Walvoord Apocalipsis
Walvoord Apocalipsis
Walvoord Apocalipsis
1)
A. Prólogo (1:1–3)
1:1. Las palabras la revelación de Jesucristo con que empieza Apocalipsis, indican
cuál es el tema de todo el libro. La palabra “revelación” es trad. del término gr.
apokalypsis, que significa “correr el velo” o “descubrir”. Esta palabra da título al libro.
La revelación fue dada a Juan para que la transmitiera a otros, a sus siervos, y predice
las cosas que deben suceder pronto, en lugar de hacer una presentación histórica
como los cuatro evangelios. La palabra “pronto” (en taj̱ei; cf. 2:16; 22:7, 12, 20)
significa que cuando acontezca, la acción será repentina, no necesariamente que va a
ocurrir de inmediato. Una vez que comiencen los acontecimientos de los últimos
tiempos, éstos se darán en rápida sucesión (cf. Lc. 18:8; Hch. 12:7; 22:18; 25:4; Ro.
16:20). La palabra declaró viene del vb. gr. esēmanen, que significa “dar a conocer por
medio de señales o símbolos”, pero el vb. también incluye la comunicación por medio
de palabras. No se da el nombre del ángel mensajero, pero algunos creen que es
Gabriel, el mismo que llevó mensajes a Daniel, María y Zacarías (cf. Dn. 8:16; 9:21–22;
Lc. 1:26–31). La palabra su siervo (doulos, que generalmente significa “esclavo”)
Juan es la misma que usan Pablo, Santiago, Pedro y Judas (cf. Ro. 1:1; Fil. 1:1; Tit. 1:1;
Stg. 1:1; 2 P. 1:1; Jud. 1) al hablar de su posición como siervos de Dios.
1:2. Con toda fidelidad, Juan describe el testimonio de la palabra de Dios, y del
testimonio de Jesucristo, en todas las cosas que pudo ver. Lo que él observó fue la
comunicación de—y acerca de—Jesucristo mismo.
1:3. El prólogo concluye pronunciando una bendición sobre cada individuo que lee
el libro, así como sobre los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las
cosas en ella escritas. La implicación es que el lector debía leer este mensaje en voz
alta a una audiencia. No sólo hay una bendición para el lector y sus escuchas, sino
también para aquellos que responden en obediencia.
Juan concluye su prólogo con la frase porque el tiempo está cerca. La palabra
“tiempo” (kairos) se refiere a un período de tiempo, es decir el tiempo del fin (Dn. 8:17;
11:35, 40; 12:4, 9). El tiempo del fin como período, se menciona en Apocalipsis 11:18 y
12:12. En 12:14, la palabra “tiempo” significa un año (Dn. 7:25); y la frase “tiempo, y
tiempos, y la mitad de un tiempo” significa un año (“tiempo”), más dos años
(“tiempos”), más seis meses (“la mitad de un tiempo”), totalizando tres años y medio—
la duración del tiempo “del fin”. Apocalipsis 1:3 contiene la primera de las siete
bienaventuranzas que menciona el libro (1:3; 14:13; 16:15; 19:9; 20:6; 22:7, 14; V. “Las
Siete Bienaventuranzas de Apocalipsis” en el Apéndice, pág. 279).
Este prólogo presenta en forma concisa los hechos básicos que aparecen en el resto
del libro: sus temas, propósito y los canales angélicos y humanos que se utilizan. Es de
suma importancia observar principalmente que el propósito del libro era dar una lección
práctica a aquellos que lo leyeran y tomaran en cuenta su contenido.
B. Salutación (1:4–8)
1:4–6. Este saludo—al igual que los de Pablo en sus epístolas y el de Juan en 2
Juan—especifica quiénes son los destinatarios del libro. Las receptoras del mensaje eran
las siete iglesias que estaban en la provincia romana de Asia, lo que actualmente es el
occidente de Turquía (Ap. 1:11; caps. 2 y 3). Las palabras gracia y paz a vosotros
V. véase
resumen en forma breve, tanto la posición del cristiano ante Dios, como su experiencia.
“Gracia” refiere la actitud de Dios hacia los creyentes, mientras que “paz” refiere tanto
la posición como la experiencia de la paz divina.
Esta salutación es inusual en el sentido de que describe a Dios como el que es y que
era y que ha de venir (cf. 1:8). La frase los siete espíritus probablemente se refiere al
Espíritu Santo (cf. Is. 11:2–3; Ap. 3:1; 4:5; 5:6) aunque es una forma poco común de
referirse a la tercera persona de la Trinidad. De las tres personas que forman la Trinidad,
Jesucristo se menciona aquí en último lugar, probablemente debido al lugar prominente
que ocupa en este libro. A él se le describe como el testigo fiel, i.e., la fuente de la
revelación que se va a dar; el primogénito de los muertos (cf. Col. 1:18), haciendo
referencia a su resurrección histórica, y el soberano de los reyes de la tierra,
apuntando a su función profética después de su segunda venida (cap. 19).
La resurrección de Cristo fue de entre los muertos. Como “primogénito”, es el
primero que resucitó con cuerpo eterno, el cual es la garantía de otras resurrecciones
selectivas que incluyen las de los santos que mueran durante la era de la iglesia (Fil.
3:11), la de los mártires de la tribulación (Ap. 20:5–6) y la de los impíos que han muerto
durante todas las edades (20:12–13).
Al morir en la cruz, Jesucristo, el que nos amó, también nos lavó de nuestros
pecados con su sangre (algunos mss. gr. tienen “nos ha librado” [cf. NVI95] en lugar
de “nos lavó”). Ahora, los creyentes somos reyes y sacerdotes, cuyo único propósito
ahora y para siempre, es servir a Dios, su Padre. Esto compele a Juan a expresar una
doxología de alabanza y adoración que culmina con Amén (lit., “que así sea”).
1:7–8. Se exhorta a los lectores a esperar su venida, refiriéndose a la segunda venida
de Jesucristo, que será con las nubes (cf. Hch. 1:9–11). Además, todo ojo le verá, hasta
aquellos que le traspasaron. Aunque los verdugos literales y los que rechazaron a
Cristo ya están muertos y no resucitarán sino hasta después del milenio, el remanente
fiel de Israel lo mirará a él, “a quien traspasaron” (Zac. 12:10). Ese remanente fiel
representará a la nación judía.
Sin embargo, la segunda venida de Cristo será visible a todo el mundo, incluyendo a
los incrédulos, en contraste con su primera venida, cuando nació en Belén, y con el
rapto futuro de la iglesia, el cual probablemente no será visible en toda la tierra. El
tiempo presente que se usa en la expresión: He aquí que viene (Ap. 1:7) apunta hacia el
rapto futuro de la iglesia (Jn. 14:3). De nueva cuenta, Juan añade la palabra Amén. La
salutación termina con un recordatorio de que Cristo es eterno, el Alfa y la Omega, la
primera y última letras del alfabeto gr. (esta frase también aparece en Ap. 21:6; 22:13).
Además, se describe como el que es y que era y que ha de venir (cf. 4:8; 11:17), el
Todopoderoso. El término gr. que se trad. como “Todopoderoso” es pantokratōr, “el
que tiene todo el poder”. Éste se usa diez veces en el N.T., nueve de las cuales están en
Apocalipsis (2 Co. 6:18; Ap. 1:8; 4:8; 11:17; 15:3; 16:7, 14; 19:6, 15; 21:22). La
principal revelación de todo el libro se encuentra en estos versículos de salutación.
C. La visión en Patmos de Cristo glorificado (1:9–18)
El lugar donde se llevó a cabo la dramática revelación de Cristo que se registra en
este libro, fue Patmos, pequeña isla del mar Egeo al suroeste de Éfeso, localizada entre
Asia Menor y Grecia. Según algunos padres de la iglesia primitiva (Ireneo, Clemente de
lit. literalmente
Alejandría y Eusebio), Juan fue enviado a esa isla como prisionero después de haber
tenido un exitoso pastorado en Éfeso. Victoriano, que fue el primer comentarista del
libro de Apocalipsis, afirma que Juan trabajaba como preso en las minas de la pequeña
isla. Cuando el emperador Domiciano murió en el año 96 d.C., su sucesor Nerva
permitió que Juan regresara a Éfeso. Durante los aciagos días que pasó en Patmos, Dios
dio a Juan la maravillosa revelación contenida en este último libro de la Biblia.
1:9–11. Esta sección comienza con la expresión Yo Juan. Esta es la tercera
referencia que se hace al autor humano en este cap. y la primera de tres veces que él se
menciona a sí mismo en el libro como yo (cf. 21:2; 22:8). Esto contrasta con la mención
que hace de sí mismo en 2 Juan 1 y en 3 Juan 1 como “el anciano” y su referencia en
Juan 21:24 a que era un discípulo.
En estos primeros caps. que dirige a las siete iglesias de Asia, Juan se describe como
un hermano que era copartícipe con los cristianos en la tribulación. Su sufrimiento
había venido por causa de su fiel proclamación y por su fe en la palabra de Dios y el
testimonio de Jesucristo. “El testimonio de Jesucristo” significa el testimonio de Juan
por y acerca de Jesús, no el testimonio dado por Cristo. Como muchos otros escritores
bien conocidos de las Escrituras (Moisés, David, Isaías, Ezequiel, Jeremías y Pedro),
Juan estaba escribiendo desde el contexto del sufrimiento causado por su entrega al
verdadero Dios.
La revelación de Juan se realizó mientras él estaba en el Espíritu en el día del
Señor. Algunos han indicado que “el día del Señor” se refiere al primer día de la
semana. Sin embargo, la frase “del Señor” está usada como adjetivo, y esta expresión
nunca se usa en la Biblia para indicar el primer día de la semana. Probablemente, Juan
se refiere al día del Señor, expresión común que aparece en los dos Testamentos (cf. Is.
2:12; 13:6, 9; 34:8; Jl. 1:15; 2:1, 11, 31; 3:14; Am. 5:18, 20; Sof. 1:7–8, 14, 18; 2:3;
Zac. 14:1; Mal. 4:5; 1 Ts. 5:2; 2 P. 3:10). “En el Espíritu” también puede trad. como “en
[mi] espíritu” (cf. Ap. 4:2; 17:3; 21:10). Es decir, su ser interior, no el corporal, fue
proyectado hacia adelante en una visión, hacia el día futuro del Señor cuando Dios
derramará sus juicios sobre la tierra.
Los conmovedores acontecimientos que se narran a partir de Apocalipsis 4 son la
manifestación del día del Señor y los juicios divinos que se relacionan con él. Parece
improbable la idea de que todo el libro de Apocalipsis se diera a Juan en un sólo día de
veinticuatro horas, especialmente porque tuvo que escribirlo todo a mano. Después de
que fue trasladado proféticamente hacia el futuro día del Señor, se puso a registrar su
experiencia.
Juan dice que escuchó una gran voz como de trompeta que le daba instrucciones
de escribir en un rollo lo que veía y escuchaba y lo enviara a las siete iglesias
localizadas en Asia Menor. Esta es la primera de las doce veces en que en este libro se
ordena a Juan que escriba lo que ve, mandato que parece relacionarse con la visión que
recibió inmediatamente antes (cf. 1:19; 2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14; 14:13; 19:9; 21:5). No
obstante, no debía registrar una visión en especial (10:4).
Cada una de esas iglesias era una congregación local autónoma, y el orden en que se
mencionan es una media luna geográfica empezando en Éfeso en la costa occidental,
siguiendo al norte a Esmirna y Pérgamo, después rodeando al oriente y sur a Tiatira,
Sardis, Filadelfia y Laodicea. (Para más información acerca de estas siete iglesias, V. el
comentario de los caps. 2–3.)
1:12–16. Al escuchar la voz, Juan se volteó para ver de dónde procedía. Lo que vio
fueron siete candeleros de oro. Aparentemente, eran candeleros individuales en lugar
de un candelero con siete lámparas como el que formaba parte del mobiliario del
tabernáculo y del templo.
En medio de los siete candeleros, Juan vio a uno semejante al Hijo del Hombre,
expresión usada en Daniel 7:13 para referirse a Cristo. La descripción que hace
corresponde a la de un sacerdote vestido de una ropa larga y ceñido por el pecho con
un cinto de oro. La blancura de su pelo corresponde a la del Anciano de días (cf. Dn.
7:9), referencia relacionada con Dios el Padre. Dios el Hijo tiene la misma pureza y
eternidad que su Padre, como se manifiesta por la blancura de su cabeza y sus cabellos.
Sus ojos eran como llama de fuego, que describen su implacable juicio sobre el pecado
(cf. Ap. 2:18).
Este concepto se destaca más porque sus pies eran semejantes al bronce bruñido,
refulgente como en un horno (cf. 2:18). El altar de bronce del templo estaba
relacionado con el sacrificio por el pecado y el juicio divino sobre éste. Su voz se
compara con el estruendo de muchas aguas. Juan observó que en su diestra tenía
siete estrellas, mismas que se describen en el v. 20 como ángeles o mensajeros a las
siete iglesias. Es significativo que Cristo las tenía en su mano derecha, lo cual indica
posesión soberana. Hablando del ministerio de Cristo como Juez, Juan vio que de su
boca salía una espada aguda de dos filos. Este tipo de espada (rhomfaia, también se
menciona en 2:12, 16; 6:8; 19:15, 21) era usada por los romanos para apuñalar con el
fin de matar. Además, su rostro refulgía con la brillantez del sol cuando resplandece
en su fuerza. Jesucristo ya no es el niño de Belén o el varón de dolores coronado de
espinas. Ahora es el Señor de la gloria.
