.

No creo que lo entienda, de hecho, se ve un poco ¿Triste? No lo sé, no quiero

elevar mis esperanzas inútilmente. Tal ves solo piensa que la comida es asquerosa

y su estado de animo no tiene nada que ver conmigo. Dejo un pedazo de pizza en
su plato y le doy una gran sonrisa, pero ahora no puede devolvérmela. Esto se

siente como si estuviéramos terminando. Mi corazón hace puff.

La conversación muere lenta y dolorosamente después de eso, no hay manera

de recuperarla; ambos sabemos eso, así que solo comemos mientras pienso en qué

puedo decir para no estar en este incomodo silencio. Cuando empezamos a comer

el gelato (rápido antes de que se derrita por completo) se me ocurre algo. Puede

incrementar esta incomodidad, lo sé, pero es algo que me ha estado carcomiendo

el alma desde hace tiempo, aparte tengo que aprovechar el momento.

—Así que... ¿Te gusta Lesley? —pregunto, lamiendo mi cuchara con mucha

precisión, como si estuviera muy concentrada en comer y no me importara mucho

su respuesta.

—¿Qué? ¿De dónde vino eso? —se ríe por lo bajo, lamiendo un poco sus

dedos. Me encojo de hombros y espero a que conteste— yo... no sé. Supongo. Se

podría decir que sí.

Ay no ¿Por qué en un grandísimo demonio pregunté eso? Sabía que su

respuesta sería que sí. Era obvio.

De repente el gelato pierde todo su sabor y mi estomago se siente

completamente vacío aunque acabo de comer lo suficiente para alimentar a una

familia de 5.

—¿Por qué preguntas eso? —sigue, mirándome con los ojos entrecerrados.

—Solo me vino a la mente de la nada, pero ya había pensado en eso antes —

intento reírme pero suena incluso más falsa que las risas de Justin— también es

algo obvio que a ella le gustas tú ¿Por qué no están juntos o algo?
—Lesley tenía novio, por eso nunca hice ningún movimiento ni nada —

contesta, sin estar muy seguro. Tal vez se siente igual de incomodo que yo

hablando de ella en este "romántico" picnic. De repente suelta su contenedor de

gelato y me mira a los ojos con intensidad— pero ahora ella no tiene novio y

parece ser que yo ya no tengo novia falsa, así qué ¿Qué piensas que debería

hacer?

Que cruel de su parte pedirme un consejo de este tipo ¿No se da cuenta de

que estoy triste? No debería preguntarme eso. Pero, bueno, yo empecé con esto,

ahora es mi obligación seguir.

—Creo que deberías ir por ella —miento, porque creo que debería

enamorarse de mí y dejar de ser tan malo todo el tiempo— tal vez investigar

todas sus comidas favoritas y hacer un picnic a media noche con estas mismas

velas. Es un buen movimiento.

—Claro —se ríe, poniendo los ojos en blanco— supongo que lo haré. Por

cierto, tendremos que decirle a nuestros padres que ya no estamos juntos.

—No quiero pensar en eso —le digo, porque será demasiado difícil convencer

a Patricia de que no estamos juntos y de que no volveremos.

Pasamos cerca de una hora y media terminando de ingerir todo lo que

compró y platicando de cosas seguras y básicas. Me cuenta cosas sobre él,

historias de cuando era niño, sus cosas favoritas, y yo hago lo mismo. No tenemos

nada en común, me doy cuenta. A él le gustan los deportes, las actividades al aire

libre y ese tipo de cosas mientras que a mí me fascina ir a ver ropa, estudiar las
formas, las telas, los cierres, los botones, etc. Aun así, me sorprende lo bien que

nos llevamos por ese corto periodo de tiempo.

Justin no es tan horrible y amargado como creí, de hecho, es algo tierno,

supongo. Su sentido del humor es raro y cuando empieza a reírse, se le dificulta

parar. No lo sé, es mucho más lindo de lo que me imaginé en un principio.

—Creo que es hora de irnos —dice Justin después de ver su celular— es muy

tarde.

—Tienes razón —contesto en voz baja y nos levantamos, empezamos a

recoger un poco pero me dice que lo deje ahí y empezamos a caminar a mi

cabaña.

—Mañana tenemos que cumplir nuestro castigo ¿Estás lista para eso? —

pregunta, empujándome un poco con su codo juguetonamente. Oh, señor. No

recordaba eso. Gimo fuertemente y dejo caer mi cabeza en su brazo. Justin se ríe

y pasa su brazo por mis hombros, apretándome a él— no será tan malo, tranquila.

—Mientes. Será horrible —me quejo, sin dejar dejar de caminar, pongo una

mano en su cintura para estar más cómoda, no porque quiera tocarlo o algo. Y

caminamos de esta forma hasta que llegamos a mi cabaña— gracias por la

sorpresa, Justin. De verdad la amé. Comer engrudo es horrible, pero creo que

comí lo suficiente para superar los días que me faltan.

—De nada, era lo mínimo que podía hacer —sonríe— si puedo, vendré por ti

el lunes y te llevaré a cenar a la cafetería, como el día de las arañas.


—Eso sería genial —asiento sin dejar de sonreír, y luego solo nos quedamos

viéndonos a los ojos. Se empieza a sentir raro así que me volteo y abro la ventana

intentando no hacer ruido— de nuevo, gracias. Buenas noc...

—Crystie —me interrumpe Justin acercándose a mí como un depredador y

poniendo sus manos en mi cintura— creo que deberíamos besarnos. De

despedida. Por los buenos tiempos.

—Creo que tienes razón —respondo, después de considerarlo por 0.2

milésimas de segundo. Llevo mis manos a sus rasposas mejillas y lo acaricio un

poco antes de ponerme de puntitas y acercarme para unir nuestros hambrientos

labios.

Este beso se siente diferente a cualquier otro que nos hemos dado antes, tal

vez porque es porque es el último. Estamos poniendo más empeño que nunca

antes. Ni siquiera es rápido, descuidado y desesperado como otras veces, este es

lento y me atrevería a decir que algo romántico (o tal vez es solo mi pobre

corazón hablando). Suspiro porque es así de bueno, muevo mis manos a su cuello

y me cuelgo de él porque mis piernas se empiezan a sentir débiles. Justin está tan

perdido en el beso como yo; me levanta y pone mis piernas alrededor de él

mientras su lengua juega con la mía. Nuestras respiraciones son fuertes y rápidas

y nunca había sentido algo así antes. Siento como que este beso dura horas,

aunque probablemente solo sean segundos.

Cuando se termina, no podemos hacer más que pegar nuestras frentes e

intentar recuperar el aliento juntos, sin dejar de abrazarnos. Pero esto tiene que

acabar en algún momento, así que hago el primer movimiento y dejo de apretar
su cuello, intentando que me baje de su glorioso cuerpo. Justin por fin responde

después de unos segundos y me empieza a dejar en el suelo, muy lentamente.

—Te veré mañana, dulces sueños —murmura, alejándose de mí y tomando

un gran respiro. Asiento hacia él y me meto por mi ventana con algo de dificultad.

Una vez que estoy en mi cama, Justin cierra la ventana y se va.

Justin

Creo que no debí haber comido tanto. Me doy cuenta de esto mientras

camino hacia mi habitación porque no me siento muy bien. Estoy sudando frío y

mi estomago se siente apretado, no sé qué esté sucediendo conmigo, pero no me

gusta.

Entro a mi habitación lentamente suponiendo que mis compañeros ya están

dormidos, pero los encuentro tumbados en el piso platicando como un par de

niñas chismosas. Estos últimos días Luc y yo hemos creado algo como una

amistad. Después de lo que nos dijimos el día que Crystal nos obligó a abrazarnos,

como que dejé de tenerle tanto rencor. Resulta que me cae mucho mejor de lo que

pensé.

—¿Cómo te fue con la señorita Angelo? —pregunta Hunter, inmediatamente

en cuanto abro la puerta. Doy un prolongado gruñido. No quiero hablar de eso.


Prefiero hablar del holocausto que hablar de Crystal— hmmm, entonces te fue

mal ¿Qué falló?

—¿Tal vez Crys no lo perdonó por terminar en un segundo? —pregunta Luc y

mis dos llamados "amigos" se ríen de mí. Me arrepiento con todas mis fuerzas de

contarles eso, pero estaba en un estado de máximo dolor y sufrimiento y

necesitaba sacarlo de mi pecho— vamos, dinos qué pasó.

Me dejo caer en mi cama sintiendo como que no tengo nada de fuerzas en el

cuerpo y comienzo a desabrochar mis botas.

—Crystal ha decidido no tener sexo de nuevo hasta estar en una relación

seria con alguien que la necesite, la ame y se muera por ella —repito sus palabras,

con algo de coraje.

Digo, bien por ella, está bien que quiera estar con alguien que la necesite y

todo eso pero ¿Por qué se dio cuenta de esto ahora? ¿Por qué no puede seguir

siendo la Crystal coqueta y atrevida de los primeros días? Sé que no me caía tan

bien en ese entonces, pero no me molestaría tenerla de vuelta.

—Oh... bueno, de hecho, eso me hace sentir muy orgulloso —murmura Luc

con una gran sonrisa. Frunzo el ceño hacia él sin comprender sus palabras— lo sé,

no es lo más conveniente para ti, pero creo que Crystal es una lindura y merece

que alguien la ame y se muera por ella. Y todos sabemos que tú no eres esa

persona.

—¿Y qué te hace pensar eso? —pregunto, no porque la ame o algo, pero

porque no hay nada que me prohiba hacerlo. Hunter y Luc se ríen a carcajadas—

¿Qué es tan gracioso?


—Para empezar, la odias. Y al contrario de lo que todos aclaman, del odio al

amor no hay solo un paso. Créeme, he estado ahí —empieza a hablar Hunter—

desde que llegó, has odiado el piso por donde esa chica camina, y no te atrevas a

negarlo porque ya le conté a Luc todo lo que ha pasado en su insana relación.

Después cambiaste el odio por lujuria, pero seamos sinceros, aun no la soportas. Y

te conozco, nunca jamás podrías enamorarte de una mujer como ella. Es ruidosa,

rebelde, desorganizada y... un desastre de persona, mientras tú eres un

controlador hombre con serios problemas obsesivos compulsivos. Pero la chica me

cae bien, creo que deberías olvidarte de ella y dejar que alguien más se haga

cargo de su loco trasero.

Finjo una risa y ruedo mis ojos hacia él, quitándome el uniforme, aun sin

fuerzas... de hecho, me siento con menos fuerzas que cuando llegue al cuarto. Lo

que quiere decir que mis amigos solo me hicieron sentir peor.

No tengo ganas de contestarle nada, mayormente porque sé que tiene razón,

así que no tiene sentido intentar defender lo contrario porque todo lo que dijo es

cierto. Aun así, creo que no estaba listo para dejar de estar con ella aun. Dejando

de lado todas esas cosas que Hunter dijo de ella (sin mencionar todas de las que

olvidó, porque hay millones) creo que congeniamos bastante bien. Al menos

cuando nos estamos besando.

Como sea, ahora eso ha terminado. No debería de darle tanto pensamiento,

de hecho, debería de estar completamente feliz de que por fin todo está cayendo

en su lugar. Ya no soy virgen, Lesley ya no tiene novio y llegará mañana, y Crystal


ya no es mi problema. Y aun así, no parezco estar muy feliz al respecto. Tal vez es

la comida que me cayó mal.

Por primera vez en mucho tiempo, se me dificulta quedarme dormido. De

hecho, creo que solo logré dormir una hora, cuando mucho, porque no lograba

dejar de dar vueltas en mi, de repente super incomoda, cama y pasar en mi mente

las razones por las cuales debería de estar feliz de que Crystal haya decido no

tener nada conmigo.

28

Pregnancy Brain

Crystal se ve horrible hoy. Enferma.

Sueno como un real idiota, lo sé, pero es la verdad. Tiene su cabello recogido

en una cola de caballo alta y absolutamente nada de maquillaje (lo cual es raro

porque usualmente siempre tiene las pestañas gruesas, los labios tintos y las

mejillas rojas) de hecho, se ve bonita sin nada en la cara, no es eso a lo que me

refiero cuando digo que se ve horrible. Me refiero a su postura y a su expresión.

Se ve como la persona más miserable del planeta.

—¿Estás enferma? —pregunto, acercándome a ella lentamente para no

atraer atención de los generales/coroneles que nos pusieron este horrible castigo y
se encuentran platicando en silencio en este momento— ¿Te cayó mal la comida

de ayer?

—No, no es eso —responde con la voz quebrada y bajita, y me mira a los ojos

por cerca de cinco segundos antes de soltarse a llorar— es algo mucho peor.

—¿Qué es? ¿Qué pasa? —pregunto y me agacho a su nivel. Su llanto me está

asustando, aunque no debería de hacerlo porque esta dramática mujer llora por

todo... como sea, no puedo evitar sentir esto cuando llora— dime, Crystal.

—¿Podemos alejarnos un poco? —susurra, mirando a su alrededor. No hay

nadie aquí además de nosotros, Luc a medio dormir y nuestros padres. Eva y

Xavier apenas vienen acercándose, pero de todas maneras camino hasta que

estamos lejos de todos, jalándola conmigo— Justin... creo que...

—¡Hey, vengan acá! —nos grita el padre de Luc. Crystal se limpia los ojos y

se va, dejándome con la duda. La sigo arrastrando mis pies hacia donde están

todos formados y me les uno. Se siente familiar y extraño al mismo tiempo estar

en este lado de las cosas— llevamos a todos los chicos a un centro de ayuda para

que ayuden a personas enfermas todo el día mientras ustedes están aquí

limpiando. Tienen las suficientes herramientas y el tiempo para tener la mitad de

este lugar en perfectas condiciones. Mañana harán la otra mitad.

Mi padre nos da instrucciones acerca de dónde tenemos que empezar y un

montón de cosas más a las que no les pongo atención, luego el General Angelo

dice otras cosas, asegurándose de que sepamos que no es una tarea fácil y lo que

pasará si no la cumplimos, nos dicen que vendrán a supervisar cada tanto tiempo

y luego se van.
Cada uno toma un instrumento de limpieza y entramos a la "recepción", se

podría decir. Este es el lugar donde están las oficinas, donde reciben las llamadas,

se encargan de las finanzas y todas esas cosas. Después de limpiar ese lugar, nos

movemos hacia la primera cabaña, luego, hacia una bodega gigante que parece

que no ha sido usada en diez milenios. Está completamente llena de telarañas y

mugre grasienta, de esa que no se quita fácilmente. Todos nos quejamos y

murmuramos nuestro desanime al estar aquí.

Volteo a ver cómo está Crystal tomando la idea de entrar a un lugar oscuro

con arañas, pero no está detrás de mí. Podría jurar que la vi platicando con Xavier

mientras caminábamos hacia acá. Camino un poco, buscándola con la mirada,

pero no la veo por ningún lado. Y como nuestra suerte es la peor, justo en este

momento se nos acerca el padre de Crystal y el de Xavier.

—Alguien tiene que regresar a la recepción y encargase de que todos los

escritorios estén pulidos —me dice el coronel Esteves, asiento hacia él

encogiéndome en mi interior porque pulir escritorios era mi tarea, simplemente

pensé que nadie notaría si no pulía los últimos.

—¿Dónde demonios está Crystal? —pregunta Angelo. Abro la boca y

balbuceo algo acerca de trapeadores y agua— guárdate las lamentables excusas y

ve a buscarla. No es ninguna novedad que se "pierda" buscando algo cuando la

mandan a limpiar... o a hacer cualquier cosa. Busca en los lugares pequeños, esa

niña cabe en cualquier cosa.

—Um, claro señor —asiento y camino hacia mi habitación a buscarla

primero, pero no está ahí. Paso unos quince minutos buscando cada recóndito
lugar de este maldito campamento y ella no está ahí. Estoy empezando a

enojarme. No es justo que desaparezca de esta manera mientras los demás tienen

que limpiar. Me doy cuenta después de un rato de que el único lugar donde no he

buscado es por el desierto, así que me dirijo hacia allá. No sé cuanto tiempo llevo

buscándola, pero si no la encuentro en este mismo segundo voy a gritar tan fuerte

que...

Espera ¿Qué es eso? ¿Sollozos de orangután?.. No, es Crystal. Mmm, sí. Por

fin, la encontré.

Me concentro en el sonido de su descontrolado llanto hasta que llego a

donde están apilados un montón de sacos de pelea (bolsas con arena porque no

hay mucho presupuesto) y ahí está ella, metida entre un espacio donde el sol no

está dando, abrazando sus rodillas y llorando.

—¿Me quieres decir qué mierda haces aquí llorando como simio cuando

deberías de estar con nosotros, limpiando? —pregunto, intentando no sonar tan

duro y fallando terriblemente.

—¡Cierra la boca! ¡Esto es tu maldita culpa! —grita y luego hace una cara

extraña, como si fuera a vomitar y se queda en total silencio por unos segundos

hasta que se le pasa— te odio.

—¿Qué se supone que es mi culpa? ¿Qué te pasa? —pregunto, agachándome

y poniéndome en cuclillas a un lado de ella entre los sacos para cubrirme del sol.

Crystal me mira con desprecio.


—Creo... creo que estoy embarazada —susurra, y luego se pone a llorar

desconsoladamente de nuevo, sollozando con fuerza. Creo que mis tímpanos

empiezan a sangrar.

Intento respirar pero el aire se queda atorado en mi garganta y hago un

sonido parecido al de una foca muriéndose. Caigo de trasero al piso, pongo mis

manos en la tierra y tomo aire con fuerza para poder respirar correctamente,

intentando entender lo que significa esto que acaba de decir.

Tengo una visión del futuro, de una bebé con el cabello rojo (sé que no es su

color natural, pero así funcionan estas cosas) gritando y llorando como un

pequeño y asqueroso Gremlin. Luego yo intentando cambiarle un pañal lleno de

mierda y fallando porque no tengo la menor idea de cómo hacer eso. Luego

Crystal acostada tranquilamente en una cama pintando sus uñas sin ninguna

preocupación en el mundo mientras yo muevo a dicha niña llorona en mis brazos

mientras le canto una canción de cuna, con círculos negros bajo mis ojos porque

soy el único responsable entre nosotros y por consecuente, el único que cuidaría a

ese bebé. Luego la niña más grande, aun gritando y llorando (porque eso es todo

lo que su madre hace) corriendo dentro de una casa, tirando todo a su paso a

propósito y yo caminando detrás de ella limpiando todo.

—No —logro decir, después de un silencioso ataque de pánico y la peor

visión de mi futuro que me pude haber imaginado alguna vez— eso no... solo no.

Nunca.

—A mí tampoco me llena de alegría, imbécil —escupe con furia y me golpea

el brazo— no sé qué pasó, no sentía absolutamente nada antes, pero hoy me


desperté y... no puedo dejar de tener nauseas, me duele la cabeza y me mareo si

estoy parada mucho tiempo. Eso nunca me había pasado antes y son síntomas de

embarazo. Así que es obvio.

—¿Pero no estás segura? ¿No utilizaste una de esas pruebas?

—Uh... no —contesta, parpadeando varias veces— pero ¿Qué más puede

ser? Vamos, es la única opción ¡Porque alguien me llenó de litros de semen

cuando le dije que no lo hiciera!

—Cállate —exijo, con la voz baja y apretada— alguien puede escuchar. No

perdamos la cabeza hasta estar seguros ¿De acuerdo? Esta noche iremos al baño,

orinarás en esa prueba y estaremos seguros. Hasta entonces, es inútil entrar en

pánico.

—¿Por qué esta noche? Deberíamos de ir en este mismo momento y...

—No. Muy riesgoso. La brigada de padres anda merodeando por ahí y lo

último que quiero es que cualquiera de ellos se entere de esto —la interrumpo—

solo... vayamos a limpiar y...

—No puedo ir a limpiar nada, no puedo moverme sin querer vomitar y no

puedo estar parada sin sentir como que caeré a un abismo —se queja, limpiando

su cara— y no quiero estar sola. Quédate conmigo.

—No puedo quedarme aquí, ellos necesitan ayuda. Hay mucho por hacer.

Cada segundo que estoy perdiendo contigo aquí podría estar haciendo algo de

provecho y...
—Dios ¿Puedes apagar tu modo héroe por solo un segundo? Es cansado solo

escucharlo. No todos necesitan tu estúpida ayuda, no siempre tienes que saltar a

hacer todo. Solo descansa por un segundo, por dios, relájate.

—Eres la persona más egoísta y ensimismada de todo el mundo, Crystal

¿sabes eso, cierto?

—Sí, sí, lo sé —pone los ojos en blanco— soy la peor persona que pueda

existir, estoy bastante consiente. Pero ¿Qué crees? Hay momentos como este en

los que eso no me importa en lo más mínimo. Me gusta ser así.

—Pero...

—Dios, Justin , solo cállate y hazme compañía un rato —jala mi brazo

bruscamente, toma mi mano y entrelaza nuestros dedos a la fuerza— estoy muy

triste y muy asustada. Y es tu culpa. Lo menos que puedes hacer es quedarte aquí

y tratarme bonito hasta que me entere si mi vida está acabada por completo o no.

—Bien —acepto, suspirando y acomodándome en los sacos. Intentando no

pensar en todo el trabajo que los demás están haciendo— solo porque aun me

siento mal por todo eso. Y porque sí es mi culpa. Pero no va a ser una costumbre

¿Me escuchas? Es la última vez que nos saltamos algo importante solo porque tú...

—No estás haciendo un buen trabajo hablándome bonito —me regaña,

entrecerrando sus ojos verdes hacia mí.

—No sé hablar bonito —acepto— no es nada personal.

Crystal hace un sonido de desdén en su garganta y aprieta más su húmeda

mano contra la mía.


No puedo dejar de preguntarme porqué le gusta tanto tomar mi mano, sobre

todo cuando está haciendo tanto calor e indudablemente vamos a sudar. Nos

quedamos en silencio por un buen rato, y aun no me suelta la mano, lo cual está

empezando a irritarme. Cuando intento zafar mi pobre mano de su agarre, me da

una mirada reprobatoria, pero aun así logro librarme.

—Necesito contacto físico en este momento para sentir que alguien está

conmigo... aunque ese alguien seas tú, mi única opción. La peor, dado tu papel en

mi horripilante situación, pero la única.

Sé que solo ayer me dijo que ya no quería tener nada conmigo, que quería

que alguien la amara y no sé que tantas cosas sin sentido, pero me acaba de

entregar en bandeja de plata la perfecta excusa para tocarla de nuevo y, que dios

me perdone, pero la voy a aprovechar.

—Te puedo dar otro tipo de contacto físico —murmuro en voz baja,

empezando a moverme hacia ella. Crystal frunce el ceño como si estuviera

confundida pero en el momento que empiezo a acercar mi cara a la suya, se da

cuenta de lo que quiero hacer y niega con la cabeza, apretando su boca hasta que

sus labios están completamente escondidos para que no la bese— vamos, tú

misma dijiste que necesitabas esto.

Niega de nuevo, con convicción, pero solo me acerco más, poniendo mis

manos en sus rodillas para abrir sus piernas y poder acomodarme entre ellas antes

de que las vuelva a cerrar con fuerza, apretándome. Intenta empujar mi pecho

con sus pequeñas manos pero tomo sus muñecas y alejo sus brazos. Aun tiene la

boca sellada, pero no importa, tengo todo el poder en este momento porque sé lo
mucho que le gusta que bese su cuello y lo mucho que esto la excita. Y, como si

todo estuviera de mi lado, su cuello está completamente desnudo, sin nada de

cabello a mi paso. Hace un sonido de puro pánico cuando se da cuenta de lo que

voy a hacer, y me río.

De verdad no quiere hacer esto... que lastima que lo haré de todos modos. No

es como si la estuviera violando o algo... ¿Verdad? Mmm, no, estoy seguro de que

esto sería más como seducción a la fuerza que violación.

En el momento en el que mis labios hacen contacto con su piel y la respiro

profundamente, sus brazos dejan de poner fuerza contra mí y la siento empezar a

derretirse. Su piel está ligeramente sudada y sorpresivamente eso me gusta. Sigue

oliendo igual, sigue sabiendo igual, solo que más... salvaje, no lo sé. Esto me está

gustando más que antes, tal vez porque estamos escondidos... o tal vez porque

estoy haciendo esto aunque ella me dijo que no, y porque está gustándole aunque

intente luchar contra ello.

—Esto no es inteligente, esto es lo peor que podríamos estar haciendo en este

momento —murmura Crystie con la voz temblorosa, llevando sus manos a mis

hombros y enterrando sus largas uñas en mi piel. Esto solo me enciende más,

provocando que empiece a besar con más convicción, mordiendo con un poco más

de fuerza de lo común, succionando y luego utilizando mi lengua para calmar el

ardor— n-no creo que... yo no debería...

—Por dios, Crystal ¿Por qué no te callas nunca?

—¡Hey! —se queja, y estoy seguro de que tiene ese lindo ceño en la cara que

pone cuando alguien le habla con cualquier cosa que no sea adoración. Me río de
nuevo y continuo con lo mio, bajando mis besos a su clavícula. Por desgracia, la

fea blusa del uniforme no me deja continuar así que empiezo a quitársela.

Crystal

No puedo creer que esto está pasando. No puedo creer que no tengo la fuerza

de voluntad para decirle que no quiero esto. Digo, traté de decirlo, pero estaba en

modo puta, gimiendo y agarrándolo y era obvio que no quería que dejara de besar

mi cuello.

De verdad, juro por la Reina Isabel que tenía planeado no volver a besar a

Justin nunca después de anoche, mucho menos encontrarme en esta situación de

nuevo. Estaba completamente segura de que no volvería a pasar; sé que no es lo

correcto. No quiero que pase lo mismo que la ultima vez, no quiero volver a tener

sexo con él y que se sienta como que solo soy una cosa a la que se está metiendo.

Quiero que la próxima vez que esté con alguien, él me haga sentir como que soy

todo. Todo en el mundo, todo lo que existe. La única mujer que ama, la única

mujer en el universo.

Y con eso dicho, debería mencionar también que Justin está quitándome la

blusa y yo estoy levantando mis brazos para facilitar esto. Ugh.


Él tiene la culpa. Empezó a besar mi cuello a propósito, cuando sabe cómo

me pone. Y sí, no está besando mi cuello en este momento y aun así estoy dejando

que lleve sus manos hacia mi espalda y me quite el sostén. Supongo que es el

cerebro de embarazada. He escuchado que te vuelve idiota. Aunque, no quiero

pensar en eso para nada. Aprieto mis ojos para borrar de mi mente la palabra

embarazo y cuando los abro, Justin se está quitando la camisa, dándome un

vistazo de su esculpido torso y una sonrisa traviesa.

Cualquier duda que tenía desaparece en ese instante.

Cuando Justin se sienta donde estaba antes me toma por la cintura y me

atrae hacia él, hasta que estoy sentada en su regazo. Intenta besarme en la boca,

pero no sé porqué no quiero eso, tal vez porque aun tengo algo de conciencia en

mí, así que volteo mi cara hasta que está besando mi mejilla.

—Vamos, no te pongas así, Crystie —susurra, pasando sus manos por mi

abdomen y mis pechos con paciencia, besando desde mi mejilla hasta mi oreja.

Saca su lengua y juega con mi lóbulo lentamente— déjame besarte. Déjame

enseñarte cómo pudo haber sido si no hubiéramos estado en esa situación.

Déjame hacerte sentir bien, solo esta vez. Te deseo como nunca he deseado a

nadie, quiero estar contigo más de lo que he querido otra cosa antes... aunque sea

solo en este momento, me muero por ti. Déjame hacer esto.

No soy la niña idiota que en este momento todos piensan que soy. Sé con

certeza que está utilizando la información que le di ayer para enredarme en su red

de lujuria y utilizar mi cuerpo de nuevo. Sé que sus palabras son más superficiales

que yo. Pero no me importa.


No me importa ni un ápice. Al carajo con eso del amor, estoy segura de que

no existe, de todos modos. Estoy caliente, me encanta el sexo, me encanta Justin ,

su pene, me encanta su cuerpo duro y grande y sudado y salvaje y quiero tenerlo.

No me importa un pepino si no me ama, no es la gran cosa. Puedo sobrevivir con

esas palabras falsas. Puedo alimentarme de esas hermosas palabras falsas por

años.

—De acuerdo.

—¿De acuerdo? —pregunta, completamente asombrado. Supongo que

esperaba más pelea. Sonrío con malicia y tomo su cara en mis manos con

seguridad, acercándome a besarlo con familiaridad.

Quiero enseñarle todo lo que sé, quiero que se de cuenta de lo buena que soy

para esto. A la mierda cualquier otra cosa. En este momento no hay nada más que

nosotros.

29

Wedding Plans

Justin
Me sorprendió que Crystal accediera a esto, tenía planeado rogar y rogar

pero no pensé que ella fuera a aceptar. Su respuesta me sorprende tanto que por

cerca de medio minuto no puedo hacer nada más que quedarme sentado ahí

aceptando su beso. Cuando muerde mi labio con fuerza regreso a mí mismo y

sonrío, porque dijo que sí. Tengo una oportunidad para redimirme.

Debería llevármela a mi habitación y asegurarme de que estamos en un lugar

cómodo, limpio y especial, pero no encuentro el poder en mí de separar mi boca

de la suya para decir algo. Solo cierro los ojos y me dejo ir. Ni siquiera me molesta

estar aquí, de todos modos.

Cuando bajo mis besos por a sus pechos, recuerdo que estoy acercándome a

una parte muy sensible y que ella es ruidosa. Super ruidosa. Lo cual me encanta,

pero en este momento no es para nada seguro. Al parecer ella lo sabe, porque

cuando empiezo a lamer y jugar con sus pezones, ella muerde sus labios y se traga

cualquier sonido alto que nos puede meter en muchos problemas.

—¿A dónde vas? —pregunto, con una voz llorona que no sé de donde salió,

cuando Crystal me empuja los hombros y se levanta— pensé que me habías dicho

que...

—Dios, tranquilízate —se ríe, desabrochando el botón de su pantalón del

uniforme y dejándolo caer al piso con facilidad. Se queda solo en unas pequeñas y

algo inocentes bragas blancas. El hecho de que está parada frente a mí medio
desnuda en pleno desierto, donde cualquier persona podría vernos, con su largo

cabello extraño cayendo de sus delicados hombros, casi cubriendo sus pechos por

completo, y con esa sonrisa malvada que promete todo tipo de perversidades, me

hace sentir cosas que nunca había sentido. Estoy más excitado que nunca antes en

la vida. Siento como si fuera mi cumpleaños y tuviera el mejor regalo del universo

parado frente a mí, jugando con el elástico de su ropa interior y luego bajándola

lentamente— se siente emocionante ¿No? ¿Estar al aire libre, escondidos, cuando

definitivamente no deberíamos hacer esto?

—Bastante —murmuro, con la voz tan baja que creo que ella no me escuchó.

Mi erección empieza a doler porque hoy decidí andar comando y mi pobre piel

está siendo torturada contra el cierre de mi pantalón sin ninguna barrera.

Desabrocho mi pantalón y doy un suspiro de alivio cuando por fin puedo estar

libre. Sin poder controlarlo, empiezo a acariciarme despacio— ¿Por qué sigues ahí

parada, Crystal? Deberías estar desnuda y sobre mí desde hace unos dos minutos.

—Estaba disfrutando la vista.

—Como sea, solo quítate eso y acércate de una maldita vez, no tenemos todo

el día —ordeno impacientemente y ella sonríe de lado, por fin empezando a

quitarse ese ofensivo pedazo de tela que me está prohibiendo ver el resto de su

perfecto cuerpo. Dios, si no estuviera tan caliente, podría solo mirarla por horas.

Toda suave, maligna y sensual. Me encanta.

Completamente desnuda, se acerca a mí y se sienta sobre mi regazo. Tomo

un largo respiro y cierro los ojos, intentando detener lo que estoy sintiendo. No

quiero terminar en tiempo récord de nuevo, pero no puedo evitar bajar mis manos
a mi parte favorita de Crystal y apretar ese delicioso trasero, haciendo más

fricción entre nosotros.

—Dime que soy hermosa, Justin —susurra Crystal sin dejar de moverse

contra mí, enterrando sus dedos en mi corto cabello con fuerza— dime que me

amas.

—Pero no me gusta decir mentiras —murmuro, con una sonrisa burlona,

ganándome el jalón de cabello más fuerte de la historia. Gruño y le doy una

mirada dura a Crystal, ocultando el hecho de que me gustó. Ella tiene una mirada

de fiereza tan poderosa en sus deslumbrantes ojos verdes que estoy apunto de

decir eso que me pidió y cualquier otra cosa que se le ocurra.

—Y a mí no me gusta que no me hagan caso cuando exijo algo —dice con la

voz estoica, como si no estuviera sintiendo todas estas emociones que siento yo.

Sin duda mi voz no suena así de impecable.

Crystal toma mis manos y las aleja de ella, luego las lleva hacia ambos lados

de mi cabeza y las estampa contra las bolsas improvisadas sobre las que estoy

recostado. Podría sin duda solo poner una milésima de fuerza y empujar sus

debiluchos brazos, pero no lo hago porque me está gustando esto y quiero ver a

donde va.

La bruja mueve sus caderas con mucha habilidad, sosteniendo mi mirada

pesadamente y de alguna manera logra empezar a introducirme en ella.

Oh dios, no de nuevo.

Por favor, no quiero que se acabe tan rápido como la ultima vez. Pero se

siente tan bien. Cierro mis ojos con fuerza e intento inútilmente pensar en otras
cosas para tranquilizarme un poco mientras Crystal lentamente va bajando, hasta

que está completamente llena de mí.

—¿Te gusta esto, Justin? —pregunta después de darme un momento para

recomponerme, pero aun no puedo contestar. Estoy muy ocupado tragando saliva

y apretando mis dientes para no explotar. Crystal suelta una risa malévola y hace

algo mágico con sus músculos interiores causando un sonido estrangulado de mi

garganta— ¿Me amas ahora?

—Oh, sí. Lo hago —contesto, abriendo mis ojos por fin. Crystal tira su cabeza

hacia atrás respirando pesadamente y empieza a moverse expertamente hacia

arriba y hacia abajo. Siento un fuerte pinzón de celos en el estómago, pensando

en ella con otros hombres de esta manera, aunque siempre he sabido que no es

exactamente la virgen maría. Como yo.

—Sabes qué quiero escuchar, Sargento. Dímelo —levanta su cabeza y suelta

sus manos de las mías, llevándolas ahora a mi pecho y abdomen, arañando por

todos lados sin mucha gentileza. Tomo un fuerte respiro y presiento que esto no

va a durar mucho más tiempo. Regreso mis manos a donde estaban antes, su

firme y perfecto trasero, donde quieren estar siempre, y empiezo a poner de mi

parte también, levantando mis caderas con fuerza, haciendo que Crystal tenga que

reprimir esos sonidos con más dificultad— dímelo ahora.

—Eres perfecta, Crystie, la mujer más sensual que conozco, la más hermosa

—logro soltar, a través de mi estrangulada voz y dejo caer mi cabeza a su hombro

respirando profundamente. No estoy seguro de estar mintiendo. Estamos sudados,

al lado de los sacos más pobres de la historia, a meros metros de ambos de


nuestros padres y no tengo puesto un condón. Nada de eso parece tener

importancia para mí en este momento. De repente la idea de un bebé de cabello

rojo no empieza a sonar tan mal, si logro quedarme dentro de Crystal por

siempre. Nos empezamos a mover incluso más rápido y más fuerte y mis ojos se

empiezan a poner en blanco— eres todo lo que importa, todo lo que quiero. Te

amo. Te adoro.

Dios, solo quiero que se venga de una maldita vez para poder hacerlo yo

también. Estoy martillando con tanta fuerza dentro de ella que duele... duele de la

mejor manera posible, la clase de dolor que no quiero que se acabe nunca. Sé que

Crystal está cerca porque sus piernas empiezan a temblar descontroladamente. Y

en el segundo que suelta un llanto cortado y me aprieta como una pitón, la

levanto y me salgo, llenando inmediatamente mi pecho de esperma caliente y

dejando salir un gruñido fuerte. Mi estómago se comprime con tanta fuerza por

mi orgasmo que siento como si hubiera hecho una hora de abdominales.

—Oh, por dios —escucho que Crystal jadea, pero mi cuerpo está demasiado

relajado como para ponerle atención. Mis párpados se empiezan a cerrar

involuntariamente y estoy casi dormido, pero algo me golpea en la cabeza de

repente— ¡Hey! ¿Qué te pasa? No te duermas.

—No me golpees —me quejo, cubriendo mi cabeza e incorporándome un

poco. Crystal se levanta y se pone su ropa de nuevo, sacudiendo su blusa y su

sostén porque se llenaron de tierra. Y yo solo la observo con sueño y aun con mi

miembro colgando de fuera. Me muevo por fin cuando ella ya está vestida y me

cubro, luego tomo mi camisa y limpio el desastre que hice en mí— creo que...
Antes de que pueda decir algo, Crystal se da una vuelta y empieza a caminar

(cojeando un poco) sin decirme nada. Me levanto rápidamente, tirando la camisa

al piso y la sigo.

—¿Qué pasa, por qué huyes? —pregunto, poniendo una mano en su brazo

para que deje de caminar. Crystal aleja su brazo como si mi mano tuviera sarna y

entrecierra sus ojos con enojo hacia mí— dios ¿qué te hice? ¿No te gustó? Porque

yo pienso que fue asombroso.

—Tú —me apunta con fuerza— no te me vuelvas a acercar. No me toques

nunca más. Ni siquiera pienses en mí. Bórrame de tu mente.

—¿Por qué? —pregunto, realmente asombrado por sus palabras. Empiezo a

dudar de si lo que acaba de pasar fue tan bueno como lo recuerdo o no. Tal vez lo

fue para mí porque es solo mi segunda vez y la primera fue un completo fiasco.

—Porque te aprovechaste de mí, me utilizaste —miente, y sus ojos se ponen

húmedos— me manipulaste para que dijera que sí y tuvieras tu...

—No, no, no —la interrumpo— puede ser que sí te haya... convencido con

mis palabras, pero ¿Qué demonios? No me aproveché de ti. Ambos lo queríamos y

ambos lo disfrutamos.

—¡Mientes! Yo no lo quería —niega con la cabeza con vehemencia— yo

estaba muy segura de que no volvería a tener sexo hasta encontrar a mi futuro

esposo. Y tú llegaste y te aprovechaste de lo que te conté ayer para seducirme y

llevarme a la perdición ¡Ni siquiera tuviste la amabilidad de usar un condón! ¡De

nuevo! Ni siquiera después de que te dije que estoy embarazada.


—¿De donde querías que sacara un maldito condón, Crystal? No me los

puedo sacar del trasero mágicamente. Y esta vez sí me salí, la situación está

controlada. Y de todo lo demás que dijiste... estás mintiéndote a ti misma, ni

siquiera comentaré nada al respecto.

—Yo decidí por primera vez ser alguien de bien y no...

—¡Ahí están! —grita el General Angelo, caminando con fuerza hacia

nosotros. Está apunto de abrir la boca para regañarnos, pero nota que su ángel

está llorando— ¿Qué tienes, Crystal? ¿Acaso este malviviente te hizo algo?

—Sí, él... —llora la bruja mentirosa, dejando salir unos pequeños sollozos

llenos de falsedad. Ni siquiera logro carburarlo, pero estoy siendo empujado

contra un tronco seco con la mano de Angelo en mi garganta— ¡Papá! Solo

estábamos peleando, no me hizo nada. Déjalo.

Pero él no me deja. Sé que quiere que yo me lo quite de encima por mí

mismo. Logro golpearlo en las costillas lo suficientemente fuerte para que afloje

un poco su agarre en mi cuello y luego aprovecho esto para empujarlo y golpear

su ancho pecho con mis dos manos, haciéndolo soltarme y tambalear hacia atrás.

El hombre loco incluso se ríe un poco de mí.

—Bien hecho, chico —me dice, sobando un poco su pecho. Sonrío, orgulloso

y empuño mis manos, simulando que lo golpeo de nuevo.

—Fui amoroso contigo, viejo. Podría destruirte —bromeo, sin dejar de tirar

golpes falsos.
—¿Se puede saber qué pasa? —nos interrumpe Crystal, con una mirada de

confusión en su hermoso y sonrojado rostro. Logro ver una marca roja en su

clavicula, asomándose del cuello de su blusa, y no puedo evitar sonreír.

—Nada, nada —dice su papá, negando con la cabeza y poniendo un brazo en

sus hombros para abrazarla tiernamente. Me siento momentáneamente mal de

haber hecho lo que hicimos— así que... ¿Acabaron con su pelea de niños imbéciles

enamorados? Porque han estado perdidos por casi una hora y no puedo cubrirlos

por más tiempo.

—Sí, señor. Volveremos ahora mismo —aseguro, asintiendo y sonriendo un

poco para apaciguarlo. Volveremos a limpiar y todo estará bien, el día habrá sido

perf...

—No puedo regresar ahí. No me siento muy bien, papi —murmura Crystal,

haciendo un pequeño puchero hacia su papá. La mentirosa ya ni siquiera se siente

mal. Pongo mis ojos en blanco.

—¿Qué tienes, princesa? ¿Todo bien? Te noté extraña desde la mañana.

Pálida y débil... tú nunca te enfermas ¿Qué te pasa? —masculla preocupado, y

toma la cara de su hija entre sus manos para examinarla. Crystal se ve como una

pequeña niña de kínder que hizo algo malo— oh, no ¿Qué es? Dímelo. Sé que

ocultas algo.

Trago saliva e intento no lucir culpable. Sé que Crystal no dirá nada, pero de

todos modos me siento...

—Estoy embarazada —escupe (literalmente) y empieza a llorar de nuevo.

¿Qué...— perdóname, papi. No me mandes a ningún internado. Puedo abortar.


El General Angelo la suelta y me pongo en guardia, preparado para cualquier

ataque sorpresa, pero él solo se enfoca en respirar. Lleva su mano a su pecho.

—Creo que me va a dar un infarto —susurra, cerrando sus ojos con fuerza.

Miro a Crystal, intentando expresar todo mi odio, pero ella está muy ocupada

llorando. Por dios, no puedo soportarla a veces. No hace más que llorar y llorar y

decir mentiras y luego no mentir para nada cuando es necesario.

—Señor... —empiezo a hablar, intentando arreglar la situación— como

Crystal dijo, puede abortar. Yo me encargaré de pagar el mejor y más seguro

doctor que pueda encontrar y que todo salga perfectamente bien. No hay porqué

preocuparnos.

—Tú te vas a casar con mi niña así tenga que arrastrar tu cuerpo inconsciente

al altar —ordena duramente, recomponiéndose. Parpadeo y me muero por

gritarle: ¡No, viejo loco! ¡Jamás, ni lo piense! Ni en un millón de años, ni aunque

la tierra se congele me casaré con Crystal. Es lo último que haría, la última

opción.

—S-si ella está embarazada entonces nos casaremos, señor. Lo prometo —

miento rotundamente. Por primera vez en mi vida. Es una vil y despiadada

mentira y me sorprendo a mí mismo diciéndola. Esto parece calmarlo un poco,

pero aun está claramente molesto.

—Ahora, regresa ahí y limpia por ti y por mi hija mientras ella va a descansar

por la mayor estupidez que ha cometido en su vida. Y creo que sabes la cantidad

sorprendente de estupideces que esta niña ha hecho.


Crystal

Eva se está riendo de mí y no tengo idea de porqué. Estoy llorando y necesito

consuelo, como el que Xavier me daría de no estar con Luc haciendo quién sabe

qué.

—Dios, Eva, por primera y única vez, apóyame, hazme sentir como si me

quisieras. Estoy sufriendo, esto es de verdad lo peor que me ha pasado en la vida.

—No estás embarazada, tonta —se burla, riendo fuertemente— bueno, tal

vez lo estás, pero los mareos y dolores no son por el embarazo. Son por las

pastillas. No tendrías síntomas tan pronto, estúpida, todavía no pasa ni una

semana.

—¿A... a qué te refieres? ¿Haz tomado esa pastilla antes?

—Sí, yo también tengo mis momentos de idiotez. La pastilla te hace sentir

mareada, lo sabrías si leyeras la caja, además, te tomaste tres. Y si es dos veces

peor de lo que yo sentí, entonces te perdono por no limpiar con nosotros —dice,

tranquilizándome de inmediato. Por primera vez en todo el día, soy capaz de

relajarme— aun así, puede haber posibilidades de que estés embarazada, tienes

que hacerte esa prueba de cualquier modo. Hay tres aquí, te recomiendo que

tomes una hoy y una en un par de semanas. Y la otra en un mes.


Ignoro todo lo que dice porque aun estoy pensando en que puede ser que no

esté embarazada. Dios, que bueno. Realmente no me quería casar con Justin. No

creo que él lo hubiera hecho de todos modos, pero con mi padre nunca se sabe,

tal vez hubiera arrastrado a Justin muerto al altar como él lo dijo.

Me arrepiento de habérselo dicho, por supuesto, ni siquiera entiendo porqué

lo hice... bueno, sí entiendo. Soy una bola de tontería cuando mi papá utiliza esa

mirada conocedora sobre mí. Es cómo consigue toda mi información. Lo único

que tiene que hacer es mirarme a los ojos de esa manera y yo cuento todos mis

pecados.

➿➿➿➿

Justin toca en mi ventana suavemente solo para llamar mi atención un buen

rato después de las diez de la noche. Ya llegó toda la gente pero la mayoría ya se

durmió. Tomo la prueba de embarazo y abro la ventana con mucho cuidado para

salir de ahí lo más rápido que pueda.

—¿No hay nadie?

—No, salieron a tomar. El perímetro está seguro —contesta Justin en voz

baja y caminamos hacia su habitación con rapidez. En el camino me encargo de


rezarle a cada Dios que conozco. Cuando llegamos a su habitación, Luc está

dormido en la antigua cama de Lesley— con cuidado, no lo despiertes.

Andamos de puntitas hacia el baño y Justin se mete conmigo.

—Quédate afuera —ordeno en voz baja, frunciendo el ceño hacia él. Justin

niega con la cabeza— tengo que orinar sobre esta cosa, Justin, quédate afuera.

—No. Me quedaré aquí —asegura, impenetrablemente— ahora, siéntate ahí

y orina de una maldita vez. No estoy de humor para lidiar contigo, solo quiero

saber si estás embarazada o no. No me importa si tienes que orinar frente a mí.

—Maldita sea, al menos voltéate —gimo, y sorpresivamente me escucha y me

da la espalda, murmurando cosas horribles de mi persona, supongo. Respiro

dándome ánimos y abro la caja, leyendo las instrucciones y todo, no queriendo

que me pase lo mismo que con las pastillas. Luego bajo mi pijama y me siento en

la taza, súper incomoda, observando la amplia espalda de Justin.

Por más que intento, no puedo hacer nada. Ni una gota. Y no quiero hacer

fuerza ni nada porque tengo miedo de forzar otra cosa como una flatulencia o

algo por el estilo, lo cual sería la cosa más humillante que me podría pasar. Así

que solo espero y espero.

—¿Aun no? —pregunta Justin, exasperado— te dije que tomaras mucha

agua.

—Lo hice —me defiendo— pero me pone incomoda tu presencia, no puedo

hacer nada.

Justin murmura cosas bajo su aliento de nuevo, probablemente otro par de

insultos hacia mí, y se estira para abrir la llave del lavamanos. Luego pone un
dedo en cada uno de sus oídos y me asegura que pensará en cualquier cosa menos

en lo que está pasando aquí. Por suerte, esto me ayuda.

Una vez he orinado una considerable cantidad en la prueba, la dejo con

cuidado en el mueble del lavamanos y hago que mis líquidos se vayan al país de

nunca jamas. Luego me lavo las manos y toco la espalda de Justin varias veces

para llamar su atención.

—Ahora solo tenemos que esperar unos minutos —digo, recargándome en el

lavamanos. Justin se sienta el piso, volteando hacia la regadera para evitar mi

mirada.

No he tenido tiempo de pensar en la idiotez que cometí con él en la mañana

porque he estado ocupada sufriendo por el miedo de tener una cosa dentro de mí

que me hará engordar, el pavor de tener que casarme con alguien como Justin y el

dolor de las palabras fuertes que me dijo mi padre cuando Justin se fue a limpiar

con los demás.

Se aseguró que supiera lo decepcionado que estaba de mí, lo tonta que soy al

dejar que eso sucediera y todo lo que pasará si resulto estar embarazada. Cabe

mencionar que lo ultimo en mi cabeza era lo que hicimos. Pero ahora que estoy

observando su perfil, sus ojos enojados mirando a la pared testarudamente para

no hacer contacto visual conmigo, su mandíbula apretada para no decirme todos

esos comentarios hirientes e insultos que sé que quiere decirme y sus prominentes

brazos cruzados en su pecho, conteniendo su enojo, no puedo evitar recordar

cada segundo.
Sé que no fue completamente su culpa que me rindiera tan fácilmente y

accediera a tener sexo con él de nuevo aunque no teníamos protección y era

demasiado arriesgado, pero no pude evitar explotar contra él porque en el

momento que mi orgasmo se acabó, me di cuenta de que soy una imbécil y que no

debí haber hecho eso y empecé a odiarme a mí misma por ser débil y a él por ser

tan irresistible y jugar con mi mente de la manera en la que lo hizo. El muy perro.

La caja decía que debía esperar de 15 a 20 minutos. Los minutos más largos

de mi vida. Una vez que Justin me dice que ha pasado el tiempo, tomo la prueba y

cierro mis ojos porque no quiero verlo... pero sí quiero. Estoy tan nerviosa ¿Qué si

dice positivo? ¿Qué demonios haré?

—¿Qué dice? —pregunta Justin, levantándose y acercándose a mí con los

ojos muy grandes. Me armo de valentía y abro mis ojos, identificando la solitaria

raya.

Negativo.

Mis pulmones se abren y me lleno de tranquilidad y alivio, incluso me río un

poco porque así de feliz estoy.

—¡No estoy embarazada! —chillo con emoción y Justin se desinfla, con una

gran sonrisa en su cara.

—Estoy tan aliviado —murmura, y parpadea sus ojos, misteriosamente

cristalinos de repente— pensé que tendría que casarme contigo y formar una

familia. Dios, fue horrible.

Entrecierro mis ojos hacia él, de repente no tan contenta. Que se muera el

imbécil, estar casado conmigo sería lo mejor que podría pasarle en su patética
vida. Estoy apunto de decirle eso cuando escuchamos que la puerta de la

habitación se abre.

—¡Hola, estoy de regreso! —grita una horrible voz que odio, y la mirada de

Justin cambia por completo, como si se llenara de emoción.

—Este día se pone mejor y mejor —me dice, antes de abrir la puerta y casi

correr hacia la golfa— ¡Les!

30

Doing Him a favor

Justin y Lesley se reúnen como si la golfa acabara de volver de la guerra. La

muy asquerosa brinca y enreda los palos secos que tiene por piernas en la cintura

de Justin mientras él la abraza y le da vueltas.

¿Estoy exagerando esto en mi cabeza, o es realmente tan dramático como

parece? Digo, la asquerosa solo se fue como dos semanas, mas o menos.

Sinceramente ya ni siquiera sé cuanto tiempo he estado aquí, mucho menos desde

cuándo se fue. Pero sé como hecho que esto no debería ser así.
—Um, hola. Detesto interrumpir este romántico y dramático encuentro... —

murmuro cuando he tenido suficiente de su abrazo y sus "¿Cómo estás?" "Te

extrañé mucho" "Te ves muy bien". Lesley por fin levanta la vista por el hombro de

Justin y me ve. Sus ojos se entrecierran con odio y me doy cuenta de que le gusta

Justin.

Antes era una suposición, pero esa mirada me lo dijo todo. Está celosa. Y yo

también. Pero no quiero luchar por Justin. No vale la pena. Así que no me queda

más que fingir que no me interesa en lo absoluto.

Justin por fin deja a Lesley en el suelo cuando ella le da unos golpecitos

delicados en el hombro, como la pequeña flor de campo que es. Justin voltea a

verme como si estuviera enojado de que interferí en su momento. Como si no

hubiera estado dentro de mí hace solo horas, diciéndome lo hermosa que soy y

que me ama... de acuerdo, sé que eran mentiras, pero de todas maneras, no es

posible que no sienta absolutamente nada hacia mí. No puede ser posible. Me

mira como si no fuera nadie, y por mucho que odie admitirlo, eso me lastima.

Pero el infierno se congelará tres veces y entonces, solo entonces, dejaré que

alguien se de cuenta de que me hizo sentir de esta manera.

Me acerco a Lesley y la abrazo como si fuéramos amigas, sorprendiéndola.

Pero me abraza de vuelta e incluso me da una leve sonrisa.

—Me alegro tanto de que estés de vuelta —miento, y levanto la prueba de

embarazo que una tengo en la mano— buenas noticias, fue una falsa alarma, no

estoy embarazada.

—Uh...
—Estoy segura de que estabas preocupada y angustiada por esto, igual que

Justin y yo. Pero ahora estamos seguros de que no es nada —me encojo de

hombros y sonrío. Justin y Lesley solo me miran con confusión— ¿Oh... no lo

sabías? Lo siento, pensé que Justin te lo había dicho. Tuvimos una corta noche de

"pasión" aunque no hubo mucho de eso y... bueno, te imaginarás. Pero como dije,

fue una falsa alarma y ustedes pueden estar juntos tranquilamente. Yo estoy fuera

de la foto. Lo de hoy en la mañana fue solo un adiós.

—Um, nosotros no estamos juntos —contesta Lesley, sus estúpidas mejillas de

porcelana poniéndose rojas— no me dijo nada porque no es mi problema.

—Ah, me dio la impresión de que tenían algo, después de escuchar la manera

en la que Justin habla de ti, como si fueras lo mejor del mundo —sonrío, y Lesley

parpadea muchas veces, intentando ocultar su emoción. Justin solo abre la boca

muchas veces sin decir nada. Luc empieza a despertarse, gimiendo en su cama—

creo que deberíamos de guardar silencio, el pobre de Luc tuvo un largo día, hay

que dejarlo descansar. Así que creo que tendrán que compartir cama.

—Oh, no había pensado en eso —dice Justin, hablando por primera vez

desde que empecé y rascándose la nuca— supongo que tienes razón.

Claro. Claro que tengo razón. Estúpido insensible pedazo de basura.

—Mmm, que conveniente —me río bajito y le guiño un ojo a Lesley. Ella me

sonríe temblorosamente. Me acerco a su oído— Justin de verdad siente algo por

ti, me lo dijo. De hecho, hablamos más de ti que de cualquier otra cosa. Incluso

me llamó por tu nombre antes de tener sexo. Creo que deberías de darle una

oportunidad.
Antes de que pueda contestarme algo, me alejo de ella y camino hacia la

puerta como si tuviera todo controlado e incluso estuviera feliz. Justin me

intercepta antes de que me pueda largar de aquí para ir a llorar.

—¿Qué fue eso, Crystie? —pregunta en voz baja para que la asquerosa no

escuche. Me duele la nariz y los ojos por reprimir las lagrimas.

Me gusta cuando me llama Crystie, me hace sentir como que somos algo,

aunque sea amigos. Pero obviamente no.

—Esa fui yo haciéndote un favor —le doy una sonrisa falsa y él frunce el

ceño— hay que hacer una tregua ¿Sí? No seas tan cruel conmigo. Intentaré ser

menos rebelde y escucharte. Espero que Lesley me haga caso y te de una

oportunidad.

Justin no me dice nada, solo se me queda viendo con la misma expresión.

Pero no puedo quedarme más tiempo aquí pretendiendo que no estoy triste, así

que solo camino hacia atrás y me doy una vuelta para ir a mi cabaña.

Cuando llego, escondo mi cara en la almohada y me doy la libertad de llorar.

Creo que la ultima vez que me sentí de esta manera fue cuando mi novio Dario

desapareció de mi vida. De verdad me gustaba. Y él solo me dejó de hablar y

empezó a ignorarme. Mi pobre corazón estaba roto. Y creo que está roto de

nuevo.

Que horrible darte cuenta de que te gusta alguien de esta manera, cuando ya

no hay nada que se pueda hacer y acabas de entregárselo en bandeja de plata a

una golfa sargento marimacha y asquerosa que debería morir en las llamas del

infierno.
➿➿➿➿

El próximo día, digo que aun tengo nausea y dolor aunque es mentira.

Fisicamente me siento bien. Pero espiritualmente me estoy muriendo poco o poco

de la tristeza y el dolor... de acuerdo, no me estoy muriendo; no llegaría nunca a

tanto por un hombre, ni siquiera el estúpido de Justin, pero sí estoy muy triste y

nada acostumbrada a problemas amorosos. Me paso todo el día acostada en la

cama de Xavier (porque la mía es un pedazo de mierda) mientras mis amigos

terminan de limpiar el campamento y las otras personas irrelevantes ayudan a

gente enferma.

Me paso todo el día revolcándome en la auto-compasión, preguntándome

cómo puede ser posible que sienta estas cosas por Justin cuando hay una larga

lista de razones por las cuales debería estar haciendo un ritual satánico para que

desaparezca de la faz de la tierra.

A continuación la lista de "Por qué debería de hacer un ritual satánico en

contra del sargento" que creé en medio de mi depresión:

1- Nunca me ha tratado bien. (Incluso me trata mal cuando estamos teniendo

sexo, por el amor de dios).

2- No piensa que soy bonita. Lo cual es un sacrilegio.


3- Está enamorado de la marimacha con pie de atleta.

4- Es amargado y malvado. Como si tuviera 46 años en lugar de 22.

5- Es el único hombre que me ha hecho llorar tantas veces. Varias de ellas a

propósito y luego se rió de mí.

6- Nunca ha tenido ni un poco de compasión hacia mí. Sus tratos se fueron

haciendo peor y peor.

Eso fue todo lo que conseguí pero estoy segura de que hay muchas más

razones, es solo que en este momento no me encuentro capaz de pensar en ellas.

Justin llega a mi cabaña a visitarme como a eso de las 5 de la tarde,

completamente sudado y mugroso, pero por suerte logro pretender que estoy

dormida y se va. No lo vuelvo a ver por el resto del día. Cuando toda la gente

regresa y es hora de dormir, Xavier llega a acariciar mi espalda y sin decir nada,

me deja dormir en su cama y se acuesta en la mía. Es el mejor amigo que podría

pedir.

Pero como si mi dolor no fuera ya demasiado, Luc anuncia que como llegó

Lesley, alias El Anticristo, él regresará a su estación o como se llame. Realmente

me gustaba trabajar con Luc, él era mucho más suave y amable que Justin, y

siempre me hacía sentir mejor e incluso bromeaba conmigo para aligerar el

ambiente y no hacerme sentir tan miserable cuando no era capaz de hacer algo.

—Hoy, después de correr, iremos a la bodega y trabajaremos con los sacos de

nuevo porque tendremos otra ronda de peleas, como la que hubo hace poco. Esa

vez todos apestaron, con excepción de Ramos y Jazzer, que supieron de hecho

como actuar. Por supuesto esta vez se espera mucho más de ustedes. Esfuércense.
Estoy tan desesperada por evitar a Justin que me esfuerzo en correr para que

no tenga la necesidad de pararse a mi lado a decirme cosas como de costumbre.

Me gustaría decir que con el tiempo empezó a alentarme con más amabilidad

pero sería una mentira, se mantuvo diciéndome cosas horribles todo el tiempo. A

pesar de mi gran esfuerzo por no ser la última, tampoco soy de las primeras, solo

logro mantener el paso de Xavier y la pelirroja muda que no me cae muy bien.

Me encantaría correr de mis problemas todo el día (eso no es cierto, odio

correr) pero los cinco kilómetros se acaban y después de descansar un poco,

tenemos que ir a la bodega para entrenar. Los sacos colgados me recuerdan algo

en lo que no debería estar pensando. Algo caliente que sucedió en las

profundidades del desierto. Volteo a ver a Justin inconscientemente y él me está

mirando también. Ambos desviamos la mirada rápidamente. Tal vez él está

pensando lo mismo.

Tal vez debería de dejar de pensar por completo en él y lo que pasó entre

nosotros.

Justin está caminando entre nosotros ayudando a cada uno unos minutos.

Cuando está apunto de llegar a mí, me acerco a Franco, quien está a mi lado y es

bueno para esto así que no necesita mucha ayuda. No es mi persona favorita, pero

sin duda es mejor que Justin.

—Hey, Franco, si no es mucho problema ¿puedes ayudarme? —pregunto, y él

dirige su sucia mirada hacia mí— no soy muy buena en esto.

—Ah, Crystal. Deberías saber para estas alturas que te ayudaría en lo que sea

con tal de estar cerca de ti —murmura seductivamente y se me acerca por detrás.


Claro que sé que este triste y patético ser humano hará lo que sea por estar cerca

de mí, lo ha dejado muy en claro. Me hace una proposición sexual diaria—

empecemos con tu posición. Está completamente mal. Debes separar más esas

poderosas piernas tuyas y flexionarlas un poco.

Pone sus manos en mis muslos y me ayuda a separarlas, como si no fuera

capaz de moverlas por mí misma. Pongo los ojos en blanco con fuerza y me trago

el comentario que usualmente le daría por su gran imbecilidad. Justin se acerca a

nosotros con su postura tensa y la mandíbula apretada.

—Regresa a lo tuyo, Jazzer —le dice a Franco y él se aleja de mí

inmediatamente. Cobarde.

—Está bien, él me está ayudando y es bueno en esto. Puedes ir a ayudar a

alguien más.

—No. No tiene porqué ayudarte. Él necesita trabajar en lo suyo —responde

fácilmente y cruza sus brazos— enséñame qué tienes.

—Realmente me gustaría trabajar con Franco, señor... —digo, en voz baja.

Realmente no quiero lidiar con él para nada. Aun estoy triste. Y el hecho de estar

escuchando la voz de Lesley cada segundo me hace pensar en la estupidez que

cometí ayer cuando le dije que le diera una oportunidad a Justin.

—Realmente no me importa lo que te gustaría o no te gustaría hacer. No es

su trabajo enseñarte nada ¿Entiendes? Ese es mi trabajo. Así que deja de hablar

de él y enséñame qué tienes. Rápido.

Tomo un gran respiro recordándome que no debo de decirle nada grosero

porque lo último que necesito en este momento es un castigo. O platicar con él


más de lo necesario. Solo hago lo que me dice, intentando hacer lo mejor que

puedo.

—Eso no está tan mal —dice, impresionado y se acerca para acomodar mi

brazo. Ugh, porqué tiene que tocarme— pero tienes que poner más fuerza en todo

tu brazo y no solo en tu mano. Voltea hacia mí.

Le hago caso y le doy la espalda al saco, quedando de frente a él. Se pone en

posición de pelea y hago lo mismo, luego pasamos unos minutos practicando

cómo esquivar los golpes para que no me vuelva a noquear. Pensar en eso me hace

pensar en lo qué pasó después de esa vez que me noqueo y cómo eso fue lo que

empezó con toda esta locura entre nosotros. Mi seguridad cae y empiezo a hacerlo

horrible de nuevo, como la primera vez que entrenamos. Justin empieza a

frustrarse.

—Vamos, estabas muy bien —me regaña, tomando mis muñecas en sus

manos— tienes que estar concentrada en mí... en tu oponente... a cada segundo

para que puedas anticipar sus movimientos y no te tomen por sorpresa.

Asiento y seguimos con eso, esta vez no apesto tanto y me dice con una

sonrisa que esta impresionado. Intento devolverle la sonrisa pero supongo que no

me sale porque la suya desaparece. Empieza a morder un poco su labio y levanta

mis brazos para que simulemos pelear de nuevo, pero esta vez es suave.

—¿Qué tienes? Estas extrañamente callada hoy —dice, pretendiendo que me

golpeara en la cara como la ultima vez. Intento bloquearlo sin muchas ganas—

¿Te sigues sintiendo mal?


—No, no es eso. No es nada, estoy bien. Solo no me siento con ganas de

hablar.

—Estabas hablando con Franco —apunta hacia él, con las cejas levantas

como si fuera algo fuera de lugar.

—Solo estaba socializando. Me cae bien.

—No debería. El niño es un idiota arrogante —dice, cerca de mí y con la voz

baja para que nadie escuche nuestra conversación— hay otros niños por aquí con

los que podrías hacer amistad. Franco es el menos indicado para eso. He

escuchado en reiteradas ocaciones las cosas que te dice. Ha hecho casi 500

lagartijas por las cosas que te dice. Te falta el respeto ¿Y a ti te cae bien?

—Muchas personas dicen que yo soy una idiota arrogante. Tal vez encontré a

mi alma gemela —bromeo, pero Justin no se ríe, solo se me queda viendo con

molestia en sus ojos. Estoy tentada a decirle que el único que realmente me ha

faltado al respeto es él mismo, no el inútil de Franco— puedo lidiar con él y sus

comentarios. Estoy acostumbrada.

—Por supuesto que lo estás —se ríe, rodando los ojos juguetonamente—

¿Alguna vez te he dicho lo mucho que me agrad...

—¿No cree que debería ir a checar a los demás, señor? —lo interrumpo.

Realmente no necesito que actué como si nos cayéramos bien. Solo necesito que

me deje en paz. Justin se hace hacia atrás abriendo la boca con sorpresa y asiente,

dejando caer sus manos. Me dice que regrese a lo mío y camina hacia Franco sin

ganas.
Justin

No estoy seguro de lo que Crystal le dijo a Lesley, pero desde ese momento,

he tenido a una mujer completamente diferente a mi amiga en mis manos.

Está convencida de que tenemos algo. Luc se fue a su antigua estación y su

cama quedó libre de nuevo, pero ella se rehusa a irse de la mía. No me

malinterpreten, no me molesta para nada, solo me sorprende demasiado. Lesley

pasó de mantenerme a cierta distancia a abrazarme todo el tiempo. Y ahora

somos novios ¿Qué tan raro es eso?

El segundo día de su regreso, mientras estamos acurrucados en mi cama

antes de dormir, me atrevo a darle un beso. Mi corazón bombea con fuerza. Esto

se siente extraño, como si estuviera haciendo algo que no debería. Tal vez porque

Lesley siempre ha tenido novio y aun siento como que tocarla es algo prohibido.

Tenerla por fin en mis manos es como si hubiera ganado algo, me siento

orgulloso, tengo ganas de ir con todos y anunciarles que finalmente la conseguí.

Que solo era cuestión de que Max la mandara a volar para que fuera mía.

Lesley es tan... tan Lesley, que nos ayuda a limpiar el segundo día. Aun hay

mucho que hacer, parece que este campamento no ha sido profundamente

limpiado jamás. Intentamos decirle que no es su problema, que ella no está


castigada, pero por supuesto se niega a dejarnos hacer esto solos. El único lugar

que no limpiamos fue la cabaña de mis chicos, porque Crystal estaba dormida ahí

y aun se sentía mal, aunque no está embarazada.

Hoy esperaba que todo regresara a la normalidad, pero se siente

completamente diferente. Lesley está parada mucho más cerca de mí ahora y

Crystal no habla. No se queja de que es injusto que corramos tanto, como lo hace

todos los días. Y después, cuando quiero ayudarla a entrenar, me dice que no me

necesita porque el mayor imbécil del campamento la ayudará.

Atribuyo ese comportamiento al susto del embarazo y espero que regrese a su

molesto ser al día siguiente, pero no pasa, sigue siendo pasiva y callada y me hace

caso en todo. Y sigue así por cuatro días más, no es que los esté contando. No se

queja ni una sola vez ni me da ninguna razón para castigarla. De hecho, ni

siquiera me mira mucho. Hace lo que ordeno y todo, pero... no sé. Es diferente. Es

como un robot. No me agrada ni un poco. Ella no es así. Aparte, empieza a pasar

más tiempo con Franco.

Franco, a quien desprecio más que a cualquier otro chico que hayamos tenido

aquí antes, incluso lo desprecio más que a Crystal. Franco quien hace al menos un

comentario sucio de sus tetas o su trasero al día. Franco quien siempre está

intentando pelear con alguno de sus compañeros. Franco quien tiene esa mirada

de loco en la que no confío para nada.

Intento encontrar el momento para decirle que se aleje de él, que no es una

buena compañía. Sé que hay algo malo con él, solo lo sé. Y no son celos, es la
verdad. Aunque bueno, creo que es simplemente natural que no me guste la idea

de la mujer que fue mi primera vez tan cerca de ningún otro hombre.

Como no me deja acercarme a ella en horas activas, decido acercarme

cuando está en la cama, por eso me levanto de la mía a las diez y media de la

noche.

—¿A donde vas? —me pregunta Lesley, abriendo sus ojos y mirándome con

confusión.

—Solo a preguntarle algo a mi padre, regresaré de inmediato —miento,

porque no quiero tener ninguna clase de problema con ella y menos cuando esto

es tan nuevo. Realmente no quiero arruinarlo. Lesley asiente y levanta sus labios

para que le de un beso, de la manera más tierna del mundo. Me río y me acerco a

besarla, con suavidad porque me ha dicho que no le gusta cuando la muerdo o me

acerco muy agresivo. Eso es algo así como el único problema que tengo con ella,

porque me gusta besar agresivamente, cosa que descubrí con Crystal.

Camino a su cabaña y me acerco a la ventana sigilosamente, procurando

abrirla con cuidado, pero cuando llego a ella me doy cuenta de que está un poco

abierta y escucho una conversación, así que por supuesto me escondo.

—... tantas veces si no te hicieron ser más dura y fuerte. De hecho, siempre

pensé que serías completamente fuerte con este tipo de cosas, no te tomé por el

tipo depresivo —dice una voz conocida que no puedo identificar muy bien.

—Yo también creía eso —responde Crystal con la voz bajita— y sinceramente

creo que estoy empezando a superarlo, pero el simple hecho de que me haya

molestado tanto es parte de mi problema.


—No pensé que esto pasaría de esta manera ¿sabes? Cuando te hice esa

tonta apuesta. De verdad me caías mal —se ríe, y me doy cuenta de que es Eva.

Me acerco un poco más a la ventana sin hacerme notar porque sus voces están

muy bajas y realmente quiero saber de qué hablan— pensaba que intentarías

conquistarlo, él te rechazaría y estarías humillada. Simple y sencillo. No pensé que

terminaría hasta con un susto de embarazo.

¿Están hablando de mí... de nosotros... de una apuesta?

—Ugh, ni lo menciones, todavía tengo pesadillas al respecto. Yo pensé que se

enamoraría de mí, tendríamos sexo casual y todo sería perfecto —se ríe como si

eso no le divirtiera mucho— debí saber que Justin nunca se...

De acuerdo. Eso es todo.

—¿Qué maldita apuesta? —pregunto de repente, haciendo que ambas salten

y jadeen con fuerza. Eva me mira con los ojos muy, muy abiertos y Crystal solo

intenta controlar el susto con una mano en su pecho— no intenten actuar como si

no supieran de qué hablo. Tengo un buen rato escuchándolas y dijeron mi

nombre, sé que estaban hablando de mí.

31

We go on hurting each other


—¡Hablen! —exijo, cuando ninguna de las dos abre la boca.

—¡Dios, Crystal, ya cállate! —grita alguien desde la cabaña y estoy tentado a

gritar de vuelta que no se meta en nuestros asuntos, pero recuerdo que yo no

tengo nada que estar haciendo aquí a esta hora así que solo me quedo callado y

les hago señas a las chicas de que salgan de ahí para que me expliquen

exactamente de qué estaban hablando. Ellas se miran la una a la otra unos

segundos, compartiendo el miedo. Crystal le dice que está bien, que ella me

explicará y sale sola, cerrando la ventana detrás de ella y caminando hasta que

estamos un poco alejados de ahí.

—Explícate —ordeno, cruzando mis brazos. Crystal tiene puesto un pequeño

short como el que le quité y que de momento tengo en mi cajón y una blusa

grande de manga larga que me deja ver un suave hombro, además, es obvio que

no tiene puesto ningún sostén. En cuanto me diga qué es esta mierda de la

apuesta, le diré lo mal que está que utilice cosas como eso que trae puesto en la

cabaña con cuatro hombres. En realidad son cinco, pero Xavier no cuenta en esto.

—Mira, no es nada. Es una completa estupidez, y te reirás una vez que te

cuente —dice, riéndose nerviosamente— verás... uno de los primeros días, cuando

yo y Eva nos hicimos amigas... no recuerdo como fue, pero supongo que hice

algún comentario de ti siendo sexy, ella dijo que nunca me darías la hora del día y

yo le dije que por supuesto que sí, entonces ella seguía negándose y... mi orgullo
estaba un poco dolido considerando todo lo que había pasado así que quería que

ella supiera que podría conseguirte y terminamos haciendo una apuesta...

—Ve directo al punto, Crystal. No tengo toda la noche ¿Cuál era la apuesta?

—Si conseguía que te enamoraras de mí antes de que se acabara el

campamento entonces Eva sería mi esclava por una semana, y si no conseguía una

declaración para entonces, le daría a Eva toda la ropa de diseñador que ella

quisiera —explica. Y tomo aire profundamente, odiando el sentimiento que me

llega. Me siento como la niña más gorda y fea de la escuela que ha sido engañada

por el tipo más popular.

—¿Y de verdad pensaste que tenías una oportunidad de ganar? —me río,

aunque no me siento muy divertido en este momento. Lo único que quiero es

golpear algo y maldecirla por intentar atraparme en sus redes. Crystal abre la

boca varias veces como un tonto pez intentando explicarse, pero me río de nuevo,

intentando contener mi veneno— ¿De verdad creías que yo me iba a enamorar de

una mujer como tú?

Crystal intenta esconderlo, pero veo el destello de dolor en sus ojos. Bien.

Perfecto. Me alegra que eso le duela, tal vez así aprenderá a no jugar con las

emociones de las personas de esa manera. Tal vez así aprenderá a no meterse

conmigo de nuevo. Nunca.

—¿Cómo podrías no enamorarte de mí? Estabas claramente a medio camino,

por eso decidí apiadarme de ti y regalarte a la sargento sin chiste esa que tanto te

gusta —murmura con la mandíbula apretada. Veo el momento exacto en el que su

dolor se transforma en furia, lamentablemente yo me enojo también— era de


esperarse, sin embargo. Todos nos emocionamos demasiado con quien nos da

nuestra primera vez. Claro, a la gente normal le pasa de los 15 a los 18 años, no a

los 22, pero entiendes mi punto.

—Oh, Crystal... como siempre con tus delirios de grandeza. Mira, Eva, tal vez

ella pudiera tener una oportunidad. Kelly, la gorda, también. Demonios, incluso

Luc tiene más posibilidades de enamorarme que tú —me burlo, como si fuera

cierto. Ninguna de esas personas me llama la atención en lo absoluto— pero ¿por

qué estás enojada? ¿Porque estoy diciendo la verdad? Parte de crecer es aceptar

por fin que no, no eres la mujer más hermosa del mundo, ni la más inteligente y

mucho menos la más perfecta. Estás lejos de ser cualquiera de esas cosas. No eres

tampoco tierna, divertida o siquiera simpática. No eres fácil de agradar, es muy

difícil soportarte por más de media hora. Tampoco eres, y nunca vas a ser, la clase

de mujer de la que alguien se enamoraría. Eres la clase de mujer que sirve para

una cosa solamente. Pero eso no es nada malo, de hecho, tengo que reconocer que

eres muy buena para eso y estoy agradecido de que mi primera vez fuera con

alguien que tiene tanta experiencia y conocimiento. Me pudo haber pasado a los

14, cuando mi padre me llevó por primera vez a un prostíbulo, pero contigo al

menos fue gratis.

—Por dios, no tienes porqué ser tan hiriente solo porque te sientes patético y

humillado de que una pequeña cosa como yo te movió a su antojo —sonríe con

maldad. Mi corazón está fuera de control, ya ni siquiera sé lo que estoy sintiendo.

Sé que no debería jugar a esto con una niña que acostumbra lastimar con palabras

como si fueran los buenos días— puedes decirme todo lo que quieras, que soy fea,
inútil y todas esas cosas que te encanta decir todo el tiempo porque aun estás en

negación, pero al final de cuentas, en el momento en que salga de este triste lugar

en medio de la nada donde tú resides, regresaré a mi fabulosa vida de lujos donde

todos quieren estar conmigo, donde tengo una docena de hombres muriendo por

tener una oportunidad para estar en mi cama y tengo el mundo a mis perfectos

pies. Así que regresa a tu habitación con tu linda sargento e intenta no suicidarte

cuando te des cuenta de que no tienes nada. No tienes vida, amigos, familia,

felicidad o cualquier cosa buena, solo esa "bonita" mujer a la que siempre vas a

estar comparando conmigo, mientras yo estoy buscando a mi hombre perfecto,

que sea todo lo contrario a ti.

Se me forma un nudo en la garganta y no sé que hacer. No estoy

acostumbrado a este tipo de pelea, como ella. Yo solo sé lastimar fisicamente. Y no

puedo hacer eso con ella, por mucho que me gustaría. Así que solo intento no

dejarle ver que todas sus malditas palabras me calaron mientras pongo mis ojos

en blanco.

—Como tú digas, Crystie —logro sonreír, mientras siento bilis en la boca del

estomago— regresa a dormir, nos espera un largo día mañana. Y por cierto,

muchas gracias por ayudarme con Lesley. Podrá no ser una "fabulosa" mujer de

mundo como tú, con millones de amigos que solo la utilizan por su dinero y

estatus, pero tenlo por seguro que ella nunca necesitó esforzarse para

enamorarme. He sido suyo desde mucho antes de que supiera de tu existencia, y

la única a la que siempre he comparado con su indudable perfección, es a ti. Pero


nos ayudaste a estar juntos y siempre te agradeceré por eso. Demonios, incluso te

invitaré a la boda. Buenas noches.

No me molesto en pensar dos veces en su labio inferior temblando aunque

ella lo muerde para que no la delate, solo le doy una falsa sonrisa y me doy una

vuelta, caminando con las piernas temblorosas de vuelta a mi habitación, de

donde nunca debí salir.

Crystal

No dormí nada, así que soy la primera en saltar a las duchas y tengo dos

minutos más para emplear en lucir hermosa porque prefiero caminar de aquí a

Canada en mis tacones más altos antes de lucir horrorosa hoy. Me pongo más

corrector que de costumbre para ocultar mis bolsas, mi usual labial tinto y más

rímel para que mis ojos no se vean tan hinchados por el llanto. Seco lo mejor que

puedo mi cabello y me pongo una delgada tiara de elástico para no tener el

cabello en la cara todo el día.


El veredicto final es una muy hermosa Crystal con una gran sonrisa

deslumbrante y más perfume que de costumbre que lo único que quiere es ir a su

casa y llorar abrazada a su mami.

Soy de las primeras en la formación y él ya está aquí, platicando en voz baja

con el amor de su vida.

—Buenos días, tortolitos —les digo, felizmente. Justin me ignora y Lesley me

saluda con la misma energía que yo. La retrasada ni siquiera se da cuenta de que

mi acto es falso.

Odio cuando actúo pasiva-agresiva con alguien y piensa que estoy siendo

amable. Al menos Justin sabe que mi "buenos días" significa que los odio.

Cuando todos llegan, los sargentos anuncian que hoy haremos peleas de

nuevo, con nuestros mismos contrincantes de la última vez. Esto me pone feliz

porque podré intentar romperle esa poderosa y perfecta nariz suya a Justin sin

meterme en problemas. Al mismo tiempo eso me pone algo nerviosa porque no sé

si se contendrá de golpearme.

Justin no es exactamente un abusador de mujeres, pero tampoco es alguien a

quien le tengo confianza de que no me lastimará.

Desayunamos, corremos los cinco kilómetros de todos los malditos días y

luego tenemos que empezar con las peleas. Empezamos igual que antes y para ser

sincera no le pongo atención a nadie, lo único que sé es que Eva por poco mata a

Franco y que Xavier me hizo caso, se deshizo del miedo y logró darle dos buenos

golpes a la asquerosa. La mala noticia es que ella ganó de todos modos, dejando a

Xavier tirado en el piso, llorando.


Y entonces es nuestro turno. Justin no me dice nada, solo se para enfrente de

mí y se coloca en posición. Trago saliva y hago lo mismo, luego me atrevo a

empezar antes de que me lo diga, tirando un puñetazo con toda mi fuerza que

detiene como si fuera un mosquito. Esta vez no me da la delantera como antes,

empieza a tirar golpes hacia mí con fuerza.

Sé después de verlo peleando con Luc y luego en el club, que esto no es nada

comparado con verdaderos golpes, pero aun así logra darme en las costillas y en

el abdomen y me duele. Detiene todos mis patéticos golpes sin sudar ni hacer una

sola expresión. No he logrado darle ni un solo puñetazo y estoy empezando a

frustrarme. Entonces Justin me da un realmente fuerte golpe en la boca y saboreo

mi sangre. Por primera vez lo veo trastabillar un poco, pero mis ojos están

empañados por las lagrimas del dolor.

Cómo demonios se atreve.

Me enojo de verdad esta vez y empiezo a lanzar golpes completamente

inaceptables, araño los brazos de Justin con fuerza y luego su cara y sigo tirando

puñetazos, gruñendo y llorando sin descanso mientras él solo se cubre. Cuando

tomo su suave cabello y jalo con toda la fuerza que puedo recaudar, Justin se

cansa de dejarme hacer este berrinche. Toma mis muñecas fuertemente y las

tuerce un poco, haciéndome chillar.

—¡Suéltame, te odio! —le grito, luchando para soltarme— ¡Te odio, perro

inmundo!

Todos jadean y Justin me suelta con fuerza, empujándome un poco y termino

de trasero en el piso. Estoy llorando con fuerza pero no es por lo que pasó ayer; es
porque me duele la cara, las costillas, las muñecas y el trasero. Xavier, Eva y

Franco se acercan y todos me preguntan si estoy bien.

—No —lloro, aceptando la mano de Franco para levantarme.

Inmediatamente me abraza y estoy tan dañada que entierro mi cara en su duro

pecho y enredo mis brazos en su cintura, llorando con ganas. Dios, esto duele.

—Suéltala —ordena el sargento desde lejos con voz baja y amenazante, y en

menos de un segundo estoy sola de nuevo— Gracias a Angelo, como de

costumbre, se han ganado un castigo. De hecho, son dos castigos. Comerán

engrudo por tres días, empezando con este almuerzo, e iremos a la pared por el

resto del día para que nos entretengan a mí y a Zumalacarregui con sus fallidos

intentos de lograr algo.

Mis queridos compañeros gruñen y se quejan y yo solo observo al maldito.

—¿Se puede saber por qué son dos castigos? —pregunto, levantando una

ceja— no puede ser por la charla que tuvimos anoche ¿Cierto? Eran horas libres y,

además, no me imaginé que le molestaran tanto mis sinceras palabras.

—No me molestaron, recluta. Difícilmente les di un segundo pensamiento. Y

son dos castigos porque se me da la gana, no necesito explicarme —contesta

fácilmente. Tomo aire para responder pero me interrumpe— una palabra más y

comen engrudo por el resto del campamento.

No dudo que sea fiel a su palabra, así que cierro la boca.

Después de nuestro almuerzo de engrudo (soy la única que pudo comer más

de tres cucharadas, dado a que soy la única que había sido obligada a comerlo con

anterioridad) vamos a la jodida pared que tanto odio, pero no pienso correr como
idiota y chocar de cara con la pared para que el perro inmundo se ría de mí como

lo está haciendo con el resto de mis estúpidos compañeros. Me quedo en el final

de la fila observando e intentando pensar cómo puedo treparla.

—¡Angelo, no te veo haciendo el ridículo como siempre! —grita Justin,

haciéndome rechinar los dientes— ¡Movilízate!

—Franco, ven aquí —lo llamo y viene inmediatamente. Le explico lo que

necesito que haga y caminamos juntos a la pared. Todos se nos quedan viendo con

confusión porque nunca nadie había intentando esto antes, tal vez porque Justin

nos dijo que teníamos que correr hacia la pared e intentar saltar y llegar a la cima,

nunca nos dio otro estilo para hacerlo, y nadie se puso a pensar que se podía a

hacer de otra manera. Pero no me está deteniendo, así que supongo que no estoy

rompiendo las reglas.

Me paro con las manos contra la pared y levanto un pie, poniéndolo en las

manos acunadas de Franco para que me levante, como si fuera una animadora.

Aun así es difícil, pero sin duda no tan humillante como correr y estrellarme.

Logro poner ambos pies en los hombros de Franco y luego con mi nueva adquirida

fuerza en la parte superior, me impulso para poder sentarme en la cima de la

pared. Mis compañeros aplauden y Xavier grita que me ama y es mi fan numero

uno mientras yo solo río y los saludo con la mano como si fuera una princesa.

➿➿➿➿
Una vez el sol está escondido y tenemos tiempo libre, Xavier, Eva y yo

caminamos hacia nuestra cabaña platicando de mi drama con el sargento, luego

veo a mi ex-suegra estacionando su auto y bajándose de él. Les digo a mis amigos

que se adelanten y me hago tonta unos minutos, esperando a que se acerque,

luego empiezo a caminar lentamente simulando que solo voy perdida por el

mundo, dejando caer unas lagrimas.

—¡Crystal, hola! —me saluda cuando me mira, y corre tantito hacia mí con

una sonrisa, hasta que ve mi boca y jadea— ¿Qué demonios te pasó?

—Tu hijo me pasó. Estábamos peleando de nuevo, como cuando me dejó

inconsciente, pero esta vez fue más duro conmigo —explico, con mi voz lastimera,

y me seco las lagrimas. Patricia solo me mira con la boca abierta— bueno, tengo

que ir con mis compañeros. Te diría que nos vemos después, pero no lo creo.

—¿Qué? ¿Por qué no? No puedes odiarme porque Justin es...

—No, claro que no te odio ¿Cómo crees? —la interrumpo— para nada. Eres

la mejor suegra que alguien pueda desear. Lo que pasa es que yo y Justin ya no

estamos juntos. Pero fue un gran gusto conocerte.

—Espera, espera ¿Ya no están juntos? ¡Sobre mi cadáver putrefacto! Dime

qué pasó, estoy segura de que lo podemos arreglar. Las relaciones son así, cariño,

hay altas y bajas todo el tiempo, pero eso no quiere decir que deban terminar las

cosas —dice acercándose mucho a mí. Dios, es muy bonita. Ojalá yo luzca como
ella a su edad. Realmente es la mejor suegra que pudiera haber pedido, lastima

que su hijo es el diablo— eres lo mejor que le ha pasado a Justin. Antes de estar

contigo era serio, callado... era un pequeño robot. Desde que está contigo lo veo

ser más feliz, incluso se escapó de aquí contigo para ir a un club ¿tienes idea de lo

importante que es eso? Nunca había roto ninguna regla o hecho algo así. Jamás. Y

lo hizo por ti.

—Patricia, no me hagas sentir peor de lo que ya me siento —pido, incapaz de

controlar el llanto, ahora verdadero. Como me gustaría que hubiera sido una

relación normal y pudiéramos arreglar las cosas. Pero la realidad es que nunca

fuimos nada, él nunca sintió absolutamente nada por mí y después de las cosas

horribles que nos dijimos anoche, jamás podremos tener ni siquiera eso poquito

que tuvimos— pero soy la única que estaba enamorada. Justin me engañó con

Lesley. Y luego me dijo que siempre la amó a ella y yo solo fui algo para pasar el

tiempo mientras ella no estaba.

La cara de Patricia se endurece y de pronto parece una pequeña guerrera. Sus

ojos se ponen filosos y su labio superior se levanta en un gruñido.

—Ese pequeño... —se detiene de decirlo, pero sé que era un insulto y no

puedo evitar sonreír— claro, es hijo de su padre después de todo. Engañar está en

su ADN. Pero que me parta un rayo si dejaré que mi carne y sangre lastime a

alguien de esa manera, mucho menos a ti. No descansaré hasta que esa Lesley

esté clavándole sus sucias uñas a otro hombre. Mi niño estará contigo así sea lo

último que haga.


No me da otra mirada, solo me deja ir y camina con convicción hacia la

habitación de su hijo, supongo. No puedo esperar para saber qué tanto me odiará

Justin por esto que acabo de hacer. Y mientras estoy en eso, debería ir a buscar a

mi padre, decirle lo que pasó y dejar que vea mi labio partido y que sepa que fue

Justin para que lo estrangule contra un árbol de nuevo.

32

Oh the jealousy

Me siento a un lado de Xavier en el piso, soltando un suspiro y apretando los

ojos, intentando calmar mi corazón acelerado por la cantidad de ejercicio que he

estado haciendo.

Acabamos de pasar tres veces por los mismos obstáculos sobre el lodo que

habíamos hecho antes, pero ahora Justin exige más rapidez y eficacia. Para

demostrar que no es algo difícil él lo hizo y terminó en cinco minutos. Debo

aceptar que se veía excepcionalmente sensual arrastrándose y corriendo sin

camisa y lleno de lodo. Odio no poder ser capaz de apagar mi atracción hacia él.

—De acuerdo, lo haremos una vez más —anuncia Justin, y suelto un alto

gruñido que me gana una mirada sucia de su parte— no pienso darme por
vencido hasta que todos terminen en mínimo media hora. En serio, chicos, no

puede ser tan difícil.

—Hemos estado haciendo esto todo el día —me quejo.

—Y siguen siendo igual de malos —responde Lesley— Kelly, Eva, Taret,

Franco y Mercedes no tienen porqué hacerlo de nuevo. Ellos terminaron en menos

de treinta minutos.

Es agradable saber una vez más que estoy en los peores cinco. Me levanto sin

ganas y empezamos una vez más con lo mismo, arrastrarse difícilmente a través

de la sustancia más gruesa del mundo, lastimar mis costillas, tragar lodo y todo

eso que debo hacer en mi día a día desde que llegué aquí. Después de pasar unos

troncos con nada más que con mi pobre equilibrio, decido tomarme un descanso e

ignorar los gritos de Justin. Por supuesto, no pasa mucho tiempo antes de que se

me acerque, pisando con fuerza y con el ceño fruncido. Si esto fuera una

caricatura, tendría humo saliendo por sus orejas y la cara roja.

—Vamos, Crystal. Lo haré contigo para que veas que no es imposible, como

lo haces ver.

—¡No! —grito, antes de que intente empujarme o tocarme de cualquier

manera. Estoy cansada y adolorida. Me paro y levanto mi blusa, hasta que mi

moretón verde mas o menos del tamaño de su puño está a la vista, luego empujo

mis muñecas en su cara para que vea de cerca sus dedotes gordos de salchicha

marcados ahí. Los pómulos de Justin se ponen rojos y veo un poco de culpabilidad

en su mirada, pero rápidamente intenta ocultar todas sus emociones— ¿Ves lo que
me hiciste? Lo mínimo que merezco es tomar un merecido descanso por unos

minutos.

—No, no te mereces ni una jodida palmadita en la espalda. Deja de ser un

bebé. Todos tus compañeros terminaron con moretones, es algo normal cuando

hay peleas involucradas. Sin mencionar que yo tengo marcadas tus garras por

todos los brazos y la cara —escupe, y luego me toma del brazo y me jala hasta

que estamos corriendo juntos. Llegamos al último y peor obstáculo. Nos tenemos

que poner una mochila en la espalda que tiene ladrillos o no sé, algo igual de

pesado, correr un poco y luego pasar por unos largos y pequeños tubos. Me

emociono pensando que Justin irá por un tubo diferente, pero claro que no, se

mete al mismo que yo detrás de mí y puedo sentir su cara en mi trasero mientras

grita que me apure.

—¡Esto es muy difícil! —grito, gateando con mucha lentitud porque en

primer lugar, casi no quepo aquí. No sé como es posible que Justin o la gorda

pasen por este lugar. Y aparte de eso, como ya mencioné antes, he hecho esto

cuatro veces ahora. Estoy muy cansada. Claro, eso no detiene a Justin de poner

una de sus manos en mi trasero y empujarme con fuerza, haciendo que mis brazos

se den por vencidos y caiga de cara en el suelo. Por suerte uno de mis brazos

amortigua el golpe.

—No dejaré de empujar hasta que te apures —promete Justin, empujando y

empujando mi trasero, casi haciéndome llegar al final solo con sus fuertes

embestidas— estoy empezando a sentir claustrofobia. Mas te vale que te apures.


—Maldigo el momento de tu concepción, Justin —gruño y me levanto para

salir de este lugar de una vez por todas. No soporto estar tan cerca de él, mucho

menos tener su mano en mis bonitas nalgas. No se las merece. Esa es la única

razón por la cual empiezo a gatear con todo lo que tengo dentro de mí, ignorando

el dolor en mis rodillas y en mi espalda por cargar el doble de mi peso en esa vieja

mochila y por fin salgo, dejando salir un largo suspiro de alivio.

—¿Ves? Solo faltaba que alguien te diera un pequeño empujón para que lo

lograras —murmura Justin, sorprendiéndome con una sonrisa amable. Muy

amable. Luego estira una mano hacia mí y me ayuda a pararme. Después de

nuestra pelea no me esperaba nada de amabilidad de su parte— ahora quiero que

lo hagas de nuevo. Tú sola. En quince minutos.

—¡¿Qué?! Pero eso...

—¿No es justo? —se burla, y se acerca para revolver mi cabello como si fuera

una niña de cinco años— lo sé. Mueve tu trasero y empieza de nuevo.

➿➿➿➿

Después de saltarnos el almuerzo, porque decidimos que es mejor no comer

nada a comer esa mierda, Justin nos hace ir a marchar al desierto mientras canta

una estúpida canción que tenemos que repetir. Todos tenemos que mantener el

mismo ritmo de nuestras pisadas y caminar a la misma velocidad, levantando las


piernas al mismo nivel. Cuando el sol empieza a bajar, nos da un rato para

"recargar pilas".

—Franco, tú que eres tan fuerte y sensual ¿Podrías cargarme? —le pregunto,

sabiendo cual va a ser su respuesta. Ni siquiera espero a que me diga que sí

cuando ya estoy poniendo mis brazos al rededor de su cuello y saltando.

—No perdería una oportunidad de tenerte cerca así me ofrecieran millones

de dólares, dulzura —murmura, tomando posesión de mi trasero en sus huesudas

manos y acomodándome contra él. No hice esto exactamente para que Justin se

pusiera celoso sino porque hoy fue un largo día de muchas cosas y mi cuerpo está

cortado y débil y me gusta estar en los brazos de un hombre de esta manera.

Demándenme. Pero mientras Franco empieza con su típica imbecilidad y se pone

a hacer sentadillas conmigo, no puedo evitar levantar la mirada hacia Justin y

notar cómo su cuerpo está totalmente tenso mientras nos observa—... entonces

los niveles de testosterona suben y me hacen aun más fuerte que antes.

No sé de que mierda está hablando Franco, como el 50% de las veces que

hablo con él, pero seguramente es algo relacionado a su escultural cuerpo,

mujeres, su pene, proteína, gimnasio, deporte y ya. Esos son todos los temas de

conversación que tiene.

—Mmm, impresionante —murmuro sin ganas, acariciando su nuca con mis

uñas sin dejar de ver a Justin. Ni siquiera se molesta en ocultar sus celos, lo cual

lo hace aun más caliente. Solo se queda parado en el medio de la nada con sus

brazos tensos a sus lados, sus manos abriéndose y cerrándose mientras ignora lo
que la asquerosa le está diciendo— creo que te mereces una gran recompensa por

tu alta testosterona, tigre.

—¿A qué te... —antes de que pueda terminar su pregunta, tomo su cara en

mis manos y le doy un gran beso de lengua que todos pueden observar. Es un beso

rápido porque presiento que no pasará mucho tiempo antes de que nos

interrumpan. Todos empiezan a silbar y reír mientras Franco gime en mi boca y

aprieta aun más mis posaderas. Casi puedo pretender que estoy besando a un

sargento en lugar de este idiota sin chiste. Aprieto mis piernas a su alrededor para

moverme contra él como si estuviera disfrutando esto.

De repente todos se callan y la boca de Franco se abre demasiado, dejando

salir un gemido de dolor. Me suelta sin cuidado y si no lo estuviera agarrando tan

fuerte estaría en el piso en este momento. Justin está apretando su cuello con dos

dedos, Franco se retuerce sin dejar de gemir y yo solo brinco de su cuerpo.

—50 lagartijas con un solo brazo por el pequeño espectáculo que estabas

dando —murmura Justin en su oído con la voz baja y peligrosa y lo suelta—

Mercedes, ven aquí. Siéntate en la espalda de tu compañero para que su

testosterona le ayude a ser mas fuerte.

—Con todo respeto, Sargento —balbucea Franco, inseguro— no creo que

pueda hacer eso con alguien arrib...

—Cierra la boca y haz lo que te ordeno.

Mercedes mide casi lo mismo que Franco y pesa el doble que yo. Por los

próximos cuarenta minutos vemos a Franco gruñir y gruñir intentando hacer las
lagartijas, y Mercedes intenta no dejar caer todo su peso; pero aún así debo

admitir que verlo realmente haciéndolas es algo caliente.

Las venas de su brazo están todas saltadas y su cara toda roja y apretada. Y

parece que va a hacer las 50. Ya estaba algo mojada por los celos de Justin, pero

esto sin duda aporta más a la situación.

—Vamos, amorcito. Tú puedes hacerlo —grito, aplaudiendo. Si las miradas

pudieran matar, Justin me estuviera enterrando en este momento, pero no me

importa. No dejaré que gane esta ronda— si haces las 50 lagartijas te daré algo de

amor especial esta noche.

—Angelo —ruge Justin, acercándose a mí famélico— sabes malditamente

bien que está prohibido cualquier tipo de contacto sexual, incluso besos. Se han

ganado un castigo por eso que acaba de pasar, y no creo que quieras otro.

—Sargento, sargento —niego con la cabeza y le doy una sonrisa dulce— le

falta imaginación. Puedo darle a Franco mil cosas sin tener que tocarlo en lo

absoluto. Yo haré todo el contacto, conmigo misma. Mientras él solo observa y se

encarga de decirm...

—Crystal, maldita sea. No puedes. No se puede hacer. Nada de eso —grita en

voz baja, con la vena en su frente amenazando con explotar— ni lo pienses.

—¿Qué me detiene? Técnicamente no es contacto sexual, por lo tanto no es

contra las reglas.

Justin no contesta nada, solo se da una vuelta y patea a Franco, haciendo que

se caiga al suelo y Mercedes suelte un chillido de sorpresa, parándose

inmediatamente.
—Levántate, es suficiente. Regresaremos al campamento —anuncia— y

mañana cumplirán con el castigo que sus dos compañeros acaban de ganarse.

Todos caminamos de regreso, intentando seguir el paso de Justin, pero está

prácticamente corriendo y nadie tiene fuerzas para alcanzarlo. Solo Lesley, por

supuesto, quien va detrás de su amado aunque él no le ponga atención. Sonrío

por esto y suelto un pequeñísimo chillido de emoción por lograr hacerlo enojar.

—Eso fue realmente sexy, Franco —susurro, caminando a su lado. Se ve

cansado y todo y aun así consigue sonreír de esa manera extraña que me hace

tener escalofríos. Me gustaría muchísimo más si no sonriera de esa manera. De

hecho, si fuera mudo e incapaz de sonreír, sería un perfecto prospecto para novio.

Lamentablemente así no funciona la vida.

—Gracias, dulzura. Todo para ti —me quita un ojo e intenta tocarme una

nalga. Me alejo de él antes de que pueda hacerlo. Si Justin no nos está viendo no

tiene caso. Empiezo a caminar hacia Xavier y Eva mientras Franco me pregunta

algo a lo que no le pongo atención.

—¿Cómo estuvo mi espectáculo de hace rato, les gustó? —pregunto,

introduciéndome entre ellos y poniendo un brazo al rededor del cuello de cada

uno— estuvo creíble ¿cierto?

—Ah, Crys, creo que estás jugando con fuego —murmura Eva, como siempre

la aguafiestas.

—Eva tiene razón, eso no estuvo bien —murmura Xavier, haciéndome soltar

un jadeo porque no puedo creer que no me esté apoyando. De Eva me lo espero,

pero no de él— en serio. Sé que es un inmenso idiota que te trata mal y te dijo
cosas horribles, pero tú también le dijiste cosas bastante feas y, te amo, pero eres

una grandísima perra. A nadie le gustaría saber que una mujer solo le prestó

atención por una apuesta, y en mi opinión, creo que sí sentía algo por ti. Por eso

actuó de esa manera cuando se enteró de lo que hiciste. Y ¿aparte besas a Franco

así frente a él? Lo siento, cariño, pero no fue una buena idea. Solo lo estás

haciendo enojar más y más.

—Pero él dijo... —murmuro en voz baja, sin saber realmente qué decir. Las

palabras de Xavier no fueron muy amigables que digamos— ¿Sabes qué? Si él

sufre, mejor para mí. Sé que es tu amigo y te ayudó a conseguir a Luc y a veces es

genial pero también es un dolor en el trasero y lo desprecio. Es un sucio hombre

que solo utilizó mi cuerpo mientras la asquerosa no estaba y espero que se pudra

en...

—¡Angelo, ven acá! —grita Justin en medio de mi discurso de mujer ardida.

Ni siquiera me di cuenta de que ya habíamos llegado al campamento.

—Mira, Xavier tiene razón, pero por nada del mundo te atrevas a perdonarlo

¿Me entiendes? —exige Eva antes de que vaya con él, tomándome de los hombros

y mirándome fijamente— mucho menos dejes que te bese y ni hablar de algo más.

Eres insufrible y todo, pero eres mi amiga y después de todo lo que ha pasado,

mereces algo mejor que él. Sé que intentará algo contigo, casi lo puedo asegurar.

Sé fuerte.

—Awww, sabía que me ibas a amar tarde o temprano —murmuro,

conmovida y me acerco a darle un gran abrazo de oso a mi pequeño perro

chihuahua favorito— nos vemos.


Camino rápidamente hacia Justin y en cuanto estoy a su lado, pone una

mano en mi nuca como si fuera un perro y me empuja hacia quién sabe donde.

Chillo e intento soltarme de su agarre, pero es más fuerte que yo. No sé hacia

donde vamos, no sé que intenta hacerme, pero estaría mintiendo si dijera que no

me asusta como el infierno.

—¿Qué me harás? —pregunto, con el corazón en la boca cuando entramos a

la bodega donde hay armas y cajas de quién sabe qué. Justin cierra la puerta

detrás de nosotros— Justin, no me lastimes. Lo siento. Lo siento por todo lo malo

que he hecho desde que nací, por favor, no me hagas daño.

—Cállate ¿Quieres? Solo necesito hablar contigo a solas —dice, rodando sus

ojos y encendiendo la luz. Una luz tenue y tétrica que parpadea y me hace sentir

como si estuviera teniendo un ataque epiléptico— hay varias cosas de las que

tenemos que hablar. Primero que nada, dime que le dijiste a mi madre ayer.

—Solo le dije que ya no estábamos juntos —digo, como si no fuera nada

especial y trago saliva. Justin entrecierra sus ojos hacia mí. Toda su cara está llena

de lodo seco (como la mía, supongo) y no puedo evitar pensar que es adorable—

tal vez mencioné que me engañaste con Lesley para añadirle drama a la historia,

pero le dije que estás enamorado de ella. Supuse que te dejaría en paz al saber

eso.

—Pues supusiste mal, como siempre. Entro a mi habitación como un huracán

e insistió en no irse hasta que "La Rompehogares" regresara a su cama y se

quedara ahí —dice, con cansancio, negando con la cabeza— lo último que quiero

es drama, Crystal. Solo... solo déjame en paz.


—Planeo dejarte en paz justo después de que le cuente a mi padre lo que me

hiciste, mas temprano que tarde, por supuesto. Mientras mis moretones aun

siguen visibles —sonrío triunfante porque sé que esto lo molestará. Justin me

mira a los ojos, su semblante cambiando por completo y empieza a negar

levemente con la cabeza.

—Por favor no hagas eso —pide, con sus ojos más amables ahora que me está

pidiendo algo— Angelo es el único hombre que he conocido en este medio al que

no encuentro una sabandija desagradable y que me cree más que un inútil junior

sin talento. Puede ser que tú y yo nos odiemos, pero dejémoslo ahí. No quiero que

piense que te engañé y luego te lastimé, porque así no fueron las cosas.

Claro que me duele que se preocupe más por mi padre que por mí, pero a

estas alturas soy consiente de que todo lo que tenga que ver con Justin me va a

doler. Física, emocional y mentalmente.

—Así fueron las cosas —peleo, con el ceño fruncido— así fueron, exac...

—No, no. Por favor, actúa como una mujer de tu edad por un segundo y deja

de engañarte a ti misma. Así no fueron las cosas —me interrumpe, cruzando sus

brazos en su desnudo pecho— tú te encargaste de... enredarme y seducirme por

una estúpida apuesta, lo cual por supuesto no funcionó. Las cosas que pasaron

desde ese momento fueron una serie de malas decisiones por mi parte. Y no te

lastimé a propósito como una clase de novio abusador, te golpeé porque esa era la

actividad. Tú debías cubrirte e intentar golpearme con la misma intensidad, pero

claro, nada de lo que haces nunca es como debería ser y peleaste como una gata

en celo.
—Claro, como tú digas —pongo los ojos en blanco, pretendiendo que no

estoy de acuerdo con lo que dice. Pero tal vez sí lo estoy— está bien, solo le diré

que terminamos, sin el drama. No por ti, sino porque soy una buena persona y tu

padre es una mierda, así que te prestaré al mío.

—Gracias —masculla, entrecerrando los ojos y relajándose un poco, pero

luego empuña sus manos de nuevo— una cosa más: no te quiero volver a ver

cerca de Franco. No porque me moleste de alguna manera verte con otro hombre,

sino porque es un tipo raro y no me da confianza. Créeme, tiene algo extraño.

—Mira, la cosa es —respiro y me siento sobre una gran caja para estar más

cómoda. De esta manera estoy cara a cara con Justin — como decidiste

cambiarme por tu novia, me quedé sola y necesitada. Soy una mujer sexualmente

activa, tengo mis urgencias, y Franco es realmente guapo. Además, está

obsesionado conmigo y creo que te he dicho lo mucho que eso me gusta.

Lo veo fruncir el ceño y tomar aire para discutir y sé que todo empezará de

nuevo. Ya estábamos bien, ya habíamos mas o menos dejado de pelear y presiento

que empezaremos de nuevo.

—¿Por qué demonios no entiendes? Soy tu superior y como tal te ordeno, te

ordeno, que no te le acerques.

—Pues yo soy Crystal Angelo y como tal te digo que me importa una mierda

quién eres y haré lo que se me dé la gana —respondo, empezando a enojarme.

Cómo se atreve a ordenarme esa mierda— si quiero acercarme a Franco, lo haré.

Si quiero besar a Franco, lo haré. Y si quiero tener a Franco dentro de mí, lo


tendré. Tantas veces como se me dé la gana. En todas las posiciones posibles. Y tú

serás lo último en mi cabeza porque él estará tomando todo el esp...

Lo veo abalanzarse sobre mí y jadeo, cubriendo mi cara como reflejo. Sé que

cuando haces enojar a un hombre con temperamento, te espera una respuesta

explosiva, así que me esperaba una cachetada o dos, siendo honesta. Lo que no

me esperaba es que moviera mis manos, agarrara mi cara fuertemente y estrellara

nuestros labios juntos.

Pero, oh, como me gustan las sorpresas.

33

Let’s talk about love

Me separo de él inmediatamente, gimiendo porque mi labio partido no está

como para besos en este momento. Puedo probar un poco de sangre en mi boca y

sé que él también. Además, debo recordar lo que dijo Eva y ser fuerte, sin

importar lo mucho que quiera besarlo en este momento. Es la peor cosa que

podría pasar. Tengo que hacerle ver que él ya no está en mi mente y que no lo

deseo para nada.

Intento decir algo pero me ignora por completo, acercando su cuerpo al mío

mucho más. Pone sus manos en mis muslos y abre mis piernas con su fuerza bruta
hasta que puede estar entre ellas. Desearía con todas mis fuerzas que este

arrebato macho alfa no me gustara tanto.

—¡Hey, no... Justin , no puedes hacer eso! —me quejo, intentando empujar

su pecho. Siento su indudable dureza en mi lugar especial y no puedo evitar

mojarme un poquito. Solo un poco, por razones biológicas del cuerpo humano

ajenas a mí, no porque me muera por sentirlo dentro de mí de nuevo o algo así—

no te doy permiso, no puedes tocarme. Perdiste tu oportunidad.

—¿Estás segura? —pregunta besándome de nuevo, pero ahora con más

suavidad, lamiendo mi labio lastimado y metiendo su lengua en mi boca. Me

gustaría seguir intentando decirle que sí estoy segura, pero no puedo dejar de

masajear su lengua con la mía. Mi cuerpo se estremece con un escalofrío porque

sigue moviendo su erección contra mí. Esto es horriblemente injusto, no debería

ser tan fácil para nadie ponerme de esta manera, mucho menos para él— dime

que estás segura y no quieres esto, y te dejaré en paz.

—¡Ya te lo dije! —gimo, ahora intentando golpear sus malditas manos que se

abren paso por debajo de mi blusa, pero no sirve para nada porque termina

levantándola hasta que está echa bola sobre mis pechos— por favor, entiende.

Tienes una maldita novia dispuesta, si estás tan caliente ¿por qué no vas con ella y

le haces esto?

—Porque te quiero a ti en este momento —susurra, bajando las copas de mi

sostén y dejando mis pechos al aire, lo más levantados que han estado en toda mi

vida. Sus pulgares no hacen más que darles a mis pezones un roce y toda mi

fuerza ya se está yendo al retrete. Muerdo el interior de mi mejilla para reprimir


un sonido que le haga saber a Justin que quiero esto, pero sé que ya se dio cuenta.

Demonios, lo sabe desde el primer momento que me besó— dime ¿Quieres que

pare?

—¡Sí! —exijo, empujándolo, pero no logro nada y suelto un gruñido,

empezando a enojarme. Con él y conmigo y con todas las mujeres del mundo por

estar en mi mente en este momento, negando su cabeza hacia mí por estar

haciendo esto a pesar de lo mierda que Justin es conmigo.

Soy una desgracia para todas las feministas del planeta.

Lleva una mano a mi nuca y jala mi cabello agresivamente, mojándome más

allá de lo posible. Enredo mis piernas a su alrededor y empiezo a poner de mi

parte para frotarnos más, porque lo necesito. Justin vuelve a besarme, intentando

hacerlo con cuidado, pero en este momento mi labio me importa una mierda.

Tomo su cabeza y empujo su cara contra la mía, dandole la bienvenida al dolor

con un profundo gemido.

Justin empieza a perder el control que tenía, su respiración se vuelve pesada

y sus movimientos desesperados. Me quita la blusa con las manos temblorosas e

inmediatamente baja su boca para jugar con mis pechos. Me lame y me muerde y

amo cada segundo de ello.

A estas alturas ya no me importa nada, no me importan las palabras horribles

que me dijo, ni todas las veces que me ha hecho llorar o estar triste, no me

importa que esté con la asquerosa de Lesley o que solo me ponga atención cuando

está celoso, no me importa nada más que su grande y jugoso pene. Demándenme.
Malditas feministas tontas, no saben lo bien que se siente tener algo así de

caliente y poderoso embistiendo dentro de ti, sobre todo si es el pene de un

hombre que amas. Un hombre malvado, horrible, cruel, grosero, insensible,

despistado, hermoso, valiente, fuerte, inteligente y tierno que amas tanto que te

hace sentir como si ya no supieras quien eres.

Justin abre el botón de mi sucio pantalón y me lo quita sin nada de esfuerzo,

separándose de mí por primera vez, dejándome en unas bragas negras. No quiero

ni pensar en lo asquerosa que me veo en este momento. El cabello completamente

despeinado, la cara, el cuello y los brazos llenos de lodo. Mis pechos saliéndose

por encima de mi sostén y mi mirada hambrienta rogándole que deje de mirarme

y haga algo para aliviar el dolor. Y no solo el físico.

—¿Quieres hacer esto? —pregunta, mirándome a los ojos con seriedad y

lujuria. Sé que se muere porque diga que sí, pero desde este momento en adelante

parará en el momento que le diga que no. No me doy tiempo para pensarlo, solo

asiento. Justin sonríe y busca algo en su bolsillo, levantando el pequeño paquete

de aluminio cuando lo encuentra— por fin.

Intento reírme pero no puedo hacer otra cosa más que pensar en porqué

anda cargando con un condón. Antes de que pueda entrar en depresión al pensar

en él y Lesley teniendo sexo seguro, Justin empieza a quitarme las bragas. Me

empuja hacia atrás en la caja, hasta que estoy recostada contra la pared, y abre

mis piernas, agachándose y sonriéndome antes de empezar a comerme como si

estuviera muriendo de hambre.


Jadeo y cubro mi boca con fuerza para no dejar salir ningún sonido de

extasis. Justin da todo lo que tiene, poniéndole extra atención al punto más

importante y especial, pero cada vez que estoy en la cima, baja la velocidad. La

tercera vez que esto pasa, me doy cuenta de que lo está haciendo a propósito,

porque lo siento riendo ahí abajo.

—¡¿Qué te pasa?! —le pregunto, histéricamente. Mis muslos están

temblando y todo debajo del ombligo duele. El tipo de delicioso dolor que solo se

alivia con un orgasmo. Justin levanta la cara para sonreírme con maldad y solo su

mirada es casi suficiente para llegar a donde quiero. Sus párpados están caídos,

sus pupilas dilatadas, haciendo que sus ojos se vean casi completamente negros,

su boca y mejillas están brillantes con mi jugo celestial y tiene una pequeña

sonrisa de lado que quiero golpear y besar en mismas proporciones.

—Ruégame y lo pensaré —dice, con la voz profunda y rasposa. Si espera una

pelea, no la tendrá. No se me dificulta rogar y mucho menos cuando está en la

linea algo como esto.

—Por favor, Justin, por favor dame un orgasmo —le pido, recargándome de

nuevo en la pared e intentando hacer mi voz más sexy. Alcanzo a ver que empieza

a bajar sus pantalones, pero eso es todo lo que mis ojos pueden captar,

lamentablemente. Porque sé qué va a hacer a continuación— por favor, hazme

venir por toda tu cara. Lo necesito. Te necesito. Y cuando hagas eso, quiero que

inmediatamente me llenes de ti porque no puedo pasar un momento más estando

tan va... oh, dios.


Mis ojos se ponen en blanco y tengo algo cercano a una experiencia religiosa.

Siento como si mi alma se separara de mi cuerpo y ni siquiera me molesto en

tapar mi boca, gimo profundamente cuando por fin tengo mi muy buscado

orgasmo. Cuando se acaba, siento que Justin se levanta pero no tengo fuerza para

moverme. Si no fuera porque casi tres segundos después siento sus manos de

nuevo en mí, me hubiera quedado dormida.

—Crystal, oh, dios —llora Justin, empezando a entrar en mí. Su voz suena

irreconocible. Cuando está por completo en mí, deja caer su cabeza hacia atrás y

suelta un gemido tan profundo que resuena por toda la bodega. Pongo mis manos

en su increíble abdomen y empiezo a trazar sus tatuajes con mis uñas mientras él

se toma un minuto para calmarse.

Cuando ese minuto ha pasado, empieza a embestir con todas sus fuerzas. Y

yo solo rodeo sus hombros con mis brazos, pegándome a él para no golpear la

pared y empiezo a llorar porque todo esto es simplemente demasiado.

Esto se siente demasiado bien, mejor de lo que se ha sentido en cualquier

otro momento de mi vida. Mis emociones están por todo el lugar. Y lo amo tanto.

Dios, lo amo. Es estúpido. Es idiotico. Y sé que me dolerá como el infierno, porque

estoy segura de que él no me ama a mí. Pero no puedo detener esto, no puedo

dejar de sentirme de esta manera.

—Quiero estar dentro de ti por siempre —gime Justin y es lo más cercano a

una declaración de amor que voy a conseguir alguna vez. Sus golpes se hacen más

profundos y empieza a llegar a ese lugar mágico dentro de mí que solo yo misma

he logrado encontrar y en menos de cuatro segundos me vengo de nuevo.


Sufriendo porque Justin me sigue inmediatamente después y esto ha sido

demasiado bueno como para que se acabe tan pronto— joder.

Justin deja caer todo su cuerpo contra mí como un muñeco sin vida y lo

abrazo con fuerza, sin dejar de llorar. Odio que me he convertido en esta patética

mujer que no quiere dejar de abrazar al ser humano que más la ha traumatizado

en toda su vida. Lo odio. Pero me encanta al mismo tiempo.

—Te amo —admito, porque no puedo no decirlo. No puedo guardar ningún

secreto aunque fuera para salvar mi vida. Y mis neuronas están estúpidas en este

momento. Justin se tensa contra mí, pero no me importa. Sé lo que pasará. Y he

llorado tanto que creo que estoy lista, emocionalmente, para lidiar con ello— te

amo. Y no es ningún juego, una mentira o por una apuesta, es la verdad. Pero si

tú no me amas a mí, entonces creo que deberíamos de acordar, por mi bien

mental, no volver a hablarnos nunca más además de lo estrictamente necesario.

No puedo con esto. Tiene que ser todo o nada, así que... dime si me amas o no.

Espero que eso haya sido convincente y maduro. Aflojo mi abrazo y dejo que

Justin se recomponga. Sale de mí con mucho cuidado, sin verme, y se toma su

tiempo para quitarse el condón, depositarlo en un bote de basura, levantar sus

pantalones y pasarme mi ropa.

Estoy harta de sufrir. Quiero ser la Crystal feliz que era antes de llegar aquí,

la que solo lloraba cuando su papi no le cumplía algún capricho o cuando veía

comerciales tristes de animales sin hogar. No quiero seguir llorando todos los días.

Y creo que el primer paso para recomponerme es acabar con esto de una vez por

todas. Acabar con esta cosa que tengo con Justin, porque no es sano y no es nada
bueno. Si él me ama, entonces podemos arreglarnos y ser felices por siempre. Pero

si no me ama, entonces tendré que superarlo cuanto antes y regresar a mi vida

normal.

—¿Entonces? —pregunto, una vez que ambos estamos decentes. Justin no ha

sido capaz de mirarme a los ojos— es simple, Justin. Es una respuesta de sí o no,

no ocupo que entres en ninguna clase de detalle, solo quiero saber ¿Me amas?

—No —contesta, finalmente, por fin encontrando mi mirada— te conozco

desde hace un mes. No es posible amar a alguien en tan poco tiempo, Crystal. Tú

no estás enamorada de mí, tampoco. Te lo juro.

—Tú no puedes decirme qué es lo que siento. Te amo, te guste o no —

murmuro, tomando aire. No siento nada. Estoy como entumida. Sonrío hacia él,

resignada. Justin está parpadeando mucho y tragando saliva incómodamente—

pero sí entiendes lo que significa esto ¿Cierto? No puedes hacer esto conmigo

nunca más y no puedes estar celoso de Franco, o cualquier otro hombre. No tienes

derecho. Yo intentaré superarte y eso será estando con alguien más. No porque

quiera que entres en modo terminal de nuevo y me arrastres hacia un lugar para

coger, sino porque voy a necesitar dejar de pensar en ti y esa es la única manera

que conozco.

Sus ojos se ponen feroces de nuevo y su mandíbula se aprieta tanto que me

duele a mí. Quiere decirme que no, quiere ordenarme que no, pero no puede,

porque entiende lo que estoy diciendo. Así que termina dándome un tenso

asentimiento solamente, sin encontrar mis ojos.


—De acuerdo. Adiós —murmuro, caminando a la puerta, pero antes de salir

volteo hacia él de nuevo. Justin está en la misma posición— por cierto, eres el

mejor que he tenido. Ignorando la primera vez. Eres un buen amante, espero

encontrar a otro como tú.

Justin

He estado en esta bodega un buen rato. Mi celular ha sonado un par de veces

pero no he contestado porque no tengo ganas de salir de aquí. Siento como si no

tuviera nada de fuerza en el cuerpo, y no es exactamente por el orgasmo mortal

que tuve hace un rato. Estoy pensando en lo que Crystal me dijo y en lo que

hicimos. Aun puedo saborearla en mi boca. Debería disfrutarlo mientras dure

porque al parecer no volveré a probarla de nuevo.

La puerta se abre después de un rato y Hunter entra, luciendo extrañado.

—¿Qué haces aquí, hombre? Tuve que preguntarle a Angelo dónde estabas

—se ríe, pero ve que no sonrío y se rasca la nuca, incomodo. Hunter nunca ha

sido bueno para expresar sus sentimientos, entenderlos o lidiar con situaciones

serias— ¿Tuvieron otra pelea?


—Algo así —contesto, aunque no estoy seguro. Con nosotros nunca se sabe,

creo que nunca hemos no peleado— no tengo ganas de salir. Les me preguntará

qué me pasa y no quiero hablar con ella de esto.

—Mmm —asiente. Levanta un dedo hacia mí y sale de nuevo. Un par de

minutos después regresa cargando un montón de cervezas en ambos brazos con

torpeza. Muchas más de las que parecería posible— les dije a tus chicos que

podían cenar comida normal. El engrudo es asqueroso, hombre, no los hagas

comer eso por tu mierda personal.

Tiene razón. El engrudo se utiliza en medidas extremas y me arrepiento de

haberlos castigado así, sobre todo por Crystal. Creo que no ha comido otra cosa

además de engrudo desde que llegó. En parte es su culpa por nunca hacer caso,

pero es inhumano tenerla comiendo eso.

Hunter se sienta a mi lado en el piso y me pasa una cerveza. No dice nada,

pero el hecho de que esté sentado a mi lado y no huyendo de la situación como lo

haría si yo fuera otra persona dice demasiado. Así que empiezo a hablar y tomar y

antes de lo que me doy cuenta ambos estamos borrachos y hablando de cómo la

bodega huele a sexo y Crystal es una tonta mujer por enamorarse de mí. Tonta,

tonta, tonta.

Hunter la llama masoquista, y tal vez es cierto. También dice que es probable

que yo la ame, aunque no me dé cuenta. No sé cómo responder a eso. Sé que la

respuesta es no. No, no y mil veces no. Pero no puedo decirlo, no puedo decirle

que está equivocado, así que asume que lo que dice es cierto.
Aún estoy borracho y pensando en ella cuando llegamos a nuestra

habitación. Me dejo caer en mi cama, haciendo chillar a alguien que me empuja

para que no esté sobre su cuerpo.

—Apestas y estás sucio —se queja esta molesta persona. Luego acerca mucho

su cara a la mía, invadiendo mi espacio personal, y me doy cuenta de que es

Lesley— ¿Dónde estuviste? ¿Por qué están borrachos? Hunter, ni se te ocurra

prender esa cosa. No es hora de jugar.

—Estuve con Crystie —contesto, sin ponerle atención— ella dijo que soy el

mejor que ha tenido.

—Crystal. No la llames Crystie como si fuera tu amiga o como si fuera una

tierna niña —me regaña. Usualmente me regaña mucho. No me gusta eso. Ni me

gusta que me diga cómo tengo que llamar a Crystie— no debería de estar

hablando contigo de eso que pasó cuando no estuvieron en el campamento.

—No estaba hablando de eso, estúpida. Eso fue patético —me río, y Lesley

jadea. No está acostumbrada a que le hable de esa manera. En este momento no

me importa— ella estaba hablando del increíble sexo que tuvimos hace como dos

horas. También dijo que esperaba encontrar a alguien como yo... no me gustó eso,

Les. Para nada. No me gustó que me dijera que no puedo estar celoso. No puedo

evitar ponerme celoso cuando está con alguien más ¿Por qué no lo entiende?

Tampoco me gustó que me dijera adiós como si se despidiera de mí para siempre,

aunque nos veremos mañana.

Lesley está callada. Perfecto. Me acomodo contra su cómodo cuerpo y toco

sus pies. Están calientes y agradables. Los pies de Crystie siempre están fríos, dios,
eso me molesta. También ronca, babea, patea y habla. Lesley duerme tiesa toda la

noche. Eso también me molesta. Ayer desperté asustado porque pensé que estaba

muerta.

—Lesley ¿Me amas?

—No lo sé, Justin. Eres difícil de amar cuando vas por el campamento

teniendo sexo con la peor mujer que he conocido —está enojada, lo puedo sentir.

Intenta levantarse pero no la dejo. No quiero dormir solo hoy— ¿Por qué me

preguntas eso? ¿Tú estás enamorado de mí?

—No lo sé, tampoco —murmuro, y escucho que me pregunta de nuevo

porqué pregunto eso, pero para ese entonces ya estoy profundamente dormido.

➿➿➿➿

Paso la mayoría de la mañana deshidratado e intentando no mirar a Crystal

platicando con Franco. Riendo como si fueran viejos amigos. Es por eso que no me

doy cuenta de lo que está pasando hasta que volteo sin ganas y veo a Lesley y

Crystal muy de cerca, platicando. No muy amigablemente. Me acerco a ellas de

inmediato.

—... nunca. Llámale al General si quieres. No haré ni una sola lagartija —se

niega Crystal, por primera vez dirigiendo esa mirada dura y tono de voz a alguien

que no soy yo. Lesley tiene la cara roja del coraje.


—Angelo, no repetiré esto ni una vez más. Veinte lagartijas o pasas todo el

día corriendo —amenaza.

—Dios, es que eres tan estúpida. No haré nada de lo que tú me digas.

Prefiero comerme mi propio brazo ¿Entiendes eso, Zalalaputa? Aléjate de mí o te

demando.

—Si hay una puta aquí esa eres tú —escupe Les, perdiendo los estribos por

completo y chocando su pecho con el de Crystal. Todos estamos igual de

impresionados con eso. Lesley nunca había dicho algo tan crudo, a nadie. Y

mucho menos había sido tan poco profesional.

—¿Puta? ¿En serio? ¿Eso es lo mejor que tienes? —pregunta Crystal,

prácticamente riendo. Esa risa que hace cuando está apunto de decir algo hiriente.

Yo lo sé bien— El hecho de que tu novio no se excite contigo y conmigo sí no me

hace una puta. Solo te hace una sargento marimacha sin atractivo sexual, y me

hace una diosa divina a la que nadie se puede resistir. Aunque bueno... tener sexo

sucio y duro con él mientras es tu novio tal vez sí me hace una puta. Supongo que

estabas en lo correcto, entonces.

—El hecho de que sea mi novio y solo te busque a ti cuando quiere clavar su

pene en algo es lo que te hace una puta. Una puta sin principios, sin clase y sin

nada además de unas buenas tetas y un agujero caliente. Por eso él está conmigo

y no contigo —contesta Lesley, y los ojos de Crystal se entrecierran con coraje.

Lo veo venir. Juro que lo veo venir, pero no puedo detenerlo. Crystal empuña

su pequeña mano y toma impulso sin que Les se de cuenta, es por eso que Crystal

logra darle el mejor puñetazo que he visto en mucho tiempo, directo en la nariz.
Estoy tan cerca de ellas que unas gotas de sangre de la nariz de Lesley me caen en

el pecho. Es entonces cuando reacciono, justo cuando Lesley actúa y se abalanza

contra Crystal, haciendo que caigan en el piso con fuerza, en un nudo de brazos y

piernas.

Estoy seguro de que Lesley destruirá a Crystal cuando empieza a

estrangularla, pero entonces, antes de que pueda tomar a Lesley y sacarla volando

de aquí, la cosa más extraña pasa. Crystal logra quitársela de encima por ella

misma. De acuerdo, su método estuvo completamente fuera de lugar, pero lo

logró.

Mientras Lesley la ahorcaba, Crystal levantó la blusa de Lesley e hizo uso de

esas filosas uñas suyas que aun siento marcadas en mi espalda y mi abdomen.

Encaja sus uñas con fuerza, enterrándolas en la piel de Lesley, quien no está

acostumbrada a pelear sucio, por eso llora y se aleja, dándole la oportunidad a

Crystal de que tome ventaja. Toma la cabeza de Lesley con fuerza y la estampa en

el suelo. Luego utiliza la misma técnica que utilizó conmigo, esa de tirar un

montón de puñetazos, no muy fuertes, cierto, pero con una velocidad que

asombrarían a cualquiera. Lesley no puede hacer más que cubrirse e intentar

levantarse.

—¡Asquerosa, fea, plana, malparida, flaca, sin chiste, insulsa, marimacha,

inmunda, orejas de elefante, hedionda, te odio! ¡La puta eres tú, él es mío! —grita

Crystal como una loca del manicomio. Es algo mágico y excitante. No puedo dejar

de observarla peleando.
34

No Means No

—Sargento, haga algo —me llama la atención una niña a mi lado y por fin

salgo de mi estupor causado por la lujuria. Rodeo a Crystal y tomo sus brazos para

que deje de tirar golpes a lo loco. Ella se tensa e intenta quitarme de encima, pero

por supuesto no la dejo.

—¡Suélteme, Sargento! —exige, retorciéndose. Lesley actúa antes de que

pueda levantar a Crystal y toma su cabello con ambas manos, jalándolo con todo

lo que tiene en su pequeño cuerpo. Crystal chilla con dolor y hago una mueca.

Diablos, estas mujeres son intensas. Suelto sus brazos para quitar las manos de

Lesley de su enredado cabello y en el momento que lo logro, levanto el cuerpo de

Crystal sin esfuerzo— tuviste suerte de que llegó tu héroe a salvarte, Cucaracha.

Te hubiera matado ¡Matado!

Camino con ella hasta que estamos en una distancia considerable. La dejo en

el suelo y me agacho hasta que mi cara está a su nivel, pero no me mira a los ojos,

solo intenta regresar a donde está Lesley para seguir peleando.


—Crystal, quédate quieta. Si vuelves a pelear con ella alguien llegará y te

dará un peor castigo del que ya te ganaste —digo, y eso atrae su atención.

—¿Y por qué mierda me gané un castigo yo si la cucaracha esa fue la que me

atacó a mí? —pregunta, con sus ojos verdes concentrados en destruir— todos

ellos son testigos de que chocó contra mí a propósito, tirándome al suelo, y luego

exigió que hiciera lagartijas ¡Ja! En sus sueños. Perra corriente, cree que tiene una

oportunidad contra mí.

Supongo que eso cambia las cosas. Muerdo mi labio, considerando la

situación y asiento hacia ella para que sienta que estoy de su lado.

—¿Estás bien? —pregunto, mirándola de pies a cabeza. Parece una niña

salvaje del monte.

—Claro que estoy bien. La destrocé ¿Viste eso? Fue lo mejor que he hecho en

toda mi vida —dice con orgullo, haciéndome reír. Abro la boca para decir que sí,

lo fue, pero de repente su postura cambia y aleja la mirada— eh... creo que

debería ir a ver cómo está su novia, Sargento.

—Ella puede con eso. Es fuerte. No necesito limpiar sus heridas —respondo

en voz baja, mirando sobre mi hombro. Lesley ya no está ahí, probablemente fue a

recomponerse a la habitación— no pensé que pudieras hacer algo así. No podía

moverme, solo observándote...

—Mmm, bueno —asiente y empieza a caminar hacia los demás sin darme

oportunidad de platicar con ella. Maldición ¿por qué siempre me hace eso? Solo

quiero tener una conversación.


—No pretendes evitarme todo lo que queda del campamento ¿cierto? —

pregunto en voz baja, siguiéndola. Necesitamos aclarar esto como adultos— eso

no es muy maduro.

—Yo no soy madura, pensé que lo tenías muy claro. Además, no te debería

de importar, no es como si fuéramos amigos o algo —se ríe— solo limítate a

darme ordenes y yo intentaré cumplirlas.

—¿Y si no quiero? —pregunto, consiente de que sueno como un niño

caprichoso. Ni siquiera sé porque no quiero que me ignore, solo sé que no me

gusta— ¿Y si quiero ser tu amigo?

—Nadie quiere ser mi amigo si no quiere algo a cambio ¿cierto? —susurra—

y yo ya no tengo nada que darte.

—Pero... —huye antes de que pueda decir otra cosa, dejándome con una

disculpa en la punta de la lengua y ganas de seguirla, exigirle que deje de pensar

que está enamorada y que regrese a la normalidad. Pero no quiere hablar conmigo

y lo respeto, aunque no me cause mucha gracia. Tendrá que superarlo en algún

momento y entonces podremos hablar.

Antes de que cualquier otra cosa suceda, les digo a los niños que esperen un

rato y camino a nuestra habitación, esperando encontrar a Les ahí.

Afortunadamente la encuentro. No tenía ganas de andarla buscando por todos

lados.

Está sentada en la cama de Hunter, llorando. Camino hacia ella, sintiéndome

inseguro. No tengo ni la menor idea de qué hacer cuando una mujer está triste.

Mucho menos cuando está en medio de un llanto hormonal.


No sé si poner una mano en su hombro, abrazarla o decir algo. Creo que

ninguna de las anteriores. Creo que solo debería preguntar qué tiene. Sé que a mí

no me gustaría que un hombre llegara y me abrazara en un momento de

vulnerabilidad.

—¿Estás bien, linda?

—¡No, no estoy bien! —grita, disparándome una mirada de puro odio. Su

cara está completamente roja y su nariz algo morada. Intento no sonreír, pero

diablos, estoy orgulloso de Crystal. No porque golpeó a Lesley, sino porque su

puñetazo fue casi perfecto— tu puta me golpeó y tú no hiciste nada para

ayudarme. Tuviste sexo con ella ayer. Se niega a seguir ordenes. Pelea sucio... son

mil cosas. La odio. Te odio. No llevamos juntos ni un mes y ya me engañaste ¿Qué

demonios, Justin? Nunca pensé que tú me harías eso.

Oh, no.

No sé qué decir. Todo eso es cierto. No puedo defenderme.

Es justamente por esto que no debí saltar a una relación, ahora lo entiendo.

Hunter tenía toda la razón, no sirvo para tener novia. Pero no le hice caso. Yo solo

quería que fuera mía, pensando que seguiría siendo la perfecta Les que era

cuando otro idiota estaba lidiando con este lado suyo.

—Mira, tú me conoces, así que no voy a pretender ser este hombre ideal que

sabe qué decir, porque ambos sabemos que no lo soy. Solo seré honesto —

empiezo, con mis manos extendidas frente a mí por si decide empezar a

golpearme o algo. Sinceramente no sé como funcionan las relaciones de hoy en

día— Crystal es un caso especial, todos sabemos eso. Es difícil de tratar, es por eso
que le he dado diez millones de castigos, no es nada personal. Ahora... sí, tuve

sexo con ella ayer. Y sí, fue sucio y duro y fue asombroso pero... ¡Pero! Cálmate,

mujer, aun no termino. Fue la última vez. Me dijo que me ama y yo no la amo a

ella, así que acordamos no hablarnos más. Estoy contigo, eso significa que te

quiero a ti. Y te he querido desde hace mucho tiempo. Lo siento, pero no soy

perfecto.

—No. No eres perfecto. Para nada. Eres el hombre menos perfecto que he

conocido. Estoy de acuerdo en eso —asiente, aun llorando— ni siquiera sé... no

debes decirle a tu novia que engañarla fue asombroso, nunca. Mientras Crystal

siga aquí, no quiero ni pensar en estar contigo, tal vez cuando se vaya...

¿Y estar solo mientras me revuelco en los celos y la desesperación? No lo

creo. De hecho, creo que lo único que necesito para dejar que Crystie siga con su

perfecta vida es acostarme con Lesley y obsesionarme ahora con su cuerpo.

Es verdad, Lesley está demasiado delgada, no tiene ese perfecto trasero que

tanto amo, o esos perfectos y deliciosos pechos llenos, ni las piernas que me

estrangulan cuando estoy dándole lametazos ahí abajo, pero tampoco es tan

horrible o tan diferente. Es una mujer muy hermosa. Estoy seguro de que me

puedo acostumbrar. Y entonces dejaré de pensar en Crystie todo el tiempo.

—No, no, espera —tomo el riesgo y me acerco a ella, tomando su pequeña y

delicada cara en mis manos— sabes que yo no digo mentiras. Y te doy mi palabra

de que no volveré a acercarme a ella de esa manera. Seguiré hablándole, claro,

pero siempre profesionalmente. Ella no importa.


—¿Me lo prometes? —susurra, mirándome a los ojos como si estuviera

mirando directo a mi alma. Trago saliva porque no me gustaría hacer una

promesa tan vaga, pero le digo que sí de todos modos. Supongo que no apesto

tanto en esto de ser novio después de todo— bien. De acuerdo. Pero tenemos que

darle un buen castigo por esto. Estoy pensando tal vez dejar que duerma sola en

el d...

—Oh, linda, lo siento. Ya me encargué de eso —miento, porque no quiero

que le dé un castigo horrible. No estoy seguro de que se lo merezca, después de

haber escuchado que fue Lesley quien inició todo— pero es un buen castigo, lo

prometo. Soy bueno dando castigos.

—Eso es cierto —sonríe débilmente y se para, inmediatamente enredando

sus delgados brazos alrededor de mi cuello. Bajo mi boca a la suya y empezamos a

besarnos, con cuidado porque su nariz está torcida y morada, pero aun así es

bueno.

Crystal

Lesley y Justin han estado desaparecidos por cerca de quince minutos. La

intriga de saber qué demonios están haciendo es demasiada. Xavier, Taret, Eva,

Franco y yo estamos platicando acerca de lo asombrosamente genial que fue


cuando empecé a golpear a la asquerosa. Taret es nuestra nueva adición al grupo

porque Franco ha decidido nunca separase de mí.

—¿Están tus pequeñas y bonitas manos heridas, bebé? —pregunta Franco

con la voz de bebé más horripilante del mundo entero. Sonrío incomoda pero

asiento de todos modos, haciendo un puchero para seguir con el juego. Necesito

distracción en este momento de todos modos— ¿Quieres que les de unos besitos

para que se sientan mejor?

Ugh. Odio esto.

—Mejor dame esos besitos... aquí —atrapo sus fastidiosos labios en los míos

para que se calle de una maldita vez. Mi labio aun duele un poco, pero puedo

lidiar con ello.

Pensar en el dolor en mi labio me hace recordar lo mucho que me dolió ayer

cuando besé a Justin, y lo mucho que me gustó eso. Empiezo a poner más

entusiasmo en nuestro encuentro y Franco lo nota. Su respiración se pone super

fuerte, como la de un toro, y sus manos atrapan mis caderas, pegándome a su

cuerpo.

—¡Alerta roja, alerta roja! —grita alguien en mi oído y me separo de Franco

para cubrir mi oreja dañada. Xavier se ríe por esto y lo empujo— Justin y

Zalalaputa ya vienen.

—Oh, gracias —golpeo mi cadera con la suya e ignoro a Franco, caminando

hacia la formación.

El resto del día hago contacto visual con Justin solo cinco veces. Lo sé, es

patético que las haya contado, pero no puedo evitar saberlo porque fueron las
miradas más incomodas que he intercambiado con otro ser humano en toda mi

vida. Incluso más incomodas que cuando hice contacto visual con mi madre

después de que me encontrara en su jacuzzi con mi mejor amiga, completamente

desnuda. Lo admito, hubo un poco de exploración lésbica, pero mi madre nunca

pudo probarlo. Aun así, estas miradas con Justin son más incomodas. Porque

ahora sabe de mis sentimientos, yo sé que no siente lo mismo y... no lo sé, solo es

incomodo.

Por el resto del día hacemos un montón de lo mismo. Marchamos un poco

más, levantamos pesas, etc. Hago todo eso en modo automático.

Después de cenar, empiezo a sentirme algo extraña. Si mal no estoy

calculando, mi periodo se acerca en estos próximos días. Esta es la primera vez

que estoy aliviada por tener mi periodo. Decido dar una caminata alrededor del

campamento porque caminar hace que el leve dolor desaparezca y además

necesito aclarar mi mente.

Necesito dejar de estar pensando en Justin. Ultimamente no hago otra cosa

mas que estar pensando en él o estar llorando por su culpa. Ya ni siquiera

recuerdo en qué pensaba antes. Tal vez en el calentamiento global, en el

sufrimiento de la gente en Africa o algo por el estilo. Uno no podría saber a simple

vista, pero siempre me he preocupado mucho por ese tipo de cosas. Soy

demasiado buena.

Tal vez lo único que necesito es de alguna manera conseguir una...


—¡Ah! —grito, cuando un cuerpo no identificado se pega a mí por detrás.

Pero luego empieza a voltearme y a pedirme que me calle, riéndose— ¡Maldita

sea, Franco! ¿Qué te pasa?

—Lo siento —aun se sigue riendo el muy imbécil— vi que venías y pensé

seguirte para conseguir un poco de tiempo a solas. Nunca podemos tocarnos en la

cabaña, hay demasiada gente. Y tampoco en el día, porque los sargentos se

exaltan. Solo quiero un poco de tiempo a solas con la chica más preciosa que he

visto.

Ugh, no. Por favor, dios, no me hagas tener que besarlo de nuevo. No estoy

de humor para besar a nadie, mucho menos a él.

—Eh... claro, claro. Deseo lo mismo, pero me siento un poco mal, así que

creo que sería mejor si regresas con los demás mientras me recompongo —digo,

poniendo una mano en su antebrazo y sonriendo hacia él— si me haces caso te

ganarás un beso de buenas noches.

—¿Qué tal si me das el beso de buenas noches de una vez y te dejo en paz?

—pregunta, con una gran sonrisa, acercándome aun más hacia mí— tengo ganas

de volver probar tus magníficos labios.

—De acuerdo, solo un beso y regresarás con el grupo —acepto, porque

realmente no tengo nada de ganas de soportar con su estúpido trasero por más

tiempo. Me acerco y le doy un beso sin ni una onza de pasión, solo muevo mis

labios y meto mi lengua a su boca, esperando que se acabe.

Creo que ya estoy hartándome de Franco. Estoy segura de que puedo olvidar

a Justin con otro hombre, no tiene que ser él.


—Ah, sí —gime, enredando sus brazos en mi cintura y levantándome del

suelo, juntándome mucho a su cuerpo. Esto no me gusta y estoy lista para que el

beso se acabe, así que muerdo su labio con fuerza para que me suelte— Mmm, me

encanta cuando te pones agresiva. Me pone duro más allá de lo posible.

—Suficiente —ordeno empujando su pecho, cuando logro separar mi cara de

la suya. Franco no me deja ir, de hecho, asegura su agarre en mí— ¡No estoy

bromeando, Franco! ¡Suéltame!

—No, no te voy a soltar aun. Estamos solos y calientes, es hora de que

hagamos algo al respecto —murmura, caminando conmigo hasta que estrella mi

espalda a una pared. Empiezo a entrar en pánico entonces.

—No, yo no estoy caliente. Además, tengo mi periodo. Estoy sangrando por

ahí abajo y apesta horrible. Ew, soy realmente asquerosa —mascullo, intentando

salvar esto. No es la primera vez que un hombre con el que estoy no puede

aceptar un no por respuesta. Lamentablemente esta vez mi "no" es muy

jodidamente seguro. Nada de lo que haga podrá convencerme de decir que sí—

estoy peluda, sangrada y apestosa. Realmente no quieres hacer esto.

—Subestimas mi adoración por ti —susurra, tiernamente— no me asusta

algo de sangre o vello, y déjame ser el juez acerca de tu olor ¿Sí? Vamos, no tienes

porque tener vergüenza conmigo.

—Estoy hablando muy en serio. Si no me sueltas ahora mismo voy a gritar —

amenazo. Mi voz se está poniendo temblorosa y estoy empezando a sudar frío.

Esto podría ir, muy, muy mal.


—¿Por qué harías eso? —pregunta, como si de verdad no lo entendiera, y

deja mi cuerpo en el suelo para desabrochar mi pantalón— me has tenido

salivando detrás de ti por mucho tiempo, Crystal. No lo soporto más. Te prometo

que lo vas a disfrutar mucho. Sé lo que hago. Te voy a volver loca.

—¡Ayu... —empiezo a gritar, pero su mano rápidamente cubre mi boca

abierta con fuerza. Lastimando mi mandíbula.

—Estoy enojándome, Crystal. Cierra la boca —susurra— haremos esto y te va

a gustar ¿De acuerdo? Deja de hacerte la difícil. Sé que lo quieres.

Me pongo a gritar por mi vida e intento moverme, aunque el sonido no llega

a mucho y por supuesto no logro ir a ningún lado. Franco baja mi pantalón y

empiezo a llorar.

Nunca imaginé que me pudiera encontrar en una situación así, es como mi

peor miedo en todo el mundo. Siempre pensé que sabría exactamente qué hacer si

esto llegaba a pasar, siempre pensé que lo tendría todo controlado y de alguna

manera podría fácilmente salir de esto. Lo que nunca contemplé fue tener tanto

miedo y que mi atacante tuviera tanta fuerza. Es prácticamente imposible hacer

algo al respecto.

Justin
Bostezo y rasco mi nuca sin ganas, mientras salgo de mi habitación. No me

gustaría nada más que estar dormido en este momento, pero si no voy con Hunter

y le pido perdón por la discusión que tuvimos, sé que estará indignado por

semanas, como una niña llorona. Lesley insistió en que lo fuera a buscar a pesar

de que yo solo quiero dormir, pero supongo que está en lo correcto. Exploté

contra él sin ninguna razón en lo absoluto y dije cosas que no debía.

Estoy casi llegando a la habitación de Olivia donde Hunter obviamente está

cuando capto movimiento en mi vista panorámica. Es un hombre dándome la

espalda. Estoy apunto de ignorar esto y seguir con mi camino cuando alcanzo a

ver el cabello de alguien volando detrás de él. El hombre no trae puesto un

uniforme oficial así que definitivamente no debería estar haciendo nada con

ninguna mujer.

Lo que más odio de este trabajo es tener que interrumpir cualquier

interacción sexual, lo juro. Es tan incomodo. Pero las reglas son las reglas y, lo

siento, amigo, pero no puedes hacer eso aquí. Estoy casi a nada de ellos cuando

alcanzo a distinguirlos mejor. Puedo ver ahora el color del cabello de la mujer e

inmediatamente sé quien es, quiero decir ¿Quién más en el planeta tiene el

cabello de esa manera además de ella? Franco toma su cara con fuerza y

empiezan a besarse. Él tiene su otra mano dentro del pantalón de Crystal,

acariciándola mientras ella se retuerce con placer, besándolo de vuelta.


Siento algo paralizante en todo el cuerpo y mi estomago se encoge al nivel de

una ciruela. Todos mis instintos me dicen que vaya hacia ellos y exija que se

separen porque son las reglas y toda esa mierda, pero no puedo.

No puedo porque sé que si voy hacia ellos no tendrá nada que ver con las

reglas. Si voy hacia ellos no podré frenarme, no podré controlarme y terminaré

peleando con Franco.

Esto apesta a niveles nucleares. Nunca antes había sentido esta mierda. Son

celos, pero también es otra cosa. Estoy... herido.

Aprieto mis ojos y me obligo a caminar de vuelta a mi habitación. Al carajo

Hunter, mañana puedo disculparme.

Me apresuro a alejarme de ellos lo más rápido que puedo, repitiéndome una

y otra vez que no me debe de importar. Ella dijo que iba a intentar olvidarme, y lo

está haciendo. Genial. Debería estar feliz por ella.

—Hunter te llamó, supongo que se dio cuenta de que ambos tuvieron... ¿Qué

pasa? —pregunta Lesley, cuando entro a la habitación. Cubro mi cara con mis

manos, deseando poder solo apagar todo dentro de mí y no sentir esto. Deseando

poder dejar de imaginarlos juntos.

—Dios, voy a vomitar —digo y doy vueltas sobre mí mismo, sin saber que

hacer.

Esto se siente espantoso ¿Qué demonios? ¿Cómo hago que pare?

—Hey, hey, tranquilo —murmura Lesley, tomando mis hombros para que me

quede quieto— ¿Qué tienes?


—Nada. No tengo nada —miento, negando con la cabeza y tomando un gran

respiro. Abro mis ojos por fin y miro a Lesley, está preocupada por mí.

Bajo mi mirada a su cuerpo, está utilizando de nuevo esa pijama casi

transparente sin sostén. Creo que es hora de intentar olvidar a Crystal, también.

35

Payback

Llevo mis manos a la cintura de Lesley y la atraigo hacia mí, intentando ser

sexy y no lucir para nada como me siento realmente. Pongo un poco de fuerza y la

cargo, sus piernas me rodean y pone sus manos en mis hombros. Está apunto de

decir algo pero la beso antes de que me pregunte de nuevo qué pasó o qué tengo,

pero ella no protesta, solo me devuelve el beso y empieza a acariciar mi cuello.

Doy unos pasos y la dejo caer en mi cama para quitarme la camisa. Parece

que estamos en la misma página, porque ella se incorpora para quitarse la blusa,

dándome una perfecta vista de sus pechos. Me gustan, claro, pero también me

perturban un poco.

No son extremadamente pequeños o algo, pero hay algo acerca de la forma

de su pezón que... no sé. Es muy pequeño y pálido, como de una niña.

Definitivamente no me gusta eso, pero puedo ignorarlo. Lo único que necesito es

estar dentro de ella y olvidaré todo.


—Estoy lista para... todo —susurra, tímidamente, lo cual es perfecto porque

ni siquiera recordaba que tal vez Lesley no querría hacer esto. Lo único que hemos

hecho es frotarnos con ropa. Ni de cerca tan bueno como tener sexo, pero no me

quejo.

—¿Segura? —pregunto, acariciando sus pechos. Evitando el pezón, por

supuesto, aunque sé que en algún momento lo tendré que tocar. No quiero pensar

en eso. Lesley muerde su labio y lo piensa por unos segundos, luego asiente.

Sonrío y me levanto para quitarme el resto de la ropa, para no perder tiempo

después. Antes de volver a acostarme le quito a Les su pequeño short y sus bragas

blancas, luego abro sus piernas y me agacho para...

—¡Espera, espera! —chilla, cubriéndose con las manos. Sus mejillas están

increíblemente rojas— nunca he... no sé si... de acuerdo, hazlo. Pero lentamente.

Sé gentil.

Me limito a asentir un poco y sigo con lo mío. Lesley está completamente

lisa, no tiene ni rastro de algún vello en su zona privada, lo cual me provoca hacer

una mueca de completo desagrado. No es que Crystal esté peluda, pero hay rastro

de que es una mujer. Lesley se siente como un bebé y... esto, con lo del pezón de

niña, tienen mi pene encogiéndose cada vez más.

¿Por qué Dios me odia tanto? Lo único que quiero es tener sexo con mi novia

y no pensar en nada más.

Aunque creía que pensar en Crystal con Franco era lo peor del mundo, ahora

me doy cuenta de que pensar en mí con una niña crecida es millones de veces

peor. Cierro los ojos y me concentro. No sé porqué estoy poniendo tanta atención
en los malditos detalles, con Crystal no pienso en nada además de lamer, lamer,

meter, sacar, meter, sacar... lo usual.

La pruebo y es... nada malo, en realidad, me gusta. Diferente a lo que estoy

acostumbrado, pero aun así agradable. Prefiero a... no, no. No pensaré en ella.

Lesley es perfecta.

Chilla y aprieta sus piernas, lo cual interfiere con mi desempeño, pero unos

segundos después me da luz verde para proseguir y continúo con mi degustación.

Estoy al fin empezando a sentir como que voy a ponerme duro cuando mi

puerta se abre de un fuerte golpe. Lesley da un grito desgarrador mientras mi cara

se pone caliente y me muevo como un centinela, cubriéndome con lo primero que

encuentro. Quien sea la persona que entró, acaba de ver perfectamente mi trasero

y probablemente otras cosas colgando.

—Justin, Fra... —llora Crystal con la voz cortada y bajita mientras aún

intento tapar mi desnudo trasero con algo, pero deja de hablar abruptamente.

Cuando me doy cuenta que es ella mi cuerpo se pone en guardia. Mi cerebro

llenándose de esos horribles recuerdos de hace solo unos minutos. Me siento y la

miro, intentando no demostrar que me importa en lo absoluto que acabe de tener

sexo. Ella está llorando, respirando muy pesadamente, su cabello es un desaste y

su blusa del uniforme está rota, dejándome ver desde su ombligo hasta su sostén

— yo...

—Estamos ocupados ¿No te das cuenta? —murmura Lesley, sin dejarla

terminar. Desde que vio quien era dejo de intentar cubrirse, solo tiene una mano

cubriendo su centro mientras la otra se acerca para tocar mi espalda. Crystal no


ha dejado de llorar, solo nos está observando sin decir nada, como si no pudiera

creer lo que está pasando frente a ella. Conozco el sentimiento— ¿Pasa algo?

—No, no —responde, unos segundos después. Sus lagrimas siguen saliendo y

me asusta. Quiero acercarme porque definitivamente parece que pasó algo— solo

tuve un pequeño tropiezo y me sentía algo mal.

Me tranquilizo un poco, pero aun así no estoy seguro de si le creo o no.

Definitivamente parece que algo mas pasó. Está llorando mucho. Empiezo a

pararme pero Crystal levanta una mano hacia mí y me mira a los ojos, negando

con la cabeza.

—No te molestes —murmura, caminando a la puerta— lamento interrumpir.

Ni siquiera sé porqué vine aquí.

Sale del cuarto y yo debería regresar a lo mío.

Debería.

—Iré a ver qué le pasa —digo unos segundos después de que ella sale, sin

poder seguir pretendiendo que no me importa. No podré hacer nada si me quedo

con la incertidumbre, no podré dormir y definitivamente no podré hacer nada con

Lesley. Además, ella no llora de esa manera por tonterías.

Su llanto de tonterías es muy diferente, es más alto y fastidioso. Este era

bajito y tembloroso, como si no lo pudiera controlar. Parecía... asustada.

Definitivamente tengo que ir a ver que tiene.

—No. No irás a ningún lado. Solo quiere llamar tu atención —la voz de

Lesley es venenosa. Toma mi brazo con fuerza y me jala hacia ella— sigamos, me

estaba gustando lo que estabas haciendo.


Asiento, sin estar 100% seguro de esto y empiezo a ponerme en la misma

posición que antes, diciéndome que está bien y no tengo que ir a verla.

Pero no, simplemente no puedo.

—Lo siento, Lesley. Tengo que ver qué tiene. Creo que era algo serio —

balbuceo, parándome para ponerme la ropa e ir a buscarla. Me tardo más de lo

que me gustaría buscando mis cosas y poniéndomelas con torpeza.

—¡Solo está fingiendo! —grita, tapándose con mi sabana. Mi cabeza se atora

en una manga de mi camisa y gruño con molestia— no seas estúpido, Justin. Esto

es lo que quiere, que salgas corriendo detrás de ella para probar que tiene control

sobre ti.

No contesto nada, aun intento vestirme. Tal vez ese es el caso, tal vez no. De

cualquier manera, tengo que saber. Gruño de nuevo cuando no puedo encontrar

mi otra bota y termino poniéndome una diferente, ya he perdido demasiado

tiempo. Me dirijo a la puerta pero antes de salir Lesley me llama.

—Me dijiste que no la amas, pero ¿estás seguro de eso?

—Claro que estoy seguro de eso, Lesley. Estoy plenamente consciente de mis

propios sentimientos —le dejo en claro, poniendo mis ojos en blanco— solo me

preocupo por ella. Tiene tendencia a los desastres.

—¿En serio? —bufa, como si le fuera imposible creer mis palabras— ¿Cuáles

sentimientos? Tú no tienes.

—Claro, como digas, regresaré en unos momentos —murmuro antes de salir.

Por el amor de dios, cuanto drama. Solo porque no estoy expresando mierda cada

segundo de mi existir no significa que no tenga sentimientos.


Camino hacia la cabaña de Crystal pero a medio camino empiezo a pensar

que tal vez no fue para allá, me doy media vuelta para ir a buscarla a otro lugar

pero me llaman la atención mi padre y el señor Angelo, hablando muy de cerca.

Angelo tiene una mirada letal en su cara, como si estuviera listo para

destrozar a alguien, y mi padre parece estar diciéndole que no lo haga. Me muevo

hacia ellos para saber qué está pasando pero cuando estoy a solo unos metros, veo

que dos hombres en completo uniforme, con casco y todo, vienen arrastrando a

un hombre que está llorando, con la cabeza agachada y el cuerpo completamente

suelto. Están demasiado lejos como para ver bien quien es, pero luce familiar.

Por unos segundos me encuentro en el dilema de si debería ir a ver quien es

el llorón, qué le pasa a Angelo o dónde está Crystal. Mi padre y Angelo me notan

parado como imbécil, complicándome la existencia, así que decido ir con ellos. Tal

vez saben qué pasó con ese hombre.

—¿Qué está pasando? —pregunto, cuando llego con ellos. Angelo ya no se ve

tan letal, de hecho, su cara se pone increíblemente triste, tanto que temo que se

rompa en llanto en cualquier momento. Antes de que puedan contestarme, una

conmoción detrás de mí me llama la atención. El hombre que estaba llorando

ahora está presionado contra una camioneta que acaba de llegar mientras uno de

los soldados toma sus manos y las ata en su espalda, como si fueran esposas—

explíquenme qué pasa.

—Hijo, ven acá —mi padre pone su mano en mi nuca como cuando era un

niño y me hace caminar un poco hasta que estamos alejados de Angelo. Sus

manos se cierran y se abren y su cara es una mezcla de un montón de


sentimientos. Ninguno de ellos bueno. La mirada de mi padre es de pura furia

pero por primera vez en mucho tiempo no va dirigida hacia mí— ese niño, Jazzer.

Franco Jazzer, intentó forzarse en Crystal.

Parpadeo muchas veces sin entender, pero luego llega a mí. Alguien los

encontró teniendo sexo, supongo. Pero ¿Por qué lo están esposando como si fuera

un crim- espera, porqué mi padre dijo "forzarse"?

—Cuando dices forzarse te refieres a...

—El pedazo de basura intentó violarla.

Franco tiene su cara contra el vidrio de la camioneta con sus manos atadas

atrás mientras los soldados hablan con el General James. Escuchando nada más

que mi sangre bombeando me muevo hacia él como su estuviera en piloto

automático.

Entierro mi mano en su cabello y lo atraigo hacia mí solo para regresarlo con

fuerza, estrellando su inútil cabeza contra el vidrio de la camioneta con todo el

poder que puedo recaudar. El vidrio se rompe por completo pero los pedazos de

vidrio se quedan ahí, pegados por el polarizado, con una mancha de sangre justo

en el medio donde la cabeza de Franco lo golpeó. Pero no estoy satisfecho con

haber estrellado su cabeza, ver su sangre ahí o escucharlo gimiendo. No estoy ni

medianamente satisfecho, así que, sin soltar su cabeza, lo jalo de nuevo pero esta

vez lo dejo caer. Estoy seguro que su nuca hizo ese sonido contra el piso pero no

me importa. Levanto mi pie y piso directamente en su sucio miembro,

asegurándome de poner todo mi peso para hacer el mayor daño posible.


—¡No, no, por favor! —gime, tan fuerte que puedo escuchar como si su

garganta de desgarrara. Sigue sin importarme. Pongo más fuerza en mi pisada

hasta que alguien pone su gran mano en mi hombro y me hace para atrás. Franco

sigue llorando y se cubre con sus manos, diciéndole a los soldados que necesita ir

al hospital.

—Créeme cuando te digo que no quiero nada más que desmembrar a este

niño, pero tengo planeado algo peor para él —dice Angelo, sin soltarme. Trago

saliva y empiezo a regresar en mí— gracias por hacer eso, me has dado un poco

de paz. Sé que si yo me hubiera dejado ir, él estuviera muerto en este momento.

Ahora, ve a buscar a mi bebé y asegúrate de que está bien.

—Aún no estoy satisfecho —murmuro, apretando los ojos con fuerza. Mi

corazón está bombeando tan fuerte que siento cada latido en mis oídos— déjame

patearlo en la cabeza. Solo una vez.

—Lo siento, muchacho, pero no creo que sobreviva una patada en la cabeza

después del golpe que le diste —se niega, apretando mi hombro. Dejo salir todo el

aire y mi cuerpo se desinfla junto con mis pulmones. Asiento cuando acepto que

no me dejará hacer nada más y empiezo a caminar hacia atrás— déjame saber

cuando encuentres a Crystal.

Asiento de nuevo y empiezo con mi búsqueda. No tengo ni la menor idea de

a donde podrá haber ido, pero no pienso darme por vencido hasta que la

encuentre y la pueda tener segura entre mis brazos.

Por la próxima hora me dedico a odiarme a mí mismo y a analizar cada

rincón del campamento en busca de Crystal. Estoy apunto de rendirme con esta
parte e ir a buscarla al ala izquierda, pero escucho cómo alguien sorbe con la

nariz y sé que es ella.

El alivio me llena y tomo mi celular para mandarle un mensaje a mi padre

pidiéndole el número de Angelo, luego le mando un mensaje a él diciéndole que

ya la encontré y dónde estamos, y que me diga qué pasó con el pedazo de mierda.

No me toma mucho tiempo localizarla, está sentada en la parte trasera de un

camión de carga vacío, sus piernas colgadas sin vida por el borde. Está llorando

bajito y jugando con sus manos en su regazo. Su blusa aun está abierta y me

maldigo una vez más por no pensar más allá de mis celos y mi adolorido corazón.

—Lárgate —murmura sin levantar la vista o la voz. Obviamente no le hago

caso.

Me acerco a ella y la abrazo con fuerza, porque estoy tan arrepentido, tan

agobiado. Su cuerpo está completamente inmóvil contra mí, pero eso no me

detiene de seguir abrazándola. Me siento tan mal. Entierro mi cara en su cuello y

la atraigo aun más a mí, bajándola del camión. No podríamos estar más juntos así

fuéramos la misma persona.

—Perdóname, Crystie —digo, mi voz silenciada por su piel. Paso mis manos

por su espalda y ella aun no responde— estaba tan celoso... pude haber evitado

que esto pasara si no tuviera mi cabeza tan dentro de mi trasero. No me detuve a

pensar que tú no querías eso, solo fui e intenté hacer lo mismo con Lesley, quien

ni siquiera me pone duro. Ya no. Estuve comparándola contigo todo el tiempo y

odiándote mientras a ti te pasaba algo horrible. Y... y de todos modos es mi culpa

porque yo hice que te acercaras a él.


Siento que suspira y por fin sus manos se mueven. Empieza a sobarme la

espalda suavemente.

—Está bien, tú no tienes la culpa de no estar enamorado de mí. Entiendo que

no se tiene control sobre de quién te enamoras, pero finalmente estoy en paz con

ese hecho, verte con Lesley hoy me abrió los ojos —masculla, sorbiendo la nariz—

nada de esto es tu culpa, no tienes porque sentirte mal. Yo fui la que estuvo sobre

Franco por días aunque todos me dijeron en al menos una ocasión que no les

inspiraba confianza. Y... está bien, no logró realmente... solo me metió los dedos.

Hago un sonido estrangulado que no puedo evitar y tengo ganas de regresar

y volver a pisar su patética cosa hasta que explote. Rodeo la cintura de Crystal con

un brazo y la cargo, ella me rodea con sus piernas inmediatamente. Me siento en

camión con ella arriba de mí y vuelvo a abrazarla.

—Estrellé su cabeza contra la ventana de una camioneta. Hubo un montón

de sangre saliendo de su frente. Después lo tiré al piso y pisé su asqueroso pene

hasta que chilló y chilló como una pequeña perra, pidiendo que lo llevaran al

hospital —digo, haciendo que Crystal se separe de mí y me vea con una gran

sonrisa. Su cara está roja y aun está llorando, pero logré hacer que sonriera—

habría hecho más pero tu padre lo impidió. Dijo que tenía planeado algo peor

para él.

—Gracias. Esa fue la cosa más heroica, masculina y sexy que alguien ha

hecho por mí —pone sus manos en mis mejillas y me da un muy leve beso en la

nariz.
—No fue nada —me encojo de hombros— en serio. No fue nada comparado

con lo que quería hacer, pero no hablemos de eso o me harás regresar y terminar

lo que empecé. Mejor dime cómo te sientes.

Crystal

Podría decirle cómo me importa un pepino lo que pasó con Franco y ya casi

lo supero por completo porque no fue la gran cosa, pero no creo que sea sabio. Ya

me he humillado mucho. No quiero decirle que mi mayor problema en este

momento es el hecho de que estaba con Lesley y que por fin acepté que no es mío

y nunca lo será.

—No muy bien —acepto, abrazándolo más fuerte. Está será la última vez que

estaremos de esta manera, así que quiero aprovecharlo. Ya no estamos

"juntos" (esa rara relación que teníamos, si puedes llamarla así) y no creo que

vuelva a pasarme algo traumatizante de nuevo, así que presiento que esto no

volverá a pasar— fue espeluznante. No podía hacer nada, no podía correr o gritar,

solo aceptar lo que quería hacerme, esperar que no doliera y que no me dejara un

trauma de por vida.

—¿Y cómo pudiste...


—¡Crystal! —grita mi padre, interrumpiendo la pregunta de Justin. Oh, no.

No quiero verlo en este momento. Tal vez nunca más. Estoy muy avergonzada.

Escondo mi cabeza en el pecho de Justin y mi llanto fuerte empieza de nuevo,

aunque ya había logrado calmarme— princesa, ven acá.

—No, no quiero. Dile que se vaya —le pido a Justin, apretando su cintura,

pero es demasiado tarde, ya está aquí.

¿Cómo demonios me encontró?

—¿Cómo estás? —pregunta, poniendo una mano en mi espalda. Su voz

suena baja, como cuando se enoja conmigo. Dios, no quiero ver su cara en este

momento, debe estar pensando que soy la peor hija del universo— dime que estás

bien, Crystal. Necesito saber que estás bien.

—No lo estoy —respondo, levantando mi cara y diciéndome que tengo que

lidiar con esto tarde o temprano. Me muevo y me bajo de Justin y del camión,

enfrentando a mi pobre padre, quien me abraza antes de que pueda carburarlo—

lo siento mucho, papá, en serio. Sé que solo te sigo decepcionando. Realmente no

es mi intención, solo nací siendo una gran desgracia.

—Eres una niña muy inteligente, estoy seguro de que sabes que nunca es

culpa de la víctima. Nunca —me aleja y me mira a los ojos. Oh, dios, está

llorando. Nunca lo había visto llorar. Mi pobre alma abusada sufre un poco más,

como si no hubiera tenido suficiente con todo lo que me ha pasado hoy— eres lo

mejor de mi vida, Crystal. A veces desearía que no te metieras en tantos

problemas, pero nunca he pensado ni por un minuto que no eres la pequeña cosa

que más amo en el mundo.


Lo abrazo y estoy apunto de decirle algo igual de tierno, pero mi vista capta

algo en el piso. Mi gran maleta roja.

Eso no es normal ¿Por qué traería mis cosas?

—¿Papá, por qué está mi maleta aquí?

—Porque nos vamos a casa —contesta, soltándome. Abro la boca y la cierro

de nuevo, parpadeando varias veces. No me esperaba eso— es lo mejor.

—¿Qué? Pero... pero Crystal está mejorando mucho. Ha cambiado desde que

llegó aquí, es mucho más responsable y bien portada, estamos haciendo un

verdadero cambio en ella —miente Justin. Volteo a verlo con una sonrisa triste.

Hasta parece que está mortificado por mi partida. Se para y camina hacia mi

padre— Y nada como esto volverá a pasar nunca más. La tendré a mi lado todo el

maldito tiempo, no dejaré que le pase nada.

—Lo sé, hijo, y también creo que este lugar es bueno para ella, pero en este

momento tiene que estar con su familia. Y tiene que testificar contra Jazzer.

Volverá cuando eso suceda.

Creo que irme de aquí por un tiempo es justo lo que necesito. Volver al

mundo real donde no soy una paria que nadie soporta.

Podría contactar a Dario de nuevo, tal vez si veo a mi antiguo amor, me

olvidaré del nuevo que no me corresponde. No lo sé. Pero esto es una buena idea,

solo... largarme, despejar mi cabeza, regresar con la simple meta de mejorar y

dejar de sufrir por Justin.

—Tienes razón, papi. Es justamente lo que necesito —asiento— ¿Cuando nos

iríamos?
—Ahora mismo —responde, tomando mi maleta y acariciando mi cabello con

delicadeza— dejaré que se despidan. Te espero en diez minutos en el centro del

campamento, Crystal.

Mi padre se va y me quedo sola con Justin. Sé que no me iré para siempre,

solo estaré fuera un par de días. Pero aun así, cuando regrese no será lo mismo.

Cuando regrese ya lo habré olvidado y no estaré a solas con él nunca más. No

dejaré que nada pase entre nosotros. Hablo en serio esta vez. No es justo para mí

seguir con esto.

—Nos veremos en unos días, supongo —murmura Justin, acercándose con

una sonrisa algo tímida, asiento hacia él y ambos estiramos nuestros brazos para

abrazarnos al mismo tiempo, con la misma intensidad— espero que puedas

despejar tu mente y no pensar en lo que pasó hoy.

—Yo también —me río un poco y dejo que este sentimiento me llene por

unos segundos. Me siento protegida... amada. De acuerdo, pararé con mis

alucinaciones desde este momento. Lo juro. No volverá a pasar— ¿Recuerdas lo

que te dije, acerca de necesitar superarte? Bueno, creo que esto es la ocasión

perfecta. Cuando regrese, podemos pretender que somos extraños. De todas

maneras no falta mucho para que el campamento acabe. No será imposible.

—Ya te dije que no quiero eso. Quiero seguir hablando contigo. Puedes...

puedes superarme o lo que sea, aunque seamos amigos —asegura.

Claramente no tiene ni la menor idea de lo que está hablando, pero ¿Cómo

puedo esperar que lo sepa cuando nunca ha estado enamorado de nadie? Es casi

lindo lo inmensamente estúpido que es.


