Biotecnologia Tarea
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Malteado
Como mencionamos al hablar de la malta, para poder extraer los azúcares de la cebada y otros cereales, que
luego se transformarán en alcohol, es necesario primero someterlos a un proceso llamado malteado.
Para detener la germinación se lleva la malta verde a unos tostaderos en los que se hará pasar aire seco y
caliente y obtener así la malta, que será de un tipo u otro dependiendo de la temperatura a la que se seque. Si
se seca a baja temperatura, se obtiene una malta pálida que se utiliza en la elaboración de cervezas más
pálidas y doradas. Cuanto mayor sea la temperatura, más oscura será la malta obtenida y por tanto la cerveza
que se haga a partir de ella. El carácter de la malta obtenida no sólo influirá en el color de la cerveza, sino
también en el sabor y aroma.
Algunas maltas se conocen por el nombre del estilo de cerveza que producen, por ejemplo, malta Pilsen,
malta Pale Ale, malta Vienna, malta Munich, etc. A otras, por sus características: malta Aromática, Chocolate,
Tostada...
El malteado es un proceso que hoy en día se realiza en industrias distintas a las de la elaboración de
cerveza, llegando la malta a las instalaciones de cerveza en sacos o a granel para ser utilizada. Existen
algunos productores que todavía tienen sus propias malterías, aunque son la excepción, ya que en caso de
necesitarse un tipo especial, ésta se obtendrá en las malterías según las especificaciones de cada elaborador
de cerveza.
Mezcla/Maceración
Una vez obtenida la malta, y ya en las instalaciones cerveceras, ésta se tritura y se mezcla con agua caliente
para extraer sus azúcares naturales mediante procesos enzimáticos bioquímicos.
En esta fase se decide la fuerza de la futura cerveza, en función del extracto del mosto; éste dependerá de la
cantidad de malta empleada, que dará más o menos azúcares para ser transformados en alcohol durante la
fermentación. La cantidad de alcohol será decisiva para dar más o menos cuerpo a la cerveza.
Ebullición/Lupulización
A continuación, es necesario separar las partículas que se coagularon durante la ebullición. Este proceso,
llamado clarificación, se realiza normalmente por medio de movimiento centrípeto del mosto dentro de los
tanques, como si fuera un remolino o torbellino que arrastra las partículas sólidas hacia el centro y hacia el
fondo.
Después de haber hervido el mosto, este está caliente, por lo que antes de pasar a la fermentación hay que
enfriarlo y prepararlo para que tenga la temperatura adecuada para que las levaduras trabajen bien.
Fermentación y maduración
Se lleva el mosto al tanque de fermentación y se añaden las levaduras para que comience el proceso de la
fermentación, que consiste en la transformación de los azúcares del mosto en alcohol y anhídrido
carbónico.
Según el tipo de fermentación que se produzca se obtendrán cervezas pertenecientes a una de las dos
grandes familias de cervezas existentes: ale y lager
Fermentación Alta:
Para que la levadura trabaje bien necesita una temperatura adecuada. El proceso suele empezar a
temperatura ambiente (18ºC) y alcanza los 24ºC debido al calor propio de la fermentación.
Las levaduras que se añaden al mosto actúan a alta
temperatura (entre 18 y 24ºC) en la superficie de la mezcla. A las 24 horas de iniciarse el proceso, se forma
una capa de espuma en la superficie. Se quita la cabeza de esta espuma para que respire el líquido mientras
que las levaduras van transformando el azúcar en alcohol. Cuando termina de actuar, la levadura cae al fondo
del tanque. Es un proceso rápido que suele durar entre 5 y 7 días. Es la llamada fermentación primaria.
A continuación, la mayoría de las cervezas de fermentación alta tienen algún tipo de maduración
posterior. Puede ser una maduración en caliente (13-16 ºC) de unos pocos días, un almacenamiento en frío o
una segunda fermentación en botella o en barrica.
La cerveza se clarifica o filtra para que las levaduras se depositen en el fondo y se transpasa a barricas,
tanques de maduración o a botellas para que se produzca una segunda fermentación. A veces se añade
azúcar y levaduras para estimular esta segunda fermentación y carbonatación. También se le puede añadir
lúpulo para darle más aroma. Esta segunda fermentación en botella, en la que hay todavía levadura, hace que
algunas cervezas sigan desarrollando su carácter en la botella y pueda “envejecerse”, dependiendo de su
densidad y de las levaduras que contenga.