1:17–18. Juan dice que cuando lo vio, cayó como muerto a sus pies. De manera
similar, Pablo fue arrojado en tierra cuando vio a Cristo en su gloria en el camino a
Damasco (Hch. 9:4). Anteriormente, Juan había reclinado su cabeza en el pecho de
Jesús (cf. Jn. 13:25). Pero ahora, el apóstol ya no podía mostrar la misma familiaridad
con el Señor de la gloria.
Juan recibió ánimo de Cristo, quien le dijo: No temas. El Señor le aseguró que él es
eterno, el primero y el último (cf. Ap. 1:8; 2:8; 21:6; 22:13), el que resucitó, el que
vive, el que estuvo muerto pero he aquí que ahora vive ¡por los siglos de los siglos!
Aquí, Cristo afirma que sólo él tiene las llaves de la muerte y del Hades; i.e., que tiene
autoridad sobre la muerte y sobre el lugar de los muertos (cf. Jn. 5:21–26; 1 Co. 15:54–
57; He. 2:14; Ap. 20:12–14). Aunque el Cristo glorificado debe ser reverenciado, los
creyentes fieles como Juan pueden estar seguros de que han sido aceptados por el Hijo
de Dios. Tanto la muerte como la resurrección del cristiano están en sus manos. Este
cuadro de Cristo glorificado contrasta con el de Cristo como Hombre que aparece en los
cuatro evangelios (cf. Fil. 2:6–8), excepto por su transfiguración (Mt. 17:2; Mr. 9:2).
D. La orden de escribir (1:19–20)
1:19–20. Enseguida de la revelación de Cristo en su gloria, a Juan se le da
nuevamente el mandato: escribe. El tema de su crónica comprende tres tiempos: (a) lo
que ya había experimentado: las cosas que has visto; (b) las experiencias presentes: las
que son; y (c) el futuro: las que han de ser después de estas. Es evidente que este es el
bosquejo divino de Apocalipsis. Lo que se dice a Juan que escriba primero es el registro
de su pasada experiencia (cap. 1) y que ya era historia. Después, debía escribir el
mensaje presente de Cristo a las siete iglesias (caps. 2–3). Finalmente, debido a que el
propósito principal del libro es profético, debía registrar los acontecimientos que
precederán, culminarán y seguirán a la segunda venida de Cristo (caps. 4–22).
La división cronológica del libro de Apocalipsis es muy superior a muchos otros
bosquejos en los cuales los intérpretes a menudo se aferran a frases incidentales o
manipulan el libro para acomodarlo a su muy particular forma de interpretación. Este
bosquejo armoniza maravillosamente con el concepto de que la mayor parte de
Apocalipsis (empezando en el cap. 4) es futura, no histórica o simplemente simbólica, o
que sólo contiene declaraciones de principios. Es significativo que sólo la interpretación
futurista de Apocalipsis 4–22 tiene alguna consistencia. Los intérpretes que siguen el
enfoque alegórico del libro rara vez se ponen de acuerdo entre ellos respecto a sus
puntos de vista. Esto también se aplica a quienes sustentan los enfoques simbólico e
histórico.
En Apocalipsis, a menudo se presenta primero el símbolo o visión y después se da
su interpretación. De modo que aquí se declara que las siete estrellas … son los
ángeles o mensajeros de las siete iglesias. Y los siete candeleros … son las siete
iglesias. En lugar de ser un confuso montón de visiones simbólicas, el libro de
Apocalipsis es un registro cuidadosamente escrito de lo que Juan vio y escuchó, con
explicaciones frecuentes de su significado teológico y práctico.
Apocalipsis, con la ayuda de otros libros simbólicos como Daniel y Ezequiel, fue
diseñado por Dios para ser entendido por los que estudian acuciosamente toda la palabra
de Dios. Como el libro de Daniel, será entendido mejor a medida que se desarrolle la
historia. Aunque sus verdades y aplicaciones no están limitadas por el tiempo, serán de
un consuelo muy especial para aquellos que necesitan dirección en esos días previos a la
segunda venida de Cristo.
Antes de revelar las asombrosas escenas proféticas de los caps. 4–22, Cristo primero
envió un mensaje personal a cada una de las siete iglesias, mismas que contienen
aplicaciones prácticas evidentes para su iglesia de estos días.
II. Cartas a las siete iglesias: “Las [cosas] que son” (caps. 2–3)
Como declaró Apocalipsis 1:11, Cristo envió un mensaje a cada una de las siete
iglesias locales de Asia Menor. El orden de la presentación escritural es geográfico, ya
que cualquier mensajero seguiría en forma natural esa ruta. Partiendo del puerto de
Éfeso, viajaría 56 kms. hacia el norte para llegar al puerto de Esmirna, continuando más
hacia el norte y luego hacia el oriente hasta Pérgamo y después giraría hacia el oriente y
sur para visitar las otras cuatro ciudades (1:11. V. “Mapa de localización de las siete
iglesias de Apocalipsis” en el Apéndice, pág. 280).
Ha habido mucha discusión en cuanto al significado que esos mensajes tienen para
hoy. Es evidente que esas iglesias fueron elegidas especialmente y arregladas en forma
providencial para que reflejaran las situaciones características que la iglesia ha
confrontado a través de su historia. Al igual que las epístolas de Pablo, que aunque
fueron dirigidas a iglesias específicas, también estaban diseñadas para toda la iglesia, así
estos siete mensajes se aplican a toda la iglesia de hoy, con la condición de que esté
pasando por situaciones similares. En Asia Menor había muchas otras iglesias, como
Colosas, Magnesia y Tralles, algunas de las cuales eran más grandes que las siete
mencionadas, pero no se les enviaron cartas (V. “Cartas a las Siete Iglesias” en el
Apéndice, pág. 281).
Cuando se analiza el contenido de las cartas, se pone de manifiesto que en primer
lugar, son mensajes enviados a iglesias locales que históricamente surgieron en el
primer siglo. En segundo, también constituyen un mensaje a parecidas iglesias de la
actualidad. En tercer lugar, las exhortaciones individuales dirigidas a personas o grupos
de las iglesias ponen en claro que los mensajes también se dirigen a los individuos de
hoy. En cuarto lugar, algunos creen que el orden que tienen las siete iglesias sigue el
orden de las distintas épocas de la historia de la iglesia desde el primer siglo hasta hoy.
Al comparar las cartas a las siete iglesias con el devenir de la historia eclesiástica a
partir de la era apostólica, se descubren similitudes extraordinarias. Por ejemplo, parece
que Éfeso caracteriza a la iglesia del período apostólico como un todo, y Esmirna a la
s. siglo
Esta palabra de ánimo para seguir en el amor verdadero les recordó otra vez de la
provisión misericordiosa de Dios en el sentido de que serían salvos en el tiempo y la
eternidad. El amor a Dios no se forja cumpliendo mandatos legalistas, sino
respondiendo al conocimiento del amor divino que se posee y apreciándolo en su justo
valor.
B. Carta a la iglesia de Esmirna (2:8–11)
1. DESTINATARIOS (2:8)
2:8. La segunda carta se dirige a Esmirna, una ciudad grande y rica que estaba a 55
kms. al norte de Éfeso. Como ésta, era un puerto. Pero en contraste con Éfeso, que en la
actualidad está en ruinas y desierta, Esmirna todavía es un gran puerto con una
población actual de unos 200,000 habitantes. Cristo se describe a sí mismo como el
primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió. El Señor también se describe
como Eterno (cf. 1:8, 17; 21:6; 22:13), el que sufrió la muerte a manos de sus
perseguidores y después se levantó de la tumba (cf. 1:5). Estos aspectos de Cristo eran
de especial relevancia para los cristianos de Esmirna, ya que, al igual que Cristo en su
muerte, estaban experimentando graves persecuciones.
El nombre de la ciudad, Esmirna, significa “mirra”, que era un perfume común.
También se utilizaba para el aceite de la unción del tabernáculo y para embalsamar
cadáveres (cf. Éx. 30:23; Sal. 45:8; Cnt. 3:6; Mt. 2:11; Mr. 15:23; Jn. 19:39). Aunque
los cristianos de la iglesia de Esmirna estaban experimentando la amargura del
sufrimiento, su testimonio fiel era como la mirra, un dulce perfume para Dios.
2. ALABANZA (2:9)
2:9. Para los creyentes de Esmirna debe haber sido un gran consuelo saber que
Cristo conocía todo acerca de ellos, sus obras … tribulación … y pobreza, y sin
embargo, les dijo que ¡eran ricos! Aparte de sufrir persecuciones, también estaban
sufriendo extrema pobreza (ptōj̱eian en contraste con penia, la palabra común que se
usaba para “pobreza”). Aunque eran extremadamente pobres, eran ricos en las
maravillosas promesas que Cristo les había hecho (cf. 2 Co. 6:10; Stg. 2:5). Estaban
siendo perseguidos no sólo por los paganos gentiles, sino también por los hostiles judíos
y por el mismo Satanás. Esto se hace evidente porque a la sinagoga judía del lugar se le
llama sinagoga de Satanás (cf. Ap. 3:9). (Satanás se menciona en cuatro de las siete
cartas 2:9, 13, 24; 3:9.) En la historia de la iglesia, las persecuciones más severas han
provenido de los religiosos.
3. REPRENSIÓN
Es muy importante el hecho de que para los fieles y pacientes cristianos de Esmirna
no se emita ninguna reprensión. Esto es un gran contraste con las evaluaciones que hace
Cristo de cinco de las otras seis iglesias, a las cuales sí reprende. Los sufrimientos de
esos hermanos, aunque extremadamente difíciles, les habían ayudado a mantener la
pureza de la fe y de sus vidas.
4. EXHORTACIÓN (2:10A)
2:10a. La palabra de Cristo para los sufridos cristianos de la iglesia es de
exhortación a tener valor: No temas (lit., “deja de tener miedo”) en nada lo que vas a
padecer. Sus difíciles pruebas iban a continuar. Todavía serían perseguidos,
encarcelados, probados y aun padecerían tribulación por diez días. Algunos han
tomado la frase “por diez días” como una representación simbólica de toda la
persecución que ha sufrido la iglesia; otros piensan que se refiere a diez persecuciones
orquestadas por los gobernantes de Roma. El significado más probable es que se les
estaba anunciando que sufrirían por un período limitado de tiempo (cf. Walvoord,
Revelation, “Apocalipsis” págs. 61–62). Por su parte, Scott encuentra que hay
antecedentes en las Escrituras que indican que “diez días” significa un período limitado
de tiempo (Walter Scott, Exposition of the Revelation of Jesus Christ, “Exposición de la
Revelación de Jesucristo”, pág. 69). Para apoyar esto, cita Génesis 24:55; Nehemías
5:18; Jeremías 42:7; Daniel 1:12; Hechos 25:6. Alford sostiene la misma posición,
citando Números 11:19; 14:22; 1 Samuel 1:8; Job. 19:3 (The Greek Testament, “El
Testamento Griego”, 4:567).
El problema del sufrimiento humano, aunque sea por tiempo limitado, siempre ha
desconcertado a los cristianos fieles. Éste se puede esperar de los impíos, pero, ¿por qué
deben sufrir los santos? Las Escrituras nos dan varias razones. El sufrimiento puede
deberse a: (1) disciplina (1 Co. 11:30–32; He. 12:3–13), (2) prevención (como el
aguijón en la carne de Pablo, 2 Co. 12:7), (3) al aprendizaje de la obediencia (como el
sufrimiento de Cristo, He. 5:8; cf. Ro. 5:3–5), o (4) para propiciar un mejor testimonio
para Cristo (como en Hch. 9:16).
5. PROMESA (2:10B–11)
2:10b–11. En medio del sufrimiento, se exhorta a los creyentes de Esmirna con las
palabras: Sé fiel hasta la muerte. Aunque sus perseguidores tomaran sus vidas, esto
haría que recibieran la corona de la vida. Es evidente que hasta ese momento, nadie
había muerto, pero era algo que podían esperar. Más adelante, Policarpo, que llegó a ser
obispo de la iglesia de Esmirna, fue martirizado y sin duda, también otros fueron
asesinados (cf. Robert Jamieson, A. R. Fausset y David Brown, A Commentary Critical,
Experimental and Practical on the Old and New Testaments, “Comentario Crítico,
Experimental y Práctico del Antiguo y Nuevo Testamentos”, Grand Rapids: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co., 1945. 6:662). “La corona de la vida” es una de las varias
coronas que se prometen a los cristianos (cf. 1 Co. 9:25; 1 Ts. 2:19; 2 Ti. 4:6–8; 1 P.
5:4; Ap. 4:4). La corona de la vida también se menciona en Santiago 1:12. A los
creyentes se les anima a que permanezcan fieles, contemplando lo que les espera
después de la muerte, i.e., la vida eterna.
Como en todas las cartas, se hace una exhortación a los individuos que escuchan. La
promesa se da a quien venciere, refiriéndose en general a todos los creyentes, y se les
asegura que ninguno sufrirá daño de la segunda muerte (cf. Ap. 20:15).
La consoladora palabra de Cristo para Esmirna es la misma que para todos los
cristianos que sufren y son perseguidos. Como dice en Hebreos 12:11: “Es verdad que
ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después
da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.
C. Carta a la iglesia de Pérgamo (2:12–17)
1. DESTINATARIOS (2:12)
2:12. La tercera iglesia estaba en Pérgamo, que se encontraba a unos 30 kms. tierra
adentro de Esmirna. Como Éfeso y Esmirna, era una ciudad rica, pero impía. La gente
que se dedicaba a los cultos paganos adoraba a Atenea, Esculapio, Dionisio y Zeus. Era
famosa por su universidad, cuya biblioteca contenía unos 200,000 volúmenes, así como
por la manufactura de pergamino (pergamena). La atmósfera que se respiraba en esa
ciudad era adversa a la vida cristiana eficaz y su testimonio.