—No, no puedo, porque sentiría que hay una oportunidad de ser algo más

aunque no la haya y eso duele. Por favor, di que no intentarás ser mi amigo ni

nada cuando regrese —me separo de él y lo miro a los ojos. Demonios, de verdad

se siente mal por lo que me pasó, se ve devastado— por favor, promete que no

intentarás nada de nuevo, nada sexual, no es justo jugar con mis emociones de

esa manera. Además, me acaban de violar, puedo pedirte lo que sea en este

momento.

—No te violaron, no digas eso —cierra sus ojos y niega con la cabeza.

Cuando los abre de nuevo hay un montón de resignación en su mirada— supongo

que está bien. Pero te extrañaré, no voy a mentir.

—Yo también, un montón —acepto, y luego me río porque ¿en serio? Lo que

más hicimos en nuestro tiempo juntos fue pelear y tener sexo. Pero al parecer eso

es todo lo que toma para que yo me enamore. No me sorprende, nunca he sido

normal— tengo que irme.

Justin asiente y me suelta, pero antes de alejarse más de mí, baja su cara y

me da un beso en los labios, corto e inocente.

Oh, mi pobre corazón ¿por qué decidió ser un ser humano decente solo

cuando decidí que debía olvidarlo para siempre?

—Adios, Sargento —digo, empezando a caminar. Justin me dice adiós con su

mano débilmente y con la cara triste. Cuando estoy a una distancia donde sé que

no podrá decir nada de vuelta, me doy el permiso de liberar mi corazón una

ultima vez, para no quedarme con ningún sentimiento guardado— te amo.

Intentaré no hacerlo, te lo juro, pero en este momento te amo.


No espero a que diga nada y camino hacia el centro del campamento donde

me espera mi padre. Tal vez podré convencerlo de que no necesito regresar a este

lugar después de todo. Lo único que necesitaré es ser extra buena.

Nunca lo he intentado, pero no puede ser tan difícil.

36

I need a dildo

Justin

Entro a mi habitación, alegrándome inmensamente de que no haya nadie.

Quito las sabanas y las remplazo con unas limpias para quitar el olor de Lesley y

me siento en mi cama, sin saber qué hacer, sinceramente. Debería intentar

dormirme porque ya es algo tarde, pero algo me dice que no podré dormir mucho

hoy.

La puerta se abre antes de que pueda disfrutar un poco de silencio y

tranquilidad y cierro mis ojos, deseando que sea alguien que se equivocó de lugar

y se largue. No me siento muy platicador o social en este momento.


—Escuché lo que pasó... ¿estás bien? —pregunta Hunter, cerrando la puerta

con cuidado. Aprieto mis ojos más fuerte. No sé que le pasa a Hunter pero

últimamente ha estado muy abierto en cuanto a sus emociones, y lo peor de todo

es que espera lo mismo de mi parte. Él no era así, por eso es mi mejor amigo. Él

era prudente, no tocaba ningún tema sensible del cuál sabía que yo no quería

hablar, pero desde hace un tiempo ha estado explotándome a compartir mierda.

Culpo a Oliva por eso— también vi que Crystal se fue.

Gracias, muchas gracias por recordármelo.

—Genial, eres muy observador.

—No te cierres conmigo, hombre. Dime cómo te sientes —presiona,

acercándose y poniendo una mano en mi hombro. No le doy nada— de acuerdo,

no quieres hablar, pero puedo adivinar. Te sientes furioso y deprimido por lo que

casi le pasa a tu Crystie, culpable incluso, considerando que vino a tu cuarto por

ayuda y tú estabas intimando con Les... lo siento, ella me lo contó.

—Quiero matar a Franco —digo, después de un tiempo, para que deje de

adivinar. Y no estoy bromeando— lo hubiera hecho, si Angelo no me hubiera

detenido. Odio que Crystie viera eso cuando vino por ayuda, pero estoy

agradecido de que no me dijo a mí primero porque entonces no hubiera estado

nadie ahí para detenerme y en este momento estuviera en un montón de

problemas por matar a ese tipo.

—Cierto. Supongo que fue lo mejor —se sienta a mi lado y toma aire. Pongo

mis ojos en blanco porque sé que me dará algún consejo de mierda o platica

molesta, porque desde que empezó su relación se siente una clase de experto en
amor o cualquier cosa relacionada— ¿Estás listo para admitir tu amor por la bruja

o no?

—Por dios. Supéralo. Estás más obsesionado conmigo que ella.

—Solo estaba intentando ayudarte, hombre, pero jódete —se para y me

empuja con fuerza, casi haciendo que me caiga de la cama. Me conformo con

amenazarlo con la mirada porque estoy drenado— y por si no te habías dado

cuenta, Crystal estaba "obsesionada" contigo solo porque eres el único hombre

guapo que veía. Pensó que estaba "enamorada" de ti porque la tratabas como

mierda y aparentemente, las mujeres adoran esa mierda. Pero ya se fue y ¿Qué

crees? Hay millones de niños guapos ahí afuera que lamerán sus pies y su

lastimado ego. Es tan dolorosamente obvio que estás enamorado de ella, y yo solo

quiero ayudarte. Eso es lo que los amigos normales hacen, comparten su mierda y

se ayudan.

—¡Eres una perra, Hunter! —grito, levantándome y tomando su camisa con

mi mano para acercarlo a mí— estoy harto de que me hables de esa manera. Que

tengas novia ahora no te hace perfecto o un profesional en el amor. Sé

exactamente qué sucede dentro de mí y en ningún momento he sentido amor por

ella. Déjame en paz. No vuelvas a hablar de esto. Solo cállate.

—¿Estás bromeando? ¿Por qué eres tan idiota? —se ríe, empujándome para

que lo suelte— no dejas de hablar de ella. Desde que llegó a este lugar no has

hablado de nada además de ella. Empezaron con su mierda de novios falsos, cosa

que no hubieras tolerado de nadie más y no se terminó hasta que ella se cansó de

eso. Crystal fue tu primera vez y puedes decirme todo lo que quieras, que solo fue
porque es sexy y esa mierda, pero ¿hola? tuviste millones de oportunidades de

hacerlo con cualquiera de las prostitutas elegantes que tu padre nos compraba y

todas eran mil veces más sexys que Crystal. Y puedo seguir toda la noche. Crystie

esto, Crystie lo otro, Crystie hizo una apuesta que rompió mi corazón, Crystie dijo

cosas que me lastimaron, Crystie respiró muy cerca de otro hombre, Crystie no me

miró a los ojos en todo el día, Crystie no me habla, Crystie...

No se va a callar nunca. Lo conozco, puede hablar por siempre. Es por eso

que hago lo que cualquier otro hombre racional haría en mis zapatos y huyo.

Cierro con fuerza la puerta detrás de mí y empiezo a caminar sin rumbo,

esperando que Hunter no me siga para seguir atormentándome.

Maldigo el día en el que nos hicimos mejores amigos. Maldigo el día en el

que se enamoró de Olivia y ella lo hizo cambiar. Era perfecto antes, tal y como

estaba, no necesitaba ser este pedazo de mierda que es ahora, siempre

abusándome mentalmente para que diga que siento cosas por Crystal.

Lo odio.

➿➿➿➿
—¿Qué? —jadea Eva y se acerca a mí, arrastrando a Xavier, quien tiene una

mano en su pecho y la boca abierta como si estuviera en shock. Realmente no

quería hacer esto pero mi padre insistió en que debía contarles lo que pasó y

advertirles que cualquier cosa parecida sería imperdonable y habría un serio

castigo, más allá de mi jurisdicción. Todos perdieron la mierda cuando dije lo que

había pasado, hasta pareció que a todos les agradaba Crystal. Pero bueno, es un

tema sensible, estoy seguro de que se sintieron mal por ella a pesar de odiarla.

—¿Y dónde está? —pregunta Eva, sus ojos se ven cristalinos— oh, no, mi

pobre narcisista. Le dije ¿No le dije, Xavier? ¿Que Franco era un loco?

Xavier no hace nada, solo sigue en shock con la boca abierta y los ojos

perdidos. Y francamente me está asustando. Pero, bueno, todo lo que hace Xavier

me asusta, es un niño raro.

—Ella está bien, chicos ¿No la conocen? Difícilmente sigue sufriendo por eso

hoy —aseguro, sonriendo un poco— estaba asustada, pero estoy seguro de que ya

está perfectamente bien. Su padre se la llevó a casa, tiene que testificar en contra

de Franco. Pero regresará... al menos eso fue lo que Angelo dijo.

Xavier suelta un sollozo alto y repentino que nos asusta a mí y a Eva, y cubre

su cara cuando empieza a llorar. Eva lo abraza de lado.

—Yo le dije que Franco era perfecto para olvidar a Justin —llora, con su cara

entre sus manos. Me pongo tenso— pero es que estaba tan triste. Pensé que pasar

tiempo con Franco sería bueno para que dejara de estar tan malditamente triste.

Justo lo que necesitaba hoy, que alguien me hiciera sentir aún peor de lo que

ya me siento. Genial. Primero me peleo con Hunter, luego termino con Lesley
horriblemente, la hago llorar y odiarme y ahora Xavier me hace sentir aún peor

por hacer que Crystie estuviera triste. Mi vida no podría ser mejor.

Crystal

—Señorita Angelo, repita su historia por favor —me pide mi abogado,

caminando frente a mí. Volteo a ver al juez Jimenez, quien estuvo en todas mis

fiestas infantiles hasta que cumplí 12 años y dejé de querer fiestas infantiles, pero

aún así me manda un regalo todos mis cumpleaños. Me da una mirada fría como

si no me conociera— y absténgase de comentarios fuera de lugar.

Este caso no debería ser llevado a juicio, hasta yo sé eso. El imbécil lo único

que hizo fue aterrorizarme por unos minutos y meterme sus sucios dedos hasta

que me armé de valor e hice algo al respecto, pero como mi padre es poderoso por

aquí y Franco no es nadie además del hijo de un soldado de bajo rango que
defiende a su hijo con uñas y dientes, estamos aquí reunidos para darle unos

cuantos años de cárcel.

—De acuerdo. Empezó una húmeda noche de verano en el campamento del

ejercito para niños problemáticos. Yo estaba ahí solo porque mi padre, Cristoff

Angelo, es íntimo amigo de todos esos señores militares y me invitaron, no por ser

problemática. Eh... yo estaba caminando por ahí, pensando en cómo conseguir la

paz mundial y ese tipo de cosas cuando de repente este psicópata se estrella

conmigo por detrás y empieza a divagar acerca de querer estar conmigo a solas —

tomo aire y me aseguro de mirar a todas las personas que están aquí, sobre todo a

los padres de Franco, a quienes odio más que a él mismo— ahora, este iluso está

diciendo que yo "estuve sobre él por días, seduciéndolo" pero tengo a todo el

campamento de testigo y ellos saben que yo solo era amable con Franco porque

pensábamos que estaba enamorado de mí y a pesar de que sus problemas

mentales son obvios, yo, como la buena persona que soy, no quería hacerlo sufrir.

—Vaya al punto, Angelo, por favor —repite mi abogado, pellizcando el

puente de su nariz. Mi padre me levanta los pulgares desde su asiento entre el

público y mis amigos cantan "MUERTE AL VIOLADOR, MUERTE AL VIOLADOR"

por diez segundos seguidos hasta que un guardia amenaza con sacarlos.

—Si voy directo al punto: que Franco Jazzer es un violador y me causó serios

problemas psicológicos, sin contar la historia más a fondo, nadie entenderá mi

parte y tal vez lo dejen ir libre para que siga intentando violar niñas inocentes...

como a Gabriella, la sobrina del juez —lo miro a los ojos fijamente para que me

entienda y solo asiente hacia mí, cansado de mi mierda— como estaba diciendo,
el loco empezó a divagar un montón de tonterías y tuve que decirle que le daría

un beso si se largaba y me dejaba en paz. El beso empezó completamente normal

y casto, mis labios ni siquiera estaban abiertos, pero Franco se empezó a poner

frenético y me empezó a... tocar por todos lados.

Mi abogado me da una toallita y limpio mis falsas lagrimas con ella.

—Me levantó y me estrelló contra una pared mientras me besaba con fuerza.

Cuando pude liberar mis labios le dije de todo para que me dejara en paz, incluso

llegue a decirle que estaba en mi periodo, peluda, apestosa, asquerosa, y nada de

eso lo asustó. De hecho, sus palabras fueron "no me asusta algo de sangre" —digo,

super cerca del micrófono para que todos puedan sentir lo mismo que yo sentí

cuando me lo dijo. Uno de mis amigos grita "psicópata" y lo sacan de la sala—

empecé a entrar en pánico y le pedí en reiteradas ocaciones que parara, que yo no

quería hacer eso, pero él seguía insistiendo en que "ambos lo queríamos" "me iba a

encantar" "no importaba mi opinión" y un montón de frases de ese tipo. Cuando

grité, puso su mano en mi boca, lastimando mi mandíbula, y... abrió el cierre de

mi pantalón. Metió su mano e insertó tres de sus horrendos dedos en mí

brutalmente. Por supuesto yo lloré, intenté gritar y salir de su agarre pero Franco

es demasiado fuerte. Me besó de nuevo para que me callara y sacó su mano de mí

para romper mi blusa y empezar a acariciar mis pechos.

Trago saliva y me niego a mirar a mi padre. Decir esto es demasiado difícil

con él aquí, pero tengo que decirlo detalladamente para que todos odien a Franco

y su arresto no sea algo extraño que alguien decida investigar después. Recordarlo

me da escalofríos.
—En ese momento, presa del miedo y del completo pánico, pensé: si no

puedes vencerlos, únete a ellos. Así que empecé a hacer como si estuviera

disfrutando de su asqueroso toque y manoseé a Franco un rato, para que confiara

en mí, él estaba como "oh, sí, sabía que te morías por mí" y mierda como esa. Para

explicar lo siguiente necesito un consolador ¿Alguien aquí tiene un consolador?

¡Angelique, sé que tú tienes uno!

Mi amiga Angelique asiente felizmente como la niña tonta que es y busca en

su bolso Prada por un consolador. Siempre trae uno para emergencias. Le pido

permiso al juez para tomarlo y él solo se cubre la cara, intentando no reír, pero

asiente. Angelique se acerca y me lo da con una gran sonrisa, feliz de poder

ayudarme.

—Gracias, Ninfo. Te adoro —le guiño un ojo y extiendo el consolador rosa

para que todos puedan verlo. Luego, empiezo a acariciarlo de arriba abajo como si

se tratara de un pene normal.

—¡Objeción! —grita el abogado de Franco, levantándose de su asiento— ir...

—Objeción denegada, defensor de violadores —le digo, haciendo reír a

varias personas. Aún sin dejar de masajear el consolador frente a todos.

—Tienes permiso de continuar —me dice el juez.

—Bien, como estaba diciendo antes de que me interrumpieran. Yo estaba

haciendo como si fuera una caricia normal ¿Pueden ver? Esto es muy normal. A

los hombres les gusta. Cuando Franco me tomó total confianza, cosa que nunca

debes de hacer cuando estás violando a alguien —pongo mis ojos en blanco hacia

él y agarro con fuerza la base del consolador para que no se me caiga cuando
demuestro cómo exactamente le di vueltas y doblé su verga, enterrándole mis

uñas, las cuales me fueron muy útiles ese día— él lloró y lloró pero aun no quería

soltarme, me empujó con fuerza a la pared y golpeé mi cabeza, pero como soy

fuerte, seguía doblando el aparato reproductor de mi atacante hasta que él no

pudo más y me dejó ir. Luego fui con el General Bieber a contarle qué había

pasado y huí para irme a llorar porque fue completamente traumatizante. Algo

que no podré olvidar nunca.

Cuando me bajo del estrado, decido bloquear todo lo que pasa, tapando mis

oídos con mis dedos porque sé que no podré callarme si escucho algo que no me

guste. El abogado de Franco es bueno, pero no tiene ni una sola oportunidad de

ganar, el caso ya estaba en mi bolsa desde antes de empezar.

Oh, como amo la corrupción.

Le dan a Franco tres años y terapia obligatoria con el psicólogo, pero el juez

alega que puede salir en uno y medio si tiene buena conducta. Los padres de

Franco lloran y él solo me mira con los ojos entrecerrados, llenos de odio. Sé que

debería sentir aunque sea un poco de culpa, pero no puedo.

Me siento muy bien, de hecho.

—¡Fiesta de celebración en mi casa! —grito, levantando los brazos y todos

mis amigos chillan con emoción. Mi padre se me acerca con un profundo ceño

fruncido, causando que todos se dispersen y huyan como ratas en una cocina—

antes de que digas algo, recuerda que estuve apunto de ser violada, tengo derecho

de tener una fiesta para despejar mi mente.


—No puedes estar aprovechándote de eso para siempre, Crystal —toma un

gran respiro y cierra los ojos. Hasta este momento me he aprovechado de la

situación como cuatro veces. Y pretendo seguirlo haciendo— debería decir que

no, pero está bien. Tienes permiso. Se acaba a las tres de la mañana, ni un

segundo más. Y nada de droga.

—Claro, papi. Gracias —le doy un fuerte abrazo y troto hacia donde están

mis mejores amigos justo afuera de la sala, agradecida de que solo ellos se

quedaron. Están hablando y mandando mensajes, invitando gente— escuchen

¿Recuerdan a ese soldado que les presenté en el club?

—¡Claro, Ashe! —chilla Damiena, con una mirada soñadora en sus ojos. Los

demás lo piensan por un rato. Quizás se olvidaron por completo de esa noche,

estaban demasiado borrachos— Justin, chicos. El novio de Crisis. Alto, musculoso,

serio, sensual, rico...

—Ah, por supuesto —asiente Frances, y los demás murmuran que saben

quién es, también. Supongo que solo lo saben por los rumores y no porque lo

recuerden— ¿Vendrá a la fiesta?

—No. Terminé con él. Era muy... necesitado y encimoso —miento, haciendo

una mueca de asco. Todos la repiten— como sea, era muy sexy, y necesito un

rebote. Con urgencia.

—Mmm, que gran desgracia, todos decían que era completamente

deslumbrante. Saquemos la lista —murmura Thamara, y todos sacamos nuestros

celulares para leerla al mismo tiempo. Tengo varios mensajes, uno de ellos de un

número desconocido, pero no les pongo atención, busco en mis aplicaciones por la
lista. El primer hombre es perfecto y alguien con quién he coqueteado desde la

primaria. Sale exquisito en esta foto, tanto que...— Joe Terrán, descartado. Se

casó hace tres días.

—¡¿Estás bromeando?! —exploto, soltando un sonido de molestia— ¿Con

quién demonios se casó?

—Con una zorra extranjera. Es de Sudamérica, creo. Rara y fea, ni siquiera

sabe hablar, pero tiene un trasero del tamaño de Texas —dice Ken, mi amigo gay.

Ni de cerca tan genial o lindo como Xavier. Todos cambiamos al segundo sujeto—

Gerard Rally está como siempre, disponible.

—Invítenlo —ordeno— ahora, numero tres, Ramsés Sorento. Por favor

díganme que no está casado.

—No casado, pero tiene como tres novias serias —murmura Damiena,

dándome una mirada de lado— ¿Nos importa o no nos importa?

—Claro que no nos importa. Pónganlo en la lista V.I.P —contesto, sonriendo

de lado. El próximo nombre me hace sentir algo raro. No sé si es bueno o malo—

¿Quién puso a este hombre en el número cuatro? ¿Cambiaron la lista mientras yo

no estaba?

—Por supuesto que no —contesta Tayra— tú lo pusiste. Dijiste que no se

merecía estar más arriba por lo que te hizo, pero aun así lo querías en la lista ¿No

te acuerdas?

—Oh... creo que ahora lo recuerdo —muerdo mi labio inferior y veo la foto

de Dario por varios segundos mientras todos me miran fijamente, esperando mi

respuesta. Por el amor de dios ¿Por qué elegí esa foto? Debí haber puesto una
donde saliera horrible, no donde pareciera modelo italiano de ropa interior—

invítenlo.

La lista consiste de los quince hombres más sensuales de nuestro círculo

social, la actualizamos cada tanto tiempo si alguno de ellos pierde atractivo, se

casa, como Joe, o se vuelve incluso más sensual. Para mi gran suerte, trece de

ellos están completamente disponibles para mí y todos aceptan ir a mi fiesta, la

cual se ha convertido en una clase de programa de citas. Para mí sola.

¿Por qué pensé que odiaba a mis amigos? Son los mejores del mundo.

37

Kiss me thru the phone

Me despido de Damiena mientras me bajo de su auto con algo de dificultad.

Mi corta falda vuela con el aire cuando me bajo, pero no me molesto en cubrirme

porque no hay nadie aquí que pueda ver mis posaderas.

—Recuerda que tienes que pasar por mí a las 6 para ir al salón, pero pasa por

Frances primero, así no tenemos que cruzar la ciudad dos veces —le recuerdo, y

Damiena asiente hacia mí— ah, y trae tu vestido dorado, el de la fiesta de

graduación. Todos usaremos dorado.


—¡Genial! —casi chilla. Sé lo mucho que le encanta usar ese vestido y

alardear de lo mucho que costó. Me dice adiós con la mano y se va, me quedo

mirándola hasta que el portón se abre de nuevo y puede salir. Luego miro hacia

arriba y suspiro con nostalgia. Realmente extrañé mi casa.

Es todo lo contrario al campamento. Limpia, elegante, amplia y siempre

fresca. Dejo mi cartera y mi celular en la mesita principal, a un lado del jarrón de

flores más reciente que mi papá le dio a mi mamá y camino hacia la sala, donde

puedo escuchar que mis padres están hablando.

—Hola, ya llegué —anuncio con voz cantarina, bajando los tres escalones y

casi corriendo hacia el sillón donde están sentados, luciendo muy serios. Me

siento a un lado de mi madre y le doy un ruidoso beso en la mejilla— ¿Por qué

esas caras? ¿Es acerca de la fiesta? Les prometo que será mucho más calmada que

la última y ni siquiera vendrán los...

—No, no es eso —murmura mi padre. Se levanta del sillón y se inca frente a

mí. Toma mis manos y me ve directamente a los ojos, mientras mi mamá empieza

a acariciar mi cabello. Esto me está asustando. Siempre son amorosos, pero

cuando se ponen extra amorosos, quiere decir que no quieren que me vuelva loca

por algo. Se pusieron así cuando se murió mi perro, se pusieron así cuando se

murió mi tía favorita y cuando me rechazaron de la primera universidad a la que

apliqué— no sé cómo tomarás esto. Es realmente una buena noticia pero...

—Solo dímelo. Rápido, directo ¿Quién se murió? —pregunto y cierro mis

ojos con fuerza, apretando las manos de mi papá, quien se ríe bajito.
—Nadie murió. Al contrario —toma aire y espero, pero no dice nada, solo se

me queda mirando con lastima— no puedo. Dile tú.

—Estoy embarazada. En ocho meses, tendrás un hermanito... o hermanita —

dice mi mamá, con la voz demasiado dura, pero se quiebra al final. Mi corazón se

para y jadeo con horror.

Esta es la peor noticia que alguien pudo haberme dado, jamás.

¿Qué demonios está pasando con mi vida? ¿Por qué mis chacras están tan

desconectados últimamente? Todo ha estado yendo horrible desde que decidí ir a

ese viaje a México.

Me mandaron a ese campamento, conocí a Justin, rompió mi frágil corazón,

un loco intentó violarme y ¿ahora esto? ¿Cuando se acabará el dolor, el

sufrimiento? Yo no hice nada para merecerme este mal karma. Al contrario. Mi

vida no debería de ir de esta manera.

No quiero un estúpido bebé robándome el amor de mis padres. El único amor

que tengo, aparentemente. No, no, no.

—¿Por qué me hicieron esto? —lloro, sin darme cuenta de que ya estoy

histérica. Que sorpresa. Tal vez porque mi periodo llegó a arruinar mi semana esta

mañana. Mi papi me pide perdón e intenta abrazarme, pero mi mamá frunce el

ceño y no le permite que me toque.

Veo que ya empezaron a hacerme menos.

—Crystal, tranquilízate —exige ella, pero sigo llorando. Mi papá se para y

empieza a mover su pierna como lo hace cuando está estresado— éramos tan

jóvenes cuando te tuvimos y eras más de lo que podíamos manejar, pero ahora
contigo estando en ese campamento me he dado cuenta de que cuando vayas a

estudiar estaremos muy solos. Por eso decidimos...

—¡Oh! ¡¿LO DECIDIERON?! —grito, completamente fuera de mi cuerpo.

Estoy presenciando esto como si fuera otra persona. Por supuesto, me iré de la

casa y será como si nunca hubiera existido— Claro, ya veo como va a ser esto.

Tendrán un lindo bebé deseado y olvidarán para siempre a su grandísimo error de

la secundaria ¿Verdad? Muchas gracias por esto. Acabo de ser una víctima de

violación, mi "novio" es el peor hombre del mundo y ahora mis padres me

olvidarán. Es como si estuvieran conspirando todos en mi contra.

Antes de que puedan decir otra cosa, huyo, parando para tomar mi celular de

la mesa. Por primera vez en toda mi vida, correr por las larguísimas escaleras no

me hace perder el aliento por completo. Corro un poco más y entro a mi

habitación, estrellando las dos puertas con fuerza para que sepan que su

embarazo me ha hecho enojar. Dejo salir un pequeño grito de odio y me aviento

de cara a mi esponjosa y grande cama. Agradecida de que sea tan cómoda.

La última vez que me aventé en una cama de esta manera fue en el

campamento, en mi vieja camilla. No creo que sea necesario mencionar que se

sintió como si me tirara de cara al piso y que la fea cama hizo un sonido como si

se fuera a desmoronar en cualquier momento.

Tomo mi celular y llamo a Tayra, porque sé que ella es la persona que me

entenderá mejor. Me contesta en dos segundos.

—Tayra... ha pasado una gran, gran tragedia —lloro, y ella jadea,

preguntando qué pasó— mi mamá está embarazada.


—Oh, por dios —gime, y escucho muchos sonidos de fondo. Probablemente

su perra hermana tocando el piano, porque no hace otra cosa además de tocar

instrumentos y ser súper inteligente— lo siento tanto, Crisis. Es horrible, casi

puedo sentir lo mismo que cuando me dieron la mala noticia a mí, ¿Fue un error?

¿Han pensado en...

—No fue un error ¿Puedes creerlo? Lo planearon. Lo desean. Necesitan a

alguien ahora que me iré a vivir a otro lugar.

—No hay nada que hacer al respecto, solo desear que el nuevo bebé sea

incluso peor que tú para que sigas siendo la favorita. Eso y llorar —aconseja. Sé

que ella no tuvo tanta suerte. Su hermana nació cuando ella tenía doce años y

desde entonces sus padres se olvidaron por completo de ella. Por completo. Tayra

puede desaparecer por días y ellos no lo notarían— déjame decirte que siento por

completo tu dolor, linda. Estaré rezando por ti y...

Mi celular empieza a vibrar molestamente con otra llamada.

—Ugh, alguien me está hablando —hipo, limpiando mis lagrimas— Tayra, te

volveré a llamar en un momento.

Miro el detector. Es de nuevo ese numero desconocido que me mensajeó

"hola" hace unas horas.

—¿Quién eres y cómo demonios conseguiste este número? Es exclusivo —

contesto, realmente molesta. Si es algún tipo raro y pervertido investigaré quién le

dio mi numero y me encargaré de que suf...


—Hola, Crystie —contesta, ignorando mis preguntas, pero realmente no es

necesario. Todo mi cuerpo se calienta y se tensa al mismo tiempo— ¿Has estado

llorando?

—Eh, sí. Ha sido un día muy emocional —contesto, empezando a ponerme

extraña. Me siento en mi cama y empiezo a peinar mi cabello— ¿Cómo cons...

—Tu padre me lo dio ayer, casi una hora después de que se fueron. Y me

acaba de llamar para contarme acerca del embarazo. Ni siquiera tuvo que

mencionar que te volviste loca. Lo adiviné por mí mismo —murmura, con algo de

risa en su voz— apuesto que lloraste e hiciste un gran escándalo como la reina del

drama que eres.

—Pues sí, lo hice —contesto, con el ceño fruncido ¿Cómo se las arregla para

hacerme enojar aun estando a kilómetros de distancia?— estoy muy triste, esto

me hace sentir incluso peor que lo que me hizo Franco.

—Cállate, Crystie. No digas eso. Un lindo bebé Angelo no es para nada como

lo que hizo el imbécil, y además ¿De qué te quejas? ¿No irás a no sé dónde a

estudiar algo de ropa? Esto no debería importante tanto, eres una mujer madura,

no una niña de tres años.

—Nueva York, a estudiar diseño de modas. Pon atención —pongo los ojos en

blanco. Se lo dije dos veces— ¿Un lindo bebé Angelo? Que lindas palabras, hasta

parece que no me dijiste que abortara cuando tuvimos ese horripilante espanto.

—Un hijo de Cristoff y tu tierna madre no es tan malo. Pero un hijo tuyo y

mío sería un literal engendro del mal —masculla, y casi me lo puedo imaginar
temblando con escalofríos con solo pensarlo. Me río a pesar de mi estado, porque

tiene algo de razón— ¿No te gustaría tener una hermanita...

—¡No, no lo digas! Si es una mujer juro que me suicido —lo interrumpo. No

quiero ni pensar eso. Si es una niña yo dejaría de ser la consentida, dejaría de ser

la linda princesa de la casa y pasaría a ser una reina vieja y olvidada.

—... a la que pudieras vestir y peinar y convertir en un pequeño clon tuyo? —

continúa sin importarle que lo haya callado. Sus palabras me hacen parar a medio

grito y se da cuenta de que ha logrado disparar mi interés— podría ser como tu

pequeño maniquí, tu conejillo de indias. Lo bueno de los bebés es que

básicamente los puedes moldear a tu antojo.

—Podría intentar crear una linea para niños y meterla en mi portafolio. El

bebé sería un sujeto perfecto para esto —digo, para mí misma. Pensando en que

tal vez a eso se referían con "diversidad" cuando me dijeron que mi portafolio era

un montón hermoso de lo mismo— sería divertido vestirlo, decirle como ser y... de

acuerdo, tal vez no sería tan malo tener un pequeño niño molesto.

—Perfecto. Otra crisis de Crystal resuelta por mí. Deberían de darme un

premio —presume, haciéndome poner los ojos en blanco. La mayoría de mis crisis

son gracias a él y hasta el momento no ha resuelto ninguna. Miro el reloj, son las

cuatro de la tarde.

—¿Por qué no estás abusando psicológicamente del grupo como

acostumbras? —pregunto— a esta hora siempre estamos haciendo algo.

—Sí... la cosa es... terminé lo que tenía con Lesley y ella se enojó. Bastante.

Dijo que era por tu culpa... y supongo que lo es —me cuenta, con pesadez en la
voz. Siento que mis ojos brillan y mi corazón late con esperanza... ¡No! No me

emocionaré por esto— dijo que no podía estar viéndome la cara de nuevo después

de haberla utilizado de esa manera y que debí haber sido más cuidadoso,

considerando que acababa de salir de una relación de años. Y pidió un cambio de

estación. Les di el día libre a los chicos mientras deciden a quién mandar de

remplazo.

—Ella debería de haber sido más cuidadosa y no saltar a una relación contigo

solo porque siempre te ha tenido ganas, cuando aun estaba dañada por el otro

tipo —murmuro con odio— ¿Acaso no te conoce? Eres dolor asegurado.

Justin se queda callado por unos segundos y casi me arrepiento de lo que

dije, pero no lo hago. No soy alguien que se calle lo que siente, supongo que ya lo

sabe a estas alturas.

—Lo siento —habla, después de un rato, con la voz más baja— yo nunca... yo

de verdad no pretendía lastimar a nadie. Ni a ella ni a ti. Solo que... soy...

—No necesitas pedir perdón por quién eres —murmuro, jugando con un

pequeño hilo de mi falda— ya llegará alguien que te haga querer cambiar. Así es

como te das cuenta ¿sabes? de que lo que sientes es algo más.

—¿Querías cambiar por mí? —pregunta, aún en voz baja. Esto se siente

demasiado íntimo, como si estuviera aquí conmigo, hablándome al oído. Quiero

gritar y correr, pero al mismo tiempo no quiero dejar de hablar con él nunca.

Aunque se sienta raro e incomodo.

Dios, como odio estos sentimientos encontrados ¿Siempre es así, o solo me

pasa a mí?
—Creo que lo hice. Cambié un poco, al menos mentalmente —respondo.

"Pero nunca te diste cuenta, así que no valió la pena" quisiera agregar, pero no me

siento con ganas de pelear— sé que mi personalidad no es la mejor del mundo y

antes nunca me había detenido a pensarlo. Pero... pero creo que necesito

encontrar a alguien que no quiera que cambie tanto. A alguien que me quiera así.

Que acepte lo que soy.

Será difícil, lo sé, no me voy a engañar. Al parecer la gente fuera de mi

burbuja en LA considera que soy completamente intolerable. Y me doy cuenta de

que en veces puedo ser... difícil de tratar. Pero no quiero cambiar todo de mí, no

creo que absolutamente todo lo que soy sea malo por completo. Y no quiero estar

con alguien, como Justin, que desprecie cada pequeña cosa que me hace ser

Crystal. Sería muy deprimente.

—Yo nunca quise cambiar nada de ti, de tu persona. Lo único que realmente

me molesta es el comportamiento de niña caprichosa de preescolar con el que

llegaste... y que todavía muestras a veces. Cuando no estás con tu nariz alzada

haciendo comentarios estúpidos y creyéndote mejor que todos, eres de hecho

agradable. Dulce, incluso —murmura, como si no estuviera seguro. No sé si su

comentario me hace sentir bien o mal.

—Bueno, eso no importa ahora ¿Cierto? —intento reír pero sueno miserable

— creo que no regresaré.

—¿Qué? ¿Por qué no? —exige, subiendo su voz de nuevo.

—Porque no voy a voluntariamente regresar a ese lugar del infierno donde

como más engrudo que otra cosa, donde nos haces correr cinco kilómetros diarios,
duermo en una cama que es más incomoda que dormir sobre clavos hirviendo y

me obligan a despertar a las 5 de la mañana con la alarma más fastidiosa —

contesto, poniendo los ojos en blanco— estoy lista para el mundo real.

—Si no regresas, nunca nos veremos de nuevo, Crystal —escupe, sonando

enojado— te irás a Nueva York, yo iré al extranjero y seguiremos con nuestras

vidas.

—Sé eso. Es lo mejor.

—¿Lo mejor para quién? Para mí no —se queja, sin levantar la voz. Escucho

pasos y luego una puerta cerrándose.

—Lo mejor para mí, obviamente —frunzo el ceño. Justin es demasiado

egoísta. Y no puede haber dos personas egoístas en una relación ¿Qué demonios?

Yo soy la que solo piensa en mí. Él debería de estar diciendo que tengo razón, no

demandando cosas— ¿Desde cuando te importa? En serio, parece que solo dices

cosas así para jugar conmigo. Deja de ser tan imbécil, entiende que no puedo

estar cerca de ti sin querer estar sobre ti todo el tiempo. No puedo dejar de pensar

en ti a pesar de que estás tan lejos, definitivamente no te necesito en mi cara

todos los días de nuevo. No es justo.

—¡Bueno, eso es tu culpa! —grita, asustándome un poco. Mi boca se abre

con incredulidad— si no te hubieras enamorado de mí esto no estuviera pasando.

Todo era perfecto antes, pero tenías que arruinarlo con tus infantiles sentimientos.

—¿Perfecto? —repito, con burla— nada acerca de nosotros ha sido perfecto,

Justin. Y ¿Adivina qué? No pude evitarlo. Créeme que nunca hubiera decidido
sentir esta mierda por ti. Por nadie, realmente, pero mucho menos por ti. Es

doloroso y aterrador depender de otra persona así.

—Eso es porque eres débil ¿Crees que yo no pienso en ti todo el jodido día?

Lo hago. Pensar en ti no me deja hacer nada bien últimamente. Y no puedo

evitarlo, tampoco. No puedo evitar querer estar viéndote todos los días y hablar

contigo, o sentir cosas cuando sonríes, o cuando me besas y me tocas o recordar

cómo hueles o mierda estúpida como las caras que haces cuando piensas que

nadie te está viendo ¡Pero yo no lo dejo convertirse en amor! —grita, con

convicción. Como si lo que acaba de decir no fuera lo más idiotico que ha dicho

desde que lo conozco.

—Malas noticias, Sargento. Eso es amor —le informo al grandísimo estúpido

y cuelgo antes de que me grite de nuevo, respirando con fuerza y con el pulso

acelerado.

Si Justin resulta estar enamorado de mí y me hizo pasar por todo ese

sufrimiento porque el hijo de puta no se había dado cuenta, voy a tener un ataque

epiléptico. Lo juro. Mis manos empiezan a temblar y antes de poder pasar el resto

del día obsesionándome por esta confusa conversación que acabo de tener con él,

salgo de mi habitación y camino hacia la sala donde aun están mis padres.

—Reflexioné un poco y supongo que tener un hermanito no será tan malo y

estuve mal al reaccionar de esa manera —anuncio, poniéndome completamente

firme frente a ellos, cómo Justin nos hacía estar cuando nos poníamos en

formación. Mis padres me miran con la boca abierta, como si no creyeran que esto

está pasando. Supongo que no es muy mío enfrentar los problemas— si pueden
prometer que no dejarán de amarme ni me harán un lado nunca por ese bebé,

entonces incluso diré "felicidades" seguido de un abrazo.

Mi madre empieza a llorar y se levanta para abrazarme, asegurando que

siempre voy a ser la favorita. Justo lo que quería oír. Sonrío, tranquilizándome

aun más cuando mi papá se une al abrazo, diciéndome las mismas cosas.

—Felicidades —les digo entonces, riendo un poco. Pero mi celular empieza a

vibrar y rompe el momento. Todos nos separamos y contesto, alejándome un poco

de ellos— ¿Qué sucede, Frances?

—Estaba pensando en hacer la fiesta con un tema arábico —empieza. Como

siempre la planificadora de todos los eventos— puedo conseguir un montón de

almohadas y sabanas hermosas que podemos acomodar en el patio como el

espacio V.I.P, donde nosotros estaremos. Y luego, cuando todos los prospectos

lleguen, puedes tener un momento privado con cada uno ahí sin que la gente te

vea siendo tu usual promiscuo ser ¿Qué opinas?

Opino que no tengo ganas de pasar tiempo con ningún prospecto y mucho

menos ser promiscua porque en primer lugar, estoy fuera de servicio debido a

excesivo sangrado, y en segundo lugar, no podré ser capaz de dejar de pensar en

el estúpido de Justin en todo el día.

—Supongo que está bien, como sea. Te encargarás de todo ¿Cierto? Tengo

cita en el salón a las 6 y necesito unas cinco horas ahí.

—Obviamente ¿cuando has hecho algo tú? —pregunta. Mmm, buen punto—

para cuando regreses, tu casa estará lista y lo único que tendrás que hacer es
relajarte con nosotros, tomar y disfrutar de los 13 hombres más codiciados de

estos lugares.

—Suena perfecto.

38

Eyes wide open

Justin

Aún tengo la boca abierta después de varios segundos. No puedo creer que

Crystal me dijera una cosa así y luego tuviera las bolas de terminar la llamada.

Tocan mi puerta, pero no digo nada, solo sigo apretando el celular en mi

oreja e intentando pensar en cómo puedo responder a las ultimas palabras de

Crystal cuando volvamos a hablar, cómo puedo defender mi caso. En este

momento no se me ocurre nada pero sé que pensaré en algo, porque no puede ser

real ¿Cómo podría serlo? ¿Cómo podría sentir amor por ella y no saberlo?

Simplemente no tiene sentido.

La puerta se abre después de unos momentos y mi madre entra, luciendo

feliz.
¿Qué demonios pasa con ella? ¿Por qué se va y regresa y se va y regresa? ¿No

tiene otra cosa que hacer?

—Estoy orgullosa de ti, hijo —dice, sentándose en la cama de Hunter justo

frente a mí y aun sonriendo ampliamente, como si hubiera logrado algo. No

entiendo sus palabras.

—¿Por qué estarías orgullosa de mí? No he hecho nada significante

últimamente.

—Claro que sí, terminaste con esa niña... Lesley. E hiciste que se fuera de

aquí. Estoy orgullosa de que supiste manejar la situación, Crystal estará feliz

cuando regrese.

—Mamá, solía caerte bien Les ¿Recuerdas? Siempre decías que era linda.

Además, Crystal no volverá. Así que no le importa —frunzo el ceño y tengo que

apretar mis dientes para no hablar de más y expresar cómo me siento

exactamente acerca de que la maldita de Crystal no quiera volver a verme.

—Me caía bien cuando no era tu amante, pero Crystal me cae mucho mejor.

Es la mujer para ti, yo lo sé. Es un poder de madre —asiente, con una complacida

sonrisa. Que lastima que su poder de madre está tan defectuoso— ella volverá.

Cristoff me lo dijo.

—Crystal no quiere regresar, y la conozco lo suficiente para saber que

conseguirá la manera de engañar a sus padres de que ha cambiado por completo y

que no necesita este lugar —mascullo, enojándome de nuevo— además, ni

siquiera la quiero aquí.


De acuerdo, eso es una mentira y sé que mi madre se da cuenta porque solo

pone los ojos en blanco hacia mí.

Esto no me gusta. No me gusta que todos piensen que siento algo por ella, es

tan molesto, es vergonzoso y no quiero ponerme en esa posición. Me gustaba más

mi vida cuando todos pensaban que era intocable y perfecto. Ahora piensan que

soy un desastre y que no hago otra cosa además de estar sufriendo por Crystal.

Puede que tengan razón, pero eso no significa nada.

Presiento que mi madre dirá algo molesto, pero la puerta se abre antes de

que pueda decirlo y tres hombres entran. Mi padre, el señor James y Luc. Quien

trae una grande sonrisa. Mi mamá se levanta como si tuviera un cohete en el

trasero y se avienta hacia mi padre, abrazándolo, besándolo e intentando treparse

en él como si se tratara de un árbol. Pongo mis ojos en blanco cuando su principal

mirada de aburrimiento se cambia por una de completa adoración y carga a mi

mamá como si no pesara más de dos kilos.

Por primera vez en toda mi vida me encuentro mirándolos con algo que no es

asco. Es... ¿envidia? No, no realmente, eso sería asqueroso. No lo sé, algo como

envidia, celos tal vez, de que puedan hacer que su relación disfuncional y para

nada sana siga funcionando después de tantos años, cuando yo y Crystal solo

tuvimos un mes de eso y arruinamos todo. Arruiné todo. Siento una punzada en el

estómago y tomo aire, recordándome que no me importa que no vaya a regresar.

—¿Me dirán qué hacen aquí? —pregunto, para poder pensar en algo que no

sea ella. El señor James y Luc dejan de platicar en susurros y mis padres se

separan solo lo suficiente para mirarme— no es que no me llene de alegría su


visita, pero digan lo que quieren decir de una vez y déjenme solo de nuevo.

Gracias.

Mis padres me dan la misma mirada desaprobatoria. Pero es el señor James

quien habla.

—La señorita Zumalacarregui, como ya lo sabe, exigió un cambio de estación

debido a daños psicológicos y emocionales por tu parte. Y la única persona

disponible para el cambio es Lucas. Pero dado a su historia y a tu tendencia a

dañar gente psicológicamente, creímos necesario...

—Decirles que una sola pelea y ambos estarán en deuda con el campamento

para siempre —termina mi padre— no vamos a tener nada de compasión porque

son nuestros hijos. Nada de tolerancia. Una sola pelea y ambos estarán aquí

lidiando con adolescentes descarriados toda su vida.

Suena un poco exagerado, pero me detengo de rodar mis ojos. Solo asiento y

sonrío un poco hacia Luc. Sé que se llevaba mal con su otro compañero de cuarto

y los últimos días creamos una amistad, así que está emocionado. Y yo también

estoy emocionado. No tener que lidiar con Lesley de nuevo será un alivio, aunque

extrañaré esos días donde éramos solo amigos y nada era complicado.

—Ya no hay problemas entre nosotros —les aseguro, pero no se ven tan

convencidos.

—La señorita Angelo se encargó de que arregláramos nuestras diferencias —

dice Luc. Mi humor se ennegrece de nuevo ¿Qué necesidad tenía de mencionarla?

— hizo que nos abrazáramos en el medio de la calle y nos pidiéramos perdón.

Cosa que ustedes no lograron en años... solo quería mencionar eso.


—Mmm, más les vale —murmura el señor Jones, asintiendo y abriendo la

puerta— bien, ya que arreglamos esto, iré al cuartel. Bieber, no te tardes mucho.

Para mi suerte mis padres se largan unos segundos después y como tenemos

el día libre, no hacemos nada más que estar comiendo y jugando videojuegos en

nuestra habitación, aprovechando que Lesley no está aquí para decirnos que

bajemos el volumen o que no juguemos tan cerca de la televisión.

Luc insiste cada tres minutos en hablar de las dos señoritas que se fueron de

aquí por mi culpa, aunque Hunter le aseguró que no sacaría nada de mí. Me

alegra que por fin se diera cuenta de que no me gusta hablar de esas cosas y

dejara de presionarme. Ahora solo falta convencer a Luc de lo mismo, pero será

más difícil porque Luc es más filosófico.

—Mantener esas cosas embotelladas no es bueno —dice Luc, sin dejar de ver

la pantalla y apretando los botones con fuerza. No le hago caso porque estoy muy

ocupado intentando ganarle por tercera vez consecutiva— además, no soy

estúpido, me doy cuenta de que estás triste.

—No estoy triste, Luc, y estoy empezando a odiarte de nuevo. Deja de hablar

de esto, por favor.

—Está bien, como quieras. Pero recuerda que te lo dijimos

➿➿➿➿
Antes de entrar a la regadera, tomo mi celular para ver la hora y puedo ver

que tengo un mensaje de voz que alguien me dejó a las dos de la mañana. No

tengo tiempo de ver qué es, así que solo lo ignoro y empiezo a prepararme para el

día.

No sé que me pasa hoy, pero estoy más irritable que de costumbre. Corrí los

cinco kilómetros que siempre pongo a correr a los niños pero aun tenía mucha

adrenalina, así que exigí que corriéramos más. Solo cuatro pudieron mantenerse

por otros tres kilómetros conmigo, pero sinceramente no me importa. Después, los

llevé a la pared intentando que eso me animara un poco más, pero no funcionó,

solo me hizo recordar que la única persona que logró treparla fue Crystal con

ayuda de Franco, lo cual me puso incluso peor.

Estos niños son muy aburridos. El grupo más aburrido que he tenido. No

logran captar mi atención con nada.

—¿Alguna vez los has llevado a la base de Ayala? —pregunta Luc y la idea se

enciende en mi cabeza. De hecho, no los he llevado ahí. Es más difícil que

cualquier cosa que hayan hecho y me voy a divertir viéndolos fracasar. Solo

desearía haber pensado en eso antes de que Cry... nada. Estoy feliz de que Luc me

lo recordó.

Marchamos hacia la base porque está algo retirada de esta parte y en el

camino, en un intento desesperado de ignorar a Xavier y Luc a mi lado

susurrándose cosas bonitas, saco mi celular y escucho el mensaje que me dejaron.


—Hola, Osito —empieza Crystal, arrastrando las palabras y con música

fuerte de fondo— no sé qué decir. No sé porqué te llamé, realmente. Solo... estaba

en mi fiesta, tomando, bailando y platicando con amigos de toda la vida y me

sentía tan... sola. Es una rara sensación y nunca me había pasado, toda esta gente

en mi casa, queriendo hablar conmigo y aun así es como si nadie realmente

estuviera aquí.

De repente la música suena más lejana, supongo que se alejó de su fiesta. Le

hago una seña a Luc para que sigan sin mí y me acerco a un lugar con sombra

para sentarme en el piso mientras sigo escuchando.

—Lamento llamarte tan tarde, aunque obviamente estás dormido. Espero que

no te haya despertado mi llamada y no me estés ignorando en este momento

porque realmente te necesito. Necesito a alguien real. Llamaría a Xavier o a Eva, o

incluso a Luc, pero no tengo ninguno de sus números, así que eres lo único que

tengo. Aunque... realmente no te tengo ¿cierto? Nunca te tuve.

Se queda en silencio entonces y pienso que el mensaje se ha acabado, pero le

quedan dos minutos más. Cierro los ojos y recargo mi cabeza en la pared. Ojalá

hubiera despertado cuando llamó. Aunque probablemente me hubiera enojado

con ella por estarme llamando tan tarde. Pero aun así.

—Se siente bien hablar contigo de esta manera porque así no puedes

callarme, hacer caras o decirme cosas feas, solo puedes escucharme —se ríe un

poco, sonando súper borracha— cada vez que recuerdo el tiempo que he pasado

contigo me doy cuenta de que eres horrible. Eres una horrible persona, pero hay

algo... algo en ti que es tan hermoso. No sé que es, y probablemente lo estoy


inventando para tener una excusa de amar a alguien que me trata como tú lo

haces. Lo sé, lo sé, soy "débil" y te juro que estoy intentando olvidarte, pero nunca

pensé que sería tan jodidamente difícil. Besé a 10 hombres hoy ¿Sabes? fue...

interesante, supongo, por no llamarlo completamente inútil. Habría hecho más

que solo besarlos, pero estoy fuera de servicio. Y no fueron besos inocentes, estoy

hablando de besos calientes con lengua, dientes y un poquito de manoseo de mi

parte. Todos esos chicos besan excepcionalmente bien, y son tan divinos, unos tal

vez incluso más guapos que tú. Pero me llaman Crisis, y a mí de verdad me gusta

cuando me llamas Crystie. Y sus mejillas no se ponen rojas como las tuyas cuando

se avergüenzan, ni ruedan los ojos cuando hago alguno de mis típicos

comentarios estúpidos. Y sus temas de conversación me aburren. Y sé que no

habrían aplastado las bolas de Franco o estrellado su cabeza en un vidrio como tú

lo hiciste y... ¡Maldita sea! ¡Te odio, Justin!

¿Qué? Estoy a duras penas entendiendo su parloteo incoherente y borracho,

pero de verdad me perdí la parte de porqué me odia. Estaba diciendo cosas

buenas de mí.

—¡Te aborrezco! —sigue. Su voz se empieza a poner temblorosa y sé que va

a llorar. Trago saliva varias veces intentando pasarla por mi garganta seca— ¿Qué

es lo que no tengo? ¿Qué mierda me hace falta? ¿Por qué luchas tan fuerte por no

sentir nada por mí? No estoy taaan podrida, aun tengo manera de reparar este

desastre que soy. Puedo cambiar y ser todo lo que tú quieras. No necesito estás

tediosas fiestas, ni tener amigos que me odian y organizan fiestas para que me
acueste con 13 hombres diferentes para olvidarte. Solo te quiero a ti. Por favor,

solo ámame. Ámame y haré lo que tú me pidas para...

De repente se queda callada y hay algo de ruido en el fondo. Puedo escuchar

levemente que alguien pregunta si puede entrar. Crystal no dice nada pero

supongo que esa persona entra, porque ahora su voz suena más cerca cuando le

pregunta si está bien.

Es un hombre. Mi cuerpo se pone tenso cuando me doy cuenta.

—Dario... ¿Qu-qué haces aquí? Pensé que no podías venir. Dijiste que, que

tenías algo... —balbucea, sin poder encontrar las palabras. Frunzo el ceño y hago

una nota mental de preguntarle quién mierda es Dario y porqué suena tan

nerviosa y tímida. Crystal no es tímida, nunca.

—Tenía un asunto importante, pero ya se acabó y pensé en pasar a saludar

—su voz suena profunda— fue tan raro recibir esa invitación, llamé a Frances dos

veces preguntándole si estaba segura de que me habías invitado. No esperaba eso

después de recibir todos tus mensajes diciendo lo mucho que me odiabas.

—Te odiaba entonces. Y por "odiar" me refiero a que estaba completamente

enamorada de ti. Tengo una mala costumbre de mezclar esas dos cosas —

contesta, y casi no puedo oírla, tengo que poner extra atención. Creo que bajó el

celular de su oreja, olvidando que me estaba dejando un mensaje importante— te

ves... mayor. Más sexy de lo que recuerdo.

El estúpido imbécil se ríe de la manera más asquerosa del universo y aprieto

tanto mi celular que temo que se vaya a romper. No puedo creer que un minuto
me está diciendo que me ama y luego está llamando a otro imbécil sexy. Un

imbécil al que aparentemente amaba también.

—Podría decir lo mismo, pero no es una sorpresa. He visto muchas fotos

tuyas desde la última vez que nos vimos —murmura, y ambos se quedan callados

por unos segundos, luego Crystal se ríe y mi ceño se hace aun más profundo—

aún te hace reír ¿eh? Algunas cosas nunca cambian.

—Lo siento, lo siento —dice, sin dejar de reírse coquetamente— ¡Oh! Espera,

estaba dejándole un mensaje a alguien.

—¿A quién?

—Solo un... amigo —miente. Y odio admitirlo pero se siente como una

patada en el estómago— Justin, creo que exageré un poco. Lo siento. Intentaré

más fuerte, ya sabes, olvidar eso. Tal vez algún día podría ir a visitarte al

campamento, ver cómo van las cosas sin mí. Hablamos después. Adiós.

La linea se corta y la operadora dice algo.

Me siento extraño. Es una mezcla de sentimientos, realmente. Hay celos, un

poco de culpabilidad, un mucho de arrepentimiento y algo como pérdida. No sé

cómo se le puede llamar a ese sentimiento en especial ¿Luto? Tal vez. Porque

siento como si hubiera perdido a Crystal para siempre.

—¿Estás bien? Te estamos esperando para comenzar —dice Luc, apareciendo

a mi lado de repente. Cierro los ojos con fuerza porque me arden un poco—

Justin... hombre ¿quién era? ¿Tu padre?


—No, era Crystie —respondo, con la voz baja. Y de repente me siento tan

cansado. Cansado de todo. De pretender que no me importa que se haya ido, o

que no siento por ella eso que todos dicen— creo que tenían razón.

—¿Quién tenía razón?

—Todos. Todos ustedes —suelto todo el aire y miro hacia él. No se ve triste o

sintiéndose mal por mí como esperaba, como debería, de hecho tiene la sonrisa

más condescendiente y molesta del mundo en su cara. Sé que sabe exactamente

de lo que estoy hablando— tal vez sí estoy un poquito enamorado. Y tal vez sí

estoy algo triste.

—Ya era hora que te dieras cuenta —se ríe. Como si yo no estuviera

sufriendo en este momento— eras la única persona que no lo sabía y ¿sabes qué?

Llamaré a Hunter. No dejes de lucir triste, hace todo esto mucho más divertido.

39

Living without him

Crystal
Me tomo dos pastillas y casi un litro de agua en el momento en que

despierto. Mi boca está seca y asquerosa, mis conjeturas son que vomité en algún

momento de la noche. Mi cabeza duele demasiado. Al contrario de la creencia

popular, no me emborracho muy seguido. Siempre tomo con moderación porque

sé que soy llorona y no soporto nada de dolor.

Me arranco el vestido, rompiendo el cierre sin querer. Gimo y lo dejo a un

lado de mi maquina de coser, aunque debería de llevarlo a la tintorería primero.

Ugh, en este momento no tengo ganas de pensar en eso. Camino en ropa interior

hacia mi baño, esperando que Frances haya contratado a la gente de limpieza y ya

estén arreglando mi casa. Decido no preocuparme porque, conociéndola,

probablemente llegaron a limpiar a las 6 de la mañana. Frances es la persona más

eficiente que conozco y agradezco el momento en que se metió en mi vida porque

sin ella no lograría hacer el 50% de las cosas que hago.

Abro la llave de mi bañera y luego abro la botella de burbujas, casi vertiendo

todo el contenido ahí. Después de un mes en el asqueroso, mohoso, abierto a todo

publico baño del campamento, estar en mi propio baño se siente como entrar al

paraíso. Me desnudo y lavo mis dientes antes de entrar para no tener el horrible

sabor por las horas que pretendo estar ahí dentro relajándome. Podría ir a un spa,

pero quiero pasar el día con mis padres, probándoles que he cambiado.

Tomo un jabón nuevo porque el que me llevé al campamento está

contaminado probablemente, me pongo un tampón para no sangrar por todos

lados, agarro mi celular y me introduzco en la bañera. Lo primero que veo son las

cuatro llamadas perdidas de Justin y sus ocho mensajes. Cierro los ojos con
fuerza, recordando momentáneamente algunas de las cosas que dije antes de que

llegara Dario y todo se pusiera fuera de control.

"¿Quién es Dario?" Dice el primer mensaje de Justin.

¿De toda la mierda lastimera y patética que dije, eso fue lo único que le

quedó grabado? Sorpresa, sorpresa.

"No me ignores, dime quién mierda es Dario y qué es tuyo. No intentes

mentir, sé bien lo que escuché"

"He notado que es muy temprano, lo siento. Cuando despiertes dime quién es

Dario"

"Son las nueve de la mañana ¿Sigues dormida? Veo que sigues siendo

perezosa y desconsiderada. Creo que deberías regresar"

"Luc regresó a la estación. Te manda saludos"

"Hunter, Xavier y Eva también. La gorda hizo un comentario grosero acerca

de ti y la puse a hacer lagartijas"

"Lo siento, quise decir: Kelly, fue grosero llamarla gorda" este mensaje en

particular me hace reír bastante.

"En serio, Crystie, contéstame. Necesito hablarte acerca de algunas cosas, y

necesito que me digas quién mierda es Dario"

El último mensaje es de hace media hora. Dejo mi celular en una pequeña

repisa a un lado de mi bañera y mientras me pongo shampoo y enjabono mi

recién depilado y esplendoroso cuerpo, debato en mi cabeza si debería llamar a

Justin o no. Obviamente el mensaje que dejé mientras estaba bajo los efectos del

vodka mezclado con dios sabe qué cosas fue un grandísimo error, y estoy
completamente mortificada de volverlo a ver alguna vez, o siquiera hablar con él.

Pero quiero saber qué es eso de lo que quiere hablar.

Juro que esta es la ultima vez que hablo con él. Lo juro por todos los lujos y

dinero que tengo y sin los cuales no podría sobrevivir en el mundo real porque

claramente soy una niña consentida e inútil.

—¿Por qué no contestabas? —pregunta Justin en cuanto contesta la llamada.

Pongo los ojos en blanco y me relajo aun más, peinando mi cabello mojado hacia

la izquierda para que no toque mi celular y lo arruine.

—Porque estaba dormida —respondo, con la voz rasposa— me dormí cerca

de las cuatro de la mañana, probablemente a la hora que tú estabas despertando.

Lo cual siempre me ha parecido que es dem...

—Sí, bien, como sea. No tengo mucho tiempo, mi padre está de mal humor.

Dime quién es Dario —exige.

—Um, de acuerdo. Dario es mi ex-novio.

Justin se queda en silencio, pero sé que no ha colgado porque puedo

escuchar su respiración pesada. Mmm, solo escucharlo me hace sentir... llevo mi

mano a mi cuello y cierro los ojos, imaginando que es él, entonces recorro mi

clavícula y acaricio mi...

—¿Cuánto tiempo estuviste con él? ¿Y por qué terminaron? —pregunta. No,

exige. Su tono no me agrada, pero supongo que seré honesta. No tiene sentido

jugar juegos estúpidos con él ahora, como ponerlo celoso o cualquier cosa.

—Estuvimos juntos como dos semanas, pero nos hemos conocido desde la

primaria. Éramos buenos amigos antes de... enamorarnos y eso —murmuro, algo
incomoda. Justin hace un sonido en su garganta pero lo ignoro— un día vino a

recogerme pero se topó con mi padre primero y puedes imaginarte la platica que

le dio. Nunca lo volví a ver. Me evitó por unos meses y cuando me pidió perdón ya

era demasiado tarde.

—¿Y por qué lo invitaste a tu fiesta? Además, otra cosa muy importante ¿Es

verdad que besaste a diez hombres? Quiero decir... suena algo exagerado.

—Es verdad —acepto, y Justin jadea— pero solo porque...

—¿Qué demonios piensas, Crystal? No puedes ir besando hombres como si

nada y mucho menos a tantos, eso es...

—Espera, espera ¿Por qué no puedo?

—Porque tú me perteneces —explica fácilmente y muerdo mi labio— y no

dejaré que beses a ningún otro hombre. Punto. Si me vuelvo a enterar de que

hiciste algo como eso, me encargaré personalmente de...

—¿De venir a mi casa y poderme a hacer lagartijas? —me burlo, y casi puedo

oírlo gruñendo con descontento— te lo dije, Justin. No puedes ponerte celoso, no

tienes derecho. Y te dije que yo intentaría olvidarte y eso sería estando con otros

hombres. Lidia con eso.

—No puedes ordenarme no estar celoso, como si pudiera controlarlo. Y

además, ya no encuentro necesario que intentes superarme. De hecho, te

recomiendo que no lo hagas —murmura, sonando inseguro. Entrecierro mis ojos

pretendiendo que está frente a mí y puede ver que considero su comentario

demasiado estúpido— olvida eso de olvidarme.


—Es demasiado tarde para cambiar de opinión —digo, después de un tiempo

— el proceso ha comenzado, y cada vez me encuentro más cerca de lograrlo.

—Pero... —empieza a quejarse, pero una voz en el fondo lo detiene. Supongo

que es su padre quien le grita que deje de holgazanear y regrese a su trabajo—

maldita sea. Te llamaré esta noche, contéstame.

—Claro, contestaré —miento— adiós, Justin.

—No me gusta que me digas adiós de esa manera, Crystie. Hablaremos

luego.

—De acuerdo —murmuro, y cuelgo. Pongo mi celular de nuevo en la repisa y

gruño, deslizándome para estar completamente bajo el agua. No pienso hablar de

nuevo con él. Nunca.

➿➿➿➿

He logrado una semana y media sin quebrarme, sin llamar a Justin, sin

contestar sus llamadas o mensajes y pensando mínimamente en él. He convencido

a mis padres de no regresarme al campamento y de que soy una nueva mujer. De

hecho, sí estoy haciendo un cambio en mi vida. Aún paso tiempo con mi grupo de

amigos de mierda, pero eso es porque me encanta la atención que me dan y lo


perfecta y fabulosa que me hacen sentir, pero no he estado pasando tiempo con

nadie más. No he tenido ninguna fiesta, y no he hecho nada ilegal, ni siquiera me

he acostado con nadie. De hecho, lo único que he estado haciendo últimamente es

pasar el tiempo con Dario y diseñar cosas.

Todos mis diseños son más urbanos, con bastantes cosas con camuflaje

porque eso fue todo lo que vi por un mes completo. No es tan fabuloso, pero

puede funcionar para eso de la "diversidad" que me pidieron.

Mi padre entra a mi habitación sin tocar y levanto mi mirada por primera vez

en dos horas, levantando mi pie para que mi maquina de coser deje de hacer eso

hasta que mi padre diga lo que quiere decir.

—¿Sí?

—Um, verás... he estado evitando esta platica porque sabes que no me gustan

los momentos incomodos, pero el muchacho me está volviendo loco —murmura,

caminando hacia mí y tomando asiento en mi cama. Mi grande y frondoso

edredón peludo está hecho bola y mi padre solo lo tira al piso sin importarle que

la tela sea delicada y cara. Me detengo de decirle algo porque él fue quien lo

compró y si se daña, él será quien me comprará otro— ¿Qué está pasando contigo

y Justin? ¿Y por qué el mariquita de Dario está pasando tanto tiempo contigo?

—Mi relación con Justin ya terminó, mucho antes de que me fuera del

campamento —explico, jugando con la tela en mi regazo— y... estoy reconectando

con Dario. Estamos intentando estar juntos de nuevo. Sin tenerte arruinando todo

de nuevo.

Mi padre hace una mueca de inconformidad.


—La cosa es... Dario es un inútil, Crystal. Bueno para nada. Marica.

Asustadizo. Un don nadie.

—Su padre es millonario, es un neuroci...

—¿Y sin el dinero de su padre qué es? —pregunta, mirándome con

intensidad— no siempre vivirá de ese dinero ¿cierto? Y si lo hace, eso es incluso

peor. Justin, en cambio, no necesita y nunca ha necesitado el dinero de su padre.

Y también es millonario, por si no lo sabías. Sin ese dinero sigue siendo valiente,

inteligente, decid...

—Oh, papi, sé exactamente todo lo que Justin es, pero simplemente no

funciono ¿De acuerdo? Lo siento. Sé que te caía bien, pero no estaré con él solo

porque tú quieres.

—Está bien, entiendo —asiente, levantándose— pero... al menos contesta sus

llamadas ¿Sí? Ah, y una ultima cosa.

—¿Qué? —pregunto, mientras él saca su celular y lo sostiene frente a él,

luego el flash me alerta que me ha tomado una foto— ¡Hey!

—Te ves hermosa, no te preocupes. Se la mandaré al muchacho —murmura,

saliendo de mi habitación sin darme oportunidad de decirle algo. Tengo un

momentáneo ataque de pánico ¿qué si luzco horrible y Justin ve eso? Pero

inmediatamente me detengo y niego con la cabeza, recordándome que no me

importa. Ya no.

Estoy apunto de volver a lo mío, acomodo la tela para no coser si está chueca

o algo pero mi celular empieza a vibrar a un lado de mí. Mi estómago se cae con

emoción y lo tomo rápidamente, decepcionándome cuando veo que no es quien


quería que fuera, solo Damiena. Contesto y la pongo en altavoz para seguir con lo

mío.

—Mira, sé que no quieres salir con nadie y que estás intentando alejarte de

todo lo divertido, pero Marea acaba de llegar de Irlanda —anuncia y cierro mis

ojos con fuerza— nos invitó a su casa. Prometió que solo seríamos nosotros. De

verdad quiere verte ¿Qué dices?

Marea es mi mayor competencia en el mundo. Es también mi mejor amiga y

la razón por la cual siempre estoy haciendo tonterías. Ella es casi tan hermosa

como yo (¡Casi!) su familia es tan rica como la mía. Tenemos las mismas cosas, los

mismos gustos, los mismos lujos; somos básicamente la misma persona, así que

siempre estamos compitiendo y haciendo estupideces. Estaba tan, tan, tan aliviada

de que Marea estuviera fuera del país, pero ahora la perra ha regresado.

—Está bien, iré —acepto, sintiendo un poco de emoción. Espero que nada se

salga de nuestras manos, pero realmente tengo ganas de hacer algo, sentirme

como la Crystal de antes. Sin ser taaan rebelde, solo un poquito— pero después

de las ocho porque saldré con Dario.

—Oh, Dario —gime, y pongo los ojos en blanco— ¿Ya lo hiciste con él o aún

lo estás haciendo esperar? Necesitamos detalles. Hemos estado esperando saber

qué tan grande es su paquete desde hace años.

—Aún no se gana acceso a mi cuerpo —contesto, poniéndome incomoda. La

verdad es que no he podido soltarme con él, dejarme ir y dejarlo que haga

conmigo lo que quiera, a pesar de que lo hemos intentado varias veces. Dario es

genial, siempre dice que no le importa que no hagamos nada, pero sé que tengo
que hacer algo con él pronto o si no se cansará de mí y me quedaré sola y

pensando en esa persona de nuevo— lo sabrán pronto, no te preocupes. Dile a

Marea que estaré en su casa a las ocho y media. Y que compre cosas de calidad,

no quiero tomar esa mierda barata que nos dio la ultima vez.

—Ugh, cierto. Yo le diré. Nos vemos al rato.

40

Poor decisions

Los labios de Dario son suaves, voluminosos y sabe a menta fresca. Es

perfecto.

Es el hombre más perfecto del universo, es todo lo que necesito. Es rico,

educado, tierno, me adora, me dice cosas bonitas todo el tiempo, escucha todo lo

que le digo, me respeta, piensa que soy genial y hermosa y sin embargo... no

puedo. No puedo sentir nada por él, además de amistad porque es un muy buen

chico. Sería un marido perfecto.

—Está bien, Crystal —me asegura, peinando mi cabello hacia atrás con una

sonrisa tranquila a pesar de que siento su erección punzando debajo de mí. Estoy
a nada de llorar y salir corriendo— te lo dije mil veces, no tenemos que hacer

nada si no quieres. Yo estoy feliz solo besándote, lo juro.

—No, no está bien —gimo, apretando mis ojos con fuerza— ¿Qué me pasa?

Soy una zorra. Eres perfecto y tan sexy que duele. Esto debería ser fácil.

—No eres una zorra.

—Oh, sí. Sí lo soy —me río, y pongo mi frente en la suya, llevando mis

manos a sus mejillas para acariciarlo. Justin casi siempre está rasposo, tal vez

porque no quiere perder el tiempo rasurándose todos los días, pero Dario está

suave como un bebé. No me gusta tanto— perdóname.

—No hay nada que perdonar —se encoge de hombros y me da un beso en los

labios— vamos, es hora de ir con Marea.

—Ah, cierto ¿Te quedarás? —pregunto, sentándome a un lado de él en su

sillón y acomodando mi blusa. Dario me da una mirada obvia y niega con la

cabeza. Él odia a todos mis amigos— que mal.

—No sé porqué querrías ir, considerando que Marea no hace más que causar

problemas —murmura. Si tan solo supiera que la mitad de esos problemas son de

hecho mi culpa— pero no es mi decisión, es la tuya, yo no puedo decirte qué

hacer.

Tiene razón, pero la cosa es... como que me gusta que me digan qué hacer.

No todas las personas, solo mi pareja. Solo Justin. Solo porque es demasiado

hermoso cuando se pone autoritario y solo porque mis desiciones son mierda y él

siempre sabe qué hacer.


Salimos del departamento de Dario y entramos al elevador en silencio. En

todo el camino del elevador a su auto no hago más que maldecirme en mi interior.

Si no atrapo a Dario en este momento se cansará, se buscará a otra y yo me

quedaré solterona para siempre, incapaz de encontrar a otro hombre como él.

La casa de Marea está en el mismo residencial que mi casa, así que es casi

igual, solo que la mía es minimalista y moderna y la suya es más bohemia.

Cuando llego, todos los invitados ya están aquí, sentados en la sala platicando y

riendo con vasos en sus manos. Todos me miran llegar y se paran para saludarme.

Marea camina hacia mí primero. Su cabello es ahora rubio platinado y se ve

completamente horrible con su piel morena.

Ese simple detalle me pone de buenas después del fiasco con Dario.

—¡Hola, hermosa! —saludo con emoción falsa y nos abrazamos con fuerza,

como las mejores amigas que somos— ¿Cómo te fue en Irlanda?

—Fue una completa maravilla —chilla y se aleja de mí— todo era tan

hermoso, me estuve quedando en una casa que solía ser un castillo ¿No es genial?

Me trataban como una maldita reina. Todo era perfecto.

Súper genial, casi igual que mi estadía en el desierto.

—Asombroso —murmuro, muriendo de envidia— por cierto, tu cabello se ve

absolutamente precioso ¡Lo amo!

—¿En serio? —se toca el cabello con algo de inseguridad— lo dejaron más

claro de lo que quería, las estúpidas no entendían bien mi lenguaje.


—Pues fue una bendición porque sinceramente se ve espectacular. Muy alta

costura, muy Italia en verano... ugh, me encanta —miento, complacida cuando

sonríe con alivio. Tonta.

Caminamos hacia todos y cuando estoy terminando de saludar, Marea jadea.

—¡Olvidé preguntarte! ¿Cómo te fue en el campamento reformatorio al que

te mandaron? —pregunta en voz alta, con una mano en el pecho. Mi estomago

cae y me siento súper expuesta cuando todos preguntan de qué habla— supongo

que fue horripilante ¿no? Cuéntanos todos los detalles.

—¿Cómo te enteraste? —pregunto, entrecerrando mis ojos. Marea se encoge

de hombros y se sienta en el sillón al lado de Ken con tranquilidad. Está más

delgada que antes, pero yo también. De hecho, yo más. Bajé cerca de diez kilos,

supongo que me quedaré con la dieta de engrudo a la que fui sometida.

—Tu papi le sugirió al mío que me mandara ahí también, pero él investigó y

se dio cuenta de que cobran mucho dinero por tratar a la gente como perro, así

que por supuesto no quiso que fuera. Me ama demasiado para hacerme sufrir.

—Tu papi tenía toda la razón, es un lugar deplorable —acepto, y todos

murmuran cuanto lo sienten, pero yo sonrío y niego con la cabeza— pero yo no

soy cualquier persona. Mi padre es íntimo amigo de uno de los dueños así que

tenía trato preferencial, además, mi sargento se enamoró de mí... ¿Recuerdan a

Justin?

—¡Oh! —exclama Damiena— claro ¿él era tu sargento y se enamoró de ti?

Qué romántico.
—Lo sé. De hecho, este ha sido el mejor verano de mi vida —miento,

haciendo una sonrisa soñadora y Marea entrecierra sus ojos, enojada porque no

me rompí con su chisme y yo soy quien tiene toda la atención— y ahora soy una

persona nueva... cambiada.

—Eso es difícil de creer —se ríe Frances, tomando un sorbo de su vino rosa.

Le pido que me sirva, esperando que no sea del barato.

—Es verdad. No he hecho nada... fuera de lo común —admito, y sé que fue

algo que no debería de haber dicho cuando veo los ojos de Marea encenderse con

interés— quiero decir, no es la gran cosa, solo soy más organizada, más obediente

y esas cosas, no es como si hubiera sido un cambio continental.

—Mi hermano fue a un campamento de esos y nunca volvió a ser igual —

comenta Ken, como si tuviera miedo— regresó siendo una clase de robot.

—No queremos que seas un robot —murmura Marea con un falso puchero—

¿Qué tal un pequeño desafío como despedida? Por los viejos tiempos.

—¡Sí, sí, por favor! —aplaude Germania, otra de mis amigas, con mucha

emoción. Los demás empiezan a comentar que es una muy buena idea, pero yo

niego con la cabeza— vamos, Crisis.

—¿Quieres que te gane una vez más? ¿Por qué? —pregunto, relajándome en

el sillón con una copa en mi mano. Marea pone los ojos en blanco. Casi siempre

quedamos en empate, pero yo siempre peleo que yo fui la ganadora— no estoy de

humor para ninguno de tus desafíos infantiles, Marea. Creo que es hora de

madurar.
—¿Tienes miedo? ¿Te convirtieron en una gallina robot? —se burla,

haciendo voz de bebé. Trago saliva y me ordeno a no caer en la trampa de esta

arpía— que lastima, Crisis, creí que eras mejor que eso... que lastima que eres

aburrida ahora.

—No aburrida, solo madura —me encojo de hombros— si tú quieres seguir

con tus juegos de niños de secundaria, de acuerdo, pero no me metas a mí.

—Pero tú eres la mejor —se queja Tayra— no será lo mismo si Marea

compite con alguien más.

—¿Por qué no le dices el desafío a Crisis y dejas que decida si quiere ser un

robot o quiere ser la vieja Crystal que tanto amamos? —opina Damiena,

sirviéndose ahora un trago de tequila. No sé cuanto tiempo llevarán aquí ni

cuanto hayan tomado, pero todos parecen estar ansiosos y animados.

—Bien, déjenme pensarlo —murmura Marea y se muerde un labio, pensando

— Tiene que ser algo ligero, no podemos arriesgar a Crisis. Algo que no

perjudique a nadie. Qué tal... ¿la que robe más cosas gana?

Amateur. Podría ganar eso con los ojos cerrados, ella lo sabe. Solo quiere que

haga algo, quiere que juegue con ella, de seguro estaba demasiado aburrida en su

castillo irlandés. Y el campamento fue cruel y horrible, pero nunca aburrido.

—¿En serio? Es pan comido —pongo los ojos en blanco y Ken ríe, acordando

conmigo. Me gustaría decir que he tomado mucho y eso es lo que hace que esté

considerando esto, pero solo he tomado un par de sorbos de vino rosa,

definitivamente no estoy borracha. Solo me encanta jugar a esta mierda con


Marea y ganarle— deben ser cosas de valor, como... de real valor. Diamantes.

Dinero.

—Me encanta como piensas, pequeña —dice Marea con los ojos brillando,

levantándose de su lugar. Se inca frente a mí y besa mi nariz con ternura— te

extrañé, Crisis.

—Yo también te extrañé, Mar —admito con una sonrisa de lado y le guiño un

ojo— ¿Empezamos?

—Por supuesto.

Justin

Odio mi vida.

Me doy cuenta de esto cuando entro a mi habitación, dispuesto a jugar un

rato, tomar una ducha y acostarme tranquilamente a sufrir como todos los días y

en lugar de encontrar la habitación sola, me encuentro a Xavier en cuatro en la

cama de Luc, gimiendo, mientras Luc (completamente desnudo) tiene un dedo

metido en el trasero de su novio.

—¡Justin! —se queja Luc con un rugido y Xavier chilla como niña. Yo estoy

petrificado en la puerta, con mis ojos bien cerrados para no volver a ver nada de

eso de nuevo— ¿no viste el calcetín colgado?


—No, pero no se preocupen, continúen con lo que sea que estaban haciendo.

Iré a algún lugar a suicidarme —salgo de la habitación rápidamente sin volver a

mirarlos y camino a la cocina, esperando que ya esté sola para poder ahogar mis

penas en comida.

Cada cuantos segundos tiemblo con asco.

Todo está yendo mal en mi vida en este momento. Mi padre volvió a

inmiscuirse en mis asuntos porque mi madre se fue de nuevo, acepté mis

sentimientos por Crystal y desde ese preciso momento no he sido capaz de dejar

de doler por ella y... eso es básicamente todo lo que está yendo mal en mi vida,

pero ahora con esto, ver a Luc meter su dedo en el ano de Xavier, no creo que mi

vida pueda arreglarse alguna vez.

Considero llamar a Crystal de nuevo, pero me detengo. Es obvio que no me

contestará, es obvio que ya está harta de mí. Incluso yo estoy harto de mí y de

esta maldita situación, pero no puedo controlarme. Me he dado cuenta de que

estar enamorado es lo peor que le pueda pasar a un ser humano, además de las

torturas y homicidios, por supuesto.

Enamorarse es como recibir una bala en el corazón que te lastima pero no

hace que te desangres y mueras, solo está ahí, lastimando tu pobre e indefenso

corazón todo el tiempo. O bueno, eso tal vez solo es en mi caso porque estoy

enamorado de Crystal. Probablemente si estuviera enamorado de otra mujer este

proceso sería más fácil.


Abro el refrigerador y empiezo a sacar cosas para hacerme algo de desayuno,

pero luego cambio de opinión porque eso me hará pensar en esa vez que hice

desayuno para los dos.

Hombre, realmente odio esto.

Cualquier cosa me recuerda a ella. Cualquier cosa me hace extrañarla. Soy

un hombre débil y patético, soy una gran vergüenza para todos los hombres del

mundo. Llamándola sin parar, preguntándome todo el tiempo si me está

extrañando como yo la extraño a ella, volviéndome loco pensando en si me está

olvidando, lamentando esas veces cuando la traté mal sin una buena excusa.

He estado hablando con Angelo más que con cualquier otra persona

últimamente. Casi siempre cambia el tema cuando le pregunto sutilmente cosas

de Crystal, pero aun así eso es mejor que no saber nada de ella.

Al menos ahora sé que no ha estado haciendo nada loco, que ha estado

siendo una niña buena. Y la vi en esa foto que me mandó. Lucía tan hermosa que

tuve que tomarme un descanso de diez minutos solo para observarla. Su cabello

rojo y rubio estaba todo recogido en un moño desordenado en su cabeza, estaba

usando unos grandes lentes rojos, sentada frente a una tecnológica maquina para

coser con tela en su regazo. La pared detrás de ella tenía un tapiz de rayas negras

y blancas, así que ahora cuando pienso en ella, me la imagino ahí, con ese tapiz y

con esos lentes.

Siempre he tenido una fijación por las mujeres que usan lentes, y que ella

tuviera unos puestos en esa foto que ahora es mi protector de pantalla, fue como

un pedazo de cielo.
41

Stealing like a pro

Termino haciendo un montón de cosas elaboradas para cenar, justo como lo

hice ayer y el día antes de ayer. No me preocupa engordar porque también he

estado corriendo y levantando peso más que de costumbre para no pensar tanto

en mis problemas, y de hecho me gusta pasar mi tiempo cocinando. Y comiendo,

por supuesto.

Alargo mi tiempo lo más que puedo, partiendo verduras y todo lo demás con

precisión, sin ninguna prisa en mi vida para no tener que enfrentar a Luc cuando

regrese a la habitación. Nunca voy a poder mirarlo de la misma manera, y ni

hablar de Xavier.

No soy homofóbico ni nada como eso, solo no quiero pensar en ellos

haciendo lo que vi o algo mucho peor. Es muy traumático. Ahora entiendo lo que

sintió Crystal cuando entró ese día a mi habitación mientras estaba con Lesley y

vio mi trasero y mis bolas colgando en todo su esplendor. Claro, no es lo mismo,

pero es casi igual de horrifico, me imagino.

Después de que termino de cenar y de limpiar, aún no me siento cómodo

yendo a mi habitación, porque lo más probable es que Xavier esté dormido en la


cama de Luc y aún no estoy mentalmente preparado para verlos. Me siento en una

de las mesas del comedor y empiezo a hacer tonterías en mi celular para

entretenerme, pero no duro mucho tiempo porque ya es bastante tarde, y dios

sabe que mi hora de dormir es temprano, así que me acuesto en la mesa y me

duermo, casi inmediatamente. Lo cual es una de las muchas cosas que un soldado

aprende, a dormirse rápido y dónde sea.

Mi genial sueño es interrumpido por un dolor punzante en mi brazo. Me

toma un tiempo despertar y cuando lo hago, hay una mujer mayor inclinada sobre

mí, mirándome fijamente con sus pequeños ojos grises y picándome el brazo con

su larga uña. Jadeo del susto y me siento en la mesa.

—Señor ¿Está bien? —pregunta, con un fuerte acento ruso. Asiento con la

cabeza muchas veces y me tallo la cara— entonces lárguese de aquí para que

pueda limpiar.

—Oh, está bien, lo siento —murmuro, bajándome de la mesa. Hay una

molestia leve en mi espalda, pero nada importante. Aún sigo en mi uniforme y

botas, y el sol ya salió, así que no me molesto en ir a mi habitación, solo camino

hacia mi grupo. Están formados cuando llego, platicando entre ellos y encorvados,

pero cuando me ven llegar todos se ponen derechos y me miran, expectantes—

¿Dónde está el sargento James?

—No ha llegado —contesta el amigo de Franco, a quien odio por asociación.

—Esperen aquí —ordeno— si no están firmes cuando regrese, tendrán un

castigo.
Puedo ver la molestia en sus caras, pero no dicen nada, lo cual es bueno para

ellos. Hemos estado cumpliendo castigo tras castigo y están hartos de eso, pero no

me interesa. Se lo merecen por ser tan aburridos y no hacer nada bien.

Luc no está en nuestra habitación, ni en ningún lugar donde busco. Camino

hacia la oficina de mi padre y el señor James, para preguntarle sobre su hijo, pero

no necesito hacerlo porque aquí está Luc, a un lado de Xavier. Ni siquiera había

notado que no estaba con el resto del grupo.

Luc tiene una mirada seria en la cara, como mi padre y el señor James, pero

Xavier está sonriendo mucho, así que no me preocupo. Cuando me ven, mi padre

toma sus llaves y camina hacia la puerta, haciéndome una señal para que lo siga.

Quiero preguntarle a Luc o a Xavier qué está pasando, pero no tengo tiempo,

tengo que seguir a mi padre si no quiero más problemas.

—¿A dónde vamos? —pregunto, siguiéndolo hacia su camioneta. Mi padre

toma aire y hace como si fuera a hablar, pero luego niega con la cabeza,

decidiendo no hacerlo— ¿Qué está pasando?

—Vamos a Los Angeles —dice, tranquilamente, quitándole los seguros a la

camioneta— súbete. Hace tres horas debimos haber estado ahí, Angelo estaba

frenético, y claro, tú tenías que desaparecer. Como siempre haciéndome la vida

imposible.

¿Angelo?

—¿A qué vamos, papá? ¿Pasa algo con Cristoff? —"¿Pasa algo con Crystal?"

es lo que quiero preguntar, pero sé que mi padre odia cuando hablo de ella porque

sabe que he estado siendo hiper inservible por su culpa.


—Lo sabrás cuando lleguemos.

Crystal

Cubro mi cara y sigo llorando. No he parado de llorar desde que llegué aquí.

Esto es, de lejos, lo peor que me ha pasado en toda la vida, la estupidez más

grande que he cometido. No volveré a hacer nada como esto nunca, nunca jamás.

—Si no cierras la maldita boca, te arráncaré las greñas, perra llorona —me

amenaza por tercera vez la prostituta que acaba de llegar hace algunos minutos.

Me odia. Todos me odian, menos esa mujer que responde los teléfonos y que no

ha dejado de mirarme con lastima desde que llegue.

No puedo creer que estoy aquí, después de haber logrado burlar a la policía

siempre. Creo que perdí mi toque, o tal vez lo que hice fue simplemente muy

estúpido... sí, sin duda la razón es lo último, esta vez sí lo voy a aceptar, lo que

hice fue la cosa más idiotica del año. Incluso más idiotico que enamorarme del

peor hombre que ha nacido en estás últimas décadas.

En el momento que acepté el desafío, Marea dijo que había empezado.

Teníamos hasta medianoche para regresar a su casa con nuestros objetos robados

y comparar.
Le dije a Frances que debía venir conmigo como mi chofer y entonces

empezó.

Manejamos hasta Beverly Hills y yo, siendo la estúpida que soy, pensando

que no importaría nada cuando fuera a regresar las cosas, le pedí a Frances que

dejara el auto encendido y, simple y sencillamente entré a la tienda con una

sonrisa, tremendamente agradecida de que el guardia no estuviera a la vista.

Estoy segura de que los robos son mínimos en este lugar.

Le di las buenas noches a la muchacha en la recepción y ella me aseguró que

estaría conmigo en un momento, mientras atendía a una mujer operada.

—Oh, no te preocupes, solo estoy viendo —aseguré, guiñándole un ojo.

Escogí esa joyería porque sé muy bien que hay unos estantes que están al aire

libre, así que actué rápido y tomé todo lo que pude, pensando que estaba siendo

muy inteligente. De hecho, logre tomar un broche de esmeraldas, una lagartija

larga de oro con diamantes y un despampanante collar con diamantes y diferentes

cristales de colores, pero lamentablemente no pude ni llegar a la puerta cuando vi

que el guardia se acercaba a mí.

—¡Lo regresaré! —aseguré para que se tranquilizara, corriendo hacia la

puerta, pero claro que el guardia me siguió, lo cual hizo que la perra

malagradecida de Frances se fuera sin mí. Pero no es una sorpresa que la perra

me traicione, así que actué rápido y, pensando que soy una clase de gacela

después de correr cinco kilómetros todos los días, decidí correr.

Pero por supuesto todo lo que hice fue súper estúpido, porque el guardia

pidió apoyo y de repente tres hombres me estaban persiguiendo. Corrí más fuerte,
dando la vuelta en la esquina, pero me arrepentí inmediatamente, dándome

cuenta de que todo era súper tonto y no tenía sentido.

Dejé de correr y me volteé hacia los guardias, para entregarme. Ellos llegaron

en ese momento y casi me tumban, pero lograron parar, algo confundidos.

—Me entrego —dije, levantando las manos con todo lo que tomé— de hecho,

como le dije a su compañero, planeaba regresar todo desde un principio. Era solo

un juego.

—Estos malditos niños ricos, siempre haciendo estupideces —murmuró el

más viejo, sacando sus esposas. Y pues me esposaron y me trajeron aquí, donde

no he hecho nada más que llorar y arrepentirme de todo lo malo que he hecho en

mi vida.

Mi padre llegó casi cinco minutos después de que le llamé y por supuesto me

dio el regaño del milenio frente a todos los policías que estaban aquí y luego pasó

un buen, buen rato platicando con un señor, el jefe de los policías, supongo.

Luego salió y estrechó su mano, por lo que pensé que todo estaba solucionado.

—¡Oh, gracias papi! —gemí, sollozando y caminando a la puerta, esperando

que la abrieran, pero mi papá solo negó con la cabeza— ¿Qué sucede? ¿Pagaste

mi fianza?

—Por supuesto que pagué tu fianza, aparte de prometerle a la joyería que

haría un deposito en su cuenta por "daños". Pero lo que hiciste no se arregla con

solo dinero, tienes una deuda con el estado.

—¿Qué clase de deuda? —pregunté, con miedo.


—940 horas de servicio comunitario —respondió el jefe, con una sonrisa

burlona cuando hice un sonido de incredulidad con la garganta. 940 horas suena

como un milenio de dolor— puede ser recogiendo basura, ayudando en la

comisaría, en el orfanato, en...

El viejo gordo siguió nombrando lugares donde podría pasar esas 940 horas y

cada uno sonaba peor que el otro. No me veía "ayudando" en ninguno de esos

lugares. De hecho, me arrepentí infinitamente de haberme ido del campamento.

Estar ahí era mucho mejor que cualquier cosa de las que me querían poner a

hacer.

Con ese pensamiento fresco, se me ocurrió algo.

—¿Y ayudar en un campamento del ejercito, eso contaría como servicio

comunitario? —pregunté, interrumpiéndolo. El señor frunció el ceño mientras lo

pensaba y mi padre abrió la boca como para arruinar mi plan.

—Pero tú ya es...

—Yo ya conozco a los militares de ahí, porque son amigos de mi padre. Me

parece mejor ayudar ahí, donde conozco gente, que en cualquier otro lugar —dije,

sin dejar hablar a mi padre. El viejo gordo se encogió de hombros y le preguntó a

mi padre si eso sonaba bien para él. Me mordí con fuerza el labio inferior,

muriendo de la anticipación cuando ví que mi padre consideraba la situación.

—Suena bien, yo puedo vigilar su comportamiento de cerca.

—No es que dudemos de su palabra, señor Angelo, pero alguien tendrá que

estar yendo a ese campamento militar a comprobar que la señorita esté

cumpliendo con todo como debe de ser y que termine sus horas.
Mi padre y el viejo gordo regresaron a su oficina y hablaron por un buen

rato. Luego mi padre salió solo y me informó sin mirarme que el General y el

Sargento Bieber llegarían a recogerme en cualquier momento, luego se fue. Han

pasado cuatro horas y no han llegado.

Así que heme aquí, sufriendo.

No puedo creer que el General no haya llegado aún... o tal vez dejarme aquí

por tanto tiempo es un plan maligno de mi padre para enseñarme una lección.

Nunca lo había visto tan enojado conmigo. Y creo que me merezco estar aquí

todas estas horas.

Me levanto una vez más cuando veo que Dario entra por la puerta,

frenéticamente buscando por mí. No sé cómo demonios supo que estoy aquí, pero

no lo pienso mucho porque supongo que Frances ya le fue con el chisme a medio

continente.

—Ayúdame —lloro, levantándome de la fría banca y tomando los barrotes,

intentando sacar mi cara por ahí— por favor, por favor, esto es horrible. Metieron

a una asquerosa, gonorréica prostituta y no quiero respirar el mismo aire que ell-

¡AAAHH!

Al parecer la prostituta tomó mi cabello y me tiró al piso sin remordimiento

alguno.

Escucho a Dario gritando algo pero no le pongo atención porque la prostituta

está riéndose de mí y mi cabeza duele como los mil demonios. Me levanto del

piso, arreglo mi cabello y mientras ella se sigue riendo, empuño mi mano y le doy

un golpe directo en la cien, haciéndola tambalear. Nadie se lo esperaba, eso es


obvio. Incluso la vieja borracha que está en la celda con nosotras y quien yo

pensaba que estaba muerta, jadea.

—¡Crystal! —grita Dario, sin poder creer que hice eso. Pero mientras la

prostituta está medio estúpida por el golpe, aprovecho para atacar de nuevo. Esta

vez tomo su cabello (falso, apestoso, horrible) y lo jalo por todos lados, casi

rompiendo su cuello cuando la muevo de lado a lado, haciéndola chillar con

fuerza.

Tengo miedo de que de repente me quiera golpear a mí, pero tengo que

actuar como si fuera una pandillera o sino me hará algo. Un guardia se acerca con

el ceño fruncido y un palo en las manos y levanto mis manos.

—Solo estábamos jugando —me defiendo, inmediatamente. La prostituta

chilla y se soba la cabeza, alejándose de mí.

—No lucía como si estuvieran jugando —dice, claramente enojado.

—Crystal ¿Qué demonios está pasando? —pregunta Dario, interrumpiendo al

policía. Él se voltea hacia Dario y al parecer le cuenta lo que pasó en voz baja

porque Dario me mira, ahora con lastima— ¿Marea?

—Sí —me quejo, mi barbilla empieza a temblar y empiezo a llorar de nuevo

— Marea tiene la culpa de todo.

—¿Dónde puedo pagar su fianza? —pregunta, sacando su cartera, pero el

policía niega con la cabeza y le dice que mi padre ya la pagó— ¿Entonces por qué

sigue aquí?

—Porque estamos esperando al General Bieber para que se la lleve de una

maldita vez por todas. Ya no la soportamos, pero no podemos dejarla salir hasta
que él llegue —le cuenta, molesto por estar hablando tanto— así que es hora de

que te vayas, no puedes estar aquí.

Dario intenta discutir pero le repiten lo mismo y empiezan a escoltarlo hacia

afuera cuando la puerta se abre de nuevo y el General entra, luciendo tan

malévolo y frío como su hijo.

42

pretending

Justin

Mi padre me ordena que me siente en la sala y lo espere, así que lo hago.

Aún no me ha dicho qué es lo que hacemos aquí, pero es bastante obvio, por eso

empiezo a morder mis uñas y mover mi pierna de arriba abajo sin descanso,

anticipando el reencuentro más esperado de toda mi vida. Esperado solo por una

semana y días, pero el más esperado de todos modos.

Un policía saca a un tipo del mismo lugar al que mi padre entró. Es bajito y

joven y se ve que es de dinero. El pobre chico se ve frustrado, camina de un lado a

otro como decidiendo qué hacer y luego opta por sentarse, a un lado mío porque

solo hay tres sillones y uno no tiene cojín. Me da lastima, es como un pequeño

perro sin dueño.


—¿Estás bien? —le pregunto, mirándolo profundamente. El chico me mira

con los ojos bien abiertos y asiente muchas veces— ¿Estás borracho, necesitas

ayuda?

—No, estoy bien. En serio —me asegura, sonriendo solo un poco y luego

toma aire— mi novia está ahí dentro y no la dejan salir. No sé que hacer, está muy

asustada e histérica. No está acostumbrada a esto. Es... especial.

—Ah —asiento. Mi estómago se aprieta y tengo un presentimiento raro.

Estoy apunto de decirle que la mía está ahí dentro también y que también es

"especial", pero me detengo. No sé porque. Entrecierro mis ojos hacia él,

considerando la situación— ¿Cuántas mujeres hay ahí dentro?

—Mmm, hay... —antes de que pueda contestarme, la puerta se abre de golpe

y mi padre sale, seguido por Crystal. El chico y yo nos levantamos al mismo

tiempo, con la misma velocidad desesperada. Ella tiene los ojos y los labios

hinchados, su cabello está hecho un desastre, trae un pequeño vestido que se ha

levantado y ahora está a dos milímetros de dejarnos ver a todos sus bragas—

gracias a dios, Crystal. Cuéntame qué pasó.

Había bloqueado al chico, pero ahora me doy cuenta de que se acercó a

Crystie y la tomó en sus brazos. Frunzo el ceño y cuadro mis hombros, apretando

mis puños con fuerza cuando recuerdo que dijo que su novia estaba ahí dentro.

—Angelo, ven aquí —la llamo, a un segundo de arrancar los brazos del chico

de su cintura. Mi padre me da una mirada de advertencia, pero pretendo no verlo.

Crystal toma una larga respiración y le susurra algo al chico antes de caminar

hacia mí, sin mirarme a los ojos— ¿Quién mierda es él?


—Él es Dario, señor. Mi novio —contesta, mirándome a la cara en el peor

momento, cuando dejo salir todo lo que siento. Parpadeo muchas veces y

entrecierro mis ojos hacia Dario con odio, quien me mira con intriga— ¿podrían

darme unos segundos para despedirme de él?

—No. Es hora de irnos —contesto, poniendo una mano en su brazo y

jalándola un poco, pero se resiste. Quiero largarme de aquí o perderé mi mierda y

causaré una escena— Crystal, muévete.

—Uh ¿Se puede saber quiénes son? ¿El señor Angelo sabe que...

—El señor Angelo es quien arregló esto, niño —contesto, sin poder suavizar

mi odio hacia él y Crystal pone sus ojos en blanco— soy el sargento de esta

malcriada, y ya es hora de irnos. Otra cosa, no podrás verla en mucho tiempo, así

que les aconsejo que terminen esta ridícula "relación", si se puede llamar así.

—Usted no tiene ningún maldito derecho de decirme que debo terminar mi

rel...

—Angelo, ni una palabra más —la calla mi padre, haciendo que Crystal

cierre la boca inmediatamente. El chico Dario tiene los ojos bien abiertos con

miedo— sube a la camioneta y si dices alguna otra palabra, no comerás otra cosa

que no sea engrudo.

Puedo ver que ella quiere protestar, pero no lo hace, sorprendiéndonos.

Asiente y le da un profundo beso a Dario como despedida, justo en frente de mí.

Como si no me conociera.
—¡Justin, para! —grita alguien, y solo entonces me doy cuenta de que tengo

el delicado cuello de Dario en mis manos y lo tengo contra una pared mientras él

intenta decir algo con pánico— suéltalo, por favor.

—Es suficiente —murmura mi padre, y suelto al niño, dejándolo caer. Crystal

me golpea el brazo antes de agacharse a comprobar que su novia Daria esté bien

— Angelo, sal de aquí de una maldita vez y entra a la camioneta antes de que me

enoje de verdad.

—¡Agh! —se queja, pero se levanta y sigue a mi padre— lo siento, Dario, te

veré en 940 horas. Espera por mí.

—No esperes por ella, no está disponible —digo, tirando dagas hacia él con

mis ojos y caminando a la salida detrás de Crystal, quien se voltea para

empujarme, pero solo la volteo de nuevo, sin esfuerzo y la empujo hasta la

camioneta.

Debería irme adelante, pero le digo a mi padre que tengo que vigilar que no

salte del auto en la carretera o algo, y me voy en el asiento trasero con ella. Él

solo rueda los ojos y murmura que había olvidado cómo era.

Tristemente, entiendo lo que quiere decir.

—Escucha bien señorita, estoy al corriente con todo lo que pasó, sé que

robaste casi un millón de dólares en joyería que tu padre tuvo que reponer y sé

que se supone que tendrás que ayudar en el campamento, pero no harás solo eso.

Volverás al programa como si nunca te hubieras ido y, si ocupamos ayuda en algo,

serás la primera a la que llamaremos. Si incumples en algo, si no mejoras esa


actitud tuya, o si sigues haciendo lo que se te viene en gana, hablaré con la policía

y me encargaré de que pases el resto de tus horas en la cárcel ¿Entendido?

Crystie hace un puchero que no puede controlar y su pequeña barbilla

empieza a temblar. Sé que está apunto de empezar a llorar y quejarse de lo injusta

que es su vida, así que extiendo mi mano y tomo la suya, pero ella golpea mi

mano para que no la toque y me da una mirada sucia. Luego empieza a llorar.

—Esto no es justo —dice en voz baja y cortada. Me río un poco, ganándome

otra mirada de odio— les dije que lo iba a regresar. No lo estaba robando de

verdad, no debieron de haberme tratado de esa manera. Y ustedes no debieron de

haberme dejado tanto tiempo ahí, fueron cuatro horas ¿qué les pasa? ¿no saben

que es un lugar peligroso?

—No importa la intención, lo que importa es que lo hiciste y eso es un delito

por el que definitivamente debieron haberte dado tiempo. Si fueras mi hija, no

puedo ni pensar en lo que te haría pasar por eso que hiciste. Tienes suerte de que

tu padre te saque de todos tus problemas, porque nadie más que él lo haría.

—Pero...

—Nada. Pero nada. Ninguna otra palabra hasta que lleguemos.

Crystie aprieta sus pequeños puños, pero no dice otra cosa. Y antes de lo que

puedo darme cuenta, se duerme y yo me tranquilizo. Ahora puedo solamente

mirarla sin tener que soportar su actitud, ni tener miedo de qué pueda decir.

Realmente la extrañé, siento como si hubiera pasado mucho tiempo desde

que nos vimos, aunque haya pasado solo una semana y unos cuantos días. Los

cuales fueron demasiados. No sé que haré cuando esas 940 horas se acaben, creo
que moriré. De acuerdo, eso fue exagerado, pero voy a ser un mayor desastre, me

imagino, porque ahora será para siempre. Ella irá a estudiar a Nueva York y yo iré

al extranjero a prestar servicio.

—Antes de que te vayas, necesito decir esto —habla mi padre cuando

llegamos, antes de que pueda salir y tener por fin a Crystal en mis brazos. Está

aún tomando el manubrio de la camioneta y mirando hacia el frente— no soy el

mejor padre y todos lo sabemos, pero entiendo esto que está pasando con ustedes.

Es como ver mi propio pasado, así que sé lo que va a pasar.

—No tendré ningún hijo con ella, no te preocupes. Yo sí estoy consiente de

que no seré un buen padre y no quiero arruinar la vida de ningún niño —

murmuro, porque lo último que necesito es una charla de sexo seguro. Mi papá

bufa con burla.

—Es bueno saberlo. Pero hablaba de lo que pasará cuando ella se vaya —

dice, carraspeando. Trago saliva y muevo mi mirada hacia ella, durmiendo con la

boca abierta y el cuerpo completamente suelto. La acabo de tener de vuelta, no

quiero seguir pensando en lo que pasará cuando se vaya— porque estás consiente

de que no se va a quedar aquí para siempre ¿cierto? Y como tú lo dijiste, no

tendrás ningún niño que los una, por lo tanto no tendrán ninguna obligación de

estar juntos.

De pronto la idea de tener un hijo con Crystal no suena tan horrible. Suena

como la idea perfecta para mantenerla en mi vida para siempre.

Espera...

—¿Por eso me tuviste? ¿Para no perder a mi mamá?


—Sí —acepta, tomando un gran respiro y siento un ligero tirón de dolor, muy

pequeño. Estoy más ofendido que otra cosa— pero fue una mala idea. No estaba

listo para un niño, aún no lo estoy. Hice lo mejor que pude, pero aún así arruiné

más cosas de las que hice funcionar.

—Eso es verdad —asiento. Me da una mirada retadora por el retrovisor y yo

solo me encojo de hombros.

—En fin, solo te puedo decir que todo eso que estuviste sintiendo esta

semana no es nada parecido a lo que será cuando esa niña se vaya para siempre.

Te recomiendo que empieces a superarla si no quieres seguir igual, o empeorar —

aconseja— sé que es difícil, pero de verdad no te quiero ver así de nuevo. Era casi

doloroso verte caminar por ahí como un perro pateado.

—No estaba tan mal —miento, mordiendo un poco mi labio— y tienes razón.

Pero no creo poder hacerlo.

—Yo tampoco creo que lo hagas, ya estás perdido —niega con la cabeza,

abriendo la puerta— cuídala. Solo... piensa en ti primero.

—De acuerdo —murmuro, y jalo el cuerpo suelto de Crystal hasta que la

estoy cargando, luego me levanto con ella, cerrando la puerta con mi pie y camino

hacia mi habitación, porque no hay manera en el mundo en que dejaré que

regrese a esa vieja cama, o que la deje alejarse de mi lado por más de diez

minutos. No estoy dispuesto a volver a pasar por lo que pasó con Franco, no voy a

tomar ningún riesgo.

Dejo a Crystal en mi cama con mucho cuidado, desabrochando con dificultad

sus tacones peligrosos y quitándoselos. La piel de sus piernas está tan suave y
perfecta, dios, no recuerdo que se sintiera así antes. Le pongo un short mío y

empiezo a quitarle el vestido, el cual tiene un cierre completo en la parte trasera.

Lo abro totalmente y le quito el vestido con facilidad, luego batallo poniéndole

una camiseta, pero ella no hace ni un solo signo de que su sueño está siendo

molestado.

Cuando termino, me quedó mirándola un rato como un vil acosador. A eso

me he reducido.

Empieza a roncar suavemente y sonrío, recordando esos buenos momentos

cuando escucharla roncando no me parecía la cosa más tierna del mundo, y

alargando mi mano para recorrer su mejilla y luego su cuello.

No quiero salir de aquí, quiero quedarme con ella todo el día, pero ya les he

dado mucho tiempo libre a los niños de mi grupo. Necesito decirles que hagan

algunas cosas y luego regresar aquí con ella, así que me agacho, le doy un beso a

los labios muertos de Crystie y salgo de mi habitación.

Crystal
En el momento en que despierto, sé que estoy con él. Sé que estoy en su

cama, con él detrás de mí, y sé que debería de empujarlo y caminar a mi cabaña y

a mi horrible camilla, pero no puedo hacerlo. Lo he extrañado tanto que tengo

ganas de rodar sobre él y sofocarlo con un beso.

Está abrazándome con mucha fuerza, como si tuviera miedo de que fuera a

huir en cualquier momento. Una de sus piernas está sobre las mías, su brazo está

alrededor de mi cintura con precisión y su cara está enterrada en mi cabello,

respirando profundamente. Su erección está presionada contra mi trasero y se

siente familiar. No es algo sexual en este momento, no realmente, estoy muy

emocionada como para estar excitada. Lo único que siento es familiaridad con su

cuerpo, con todo de él; la manera en la que huele y cómo se siente su pesado

brazo tatuado sobre mí.

—¿Estás despierta? —pregunta Justin, tomándome por sorpresa. Su voz

ronca tan cerca de mi oído hace que mi cuerpo se estremesca con escalofríos.

Oh, esa voz.

—No —miento, porque no quiero afrontar la realidad aún. No quiero actuar

como si no lo amara todavía, no quiero ignorarlo como lo tengo planeado, no

quiero pelear con él aún, solo quiero estar aquí, abrazándolo.

—¿Me extrañaste? —pregunta, su mano acariciando mi estómago por debajo

de la camisa que mágicamente estoy usando. Se me pone la piel de gallina y

suspiro involuntariamente. No quiero decir la verdad, así que sigo pretendiendo.


—No —respondo, acariciando su mano y acomodándome mejor contra él.

—Yo tampoco —susurra, y sonrío, sintiendo tantas cosas al mismo tiempo

que no sé si lo principal es amor, enojo, resentimiento o nostalgia— ¿Me sigues

amando?

—Sí —contesto, esperando que entienda que la respuesta es no, pero algo

tranquila al poder decir la verdad. Su cuerpo se tensa inmediatamente.

—¿Eso qué quiere decir? Me estoy confundiendo. Dime la verdad —exige,

apretándome incluso más fuerte contra él, como si necesitara demasiado esa

respuesta— ¿Me amas o no?

—No puedo contestar, estoy dormida —murmuro, cerrando los ojos con

fuerza e ignorando todo lo que se suelta diciendo de repente, de lo cual no

entiendo casi nada. Es demasiado temprano (o tarde, no tengo idea de qué hora

es) para ya estar peleando con él— no te importa de todos modos.

—Claro que me importa, Crystie, no sabes lo mucho que me importa.

—No, no lo sé. Porque antes de que me fuera te aseguraste de que supiera lo

mucho que me desprecias y ahora cambiar mi opinión será imposible.

—Pero eso no era verdad, estaba confundido, en nega...

—No importa ahora —lo interrumpo, pero vuelve a hablar— por favor,

Justin, déjame dormir un rato más. Estuve despierta toda la noche en prisión, al

lado de una mujer que parecía que estaba muerta y luego de una prostituta

asquerosa.

—Agh, de acuerdo —acepta, a regañadientes— pero hablaremos cuando

despiertes.
—Perfecto, hablaremos cuando despierte —suspiro y me relajo, amando

como se siente dormir con él de nuevo— dulces sueños. No vuelvas a

despertarme.

—Descansa, bonita. Te esperan un montón de cosas cuando despiertes.

43

Whispers In the room

La segunda vez que despierto, estoy sola, con frío y está oscuro afuera. Me

siento súper desorientada por varios minutos, como si hubiera pasado mucho

tiempo. Ugh, por eso no me gusta dormir fuera de mis horas.

No hay ningún reloj aquí y mi celular supongo que sigue en la prisión donde

sufrí por horas, así que no tengo manera de ver qué hora es. Me pongo mis

tacones porque son los únicos zapatos a la vista y salgo, en busca de cualquier

persona que pueda decirme qué hora es y qué va a pasar conmigo. La ropa de

Justin me queda colgada y tengo que jalar los shorts para que no se me caigan,

pero me gusta cómo se siente usar sus cosas.

Después de vagar por un rato en busca de civilización, veo a varias personas

platicando en una mesa destartalada, el primero al que puedo ubicar es a Hunter,

luego veo a Luc, luego a Justin y por ultimo a Xavier y a Eva y entonces corro
hacia ellos, agradecida de mi habilidad de usar tacones y gritando con emoción,

haciendo que todos volteen hacia mí.

Para mi gran sorpresa Eva me abraza sin necesidad de tener que obligarla.

Sabía que tarde o temprano empezaría a amarme. La abrazo con fuerza por unos

segundos, hasta que Xavier me jala y ahora estoy en sus brazos. Después de pasar

tiempo de nuevo con mis viejos y horribles amigos, ver a estos dos es como tomar

un gran vaso de agua helada. De pronto estar de nuevo aquí no parece tan malo.

—¿Qué pasó? ¿Por qué te fuiste por tanto tiempo? ¿Cómo te sientes? ¿Estás

bien? —pregunta Xavier desesperadamente mientras Hunter y Luc se acercan para

abrazarme también, más prudentemente.

—Estoy bien, chicos —explico, limpiándome unas pequeñas lagrimitas de

emoción. Hunter revuelve mi cabello ya de por si muy despeinado y se sienta—

no estoy traumatizada o algo por el estilo, no se preocupen por mí, todo está

perfectamente bien. Franco estará en la cárcel por unos cuantos años.

—¿En la cárcel? —pregunta Luc con el ceño fruncido, sentándose de nuevo

con Xavier a su lado— ¿pero no se supone que no logró...?

—No, no me violó —aseguro, aun parada, peleando con la mano de Justin

que quiere tomar la mía— solo insertó tres dedos dentro mí y me mor...

—No digas eso, Crystal —me regaña Justin, frunciendo el ceño hacia mí y

aprovechando que su voz me hace tensar para tomarme el antebrazo y jalarme

hasta que estoy sentada en sus piernas. Hunter y Luc comparten una mirada

burlona.
—En fin, todo está bien respecto a eso —murmuro, bajándome del asiento

más cómodo del mundo para sentarme entre Justin y Hunter, en un lugar neutral

— y yo pensaba no regresar a este horrible lugar jamás... sin ofender a los

sargentos, pero sucedió un altercado y ahora tengo que estar aquí por 940 horas,

lo cual creo que es muchísimo tiempo.

—Y por altercado se refiere a que robó un millón de dólares en joyería —

cuenta Justin, con reproche en su voz. Le intento dar un codazo en las costillas

pero me intercepta antes de que pueda golpearlo y de alguna manera me rodea y

me abraza.

Esto se siente demasiado bizarro, el Justin que yo conozco y amo jamás me

abrazaría de esta manera. El Justin que yo conozco y amo es un gigantesco

imbecil y debo mantener eso en la mente, sin importar que ahora me quiera estar

tocando todo el tiempo.

—Gracias a dios, no creo que hubiéramos podido soportar más a Justin —se

burla Hunter y frunzo el ceño, sin saber a lo que se refiere— estuvo siendo un

gran dolor en el trasero.

—Nos ha estado dando tres castigos al día. Es brutal y...

—Están exagerando, yo soy igual que siempre —interrumpe Justin a Eva, con

voz fuerte. Ella cierra la boca inmediatamente— están molestos porque por

primera vez tú no eras la única portándote mal.

—¡Nadie se portaba mal! No podíamos respirar sin recibir un castigo o

mínimo un grito de regaño por mover un dedo mal —se queja Xavier y Luc se ríe,

asintiendo con la cabeza y poniendo su brazo alrededor de los hombros de mi


amigo. Me trago el sonido de ternura y emoción que quiero soltar y solo sonrío—

estaba sufriendo, creo que era por tu ausencia.

—Claro que no —se defiende Justin rápidamente, haciendo reír a todos— ni

siquiera noté que no estabas aquí.

Quiero mencionar algo acerca de las millones de llamadas y mensajes que me

mandó, pero sé que sus amigos le darán mierda por eso y que se enojará conmigo,

así que no digo nada. No quiero causar más problemas.

¿Quién soy?

¿Cerrando la boca para no causar problemas? Eso no suena como yo. Este

lugar me está afectando de verdad.

Nos quedamos platicando aquí afuera un buen rato. Me entero que son las

nueve de la noche y que dormí todo el día como el oso invernante que soy. Me

entero de que Luc y Xavier ahora son oficialmente novios y que Justin vio algo

totalmente perturbador que estaba apunto de contarme pero Xavier casi tiene un

ataque cardiaco de vergüenza y Luc le advirtió a Justin que no dijera nada. Por

supuesto que le preguntaré más tarde.

—¿A dónde crees que vas? —me pregunta Justin, cuando camino para seguir

a Xavier y Eva a la cabaña. Frunzo el ceño y los apunto, esperando que la

respuesta sea obvia— no dormirás en la cabaña.

—¿Por qué no? —pregunto, asustada de repente de que me quieran mandar

a dormir a un lugar incluso más horripilante que mi camilla en la cabaña. Al

menos ahí no estoy sola. Si me quieren mandar a algún cuarto para los criados,

me suicidaré.
—Porque dormirás conmigo —responde, encogiéndose de hombros como si

no fuera la gran cosa. Quiero quejarme, aunque estoy tremendamente aliviada de

poder dormir en un lugar cómodo, pero mis tripas me interrumpen haciendo un

sonido completamente humillante que hace que Justin se ría de mí— vamos, te

cocinaré algo, no has comido en todo el día.

—De acuerdo, solo porque tengo hambre —murmuro, y lo sigo a la cocina,

divagando acerca de cómo no importa que esté siendo amable con él en este

preciso momento, aún estaré ignorándolo mañana, pretendiendo que nunca nos

hemos conocido. Justin solo pone los ojos en blanco como de costumbre y no dice

nada.

Me siento en la barrita de la cocina mientras veo a Justin sacar cosas y

preparar comida como la última vez que estuvimos aquí. Es inexplicablemente

sexy verlo cocinando con su uniforme.

—Te gusta cocinar ¿cierto? Eres bueno —murmuro, después de un rato de

silencio donde solo lo estuve viendo hacer cosas que nunca he hecho en mi vida.

Lo único que yo hago es cereal cuando ya me estoy muriendo de hambre y no hay

nadie que me haga algo. Justin se encoge de hombros y mueve el fetuccini que me

está haciendo porque sabe que es mi favorito. Mis tripas rugen de nuevo, aunque

acabo de comer eso ayer, en el departamento de Dario.

—Sí, realmente me gusta. Mi madre está obsesionada con los programas de

cocina así que cuando llego a pasar tiempo con ella en alguna de sus casas lo

único que hacemos es cocinar y comer.


—Oh... ¿Y, alguna vez has pensado, no lo sé, estudiar para ser un chef o algo

así? Creo que tienes talento. Nunca he visto a nadie moviendo el sartén de esa

manera, es maravilloso. Tienes un don.

—No, no está en mi plan —contesta, riendo un poco— nunca he pensado en

eso. Sería divertido, pero no.

—¿Por qué no?

—Porque estaré haciendo esto toda mi vida —contesta fácilmente, resignado

— digo, no estaré siendo niñero de niños malcriados para siempre, pero seré parte

del ejercito y eso no me dará tiempo para nada más. Seré parte del ejercito aun si

algo me pasa y ya no puedo ir al campo. Está en mis venas, supongo.

—Eso es triste —me quejo, frunciendo el ceño— ¿Siquiera te gusta? ¿Te

gusta ir a la guerra? Porque eso suena como suicido para mí y no quisiera ir ni

aunque me dieran millones de dólares.

—Me gusta ayudar a la gente que no tiene nada, me gusta sentir como que

soy parte de algo como esto. Y la mayor parte del tiempo no hay guerra —habla,

sin mover la vista de lo que está haciendo en la estufa— sinceramente no es tan

horrible como suena pero... no sería mi primera elección. Me hubiera gustado

hacer otra cosa.

—Creo que deberías hacer lo que tú quieres de una vez por todas. Ya no eres

un niño que tiene que hacer todo lo que su padre le ordena —aconsejo, pero él

actúa como si no me escuchara— de todos modos ese hombre actúa como si

fueras un homicida violador que es una escoria para la sociedad. Podrías ganar un

premio Nobel y aun así te miraría de esa forma suya que me hace llorar.
—Tienes razón, Crystie, pero esto es lo único que sé hacer ¿de acuerdo? Es lo

único para lo que soy bueno —apaga todo en la estufa y se voltea hacia mí, con

una mueca en la cara. Quiero ir a abrazarlo, pero no puedo porque mañana

pretenderé que no lo conozco y no quiero confundirme aun más de lo que ya

estoy— nunca serví para la escuela o cualquier otra cosa, no conozco nada fuera

de este mundo. Los niños se me acercaban a veces pero la mayoría me tenían

miedo porque no sabía cómo actuar. Siempre proponía juegos peligrosos que no

querían jugar, me enojaba cuando no querían hacer lo que pedía, les gritaba cosas

y a veces los golpeaba. Ni siquiera terminé el último año porque mi padre

consideró que ya sabía suficiente. Conseguí mi diploma por internet.

Me río, imaginándomelo perfectamente, siendo malvado, gruñón, mandón e

inadaptado y molestando a todos. Yo hubiera sido su mejor amiga,

probablemente, considerando que siempre me junté con los peores niños posibles,

los abusivos, los mandones y los que golpeaban a la gente.

—Eso no quiere decir que no puedas hacer otra cosa o conocer cosas nuevas.

No tienes cincuenta años, Justin. No me parece que esto sea justo para ti. En mi

humilde opinión, deberías renunciar en esta mierda maligna e ir a... no lo sé,

Nueva York, a estudiar gastronomía.

—¿Y por qué Nueva York, eh? —pregunta, con una pequeña sonrisa tonta en

sus labios. Me encojo de hombros como si no fuera por eso que él está pensando.

—Porque ahí están las mejores escuelas, claro ¿por qué más sería? —contesto

con obviedad, aunque no tengo ni la más mínima idea de si siquiera hay escuelas
de gastronomía ahí. Justin se ríe— pero en serio, deberías hacer algo como eso. O

irte de mochilero a Europa y aprender cosas nuevas por ahí.

—Tus ideas son excepcionales, cariño, como siempre, pero no —niega, y se

voltea de nuevo para servir las cosas en platos. Me desinflo un poco con

decepción. No es que quiera que viva en la misma ciudad que yo para seguir

viéndolo pero... de acuerdo, sí quiero eso ¿me pueden culpar?

Comemos y seguimos platicando ahí en la cocina porque mi hambre no nos

dejó trasladarnos a las mesas. Justin evade el tema de hacer algo que no sea estar

en el ejercito. Empiezo a hablar de lo malo que es su padre y lo mucho que lo

odio, y entonces Justin me dice lo que el asqueroso sin vergüenza le dijo en el

auto. Mi corazón duele por él.

—Pero... ¿cómo se te ocurrió preguntarle eso? —pregunto, después de

insultar al General de mil maneras diferentes por decirle a su hijo que su

nacimiento fue un intento desesperado de amarrar a Patricia— quiero decir, no es

algo que le preguntas a tu padre, es algo que le preguntas a tu mamá cuando

sospechas que es una cazadora de fortunas.

—Es solo que tuve este pensamiento estúpido acerca de embarazarte para

tenerte y como me he dado cuenta de que él y yo pensamos igual en estos temas,

supuse que algo así había pasado en su caso. Y tenía razón —habla sin sentido,

rodando los ojos nerviosamente y no entiendo bien su explicación— ni siquiera

me importa.

—¿A qué te refieres con embarazarme? Eso suena como...


—No es nada, un pensamiento loco, loco que no tiene importancia —me

interrumpe rápidamente, sonando tonto— En fin ¿Te gustó lo que hice?

—Sí, claro, pero...

—De acuerdo, entonces come rápido para irnos de aquí porque la señora

rusa que limpia me odia y no quiero volverla a ver —divaga con una risa nerviosa

y empieza a comer como niño pobre, llenando su boca lo más que puede. Suspiro

y como rápido también, aprovechando que aun no me ponen a comer engrudo.

➿➿➿➿

No dormí nada, solo me pasé horas observando a Justin, pensando en que

por los próximos días esto será mi normal por las noches, dormir a su lado. Justin

me aseguró que no me iba a dejar regresar de nuevo a la cabaña porque no le

gustaba la idea de que durmiera en un lugar que no era seguro y en esa cama

vieja. Y yo estuve muy de acuerdo con eso, pero como dormí todo el día, no tengo

ni un poquito de sueño.
Estoy boca arriba y Justin está casi completamente encima de mí,

haciéndome casi imposible respirar, pero no lo muevo ni nada porque es

demasiado tierno cuando está dormido y no tengo el corazón de hacerlo.

Esta situación es una mierda, esto de volver a ver a Justin después de pasar

los peores días de mi vida sufriendo por él y luego los otros peores días de mi vida

intentando olvidarlo y extrañándolo. Y sé que mi principal objetivo de evadirlo no

está funcionando, pero aún puedo controlar las cosas de otras maneras. No estoy

muy segura de esas maneras aún, pero algo se me ocurrirá. Solo de una cosa estoy

segura, no dejaré que sepa que aun tengo sentimientos por él.

Me doy cuenta de que ahora él por fin está sintiendo algo por mí y, hombre,

eso se siente tan bien que solo quiero saltar y gritar de la felicidad, pero no puedo

seguir siendo tan jodidamente tonta. Ya me rechazó una vez y no puedo

solamente aceptarlo ahora que abrió los ojos y se dio cuenta de que soy la mejor

mujer con la que se va a topar en su vida.

Oh, Justin, las cosas no son así de fáciles.

Después de tener a Justin encima de mí por media hora, decido que ya no

puedo más, su peso muerto me está sofocando y mi brazo está entumido. Empiezo

a empujarlo intentando ser suave, pero no sirve de nada, es como un costal de

papas que pesa dos veces más que yo. Gruño y me muevo mucho debajo de él,

pero solo logro despertarlo.

—Ugh, Crystie. Déjame en paz —se queja, con la voz baja, rasposa y

enfadada, acomodándose mejor sobre mí. Ahora de hecho está completamente

encima mío y es peor que antes. Gimo y me muevo de nuevo y Justin por fin
comprende lo que quiero y se levanta un poco. Pone sus manos al cada lado de mi

cabeza y sostiene su peso, abriendo sus ojos con dificultad y sonriendo un poco—

buenos días.

—Buenos días ¿podrías hacerme el favor de quitarte de encima? Gracias.

Justin no se quita como se lo pedí, solo sube un poco su cuerpo y lo acomoda

hasta que puedo sentir su gloria matutina presionada contra mí. Trago saliva y me

obligo a no reaccionar.

—Extrañé tenerte así —susurra, acercando su cara a la mía. Su respiración

me hace cosquillas en la cara y sentir su cuerpo tan cerca me tiene llena de

nervios. Y no sé qué contestar, no estoy acostumbrada a que él me diga este tipo

de cosas, al menos no tan seguido— extrañé todo de ti.

—Lo dudo —respondo, hablando en un susurro también porque los chicos

están dormidos. Justin bufa y besa mi nariz con tanta suavidad que casi no lo

siento— todos sabemos que hay unas partes de mí que no te gustan.

—Solía pensar eso, pero no es cierto. Todo me gusta —besa ahora mis labios,

lenta y suavemente— hay unas partes que me molestan, pero aun así me gustan.

No te cambiaría nada.

—Que lastima que te diste cuenta de eso tan tarde —murmuro con tristeza,

pateándome mentalmente por estarme sintiendo así otra vez. Llevo mis manos a

su cabeza y empiezo a peinar su corto cabello hacia atrás.

—No digas eso, no hagas comentarios así en este momento —pide, sonando

casi tan triste como yo, su respiración se empieza a hacer más fuerte y me besa de

nuevo, ahora con más precisión, tomando mi labio inferior y succionándolo. Mi


corazón empieza a latir más fuerte en mi pecho y entre mis piernas, y cometo el

grande error de levantar mis caderas y mecerme contra él para aliviar el latido ahí

abajo.

Una mano de Justin empieza a bajar, acaricia mi pecho izquierdo y mi cintura

antes de introducirse en el short que estoy usando. Pone su mano en mi calor con

cuidado, sin realmente tocarme como quiero y me besa de nuevo, sumando su

lengua a la fiesta, y me empiezo a poner algo frenética.

44

It won’t be easy

Solo un leve toque en mi parte más ansiosa y ya me he olvido por completo

de que no debería estar haciendo esto, como siempre.

Creo que ya no hace falta mencionar que mi autocontrol es inexistente. Soy

como un hombre en este aspecto, o quizás peor.

Y la peor parte de esto es que no me importa, no me interesa que no debería

hacerlo, pero en el momento en que Justin me trate como mierda de nuevo, estaré

llorando por las banquetas. Es la misma maldita historia de siempre.

—Shh —me pide Justin, cuando hago un sonido involuntario de placer. Su

mano ahora está tocándome con más fuerza, poniendo presión en mi lugar más
sensible y tengo mucho tiempo sin ser tocada por él. No puedo esperar, no puedo

quedarme callada— Crystie, por favor.

—No puedo —peleo, haciendo un puchero porque ha dejado de besarme.

Justin considera la situación por un segundo y se empieza a levantar— ¿A dónde

demonios vas?

Pero antes de que pueda contestarme, una alarma empieza a sonar desde el

otro extremo de la habitación. Justin toma mi mano y me levanta rápidamente,

caminando conmigo hasta el baño y cerrando la puerta con seguro cuando alguno

de los chicos empieza a gruñir mientras se despierta.

—Espero que se hayan bañado anoche y no quieran hacerlo ahora —

murmura, estirándose para abrir la regadera. Muerdo mi labio, emocionada

porque sexo en la regadera es algo que nunca he hecho. Me quito la ropa mientras

Justin se cepilla los dientes y cuando termina me acerco por enjuague bucal.

Cuando acabo él ya está desnudo y entrando al agua

Nunca había visto su cuerpo desnudo así; con tiempo, sin estar enojada, con

iluminación perfecta y una distancia considerable para admirar el arte. Si bien

Justin no es uno de esos chicos en esteroides con músculos exagerados, su cuerpo

es un maldito templo y es más que obvio que ha hecho mucho ejercicio durante

toda su vida. Su delicioso trasero es más blanco que el resto de su cuerpo y me

hace dar una risita, la cual hace que Justin se voltee y entrecierre sus ojos hacia

mí. Su miembro es algo con lo que estoy muy familiarizada, y aun así después de

verlo tantas veces no puedo dejar de agradecer que sea tan perfecto y me haga

sentir tan bien.


—¿Me vas a estar observando todo el día? —pregunta Justin, riéndose. Niego

con la cabeza aunque es algo que me gustaría y me acerco a su lado, suspirando

por el agua tibia— tu cabello se ve diferente.

—Lo retoqué, los colores estaban desvaneciéndose —contesto, enredando

mis brazos en su cintura mojada mientras él peina mi cabello hacia atrás para que

no esté en su camino, luego se agacha y me besa de nuevo.

Es un hecho conocido que nuestras estaturas completamente disparejas no

hacen esto muy fácil, por lo que al mismo tiempo, como si estuviéramos

sincronizados, yo pongo mis manos en sus hombros y él pone sus manos en mis

muslos para que salte y esté sobre él.

Amo más que nada en el universo que Justin sea hábil de cargarme como si

fuera una pluma y no parezca que morirá en cualquier momento por el esfuerzo.

Dario intentó cargarme hace un par de días y me hizo sentir como un elefante

porque no pudo aguantarme mucho tiempo y su cara se puso preocupantemente

roja.

Esta nueva posición hace que mi centro esté justamente presionado contra su

erección y si hiciera un poquito de esfuerzo, podría estar dentro de mí en cuestión

de segundos. Pero no tenemos un condón y no volveré a confiar en él para salirse

nunca más porque me ha probado que no es bueno para eso, así que me conformo

con frotarme contra él por unos minutos y besarlo como si se estuviera acabando

el mundo.
—¡Hey, ya es hora de que salgas! —grita Hunter desde afuera, golpeando la

puerta con fuerza y haciéndonos saltar del susto— deja de masturbarte tanto, no

puede ser sano, estamos preocupados por ti.

No puedo evitar reírme por eso, a pesar de que han arruinado el ambiente

por completo. Luc murmura algo que no entendemos.

—Oh, cierto ¿estás con Crystal ahí dentro, campeón? Que mala suerte que

tenemos que estar listos en media hora —se queja, golpeando la puerta una vez

más— pero sigue con lo que estaban haciendo, ya sabemos que duras tres

segundos.

—Apestas de todos modos, solo lárgate —le contesta Justin, frunciendo el

ceño y haciendo que Hunter exprese unas cuantas groserías. Empujo un poco su

pecho y desenredo mis piernas de él, bajando al piso— ¿Qué pasa?

—Tienen razón, tenemos que irnos —respondo, quitándome el agua de los

ojos y tomando el shampoo de la repisa, haciendo como si no me estuvieran

temblando las piernas por el placer reprimido. Justin se queda inmóvil por unos

segundos.

—¿Estás hablando en serio? —pregunta, acercándose a mí por detrás y

abrazándome— ha pasado mucho tiempo, necesito estar contigo y sen...

—No, Justin —lo corto rápidamente, sin dejar de masajear mi cabello. Me

volteo hacia él y vierto un poco de shampoo en mi mano para lavar su corto

cabello también, intentando ignorar su ceño fruncido— no regresé aquí para

regresar a ser tu muñeca sexual una vez más. De hecho, mi intención era no

hablarte para nada, y aún me gustaría cumplirla, pero sé que no es posible.


—No eres mi muñeca sexual, es solo que quiero tocarte y necesito volver a...

—pongo una mano enjabonada en su boca para que deje de hablar y sus gruesas

cejas se juntan con enojo.

Justin quita mi mano de su cara groseramente y me mira por un largo rato

con esa misma cara que me recuerda viejos tiempos, entonces asiente y se aleja de

mí, luego procede a bañarse como si yo no estuviera aquí, así que hago lo mismo.

Bañarme con él de esta manera se siente sumamente incomodo pero al mismo

tiempo es natural. Me pasa el jabón sin decir nada y me deja estar justamente

debajo de la regadera para quitarme el shampoo por completo. Es como si

fuéramos un matrimonio enojado y debo decir que me gusta.

—Tu padre trajo tus cosas ayer mientras dormías y te conseguí un uniforme y

botas, los puse encima de tu maleta —me informa, enredando una toalla en sus

caderas cuando salimos de la regadera.

—Gracias —murmuro y abro la puerta. En ese momento Hunter pasa por

ella, casi tumbándome.

—Ya era hora —se queja, mirando mal a Justin y empieza a quitarse la ropa.

Justin
—Ve a formarte o te ganarás un castigo —le digo a Crystal cuando veo que

ya está lista. Ella me mira, queriendo decir algo, pero solo asiente y sale de la

habitación.

Respiro con facilidad por primera vez desde que ella llegó y me tiro a la cama

de Luc porque no tengo fuerzas en el cuerpo. Se va a hacer tarde y aún ni siquiera

tengo puesta mi camisa interior o calcetines, pero no me importa, necesito

tomarme un tiempo para recargar pilas. Estar alrededor de ella es tan exhaustivo,

me drena de toda energía.

—¿Todo bien? —pregunta Luc, saliendo del baño.

—No —acepto, sin hacer ningún movimiento. No tengo fuerzas para

pretender que no estoy sintiéndome horrible en este momento— ella me odia.

—Es entendible —murmura y levanto la cabeza hacia él para hacerle saber

que no me gustó su comentario— vamos, todo el mundo sabe que eras un gran

patán con ella y también sabemos que Crystal no es la mujer más fácil de tratar

del mundo, es obvio que tienes una gran camino por delante hacia el perdón.

—¿Pero por qué no puedo solo... ser como antes? Todo era tan fácil antes, no

tienes idea. La vida era genial. Odio tener sentimientos por ella, odio no poder

controlarlos —lloro como una pequeña niña y cubro mi cara con fuerza mientras

Luc solo se ríe de mí, acostumbrado ya a escucharme lloriquear de esta manera, lo

cual me ayuda a lidiar con todo así que no me juzguen. Estoy muy fuera de mi

elemento con esto— ¿Qué puedo hacer? Tú siempre sabes qué hacer.
—No realmente, tú eres quien siempre tiene todo perfectamente planeado.

Bueno, eras —se ríe, y solo ruedo los ojos— amigo, lo único que te puedo

aconsejar es que dejes de ser un mariquita y le digas que la amas. Díselo directa y

rápidamente para que no pueda pretender que no te escuchó. Ella te lo dijo sin

ningún problema ¿no? Tú debes hacer lo mismo.

—Pero es Crystie de quien estamos hablando, ella no tiene ningún problema

expresando cada diminuta cosa que pasa por su mente.

—Tienes razón, pero tú eres un hombre maduro y como tal, debes afrontar

esto como se debe, expresando tus sentimientos por difícil que sea.

Asiento hacia él con mucho entusiasmo aunque sé que no lo haré y logro

levantarme para vestirme e ir con los mocosos a pretender que no quiero

acostarme y sentirme mal por mí mismo todo el día.

Cuando llego, todos están formados perfectamente menos Crystal y Xavier,

quienes están platicando tanto que sus bocas solo son un borrón rápido de

movimiento. Cierro los ojos por unos segundos, maldiciendo el momento en el

que me enamoré de Crystal y Luc se enamoró de Xavier (aunque eso haya sido mi

culpa).

Estar en una relación con uno de tus subordinados no está exactamente

prohibido al menos que sea menor de edad, pero seriamente se recomienda no

hacerlo por cosas como éstas. Ahora Crystal y Xavier piensan que son

completamente intocables, lo cual por supuesto no es cierto.

—¿Recuerdan qué les he dicho acerca de lo que pasa cuando no están

formados cuando yo llego? —pregunto, llamando la atención de todos y haciendo


que se pongan más derechos. Nadie responde pero sé que lo saben— como es de

esperarse, se han ganado un castigo por Esteves y Angelo. Será más bien un

regalo de bienvenida a nuestra compañera.

—Pero... —empieza a hablar Crystal, pero le dirijo una mirada para que no lo

haga. No quiero tener que ponerla a hacer lagartijas o vueltas al campamento tan

rápido.

—Después de que cumplan el castigo que se ganaron ayer y el que se acaban

de ganar ahorita, iremos a practicar tiros, como les prometí —les anuncio, los

hombres comparten una mirada de emoción— ahora, vayan a desayunar y llenen

sus cantimploras antes de regresar aquí.

Todos se van inmediatamente menos Crystal, quien solo me mira con los ojos

entrecerrados sin decir nada. Suspiro, sabiendo exactamente la conversación que

vamos a tener.

—¿Esperabas tener un tratamiento especial?

—¡Sí! —contesta sin pensarlo dos veces y pone su cara de perro atropellado

— vamos Osito, soy yo, Crystie.

—Eso no va a funcionar, aquí no soy Osito —escupo, odiando ese estúpido

apodo que me puso y esperando que no haya nadie a la redonda que haya

escuchado eso porque puedo perder mi reputación— soy tu sargento, así que ve a

desayunar. Necesitarás la energía para todo lo que tengo planeado para hoy.

Crystal hace un profundo sonido de molestia en su garganta y se va, pisando

fuertemente como la nena malcriada que es. Luc llega en ese momento con una
gran sonrisa y me pregunta si le dije. Le respondo con una mirada obvia y niega

con la cabeza, obviamente desepcionado de mí.

—Pronto va a ser demasiado tarde, escucha lo que te digo.

—Creo que ya es demasiado tarde —me encojo de hombros, como si no fuera

la gran cosa— debo aceptar que ya no me quiere, como un hombre respetable.

—¿Estás bromeando? Estás siendo de todo menos un hombre respetable —se

queja, cruzando los brazos— una niña llorona, por ejemplo, un cobarde también.

Es obvio que Crystal te sigue queriendo, lo único que tienes que hacer es rogarle

un poco.

—No sé cómo hacer eso —digo, exasperado. Esto es demasiado complicado

para una persona como yo que siempre piensa a blanco y negro. Si ella me quiere

es bueno, puedo proseguir, pero si no me quiere entonces no veo que haya nada

más que hacer. Perdí mi oportunidad. No entiendo porqué Luc quiere que siga

empujando esto.

—Te diré exactamente lo que vas a hacer —empieza, poniendo una mano en

mi hombro y acercándose más a mí. Solo espero que eso que tengo que hacer no

implique humillarme por completo.

45

The old ways


El plan de Luc es la cosa más estúpida que he escuchado en muchos años. Lo

único que le gana es cuando mi padre intentó convencerme de que existía un

hombre mágico que les entregaba regalos a todos los niños del mundo en cuatro

horas y si te portabas mal, lo cual él mágicamente sabía también, te daba un

pedazo de carbón. Ah, y aparte debías dejarle leche y galletas, las cuales él comía

tranquilamente en todas las casas del mundo, como si la diabetes no existiera.

Tenía cuatro años y sabía que la historia era pura mierda, como lo que Luc está

intentando decirme.

Quiere que, no solo convenza a mi padre de que me deje ir a comprar flores

al pueblo más cercano, pero que aparte escriba mis sentimientos en una carta

(como si yo pudiera hacer eso, gracias Luc) y después de que Crystal haya leído la

carta frente a mí (como si no fuera a morir de la maldita vergüenza de que

estuviera leyendo lo que escribí) quiere que le diga en voz alta, con palabras que

mi estúpida mente debe crear (algo que sea algo diferente a lo de la carta para

variar las cosas) lo mucho que la amo con toda mi alma y que no puedo vivir sin

ella y que sus ojos me recuerdan al mar y que huele a vainilla en verano y mierda

y media que no es genuina para nada. Ah, y además quiere que le compre algún

collar o pulsera o cualquier joyería cara que me encuentre para que se acuerde de

mí por siempre.

—Creo que es todo el sexo homosexual que estás teniendo últimamente lo

que te está nublando las neuronas ¿Te has olvidado de con quién estás hablando?

—pregunto, riendo porque no sé qué más hacer. Luc frunce el ceño y pone esa
cara terrorífica que siempre hace cuando mis comentarios salen peor de lo que

pretendo— disculpa si eso sonó algo homofóbico.

—Lo dejaré pasar solo porque eres tú y no sabes filtrar tus estúpidos

pensamientos nunca —niega con la cabeza— créeme, Crystal lo amará.

—Crystal se reirá en mi cara —peleo— ella sabe que yo no soy así. Sabe que

nunca podría escribir una carta, mucho menos decir cosas como esas que dijiste

¿no podrías inventar un plan para principiantes?

—Ese era mi plan para principiantes —pone los ojos en blanco— pero al

menos inténtalo. Una carta nunca falla. Es el conocimiento básico que hay para

hombres que no saben expresarse en voz alta.

—¿Y qué hay para los hombres que tampoco saben expresarse en cartas?

—Pornografía y soledad —contesta fácilmente, encogiéndose de hombros

como si no fuera la gran cosa, y nos callamos porque los niños están regresando.

Después de comprobar que todos tienen sus cantimploras llenas y tomar

aparte un garrafón extra con agua helada que definitivamente necesitaremos,

marchamos hacia la base de Ayala, la cual todos odian con su alma. Incluyendo a

Luc y a mí.

—Formados —ordena Luc cuando llegamos y los niños obedecen— como

tienen dos castigos, hoy en lugar de completar la base en equipo y por relevos,

cada uno lo hará por sí mismo. El sargento Bieber y yo estaremos monitoreando

sus tiempos, como es de costumbre y dándoles una retroalimentación de su

desempeño.
—No permitiremos descansos largos entre obstáculos. Máximo tres minutos

—añado, y todos hacen ruidos y caras de negación, excepto Crystal quien solo

parece confundida. Justo en ese momento recuerdo que ella nunca ha venido aquí

— ¿Quién quiere hacerlo primero y mostrarle a su compañera Angelo cómo se

hace esto?

Eva es la única que levanta la mano, como siempre. Por eso es mi favorita.

Asiento hacia ella y le ordeno a la pelirroja muda que se haga la muerta. No es

justo que ella siempre tenga que ser la muerta, pero como Eva es muy pequeña, es

necesario que cargue a una persona delgada.

—Angelo, no pierdas de vista lo que Ramos hace, porque tendrás que hacer

lo mismo. Y todos sabemos que no eres muy ágil —murmuro, haciendo reír a la

gorda y a su amiga negra, quienes obviamente no son muy amigas de mi Crystie—

ustedes tampoco son la gran cosa ¿De qué se ríen? Guarden silencio.

—Lo siento, Sargento —murmura Mercedes, pero la ignoro, regresando mi

atención a Crystal.

—No la pierdas de vista —le recuerdo. Y espero a que Eva tenga a la pelirroja

bien acomodada en sus hombros para soplar mi silbato y empezar el cronómetro.

Crystal
No puedo. No puedo hacer eso. Eva lleva veinte minutos en ese infierno y

apenas va en la mitad de los millones de obstáculos que esta demoniaca base

tiene. Está sudando y temblando demasiado y estoy realmente preocupada por

ella, pero estoy más preocupada por mí misma.

Justin está escribiendo en una libreta los tiempos de Eva, pero me acerco de

todos modos.

—¿Um, Sargento? —llamo su atención, hablando bajo e intentando no

molestarlo. No me conviene tenerlo de malas en este momento. Realmente

debería de haber tenido sexo con él esta mañana. Justin voltea a verme sin decir

nada— sé que digo esto muy seguido y me he dado cuenta de que es mi respuesta

para prácticamente todo lo que nos pone a hacer pero... ¿no cree que es un

poquito injusto que yo tenga que hacer esto por primera vez sola, cuando los

demás ya están familiarizados y lo han hecho en relevos antes?

Justin lo considera por unos minutos, mirando lejanamente a Eva nadando

en una baja piscina con la pelirroja en sus hombros y aparentemente ahogándose.

Luc está fuera de la piscina viendo que Eva no muera, pero de todos modos no me

parece muy seguro.

—Tienes razón, Angelo —asiente, y puedo respirar— es injusto. Pero lo harás

de todos modos.
—¡¿Por qué?! —chillo, fallando en mi intento de mantener la voz baja—

¿Esto es porque no quise tener sexo contigo en la mañana?

—Claro que no —contesta firmemente— aprende a separar lo que pasa entre

nosotros de lo que tengo que hacer aquí como tu sargento ¿De acuerdo? No tiene

nada que ver con lo que pasó o no pasó hace rato.

—¿Al menos puedes ayudarme? —pido, y él niega con la cabeza

vehementemente. Sé que no puede, pocas veces se ha a acercado a alguien a

realmente ayudarlo a hacer algo y no solo gritar en su cara. Creo que solo lo hizo

una vez conmigo y una vez con Mercedes— por favor, por favor. Y te voy a deber

una.

—Ugh, de acuerdo —acepta, con voz molesta y baja— solo porque sé que no

podrás hacerlo sola.

—Eres el mejor osito del mundo —susurro, ganándome una furiosa mirada

de su parte. Me alejo riendo y me quedo detrás de todos.

Como me lo esperaba, Justin hace que todos vayan antes que yo, lo cual nos

lleva literalmente la mitad del día porque nadie puede hacerlo todo seguido,

deben parar varias veces a tomar aguar y recargar fuerzas, algunos a vomitar.

Tenemos que tomar un descanso para ir a almorzar y aun faltamos tres de

hacerlo. Xavier está tan cansado que Eva y yo tenemos que ayudarlo a comer. Eva

por supuesto está como si nada, y yo me estoy cagando en mis horribles

pantalones del uniforme porque no quiero hacerlo. Todo lo que han hecho se ve

horrible, y a juzgar por los comentarios de mis compañeros Justin ha estado

llevándolos a ese lugar mucho más seguido de lo que debería. Me alegro


inmensamente de no haber estado aquí para eso, pero al mismo tiempo desearía

tener aunque sea algo de práctica.

—Ha llegado el momento ¿Estás lista? —pregunta Justin, frotando sus

manos juntas. Niego muchas veces porque no, después de horas de ver a mis ocho

compañeros sufriendo, aun no estoy lista para esto— bueno, no importa. Yamell,

ven aquí.

La pelirroja rueda sus ojos con fastidio pero no dice nada, porque duh, es

muda.

Hago una mueca porque realmente no quiero cargarla, pero de todos modos

me agacho para que pueda saltar sobre mí. Sorprendentemente, casi no la siento,

de verdad es pequeña y ligera. Que envidia, creo que la odio. Aún después de un

mes en este lugar, mi trasero sigue gordo... algo tonificado, pero gordo al fin de

cuentas.

—Anton, ven acá —llama Justin al niño flaco, quien está igual de harto de

ser el muerto que la muda. Justin lo hecha en sus hombros sin ningún problema y

Luc dice que es hora, así que empiezo a correr.

Lo primero que debo hacer es correr por el circuito ovalado por diez minutos

cargando al muerto para calentar. Eso no es tan malo, a pesar de que después de

la tercera vuelta empiezo a pensar que estoy cargando un elefante. Justin trota a

un lado mío tan fácilmente como si estuviera caminando por la orilla de la playa

admirando el atardecer.

Cuando termino eso, me tomo el agua de mi cantimplora y Justin me ordena

que vuelva a cargar al muerto para proseguir. Lo siguiente es más difícil. Mucho
más difícil. Tengo que trepar unos grandes muros cargando a la maldita muda

asquerosa que está muy tranquila echada como vaca sobre mí.

Apenas es el segundo obstáculo y ya siento como que no puedo hacerlo. Me

faltan como diez cosas y sé dentro de mí que no lo haré. No tengo la fuerza

necesaria, me voy a morir antes del tercer obstáculo y pasaré a la historia como la

niña más débil de todo mi grupo. De todo el campamento.

Es muy difícil balancearme y trepar con una vaca en mis hombros, pero me

doy cuenta de que ella está enredada en mí como una pitón y me permito soltarla

para poder trepar la pequeña pared con ayuda de unas pequeñas piedras falsas.

—Lo estás haciendo bien, Crystal —dice Justin cuando estoy parada en esa

pequeña pared. No miro hacia el piso porque siento que me caeré, solo me enfoco

en la cara de Justin— ahora tienes que saltar hacia la otra pared y bajarla. Y así

sucesivamente.

Lo más horrible de todo es tener que saltar de una pared a otra, a pesar de

que no están tan separadas y hay espacio para aterrizar sin tener la posibilidad de

caer al piso, pero de alguna manera logro hacerlo (después de media hora y

mucha frustración) y paso al siguiente obstáculo que gracias al señor no requiere

que cargue con el muerto, pero que es un poco más difícil. Hay una larga y gruesa

cuerda de unos diez metros que debo abrazar como un bebé y deslizarme por ella

hasta el final sin soltarme para nada, ni una sola vez o debo empezar de nuevo.

Parece fácil, lo sé, pero todos terminan llorando del esfuerzo y sé que no seré la

excepción.
—Mira, para que te sea más fácil hacer esto —empieza a explicar Justin,

acomodándose y abrazando la cuerda sin problema como si fuera un simio—

hazlo primero con tus antebrazos y cuando ya no puedas, con tus manos, de esa

manera no se te quemarán tanto.

Me explica y empieza a hacerlo, como si fuera la cosa más fácil del mundo.

Termina en unos cinco minutos y me levanta los pulgares para que lo haga.

Abrazo la cuerda como todos lo han hecho y utilizo mis antebrazos para

deslizarme, pero siento que solo he recorrido dos centímetros de la cuerda cuando

todo mi cuerpo empieza a temblar.

No puedo cargarme a mí misma, estoy muy gorda, mis piernas son muy

débiles. Ahora sé lo que sintió el pobre de Dario cuando intentó cargarme.

—¡Vamos, Angelo! —exige Justin, de repente a un lado de mí. Gruño y le

pido que se vaya porque siempre que intenta motivarme lo hago peor— ¿Qué te

pasa? ¿Ya te cansaste, en serio? Todavía ni siquiera vas a la mitad. Deja de

sobrepensar las cosas y solo hazlo.

—¡Déjame en paz! —grito, moviéndome otro poquito más. Mis brazos y mi

torso siguen temblando y mis gordos muslos me duelen por el roce de la cuerda.

—No, no te dejaré en paz —se niega, y acerca más su cara a la mía—

muévete. No pasará nada, tu cuerpo ya puede hacer esto, te lo juro. Está

preparado. Todos lo hicieron, y sé que no eres peor que todos esos.

—Sí, soy la peor —mi voz se quiebra, y mis ojos se empiezan a nublar.

No puedo hacerlo, no sirvo para nada. Maldita sea Marea por hacerme robar

esa joyería, todo es su culpa. Juro que tomaré venganza tan pronto esté...
—¡No llores, maldición! ¡Mueve tu inútil trasero! —grita Justin, enojado, y

empiezo a llorar más. Ya regresamos a lo mismo de antes, tan bien que estuvimos

ayer.

Adiós, Justin tierno que me sonríe todo el tiempo, fue un gran placer tenerte

por unas cuantas horas. Nunca te olvidaré.

—Por el amor de dios, Crystal —se queja, tallando su cara con sus manos,

completamente frustrado— llevas aquí más de diez minutos y apenas haz

recorrido tres metros.

—Es muy difícil —lloro, intentando lo que me dijo de cambiar mis

antebrazos por mis manos pero lo único que consigo es hacer que mis manos se

den por vencidas completamente.

Lo único que escucho antes de caer al piso y morir es a Justin gritándome

algo en la distancia.

➿➿➿➿

Cuando abro mis ojos estoy super cómoda y pienso que todo fue un sueño y

esa base a dónde nos llevó Justin fue un producto de mi subconsciente, pero luego
siento el dolor en mis brazos, en mi cabeza y en mi entrepierna y me doy cuenta

de que fue real.

Justin está sentado en la cama con su espalda hacia mí y sin camisa. Me

quedo ida observando sus músculos y sus tatuajes y por eso no me doy cuenta de

que está hablando con alguien. Mejor dicho, está amenazando a alguien. Cuando

veo que mi funda peluda está presionada contra la oreja de Justin y le pongo

atención a la conversación me doy cuenta de lo que está pasando, pero no me

muevo.

—... así que si sabes lo que es bueno para tu seguridad, perderás este número

para siempre, niño —sigue diciendo, en voz baja y aterradora. Entonces me doy

cuenta de que está extremadamente tenso y sus puños se cierran y se abren como

si se estuviera imaginando que estrangula a alguien— no te conviene hacerte el

listo con alguien que te saca una cabeza, 10 kilos en músculo y sabe donde vives.

Oh, por dios ¿está amenazando con matarlo o algo?

—Eso pensé —murmura y se ríe con satisfacción masculina, irguiéndose un

poco— porque no eres nadie, amigo, porque solo te estaba utilizando para

olvidarse de mí, lo cual nunca logrará... ¿A qué mierda te refieres con íntimos?

No sé qué es lo que Dario le dijo que contenía la palabra "íntimos" pero es

como un cohete que se dispara en Justin. De pronto se levanta y escucha la

respuesta de Dario, pero supongo que no es una respuesta que le guste, porque

entra en modo terminal y avienta mi celular con todas sus fuerzas a la pared,

causando que se separe en dos partes. Jadeo con fuerza por la sorpresa y ni

siquiera me asomo a ver qué dos partes son.


Justin está respirando con pesadez y haciendo mucho ruido con su nariz,

como un toro enojado. Creo que Justin es alguien que no lastimaría a una mujer

(fisicamente y cuando no está siendo un sargento) pero en este momento pasa por

mi mente que podría abalanzarse contra mí y aniquilarme en segundos.

—Quiero saber todo lo que hiciste con él —exige, con una voz tan baja y

ronca que casi no se escucha. Aún no se voltea hacia mí— quiero cada detalle y si

me entero de que ustedes tuvieron...

—Justin, Dario es mi novio. Nosotros obviamente tuvimos algo —susurro,

insegura.

Mi plan era intentar recordarle que nosotros no somos nada y que pisoteó

mis sentimientos y me empujó a los brazos de otro hombre, pero no me deja hacer

eso. En el momento que la palabra "novio" deja mis labios, Justin se voltea y se

sube a la cama en un movimiento lleno de gracia y lleno de furia. Me trago un

chillido de miedo y cierro los ojos, apretando la colcha y esperando que no me

haga nada, pero no lo hace, solo se acomoda sobre mi cuerpo y pega su frente a la

mía, aun respirando como toro.

—Si me dices que le diste tu cuerpo, Crystal, esto se va a poner feo —

amenaza, y puedo escuchar sus dientes rechinando. Mi corazón está latiendo tan

rápido que siento que dejará de funcionar en cualquier momento. Tengo mucho

miedo, no sé a qué se refiere con feo.

—Te dije q-que intentaría olvid...

—Me importa una mierda lo que dijiste, o lo que yo dije —me interrumpe,

tomando mis manos empuñadas y poniéndolas a ambos lados de mi cabeza,


intentando entrelazar nuestros dedos. Mis ojos siguen cerrados— no tenías

ningún derecho de aventártele a ningún hombre ¿Cuántas malditas veces te dije

que eras mía?

Su comentario me ofende tanto que me olvido de tener miedo y me empiezo

a enojar. Abro mis ojos y los entrecierro hacia él. Esa conocida vena está pulsando

furiosamente en su frente y su mandíbula está tan apretada que sus dientes están

apunto de explotar.

—Yo puedo hacer lo que se me de la gana con quien se me de la gana —

contesto, sin tartamudear esta vez. Si me golpea o me hace algo, me encargaré de

hacer su vida un maldito infierno. Justin frunce el ceño y aprieta más mis manos

— no soy de nadie, mucho menos tuya. Tuviste tu oportunidad y te la pasaste por

el culo, no vengas a reclamar nada ahora. Esto es tu culpa.

—¡No es mi culpa! —grita en mi cara, pero me rehuso a asustarme de nuevo

— tú tienes la culpa por no darte cuenta antes de lo que yo sentía. Tú debiste

saberlo. Tú debiste forzarme a entender antes de que me dejaras.

—¡Vete al más grandísimo y asqueroso infierno! —grito, empezando a pelear

contra él, pero obviamente no logro nada— eres un estúpido. Te odio. Ya no eres

nada para mí. Nada. Ni siquiera estuve realmente enamorada de ti, ni siquiera me

gustas. Solo quería alguien con quién pasar el tiempo. Déjame en paz de una

maldita vez.

Justin hace un sonido preocupante con su garganta que suena como un

sollozo ahogado, como el de un animal herido, pero en lugar de decir algo como

esperaba, me besa.
Es el beso más salvaje, hiriente y caliente que alguna vez he recibido. El beso

más crudo y real que me han dado. Justin no sabe qué hacer, no sabe qué decir,

así que está intentando expresar todo de esta manera. Puedo sentir que está

herido y celoso, y puedo sentir que me ama, pero no es suficiente para mí que me

lo diga de esta manera.

Quiero las palabras.

—Eres solo mía —dicta, mordiendo mi abusado labio inferior y alejando la

colcha para poder presionarse contra mi cuerpo y empezar a mecerse contra esa

parte que nunca podrá decirle que no. Lo abrazo con mis piernas y lo beso con

todas mis ganas, más caliente que nunca.

Araño su espalda sin dejar de besarlo y bajo mis manos a sus pantalones,

intentando quitárselos para que pueda hacerme el amor de una maldita vez y

decirme que me ama como debió haberlo hecho desde que me volvió a ver.

—¿Te das cuenta? No puedes decirme que no —presume, riendo. Arruinando

todo, como siempre— nunca puedes decirme que no, me amas demasiado. Tu

cuerpo sabe que es solo mío aunque tú te rehuses a entenderlo.

Oh, no, no volveré a caer en esto.

—Claro, si eso te hace sentir mejor —pongo mis ojos en blanco cuando me

mira a la cara, haciendo que pare por un segundo cuando escucha el desdén en mi

voz— ¿En serio crees que mi cuerpo es tuyo? No esperé ni medio día para ir y

tener a Dario dentro de mí y, oh, fue asombroso. El mejor de toda mi vida. Pero no

me puedes juzgar, Osito, cuando tienes sexo con el amor de tu vida, la tierra se
mueve, es como un milagro. Algún día sabrás cómo es eso, si es que logras amar a

alguien y conseguir que una estúpida realmente se enamore de ti.

El cuerpo de Justin se queda completamente tieso y casi puedo sentir que se

pone frío. Me preparo para una larga pelea que me dejará llorando y sufriendo

como siempre, pero en lugar de responderme algo igualmente horrible, Justin se

levanta y se va.

Y entonces pienso que tal vez... tal vez me pasé de la raya.

46

I dont do to well with apologies

Me quedo acostada en la cama por unos largos minutos intentando

recordarme que Justin me ha tratado mucho peor de lo que yo lo he tratado a él.

Se merece esto. Se merece sentirse triste y yo no debería sentirme mal por eso.

Es la ley de la vida, si haces sufrir a Crystal, ella te hará sufrir también.

—¿Puedo pasar? —pregunta Hunter desde afuera mientras golpea la puerta

y le digo que sí— ah, hola Crystie ¿Donde está Justin?

—No lo sé —contesto, con la voz bajita— se fue. Está enojado conmigo.


—Que gran novedad —murmura con sarcasmo y se ríe, sentándose en su

cama y quitándose las botas. Estoy pensando tanto en todo lo que acaba de pasar

que ni siquiera le pongo mucha atención a lo mucho que apestan sus pies— ¿Qué

hiciste ahora?

—Yo... dije un par de cosas que estuvieron un poquito mal —acepto, dejando

salir todo el aire de mis pulmones. Quiero pedirle perdón a Justin, pero no sé si

debería. No sé si esto nos pone a mano o si ni siquiera es una cuarta parte de lo

que él me hizo sufrir a mí— ¿Crees que me perdonará?

—No sé que dijiste, pero obviamente te perdonará. Creo que sabes a este

punto que no puede estar sin ti por mucho tiempo sin volverse un gigantesco

dolor en el trasero que está hablando de su Crystie todo el maldito tiempo —se

queja, riendo un poco y sé que no lo dice en serio— era algo lindo, me daban

ganas de apretar sus pequeñas mejillas ¿Qué le dijiste? Estoy seguro de que no es

la gran cosa.

—Uh... um —lo pienso un momento pero luego se lo digo de todos modos.

Repitiendo cada palabra que le dije a Justin. Hunter solo me mira con la boca

abierta por unos segundos después de que acabo. Supongo que no es una buena

señal— ¿Crees que fue demasi...

—Crystal... eso fue... —parpadea muchas veces y niega con la cabeza. Su

postura y cara relajada han cambiado por completo— si mi novia me dijera algo

así, creo que me pondría a llorar. Y sé que Justin puede parecer un robot a veces,

pero lo conozco desde hace muchos años, lo conozco mejor que nadie más. Mejor

que él mismo. Sé que realmente te ama. Puedo apostar que no te lo ha dicho y


probablemente no pueda decírtelo en mucho tiempo porque le cuesta bastante

expresar las cosas y no actuar duro todo el tiempo, pero créeme, te adora.

Ahora me siento peor que antes. Hablar con Hunter no fue una muy buena

idea.

—Pero... pero él me ha hecho muchas cosas. Me dejó en claro que nunca

podría enamorarse de una mujer como yo y que solo servía para una cosa y que

estaba enamorado de la cucaracha y yo no era nada para él.

—Lo sé, me lo contó. Y también me dijo lo que tú le respondiste, lo cual fue

incluso peor. Y todos estos días que estuviste en tu casa, revolcándote con tu

nuevo novio, él estuvo aquí teniendo una crisis existencial porque no podía

comprender lo que estaba sintiendo —dice, enojado, entrecerrando sus ojos hacia

mí— así que levanta tu trasero y ve a buscarlo y pedirle perdón en este momento

o me encargaré de que sufras incluso más de lo que ya lo haces.

—Cielos, lo haré —levanto mis manos, defendiéndome— no hay porqué

ponerse a la defensiva.

—Muévete más rápido —ordena, sacando el malvado sargento que lleva

dentro— y, Crystal, las acciones hablan más que las palabras. Empieza a poner

atención en cómo es él con otras personas y cómo es contigo y todo lo que hace

por ti. Deja de enfocarte tanto en lo que dice, porque 80% de las veces, lo único

que sale de su boca es completa mierda.


Justin

Debería saber a estas alturas del partido a no meterme con Crystal. Debería

aprender a no decir cosas que la hagan enojar. Herir a las personas con palabras y

hacerlas sentir como mierda es su especialidad, lo puede hacer incluso dormida, y

creo que es lo único que hace bien.

Me siento tan jodido que no puedo ni respirar bien. Mis malditos ojos están

ardiendo y lo único que quiero hacer en este momento es ir a Los Angeles, buscar

a ese hijo de puta, Dario, y matarlo... de acuerdo, no matarlo. Solo golpear su

dulce cara de niña y su cuerpo hasta que me sienta mejor. Lo cual no parece muy

probable.

No puedo creer que quiera llorar en este momento. No puedo creer que

incluso lo esté admitiendo en mi mente, pero hombre, realmente me siento mal.

Después de todas nuestras peleas, esta es la peor y desearía que Crystal nunca

hubiera regresado al campamento. Al menos así solo estaría extrañándola y

engañándome a mí mismo diciéndome que aún me ama y que nunca podría

encontrar a ningún hombre que le guste más que yo.

Pateo un bote de basura tan fuerte que se aleja unos cuantos metros y me

enojo porque no lo puedo patear de nuevo. Dejo de caminar, sentándome en el


piso y cubriendo mi cara con mis manos. Espero que nadie pase por aquí y que

nadie se de cuenta de que quiero ponerme a llorar por unas palabras que una

chica me dijo. No lo haré, porque soy más fuerte de lo que parece en este

momento, pero eso es lo que quiero hacer.

No sé cuanto tiempo estoy así, sentado en el piso cubriendo mi cara con mis

manos y repitiendo mil veces las palabras de Crystal en mi cabeza, pero es un

buen rato. No puedo dejar de pensar en ella con otro estúpido o en cómo llamó al

lento de Dario el amor de su vida. Puede ser que haya exagerado para lastimarme,

pero sus palabras tuvieron el efecto deseado en mí, sean verdad o no.

—¿Justin? —susurra Crystal de la nada, demasiado cerca de mí,

asustándome por completo. Me siento más derecho inmediatamente,

componiéndome e intentando no lucir tan destrozado como me siento. Aparece a

mi lado un segundo después, mirándome con sus grandes ojos verdes muy

abiertos y llenos de lastima.

—No quiero hablar contigo ahora mismo, Crystal. Vete de aquí.

—Yo solo... um, yo... no quería decirte todo eso —susurra de nuevo,

lamiendo su labio inferior, el cual está algo hinchado y morado por el beso salvaje

que le di hace un rato. No hago ningún movimiento y mucho menos le contesto

algo, pero es Crystal de la que estamos hablando así que ella se sienta a un lado

de mí de todos modos aunque es obvio que no la quiero cerca de mí— tú sabes

que a veces cuando me enojo digo cosas que no son buenas.


—No me importa —miento, carraspeando mi garganta para que mi voz no

suene tan cortada y patética. Por dios, solo quiero que se largue para poder estar

triste tranquilamente— desaparece, Angelo. Déjame solo.

—No, no lo haré —pelea, e incluso intenta poner su mano en la mía. Por

supuesto la muevo inmediatamente. No quiero que mi decisión de dejar de amarla

se vea comprometida por sus flacas y frías manos tocándome— eres mi Osito.

—Aparentemente no soy nada —mascullo entre dientes, odiándome

inmediatamente porque eso sonó super deprimente y lo ultimo que quiero es que

de cuenta de cómo me ha hecho sentir. Pero a pesar de querer que se largue de

aquí y no volver a ver su horrenda cara nunca más, también quiero que se quede

conmigo, aunque me trate así siempre.

—Eso no era verdad —dice, y mi interés me gana porque levanto mi cara

hacia ella aunque me prometí no hacerlo. Sus ojos están húmedos y se ve pequeña

a un lado de mí.

¿Por qué ella?

¿Por qué no cualquier otra mujer? ¿Por qué no un hombre? De acuerdo, no.

Solo estoy muy desesperado. Pero en serio, cualquier humano sería mejor que

ella. Excepto tal vez Hitler. Creo que amarla es un castigo por todos mis pecados.

Creo que amarla es lo peor que me ha pasado.

Desde ese acontecimiento no deseado, todo se ha puesto de cabeza. No me

gusta. No me gusta para nada.

No me gusta pensar en ella todo el tiempo. No me gusta pensar que es

hermosa incluso cuando está corriendo y parece que está apunto de desfallecer, se
pone toda roja y sudada y sí, un poquito apestosa. A veces. No me gustó que

cuando se fue sentí como si me faltara algo. No me gusta que sea tan buena con

las palabras malignas. No me gusta nada.

—Nada de lo que dije era verdad —continúa, y algo de esperanza hace que

mi estómago se apriete— me hiciste enojar. Ni siquiera... ni siquiera me acosté

con Dario. No me acosté con nadie.

Siento que alguien levanto un peso de mí y ahora por fin puedo respirar.

Siento que la vida tiene color de nuevo. Pero también siento ganas de ahorcar a

Crystal por hacerme sentir tantas malditas cosas en tan poco tiempo.

No es normal y no es agradable. Mi cabeza es un maldito desastre, mis

emociones no saben qué mierda está pasando.

Un minuto estoy feliz porque regresó, luego asustado de que estuviera

enojada, luego ansioso por tocarla de nuevo, luego preocupado por ella, luego

triste, luego feliz de nuevo, luego caliente, luego herido porque me rechazó, luego

enojado porque es tonta, luego caliente de nuevo, luego frustrado porque no

puede hacer nada bien, luego preocupado porque se desmayó y cayó de cabeza al

piso, después lo único que siento es amor por ella mientras la veo dormir, pero

entonces su celular suena desde su maleta y la foto de ella con Dario y ver que él

le está hablando me pone posesivo y celoso, luego me siento contento porque

Dario es un imbecil, luego fúrico, luego celoso de nuevo, luego más fúrico, luego

un poco más, después estoy caliente de nuevo, luego me siento posesivo una vez

más y luego estoy triste de nuevo.


No puedo con tanto, voy a explotar. Estoy acostumbrado a sentir solo tres

cosas. Hambre, sueño y enojo por mi padre. Ahí está. Por eso la vida era muy fácil

antes.

—¡¿Entonces por qué me dijiste eso?! —grito incapaz de controlarme,

cubriendo mi cara de nuevo. Escucho que Crystal empieza a llorar más fuerte pero

no me importa— ¿Tienes una jodida idea de cómo me hizo sentir? Creo que me

salió una úlcera en el estómago. Maldita sea, Crystal. Eres... eres tan... por dios,

no te entiendo.

—No tengo una idea de cómo te sientes ¡Porque nunca me dices nada! —

grita también. Como si tuviera derecho de estar enojada en este momento. Creo

que se da cuenta de esto, porque su voz se pone mucho más suave— si lo hicieras,

si tú comunicaras un poquito, no hubiera sido necesario mi vomito verbal. Lo

siento ¿De acuerdo? Sé que estuve mal. Todo lo que dije era con el simple

propósito de herirte, pero cuando vi que lo hizo me...

—¡No me hirió! —me defiendo rápidamente, aunque es obvio que miento.

—Cuando vi que realmente estabas herido, me sentí muy mal, y a mí no me

gusta sentirme mal por las personas —termina, y toca de nuevo mi mano. Esta vez

no la quito— eres muy importante para mí. Dario intentó tomar tu lugar pero no

era posible, yo no podía dejar que hiciera eso. Sí intenté, Justin, te juró que

intenté, pero no pude. No podía besarlo sin pensar en ti, pensar lo diferente que

era, no podía sentir sus manos en mi cuerpo sin pensar en cómo no me hacían

sentir nada. Eres todo lo que estuvo en mi mente mientras estuve en casa. Te amo.

Perdóname por decir esas cosas.


Mi cuerpo se siente como si alguien estuviera vertiendo algo caliente por

todos lados. Nunca pensé que escucharla decir eso me diera tranquilidad. Al

menos no estoy solo en esta mierda. Solo imaginarme que ella sufre igual que yo

es suficiente castigo.

—Promete que no volverás a decirme algo así —le pido, sin hacer ningún

movimiento y sin volver a verla a los ojos. Necesito que me asegure esto antes de

hacer cualquier otra cosa— no importa qué tan enojada estés conmigo.

—Lo prometo —asiente, y doy un largo respiro, volteando mi mano para

tomar la suya— ¿Me amas?

Trago saliva y quiero desaparecer. Dios ¿no es obvio? ¿Por qué me tiene que

preguntar?

—Mmm, no lo sé, adivina —murmuro, inseguro, empezando a morder el

interior de mi mejilla. Luc me dijo mil cosas que podría decirle ahora mismo, pero

no puedo. Es imposible, haré una escena y a ella ni siquiera le gustará.

—No, dímelo —exige, apretando mis dedos. Me quedo callado y su

frustración sube más y más. Que estresante. Solo cállate, Crystal— te amo. Ahí

está, ahora lo único que tienes que decir es: yo también. Palabras cortas y fáciles.

Cortas y fáciles que arruinarán mi vida si las dejo salir. Están arruinando mi

vida aunque las tengo embotelladas en mi cabeza, pero temo que todo esto se

hará más real si se lo digo.