En general, la cerveza hecha por fementación y maduración a temperatura alta, debe servirse a unos
12/13 grados, no tan fría como las lager, para poder apreciar todas sus cualidades.
A las cervezas elaboradas por fermentación alta se les conoce como ale. Al ser un término inglés, esta
palabra se utiliza sobre todo en países de habla inglesa, como el Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos y
Canadá. En Bélgica, aunque muchas de las cervezas especiales son de fermentación alta, no se les suele
llamar así, sino que se conocen por distintos nombres según la especialidad de que se trate.
También, la mayoría de las cervezas de trigo (tanto alemanas como belgas) y las porter y stout son de
fermentación alta, aunque no se les conozca como tales.
En general, las cervezas hechas por fermentación alta son más afrutadas que las lager ya que las levaduras
que se utilizan no convierten todo el azúcar del mosto en alcohol.
Fermentación Baja:
En esta primera fermentación las levaduras actúan a temperatura más baja que las ale, a unos 5/9ºC, además
lo hacen en la parte baja del tanque de fermentación. También actuan de una forma más lenta, transformando
el azúcar en alcohol más despacio y hasta que terminan. Esto hace que la cerveza sea más seca (no queda
apenas azúcar), sin el afrutamiento de las ale.
Esta primera fermentación puede durar hasta dos semanas y es un proceso más difícil de controlar que el de
las ale. A las cervezas elaboradas por fermentación baja se les conoce como lagers . La mayoría de las
cervezas alemanas son de este tipo.
A continuación se lleva el mosto a unos tanques de acondicionamiento donde se guarda (lager significa
almacenar o guardar en alemán) a una temperatura cercana al punto de congelación. Aquí se produce una
segunda fermentación en la que las levaduras transforman el azúcar que queda en alcohol. Esto se puede
favorecer añadiendo mosto parcialmente fermentado, en el que todavía queda azúcar.
Durante este periodo la cerveza desarrollará un carácter especial dependiendo del tiempo que se deje
madurar. Una buena cerveza tendrá un periodo de maduración mínimo de tres o cuatro semanas,
llegando hasta dos o tres meses.
Este tipo de cervezas con maduración en frío, conviene servirlas a menor temperatura que las ale, a unos 8-9
grados.
Fermentación Espontánea:
No se añaden levaduras al mosto, sino que se deja actuar a las levaduras salvajes del aire. Actualmente es el
caso casi único de las lambic Belgas, aunque antiguamente siempre era así. Es un proceso complicado ya
que no se pueden controlar todos los elementos que intervienen en la fermentación.
Acabado
Una vez acabado el proceso de maduración, y antes de ser envasada, la cerveza puede filtrarse parcial o
totalmente para eliminar los residuos sólidos que pueda tener, después se embotella o se pone en barril.
Las cervezas que hayan tenido una segunda fermentación en la botella pueden contener en el fondo de la
misma un depósito de levadura o sedimento. Para no enturbiar la cerveza, habrá que tener cuidado al servirla.
Este sedimento no sólo no es perjudicial sino que es señal de una buena cerveza que ha tenido una
maduración posterior
INNOVACIÓN: Innovación
Un equipo de investigadores de la Universidad de Cádiz ha desarrollado un proceso para
aprovechar los residuos de la cerveza para la producción de biocombustibles, alimentos
funcionales y cosméticos. El proceso será desarrollado próximamente en una planta piloto.
residuo
subproducto
cosmético
agroalimentación
bagazo
cebadilla
biocombustible
cerveza
Según explican los investigadores, las fábricas de cerveza generan una serie de residuos o
subproductos que, tratados convenientemente, pueden ser utilizados para la obtención de
precursores de biocombustibles y de productos de alto valor añadido. Estos últimos se pueden
reutilizar en la propia industria agroalimentaria o en la elaboración de alimentos funcionales y
cosméticos.
Los residuos de este tipo de industria, añaden, contienen lípidos, carbohidratos, proteínas y otros
compuestos interesantes. La única limitación a su uso como precedente de los biocombustibles
radica en la rentabilidad económica de su proceso de obtención y en la calidad de estos.
