Teoria de Modelos Culturales 2
Teoria de Modelos Culturales 2
Teoria de Modelos Culturales 2
Abstract
In this article we propose a model for analysis of cultures called Theory of Cultural Models
(TMC), which is being used in the preparation of a doctoral thesis in the Department of Sociology
at the University of La Laguna entitled "The paradox of change generation on the Island of La
Gomera: demographic, social and economic impact. The Cultural Model Theory theoretical
background is direct input from T. Parsons, P. Bourdieu and Passeron Grignon, F. Dubet, D.
Martuccelli, D. Cuche, Z. Bauman and U. Beck among others. Therefore, the TMC is conceived
as a tool for the study of cultures in different areas (defined in this theory and normative, values and
sociopolitical level) that would allow the analysis of them in a standardized and relatively objective,
because it meets all issues must be studied on the daily life of different cultural sectors of society.
TMC is not the solution to the methodological and theoretical analysis of cultures problem´s. This
theoretical construct aims to provide a proposal for the analysis of the cultures of relatively
homogeneous social groups in order to establish correlation or disparities between cultural worlds
of different social groups. Moreover, at this theory will be added various methodological and
epistemological considerations when applying the theory of cultural models of social reality, and
will show specific examples that will help further the understanding of this theoretical construct.
PAP0410
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1. INTRODUCCIÓN
El estudio de la cultura siempre ha sido una cuestión polémica en el sentido de que en gran cantidad de
ocasiones se hacen análisis sin un modelo concreto, pues los investigadores de este ámbito habitualmente
plasman en un documento todas sus notas de investigación sin establecer un orden teórico estandarizado que
muestre de manera coherente tanto la planificación como los resultados de la investigación. Tal es la
ausencia de un rigor metodológico y epistemológico común que algunos autores han destacado esta cuestión,
pues “la noción de cultura, entendida en un sentido amplio que remite a modos de vida y de pensamiento, es
ampliamente admitida en la actualidad, aún cuando no deja de carecer de ambigüedades relativas al
contenido y a la forma de abordar su estudio.”(Cuche,2007, pp. 6).
Es por ello por lo que este apartado tiene por objeto el intento de marco de análisis provisional para abordar
la investigación de las culturas. Éste ha sido denominado Teoría de los Modelos Culturales (TMC) y se
concibe como un instrumento eminentemente práctico a la hora de abordar la investigación de las culturas
pertenecientes a grupos sociales diferentes. Cabe destacar, como se dijo en el resumen, que dicho esquema
conceptual se está utilizando actualmente en mi Tesis Doctoral “La paradoja del cambio generacional en la
Isla de La Gomera: consecuencias demográficas, sociales y económicas” ,en proceso de elaboración y cuyo
proyecto fue aprobado por la Universidad de La Laguna.
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Primeramente, Boltanski afirma que el capitalismo ha renovado por tercera vez su espíritu y éste ha
provocado la aparición de la ciudad por proyectos. Pero, para poder explicar ésta, es necesario saber primero
qué es una ciudad y cuántas han existido. Boltanski utiliza el término ciudad (que viene del cité francés y a
su vez del latin civitas) como una palabra que “hacía referencia a una ciudad importante pero considerada
como una persona moral” (Boltanski y Chiapello, 1998, pp. 63). Esto significa que dicho término implica la
creación de un sistema de valores que se considera justo y en el que se trata de establecer un orden de
grandeza. Pero una cosa a tener en cuenta es que la justicia de una ciudad no implica igualdad, sino es
establecimiento de un sistema de valores que es legitimado. Esa justicia es de diferente naturaleza en función
del tipo de ciudad, aspecto que determina los tipos de principios superiores que son comunes a casi todos los
individuos dentro de una ciudad. Así, quien más cumple dichos principios se le considera el grande de esa
cité en términos de Boltanski. Ese cumplimiento se demuestra en las pruebas modelo que tiene cada ciudad,
es decir, en los exámenes que ha de superar todo individuo para ser grande.