—No puedes venir y exigirme que diga algo. Aún estoy enojado contigo, no

me siento como que puedo decir algo por el estilo en este momento —murmuro

sin mucha coherencia y me levanto— vámonos. Tengo sueño.


—¡Agh! —se queja, y se levanta también— si no me lo dices ahora mismo, te

juro que yo nunca lo repetiré de nuevo.

¿Y dudar todo el tiempo si me dejó de amar? No, gracias.

—¿Por qué es tan importante? —gimo, jalándome el cabello— no es como si

no estuvieras consciente de ese hecho.

—¡Porque quiero que me lo digas! —exige, pone sus pequeñas manos en mis

hombros y me intenta sacudir para que entienda. Esto solo me hace reír— no es

tan difícil. Solo tienes que decir: yo, Justin Bieber, acepto amarte y respetarte...

Antes de que pueda seguir con sus tonterías, rodeo su pequeña cara y la

atraigo hacia mí para besarla, sintiendo como que todo está bien de nuevo.

Y así de fácil, estoy feliz otra vez.

Crystal

Esta mañana, Justin y yo nos bañamos juntos de nuevo, pero esta vez sí hubo

sexo de por medio. Fue más difícil de lo que creía, no voy a mentir. Pensé que

Justin se resbalaría varias veces y ambos terminaríamos en el hospital, pero nunca

sucedió.
Es verdad y todos sabemos que Justin no es el hombre más romántico o

siquiera tierno, pero me encanta. No me ha dicho esas palabras que quiero aun,

pero no puede ser tan difícil sacárselas. Ya llegaré a eso, estoy segura.

En fin, mi vida es más o menos perfecta en este momento. Justin me da un

beso en los labios antes de que salga de la habitación para ir a formación y soy tan

feliz que incluso canto mientras camino hacia los demás. Eso es hasta que veo a

mi padre, al General y a dos personas que no tienen absolutamente nada que

estar haciendo aquí.

Marea y su padre.

Jadeo tan fuerte que todos me escuchan y se voltean hacia mí, incluyendo los

cuatro indeseados. Marea se ve tan o más miserable que yo en mi primer día, con

todo y su asqueroso cabello platinado. Y no puedo evitar darme la vuelta y salir

corriendo hacia la habitación de nuevo.

47

Bad influence

Justin
No dormí ni un minuto anoche, estaba muy exaltado todavía. A pesar de

haber arreglado las cosas, seguía enojado con Crystal. Creo que aun estoy enojado

con ella. De hecho, no creo olvidar sus palabras en un largo tiempo. No olvidaré

eso acerca de tener a Dario dentro de ella y mucho menos cuando lo llamó el

amor de su vida, pero me intenté tranquilizar diciéndome que era una mentira y

que esa niña Daria nunca me iba a quitar mi lugar.

Desperté a Crystal besando su cuello y sus pechos y luego la besé en la boca

antes de que se pudiera quejar de que era muy temprano, entonces la llevé a la

regadera y por fin, por fin estuve dentro de ella otra vez.

Fue rápido, apurado y algo incomodo porque los chicos se estaban quejando

de nuevo, y no lo disfruté tanto como debería porque el piso se pone resbaloso y

Crystal obviamente estaba asustada de que nos cayéramos, pero ambos

terminamos y eso es todo lo que puedo pedir. Ya me tomaré mi tiempo después,

probablemente hoy, si consigo que Luc se lleve a Xavier a algún lugar y Hunter se

vaya con Olivia.

Antes de salir e ir con mi grupo, me llama la atención el aparato en el piso y

recuerdo que yo lo aventé en medio de mi ataque.

Me acerco a ver si está completamente destruido. En efecto, toda la pantalla

está rota y le hacen falta varios pedazos de vidrio en las esquinas superiores, pero

para mi sorpresa, aun enciende. Probablemente porque el protector de peluche

que tenía y que ahora está tirado por algún lugar, era demasiado grueso, como si

su celular no fuera de por si muy grande.


Tiene de fondo de pantalla la misma foto que me exaltó ayer. Ella y Daria

sonriendo mucho más juntos de lo que me gustaría. Si le pusieras una peluca a

Dario podría ser más bonita que Crystal. No puedo creer que a ella realmente le

gustara ese estúpido.

Por supuesto Crystal tiene una contraseña para ingresar a su celular, pero en

lugar de ser números, es de una palabra. Intento primero "Crystal" porque parece

del tipo de persona que tiene su nombre por todos lados, pero no funciona, luego

intento una serie de palabras que pienso que tienen que ver con ella como:

joyería, diseño, dinero, diamantes, etc, etc, pero nada de eso es. Mi ultimo intento

es un desesperado "Justin" y para mi inmensa satisfacción, el celular se

desbloquea, pero justo en ese momento la puerta se abre. Escondo su gigantesco

celular tirándolo a la cama de Luc, porque pude notar que era Crystal desde antes

de que entrara.

Podría decir que sé cuando ella está cerca porque nuestro amor es así de

intenso, pero la verdad lo supe porque cuando corre y está cansada hace un jadeo

desde el fondo de su garganta como si fuera un niño gordo con asma y es muy

reconocible.

—Tenemos un grandísimo problema —dice desesperadamente, cerrando la

puerta a su espalda y mirándome fijamente con sus ojos muy abiertos y salvajes.

Me preocupo un poco a pesar de que la conozco y sé que es probablemente un

drama innecesario.

—¿Qué sucede, Crystie?


—¡Marea está aquí! —se queja. El nombre me suena, me quedo pensando en

él por unos segundos.

—¿Marea Gallegos? —pregunto, y ella asiente mucho— el General me

informó que llegaría alguien nuevo de ese nombre. Tu padre le pidió de favor que

pudiera entrar al programa aunque estuviéramos a la mitad ¿La conoces?

—¿Conocerla? —bufa— es mi mejor amiga. Y por "mejor amiga" me refiero a

que es una gigantesca perra y la odio. Ella es la razón de todos mis males. Ella es

la razón por la que yo hice todo lo malo que he hecho. Ella es la razón por la que

estoy aquí de nuevo.

—De acuerdo, primero que nada, hay que tranquilizarnos ¿De acuerdo? —

pongo mis manos en sus delgados hombros y la sacudo un poco. Su cuerpo está

demasiado tenso y su cara se está poniendo roja— no dejaré que se te acerque si

ese es tu problema. No volverás a caer en lo que sea que esa chica te haga hacer

porque confío en ti, sé que has cambiado. No eres igual que cuando llegaste. Y,

perdóname, pero yo estoy agradecido de que regresaste y estás aquí conmigo.

—Está bien. No me dejes estar sola con ella —me pide, y luego se relaja en

mis brazos y se acerca para abrazarme— yo también estoy agradecida de estar

contigo de nuevo, pero odio este lugar. Lo siento, es horrible.

—Lo sé, es deplorable a veces —acepto, porque es verdad. Y es parte de su

encanto, también. Pero extrañaré demasiado el campamento cuando me vaya—

ya es tarde, vamos. Te prometo que no las dejaré estar solas.

Pero en menos de tres minutos debo romper mi promesa porque mi padre,

después de hacer un comentario pasivo-agresivo acerca de que llegué tarde por


seguir teniendo mi cabeza en otras partes, le dijo a Crystal que necesitaba su

ayuda con algo que tenía que ver con sus deberes extraoficiales. Y Marea fue con

ellos, luciendo tan molesta por eso como Crystal. Lamentablemente después de

dejar a las niñas en no sé donde, mi padre regresó. El padre de Marea se despidió

y le agradeció a Cristoff por todo lo que hizo por él.

Marea es linda, si le quitáramos ese cabello blanco que se le ve tan horrible.

De hecho, incluso se parece un poquito a Crystal. Son de la misma altura, misma

complexión y las dos tienen ojos verdes. Lo único que le quita belleza a Marea es

su cabello. Y sé que Crystal también tiene un color extraño, pero al menos no hace

que parezca un alien.

El señor Angelo me da un abrazo de lado y una palmada fuerte en la espalda

que me saca el aire, le doy un puñetazo en el brazo con mucha fuerza para que

vea que no soy ningún debilucho y su cara se arruga un poco con dolor. Mi padre

nos observa con los ojos entrecerrados, y eso es tal vez porque nunca nos hemos

golpeado juguetonamente. Nuestras peleas la mayor parte de las veces son a

matar. Siento algo de satisfacción cuando pienso en que quizás está celoso de que

él es el único hombre al que odio.

—¿Cómo ha estado Crystal? Sinceramente —me pregunta Cristoff,

suspirando y haciendo una mueca.

—De hecho, muy bien —contesto, mintiendo solo un poco— no esperaba que

regresara tan dispuesta como lo estaba antes de irse, pensé que iba a ser muy

difícil que aceptara mi autoridad de nuevo, dado a... ya sabes.


—Bien, me alegra. Por favor, Justin, no le des ningún trato especial. No

importa qué tanto se queje de que no deberías tratarla de esa manera o qué tanto

llore y patalee —me pide, y asiento porque eso es lo que he estado y voy a seguir

haciendo— siento que este lugar la ha ayudado. No había sido para nada grosera,

se volvió más tranquila y no había mostrado ningún síntoma de ser rebelde de

nuevo, hasta esa noche. El único día que estuvo pasando el tiempo con Marea. Y

sé como hecho que esas dos juntas van a ser un problema para ustedes, pero

después de ver el cambio que hubo en mi hija, tuve que decirle a mi amigo que

trajera a la suya también.

—¿A qué tipo de problemas te refieres? —pregunta el General, frunciendo el

ceño. Le doy una mirada rápida a mi grupo, quienes están haciendo una serie de

ejercicios con Luc.

—Todo lo que se puedan imaginar. Probablemente intentarán escapar,

probablemente robarán algo, tal vez secuestren a alguien, quizás intenten drogar

a todos con algo en la comida. Mira, las opciones son infinitas. Y sé que Crystal

jurará por su vida que Marea tiene la culpa y viceversa, pero siempre es 50/50

con ellas. Es como si tuvieran el mismo cerebro.

Siento escalofríos en la espalda. Un mal presentimiento. Pero espero que no

sea nada, Crystal me ha contado varias cosas bastante extremas que ha hecho y de

verdad no quiero lidiar con nada de ese estilo.

—Está bien, podemos con ellas, Cristoff —aseguro, con una sonrisa fácil— no

te preocupes tanto, sé cómo domar a Crystie. Ve a cuidar a la señora Angelo y

felicítala de mi parte.
—Por supuesto, hijo —me da un golpecito en la espalda— por cierto, gracias

por controlar a Crystal con lo del embarazo. Pensamos que iba a ser el fin del

mundo.

—No fue nada.

Crystal

—No te voy a mentir, es muy difícil. Solo una persona dura puede lidiar con

esto, hace falta más fuerza interior que fuerza exterior para lidiar con el tipo de

cosas que pasan por aquí —murmuro, con una mirada seria aunque realmente no

es la gran cosa. Marea está asustada porque el General nos puso a ordenar cajas

con cosas entre las cuales se encuentran una variedad de armas y como siempre,

fue super grosero y malvado. Creo que un poco más que antes. Y no hay

municiones aquí, por lo tanto las armas son indefensas, pero aun así me imagino

que es algo impactante.

—¿No dijiste que era pan comido?


—Claro, pero eso solo es para mí porque yo me acuesto con el sargento —

pongo los ojos en blanco. De hecho, no tengo mucho de eso, Justin parece estar

empeñado en tratarme como a un una simple plebeya.

—¿Y yo recibo el mismo trato, por ser tu amiga? —pregunta, con sus ojitos

esperanzados hacia mí. Pretendo pensarlo por unos minutos.

—No creo —contesto, como si estuviera triste al respecto— Justin, mi novio,

no es alguien que agarre cariño rápido. Pero puedes intentar ser su amiga, de esa

manera puede perdonarte algunas cosas.

—¡Sí, sí, dime cómo!

—Bueno... a Justin le gustan las personas de carácter fuerte, es una de las

cosas que más ama de mí. Cumple sus ordenes pero siempre encárgate de dejarle

saber lo que piensas sin parecer asustada —digo, escondiendo mi sonrisa

diabólica. Esto de tener a Marea aquí puede ser divertido ahora que lo pienso

mejor— otra cosa: si no quieres hacer algo, si estás muy cansada, díselo con

completa confianza, pero en voz baja para que nadie más escuche. Si te dice que

no, es porque tiene miedo de quedar mal, pero solo sigue empujándolo.

—De acuerdo, de acuerdo, lo intentaré —asiente, acomodando sin ganas los

rifles en una caja verde para que todos quepan bien y no estén desparramados

como al principio— tengo mucho miedo, vi a tres grupos mientras venia para acá.

Los jefes les gritaban, unos estaban haciendo lagartijas, otros estaban cantando

algo... este lugar es como un culto.

Por cerca de dos horas, alimento el miedo de Marea. Le digo que Luc es el

más estricto cuando la verdad es que Luc es mucho más relajado que Justin. Aún
es malo y aún nos pone a hacer cosas que no me agradan y nos grita cuando no

hacemos algo, pero comparado con Justin cuando anda en sus días de amargura

total, es como un perrito acariciable.

Estamos apunto de terminar de acomodar todo cuando Marea hace un

comentario que no me gusta.

—... hablando con Dario, no es mi mayor fan, pero ese día tuvimos como...

—¡¿Qué?! —la interrumpo, asustándola un poco— ¿A qué te refieres,

hablando con Dario? No eres muy platicadora, así que dime qué fue lo realmente

pasó.

—De acuerdo, nos besamos un rato, tonteamos... —admite, haciendo su voz

de inocencia. Sé que me quiere hacer enojar porque duh, eso es todo lo que

hacemos, todo el tiempo. Pero es una zorra y es probable que de verdad lo haya

hecho. Creo que puede sentir la intensidad de mi mirada porque deja de

acomodar la ultima caja y me mira, suspirando— Crisis ¿Qué no se supone que

tienes un novio aquí que te ama y quiere estar pegado a tu lado como chicle todo

el día? Pensé que no te importaría si salía con Dario.

—¡Claro que me importa, estúpida! —jadeo, porque no puedo creer esto.

Dario estaba tan prohibido para ella como Roy lo estaba para mí— lo que tengo

con mi novio no importa en este momento. Dario es mi primer novio, mi primer

amor real. Intocable. Y te odiaba ¿Qué demonios pasó?

—Supongo que se dio cuenta que no valía la pena odiarme. Estaba triste por

ti y aparentemente tu nuevo novio lo amenazó —dice, y se voltea a seguir

acomodando la caja— lo hice sentir mucho mejor, si sabes a lo que me refiero.


No sé que ha hecho este lugar conmigo porque juro por la Reina Isabel que

yo no era así de agresiva antes. Me abalanzo y tomo el cabello platinado de Marea

en mis manos y lo jalo hasta que está gritando como si la estuviera torturando.

—Te lo mereces —le digo, cuando la dejo ir. Marea está aún llorando, pero

para mi sorpresa, se abalanza contra mí y ataca, pero no hago absolutamente

nada además de gritar y llorar. No porque no sepa cómo defenderme, sino porque

mientras jalaba las greñas feas de Marea, vi por la puerta abierta que Justin se

acercaba a nosotros.

—¡Ayuda! —grito, llorando para agregar drama y porque Marea me dio una

cachetada matadora, pero lo hizo justo cuando Justin entró, así que por supuesto

lo vio— ¡Sálvame, está loca!

—Gallegos, suéltala —ordena en voz baja contenida y sé que está enojado

con ella. Marea le hace caso e intenta explicar que yo lo empecé— cierra la boca,

no me importa. Ve a formarte con los demás y espera tu castigo.

—¡Pero Crystal tuvo la culpa! —pelea— ella también merece un castigo. Me

quejaré con el General Bieber si usted no le da ningún maldito castigo.

—No tengo mucha paciencia, niña. Lárgate o haré que lamas el maldito piso.

Eso hace que Marea cierre la boca y me río de ella. Va a ser absolutamente

genial poder observar a Justin siendo cruel con alguien que no soy yo.

—Bien, pero que quede claro que Crystal se volvió loca y me atacó solo

porque le conté que me acosté con Dario.


—¡Víbora! —grito, completamente incapaz de creer que eso haya pasado,

levantándome del piso y aventándome hacia ella, pero Justin me detiene— tan

pronto como regrese a casa, iré directo a la casa de Roy y me encargaré de lam...

—¿Te encargarás de qué? —pregunta Justin, mirándome con los ojos

entrecerrados. Ahora sí está enojado conmigo— Marea, estoy a dos segundos de

estrellar tu maldita cara en la pared. Piérdete.

Marea abre sus ojos con miedo y sale corriendo. Pero Justin no haría eso...

¿Cierto?

—Explícate.

48

Not so smart

—¿Explicar qué? —pregunto, haciéndome tonta porque sé lo que quiere

saber y me arrepiento un poquito de haber perdido mi mierda de esa manera

frente a él. No fue muy sabio de mi parte.

Justin me mira con los ojos entrecerrados y se estira a cerrar la puerta de la

bodega oscura donde estamos antes de caminar hacia mí sin dejar de observarme

calculadoramente.

—Explicar porqué te importa si el alien durmió con tu exnovia —escupe, y

casi me río, pero puedo controlarlo.

—Porque ella es mi mejor amiga. Falsa y todo, pero aun así mi mejor amiga,

y sabía que Dario estaba completamente fuera de su alcance porque es mi primer


amor... mi único amor antes de ti —explico, intentando dejarlo lo más claro

posible para que no se enoje, pero no lo logro. Sus ojos se entrecierran más y se

acerca más a mí, su actitud obviamente poniéndome más intensa, como cuando se

pone celoso— no es que aun esté enamorada de Dario o algo, porque no lo estoy.

Pero aun así es mío y...

—No, no lo es. Dario no es nada tuyo. No existe —me interrumpe, chocando

contra mí y enredando su mano en mi cabello, jalándolo para que levante mi

cabeza y pueda ver el disgusto en sus ojos directamente. Odio cuando me moja

que me maltrate.

De acuerdo, no lo odio.

—Pero sí lo es. En la manera más inocente posible, Dario es de mi

pertenencia y Marea nunca debió tocarlo. Es como si yo me acostara con su

primer amor, Roy. Ella perdería la cabeza, pero al contrario de ella, yo sí...

—¡Dios, Crystal, nunca te callas! —se queja, apretando un poco su agarre en

mí y hace que caminemos un poco hacia atrás por su intensidad— ¿No entiendes

que no me gusta que hables acerca de acostarte con alguien más? ¿O estar

enamorada de otro? ¿O que otro imbécil te pertenece? ¿No te das cuenta, o lo

haces a propósito? Es como si estuvieras esperando que explote, como si te

encantara que lo hiciera. Aún no te perdono por las tonterías que dijiste ayer, no

te conviene seguir diciendo esas cosas.

¿Aún no me perdona?

Aprieto mis dientes y dejo caer mi manos, que estaban tocando su espalda.
No sé qué tiene Justin , supongo que es un don de nacimiento, pero siempre

dice lo que no debería. Siempre dice la cosa más estúpida posible que me hace

enojar. Siempre escoge las palabras perfectas para hacerme enfurecer.

—Comparado con todo lo que tú me has hecho, Justin, lo ayer no fue nada

—murmuro, aún con los dientes apretados porque me estoy conteniendo de decir

otras cosas. Nunca me había dado cuenta antes de lo natural que me es decir

cosas hirientes cuando me siento atacada, supongo que es un mecanismo de

defensa. Un mecanismo de defensa que me ha sido muy útil siempre y sin el cual

me siento tonta.

—¡Claro que sí! —refuta con fuerza, me suelta, y da una vuelta sobre sí

mismo mientras lleva sus manos a su corto cabello, como si no supiera qué hacer

— eso que dijiste... yo nunca me había sentido de esa manera, Crystal. Estoy muy

seguro que cualquier cosa que yo te hice no se compara con las cosas que me

dijiste ayer. Estuve... casi... mis ojos ardieron como si fuera a llorar ¿Entiendes lo

que es eso? ¿Cómo me sentí? Fue como si algo estuviera apretando mi estómago y

le diera mil vueltas.

Cubro mi cara con mis manos y gimo profundamente porque no puedo creer

que este hombre, este poderoso, fuerte, analítico hombre sea tan tremendamente

estúpido. Tan incoherente. Tan pendejo.

—Yo he llorado por ti mil quinientas veces. Me he sentido de esa manera que

describes básicamente siempre que estoy contigo, sin contar los cortos

intermedios donde pensé que no eras tan horrible pero siempre me probabas lo

contrario —logro murmurar a través de mi mandíbula comprimida. Todo mi


cuerpo empieza a temblar porque estoy realmente enojándome y no puedo

expresarlo. Justin se ablanda un poco cuando digo eso y se acerca para tocarme

una vez más, pero golpeo su mano.

—Lo siento ¿De acuerdo? Perdóname. Nunca fue mi intención hacerte

llorar... al menos no en este contexto. Eres una mujer muy inteligente y sé que...

—¡No, no soy inteligente! —grito, queriendo empujar sus manos una vez más

y fallando. Esto está saliéndose de mi control y del tema rápidamente— si fuera

inteligente no te hubiera dirigido la palabra de nuevo cuando llegue, no hubiera

dejado que me metieras a tu cama ni que me tocaras y mucho menos ir,

humillarme y pedirte perdón cuando te pusiste triste. Bu, bu, pobrecito, el niño

casi llora. Sus lindos ojitos ardieron ¡Dios no permita que un hombre suelte una

maldita lagrima!

—No es así. Vamos, Crystie. Para —me pide, y toma mi cabeza con fuerza

para besarme como siempre lo hace cuando no sabe qué más hacer, pero pongo

resistencia— no sé que decir, no sé cómo hacerte sentir mejor. Solo déjame

besarte.

Pensando que me hará sentir mejor y que hará que mi cuerpo deje de temblar

con el coraje reprimido, lo dejo. Pienso que será un beso tierno y suave, pero no lo

es. Es un beso rápido, desesperado y caliente y mi cuerpo empieza a reaccionar

como siempre. Pero mi mente no está en eso en lo absoluto.

Mi mente está recordando cada pequeña cosa que Justin ha hecho mal desde

el momento en el que llegó al grupo, cada momento en el que me trató mal, cada

palabra grosera e hiriente que me dijo, cada mirada que me hacía sentir como un
insecto, cada gruñido y quejido. Me ha dicho cosas horribles y me ha hecho sufrir

demasiado. Cuando pensábamos que estaba embarazada, actuó como si fuera lo

peor del universo. Y sé que lo era, y yo estaba igual que él, pero si Lesley hubiera

sido quien tuvo ese susto, estoy un 100% segura de que él no la hubiera tratado

como me trató a mí. Eso quiere decir que no es de esta manera con todas las

mujeres, es así solo conmigo, tal vez porque siempre se lo he permitido.

Tal vez todo esto es mi culpa.

Él siempre se ha encargado de meterme en la cabeza que no soy de su

agrado. Y no puedo hacer que me diga que me ama, a pesar de que sé que lo

hace. Al menos que no me ame.

Justin no dice mentiras. Tal vez es por eso que no me ha dicho nada.

Cuando mi cabeza vuelve a la realidad, Justin ya me tiene recostada sobre

una caja y está intentando meter su mano por debajo de mi pantalón del uniforme

mientras besa mi cuello. No sé qué está pasando pero eso no me enciende. De

hecho, no siento nada. Estoy entumida.

Justin saca un condón de uno de los millones de bolsillos que tiene su

pantalón y dice algo hacia mí con una sonrisa. Es una linda sonrisa. Es por eso

que asiento y me acuesto sobre la caja, abriendo mis piernas para que baje mi

pantalón y mis bragas.

No quiero hacer esto, pero tampoco sé qué otra cosa hacer. No quiero pelear

más. No quiero nada. Solo dejaré que termine y me alejaré de él un rato a pensar,

porque en este momento no lo soporto.


Por suerte, esto de bloquear mi mente y dejar que un hombre use mi cuerpo

no es nada nuevo para mí. Y no es como si me estuviera violando o algo, porque

no es eso. Es solo que en este momento, Justin se ha reducido a ser igual que

cualquier otro hombre con el que he estado antes, y esta es a la Crystal que ellos

podían tener. Mentalmente distante Crystal que hace sonidos de placer de vez en

cuando para no lastimar sus frágiles egos.

Me doy cuenta de que no es algo bueno, pero es a lo que estoy acostumbrada

y no me importa. Nunca me ha importado. Lo he disfrutado algunas veces, claro,

lo he disfrutado mucho, pero la única vez que pensé que el sexo realmente

importaba y se sentía impresionante fue con él. Cuando aún había esperanza.

Tal vez debería de darme por vencida de una maldita vez.

—¿Qué pasa? —pregunta una vez que ha terminado, respirando

pesadamente sobre mí. Ni siquiera se quitó la ropa. Solo me bajó el pantalón a mí.

Sus dedos acarician suavemente mis muslos desnudos y sube para tocar mi centro

— ¿Por qué no terminaste? ¿Necesitas que...

—Sí lo hice —miento, empujándolo para subirme la ropa de una vez, para

dejar de sentirme tan vulnerable, mientras él se quita el condón y se acomoda en

sus pantalones.

Tal vez no debería dejar que ningún hombre utilice mi cuerpo si no quiero.

—Crystie... ¿Estás bien? ¿Te lastimé?

—No, no me lastimaste —pongo los ojos en blanco y me levanto de la caja—

deberíamos irnos.
—No nos iremos hasta que me digas que tienes —ordena. Toma mi brazo con

fuerza y me jala de nuevo hacia él. No hago más que cerrar los ojos con

cansancio. Tal vez no debería dejar que me trate como a su mascota todo el

tiempo— pareces un maldito zombie. Dime qué mierda te pasa.

—Pasa que ya no quiero esto —le digo, logrando sacar mi brazo de su agarre

— pasa que estoy harta de este ciclo. De ti. Pasa que no quiero seguir

humillándome por un hombre que nunca ha probado que me merece. Pasa que

ahora quiero más que nunca a alguien que me diga todo el tiempo que ama y que

soy perfecta, todo lo que necesita, y tú solo me haces sentir mal y me das ordenes.

Pasa que me he dado cuenta que no es suficiente que seas hermoso y sexy y tu

pene tenga magia. Pasa que mi mejor amiga se acostó con el único hombre que

me ha tratado bien y ha mostrado síntomas de amarme de verdad. Y pasa que

quiero que me dejes en paz.

—Pero... p-pero —balbucea Justin, su voz suena profunda y bajita,

confundida— estábamos bien. No entiendo de dónde viene esto. Anoche...

—No estábamos bien —me río, y solo en este momento empiezo a sentir

como que quiero llorar— solo dejé que tu mejor amigo me lavara el cerebro.

Quiero decir, es obvio que te quiera ayudar y que quiera que estés conmigo. Y sé

que todo lo que me dijo es cierto. Pero él está viendo las cosas de tu lado y no

tiene ni idea de todo lo demás. Lo que te dije fue horrible, pero no fue la gran

cosa. Yo ya estaba preparada antes de regresar, mi mente estaba en el lugar

correcto y dejé que me hundieras en el hoyo una vez más. Ya no quiero estar ahí.
Ya no quiero ser esa misma tonta que deja que un hombre haga lo que sea con ella

solo porque es guapo. Quiero que me dejes en paz.

—No puedo —se queja. Y tal vez sea cierto.

—Lo digo en serio esta vez, Justin. Por favor —camino a la puerta despacio y

con cuidado como si estuviera huyendo de un león salvaje. Aunque en este

momento Justin parece más un león sedado, solo puede parpadear y mirar hacia

el piso, así que aprovecho y salgo de ahí.

Sorpresivamente, me siento aliviada. Mejor. Como que estoy cumpliendo con

el propósito que me impuse a mí misma mientras estuve en casa.

—Dijo Bieber que Marea tiene que hacer 50 lagartijas por atacarme —le digo

a Luc cuando llego con el resto del grupo. Marea entrecierra sus ojos hacia mí—

yo solo sigo las reglas del sargento, Mar. Lo siento.

—Mmm, de acuerdo. Debería estar de regreso en cualquier momento con el

material... tal vez cuando regrese... —murmura para él mismo— en fin, iremos a

practicar tiros ¿Está lista, recluta?

—No creo que deberían de confiarme un arma en estos momentos, pero claro

—me encojo de hombros y le sonrío. Luego camino hacia mis amigos y pongo un

brazo al rededor de Eva, recargándome en ella y cubriendo mi cara en su hombro.

Tal vez hice lo correcto.


Justin

Trago saliva varias veces para humedecer mi seca garganta y, una vez que soy

capaz de moverme, tomo la caja por la que venía en un principio. Ya ni siquiera

me acordaba que vine por algo. El esfuerzo de cargar esta caja es bienvenido. Mis

brazos se sienten como que se van a zafar, pero ya he perdido mucho tiempo, si

solo empujo la caja, llegaré en dos días y Luc estará enojado conmigo.

Esperaba que Crystal estuviera escondida en algún lugar del campamento

evitándome, pero en cambio está platicando muy normalmente con Eva y Xavier

mientras el alien los ve de lejos con coraje en sus ojos. Decido no decir nada y

dejo caer la caja a los pies de Luc.

—¿Qué te tomó tanto tiempo, campeón? ¿Necesitas levantar más pesas? —se

burla Luc, golpeando mi pecho varias veces. No puedo ni siquiera sonreírle un

poco.

—Hombre, creo que mejor dejamos los tiros para mañana. No estoy muy

concentrado, de hecho mi mente está completamente en otro lugar, y no es seguro

—le digo en voz baja y Luc se encoge de hombros como si estuviera bien—

mañana lo haremos, te lo juro. Es solo que sé que podría pasar un accidente.

—Te entiendo, está bien —asiente hacia mí y empieza a dar ordenes

diferentes a las que teníamos planeadas.


Marchamos por horas cargando las armas. Muchas personas (incluida Crystal

y por supuesto el alien) soltaron el arma que les fue asignada porque sus débiles

brazos no podían más. Decidí dejarlas ser porque no tengo nada de ganas de

acercarme con Crystal a nada, mucho menos a regañarla o exigirle algo. Mis

brazos no están tan cansados como me gustaría, y no estamos yendo tan rápido

como deberíamos, así que me separo del grupo y empiezo a hacer lo mío,

ignorando a los demás. De hecho, no sé qué es lo que hacen por el resto del día

porque estoy muy ocupado en mis propios ejercicios, pensando.

Cuando ya está oscuro, me tiro el piso a un lado de una banca porque estoy

agotado y el piso parece más cómodo en este momento. Me quito la camisa

porque está completamente empapada, recargo mis brazos en mis rodillas y

descanso mi cabeza ahí, intentando controlar mi respiración agitada.

—Pido permiso de sentarme a un lado de usted, señor —habla una muy

molesta voz a mi derecha, y me gustaría decirle que no tiene permiso, pero

incluso antes de que pueda levantar la cara, siento que está a un lado de mí— ¿Se

encuentra bien? No es que yo sea chismosa, pero Crisis está actuando raro y usted

también ¿tuvieron alguna pelea?

—Eso no te importa —contesto, dejando descansar mi cabeza de nuevo

porque no tengo fuerzas ni para pedirle que se vaya.

—De hecho, sí me importa. Después del día que pasé, después de acomodar

peligrosas armas, ser maltratada por mi mejor amiga, hacer un montón de

lagartijas en plena luz del sol y marchar por horas cargando una pesada y caliente

arma en mis delicadas manos, creo que es lo mínimo que usted debería darme, un
poco de información —murmura, muy rápidamente y sonando super malcriada. Y

me río porque suena a algo que mi Crystie diría.

Realmente necesito eso en este momento.

49

All about the dress

—¿Entonces, no me contarás? —empuja Marea, poniendo su mano en mi

antebrazo y haciendo una voz que intenta ser coqueta pero no lo logra realmente.

—No —le doy una palmada fuerte a su mano como si se tratara de un

mosquito y ella chilla— y no me toques.

—Ugh, de acuerdo. Y ya que no me quiere contar su drama con Crisis, le

quiero hablar de algo serio —carraspea su garganta y se prepara— quería pedirle

un poquito de favoritismo, como el que tiene Crystal. No importa, no importa, lo

que me cueste. Estoy dispuesta a todo.


¿Qué les enseñan en la escuela a las mujeres de Los Angeles que piensan que

pueden arreglar todo con sexo? Si mal no recuerdo, Crystie me hizo una

proposición igual cuando llegó porque no quería ser tratada igual que los demás.

—¿Y qué podría querer yo de ti? —la volteo a ver por primera vez y es... un

desastre. Se ve tan jodida que incluso me apiado un poco de ella. Su cabello está

sucio, esponjado y despeinado, su cara tiene tierra y una raspadura en la mejilla,

su uniforme se ve mugroso y se ve en sus sucias mejillas un camino de lagrimas.

—Eh... —hace una mirada obvia pero cuando no digo nada, bufa— cuando

digo "todo" me refiero a sexo, señor.

—No fuiste sutil, recluta. Sé perfectamente a lo que te referías, pero no estoy

interesado en eso, para nada. Ni siquiera si llegaras a mí sin lucir como si te

hubieras revolcado en un basurero y oliendo a perro muerto —le digo, con toda

honestidad. Ella jadea, horrorizada— eres bonita en un buen día, supongo. Pero

aun así, tu cabello es del color más horripilante que he visto en toda mi vida.

Nada atractivo. Y te digo eso porque soy una buena persona. Yo propongo que te

lo pintes de cualquier otro color tan pronto como te sea posible.

Gallegos solo se queda con la boca abierta frente a mí, sin poder creer que

haya dicho eso.

—Crystal dijo que se veía precioso. Alta costura —murmura, entrecerrando

los ojos hacia el vacío y no puedo evitar reírme en voz alta.

—¿Y le creíste? —pregunto, sin dejar de reír. Se siente bien reírme en este

momento, cuando todo el día me he sentido como si estuviera entumido— en fin,

creo que es hora de que te largues de aquí.


—¿Entonces no hay nada que pueda hacer para que me ayude? —pregunta,

con algunas lagrimas recorriendo sus mugrosos mejillas— no tiene idea de lo

malos que son mis compañeros conmigo. Me llaman "Clon" porque dicen que me

parezco a Crystal y eso hace que mi hígado se comprima. Me miran feo, me dicen

cosas malas cuando llego a decir algo, el sargento James me trató horrible, la

lesbiana asquerosa amiga de Crisis me golpeó cuando pasó por un lado de mí, y a

pesar de que fue obvio que no fue accidente, el sargento no le hizo nada. Incluso

se quería reír cuando nadie lo estaba viendo. No es nada justo que este grupo esté

funcionando de esta manera. Además, me dieron una camilla que está pegada a

una pared sucia y que está apunto de la descomposición. No estoy acostumbrada

a este tipo de vida.

—Tendrás que lidiar con todo eso como una niña grande. No me interesa si

sufres, sinceramente.

—¿Eso significa que...

—Eso significa que quiero te vayas o te haré sentir aún peor mañana. No

estoy de humor. Desaparece.

Por suerte para ella, me hace caso. Puede ser que me recuerde a Crystal, pero

no es ella y eso solo me hace sentir peor. Además, Marea no tiene tanto encanto

como Crystie.

Cuando llego a mi habitación los chicos ya están ahí. Comparten una mirada

rara cuando entro, pero no les pongo atención, solo me siento en la cama y me

quito las botas y el pantalón. Sé que necesito con urgencia un baño porque estuve
haciendo ejercicio todo el día y sudé demasiado, pero no tengo fuerzas. Y no me

importa apestar.

—¿Dónde está Crystal? —pregunto, y ninguno de los dos contesta por varios

segundos.

—En su cabaña, supongo —responde Luc, cuando el silencio es demasiado y

mis nervios están por las nubes. Aprieto mis dientes y cubro mi cara. Obviamente

no iba a querer quedarse aquí. Estaba consciente de eso— ¿Sabes qué? Hunter y

yo iremos a dar una vuelta, amigo.

Luc lee mentes, estoy convencido de eso. Necesito estar solo ahora mismo

porque estoy a nada de mostrar emoción y no me gustaría hacerlo enfrente de

nadie. Luc lo sabe. Hunter lo sabe también, por supuesto, lo sabe mejor que nadie,

pero él no me dejaría solo porque se convirtió en una señora mitotera y ahora

siempre quiere que abra mi corazón. Para mi suerte, ambos salen y no mencionan

nada.

—Esto es pura mierda —murmuro, tallándome la cara de nuevo porque no sé

qué más hacer.

Tengo ganas de correr más para matar toda esta energía creciendo dentro de

mí, pero sé que no sería sano seguir ejercitándome. Me levanto de la cama y

observo las maletas de Crystal. El vestido que traía puesto está doblado encima de

su maleta roja. Todo sigue como yo lo dejé. Ella tiene que regresar a dormir aquí.

No es seguro que duerma con todos los demás, no es... maldita sea.

Odio todo esto tanto que siento ácido revolviendo mi estómago. Si alguien

me diera un remedio para olvidar a Crystal para siempre y no volver a estar de


esta manera nunca, lo tomaría sin pensarlo dos veces. Daría lo que fuera por tener

una vida tranquila donde estos arrebatos desesperados de furia no fueran parte de

mi día normal. Donde Crystal no fuera parte de mis pensamientos cada segundo,

porque en serio ¿En qué pensaba antes de que ella llegara aquí? Ni siquiera me

acuerdo.

Todo era mejor antes de que llegara aquí. Todo era miel sobre hojuelas,

ahora estoy siendo una bestia agresiva todo el tiempo y no lo entiendo. Ya no sé

qué pasa dentro de mí.

—La odio —mascullo, empezando a respirar pesadamente. Mi cara empieza

a arder como el otro día y quiero gritar por los cielos del coraje ¿Por qué estoy

sintiendo esto otra vez? ¿No es una suficiente?

Estoy tan agitado que toma muy poco para hacerme perder la cabeza. Ni

siquiera sé exactamente qué es lo que causa que un gruñido cortado salga de mis

labios y que me acerque a patear la maleta de Crystie. La pateo dos veces con

fuerza y lo que estaba arriba sale volando. Ese maldito vestido que estaba usando

cuando fuimos por ella y que se le subió tanto que casi le enseñaba sus bragas a

Dario.

No toma mucho para que el vestido se separe en dos en mis manos.La tela es

bastante delicada, aparentemente, porque ni siquiera apliqué tanta fuerza. Solo lo

jalé un poco y se rompió todo, haciendo ruido en el suelo cuando unas pequeñas

bolitas brillantes que tenía cosidas caen al suelo.


Trago saliva y suelto el vestido, diciéndome que a Crystal no le importará.

Seguramente tiene millones de vestidos como este en su armario. Pero no puedo

evitar pensar en que ya van dos cosas suyas que destruyo en dos días.

Con eso en mi mente, camino hacia la cama de Luc y veo el teléfono

quebrado de Crystie en su buró. Lo tomó para conectarlo en mi cargador porque

ya está descargado y una vez que enciende, pongo mi nombre en su contraseña y

empiezo a navegar.

Crystal tiene un millón de aplicaciones y me vuelven loco. Tengo que

acomodarlas todas por color en carpetas porque si no lo hago, no podré dormir de

solo pensar en ese desastre. No tiene mucha música, pero tiene un montón de

fotos, 2,500, y un montón de mensajes de mucha gente. Empiezo a ver sus fotos,

lo cual no fue una genial idea, porque lo primero que está ahí, son casi cincuenta

selfies de ella con Dario. Riendo tontamente, haciendo caras estúpidas, sacando la

lengua y... besándose.

—Maldita sea —murmuro, apretando mis dientes de nuevo porque esto es lo

último que quisiera ver. Lo último que necesito ver hoy que me siento tan al borde

de perder la mierda por cualquier maldita cosa.

Estoy a nada de empezar a patear cosas de nuevo cuando la puerta se abre y

mi pelirrojirubia favorita entra. Olvido las ofensivas fotos que acabo de ver y me

levanto inmediatamente, con mi corazón latiendo desbocadamente en mi pecho.

Sabía que regresaría. Sabía que iba a cambiar de opinión.


—Solo vengo por mis cosas —murmura, sin siquiera verme, y todo mi cuerpo

se desinfla de nuevo. Aprieto lo que tengo en mis manos, lo cual llama su

atención— oh, mi celular... ¿aún vive?

—Sí, solo... estaba asegurándome de que todo estuviera bien —miento, y

estiro mi mano hacia ella para que lo tome. Cuando lo hace, tiene mucho cuidado

de no tocar mi mano. Esto me molesta— ¿Sigues enojada conmigo?

—No estoy enojada —contesta, tragando saliva— solo decidí que ya no te

quiero.

—No puedes simplemente decidir que ya no me quieres —murmuro,

tronando mis nudillos porque estoy nervioso y ansioso. No sé qué hacer, como de

costumbre. Si uno pudiera decidir eso, yo ya no la quisiera, tampoco— te dije que

lo sentía. Y es verdad. Estoy muy apenado por todo lo que he dicho, todo lo que

he hecho. Me doy cuenta ahora de lo mal que estuve. Y si tú tan solo me dieras

una segunda oportunidad para pro...

Un mega exagerado jadeo me interrumpe y Crystal se tira de rodillas al suelo.

El sonido hueco de sus rodillas contra el piso me asusta, pero antes de que pueda

decir algo, Crystal suelta un grito desde lo más profundo de su alma, tomando en

sus manos el vestido que rompí sin querer.

—¡¿Qué hiciste?! —llora, apretando el vestido a su pecho. Cualquiera

pensaría que está sosteniendo a su primogénito muerto.

—Es solo un vestido, tranquilízate —pido, sentándome en mi cama para estar

más cerca a ella. Crystie está llorando de verdad, hay unas gordas lagrimas en su

roja cara y su pecho se mueve muy rápido con sus respiraciones superficiales.
—No es solo un vestido, malnacido —grita histéricamente hacia mí— es mi

primer vestido. Estuve dos meses cosiéndolo a mano.

Oh, mierda.

—Bebé, yo... realmente lo siento —mi voz suena baja y de repente soy muy

consciente de que estoy medio desnudo y sucio y que hace horas ella terminó lo

que fuera que tuviéramos y que acaba de decir que ya no me quiere y que yo

destrocé el primer vestido que hizo. Mi estomago se hunde y bajo mi cabeza— ya

no sé qué pasa conmigo.

Crystal

Nunca había sentido una perdida tan grande como esta. Ni siquiera cuando

mi perro Firulais se murió.

Pero los perros no son la gran cosa para mí. No me importan mucho. Por otro

lado... ese vestido era mi orgullo, mi vida. Solo lo usé tres veces porque era tan,

tan perfecto. Pensé que cuando mi nombre fuera mundialmente reconocido y mis

diseños valieran miles y miles de euros, ese vestido sería lo que tendría

enmarcado en mi oficina de mi propio edificio, para que todos lo vieran.

Justin está diciendo algunas cosas pero no me interesan en lo más mínimo.

Podría decir cualquier tontería en este momento y no me importaría, porque

rompió mi vestido y eso significa guerra.


—Te arrepentirás de esto, Justin —amenazo, encontrando la fuerza para

levantarme. Justin frunce el ceño y se pregunta a qué demonios me refiero—

encontraré lo que más ames y lo destruiré frente a tus ojos.

—Pero yo...

—¡Cuida tu espalda! —advierto con un gruñido, abrazando mi vestido

destruido y saliendo de la habitación. Ya ni siquiera me importan mis cosas, luego

puede venir Xavier por ellas.

Todas esas horas que me desvelé, que me quedé completamente ciega por

forzar tanto mi vista, todas esas veces que me piqué los dedos... para nada. Justin

lo destruyó. Como siempre destruye todo.

Destruyó mi vestido, destruyó mi celular, destruyó mi corazón y destruyó

todo lo que creía saber de la vida. Debe pagar por eso.

Camino hacia la cede de todos los hombres importantes con uniforme donde

siempre veo que mi padre está. Cuando llego, abro la puerta sin tocar y todas las

miradas se fijan en mí. Hay cerca de diez hombres tomando licor, algunos están

hablando y otros están jugando cartas. Mi padre se levanta inmediatamente del

sillón donde estaba sentado y yo me tiro al piso de nuevo porque mis piernas no

responden.

—Necesito mi maquina —lloro, cuando veo sus pies frente a mí. Levanto mi

vestido hacia él para que entienda, sin levantar mi cabeza— si no puedes traer mi

máquina, trae mi kit de emergencia. Necesito arreglar esto. Es un código rojo.

—Pero... ¿qué demonios, niña? No puedes venir aquí a asustarme de esta

manera por un estúpido vestido —me regaña mi padre, con esa voz horrible que
parece que todos los hombres del ejercito tienen. Mi labio inferior empieza a

temblar.

—No es un estúpido vestido. Es mi vestido —repito, llorando con fuerza

ahora. Es lo único que he hecho que me ha salido realmente bien y ahora está

perdido— por favor. Necesito arreglarlo. Justin lo destrozó.

—¿Justin, mi hijo? —pregunta el General de quién sabe dónde.

—¡Sí, tu gigantesco y estúpido hijo! —le contesto, y mi padre toma mi brazo,

levantándome del piso como si no pesara nada. Me ordena que me disculpe— lo

siento, General. Pero sí, él lo hizo. A propósito, estoy segura. No puede soportar

que algo no vaya como él lo quiere. Y me odia.

Mi padre me arrastra fuera de ahí antes de que pueda decir otra cosa.

—Mañana te disculparás formalmente con el general y el sargento Bieber

¿Me entiendes? Le debes tu libertad a ese hombre al que le acabas de gritar. Y

Justin te ama, no quiero que lastimes aún más a ese pobre muchacho.

—¿Pobre muchacho? ¡¿Pobre muchacho?! —repito, con mi voz tan alta y

chillona que hasta a mí me molesta. No creo que estemos hablando del mismo

Justin— ese "pobre muchacho" ha arruinado mi vida.

—Mira, princesa, ese n...

—No tengo tiempo para alguna de tus platicas acerca de qué tan genial es

Justin. Sé que siempre quisiste un hijo y ahora que éste te cae bien, quieres

tenerlo de cualquier forma, pero no quiero hablar de él —muevo mi mano frente

a mí para que no siga hablando y le entrego mi vestido con mucho cuidado—

déjalo a un lado de mi maquina de coser y por favor, que nada más le pase.
➿➿➿➿

Después de bañarnos y cambiarnos, convenzo a Marea de ir a escondernos en

lugar de ir a formación, porque no puedo soportar ver a ese estúpido hombre.

Marea me pregunta si no nos meteremos en problemas y le aseguro que no

aunque sé que nos darán un castigo por esto. Tampoco quiero estar con Marea de

momento, pero sé que ella es la única que se atrevería a escaparse conmigo.

—Odio este lugar —murmura Marea cuando ya estamos sentadas contra una

pared, cubiertas de la vista y el sol— ¿Por qué les caigo tan mal a todos?

—No nos comprenden —contesto— a mí también me odiaban cuando

llegué... me siguen odiando, para ser sincera. No creí que te importaría.

—Claro que me importa. Necesito amigos y tú estás siendo una gran perra.

—¿Quién fue la que se acostó con Dario? —pregunto, con los ojos

entrecerrados hacia ella. Marea solo rueda sus ojos y empieza a sacarse la mugre

de sus uñas rotas.

—Supéralo, ni siquiera te importa. Si no lo hiciste con él es porque no te

importa. Te conozco.

Bueno, tiene algo de razón.

—Como sea —niego con la cabeza y suspiro— yo también odio este lugar. Te

mentí, no me dan trato especial y Justin no es un novio necesitado. Es un violento

y destructivo hombre que nunca se interesó por completo en mí. Además, rompió

mi vestido favorito.
—Oh, no ¿El que tenía 1,450 piedras Sherizad? —pregunta Marea,

escandalizada. Asiento, intentando no llorar de nuevo— mierda. Lo siento mucho,

Crisis, sé lo mucho que amabas ese vestido. Era impresionante.

—Sí... en conclusión: mi vida apesta.

—Nuestras vidas apestan —agrega, y pone su cara en mi hombro— mentiste

acerca de mi cabello.

—Sí, mentí —me río— está más feo que el culo de la tipa gorda del grupo.

—Más feo que los dientes torcidos de Mercedes —masculla, y ambas

empezamos a reír— así que, tú y el sargento Bieber ¿eh? ¿Cómo demonios pasó

eso? Es... una galleta dura.

—Ni me lo recuerdes —gimo— lo único que quiero en este momento es

venganza. Prometí arruinar lo que más ama, pero ese hombre no ama nada. Tiene

una piedra congelada por corazón. Lo único que parecía amar era... a mí.

Decir eso me pone triste, porque realmente pensé que me amaba. Pero al

mismo tiempo, decir eso me da una idea.

50

What about a dare

—¿Qué tramas? Puedo ver que tu mente maligna está trabajando.

—Nada especifico, es solo que —me encojo de hombros e intento tomar

rienda de mis pensamientos. Necesito concentrarme. Necesito enfocar toda esa


energia negativa que siento contra Justin en algo bueno y dejar de sentirme mal

por mí misma y por mi vestido— Justin no tiene nada que se pueda usar en su

contra.

—Si lo único que quieres es lastimarlo entonces es fácil —dice Marea sin

dejar de limpiar sus uñas— solo dale esperanza y quítasela de nuevo. Hazle

pensar que te tiene y luego aléjate. Dile que lo adoras y luego dile "adiós,

Sargento". No es algo con lo que no estés acostumbrada.

—No es tan genial o maquiavélico —me quejo, haciendo un puchero. Tal vez

no se me ocurre nada porque realmente no quiero herirlo, por mucho que mi

mente me esté diciendo que debo hacerlo. Pero pensamientos como ese me tienen

ahora mismo en esta situación de dolor máximo, así que necesito dejar de pensar

en que no quiero herirlo.

—Puede ser efectivo —se encoge de hombros— pero si quieres mi consejo,

no lo dejes ir. Es demasiado guapo como para que solo lo dejes ir así como así,

cariño. Y ahora sé perfectamente bien que es difícil de conseguir y eso lo hace más

des...

—¿A qué te refieres con que sabes que es difícil de conseguir? ¿Cómo

exactamente es que sabes eso? —pregunto, entrecerrando mis ojos hacia ella.

Marea toma un gran respiro y pone una mano en mi brazo para tranquilizarme.

—No te enojes mucho conmigo pero intenté algo. Le ofrecí sexo a cambio de

un buen trato —murmura y siento que mi presión arterial sube. ¿Es que esta puta

sucia no se cansa de querer acostarse con los hombres a los que amo?— pero no

sabe lo que es bueno. No quiso nada.


—Claro que no quiso nada. Me ama —le doy una sonrisa llena de desdén y

sus ojos verdes se entrecierran con orgullo lastimado. Conozco lo suficientemente

bien a mi querido sargento para saber que probablemente le dijo cosas hirientes

que quedarán grabadas en su egocéntrico corazón para siempre. Y lo sé por

experiencia propia.

—Es un hombre, si te ama o no es irrelevante —pone los ojos en blanco— lo

único que sucedió es que el sargento estaba triste por el drama que tuvieron y que

no me has querido contar, pero si me acercara de nuevo otro día, luciendo un

poco mejor, no podría resistirse. Y lo sabes.

No pienso que sea cierto, pero tampoco estoy tan segura de que no pasaría

nada. Quiero decir, Justin no tiene el mejor récord del universo tratándome bien y

pensando que soy la única mujer en el mundo. No tengo la menor idea si sería del

tipo de hombre que se acostaría con la mejor amiga de su recluta con derechos a

sus espaldas. Algo me dice que sí.

—Eso nunca pasaría. Métetelo en la cabeza —peleo, intentando parecer muy

segura, pero Marea se da cuenta de que mi fachada es falsa y hace esa maldita

sonrisa que pone siempre que tiene una idea de las suyas.

—¿Y qué harías si logro que pase? —pregunta, llevando su mano a mi

cabello y acariciando con mucha ternura. Como si estuviéramos en esos términos

amorosos en este momento.

Siento una clase de dejavú porque esto fue lo que pasó conmigo y con Eva

cuando hicimos aquella apuesta. Y yo logré que pasara. Mi estómago se encoge y


siento algo pesado en todo el cuerpo al pensar en que la historia se podría repetir

con Marea.

—Entonces te lo quedas —me encojo de hombros, dándome por vencida. Si

Justin se fijó en mí, obviamente no tendrá ningún solo problema en fijarse en ella.

Y tal vez es exactamente lo que necesito para sacarlo por completo de mi vida—

pero que quede claro, hasta que él no deje perfectamente en claro que te desea,

no tienes permitido en lo absoluto hacer un movimiento sexual con él. Si él no te

hace caso, sigue siendo mío. Cualquier falla ante esta regla sería imperdonable y

sabes que tengo el conocimiento suficiente para arruinar tu vida.

—Por supuesto, además, yo no soy la que siempre hace trampa, esa eres tú. A

mí me gusta ganar limpiamente —acomoda su largo cabello hacia atrás y me da

una sonrisa condescendiente— nunca he querido tus sobras, pero tienes un buen

gusto en hombres. Lo siento de antemano por quitarte a Justin.

—Como si eso fuera a pasar —bufo, poniendo los ojos en blanco aunque por

dentro me muero de miedo y quiero gritarle que no, que no se le acerque y que no

intente nada— en fin, ¿qué tal sí jugamos con él un rato?

—¿Jugamos con él? —repite, abriendo mucho los ojos— Especifica a qué te

refieres, Crisis, mi cabeza se está llenando de todo tipo de ideas.

—¿Qué tal un desafío? —propongo, con una sonrisa creciendo en mi boca.

No lo piensa por mucho tiempo cuando ya está asintiendo. Genial, necesito esto—

la que escape de Justin por más tiempo gana.

—Suena patético —se queja, poniendo los ojos en blanco. Niego con la

cabeza y me levanto, estirando mi mano hacia ella para que se pare también.
—No será patético, créeme. Cuando Justin está enojado se pone muy intenso

—empiezo a caminar sin soltar la mano de Marea hacia los demás— prepárate

porque tendrás que correr y esconderte, como esa vez en el colegio, y después,

lidiar con el castigo.

—Sigo pensando que es aburrido. Ya lo hemos hecho. Creo que necesitamos

una serie de desafíos para darle vida al desierto —murmura caminando a mi lado

— la que pierda más desafíos tiene que dormir en esa vieja camilla que me dieron.

Mi vieja camilla. Tuve que intercambiarle a la muda la cama que tenía a un

lado de la de Eva por la de Franco. Estoy segura de que mi intento de

comunicación con ella fue ridículo, pero de alguna manera funcionó y ahora

duermo entre Xavier y Eva. Marea se quedó con la horrible cama que yo tenía al

principio.

—Hecho —acepto. Una serie de desafíos es la peor idea del mundo, pero

también suena como la perfecta excusa para no estar pensando en Justin todo el

tiempo como la patética mujer buena para nada en la que me estoy convirtiendo

poco a poco en este lugar— ahora, prepárate.

—¡Hey! —grita Justin cuando logra vernos caminando por ahí. Empezamos a

retroceder cuando él se acerca a nosotras, por suerte está bastante lejos y no

podrá llegar a nosotros muy rápido— ¡Paren! ¡Ahora! ¿Dónde demonios estaban?

La cara de enojo de Justin me hace sentir más traviesa de lo que me he

sentido en mucho tiempo. Creo que estaba reprimiendo este tipo de conducta,

porque realmente me gustan los desafíos y las apuestas que siempre he tenido con

Marea. Lo único parecido que he hecho en este lugar es cuando Eva me apostó
que no podría enamorar a Justin, y como siempre, lo pude hacer.

Lamentablemente Justin nunca me va a dar esa declaración, pero de todos modos

tengo la satisfacción de saber que gané.

—¡Corre! —le grito a Marea cuando Justin se acerca más a nosotras y

empezamos la huida.

Solo me doy una vuelta y empiezo a hacer uso de mis nuevas habilidades de

corredora profesional. La adrenalina de estar en escape se siente muchísimo mejor

de lo que me gustaría. Me hace olvidar que he estado triste últimamente. Eso es

todo lo que necesito sentir en este momento. Ni siquiera me da miedo pensar en

mi inevitable castigo.

—¡Crystal! —ruge Justin detrás de mí, pero doy vuelta en la esquina de una

cabaña y corro un poco más hasta que encuentro un muy pequeño hueco en la

pared lleno de varias cosas viejas y me tiro al piso sin importarme que duela, para

poder introducirme en dicho hueco. Está super sucio y hay cosas aquí que parecen

ser del milenio pasado, pero no me importa porque Justin llega casi

inmediatamente después y tengo que cubrir mi boca para no hacer ningún sonido.

Justin
De repente estoy lidiando con dos niñas de cinco años.

No puedo creer que esto realmente esté pasando. Lo podría creer al principio

de este campamento, cuando Crystal actuaba como una maldita mocosa

malcriada y consentida que no podía seguir ni la más mínima regla, pero

realmente parecía haber madurado. Parece que me equivoqué. O tal vez a esto se

refería cuando dijo que destruiría lo que más amo.

Estoy tan molesto que después de andar buscando a esas dos malditas brujas

por cerca de media hora, me permito recargarme contra una pared y hacer las

respiraciones profundas que aprendí con Hunter para no perder el temperamento.

No entiendo cómo son tan hábiles para esconderse de mí cuando no sirven para

nada más.

La risa de Crystal y de la otra chica es lo que me tiene al borde del asesinato.

Lo hacen a propósito, estoy seguro. Cada cuanto tiempo, una de ellas se ríe o dice

algo para que me de cuenta de que no estoy ni cerca de encontrarlas. Además,

parece que ellas me han estado siguiendo a mí. No sé cómo logran cambiar de

escondite sin que yo me de cuenta.

Supongo que han hecho esto antes, y entonces recuerdo las palabras de

advertencia del general Angelo. Creo que debí hacerle caso.

Debería hacer lo correcto y dejarlas escondidas todo el día aquí, dejar que mi

padre o alguien de su rango se de cuenta de lo que están haciendo. Dejar que se

metan en verdaderos problemas por esto. Pero no puedo hacerlo porque no quiero

que Crystal tenga problemas. Patético y estúpido, lo sé, aunque a estas alturas, ya
estoy cerca de olvidar eso por completo e ir a llamar a cualquier general que ande

por aquí.

Por suerte, volteo justo en el momento en el que el alien sale desde debajo de

una banca y corre. No tiene una sola oportunidad de escapar de nuevo. Ni

siquiera corro hacia ella, solo camino con largos pasos llenos de odio y la tomo de

su delgado cuello como si fuera un pollo desplumado. Ignoro todos sus molestos

chillidos de sorpresa, amenazas y demás sonidos que salen de su boca hasta que

llegamos a donde está todo el grupo haciendo algo con Luc a lo que no le pongo

atención. Empujo a Marea, deteniéndome un poco para no tirarla por completo al

piso pero de todos modos sus piernas se debilitan y cae en sus manos y rodillas,

haciendo un escándalo.

—Harás la plancha hasta que te diga que es suficiente y comerás engrudo de

aquí hasta que se me de la gana que comas otra cosa —murmuro, con la voz baja

e irreconocible porque me estoy conteniendo de no gritarle. Estoy guardando mi

furia para cuando llegue a la indudable mente maestra detrás de esto— puedes

tomar descansos de diez segundos. Niños, mantengan un ojo en Gallegos. Si no

está haciendo la plancha cuando regrese, todos tendrán un castigo.

Camino hacia el mismo lugar de nuevo, y esta vez, Crystal está saliendo de

un vagón de carga donde nunca se me ocurriría buscarla. Debe haberse dado por

vencida ahora que ya encontré a su amiga, porque ni siquiera intenta huir de

nuevo. De hecho, camina directo hacia mí y me doy cuenta inmediatamente que

esto va a terminar mal porque tiene una mirada complacida y no apenada o

arrepentida, como debería.


Mis manos empiezan a temblar por el enojo y camino hacia ella con decisión,

arrinconándola contra el vagón donde estaba escondida y respirando con fuerza

en su cara por unos momentos.

—¿Qué mierda fue eso, Crystal?

—Un simple juego, Justin —explica, como si no fuera la gran cosa,

encogiéndose de hombros y sonriendo de lado— y gané.

—Ese simple juego te acaba de ganar un castigo —amenazo, pero no parece

asustarla. Cierro mis ojos unos segundos y me obligo a decirle que comerá

engrudo también, pero no puedo porque sé que lo odia y que ya ha comido

mucho engrudo, lo cual no creo que sea realmente sano para una persona. El

hecho de que no puedo ser duro con ella es este momento me hace cerrar los ojos

con más fuerza y apretar los puños— ¿Por qué?

Esa simple pregunta pretende abarcar muchas más cosas de las que podría

parecer. ¿Por qué estás actuando así, Crystie? ¿Por qué le estás siguiendo la

corriente a Marea? ¿Por qué no puedes darme una segunda oportunidad?

—¿Por qué, qué? —pregunta, moviendo la cabeza a un lado adorablemente

— no es nada importante, solo estaba reconectando con Marea, estoy intentando

perdonarla por lo que hizo con Dario. Por cierto, dice que le gustas... deberías

darle una oportunidad.

—¿Estás bromeando? —me río, sintiendo como si hubiera regresado en el

tiempo a hace unas semanas donde ésta era la manera en la que ella se

comportaba conmigo. Como cuando le dijo a Lesley que debería hacerme caso

porque estaba enamorado de ella. No estoy muy seguro de en qué momento


cambió, o en qué momento cambié yo, pero lo que sí sé, es que ella ya no era así

— yo no quiero darle una oportunidad a ella. La única mujer con la que quiero

una oportunidad es contigo.

—Mala suerte —chasquea los dientes y hace una mueca, como si estuviera

sintiéndose mal por mí— después de lo que le hiciste a mi vestido, evaporaste

todo lo que hubo entre nosotros.

¿Esto es en serio? ¿Estoy en un programa de cámara escondida?

—¿Estás actuando así porque accidentalmente rompí tu vestido? —pregunto,

sin poder meterme en la cabeza que está actuando como una niña problemática

de kinder por una estupidez tan grande— ¿Tienes una mínima idea de lo idiota

que fue eso que hicieron? ¿Cuál era siquiera la finalidad?

—No había ninguna finalidad, Sargento. Es solo que este lugar es demasiado

aburrido y queríamos alegrar el ambiente con un inofensivo desafío —levanta su

mano y toca mi pecho, luego lleva su dedo a mi cuello y lo acaricia. Me detengo

de disfrutar su toque— ¿Cuál va a ser mi castigo? Estoy cruzando los dedos para

que sea sexual. No me opondría a unas nalgadas.

Lo único peor que Crystal ignorándome y evitándome, es Crystal actuando de

esta manera.

—Pareces una niña retrasada. Dime si esto es realmente por un maldito

vestido. Te compraré mil vestidos si me prometes que nunca más actuarás de esta

manera otra vez, porque sinceramente te estoy empezando a odiar de nuevo.

—¡No era... —empieza a gritar, pero toma un gran respiro y cierra los ojos,

intentando controlarse— no era un simple vestido. Es irremplazable. Y no


comprendo a qué te refieres, sinceramente. Siempre he actuado de esta manera.

Es por eso que siempre me odiaste ¿no? Es por eso que siempre me han odiado

aquí. Y ya estoy harta de intentar complacer a todos y portarme como una niña

buena si de todos modos a nadie le importa.

Estoy harta de intentar complacerte a ti, es lo que está diciendo. Y lo

comprendo, en serio lo hago. Sé que no soy el hombre más fácil de tratar y sé que

he sido algo grosero con ella en el pasado y no la he tratado como se merece, pero

no creo que sea necesario todo esto.

—Bien, entonces estoy harto de intentar arreglar las cosas contigo —

murmuro, y me encojo de hombros como si eso fuera cierto. A Crystal no parece

importarle— camina hacia el resto del grupo. Tendrás tu castigo y acompañarás a

tu clon en la dieta del engrudo.

Crystal

Reconozco que estoy actuando como una mocosa. También reconozco que no

me importa.

Justin exagera un poco la situación. Hace que yo y Marea hagamos una

practica salida del infierno que se llama "plancha" lo cual es algo parecido a las

lagartijas, solo que peor. Consiste en recargarte en el piso en tus antebrazos y las

puntas de tus pies sin hacer realmente nada, solo tienes que sostener tu peso.
Suena muy fácil, pero es casi imposible hacerla siquiera por un segundo después

de diez minutos.

Después de unas horas haciendo eso y algunos derivados, vamos a almorzar y

nos sirven engrudo. Por supuesto, Marea no soporta comer más de una cucharada.

Yo la verdad ya ni siquiera lo siento, solo me lo trago y tomo mucha agua. Le

sugiero a Marea que haga lo mismo porque realmente necesita comer, pero no

logra forzar más de tres cucharadas por su garganta cuando lo está vomitando.

Para nuestra mala suerte, Justin decidió acompañarnos en este almuerzo y exige

que Marea siga comiendo.

—Sabes cuál es el castigo cuando alguien se esconde ¿No es así, Angelo? —

me pregunta Justin cuando estamos en la formación después de comer, casi

gritando, como prácticamente siempre. No respondo— ¡Contesta! ¿Sabes cuál es

el castigo cuando alguien se esconde?

—Sí, señor —contesto, poniendo los ojos en blanco— pararse donde todos te

puedan ver.

Así que ahora Marea y yo estamos paradas en el mismo bloque de cemento

donde me paré hace algunas semanas. Mi vida era bastante diferente en ese

momento. Y aparte, esa vez no era tan temprano, lo que quiere decir que el sol no

estaba tan fuerte.

Literalmente toda mi blusa está sudada, mis piernas están temblando y tengo

ganas de ir a pedirle perdón a Justin y pedirle que me haga algo delicioso para

cenar y me abrace toda la noche y me haga olvidar todo lo que ha pasado.


—¿Realmente estaremos paradas aquí hasta las diez de la noche? —pregunta

Marea con un tono lastimero, limpiando de nuevo el sudor en su frente. No me

molesto en contestarle— aaggghhh...

El quejido de Marea dura aproximadamente un minuto completo.

—Por favor ya cállate, Mar —le pido, cuando ya he tenido suficiente— no es

la gran cosa.

Pero sí es la gran cosa, es tan desesperante estar aquí. Y más aun cuando es

tan temprano y hay tanta gente por todos lados. Desde aquí puedo ver a tres

grupos diferentes haciendo sus cosas.

—Ya no quiero estar aquí —sigue, molestándome cada vez más— creo que

no volveré a...

—¿Ya pensaste en el próximo desafío? —la interrumpo, antes de que siga con

sus divagaciones.

—¿Estás estúpida? —pregunta— no volveré a hacer nada. Olvida los

desafíos.

—¿Quién es la gallina robot ahora? —me burlo, levantando mi blusa para

secar el sudor que se ha metido a mis ojos. Marea gruñe y me mira mal— te diré

algo, Justin usualmente pone un castigo al día de todos modos. O más. Los

castigos son, en mi opinión, más fáciles que cuando nos pone a correr cargando

algo o a hacer ejercicios o a cualquier otra cosa que está en el itinerario normal.

Así que...

—Bien, bien, déjame pensar un rato.


Mientras ella piensa, Justin se acerca de nuevo. Marea y yo gemimos con

alivio porque trae dos botellas de agua de un litro. Las deja a nuestros pies y se va

sin darme una sola mirada. Está enojado, pero no me importa, lo único que

importa en este momento es que el agua está helada.

Esto es literalmente el mejor placer del universo, sentir el agua fría

recorriendo tu seca garganta mientras estás bajo el sol del desierto. Me acabo más

de la mitad del agua y lo poco que me queda lo vierto en mi cabeza para que deje

de arder tanto. Cuando tiro la botella al piso, puedo ver a mi padre saliendo de la

cede de uniformados. Me da una mirada de reproche cuando me ve parada ahí y

camina al estacionamiento, con mi vestido destrozado en sus manos.

—¿Qué es ese lugar de donde salió tu padre?

—Es donde todos los hombres importantes pasan el rato. Hay una mesa de

billar, una mesa de póquer, hay un bar, una televisión gigante y varios lujos

masculinos a los que no les puse mucha atención. Es básicamente una burla que

ellos pasen el tiempo ahí cuando todos los demás tenemos que sufrir este pobre

lugar.

—Creo que ya sé cual será el desafío —murmura Marea después de pensar

un rato, y cuando la volteo a ver creo que puedo deducir perfectamente solo por

su mirada qué es lo que quiere— entremos ahí cuando no haya nadie y robemos

algo. La que obtenga el objeto más peligroso, gana.

Lo pienso un poco, porque suena demasiado riesgoso meterse en ese lugar.

Solo pensar en que el General pueda darse cuenta me hace temblar un poco de
miedo. Pero eso es lo que quería ¿no? Reemplazar el dolor con adrenalina. Así que

le digo a Marea que acepto el desafío.

➿➿➿➿

Marea y yo acordamos hacer nuestro traspaso ilegal a la cede de uniformados

cuando todos en la cabaña estuvieran dormidos y pudiéramos salir sin alertar a

nadie, porque Justin les pidió a todos que nos vigilaran y le informaran de

cualquier cosa extraña que pudiéramos hacer, lo cual es súper molesto.

Estoy acostada en mi cama, intentando no quedarme dormida. Tenemos que

esperar al menos una hora para que no haya nadie que pueda interferir con

nuestro plan. Estoy luchando por mantener mis ojos abiertos cuando siento que

alguien se mete a mi cama. No me asusto porque pienso que es Xavier para

chismear un poco de lo que ha estado haciendo con Luc, o Eva para platicar un

rato, pero lo que realmente no me esperaba para nada, era ver a Justin ahí. Mi

corazón da una voltereta, pero me detengo de sentir emoción.

—No grites —me pide, en cuanto volteo y me doy cuenta que es él. Frunzo el

ceño y levanto mi dedo hacia la puerta para que se largue de aquí— no me iré. Y

no hagas un escándalo. Solo quiero hablar contigo.

—Pues yo no quiero eso ¿qué parte de ya no quiero nada contigo no has

entendido?
—No he entendido nada y de eso quiero hablarte —susurra. Se acomoda

mejor en la cama e intenta poner su mano en mi cintura, pero no lo dejo— quiero

hacerte reaccionar. Quiero preguntarte qué, en un demonio, te pasó por la cabeza

cuando decidiste hacer lo que hiciste en la mañana.

—Dios, no fue nada. Solo queríamos hacerte enojar —explico, hacerme para

atrás para no tocarlo para nada. Lamentablemente el cuerpo de Justin toma

mucho espacio y aun así debo tocarlo— y ya nos diste un castigo. Supéralo.

—No puedo superarlo, Crystie, porque tú no habías hecho nada así. Tú ya

eras un ser humano casi decente por completo. No quiero que regreses a lo que

eras cuando recién llegaste, por favor —se queja, su voz suena suave y creo que

no puedo soportarlo en este momento— entiendo que hay problemas entre

nosotros y todo eso, pero...

—No era alguien decente, solo estaba reprimiendo mi verdadero ser porque

todo el mundo aquí me hacía sentir como si fuera la peor cosa del universo. En

especial tú —mi voz tiembla y maldigo mil veces en mi interior. Este es un tema

sensible que he estado bloqueando, y definitivamente no quiero hablar de esto

aquí en la cabaña, pero parece que es el momento— me insultaste hasta que me

creí todas las palabras que me dijiste, me hiciste sentir mal innumerables veces

por ser cómo soy, me hiciste creer que no era digna de ser novia de alguien, de

tener amigos de verdad, de ser amada por alguien... me hiciste sentir como si

fuera insignificante y no quiero sentirme así nunca más. Puede ser que no

concuerdes conmigo, que nadie en este maldito mundo lo haga, pero valgo mucho

como para seguir soportando eso.


—Eso no es cierto... yo no... —Justin busca furiosamente por palabras pero

no puede encontrar nada porque sabe que tengo razón. Lo escucho tragar saliva y

pone su mano en mi cara, sintiendo mis tontas lagrimas y acercándose aun más a

mí— pensaba que no había absolutamente nada más de ti además de tu actitud

de niña consentida, pensaba que no eras nada además de una princesa sin nada

en el cerebro, porque eso era lo que proyectabas. Pero estaba equivocado. Sabes

que no soy bueno reconociendo sentimientos... no me di cuenta de que había

mucho más de ti hasta hace poco.

Empiezo a morder mis labios para no dejar salir ningún sonido que le alerte a

alguien que estoy llorando. La voz decidida de Justin y la manera en la que su

mano no deja de acariciar mi cara me están quebrando, y no quiero eso.

51

Work in progress

—Gracias, pero no importa. Te lo dije y hablaba muy en serio, ya no quiero

nada —miento en voz baja, tomando la mano que tiene en mi mejilla e

intentando bajarla, pero en lugar de quitarla, Justin mueve su mano hasta que
está acunando mi nuca y se acomoda mejor en la cama para que nuestras frentes

estén alineadas— estoy emocionalmente exhausta. Ya no puedo más.

—Pero ni siquiera hemos intentado nada, Crystie —se queja Justin. Como

siempre, inconsciente de los hechos.

—Ese es el maldito problema. Me has causado incontables traumas y ni

siquiera eras mi novio ¿tienes idea de lo dañada que me dejaste? —mi voz se

empieza a elevar pero me contengo de gritar al final. Una persona gruñe en la

distancia y la camilla de Marea suena en todo el lugar. Demonios, ahora entiendo

porque todos se quejaban de mí— en serio, solo vete.

—No, no me iré —niega con convicción. No puedo ver mucho de su cara

porque la única luz que hay aquí es la de la ventana a un lado de la camilla de

Marea y Justin está espaldas a ella, pero me imagino que su cara es como la de un

niño petulante. Su aliento huele a menta fresca y me doy cuenta de que no trae

puesto su uniforme. Esto me hace sentir mejor, más segura de mí misma. Cuando

trae su uniforme es extraordinariamente intimidante y me siento como un insecto

inservible a su lado— por favor, solo cállate por un segundo y déjame decir esto.

Es algo difícil para mí.

—De acuerdo —susurro, porque si le digo que no me quedaré con la duda y

no podré dormir en años preguntándome qué era eso que me quería decir. Justin

toma aire profundamente, como si estuviera preparando para algo realmente

grande. Su pulgar empieza a acariciar mi mejilla y luego mis labios. Espero por un

momento... y espero, y espero un poco más y él no abre la boca— ¿Por qué no

estás diciendo nada?


Justin

Creo que esto es una mala idea. No lo pensé bien.

—Eh... verás, y-yo... —tartamudeo. Empiezo a decir algo más pero cierro la

boca de inmediato. Mis manos están literalmente temblando y siento que voy a

vomitar. Esto es muy difícil, debería de regresar a mi habitación y seguir siendo

miserable. Al menos ahí no estaría haciendo el ridículo de esta manera. Ni

siquiera sé porqué vine, se supone que estaba enojado con ella y que ya no iba a

intentar nada. Es sorprendente lo mucho que mi mente cambia en unas pocas

horas— tenía una clase de discurso preparado, pero lo olvidé.

Hunter y Luc estarían muy decepcionados de mí si supieran que después de

repetirlo diez mil veces frente a ellos, se me olvidó absolutamente todo. Recuerdo

vagas palabras, pero nada con coherencia. Definitivamente no quiero hacer esto

con los pocos abstractos que tengo en mi pésima memoria.

—Entonces supongo que deberías irte.

—No, maldita sea. Espera, solamente te lo diré —tomo aire profundamente y

me armo de valor, cerrando mis ojos con fuerza. No debería ser así de difícil. Son

solo dos indefensas palabras— te amo.

Espero a que todo explote a mi alrededor y que haya un cambio estelar en mi

vida, que el cielo se abra y se escuche música dramática de fondo, pero no pasa

nada. Crystal no se pone a llorar y se me tira encima desnuda, besándome con


fiereza y diciendo que me ama también, como pensé que pasaría. Ella solo está

parpadeando hacia mí, cada vez con más fuerza. Creo que se está enojando.

—¿En serio? —pregunta peligrosamente bajo, después de unos segundos,

entrecerrando los ojos y tensando su cuerpo— ¿Después de todo... esta es la

manera en la que me lo dices? No fuiste capaz ni siquiera de mostrar un poquito

de emoción, claro, además de terror.

—Esto es aterrador, Crystal ¿Es que aún no lo entiendes? —escupo,

enojándome. Mi voz se alza un poco pero Crystal me pellizca para que no grite.

Empiezo a respirar superficialmente, intentando no hacer una escena aquí. No

puedo creer que por fin tuve las bolas para decirle y ella solo se esté quejando,

como siempre, sin tomar en cuenta cuán difícil fue para mí— no sé hacer esto, no

sé qué cosas decir. Solo sé que estoy harto de estar siempre peleando contigo.

—Todas nuestras peleas empiezan por tu maldita culpa, y lo peor de todo es

que ni siquiera lo aceptas y siempre quedo yo como la loca histérica que no sop...

—Solo sé que te amo y que no sé cómo pasó eso porque eres la persona que

tenía la menor probabilidad en el mundo de hacerme sentir algo además de

desagrado —empiezo, optando por ir mejor a lo seguro y solo decir la verdad, lo

cual se me da bastante bien, aunque muy pocas personas lo aprecian. Crystie hace

un suspiro molesto por mis palabras, pero llevo la mano que tenía en su nuca a su

espalda baja, por debajo de su blusa, y empiezo a acariciar su piel, esperando

poder calmarla un poco— sueno como un idiota, pero es cierto. Esto no fue amor

a primera vista, tal vez se podría decir que fue lo contrario, porque realmente me

caías mal. Todo acerca de ti me molestaba, sin mentir, solo bastaba que estuvieras
parada sin hacer nada y ya te estaba odiando. Era algo en tu persona que me

repelía por completo.

—Eres muy malo en esto, preferiría que te callaras —murmura ella sin ganas,

pero no lo haré porque de repente algo de inspiración llega a mí por primera vez

en toda mi vida y no voy a dejar que se desperdicie. Acerco mi cuerpo aun más al

suyo, hasta que estamos completamente acurrucados y acaricio con más confianza

la suave piel de su espalda— y no creo que sea muy inteligente que me estés

abrazando.

—Pero luego las cosas cambiaron... —susurro, antes de que me diga que me

largue de aquí y pierda esta oportunidad. Acerco mi cara a la suya y le doy un

beso en la nariz antes de continuar, lo cual hace que se relaje contra mí solo un

poco— empezaste a mostrar signos de tu verdadera naturaleza, poco a poco, pero

yo no me di cuenta porque estaba muy ocupado aferrándome a todo lo malo de ti.

Solo le ponía atención a lo malo e ignoraba por completo todas esas pequeñísimas

cosas que te hacen ser tú. Ninguna de esas cosas son malas, al contrario.

—Eso es cierto —murmura, y su aliento me hace cosquillas en la nariz, pero

no me muevo.

—Desearía haberme dado cuenta de todo eso antes —digo, con toda

sinceridad— pero soy muy estúpido.

—Eso también es cierto.

—Y no puedo prometer que nunca me enojaré por las cosas que haces, o que

no te gritaré o que no odiaré algunas cosas de ti —prosigo, sin darle importancia

a su comentario— porque en serio, a veces eres... eres insufrible.


Lamentablemente es parte de las cosas que me gustan de ti. Nunca volveré a decir

esto y lo negaré si alguna vez lo mencionas, pero amo cuando no haces caso. Amo

cuando no dejas que nadie te diga que hacer y haces tus propias reglas porque te

importa un pepino lo que los demás piensen o las consecuencias que pueda haber.

Va en contra de todo lo que soy y todo lo que me han enseñado, y tal vez es por

eso que lo amo tanto. Amo también cuando dices todo lo que piensas y cómo eres

capaz de expresar todo lo que sientes. Amo tu cabello... no el color, por supuesto,

sigo pensando que es horrible, pero me gusta cómo se siente y cómo huele, a

pesar de que no te has bañado y sudaste galones todo el día.

—Cállate, no digas eso —chilla en voz baja, avergonzada, y se quiere alejar

de mí, pero no la dejo— no me dejan bañarme hasta mañana. Lo sabes.

—Shhh —pido suavemente, porque está arruinando el momento, pero me río

un poco porque es demasiado adorable— podría hablar toda la noche de las cosas

que odio de ti. No son tantas como las que amo, pero sí son varias. Por suerte,

creo que se pueden eliminar con un poco de trabajo.

Eso pretendía ser una clase de broma, aunque es verdad, pero Crystal se

queda muy seria.

—¿Cómo qué? —pregunta, después de un rato.

—Como esa habilidad tuya de decir las cosas perfectas para lastimar a

alguien... sinceramente no me importa si lo haces con alguien más, pero necesitas

dejar de hacerlo conmigo —digo, porque es lo principal en mi lista— tu

dramatismo podría bajar algunos niveles, igual tu bipolaridad y tu narcisismo,


aunque... también me encanta que creas que eres la cosa más hermosa que existe.

Me gusta tu confianza.

—Genial, porque no pensaba cambiar eso ni por ti, ni por nadie más —se ríe

un poco y por fin el nudo en mi estomago que llevaba ahí un buen rato, se

deshace. Parece que me va a perdonar— si yo no pienso que soy perfecta y

preciosa ¿quién lo hará?

—Yo —contesto, y sé instantáneamente que es lo mejor que pude decir

porque aunque no puedo ver muy bien sus ojos, casi los puedo sentir brillando por

emoción. Me dan ganas de levantar mi puño con victoria porque por fin hice algo

bien.

Crystal se levanta un poco, toma mi cara en sus frías manos y me besa

suavemente. Mis ojos se cierran e inmediatamente todo mi cuerpo se relaja y se

suelta, como si fuera de repente gelatina, pero tan pronto como empezó, el beso

se acaba.

—Eso fue raramente romántico... a tu modo —dice Crystie sin separar mucho

su cara de la mía. Estoy a nada de besarla de nuevo, cuando ella me suelta y se

deja caer de nuevo en la cama— pero es hora de que te vayas.

¿Eh?

—Pero... acabamos de... —no encuentro las palabras de nuevo. No entiendo.

Pero solo hay una razón lógica para esto— ¿Ya no me amas?

—Claro que sí, Justin. No seas estúpido —pone los ojos en blanco— es

insultante que siquiera lo preguntes, yo no soy la que no podía decirlo.

—¿No me has perdonado?


—Por supuesto que te he perdonado, tus palabras fueron muy convincentes.

—¿Entonces qué demonios pasa, Crystie? Te diré una cosa muy importante:

si vamos a tener una relación o algo parecido, vas a tener que deletrear todo para

mí. No sé qué se supone que debería hacer. Esto está muy fuera de mi zona de

confort y si queremos que funcione, tienes que ayudarme.

—Lo único que tienes que hacer en este momento es irte. Es sencillo,

realmente, solo te paras de la cama, sales por esa puerta y luego caminas hasta tu

habitación y te duermes —explica, con voz lenta y concisa. Ruedo los ojos.

—¿Pero por qué? —empujo, todavía sin entender muy bien esto.

—Porque ya dijiste lo que tenías que decirme. Aprecio todas tus palabras, en

serio, incluso amé la mayoría... o al menos la mitad. Pero esto no significa que

estaremos juntos o que tendremos algo de nuevo.

¿No? Porque yo pensé que era lo que seguía. Puedo ser muy estúpido cuando

se refiere a este tipo de cosas, ni siquiera me voy a preocupar en intentar negar mi

inutilidad, pero según las pocas películas que he visto con algo de romance en

ellas, cuando las dos personas se dicen que se aman es como obvio que estarán

juntos. Pero tal vez es algo que solo pasa en las películas.

—Oh... —asiento. Sinceramente no sé qué decir, siento que toda la calidez de

hace unos segundos ha sido remplazada con confusión y frío— ¿Esto quiere decir

que ya no hay nada que se pueda hacer?

—No en este momento —responde, inquebrantable. Pero después de unos

cortos momentos en donde yo no hago nada, ella suspira con cansancio— mira...

no debería decirte esto porque no es generalmente algo que pase o algo que se
diga, es casi siempre obvio, pero sé que no se te va a ocurrir a ti solo así que te lo

diré. Te estoy diciendo que no, pero en realidad es un tal vez. Quiero que me

convenzas. Quiero que pruebes todo eso que acabas de decir.

—¿Y cómo demonios hago eso?

Esta mierda solo se va poniendo más y más difícil conforme avanza. No estoy

seguro de que me guste.

—No lo sé, amigo, ese no es mi problema —se encoge de hombros y luego

me despacha con un movimiento de su mano. Un chillido molesto empieza a

sonar por toda la cabaña y alguien gime el nombre de Marea para que se deje de

mover. Me quedo paralizado unos segundos, esperando que alguien se despierte y

se de cuenta de que estoy aquí, pero nadie parece notarlo— en serio, Justin. Ya

vete.

—¿Por qué tienes tanto apuro en que... —antes de que pueda terminar de

hablar, alguien se aparece frente a la camilla de Crystal y pone ambas manos en

sus caderas, como una madre enojada. No puedo evitar mi sonido de molestia—

¿Qué mierda estás haciendo despierta, recluta? Ve y duérmete.

—Marea va a dormir esta noche conmigo, por eso está aquí —dice Crystal

muy rápido y enseguida sé que está mintiendo.

Algo está tramando.

Marea asiente muchas veces y empieza a subirse a la cama, introduciéndose

entre nosotros dos sin pena alguna. No puedo hacer nada además de preguntarme

qué le pasa por la cabeza a esa mujer. Me hago a un lado cuando me doy cuenta

de que está dispuesta completamente a acostarse, pero antes de que pueda


levantarme, la mano de Marea encuentra mágicamente mi pene y le da un leve

apretón, llenándome de puro pánico.

—¡Hey! —la regaño, sin molestarme en bajar la voz. Tomo su muñeca un

poco más fuerte de lo que debería y la empujo con fuerza. Crystal opta por

ignorar el intercambio que claramente vio, lo cual es algo raro ¿cierto? ¿o es una

buena señal?— eh... de acuerdo. Nos veremos mañana.

—Adiós, Osito —susurra Crystie, despidiéndome con su mano. Al mismo

tiempo que Marea dice: "adiós, guapo" y me guiñe un ojo. Me encargo de darle

una mirada sucia a la segunda mujer mencionada aunque no sé si me pueda ver y

camino a la salida antes de que alguien decida despertarse.

Crystal

—¿Qué estaba haciendo aquí? —exije saber Marea en el momento que Justin

se va, sonando celosa. Y estoy apunto de contestarle algo grosero pero escucho un

leve sollozo a mi lado y frunzo el ceño. Pongo un dedo en los labios de Marea

para que no hable y pueda escuchar mejor, pero ella lo mete en su boca y lo

muerde suavemente. Jadeo despacio y entonces escucho otro sonidito lastimero,

este es un poco más fuerte y claro, y me doy cuenta de que Xavier está llorando.
Me levanto de mi cama inmediatamente y me meto en la suya. Xavier tiene

las manos tapando su cara y toda su cama tiembla con su llanto. Mi pecho se

siente raro y no puedo hacer otra cosa además de abrazarlo, pensando que su

peor miedo se hizo realidad: Luc ha decidido estar con una mujer ahora.

—¿Qué te pasa, X? —pregunto suavemente, acariciando su corto y cuidado

cabello. Xavier por fin destapa su cara.

—Eso fue hermoso —gime en voz baja y frunzo el ceño. La realización está

llegando a mí— lo que dijo Justin. Escuché todo, sabes que tengo problemas para

dormir... y ustedes no estaban siendo precisamente silenciosos.

—Oh, me asusté por un momento. Pensé que Luc había decido comer papaya

en lugar de plátano y estabas llorando por eso.

—Que la boca se te pudra, mujer, no digas eso —Xavier me da un leve golpe

en el brazo y se empieza a tranquilizar— fue muy lindo. No muy romántico que

digamos, pero supongo que ya llegará a eso. Es un trabajo en progreso. Por cierto

¿qué hace ya-sabes-quien en tu cama?

Lo último lo dice en voz súper, súper baja y molesta. Pongo mis ojos en

blanco y le doy un pequeño beso en la mejilla sin contestar nada porque sé que

solo llevará a una discusión. Xavier desprecia a Marea, tal vez porque ella no ha

sido otra cosa además de grosera con él. Y ni hablar de cómo ha sido con Eva.

Marea es algo... homofóbica. Lo sé, lo sé, suena raro e impensable que mi

mejor amiga, alguien con quien yo decido pasar el tiempo haciendo travesuras,

sea algo tan asqueroso como eso, pero siempre ha sido cruel con la gente

abiertamente gay y por más que intento, no puedo cambiar su mente. Ken,
nuestro amigo, parece ser el único homosexual que le cae bien. Y ya saben que

nuestro grupo no es conocido exactamente por ser muy amoroso.

Por supuesto me convierto en mamá osa cada vez que intenta decirle algo a

Xavier, pero eso no la detiene de mirarlo mal. Le he dicho a X que no le haga caso,

conociendo a Marea, probablemente está súper celosa de que esté con Luc.

—Iremos a hacer un pequeñísimo robo —le explico y cuando toma aire

dramáticamente sé que me dirá que es una mala idea. No necesito que me lo diga

porque ya lo sé, así que hablo antes de que él pueda hacerlo— este es el último

desafío que acepto, lo juro. Es divertido y amo hacer esto, pero me doy cuenta de

que este no es el lugar.

—Por supuesto que no es el lugar, ademas ¿después de todo lo que te dijo

Justin ? Eso es...

—Él mismo me ha dicho que lo que sucede cuando es mi sargento y yo soy

una simple recluta no tiene nada que ver con lo que pasa tras bambalinas, así que

me atengo a eso.

—Pero...

—¿Me permites a Crisis un momento? Gracias, cariño. Que amable —Marea

toma mi brazo con fuerza antes de que cualquiera de los dos pueda contestar y

me jala un poco de la cama. Creo que está igual de emocionada por esto que yo—

ya es hora.

—Te prometo que todo saldrá bien, Xavier —le doy una sonrisa grande para

que la vea incluso en la oscuridad y me levanto de su cama. Me pongo mis

sandalias y caminamos hacia la puerta con cuidado de no hacer ruido.


En el momento que salimos, tiemblo un poco por el frío. Creo que no fue una

muy buena idea salir en este short y esta ligera blusa, pero mi otra pijama más

cálida está sucia y en este lugar la ropa tarda años en ser lavada. Marea está

usando una pijama incluso más reveladora que la mía y está temblando más que

yo.

—De acuerdo ¿cuál es el plan? —pregunta, cuando empezamos caminar a la

cede. No está muy lejos de la cabaña, pero tenemos que caminar con mucho

cuidado de que nadie nos vea.

—No tengo ningún plan. Solo entremos, saquemos algo y salgamos de ahí lo

más rápido que sea posible. Si el General Bieber... o cualquier otro general u

hombre importante nos ve, este será nuestro final.

—No seas exagerada. Hemos hecho esto millones de veces desde hace años y

solo nos atraparon una vez —masculla, negando con la cabeza— este es nuestro

último verano juntas ¿te das cuenta? Tenemos que aprovecharlo.

—Ambas iremos a Nueva York —le recuerdo, pero me da una mirada obvia y

sé que no será lo mismo. Estoy casi 100% segura que no nos veremos mucho. Y sí,

lo he dicho muchas veces, pero a pesar de lo puta y perra que es, es mi mejor

amiga. Hemos sido amigas desde que puedo recordar, será difícil no estar con ella

— y entiendo que quieras disfrutar esto. Será divertido, no me seguiré

preocupando tanto.

➿➿➿➿
Al parecer ocupábamos un plan. Esto no está yendo tan fácil como cualquiera

creería porque, para empezar, hay varios hombres uniformados que nos pueden

ver desde arriba, en sus torres o como se llamen. No están exactamente viendo

hacia nosotras, pero están vigilando todo el lugar y sé que si nos ven, dirán algo.

O tal vez no les importa una mierda lo que pase, mientras no sea algo de vida o

muerte. Y... llámenme paranoica, pero siento como si alguien nos estuviera

observando. Tal vez es porque estoy muy asustada de que alguien nos vaya a

encontrar aquí.

—¡Ya sé! La ventana —opina Marea, después de haber estado casi quince

minutos intentando forzar la cerradura de la puerta con un broche para el cabello,

como si eso fuera a pasar. Camino hacia la ventana y, para mi gran sorpresa, está

abierta.

Un pequeño detalle, la ventana no es muy grande. Es larga y no se abre

mucho. No creo que mi gigantesco trasero quepa por ahí.

—Entra tú primero —le digo a Marea, observando todos los horizontes por

seguridad. Ella me hace caso y se introduce por la ventana, batallando bastante

para pasar sus pechos y luego su trasero. Demonios— vamos, Marea, no juegues,

solo pasa.

—No estoy jugando. En serio no puedo —dice desde dentro y gruñe de una

manera no muy atractiva. Cuando pierdo la paciencia, empiezo a empujar su

trasero por un largo tiempo y, milagrosamente pasa. Se cae al piso en el proceso,


pero en mi punto de vista, eso es solo un plus— deja de reír y apúrate. Este lugar

es genial.

Me armo de valor y empiezo a introducirme por la ventana, ignorando el

hecho de que mi trasero es considerablemente más gordo que el Marea. Pienso

que no será mucho problema, pero cuando duro casi dos minutos apretando mis

pechos para que pasen, me doy cuenta de que no será nada fácil. Marea se cansa

de esperarme y empieza a jalar mis brazos, mis pechos pasan y mi estomago

puede continuar con facilidad, pero cuando es hora de pasar mis obesas nalgas,

siento algo tomando mis caderas y grito con terror, pensando que estoy acabada

por completo. Y asustando a Marea, quien solo se tira al piso por protección.

—Crystie, soy yo —dice Justin, intentando tranquilizarme. Mi corazón estuvo

al borde de un paro, pero logro controlar un poco mi miedo con largas

respiraciones. Marea suspira de alivio cuando escucha que es él— mi padre, el

tuyo y otros amigos suyos estarán aquí en cualquier segundo. Vienen llegando.

Tienes que salir ahora mismo.

—¡¿Qué?! Pero...

—¡Solo sal de aquí! —grita, sin querer escuchar que no será muy fácil

sacarme. Niego con la cabeza aunque no me puede ver, porque creo que es una

mala idea.

—Por dios, Crystal. Sal o entra o has cualquier cosa, pero muévete —ordena

Marea, caminando hacia la puerta e intentando abrirla, pero está cerrada con

llave— ¡Maldición!
—Justin, empuja mis nalgas —ordeno, con voz alta— podemos escondernos

aquí dentro, hay mucho espacio.

—¿Estás completamente loca? Te encontrarán en medio segundo, solo sal de

aquí. No tienen porqué vernos. Creo que aun hay tiempo de hacer un escape por

la izquierda. Se están acercando.

—¡Vamos, hazme caso! —gimo, mi corazón latiendo diez mil veces por

segundo con miedo— por favor, sé lo que te digo. Empújame y vete.

Justin lo considera un momento y luego, empieza a empujarme como si no

hubiera un mañana, haciéndome chillar de dolor porque en serio ¿quién

demonios pone ventanas tan estrechas? Creo que solo lo hicieron para bajarme el

autoestima. Esto es humillante. Marea no puede evitar reírse.

—Oh, por dios, Crystal, ahí vienen —alerta, su voz por primera vez suena

completamente llena de miedo y empieza a aplastar mis nalgas— no puede ser

posible que no quepas por aquí. Me he metido mil veces.

Que maldita vergüenza, por el amor de dios. Después de tanto maldito

ejercicio debajo del asqueroso sol por un mes completo y de comer pura mierda

saludable y engrudo, aún sigo siendo un hipopótamo. Quiero morir.

Pero no será a mano de mi padre y mi suegro, porque con ayuda de Justin

empujándome y Marea empezando a jalar mis brazos, mi trasero por fin puede

pasar y estoy tan contenta que ni siquiera siento mucho dolor por caer en el suelo

sobre Marea. Justin empieza a introducirse por la ventana y para mi gran

humillación, solo batalla un poco intentando pasar sus hombros y luego el resto

de su cuerpo se desliza sin muchos problemas. Cierra la ventana detrás de él y


todos suspiramos con alivio, hasta que nos damos cuenta de que aun tenemos que

buscar un escondite.

52

Three’s company

Entro en modo preservación y empiezo a observar hacia todos lados para ver

en donde me voy a esconder. Marea está haciendo lo mismo, pero Justin solo está

parado frente a la puerta, prácticamente hiperventilando silenciosamente.

—Justin, muévete ¿O quieres que nos descubran?

—Nos van a descubrir, ese es un hecho. No te puedes esconder de cinco

hombres así en este pequeño lugar —explica, y hago una mueca porque como que

tiene razón. Han estado entrenados para cosas mucho peores que encontrar a tres

personas en una habitación de este tamaño. Lo sé por experiencia, si estaba en un

lugar cerrado, mi padre siempre me encontraba— necesitamos otro plan. Puedo

decir que vinimos por alcohol. Mi padre perdonará cualquier cosa que haga

mientras tenga que ver con alcohol o sexo. Pero Angelo está ahí, no creo que...

agh.

Justin empieza a buscar en un gabinete especial por una botella de algo y sus

palabras hacen que mi mente empiece a dar vueltas. Sí, mi padre está ahí afuera,

pero ama a Justin... y creo que aprecia a Marea. Estar aquí emborrachándonos es

algo que lo hará enojar demasiado. Pero cualquier otra cosa lo pondrá tan

incomodo que no podrá ni siquiera hablar de eso.


—¿Qué haces, Crisis? —pregunta Marea con una sonrisa burlona cuando

empiezo a quitarme la blusa. Por suerte traigo un sostén. Justin se levanta con

una botella en la mano, la abre y le da dos grandes tragos antes de verme.

Aprovecho que está distraído para acercarme con Marea y empezar a levantar su

blusa también— en serio ¿Qué demonios?

—Deja de hacer tantas preguntas —me quejo, tirando su delgada camisola al

piso y luego me acerco a Justin, quien solo nos está viendo la botella en la mano y

mucha confusión en sus ojos. No digo nada, solo pongo la botella sobre la mesa

de billar y le quito la camisa también. Varias voces profundas se ríen en la

distancia y mi corazón empieza a bombear con mucha fuerza. Justin entra en

pánico y empieza a caminar hacia atrás, alejándose de mí, pero lo jalo de un

brazo y me siento en la mesa— Marea, ven y siéntate aquí.

No lo tengo que repetir dos veces, en menos de tres segundos Marea está

presionada a un lado de mí. Levanto la botella y le doy un gran trago, casi

escupiéndolo por completo porque es algo horrible que nunca ha pasado por mi

fina garganta antes. Marea hace lo mismo cuando le paso la botella, pero ella se lo

toma sin mucho problema.

—Justin, ahí vienen —advierto, cuando las voces se hacen más cercanas—

tienes que seguirnos la corriente o esto no va a funcionar. Toma más de esto.

Mientras Justin toma otro hábil trago del liquido maldito sin lucir como que

está tomando veneno, volteo mi cabeza hacia Marea cuando unas llaves tintinean

y, sin decirle nada porque sé que se lo espera, la empiezo a besar. Para mi gran

suerte, Marea entiende perfectamente cómo pienso y no ocupa mucha dirección;


se voltea un poco hacia mí y sube su muslo en mis piernas, poniéndose en una

posición muy comprometedora.

Justin hace un sonido estrangulado en su garganta cuando nos ve

besándonos y la puerta se abre, pero supongo que entendió mi idea porque se

inclina contra mí y empieza a besar mi cuello, pero puedo ver que una de sus

manos se mueve al muslo expuesto de Marea y estoy casi completamente segura

de que Marea lo toca de alguna manera, sin dejar de besarme.

Me puedo imaginar la imagen pintoresca que estamos dando y sé que mi

padre querrá morir, pero supongo que esto es mejor a descubrir que estoy

haciendo desafíos otra vez o pensar que solo entramos aquí para emborracharnos.

—¡¿Qué... —exclama alguno de los hombres cuando nos ven y Marea jadea

dramáticamente separándose de mí mientras Justin solo se queda con su cara en

mi cuello, respirando pesadamente. Puedo sentir su erección presionada en mi

pierna, pero no es momento para encargarnos de eso.

Cuando volteo a ver a todos los señores que entraron, puedo ver a mi padre

apretando los ojos, murmurando algo como "no puedo" y escapando por la puerta.

Todos los demás están muy impresionados como para decir algo, excepto el padre

de Justin , quien solo tiene una sonrisa de lado, como si estuviera orgulloso de su

hijo.

¿Esto es lo que toma para que ese hombre esté orgulloso? Que gran pendejo.

Lo odio infinitamente.

—Lo siento —murmura Justin cuando por fin se despega de mí y los

enfrenta, poniendo su espalda frente a mí para que no me vean casi desnuda.


Marea se levanta de la mesa y se pone inmediatamente su blusa— no pensé que

regresarían, por eso...

—Está bien. No ocupo explicaciones, vi suficiente —dice el General, tomando

un gran suspiro— yo intentaré tranquilizar a Cristoff. Justin... estás rogándole al

hombre por una golpiza ¿lo sabes, cierto?

—Me ama demasiado como para eso —bromea, incómodamente porque no

está muy seguro de lo que acaba de decir. A este punto, yo no estoy segura

tampoco. Justin se agacha para recoger nuestra ropa tirada, pero no me da mi

blusa, solo la observa unos segundos y se decide mejor por ponerme su camisa,

como si fuera un inútil bebé que no se puede vestir solo— vamos, reclutas. Es

hora de dormir.

Nadie ha dicho nada, los hombres se esparcen en la habitación como si no

estuviéramos aquí, excepto el General, quien pone una mano en mi brazo para

detenerme cuando paso por un lado de él.

—¿Cuánto más vas a seguir decepcionando a tu padre, niña? Es un buen

hombre, no se merece tener una hija como tú —me regaña, con una voz baja y su

mirada matadora. Debería bajar mi cabeza y asentir, porque aparte de tener

razón, debo de ser respetuosa con él, pero no se me da la gana de ser respetuosa

en este momento.

—¿Cuánto más vas a seguir tratando a tu hijo como mierda y actuando como

si tuvieras un palo con clavos atorado en el trasero? —pregunto, sin molestarme

en bajar la voz, haciendo que todos me pongan atención. Puedo sentir sus ojos

clavados en mí. Justin toma mi mano para jalarme, pero me niego. Los ojos del
General se agrandan como si no pudiera creer lo que salió de mi boca. Siendo

honesta, yo no puedo creerlo tampoco. Se lo atribuyo al gran trago que tomé de

esa cosa— Justin no se merece un padre como tú. Es por eso que no soporta estar

cerca de ti por...

—Eso es suficiente, Crystal. Vámonos —exige Justin con voz dura, y me

obliga a caminar hacia la puerta— Marea, camina. Lo siento, General, ha estado

tomando y...

—Solo llévatelas —murmura su padre, caminando como si nada a la mesa de

billar y tomando la botella que dejamos— tu madre llegará mañana por nuestro

cumpleaños. Intenta no actuar como si despreciaras el día. Por ella.

—Entendido —contesta monótonamente, y salimos de ahí— Crystal... dios,

no puedo creer que dijiste eso y que...

—¿Por qué dijo nuestro cumpleaños? —pregunto, interrumpiéndolo. No

quiero pensar en lo que dije en este momento, solo lidiaré con las consecuencias

después— ¿Mañana es tu cumpleaños y el suyo también?

—No, es pasado mañana. Pero no es importante —se encoge de hombros.

Justin es la única persona en esta órbita terrestre que no considera su

cumpleaños importante. A veces de verdad me preocupan sus problemas

psicológicos.

—¡Necesitamos hacer una fiesta! —exclama Marea, sonando emocionada.

—Como si te fuera a invitar a una fiesta mía —bufa Justin con su usual voz

de "te odio" que casi siempre iba dirigida hacia mí, y me hace reír tan fuerte que
tiene que tapar mi boca para que nadie más escuche. Marea se queja y dice que no

valemos la pena, luego se larga a la cabaña.

Genial.

Justin

—Totalmente creo que deberíamos hacer una fiesta —dice Crystal con los

ojos muy abiertos hacia mí cuando Marea se va, pero niego fervientemente con la

cabeza— ¿por qué no? Pienso que...

—Crystal, no —niego con la cabeza y tiemblo un poco por el frío. Estar sin

camisa no es exactamente muy cómodo a esta hora— ya es tarde, vamos a tu

cabaña. Debes dormir. Al menos que quieras ir a mi habitación y dormir conmigo.

—No, no quiero eso —miente, y empieza caminar, con su nariz en alto.

Pongo mis ojos en blanco porque en serio me estresa que incluso después de que

dije esas dos palabras que me costaron tanto, ella no quiere estar conmigo—

hipotéticamente, si quisiera darte un regalo por tu cumpleaños ¿qué te gustaría? Y

no, nada sexual.

Cierro la boca porque ya estaba listo para decir que unas cuantas horas de

sexo caliente, pero al parecer eso está fuera del mercado, así que solo me encojo

de hombros.

—No quiero nada —contesto sinceramente— no es como si pudieras

comprarme algo estando aquí de todos modos.

—Pero podría decirle a mi papá que...


—No quiero nada, Crystie. Apreciaría mucho algo de contacto físico, pero al

parecer no estás puesta para eso, así que de verdad no quiero nada más —me

encojo de hombros y llegamos a la cabaña. No quiero irme, realmente, pero

ambos tenemos que dormir. Tomo aire y me agacho un poco para besar su frente,

porque no creo que me dejaría besar sus labios en este momento.

—De acuerdo, si eso es lo que quieres —dice Crystie, encogiéndose de

hombros. Sonríe hacia mí cuando beso su frente y me acaricia un poco el hombro

antes de abrir con mucho cuidado la puerta de la cabaña y meterse.

➿➿➿➿

Crystal está besando a Marea frente a mí, un poco más profundo y

descuidado de lo que lo hicieron en la mesa de billar. Ambas están desnudas y

acariciándose muy suavemente, como si estuvieran tocando porcelana. Yo estoy

observándolas y tocándome porque solo verlas me hace querer explotar. No es

suficiente, sin embargo, así que me pongo en rodillas en la cama también, y me

acerco a ellas, hasta que estoy en el medio, rodeando la cintura de cada una y

pegándolas a mi cuerpo. Ahora estoy rodeado de calor femenino y de ese aroma

que amo tanto.

Marea está diciendo algo y no entiendo qué es porque estoy muy ocupado

besando los hombros desnudos de Crystal, pero creo que le respondo que sí a lo

que sea que haya preguntado, porque de repente siento sus labios en mi cuello,

luego en mi pecho y empiezan a bajar hasta que llegan a mi erección.


—Es muy buena en esto —murmura Crystie, acariciando la cabeza de Marea

mientras ella empieza a tomarme por completo en su boca, hasta el fondo de su

garganta sin mostrar ni una sombra de nauseas. Cierro los ojos, soltando un

profundo gemido y no sé qué pasa pero de repente estoy completamente acostado

en la cama. Marea aun me tiene en su boca, y Crystal empieza a besarme

apasionadamente. Luego, sin advertencia alguna, se sienta a horcajadas en mi

pecho y mueve sus caderas hasta que está sentada en mi cara. Levanto mis ojos

hacia ella y siento como que podría venirme solo con verla y con lo que Marea me

está haciendo, pero no lo hago. Crystal tiene su largo cabello despeinado

salvajemente. Sus ojos están caídos y nublados como si estuviera muy caliente,

luego su centro está en mi boca y puedo probarla. Está empapada y sabe tan dulce

como siempre. Me gustaría quedarme en esta posición toda mi vida— Marea

quiere algo de amor también.

Después de que dice eso, cambian posiciones, o sea que Marea se sienta en

mi cara y Crystal se sienta en mi erección, tomando cada centímetro de mí dentro

de su calor. Siento como si estuviera en el cielo. Marea se siente y sabe

completamente igual a Crystal, es como si fueran la misma persona, pero en

doble. Solo para mí.

Despierto de un jadeo porque dios no me ama y parpadeo muchas veces,

molesto como el demonio. No puedo creerlo. Apenas estaba llegando a la parte

buena del sueño ¿y me despierto? Que gran fiasco.

Cuando mi cabeza se despeja un poco, me empiezo a sentir algo culpable de

estar fantaseando con Marea, de todas las mujeres en este campamento, pero no
es como si realmente la deseara ¿Cierto? No, no lo hago. Solo fue una creación de

mi subconsciente.

Pero aún sintiéndome culpable por engañar mentalmente a Crystie, camino a

la regadera y termino el sueño ahí, con mi pene en la mano y pensando en

comerme a Marea a lametazos mientras martilleo dentro de mi Crystie. No pienso

mucho en esto porque es normal, he tenido millones de sueños así, solo que ahora

las mujeres protagonistas resultan ser mi novia (próximamente) y su mejor

amiga/enemiga, lo cual es algo raro.

Además, no creo que Crystal se enojaría si le contara ¿cierto? Porque ella

básicamente tuvo la culpa, poniendo esa idea en mi cabeza cuando la besó frente

a mí.

Cuando Luc y yo llegamos a la formación ya están todos aquí menos Marea.

La pobre niña llega dos minutos tarde con el cabello chorreando agua, así que

además de tener que comer engrudo hoy, se ganó otro castigo.

Iba a empezar a ser más suave con ella porque como no ha estado aquí tanto

como los demás, no tiene tanta resistencia, pero ahora eso no me importa. Tiene

que estar al mismo nivel que los demás, por lo tanto hoy ella pasará todo el día

haciendo todo lo que los demás han hecho mientras el resto del grupo aprende a

disparar.

O sea que ella está haciendo una serie de ejercicios bastante intensos y todos

los demás están muy tranquilos. Verla sudando y gimiendo de dolor y sufrimiento

me hace sentir mejor por el sueño que tuve.


Les doy una pistola de pintura a cada uno y los acomodo frente a sus

respectivos objetivos. El imbecil de Xavier disparó sin querer a pesar de que les

dije que todavía no podían quitar el seguro y le dio a Luc en la rodilla, haciéndolo

gemir por el susto. Inmediatamente Xavier se acercó a su novio, tomando su cara

en sus manos y actuando súper romántico. Fue tan incomodo que no pude

soportarlo. Todos ya saben que tengo algo con Crystal, pero estoy seguro de que

nadie se esperaba a esos dos juntos.

—No hay nada que ver, niños. Ahora, póngame atención —distraigo las

miradas que todos tienen dirigidas hacia Xavier, quien está muriendo de la

vergüenza por su muestra de cariño y Luc, quien supongo que se siente

igualmente avergonzado por esto. Les explico lo más básico, esperando que

entiendan y luego Luc y yo empezamos a ir con cada uno de ellos, ayudándolos.

La mayoría lo hace bastante decente, aunque hay algunos, como Crystal, que no le

da a ninguno de sus objetivos por más que lo intentan mil veces.

—Por el amor de dios —gruñe, sin saber que estoy detrás de ella— ¿Qué tan

difícil puede ser darle a esa corriente botella? Si la gorda inútil pudo hacerlo, yo

también puedo. Es cuestión de que me enfoque en esto. Yo soy la bala. Yo soy el

movimiento. Yo soy la puntería. Me focalizo, me concentro y ¡Le doy!

No le dio. De hecho, ese disparo se va mucho más chueco que todos los

demás, y no puedo evitar reírme de su incompetencia. Crystie jadea del susto y se

voltea inmediatamente hacia mí.

—¡Hey! En lugar de reírte, porqué no vienes y me ayudas. Has estado mil

años con la muda y ni un solo minuto conmigo.


—Sabes que es difícil comunicarse con la muda, Crystal —pongo los ojos en

blanco y me acerco a ella, dándole una vuelta y rodeando su cuerpo por detrás.

Tomo sus manos y acomodo su dedo en el gatillo— no tengas miedo, puedo ver

que todo tu cuerpo se encoge cuando disparas, lo cual es malo. Tienes que poner

fuerza en todo tu cuerpo, sobretodo en tu brazo, para que no pase eso que ha

estado pasando y tu brazo se mueva por todos lados como un spaghetti.

Crystal asiente y pone más fuerza en su cuerpo. Sigue mis instrucciones pero

aún así no le puede dar a las botellas frente a ella. De todos modos no me importa

si les da o no, estoy aquí por otra cosa.

Entierro mi cara en su cuello y aspiro profundamente, tocando la suave piel

de su abdomen por debajo de su blusa con mi mano libre mientras ella intenta

enfocar sus chacras y llamar a todos los dioses de nuevo para darle a algo.

—Tuve un sueño erótico anoche —le cuento, y deja de balbucear cosas

incoherentes como siempre lo hace cuando está intentando hacer algo— te incluía

a ti y... a Marea.

No contesta nada, pero se pone tensa en mis brazos. Puedo deducir que está

a meros segundos de soltarse de mi agarre, pero la tomo con más fuerza para que

no pueda hacer eso. No sé realmente porqué le estoy contando, pero como me he

estado sintiendo peor de lo que debería por un simple sueño, supongo que debo

sacarlo de mi pecho.

—No fue la gran cosa, pero quería que lo supieras. Marea me hizo una

mamada espectacular y luego se sentó en mi cara mientras tú me montabas —

sigo, y ella hace un gruñido que me asusta un poco. No me doy cuenta cuando su
mente entra en el juego y empieza a disparar de nuevo. Me sorprende la perfecta

posición que su cuerpo adquiere, y estoy apunto de felicitarla por esto, solo que

esta vez, en lugar de dispararle a las botellas, le dispara a Marea, quien estaba

muy tranquilamente practicando sus golpes en un saco de arena— ¡Hey, no, no

hagas eso!

Crystal logra darle tres veces al alien antes de que salga de mi estupor y

pueda quitarle la pistola de la mano, pero antes de que pueda regañarla y darle su

merecido castigo, me empuja y huye, completamente enojada. Debería ir con ella,

pero me acerco primero a Marea, quien después de los inocentes disparos se

encuentra tirada en el piso y gritando. Ruedo mis ojos antes de agacharme para

ver cómo está.

—¡¿Qué mierda le pasa a Crystal?! ¡¿Por qué hizo eso?! —grita,

completamente enojada, sin dejar de llorar y sin pararse del piso. Crystal le dio a

Marea en un brazo, en una nalga y en la espalda. Y sé que duele, pero no es para

tanto.

—Fue un accidente. Ahora, levántate y sigue con lo tuyo. Iré a buscarla.

No espero a que me conteste o que se tranquilice, solo camino hacia donde se

fue Crystie. La encuentro caminando hacia una de las bancas que están en la

sombra y se sienta, dejando caer su trasero con fuerza y cruzando sus brazos en

su pecho con molestia como una niña a la que no le compraron un pony.

—Estás actuando como no me gusta de nuevo...


—¡No me importa! —exclama, levantando su vista hacia mí— ¿ahora la

deseas a ella, es eso? Porque uno no tiene sueños así con nadie si no lo desea. Y si

ese es el caso vete con ella y tengan sexo hasta que se te caiga el...

—Tranquilízate. No es así —aseguro, sentándome a su lado y poniendo una

mano en su pierna. Ella hace un sonido de desdén y me da un manotazo para que

la deje de tocar— no te dije eso para que te enojaras. Ese fui yo tratando de

comunicarme contigo y no decir mentiras o esconder cosas.

—Regla numero uno de esta relación: no me cuentes tus sueños eróticos si

tienen que ver con alguien más. Hasta el más idiota del mundo sabría eso —

reniega, completamente enojada aún— regla numero dos: ni siquiera estamos

juntos. Regla numero tres: haz algo con Marea y te arrepentirás toda tu vida.

Regla numero cuatro: te odio.

No está teniendo mucha coherencia con sus reglas, pero decido no

mencionarlo.

—Eres adorable cuando estás celosa, no me tomes a mal, pero creo que no es

la gran cosa —me aventuro a comentar, pero ella entrecierra sus ojos hacia mí y

presiento otra cantidad de reglas sin sentido llegando a su linda cabecita, así que

aprovecho ese momento y me acerco aún más, hasta que estoy completamente

pegado a ella— además, quería preguntarte algo muy importante, pero decidí

tontamente contarte mi sueño primero y ahora no podré preguntarte.

Realmente no tenía planeado preguntarle nada, pero sé que no se resistirá y

querrá saber cuál es mi pregunta. Así que tengo que pensar rápido.
—Pregúntame. Seguiré enojada, pero hazme la pregunta —pide, siendo tan

curiosa e impaciente como siempre.

—Bien... ¿Te gustaría ir a una cita conmigo? —pregunto, sonriendo un poco

cuando su boca se abre, como si no supiera que decir.

Dejar a Crystal sin palabras debe ser considerado un acontecimiento nuclear.

—¿Tú y yo, en una cita? —pregunta, y sus ojos se entrecierran con confusión

— ¿Es en serio? Porque no eres exactamente el tipo de hombre que hace eso de

las citas. Además ¿has olvidado dónde estamos? ¿Dónde sería nuestra cita? ¿En

medio del desierto, donde me sedujiste y me hiciste el amor salvajemente a pesar

de que yo no lo quería? ¿En la bodega sucia donde me dijiste que no me amabas?

¿En la roca donde me forzaste a tocar la cosa a la cual le tengo más miedo en el

mundo? ¿En...

—De acuerdo, lo entiendo, este lugar no está lleno de muy buenas memorias.

Pero la respuesta es no a todo eso. Te sacaré del campamento y esta vez no

tendríamos que lidiar con un castigo cuando regresemos.

Supongo es muy conveniente que mañana sea mi cumpleaños... bueno, el

cumpleaños mío y el de mi padre, porque por razones del destino nacimos el

mismo día. En fin, es conveniente porque es el único día donde puedo hacer lo

que se me de la gana sin tener que pedirle permiso a mi padre, o lidiar con su

mierda si hago algo que no le parece.

—¿Y por qué quieres llevarme a una cita?

—Porque quiero hacer esto como es debido para que te des cuenta de que no

te trataré como lo hice antes. He aceptado que era un gran imbecil, te he dicho
que lo siento, y me dijiste que probara que voy a cambiar así que esto es el primer

paso hacia algo... más real.

—De acuerdo. Acepto —dice, con una sonrisa suave en sus labios. Ahora solo

tengo que planear una cita, supongo que no debe ser la gran cosa.

53

Birthdayboy

Mi primer error el día de hoy fue decidir que era seguro salir de mi

habitación a la una de la mañana a cocinar algo y tal vez llevarle comida a Crystal

porque ha estado comiendo engrudo desde que Marea llegó aquí y se está viendo

más delgada últimamente, lo cual no me gusta. Mi segundo error fue tomar el

camino más largo para llegar a la cafetería, porque es el camino por donde mi

madre viene caminando, con mil cosas en sus manos.

Hago un sonido de molestia y empiezo a retroceder para hacer una escapada,

esperando que no me haya visto, pero ya es demasiado tarde.

—¡Justin! —grita con emoción y apresura el paso, balanceando todo lo que

trae en sus delgados brazos.

La conozco lo suficiente como para saber que intentará abrazarme aún con

todo eso que viene cargando, lo cual terminará en desastre, así que me acerco a

quitarle el gigante pastel y los, cerca de veinte, globos de gas que dicen "feliz

cumpleaños" "es un niño" "te amo" etc., dejando sus manos más libres para cuando
se estampa contra mí y se enrosca en mi cuerpo como una víbora, intentando

cargarme como siempre que ha pasado más de una semana sin verme— ...tan

grande y tan guapo, nunca pensé que te convertirías en un hombre tan hermoso,

respetable y perfecto. Eres lo más importante que tengo, mi gran orgullo, mi niño

guapo, lo único bueno que he hecho, lo que más amo, para lo único que vale la

pena vivir y...

Hago sonidos como "mmmh" "ahaa" "gracias, yo también te amo..." de vez en

cuando para que no piense que la estoy ignorando. Y no lo estoy... mucho. Es solo

que siempre me dice lo mismo, ya sé que me ama y que piensa que soy hermoso y

todo eso. No necesito que me lo repita todo el tiempo. Además, solo saber que

mañana va a ser el día más insoportable del año me tiene de mal humor. Ni

siquiera pude dormir de solo pensar en cómo será de horrible.

—Gracias, mamá —murmuro, cuando estoy seguro de que ha terminado su

discurso de diez minutos acerca de lo mucho que me ama y lo guapo que soy. Veo

el pastel de chocolate en mis manos y mi estómago gruñe por el hambre— eh...

bueno, creo que iré a comerme esto. Buenas noches.

—¿Ahora? De acuerdo, pero primero déjame... —empieza a buscar en su

gran bolso por algunas cosas, saca velas y un encendedor, pero la detengo antes

de que siga con su búsqueda.

—No es necesario, no tengo ningún deseo de todos modos —explico,

encogiéndome de hombros. Mi madre me mira con los ojos entrecerrados. No sé

porqué no deja de intentar encender velas en mi honor cuando siempre me he


rehusado a hacer un deseo— pero sé que es el pastel más delicioso que has hecho.

Gracias.

—¡También traje regalos! Y estos no son todos, aún hay algunos en el auto —

exclama, sonriendo de nuevo y levantando las mil bolsas que trae cargando. Estoy

seguro de que es pura ropa que no me pondré así que no puedo fingir que me

emociona— de acuerdo, los dejaré en tu cama.

—Gracias, mamá, en serio —me agacho y beso su cabeza, sacándole una

sonrisa. Siempre se pone triste cuando no me emocionan sus regalos, pero

supongo que entiende que no puedo pretender que me gustan. Por suerte este año

no estamos en alguna de sus casas o en las de mi padre donde puede decorar todo

con globos y mierda festiva que odio— hasta mañana.

—No es nada, Justin. Mañana iremos a cenar —advierte, y pongo los ojos en

blanco porque ya lo sabía, pero estaba esperando que se olvidaran mágicamente

de mí, cosa que no pasa nunca cuando yo quiero— vamos, no pongas esa cara. Es

el único día que tu padre accede a descansar y salir conmigo como una pareja de

verdad y podemos pasar el tiempo como una familia.

Pero no son una maldita pareja de verdad, quiero decirle, y no somos una

familia. No lo haré, porque es imposible intentar razonar con esta mujer, y porque

es la única persona con la que controlo mis palabras. Podría decirle que ayer mi

padre estaba en su habitación con Sasha, la pelirroja que trajo desde Londres,

pero eso sería inútil porque ella solo movería su mano de esa forma que tanto me

molesta y me contaría acerca de alguno de sus novios.


—Claro, no me lo perdería por nada del mundo —intento hacer una cara de

emoción pero sé que no me sale porque mi madre solo pone los ojos en blanco y

se acerca para tomar mi cara en sus pequeñas manos y apretar mis mejillas como

si fuera un niño pequeño. Repite de nuevo que me ama y yo asiento hacia ella—

bueno, ha sido genial verte. Gracias por el pastel y los globos, y tus regalos.

—Está bien, no fue nada —me abraza de nuevo y me deja ir— quiero que te

pongas lo que hay en la caja amarilla mañana en la noche. Iremos a un lugar

elegante y no quiero que vayas con tus usuales trapos. La dejaré en tu cama.

Podría preguntar a dónde iremos, pero realmente no me importa. Asiento

una vez más y ella por fin empieza a andar hacia la habitación de mi padre.

Espero que él sea inteligente y haya mandado a Sasha a otro lugar mientras el

amor de su vida lo visita por su cumpleaños.

Voy a la cocina como lo tenía planeado, pero solo para partir un pedazo

considerable del pastel que mi madre me hizo y servirlo en un plato, dejo los

globos a un lado de mí y procedo a comer con lentitud porque no creo que vaya a

poder dormir tan tarde, y no tengo nada que hacer hasta las cinco de la mañana.

➿➿➿➿

Después de bañarme, voy a mi cama y empiezo a ver la ropa que mi madre

me compró. Gruño mientras saco y aviento todo a la cama porque nada me gusta.

Siempre me compra cosas que odio, por eso nunca puedo fingir que estoy

emocionado. Lo único que me alegra es que me haya comprado calcetines porque


ya perdí la mayoría de los que tenía. Toda la ropa que me compró es de colores

vivos. Hay pantalones extraños que están apretados de la pantorrilla y sueltos de

arriba, camisas con frases impresas, lo cual odio y varias cosas más que sé que no

voy a usar nunca. Hay una razón por la cual todo en mi armario es negro, blanco

o gris. Me gustan las cosas sencillas.

Como hoy tengo el día libre, no me pongo mi uniforme. Me pongo un short

para hacer ejercicio, una camisa gris y unos tenis para correr porque pretendo

pasar todo el día haciendo ejercicio para evitar a mi amorosa familia. Paso dos

horas corriendo por el desierto y cuando voy a mi habitación a tomar otra botella

de agua, veo algo que no me agrada.

Luc y Crystal están platicando muy de cerca, riendo y luciendo muy

amigables para mi agrado. Cambio de ruta inmediatamente y camino hacia ellos.

Crystie está usando un short de jean tan corto que parece ropa interior y una

pequeña blusa de rayas rojas y rosas.

—¿Se puede saber qué hacen? —pregunto cuando me acerco, sin molestarme

en esconder mi tono. Crystie jadea cuando me escucha y Luc solo me sonríe de

lado. Entrecierro mis ojos hacia él, dispuesto a olvidar la amistad floreciente de la

que hablamos hoy en la mañana cuando me felicitó y nos abrazamos. Cabe

mencionar que Hunter casi llora.

—Nada, hombre. Nada —murmura Luc, golpea mi espalda cuando pasa por

un lado de mí y se va de regreso al grupo. Me cruzo de brazos y dirijo mi mirada

hacia Crystal, quien está mirando mi cuerpo con una leve sonrisa de lado.
—¿Entonces? —pregunto, cuando me desespero— estoy esperando que me

digas qué estaba pasando aquí ¿Y por qué tienes esa ropa puesta?

—No estaba pasando nada —pone los ojos en blanco— y me puse esto

porque hoy me siento mal y no puedo cumplir las actividades con el resto del

grupo, por lo tanto no es necesario el uniforme y no creo que esté permitido que

ande por el campamento desnuda, por más exquisito que sea mi cuerpo.

—No te creo. Luc y tú han estado actuando raro desde ayer —me acerco más

a ella hasta que tengo que bajar mi cabeza para mantener su mirada, pero me

detengo de tocarla— si algo está pasando entre ustedes te juro que no me importa

si me cae bien ahora. Iré por su garganta.

—Tranquilo —se ríe y cruza sus brazos igual que yo, levantando sus pechos y

haciéndome perder la concentración por unos segundos— estaría con cualquier

novio de mis amigas en un segundo sin pensarlo, pero Xavier es muy especial para

mí y nunca le haría eso.

—Yo no te deja...

—Y siendo la mujer soltera y completamente libre que soy, puedo hacer lo

que quiera con quien yo quiera —me interrumpe, con una chispa encendida en

sus ojos y sé que solo quiere jugar conmigo, así que en lugar de seguir peleando,

lo cual ella adora, decido darme un regalo de cumpleaños y besarla.

Crystie intenta quejarse pero envuelvo mis brazos en su cintura, atrapando

sus brazos entre nosotros, y empiezo a mover mis labios, sintiendo como si

hubiera pasado mil años desde que la besé, aunque prácticamente solo haya sido
un día. Ella sigue con su teatro de no querer besarme por un momento, pero

luego decide que no vale la pena y se derrite contra mí.

—Deberíamos ir a algún lugar privado —susurra Crystal contra mis labios

cuando las cosas se están poniendo más intensas y asiento, sin pensarlo dos veces.

Creo que esa es la mejor idea que esta mujer ha tenido en toda su vida— sígueme.

Me parece extraño que ella esté siendo la guía cuando no conoce nada y yo

sé andar en este campamento hasta con los ojos cerrados, pero no le doy un

segundo pensamiento. Empezamos a andar hacia un lugar muy en especifico,

supongo, porque camina con precisión hasta que llegamos a una de las bodegas

principales. La misma bodega donde ella me dijo que me amaba y yo le reclamé

que era imposible amar a alguien en tan poco tiempo y luego fui a mi habitación a

dormir con Lesley. Recordar eso no me hace sentir muy bien que digamos.

—Deberíamos ir mejor a mi habitación —digo, cuando lo pienso un poco.

Este lugar está lleno de cajas con municiones, el foco no sirve y no es un lugar

donde me gustaría reclamar mi sexo de cumpleaños. Pero Crystal no me hace

caso, solo abre la puerta y se hace a un lado para que pase yo primero.

—Adelante —me apura y entro a la bodega, algo extrañado pero dispuesto a

hacer cualquier cosa que esta mujer me pida. Cuando veo lo que hay ahí dentro,

me siento como la niña más bonita del colegio.

—¿Te gusta? —pregunta Crystal con voz emocionada, cerrando la puerta

detrás de ella. Le doy un vistazo a mi alrededor— feliz cumpleaños, Osito.

—Gracias —murmuro incómodamente, volteándome para darle un beso

rápido y aceptar su abrazo. No sé cómo me siento con esto.


—De nada, fue un gran placer para mí pretender que estoy enferma para no

hacer todo eso que odio y comer pizza contigo por tu cumpleaños —dice,

tomándome la mano para que camine hacia el centro de la bodega, donde hay dos

cajas de pizza y una pequeña hielera en el piso— tuve que preguntarle a Hunter y

Luc qué demonios podría darte, pero no supieron decirme porque aparentemente

no te gusta nada. Lo único que me dijeron era lo mucho que amas comer pizza y

tomar cerveza así que... sé que es algo patético, pero no tenía nada con qué

trabajar.

—No es patético, es... —miro hacia el solitario piso con lo que más me gusta

y sonrío— es perfecto.

Crystal

No sé porqué estaba tan nerviosa y tan mortificada, debí suponer que esto

haría feliz a Justin, es un hombre muy básico. De todos modos, me gustaría

haberle dado algo más, pero era ya de por sí muy difícil conseguir pizza en este

lugar. Luc se metió en problemas con su padre por pedirla. Pero valió la pena

porque a Justin le gustó.

—De acuerdo, es hora de comer —anuncio, sentándome en el piso y

esperando a que Justin haga lo mismo— me estoy muriendo de hambre. Gracias a

alguien, no he comido nada además de engrudo.


—Te lo merecías —contesta, sin ninguna clase de remordimiento aparente,

sentándose a un lado de mí y abriendo una caja. Mi estómago hace el sonido más

fuerte del mundo y puedo sentir mi cara poniéndose caliente de la vergüenza

cuando Justin se ríe y me da una rebanada. Ni siquiera me molesto en

disculparme o algo, solo empiezo a comer.

Me comí cinco pedazos y hubiera seguido de no ser porque en serio no podía

forzar la pizza por mi garganta a pesar de que todavía quería más. No me sentí

mal porque Justin se comió más que eso y además, llevo milenios comiendo

materia gris y ya necesitaba algo de grasa en mi sistema.

Con el paso del tiempo, de alguna manera terminamos acostados en el piso

juntos. Realmente no sé como sucedió, pero ahora ambos estamos boca arriba, mi

cabeza sobre el brazo de Justin. Hemos estado aquí, solo hablando, un buen rato.

Se siente bien.

—¿Cuanto tiempo llevamos aquí? —le pregunto a Justin. Sé que ha sido

bastante porque ya me está dando hambre de nuevo. Justin no se molesta en

moverse, solo se encoge de hombros.

—No lo sé, pero no quiero irme —toma aire con profundidad y lo deja salir

lentamente— no quiero ver a mis padres. Ya sufriré lo suficiente durante la cena.

—¿Qué cena?

—Iremos a cenar por nuestro cumpleaños a algún lugar elegante —explica, y

asiento para que siga hablando aunque no me esté viendo— sabes cómo son de

insoportables, pero este día... se ponen peor. No sé porqué, pero lo odio más que

nada. Ni siquiera me ponen atención, quiero decir, nunca lo han hecho realmente,
pero me estresa que solo me quieran tener ahí de adorno si no van a hablar

conmigo o siquiera voltearme a ver.

Mi pecho se aprieta por él, porque su voz suena dolida a pesar de que intenta

hacer como si no le importara, porque he visto cómo sus padres cuando están

juntos no hacen más que estarse besando y diciendo cosas bonitas de cerca y

porque no me puedo imaginar cómo de horrible sería si mis padres me trataran

así.

—Iré contigo —dicto, abrazando su cintura con fuerza. No me importa si no

me han invitado o si quieren que sea una cena privada. Soy prácticamente familia

de todos modos— para que no te sientas solo. Así al menos tendrás a alguien con

quién platicar.

—¿En serio? —pregunta, y asiento muchas veces sin soltarlo, esperando el

momento en el que me dice que no me quiere ahí, pero Justin solo se acomoda

mejor y empieza a acariciar mi cabello— eso me gustaría.

➿➿➿➿

Paso el resto del día con Justin, tirados en el piso, platicando. Le saco todo lo

que siempre he querido saber acerca de él porque la cerveza lo ha puesto suelto y

hablador. Me entero de lo que significan algunos de sus tatuajes y cuándo se los

hizo. Incluso me cuenta algunas historias de cuando era un niño. La mayoría


incluyen a alguno de sus padres siendo horribles, lo cual me ha hecho sentir aún

peor por él. No puedo evitar quererlo besar e incluso darle un regalo que incluya

final feliz para ambos, pero no puedo hacer eso porque quiero que de verdad haga

un esfuerzo por estar conmigo.

En la tarde, separamos caminos, pero solo por unos minutos para ir a recoger

mi ropa y cosas de la cabaña porque después tengo que ir a bañarme y arreglarme

a su habitación.

—Lo sé, lo sé. Sí, me queda bien —está diciendo Justin en el celular cuando

entro a la habitación. Está sin camisa y me da una sonrisa cuando me ve— y

Crystal irá con nosotros... claro. Sí, madre, estoy seguro de que tiene algo

elegante. Sí... sí. De acuerdo. Espera... ¡¿Qué?! Sí, más te vale que estés

bromeando. De acuerdo, madre, pero si no cuelgas no podré empezar a

arreglarme.

Bloquea su celular y lo avienta a su cama, luego se agacha para besar mis

labios de esa manera casta en la que lo ha estado haciendo todo el día. Es como...

es como natural, y me encanta, como si fuéramos una pareja normal. Pero sé que

lo hace porque es lo único que lo dejaré hacerme y se está muriendo por algo

sexual. Lo sé porque ha tenido cerca de cuatro erecciones en el transcurso del día.

Puede ser que yo haya provocado tres a propósito y luego me haya negado a

hacer algo al respecto porque no somos una pareja.

—Antes de que lo olvide de nuevo —estira su mano y saca algo de uno de los

gabinetes. Mi celular. Sin la suave y preciosa funda peluda que hacia juego con mi

edredón— he querido dártelo pero lo sigo olvidando. Lo dejaste aquí cuando...


—Cuando rompiste mi vestido. Lo recuerdo —completo por él, cerrando mis

ojos por un momento y haciendo una oración rápida por mi vestido. Que en paz

descanse— ni siquiera recordaba que mi padre había metido mi celular aquí

ilegalmente. Necesito con urgencia ver mi horóscopo.

Tomo el celular de las manos de Justin y hago una mueca cuando veo el

vidrio quebrado. Pero al menos aun sirve y de todos modos iba a tener que

actualizar mi celular cuanto antes porque acaba de salir el nuevo iPhone y no

puedo ser vista con el viejo sin ser sometida a las burlas de la sociedad.

—¿Qué demonios hiciste? —pregunto horrorizada cuando veo que todo está

acomodado en carpetas por colores y que mi fondo de pantalla es blanco, en lugar

de la foto que solía tener con Dario.

—Me tomé la libertad de acomodar tus aplicaciones —explica, sin pena—

además vi todas tus fotos y... no quiero hablar de eso en este momento porque

hemos tenido un día muy pacifico y no lo quiero arruinar.

—Oh, por dios ¿Viste todas? —gimo, y él asiente, entrecerrando sus ojos

como si las estuviera recordando— eso es lo que se gana la gente cuando mira lo

que no debe, además ¿cómo demonios supiste mi contraseña?

—No era tan difícil —dice con una sonrisa petulante y ruedo los ojos,

buscando la aplicación de mi horóscopo y sin pensar en que Justin vio todas las

fotos que tengo. Las cuales se dividen en las siguientes categorías:

Selfies: 50%

Fotos de ropa: 15%

Fotos de mi familia: 5%
Fotos sin sentido que me hacen reír: 5%

Fotos de hombres desnudos con los que he estado: 25%

Lo peor es que en la última categoría casi siempre salgo yo sonriendo, o en

algunas mostrando alguna parte de mi cuerpo... o todo. Lo único que quería era

presumir con mis amigos, nunca las publiqué en ningún lugar. Además, sé que

luce como si fuera una estrella porno porque si mis cálculos son correctos, salgo

en fotos con cerca de quince tipos, pero en realidad solo he tenido relaciones con

siete hombres, contando a Justin. Innumerables veces con cada uno, pero solo

siete penes diferentes han estado dentro de mi amiga privada. Con los demás hice

solo... bueno, todo lo demás. Tendré que explicarle eso a Justin en algún

momento, pero no ahora.

—Ni siquiera voy a enojarme de que borraste mis fotos porque tengo todo

resguardado en mi computadora —murmuro, buscando la maldita aplicación. La

encuentro por fin en la carpeta morada y leo solo el horóscopo del día de hoy

porque leer los más viejos es mala suerte y yo sinceramente no ocupo más de eso.

Justin empieza a decir algo con voz enojada pero lo ignoro porque leo algo

intenso y jadeo— Escucha esto: "Querido libra, eso que pensabas es más que

cierto" duh, obviamente, mi signo siempre tiene la razón "Como siempre, tus

planetas están alineados, pero eso no significa que se pueda crear la vialidad de la

sucepción hacia la red de injusticia que te sigue enredando por el método de vivir

que están empujando hacia ti" ¡¿Qué?! "Sueños premonitorios se harán presentes,

pon mucha atención pues pondrán toda tu vida de cabeza. El secreto está en la

carta" ¿El secreto? ¿Qué secreto? "Estás empezando a madurar, solo tienes que
tener en mente que tu bienestar espiritual viene primero que nada. Tú eres un ser

extraordinario, pero últimamente te falta fe en ti mismo. Eso no tiene por qué

seguir siendo así. Medita mucho. Si tienes pareja, cuida no traspasar esos limites

que..." ¡Hey, qué haces!

—Estoy confiscando tu celular de nuevo —murmura— si lo utilizas para leer

estupideces así, entonces no lo necesitas para nada.

—¿Estás bromeando? Estaba llegando a la parte más emocionante —le

arrebato mi celular de nuevo y lo escondo en mi ropa para que no me lo quite de

nuevo— pero la leeré cuidadosamente cuando no estés cerca de mí. Pude sentir

tus malas vibras en todo mi espiritual ser.

—Como sea, pero ya es tarde ¿podrías, por favor, moverte? Tenemos que ir

hasta Las Vegas —dice, levantando una caja de regalo amarilla que llama mi

atención inmediatamente por las cinco letras solitarias que tiene escritas ahí.

Jadeo, ignorando por un momento que iremos a Las Vegas y me acerco a ver qué

hay dentro— ¿qué haces?

—¿Me compraste un regalo? —pregunto, emocionada, pero él solo me ve

raro, sin soltar la caja, y sé que la respuesta es no. Cierto, había olvidado que yo

no era la del cumpleaños— ¿Qué hay ahí?

—Es solo un traje que mi madre me compró para hoy —dice sin ganas,

abriendo la caja, sacando su traje envuelto cuidadosamente y casi rompiendo el

cierre de la bolsa donde viene guardado— odio usar estas cosas.

—Dijo nadie nunca acerca de cualquier cosa Fendi —bufo, quitándole el traje

de las manos y admirándolo de cerca. Tengo ganas de ir a la cabaña solo por mis
lentes para poder observar más de cerca la manera en la que los hilos se juntan y

crean esta magnificencia. Es tan perfecto, es por eso que cuesta tan malditamente

caro. Y sí, vale cada centavo.

—Crystal, vamos. No estoy bromeando, ya es tarde. Mis padres ya están en

carretera —se queja y me quita su traje groseramente a pesar de que estaba

obviamente observándolo aun— tendrás toda la noche para vérmelo puesto.

—Bien, como sea —pongo los ojos en blanco— buena suerte que mi padre no

sabe nada de la vida y empacó puras cosas sin sentido para este campamento,

como mi vestido Delamore el cual es tan esplendoroso que nunca encontré la

ocasión perfecta para usarlo.

—No creo que alguien siquiera se de cuenta de que tu vestido es de una

marca linda, o que éste traje es diferente a cualquier traje que pude haber

comprado en Walmart —dice, empezando a quitarse los pantalones. Y su

comentario es tan estúpido que no se merece siquiera una respuesta decente, solo

pongo los ojos en blanco.

—¡Espera! Debo bañarme primero —dejo todo en la cama como debí hacer

desde que llegué aquí y lo intercepto antes de que entre al baño— ni siquiera

mojaré mi cabello, no tardaré nada. Lo prometo.

—Supuse que nos bañaríamos juntos.

—Supusiste mal. Contrario a lo que probablemente crees de mí, no me

desnudo así como así con alguien que no es nada mío —mascullo, aunque la

verdad lo he hecho antes. Como sea, estoy aprovechando cualquier ocasión que

tengo para recordarle que no es mi novio y que debe mover su perfecto y


blanquito trasero para que podamos estar juntos por fin— no te has ganado el

grandioso privilegio de estar en la proximidad de mi cuerpo desnudo.

—Es necesario, Crystie, lo siento —se encoge de hombros y entra al baño,

ignorando por completo mis palabras y desnudándose por completo. Me detengo

de mirar su cuerpo para no caer en la tentación una vez más y regresar al circulo

vicioso— además, es mi cumpleaños.

—Ugh, de acuerdo. Solo porque es tu cumpleaños —acepto, y aunque él no

se da cuenta porque cree que su cara está oculta, lo veo de perfil sonriendo. Esto

ablanda mi corazón— pero no podrás insertar algo o lamer nada de mí.

Veo que su cuerpo decae un poco pero actúa como si no le importara

mientras yo me quito la ropa, arreglo mi cabello en un moño para no mojarlo y

entro a la regadera con él. Por unos segundos solo nos enfocamos en nosotros

mismos y hasta creo que Justin se ha olvidado por completo de que estoy aquí con

él, pero luego se voltea hacia mí por primera vez y mira mi cuerpo.

Siempre he sido extremadamente segura con mi cuerpo, como se podrán

imaginar, pero últimamente me estoy viendo mejor que nunca en la vida. Mi

estómago está plano y mis brazos menos aguados. Mis nalgas siguen igual y mis

pechos también, sin mencionar que aun tengo celulitis, pero algo es algo. Sé que

en el momento en el que salga de aquí volveré a comer porquerías y engordar otra

vez pero no me importa, voy a disfrutarlo mientras me dure.

—Dijiste que no puedo insertar o lamer nada —habla, sin dejar de mirarme

— pero no dijiste que no podía besar.


—Porque no estoy en contra de eso —murmuro, y en medio segundo ya está

presionado contra mí, dejándome sentir cada centímetro de su mojado cuerpo y

bajando sus labios hacia los míos. Suspiro e inmediatamente rodeo su cintura

porque lo he extrañado todo desnudo contra mí y no puedo evitarlo. Justin gime

muy bajito y baja sus manos hacia mi trasero, apretándolo como siempre lo hace y

haciéndome sentir cosas demasiado prohibidas como para mencionarlas.

—Te extrañé así —susurra con voz ronca, luego me besa más profundamente

e intenta tomar mis muslos para subirme a su cuerpo como siempre, pero eso no

pasará porque si dejo que pase, será la perdición absoluta del control. Y solo

sentir su pene duro contra mí ya me tiene muy tonta, no puedo arriesgarme.

—Yo también, que mal que ya se acabaron tus quince segundos de fama —lo

separo de mí y me pongo bajo el agua de nuevo, sacando mi cabeza para dejar mi

cabello intacto.

54

Intruding

Una vez entramos al auto, me llega la realización de que vamos a ir a Las

Vegas y me emociono bastante. Además, Patricia llamó a Justin antes de irnos y le


dijo que tomara ropa extra porque nos quedaremos a pasar la noche ahí, lo cual

no fue muy bien tomado por el estúpido del General.

En estos momentos juro que no me importa en lo mas mínimo si a ese

hombre lo atropella un camión (de acuerdo, no es tan dramático el asunto) pero

siempre me ha caido mal y después de oír a mi pobre bebé quejándose de que

nunca le ponen atención y de todo lo que le ha hecho, bueno, digamos que lo odio

muchísimo más que antes. No puedo soportar ni siquiera pensar en él, no sé cómo

le haré para soportar la cena a su lado sin causar una escena y decirle todo lo que

pienso de él.

En el camino pasa la cosa más rara del mundo: Justin toma mi mano. Estoy

tan impresionada y extrañada por esto que mi mano empieza a sudar un poco,

pero a él no parece importarle. De hecho, ni siquiera parece darse cuenta de lo

que está haciendo.

El camino a Las Vegas es mucho más rápido de lo que me esperaba, toma

solo una hora y algunos minutos y luego llegar al Caesars Palace donde mis

elegantes suegros decidieron quedarse, nos toma muy poco también. La ciudad es

todo lo que siempre me esperé y todo lo que siempre he visto en las películas, hay

millones de luces y mucha gente entrando y saliendo de todos lados. Nunca he

estado aquí y nunca he jugado a nada ni algo parecido, pero me entra una

ansiedad increíble por gastarme todo mi fideicomiso en un casino.

—Bien, ya estamos aquí —murmura Justin, quitándose su cinturón y

tomando una respiración antes de salir del auto. Un empleado del hotel abre mi

puerta y le agradezco mientras salgo con su ayuda. No estoy usando tacones y eso
me hace sentir completamente inadecuada y espantosa, sobre todo por el lugar en

donde estoy, pero mi vestido es hermoso y mis zapatos no se ven tan mal. Si

ignoramos que parezco un topo en comparación con todas las otras mujeres de

por aquí y que no tengo tanto maquillaje puesto, no me veo nada mal.

Justin le confía el auto al valet porque estoy segura que aún recuerda lo que

pasó la ultima vez que decidió que "no era seguro" y luego camina hasta que está

a un lado de mí. Se acomoda la camisa y el saco por milésima vez y hace una cara

de tortura. Es dolorosamente obvio que no quiere estar aquí. Y lo entiendo, pero si

vine fue con el propósito de ayudarlo a pasar esta velada lo más tranquilamente

posible. Es por eso que me acerco a él y acomodo su corbata chueca, la cual tuve

que anudar yo porque él no tiene ni la menor idea de cómo se hace eso.

—Toma una respiración y relájate. Pretende que solo estamos aquí tú y yo,

esta puede ser nuestra cita.

—No. Quiero que nuestra cita sea a solas y no en un lugar como este —se

queja, frunciendo su nariz como si un hotel de cinco estrellas fuera el lugar más

decadente de la historia— intentaré relajarme, es solo que... agh, no lo sé. Odio

este día, eso es todo.

—Lo odias porque solo has tenido malas experiencias en tu cumpleaños, pero

ahora estoy aquí contigo. Y todo es mejor cuando Crystal Angelo está presente.

—Me gusta cuando hablas en tercera persona, es sexy —se burla, relajándose

un poco y sonriendo por primera vez desde que empezamos a cambiarnos. Toma

mi cara en sus manos y me da un leve beso en los labios antes de alejarse y

empezar a caminar hacia el restaurante, donde ya nos están esperando.


Me guardo un sonido de asombro cuando entro al hotel porque no quiero

parecer una persona pobre que no está acostumbrada a los lujos. He estado en

muchos hoteles elegantes, pero no puedo evitar apreciar la belleza de éste.

Lamentablemente Justin no me deja observar nada, solo toma mi mano de nuevo

y me arrastra como si supiera perfectamente dónde están sus padres. Supongo

que ha venido aquí antes.

Cuando nos ven llegar, Patricia se levanta con una sonrisa y el General frunce

el ceño, como si no supiera que yo iba a estar acompañándolos en la cena. Oops.

—Hola, Patricia. Estás hermosa —la saludo, besándola en ambas mejillas—

lamento lucir tan patética, no puedo hacer milagros estando en el campamento.

—Oh, tonterías. Te ves preciosa, como siempre ¿Quién hizo este hermoso

vestido? —pregunta, tocando la tela. Sonrío y le digo que es de Delamore. Me

sorprende cuando jadea y dice que ella tiene unos cuantos vestidos Delamore

también. No es una marca muy conocida.

—Buenas noches, Jeremy —lo saludo con una falsa sonrisa y extiendo mi

mano hacia él, pero es ignorada así que la regreso a donde estaba. Su ceño se

frunce cuando me escucha decir su primer nombre— un gran gusto ver tu

simpática cara, como siempre.

—Me puedo imaginar que es un gusto parecido al que tengo yo de estar en tu

encantadora presencia —responde, parándose de su asiento y extendiendo una

mano hacia Justin , el cual solo la mira con rareza por unos segundos pero luego

la toma— felicidades, hijo.

Oh, por el amor a la Reina Isabel ¿Ni siquiera lo va a abrazar?


—Felicidades —contesta Justin sin ganas y suelta su mano, tomando mi

cintura y susurrando en mi oido—: no pelees, por favor.

—¿Pelear, yo? —bufo, sentándome en la silla que abre para mí— soy inútil

con mis puños.

—No me refería a ese tipo de pelea, me refería al tipo en el que eres

profesional. Por favor, limita tus palabras —pide, cuando se sienta a mi lado.

Pongo los ojos en blanco hacia él porque no soy un animal salvaje, sé

comportarme.

—Te ves espectacular en ese traje, sabía que iba a lucir así. Le compré uno

igual a tu padre, mira. Parecen gemelos —Oh, pobre Patricia. Casi puedo sentir su

descepcion cuando Justin hace una mueca de disgusto que no podría ocultarse

con nada mientras observa el traje de su padre, quien solo se mueve incomodo en

su silla— ¿No crees que es divertido? Cuando eras un niño, adorabas vestirte

igual que él.

—Cuando era niño adoraba comerme los mocos, también. No significa que

siga disfrutandolo ahora.

Genial. No llevamos ni cinco minutos sentados aquí y ya hay tensión en la

mesa.

El General le da una mirada de advertencia a Justin y él solo rueda los ojos

como un adolescente problematico, abriendo su carta e ignorándonos a todos.

Jeremy se inclina sobre Patricia y empieza a decirle algo, a lo que ella se ríe y

empieza a acariciar su hombro, completamente perdida en él ahora.


—Bueno, como yo nunca he estado en este lugar antes, creo que necesitaré

un poco de ayuda para saber qué quiero pedir de comer —hablo en voz alta,

molestando a la pareja y llamando la atención de Justin — Patricia ¿Qué me

recomiendas?

—Eh... —se separa de su hombre y parpadea un poco— a mí me gusta el

filete...

—Tienen fetuccini —la interrumpe Justin — y pizza con espinaca. Yo pediré

una hamburguesa.

—¿Una hamburguesa? —repite el General, con un tono incrédulo— en ese

caso deberíamos ir al McDonalds de la esquina ¿no crees? Porque el niño quiere

una hamburguesa.

—Oh, sí. Por favor, llévenme —pide, haciendo una voz sarcástica que hace

enojar a su padre— tengo 23 años, hombre, creo que puedo decidir si quiero

comerme una puta hamburguesa o no.

—Si venimos a este lugar fue porque tu madre quería que por una vez en tu

jodida vida actuaras acorde a tu ni...

—Chicos, por favor —gime Patricia, cubriendo su cara— no empiecen.

Todavía ni siquiera pedimos. Esperen al postre para empezar a pelear, cuando

menos. Justin , puedes pedir tu hamburguesa, no importa.

—Pero sí importa. Solo lo hace para probar que no piensa que nos...

—Creo que solo lo hace porque le gustan las hamburguesas —opino,

encogiéndome de hombros. Todos me voltean a ver como si ni siquiera recordaran


que estaba aquí— pero en fin, como estaba diciendo antes de que groseramente

empezaran a pelear, no sé qué podría pedir.

Me decido por el fetuccini porque acabo de comer pizza hace rato y no se me

antoja. De alguna manera conforme pasa dolorosamente lenta la cena, logro

desviar todas las posibles peleas de los hombres en la mesa y ya he perdido la

cuenta de las veces que Patricia me ha agradecido con la mirada. O la cantidad de

veces que los padres de Justin se olvidan de nosotros y se envuelven en su mundo

y yo intento distraer a Justin . No me tomen a mal, creo que es tierno y romántico

que se amen tanto, pero es realmente triste ver a Justin todo olvidado por sus

padres.

Ver esto me hace comprender un poquito más su forma de ser. No es una

sorpresa que no sepa amar, con estos dos de ejemplo.

—... pero, mirando el lado bueno de las cosas. Justin no es un homicida,

drogadicto, violador o algo realmente malo como eso —me entrometo otra vez.

Salvando el día una vez más. Me doy cuenta de que a este punto el General

quisiera romper mi cuello, pero no me importa. No dejaré que le hable feo a

Justin solo porque no hizo algo perfectamente bien— quiero decir, hay cosas más

horribles en el mundo que tu hijo podría ser además de "holgazán" como usted lo

pone tan tiernamente.

—Crystal, para ser honesto, ni siquiera sé qué mierda haces aquí. Esto se

supone que es una salida familiar —masculla Jeremy hacia mí, completamente

enojado— no permitiré que me estés faltando al respeto de esa manera. Tu padre

podrá aguantar tu actitud malcriada, pero yo no lo haré. Estoy...


—Tu hijo me invitó —lo interrumpo. Empiezo a respirar fuerte y Justin pone

una mano en mi muslo como advertencia de que me tranquilice— y lo siento,

pero no permitiré que sigas hablándole de esa manera.

—Por el amor de dios, es un hombre maduro, no ocupa que su novia

estúpida lo defienda.

Justin toma aire, como para decir algo y causar una pelea, pero pongo una

mano en su brazo y me levanto de la silla porque de repente mi pecho se llena de

mil cosas y no puedo estar sentada cuando hay tanta intensidad moviéndose por

todo mi cuerpo.

—No mencionaré nada acerca de que me llamaste estúpida. Pero, Patricia...

te amo. Eres una mujer genial, en serio te aprecio. Y porque te aprecio necesito

decir esto —tomo un gran respiro y Justin me dice que me siente y que me calle,

que sabe qué es lo que planeo, pero no le hago caso— odio a Jeremy. Y

sinceramente no puedo creer que has dejado que esta pobre excusa de hombre

cuide y críe a tu hijo. No puedo creer que has dejado que trate a tu niño como

mierda, considerando que aclamas amarlo mucho.

Patricia jadea cuando digo eso, como si estuviera ofendida de que he

implicado que no ama tanto a Justin como dice. El General va a decir algo y

Justin está ahora jalando mi brazo con fuerza, pero no me interesa. Ya he

empezado y voy a terminar. Me importa una mierda que los de la mesa de

enseguida me estén viendo.

—No sé realmente su historia, y no sé completamente cómo creció Justin

con ustedes, pero cuando dice que odia su cumpleaños porque ustedes no hacen
más que ignorarlo y manosearse frente a él, entonces es claro que el niño tiene un

problema —lo señalo, y él gruñe con fuerza. Sus padres ahora solo me ven con los

ojos muy abiertos, asombrados. Tomo un fuerte respiro para seguir diciendo lo

que hay en mi corazón, pero antes de que pueda decir algo, Justin hace un gran

escándalo moviendo su silla y parándose, casi corriendo con enojo hacia la salida

— si yo tuviera un hijo con Justin , incluso con lo mucho que lo amo, no dejaría

que creciera solo con él. Por nada del mundo. Ni siquiera porque no estoy lista

para niños, ni siquiera porque no sé ni la más mínima cosa acerca de ellos. No lo

dejaría cuidar a un niño porque Justin está tan jodidamente dañado en la cabeza

por su culpa que probablemente trataría a mi pobre bebé como el pendejo de

Jeremy lo ha tratado a él toda su vida. Golpeándolo, diciéndole cosas horribles sin

ninguna razón aparente, siendo grosero solo porque sí, y no mostrando ninguna

maldita emoción hacia él además de odio.

—Yo nunca...

—Y no sé porqué —prosigo, ignorando a Jeremy— pero Justin nunca ha

amado a nadie además de mí. Lo cual es realmente jodido porque como podrán

imaginarse, no soy la persona más fácil de amar. Y Justin dice que lo amas, pero

estoy segura que no lo cree realmente, porque ¿qué se supone que debe creer,

cuando su mamá no hace más que atosigarlo por minutos y luego ignorarlo por

completo para ir a tener sexo con su padre? Obviamente dudar de su amor, lo cual

lo hace sentirse completamente ignorado siempre. Así que, en resumen, han sido

unos padres de mierda. Es por eso que Justin no sabe ser amable con nadie, que

no sabe cómo decir cosas de una manera que no suene grosera; es por eso que no
sabe hacer amigos y que no sabe amar a nadie. No tienen una jodida idea de lo

difícil que fue para él darse cuenta de que sentía algo por mí. Y no, no se enamoró

de mí esas primeras semanas, como ustedes creen, porque eso era una completa

farsa. Justin está completamente dañado y es todo por tu culpa, Patricia, por

dejarlo crecer con un super pendejo como Jeremy.

El General se levanta se su asiento y estrella sus grandes manos contra la

mesa, asustándome un poco. Su cara se ve sospechosamente roja y una vena

familiar pulsa en su frente. Nunca lo había visto tan de cerca. Es sorprendente lo

mucho que se parece a su hijo.

—Tú no tienes idea de cómo han sido nuestras vidas y no tienes ningún

derecho de decir esas cosas. He hecho que ese niño desobediente sea un hombre

de verdad, los medios utilizados no importan. He hecho que sea un valiente,

seguro de si mismo e inteligente hombre que puede pelear ante lo que sea y

derrotar a quien se le ponga enfrente y que es más rápido, más fuerte y mejor que

cualquier otro estúpido de su edad. Es cierto que nunca he sabido cómo expresar

mi amor, pero eso no significa que...

—Oh, por dios, cierra la boca —escupo, incapaz de controlarme— ¿te estás

escuchando? Tu hijo no es más que una maquina. No es como una persona de

verdad, no puede sentir nada y cuando lo hace no tiene idea de qué está pasando.

Un niño no necesita entrenamiento o saber cómo pelear, un niño necesita dos

padres que lo amen y que le pongan atención y que le digan que sirve para

cualquier cosa que él quiera... ¿siquiera sabes que esta tonta vida militar no es

algo que le guste? Por supuesto que no. E incluso si lo supieras, dudo mucho que
te importe. No te importa nada de él ¿cierto? No te importa si vive o muere.

Justin solo está en el ejercito porque tú lo obligas, porque no sabe nada además

de eso y porque su padre nunca se preocupó lo suficiente por él como para

conocerlo, como para pensar que tal vez él no quería eso y darle la confianza de

decidir su propia vida.

Me detengo un poco para tomar aire.

—Por todo eso, te odio —continúo— Y ¿adivina qué, imbecil? Tu hijo, el

perfecto soldado que pelea tan bien y es tan indestructible, te odia también. Es

por eso que amó a mi padre después de una conversación de dos horas, porque es

mucho más de lo que alguna vez ha hablado contigo y porque mi padre es el

único hombre que lo ha tratado como si fuera algo más que un soldado. Y,

Patricia, estoy muy decepcionada de que has dejado que este tipo se haga cargo

de tu hijo mientras tú vives una fabulosa vida, ignorando todo esto.

Patricia está llorando como un bebé, la gente nos está viendo y puedo ver

lagrimas atrapadas en los ojos del General antes de que se de una vuelta y se large

de aquí, incapaz de negar mis palabras. Yo estoy temblando del coraje y del

miedo, pero estoy muy aliviada de haber dicho todo eso.

—Ahora, si me permites, iré a buscar a mi novio —me levanto de la mesa, sin

mirar a la gente metida y caminando a la salida por donde Justin se fue. Solo

espero no encontrarme con el General. Y que Justin no esté completamente

enojado conmigo.
55

Love making

Justin

Por fin encuentro una banca en un lugar casi solitario un poco alejado del

hotel, después de caminar por casi diez minutos, y me siento. Aún hay mucha

gente borracha y ruidosa cerca de mí, pero esto es Vegas y no podría ser diferente.

Me quito el saco del traje tan fuerte que accidentalmente cae en la calle frente a

mí y justo en ese momento le pasa un auto por encima. A mí no me interesa, pero

creo que mi mamá se volverá loca. De todos modos, no tengo ganas de agacharme

a recogerlo, así que lo dejo ahí. Deshago mi corbata porque me ahoga y luego

procedo a quitarme la camisa también. Podra ser muy fina y todo, pero me pica

por todos lados y me aprieta los brazos y odio traer ropa así.

No sé qué estará pasando en la cena en este momento pero conociendo a mi

familia, y conociendo a Crystal, puedo suponer que mi madre está llorando, que

mi padre está gritando y que Crystal está diciendo cosas que van a lastimarlos a

ambos. No sé cómo sentirme al respecto. No sé cómo es que estoy rodeado de

gente tan loca cuando yo soy tan normal y pasivo.


—Aquí estás —murmura Crystie después de un rato, sentándose a un lado de

mí y respirando con pesadez como si hubiera corrido. Suspiro sin moverme de la

posición en como estoy ni mirarla, ni siquiera cuando jadea y se agacha para

tomar el saco que a estas alturas está hecho ruinas— ¿qué pasó? Por dios, Justin ,

has destruido otra obra de arte.

Pongo los ojos en blanco y no digo nada, por supuesto que volverá a actuar

como loca por un simple pedazo de tela destruido. Es lindo que se interese tanto

en su pasión, pero me molesta su dramatismo.

—¿Se puede saber por qué estás medio desnudo?

—Me sentía incomodo con esa ropa —contesto, de nuevo sin levantar mi

cabeza. Crystal suspira y pone una fría mano en mi espalda— ¿Qué pasó después

de que me fui?

—Hice llorar a tu padre —murmura con voz bajita. Frunzo el ceño y levanto

mi vista hacia ella por primera vez porque creo que mis oídos me están jugando

una mala pasada y escuché algo que no puede ser posible. Le pido que repita lo

que dijo— hice llorar a tu padre, Justin . Al General. Se fue antes de que nos

diéramos cuenta de que puede ser capaz de sentir algo, pero aún así pude ver las

lagrimas en sus ojos. Tu madre también lloró.

Me quedo parpadeando por varios segundos, sin poder creer eso. Nunca he

visto a mi padre llorando, nunca he escuchado de que alguna vez haya sufrido,

excepto cuando algo dramático pasa con mi madre, pero aun así, me dijo que no

ha llorado por ella nunca, porque un hombre perdía su titulo si alguna vez lloraba
por una mujer. El hecho de que esta niña de metro y medio lo haya hecho llorar

es... exilarante.

—Cuéntame todo. Cada palabra que dijiste —exijo, sentándome bien, de

frente a ella. Crystal toma aire y empieza a contarme. Siento un caliente tirón de

verguenza cuando escucho lo que dice, porque es verdad. Es patetico y

malditamente vergonzoso, pero no puedo negar que es la verdad. Escuchar mi

vida de esa manera la hace sonar como lo peor del mundo y no lo es... no

realmente. Al menos tengo a Hunter, y ahora a Luc. Y a Crystie, de momento.

—¿Estás enojado conmigo? —pregunta Crystal cuando termina de hablar,

levantando su mano para acariciar mi cabello. La gente pasa por detrás de

nosotros platicando y gritando, felices, y no puedo evitar sentirme miserable.

Niego con la cabeza porque no estoy enojado con ella. Solo estoy enojado porque

este día es siempre así de horrible. Siempre algo tiene que pasar y cagar todo. Al

menos ahora Crystal hizo llorar a mi padre. Ese es como el mejor regalo que

podría pedir— ¿entonces qué pasa?

—Nada, no pasa nada —miento, encogiendome de hombros. Un grupo de

chicas pasan por detrás de nosotros y hago contacto visual con una,

lamentablemente. Ella deja de caminar y se me queda viendo intensamente,

pasando sus ojos frenéticos de mi cara a mi pecho desnudo— ¿Qué me ves,

mujer? Sigue caminando.

La chica jadea, totalmente ofendida, y sigue caminando. Crystal se ríe en voz

alta y pone sus manos en mis mejillas, acercándose para darme un beso profundo

en la boca, solo para el show, supongo. La chica murmura "ni siquiera lo estaba
viendo. Que imbécil" pero no puedo decir nada porque Crystal está succionando

mi lengua en su boca.

—Sé que dije que no tendría sexo contigo pero... es tu cumpleaños y me

acabas de hacer feliz por lo que le dijiste a la zorra esa —murmura Crystal en

cuanto deja ir mi boca. Parpadeo con esperanza en mi lastimado ego y espero a

que diga que me dejará tenerla de nuevo— además, creo que causé una crisis

familiar con tus padres y después de todo lo que ha pasado te mereces algo de

Crystal.

—¿Entonces podemos ir al cuarto y hacer el amor? —pregunto, sonriendo.

Los ojos de Crystal se suavizan y asiente. Me levanto en ese mismo instante,

habiendo olvidado ya mi patetica vida y caminamos hacia el hotel de nuevo— ve

a sentarte mientras arreglo lo de la habitación.

—De acuerdo, no te tardes mucho o cambiaré de opinión —se ríe, y le doy

una mirada sucia antes de caminar hacia la recepción. Pero sé que no lo hará

porque, demonios, acabo de pasar por el peor día del año y creo que entiende que

necesito algo de amor ahora mismo.

Crystal
Camino hacia el sillón para esperar por Justin , muy feliz porque he estado

sintiéndome muy sola últimamente y creo que ya es tiempo de aceptar que lo

pasado es pasado, que Justin es un pobre hombre con problemas y que todo por

lo que me hizo pasar debe quedar enterrado y que ya es hora de ser feliz con él.

La mejor manera de comenzar esta nueva relación será haciendo el amor,

como él lo dijo. Y después de eso... bueno, que sea lo que el destino quiera. Si seré

miserable, no importa. Si seré muy feliz, eso va a ser genial. De cualquier manera,

quiero dejar de pensar en todo lo malo.

Mi trasero está apunto de dejar caer toda su inmensidad en el sillón cuando

veo una figura conocida caminando por el pasillo para ir a los elevadores,

limpiando sus manchados ojos y luciendo más pequeña que de costumbre. Me

levanto y camino hacia ella inmediatamente porque me siento demasiado mal de

que esté así, básicamente es mi culpa.

—Patricia, no llores —gimo, cuando me acerco a ella. Me mira y solloza una

vez más, torciendo mi corazón— lo siento, pero era algo que debías escuchar.

—Lo sé, lo sé —llora, y me abraza fuertemente, haciéndome gruñir un poco

cuando sus huesudos brazos me aprietan— nunca pensé en... soy una horrible

madre. La peor de todas. Deberían quemarme en la hogera. Mi pobre bebé, oh, mi

niño hermoso, no sabes cuánto lo siento. Siempre pensé que esa manera de ser

era algo genético por parte de mi Jer-jer y que algún día superaría su frialdad y...

sueno tan estúpida.


—Tranquila —acaricio su espalda, intentando comprender la cantidad de

palabras que salieron rápidamente de su boca. Justin termina de hacer lo que

tenía que hacer y busca por mí un momento antes de encontrarme, con su

desahuciada madre en mis brazos. Hace una mueca y empiezo a separarme de mi

suegra— creo que...

—Necesito desahogarme, Crystal. Sube a mi habitación conmigo —me pide,

o más bien, me exige, porque no me da tiempo de contestar cuando ya está

apretando mi antebrazo y jalándome al elevador con ella. Antes de desaparecer,

me aseguro de voltear hacia Justin y levantar dos dedos, haciéndole la universal

señal de un celular. En el momento en que Patricia me suelte le mandaré un

mensaje diciéndole lo que está pasando. Justin suelta el aire y rueda los ojos

antes de asentir. Se ve tan hermoso con la camisa arrugada, la corbata deshecha,

con los botones mal puestos y su cara dura que no puedo evitar esperar que

Patricia se tome poco desahogándose para poder ir a nuestra habitación y hacer lo

que dios quiere que todos hagamos, coger duro y caliente por horas y horas.

La habitación es grande, todo es plateado con blanco y minimalista, nada que

ver con la decoración de afuera. Hay una maleta de hombre en el sillón y me

pregunto por un segundo dónde está Jeremy. Patricia se sienta en la cama y toma

un gran respiro, acariciando a su lado para que me siente.

—Tenía 17 años cuando me embaracé de Justin —empieza, sin dejar de

llorar. Mi madre tenía la misma edad cuando me tuvo a mí y yo a los 17 ya había

tenido sexo con tres tipos así que no soy nadie para juzgar— solo habían pasado

tres meses desde que conocí a su padre, se podría decir que tuvimos una relación
relámpago. Estábamos en Washington, Jeremy estaba visitando a su familia, mis

vecinos, solo por un tiempo antes de que tuviera que ir a Afganistan de nuevo. Y

yo estaba esperando a que terminara la escuela para empezar mi viaje por todo el

mundo como siempre quise.

Empieza a llorar más fuerte y estiro mi mano para sobar su espalda. Ahora

estoy llorando también y no sé porqué. Es un ambiente triste y yo soy muy

sensible.

—Él siempre ha sido de esta manera, pero conmigo era muy diferente, creo

que eso fue lo que más me gustó. Me hacía sentir especial y única. Lo amaba. De

verdad lo amaba, pero eso no era suficiente porque tenía mi boleto de avión listo

y no habría nada en el mundo que me detuviera de irme, ni siquiera él —se limpia

las lagrimas y cierra los ojos unos segundos, tranquilizándose— Jeremy no quería

perderme e hizo algo muy estúpido, tomó a propósito un condón viejo que sabía

que no iba a servir. Me confesó eso después, cuando descubrí que estaba

embarazada.

—¿Qué? —jadeo. Y recuerdo una conversación que tuve con Justin hace un

tiempo donde creo que habló de algo así, pero no me puedo acordar exactamente

de qué me dijo.