Anticipando la reprensión que Cristo les va a hacer por tolerar la maldad e
inmoralidad, Juan describe al Señor como el que tiene la espada aguda de dos filos
(que también se cita en 1:16; 2:16; 19:15, 21). La espada es una representación
simbólica de la doble capacidad que tiene la palabra de Dios de separar a los creyentes
del mundo y de condenar al mundo por su pecado. Es la espada tanto de la salvación
como de la muerte.
2. ALABANZA (2:13)
2:13. Siguiendo el mismo orden que las dos cartas precedentes, primero se extiende
una felicitación. Cristo reconoce la difícil situación por la que pasaban, ya que vivían
donde está el trono de Satanás. Esto puede referirse al gran templo de Esculapio, el
dios pagano de la sanidad que se representaba como una serpiente. Nuevamente se
menciona a Satanás al final de este v. Pérgamo estaba donde mora Satanás y a los
creyentes se les felicita por seguir siendo fieles aun cuando Antipas (que significa
“contra todo”) había sido martirizado. Nada se sabe de este incidente. Los cristianos de
Pérgamo seguían reteniendo el nombre de Dios aun estando bajo pruebas muy severas,
pero habían comprometido su testimonio de otras formas, como se observa en los
siguientes dos vv.
3. REPRENSIÓN (2:14–15)
2:14–15. Se les hallaba culpables de contemporizar con los paganos al permitir a los
que retienen la doctrina de Balaam y a los que retienen la doctrina de los
nicolaítas. Balaam fue culpable de aconsejar al rey Balac para que hiciera pecar a Israel
a través de los matrimonios con mujeres paganas y a través de la adoración a los ídolos
(Núm. 22–25; 31:15–16). Los casamientos mixtos con paganas también constituían un
problema en Pérgamo, donde cualquier contacto social con el mundo también
involucraba la adoración a los ídolos. Generalmente, la carne que se expendía en el
mercado había sido previamente ofrecida a los ídolos (cf. 1 Co. 8).
También se les acusa de seguir la enseñanza de los nicolaítas. Anteriormente, se
había felicitado a la iglesia de Éfeso por rechazar ésta, que parece era una degeneración
moral (cf. Ap. 2:6). Algunos mss. gr. añaden aquí que Dios aborrece la enseñanza de los
nicolaítas como también se afirma en el v. 6. Contemporizar con la moralidad mundana
y la doctrina pagana era común en la iglesia, especialmente en el s. III, cuando se
popularizó el cristianismo. Así que contemporizar con la moralidad impía y el apartarse
de la fe bíblica fueron las causas de que muy pronto la iglesia se corrompiera.
4. EXHORTACIÓN (2:16)
2:16. Con dureza, Cristo reprendió a la iglesia con el áspero mandato:
¡arrepiéntete! y se le advierte: pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos
con la espada de mi boca. Aquí, les promete que el juicio vendría “pronto” (taj̱ys), lo
cual también significa “repentinamente” (cf. 1:1; 22:7, 12, 20). Cristo iba a pelear
contra ellos usando la espada de su boca (1:16; 2:12; 19:15, 21). Esta frase también se
refiere a la palabra de Dios que juzga con dureza la contemporización con el mundo y el
pecado.
5. PROMESA (2:17)
2:17. Como sucede en los mensajes a las otras iglesias, la exhortación final
nuevamente se hace a aquellos que quieren oir su mensaje. Al que venciere, Cristo le
dará a comer del maná escondido y una piedrecita blanca donde estará escrito un
nombre nuevo. Tal vez el “maná escondido” se refiere a Cristo como el pan del cielo,
la fuente invisible de la fuerza y alimento del creyente. Mientras que Israel recibió la
comida física del maná, la iglesia recibe la comida espiritual (Jn. 6:48–51)
Los eruditos difieren en cuanto al significado de la “piedrecita blanca”. Tal vez
Alford tiene razón al decir que el punto importante aquí es la inscripción que aparecerá
en ella, por medio de la cual se dará al creyente “un nombre nuevo”, lo cual indica
aceptación de Dios y el derecho que tiene a la gloria (The Greek Testament, “El
Testamento Griego”, 4:572). También puede ser una alusión a la práctica que se
realizaba en el A.T. por la cual el sumo sacerdote llevaba sobre su pecho doce piedras
donde estaban inscritos los nombres de las doce tribus de Israel. Aunque los creyentes
de Pérgamo no tuvieran piedras preciosas o gemas en este mundo, tenían lo que sin
duda es más importante, la aceptación de Cristo mismo y la seguridad de recibir
infinitas bendiciones futuras. Tomado como un todo, el mensaje a la iglesia de Pérgamo
es una advertencia contra contemporizar en moralidad o enseñanza con el mundo y
contra desviarse de la pureza de la doctrina que se requiere de los creyentes.
D. Carta a la iglesia de Tiatira (2:18–29)
1. DESTINATARIOS (2:18)
2:18. Tiatira estaba a 60 kms. al sureste de Pérgamo y era una ciudad mucho más
pequeña. Estaba situada en un área reconocida por sus cosechas abundantes y la
fabricación de tinte púrpura. La iglesia era pequeña, pero queda señalada por esta
impresionante carta de reprensión.
De acuerdo con lo que sigue, Cristo se define como el Hijo de Dios, el que tiene
ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido. Esta descripción del
Señor es parecida a la que aparece en 1:13–15, pero aquí se le llama el Hijo de Dios en
vez de el Hijo del Hombre. La situación demandaba una reafirmación de su deidad y su
justa ira por los pecados de la iglesia. La frase “bronce bruñido” que se usa para
referirse a sus pies, es una trad. de una palabra gr. muy rara, j̱alkolibanō, que también
se usa en 1:15. Parece que éste se formaba con una aleación de varios metales y se
caracterizaba por su gran brillantez cuando se pulía. La referencia a sus ojos como
“llama de fuego” y al reflejo brillante de sus pies, enfatizan la indignación y juicio justo
de Cristo.
2. ALABANZA (2:19)
2:19. Aunque había muchas cosas equivocadas en la iglesia de Tiatira, se felicita a
los creyentes por su amor … fe … servicio y … paciencia (cf. 2:2). Y esos cristianos
seguían haciendo más buenas obras a medida que pasaba el tiempo (esto en contraste
con la iglesia de Éfeso, que cada vez hacía menos). Pero a pesar de las evidencias de
que había vida cristiana y testimonio, la iglesia de Tiatira tenía serios problemas.
3. REPRENSIÓN (2:20–23)
2:20–23. La principal condena que les hace Cristo es la relativa a que toleraban a
esa mujer Jezabel, misma que se autonombraba profetisa y que enseñaba a los
creyentes a que participaran en la inmoralidad sexual, y a fornicar (prácticas que
acompañaban a la religión pagana) y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Cristo
aborrecía lo que para la sociedad local era aceptable. Los creyentes se habían apartado
de la moralidad desde hacía algún tiempo (v. 21). Tal vez la iglesia de Tiatira escuchó
por primera vez el evangelio por boca de Lidia, que se convirtió gracias al ministerio de
Pablo (Hch. 16:14–15). Es interesante que posteriormente también fuera una mujer, la
que se autodenominaba “profetisa”, la que estuviera influenciando a la iglesia. Su
nombre “Jezabel”, sugiere que estaba corrompiendo a la iglesia de Tiatira de manera
muy similar a Jezabel, la esposa de Acab (1 R. 16:31–33), la que corrompió a Israel.
Cristo le promete un juicio repentino e inmediato; llama a su pecado “adulterio”, y
promete gran tribulación a los que con ella adulteran. Y agrega: y a sus hijos heriré
de muerte, indicando que el sufrimiento se extendería también a sus seguidores. El
juicio sería tan dramático, que todas las iglesias sabrían que Cristo es el que escudriña
la mente y el corazón.
4. EXHORTACIÓN (2:24–25)
2:24–25. Después de su condena, Cristo envía una palabra de exhortación al
remanente fiel que existía en la iglesia de Tiatira, lo cual implica que el resto de la
iglesia era apóstata. A ese remanente se le dice: vosotros … los demás que están en
Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las
profundidades de Satanás, a ese remanente santo, se le da una simple instrucción: lo
que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. Tal vez debido a que la iglesia era tan
pequeña, Cristo no les mandó que la dejaran, sino que permanecieran en ella, dando
testimonio fiel. El juicio sobre Jezabel y sus seguidores vendría pronto y purgaría a la
iglesia. En el tiempo actual, los cristianos que se encuentran en iglesias locales que son
apóstatas, generalmente pueden dejarlas para unirse a otra congregación, pero eso no era
posible bajo las circunstancias de Tiatira.
Son muy claros los paralelismos que hay entre Tiatira y otras iglesias apóstatas a
través de la historia eclesiástica. Algunos comparan a Tiatira con los creyentes de la
Edad Media, cuando el protestantismo se separó del catolicismo romano y trató de
volver a la pureza, tanto doctrinal como en forma de vida. A veces, la prominencia de
Jezabel como profetisa se compara con la exaltación antibíblica de María. La
participación en fiestas idolátricas ilustra la enseñanza falsa que dice que la cena del
Señor es otro sacrificio de Cristo. A pesar de la apostasía de las iglesias de la Edad
Media, siempre hubo congregaciones que, al igual que la de Tiatira, tenían algunos
creyentes que eran faros luminosos de fidelidad en cuanto a doctrina y forma de vida.
5. PROMESA (2:26–29)
2:26–27. Cristo promete a los creyentes fieles, que se unirán a él en su reino
milenial (Sal. 2:8–9; 2 Ti. 2:12; Ap. 20:4–6). La palabra que se trad. en el v. 27 como
“regirá” (poimanei) significa “pastorear”, indicando que no simplemente estarán
administrando justicia, sino que también, como el pastor usa su cayado, estarán
vigilando a las ovejas y protegiéndolas al mismo tiempo. Aunque Salmos 2:9 se refiere
al reinado de Cristo, Juan cita aquí ese pasaje relacionándolo con la regencia (pastoreo)
del creyente que venciere. Los fieles cristianos tendrán autoridad en la misma forma
que Cristo (1 Co. 6:2–3; 2 Ti. 2:12; Ap. 3:21; 20:4, 6), misma que él ha recibido de su
Padre (cf. Jn. 5:22).
2:28. Además, los fieles recibirán la estrella de la mañana, la cual aparece justo
antes del amanecer. Las Escrituras no explican esta expresión, pero puede estar
relacionada con la participación de la iglesia en el rapto de la misma, el cual se llevará a
cabo antes de las horas tenebrosas que precederán al amanecer del reino milenial.
2:29. La carta a Tiatira termina con la exhortación ya familiar: el que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. A diferencia de las cartas anteriores, esta
recomendación más bien sigue y no antecede a la promesa hecha a los que vencieren.
Este es el mismo orden que sigue en las cartas que se dirigen a las tres últimas iglesias.
E. Carta a la iglesia de Sardis (3:1–6)
1. DESTINATARIOS (3:1a)
3:1a. La importante ciudad mercantil de Sardis se ubicaba a unos 48 kms. al sureste
de Tiatira, en una importante ruta comercial que corría de este a oeste a través del reino
de Lidia. La ciudad se había enriquecido gracias a sus importantes industrias, tales
como joyería, tintes y textiles. Desde el punto de vista religioso, era un centro de culto
pagano y donde se encontraba un templo de Artemisa (“Diana”), cuyas ruinas todavía
existen (cf. el comentario de 2:1 relativo a otro templo de Artemisa). En la actualidad,
sólo existe un pequeño villorrio llamado Sart en el sitio que esa gran metrópoli una vez
ocupó. Los arqueólogos han localizado las ruinas de un edificio perteneciente a una
iglesia cristiana junto al templo pagano. Al dirigir su mensaje a esa iglesia, Cristo se
describe a sí mismo como el que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas,
que es una descripción parecida a la que aparece en 1:4. Aquí, Cristo dice que los
“tiene”, hablando del Espíritu Santo en relación con él mismo (Is. 11:2–5; cf. Ap. 5:6).
Como las estrellas mencionadas en 1:20, que representan a los pastores de las iglesias,
éstas también están en sus manos (cf. 2:1).
2. ALABANZA (3:1b)
3:1b. La única palabra de aprobación es en realidad de reprensión, porque Cristo
declara que esa iglesia tenía la reputación, i.e., el nombre de que vivía, porque tal vez
sus contemporáneos consideraban que era una iglesia efectiva.
3. REPRENSIÓN (3:1c, 2b)
3:1c, 2b. Con rapidez, Cristo hizo desaparecer la reputación de que estaban vivos al
declarar que estaban muertos. Como la de los fariseos, su apariencia externa era una
máscara que escondía su mortandad (cf. Mt. 23:27–28). Cristo añade: porque no he
hallado tus obras perfectas delante de Dios. Ellos estaban muy lejos de cumplir con
sus obligaciones de creyentes.
4. EXHORTACIÓN (3:2a, 3)
3:2a, 3. Se recomienda a la iglesia que permanezca vigilante, que despierte de su
letargo espiritual, que fortalezca y afirme las otras cosas que estaban a punto de morir,
refiriéndose a las pocas evidencias de vida que todavía tenía. Asimismo, Cristo la
exhorta: acuérdate … de lo que has recibido, … guárdalo, y arrepiéntete. Advierte a
los creyentes que si no escuchaban estas palabras, él vendría sobre ellos como un
ladrón, i.e., inesperada y repentinamente.