Por lo tanto, esta forma de englobar los aspectos culturales en el concepto de ciudad, que varía a lo largo de
la historia tal y como hemos explicado, viene a ser algo muy parecido al significado que se le dará al
concepto propuesto de modelos culturales, aunque se tratará de que este último sea, además de un concepto
teóricamente completo, una herramienta metodológica a la hora de estudiar las diferentes culturas.
Complementario al carácter teórico de la tesis de de Boltanski y Chiapello es la solución metodológica a la
hora de estudiar las diferentes culturas que ofrecen Grignon y Passeron. Dichos autores establecen dos
enfoques a la hora de estudiar las culturas populares, el relativista y el legitimista, cada uno con sus ventajas
e inconvenientes.
El enfoque relativista tiene como trasfondo la idea de que las culturas han de ser descritas y no jerarquizadas.
Es por ello por lo que los enfoques relativistas tratan de forma autónoma las culturas populares, es decir,
estudian su organización, sus prácticas... pero sin tener en cuenta que éstas pueden estar influidas por algún
tipo de dominación. Así, pueden pasar por alto, por ejemplo, que el pueblo puede jerarquizar las culturas
poniendo la suya propia en último lugar, por considerarla vulgar en referencia a una cultura culta o exquisita.
El sociólogo relativista, en su deseo de elevar a la cultura popular rompiendo la dominación existente, puede
caer en la deriva o perversión producida por este enfoque: el populismo. De esta forma, Grignon y Passeron
afirman que el populismo es una postura muy peligrosa, pues lleva consigo un sesgo importante en toda
investigación.
Hay otro enfoque a la hora de abordar las culturas populares que pone el acento, al contrario que el
relativismo, en las relaciones de dominación: es la teoría de la legitimidad cultural. Así, esta teoría lleva
implícita la idea de que las culturas populares no deben estudiarse de forma autónoma, sino que es necesario
observar los mecanismos y los efectos de la jerarquización a la hora de estudiar las mismas. Es por ello por
lo que Grignon y Passeron dicen que esta teoría tiene lo que llaman realismo sociológico: los grupos sociales
no son independientes, sino que, aunque en apariencia parezca que no, dependen los unos de los otros. A
diferencia del relativismo, al constatar en la realidad que una cultura es legítima, el sociólogo no se muestra a
favor o en contra de la misma, por lo que de alguna forma es neutra su afirmación. Así, aunque al sociólogo
le ofenda o no simpatice con la cultura de estudio, existe el consenso de que es la cultura legítima.Como el
relativismo, la teoría de la legitimidad cultural también puede degenerar en otra perversión: el miserabilismo.
Ésta consiste en definir las diferencias entre la cultura popular y la culta en términos de falta. Así, el
miserabilista podría llegar a refugiarse en la cultura legítima y a partir de ella describir las culturas populares
como si fueran inferiores, adoptando por tanto una actitud paternalista con respecto a la cultura de las clases
bajas.
Por lo tanto, como dicen Grignon y Passeron, la sociología relativista y la miserabilista de las culturas
populares no serán nunca sociologías, pues son enfoques que llevan implícitos ciertos juicios morales que
provocan que la investigación no sea concluyente. Y es que, en su vida, cada sociólogo, al ser un ciudadano,
puede ser relativista social, es decir, considerar que todo es respetable y alinearse con el pueblo. Pero cuando
una persona se pone las “lentes” de sociólogo, ha de dejar sus prejuicios a un lado y tratar de investigar con
un cierto grado de rigurosidad.
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Además, y tratando de esclarecer la controversia entre los enfoques, es de destacar lo que afirma Cuché, que,
si bien no especifica cómo llevar a la práctica su afirmación, da pistas acerca de cómo superar esa dificultad
analítica:
“Tomados como principios metodológicos, el relativismo cultural y el etnocentrismo no se
contradicen sino que, por el contrario son complementarios. Su utilización combinada
permite que el investigador aprehenda la dialectica de lo mismo y del otro, de la identidad y
de la diferencia, dicho de otro modo, de la Cultura y de las culturas, fundamento de la
dinámica social”(Cuche,2007, pp. 149).
