Exposicion Levantamiento Indigena en El Ecuador

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Universidad Central del Ecuador

Nombres: Adrián Basantes y Geomara Lema

Curso: V-14

Fecha:15/02/2019

Levantamiento indígena en el Ecuador

El 28 de Mayo de 1990 sucedió el primer levantamiento indígena en el Ecuador recordado


como el despertar del león dormido, en el cual un conjunto de personas de un mismo
origen étnico con vínculos históricos, culturales, religiosos, etc crearon una lucha la cual
sacudió los vestigios coloniales de los Estados de la región este levantamiento posibilitó la
toma de conciencia a del estado ecuatoriano de la existencia, vitalidad y fuerza de los
pueblos indígenas haciendo un reclamo a las falencias de la democracia formal que los
ignoraba y del estado uninacional que los excluía.

Este contexto y el incumplimiento de los acuerdos prometidos por el gobierno


socialdemócrata de Rodrigo Borja llevaron a la Confederación de Nacionalidades Indígenas
del Ecuador (CONAIE) a convocar a la V Asamblea Nacional para definir las futuras
movilizaciones. Se estableció como fechas de inicio del levantamiento los días 4, 5 y 6 de
junio de 1990 bajo el título, “Mandato por la defensa de la vida y los derechos de las
nacionalidades indígenas”. Sin embargo, el 28 de mayo, antes de las fechas señaladas,
centenares de indígenas tomaron la Iglesia de Santo Domingo de Quito que fue un símbolo
que demostró el proceso de subjetividad anticolonial que permanecía en la memoria de los
pueblos indígenas del Ecuador. Entre las resoluciones que marcaron la línea ideológica del
levantamiento se encontraban: rechazar las políticas del FMI, reivindicar la oficialización
de las lenguas de las nacionalidades indígenas del Ecuador a través de una reforma
constitucional, respaldar la campaña por los 500 años de resistencia contra el festejo
colonialista del “Encuentro de dos mundos”, exigir la suspensión de los desplazamientos
territoriales en la Amazonía, y solicitar la expulsión definitiva de instituciones evangélicas,
como el Instituto Lingüístico de Verano. Vale recalcar que la situación de los derechos
territoriales indígenas era dramática, esto pese a las reformas agrarias que se habían
realizado previamente en 1964 y en 1973. El empobrecimiento y los desplazamientos
siguieron siendo una constante en las comunidades, situación que se volvió insostenible en
la década del noventa.

Entre el 4 y el 6 de junio los pueblos indígenas bajaron por miles de las montañas de los
Andes y subieron de las selvas para cerrar las carreteras de la sierra y de la costa; los
mercados fueron desabastecidos en las urbes. Los mestizos se daban cuenta, por fin, que
quienes los alimentaban eran los rostros empobrecidos de los páramos, quienes tenían
apenas un 10% del territorio productivo y abastecían a casi la totalidad del mercado local.
Hubo solidaridad entre los trabajadores, los desempleados, los estudiantes y los sectores
medios que llegaron hasta la Iglesia con alimentos y pancartas en señal de respaldo. Incluso
en la ciudad de Guayaquil las organizaciones de derechos humanos fueron hasta la Iglesia
de San Francisco para manifestar su adhesión al movimiento. La toma de las Iglesias, como
dispositivos que inauguraban la revuelta, fue también producto de una nueva concepción
teológica de los curas tercermundistas que respaldaban los reclamos de las comunidades, la
toma de la Iglesia finalizó el 7 de junio y en julio se celebró en Quito el Primer Encuentro
Continental de los Pueblos Indios, que dio como resultado La Declaración de Quito como
Primer instrumento jurídico internacional y descolonizador firmado por los delegados
indígenas del Continente

Durante esos días, la CONAIE realizó multitudinarias reuniones en las ciudades de


Ambato, Riobamba, Latacunga, Guaranda, llegando a reunir hasta 30.000 personas en las
concentraciones. Las provincias de la sierra, Pichincha, Cotopaxi, Cañar, Azuay,
Chimborazo y Loja, fueron las más conmocionadas. Cayambe también fue otro de los
epicentros de enfrentamientos con la policía por la detención de varios de sus dirigentes.
Para ese entonces todavía existían haciendas que oprimían la fuerza del trabajo indígena,
motivo por el cual se levantó también la consigna “Ni una hacienda para 1992”, fecha en la
que se cumplían los 500 años de invasión española. Esta consigna, junto a la de “500 años
de resistencia”, evocaba la necesidad de un resarcimiento histórico por parte del Estado que
mantenía vestigios coloniales.