—Nunca he estado tan enojada con él... le dije que abortaría —susurra,

completamente arrepentida, supongo— pero él no me dejó, dijo que se haría

cargo del bebé, que tenía el conocimiento suficiente para cuidar a un niño y que

después de que regresara de su gira, se encargaría del trabajo ejecutivo y nunca

regresaría al campo. Acepté inmediatamente. Sé que no era lo ideal pero...


realmente amaba a Jeremy, aún lo hago. Lo amo, no puedo vivir sin él, y no creo

que entiendas cómo se siente esto, eres muy joven. Es tan responsable, tan

ordenado e inteligente que no me imaginé ni por un segundo que no pudiera ser

un padre perfecto, mucho mejor de lo que yo podría ser alguna vez. Cuando di a

luz, estuve con Justin por dos días y luego me fui. Fui a Italia. Me arrepentí de

eso en el momento en el que me bajé del avión, pero Jeremy me aseguró que

estaba bien. Y yo le hice caso.

—Está bien, Patricia —sigo sobando su espalda. Puedo sentir su

arrepentimiento en lo más profundo de mi alma y me está haciendo sentir cada

vez peor— el amor nos hace estúpidas, sé eso muy bien. No había manera en la

que supieras que Jeremy iba a ser una mierda con Justin .

—No lo sabía —llora de nuevo, acostándose sobre mí. Mi celular vibra en mi

pecho izquierdo, donde inteligentemente lo guardé dado a mi falta de bolso, pero

no lo saco porque Patricia está en medio de una crisis que yo creé— siempre que

visitaba él era un padre amoroso. Justin era un niño muy, muy feliz. Te aseguro

eso. Los padres de Jeremy lo cuidaban la mayor parte del tiempo, hasta que

cumplió cuatro años y Jeremy se lo llevó a vivir con él a Kansas. Aún así, mi bebé

era muy feliz, se reía todo el tiempo, sus bonitas mejillas siempre estaban rojas y

Jeremy me mandaba cerca de quinientas fotos de él por correo cada mes. Cuando

empezó a ir a la escuela, como un niño normal, fue cuando me di cuenta de que

tal vez no era tan normal después de todo. Siempre estaba peleando con otros

niños, siempre tenía algún problema con alguien. Jeremy me dijo que se

encargaría de disciplinarlo y supongo que lo hizo, porque después de un tiempo se


empezó a comportar, pero... pero se hizo tan... tan recluido y amargado. Dejó de

abrazarme cuando iba a visitar. Dejo de amarme. Y me imaginé que me tenía

rencor por no estar en su vida, entonces empecé a llevarlo conmigo a donde sea

que estuviera viviendo, esperando recrear el lazo madre-hijo que teníamos, pero

nunca logré tener a mi bebé de vuelta.

Ahora estoy llorando por completo pero no es por Patricia, es por mi Osito y

la vida de mierda que ha tenido. Saco mi celular mientras Patricia se recompone y

veo el mensaje de Justin .

"¿Qué está pasando? Estamos en la habitación 210 en el 8vo piso. Te

estaré esperando"

"Tu madre está triste y ocupa una amiga en este momento, lo siento :

( estaré ahí en cuanto pueda. No empieces sin mí. Te amo al infinito y más

allá" es cursi, lo sé, pero no puedo evitar amarlo tanto y quiero que lo sepa.

Lamentablemente solo me contesta un seco: "igual" pero sé que sus intenciones

son buenas y sonrío a través de mis lagrimas.

—Te juro que nunca supe que Jeremy había utilizado violencia contra él —

asegura, mirándome con fuerza, como si necesitara que creyera eso, así que

asiento porque no creo que ella dejaría que cualquier persona lastimara a Justin

— supe que empezó entrenamiento militar desde los trece años, pero solo me

imaginé que eso sería muy bueno para él. Pensé que en cualquier momento

saldría de su etapa de "odio a todos" y empezaría a mostrar signos de un niño

normal. Tristemente conforme pasaron los años solo empezó a odiar más y más.

No pasaba tiempo con nosotros para nada, con nadie, solo con Hunter, a quien
amé de inmediato porque me daba el cariño que mi hijo no lograba sentir hacia

mí. Justin era amable conmigo, pero solo porque Jeremy lo obligaba. Es por eso

que... que yo dejé de intentar relacionarme con él y solo aprovechaba mis visitas

para estar con Jeremy. Siempre hemos tenido otras parejas y solo estamos juntos

cuando nos vemos en persona, así que empecé a aprovechar el tiempo libre para

estar con él y no atosigar mucho a Justin . Sé que suena horrible, lo sé, pero pensé

que todo se daría solo y que debía dejar de empujarlo a amarme, pensé que una

vez que creciera se daría cuenta de que a pesar de que no creció a mi lado, lo amo

como a nadie más.

—Creo que ese plan no funcionó para nada, Patricia, no hay algo que Justin

odie más que cuando vienes de visita y solo te tragas a su padre frente a él —digo,

ella hace un sonido de desasosiego y se deja caer contra mí de nuevo— él te ama,

no puede no hacerlo, eres su madre. Es solo que nunca mostraste verdadero

interés hacia él y tuvo que crecer con un padre abusador al cual adoras. No

puedes esperar que sea un amor contigo.

—Si yo hubiera sabido, lo hubiera llevado a vivir conmigo. Nunca dejaría que

nadie le hiciera daño, pero pensé que estaría millones de veces mejor con un serio

y respetable militar a con una mujer inútil como yo que no sirve para nada

excepto para gastar dinero que ni siquiera es suyo.

—Te comprendo, en serio lo hago.

—Terminaré todo con Jeremy. No puedo perdonar esto —niega con la

cabeza, y su pequeño cuerpo empieza a temblar un poco. Me comienzo a

preocupar de que vaya a desmayarse— lo amo, pero amo más a mi hijo.


—Si Jeremy es igual a Justin , y estoy segura de que sí, entonces no hará eso

nada facil para ti. No dejará que termines con él, porque puede ser un imbécil,

pero de verdad te ama. Y es un mentiroso, manipulador, golpeador, grosero e

intimidante hombre, pero no es una mala persona, no por completo —acepto,

porque a pesar de todo siempre intentó acercarse a Justin como padre pero él

nunca le dio una oportunidad— si quieres un consejo de mi parte, y créeme,

definitivamente lo quieres... creo que solo deberías hacerlo sufrir. Después de que

haya sufrido suficiente, podrás perdonarlo. Claro, eso implicaría que le pida

perdón a Justin , y a mí, por decirme estúpida.

—Hacerlo sufrir... ¿cómo?

—Dices que no son una verdadera pareja y que siempre están con otras

personas ¿cierto? —pregunto y ella asiente hacia mí. Pienso en algo y siendo la

persona más mentirosa y hábil que hay, formo una historia en cuestión de

segundos— dile que tu actual pareja, Markus... sí, Markus suena sexy,

definitivamente tienes que usar ese nombre... que él te pidió matrimonio hace

tiempo, que no pensabas decir que sí porque lo que sientes por Markus, el sexy

español, no se acerca al amor que tienes por tu Jer-jer. Sin embargo, después de

escuchar lo que la hermosa novia de tu hijo dijo acerca de él, crees que es hora de

dejar atrás esa tóxica relación que tenían y comenzar una nueva vida con Markus,

oh, el sexy y hermoso Markus. Markus es pintor, tiene un alma sensible y... estás

embarazada de él. Markus nunca trataría a tu nuevo hijo como Jeremy lo hizo con

Justin . Markus es el mejor padre del mundo.


—Markus suena como el hombre perfecto —dice Patricia, riendo un poco,

pero luego se pone seria de nuevo— no creo que eso sea... Jeremy nunca toma

muy bien la idea de que esté con otros hombres, a pesar de que él se acuesta con

todo lo que se le pasa por enfrente. Si le digo que estoy embarazada de otro

hombre... Jeremy es capaz de encontrar a este Markus ficticio y matarlo.

—Eso es lo que queremos, querida suegra mía, que se revuelque en el dolor y

los celos y se arrepienta de ser una mierda —sonrío de lado, imaginando con

mucha alegría cómo será cada segundo de su sufrimiento— ahora, querida, lo

siento pero tu hijo necesita de mi atención en este momento. Sin embargo,

hablaremos mañana del plan maligno. Te recomiendo que bajes a conseguir otra

habitación y no te comuniques con el antricristo hasta que hayas hablado conmigo

antes.

Me levanto de la cama y le doy una sonrisa a Patricia, quien solo me está

mirando con curiosidad y con algo de indecisión, pero luego sonríe y asiente.

—Cada vez me caes mejor, Crystal —se para y me abraza una vez más. Por

dios, a esta mujer le encanta abrazar. Pone fuerza en sus brazos y juro que intenta

cargarme ¿qué demonios? De hecho, logra levantarme del piso un poco— por

favor, no dejes que Justin se te escape. No aprovaré a ninguna otra mujer, nunca.

Eres la única.
{ Justin }

Estoy terminando de desnudarme cuando mi celular empieza a vibrar en el

buró. Gruño y me levanto con todo colgando porque me imagino que es Hunter,

pero no. Es el señor Angelo. Hago una mueca y tomo una almohada para

cubrirme porque se siente mal estar al aire mientras hablo con el padre de la

mujer a la que estoy esperando para que se deleite con mi cuerpo.

—¿Sí?

—Hola, Justin . Primero que nada, feliz cumpleaños. Espero que estés

pasando un buen rato.

—Oh, gracias, señor. Lo estoy.

—Perfecto, me alegra. Ahora ¿Cómo en un demonio se te ocurre llevarte a mi

hija a Las Vegas sin mi consentimiento? —pregunta, terminando con la voz

completamente enojada, haciéndome tragar saliva y apretar más la almohada a

mi pene, el cual se está levantando ante la sola mención de su hija— ¿No sabes

que es ilegal que salga de Los Angeles? Aun tiene como 700 horas que cumplir.

—Oh... oh, demonios, no tenía idea —abro mucho los ojos y empiezo a sudar

— ¿se la llevarán?
—No, no si Jeremy deja la boca cerrada y no le dice nada a las autoridades

—murmura, y aprieto mis ojos porque claro, justo el día que Crystal lo hace llorar

es cuando lo necesitamos feliz— por suerte, me acaba de hablar y me contó

acerca de las cosas que Crystal le dijo. Su mente está muy ocupada como para

recordar que mi hija no puede salir del estado. Por otro lado, necesito hablar con

ella al respecto y no me contesta. Ponla en el teléfono, por favor.

—Eh... en realidad ella no está aquí, señor. Está con mi madre platicando

acerca...

Pero antes de que pueda terminar de hablar, alguien empieza a tocar la

puerta muchas veces y sé que es ella. Me acerco a abrir, teniendo que soltar la

almohada obligatoriamente.

—Hola, sexy. Mmm, veo que estás listo para mí ¿Pediste una sexo-servidora

esta noche? Porque aquí estoy, he llegado para cumplir tus mas salvajes fantasías

y... —creo que Crystal entiende mi cara de pánico porque cierra la boca. Como de

costumbre, su voz no es baja y estoy un 80% seguro de que su padre la escuchó

porque su respiración se empieza a poner más pesada en mi oído, como la de un

toro— ¿qué pasa? ¿Por qué estás desnudo y con esa cara de miedo?

—A tu padre le gustaría hablar contigo —murmuro, siendo la cara caliente y

extiendo mi celular hacia ella. Sus ojos amenazan con salirse de su cara cuando

comprende mis palabras. Levanto la almohada y me vuelvo a cubrir mientras ella

entra a la habitación.

—Hola, papi —contesta en una voz suave y pequeña, nada que ver con la

seductora que utilizó cuando era la sexo-servidora— no, no era yo ¿Cómo se te


ocurre? Era una loca del manicomio que pasó por un lado de mí, por suerte

Justin la golpeó y ahora está tirada en el piso y todos estamos a salvo de sus

pecados.

Me dejo caer en la cama y cubro mis ojos, siéndome extremadamente mal

por Cristoff. Si yo fuera él, hubiera pateado mi trasero desde hace mucho tiempo.

El pobre hombre tiene que soportar muchas cosas con una hija como Crystal, no

creo que yo sería capaz de soportarlo. Crystal habla con su padre por un par de

minutos más pero no le pongo atención a la conversación. De hecho, estoy apunto

de quedarme dormido cuando la cama se hunde a mi lado.

—Eso no fue muy bueno, ahora mi padre sabe que vamos a tener sexo y no

está contento al respecto —murmura Crystal sin ganas a mi lado— pero de todos

modos, me pidió que te dijera que espera que sigas pasando un buen cumpleaños.

—Es un buen hombre —respondo, riendo un poco y abriendo mis ojos.

Crystal se levanta y acerca su cara a la mía— ¿entonces, es hora?

—Es hora —asiente y se levanta para bajar el cierre de su vestido y salir de él

con mucho cuidado. Se queda en ropa interior mientras acomoda el vestido y

luego regresa a mí, subiendo a mi cuerpo esta vez. Soy capaz de dejar de pensar

en Cristoff y en todos los demás— ha pasado mucho tiempo.

—Lo sé —me quejo, aunque sé que no ha sido tanto. Ella sonríe y se sienta

sobre mí, haciéndome odiar ese bonito pedazo de tela que cubre su calor— ¿por

qué aun tienes eso puesto, Crystie?

—Porque quiero mantener el control de la situación por unos minutos. Ha

pasado un largo tiempo, es tu cumpleaños y quiero hacerte disfrutar por un largo


rato —susurra, luego se estira hasta que puede tomar mi corbata del piso— esta

idea está en mi cabeza desde que tuve que hacer el nudo de tu corbata... ¿Puedo

amarrar tus manos?

Frunzo el ceño y lo dudo. No sé si quiero estar a su merced de esa manera.

Pero estoy caliente y necesitado, así que termino asientiendo. Ella hace un sonido

de felicidad, pone mis manos estiradas sobre mi cabeza y procede a amarrarlas

mientras dice algo acerca de querer hacer esto con un hombre desde que leyó no

sé que cosa. Una vez que termina, sé que no sería nada difícil soltarme y dejar mis

manos libres si es necesario, pero estoy dispuesto a ver a dónde nos lleva esto.

—Me gustaría tapar tus ojos también ¿puedo? —pregunta, pero niego con la

cabeza, haciéndola sacar su labio inferior en un puchero— por favor.

—No, Crystal —digo con fuerza y ella solo saca su labio más— cerraré mis

ojos si eso te hace feliz, pero en serio no veo el punto de esto.

—El punto es que no veas lo que voy a hacer —contesta. Me rindo porque

pelear con ella es tonto y solo cierro mis ojos, esperando que haga algo de una vez

por todas— no muevas tus manos, ni abras tus ojos, eso arruinará todo.

No me gusta mucho esto... digo, es caliente y todo pero me siento raro. No

me gusta no saber qué pasará. Además, pasan varios segundos y Crystal no hace

nada. Quiero quejarme de esto, pero entonces siento sus labios en mi pecho y me

estremezco un poco porque me ha sorprendido.

Empieza a besar mi torso por todos lados, levantándose de donde estaba

sentada. Trago saliva y mi corazón empieza a bombear, no sé porqué. Cuando

Crystie empieza a besar mi abdomen no puedo evitar que todo mi cuerpo se


estremezca. Mierda, quiero abrir los ojos para dejar de sentirme así pero al mismo

tiempo no quiero porque, por raro que suene, esto es intenso.

—No pensé que sería tan erótico —murmura Crystie, ahora utilizando su

mano para acariciar muy, muy levemente mis muslos y básicamente toda mi área

baja, excepto mi pulsante erección, la cual cae pesada en mi estómago— es muy

sexy verte así.

—Solo haz algo, Crystie. Tócame ya. Has estado jugando conmigo todo el

día, temo que mi pene vaya a explotar —murmuro, tragando saliva de nuevo. La

bruja se ríe y deja de tocarme, solo para dejarme esperando impacientemente

unos segundos y luego hacerme temblar cuando algo mojado recorre toda mi

longitud. El sonido de placer que erupciona de mi garganta me asombra, tal vez

es porque he estado duro todo el día sin ninguna clase de recompensa e incluso el

más ligero toque se siente como si fuera lo mejor del mundo.

La lengua de Crystie juega conmigo por unos segundos y tengo que morder el

interior de mis mejillas para no gemir, y apretar mis puños para no bajar las

manos y forzarme dentro de su boca cuando toma la cabeza de mi pene en sus

labios. La succiona por unos segundos y luego me deja solo de nuevo.

—No me gusta esto. Apúrate o déjame en paz, Crystie. Siento que voy a

llorar.

—Es mejor cuando no puedes ver ¿cierto? —pregunta, pero no contesto, solo

le doy un gruñido enojado porque en serio siento como que ya no puedo más. Me

arrepiento de haberle hecho esto a ella antes, no sabía lo horrible que era— no
tienes idea de lo mucho que me está gustando esto. Siempre quise tener un

esclavo sexual.

—No soy tu esclavo, loca —me quejo, levantando mis caderas para

recordarle lo que quiero. Crystal se ríe bajito y se mueve. Trago saliva mientras

espero y luego la siento sobre mí como lo estaba hace unos minutos, solo que esta

vez está desnuda y puedo sentirla deslizando su humedad contra mí desde la base

hasta la cabeza y de vuelta hacia abajo.

—¿Te das cuenta ahora de lo mucho que me gusta?

Me quejo de nuevo y no hay algo que quiera más en este momento que soltar

mis manos y abrir mis malditos ojos de una vez para aunque sea masturbarme y

acabar con esto, pero no lo haré porque estoy más duro de lo que he estado en

mucho tiempo y por loco que suene, en serio estoy disfrutándolo.

56

One more score

Crystal

Aprieto mis muslos juntos para aliviar un poco del dolor. Esto es

increíblemente caliente y no puedo creer que está pasando. Sinceramente, creí

que Justin me iba a decir que me fuera a freír esparragos y que no se dejaría atar
por nada del mundo, pensé que me tumbaría a la cama y yo sería la que

terminaría atada, gimiendo y rogando por él.

No me malentiendan, creo que gemir, rogar y estar a la merced de alguien es

completamente erótico. Me encanta entregar todo el control en la cama, es casi

siempre mi papel, lo que me gusta; pero cambiar las cosas de vez en cuando y

probar cosas nuevas no le hace daño a nadie. Y ver a este poderoso hombre con

sus grandes brazos atados sobre su cabeza, sus ojos cerrados con fuerza y todo su

exquisito cuerpo temblando con placer, eso es lo más cerca del cielo que voy a

llegar.

Paso mi lengua por su longitud unas cuantas veces, con lentitud, y luego lo

meto por completo en mi boca, ganándome un lloriqueo bajo y controlado. Juego

con sus bolas, rodandolas con suavidad en mis manos y empiezo a succionar.

Luego lo suelto por completo. Repito ese proceso tres veces antes de que Justin

diga algo.

—¡¿Qué te pasa?! —se queja, completamente frustrado. Puedo ver que todas

las venas de sus brazos y cuello están saltadas y que su cara está roja. Está yendo

contra todos sus instintos al dejarme hacer esto, pero aun así quiere intentarlo.

Por mí. Eso es lo que lo hace aún más caliente.

—Creo que debería buscar algo para cerrarte la boca, también.

—No, no deberías. Estoy cansándome de este juego absurdo. Hazme venir ya

o abriré mis ojos y desataré mis manos —amenaza, pero su voz se quiebra al final

y sus palabras no suenan tan intimidantes como él lo deseaba.


—Es adorable cómo intentas pretender que esto no te gusta —murmuro,

agachándome para besar sus musculosos muslos, a meros centimetros de su

preocupantemente roja erección. Veo que toma aire profundamente cuando siente

mis labios, su pene pulsa y se mueve como si tuviera alma propia. Creo que podría

llegar al cielo de solo observar esto.

—Si tú no me haces v...

—Si vuelves a hablar y no es para rógarme de una manera linda y amable

que te haga venir, entonces me pondré mi ropa y me iré a dormir —miento. No

hay manera en el infierno de que termine esta noche y yo no haya tenido al

menos, al menos, un orgasmo. Justin me cree, sin embargo, y hace un gruñido

profundo para mostrar su descontento.

—Por favor —pide, sonando enojado y nada amable. Aprieto mis labios

juntos para no reír— vamos, Crystie. Ha pasado cerca de una hora. Necesito

venirme.

—Han pasado diez minutos, no exageres —me río, y empiezo a besar al

rededor de su pene otra vez, haciendo que salte un poco de nuevo.

—Pero ha pasado mucho tiempo desde que estuve dentro de ti, sin contar la

vez del baño porque no lo disfruté tanto —murmura. Y asiento aunque no ve

porque tiene razón, esa vez estuvo muy extrema y peligrosa y solo estuvimos

muriendo del miedo de resbalar y morir.

—Bien... ¿Condón? —pregunto, decidiendo dejar de torturalo. Por ahora.

Justin suelta un respiro de alivio y me dice que está en su cartera. Me levanto y

voy a donde está su pantalon para sacarla. Ya que estoy ahí, aprovecho para ver
cuanto dinero tiene, lo cual son veinte dolares solamente, luego busco entre sus

tarjetas, y sonrío cuando veo que tiene una American Express dorada y una negra.

Supongo que una de cada padre. En todas sus identificaciones sale con la misma

cara de sensualidad contenida en odiosa seriedad y luego llego a lo deseado y veo

dos condones en una pequeña bolsa escondida. Suelto su cartera y salto de

regreso a la cama, donde Justin por supuesto se está quejando de lo mucho que

tardé. Decido ignorarlo y abrir uno de los condondes.

—¿Sabes lo que estás haciendo? —pregunta cuando se da cuenta de que

estoy tardando un poco. De hecho, no lo sé, pero le aseguro que sí. En la

secundaria le puse condondes a incontables platanos en todos los talleres y clases

de educación sexual, pero nunca lo he puesto en un hombre real— si lo pones hoy

estaría muy contento.

Encuentro el lado indicado y empiezo a rodarlo hacia abajo, sosteniendo la

punta de arriba porque así me lo enseñaron. Luego me aseguro por varios

segundos de que está bien puesto porque después de la platica con Patricia, lo

último que quiero es tener un hijo. Cuando levanto la vista, me doy cuenta de que

Justin tiene los ojos abiertos y me está mirando con burla.

—Hey, cierra los ojos de nuevo —ordeno, sentándome sobre él una vez más,

pero él niega con la cabeza. Lo único que quiero ahora es venirme así que lo dejo

pasar y me inclino hacia él para besarlo. Mi intención es dominar el beso y dejarlo

caliente y rogando de nuevo, pero él es quien toma todo el control del beso y en

cuestion de segundos ya estoy completamente perdida en él. Dejo de pensar en

torturarlo y solo acomodo un poco mis caderas y con la experiencia que he


adquirido al pasar de los años, bajo sobre él hasta que está dentro de mí sin

necesidad de mis manos.

—Muévete —pide Justin con la voz estrangulada una vez estoy

completamente llena de él, pero tengo otros planes. Estoy muy cerca y sé que él

también, así que necesito hacer esto lento para que dure por más de medio

minuto. Empiezo a moverme de arriba abajo sin ninguna prisa en la vida,

adorando cómo se siente cuando...— ¡Muévete, mujer!

—No, no quiero que esto sea...

Pero no puedo terminar de hablar. Tan pronto como digo que no, Justin

mueve sus manos un poquito y deshace el muy fuerte y seguro nudo que hice con

su corbata, pone sus manos en mis muslos y me avienta a un lado como si no

pesara nada, haciéndome brincar un poco en el colchon. Luego se sienta en la

cama y me vuelve a tomar para voltearme y ponerme boca abajo. Debería pelear

porque se supone que yo soy la que está en el mando esta vez, pero no puedo

porque creo que amo más cuando él me trata así.

Antes de lo que pueda procesar, levanta mi trasero y empieza a meterse en

mí, sin siquiera darme tiempo de acomodarme. En el momento que abro más mis

piernas y arqueo mi espalda como una profesional, levantando más mi trasero,

Justin pierde el control que parecía tener y empieza a embestir dentro de mí más

rápido, apretando mi trasero tan fuerte que sé que tendré marcas mañana. Pero

no me importa, de hecho me encanta el trato duro, porque en menos de dos

minutos, ya me estoy viniendo. Y parece que dura horas.


—Eso fue... —empiezo a felicitarlo, levantando mi mano para limpiar mi

sudor, pero entonces me doy cuenta de que él no llegó y que no se está moviendo

— ¿qué pasa?

—No quiero que se acabe tan rápido —murmura en voz baja, agachándose y

besando mi trasero, literalmente. Me muerde una nalga y jadeo con dolor, pero

me voltea antes de que me pueda quejar de sus poderes vampiricos y empieza a

besar entre mis piernas ahora— ¿estás lista?

—¿Para qué? —pregunto. Y en lugar de contestarme, Justin se acomoda y

vuelve a introducirse en mí. Estoy sensible pero creo que puedo aguantar con

mucho gusto una ronda más.

Pero estaba equivocada, Justin aparentemente se acostumbró al sexo o no lo

sé, se volvió un experto con alguien más mientras yo no estaba, porque logra

hacerme venir dos veces más. Y ya no puedo. Soy una descepción, lo sé, pero no

puedo más.

—Ya no puedo —me quejo, aun temblando por mi ultimo orgasmo. Justin

comprende que mi amiga está sintiéndose cansada y martillea dentro de mí dos

veces más antes de tirar su cabeza hacia atrás y soltar un profundo gemido

cuando por fin se viene.

Sale de mí con cuidado, se quita el condón y se acurruca a mi lado, donde yo

estoy inmóvil, satisfecha y sintiendo como si estuviera flotando. Justin besa mi

cabeza y empieza a decirme que me veo preciosa cuando estoy saciada y ya no

escucho más porque me duermo profundo y rápido como un elefante.


✖✖✖✖✖

Justin y yo caminamos hacia el buffet del desayuno tomados de la mano.

Estamos sintiéndonos igualmente incomodos e inseguros de ir con sus padres,

pero de todos modos accedimos a un desayuno familiar antes de partir al maldito

campamento.

Jeremy se ve horrible. Nunca lo he visto así, nunca lo he visto de alguna

manera que no sea impecable e intocable, excepto por ahora. Sus ojos están rojos

y sus ojeras profundas y prominentes, trae el mismo traje de ayer todo arrugado y

su cabello es un desastre. Patricia, por otro lado, se ve como si no hubiera llorado

ni una gota anoche. Trae uno de sus usuales vestidos de coctel y un collar de

perlas. Su cabello está rizado y su maquillaje perfectamente hecho. Mi predicción

es que no durmió mucho anoche y tuvo tiempo de sobra para arreglarse.

Yo traigo lo mismo que ayer porque no empaqué nada y Justin tiene puesta

una camisa blanca básica y un short para hacer ejercicio. La única persona
presentable para este desayuno es Patricia, quien se levanta de la mesa

inmediatamente cuando nos ve y nos saluda a ambos antes de pedirle a Justin

unos minutos a solas. Eso es genial porque entonces yo puedo sentarme a un lado

de Jeremy.

—Tenías que llamar a mi padre ¿cierto? —pregunto, acercándome a él y

entrecerrando mis ojos cuando levanta su vista cristalina hacia mí— ¿Qué,

estamos en la primaria? ¿No puedes soportar la verdad?

—Mira, niña...

—No, no miro nada, tú escúchame, Jeremy —escupo su nombre con coraje y

él solo cierra los ojos como si escuchar mi voz lo lastimara. Estoy segura de que lo

hace, así que levanto más mi voz— todo lo que dije ayer fue cierto. Tu hijo te

odia, yo te odio y Patricia no debería de haber estado contigo nunca. Me alegra

mucho que esté ahora con Markus. Él es perfecto.

—¿Quién mierda es Markus? —pregunta, entrecerrando sus ojos hacia mí. En

ese momento se acercan Patricia y Justin .

—Jeremy pregunta quién es Markus ¿en serio no lo sabe? —bufo con burla.

Justin frunce el ceño, confundido, y Patricia abre mucho sus ojos con miedo por

un segundo, pero luego cambian y su mente se pone en el juego— creo que, a

pesar de todo, merece saber acerca de Markus.

—Aún no he tenido tiempo de comentar eso con él —murmura con la voz

muy calmada mientras toma su asiento al otro lado de Jeremy. Él se le queda

viendo con pesadez pero en el momento que ella dirige sus ojos hacia los suyos,

Jeremy baja la cara y empieza a masajear su nuca— me voy a casar.


Oh, dios. Aquí vamos.

—Y estoy embarazada. De Markus —añade, y me la imagino golpeando el

último clavo del ataúd de Jeremy porque la mirada que cruza por su cara es como

si lo hubieran matado. Se ve tan perdido de repente que incluso me siento mal

por él, pero se lo merece. Justin jadea y se queda con la boca abierta por varios

segundos, luego empieza a negar con la cabeza y veo que empieza a enojarse.

—¡¿Embarazada?! —ruge. Haciendo una escena justo como la de ayer. La

gente comienza a mirarnos pero no nos da mucha importancia, de todos modos la

gente rica siempre tiene dramas de esta índole— ¡¿Qué te pasa por la cabeza?!

¡Eso es lo más...

—Está bien, Osito. Es una mentira —susurro en su oido antes de que empiece

a aventar cosas o a gritar de nuevo. Cierra la boca inmediatamente y me mira por

varios segundos, pero luego comprende que está pasando y niega con la cabeza,

tranquilizandose visiblemente. Se quejó de mí cuando reaccioné mal con la noticia

de mi nuevo hermanito, pero acaba de actuar practimente igual que yo— mi

hermanito y el tuyo serán amigos. Te prometo que no será horrible ¿de acuerdo?

No puedes ser tan egoísta. Ese bebé es un regalo que Dios ha puesto en el vientre

de tu madre a través de la semilla de Markus. La vida nunca volverá a ser color

gris y...

—Disculpen —murmura Jeremy con la voz baja y se levanta con mucho

cuidado de su silla. Su cara sigue siendo de alguien que acaba de ser disparado y

no se está molestando en esconderla. Mira por unos segundos a Patricia, quien


está luchando con todas sus fuerzas para ser fuerte— ¿Podemos hablar en

privado?

—No creo que sea posible —responde ella, desviando la vista hacia mí.

Levanto mis pulgares hacia ella porque Jeremy no está viéndome— de hecho, creo

que regresaré al campamento con Justin . Deberías empezar a manejar si quieres

llegar temprano.

—Antes de eso, de verdad me gustaría tener unas palabras contigo.

Pobre hombre, está destrozado, su voz suena toda patética y triste. Mi

corazón es tan bueno que se apiada por él y empieza a doler.

—No —contesta, con convicción— mi hijo no ha desayunado. Le serviré algo

y luego nos iremos. Hasta luego.

Se levanta y acaricia la cara de Justin antes de caminar hacia el buffet.

Jeremy toma respiraciones profundas por unos segundos y luego se va, sin volver

a darnos otra mirada. En el momento en el que sale del restaurante, Patricia está

de vuelta en la mesa, hiperventilando.

—No puedo creer que hice eso —jadea, sus ojos salvajes moviendose mucho

— ¿viste su pobre carita? Oh, dios. Nunca he dicho una mentira así antes, no sé

qué me pasa. Esto nunca va a funcionar, yo no puedo...

—Tranquila. Yo lo he hecho mil veces —la tranquilizo, y mientras Justin va a

conseguir comida para nosotros dos, yo le explico a Patricia lo que debe hacer.
Justin

Amo a Crystal. Y amo a mi madre. Pero no amo cuando estoy en un auto solo

con ellas por dos horas. Debía haber sido solo una hora y media pero mi madre

me hizo andar a velocidad de caracol. Lo que significa más tiempo de escucharlas

cacareando acerca de mi padre y el tal Markus, quien ahora sé, es ficticio.

Mi madre es especial. Siempre he sabido eso. Es malcriada, ruidosa y no muy

madura, pero aun así no recuerdo algún momento donde no la haya amado.

Supongo que siempre he odiado que no me tenga como prioridad, pero nunca he

pensado que no es nada para mí, lo cual ella ahora parece pensar. Tuvimos una

platica profunda parados en medio del restaurante, pero afortunadamente fue

rápida y pude asegurarle que a pesar de todo la amo antes de que empezara a

llorar.

Cuando estaciono en el campamento, doy un suspiro de alivio y salgo de ahí

rápidamente. No espero a Crystal, solo empiezo a caminar a mi habitación para

ponerme mi uniforme, y espero que ella haga lo mismo. Ya hemos perdido mucho

tiempo.
—¿Dónde estuvo, Sargento? —pregunta Marea, tan pronto como me ve

acercándome al grupo.

—Eso no es de tu incumbencia, Reculta. Vuelve a lo que estabas —le digo, y

ella asiente, y luego pone los ojos en blanco, empezando a moverse— acércate

primero.

—¿En serio? —pregunta, y luego viene rápidamente, sonriendo.

—Diez lagartijas por rodar tus ojos. Es una falta de respeto y algo que nunca

deberías hacer —digo, y cruzo mis brazos, esperándola. Puedo darme cuenta de

que tiene una respuesta grosera en la punta de la lengua, pero creo que a estas

alturas ya sabe cómo funcionan las cosas aquí, así que se traga lo que sea que iba

a decir y se agacha para empezar a hacer sus lagartijas. Lo cual se le dificulta

tanto que es vergonzoso verla.

Crystal llega a nosotros trotando, luciendo fresca, contenta y lista para

cualquier cosa. Me detengo de sonreír hacia ella y le hago una seña de que se una

a los demás. Crystie me guiña un ojo antes de hacer lo que le digo.

—Como estaba diciendo, Angelo y Gallegos son las únicas que no han

cumplido con la base Ayala, así que pensé ¿Por qué no hacer una pequeña

competencia? —propone Luc, y todos empiezan a murmurar— podemos incluso

hacer apuestas ¿quién se desmayará primero? ¿quién empezará a llorar primero?

No puedo evitar reírme porque suena como la idea perfecta para pasar el rato

y divertirse, pero a Crystal no le hace gracia, ella solo entrecierra sus ojos hacia

Luc intentando no expresar lo mucho que odia eso. Marea sigue intentando hacer

más de cinco lagartijas y no dice nada.


—Es necesario que ambas terminen el circuito, al menos una sola vez —digo,

con toda seriedad— si podemos conseguir un poco de diversión al verlas

intentarlo, entonces es solo algo extra. Pero eso tendrá que ser mañana porque

Gallegos no está completamente lista, así que hoy nosotros practicaremos tiro de

nuevo mientras ella sigue entrenando.

—¿Por qué? —se queja, levantándose del piso— no he hecho otra cosa

además de entrenar mientras los demás hacen algo divertido.

—Eso es porque te perdiste el primer mes, donde lo único que ellos hacían

era entrenar —responde Luc— ahora, no vuelvas a levantar tu voz así o estarás

haciendo eso todos los días que te quedan aquí ¿entendido?

—Entendido —contesta, derrotada, y regresa a lo que estaba haciendo antes

de que yo llegara.

El resto del día pasa como cualquier otro, los niños practican, algunos lo

hacen bien, algunos siguen apestando (Crystal) y Marea sigue siendo molesta y

quejándose de todo lo que tiene que hacer. En fin, un día normal.

Cuando por fin se acaban las actividades del día, estoy listo para ir a tomar

una ducha y deshacerme de la mugre y de las largas cantidades de sudor que

secreté en el día, pero Crystie me intercepta a medio camino.

—Necesito que hagas algo por mi —me pide, e inmediatamente sé que no lo

voy a hacer. Tiene esa mirada en su cara que pone cuando está planeando algo

que no me va a gustar, y a pesar de lo que sea que seamos, no volveré a participar

en alguna de sus locas ideas— por favor, por favor. Es importante.

—Eh... —busco por palabras, evitando los ojos de Crystal— depende.


—¿De qué? —pregunta, con la voz baja y linda. Se acerca más a mí para

rodear mi cuello con sus brazos— es algo sencillo, en serio. Solo le tienes que

decir unas cuantas palabras a Eva, Xavier, Luc, Marea y Hunter.

—¿Qué? Claro que no ¿Ellos qué tienen que ver? ¿Qué palabras? Es tarde y

estoy sucio, deberíamos de irnos a mi habitación, bañarnos juntos, luego...

—Eso lo podemos hacer después de que hagas lo que te digo, será rápido. Te

lo juro. Máximo tres minutos —promete, y doy un gran suspiro porque, supongo

que si es algo que toma tan poco tiempo, no puede ser tan malo— además, escribí

las palabras que tienes que decir, ni siquiera tomará esfuerzo de tu parte.

Asiento después de considerarlo un poco más, ella se separa de mí sonriendo

con mucha felicidad, luego se agacha un poco para sacar algo de una de las bolsas

de su pantalón del uniforme. Es una servilleta. Me la entrega con una gran sonrisa

y la empiezo a leer.

—¿Por qué mierda quieres que diga esto? —pregunto, con una mueca de

asco. No hay ninguna oportunidad de que yo diga esas palabras, mucho menos a

tantas personas— no lo haré, lo siento. Es estúpido y sin sentido y no lo haré.

—Es tu último desafío. Si lo completas, entonces perdonaré tu total

imbecilidad hacia mí, todas las cosas crueles que me dijiste, lo que pasó con la

puta de Lesley, etcétera, etcétera. Quedarás completamente perdonado y

podremos superar todo y empezar a ser una pareja real.

Después de lo que pasó anoche, pensé que ya eramos una pareja real. Ella no

me dio indicios de que seguiamos teniendo problemas, pero supongo que Crystal,

siendo Crystal, quiere una gran producción de esto. Cierro mis ojos con fuerza
preguntándome si vale la pena. Tal vez puedo convencerla después de que sea mi

novia, sin necesidad de humillarme frente a tantas personas.

—Aparte... um... ¿recuerdas esa inocente apuesta que tenía con Eva? —

murmura Crystal después de un tiempo, mientras aún pienso en mi respuesta. Su

postura cambia y me mira luciendo insegura. Entrecierro mis ojos hacia ella y me

obligo a no enojarme. Esto ya no es ninguna apuesta infantil de niñas estúpidas,

esto es real... ¿cierto?— no te lo tomes a mal, estoy completamente enamorada de

ti y esa estúpida apuesta nunca significó nada, pero... sabes que mi ropa es lo más

importante que tengo. Necesito que me des una declaración romántica frente a

ella y algunos testigos para que Eva acepte que gané, sea mi esclava por una

semana y yo logre conservar mi ropa.

Comprendo lo que dice y tiene algo de sentido para mí, tal vez, o de alguna

manera en este corto tiempo Crystal me convirtió en un inútil hombre que no

puede decir que no, porque unos minutos después, me encuentro frente a las

cinco personas que más me agradan en este lugar y Marea, carraspeando mi

garganta, sudando a pesar de que el ambiente está frío y tomando la servilleta en

mis manos, leyendo la bonita letra de mi novia.

—Crystie es... la mujer más hermosa del mundo. Nadie en esta dimensión se

compara con su infinita divinidad de mujer y su extrema sensualidad otorgada por

la mismísima Afrodita —comienzo, suspirando con derrota. Hunter y Luc se ríen

con fuerza, Eva me mira con los ojos entrecerrados, completamente enojada,

Marea está mordiendo su labio inferior, luciendo exhausta y Xavier y Crystal están

abrazados, mirándome con ternura— la amo como las flores aman al rocio de la
madrugada. La amo como los patos aman a los cazadores. La amo como Brad ama

a Angelina. La amo como Johnny ama a Winona. La amo como Obama ama a

Michelle. La amo como Jay-z ama a Beyoncé...

Aprieto mis dientes, considerando romper esta servilleta e huir a mi

habitación donde mis dos mejores amigos no se están riendo de mí y donde no

estoy leyendo mierda estúpida acerca de celebridades que no conozco amándose,

pero no falta tanto para que se termine, así que ahogo la verguenza y prosigo.

—En resumen —continuo, decidiendo no mencionar las otras tres parejas

que Crystal escribió y sigo leyendo— Eva Ramos estaba equivocada, Crystal

siempre gana y podría enamorar a cualquier hombre lo suficientemente

inteligente para comprender la piedra preciosa que ella es. Soy muy afortunado

de que ella me ame también, porque podría tener a cualquier hombre, mujer o

bestia que ella desee. Nunca volveré a tratarla como si fuera una flatulencia inútil

porque ahora reconozco publicamente que ella es perfecta desde las lindas uñas

de sus pies hasta su genial y original cabello. Fin.

Tomo un gran respiro cuando termino y cierro los ojos, esperando no tener

que volver a decir nada por el estilo por mucho tiempo.

57

Punished again
Crystal

Estoy feliz.

Nunca me he sentido tan feliz en mi vida... de acuerdo, sí. Creo que siempre

he sido así de feliz, o incluso más, es solo que este último mes y medio ha sido

demasiado estresante, por no decir horripilante, y ya había olvidado lo feliz que

era antes. Por suerte, todo parece estar yendo a mi favor de momento, como debe

ser siempre.

Estoy acostada detrás de Justin , haciéndole un masaje en la espalda con mis

pies mientras él juega en su cajita de juegos con Luc y Hunter. Yo estoy en

Instagram, publicando una foto de hace un año cuando fui a Alemania con mi

familia y mintiendo acerca de estar ahí de nuevo, disfrutando la buena vida. Bah,

nadie me va a creer de todos modos, pero quería dar señales de vida y por

supuesto no iba a publicar una foto del campamento.

Me quedo dormida antes que Justin , pero lo siento abrazándome en la

noche, y eso me pone más feliz.

Me despierto porque alguien abre la puerta con mucha fuerza y se estrella en

la pared. Jadeo y me siento inmediatamente en la cama, donde estoy sola, y

volteo hacia la puerta, intentando limpiar mis lagañas para ver quién es el intruso

y calmar mi acelerado corazón.

—¿Dónde está mi hijo? —pregunta el General, con voz alta. Los chicos

también se despertaron con su brusca entrada y Hunter le dice que está


desayunando probablemente— mmm, bien. Angelo, ponte algo de ropa decente y

ven conmigo. Estaré esperando afuera.

Se me va el sueño por completo y trago saliva. No creo que el hombre quiera

hacerme algo malo ¿cierto? Quiero decir... no lo haría. Tal vez solo quiere platicar

conmigo para pedirme disculpas por llamarme estúpida.

Me levanto de la cama y me pongo el uniforme que inteligentemente traje de

antemano. Una de las muchas ventajas de estar acostándome con el sargento es

que no tengo que esperar a la mañana para bañarme, así que estoy limpia. Cepillo

mi cabello y lo acomodo en una cola de caballo alta antes de salir.

—¿Qué es lo que quería...

—Acompáñame —ordena, sin dejarme hablar y empieza a caminar. Pongo los

ojos en blanco detrás de él y me olvido de la compasión que sentí cuando su

pobre carita se destrozó por las noticias del embarazo de Patricia. Camino detrás

de él, casi corriendo para alcanzarlo, hasta el incio del campamento donde está el

edificio administrativo, o como sea que se llame. Lo recuerdo porque es

basicamente lo único que limpié con los chicos en nuestro castigo por escaparnos

— toma asiento.

—Uh... de acuerdo —murmuro, insegura. Esta es la oficina de un billonario

malvado. No recuerdo haber entrado antes, pero me alegra que no lo hice. Todo

es oscuro y realmente tiene una vibra del mas allá. Creo que Jeremy es un

demonio. Me siento en la silla de cuero frente a él, observando el montón de

aviones escala en su escritorio y recordando la clara y cálida oficina de mi padre


en mi casa. La extraño. Solía meterme ahí todo el tiempo a pasar el rato y

molestar a mi padre mientras él trabajaba— ¿se podría saber qué quiere de mí?

—Necesitamos hablar de algunas cosas, por ejemplo, de que mañana vendrá

el supervisor a ver que estés cumpliendo con tu servicio comunitario y, siendo yo

tu superior, mi palabra es la única que vale.

—¿Pensé que mi superior era Justin ? —pregunto y lo miro mal. Jeremy

niega con la cabeza y me dice que no, que legalmente Justin no es mi superior.

Entonces empiezo a sudar y me doy cuenta de que tratar mal a Jeremy y hacerlo

llorar estuvo un poquito mal— eh... ¿y cómo ha estado mi desempeño?

—Patético. No has cumplido ni siquiera con los requisitos mínimos —

murmura, mirando algo en su computadora— de las 940 horas, has cumplido solo

tres, acomodando y limpiándo cajas.

—¿Está hablando en serio? —jadeo, empezando a entrar en pánico. Si sigo

así, terminaré esas horas cuando esté pariendo a mi quinto hijo a los cuarenta—

eso no puede ser, pensé... pensé que el simple hecho de estar en este campamento

estaba consumiendo horas.

—Podría parecer que sí, pero no me da la gana —murmura, sonriendo un

poco de lado malévolamente. Entrecierro mis ojos hacia él y mi pecho empieza a

subir y bajar rápidamente con enojo— pero... no hay necesidad de estresarse por

eso. Yo puedo hacer fácilmente que esas 3 horas se conviertan en 336, y contando.

Lo pienso por un momento mientras veo directamente a sus ojos marrones. Si

no fuera el diablo encarnado, sería uno de los hombres más guapos que he visto.
El hecho de que esté intentando manipularme es algo atractivo también, pero no

va a funcionar.

No puedes manipular a la reina del engaño.

—No, gracias —respondo, sonriendo dulcemente hacia él y relajando todo mi

cuerpo. Las cejas del General se juntan con confusión— no soy una persona

corrupta. Soy justa y honesta. Le debo mi vida a este país y no lo engañaré. Me he

ganado esas 3 horas y me ganaré las que me hacen falta. De todos modos, en mi

punto de vista, esto solo significa más tiempo con Justin . Tal vez incluso alarge

más el tiempo para poder conocer a Markus jr. Eso sería fabuloso.

La mandíbula del General se tensa y logro ver que sus nudillos se ponen

blancos cuando apuña sus manos con fuerza. Una vena en su frente empieza a

hacerse notar y sus ojos se ponen oscuros. Son algo posesivos en esta familia, me

doy cuenta.

—Eso podría ser muy perjudicial para tu futuro y todos esos fantásticos

planes que tienes para tu carrera de costurera —masculla, con los dientes

apretados.

¿Costurera?

—Cuando una mujer de verdad ama a un hombre, entonces sus planes no

importan tanto —miento. Puedo amar a Justin, pero nunca dejaré de lado mi

sueño de ser una multimillonaria diseñadora que todo el mundo adora. Pero sé

que es un tema que le llegará al alma porque Patricia lo abandonó como si fuera

un perro para irse a viajar por el mundo— sea lo que sea, una educación, viajes,

planes de trabajo... no significa nada si lo comparas con estar al lado del hombre
de tu vida. Una mujer enamorada deja todo de lado por estar con él ¿Y sabes

quien me enseñó esa valiosa lección? Patricia.

Estoy jugando con fuego y lo sé, pero estoy algo acostumbrada a este tipo de

juegos. Lo he hecho toda mi vida con maestros, amigos, mis padres, familiares,

etc. Y sé que Jeremy es un hombre poderoso que tiene mi maldito futuro en sus

grandes manos y podría destruirlo muy fácilmente, pero confío en que ama a

Patricia. Y si algo sé acerca de los hombres Bieber es que son inútiles y estúpidos

cuando se refiere a cualquier cosa que tenga que ver con amor.

—Entonces... supongo que es hora de irme y empezar con mis actividades del

día. Hoy iremos a la base Ayala así que estoy súper entusiasmada —miento de

nuevo, sonriendole muy grande una última vez y levantándome de la silla. Jeremy

masajea su frente por unos segundos y su mano se levanta para tomar mi

antebrazo y detenerme. Sorpresivamente no me lastima, solo me detiene— uh...

¿qué pasa?

—Patricia se fue —dice en voz baja, después de unos segundos, dejando ir mi

mano y tomando un gran respiro— ni siquiera quiso hablar conmigo.

—¿Y eso te sorprende? —pregunto, sentándome de nuevo, levantando una

ceja, cruzando mis piernas y juntando mis manos como si fuera el señor Burns—

es lo mínimo que te mereces por tratar a su hijo de esa manera y acostarte con

otras mujeres. Ni siquiera le has pedido perdón a Justin por ser un padre

abusador.

— Justin no es un maldito bebé, por el amor de dios, deja de hablar de él

como si lo fuera —se queja, negando con la cabeza y mirándome como si fuera
estúpida— y no le pediré perdón. No sabría cómo hacerlo. Y él no sabría cómo

aceptarlo.

—Solamente caminas hacia alguien y dices: "perdón". Realmente no es tan

dificil como podría parecer, General. Es una palabra muy corta y sencilla, y podría

borrar dos décadas de daño físico y psicológico.

—Eres una pequeña damita muy inteligente ¿no es así? —pregunta, con

tanto sarcásmo que lo siento en lo más profundo de mi alma— no lo haré. Le

compraré algo, lo llevaré al cl... eh... lo llevaré a un lugar que le gusta.

—¿Qué lugar? —pregunto, entrecerrando mis ojos hacia él, pero Jeremy solo

mueve su mano como si no importara.

—El caso aquí es que no puedo ir hacía mi hijo y pedir perdón. Sería

humillante. Sabe que lo amo a pesar de todo así como yo sé que me ama aunque

nunca lo haya dicho. Ahora, necesito algo de información.

—¿Acerca de quién?

—Del idiota de Markus y mi mujer —dice, como si fuera obvio— necesito

saber todo lo que tú sabes ya que Patricia ha estado... ignorándome.

—No te mereces saber esto —empiezo, suspirando y negando con la cabeza

para ganar tiempo y pensar en algo. Termino ideando una historia y dándole

todos los detalles a Jeremy. Me aseguro de mencionar lo sensible y amoroso que

Markus es, logrando que el General lo llame un mariquita. De cualquier modo, sus

celos son palpables— Patricia no está muy segura de casarse, después de todo

usted parece ser el amor de su vida, pero he estado tratando de meterle en la


cabeza que Markus es la mejor opción. Lo siento, General, pero es cierto. Markus

será un buen padre, amoroso.

Está respirando tan fuerte y profundo que siento como si estuviera jalando

todo el aire en la oficina. Creo que sus orificios nasales se convertirán en cualquier

momento en un gran hoyo negro.

—No puedo dejar que eso pase, Angelo ¿lo entiendes, cierto? —pregunta,

con la voz baja. Tan baja que temo que empiece a gritar con toda la fuerza de sus

pulmones en cualquier momento— necesito que me consigas las coordenadas

de...

—Eh... no. Lo siento, pero yo estaba aquí para dar información y la he dado

—lo silencio— cualquier otra cosa que desee de mí, le costará.

—¿Cuánto quieres? Te daré lo que me pidas, el dinero no es ningún

problema —se apresura a decir, contento de que logrará algo. Me río fuerte y

burlonamente.

—Míreme, General ¿Le parezco del tipo de persona que necesita dinero? —

pregunto irónicamente, rodando mis ojos— no, ya tengo bastante ¿Sabe qué es lo

que quiero y no tengo?

—No, niña, no lo sé.

—La respuesta es: nada. Soy afortunada, y tengo todo lo que quiero. Siempre

—contesto, dándole a entender que no puede sostener nada contra mí porque no

va a funcionar— por otro lado, estaría feliz de convencer a Patricia de que Markus

no vale la pena si usted... me cumple algunos favores. Ojo por ojo y todo eso.
—¿Cómo cuales, niña? —pregunta, entrecerrando sus ojos hacia mí.

Sobornar a un militar es lo más pesado que he hecho, pero no se siente como si

estuviera haciendo algo malo porque somos básicamente familia.

—Podría empezar por prometerme que mis 940 horas están aseguradas —

sonrío dulcemente. Jeremy se encoge de hombros, murmurando que para él mejor

— también me gustaría tener un poco de diversión en este lugar. Sería genial si

usted podría colaborar para una pequeña fiesta. Le mandaré la lista de cosas que

necesitamos más tarde y me encargaré de que Patricia olvide a Markus para

siempre ¿cómo le parece eso?

Lo considera por un momento y trago saliva, pensando que tal vez exageré.

—Parece que tenemos un trato, Angelo —se levanta al mismo tiempo que yo

y sacudimos nuestras manos para hacerlo formal.

Salgo de ahí con una gran sonrisa y la mantengo por los diez minutos que me

toma atravesar el campamento hasta que llego al lugar de mi grupo, pero no hay

nadie ahí. Supongo que están corriendo, lo cual es mejor para mí. Me alegro

infinitamente de haberme tardado con el General y haberme perdido eso.

—Angelo, llegas tarde —murmura Justin limpiando el sudor de su frente

con su camisa interior cuando llega a donde estoy yo. Todos vienen como de

costumbre respirando fuerte y con la ropa sudada— dame quince lagartijas por el

atraso y únete a los demás.

—Estaba con tu padre —le digo, hablando en voz baja. Justin se encoge de

hombros, como si fuera algo irrelevante. Quiero pelear que esto no fue mi culpa,

pero a este punto, las lagartijas no son la gran cosa para mí. Me tiro al piso y las
hago en mucho menos tiempo de lo que me tomaba al principio— listo, Sargento

¿algo más que desee?

—Integrate a la formación —ordena, como si fuera cualquier persona. Ni

siquiera me ha mirado— iremos a Ayala. Angelo y Gallegos competirán por su

equipo. El equipo ganador puede pasar el resto del día libre. Ahora, vengan acá.

Justin nos señala a mí y a Marea y ambas caminamos hacia los sargentos,

quedando frente al grupo.

—Elijan a sus compañeros —dice Luc, y pone su mano en mi espalda

amablemente como el buen amigo que es, reconociendo que soy algo más que una

común y corriente recluta.

—Quiero a Eva —digo rápido. Porque es mi mejor amiga y porque es la

mejor. Marea pone los ojos en blanco hacia mí y me saca la lengua, luego pide a

Taret llamándolo "el musulmán sexy". Cabe mencionar que Taret se enojó

bastante, le dijo que no era musulmán y Justin le gritó por ser irrespetuosa—

quiero a Xavier, obvio.

Xavier me sonríe y camina a mi lado, abrazándome.

—Yo quiero a Kellypopótamo —pide Marea, utilizando el sobrenombre que

inventamos el otro día. No puedo evitar reírme porque está lleno de talento, pero

la gorda no parece muy feliz con eso. Se acerca a Marea dispuesta a golpearla,

pero Justin la intercepta y hace que Marea se disculpe— Crystal fue quien creó el

apodo de todos modos.


—¡Mentira! —grito, entrecerrando mis ojos hacia Marea y levantando mis

manos con inocencia porque Kellypopótamo dirige toda su ira hacia mí— yo

prefería Kellyceronte.

—Tú estás mega gorda también, Tragapenes, no puedes venir a criticarme

por algo que tú...

—Suficiente. Estoy harto de que se griten estupideces así. Todas están

gordas. Todas están feas. Déjense en paz —nos regaña Justin , con el ceño

fruncido— sigue seleccionando, Angelo.

—Quiero a Anton —murmuro, sin ganas. Mi novio me acaba de decir gorda y

fea y me está tratando como si no supiera quién soy. Sé que ha dicho que debo

separar lo que pasa aquí con nuestra relación, pero es imposible. Me quedo con la

muda porque Marea elige a Mercedes y luego todos empezamos a caminar hacia

la base Ayala. Corro hasta que estoy al mismo paso que Justin — ¿Por qué estás

tratándome así? Pensé que estábamos bien.

—Estamos bien, Crystie. Pero necesito tratarte de esta manera, porque es la

única forma en la que entiendes —se encoge de hombros y empieza a caminar

más fuerte para dejarme atrás— platicaremos después.

No estoy feliz.

Todos se dan cuenta de esto porque no me molesto en ocultarlo. Marea se

acerca a mí y pone su brazo alrededor de mis hombros, caminando a mi mismo

paso.

—Hola, extraña.
—Hola, Mar —murmuro sin ganas, pasando mi brazo por su cintura solo

porque sí. Ella voltea hacia mí y me da una radiante sonrisa— ¿qué pasa?

—Nada interesante, solo quería asegurarme de que nuestro pequeño desafío

sigue en pie —dice, con una falsa voz dulce. Me quedo perdida unos momentos,

intentando recordar de qué habla, pero ella sigue antes de que mi cabeza se

ponga muy caliente— ¿Acerca de quitarte a Justin?

—¡Ah! —recuerdo, y frunzo el ceño hacia ella, formando mi negativa— lo

siento, querida, eso no va a pasar. Olvídalo.

—¿Tienes miedo? —se burla, apretando más mis hombros y riendo— si

estuvieras segura de que "te ama como Obama ama a Michelle" entonces no te

daría miedo dejarme intentar algo.

—No quiero que lo intentes, pero no es porque tenga miedo de que me lo

quites, es porque sé que eres una cualquiera sin ninguna clase de escrúpulos —

aclaro, y luego lo pienso un poco. Sé que no es una buena idea ponerle una

prueba de este tipo, pero podría ser efectiva para saber si es probable que me

engañe en algún momento— pero ¿sabes qué? tú ganas. Inténtalo. Sé que

perderás de todos modos. Solo recuerda que nada de contacto sexual que él no

inicie.

Sé que no lo hará. Sé que no lo hará. Sé que no lo hará.

Me repito eso hasta que llegamos a la base. Mi cabeza está completamente en

otro lugar cuando Luc empieza a explicar todo lo que debemos hacer y nos dice

que no estaremos cargando a nadie porque sabe que no podremos hacerlo hasta el

final si tenemos ese peso extra. Al parecer debemos elegir un sargento, pero no
estaba poniendo atención cuando Luc dijo eso, así que Marea aprovechó y eligió a

Justin. Resulta que nuestros compañeros estarán gritando para apoyarnos, pero el

sargento estará a nuestro lado para ayudarnos a cumplir con los desafíos. Amo a

Luc, pero estoy furiosa con este arreglo.

—¿Quién cree que Angelo ganará? —pregunta Justin , sonriéndo hacia mí

como si estuviera muy divertido. No le respondo con nada. Eva, Xavier, Taret,

Kellypopótamo y Mercedes me apoyan, los demás estúpidos creen que Marea es

mejor— de acuerdo, hagan sus apuestas. Chicas, al inicio.

Caminamos al inicio y tomo un gran respiro. No me siento lista para esto,

creo que me desmayaré en el mismo lugar de la última vez, si no es que antes. Luc

da la señal y todos empezamos a correr por el circuito. Es mucho más fácil de lo

que recuerdo porque esta vez no estoy cargando a nadie. Luc y yo terminamos

antes y empezamos con el siguiente, el cual tampoco es la gran cosa para mí y lo

hago algo rápido. Pero claro que Marea, siendo la puta que es, no puede escalar

sin tener a Justin sosteniendo su espalda con una mano porque le da miedo caer

hacia atrás, lo cual es mentira. Marea y sus padres son algo así como expertos en

todo tipo de cosas al aire libre, incluyendo escalar.

Decido ignorarla y continuo hacia uno de mis miles de némesis, la cuerda

que tengo que abrazar con todo mi cuerpo y luego moverme en ella como un

gusano hasta la meta. Me gustaría decir que es fácil, pero estaría mintiendo. Es lo

más difícil que he hecho.


—Vamos, Crystal. Es fácil —dice Luc, empezando a frustrarse conmigo. Se

acerca a mí y pone ambas manos en mi espalda, levantándome un poco para que

no ponga tanto peso en mis delicadas manos.

—¡Trampa! —exclama Justin, llegando a nosotros de la nada— no la toques

o quedan descalificados.

—Ugh, cierra la boca —murmuro en voz baja. Todo mi cuerpo empieza a

temblar de nuevo cuando Luc me suelta, pero soy capaz de deslizarme más de lo

que lo hice antes. Es demasiado difícil, sin embargo. Y mucho más difícil cuando

la gorda de Marea se sube a la cuerda también por ordenes de su sargento— ¡Que

se baje, Justin, se va a romper esta cosa!

—Si se rompe será culpa de tu gigante trasero —responde Marea, sonando

tan cansada y destruida como yo me siento. Justin le dice que se calle y empieza a

darle consejos. Me molesta que hable con ella, así que me esfuerzo por terminar y

llegar al final de esta maldita cuerda. Cuando por fin lo logro, me dejo caer en el

piso con cuidado para no causarme una contusión como la última vez.

—Levántate, Crystal. No es tiempo de descansar, debemos seguir con la

delantera —dice Luc, empezando a aplaudir con fuerza, como si Marea fuera a

pasar la cuerda alguna vez en su vida. Está al principio y Justin se está estresando

en serio, gritándole cosas y haciéndola gruñir con frustración. No envidio eso—

vamos, vamos, vamos, muévete.

—Me rindo —murmuro, mientras Eva grita desde afuera que me apure y

gane de una maldita vez. Eva está llegando a lo más profundo de mis nervios, no

sé porqué la escogí en mi equipo sabiendo lo intensa que se pone en este tipo de


cosas. Es básicamente la única persona gritando, los demás solo nos observan con

diversión y se ríen cuando batallamos con algo.

—No. Nunca te rindas, aun puedes —Luc se agacha para tomar mi brazo y

me levanta sin mucho esfuerzo. Gruño con odio y lo sigo hasta el siguiente

obstáculo— este es muy fácil porque no estás cargando a nadie.

Tiene razón, lo único que tengo que hacer es caminar por un tronco delgado.

No tengo idea de cómo lo haría de estar cargando a alguien, porque necesito

estirar mis brazos y poner toda mi concentración en no caer. Cuando lo termino,

volteo hacia Marea y Justin, y para mi sorpresa, Marea ya terminó y ahora se está

acercando al tronco sudando cubetas y moviéndose extraño.

—Estoy mareada —miente, cuando se sube al tronco, y pone una mano en su

cabeza haciendo una muy mala actuación de estar mareada, pero Luc y Justin le

creen, porque se acercan a ella y le preguntan si está bien. Justin le entrega una

cantimplora y entrecierro mis ojos con envidia porque aún no llegamos al quinto

obstáculo, dónde dijeron que podíamos tomar agua— gracias. Aún me siento mal,

pero creo que puedo hacerlo.

Justin asiente con el ceño fruncido y todos la observamos atravesar el tronco

sin mucha dificultad. Estoy lista para seguir con el siguiente obstáculo y olvidarme

de ella pero Marea jadea antes de terminar y me quedo mirando mientras

pretende desvanecerse. Casualmente cae del lado donde está Justin y él, siendo

un héroe, la puede tomar en sus brazos y comprobar que esté bien. Le da unas

palmadas en la cara no tan suaves, pero Marea no da indicaciones de que le

duela.
—Tendré que llevarla al hospital —se queja Justin, haciendo una mueca,

mientras todos los que votaron por mí festejan desde afuera. Eva grita y salta por

todos lados como si hubiera ganado los juegos olímpicos.

—Creo que está perfectamente bien —digo, acercándome a él, pero niega

con la cabeza como si no estuviera muy seguro— ¿por qué no le dices a Luc que la

lleve?

—Porque yo soy quien se encarga de eso. Él hace el papeleo —explica, y

luego se acomoda para cargar a la asquerosa en sus brazos— es obligatorio

llevarla al hospital si no despierta después de veinte segundos.

—Despertará después, lo prometo —pongo mi mano en su hombro y le doy

una mirada pesada— no vayas.

—Tengo que ir, Crystal. No te pongas así —empieza a caminar y se da una

vuelta. Estoy apunto de dejar que se largue pero la perra sonríe hacia mí,

abriendo sus ojos solo un momento, aprovechando que Justin no la puede ver.

Jadeo y miro hacia Luc a ver si vio eso, pero él ya está cerca del grupo.

No puedo dejar que Marea intente algo con mi hombre. No me importa

ninguna prueba, sé que Justin no hará nada de todos modos, pero no quiero que

Marea intente algo y que ponga dudas en su cabeza acerca de estar conmigo.

—¡Está fingiendo! —grito, corriendo hacia él, pero Justin solo sigue

caminando, ignorándome. Camino un poco más y me pongo frente a ellos, luego

levanto mi mano y pellizco con todas mis fuerzas el brazo de Marea. Ella solo se

pone tiesa y hace un casi imperceptible sonido con la garganta. La odio. Pellizco

su brazo de nuevo.
—¡Hey! ¡Basta! —me regaña Justin, y lo conozco lo suficiente para saber que

está empezando a enojarse de verdad— ve con los demás, hablaremos cuando

regrese.

—Es en serio. En serio está fingiendo —intento decirle, bloqueando de nuevo

su camino y haciendo que cierre los ojos con fuerza y respire más profundamente,

como si estuviera perdiendo su paciencia poco a poco— es buena en esto. Nos

hemos desmayado falsamente millones de veces para conseguir lo que queremos.

Eso es lo que está haciendo ahora.

—No importa, Crystal, si ella no responde, es mi responsabilidad conseguir

apoyo médico.

—Pero...

—¡Suficiente! —me grita, pasando bruscamente por un lado de mí y

golpeándome con los pies de Marea sin querer. A este punto ya estamos cerca de

los demás. Estamos llegando a la puerta peatonal para salir de la base, me acerco

y la bloqueo— si no te mueves, voy a...

—Está fingiendo, te lo juro. Solo quiere estar a solas contigo —gimo, con

toda sinceridad, mirándolo profundamente a los ojos para que entienda, pero él

niega con la cabeza— no dejaré que salgas.

—James —llama a Luc, mirando hacia un lado con la mandíbula tensa—

quita a Angelo de mi camino. Crystal, te has ganado un castigo. Quédate inmóvil

en una maldita esquina hasta que yo te ordene lo contrario, de esa manera

aprenderás a moverte cuando te lo pido.


Frunzo el ceño hacia él, preguntándome si es en serio, pero Luc pone su gran

mano en mi hombro y me jala hacia afuera. Justin sale de la base y camina con

fuerza hacia el estacionamiento.

Mi labio empieza a temblar y las lagrimas que salen de repente hacen que me

ahogue un poco y escupa cuando empiezo a hipar.

—Crystal... vamos —Luc hace una mueca, incomodo, e intenta consolarme

poniendo una mano sobre mi espalda.

—Vaya, ya era muy raro que la Tragapenes no llorara patéticamente este día

—se burla Mercedes y algunos de mis compañeros se ríen.

—¡Cállate, Dientes de Caballo! —le grito, empezando a llegar a la histeria de

solo pensar en cómo será el camino de una maldita hora hacia el hospital—

¡Aaagggghhhhhh, la odio! Perra horrible. Golfa copiona. No puede soportar que

yo tenga algo que ella no. Voy a ir a su casa y quemar toda su maldita ropa. Juro

por todo lo que hay en el...

—Tranquilízate —me pide Luc, tomando mis hombros y moviéndome hasta

que estamos lejos de todos, quienes me están viendo raro— lo siento. Sabes que

te adoro y todo... pero debes cumplir el castigo de Justin.

—¿Qué? —pregunto, sin poder creer esto. Pensé que los castigos ya no

aplicaban para mí— pero es estúpido. Y ni siquiera está aquí, no va a saber que no

lo hice. Además ¿tienes una idea de lo que va a pasar? Marea va a coquetearle y

me lo va a quitar.

— Justin no es del tipo de hombre que cae en la tentación —me asegura— y

créeme, estos niños te odian, se asegurarán de que Justin sepa que no cumpliste
tu castigo. Y no es estúpido. Si no te moviste cuando te lo pidieron, tu castigo

debe ser quedarte quieta por horas. Es obvio.

—Pero...

—Lo siento —repite— regresaremos y te sentarás en una esquina hasta que

él llegue.

Así que caminamos de regreso. Sigo llorando, en caso de que se lo estuvieran

preguntando. Creo que a estas alturas Marea y Justin ya están teniendo sexo en la

camioneta. Cuando llegamos, todos se ponen en formación y yo debo de ir a

sentarme en la esquina de una cabaña, por fuera obviamente, donde Luc me

pueda estar vigilando. Cierro los ojos y sigo llorando, pensando en todas las

posiciones que mi novio y mi mejor amiga están practicando en este momento.

58

Fifteen seconds

Justin

Empiezo a idear cómo le voy a pedir perdón a Crystal desde que me subo a la

camioneta.

Me rehuso a ser su marioneta personal y hacer todo lo que la mujer me pida

sin cuestionarla o pensar por mí mismo. No soy así y no me convertiré en ese tipo
de hombre por nadie, mucho menos por Crystal, porque sé que es lo que ella

quiere, que esté a su disposición como un perro y cumpla todo lo que se le da la

gana. Pero por otro lado, no quiero empezar mal. No tenemos más de 24 horas

juntos y ya estamos peleando de nuevo. Muchos dirían que eso es lo único que

hacemos, y creo que tienen razón.

Empiezo a pensar que Crystal estaba en lo correcto media hora después de

que empiezo a manejar, porque Marea hace un sonido bajito en su garganta y se

acomoda mejor en el asiento del copiloto, dormida. Se supone que estaba

desmayada, no dormida. De todos modos, tengo esperanza de que éste maldito

viaje al hospital no sea en vano y que la chica tenga alguna enfermedad, así al

menos puedo decirle a Crystal que esto era serio para que su indudable drama sea

más ligero.

Entro al hospital con ella en mis brazos porque no se despertó a pesar de que

la moví por varios segundos, digo que vengo en nombre de los héroes de la

nación, doy el número del seguro y entramos a la habitación designada seguidos

de una enfermera. En el momento que dejo a Marea en la camilla, gime un poco y

se acomoda con sus manos debajo de su mejilla como un tierno bebé alienígena,

incluso tiene una linda sonrisa en sus labios llenos como si no tuviera una sola

preocupación en el mundo. No puedo evitar acercarme hasta que mis labios están

rozando su lóbulo.

—¡Despierta! —grito lo más fuerte que me es posible, haciendo que chille

asustada y se levante de la cama con fuerza. Tan fuerte que me da el cabezazo

más potente de la historia con su frente mutante de extraterrestre— ¡Agh!


La enfermera me dice algo, probablemente me está regañando, y Marea está

gimiendo algo pero no me importa porque mi cabeza está palpitando demasiado

fuerte y no le puedo poner atención a nada. Sé que tendré un chichón en la frente

mañana, tal vez incluso me causó un derrame cerebral.

—Le ruego se abstenga de hacer algo así de nuevo. Podría causarl...

—No se moleste, ya nos vamos —interrumpo a la enfermera, haciendo una

mueca por el dolor punzante de mi frente— esta chica no tiene nada. Saldremos

de la habitación en un momento.

La enfermera asiente, mirándome con odio y se larga. Creo que era la misma

pobre enfermera que entró cuando yo estaba masturbándome frente a Crystal con

arrebato y estoy seguro de que no le pagan lo suficiente como para que tenga que

lidiar con este tipo de cosas.

Me siento en el sillón y me concentro solo en sobar mi frente.

—... que hiciste algo así. Nunca había estado alrededor de alguien tan

grosero y maleducado como tú. No puedo creer que Crisis se haya fijado en ti, de

todas las malditas personas con las que podría estar. Eres lo peor del mundo —se

queja Marea, aun frotando su gigantesca frente roja. Frunzo el ceño hacia ella,

empezando a molestarme— ¿tienes una idea de lo que esa mujer causa? Enamora

al menos a una persona a donde sea que vaya, y ella nunca había proclamado

"amar" a nadie, además de Dario y Juanito, pero él no cuenta. Y ahora resulta que

se enamoró de ti, de un pobre tipo ordinario sacado del barrio que no sabe cómo

tratar a las mujeres...


No voy a empezar a engañarme a mí mismo ni a cegarme por mi apasionado

amor. Crystal es la mujer más hermosa que conozco e innegablemente sexy, pero

en el momento que abre su bella boca, todo eso se evapora. No creo que enamore

a mucha gente siendo de la manera en la que es en primera instancia. Yo la amo

solo porque los buenos caen primero y como lo he dicho antes, dios me odia, pero

dudo que pase muy seguido. Además, yo tengo el privilegio de conocer la persona

que es cuando no está actuando como un bebé mimado.

—Cada vez me caes peor, Marea, en serio. Ni siquiera puedo ser neutral

contigo porque no me nace nada hacia ti —digo, honestamente. Podría tratarla

con frialdad profesional pero no puedo porque la desprecio mucho. Entrecierra

sus ojos hacia mí y hace una cara que pretende ser ruda y me hace reír un poco

porque a pesar de su horrible cabello, no hay manera de negar que es bonita—

ahora, explícame porqué hiciste esto. Porqué pretendiste desmayarte. Manejar

hasta el hospital es una de las cosas que más odio además de pasar el tiempo con

mujeres como tú, así que más te vale que tu explicación me convenza.

Marea cierra sus ojos y hace unas respiraciones profundas por algunos

segundos, luego todo su semblante cambia, me da una sonrisa coqueta, como la

que siempre tiene a mi alrededor. Me doy cuenta entonces de que yo le caigo tan

mal como ella a mí, solo que lo enmascara para lograr algo. Aun no sé qué, pero

es obvio que quiere algo de mí. No creo que sea el trato preferencial, supongo que

a estas alturas ya se habrá dado cuenta de que no es posible.

—Lo siento, sé que estuvo mal —murmura, con la voz dulce— y sé que

tendrás problemas con Crisis cuando regresemos. Odia cuando las personas no
hacen lo que ella dice, también odia cuando su novio y su mejor amiga se van

solos por horas.

—No eres su mejor amiga, tonta. Te odia —me río, cruzando mis brazos y

acomodándome mejor en el sillón. Hay algo muy raro con esta mujer, en serio. Me

da una mirada con puro odio chispeando en sus ojos.

—No me odia —pelea— solo somos... un tipo diferente de amigas, y seremos

amigas para siempre. Puede ser que no lo entiendas porque no has crecido con

nosotras, pero esto que te parece tan raro y tan antinatural, es tan normal para

nosotras como respirar. Hacer desafíos, pelearnos, insultarnos, odiarnos... es cosa

de todos los días. Somos muy iguales y eso hace que choquemos, pero también

significa que nos entendemos mejor que cualquier otra persona. Crisis es mucho

más mía que tuya.

—Claro que no. Crisis es un estúpido apodo y no me gusta. La chica a la que

llamas así ya no existe, ahora es Crystie —murmuro, aunque no es muy cierto. Sé

que este programa no ha sido muy eficiente con Crystal por todo lo que ha

pasado, pero también creo que ha hecho un cambio considerable desde que llegó.

Quiero decir, es seguro que cambió, porque si no, yo nunca me hubiera fijado en

ella de en una manera que no fuera sexual.

—Si no puedes aceptarla, entonces no deberías estar con ella —frunce el

ceño y se para de la camilla, luego camina hacia mí— déjala. De todos modos nos

iremos a Nueva York y seguramente no irás con nosotras, eso significa que ella

seguirá siendo la misma Crisis de antes, esa que no conoces y que nunca

aceptarías.
—No pretendas que sabes de lo que estás hablando.

—No pretendas que sabes lo que haces con ella, o que la conoces —pone los

ojos en blanco y se quita la blusa del uniforme frente a mí, quedando en un sostén

casi transparente que me deja ver a la perfección sus pezones— no pretendas que

solo tienes ojos para ella y que no me deseas a mí también.

—Créeme, no lo hago. Estás causando que mi pene quiera desaparecer de la

faz de la tierra —digo, negando con la cabeza y volteando para otro lado, porque

sí, la odio, pero no puedo evitar notar que sus pechos son tan grandes y jugosos

como los de Crystie.

—Eso no es cierto, y ambos lo sabemos —se ríe. No la comprendo para nada,

primero está odiándome y al siguiente segundo está desnudándose frente a mí.

No logro entender qué es lo quiere— y de todos modos, no es como si fuera la

primera vez que Crystal y yo compartimos a algún hombre. Lamentablemente esta

vez ella no está presente.

—¿Tuvieron un trío? —pregunto, incapaz de no hacerlo, regresando mi vista

a ella. Marea se ríe y asiente. Mi estómago se encoge con cantidades iguales de

deseo y celos.

—Dos tríos —dice, mordiendo su labio cómo si los estuviera recordando.

Empiezo a sentir más sangre bombeando hacia mi creciente órgano masculino que

de momento odio y aprieto los dientes, intentando controlarlo— te gusta eso ¿no

es así? También estuvimos solas una vez, explorándonos... investigándonos...

Oh, no.
Ahora tengo una completa erección y no puedo ni siquiera pararme y dar

esto por terminado porque quiero que me siga contando cómo fue esa

exploración. Trago saliva y tomo aire cuando empieza a decir algo acerca de un

jacuzzi. Estoy tan conmocionado por las palabras de Marea que no me doy cuenta

de que se encarama sobre mí como un chango. Me pongo tenso cuando la siento y

empiezo a empujarla.

—... ella es suave ¿cierto? ¿Te gusta que sea suave? —pregunta con la voz

incluso más baja que antes. Sí, me gusta que Crystie sea suave— ¿te gusta cómo

se siente estar dentro de ella? Me han contado que me siento igual que Crisis, que

nuestro cuerpo es idéntico... ¿no te gustaría comprobarlo?

No. No me gustaría ¿Qué demonios estoy haciendo?

Me pongo tenso de nuevo, recobrando las neuronas que se me fueron por

unos momentos, pero supongo que Marea se da cuenta de que estoy apunto de

sacarla volando porque hace algo que no me imaginé. Actúa como un animal de la

jungla y lleva su cara a mi cuello rápidamente, luego lo muerde y empieza a

succionar como si su vida dependiera de ello.

Pongo mi mano en su delicada mandíbula y alejo su cara de mí con fuerza,

quizás demasiada. Me levanto, casi tumbándola al piso, tomo su blusa del piso y

se la doy sin decir nada. Por suerte no pone resistencia y se cubre, entendiendo la

situación. Tomo su cuello en mi mano cuando está decente, empezando a caminar

hacia la salida sin soltarla para que camine rápido.

—Si fueras una persona inteligente nunca hubieras hecho eso. Acabas de

ganarte castigos de aquí hasta el día que te vayas y me has hecho enojar de
verdad —murmuro en su cabello, con voz baja y obstruida— si causas algún

problema conmigo y Crystal, voy a seguirte hasta donde sea que vivas y seguiré

haciendo tu vida miserable. Ahora súbete al asiento trasero y no hables de nuevo

o te juro que te dejo en el desierto a que te pudras debajo del sol.

Por suerte para ella, me hace caso. No pienso tener misericordia con ella,

estará comiendo engrudo de aquí hasta que se vaya y corriendo desde que se

despierte hasta que se desvanezca en el suelo. Y no la volveré a traer al hospital.

No puedo creer que dejé que eso pasara. No puedo creer que ella se quitó la blusa

y no hice nada para detenerla.

El camino de vuelta se me hace mucho más rápido que el de ida.

—Te recomiendo que saborees mucho tu cena porque no volverás a probar

comida normal hasta que regreses a tu nave espacial —advierto hacia ella en el

momento que salimos de la camioneta— prepárate para mañana.

—Lo siento, yo...

—Cállate. No vuelvas a dirigirme la palabra al menos que te pregunte algo

directamente.

Marea traga saliva tan fuerte que la escucho, luego se va tambaleando un

poco, como si sus piernas estuvieran temblando.

Ya está empezando a oscurecer, camino hacia la formación lentamente sin

ganas de llegar nunca. No me he sentido de esta manera desde hace mucho, como

un niño problema, como si estuviera caminando directo a mi padre para recibir

una golpiza por algo malo que hice. Lamentablemente esto será peor, porque no
creo que Crystal quiera arreglar esto golpeándome y esperando que me defienda y

pelee de vuelta. Siendo honesto, preferiría eso en este momento.

Cuando llego y alcanzo a ver que no está entre los demás mientras ellos

hacen una serie de sentadillas con salto, cierro los ojos y llevo mis manos a mi

cabello porque recuerdo el castigo que le di en medio de mi frustración porque no

se quitaba de mi camino, y sé lo mucho que odia cuando la castigo.

Escaneo el perímetro un segundo y la encuentro, parada en la esquina de una

cabaña frente a la formación, luciendo total y rotundamente enojada. Sus brazos

están cruzados en su pecho y sus labios en una linea apretada. Respiro

profundamente varias veces antes de tomar el coraje de caminar hacia ella. Me

siente llegando, voltea a verme por medio segundo y luego aprieta más sus brazos

y voltea hacia otro lado con desdén.

—Sabes que no hablaba en serio. No tenías que quedarte aquí —murmuro,

cuando estoy cerca de ella. Fue algo estúpido pero no sé que decir, ella actúa

como si no me hubiera escuchado. Me acerco incluso más y me aventuro a tocar

su cara, pero me da un manotazo y voltea hacia el otro lado con la nariz en alto y

los ojos entrecerrados— ¿Estás enojada conmigo porque no te hice caso?

Sigue sin contestarme, ni siquiera me voltea a ver. Llevo una mano a mi nuca,

alejándome un poco de ella y volteo hacia Luc y los niños, quienes ya no están

aquí. Estamos solos y eso es bueno, supongo, porque nadie va a ver cuando haga

el ridículo y le pida perdón por esos quince segundos de estupidez con Marea.
—¿Ayudaría si te dijera que tenías razón? —pregunto, a una distancia

prudente. No estoy muy cerca, pero aun puedo tocarla si estiro mis brazos—

Marea estaba fingiendo.

—Obviamente. Y tú ya sabías eso pero aun así te fuiste con ella —pone los

ojos en blanco con fuerza y se deja caer contra la pared, mirándome a los ojos por

primera vez desde que llegué. Me doy cuenta de que los tiene rojos, como si

hubiera llorado— ¿Cuántas veces lo hicieron?

—No seas estúpida, Crystie. Claro que no hicimos nada —me defiendo, y eso

la relaja un poco. Solo un poco, hasta que abro la boca de nuevo— pero...

—¿Pero qué? —pregunta, entrecerrando los ojos hacia mí y alejándose de la

pared— dímelo, quiero tener una buena excusa para castrarte.

—Hubo... quince segundos, dieciséis, máximo, dónde yo... dejé que... —mi

voz está saliendo como si estuviera en vibrador, quebrada. Y sí, soy lo suficiente

hombre como para aceptar que tengo miedo. Tengo miedo de qué va a decir y

cómo va a tomar esto. Para mi mala suerte, ni siquiera me deja terminar, empieza

a caminar antes de que pueda seguir hablando, pero no la dejo huir. Me apuro y

rodeo su cintura con mis brazos, pegándome a su espalda— dejé que me dijera

algunas cosas y se quitara la blusa. Incluso tuve una erección, pero en el momento

en el que me tocó, paré todo. Te lo juro. Saltó sobre mí cómo un manatí salvaje y

me mordió el cuello, pero logré quitarme a la bestia de encima. Eso fue todo.

—¿Eso fue todo? ¿Quince segundos y una erección? Podrá sonar como muy

poco para ti, pero no lo es. Y no esperaba eso, considerando que nunca me diste la

hora del día a mí hasta que te obligué a que lo hicieras. Tenía más confianza en ti
—murmura. Ni siquiera está peleando contra mí y eso lo hace peor. Su voz está

triste, la aprieto más fuerte contra mí y entierro mi cara en su cuello— suéltame.

—Yo te di días completos, Crystie. Incluso cuando te odiaba, no hacía otra

cosa además de estar pensando en ti. Me has dado incontables erecciones. Y la

única manera en la que Marea logró captar mi atención fue hablando de ti, nada

acerca de ella me gusta ni un poco, pero soy un hombre y lo que dijo me volvió

estúpido, pero fue solo eso —prometo, apretándola tan fuerte que siento sus

costillas. Suelto mi agarre y dejo que se voltee para estar frente a mí. Ni siquiera

espero a que diga algo que me haga sentir peor, solo bajo mi cara y tomo sus

labios, aunque ella no ponga nada de su parte. Odio cuando no responde a mis

besos— esos quince segundos fueron cuando me contó lo que ustedes hicieron en

el jacuzzi de tus padres, y cuando me dijo que habían hecho dos tríos. Era

imposible que no captara mi atención.

Su cuerpo se relaja un poco, pero aun está enojada. Y lo entiendo. No sé

cómo reaccionaría de saber que ella estuvo quince segundos observando a un tipo

con la cosa de fuera mientras él le cuenta de una exploración gay que tuvimos.

Creo que yo ya estuviera golpeando, aventando algo y gritando. No soy conocido

por tener un temperamento tranquilo cuando se refiere a ella.

—Está bien —dice, después de pensarlo un rato, y siento como que me

quitaron algo de encima. Me acerco a besarla de nuevo pero mueve la cara— iré

con los demás. Nos vemos mañana.


Crystal

Me guardo una sonrisa de satisfacción mientras intento escapar de Justin. Me

estoy muriendo por ir con Marea y reírme en su cara de que la única manera en la

consiguió la atención de mi novio fue hablando de mí, pero Justin no me deja ir.

Toma mi antebrazo e intenta atraerme hacia su cuerpo, pero no tengo ganas de

estar con él en este momento.

—Ven conmigo mejor. Te haré algo de comer, lo que tú quieras. Sé hacer

gelato —intenta seducirme, pero no va a funcionar a pesar de que mi estomago

ha estado rugiendo por horas— por favor.

—No, no quiero estar contigo —peleo, jalando mi brazo— quiero ir a cenar

con mis amigos y dormir en mi cabaña como debería de ser.

—¿Vamos a regresar a eso? —pregunta, dándose por vencido y cruzando sus

grandes brazos en su pecho, empezando a molestarse conmigo, como si pudiera

darse el lujo de estar enojado en este momento— pensé que habíamos acordado

que aunque estuviéramos enojados, íbamos a dormir juntos.

—Eso fue antes de que pasaras quince segundos siendo un novio de mierda

—me encojo de hombros y empiezo a caminar hacia atrás— además, hay que

acostumbrarnos ¿no? Ya se va a acabar el campamento, me iré de aquí y vamos a

dormir solos todos los días, eso es si no encuentras a otra tipa inútil que se

parezca a mí y te dé otros quince segundos de estupidez.


También habíamos dicho que no íbamos a mencionar el hecho de que no nos

queda mucho tiempo juntos y aquí estoy, echándoselo en la cara. Creo que se lo

merece, pero no estoy muy segura. Lo que hizo no constituye ser infiel, pero de

todos modos necesito que sepa que no voy a tolerarlo. Sé que Justin no soportaría

quince segundos y bragas mojadas de mi parte ante otro hombre, y no es justo

que él espere que no esté enojada. Aún así, soy madura y no quiero causar

problemas innecesarios cuando ya falta tan poco para que esto se acabe.

—Lo siento —murmuro, antes de que él pueda decirme que no debí haber

dicho eso. Justin está tenso y de alguna manera los roles se invirtieron y ahora yo

soy la que está pidiendo perdón— tal vez vaya a tu habitación en la noche ¿de

acuerdo?

—¿Por qué no vienes conmigo ahora, entonces? No tienes porqué ir a comer

esa mierda de la cafetería. Y no quiero que te topes con Marea cuando yo no estoy

presente porque puede terminar en desastre.

—No va a pasar nada, lo prometo. Solo hablaré con ella —miento. Planeo

golpear su tonta nariz operada— y estoy enojada contigo, no lo olvides, pero

dejaré que me pidas perdón más tarde en tu cama.

—De acuerdo —pone los ojos en blanco, inclinándose de nuevo para

besarme. Esta vez lo dejo. Pongo mis manos en su cara e incluso participo, pero

me separo rápido porque aun no lo perdono oficialmente— pórtate bien. Y entra

despacio a la habitación si llegas tarde, sabes que Hunter se enoja si lo despiertas.


Asiento y me doy una vuelta, muy tranquila, pero en el momento en que doy

una vuelta y sé que Justin no me está viendo, empiezo a poner mi postura de

gladiadora, dispuesta a dar unos golpes por mi hombre.

Encuentro a Marea sentada sola en un tronco mientras el resto del grupo está

platicando, completamente alejados de ella. Mi corazón se ablanda porque sé

cómo se siente que los arrastrados malagradecidos esos no quieran hablarte y sé

que Mar no está acostumbrada a ser la excluida en ningún lugar. Que lastima que

estoy enojada en este momento.

Me paro frente a ella con mis manos en mis caderas, luciendo súper

atemorizante.

—Me contaron de tu intento fallido, ramera sinvergüenza ¿cómo se sintió ser

rechazada por el amor de mi vida? ¿Entendiste que no tienes nada que él quiera?

Porque creo que lo hizo obvio cuando la única manera en la que pudiste lograr

algo de él fue hablando de mí —me río, moviendo mi cabeza como si fuera de

barrio, pero Marea solo me mira y sonríe como si estuviera muy divertida— se

supone que me tienes que tener miedo, asquerosa, no me sonrías. No acepto tu

estúpida sonrisa, bórrala de tu cara o la borraré de una cachetada.

—Lo siento, estoy muy asustada, en serio —promete sarcásticamente— con

toda seriedad, el rechazo es humillante y horrible y no me gusta. Tu novio es el

patán más grande de la historia, es irrespetuoso y grosero y no quiero tocarlo ni

con un palo de diez metros. Era solo un desafío.

—Uno que perdiste, como siempre. Otra victoria a mi bolsillo —presumo,

sentándome a su lado, contenta de que una vez más, he ganado. Aunque estoy
algo molesta de que no esté peleando conmigo y esté actuando tan pasiva. Me

gusta más cuando me insulta también— ¿cómo fue? Cuéntame y no te guardes

ningún insulto.

Entonces me cuenta desde que mi bebé gordito le gritó en el oído y se dieron

un cabezazo, hasta que le intentó hacer un chupetón en el cuello y él aplicó la de

siempre y le dijo cosas feas, incluso la amenazó con dejarla en el desierto sola

para que se pudriera debajo del sol.

¿Cómo puedo no amarlo cuando hace cosas así? Es mi alma gemela.

—No sé qué es lo que te gusta de él —se queja, haciendo una cara fea y

jugando con las puntas abiertas de su cabello platinado— además de su físico.

—Yo tampoco —murmuro— me gusta todo, supongo. No es tan malo cuando

lo conoces.

—Claro que sí lo es —masculla, empezando a enojarse. Se voltea

completamente hacia mí y entrecierra sus ojos— creo que deberías dejarlo. Es mi

consejo y yo nunca me equivoco.

—Claro que no lo voy a dejar, estás tonta. Es mío y lo será para siempre... al

menos que me aburra de él —juego, porque obvio no estoy hablando en serio,

pero Marea sigue enojada— ¿qué tienes? En serio. No es el primer patán con el

que estoy ¿Recuerdas a Tadeo? Dios, era el mayor imbécil de la historia.

Muchísimo peor que Justin, y nunca tuviste un problema con él.

—El problema no es Justin, a pesar de que realmente lo odio... es otra cosa

—murmura, tan bajo que tengo que acercarme más porque no entendí muy bien.

Marea levanta la vista hacia mí y se lame los labios nerviosamente— te amo.


—Yo también te amo, idiota —contesto, bufando con risa— ¿Tú crees que yo

dejaría que cualquier estúpida me tratara como tú lo haces?

Obviamente la amo. No puedes pasar toda tu vida con alguien y no amarlo, a

pesar de que la amistad no sea tan verdadera como debería ser y peleen más de lo

que se llevan bien.

—No, no entiendes. No es amor de amigas —niega con la cabeza y sus ojos

se ponen cristalinos, como si fuera a llorar— te amo como... te amo como tú amas

a Justin .

Mi boca se abre y no puedo parpadear, estoy considerando sus palabras.

No puedo creerlo. Quiero decir, sí, obvio yo soy una mujer muy bonita y

simpática y sé que tengo capacidad para enamorar a todo tipo de personas, pero a

Marea le gustan los hombres. Le gustan grandes, fortachones y sensuales. Nunca

pensé que podría gustarle una mujer.

Aunque, ahora que lo pienso bien... es un poquito evidente. Por ejemplo,

siempre está tocando mi cabello o mi cara, siempre me está tratando bonito a

pesar de que trata mal a todas las personas, siempre insiste en que durmamos en

ropa interior en nuestras pijamadas. Esas dos veces que estuvimos con otro

hombre, Marea se concentró más en mí que en ellos, y yo pensé que era porque

los tipos no le gustaban, pero supongo que es porque yo le gustaba más.

—Mar —susurro, sin saber bien qué decir. No quiero rechazarla y romper su

corazón, pero Marea aprovecha que no sé qué hacer y rompe el espacio entre

nosotras, dándome un beso.


Oh, mierda. Ni siquiera me atrevo a romper el beso y decirle que no me gusta

la papaya. Soy muy buena, es una maldición. Y Marea podrá actuar como una

bruja sin sentimientos pero sé lo sensible que es con este tipo de cosas.

59

Smack that

Justin

Crystal no llegó a mi habitación anoche y yo no pude dormir. Estaba

preocupado de que hubiera peleado con Marea o algo parecido y estuviera tirada

en medio del desierto, o que tal vez se fue a dormir sola a su cabaña y me mintió

acerca de estar bien.

La puerta se abrió cerca de las dos de la mañana pero no era ella, era el raro

de Xavier. Y lo supe porque se tropezó con algo en el piso, haciendo un escándalo

porque como siempre, no puede caminar tres pasos sin hacer alguna tontería.

Estuve cerca de preguntarle por Crystie pero antes de que pudiera hacerlo,

Superluc se levantó de su cama, fue al rescate de su novio y se empezaron a besar

ahí parados, pensando que estaba dormido.

A las tres de la mañana, Xavier y Luc ya se han dormido después de hacer sus

cochinadas y pelear bastante fuerte por un rato. Tan fuerte que sentí la necesidad
de levantarme y caminar hacia ellos para tranquilizarlos en varias ocasiones. Por

lo que escuché, las cosas en el paraíso andan mal.

Me levanto y me pongo el mismo pantalón del uniforme que me quité en la

noche y mis botas más cercanas. Decido andar sin camisa porque no encuentro

ninguna cerca y salgo dispuesto a aclarar todo con Crystal porque este tipo de

tonterías ya no son bienvenidas y no es justo que yo no pueda dormir por su

culpa. Ahora tenemos una relación de verdad y ella debe decirme si está enojada

o no, sabe eso. Yo no puedo adivinar lo que está pensando.

Voy directo a su cabaña y abro la puerta sin cuidado porque obviamente

todos ya saben lo que está pasando entre nosotros y andar a escondidas es

molesto, pero su camilla está sola. Cierro mis ojos un segundo, pensando de

nuevo en la otra opción. Miro a la vieja camilla de Crystal donde ahora duerme

Marea y también está sola.

Salgo de ahí inmediatamente y empiezo a buscarlas, pensando en todo tipo

de escenarios posibles con esas dos. Varios involucran homicidio.

Para mi sorpresa, las encuentro bastante rápido. Están en el piso, cerca de la

cabaña y lo que me encuentro no era para nada lo que me esperaba. Ambas se

están riendo y escribiendo algo en un pedazo de papel. Marea está recargada en el

hombro de Crystal y se ven muy apegadas. Mucho más de lo que me esperaba

después de lo que pasó con el alien. Solo pensar en eso hace que entrecierre mis

ojos hacia ella con rencor.

—Un poco de hierba para poner el ambiente, unos tres kilos —opina Marea y

Crystal escribe sin dejar de reír— ¡Estaba bromeando! No lo escribas.


—No está de más —murmura Crystie con voz baja y traviesa— unas

invitaciones también.

—Cierto... pero Eva y Xavier no están invitados, y mucho menos el patán de

Justin —masculla Marea con desagrado en su voz y frunzo el ceño mucho más

profundo cuando Crystal no hace nada además de reírse más fuerte y empujarla

un poco, sin importarle que me haya llamado patán después de tirárseme encima

como perra en celo— Kellypopótamo es V.I.P. por supuesto.

—Obviamente. ¿Sabes? Creo te gusta Kelly y por eso la molestas como un

niño de kínder —se burla Crystie sin dejar de escribir en el papel, apoyándose en

su rodilla.

—Me gustan las gordas, no lo puedo evitar —dice Marea, encogiéndose de

hombros y Crystal jadea completamente ofendida, quedándose sin aire, y luego

pretende que se desmaya. El alien empieza a reírse y me canso de estar

escuchando escondido. Camino un poco más y me hago notar— umh...

—Justin ¿Qué haces aquí? —pregunta Crystie, empezándose a parar.

—Te estaba buscando —contesto, estirando una mano hacia ella para

ayudarla— ¿Por qué estás conviviendo con el enemigo a estas horas?

—¡Tú eres el enemigo! —me grita el maldito extraterrestre desde el piso pero

solo toma una mirada para que recuerde su lugar— perdón... no me siento muy

bien.

Crystal toma mi mano y me hace caminar un poco para que su amiga no nos

escuche, luego me abraza y entierra su cara en mi pecho desnudo, haciendo un

pequeño quejido de cansancio, lo cual me tranquiliza.


No sé qué pasó conmigo esta noche y no quiero volver a hablar de eso.

Estaba entrando en pánico por nada y empecé a pensar cosas que no venían al

caso. Creo que Crystal me ha contagiado de su dramatismo.

—Vamos a dormir, amor. Solo tenemos dos horas —me quejo, bajando mi

cabeza para hablarle en el oído. Crystal niega con la cabeza y se separa de mí.

—Me quedaré con Mar, estamos haciendo algo importante —se pone en

puntas y me da un beso en la mejilla, luego me empuja suavemente— nosotras

tendremos tiempo para dormir mañana. Tu padre, tan amable como siempre, nos

ha dado el día libre.

—Mi padre jamás le daría el día libre a nadie ¿Qué le hiciste? ¿Aún sigues

con esa tontería de Markus? —pregunto, frunciendo el ceño. Crystie se muerde el

labio, conteniendo la risa, y asiente con la cabeza— no creo que...

—Lo sé, no es bueno que esté jugando con un hombre mayor, pero piénsalo

de esta manera... estoy completamente salvando a tu familia de la inminente

destrucción y el estado fatídico en el que se encontraba —dice, encogiéndose de

hombros. Ruedo los ojos y me detengo de decir algo porque está en lo correcto.

Tal vez no la está salvando porque sinceramente creo que es insalvable, pero al

menos está intentando hacer algo. Y lo aprecio— ve a dormir, Osito. Yo dormiré

más tarde.

—De acuerdo, entonces —me encojo de hombros y la abrazo. Puedo ver a

Marea mirándonos desde el piso y me detengo de decir algo solo porque no

quiero tener problemas aquí. Estoy aliviado de que se estén llevando bien y no

quieran pelear, pero al mismo tiempo me parece raro.


Crystal

Cuando nuestra alarma resuena por todo el campamento, ya estoy delirando

del sueño. Estoy hablando cosas con Marea que nunca hemos hablado antes,

como por ejemplo porqué nos odiamos tanto. La verdad, no pudimos encontrar la

razón, pero ambas sabemos que ahí está y que a pesar que nos llevemos bien lo

que queda de este campamento, en el momento que ambas estemos fuera de

nuevo, empezaremos con nuestro mismo instinto competitivo y con nuestra

verdadera naturaleza víbora de siempre. Pero por el momento, me alegro de que

estemos llevándonos bien.

Pensé que iba a ser un gran problema decirle que no me gusta de esa manera,

pero Mar actuó bien y me aseguró que sabe cómo lidiar con ello, pero tenía que

sacarlo de su pecho. Supongo que ya sabe que mi amor por los hombres no puede

ser puesto en duda.

Mientras mis compañeros hacen lo de todos los días, yo camino hacia la cede

de los uniformados. Toco la puerta por cerca de cinco minutos y luego abro sin

esperar que me contesten, encontrándome a mi suegro acostado en el sillón sin

camisa, gruñendo y despertándose y una mujer pelirroja desnuda buscando su

ropa en el piso. Hay una botella vacía en el piso y un olor horrible a alcohol y

sexo.
—Vístete más rápido, corazón —ordeno después de varios minutos. La

estúpida aun no encuentra sus bragas y anda con las nalgas planas al aire. Decido

ignorarla y me concentro en el General, quien se está sentando en el sillón a la

velocidad de un caracol, tomando su cabeza en sus manos— no es grato

encontrarte de esta manera, pero ya qué. Aquí está mi lista con las peticiones para

la fiesta de hoy, la cual se llevará a cabo en este lugar.

—Crystal... no estoy en el mejor estado en este momento. Hablaremos más

tarde.

—No, hablaremos ahora —abro la puerta y señalo hacia afuera una vez que

la pelirroja está decente. Ella duda y mira al General. Es obvio que la mujer es

idiota— largo, vete. Ciao. Bye. Adiós. Desaparece.

—Pero...

—Sasha, por favor —pide Jeremy, sin levantar la vista— vete de aquí. Espera

en el despacho.

—No, no esperes en ningún lugar. Llama a un taxi y regresa al prostíbulo de

donde saliste. La señora de la casa vendrá en unas horas y lo último que quiero

después de rogarle toda la noche que le de otra oportunidad a este borracho, es

que tú arruines todo.

No estoy bromeando, estuve hablando bastante tiempo con Patricia anoche y

le expliqué todo lo que debía hacer con lujo de detalle para que esto salga bien.

Creo que estoy salvando la vida de Jeremy y no es justo que él esté con esta

pelirroja de dólar y medio.


—¿A qué te refieres con eso, Crystal? —pregunta Jeremy, de repente parado

cerca de mí. Aprieto mi nariz por su olor, exagerando un poco— ¿Patricia vendrá?

¿Está dispuesta a hablar conmigo?

—Exacto. Ese era nuestro trato y yo siempre cumplo, pero hay algunas

condiciones y la primera es que esta pelirroja falsa se large del campamento y no

aparezca por aquí nunca más— me cruzo de brazos y lo miro directo a los ojos,

esperando que haga algo. Asiente, con una pequeña sonrisa y se mueve hasta que

está cerca de un mueble de roble, abre un cajón con una caja fuerte y saca unos

billetes, luego se acerca a la tipa y le da todo el dinero. Ugh— vuélvete loca,

pobretona.

—No hay necesidad de insultarnos —me dice la pelirroja con un acento

horrendo mientras toma el dinero y luego dice algo en voz baja para Jeremy. Él

niega con su cabeza y la escolta hacia la puerta. El muy imbécil ni siquiera le da

un abrazo incomodo cuando la despacha.

—Segunda condición —sigo hablando en el momento que cierra la puerta—

nunca vas a volver a traer a ninguna otra mujer. Esto no es ningún juego y tendrás

una relación seria y madura con Patricia ¿de acuerdo?

—¿Ella está de acuerdo con eso? Lo creas o no, Patricia fue la que dio la idea

de estar con otras personas.

—Claro que está de acuerdo. Ahora, la otra condición es que, claro, cumplas

lo que te pedí de mis horas de servicio comunitario y que consigas todo esto para

la fiesta de esta noche —le entrego el papel, el cual está lleno de palabras por los

dos lados— ni una cosa más ni una cosa menos. Y la última condición es que me
dejes dormir aquí un par de horas, no dormí anoche por estar hablando con

Patricia. Ah, y que mi amiga Marea Gallegos pueda tener unas horas libres para

descansar porque también ayudó en esto.

Jeremy no me pone atención, solo está leyendo nuestras peticiones, las

cuales por supuesto son algo exageradas.

—No te traeré marihuana. Ni lo pienses. Lo demás... no está tan

descabellado. Y supongo que mi hijo estará aquí controlando la situación.

—No, tu hijo estará aquí divirtiéndose y tomando y bailando conmigo, pero

sí, supongo que no dejará que nada se salga de las manos.

—Bien, entonces te conseguiré esto. Espéralo en unas horas —acepta, y

sonrío— y supongo que te puedes quedar a dormir aquí. Hablaré con tu amiga

para que se tome unas horas.

—Eres el mejor suegro del mundo —miento, y me acuesto en el sillón. Sé que

probablemente tuvo sexo aquí pero con el sueño que tengo, ni siquiera me

importa, solo estoy agradecida de estar en un lugar con aire acondicionado

porque no tengo la fuerza de caminar hasta la habitación de Justin ,

probablemente me moriría en el camino— apaga la luz cuando salgas, gracias.

Ni siquiera sé que más sucede porque me desmayo en el sillón. Cuando

despierto, estoy babeando tanto en mi brazo que me hizo soñar que estaba

nadando en el mar. No sé cuanto tiempo ha pasado pero estoy descansada y feliz.

Voy a tomar una larga ducha en la habitación de Justin y a ponerme mi uniforme.

—Ya era hora de que la princesa nos bendijera con su presencia —dice Luc

cuando me ve llegando y hace una reverencia sarcástica. Le aviento un beso a él y


otro a Justin antes de ponerme a un lado de Xavier y ponerme en la misma

posición que él en el piso. Xavier ni siquiera me voltea a ver— sigamos.

El día pasa lento como el demonio, solo hacemos ejercicio con pesas. Eva está

del otro lado de la formación, Marea también y Xavier no me hace caso para

nada. Completamente aburrido. Por otro lado, es bueno saber que tengo la

energía necesaria para hacer ejercicio casi todo el día, no perder el aire por

completo y no querer morir después de solo unos minutos, como los primero días.

Antes de que sea hora de terminar las actividades, el General se acerca.

Justin se pone tenso cuando su padre camina detrás de él y golpea su hombro,

igual de fuerte que siempre, pero esta vez no hay ningún comentario pasivo

agresivo. Me doy por bien servida.

—Necesito a la señorita Angelo —dice, dando unos pasos para atrás y yo

camino hacia él con emoción antes de que Justin me diga que lo haga o que no

puedo. El General me entrega una bolsa— todo está listo. Cumplí cada uno de tus

deseos y puedes tener tu fiesta. Después de esto, ni pienses que puedes seguir

utilizándome como tu hada madrina.

—Genial —contesto, dándole un vistazo a la bolsa— Patricia llegará en

cualquier momento. El plan es el siguiente, y escúchame con atención. La llevarás

al restaurante más elegante que puedas encontrar en Los Angeles, y durante el

camino hacia allá, vas a derramar tu alma. Vas a pedirle perdón por cada pequeña

cosa mala que has hecho en toda tu vida y luego vas a rogarle que esté contigo.

Cuando eso suceda y ella diga que sí, prometerás que nunca más te vas a meter

con otra mujer, y cumplirás esa promesa. Después de un tiempo, comprarás el


anillo más caro que puedas encontrar y le pedirás que sea tu esposa de una

maldita vez.

El General se me queda viendo con confusión un par de segundos y luego su

estoico rostro se rompe un poco y casi deja salir una sonrisa, pero la esconde

antes de que pueda florecer por completo. Al menos tengo la tranquilidad de que

no odia mi plan.

Justin

No soy capaz de soportar no saber de qué están hablando así que me acerco a

ellos y le digo a Crystal que regrese con los demás para poderle preguntar a mi

padre qué pasa. Ella asiente, completamente contenta y aprieta la bolsa negra en

sus manos antes de besar mi mejilla ruidosamente e irse.

—¿Qué está pasando? —le pregunto a mi padre una vez que ella se ha ido y

él se ríe un poco.

—Tu pequeña novia me utilizó a su antojo —murmura, y cruza sus brazos en

su pecho. Me preparo para defenderla si dice algo más, pero él solo niega con la

cabeza— esa mujer es una bala. Y no le digas que te dije esto pero creo que me

cae bien. No tiene miedo.

—No, no tiene miedo, o sentido de preservación. Si sigue molestándote...


—No soy un niño de primaria, puedo cuidarme solo —me interrumpe y luego

carraspea su garganta— y acerca de todo lo que dijo en nuestro cumpleaños, de la

manera en la que te he criado y he sido contigo...

—Está bien, no quiero que...

—Tenía razón —continua, sin preocuparse de que no quiero que diga nada.

Sé a dónde va y no entiendo cómo es que está hablando de esto, sinceramente. No

somos las personas más abiertas o la familia más comunicativa— nunca he

demostrado que te am...

—Cállate —le pido, sintiendo que toda mi piel pica— lo sé. No tienes qué

decirlo. No le hagas caso a Crystal, ella piensa que todo el mundo debería andar

por la vida diciendo lo que sienten siempre.

—Pero creo que por lo menos una vez debería decirlo. Estoy orgulloso de ti y

te amo. No siempre estoy feliz con tus decisiones porque no eres capaz de seguir

simples instrucciones la mayoría del tiempo y crees que puedes hacer lo que te de

la gana y todo saldrá bien mágicamente, pero aún así, eres mi hijo y te amo.

Aunque hayas sido no deseado y aunque hayas arruinado mi carrera.

Cierro los ojos con fuerza y maldigo mil quinientas veces a Crystal. Ahora

tendré que decirlo yo también. El que haya podido decírselo a ella no significa que

puedo decírselo a cualquier otra persona.

—Como sea —murmuro, sintiéndome incómodo como pocas veces me he

sentido en la vida— yo también siento... eso. Aunque seas más un hermano mayor

abusivo que un padre.


—Al menos lo he intentado —se encoge de hombros y no puedo hacer nada

más que asentir con entendimiento porque sinceramente, no podría asegurar que

yo sería diferente o mejor si tuviera un hijo. Además, mi abuelo es muchísimo

peor que mi padre, así que en el esquema del árbol genealógico, mi padre no es

tan malo. Solo no sabe qué hacer conmigo— escucha, después de que regreses de

Syria, podr...

—¿Pensé que no iría? —lo interrumpo de nuevo, recordando el castigo que

nos ganamos Luc y yo cuando nos fuimos a Los Angeles: dos meses más en el

campamento. Mi padre pone los ojos en blanco y niega con la cabeza.

—Claro que irás, Justin, de ninguna manera yo permitiría que te perdieras de

esta gira por una estupidez. Y, una vez que regreses... porque tienes que regresar...

puedes decidir qué es lo que quieres hacer de tu vida. Si no tiene nada que ver

con el ejercito, no hay ningún problema.

—Por supuesto que voy a regresar —contesto en voz baja, parpadeando

mucho. Claro, regresaré, al menos que me muera mientras estoy allá, pero me

gusta pensar positivo.

No puedo creer que esté diciendo esto, nunca me ha prohibido ir a la

universidad o conseguir un trabajo fuera de aquí pero tampoco me había dado la

oportunidad de hacer otra cosa. Ni siquiera yo me había puesto a pensar en que

tal vez algún día sería algo que no tuviera nada que ver con este tipo de vida.

—Buena platica —murmura después de que he estado en silencio por un

minuto. Golpea mi hombro de nuevo y se lo devuelvo, haciéndolo tambalear un


poco. Asiente hacia mí y se va por donde vino. Dejándome con mil cosas en la

cabeza.

➿➿➿➿

"Estás cordialmente invitado al exclusivo evento de Mar y Crisis, el cual será

llevado a cabo en la cede de los uniformados en el centro del campamento. Sería para

nosotras un placer tenerte celebrando que ya casi es el final de este espantoso

campamento que tanto nos ha hecho sufrir. Te esperamos a las 10 pm en atuendo

formal"

Termino de leer la invitación elegante que Crystal me entrego y levanto mi

mirada hacia ella con confusión.

—¿Qué significa esto?

—Significa que tenemos una fiesta, tonto —rueda los ojos y camina hacia mi

armario, luego empieza a ver mi ropa— tu padre nos dejó usar su cuarto

masculino para tener algo de diversión, lo cual hace falta en este desierto.

—¿Por qué estás llevándote bien con Marea, Crystie? —pregunto, ignorando

lo que dijo, caminando hacia ella y volteándola hacia mí— ¿Recuerdas que quiso

seducirme? Deberías odiarla.

—Te diré dos cosas y no te enojes. La primera es: lo hizo solo porque yo se lo

pedí. Era una prueba, la cual pasaste —explica, con una sonrisa. Frunzo el ceño e

intento alejarme de ella pero Crystal no me deja, solo envuelve sus brazos en mi

cuello— la otra cosa es que Marea es bisexual y está enamorada de mí.


—¿Qué? —jadeo, abriendo mucho mis ojos. Eso no es tan impensable, de

hecho, pero es una sorpresa. Me encuentro recapitulando cada interacción que he

tenido con ella— oh, mierda. Ahora todo tiene sentido. Ha dicho algunas cosas

que me sonaban raras. Creo que está celosa de mí.

Y creo que yo estoy un poco celoso de ella, pero eso no tiene sentido porque

a Crystal no le gustan las mujeres ¿cierto? Creo que no. Más le vale que no.

—Sí —hace una mueca y me suelta— dejé claro que no siento lo mismo, pero

de todos modos me gustaría tener un poco de consideración y no besarte mucho

enfrente de ella ni nada por el estilo.

—Claro, tienes razón. Sería horrible hacerla sentir mal —murmuro y sonrío

cuando ella voltea de nuevo.

No me siento mal por el alien, para nada. No creo que deberíamos tener

consideración solo porque desea a mi mujer. De hecho, creo que debería sufrir por

eso. Creo que debería revolcarse en los celos durante el resto de su estadía. Eso

será castigo suficiente.

—Me gusta cuando eres tierno como un osito de peluche —murmura Crystie

con una voz de bebé, como si yo fuera lo mejor del mundo. Mira la hora en su

celular y me da una mirada juguetona— tenemos unos quince minutos antes de

que tengamos que empezar a arreglarnos ¿Qué te parece si los utilizamos con

sabiduría?

No tiene que decir nada más. Me muevo como Flash y antes de lo que puedo

darme cuenta ya tengo un condón en la mano y la puerta está cerrada con seguro.
Le doy un beso profundo a Crystal, bajo mis manos para abrir su pantalón y

luego lo bajo con todo y su ropa interior. Antes de que siquiera le diga algo,

Crystie se voltea y recarga sus manos en la pared, moviendo un poco sus caderas

para que el horrible pantalón del uniforme caiga por completo al piso, entonces

abre más sus piernas y arquea un poco su espalda, mirándome por sobre su

hombro con los ojos caídos.

Estoy tan perdido en la celestial vista de su trasero que ni siquiera me doy

cuenta de cuando desabrocho mi pantalón y me pongo el condón. Una vez estoy

deslizándome dentro y fuera de ella como si mi vida dependiera de ello, no puedo

dejar de darme cuenta de lo natural que esto se siente ahora, hacer el amor con

Crystie. Aunque estemos parados y la tenga contra una pared como si fuera una

puta.

Empiezo a embestir con más fuerza dentro de ella y no puedo dejar de

observar su trasero. Es mi parte favorita de todo su perfecto cuerpo, como ya lo he

mencionado en reiteradas ocaciones. Tomando un riesgo, me doy permiso de

darle una nalgada y resulta ser lo mejor del mundo porque todo su trasero se

mueve de la manera más sexy posible y ella jadea y se aprieta a mi alrededor,

haciéndome perder la razón por unos segundos.

Estoy cerca de hacer el ridículo de nuevo y quedar como un niño estúpido

una vez más acabando antes de dos segundos, pero aun con ese riesgo, le doy otra

nalgada, esta vez más fuerte, haciendo que su trasero se mueva aun más.
—¡Deja de hacer eso! —grita Crystal, sinceramente haciéndome saltar un

poco del susto. Mi estómago se aprieta con arrepentimiento— mis nalgas se

mueven como gelatina, Justin, las puedo sentir temblando. Eso no es sexy.

—A mí me gusta cuando tiemblan como gelatina —aseguro, intentando no

reír y luego pongo mis dos manos en su trasero y lo empiezo a mover por todos

lados haciendo que se queje de nuevo, lo cual no me importa para nada, sigo

embistiendo dentro de ella cada vez más fuerte, hasta que siento su orgasmo y me

dejo ir con el mío— eso fue genial.

—Eso fue horrible y traumático —me corrige, aunque no suena enojada. Se

sube el pantalón, camina hacia su maleta y empieza a sacar cosas. No sé cómo

puede seguir funcionando después de esto cuando lo único que yo puedo hacer es

dar cuatro pasos hasta la cama de Hunter y dejarme caer— vamos a ir

combinados ¿de acuerdo? Es la primera vez que todos van a vernos como una

pareja y nos tomaremos fotos así que debemos estar presentables.

No le digo nada, solo dejo que saque lo que quiere que yo me ponga y siga

divagando acerca de cosas hasta que se cansa y va a ducharse. Estoy cansado e ir

a una "fiesta" es lo último que quiero. Crystal dejó en mi cama mi atuendo para

esta noche, lo cual es una de las camisas que mi madre me compró, color verde

bajito, un pantalón blanco y unos zapatos negros que más bien parecen pantuflas.

—No me voy a poner eso —le digo, cuando sale del baño con el cabello

mojado y solo en ropa interior— puedes elegir cualquier cosa que esté colgada,

pero todo lo que está en bolsas es lo que no me gusta. Está prohibido.


—Pero es lindo, y es igual a lo que yo me voy a poner —hace un puchero y

levanta un short blanco de vestir y una camisa de botones, de un verde más

oscuro— vamos a vernos adorables y todos se van a morir de la envidia.

—No. Claro que no —niego con la cabeza— ¿Quienes son todos?

—Todo el grupo, incluso la gorda y Mercedes. Y claro, Hunter, Luc, Olivia y

Lesley —dice con una gran sonrisa— y sí, escuchaste bien, Lesley estará aquí.

—¿Por qué? —pregunto, entrecerrando mis ojos hacia ella— ¿Qué le vas a

hacer?

—Nada, solo quiero que nos vea juntos —se encoge de hombros y se acerca a

mí para besarme— además, quiero que todos vean que no guardo rencor y que a

pesar que me han odiado desde el momento en el que llegué, soy lo

suficientemente buena para invitarlos a mi fiesta.

—Como sea. Usaré otra cosa, a nadie le importa si vamos igual o no.

—A mí me importa —susurra, y me mira a los ojos como si esto fuera

realmente importante para ella aunque es una completa estupidez, así que acepto.

Quiero decir, nunca he usado ropa de un color tan vivo y definitivamente nunca

he usado un pantalón blanco, pero es solo unas cuantas horas.

Así que, después de un largo rato, camino hacia "la cede de los uniformados"

como le llama Crystal, al lado de ella, luciendo como su hermana fea.

Casi todos están ahí cuando nosotros llegamos y para mi desgracia, todas las

miradas se enfocan en mí. Juzgándome. Los niños de mi grupo están vestidos con

ropa casual también, pero es eso, casual. Yo luzco como si estuviera en una boda

en la playa. La boda de Xavier y Luc.


Sin ofender. Es solo realmente gay.

—¡Hola! —grita Crystal, llamando aun más la atención de todos— es un

hecho conocido que Marea y yo no soportamos al 80% de las personas aquí

presentes y viceversa, pero de todos modos esperamos que se la pasen bien. Hay

pizza, sushi, nuggets de pollo y todo el alcohol que quieran en la mesa a su

izquierda. Por favor no rompan nada, y si quieren tener sexo, aquí a un lado de la

puerta hay un tazón con condones porque la seguridad es primero.

—¿Podemos tener sexo? —pregunta Taret con una mirada confundida hacia

mí. Solo me encojo de hombros, a este punto no me importa una mierda lo que

estos niños pueden o no pueden hacer, ya se van a ir de todos modos— ¡Genial!

Marea dice algo igual de tonto que Crystal pero no le pongo atención porque

ya estoy caminando hacia lo único bueno de esto: la mesa con comida y alcohol.

En un plato pongo dos pedazos de pizza y un puño de nuggets, planeo alejarme

del sushi porque yo y los mariscos no nos llevamos bien. Tomo un vaso y lo lleno

de un licor marrón. No sé qué es, no me molesto en leer la etiqueta, yo solo sé que

quiero comer y emborracharme y pretender que no estoy usando esto. Le doy un

gran trago al vaso y hago una mueca por lo fuerte que está. No he comido mucho

hoy así que probablemente esto llegue rápido a mí.

—Hola, Justin —me saluda una voz a mis espaldas. Dejo mi plato en la mesa

y volteo— vaya, te ves... diferente. Elegante.

—Ni lo menciones. Hola, Les —le doy una sonrisa incomoda y me agacho a

besar su mejilla levemente. En ese momento encienden la música muy fuerte y

ella se acerca a mi oído.


—¿Podemos hablar afuera? Quisiera pedirte una dis...

—¡Lesley! Me alegra que hayas venido —grita Crystal por sobre la música y

toma mi brazo con tanta fuerza que hago una mueca de dolor— come algo, toma

algo y disfruta. Necesito a Justin por un momento.

Tomo mi plato antes de que pase cualquier otra cosa y sigo a Crystal.

—Podemos hablar más tarde, Les —le digo antes de irme. Ella sonríe y

asiente hacia mí y yo solo sigo a Crystal hacia un sillón desocupado donde dejo mi

vaso y mi plato, deseando que no se enfríe todo y esperando que nadie más me

hable para poder comer con tranquilidad— ¿Qué necesitas, Crystie?

—Nada —sonríe y mira hacia la izquierda, hacia donde está Lesley, luego

rodea mi cuello con sus brazos y se acerca a besarme. Antes de cerrar mis ojos,

puedo ver a Marea observándonos desde la mesa de billar con sus ojos verdes

chispeando con malicia y desprecio.

Entierro una mano en el cabello de Crystie y la otra la bajo hasta que estoy

agarrando su trasero, luego me preocupo solo en besarla con todo lo que tengo,

sin importarme en lo más mínimo dónde estoy, con qué personas o qué traigo

puesto. Solo quiero marcar mi territorio. Supongo que Crystal está haciendo lo

mismo. Y juntos estamos dando el espectáculo del año.

60

Speed limit
Crystal

Despierto con un dolor punzante en todo mi cuerpo, sobre todo en mi

cabeza, el cual se incrementa con una voz familiar gritando muy cerca de mí.

Estoy acostada sobre alguien y mi brazo está dormido y sudado porque quedó

atrapado entre nuestros cuerpos. Levanto un poco mi cabeza, gruñendo por el

esfuerzo y me doy cuenta de que estoy sobre Justin en el sillón y que él no trae

puesta una camisa. Ni yo.

Parpadeo con dolor y gimo mientras me empiezo a levantar, mirando el caos

a mi alrededor con incredulidad.

—... ¡Ahora! —grita de nuevo esa voz, haciendo que una persona gima algo.

Mis ojos se empiezan a enfocar mejor y mi cerebro despierta un poco. Veo que hay

gente despertando por todo el lugar, la mayoría con una o dos prendas perdidas, o

más. Todos están batallando igual que yo para regresar a la vida, excepto Eva,

quien está de lo más normal, ayudando a Xavier a pararse. Lesley está a su lado,

tomando su cabeza con fuerza y es la única que tiene toda su ropa intacta. Kelly y

Taret están completamente desnudos. Hunter y su novia no están por ningún lado

y Marea está desnuda sobre Luc en una posición muy comprometedora.


Una vez ubico lo que está pasando, dónde estoy y quién soy, me concentro en

mi padre, quien está intentando despertar a todos y diciéndoles que se vayan.

Patricia está detrás de él, observando todo con diversión y Jeremy está escoltando

a alguien a que se salga.

—Mi cabeza... —gime Justin debajo de mí, moviéndose. Me levanto con

dificultad e inmediatamente mi padre está a mi lado, quitándose la camiseta que

trae y poniéndomela como si fuera un bebé. Solo entonces me doy cuenta de que

la única prenda que traigo puesta son mis bragas de encaje y que Justin está como

Dios lo trajo al mundo. Por suerte se cubre las joyas de la familia con sus manos

antes de que todo el mundo lo vea, y se sienta, intentando comprender en qué

año se encuentra. Patricia empieza a reírse de nosotros y se sale, Jeremy sigue

intentando despertar gente y no parece estar enojado.

—Crystal —ruge mi padre en mi cara, haciéndome gemir con dolor para que

cierre la boca— quiero que vayas a vestirte y te encuentres conmigo en tu

cafetería en menos de diez minutos. Tendremos una platica.

—Pero no enti... —empiezo a hablar, pero mi voz suena completamente

destruida y me quedo callada con horror.

Oh, no, mi dulce y melodiosa voz...

Tengo un rápido recuerdo de anoche. Estaba sosteniendo el micrófono del

karaoke que le pedí a Jeremy como si fuera lo más preciado en el mundo y

cantando una canción de Celine Dion con todo mi corazón mientras Justin se

movía de un lado a otro con sus brazos levantados como si estuviera muy

conmovido por mi canto.


—Es una orden —escupe y apunta hacia la puerta. No me queda más que

empezar a caminar— ¡Estoy muy decepcionado, Justin! ¿Cómo es que dejaste que

esto pasara? De ella no me sorprende, pero se supone que tú eres responsable.

Mi pobre Osito parpadea muchas veces, luciendo completamente arrepentido

y vulnerable estando desnudo frente a mi padre. Patricia regresa en ese momento,

pasa por un lado de mí dándome un beso en la mejilla y le entrega algo a su hijo

para que se cubra. Es un chal de seda de un color morado con destellos blancos.

Justin se levanta, dándome un fugaz vistazo de su blanco trasero y se cubre

rápidamente.

—Lo siento —contesta con voz baja— ni siquiera recuerdo qué pasó.

—No fue su culpa —lo defiendo rápidamente cuando veo que mi padre toma

aire para seguirle gritando. Él dirige sus furiosos ojos hacia mí y antes de que me

diga algo, salgo corriendo. Lo siento, Justin, tendrás que arreglártelas solo. No

puedo soportar que mi papi me mire así.

Camino hacia mi cabaña con pasos largos y rápidos, pasando a varias

personas caminando como zombies en el Apocalipsis. Cuando estoy ahí, tomo uno

de los uniformes doblados en la entrada lo más rápido que puedo y voy al baño

para hacerme ver algo presentable y lidiar con algunas cosas innombrables, luego

voy lo más rápido que me es posible a la cafetería, donde mi padre ya me está

esperando, sentado en una silla y moviendo su pierna de arriba abajo. Antes de ir

a sentarme, camino hacia el mostrador y le pido a la amable mujer un gran vaso

de agua helada, batallando mucho para que entienda mi voz.


—¿Qué es lo que voy a tener que hacer contigo, Crystal? —es lo primero que

pregunta mi padre cuando me siento frente a él después de haberme tomado toda

el agua. Mi cabeza empieza a palpitar aun más que antes y mis ojos se ponen

cristalinos— ¿Qué demonios es lo que pasa contigo? Estabas muy bien, estabas

siendo mejor. Sé que este lugar estaba haciendo algo bueno en ti ¿Tan

manipulable eres, que solo bastó la presencia de Marea para que regresaras a tus

viejos hábitos?

No puedo hacer nada más que negar con la cabeza y morder mi labio inferior

porque empieza a temblar como loco cuando me pongo a llorar. No me gusta que

me hable así, me siento como si fuera una niña problemática de nuevo... oh,

bueno, supongo que nunca he dejado de serlo.

—Esta era mi última esperanza de que cambiaras, mi último grito de auxilio

—suspira, derrotado, y mira para otro lado para no verme llorando.

—No fue mi intención —digo, mi voz sonando aun peor por el nudo en mi

garganta— yo solo quería divertirme un poquito después de trabajar tan duro.

Pensé que una fiesta sería...

—No. No es solo la fiesta, es todo. Es... lo que estaban haciendo ustedes tres

cuando se metieron sin permiso a la taberna de Jeremy. Son las cosas

increíblemente groseras que le dijiste al General Bieber, uno de mis más estimados

colegas, un hombre al que muchas personas le deben la vida. Es la manipulación

que empleaste en él para que hiciera algo como esto. No tengo idea de cómo lo

hiciste, pero...
—Él se merecía todo lo que le dije y él lo aceptó porque lo sabía —susurro,

defendiéndome, pero solo me gano otra mirada de regaño. Sollozo cuando me

doy cuenta de que esto no está llegando a ningún lado, obviamente a él no le

importan mis lagrimas, o sea que no va a dejar de regañarme, y yo no pienso

pedir perdón. De hecho, estoy harta de tener que pedir perdón por cada respiro

que doy— ¿Qué quieres que te diga, papi? No voy a mentir, no me arrepiento de

nada. Y tal vez no voy a cambiar nunca. Lo que ves es lo que realmente soy y si no

te gusta... entonces no te preocupes. No tendrás que lidiar conmigo por mucho

más tiempo.

—No exageres, princesa —niega con la cabeza y extiende una mano para

ponerla en mi brazo pero me alejo y sorbo mi nariz— no es que no me guste cómo

eres, me impresiona y me llena de orgullo que seas tan inteligente y calculadora,

pero tienes que aprender a madurar y emplear toda tu capacidad en cosas buenas.

Todo lo que has hecho en tu vida es asombroso, pero va por completo por el mal

camino. Sé que podrías lograr cosas magnificas si tan solo... cambiaras.

Cambio. Odio esa palabra.

—No voy a cambiar. Podrá ser una completa sorpresa y algo inimaginable

para todo el mundo, pero me gusta cómo soy. Me gusta que siempre puedo

conseguir todo lo que quiero y me gusta que las personas me tengan miedo y me

gusta tener mente propia y no ser un robot que hace lo que le piden todo el

tiempo —me levanto de la mesa limpiando mis gordas lagrimas— estoy harta de

que todos quieran cambiarme. No los necesito. No necesito a nadie.


De hecho, sí los necesito. No soy nadie sin mi familia y no soy nadie sin tener

gente que me quiera, pero estoy intentando hacer un impacto así que mis palabras

deben ser fuertes, aunque me duela decirle eso a mi padre.

—Princesa, si tan solo hablaras conmigo y dejaras de creer que...

—No. De todos modos saldré de tu vida tan pronto como me vaya a Nueva

York —amenazo, llevando una mano a mi garganta porque está empezando a

doler más que antes— no necesito tu dinero, encontraré alguna manera de

sobrevivir. Y ustedes tendrán a su nuevo bebé... les recomiendo que pongan más

esmero para que no termine siendo un completo fracaso de persona como yo.

Justin

Vomito abrazado de la taza del baño, completamente desnudo como una

total vergüenza de ser humano y de alguna manera logro levantarme hasta que

llego a la regadera. Me quedo parado debajo del agua helada por un rato sin

hacer ningún movimiento. No sé qué pasa conmigo, no siento por completo la

parte derecha de mi cuerpo, tengo un labio partido y el pómulo morado.

Mientras estoy sobándolo, recuerdo que anoche Luc estaba besando a Marea

apasionadamente frente a mí. A mi izquierda, la niña negra y la muda estaban

haciendo un paso extraño de baile, si es que se podría llamar así. A mi derecha,

Xavier estaba llorando. Y en la esquina al lado del bar, Crystal estaba en el

karaoke rapeando. Tomé a Marea de los hombros y la quité del regazo de Luc
siendo sorpresivamente amable con ella y luego golpeé a Luc justo en el ojo. Él se

levantó gritando algo y por supuesto se dejó ir contra mí con todas sus ganas.

—¿Justin, estás ahí? —pregunta Crystal desde afuera, tocando la puerta. Le

digo que sí sin moverme y ella entra, soltando un suspiro. Se quita el uniforme y

me acompaña en la regadera, poniéndose debajo del agua— ¿Recuerdas lo que

pasó anoche?

—No realmente, solo algunas cosas —contesto, haciendo una mueca de dolor

por su voz. La mía también está ronca, pero no tanto como la suya— solo sé que

Marea y Luc se estaban besando y que me peleé con él por eso.

Crystal abre la boca con horror, sin poder creer que Luc haya hecho algo así y

luego chismeamos acerca de Xavier y él por cerca de media hora, completamente

desnudos en el baño. Le digo lo que escuché el otro día en su pelea y ella me

cuenta que Xavier ha estado ignorándola y actuando extraño.

—Creo que deberíamos salir —le digo después de un rato. Ya nos

enjabonamos dos veces y estamos más que limpios, pero no tenemos energía ni

siquiera para besarnos. Crystal suspira y asiente, sin ganas.

Todos están en formación cuando Crystal y yo llegamos y todos se ven

miserables. Todos excepto Eva, quien por primera vez está con una sonrisa tan

grande que casi no la reconozco. Hago una nota mental de platicar con ella más

tarde y sacarle todo lo que sabe de la fiesta.

—Eh... —intento pensar en algo que podamos hacer que no requiera de

mucho esfuerzo físico porque en este momento cada paso que doy resuena en mi

cabeza y lo único que quiero es morir. Además, Luc está mirando al suelo y parece
un perro pateado, no creo que esté en su mente hacer algo de provecho hoy—

vayan a su cabaña, tomen algo con lo que puedan meterse al agua y regresen aquí

en menos de diez minutos o todos correremos.

Todos se van inmediatamente a la cabaña, menos Crystal, quien tiene que ir

de regreso a mi habitación y da un prolongado gruñido de desagrado por eso.

Aprovecho para pedirle que sirva de algo y nos traiga ropa a mí y a Luc pero no

me pone atención así que no sé si lo hará o no.

—¿Cómo está tu ojo? —pregunto, cuando estoy solo con Luc. Creo que solo

pude darle un puñetazo en el ojo, pero fue uno muy bueno, porque está

completamente morado e hinchado. Luc se encoge de hombros sin ofrecer nada—

Mira, hombre, sé que no soy la persona más indicada para dar consejos de amor,

pero...

—Eres la persona menos indicada para eso, Justin —me interrumpe,

levantando la vista hacia mí y dándome una risa burlona— no pasa nada. Solo

terminé lo que tenía con Xavier.

—¡¿Qué?! ¿Por qué? —pregunto, sintiéndome sorpresivamente mal al

respecto. Creo que después de haber sido testigo de la manera en la que el dedo

de Luc se perdió en el ano de Xavier, me siento parte de ellos. Además, se

juntaron gracias a mí, yo soy responsable de esta relación— se llevaban muy bien.

—Lo sé, pero no importa... ¿Sabes? Él no tiene ningún plan para cuando se

acabe el campamento, y yo tampoco. Podríamos fácilmente hacer uno juntos, y

me gustaría mucho hacerlo, pero no puedo —murmura, su cara cayendo aún más

que antes— mi padre no tiene problema con que me gusten los hombres y las
mujeres, pero piensa que de ninguna manera podría tener novio públicamente y

"no hay discusión al respecto" lo que haga en mi tiempo privado con quien sea es

cosa mía, pero no puedo ser realmente abierto acerca de mis preferencias. Tiene

miedo de cómo me verá la gente si lo hago. Y yo no quiero estar escondiéndome

para estar con alguien.

—Ponle una peluca a Xavier. Haría una linda niña —opino, ofreciendo una

sonrisa, pero no lo hago reír. De repente me siento muy agradecido de no tener

ese dilema— lo siento... ¿Al menos le dijiste eso a Xavier antes de meterle la

lengua a Marea y terminar con él?

—No —contesta, con la voz baja y arrepentida— solo le dije que lo nuestro

se estaba poniendo muy serio muy rápido y que no quería nada así. Fue un típico

movimiento masculino, uno muy estúpido, pero luego tuve que seguir con la

mentira. Ser tu amigo me ha hecho estúpido.

—Gracias por eso —murmuro, rodando los ojos, y se me ocurre algo. Sonrío

hacia él y pongo una mano en su hombro, sintiéndome como un verdadero

experto. Creo que comprendo a Hunter ahora, cómo desde que entró a una

relación empezó a pensar que era el doctor corazón— te diré lo que tienes que

hacer ¿De acuerdo? Cuando regrese aquí, te acercas a él y dices: "Lo siento.

Mentí. No quiero que me dejes. Fui un idiota" y listo.

Luc se me queda viendo como si no estuviera impresionado con lo que dije,

como si no fuera a recuperar a su dulce Xavier con mi consejo, y luego niega con

la cabeza.
—El problema no es que no sé cómo recuperarlo. Sé lo que tendría que decir

para que me perdonara, pero no quiero hacerlo —murmura, mordiéndose el labio

inferior— el campamento va a acabar de todos modos y la magia se irá ¿cierto?

Quiero decir, no sería lo mismo estar juntos en el mundo real. Hay muchos

problemas, otra gente que se metería en nuestro camino, no lo sé, muchas cosas...

¿has pensado en eso? ¿En cómo será contigo y Crystal cuando se acabe esto?

No. Crystal y yo acordamos que no íbamos a hablar de eso porque la única

vez que me permití considerar la posibilidad de tal vez pensar un poco en cómo

sería, estuve a punto de tener un colapso emocional y mis ojos ardieron

peligrosamente de nuevo. Obviamente no puedo decirle eso a Luc, ni a nadie, por

eso solo me encojo de hombros como si no me preocupara.

—Haremos que funcione —le aseguro— y ustedes deberían intentarlo

también. Al menos tú no eres el que tiene que ir a arriesgar su vida fuera del

continente y dejar a tu novia sola e indefensa en una gran ciudad.

Luc lo piensa por un momento y creo que de hecho llegué a él, pero cuando

todos regresan y Xavier se acerca sin camisa (luciendo mucho más musculoso que

al principio) dispuesto a hablar, Luc regresa a su caparazón. Solo le dice que se

forme y no hable, sonando por primera vez en todo el campamento como un duro

sargento sin sentimientos. Casi me siento mal por el chico.

Crystal se acerca hacia nosotros con el mismo maldito bikini que se puso

cuando fuimos al río, ese que no deja nada a la imaginación. Obviamente es la

única que trae un bikini al des... hablé demasiado rápido, no es la única. Marea

también se acerca con un pequeñísimo bikini que deja ver todas sus miserias (en
realidad su cuerpo es muy agradable, pero me cae mal así que no puedo pensar en

eso).

—Crystal ¿Qué te dije? No puedes...

—Ya me violaron una vez ¿qué más puede pasar? —se encoge de hombros

con una gran sonrisa y da una vuelta enfrente de mí. Tallo mi cara con

desesperación y me detengo de gruñir.

—Te he dicho millones de veces que no digas eso. No te violaron ¿de

acuerdo? —intento calmar mi respiración cerrando mis ojos. Odio pensar en lo

que pasó y odio que lo esté repitiendo cada tres segundos para dar lastima— ve a

formarte, Crystie. Eres la peor.

—Yo también te amo, Sargento —dice, con su voz de camionero.

—Vete a formar y no hables más, por favor. Tu voz se está poniendo cada vez

peor —le doy un pequeño empujoncito y me hace caso. Esperamos un poco a que

lleguen los demás y luego les doy la instrucción de que iremos a la base Ayala,

haciéndolos gemir a todos con dolor y haciendo que rueguen que por favor

tengamos un poco de consideración.

Por supuesto los hago creer que van a sufrir todo el día, mintiéndoles acerca

de una competencia de relevos que haremos, pero en el momento que llegamos,

les doy la verdadera noticia mientras Luc abre la llave de la piscina. Por primera

vez todos están completamente fascinados conmigo y se meten a la piscina antes

de que incluso tenga agua. Crystal nos entrega lo que trajo para mí y Luc y nos

escondemos detrás de un tronco para cambiarnos.

Cuando regreso, Eva está hablando con Crystal y se está riendo muy fuerte.
—Hola, Sarg ¿Tienes una idea de lo que pasó anoche? —pregunta con burla

y con una sonrisa malvada. Trago saliva y me preparo mentalmente cuando ella

carraspea su garganta.

La verdad, no quiero saber. No quiero saber por qué estaba desnudo, no

quiero saber por qué casi todos estaban desnudos.

—Las cosas estuvieron tranquilas al principio, la música estaba bien y todos

estaban comiendo y tomando como si nada, pero después de un rato, la gente

empezó a embriagarse de más y alguien encontró unas pastillas en uno de los

gabinetes —cuenta, riéndose como si solo recordarlo le causara una diversión

tremenda.

—Oh, por dios —gime Crystal, cubriendo su cara por completo— dime que

no nos drogamos todos.

—No todos, no había tantas pastillas. Solo tú, Justin , Xavier, Kelly, Taret,

Hunter y Mercedes. Las cosas se empezaron a poner intensas después de eso,

Crystal tomó el micrófono del karaoke y empezó a cantar una canción tras otra —

se ríe de nuevo y Crystal gime una vez más— tu voz es horrenda. Tu voz es lo

peor que he escuchado alguna vez, pero fue tierno ver que sentías que cantabas

hermoso. Ahora, Justin dio el espectáculo del año cuando les ordenó a todos que

se quitaran la ropa porque no quería lucir como un "homosexual" y no quería ser

el único en bolas. Xavier se enojó por el comentario pero de todos modos se quitó

la ropa, igual que todos los que tomaron la pastilla y unas cuantas personas más a

las que no les puse atención. A este punto yo solo estaba riéndome de ustedes,
sintiéndome de nuevo muy feliz por no tomar y no ser parte de las estúpidas

decisiones que toman.

—¿Por qué no me detuviste, traidora? —me quejo, queriendo morir.

—Porque fue lo mejor que me ha pasado en toda la vida, no lo iba a detener.

Con todo respeto, pero tu cuerpo es un manjar.

—Cállate, Eva. Tú eres lesbiana.

—Por el amor de dios, Crystal. Supéralo, no soy lesbiana —entrecierra sus

ojos hacia ella, cansada de repetir lo mismo todo el tiempo, pero Crystie solo le

tira un beso— en fin, después de que todos se encueraron, a Taret se le ocurrió

jugar verdad o reto. Crystal nos bendijo a todos cuando dejó de cantar para ir a

jugar y luego todos nos sentamos en un círculo. Los que no estaban drogados

estaban completamente borrachos. Yo era literalmente la única persona sana.

Cierro mis ojos con fuerza cuando empieza a contarnos las cosas que dijimos

y los retos que cumplimos, los cuales fueron... dios. Solo diré que besé y manoseé

a más de tres mujeres y ninguna es de mi agrado. Crystal se río de mí por eso. Por

suerte, ella solo tuvo que responder cosas.

—Cuando Crystal retó a Kelly a que tocara el pene de Taret, ellos se pusieron

calientes y el juego se terminó ahí porque empezaron a besarse y bueno, nadie

quería ver eso, además, todos se pusieron en parejas también. Ustedes dos se

acostaron en el sillón y se besaron un rato, gimieron y se toquetearon pero se

quedaron dormidos antes de hacerlo. Luc y Xavier se gritaron y pelearon y luego

Xavier se puso triste y empezó a llorar en mi hombro. Intenté hablar con él pero

no logré nada. Al parecer terminaron.


—Sí, Luc me dijo que él no pue-... —empiezo a decir, pero entonces las dos

mujeres me miran con los ojos muy abiertos esperando a que diga cualquier otra

cosa para ir a contársela a Xavier— eh... no. No me dijo nada. Ni siquiera he

hablado con él.

—Claro que sí, yo te vi —dice Crystal— vamos, cuéntanos.

—No. No soy una niña chismosa. Y sus problemas son cosa suya, no los

molesten. Ya tienen suficiente de qué preocuparse con el padre de Luc que no

quiere que su hijo tenga novio, como para que ustedes estén... oh, mierda. Quiero

decir...

—Para ser un hombre tan inteligente, a veces eres realmente estúpido ¿sabías

eso? —se burla Eva, negando con la cabeza por la manera inconsciente en la que

me hicieron soltar la sopa. Crystal solo me mira con los ojos muy abiertos—

vamos, sigue hablando.

—Es solo eso. Luc no quiere que las cosas se pongan más serias de lo que son

porque su padre no permitiría que esté abiertamente con un hombre y no quiere

andar a escondidas. Además... piensa que una vez que se acabe el campamento, la

magia se acabará y no será lo mismo.

—Eso es estúpido —murmura Crystal, mirándome fijamente— ¿cierto?

¿piensas que es estúpido, verdad?

—Por supuesto —aseguro, haciendo que suelte el aire que había atrapado—

pero no hay manera de hacerlo cambiar de opinión así que no tiene sentido seguir

rasgando la herida. Por favor, no le digan a Xavier, lo hará más difícil.


Ambas asienten con energía y me prometen que no dirán nada, pero cinco

minutos después las veo sentadas en la esquina de la piscina, a ambos lados de

Xavier hablando hasta por los codos mientras él solo mira a sus pies dentro del

agua. Estoy seguro de que le están contando todo.

Localizo a Luc sentado solo en la sobra y voy a su lado a ofrecer apoyo. No

hablamos mucho, pero intento hacerlo cambiar de opinión. Por supuesto, eso no

funciona y lo único que gano es quedarme con un montón de inseguridades

también.

Intento que no sean evidentes, me meto al agua con los niños y con Crystal e

intento divertirme. La beso, la abrazo y disfruto todo el día a su alrededor pero en

la noche, mientras estoy intentando quedarme dormido, con sus pies fríos tocando

mis pantorrillas y escuchándola roncar más fuerte que nunca, no puedo evitar

regresar a esos pensamientos pesimistas que Luc me metió en la cabeza.

Faltan dos semanas. Solo tenemos dos semanas ¿Y después de eso? ¿Qué va a

pasar? Crystal irá a estudiar ropa en Nueva York y yo iré a Syria por al menos un

año. Al menos. Eso quiere decir que no voy a verla de nuevo después de que esas

dos semanas se acaben, porque tengo viajar inmediatamente a Texas para el

entrenamiento y preparación.

¿Vamos a tener una relación a distancia? ¿Siquiera funcionaría? ¿Vamos a

separarnos? ¿No nos volveremos a ver nunca? ¿Qué va a pasar si ella accede a

una relación a distancia conmigo pero luego se cansa de esperarme? ¿Correrá a

los brazos de otro hombre? No, no lo creo... ella no haría eso. Ella sabe cómo es.

Ella vivió esto con su padre. Ella me esperará y luego... ¿luego qué? ¿Qué pasará
cuando se acabe ese año? Mi padre dijo que tenía la libertad de hacer cualquier

cosa, pero ¿Le tomaré la palabra? Probablemente no. Probablemente solo me

quedaré en el campamento o en cualquier otro lugar del mundo a esperar por otra

misión.

Mi cerebro está yendo a un millón por segundo con todas las dudas. Intento

pensar en otra cosa, pero no me es posible. No puedo controlarlo, no puedo

soportar no saber qué va a pasar. Hay una razón por la cual estoy tan metido en la

organización y la planificación. No me gustan las sorpresas.

Por los siguientes días, parece que absorbí todo el estrógeno de Crystal y

empiezo a comportarme como una nena mientras ella toma el rol de la persona

más tranquila y estable de la relación ¿Saben lo raro que es eso? Crystal siendo

estable es como ver a un nazi abrazando un niño judío. No pasa muy seguido. Y si

pasa, es porque después del abrazo, el nazi va a matar y torturar al niño. Así que,

Crystal siendo estable quiere decir que se avecina algo malo.

—¿Qué te está pasando? —me preguntó Crystie cuando no pudo soportar

más mi pésimo humor, acariciando mi cabello y hablando con la voz baja y

controlada como si estuviera hablando con un animal.

—Nada. Solo estoy... presionado —contesté, y ella solo asintió y se acomodó

sobre mí para empezar a besarme, aprovechando que la habitación estaba sola. Se

quitó la blusa y empezó a mecerse sobre mi erección a pesar de que sabía que

estaba mintiendo.

No estoy presionado porque estos días no hemos estado haciendo nada muy

pesado, de hecho, son los días más tranquilos que hay en el programa. Después
del almuerzo, en lugar de seguir con actividades, hacemos juegos o dejamos que

pasen el tiempo como ellos quieran. Yo debería estar disfrutando y conviviendo,

en cambio lo único que hago es estar a un lado de Luc todo el tiempo, sufriendo a

su lado sin hablar del tema.

Todos los días me digo que no tiene sentido que esté actuando así, que cada

vez tengo menos y menos tiempo con Crystal y que lo único que estoy logrando es

hacer que ella esté incomoda conmigo, pero aun así, los días se van tan

jodidamente rápido que siento como si estuvieran yendo a toda velocidad,

rompiendo todas las reglas de tránsito. Y yo no sé cómo hacer para sacar mi

cabeza de mi trasero y hacer algo al respecto.

De repente es el último día y yo ya no tengo nada de tiempo ni para arreglar

las cosas ni para disfrutar estando con ella.

61

The goodbye

Crystal
Justin lleva su mano de mi cabello a mi brazo sin dejar de acariciarme,

dejándome saber que no se ha dormido. Perfecto. Tomo aire y me preparo. He

practicado esto por más de una semana.

—Uh... ¿Justin? Estaba pensando que...

Antes de que pueda terminar de hablar, Justin ya está moviéndose. Se pone

encima de mí y empieza a besar mi cuello. Empieza a bajar su mano por mi

abdomen pero la tomo antes de que llegue a mi feliz, saciada y muy exhausta

amiga.

—Apuesto a que puedo darte otro —promete, sin dejar de besar mi cuello.

Mis ojos se empiezan a cruzar por la succión que está empleando en ese punto

especial que tanto me gusta.

—No —me quejo en voz baja, alejándome para que deje de besarme— no

puedo más. Cuatro es mi límite.

Sueno como una abuela menopáusica y estoy avergonzada de mí misma,

pero de verdad no creo que pueda lidiar con otro orgasmo. Estoy sensible y sé que

caminaré raro mañana, además, sé porqué está haciendo esto y no puedo dejar

que siga distrayéndome con orgasmos.

—De acuerdo —murmura y se da por vencido. Se levanta un poco y me mira

a los ojos, su cara está iluminada tenuemente— ¿Mi turno?

—¡¿Tu turno?! —pregunto, sin poder creerlo— ¿Cómo es que esto está

pasando? ¿Te tomaste una píldora azul sin que yo viera? El Justin que yo conozco

dura tres segundos y luego se queda dormido.


De acuerdo, eso no es cierto, solo fue una vez y deberíamos dejar de

repetírselo todo el tiempo, pero en serio no puedo creer esto. Ha tenido tres

orgasmos y está duro de nuevo. Él solo pone los ojos en blanco sin encontrar mi

broma graciosa y me besa en la boca descuidadamente cuando empiezo a hablar

de nuevo. Sé que dije que no dejaría que me distrajera de nuevo, pero enredo mis

piernas en sus caderas de todos modos, y hago una pequeña mueca de dolor

cuando su erección empieza a frotarse contra mí. Llevo mis manos a su cabello y

empiezo a entrar en el juego de nuevo. Claro, hasta que algo duro golpea a Justin

en la cabeza y lo hace gemir de dolor en mi boca.

—¡¿Podrían parar de una maldita vez?! —ruge Luc desde su cama luciendo

terrorífico. Está realmente enojado. Yo también lo estaría si tuviera que soportar

por horas a una pareja haciendo cosas privadas a meros metros de mí y estuviera

sexualmente frustrada porque dejé ir al mejor hombre del mundo— ¡Me tienen

harto, par de enfermos!

—¿Entonces por qué no vas y haces lo mismo con tu novio? Oh, cierto ¡No

tienes! —grito, sentándome en la cama, acomodando mi blusa— no es nuestra

culpa que seas un idiota reprimido rompecorazones e insensible pedazo de...

—Suficiente —me regaña Justin en voz baja. Luc se levanta y me hago bolita

en la cama, asustada de que se acerque a mí, pero él solo se pone unos zapatos y

camina hacia la puerta pisando tan fuerte que siento que todo el piso se mueve—

hombre... lo siento. No pensé que estuviéramos siendo ruidosos...

Luc no contesta, solo sale, azotando la puerta detrás de él. A la mierda con

Luc, lo odio. Xavier está en depresión por su maldita culpa, y no me importa si


generalmente Luc es gracioso, humilde y perfecto, aún así lo odio y no se merece

ser novio de mi Xav. Al menos no ahora mismo que está siendo un imbécil y no

tiene las bolas para hacer lo que realmente quiere hacer.

Justin suspira con pesadez y murmura algo de ir a ver cómo está Luc, pero no

lo dejo. Me acerco a él y jalo su brazo hasta que está sentado en la cama. No

necesita mucho convencimiento, se voltea casi inmediatamente y empieza a

acercarse a mí, aprovechando que ya estamos solos, con Luc actuando como un

bebé llorón y Hunter haciendo quién sabe qué, quién sabe dónde con su novia,

pero no dejaré que nada pase.

—No te lo tomes a mal, me encanta que te hayas convertido en una bestia

sexual insaciable —aclaro, primero que nada, y él se desinfla, desanimado. Sabe a

dónde voy con esto— pero siento que estás intentando distraerme.

Él bufa y niega con la cabeza, aunque ambos sabemos que es cierto. Ha

estado haciendo esto por dos semanas y ya he tenido suficiente. No es como si

fuera una gran dificultad tener sexo con mi novio guapo y sexy, pero cuando él

solo lo hace para tenerme callada, eso empieza a ser un problema.

Estos últimos días han sido... raros. Justin ha estado completamente extraño.

Es como si quisiera distanciarse por completo de mí, pero al mismo tiempo está

siendo más necesitado que nunca. Entiendo un poco porque está actuando así, y

lo sé porque cada vez que saco el tema de el adiós, se enoja, se va a pasar el

tiempo con Hunter y Luc o se convierte en una maquina sexual para que no hable.

—Es el último día. No puedes seguir así —murmuro, sentándome en la cama

y agarrando su mano para detenerlo si intenta escapar de mí una vez más, pero él
no hace nada, solo se encoge de hombros— ¿Has pensado en lo que va a pasar

con nosotros?

—Le he dado un pensamiento o dos —murmura— pero no hay nada que

podamos hacer. Al menos que decidas viajar conmigo.

—¿Viajar contigo? ¿Al medio oriente? ¿En medio de la guerra? ¿Dónde las

mujeres tienen que estar tapadas todo el tiempo? —pregunto irónicamente,

riendo— ni en un millón de años, amigo. No es posible.

—Estás completamente equivocada, Crystal. No es así en lo absoluto, al

menos no en todos los lugares. Hay un par de ciudades conocidas por su exótico

estilo de vida. Está lleno de gente millonaria con la que te llevarías muy bien,

podrías conseguir un...

—No, Osito. Eso no va a pasar —lo interrumpo, antes de que se emocione

con la idea— yo seguiré con mi plan, el cual he tenido desde que tenía quince

años. No planeo cambiarlo al menos que sea una situación de vida o muerte. Y sé

que tú tienes que ir a ese lugar y entiendo que sea tu obligación ir y ayudar a todo

el mundo...

—No es una obligación. Quiero hacerlo —me corrige, apretando mi mano

antes de dejarla ir y sentándose mejor frente a mí en la cama— soy un soldado, y

lo seré para siempre. Voy a estar en servicio toda mi vida.

—¿Incluso si no es lo que realmente quieres? —empujo, empezando a sentir

pánico— ¿Incluso si eso significaría que cualquier futuro entre nosotros es

inexistente?
—¿Cuál sería la alternativa? —pregunta, con algo de coraje en su voz. Está

empezando a enojarse y eso no es bueno, terminará pateando algo y huyendo—

¿Irme contigo, estar en un elegante departamento en Manhattan, viviendo una

despampanante vida, estudiando algo en lo que obviamente no voy a ser bueno

porque no sé hacer nada? ¿Y luego casarme y tener hijos contigo? No. Eso no es lo

que quiero. Yo no nací para vivir ese tipo de vida.

—Entonces no sé que decirte porque yo sí nací para vivir eso —peleo,

empezando a enojarme también. Odio cómo dijo: "casarme y tener hijos contigo"

como si tener esas cosas conmigo fuera lo peor del mundo. Pensé que ya

habíamos superado eso— yo sí quiero vivir en un exuberante departamento y

tener lujos por siempre y casarme y tener muchos hijos.

—Pues tendrás que cumplir tu estúpido sueño con alguien más porque yo no

pienso...

—De acuerdo, lo haré —acepto, antes de que incluso termine de hablar. Me

levanto de la cama y camino para encender la luz, entonces tomo mi maleta roja,

la cual está vacía porque me puse cómoda en el armario de Justin y metí mis

cosas ahí.

—Bien. No me importa.

—A mí me importa menos —escupo hacia él, empezando a sacar mi ropa

doblada por colores porque el muy raro de Justin no podía soportar ver todo

mezclado.

—Al menos acomoda bien, no eres un animal salvaje —antes de que pueda

darme cuenta de qué está pasando, Justin me hace a un lado y empieza a


acomodar mis cosas en mi maleta mejor de lo que yo lo he hecho alguna vez. Y yo

pensaba que era una experta en hacer maletas. Hace un milagro en cuatro

silenciosos minutos y logra que todo quede perfectamente bien y que la maleta

cierre sin tener que aplastarla.

—Gracias —me acerco a tomar el mango de mi maleta de sus manos para

irme, aunque es de madrugada aún y aunque realmente no quiero hacerlo, pero él

no suelta la maleta, de hecho, la jala hacia atrás para atraerme más cerca a su

cuerpo— ¿Qué haces?

—No vas a ir a ningún lado, Crystie —susurra, soltando la maleta y poniendo

sus manos en mi cintura con precisión— no quiero que esto se termine. Siento

como que ni siquiera ha empezado por completo.

—Yo no soy la pesimista aquí —digo, con amargura, y recargo mi cabeza en

su pecho. Escuchamos la alarma en el momento que nos abrazamos y por primera

vez desde que llegué aquí, me emociona empezar un nuevo día.

Empiezo a cambiarme más rápido que nunca y salgo de la habitación

mientras Justin aun está en la regadera. Cuando llego a formación, soy la primera

y me río de la ironía. El primer día yo fui la última y el ultimo día la primera.

La pelirroja, Mercedes, Anton y Taret llegan al mismo tiempo y por primera

vez empezamos una conversación civilizada (todos menos la muda, por supuesto).

Cuando Xavier se acerca con Eva, me voy con ellos y, como ya es costumbre, yo y

Eva intentamos de todo para hablar de cosas que no le recuerden al imbécil de

Luc para que no se ponga triste.


Cuando Justin y el mencionado imbécil llegan, nos dan una platica larga y

"motivacional" de despedida pero en realidad Justin solo es grosero con nosotros y

Luc se mantiene callado la mayor parte del tiempo. Después de eso, nos informan

que vamos a tener una última actividad con el resto de las estaciones del ala

norte, lo que sea que eso signifique.

—Por favor, no nos hagan quedar mal —pide Justin antes de que empecemos

a marchar hacia un lugar donde no habíamos ido antes. Me doy cuenta de que el

campamento es mucho más grande de lo que pensaba.

Justin

Usualmente este es mi día favorito de todo el campamento, pero esta vez no

me siento muy feliz. Primero que nada porque este grupo es una gran mierda.

Ningún niño sirve para nada, además de Eva, Taret y Kelly. Voy a ser la burla entre

todos, ya me lo imagino.

Cuando llegamos al terreno donde está la cancha lista, todos empiezan a

murmurar y decir lo genial que es, como si de hecho fueran a ser buenos para

esto. Pongo los ojos en blanco cuando Xavier y Crystal (dos de los peores niños

que tengo) se emocionan por jugar, como si fueran a levantar su trasero de la

banca alguna vez.

Vamos a jugar a algo llamado Beisbol acuático. No sé si es algo que exista o si

lo inventamos nosotros, pero es realmente divertido. Bueno... ha sido divertido

antes porque mi grupo siempre ha ganado, pero sé que este no lo hará. No sé qué
me pasó este verano, pero no hice nada por estos niños. Tal vez fue que mi

enfoque estuvo solamente en una persona.

Como llegamos algo tarde, ya todos están aquí. Los otros cinco grupos. Luc y

yo nos acercamos con el resto de los sargentos y nos saludamos. Lesley me da un

abrazo, lo cual es una sorpresa para todos, porque obviamente ya saben lo que

pasó entre nosotros. Los chismes vuelan rápido por aquí.

—Mi grupo es el peor —asegura Calvin cuando empezamos a armar

estrategias, derrotado, pero niego con la cabeza y pongo mi mano en su hombro

como consuelo.

—No, hombre, el mío es el peor. En serio ¿Ves a esa pequeña niña de pelo

rubio? Ella es lo mejor que tengo. Y mide como medio metro.

Eso da cabida a una extensa conversación con otros tres sargentos acerca de

cuál grupo es el peor. Al parecer este año fue patético para todos, no solo para mí.

Eso me hace sentir mejor.

—Cinco mil dólares a que nuestro grupo pierde —apuesta Luc, mirándome

con una sonrisa complacida.

—Subo la apuesta a siete mil. El mío es el peor —dice Hunter, cruzado de

brazos. Olivia pone los ojos en blanco y Lesley solo se queda callada, mirándonos.

Raymond sube la apuesta a diez mil y antes de lo que me doy cuenta estoy

apostando doce mil a que mi grupo va a perder ¿Qué clase de persona hace eso?

Alguien que acepta el fracaso. Que vergüenza. Pero si ganamos (o perdemos,

mejor dicho), yo y Luc estaremos ganando como quince mil dólares cada uno, así

al menos habrá valido la pena lidiar con esa bola de inútiles.


—Supongo que todos saben lo básico acerca del beisbol ¿cierto? —pregunta

Luc hacia el grupo, pero algunos responden que no tienen la menor idea de lo que

es así que tenemos que explicarles— la única diferencia es que, como pueden

darse cuenta, es...

—Como un juego de niños —aporta Crystal y varias personas se ríen. Tiene

razón, es exactamente como un juego de niños, pero a gran escala.

Lo difícil de esto es que tenemos que ganarles a todos al principio para llegar

a la final y perder el último gran juego. Dejo a Crystal, Xavier, Marea y Anton en

la banca, los peores, para que no se cansen hasta que tengan que salir a perder.

Luego preparo a los demás. Los padres de todos ya están llegando y

acomodándose en las bancas.

El señor y la señora Angelo se acercan y me saludan antes de sentarse.

Intentan hablar con Crystal pero ella se voltea como una niña petulante hacia otro

lado como si no se diera cuenta de que están aquí y se va.

—Lo siento —me disculpo, haciendo una mueca de incomodidad por la cara

de tristeza que pone Lauren. Ugh, es muy tierna. No entiendo cómo una mujer así

pudo haber criado a un pequeño demonio como Crystie— ha estado bajo mucha

presión últimamente y...

—No intentes hacer excusas por ella, no es tu responsabilidad. Además, sé

qué es lo que tiene. Ya se le pasará —dice Cristoff y golpea mi hombro— buena

suerte, Sargento ¿Debería esperar ver a Crystal en el campo o no? Te mataré si le

dices que dije esto, pero nunca ha sido buena para ningún deporte. No me

sorprendería que se quedara en la banca.


—Tal vez hoy será el día en el que sea buena para algo —le sonrío, dándome

cuenta de que sonó algo mal, pero nadie le da mucha importancia al comentario.

Me acerco a mi triste suegra y la abrazo de lado para que deje de ver hacia su hija

con esa cara— ¿Cómo está el bebé, señora Angelo?

—¡Oh, muy bien, gracias por preguntar! —responde, de repente con mucho

entusiasmo. Busca en su gran bolso por algo y luego saca unas pequeñas fotos—

tuvimos el primer ultrasonido. Esta es ella.

—¿Ya saben lo que será? —pregunto, moviendo la pequeña foto en todos los

ángulos, sin poder encontrarle forma— eh... es un bebé muy bonito.

—No lo sabemos, Lauren siente que será una niña. Yo espero que sea varón,

por múltiples razones. Creo que será más seguro para el bienestar del bebé si es

un hombre, ya sabes, por su hermana —murmura Cristoff, intentando reír como si

fuera una broma pero sé que es cierto— en fin, creo que deberíamos ir a tomar

asiento. Tristan y Bliss han llegado.

—Ah, claro —dice Lauren y saluda hacia una pareja de hippies que vienen

llegando— creo que querrán saludar a Marea primero.

—¿Ellos son los padres del marciano? —pregunto, bufando, pero siento dos

pares de ojos enfocarse en mí inmediatamente con no mucha felicidad y me doy

cuenta de mi error— quiero decir, Marea. Sus amigos la llaman Marciano de

cariño.

—Ah... —asienten, no muy convencidos y se despiden de mí para ir con sus

amigos hippies, los cuales se ven demasiado buenos como para ser padres de
Marea. Ella se levanta de su asiento y va a saludar a sus padres y los de Crystie

como si fuera una niña buena, lo cual todos sabemos que no es.

Una vez que todos los padres han llegado, la competencia comienza. Los

primeros dos equipos son igual de malos, nadie le da bien a la pelota, nadie puede

correr más de dos metros sin resbalarse y hay dos personas que de hecho se

ahogaron en las pequeñas piscinas de niños que forman las bases. Sería horrible

ver algo tan estúpido si no fuera tan divertido. No me he reído así en mucho

tiempo.

Cuando es nuestro turno, mi grupo me sorprende. No son asombrosos ni

mucho menos, pero al menos ganan su primer juego y pasan a la segunda ronda.

Y todo gracias al fantástico trio: Eva, Kelly y Taret. Ahora solo tenemos que ganar

tres más, después perder el último y ganaremos la apuesta.

—¿No voy a poder jugar para nada? —me pregunta Crystal después de que

ganamos nuestro segundo juego— se ve divertido. Xavier quiere jugar también.

—Claro, lo harán, después de que ganemos el siguiente juego.

—Pero... ese sería el final ¿No? —pregunta con algo de miedo y asiento hacia

ella, riendo porque un niño se resbaló y tumbó a su estúpido compañero que no se

movió de la base cuando debía— ¿No sería arriesgado que yo jugara contra el

mejor equipo? No es que yo vaya a perder o algo, porque soy buena para los

deportes. Mi padre siempre dice que podría ser jugadora profesional si me

interesaran de verdad. Pero yo no creo que tenga el potencial para ganarles.

Me río de nuevo, una vez más me doy cuenta de porqué es tan ilusa y segura

de sí misma. No es una sorpresa cuando su papi le dice que es la mejor en todo a


pesar de que no es buena para lo que no tenga que ver con... ropa, manipulación

o palabras hirientes.

—Está bien, Crystie. No importa si ganamos o perdemos. Lo importante es

convivir.

—Esa es la mentira más grande que has dicho en toda tu vida —entrecierra

sus ojos hacia mí— tú no soportarías perder en ninguna cosa al menos que... que

quieras perder a propósito.

—¿Qué? ¿Perder a propósito? Claro que no —bufo, y rodeo sus hombros

para abrazarla y que se calle— ahora, ponte lista porque ya es tu turno de ir y

jugar contra el grupo de Hunter. Recuerda... no importa si no eres buena, nadie te

va a juzgar. Este es un lugar seguro.

Así que empieza el juego y Crystal es mi primera bateadora, pero no golpea

la pelota ni una sola vez así que es eliminada y no está contenta con eso. Luego

entra Xavier y golpea la pelota por algún milagro, tirándola bastante lejos y Luc se

emociona a pesar de que se cae antes de llegar a la primera base y es eliminado.

Los demás son igual o peores, nadie vuelve a golpear la pelota y perdemos de una

manera casi perfecta. Por primera vez me siento orgulloso de que sean tan buenos

para nada.

Luc y yo festejamos cuando perdemos, abrazándonos. Los pobres niños de

Hunter chillan con felicidad pero se calman cuando ven que su sargento no está

muy feliz que digamos.


—Sabía que tramabas algo —murmura Crystal cuando dejamos de celebrar

nuestra victoria. La verdad es que no voy a ganar mucho dinero, y no es como si

lo necesitara, pero me gusta ganar.

—Una simple apuesta de despedida —digo, encogiéndome de hombros y

acercándome a ella para tomar su cara en mis manos y besarla con fuerza. Por

supuesto este es justo el momento en el que sus padres deciden acercarse. Cristoff

carraspea su garganta y me golpea la espalda más fuerte de lo necesario para

hacerse notar.

—Me parece que ya es hora de que Crystal vaya a arreglar su maleta —dice

su padre en el momento en el que nos separamos. Crystal asiente pero mira para

otro lado, apretando sus labios como lo hace cuando está molesta conmigo—

vayan, niños. Tómense su tiempo.

—No olvides nada aquí, Crystal. Asegúrate de que tienes toda tu ropa, ve a la

lavandería y ve si no se quedaron con algo por accidente. No quiero que te des

cuenta de que perdiste alguna prenda cuando estemos en casa y te pongas a llorar

para que regresemos como cuando fuimos a Seattle —la regaña su madre y

Crystal solo hace un sonido de fastidio— ¿Entendiste? No hagas esa cara, habla.

—Sí, madre. He entendido —responde y toma mi mano— estaremos de

regreso en unos minutos.

—No se tarden mucho. Queremos salir antes que todos para evitar el

tránsito.

—Como sea —murmura, sin dejar de caminar— necesitan entender que ya

no tengo cinco años.


—Tal vez deberías de dejar de actuar como si tuvieras cinco años —digo,

ganándome una mirada de enojo de su parte— eres malcriada e inmadura y ya

estás grande para eso. Ya eres un adulto, empieza a actuar como tal.

—Tienes razón —dice, en voz baja, como si no quisiera que escuchara eso.

Abre la puerta de mi habitación y ambos entramos— por eso he decidido que por

fin voy a hacer ese continental cambio en mi vida que todos me piden con tantas

ganas. Voy a dejar de actuar como una niña, voy a dejar de malgastar el dinero de

mi padre y voy a buscar amigos serios y amables como Xavier y Eva que no me

quieran por mi dinero o estatus, y sobretodo, creo que amarás esto, no voy a

seguir siendo Crisis, "la princesa más fácil del reino". No voy a besar a todos los

hombres que me parezcan atractivos y voy a dejar de hacer mamadas a diestra y

siniestra como si mi boca fuera un estacionamiento para todo tipo de ver...

—Perfecto. Me encanta todo eso. Que buenas decisiones estás haciendo —la

hago callar, antes de que hable más y diga algo que me haga enojar. No es como si

lo de las mamadas me llenara de alegría, pero definitivamente es mi límite.

—Creo que será bueno para mí —sonríe. Toma de su maleta ya lista un par

de cosas y se cambia la ropa. Luego acomoda la maleta a un lado de la puerta y se

sienta a mi lado en la cama, soltando un suspiro— entonces... ¿Cuando irás a

Texas?

—Saldremos en —saco mi celular de mi bolsillo y veo la hora— tres horas.

Llegaremos mañana, probablemente. No volaremos porque mi padre tiene un

gran trauma con los aviones después de que un avión que él piloteaba se fue a la

mierda y casi muere, así que tenemos que manejar hasta ahí.
Mi boca está seca y mi corazón está acelerado, Crystal comenta algo de lo

que acabo de decir pero no le pongo atención. No puedo quedarme sentado a un

lado de ella sin perder mi mierda, lo único que me queda es pretender que esto no

está pasando y que no es cierto que en meros minutos ella se irá y no volveré a

verla en mucho tiempo.

