Escuelas Penales
Escuelas Penales
Escuelas Penales
ESCUELA CLÁSICA
El resultado de las teorías de los filósofos de los siglos XVII y XVIII fue la
formación de una escuela general de derecho penal cuyos principios se
concentraron en los códigos penales promulgados después de la Revolución
Francesa que, con algunas adiciones y modificaciones, rigen en la actualidad, y
forman el Derecho Penal Liberal, surgido así de la denominada "Época de las
Luces".
Principios
La doctrina de la escuela clásica señala como objeto de la ciencia penal el
estudio de los delitos y de las penas, con descuido del delincuente. Considera
como delito, únicamente el hecho previsto de antemano por la ley penal; como
fundamento del derecho de castigar, el mantenimiento del orden jurídico por el
Estado, esto es, la tutela jurídica de los intereses, derechos y libertades de los
ciudadanos, fórmula que se puede resumir en el interés común; y como fin de la
pena, el ejemplo y el escarmiento.
Delito
Es una entidad jurídica, abstracta, determinada por la colisión entre las
acciones humanas y el derecho. Su esencia es la transgresión de una regla
jurídica. Consta de dos elementos: uno interno: la voluntad e inteligencia; el otro
externo: el hecho material. Es el resultado de dos fuerzas: la fuerza moral,
intención libre y la fuerza material, la acción.
Responsabilidad
Exige en el autor del hecho la voluntad de cometerlo, supone el
conocimiento suficiente del bien y del mal y el libre arbitrio de escoger este último.
La responsabilidad penal deriva de la responsabilidad moral.
La pena
Es un mal infligido al delincuente, prescrito por la ley y aplicado por el juez.
Tiene su fundamento en la necesidad de la ley o en el deber del Estado de
defender los derechos y las libertades de los ciudadanos. Su fin es el
restablecimiento del orden externo por medio de la corrección del delincuente, de
la confianza que debe inspirarse a los buenos y de la advertencia a los mal
intencionados.
Origen de la teoría
Comienza con los estudios de Lombroso sobre el hombre delincuente, en
su organismo, su carácter, sus signos distintivos, su estado de ánimo; es, pues,
antropología criminal; continúa con Enrique Ferri y Rafel Garófalo, quienes se
basan en la estadística y estudian las causas de los delitos, siendo así sociología
criminal; y se aúnan ambas bases de conocimiento para formar una tercera
escuela, llamada Escuela Crítica, Escuela Antropo – Social, de positivismo crítico.
Opina la Escuela Positiva, que la ciencia penal debe estudiar todas las
condiciones del reo, naturales y de su vida social, y por eso, es investigación
antropológica y sociológica, esta última determinada por la indagación de la razón,
motivo o móvil que haya tenido el agente en la perpetración del hecho. La
sociología criminal tiene un fin preventivo y no represivo y la pena debe ser
sustituida por medidas de seguridad.
Según estas teorías, el sistema penal de la escuela debe ser abolido. La pena no
debe ser a dosis determinadas, proporcionadas a la culpa del delincuente, sino a
la especial categoría del reo y debe ser indeterminada o sustituirse por una
medida de defensa contra la personalidad peligrosa.
3. Escuelas Eclécticas
Las críticas contra las escuelas clásicas y positivista han dado nacimiento a
escuelas eclécticas que mantienen principios de la clásica y toman otros de la
positivista, situándose en un término medio, sin incurrir en las exageraciones de
esta última y apartándose de muchos postulados arcaicos del dogmatismo.
Estas escuelas se caracterizan por el dualismo de sus concepciones.
Diferencian el Derecho Penal, al que asignan un método lógico – abstracto, de la
Criminología, Penología y Política Criminal, que siguen una sistematización
experimental. El crimen es un fenómeno complejo, producto de factores
individuales y de factores exógenos.
El Derecho Penal debe ser eficaz. El sistema penal debe conocerse por sus
frutos, por los delincuentes corregidos, intimidados o eliminados. La pena debe ser
cierta como idea, eficaz como acción y provechosa por sus resultados, y para
lograr estas condiciones, debe buscarse la certeza penal, no según postulados
establecidos a priori ni según fines teóricos, sino con un método empírico
fundamentado en los resultados de la estadística, en la experiencia de los
directores de prisión, esto es, e las investigaciones psicológicas.