5. PROMESA (3:4–6)
3:4–6. Mientras que la congregación como un todo estaba ya muerta o a punto de
fenecer, Cristo reconoce que había unas pocas personas en la iglesia de Sardis, un
remanente fiel que no había manchado sus vestiduras con el pecado. A esos fieles
creyentes les promete: andarán conmigo en vestiduras blancas (cf. v. 18), que son
símbolo de la justicia de Dios. Además, les dice que sus nombres permanecerían
escritos en el libro de la vida, y que el Señor los reconocería como propios delante de
su Padre, y delante de sus ángeles.
La declaración de que sus nombres no serían borrados del libro de la vida representa
un problema para algunos. Pero una persona que en verdad ha nacido de nuevo,
permanece regenerada, como dijo Juan en otros lugares (Jn. 5:24; 6:35–37, 39; 10:28–
29). Mientras que este pasaje puede implicar que un nombre puede borrarse del libro de
la vida, en realidad sólo expresa una afirmación positiva de que sus nombres no serían
borrados de él (cf. Walvoord, Revelation, “Apocalipsis”, págs. 82, 338). En seis
ocasiones, Juan se refirió al libro de la vida (Ap. 3:5; 13:8 [cf. el comentario que
aparece ahí]; 17:8; 20:12, 15; 21:27).
La carta también concluye con una exhortación a oir lo que el Espíritu dice a las
iglesias. La carta a Sardis es un inquietante mensaje a las iglesias de la actualidad que
están llenas de actividades y que ocupan hermosos edificios, pero que tan a menudo
carecen de evidencias de la vida eterna. La palabra de Cristo para ellas es: “acuérdate”,
“obedece” y “arrepiéntete”, así como dijo a la iglesia de Sardis.
F. Carta a la iglesia de Filadelfia (3:7–13)
1. DESTINATARIOS (3:7)
3:7. La ciudad de Filadelfia estaba a unos 42 kms. al sureste de Sardis. Se
localizaba en una zona notable por sus productos agrícolas, pero propensa a los
terremotos, mismos que destruyeron la ciudad varias veces, la más reciente cerca del
año 37 d.C. Su nombre le fue dado en honor de un rey de Pérgamo, Atalo Filadelfo, que
fue quien la construyó. “Filadelfo” es parecido a la palabra gr. filadelfia, que significa
“amor fraternal” y que aparece siete veces en la Biblia (Ro. 12:10; 1 Ts. 4:9; He. 13:1; 1
P. 1:22; 2 P. 1:7 [dos veces]; Ap. 3:7). Sólo aquí se usa para referirse a la ciudad con ese
nombre. En el siglo presente, el testimonio cristiano todavía permanece vivo en esa
ciudad.
Cristo se describe a sí mismo como el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de
David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre. La santidad de Cristo
es una verdad que se menciona con frecuencia en las Escrituras (1 P. 1:15), y porque él
es Santo, es digno de juzgar la vida espiritual de la iglesia de Filadelfia. “La llave de
David” parece que se refiere a Isaías 22:22, donde la llave de la casa de David fue
entregada a Eliaquim, que así tuvo acceso a todas las riquezas del rey. Anteriormente,
Cristo se describe como el que “tiene las llaves de la muerte y del Hades” (Ap. 1:18).
Sin embargo, parece que la referencia que se hace en este pasaje es a las riquezas
espirituales.
2. ALABANZA (3:8–9)
3:8. Como en los mensajes a otras iglesias, Cristo dijo: Yo conozco tus obras.
Congruente con la autoridad que Cristo tiene para abrir y cerrar puertas (v. 7), declara:
he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar. No
hay reprensión en sus palabras, aunque le dice: tienes poca fuerza. Esta frase se
convierte en la base de su felicitación, porque añade: has guardado mi palabra, y no
has negado mi nombre.
3:9. Cristo se refiere a sus enemigos como la sinagoga de Satanás (cf. 2:9), que
eran los judíos que se oponían al testimonio de los cristianos. La religión falsa siempre
ha sido un formidable enemigo de la fe cristiana. Sin embargo, el día vendrá en que
todos los enemigos de la fe tendrán que admitir la verdad (cf. Is. 45:23; Ro. 14:11; Fil.
2:10–11). A continuación, Cristo declara: haré que vengan y se postren a tus pies, y
reconozcan que yo te he amado.
3. PROMESA (3:10–12)
3:10. La iglesia de Filadelfia no recibió ninguna reprensión de Cristo. En lugar de
ello, se le felicita y se le da una promesa porque había guardado la palabra de …
paciencia del Señor. La promesa es: yo también te guardaré de la hora de la prueba
que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la
tierra. Esta es una promesa específica a la iglesia de Filadelfia de que no pasaría por la
hora de prueba que se revela a partir de Apocalipsis 6. Cristo estaba diciendo que esa
congregación no pasaría por el tiempo de tribulación futuro; él no pudo haberlo dicho
más explícitamente. Si el Señor hubiera querido decir que serían preservados durante el
tiempo de tribulación, o que los iba a quitar de en medio de ella, se hubiera requerido el
uso de un verbo y una preposición diferentes.
Aunque los eruditos han tratado de evitar esta conclusión con objeto de justificar el
postribulacionismo, la combinación del verbo “guardar” (tērein) con la preposición
“de” (ek) está en agudo contraste con el significado de guardar a la iglesia “durante”
(dia) ella, pero aquí no se usa esa preposición. La expresión “la hora de la prueba” (que
se refiere a un período de tiempo), pone en claro que ellos serían mantenidos fuera de
ese período. Es difícil ver cómo Cristo pudo haber hecho esa promesa a esa iglesia local
si el propósito de Dios hubiera sido que toda la iglesia pasara por la tribulación que
sobrevendrá al mundo entero. Aunque la iglesia de Filadelfia llegara a la gloria
mediante la muerte mucho antes de que se iniciara el tiempo de la prueba, si tomamos a
esa iglesia como tipo del cuerpo de Cristo que se mantiene firme en la fe, es evidente
que la promesa va más allá de la iglesia de Filadelfia y se aplica a todos los que son
creyentes en Cristo (cf. Walvoord, Revelation, “Apocalipsis”, págs. 86–88).
3:11. Pero también se le hacen otras promesas. El Señor dice: He aquí, yo vengo
pronto, que es un concepto que se repite a menudo en el libro de Apocalipsis. La idea
no es simplemente de que él vendría pronto, sino que lo haría rápida y repentinamente
(cf. 1:1; 2:16). A la luz de esa venida, se exhorta a la iglesia: retén lo que tienes.
3:12. Todo aquel que venciere, será columna en el templo de … Dios. Por
supuesto que esto es un símbolo del lugar permanente que los creyentes tendrán en el
cielo, al que se refiere aquí como el templo de Dios. La nueva Jerusalén completa será
el último templo (21:22). En contraste con los templos terrenales y columnas que se
destruyen, los creyentes seguirán por siempre en el templo. Cristo especifica que se
estaba refiriendo a la ciudad de mi Dios, i.e., la nueva Jerusalén (cf. 21:2). Después,
repite esta promesa: y escribiré sobre él … mi nombre nuevo (cf 2:17; 14:1; 19:12).
Puesto que los creyentes se han identificado con Cristo por medio de la fe, ahí él se
identificará con ellos también.
4. EXHORTACIÓN (3:13)
3:13. La carta cierra con la recomendación ya familiar: el que tiene oído, oiga lo
que el Espíritu dice a las iglesias. La promesa dada a la iglesia de Filadelfia y el reto a
que continuara siendo fiel, ciertamente es palabra de Dios y aplicable a toda su iglesia
del día de hoy.
G. Carta a la iglesia de Laodicea (3:14–22)
1. DESTINATARIOS (3:14)
3:14. La próspera ciudad de Laodicea estaba ubicada en el camino a Colosas, casi
64 kms. al sureste de Filadelfia. Unos 35 años antes de que se escribiera esta carta,
Laodicea fue destruida por un terremoto, pero fue reedificada gracias a su riqueza y
capacidad industrial. Su industria primordial era la fabricación de tela de lana. No existe
ningún registro de que Pablo visitara esa ciudad, pero sí de que estaba preocupado por
ella (Col. 2:1–2; 4:16).
Al dirigirse a la iglesia, Cristo se define a sí mismo como el Amén, el testigo fiel y
verdadero, el principio de la creación de Dios. La palabra “amén”, significa “que así
sea” y se relaciona con la soberanía de Dios que está por encima del humano acontecer
(cf. 2 Co. 1:20; Ap. 1:6). Al referirse a sí mismo como “el testigo fiel y verdadero”,
Cristo repite lo que había dicho antes (Ap. 1:5; 3:7). Como “principio (“soberano”
[NVI95]) de la creación de Dios”, Cristo existió antes de la creación divina y es
soberano sobre ella (cf. Col. 1:15, 18; Ap. 21:6). Esta descripción es una preparación
para la áspera palabra de reprensión que Cristo iba a dar a la iglesia de Laodicea.
2. REPRENSIÓN (3:15–17)
3:15–16. No hay palabras de felicitación para la iglesia de Laodicea. Más bien, se
presenta como un grupo totalmente aborrecible para Cristo, ya que ni era frío ni
caliente, más bien, era tibio. Esto se refiere tanto a la iglesia como a su ángel o pastor,
que algunos creen era Arquipo (Col. 4:17). Sin embargo, es improbable que Arquipo, si
es que era pastor de esa iglesia, todavía estuviera vivo. Al referirse a esa iglesia como
“tibia”, Cristo expresa que esa era su situación permanente. En las fiestas, así como en
los sacrificios religiosos, la gente del mundo antiguo acostumbraba tomar bebidas
calientes o frías—pero nunca algo tibio. Esta reprensión debe haber tenido un
significado especial para esa iglesia, porque el agua que se consumía en la ciudad se
llevaba por medio de tuberías desde Hierápolis, que se encontraba a pocos kms. al norte.
Para cuando el agua llegaba a Laodicea, ¡ya estaba tibia!
3:17. Su tibieza espiritual se manifestaba en que se conformaban con su riqueza
material sin estar conscientes de su pobreza espiritual. Cristo utiliza palabras muy
fuertes para describir a cada uno de sus miembros: desventurado, miserable, pobre,
ciego y desnudo (V. “Cartas a las siete iglesias”, en el Apéndice, pág. 281).
3. EXHORTACIÓN (3:18–19)
3:18–19. Se les aconseja que compren oro refinado, no oro común y corriente,
refiriéndose al que glorificaría a Dios y los haría verdaderamente ricos. Gracias a su
industria bancaria, los habitantes de la ciudad poseían riquezas materiales, pero la
iglesia carecía de riqueza espiritual. Aunque poseían hermosas vestiduras, se les
recomendó que se vistieran con vestiduras blancas (cf. v. 4) que son símbolo de la
justicia y que cubrirían su desnudez espiritual. La lana era una de las principales
mercancías de esa región, y Laodicea era famosa por un tipo de vestidura negra que se
hacía de lana negra. En lugar de ella, lo que necesitaban era una alba vestidura.
Después, Cristo dice: unge tus ojos con colirio. En Laodicea había una escuela de
medicina en el templo de Esculapio donde se expendía un colirio especial para los ojos
que curaba los problemas comunes del Medio Oriente. Lo que necesitaban no era esa
medicina, sino la vista espiritual. La iglesia de Laodicea es típica de una iglesia
moderna que vive inconsciente de sus necesidades espirituales y que se conforma con
sus hermosos edificios y con todas las cosas materiales que el dinero puede comprar.
Este es un duro y penetrante mensaje. Para ese tipo de creyente, la exhortación es la
misma: sé, pues, celoso, y arrepiéntete. Cristo los reprende porque los ama, pero su
amor también traería castigo sobre esa iglesia.
4. PROMESA (3:20–22)
3:20–21. En forma dramática, Cristo se describe a sí mismo como estando parado
afuera y llamando a la puerta. Existe una conocida pintura donde aparece la puerta sin
pasador exterior, indicando que ésta sólo puede abrirse desde adentro. El ruego es: si
alguno oye mi voz y abre la puerta, y la promesa: entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo. Si Cristo se queda afuera, no puede existir compañerismo o riqueza
verdadera. Con Cristo en el interior, se da un maravilloso compañerismo y la facultad de
compartir la excelsa gracia de Dios. Este ruego del Señor va dirigido a los cristianos y
no a los incrédulos, y hace surgir una pregunta importante relacionada con qué tan
profunda es la intimidad que tenemos con Jesús. A quienes responden, el Señor les
promete el derecho a sentarse con él en su trono para que compartan su victoria.
3:22. En este v., de nueva cuenta, se da la invitación a escuchar y a responder: El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Las cartas a las siete iglesias son un tratado asombrosamente completo de los
problemas que enfrentan las iglesias de la actualidad. Los peligros recurrentes de perder
el primer amor (2:4), de tener miedo de sufrir (2:10), de la deserción doctrinal (2:14–
15), de caer en la inmoralidad (2:20), de estar muertos espiritualmente (3:1–2), de no
retener la doctrina (3:11) y de la tibieza (3:15–16), son tan comunes hoy como lo fueron
en las iglesias del primer siglo. Debido a que estas cartas vienen de Cristo en persona,
adquieren un gran significado, porque contienen la exhortación final de Dios a la iglesia
a través de todas las edades. El ruego final se hace a todos los individuos que quieren
oir. Los cristianos que pertenecen a la iglesia de hoy harían bien en escuchar.