Me levanto, saco mi grande mochila para acampar de mi armario y empiezo

a meter todo ahí sin cuidado. Ni siquiera estoy le estoy poniendo atención a lo

qué estoy echando ahí. Veo mis placas en el suelo y me las cuelgo en el cuello, y

antes de que pueda seguir sacando cosas que probablemente no debería de meter,

la mano de Crystie está en mi espalda y me detengo.

—¿En serio? ¿Te vas a poner así de nuevo?

—¿Cómo? —pregunto, sin voltear, aunque sé de lo que está hablando. Quiere

saber si voy a cerrarme de nuevo cómo lo estuve haciendo este tiempo, pero no

puedo controlarlo. Es eso o ponerme más emocional que una adolescente en su

periodo.

—Te voy a extrañar tanto... —susurra y se pone frente a mí. Aprieto mi

mandíbula y me detengo de ordenarle que no diga cosas así. Acaricia mi cara

rasposa por unos segundos y luego empieza a besar levemente mi cara por todos

lados— no sé cómo voy a pasar tanto tiempo sin estar contigo. Voy a extrañar

incluso tus groseros comentarios, tu pésima actitud y falta de conocimiento acerca

de todo lo que tenga que ver con sentimientos... y creo que tú también me vas a

extrañar a mí.

La subestimación del año.


—Yo creo que deberíamos irnos —mascullo, con la voz profunda, y doy un

paso hacia atrás para que me deje de tocar. Crystie suelta un gran suspiro

decepcionado, pero asiente y camina hacia la puerta. Tomo su maleta y

caminamos en silencio hasta el centro del campamento, donde hay un montón de

gente. Crystal se aleja de mi lado de repente y se estampa contra Eva, quien la

abraza tan fuerte que incluso levanta a Crystal en el aire.

Me despido de los chicos de mi grupo, incluso abrazo a algunos. Kelly

aprovecha mi amabilidad y me da un beso muy cerca de los labios, pero decido no

decir nada y solo darle una mirada de advertencia antes de que corra hacia su

padre. El Gran David. Ahora sé porqué la pobre niña está gorda. Genética.

Xavier aparece, hablando con su padre y arrastrando una maleta negra,

luciendo tan emo como cuando llegó aquí. Cuando me ve, le dice a su padre que

lo espere un momento y camina hacia mí para despedirse.

—Hey, chico... ¿No te enseñamos a ser un poco más feliz aquí? —bromeo

cuando está cerca. Nos damos un rápido abrazo y unas palmadas en la espalda.

Xavier rueda los ojos cuando se separa de mí.

—Apesta tener que regresar y esconderme en el closet de nuevo, aunque sea

por poco tiempo —dice, con tanta amargura que la siento derramándose con cada

palabra y no sé que decir. No tengo mucha experiencia con los closets.

—Mira el lado bueno, al menos lograste conocerme a mí —opino, con una

gran sonrisa, pero solo logro que vuelva a rodar sus ojos, esta vez con más fuerza.

Luego se ríe y empieza a decir algo pero alguien me empuja con fuerza,

haciéndome tambalear, y se pone frente a él.


—¿No te vas a despedir de mí? —pregunta Luc, sonando tan desesperado

que hago una mueca de incomodidad. Xavier se aleja un poco de él para que no

estén casi nariz con nariz y se encoge de hombros, mirando hacia otro lado. Luc

me da una mirada extraña y no puedo hacer nada además de intentar sonreírle

para que se sienta mejor. Lamentablemente no soy del tipo de amigos que saben

dar consejos. Ese es él. O, al menos lo era antes de enamorarse de este niño raro.

—Um... adiós.

—¿Decidiste algo? —le pregunta Luc, rascando su nuca y apretando un papel

en su mano derecha— ¿Hiciste algún plan?

—Ah, sí. Hice un plan con Crystal —dice, y me da una sonrisa— creo que iré

a Nueva York y conseguiremos un departamento juntos. Tal vez incluso entre a

estudiar algo, quién sabe.

Saber que Xavier estará con Crystal me hace sentir un alivio tremendo. No es

que Xavier sea material de guardaespaldas, pero al menos es un hombre y ella no

tendrá que estar sola. Es alto, tiene un poco de músculo y podría ser de ayuda en

alguna emergencia. No es que Crystal sea completamente inútil, sé que es

inteligente y hábil de vivir por sí sola, pero creo que necesita alguien que

mantenga sus lindos pies en la tierra de vez en cuando.

—Nueva York... —repite Luc, pensando algo profundamente. Y un foco se

enciende sobre mi cabeza.

—Es un lugar asombroso. Te encantaría vivir ahí. Podrían incluso conseguir

algún lugar para los tres ¿No lo creen? ¿No sería genial y súper divertido?
—No realmente —contesta Xavier, entrecerrando sus ojos hacia mí para que

cierre la boca. Luc parece estar considerándolo.

Luc es perfecto material de guardaespaldas y a pesar de que a un 50% de él

le gustan las mujeres y que hace muy poco tiempo estaba tremendamente celoso

de él, sé que no intentaría nada con Crystal. Además, está enamorado de Xavier y

aunque somos amigos desde hace muy poco tiempo, lo he conocido desde hace

muchos años y sé que es una buena persona. Confiable.

Antes de que puedan decir algo, Crystal llega y abraza a Xavier con todas sus

fuerzas. Él deja de lucir torturado y la abraza también, moviéndose de un lado a

otro y susurrando algo en su oído. Aprovecho eso para inclinarme sobre Luc y

decirle que tiene que ir a vivir a Nueva York y pelear por su hombre.

—Eh... ten esto —dice Luc en voz baja cuando Xavier se separa de Crystal y

estira el papel en su mano hacia él. Xavier lo toma con confusión y cuando ve lo

que tiene escrito su cara se suaviza, pero después de unos segundos su expresión

se pone incluso más dura que antes y le regresa el papel a Luc, negando con la

cabeza. Nunca había visto a Lucas James, el niño que hizo mi infancia imposible,

luciendo tan triste. Y nunca pensé que verlo así me fuera a causar algo además de

euforia— de acuerdo... de acuerdo. Lo entiendo.

Se va después de decir eso, con paso lento. Los ojos de Xavier se llenan de

lagrimas y su labio inferior empieza a temblar igual que el de Crystal lo hace

cuando ella se pone a llorar.

—No. No, nada de eso —lo regaña Crystal— no lo necesitas. Es un gran

idiota que arruinó su oportunidad contigo por miedo. Estás mejor sin él. Te
conseguiré a un hombre perfecto para ti tan pronto como estemos juntos en

nuestra nueva vida. Y me encargaré de que sea alguien súper gay. Alguien que

nunca, jamás, se sienta culpable o miedoso de ser quien es.

—Gracias, Crys. Eres la mejor amiga que podría haber pedido —le da un

beso en la frente— tengo que irme, mi padre está esperando. Hablaremos

después.

—Claro, X. Llámame tan pronto llegues a tu casa.

Entonces Xavier se va y nos quedamos solos de nuevo. Puedo ver a los padres

de Crystal a nuestra derecha, mirándonos impacientemente y sé que ha llegado la

hora.

Tengo que decir adiós.

Mi cuerpo se afloja y dejo caer mi frente en el delicado hombro de Crystal.

Mis ojos empiezan a arder pero ahora no me importa, llevo mis brazos a su

cintura y la abrazo más fuerte de lo que lo he hecho alguna vez.

No puedo creer que no voy a estar con ella de nuevo. No voy a poder hablar

con ella, tocarla, dormir a su lado. Ya estaba incluso acostumbrándome a sus

parloteos en la madrugada y a sus pies fríos. No puede ser posible que voy a dejar

que esté sola en una ciudad que no conoce. No puedo creer lo mucho que voy a

extrañarla.

—Ya me tengo que ir —susurra Crystal y luego empieza a soltar pequeños

sonidos poco a poco, hasta que empieza a llorar con fuerza. Llevo mis manos a sus

muslos y la cargo contra mi cuerpo por una última vez— oh, por dios, Justin. No

te voy a volver a ver. Te vas a ir a la guerra.


Creo que el entendimiento de lo que esto significa llega a ella con toda su

fuerza porque empieza a balbucir un montón de cosas y a apretarme con tanta

fuerza que de hecho me lastima un poco. Le doy la bienvenida a ese dolor y me

dejo pensar en la posibilidad de no ir a ningún lugar y huir con ella, pero sé que

no es posible.

Crystal

No parecía del todo real hasta este momento. No pensé que de verdad fuera

a pasar. Pensé que de alguna manera esto se arreglaría y que, como todo en mi

vida, esto mágicamente resultaría a la perfección, pero ahora todo se viene contra

mí y empiezo a llorar tanto que mi abdomen duele por el esfuerzo. Es obvio que

nada va a salvarnos. Es obvio que no va a decirme que todo fue una broma y que

no tiene que irse a ningún lado a prestar servicio y que estará conmigo para

siempre.

—Crystie... no llores —me pide Justin, hablando bajito en mi oído, pero no

puedo controlarlo. Voy a extrañarlo tanto... no debí haberme acostumbrado a

estar con él todo el día, todos los días. No es sano y no sé cómo voy a lograr vivir

sin estar con él por años. Mientras él está en la guerra. Muriendo— por favor,

amor, no llores así. Haremos que funcione.


—¡¿Cómo?! —exijo, sollozando y enterrando mis uñas en su amplia espalda.

Justin empieza a caminar conmigo pero no sé a dónde va y no me importa.

Quiero vivir así para siempre, enredada en su cuerpo como una serpiente.

—Hablaremos por Skype cada vez que me sea posible, te llamaré a tu celular

algunas veces, puedes mandarme mensajes a mi correo... eso es todo, pero te

prometo que no será tan malo. Tal vez incluso pueda ir a visitarte, al menos una

vez —intenta tranquilizarme, pero no está funcionando, solo está dejando más en

claro lo horrible que va a ser esto.

—¿Puedo mandarte cartas?

—Eh... podrías, supongo, pero es complicado y casi nadie lo hace ya —

murmura— los correos electrónicos son mucho más fáciles, te lo prometo.

—¿Por qué no mejor te quedas conmigo? —lloro, con mi cara enterrada en

su cuello. Voy a extrañar cómo huele, tan masculino y fresco todo el tiempo. Voy a

extrañar cómo se siente su cuerpo pegado al mío, tan fuerte y seguro. No puedo

creer que esto me esté pasando a mí, de todas las personas. Enamorarme de

alguien en el ejercito siempre fue un gran NO-NO para mí. Supe desde que tenía

cinco años y vi a mi madre llorando todos los días, preocupada hasta la mierda

cuando no podía ponerse en contacto con mi padre, que no era algo bonito. Me

dije que yo nunca pasaría, bajo ninguna circunstancia, por eso. Y mírenme ahora

— por favor, no vayas. Quédate conmigo. Es muy, muy peligroso. Sé que el 73%

de los soldados mueren en batalla, sé que hay muchas posibilidades de contraer

enfer...
—Tengo que ir —susurra, sonando tan triste cómo yo me siento. Empuja mi

espalda contra algo que se siente cómo un auto— está bien, un año no es tanto

tiempo. Se irá rápido.

—Eso no es verdad y lo sabes. Deja de decir mentiras, tú no eres así —me

quejo, porque odio cuando las personas intentan hacer parecer como si siempre

todo fuera a estar bien. Una de las cosas que más me gustan de él es que dice todo

como es. Y no está haciendo eso en este momento.

—No puedo. Si digo lo que en realidad pienso solo nos va a poner más tristes

—levanta su cabeza y me mira a los ojos. No puedo ver bien por mis lagrimas,

pero estoy segura de que se ve tan miserable como yo y puedo notar que estamos

en un estacionamiento— te voy a extrañar mucho más de lo que piensas.

—Te amo —escupo, con la voz ofuscada por mi llanto. Soy consiente de que

no me veo muy bonita en este momento y espero que no le importe.

—Yo también —contesta, y suelta mis piernas cuando intento bajarme de él.

—Dímelo. Necesito que me lo digas, con todas sus palabras.

—Te amo —suelta, mirando hacia otro lado cuando me lo dice y mordiendo

el interior de su mejilla. Mis padres están parados casi a un lado de nosotros—

pórtate bien, Crystie. Cuídate mucho. Haz caso. Cómete tus vegetales.

—Entendido, Sargento —pongo una mano en mi frente en un estúpido

saludo, sin dejar de llorar, y él se ríe un poco y se acerca para darme un último

beso. Luego se quita las placas que trae colgadas en su cuello y me las pone—

adiós.
—Adios —se despide, y camina hacia atrás. Levanta la mano hacia mis

padres sin verlos realmente y luego se da una vuelta y se va.

Oh, por dios. Se va.

62

Part of me

Mi padre me ayuda a subir a la camioneta porque estoy demasiado

conmocionada viendo caminar a Justin como para moverme por mí misma. Me

acuesto en los asientos de atrás y alguien acomoda mis pies para cerrar la puerta.

Mis padres entran a la camioneta también y en el momento en el que empieza a

andar, suelto un sollozo fuerte y dejo salir todo mi dolor sin controlarme por

miedo de lucir o sonar como una loca.

—Por favor, princesa, toma aire y tranquilízate —pide mi madre y se

acomoda en su asiento para poner una mano en mi espalda y sobarme. Eso solo

hace que me ponga a llorar más fuerte.

—No puedo —lloro, y sorbo mis mocos ruidosamente— estoy demasiado

triste, me voy a morir.


—No te vas a morir —bufa mi padre, y casi puedo apostar que pone sus ojos

en blanco con burla. Insensible— deja de ser melodramática. Él regresará antes de

que te des cuenta.

—Eso no es cierto ¡Ugh! Puede ser rápido para ti porque estás viejo y cada

año cuenta, pero para mí un año es una eternidad —me quejo, limpiando mi cara

y acomodándome mejor para soportar las tres malditas horas que tengo que estar

metida aquí.

—¡Hey! No te pongas grosera. No estoy viejo —me regaña mi padre desde

enfrente, ofendido— no es la gran cosa, van a sobrevivir. Esto es solo un prueba

para su amor.

Gruño y lo ignoro porque él no sabe lo que dice. Mi madre decide quedarse

callada y sigue sobándome porque sabe lo que estoy sintiendo. Ella sabe cómo es.

Ella sabe que será difícil y desgastante y que voy a envejecer por la

preocupación y el estrés. Incluso yo ya sé como es, pero lo viví cuando era una

niña y no entendía muy bien la situación.

Lloro hasta que me quedo dormida, y por un segundo siento que cuando me

despierte estaré de nuevo en el campamento, en la cama de Justin, pero cuando

abro mis ojos sigo en la camioneta. Mi padre abre la puerta y me acaricia el

cabello por unos segundos antes de decirme que salga porque ya estamos en casa.

Me bajo con las piernas temblorosas, saco mi maleta y entro a mi casa sin

ganas. Antes de ir a mi habitación, camino a la cocina y abro el congelador

esperanzada de que mis padres aún piensen en mí. Gracias a dios, hay un bote de

mi gelato favorito de terciopelo rojo.


Abro mis puertas, arrastrando mi maleta y cargando el bote de gelato y entro

a mi habitación mirando todo con melancolía. Voy a extrañar esta preciosa

habitación tanto como voy a extrañar a Justin (quizás un poco más). Es

demasiado perfecta, pero sé que no me puedo llevar todo y que no voy a poder

recrear esto por mi cuenta en mi nuevo hogar.

Dos de mis paredes más largas tienen un tapiz de rayas paradas negras y

blancas, las demás paredes son grises. Mi cama es king size y tiene el más

esplendoroso edredón de peluche rosa pálido. La cosa más cómoda en la que he

dormido en toda mi maldita vida, definitivamente me lo llevaré conmigo. Tengo

diez almohadas blancas y esponjosas, cada una tiene impreso el nombre de

alguno de mis diseñadores favoritos con letras negras. Hay un pequeño ropero en

la esquina donde tengo guardadas todas mis telas, mis materiales, mis accesorios,

mis hilos, mis agujas y todo lo que ocupo para hacer historia. A un lado hay un

maniquí vintage donde mido lo que voy a crear y mi maquina de coser en un

mueble de madera blanca. Es la cosa más profesional que hay en el mercado y la

adoro con toda mi alma. Tengo un escritorio olvidado del otro lado donde está mi

laptop y un montón de novelas románticas que he leído. Hay una puerta a un lado

del escritorio que da a mi gran vestidor y a mi baño.

Me doy cuenta en ese momento que guardar toda mi ropa va a ser un gran

problema.

Como es de esperarse, tengo un pequeño problema y estoy completamente

obsesionada con la ropa. Eso hace que tenga miles de cosas que no uso pero que

bajo ninguna circunstancia voy a desechar. Tengo cientos de zapatos también,


aunque no son mi fuerte, y tampoco tiraré ninguno de esos alguna vez. Mi

colección de perfumes y bolsos de diseñador es muy extensa y no creo que pueda

llevármela conmigo, al menos no completa.

Mi vida no podría ser peor.

Me dejo caer en mi cama, abro el bote para comerme mis problemas y en ese

momento mi celular suena. Me levanto tan rápido que me mareo,

lamentablemente es solo Xavier. Y no es que no esté contenta de que me esté

hablando pero esperaba que fuera Justin.

—Hola, X ¿Estás en tu casa?

—Sí, estoy empacando —contesta. Su voz suena profunda y sin aliento, como

si hubiera estado haciendo mucho esfuerzo. Su voz es realmente sexy, con razón

Luc se está muriendo de dolor en este momento— ¿Ya sabes cuándo nos iremos?

Necesito comprar los boletos.

—No, yo los compraré y te mandaré la información. Es lo mínimo que puedo

hacer —empiezo a comer mi gelato, sentándome en la cama de nuevo— tú

pagarás el hotel y el departamento y yo no podré ayudar mucho.

—Sabes que el dinero no es problema, y que no es nada para mí ayudarte. Es

de hecho... eh, yo... estoy muy agradecido de ser tu amigo, Crystal. Nunca me

había sentido así de cómodo con nadie. Estoy muy emocionado porque vamos a

vivir juntos —murmura, con voz tímida y baja.

Ugh, es una ternura, me lo quiero comer.

—Tú eres el mejor amigo que pueda existir en todo el mundo y no puedo

creer que he pasado mi vida rodeada de idiotas cuando tú existías tan cerca de mí,
sintiéndote solo —oh, por el amor de todo lo santo, ya estoy llorando de nuevo—

de acuerdo, no digas nada más porque no voy a poder dejar de llorar. Te mandaré

un mensaje con la información más tarde.

—Está bien —se ríe— te quiero.

—Te quiero también —cuelgo, y empiezo a planear todo desde ese momento.

Me estoy muriendo de sueño como nunca antes, pero no quiero seguir

perdiendo tanto tiempo. Esto del campamento ha arruinado mi programa, ya me

perdí una semana de los cursos de inducción en Parsons y eso no es bueno.

Tomaré los baúles Luis Vuitton de mi madre aunque no son de mi completo

agrado y los llenaré lo más que pueda de mi ropa y cosas importantes, además de

llenar mis maletas. Son muchas cosas y tengo mucho miedo de transportar todo a

través del maldito país. Me atrevería a decir que todo lo que planeo llevarme

cuesta más que la casa de una familia promedio.

Soy capaz de elegir mis cosas favoritas después de unas horas. Me llevo por

supuesto cada una de las prendas que yo he hecho con mis propias manos, sudor

y lagrimas. Incluyendo el vestido que Justin destruyó y que de alguna manera

intentaré arreglar. No podré nunca más comprar piedras Sherizad pero ya me las

ingeniaré para hacerlo aun más fabuloso con muy bajo presupuesto.

Alguien toca la puerta cuando estoy terminando de colocar todo lo que me

llevaré en la cama. Anuncio que pueden entrar y mi padre pasa, frunciendo el

ceño profundamente cuando ve lo que estoy haciendo.

—Pensamos que estabas durmiendo —murmura— ¿Cómo estás?


—Tan bien como puedo estar en esta situación. No queda nada más que ser

positiva ¿no es cierto? Y seguirme diciendo que el tiempo se pasará rápido. Al

menos así podré hacer algo de provecho y no solo llorar —contesto, hablando

rápido. Luego me acerco y tomo la gran mano de mi papá en la mía, mirándola

por unos momentos— me iré a Nueva York mañana, a más tardar.

—¡¿Qué?! Pero... pero aún faltan algunos días para que tus clases empiecen y

no queremos que apresures esto por...

—Necesito irme ya ¿De acuerdo? Si no lo hago, mi nuevo plan de vida no

funcionará. Me quebraré —tomo aire y aprieto más su mano— resulta que me

enteré de que... de que soy muy inmadura, dependiente, ensimismada, molesta,

etcétera, etcétera y de...

—¡¿Qué?! —pregunta, enojado— Nada de eso es verdad, princesa, tú eres

perfecta ¿Quién te dijo eso? Quiero un nombre. Me encargaré de...

—Todos. Todos lo piensan, todos me miran y no ven a nada más que eso, la

mayoría de las veces ni siquiera tienen que decirlo. Tú también has em...

—No, no te equivoques —me interrumpe de nuevo— yo quiero que cambies

tus acciones. Quiero que dejes de hacer desafíos con Marea que solo terminan en

desastre y quiero que dejes de manipular a la gente como Jeremy, el asistente del

senador, la directora de tu escuela, tus maestros, tus tíos, tus abuelos y bueno, la

lista puede seguir y seguir. Pero yo nunca he pensado que eres molesta o

ensimismada, y mucho menos dependiente. Eres la niña más fuerte, valiente e

independiente que conozco. Haces tu propia voluntad siempre y nunca has

necesitado a ninguna persona para llegar a hacer lo que quieres.


—Cuando digo dependiente me refiero a que dependo mucho de ustedes. La

mayoría de la gente de mi edad viven solos desde hace un año, tienen trabajos,

dinero propio y, no lo sé, son adultos. Yo no. No tengo más de doscientos dólares a

mi nombre, nunca he trabajado y tuve que rogarles por meses para que me

dejaran ir a vivir sola en otra ciudad. Necesito saber cómo es la vida real ¿sabes?

Estar en el campamento me hizo notar que hay un montón de cosas que suceden

fuera de mi burbuja. Quiero empezar a ser alguien de provecho y empezar a vivir

como una persona normal. Eso significa estar sola, sin tu dinero ni tu ayuda.

Intentaré no hacer nada ilegal, pero si lo hago... entonces tengo que lidiar con las

consecuencias ¿De acuerdo? Nunca he tenido que pagar por ninguna de mis

acciones porque siempre te he tenido ahí ayudándome. Y ya es suficiente. Debo

abrir mis alas y volar como un lindo pájaro.

Mi platica es tan efectiva que mi padre acepta que tengo que irme. Sus ojos

se ponen rojos y me abraza tan fuerte que me siento como uno de esos pequeños

juguetes para el estrés a los que aplastas y se les salen los ojos. Luego mi madre

llega, se une al abrazo y se pone a llorar, después platicamos durante mucho

tiempo mientras me ayudan a doblar y acomodar todo.

—Listo —dice mi padre, cerrando mi computadora cuando termina de

arreglar nuestro vuelo porque yo no sé muy bien cómo hacerlo. Es la última cosa

que hace por mí, lo juro— tendremos un desayuno mañana antes de que debas

irte. Invita a tu amigo Xavier, necesito platicar con él y saber cuáles son sus

intenciones. Aunque, si Justin sabe que te quedarás con él y...


—Xavier es gay, papá. Completamente gay. Lo besé una vez y dijo que fue

asqueroso estar tan íntimamente cerca de una mujer. Y es todo lo contrario a mis

amigos que tú conoces —digo, con orgullo, porque eso es un gran cumplido. Le

mando un mensaje a Xavier diciéndole la información del vuelo y del desayuno y

aprovecho para mandarle un pequeño mensaje a Justin. Me dije que dejaría que él

me contactara primero pero no soporto más la espera y aparte, no es momento de

andar con juegos— es un lindo muchacho que me quiere de verdad y piensa que

soy genial y perfecta pero también me dice cuando estoy siendo un dolor en el

trasero.

—Ya me cae bien —murmura mi madre, empezando a meter mi ropa con

cuidado a uno de sus baúles, que ahora son míos, supongo. Es la última cosa que

dejo que mi madre me regale, lo juro— creo que esto será muy bueno para ti,

linda. Estoy orgullosa.

—Creo que será bueno también —contesto con una sonrisa, pero no estoy

muy segura.

Justin

Me dejo caer en mi colchón con cuidado porque es la cama de arriba de una

litera vieja y no quiero que esta cosa se caiga y matar a Hunter. Todos estamos tan
cansados y adoloridos que ni siquiera platicamos, solo estamos sufriendo en

silencio.

No recordaba lo intenso que esto era, ya pasó un año desde la primera y

última vez que serví. Nos faltan solo tres días de entrenamiento y entonces

partiremos, el tiempo se ha pasado mucho más rápido de lo que me gustaría, a

pesar de que cada día se siente como una eternidad.

Me gustaría decir que estoy ansioso para ir, pero no es del todo cierto. Estar

ahí es aburrido, la comida es una mierda, todos terminamos estando hartos de

nosotros mismos por estarnos viendo todo el tiempo, la gente nos odia a pesar de

que solo queremos ayudar y siempre tenemos que estar en guardia a pesar de que

pocas veces pasa algo interesante como un tiroteo y muy pocas veces tenemos una

misión de verdad.

—Justin, despierta. Es hora —chilla alguien justo en mi oreja y mi cama

empieza a moverse por todos lados. Abro los ojos y jadeo del susto. Ni siquiera me

di cuenta de que me quedé dormido— si no nos vamos ya, perderemos la cita.

Sabes cómo es Zander, si no llegamos a tiempo tendrá otros clientes.

Gruño y me levanto sin ganas, pero emocionado de todos modos. Muevo a

Hunter a un lado y brinco al piso porque las escaleras no soportan mi peso. Mis

piernas tiemblan un poco y casi me caigo, pero logro quedarme parado con mi

dignidad intacta y caminamos hacia dónde está mi padre para partir.

En el camino no hago nada más que mensajear con Crystie.

Nunca he sido un gran fan de estar en mi celular, para ser honesto. Nunca he

tenido aplicaciones para perder el tiempo ni redes sociales o cosas por el estilo
pero últimamente me encontré descargando algunas por petición de Crystal. No

he subido ninguna sola foto ni nada por el estilo, no tengo tiempo ni ganas de

hacerlo, pero me gusta ver las millones y millones de fotos que ella sube. Es

extraño y al mismo tiempo no una sorpresa ver que tiene cerca de mil "me gusta"

en cada estúpida cosa que sube y, no quiero ser raro, pero he estado viendo todas

sus fotos como un total acosador. Me intriga demasiado ver cómo era su vida

antes de mí.

Hay muchas fotos de ella sola, lo cual no me sorprende, hay muchas de

lugares a dónde ha viajado, los cuales son muchos, también tiene un montón de

fotos con mujeres tan arregladas y hermosas como ella... y hombres tan

arreglados y hermosos como ella, también. Tiene una cantidad impresionante de

mierda espiritual y estúpida de astrología, mitología griega y todas esas tonterías

de las que habla a veces.

Mientras estoy acosándola de nuevo en Instagram, como nunca pensé que

fuera a hacerlo, me llega otro mensaje de ella.

"Mis clases no son la gran cosa, odio a todos mis compañeros. Son ordinarios.

Hay una golfa fea y presumida a la que quiero destruir pero no lo haré porque

estoy siendo buena :)"

"Me alegra, sigue así... ¿cómo va la búsqueda de trabajo? ¿Ya conseguiste

algo?"

"No. Nadie cree que esté preparada, he estado pensando en dejar de pedir

trabajo en empresas, todos quieren que tenga experiencia en negocios y no me


creen cuando les digo que nací para eso. Siempre me ofrecen trabajo de

secretaria, pero son muy pervertidos al respecto así que no acepto"

Tan ilusa como siempre, cree que puede llegar a una empresa y exigir un

trabajo ejecutivo sin ninguna clase de preparación. Sin embargo me alegra que se

dé cuenta de cuando un hombre asqueroso está siendo pervertido y no se

aproveche de eso.

"Creo que deberías empezar con algo más a tu alcance como en un lugar de

comida rápida o algún café. Prometiste dejar de pensar que eres demasiado buena

como para trabajar en eso ¿Recuerdas? "

Espero que no se enoje. La ultima vez que mencioné trabajar en un lugar así

se ofendió demasiado y no respondió a mis mensajes en mucho tiempo, pero

necesito que me haga caso porque si no nunca se va a conseguir ningún trabajo y

me ha dicho que no tiene dinero, lo cual me asusta porque lo necesita para

sobrevivir. Y se niega por completo a aceptarlo de Xavier o de su padre.

Aprovecho que no me ha contestado para mandar otro mensaje.

"Si necesitas dinero yo puedo ayudarte. No quiero que estés muriendo de

hambre de nuevo porque eres demasiado orgullosa como para aceptar prestamos"

El poco dinero que llevaba con ella se lo gastó a los dos días de vivir en

Nueva York y desde entonces se ha negado a siquiera comer lo que Xavier compra

porque cree que lo hace solo para ser dadivoso sin ser muy obvio. No comió en

tres días porque no tenía nada. Y yo no puedo dejar que mi novia se muera de

hambre. No me gustan las mujeres esqueléticas.


"No necesito tu dinero. Lo mandaré de vuelta si me llegas a mandar algo,

estoy hablando en serio. Necesito hacer esto por mí misma"

Como siempre tan tonta y terca.

"Al menos acepta la beca alimentaria que te ofrecen en Parsons"

Estoy empezando a sentirme mal. No quiero atravesar el mundo y que esta

testaruda muchacha se muera de hambre porque se rehusa a pedir un trabajo

normal o a siquiera vender alguna de sus joyas o ropa de diseñador porque

"tienen más valor sentimental que valor monetario"

"No me la "ofrecen", tonto, cuesta dinero que tomarán de la tarjeta de mi

padre, así que no. Dejemos de hablar de eso, ¿Cómo ha estado tu entrenamiento?

¿Qué estás haciendo ahora?"

"Solo promete que comerás algo, por favor. El entrenamiento es malo y

pesado, como siempre. Estoy en camino a la ciudad con Hunter y mi padre para

hacernos un par de tatuajes y comer algo decente antes de irnos"

—Ya llegamos, Justin. Suelta ese aparato por un segundo —me regaña mi

padre abriendo su puerta— dile a tu noviecita que aprenda a vivir sin ti.

—Mira quien lo dice —murmuro, leyendo la exagerada respuesta de Crystal

que consta de millones de emoticones emocionados y expresiones de lo mucho

que ama mi sexy y tatuado cuerpo. Desde que mis padres empezaron una relación

normal han estado incluso peor que antes, pero diferente, ahora son un poco más

serios, calmados y románticos en lugar de desesperados y calientes. Supongo que

es porque ahora son monógamos y no tienen un miedo constante de perderse— le

diré que le mandas saludos.


—No. Va a pensar que me cae bien —dice, una vez que me bajo de la

camioneta y me pongo a su lado. Hunter está pegado en su celular, hablando con

Olivia— me cae bien, pero no quiero que lo sepa.

—De acuerdo —ruedo los ojos.

—¿Va a hacerse algún tatuaje con nosotros, General? —le pregunta Hunter,

abriendo la puerta de "Zander's Greatness". Mi padre niega con la cabeza.

—Soy demasiado viejo para eso. Los esperaré en el bar de enfrente mientras

se hacen sus dibujos contaminados en la piel.

Zander es un hombre calvo de cien kilos cubierto de tinta que ha hecho diez

de mis tatuajes. Mis favoritos, los que tienen más significado. Hunter y yo nos

hicimos uno la última vez que nos fuimos juntos y queremos hacerlo de nuevo.

Y he estado pensando en otro tatuaje que quiero que Zander me haga pero...

no sé si es una buena idea.

Hunter y yo nos tatuamos la fecha del día que viajaremos justo debajo del

tatuaje que nos hicimos el año pasado, el cual es igual, solo una fecha. Es grande

y poco doloroso. Y después del último mensaje de Crystal: "Lo siento, te hablaré

más tarde, estoy con un grupo de mis compañeros y estamos haciendo una tarea

importante. Quiero una foto de tu nuevo tatuaje más tarde. Te amo y te extraño.

Siempre estoy pensando en ti" estoy decidido.

—Espera —me vuelvo a sentar en el sillón, interrumpiendo a Hunter, quien

ya estaba agradeciéndole, y me quito la camisa de nuevo— quiero otro.

—Oh, claro. Mientras más, mejor —dice Zander y se sienta en su silla de

nuevo. Hunter me mira con confusión— ¿qué va a ser?


—Eh... un nombre.

—¡¿Qué?! —exclama mi mejor amigo, con los ojos saltones— no seas

estúpido. No te puedes tatuar el nombre de una mujer a la que conoces desde

hace solo un par de meses.

—Tengo una política muy estricta creada por mí mismo que me obliga a

hacer dos preguntas muy importantes cuando alguien me pide que les haga un

nombre de un amante —dice Zander, tomando un gran respiro— ¿Estás seguro de

que vas a estar con esta persona para siempre?

—No —contesto, con toda seguridad. Hunter y Zander se ven igualmente

sorprendidos por mi respuesta.

—Ah... de acuerdo, la siguiente pregunta es ¿Estás seguro de que no te vas a

arrepentir?

—Sí —contesto, de nuevo con toda seguridad. Los dos hombres están

mirándome como si fuera estúpido— miren, no creo estar con ella para siempre.

Peleamos todo el tiempo, mi trabajo es un gran problema y ella se rehusa a viajar

conmigo. No es muy factible un futuro entre nosotros y estoy casi seguro de que

ella terminará conmigo en un par de meses cuando se canse de esperar, pero... eso

no importa. La amo. Incluso si terminamos mañana, no me arrepentiría de tener

su nombre en mi cuerpo porque significa mucho para mí y quiero que sea parte de

mí para siempre.

Hunter tiene la boca abierta, Zander solo asiente y saca su pequeña libreta.

Me pide el nombre y cómo quiero la fuente. Me decido por una cursiva clásica.
Cuando Zander escucha su apellido, tiene una idea de poner su nombre entre

unas alas porque Angelo ¿entienden? Y me gusta.

—No pareces ser del tipo que se enamora de cualquier mujer. Esta Crystie

debe ser alguien muy especial. Tiene un nombre de niña buena.

—Es de todo menos una niña buena —contesta Hunter por mí— es

despiadada, grosera, narcisista, perezosa y gruñona. No sabe cómo tomar

ordenes, ronca como motor descompuesto, habla estupideces, piensa que es lo

mejor del universo y es molesta como no tienes una idea. Pero es bonita, y

terminas queriéndola aunque intentes detenerlo con todas tus fuerzas.

—La describió a la perfección —me río, y Zander empieza a tatuarla en mi

pecho, diciéndome que tengo que luchar para quedármela para siempre.

63

Fresh start

He aprendido varias cosas desde que empecé mi nueva vida en Nueva York

hace dieciséis días, pero la más importante es: la vida real es difícil. Más difícil

que caminar en tacones por la nieve y el piso resbaloso y más difícil que tomar el

metro.

Pensé que no sería la gran cosa, para ser honesta. Pensé que todo iba a venir

a mí directamente como ha hecho siempre, pero ese no es el caso en lo absoluto.


Sin que la gente conozca mi apellido, nadie me da privilegios ni me trata con

respeto. Sin ser rica y generosa nadie se acerca a mí por su cuenta propia. Sin ser

fácil y coqueta, los hombres no me regalan cosas ni me tratan como si fuera lo

mejor del mundo. Y sin tener dinero o alguna fuente de ingreso, estoy viviendo en

la miseria. No tengo ni siquiera para pagar un taxi y ni hablar de meterme al

metro de nuevo con toda esa gente que tiene la posibilidad de manosearme, así

que tengo que caminar desde mi edificio hasta Parsons y, a pesar de lo que el

estúpido vendedor nos dijo, no está nada cerca.

Además, hoy tengo que hacer una presentación con el comité de alumnos así

que tengo que estar en atuendo formal, lo que significa que llevo caminando

cuatro manzanas en zapatillas.

—Ya era hora —se queja Emilia, levantándose del sillón con impaciencia.

Trae puesto algo lindo, es un vestido negro vintage hasta la pantorrilla, zapatillas

beige y su corto cabello, casi inexistente, está negro en lugar de verde, como lo

traía ayer.

Yo, en cambio, me puse un clásico traje Dior para mujer con una blusa rosa

debajo y un moño de un rosa más fuerte. Mi cabello está recogido en una cola de

caballo alta, mi maquillaje está un poco más fuerte de lo que lo está normalmente

y estoy usando mis lentes. Parezco una pequeña empresaria y, como me dijeron

que mis lentes me hacen lucir más intelectual, últimamente no me los quito.

Además, me he dado cuenta de que realmente los necesitaba todo el tiempo y no

solo para leer o coser.


Emilia es mi única amiga aquí. Es una persona rara, para ser honesta, pero le

caigo bien y ella me cae bien a mí así que no me puedo quejar. Lamentablemente,

somos dos de las chicas más pobres de la clase y juntarnos en este proyecto no fue

la mejor idea. Es por eso que pedimos una junta con el comité, para pedirles que

nos dejen usar los materiales que tienen aquí ya que nosotras no podemos

comprarlos con nuestro dinero.

Sé que será difícil porque no van a creer que si puedes pagar esta carísima

escuela no puedas comprar telas, pero mi situación es especial, y Emilia vive algo

parecido. Su tío le paga la escuela pero además de eso no le da nada más y tiene

que sobrevivir con sueldo de mesera.

—Déjame hablar a mí ¿De acuerdo? —le digo antes de abrir la puerta. Ella

asiente muchas veces y me dice que ese era su plan de todos modos.

El comité está constituido por tres mujeres y un hombre. Se ven amables a

simple vista y nos saludan con cortesía. Empiezo por enseñarles los diseños que

hicimos juntas y por mencionar uno por uno todo lo que necesitamos.

—Espera, linda, por favor —me hace callar una rubia con el cabello tan

rizado y loco que me da ansiedad y ganas de cepillarlo por horas— ¿Lo que están

diciendo es que ocupan fondos?

—No, no. No pedimos dinero, pedimos tener acceso a los materiales que hay

aquí —murmuro, y le doy un vistazo al resto del comité. Están mirando nuestros

diseños con mucha intensidad— no es por ser completamente presumida, pero les

aseguro que todo lo que hago es impecable y que los materiales no serán
malgastados de ninguna manera. Además, creo que hablo por todos ustedes

cuando digo que nuestros diseños son completamente perfectos.

—Como alumnas, ustedes tienen todo el derecho de hacer uso de los

materiales, siempre y cuando estén reportando cada cosa que toman y que hagan

uso de todo con cuidado —me dice el único hombre. Cierra nuestro block de

dibujo y me lo entrega— sin embargo... dos compañeras de primer año han

venido a nosotros con el mismo pedido, y no podemos admitir a más de dos

personas al mismo tiempo en la bodega.

—¿Y se puede saber quiénes son? —pregunta Emilia, frunciendo el ceño y

enojándose. Emilia enojada puede ser bastante amenazador. Al menos para mí.

No siempre una fuerte mujer negra de dos metros está gruñéndote y mirándote

como si te quisiera aplastar.

—Sí, por supuesto —una muchacha morena lee algo en una pequeña libreta

— Kelsey Gillian y Sarina Kennedy. Están haciendo el mismo proyecto que

ustedes, me parece. Y aun recuerdo cuando yo tenía esa clase, sé que puede ser

difícil mantener el nivel que exige la señora Loftis, es por eso que... por mi parte,

podría darles la libertad de hacer uso de la bodega también, mientras arreglen

algo con sus compañeras para que solo haya dos personas dentro a la vez.

Emilia y yo compartimos una mirada de pánico. Definitivamente ninguna de

nosotras quiere lidiar con Sarina.

—Me parece un buen trato —acepta la rubia del cabello despeinado. Todos

se ven por un momento y asienten— ¿Están de acuerdo?


No, no estoy de acuerdo, Greñas Locas. Te odio. Creo que no tienes ni la

menor idea de cómo hacer tu trabajo y que deberías decirme que sí a lo que te

pido y mandar a volar a la puta de Sarina ¿Qué no sabes quién demonios soy?

Podría hacer que te echaran de esta escuela con solo mencionarle a mi papi que

no has cumplido con mis deseos. Además, tu ropa apesta a tianguis.

—Claro. Estamos de acuerdo, gracias —murmuro, con un nudo en la

garganta y acido revolviendo mi estomago. Emilia me da una mirada de completo

desagrado pero acepta también. Escriben nuestros nombres en su libreta y nuestra

información. Luego nos dicen que tendremos que hacer uso de nuestras tarjetas

para acceder a la bodega y nos dicen las reglas.

—Ah, y por cierto, creo que todo lo que han hecho es completamente original

y bien pensado. Espero ver lo que hicieron cuando esté terminado —dice el

hombre antes de que salgamos y me da una sonrisa pervertida que ignoro por

completo. No es nada feo, pero estoy intentando no hacer lo que no me gustaría

que me hiciera Justin.

—Gracias —le sonríe Emilia coquetamente y salimos de ahí— maldita sea,

tenía que ser esa estúpida chica... no creo que vaya a dejar la bodega en ningún

momento cuando se entere de que tenemos que compartir. Probablemente

dormirá ahí.

—No importa, tenemos que tratar. Y si hace algo así —trago saliva y tomo

aire— la destruiremos.

—¿Oh, destruirla? De acuerdo —me sonríe y volteo hacia arriba para verla

mejor. Emilia es tan alta como Justin y un poco más gruesa y gorda. No quiero
decir gorda en el mal sentido porque soy una buena persona ahora, pero bueno...

es gorda. Pero es genial y todo lo que se pone se le ve bien. En fin, me saca un

poco más de una cabeza y se nos dificulta a veces comunicarnos cuando estamos

muy cerca— no pensé que tuvieras malicia en ti.

Emilia solo me conoce desde hace una semana y solo hemos hablado tres

veces. No la culpen por ser completamente ignorante acerca de mí.

—No tienes idea, Emilia —me río y niego con la cabeza. Esperamos un rato

en la cafetería principal conociéndonos más hasta nuestra próxima clase, donde la

perra de Sarina está también.

Historia de la Moda es mi clase favorita. Todo lo que nos dicen me parece tan

emocionante e interesante que usualmente no hago nada más que estar

completamente hipnotizada con lo que el profesor está diciendo, pero este día lo

único que puedo hacer es ver la cabeza pelirroja de Sarina, casi del mismo rojo

que yo, y pensar en cómo puedo acercarme a ella.

Sé solo tres cosas acerca de ella. Que es huérfana y vive de la herencia que le

dejaron sus padres. Que siempre está besando a alguien diferente y que siempre

está hablando mal de todo el mundo y diciendo cómo ella es la única que va a

lograr ser alguien entre todos nosotros, los "fracasados".

Solo hemos hablado una vez, cuando nos presentamos y teníamos que

preguntarle algo a todos obligatoriamente. Ella me preguntó: "¿Cómo fue tu

verano?" lo cual logró hacerme llorar y todos se me quedaron viendo raro cuando

expliqué que me mandaron a un campamento del ejercito donde conocí al amor

de mi vida. Ahora todos saben que mi novio es un soldado, lo cual es una mala
idea porque gente te empieza a tener un montón de lastima. Ahora suponen que

soy una clase de sensible palomita y me tratan con cuidado.

Yo le pregunté a Sarina "¿Cómo es tu familia?" ignorando que la semana que

falté, ella había contado que sus padres habían muerto. Me vio con tanto odio en

sus ojos que lo sentí hasta dentro de lo más profundo de mi alma y respondió: "No

tengo familia. Y por favor, nunca me dirijas la palabra de nuevo". Así que... como

se podrán imaginar, desde ese momento no hemos hecho nada además de

ignorarnos.

Cuando se acaba la clase, en lugar de tomar mis cosas y salir lo más rápido

que puedo como todos los días, me quedo a un lado de la puerta esperando que

Sarina termine de platicar con el único hombre heterosexual que está con

nosotras en esta clase. Emilia se pone a mi lado y me da una mirada de miedo.

Ella puede parecer un tanque de ataque y verse completamente intimidante y

malvada, pero en realidad es realmente tímida cuando se refiere a

confrontaciones.

—Sarina... hola ¿Podríamos hablar contigo por un momento? —le pregunto

cuando pasa por un lado de mí. Entrecierra sus ojos y me mira de arriba abajo por

unos segundos, luego pone los ojos en blanco con fuerza y asiente, haciéndose a

un lado para que los demás puedan pasar— sé que no empezamos con el pie

indicado y me gustaría que esta... animosidad entre nosotras desapareciera.

—¿Animosidad? —repite, como si no supiera lo que eso significa— mira,

pequeña ¿Por qué no me dicen lo que necesitan y me dejan ir? Tengo una cita.
Claro que tiene una cita, la muy puta. Y seguramente no es con quien estaba

tragándose en la cafetería hace rato.

—Es acerca del proyecto de la profesora Loftis —dice Emilia por mí— no

tenemos el dinero para comprar nuestros propios materiales y necesitamos usar

los que tienen aquí, pero... nos dijeron que tú y tu compañera ya pidieron la

bodega y no se permiten más de dos personas al mismo tiempo, así que...

quisiéramos llegar a un acuerdo y hacer una clase de horario para que todas

tuviéramos un tiempo de...

—¿En serio? —la interrumpe, con los ojos entrecerrados hacia mí— ¿Me vas

a decir que no tienen dinero para materiales cuando la florecita dramática se

aparece con una infinidad de bolsos y ropa de diseñador? Sí, claro. Miren,

nosotras de verdad lo necesitamos.

—Esos son meros regalos —me defiendo— y no soy una florecita dramática,

Sarina. Soy un ser humano y tengo sentimientos, no como tú.

—Como sea, nosotras estamos en la bodega desde las tres de la tarde hasta

las diez. Es un proyecto muy importante y no podemos perder tiempo. Si quieren

llegar antes o después que nosotras, adelante.

—¿Qué te parece si nos intercalamos, entonces? —opino— un día puedes

entrar tú con Emilia y cada una trabaja en lo suyo, y al otro día entro yo con

Kelsey. De esa manera no perdemos tiempo.

Sarina hace una mueca y lo piensa por unos segundos, luego se encoge de

hombros y acepta.
—De acuerdo. Hoy iremos Emilia y yo ¿Te parece? De todos modos mañana

estaré ocupada.

—Yo no puedo hoy —contesta Emilia, pero sé que está mintiendo— ¿Por qué

no vas tú con Sarina, Crystal? Y yo voy con Kelsey.

—Sí, como sea —acepta Sarina sin importarle que yo no quiero eso y saca su

celular, empezando a caminar a la salida sin volvernos a ver— nos vemos más

tarde.

—¡Maldita sea, Emilia! —me quejo, en el momento en el que la puta ya no

está a la vista— ¿Sabes lo que acabas de causar? Voy a estar encerrada ocho horas

con esa estúpida.

No creo aguantar ni una sola sin golpear su fea cara.

Dios... o Diosa.... en fin, quien sea que esté escuchando esto en este

momento... por favor dame fuerza y paciencia para seguir con este nuevo camino

de armonía y tranquilidad en el que me encuentro y no hagas que la puta esa me

haga enojar porque sé que voy a aniquilarla. Amén.

➿➿➿➿

Voy a medio camino hacia mi departamento y paso por Starbucks. No he

tenido uno de esos desde esa vez que Xavier tuvo una mamada y café gratis de la

pequeña hada. No me alcanza ni para el más pequeño con lo que tengo en mi

bolso Birkin en este momento, pero... hay un muy lindo barista atendiendo y se ve

lo suficientemente idiota como para caer en mis redes.


No, Crystal, no puedes hacerlo. Justin explotará cuando sepa que hiciste eso.

Pero... no tiene porqué saberlo. Y no haré nada además de un poco de

inofensivo coqueteo.

—Hola, mi nombre es Crystal y estoy aquí para hablar con Freddy —le digo

al lindo barista, dándole una mirada especial y acomodando un mechón suelto

detrás de mi oreja. El tipo se ve confundido por un momento y me dice que no

hay nadie ahí que se llame Freddy— ¿No? Oh... demonios, entonces creo que me

equivoqué de franquicia.

—No te preocupes, es entendible. Hay cinco franquicias por calle —exagera,

con una sonrisa de lado y cruzando sus brazos en su pecho para que se vean más

grandes. Me río de su estúpido comentario por supuesto.

—Mmm, bueno, como ya estoy aquí, tendré un... —abro mi bolso y miro

dentro de él por unos segundos, fingiendo que busco dinero— maldición, no

tengo mi cartera.

—Oh, no ¿Te la robaron?

—No... no lo creo, probablemente la dejé en algún lado. Bueno, fue un placer

hablar contigo pero ya que no tengo...

—Espera, espera, no te preocupes por eso ¿qué quieres? Yo invito —

pregunta, sonando casi desesperado y me ahogo una sonrisa de triunfo.

El pobre imbécil me dio mi frapuccino favorito con un montón de crema

batida e incluso me regaló una galleta de chocolate. No la puedo disfrutar bien

porque tuve que huir de inmediato después de que me pidió mi numero y le di

uno falso, así que me la tengo que comer en el camino.


Abro la puerta, tiro mi bolso al sillón más cercano y le grito a Xavier que ya

llegué. Él me grita de vuelta pero no se acerca a saludarme porque sabe lo que

haré. Me quito los zapatos y gimo con alegría mientras camino a mi habitación mi

celular en la mano, llamándole a Justin. Tristemente hoy es el último día que

podré hablar con él por teléfono porque se irá en la madrugada a ese horrible

lugar a donde tiene que ir a arriesgar su vida.

—Hoy llegaste más tarde —se queja, tan pronto como contesta. Me siento en

la cama con una sonrisa. Amo escuchar su voz por teléfono, aunque suene incluso

más seca y monótona que en la vida real.

—Tuve un problema con la golfa de la que te hablé el otro día —me acuesto

en la cama y le cuento lo que pasó mientras me tomo mi frapuccino gratis, pero

como Justin es un super espía, me pregunta qué es eso que estoy comiendo y si

ya dejé de ser orgullosa. La respuesta es no, aún no como nada del refrigerador.

He estado sobreviviendo a base de sopa barata, dulces y agua. Mi nueva figura

esbelta me lo agradece, pero mi estómago se queja a cada segundo del día— mi

amiga Emilia me lo compró y no le pude decir que no.

Sí, me siento un poco culpable, pero bueno. Lo que no sabe no lo lastimará.

—¿Y por qué aceptaste eso de ella y no aceptas lo que Xa...

—Porque es diferente, no importa. Cuéntame cómo estuvo tu día.

—Todos mis días son iguales, Crystie ¿Por qué siempre me preguntas? Es

siempre lo mismo. Aburrido y poco interesante —contesta.

Si no lo conociera mejor, pensaría por el tono de voz con el que habla

siempre y cómo me contesta, que hablar conmigo es como hablar con un familiar
lejano al que odia, pero sé que no es así. Hace unos días me enojé por su horrible

tono, le colgué y me dormí y él se enojó conmigo porque no pudimos hablar.

No lo comprendo, para ser honesta.

—Pero ya no van a ser lo mismo ¿no es así? Mañana te irás —murmuro en

voz baja, y escucho cómo suspira— no voy a llorar, tranquilo. He llegado a...

aceptarlo.

—No te creo —responde, y tiene razón, porque sigo igual o peor que antes—

pero no importa ¿De acuerdo? No es ni de cerca tan peligroso o malo como lo

estás poniendo en tu dramática cabeza. Lo peor de todo es dormir en lugares

incomodos y comer mierda que sabe a polvo.

—Claro, claro, no es peligroso —asiento, mordiendo mi labio para que deje

de temblar— no va a pasar nada. Estarás aburrido todo el tiempo, y comiendo

cosas malas... eso es todo. Lo siento, he visto muchas películas de soldados que

mueren.

—Abstente de ver películas así ¿De acuerdo? Son solo para hacer que la

gente se emocione y se sienta mal por nosotros —asegura Justin, pero creo que

olvida que mi padre es Marine y me ha contado cada pequeña cosa de ese mundo

y los horrores por los que ha tenido que pasar. Y puede que no sea lo mismo que

Justin hace, pero es básicamente igual, así que no puede convencerme de lo

contrario, pero voy a seguir siendo positiva— he estado pensando un poco... ya

sabes, que una vez que regrese... creo que no sería una mala idea... tal vez...
—¿Qué? —pregunto, desesperada porque se está tomando su tiempo y mi

corazón está formulando todo tipo de ideas románticas que no creo que sean

posibles.

—Podría, no lo sé, solo estaba pensado. No es la gran cosa en realidad, solo

lo pensé por un segundo mientras comía un pedazo de carne seca —empieza a

divagar, y ruedo los ojos con una sonrisa, convencida que es algo lindo porque le

está costando demasiado esfuerzo decirlo— estaba pensando, ya sabes, estar un

tiempo contigo. Tal vez entrar a un curso que me enseñe a, ya sabes, cocinar.

Quiero decir, ya sé hacerlo pero... me gustaría, no lo sé...

—Por el amor de dios, solo dime que quieres vivir conmigo y enfocarte en lo

que de verdad te gusta. No es tan difícil —lo interrumpo, completamente

desesperada y Justin se ríe nerviosamente diciendo que sí, tal vez esa sería una

buena idea, como si yo lo hubiera pensado y no él— me encanta la idea, Osito.

—Pero no sería por siempre ¿Entiendes? Sería solo por un tiempo. Podría ser

llamado de vuelta en cualquier momento.

—Sí, sí, claro —acepto, pero sé que nunca lo dejaré ir de nuevo— podríamos

incluso conseguir una mascota ¿Qué prefieres, un perro o un gato? Yo prefiero a

los gatos.

—Soy alérgico a los gatos. Y no me gustan mucho los animales. Además, te

acabo de decir que no será para siempre, así que no empieces a hacer planes. Ni

siquiera debí haberte dicho nada —se queja, y escucho que se mueve en su cama.

—Sí, es bueno que me hayas dicho. Eso me hace sentir mejor de que te irás

mañana y no podremos hablar más de una vez al mes.


—Dije una vez al mes si bien me va, Crystal. No es seguro. No esperes eso, no

tengo idea de cuándo podremos estar en un lugar con conexión a internet o

siquiera luz ¿Entiendes? No te ilusiones.

—Deja de pelear —frunzo el ceño y me cubro con mi edredón. Empiezo a

tomar sorbos de mi frase pero ya no me trae sabor porque estoy empezando a

sentirme mal— siempre estás peleando conmigo. Siempre empiezas a hablar feo

de la nada.

—Eso no es verdad, yo no hago eso —se defiende, definitivamente peleando

— tú siempre tienes la culpa.

—¡Claro que no! Yo siempre te hablo bonito y tú solo te quejas y me repites

que no puedo tener ni la más mínima esperanza de algo contigo. No puedo ni

siquiera emocionarme por una señal de humo al mes —mi labio empieza a

temblar de nuevo y mis ojos empiezan a arder— ¿sabes qué? Adiós. Ya no quiero

hablar contigo.

—No, espera... —toma un gran respiro y baja un poco más la voz— lo siento,

solo... no quiero que estés triste ¿de acuerdo? Sé que te ilusionas con cada

pequeña cosa y que te pones triste cuando no sucede. No quiero estar

preocupándome por ti todo el tiempo.

—Yo voy a estar bien —aseguro, abrazando mi única almohada— si dejas de

pelear conmigo.

—Esta bien, lo siento. Estoy algo nervioso —murmura y escucho que alguien

le dice que se calle— lo siento, Hunter está en mi cama. Sus apestosos pies están

en mi cara y definitivamente no cabemos bien aquí y si me empuja un poco me


voy a caer pero... tenemos que compartir porque se le cayó un litro de agua en su

cama y no puede soportarlo.

—Eso es tierno —me río, y me los imagino aplastados juntos en una cama

pequeña— dile que le mando saludos y que estaré rezando por él también.

—¿A quién le rezas, Crystie? Pensé que no eras religiosa.

—Le rezo a todos los dioses que conozco a ver quién sirve para algo. Hey, por

cierto... ¿Le diste mi numero a Luc?

—Sí ¿Te llamó? Se ha dado cuenta de su error y quiere hablar con Xavier,

pero como no tengo su número, tú eres lo más cercano.

—Me mandó un mensaje pero tengo que consultarlo con X antes de

contestarle —suspiro y sonrío, complacida. Obviamente el imbécil de Luc iba a

arrepentirse tarde o temprano— yo creo que deberíamos ha...

—¿Podemos dejar de hablar de ellos? Sinceramente, no me importan —me

corta.

—¿Y de qué quieres hablar, entonces? No soy una fuente infinita de temas de

conversación. Y cada vez que empiezo a decir cosas bonitas como que tus ojos son

más brillantes que la vida misma, haces ese sonido con tu garganta como si te

estuvieran estrangulando.

—Lo siento, es solo que no me gusta cuando te pones así de cursi. Solo... no

sé, dime que me vas a extrañar o algo así.

—Te voy a extrañar como la luna extraña al sol cuando debe esconderse para

darle llegada a un nuevo día y debe aceptar que solo al pasar las horas su amor

regresará por al menos...


—Sé que lo haces a propósito —se queja, haciendo ese sonido de nuevo— no

me gusta. Te voy a enseñar cómo se hace ¿De acuerdo? Te voy a extrañar,

Crystie... y he estado pensando en cómo tu trasero se movía como gelatina todos

los días mientras me masturbo ¿Cómo estuvo eso?

Me quedo callada por un segundo sin poder creer que dijo eso. Sabe que es

un tema sensible.

—Es incluso peor que lo que yo dije. Además, yo he estado pensando en tu

increíble, poderosa y magistral verga penetrando mi canal de placer todas las

noches mientras acaricio mis pétalos.

—Asqueroso.

—¿Qué te pasa? Eso fue erótico y romántico, tú solo no sabes nada de la vida

—me río y me acomodo mejor en la cama mientras él sigue peleando acerca de

que todo lo que digo solo es para hacerlo sentir incomodo.

Por más de dos horas, seguimos hablando. La mayor parte del tiempo solo

peleamos, no voy a mentir, pero de todos modos es perfecto y desearía que

pudiéramos hablar por siempre, pero sé que no es posible. A las tres de las

mañana, me dice que tiene que irse y mi risa cambia por completo. Le digo que se

cuide mucho y que por favor no se muera, y él me asegura que así será. Incluso

hablo con Hunter unos segundos y le doy el mismo discurso.

Justin no me dijo que me ama, a pesar de que yo lo dije como unas diez mil

veces. Dice que yo sé que lo hace, pero que no le encuentra sentido a decírmelo si

no está frente a mí. Sinceramente, creo que su lógica es mierda porque de todos
modos nunca me lo ha dicho mirándome a los ojos y fijándose solamente en mí.

No le doy mucha importancia, sé que con el tiempo aprenderá.

Mi madre ha estado dándome un montón de consejos desde que llegué aquí,

como por ejemplo, tomarme un día a la vez.

Me gustaría decir que soy experta ahora, dos días después, pero eso sería una

vil mentira. Estoy más deprimida que antes. No he ido a clases. Ni siquiera me he

bañado. Tengo un horrible presentimiento de que algo muy malo va a pasar y tal

vez es solo que soy muy exagerada, o tal vez es cierto y yo tengo un sexto sentido

para ese tipo de cosas.

64

As the months go by

—Despierta. Es hora de una intervención —Xavier me quita el edredón de

encima y prende la luz. Gimo con fuerza y cubro mi cara porque me duele la

cabeza. Me toma del brazo y haciendo uso de su nueva fuerza adquirida, me

levanta de la cama y me lleva al baño mientras yo solo me quejo e intento


despertar— una semana es mi límite. No puedo dejar que sigas así, además, te

queda poco tiempo para que hagas ese proyecto tuyo y Emilia ha estado

trabajando sin descanso por tu culpa.

—Lo siento —murmuro, una vez que despierto por completo, sintiéndome

mal e inmediatamente preocupada. Si no cumplimos con ese proyecto, nuestra

calificación es historia. La señora Loftis no se anda con juegos, si no puedes

cumplir con eso, no eres digno de estar en su clase— es solo que...

—Es solo que Justin se fue, lo sé. Es triste, y te entiendo, pero no puedes

estar así todo el tiempo. Necesitas arreglarte, ir a clases, hacer tu proyecto y

después de eso, ir a vender una o dos de tus objetos más caros para que tengas

dinero y se te dé la gana de comer algo. Estás poniéndote demasiado delgada y no

es saludable.

—Pero...

—Nada. Pero nada —me empuja a la regadera y abre la llave. Agua helada

cae sobre mí y me hace jadear y querer salir, pero Xavier no me deja— te queda

una hora para arreglarte y llegar ahí. No estoy jugando ¿de acuerdo? No dejaré

que pierdas otro día.

El agua empieza a calentarse y yo me empiezo a tranquilizar un poco cuando

pienso la situación. Xavier tiene razón, he estado siendo patética y yo no soy

patética. Asiento hacia mi mejor amigo, haciéndolo suspirar y sonreírme un poco.

—Está bien, haré todo lo que dices —pongo una mano mojada sobre su

hombro y lo aprieto un poco— y supongo que puedo vender una o dos cosas y no

será el fin del mundo.


—Exacto.

Una vez que estoy lista, tomo las placas que me dio Justin y me las pongo

porque me parece adecuado, como un tributo a su ausencia. Las había dejado

colgadas junto con mi joyería pero creo que me sentiré mejor si las tengo

conmigo.

Lo primero que hago cuando llego a la universidad, es ir a buscar a todos mis

maestros y actuar como la lamebotas que siempre he sido. Me aseguro de

mencionar cómo mi novio acaba de irse a la guerra y que, dado a la carrera de mi

padre, eso me ha tenido en extrema depresión por mis traumas de la infancia.

Todos entendieron, en especial la profesora Loftis, quien resulta ser viuda porque

su marido murió en Afganistán hace algunos años. Ella comprendió lo que yo

siento a la perfección y me dio unos días más para entregar mi proyecto. Por

supuesto le dije que era mi profesora favorita y que la admiraba y esperaba ser

tan genial como ella alguna vez, pero ella es dura. Solo viro los ojos sin responder

nada, pero sonrió hacia mí de todos modos, lo cuál es algo que pocos tienen la

dicha de presumir.

Estoy súper atrasada en todas las clases, pero una vez más hago uso de mi

belleza para pedirle a un hombre diferente de cada clase "por favor, por favor, oh,

gran semental ¿me puedes prestar tus notas y tus tareas? " y eso funcionó a la

perfección. En el momento que se acaban las clases, voy a comprar un gran

sándwich de pollo y un smoothie con el dinero que Xavier casi me mete por la

garganta y me voy a la bodega a empezar a ser útil.


El solo hecho de entrar a este lugar me sube el animo. Me quedo unos cinco

minutos solo mirando de un lado a otro con la boca abierta y el corazón

palpitando como loco. Se siente tan profesional, tan serio. Quiero pasar el resto de

mis días dentro de un lugar así, es tan perfecto. Hay hilera tras hilera de telas y

un montón de estantes con herramientas y materiales. Pongo mi bolso sobre el

largo escritorio blanco donde empezaré a trabajar y camino hacia donde Emilia

me dijo que puso todo. El pequeño perchero tiene nuestros nombres y algunas

cosas colgadas. No ha terminado nada pero empezó básicamente todo lo que

planeamos hacer, lo cual es un gran avance.

Por las siguientes tres horas, me pongo mis audífonos y me dedico a hacer lo

que mejor hago, termino algunas cosas, asegurándome varias veces de comprobar

que están bien hechas. Las maquinas de coser que tienen aquí no son como la que

tengo yo, pero no está nada mal y me acostumbro a ella bastante rápido. Estoy

encorvada, cosiendo muy delicadamente el acabado de una blusa  y cantando la

canción de Drake que estoy escuchando cuando unos esqueléticos dedos se

aparecen frente a mí y empiezan a chasquear en mi cara. Me levanto rápidamente

con un jadeo, acomodo mis lentes y me arranco los audífonos. Sarina está frente a

mí.

—Te he estado hablando por diez minutos, florecita —se queja y pone sus

manos en sus caderas. Me mira como si fuera superior a mí y estuviera esperando

que pidiera perdón o algo— estás usando mi máquina y estás sentada en mi

lugar. No quiero problemas, solo hazte para allá y trae otra máquina.
—¿Estás hablando en serio? —la miro con los ojos entrecerrados y aprieto la

tela en mis manos con coraje ¿acaso nadie le ha advertido a esta piruja que no

puede hablarme así?— hay muchas más maquinas que puedes usar, no veo que

esta tenga tu nombre por ningún lado. Y yo llegué primero.

Estoy orgullosa de lo bien que estoy manejando esto.

—Yo tengo más derecho que tú a esto...

—No. Yo llegué primero y tomé lo que se me dio la gana porque nada de esto

te pertenece. Lárgate y déjame trabajar.

—¿Quién te crees que eres? Tú no puedes...

—Cierra la boca, Sarina —exploto— ya cállate. Tu horrible voz me está

causando migraña. Ve y toma otra maldita maquina y ya cállate.

Creo que estoy empezando a entender un poquito la frustración que algunas

personas sienten conmigo.

Sarina murmura un sin fin de cosas, insultos probablemente, pero me hace

caso y empezamos a trabajar en silencio. Es un silencio muy tenso y no quiero

ponerme a escuchar música de nuevo porque me preocupa que Sarina me ataque

por la espalda y yo no pueda escucharla viniendo hacia mí. Logramos cuatro horas

de ignorarnos y yo soy capaz de hacer mucho más de lo que pensé que podría

hacer en un solo día.

Me duelen los ojos, la espalda y los dedos, como es de esperarse, pero el

familiar dolor es bienvenido y me siento bien de haber sido tan eficaz. Pongo el

top que estoy casi terminando en el maniquí a mi lado y lo observo por unos

segundos, intentando encontrar qué le hace falta.


—Si quieres mi consejo —habla Sarina desde atrás de mí— quémalo.

—Si quieres mi pie en tu cara —me volteo hacia ella con los ojos

entrecerrados— sigue hablando. Te reto.

—Claro, claro —se ríe y regresa a lo que estaba— totalmente te creo, estoy

muy asustada. Eres muy intimidante con tu estatura de niña de primaria y tu

delicada carita de perdedora llorona.

Prefiero quedarme callada. Estoy muy cerca de explotar. He estado horas

aquí y no estoy del mejor humor posible. No necesito que esta pobre imbécil me

esté intentando molestar. Soy mejor que ella y lo demostraré cerrando la boca y

siendo madura y calmada, como siemp...

—Ya me lo suponía —continúa Sarina, con burla en su voz. Reconozco el

tono que adquiere, es como si se diera cuenta que soy alguien débil a quien puede

pisotear. Está apunto de dejarme claro quién es la más dominante aquí. Lo sé

porque yo solía ser igual con cualquier persona que me daba indicios de estar

intimidado por mí— te voy a advertir un par de cosas, pequeña. La primera es, no

intentes meterte conmigo. No me caes bien y nunca lo harás, así que no tienes

idea de la cantidad de problemas que podría causarte si no te comportas como yo

te l...

He tenido suficiente. No importa que tan calmada sea ahora, no voy a dejar

que una estúpida piense que puede hablarme de esa manera.

Me levanto y camino hacia ella tan rápido que Sarina se queda impresionada

por unos segundos.


—Escúchame bien, Anita la huerfanita, no te conviene hablarme como si

fuera posible en esta galaxia que tu flaco trasero de jirafa sea mejor que yo. Eso

no es posible. Yo soy Coco Chanel y tú eres su prima sin chiste. Yo soy Donatella

Versace y tú eres Lady Gaga con su peluca. Yo soy Christian Louboutin y tú eres

una costurera que hace ropa cristiana. Yo soy Viviene Westwood y tú eres Betsey

Johnson. Eres una chica común y corriente sin clase ni personalidad y nunca te

vas a comparar con mi grandeza. Puedo hacer tu patética vida imposible, puedo

hacer que todos en este lugar sepan la clase de asquerosa, ofrecida, puta barata y

gonorréica que eres y puedo hacer que tus padres muertos se retuerzan de la

humillación por lo que voy a esparcir acerca de ti —advierto, en un tono bajo y

frío. Sarina se pone un poco pálida y me mira con los ojos muy abiertos, sin decir

ninguna palabra— si eres una niña buena, puedo dejarte en paz, pero si sigues

creyéndote una diva cuando no eres más que una pobre huérfana con traumas y

delirios, no voy a dudar ni un segundo en pulverizarte.

Sarina parpadea unos segundos, completamente afectada por lo que dije.

Pero si ella es al menos un poco como yo lo pienso, no me dejará tener la última

palabra. Se levanta en silencio y guarda sus cosas conmigo respirando en su nuca.

Cuelga todo en su perchero y lo acomoda en su lugar. Una vez está lista para irse,

me mira con la nariz alzada. Si no fuera por lo rojos que están sus ojos, ni siquiera

notaría que la he afectado en algún modo.

—No creo que tengas las agallas para hacerme algo. Es obvio que eres buena

con las palabras, pero ya sabes lo que dicen de las perras que ladran —me mira

con una ceja levantada— ellas no muerden.


Entonces se da la vuelta y sale de la bodega, cerrando la puerta fuertemente

detrás de ella. Sonrío de lado y me permito pensar por un segundo que la admiro

un poco. Pocas chicas se han puesto a ese nivel conmigo, mis mejores amigas. No

hay manera de que ella vaya a ser mi amiga, porque estoy por encima de eso

ahora, pero hace unos meses, ella habría podido ser la nueva Marea en mi vida.

Lamentablemente, ya tengo una Marea y me visita todos los fines de semana.

Y, al contrario de lo que Sarina parece pensar, cuando yo ladro, me encargo de

morder, de una manera calculadora y cruel.

Además, yo siempre digo que cuando haces algo, debes hacerlo bien. Cuando

rompes la dieta, es porque vas a comerte un maldito pastel completo. Cuando

pateas a un niño a escondidas, es porque vas a asegurarte de patearlo tan fuerte

que se le olvide quien eres. Es por eso que en este momento me dejo ir por

completo.

Me espero unos momentos para asegurarme que no va a regresar y guardo

todas nuestras cosas con mucho cuidado, luego me acerco a su perchero y tomo el

único vestido en el que estuvo trabajando todo este tiempo. Sé que es su pieza

final, la más importante y debo aceptar que es bastante bueno. Casi tan bueno

como lo que nosotras estamos haciendo.

Podría tomar mis tijeras y romperlo por completo, eso sería totalmente

efectivo, no hay manera en la que pueda terminar otro vestido como este en los

pocos días que faltan, pero yo no soy una simple amateur. Yo sí sé cómo hacer las

cosas. Es por eso que acomodo mis lentes una última vez y empiezo a romper

pequeñísimas costuras con un bisturí. Arruino solo de una parte el dobladillo


impecable que Sarina hizo y le quito el reforzado a sus tirantes por dentro,

cerrándolo de nuevo de tal manera que no podría notar que hacen falta al menos

que los toque con el propósito de sentirlos. Luego me encargo de hacer uno que

otro desfiguro a otras cosas que hicieron.

Podría parecer nada importante esto que estoy haciendo, pero es una gran

cosa. Lo sé porque la primera semana de clases, la señora Loftis nos hizo traer

algo que ya habíamos creado. Dijo que todos debíamos tener al menos una pieza

ya hecha y el que no tuviera nada, podría largarse de su clase porque no estaba

hecho para estar ahí. Por supuesto todos llevamos algo. Ella se llevó las cosas a su

casa y, después de revisarlo todo el fin de semana, regreso con ellas y nos entregó

una hoja a cada uno con la cantidad de errores que teníamos. Fue

extremadamente cuidadosa. Esa mujer tiene ojos de águila y se encarga de

observar cada recoveco que pueda existir. Sarina no le pondrá mucha atención a

lo que hice, pero Loftis lo hará. Y cuando encuentre que tiene esa cantidad de

errores, su calificación será baja y horrible y reprobará la clase más importante.

Además del problema que será para ella tener que volver a cursar esa clase, se

ganará el desprestigio de no ser capaz de impresionar a alguien tan importante

como Loftis, quien tiene el tipo de poder y contactos que te pueden llevar a la

semana de la moda aunque estés en primer año.

Cuando llego a casa, le doy un beso en la mejilla a Xavier y voy a mi

habitación a decidir qué es lo que voy a vender. No sé si es que he estado en

depresión por una semana completa, pero deshacerme de algunas cosas no me

hace sentir nada mal.


Xavier me acompaña a vagar por Manhattan en busca de algún lugar donde

quieran mis cosas. Navegamos por varios minutos y luego por fin encontramos lo

que parece ser el lugar perfecto. Es una tienda donde venden ropa de diseñador

que ha sido usada y, según la dueña, está en perfecto estado. Le enseño la

gabardina Chanel y mi bolso Birkin. Solo traje dos cosas porque me imaginé que,

con lo mucho que costaron, me van a dar al menos la mitad. Al menos.

Considerando que no tienen ni un solo rasguño y no están sucias.

—Mmm, muy bien —murmura la dueña, observando mi bolso por todos

lados, incluyendo el interior. Xavier se dedica a caminar por la tienda sin ponerle

mucha atención a nada porque claro, me fui a encontrar al niño gay menos gay

que existe y esto no le llama la atención para nada— Podría darte, por las dos

cosas... ciento treinta mil dólares.

Esta doña está loca.

—Eso es solo el precio del bolso. Podría conseguir mucho más en otro lugar

—digo, negando con la cabeza— no lo he usado más de dos veces, y la gabardina

es completamente nueva.

—De acuerdo, de acuerdo —suspira— ciento setenta mil. Eso es todo lo que

puedo darte.

—Lo acepta —dice Xavier por mí, dándole una sonrisa a la dueña y poniendo

una mano pesada en mi hombro.

—Lo aceptaré solo porque estoy en bancarrota —mascullo por debajo de mi

aliento, empezando a sentir que mi piel cosquillea por dentro. No puedo creer que

me estoy deshaciendo de mi gabardina nueva por la mitad del precio en que la


conseguí— pero usted y yo sabemos que esto es una estafa. Ese bolso se puede

vender en cien mil. Y ni hablar de la gabardina... pero supongo que negocios son

negocios.

—Exacto —acepta la mujer, y me ofrece la mano. Me abstengo de rodar mis

ojos y tomo su mano. La mujer me mira con los ojos entrecerrados por un

momento, como si estuviera considerando algo— ¿Alguna vez has trabajado

vendiendo algo?

—No. Nunca he trabajado ¿Por qué?

—Estamos buscando una vendedora y tiene que ser alguien que tenga

conocimientos en este tipo de cosas —explica. Xavier y yo nos miramos al mismo

tiempo, con emoción— ¿Me aventuro a suponer que estás interesada?

—Querida, no tienes idea de lo apropiada que soy para este trabajo. Puedo

decirte sin ningún problema cuánto cuesta cada cosa que tienen aquí, de quién es,

en qué año fue fabricada e incluso cómo fue hecha —me apresuro a decir, y ella

sonríe— además, sé que podría venderle cualquier cosa a cualquier persona.

—Creo que tienes un poco de razón... ven el lunes con una solicitud y te

haremos una entrevista.

➿➿➿➿
Cabe mencionar que por supuesto me dieron el trabajo. Ni siquiera tuvieron

que hacerme una entrevista completa, las dos dueñas decidieron que tengo lo que

se necesita para trabajar aquí. Así que, se podría decir que todo en mi vida

empieza a andar bien desde ese lunes santo.

Mis clases regresan a lo normal, Emilia y yo podemos ponernos al día con

nuestro proyecto, y yo dejo de estar llorando todo el tiempo.

Le envío un correo electrónico a Justin, a la dirección que me mandó por

mensaje un día. Es extremadamente largo y me encargo de describir a detalle

cada pequeña cosa que siento, exagerándolo poquito porque sé lo mucho que lo

molesta. Le digo que lo amo mil veces y que no puedo esperar a verlo de nuevo. Y

me quedo esperando frente a la computadora por horas, pero nunca me responde.

Después de un rato acepto que es posible que no me responda hasta en un par de

días, así que lo dejo ir y me concentro en seguir con mi vida. Con mis clases que

tanto me gustan, mi nuevo trabajo en el que soy tan buena que asusta y con mis

nuevos amigos que son tan diferentes a los que tenía antes.

Pero días después, aun no hay ningún correo de Justin. Semanas después,

aun nada. Dos meses después ¿Adivinen qué? Nada.

Nada.

No sé si está vivo, o si está agonizando en algún lugar en el desierto. No sé

nada, solo sé que no ha regresado y que no se está comunicando con nadie. Hablo

con Patricia regularmente y ella me dice que tenga paciencia, que la última vez
que fue a servir, no se contactó con ellos ni una sola vez, a pesar de que tuvo

oportunidades.

Eso me está volviendo loca. Estoy siendo extraña y la gente empieza a

notarlo. Mis nuevos amigos piensan que tengo problemas. Emilia es tan perfecta

que es mi mejor amiga también, lo cual es malo porque ahora los fines de semana

tengo a alguien además de Xav y Marea, comiendo chucherías y diciéndome lo

rara que soy. Marea es la que lo nota más, porque me ha conocido toda mi vida y

puede notar mejor el cambio en mí.

Y sí, entiendo que he estado siendo algo callada, pero eso no es la gran cosa.

También dicen que estoy muy apagada y que me veo perdida todo el tiempo,

como si mi cerebro estuviera en otras cosas, y supongo que eso es cuando me

pongo a pensar en que tal vez este amor que siento por Justin es algo extremo.

Quiero decir, he pasado más tiempo separada de él que a su lado. He pasado

más tiempo peleando con él que no peleando con él. Me enamoré de él porque era

abusivo, grosero, celoso y malo conmigo. Estoy empezando a pensar que eso no

fue muy prudente de mi parte. Estoy empezando a pensar que tal vez él no siente

lo mismo que yo y que está aprovechando estar en otro país para dejar de

hablarme por completo.

Voy de Parsons a mi edificio mientras pienso en eso de nuevo, estoy tan

acostumbrada ya a este camino que ni siquiera tengo que poner mucha atención.

Empiezo a considerar pedirle a mi padre que haga uso de sus amigos en la fuerza

para ponerme en contacto con su base y exigirle que me diga si me ama igual de
intensamente que yo o no y que me explique porqué no me ha respondido

ninguno de mis bastantes correos.

Cuando salgo del elevador y entro al pasillo, lo primero que veo es a una alta

figura observando mi puerta. Trae una sudadera con gorro y se ve súper criminal.

Saco de mi bolsa la pistola paralizadora que mi padre me dio y camino hacia él

con mucho miedo, hasta que voltea hacia mí, veo la conocida cara de Luc y me

relajo.

—¿Qué mierda estás haciendo aquí? —pregunto, guardando la pistola en mi

bolso y mirándolo con los ojos entrecerrados. Sé que él y Xavier han estado

mensajeando, pero sé también que Xavier no quiere verlo, así que no tiene nada

que hacer aquí.

—Hola, Crystal, es un gran placer verte de nuevo. Te ves hermosa —saluda,

con una sonrisa, pero cuando se da cuenta de que no caeré en su encantadora red

de sonrisa millonaria y ojitos soñadores suelta un suspiro— Xavier no sabe que

estoy aquí y no me atrevo a tocar.

—Xavier ni siquiera ha llegado —miro la pantalla de mi nuevo celular— pero

no tarda en llegar, así que tienes el tiempo suficiente para decirme qué es lo que

estás haciendo aquí.

—Lo quiero de regreso —explica, sin balbucear. Completamente seguro—

estoy enamorado de él y me he dado cuenta que mi padre no debe determinar mi

futuro y que no importa lo que piense la gente.

—¿Estás seguro de eso? —pregunto, cruzando mis brazos— porque no dejaré

bajo ninguna circunstancia que Xavier esté con alguien que no acepte 100% quién
es, después de pasar tanto tiempo convenciéndolo de que está bien ser cómo es.

Xavier es más feliz ahora que no tiene que lidiar con el estrés de esconderse, no es

tan callado ni tan retraído como lo era en el campamento.

—Lo he notado —murmura— y... estoy seguro, Crystal, te lo juro. Xavier no

es exactamente mi tipo ¿Sabes? Cuando me gusta un hombre, me gusta que

sean... más grandes que yo. Totalmente masculinos, y me refiero a barba, pelo,

músculos, gruñidos, asquerosidad y todo eso que significa ser hombre.

—Ew. Totalmente nada que ver con mi precioso Xavier.

—Lo sé, y eso me tenía confundido, pero ahora estoy listo para estar con él

totalmente. Si es que me acepta. Te aseguro que no volveré a tener una crisis de

identidad sexual nunca más. Es algo difícil, cuando no eres completamente

homosexual ni completamente heterosexual, pero he estado trabajando en ello y

ahora estoy listo.

Me convenció. Lo sé, soy débil, pero Luc es demasiado lindo y encantador, no

lo puedo evitar. Dejo que entre detrás de mí y le doy una de las cervezas de Xavier

mientras me siento a un lado suyo en el sillón más grande. Tomo mi computadora

de la mesa de centro y, como ya es costumbre, abro mi correo electrónico primero.

—Oh, por dios.

—¿Justin? —pregunta Luc, pero no le contesto porque estoy muy ocupada

corriendo a mi habitación con la computadora en mis manos e hiperventilando.

Cierro la puerta con fuerza y respiro fuerte muchas veces, como si estuviera a

punto de parir.
Abro el correo después de unos segundos y cuando veo que son muchas

letras, me alejo otra vez y me pongo a hiperventilar de nuevo. No puedo creer que

esto está pasando.

"Crystal:

Lamento no haber contestado ninguno de tus correos. No es porque no he tenido

la oportunidad, porque si la he tenido, es solo que no sabía qué decir, pero los he

leído todos. La mayoría son molestos como el infierno, pero me han hecho reír así

que los aprecio.

Todavía no estoy muy seguro de qué escribirte.

Me gustaría decir que todo aquí está bien para que no te preocupes, pero esa no

sería la verdad y sabes que no me gusta mentir.

No recordaba cómo era esto, en mi mente lo recordaba como un paseo en el

parque pero me di cuenta en el momento que llegué que eso no era del todo cierto y

que estaba reprimiendo los recuerdos. Y esta vez, es muchas veces más horrible. Las

cosas están mucho peor de lo que me imaginaba.

Nadie confía en nosotros, bueno... nadie confía en nadie. Es muy deprimente ver

a las personas. Todos están viviendo en la miseria total y no se atreven a aceptar

ayuda porque piensan que son trampas. Estamos en, al menos, un tiroteo al día. Las

cosas siempre están tensas y tenemos que mantener nuestra atención en todos lados

porque les gusta sorprendernos y llegar de la nada a atacarnos.


No sé si seré capaz de ver las cosas igual una vez que regrese. Siempre he

pensado que soy demasiado fuerte para perder la cabeza y regresar jodido como todos

los demás, pero ahora me doy cuenta de porqué pasa eso y temo que me pase a mí.

La vida aquí es tan diferente a lo que conozco, y tan, tan diferente a lo que

conoces tú, que más de una vez me he encontrado sintiéndome enojado contigo por

tener una vida tan perfecta. Sé que no tiene sentido y que tú no tienes la culpa de

haber nacido con una cuchara de oro en la boca, pero no lo puedo evitar. Las mujeres

aquí sufren tanto que no podrías creerlo, sobre todo las niñas.

Nos topamos con un cargamento de muñecas sexuales vivas hace dos días y aun

no me repongo. No he podido dormir y sí, lloré un poco. De coraje. Se trata de una

niña viva sin piernas, brazos, dientes o cuerdas vocales que se utiliza como una de

esas muñecas inflables a las que puedes hacerle lo que se te de la gana. Solo pueden

llorar y sufrir en silencio mientras sus dueños las violan o torturan o les hacen lo que

se les da la gana. Rescatamos a diez de ellas y, cuando nos dimos cuenta de que no se

pueden ayudar de ninguna manera posible, tuvimos que sedarlas y matarlas. Suena

cruel pero era mil veces mejor a lo que estaban sufriendo.

Pero no hemos podido reponernos de eso, ninguno de nosotros. Ni siquiera

Stuart, quien es más molesto que tú en tus malos momentos. No hemos hablado

mucho además de lo necesario. Esas niñas no podrían haber tenido más de catorce

años, Crystie ¿Puedes creerlo? ¿Cómo eras tú a los catorce años?

Como sea, sé que no era lo que querías escuchar pero me has preguntado

doscientas mil veces cómo me está yendo, así que te contesté.


Sigue hablándome, por favor. No voy a contestar muy seguido, pero voy a leer lo

que mandas y me voy a sentir mejor. Te extraño. Extraño todo acerca de estar allá.

Incluso extraño a mi padre y a los niños del campamento.

Justin."

Estoy llorando tanto cuando termino de leer su correo que ni siquiera estoy

derramando lagrimas. Solo estoy en shock y mi cara duele. Todo en mí duele por

él y por lo que está pasando. Sé que debe ser difícil y sé que yo no podría nunca

ser lo suficientemente fuerte como para soportar ese tipo de cosas.

No me dijo que me ama y no puso "Querida Crystal" al principio ni "Con

amor, Justin" al final. Sé que no debería ser la gran cosa, pero creo que es

conocimiento general que en una... carta electrónica a tu novia, debes poner eso

para que sea romántico. Yo he estado poniendo "Querido Sargento" al principio y

"Con amor, tu Crystie" al final. Lo sé, es extremadamente tierno y soy la mejor

novia del mundo, pero él no parece apreciarlo.

Le escribo otro correo inmediatamente mientras escucho que la puerta se

abre y Xavier llega. Me aseguro de decirle a Justin que lamento que esté pasando

por ese tipo de mierda pero que sé que podrá superarlo y seguir ayudando gente

porque él es muy fuerte y ayudar gente es lo que fue a hacer. Le pido que me

mande al menos un "estoy vivo" de vez en cuando si no es mucha molestia y que

amaría hablar con él por Skype.


Pero de nuevo, no me contesta. No importa cuantos correos le mande, él no

me dice nada, pero no dejo de escribirle, mientras pasan los días, semanas y

meses de nuevo.

65

Coming back

Hace siete meses con veintidós días que Justin se fue. Podría decir las horas

también pero no tengo tan buena memoria. Solo sé cuánto tiempo ha pasado

porque tengo un calendario en mi habitación contando los días para que este año

se acabe y yo pueda estar con él de nuevo.

Lo único que he tenido de él es ese correo y una felicitación seca en mi

cumpleaños un poco después. Ese fue el cumpleaños más triste de mi vida, por

supuesto, solo salí a cenar con mis pocos amigos y ni siquiera tomé nada ni bailé

ni me divertí, solo estuve pensando en la nota de Justin y en que a pesar de que

fue horriblemente corta y falta de sentimiento, se acordó de mi cumpleaños.

Ahora estar sin él se ha hecho un poco más fácil. Al menos ya no estoy

pensando solo en él cada segundo de mi existencia y estoy empezando a ser un

poco más feliz y normal. Mis clases van perfectamente bien, soy la favorita de la

señora Loftis después de que vio lo que hicimos en el proyecto importante y


Sarina no me ha dado ningún tipo de problema. Creo que sabe que yo fui la que

arruinó su vestido, el vestido que le costó una calificación aprobatoria, pero no ha

dicho nada, supongo que es porque sabe que no puede probarlo.

Ahora tengo mucho dinero porque he estado vendiendo algunas de mis cosas

y he estado trabajando, pero sigo sin despilfarrar todo. De hecho, estoy

ahorrando. No sé para qué, pero estoy asegurando mi futuro, supongo. Y me

siento bien al respecto. Vivir una vida sin lujos exorbitantes se está haciendo más

y más fácil.

Luc vive con nosotros ahora, Xavier lo perdonó, como era de esperarse y mi

amigo está teniendo sexo todos los días, lo cual lo ha hecho tan feliz que casi no

lo reconozco. Ya casi no es nada del chico torturado que conocí en el verano. Y

estoy muy orgullosa por eso.

—Xav... tengo una idea, pero no sé si sea legal o no —murmuro, levantando

uno de mis viejos vestidos de mi mano de obra. Xavier está acostado en mi cama,

comiendo una manzana sin ninguna preocupación en la vida. Me mira con los

ojos entrecerrados cuando digo eso y empieza a negar con la cabeza— no es como

ilegal ilegal pero... podría serlo. No lo sé.

—Estás empezando a hablar sin sentido de nuevo, Crys —se burla y se sienta

— ¿Podrías ir a la carcel por eso?

—No lo sé... probablemente no. Pero podría perder mi trabajo —murmuro, y

él empieza a negar con la cabeza de nuevo— primero escucha mi idea ¿De

acuerdo? Podría ser genial.

—De acuerdo, dime tu maravillosa idea.


—¿Recuerdas que te conté que hoy Milena y Beatriz tendrán una cita en el

banco y voy a estar en la tienda completamente sola? —pregunto, levantando mis

cejas. Xavier ni siquiera me deja terminar, empieza a decir que no, bajo ninguna

circunstancia puedo robar algo— no estoy hablando de robar, tonto. Estoy

hablando de llevar mis cosas y no lo sé, ver si puedo venderlas.

—Oh... —lo piensa por unos segundos— de acuerdo, no es tan malo como

pensaba... bien, te doy permiso.

Todo lo que necesitaba era la aprobación de alguien y que me dijeran que no

era completamente estúpido. Tengo esta idea en mi cabeza desde que empecé a

trabajar aquí.

Traje dos vestidos, una falda larga algo hippie y un top de terciopelo que es

mi favorito. Es mi favorito porque es el que luce más caro, además de ya-saben-

que-vestido que nunca podré remplazar ahora.

—Hola, buenas tardes. Bienvenidas a La Vraie Exclusivité —saludo con

mucho entusiasmo a las gemelas que acaban de entrar. Se ven como mis primeras

víctimas. Ricas, algo estúpidas y parecen ser de mi talla— mi nombre es Amanda

y estoy aquí para ayudarlas en lo que necesiten.

—Gracias, Amanda, buenas tardes. Yo soy Clary y ella es Cynthia —me

saluda una de ellas y muerde su labio, mirando hacia todos lados— necesitamos

tu ayuda, verás... nuestro ex-novio se va a casar con nuestra prima...

—¿Qué? —pregunto, confundida y ambas me dan una mirada de lo sé, par de

pendejos— y quieren verse perfectas, supongo.


—Exacto —asiente la otra, mirando hacia todos lados también— si pudieras

enseñarnos algo que sea completamente adecuado para esta situación, estaremos

muy agradecidas. Él salió conmigo primero por un año, y después con Clary por

un año y dos meses y luego se fue con nuestra estúpida prima. Sale con ella cinco

meses y de repente se quiere casar ¿Tienes idea de lo que es eso?

—Una gran injusticia, si me preguntan a mí. Pero suena como un gran

imbécil de todos modos ¿no creen?

—Oh, sí, él es realmente un imbécil —acepta Clary— pero ambas hemos

conseguido citas perfectas, mucho mejores que él. Lo único que necesitamos es

algo que nos haga lucir hermosas y nada celosas de lo que está pasando. Sabemos

que toda la familia tendrá los ojos en nosotras.

—Sé que puedo encontrar algo que lo haga desear que estuviera en esa boda

con ustedes dos en lugar de con esa prima traidora de la que me hablan —digo, y

ambas se ríen. Empiezo a caminar por los estantes como si estuviera considerando

qué puedo darles— ¿Qué prefieren? ¿Algo clásico elegante o más moderno y

brillante? Si quieren mi consejo, creo que deberían ir con elegante.

—Eh... no lo sé, lo que sea mientras nos veamos bien. Y queremos algo igual

para las dos, si no se puede igual, al menos muy parecido. Nos gusta compartir.

—Sí. Que sea clásico y elegante —acepta Cynthia con una gran sonrisa.

Tienen mucha esperanza en mí.

—Mmm, hay unas faldas parecidas de la nueva temporada de Alexander

McQueen —murmuro para mí misma y sé que ambas están colgándose de cada

palabra que sale de mi boca— también tenemos un... ¡Oh! Ya lo sé. Acaban de
llegar dos nuevos vestidos de una diseñadora contemporánea. Son casi iguales y

perfectos.

—¿Una nueva diseñadora? —preguntan al mismo tiempo, mirándome con la

misma confusión en sus ojos.

—Ah, sí. Acaba de entrar a este medio. De hecho, presentó su primera

colección en la semana de la moda —miento, caminando hacia el estante donde

colgué mis vestidos. Sabía que mi "falta de versatilidad" y "hacer todo parecido"

iba a dar resultado en algún momento— su nombre es Crystal Angelo. Salió

después de Marc Jeremys.

—No recuerdo haber visto su colección —murmura Cynthia, entrecerrando

con fuerza sus ojos y mirando al techo, intentando recordar— ¿Es linda?

—Muy linda —asiento— yo compré algunas cosas, de hecho. Como este

short.

Levanto mi blusa y les enseño el short a la cintura que me puse solo con el

propósito de enseñárselo a mi primer cliente a pesar de que está haciendo tanto

frío que no siento las piernas. Es rosa pálido, como la mayoría de la ropa que

hacía antes, y tiene cosidas grecas doradas por la parte de enfrente y en los

bolsillos de atrás. Me doy una vuelta y les enseño mi perfecto trasero para que

puedan apreciar todo.

—Oh... me agrada —dice una de ellas y toca una de las grecas en mi trasero

— ¿Podrías enseñarnos los vestidos que dijiste?


—Ah, claro —asiento y tomo los dos vestidos— la chica que los trajo a

vender estaba triste de deshacerse de ellos, pero estaba en bancarrota después de

que su novio rico la dejó, así que tuvo que empezar a vender sus posesiones.

—Oh, pobrecita —murmura Clary, haciendo un pequeño puchero y tomando

uno de los vestidos que extiendo hacia ella. Su hermana toma el otro y los

admiran en silencio por unos momentos. Mi corazón está bombeando tan fuerte

que temo que ellas lo escuchen y mis manos empiezan a sudar por los nervios.

—De hecho, mi cumpleaños está por llegar pronto y estaba pensando en

comprar este vestido —apunto al de la chica de la izquierda, llamando la atención

de ambas— se adhiere a mi cuerpo como si estuviera hecho solo para mí y oh, es

solo tan bonito. Pero si tú lo quieres, entonces supongo que tendré que ponerme

en contacto con la diseñadora personalmente y pedirle que me haga otro. Todo lo

que hace es de una sola pieza y ella vive en una isla en Marruecos. Será algo

difícil, pero valdría la pena.

No tengo idea de dónde está Marruecos o si hay islas ahí. Espero que ellas

tampoco.

—Mmm, no lo sé, no estoy segura de que pueda entrar en esto —murmura

Cynthia. Ella es de lejos más delgada que yo cuando hice ese vestido y totalmente

le quedará— pero realmente me gusta, creo que se parece un poco al vestido de

Melanie.

—Es verdad —jadea la otra y comparten una mirada complice— es parecido

a su vestido. Melanie es nuestra prima. Y su vestido tiene el pecho parecido al de

estos.
—Me parece que sería la venganza perfecta, aparecerse luciendo un vestido

parecido y que a ustedes se les vea mejor, caminando de la mano de un hombre

mejor que el de ella —murmuro hacia ellas, sonriéndoles con algo de miedo de

que esto no funcione después de todo, pero ellas sonríen más grande y asienten—

Entonces... ¿Les gustaría pasar a medirse?

Ellas aceptan y mientras están en los probadores me permito cerrar los ojos y

pedirle al universo que sí les gusten. No es como si necesitara el dinero ahora,

pero realmente, realmente quiero vender mis cosas. Quiero que los usen para esa

boda. Quiero que todos las vean y piensen oh, demonios ¿Quién las vistió? ¿Quién

es esa misteriosa Crystal Angelo? Yo quiero algo de ella.

Las chicas salen y, milagrosamente, ambas se ven perfectas en mis vestidos.

Suelto un gran suspiro de alivio y expreso de mil maneras diferentes lo preciosas

que se ven. Estamos tan emocionadas las tres que nos abrazamos y brincamos de

un lado a otro, pero claro, como me he dado cuenta últimamente, no todo puede

ser perfecto. Justo en ese momento, las puertas se abren de nuevo y dos voces

conocidas entran a la tienda.

Oh, por dios. No, por favor. Por favor, Buda, haz algo por mí y hazlas

desaparecer. Por favor, Nezahualcóyotl, haz tu poderosa presencia en esta tienda y

dirige su atención a cualquier cosa que no sea yo. Princesa Diana, te ruego que alejes

a estas mujeres de mí. Amo este trabajo, no puedo perderlo.

—Hola Cry...

—¡Hola! —interrumpo a Milena, antes de que diga mi nombre y le doy una

sonrisa forzada llena de pánico. Ella me mira raro y luego les da un vistazo a las
clientes, quienes siguen muriendo de la emoción por sus vestidos. Dos vestidos

que definitivamente no estaban aquí cuando ellas se fueron— ¿Adivinen qué?

Acaban de traer algunas cosas de Crystal Angelo ¿La recuerdan? Esa linda chica

que vimos en la semana de la moda. Esos vestidos son de ella ¿No les parece que

son completamente deslumbrantes?

—¡Perfectos! —exclama Clary, mirando su trasero. Por suerte, es casi tan

grande como el mío así que el vestido se le ve genial. Milena y Beatriz comparten

una mirada, y después de unos segundos creo que deciden que dejarán que siga

con esta mentira.

—Sí... su ropa es magnifica —acepta Beatriz, dándome una reprimenda con

sus ojos— ¿Están interesadas en comprarlos?

—Oh, por supuesto, pero no pudimos encontrar las etiquetas ¿Cuanto

cuestan?

—Verás, ese es el problema —hago una mueca— esta muchacha tiene la

cabeza en el aire desde que Anna Wintour le dijo que era la nueva generación

para la moda y sus precios son exorbitantes.

—¿Anna Wintour le dijo eso? —pregunta Cynthia con la boca abierta— no he

visto ningún articulo con el nombre de Crystal Angelo ¿Será que...

—Creo que quiere permanecer exclusiva por un tiempo —la interrumpo, y

ellas asienten, como si entendieran— pero, vaya, los precios son... uff... cuatro mil

dólares por cada vestido.

Me fui a marte y regresé.


Esto es una jugada arriesgada y por un segundo mientras veo que las cuatro

mujeres me miran con la boca abierta, sé que he exagerado el precio. Pero si algo

he aprendido por experiencia propia y por estos últimos meses trabajando aquí es

que las personas creen que todo, mientras más caro, es mejor. En mis tiempos de

vivir de mi papi, yo me fijaba siempre en lo qué era más caro, porque era lo que

más podría presumir y lo que todos iban a envidiar más. Y ellas parecen ser como

yo. Espero no estar equivocada.

—Mierda —exclama Cynthia y ambas se ven tristes— sobrepasa nuestro

presupuesto.

—Realmente me gusta —se queja Clary, haciendo un puchero exagerado y

pataleando un poco en el piso porque cree que no va a poder tener este vestido.

Definitivamente son como yo— ¿Crees que podamos convencer a papá?

—No lo sé —su hermana se muerde el labio— pero podemos intentarlo.

Ellas se alejan un poco para hablar por teléfono con su papi y mis dos jefas

están en mi cara en ese segundo, susurrando cosas como "estás loca" "cómo se te

ocurre hacer eso" "traspasaste nuestra confianza" "nunca lograrás vender eso" "estás

despedida" pero antes de que pueda llorar por eso, dos gritos agudos nos

sobresaltan y mis hermanas favoritas de todo el mundo exclaman que su

queridísimo papi les dio permiso de comprarlos. Me pongo a chillar con ellas y

nos abrazamos de nuevo, brincando de emoción una ultima vez.

Este es el mejor día de toda mi vida. Vendí dos cosas. Soy ocho mil dólares

más rica, tengo la satisfacción de saber que lo que hago puede pasar por algo que

cuesta eso, no perdí mi trabajo y además, mis jefas me han dejado poner algunas
cosas mías en su tienda, siempre y cuando ellas obtengan el 30% de las ganancias.

Eso es lo de menos, lo más importante es que al fin estoy ganando dinero por mis

cosas y no podría ser más feliz.

Esa noche salgo a celebrar con Luc, Xavier, Emilia y Marea. Vamos a un lugar

súper caro y yo pago todo. Me siento como la vieja Crystal por unos momentos,

mientras estoy cantando lo más fuerte que puedo, bailando sin ninguna clase de

vergüenza con quien se me ponga enfrente y tomando bebida tras bebida sin

ningún problema en la vida. Llegamos a casa a las tres de la mañana y Marea y

Emilia duermen en mi cama.

Estoy en un sandwich humano cuando mi celular empieza a sonar, la mano

de Marea está tomando mi seno izquierdo tan fuerte que temo que explote en

cualquier momento y Emilia tiene una de sus grandes piernas arriba de las mías,

pero de alguna manera puedo levantarme e ir por mi celular.

—Hola papi —contesto con la voz ronca después de ver quién me está

llamando a esta hora. Mi garganta se siente como si hubiera tragado cuatro kilos

de arena y me doy cuenta por la manera en la que tambaleo un poco, que sigo un

poco ebria— son las seis de la mañana y es domingo. Espero que tengas una

buena excusa para estar llamándome.

—Princesa... eh... —toma un gran respiro y escucho cómo su voz tiembla un

poco— ¿Crees que podrías pedir un tiempo libre en tu escuela y viajar a

Washington?

—¿Washington? —pregunto, completamente confundida. Nunca hemos ido a

Washington, no hay familia ahí ni nada importante en realidad ¿Por qué tendría
que ir a Washington?— ¿Se puede saber por qué? Realmente no quiero perder

clases ¿Esto es necesario?

—No quiero alarmarte, pero... Justin tuvo un accidente en una brig...

Jadeo antes de que termine de hablar.

—¿Está muerto?

Escucho que me responde algo pero no le pongo atención porque suelto el

celular y cubro mi cara, soltando un sonido extraño desde el fondo de mi garganta

que suena como un sollozo pero peor.

Estoy pensando lo peor. Justin descuartizado. Justin lleno de agujeros de

bala. Justin sin piernas ni brazos como me dijo de las muñecas esas. Justin

completamente quemado. Justin...

En medio de mi ataque de pánico puedo notar que Marea se levanta de la

cama y toma el celular. Saluda a mi padre y habla un poco con él, luego toma mi

cara en sus manos y hace que la mire a la cara.

—No esta muerto, Crisis —dice con la voz fuerte y veo que sus ojos se llenan

de lagrimas también— no está muerto, pero está en el hospital. Lo tienen en

Washington.

Justin
Lo primero que noto cuando despierto es la mano enterrando sus uñas en mi

brazo izquierdo y el olor a hospital. Quiero mover el brazo y levantarme pero no

puedo, creo que estoy drogado todavía. Mis párpados se sienten pesados y ni

siquiera puedo levantar la cabeza.

—¡Justin! —exclama la voz de mi madre a mi lado y aprieto mis ojos con

fuerza— oh, por dios. Estás despierto. Por fin, estás... ¡Enfermera!

¡Enfermeraaaaa!

Mi cabeza va a explotar por la voz de mi madre, pero por su grito torrencial

me doy cuenta de una cosa. Solo puedo escuchar de un lado, del otro lado a

dónde ella está gritando. Frunzo el ceño e intento enfocarme en escuchar todo a

mi alrededor, pero no puedo escuchar bien.

—Mamá... mamá ¿qué está pasando? —pregunto. Mi voz está tan rasposa

que casi no se escucha y no suena como yo. Quiero tallar mi oreja, pero no puedo

levantar mis brazos y empiezo a entrar en pánico por esto— ¡¿Qué está pasando?!

Una enfermera entra e intenta explicarme lo que me pasó. Es difícil porque

mi madre no cierra la maldita boca y yo no puedo escuchar bien. No entiendo

nada de lo que está diciendo.

—Por favor, mamá, cállate o sal de aquí. No entiendo nada de lo que me

están diciendo —exploto, cuando he tenido suficiente. Mi madre se calla

inmediatamente y me mira con los ojos tristes, pero en este momento no me

interesa haber lastimado sus sentimientos, solo quiero saber qué me pasa.
La enfermera me dice que tengo algo llamado trauma acústico porque me

dispararon en la maldita oreja. Me volaron el lóbulo. Asombroso. Ahora voy a

tener una oreja anormal y tendré que usar un maldito audífono auditivo. Podría

tener una cirugía pero le digo que no quiero eso.

También me dice que me dispararon cuatro veces. En mi precioso lóbulo, en

el hombro, en el brazo y en la mejilla izquierda, pero ese me pasó rozando y solo

me ha dejado una fea herida, al parecer.

Cuando me dicen eso empiezo a recordar algo de lo que pasó y mi estómago

se revuelve. Me hago a un lado y empiezo a vomitar, pero no he comido nada en

días así que solo vomito algo amarillo y ácido que me lastima.

La enfermera me ayuda a volverme a sentar y me limpia la boca como si

fuera un maldito bebé. Mi madre empieza a hablar de nuevo, pero no me importa

en este momento.

—¿Dónde está Hunter? —pregunto, una vez que recaudo la fuerza para

hablar. La enfermera me dice que no sabe quien es Hunter y mi mamá empieza a

llorar bajito, sonando como un gato a medio morir.

Amo a mi madre, en serio, pero es la mujer más molesta del universo. Su

llanto me hace desear que me hubieran volado la otra oreja también. Y ni siquiera

contesta mi maldita pregunta, así que la repito.

—Está en coma inducido —explica, una vez que puede hablar de nuevo. Su

voz está completamente temblorosa— tuvieron que retirar su pierna, estaba casi

destrozada después de que lograron romper esa cosa donde estaba. Perdió

muchísima sangre, aún están buscando un donante, su tipo de sangre es...


—Es igual que la mía —digo, rápidamente— yo puedo donar.

—No, no puedes —contesta la enfermera— no puedes donar.

Maldita mujer, podría al menos mostrar un poco de compasión y no hablar

como si mi mejor amigo necesitando mi sangre fuera una inconveniencia más en

su día.

—Mamá... ¿qué tan mal está Hunter? Dime la verdad.

—No lo sé, no han querido responder nuestras preguntas. Su padre quiere

comprar una pierna robótica pero es demasiado cara y es muy complicado. Eso es

todo lo que sé, tu papá tiene más información pero lo mandé a que fuera a dormir

y comer algo. Ha estado aquí por 35 horas, yo solo pude llegar hace 3 horas.

Cierro mis ojos y tomo un gran respiro, intentando no ponerme a llorar.

Hunter perdió una pierna. Él perdió una maldita pierna y yo solo tuve unos

cuantos disparos estúpidos. Ni siquiera vale la pena mencionarlos porque son tan

pateticos que desearía regresar y pedirles que me dieran en el estómago o algo

así. Esto es totalmente injusto. Lo mío no es nada, yo no debería estar de vuelta.

Mi padre debió haber hecho algo para que me trajeran.

Hunter perdió una pierna. Hunter, quien aprecia sus musculosas pantorrillas

más que cualquier hombre que se respete. Quien me dijo diez mil veces que

debíamos pedir apoyo porque nosotros dos no éramos suficientes. Ahora está en

coma y es por mi culpa. Porque no le hice caso y porque no fui lo suficientemente

fuerte para abrir la trampa donde cayó.

—Quiero ir a verlo —murmuro, unos segundos después, pero la asquerosa

enfermera me dice que no puedo y mi madre empieza a hablar de nuevo. No


estoy de humor para soportarla. Mi cabeza duele demasiado y lo único que quiero

es llorar— mamá, por favor, sal un momento. Estás alterándome.

—¿Qué? Pero...

—Por favor. Cállate y vete. Me duele la cabeza como no tienes una idea. Solo

hazme caso.

—Me callaré. No puedo dejarte —pelea, y suelta un sollozo— estaba tan

preocupada, pensé que...

—¡Que te largues! —grito, porque ya no puedo con ella. En serio. La

enfermera me regaña por gritar y le pide a mi mamá amablemente que salga por

un momento— por favor, que no vuelva a entrar.

—Es tu madre, muchacho desconsiderado —me regaña la mujer, poniéndose

dónde puedo verla y asegurándose de darme una mirada de desagrado— está

preocupada por ti. Has estado aquí más de un día completo sin despertar y tu

padre ha sido el único a tu lado, ella...

—Ella es mi madre y todo, pero no la soporto a veces ¿De acuerdo? Es muy

molesta. Su voz es muy alta y no puede quedarse en silencio a pesar de que se lo

pido mil veces, mi cabeza está apunto de explotar y solo quiero unos momentos

de tranquilidad —dejo salir el aire y aprieto mis ojos con fuerza, sintiendo

humedad en la cara— por favor no dejes que entre de nuevo, al menos no hasta

que me sienta mejor.

—¿Estás hablando en serio? —pregunta la enfermera, y sé que si no tuviera

miedo de perder su trabajo, me diría exactamente lo que piensa, lo cual puedo


deducir por su cara que no es nada bonito— está bien, como usted quiera. Dígame

el nombre para anotarla en una lista de los que no pueden pasar.

Mientras estoy dándole su nombre, viene a mi mente otra persona que es

igual o más molesta que ella. Y que me volvería aun más loco.

—También escriba el nombre de Crystal Angelo, por favor.

66

Almost

Mi padre llega unos momentos después y me regaña por hacer llorar a su

amada mujer. Por suerte solo me regaña por unos minutos y luego se queda

callado. Me hace un par de preguntas después, pero su voz es baja y no se pone

molesto, así que no tengo problemas. Además, él sabe más de Hunter.

—No te voy a mentir, está mal. Perdió mucha sangre. Además el hierro estaba

sucio y se infectó. No hay manera en la que su pierna se hubiera salvado ni

aunque tú hubieras podido abrir eso.

Está diciéndolo para hacerme sentir mejor, pero sé que si hubiera sido lo

suficientemente fuerte para abrir la trampa en la que Hunter metió la pierna, él al

menos no se hubiera desangrado y yo no hubiera recibido cuatro disparos.


—Está bien llorar por esto. Es algo bueno —me tranquiliza, pero no lo haré

de todos modos, al menos no todavía. No quiero llorar frente a nadie.

—Tú nunca lloraste.

—Claro que lo hice, sería inhumano si no lo hiciera. Viví cosas peores en Irak,

en el ataque... mientras el avión caía, estaba llorando como un bebé.

—Pero tú me dijiste que nunc...

—Es diferente llorar por mierda estúpida a llorar por este tipo de cosas. Muy

diferente.

Se queda callado después de eso y lo aprecio. La platica se estaba poniendo

demasiado profunda para mi gusto.

A pesar de que no me siento cansado, mis ojos se cierran y lo único que

puedo hacer es concentrarme en recordar lo que pasó, pero aun no logro que todo

regrese a mí.

Solo sé que teníamos una misión para rescatar a algunas mujeres de una red

de prostitución. Era una red menor, sin ningún modus operandi sofisticado, solo

un par de hombres que decidieron hacer dinero vendiendo a sus hermanas, hijas y

conocidas. Todos vimos esa misión como una oportunidad de salvar mujeres y

sentirnos mejor por lo que habíamos visto hace unos meses y de lo cual no

estábamos del todo recuperados. O, al menos yo sentía eso, pero resultó ser

completamente inútil.
Crystal

—Aquí obviamente hay una equivocación —me río, consiente de que sueno

como una loca histérica. Mi padre pone su pesada mano en mi hombro para

calmarme, pero mis dedos están temblando con coraje reprimido— porque no hay

manera en la que yo no pueda pasar a ver a mi novio. Mi novio que acaba de ser

bombardeado en la guerra y está en su lecho de muerte.

—Lo siento mucho, señorita, pero aquí dice que Crystal Angelo no está

permitida en la hora de visita.

—Entonces mi nombre es Pancracia. El caso es que necesito entrar. No sé

porque estoy en esa lista, pero podemos pretender que yo no soy Crystal.

—Lo siento, pero no se puede. El señor Justin Bieber ha requerido

personalmente que usted no lo visite, y debemos seguir sus ordenes.

Oh...

Así que él no quiere verme.

—Está bien linda, ya se le pasará —me asegura mi padre y nos sentamos en

la sala de espera a un lado de Patricia, quien está limpiándose unas silenciosas

lagrimas. Ella y mi padre se saludan y hablan un poco pero yo estoy demasiado

ocupada odiando a Justin.

He estado muriendo de la preocupación y el desespero por meses,

malgastando mi tiempo pensando en un futuro con él. Y cuando mi padre me dijo

que estaba hospitalizado, casi muero. Y él no me quiere ver. Eso es completamente


injusto, lo único que hace es probar mi teoría de que en efecto, él no siente por mí

lo mismo que yo por él. Era de esperarse, para ser honesta, pero aun así duele.

—Estoy orgulloso de ti, linda —murmura mi padre a mi lado y besa mi frente

— pensé que perderías la cabeza cuando te dijeron que no podías pasar.

—Está bien, lo entiendo. Justin no quiere verme. No hay problema, no hay

razón para perder la cabeza.

Pero claro que hay problema. Empiezo a planear cómo matarlo desde ese

momento. Si él no me quiere ahí, entonces yo no quiero entrar. No me interesa

para nada.

Me quedo con ese pensamiento en la cabeza por un buen rato, pero luego

empiezo a notar algo. La enfermera que entra y sale de la habitación de Justin,

siempre entra con cara de molestia y sale completamente enojada. No sé con qué

clase de imbécil tiene que lidiar ahí pero supongo que Justin esta en su máximo

esplendor y la pobre mujer lo odia por completo.

Entonces me digo que tal vez ella puede ayudarme a entrar. Y que no sería

por él. Sería por mí. Merezco ver si está bien, no porque lo ame con todas mis

fuerzas sino porque necesito ver que está respirando para poder seguir con mi

vida.

Me levanto de mi silla como si nada y camino al garrafón a un lado del

pasillo a las habitaciones. Pretendo tomar agua hasta que veo que la enfermera de

Justin sale, por esa pequeña media puerta por la que no me dejan pasar porque el

grandísimo imbécil les dijo que no quería verme.


—Es difícil de tratar ¿No es así? —le pregunto a la enfermera. Ella me da una

mirada extraña— el señor Bieber. Es un gran dolor en el trasero.

—Eh... sí, algo —acepta, soltando un suspiro— hizo que su propia madre no

pudiera entrar a verlo. Es muy grosero. Puede decir por favor y gracias y aun así

sonar como si estuviera ordenando todo.

—Te entiendo mejor que nadie. Ese hombre no sabe lo que es tener un poco

de compasión. No tiene sentimientos —murmuro, sonando un suspiro— yo soy su

novia. Hemos pasado por tantas cosas... y también ha decidido que no quiere que

entre a visitarlo. Como si no me mereciera verlo después de que ha enfrentado a

la muerte.

—Ah —abre los ojos con conocimiento— ¿Crystal Angelo?

—La misma que viste y calza —asiento, y pongo mi cara de sufrimiento— ha

estado en la guerra por meses. No he hablado con él ni una sola vez y ahora

resulta que no puedo ni siquiera ver por mí misma si está bien o mal ¿tienes una

idea de lo horrible que es eso?

—Me puedo imaginar —suspira— ese muchacho es insoportable. Y tu

pareces una buena chica, lamento que tengas que lidiar con él. Pero... los peores

son los que más nos gustan ¿no es así?

—Creo que sí. Tienes toda la razón.

—Pero nadie puede negar lo guapo que es, así que te entiendo en ese

aspecto. Y si él está dispuesto a escribir tu nombre en su pecho con tinta

permanente, entonces supongo que a pesar de lo grosero que puede ser, lo que el

muchacho siente es verdadero.


¿Mi nombre en tinta permanente en su pecho? ¿De qué demonios está

hablando? ¿Un tatuaje?

Oh, por dios.

—Sí. Puede parecer completamente insensible a simple vista... o a segunda y

tercera vista, pero de alguna manera logré que sintiera algo por mí —murmuro,

con una leve sonrisa, imaginando mi nombre en su piel— Es un lindo tatuaje ¿no

es así? Lo amo.

—Hermoso, a decir verdad —suspira y mira al techo unos segundos,

abrazando los papeles en sus brazos. Esta mujer es una completa romántica.

Perfecto— si un hombre se tatuara mi nombre en su pecho, no sé qué haría. Lo he

encontrado acariciando el tatuaje cuando se queda pensando. Creo que te

extraña.

—Estoy segura de que lo hace, pero es un hombre muy testarudo. No dejará

que entre.

—Pero tal vez sea bueno para él que estés a su lado —dice, con una mirada

decidida en sus ojos— ¿Sabes qué? Sígueme. Te llevaré con él, aunque no le

parezca. Y si pregunta, no le digas que yo te metí. Es obvio que no le caigo muy

bien.

—Está bien. Gracias.

Genial, ni siquiera tuve que ofrecerle dinero como tenía planeado.

La mujer va por algo a quién sabe donde y luego me dice que camine detrás

de ella. Puedo ver por mi visión periférica que mi padre me está observando con
mucha intensidad, con los ojos entrecerrados, y cuando entro a donde están las

habitaciones detrás de la enfermera, se pone a negar con la cabeza.

La sigo y mis manos empiezan a temblar. Por fin lo voy a ver, estoy muy

nerviosa. Me dijeron que le dispararon cuatro veces y que ninguna fue muy

importante, pero que aun así perdió sangre y la audición en un oído.

Mi pobre Osito.

Cuando entramos a su habitación, Justin tiene las manos sobre sus ojos y mi

corazón se aprieta. Lo único que quiero es tirarme a esa camilla y abrazarlo

porque, maldita sea, lo he extrañado tanto, estaba tan preocupada por él. Pero no

puedo hacer eso, porque estoy enojada, así que solo me quedo parada a un lado

de la puerta, jugando con mis manos y sin saber qué hacer.

La enfermera camina a su lado y hace algunas cosas a las que no le pongo

atención porque no dejo de observarlo.

—¿Vas a seguir entrando y saliendo todo el maldito día? —pregunta Justin

sin quitar las manos de sus ojos, sobresaltándome un poco. Su voz suena ronca y

lastimada, como si hubiera gritado mucho— quiero dormir y no puedo si sigues

entrando cada tres minutos. Por favor, haz lo que tengas que hacer de una vez y

déjame en paz un rato.

—Si no vengo a verte, estarías en tanto dolor que no dejarías de llorar por tu

mami, la cual no podría entrar porque no la dejas —se queja la enfermera. Es

obvio que se desprecian mutuamente. No es una sorpresa— aunque me

encantaría que eso sucediera, tengo que hacer mi trabajo y seguir viniendo.
—En ese caso, procura no hacer tanto ruido. No puede ser tan difícil —

masculla, como siempre sonando súper odioso. La enfermera no hace nada

además de darme una mirada de molestia y se va sin otra palabra, dejándonos

solos y asegurándose de estrellar la puerta, haciendo la mayor cantidad de ruido

posible.

Tengo a Justin frente a mí por primera vez en meses y no sé que hacer.

Definitivamente no fue como imaginé nuestro reencuentro. Solo me quedo parada

sin hacer ningún sonido. Ni siquiera estoy respirando.

No me avergüenzo de aceptar que pensé que después de exactamente un

año, él llegaría a Nueva York, me sorprendería con un montón de rosas y cosas

bonitas y que alguien tomaría un video de eso, de cuando yo gritara con emoción

y saltara a sus brazos y él me diera muchas vueltas y me dijera lo mucho que me

ama. Y después tendríamos un video viral porque sería tan hermoso y romántico

que todos se morirían de la envidia y desearían tener un amor como el nuestro.

Vaya que estaba equivocada.

Empiezo a dar unos pasos hacia él y su cabeza se levanta tan rápido que me

hace jadear. Se ve completamente en alerta, pero cuando ve que soy yo se acuesta

de nuevo. Su cuerpo se pone tenso y rígido, y sus ojos están apretados.

Mientras más me acerco a él, más palpita ese músculo en su mandíbula. Sé

que puede sentir que estoy a meros centímetros de él, pero no hace nada. Mis ojos

empiezan a doler porque estoy reprimiendo las lagrimas y si soy honesta, lo único

que quiero hacer es  abrazarlo y decirle lo mucho que lo he extrañado y que lo

amo y que me alegra que esté aquí conmigo, vivo.


Tiene un parche en su mejilla y su oreja izquierda y su brazo está vendado,

amarrado a su hombro. Y a pesar de eso, no se ve frágil en lo absoluto. Se ve listo

para levantarse y seguir con su vida. Su cabello está más corto de lo que estaba la

última vez que lo vi y su cuerpo se ve más grueso y musculoso. No está usando

ninguna bata ni nada, así que su pecho está al aire, y puedo ver mi maldito

nombre escrito en su pecho. No es pequeño y no está en un lugar escondido, es

como si quisiera que todos lo vieran.

Mi corazón se vuelve loco ¿Eso fue lo que se hizo en Texas? ¿Por qué no me

lo dijo? Es perfecto. Incluso tiene unas alas de ángel, porque soy angelical

supongo. Es lo mejor que me ha pasado en la vida, lastima que este idiotico

hombre está actuando como un niño de cinco años.

—Sé que no me querías ver —empiezo, y maldigo internamente porque mi

voz suena quebrada y débil. Justin traga saliva y lleva su mano derecha a su

pecho, donde está mi tatuaje, pero no abre los ojos— pero no me importa. He

esperado meses por tu estúpido trasero y lo mínimo que merezco es verte.

Me quedo callada por unos segundos, esperando que diga algo, pero al

parecer va a seguir pretendiendo que no me escucha.

—Bien, me voy a ir. No te seguiré molestando —acepto, y Justin no hace

nada. El muy imbécil malagradecido— ni siquiera iba a venir a verte, pero mi

padre me obligó. Espero que te pongas mejor pronto. Es bueno saber que estás

vivo. No sé que te espere ahora, si regresarás a Syria o al campamento o cualquier

cosa, pero te deseo buena suerte. Yo tengo un vuelo de regreso a Nueva York en
dos horas así que tengo que irme. Supongo que ya no nos pondremos en

contacto... y creo que eso sería lo mejor.

Justin frunce el ceño y empuña las manos, pero sigue sin decir nada. No le

importa. No le importa si me voy y no le importa si no volveremos a vernos de

nuevo.

Empiezo a caminar a la salida pero lo pienso mejor y aprovecho que en este

momento Justin no puede decir nada para agacharme y darle un suave beso en la

mejilla derecha. Me quedo ahí, con mis labios en su piel, por un largo rato y luego

me levanto. Dos de mis lagrimas caen y golpean en su cara y él abre los ojos por

un segundo, inconscientemente supongo, porque luego los vuelve a cerrar más

fuerte.

Salgo de ahí, caminando en piloto automático y me siento a un lado de mi

papá con los brazos cruzados. No sé qué clase de vibra estoy dando, pero nadie

me habla.

Justin

Casi me arrepiento.
Casi me lastimó que ella me dijera que no quería venir y que su vuelo es en

dos horas. Y casi me quejé cuando dijo que no volveríamos a ponernos en

contacto, pero no lo hice y estoy agradecido. No dejaré que me afecte tanto. Mi

relación rocosa con Crystal en este momento me parece lo que menos importa en

mi vida. Puede ir bien o puede ir mal o puede terminar y no le daré ninguna

importancia porque hay otras cosas que valen más la pena.

Sin embargo, casi me arrepiento. De no abrir los ojos y ver su hermosa cara

por más tiempo, de no hablarle, de no decirle que lamento no contestar los miles

de correos que mandó. De no voltear la cara y darle un beso. De no levantar mi

mano buena y tocarla. De no decirle que a pesar de que no quiero lidiar con nadie

en este momento, no quiero que esto se acabe.

Estoy tan frustrado cuando ella se va que me levanto de la camilla a duras

penas. Tengo que dejar de pensar en Crystal e ir a ver a alguien que realmente

importa en este momento.

No tengo ningún cable conectado porque me los quité hace rato y no dejé

que la enfermera me los pusiera de nuevo, muy a su pesar, pero me tengo que

quitar con mucho cuidado la jeringa conectada a mi mano. Empieza a salirme

sangre pero realmente no me importa. También me vuelvo a poner la bata que me

quité hace rato porque dudo que me dejen andar por ahí desnudo. Salgo de mi

habitación caminando raro, mis piernas se sienten demasiado extrañas y aun

estoy mareado y drogado, pero no puedo pasar otro minuto sin ir a ver a Hunter.

Mi enfermera me intercepta, lamentablemente, justo cuando estoy saliendo

de mi habitación y me empieza a regañar. Muevo mi vista hacia la izquierda y


puedo ver a mi madre sentada en la sala de espera, llorando, a Cristoff hablando

por celular y a Crystal sentada entre los dos con los brazos cruzados y haciendo

un puchero.

—... podrías colapsar en el suelo en cualquier momento y...

—Solo quiero ir a ver a Hunter ¿está bien? Solo quiero verlo y luego me

quedaré en mi cama como un niño bueno —intento calmarla. Y ella pone los ojos

en blanco con mucha fuerza, pero me da quince minutos de visita con mi amigo y

me consigue su número de habitación.

Cuando entro, el padre de Hunter está sentado a un lado de él, mirando al

piso y luciendo completamente destruido. Solo ver eso me hace querer regresar

corriendo a mi habitación, pero es demasiado tarde. Carl se para, se acerca a mí y

antes de que pueda decir algo, me da un abrazo.

Carl es el hombre más seco que he conocido en mi vida después de mi padre,

por lo tanto su abrazo realmente me toma por sorpresa. También cuando me da

las gracias. Pero no logro sacar las palabras, no logro decirle que no tiene

absolutamente nada de qué agradecerme, así que solo me quedo callado hasta

que me dice que me dará un momento a solas con Hunter.

Me siento donde estaba Carl antes y no puedo hacer más que mirar la cara

pálida y tranquila de Hunter. Luego bajo mi mirada hacia su pierna. Está cubierto

con una manta, pero aun así puedo notar que una de sus poderosas pantorrillas

de las que tanto presumía ya no está ahí.

—Lo siento mucho, Hunter —mi voz se quiebra con emoción y aprieto mis

ojos, pero aun así empiezan a salir lagrimas— nunca pensé que resultaría de esta
manera. Yo realmente creí que podríamos hacerlo todo, pero no, tenías que ir a

meter tu pierna en esa maldita trampa. No puedo creer que seas tan idiota.

Todos pensábamos que esa misión no era tanto una misión sino pan comido.

Por eso, Hunter y yo entramos solos mientras los demás nos esperaban afuera en

un simple operativo de protocolo. Hunter tenía un mal presentimiento y desde

que entramos empezó a querer pedir apoyo pero le recalqué que estaba siendo

paranoico, que solo debía fijarse muy bien por las trampas prehistóricas que estos

hombres habían puesto en el suelo y dejar de preocuparse por eso.

Pero desde el momento en que llegamos por fin a nuestro destino y las

mujeres se pusieron a gritar, todo empezó a ir mal. Intentamos decirles que no

tenían nada de qué preocuparse y todo eso, pero no hacían caso. Pensándolo bien

ahora, es entendible que todas estuvieran tan asustadas, según la información que

nos dieron, muchas de ellas estaban siendo víctimas desde los cinco años. La

mayor del grupo tenía veintidós y era la peor. Mentalmente hablando. Se hizo

bola en la esquina en el momento en que me vio y empezó a decir algo en su

idioma que hizo que las otras se asustaran más. No ayudaba mucho que

llegáramos cargando armas y que ellas estuvieran completamente desnudas.

Realmente no sé cómo fue, supongo que Hunter simplemente olvidó mirar al

suelo, pero mientras yo estaba acomodando mi arma en mi espalda e intentando

tranquilizar a las mujeres y buscar algo con lo que se pudieran cubrir, Hunter gritó

de dolor y lo vi caer al piso.

—En ese momento me di cuenta de que no tengo madera para esto, Hunter

—tallo mi cara bruscamente con mi mano libre intentando desaparecer el rastro


de la humedad— tenía a once mujeres frente a mí y lo único que quería era ir a

ayudarte a ti. Ni siquiera pensé en pedir refuerzo al principio... ni siquiera pensé

en hacerte caso y olvidarme de ti, solo quise ser un héroe de película y hacer

ambas cosas por mí mismo. Realmente pensé que podría salir de ahí solo

cargándote a ti y a todas las mujeres en mis grandes brazos y todos pensarían que

soy una clase de superhéroe.

Pero eso no funcionó, lo que pasó en realidad es que entré en pánico cuando

vi a Hunter llorando e ignoré todo lo que él me estaba diciendo. Utilicé el radio en

mi hombro y pedí refuerzos. Intenté darles direcciones de dónde estábamos, pero

el mayor problema de eso fue que ese lugar era una clase de laberinto

subterráneo. A nosotros nos tomó más de veinte minutos llegar a donde estaba

esa tanda de mujeres.

Después hice lo peor que he hecho en toda mi vida. Le apunté a las mujeres

con mi rifle y les dije que si no se movían las iba a matar a todas. Completamente

rompí como unas mil quinientas reglas al hacer eso, pero no me arrepiento. Eso

hizo que todas se movieran inmediatamente y empezaran a salir por su cuenta

con las manos arriba, por suerte fueron inteligentes y levantaron muy bien sus

piernas para evitar las trampas en el piso, no como Hunter.

Me tumbé al suelo en ese momento y no podía pensar en otra cosa que no

fuera salvar a mi mejor amigo. Si tuviera lo que se necesita para ser un soldado,

hubiera pensado claro y dejado a Hunter ahí solo porque en algún momento los

refuerzos tendrían que llegar, luego hubiera ido a acompañar a las víctimas y
asegurarme de que ninguna estuviera herida y que todas salieran en perfectas

condiciones del lugar.

—Nunca voy a olvidar esos minutos, creo que es lo peor que me ha pasado.

Nunca me he sentido más impotente y débil —mi voz suena completamente

temblorosa ahora— te juro que usé todas mis fuerzas pero no era suficiente. Los

dientes de la trampa estaban completamente cerrados en tu pierna, podía ver el

hueso partido en dos. Tal vez debí haberte dejado ahí solo y no moverte, pero no

podía hacer eso, no podía irme sin ti.

Puse a Hunter en mi hombro como un costal de papas y luego intenté salir de

ese lugar. Me encontré a las mujeres que amenacé y seguí hablándoles feo para

que se movieran. En teoría, pude haber salvado a todos como yo pensaba que

podría hacerlo, pero al parecer había alguien escondido en algún lugar secreto

que apareció de la nada y me disparó desde atrás. No sé que pasó después de eso,

solo me sentí caer en el piso y gritar hasta que perdí la conciencia.

—No creo que vaya a regresar —sigo hablando, sintiéndome como el mayor

fracaso de la historia al recordar lo que paso— nunca. No sirvo para esto, solo

puse en peligro a todos. Sobreestimé lo que podríamos hacer, no te hice caso

cuando quisiste pedir apoyo, al parecer no buscamos lo suficientemente bien por

alguien porque obviamente el tirador tuvo que haber estado en algún lugar.

Además de eso, amenacé a once mujeres y perdí todo el control cuando te vi

tirado ahí. Fui completamente estúpido, y por eso, no merezco volver. No tengo lo

que se necesita.
Odio la incertidumbre, odio no saber qué va a pasar o qué voy a hacer ahora.

Mi cabeza se empieza a llenar de un montón de preguntas que probablemente no

tienen respuestas. Pero en este momento no tengo tiempo para esa crisis, así que

solo tomo aire e intento tranquilizarme.

Ver a Hunter frente a mí, escuchar la máquina que muestra que su corazón

está estable y ver que su pecho se levanta cada vez que respira me hace sentir

mucho mejor. Es cierto, perdió una pierna, pero al menos está vivo y una vez que

alguien done su sangre, estará despierto y siendo el mismo Hunter de siempre.

El Hunter que me ha mantenido cuerdo toda la vida, diciéndome que no

debo de preocuparme por todo ni pensar tanto las cosas, que no debo de querer

planear cada segundo de mi existencia ni saber todos los detalles de lo que va a

pasar. El Hunter que siempre sabe qué decir para que todos se sientan cómodos en

su presencia. El Hunter que es mi mejor amigo a pesar de que nunca sé cómo

actuar, nunca le he dado un consejo que valga la pena y a pesar de que nunca le

he dicho lo mucho que lo amo.

—Pudiste haber muerto y yo nunca te he dicho que te amo. Que te considero

mi hermano y que no sabría qué hacer sin ti —susurro, porque a pesar de que está

inconsciente y que no hay nadie más aquí, no puedo decir esas palabras en voz

alta sin sentir que todo me pica— estoy acostumbrado a estar a tu lado desde que

nací. Estaría completamente perdido si ya no estuvieras aquí.

La puerta se abre y levanto mi mano rápidamente a mi cara para eliminar

cualquier rastro de llanto en mi cara. Sea quien sea, no quiero que sepa que hice

eso.
—Es hora de regresar, señor —dice mi enfermera, y sé por la suavidad en su

voz que se dio cuenta de mi estado aunque traté de disimularlo. Me levanto y

hago una mueca porque todo mi torso empieza a doler. Ni siquiera puedo

caminar, tengo que volver a sentarme. La enfermera empieza a maldecir un

montón de cosas y sale de la habitación, pero regresa un poco después con una

silla de ruedas— odio atender hombres. Todos son tan inconscientes, estúpidos,

creen que son capaces de todo...

Todo el camino a mi habitación tengo que soportarla quejándose acerca de

los hombres a los que ha tenido que atender. Cuando estoy en mi cama de nuevo

y la enfermera vuelve a inyectarme, suspiro y me acomodo mejor en la cama

porque sé que en cualquier momento todo el dolor se irá por completo.

—No vuelvas a levantarte sin mi autorización, o cortaré tu administración de

morfina y dejaré que tengas dolor toda la noche —me amenaza la enfermera,

luciendo totalmente enojada. Me siento mal por un momento por sus hijos, si es

que tiene. Se ve atemorizante cuando se lo propone— y otra cosa, borraré el

nombre de tu madre y de tu novia de esa lista. Ellas tienen derecho a entrar a

verte y preocuparse por ti ¿Entendido?

—Entendido —acepto, asintiendo con la cabeza y asombrándola. Creo que

no esperaba esa respuesta.


Mi madre entra unos minutos después y me pide perdón por molestarme. Me

siento como mierda y le digo que solo estaba siendo un gran imbécil. Ahora que vi

a Hunter, que puedo moverme y que recuerdo exactamente qué pasó, me siento

un poco mejor y soy capaz de pensar de nuevo como un ser humano y no gritarle

a mi mamá.

➿➿➿➿

Por días, espero que Crystal regrese, pero ella no se vuelve a aparecer aquí y

debo admitir que eso me lastima. Sé que no fue agradable que dijera que no podía

entrar e ignorarla cuando vino, pero aún así creo que esperaba un poco más de

esfuerzo de su parte.

Tal vez es hora de dejar de suponer cosas acerca de Crystal. Siempre hace lo

contrario a lo que yo espero.

Cristoff entra a verme varias veces y a pesar de que lo único que quiero es

preguntarle cosas de su hija, me freno. No tiene caso. No tengo la cabeza en el

lugar correcto en estos momentos como para entrar de nuevo en la locura de estar

cerca de Crystal.

—No podrías ni aunque lo intentaras —me dice Cristoff cuando le cuento

que no quiero regresar— al menos que te hicieras la cirugía para reconstruir tu

tímpano, lo cual sé que no quieres.

—No todavía, quizás después. Quiero irme de aquí lo más rápido que sea

posible.
—Te darán de alta en algunos días. Y quiero que vayas a mi casa por un

tiempo.

—¿A tu casa? —pregunto, frunciendo el ceño. No lo entiendo muy bien. El

señor Angelo solo asiente con la cabeza— ¿Estás seguro de eso? No estoy en el

mejor estado como para compartir casa con una mujer embarazada. Tengo

periodos de tiempo donde... no es porque yo quiera, pero empiezo a pensar y me

siento como que todos so...

—Lo sé —me interrumpe, tal vez porque estoy batallando mucho para

explicar lo que me pasa— tu padre me ha contado. Es por eso que quiero que

vayas conmigo. No puedes vivir solo en este momento, tampoco sería prudente

que vivieras con tu padre en el medio oriente. Tu mamá quiere que vivas con ella,

pero eso tampoco sería una buena idea. Necesitas estar alrededor de alguien que

sepa por lo que estás pasando y que sepa cómo lidiar con ello. Podrías ir a terapia

y te aseguro que eso te ayudaría muchísimo, pero no sé porqué presiento que no

querrías eso.

—Tienes razón. No lo querría —acepto. Hablar de mis sentimientos es lo mas

difícil para mí, definitivamente no quiero ir a un lugar dónde tengo que hacer

exactamente eso por horas— pero, como te dije, no creo que sería bueno ir a vivir

contigo y la señora Angelo.

—Nunca le harías daño. Y aunque lo intentaras, yo no te dejaría —se encoge

de hombros como si no fuera nada. Lo pienso por un momento y luego acepto que

es una buena idea— es una casa grande, te aseguro que tendrás tus momentos de
tranquilidad y soledad, pero también tendrás siempre a alguien cuando lo

necesites. No dejaré que esto te consuma, te lo aseguro.

—De acuerdo, creo que es una buena idea. Gracias, hombre.

Crystal

—Estoy bien, era de esperarse —murmuro, y mi mamá me dice que eso pasa.

Que tengo que darle tiempo— pero dejemos de hablar de eso ¿tú cómo estás?

—¿Cómo puedo estar, Crystal? Gorda —se queja— me duele todo, estoy de

malas todo el tiempo y me he orinado encima tres veces. Nunca me pasó esto

contigo, creo que fue porque era tan joven. Era tan joven y bella ¿Alguna vez te

he dicho lo bella que era?

Solo todo el tiempo.

—Sí, mamá, eras completamente preciosa. Todavía lo eres —le aseguro,

porque si no lo hago me lo reprochará— iré a verte, cuando Justin se mejore y

pueda irse a donde sea que se vaya a ir, regresaré a casa con mi papá y estaré

contigo un tiempo. Tal vez hasta que nazca Candice.

Candice es el nombre que decidieron para mi hermana. Ellos querían

llamarla Celine, pero el nombre me pareció demasiado bonito así que les dije que

no me gustaba. Candice es bonito también, pero Crystal es mejor. He llegado a


términos con el hecho de que tendré una hermanita. Ella puede ser hermosa y

perfecta, pero yo siempre seré mejor.

—¡Perfecto! —chilla con emoción y por cerca de diez minutos hablamos de lo

mucho que nos hemos extrañado. A pesar de que hablamos todos los días—

estarás en casa para mi baby shower. Va a ser algo grande, invitaré a todos

nuestros conocidos. Quiero que todos vean las remodelaciones que hemos hecho

en la casa. Sobre todo Catalina Busher, espero que esa cazafortunas se ahogue de

la envidia ¿Ya te dije que se hizo una cirugía y quedó aún peor que antes? Es lo

mejor que me ha pasado últimamente.

Hablamos durante casi una hora, hasta que mi padre sale de la habitación de

Justin y me hace una seña para que lo siga. Le paso a mi madre por unos minutos

para que se saluden y todo eso y luego regresamos a la casa de Jeremy, donde nos

hemos estado quedando. Este básicamente es el hogar de Justin, dónde vivió

cuando era un bebé. Después de eso vivió en casas rentadas u hoteles mientras

viajaba con su padre para todos lados. La peor parte de ser un niño del ejercito y

algo de lo que estoy agradecida de no haber sido parte.

La casa es muy linda y grande, los abuelos de Justin hicieron un buen

trabajo. Ambos abuelos murieron hace poco, pero por lo que he escuchado, no

eran las mejores personas del mundo así que no me siento mal al respecto.

Como Jeremy me desprecia, me dio el cuarto de Justin para que durmiera. O

sea que ahora no puedo ir a descansar o dormir sin estar viendo las fotografías de

Justin cuando era un pequeño niño cachetón. Ah, y estoy durmiendo en una

pequeña cama que solía ser su cuna ¿Qué tan irrespetuoso es eso? Bastante. Por
suerte, quepo muy bien, pero aun así. No debía haberme dado esta habitación, o

esta maldita cuna, no cuando todos saben que lo nuestro no está en las mejores

condiciones.

Patricia me llama para ir a cenar y mientras estamos todos sentados en la

larga mesa del comedor principal, le digo a mi papi que planeo regresar con él a

Los Angeles para ver a mi mamá y estar con ella quizás hasta que nazca mi

hermanita. La mirada de todos va hacia mí y se quedan callados, como si hubiera

dicho algo malo.

—¿Qué pasa? —pregunto, bajando el tenedor. Jeremy sonríe burlonamente y

entrecierro mis ojos hacia él, pero no puedo decirle nada porque mi padre está

aquí.

—Justin va a... ir por un tiempo a vivir a tu casa —me dice Patricia, y mi

boca cae abierta. Mi papá carraspea la garganta incómodamente y yo aprieto tan

fuerte el vaso de vidrio que tengo en la mano que me asusta que pueda romperlo

— espero que ese no sea un problema, pero si lo es...

—No es un problema, porque mi princesa sabe comportarse ahora ¿no es así?

—me mira tan profundamente que no puedo hacer nada más que hacerme más

pequeña en mi silla y asentir con la cabeza, a pesar de que quiero gritarles que no.

No sé comportarme y no quiero que ese malagradecido esté viviendo en mi casa—

perfecto. Ni siquiera tienen que hablarse si no quieren. Sus problemas amorosos

se están volviendo viejos, y Justin tiene más cosas de qué preocuparse que una

relación.
—Exacto —añade Jeremy, dándome una mirada seria— está pasando por

algo difícil. No necesitas hacerlo peor.

—Como sea, ni siquiera le voy a hablar. No hay de qué preocuparse —

murmuro, metiendo comida a mi boca con brusquedad. Pero no sé si voy a

cumplir esa promesa o si voy a encargarme de dejarle saber exactamente todas las

razones por las cuales es un imbécil y lo odio.

67

Back Again

Por casi ocho meses estuve deseando con todas mis fuerzas que el tiempo se

pasara más rápido y parecía que cada día tenía 300 horas, pero desde el momento

en el que me dijeron que Justin viajaría a casa con nosotros, los días se pasan en

300 segundos. Solo fueron cuatro días, pero se sintió como si fueran cuatro

minutos.

Mientras mi padre va por Justin, yo me quedo en el auto con Seth, el amable

chofer que va a llevarnos al aeropuerto. Es un buen hombre. Por cerca de una

hora, hablamos de sus hijos y su esposa y me encuentro realmente interesándome

en sus vidas. Eso es hasta que la puerta se abre y Justin entra al auto a un lado de

mí. Mi padre se mete en el asiento del copiloto y Seth arranca el auto.


Justin no voltea a verme así que yo pretendo que él no existe mientras saco

mi celular y empiezo a moverle para que parezca que sigo siendo popular y que

no lo necesito, pero aun así me doy cuenta de que ya no tiene el parche en su

mejilla y que tiene una gran cicatriz roja. Todavía tiene el parche de la oreja, así

que no puedo ver cómo está eso. Su brazo está cubierto también.

Me siento mal por él por tres segundos y luego lo vuelvo a odiar.

Nunca me he sentido tan incomoda en toda mi vida como me siento en el

viaje desde el hospital al aeropuerto y en lo que esperamos a que sea la hora de

nuestro vuelo. Creo que entre los tres solo hablamos en todo ese tiempo unas

cinco palabras, y se me hace mucho. Todos podemos sentir lo raro que es esto,

pero nadie quiere hacer nada al respecto. Mucho menos yo.

Cuando abordamos, camino rápido a mi lugar para sentarme primero en el

asiento de la ventana y asegurar que mi padre se sentará a un lado de mí, pero

como esto es primera clase y como Justin es extremadamente hermoso, por

supuesto la puta de la azafata le enseña personalmente dónde debe dejar sus

posaderas, o sea a un lado de mí, mientras otra puta se lleva a mi padre al asiento

de atrás. Así que ahora estoy estancada a un lado de mi ex-amante por horas.

—Señorita —chasqueo mis dedos en su cara para que deje de mirar a Justin

como si quisiera lamerlo y ella voltea hacia mí por primera vez— quiero vino rosa.

Y lo que sea que encuentres con chocolate.

—Por favor —añade Justin, en voz baja y molesta. La azafata casi se orina de

la emoción y asiente hacia él, luego se va y nos quedamos en silencio de nuevo—

pensé que tenías un vuelo a Nueva York hace unos días.


Justin

No iba a decir nada, maldita sea. Tenía planeado mantener el silencio entre

nosotros por todo el vuelo y luego ignorarla completamente cuando llegáramos a

su casa, pero como siempre hago todo mal, tenía que ir y abrir la boca.

—Lo tenía, pero luego decidí que quería ir a visitar a mi mamá —contesta, en

voz monótona y aburrida, y luego empieza a jugar con sus largas uñas rosas— no

fue por ti, así que no te sientas importante.

Pensé que sí era por mí por dos segundos cuando Cristoff me dijo que Crystal

viajaría con nosotros, pero luego me aseguró que solo iría para ver a su madre y

que había aceptado no hablarme para no crear problemas.

—¿Y tus clases? —pregunto, porque ya lo arruiné, ahora debo aprovechar

este único momento para hacer preguntas, porque una vez que aterricemos, no le

hablaré de nuevo— ¿Y Luc, Xavier, el alien, tu amiga Emilia?

—Pedí un tiempo libre para viajar a casa por una emergencia familiar. Voy a

hacer las tareas y los trabajos en linea. Y mis amigos sobrevivirán sin mí por un

tiempo —suspira y levanta la vista hacia mí por primera vez. Está usando esos

lentes de la foto que aún tengo de fondo de pantalla en mi celular, su cabello está

en una alta cola de caballo y está usando una camisa blanca de botones debajo de
su abrigo. Parece ser una niña buena. Por lo que me ha contado, su vida dio un

giro muy drástico, y estoy orgulloso de ella. Lo único que quiero en este momento

es contarle algunas cosas que me pasaron, pero sé que sería una mala idea— ¿Por

qué tu repentino interés? No me iré hasta que mi hermanita nazca, lamento si ese

es un inconveniente para ti.

—No lo es. No eres ningún inconveniente.

—Pues parece que sí lo es, parece que de repente todo acerca de mí te

molesta y no puedes soportar cinco segundos de mi presencia —dice, en voz baja

para no crear un escándalo. Tomo aire con fuerza y volteo a verla una vez más

para aclarar las cosas, pero por supuesto que no me deja— Solo dime una cosa,

antes de que decidas ignorarme de nuevo... ¿Esto significa que ya no vamos a

estar juntos? No quiero pasar por la incertidumbre de nuevo, solo dime sí o no.

—Crystal, yo no pue...

—Después de todo ¿así se acaba esto? —sigue empujando, subiendo un poco

más su voz. Puedo ver que sus ojos se empiezan a humedecer y lo único que

quiero es irme de aquí, pero dan las indicaciones de ponerse el cinturón así que lo

hago. Crystal no se mueve para ponerse el suyo, y sé que no lo hará porque está

muy ocupada discutiendo. Me acerco para hacerlo por ella— nunca estuviste

enamorado de mí ¿cierto?

No contesto, solo sigo intentando abrochar su cinturón. Solo es cuestión de

que me acerqué un poco a ella para que su aroma me golpee. Bajo mi mirada a su

cuello descubierto y por segundos no puedo hacer nada más que pensar en ella

desnuda. Extraño tanto tocar su piel, es lo único en lo que podía pensar mientras
estaba allá, cuando no podía dormir. Me pasaba horas recordando cómo era besar

a Crystie, cómo de deliciosos sabían sus labios, cómo de suave es toda su piel y lo

perfecto que huele todo el tiempo. Tan fresco, tan caro.

—¿Tú en serio crees que yo hubiera perdido mi valioso tiempo contigo si no

hubiera estado enamorado de ti? —pregunto, cuando vuelve a repetir lo mismo.

Ella frunce el ceño y sé que no le ha gustado mi respuesta, pero es la verdad— no

es que nunca sentí nada por ti, porque lo hice. Es solo que en este momento no

soy capaz de sentir eso.

—¿Por qué no? No te pido que yo sea absolutamente todo en lo que pienses,

solo...

—Porque tengo muchas cosas en la cabeza. No hay espacio para ti —

contesto, empezando a irritarme. Crystal entrecierra más sus ojos, hasta que solo

son una pequeña franja verde— si tú quieres que esto se acabe, entonces está

bien. Pero si quieres esperarme un tiempo y...

—¿Esperar de nuevo, como lo hice por ocho meses, solo para que regresaras

y volvieras a actuar como un inmenso idiota conmigo? —da una risa sarcástica y

luego niega con la cabeza— lo siento, eso no va a pasar. Ya no voy a esperar más

por ti.

—Si eso es lo que quieres, tendré que aceptarlo —asiento, pero a pesar de

que sé que tengo que hacerlo, no puedo dejar de sentir algo como un vacío en mi

estomago. Sé que es lo correcto, pero no significa que me guste.

—¡Maldita sea, Justin! —exclama Crystal— ¿Ni siquiera vas a aparentar que

te duele?
—¡¿Qué mierda quieres de mí?! —grito, perdiendo la mierda por unos

segundos. No comprendo si quiere que me ponga a llorar y a rogarle que no me

deje, o si quiere que la suelte y la deje ser libre para que no la haga esperar más.

Crystal es exasperante como el demonio. Estoy a punto de gritar más pero de

repente Cristoff se aparece a mi lado y me dice que cambie asientos con él, lo cual

es perfecto. Ni siquiera ha empezado el vuelo y ya estamos peleando. A este

ritmo, nos mataremos antes de que nazca Cristina, o como se llame la nueva

Angelo. Empuño mis manos y respiro profundo para calmarme. Estoy listo para

pelear con alguien y no puedo creer el nudo que tengo en el estómago, todo por

culpa de esa pequeña pulga inútil— no vuelvas a hablarme.

—Perfecto, pero tú no me hables tampoco —responde Crystal, cuando me

estoy levantando. La azafata coqueta llega a decirnos que debemos permanecer en

nuestros asientos pero la ignoro por completo— no te me acerques en unos días

rogándome porque no te voy a hacer caso.

—Oh, por favor, si alguien estará rogando vas a ser tú. Sabemos lo mucho

que te gusta rogar —suelto, con un tono burlón, pero cierro la boca

inmediatamente porque me doy cuenta de que fue algo que no debí haber dicho

en público. Cristoff dirige sus fríos ojos hacia mí para que cierre la boca y asiento

ligeramente. La azafata sigue diciendo algo y Crystal se quedó con la boca abierta,

muriéndose de ganas de responderme— Angelo, dile a tu hija que me deje en paz.

—Ni lo pienses. No me metan a mí en sus cosas.


—Eres un idiota, Justin —murmura Crystal desde su asiento, pero prefiero

no decir nada al respecto, solo me dejo caer en mi nuevo asiento e intento ignorar

a la azafata por el resto del vuelo.

Crystal

Cuando aterrizamos y vamos por nuestras maletas, empiezo a notar que

Justin está actuando demasiado raro, como si fuera nuestro guardaespaldas o algo

así. Mira para todos lados y está en un constante estado de agresión, hombros

tensos, manos empuñadas. Ahora que me doy cuenta, cuando llegamos al

aeropuerto de Washington estaba actuando así también, pero no le puse mucha

atención en ese momento.

Justo antes de salir, un chico alto y rubio del tipo surfista se estrella conmigo

por completo, sacándome el aire. La única razón por la que no me caigo al piso es

porque el chico toma mis hombros con fuerza, pero antes de que pueda pedirme

disculpas o siquiera estabilizarme bien, Justin hace acto de presencia.

—¡Hey, no! —chillo, cuando lo arranca de mí y lo estrella tan fuerte en una

de las gruesas puertas de cristal que se astilla un poco. Mi padre se acerca para

tranquilizarlo, pero en menos de tres segundos estamos rodeados de guardias y no

lo dejan acercarse. Justin no deja que lo agarren, empuja a todos mientras el

surfista cae al piso, quejándose.


—¡Justin, tranquilízate! —grito, cuando empieza a pelear aun más con los

guardias. Se ve totalmente letal y no deja que nadie lo agarre por mucho tiempo.

Esto es completamente increíble, Justin solo tiene una mano libre y aún así

está peleando. Si se tratara de ganar o perder, diría que él está ganando. Hasta

que el guardia más gordo e inútil lo electrocuta y mi osito se queda quieto y

vibrando.

—¡Papi, haz algo! —grito con miedo, cubriendo mi cara con horror. No sé

qué pasa después de eso porque tengo los ojos cubiertos, pero cuando bajo las

manos unos segundos después, estoy completamente sola. Ya no hay cinco

guardias, ya huyó el surfista y mi papá y Justin no están en ningún lugar a la

vista. Así que hago lo que toda niña buena haría y me siento en una banca a un

lado de la puerta a esperar que regresen. Me pongo los audífonos y acomodo

nuestras maletas a mi lado. Por cerca de dos horas me quedo ahí, ignorando las

llamadas de mi mamá porque sé que si le cuento lo que pasó se volverá loca.

Lo primero que noto cuando ellos se acercan es la cara de Justin de puro

dolor. Mi padre viene regañándolo a su lado y sacando unas pastillas de su bolsillo

que Justin se toma sin agua.

—¡¿Qué demonios?! —grito, cuando llegan a mí— me dejaron sola por horas

¿Qué te pasa, Justin? ¿Por qué hiciste eso?

—Pensé que te estaba atacando, lo siento —contesta, con los dientes

apretados— me detuvieron y me interrogaron como si fuera un terrorista. Fue

exagerado.

—¿Y por qué tardaron tanto tiempo si solo te interrogaron?


—Porque se negaba a cooperar —contesta mi papá, enojado. Justin frunce el

ceño hacia él pero no le dice nada— hubiera sido rápido si tan solo no hubiera

hecho todo tan jodidamente difícil.

—Querían meterme un dedo en el culo —dice Justin, escandalizado— por

supuesto no me iba a dejar.

—Por suerte pudimos demostrar que Justin es parte de las fuerzas armadas y

nos dejaron ir. Si no, ahora mismo estuviera detenido.

—Al menos no me metieron ningún dedo —se encoge de hombros, como si

este drama no hubiera sido nada y toma su pequeña mochila— ¿Nos vamos?

➿➿➿➿

Mi madre necesita tranquilizar sus hormonas preñadas. No ha dejado en paz

a Justin desde que llegamos. Abrazándolo, ofreciéndole todo en esta casa,

dándole un tour más detallado que MTV Cribs, diciéndole lo agradecida que está

de que haya servido a nuestro país y repitiendo que mi hermanita se mueve cada

vez que escucha su voz. Qué vergüenza.

—Déjalo en paz —exploto, después de media hora de "oh, Justin, eres tan

perfecto"— lo estás atosigando.

—No me molesta —dice Justin, sonriéndole a mi madre como nunca me ha

sonreído a mí, como si fuera un niño bueno, y le da una mordida al tercer

brownie que mi madre ha puesto en su plato.


—Lo siento, te prometo que no te molestaré mucho, pero siéntete cómodo de

pedirme cualquier cosa que ocupes, este es tu hogar —le promete mi mamá,

tocando su espalda una última vez— princesa, llévalo a la habitación de

huéspedes. Ni creas que dejaré que duerman juntos.

—No te preocupes por eso —aseguro, levantándome del banco junto con

Justin— no hay nada sexual en nuestro futuro cercano. Al menos no juntos.

—Oh —mi madre abre mucho los ojos y se queda con la boca en una perfecta

"o" por varios segundos. Sé que está incomoda y no sabe qué decir, así que le hago

un favor y solo empiezo a caminar con Justin detrás de mí hasta la habitación

dónde se quedará, que lamentablemente está a un lado de la mía. No está muy

cerca, pero aún así está a un lado y si Justin quiere bajar las escaleras, tiene que

pasar por mis puertas obligatoriamente.

—Vaya, es muy elegante para ser para huéspedes —murmura Justin, mirando

para todos lados.

—Esta puerta es para el baño y de éste lado está el vestidor para que pongas

las tres cosas que trajiste. Hay sábanas nuevas ahí, mantas por si te da frío,

toallas, almohadas, etcétera. Todo lo que puedas necesitar está ahí.

—Mandarán mi ropa mañana —murmura Justin, pero no le contesto porque

no me interesa su fea ropa— gracias.

—De nada, sabes dónde está todo. Siéntete libre de andar por donde te

plazca, utilizar el gimnasio o la piscina cuando quieras. Espero que duermas bien,

nos vemos mañana.


Pretendo no escuchar su adiós y huyo a la sala de nuevo, a platicar un rato

con mis padres y ver alguna película como en los viejos tiempos. Mi madre está

inmensamente embarazada así que solo aguanta una hora de convivencia familiar

y luego empieza a dormirse y a roncar realmente fuerte, por lo tanto mi padre y

yo decidimos que es mejor que se vayan a dormir de una vez, pero yo no tengo

ganas de ir a mi habitación porque presiento que entraré en depresión, lo cual es

inaceptable. Por eso mejor me quedo acostada en la sala con la televisión

prendida de fondo.

Saco mi celular y empiezo a leer la novela romántica que dejé a medias antes

de todo este drama. Lo único que necesito en este momento es leer algo que me

haga preocuparme en los problemas de otra pareja y no en los míos.

El hombre principal es perfecto, todo lo que Justin no es, es caballeroso,

extremadamente tierno y está dispuesto a hacer todo por la mujer que ama. Por

eso me gusta. La mujer, por otro lado, es completamente insoportable y la

desprecio. No hace más que estar intentando negar sus sentimientos, rechazando

al hombre perfecto y regañando a su mejor amiga genial por decir cosas fuera de

tono. Es la chica más tonta del universo y me encuentro sintiéndome feliz cuando

todo le sale mal a la estúpida. La villana (mi favorita) se encarga de tratarla como

mierda todo el tiempo y eso me gusta porque la muy imbécil se deja de todos y se

lo merece.

Estoy leyendo una parte realmente emocionante donde el hombre está

intentando meterle la mano en la falda su amada y la maldita por fin está apunto

de dejarse, después de casi trescientas paginas, cuando escucho unos pasos detrás
de mí. Levanto la cabeza inmediatamente y me encuentro con Justin sin camisa,

entrando a la cocina.

Me vuelvo a acostar y planeo seguir aquí, perfectamente escondida hasta que

se le dé la gana de regresar a su habitación, pero para mi malísima suerte, al

muchacho se le ocurre ponerse a cocinar. A las diez de la noche, cuando yo no he

comido nada desde que salimos de la casa de Jeremy hace como doce horas. No

sé qué es lo que está haciendo pero el olor hace que mis tripas empiecen a hacer

ruido.

Está bien, puedo soportarlo. Pude soportar comer esa mierda en el

campamento a la que llamaban engrudo. Pude soportar semanas de pobreza en

Nueva York donde lo único que comía era sopa instantánea y cubos de hielo. No

me voy a morir de hambre por no cenar hoy.

Pero conforme pasan los minutos, mi estomago duele más y más y decido que

iré a la cocina por algo. No por comida hecha por él, porque soy capaz de hacer

algo por mí misma. No dejaré que me haga sentir incomoda en mi propia casa.

Me levanto con las piernas temblorosas y camino hacia la cocina con la

cabeza en alto. Me niego a reconocer la presencia de Justin aunque mi estómago

hace un sonido preocupantemente alto justo cuando paso por un lado de él y lo

que está haciendo. No sé qué es, pero parece ser pollo con algún tipo de salsa que

huele tan deliciosa que pienso por un momento en esperarme a que termine de

comer para lamer el sartén.


No importa, probablemente no es la gran cosa ¿cierto? Además, yo sé hacer

sandwiches decentes que no tienen mucho sabor, pero quitan el hambre y eso es

todo lo que quiero.

—Hice suficiente para ti también, no tienes porqué comer... eso —murmura

Justin, apuntando al sandwich que estoy haciendo como si fuera basura.

—No, gracias —le doy una sonrisa forzada— estoy a dieta. Solo puedo comer

pan con jamón y queso.

Pan seco con jamón baboso y queso aparentemente viejo. Pero no importa,

comeré cualquier cosa mientras no tenga que caer tan bajo como para aceptar

comida del enemigo público número uno.

—En serio —saca dos platos del gabinete y empieza a servir, a pesar de que

vuelvo a repetirle que no quiero— no deberías estar a dieta, y no deberías comer

eso. Se ve asqueroso.

—A mí me gusta. No todos podemos tener un paladar gourmet como tú —

peleo, y para probar mi punto, levanto mi seco sandwich y le doy una mordida,

pero no puedo masticarlo más de tres veces porque corro el riesgo de vomitar por

toda la cocina. Escupo en mi mano— me he dado cuenta de que no tengo hambre.

Buenas noches.

—Deja de actuar así —niega con la cabeza y empuja un plato hacia mí—

¿Pensé que habías dicho que eras diferente ahora? Pruébalo. Cena conmigo y

tengamos una platica normal y madura.

¿Normal y maduro? ¿Cómo no permitir que me dejaran pasar a verte en el

hospital?
—Como sea —tomo el plato y me siento en la pequeña mesa del desayuno a

un lado de la cocina. Justin me sigue— lamentablemente reservo mis platicas para

gente relevante y de mi agrado. Tú no formas parte de eso, así que sería mejor

que comiéramos en silencio.

Justin se encoge de hombros y empezamos a comer. Intento frenarme y no

meter todo a mi boca como un animal en cautiverio, pero es difícil porque esto es

realmente bueno y yo me estaba muriendo de hambre.

A pesar de que quería comer en un estado de enojo y ver a Justin a los ojos

con el simple objetivo de que se diera cuenta de que estoy enojada, no puedo

evitar que todo dentro de mí se suavice cuando volteo a verlo y él está mirándome

también, con algo de timidez.

Es que es como un niño de siete años que acaba de torturar un animal pero

es tan lindo que no tienes opción alguna más que besar su frente y perdonarlo.

Aunque unos años más tarde se convierta en un asesino serial. Justin es como ese

niño. Hace cosas estúpidas como terminar conmigo y luego me da de comer y me

voltea a ver como si esos meses no hubieran pasado y nosotros estuviéramos de

vuelta en la cafetería del campamento. Lo único que quiero es besarlo, pero sé

que si lo hago, en poco tiempo me hará algo peor que me hará sufrir incluso más.

—Gracias por la cena. Fue deliciosa, como siempre —digo, levantándome y

recogiendo nuestros platos.

—No fue nada —carraspea su garganta y acomoda nuestras sillas. Luego se

queda parado incómodamente, como si no supiera qué hacer— eh...


—Puedes irte. Yo limpiaré esto —empiezo a poner todo lo sucio en la

maquina para lavar platos. Creo que es la primera vez en toda mi vida que he

limpiado algo en esta casa. Sin embargo, Justin no se va, empieza a limpiar

también, y se acerca mucho a mí— en serio, vete. Solo vete.

—¿Sabes, Crystie? Yo no pedí regresar —dice Justin. Su voz suena reprimida

y profunda, pero me niego a voltear a verlo— fue una sorpresa. Yo no planeé no

verte, pero en ese momento sentí que no podía estar cerca de ti. Yo no quise

terminar lo nuestro para lastimarte, no lo hice porque quería que te enojaras

conmigo y actuaras de esta manera, pero me di cuenta de que era lo mejor. Para

los dos.

—Gracias, eso me hace sentir mucho mejor —me volteo hacia él— eso hace

todo mejor. Los meses en depresión, los días que no hice otra cosa más que estar

refrescando una pagina a ver si me llegaba algo tuyo, el dolor cuando me dijeron

que estabas accidentado y cuando me dijeron que no querías que entrara. Y

cuando me di cuenta de que todo eso fue para nada porque ya no quieres estar

conmigo.

—Te acabo de decir...

—Sé lo que dijiste —lo interrumpo— y te pediría que te pusieras en mi lugar

pero no sirve de nada porque si estuvieras en mi lugar no te hubieras preocupado

lo suficiente por mí para ir a visitarme en el hospital, ni te hubiera importado que

no te quisiera ver y mucho menos te hubiera hecho sentir algo que yo te dijera

que es mejor si dejamos las cosas así porque tengo mucho en la cabeza.
—Lo siento —contesta Justin, apretando los dientes. Sus venas del cuello

empiezan a hacerse notar y su respiración se pone pesada— no sé qué hacer.

Muerdo mi labio inferior y mi mirada baja a su pecho desnudo. Recuerdo lo

que me dijo la enfermera, acerca de querer a los peores, y que si él estuvo

dispuesto a poner mi nombre en su piel para siempre, es porque lo que siente es

real.

Levanto mi mano y pongo mis dedos justo donde dice Crystie. Justin tiembla

un poco por el toque inesperado. Baja la vista y cuando ve lo que estoy tocando,

traga saliva y deja salir todo el aire. Sé que él sigue sintiendo algo por mí. Tal vez

no sea ese amor interminable que siento yo, pero hay algo. Doy dos pasos hacia él

y lo acorralo contra la isla de la cocina, luego me pongo en mis puntas y le doy un

beso muy ligero en su mejilla lastimada. La respiración de Justin se atora y siento

su mano en mi espalda baja.

Intento besar su boca pero él mueve un poco la cabeza y no me deja, mis

labios terminan en su mandíbula.

—Crystie, por favor —pide, apretando la mano en mi espalda. No sé que se

refiere con "por favor" pero sigo besando su cara por todos lados, menos en los

labios porque no me da permiso— no puedo. 

—¿No puedes qué?

—Estar contigo de nuevo —susurra, y baja su cabeza hasta que está

descansando en mi hombro— no quiero pelear. No quiero que no me hables. Solo

quiero... un tiempo. Para mí, para pensar, para saber qué voy a hacer con mi vida.
Dejo que el momento dure unos segundos más y luego doy un paso para

atrás, dispuesta a irme. No tengo una respuesta que le vaya a gustar, así que

prefiero no decir nada.

—¿Puedes hacer eso por mí? —me pregunta Justin, tomando mi antebrazo

para que no me vaya— ¿Puedes prometer que no vas a pelear ni a ignorarme?

—No, no puedo —respondo, con toda sinceridad. Su mano cae de mi brazo y

suspira— no puedo porque, cuando se te pase esto y quieras estar conmigo de

nuevo, yo voy a volver a ser la estúpida con la que siempre haces lo que quieres.

—¿Qué? —pregunta, con el ceño fruncido como si de verdad no se diera

cuenta.

—Tal vez es que no me conocías antes, pero yo nunca hubiera soportado que

alguien me tratara como tú lo has hecho. Aún no lo haría. Ningún hombre que sea

como tú me merece y sin embargo aquí estoy. Aquí he estado por casi un año. No

puedo dejar que hagas tu berrinche y me dejes de lado solo para decidir más tarde

que quieres estar conmigo y yo te perdone e ignore todo porque te amo.

—¿Por qué no lo entiendes? Esto no se trata de ti, ni de mí siendo un idiota.

Es algo que pasa dentro de mi cabeza, no soy capaz en este momento de

concentrarme en ti. Estar contigo es... agotador. Eres muy... no lo sé. Y yo no

puedo sentir por ti lo mismo que sentía antes porque...

—¿Crees en serio que no entiendo? —me río sarcásticamente— mi padre me

ha dicho cómo es. Me ha contado todo acerca de cómo fue cuando estaba en

combate y las cosas que hacía. También me contó cómo se sentía cuando

regresaba. Me dijo que era difícil aceptar que de pronto ya no estaba en peligro y
que se sentía incapaz de confiar en la gente y en las situaciones normales, que

tenía pesadillas todos los días y tenía que ir a dormir en otra habitación porque le

daba miedo lastimar a mi mamá por accidente, y que no podía estar conmigo

porque no hacía otra cosa además de pensar en todas las maneras diferentes en

las que podían lastimarme.

Justin toma un gran respiro, luego levanta sus manos y las pone en su

cabeza. Creo que él está pasando por lo mismo. Fue una buena idea que viniera

aquí, ahora que lo pienso bien, mi padre puede ayudarlo un poco.

—Puedo parecer completamente ignorante, pero sé más de lo que parece.

Entiendo mejor que cualquier otra persona cómo es vivir con alguien así, pero él

nunca hizo de lado a su familia —continúo— y yo no voy a aceptar que me hagas

a un lado a mí de nuevo. Así que no esperes que te hable como si nada estuviera

pasando.

—Tal vez después de un tiempo pueda...

—Pero después de un tiempo yo ya no voy a estar dispuesta a darte una

milésima oportunidad. No te agobies pensando en eso —le doy unas palmadas en

el brazo— concéntrate en recuperarte ¿de acuerdo? Eso era lo que querías de

todos modos ¿no es así? Que te dejara en paz para que no hubiera en tu mente

nada además de ti.

—Pero no así. Quiero que estemos bien —murmura, inseguro.

¿Por qué es tan estúpido? No puedo ni siquiera culpar a los disparos que le

dieron de su incapacidad de pensar coherentemente porque siempre ha sido igual.


Siempre ha querido que me aleje de él... pero no tanto. Que lo deje en paz... pero

no siempre. Que no le hable... pero que no lo ignore.

Me río de eso y niego con la cabeza antes de decir buenas noches una última

vez. Tal vez tiene razón y lo único que necesita es arreglar sus problemas mentales

primero. Pero yo ya no lo voy a esperar.

68

Walls going down

Justin

Las pastillas para el dolor son eficaces, pero las pastillas para dormir no me

han ayudado para nada. Afortunadamente no tengo ninguna pesadilla, pero mi

problema es que no puedo desconectar mi cerebro. No puedo dejar de

preocuparme, de sobre pensar, de crear quinientas mil preguntas sin respuesta, sin

recrear cada segundo de lo que he pasado últimamente. Y además, siento que en

el momento que cierre mis ojos y me deje ir, algo va a aprovecharse de mi estado

vulnerable.

—Si no tienes pesadillas, es una gran ganancia —dice Cristoff, cuando

termina de tomar agua. Deja su botella en una pequeña estatua de un ángel fuera
de su casa— llegará el día dónde estés tan cansado que no tendrás otra opción

más que quedarte dormido.