Para que el proceso diseñado por la UCA sea efectivo se estima que el contenido mínimo en
lípidos y carbohidratos que lo hace rentable se sitúe en un 5% y un 20% respectivamente; "algo
que sí nos da el bagazo o la cebadilla de cerveza”, como explica el profesor e investigador del
Grupo FQM-286 José Manuel Igartuburu, quien junto al Ingeniero químico, Carlos López
Fernández, ha trabajado en esta patente.
De esta forma, “hemos conseguido sacar provecho a algo que no tenía ningún valor comercial y
que hasta la fecha se estaba utilizando principalmente para ser usado como pienso para el ganado
vacuno y ovino. Una salida muy poco rentable para las industrias cerveceras ya que el precio de
venta del bagazo era en muchas ocasiones simbólico a condición de que les retiraran este residuo
en el menor tiempo posible o cubriera el coste del transporte”, indica el investigador de la UCA. Y
es que el bagazo no solo no supone una fuente de ingreso, sino que además “la razón de su venta
es el evitar tener que realizar una gestión de residuos, algo que tiene un coste elevado”.
Planta piloto
El proceso diseñado por el equipo de la Universidad de Cádiz tiene la finalidad de obtener dos
productos. El primero es una sustancia compuesta por la mayor cantidad posible de las grasas
contenidas en el bagazo, que es un aceite; y el segundo, es una sustancia rica en azúcares cuyo
contenido en agua dependerá de las diferentes finalidades que se le quieran dar, como la
producción de biocombustibles o como suplemento de azúcar para la producción de la propia
cerveza que ha generado este residuo, por lo que aquí cerraríamos el ciclo”, en palabras del
profesor Igartuburu.
Pero para poder llevar a cabo la producción de biocombustibles o de cualquier otro tipo de
productos que puedan derivar del residuo de la cerveza, los investigadores del grupo FQM-286
tienen previsto dar un paso más y trasladar esta investigación a nivel de laboratorio a “una planta
piloto que podríamos ubicar cerca de alguna industria cervecera que ya existiese en la zona. De
esta forma, nosotros nos aseguraríamos la materia prima y la fábrica se desharía de sus residuos
de una forma rápida y eficaz”, señalan en la UCA.
https://www.cervezasdelmundo.com/pages/index/proceso-de-elaboracion
http://www.agenciasinc.es/Noticias/Residuos-de-la-cerveza-para-producir-biocombustible-y-
cosmeticos
OTRI – UCA
La primera molécula de ADN recombinante fue creada por Paul Berg, a comienzos de los
70. Para aquella época, los biólogos moleculares habían aprendido a alterar genes
individuales, cortar y pegar pedazos de ADN de diferentes organismos y moverlos de uno a
otro.
El desarrollo de la tecnología del ADN recombinante fue posible gracias a varias líneas de
investigación: 1) el conocimiento de las enzimas de restricción, 2) la replicación y
reparación de ADN, 3) la replicación de virus y plásmidos y 4) la síntesis química de
secuencias de nucleótidos.
Las enzimas de restricción son producidas por bacterias como método de defensa contra
virus y degradan el ADN extraño.
A su vez, el propio genoma bacteriano está protegido contra sus enzimas de restricción
mediante metilaciones (es decir, el agregado de un grupo metilo [-CH3)]) en un átomo
específico de ciertos nucleótidos.
Los plásmidos contienen uno o más genes de resistencia a antibióticos y son capaces de
autorreplicarse, ya que contienen una secuencia de iniciación. Esto les permite replicarse de
manera independiente del ADN genómico.
Podemos crear una molécula de ADN recombinante usando un plásmido. Este proceso
consta de las siguientes etapas:
1. Cortamos el ADN circular del plásmido con enzimas de restricción, para generar
extremos cohesivos.
2. Cortamos el ADN que queremos multiplicar. Debemos asegurarnos de que los
extremos del plásmido y los del ADN a insertar sean complementarios y puedan
unirse.
3. Unimos el gen que queremos introducir (inserto) por medio de la enzima ADN-ligasa
y luego introducimos el plásmido con inserto en bacterias.
4. Seleccionamos las bacterias que hayan introducido el plásmido con la ayuda de
antibióticos. Dado que los plásmidos contienen un gen de resistencia a antibiótico,
al exponer las bacterias a ese antibiótico, sólo las que hayan incorporado el
plásmido (y con él la resistencia) sobrevivirán, mientras que las que no lo tengan
morirán.