III. Revelación del futuro: “Las [cosas] que han de ser después de estas” (caps. 4–
22)
Siguiendo con el bosquejo divino esbozado en 1:19, Dios revela a Juan los detalles
del futuro, “las [cosas] que han de ser después”. Éstas incluyen los emocionantes
acontecimientos previos a la segunda venida de Cristo (caps. 4–18); luego se narra la
segunda venida en sí misma (cap. 19); después sus consecuencias, el reino milenial
(cap. 20) y finalmente la Nueva Jerusalén y los cielos nuevos y la tierra nueva (caps.
21–22). Así como el tema principal de los cuatro evangelios es la primera venida del
Señor, es evidente que la verdad central de toda esta sección es la segunda venida de
Cristo que aparece en el cap. 19.
Mientras que se han sugerido muchas interpretaciones para el libro de Apocalipsis,
la única perspectiva que proporciona un conocimiento convincente es la que considera
que a partir del cap. 4, el libro contiene profecías relacionadas con acontecimientos
futuros. Cualquier otro sistema de interpretación se pierde en un laberinto de opiniones
contradictorias.
Aunque en esta sección futurista no se presentan necesariamente todos los
acontecimientos en estricto orden cronológico, sin embargo, todos están en el futuro.
Por eso, esta parte del libro presenta un cuadro más gráfico y detallado del porvenir que
cualquiera de los que aparecen en otras partes de la Biblia. Esta revelación es un clímax
adecuado para todas las profecías bíblicas relacionadas con la historia humana, las
cuales están apropiadamente centradas en la persona y obra de Jesucristo.
La revelación del futuro inicia con una visión celestial (caps. 4–5). A partir del cap.
6, a medida que se van abriendo los siete sellos, éstos constituyen el principal
movimiento cronológico de la gran tribulación, la cual conduce a la segunda venida de
Cristo. Las siete trompetas contienen los detalles de los acontecimientos que vendrán
como consecuencia de la apertura del séptimo sello. De la misma manera, en el cap. 16,
las siete copas de la ira de Dios revelan el contenido de la séptima trompeta.
El orden que se sigue va progresando hacia un clímax, y a medida que se acerca el
período de la segunda venida de Cristo, los acontecimientos se suceden con rapidez
cada vez más acelerada y con mayor devastación. Una vez que se ha revelado la
segunda venida de Cristo, los últimos capítulos resumen en forma breve el período más
extenso de acontecimientos futuros,—el cap. 20 se relaciona con el reino milenial y los
caps. 21–22 describen los cielos nuevos y la nueva tierra.
Es evidente que el propósito principal del libro de Apocalipsis es presentar la
segunda venida de Cristo y los acontecimientos que la acompañarán. Esto es con el fin
de dar una palabra de advertencia al pueblo de Dios, así como al mundo en general,
acerca de la importancia de estar preparados para enfrentar el juicio divino venidero.
A. Visión del trono celestial (cap. 4)
1. LA INVITACIÓN (4:1)
4:1. Juan recibió la visión del trono celestial después de escuchar la revelación de
los mensajes a las iglesias. La secuencia de tiempo se indica por la expresión después
de esto (meta tauta).
El apóstol vio una puerta abierta en el cielo y escuchó una voz que le invitaba
diciendo: Sube acá y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas. La
frase “las cosas que sucederán después de estas” es similar a la que aparece en 1:19: “las
[cosas] que han de ser después de estas”. Mientras que este último v. indica que los
acontecimientos han de suceder más tarde, en 4:1b se usa la palabra gr. dei, que
significa que éstos tienen que suceder. Esto no sólo apunta al futuro, sino también al
propósito soberano de Dios. El parecido entre ambas expresiones confirma el bosquejo
cronológico en tres partes que se esboza en 1:19. Cronológicamente, tanto la revelación
como su cumplimiento son posteriores a los caps. 1–3.
2. EL TRONO CELESTIAL (4:2–3)
4:2–3. Juan declara que al instante … estaba en el Espíritu (o “en [mi] espíritu”;
cf. 1:10; 17:3), lo que indica que virtualmente fue llevado al cielo aunque de hecho, su
cuerpo estaba todavía en la isla de Patmos. En ese lugar, vio un trono … en el cielo y a
uno sentado en él que tenía la apariencia de piedra de jaspe y de cornalina. El jaspe
(cf. 21:18) era una piedra transparente muy diferente al jaspe opaco que se conoce en la
actualidad; puede haber sido semejante al diamante. La cornalina (cornerina) también se
conoce como rubí (que es como la trad. la NVI95 en el A.T.) y el sardónice (piedra
sárdica), eran de color rojo rubí. El jaspe y la cornalina eran la última y primera de las
doce gemas que estaban en el pectoral del juicio del sumo sacerdote (cf. Éx. 28:17–21).
También se usaban el jaspe y el sardónice en relación con el rey de Tiro (Ez. 28:13) y
además, esas piedras preciosas también formarán parte de los cimientos de la Nueva
Jerusalén (Ap. 21:19–20). La apariencia general del trono era de gran belleza y colorido
V. véase
lit. literalmente
tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono (cf. Dn. 7:9,
13–14).
4. LA ADORACIÓN DEL CORDERO (5:8–14)
5:8. Cuando el Cordero hubo tomado el libro …, los veinticuatro ancianos se
postraron delante de él y le adoraron. Todos tenían arpas, y copas de oro llenas de
incienso, las cuales se interpretan como las oraciones de los santos (cf. Sal. 141:2).
Aunque los ángeles presentaban las oraciones, no eran sacerdotes o mediadores. En
Apocalipsis, sólo se mencionan el arpa (lira) y la trompeta como instrumentos musicales
de adoración celestial.
5:9–10. Entonando un nuevo cántico, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro
ancianos adjudicaban al Cordero la capacidad de tomar el libro y de abrir sus sellos,
afirmando que él fue inmolado, y con su sangre redimió a los hombres para Dios, de
todo linaje y lengua y pueblo y nación. Con los que fueron comprados con su sangre,
formó un pueblo de reyes y sacerdotes para que sirvieran a Dios (cf. 1:6) y para que
reinaran sobre la tierra. “Redimido” o “comprado” viene del vb. gr. agorazō (V.
“Palabras referentes a la redención en el Nuevo Testamento”, en el Apéndice, pág. 283).
En estos vv. existe un problema textual. El texto gr. que se usó para la trad. de la
RVR60 indica que el cántico nuevo lo entonan aquellos que han sido redimidos: “con tu
sangr. nos has redimido para Dios …, y nos has hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Sin embargo, la NVI95 trad.: “con tu sangre compraste para Dios gente …, de ellos
hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la
tierra”. Si la RVR60 está correcta, los veinticuatro ancianos deben representar a la
iglesia o a los santos en general. Pero si su cántico es impersonal como en la NVI95, y
simplemente cantan que Cristo es el Redentor de todo hombre, esto abre la posibilidad a
que los veinticuatro ancianos sean ángeles, aunque esto no se afirme expresamente.
Mientras que los eruditos difieren en este punto, parecería que puesto que los
ancianos están en sus tronos y han recibido la corona de vencedor, representan a la
iglesia en vez de a los ángeles, ya que a esas alturas del programa de Dios, éstos todavía
no han sido juzgados ni galardonados. Pero muy pronto, los ángeles se unen a los seres
vivientes y a los ancianos en la alabanza del Cordero (5:11–12). Aunque existan dos
interpretaciones diferentes de este pasaje, este hecho no debe ensombrecer la belleza del
cuadro celestial y la maravilla de este cántico de alabanza.
5:11–12. Después, la voz de muchos ángeles se unió a la de los seres vivientes, y
de los ancianos para elevar su alabanza al Señor. Todos ellos decían (legontes) a gran
voz, en contraste con el v. 9, donde los veinticuatro ancianos “cantaban” (adousin). En
su adoración, los ángeles atribuyen al Cordero el poder, las riquezas, la sabiduría, la
fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.
5:13–14. A continuación, todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y
debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, se une a la
multitud celestial en la alabanza a Dios. En este acto final de adoración, los cuatro
seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron … y
adoraron.
Con la visión celestial de los caps. 4–5, el escenario queda listo para los dramáticos
acontecimientos que siguen, la apertura de los siete sellos. Esta revelación pone en claro
que el cielo es real, no imaginario. Estos dos caps. revelan la gloria indescriptible e
infinita majestad que el Dios Trino posee en el cielo. Los siguientes, revelan el poder
soberano de Dios, que se expresa en juicio contra el mundo impío, mismo que se halla
BJ Biblia de Jerusalén
15:16). Parece que el librito simboliza la palabra de Dios y la revelación divina en
general, porque a Juan se le encomienda que la enseñe con fidelidad.
De cierto, para Juan la palabra de Dios fue dulce a su paladar debido a que contiene
la revelación de la gracia divina junto con sus muchas y preciosas promesas que
pertenecen a los creyentes. Como tal, contrasta grandemente con las circunstancias que
el apóstol estaba padeciendo en la isla de Patmos. David había dicho: “Los juicios de
Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro
afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal” (Sal. 19:9–10). Aunque
la palabra es dulce a los creyentes, será amarga para los incrédulos cuando haga caer el
juicio divino sobre ellos.
G. Los dos testigos (11:1–14)
Aunque es claro que 11:1–14 continúa con la sección parentética iniciada en 10:1,
ha surgido una asombrosa variedad de interpretaciones de esta porción de las Escrituras.
Alford llama a este cap. “uno de los más difíciles de todo el libro de Apocalipsis” (The
Greek Testament, “El Testamento Griego”, 4:655).
La mejor guía a seguir para interpretar esta sección, es tomar cada hecho lit. Acorde
con este principio, existirá un templo lit. que habrá sido edificado durante la gran
tribulación, y la ciudad debe considerarse lit. como la ciudad de Jerusalén, según se
identifica en 11:8. Los períodos de tiempo de 42 meses (v. 2) y tres días y medio (vv. 9,
11) también deben tomarse lit. El terremoto virtualmente matará a siete mil individuos y
los dos testigos deben interpretarse como dos hombres.
1. LAS MEDIDAS DEL TEMPLO (11:1–2)
11:1–2. A Juan se le dio una caña semejante a una vara de medir ligera, que
debía usar como instrumento de medición. Se le instruyó a que midiera el templo de
Dios, y el altar, pero que no midiera el patio que está fuera del templo, lo cual
significa que debía medir los lugares santo y santísimo. Mientras que otras personas
podían reunirse en el atrio exterior, sólo los sacerdotes podían entrar en esos dos salones
del templo. La explicación que se le da es que el atrio exterior estaba bajo el control de
los gentiles, quienes hollarían la ciudad santa por cuarenta y dos meses.
¿Para qué debía medir Juan el templo? Generalmente, se miden las posesiones
personales, y el templo pertenece a Dios. El templo se midió en Ezequiel 40 así como se
medirá la nueva Jerusalén (Ap. 21:15–17). El templo a que se refiere esto será
construido para que los judíos ortodoxos puedan ofrecer sus sacrificios de acuerdo a la
ley mosaica en el período de la primera mitad del espacio de siete años conocido como
la semana setenta de Daniel. Sin embargo, al principio de los cuarenta y dos meses que
durará la gran tribulación, los sacrificios se suspenderán y el templo será profanado para
convertirse en el santuario del gobernante mundial de la gran tribulación que pondrá un
ídolo en el altar y se autoproclamará como Dios (cf. Dn. 9:27; 12:11; 2 Ts. 2:4; Ap.
13:14–15).
También se le dieron instrucciones a Juan de que contara a los adoradores que
llegaran al templo. Parece que la idea aquí es que Dios evaluará tanto al templo como a
quienes lleguen a él.
La tendencia de algunos es a espiritualizar el período de cuarenta y dos meses de la
gran tribulación, pero esto debe tomarse como un espacio lit., lo cual se confirma por
los mil doscientos sesenta días de 11:3, que equivalen a cuarenta y dos meses de treinta
días cada uno. De esto, se desprende claramente que “el tiempo de los gentiles” (Lc.
21:24) no terminará sino hasta que Cristo venga por segunda vez a la tierra para
establecer su reino. Aunque los judíos tengan posesión de Jerusalén temporalmente,
como ha sucedido en este siglo, perderán su posesión durante la gran tribulación.
Algunos creen que los cuarenta y dos meses se refieren a la primera mitad de la
semana setenta de Daniel (Dn. 9:27). Aunque esto no es muy claro, la evidencia que
rodea este pasaje de Apocalipsis se refiere a los últimos tres años y medio. Parece que
esto también se confirma por el hecho de que en la primera mitad de los últimos siete
años, los judíos poseerán de hecho la ciudad de Jerusalén y adorarán en su templo,
mientras que aquí el contexto indica que este es el período en que los gentiles habrán
hollado la ciudad santa, lo cual implica el maltrato de los judíos y la profanación del
templo.
2. EL MINISTERIO DE LOS DOS TESTIGOS (11:3–6)
11:3–6. A Juan se le reveló que los dos testigos recibirán poder de Dios para actuar
como profetas por mil doscientos sesenta días o cuarenta y dos meses. Además, irán
vestidos de cilicio y se les llama los dos olivos, y los dos candeleros.
Se han dado numerosas y variadas interpretaciones para explicar a los dos testigos.
Algunos sugieren que no serán personas reales. Sin embargo, en vista del hecho de que
mueren y resucitan, la implicación es que sí son personas reales.
Otro problema es su identificación. Una interpretación muy común es que se trata de
Moisés y Elías, porque los juicios infligidos por ellos en el A.T. son similares a los que
envían estos dos personajes (11:5–6). Existe mayor apoyo a la identificación de Elías
debido a la profecía (Mal. 4:5) que dice que aparecerá “antes que venga el día de
Jehová, grande y terrible”. Cristo dijo que esta profecía relativa a Elías se había
cumplido parcialmente durante la existencia terrenal del Señor (Mt. 17:10–13; Mr.