Por otro lado, existen intentos de sistematizar la cultura actual de los países occidentales avanzados a través
de diferentes conceptualizaciones, aunque no son constructos teóricos aplicables a cualquier época de la
historia como los anteriormente citados. Aún así, resulta provechoso para el objeto de nuestro trabajo un
breve análisis de los mismos. Uno de esos conceptos es la sociedad red de Castells, que, como el mismo
afirma, es por ahora, una “sociedad capitalista” (Castells,1997, pp. 507). Dicho autor, nos da la visión de
dicha sociedad como una red donde impera el desorden debido a un lógica incontrolable de mercados y del
capital. Así, los individuos están en todos sitios y en ninguno a la vez, siendo casi imposible analizarlos sin
hacer referencia a la red. Dentro de este concepto incluye aspectos culturales, las relaciones de poder, la
influencia de la tecnología en las relaciones sociales, aspectos políticos, etc. Es de resaltar lo amplio de su
teoría en lo que al concepto de sociedad red se refiere, pues es un intento muy complejo de explicar la
sociedad actual.
Dubet, en cambio, pone el énfasis en cómo ha cambiado el modo de socialización en el mundo actual. Para
dicho autor, durante décadas ha estado vigente el programa institucional, una forma de aplicar en los
individuos de forma simultánea una suerte de socialización y la constitución como sujeto, por lo que integra
socialmente a las personas a través de un hábitus y dota de una identidad al propio sujeto. De esta forma, este
programa trata de “inculcar normas que configuran al individuo y simultáneamente le vuelven autónomo y
libre” (Dubet, 2006, pp. 22). Sin embargo, para dicho autor ese programa institucional actualmente está en
decadencia tanto por la existencia de la heterogeneidad de principios contradictorios y la progresiva
separación entre acción social y subjetividad individual (Dubet, 2006, pp. 63-100). Se crea, por tanto, un
conflicto que perturba la socialización de los individuos. La teoría de modelos culturales lo que intentará es
observar en qué cuestiones los grupos sociales se diferencian entre sí y en cuales son más semejantes.
Otro concepto importante es la sociedad riesgo de Ulrich Beck. Para éste, los individuos están “condenados
a la individualización”(Beck y Beck- Gernsheim,2003, pp. 42), por lo que cada uno tiene una misma
consigna: “vivir nuestra propia vida”(Beck, 2001, pp. 233). Es por ello por los individuos se ven obligados a
elegir continuamente sin apenas reflexión consciente debido a que casi no hay tiempo para pensar, lo que
hace que haya no un homo economicus sino un “homo options”(Beck y Beck Gernsheim,2003, pp. 44). Cada
persona, en base a esos criterios, vive su vida independiente y tiene su propia cultura o autocultura (nada de
lazos de clase ni fraternidad, a no ser que sean productivos). Ante esto, el resto de la sociedad se limita a
“dejar en paz a la gente” (Beck y Beck-Gernsheim, 2003, pp. 102), por lo que el individuo se siente disperso
y confundido en su vida diaria, totalmente desrutinizado. A esta sociedad riesgo también llama Beck la
“sociedad individualizada” (Beck y Beck-Gernsheim, 2003, pp. 43) en el sentido de que la pobreza, el
fracaso y la exclusión social pasan a ser una responsabilidad individual, y como tal, se trata de manera
individualizada. Así, la sociología, al igual que las acciones de las instituciones, cada vez más está orientada
al sujeto, primando más las conductas individuales y las actitudes típicamente liberales. Referente a esta
individuación, cabe citar a Blas Cabrera cuando destaca la paradoja de que “la coexistencia de la
reivindicación de la importancia de las culturas sociales con un acusado y creciente individualismo e
individuación de la sociedad, que parece vincular los objetivos vitales y personales y las prácticas
sociales"(Cabrera Montoya, 2005, pp. 3).