—Tienes razón, debería estar agradecido —asiento y abro mi botella— pero

es completamente molesto. Amo dormir más de lo que amo cualquier otra función

fisiológica. Es mi favorita.

—¿Sabes? Yo también me negaba al principio a ir a terapia, pensaba que era

inútil, pero luego empecé a hablar con Lauren de todo y me di cuenta de que solo

el hecho de decir algunas de las cosas que pasaron lo hace mejor, más fácil —me

da una mirada extraña— deberías aprovechar que Cryst...

—Te tengo a ti para hablar ¿no? —lo interrumpo, sin siquiera pensar en

adentrarme en esas aguas negras. Cristoff se ríe y niega con la cabeza— contigo

es suficiente. Tú entiendes.

—No es lo mismo —dice, sin dejar de reír— y ella también entiende.

Además, Crystal tiene una facilidad de palabra que yo no tengo y un cinismo que

podría ser de ayuda.

—De eso no hay ninguna duda, es la persona más cínica que pueda existir,

pero de todos modos ¿Por qué no es lo mismo?

—Porque yo no soy tu novia, imbécil —golpea mi cabeza— su apoyo sería

diferente.

—Estoy bien así —me encoge de hombros, y antes de que pueda decir otra

cosa, tomo un largo trago de agua y dejo caer mi botella— sigamos.

El señor Angelo rueda los ojos hacia mi obvia estupidez pero no dice nada,

solo empieza a correr a un lado de mí de nuevo, alrededor del vecindario. Las


casas son estúpidamente grandes y hermosas y me siento completamente

inadecuado estando aquí, pero he estado acostumbrándome. Corremos por una

hora más y luego regresamos a la casa.

Siempre pensé que la casa de Crystal sería gigante y hermosa, pero debo

aceptar que rebasó mis expectativas. Me siento algo fuera de lugar, pero creo que

si tuviera una casa, sería exactamente igual a esta. Todo es de mis tres colores

favoritos: negro, gris y blanco. Y me da miedo tocar incluso los vasos porque

absolutamente todo lo que está aquí grita caro. Aún no he visto la habitación de

Crystal... de hecho, ni siquiera la he visto mucho a ella desde nuestra platica en la

cocina.

Nos hemos cruzado varias veces, como cuando desayunamos, comemos o

cenamos, pero ella se encarga de ignorarme o hacer comentarios pasivo-agresivos.

Todas las noches he hecho cena para toda la familia y debo admitir que me

encanta, pero Lauren no puede soportar que yo haga todo así que ha hecho

postres todas las noches.

Cuando paso por un lado de las dos puertas de Crystal (porque

aparentemente tener una sola puerta para tu habitación es impensable) escucho

un ruido extraño y a Crystal cantando. Su voz es completamente horrible, pero

me encuentro sonriendo de todos modos.

Me gustaría entrar con ella y saber qué está haciendo, pero sé que mi

presencia no sería bienvenida, por eso mejor voy a mi habitación a tomar una

ducha y hablarle a Carl para comprobar a Hunter. Lo último que supe fue que

encontraron un donante y que Carl compró la pierna robótica para Hunter.


Sé que cuando mi mejor amigo se entere que perdió una pierna estará

devastado, pero también sé que se va a morir de la emoción cuando se entere de

que tiene una pierna robótica. Lo conozco, y por eso, mi preocupación por él se ha

convertido un poco en envidia. Sé que se pasará el resto de su vida

presumiéndola.

Alguien toca en mi puerta justo cuando estoy saliendo del baño, arreglando

el parche que debo traer en mi oreja. También me he puesto unos en mi hombro y

en mi brazo porque decidí que no ocupaba estar vendado. No tengo puesta una

camisa, pero estoy lo suficientemente decente para ser visto, así que grito que

entren. Para mi gran sorpresa, Crystal entra a mi habitación.

Trae puesto un grueso suéter navideño tan grande que lo está usando como

vestido. Su cabello está recogido en un moño completamente despeinado en lo

alto de su cabeza y de nuevo trae esos lentes que me hacen tener infinidad de

pensamientos sucios. Al parecer ahora los usa todo el tiempo para torturarme.

—Necesito tu ayuda —murmura, mirando mi pecho desnudo por unos

segundos y luego regresando su mirada a mi cara. Levanta en su mano una cinta

de medir— ¿Puedo tomar tus medidas?

—¿Para qué? —pregunto, y mi voz se quiebra con esa sola palabra y me

acerco un poco a ella. El suéter gigante de Crystal se resbala de su hombro cuando

ella camina y ese pequeñísimo pedazo de piel descubierta me pone

instantáneamente duro.

—Tengo que hacer ropa de hombre para una tarea y necesito un modelo —

explica, y yo empiezo a negar inmediatamente con la cabeza— lo único que


tendrías que hacer es dejarme tomar tus medidas, usar la ropa que haga y

dejarme tomar algunas fotos. Ni siquiera tiene que salir tu cara. Por favor, Justin,

mi padre está ocupado.

No quiero hacerlo. Suena como que va a ser molesto y que voy a odiar

hacerlo. Pero solo toma una mirada a sus grandes ojos verdes y ya estoy

aceptando. Crystal sonríe hacia mí por primera vez en muchísimo tiempo y se

acerca con las manos extendidas, como si fuera a abrazarme, pero luego se

arrepiente de eso y da un paso hacia atrás.

—Gracias —suspira— acompáñame a mi habitación. Te prometo que tomará

menos de media hora.

En el momento en el que abre sus dos puertas y me invita a entrar, me

arrepiento de esto. No ocupo dar más de tres pasos para darme cuenta de que

todo este espacio está impregnado con ese aroma que tanto me gusta. No duraré

más de cinco minutos aquí sin venirme en mis pantalones.

Tenía una pequeña idea de cómo era su habitación por la foto que Cristoff me

mandó, pero no imaginé que todo fuera tan... Crystal. Si me hubieran dado a

escoger entre ésta y otras habitaciones y yo hubiera tenido que adivinar cuál es la

de ella, hubiera escogido ésta en tiempo récord.

Su grande cama está llena de cojines con nombres de diseñadores que

reconozco por mi madre, tiene un ropero abierto con muchas telas colgando y

cayendo por todos lados. También tiene un mueble con una máquina de coser y

un maniquí a un lado. Un escritorio lleno de libros y su computadora. Cuadros en

sus paredes de personas que me imagino son importantes, un montón de revistas


en el pequeño mueble al lado de su cama y un gran espejo completo dónde tiene

algunas fotos pegadas, pero no puedo ver muy bien quién sale en esas fotos con

ella.

—No metas la panza —me instruye Crystal, sacándome del transe. Toma una

pequeña libreta y una pluma de su escritorio y se acerca más a mí, levantando la

cinta. Me pongo nervioso por alguna razón— respira con normalidad y no pongas

tus hombros tensos. Relájate.

—Lo siento —murmuro, tomando un gran respiro y obligando a mi cuerpo a

que se relaje. Ella suelta una pequeña risa y envuelve sus brazos alrededor de mí,

abrazándome por medio segundo. Rodea mis hombros con la cinta con mucho

cuidado para no lastimarme y luego anota en la pequeña libreta el número. Me

pide que levante mis brazos y luego prosigue haciendo lo que ella sabe hacer

mientras yo solo cierro mis ojos y disfruto el momento.

—Abre tus piernas un poco —pide en voz baja y cuando abro los ojos veo

que está en sus rodillas frente a mí. Parpadeo muchas veces y trago saliva antes de

hacerle caso y abrir mis piernas como una puta ansiosa. Ella rodea cada uno de

mis muslos con su cinta, tomándose su tiempo, y para medir la longitud de mis

piernas, pone sus dedos justo donde mi erección está haciéndose notar. Hago un

sonido estrangulado cuando siento su toque— oops, lo siento.

Ahora tendré que masturbarme de nuevo, a pesar de que acabo de hacerlo

esta mañana... y anoche. Y aunque corro el riesgo de fracturarme la muñeca. Pero

si no lo hago, creo que mi pene va a explotar por la soledad y el dolor.


—Listo, puedes quedarte aquí mientras termino lo que falta —dice,

levantándose del piso como si nada hubiera pasado. Como si las pequeñas yemas

de tres dedos suyos no hubieran tocado dos milímetros de mi pene y me hubiera

hecho soltar un patético gemido— solo tengo que ajustar lo que hice a tu tamaño

y terminar algunas cosas.

Me siento en su cama como lo ordenó y la observo mientras termina. Se pone

los audífonos y empieza a cantar de nuevo, sin prestarme ni la más mínima

atención.

Es fascinante observarla ser buena en algo, pensé que no viviría para ver el

día donde Crystal no fuera completamente inútil, pero debo aceptar que parece

ser completamente prodigiosa en esto. Me asombra mucho la manera en la que

pasa la tela por la maquina de coser sin inseguridad alguna, como si la maquina

fuera parte su cuerpo.

—¡Ya terminé! —exclama después de unos minutos de severo costurerismo,

levantando sus manos con emoción y haciéndome saltar un poco del susto. Toma

unas cuatro cosas y se acerca a mí en la cama— pruébatelas.

No puedo evitar notar que todas son camisas... ¿Entonces qué diablos tenía

que hacer tocando mi pene para "medirme" las piernas si no iba a darme ningún

pantalón? Prefiero no mencionar nada porque no quiero pelear, pero aun así me

estoy quejando mentalmente porque creo que lo hizo a propósito. Y eso es

simplemente malo de su parte.

La primera camisa de hecho me agrada, y me queda perfecta, no me aprieta

ni está suelta. Las mangas son tres cuartos y es de un color verde militar.
Apropiado, supongo. Tiene cosidas unas grandes letras negras en el pecho pero no

sé qué significan. Crystal observa la prenda por casi un minuto completo con

intensidad y luego saca su celular (uno diferente al que aventé a la pared) y

empieza a tomar varias fotos de la camisa, demasiado cerca.

—Perfecto, como siempre —murmura hacia ella misma y luego me avienta

otra— ahora esta.

La que sigue es negra y tiene como tres tipos diferentes de tela. Es algo

extraña pero de todos modos me gusta. Y las demás son casi iguales, de tonos

apagados y oscuros, como me gusta. Todas son, dentro de lo que cabe, sencillas,

pero podrían pasar por las cosas que mi madre compra por cientos de dólares.

—Te salieron muy bien —murmuro cuando terminamos, sin saber cómo

tomará mi comentario, y acariciando la suave tela de la camisa que aun no me

quito— yo de hecho las compraría, lo cual es un cumplido porque casi no me

gusta absolutamente nada.

—¿En serio? —pregunta, mirándome con los ojos esperanzados— Creo que sí

sirvo para esto de verdad. Llevé unos vestidos a la tienda donde trabajo y los ve-

Se queda callada de repente y niega con la cabeza, como si hubiera decidido

no decir nada mejor.

—¿Los qué? —empujo, para que siga hablando conmigo. Pero ella niega con

la cabeza de nuevo y no vuelve a decir nada. Sé que no tengo derecho, pero aún

así me siendo decepcionado de que no quiera compartirlo conmigo y mi postura

decae un poco— ¿No me vas a decir?


—No tiene caso —murmura, y toma de nuevo todas las camisetas que me

probé. Empiezo a quitarme la que todavía traigo puesta— no, quédatela. Te las

regalo.

—¿En serio? —pregunto, sintiéndome como si me estuviera regalando algo

mucho más importante que un par de camisetas. Ella me sonríe y asiente—

gracias, Crystie.

—No es nada, Justin —se sienta en su cama— gracias por tu ayuda.

—Cuando quieras —digo, asegurándome de que me escuche bien— lo que

quieras, aquí estoy.

Crystal sonríe y bufa como si lo que dije fuera gracioso y luego asiente con la

cabeza y mira hacia la puerta, despachándome de su habitación. Tomo aire y

aprieto las camisetas contra mi abdomen mientras empiezo a caminar hacia la

salida sin ganas.

Cuando regreso a mi habitación, pongo el seguro y me acuesto en la cama

dispuesto a terminar con mi problema en la región baja. Abro mi pantalón y me

preparo para un poco de acción, pero en el momento en el que empiezo a tocarme

me doy cuenta de que no puedo.

Ni siquiera cuando pienso en Crystal y en las veces que hemos estado juntos.

Ni siquiera cuando empiezo a ver a mi actriz favorita haciendo todo eso que solo

es posible en el mágico mundo de la pornografía.

Nada funciona.

Estoy triste. No puedo ni siquiera mantenerme duro porque no puedo evitar

pensar que... si tan solo pudiera mantener mis emociones en linea y no tuviera
tanto en la cabeza, en este momento pudiera acostarme a un lado de ella y tocarla

todo lo que yo quisiera y preguntarle qué era eso que me empezó a decir y

contarle algunas cosas que me pasaron, las buenas y las malas. Pero no puedo. Se

siente mal siquiera pensarlo. No me parece justo tenerla, cuando no puedo dejar

de pensar en algunas de las cosas que me pasaron, o en la gente a la que

intentamos ayudar y solo nos atacaron, o se metieron en problemas por aceptar

nuestra ayuda, o de las muñecas vivas que vimos y que se aseguraron de mirarnos

a los ojos para que no las olvidáramos nunca. Maldición, es muy difícil.

Todavía estoy acostado en la cama, con mi pene en la mano y sintiéndome

triste, cuando alguien toca la puerta con mucha fuerza.

—¡Abre, soy tu mamá! —exclama mi madre desde afuera, tocando de nuevo,

ahora más fuerte. Me levanto rápidamente, guardando mi ahora completamente

flácido miembro y camino a la puerta intentando no lucir culpable. Mi mamá me

abraza tan pronto como abro la puerta y, como siempre, intenta cargarme— mi

niño guapo ¿Cómo te sientes? ¿Has estado lavando tus heridas como te dijo el

doctor? ¿Te has estado tomando las pastillas cada seis horas? ¿Aún no puedes

escuchar?

—Me siento bien... tan bien como puedo sentirme en esta situación. Sí, lavo

mis heridas y me tomo mis pastillas. Y no, aún no escucho de un lado. Y mi lóbulo

se ve horrible, como era de esperarse.

—Eso es lo de menos —me abraza con fuerza una vez más antes de soltarme

— tu padre quiere verte, está abajo con los Angelo. Trajimos tu ropa y algunas

cosas, como tu uniforme formal para la ent...


—¿Mi uniforme formal? —pregunto, frunciendo el ceño. Mi madre cierra la

boca por primera vez en toda su vida y da unos pasos hacia atrás— Mamá ¿Para

qué ocupo ese uniforme?

—Tu padre quería ser el que te dijera, lo siento —aprieta los ojos con

arrepentimiento— no digas que lo mencioné.

Paso por un lado de ella y camino con fuerza hacia la sala. Mi padre se

levanta cuando me ve llegar y me da un abrazo rápido que me asombra un poco.

Luego me hace las mismas preguntas que mi madre, sin ser tan enfadoso.

—¿Por qué necesito mi uniforme formal? —pregunto, y mi madre hace un

sonido detrás de mí porque hice exactamente lo que me dijo que no hiciera. Mi

papá le da una mirada de reproche y luego toma aire para decirme que planean

darme una medalla de honor por el patético rescate que hice— no. No la quiero.

No la merezco y no la recibiré.

—Hijo, te la mereces. No resultó como tú querías, pero aún así gracias a ti,

esas mujeres salieron de ese lugar. Nunca hubieran salido por su cuenta. Y

rescatar a Hunter también...

—No —lo interrumpo. Y en ese momento escucho la voz de Crystal

saludando a mi madre y preguntando qué está pasando— no la recibiré, estoy

hablando en serio.

—Escucha, muchacho, una medalla de honor es una gran cosa —dice

Cristoff, poniendo ambas manos en mis hombros— te la mereces. No se la ofrecen

a cualquier imbécil ¿de acuerdo? No te la darían si...


—No la quiero —insisto, y doy un paso hacia atrás para que deje de tocarme.

Empiezo a respirar con fuerza porque el simple hecho de que quieran dármela es

ofensivo.

¿Qué hice, además de amenazar a esas pobres víctimas y perder la mierda

por mi mejor amigo? Ah, sí, baje la guardia y me dispararon ¿Y antes de eso? Un

montón de misiones sin sentido. Cosas que cualquier persona podría hacer. Lo

más especial que hice fue sobrevivir en condiciones deplorables y durar días sin

comer algo de sustancia ni tomar agua limpia. No tengo ni la mitad de lo que se

necesita para recibir esa mierda.

No la quiero.

—¡Justin! —grita Crystal y siento sus pequeñas manos tomando mi brazo

derecho con fuerza. Mi mano empieza a doler en ese momento y suelto un

gemido de dolor— ¡Osito, maldita sea, eres un idiota!

Mi madre está diciendo algo y Lauren se une al coro de voces preocupadas

por lo que hice. Al parecer intenté hacer un hoyo en la pared pero no pude

porque, como ya es un hecho conocido, no soy ningún superhéroe y no puedo

atravesar paredes.

—Maldita sea —gimo, apretando mis ojos y mis dientes para no soltar

ningún otro sonido que deje saber lo mucho que mi pobre mano duele. Crystal

repite que soy un imbécil y me jala hacia quién sabe dónde mientras el coro de

voces sigue detrás de nosotros.

—¿Todo esto porque no quieres una estúpida medalla? —se ríe secamente

mientras saca algo del refrigerador— y dicen que yo soy la reina del drama.
—Lo eres. Yo soy justo, no me merezco una medalla de honor. No hice nada

memorable —digo, a través de mis dientes apretados, levantando mi mano

lastimada. Crystal pone los ojos en blanco con fuerza y pone hielo en un trapo de

cocina para luego ponerlo sobre mis nudillos.

—Deja el acto de santo, que no te queda. Acepta la maldita medalla y sufre

en silencio mientras todos creen que eres un héroe —aconseja, pero bufo porque

obviamente ella no lo entiende— puedes darte todos los golpes de pecho que

quieras después, pero no causes problemas para todos al negarte a aceptarla. A

nadie le importa tu modestia, solo acéptala y cállate. Puedes tirarla a la basura

después, si quieres.

—Pero...

—Pero nada. La aceptas lo quieras o no, salvaste a unas mujeres y a Hunter

también. Y te lastimaron en el proceso. Te la mereces —dice, justo en mi cara, sin

soltar el trapo con hielo. Trago saliva y bajo mi mirada a sus labios antes de

asentir con la cabeza— perfecto ¿ves qué fácil era? No había necesidad de

volverse una loca dramática y golpear la pared.

—Lo siento —murmuro, y suelto el aire— últimamente actúo por impulso.

Golpeé la pared de la habitación de huéspedes ayer también. Y rompí una

lámpara.

—¿En lugar de ir a golpear el saco de boxeo que mi padre tiene en el

gimnasio? —pregunta, con una ceja arriba y lo pienso por un segundo. Luego

suelto una pequeña risa porque tiene razón, podría ir a golpear el saco cuando
empiece a sentirme lleno de tensión en lugar de esperar a que se acumule todo y

terminar golpeando paredes o lámparas— eres tonto a veces.

—Lo sé —acepto, sin pensarlo y bajo una vez más la mirada a sus labios.

Creo que ella se da cuenta de eso porque saca su lengua muy lentamente y lame

su labio inferior, así que no me queda opción alguna más que inclinarme hacia

ella para atrapar ese labio húmedo y lamerlo por mi cuenta. Por supuesto, eso no

pasa, Crystal se aleja antes de que llegue a su cara.

—Ahora, regresemos con los demás y salgamos a cenar como una gran

familia feliz —dice, y pone el trapo en mi otra mano para que pueda mantener

mis nudillos en hielo.

➿➿➿➿

En medio de la cena, mis padres se enteran de que yo y Crystal ya no

estamos juntos. Los ojos de mi mamá se ponen llorosos, porque a pesar del

incidente del hospital, aun tenia esperanza. Mi papá solo se ve algo confundido.

—Pero... ¿por qué? —pregunta mi madre, y Lauren pone una mano en su

brazo como apoyo mientras Cristoff y mi papá hablan en silencio— eran tan

perfectos juntos.
Quiero decir que es porque tengo algunos problemas en este momento, no

porque haya algo malo con nosotros, pero Crystal responde primero.

—Era lo mejor. La verdad es que no éramos perfectos —se encoge de

hombros y le da una sonrisa a mi mamá para hacerla sentir mejor. Creo que ella

está sufriendo más que nosotros dos juntos— nuestra relación empezó con una

mentira. Justin nunca se interesó de verdad en mí y yo me enamoré de él por

todas las razones equivocadas.

¿Eh

Eso no es verdad.

—Pero era obvio que se amaban —pelea mi madre, empezando a respirar mal—

Justin era feliz cuando estaba contigo.

Lo era.

—Nos queríamos, sí, pero era como un amor de secundaria ¿sabes? Fugaz.

Fue lindo mientras duró, no voy a mentir, de hecho pensé que estaba realmente

enamorada de él, pero no fue así. Y obviamente él se siente igual. Pero ahora

somos amigos ¿no es así, Justin?

Todas las miradas se dirigen a mí y yo no puedo hacer otra cosa además de

asentir lentamente y quedarme viendo a Crystal porque... ¿nos queríamos? ¿Amor

de secundaria? ¿Fugaz? ¿No estaba realmente enamorada de mí? Eso no es para

nada lo que yo iba a decir. No es para nada lo que yo pensaba de nosotros.

—Esto es extremadamente incómodo —dice mi padre después de unos

silenciosos minutos donde todos solo me están observando. Tal vez se han dado
cuenta de que no estoy tan de acuerdo con lo que ella está diciendo— ¿Por qué no

mejor cambiamos el tema?

—Estoy de acuerdo —masculla Angelo, y empieza a hablar de otra cosa, a lo

que nosotros lo seguimos sin muchas ganas, pero por el resto de la cena, no puedo

hacer otra cosa además de mirar a Crystal, quien no me da ni una sola mirada. En

las tres horas completas que estamos ahí, no me voltea a ver ni una sola maldita

vez y empiezo a pensar que tal vez cometí un error del que no voy a poder salir.

69

Confessions

Para cuando pagamos la cuenta y salimos del restaurante, ya estoy

extremadamente molesto. En el nivel de molestia donde lo más seguro para todos

es que nadie me hable. Ni siquiera sé si molestia es la palabra adecuada para lo

que siento, solo estoy enojado.

Estoy enojado con Crystal por decir lo que dijo y luego no mirarme ni una

sola vez y estar con su celular todo el tiempo. Estoy enojado conmigo mismo por

no poder ser capaz de ignorar lo que pasa dentro de mí. Estoy enojado con mi

madre por sacar a relucir el tema de nuestra ruptura cada cinco segundos y estoy

enojado con Cristoff por haber pensado que íbamos a caber todos en su nuevo

carro italiano de una marca que es tan exclusiva que ni siquiera la conozco. Por
supuesto, no hay espacio suficiente para todos. Cuando veníamos, mi madre se

sentó en las piernas de mi padre para poder besarse y eso, pero ahora ellos entran

al auto primero quitados de la pena y cuando solo quedamos yo y Crystal afuera,

me doy cuenta de que solo hay un asiento.

—Deja de pensarlo tanto —murmura Crystie, sin dejar de escribir algo en su

celular, como toda la maldita noche. Intento ver sutilmente con quién está

hablando pero se da cuenta de lo que intento y aleja la pantalla de mí— me

sentaré sobre ti, no es un problema ¿cierto? Me has cargado muchas veces.

Para no tener problemas, le digo que está bien y entro primero, empujando a

mi padre para tener más espacio. Crystal se sube sobre mí y cierra la puerta, luego

saca su estúpido celular de nuevo mientras todos se ponen a platicar de quién

sabe qué, sin darnos nada de importancia. Unos segundos después, Crystal se

mueve hasta que ya no está descansando su voluminoso trasero en mis muslos

sino en mi entrepierna.

Si no la conociera, diría que lo hace sin darse cuenta, pero conozco sus

técnicas así que estoy seguro que eso de poner su trasero directo en mi parte más

sensible cuando sabe lo mucho que me gusta es un plan maligno de su parte para

hacerme sufrir incluso más. De cualquier modo, soy capaz de no decir nada al

respecto y mirar por la ventana, pensando en otras cosas para no tener una

erección.

Estoy haciendo un excelente trabajo con distraerme, hasta que empieza a

moverse sobre mí muy deliberadamente.


—Basta —ordeno, acercándome a su oído para que solo ella lo escuche. Pero

eso termina siendo peor porque mi cara se llena de su suave cabello que huele

como al paraíso. Además, ella voltea hacia mí y nuestras caras terminan estando

muy cerca. Tan cerca que solo tomaría moverse unos pocos centímetros para

besarnos— deja de hacer eso.

—¿Hacer qué? —pregunta, en voz baja y sin dejar de moverse de un lado a

otro sutilmente sobre mi creciente problema. Parece que no sabe que ha pasado

casi un año sin que algo además de mi mano me toque y que cualquier cosa como

ésta podría causar algo muy peligroso en este caro auto italiano.

—Sabes lo que estás haciendo —pongo mis manos en sus caderas para

inmovilizarla, pero eso no la detiene. Me da una sonrisa diabólica sobre su

hombro y aplica más presión para sentarse con más precisión sobre mi ahora

completamente palpitante problema— ¡Basta!

Eso último salió más alto de lo que pretendía y hace que mi padre me de una

mirada de confusión, pero luego vuelve a ignorarnos, rodando sus ojos. El cuerpo

de Crystal tiembla un poco y deduzco que se está riendo de mí. Eso solo empeora

mi mal humor.

Muevo mi mano escondida entre nuestros cuerpos y la puerta del auto hasta

que está debajo de la falda de Crystie. Ella salta un poco por la sorpresa y toma mi

mano para que la quite, lo cual no hago. Esta podría ser mi única oportunidad

para algo así, y la voy a aprovechar. Llevo mi mano más cerca del premio mayor a

pesar de que Crystal me encaja sus largas uñas pero eso no me detiene para nada.

Me vuelve loco cuando hace uso de sus uñas en mí.


Encuentro la delicada y suave tela que cubre su calor y literalmente empiezo

a salivar como un maldito perro. Crystal se pone tensa y luego lentamente suelta

mi mano, dándome permiso de proseguir.

—¿Estás feliz de verme? —me burlo en voz baja cuando la encuentro

completamente mojada. Crystal se recarga sobre mi cuerpo por completo y voltea

un poco su cara hasta que me está mirando a los ojos directamente.

—He estado hablando con Dario toda la noche por mi celular. Esto es por él

—admite en un susurro, con una de esas sonrisas suyas y mi corazón empieza a

bombear tan fuerte que sé que ella lo siente en la espalda. Eso no me detiene, sin

embargo, solo muevo un poco mis dedos hasta que encuentro su clítoris y le doy

una leve tocada, haciendo que jadee lo más bajito que le es posible y se ponga tan

roja que lo noto incluso en la oscuridad.

—Dario solo puede darte sexo lésbico —digo directamente en su oído,

moviendo mi dedo levemente una vez más— no es competencia para mí y ambos

lo sabemos.

Crystal toma aire para contestarme, pero justo en ese momento Cristoff

detiene el auto y nos damos cuenta de que ya llegamos a su casa. Crystal abre la

puerta como si estuviera huyendo del diablo y sale tan rápido que mi dedo aun

estaba dentro de sus bragas y se atora un poco, haciéndola tabalear.

Salgo del auto también, pero antes de que pueda caminar a la entrada, la

señora Angelo toma mi brazo y me detiene.

—Justin... mañana estaré celebrando mi baby shower aquí en la casa —

empieza, y respiro con alivio porque me esperaba una reprimenda por meterle el
dedo a su hija en el auto— entiendo si no quieres estar presente, pero realmente

me gustaría que estuvieras ahí.

No quiero estar presente. Prefiero pasar el día encerrado, sin tener que

saludar a nadie, ni tener charla casual, pero Lauren tiene los mismos ojos verdes

que Crystal, y creo que es un problema psicológico lo mucho que me afectan.

Asiento y digo que estaré aquí aunque definitivamente no quiero. Ella suelta un

sonido de emoción y aplaude un poco, luego acaricia su grande barriga y me da

una tierna sonrisa antes de entrar a la casa detrás de su marido.

Cuando llego a mi habitación, cierro la puerta con fuerza para que Crystal

sepa que estoy aquí y que estoy enojado con ella. Es algo inmaduro de mi parte

actuar como un adolescente problemático, pero no me importa. Intento darme

una ducha fría para tranquilizarme y no recurrir al trabajo manual de nuevo

porque, honestamente, se está empezando a sentir deprimente en lugar de

liberador. Lamentablemente, aunque el agua fría baja mi erección, no hace nada

para bajar mi temperamento.

Mientras estoy acostado en mi cama, dispuesto a dormirme aunque sé que no

va a ser algo fácil, lo único que puedo pensar es en una persona. Y por primera

vez en mucho tiempo la persona manteniéndome despierto no es Crystal. Es

Dario. Quiero destruir con mis manos esa delicada carita suya y luego arrancar su

cabeza, tirarla al suelo y gritar de victoria.

Me gustaría decir que estoy bromeando, pero no es así. Realmente quiero

hacerle daño a ese niño rico, y lo he querido desde hace mucho tiempo, pero
ahora el deseo es más fuerte porque ha estado hablando con mi Crystie otra vez a

pesar de que le advertí que era mía.

Aunque... se me ocurre algo, mientras doy vueltas en la cama por varios

minutos. Se me ocurre que tal vez Crystal estaba siendo la perra que es y me

mintió acerca de hablar con Dario. Porque él parece ser un niño inteligente, no

creo que haya ido detrás de mis espaldas e intentara algo con mi mujer. Todo esto

es obra de ella, para lastimarme.

Intento tranquilizarme con ese pensamiento pero no hace nada por mí, sigo

dando vueltas y sacándole más cosas al asunto aunque sé que no son muy

probables. Por ejemplo, viene a mi cabeza la posibilidad de que Crystal haya

estado hablando con la nena de Daria desde que yo estaba en Syria. Tal vez

incluso se encontraron alguna vez. Tal vez él quiso ayudar a Crystal para que no

se sintiera tan sola y le ofreció su cuerpo como...

Me levanto de la cama con fuerza y salgo de mi habitación a pesar de que

solo estoy en ropa interior y no deja mucho a la imaginación. No voy a poder

dormir jamás si no aclaro esto.

Crystal

—Marea, por dios. Eres incorregible —me quejo, poniendo los ojos en

blanco, sin dejar de masajear mi cara con mi mascarilla de cristales— ¿Y a quién

prefieres, ahora que estás probando ambas cosas?


—Creo que sigo amando el cuerpo de un hombre —murmura, sin ponerme

mucha atención, probablemente está haciendo lo mismo que yo— pero debo

admitir que una mujer es... no lo sé. Celestial. Pero Jasie es tan estúpida, en serio,

no la soporto la mayoría del tiempo..

—Pero tiene las tetas más grandes que yo —aporto, dejando mi celular a un

lado de mi lavamanos por un momento para tomar todo mi salvaje cabello y

acomodarlo en un moño para que no se moje cuando me lave la cara. Vuelvo a

tomar el celular y Marea está diciendo algo que tiene que ver con su nuevo amor

por las tetas grandes— lo sé, lo sé, las mujeres somos mágicas.

—Sí, lo somos —suspira y se ríe un poco— ¿Recuerdas que siempre nos

preguntamos cómo sabemos ahí abajo?

—Sí, es un verdadero misterio —contesto. Le he preguntado a varios de los

hombres que han tenido el privilegio de poner su lengua en mi amiga, pero todos

me dan una respuesta de mierda como que sabe a "miel", "fresas" y cosas como

eso. Y yo necesito una respuesta de verdad, quiero saber si es tan extraordinario

como lo hacen ver.

He intentado probarme a mí misma pero no soy capaz de probar nada fuera

de lo común, y Marea siempre compartió mi pregunta. Hablamos de probarnos

una a la otra esa lluviosa tarde donde nos metimos en el jacuzzi a explorar, pero

mi mamá gritó horrorizada antes de que pudiéramos llegar a esa parte y luego

nunca volvimos a hablar de eso.

—Pues ahora lo sé —murmura y sonrío, pidiéndole que me cuente—

pensarás que estoy inventándolo pero sí hay algo dulce al respecto. Es


definitivamente mucho mejor que el semen, eso te lo puedo escribir en un

contrato y firmarlo con mi sangre, pero también es un poco salado y más que

nada, sin sabor.

—Vaya, eso es aburrido.

—Pero me he enterado vía internet que, supuestamente igual que los

hombres, depende lo que la mujer consuma, sabrá diferente. Y no pude dejar de

preguntarme, si te tuviera a dieta de frutos rojos todo un mes, cómo sabrías y...

—Marea —la detengo, antes de que siga con su fantasía— estoy fuera de los

límites ¿recuerdas? No te atormentes pensando en esas cosas, aunque estoy

segura de que mi sabor es lo mejor que podrías imaginar alguna vez. Frutos rojos

o no.

Marea gruñe, pero antes de que pueda quejarse, escucho que alguien entra a

mi habitación y cierra una puerta con mucha fuerza. No tengo miedo porque sé

que mi casa es extra segura y que nadie nunca será capaz de entrar sin permiso,

pero aun así me sobresalta.

—Crystal —llama Justin, y pongo los ojos en blanco— ¿Dónde estás?

—Te llamaré después, Mar. Tengo que atender a Justin —cuelgo antes de que

responda y procedo a abrir la llave y agacharme para limpiar mi cara del rastro

negro que mi mascarilla ha dejado, pero la puerta de mi baño se abre y Justin

entra. Sus ojos tienen bolsas y se ve cansado, pero su cuerpo sigue siendo tan

delicioso como siempre, incluso más de lo que recuerdo. Está usando solo unos

bóxers negros tan cortos y pegados a su cuerpo que sería igual si se apareciera
aquí desnudo— ¿qué demonios quieres? ¿Y por qué no tocaste? Podría estar

haciendo cosas innombrables aquí adentro.

—No me importa —rueda los ojos y pone su manos detrás de su cuello,

mirándome de pies a cabeza. Estoy metida en mi grande, peluda y súper cómoda

bata rosa, mi cabello es un desastre y mi cara está cubierta de mi mascarilla negra

— te daré tiempo de que te quites esa mierda de la cara. Estaré esperando afuera.

Sale del baño tan rápido como entró y no puedo evitar quedarme mirando a

la puerta preguntándome qué demonios está mal con él. Pero luego niego con la

cabeza, aceptando que nunca nadie lo sabrá por completo y procedo a lavarme la

cara y los dientes. No me quito mi bata porque solo estoy usando ropa interior

debajo y definitivamente no quiero que las cosas se pongan candentes como hace

rato en el auto, cuando estábamos rodeados de nuestros padres.

—Necesito respuestas —dice Justin en el momento en que me ve. Está

sentado en mi cama, con las piernas abiertas y los codos recargados en sus

poderosos muslos. La luz de mi habitación está apagada y solo hay una tenue

iluminación de una lampara que dejé prendida.

—¿Respuestas? —repito, sin saber a qué demonios se refiere. Justin toma

aire y se levanta de la cama, acercándose a mí.

—¿Es cierto que estuviste hablando con Dario toda la noche? —pregunta,

con el ceño fruncido. Suelto el aire y ruedo mis ojos por un largo momento, luego

camino a mi cama y me quito la bata antes de abrir el edredón simple que tengo

porque el especial está en mi apartamento en Nueva York. Me acuesto en mi cama

y me tapo, todo esto muy lentamente— ¿y bien?


—No te mereces esa respuesta —digo con la voz muy suave, encogiéndome

de hombros— buenas noches, Justin. Ya sabes el camino a tu habitación. Nos

vemos mañana.

Estiro mi mano y apago la lámpara, sonriendo con triunfo porque este día no

he hecho nada además de ser fabulosa y hacer sufrir a Justin con mis sutiles pero

hirientes palabras. Estoy orgullosa de mí misma. Y aunque esperaba que Justin se

fuera inmediatamente, al parecer se queda parado un rato en la oscuridad. Estoy

a punto de decirle algo pero siento un peso en la cama que se desliza a un lado de

mí.

—Lárgate a tu habitación —ordeno, ahora más fuerte, apretando el edredón

a mi pecho, pero Justin no me hace caso, se acuesta boca arriba a un lado de mí y

puedo ver algo de su perfil, tranquilo e impenetrable— no estoy bromeando. No

te quiero aquí. Si no te vas, gritaré.

—Responde mis preguntas primero —me pide, con voz baja, tomando aire

ruidosamente— ¿Estabas hablando con él? ¿Estabas mojada por él?

—Sí, estaba hablando con él —acepto, y puedo sentir lo tieso que se pone—

pero no, no estaba mojada por él.

—¿De qué estaban hablando? ¿Es la primera vez que hablan desde que

regresaste campamento? ¿Te propuso algo? ¿Te habló de lo que-

—Esas preguntas no estaban en el acuerdo así que no me molestaré en

siquiera pensar en ellas —lo interrumpo, y Justin hace un sonido molesto en la

garganta. Luego se mueve en la cama, poniéndose cómodo supongo— ahora ¿te

puedes ir? Tengo mucho sueño y mañana va a ser un largo día para mí.
—Eh... ¿me puedo quedar?

—¿Para qué te quieres quedar? No tendré sexo contigo —aseguro, aunque sé

dentro de mi alma que si él intentara algo conmigo no podría decirle que no de

todos modos. Estoy necesitada, demándenme.

—No quiero sexo... quiero decir, si tú quisieras entonces no tendría ningún

problema con eso, pero no quiero quedarme por sexo. Solo quiero —toma aire y

se encoge de hombros— no sé, estar contigo, supongo.

¿Por qué mi corazón tiene que ser tan grande? No puedo evitar derretirme un

poco en mi cama y querer saltar sobre él y preguntarle ¿Por qué? ¿Por qué eres tan

estúpido? ¿Por qué te alejas de mí? Pero en lugar de hacer eso, suelto un suspiro

molesto y le digo que se puede quedar, siempre y cuando no intente nada

conmigo.

—Gracias —murmura, después de ponerse incluso más cómodo y meterse

debajo del edredón. Mi estómago se aprieta de emoción y nervios, y me siento

como si nunca hubiera estado en una cama con él, aunque básicamente pasamos

un mes durmiendo juntos— ¿Qué tienes que hacer mañana?

—Muchas cosas —contesto, estresandome de solo pensar en las mil cosas que

tengo que hacer— tengo que terminar el vestido de mi madre, tengo que hacer un

ensayo, tengo que hablar con la planificadora del baby shower y asegurarme que

todo es exactamente como mi madre lo quiere, tengo que ir al aeropuerto a

recoger a mis tías de Portugal, luego regresar para maquillar a mi madre,

maquillarme yo y ugh, es demasiado. No quiero pensar en eso.


—Relájate —dice Justin, riéndose un poco de mí— yo te puedo ayudar. No

tengo nada que hacer de todos modos.

—¿En serio? —me acomodo de lado, hacia él, sonriendo. Justin se voltea

hacia mí también y se acerca un poco más— eso sería genial. Pero ya es muy

tarde, hay que dormir.

Justin no contesta nada, solo asiente un poco. Este debería ser el momento

en el que me duermo como si nada estuviera pasando, pero no puedo. Ahora que

mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, puedo ver mejor su cara, y lo único que

estoy sintiendo es algo tibio en todo el cuerpo, algo como tranquilidad, como paz.

Es irónico, que sienta paz con alguien que es tan temperamental, violento,

cabeza dura y que no hace nada más que estar peleando conmigo y negando lo

que siente, pero las cosas son como son y no puedo evitar sentirme como que esto

es lo que debería ser siempre. Nosotros durmiendo juntos. Estando juntos.

Lastima que no es mi culpa que estemos en éste estado y que no pueda hacer

nada al respecto.

Después de unos segundos de estar acostados, mirándonos, estiro una mano

para acariciar su cara, pero antes de que pueda llegar, Justin toma mi mano y la

lleva a sus labios para besarla. Sus ojos se están cerrando poco a poco y en

cuestión de segundos se queda dormido, tomando mi mano.

A pesar de que debería dormirme y no seguir perdiendo el tiempo, me quedo

despierta unos minutos más, observando a Justin. Tan tranquilo y suave como

solo lo está cuando duerme.


Cuando despierto, estoy sintiendo una asfixia familiar que no sentía desde

hace mucho tiempo y le doy la bienvenida. Justin está echado encima de mí, con

su cara enterrada en mi cuello y supongo que está babeando porque todo mi

cuello está mojado y está roncando tan fuerte que el eco probablemente resuena

en toda la casa.

Por cerca de diez minutos, intento despertar a Justin, pero está

completamente ido. Logré empujarlo y que se quitara de encima, pero ni siquiera

se dio cuenta. Abro sus párpados pero sus ojos están completamente en blanco. Si

no fuera por sus fuertes ronquidos, pensaría que está muerto.

Empiezo a darle palmaditas en la cara para que regrese a la vida, pero parece

que no las siente. Estoy a punto de rendirme y dejarlo dormir cuando mi ultima

palmada algo fuerte lo hace despertar con un jadeo y ponerse en modo de ataque

inmediatamente. Antes de que pueda siquiera darme cuenta de lo que está

pasando, mi cabeza vuela hacia atrás y mi nariz empieza a doler como los mil

quinientos demonios.

—¡Crystie, maldita sea! —grita Justin y me levanta de la cama, pero yo estoy

demasiado ocupada gimiendo por el dolor como para ponerle atención adónde me

lleva. Mi mano se empieza a sentir húmeda y cuando me doy cuenta de que es

sangre, entro en pánico— perdóname, oh, cielos. Lo siento. Lo siento mucho, no

pensé... yo no quería...

Justin sigue pidiéndome perdón de mil maneras distintas pero yo solo puedo

pensar en una cosa.


—¿Está chueca? —pregunto, interrumpiendo sus disculpas. Empiezo a llorar

de solo pensar en tener que hacerme una cirugía— dímelo, Justin ¡¿está chueca?!

—No, no está chueca —niega con la cabeza y pone un papel en mi nariz para

que absorba la sangre— solo te saqué un poco de sangre, pero no te golpeé muy

fuerte. Ni siquiera se pondrá morada.

—Ah, gracias a dios —me relajo, y dejo que me limpie la sangre sin decir

nada más. Ni siquiera es mucha sangre, y ni siquiera me dolió tanto, pero puedo

darme cuenta por la postura de Justin que para él esto es una gran cosa, así que

decido quedarme callada.

Cuando termina de limpiarme, camino un poco hacia mi lavamanos para

lavarme la cara. Tomo mi cepillo de dientes y saco uno nuevo del gabinete para

Justin, después nos lavamos los dientes incómodamente lado a lado.

—Esto es parte del porqué no quería regresar contigo —dice, cuando

terminamos. Esto es tan de telenovela que solo ruedo mis ojos visiblemente y

salgo del baño. No quiero ninguna excusa usada y barata. Y es lo que me va a dar

— mi mente reaccionó como si-

—Sí, sí, como sea. No me importa —lo interrumpo, con una mano levantada

para que cierre la boca— ya no me importa. Haz lo que quieras. Me has explicado

muchas veces porqué no quieres estar conmigo y no necesito que hables de eso de

nuevo.

—No, no dejaré de explicarte mis razones —frunce el ceño y cuadra los

hombros, pero se vería mucho más intimidante si tuviera algo puesto además de
sus bóxers— porque no quiero que pienses que lo hice por algo que no vale la

pena. Lo hice por cosas como esa, porque yo-

—Porque no querías lastimar mi pequeño corazón, o utilizar violencia contra

mí porque has pasado por muchas cosas y me quieres pero no puedes someterte a

tus deseos porque tu vida es muy difícil y blablabla —completo por él, metiendo

un dedo en mi boca y pretendiendo que vomito. Muy infantil, lo sé— esa linea

está tan usada que ya ni siquiera es buena, busca cualquier película o libro con un

protagonista con problemas y escucharás las mismas palabras que ibas a decirme

y sé que son pura mierda porque tú no te interesas realme-

—No iba a decir eso —niega con la cabeza— te iba a decir que lo hice porque

estaba siendo egoísta. Lastimarte no pasó mi cabeza ni por un segundo, hasta que

te di un codazo hace unos minutos. Lo que tú pudieras sentir no fue mi prioridad,

para nada.

Oh…

—Y sí, he tenido problemas y mi vida ha sido difícil últimamente. Lo siento si

eso está muy usado, pero resulta que la vida para la gente normal es difícil y

problemática, pero no espero que tú tengas una idea de ello, sé que en

Crystalandia todo es color rosa y llueve dinero y felicidad —masculla con la voz

más profunda, acorralándome poco a poco en la pared a un lado de mi espejo—

¿Qué quieres que haga? ¿Que te mienta acerca de cómo me siento? ¿Que esté

contigo aunque mi mente esté concentrada en todo menos en ti? ¿Que te diga que

no me importan los últimos siete meses que pasé viviendo en un lugar de pura

miseria, donde diario tenía a alguien queriendo matarme? Pues lo siento,


princesa, pero no puedo. Porque yo si tengo una vida de verdad donde nada es

perfecto y tú sigues encerrada en una caja de pura divinidad donde nada malo

pasa nunca y sé que no soportarías estar con un hombre que no es tan fabuloso

como tú.

—¿Estás odiándome de nuevo por tener una vida privilegiada? Lo siento,

déjame regresar veinte años y pedirle a la cigüeña que me deje con una familia

pobre y malvada —me burlo, y Justin se empieza a frustrar visiblemente— lo que

sientas ya me da igual. Ni siquiera sé porque estás aquí, te dije que te fueras.

Pelear contigo se está volviendo viejo y estúpido.

—¡Tú eres la que empezó a pelear! —se queja, y su vena en la frente empieza

a hacerse notar— yo solo quería decirte que es de conocimiento común que

después de la guerra uno reaccione de esa manera, y que eso fue una parte de

porqué no quería estar contigo, que mi mente reaccionó como si alguien me

estuviera atacando y que lo sentía mucho por lastimarte, pero no me dejaste

hablar.

—Uuggghh —me quejo, intentando empujar su pecho para que se aleje de

mí, pero él pone resistencia— ¿Lo ves? Estamos a la defensiva todo el tiempo. Ya

ni siquiera podemos actuar como seres civilizados, hay mucho odio entre

nosotros.

—De tu parte, tal vez. Odio estúpido, odio que no tiene ni pies ni cabeza.

Odio que no me merezco.

—Sí, claro, claro —digo, destilando sarcasmo. Ya no puedo soportar tanta

idiotez— tienes mucha razón. Tú siempre estás en lo correcto y yo no tengo


ninguna razón de estar enojada y debería siempre amarte y lamer tus pies aunque

me trates como mierda... ¿puedes irte ahora? Sigo sin entender porque estas aquí

peleando cuando podrías largarte y no volver a cruzarte en mi maldito camino.

Justin cubre sus ojos y gruñe por cerca de medio minuto.

—¿Sabes algo, Crystal? No puedo —contesta cuando termina con su gruñido

frustrado, mirándome con una sonrisa socarrona y dando un paso hacia delante,

pegándome contra la pared completamente— no puedo irme. No puedo dejar de

pelear contigo. No puedo.

—¿Por qué no? —escupo, levantando mi cabeza para poder mirarlo a los ojos

— es muy fácil, solo sales de mi habitación y dejas de dirigirme la palabra.

—¿Crees que esta mierda es fácil? No lo es —pone ambas manos en la pared,

ahora sí acorralándome por completo. Mi única opción es tirarme al piso y huir,

pero antes de que pueda intentarlo, su parte baja se fusiona con la mía y me

quedo sin escape— esto no es nada fácil. Verte todos los días y que no me hables.

Verte todos los días y no poder tocarte, y saber que es por mi culpa.

—Lo siento, amor de mi vida, pero no puedo sentirme mal por ti. Es tu culpa

que no estemos juntos. Es todo por tu culpa y me alegra que sufras por mí.

El ambiente cambia por completo. Él cambia.

—¿Lo soy? ¿El amor de tu vida? —pregunta, ignorando lo demás. Su enojo

se evaporiza y empieza a mirarme con otro tipo de intensidad. Mi corazón

empieza a bombear como loco y maldigo haber dicho eso.

—Estaba siendo sarcástica —susurro, intentando salvar mi dignidad, pero no

sé si esa sea una buena respuesta. Justin baja su cabeza hasta que estamos frente
a frente y pone una mano en mi nuca— estaba intentando ser graciosa. No era... a

veces las personas dicen cosas que no querían decir y...

—Creo tú eres el mío —susurra, ignorando mi balbuceo. Y me muero.

No debería ser tan fácil para los hombres insensibles y cerrados decir una

cosa cualquiera y hacer que su pobre mujer enamorada se muera. Los lindos

hombres que dicen cosas bonitas todo el tiempo no tendrían ese privilegio, porque

sus palabras se empiezan a volver algo de todos los días y tienen que esforzarse

más. Pero cuando un pobre estúpido como Justin que siempre dice puras tonterías

de repente dice algo así, es lo mejor del mundo.

—Tú eres el mío también —admito, y mi voz suena quebrada. Justin aprieta

la mano que tiene en mi nuca y toma aire profundamente antes de darme un beso

en los labios tan delicado que me hace pensar que no está pasando realmente—

pero eso no cambia nada ¿cierto?

—No, Crystie, no cambia nada. Y creo que ambos ya sabíamos eso de todos

modos, solo lo hicimos oficial al decirlo en voz alta —sonríe hacia mí como pocas

veces lo ha hecho y toma mis labios de nuevo antes de que pueda protestar, pero

esta vez lo hace con más fuerza.

En el momento que su lengua empieza a salir a jugar, pierdo toda mi

convicción e ignoro el hecho de que acaba de decir que nuestras confesiones no

cambian nada y que seguiremos estando separados. Rodeo su cuello y doy un

pequeño salto porque sé que él me va a cargar. Tiene que hacerlo, nuestras

estaturas lo exigen, y además, sabe que me gusta cuando lo hace. Pone sus manos

en mis muslos y me sube contra su cuerpo, mientras yo lo abrazo con más fuerza
y me encargo de besarlo con todo lo que tengo dentro de mí, con un solo objetivo

en mente: hacerlo cambiar de opinión.

70

Same old love

Justin toma mis muslos con tanta fuerza que empiezan a doler, pero

sinceramente no puedo darle mucho pensamiento en este momento. Estamos

besándonos de una manera descuidada, caliente, y llena de desesperación. Me

gustaría decir que es porque Justin está muriéndose por estar conmigo pero en

realidad yo soy parte del desastre. Nadie me puede culpar, llevo meses sin tocar

así a ese celestial hombre.

Nos besamos por horas y horas y creo sinceramente que si fuera una tercera

persona y estuviera viéndonos, me daría un poco de asco porque no estamos

siendo completamente sensuales como cualquiera creería, al vernos ser una pareja

tan tremendamente atractiva. Estamos casi llorando entre beso y beso, haciendo

ruidos no muy bonitos y abrazándonos tan fuerte que sé que ambos nos estamos

lastimando, pero no importa.

Así debió ser nuestro reencuentro.


Justin camina conmigo después de un rato y me deja caer en la cama. Se

sube inmediatamente sobre mí y sin más preámbulo, arranca mis bragas

bruscamente y desabrocha mi sostén, luego empieza a besarme por todos lados

como si me necesitara para respirar. Me besa en la frente, en la boca, en el cuello,

en mis pechos, en mis cotillas, en mi abdomen, en mis muslos, directamente en mi

clítoris y alrededor, en mis pantorrillas, y luego sube de nuevo. Yo me estoy riendo

porque su cara no muy suave me hace cosquillas por todos lados y acariciando su

corto cabello mientras él besa mi cuerpo.

—No creo poder-

—No lo arruines —lo interrumpo, poniendo mis manos en sus mejillas para

que me vea fijamente— siempre dices algo estúpido que arruina el romance, por

favor no digas nada. Me gustas más cuando estás calladito.

—No iba a decir nada estúpido —contesta, frunciendo el ceño— y yo no soy

el que arruina todo, siempre eres tú. Tienes tienes que ir y decir algo que piensas

que es lindo pero no lo es y luego resulta que yo soy el malo. Siempre. No puedo

hacer un simple comentario porque no me-

Jalo su cara cuando su parloteo me cansa y junto nuestros labios de nuevo

porque no quiero que haga lo de siempre y arruine todo. Y puede ser que yo

también diga estupideces, pero al menos yo lo acepto, lo cual él nunca hará

porque en su mente él es completamente perfecto e incapaz de arruinar algo. Por

suerte Justin olvida que estaba empezando a pelear y se relaja de nuevo, subiendo

un poco su cuerpo para que nuestras partes superiores estén perfectamente


alineadas. Mientras él se separa para quitarse la ropa interior, yo me bajo de la

cama y camino hacia mi caja de secretos guardada en mi escritorio.

—¿Qué haces? Regresa —pregunta Justin y me avienta sus bóxers. Caen

directamente en mi cara pero los empujo muy rápido con asco y el estúpido se ríe

— vamos, ven.

—Ugh, espera —encuentro por fin las pequeñas llaves en mi bolso y camino

a mi cama para que Justin no siga enfadando— necesitamos un condón. Aunque

no sé si estos todavía sirvan, los tengo desde antes de ir al campamento.

—Está bien, los que usamos mientras estábamos allá tenían como dos años

guardados —explica y mi boca cae abierta. Estoy segura que no duran tanto—

¿qué? No te embarazaste ¿cierto? Es seguro.

Ruedo mis ojos ante su lógica y logro abrir los tres candados que tiene la caja

porque con una madre tan entrometida como la mía, necesitas tener estas cosas

muy bien cuidadas.

—¿Qué- —Justin se queda mirando el contenido con la boca abierta y casi

me río de él, pero no tenemos tiempo. Saco un condón e intento cerrar la caja,

pero Justin no me deja. Me la arrebata y empieza a investigar— ¿Cómo compras

esto? ¿No te da vergüenza? Por dios.

—Cállate, abuelo —le arrebato mi consolador favorito y lo vuelvo a meter en

la caja, pero Justin está completamente hipnotizado con mis juguetes— una de

mis ex-mejores amigas es ninfómana. Me regalaba uno de estos en cada ocasión

especial.
Tengo cuatro consoladores normales, de colores diferentes por supuesto, uno

de doble penetración que nunca usé, dos balas vibradoras que son bastante

divertidas si me permiten comentarlo y varias botellas de lubricante saborizado

que solo utilicé las dos veces que mis amantes me dejaron meter un dedo en el

inframundo. O sea su culo.

—¿Quieres probar algo de esto? —pregunto, mientras sostiene el consolador

de doble penetración y accidentalmente lo enciende. Justin salta del susto cuando

empieza a vibrar y a moverse— podría ser divertido explorar tu puerta trasera y...

—No, estás loca —niega inmediatamente y suelta el consolador que estaba

tomando. Intento decirle que es normal y que no hay nada gay al respecto pero

me calla mil veces y cierra la caja con convicción— nunca. No vuelvas a repetirlo.

—Pero...

—No. Nada de eso —me interrumpe y deja caer la caja al piso. Un poco

decepcionada, pero feliz de todos modos por el momento, pongo mis manos en

sus hombros y empiezo a besarlo de nuevo, para recuperar la pasión. Justin se

olvida de lo que estábamos discutiendo y su mente se mete en el juego de nuevo.

Se aleja solo un poco para ponerse el condón y luego regresamos.

Baja sus manos a mi trasero y empieza a apretarlo y moverlo por todos lados

a pesar de que sabe lo mucho que odio que lo haga. Por suerte en este momento

estoy demasiado eufórica como para molestarme por eso así que lo dejo disfrutar

por un rato y hacer lo que quiera con su parte favorita de mi precioso cuerpo.

Justin se acuesta boca arriba cuando se ha cansado de solo besarme y me

acomoda sobre él. Bajo mis labios a su cuello y a su pecho para besar los puntos
especiales que sé que disfruta más, mientras froto nuestras partes más

importantes con ritmo.

Lo que más he extrañado de hacer el amor con Justin son los sonidos que

hace cuando está excitado y cuando se viene. Nunca se deja ir por completo y eso

lo hace más sexy, la manera en la que reprime sus gemidos y termina sonando

como un animal salvaje, la manera en la que su respiración lo traiciona y me deja

saber lo mucho que está disfrutando esto. Nunca me voy a cansar de eso. 

Cuando decido dejar de jugar con él y dejar de torturarnos a ambos, tomo

sus manos en las mías para entrelazar nuestros dedos y me acomodo para

introducirlo en mí sin necesidad de mis manos como la profesional que soy. Sus

ojos se ponen en blanco por un segundo cuando empieza a entrar y echa su

cabeza para atrás sin hacer ruido.

—No te muevas —me pide Justin cuando estoy a medio camino, apretando

sus ojos y mis manos con fuerza. Sé que está cerca y solo por eso me espero un

poco, no quiero que termine tan rápido. Y aunque las últimas veces que lo hicimos

cuando aun estábamos en el campamento Justin hizo uso de su extensa estamina

y podía controlar su orgasmo e incluso venirse varias veces, no creo que pueda

pasar eso ahora porque ha estado sin sexo por mucho tiempo. Mi pobre Osito—

de acuerdo, puedes proseguir.

Cierro mis ojos y termino de juntarnos lentamente, disfrutando cada segundo

de ello. Llevo nuestras manos entrelazadas a mis pechos y los acaricio con

suavidad mientras me muevo muy, muy lento, deseando que esto pudiera durar

para siempre. Los ojos de Justin están caídos y nublados con deseo y me está
mirando a los ojos con tanto sentimiento que me hace sentir más caliente que lo

que estamos haciendo.

—Te amo, Crystie —murmura, con la voz apretada y ronca, sin dejar de

verme a los ojos— te he extrañado tanto...

—Te amo también —sonrío hacia él y empiezo a moverme más rápido,

haciéndolo cerrar los ojos y soltar mis manos para tomar mi trasero y ayudarme a

subir y bajar junto con él. Recuerdo lo mucho que le gusta cuando lo araño, así

que pongo mis manos en su pecho y empiezo a pasar mis uñas por ahí, con

suficiente fuerza para dejar rastro, pero no tan fuerte como para sacar sangre,

porque definitivamente mis perversiones no llegan a ese nivel.

Justin empieza a ser descuidado y sé que ya está muy cerca, lleva una mano

entre nuestros cuerpos y presiona su pulgar en mi clitoris, haciéndome soltar un

largo y profundo gemido. Me vengo en ese momento y Justin se deja ir justo

después de mí, embistiendo más fuerte y haciendo esos sonidos que tanto me

gustan.

Me dejo caer en su pecho cuando se termina y nos quedamos callados, aun

temblando un poco. Justin levanta una mano con pesadez y empieza a acariciar

mi cabello, lo cual me da sueño. Caería profundamente dormida si no fuera

porque quiero disfrutar este momento lo más que se pueda, en caso de que Justin

sea un caso sin arreglo y decida actuar como un idiota de nuevo.

Después de un largo rato, Justin se pone extremadamente tenso y empieza a

quitarme de encima, saliendo de mí y encargándose del condón rápidamente.

Pienso que va a entrar en pánico y tratarme mal de nuevo, pero entonces mis
puertas se abren al mismo tiempo y solo soy capaz de estirarme por el edredón

para intentar cubrirnos. Lo cual es inútil porque obviamente era más que obvio

que estaba pasando.

—¡Oh, por dios! No de nuevo —gime mi madre con horror en cuanto entra,

cubriendo sus ojos con fuerza y volteándose— ¡Pónganse ropa!

Justin se levanta y camina con cuidado hasta donde están sus bóxers, los

cuales me aventó y terminaron cayendo cerca de donde mi madre está. Es casi

doloroso ver cómo Justin camina desnudo con cuidado y miedo hasta que llega a

ellos y se los pone inmediatamente. Yo en cambio, tomo la bata que dejé tirada

anoche y estoy cubierta en cuestión de segundos.

—Lo siento, mamá —murmuro, cuando ella se voltea de nuevo con cuidado

— pero tal vez esto te enseñe a tocar la puerta. Ya es la segunda vez que arruinas

un momento.

—¡¿Qué?! ¿Por qué mejor no aprendes a cerrar la puerta con seguro? —

escupe, exaltada— ¿o a decirme con anterioridad que piensas utilizar mi baño

como punto reunión para tus escapadas homosexuales? ¿O a mandarme un

simple mensaje diciéndome que estás dándole a tu ex-novio?

—Mamá, basta —me quejo avergonzada, Justin solo puede mirar hacia el

piso y cubrirse porque esos pequeños bóxers que trae puestos parecen más bien

una tanga—  ¿qué ocupabas?

—Dame un minuto, necesito meditar para olvidar lo que acabo de ver —

levanta sus manos en posición de meditación y cierra los ojos. Justin la mira como
si fuera un extraterrestre y no entendiera lo que es meditar— es muy difícil. Lo

intentaré más tarde.

—Perdón, señora Angelo —murmura Justin, luciendo como un perro

regañado y mirando a mi madre por encima de sus pestañas. Mi mamá niega con

la cabeza, soltando un gran suspiro y se acerca para poner una mano en su brazo

y sonreírle, diciéndole que está bien.

—¿Vas a decirme qué es lo que querías? —pregunto, acercándome a ellos— y

ya puedes dejar de tocar a Justin, si no es mucha molestia.

Mi madre deja caer su mano y entrecierra sus ojos hacia mí por hacer

evidente lo raro que fue eso. Justin solo se ríe y le guiña un ojo a mi madre,

haciéndome gruñir con descontento. No sé si es porque soy muy celosa y porque

sé que mi madre es más ojo alegre que yo, pero me parece que estos dos han

estado coqueteando sin descansar desde que llegamos.

No es que piense que algo va a pasar entre ellos porque sé que no es posible,

pero aun así me molesta, porque mi madre es de ese tipo de mujer. Del tipo que se

acuesta en las sillas del patio mientras invito a mis amigos a nadar para observar

los cuerpos de los hombres. Del tipo que le pellizca las nalgas a cada muchacho

guapo que pasa por su lado. Del tipo que manosea a mi novio en mis narices sin

ninguna clase de vergüenza y observa su cuerpo como si quisiera lamer cada parte

de él. Mi padre sabe cómo es y ha llegado a aceptarlo, porque sabe que no

importa lo mucho que le gusta observar y a veces tocar o pellizcar, nunca va a

hacer nada más al respecto.


—Aquí está la lista de invitados y la lista de todo lo que tiene que estar listo

—saca de su bolso una carpeta y me la entrega— estaré en el spa de Regina con

Patricia, saldremos de ahí como a las cinco y a esa hora puedes empezar mi

maquillaje y mi peinado. Por cierto, las telas llegaron, están en la mesa, olvidé

subirlas. Quiero darle un último vistazo al vestido cuando termines para que en

caso de que no me guste le hagas arreglos, así que debe estar listo más tardar a

las seis. Tus tías llegan a las tres y sabes que no les gusta usar taxis, puedes tomar

el mismo auto que te llevaste a México, básicamente se maneja solo, pero de

todos modos, hazlo con cuidado y no subas a ningún indocumentado esta vez. Ah,

y por favor, ve a casa de los Guller para que recojas mi sesión de fotos, los marcos

están en mi habitación, la planificadora sabe dónde quiero que vayan.

—¿Algo más que desee su majestad? —pregunto, frunciendo el ceño y

cruzando los brazos en mi pecho. Mi madre de hecho lo piensa por unos segundos

y luego niega con la cabeza.

—No, eso es todo —me da una de sus sonrisas tiernas llenas de maldad

maternal y se acerca para besar mi frente— borra ese lindo ceño de tu cara o

envejecerás prematuramente y me dará vergüenza llamarte mi hija.

Mi mamá toca una vez más a Justin antes de salir y le dice que Patricia le

dejó algo en su cama para que use en la noche. Luego sale de mi habitación

acariciando su inmensa panza como ahora lo hace todo el tiempo. Justin suelta

una risa nerviosa y deja salir todo el aire mientras yo estoy todavía odiando a mi

madre por tratarme como su sirvienta siempre que hay algún evento importante.
—Creo que vi tu futuro —se burla Justin, y niego con la cabeza con

convicción. Yo nunca trataré a mi bella hija como si fuera una vil criada. Aunque...

tal vez sí. Tal vez será mi derecho como madre hacer lo que me plazca con mi

mocosa— puedo ayudarte con el ensayo que tienes que hacer. Y puedo ir a

recoger a tus tías, pero... ¿Pensé que me dijiste que no sabías manejar?

—No sé manejar —contesto— pero aún así tomé el auto de mi madre y fui a

México. Era un desafío de Marea, no preguntes. Es cierto que casi se maneja solo

y además, uno de los indocumentados manejó desde la frontera hasta el lugar

donde quisieron bajarse y correr.

—¿Eres estúpida? —pregunta, mirándome con la misma cara que mis padres

lo hicieron cuando decidieron mandarme al campamento. Ahora entiendo un

poco que fue una estupidez, pero en ese momento pensé que solo era algo de

cada día— en fin, puedo ir por tus tías y recoger las fotos que tu madre quiere. Y

hacer el ensayo.

—Eres un regalo del cielo —me acerco y lo abrazo por unos segundos antes

de caminar a donde está mi maleta para sacar mi libro de geometría, tomo mi

computadora también y le entrego las dos cosas— es de la pagina 120 a la 125.

En realidad es fácil, haz lo que yo hago y escribe lo mismo con palabras diferentes

e intenta dar tu opinión. Puedes buscarlo en google. Y termina con "eso fue todo

por mi parte, gracias por su atención. Crystal Angelo, a su servicio" es mi firma

siempre y los maestros lo aman.

—De acuerdo... —me mira como si fuera tonta y asiente varias veces antes de

salir de mi habitación. Camino rápidamente a mi vestidor para sacar algo de ropa


e ir por las telas para terminar el vestido de mi madre lo más rápido que sea

posible.

➿➿➿➿

Para las seis cuarenta y cinco de la tarde, todo está listo. Justin terminó mi

ensayo, yo terminé el vestido, hablé con la señora planificadora, fuimos por las

fotos extravagantes de mi mamá con la panza de fuera y recogimos a mis molestas

tías del aeropuerto. No saben mucho inglés, pero se encargaron de alguna manera

de preguntarme de mil quinientas maneras diferentes si Justin y yo éramos una

pareja, a lo cual siempre le sacaba la vuelta porque no sé.

No sé dónde nos dejó lo que hicimos en la mañana, no hemos tenido tiempo

de hablar al respecto, pero hemos estado llevándonos bien todo el día,

funcionando juntos como un muy eficiente equipo. Justin incluso se puso a cantar

una canción del milenio pasado que salió en la radio y me tomó la mano todo el

camino al aeropuerto. La única pequeña pelea que tuvimos fue cuando le pedí que

se quitara el parche que cubre su oreja porque quiero ver cómo está, pero Justin

no me dejó y se enojó conmigo por molestarlo tanto, lo cual no hice porque solo

se lo pedí dos veces, pero en fin, pudimos superarlo.

Mi madre, Patricia y yo estamos en mi vestidor mientras termino de arreglar

a mi mamá. Estoy súper sudada como lo estoy cuando me estreso mucho, tengo

un desastre de maquillaje por todos lados y mi madre y Patricia están hablando

tanto que entiendo un poco lo mucho que se queja Justin de eso, pero eso es solo
porque necesito ponerle atención al tutorial de youtube que estoy viendo y eso es

difícil cuando dos mujeres gritan en lugar de hablar y no cierran la boca ni por

dos segundos.

Mi madre podría ir muy fácilmente a un salón, como lo hizo Patricia, o llamar

a alguien profesional, pero le gusta que yo la arregle para poder presumir por

completo que yo hice el vestido, el precioso maquillaje y arreglé su cabello. De

hecho hago todo eso muy bien, pero odio tener que hacerlo cuando falta una hora

para que empiece el baby shower y yo ni siquiera me he bañado. Por supuesto eso

a mi madre no le importa.

—Tómanos una foto —ordena, cuando he terminado y esa foto se convierte

en diez mil y me empiezo a arreglar faltando solo media hora. Me tomo mi tiempo

de todos modos y no apresuro el proceso de embellecimiento. Es mi regreso al ojo

público y tengo que hacer una buena impresión ahora que todos saben que fui a

un campamento reformatorio gracias a mis bellos mejores amigos que pasaron la

palabra.

Termino luciendo tan extremadamente preciosa que no puedo evitar

quedarme mirando el espejo por mucho más tiempo de lo que sería normal y

tomarme mil quinientas fotos para recordar este momento. Tengo puesto un

vestido blanco Alexander McQueen bastante corto pero con encaje en la parte de

arriba y poco escote, o sea que se ve algo tierno. Me puse unas zapatillas bajas y

puntiagudas color nuez, hice suaves ondas en mi cabello y mi maquillaje podría

parecer algo sencillo, pero fue muy complicado de elaborar y me hace lucir mucho

más hermosa de lo que soy naturalmente. Lo cual es bastante.


Cuando bajo, ya todo ha empezado desde hace como dos horas y mucha

gente ya está aquí. Hago una entrada triunfal porque abro el ventanal que lleva al

patio (donde es la fiesta) haciendo mucho ruido y casi todos voltean a verme.

Pongo mi mejor sonrisa y empiezo a caminar, empezando a saludar a mis

conocidos.

Después de hablar con gente que conozco desde que andaba en pañales, por

cerca de media hora de lo mismo, de cómo están yendo mis clases, de cómo me

cambió el campamento, del hermosísimo vestido que le hice a mi madre y lo linda

que la dejé, del talento que tengo y de si tengo novio o no y blablabla, veo a

Justin sentado solo en una mesa alta con una bandeja completa de aperitivos. No

se ve muy feliz, pero él nunca está feliz cuando alguien lo viste y tiene que estar

alrededor de personas, así que no es una sorpresa.

—Hola —murmuro, cuando llego a su lado y él levanta la mirada

rápidamente. Me da un vistazo completo y sonríe un poco, pero puedo darme

cuenta de que su estado de ánimo está en la mierda— ¿Quieres un poco de

compañía?

Justin se encoge de hombros y regresa la mirada a la mesa. No sé que cambió

del momento en que bajamos del auto después de que llegamos del aeropuerto a

ahora, pero sé que hay algo. Su postura está rígida, sus hombros tensos, sus

manos empuñadas, su cara en un ceño y hay un leve temblor en su mandíbula,

como si estuviera apretando y desapretando los dientes muy rápidamente.


—Es la gente —contesta Justin aunque no he preguntado nada. Supongo que

es obvio lo que quiero saber— no eres tú. Es... me ponen ansioso. Hay mucha

gente aquí, no estoy cómodo.

—Está bien, solo deja que mi mamá te vea unas dos veces y luego puedes ir a

tu habitación. Yo también me siento con ganas de escapar de esto —le intento dar

una sonrisa y estirar mi mano para ponerla en su brazo, pero claro, se quita antes

de que pueda tocarlo— ¿estarías más cómodo si nos sentamos a un lado de la

piscina?

—No. Es más peligroso —contesta, sin realmente ponerme atención— nadie

hará nada si estamos rodeados de gente.

—¿Peligroso? —niego con la cabeza y pongo mi mano en su brazo aunque no

quiera, apretando un poco hasta que hago que voltee hacia mí— no podrías estar

en una casa más segura. Nadie puede entrar a este residencial si no está en la

lista, y si son invitados, necesitan dejar una identificación oficial que coincida con

la información que mi madre entregó y tener una estampa especial. Además, esto

es un baby shower con gente que conocemos desde siempre. Hay alcohólicos,

drogadictos y prostitutas aquí, pero nadie que quiera hacernos daño. Al menos no

fisicamente.

—Tienes razón —acepta Justin, después de pensarlo un tiempo, y bufa una

risa que no suena muy convencida— ¿En qué estaba pensando? Obviamente nada

va a pasar. Es solo que... no lo sé. Todas estas personas se difuminan en mi cabeza

y creo que empiezo a ver gente conocida que definitivamente no debería estar

aquí y solo... ignórame. Deberías ir a platicar con la gente.


—No, está bien, prefiero estar contigo. No tengo ganas de hablar de lo

mismo y lo mismo de nuevo con todos los invitados.

—Yo prefiero estar solo en este momento —murmura en voz baja,

mirándome a los ojos para asegurarse de que entiendo lo que quiere decir— no

quiero platicar, ni nada por el estilo. Solo quiero estar solo.

Tomo aire y cierro mis ojos por un momento pidiendo ayuda divina para no

decir algo de lo que pudiera arrepentirme después y asiento con la cabeza antes

de empezar a caminar. Está bien, sé que su cabeza no está en el mejor lugar ahora

mismo. Debo dejar que se tranquilice solo, obviamente lo que sea que tiene en

este momento se le pasará en algún momento cuando entienda que todo está

bien.

Camino directo a los padres de Marea porque no los he saludado aun,

cuando unos nuevos invitados abren el ventanal, acompañados de un escolta

elegante que mi madre contrató y entran a la fiesta. Me quedo parada en ese

instante y estudio con cuidado a los nuevos invitados, sin poder creerlo.

Es una familia latina. Reconozco perfectamente a Mila, es de las mejores

amigas de mi madre y reconozco perfectamente a Salvador, él trabaja en la

preparatoria donde estudié. Y creo que reconozco al alto, moreno y

completamente delicioso muchacho que viene detrás de ellos.

Sin pensarlo, camino hacia ellos y saludo a Mila y Salvador con mucho gusto,

sonriendo extra grande hacia ellos y dándoles una muy grata bienvenida,

mientras mis ojos están puestos solo en el muchacho.


—Gracias, Crystal. Eres muy amable co... oh, lo siento, que despistada —se

queja Mila, con un lindo acento y pone una mano en la espalda del muchacho—

creo que ya conoces a mi hijo ¿Cierto? Estudiaron juntos.

Oh, por dios.

—Juanito —susurro, sin dejar de verlo, y le sonrío. Él me da una sonrisa

igual de grande que la mía y se acerca para darme un abrazo.

Oh por lo más sagrado de la vida misma. Mi yo de doce años se estaría cagando

de la emoción en este momento.

—Mucho tiempo sin verte, Crystal ¿Cómo has estado? —pregunta, y deja de

abrazarme pero no quita sus manos de mí. Parpadeo hacia él muchas veces sin

poder responder— has cambiado mucho. Me gusta el cabello.

La última vez que vi a Juanito, estaba metiendo mi lengua en su boca de la

manera más asquerosa y horrenda posible. Aun está fresco en mi mente cómo él

se separó de mí intentando ser amable, pero pude ver su cara de disgusto por mi

horrible beso. Recuerdo la humillación que sentí en ese momento como si hubiera

pasado hace seis minutos, ese tipo de cosas se quedan contigo para siempre. Le

pedí perdón mil veces y él me dijo que lo entendía porque era mi primer beso y

todo eso. Lo cual lo hizo peor porque yo nunca dije que era mi primer beso, él

solo se dio cuenta por lo inútil que actué.

—Bien. Muy bien —contesto cuando encuentro mi voz — ¿Y tú... cómo te ha

ido? Lo último que supe de ti fue que regresaste a tu país.

Y te llevaste todo mi amor y mis ilusiones contigo.


—Sí... tuve que irme por un par de problemas familiares, pero regresé hace

poco —explica, y deja de tocarme. Solo en ese momento me doy cuenta de que

sus padres ya se fueron y estamos platicando completamente solos— siempre me

arrepentí de no despedirme de ti ¿sabes?

—¿Qué? ¿En serio? —mi voz suena completamente chillona y llena de

emoción. No todos los días tu primer amor platónico te dice que se arrepintió de

haberse largado a su país sin despedirse de ti después de que compartieron el

beso más horrible de la historia— yo también me arrepentí, quiero decir, yo

también quise despedirme. O sea, que te despidieras.

Juanito se ríe mi ineptitud y muerde un poco su delicioso y lleno labio

inferior antes de observar el lugar un poco y preguntarme si me apetece ir a

sentarnos en un lugar a hablar un rato. Claro que me apetece, le contesto, y

caminamos juntos hacia una de las salas lounge, tomando unas copas de

champange en el camino para que hagan nuestra platica más amena.

Antes de dejar caer mi trasero en el pequeño sillón a un lado de mi más viejo

amor, le doy un vistazo al amor de mi vida, quien por suerte no me está poniendo

atención, sigue mirando a la mesa y luciendo terroríficamente sensual. Lo cual me

alegra porque me da oportunidad de darle toda mi atención a Juanito.


71

Looks like cheating

Doy un gran respiro nervioso cuando Juanito se voltea hacia mí y me tomo

todo lo que hay en mi copa de un solo trago, lo cual es mucho y termino

guardándolo en mis mejillas y luciendo como un pez, de los que engordan cuando

se asustan, hasta que puedo tragar y regreso a mi hermoso ser.

Los ojos de este hombre son casi negros, muy grandes y expresivos, y sus

pestañas son casi tan largas como las falsas que yo traigo puestas. Estoy casi

hipnotizada viéndolo y la verdad es que no le pongo mucha atención a lo que está

diciendo, pero de todos modos intento hacer conversación con él porque es la

primera vez que me está poniendo atención. Puede ser que esto sea difícil de

creer, pero cuando yo tenía doce años, Juanito no me amaba. Juanito era el

hombre más deseado de la escuela y aunque yo también estaba en el top cinco de

las personas más hermosas, él nunca me hizo caso, nunca quiso pasar tiempo

conmigo y nunca me besó hasta que fue obligado por una botella.

—La gente ya no me llama Juanito ¿sabes? —murmura, en una risa

incomoda después de que hemos platicado por quince minutos y lo he llamado

Juanito unas diez mil veces. Supongo que es porque aún no puedo creer que está

realmente aquí.

—¿No? —pregunto, confundida— ¿No ese tu nombre?


—No realmente —se ríe de una manera tierna y se acerca incluso más a mí.

Le doy otra mirada rápida a Justin y gracias a Dios aún no está volteando, porque

Juanito está demasiado cerca y sé que esto lo haría enojar— me llamo Juan

Salvador. Ahora solo me dicen Juan, o Salvador. Ya crecí y todo eso.

—Pero Juanito suena tan bonito —me quejo, haciendo un puchero, sin poder

evitar coquetear con él aunque definitivamente no debería. Él se ríe de nuevo y

niega con la cabeza— te llamaré así de todos modos.

—Claro que lo harás —rueda los ojos y deja caer una mano casualmente en

mi rodilla. No es de una manera caliente, no me está manoseando ni nada, pero

sé que no es correcto. No me gustaría que una sucia le pusiera la mano en la

rodilla a Justin. Pero de todos modos no digo nada al respecto así que él deja su

mano donde está.

Por casi media hora, hablamos sin parar. No es realmente coqueteo en

realidad, solo estamos chismeando de gente que solía estudiar con nosotros,

bueno... yo estoy chismeando, porque él no se mantuvo en contacto con ninguno

de ellos y yo sé con lujo de detalle quién se acostó con quién, quién se volvió

adicto a las drogas, quién está viviendo en otro país, quiénes fueron a un

campamento militar y cambiaron el rumbo de sus vidas (Marea y yo) y quienes

siguen siendo igual de inútiles (la mayoría).

Y la verdad es que si Justin no existiera, yo y Juanito no estuviéramos

teniendo este tipo de conversación tonta. Ya lo hubiera llevado a mi habitación y

estuviera, mínimo, haciéndole una mamada, porque eso es lo mío, y yo no soy

muy de tener sexo con cualquier hombre, mucho menos antes de al menos un
regalo caro y confirmación de que es de buena procedencia en caso de un

desafortunado embarazo. Pero considerando quién es este hombre en especial,

definitivamente ya estuviera haciéndolo con él. Estoy 100% segura.

Pero, como lo dije antes, eso sería solo si Justin no existiera. Porque puedo

ser una puta, pero solo cuando estoy completamente soltera. Y no lo estoy, así que

mi viejo amor tendrá que conformarse con tocar mi rodilla, porque eso es lo único

que obtendrá de mí.

Justin

Después de un buen rato de estar solo, Cristoff y mi papá llegan y se sientan

en las otras sillas de la mesa. Ya me comí todos los aperitivos que me robé de una

de las meseras y ya estoy incluso calmándome y dándome cuenta de lo idiota que

estaba siendo, así que empiezo a platicar con ellos más naturalmente, no como lo

hice con Crystal. Mi cabeza realmente estaba mal en esos momentos.

Me sentía cómo lo hice en el aeropuerto cuando recién salí del hospital:

expuesto, vulnerable, como si le estuviera rogando a alguien que me atacara.

Estar en un lugar abierto con mucha gente y ninguna arma de protección es

simplemente difícil para mí, supongo.


Empiezo a buscar con la mirada a Crystal para decirle que deberíamos irnos.

A cualquier lugar, probablemente incluso la lleve a una cita, como le prometí en el

campamento.

Angelo y mi padre se dan cuenta de lo que estoy haciendo y, creo

encontramos al mismo tiempo a Crystal, porque todos nos levantamos y nos

movemos al unísono. Mi padre toma mi brazo para evitar que vaya hacia allá y el

señor Angelo solo observa lo que está pasando con el ceño fruncido.

—Está bien, te aseguro que no es nada —me tranquiliza Cristoff— es el hijo

de Cuevas, un amigo mío. Es un buen muchacho. Estuvieron juntos en la escuela.

—Eso no me importa. Solo lo hace peor —mascullo. Empujo a mi padre y

empiezo a caminar hacia ellos de nuevo.

—No hagas ninguna estupidez —ordena mi padre haciéndome parar de

nuevo, pero esta vez lo empujo con más fuerza para que no vuelva a tocarme—

no vayas a hacer ninguna maldita escena aquí. Te conozco.

—Hijo, escucha. Toma aire y tranquilízate, mi mujer te matará si haces algo

que la deje en vergüenza en este evento. Lo ha estado planeando desde antes de

embarazarse —advierte Angelo.

—No haré nada, maldita sea. Dejen de tratarme como si no pudiera

controlarme, solo quiero ir por Crystal para irnos a dormir —explico, sin

mencionar que también quiero dejarle en claro a ese idiota que no puede andar

tocándola como si nada. Por alguna razón, los dos piensan que estoy diciendo la

verdad y me dejan ir sin estarme agarrando de nuevo.


Camino hacia donde ellos están, pensando solo en una cosa: en Dario. He

estado odiándolo desde que Crystal dijo su nombre en el auto y ahora resulta que

todo este tiempo tenía que odiar a otro hombre y no a él. Sabía dentro de mí que

era una niña inteligente.

Todavía ni siquiera estoy cerca de ellos cuando la traidora levanta la cara y

me ve. Jadea un poco y su expresión ligera cambia por una de completa culpa,

como si estuviera haciendo algo malo. Empuja la mano del idiota y se para

inmediatamente, estirando sus manos como si quisiera detenerme. El tipo levanta

su mirada hacia mí pero no entiende qué está pasando. Solo ver su cara de cerca

es suficiente para encender mis ganas de destruir algo.

Esquivo a Crystal y me agacho lo suficiente para empujar el hombro

izquierdo del idiota para que se levante. Él me da una mirada confundida pero de

todos modos lo hace, sacando el pecho y tensándose como si de verdad pudiera

conmigo.

—Este es Juanito, mi amigo gay de la primaria —explica Crystal, metiéndose

entre nosotros. Sé que es una mentira porque Juanito (¿podría tener un nombre

más horrible?) da un paso atrás luciendo ofendido.

—Juan. Y no soy gay —frunce el ceño, sin poder evitar lo que esas palabras

le han molestado y luego me mira de nuevo, cuadrando aun más los hombros—

¿Tienes algún problema?

—Uno muy grande —hago un lado a Crystal sin ninguna resistencia y me

acerco más a Juan, respirando profundamente para no noquearlo— estabas

tocando a mi novia. Estabas existiendo muy cerca de ella.


Decirlo en voz alta me hace recordar cómo estaban coqueteando de cerca y

cómo su mano estaba tomando su pierna. Cierro los ojos y sin esperar a que me

conteste nada, tomo puños de su delicada camisa y lo acerco a mí con ganas de

poder poner mis manos en su cuello y romperlo.

—¡Ella nunca me dijo que tenía novio! —exclama Juan. Su cara comienza a

ponerse roja y puedo notar que tiene algo de miedo, pero aun así intenta

empujarme para liberarse— ella nunca dijo nada.

Volteo mi mirada a Crystal, haciendo que se quede muy quieta y callada

(porque estaba inútilmente pidiéndome una y otra vez que soltara a su querido

Juanito) sus ojos se ponen muy grandes y me da una mirada inocente que no va

con ella.

—Yo... es porque... —intenta explicarse pero su lengua se atora y tartamudea

— es porque no eres mi novio. Terminaste conmigo y nunca me dijiste que

estábamos de vuelta, así que yo no estaba segura de si todavía éramos algo o no.

—¿Eres en serio así de tonta? —pregunto, sintiendo un ardor en el estómago

que solo siento cuando Crystal está haciéndome enojar. Tengo ganas de gritarle

que no importa si terminamos mil veces, siempre vamos a ser algo, pero siento

que alguien pone una pesada mano en mi espalda.

—Déjalo ir y entra a la casa a calmarte —ordena mi padre, con esa voz que

usaba cuando iba a darme una golpiza, apretando su puño en mi espalda.

Quisiera verlo intentar golpearme en este momento. Lo acabaría— Justin, estoy


hablando en serio. Aún no es muy tarde, la gente no se ha dado cuenta de lo que

está pasando.

Tomo un largo respiro y asiento, soltando a Juanito y dándole un pequeño

empujón para que se tambalee hacia atrás. Estoy a punto de hacer lo que mi

padre me dijo y regresar adentro, pero el idiota es del tipo de reprimido que no se

puede quedar con el ego lastimado, así que decide ir por mí cuando empiezo a

caminar hacia atrás. Levanta su brazo e intenta darme un puñetazo en la cara,

pero por supuesto lo vi venir desde incluso antes de que él lo planeara. Detengo

su débil mano y, sé que no debería hacerlo, pero de todos levanto mi puño y lo

golpeo directamente en la cien con todas mis fuerzas.

El pobre Juanito cae limpiamente al piso y casi me siento mal por él, pero no

tengo tiempo porque antes de lo que puedo darme cuenta, Cristoff me está

sacando de ahí y metiendo unas llaves en mi mano.

—Toma el auto rojo —ruge, completamente enojado, llevándome con él a la

salida de la casa. Su voz suena como las primeras veces que habló conmigo— ve

por un paseo, por un trago, por algo de comer, a pelear con alguien... lo que

quieras, pero cuando regreses quiero que ya estés pensando con claridad. Yo me

encargaré de limpiar tu desastre y asegurarme de que el hijo de Cuevas no esté

muerto.

Se va sin dejarme responder y solo puedo caminar hacia el mini

estacionamiento, donde hay más autos de los que una familia normal necesitaría.

Escaneo hasta que encuentro el auto rojo que me prestó y me subo, feliz de que
tengo un tiempo para mí y no necesito quedarme a lidiar con el odio de Lauren y

tal vez una demanda del padre de Juanito.

Me toma una hora salir de esta pequeña comunidad donde está la casa de los

Angelo y llegar al centro. Está a reventar de gente, como era de esperarse, así que

sigo manejando por un rato más hasta que llego a una zona un poco más... de

bajo mundo, por no decir pobre y horrible.

Ya estoy cansado de conducir, así que empiezo a buscar un lugar escondido

donde pueda tomar algo y luego regresar y esperar que Papi Angelo se haya

encargado de limpiar todo por mí como lo hace con Crystal.

Cuando encuentro el lugar perfecto, estaciono el auto en un callejón

escondido, esperando que nadie se lo robe porque parece que aquí te roban hasta

el alma si tienen la oportunidad. Me quito la camisa que mi madre me hizo usar y

me quedo con una simple camisa interior. De esta manera me veo más de barrio, y

estoy más seguro de andar por aquí sin que me brinquen encima diez pandilleros,

me roben todo, me apuñalen y me violen.

Afortunadamente el bar que escogí está casi completamente solo. Solo hay

una pareja en una de las cabinas, tres hombres viejos en una mesa jugando cartas

y un grupo de mujeres de dudosa procedencia en la barra.

—¿Tienes Dalmore? —le pregunto al hombre canoso detrás de la barra y me

arrepiento de eso inmediatamente. ¿Podría sonar más fuera de lugar?

Probablemente no.

El hombre me mira raro y se ríe.


—¿Dalmore? ¿Estás bromeando? Tienes suerte de que incluso sé de lo que

estás hablando —se sigue riendo, llamando la atención de las mujeres a mi lado.

Creo que solo de verlas puedo contagiarme de sida, así que las ignoro— no

tenemos eso aquí, niño rico, estás en el lugar equivocado si eso es a lo que estás

acostumbrado.

—Dame lo que tengas que se le parezca más, entonces —pido y el hombre se

encoge de hombros y murmura algo debajo de su aliento, probablemente algo

peor que "niño rico".

Nunca me habían llamado así antes. Nunca había actuado de alguna manera

que sacara a relucir que vengo de dinero, pero en este momento no pensé muy

bien en que el whisky favorito de mi padre no es exactamente algo que se pueda

conseguir en un lugar donde las paredes están cayéndose y la madera de la barra

se cae a pedazos.

Creo que el viejo apestoso me da un trago del whisky más barato que tiene,

porque raspa mi garganta y me hace hacer una mueca de disgusto instantánea.

Esto sabe más como medicina artesanal que como una bebida alcohólica, pero

bueno, supongo que esto es lo único que voy a conseguir por aquí.

Busco en mis bolsillos mi celular para ver si la traidora ha querido

contactarme, pero no lo tengo conmigo y recuerdo que lo dejé en mi habitación

antes de bajar a la fiesta. No es que quiera hablar con ella para pedirle perdón o

algo así; ella es la que tiene que pedirme perdón a mí por estar hablando con

Juan y dejar que la tocara y luego tener el descaro de decir que fue porque no
sabía si estábamos juntos o no. Como si lo de hoy en la mañana no hubiera

pasado.

Me empiezo a poner duro de solo recordarlo y luego me enojo conmigo

mismo por estar duro en un momento así. Pero, demonios, tenía mucho tiempo

sin sentir algo como el calor de Crystal alrededor de mí. Se sintió como morir y

llegar al cielo cuando por fin pude estar dentro de ella. Si tan solo no hubiera

perdido mi mierda en la fiesta, ella hubiera estado conmigo y no hubiera tenido la

necesidad de estar cerca de ese idiota.

—Una noche dura ¿no? —pregunta una voz femenina a un lado de mí y

levanto la vista. Hay una muchacha rubia sentada a un lado de mí que

definitivamente no estaba aquí hace tres segundos. Trago saliva después de darle

una segunda mirada a su cara y me quedo viendo sus ojos por varios segundos.

Una de las muñecas que salvamos tenía los ojos igual que ella. La recuerdo

perfectamente porque fue la que yo cargué por cerca de quince minutos, y por

todo el camino a nuestro Humvee ella no hizo nada además de mirarme. Sus ojos

estaban llenos de fuerza y de poder. Ella quería que supiera que estaba ahí, que no

estaba muerta en vida como las demás. Justamente tenía que tocarme a mí la más

valiente.

Y ahora es como si estuviera aquí, a un lado de mí, preguntándome si tuve

una noche dura.

—Uh ¿estás bien? —pregunta, estirando una mano para ponerla en mi

hombro desnudo. Sus dedos están fríos y de alguna manera me sacan del
recuerdo— te he estado viendo por un rato y te ves miserable. Pensé en venir a

compartir tu miseria por un rato, estoy aquí con ellas.

Apunta con su dedo al grupo de mujeres y todas nos están viendo con

interés. La rubia voltea hacia ellas y supongo que les hace alguna cara o seña,

porque todas se voltean inmediatamente.

—Mi nombre es Kristen —se presenta y alarga una mano hacia mí. Examino

su mano y luego la examino a ella. Se ve pequeña e indefensa, su cabello es

demasiado largo y encrespado, de un rubio muy claro y natural. Su maquillaje

negro en los ojos es muy pesado y sus labios son de un rojo brillante. Tiene puesta

una camisa de Nirvana demasiado pegada y una falda amarillo fosforescente que

no cubre nada además de lo crucial— ¿eres mudo? Sé lenguaje de señas.

—No, no soy mudo —hablo y tomo su mano en la mía, pero la acaricio en

lugar de solo sacudirla. Se siente débil y muy pequeña— soy Justin... ¿Qué estás

haciendo aquí?

Ella debería de estar descansando en paz, no tomando en un bar de mala

muerte.

—Eh... estoy con mi hermana y sus amigas —apunta de nuevo a las chicas,

sin dejar de mirarme fijamente con esos malditos ojos— terminé una relación de

cinco años y me trajeron a emborracharme y... encontrar a alguien. Sugirieron que

viniera a hablar contigo. No te molesta ¿cierto? Me puedo ir.

Sé que no es la misma persona. Estoy ebrio, no completamente loco. Sé que

no son la misma mujer pero... en serio se parecen.


—¿Sabes lo peligroso que es eso? Venir a un lugar como éste a buscar a

alguien estando borracha es como rogar que te hagan daño —murmuro, con la

voz profunda y un nudo en la garganta. La palabra de nuevo está en la punta de

mi lengua. Kristen se hace incluso más pequeña y traga saliva— ¿cuántos años

tienes?

—Diecinueve —contesta, en voz baja. Y empiezo a hacer cuentas. Al parecer

estaba en una relación desde que tenía catorce años— pero soy.. eh... soy madura

para mi edad.

—No, no lo eres. Tienes que cuidarte —niego con la cabeza y volteo mi

cuerpo hacia ella para poder observarla mejor. Dios, es tan frágil. Solo quiero

abrazarla y ponerla en un lugar seguro— no puedes acercarte a hombres así,

como si nada. No sabes qué intenciones puedan tener. No sabes de lo que pueden

ser capaces.

—Tú lucías seguro —murmura con una voz bajita y pestañea muchas veces,

coqueteando— y guapo.

—Soy seguro —afirmo, porque no me perdonaría si de alguna manera la

hago sentir como si la fuera a lastimar. Quiero decir, no lastimaría a ninguna

mujer, pero sobre todo no a ella— pero ¿qué si no lo fuera? ¿qué si estuviera aquí

con el propósito de buscar a una niña pequeña y hacer con ella lo que yo quisiera?

Soy un soldado entrenado, podría ponerte en mi hombro sin ningún problema y

salir de aquí contigo sin que nadie me detuviera, llevarte a un almacén,

amarrarte, violarte, venderte para que otros hagan lo mismo por debajo del agua

donde a nadie le importa lo que le pasa a las niñas... pero luego te encontrarían
después de un tiempo, te salvarían de lo que yo te hice. Pero para este punto, tu

vida ha sido completamente quitada de tus manos porque te acercaste a un

hombre peligroso. No puedes moverte, no puedes hablar... y la única manera de

salvarte es quitándote la vida.

Kristen me mira con ojos muy grandes, llenos de miedo y la boca abierta. No

sabe qué hacer.

—Pero no vas a hacer eso ¿cierto? —pregunta, con la voz más chillona que

antes, y niego con la cabeza, haciéndola soltar el aire— wow, sí que sabes cómo

asustar a alguien.

—Solo puse en tu mente un escenario que podría pasar. No inventé nada —

me tomo de un trago lo que quedaba en mi vaso y pido otro, aunque estoy más

borracho de lo que debería.

—¿Tú tienes n- —Kristen empieza a preguntarme algo, pero una de las

mujeres llama su atención y ambos volteamos hacia ella.

—¿Quieres otro, para compartir con tu nuevo amigo? —le pregunta,

estirando hacia nosotros un cigarro de marihuana. Su cabello es rubio y

despeinado también, y me doy cuenta de que es la hermana de la que me estaba

hablando Kristen, porque son muy parecidas, solo que la hermana luce más vieja y

mucho más dañada, como si la vida no pudiera ser más dura con ella. Kristen le

dice que sí y la hermana se acerca, pone el cigarro entre los tiernos labios de

Kristen y luego saca algo de su bolso y lo pone en la barra frente a nosotros, pero

no me molesto en ver qué es— diviértanse.


—Después del "escenario" que quisiste compartir conmigo, realmente

necesito esto —dice, dando una fuerte calada y tomando lo que sea que su

hermana puso en la barra. Después se acerca a mí, levanta un poco la cabeza y

empieza a soplar el humo en mi cara.

Debería alejarme, tengo que manejar por una hora y media devuelta a la

casa, y no puedo hacerlo si estoy borracho y además drogado, pero también siento

como que necesito esto para dejar de pensar que esta pobre niña rubia es la

misma persona que vi en Syria, así que aspiro lo que ofrece, acercando tanto mi

cara a la suya que nuestros labios se rozan.

—¡Hey! No pueden fumar eso aquí —nos regaña el señor detrás de la barra,

mirándonos mal— fuera. Y págame antes.

Saco mi cartera y le doy un par de billetes antes de tomar el pequeño brazo

de Kristen y caminar con ella hacia afuera. La puta estúpida de su hermana le da

una sonrisa y las demás mujeres también. No puedo creer que sean tan idiotas y

dejen que salga conmigo así de fácil. Sinceramente, si quisiera violarla, esta sería

la violación más fácil del mundo. Eso me hace querer protegerla aún más.

Salimos y ella pone el cigarro en mi mano, pero hay varias personas aquí, así

que sigo caminando hasta que llegamos al pequeño callejón aislado y seguro

donde dejé estacionado el auto. El cual por suerte sigue aquí. Nos sentamos en el

piso porque parece ser una buena opción en este momento y empezamos a

platicar y fumar.

No es la primera vez que fumo marihuana, pero es la primera vez que lo

hago con el propósito de liberar mi mente y sentirme mejor. Las pocas veces que
lo hice con anterioridad fueron solo por curiosidad y para divertirme un rato con

Hunter. Usualmente me pone relajado y feliz, pero esta vez estoy incluso más

triste de lo que lo estaba antes.

Fumamos hasta que el cigarro se acaba y Kristen lo aplasta contra el suelo

con su pie mientras yo sigo hablando de cómo me sentí cuando la vi por primera

vez. En Syria.

—No sé de lo que estás hablando —murmura Kristen, parpadeando con

confusión. Su mirada ahora está nublada— nunca he estado en Syria. Nunca he

salido de California.

—Pero estabas ahí —empujo, y creo que esto de fumar fue una muy mala

idea porque ahora mis delirios están un poco más frescos y vívidos en mi

memoria. Ahora sé por completo que esa niña que salvé está aquí a un lado de mí,

con piernas y brazos... no sé cómo pasó eso, pero aquí está. Pongo mi brazo

alrededor de sus hombros y la atraigo a mi pecho para abrazarla— está bien,

ahora estarás segura.

—Eres un buen hombre —murmura, sus palabras suenan arrastradas y ni

siquiera siento cuando se voltea para estar frente a mí de nuevo— eres bueno,

puedo sentirlo. Siempre puedo percibirlo ¿sabes? Si alguien es bueno o no. Nunca

me hubiera acercado a ti si no sintiera que lo eres... él nunca fue bueno conmigo.

—¿Quién? —pregunto, y Kristen se sienta sobre mí, directamente sobre mi

pene— ¿quién te trató mal?


—Dex, mi ex —contesta, haciendo un puchero, pero luego se empieza a reír

— Dex, mi ex. Es gracioso... y triste. Oh, dios, no puedo creer que estoy tan triste.

Él era un pedazo de basura.

—Estás mejor sin él, no necesitas a nadie. Nadie es bueno para ti, todos los

hombres tienen algo malo. Todas las personas tienen algo malo.

—Tú no —susurra, y saca algo de algún lugar, luego me lo enseña con una

sonrisa tímida. Me quedo mirando al condón por un rato, formando mi negativa

sin que suene muy cruel. Lo último que quiero es tomar ventaja de ella. Jamás

haría eso, jamás dejaría que alguien lo hiciera— sé que tú me tratarás bien, no

como Dex... él era duro conmigo ¿sabes? Y yo... yo no. A mí no me gustaba eso,

pero él es tan grande ¿sabes lo grande que es? es muy grande. Nunca me atreví a

decirle que no me gustaba. Hasta que fue muy tarde.

—No podría hacerlo aunque quisiera —contesto. Kristen deja caer sus

hombros y su labio inferior empieza a temblar.

Me recuerda a otra persona ahora, cuyo labio también tiembla de esa manera

incontrolable cuando quiere llorar. Alguien que tiene los labios más perfectos del

mundo y su vida es tan increíblemente maravillosa que nunca tendrá que lidiar

con ningún tipo de mal en la vida. Eso me hace feliz, pero también me enoja.

¿Por qué ella lo tiene todo? ¿Por qué ella tiene dos malditas puertas en su

gigantesca habitación, cuando algunas personas ni siquiera tienen casa? ¿Por qué

ella es siempre tan libre, tan capaz de todo, tan rebelde y tan segura, cuando hay

mujeres que tienen que andar completamente cubiertas y son maltratadas si se

atreven a hablar? No es justo.


Cuando mi mente regresa a mi cuerpo después de unos segundos donde sentí

que andaba rodando en el espacio, me doy cuenta de que Kristen está

balbuceando un montón de cosas acerca de Dex, como si yo supiera quién es y lo

conociera. Está hablando de lo mal que la trataba y cómo ella nunca pudo

defenderse porque no tenía un lugar dónde quedarse además de su apartamento y

dependía completamente de él. Y cómo ahora quiere estar con alguien bueno,

alguien que la trate bien, alguien que la cuide, y que la quiera. Alguien que sea

como yo.

—Yo no soy bueno —niego con la cabeza, intentando que entienda, pero ella

está incluso más drogada que yo, supongo, porque está empezando a actuar raro.

Empieza a llorar y pone sus manos en mi cabeza, luego se acerca a besarme. Sus

boca en la mía se siente mal. Su pintura de labios es pegajosa y sabe a químicos—

Crystie es todo para mí.

—Mi padre me llamaba Kristy —murmura, con una sonrisa en sus labios—

dime así de nuevo.

—Tú no eres mi Crystie —intento decir, entre beso y beso.

Mi Crystie es fuerte y hermosa, y nunca es débil, ni indefensa. Mi Crystie

nunca estaría en un lugar como este, ella nunca usaría algo en la boca que sabe

así.

—Sí, lo soy —se aleja un poco de mi boca para verme a los ojos, y parpadeo

muchas veces, pero aun así no puedo ver muy bien— te acabo de decir que mi

padre me decía Kristy también. Me gusta.

¿O sea que ella es Crystie?


¿Quién es Crystie?

¿Quién soy yo?

—Yo estoy hablando de otra Crystie —le digo, porque después de unos

segundos de intensa concentración, he entendido que a ella también le decían

Crystie, pero era su padre y no yo. Pero para cuando me doy cuenta de eso, mi

pene está afuera y Kristen lo está tocando— ¿Qué demonios estás haciendo?

—No estás duro —dice, como si no fuera obvio, y hace un puchero triste de

nuevo, sin dejar de acariciarme— ¿no crees que soy bonita?

—Sí. Eres muy bonita, pero no puedo —niego con la cabeza, dispuesto a

irme de aquí de una vez por todas, pero de repente siento algo mojado y

agradable y no puedo evitar responder, a pesar de que no debería estar haciendo

esto. Cierro los ojos y trago saliva mientras ella trabaja en mí con su boca— tú no

eres Crystie.

—¡Que sí lo soy! —exclama, levantándose. Abre el condón con los dientes y

empieza a ponérmelo rápido, como si estuviera muy ansiosa por hacer esto en un

maldito callejón. Con un completo desconocido.

Supongo que si ella es Crystie, entonces esto no está tan mal, porque son la

misma persona por lo tanto no la estaría engañando... excepto que Kristen era la

muñeca y no Crystie. Al menos que las tres sean la misma persona. Tal vez todo

esto es un delirio y alguien secuestro a Crystal, luego le cortó las extremidades y

se las volvieron a poner y ahora es pobre y está en éste lugar siendo rubia.

Eso no tiene sentido.


Creo que en el momento que siento algo apretado y cálido a mi alrededor,

todo se me baja y regreso a la tierra de nuevo. Mi pene se afloja por completo

cuando entiendo lo que está pasando, lo que estoy haciendo. Salgo de Kristen lo

más rápido que me es humanamente posible, arranco el condón, subo mis

pantalones y me levanto, ayudándola a ella también mientras arregla su ropa

interior.

—Escucha, tú eres Kristen, tu padre te llamaba Kristy. Mi novia se llama

Crystal, y yo le digo Crystie —explico y ella abre mucho los ojos cuando la palabra

novia sale de mi boca— la amo mucho. Y no puedo hacer esto, pero no tiene nada

que ver contigo.

—Oh, por dios —se cubre la cara y empieza a llorar de nuevo. No puedo

evitar abrazarla una vez más, muy fuerte— lo siento mucho. Nunca te pregunté si

tenías novia, soy tan estúpida. Obviamente alguien como tú no podía estar

soltero.

—Está bien, no es tu culpa —la tranquilizo, y la suelto. Luego saco mi cartera

y le entrego todo el efectivo que traigo. No es la gran cosa, pero le sirve mucho

más a ella que a mí. Kristen me da una última mirada llena de afecto cuando me

agradece, diciéndome que realmente lo necesita en este momento y me despido

antes de cometer alguna otra estupidez.

Estoy dispuesto a llegar cuanto antes a la casa y pedirle perdón a Crystal,

probablemente de rodillas, pero no soy capaz de manejar en este estado. De

alguna manera logro salir de este barrio peligroso sin morir, pero me estaciono

cuando llego a una zona más segura y me espero un rato a que se me pase.
Durante ese rato, lo único que puedo pensar es qué tan doloroso será cuando

Crystal se entere de lo que hice y decida castrarme.

72

No matter what

En el momento que el sol empieza a salir decido que debo regresar a casa y

que no puedo seguir posponiéndolo y quedarme a vivir por siempre debajo de este

puente, en el auto de Cristoff. Hace ya un buen rato empecé a sentirme mejor,

después de vomitar, pero aún así no podía recaudar el valor de encender el auto y

regresar.

Cuando el efecto del whisky barato y la marihuana de monte salvaje se me

bajó, pude darme cuenta perfectamente de lo estúpido que fue todo lo que pasó y

quise morir.

Parte del odio que siento hacia mí mismo en este momento se debe a que

engañé a Crystal de la manera más estúpida del mundo. Si lo hubiera hecho

conscientemente, con una mujer a la que yo realmente deseara y en una situación

caliente y prohibida, entonces... bueno, aún me sentiría mal y creo que nunca lo

haría, pero eso sería mejor a lo que pasó de verdad.


Sé que a ella no le va a importar en lo absoluto que estuviera borracho y

perdido en el espacio y sé que no le va a importar que tan pronto como empezó,

hice que terminara, porque de todos modos pasó. Yo nunca perdonaría que ella

hubiera hecho eso. Con nadie, bajo ninguna circunstancia y sé que ella es igual o

un poco más irrazonable que yo.

Jamás me va a perdonar.

Llego a la casa más rápido de lo que me gustaría y me quedo afuera de la

puerta por un buen rato, tomando aire profundamente varias veces y limpiando el

sudor de mis manos en mi pantalón. Cuando entro, lo primero que noto es la voz

de mi madre.

Normalmente huiría de ella, porque a pesar de que me parió y la amo, es

capaz de llegar a mis nervios más que cualquier otra persona, pero esta vez

camino hacia su voz. Está sentada en uno de los largos sillones de la sala a un

lado de mi padre y ambos todavía tienen puesta la ropa que tenían en la fiesta.

Llego a ellos antes de que se den cuenta de que estoy aquí y los sorprendo

cuando les pido que se separen para sentarme en el medio. Están tan

impresionados por esto que ni siquiera hablan, a pesar de la pesada conversación

que tenían cuando llegue. Creo que es porque nunca había mostrado signos de

querer pasar tiempo con ellos sin que alguno me obligara a hacerlo.

—Estoy en un gran problema. Necesito su ayuda —empiezo, tragando saliva

y recargando mi espalda en el sillón para poder ver a los dos sin problemas. Mi

padre se pone tenso cuando digo eso y voltea hacia mí con la mirada demasiado

intensa.
—¿Mataste a alguien? —pregunta, en voz baja y muy en serio. Mi madre

jadea y se me queda mirando expectantemente.

—¿Qué? Claro que no —niego con la cabeza, sin poder creer que ambos

pensaron que podría ser cierto— pero sí hice algo malo. Tiene que ver con

Crystal. Yo... realmente arruiné todo esta vez. Y como sé que ustedes tienen

mucha experiencia engañándose el uno al otro y haciendo cosas horribles que una

pareja normal no perdonaría, necesito que me den algún consejo para arreglar las

cosas.

—No —susurra mi mamá a mi lado. La mirada que cruza por sus ojos es

como si la hubiera engañado a ella— Justin... ¿cómo pudiste? ¿tienes idea de lo

buena que Crystal es para ti? ¿cómo se te pudo ocurrir arriesgar todo con ella por

alguna vagabunda cuando las cosas entre ustedes están en tal mala condición?

—Además, no digas eso de nuevo. Todas esas cosas están en el pasado —me

regaña mi padre, pero solo ruedo los ojos— somos una pareja normal y feliz

ahora.

—Pero eso es solo por la estúpida mentira que Crystal creó y el tal Markus

que se inventó y que supuestamente embarazó a mi madre. Si no fuera porque

ella te asustó con eso, ustedes seguirían igual. Yo necesito saber cómo puedo

hacer que me perdone —gimoteo y luego hago una mueca cuando me doy cuenta

del desastre en el que me he convertido, pero de todos modos necesito respuestas

así que levanto la vista hacia mi padre para escuchar lo que tenga que decir, solo

que él no me está viendo. Es la primera vez que le pido ayuda en algo, y él no me


está poniendo atención. Está volteando a ver a mi mamá con tanto enojo en sus

ojos que de hecho me asusta un poco— ¿qué pasa?

—¿Todo era una mentira de la niña malcriada? —ruge mi padre de repente,

levantándose del sillón. Mi mamá se hace pequeña a un lado de mí y pone cara de

venado asustado— ¿No era cierto lo de Markus? ¿No estabas embarazada?

Oh, demonios.

—Crystal pensó que sería una buena idea hacerte sufrir con otro hombre y...

yo estaba muy triste por las cosas que dijo acerca de la manera en la que criaste a

Justin y además, te iba a decir, pero luego todo empezó a ir tan bien y... —intenta

explicarse, con la voz temblorosa, pero mi padre cierra los ojos con fuerza y

mueve una mano hacia ella para que deje de hablar. Toma respiraciones tan

fuertes que sus fosas nasales se abren y se cierran furiosamente como siempre que

está frustrado.

—Ven conmigo —ordena, haciendo una seña hacia mí. Sé que causé un

problema entre ellos, así que no pongo resistencia, solo me levanto y le pido

perdón a mi mamá con la mirada, pero ella entrecierra los ojos hacia mí y sé que

no me va a perdonar. Otra a la lista— lidiaré contigo más tarde, Patricia.

Sigo a mi padre hasta que llegamos a uno de los pasillos de la casa. No sé a

dónde lleva éste para ser honesto, pero afortunadamente está solo.

—Por mucho que me gustaría decirte que al carajo con Crystal y te busques

literalmente a cualquier otra persona o animal en el universo, sé que no quieres

eso y lo respeto. A veces uno se fija en las peores mujeres y no hay nada que se

pueda hacer al respecto —toma aire con fuerza y sé que su mente aun está en mi
madre— te recomiendo que le cuentes lo que pasó lo más rápido que te sea

posible. Mientras más tiempo pase, más enojada va a estar. Después, bésale los

pies y prométele la luna, cómprale algo caro. No lo sé, tú la conoces. Dile lo que

tengas que decirle para que crea que nunca lo vas a volver a hacer. Haz lo que sea,

pero no dejes de rogarle, ellas aman eso.

Esto es peor de lo que pensé. Realmente creí que me iba a decir que

mantuviera el secreto toda la vida y me fuera a la tumba con él. No quería

hacerlo, pero si él me lo decía entonces iba a tomar la oportunidad.

—No pongas esa cara, no seas cobarde. No te crié para que tuvieras miedo de

una pequeña alimaña ponzoñosa y mentirosa como Crystal —me palmea con

fuerza la espalda, como siempre lo hace y me da una de sus familiares miradas

frías— ahora tengo que ir a pelear un rato con tu madre. Gracias por abrir la boca

de más. Nunca me fallas para arruinar todo.

Crystal

Carraspeo mi garganta, tomo aire y me acomodo en su cama cuando escucho

que viene caminando hacia acá. Arreglo un poco mi cabello y dejo caer

deliberadamente un tirante de mi pijama más sexy. He estado esperándolo toda la


maldita noche y ni siquiera cuando se volvió obvio que no iba a llegar a dormir

pude tranquilizarme y cerrar los ojos, porque quería estar despierta cuando

llegara.

Mi pijama consta de un pequeño short de lencería rosa pálido que no termina

de cubrir mi trasero y un top de encaje delicado y precioso del mismo color que

me queda mucho mejor de lo que me quedaba antes de ir al campamento y bajar

bastante de peso. Me puse una mínima cantidad de maquillaje para que no fuera

obvio y acomodé mi cabello de lado, el cual aún tiene las ondas que me hice

anoche.

En resumen, me veo como el sueño húmedo de todo hombre. Y de Marea y

Eva.

Estábamos muy cerca de arreglar todo antes de lo que pasó anoche y no

dejaré que todo se arruine porque se puso celoso de Juanito y lo dejó inconsciente

en mi patio. Por suerte mi amigo pudo despertar después de que mi padre trajo

algo de alcohol y lo puso debajo de su nariz. En fin, es algo muy tonto y no quiero

regresar a tener problemas por eso.

Cuando Justin entra a la habitación, enciende la luz y me observa con

sorpresa antes de cerrar la puerta muy lentamente detrás de él. Traga saliva y

parpadea muchas veces, luciendo algo asustado de mí. Tal vez piensa que estoy

enojada por la escena que causó y que probablemente terminará en la sección

social del periódico.

Decido pararme de la cama para que vea mejor lo linda que me veo, y

funciona, porque su mirada baja a mi cuerpo y se queda ahí por mucho tiempo,
pero luego pasa algo raro porque en lugar de mirarme con lujuria y acercarse a mí

a montarme como un poderoso semental, Justin toma una fuerte respiración y se

encoge un poco, luciendo más joven y decaído de repente. No sabría explicar qué

es, pero algo definitivamente pasa con él.

—¿A dónde fuiste? —pregunto, dando un par de pasos hacia donde está

porque él no hace ningún esfuerzo de moverse, ni siquiera cuando estoy a una

distancia donde puede tocarme— ¿Te sientes bien? Luces algo raro.

—Necesito tomar una ducha —contesta después de unos segundos, en voz

baja. Aún no me mira a los ojos y esto se está poniendo raro— ¿Puedes

esperarme? Necesito hablar contigo de algo.

Empiezo a tener un mal presentimiento y pongo una mano en mi estómago

porque empieza a arder, tal vez porque lo único que he comido en las últimas

horas son algunas cerezas y cerca de una botella completa de champagne.

Justin se mueve por fin y cuando pasa por un lado de mí me da un beso en la

frente. Me quedo algo tiesa cuando lo hace porque ese beso se siente triste y para

ser honesta, esta situación no es tan seria como para estar tristes. Yo no estoy

enojada, y no creo que él esté realmente enojado conmigo por estar platicando

con otro hombre. No es la gran cosa, no como para que esté así. Me lo esperaba

celoso y molesto, no triste.

Me siento de nuevo en la cama a esperarlo. Se tarda mucho más de lo que lo

hace normalmente, Justin es muy rápido siempre. Creo que esa es una mala señal.

Cuando sale, está completamente desnudo y pasando una toalla por su pecho

despreocupadamente. Pasa por enfrente de mí sin notarme y se pone algo de ropa


que encuentra por ahí con lentitud. Lo único que yo puedo hacer es jugar con mis

manos en mi regazo y preguntarme qué demonios está pasando, si tiene algo que

ver con lo que pasó en el baby shower o con otra cosa. Cuando Justin regresa a la

cama, no tiene puesto ningún parche y por primera vez puedo ver cómo están sus

cicatrices.

Las de su cuerpo están rosadas y vivas, pero su oreja está un poco peor. No es

tan horrible como me lo esperaba, solo se ve más pequeña y sin lóbulo. No es la

gran cosa, no entiendo porqué Justin está tan en contra de que alguien lo vea así.

Levanto mi mano y toco primero la cicatriz en su hombro, haciéndolo estremecer

poquito. Me imagino cómo habrá sido para él pasar por esto y creo que me

contagio un poco de su estado de animo porque me empiezo a sentir muy triste,

luego toco la cicatriz de su brazo y luego la de su mejilla, aunque esa es una linea

y no un circulo como las otras. Por último llevo mi mano a su oreja y la acaricio

con mucho cuidado.

—¿Tienes hambre? —me pregunta Justin, tomando mi muñeca gentilmente

para que deje de tocar su oreja. Lleva mi mano a sus labios y le da un beso— iré a

hacer desayuno y luego hablaremos ¿está bien?

—De acuerdo —susurro y él se va de ahí inmediatamente como si no pudiera

huir lo suficientemente rápido. Esto es muy raro, nunca lo había visto así. Incluso

está actuando como un novio tierno, lo cual no es.

Tal vez quiere terminar conmigo totalmente. Como, directamente decirme

que me aprecia y que espera que sigamos siendo amigos pero que no puede lidiar

conmigo y que es mejor que no estemos juntos nunca más. Que no puede seguir
tonteando con una perdida de espacio como yo y necesita a una mujer que sea un

pan de dios y no hable nunca con otros hombres.

Cuando regresa, cargando una bandeja, limpio rápidamente unas cuantas

lagrimas que se me salieron al contemplar un montón de escenarios ficticios como

el anterior y me acomodo mejor para que pueda poner la bandeja frente a mí. Mi

estómago hace un sonido fuerte cuando el aroma llega a mí, pero en lugar de

empezar a comer como un animal, me hago a un lado y acaricio la cama para que

Justin se siente cerca de mí.

—Éste es tuyo —cambia la posición de los platos y me acerca el que tiene un

poco menos. Todo se ve exquisito y perfecto, y de haber estado en una situación

normal, le hubiera tomado foto, pero no puedo recaudar la fuerza de hacerlo. Hay

huevos estrellados que se ven más perfectos que los de IHOP, salchichas fritas,

vegetales salteados y un plato con hot cakes para compartir. Y como si eso fuera

poco, hizo un licuado de algo que se ve amarillo y delicioso.

—Todo se ve perfecto, como siempre —digo y le doy una sonrisa, intentando

aligerar el ambiente, pero Justin es miserable y no hay manera de ayudarlo.

Murmura "gracias" y empieza a picar la comida en su plato sin comer mucho,

mientras que yo me termino todo lo que hizo y me robo algunas salchichas de su

plato que él aparentemente no se va a comer. El licuado es de mango y casi tengo

una experiencia orgasmica cuando me lo tomo, y la verdad es que lo hago muy

despacio porque me da un poco de miedo lo que pueda pasar y quiero alargar el

tiempo.
Una vez que hemos terminado, Justin pone la bandeja en el suelo y empieza

a tronar sus nudillos con nerviosismo. Le doy unos segundos para que logre decir

lo que sea que quiere decirme, pero no puede. Abre la boca varias veces y toma

aire, pero no dice nada.

—¿Quieres terminar conmigo? —pregunto en voz baja. Sé que técnicamente

no somos nada, pero aun así yo nos considero una pareja después de lo que pasó

ayer. Y creo que él también. Justin me mira a los ojos por primera vez desde que

llegó y empieza a negar con la cabeza.

—Eso es lo último que quiero. Podría parecer mentira porque no lo he

probado nunca, pero en serio estoy muy enamorado de ti —confiesa, en voz muy

baja y quebrada. Pongo mi mano en su pierna para darle un poco de fuerza,

supongo, pero solo hago que se vea más miserable— solo quiero estar bien

¿sabes? como antes de que me fuera. Era muy fácil entre nosotros entonces,

peleábamos y todo pero era fácil y ahora... sin importar qué hago, parece que

cada vez arruino más las cosas y hago todo más difícil. Y no lo hago a propósito,

supongo que es solo cómo soy. 

—Eso es cierto, siempre arruinas todo —admito, porque no voy a mentirle.

Justin incluso sonríe un poco, así que me acerco más a él en la cama y tomo su

mano en la mía— pero yo tampoco soy un paseo en el parque. Creo que nos

merecemos el uno al otro.

Pensé que eso lo iba a tranquilizar, pero hace lo contrario. Justin niega con la

cabeza con convicción y creo que sus ojos se humedecen.


—No te merezco —decreta en voz baja, sorprendiéndome—  nunca he

hecho nada por ti, nunca he sido bueno contigo. Ni siquiera puedo decirte que te

amo sin sentirme expuesto e incomodo. Y tú siempre has sido tan buena... tal vez

tenías tus motivos interiores, pero siempre has hecho lo que puedes por mí.

No puedo ni siquiera regocijarme por lo que está diciendo porque su voz

ahora está completamente quebrada y no es mi imaginación, sus ojos están

realmente húmedos. A pesar de que siempre pensé que ver llorando a Justin sería

asombroso y me haría sentir completamente poderosa, la verdad es que no me

gusta. No me gusta verlo así de triste y débil, incluso preferiría su indiferencia a

esto.

—¿Todo esto es por lo que pasó con Juan? —pregunto, porque sinceramente

no entiendo de dónde ha salido tanto sufrimiento, pero Justin niega con la cabeza

y contesta en voz baja que no tiene nada que ver con eso— Osito ¿qué tienes?

—¿Recuerdas que te conté acerca de un cargamento de muñecas vivas que

rescatamos en Syria? —pregunta, y cuando recuerdo de qué está hablando asiento

con la cabeza y me estremezco, apretando más su mano— hubo una en especial

que se quedó grabada en mi cabeza. Sus ojos estaban llenos de energía y fuerza y

ella no dejó de verme hasta que murió.

Abro la boca e intento decir algo, pero la verdad es que no sabría cómo

levantarle en animo ahora mismo, no con algo como eso.

—Ayer cuando me fui de aquí, llegué a un bar a tomar algo porque estaba

enojado contigo —sigue, y bufa cuando dice la última parte. Sus mejillas se ponen

rojas y mi corazón empieza a latir más fuerte porque sé que lo que va a decir a
continuación no va a ser algo bonito— se me acercó una muchacha y me saludó.

Usualmente la hubiera ignorado ¿sabes? pero cuando volteé a verla, sus ojos me

recordaron a la muñeca de la que te hablé y de repente no pude hacer nada

además de observarla y sentir como que debía protegerla. Ya estaba ebrio y

obviamente no estoy en el mejor estado de salud mental en este momento, así

que... la saludé también y hablamos un poco...

Trago saliva y mis manos empiezan a temblar un poco. Me siento más

derecha en la cama y dejo de tocarlo por completo. Ahora que sé más o menos a

dónde se dirige esto, no me siento con muchas ganas de hacerlo sentir mejor. No

cuando hay otra mujer de por medio.

—¿La besaste? ¿La tocaste? —pregunto con alarma en mi voz antes de que

siga con su historia porque si responde que sí a cualquiera de esas dos preguntas,

me voy a largar de aquí.

—Su hermana nos dio un cigarro de marihuana —sigue. Ahora su voz

empieza a sonar llena de pánico y sé que debería irme de una maldita vez, pero

necesito saber qué pasó— salimos a la calle a fumar y... mi cabeza se jodió por

completo, Crystie. No estaba siendo yo mismo.

Cubro mi cara con mis manos y me ordeno tranquilizarme. Aún no me dice

nada y ya estoy empezando a llorar y planeando destrucción, tal vez porque es

obvio que algo sucedió. Justin intenta quitarme las manos de la cara pero no lo

dejo, me tiro hacia atrás y me acuesto contra las almohadas, haciendo

respiraciones superficiales.
—Escucha, princesa, necesito que me pongas atención —se sienta a

horcajadas sobre mí, arruinando mi plan de huir de él porque sus musculosos

muslos nunca me dejarían salir de esta cama, y arranca mis manos de mi cara,

poniéndolas a un lado de mi cabeza y aplicando algo de fuerza para que no me

mueva— nunca hubiera hecho nada de no estar borracho y drogado, te lo juro. En

mi cabeza, Kristen era...

—¡A la mierda con Kristen! —grito, empujando contra él, pero claro que no

se mueve. Cambié de opinión, no quiero escuchar lo que pasó con Justin y la sucia

del nombre corriente— déjame ir o voy a gritar que me estás violando.

—Estaba muy confundido, Crystie, incluso pensé en un momento que tú eras

ella —sigue diciendo con urgencia, sin importarle que yo esté luchando debajo de

él para salirme de su agarre. Algo mojado cae en mi nariz y a pesar de que mi

corazón se para por eso, no me atrevo a levantar la vista para ver a Justin

llorando— ella empezó a tocarme sin que yo me diera cuenta, me sacó de mi

pantalón y yo ni siquiera estaba consciente de esto.

Intento gritar porque eso es lo máximo que puedo soportar, pero mi voz se

corta y termino llorando en voz alta. Ni siquiera puedo seguir luchando contra él

porque me quedo sin fuerzas.

De todas las cosas que Justin podría hacerme, siempre consideré todo,

incluso pensaba que era posible que alguna vez en medio de sus ataques de enojo

se atreviera a golpearme, pero sinceramente nunca, nunca pensé que pudiera

engañarme.
Puede sonar estúpido que pensara que un hombre que siempre ha sido

violento, agresivo y horrible conmigo no sería capaz de estar con otra mujer, pero

sin contar lo que pasó con Lesley, él siempre me mostró que no iba a ponerle

atención a alguien que no fuera yo. Incluso pasó la prueba con la puta de Marea.

—Tuvo que poner su boca en mí porque no lograba ponerme duro, y no pude

evitar hacerlo a pesar de que era otra mujer. Ella aprovechó eso para ponerme un

condón, pero te juro que en el momento que la sentí alrededor de mí, paré todo

—promete, con la voz completamente desesperada ahora, como si eso hiciera

alguna diferencia. No me molesto en abrir mis ojos— a pesar de lo mal que

estaba, logré parar todo e irme de ahí. Le di algo de dinero porque aun sentía

como que debía cuidarla, pero me fui, no estuve dentro de ella ni tres segundos.

No me importa si fueron tres segundos o tres horas, nada de lo que diga me

va a hacer perdonarlo. Ni siquiera cuando me da un beso mojado en la mejilla y

más de sus lagrimas caen en mi cara me siento mal por él.

—¿Eso es todo? ¿Me puedo ir ahora? —pregunto cuando encuentro mi voz

de nuevo, intentando sonar desinteresada pero termino sonando patética y triste.

Justin hace un sonido con su garganta, suelta mis manos y deja caer todo su peso

en mí, abrazándome tan fuerte que me lastima un poco. Entierra su cara en mi

cuello y empieza a llorar ahí, sin importarle que lo único que quiero es largarme.

—Por favor, Crystie —gime sin levantarse, y no sé qué me está pidiendo ¿Qué

lo perdone? ¿Qué le diga que no importa que haya metido su estúpido miembro
en otra mujer? Porque no puedo hacer nada de eso— iré a terapia, nunca volverá

a pasar algo como eso. Voy a estar sano de nuevo y vamos a estar bien.

—Claro que no —niego, intentando levantar una mano para limpiar mi cara,

pero Justin no me deja mover nada— no vamos a estar bien.

—Nunca haré algo como eso otra vez —promete, empezando a besar mi

cuello. Por primera vez, no siento nada cuando hace eso— voy a ser diferente. Voy

a ser mejor.

—Eso no importa ahora, ya lo hiciste —me quejo, y él se aprieta incluso más

contra mí, sin dejar de llorar. Me doy permiso por solo un segundo de abrazarlo

también y encontrar apoyo en él, porque a pesar de quiero actuar como si no me

importara y decirle que va a sufrir sin mí, en este momento solo puedo llorar. Y

como él está igual que yo, podemos apoyarnos al menos en eso.

—Te amo, Crystal —murmura, con la voz perdiéndose en mi piel y sus brazos

rodeando mi cintura— eres lo mejor que me ha pasado, lamento no saber cómo

demostrar todo lo que me haces sentir.

Paso mis manos por debajo de su camisa y empiezo a hacer círculos en su

espalda. Lamo mis labios y pruebo nuestras lagrimas, y me pregunto si ha valido

la pena. Si los buenos momentos que hemos pasado juntos pesan más que lo mal

que me ha hecho sentir y la cantidad de veces que he llorado por él.

Sé que la respuesta es no, pero aún así mi mente viaja a los pocos momentos

donde de hecho sentí felicidad estando con él. Cabe mencionar que han sido muy

pocos.
—Lamento que no fui lo suficientemente buena como para hacerte cambiar

—susurro e ignoro el sonido que hace, negando mis palabras— la verdad es que

una persona como yo no puede estar con alguien como tú. Necesitas a alguien que

pueda ver más allá de ella misma y que no piense que es demasiado buena como

para lidiar con esto. Otra mujer te perdonaría.

—Yo nunca quise a otra mujer y nunca voy a querer a otra mujer —afloja un

poco su agarre en mí, pero no me suelta— nadie además de ti sabría qué hacer

conmigo.

—Yo tampoco sé qué hacer contigo —le recuerdo y cierro los ojos,

empezando a tranquilizarme. No puedo dejar de tocarlo, no puedo dejar de

querer buscar razones por las cuales no terminar esto con él.

Estaba drogado, estaba borracho, él nunca haría eso estando sano. Él siempre

ha sido grosero con cualquier mujer que quiere coquetearle, y lo habría sido con esta

tal Kristen, de no haber estado tan mal.

Pero eso no importa, porque lo hizo de todos modos y nunca voy a poder

superarlo. Si lo perdono, todas las noches antes de dormir recordaré eso e iré

volviéndome más y más rencorosa hasta que termine odiándolo de verdad.

Pero está siendo tan lindo en este momento, está llorando por mí, está

abrazándome como nunca antes, está besando cada parte de mi cuerpo que puede

alcanzar. Es cierto que no es el hombre más romántico, pero eso me hace apreciar las

pequeñas cosas que dice sin querer o que hace por mí sin darse cuenta. Sé que me

ama, sé que algún día va a recuperarse y va a madurar en este aspecto y todo va a

ser mejor.
Todo eso es cierto, pero no puedo basar una relación en algo que podría o no

ser parte de mi imaginación. No puedo volver a entrar en algo con alguien que, a

pesar de todas las cosas buenas, siempre me ha lastimado. Tal vez no a propósito,

pero siempre termina haciéndome algo. Y yo solo lo perdono y lo perdono.

—Haré lo que me pidas, Crystie —promete, después de unos minutos de

silencio. Ninguno de los dos nos hemos movido, solo hemos estado llorando en

silencio y pensando en esto— seré quien tú quieras que sea. Dejaré de hacer lo

que no te guste. Empezaré a ser más expresivo, te diré todos los días que te amo y

porqué lo hago. Solo... perdóname. Dame otra oportunidad.

No puedo creer hasta donde llega mi egoísmo. Soy egoísta incluso conmigo

misma. Empiezo a considerar perdonarlo y seguir adelante aunque sé que va a ser

malo para mí.

Pero soy una fuerte creyente en siempre tener lo que quiero a costa de lo que

sea. Y lo que quiero en este momento es a Justin.

—Tal vez... tal vez pueda darte otra oportunidad —susurro, insegura. Una

idea que tal vez no es muy buena está llegando a mí. Justin se levanta de mí

inmediatamente para poder mirarme. Su cara está completamente roja, sus ojitos

aun están llorosos, sus labios rosados y esponjosos y lo poco que tiene de cabello

es un desastre. Se ve hermoso— pero hay una condición.

—Está bien —acepta, antes de siquiera saber cuál es la condición— haré lo

que sea, no importa.

—No tienes que hacer nada, de hecho —lo tranquilizo, y su mirada se llena

de confusión.
Por primera vez desde que entró empiezo a sentir como que tengo el control

de la situación de nuevo. Aunque esté sintiéndome horrible y llorando. Recuerdo

en este momento porqué siempre he sido más malvada que nunca en los

momentos donde me va peor. Convierto toda la tristeza en otra cosa. En este caso,

esa tristeza se acaba de convertir en venganza.

—¿Cuál es esa condición? —pregunta, sentándose en mis muslos. Aún está

de horcajadas sobre mí, y creo que se ha dado cuenta del cambio en mi

semblante, porque empieza a verse asustado de nuevo.

Levanto mi parte superior, sosteniéndome con mis brazos y tiro mi cabeza

hacia atrás un poco para acomodar mi cabello y que no se vea tan mal. Cuando

tengo listo el plan, tomo un gran respiro y espero que esto no me explote en la

cara.

—Verás... hay una frase muy famosa que dice: ojo por ojo, y diente por diente.

En ese momento me doy cuenta de que esto fue lo mejor que se me pudo

haber ocurrido si mi objetivo era herirlo. La cara de Justin lo dice todo, prefiere

morderse un brazo y sacarse un ojo antes de que eso pase. Pero tendrá que

aceptarlo, y al aceptarlo, sufrirá. Y cuando él sufra, estaremos a mano.


73

Same thing

—No. Eso no —niega Justin con fuerza, cuando sale del transe en el que se

quedó por mis palabras— cualquier otra cosa.

—Esa es mi condición. Es lo justo ¿Sabes? Tú te revuelcas con alguien, yo lo

hago también —explico, pero Justin sigue sin aceptar. Levanta una mano para

limpiarse la cara bruscamente y dejarla más roja de lo que estaba antes.

—¿Y si no acepto? —pregunta, con la voz calmada y baja.

—Entonces no hay ninguna posibilidad de que estemos juntos. Ninguna sola.

Además, dormiré con alguien de todos modos.

—O sea que tengo que aceptar que te acuestes con otro hombre o... terminar

contigo y que de todos modos estés con alguien más —se ríe secamente, más para

él mismo que para mí. Sé que suena horrible, pero presiento que será efectivo—

Crystal, por favor, piensa en lo que estás diciendo. Sé que estás enojada conmigo y

esta es tu manera de lidiar con las cosas, pero yo creo que...

—No estás en posición de demandar algo o intentar cambiar mi opinión —lo

interrumpo, y empujo sus muslos para que se quite de encima. Sorpresivamente,

lo hace— es tan sencillo como esto: ¿Quieres estar conmigo?

—¡Sí! —exclama, completamente frustrado. Lleva sus manos a su cabello y lo

revuelve— pero no puedo aceptar eso. Yo no sabía muy bien qué estaba pasando y
tú lo harás solo para lastimarme porque eso es lo que siempre haces. Todo lo que

sale de ti es para lastimar a alguien.

—¿Cuál es la alternativa? ¿Dejar que me lastimen a mí y solo ponerme a

llorar sin hacer nada al respecto como una pequeña perra inútil? Eso no va a

pasar. Tú me lastimas, yo te lastimo a ti. Así es como va a ser —me levanto de la

cama para probar mi punto e irme de una vez, pero Justin se estira y toma mi

antebrazo para detenerme— en serio, Justin. No vas a decir nada que me haga

cambiar de opinión, pensé que ya me conocías a estas alturas. Mi orgullo es más

grande que mi sentido común.

—¡Maldita sea, Crystal! —se queja y aprieta su mano en mi antebrazo antes

de soltarme y pararse de la cama para acercarse a mí mucho más de lo que

debería en este momento. Mi tristeza está rápidamente convertiendose en enojo—

¿por qué tienes que ser así? Te expliqué todo, intenté ser lo más honesto posible

para que entendieras lo que estaba pasando por mi cabeza y lo único que te

importa es tu orgullo.

—Wow, realmente cambia todo cuando las cosas no van como tú quieres

¿no? hace cinco segundos estabas actuando muy diferente, todo tierno —me

burlo, dando unos pasos hacia atrás— es increíble que quieras salir de esto sin

ninguna consecuencia, como si no significara nada que hayas estado con otra

mujer.

—Porque no lo hace, no significa nada —pelea, intentando controlarse— fue

algo idiotico de mi parte, algo que nunca haría de no estar en un mal lugar

mentalmente, y cuando terminó me sentí horrible. Nunca me he sentido peor


conmigo mismo. Si tú me amas como dices, te sentirás miserable cuando lo hagas,

también.

—Es cierto, sé que me voy a sentir horrible —acepto, y muerdo mi labio para

que no empiece a temblar de nuevo— pero no importa, porque es la única manera

de no odiarme a mí misma por ser tan patética y perdonar un engaño. Necesito

ponerme en el mismo nivel, sentir que tengo algo de venganza. Si fueras alguien

más, no hubiera nunca considerado perdonarte, pero te amo más de lo que

debería y no quiero perderte.

—Entonces piénsalo un poco más —urge, pero niego con la cabeza de nuevo.

Si lo pienso más, me daré cuenta de la mala idea que es y no lo haré.

—Solo voy a dejar que me haga un poco de sexo oral y que esté dentro de mí

por tres segundos ¿cómo suena eso? —pregunto, intentando que se de cuenta de

que lo que hizo no fue cualquier cosa. Funciona, porque Justin cierra los ojos con

fuerza y empieza a tensarse.

Justin

Sé que debería estar en mis rodillas en este momento y evitarme muchos

conflictos. Solo rogar y prometer cosas cómo me aconsejó mi padre, pero la

verdad es que no puedo, no puedo pretender que estoy calmado y pasivo. Cada

palabra que sale de esa perfecta boca me hace enojar más y más. Sé que ese es su

objetivo pero, demonios ¿por qué tiene que ser tan buena en eso? ¿Cómo puede

dar en el clavo a lo que más me duele siempre?


Podría decirme que no me hablará en una semana, o que no podemos hacer

el amor en un mes, o que voy a estar a prueba por un año. Aceptaría cualquier de

esas cosas, porque sé que sería justo, pero esto de pagarme con la misma moneda

es simplemente infantil.

¿Qué va a pasar después? Tal vez le guste estar con varios hombres al mismo

tiempo y exija una relación abierta. Y antes de lo que nos demos cuenta, nos

habremos convertido en mis padres. La pareja más jodida que me viene a la

cabeza.

—¿No hay alguna manera en la que puedas considerar otra cosa? —

pregunto, con la voz baja y sintiéndome como si me acabaran de arrastrar por el

suelo. Crystal niega con convicción y mis ojos empiezan a arder de nuevo. Asiento

con la cabeza para que esto se acabe cuanto antes.

—¿Estás aceptando? —pregunta, con sorpresa, y asiento de nuevo,

intentando no pensar en eso— wow... um, pensé que no aceptarías nunca. Eh... de

acuerdo, entonces. Iré a darme una ducha y arreglarme para el suceso. Una

pregunta: ¿Qué preferirías, lencería blanca para aparentar pureza, o negra para

representar que soy una puta?

Aprieto mis dientes tan fuerte que sinceramente creo que algo en mi

mandíbula se va a romper. Ni siquiera quiero ver su sonrisa triunfante así que

salgo de mi habitación tan rápido como puedo y voy directamente al gimnasio en

el patio.
La odio. Esa mujer es el diablo. No puedo creer que me vaya a hacer esto. Y

no puedo creer que no me importe y que de todos modos quiera estar con ella

después.

Para mi horror, cuando llego al gimnasio, estoy llorando de nuevo, esta vez

de coraje. No puedo evitarlo, esta situación es simplemente insultante. Como si no

fuera lo suficientemente humillante llorar a solas, cuando entro me doy cuenta de

que Cristoff está aquí, levantando pesas. Él ve mi cara antes de que pueda

voltearme.

—Hey ¿qué pasa? ¿Todo está bien? —pregunta, pero lo ignoro. No puedo ni

siquiera verlo en este momento. Él creó a la causante de mis desgracias.

—Todo bien —logro graznar, y si mi cara mojada y roja no fue obvia, mi voz

débil y quebrada es evidencia suficiente de que soy un fracaso de hombre y estoy

llorando. Creo que Angelo se da cuenta de que no quiero que me vea nadie,

porque se va en silencio a seguir con lo suyo.

Empiezo a golpear el saco sin ninguna clase de calentamiento ni nada. Solo

necesito sacar todo lo que siento y que no puedo identificar antes de ponerme a

gritar y seguir a Crystal a escondidas para destrozar a quien sea que se atreva a

tocarla.

El saco que tiene Cristoff es de una tonelada, y yo no pensé en ponerme

ninguna clase de protección. Por eso, mis nudillos están casi completamente

abiertos después de solo unos pocos minutos de golpear lo más fuerte que me es

posible. No me importa, el dolor es bienvenido.

Sigo golpeando y golpeando hasta que mi mente se pone en blanco.


—Eso es suficiente —ordena mi padre, llegando de quién sabe donde, pero

parece que ha estado aquí por un rato porque está sudado. Asiento hacia él y

luego hago una mueca por el dolor en mis manos— supongo que no te fue muy

bien con Crystal.

—No. No me fue nada bien —contesto, y empiezo a examinar mis manos

para ver si no tengo algo roto. Mi piel está viva, abierta y adolorida, y creo que

algunos nudillos están fuera de lugar, pero no creo que algo esté realmente roto—

iré por hielo.

Paso por un lado de Cristoff y me da una mirada extraña. Debería irme y no

ver su cara porque a pesar de que es un hombre mayor y rudo de casi dos metros

y cien kilos, es muy parecido a esa pequeña y preciosa mujer que tanto me

atormenta.

—Creo que estoy listo para ver a... algún psicólogo o algo —murmuro,

haciendo que abra mucho los ojos con sorpresa. Sé que mi padre está igual de

sorprendido— ya no puedo seguir así, necesito ayuda.

—Te conseguiré una cita con el ex-psicólogo de Crystal —dice, asintiendo

ante mí. Le doy una mirada extraña porque no me puedo imaginar a Crystal en un

lugar así. No cuando se cree completamente perfecta— pero ella no puede

acompañarte, tiene prohibido acercarse a ese edificio más de veinte metros.

—Ah... de acuerdo. Muchas gracias por todo —pongo una mano en su

hombro y le intento dar una sonrisa pero Cristoff no está contento con solo eso.

Se levanta y me toma en un abrazo que me hace sentir algo incómodo, pero aun
así se lo devuelvo y salgo del gimnasio sintiéndome un poco mejor. Solo un poco,

ahora que logré sacar algo de la energía que me estaba volviendo loco.

Estoy en camino a la cocina para ponerme hielo en las manos cuando me

topo de frente con una persona que no había visto en mucho tiempo. Sonrío un

poco hacia ella y abro la boca, intentando saludarla, pero ella me da un limpio y

directo puñetazo en el ojo antes de que pueda decir algo.

—Eva, hija de... —gimo, poniendo una mano en mi ojo— ¿qué demonios te

pasa?

—Eso es lo que Crystal debió haber hecho cuando le contaste de tus

aventuras, infiel —dice, con odio en su voz— pensaba que eras mejor que eso,

Sargento.

—Pero yo no...

—Ya le diste demasiadas excusas a ella, a mí no me vas a convencer —

masculla con coraje y luego me da un empujón antes de seguir caminando como

si nada por el pasillo hacia la habitación de Crystal.

Crystal
Alguien toca la puerta justo cuando acabo de terminar la llamada con Xavier

y sé inmediatamente que es Eva porque ni Justin ni nadie más tocaría la puerta,

así que le grito que entre, y lo hace, mirando todo con algo de incredulidad.

—Esto es excesivo —se queja, mirando mis dos puertas con su típico tono de

inacabable molestia— ¿para qué necesitas dos puertas? ¿para pasar tu gigante

trasero?

—No lo sé, así era la casa cuando la compraron. No es como si yo hubiera

demandado que tumbaran la pared porque una puerta no era suficiente para mí

—ruedo los ojos hacia ella y me levanto. Nos encontramos a medio camino y nos

damos un fuerte abrazo que en este momento realmente necesito— dime que me

amas, Eva. Necesito cariño.

—Amar... tal vez no, pero te aprecio mucho más de lo que pensé que podría

hacerlo —murmura, y sé que va a ser lo más romántico que le voy a sacar—

golpeé a Justin en la cara hace unos momentos.

Me separo de ella y le doy un ruidoso beso en la mejilla antes de tomar su

mano y llevarla a mi cama para que me cuente los detalles del golpe.

—¿Y del 1 al 10 qué tanto dirías que le dolió?

—Tal vez un 8 —contesta, con una sonrisa complacida y mirando su pequeña

mano y sus nudillos rojos.

—Perfecto, se lo merece —sonrío y me acomodo mejor en mis miles de

almohadas— en fin, ya que estás aquí te diré mi plan. Voy a ir a tener sexo con

otro hombre. Dario, tal vez. Juanito sería perfecto pero no creo que quiera verme

después de lo que pasó.


Volteo a ver a Eva cuando ya pasaron más de cinco segundos y no está riendo

malévolamente a mi lado como cualquier amiga normal lo haría.

—Eso es lo peor que puedes hacer si quieres estar con él de nuevo —me

regaña, negando con la cabeza— ¿tienes una idea de lo que va a pasar después de

que te revuelques con Dario? ¿O Juanito? ¿O Pepito, o quien sea?

—Claro que sé —respondo, con el mismo tono grosero que ella está usando

— todo va a estar bien y estaremos juntos de nuevo porque ya no voy a estar tan

enojada por lo que él hizo, vamos a estar en el mismo lugar.

—No. Justin no va a soportar eso y va a resentirte y tal vez se va a sentir en

la posición de volver a acostarse con alguien más, porque tú lo hiciste. Y así van a

estar... es un circulo vicioso. No es saludable. No es maduro.

Aaaggghhhh Eva como siempre arruinando la diversión. Hubiera llamado a

Damiena o Frances.

—Pero... —hago un puchero y me dejo caer en su regazo para me acaricie

como si fuera su mascota, como lo hace Xavier, pero Eva solo se queja e intenta

quitarme de encima— Eva, detente. Necesito amor.

—Estás pesada —se queja, pero no me muevo— escucha, no puedo decirte

qué hacer. Solo te estoy diciendo que yo opino que no deberías hacerlo. Digas lo

que digas, creo que Justin nunca hubiera tocado a ninguna otra mujer si no se le

hubiera juntado todo en ese momento. Y aún en ese estado, fue capaz de no

seguir con ello, aunque hubiera sido fácil.

Tiene un poco de razón.


—¿Y cuál es tu consejo? ¿Perdonarlo y no hacerle nada? —pregunto, y la sola

mención de no hacerle nada provoca un tirón de dolor en mi orgullo— no quiero

terminar con él. Es demasiado perfecto y lo amo. Aunque esté jodido en este

momento, y aunque me haya engañado con una puta.

—¿Cómo sabes que es una puta, eh? No solo por el hecho de que una mujer

tenga sexo con alguien es una puta. Sabes que odio cuando eres despectiva sin

razón, porque... —empieza Eva uno de sus discursos. Ugh, había olvidado que ella

es una de esas feministas. Las que me caen mal. Las que no soportan que haya

odio entre mujeres. Las que creen que deberíamos de hacer todo por nosotras

mismas y nunca rasurar nuestras piernas o nuestras axilas porque todo es parte de

la sexualización que... blablabla. Me ha dado incontables platicas acerca de eso.

—Digo que es una puta porque se acostó con mi novio y él le dio dinero —

escupo— como si fuera una puta. Una puta asquerosa y probablemente fea a la

que odio. Déjame odiarla. Tú me odias y siempre lo hiciste, no empieces con tus

discursos de marimacha.

—De acuerdo ¿no te convierte eso en una puta también? Me has dicho que

tus pasadas parejas te regalaban cosas cuando...

—Sí, yo también soy una puta, Eva. Pero hay niveles —ruedo mis ojos hacia

ella, cansada de siempre tener la misma conversación— en fin, iré a darme un

largo baño con sales curativas para deshacerme de esta mala vibra que tengo.

—¿Para eso me invitaste? ¿Para dejarme sola mientras tomas un baño?

—No, te invité porque eres mi mejor amiga y necesito apoyo. Además,

perdiste la apuesta y aún me debes una semana de ser mi esclava —le recuerdo—
pero como ahora soy una persona nueva, considero que la esclavitud es mala, y

solo requiero amor de tu parte.

—Eres una loca y nunca vas a cambiar —niega con la cabeza y se quita los

zapatos para acomodarse en mi cama sin ninguna clase de vergüenza. Le presto

mi computadora antes de entrar al baño para que vea netflix por un rato porque

planeo estar ahí dentro mucho tiempo.

Me desnudo, primero que nada, porque es lo más importante. Saco de mi

cajón mis velas favoritas, las enciendo, las acomodo alrededor de mi bañera y

apago la luz para crear un ambiente de relajación. Busco después mis sales

curativas.

Cada bolsa tiene un pequeño texto acerca de lo que hace cada una, tengo

doce para escoger, pero en este momento solo voy a utilizar dos. Una que es para

que mi espíritu deje que el perdón llegue y el rencor se vaya para que todo siga su

curso y las cosas fluyan como deben de ser. Y la otra es para alejar malos

pensamientos, destensar los nudos de tu cuerpo y atraer buenas energías. Lo

bueno de estas sales es que me dejan oliendo divino todo el día. Y además limpian

mi alma. Añado un poco de burbujas, los dos bolsas que escogí y abro la llave

para hundirme en mis problemas por un rato.

—¿Por qué te tardas tanto? —pregunta Eva, tocando la puerta— me estoy

aburriendo.
—Puedes pasar —digo, en voz baja porque estoy demasiado relajada y no

quiero gritar. Eva entra y da un gran respiro— ¿quieres acompañarme? hay

suficiente espacio para las dos.

—No, gracias, prefiero no tocarte si no es obligatorio —toma un banco donde

tengo algunas toallas dobladas y tira todo al suelo para sentarse. Hoy se ve mas

linda de lo que me esperaba, tal vez porque no trae ropa para hacer ejercicio y su

cabello está suelto— ¿ya pensaste mejor en la situación?

En realidad no, solo puse mi música más sexy para entrar en el modo y

empecé a mensajear gente para ver si alguien sabía dónde va a estar Juanito hoy.

Es sábado, tiene que haber una fiesta grande en algún lugar, y sé que invitaron a

Juanito. Y que yo seré bienvenida donde sea.

—Sí. Voy a seguir con mi plan, creo que es lo mejor —contesto, y ella bufa

pero no vuelve a decir nada. Me doy cuenta de que llevo aquí como dos horas y

suelto un suspiro porque tengo que salir. No quiero, porque la vida es mucho más

fácil dentro de agua caliente y sales aromáticas que curan tu espíritu, pero tengo

que volver a la triste realidad algún día. Dejo salir toda el agua y me levanto sin

darle un aviso a Eva, quien hace una mueca y voltea la cabeza cuando ve mi

cuerpo— de nada.

—Cállate. Eres la peor —se queja, pero empieza a reírse conmigo.

Cuando estoy apagando todas las velas y apretando el listón de mi bata, mi

celular empieza a vibrar con un mensaje de Ken. Me apresuro a leerlo, porque es

en quien más confío para saber dónde va a estar mi víctima.


"Va a ir a la fiesta de Lisa H en Santa Monica. Será temprano. Y ya no le gusta

que le digan Juanito :("

—¡Genial! —exclamo, emocionada, escribiéndole que no le diga a nadie que

estaré ahí— Eva ¿quieres ir a una fiesta conmigo? Va a haber mucha comida y

podemos burlarnos de gente. Además, tal vez Juanito quiera hacer un trío.

—Te acompañaré a la fiesta, pero no quiero ningún trío.

Decido lo que voy a usar con mucho cuidado. Dejé bastantes cosas aquí. No

mis favoritas, pero aun hay mucho de dónde escoger. Elijo un pequeño short

blanco de vestir con una blusa interior del mismo color y encima un gran abrigo

Valentino de peluche que me va a cubrir del aire helado. Después tomo algo

parecido para Eva y empezamos a arreglarnos, tomandonos nuestro tiempo.

Antes de salir, tenemos que pasar obligatoriamente por la cocina y, como es

mi día de mala suerte, todos están ahí platicando como una gran familia feliz.

Saludo a Patricia, quien luce algo triste, e intento decirle algo a Jeremy, pero me

ignora. Justin está sentado en una silla alta y me da una mirada completa, llena

de calor.

—¿Se puede saber a dónde van? —pregunta mi madre, levantando las cejas

hacia nosotras. Eva le responde, porque yo estoy muy ocupada teniendo una

platica con Justin, solo con nuestros ojos.

"No vayas" me dice

"No me importa lo que digas, me veo maravillosa, estoy lista para todo y vas a

lamentar el día que naciste, pedazo de animal. Ojalá te ahogues el agua que estás
tomando" le respondo, pero no creo que entienda por completo lo que mi mirada

significó.

—Está bien. Confío en ti —dice mi mamá, sonriéndome con amor. Le sonrío y

luego le tiro un beso a mi papá, quien está viendo de Justin a mí con los ojos

entrecerrados, como si estuviera estudiando la situación.

—Voy a llegar tarde, no me esperen despiertos —anuncio, aunque

probablemente no sea cierto, empujando la espalda de Eva con cuidado porque le

presté unas zapatillas y no sabe andar muy bien en ellas. No quiero que se rompa

un tobillo antes de que siquiera lleguemos.

➿➿➿➿

—¿Esto es en serio? —bufa Eva, sin poder creer que la gente sea tan

diferente a ella. Hemos platicado con varias personas y nadie es de su agrado, lo

cual no me sorprende— ¿Cómo es que crecimos en el mismo lugar y nuestras

amistades son tan diferentes?

—Es porque nosotras somos diferentes. Si fuera la misma Crisis de antes, no

estuviera aquí sentada, platicando contigo. Yo estaría ahí —apunto al jacuzzi

donde están Damiena y mis otros mejores amigos, medio desnudos y borrachos,

aunque apenas son las cuatro de la tarde y está haciendo bastante frío, hablando y

riendo muy alto, para que todos les pongan la atención que desean— y, no sé

porqué, pero realmente lo disfrutaba. Se ve tonto desde este punto de vista. Y es

incluso peor cuando sabes de lo que están hablando y lo que hacen.


Suspiro, extrañando por un segundo mi vida de antes. Nunca me sentiría de

esta manera si no hubiera decidido cambiar mi vida. Miro alrededor, intentando

no hacer contacto visual con nadie para que no vengan a hablar conmigo, hasta

que encuentro a Juanito. He estado observándolo por un rato, pero no me he

atrevido a acercarme. Está rodeado de mujeres.

—No quiero hacer esto, Eva —susurro, comiéndome de una mordida una

fresa cubierta de chocolate.

—Pero lo harás de todos modos ¿no es así? —pregunta, mirándome como si

se sintiera mal por mí, y asiento.

—Creo que es hora de hacerlo —me levanto con pesadez y le doy mi plato

con fresas— puedes ir a socializar con mis mejores amigos, los que nos saludaron

primero. Ellos te van a hacer sentir como que eres lo mejor del mundo, pero

ignora los comentarios pasivo-agresivos y no confies mucho en ellos. No son las

mejores personas del mundo.

—Sé cómo lidiar con gente como tú, no te preocupes —se ríe, y tomo un

gran respiro para darme fuerzas antes de empezar a caminar hacia la mesa donde

está sentado Juan.

Acomodo mi short en mis muslos porque aún se me siguen enrollando y

empiezo a caminar directamente hacia él como si tuviera todo controlado. Me

hago paso entre la gente amontonada y hago a un lado a las tipas hablando con

él.
—Permiso —le digo, muy amablemente, a la tipa que está frente a Juan, la

que está recibiendo más atención, pero hace como si no me escuchara así que

tengo que empujarla a un lado con fuerza—  muévete, vaca.

—¿Disculpa? —se hace para atrás, mirándome de pies a cabeza, como si

estuviera ofendida— ¿Con quién crees que estás hablando? Yo estaba aquí

primero.

—A nadie le importa, deja de hablar —la despacho con mi mano y regreso mi

atención a Juanito, quien me está viendo con una mezcla de desagrado e interés

— ¿O prefieres que me vaya?

—Lo siento, Rebecca —le dice Juanito, dándole una sonrisa seductora y

haciendo uso de su acento para volverla loca— Crystal es una vieja amiga.

—Claro, no hay problema, podemos hablar más tarde —le da una sonrisa

apretada— ya me iba de todos modos.

Cuando la niña se va, me acerco a Juanito para hablar en su oído aunque la

música no es tan fuerte y no hay tanto ruido. Gracias a mis altas zapatillas,

estamos del mismo tamaño.

—¿Podríamos ir a un lugar más privado?

—¿Y tu novio? —pregunta, obviamente resentido aún por lo que pasó.

—Él es irrelevante, no te preocupes por eso —contesto. Juanito levanta las

cejas y se ríe, como si estuviera entretenido por mi respuesta. Pone una mano en

mi espalda y se despide del resto de las mujeres con las que estaba platicando

para irse conmigo.


Le doy una rápida mirada a Eva. Caminó hasta el jacuzzi donde están mis

amigos y parece estar hablando muy bien con ellos. Ken voltea hacia mí en ese

momento y sonríe muy grande cuando me ve a un lado de Juanito, luego regresa

hacia los demás para contarles.

Juan empieza a caminar hacia la playa pero ni de broma caminaré por ahí

con estos zapatos, además ni siquiera quiero platicar con él, solo quiero que me la

meta tres segundos y huir como Justin. Por eso, lo detengo y cambio nuestro

rumbo. Busco a Lisa con la mirada y vamos hacia ella.

—¡¿Crystal?! —exclama, sin poder creer que estoy aquí, y me toma en un

fuerte abrazo, como si fuéramos muy amigas. Creo que solo hemos hablado unas

cinco veces, pero de todos modos la abrazo y le pregunto cómo ha estado— muy

bien ¿Cómo te ha ido en Nueva York? Escuché que tú y Marea viven juntas allá

¿es verdad?

—Todo es genial, y sí, estamos viviendo juntas. Más unidas que nunca.

Ahora, me gustaría hablar más contigo pero... ¿podrías prestarme tu habitación

por un momento? Mi amigo Juan y yo necesitamos un momento para platicar a

solas —le pido, con una mirada complice. Solo entonces se da cuenta del hombre

detrás de mí y lo saluda de un abrazo.

—Acompáñenme —dice y le deja su vaso rojo a alguien para llevarnos dentro

de la casa. La mano de Juanito ha bajado de mi espalda a mi trasero, por debajo

de mi abrigo, ahora que se da cuenta de a dónde va esto. Lisa nos hace caminar

por toda su casa hasta que llegamos a las habitaciones y abre una puerta con llave
— adelante, disfruten. Solo no rompan nada y no dejen nada sucio. Buscame

cuando acaben, Crisis, para platicar un rato y ponernos al día.

—Ah, claro. Sin duda —asiento, sin dejar de sonreírle— muchas gracias,

Lisa. Eres la mejor.

Lisa nos desea buena suerte y cierra la puerta detrás de ella, dejándonos

solos. Juanito suelta mi trasero y me sigue a la cama. 

—¿Querías hablar conmigo acerca de algo? —pregunta, sin dejar de sonreír

porque sabe que esto no se trata de hablar— ¿tal vez de porqué tu novio en

esteroides me golpeó sin razón alguna?

—Siendo honesta, Juanito, no quiero hablar de él, deja de sacarlo al tema.

No vine aquí para platicar, solo quiero tener sexo. Mientras más rápido, mejor —

me quito el pesado y grande abrigo que traigo puesto y lo aviento detrás de mí,

sorprendiéndolo— ¿Qué?

—Nada. Solo no estoy acostumbrado a una mujer siendo tan... directa —se

ríe nerviosamente y muerde su delicioso labio antes de empezar a desabrochar los

botones de su camisa. Mientras estoy esperando que termine, mi celular vibra en

mi bolsillo trasero y lo tomo rápidamente porque puede ser Eva diciéndome que

alguien está siendo grosero con ella, pero para mi sorpresa, es Justin.

“¿Ya lo hiciste?"

Es todo lo que dice. Y tres palabras hacen que mi corazón se pare y empiece a

reconsiderar toda mi existencia. Pero luego Juanito se quita la camisa y se acerca


a mí, poniendo su mano en mi nuca para acercar mi cara a la suya y darme un

beso.

Un beso que no es para nada como el primero que compartimos. Esta vez ya

sé cómo hacerlo, y él no está asqueado. Dejo caer mi celular y envuelvo mis

brazos alrededor de su cuerpo, obligándome a concentrarme solo en él. Y no es

difícil, porque su beso es bastante bueno. Sus manos empiezan a vagar debajo de

mi blusa y se separa de mis labios para quitármela.

—¿Estás segura de que tu novio no va a volver a golpearme por esto? —

pregunta, con algo de miedo en su voz, pero sus manos toman mis pechos por

sobre mi sostén de todos modos— no disfruto pelear ¿sabes? A pesar de que

podría con él, no quiero eso.

Claro, Juanito, totalmente podrías con él. Por eso terminaste desmayado en el

piso de mi patio.

—Créeme, eso no va a pasar —lo tranquilizo, aunque realmente no estoy

muy segura. Me acuesto en la cama y él se pone encima de mí. Abre mis piernas

para acomodarse entre ellas y empieza a besar mi cuello.

Me gusta la sensación pero... tal vez la culpa no me deja disfrutarlo por

completo. Lo único en lo que puedo pensar es en cómo estaba llorando Justin

hace rato. Creo que se va a quedar en mi memoria por un largo tiempo, fue

honestamente algo que no pensé que haría jamás. Llorar por mí.

Me estoy yendo por el mal camino. No puedo pensar en esas cosas o voy a

irme antes de que algo realmente pase.


—No tengo mucho tiempo —murmuro, empezando a respirar un poco

pesado. No tanto de excitación sino de desesperación. Bajo el cierre lateral de mi

short y lo empiezo a bajar por mis muslos, pero algo debajo de mi espalda

empieza a vibrar y salto un poco del susto, antes de darme cuenta que es mi

celular, y ver que es Justin llamándome. Lo dudo por un momento pero contesto,

mientras Juanito termina de quitar mi short y empieza a besar mis piernas— ¿Qué

quieres? Estoy en medio de algo muy importante.

Sí, empecé a respirar más agitadamente y puse mi voz más sexual a

propósito. Soy horrible y siempre hemos sabido eso. Nadie debería estar

asombrado.

—¿Dónde estás? —pregunta, con la voz restringida y la respiración pesada.

Solo escuchar eso me pone más caliente que los besos de Juanito en el interior de

mis muslos— voy a ir por ti. Nunca debí haber aceptado, no estoy de acuerdo con

eso. No dejes que nadie te toque, Crystal.

—Es demasiado tarde, literalmente la cara de Juanito está entre mis piernas

en este momento —presumo, y añado un muy bajito gemido falso. Juan voltea a

verme con los ojos entrecerrados con advertencia para que me calle.

—No le digas dónde estamos —pide, y casi puede esconder lo mucho que le

asusta. Me burlaría de lo patético que es, pero Justin empieza a gritar en mi oído.

La verdad es que ni siquiera entiendo mucho de lo que está hablando, creo

que está borracho. Repite mucho que fue un error, que no siga adelante con lo que

estoy haciendo, que soy una traidora y que me odia, y luego que me ama y que

por favor no lo lastime así.


Siempre me ha dado risa lo idiota que es Justin con sus sentimientos, pero en

este momento me da mucha ternura. Es lindo su balbuceo ebrio, siempre me ha

gustado más cuando está bajo los efectos del alcohol. Se convierte en un gran

osito de peluche que se ríe y se queja de todo. Pero en este momento solo está

pidiendome que no haga esto.

—Está bien, te prometo que solo serán tres segundos —le aseguro, antes de

colgar y apagar mi celular. Juanito tiene los ojos muy abiertos, creo que escuchó

todo lo que Justin estaba diciendo, incluyendo la parte donde dijo que iba a

destrozar a quien sea que pusiera sus manos en mí— regresa a lo que estabas

haciendo ¿qué esperas?

Él parpadea, suspira y lo piensa por un minuto, luego se encoge de hombros

como si lo que sea que estuviera pensando no tuviera importancia y me quita las

bragas de un solo jalón. Abre mis piernas y me da una de sus sonrisas matadoras

antes de bajar su cara y hacer lo que le pedí.

74

Pillow talk

Me arrepiento inmediatamente de esa decisión. En el momento que siento su

aliento cerca de mí, enciendo mi escudo protector para princesas y aprieto mis
gordos muslos alrededor de su cuello como si fuera una anaconda. Juanito abre

mucho los ojos con pánico y se ahoga un poco.

—Déjame ir —gime con la voz detenida, dandole tres palmadas a mi pierna

como si estuvieramos jugando lucha libre. Dejo salir un gran suspiro derrotado y

lo suelto, cubriendome con mi mano inmediatamente— ¿qué demonios te pasa?

—No puedo hacerlo —niego, derrotada y Juanito me mira con los ojos

entrecerrados, acariciando su cuello como si de verdad lo hubiera lastimado. Que

hombre tan delicado— pásame mis cosas. Esto se acaba ahora, no sé en qué

estaba pensando.

Me hace caso aunque parece que solo quiere darme con algo en la cabeza y

se queda observándome con intensidad mientras me pongo la ropa y murmuro

cosas bajo mi aliento.

Esta es la segunda vez que algo como esto pasa ¿por qué no puedo solo

hacerlo? debería de ser fácil. Pero lo mismo me pasó con Dario esa vez que

tuvimos nuestro segundo noviazgo de semana y media. Cuando intentábamos

hacer algo más que solo besarnos, mi cuerpo se ponía en modo de protección y no

dejaba que me hiciera nada.

Creo que mi vagina se pone en protesta y se cierra cuando estoy con alguien

que no es Justin.

—Eres muy complicada, Crystal. Demasiado. No quiero lidiar con alguien

como tú, tengo suficiente con mi vida y mis propios problemas —se queja Juanito,

negando con la cabeza y poniéndose su camisa de nuevo— ¿Siquiera tú sabes lo


que está pasando contigo y ese hombre? Porque desde donde yo estoy parado, no

tienen idea de lo que están haciendo.

—Oh, por favor, no sabes nada —ruedo los ojos y camino al espejo de la

habitación, acomodando mi cabello y sacando de una de las bolsas del abrigo un

labial para retocarme— la verdad es que el drama me persigue, no puedo evitarlo.

Todo en mi vida es así, siempre lo ha sido. Y obviamente mi relación no podría ser

diferente. Nací para estar en un reality, pero tengo demasiada clase para eso.

—Un reality que yo no vería —asegura, ríendose un poco. Me empuja con su

cadera para arreglar su cabello en el espejo a un lado de mí y quitarle las arrugas

a su camisa— pero, cómo séa, tú te lo pierdes. Haríamos una pareja realmente

impresionante.

—De hecho, tienes mucha razón —le sonrío por el espejo y saco mi celular

para tomarnos algunas fotos y conservar este momento. Creo que me veo mucho

mejor al lado de Justin, como que contrastamos más. Pero nadie puede negar que

Juanito es hermoso, así que obviamente se ve deslumbrante conmigo también—

de acuerdo, conseguimos varias buenas.

—Todas mis fotos son buenas —me da una mirada obvia y pone su brazo

alrededor de mis hombros para salir de ahí. Ahora que no hay ninguna espectativa

sexual, su toque se siente ligero y casual, no como cuando agarró mi nalga como

si fuera su salvavidas.

Todos voltean a vernos con ojos muy abiertos cuando nos acercamos al

jacuzzi, sin esconder su entretenimiento al vernos juntos. Eva está sola, sentada

en el borde con solo sus pies dentro. Se ve aburrida como el demonio, y cuando
levanta la vista y me mira, con Juanito a un lado, niega con la cabeza como si

estuviera decepcionada de mí.

—¡Pervertidos, pecadores! —grita Damiena en voz alta y varias personas se

ríen— ¿Cómo estuvo? ¿Fue tan bueno como pensabas que sería, Crisis? Porque

todos aquí sabemos lo mucho que has fantaseado con él toda tu vida.

—Fue mejor de lo que me pude imaginar alguna vez —miento, y le hago

ojitos a Juanito, quien solo bufa una risa y saca su pecho— ¿qué más se puede

esperar cuando juntas a dos personas tan perfectas?

—¿Podemos irnos, Crystal? Creo que ya tuviste suficiente diversión por hoy

—habla Eva en voz alta, antes de que alguien pueda contestar a mi divertido

comentario y sale del jacuzzi. Todos se quedan viéndola como si estuviera loca,

supongo que es porque no están acostumbrados a que alguien no quiera ser parte

del grupo y actúe de esa manera— me gustaría decir que fue un placer

conocerlos, pero no es cierto. Estoy agradecida de que nunca voy a volver a

verlos.

Mi boca cae abierta y suelto una risa que todos siguen porque asumen que

está bromeando. Eva rueda los ojos y empieza a caminar a la salida.

—¿Crees que podrían llevarme a mi casa? Mi conductor designado es ese

caballero —apunta Juanito a un chico rubio tomando vodka directamente de la

botella mientras sus amigos lo animan. Muy elegante.

—Claro, si no es que Eva se va antes de que lleguemos a su auto —mascullo

y empezamos a caminar rápido detrás de ella porque conociéndola, es muy capaz

de dejarme aquí y largarse— ¡Eva, espera!


—Acelera el paso o me iré sin ti —advierte, sin dejar de caminar. Gruño y la

persigo, con Juanito a un lado de mí— ¿Y él qué hace aquí? Despídanse, tórtolos.

—¿Podemos llevarlo a su casa? —pregunto y Eva se detiene para dejarnos

saber con su mirada que esa idea no le agrada. Hago un puchero y Juanito me

imita— no podemos dejarlo aquí solito ¿sabes la cantidad de cosas que les pasan a

los niños bonitos como él cuando los dejas solos en un residencial de Santa

Monica?

—Nada. Absolutamente nada, probablemente incluso le regalen un auto para

que regrese a casa. Va a estar a salvo.

—Vamos, Eva no seas así —pongo mi mano en su brazo— sé que piensas que

cometí un gran error y que soy muy tonta, pero la verdad es que no pasó nada. No

me acosté con Juanito, a pesar de que me rogó que lo hiciera.