9:11–13; cf. Lc. 1:17). Además, tanto Moisés como Elías participaron en la
transfiguración (cf., Mt. 17:3), que fue un anticipo de la segunda venida. Pero hay un
problema con esta identificación sugerida, y es que Moisés ya murió una vez. Algunos
han identificado a los dos testigos con Enoc y Elías puesto que no murieron, sino que
fueron trasladados al cielo (cf. He. 9:27)
Aunque hay espacio para discutir ampliamente los diversos puntos de vista, el hecho
es que el pasaje no identifica a los dos testigos y probablemente no tienen una
identificación histórica.
La descripción que se hace de los dos testigos como olivos y candeleros tiene
antecedentes en el A.T. (Zac. 4:2–14). Los dos testigos que aparecen en el pasaje
veterotestamentario fueron el sumo sacerdote Josué y el gobernador Zorobabel. Su
relación con los candeleros es que a ellos se les dio el poder del Espíritu Santo,
simbolizado por el aceite de olivo. De la misma manera, los dos testigos de Apocalipsis
11 tendrán el poder del Espíritu Santo.
Como los profetas de la antigüedad, los dos testigos serán capaces de realizar
milagros sobrenaturales, y destruirán con fuego a quienes traten de hacerles daño (Ap.
11:5). Al igual que Elías, tendrán el poder de detener la lluvia y como Moisés, podrán
convertir el agua en sangre y hacer que vengan plagas (v. 6). En medio de la
incredulidad, apostasía y poder satánico de la gran tribulación, estos dos testigos serán
una amenaza para todo el malvado mundo por un período lit. de mil doscientos sesenta
días.
3. LA MUERTE DE LOS DOS TESTIGOS (11:7–10)
11:7–10. Cuando termine el ministerio de los dos testigos, Dios permitirá que la
bestia suba del abismo (cf. 9:1–2, 11; 17:8; 20:1, 3) para que los destruya. La bestia, o
sea el anticristo, se menciona otras nueve veces en Apocalipsis (13:1; 14:9, 11; 15:2;
16:2; 17:3, 13; 19:20; 20:10). Después de que mueran los dos testigos, sus cuerpos serán
dejados sin enterrar en Jerusalén, que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto,
debido a la apostasía y rechazo de la gente hacia Dios.
Por tres días y medio, todo el mundo se regocijará de que hayan muerto. Esto
implica que habrá algún tipo de exhibición mundial, que en la actualidad es posible
gracias a las transmisiones por televisión. Su muerte será considerada como una gran
victoria del gobernante mundial y de Satanás, y será celebrada, porque las personas se
enviarán regalos unos a otros.
4. LA RESURRECCIÓN DE LOS DOS TESTIGOS (11:11–12)
11:11–12. Sin embargo, después de tres días y medio de estar en la plaza, de pronto
los dos testigos fueron resucitados y se levantaron sobre sus pies. Respondieron al
llamado que se les hizo: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos
los vieron con gran temor.
5. EL RESULTANTE JUICIO DIVINO SOBRE JERUSALÉN (11:13–14)
11:13–14. Al mismo tiempo, hubo un gran terremoto en Jerusalén y la décima
parte de la ciudad se derrumbó, y … murieron … siete mil hombres. En contraste
con los juicios anteriores, donde continúan el desprecio y rebelión hacia Dios, en éste,
los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo. Así termina el segundo
ay, quedando pendiente sólo la séptima trompeta y el tercer, y último, ay.
H. La séptima trompeta (11:15–19)
11:15. Aunque los resultados completos del sonido de la séptima trompeta sólo se
esbozan aquí y no se concluyen (como se hará en el cap. 16), la introducción de la
séptima trompeta es muy dramática. Cuando el ángel tocó la trompeta, se escucharon
voces en el cielo que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro
Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. (Cf. las predicciones del
reino terrenal de Cristo en Ez. 21:26–27; Dn. 2:35, 44; 4:3; 6:26; 7:14, 26–27; Zac.
14:9.) El hecho de que esto se cumplirá en la segunda venida de Cristo, pone en claro
que cronológicamente, el período de la séptima trompeta llega hasta el regreso de
Cristo. Por lo tanto, la séptima trompeta introduce e incluye los juicios de las siete copas
de la ira de Dios que se revelan en el cap. 16. En contraste con las trompetas anteriores,
donde sólo se escucha una voz, aquí se une a la proclamación un grandioso coro del
cielo.
11:16–18. Después de este anuncio, los veinticuatro ancianos, que aparecen con
frecuencia (4:4, 10; 5:5–6, 8, 11, 14; 7:11, 13; 11:16; 14:3; 19:4), y que estaban
sentados delante de Dios en sus tronos, fueron vistos por Juan cuando se postraron
sobre sus rostros, y adoraron a Dios. Su canto de alabanza indica que el tiempo ha
llegado para que Dios juzgue a las naciones, así como a los muertos, y que entregue el
galardón a sus siervos.
Dios se describe como el Señor Dios Todopoderoso (pantokratōr; que también se
usa en 1:8; 4:8; 15:3; 16:7, 14; 19:6, 15; 21:22), el eterno (el que eres y que eras [cf.
1:8; 4:8] y que has de venir) y como el que tiene gran poder (dynamin; 11:17). En
general, este cántico de alabanza anticipa la segunda venida de Cristo y el
establecimiento de su reino en la tierra.
11:19. El cap. cierra con otro dramático incidente. Juan escribió: Y el templo de
Dios fue abierto en el cielo. Al mismo tiempo, el apóstol pudo mirar dentro y ver el
arca de su pacto … en el templo. Esto se refiere al templo celestial y no al terrenal.
Sin embargo, los resultados correspondientes en la tierra incluyeron relámpagos …
truenos, un terremoto y grande granizo (cf. 8:5)
La dramática introducción de los acontecimientos relativos a la séptima trompeta
concluyen aquí y se retomarán en el cap. 16. Cronológicamente, el tiempo se sitúa cerca
de la segunda venida de Cristo.
I. Los siete grandes personajes de los últimos tiempos (caps. 12–15)
Aunque en 11:15 se registra que la séptima trompeta sonó, los detalles de lo que
vendrá a causa de ella no se revelan sino hasta el cap. 16. Entonces, los caps. 12–15
miran hacia las profecías de los últimos tiempos desde otra perspectiva, y presentan los
grandes personajes que estarán involucrados en la segunda mitad del período de siete
años.
Muchos han señalado que en los caps. 12–13 aparecen siete personajes: (1) una
mujer vestida con el sol, que representa a Israel (12:1–2); (2) el dragón escarlata con
siete cabezas y diez cuernos, que representa a Satanás (12:3–4); (3) el hijo varón, que
representa a Jesucristo (12:5–6); (4) el arcángel Miguel, que lanza a Satanás fuera del
cielo (12:7–12); (5) la descendencia de la mujer que es perseguida por el dragón (12:13–
17); (6) la bestia que sale del mar o el futuro dictador mundial (13:2–10); y (7) la otra
bestia que sube de la tierra, el falso profeta (13:11–18). Estos caps. no avanzan la
narrativa cronológicamente, sino que presentan los acontecimientos y situaciones que
coinciden con el sonar de las trompetas. La progresión cronológica de los sucesos se
reanuda en el cap. 16.
1. EL PRIMER PERSONAJE: UNA MUJER VESTIDA DEL SOL (12:1–2)
12:1–2. El primer gran personaje aparece en el cielo, y se dice que es una gran
señal (sēmeion mega; cf. 13:13): una mujer vestida del sol, con la luna debajo de
sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Sin duda, la señal provocó
asombro, como indica la frase “una gran señal”, aunque Juan no utilizó la palabra gr.
“maravilla” (teras). Este es el primero de una serie de sucesos llamados “señales” o
“milagros” (12:3; 13:13–14; 15:1; 16:14; 19:20). Como tales, son símbolos de algo que
Dios estaba por revelar y generalmente contienen un elemento de advertencia profética.
Aunque la señal fue vista en el cielo, es evidente que los acontecimientos que siguen
ocurren en la tierra.
La mujer simboliza a Israel, como se indica en Génesis 37:9–11, donde el sol y la
luna se refieren a Jacob y Raquel, los padres de José. Las estrellas de la corona de la
mujer claramente se relacionan con los doce hijos de Jacob e identifican a la mujer con
Israel, en cumplimiento del pacto abrahámico. J. B. Smith cita Isaías 60:1–3, 20 como
prueba de que el sol se refiere al futuro glorioso de Israel (A Revelation of Jesus Christ,
“Una Revelación de Jesucristo”, pág. 182).
Muchos comentaristas están tan interesados en identificar a la iglesia con Israel, que
ignoran estas obvias indicaciones de que la mujer es Israel. Robert H. Mounce, por
ejemplo, dice que la mujer es “la comunidad mesiánica, el Israel ideal … la iglesia (Ap.
12:17). El pueblo de Dios ha sido uno solo a través de toda la historia de la redención”
(The Book of Revelation, “El Libro de Apocalipsis”, pág. 236). Mientras que sí existe
una unidad en el pueblo de Dios, esto no elimina las distinciones dispensacionales y
raciales.
Este símbolo, aunque no se refiere específicamente a María, la madre de Cristo,
apunta a Israel como el origen de Jesucristo. Así que no se refiere a la iglesia. En las
Escrituras, las malas mujeres a veces se utilizan para representar a la falsa religión como
en el caso de Jezabel (2:20); por otro lado, la iglesia apóstata de los últimos tiempos es
una prostituta (17:1–7, 15, 18); e Israel aparece como la esposa adúltera de Dios (Os.
2:2–13). En contraste, la iglesia se representa como una novia virgen (2 Co. 11:2), que
es la esposa del Cordero (Ap. 19:7).
Se dice que la mujer estaba encinta y que ya estaba sufriendo los dolores de parto
(12:2). Mientras que en cierto sentido esto puede haberse cumplido durante el
nacimiento de Cristo de la virgen María, parece que el contexto se refiere al sufrimiento
de la naciente nación de Israel antes de la segunda venida de Cristo. Esto se afirma de
nuevo en los vv. que siguen.
2. EL SEGUNDO PERSONAJE: EL DRAGÓN ESCARLATA CON SIETE CABEZAS Y DIEZ CUERNOS
(12:3–4)
12:3–4. La segunda señal (sēmeion; cf. v. 1) apareció … en el cielo, aunque de
hecho se relaciona con escenas de la tierra. Era un gran dragón escarlata, que tenía
siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas. Por las descripciones
similares que aparecen en Daniel 7:7–8, 24 y Apocalipsis 13:1, esta bestia representa el
control que tendrá Satanás sobre los imperios mundiales de la gran tribulación.
Apocalipsis 12:9 identifica al dragón con Satanás. El color escarlata puede indicar el
derramamiento de sangre que habrá en ese período. Los diez cuernos representan
simbólicamente a diez reyes (V. Dn. 7:24) que reinarán simultáneamente con el
dirigente mundial y que se mencionan en Daniel 7:7 y Apocalipsis 13:1.
La referencia a la tercera parte de las estrellas del cielo que fueron arrojadas
sobre la tierra, parece indicar que el poder satánico se extenderá tanto a los cielos
como a la tierra. Satanás es visto aquí como teniendo poder sobre aquellos que se le
oponen tanto espiritual como políticamente. La intención del dragón era devorar al hijo
de la mujer tan pronto como naciese (12:4). Esto parece referirse a los intentos que ha
hecho Satanás por destruir al niño Jesús. En los dos Testamentos, es muy clara la
oposición satánica a Israel, y en especial a la línea mesiánica.
3. EL TERCER PERSONAJE: CRISTO, EL HIJO VARÓN (12:5–6)
12:5–6. Cuando nació el niño, que se describe como un hijo varón, que regirá con
vara de hierro a todas las naciones …, fue arrebatado para Dios y para su trono.
Evidentemente, este niño es Jesucristo (Sal. 2:9; Ap. 19:15). Alford dice que “el
hombre-niño es el Señor Jesucristo y no ningún otro” (The Greek Testament, “El
Testamento Griego”, 4:668). El arrebato del niño se refiere a la ascensión, no al rapto
posterior de la iglesia, aunque se utilice la misma palabra “arrebato” para referirse al
rapto (1 Ts. 4:17; cf. Hch. 8:39; 2 Co. 12:2–4). El rapto de la iglesia no puede constituir
la liberación del hombre-niño del poder de Satanás.
La liberación tuvo lugar cuando la mujer huyó al desierto, a un lugar preparado
por Dios, donde fue sustentada por mil doscientos sesenta días, que equivale a tres
años y medio o cuarenta y dos meses de treinta días cada uno. Mateo (24:16) se refiere a
la huida de Israel al principio de la gran tribulación (cf. Mr. 13:14). Las referencias que
se hacen tanto al desierto como a las montañas no se contradicen, ya que ambos son
lugares salvajes. En su escondite en el desierto, Israel será preservado tan
milagrosamente como lo fue durante el viaje por el desierto cuando salió de Egipto con
rumbo a la tierra prometida.
Este período de tiempo es de mil doscientos sesenta días, que posteriormente se
describe como “un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo” (cf. el comentario de
Ap. 12:14). Esta acción (vv. 5–6) sigue a lo que se describe en el v. 7 como “una gran
batalla en el cielo”.