Por último, y para concluir con este apartado, encontramos otro autor que conceptualiza la sociedad existente
en la actualidad en los países occidentales avanzados. Bauman establece el concepto de sociedad líquida, que
viene a ser “aquella en que las condiciones de actuación cambian antes de que las formas de actuar se
consoliden en unos hábitos y en unas rutinas determinadas” (Bauman,2006, pp. 9). Así, Bauman justifica la
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existencia de este tipo de sociedad analizando la vida de las personas, la política, el amor, el sexo,
etc...destacando que en la actualidad tienen un tiempo de implantación en la sociedad muy corto, importando
más la velocidad del mismo que no su duración en el tiempo. Por lo tanto, este autor tiene una opinión
similar a la de Ulrich Beck, pues destaca que los individuos “viven en el presente y por el presente (...) para
obtener satisfacción”(Bauman,2006, pp. 16), teniendo que ser esta última de carácter inmediato.
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de una autoridad. Como vemos, el individuo se nos presenta como “el empresario de sí mismo” (Dubet y
Martuccelli,2000, pp. 76), pues juega con unos recursos como si de un mercado se tratara. Por lo tanto, en
cierta forma, esta lógica es algo instrumental y utilitarista.
La segunda lógica, de integración, es uno de los postulados de la sociología clásica concretada por conceptos
como el de cohesión social de Durkheim o el habitus de Bourdieu. Ésta lo que trata de mostrar es cómo los
individuos se adaptan al medio social (cómo se distribuyen dentro del seno de la sociedad) y cómo
interiorizan los aspectos culturales de la comunidad en la que viven. Sin duda, la integración social y cultural
ha preocupado mucho a la sociología, pues ha sido una de las fuentes de conflictividad más importantes en
los últimos tres siglos y, como no, también en la actualidad. De esta forma, esta lógica determina la identidad
social con la que nos mostramos hacia los demás.
Por último, la lógica de la subjetivación se refiere a cómo los individuos se definen a ellos mismos,
basándose en el grado de creatividad, autonomía, libertad...es decir, que remite a todo lo que “se presenta
como no social”(Dubet y Martuccelli,2000, pp. 79). Por supuesto que no está en contradicción con la lógica
anteriormente explicada, pues puede ocurrir que el individuo se considere a sí mismo como un ser único y
que a la vez haya asumido un habitus determinado. Por lo tanto, la subjetivación es la reafirmación que
hacen las personas para afianzar su personalidad, cobrando especial importancia la “presentación del yo” en
términos de E. Goffman.
En cuanto a la adaptación de esta teoría de las lógicas de Dubet y Martuccelli al concepto de modelos
culturales, hay que destacar que la diferencia radica en que las lógicas no se van a centrar en el individuo
sino en el grupo social/cultural, siendo el contenido de las lógicas diferente al de los modelos culturales, pues
la óptica con la cual se observa no es a través del individuo sino a través del grupo objeto de estudio.
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Un aspecto fundamental de cada grupo social son sus códigos morales. Con respecto a lo primero, sería
interesante estudiar la normativa imperante en dicho grupo social y determinar si hay diferenciación con
respecto al resto de grupos sociales. Además, sería crucial determinar que origen tienen dichas normas
morales, que puede ser religiosa, tradicional, rural/urbano, etc. En cuanto a los códigos legales, en ocasiones,
las disposiciones legales no tiene sentido estudiarlas por su escasa influencia. Por ejemplo, si se quiere
comparar el modelo cultural de jóvenes con el del resto de la sociedad, no es pertinente el estudio de las
normas legales, pues afectan de igual forma a unos y a otros. Sin embargo, cuando son dos grupos étnicos o
culturales muy diferentes si conviene analizar esta cuestión.
Los códigos morales, a pesar de que habitualmente no están plasmados en ningún lugar, resultan de vital
importancia para el desarrollo de la vida dentro de cada grupo social o cultural. Dichos códigos son las
normas sociales imperantes en todo grupo social y suelen estar influenciados por aspectos como la religión,
entre otros. Además, habría que estudiar la influencia de aspectos que no se han mostrado hasta el siglo XX
a la hora de configurar las normas sociales de un determinado grupo social o cultural, como la de los medios
de comunicación o la publicidad. De esta forma, actualmente se producen cambios en los códigos morales a
una velocidad vertiginosa: existen una moda de deseos efímeros, intensos, urgentes y desechables que se ha
visto apoyada por un consumismo de mercado exacerbado. Por tanto, los códigos morales y la incitación al
consumo, por ejemplo, van íntimamente ligados en este mundo global.