—Eso no es verdad. Lo que pasó es que me di cuenta de que no era

moralmente correcto tocar a la novia de otro hombre y paré todo antes de que

todo se saliera de nuestras manos.

—¿Es verdad? ¿No lo hiciste? —pregunta, soltando el aire e incluso

sonriendo un poco— eso es bueno. Me sentía muy mal por no haberte obligado a

que no lo hicieras. Estaba pudriéndome en la culpa. Perdóname por ser grosera

contigo, Juanito.

¿Cómo es que a mí nunca me ha pedido perdón por ser grosera conmigo?

Creo que después de todo lo que hemos pasado juntas, ella podría no ser lesbiana.

Entramos al Camaro negro de Eva y empezamos a dirigirnos de regreso a

casa. Conecto mi celular para poner mi música y cuando estoy decidiendo qué
canción poner, me doy cuenta de que Justin me llamó dos veces más después de

que apagué el teléfono. Tomo un gran respiro y me lo imagino, sentado en su

cama, perdiendo la cabeza por esto.

Volteo a ver a Juanito, haciendo algo en su celular en el asiento trasero y una

oleada de alivio me hace cubrir mi cara con mis manos y dejarme caer en mi

asiento, sintiendo que mis huesos son de gelatina. Estoy muy aliviada de no

haberlo hecho.

—¿Ya le dijiste a Justin que no pasó nada? —pregunta Eva después de un

rato, levantando sus cejas hacia mí. Niego con la cabeza.

—No, aún no... ¿sabes? Me doy cuenta ahora de que tal vez no era la mejor

idea del mundo meterme con Juanito. Sin ofender —añado, sonriéndole para que

no se sienta mal, pero él ni siquiera me está poniendo atención— creo que mi

cerebro sufrió un corto circuito y regresé a ser esa persona que no era muy digna

del aprecio de la gente. Pero ese tipo de cosas eran muy comunes en mí antes,

está en mi naturaleza hacer algo como esto cuando una persona ha hecho algo

que no me gusta. Usualmente no me importa si los lastimo, o si hay

consecuencias. Pero es diferente ahora.

Eva contesta algo pero no le pongo mucha atención, estoy mirando hacia

afuera y pensando en lo difícil que es esto de madurar. Esto de aceptar que

algunas veces tengo que lidiar con lo que pasa y no volverme loca y disparar sin

pensarlo. No me gusta, pero tengo que hacerlo. No siempre voy a tener veinte

años, no siempre va a ser aceptable este tipo de comportamiento. Si sigo así, antes
de lo que me de cuenta voy a terminar siendo como mi malvada abuela y

definitivamente no quiero eso.

—¿Tienen hambre? —pregunta Juanito de repente. Su cabeza aparece a mi

lado y levanta una ceja hacia mí, intentando seducirme. O tal vez es solo su cara y

no está realmente intentando seducirme, solo sucede— creo que deberíamos

llegar a cenar antes de que me lleven a mi casa ¿qué dices, Eva? De esa manera

podemos conocernos mejor.

Estoy apunto de decirle que Eva es lesbiana, solo para molestar porque me

gusta cuando ella se exalta y me dice que no lo es, pero me doy cuenta de que mi

tierna amiga marimacha se pone algo nerviosa, lo cual no pasa nunca, así que

decido que voy a ser cupido por un rato.

—Es una muy buena idea —respondo por ella, y le guiño un ojo cuando

voltea a verme sin estar muy segura de esto— esos pequeños aperitivos de Lisa

solo me dieron más hambre.

—No lo sé —murmura, apretando el volante— ¿no quieres llegar a tu casa

para, ya sabes, arreglar las cosas con el Sarg y todo eso?

—Mmm, no —respondo, aunque me gustaría. Tengo que ser una buena

amiga y ayudarle con este tipo que tan obviamente le gusta— creo que dejarlo

sufrir un rato es venganza suficiente. No se va a morir si sigue creyendo que algo

pasó por unas horas más.

—Me gustaría saber lo que pasa contigo y Esteroides, sus problemas suenan

interesantes. Y también me gustaría tener mi propia venganza con él —murmura


Juanito, sacando su pecho como un gallo de pelea— tengo que levantar mi honor.

O al menos insultarlo, decirle exactamente lo que pienso de su agresivo ser.

—No creo que quieras estar alrededor de él en este momento. Se pondrá

celoso y nadie quiere eso, ese hombre es más inestable que Crystal y eso es decir

mucho —advierte Eva, volteando hacia él un poco— además, ya lo golpeé hace

rato. En tu honor.

—¿En serio? Eso es lo más caliente que he escuchado en mi vida. Me gustan

mis mujeres rudas —susurra Juanito sin dejar de observar el perfil concentrado de

Eva como si fuera lo mejor del mundo. Eso crea un poco de envidia en mí porque,

demonios, a mí nunca me miró así, pero al mismo tiempo estoy feliz por ella. Se

merece algo de amor también.

Cierro mis ojos y los dejo platicar, mientras empiezo a pensar en cosas que

probablemente no debería, como en toda la tarea que tengo que hacer, las dos

presentaciones que no he empezado, mis problemas con el infiel, lo insoportable

que es mi mamá, las llamadas que tengo que hacerle a mis jefas para que no me

despidan y, en fin, son muchas cosas. Pensé que este mes sería como unas

pequeñas y merecidas vacaciones, pero es peor y más estresante que cuando

estaba en Nueva York.

Eva y Juanito deciden comer en McDonald's como si no fuera mucho mejor ir

a un restaurante decente, y a pesar de que odio este lugar y todo lo que

representa, me obligan a salir del auto. Y a pesar de lo mucho que me quejé por

eso, termino pidiendo una hamburguesa grande con papas, un refresco, una
orden de nuggets y un Mcflurry. Aprovechando que estoy aquí por segunda vez en

toda mi vida.

Como si no fuera poco que me trajeran a este corriente lugar y por su culpa

haya ingerido 30,000 calorías, tengo que soportarlos coqueteando frente a mí sin

descanso. Eva incluso actúa un poco más femenina de lo normal y Juanito saca

todas las armas y métodos que tiene bajo la manga para atraer su atención, como

si no supiera que ya la tiene en la palma de su mano. Él está tan perdido en una

de las historias de Eva que cuando se ríe, una papa frita sale volando de su mano

y cae en mi brazo.

—¡Juanito, maldito seas! —exclamo y aviento la papa al suelo, pero deja una

gran mancha de ketchup en mi abrigo— ¿sabes cuanto cuesta esto? Me rindo, ya

no quiero estar aquí. Llévenme a casa, estoy a punto de explotar de la

desesperación y su coqueteo me está haciendo sentir peor.

Eva rueda los ojos pero asiente de todos modos, empezando a recoger toda

nuestra basura mientras Juanito me da una mirada sucia y murmura que puede

comprarme otros diez abrigos de "zorro muerto" y los manchará de nuevo si se le

da la gana. Entrecierro mis ojos hacia él pero decido no contestarle nada.

Una familia que está sentada a un lado de nuestra mesa se me queda viendo

raro, tal vez porque mi voz viajó por todo el lugar cuando me quejé de mi abrigo

como una perra malcriada. Les doy una sonrisa para suavizar la imagen que ahora

tienen de mí y mientras camino hacia la salida, saco mi celular y llamo a Justin.

Creo que ya ha pasado suficiente tiempo, ya puedo decirle que no estoy

teniendo sexo salvaje con nadie, que lo único que hice fue besarlo y luego
atascarme de comida rápida y helado barato mientras pensaba en él, pero no me

contesta. Le llamo tres veces más y el idiota no responde.

Irónicamente, cuando llego a mi casa, me empiezo a sentir culpable. No

debería, porque no hice nada, el único que engaño fue él, pero de todos modos

me siento mal. Me quito las zapatillas tan pronto entro y procedo con cuidado

porque no sé en qué estado se encuentre Justin y no sé dónde vaya a estar. Siento

como si me estuviera escondiendo de un animal salvaje.

Entro al pasillo y camino rápido a mi habitación sin hacer ruido para poder

tomarme un tiempo para mí misma y decidir qué voy a hacer y cómo le voy a

explicar a Justin qué demonios está pasando en mí cabeza, cuando la verdad es

que ni yo sola me entiendo. Abro una puerta con cuidado para que no escuche,

pero tan pronto como doy un paso dentro, me doy cuenta de que todo lo que hice

fue en vano porque aquí está él.

Acostado boca abajo en mi gran cama, absorbiendo un 70% del espacio

porque tiene sus brazos y piernas abiertas, como si estuviera haciendo un ángel de

nieve invertido. Tiene puesta una camisa de las que yo hice y un pantalón de

pijama tan delgado que puedo ver perfectamente que no está usando ropa

interior, su bonito trasero está perfectamente marcado a través de la tela.

Me acerco a la cama y él aun no se mueve, pero sé que está despierto y que

sabe que estoy aquí porque su respiración es rápida y sus manos se movieron un

poco. Empiezo a subirme en el pequeño espacio que tiene libre y logro acostarme

ahí.
—Vaya, vaya, miren a quién se le antojó aparecerse por aquí —dice Justin

con la voz arrastrada y ronca, volteando su cabeza hacia mí. Definitivamente está

ebrio, sus ojos están cristalinos, cansados y perdidos— ¿Cómo estuvo?

—No lo hice —susurro, pero Justin parece no escucharlo y solo sigue

hablando.

—¿Valió la pena? —pregunta, levantándose torpemente en sus codos para

acercarse más a mi cara— ¿Quién fue? ¿Quién lo hizo? Lo único que necesito

saber es su nombre.

—No lo hice —repito, esta vez más fuerte.

—Ya sé lo que le haré —asiente muchas veces— he estado aquí por horas,

planeando lo que le voy a hacer, y ya tengo todo listo. Todo un plan. Solo necesito

su nombre, yo me encargaré de encontrarlo. Voy a hacer que se arrepienta de lo

que hizo y que me pida perdón por haberse atrevido a poner sus estúpidas manos

en ti. Voy a...

Puedo casi sentir todo en él elevándose, como si tuviera una máquina

conectada al corazón que me dijera cómo está su pulso. Creo que puedo sentirlo

subiendo con cada palabra. Su temperamento está aplacado solo porque no puede

ni siquiera mantenerse un poco elevado, mucho menos pararse para ir a buscar a

Juanito y hacerle todo lo que tiene planeado.

Pongo mis manos en sus mejillas y las aplasto, haciendo que su boca se

ponga como la de un pez, pero aún así no deja de hablar.


—Justin, ponme atención —exijo, batallando para contenerlo porque

empieza a moverse y hacer su cara hacia atrás— no me acosté con nadie. Ni

siquiera hubo sexo oral.

—No te creo —se queja, sin dejar de intentar escapar de mí, pero está tan

borracho que no puede— eres una traidora mentirosa hija del diablo y no te creo

ni una sola palabra. Todo lo que haces es mentir y tener sexo con otras personas.

No sabes nada del amor.

—No puedo ni siquiera hablar contigo cuando estás así —niego con la

cabeza, riendo un poco y soltándolo— tendremos esta discusión mañana.

—No sabes nada del amor —repite, esta vez más lento. Está haciendo esa

cara que ponía en el campamento cuando me estaba enseñando algo y está

apuntando a mi cara con un dedo como si estuviera diciendo algo muy sabio— no

sabes tratar bien a los hombres. Solo nos utilizas para satisfacer tus deseos

sexuales. Es todo lo que te importa. Nunca me quisiste por mis sentimientos.

Me río de nuevo, sintiendo como si un poco del peso comprimiendo mi pecho

se levantara. Solo un poco, pero hay algo de alivio, algo de tranquilidad. Sé que

las cosas andan mal, pero también sé que averiguaremos alguna manera de

arreglarlas, aunque sea un poco.

—¿A dónde crees que vas? —me detiene cuando intento levantarme de la

cama— no voy a dejar que te separes de mí de ahora en adelante, no sé si vayas a

querer correr a los brazos de otro imbécil. Tengo que cuidar lo que es mío, aunque

lo que es mío sea una perra malvada.


—Solo voy a ponerme algo para dormir, regresaré rápido —prometo, y él

afloja su agarre pero hace una mueca, como si no estuviera de acuerdo conmigo.

—Tienes suerte de estar con alguien como yo ¿Sabes eso? —pregunta,

cuando estoy caminando a mi vestidor. Ruedo los ojos y me río de nuevo. Hay

algo acerca de Justin cuando está borracho que es simplemente genial, podría

decir cualquier estupidez (como lo habrán notado) y me hará reír. Si fuera por mí,

lo mantendría en ese estado todo el tiempo. Solo que tengo que cuidarme de que

no fume nada porque se descontrola— eres una pequeña niña con mucha suerte.

Por eso lograste engatusarme y convertirme en esto.

Dejo mi ropa usada en una pequeña repisa y saco una de mis más viejas y

cómodas pijamas porque no me voy a molestar en querer lucir sexy para él en

estos momentos. Es un pantalón descolorido de tantas lavadas y un gran sueter

navideño tan suave que me da sueño de solo ponerlo sobre mí. Justin está

diciendo mierda y media pero no escucho muy bien, solo me preocupo en limpiar

mi maquillaje, lavar mi cara y poner mi cabello en un moño alto.

—¿Qué te tomo tanto tiempo, eh? —pregunta Justin cuando me ve

regresando. Si mi vista no me falla, está ahora completamente desnudo— debería

ir a buscar a alguién en tu baño, probablemente tienes un hombre escondido ahí.

—Eres insoportable cuando estás ebrio ¿sabías eso? —me burlo,

acostándome en la cama de nuevo. Justin toma mi cintura y me atrae hacia su

muy desnudo cuerpo, subiéndose encima de mí como siempre lo hace cuando está

apunto de dormirse, abraza mi cuerpo y acomoda su cabeza en mis pechos—


espera, creo que deberías vomitar primero, no quiero amanecer cubierta de tu

vomito.

—No soy una pequeña perra, puedo lidiar con alcohol sin vomitar —se

defiende, sonando ofendido y luego tiembla un poco— Crystie, creo que fue una

mala idea quitarme la ropa, está haciendo mucho frío... pero no me quiero mover,

tendrás que abrazarme toda la noche, como si de verdad me quisieras. Tal vez sea

difícil pretenderlo, pero inténtalo de todos modos.

—De acuerdo —acepto, suspirando y poniendo el edredón sobre nosotros

con dificultad— solo duérmete. Hablaremos mañana.

Justin

Me despierto con una sed incontrolable y un punzante dolor de cabeza que

me hace gruñir. Sé que estoy en la cama de Crystal porque estoy rodeado de un

montón de almohadas innecesarias y huele a ella, pero no está a mi lado y eso me

confunde un poco, porque recuerdo una platica que tuvimos ayer. La mayoría de

lo que recuerdo está borroso, pero aún así la recuerdo llegando y hablando

conmigo, y ahora no está aquí.

Por suerte, solo segundos después la puerta se abre y ella entra, luciendo

como si acabara de despertarse. Está cargando una botella grande de agua que me
hace soltar un gemido. La avienta hacia mí cuando me ve y me tomo casi la mitad

en segundos.

—Traje pastillas también —murmura, con la voz rasposa como si acabara de

despertar. Saca una de la cartera y la pone suavemente en mi mano— ¿cómo te

sientes?

—Mejor de lo que debería después de asaltar el bar de tu padre y tomar un

poco de todo lo que encontré —niego con la cabeza. Tienes que ser estúpido para

hacer algo así, y de todos modos lo hice, porque no podía pensar en nada más.

Tomé un poco de todo, y es por eso que ahora mi cabeza duele tanto— lo siento si

actué muy estúpido anoche. Sabes cómo me pongo.

—No tienes nada de qué disculparte —dice, acostándose en su lado de la

cama— me caes mucho mejor cuando estás así. Me haces reír.

—Sí... —doy un gran suspiro y pongo la botella de agua en el mueble a un

lado para volverme a acostar. Nos quedamos callados por unos segundos, hasta

que empiezo a regresar en mí y recuerdo algo muy importante— ¿estabas

diciendo la verdad anoche? ¿no hiciste nada?

—Besé a Juanito —contesta, dejando salir el aire. Ese idiota— pero eso fue

todo. Me quitó la ropa y tocó un poco mis senos pero la verdad es que no fue

mucho. Unos cinco minutos de besuqueo, un poco de tocar aquí y allá, pero eso es

todo.

Mi cuerpo se aprieta y el dolor en mi cabeza se pone peor, pero no puedo

evitar ponerme feliz. Valió la pena haber sufrido tanto ayer, porque a final de

cuentas, nada pasó.


—¿Paraste solo porque te llamé? —pregunto, volteándome hacia ella. Crystal

abraza una de sus almohadas y se voltea hacia mí también— ¿Si no lo hubiera

hecho, hubieras... seguido con eso?

—Me gustaría decirte que sí, pero no es cierto —susurra, y toda su cara se

pone más suave. Me dan ganas de levantar mi mano y acariciarla, pero no sé si

sería bienvenido. Me encanta cómo se ve cuando tiene la cara limpia, toda fresca

y sencilla— no lo hubiera hecho de todos modos. A pesar de toda la platica ruda

acerca de no importarme nada... nunca lo hubiera hecho.

—Estaba perdiendo la cabeza —admito, arriesgando mi pellejo y estirando

una mano hacia ella para tocar su cara— no sabía qué hacer conmigo mismo, fui

al gimnasio, hablé un rato con todos, jugué billar, intenté ver una película y fui a

correr, pero no podía dejar de pensar en lo mucho que me arrepentía de haberte

dicho que aceptaba.

—¿Así que sufriste mucho? —pregunta, sonriendo un poco de lado. Asiento

hacia ella sin intentar ni siquiera negarlo— bien. Ese era mi objetivo, hacerte

sentir mal. Y lo hice sin necesidad de realmente hacer algo.

No entiendo mucho su lógica, pero decido ignorarlo. No quiero decir nada

estúpido que termine en una pelea.

—¿Crees que somos una pareja incompetente? —pregunta de repente—

¿crees que deberíamos de ir a algún seminario o conferencia para aprender

algunas cosas? quiero decir... me dijeron que parece que no sabemos qué

demonios estamos haciendo, y creo que tienen razón.


Me quedo pensando en eso por un rato y asiento con la cabeza cuando me

doy cuenta de que quien sea que haya dicho eso, tiene mucha razón. No sabemos

qué mierda estamos haciendo. Al menos yo tengo la certeza de que estoy 100%

perdido.

—Es verdad. Pero es nuestra primera relación seria, esto es nuevo para

nosotros —explico, encogiéndome de hombros y pasando una mano por su

cabello— es obvio que vamos a cometer algunos errores ¿no lo crees? Tal vez nos

pasamos un poco de la raya, pero eso es porque ambos somos un poco

extremistas.

—Sí, tal vez —asiente, y se acerca más a mí, poniendo una pierna entre las

mías y una mano fría en mi trasero desnudo, lo cual me hace saltar— ¿Sabes que

aún no estás completamente perdonado, cierto?

—¿Qué? ¿Qué más quieres de mí, mujer? —me quejo, apretando mi mano en

su nuca— ¿qué empiece a usar una de esas jaulas para mi pene, para asegurar

que solo tú lo puedes usar? No veo de qué otra manera puedo convencerte de que

nunca va a volver a pasar algo como eso.

—No, aunque no suena nada mal —lo piensa por unos segundos— tal vez

podrías empezar por comprarme un ramo de flores... no lo sé, mierda romántica

como eso. Quiero sentir como que somos una pareja normal y no solo un par de

incompetentes que no saben qué están haciendo.

—De acuerdo, puedo intentarlo —ofrezco, aunque estoy casi seguro de que

voy a fracasar rotundamente.


75

All or nothing

Nos quedamos un rato más en la cama, sin hablar. Sinceramente no me

quiero mover. Después de todo lo que ha pasado, quiero estar con ella un rato. Y

el hecho de que esté callada y cerca de mí sin quejarse de algo es como un regalo

caído del cielo.

Estoy intentando pensar en algo romántico para hacer que no sea comprar

flores, porque me causan alergia, y además creo que no sirven para nada. Se me

ocurren algunas cosas, pero no sé cómo hacerlas o cómo conseguirlas. La verdad

es que no sé nada acerca de qué les guste a las mujeres. Podría irme con lo

regular, lo básico, y comprar osos de peluche o chocolates, pero eso es estúpido.

Quiero darle algo real, algo que signifique algo.

—Iré a darme un baño rápido —anuncia Crystal, desenredando nuestras

piernas y saliendo de la cama— me acabo de dar cuenta de que huelo a comida

barata y eso es asqueroso. Quiero vomitar de solo recordar todo lo que comí ayer.

Me levanto también cuando dice eso, con la idea de entrar junto con ella. Tal

vez eso me va a calmar y hacer que todo regrese a lo que solía ser. Solíamos

bañarnos juntos todo el tiempo en el campamento; no tanto por motivos

románticos sino porque ella hacía que me despertara tarde y no teníamos mucho
tiempo, pero aún recuerdo lo íntimo que se siente compartir eso con una persona,

estar completamente desnudo y no sentir ni una sola onza de vergüenza o

incomodidad. Quiero que sea así entre nosotros otra vez, quiero sentir todo eso de

nuevo. Sé que voy a estar un poco más en paz si lo hacemos. Todavía siento que

en cualquier momento vamos a volver a pelear y separarnos de nuevo.

—Iré contigo —digo sin importarme si quiere o no, y empiezo a seguirla.

Cuando entramos al gran baño de Crystal, ella se acerca para abrir la regadera de

la esquina, pero le doy un vistazo a su elegante bañera y me parece que estar ahí

sería romántico ¿cierto? Creo que sí— ¿no te gustaría entrar ahí? ¿conmigo?

Crystal observa su bañera como si nunca la hubiera visto antes y una

pequeña sonrisa aparece en su cara antes de asentir y darme una mirada

complacida. No sé porqué está complacida, pero me alegra que lo esté. La verdad

es que nunca me he metido a una de esas, creo que es extremadamente femenino

e ineficiente, pero supongo que estando con alguien más no puede ser tan malo.

Crystal empieza a quitarse la ropa lentamente, como si estuviera haciendo un

show para mí, hasta que termina completamente desnuda, luciendo tan magnifica

como siempre.

Abre la llave, saca unas pequeñas bolsas de un cajón y las esparce en la

bañera, después una botella rosa y vierte casi la mitad del contenido dentro. Me

ponen un poco nervioso la cantidad de cosas que está echando ahí, parece una

bruja haciendo una poción mágica.

—¿Cómo quieres acomodarte? —pregunta, volviendo a peinar su cabello en

un moño alto, para que no se moje, supongo— decide una posición en la que te
puedas quedar por al menos una hora. No tiene sentido entrar si planeas salir

muy rápido, el punto de esto es tomarte tu tiempo, relajarte y disfrutar.

—No lo sé, solo —me encojo de hombros y entro, haciendo un sonido de

sorpresa cuando toco el agua caliente. No esperaba que estuviera caliente, pero

supongo que se sentirá como aguas termales y va a ser agradable. Me siento y la

espuma que se está empezando a formar me da un poco de dignidad cuando

cubre mis partes— solo ven y acuéstate sobre mí.

Crystal me da una muy radiante sonrisa y hace lo que le pedí, pone su

espalda en mi pecho y me recuesto, abriendo mis piernas para que ella caiga entre

ellas. No es lo más cómodo del mundo estar metido en esta cosa con alguien sobre

mí, pero al mismo tiempo, no se siente mal. Cierro la llave cuando el agua

caliente está en un nivel aceptable y suspiro, pasando mis manos por el cuello de

Crystie mientras ella toma una esponja rosa de un contenedor y empieza a

recorrerla por sus piernas de una manera lenta y metódica.

—¿Recuerdas hace un tiempo, cuando estábamos en el campamento y te dije

que te llevaría a una cita? —pregunto, después de un rato. Ahora estoy acunando

los pechos de Crystal y jugando con ellos por sobre las burbujas, ella solo asiente y

hace un sonido de afirmación— creo que es tiempo de cumplir mi promesa y

llevarte a algún lugar ¿te gustaría eso?

—Claro que me gustaría —voltea a verme por sobre su hombro como si

estuviera orgullosa— mi mamá quiere que compre algunas cosas para ella en el

centro comercial, podemos ir por lo que quiere y después ir a comer a algún lugar

bonito.
—Yo no conozco nada aquí, tendrás que decirme a dónde quieres ir —aclaro,

porque no quiero que espere esfuerzo de mi parte para encontrar algún lugar.

—Iba a decirte a dónde quiero ir de todos modos, sé que no ibas a molestarte

en hacer una pequeña búsqueda en internet o siquiera preguntarle a alguien —se

queja, pero decido ignorarla porque no quiero empezar ninguna clase de

discusión— ¿no me vas a preguntar nada acerca de lo que pasó ayer? Estaba

esperando que me hicieras diez mil preguntas.

—No. No quiero saber —contesto, apretándome más a ella

inconscientemente y pasando mis brazos por su cintura para abrazarla— va a ser

peor si sé lo que pasó. Al menos de esta manera puedo imaginarme que el

momento estuvo falto de pasión y fue un horrible beso.

—De acuerdo —dice, en voz baja y empieza a pasar su esponja por mis

brazos y luego mis piernas. Hace tanta espuma que está llegando hasta su boca,

pero no parece molestarle, solo sigue con lo suyo y yo la dejo tocarme— pero creo

que estarás feliz de saber que Juanito nunca va a ser competencia de nuevo, creo

que se enamoró de Eva.

—¿En serio? —pregunto, algo confundido y un poco aliviado también.

Crystal me cuenta todo lo que pasó después de que le dijo que no quería nada con

él, y me hace sentir mejor. Me imaginaba la situación un poco más profunda y

erótica, pero fue algo tonta— debería decirte que siempre supe que no podrías

hacerlo, pero la verdad es que pensé que no habría nada que te fuera a detener.

Estaba en un muy mal estado cuando te fuiste. Todos lo notaron.


—Estaba dispuesta a hacerlo —admite, suspirando— ni siquiera pensé que

iba a ser la gran cosa, acostarme con alguien más... pensé que eso iba a arreglar

todo. Pero pasó lo mismo que cuando intenté estar con Dario esa vez que regresé

a casa por poco tiempo, solamente no pude.

—Porque ellos no son yo —susurro, sintiéndome más posesivo de repente.

No celoso, sorpresivamente, solo posesivo, territorial. No me molesta escuchar

que intentó hacer algo con alguien más, todo lo que me interesa es que no pudo

porque sabe que es mía. Sabe que soy el único que puede tocarla, el único al que

ella puede tocar— yo nunca hubiera querido estar con alguien más. Creo que lo

que pasó fue algo más grande que mi relación contigo, más grande que sentir

deseo, más grande que cualquier otra cosa.

—Creo que lo entiendo —dice en voz muy baja, y levanto mis cejas con

sorpresa, pero no digo nada— pero aún así, mi confianza en ti ya no es lo mismo.

No creo que vuelva a ser lo mismo alguna vez.

—Voy a empezar a ir a terapia y voy a mejorar. Ya no voy a confundir gente,

y seguro como el infierno no voy a pasar tiempo con mujeres que obviamente

quieren algo conmigo. Ni siquiera estoy preocupado porque no pueda ganarme tu

confianza de nuevo, sé que vas a darte cuenta con el tiempo que solo te quiero a

ti. Te he dicho muchas veces que eres mía, pero creo que no sabes que eso

significa que yo soy tuyo, también.

Crystal no dice nada, solo se da una vuelta en la bañera, haciendo que algo

de agua se derrame. Nos quedamos mirándonos por unos segundos y ella acaricia

un poco mi oreja lastimada con mucho cuidado antes de limpiarse la espuma de la


cara y darme un beso lento y calmado que me asegura que todo va a ir bien de

ahora en adelante. Después de eso empezamos de hablar de cosas sin mucha

importancia para deshacer la tensión. Y cuando salimos por fin, voy a mi

habitación para ponerme algo de ropa para ir a nuestra primera cita.

Antes, hace no mucho tiempo, pensaba que tomarse de las manos era lo más

sin sentido que la gente podía hacer. Ahora sigo pensando lo mismo, pero lo hago

de todos modos porque Crystal me voltea a ver con una sonrisa como si estuviera

haciendo algo bien cuando entrelazo nuestros dedos, y eso es suficiente razón

para seguirlo haciendo. Por eso, durante el camino al centro comercial, tomo su

mano todo el tiempo.

Cuando llegamos, no puedo evitar sentirme extraño caminando con ella por

este lugar tan ridículo, lleno de tiendas tan caras. Siento como que no pertenezco

aquí, como que estoy traicionando a alguien al estar en un lugar tan extravagante.

Sé que está mal pensar de esa manera, pero simplemente no puedo evitarlo.

—Mira, Osito —llama mi atención Crystal, sacándome de un lugar mental al

que definitivamente no quería ir de nuevo, y apunta hacia una florería— esas son

las rosas más bonitas que he visto en toda mi vida, creo que deberías comprarme

ese pequeño arreglo que tiene...

—No puedo comprarte ningún tipo de planta —le digo, antes de que termine

de gastar su saliva en algo que simplemente no va a pasar— no puedo entrar ahí y

no puedo nunca comprarte flores a menos que las mande a pedir por internet y te

asegures de tenerlas alejadas de mí. Soy alérgico, no creo que quieras lidiar con

mis estornudos todo el día.


Crystal no se molesta en ocultar lo mucho que esto la decepciona, como si

una cubeta con un montón de flores fuera lo mejor del mundo. Como si no fuera

solo un gesto que la gente ha malgastado porque lo único que se puede hacer con

un ramo o con un arreglo es dejarlo en algún lugar de tu casa a que las flores se

marchiten. No tiene ningún uso y no voy a poner mi salud en peligro por algo de

tan poca importancia.

—De acuerdo —murmura, y vuelve a tomar mi mano como si nada hubiera

pasado, pero sé que está decepcionada. Realmente quería unas flores la pobrecita.

Que lastima que no las va a tener.

Intento pensar en qué otra cosa puedo darle, algo que no haga que mi

garganta se cierre y que estornude por tres horas seguidas, pero cuando ella me

da la oportunidad de encontrar algo haciéndome entrar a diferentes tiendas a ver

cosas como ropa o maquillaje, no puedo evitar solo quedarme en blanco,

pretender que no estoy aquí, contar los segundos para que esto se acabe y buscar

algún lugar donde pueda sentarme a descansar.

—¿Ves esto? —pregunta Crystal de repente, acercándose al pequeño sillón

que le gané a otro pobre imbécil y empujando una clase de prenda en mi cara—

cuesta cinco mil dólares ¿puedes creerlo? Mira estas costuras mal hechas, solo

tomaría un pequeño jalón para que estuvieran destruidas. Además, siéntelo.

Me obliga a sentir la tela entre mis dedos y me mira expectantemente,

esperando que diga algo, probablemente una queja, pero la verdad es que no

entiendo qué quiere de mí, eso se siente como cualquier otra tela que haya

sentido alguna vez.


—Es de la peor calidad, el tipo de ropa que se desintegra después de solo dos

usadas. Es marketing ¿sabes? solo lo hacen para que pienses que es tan especial

que es súper delicado y sigas comprando y gastando en cosas cada vez más caras

que no lo valen. Este tipo de materiales los podría encontrar con cualquier

proveedor de bajo mundo y hacer esta mierda no saldría en más de algunos

cientos de dólares. Por esto es que odio entrar a establecimientos de ésta índole,

solo me hacen enojar —vocifera con mucha intensidad en su voz. Asiento la

cabeza cuando me parece necesario hacerlo, pero dejo de ponerle atención a lo

que está diciendo porque a pesar de que es lindo que sea tan apasionada con lo

que le gusta, yo no quiero saber de ese tipo de cosas.

—Todo lo que tú haces es mil veces mejor que esto —digo cuando deja de

quejarse. Ella asiente como si fuera algo obvio y como si eso fuera lo que estaba

esperando que dijera, luego se va para seguir moviendo cosas en los percheros

con asco y murmurando cosas bajo su aliento. Empiezo a sentirme claustrofóbico

cuando la tienda se llena de más mujeres y decido que ya no puedo seguir aquí.

Camino hacia Crystal para decirle eso— estaré esperándote afuera ¿está bien?

—De acuerdo, pero no te pierdas, por favor. Este lugar es muy grande.

—No lo haré —ruedo los ojos y salgo, respirando por fin algo de aire fresco y

no el grueso y perfumado aire que circula ahí adentro.

Busco alguna banca solitaria donde pueda esperarla, pero no encuentro

ninguna, así que empiezo a caminar un poco para ver si alguna tienda tiene algo

que me llame la atención, pero no sucede. No hay nada que me guste para
regalarle a Crystal, ni mucho menos para mí mismo. Toda la ropa de hombre que

hay por aquí es muy... exótica, por no decir algo más insultante.

Creo que mi problema con lo de Crystal es que quiero darle que realmente

signifique algo, y sé que no voy a encontrar nada de eso aquí. Tal vez debería

hacer algo con mis propias manos, como cuando ella hizo esas camisetas y me las

regaló. Eran geniales y todo, pero la ropa para mí no significa nada, sin embargo

ahora son mis favoritas, solo porque ella las hizo. Tienen valor sentimental. Lo

malo es que yo no sé hacer nada, solo comida, y cocino para ella todo el tiempo,

ya perdió el encanto.

Después de un rato de andar navegando sin ningún destino, una tienda en

especial me hace parar inmediatamente, haciendo que alguien se estrelle con mi

espalda y me insulte antes de irse. Una idea llega a mi cabeza, pero es algo

arriesgada. Definitivamente es algo que significaría mucho, pero tal vez

significaría demasiado.

—Buenas tardes, bienvenido a Tiff...

—Hola, necesito un anillo —interrumpo a la empleada, y mis manos se

ponen a temblar cuando veo mis alrededores. Esta podría ser la mejor idea que ha

llegado a mi deficiente cerebro... o la peor— un anillo de compromiso.

Esto es muy estúpido. No conozco a esta mujer desde hace mucho tiempo. No

puedo soportarla la mayoría del tiempo. No es material de esposa.

Y aún así, aquí estoy. Y no me veo comprando un anillo para nadie más,

nunca. Además ¿Qué otra cosa podría ser más eficaz para dejarle saber que estoy

completamente loco por ella? Esto es lo que necesito, el gran gesto romántico que
le demostrará que estoy siendo serio acerca de esto y que estoy seguro de lo que

siento.

Y no significa que nos tenemos que casar inmediatamente, podemos hacerlo

en uno o dos años o tal vez más adelante. Este anillo solo va a significar que estoy

dispuesto a casarme, lo cual es bastante significativo porque nunca en mi vida

pensé que estaría incluso considerándolo y ella lo sabe.

—De acuerdo, muy bien. Los anillos de compromiso son de hecho nuestra

especialidad —asegura, con una brillante sonrisa— ¿tiene alguna idea de lo que

está buscando? ¿Tiene algún tipo de anillo en mente?

—No. Pero quiero algo... no lo sé, algo que una celebridad tendría

¿entiendes? —intento explicarme, pero no sé cómo decirlo exactamente— esta

mujer está acostumbrada a las cosas exorbitantes. Necesito un anillo que esté al

mismo nivel que el resto de ella, quiero algo que vaya a adorar. No importa el

precio.

—Perfecto, puedo encontrar exactamente lo que estás buscando —me da una

mirada complice con signos de dólares en sus ojos, pensando en su comisión

seguramente— dime algo acerca de esta mujer primero, acerca de sus gustos,

cómo es. Hay tipos diferentes de anillos para tipos diferentes de personalidad.

Esto es muy importante porque, si ustedes tienen suerte, ella tendrá este anillo

para siempre.

—Ella es... no lo sé —hago una mueca— le gusta mucho la ropa.

—Necesito algo más profundo que eso, sé que puedes hacerlo —me anima—

sigamos con el ejemplo de la ropa, para que sea más fácil para ti ¿qué tipo de
ropa le gusta? Tal vez utiliza muchos vestidos pegados al cuerpo, de colores

llamativos... o tal vez le gusta la ropa clásica, colores apagados, bajos, opacos... tal

vez le gustan las cosas brillantes, grandes, que llaman la atención, o...

—Sí, esa es ella —la detengo, emocionado porque parece ser que estamos

llegando a algo— le gustan las cosas brillantes, le gusta llamar la atención, causar

envidia... tiene que ser lo mejor. El mejor anillo, el que ella pueda ir por la vida

presumiendo, porque ama hacer eso también, presumir. Sentirse superior a todos.

—Muy bien. Algo más... no intento ofender o traspasar alguna linea, pero

estoy suponiendo que esta mujer es de dinero —asiento hacia ella— ¿Sabes si es

de dinero viejo o de dinero nuevo? Es importante también porque por eso podría

tener gustos más antiguos o podría querer algo moderno.

Me pongo a pensar con fuerza. Sé que Cristoff está cargado de mucho dinero

por la marina y por su trabajo en el gobierno, pero creo que mi padre mencionó

alguna vez que Lauren es de familia adinerada. La verdad es que no sé muy bien,

pero me iré con mi intuición.

—Creo que es dinero viejo, su familia actúa como si el dinero viniera de los

árboles así que supongo que están acostumbrados a tenerlo desde siempre —

inquiero, mordiéndome la lengua porque mis padres son iguales, y la vendedora

asiente hacia mí.

—Bien, eso es de mucha ayuda —me sonríe con mucha fuerza— ¿Por qué no

me esperas un poco mientras busco algunas opciones que puedan ser útiles para

ti?
Asiento y respiro muchas veces con nervios, esperando que se apure porque

Crystal podría estar buscándome en este momento y definitivamente no quiero

que sepa dónde estoy. Para mi suerte, la vendedora no se tarda mucho tiempo, se

acerca cargando una caja grande de cuero y la pone sobre la repisa frente a mí

para enseñarme lo que tiene.

En el momento en el que abre la caja y me deja ver dentro, ya sé cuál voy a

comprar. Es obvio. Ese maldito anillo está gritando "yo pertenezco en el dedo de

Crystie". Es perfecto. Es incluso rosa.

—Quiero ese —digo, apuntándolo directamente antes de que la vendedora

diga algo. Ella se ve sorprendida por un segundo pero luego lo toma y me deja

sostenerlo— definitivamente lo quiero ¿cuánto cuesta?

—Ese diamante rosa es bastante...

—No me importa. Solo dígame cuánto cuesta, necesito hacer esto rápido —la

corto. Ella asiente una vez más y me da el precio inmediatamente. Mi corazón se

para por un momento cuando escucho la cantidad enorme de dinero que esta

pequeña mierda cuesta.

Podría alimentar a dos países pobres con todo ese dinero, pero no puedo

seguir pensando así. Ya hacemos donaciones, ya hacemos caridad y ya arriesgué

mi vida ayudando gente, esto no debería hacerme sentir mal.

Tengo el dinero necesario y nunca voy a gastármelo en otra cosa de todos

modos, mis padres no van a hacer ningún drama porque gasté esta cantidad, de

hecho creo que van a estar felices de que al fin hice uso de alguna de las tarjetas
que han metido por mi maldita garganta toda mi vida para comprar algo que

cuesta más de cien dólares.

Saco mi cartera y le doy una de las tarjetas y mi identificación. Ella tiene la

misma prisa que yo, parece, porque casi corre a la caja registradora y empuja a la

otra mujer ahí parada para hacer la compra. Le pide a la mujer que acaba de

empujar que empaque el anillo lo más rápido que sea posible y pasa la tarjeta,

luego cuando todo está listo se acerca a mí con una pequeña caja azul.

Una caja muy jodidamente obvia si me preguntan a mí, así que saco el anillo

de la caja y lo guardo solo en mi bolsillo. Después firmo el papel de la

comprobación y salgo de ahí lo más rápido que puedo.

Empiezo a caminar intentando no lucir culpable, lo cual es bueno porque

puedo ver la cabeza pelirrojirubia de Crystal acercándose a donde estoy y mirando

para todos lados, buscándome. No se ve muy contenta.

—¡Señor, señor! —llama alguien detrás de mí y cuando volteo, veo que es la

misma vendedora, sosteniendo mis tarjetas en la mano— olvidó esto.

—Oh, muchas gracias —las tomo, sintiéndome estúpido, y las guardo

rápidamente— lo siento, necesitaba salir de ahí lo más rápido que me fuera

posible.

—Lo entiendo —asiente hacia mí— mucha suerte con su compromiso, espero

que...

—¿Se puede saber qué está pasando aquí? —pregunta Crystal detrás de mí.

Literalmente salto del susto y empiezo a sudar de los nervios mientras la

vendedora me da una mirada conocedora, como si estuviera asegurándome que


no va a decir nada. Crystal se pone entre nosotros y mira de la vendedora hacia

mí con los ojos entrecerrados— no, no te vayas. Primero explícame qué hacías con

mi novio.

La vendedora deja de caminar hacia atrás y abre su boca varias veces

intentando pensar en algo que no implique decir la verdad.

—No estábamos haciendo nada, ella solo se acercó para... —empiezo a crear

una mentira, pero obviamente soy malo para eso, Crystal se da cuenta

inmediatamente que no estoy diciendo la verdad y cruza sus brazos, levantando

una ceja hacia mí y mirándome como si me quisiera exterminar con sus ojos—

estoy hablando en serio, no estaba pasando nada malo, ella solo... me estaba

diciendo de unas ofertas en la tienda dónde trabaja.

—Sí, claro y yo soy estúpida —se ríe sarcásticamente y voltea con la

vendedora a darle la misma mirada que me dio a mí, supongo— regresa a la

jungla de donde saliste o te va a ir mal.

—Disculpa, lo que él dijo es cierto, me acerqué a contarle de...

—No me interesa, no te creo —la interrumpe, empezando a acercarse más a

ella con sus pequeñas manos empuñadas— vete de aquí antes de que me entere

cual es tu "tienda" y haga que te despidan por ser una ofrecida, aunque

probablemente solo le abrirás tus piernas al jefe y el asunto se resolverá ¿cierto?

Así funcionan las...

—Crystal, por dios —pongo mis manos en sus hombros para que no vaya a

hacer algo estúpido como golpear a esta pobre mujer que solo ha intentado

ayudarme— lo siento mucho por esto, en serio. Gracias por tu ayuda, pero...
—¿Lo siento mucho por esto? —repite Crystal, saliendo de mi agarre y

volteándose para darme una mirada incrédula— ¿Gracias por tu ayuda? ¿A quién

se parece ella, eh? Esa parece ser tu excusa ahora, así que dime a quién se parece

este orangután salido de la jungla bubónica que te...

—Por el amor de dios, cierra la boca —exploto, cuando he tenido suficiente y

literalmente pongo mi mano en su boca para que se calle— le estaba pidiendo un

consejo para regalarte algo ¿de acuerdo? Ella me estaba diciendo qué podría

darte. Trabaja en una joyería y pensé que algo de ahí te gustaría.

Crystal deja de pelear contra mí en ese mismo instante y la suelto porque

creo que es seguro hacerlo ahora. Sus ojos se pusieron suaves y brillantes con

emoción. La vendedora está intentando alejarse sin que nos demos cuenta de

nuevo, pero hago una seña para que se quede un poco más.

—Pídele perdón a la señorita —ordeno, mirando a Crystal— fuiste muy

grosera con ella sin ninguna razón, pídele perdón.

—De acuerdo, papi sargento —rueda los ojos sarcásticamente hacia mí y

toma aire, volteando hacia la vendedora— lamento haberte llamado orangután

solo porque tus brazos están un poquito peludos, en serio no fue mi intención.

Fue completamente grosero y lo siento mucho. Tengo problemas de confianza.

—No hay ningún problema —dice la vendedora con una sonrisa apretada—

¿les gustaría pasar a ver las opciones y saber más acerca de las ofertas que

tenemos?
—Nos encantaría —responde Crystal y toma mi mano para arrastrarme de

regreso a la joyería donde acabo de gastar más de lo que he gastado en toda mi

vida.

Así que terminé comprándole un anillo de casi un millón de dólares y una

maldita pulsera "en oferta" para complacerla. Lo bueno de esto es que Crystal

está completamente feliz con su nueva pulsera, no puede dejar de observarla y

decirme lo mucho que le gusta y lo feliz que está de que se la haya comprado. Lo

malo es que me doy cuenta ahora de que con esa pulsera hubiera bastado para

hacerla feliz, el anillo me parece completamente innecesario ahora.

Quiero decir, supongo que aún se lo daré, porque ya cometí la estupidez de

comprarlo, pero no puedo evitar darme cuenta de que fue una mala decisión que

hice en el calor del momento. Esto solo incrementa mi argumento de porqué no

funcionamos juntos. Somos extremistas. Tenemos que ir siempre todo o nada.

Ahora estoy estancado con un posible matrimonio por eso. Y lo peor del caso

es que cada vez suena menos loca y más atractiva la idea de hacerla mía por

completo.
76

Stealing the attention

Crystal

Levanto mi mano y pongo mi nueva pulsera directo en el sol para haga luces

en todo el auto. Justin rueda los ojos cuando un último sonido de emoción se me

escapa y sigue manejando.

Desde que perdí un poco la cordura hace unos minutos y le hablé mal a la

vendedora, ha estado enojado conmigo. Realmente no me puede culpar por

pensar que estaban coqueteando, era demasiado sospechoso y sabe que aún no

confío en él.

—¿Por qué sigues enojado? —pregunto, cuando me canso de su actitud.

Justin voltea a verme como si no tuviera idea de lo que estoy hablando— me

disculpé mil veces.

—Lo sé, no estoy enojado —contesta e intenta sonreírme, pero no lo logra —

¿sabes a dónde quieres ir?

Decido dejar ir el tema por ahora y decirle el lugar a dónde quiero ir, el cual

está solo a diez minutos de donde estamos. Es uno de los mejores restaurantes de

comida italiana, súper exclusivo. Necesitas una reservación para entrar, pero el

dueño resulta ser uno de los más cercanos amigos de mi madre así que solo tengo
que decir mi nombre y nos consiguen una mesa después de hacer una rápida

llamada.

Justin se sienta a un lado de mí en el sillón de la cabina y pide una botella de

vino rosa sin preguntarme, porque sabe que eso me gusta. Por alguna razón ese

pequeño gesto me hace sentir cálida por dentro, o tal vez es que hoy todo está

yendo mucho mejor de lo que ha ido en mucho tiempo. Sin contar ese pequeño

ataque de celos que tuve.

Cuando la mesera se va después de dejar las cartas frente a nosotros, Justin

vuelve a actuar igual que en el auto, como si estuviera muy preocupado por algo,

o como si estuviera pensando en mil cosas diferentes. Me doy cuenta de que no

voy a lograr sacarle lo que le pasa, así que en lugar de intentarlo, prefiero

acercarme y darle un beso.

Justin bufa una pequeña risa cuando siente mis labios en su mandíbula y se

inclina hacia mí para que me sea más fácil llegar a su boca. Aún con él inclinado,

tengo que levantarme un poco porque estoy realmente mal sentada, así que pongo

mi mano en su muslo para elevarme, pero un dolor punzante me detiene cuando

algo pequeño se entierra en mi palma.

—¡Auch! ¿Qué demonios es eso? —me quejo, acunando mi mano lastimada.

Justin pone la mano sobre esa cosa que trae guardada inmediatamente,

poniéndose en modo de ataque.

—No es nada —contesta, sin dejar de cubrir esa cosa, y se acerca para

intentar besarme pero muevo la cara y solo puede besar mi mejilla— ¿qué pasa?
—Quiero saber qué es eso —exijo, entrecerrando mis ojos hacia él. Justin se

pone incluso más nervioso y niega con la cabeza. Tal vez algún día aprenderá a

mentir mejor y no ser tan obvio cuando está ocultando algo, pero hoy no es ese

día— enséñamelo. Solo quiero saber qué es. Me lastimó.

—Es un... una pequeña cosa que recogí del suelo, no es nada —miente,

intentando reírse para convencerme. Parece que no recuerda que lo conozco

mejor de lo que se conoce él mismo y sé que no podría mentir ni para salvar su

vida— vamos, Crystie, no seas tonta. Dame un beso.

—No —lo corto, y cruzo mis brazos— enséñame qué es eso ahora mismo.

Debe haber alguna razón por la que lo estás ocultando. Si no es nada, entonces no

hay ningún problema ¿cierto?

Justin toma aire profundamente y cuadra sus hombros, sin mover la maldita

mano de donde está lo que sea que es esa tontería. Luego niega con la cabeza con

mucha convicción.

—No puedo dejar que lo veas —murmura, después de unos segundos, y mis

ojos se entrecierran hacia él— olvídalo. Por favor. Es... es algo que... solo no te lo

puedo enseñar. Entiéndelo.

Justin
No pienso mover mi mano en meses si eso es lo que se necesita para que no

vea el anillo, a pesar de que cada vez se ve más lista para arrancarme el brazo y

ver por sí misma lo que tengo guardado.

—Justin, no estoy bromeando ¡Enséñamelo! ¡Sácalo! —casi grita, intentando

mover mis manos, justo cuando la mesera se acerca con nuestras copas y nuestra

botella. Su cara se pone roja cuando escucha lo que dice Crystal y ve dónde están

sus manos, pero a pesar de que obviamente quiere alejarse de nosotros, tiene que

dejar las cosas en la mesa— no ocupas servirlo, gracias.

La mesera le da una mirada agradecida por no tener que quedarse más

tiempo con nosotros y se va rápidamente. ¿Por qué siempre tenemos que

aterrorizar a las personas? ¿Por qué no podemos ser normales? Eso es todo lo que

pido.

—Escucha, lo que...

—Está bien, ya no me importa —me interrumpe Crystal, levantando un

hombro, quitando sus manos de las mías y tomando la carta para empezar a

leerla. La miro con completa confusión, sin mover mi mano porque no confío en

ella, en cualquier momento podría lanzarse hacia mí y quitarme el pantalón frente

a todos con tal de ver qué es— ¿Quieres pedir una pizza? ¿O prefieres pasta?

—Lo que sea, pizza está bien —contesto, empezando a relajarme un poco

más en el sillón, y me acerco para leer la misma carta que está sosteniendo ella.

Una vez que decidimos, la misma mesera avergonzada se acerca y toma nuestro

pedido.
Me quedo esperando a que vuelva a exigir que saque el anillo, pero ella

empieza una diferente conversación y es como si ese asunto quedara

completamente olvidado. La comida llega después de un rato y a pesar de que

suelo ser critico y odiar la comida en todos los lugares a dónde voy, me parece que

todo lo que ordenamos es bastante decente. El ambiente es romántico y relajado,

Crystal está siendo linda por primera vez en su vida y todo es básicamente

perfecto por unos minutos.

Cuando terminamos de comer, Crystal se queja de lo llena que está. Se

recuesta en mi pecho por un segundo y me pide que la abrace, así que lo hago,

porque vivo para complacerla y porque no pensé que tuviera motivos interiores,

pero me equivoqué. Como siempre.

Tan pronto como envuelvo mis brazos a su alrededor, Crystal se mueve más

rápido que una bala y empieza a introducir su mano en mi bolsillo. Para cuando

me doy cuenta de su plan, su mano ya está a medio camino y ya encontró lo que

quería.

—¡Sí! ¡Te gané! —exclama con emoción cuando lo toca, volteando hacia mí

para darme una mirada de triunfo, pero luego frunce el ceño y empieza a sacar su

mano— ¿Qué demonios es...?

Dejo salir todo el aire y cierro los ojos, mientras ella lo saca por completo y lo

acerca a su cara para examinarlo y comprender lo que esto significa. Lo cual le

toma bastante tiempo.

—¿Es... es para mí? —pregunta, y quiero decirle: "no, no es para ti, estúpida"

pero solo asiento, sin abrir los ojos. Crystal se queda callada por casi dos minutos.
Y sí, estoy contando el tiempo. Empieza a tocar mi pecho con un dedo para llamar

mi atención, abro los ojos y estudio su cara para saber qué está pensando—

pregúntame.

—¿Que te pregunte qué? —mi voz suena baja y confundida. Crystal extiende

el anillo hacia mí y repite lo que dijo. Tomo el anillo y hago una mueca incomoda

cuando entiendo a qué se refiere. Esto no es cómo yo quería hacerlo. De hecho, ni

siquiera había pensado en una forma para hacerlo— ¿te quieres casar?

—Un poco más de emoción no te va a matar —murmura, y cruza sus brazos

en su pecho— además, deberías arrodillarte ante mí y decir antes algo bonito. O

te diré que no.

—Si dices que no, entonces podré ir a empeñar este ridículo anillo y

reflexionar acerca de mis estúpidas desiciones. Eso sería lo mejor —mascullo,

mirando a mis manos y considerando si debería de hecho ponerme en una rodilla

o irme de aquí y no volver a hacer algo así de nuevo.

—No tenemos todo el día, Justin —me apura Crystal, dándome un pequeño

empujón para que me levante. Gruño y lo hago, pero me quedo parado. Tomo aire

para preguntarle una última vez pero ella no me deja hablar— ponte en una

rodilla o no cuenta.

—¿Por que siempre me haces esto? —me quejo, porque siempre está

empujándome a hacer cosas que no me nacen, como cuando por fin tuve el valor

de decirle que la amo y a ella no le pareció suficiente y me obligó a que lo dijera

con algo de emoción. Como si no supiera lo difícil que es para mí hacerlo. De


todos modos, solo para terminar con esto, me pongo en una rodilla y elevo el

anillo hacia ella, ahora parada frente a mí— mi amada Crystal ¿Me harías el hon-

—¡Sí! —grita con emoción y me arrebata el anillo, poniéndolo en su dedo

inmediatamente— ¡Sí, sí, sí!

Me río por su reacción aunque debería de estar enojado por la escena que

está causando. En el momento en el que me levanto, Crystal se tira hacia mí y me

abraza, rodeando mi cuello y dando un brinco para que ponga mis manos en sus

piernas desnudas y la cargue como siempre.

La gente alrededor de nosotros empieza a aplaudir cuando la cargo. Escondo

mi cara en su cabello para que nadie vea mi obvia vergüenza reflejada en mi cara,

probablemente bastante roja.

—Creo que es hora de irnos a festejar —susurra Crystal en mi oído y acaricia

mi nuca con sus manos. Asiento y la dejo lentamente en el piso para pagar y

podernos ir lo más rápido posible a festejar. Espero que por "festejar" se refiera a

tener sexo por al menos tres horas seguidas. Es justo y necesario. Me lo he

ganado.

Les damos las gracias a algunas personas mientras salimos. Crystal le enseña

su anillo a todas las mujeres que se le pasan por enfrente y cuando llegamos al

auto, toma mi cara y me da el beso más intenso que me ha dado en toda nuestra

historia. Ni siquiera es sexual, es solo muy apasionado, pero se acaba tan pronto

como empieza y abre su puerta para entrar al auto.

Puede ser que esto del compromiso no sea la mejor idea del mundo y

nosotros no seamos la pareja más estable como para estar pensando en casarnos,
pero en este momento, estamos contentos y eso es todo lo que importa ¿no? al

menos por un tiempo, hasta que los inminentes problemas empiecen de nuevo.

—¡Crystal! —me quejo, cuando empieza a besar mi cuello y tocarme por

encima de mi pantalón. Eligió el peor momento porque estoy manejando por un

bulevar muy transitado— esto es peligroso. Voy a chocar y nos vamos a morir.

—No me importa, estoy muy feliz. Y cuando estoy feliz me gusta hacerle

mamadas a mi prometido en medio de la calle —anuncia y a pesar de que me

gustaría ser el adulto responsable que ella claramente no es y decirle que no

podemos hacer esto, mantengo mi boca cerrada mientras ella abre el botón y se

encarga de sacarme al aire libre— mira que bonito estás hoy. Te he extrañado.

—Ni siquiera ha...

—No estoy hablando contigo, Justin. Concéntrate en manejar —masculla

hacia mí, y se acomoda mejor en su asiento para agacharse y empezar a dejar

largos besos húmedos por toda mi erección, dándole mucha atención a la cabeza

porque sabe que es mi parte favorita. Trago saliva y abro mucho mis ojos como si

eso me fuera a ayudar de alguna manera a no estrellarme contra nadie.

Crystal juega con mis bolas con mucha delicadeza mientras empieza a

tomarme por completo en su boca. Quiero cerrar mis ojos y dejarme ir con el

placer como debería de ser, pero en lugar de poder disfrutar esta romántica

mamada como dios manda, tengo que poner extra atención a todo lo que está

pasando a mi alrededor y morder el interior de mis mejillas para no hacer

ninguna cara extraña que le deje saber a la gente de los autos cercanos lo que está

pasando aquí.
Dejo salir un sonido estrangulado cuando Crystal hace esa succión que tiene

tan dominada y juro que estoy a un segundo de mandar a la mierda todo y solo

cerrar mis ojos y tomar la linda cabeza de Crystie para empezar a embestir en su

garganta, pero el sonido de un celular nos saca del estado en el que estamos.

Crystal me deja libre para contestar y tengo que maniobrar el auto con una sola

mano para cubrirme.

—Estoy ocupada en este momento con algo muy importante, papá ¿qué

quieres? —pregunta Crystal con un tono de molestia, mirándose en el espejo

frente a ella y arreglando la pintura tinta de sus labios. De repente suelta un jadeo

sorprendido y me voltea a ver con los ojos muy abiertos— ¡¿Qué?! ¡Oh, por dios!

—¿Qué pasa? —pregunto, sin poder descifrar la emoción detrás de su "oh

por dios" no sé si la noticia es buena o mala, pero ella no me hace caso, solo

escucha lo que su papá está diciendo y una sonrisa empieza a formarse en su

boca, así que me tranquilizo.

—No puedo creerlo. De acuerdo, estaremos ahí en veinte minutos —asegura

y cuelga— mi madre está pariendo.

—¿Qué? ¿Ya tiene los nueve meses?

—Ocho y medio, creo. Dice que todo está bien, su fuente se rompió en la

casa pero está actuando muy pacifica. Incluso pidió que mi padre la llevara

primero por un café antes de llegar al hospital —dice, riéndose de su madre.

Luego me dice dónde está el hospital— esto es tan perfecto. Realmente te luciste

con este anillo. Y todo está saliendo mejor de lo que planeé.


—¿De lo que planeaste? —repito, frunciendo el ceño hacia ella— dime a qué

te refieres, estoy empezando a tener un mal presentimiento. Usualmente cuando

planeas algo, no es nada bueno.

—No te preocupes. Tal vez no es algo bueno, pero tampoco es malo —me

tranquiliza, y luego se acerca para seguir con lo que estábamos antes de que su

padre le llamara y arruinara mi cercano orgasmo.

Creo que la felicidad de Crystal es un factor muy importante para su

desempeño, porque sé que está muy feliz en este momento, y esta mamada podría

ganar concursos. Mientras empieza a succionar de nuevo y presionar ese lugar

especial debajo de mi cabeza, me arrepiento de todos esos momentos en el

campamento cuando la llamé inútil y buena para nada. Obviamente este es su

verdadero talento natural. Pone toda su energía y amor en complacerme, y dios,

realmente lo está haciendo.

—Sigue haciendo eso —ordeno, con la voz cortada y débil. Empiezo a

levantar mis caderas para aumentar el ritmo y unos pocos segundos después

tengo el peor orgasmo del mundo. Quiero decir, es bueno, pero me lleno de

pánico también y casi me salgo de la carretera, pero aún así lo aprecio— eso fue

horrible, nunca vuelvas a hacerlo.

—¿Horrible? —repite, en voz alta y ofendida, levantando su cabeza— acabo

de tragarme un litro de esperma ¿y te atreves a llamarle a eso horrible? deberían

darme un premio por lo que acaba de pasar, y por atreverme a tragar esa

asquerosa sustancia.
—No me refería a la mamada, eso fue perfecto —aclaro, riendo por lo mucho

que eso la ofendió y subiendo mi pantalón una vez más— me refiero a que fue

peligroso y si no fuera por mis reflejos y entrenamiento, literalmente hubiéramos

muerto.

—Claro que no —rueda los ojos y se pone el cinturón— pero sigo estando

feliz, tu amargura no va a arruinar eso para mí. No esta vez.

Levanta su mano y por el resto del camino al hospital, lo único que hace es

admirar el anillo y tomarle miles de fotos en diferentes ángulos y posiciones. Me

enseña todas las fotos para que decidamos juntos cual debería subir. Le digo que

todas me gustan, aunque me parecen iguales todas.

Hay varias personas en la sala de espera y cuando Crystal se acerca a saludar

a todos y presentarme, me doy cuenta de que todos vienen a visitar a la señora

Angelo y que son familia. Saludo a sus dos tías de Portugal que conocí antes, a un

tío más joven que no está casado, también a una prima de su edad con la que

obviamente no se lleva muy bien y luego conozco a Mitchie, la abuela materna de

Crystal.

—¿Te conseguiste un soldado también, eh? Sí que saben cómo elegirlos —

bufa Mitchie, dándome una mirada de completo desdén— este se ve incluso peor

que el último muchacho que andabas arrastrando detrás de ti ¿por qué tienes que

darme en la contra siempre, Crystal? ¿qué tienes en contra de elegir a alguien que

valga la pena?

—El último muchacho que andaba arrastrando detrás de mí era el hijo de un

famoso director de cine, y Justin es de una muy buena familia —pelea Crystal y
yo solo puedo quedarme parado ahí sin moverme mientras la perra de su abuela

la mata con sus brillantes ojos verdes— pero eso no es de tu incumbencia, incluso

si decidiera estar con un hombre pobre, no tendría porqué importarte.

—Claro, clávame una estaca de una vez y aviéntame al ataúd —niega con la

cabeza, haciendo una mueca de dolor. Veo que el dramatismo es de herencia—

pero está bien, te daré el gusto de aceptar a Justin. Al menos no es negro.

Voltea a verme a los ojos por primera vez desde que se acercó y me ofrece su

huesuda mano. La tomo aunque no me gustaría nada más que patear su trasero

racista y golpear su muy operado rostro.

—Es un gusto conocerla, señora.

—Por dios ¿podría ser más horrible? —se queja Crystal cuando nos alejamos

de ella— la odio. Todos la odiamos. Solo estamos esperando que se muera para

que reparta la herencia de una maldita vez pero parece que la maldita es

inmortal.

—Es bastante horrible, no voy a mentir —acepto— pensé que eras lo peor

¿sabes? cuando te conocí. Pensé que eras lo peor que podría encontrarme alguna

vez, pero ahora que conocí a tu abuela, me doy cuenta de que no estás tan mal

después de todo.

—Ni siquiera está en todo su esplendor, esto no es nada —se ríe, negando

con la cabeza— la última vez que me vio fue en la boda de mi tía Pamela y mi cita

era un muchacho con rasgos del medio oriente con el que estaba casualmente

saliendo. Mi abuela no hizo más que ignorarlo y referirse hacia él como "el

musulmán" aunque repetí mil veces que no era musulmán para nada. A la mitad
de la boda se levantó de la mesa porque "no soportaba estar tan cerca de un

terrorista" pero me fui con él antes de que ella lo hiciera. Jav no era el mejor

hombre del mundo... de hecho, era un gran imbécil, pero eso fue bastante

grosero.

—Estoy sin palabras —murmuro, dándole otra mirada a Mitchie. Está parada

donde mismo con sus brazos cruzados en su pecho y mirando a todos lados como

si esperar fuera lo peor del mundo— ¿Y siquiera les dejará herencia? No me

sorprendería si esconde todo su dinero para que nadie lo tenga.

—Estamos en su testamento, créeme, ya nos aseguramos de eso. Y la

cantidad de dinero que está a nuestro nombre es suficiente para soportarla por un

tiempo más.

Por un rato, seguimos quejándonos de su abuela y me cuenta algunas cosas

del resto de su familia, hasta que Cristoff se acerca hacia nosotros vestido como

doctor, con los ojos llorosos. Crystal se levanta primero que todos y se acerca para

abrazar a su papá.

—¿Todo salió bien?

—Sí, todo es perfecto, Candice es hermosa y saludable —anuncia hacia

todos, sin dejar de abrazar a Crystal como si fuera un pequeño oso de peluche—

¿quieres pasar a conocer a tu hermanita, princesa?

—¡Sí! —exclama y camina con su padre hacia la habitación, dejándome solo

con todos los demás. Por supuesto, la abuela inmortal aprovecha esto para

acercarse a mí.
—¿Quieres dinero? —me pregunta, directamente— si eso es lo que quieres,

puedo escribirte un cheque ahora mismo con una cantidad de seis números y

Crystal nunca va a enterarse.

—No necesito dinero —contesto, levantándome y mirándola hacia abajo— lo

único que necesito es que no vuelva a dirigirme la palabra. No soy bueno diciendo

mentiras o reprimiendo lo que pienso de las personas. Y supongo que está

consciente de que lo que pienso de usted no es nada amable. Nadie podría pensar

algo amable acerca de usted.

—Eres un salvaje sin educación —susurra, haciendo una cara de inmenso

disgusto hacia mí— no tienes idea de con quién estás hablando. Obviamente tus

padres nunca te enseñaron cómo quedarte en tu nivel y no ofender a tus

superiores, servidumbre.

—De hecho, lo soy —acepto, y me río en su cara— y vas a tener que lidiar

con mi maleducado trasero por mucho tiempo porque me voy a casar con tu nieta

y nunca podrás deshacerte de mí.

—Ni en tus sueños —casi grita, pero supongo que los demás están

acostumbrados a ella haciendo este tipo de cosas porque no hacen más que

darnos unas miradas aburridas— ella solo se va a casar con alguien que sea igual

o mejor que ella, nunca con un don-nadie como tú, un simple soldado que debió

haberse quedado en la guerra a cuidar al país y morir por su patria.

Antes de que pueda responderle algo que no será respetuoso en lo absoluto,

una enfermera nos informa que podemos pasar todos a la habitación, siempre y
cuando estemos en completo silencio. Esto hace que la vieja loca se aleje de mí

por fin.

Crystal está cargando a la pequeña bebé cuando entramos, procurando hacer

el menor ruido posible y Lauren nos sonríe a todos con algo de cansancio. Me

acerco a Crystal a observar a la bebé, pero la verdad es que su cara está tan

hinchada y arrugada que no puedo decir nada amable acerca de ella en este

momento. Mis padres entran a la habitación unos segundos después, llegando

tarde a todo como de costumbre, y Lauren los presenta como sus muy buenos

amigos y padres de su queridísimo yerno Justin. Mitchie entrecierra sus ojos hacia

mí, dándose cuenta de que tal vez no soy de tan bajo nivel como ella pensaba.

Cuando Candice empieza a llorar, Crystal se la entrega a su madre, quien

saca su pecho para amamantarla. Me volteo por respeto a pesar de que me

hubiera gustado conocer el pezón de mi suegra.

—Disculpen, quiero darles un anuncio muy importante, aprovechando que

está toda la familia reunida —dice Crystal en voz alta y me pongo tenso. No creo

que quiera anunciar el compromiso ¿cierto? su hermana acaba de nacer— saben

que odio robarme la atención del momento, y el nacimiento de Candice es muy

importante, pero mi noticia lo es también... o tal vez incluso más importante.

—¿Cuál es tu noticia? —pregunta Mitchie, poniéndose impaciente. Crystal

toma aire y pone la sonrisa más grande que la he visto dar alguna vez.

—¡Me voy a casar! —exclama, levantando su mano para que todos puedan

observar el carísimo anillo que le compré.


Todos jadean y dirigen su atención hacia nosotros, murmurando felicidades,

pero solo puedo sentir los ojos perplejos de mi padre y de Cristoff, quemando

agujeros en mi cabeza.

Creo que no entienden cómo pude pasar de noquear a Juanito por tocarla, a

llorar por ella en el gimnasio, a perder la mierda cuando se fue a esa fiesta con

Eva y luego a pedirle que se casara conmigo.

Para ser honesto, yo tampoco puedo entenderlo.

—Miren el anillo que me compró Justin ¿No es la cosa más preciosa que han

visto en sus vidas? Acércate, Mitchie, míralo —pone el anillo directo en la cara de

su abuela, quien no puede creer lo que está pasando— es un diamante rosa y al

rededor tiene otros pequeños diamantes ¿Ya lo viste, Rosalie?

—Es realmente hermoso —murmura su prima con sinceridad y envidia,

apretando su mandíbula con mucha fuerza.

—Te dije que me iba a casar primero ¿no es cierto? —se burla Crystal y la

empuja suavemente como si estuviera jugando— tal vez algún día llegue el señor

indicado para ti, no te preocupes. Y si no llega... bueno, ya tienes gatos ¿no? Son

buena compañía.

—Crystal, por favor —la calla su madre, abrazando a Candice— deja en paz

a Rosalie, no empieces. Y ven a enseñarme ese anillo.

—¡Justin! —exclama mi madre cuando lo ve también, mirándome con ojos

llorosos y acercándose para abrazarme con mucha fuerza— es muy, muy hermoso.

Estoy orgullosa de ti, no dudé ni por un segundo que ibas a arreglar las cosas con
Crystie. Siempre supe que iban a terminar casados... tal vez no tan rápido, pero

no importa. Lo importante es que se aman.

—¿Puedo tener una platica contigo afuera, muchacho? —pregunta Cristoff

apareciendo a mi lado de repente, frunciendo el ceño con fuerza— todos, guarden

silencio de una maldita vez. No pueden molestar a Candice.

Todos dejan de hablar inmediatamente por el tono de Angelo. Camina a la

salida con fuertes pasos, completamente molesto, y yo lo sigo, tragando saliva y

preparándome para cualquier cosa.

77

Arrangements

No voy a mentir, estoy asustado. No porque Angelo me vaya a golpear o algo

por el estilo porque sé que no lo hará aquí, pero de todos modos me preocupa ese

tono y esa mirada que tiene. No sé lo que pueda decir.

—¿Crystal te está obligando? —me pregunta, tan pronto como llegamos al

pasillo, quitándose la bata desechable que traía puesta— si ese es el caso, te

puedo ayudar.

—Claro que no me está obligando —contesto, aunque...— ¿por qué

preguntas eso? Si no estás de acuerdo con esto, supongo que podríamos hacer

algún trato o...


—No, obviamente no estoy de acuerdo ¿cómo se te ocurre pedirle

matrimonio a mi hija de tiernos veinte años después de tres horas de noviazgo, en

el cual han peleado dos horas y media? —se burla, negando con la cabeza— no

saben nada acerca de estar en una relación, definitivamente no deberían estar

pensando en matrimonio.

—Eso no es del todo cierto —trago saliva y pienso en alguna excusa, pero no

se me ocurre nada. No puedo negar que tiene razón.

—No me tomes a mal, sé que eres un hombre maduro e inteligente, créeme,

estoy consiente de las cosas que has hecho y de todo lo que eres capaz... pero solo

lo eres cuando la situación no envuelve a Crystal. Tan pronto como ella entra en

la ecuación te conviertes en un pequeño niño perdido y no entiendes qué está

pasando contigo.

—Eso es porque no tengo ninguna experiencia en esto —explico, bajando la

voz cuando pasa un doctor por un lado de mí— con el tiempo las cosas estarán

más frías y todo dejará de ser nuevo para mí.

—Exacto, en un tiempo. Solo entonces deberían casarse, no ahora, cuando

no puedes soportar ni siquiera que otro hombre esté cerca de ella —pone una

mano en mi hombro— solo te estoy diciendo esto porque te aprecio como a un

hijo y no quiero que ese matrimonio termine en un divorcio.

—No tenemos porqué casarnos ahora mismo —lo intento tranquilizar— ese

anillo lo compré solo como una... cómo un símbolo de que estoy dispuesto a estar

con ella de verdad y más adelante casarnos, pero eso no significa que vamos a

correr a Las Vegas. Podemos esperar un par de años.


La risa fuerte de Cristoff me hace pensar que tal vez eso no es muy posible.

—¿Tú en serio crees que Crystal va a esperar un par de años para algo así?

—se burla, negando con la cabeza y riéndose una vez más con diversión— todavía

tienes mucho que aprender acerca de ella. Por eso no te voy a obligar a que

canceles el compromiso o que lo dejen para después, aunque me gustaría. Sé que

aunque te convenciera a ti, Crystal jamás me haría caso. Solo quiero que estés un

poco consciente de en lo que te acabas de meter.

—¿A qué te refieres con "en lo que me acabo de meter"? Tu hija no es un

monstruo —la defiendo, aunque antes (y todavía algunas veces) pienso que sí,

ella es de hecho un monstruo. Sobre todo cuando está roncando— no será

horrible estar casado con ella.

No estoy muy seguro acerca de eso.

—Claro que no, imbécil, mi niña es un angelito y serás el hombre más

afortunado por poder estar con ella, pero esto del matrimonio no es solo poner el

anillo en su dedo y correr a casarse ¿sabes eso, cierto? Es bastante complicado —

se cruza de brazos— tienen que conseguir una licencia, tienen que hacer un

montón de transacciones, conectar cuentas bancarias, cambiar el apellido de

Crystal si eso es lo que ella quiere, arreglar el asunto en la iglesia, ir a las platicas

obligatorias, conseguir el lugar para la fiesta, hacer todos los arreglos...

Cristoff sigue por lo que parecen horas diciéndome qué es lo que debo hacer

y la verdad es que no había pensado en nada eso. Quiero tirar mi cabeza hacia

atrás y gemir de la desesperación porque prefiero vivir en pecado que pasar por

toda esa mierda.


—¿Qué demonios, papá? —se queja Crystal, saliendo de quién sabe dónde y

asustándonos a los dos por igual— ¿Estás intentando hacer que Justin se

arrepienta? Deja de asustarlo, lo estás haciendo sonar mucho peor de lo que es.

—Solo decía —se defiende Cristoff, levantando sus manos como si no

hubiera dejado un trauma en mí y se acerca a su hija para abrazarla y felicitarla,

algo que no hizo conmigo. Solo se encargó de meterme un montón de

preocupaciones a la cabeza.

Crystal

¿Conocen a esa niña? Creo que todos la conocemos, la niña que es algo

adelantada para su edad y a pesar de que los niños aún le dan asco, ya tiene

planeada su boda. Ella empieza a estar obsesionada con ese momento de su

futuro desde una edad muy temprana y empieza a planearlo todo. Los vestidos de

novia empiezan a llamar su atención, los pasteles, los arreglos...

Yo soy esa niña. He estado planeando mi boda desde que tengo memoria.

Arrastro a Justin a mi habitación a pesar de que aún está algo raro por la

platica que tuvo con mi padre y de la cual me alegro haber sido parte porque si

no, creo que Justin hubiera huido por las montañas.

Cuando entramos, casi corro hasta mi vestidor sin poder esconder mi

emoción por todo esto y me subo en la silla de mi tocador para alcanzar la cima

del mueble para mis zapatos, donde está guardada mi caja especial.
—¿Qué estás haciendo, Crystie? —pregunta Justin, entrando al vestidor—

¿Necesitas ayuda?

—No, lo tengo —contesto, con la voz atorada en mi garganta por el esfuerzo.

Logro tomar la caja, y estornudo cuando empiezo a sacudir el polvo. Justin está

observando sus alrededores como si fuera una dimensión desconocida.

—Realmente tienes mucha ropa —murmura casualmente, agachándose un

poco para observar mi colección de perfumes y las cajas que tengo llenas de

maquillajes y cosas por el estilo— ¿no te llevaste nada a Nueva York?

—Sí, casi la mitad de lo que tenía antes —me bajo de la silla con cuidado de

no caer y la pongo donde estaba— ven conmigo, tengo algo que enseñarte.

Cuando nos sentamos en la cama, abro la caja y mis ojos se llenan de

lagrimas por un momento porque empiezo a tener muchos recuerdos. Y porque no

puedo creer que este momento de verdad haya llegado, después de pasar por una

corta etapa de mi vida donde pensé que nunca nadie se iba a poder enamorar de

mí y mucho menos querer casarse con alguien como yo.

Saco primero el cuaderno grueso y me recuesto sobre el pecho de Justin para

que ambos podamos ver lo que hay aquí. La primera pagina solo dice "mi voda" y

sí, mal escrito porque era una niña retrasada de doce años que aún no sabía

escribir bien. Justin se ríe por eso y por los dibujos que hice alrededor.

—¿Quién es este? —pregunta Justin cuando le doy vuelta a la pagina y ve la

parte de "mi esposo". Mi cara se pone caliente y suelto una risa de vergüenza,

pero saco mi celular para tomarle foto de todos modos porque necesito enseñarle

esto a Eva.
—Tenía una ligera obsesión con Juanito —murmuro y le mando a Eva la foto

de Juanito a los doce años. Su cara era tan bonita como siempre lo ha sido, pero

su cabello estaba en ese horrible corte que todos tenían a esa edad, donde la parte

de adelante cae en su frente con un flequillo. Justin se ríe de mí y de la foto de

Juanito, pero luego ve la otra pagina, donde hay una foto mía y se queda callado.

—No —niega con la cabeza, quitándome el cuaderno de las manos para

acercarlo a su cara y ver mejor la foto— eres tú, no puedo creerlo ¿Tu cabello es

naturalmente marrón?

—Sí —contesto, intentando quitarle el cuaderno de las manos, pero no me

deja— es suficiente. No hay necesidad de recordar cómo era a esa edad.

En teoría, no luzco tan horrible. Mi cabello caía en mis hombros de una

manera más bonita que ahora porque en ese tiempo aún no hacía nada en él y

todavía era saludable. Traía puesto un vestido rosa con falda grande y una tiara

de oro en la cabeza. Estoy sonriendo muy grande y mis dientes se ven enormes en

mi pequeña cara. Y como acabábamos de regresar de unas vacaciones en una isla

en Grecia, donde me perdí y me quedé en la bahía sola por cinco horas, mi cara

estaba roja y más bronceada de lo que debería. No fue mi mejor etapa.

—Eras muy bonita —dice, en voz baja, regresándome el cuaderno al fin y se

me queda mirando con profundidad por un momento— no puedo imaginarte con

el cabello de un color diferente. A pesar de que no me gusta cómo lo tienes en

este momento, no me gustaría que lo cambiaras.

—No lo haré —le aseguro y me levanto un poco para darle un rápido beso,

luego le doy vuelta a la pagina. Llegamos a donde dice "Invitados" y empiezo a


leerla con una voz de niña presumida para que Justin pueda darse una idea de

cómo era en ese entonces— "Mis padres, obvio. Mis tías porque mi mamá se

muere si no las invito. Mi primo Gabe aunque siempre está molestándome, y su

novia mexicana. Mi prima Rosalie aunque su cabello siempre está grasoso y me da

muuucho asco..."

Justin se ríe por mi tono, y recarga su barbilla en mi hombro mientras sigo

nombrando a un montón de amigos a los que ahora no les hablo.

—"Marea obviamente, aunque sé que será una p-e-r-r-a, e intentará besar a

Juanito para hacerme enojar. También los amigos de Juanito. Son molestos, y uno

de ellos apesta, pero tengo que invitarlos porque eso es lo que una buena esposa

haría." —termino, riéndome. Mi verdadera boda no va a tener ni a la mitad de los

invitados que había planeado antes.

La siguiente página tiene un montón de fotos de pasteles pegadas por todos

lados. La mitad ni siquiera son pasteles de boda. Y escribí un tipo de receta en el

medio "Harina de chocolate, galletas Oreo bajas en grasa, fresas con chocolate,

pay de queso, gelato encima (el de Orato's, no del barato) también chispas de

chocolate y rosas de decoración" aparentemente no tenía ni la menor idea de

cómo se hacía un pastel.

Las siguientes tres páginas son acerca de mi luna de miel y toda la diversión

que yo y Juanito íbamos a tener, pero en ese entonces solo pensaba que era un

viaje inocente con mi esposo. Ahora sé que va a ser un maratón interminable de

sexo, así que ya no quiero ir a Disneylandia como había planeado antes. Todas las
páginas que quedan tienen infinidad de vestidos que dibujé. Todos esos son

horribles, pero por suerte hace dos años hice un diseño que valía la pena.

Cierro el cuaderno y busco en la caja la hoja suelta donde lo dibujé.

—¿Tú hiciste esto? —pregunta Justin cuando se lo enseño, sonando

realmente sorprendido. Después de ver los horribles dibujos que hacía cuando

tenía doce años, cualquiera se impresionaría de lo bien que sé dibujar ahora—

Crystie, esto es muy lindo. No sabía que podías dibujar así.

—He tomado clases de dibujo desde hace años, es un requisito para mi

carrera —murmuro, y observo el diseño. Sigo creyendo que es perfecto, pero

podría hacerle algunos retoques. Justin empieza a revolver las cosas que quedan

en la caja, como varias muestras de telas, algunos recortes de revistas y muchas

fotos mías de cuando era pequeña.

Mientras él está ocupado, le hago una llamada a Emilia.

—Hola, Crystal —contesta, con la voz feliz— ¿Por fin vas a regresar? Tengo

muchas cosas que contarte.

—Hola, Emi. No, aún no regresaré. Tal vez en dos semanas, o más —

contesto, y Justin alza la cabeza y me voltea a ver con las cejas levantadas— te

estoy llamando porque... me voy a casar.

—¡¿Qué?! —grita, tan fuerte que mi tímpano casi se rompe— ¿Con tu novio

sargento?

—Sí —asiento, incapaz de retener mi sonrisa— no le digas a Xavier aún, ni a

Marea, quiero decirles en persona. Te estoy llamando a ti porque necesito mucha

ayuda con mi vestido, y tú eres la única en la confío para ayudarme con eso.
No puedo creer que estoy haciendo esto, poner mi vestido en las manos de

otra mujer. No por completo, obviamente, pero nunca en mil años pensé que

estaría pidiendo ayuda. Es algo muy especial, algo que tiene que ser

completamente impecable. Sin embargo, Emilia es tan buena como yo, sé que no

lo va a arruinar.

—No sé que decir —susurra, después de unos segundos, con la voz quebrada

— es un honor. Sé que es algo muy importante para ti, obviamente te ayudaré

cómo pueda. Tendrás el vestido más asombroso del mundo.

➿➿➿➿

—¿Eres religioso? —le pregunto a Justin, en voz baja porque no sé si está

dormido o no. Estamos acurrucados en mi cama, y su respiración se siente

profunda en mi cuello, pero solo nos acostamos hace unos diez minutos, después

de estar con nuestros padres casi todo el día y luego hacer el amor dos veces.

—No ¿por qué?

—Porque yo tampoco lo soy, pero quiero una misa y todo eso —digo. Y sé

que no voy a poder dormir hoy, mi cabeza está yendo a mil por hora— ¿te

molestaría si consigo a un padre falso?

—¿Un padre fal... —se levanta un poco para poder mirarme— ¿Por qué?

¿Dónde encontrarías a un padre falso? ¿Y por qué no solo encontrar a uno real?
Quiero decir, sinceramente no me importa para nada. Si te quieres casar en una

iglesia o en el parque de la esquina a mí me da igual.

—Me quedé pensando en lo que dijo mi padre —suspiro con fuerza— tiene

razón, una boda es algo muy difícil. Conseguir la licencia es difícil, conseguir la

autorización de la iglesia es difícil cuando ni siquiera estás bautizada y yo... la

verdad no me interesa nada de eso en lo absoluto. Solo quiero mi boda. El show,

no el significado.

—¿A qué te refieres?

—A que no me importa si no conseguimos una licencia —digo en voz baja,

sin estar segura cómo lo va a tomar— podemos hacer eso después, no necesito tu

seguro, o compartir ingresos o cualquier mierda que pase cuando la gente se casa

legalmente. Y no me quiero casar en una iglesia sino en el Palacio Mandala, así

que puedo llevar a un padre falso que consiga en internet las frases que debe

decir. Esto es Los Angeles, hay un actor muriendo de hambre en cada esquina, te

aseguro que conseguirlo no será difícil.

Justin se queda callado por un buen rato y no sé cómo tomará esto.

Básicamente le estoy diciendo que quiero la boda pero que no quiero casarme, en

el sentido más tradicional de la palabra.

—Aún estaríamos juntos, y te consideraría mi esposo —aseguro, volteando

hacia él y abrazándolo por la cintura— pero no ocupo un acta legal, la aprobación

de dios o el papel de una iglesia en la que no creo para validar eso.

—Eso es perfecto —contesta, después de unos segundos, dándome una

sonrisa muy grande y relajándose en mis brazos— eso es lo que yo quería cuando
compré el anillo, solo tenerte, poder decir que eres mi esposa, no hacer toda esa

mierda que dijo tu padre. Sinceramente estaba empezando a sentirme mal acerca

de esto, pensé que sería mucho trabajo sin sentido y... estoy aliviado de que te

sientas igual que yo.

—Me alegra —entierro mi nariz en su cuello y paso mis manos por toda su

espalda— tengo que regresar a Nueva York pronto... vendrás conmigo ¿cierto?

—¿Quieres que viva contigo allá? —pregunta, acariciando mi cabello— ¿en

el mismo apartamento que Luc y Xavier?

—No es un lugar pequeño, podemos caber perfectamente —aseguro, y sé que

Xavier está de acuerdo con eso porque lo hablamos varias veces— o tal vez

podemos empezar a buscar algún lugar para nosotros solos, aunque ese edificio es

perfecto porque está cerca de Parsons y está en una zona muy segura de

Manhattan donde hay muchas cosas cerca.

Levanto la mirada hacia él cuando han pasado varios segundos y aún no me

contesta. Parece estar pensándolo muy a profundidad y empiezo a sentirme

ansiosa por lo que dirá. Tal vez ir a vivir a Nueva York no estaba en sus planes.

—Estaría bien vivir ahí, supongo. Es conveniente.

—¿Pero no te gusta la idea?

—Sí, es solo que no quiero enfrentar los hechos. No quiero aceptar que soy

un veterano a los 23 años y que tengo que ir a vivir en un apartamento elegante

de Manhattan con mi prometida, o esposa —susurra la última palabra, como si no

fuera gracias a él que nos casaremos. Podría decirle que no tenemos que hacerlo

ahora mismo, pero no lo haré— quiero decir... ¿qué sigue? ¿hijos? No quiero
hijos, no quiero animales, no quiero plantas y no quiero vivir con Xavier y Luc

porque sé por experiencia propia que les gusta gritar cuando hacen sus cosas ¿Y

qué voy a hacer de mi vida? No quiero vivir del dinero de mis padres para siempre

y aunque tengo dinero decente por mi cuenta propia, se acabará algún día con la

manera en la que te gusta vivir, y no quiero ser pobre tampoco. Además...

No sé si me gusta o no cuando Justin se pone así. Es lindo que balbucee y

esté tan inseguro siempre de las cosas que no están estratégicamente planeadas,

pero también me estresa demasiado que quiera saber cada maldito detalle de lo

que va a pasar y si no lo sabe, pierda la cabeza.

—Por el amor de dios, no tienes que diseccionar cada segundo de tu vida —

lo callo, cuando he tenido suficiente de sus cosas— si no quieres ir conmigo,

entonces no lo hagas. Pero creo que tienes una oportunidad para empezar de cero

y hacer esta vez lo que sea que tú quieras con tu vida.

—¿Y si no sé lo que quiero? —pregunta, pero luego niega antes de que pueda

contestarle algo— no importa, claro que voy a ir contigo. No quiero una relación a

distancia o algo por el estilo, no funcionó para mí cuando lo intentamos.

—Obviamente —ruedo los ojos, recordando todos esos meses cuando me

ignoró mientras yo me preocupaba todos los días de que estuviera muerto, pero

no quiero pensar en eso, solo quiero enfocarme en lo bueno. Me subo arriba de

Justin de nuevo— ¿quieres hacerlo otra vez?

—Dos veces es suficiente por hoy —dice, pero toma mi trasero con fuerza

para poder darnos vuelta y que ahora yo esté acostada en la cama y él sobre mí—
pero no voy a negarte otro orgasmo. No quiero que te arrepientas de decir que sí y

te vayas con Juanito de nuevo.

Ni siquiera me preocupo en contestarle el comentario, solo relajo mi cuerpo y

disfruto cuando empieza a besarme en el cuello. Esta vez sus besos son menos

desesperados y calientes como hace rato, ahora está tomándose su tiempo,

bajando a lugares cada vez más divertidos.

Estoy tan perdida en lo bien que se siente cuando está besando mis pezones

que no me doy cuenta que su celular empieza a vibrar. Justin se levanta con el

ceño fruncido y se estira encima de mí, casi aplastándome hasta la muerte para

tomarlo.

—Olivia, hola —contesta, acomodándose donde mismo que estaba antes

pero sin besarme de nuevo y poniendo la llamada en altavoz.

—Hola, Justin. Sé que es tarde, espero no haberte despertado —murmura

Olivia, la novia de Hunter, y luego baja la voz aún más— escucha ¿sabes que

Hunter despertó, cierto?

—Carl me dijo, pero pensé en ir a visitarlo hasta que estuviera

completamente bien. Dicen que aún está incorporándose. No quiero ir y solo

hacer las cosas más difíciles para él.

—Sí, ha sido algo difícil, con lo impaciente que es, el no poder moverse muy

bien y esas cosas. Además... lo de su pierna, fue un golpe duro —toma un respiro

profundo y mi corazón se rompe un poquito de nuevo por Hunter— pero te

llamaba porque su pierna robótica ya está instalada y la única razón por la que
está emocionado es porque cree que no sabes acerca de eso y vas a morirte de la

envidia cuando la veas.

—Eso suena como Hunter, estoy feliz de que está siendo él de nuevo —su

cara está algo triste, pero sonríe un poco de todos modos— pretenderé que no sé

nada, no te preocupes. Iré a visitarlo tan pronto pueda, dile eso.

—Claro, yo le digo —contesta— y gracias. Por todo.

—No necesitas agradecerme por nada —su voz adquiere un tono

amenazador al final así que pongo una mano en su mejilla para que me voltee a

ver y entienda que no debe ser grosero con ella solo por agradecerle algo— nos

vemos pronto, Olivia. Saluda a Hunter de mi parte.

La llamada arruina el momento porque tan pronto como cuelga, Justin

decide ir a ver a Hunter mañana y de repente no tiene tiempo para mí porque

tiene que comprar el boleto, arreglar algo de ropa y dormir para volar a primera

hora. No me lastimó que no me invitara a ir con él porque lo conozco, y además,

necesito hacer algunas cosas tan pronto como me despierte de todos modos.

—Crystie —dice una voz lejana, y todo mi cuerpo se mueve, todo el mundo

se está moviendo. Grito por ayuda pero mi cuerpo se sigue moviendo— ¡Crystal,

deja de gritar!

Me despierto con un jadeo y veo a Justin sobre mí, mirándome con el ceño

fruncido.

—¿Qué demonios quieres? No me despiertes de esa manera.


—Ya me voy —anuncia, y paso mis manos por mi cabello para arreglarlo un

poco y tranquilizar mi corazón— regresaré en un par de días. Me quedaré con

Hunter hasta que esté seguro de que se siente bien con lo de su pierna.

—Tienes que estar aquí el 24 —le recuerdo, pero él se encoge de hombros y

empieza a bajarse de la cama— es algo muy importante, Justin. No le dan una

medalla de esas a cualquier persona. Incluso si crees que no te la mereces, no

puedes simplemente no aparecerte ahí y dejar mal a tu padre.

Desde que Jeremy mencionó la fecha de la entrega de su medalla, Justin ha

preferido ignorar a todos cuando casualmente hablan de eso y no sé porqué tengo

la ligera sospecha de que va a aprovechar que este asunto con Hunter está tan

cerca de ese día para no ir. Pero no puedo dejar que eso pase.

—Estaré aquí —promete vagamente y se agacha para darme un rápido beso

— te llamaré cuando llegue.

A pesar de que el resto del día pasa de la manera más frustrante, cuidando a

mi hermana y a mi madre, las cuales lloran del mismo modo sorpresivamente, no

estoy molesta. Patricia ayuda también, pero mayormente soy yo la que tiene que

cambiar pañales porque mi madre aclama estar muy destruida internamente para

hacerlo.

—Tal vez los bebés no son tan malos después de todo —murmuro más para

mí misma que para las otras dos mujeres en la habitación, mientras cargo a

Candice con cuidado y la arrullo despacio para que se duerma. Aún está despierta,

pero por primera vez en tres horas no está llorando. Creo que le gusta cuando yo

la cargo.
Le caigo bien. Y ella me cae bien a mí.

—Sabes que te adoro, Crystal. Y no puedo esperar a que tú y Justin empiecen

a hornear un montón de niños, pero creo que aún no es el momento —advierte

Patricia— denle un poco de tiempo a su matrimonio antes de pensar en eso.

—Pero no quiero ser una mamá vieja —hago un puchero, y miro hacia abajo

a mi preciosa hermanita. Tal vez este nuevo deseo se debe a su nacimiento... o tal

vez se debe a que Justin me dijo anoche que no quería hijos y mi espíritu rebelde

me obligó a quererlos inmediatamente.

—No estás lista para esto. No creo que lo estés alguna vez —se burla mi

madre, poniendo un cojín en su espalda. Entrecierro mis ojos hacia ella y doy la

platica por terminada porque sé que no me va a dar su permiso para

embarazarme. Y no es como si quisiera hacerlo ahora mismo, solo que no quiero

esperar mucho tiempo. Pero me arrepiento de haber dicho eso frente a ellas

porque por el resto del día solo se dedican a decirme las cosas malas del

embarazo y los niños, como si no lo supiera ya.

Después de hablar con Justin cuando se bajó del avión en Washington, hago

una llamada a un número que tengo desde hace siete años y que a este punto no

estoy muy segura de que me vaya a contestar.

—¿Señorita Angelo? —contesta Margorie— hace más de dos meses que no

me hablabas. Ya estaba extrañándote.

—Guárdate el sarcasmo para otra ocasión, Margorie y cómete todos tus

comentarios porque ¿Adivina qué? —le doy un tiempo para que adivine pero no

lo hace— me voy a casar. Y quiero mi fecha. Sé que está libre.


—Sí, claro. No volveré a caer. Quiero pruebas.

—No estoy mintiendo, te mandaré la foto de mi gigante anillo a la cuenta

oficial de Facebook, pero debes desbloquearme primero. Quiero mi fecha y haré lo

que sea para conseguirla si te niegas a dármela.

Margorie lo piensa por unos segundos y luego escucho el sonido de las teclas

de su computadora.

—Si esto es otra mentira, Angelo, te voy a poner una orden de restricción.

Más te vale que te cases ese día —murmura, enojada. Creo que la entiendo, hace

siete años que le hablo cada tantos meses para asegurarme que la fecha está libre

y puede ser que algunas veces haya mentido para que cancelaran otra boda u

evento ese día, solo en caso de que alguien me pidiera matrimonio— listo. El 17

de agosto de este año, tienes todo el día para tu supuesta boda. Pero te juro que

esta es tu última oportunidad.

—Perfecto, porque esa boda va a suceder así tenga que matar a alguien —

prometo, pero luego me río para aligerar el ambiente— gracias por tu ayuda,

Margorie.

El lugar de mis sueños ahora está asegurado, pero eso realmente nunca

estuvo en duda. Mi destino es casarme en el Palacio Mandala. Ahora solo falta

todo lo demás.
78

Faster than the thought

Justin

Cuando llego a la habitación, Hunter está dormido y Olivia está

observándolo, sentada en el sillón a un lado de él. Levanta la vista hacia mí

cuando me escucha y me sonríe cansadamente antes de acercarse y abrazarme tan

fuerte que me deja sin aire un segundo.

—Gracias, Justin. Si tú no hub...

—En serio, Olivia, no necesitas darme las gracias otra vez —la separo de mí y

le doy una sonrisa rápida— no hice nada extraordinario.

—Aún así, te agradeceré de lo que yo quiera si se me da la gana —se encoge

de hombros— iré a dormir un rato a mi hotel mientras estás con él, debería

despertar en cualquier momento.

Se va antes de que le responda algo y me acerco a Hunter. Puedo ver la

forma de la pierna robótica a travez de la delgada manta que lo cubre y no puedo

esperar para verla en acción, así que aunque sé que no es algo que debería hacer

porque acaba de despertar de un coma y aún está delicado, pongo mi mano en su

hombro y lo empiezo a sacudir de un lado a otro como lo haría en una situación

normal.
—Despierta, bella durmiente. No te voy a besar —llamo en voz fuerte y lo

sacudo de nuevo. Hunter gime y abre los ojos hacia mí, confundido. Debo admitir

que algo dentro de mí se libera con alivio al verlo despierto— hola.

—Hola —responde, sentándose derecho con algo de dificultad. Sé que no

debo hacer nada porque lo conozco muy bien, pero aún así mis instintos me hacen

acercarme y ayudarle— déjame en paz, hombre, no soy un invalido.

—Lo siento, lo siento. Me quedaré aquí sin moverme, mientras haces que

sentarse parezca tan difícil como pilotear un avión.

—Cierra la boca — se ríe. Su voz suena ronca y lastimada, y se ve mucho

más delgado que antes, pero sigue siendo el mismo Hunter de siempre y solo

quiero subirme a su cama y saltar en ella hasta que me patee y se queje como una

perra, como siempre— Justin, tengo una mala noticia y una buena ¿cuál quieres

primero?

—La mala —contesto rápido. Ya quiero que me enseñe su pierna.

—La mala noticia es que me cortaron una maldita pierna y todavía me da

comezón en el pie —dice, y lo miro con confusión— y no es en el otro pie, es en

ese que me cortaron. Dicen que es normal y todo pero no conoces frustración

hasta que te da comezón en un pie que no tienes. Y que aún puedes sentir cuando

cierras los ojos.

—Suena horrible —murmuro y siento nauseas de nuevo, cuando me llega un

recuerdo de ese día. Del grito que dio Hunter cuando su pierna quedó atascada y

lo mucho que intenté abrirla pero fui demasiado débil— lo siento. Debí intentar

más fuerte.
—Sí, debiste. Esto es tu culpa —acusa, pero no tiene ningún tono de enojo en

la voz. Luego levanta la manta dramáticamente y me da una sonrisa tan grande

que toda su cara cambia— pero también es tu culpa que ahora soy mitad robot,

mitad humano. Y eso es literalmente lo mejor que le ha pasado a alguien alguna

vez.

Mi boca cae abierta y me acerco a ver la pierna de cerca porque no puedo

creer lo asombrosamente genial que se ve eso. No me lo esperaba tan tecnológico

y bien diseñado, con razón Carl se estaba quejando del dinero, esto debió haber

costado una fortuna. Casi deseo que hubiera sido yo quien olvidó observar al piso

a pesar de que eso era la única indicación de seguridad que teníamos.

—Esto es lo mejor que he visto en toda mi vida —susurro, y me acerco aún

más para tocarla— ¿puedes moverla?

Hunter no me contesta, solo hace una demostración de mover su pie robótico

y darle un poco de vueltas para apantallarme. Mi boca cae abierta y sus ojos

brillan con entusiasmo.

—Aún cuesta trabajo. Es muy difícil, tengo que realmente concentrarme por

varios segundos... pero dicen que con el tiempo lograré hacerlo mejor —vuelve a

cubrirse— ¿Qué tal, qué piensas?

La sonrisa de Hunter me hace sentir como si fuera mi hijo y hubiera hecho

algo bien por primera vez en toda su vida. Está esperando mi admiración más que

cualquier otra cosa en este momento.

—Esto es realmente genial, Hunter. No puedo creer lo asombroso que es, a

mí tampoco me importaría perder una pierna si me dieran una de esas. Ojalá


hicieran lo mismo para las orejas —volteo mi cara y me acerco hacia él para que

vea mi lóbulo perdido. Hunter se ríe— jódete, no es tan malo.

—No, no lo es —toda la risa se calma y Hunter respira profundamente—

pensé que habías muerto ¿sabes? Cuando escuché los disparos y caíste conmigo

en tus brazos. Por cierto, me aplastaste y me lastimaste más de lo que ya estaba.

Volteé a verte antes de que llegaran y me levantaran, todo lo que vi fue sangre en

tu oreja y cara. Pensé que alguien había llegado por un lado, no por atrás y...

—Sí... pensé que había muerto, también —doy una risa nerviosa y nos

miramos por unos momentos. Si fuera alguien diferente, tal vez podría atreverme

a decirle lo que le dije mientras estaba en coma, pero no lo hago.

—Por cierto, yo te amo también —dice y me hago hacia atrás con confusión

— me dijo un pajarito que estabas aquí llorando como un tierno y gordito bebé

mientras decías lo mucho que me amabas y que era como tu hermano.

—¿Qué? —pregunto, con los ojos entrecerrados y la cara caliente. Y justo en

ese momento se abre la puerta y entra la misma maldita enfermera que me

atendió a mí— ah, ahora entiendo quién te lo contó. Ya no hay confidencialidad

con las enfermeras estos días.

—No, no la hay —contesta la enfermera, dándome una mirada sucia. Y se

acerca a dejar la comida en la bandeja de Hunter y acercarla a su regazo. La

comida de hospital es horrible, pero no se compara con lo que tenemos que comer

cuando estamos en combate, así que sé que Hunter no se va a quejar. Pero hago

una nota mental para llevarlo a un lugar decente tan pronto como pueda salir de

aquí.
—Gracias, cariño —le agradece Hunter, dándole una gran sonrisa. La

enfermera levanta su mano para acariciar su cabello antes de irse. Obviamente, a

ella le cae bien él y yo no. Pero no es ninguna sorpresa, todo el mundo siempre

ama a Hunter.

Por el resto del día, me quedo ahí, acompañándolo mientras hace su terapia y

todo lo demás. Cuando llego a mi habitación de hotel, intento llamarle a Crystal

pero no me contesta. Creo que este sería un buen momento para decirle que

Hunter me necesita aquí más de una semana, por lo tanto no podré atender a mi

entrega, lamentablemente. Pero ella nunca me contesta.

No pienso mucho en eso porque lo más probable es que esté ocupada con

cosas de la boda, pero cuando paso tres días en Washington y ella aún no me

contesta, empiezo a preocuparme. Incluso le llamo a mi mamá y al señor Angelo,

pero ambos me dicen que ella no está en la casa, a pesar de que sé que ella está

ahí.

No quiero parecer del tipo de hombre que no puede soportar estar separado

de su novia sin volverse loco, así que pretendo que no me estoy siendo así por

otros dos días, pero luego simplemente no puedo soportarlo y dejo un largo

mensaje en su estúpido celular que siempre está pegado en su mano.

Con nuestra historia, nadie puede culparme por estar siendo paranoico, no es

como si pudiera confiar en ella.

A pesar de que hoy es 23 y que solo me queda un día para poder evitar el

evento que más voy a odiar en mi vida, me quiebro. Necesito saber porqué me
está ignorando. Tal vez se dio cuenta de que casarnos es una decisión apresurada

y ha optado por dejarme.

Eso es inaceptable.

Entro a la casa sin tocar la puerta y lo primero que veo es a todos sentados en

la larga mesa del comedor, platicando y tomando como una gran familia feliz.

Incluso mi padre está sonriendo. Todos voltean a verme, sin mucha sorpresa

porque se enteraron que estaba aquí cuando llamé desde afuera para que me

dejaran entrar a esta protegida comunidad.

—Sabía que no te perderías esto —dice mi padre, levantándose de la mesa y

acercarse para palmear mi hombro— puede parecera exagerado, pero si ellos

piensan que eres un héroe es porque lo eres, aunque tú no lo quieras aceptar.

—Pero yo ni siquiera quería... —me quedo callado antes de contestar y volteo

a ver a Crystal, quien está sonriendo con sus ojos brillando, como lo hacen cuando

obtiene algo que quería— ¿podemos hablar en privado, Crystal?

—Por supuesto, Osito. Te he extrañado —se limpia su impecable boca con la

servilleta y la deja perfectamente doblada a un lado de su plato antes de

levantarse con mucho cuidado y seguirme hasta que estamos alejados— ¿Cómo

has estado?

—Mal. Lo hiciste a propósito ¿no es así? —pregunto, entrecerrando mis ojos

hacia ella e intentando quedarme enojado, lo cual es prácticamente imposible

cuando Crystal sonríe hacia mí inocentemente, como si ella pudiera lograr verse

inocente alguna vez— me estabas ignorando para que regresara antes.


—Obviamente —rueda los ojos hacia mí y se acerca para rodear mi cuello

con sus brazos antes de que pueda moverme— no voy a mentir, estaba

empezando a pensar que no había funcionado. Te esperaba aquí después del

segundo día.

No voy a decirle que empecé a considerarlo desde el primer día porque

quedaré como un idiota con el que ella puede hacer lo que quiere. Solo doy un

respiro y me rindo, rodeándola para abrazarla contra mí y poner mi nariz en su

cabello, aspirando el aroma que siempre ha tenido, incluso después de un día

completo de sudar como animal en el campamento.

Así que es por culpa de ella que estoy aquí ahora, metido en mi uniforme

formal que me pica por todos lados, parado a un lado de otros militares de altos

rangos mientras alguien dice algo heroico acerca de mí. Sinceramente bloqueo

todo lo que pasa a mi alrededor, no quiero enojarme y hacer una escena, o hacer

caras o algo irrespetuoso.

De hecho, por un segundo, extraño este tipo de vida, y extraño estar en esta

posición todo el tiempo. Se siente familiar y agradable, pero la situación sigue

molestándome.

Muchas personas aplauden, alguien pone algo en mi uniforme y le

agradezco, después hay muchos flashes de cámaras y mucha gente acercándose a

mí a la que tengo que saludar formalmente también. Este proceso pasa conmigo

haciendo todo en piloto automático, recordando una y otra vez cómo de estúpido

fue el rescate por el que me están dando esta estúpida medalla y lo mucho que no

me la merezco.
Crystal está usando un vestido a la pantorrilla y unas zapatillas más altas que

de costumbre, sus uñas son falsas y puntiagudas y su perfume es diferente, más

fuerte. Su maquillaje está más sencillo de lo normal, su cabello acomodado en un

moño alto de una manera en la que el rubio no se ve para nada y no hay escote o

algo inapropiado en su atuendo. Se ve como una perfecta esposa trofeo y todos

nos felicitan infinitamente cuando ella le enseña el anillo a todo organismo

viviente y les cuenta una historia falsa acerca de cómo fue cuando le propuse

matrimonio.

El asunto no dura más de tres horas y aún así siento como que es el día más

largo de mi vida. Estoy sudando por completo a pesar de que el ambiente está frío

y aún estoy bloqueando a todos en el camino a casa, ni siquiera le pongo atención

a Crystal cuando pone su mano en mi pierna y susurra en mi oído que solo fueron

unas cuantas horas, que no pudo haber sido tan difícil.

Cristoff me detiene cuando voy a salir del auto y me dice que iremos a otro

lugar primero, luego me lleva a ver a mi nuevo loquero, dice que lo necesito en

este momento, aunque no creo que eso sea cierto, lo único que necesito es

quitarme esta ropa y comer algo.

—¿Cómo te sientes? —pregunta el loquero, después de que he estado

sentado frente a él por casi cinco minutos sin decir nada. Solo lo he estado

observando, preguntándome qué fue lo que hizo que Crystal no fuera bienvenida

a más de veinte metros de éste lugar. Aún me siento incomodo en este uniforme y

por alguna razón, estoy sudando bastante— estás ansioso... ¿te gustaría que

encendiera el aire acondicionado, eso te haría sentir mejor?


—No soy un bebé, no me hables con ese tono condescendiente —contesto, y

él baja la mirada y escribe algo en su iPad— se supone que deberías saber porqué

estoy aquí ¿no? tú eres el experto.

—Soy un psicólogo, no un psíquico. No tengo idea de qué te trae por aquí,

aunque me puedo hacer una idea dado a tu relación con Cristoff Angelo y tu

uniforme —se pone más cómodo en su silla— ¿Hace cuando regresaste?

—Como dos meses, creo.

—¿Qué hiciste para ganarte esa medalla?

—Nada —escupo, empezando a enojarme. El loquero sonríe un poco y

escribe algo más— ¿qué estás escribiendo?

—Nada en especifico, solo algunas observaciones... ¿cuántos años tenías

cuando entraste a esta vida militar?

—Nunca he entrado, nací en esta "vida militar". Antes de que sigas con tus

preguntas, necesito hacerte una —me quito el saco porque literalmente ya no

puedo soportarlo y me pongo más cómodo en el pequeño sillón frente a él— ¿Qué

hizo Crystal?

—¿Crystal? —pregunta, como si no se esperara eso y luego bufa una

pequeña risa— oh, la hija de Angelo. Esa niña es... un caso particular, sin lugar a

dudas. No puedo discutir nada acerca de eso, sin embargo. Regresemos a lo

importante, dices que naciste en esa vida, así que supongo que nunca te dieron

una opción ¿cómo te hace sentir eso?

—Crystal Angelo es mi prometida. Será mi esposa en un par de meses, no

hay ningún secreto entre nosotros —digo, y él me mira completamente diferente


ahora— quiero saber qué pasó. Si me dice, seré completamente comunicativo, lo

prometo.

—No fue nada extraordinario si eso es lo que estás pensando. Fue enviada

aquí por parte de su escuela. Obligatoriamente. Y no estaba muy contenta cuando

se enteró de que necesitaba un buen diagnostico de mi parte para que

dictaminaran si era digna de seguir estudiando ahí o no —empieza y asiento para

que siga— intentó disuadirme, pretender que era una niña buena, bien portada y

que había sido enviada por equivocación. Después, cuando eso no le funcionó,

intentó sobornarme... y finalmente, cuando eso tampoco funcionó, intentó

convencerme de que estaba total y perdidamente enamorada de mí.

Frunzo el ceño cuando dice eso y él levanta sus manos en rendición. Le doy

una mirada más profunda esta vez, intentando encontrar alguna razón de por qué

Crystal estaría enamorada de él. No es tan viejo, así que no es completamente

extraño que diga eso, probablemente tenga unos veintisiete años. Tiene una barba

completa y ojos negros, un cuerpo delgado y cabello arreglado. Supongo que no

es horrible, pero tampoco es un adonis.

—Era una mentira de su parte, no te preocupes —me tranquiliza— me di

cuenta desde el segundo que se le ocurrió ese pequeño plan, pero ella no tomaba

un no por respuesta. Puede ser muy persistente. Se mantuvo firme con la historia

de amarme e intentó hacer que yo me enamorara de ella también, pero eso por

supuesto nunca iba a pasar porque sigo un sistema profesional muy estricto.

—¿Y eso fue todo? ¿Solo porque intentó enamorarte para que le dieras lo

que ella quería, le pusiste una orden de restricción?


—No, eso vino cuando Crystal encontró de alguna manera la dirección de mi

casa y se metió ilegalmente para esperarme en la cama completamente desnuda

—dice, sin ninguna clase de suavidad y mi boca cae abierta— intenté decirle de

una manera amable que no podría nunca pasar algo entre nosotros y quise

cubrirla, pero fue muy difícil convencerla de una manera agradable de que no

estaba interesado. Ella parece pensar que es imposible que un hombre no la

desee. En fin, salí de ahí y llamé a su padre. Hicimos un arreglo para que no fuera

necesario un mal diagnostico o que hubiera autoridades envueltas y parte de ese

arreglo fue la orden de restricción.

—Oh... bueno, no me esperaba eso —murmuro— pero es creíble. Ella ahora

es algo diferente, es más... normal. Sus pies están en la tierra. Algunas veces.

—Me alegra —sonríe— es muy inteligente, pero como le dije a su padre,

tiene que encontrar la manera de canalizar toda esa inteligencia y energía en algo

positivo. Ahora, regresemos a ti, responde mi pregunta.

—De acuerdo —asiento, y recuerdo su pregunta acerca de cómo me siento

por haber sido arrojado a la vida militar— supongo que me hace sentir como si...

no lo sé, hombre, no sé cómo explicarlo. No es un mal sentimiento la mayor parte

de las veces, me gustaba ser parte de eso, pero supongo que siempre quise...

probar algo más.

—Eso no responde la pregunta. Busca una palabra que represente lo que

sientes.

Me guardo un gruñido de inconformidad mientras pienso en una maldita

palabra. Este hombre es un fraude, no está resolviendo ninguno de mis


problemas, ni siquiera dice nada congruente, solo quiere que responda sus

preguntas como si yo no supiera ya lo que siento.

—¿Atrapado? —intento, pero eso suena demasiado oscuro y va a pensar que

soy suicida o algo— no, creo que esa no es la palabra. Tal vez...

—¿Sientes que no puedes salir de eso? ¿que no perteneces en ese lugar? —

empuja, a pesar de que aun estoy pensando en otra palabra.

Gruño y cierro los ojos por unos segundos para decirle que ese no es el

problema por el que vine, en lugar de contestar todas sus preguntas que no vienen

al caso. No necesito revivir cosas del pasado cuando ya no estoy viviendo

atrapado. Solo necesito que arregle mi problema presente. Sin embargo, el

loquero me dice que es necesario hablar primero de eso, aunque sea incomodo

para mí.

Y me tiene haciendo eso por una hora completa. Al día.

Odio darle la razón a la gente porque la mayoría de las veces, se equivocan y

me gusta creer que yo no me equivoco mucho. Sin embargo, creo que Cristoff

tenía razón y hablar con un loquero de hecho me está ayudando. No es como si ya

fuera un hombre cambiado ni nada por el estilo, obviamente aún estoy bastante

dañado, pero creo que estoy mejor que antes y de hecho voy a extrañar ir con el

doctor Dixon cuando esté en Nueva York.

—Tal vez podría comprar una casa en Manhattan también. Tu tía Aurora vive

en el Uppe-

—Mi tía Aurora es insufrible y la detesto, ni se te ocurra mencionar que

estaré viviendo cerca de ella —interrumpo a mi madre, sin dejar de guardar mi


poca ropa en mi maleta— y no necesitas vivir siempre donde vivo yo ¿de

acuerdo? Regresa a tu casa en Berlin, sé que te encanta.

—No es por ti. Tu padre y yo estábamos hablando y... siempre nos ha gustado

Nueva York —miente. Nunca ha mencionado vivir ahí antes.

—No, mamá —niego y termino de empacar mis cosas— estaré bien. Iré a

visitarte a veces, y dejaré que nos visites de vez en cuando. La boda es en menos

de tres meses, no es como si me fuera a ir a la guerra de nuevo.

—Ni siquiera me recuerdes —se envuelve en mí y empieza a llorar en mi

pecho, como lo ha hecho desde que mencionamos que nos iríamos.

El resto de las despedidas pasan parecidas, aunque nadie más llora. Cristoff

me dice algo emotivo de nuevo y por primera vez, soy capaz de respondérselo sin

sentirme como que quiero cavar un agujero en el suelo y meterme ahí. Mi papá

me abraza y no odio cómo se siente tocarlo, de hecho incluso lo abrazo de vuelta,

así que creo que mi progreso es mejor de lo que pensaba.

➿➿➿➿

Ya estoy probando la vida de casado y todavía faltan unas semanas para la

boda. Sinceramente no puedo decir que me encante.

La última vez que tuvimos sexo, Crystal estaba literalmente mandando

mensajes en su celular mientras yo estaba detrás de ella dándole con todo lo que

tengo dentro de mi alma y ella no lo apreció. Ni siquiera me dio las gracias o me

pidió perdón, en el segundo que terminé, se levantó de la cama y empezó a hablar


con alguien en su celular, dando la dirección del apartamento para que envíen

muestras de sabrá dios qué.

Eso acaba de pasar y sí, todavía me siento humillado.

Me acuesto a dormir porque ¿qué más podría hacer? ¿Salir a convivir con

Luc y Xavier? No gracias, no me gusta acercarme a ellos después de las diez de la

noche, desde esa hora empiezan a ponerse más románticos y me trae malos

recuerdos de las cosas que los he visto hacer. Pero como estaba diciendo, me

acuesto a dormir con la intención de descansar para ir a correr mañana a primera

hora, pero dos voces fuertes entran a la habitación antes de que pueda dormirme.

—Justin, tenemos que arreglar algunas cosas —avisa Crystal en voz baja

mientras su amiga Emilia entra detrás de ella empujando el maniquí sin cabeza

donde está colgada una parte de su vestido— no haremos ruido, te lo prometo.

No contesto, solo cierro los ojos y le creo, pero cinco minutos después, la

estúpida maquina de Crystal empieza a hacer ese sonido que tanto odio, por lo

tanto ellas tienen que hablar más fuerte. Solo soporto diez minutos de eso y me

levanto de la cama.

—Iré a dormir a la sala —anuncio, con enojo en mi voz para que sepan que

me han molestado. Crystal deja de coser lo que sea que está cosiendo para darme

una mirada confundida, como si no fuera obvio que no puedo dormir por sobre su

ruido.

Cuando despierto, siento que han pasado meros minutos porque sigue igual

de oscuro afuera y aún puedo escuchar la jodida maquina de Crystal en nuestra


habitación. Me siento en el sillón y me estiro antes de entrar. Emilia está dormida

en nuestra cama y Crystal sigue con lo suyo, aún con la misma ropa que traía ayer.

—Crystie ¿no dormiste nada? —pregunto, acercándome a ella con

preocupación. Supongo que no estaba siendo paranoico, Crystal realmente está

mal. Sus ojos tienen bolsas y ojeras rojas, su piel está pálida y está perdiendo

peso.

—No... pero avancé mucho —responde, con la voz cansada. Se levanta de su

silla para abrazarme y se siente más pequeña de lo normal— esto es muy

exhaustivo, no estoy acostumbrada a hacer tanto.

—¿Tal vez podríamos cambiar la fecha? —pregunto, pasando mis manos por

debajo de su blusa para acariciar su piel, pero Crystal niega con la cabeza— es en

un mes, y aún no tienes listo el vestido, te está yendo mal en todas las materias y

has faltado solo esta semana tres veces al trabajo. Casi no duermes y no has

estado comiendo bien.

—Esa fecha es importante para mí, es el día que mis padres se casaron —

pelea, como lo ha hecho muchas veces— además, no sé si entiendas esto, pero el

Palacio Mandala es el lugar más exclusivo en Los Angeles para eventos de este

tipo. La única razón por la que conseguí el lugar es porque he estado siete años

apartando ese día. No voy a arriesgarme a perderlo. Además, necesito bajar cinco

kilos.

—Pero estás mal. Y ni siquiera me dejas hacer nada para ayudar —me quejo

— no me e...
—El vestido está terminado en un 70% —me interrumpe— ya casi todos los

arreglos están listos. Ya tengo el pastel, el servicio catering contratado, ya está el

menú, las bebidas, la decoración, las invitaciones. Lo único que hace falta es mi

vestido, pero tengo que darle mi completa atención o no saldrá como quiero y

toda la boda estará arruinada.

No sé que decir. Me gustaría repetirle una vez más que esto de la boda

apresurada fue una mala idea, pero ya lo he hecho muchas veces y a ella no le

importa así que no vale la pena seguirlo mencionando. La verdad ya ni siquiera

me molesta que nos vayamos a casar tan rápido porque creo que nuestra vida no

será nada diferente a como la es ahora, solo que tal vez no viviremos con Luc y

Xavier.

Ahora lo único que quiero es que esa maldita boda pase de una vez por todas

y todo pueda estar tranquilo de nuevo. Bueno, que ella esté tranquila de nuevo,

porque la verdad es que yo no soy requerido para absolutamente nada que tenga

que ver con la boda y no he tenido que estresarme tanto como ella.

Por lo único que me he preocupado es por practicar mi: "sí, acepto" y por

encontrar un lugar perfecto para la luna de miel.


79

Stressed out

Crystal

Todo es un desastre. Nada está yendo como yo quería. Faltan meros días para

mi boda y el vestido aún no está terminado. Mi corona aún no llega. Mis cristales

aún no llegan y estoy a un piquete más de matar a alguien.

—¡Emilia! —grito, cuando pica mis costillas por quinceava vez con un alfiler.

Emilia salta del susto y mira hacia mí con una disculpa en sus ojos cansados—

creo que es hora de dar esto por terminado. Necesito dormir más de dos horas al

día.

Emilia asiente muchas veces y se aleja de mí rápidamente, dando un par de

pasos hasta el sillón grande dónde ha estado durmiendo últimamente y dejándose

caer ahí sin molestarse en ponerse algo para dormir. No me siento mal por ella

porque estos últimos días, dormir en ese sillón es mucho mejor a dormir a un lado

de Justin.

Me quito el vestido con muchísimo cuidado, haciendo muchas muecas de

dolor cuando tengo que pisar la gran falda larga y no hay nada que pueda hacer

al respecto. Lo dejo ahí mismo dónde está y camino con mucho cuidado a nuestra

habitación, tambaleándome un poco por el sueño.


Me tardo casi un minuto completo abriendo y cerrando la puerta detrás de

mí, intentando hacer el menor ruido posible para no despertar a mi futuro esposo,

y lo logro. Está roncando muy débilmente con un brazo sobre su cara y su pecho

descubierto, iluminado por la luz que entra desde la ventana. Me acerco para

acomodar mejor las cortinas y luego empiezo a introducirme en la cama, rezando

para que no se de cuenta de esto, pero por supuesto lo hace.

Se sienta con un jadeo y empuña sus manos, mirando primero hacia mí y

después hacia cada rincón de la habitación, buscando algún intruso. Empieza a

bajarse de la cama pero pongo mi mano en su muslo para que no lo haga.

—No hay nadie —aseguro, acercándome más a él, pero Justin empieza a

negar con la cabeza— te lo juro, no hay nadie. Emilia y yo vimos por todos lados

antes de apagar las luces, no hay nadie y todo está cerrado.

—Está bien, te creo —asiente, y se inclina para besarme en la boca— pero

voy a comprobar una última vez. Nunca se puede estar demasiado seguro ¿cierto?

Solo quiero dormir tranquilo, sabiendo que nadie quiere lastimarte.

Dejo salir un suspiro cansado y me dejo caer en mi almohada mientras Justin

comprueba mi ventana y luego sale para asegurarse de que no hay ningún peligro.

Hace algunos días Justin tuvo una ¿recaída? No sé si debería llamarlo así,

porque creo que está peor que antes. No fue completamente inesperado, a decir

verdad, desde que me dijo que sus pastillas se terminaron, yo me imaginé que

esto iba a pasar. Pero él se niega a conseguir más o a reconocer lo que está

pasando y sinceramente yo no tengo energía como para lidiar con ello. Solo lo

intento ayudar lo más que puedo.


—¿Todo listo? —pregunto, cuando entra de nuevo después de unos minutos.

Justin asiente y pone seguro antes de regresar a la cama, pero se queda parado a

un lado, muy derecho y listo para cualquier cosa— acuéstate.

—No, está bien. Dormí suficiente, me quedaré a hacer guardia.

—Dormiste tres horas. Por favor, solo acuéstate conmigo y duerme. Tengo

que despertarme muy temprano —gimo, estirando mis brazos hacia él. Justin

niega con la cabeza con fuerza pero gimo de nuevo, esta vez sonando más como

una niña pequeña que antes porque esa parece ser la única manera en la que

consigo algo. Justin suelta todo el aire y rueda los ojos antes de hacer lo que le

pido y acostarse a un lado de mí, tenso— solo falta una semana, Justin. Todo

regresará a la normalidad en una semana.

—Espero que sí —murmura, empezando a soltar más su cuerpo— ya no

quiero estar así. No estoy más de unos minutos contigo al día. No hemos...

—Lo siento —lo interrumpo, antes de que lo diga— no creo que quisieras

hacerlo conmigo de todos modos, no soy capaz de concentrarme en eso aunque lo

intente. Te prometo que no será así cuando estemos casados. Sabes que me gusta

el sexo tanto como a ti.

—Lo entiendo, estás ocupada —empieza a acariciar mi cabello y mis ojos

empiezan a cerrarse— pero me gustaría que me dejaras hacer algo para ayudarte.

No me gusta verte así.

—No quiero que... —un sonido en la garganta de Justin me interrumpe y

cuando levanto la mirada, sus ojos muy abiertos y saltones me asustan— ¿qué

pasa?
—No entres en pánico —advierte, empezando a respirar de nuevo. Luego

lleva su mano de mi cabeza a mi cara, enseñándome un gran mechón de cabellos

rojos y rubios enredados en sus dedos— se te está cayendo el cabello.

Me quedo con la boca abierta por varios segundos y luego, cuando la

realización de lo que ese mechón significa llega a mí, dejo salir un grito.

Creo que nunca he gritado de esa manera en mi vida, como si alguien

acabara de descuartizar a mi madre frente a mí. Pero esto lo amerita. Mi mirada

se pone borrosa y todo en mi ser empieza a doler.

—¡¿Qué está pasando?! —grita Xavier desde afuera, intentando abrir la

puerta— ¡Ábreme, Justin!

Voy a estar calva en mi boda.

Voy a estar calva toda la vida.

Voy a tener que usar pelucas.

Voy a ser horrible y asquerosa.

—Crystal, tranquilízate —me pide Justin antes de levantarse para abrir la

puerta, pero niego con la cabeza y sigo llorando. Xavier se sienta a mi lado y me

abraza. Eso solo me hace llorar más fuerte— esto es lo que pasa cuando las

personas no duermen, ni comen, ni hacen otra cosa además de preocuparse todo

el día.

—Eso es cierto, estás siendo muy descuidada contigo misma —murmura Xav

a mi lado y aprieta mi pierna. Intento tomar aire para tranquilizarme, pero llevo

mi mano a mi cabello y cuando siento otra tanda de cabello desprendiéndose,

vuelvo al llanto histérico.


—Me voy a suicidar —prometo.

—No digas esas cosas —me regaña Justin, con el ceño fruncido— solo

duerme y mañana te tomarás el día libre. No escuela, ni trabajo, mucho menos

arreglos del vestido y nada de la boda.

—Eso suena bien —responde Xavier por mí y me besa la cabeza antes de

levantarse de la cama— nos vemos mañana. Te quiero.

—Yo también te quiero, Xavier. Te voy a extrañar cuando me vaya de este

mundo.

—Ignórala —le dice Justin, rodando los ojos e ignorando mis sentimientos.

—Lo haré. Y me llevaré esto conmigo —toma mi celular de mi tocador y lo

guarda en su bolsillo antes de apagar la luz y salir. Justin suelta un largo suspiro y

se acerca hacia mí para acariciar mi cabello y quitar todo lo que se me ha caído.

—No es tanto —miente Justin. Mi labio empieza a temblar y él recoge todo el

cabello que se ha desprendido— te seguiré amando aunque estés pelona.

Golpeo su brazo cuando empieza a reírse y cubro mi cara para no tener que

ver su tonta cara.

Todo está saliendo mal.

Justin

Xavier, Marea y Crystal entran a la cocina hablando en voz alta mientras Luc

y yo estamos intentando no matarnos.


A veces olvido las razones por las cuales lo odié todos esos años, pero en

momentos como este cuando estamos reviviendo el pasado, todo regresa a mí con

fuerza y no puedo creer que tuve la gentileza de perdonarlo.

—¡Que no fui yo! —repite, gritando pero con la voz más calmada ahora que

tenemos compañía— yo nunca haría eso, no soy un psicópata. Fue el niño raro

que terminó suicidándose en Irak.

En esta ocasión en especifico estamos recordando cómo fue cuando mi perro

misteriosamente explotó en el medio del campamento dos días después de que mi

padre me lo quitó para regalárselo a Luc. Aún recuerdo lo mucho que lloré por ese

maldito perro y cómo de horrible fue ver sus entrañas por todo el piso.

—Sé que lo hiciste solo para lastimarme —peleo, empezando a partir los

vegetales con más fuerza porque recordar mi pasado con Luc nunca es nada

bueno— igual que cuando escondiste todos mis zapatos y el capitán me hizo

correr descalzo un kilometro por cada minuto que me retrasé.

—Como si tú fueras tan inocente —su mandíbula se aprieta y apaga la flama

de la estufa para acercarse a mí con los hombros cuadrados y el pecho de fuera.

Dejo el cuchillo a una distancia segura y volteo hacia él— las cosas que yo hacía

nunca se comparaban con lo que tú me hacías a mí. Tus pequeñas venganzas

siempre terminaban en un gran problema con mi familia, o con cualquier otra

persona. Siempre me hacías quedar mal con todos para que te vieran como este

niño prodigio que nunca podría hacer nada malo y era abusado por el negro

marica que no hacía otra cosa que...


—¡Hey, eso es racista y homofóbico! —lo interrumpe Crystal, apareciendo

entre nosotros y empujándome para atrás— ¿pensé que ya habíamos superado

esto? ¿necesito hacer que se abracen de nuevo?

—Ya lo superamos —aseguro, tomando aire. Xavier se pone detrás de Luc y

lo abraza por la cintura, haciendo lucir más calmado casi inmediatamente. Marea

se acerca detrás de mí para tomar una zanahoria pero golpeo su mano para que

no lo haga— solo que debemos acordar no hablar del pasado.

—Nunca volver a revivir lo que ha pasado entre nosotros es definitivamente

algo que deberíamos recordar —murmura Luc— y por cierto, yo no exploté a tu

perro.

—De acuerdo, te creo —miento, porque realmente aún sigo pensando que él

lo hizo. Dirijo mi mirada a Crystal y observo su cabeza. Tiene puesta una tela

delgada que cubre todo su cabello y aún así se ve bonita— ¿qué te dijo el doctor?

—Es estrés. Mis defensas están por los suelos —responde con la mirada baja,

obviamente de mal humor. Agarra una zanahoria y le pasa un pedazo a Marea

para que deje de quejarse detrás de mí de que soy grosero— necesito descansar

por unas semanas, alimentarme de cosas saludables, dormir nueve horas diarias y

tomar unas tabletas.

¿Por unas semanas? Pero eso significa que no podría seguir con nada de lo

que falta en su vestido y mucho menos viajar a Los Angeles para la boda.

De repente entiendo porqué se ve tan miserable, y me decepciona que todo

haya sido para nada, pero al mismo tiempo me siento bien porque por fin va a

dejar de andar de un lado a otro como conejo en esteroides.


—¿Entonces... la boda se va a posponer? —pregunto, en voz baja. Crystal me

mira como si estuviera estúpido y suelta una risa maniaca mientras niega con la

cabeza.

—Esa boda va a pasar ese día aunque tenga que arrastrarme al altar

¿entiendes? Todo va a funcionar. Confía en mí.

No confío en ella, pero no quiero tener esa conversación en este lugar con

tanta gente a nuestro alrededor. Así que tomo el cuchillo para seguir con lo mío,

hago comida para todos y nos sentamos en la mesa como una gran familia. Y

Marea.

Cuando terminamos, Luc y Xavier se van a su habitación y Marea dice que

tiene que irse, lo cual es perfecto porque en serio esa mujer me pone de mal

humor. Sobre todo cuando no hace nada más que observar a Crystal como perro

enamorado y tocar su cara y hacer comentarios sexuales que serían eróticos si no

fuera Marea quien está diciéndolos.

Crystal se acuesta en el sillón, poniendo su cabeza en mi regazo. Cierra sus

ojos para dormirse y siento que he ganado algo al hacer que se tome un rato para

no hacer nada. Por primera vez en meses siento como que no tengo que sentir

estrés por su culpa. Me quedo ahí con ella por un largo rato, pero luego veo la

hora en mi celular y me doy cuenta que ya debo irme.

Me levanto muy lentamente, poniendo su cabeza en el sillón con cuidado

para que no se despierte y empiece a preguntarme a dónde voy, porque no es algo

que quiera compartir.


Ni siquiera estoy muy seguro de esto, pero es lo único que he encontrado que

podría ser de ayuda y realmente espero que funcione. Ya estoy cansado de estar

sintiéndome así todo el tiempo de nuevo y necesito hacer algo al respecto. Ir con

el Doctor Dixon estaba funcionando muy bien para mí, pero fui muy pocas veces y

no llegamos a hablar de mi problema principal.

Y ahora con Hunter llamándome diario desde Los Angeles y diciéndome lo

difícil que ha sido para él regresar a su vida, con Crystal andando todo el día de

un lado a otro arreglando cosas para nuestra boda, esa estúpida medalla

molestando desde el interior de mi maleta y esas pastillas que yo creía inútiles

terminadas, todo está cayendo sobre mí con más fuerza. Incluso estoy teniendo

pesadillas, lo cual no pasaba antes. No son muy fuertes ni nada, pero están

arruinando el único momento de paz y tranquilidad que tengo últimamente.

Me toma más de una hora llegar a Brooklyn y luego otra hora encontrar el

lugar. Cuando entro, ya casi todas las sillas están ocupadas y trago saliva,

considerando irme.

—Bienvenido, toma asiento —me dice el hombre que está parado. Su cabello

está casi lleno de canas y sus facciones son duras— estábamos por comenzar, pero

ya todos se presentaron. Ven y dinos tu nombre.

A pesar de que sus palabras son amables, puedo ver que está acostumbrado a

dar ordenes. Me doy por vencido en mi plan de huir y empiezo a caminar hacia

una silla desocupada al lado de una mujer morena un poco mayor que yo con

prominentes ojeras y las mejillas muy delgadas.


—Mi nombre es Justin Bieber —digo, a regañadientes cuando el hombre me

repite que me presente. Digo mi rango y luego me hace decir la razón por la que

estoy aquí— regresé de combate hace algunos meses y no estoy tomándolo muy

bien.

—¿Te volaron la oreja cuando estabas allá? —pregunta la morena y mi mano

vuela inmediatamente para cubrir mi oreja, pero luego la bajo, diciéndome que no

importa que me esté viendo. No es la gran cosa.

—Sí. Me dieron cuatro disparos, ninguno riesgoso.

—¿Pero fue suficiente para que te trajeran de regreso? —pregunta un

hombre sentado frente a mí. Mi cara se pone caliente por la vergüenza cuando

veo que tiene una mano prostética.

—Mi tímpano explotó. No escucho mucho si no estoy usando mi audífono —

explico— y nunca lo uso.

El hombre canoso me explica entonces las heridas que tienen los demás, para

que me sienta más incluido supongo, pero eso solo me hace sentir peor.

Obviamente mi tímpano es lo más bajo aquí. Después empieza a contarnos de su

propia experiencia con el estrés post traumático y todos comparten sus historias.

—¿Qué hay de ti, Justin? Has estado muy callado.

—Yo no he pasado por nada muy fuerte, como ustedes —me encojo de

hombros y me hundo más en mi silla. La morena, Monica, no ha dejado de

observarme fijamente con sus pequeños y filosos ojos negros.

—No estamos midiendo el nivel de nuestras experiencias —me dice Monica

— todo dolor es valido ¿No es así?


—Exacto —contesta el hombre canoso, dándome toda su atención— ¿cómo

te ha ido, Sargento?

—Bueno... al principio no podía dormir y cuando lo hacía nunca alcanzaba el

sueño REM. Tenía muchos recuerdos y muchas cosas en la cabeza todo el día.

Estar en lugares con mucha gente me hacía sentir expuesto, no tener un arma

conmigo era insoportable.

Trago saliva y observo a todos, algunos asienten cuando digo eso, sintiéndose

identificados.

—Empecé a confundir gente, las caras se funcionaban en mi cabeza y...

—Los relacionabas con gente que viste en combate —completa alguien por

mí— lo entiendo, me pasa lo mismo.

—Sí. Las pastillas que me dieron para lidiar con todo eso se me acabaron y

ahora las cosas están mal de nuevo. Estoy paranoico todo el tiempo y no estoy

tranquilo hasta que he comprobado que todo está cerrado al menos tres veces

antes de ir a dormir, tengo pesadillas y la urgencia de tener un arma está muy

presente de nuevo. No confío en nadie y no puedo estar fuera con mi novia sin

sentir que todos quieren lastimarla.

Decirlo en voz alta me hace sonar como un niño llorón, pero nadie se queja

de eso, solo me miran con empatía y comentan algunas cosas, me dan algunos

consejos y Monica pone una mano en mi hombro con una sonrisa comprensiva.

Cuando la reunión se termina, me ofrecen quedarme a tomar café y comer

galletas pero rechazo la oferta. Ya he estado aquí tres horas y mi celular ha estado

vibrando sin parar con llamadas y mensajes de Crystal.


—¿A dónde fuiste en tu gira? —pregunta una voz femenina apareciendo a mi

lado mientras camino hacia el exterior del edificio. Monica es casi de mi misma

altura, así que no tengo que romper mi cuello para mirarla, como me pasa con

Crystal y todas las otras mujeres que conozco— yo serví en Afganistan.

—Syria —contesto y ella asiente, sin dejar de caminar a mi lado— ¿Fue tu

primera vez?

—Primera y última —responde haciendo una mueca— ¿Tú?

—Segunda y última —murmuro sin ganas. Esto de hablar de mis problemas

me deja mentalmente agotado— fue un gusto conocerte, pero tengo un largo

camino a casa.

—¿A casa con tu novia? —pregunta, con las cejas levantadas— que aburrido.

—A casa con mi prometida. Y no es aburrido, es lo más estable y bueno en mi

vida en este momento —digo, y Monica muerde su labio inferior con

arrepentimiento— te veré después.

No espero que me conteste, solo empiezo a caminar hasta que encuentro un

taxi y me subo. Le doy la dirección y cierro mis ojos, intentando pensar en qué

puedo hacer con mi vida.

Crystal sigue diciendo que quiere que entre a algún lugar a estudiar pero no

creo que eso sea lo mío. Estudiar siempre fue complicado para mí. Nunca pude

encontrar sentido en nada de lo que intentaban enseñarme y mi cerebro se

bloqueaba. He estado pensando en conseguir un empleo en algo que requiera

esfuerzo físico de mi parte, pero no empezaré a buscar hasta después de la boda.


Tal vez estoy curado para entonces y no tendré miedo de dejar a Crystal sola por

mucho tiempo.

Cuando entro al apartamento, empiezo a estornudar inmediatamente por el

fuerte olor. Todas las luces están apagadas, hay velas por todos lados y puedo

escuchar a alguien desconocido murmurando algo como un rezo o un canto.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —pregunto, cerrando la puerta y

caminando hacia la sala de estar donde Crystal está parada y una mujer de medio

metro y doscientos años de vida está caminando alrededor de ella golpeándola

con unas ramas— ¿qué es esto?

—No hables. Tus malas vibras van a arruinar todo el ambiente de serenidad

que hemos creado. Por favor sal de aquí —me pide, sin abrir los ojos. Está usando

solo ropa interior y toda su piel se ve brillante y aceitosa. Su cabello está negro y

tieso como si tuviera alguna sustancia como lodo en él— Madame Satrakuska está

curándome.

—Pero... ¿qué...

Crystal me calla y la Madame empieza con su rezo/canto de nuevo, frotando

sus manos juntas muchas veces y luego poniéndolas a centímetros de la piel de

Crystal como si estuviera pasándole energía. Mi pobre mujer ilusa tira su cabeza

hacia atrás y sostiene sus brazos en el aire como si realmente creyera que esta

anciana está haciendo algo.

Decido irme cuando la anciana le pide que repita lo mismo que ella está

diciendo, porque no creo soportar más, y para mi desagrado, ese proceso de

curación dura bastante más tiempo del que me gustaría. Pero cuando termina,
Crystal entra a la habitación con el cabello mojado, envuelta en su bata y con una

gran sonrisa, aclamado que se siente mejor que nunca.

Sin embargo, cuando se acuesta a mi lado, sigue viéndose débil y delgada,

por lo tanto me cuesta creer que realmente se siente mejor.

80

All done and ready

Crystal

Cuando me despierto a la mañana siguiente, me siento revitalizada, calmada,

lista para seguir con todo lo que falta. Aún no estoy en la cima de la salud y aún

siento como que voy a desvanecerme en el ciberespacio y que mi cabeza es como

un tambor que alguien está golpeando sin parar... pero no estoy tan lista para

morir como antes. Eso ya es ganancia.

Después de cepillar mi cabello y ver que no se caen mas que unos pocos más

de los normales, me doy cuenta de que valió la pena haber pagado mil trescientos

dólares por Madame Satrakuska.

Tal vez exageró un poco con la danza de la salubridad que me obligó a hacer

desnuda en el medio de la sala, pero al menos la mezcla que puso en mi cabello

funcionó.
Salgo de la habitación con cuidado y Xavier ya está despierto, tomando café

en la cocina y haciendo algo en su celular. Voy hacia él para contarle lo fabulosa

que me siento pero antes de que pueda llegar, alguien toca la puerta y voy a

abrirla.

—Buenos días, señorita Angelo —me saluda el propietario del edificio,

sosteniendo dos cajas en sus gruesos brazos— estos paquetes llegaron para usted

ayer pero no había tenido tiempo para traerlos. Lo siento.

—Buenos días, no te preocupes por eso. Muchas gracias —le doy una sonrisa

radiante y extiendo mis manos para tomar las cajas— ten un buen día.

—Igualmente —contesta, y se aleja.

Cierro la puerta y doy un fuerte grito de emoción porque esto es lo único que

faltaba para que mi vida estuviera completa.

Pensé que tendría que demandar a la compañía por retrasarse, pero no. Ni

siquiera estoy enojada de que hayan llegado ayer y hasta este momento me las

trajeron, porque el día de ayer no hice nada además de dormir y dejar que me

curaran.

—¿Qué es eso? —pregunta Justin con la voz ronca, saliendo de nuestra

habitación y tallándose los ojos— ¿Y por qué gritaste?

—¡Xavier, ven aquí! Ya llegó —llamo, emocionada y luego me volteo hacia

Justin— es mi corona y los cristales que le pondré a mi vestido.

Dejo los paquetes en la mesa de la sala y hago uso de mis largas uñas para

abrir la cinta de la más pequeña. Xavier llega a mi lado sonriendo y da un


pequeño jadeo cuando quito toda la espuma que está en mi camino y saco mi

corona con mucho cuidado.

—¿Por qué mierda compraste una corona, Crystal? —pregunta Justin sin

poder creerlo, pero lo ignoro. Camino hacia el espejo y la pongo en mi cabeza

para medirla. Es perfecta. No es una corona de reina de belleza o algo corriente

como eso, es una corona de una verdadera reina— es innecesario y exagerado

¿cuanto costó?

—Es más grande de lo que me imaginaba, pero es hermosa —masculla Xavier

con los ojos muy abiertos— ¿me la puedo poner?

—¡Claro! —me la quito con cuidado y la pongo sobre la cabeza de Xavier. Y

mientras ambos estamos exclamando lo perfecta que es, Justin se hace notar de

nuevo y repite sus preguntas, esta vez más molesto— la corona siempre fue parte

de mi fantasía. Y costó... mucho. No te diré cuánto porque vas a enojarte, pero mi

papi la compró, así que no hay problema.

—¡Me siento como una reina! —exclama Xavier con emoción, moviendo su

cabello inexistente y mirándose desde todos los ángulos— ¡Lucas, ven aquí!

Mírame.

—Claro que me importa, te dije que no le pidieras más dinero a tu padre —se

queja Justin, frunciendo el ceño y tomándome de los hombros porque no le estoy

poniendo nada de atención, estoy ocupada riéndome con Xavier— escúchame,

Crystal.

—Dios, tranquilo, se te va a empezar a caer el poco cabello que tienes. Él me

dijo que no había problema, sabe que yo siempre quise una corona así —le doy
una sonrisa, pero cambia por una mueca cuando siento un mareo fuerte— creo

que tengo hambre, Osito ¿por qué no vamos a desayunar a algún lugar?

—Porque no puedes salir. Entiéndelo, mujer. Te haré algo —me da una

mirada profunda y hago lo mejor que puedo para no dejar salir que estoy

empezando a sentirme un poquito mal— siéntate mientras esperas, te ves

horrible.

—No me veo horrible —peleo cuando se va, frunciendo el ceño a su espalda,

y me acerco a Xavier quien está modelándole la corona a su novio.

—Regrésale eso a Crystal. Te compraré una después —le dice Luc y mi mejor

amigo hace un puchero cuando me la entrega— hey, chica, creo que estarás

contenta de saber que ya envié nuestros uniformes a la tintorería como un niño

bueno.

—Eso es perfecto, Luc. Muchas gracias —le doy una sonrisa y me pongo mi

corona de nuevo. Es como si perteneciera a mi cabeza, como si yo hubiera nacido

para usarla— nunca me he visto tan perfecta en toda mi vida.

Me pongo de lado en el espejo y levanto mi blusa para sumir mi estómago.

Ayer cuando estaba en el doctor me enteré de que he bajado siete kilos, lo cual es

"preocupante" para el doctor, pero yo lo considero un milagro. Estoy más delgada

que nunca en mi vida y lo estoy amando.

Todo eso va a terminarse pronto, sin embargo, porque planeo embarazarme

en el segundo que lleguemos a nuestro destino de la luna de miel. Aún no sé

dónde es, pero sorpresivamente no me importa mucho. Dejaré que Justin me lleve
a dónde a él se le antoje, porque necesito que esté feliz cuando le diga "ooops,

estoy embarazada, que gran sorpresa".

—Necesito ayuda, chicos —les digo, quitándome la corona y poniéndola en

un lugar seguro. Camino hacia el armario donde está mi vestido guardado y mi

caja con todo lo que necesito, para acercarlo hacia ellos. Saco tres de los siete

contenedores de pegamento que compré y le doy uno a cada uno— ¿Ven estos

pequeños puntos dibujados? Necesitamos poner cristales en todos ellos. Si hay un

solo punto sin cristal, me encargaré personalmente de que su boda sea un fiasco.

—No somos retrasados. Entendemos —dice Xav dando una risa y

acercándose al vestido.

—Así no se piden las cosas, Crystal, por dios —me regaña Justin desde la

cocina con un tono cansado.

—Lo siento, Sargento, no pasará de nuevo —digo hacia él y me río cuando se

queja de eso— en fin, solo tienen que ponerlas ahí. Es muy fácil. Los puntos más

grandes son para los cristales más grandes. Obviamente.

Abro el otro paquete que llegó, quitando las cosas de seguridad y suelto un

suspiro ante la cantidad de cristales que hay aquí.

—¿Son diamantes? —pregunta Luc con la boca abierta, pero niego la cabeza

hacia él. Por mucho que me gustaría ponerle diamantes, sé que sería demasiado

incluso para mí. Tal vez antes le habría pedido dinero a mi padre para eso, pero

ahora sé que sería exagerado, así que me conformo con cristales Swarovski. Sigue

siendo un gran gasto, pero no se compara con el dinero que gastaríamos en

diamantes.
—Por favor tengan mucho cuidado, pedí solo los necesarios para llenar el

vestido y costaron un ojo de la cara. No puedo darme el lujo de comprar más —

murmuro, sintiéndome como una adulta al estar pensando de esta manera tan

racional— yo me encargaré del corset y ustedes pueden hacer la falda.

—No, tú tienes que comer algo y seguir descansando —ordena Justin

apareciendo detrás de mí. Rodea mi cintura con sus brazos y me da un par de

besos en el hombro— yo haré eso mientras tú desayunas.

—De acuerdo —contesto, con una gran sonrisa, y me volteo hacia él para

susurrar en su oído— y después pasa a la habitación presidencial para tu

recompensa.

—¿El doctor te dijo que podías...? —pregunta Justin, levantando las cejas y

asiento muchas veces aunque el doctor me dijo que definitivamente nada de

actividades sexuales. Pero la sonrisa que me da Justin no me permite sentirme

mal al respecto. Ya no puedo seguir descuidando a mi hombre— muy bien.

Me siento en la mesa a comer el despampanante desayuno que Justin me

hizo. Esta vez hay más frutas y vegetales de lo que normalmente me gusta, pero

no me importa porque tengo que cuidar mi salud. Definitivamente no quiero

morirme antes de casarme. Si me muero después... bueno, habrá valido la pena.

Mientras me alimento, observo cómo los tres hombres trabajan en mi vestido.

Justin lo hace muy bien y muy rápido, poniendo la suficiente cantidad de

pegamento en la piedra y luego dejándola presionada contra la tela por el tiempo

necesario para que se quede ahí. Luc se cansa después de cinco segundos y hace

todo a duras penas. Y mi pobre amigo... en serio lo amo. Xavier es lo mejor que
me ha pasado en la vida, pero no es el cuchillo más afilado, ya ha arruinado dos

cristales porque pone demasiado pegamento y lo cubren por completo.

—¡Auch! Pegué mis dedos —llora Xav, intentando despegar su meñique y su

dedo anular con un mueca de dolor. Luc rueda los ojos e intenta ayudarlo.

—¿Cómo es posible que sigas siendo tan inútil, Xavier? ¿Qué no se supone

que el campamento te hizo más... achispado? —se queja Justin con el tono estoico

sin dejar de poner cristales como si estuviera acostumbrado a hacerlo desde hace

años— no es por ofender, pero en serio no sirves para nada.

—Justin, déjalo en paz —advierto, cuando veo que Luc está frunciendo el

ceño. No quiero que haya una repetición de lo que pasó el otro día en la cocina, o

de lo que pasó hace un mes mientras estábamos viendo televisión y un simple

juego de inocentes palmadas entre ellos terminó en una pelea a puños en nuestra

sala— Xav ¿por qué no los dejas trabajar y vienes a comer conmigo? Justin hizo

suficiente desayuno para alimentar un país pequeño.

—No, tienes que comerte todo eso. Xavier puede hacerse algo él mismo —

dice Justin, pero no le hago caso y comparto mi desayuno de todos modos.

Justin y Luc hacen un muy buen equipo, terminan mi vestido en menos de lo

que yo tenía contemplado hacerlo sola. Tal vez porque apostaron quién terminaría

primero y su naturaleza competitiva los hizo acelerar el proceso. Ni siquiera

arruinaron ningún cristal, y todo quedó muy bien hecho.

—Oficialmente mi vestido está terminado —susurro, intentando no llorar,

pero lo hago de todos modos.


Es lo mejor que he hecho en toda mi vida. Es la mezcla perfecta entre

elegante clásico y moda moderna. La falda mide tres metros y está en una

circunferencia perfecta al final. Tal vez tener una clase de geometría es útil

después de todo.

Voy a pasar este vestido por las próximas cinco generaciones de las mujeres

de mi familia y más les vale a todas esas perras apreciar lo perfecto que es.

—Justin, ven conmigo, debo agradecerte por tu trabajo.

Tomo su mano y lo arrastro a nuestra habitación. Ni siquiera ha cerrado la

puerta cuando enredo mis brazos en su cuello y empiezo a besarlo con todas mis

fuerzas, intentando ignorar el dolor en mi cabeza que ha estado constante desde

las últimas semanas.

—¿Estás completamente segura de que el doctor dijo que esto estaba bien?

Porque creo que si te pidió que descansaras por semanas, no sería prudente...

—Estoy completamente segura —miento, con una gran sonrisa y empiezo a

pasar mis manos por debajo de su camisa. Aunque me molesta que a veces se

despierte súper temprano para ir a correr o al gimnasio, debo admitir que me

encanta cómo su cuerpo sigue siendo igual de atlético que cuando lo conocí por

primera vez— sé que no he estado descansando tanto como debería, pero te

prometo que tan pronto termine la boda, entraré en hibernación. Aunque después

de la curación, sinceramente me siento mucho mejor. Y mi cabello se ha dejado de

caer. Quedó algo delgado y frágil, pero para eso existen las extensiones ¿no?

—No tengo idea de qué son las extensiones, y no me importa —contesta,

alejándose un poco de mí para quitarse la camisa y quitarme el suéter navideño


cuatro tallas más grande con el que me gusta dormir— solo quiero estar contigo

de nuevo, ha pasado mucho tiempo.

No me molesto en contestar porque solo me voy a sentir peor. Sé que ha

pasado mucho tiempo y no necesito que me lo recuerde.

Si fuera cualquier otra ocasión, haría uso de mis habilidades de puta para

hacer esto especial y hacer valer el tiempo perdido, pero no me siento capaz de

nada profesional, creo que va a ser romántico y lento y Justin tendrá que

conformarse con eso.

Camino a la cama y me acuesto. Sin tener que decirle nada, Justin se da

cuenta de lo que quiero, o más bien dicho, cómo lo quiero. O tal vez se da cuenta

de que es la manera más prudente considerando que no estoy en mis mejores

condiciones. Se acuesta sobre mí con mucho cuidado.

Me quito las bragas con dificultad y Justin baja su pantalón lo más que puede

antes de darme un par de besos en la boca, sin ningún tipo de urgencia o

desesperación. Tal vez porque ya pasamos el punto de nuestra relación donde

todo tenía que ser acelerado y rudo.

Enredo mis piernas alrededor de su cintura y alineo mi cuerpo hasta que está

completamente dónde debe estar. Cuando Justin empieza a besar mi cuello, mis

caderas se mueven contra él y no puedo evitar notar que está a milímetros de

entrar en mí sin nada.

Tal vez debería empezar con mi plan de concepción de una vez. De todos

modos la panza no aparecerá hasta después de unos meses.

—Espera, Crystie, iré por...


—No —lo interrumpo, poniendo mi mano en su nuca para que no se levante

y muevo más mi cuerpo contra él para que no pueda negarse— así está bien.

—Quiero estar dentro y quedarme ahí, Crystal —me mira con el ceño

fruncido y empieza a levantarse de nuevo pero otra vez no lo dejo, y me gano un

muy poco romántico gruñido de su parte.

—Lo sé, yo también quiero lo mismo, pero ya hemos perdido mucho tiempo

—susurro y bajo mi mano para encargarme de la penetración por mí misma.

Justin se lame los labios y cierra los ojos cuando lo toco— ¿no recuerdas cómo se

siente sin condón? es mejor ¿no es así?

—Sí, es mejor —acepta, asintiendo, y pone sus brazos a ambos lados de mi

cabeza para anclarse y entrar a mí de una sola embestida. Mi cabeza golpea

levemente la pared y el gemido que doy es mitad placer mitad dolor.

El doctor dijo que esto era muy común en futuras novias, futuras madres y

gente nerviosa en general. El dolor de cabeza, la perdida de defensas y de cabello,

ese extraño dolor en mi pecho, el no tener hambre y todo lo demás. Dijo que con

el solo hecho de tomarme las tabletas que me dio, hacer ejercicios de relajación,

comer bien y tomar descanso por unas semanas, todo eso debería desaparecer.

Me atrevería a decir que me siento mejor de lo que debería porque no estoy

haciendo ni la mitad de las cosas que me recomendó, pero aún así el dolor de

cabeza se pone algo insoportable.

En lugar de hacer algo para detenerlo, prefiero morder el hombro de Justin y

cerrar los ojos mientras él hace su trabajo.


Pregunté por la falta de deseo sexual y parece que es parte de los síntomas,

lamentablemente, por eso es que a pesar de que esto se siente bien, no soy capaz

de estar en el momento como siempre. A pesar de que sé que ya todo está listo, no

puedo evitar estar algo nerviosa de que mi madre haya hecho todo lo que le pedí.

O de que mis jefas Milena y Beatriz vayan a enviar los vestidos de mis damas y el

traje especial de Xavier a tiempo. Estoy tan fuera de esto que incluso me doy

cuenta de que el celular de Justin empieza a sonar aunque el sonido está muy

bajo y él no le pone nada de atención porque está muy ocupado entrando y

saliendo de mí.

—Justin, alguien te llama —digo, haciéndolo parar. Me da una mirada de

confusión y sin contestar nada, vuelve a lo que estaba haciendo— Justin podría

ser importante. Solo ve quién es.

—Maldita sea, Crystal —murmura por debajo de su aliento y se estira a

tomar su celular en el suelo, a lado de su pantalón, sin siquiera salir de mí, lo cual

es bastante incomodo si me preguntan. El celular deja de sonar pero tan pronto

como lo toma, empieza de nuevo— es un número desconocido.

—Contesta de todos modos —ordeno, pero sé que Justin no lo hará. A duras

penas le contesta a su madre y a duras penas me contesta a mí. Le anuncio que yo

contestaré y tomo el celular de sus manos— buenos días ¿quién habla?

—Eh... buenos días —habla una voz femenina y ronca— creo que me

equivoqué de numero ¿Esté es el celular del Sargento Bieber?

Frunzo el ceño y Justin se me queda viendo raro, pero se sienta en la cama y

acomoda mis piernas para que estén en sus hombros.


—Sí, esté es su celular ¿quién lo busca? —pregunto, con los ojos

entrecerrados. Justin ni siquiera está poniendo atención, está demasiado ocupado

saliendo de mí y empezando a besar mi pantorrilla.

—Mi nombre es Mónica, soy del grupo "Regresar" al que fue ayer, necesito

hablar con él ¿está por ahí?

Hay tantas cosas que no entiendo.

¿Por qué Mónica suena como una prostituta fumadora?

¿Qué es el grupo "Regresar" y por qué Justin fue ayer?

¿Por qué no me lo dijo, cuando me exige que yo le dé un mapa detallado

cada vez que voy a salir?

¿Y por qué esta estúpida cree que puede hablar con él?

¿Y por qué Justin está poniendo su dedo en mi agujero prohibido?

—¡Hey, quita eso de ahí! —susurro hacia él, golpeando su brazo para que no

haga eso de nuevo. Él solo se ríe y lo deja ser, pero yo estoy todavía confundida—

disculpa, Monica, pero debo saber primero para qué lo necesitas exactamente.

Cuando menciono ese nombre, toda la diversión se va de la cara de Justin y

frunce el ceño como si estuviera confundido.

—Ah... ¿eres la novia? —pregunta, con un tono de burla.

—No, soy la futura esposa. Y si no vas a decirme, entonces adiós. No permito

que ninguna mujer se comunique con Justin si no pasa por mí primero. Y no me

está gustando tu tono.


—No actúes así —me reprime Justin y me quita el celular de las manos, pero

lo pone en altavoz antes de que pueda quejarme— Monica... ¿qué necesitas?

¿Cómo conseguiste éste número?

—Quería preguntarte si vas a asistir a la reunión de hoy. Tenemos planeado

algunos chicos y yo salir a tomar algo después y quería invitarte. Quiero decir,

solo si tu dueña lo permite —añade, con esa voz burlona de nuevo— ah, y

conseguí tu número en la libreta del Teniente, tiene todos los contactos anotados

y pensé que sería amable llamarte e invitarte a venir con nosotros.

—Es amable, pero no. Y no es porque no me lo permitan sino porque no

quiero —contesta Justin y sonrió cuando escucho un pequeño y casi imperceptible

sonido de molestia— pero sí, probablemente iré a la reunión de hoy.

—Muy bien, era una simple invitación. No hay problema. Nos vemos ahí. Y

adiós, futura esposa, fue un placer conocerte.

—No puedo decir lo mismo, pero fue un placer ser parte de cómo te

rechazaron de una manera tan fina.

—Wow, no había necesidad de eso —se ríe un poco, incómodamente— no

tienes porqué estar celosa.

—¿Celosa de una mujer que suena como mi abuela y que mi marido acaba de

conocer? Para nada, solo me molesta que te le tires encima de una manera tan

obvia y desagradable.

—¡Eso no es cierto! Solo estaba invitándolo a tomar algo conmigo y otras

personas. Por favor, no pienses que estaba intentando algo.


—Oh, por dios, deja de hablar. Solo estás haciendo esto más y más patético

—me río, aunque no me siento muy feliz— adiós, serpiente.

Justin cuelga la llamada y me mira con advertencia antes de aventar su

celular al piso sin cuidado alguno.

Justin

—¿Vas a explicarme por ti mismo o necesitas que haga esa pregunta que

ambos sabemos que quiero hacer? —pregunta Crystal cruzando sus brazos y

levantando una ceja.

—Ayer fui a una reunión para soldados con problemas —explico, sin ganas.

Tomo sus muslos y levanto su espalda baja para ponerla mejor sobre mí. Aún

estoy duro y voy a venirme adentro como ella lo prometió, no me importa si

Crystal quiere ser parte de la diversión o no. Ni siquiera hace una mueca o algo

que muestre lo que está sintiendo cuando entro en ella de nuevo— Monica estuvo

ahí pero solo intercambiamos como cuatro palabras. Su llamada me sorprendió a

mí tanto como a ti.

—¿Y esa reunión... crees que será de ayuda? —pregunta, con su voz tan

tranquila como si estuviéramos tomando el té.

—Tal vez, no lo sé —contesto, empezando a embestir de nuevo. Esta posición

no es la más cómoda o práctica del mundo pero en este momento lo haré de la

manera que me sea posible, no importa si es cómoda o no— ¿te molestaría actuar
como si esto no fuera una inconveniencia? Estás quitándole toda la pasión al

momento.

—Está bien, lo siento —murmura, y empieza a subir y bajar un poco su

trasero para hacer el trabajo más fácil. Bajo mi mano izquierda para estimular su

clítoris a ver si con eso entra en el modo, y funciona. Crystal empieza a respirar

pesado de nuevo y muerde sus labios cuando empiezo a ir más rápido.

No toma más de un minuto cuando ya estoy listo para terminar. Y por

primera vez en mucho tiempo, no me importa si Crystal se viene primero o no.

Paso mis manos por debajo de ella hasta que estoy sosteniendo su trasero y doy

dos martilleos profundos antes de soltar un sonido bajo y explotar. No dejo de

tocar a Crystal, sin embargo, y como soy tan viril, soy capaz de seguir por unos

segundos más hasta que ella empieza a temblar y gemir con su orgasmo antes de

ponerme suave.

Cuando me salgo, hay un gran desastre entre nosotros, pero no es hasta más

tarde, cuando estoy en camino a la reunión, que me llega la realización de lo que

hicimos y lo que podría pasar. Hago una nota mental de llegar a una farmacia

antes de regresar a casa para comprar una de esas pastillas abortivas como el

buen novio que soy.

Esta vez cuando llego no es tarde así que puedo escoger dónde sentarme sin

tanta presión. Decido estar entre dos hombres y platico un poco con ellos

mientras llegan los demás. Monica se sienta justo frente a mí en el circulo y sus

ojos no me dejan en toda la reunión.


Estoy acostumbrado a las mujeres interesadas en mí. No es que me considere

extremadamente atractivo, pero siempre, ya sea en china o en Texas, hay mujeres

mirándome y algunas otras incluso acercándose a hablar conmigo. Pero hay una

razón por la cual seguía siendo virgen antes de conocer a Crystal: no sé cómo

coquetear.

No sé coquetear, ni quedar bien con nadie y no quiero saber cómo hacerlo. Es

simplemente mucho trabajo y no estoy dispuesto a hacer eso por una mujer que

acabo de conocer. Por eso siempre que una chica se acerca pestañeando tanto que

me preocupa que tenga algo metido en los ojos, prefiero correrla rápido. Y

usualmente mis comentarios funcionan para hacer que se vayan, pero Monica

parece no entender que no estoy interesado. O tal vez ella no está interesada

tampoco, a pesar de que me mira como si quisiera lamerme de pies a cabeza.

—Solo quería disculparme por llamarte de esa manera —dice, después de

que he intentado hacer que se vaya por tres minutos— lamento si causé algún

problema contigo y tu prometida. La salida se canceló de todos modos.

—Está bien —me encojo de hombros y meto tres galletas a mi boca al mismo

tiempo— no causaste ningún problema. Ella es solo... es algo insegura conmigo,

así que se pone un poco grosera con otras mujeres.

—Mmm, "un poco grosera" claro —bufa y le da un trago al café en sus manos

y acomoda su largo cabello detrás de su oreja, haciendo que su largo cuello quede

desnudo. Solo me permito admirar un poco su piel y luego mis ojos se quedan en

los suyos— no entiendo cómo un hombre como tú está por casarse con una niña

como ella.
—No es nada difícil de comprender. Nos enamoramos, compré un anillo, ella

dijo sí y ahora vamos a casarnos.

—Gracioso, me refiero a que es difícil entender que te enamoraras de una

niña así porque... bueno, no te conozco, pero por lo que sé de ti, puedo darme

cuenta de que eres serio y maduro. Y por lo poco que hablé con ella, puedo darme

cuenta de que es mezquina e infantil.

—Uno no decide de quién se enamora, además no es tan mala una vez que la

conoces mejor. Después de un tiempo.

—Lo entiendo, créeme. He estado ahí —me da una sonrisa condescendiente

— es por eso que me doy cuenta de lo que está pasando. Yo también estuve con

alguien por el que debía hacer excusas todo el tiempo y pedir disculpas en su

nombre.

No contesto nada porque no sabría que decir, solo me quedo ahí frente a ella

y sigo comiendo galletas, esperando que deje de hablar para irme.

—¿Alguna vez te has preguntado si estar con ella es solo encaprichamiento?

Porque lo era en mi caso. Y... mierda, no sé porqué pero siento un tipo de

conexión contigo, tal vez porque somos muy parecidos.

Tiene razón. De acuerdo con lo que ha contado en el grupo, he notado que

somos parecidos. Básicamente nacimos en el ejercito, tenemos padres distantes,

vivimos toda nuestra infancia en diferentes partes del mundo, tenemos el mismo

rango, hemos tomado decisiones del mismo tipo y nuestras personalidades son

básicamente iguales. Si no estuviera siendo tan molesta con esto de Crystal, creo

que incluso podríamos ser amigos.


—No es encaprichamiento. Y no tengo que disculparme por ella siempre —

miento— solo con otras mujeres.

—¿Y estás de acuerdo con vivir el resto de tu vida de esa manera? ¿Sin poder

tener una amiga que resulte tener vagina porque tu esposa se vuelve loca? No es

que esté intentando hacer que termines con ella o algo —aclara, levantando sus

manos con inocencia— solo intento ayudarte.

—Sí, no es tan difícil. Además eso me da permiso de ser igual con ella.

—Escucha, sé que sueno como tu abuela enfadosa pero ¿no crees que tu

relación no es muy sana que digamos? —pregunta, levantando las cejas— antes

de casarte, tal vez deberías considerar otras cosas además de "solo estar

enamorado". Después de todo, vas a estar con ella toda la vida ¿no? Tienes que

estar seguro de que sea una persona que valga la pena.

—Tienes razón —asiento y sacudo mis manos para limpiarlas— sí suenas

como mi abuela enfadosa, creo que deberías dejar de preocuparte por mi relación.

—Cierto, lo siento —me sonríe y da unas palmaditas en mi brazo— es tu

problema. Tal vez ella es la mujer perfecta y solo estoy molesta por la manera en

la que me habló.

La mujer perfecta... tal vez no. Pero no es tan mala como la hace parecer. De

todos modos, no me preocupo por decirle eso y seguir contribuyendo a la platica.

Solo me despido de ella y otras personas antes de irme.

A pesar de que Monica es solo una mujer molesta y no sabe de lo que habla,

pone un poco de duda en mi cabeza. No es como si estuviera arrepintiéndome o


algo así, pero es la primera vez que me doy cuenta de que voy a estar toda mi vida

con Crystal.

Toda mi vida es un largo tiempo.

—¿En qué estás pensando? —pregunta Crystal tan pronto como me ve

entrando y me da un beso en la mejilla— estás haciendo esa cara de intenso

pensamiento que me asusta.

—Nada, no estoy pensando en nada.

Pero de pronto han pasado los días y estamos en un avión directo a Los

Angeles. Y yo no he podido dejar de pensar en eso. He estado observando a

Crystal y pensando en cómo será nuestro futuro, pero no puedo. No puedo ni

siquiera vernos la próxima semana mucho menos en algunos años.

81

The day has come

Estoy teniendo una pesadilla, lo sé pero no puedo despertar. Es una nueva y

de alguna manera más terrorífica que las que he tenido acerca de bombas, tiroteos

y muerte.

—Papá, ven aquí. Juega conmigo —pide un pequeño escuincle con sus manos

extendidas hacia mí, siguiéndome aunque yo me hago hacia atrás— por favor. Te

amo.
—¡No! ¡Aléjate de mí! —grito y, sabiendo que es un sueño, le aviento algo a

la cabeza para que me deje en paz. Resulta ser una pelota de beisbol y el golpe lo

hace llorar. Me sorprende que no haya abierto su cabeza.

Su llanto es la peor cosa que mis oídos han tenido la desgracia de escuchar,

es incluso peor a escuchar los fuertes ronquidos de Crystal en la madrugada.

—Justin, deja de hacerle estas cosas —me reprime Crystal, llegando

mágicamente. Su panza es tan grande como si estuviera embarazada de

quintillizos— tu papi no quiso hacerte eso de nuevo, bebé. Él te ama ¿no es así,

Justin?

—No, no lo amo —niego, y el maldito niño llora más fuerte. Tan fuerte que

mi oído bueno empieza a palpitar con dolor— por dios, cállate. Cállate. Cállate.

Algo me golpea en la cara y me despierto con un jadeo, solo para darme

cuenta de que el llanto sigue presente y no era solo parte de mi pesadilla. Cuando

mis ojos se enfocan, puedo ver a un bebé mucho más cerca de mí de lo que me

gustaría, y me golpea en la cara de nuevo con su pequeña manita mojada.

—¿Qué demonios es esto? —pregunto, moviéndome en la cama,

desorientado y cansado. Crystal está mordiendo su labio para no reírse de mí.

—"Esto" es mi hermana. Y le estabas gritando que se callara, lo cual no le

gustó así que decidió golpearte —se burla, tomando al pequeño animal y besando

su mejilla muchas veces hasta que deja de llorar y empieza a reírse— ¿no es la

bebita más hermosa que has visto en toda tu vida?


—No —contesto sinceramente, pero dos pares casi idénticos de ojos verdes

dirigidos hacia mí me hacen cambiar de opinión— tal vez. Es difícil de decir

porque me babeó y me golpeó. Y huele un poco a mierda.

—Eso no es cierto, acabo de cambiar su pañal y me aseguré de sacarlo de la

casa para que nadie tuviera el infortunio de oler eso de nuevo —levanta su mano

para acomodar su cabello hacia atrás, y cuando veo una mancha de mierda en su

antebrazo, no puedo evitar apuntarla y hacer una cara de asco— y creo que

después de todo, tener un hijo no sería tan malo porque... ¿Qué? ¿Por qué tienes

esa cara?

Le toma un par de segundos, pero levanta su mano y voltea su cabeza para

ver lo que estoy apuntando. Jadea y chilla con asco cuando se da cuenta. Tira a

Candice hacia a mí como si fuera un juguete y sale corriendo hacia su baño sin

dejar de hacer escándalo. No puedo evitar reírme de ella, obviamente Crystal no

está hecha para ser madre.