Las clases oligárquicas y racistas del país vivieron un ciclo de “terror”; no dejaron de
manifestarse en los diarios y en la prensa como “víctimas de la violencia indígena”. El
presidente de la Cámara de Agricultura de la Primera Zona denunció que los sublevados
habían vaciado los comercios y habían puesto a cocinar a las mujeres hacendadas en el
Chimborazo. Tal vez esos hechos ocurrieron efectivamente, como una minúscula venganza
(diría de tipo educativa) por el trabajo doméstico, casi siervo, de las mujeres indígenas en
las haciendas, el cual pocas veces era remunerado. En todo caso, una serie de
acontecimientos ocurrieron dentro de la movilización que nos demuestra el poder de las
resignificaciones sociales y culturales, producto también del pensamiento intelectual
indígena: cantar el himno nacional en quichua, la resemantización de palabras que habían
sido destinadas a estigmatizar, como “runa” o indio, hacer que las mujeres hacendadas
cocinaran, tomar las iglesias y celebrar misas para bendecir la movilización.

Cuatro años después salió a la luz el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en
México, y en 1999 ocurrió la Revolución del Agua en Bolivia. La década del noventa fue
fecunda de movilizaciones indígenas que rechazaban la globalización, la que acoge las
diferencias culturales y económicas para predicar la hegemonía capitalista, a veces
disfrazada de multiculturalismo.
A finales del 2000, el gobierno de los hermanos Noboa, sucesores de Mahuad, presionados
por alcanzar un nuevo acuerdo con el FMI (FONDO MONETARIO INTERNACIONAL)
en una economía dolarizada que impone un nuevo paquete de ajuste económico que se vio
cuestionado en su eficacia que solamente empeoraron y provocaron la destrucción del
aparato productivo interno, la gravedad de la recesión económica, la mayor concentración
de los capitales y del ingreso, la fuga de capitales, se generaliza y agudizo el
empobrecimiento.

A finales de enero el movimiento indígena de Cotopaxi inicia unas jornadas de protesta en


su propio terreno, la cual fue reprimida con brutalidad: siete comuneros heridos, decenas
encarcelados y torturados.... Ante esto el movimiento indígena nacional convoca a un
levantamiento general contra las medidas económicas aplicadas contra la represión estatal
que fue reprimido hasta la sangre. Este levantamiento logró derogar las medidas de ajuste,
permitió sentar en la mesa del diálogo al Gobierno nacional en su más alto nivel y logró
consolidar al Movimiento Indígena dentro de un solo proceso de lucha y resistencia, con
objetivos, discursos, estrategias y mandos comunes.

Actualmente, después de haberse producido el levantamiento, las demandas de los pueblos


indígenas del Ecuador siguen vigentes. El gobierno actual ha establecido un modelo de
desarrollo extractivista (forma de organizar la economía de un país) que debilita los
derechos de consulta y participación de las comunidades. La CONAIE retomó las alianzas
con los sectores clasistas para defenderse de la envestida desarrollista, continuadora de la
globalización. Sin embargo, evidentemente las constantes tensiones con el poder ha
afectado a la organización, la cual se encuentra en constate transformación y reflexión
sobre su futuro organizativo. Entonces la consigna se mantiene y se actualiza: “525 años de
resistencia” pero no solamente resistiendo, sino también construyendo el sueño de que el
mundo sea , diverso y anticapitalista, es donde se unieron las diversas tendencias: de la
CONAIE, (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) con planteamientos
político culturales por la construcción de un Estado Plurinacional, las tendencias más
religiosas lideradas por la FEINE (Federación de Indígenas Evangélicos) y otra FEI
(Federación Ecuatoriana de Indios) que no tiene nada que ver con la FEI pionera de la
organización de los indios en el Ecuador; tendencias de corte sindicalista de la FENOCIN
(Federación Nacional de Organizaciones Campesino, Indígenas y Negras) y la FENACLE
(Federación Nacional de Asociaciones de Campesinos Libres del Ecuador); y la tendencia
eminentemente campesina de la CONFEUNASSC (Confederación Unitaria Nacional de
Asociaciones del Seguro Social Campesino)

En 1980 se organizó la CONACNIE (Consejo Nacional de Coordinación de Nacionalidades


Indígenas) con el objeto de promover la consolidación de pueblos indígenas y se convocó al
primer Congreso de la CONACNIE, en noviembre 13 al 16 de 1986, en campamento
Nueva Vida, en Quito y se constituye la CONAIE (Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador); es el resultado de la lucha continua de las comunidades, centros,
federaciones y confederaciones de pueblos indígenas. Los objetivos fundamentales que se
planteó en el congreso fueron: consolidar a los pueblos y nacionalidades indígenas del
Ecuador, luchar por la tierra y territorios indígenas, luchar por una educación propia
(intercultural bilingüe), luchar contra la opresión de las autoridades civiles y eclesiales,
luchar por la identidad cultural de pueblos indígenas, contra el colonialismo y por la
dignidad de pueblos y nacionalidades indígenas.

Las Nacionalidades y pueblos indígenas del Ecuador han resistido formas de dominación,
explotación y discriminación desde la colonia, durante más de cinco siglos ha presentado el
genocidio y etnocidio contra la humanidad, en particular el mundo indígena; hemos sido
aniquilado parcialmente, en ABYA-YALA.

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