También existen normas sociales, que, igualmente influenciadas por los códigos morales o religiosos
anteriores, determinan las relaciones interpersonales (matrimonio, concepción de las relaciones sexuales,
amistades, relaciones familiares...) y las aficiones habituales. En este sentido, un código moral de un grupo
social que prime el aspecto católico puede dar como resultado un mayor número de matrimonios, así como
puede primar las familias extensas. En el caso de los jóvenes, por ejemplo sería un grupo social que al tener
un código moral relativamente diferente, concibe las relaciones sexuales de una forma diferente a otros
colectivos. Por lo tanto, y para tener un mejor conocimiento de las normas sociales y su influencia, resulta
crucial estudiar dichos aspectos.
Los códigos morales definidos en los párrafos anteriores determinan de una forma más o menos directa
(según el grupo social objeto de estudio) la visión de lo adecuado o no adecuado socialmente hablando. De
esta forma, en cada sector social hay determinadas prejuicios o problemas que la mayor parte de la población
suele asociarlos a la misma causa, por lo que sería relevante para nuestro objeto de estudio analizar la
imagen social que tienen los individuos de su propio grupo social y del resto de colectivos, los tabúes, los
prejuicios... los cuales se expondrán en el siguiente apartado.
Por último, dentro de esta esfera hemos decidido incluir algo que Dubet y Martuccelli incluyeron en la lógica
estratégica: la gestión de recursos para alcanzar los objetivos propuestos. De esta forma, dicha gestión por la
cual se movilizan recursos para alcanzar un determinado fin es aplicable a todos los ámbitos: laboral
(alcanzar el trabajo deseado), educativo (aprobar un examen o obtener algún título educativo), deportivo
(ganar un partido), amor (lograr que una persona se enamore de uno mismo)...Por ello, los individuos que
constituyen las sociedades ordenan las fuerzas, medios y recursos para lograr sus cometidos en cualquier
ámbito.
Centrándonos en la siguiente esfera que compone la TMC, esto es, la Valorativa, ésta trata de dar cuenta del
universo valorativo de un grupo social o cultural, pues en el apartado anterior se estudió la influencia de los
diferentes agentes sociales pero no los valores en sí. No es nuestro objetivo definir lo que son los valores y
sus connotaciones éticas o morales, si bien es necesario tener en cuenta que se utilizará la concepción
subjetivista del término valor, esto es, “algo tiene valor en sí mismo en la medida en que se le atribuye
(Iglesias, 2007, pp. 104). Simplemente, diremos que “el significado sociológico del concepto valor se
relaciona con la definición de lo bueno y lo malo, de lo que es importante o relevante en la vida, de lo
aceptable y lo rechazable, de lo admitido o lo prohibido, de lo que hay que hacer o evitar”(Sánchez et
al,2004, pp. 37).
En primer lugar, hay que determinar que valores son preponderantes y cuáles no. Dicho análisis se encuentra
inspirado, como otros aspectos anteriores, en la definición de “grande” y “pequeño” elaborada por Boltanski
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y Chiapello ya definida en apartados anteriores. Así, dichos autores definen como “grande” los valores
descritos como positivos (o bien vistos) por un grupo social y como “pequeños” los valores que no están
socialmente aceptados, tal y como se describió en el apartado de Antecedentes. Es conveniente destacar que
los valores se califican como válidos cuando coinciden con la norma, pues sin un anclaje en la realidad
cultural o social serían meros entres metafísicos. De esta forma, en cada grupo social o cultural siempre
existen unos determinados valores que se encuadran en una u otra de las categorías anteriores. Como
instrumento útil a la hora de clasificar los valores, se propone tomar como referencia una clasificación
basándonos en la de Inglehart y su Encuesta Mundial de Valores (Díez Nicolás,1994), pero adaptándolos a
esta teoría de modelos culturales según el grupo social/cultural objeto de estudio.
Otro aspecto a estudiar es el grado de autonomía cultural que posee un determinado grupo objeto de estudio.