4. EL CUARTO PERSONAJE: SATANÁS ES LANZADO FUERA DEL CIELO (12:7–12)
12:7. Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel, el arcángel (cf. Jud. 9),
y sus ángeles lucharon contra Satanás y sus ángeles, i.e., los demonios. No se indica
cuándo se va a realizar esa batalla, pero el contexto se refiere a los últimos tiempos.
Debido al contexto de Apocalipsis 12, no se justifican los esfuerzos de algunos
expositores por hacer que esto coincida con la primera venida de Cristo, relacionándola
con Lucas 10:18. Además, Satanás está más abiertamente activo durante el actual
período de la iglesia (cf. Hch. 5:3; 1 Co. 5:5; 7:5; 2 Co. 2:11; 11:14; 12:7; 1 Ti. 1:20; 1
P. 5:8).
El concepto de que Satanás está inactivo en la era presente es una concepción falsa,
que está basada en la idea de situar el encadenamiento de Satanás durante la primera
venida de Cristo (Ap. 20:1–3). Sin embargo, este es un evento que todavía está en el
futuro y se relaciona con el reino milenial.
12:8–9. El resultado de la guerra es que Satanás será lanzado fuera, y claramente se
revela su carácter por los diversos títulos que se le adjudican: el gran dragón, la
serpiente antigua …, diablo y Satanás. Con él, también serán arrojados fuera sus
ángeles caídos del mundo demoniaco.
Parece difícil entender el concepto de que Satanás esté en el cielo, pero es claro que
en la actualidad actúa como el acusador de los santos (cf. Job 1:6; Ap. 12:10). Aunque
Satanás fue derrotado en la primera venida de Cristo (Jn. 16:11), su ejecución ha sido
demorada y se efectuará en etapas. Aquí (Ap. 12:8–9), él va a ser arrojado fuera del
cielo a mitad de la tribulación. Posteriormente, será atado por toda la duración del reino
milenial (20:1–3). Finalmente, será lanzado en el lago de fuego y azufre (20:10), a
donde mil años antes habrán sido lanzados el gobernante mundial (anticristo) y el falso
profeta.
Satanás y las actividades que desempeña en el cielo y en la tierra se oponen a Cristo
en sus funciones de Sacerdote en el cielo, de Rey en el mundo cuando esté dominado
por Satanás durante la gran tribulación, y de verdadero Profeta, al apoyar a la bestia que
sube de la tierra (13:11), que es el falso profeta (20:10). Satanás se identifica como la
serpiente antigua, alias el diablo o Satanás, y se declara que es el que hizo que el mundo
entero se descarriara. Cuando sea lanzado a la tierra, todos los ángeles caídos o
demonios también serán arrojados juntamente con él.
12:10–12. Después, Juan escuchó que una gran voz en el cielo entonaba un himno
que anunciaba la manifestación venidera de la salvación divina y del poder con el
advenimiento del reino milenial. Satanás es reconocido como el acusador de los
creyentes delante de nuestro Dios día y noche. El principio por el cual él será vencido
y lanzado fuera del cielo es por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos. Cristo no sólo provee la victoria, sino que también aquellos que
fueron martirizados tomarán parte en ella. Se llama a los que están en los cielos a que se
regocijen por la derrota de Satanás, pero a la tierra se le advierte que el diablo ha
descendido … con gran ira, porque sabe que tiene poco tiempo. El diablo sabe que su
tiempo estará limitado a mil doscientos sesenta días, el período de la gran tribulación.
Ni haciendo un gran esfuerzo por estirar la imaginación se pueden ampliar estas
profecías, como algunos pretenden hacer, para que cubran toda la era comprendida entre
los dos advenimientos de Cristo.
5. EL QUINTO PERSONAJE: LA DESCENDENCIA DE LA MUJER ES PERSEGUIDA POR EL DRAGÓN
(12:13–17)
12:13–14. La mujer que fue presentada en el v. 1 se convierte en el objeto especial
de la persecución satánica. A ella se le prestará una ayuda sobrenatural que se simboliza
por las dos alas de la gran águila, las cuales le permitirán volar de delante de la
serpiente a un lugar preparado para ella en el desierto.
El escondite no se identifica claramente. Algunos sugieren que puede ser Petra, la
excapital fortificada de los nabateos situada en Edom, al sur del mar Muerto. Esa ciudad
tiene una entrada muy angosta que fácilmente puede ser bloqueada, pero que se abre a
un gran cañón capaz de albergar a muchos miles de personas. Aunque las Escrituras no
son específicas, algunos creen que los 144,000 que se mencionan en el cap. 7 serán
preservados en ese lugar. Ellas hablan de un sello divino que será puesto sobre ellos
para protegerlos.
Las dos alas probablemente no se refieren a modernos aeroplanos, sino al poder
libertador de Dios, y son una figura de lenguaje tomada de pasajes del A.T. tales como
Éxodo 19:4 y Deuteronomio 32:11–12. La huida de Israel a un lugar de refugio también
se menciona en Mateo 24:16; Marcos 13:14 y Lucas 21:21.
Aunque Apocalipsis 12:6, 14 se refiere al refugio como al desierto y los pasajes
sinópticos mencionados hablan de montañas, esto no es una contradicción, porque tanto
el uno como las otras están en zonas salvajes. La duración del tiempo de su preservación
se dice que es un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo. Esto se refiere a los tres
años y medio de la gran tribulación, donde “un tiempo” equivale a un año, “tiempos” a
dos, y “la mitad de un tiempo” indica seis meses (cf. Dn. 7:25; 12:7 con los cuarenta y
dos meses a que se refieren Ap. 11:2; 13:5). La mención que se hace de estos períodos
de tiempo específicos muestra que la gran tribulación no es toda la presente era, sino los
tres años y medio que precederán a la segunda venida de Cristo.
12:15–17. Al ir persiguiendo a la mujer, el diablo con apariencia de serpiente
ocasionará una inundación para que [ella] sea arrastrada por el río, pero la tierra se
tragará al río. Algunos interpretan esto como una inundación lit., pero puesto que Israel
podría huir en todas direcciones, la geografía de la Tierra Santa no se presta para ese
tipo de inundación. Probablemente ésta representa el esfuerzo de Satanás por exterminar
a Israel, pero el abrupto terreno lo impide, y además provee numerosos lugares de
refugio. De algún modo, Dios ayudará a los israelitas para que no sean totalmente
destruidos, aunque Zacarías 13:8 indica que “las dos terceras partes serán cortadas en
ella, y se perderán”.
Aunque sólo la tercera parte de Israel que esté en su tierra será preservada de esta
forma (de la cual forman parte los 144,000 de Ap. 7), Satanás, el dragón, continuará
atacando al remanente.
Apocalipsis 12 presenta cuatro personajes importantes y un grupo de personas que
vivirán en los últimos tiempos: Israel, Satanás, Cristo, el arcángel y el remanente de
Israel. En Apocalipsis 13, dos importantes personajes complementan la escena.
6. EL SEXTO PERSONAJE: LA BESTIA QUE SUBE DEL MAR (13:1–10)
a. Presentación de la bestia que sube del mar (13:1–2)
13:1–2. El cap. 13 presenta a un personaje que será de la mayor importancia en los
últimos tiempos. Juan dice: vi subir del mar una bestia. Sus siete cabezas y diez
cuernos representan al imperio romano renacido, que también fue descrito como la
cuarta bestia de Daniel, la cual también tenía diez cuernos (Dn. 7:7–8; cf. Ap. 13:3;
17:3, 7). En Apocalipsis 13 y 17, la bestia es el gobernante mundial, mientras que en
Daniel 7, el dirigente global es el cuerno pequeño de la bestia.
El hecho de que la bestia sale del mar indica que es un gentil, porque procede de un
mar de “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas” (cf. Ap. 17:15).
Muchos han dicho que la bestia se refiere a algún personaje de la historia pasada,
pero claramente el contexto se refiere a los últimos tres años y medio que precederán a
la segunda venida de Cristo. Bajo el control de ese gobernante principal, durante la gran
tribulación se levantarán diez naciones en el Medio Oriente (cf. Dn. 7:24: “los diez
cuernos … [son] diez reyes”). (Para una discusión de los distintos puntos de vista de
este personaje, V. Walvoord, Revelation, “Apocalipsis”, págs. 198–99.)
En Apocalipsis 13:2, se describe a la bestia como una combinación de los símbolos
de los tres imperios anteriores: Grecia (leopardo, cf. Dn. 7:6), Medo Persia (oso, cf. Dn.
7:5), y Babilonia (león, cf. Dn. 7:4). El poder de la bestia procede de Satanás mismo: el
dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Esto coincide con lo que dice
Pablo (2 Ts. 2:9, NVI95): “el malvado (i.e., el anticristo, la primera bestia de Ap. 13)
vendrá con toda clase de milagros (dynamei), señales (sēmeiois) y prodigios falsos
(terasin)”.
b. La herida mortal de la bestia (13:3)
13:3. Parece que las siete cabezas de la bestia representan a sendos destacados
líderes, uno de ellos, tal vez el séptimo, sufrirá una herida mortal causada por una
espada (v. 14), la cual será sanada enseguida. Esto despertará un gran asombro en el
mundo entero.
Algunos han tratado de identificar a esa bestia como alguien del pasado o del
presente que ha de convertirse en el último gobernante mundial. Entre los que se han
sugerido están: Nerón, Judas Iscariote, Mussolini, Hitler, Stalin, Kissinger, y muchos
otros; pero evidentemente las características de esos hombres no concuerdan en todos
los detalles con el gobernante mundial que todavía está en el futuro.
¿Cuál es el significado de la herida mortal de la que fue sanado? Parece que hay dos
posibilidades que cumplen con esta descripción. Por ejemplo, Alford ve a la herida
mortal como la destrucción del “imperio romano pagano” a manos del “imperio
cristiano romano”, convirtiendo esto en un asunto histórico y no profético (The Greek
Testament, “El Testamento Griego”, 4:675). Por tanto, el renacimiento del imperio
romano equivaldría a la curación milagrosa de la herida. Otra explicación plausible es
que el último gobernante mundial recibirá una herida que normalmente sería fatal, pero
es milagrosamente sanado por Satanás. Mientras que la resurrección de un muerto
supera al poder de Satanás, sí está dentro de su poder sanar una herida, y puede que ésta
sea la explicación. El punto importante es que el último gobernante mundial llegará al
poder apoyado por una milagrosa sanidad realizada por Satanás mismo.
c. La adoración de Satanás y la bestia (13:4–6)
13:4–6. El carácter sobrenatural de la bestia hará que se convierta en objeto de
adoración junto con Satanás, que es la fuente de su poder. El propósito de Satanás
siempre ha sido recibir la adoración que sólo debe darse a Dios, como se establece en
Isaías 14:14: “seré semejante al Altísimo”. Esta es la forma final de la engañosa religión
de Satanás, en la cual él asumirá el lugar de Dios el Padre y la bestia o gobernante
mundial usurpará la posición de rey de reyes como sustituto de Cristo. Esta situación
probablemente se dará al principio de los últimos tres años y medio cuando comience la
gran tribulación.
Reconociendo el carácter sobrenatural de Satanás y el gobernante, surgirá la
pregunta: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? (Ap. 13:4)
Probablemente esto explique cómo es que la bestia llegará a ser el gobernante mundial
sin tener que guerrear. La usurpación blasfema del papel de Dios continuará por
cuarenta y dos meses, durante los cuales la bestia dirá blasfemias contra Dios así
como contra el cielo y los que moran en el cielo.
d. El poder mundial de la bestia (13:7–8)
13:7–8. La bestia se convertirá en el gobernante mundial y su autoridad se extenderá
sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación, como se predice en Daniel 7:23: “a toda la
tierra devorará, trillará y despedazará”.
Además de que logrará dominar a todo el mundo, también va a abolir todas las otras
religiones y exigirá que todos le adoren (cf. 2 Ts. 2:4). Todos los moradores de la
tierra adorarán a la bestia, excepto aquellos cuyos nombres están escritos en el libro
de la vida. En la expresión del Cordero que fue inmolado desde el principio del
mundo, parece (como afirma la nota mar. de la NVI95) que las palabras “desde el
principio del mundo” tienen que ver con el tiempo de la eternidad pasada en que los
nombres se escribieron en el libro de la vida y no con la crucifixión de Cristo, puesto
que él no fue crucificado cuando se creó el mundo. Como dice Pablo, aquellos que son
salvos fueron predestinados para la salvación antes de la creación (cf. Ef. 1:4).
lit. literalmente
V. véase
pequeños montes a lo largo del río Tíber que se llamaban Palatino, Aventino, Celio,
Esquilino, Viminal, Quirinal y Capitolino. Sin embargo, posteriormente la ciudad se
extendió hasta abarcar el monte Janículo y otro que estaba al norte llamado Pincio.
Aunque a Roma se la conoce por tener siete colinas o montes, no todos los escritores
incluyen los mismos montículos en sus listas.
Un estudio detallado del pasaje no apoya la conclusión de que esta descripción se
refiere a Roma. Por ejemplo, Seiss ofrece abundantes evidencias de que se refiere a siete
gobernantes y no precisamente a colinas (The Apocalypse, “Apocalipsis”, págs. 391–
94). Esto se apoya en el mismo texto, que dice que son siete reyes (lit., “las siete
cabezas son siete reyes”, v. 10). Si los montes representan reyes, entonces es evidente
que no son colinas literales y no se refiere específicamente a Roma, sino a gobernantes.
Este punto de vista se apoya también en el v. 10. Cinco de ellos han caído; uno es,
y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo.
