Diego El Del Gloria

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DIEGO CRUZ SERRANO, cantaor gitano, más conocido en la historia

del arte del cante flamenco con el nombre artístico de DIEGO DE LA


GLORIA, nació en Mairena del Alcor (Sevilla) el día 12 de diciembre del
año de 1903 y murió en Sevilla el 27 de diciembre de 1971, aunque sus
restos fueron trasladados por la Casa del Arte Flamenco "Antonio
Mairena" al Cementerio San José de Mairena del Alcor el 26 de
diciembre de 1983, curioso que el mes de la gloria "el Nacimiento del
Hijo de Dios", diciembre, esté presente en estos momentos puntuales:
nacimiento y muerte de Diego el de la Gloria, un gitano que siempre
quiso el pueblo de Mairena y que vivió haciendo el bien. Este gitano
artista, poeta, animador, rumbero, hombre de tabernas y tasca,
honrado hasta dejárselo de sobra, su vida la dedicó siempre a los
demás, fue zapatero en sus años mozos, soltero y sin compromiso, daba
sus “pataítas” y enseñó a bailar a las jóvenes maireneras de principios
del siglo XX que por aquel tiempo no había academias ni nada que se le
pareciese. Formó dúo cantaor con el inolvidable Curro Mairena, Diego y
Curro, Curro y Diego. Antonio se le veía la muela del juicio
contemplando a su hermano Curro y a su primo Diego. Diego por estos
andurriales, fue de los primeros que hicieron la rumba que tan famoso
haría al utrerano Miguel Vargas Jiménez “Bambino”. Además las letras
las componía a la vez que cantaba y bailaba, no las tenía preparadas ni
ensayadas de antemano, tanto es así a veces los asiduos lo rectificaban
porque había cambiado la letra, esto era no por capricho, más bien por
olvido pues Diego de la Gloria, era un poeta y como tal se comportaba.
Por aquellos años cincuenta, sesenta, Diego se hizo tan popular en
Mairena y en sus fiestas, fiestas que casi siempre participaban la Casa
de los Mairena, que era indiscutible su presencia y su primo Antonio
que entonces vivía en Sevilla, cuando llegaba a Mairena fuera la hora
que fuese, mandaba a alguien a la “fonda” (casa de vecinos de una
habitación por familia) de la calle “Mensones” (Mesones) a llamar a
Diego, no se hallaba sin él.

Recuerdo una anécdota que te pone el bello de punta y que la vivieron


las gentes de la Plaza de Abasto de aquellos años: Diego se levantaba
por la mañana y tras su primera visita para tomarse el primer café en
casa de su primo Juan Cruz García, cogía la cestita y con ella al brazo
se dirigía a “hacer la plaza”, no con poco dinero, sino sin ninguno, y
tras darse unas vueltecitas las hortelanas le daban unos pimientitos,
unos tomates, en definitiva las verduras que llevaban varios días sin
venderse, y lo mismo hacían las carniceras o algunos pescaderos, sin
olvidar la "cuartelá" (en las Plazas de Abastos: pequeño local usado para
vendedores) de "Manolito Mericana", que hacía el café en un vaso de
lata y agua caliente, lo capaba con una tapadera al efecto, le ponía la
mano encima y salía un cafelito, las tripas de Diego iban calentita y la
cesta llena, y esto ocurría cada vez que entraba en la plaza. Hasta aquí
todo normal, pero nuestro Diego, que era bueno, bueno, bueno, antes
de llegar a su cuartucho, no le quedaba nada en su cestita, lo había
dado a otras familias que tenían menos que él que ya es decir, se ponía
otra vez en camino y a buscarse la vida de nuevo. Maravillosa muestra
de amor fraterno, de caridad cristiana.

Antonio y Curro Mairena sobre todo, lo querían tanto, fue tanta su


unión, que siempre estuvieron juntos, tanto es así que llegada la
Semana Santa se veía a Antonio Mairena en un balcón y a su primo
Diego de la Gloria junto a él, y tiene su explicación, pues Antonio el más
largo en cantes y por supuesto en sus letras, salía por saetas y a veces
tenía que pensar en la siguiente estrofa, la siguiente letra, por ello Diego
inmediatamente se la susurraba al oído y ya Antonio hacía la delicias de
cuantos embobados escuchábamos su cante, todo un detalle y mucho
conocimiento, Diego (me repito), que estuvo a lo largo de su vida en
muchísimas fiesta nunca lo vieron en mal estado, siempre mantuvo su
sitio, de ahí la tranquilidad de los suyos. Fue zapatero (como queda
dicho), y camarero ocasional, pues cuando su primo Antonio lo llamaba
dejaba lo que fuera y se iba con él,

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