Por grado de autonomía se comprende el grado de aspectos análogos que tiene un determinado sector social
o cultural con respecto al resto de la sociedad. De esta forma, cuanto más se parezca al resto de la sociedad,
menos autonomía cultural tendrá. Aquí entran en juego las relaciones de poder, pues la autonomía no viene
dada sino que suele ser una reacción de un grupo social con respecto al resto de la sociedad, tal y como
explican Grignon y Passeron a la hora de definir las culturas dominantes y las dominadas. Por ejemplo, es
relativamente fácil observar, a priori, que determinados colectivos, por ejemplo, el de los gitanos, poseen un
elevado grado de autonomía cultural dentro de las sociedades avanzadas occidentales, pues tienen hasta
códigos legales y morales propios. Por lo tanto, dicha autonomía cultural la podríamos denominar
intergrupal, pues se refiere al resto de grupos sociales o culturales.
Existe otra autonomía cultural, la cual podríamos denominar intragrupal, que trata de estudiar la distancia
cultural dentro del propio grupo social. Medir esta distancia es útil a la hora de analizar, dentro de un mismo
grupo social, los diferentes sectores según la edad o el sexo. Esto sería, adaptando el análisis de Durkheim
sin su vertiente dicotómica, la determinación del grado de solidaridad entre iguales dentro del mismo grupo
social. De esta forma, se podrían encontrar diferentes universos valorativos dentro de un mismo grupo social
o cultural, influyendo estos en las actitudes y acciones del colectivo objeto de estudio.
Para concluir el análisis del aspecto autonomía cultural, y tal como dice Denys Cuche, “la identidad social es
al mismo tiempo inclusión y exclusión” (Cuche,2007, pp. 106). Esto significa que hay que estudiar las
relaciones entre los iguales del grupo social y la relación de éstos con los otros grupos para poder
comprender la identidad colectiva de un determinado grupo social.
Otro aspecto a tener en cuenta es la tolerancia de un grupo social o cultural respecto a otros con valores
relativamente diferentes al del primero. De esta forma, se podría establecer el nivel de tolerancia cultural de
un determinado sector social respecto a otros colectivos. Ésta puede ser también estudiada a través de la
confrontación del universo valorativo de un grupo con valores o actitudes habitualmente problemáticos
(como la aceptación de la homosexualidad o la de otros grupos étnicos) cuya imagen social suele ser
negativa en las sociedades occidentales actuales (árabes, gitanos...). Así, a través de la citada confrontación,
se puede conseguir determinar la tolerancia cultural de un grupo social.
Por otro lado, es importante estudiar aspectos que podríamos denominar “mentales” del grupo social objeto
de estudio. Por mentales no hay que entender que son cuestiones individuales, sino aspectos que si bien se
manifiestan en los propios individuos, pueden tener un origen social y así reflejarse en la mayor parte de los
individuos integrantes de un grupo social o cultural determinado. En este sentido, se define como mentalidad
al “conjunto de formas de conducta, rasgos de la mente y la personalidad que comparten los individuos
integrados en la cultura” (Iglesias, 2007, pp. 39). Para evitar equívocos, y en términos de J.A. Marina, se
considera que la personalidad es un concepto inventado, pues es constructo que sirve para explicar el estilo
propio de desear, sentir y actuar que tiene una persona (Marina, 2007, pp. 93). Por lo tanto, cualquiera tiene
personalidad en este sentido, no incluyendo ninguna connotación de estilismo ni moda, siendo ésta resultado
de lo aprendido y lo elegido por cada uno de los individuos referente a cualquier ámbito.
En esta teoría, y a efectos metodológicos, se incluyen dentro de estos aspectos “mentales” el nivel de
felicidad o las perspectivas de futuro de sus integrantes. Estos son dos cuestiones que habitualmente
determinan las actitudes del grupo social. Con respecto al estudio del nivel de felicidad, se puede medir tanto
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el nivel de satisfacción de los individuos con respecto a la vida como las razones que lo explican, pues puede
primar en ese nivel de felicidad el hedonismo, la importancia de la familia o el trabajo. Así, es un asunto
cuya importancia a la hora de definir el universo cultural es relativamente elevada. La perspectiva de futuro
de un grupo social determina la visión de los miembros de un grupo social con respecto a las situaciones que
ocurrirán en tiempos venideros. Con respecto a esta cuestión sería importante estudiar las diferentes
vertientes de esta perspectiva de futuro según los diferentes ámbitos (económico, social, cultural o familiar),
pues no necesariamente tiene que ser en todos esos planos la perspectiva positiva o negativa, ya que puede
variar según se cuestione sobre un campo u otro.