Esta es una manera relativamente eficaz de obtener millones de copias del ADN
incorporado. Dado que todas las copias del gen provienen de una sola molécula
multiplicada a partir de una única bacteria que dio origen a la colonia, esta técnica lleva el
nombre de clonación. El término clon proviene de la jardinería; desde hace siglos los
jardineros generan plantas nuevas a partir de gajos. Estas plantas son genéticamente
idénticas y constituyen un clon.
Las sondas son fragmentos de ADN o ARN de simple cadena complementarias a la región
de ADN o ARN que queremos encontrar. Contienen alguna "marca" que permite revelar su
unión (hibridación) a la secuencia elegida y de esa manera revela presencia de la región
buscada.
Una de las técnicas más empleadas para localizar fragmentos determinados del genoma (o
la expresión de algún gen en particular por medio de la detección de la presencia de su
correspondiente ARNm) es la hibridación in situ. Durante este proceso se incuba el ADN
con una sonda (de ADN o ARN) complementaria a la secuencia buscada, y marcada
radiactiva o químicamente.
Se puede también utilizar colonias de bacterias con ADN recombinante con una técnica
similar, pero que usa anticuerpos en vez de sondas. Se comienza por una colonia de
bacterias que contengan y expresen el gen de ADNc. Luego se trata las bacterias con un
anticuerpo marcado, que se unirá a la colonia que sintetice la proteína deseada. De esta
manera se puede localizar el gen en cuestión y clonarlo para obtener múltiples copias.
La separación de proteínas es un poco mas complicada, ya que éstas poseen una estructura
tridimensional compleja y compacta, además de una carga neta que depende de la
identidad de los aminoácidos que la componen. Esto hace más difícil separarlas sólo por su
tamaño y por eso se emplea una versión modificada conocida como electroforesis en gel
de poliacrilamida. Las proteínas forman bandas de acuerdo con su tamaño; si se corre
una muestra con proteínas de tamaño conocido se puede determinar el tamaño de la
proteína estudiada por la distancia recorrida en el gel. Las proteínas más grandes quedarán
arriba y las más chicas quedan abajo (y las de tamaño medio quedarán entre las demás).
Además, el grosor de la banda obtenida dependerá de la cantidad de proteína que se haya
sembrado; cuanto mayor sea la cantidad de proteínas, más gruesa será la banda.
Una vez sembradas las muestras en un gel, se realiza una corrida electroforética hasta
lograr que las moléculas se separen por tamaños de manera tal que se puedan distinguir
las buscadas. Luego se transfieren los ácidos nucleicos del gel a la membrana. De esta
manera los que quedan retenidos pueden ser sometidos a ensayos de hibridación con
sondas específicas para detectar la presencia de determinadas secuencias.
Estas dos técnicas persiguen fines distintos: el Southern Blot, que detecta la presencia de
ciertas secuencias en el ADN, se usa, por ejemplo, para estudiar mutaciones en el genoma.
El Northern, en cambio, permite detectar qué genes son transcriptos en determinadas
condiciones. Hemos visto que dos células del mismo organismo se distinguen por los genes
que expresan y no por su ADN. El Southern Blot nos permite evidenciar el mismo material
genético y el Northern Blot, la expresión de diferentes genes.
Si luego queremos detectar proteínas, usaremos otra técnica similar: el Western Blot, que
deriva de la electroforesis en gel y separa proteínas mediante la utilización de anticuerpos
específicos. Una vez que la muestra con las proteínas que se quiere identificar ha corrido en
un gel, se la transfiere a una membrana especial donde las proteínas quedan "ancladas" o
adheridas. Después, se incuba esta membrana con el anticuerpo específico contra la
proteína blanco, y se revela. Con esta técnica pueden obtenerse datos aproximados del
tamaño de la proteína y su concentración en la muestra sembrada.
Los ensayos con microarreglos son rápidos de realizar, pero muy engorrosos de analizar.
Además, están muy limitados a los genes que ya se conocen. Permiten obtener un
pantallazo rápido sobre qué está pasando en la célula en ese momento determinado, en
cuanto a qué genes están encendidos y cuáles apagados. Sin embargo, los resultados
obtenidos nunca deberían ser concluyentes, sino que tendrían que ser validados mediante
otras técnicas (por ejemplo, Northern Blot).
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