El susto de mi pesadilla se empieza a ir y estar cerca de Candice no es tan

molesto ahora que ha dejado de llorar. La pongo a un lado de mí en la cama y

empiezo a hacer lo mismo que hizo Crystal para hacerla reír, dejar un montón de

besos en sus gordas mejillas, pero no me he rasurado en dos días así que mi cara

está rasposa, y parece que eso le gusta. No deja de reírse y tocar mi cara.

—Lamento eso —se disculpa Crystal, poniendo bastante antibacterial rosa en

sus manos y esparciéndolo por sus brazos, hasta el hombro. Se sienta en la cama y

me da una cálida sonrisa— que lindo, sabía que tenías un corazón debajo de toda

esa piedra.
—Me gustan los niños. Solo cuando no están llorando, babeando, cagando o

siendo molestos —explico, levantándome y tomando a Candice en mis brazos

para sacarla de aquí— pero tengo un límite de dos minutos y luego me dejan de

gustar. Iré a dejarla con su madre.

Me arrepiento de salir de la habitación en el mismo segundo en que lo hago.

Había olvidado que toda la familia de Crystal estaba aquí y definitivamente no

quiero lidiar con ninguno de ellos. Por suerte, con todo mi entrenamiento militar

soy capaz de llegar a la sala esquivando y escondiéndome de todos los que se

interponen en mi camino. Lamentablemente el diablo mismo está sentado a un

lado de mi objetivo así que no hay manera de esquivarlo.

—¿Siempre andas paseando por la casa en tu ropa interior, quitado de la

pena? —pregunta la abuela de Crystal, arrugando su nariz hacia mí con disgusto

— está apunto de casarse con mi nieta favorita, Lauren ¿No es hora de enseñarle

algo de modales básicos a Tarzan? No quiero pasar ninguna vergüenza con los

invitados por su culpa.

—A Lauren no le molesta verme en ropa interior ¿cierto? —levanto una ceja

hacia ella y Lauren niega con la cabeza sin dejar de observar mi cuerpo. Extiende

las manos para que le entregue a Candice.

—Justin es el niño más lindo y educado que he conocido —le explica mi

suegra a su madre, sin mirarla a la cara— es perfecto para Crystal. Se aman.

Déjalos en paz.

—Me es imposible. Lo único que este matrimonio va a causar es dañar la

dinastía.
—Eso decías de Cristoff y de Alexander y de Henry y de todos los hombres

que se acercan a nosotras. Ni hablar de lo que dices acerca de las mujeres.

—Le prometo que dañar su preciosa dinastía no está en mis planes —sonrío

hacia ella— aunque no puedo prometer nada. Estábamos pensando en adoptar un

par de niños africanos ¿Qué tal le parece la idea?

—Sobre mi cadáver —advierte la anciana vehementemente, levantándose del

sillón para probar su punto. Lauren niega con la cabeza e intenta no reírse— no

voy a permitir que después de haber tenido esclavos negros en mi infancia, uno de

ellos quiera ser parte de mi familia. Ni siquiera legalmente. No se merecen el tipo

de vida que mi nieta les puede dar.

Estoy cerca de tumbar a esta mujer al piso y romper su cuello, lo juro por

dios. Estoy tan cerca que incluso ella se da cuenta de eso y da un paso hacia atrás.

—Deja de pelear, Justin. Regresa a hacerle compañía a Crystal antes de que

salga de ahí y empiece a escupir ordenes de nuevo —dice mi suegra para calmar

el asunto y asiento hacia ella antes de regresar a la habitación, aun exaltado por

las ignorantes palabras de Maggie o como se llame esa vieja loca. No puedo

esperar a que le haga un favor al mundo y se muera de una maldita vez.

Crystal está en su celular cuando entro, pero lo esconde rápidamente como si

no fuera obvio.

—Solo estaba hablando con un par de invitados para decirles cómo llegar al

palacio —se excusa, pero no quiero empezar otro argumento acerca de cómo debe

dejar de usar su celular al menos por este día, para que se sienta completamente
bien, así que lo ignoro y me acuesto con ella de nuevo, poniendo mi brazo

alrededor de su cintura y una de mis piernas sobre la suyas.

—Hoy es el día, Justin ¿puedes creerlo? —pregunta Crystal, acariciando mi

brazo y volteando su cara hasta que estamos nariz a nariz— estoy emocionada, ni

siquiera me siento mal hoy. No me duele la cabeza, ni el cuello, ni el pecho. Nada.

—Estoy emocionado también —miento. No estoy muy emocionado que

digamos, estoy más nervioso que otra cosa. Asustado, también. Pero no quiero

entrar en pensamientos como ese de nuevo, mucho menos hoy— vamos a crecer

viejos juntos... ¿tienes una idea de cómo va a ser eso?

Porque yo no.

—Sí —contesta sin pensarlo, dándome una de sus relucientes sonrisas—

vamos a ser felices viviendo un día a la vez, sin pensar en cada segundo de los

siguientes años, como sé que tú lo estás haciendo en esa cuadrada cabecita que

tanto amo.

—No estoy haciendo eso —miento de nuevo, y ella solo se ríe— pero sí me

gustaría tener un poco de conocimiento de cómo serán las cosas, no me gusta

saltar hacia lo inesperado y luego solo ir improvisando todo lo que se me

presenta. Como a ti.

—En mi mundo perfecto, después de esta boda, regresamos a Nueva York y

tú empiezas a estudiar lo que más te gusta para convertirte en un Chef reconocido

a nivel mundial mientras yo termino mi carrera y luego empiezo mi imperio de la

moda donde supero a cada una de las figuras que me han inspirado a ser lo que

soy —empieza, y parece que ha estado pensando bastante en esto— compraremos


una casa grande y tendremos dos hijos que crecerán en una casa llena de paz y

tranquilidad con una madre comprensiva y un padre amoroso. Nuestras vidas

sociales seguirán igual, me agrada no tener millones de amigos falsos sino un

puñado de mejores amigos... ¿cómo te suena eso?

—Me suena a algo demasiado bueno para ser real —contesto con toda

sinceridad— no quiero tener hijos. Y si por algún error llegaran a existir... la

verdad es que dudo mucho que tú y yo pudiéramos ser "una madre comprensiva y

un padre amoroso" eso no suena como nosotros en lo absoluto.

—¿No quieres tener una personita que sea una mezcla de nosotros? —

pregunta, con la voz más baja y moviéndose un poco hasta que está abrazándome

— verte con Candice fue muy hermoso, y quiero eso pero con alguien que sea

nuestro. Un hijo es... es como lo más bonito que pueda haber entre dos personas.

Dejo salir un suspiro de cansancio y acepto que tal vez me gustaría. Tal vez.

Porque pensar en Crystal embarazada de mí suena de hecho bastante atractivo.

Pongo mi mano en su estómago y le doy una sonrisa.

—De acuerdo, estoy de acuerdo con lo de los hijos. Pero aún no —añado

rápidamente— vamos muy rápido con esto del matrimonio, no es tiempo de tener

hijos todavía.

Crystal se queda petrificada y asiente, pero la conozco y sé que hay algo

entre lineas que no estoy del todo enterado.

—Necesito que digas en voz alta que accedes a tener hijos dentro de un

tiempo. Definitivamente no en este año, o el siguiente —prosigo, porque no confío

mucho en ese asentimiento a medias que me dio— deberíamos conseguirte


pastillas anticonceptivas también, porque usar condones con tu esposa suena

ofensivo.

—No, esas pastillas engordan y sacan granos —frunce el ceño— de acuerdo,

acepto no intentar embarazarme tan pronto. Pero además de volverme famosa y

multimillonaria por mis diseños, mi sueño es tener hijos, así que no vayas a

arrepentirte después. Es importante para mí.

—Está bien, no me arrepentiré —murmuro, no muy seguro que digamos, y

me acerco para besar sus labios.

Me quedo con ella por un largo rato más, platicando de mil cosas en la

misma posición, hasta que me dice que tiene que empezar con su preparación, a

pesar de que la boda empieza en cinco horas. Solo la mención de la boda hace

que mi estómago se encoja, pero de nuevo ignoro el sentimiento porque no quiero

entrar en pánico otra vez.

—¡Ah, una cosa más! No puedo creer que casi se me olvida —exclama, antes

de salir de la habitación— tienes que escribir tus votos. Yo ya terminé los míos.

—¿Votos? ¿Cómo son los votos? —pregunto, frunciendo el ceño y

sentándome en la cama. Crystal busca una hoja en su bolso y me la enseña de

lejos, está completamente llena de su escritura.

—Son todas las cosas que me prometes, todo lo que intentarás hacer para

que nuestro matrimonio sea lo mejor del mundo y no termine en un divorcio. Yo

escribí muchas cosas porque sé que necesito cambiar bastante y mejorar mucho

para que todo sea pacifico y perfecto.

—Oh... déjame leerlo.


—No, sabrás lo que escribí en unas horas —dobla su hoja y la vuelve a

guardar— además, podrías copiarme. Trabajé muy duro en esto.

—Crystie... no soy bueno expresando cosas, sabes eso —me quejo, frotando

mi frente— no soy bueno haciéndolo solo frente a ti, por supuesto que no podré

hacerlo frente a setecientas personas.

—En ese momento solo debo de existir yo, ignora a todos los demás —

aconseja, y se acerca para darme un último beso antes de irse— ¡Hazlos

románticos!

Cuando me quedo solo en su habitación, gruño y me levanto sin ganas,

pensando en cómo esto se va haciendo más y más complicado con cada segundo

que pasa. Busco en su escritorio algo dónde escribir e intento plasmar todo lo que

prometo.

"Prometo no volver a ser infiel nunca más"

No, eso no. Es una buena promesa, pero no puedo dejarles saber a todos lo

que hice. Nadie comprendería mis razones y estoy seguro de que Crystal no quiere

que nadie lo sepa.

"Prometo dejar de despertarte en la madrugada para asegurarme de que estás

bien"

Eso tampoco, suena patético.

"Prometo no volver a alejarte de mí por mis propios problemas internos"

No, no puedo decir eso frente a tanta gente.

Esto no es para mí, no puedo hacerlo. Es demasiado difícil. Todo lo que

quiero prometerle son cosas que no puedo decir frente a más personas.
Cualquiera pensaría que escribir unas pocas promesas para tu futura esposa

no es algo que te tomaría mucho tiempo, pero en mi caso lo hace. Y después de

cuatro horas, apenas tengo tres promesas y un poco de platica dulce de lo mucho

que la amo.

Ah, y más miedo que antes.

—¿Por qué ya están listos? —les pregunto a Hunter y Luc cuando entran a la

habitación de Crystal con sus uniformes puestos y el mío en la mano.

—Porque tu boda empieza en una hora, imbécil, y llegar a la locación que

escogieron toma bastante tiempo —dice Luc— date un baño rápido y ponte esto.

Debemos irnos ya.

Lo bueno de ser hombre es que no necesitas cinco horas de preparación, solo

necesitas una ducha de cinco minutos y acomodar tu corto cabello. Por eso en

menos de quince minutos, estoy completamente listo y en dirección al palacio que

tanto ama Crystal.

En el camino se me ocurre otra promesa qué hacerle, pero la escribo en mi

celular para que los chicos no quieran leer lo que ya tengo escrito. Parecería que

ya tengo suficiente, pero comparado con la hoja completa de Crystal, esto no es

nada.

Cuando llegamos, mi boca cae abierta porque esto es literalmente un palacio.

Pensé que sería solo un salón normal que se llama palacio, pero es realmente uno.

Debo admitir que es bastante impresionante. Es mucho más pequeño que el

palacio de Buckingham pero luce igual de antiguo y real.


Mi padre y Cristoff nos encuentran en el estacionamiento, ambos también

están usando sus uniformes.

El palacio es incluso más elegante por dentro, toda la decoración es de

acuerdo al tema "rosa y dorado" que Crystal escogió. Me doy cuenta ahora el

porqué este lugar es tan exclusivo y tan malditamente caro. Es gigante,

extravagante y ya veo porqué Crystal quería una corona, esto es exactamente

cómo me imagino una boda de alguna princesa o alguien de la realeza. Además,

solo en este lugar podría caber la cantidad inmensa de gente a la que invitó.

Sigo a todos hacia una habitación espaciosa a un lado de dónde nuestra

ceremonia va a tomar lugar, supongo que vendría siendo la sala principal del

palacio. La gente empieza a llegar poco a poco y mis nervios se ponen de punta,

mi corazón está latiendo mucho más fuerte de lo que debería. Ademas, aún no

tengo ni la mitad de los votos necesarios.

—¿Sabes dónde está Crystal? —le pregunto a Cristoff, y él me dice que está

en una habitación igual a esta pero del otro lado. Tomo mi pluma y mi hoja y me

dirijo hacia allá, intentando que los invitados no me vean mientras camino los

diez mil kilómetros que me toma llegar hacia ese lugar. La puerta tiene seguro, así

que empiezo a tocar— soy Justin. Ábreme, Crystal, necesito decirte algo.

—El novio no puede ver a la novia con el vestido antes de la boda. Es de

mala suerte —se queja Crystal desde adentro, y puedo darme cuenta de que está

solo a una puerta de distancia— ¿qué quieres?


—Necesito ayuda con mis votos, he escrito muy poco —digo en voz baja— ya

he visto ese maldito vestido antes, viví a su lado por meses ¿recuerdas? solo abre

la puerta. Esas tontas creencias no son ciertas.

—Ugh —se queja, y abre la puerta, pero solo saca la cabeza— ¿quieres que

yo te diga qué escribir?

No puedo contestarle porque estoy muy ocupado observándola. Usualmente

no me gusta mucho cuando su cara está llena de maquillaje, pero en este

momento me encanta cómo se ve, con maquillaje y todo. Sus labios están rosados

y esponjosos, pero se hace para atrás cuando quiero darle un beso. Su cabello está

suelto y grande, definitivamente no tenía tanto cabello hace unas horas, pero se

ve muy bien. Y su gigantesca corona la hace parecer una reina malvada.

—Te ves hermosa —susurro, y ella me sonríe tiernamente, deshaciendo su

mirada dura— y sí, necesito ayuda.

—Faltan minutos para nuestra boda, Justin. Minutos. Tuviste horas para

escribirlos. Si yo te digo qué poner, pierde su significado. Ahora, vete. Y más te

vale terminar rápido, o no voy a estar feliz contigo.

—¿Qué? Pero... —antes de que pueda terminar, cierra la puerta en mi cara.

Dejo salir un gran suspiro y empiezo a caminar hacia un lugar donde pueda

sentarme, pero no hay ninguna banca por aquí, así que tengo que salir y sentarme

en las escaleras. Pero cambio de opinión casi inmediatamente, cuando veo a gente

llegando por ahí.


—¡Justin! —grita alguien antes de que pueda escapar y volteo mi mirada

para ver a Lesley caminando hacia mí, a un lado de Olivia, quien me ignora

porque ya nos saludamos.

—Hola, Les —le doy un abrazo y no puedo evitar preguntarme qué demonios

está haciendo aquí, aunque conociendo a Crystal, solo la invitó para marcar

territorio de nuevo.

—¿A dónde vas, no está a punto de empezar esto?

—Sí, pero... aún no termino mis votos y necesito sentarme a pensar en algún

lugar —acepto, y luego se me ocurre algo— ¿podrías ayudarme?

—Eh... —hay duda en sus ojos, y si no me equivoco, algo de dolor también,

pero es capaz de asentir de todos modos— claro, para eso están los amigos ¿no?

—Sí, a pesar de que tal vez esos amigos pasaron por un momento extraño

donde tuvieron una relación que no funcionó para nada —murmuro y doy una

risa incomoda. Lesley entrecierra sus ojos y me empuja un poco mientras

empezamos a caminar por el jardín hacia un lugar donde podamos sentarnos—

sabes que lamento cómo sucedio todo eso ¿cierto?

—Lo sé, y yo lo lamento también —dice, en voz baja— siempre tuve un

pequeño... bueno, siempre estuve enamorada de ti, supongo, a pesar de que

estaba con Max. Y cuando por fin te pude tener, me volví loca. Actué de una

manera contigo que no estoy feliz de recordar.

—Sí... fue loco. Y yo también estaba un poco enamorado de ti —acepto, y sus

ojos se ponen brillosos— pero eso fue antes de que conociera a Crystal. Desde que

llegó al campamento todo fue acerca de ella.


—Como siempre —murmura, debajo de su aliento— todo es acerca de ella.

En fin, nunca me diste la oportunidad de disculparme apropiadamente por auto-

proclamarme tu novia y actuar tan celosa todo el tiempo. Y por decirte todas esas

cosas cuando terminaste conmigo.

—Todo está olvidado, Les —aseguro, y por fin encontramos un lugar para

sentarnos, en una banca algo escondida detrás de un arbusto alto. Sé que debería

ponerme a escribir mis votos, pero por alguna razón, mis nervios empiezan a

ponerse peor que antes ahora que estoy sentado y viendo todo el panorama desde

lejos— ¿puedes creer que estoy apunto de casarme? Nunca pensé que este día

realmente llegaría.

—Siempre pensé que Hunter sería el primero en casarse, luego yo con Max, y

tú... la verdad nunca te vi en esta posición con nadie, pensé que tu vida sería estar

en servicio para siempre. Solías ser algo, ya sabes, frío —murmura, mordiendo su

labio inferior— no conmigo o Hunter, pero con todos los demás. Sobre todo con

las mujeres.

—Cierto, pero es porque estaba enamorado de ti —digo, en voz baja. Sé

ahora que no estaba realmente enamorado, pero no sabría cómo explicar los

sentimientos que solía tener por ella, así que seguiré llamándolo así— estaba

esperando por el momento en el que Max te dejara ir, y cuando lo hizo... para

entonces ya estaba perdido en Crystal, aunque no quisiera aceptarlo.

—Y yo lo sabía, aunque no quisiera aceptarlo tampoco —susurra, dando un

suspiro— por eso era tan tremendamente insegura y psicópata contigo.


Volteo a verla y mis ojos viajan por todo su cuerpo. Se ve mucho más linda de

lo que se veía todos los días en el campamento. Algunas veces la vi arreglada

también, pero no tanto. Su cabello está recogido en un moño femenino y algunos

mechones están sueltos en su cara. Sus ojos se ven más grandes por la raya negra

sobre sus párpados y sus labios están rojos.

Verla es como un balde de agua helada cayendo sobre mí, recordándome mi

vida antes de Crystal.

—Justin, creo que todo está por empezar, deberíamos regresar.

Trago saliva y mis brazos empiezan a picar debajo de mi uniforme. Empiezo a

tener ganas de quitarme el saco y la camisa, pero no puedo. Tengo que ir a

casarme.

—¿Justin? —pregunta Lesley, poniendo una mano en mi brazo y acercándose

más a mí— ¿Estás bien?

—Lesley, no creo que... no creo que pueda ir y —tomo un gran respiro, y me

doy permiso de decir en voz alta mi más recurrente duda desde mi platica con

Monica— ¿Y si estar con Crystal es el peor error de mi vida? ¿Y si esto que siento

no es amor sino encaprichamiento y solo me doy cuenta años después? Se podría

decir que aún estamos en... en la etapa feliz ¿cómo la llaman? ¿Luna de miel?

Creo que... oh, por dios....

Arranco mi saco porque no puedo moverme en él y Lesley solo me observa

con los ojos muy abiertos, sin saber qué decir. Mi celular empieza a vibrar en mi

pantalón, pero lo ignoro. El sol está empezando a esconderse detrás de mí y el

ambiente está fresco, pero empiezo a sudar.


—Justin, si no estás seguro de esto ¿por qué demonios lo estás haciendo? —

pregunta, poniendo sus manos en mis hombros para contenerme.

—No estoy seguro, Les —niego con la cabeza y me obligo a respirar más

fuerte con la nariz y dejarlo salir con mi boca— No estoy seguro. Nunca lo estuve.

Todo esto es falso, pero no se siente falso. Se siente como que voy a estar toda mi

vida con Crystal y no hay nada que pueda hacer al respecto.

—Dios, Justin. Odio a Crystal. En serio la odio, pero no puedes hacerle esto.

La boda está por comenzar, tienes que...

—A la mierda con Crystal ¿por qué nadie piensa en mí? —la interrumpo,

parándome, pero luego veo que una figura alta y conocida sale del palacio y

empieza a mirar por todos lados, buscándome, así que me siento de nuevo y me

hago pequeño para no ser tan visible— agáchate, Les.

Mi celular empieza a vibrar de nuevo, y sé que es Hunter porque puedo ver

cómo saca su celular y me llama, luciendo enojado. Esta vez sí contesto.

—Hunt...

—¿Dónde mierda estás, Justin? —ruge Hunter antes de dejarme hablar— ya

es hora. Te necesitamos aquí. Crystal no puede salir hasta que tú llegues.

—No lo haré —susurro, y Lesley me mira con los ojos muy grandes— lo

siento, no puedo. No... no puedo. Esto fue un error.

—¡¿Estás loco?! —grita Hunter, y casi puedo ver desde aquí las venas

resaltadas en su cuello— ¿dónde estás? Iré por ti y te traeré arrastrando. Deja de

ser una diva y ven. No puedes arruinar esto, es tu boda, hombre. Sé que tal vez

estás asustado, pero tú y yo sabemos lo mucho que amas...


No quiero seguir escuchándolo, así que cuelgo y cubro mi cara. No quiero

moverme, quiero quedarme aquí escondido hasta que todo se acabe. Y ni siquiera

puedo echarle la culpa a Crystal, yo fui quien compró ese maldito anillo, todo esto

es por mí.

Crystal

Le sonrío a mi reflejo en el espejo con los ojos llorosos y doy una media

vuelta para verme de lado. No puedo dejar de observarme. El vestido es perfecto,

mi cara es perfecta, mi cabello es largo, voluminoso, ondulado y perfecto y estoy

más feliz que nunca en mi vida.

—¿Ya llegó? —pregunto una vez más, frunciendo el ceño. No creo que

escribir votos le tome tanto tiempo.

—No —responde Marea, cerrando la puerta detrás de ella— los invitados ya

llegaron y él no aparece.

Trago en seco y mi nuca empieza a picar. Llámalo intuición femenina, pero

creo que algo anda mal. Tal vez Justin se cayó de las escaleras y se murió.

—No te preocupes, Crystal —me anima Xavier, luciendo perfecto en el traje

rosa que le conseguí. Lo odió primero, pero después lo aceptó con los brazos

abiertos— llegará en cualquier minuto.

—Sí ¿verdad? Llegará. Él llegará —murmuro para mí misma.


Desde hace ya varios días ha actuado un poco raro, está muy complaciente

conmigo y casi no hemos peleado, lo cual es raro entre nosotros. Supuse que eran

los nervios de la boda y no lo quise molestar. Se puso de la misma manera cuando

el campamento iba a terminar así que me imaginé que, igual que esa vez, él solo

no estaba seguro de cómo actuar ante algo tan importante.

Se está haciendo tarde...

Pero está bien, no voy a pensar mal. Un pequeño retraso lo tiene cualquiera,

Justin tal vez ni siquiera se ha dado cuenta de que ya es hora de que esté parado

en el altar, esperándome. No voy a estresarme, no después de estar tan feliz y

calmada este día.

Sigo con ese nivel mental de tranquilidad por un buen rato, pero con media

hora de retraso, me empiezo a volver un poco loca.

Ahora esta habitación me parece mas pequeña y sofocada, empiezo a sudar

por todos lados, mi maldito vestido se siente apretado y la falda se me hace más

pesada. Mi corona se siente como que se va a caer y las hermosas zapatillas Vera

Wang que compré son lo más incomodo que ha estado en mis pies alguna vez.

—¿Y sí él huyó? —pregunta Marea con burla en su voz, sentada en el sillón

— sería lo más humillante que pudiera pasar. Invitaste a medio Los Angeles,

nunca nadie va a olvidar eso.

—Claro que no huyó, estúpida —gruño hacia ella— solo está un poquito

retrasado.
—¿Me podrían decir por qué aún no sale nadie? —pregunta mi abuela,

abriendo la puerta de la habitación y dándome una mirada de enojo— hemos

estado esperando mucho tiempo, la gente se está poniendo impaciente.

—Creemos que Justin ha huido —le dice Marea, sonando demasiado feliz

para mi gusto.

—¡Claro que no! —grito, perdiendo la mierda— ¡Cierra tu sucia boca, él

nunca me haría eso!

Tomo mi celular del tocador y empiezo a llamar a Justin sin parar, pero no

contesta y después de un tiempo, empieza a desviar las llamadas. Mi corazón está

loco a este punto, y literalmente siento que voy a vomitar.

—¡Esto no me puede pasar a mí! —chillo, en un nivel de histeria que jamás

había probado antes. Estoy a punto de perder los estribos por completo—

simplemente no puede estar pasándome esto, es imposible. Lo voy a matar a él y

luego me voy a matar yo.

—¡Cálmate! Te estás alterando y eso no es nada bueno —me regaña Emilia,

dándome una mirada enojada— claro que él no haría eso, te ama. Ha estado a tu

lado durante todo este proceso, si no quisiera esto, te lo hubiera dicho desde hace

mucho tiempo.

—Si eso pasa, Crystal, y me avergüenzas frente a todos —advierte mi abuela

desde la puerta con un tono letal en su voz— te vas a arrepentir por mucho

tiempo.

—Cierra la boca. Podría matarte con mis propias manos en este momento —

grito hacia ella— esto no es mi culpa.


—Madre, regresa afuera. Estás alterando a Crystal —ordena mi mamá,

acercándose a la puerta y empujando a mi abuela hacia afuera para cerrarla— a

ver, respiremos profundamente y calmémonos. Es imposible que Justin te deje

plantada, algo más debe de estar sucediendo.

Asiento porque está en lo correcto, obviamente debe de haber una razón

justificada para esto. Empiezo a llamar ahora a Hunter.

—Crystal... —contesta, con voz apagada, como si estuviera cansado de hablar

conmigo. Ese tono de voz me asusta de nuevo. Empiezo a caminar de un lado a

otro moviendo mi mano libre como si estuviera espantando moscas.

—Hunter, por favor dime que encontraste a Justin y están en camino al altar.

Por favor —suplico, porque es literalmente todo lo que necesito escuchar ahora

mismo. Hunter da un largo suspiro y su voz tiembla.

—No sé como decirte esto...

—¿Que cosa? —exijo. Ni siquiera yo misma estoy reconociendo mi voz.

Mi padre entra en ese momento y pregunta qué está pasando. Xavier le

contesta y me recuerda una vez más lo que todos creemos que Justin ha hecho.

—Él... él dice que no puede —suelta con dificultad. Contemplo sus palabras

por unos segundos y doy una risa nerviosa.

—¿Que no puede qué? —vuelvo a soltar otra risa histérica— ¡Tiene más de

media hora de retraso!

—Que no puede casarse. No quiere hacerlo, dice que fue un error —contesta

en voz baja— lo siento muchísimo, aún estoy tratando de encontrarlo, pero...


Lanzo el celular con toda mi fuerza al sillón. Aprieto mis manos en puños y

dejo salir un grito desde lo más profundo de mi alma.

No puedo creer esto. Es un sueño, no está pasando. Justin no puede ser tan

cabrón, nunca me haría esto.

Eva toma el celular y empieza a hablar con Hunter, pero yo no escucho ni

una sola palabra de su discusión, mis oídos están pitando y puedo sentir como mi

cara se pone roja por reprimir las ganas de gritar y matar a alguien.

Me rehuso a creer esto, estoy casi segura de que Justin se va a aparecer en un

rato más, inconsciente ante el problema que está causando. Tal vez le dijo a

Hunter que "no podía" porque no quería llegar sin sus votos escritos.

O tal vez estoy engañándome a mí misma y el idiota de hecho me ha dejado

plantada.

82

With to without you

capítulo final

—Princesa, escúchame, sé que hay una muy buena razón por la que esto está

pasando. Toma aire y no reacciones precipitadamente —me pide mi padre con un

tono de voz muy sereno, como si estuviera intentando tranquilizar a un león, y


siento su mano en mi brazo pero no hago nada para indicar que lo estoy

escuchando. Estoy en shock. Me quiero morir— puedo ver que estás apunto de...

—¿Qué hora es? —pregunto, interrumpiéndolo y sorprendiendo a todos.

Xavier contesta que son las siete con veinticinco. O sea que mi boda tiene

cincuenta y cinco minutos de retraso— voy a ir por él.

—¿A qué te refieres? —pregunta mi mamá, con los ojos muy abiertos, como

si le acabara de decir que planeo matar a alguien— bebé, ven aquí, toma mi mano

y meditemos por unos minutos.

—No. Voy a ir por él —repito con seguridad, y levanto mi falda de enfrente

para empezar a caminar hacia la puerta— no voy a ser una de esas novias

abandonadas. Me rehuso. Eso no me va a pasar a mí.

Nadie dice nada, me dejan salir de la habitación en paz, de lo cual estoy muy

agradecida porque mi paciencia está colgando un hilo muy, muy delgado.

Empiezo a caminar hacia la puerta principal y obviamente los invitados me

pueden ver. No es como si no llamara la atención con este vestido blanco y

brillante. Escucho un murmullo y a varias personas llamando mi nombre, pero los

ignoro.

Tengo que asegurarme primero que el auto que le renté a Luc esté aquí, al

igual que el de Jeremy, el de mi padre y cualquier otro al que Justin tenga acceso.

Cuando veo que todos están en el estacionamiento donde deberían estar, empiezo

a observar a mis alrededores. Es obvio que Justin está aquí afuera. No tenemos

permitido pasar a otra parte del palacio aún y no está dentro en ningún lugar a la

vista, lo cual solo deja el jardín como opción.


Mis estúpidas zapatillas se entierran en la tierra mojada con cada paso y la

falda larga de mi precioso e inigualable vestido se está arrastrando por el piso

porque es imposible cargar tanta tela. Caminar por este lugar es un gran sacrilegio

hacia todas las horas que gasté en asegurarme que todo en mi persona fuera

perfecto. Pero si quiero que haya una boda en lo absoluto, necesito asegurarme de

encontrar al novio.

Con cada paso que doy, me aseguro de respirar muy profundamente. Con

cada minuto que pasa y yo no he encontrado a Justin, me aseguro de pensar en

una manera muy satisfactoria de matarlo. Eso me ayuda a no perder la cabeza por

todo el tiempo que me toma buscarlo.

Paso por un lado de un arbusto algo alejado sin ponerle mucha atención,

pero escucho una voz y todos mis sentidos se dirigen hacia él inmediatamente.

Cuando volteo, puedo ver dos cabezas muy apenas por sobre las ramas del

arbusto, y sonrío con triunfo porque lo he encontrado.

Camino directamente hacia el arbusto y cuando llego, puedo ver que Justin

está sentado a un lado de Lesley en una banca pintoresca, con las manos

recargadas en sus muslos y la cabeza gacha, respirando furiosamente mientras

Lesley tiene su mano en su espalda y le dice algo en voz calmada.

La golfa suelta un jadeo cuando me ve y eso hace que Justin levante la

cabeza. La mirada en sus ojos es inigualable, algo que voy a recordar toda mi

vida. Es la mirada de alguien que sabe que está a segundos de ser pulverizado.
—Cr-crystal —tartamudea y se levanta inmediatamente. No trae puesto su

saco y su camisa está desabrochada, dejándonos ver a mí y a Lesley su escultural

torso— yo...

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto, sorpresivamente con una voz muy

calmada— ¿No sabes que desde hace una hora debes de estar parado en el altar,

esperando por mí?

—No. Lo sé, pero... escucha —traga saliva con dificultad y pasa su mano por

su cabello, luciendo ansioso y desesperado.

—Dile lo que me estabas diciendo a mí, Justin —habla Zalalaputa, como si

tuviera el derecho de abrir su asquerosa boca— no dejes que haga lo que ella

quiere contigo de nuevo. Dile que piensas que nunca debiste haberle comprado

ese anillo.

—Les, cállate. Déjame hacer esto —le pide Justin con la voz baja y débil.

Creo que de estar en otra situación, tal vez mi corazón se hubiera roto— Crystie,

bebé... sabes que...

—No tengo tiempo para tus estupideces de siempre —lo interrumpo de

nuevo, rodando los ojos y estiro una mano hacia él para que me siga— ya nos

hemos retrasado lo suficiente, ven conmigo.

—Lo que estoy tratando de decirte es que no estoy seguro de querer hacer

esto. Solo dame más tiempo para considerar las cosas —susurra, y hay una suplica

en sus ojos— te amo. Realmente siento que lo hago, pero la verdad es que nunca

quise esto. Mi plan solo era estar comprometido contigo, no casarme.


—¿Tú crees que a mí me importa? —dejo salir una risa y niego con la cabeza

— esa boda va a pasar contigo o sin ti. Cueste lo que cueste. Así que, o te quitas

ese uniforme para que otro hombre se lo ponga o vienes conmigo de una maldita

vez.

—¿A qué te refieres? —pregunta con el ceño fruncido— ¿A qué te refieres

con "otro hombre"?

—Me refiero, idiota, a que no me interesa en lo más mínimo si no te quieres

casar o si me amas —escupo, y acomodo mi corona para que no se caiga— hay al

menos veinte hombres entre los invitados que podrían ponerse ese estúpido

uniforme y casarse conmigo en un abrir y cerrar de ojos. Así que, o vienes

conmigo o te quitas eso, pero muévete rápido.

—Crystal, espera y pon atención a lo que te estamos diciendo —empieza

Lesley— Justin no quiere estar contigo. Creo que te mereces a alguien que sí

quiera casarse.

—No digas eso —la reprime Justin. Después de pensarlo unos segundos,

asiente y empieza a abrochar los botones de su camisa de nuevo— obviamente

quiero estar contigo, Crystal. Es solo que creo que todo esto fue realmente

apresurado y no estamos listos. Pero tienes razón, no hay tiempo, enloquecí en el

peor momento.

—Exacto. Gracias por entenderlo —suspiro, diciéndole a mi corazón que deje

de amenazar con tener un infarto porque todo va a estar bien ahora. Una vez que

Justin se está poniendo el saco todo empieza a pintar mejor— vamos, vamos.

Apúrate.
Empiezo a dirigirme de regreso con Justin y Lesley siguiéndome, pero mis

zapatillas siguen enterrándose en la tierra y eso me hace caminar más lento. No

tengo tiempo para esta porquería, así que dejo de caminar para quitarme los

zapatos y aventarlos tan lejos como me es posible. Que se vayan a la mierda.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunta Lesley, con un tono impresionado, pero la

ignoro y empiezo a caminar ahora más rápida y eficientemente. Justin está

respirando tan fuerte detrás de mí que casi puedo sentir las bocanadas de aire que

respira en mi nuca.

Antes de subir las escaleras, volteo hacia Lesley. Justin se queda parado

también.

—Tú no puedes pasar de estas escaleras —le digo a Lesley— te invité para

que vieras la boda de ensueño que nunca vas a tener, pero me doy cuenta ahora

de que no eres merecedora de ser parte de algo tan hermoso, así que lárgate. O

espera aquí afuera a que salga la persona que te trajo si ese es el caso. De

cualquier manera, no puedes pasar.

Ella levanta las cejas, completamente ofendida, como si no fuera de esperarse

que no estuviera invitada a la boda después de querer convencer al novio de que

me abandonara.

—Y tú —continúo, volteando hacia Justin. Por primera vez en toda nuestra

historia, no siento nada cuando veo su cara. Ni deseo, ni odio, ni desagrado, ni

amor— entra y asegúrate de que todo está listo para mí.


—De acuerdo, Crystal. Pero tranquilízate, estás actuando raro —murmura, y

antes de empezar a caminar, le da una mirada apenada a Lesley— lamento mucho

arrastrarte a esto una vez más.

Lesley asiente hacia él y luego dirige sus ojos a mí. Nunca he querido

golpearla tanto como en este momento.

—Creíste que por fin tendrías tu segunda oportunidad con Justin ¿no es así?

—me río— pues estás de suerte, cucaracha, porque yo ya no lo quiero. Puedes

quedarte con mis sobras una vez que se termine esta boda.

—Te he conocido por un largo tiempo y aún no puedo entender tu actitud y

tu nauseabunda personalidad. Intentan ayudarte, pero es imposible porque

naciste siendo venenosa, es lo único que hay de sustancia en ti. Y es por ese

veneno por lo que esta hermosa boda es falsa, porque ningún hombre podría

nunca enamorarse de ti y querer atarse a ti de verdad. Lo único que tienes que

ofrecer es un cuerpo y una cara bonita —niega con la cabeza y suspira— después

de todo lo que ha pasado entre tú y Justin y lo mucho que todos dicen que te ama,

él estaba teniendo un ataque de pánico porque cree que estar contigo toda su vida

sería un augurio. Y aunque deseches a Justin después de esto y pases al siguiente

hombre, nunca vas a poder cambiar y esta historia se va a repetir mil veces. Eres

tóxica.

—Pero tengo un buen cuerpo y una cara bonita, al menos. Tú lo dijiste. Y

vivimos en un mundo material, así que eso es lo único que importa —me encojo

de hombros y sonrío radiantemente hacia ella, aunque lo único que quiero es

estrellar mi cabeza contra el piso y morir— pero tú eres aburrida, insulsa y sin
chiste aunque intentes con todas tus ganas ser interesante. Y lo máximo a lo que

puedes aspirar es a ser la segunda opción de alguien que no puede lidiar con una

mujer como yo porque no tiene el valor que se requiere. Así que, sigue pensando

que soy venenosa, porque es cierto, pero esta exuberante personalidad y actitud

que tengo me han conseguido todo lo que he querido siempre. Y me gustaría

seguirte diciendo lo patética que es tu existencia, pero tengo que irme, creo que

mi boda está por empezar.

Lesley se queda parada sin decir nada, con la boca ligeramente abierta, sin

saber que contestar y yo subo las escaleras para entrar de nuevo al palacio como

si nada hubiera pasado.

Cuando lo hago, ya todos están en sus posiciones. Mis pequeñas primas están

esparciendo flores falsas por el camino entre las sillas mientras mis damas (y

Xavier) y los padrinos de Justin se acomodan en el altar. Admiro por unos

segundos cómo de preciosos es esto. Es verdaderamente y sin lugar a dudas mi

boda soñada.

Lastima que la malgasté con Justin.

Mi padre me espera con una sonrisa y voy hacia él dejando caer mi vestido

para que nadie se de cuenta de que estoy descalza. En el momento que llego a

donde debo estar y pongo mi mano alrededor del brazo de mi padre, encienden la

música y mi marcha comienza. El camarógrafo que contraté dirige la cámara

hacia mí y empieza a seguirme.

Todos se voltean en sus asientos para mirarnos y murmuran lo preciosa que

me veo y lo deslumbrante que es mi vestido. No puedo escucharlos, pero supongo


que eso es lo que están diciendo. Me aseguro de mirar a todas las personas que

puedo y darles una sonrisa muy grande para que no quepa la menor duda de que

soy eufóricamente feliz y este es el mejor día de mi vida.

Por suerte para mí, mentir y engañar a las personas siempre se me ha dado

muy fácil, es por eso que estoy tan segura de que nadie sabrá el gran conflicto

interno que estoy teniendo en este momento.

Cuando llego al altar, mi padre me abraza muy fuerte y murmura dulces

palabras en mi cabello acerca de cómo siempre voy a ser su niñita favorita. Mis

ojos se llenan de lagrimas por primera vez en toda la velada y lo abrazo de vuelta,

diciéndole que es el único hombre al que nunca voy a dejar de a amar.

—Tú y yo tendremos unas palabras después de esto —le advierte mi padre a

Justin, dándole un fuerte apretón de mano. Luego se voltea y se sienta a un lado

de mi madre en la primera fila, quien está cargando a Candice, en su lindo vestido

Prada.

El señor al que contratamos para actuar como padre, abre la Biblia (o lo que

sea ese pequeño libro que tiene en las manos) y empieza a decir unas palabras

que son como "Estamos todos reunidos para ser testigos de cómo Crystal es la

mujer más estúpida del mundo y pensó que podía casarse con alguien que es un

gran idiota sin corazón. Sean testigos de cómo quiere enterrarse viva y sacarse los

ojos" pero de una manera más sutil.

Volteo hacia Justin, solo porque a pesar del desastre, quiero recordar este

momento y lo encuentro mirándome fijamente con los ojos tristes. Que lindo,

hasta parece que está arrepentido por el teatro que causó.


—Ha llegado el momento en donde la dulce pareja recita sus votos —dice el

actor después de un tiempo de platica religiosa sin sentido, con una sonrisa feliz y

tomando el micrófono que preparamos para que todos pudieran escuchar los

votos que escribí.

Me desperté hace unos días mucho más temprano que Justin solo para que

no se diera cuenta de lo que estaba haciendo y derramé mi corazón en esa hoja,

prometiéndole un montón de cosas. Que cambiaría por él, que dejaría de ser tan

desconfiada, y que no actuaría de esa manera que no le gusta. Deseaba con tantas

fuerzas que este matrimonio funcionara que estaba realmente dispuesta a cumplir

todo lo que escribí.

Justin empieza a sacar un papel doblado de su bolsillo, pero niego con la

cabeza para que deje de hacerlo y me da una mirada de confusión.

—No tenemos votos, iremos por los tradicionales —digo hacia el "padre" con

cuidado de que no lo escuche todo el mundo. Él asiente y busca algo en su Biblia.

—Pensé que habías escrito...

—Lo hice —callo a Justin, porque su voz en este momento está empezando a

hacer que mis cienes palpiten con dolor y mi recurrente dolor de cabeza empiece

de nuevo— pero no los quiero decir ahora.

—Bien, toma las manos de tu pareja y repite después de mí —ordena el

padre, poniendo el micrófono frente a mí, y no tengo otra opción más que

ponerme frente a frente con Justin, tomar sus manos y mirarlo a los ojos— Yo,

Crystal...
—Yo, Crystal... —repito. La voz del padre es lo único que me trae a la

realidad y me distrae de lo mucho que duele mirar a los ojos de Justin y verlo

sonreír hacia mí, como si estuviera realmente conmovido en este momento— te

tomo a ti, Justin, como mi legitimo esposo. Para tenerte y sostenerte... desde éste

día en adelante... para bien o para mal, en la riqueza o en la pobreza, enfermedad

y salud... hasta que la muerte nos separe.

Parpadeo muchas veces para no llorar, pero cuando escucho a Justin recitar

lo mismo, con su voz temblando un poco, no puedo evitar derramar unas pocas

lagrimas. Hasta que la muerte nos separe, dice, con tanta convicción como si en

serio lo creyera.

Llega la hora donde me preguntan si quiero en serio tomar a Justin como mi

esposo, y digo "acepto" aunque consideré por medio segundo decir que no. Justin

contesta que acepta también, de una manera tan firme que hasta parece que no

estaba teniendo una crisis nerviosa hace minutos.

—Por el poder que me ha sido otorgado, los declaro marido y mujer —

termina el padre, soltando un respiro como de alivio. Tal vez porque es obvio

ahora el porqué los novios querían un padre falso— puedes besar a la novia.

Justin se acerca a mí con todas las intenciones de darme un beso y a pesar de

que me gustaría darle un puñetazo en la cara, aprieto mis dientes y dejo que

ponga sus labios en los míos.

Cuando me besa, me alejo inmediatamente y peleo las ganas de limpiarme la

boca para deshacerme de su toque. Toda la gente empieza a aplaudir con alegría y
el padre los invita a pasar a la recepción en el salón de baile, mientras yo y Justin

tomamos nuestras manos y empezamos a caminar por entre la gente.

"¿Tú hiciste ese vestido, Crisis? Oh, por dios, lo amo", "eso fue hermoso,

incluso lloré un poco", "hacen una pareja verdaderamente atractiva", "felicidades,

que su amor dure para siempre" esos y otros mil comentarios recibimos mientras

pasamos entre todos, pero ahora no tengo la fuerza necesaria para pretender que

estoy feliz, solo digo gracias y apresuro el paso para alejarme de la multitud.

Justin empieza a ir hacia donde nos indican que está el salón, pero me quedo

parada en el mismo lugar, sin soltar su mano, hasta que todos los invitados han

dejado este lugar.

Empiezo a respirar pesadamente y admiro todo a mi alrededor por una

última vez.

—Estoy tan, tan feliz de que esto haya sido una farsa —murmuro y siento la

mirada de Justin en mi cara. Suelto su mano y acaricio mi falda— creo que

siempre supe que me harías algo como esto y por eso no quise molestarme en

hacerlo real.

—¿Qué? No... tuve un momento de pánico y duda, creo que todo novio lo

tiene, pero ahora que ya lo hicimos es como...

—No. Un momento de duda habría sido de cinco minutos. Estabas escondido

con Lesley, le dijiste a Hunter que todo fue un error y no tenías ninguna intención

de aparecerte —le recuerdo, y mi cabeza empieza a doler aún más. Justin se pone

frente a mí y toma mi cara en sus manos. Lo dejo solo porque no tengo la fuerza
de empujarlo— me humillaste frente a mis amigos y mis padres, y si no hubiera

ido por ti, lo hubieras hecho frente a todas las personas que conozco también.

—No, no —niega con la cabeza y hace un sonido de desesperación— iba a

venir, una vez que las dudas que Monica metió en mi cabeza se fueran, iba a venir.

Nunca podría...

—Te he dejado humillarme desde el principio —prosigo, sin ponerle atención

a lo que él dice, recordando todo lo que me ha hecho desde el día uno. Sus manos

se empiezan a sentir calientes en mi piel y él se acerca más a mí, queriendo decir

algo pero sin poder encontrar las palabras— te he dejado hacerlo... te he

justificado todo, pero ya es suficiente. No soy cualquier chica a la que le puedes

hacer esto. Ni tú, ni nadie. Soy Crystal Angelo, y parece que estando contigo, lo he

olvidado.

—Iba a venir —repite Justin estúpidamente y su voz se rompe, sus ojos se

ponen rojos— lo siento. Te amo. Yo nunca dudé eso, nunca pensé por un minuto

que no te quería, pero... tú apresuraste todo. Sabías que no estaba de acuerdo y

no te importó. No puedes culparme por tener miedo. De ti, de mis sentimientos,

del futuro...

Asiento con la cabeza porque tiene toda la razón del mundo y escuchar eso

solo me hace sentir peor. Yo apresuré esto aún sabiendo que Justin no estaba

seguro. De hecho, él nunca ha estado seguro de nada conmigo.

Yo he sido la que lo empuja, lo obliga y hace todo el trabajo. Justin no estaba

ni siquiera atraído hacia mí, Justin ni siquiera quería besarme al principio, yo lo

obligué. Y después quiso usar mi cuerpo y lo dejé hacerlo, mientras al mismo


tiempo me trataba mal y me hacía sentir mal conmigo misma por ser quien soy.

Justin ni siquiera me amaba. Yo lo obligué a decirlo, a sentirlo.

—Lo siento —susurro, y aprieto los ojos para controlar el intenso y profundo

dolor de vergüenza que me llega directamente en el estómago. Justin se acerca

para abrazarme pero me hago hacia atrás y me quito el anillo que me dio.

—¿Qué haces? Amor, no te lo quites —me pide, intentando controlar mis

manos, pero logro quitármelo a pesar de eso y lo estiro hacia él— es tuyo.

Pertenece en tu dedo, y ahí debe quedarse. Crystie, estoy absolutamente

arrepentido de lo que hice, no sabría decirte cuanto, pero no tienes porque actuar

así. Ahora todo está hecho, solo tenemos que disfrutar la fiesta.

—No es mío —niego con la cabeza y tomo su mano para ponerlo ahí y que

no se caiga. Mi dedo se siente vacío y ligero sin el anillo, pero intento no pensar

mucho en eso— algún día tendré uno que sea real. Te arrepentiste de comprarlo

en el mismo segundo que lo hiciste y yo siempre lo supe. Algún día tendré uno de

un hombre que esté seguro de lo que significo para él. Y él nunca dudará de lo

que siente. Y nunca me hará sentir como que no valgo la pena.

—Nunca he pensado que no vales la pena —pelea, y deja caer unas lagrimas

— y el amor que tengo por ti se siente tan real que duele.

—Tú y yo sabemos que eso es una mentira —muerdo mi labio y me hago

hacia atrás de nuevo para que no me toque— además, el amor que tengo por ti se

está empezando a sentir como que nunca fue real para nada. Creo que todo este

tiempo solo estuve persiguiendo algo que no podía tener. Creo que necesito

madurar de una puta vez y estar con alguien que nunca me trate como mierda.
—Crystie ¿de dónde está saliendo esto? —pregunta con la voz temblorosa,

limpiándose las lagrimas inútilmente— hace mucho tiempo que dejé de tratarte

mal, y solo lo hacía porque era un amargado y cerrado pedazo de mierda que no

quería aceptar lo que sentía. No tires todo a la basura por algo que solo fue un

momento de miedo.

—Las llaves del auto que rentó Luc están en la habitación donde estaba

arreglándome —le informo, ignorando sus palabras y sus lagrimas— no estás

invitado a quedarte a la fiesta. Y mañana, me iré a una luna de miel con mis

mejores amigos por al menos una semana, aprovechando que ya pedí permiso

para tener esos días libres. Eso te va a dar el tiempo suficiente de sacar tus cosas

del apartamento y encontrar otro lugar dónde vivir.

—No —niega, y toma mi cara de nuevo para acercarme a él y obligarme a

verlo a la cara— no vas a terminar conmigo por esto, no puedes. Lo arreglaremos,

como siempre arreglamos todo. Juro que nunca haré algo así de nuevo, solo...

solo deja de decir esas cosas y dame otra oportunidad para...

—Lo que pasa es que ya se acabaron las oportunidades que puedo darte.

Nunca vas a cambiar, nunca te vas a dar cuenta de la maravillosa mujer que soy,

nunca me vas a valorar y estoy harta de sentirme como que yo soy la que está mal

siempre —tomo un gran respiro— estoy cansada de escuchar de todo el mundo lo

mala que soy. Ya no quiero ser la misma Crystal podrida y tonta de siempre, y

mientras esté contigo, seguiré sintiéndome así.

—No eres tonta ni estás podrida —asegura, dejando salir un pequeño y casi

imperceptible sollozo. Bajo la mirada y pido silenciosamente que nada nunca más
me vuelva a doler tanto como esto— eres segura, extremadamente talentosa,

inteligente, apasionada, llena de amor y te valoro tanto como no tienes una idea.

Tanto que sé que nunca voy a poder encontrar a otra como tú, tanto que a pesar

de que ya no estemos juntos, nunca me voy a arrepentir de tener tu nombre

escrito en mi cuerpo, nunca voy a poder olvidarte...

—¡Vamos, tórtolos! —grita mi mamá caminando hacia nosotros,

sobresaltándonos— ¿qué les está tomando tanto tiempo?

—Ve por las llaves y no hables con nadie. Le diré a todos que te sientes mal

—le pido a Justin, mientras él se limpia la cara rápidamente— y por favor,

termina de sacar tus cosas antes de que se acabe esa semana. Realmente no te

quiero volver a ver.

Voy hacia mi madre antes de que Justin me pueda responder, ignorando el

dolor en todo mi ser.

—¿A dónde va Justin? —pregunta, con el ceño fruncido— el fotógrafo quiere

tomar las fotos de ustedes dos juntos.

—Se siente mal —miento, y empezamos a ir hacia el salón donde todos ya

están sentados en las mesas y comiendo del buffet de postres— dile al fotógrafo

que ya puede irse, no vamos a necesitar esas fotos.

—¿Qué? —pregunta, poniendo su mano en mi brazo para hacer que deje de

moverme, pero sigo caminando porque necesito llegar a un lugar solitario con

urgencia— Crystal, dime qué es lo que está realmente pasando.

—Te lo diré después. Déjame ir —le pido, y mi voz delata todos mis

sentimientos. Mi mamá pone su mano en su garganta con preocupación cuando


empiezo a llorar pero no quiero sus diez mil preguntas, ni hablar con nadie más,

así que solo sigo caminando con la cara agachada hasta que salgo del salón. Abro

la puerta de un armario para abrigos y me meto ahí, cerrando con seguro y

dejando salir todo inmediatamente.

No puedo creer lo mucho que esto me está lastimando, nunca había llorado

de esta manera antes. Nunca me había sentido humillada, sola y con el corazón

roto al mismo tiempo. Cubro mi cara y me siento en el piso porque presiento que

voy a necesitar estar aquí por un largo rato.

Pero a pesar de que una parte de mí piensa que terminar por completo a

Justin fue exagerado, sé que era lo necesario. Ya no puedo seguir mintiéndome a

mí misma, ya no puedo seguirme haciéndome ideas acerca de él.

Necesito reaccionar de una maldita vez, y solo puedo hacerlo diciéndome la

cruda y dolorosa verdad: que nunca hemos cambiado, ni él ni yo. Que estuve

jugando todo este tiempo a ser una niña grande solo para complacer a Justin pero

nunca lo logré. Que él nunca estuvo enamorado de mí cómo yo lo estuve de él.

Que el hecho de que Justin piense que me ama, es solo porque yo lo obligué a

sentir eso. Que Lesley tiene razón y lo único que tengo para ofrecer es veneno y

una cara bonita. Y que si quiero hacer algo para cambiar eso, tengo que hacerlo

por mí y no por un hombre.

Y al final de cuentas, después de todo lo que ha pasado, no soy nada más que

la misma niña rebelde que llegó a ese campamento, con aires de grandeza,

pretendiendo tener todo controlado y saber qué está haciendo con su vida. Y al

parecer, siempre seguirá siendo así.


Epilogo

Crystal

—¡Crystal! Maldición ¿Estás buscando tu celular o la cura del cáncer? —me

grita Jay desde la sala, sonando incluso más impaciente que hace tres segundos.

Casi puedo escuchar cómo camina de un lado a otro, esperándome— ¡Crystal!

Me siento en la cama y respiro profundamente, intentando no reaccionar

ante sus malditos gritos porque sé que si lo hago solo provocaré problemas y eso

no está en mis planes para hoy. Para nunca, realmente. Pero especialmente hoy no

puedo lidiar con eso.

Ya tengo mi celular en la mano desde hace unos minutos, pero no puedo

atreverme a salir de la seguridad que me proporciona mi habitación. Xavier me

manda otro mensaje preguntándome dónde estoy y lo ignoro también, porque por

primera vez en toda la historia de nuestra amistad, estoy enojada con él. Tan

enojada que estoy considerando saltarme su celebración de cumpleaños.

—¿Qué te está tomando tanto maldito tiempo? —pregunta Jay entrando a la

habitación de golpe con el ceño fruncido. Cuando me ve sentada en la cama


luciendo cansada y probablemente pálida por la noticia que acabo de recibir, su

cara cambia por completo.

Tengo casi un año con él y todavía no entiendo cómo es que puede ir de

enojo a ternura en tan poco tiempo. Mi conjetura es que todas sus emociones son

un poco falsas.

Se sienta a mi lado en la cama y se acerca para darme un beso en la frente.

Los gruesos vellos de su barba me lastiman un poco, pero no digo nada.

—¿Estás ansiosa por contarles? —pregunta, tomando mi barbilla en sus

manos para que lo mire a la cara— ¿no sabes cómo van a reaccionar?

—No hay nada que contar aún —le recuerdo amargamente, a pesar que solo

hace una hora estaba incluso emocionada— es solo que... no es nada. Ignórame,

estoy siendo molesta.

—No eres molesta, cariño, no digas eso. Es entendible que estés algo... fuera

de ti misma estos últimos días —me asegura y bufo un poco porque, gracioso

como suena, estos últimos días he estado siendo más como yo misma que en el

último año y medio.

—Sí, pero lo siento —murmuro, respirando con fuerza una última vez y

levantándome de la cama, acomodando mi blusa— ¿cómo me veo?

—Esta falda es muy corta. Sabes que no me gusta que te pongas estas cosas

—frunce el ceño, alargando la mano para bajarla y muerdo el interior de mi

mejilla para no darle un manotazo. Está arruinando todo mi vestuario— pero sin

contar eso, te ves muy bien.


Los cumplidos no se le dan muy bien a Jay. No sabe decir otra cosa además

de "te ves muy bien" "me gusta" "no me gusta" y derivados de eso. Pero le doy una

sonrisa de todos modos y tomo su mano para salir juntos de la habitación y de la

casa.

Mientras estoy en el taxi, me digo que no será tan malo. Vamos a ser siete

personas en mi antiguo departamento, no tengo porqué pensar que una sola

persona va a arruinar mi noche. Además, hay que ser realistas, probablemente ni

siquiera hablaré con él para nada.

Y eso está bien, en serio, estoy muy en paz con el hecho de que no he visto a

Justin y no he hablado con él desde el día de la boda, pero realmente no quiero

ninguna confrontación. Jay es más territorial que un perro cuando se siente

amenazado, y Justin podría accidentalmente dejar salir algo de nuestra antigua

relación que lo haga enojar. Y cuando él se enoja, yo soy la que paga los platos

rotos.

No es como si me golpeara o algo. Sé que nunca haría eso, pero se pone en

un plan completamente insoportable y deja de hablarme por días, a pesar de que

aún así espera que lo deje meterse a la cama en la noche para tener relaciones.

—Ya llegamos, cariño, reacciona —Jay chasquea sus dedos en mi cara,

sacándome de mis pensamientos y le paga al taxista antes de abrir la puerta para

que salgamos— por favor, no estés así toda la noche. Estos son tus amigos, no

míos, odio tener que entretenerlos porque estás siendo antisocial.

¿Qué hay acerca de cuando yo tengo que soportar a tus amigos borrachos

haciendo bromas machistas y homofóbicas sin poder decir nada? ¿O cuando tengo
que limpiar el desastre que hicieron porque tu malcriado trasero no sabe levantar

ni un dedo?

—Bien, pero tú deja de actuar como un sabelotodo con complejo de

superioridad. Odio tener que pedir disculpas porque tus comentarios son

ofensivos y nada graciosos en lo absoluto. Mis amigos no son iguales a los idiotas

con los que pierdes tu tiempo siempre —escupo hacia él, incapaz de controlarme.

Estamos literalmente afuera de mi viejo edificio y sé por los mensajes de Xavier

que ya todos llegaron. Jay me mira con la boca abierta y puedo ver que mis

palabras han sido un poco hirientes, sobre todo porque nunca he dicho algo así

frente a él— lo siento, Jay, estoy muy cansada. Tuve que trabajar sola en la tienda

hoy.

—Está bien, no pasa nada —suspira y empieza a caminar con los hombros

caídos. Perfecto, ahora además de todo también tengo que preocuparme por el

ego lastimado de mi novio.

Mi boca se seca con la anticipación cuando salimos del elevador y muy a mi

pesar, algo de emoción empieza en mi estómago. Abro la puerta sin tocar y doy un

saludo general para que todos sepan que ya estamos aquí.

Mis piernas empiezan a temblar cuando veo la cabeza de Justin en el sillón y

mis manos empiezan a sudar. Está tomando una cerveza casualmente, ignorando

el hecho de que estamos aquí.

Saludamos a Emilia, Luc y Xavier y mientras Luc le empieza a preguntar algo

a Jay acerca de algún juego de basquetbol que no me importa, yo camino hacia


donde está Justin. Él no se ha parado y acercado a saludarnos aunque es muy

obvio que estamos aquí.

Si quiero que esto sea pacifico, tengo que actuar como si no hubiera

ningunos sentimientos lastimados ente nosotros y él solo fuera un amigo más.

Justin está usando una de las camisas que tenía cuando vivíamos juntos y

casi puedo sentir como si nada de tiempo hubiera pasado cuando me paro frente a

él en el sillón. Todo se siente muy fresco, muy familiar.

Eso es malo.

—Hey... ¿no me vas a saludar? —pregunto, intentando sonar ligera, como si

estuviera bromeando, pero él levanta su vista hacia mí y las miradas que pasan

entre nosotros son demasiado intensas para ser consideradas una broma.

Puedo ver la incertidumbre en sus ojos cuando se levanta tensamente y se

acerca para darme un muy breve abrazo. Mi corazón empieza a bombear tan

fuerte que creo que él puede sentirlo, pero no importa. He estado mucho tiempo

sin tocarlo y sea lo que sea que haya pasado entre nosotros, aún me preocupo por

él y he estado muriendo por verlo para preguntarle qué ha sido de su vida. Y sí, he

extrañado cómo se siente tocarlo.

—¿Cómo estás? —pregunta directamente en mi oído, con voz baja e insegura

y acaricia muy levemente la franja desnuda de mi espalda, pero se aleja de mí

rápidamente cuando Jay se acerca a nosotros y estira una mano hacia él para

saludarlo. Jay me mira esperando una introducción porque dios no quiera que él

tenga que presentarse a sí mismo. Es demasiado importante para eso... o al

menos, eso es lo que él cree.


—E-eh... um... Jay, este es Justin. Él era mi... mi otro sargento en el

campamento.

—¡Ah, hola hombre! —lo saluda Jay, con una sonrisa genuina que me

sorprende. Justin se queda viendo la mano con una expresión de puro y muy

sincero odio, pero aún así la toma y la sacude, con más fuerza de la necesaria.

No sabría decir de quién estoy más orgullosa en este momento, si de Jay por

no actuar como un idiota snob o de Justin por contener el verdadero imbécil que

lleva dentro y no empezar ninguna pelea.

—Justin, este es Jay... mi novio —susurro lo último y a pesar de que

probablemente nadie se da cuenta de eso, me siento mal por tener miedo de

decirlo.

Justin suelta la mano de Jay y respira audiblemente, sus poros nasales

abriéndose como los de su padre cuando se enoja. Aún no dice nada, solo asiente

con la cabeza, pero lo conozco demasiado bien y sé que esa pulsación en su

mandíbula significa que no está feliz.

—Así que... tengo una gran duda y Lucas no la ha contestado —empieza Jay

y se sienta en el sillón, haciéndole una señal a Justin para que se siente a su lado,

pero él se queda parado donde mismo y solo voltea a verlo hacia abajo— sigo

escuchando historias que no puedo creer acerca de Crystal ¿Era cierto que solía

ser un pequeño demonio?

No tanto como que solía serlo, más como que lo sigo siendo pero he decidido

no dejarlo salir. Justin bufa una risa no muy simpática y me da una larga mirada

profunda.
—Era la peor de todos —contesta, en voz baja— no era un pequeño

demonio, era un diablo y no podíamos con ella. Nunca pude con ella. Nadie

puede.

—Yo sí. Se podría decir que está domada ahora —asegura Jay, sin tener idea

de lo equivocado que está. Suelto una risa incomoda y deseo poder desaparecer

de aquí.

Estoy parada incómodamente a un lado de mi ex-novio mientras mi actual

pareja está sentado a sus anchas en el mismo sillón donde varias veces hice el

amor con Justin. Podría matar a Xavier en este momento por hacerme esto, por

asegurarme mil veces que Justin no iba a estar aquí y luego decirme literalmente

cinco minutos antes de que saliera de mi casa que se había equivocado y él sí iba a

venir después de todo.

—Entonces estamos hablando de personas diferentes. La Crystal que yo

conozco nunca podría ser "domada". Arrancaría y se comería tu cabeza primero.

—Estamos totalmente hablando de dos personas diferentes, hermano. Mi

Crystal es incapaz de hacer algo malo —se ríe Jay y me da una dulce sonrisa que

no puedo evitar responder— supongo que es raro ¿no? Ver cómo es ahora después

de conocerla como un diablo. Yo no puedo imaginármela de esa manera aunque

lo intente.

Justin frunce un poco el ceño, como si no entendiera mucho sus palabras.

—En realidad no sé cómo es ahora. Ni siquiera estaba enterado de este gran

cambio. No la he visto desde nuest...


—¡Oh, mira la hora! —exclamo en voz alta, interrumpiendo a Justin— debo

ir a arreglar esa cosa con Xavier... ¿me acompañas, Justin? Jay, espera aquí.

Volveré en un momento.

Jay entrecierra sus ojos hacia mí y le doy una mirada disculpándome antes de

empezar a irme, porque sé lo mucho que odia que lo deje solo en este tipo de

situaciones, pero me tengo que reagrupar con Justin primero.

—No le he dicho a Jay que estuve casada. Aunque haya sido por dos

segundos, a él no le gustaría mucho escuchar eso —le explico a Justin una vez

estamos en la cocina. Él levanta las cejas y muerde el interior de su mejilla

demasiado fuerte para mi agrado mientras su mirada de posa en todo menos en

mí— sé que esto es incomodo y te juro que no lo hice a propósito. Xavier me

aseguró que no estarías aquí, por eso vine con él.

No es como si necesitara darle explicaciones, pero sé que es lo correcto. A mí

no me gustaría que él hubiera venido con su novia y la restregara en mi cara.

Monica y yo tuvimos solo una breve introducción en el teléfono hace mucho

tiempo atrás y actué como una novia celosa y loca. Ahora que ella es la novia,

definitivamente no quiero otro encuentro.

—No iba a venir —contesta, mirándome a los ojos por primera vez y

rascando su nuca— pero ha pasado mucho tiempo, extrañaba a todos, incluso a

Marea. Además, quería saber si... si en serio te había superado o no.

Trago saliva y mi respiración se atora en mi garganta.


—¿Y a qué conclusión llegaste? —pregunto, aunque me arrepiento

inmediatamente. No quiero saber la respuesta a la que llegó. No quiero saber si no

me ha olvidado, y definitivamente no quiero saber tampoco si ya lo hizo.

—No creo que quieras escuchar la respuesta —contesta. Sus ojos se mueven

por todos lados y el aire entre nosotros está tan tenso que podrías cortarlo con un

cuchillo— ¿Sabes qué? Necesito más alcohol... ¿Quieres algo?

No contesto nada, solo lo observo moverse por la cocina con familiaridad y

con nerviosismo. Saca una botella de cognac del estante más alto y un vaso.

Observo con atención mientras se sirve más de lo que debería... mucho más. No

soy experta en bebidas alcohólicas pero hasta yo sé que llenar un vaso de licor

fuerte y tomarte el contenido en largos tragos no es inteligente.

—¿Quieres? —repite con la voz rasposa y una mueca una vez que ha

terminado su vaso y no puedo hacer nada más que negar con la cabeza. Justin

frunce el ceño hacia mí y puedo ver su temperamento saliendo a la luz— ¿ahora

no tomas? Dejas que ese idiota te mueva a su antojo y te diga que hacer ¿No es

así? Eso es lo que está pasando. Dios, tan predecible.

Mira quien lo dice. El señor Sigue Mis Reglas O Enfrenta El Castigo.

—No voy a cometer los mismos errores de nuevo —murmuro, empezando a

jugar con un hilo de mi blusa— él nunca me ha dicho que hacer, solo soy

diferente ahora.

Quiero irme y estar con Jay. Quiero que me diga que soy hermosa y tierna y

que me ama. Pero también quiero quedarme aquí y mirar a Justin. Lo he

extrañado mucho. Demasiado. Todos los días.


A pesar de que solo verlo me recuerda el peor día de mi maldita vida. El día

en el que gasté más de un millón de dólares en una boda falsa y en una fiesta a la

que ni siquiera acudí. El día en el que dejé en claro todo lo que estaba mal entre

nosotros, terminé la relación y él no peleó por mí. El día que me encerré a llorar

por horas hasta que perdí el conocimiento y luego desperté en la habitación de un

hospital anémica y deprimida.

Me trataron como a un niño desnutrido toda la semana que debí haber

estado en mi luna de miel y durante un largo tiempo tuve que llenarme de

medicamentos y comidas extremadamente saludables y llenas de nutrientes. Una

vez que estuve bien, los chicos quisieron llevarme de viaje a algún lugar a

despejar mi mente, pero no podía seguir faltando tanto a mis clases.

Los primeros meses Justin me llamó muchas veces y me dejó muchos

mensajes, pero ninguno era para decirme que quería estar conmigo o que iba a

luchar por ser mejor por mí. Solo me decía que yo podía encontrar a alguien

mejor que él, pero que nunca quería ser testigo de ello así que mantendría su

distancia por completo, aunque eso lo lastimara.

—No te dejé ir para que estuvieras con un imbécil así, Crystal —me regaña,

sirviéndose más cognac y luciendo melancólico como el infierno— no te dejé ir

para que estuvieras con alguien con quién no pudieras ser tú misma. Él ni siquiera

te conoce. Si piensa que eres una linda hada del bosque, entonces no tiene ni la

menor idea de lo que está en sus manos. No puede amarte por completo si no te

conoce.
—Me amaría menos si me conociera y lo sabes —contesto, poniendo mi

mano en mi garganta para controlar el acido que quiere salir— como sea, solo

quería pedirte que no menciones nada acerca de nuestra relación.

—¿Por qué? ¿Tu chico intentará pelear conmigo? Déjalo, no me importa —se

encoge de hombros con desafío en sus ojos

—No, es porque no quiero que esté celoso por algo que no tiene sentido —

aclaro, y él entrecierra los ojos hacia mí con incredulidad— ¿Qué?

—Nada, Crystal. Nada —niega con la cabeza y sigue tomando. Estoy apunto

de salir de la cocina cuando Xavier y Jay entran, cargando botellas y platos con

botanas.

Xavier me da una mirada de puro arrepentimiento cuando se da cuenta de lo

que está pasando y Jay solo deja dos platos en la barra y se acerca a mí para

abrazarme por detrás. La cara de Justin se aprieta y empiezo a rezarle a todos los

santos que me haga caso y no diga nada.

—Hey, Crisis, Xavier nos compró cerezas —entra Marea con una pequeña

botella con cerezas dentro y la pone frente a mí antes de acercarse para darme un

audible y húmedo beso en la comisura de los labios— Hey, campeón, no te había

visto ¿cómo estás?

—Muy bien, Mar. Acabamos de llegar —se excusa Jay, sin soltarme— ¿Cómo

van las cosas en la escuela de medicina?

—Todo es aburrido y pesado, y quiero morir, pero en solo seis años más seré

una doctora así que supongo que vale la pena —murmura con falsa alegría. Toma

una botella de champagne y dos copas.


—¿El alien sin talento intentando salvar vidas? Que dios nos ayude —se

burla Justin con voz contenida. Ella solo rueda los ojos, abriendo las cerezas para

ponerlas en nuestras copas.

Trago saliva mientras Marea abre la botella de champagne con un grito de

sorpresa, como si no estuviera acostumbrada al sonido.

—De hecho, Mar, eh... —trastabillo, insegura, porque sé que ella sabrá

inmediatamente qué está pasando. Nunca he rechazado champagne en mi vida—

no tengo ganas de tomar.

—¿Qué? —pregunta, bufando y moviendo la cabeza a un lado con confusión

— ¿Vas a manejar o algo? Deja de ser aburrida por un segundo ¿quieres?

Ultimamente estás actuando como una maldita abuela.

—No es eso —responde Jay, y sus manos se aprietan en mis caderas. Volteo

hacia él para advertirle que este definitivamente no es el momento, pero me

ignora— de hecho, Crystal tiene un anuncio importante para ustedes.

—No, eso no es cierto —niego, dando una risa incomoda porque realmente

no hay un peor tiempo para esto, pero a Jay no le importa. Me da una gran

sonrisa emocionada y sale de la cocina un segundo para traer a Emilia y Luc al

anuncio importante— Jay, por el amor de dios, cierra la boca. No diré nada.

Todos me están mirando como si hubiera perdido la cabeza, en especial Jay y

Justin.

—Pero hablamos acordado que... —empieza Jay, pero lo silencio con un

sonido desesperado. Habíamos acordado eso antes de que supiera que Justin iba a

estar presente, ahora va a parecer que lo hice a propósito.


—¿Cuál es el anuncio? —pregunta Luc— basta de tanto secreto, Crystal, y

dinos qué pasa. Estás en confianza.

—Sí, queremos saber —dice Marea, con una sonrisa perversa de lado y

conocimiento en sus ojos. Voltea a ver a Justin y sonríe incluso más grande— creo

que este es el momento perfecto para que digas cualquier cosa que vas a decir,

ahora que todos estamos juntos.

—¿Por qué me estás mirando así? —le pregunta Justin, dando un paso hacia

atrás y tambaleándose un poco. Veo que los vasos llenos de cognac están dando

resultado, lo cual es malditamente malo porque Justin borracho es un desastre de

persona con cero filtro— solo di lo que vas a decir y ya, Crystie, por dios.

—Sí, Crystie. Dilo, se merecen saberlo —lo apoya Jay con una sonrisa dulce.

Nunca me había llamado Crystie antes, pero parece que le gusta el apodo. Sin

embargo, no me agrada cómo suena dicho por él.

—Hey, tarado, tú no puedes decirle Crystie —gruñe Justin, cuadrando sus

hombros como si estuviera preparándose para una pelea.

Xavier empieza a darle Jay una estúpida excusa por las palabras de Justin y

Emilia me pide que por favor ya lo diga porque no puede soportar la

incertidumbre.

—¡Cállense todos! —grito, porque no soporto esto. Hay demasiado ruido y

mis nervios están de punta. Todos se callan inmediatamente y me ponen su

atención de nuevo— estoy embarazada. Listo, ahí está su estúpido anuncio.


Hay un silencio inmediato cuando digo eso y nadie puede creerlo.

Literalmente la única persona feliz en este momento es Jay, y me siento mal por

él, pero también lo estoy odiando por obligarme hacer esto.

Luc tiene una sonrisa súper incomoda en su cara, Emilia no puede esconder

su desagrado por esto, Xavier se quiere meter debajo de algo para desaparecer,

Marea está observando a Justin con una sonrisa y Justin tiene la boca abierta y

parece que no respira.

—¿Estás segura? —pregunta Xavier, y sus mejillas lo delatan como siempre

cuando se ponen completamente rojas. Ahora se está dando cuenta de la razón

por la que estoy completamente enojada con él. Si me hubiera dicho que había

una posibilidad de que Justin viniera, jamás hubiera aceptado darles la posible

noticia a mis amigos.

—No estamos completamente seguros —contesta Jay por mí, perdiendo un

poco del entusiasmo que tenía— pero Crystal tiene un retaso.

—¿Mental? Ya lo sabíamos —se ríe Marea y le da un codazo a Justin como

para que comparta su risa lo cual no sucede porque él todavía no se ha movido.

—No, chistosa. Un retraso de siete días. Y el embarazo es muy probable

porque dejamos de usar con...

—¡Jay! —chillo hacia él— demasiada información.

—Dios, son tus mejores amigos y ya están mayores, pueden lidiar con ello —

rueda los ojos y sé que está a segundos de decir algo pasivo agresivo pero su

celular lo interrumpe— es mi hermana... disculpen, tengo que atender. No te

molesta que le cuente la noticia ¿cierto?


No, no quiero que la perra de su hermana lo sepa, pero él no espera a que

responda nada, solo contesta su celular y sale de la cocina.

Y entonces todos están mirándome como ¿En serio? pero no pueden decirme

nada. La única razón por la que esta noticia no les emociona es porque el único

hombre con el que yo quería tener hijos era Justin y él está aquí presente

arruinando la conversación que tendríamos si estuviéramos solos.

No quiero tener hijos fuera de un matrimonio y definitivamente no quiero

casarme con Jay, pero soy tonta y acepté tener sexo sin protección así que ahora

tengo que aceptar las consecuencias.

—¿Todavía están procesando la información? —pregunta Jay con risa en sus

palabras cuando entra de nuevo a la cocina y se pone a un lado de mí. Rodea mi

cuello con un brazo y se agacha para darme un beso en la boca.

Justin sale de su transe entonces, avienta con fuerza el vaso que estaba

sosteniendo al piso, haciendo que se rompa en mil pedazos y asustándonos a

todos, luego empieza a caminar hacia Jay con asesinato en sus ojos. Por fortuna,

Luc está presente y salva el momento como siempre. Se estrella contra Justin para

detenerlo y lo hace parecer un abrazo para que Jay no sospeche que algo anda

mal.

—¡Déjame! —explota Justin, empujando tan fuerte a Luc que de hecho se lo

quita de encima— ¡Voy a...

—¿Qué está pasando? —pregunta Jay, con el ceño fruncido, luego baja la

boca a mi oído para hablar en voz muy baja— ¿Qué demonios le pasa a tu amigo?

Es muy raro.
—Jay, creo que deberías ir a casa —le digo cuando me doy cuenta de que

esto lo tengo que arreglar sin él aquí, y lo empiezo a empujar hacia afuera— por

favor, necesito hablar con mis amigos y tú estando aquí solo está haciendo todo

muy tenso.

—Pero pensé qué íbamos a...

—Lárgate, Jayden, estoy hablando en serio —camino hacia la puerta y la

abro, agradecida de que Jay está demasiado ofendido porque lo estoy corriendo

para escuchar el drama que está pasando en la cocina— ¡Vete!

—Bien, pero no te molestes en regresar a casa esta noche buscarme, no

estaré ahí —amenaza, como si en este momento me importara eso en lo absoluto.

Pasa por un lado de mí y me da una última mirada de reto antes de ir hacia el

elevador— ¡No te voy a perdonar!

Por el amor de dios, estar con Jay es como tener un hijo malcriado de cinco

años. Y, cuando cierro la puerta y voy a la cocina de nuevo, me doy cuenta de que

estar con Justin es como lidiar con un animal salvaje y bipolar. El caso es que

nunca me voy a conseguir a alguien normal.

—Tú —me apunta Justin directamente cuando me ve. Su cara está roja y por

alguna razón que desconozco, ya no está usando su camisa— vas a dejar a ese

tarado en este mismo momento y no volverás siquiera a pensar en él. Nada ha

cambiado ¿me escuchas? Aún me perteneces.

—Esto es mejor que ver telenovelas —murmura Marea, sentada en la barra

mirando todo con una sonrisa complacida— Justin, debo recordarte que Crystal
está embarazada. No hay nada que puedas hacer para cambiarlo. Perdiste tu

oportunidad.

—Tú cierra la boca, maldito marciano, no haces más que molestarme —grita

Justin hacia ella, y creo que si Luc no siguiera deteniéndolo, hubiera empujado a

Marea al piso o algo— solo estás celosa porque Crystal nunca te va a querer como

a mí.

—¡Tampoco te quiere a ti, idiota! —responde Marea, empezando a enojarse.

—¿Podrían cerrar sus putas bocas? —pregunta Emilia sin levantar la voz en

lo absoluto, pero logrando que todos se callen. Tal vez es porque suena como una

madre apunto de empezar a soltar golpes— gracias.

—No puede ser posible —gime Xavier, cubriendo su cara— este es el peor

cumpleaños de toda mi vida. Lo siento mucho, Crystal, nunca quise causar todo

esto. Solo quería que... solo quería que ustedes se vieran de nuevo y regresaran.

Justin solo está con Monica porque se siente solo y miserable sin ti y tú estás con

Jay para probar un punto que a nadie le importa. Todo era más fácil cuando

estaban juntos.

—Xav... —doy unos pasos hacia él, sintiéndome como un ogro por estar

enojada en primer lugar cuando solo estaba siendo lindo— lo siento por ser una

perra. Es solo realmente incomodo volver a ver a Justin.

—Lo sé, pero en serio quiero que regresen —se queja en voz baja. Justin

maldice y le da un largo trago directo a la botella de cognac— esto es peor que

cuando mis padres se divorciaron.


—Deja que arreglen sus asuntos por ellos mismos —le dice Luc, soltando el

aire— hay que darles un momento, chicos. Todos evacuemos a la sala y actuemos

como si esto no hubiera pasado, por favor.

Emilia, Marea y Xavier asienten y se van, dejándome sola con Justin, quien

está de espaldas a mí, diciendo cosas en voz baja para él mismo.

—Ni siquiera estoy con Monica, no sé de dónde sacaron eso —murmura

Justin volteándose hacia mí y dando grandes respiraciones. Le da otro trago a la

botella— tú eres la que me está engañando a mí. Yo no he estado con nadie más.

—Justin, deja de tomar —me acerco a él y le quito la botella porque en serio

no se puede tener una platica normal si él está borracho. Pero acercarme a él sale

contraproducente porque él me abraza y me aprieta contra su cuerpo.

Ni siquiera es un abrazo tierno, o sensual, Justin me aprieta con demasiada

fuerza y no puedo mover mis brazos ni respirar.

—Ser un buen hombre es muy difícil, Crystie, no me gusta —se queja, con su

cara enterrada en mi cabello y aún sin dejarme ir. Me estoy quedando sin aire,

pero él está haciendo uso de toda su fuerza en mí y no hay manera de soltarme—

te extraño como no tienes una idea. Ya no puedo pretender que me interesa lo

mejor para ti. Me importa un pepino si no te merezco, quiero que seas mía para

siempre. El único que puede embarazarte soy yo.

—Justin, déjame ir, no puedo respirar —me quejo, pero él solo suelta sus

brazos un poco— no tiene sentido que estés diciendo esto, nunca quisiste hijos

¿recuerdas?
—No me importa, tampoco quiero que tengas hijos con alguien más —pasa

sus brazos por mi cintura ahora y mete sus manos por debajo de mi blusa— no

quiero pensar en ese imbécil tocándote ¿por qué dejaste que lo hiciera? Yo nunca

pude hacerlo con otra mujer, aunque lo intenté. Y lo intenté mucho, con muchas

mujeres diferentes, y aunque disfruté bastante..

—No quiero escuchar eso —lo callo, haciendo una mueca— y dejé que me

tocara porque tú y yo terminamos ¿recuerdas? Me dejaste plantada en mi boda, o

al menos planeabas hacerlo. Ya no podía estar contigo después de eso. Y aparte...

tú ni siquiera hiciste nada para arreglar las cosas. Estuve soltera por mucho

tiempo, pero tenía que superarte en algún momento.

—No hice nada porque tú me dijiste que no querías verme de nuevo y yo

decidí por primera vez en mi vida ser un buen hombre y respetar tus deseos —se

queja— es la última vez que lo hago. No me importa nada ahora. Solo quiero

estar contigo.

—Solo estás diciendo eso porque estás borracho —susurro, tragando saliva e

intentando ignorar el hecho de que estoy a nada de mandar todo al demonio y

aceptarlo de vuelta— cuando tu mente esté clara de nuevo...

—Cuando mi mente esté clara de nuevo voy a tener demasiado miedo de

verte como para luchar por lo que quiero. Te amo, Crystie —se separa lo suficiente

para verme a la cara— ahora dímelo tú.

—Te amo —acepto, porque no hay ninguna razón para negarlo— pero eso no

importa porque mi vida es muy eficiente cómo está ahora mismo. No quiero que
cambie. Por primera vez en toda mi existencia me siento como un adulto. Y a

pesar de que no estoy segura aún, tal vez esté embarazada.

—¿Sabes qué? No me importa que estés embarazada, no me importa ser un

padrastro —asegura, con una sonrisa esperanzada— de hecho, eso me gustaría

mucho más que tener un hijo propio. Y me casaré contigo si quieres, mañana

mismo. Esta vez de verdad.

—Estás loco —me río y lo empujo para alejarme de él. En su cara puedo ver

que él no está bromeando en lo absoluto, pero no volveré a caer en lo mismo de

antes— espera a estar sobrio y llámame ¿de acuerdo? Me encantaría intentar ser

amigos.

—Nunca hemos sido amigos y nunca lo seremos —niega, sonando ofendido

— vete a casa con tu chico y disfrútalo mientras puedes.

—¿Qué? —pregunto, pero él no me contesta nada, solo pasa por un lado de

mí y se despide antes de salir del apartamento y azotar la puerta. Salgo a la sala y

todos están observándome con los ojos muy grandes, obviamente escucharon todo

— ni siquiera yo sé qué está pasando y cómo voy a arreglar mi vida, así que no

pregunten.

➿➿➿➿

Mis resultados llegaron hoy, definitivamente estoy embarazada.

Esto me pone triste y feliz al mismo tiempo. Feliz porque mi vida está yendo

prácticamente como yo la había planeado, estoy viviendo en una casa de


Manhattan con un hombre de una muy buena familia con un futuro brillante

asegurado. Tengo un trabajo que me encanta, donde puedo vender algunas de mis

piezas y empezar a hacer conocido mi nombre. Todas mis clases son lo que

siempre esperé y estoy aprendiendo más de lo que creía posible aprender. Y

tendré un hijo a la edad que quería.

Pero estoy triste porque no me siento completa, no me siento cómo siempre

pensé que lo haría, tal vez porque subí mucho mis expectativas.

Estoy acostada en mi cama a un lado de Jay vagando en mi celular cuando

escucho que alguien toca la puerta. Esto es raro porque tenemos un timbre, y no

mucha gente nos viene a visitar. Tal vez es algún vecino.

Me pongo mis pantuflas en silencio para no despertar a Jay, bajo las escaleras

y pregunto quién es, pero no me contestan, lo único que puedo escuchar es a

alguien estornudando y ahogándose con su propia saliva bastante severamente si

me preguntan.

Abro la puerta inmediatamente y lo primero que veo es una rosa roja

directamente en mi cara.

—Toma eso y aléjala de mí —ordena Justin y empieza hacer sonidos raros y a

respirar de una manera que me asusta. Corro hacia el baño para dejar la rosa ahí

y regreso hacia la puerta donde Justin aún está estornudando. Toda su cara está

roja y las venas de su cuello muy saltadas.

—Oh, por dios, Justin ¿Necesitas que llame una ambulancia? —pregunto,

con una mano en el pecho. Justin dice que no y sus estornudos se calman un

poco. Tiene la cara llena de saliva... o tal vez son mocos.


—Estoy bien, estoy bien —asegura, limpiándose con su camisa— te compré

un ramo completo pero no pude sostenerlo por más de cinco minutos, tuve que

desecharlo. Solo logré salvar una rosa. Espero que eso sea suficiente.

—Y... ¿por qué me compraste un ramo? —pregunto, escondiendo mi sonrisa.

Es la primera vez que alguien me da flores. Bueno, una flor— ¿Quieres pasar?

—Sí, gracias —camina un poco y cierra la puerta detrás de él. Luego saca

una hoja doblada de su bolsillo trasero. Cuando la abre me doy cuenta de que hay

muchas palabras, pero sobre todo rayones como si se hubiera equivocado muchas

veces— estos son mis votos. Los que nunca pude decirte.

Mi corazón se comprime ante la sola mención de esa situación.

—Justin, no creo que esto sea muy...

—No, déjame hacerlo. Vengo a ganarte de nuevo y es necesario que escuches

esto —toma aire y baja la mirada a su hoja— "Crystal... he estado escribiendo esto

por cuatro horas y no se me ocurre nada, pero tengo tres promesas que son

fundamentales: prometo amarte y hacer que me ames por siempre, aunque haya

veces en las que nos odiemos también. Prometo intentar ser mejor en todos los

aspectos... no puedo prometer que lo seré, pero al menos estoy dispuesto a

intentarlo. Y te prometo que todos los días te recordaré al menos una de las cosas

por las cuales eres tan importante para mí, por ejemplo: porque eres la única

mujer que me puede soportar y que tiene la fuerza suficiente para lidiar conmigo."

Muerdo mi labio y me detengo de reírme. Es lindo y estúpido, y sé que me

hubiera encantado que hubiera dicho eso en la boda. Aunque tal vez no los

hubiera apreciado por el estado en el que estaba.


—Eso fue todo lo que escribí para la boda, pero después de eso escribí más

—dice, sin levantar la mirada— "Olvidé hacerte la promesa más importante de

todas... no pasó por mi cabeza y supongo que es por eso que no pudimos

funcionar: te prometo que nunca más volveré a dudar de esto que siento por ti...

suena como una promesa muy débil, pero en mi caso es lo único que siempre me

ha faltado para ser el hombre que necesitas. Desde el principio, dude de ti y hasta

este día lo seguí haciendo. Cometí la estupidez de pensar que tal vez estar contigo

era el peor error de mi vida, nunca se me ocurrió que era lo mejor que me ha

pasado"

Su voz empieza a temblar y aprieta más fuerte el papel en sus manos.

—"Mi verdadero error fue pensar que debía dejarte ir para que estuvieras con

alguien que te mereciera, en lugar de convertirme en ese hombre" —sigue, y sus

palabras son seguras aunque él parece estar más nervioso que nunca— "estoy

sentado en mi cama nueva, en el lugar que conseguí porque me echaste de el

único hogar que he tenido y te hago una última promesa: volveré por ti. No será

hoy, ni mañana, pero algún día estaré listo para ti, y cuando eso pase, dejaremos

atrás todo y podremos empezar de cero. Sin castigos, sin "no es justo's", sin correr

cinco kilómetros al día y sin estúpidos prejuicios de mi parte nunca más"

Baja su hoja y levanta su mirada a mí pero cubro mi cara para que no se de

cuenta de que soy un desastre.

—Es bueno que no los dijeras en nuestra boda —murmuro, cuando puedo

encontrar mi voz— los mejoraste después de eso. Amé todo lo que escribiste y... y
la verdad es que no me gustaría nada más que tirar todo al precipicio para estar

contigo de nuevo.

—¿Pero? —pregunta, preparándose para lo peor.

—Pero nada, estaba diciendo un hecho —me río y él se hace hacia atrás con

sorpresa— sin embargo, estoy embarazada de otro hombre. Y sin importar lo que

pase, la persona más importante para mí de ahora en adelante será mi hijo. Nunca

te voy a preferir a ti por sobre él o ella, y nunca voy a permitir que trates mal a mi

bebé.

—De acuerdo —asiente mucho y abre sus brazos, dando un paso hacia mí.

Me hago hacia atrás y levanto una mano para que no me toque— ¿qué pasa?

—Pasa que he aceptado darte otra oportunidad pero aún tengo novio.

Terminaré con él tan pronto como me sea posible pero aún así, no voy a ser fácil

de conseguir —advierto, levantando un dedo hacia él— como tú mismo lo dijiste,

vamos a empezar de cero. Nada de sexo, nada de besos y nada de vivir juntos

aún. Vas a cortejarme como debe ser, vas a llevarme a citas y ser un caballero. Y

vamos a crear una relación nueva que funcione esta vez.

Justin lo considera por unos momentos y luego asiente, con una gran sonrisa.

Y por primera vez en mucho tiempo siento como que las cosas están yendo como

deberían de ir.

Tal vez esto es un error, lo peor que podría hacer, una muy mala idea, pero

necesito hacerlo. Necesito arriesgarme una última vez, porque prefiero tener

miedo con Justin, a estar segura con alguien que no me hace sentir de esta

manera. No sería justo ni para Jay ni para mí.


Tal vez no es todo acerca de hacer lo correcto siempre, lo mejor, lo necesario,

sino lo que te hace feliz. Sea bueno o malo.

Y toda mi vida siempre ha sido acerca de tomar las peores desiciones posibles

y disfrutarlas. Esta no será la excepción.


BONUS

THE FIRST DATE

Justin

Carraspeo mi garganta dos veces porque no quiero que mi voz tiemble con

los nervios y limpio el sudor de mis manos en mi pantalón antes de tocar la puerta

del apartamento donde viví por varios meses. Los mejores días de mi vida.

Aunque suene triste, es cierto.

—Hola, Justin. Que sorpresa ¿qué te trae por aquí? —pregunta Xavier

cuando abre la puerta, intentando lucir serio. Ruedo los ojos e intento pasar pero

él bloquea mi paso— alto ahí, muchacho ¿dónde están tus modales? Te pregunté

qué te traía por aquí.

—Obviamente ya sabes qué me trae por aquí, vengo por Crystal —respondo,

y estoy demasiado nervioso como para lidiar con esto así que empiezo a

exasperarme— déjame pasar de una maldita vez.

—No hasta que me lo pidas como un caballero —exige, intentando no reírse

de mí— he esperado por años el momento en el que me trates por respeto por

primera vez.

—Eso es pura mierda y lo sabes, siempre te he respetado —me defiendo,

pero sé que no voy a conseguir nada así que dejo salir un respiro enfadado—
vengo aquí a recoger a Crystal para ir a una cita ¿serías tan amable de dejarme

pasar?

—Pero por supuesto que sí —se hace a un lado y me hace una seña para que

pase. Cuando camino por un lado de él "accidentalmente" golpeo su hombro,

sacándole un quejido— dejaré pasar eso solo porque esta vez no quiero ninguna

clase de problemas.

—Esta vez no habrá ninguna clase de problemas, Xavier. Me aseguraré de

eso.

—Bien, me gusta tu actitud. Ahora siéntate conmigo mientras esperas.

Crystal se quedó dormida y apenas está saliendo de bañarse así que tendrás que

esperarla por un buen rato —me informa, y tengo ganas de quejarme. En serio

quiero ir al baño y golpear la puerta para decirle que apenas esta mañana

hablamos para confirmar esto ¿cómo es que es tan irresponsable? pero no lo haré

— así que... ¿cuáles son tus intenciones con mi niñita?

—No tengo ningunas intenciones, solo iremos a cenar y tal vez, no lo sé,

pasar el rato —divago. Y por "pasar el rato" me refiero a que intentaré invitarla a

mi habitación y retomar donde lo dejamos hace tanto tiempo— tú estás de mi

lado ¿no es así, Xav? Quieres que el amor triunfe ¿no?

—Claro, pero solo estoy de tu lado porque Crystal te ama, no porque seas tú

y me caigas muy bien o algo por el estilo —explica y se pone serio— a decir

verdad, me doy cuenta de que probablemente vas a herir a Crystal de nuevo muy

pronto y que te vas a arrepentir en cualquier momento de estar con ella de nuevo

y odio el hecho de que estoy preparándome para cuando eso pase. Pero Crystal, a
pesar de todas las cosas, solo te ama a ti. Y a pesar de lo "perfecta" que aclamaba

estar con Jay, podíamos notar que no estaba bien en lo absoluto. Y solo por eso

estoy de tu lado.

—No voy a arrepentirme o a hacer otra cosa por el estilo de nuevo —

prometo, dejando caer mis hombros— aprendí mi lección.

Y no estoy mintiendo, realmente lo hice. Después de ese miserable y sombrío

camino de regreso a la casa de Crystal después de la boda algo en mí cambió. No

fue mi personalidad, ni mi temperamento, ni mi manera de pensar, ni mi amor

por ella.

El conocimiento de lo que acababa de pasar me hizo cerrar una puerta de mi

vida. Después de ese momento nada iba a ser igual ni iba a estar ligado con lo que

pasó antes, eso estaba terminado, cerrado. Acabado para siempre. El conocer a

Crystal, las cosas que pasaron entre nosotros en el campamento, lo que pasó

cuando llegué a Syria y cuando regresé, el compromiso y los breves meses que

estuvimos teniendo una relación estable... todo eso estaba terminado. Supe que

todo iba a ser diferente.

Regresé a Nueva York porque a pesar de que la ciudad es horriblemente

molesta y la odio, es dónde Crystal vive y quería estar lo más cercano posible a

ella aunque no fuera capaz de verla. Hunter terminó su relación con Olivia y quiso

venir conmigo para que lidiaramos con nuestra soledad juntos. Conseguimos una

casa destruida en Bronx que hemos estado arreglando y seguí yendo a las

reuniones del grupo "Regresar". En parte porque estaban ayudándome mucho y en

parte porque Hunter realmente las necesitaba.


Hice muchos amigos en "Regresar" incluyendo a Monica. La primera vez que

la vi después de mi fracaso de boda, la odié. La odié por poner dudas en mi

cabeza, pero luego me di cuenta de que si fue tan fácil para alguien hacerme

cambiar de opinión acerca de la mujer que amo entonces el problema es mío y no

de esa persona.

Hablé frente a todos de lo que fue perder a Crystie, así que ella se enteró y se

disculpó conmigo. Me explicó que no era su intención hacer que eso sucediera

sino que lo que ella quería era que pusiera en perspectiva mis decisiones

aceleradas. No puedo culparla por meterse en mis asuntos porque cuando estamos

en ese grupo, mis asuntos se vuelven sus asuntos y los de ella se vuelven míos.

Es entendible que haya querido ayudarme, porque yo me encontré en esa

misma situación con otros de mis amigos ahí cuando escuché sus problemas.

Quería ir a decirles qué hacer porque sentía que era mi responsabilidad, pero

nunca lo hice porque no quería sentirme culpable si algo como lo que me pasó a

mí les pasaba a ellos.

Después de meses de rutina con Crystal, estar sin ella fue lo peor del mundo

y no estoy avergonzado de decirlo. Me acostumbré a estar con ella todo el maldito

día, a escucharla contarme los dramas de su escuela o historias de cosas que le

pasaron antes y a contarle mis propias experiencias y escuchar lo que ella pensaba

de eso. Me acostumbré a dormir a su lado, soportando sus pies fríos y sus platicas

y sus fuertes ronquidos.

La gente nunca habla de cómo es dormir con alguien y cómo es cuando estás

obligado a dormir solo de nuevo, pero ahora sé como es: una mierda. Es horrible
no tener a nadie a quien tocar en la noche y estar en tanto silencio. Es horrible

despertar de una pesadilla donde algo le pasa a Crystal y no poder comprobar que

está sana y salva a un lado de mí. Es horrible saber que ella se consiguió otra

pareja y ahora él está durmiendo todas las noches a su lado.

Pero tuve que empezar a acostumbrarme a mi nuevo estilo de vida con

Hunter, lo cual fue relativamente fácil aunque vivir con otro veterano es muy

difícil. Hablar con él solo me dejaba con ganas de enlistarme de nuevo y regresar

a la vida que me es familiar. Pero no lo hice, solo conseguí un trabajo parecido.

Ser policía nunca se me pasó por la cabeza. Ni una sola vez. No es mi trabajo

soñado y no es lo que debería de estar haciendo, pero alguien que estuvo en el

ejercito tiene un pase dorado para ser policía. Literalmente solo tuve que

presentar mis papeles después de recuperarme de la cirugía de tímpano, y luego

hacer el examen y el entrenamiento. Mi jefe me adora, mis compañeros me

admiran y el trabajo no es nada del otro mundo. Es como un paseo en el parque.

Pero debo admitir que Crystal hizo que mi deseo de cocinar profesionalmente

fuera mucho más vivo de lo que solía ser antes de conocerla.

De cualquier modo, no todos podemos conseguir el trabajo de nuestros

sueños, tenemos que conformarnos con lo que nos es posible.

—Estoy lista —llama Crystal desde la habitación un rato después y

literalmente puedo darme cuenta de cómo mi corazón empieza a latir más fuerte.

Mis palmas empiezan a sudar de nuevo cuando escucho que camina hacia

nosotros con sus zapatillas y mi aliento se va cuando la veo— hola.


Tiene puesto un pequeño vestido con medias negras casi transparentes y una

gran bufanda de una tela que se ve suave y cara. Su cabello está suelto y más

largo que antes, pero aún de los mismos colores. Siguen sin gustarme, pero sigo

sin querer que los cambie. Está usando la corona que compró para la boda y si soy

honesto, ni siquiera se ve exagerada en ella. Su maquillaje es ligero y sus labios

tintos como de costumbre.

Me levanto y camino hacia ella, inseguro. Es la primera vez que la veo desde

hace dos semanas cuando conseguí la dirección de la casa dónde vivía y pensé que

sería una gran idea recorrer Manhattan con un ramo de flores. Mi alergia se

quedó tres días, pero valió la pena. Pude llevar a cabo el plan, darle lo que

compré para ella (una sola flor, pero aún cuenta) leer mis votos y convencerla de

darme otra oportunidad. Pero ella ni siquiera me dejó abrazarla. Me dijo lo que

iba a pasar, me pidió que la contactara en un par de días y me despachó de su

casa.

—¿Alguna razón en especial por la que estás usando tu corona? —pregunto,

intentando mantener mi voz casual cuando me paro frente a ella. Xavier bufa

detrás de mí.

—La usa todo el tiempo, es vergonzoso.

—Es la cosa más cara que he tenido y no voy a dejarla arrinconada —explica

Crystal y luego toma una respiración como si estuviera nerviosa. Me siento

contento de no ser el único en ese estado— lamento haber tardado tanto, me

quedé dormida.

—No importa ¿nos vamos?


Crystal asiente y toma mi mano cuando la extiendo hacia ella. Y a pesar de

que salir del apartamento y entrar al elevador en silencio se siente incomodo,

todavía hay algo de familiaridad. Sin mencionar que podría hacer una danza de

victoria en este momento.

—¿A dónde iremos? —pregunta, entrelazando sus dedos en los míos y

saludando casualmente a uno de los vecinos con la mano cuando vamos saliendo

del edificio.

—A Bronx —contesto, y me preparo mentalmente para...

—¡¿Qué?! —exclama y deja de caminar— ¿Te das cuenta de lo que estoy

usando en la cabeza? Nos mataran por ella tan pronto demos un paso ahí.

Además... ¡Demonios, Justin! Es nuestra primera cita, no quiero ir a ese lugar. No

quiero sonar como... al demonio, no me importa sonar horrible pero ese lugar está

lleno de criminales y pandilleros.

—Ahí vivo yo y nunca me ha pasado nada malo —me encojo de hombros y

entramos al auto que renté para esto. Es elegante pero no tan elegante, Crystal

tiene un poco de razón y no es prudente llamar mucho la atención en ese lugar—

preparé algo en mi casa para nosotros, te va a gustar.

Cierro la puerta y le digo al chofer que ya sabe a donde ir. Volteo hacia

Crystal porque aún no me contesta y la encuentro mirándome con la boca abierta.

—¿Tu madre sabe eso? —pregunta, después de unos minutos cuando puede

volver a respirar— ¿sabe que estás viviendo en ese lugar?

—No exactamente —contesto. Ella sabe que estoy en Nueva York pero no

exactamente dónde y creo que es inteligente no decirle nunca, estoy seguro de


que tendría un ataque cardiaco— pero en serio, no es tan horrible como crees, las

películas exageran demasiado. Yo y Hunter compramos una casa bastante genial y

la hemos estado arreglando, nuestros vecinos son personas muy buenas y...

—Eso no importa, tú no naciste para vivir ahí entre esa gente —me

interrumpe— por dios, Justin, tienes dinero suficiente para vivir literalmente

donde se te antoje en cualquier lugar del mundo.

—Resulta que me gusta bastante vivir ahí, y la verdad es que yo no nací para

el tipo de vida que tienes tú o que tienen mis padres —pongo mi mano en su

pierna para que se calme un poco. Ella se relaja, pero sigue en negación— decidí

no usar más el dinero de mi fideicomiso, al menos no hasta que tenga más dinero

propio. De momento estoy disfrutando lo que es batallar un poco para vivir, pero

a pesar de que estoy haciendo buen dinero es bastante diferente a lo que estaba

acostumbrado.

—¿Haciendo qué? —pregunta, olvidando el otro tema— dime que me hiciste

caso, empezaste a hacer lo que te gusta y ahora eres un gran chef en un

restaurante mugroso de Bronx.

—No, no puedo decirte eso —respondo, riendo un poco y adorando cómo me

siento en este momento, al fin con ella de nuevo— soy policía.

Crystal se queda quieta por unos segundos, con los ojos muy abiertos, y luego

golpea con fuerza la mano que tenía en su muslo. Levanta sus manos para

cubrirse la cara y gruñir.

—Pensé que estarías feliz... recuerdo que una vez me dijiste lo sexy que era

con uniforme.
—Con el uniforme que usabas cuando eras un sargento en un seguro

campamento donde nada malo podía pasar —se queja, sin quitar sus manos de su

cara— por el amor a todos los astros del zodiaco, leí que iba a escuchar noticias

increíbles hoy pero no me imaginé que fuera algo así. Mi... mi ex-esposo

diciéndome que está suicidándose lentamente.

—No soy tu ex-esposo —la corrijo, frunciendo el ceño y poniendo mi mano

en ella de nuevo— no somos nada ¿recuerdas? al menos aún no. Y no me estoy

suicidando, es millones de veces más seguro de lo que era estar en zona de

guerra. Lo más duro del trabajo es tener que escribir informes todos los días.

—No puedo creer esto —baja sus manos y sus ojos empiezan a llenarse de

lagrimas— oh, aquí vamos... no me pongas atención, lloro todo el tiempo. Soy un

desastre. Pero es tu culpa por decirme tantas malas noticias al mismo tiempo.

—Hey, mira quien habla de malas noticias —murmuro sin ganas y miro hacia

abajo a su aún plano abdomen. Crystal entrecierra sus ojos hacia mí y acuna su

inexistente panza como si estuviera hiriendo al intruso— no que me moleste

mucho... quiero decir, lo hace, pero no tanto ahora que sé que ya no estás con el

idiota que lo puso ahí. Y lo que más odio de todo esto es el hecho de que estés

embarazada. Verte estando en ese estado por alguien más es lo que no voy a

soportar. En cuanto ese niño esté fuera, todo va a estar bien de nuevo e incluso

seré un buen padrastro.

—Entonces... no que importe en lo más mínimo tu opinión porque te acabo

de conocer y yo soy la dueña de mi cuerpo y de mi vida, pero... —suspira y me

mira con ojos llenos de dudas— ¿no vas a resentirme por siempre porque tengo
un hijo de alguien más? ¡No estoy diciendo que estaremos juntos por siempre!

Solo... solo contesta la maldita pregunta.

—No, ese no es el problema —aseguro, y me doy permiso de bajar la cabeza

y besar su frente— y eso tal vez sea mejor porque, hipotéticamente hablando, si

fuéramos a estar juntos por siempre, no tendría que preocuparme en un largo

tiempo de que quieras empezar a tener mis hijos, aunque no estoy completamente

opuesto a la idea. Por mientras, será bueno tener un niño al que puedo cuidar

pero que no es mi completa responsabilidad. Será como Candice. Adoro a esa

niña, voy a verla tanto como me es posible y la cuidaré de todo, pero no es mía y

eso me hace feliz ¿estás entendiendo lo que intento decir?

—Creo que sí —contesta y sonríe de nuevo. Por el resto del camino, no

hablamos mucho y raramente no se siente incómodo. Nuestra conversación es

ligera y estoy bastante aliviado de que Crystal esté siendo buena conmigo. No es

que piense que es una bruja (al menos no en este momento) pero estaba

esperando que hiciera todo extremadamente difícil para mí.

Cuando el chofer se estaciona frente a mi casa, abro la puerta y le doy un par

de billetes para que se vaya a hacer algo hasta que le llame para que regrese. Una

vez que salgo, estiro mi mano hacia Crystal para ayudarla a salir, pero ella solo se

queda sentada donde mismo haciendo caras.

—Vamos, te prometo que no dejaré que pase algo.

Crystal abre la boca para discutir pero prefiere quedarse callada. Suspira y se

quita su gigante corona, la mete con cuidado en su bolso y luego sale, tomando

mi mano con fuerza y mirando a todos lados con asco.


—Lo siento si estoy siendo grosera pero este lugar es decadente y no puedo

creer que tú vivas aquí —dice, con una mueca— caminemos rápido a tu casa, no

es seguro estar afuera.

Ni siquiera contesto nada, solo pongo mi mano en su espalda baja y la dirijo

hacia mi humilde hogar. Por fuera luce como una típica casa de por aquí, pero

está recién pintada y en lugar de jardín solo hay piso. Abro la puerta y le hago

una seña a Crystie para que entre primero a pesar de que no necesitaba hacerlo

porque ella casi me empuja para meterse, como si no estuviéramos

completamente solos en la calle y todo estuviera técnicamente seguro.

—Vaya, no es tan horrible como me lo imaginaba —murmura Crystal cuando

enciendo la luz y puede ver nuestra pobre decoración. No es muy agradable a la

vista, pero nos gusta. Dejamos las paredes del color beige que ya tenían y

compramos muebles blancos y sillones azules porque eran los más baratos que

encontramos. Todo es un desastre de colores, pero supongo que no se ve tan mal

— podría estar mejor decorada, pero el lugar es lindo ¿Vas a darme un tour?

—Ah, claro, si quieres. Ven conmigo —aprovecho este momento para tomar

su mano y empezar a llevarla por los únicos dos cuartos que hay aquí, pero antes

de eso Hunter entra del patio, cargando la caja dónde venían las velas que acabo

de comprar y que debía haber puesto hace dos horas— ¿Por qué aún estás aquí?

—Tuve un pequeño problema, provoqué un inofensivo incendio, pero ahora

todo está bien. Lo juro, arreglé todo —me asegura, y luego se acerca a nosotros

para abrazar a Crystal más fuerte de lo que debería— nunca pensé que te iba a

extrañar, pero te extrañé mucho, Crystie. Todo era más divertido contigo.
—No digas eso o voy a llorar —advierte. Abraza a Hunter y cuando se

separan, baja su vista hacia su pierna— yo también te he extrañado ¿Cómo estás?

—Mucho mejor que la última vez que me viste, pero podemos hablar de eso

después, puedo sentir la mirada de odio que Justin me está dando —murmura y

la abraza brevemente antes de salir de la casa casi corriendo.

—Lo siento, pensé que él ya se habría ido para esta hora —me disculpo—

como sea, te puedo dar ese tour más tarde. La comida se va a enfriar.

Crystie asiente y deja que tome su mano de nuevo para dirigirla hacia

nuestro patio. No es el mejor patio del mundo, pero está limpio y Hunter hizo un

buen trabajo acomodando las cosas, poniendo las velas y arreglando cualquier

señal del inofensivo incendio que provocó. Cuando Crystal pasa hacia el patio y ve

la mesa que compré solo para esto y todo lo que tiene encima, suelta mi mano

para cubrir su cara. Sus ojos se ponen llorosos otra vez y su reacción me hace

soltar un aire con alivio.

—La primera vez que hice esto por ti, no te conocía y le tuve que pedir

información a tu padre para saber qué te gustaba —digo, apuntando a la mesa

llena de sus comidas favoritas. Ella empieza a caminar como lo hizo aquella vez,

abre algunos contenedores para ver lo que hay dentro y suelta una risa

temblorosa— pero ahora no fue necesario, porque sé todo lo que hay que saber de

ti y sé que aunque preferirías ir a un restaurante en SoHo donde todos pudieran

ver tu corona y desear que fueran tú, esto iba a ser más especial porque podrás

comer todo lo que te gusta al mismo tiempo.


Crystal se ríe de nuevo y asiente con la cabeza antes de limpiarse las

lagrimas. Nos sentamos frente a frente igual que esa vez.

—No he podido comer nada de esto en mucho tiempo —dice, dando un

suspiro. Y sé, gracias a la comunicación que aún tengo con su familia, que es por

la anemia causada por el estrés de la boda que ha tenido que comer saludable por

mucho tiempo— es perfecto. Es... es igual a... lo amo. Estaba tan decepcionada

esa vez, cuando supe que le habías pedido información a mi padre. Pero ahora

tiene el romance que le faltaba en aquel entonces.

—Una cosa más —murmuro, y saco de mi bolsillo el anillo que he estado

guardando por un año. Crystal se queda muy quieta cuando lo levanto hacia ella.

—¿No aprendiste nada la última vez? No puedes proponer matrimonio en la

primera cita. No si quieres que dicho matrimonio dure más de cinco minutos.

—¿Y tú no aprendiste que solo porque un hombre te está dando un anillo, no

significa que quiera casarse inmediatamente? —escupo, olvidando un momento

que tengo que estar en mi mejor conducta.

—Ohhhh... —susurra, mordiendo su labio y bajando la mirada— de acuerdo,

me merecía eso.

—Este anillo no significa que quiero tener una maldita boda. Nunca lo hizo.

Solo significa que te quiero a ti, la posibilidad de estar juntos por mucho tiempo,

no... no toda la locura que sucedió la última vez.

—De acuerdo... entonces lo acepto —susurra, y extiende su mano hacia mí.

Estaba esperando que me hiciera arrodillarme de nuevo, pero estoy feliz de que

no lo hizo. Pongo el anillo en su dedo y no puedo evitar sonreír cuando lo veo ahí.
Nunca debió haber estado en ningún otro lugar más que en su dedo— sé ahora lo

mal que estuve al apresurar todo. A decir verdad, creo que siempre lo supe, pero

no me importó.

—Claro que no te importó. Tú solo querías tu boda soñada.

—Sí. Y la tuve, así que supongo que debería estar feliz. Mis fotos son

hermosas y mi vestido despampanante, pero los recuerdos son... —hace una cara

y asiento, compartiendo el sentimiento— el video es gracioso, supongo. Solo sales

en dos tomas y es obvio que odiabas al camarógrafo. Mi cara cuando estaba

diciendo los votos es... horrible.

Crystal se ríe, pero yo no puedo hacerlo. Aún es muy pronto, supongo. Y no

puedo evitar darme cuenta de que nunca pude escuchar esos votos que escribió

para mí.

—¿Cómo te fue cuando terminaste las cosas con Jay? —pregunto,

moviéndome a temas más felices.

—Fue fácil, supongo. Jay es más orgulloso que yo así que solo tuve que

decirle que todo este tiempo estuve... enamorada de otro hombre para que él

decidiera que sería mejor terminar las cosas —rueda los ojos y no puedo evitar

reírme. Me hubiera gustado estar ahí— pero aún así quiere estar presente durante

los chequeos y todo el proceso. Jay quiere tener un hijo incluso más de lo que yo

lo quiero.

—Era de esperarse —ruedo los ojos. Crystal estira su brazo por sobre la mesa

y toma mi mano.
—Jay es un buen chico. Adorable incluso, cuando deja de actuar como un

niño pequeño y malcriado. Creo que sería bueno que tú y él fueran amigos —dice

y lo único que puedo hacer es mirarla con el ceño fruncido porque no puedo

comprender que en serio esté diciendo esto. Que yo podría querer ser amigo del

hombre que estuvo con ella por un año mientras yo estaba en la soledad— en

serio, es por el bien de todos.

—Claro que no —contesto, riéndome con incredulidad— no podría. Él te ha

tocado, ha...

—Eso no importa, nunca estuve realmente con él. No en la manera en la que

importa, no en la manera en la que seguía estando contigo a pesar de que

estuviéramos separados. Nunca tuve ni un solo orgasmo con él, nunca disfruté

nada sexual. Jay solo era un buen partido, un chico divertido muy parecido a mí

que me hacía sentir bien y me hacía querer ser diferente. Madura y buena —

intenta explicarme, pero no escucho nada después de que no tuvo ni un solo

orgasmo. No sé si eso me hace sentir mejor o no.

Creo que sí.

—Está bien... tal vez podría intentarlo —digo en voz alta. Ni siquiera yo me

creo esto— sería lo que un adulto haría ¿no es así? Es lo mejor para tu futuro

bebé que todo esté pacifico entre nosotros.

—Exacto —sonríe— pero después de un tiempo. Jay aún te odia.

—Por supuesto que lo hace —murmuro con una sonrisa complacida y nos

sirvo a ambos jugo de arándanos. Cuando ella toma el suyo, lo levanta para

brindar.
—Por empezar de cero.

—Por empezar de cero —repito. Y creo que por primera vez en mucho

tiempo estoy en paz con todo, a pesar de que todavía hay muchas cosas por

resolver. Al menos vamos a intentar resolverlas juntos.

BONUS

DELIVERY

Justin

Estamos peleando de nuevo.

Sorpresivamente, por los últimos siete meses, no hemos peleado para nada.

No seriamente, solo algunas discusiones sin sentido que vienen incluidas con una

mujer como Crystal y de las cuales no podría liberarme de ninguna manera, pero

todo es tranquilo por su mayor parte. Es normal que ella esté hormonal y más

histérica que de costumbre por eso del embarazo, así que no me siento tan mal

cuando de repente empieza a gritarme cosas o me recuerda la boda y lo mucho

que la traumaticé.

Tal vez acepto todo eso con facilidad porque sigo sintiéndome culpable y ella,

además de esas veces en que me grita lo mucho que la lastimé, está demasiado
ocupada estando enojada con el mundo como para estar enojada conmigo

también. Eso es hasta hoy, sin embargo, y solo por una inofensiva palabra que

solté sin pensar hace unos segundos.

—¿Puedo al menos... tomar tu mano?

—No —se queja y acuna sus manos en su pecho, sobre su gigante panza— no

quiero que te quejes de que es una mano muy gorda.

—Ni siquiera lo dije de una mala manera —me defiendo una vez más,

levantando las manos al aire— estás gorda, no es ninguna mentira. Es un hecho.

Y no lo digo de una mala manera ¿qué mujer embarazada no está gorda?

—¡Lárgate! —grita con coraje e inmediatamente hace una mueca de dolor y

levanta su pequeño control para picar el botón de la enfermera con fuerza varias

veces y hablar por la bocina— ¡Me está doliendo de nuevo, auxilio!

—Señorita Angelo, eso es normal. El bebé aún no está listo. No está ni cerca

de estar listo —le explica la enfermera cuando llega a la habitación, respirando

con fuerza— por favor, no grite de esa manera. Y no golpee el botón al menos que

tenga alguna emergencia, su bebé tiene al menos otra semana antes de que

necesite salir.

—No me importa, quiero que me lo saquen en este momento. Yo nací a los

ocho meses y no me pasó nada.

—Eso está de dudarse —murmuro, pero cierro la boca inmediatamente

cuando Crystal dirige sus ojos hacia mí— de hecho, señorita, sería bueno que le

dijera al doctor que haga la cesárea lo más rápido que le sea posible. Crystal ya
tiene una semana aquí, ya le dijeron que se puede hacer en cualquier momento...

y no creo que la quiera soportar por más tiempo ¿cierto?

—Cierto —contesta, y traga saliva— el doctor está ocupado hoy, pero

supongo que podemos adelantar la operación para mañana.

—Bien, me parece un buen trato —asiente Crystal, relajándose un poco—

puedes irte ahora, si algo me vuelve a doler te llamaré de nuevo y más te vale que

vengas. Para eso te estamos pagando. Puede ser una verdadera emergencia y no

voy a perder a mi hijo y mi vida por tu negligencia medica.

—Está bien, claro —contesta, tragando saliva y deteniéndose de decir algo

grosero. Le doy una sonrisa apenada, pidiendo disculpas por las palabras de

Crystal. A este punto, ya estoy acostumbrado a disculparme por sus groserías.

Incluso lo hago sin pensar.

—¿Ves? Todo está listo ahora. Tu bebé nacerá mañana y todo esto se va a

terminar de una maldita vez —doy un suspiro feliz— tu cuerpo volverá a su

estado natural y yo podré tener sexo de nuevo.

—Espero que sí —cierra los ojos y pone sus manos sobre su inmensa barriga

— Christopher Jayden Alexander... eres lo peor que me ha pasado en la vida, ya

quiero que salgas de mi cuerpo... ¡Ah! Eso me recuerda, tenemos que llamar a Jay.

Doy un profundo gruñido ante la mención de Jay y me preparo para negarme

cuando me obligue a mí a hacerlo.

—Tú lo llamarás —dice, y tomo aire para responder algo no tan amoroso

pero estira su mano y cubre mi boca— es por nuestro bien. Su amistad está
floreciendo y cuando Christopher Jayden Alexander nazca todo tiene que estar

pacifico entre ustedes.

—Yo intento llevarme bien con él —me defiendo, y es verdad. He sido

sorpresivamente amigable con Jay, pero él se rehusa a llevarse bien conmigo y

repite cada vez que le es posible que yo le robé a su novia y que no soy un hombre

honorable— creo que sería más prudente si tú lo llamas.

Jay se ha convertido en alguien constante en nuestra vida. Ni en un millón de

años me imaginé que el hombre que estuvo con Crystal mientras yo sufría por ella

y que además la embarazó fuera a caerme bien, pero lo hace. Contra todos mis

instintos y contra todos mis principios, Jay me cae bien.

Hace mucho tiempo dejé de estar celoso de su historia y ahora solo estoy

feliz con mi vida, incluso me atrevería a decir que he superado todo lo que pasó.

Jay es adorable, prácticamente la versión masculina de Crystal, así que justo como

ella, se ganó mi cariño mientras también lo estaba odiando.

Eso no quiere decir que me guste tener que hablarle o pasar tiempo con él.

También tengo mis límites. Sin embargo eso a Crystie no le importa y empuja su

celular en mi oreja hasta que me veo obligado a tomarlo.

—Hola, Crystal ¿Qué pasa? ¿Todo está bien? —contesta Jay al primer timbre

y tomo aire antes de hablar.

—No soy Crystal, soy Justin —empiezo y su quejido casi me hace colgar, pero

me aguanto— Chris va a nacer mañana, así que supongo que si quieres estar

aquí...
—Christopher Jayden Alexander es mi hijo —me recuerda, como si no lo

supiera. Como si no lo repitiera a cada segundo que respira— por supuesto que

estaré ahí. Y tú no eres bienvenido.

—Como digas, amigo. Te veo mañana.

—¡No soy tu amigo! —grita pero le cuelgo y sonrío hacia Crystie.

—Todo listo.

Admito que algunas veces en el paso de estos meses me sentí

extremadamente celoso (lo cual considero normal) de que Jay haya embarazado a

mi Crystie, porque el único que debería de haber hecho eso soy yo. Pero luego

empiezo a pensar en que voy a tener lo mejor de los dos mundos, voy a poder

tener un hijastro para complacer a Crystal pero Jay está tan obsesionado con él

que estoy seguro que va a querer tenerlo todo el tiempo.

Y yo no voy a tener que estrenarme porque no es biológicamente mío así que

hoy, estoy calmado y tranquilo mientras Jay se está muriendo a un lado mío

mientras esperamos a que Crystal salga de la operación.

—¿Cuántas veces voy a tener que decirte que todo está bien? Crystal y Chris

no podrían estar en mejores manos —le recuerdo, porque Cristoff se aseguró de

que el mejor doctor de Manhattan estuviera atendiendo a su pequeño encanto,

pero Jay solo se voltea para otro lado sin dejar de limpiar sus palmas sudorosas en

su pantalón.

No sé en qué momento mi vida dio un giro tan extremo, pero mientras estoy

esperando que mi ex-esposa de a luz al hijo de otro hombre, mi pequeña cuñada

Candice está jugando con su juguete favorito en mis piernas y yo no odio esto
tanto como podría esperarse. Tal vez porque Candice es todo lo que quiero en un

hijo, alguien que nunca llore y que sea bonita.

Espero que Christopher Jayden Alexander sea bonito porque en serio quiero

amar a ese niño y los bebés feos simplemente no se pueden ganar mi corazón.

—Por supuesto que está en las mejores manos y nunca sufrió ningún tipo de

dolor. Mi hija no podría hacer esto como la gente normal —murmura Angelo a mi

lado, desparramado en el sillón sin darle nada de importancia a la cesárea que

Crystal está teniendo. Tal vez porque no hay nada de qué preocuparse y en solo

cuestión de minutos, tendremos una nueva adición a la familia.

Y por mi propio bien, espero que tengamos una perdida en la familia. Con

esto me refiero a que en serio no puedo esperar el día en que la abuela de Crystal

se muera. Ni siquiera voy a pretender que no estoy deseando su muerte porque lo

estoy. El mundo será un mejor lugar sin esta vieja y todos lo saben.

—¿Ya tienen una fecha? —pregunta dicha vieja cuando se sienta a un lado de

Jay y toma su mano entre las suyas para darle consuelo. Por supuesto ella ama a

Jay y a mí me sigue odiando. Yo solo niego con la cabeza— bien, no quiero ir a

otra boda en la cual toda mi familia queda en vergüenza por la culpa de un poco

hombre como tú.

—Solo tómate tu café y cállate, madre —se queja Lauren, tronando sus

nudillos y dándome una sonrisa para tranquilizarme— es bueno que se tomen su

tiempo esta vez, no dejes que nadie los presione, mucho menos mi hija.

—No lo haré —aseguro, y justo cuando estoy poniéndome cómodo de nuevo,

el doctor de Crystal se acerca a nosotros.


—¿Puedo hablar con el padre? —pregunta, quitándose el cubrebocas. Me

levanto del asiento al mismo tiempo que Jay— eh... ¿quién de los dos es el padre?

—¡Yo lo soy! —contesta Jay rápidamente mirándome con desprecio y

acercándose más al doctor— ignórelo, es solo el novio de mi mujer.

—Soy el padrastro —le informo, para aliviar la cara de confusión que puso—

viene siendo lo mismo, pero mejor.

—Viene siendo lo mismo, pero mejor —me imita Jay con una voz burlona.

No puedo evitar reírme porque este hombre es tan estúpido que ya ni siquiera me

hace enojar— ugh. Doctor, solo diga lo que tiene que decir. Pretendamos que él no

existe.

—Te acuerdo. Todo está listo y perfectamente bien —anuncia, dándonos una

sonrisa a ambos— la señorita Angelo solicitó otra semana aquí, pero la verdad es

que solo necesita un par de días para recuperarse. El bebé es saludable y tiene un

buen par de pulmones, pesa 3.400 kilos y tiene un montón de pelo negro.

—Pelo negro, como yo ¡Ja! —exclama Jay, interrumpiendo al doctor. Como si

el niño teniendo pelo negro fuera algo muy importante— ¿Y cuándo puedo entrar

a verlo?

—Podrían entrar en este momento, pero madre e hijo están durmiendo, así

que yo les recomendaría que...

—Iremos en este momento, entonces —decido, empezando a caminar hacia

la habitación. Jay intenta trotar sin ser obvio para ganarme, pero por supuesto no

lo logra y yo llego primero. Me gustaría decir que no aceleré el paso para ganar
también, pero sería una mentira. Supongo que muy, muy dentro, sigo siendo un

niño idiota igual que Jay.

Crystal está dormida con un montón de lagrimas en su cara, el bebé está en

una pequeña cuna a su lado, Jay se va directo a él. Yo me acerco a ella primero y

la muevo un poco para que despierte.

—¿Por qué lloras, Crystie? —pregunto, ignorando los jadeos incrédulos de

parte de Jay— ¿Todo está bien?

—¡No! ¡Nada está bien! —se queja en el mismo segundo que abre los ojos.

Creo que no estaba dormida para nada— esto es lo peor que me ha pasado alguna

vez. Nunca más pasaré por esto, te lo juro. Lo juro ante los santos ojos y oídos de

dios.

—¿Cuál dios? —pregunto, intentando no reírme. Ni siquiera sé que está

pasándole, todo parece estar bien.

—Zeus. Jesus. Buda. Channing Tatum ¡Todos! —exclama y pone una mano

en su cara para limpiar las lagrimas— voy a tener marcas y una gigantesca

cicatriz. Y Christopher Jayden Alexander llora como si tuviera un maldito

demonio adentro. Además... es feo.

Cuando dice eso, me alejo de ella para ir a ver al nuevo hijastro y comprobar

su fealdad. Jay lo tiene en sus brazos y está tocando su carita con uno de sus

sucios dedos. Me detengo de decirle que no lo haga porque a final de cuentas él es

el papá y si quiere darle una infección a su hijo recién nacido, puede hacerlo.
—¿Puedo verlo? —pregunto, para hacer todo esto más pacífico. Jayden

aprieta a CJA por unos segundos pero luego Crystal dice su nombre en un tono de

regaño y él es forzado a entregármelo.

Una vez que lo tengo en mis brazos, puedo ver que Crystal es una exagerada

como de costumbre y que el niño no está nada feo. Comparado con las fotos que

vimos en todos esos millones de libros y revistas que me hizo leer, este bebé está

bonito. Y cuando abre sus ojos, no se pone a llorar inmediatamente, así que

empieza a caerme bien.

Creo que incluso podría acostumbrarme a sostenerlo.

—Ya, dame a mi hijo —exige Jay con desesperación, y a pesar de que le

prometí a mi mujer que no causaría problemas, niego con la cabeza y me acerco a

Crystie con el bebé en mis brazos, donde se va a quedar.

—Hey, no está tan feo —le digo a Crystal, quien aún está llorando— creo que

quiero uno.

—Que lastima, mi fabrica ya se cerró para siempre —masculla ella y se

acomoda en la cama para estar a un lado de su hijo— déjalo aquí conmigo, me

dieron instrucciones de alimentarlo cuando despertara. Mmm... creo que tienes

razón, estaba más horrible hace rato cuando me lo dieron.

—Quiero sostenerlo por más tiempo —exige Jay y se acerca a nosotros, pero

lo detengo con una mano en su pecho— Crystal, dile algo. Me robó a Christopher

Jayden Alexander y solo me dejó tenerlo por un minuto. Habíamos acordado que

Justin no iba a interferir entre nosotros.


—Deja tus dramas para otro momento, Jay —lo regaño, sin quitar mi mano

— deja que Crystie lo alimente y luego puedes agarrarlo otra vez. Tendrás al

menos 18 años de contacto obligatorio.

—¡Cállense los dos! —ordena Crystal— alguien ayúdeme a sacarme una teta

y ponerla en su boca. No me puedo mover.

Prometí que no haría nada malo. Prometí que iba a ser pacifico con Jay y

soportar sus tonterías, pero cuando estira una mano hacia el pecho de Crystie

para cumplir con algo que básicamente solo yo puedo hacer, no puedo controlar

mi codo de dirigirse directo a su cara con bastante fuerza.

—¡Justin! —grita Crystal con enojo y Christopher Jayden Alexander empieza

a llorar, como si pudiera sentir el dolor que le ocasioné al inútil de su padre.

Mientras Jay gime de dolor, me acerco para sacarle una jugosa teta a Crystie y

contra todos mis instintos y deseos, ponerla en la boca del bebé porque a pesar de

todo, para eso fueron creadas ¿no? para alimentar y no solo para jugar con ellas.

Una vez que eso está listo, volteo a Jay para ayudarlo. Pongo una mano en su

hombro y abro la boca para disculparme, pero el imbécil intenta aventarse contra

mí para golpearme, lo cual termina solo en mí torciendo su brazo en su espalda,

volteándolo y apretándolo a la pared.

Tuve bastante práctica en esto cuando trabajaba en Queens, la gente siempre

intenta atacarte cuando menos te lo esperas. Ahora que trabajo en Manhattan no

me pasa nada emocionante. Culpo a Crystal por eso.

—¿Te das cuenta de que podría arrestarte por atacar a un oficial, cierto? —

pregunto, a pesar de que no podría hacerlo porque no estoy usando mi uniforme


en este momento. Pero Jay no sabe eso— solo no lo haré porque no quiero

humillarte incluso más frente a tu hijo. Cuida lo que haces.

—¡Tú fuiste el que me golpeó a mí! —se queja, pero no hace nada para

intentar quitarse de mi agarre— yo solo quería alimentar a mi hijo con el seno de

su madre. No es mi culpa que tú te la robaras y ahora creas que es tuya.

Tomo aire y me detengo de decir algo más, es prácticamente imposible lidiar

con Jay. Más imposible que lidiar con Crystal en esos primeros días del

campamento, porque al menos ella no era agresiva.

La puerta se abre antes de que pueda contestar y todo el mundo entra,

incluyendo a la familia de Jay y la de Crystal, así que me veo obligado a soltarlo.

Mi padre solo rueda los ojos cuando me ve y nos ignora, caminando hacia Crystie

para ver al niño.

—Controle a su hijo, señora —le digo a la madre de Jay, quien es una dulce

mujercita incluso más pequeña que mi mamá— pude haberlo arrestado.

—¡Jayden! —lo regaña y deja caer un manotazo en su brazo, a lo que su

debilucho hijo protesta. Me alejo de eso y me uno a los demás, tomando los

delgados brazos de Marea para que deje de querer subirse a la camilla con

Crystal. Los acomodo en su espalda con experiencia, como si fuera a esposarla.

—No puedes hacer eso, Alien. Romperás la camilla con tu peso y matarás a

Crystie y a mi hijo.

—La gorda aquí no soy yo, es ella —se queja, apuntando con su cabeza a

Crystal— y ya deja de querer arrestar gente todo el maldito tiempo. Además,

Christopher Jayden Alexander no es tu hijo.


—Ya es suficiente —se queja el señor Angelo cuando aprieto los brazos de

Marea hacia arriba y la hago chillar— dejen de pelear por un momento en su

vida. Tú deja de decirle cosas hirientes a Justin y tú, deja de querer arrestar a

todo el mundo.

—Se lo merecía —me defiendo, pero de todos modos la dejo ir. Y por el resto

del día, me siento en el sillón y no intento arrestar a nadie.

Crystal

Ser madre no es para mí.

Christopher Jayden Alexander no es muy llorón ni nada, pero de todos

modos no me cae muy bien que digamos. Quiero decir, lo amo. Es mi hijo y en

serio lo amo, pero tan pronto como llego a mi casa y puedo estar acostada en mi

cama, empiezo a buscar niñeras e información de qué tan rápido es prudente

empezar a darle leche falsa en biberón.

Odio que muerda mi bonito y sensible pezón y succione como una mini

aspiradora. Es horripilante, antinatural y me duele como si me estuvieran picando

con un montón de pequeños alfileres. No quiero hacerlo por mucho tiempo. Lo

siento, fruto de mis entrañas, pero eres como una alimaña y no voy a permitir que

se me caigan los pechos a los veintiún años por tu maldita culpa.


Ni siquiera una semana después de regresar del hospital estoy acostumbrada

a tener a ese bebé mordiéndome la teta. De hecho, creo que cada vez lo odio más.

—En serio quiero uno, Crystie —me pide Justin una vez más, acariciando el

montón de cabello que tiene Christopher Jayden Alexander mientras se alimenta

de mí.

—Olvídate de eso, Osito —le repito, suspirando con cansancio. Ni siquiera

puedo recordar cuándo fue la última vez que dormí más de dos horas seguidas en

la última semana— no volveré a pasar por todo esto de nuevo. Además, este es

básicamente tuyo, disfrútalo.

—Lo sé, pero quiero otro —dice y lo volteo a ver, incapaz de creer que mi

sargento esté diciendo eso— ¿qué? Son divertidos.

—Son divertidos para ti porque no tienes que darle tu pezón para que se

alimente, ni tienen que abrirte la panza para sacarlo de ti —escupo, apretando a

mi hijo con ganas de pellizcarlo solo por los recuerdos del parto— por el

momento, con éste es suficiente.

—Por el momento —repite y bosteza inmediatamente después, luego se

acomoda en la cama como un bebé— me dormiré un rato, ve con tus amigos

mientras yo descanso.

Me gustaría decirle que no, que él tiene que sufrir la perdida de sueño igual

que yo porque eso es lo justo, pero no lo haré porque él tiene que trabajar en la

mañana y yo no tengo que hacer nada por algunos meses. Solo abrazo más fuerte

a Christopher Jayden Alexander y beso los labios de Justin antes de levantarme y


salir de nuestra habitación para ir a pasar el rato con Xavier y Eva, quienes se

están quedando en la habitación de huéspedes.

—¡Aquí viene la madre! —anuncia Eva con una voz fastidiosa cuando abro la

puerta y corre hacia mí para tomar a Christopher Jayden Alexander, estirando mi

teta en el proceso porque él aún la tenía en la boca— ew, estás chorreando leche

por todos lados. Sigues siendo igual de asquerosa que siempre.

Como si fuera mi maldita culpa que la leche siga saliendo. Solo para molestar

a Eva por ese estúpido comentario, tomo unas gotas que están saliendo de mí y

las chispeo en su cara, haciéndola chillar con asco.

—Te estoy reclamando de nuevo —me río y me siento en la cama a un lado

de Xav, quien no puede parar de reírse, y acomodo mi cabeza en su hombro.

Mis mejores amigos empiezan a jugar con mi hijo como si fuera su propio

juguete y yo aprovecho eso para acostarme a un lado de ellos y dormir, aunque

sea solo unos minutos.

➿➿➿➿

Tener un hijo es horrible el primer mes... y el segundo, y el tercero y el cuarto

y el quinto, pero para el sexto mes, de hecho siento como que ya estoy llegando a

entender cómo funciona esta mierda. Ya sé a qué hora duerme, ya sé a que hora

come, a que hora tengo que cambiar su pañal y a que hora puedo deshacerme de

él con una niñera o con su padre para ir a rehacer mi vida.


Justin consiguió un departamento en Manhattan para nosotros. No es ni de

lejos tan bonito como en el que vivía con Xavier y obviamente no es tan genial

como la casa que Jay compró cuando vivíamos juntos, pero el departamento es

lindo y bastante grande. Tiene incluso una habitación extra que puede ser una

oficina compartida para los adultos y una esquina de juegos para Christopher

Jayden Alexander. Me hubiera gustado vivir en un mejor lugar, pero Justin se

negó a comprar algo con el dinero de cualquiera de nuestros padres. Con nuestro

propio dinero, esto es lo único que pudimos conseguir, y la verdad es que no lo

odio tanto. Está lejos de mi trabajo y de Parsons, pero cerca del trabajo de Justin y

esta es la zona que tiene que cuidar, así que estoy segura de que no habrá ningún

maleante por aquí, porque mi hombre los destruye a todos.

A las cinco de la tarde en punto, el timbre suena y sé que es la niñera. Me

levanto del sillón con felicidad y corro a abrir con mi hijo en mis brazos riendo

con felicidad cada vez que salto con él, abro la puerta para Bertha y ella pasa, tan

recatada como siempre.

—Lista para el trabajo, señora —me saluda con la misma frase de siempre y

estira sus brazos para tomar a Christopher Jayden Alexander— ¿Alguna

indicación extra que debería saber para esta noche?

—No, todo sigue igual. Regresaremos a las doce ¿está bien?

—Muy bien, señora —contesta y me da una sonrisa antes de sentarse en los

tapetes de Christopher Jayden Alexander para jugar un rato. Una vez que me

aseguro que mi hijo está en las mejores manos de Nueva York, me largo a

ponerme bonita por primera vez en casi un año.


Por fin estoy delgada de nuevo, por fin mis senos han dejado de soltar leche y

por fin tengo permiso de mi doctor para tener sexo. No voy a desperdiciar esta

oportunidad.

Me doy un largo baño con mis mejores sales aromáticas, las favoritas de

Justin. Hoy en la mañana fui a que se deshicieran de todos los vellos indeseados

de mi cuerpo y a que retocaran mis colores, y una vez que hago mi peinado y

maquillaje, estoy lista. Lista para la acción, lista para seducir y lista para recrear el

kamasutra con mi novio y tal vez futuro marido, si las cosas siguen yendo tan bien

como han estado estos últimos meses.

Justin llega a la misma hora de todos los días. Cuando entra a la habitación y

me ve toda hermosa, usando mi corona de nuevo, entrecierra sus ojos con

sospecha. Tal vez porque no le he dicho lo que tengo planeado.

—¿A dónde vas a ir? —pregunta, cruzando los brazos en su pecho. No trae

puesta la camisa de su uniforme, solo el pantalón y una camiseta interior, lo cual

me hace delirar con placer porque me deja ver sus increíblemente preciosos y

trabajados brazos y me recuerda a cómo se veía en el campamento.

—Hice una reservación en un restaurante de SoHo para cenar con mi novio,

el cual no me ha llevado a una cita decente en meses. Y también pedí una

habitación extra cara en un hotel para pasar la noche... no toda la noche, porque

tenemos que regresar a las doce, pero sí podremos estar ahí un buen rato —le

digo, y termino con una gran sonrisa a pesar de que él no se ve tan feliz por eso—

y sí, utilicé la tarjeta prohibida para pagar por la habitación, pero no puedes
enojarte conmigo. Es la primera vez que voy a salir desde que tuve a Christopher

Jayden Alexander, me merezco algo de nivel.

Justin deja salir un largo respiro pero termina aceptando como siempre,

porque soy la luz de sus ojos y el angelito de su vida. Se acerca a mí para darme

un rápido beso y sin decir ni una sola palabra, entra a darse un rápido baño y a

arreglarse para salir.

Antes de irnos, me agacho para darle un gran beso a Christopher Jayden

Alexander en su gorda mejilla, solo para no sentirme tan mal de estar así de

emocionada por dejarlo con la niñera unas horas para ir a tener sexo con su

padrastro. Podría haberlo dejado con Jay pero luego es un gran problema porque

él quiere quedárselo por más tiempo y siempre terminamos peleando cuando voy

a recogerlo.

El restaurante que elegí es perfecto. Intimo, exclusivo, hermoso y el tipo de

personas que están aquí pueden ver mi corona y apreciarla por la verdadera obra

de arte que es. Concuerdo con Justin en que tal vez es demasiado dramática

llevarla a todos lados, pero me gusta demasiado como para no hacerlo.

La comida es exquisita y pasamos un rato agradable cenando, pero ambos

estamos frenéticos por pasar a la segunda parte de la velada, así que no estamos

en el restaurante más de una hora y media. Tan pronto como pagamos, estamos

huyendo al hotel, el cual convenientemente está tan cerca que podemos llegar

caminando. Y por todo ese camino, me siento como una estrella porque todos se

me quedan viendo, admirado mi cuerpo, mi ropa, mi cara, mi corona y a mi

hombre.
Todo es perfecto, incluyendo la habitación, a la cual le agregaron los pétalos

de rosa que pedí. Sin embargo, Justin no aprecia la manera en la que pedí que

arreglaran la habitación, tan pronto como cerramos la puerta, pone sus manos en

mi cintura y me levanta para besarme como no lo ha hecho en mucho, mucho,

mucho tiempo.

Ni siquiera voy a pretender que yo no estoy tan frenética como él, solo

enredo mis piernas en su cuerpo y pongo mis manos en su cabeza para besarlo

con más fuerza, adorando cómo de agresivo se está poniendo. Tal vez porque el

pobre hombre ha estado complaciéndose a sí mismo por cinco meses, desde que

decidí que era demasiado gorda y asquerosa para estar desnuda cerca de él.

—Voy a explotar en tres segundos —advierte Justin cuando me deja caer en

la cama y se aleja de mí rápidamente para quitarse la ropa. Yo hago lo mismo, tan

desesperada que mis dedos están temblando. Necesito algo adentro de mí ya.

Ahora mismo. No puedo esperar.

—No me importa, yo también —aseguro y abro las piernas para él. Por

ordenes del doctor, la única posición en la que puedo estar es acostada mientras él

hace lo suyo, así que no me pongo a hacer ninguna maniobra, solo espero a que

saque un condón y se acomode, pero él se queda pensando cuando tiene el

condón en la mano— ¿qué te pasa? apúrate.

—¿Y si... y si...

—No. Nada de "y si..." —lo interrumpo cuando me doy cuenta de qué es lo

que quiere. Desde que Christopher Jayden Alexander nació, Justin ha estado
molestándome con que quiere un hijo, lo cual no va a pasar nunca, mucho menos

tan rápido— póntelo y házmelo ya.

—De acuerdo, de acuerdo —acepta y se lo pone, luego se acuesta sobre mí,

pero en lugar de meter su pene como lo deseo, opta por solamente frotarse por

fuera, haciéndome gemir y quejarme. Estoy demasiado necesitada como para

juego previo— tenemos mucho tiempo, Crystie. Disfruta.

—Disfrutaremos en la segunda, tercera y cuarta ronda —gimo, abrazándolo y

apretando su pesado cuerpo contra mí— ahora mismo solo quiero venirme, no me

importa disfrutar.

—Que mala suerte, yo quiero tomarme mi tiempo —se ríe, tomándose en la

mano y jugando con mis sentimientos, pretendiendo que lo va a meter y luego

alejándose de mí. Lo único que puedo hacer es atascar mis uñas en sus hombros y

llorar mi desesperación mientras mi cruel novio se burla de mis sentimientos— te

amo.

—¡Lo sé! ¡Yo te amo también! —me quejo, sonando violenta y lista para

clavarle algo en el ojo— por favor...

—Está bien, te daré lo que quieres —murmura, mirándome a la cara con una

sonrisa perversa antes de por fin deslizarse dentro de mí. Tiro la cabeza hacia

atrás y ahora sí puedo disfrutar con éxtasis cada fuerte embestida, pensando en

cómo todo el dolor que este hombre me ha causado desde el primer día que lo

conocí ha valido la pena solo por el orgasmo que me está dando en este momento.

Que los dioses del zodiaco bendigan a mi querido sargento por este

maravilloso orgasmo. Y por los millones más que me dará en el futuro.


BONUS

UNEXPECTED

Crystal

Sé que hoy es un día gris, triste y sombrío incluso antes de que pueda

despertar completamente. Antes incluso de que mis ojos se abran, un gran peso

cae sobre mi cuerpo.

Hoy es 17 de agosto. El peor día de toda mi vida.

—Justin... abrázame —ruego, sintiendo como que las lagrimas van a llegar

muy pronto, pero después de que lo digo me doy cuenta de que Justin no está

aquí porque no me está tocando de ninguna manera.

Estoy sola.

Me levanto de golpe, inspeccionando mis alrededores porque por un

momento me asusta que toda mi nueva relación con Justin haya sido un sueño y

estos dos años no han pasado.

Por suerte, estoy en mi habitación nueva que comparto con Justin. Su ropa

sucia de anoche está doblada en el cesto y sus zapatos están a un lado de la

puerta, o sea que no es un sueño.

Solo me dejó sola hoy. Que desgraciado.


Empiezo a llorar por su atrevimiento de abandonarme hoy y me acerco a la

habitación de mi hijo para abrazarlo y que me de algo de amor, pero él tampoco

está en su maldita cuna.

¡Qué demonios! ¿Todos los hombres de mi vida decidieron hacerme sufrir

hoy?

—¡¿Dónde estás?! —le grito a Justin tan pronto como contesta mi llamada—

Y dime que tienes a Christopher Jayden Alex...

—Jay lo recogió temprano. Tranquilízate —me interrumpe, antes de que

termine de decir el nombre completo de mi hijo— tengo muchas cosas qué hacer

hoy. No me molestes.

—¿Disculpa? —pregunto, completa y absolutamente ofendida por sus

palabras. Nunca me había hablado así. Incluso cuando me odiaba hablaba con

más emoción en su voz que en este momento— hoy es...

—Crystal, tengo que colgar. Estoy ocupado... tal vez llegaré hasta mañana, lo

siento.

—Pero...

—Escucha, no me estés llamando como loca ¿si? en serio tengo cosas que

hacer. Apagaré mi celular.

—Está bien... te amo —susurro, intentando que me lo diga para poder

superar un poquito del dolor que siento hoy.

—Sí, como sea. No me hables. Adiós.

Impactada.

Ofendida.
Desolada.

Destruida.

No siento mi cuerpo mientras me acerco a mi armario y saco mi más preciada

posesión. Lo único que puedo sentir es mi corazón roto. Justin una vez más lo

apretó en su manota con mucha fuerza y luego lo tiró a la basura.

Y como si el simple hecho de existir este día fuera poco, cuando me pongo el

vestido de mi boda me doy cuenta de que no me cierra.

—Esto no puede estar pasándome a mí ¡No a mí! —grito de una manera

completamente histérica. El estúpido vestido en el que gasté tanto tiempo no está

ni cerca de cerrar. Me dejo caer en el piso inmediatamente y solo me dedico a

llorar.

Todo me sale mal. Odio mi vida.

Mi boda fue un desastre, Justin probablemente quiere terminar conmigo, mi

hijo desapareció, mi vestido está lleno de lodo seco que me recuerda aún más el

peor día de mi vida y estoy gorda.

Lloro por casi dos horas completas en el piso de mi habitación, recordando lo

bonita y romántica que era mi relación con Justin. Antes de que se arrepintiera de

casarse conmigo hace dos años... y antes de que decidiera terminar conmigo hoy.

Justamente hoy.

Me levanto con piernas temblorosas y me acerco a mi espejo solo para ver mi

estúpida cara roja e hinchada llena de lagrimas. Soy un horripilante desastre.

Sin dejar de llorar, empiezo a recrear mi maquillaje de aquél fatídico día. Es

difícil hacerlo con la cara mojada, pero lo hago de todos modos. Después de eso
arreglo mi cabello e incluso me pongo los mismos accesorios de aquel día. Estoy

buscando el video de mi patética boda en mis cosas guardadas cuando alguien

empieza a tocar la puerta.

Ugh.

Si lo ignoro se irá, me digo y sigo buscando, pero la persona se pone incluso

más insistente con cada segundo que pasa y eso de alguna manera me pone

incluso más sensible y empiezo a llorar fuerte de nuevo mientras me acerco a la

puerta y la golpeo también, solo para que sepan lo que se siente.

—¡Vete! ¡Seas quien seas, largate! —grito sin dejar de llorar y me recargo en

la pared porque estoy débil. No puedo sostener mi propio peso.

—Abreme, Crisis. Soy yo, tu diosa. Y no me iré —dice Marea y sé que no

miente con lo de no irse, así que me tomo unos segundos para tranquilizar mi

llanto y le abro la puerta.

El cabello de Marea está marrón de nuevo y más bonito que antes. Me quedo

viéndola con pura envidia admirando lo bien que se ve su cuerpo en ese precioso

traje Valencia Mardel que trae puesto. Ella está mirándome por completo del

mismo modo que yo, pero en lugar de verme luciendo hermosa, se da cuenta de

mi cara manchada y mi vestido reducido en talla.

La muy estúpida se empieza a reír y pasa, cerrando la puerta detrás de ella

mientras yo le pido deje de reírse y que me deje en paz.

—Si viniste a burlarte, hoy no es un buen día. He estado sola desde que

desperté... supongo que debería decir que ahora estaré sola por siempre, Justin

quiere terminar esta relación. Y justamente decide que hoy es el día perfecto para
largarse desde antes de que yo despertara y decirme lo mucho que ya no me ama.

Ni siquiera tuvo la decencia de advertirme del dolor que me haría sentir hoy, solo

se fue como mi hijo y me dejó aquí. Abandonada y triste.

—Y gorda. El cierre está abierto.

—¡Parí a un niño! —me defiendo inmediatamente, sumiéndome— ¿Cuál es

tu excusa? Tú estás gorda por ninguna razón aparente.

—Perra —masculla con los ojos entrecerrados, aceptando su derrota y

cubriendo su panza con una mano— Justin es muy idiota y despistado,

probablemente ni siquiera recuerda qué día es hoy, mucho menos qué pasó hace 2

años.

—Mmm, tienes razón... sí es algo despistado —susurro, mirando al piso, pero

luego me llega otra oleada de pánico y dolor porque si él no recuerda qué día es

hoy significa que este día está maldito para mí. Porque él de nuevo se arrepintió

de estar conmigo— eso solo lo hace peor.

Suelto un sollozo fuerte y Marea solo suspira como si estuviera cansada de

mí. No le digo nada porque no tengo la fuerza de pelear con ella en este

momento, pero ¿quién se cree para soltar un suspiro así?

Marea no tiene ni la menor maldita idea de lo que significa sufrir. Siempre le

han dado todo en la boca y jamás ha pasado por algo como lo que Justin me hizo

pasar a mí.

Y sinceramente debi aceptar que ella jamás sufrirá, porque es de esas

personas que tienen la vida arreglada para siempre.

Yo solía ser así antes de conocer al hombre de mis pesadillas.


—Por dios, me estás molestando con tanto lloriqueo. Ve y siéntate, abriré una

botella para nosotras. Es un día que amerita emborracharse a las 11 de la

mañana.

Camino un par de pasos y dejo caer mi trasero en el sillón, aceptando lo que

Marea ofrece porque necesito embriagarme para deshacerme de este dolor que

agobia mi alma.

El dolor es casi insoportable y sinceramente bastante inesperado. Justin y yo

estábamos bien ayer. Muy bien, si me permiten mencionarlo. Justin aceptó mi

propuesta de fingir que estábamos enfermos en nuestros trabajos para tomarnos

la tarde libre y hacer el amor todo el día.

Todo era maravilloso hace menos de 12 horas ¿y ahora me quiere terminar

así como así? ¡No es justo! ¡Le di todo de mí! Dejé a Jay por él... Jay, quien jamás

me haría algo como intentar abandonarme en mi maldita boda.

Marea llega unos minutos después y me obligo a recomponerme de mi llanto

histérico porque no necesito que se burle más de mí. Intenta mover la tela de mi

vestido para sentarse también pero se rinde después del primer intento y se sienta

sobre ella. Vierte champagne en las dos copas y extiende una completamente llena

hacia mí.

—Ten, Crisis. Debemos ahogar nuestras penas en alcohol.

—Tú no tienes penas —bufo, limpiándome los mocos con mi antebrazo— tu

vida sigue siendo perfecta. Yo solía ser como tú... y ahora soy una gorda ama de

casa que ni siquiera se casó porque la abandonaron.


Realmente no soy una ama de casa, estudio y trabajo, además tengo una

señora que limpia la casa, pero en este momento me siento como una ama de casa

dejada y triste. Y gorda.

—Mi vida no es perfecta. Ya no —masculla Marea con la voz baja y llena de

amargura. Se toma toda la copa en tres largos tragos— he estado considerando

regresar a Los Angeles.

—¡¿Qué?! —pregunto con un jadeo fuerte, volteándome hacia ella— ¡¿Por

qué?! Estás viviendo el sueño. Tienes un penthouse en Manhattan, estás

estudiando en una de las mejores universidades del país y me tienes a mí al

alcance de tus dedos ¿qué mas puedes pedir?

—¡Mi vieja vida! —exclama y deja caer su cabeza hacia el respaldo del sillón.

Termino lo que había en mi copa y me estiro para llenarla de nuevo, dándole de

paso un refil a marea también— extraño cómo todos me trataban como a una

reina... nos trataban como reinas ¿lo recuerdas? Vivía en el paraíso. Era respetada

y temida... aquí nadie soporta mi mierda. Tú eres mi única amiga y ya ni siquiera

quieres hacer desafíos. Eres patética. Yo necesito ese tipo de cosas ¿sabes? Me

alimento de ello.

—Yo lo extrañaba también, todo eso... hasta que me di cuenta de que la

gente allá solo me utilizaba por mis cosas y no eran realmente mis amigos.

—La diferencia entre tú y yo es que tú pensabas por alguna estúpida razón

que ellos realmente te querían —dice, rodando los ojos y soltando una risa corta

— yo sé que nunca he tenido amigos de verdad... y no los necesito. Quiero a mi


séquito de perdedores para que estén a mi lado todo el día y hagan todo lo que les

pido.

—¿Nunca has tenido amigos de verdad? ¿Y qué soy yo?

—Un perra que me dijo que mi cabello platinado se veía bien.

—¡Ya me disculpé por eso!

—De acuerdo —rueda los ojos y da un trago— tú eres lo más cercano que

tengo a un amigo de verdad, supongo. Pero necesito a más gente que lama mi

culo todo el día. Es horrible estar aquí, nadie me conoce. Nadie sabe quién es mi

papi.

—Sí... es difícil. Pero ¿sabes qué es más difícil?

—¿Qué?

—Que te dejen plantada en tu maldita boda. Y que luego dos años después te

rompan el corazón el mismo día —digo y mientras más hablo más se corta mi voz,

hasta que termino en un chillido lastimero. Tiro mi cabeza hacia atrás y me

deshago de todo el liquido en mi copa, pero eso no es sufiente.

—¡Crisis, detente! —chilla Marea con miedo cuando aviento mi copa hacia

una pared, haciendo que se rompa en mil pedazos. Esa pequeña copa no sirve

para nada, por eso tomo la botella y empiezo a tomar directamente de ahí— por

el amor de dios, contrólate.

—No me digas que hacer, alien.

—¡No me llames así, sabes que lo odio! —exclama Marea sonando enojada,

pero no me importa— estás siendo una perra loca y... ¿sabes algo? Tengo una

idea.
➿➿➿➿

La idea de Marea está resultando ser super divertida. No sé muy bien cuántas

horas pasan pero cuando regresamos a mi departamento estoy completamente

ebria.

—Eres mi mejor amiga ¿sabías eso? —pregunto, completamente alcoholizada

y destruida, con todo mi peso sobre Marea. Ella cierra la puerta con dificultad—

te amo.

—Lo sé, soy la mejor —susurra Marea y me avienta para que deje de

recargarme sobre ella. Caigo al piso pero mi gran vestido bloquea el golpe y solo

me empiezo a reír sin intentar levantarme.

Siento que Marea se sienta a un lado de mí en el piso pero no digo nada, solo

me sigo riendo. Incluso cuando siento que se pone sobre mí... y luego ataca.

Me da un beso fuerte y atrevido, abriendo mi boca y metiendo su lengua.

Tal vez Marea es manipuladora, malvada, conflictiva, mentirosa y traidora,

pero si hay algo en lo que es realmente buena es en esto.

En aprovecharse de las situaciones. Y de las personas.

¿Y saben qué? No me importa que se esté aprovechando de mí.


No tengo nada en esta vida. El hombre al que he amado más que a ningún

otro me acaba de dejar sin explicación. Prefiero hacerme lesbiana y estar con

Marea.

Al menos sé que ella me ama de verdad y que nunca me dejaría. Además,

besa muy bien y es millonaria. Puede darme todos los lujos que yo quiera sin

sentirse culpable por gastar el dinero de sus padres, como Justin.

Pongo una mano en su cuello y empiezo a responder el beso, lo cual la toma

por completa sorpresa. Tanto que ella deja de moverse por completo y se aleja un

poco.

—Eh... Crisis ¿qué haces? Se supone que tú deberías de empujarme y

decirme que no me amas. Así funciona esto. Necesito eso para superarte, maldita

sea.

—Shh, Mar. Decidí que seré lesbiana ahora —digo en voz segura y me

levanto para volver a besarla. Sinceramente no va a ser nada difícil estar con

Marea. Tiene labios grandes y suaves... y dice haber aprendido cómo hacer

eyacular a una mujer. Eso es bastante interesante— odio a los hombres ¿quién los

necesita?

Yo.

Necesito a Justin como necesito el aire para respirar, pero lo odio también

porque es un desconsiderado rompecorazones que no se preocupa por mis

sentimientos.

—Crystal —masculla Marea con las manos extendidas y acostándose en el

piso para crear distancia entre nosotras— creo que estás m...
—Cállate, se supone que me amas y me deseas ¿no? Puedo ser tuya ahora —

me ofrezco, completamente desesperada. Me levanto para ser yo quien esté sobre

ella ahora y termino de bajar lo poco que subió el cierre de mi vestido para poder

quitar la parte de arriba y seducir a Marea con mis tetas.

Sin embargo eso no está funcionando muy bien porque estoy completamente

borracha y termino atrapada en mi propio vestido, con solo una teta de fuera.

—¿Qué clase de mierda está pasando aquí?

Justin. Regresó a casa.

—Tu novia se volvió completamente loca e intentó seducirme porque ahora

odia a los hombres. Yo no hice nada —se defiende Marea, levantándose del piso y

ayudándome a desatorarme del vestido. Una vez que estoy libre y cubierta de

nuevo, me levanto en toda mi gloria para confrontar al hombre que tanto dolor

me ha causado.

Está usando su uniforme formal. El mismo que se puso en nuestra boda.

—Marea tiene razón, decidí estar con ella ahora. Seremos novias —digo con

seguridad, intentando no ver lo que Justin está usando para no llorar de nuevo.

Tal vez se lo puso solo para hacerme sufrir aún más.

—¿Ah, sí? —pregunta Justin como si quisiera reprimir una sonrisa y se cruza

de brazos— ¿y por qué es que decidiste que me vas a cambiar por un vil

marciano?

—¡Porque tú me dejaste en mi boda! Me abandonaste esa vez y hoy también

—chillo y doy una patada molesta cuando empiezo a llorar de nuevo— odio a los

hombres y sobre todo te odio a ti. Marea, pelea por mí.


—Eres una tonta —se burla Marea y arregla su cabello antes de sentarse en

mi sillón con toda la divinidad del mundo— lo elegiste a él sobre mí hace años así

que ya me perdiste, lindura. Perdiste la oportunidad de tu vida.

—Pues... p-pues entonces —me tambaleo de un lado a otro en mi vestido

mientras busco algo qué decir, pero Justin se acerca a mí antes de que se me

ocurra algo— no me toques, perro.

—¿Puedes callarte por cinco segundos, amor? Te tengo una sorpresa.

—¿Sorpresa? —repito, olvidándome del odio que le tengo y mirando hacia

arriba para ver su cara completamente feliz— ¿Que sorpresa?

—Una boda.

¿Ah?

¿Una boda?

Antes de que pueda preguntar eso en voz alta, Justin grita algo y un montón

de gente entra a nuestro apartamento.

Mis padres, los padres de Justin, Hunter, Eva, Juanito, Xavier, Luc, Emilia,

Jay con Christopher Jayden Alexander y un hombre desconocido con traje.

—Oh, por dios —susurro cuando me doy cuenta de lo que está pasando y

creo que se me va toda la sangre del cuerpo. Me volteo y corro hacia mi

habitación tan rápido como puedo.

Llego a mi baño y me hago vomitar inmediatamente para bajar esta

borrachera y tal vez hacer que mi vestido cierre más.

Tengo una boda a la cual atender, no hay tiempo que perder


Justin

Voy a ser honesto, llegar a casa después de pasar todo el día arreglando las

cosas de mi boda y encontrar a mi próxima esposa sobre su amiga lesbiana

intentando quitarse la ropa (y fallando en el intento) no es algo que me ponga

muy feliz.

Pero tampoco me molesta, de hecho cuando Crystal se da a la fuga me

empiezo a reír porque... no lo sé. Estoy feliz.

—Felicidades, bastardo. Te la puedes quedar —murmura Marea desde el

sillón, luciendo normal ahora. Su cabello ha cambiado, gracias a dios. Pero

seguirá siendo un marciano para mí.

—Te pedí que la cuidaras, no que la pusieras borracha. Te perdiste la

oportunidad de besarla.

—Que ingenuo, amiguito, pensaste que me esperaría a que tú llegaras para

reclamar mi premio —se ríe, pero su cara está dura y muy vacía de felicidad.

Ruedo los ojos y niego con la cabeza.

Odio a Marea. Pero también me apiado de su corazón porque sé que debe

estar sufriendo. No es fácil aceptar que la mujer que amas se va a casar con otra

persona y que tú tienes que estar presente.

Me acerco a Hunter, quien estaba hablando con mi madre. Y quien está igual

o más miserable que Marea en este momento.


—Hey... ese es el sillón de la gente soltera y deprimida —apunto a donde está

sentada Marea y Hunter solo entrecierra sus ojos hacia mí— el alien está triste y

me da miedo que haga algo para perjudicarnos. Ve a hacerle compañía. Tal vez

ver a alguien más triste que tú te ayude en algo.

—¿Sabes algo? Muérete —dice sin soltar ninguna sonrisa, pero camina al

sillón de todos modos y deja caer su trasero a un lado de Marea.

Bien, eso elimina a dos personas deprimidas y dolidas que podrían arruinar

mi boda con su pésimo estado de animo. Espero que se queden ahí sentados toda

la noche.

Me quedo hablando con mis padres por veinte minutos hasta que Crystal

aparece por el pasillo con un nuevo peinado, su corona puesta, maquillaje nuevo y

una muy, muy grande sonrisa en su cara.

—¿Todo listo? —me pregunta el señor Angelo y yo asiento, sin dejar de mirar

a Crystie— ve a tu lugar entonces.

El juez que contraté ya está parado en la sala con un libro en sus manos y las

hojas que tenemos que firmar acomodadas debajo. Me paro a un lado de él y

Xavier pone en su celular la clásica canción de todas las bodas para que Crystie

empiece a caminar. Todos se ríen por la manera improvisada de esto, pero Crystal

está radiantemente feliz y eso es todo lo que me importa.

Cuando ella por fin llega y se pone frente a mí pierdo noción de lo que está

pasando y me concentro solo en su cara. No me interesan esas estupideces de

decir mis votos en voz alta, por eso estoy de acuerdo en decir una vez más los

genéricos. De todos modos Crystal ya sabe los míos.


Y yo estoy haciendo méritos para poder escuchar los que ella escribió. Aún

me está haciendo sudar para conseguirlos.

—¿Justin, aceptas? —pregunta Crystal con pánico y me hace salir de mis

pensamientos. Supongo que me perdí la parte donde me preguntan si acepto.

—Sí, claro. Acepto —contesto e ignoro la risa burlona de Luc ante mi desliz.

Crystal acepta también, gracias a dios.

—Perfecto, ahora —el juez estira los papeles sostenidos por una elegante

placa y me los entrega con una pluma— firme aquí.

—Oh, por dios ¿esta vez es real? —pregunta Crystal con la voz

extremadamente chillona y cubre su cara antes de dar un grito emocionado—

¡¿Nos estamos casando de verdad?!

—Sí. Es real —contesta el juez con una risa y le pasa el papel a ella— firme

aquí.

Crystal toma la pluma con la mano temblorosa y firma su nombre donde le

indican. Oh, señor.

Ahora es muy, muy real.

—Por el poder que me confiere la ley, los declaro marido y mujer. Puede —

Crystal se lanza hacia mí y enrolla sus brazos en mi cuello, inclinándome para

poder besar mi boca— besar a la novia.

Todos aplauden demostrando su felicidad y Crystal se aleja de mí para

levantar sus manos en el aire con triunfo.

—¡Me casé, perras! —grita y da un par de saltitos. Sigue borracha, creo.


later on...

Hawaii no es tan aburrido como pensé.

Como yo estuve a cargo de la boda, Crystal tuvo el derecho de elegir el

destino de la luna de miel y la muy tonta terminó eligiendo Hawaii.

Pudiendo ir cualquier lugar del mundo, quiso ir a Hawaii. Pero debo aceptar

que el hotel en el que nos estamos quedando es extremadamente fantástico y no

hay tantos turistas porque no mucha gente puede pagar esto. Así que, a pesar de

que es un lugar cliché y aburrido, es bonito.

Y de todos modos, no me interesa mucho lo que haya fuera de esta

habitación.

No es como si no podamos tener sexo en casa, lo hacemos al menos cinco

veces a la semana. Al menos. Cuando tenemos mala suerte. Pero de todos modos

no es lo mismo a hacerlo en Hawaii.

Crystal está tomando una siesta de descanso, pero yo ya estoy cansado de

descansar, así que quito las sabanas de su cuerpo y decido despertarla.


Empiezo besando sus piernas, luego su bonito ombligo y sus costillas. Juego

con sus pechos por un rato y lamo sus pezones antes de volver a bajar a sus

piernas y abrirlas.

—Hey... —dice Crystie con la voz ronca cuando por fin se despierta y pone

una mano en mi cabeza— ¿otra vez?

—Tenemos que aprovechar —contesto, lamiéndola por unos segundos y

luego estirándome por un condón porque Crystal está decidida a no tener más

hijos al menos hasta que CJA tenga cinco años.

Volteo a Crystal boca abajo, haciéndola reír y acaricio su cuerpo antes de

empezar lo bueno. Y me pregunto si algún día me cansaré de ella. De su sabor, de

su calor...

Crystal arquea su espalda para facilitar el movimiento y soy capaz de entrar

en ella aún más profundamente. Entonces me doy cuenta de que no, nunca me

voy a cansar de esto.

Me quedo detrás de ella con mis labios en su espalda mientras recupero el

aliento una vez que ambos hemos terminado. Podría quedarme aquí por siempre.

—¿Puedes irte un rato? Después de eso necesito dormir otra hora —se queja

Crystal, moviéndose para que me quite de ella. Ruedo los ojos y me levanto con

dificultad para lidiar con todo el desastre.

—Regresaré en una hora y media. Más te vale que estés despierta y lista para

salir a hacer algo —advierto, mientras me pongo ropa. Llevamos dos días en

Hawaii y no hemos ni siquiera visitado el mar. Solo hemos estado comiendo y

dándole como conejos todo el día. Ni siquiera he visto a nuestros amigos.


Crystal invitó a todos los chicos ya que Papi Angelo está pagando. Xavier, Luc,

Marea y Hunter.

Mi pobre Hunter. Solo y triste.

Decido ir a estar con él un rato y asegurarme de que no se ha suicidado por

estar aquí sin su amada Olivia. Pensé que este viaje lo ayudaría a salir de su

depresión, pero no se me ocurrió que tal vez estar en un lugar así de romántico

sería peor.

Voy a directo a su habitación y toco un par de veces pero no hay respuesta.

Empiezo a entrar en pánico porque ¿qué tal si se suicidó?

Saco de mi cartera la copia que me dieron de su habitación y entro con toda

la intención de salvar a mi mejor amigo.

—¡Oh, dios! —grito en completo horror y pongo una mano en mi pecho para

controlar mi corazón que se ha salido de control, mientras espero que se

detengan.

Hunter no se está suicidando. Ni está solo. Al contrario... y mucho peor.

Marea está arriba de él, desnuda y sudada. Una buena vista si no fuera ella.

Estaría incluso feliz por Hunter si no fuera ella.

—¡Justin, lárgate! —grita Marea, brincando a un lado y tapándose con una

cobija.

—¿Qué estás hacien...

—¡Cállate, Hunter! —grito hacia él y luego apunto hacia la puerta— tienes

cinco minutos para irte a tu habitación, alien. O te sacaré por mí mismo.

—Justin, relájate ¿qué está pas...


—¡Te dije que te callaras! —le grito a Hunter de nuevo y me volteo para que

Marea se pueda poner decente— no tengo todo tu tiempo. Apúrate.

—Maleducado pedazo de mierda —masculla Marea con coraje y la siento

empujando mi espalda con todas sus fuerzas pero no logra moverme mucho. Sale

de la habitación dando un fuerte portazo.

—¿Me vas a explicar qué demonios te pasa? —pregunta Hunter, poniéndose

sus bóxers— a pesar de lo mucho que me has cuidado últimamente, no eres mi

padre. Y yo no soy un niño virgen ¿por qué actúas así?

—Porque ella —apunto a la puerta por la cual acaba de salir— es la peor

escoria del mundo y solo se va a comer tu alma como el demonio que es. No

puedes involucrarte con alguien así mientras estás en un estado tan delicado. No

te dejaré.

—No seas exagerado —se ríe, negando con la cabeza como si no acabara de

venderle su alma al diablo— no hay nada romántico aquí ¿De acuerdo? Solo es

sexo. Nunca va a ser nada más, yo amo a Olivia. No hay porqué preocuparse.

Mi respiración se calma un poco y asiento con la cabeza porque tiene razón.

Está demasiado enamorado de su ex-novia todavía como para caer en los

"encantos" del alien. Ni siquiera sé en qué estaba pensando.

Ya que Hunter se pone ropa bajamos al bar a tomar y platicar acerca de

nuestras vidas y lo diferentes que son a lo que habíamos pensado.

Suena raro, pero estoy muy feliz con lo que tengo ahora.
Just a little message

Espero que hayan disfrutado la historia,

gracias por leer :) Si quieren leer la historia de

Marea y Hunter, lean Dear Troublemaker. Y si

quieren leer la historia de Luc y Xavier, lean Dear

Xavier, en mi perfil de wattpad

Bye,

Nao.

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