Por último, y dentro de esta esfera valorativa, encontramos lo que se denominará aspectos diferenciadores
dentro del grupo social. Por “diferenciador” entendemos cuestiones que los individuos utilizan para
reafirmar su identidad y así dotarse de una personalidad propia. Los diferentes estratos y colectivos sociales
tienen diversa condición dentro de una cultura y conciben distintas concepciones de la realidad que los
diferencian unos de otros. Claro está que en todos los grupos sociales no se manifestará la cuestión
diferenciadora entre sus propios individuos de la misma forma, pues en unos será un fenómeno social mucho
más arraigado que en otros. Volviendo al concepto de “diferencia”, definido por José Luis Castilla en su
obra (Castilla,2005), también está relacionado con el concepto de cultura y, más concretamente, con el de
“identidades”, definidas normalmente de forma negativa, es decir, por oposición a otros.
Dentro de estos aspectos diferenciadores se pueden encontrar diversas cuestiones que serían necesario
analizar como la alimentación, el vestuario, los adornos culturales, las aficiones...en resumen,
particularidades que se muestran socialmente para que el resto del grupo social o de la sociedad reconozca la
personalidad del individuo o del grupo social objeto de estudio, además de que, por supuesto, el individuo la
reafirme a sí mismo.
Por último, remitimos al análisis elaborado por Gutiérrez referente a la construcción el universo valorativo
juvenil (Gutiérrez,2007), tanto para ver cómo se configuró un estudio referente a los valores diferenciadores
de un grupo social como para observar la resolución de valores que podrían ser contradictorios.
La Esfera Sociopolítica es la que para Dubet y Martuccelli es la lógica estratégica (sin la cuestión de la
movilización de recursos, que se incluyó en la esfera normativa) y trata de englobar todos los aspectos
formativos, laborales y políticos de un determinado grupo social. De esta forma, esta esfera lo que intenta es
mostrar la realidad material de los grupos sociales para así ver sus relaciones con las esferas valorativa y
normativa. En esta esfera estudiaremos los aspectos que habitualmente suelen estudiarse y para los que existe
una mayor cantidad y calidad de datos disponibles.
Dentro de esta esfera podemos encontrar una vertiente que se denominará formativa. En ella, se incluirán
aspectos relativos al nivel de formación de una sociedad. Entre otros aspectos, se recopilarán datos acerca de
la población relativos a la influencia de la cultura humanística (en términos de Antonio Ariño) en la misma.
De esta forma, puede confrontarse el nivel de formación intelectual con la mayor o menor cohesión grupal
(incluido en la esfera normativa) con el fin de observar si existe una relación entre la mayor influencia de la
cultura humanística y la menor influencia de los códigos morales del grupo social objeto de estudio.
Por otro lado, encontramos un plano al que se denominará laboral, pues trataremos de estudiar aspectos
relacionados con el mundo del trabajo. De esta forma, podemos determinar cuales son los oficios más
habituales, la tasa de infrautilización educativa (Tasa de personas que tienen un trabajo no acorde con su
nivel educativo), la influencia del paro en dicho grupo social y todo tipo de datos relacionados con el mundo
del trabajo, incluyendo el nivel de satisfacción con respecto al plano laboral y sus perspectivas de futuro en
este ámbito, así como sería necesario analizar el nivel de arraigo social de los integrantes) del grupo social. Y
es que dicho arraigo puede influir, por ejemplo, en el hecho de producirse o no la movilidad geográfica o
social de un grupo social y, por consiguiente, puede determinar la apertura o el cierre de un determinado
colectivo social o cultural.
Por último, encontramos, dentro de esta esfera, el plano político dentro del cual enmarcaremos las
cuestiones relativas con la cultura política y las relaciones de poder existentes dentro de un grupo social. Por
cultura política entendemos lo que Almond y Verba definen como “la orientación psicológica de los
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individuos hacia la política” (Caminal,1996, pp. 265). Cabe destacar que este concepto tiene tres elementos
que lo conforman: el ámbito de la subjetividad (tiene en cuenta lo que la gente piensa, cree y siente), las
actitudes (propensión a percibir, interpretar y actuar en relación a un objeto estímulo determinado) y las
orientaciones a objetos políticos (forma en que se produce la relación psicológica entre sujeto y objeto
político).
Para la teoría de modelos culturales, la definición de cultura política será, adaptando la de Almond y Verba,
la siguiente: distribución de la pautas de orientación hacia los objetos políticos entre los miembros de un
grupo social. De esta forma, se pueden observar tanto aspectos relativos a la percepción de la influencia de la
política sobre el propio grupo social como las razones de interés/desinterés de la política, intenciones de
voto, etc.
También se incluye dentro de este plano político el estudio de las relaciones de poder. Se entiende que éstas
serán la influencia del poder (capacidad de imponer la voluntad de una persona o grupo social sobre otro) en
las relaciones interpersonales, en el acceso al plano laboral, en la determinación de las amistades... Por lo
tanto, y al igual que ocurría con la autonomía cultural, puede estudiarse estas relaciones de poder de forma
intergrupal e intragrupal. Con respecto a la primera, lo que trataría es de analizar esas relaciones de poder de
unos grupos sociales o culturales con otros. En cambio, la intragrupal se refiere a las relaciones de poder
existentes entre los individuos del mismo grupo.
En conclusión, se ofrece un cuadro que resumen las diferentes esferas y sus respectivos planos de estudio:
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reducción de la misma, pues trata de englobar en esferas los aspectos que se muestran para así favorecer la
comprensión del mundo socio-cultural.
Por otro lado, y teniendo en cuenta que el objeto de este trabajo no es hacer una receta mágica del estudio de
las culturas, es necesario tratar aunque sea de forma muy breve los aspectos metodológicos a tener en cuenta
a la hora de aplicar la teoría de los modelos culturales a un grupo social o cultural. Dicha brevedad se debe a
que existe una gran cantidad de bibliografía donde se detallan las formas y el contenido de cada una de las
metodologías y técnicas existentes en la investigación social
En primer lugar, en cuanto a la metodología propiamente dicha, se utilizarán tanto técnicas cualitativas como
cuantitativas (Cea de Ancona, 2001). De esta forma lo que se aplicará en las investigaciones será la
complementariedad como estrategia de integración metodológica. Así, se utilizarán métodos cuantitativos (la
encuesta básicamente ) y cualitativos (entrevista en profundidad, grupo de discusión, análisis documental y
linguístico). Es necesario añadir que, en lo que se refiere a tipos de técnicas, la teoría de modelos culturales
está abierta a cualquiera aceptada científicamente que el investigador considere conveniente aplicar.
Por último, y para concluir este trabajo, se propone un plan de trabajo a la hora de aplicar la teoría de
modelos culturales, que no difiere en exceso de las estrategias de investigación convencionales: delimitar
adecuadamente la población objeto de estudio, plantear diferentes hipótesis a priori sobre el grupo social
objeto de estudio a la vez que se escogen los planos dentro de las esferas que componen el modelo cultural
más convenientes para dicho objeto de estudio y, por último, elaborar el propio modelo cultural resultado del
estudio.
4. CONCLUSIÓN
Como cierre de esta aproximación al estudio de las culturas que se ha denominado TMC, es necesario
resaltar nuevamente el hecho de que es más metódico que teórico, destacando sobretodo la instrumentalidad
de la herramienta metodológica estándar que se ha desarrollado en estas páginas. Además, en esta
comunicación se ha intentado dotar de una base teórica consistente desde la cual se articulen dichos modelos
culturales, definiendo tanto el abordaje de la realidad social como el contenido práctico de la TMC (esferas).
5. BIBLIOGRAFÍA
Ariño, A. (1997): Sociología de la cultura, Barcelona: Ariel.
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