Juan estaba escribiendo desde su particular punto de vista, en el cual ya habían
gobernado y declinado cinco importantes reyes del imperio romano y uno de ellos
ocupaba el trono por aquel entonces (probablemente Domiciano, el que originó la
persecución que envió a Juan a la isla de Patmos). Se desconoce la identidad del
séptimo rey, el que estaba por venir después del tiempo de Juan.
El v. 11 añade que el último imperio mundial estará gobernado por un octavo
dirigente, la bestia que era, y no es, es también el octavo rey y va a la perdición. Es
obvio que el octavo rey es idéntico al último dictador mundial, el hombre que encabeza
el imperio mundial último y que será destruido por Jesucristo en su segunda venida.
Una explicación plausible para entender la diferencia que hay entre la séptima y la
octava bestia es que la séptima es el imperio romano que será revivido milagrosamente
al final de los tiempos, y la octava bestia es el último gobernante. Estos vv. muestran
que en los últimos tiempos, en especial durante la primera mitad de los últimos siete
años, habrá una alianza entre el gobernante del Medio Oriente (el anticristo) y la iglesia
apóstata mundial de esos tiempos. Sin embargo, esto tendrá su culminación a la mitad
de los siete años, cuando el poder político se extienda por el mundo entero.
17:12–14. El v. 12 dice que los diez cuernos … son diez reyes. Mientras que
muchos comentaristas han tratado de identificar esto con diez reyes sucesivos del
pasado, el pasaje indica claramente que serán contemporáneos entre sí y que
encabezarán a los países con los cuales formarán la alianza original del Medio Oriente y
que apoyará al futuro dictador mundial. Por una hora recibirán autoridad como reyes
juntamente con la bestia. Pudiera ser que las siete cabezas sean dirigentes sucesivos
del imperio romano de reconocida prominencia, pero en contraste, los diez cuernos son
contemporáneos entre sí, y como indica el texto, recibirán el poder político por breve
tiempo.
Los diez reyes unirán su poder para apoyar a la bestia (v. 13), el dictador del Medio
Oriente que surgirá al fin del tiempo y que hará un pacto con Israel siete años antes de la
segunda venida de Cristo. El odio de ellos contra Cristo se manifestará durante todos los
siete años. Y cuando Cristo regrese, esos diez reyes pelearán contra él, pero serán
derrotados (v. 14). Es interesante que se diga que Cristo, el Cordero, también es Señor
de señores y Rey de reyes (cf. 1 Ti. 6:15; Ap. 19:16).
17:15. El v. 1 declara que la mujer se sienta “sobre muchas aguas”. Aquí se
interpretan esas aguas como pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. Esto indica
que habrá un sistema religioso ecuménico mundial que incluirá a todas las naciones e
idiomas.
17:16–18. El cap. cierra con la dramática destrucción de la mujer. Los diez cuernos
(los diez reyes) y la bestia (el dictador mundial, el anticristo) … aborrecerán a la
ramera, y la dejarán desolada y desnuda y la llevarán a la ruina. Aunque en este
pasaje no se da la fecha exacta de este suceso, parece que ocurrirá a mitad de los siete
años, cuando la bestia se proclamará dictador mundial (Dn. 9:27; Mt. 24:15).
Cuando el gobernante del Medio Oriente asuma todo el poder político del mundo,
también tomará el lugar de Dios y exigirá que todos le adoren, so pena de morir (cf. Dn.
11:36–38; 2 Ts. 2:4; Ap. 13:8, 15). Así es como llega a un final abrupto el movimiento
mundial eclesiástico, que caracterizará a la primera mitad de los siete años previos a la
segunda venida de Cristo. A su vez, será reemplazado por la forma final de religión
mundial que consistirá en la adoración del dictador global, el sustituto satánico de
Cristo.
Esto es parte del propósito soberano de Dios para traer a juicio a los líderes
malvados, porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso:
ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras
de Dios.
En 17:18 se presenta la última descripción de la mujer: la mujer que has visto es la
gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra. Esta referencia a la mujer como
una ciudad es otro eslabón que la une con la antigua Babilonia, esta vez considerada
como el centro cúltico de la religión falsa. La iglesia apóstata, representada por la
mujer, es una combinación de poder político y religioso. Como declara el v. 5, la ciudad
y la mujer son un “misterio” y por lo tanto, son una representación simbólica. Sin
embargo, el v. 18 introduce al siguiente cap., que parece referirse a Babilonia más como
una ciudad literal que como a una entidad religiosa.
2. DESTRUCCIÓN DE LA BABILONIA POLÍTICA (CAP. 18)
18:1–3. Juan vio a un ángel descender del cielo que le proporcionó información
adicional acerca de la destrucción de Babilonia. Esto es distinto a lo que dice 17:1: “uno
de los siete ángeles”; y tampoco debe confundirse con una representación angelical de
Cristo. En el libro de Apocalipsis, los ángeles tienen gran autoridad y a menudo hacen
declaraciones. El poder y gloria de este ángel eran tales, que la tierra fue alumbrada
con su gloria (18:1).
El mensaje del ángel se resume de la siguiente manera: Ha caído, ha caído la gran
Babilonia. Esto hace surgir la pregunta de si esta es otra perspectiva de la misma
destrucción mencionada en 17:16–17. Pero al comparar los caps. 17 y 18, se descubre
que son acontecimientos diferentes. La mujer del cap. 17 se asocia con el poder político,
aunque no es éste en sí mismo, y es evidente que su destrucción no produce luto en la
tierra. En contraste, la destrucción de Babilonia que describe el cap. 18, produce
grandes lamentos tanto de los poderes políticos como económicos de la tierra. Además,
en vez de ser destruida y consumida por los diez reyes, aquí la destrucción proviene de
un terremoto, por lo que es probable que esta sea una explicación más amplia de lo que
se menciona en 16:19–21.
La que se describe aquí es una ciudad grande y próspera que es centro de la vida
política y económica. El castigo de Dios hace que se convierta en habitación de
demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y
aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su
fornicación. Esa religión falsa será como una droga que llevará a los hombres a la
locura. Aunque los mercaderes de la tierra se han enriquecido asociándose con ella,
ahora está condenada a la destrucción.
18:4–8. Después de la declaración del ángel, otra voz del cielo instruyó a la gente de
Dios a que abandonara la ciudad para que escapara del juicio que vendría sobre ella (vv.
4–5). Babilonia recibirá tormento y llanto, acordes con la magnificencia y los deleites
en que vivió y en los que se gloriaba diciendo: Yo soy reina (v. 7). Por lo tanto, en un
solo día vendrán … sobre esa ciudad muerte, llanto y hambre así como fuego (v. 8).
18:9–20. Cuando los reyes que han fornicado con ella vean su destrucción,
llorarán y harán lamentación diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad de Babilonia, la
ciudad fuerte …! (v. 10). Los mercaderes también llorarán y se afligirán por la caída
de la ciudad, porque ya no podrán realizar su comercio con ese emporio. La descripción
que se hace en los vv. 12–13 indica que la ciudad vivía con grandes lujos y riquezas.
Evidentemente esto se refiere a una situación económica y política más que a una
condición religiosa. El lamento de los mercaderes es similar al de los reyes: ¡Ay, ay de
la gran ciudad …! (v. 16)
De la misma manera, se oirá el lamento ¡Ay, ay de la gran ciudad …! proveniente
de todos los que tenían naves en el mar, los marineros y otros que se ocupaban de la
navegación (v. 19). Los tres grupos—reyes, mercaderes y marineros—se refieren a su
destrucción como algo repentino, diciendo que será en una hora (vv. 10, 17, 19).
Mientras que el mundo llora por la destrucción de Babilonia, a los santos se les dice que
se regocijen, porque Dios os ha hecho justicia en ella (v. 20).
18:21–24. La destrucción violenta y final de la ciudad se compara con una gran
piedra de molino que es arrojada en el mar (v. 21). El lamento continúa, diciendo que
aquellos que una vez pulularon por la ciudad, arpistas … músicos … flautistas y …
trompeteros, así como toda clase de artífices de oficio (v. 22) no volverán a ser vistos
en ella nunca jamás. Tampoco habrá más luz ni la alegría de los casamientos (v. 23). La
razón de su castigo es que debido a sus hechicerías (farmakeia; cf. 9:21), fueron
engañadas todas las naciones, las cuales se alejaron de Dios (18:23; cf. 17:2).
Asimismo, se la encontró culpable de haber derramado la sangre de los profetas y de
los santos (18:24; cf. 17:6).
La pregunta persiste en cuanto a cuál es la ciudad de que habla este pasaje. Un punto
de vista muy común es que se refiere a la ciudad de Roma, debido a su prominencia
como sede de la Iglesia Católica Romana y por ser la capital del antiguo imperio
romano. Algunos encuentran la confirmación de esto en el hecho de que los reyes y
mercaderes marítimos podrán ver el humo que sale de la ciudad en llamas (18:9, 18).
Otra evidencia parece apuntar al hecho de que se trata de Babilonia y que se localiza
en el río Éufrates, que en los últimos tiempos se convertirá en un río de tal magnitud,
que los barcos podrán navegar por él. Cuando se estudia toda la evidencia, la conclusión
parece señalar que Babilonia será reconstruida y al final de los tiempos será la capital
del imperio mundial y que no se trata de Roma, Italia. Sin embargo, los expositores
bíblicos continúan divididos en cuanto a la interpretación de esta cuestión.
Los acontecimientos del cap. 17 se cumplirán a la mitad de los siete años, mientras
que los del cap. 18 ocurrirán al final de ellos, inmediatamente antes de la segunda
venida de Cristo. La destrucción de la ciudad de Babilonia es el golpe final que traerá a
su término el tiempo de los gentiles, que empezó cuando el ejército babilónico atacó a
Jerusalén en el año 605 a.C. (cf. Lc. 21:24).
Después de la información adicional relativa a los principales movimientos
religiosos y políticos que habrá durante los últimos siete años (caps. 17 y 18), el
escenario queda listo para el clímax del libro de Apocalipsis—la segunda venida de
Cristo (cap. 19).
L. El cántico de aleluya en el cielo (19:1–10)
1. EL ALELUYA DE LAS MULTITUDES EN EL CIELO (19:1–3)
Apocalipsis 4 al 18 narran principalmente los acontecimientos de la gran
tribulación. A partir del cap. 19, se realiza un cambio notable. La gran tribulación ahora
está llegando a su fin y la atención se centra en el cielo y la segunda venida de Cristo,
que será un tiempo de regocijo y victoria para los santos y ángeles.
19:1. La frase después de esto (meta tauta), con la que abre el cap. 19, indica que
se trata de un desarrollo cronológico. Lit., estas palabras significan “después de estas
cosas” y se refieren a los sucesos del cap. 18. Acorde con esto, Juan escuchó una gran
voz en el cielo, como proveniente de mucha gente que adoraba a Dios, evidentemente
por el castigo de Babilonia. Los intérpretes muestran mucha confusión para entender el
orden de los acontecimientos de los caps. 19–20; por ello es importante tomar nota de
que esta alabanza de 19:1 sigue a la destrucción de Babilonia que se relató en el cap. 18.
El término “voz” (fōnēn) o “bullicio” (NVI95) está modificado por el adjetivo
“gran” (megalēn). Ese cántico procedía de una gran multitud, que es la misma frase
que se usa en 7:9, donde se refiere a los mártires muertos de la gran tribulación. Para
ellos en particular, el juicio de Babilonia es un gran triunfo. La palabra gr. Aleluya es
jallēlouia, y se deriva de una palabra parecida en hebr. del A.T. En el N.T. sólo aparece
cuatro veces, todas ellas en Apocalipsis 19 (vv. 1, 3–4, 6). Este es el coro bíblico del
“Aleluya”.
19:2–3. Al expresar su alabanza a Dios mencionarán el poder y la gloria divinos que
originaron la salvación de los santos, así como el hecho de que sus juicios son
verdaderos y justos. La destrucción de la gran ramera (cf. 17:1) fue un acto
apropiado de venganza por haber martirizado a los siervos de Dios (17:6). Sin embargo,
el castigo que cayó sobre ella sólo es el principio del castigo eterno de los impíos, lo
cual se expresa por medio de la declaración el humo de ella [la ciudad] sube por los
siglos de los siglos.
2. EL ALELUYA DE LOS VEINTICUATRO ANCIANOS (19:4–5)
19:4–5. Los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes también cantan un
coro de aleluya. Este es otro recordatorio de que los veinticuatro ancianos, que
representan a la iglesia de la era presente, se diferencian de los santos de la tribulación,
que se describen en el v. 1 como “una gran multitud”. Parece que los cuatro seres
vivientes, anteriormente presentados en 4:6–8, son ángeles que adoran a Dios. Pero
había otra voz de alabanza, que quizá procedía de un ángel que también alababa al
Señor y exhortaba a todos sus siervos (19:5) a que se unieran en su alabanza a Dios.
3. PROCLAMACIÓN PROFÉTICA DE LAS BODAS DEL CORDERO (19:6–9)
19:6–8. Según Juan, el cuarto y último aleluya de este cap. sonó como la voz de una
gran multitud, como el estruendo de muchas aguas … y … como … grandes
truenos. Aquí, el regocijo es profético, por lo que está a punto de suceder y no por el
castigo recién ejecutado.
La segunda venida de Cristo se anuncia con las palabras ¡ … el Señor nuestro Dios
Todopoderoso reina! Juan usa la palabra “Todopoderoso” (pantokratōr que también
se menciona en 1:8; 4:8; 11:17; 15:3; 16:7, 14; 19:15; 21:22). Junto con la exhortación a
regocijarse, se da la noticia de que las bodas del Cordero han llegado, y su esposa se
ha preparado.
En las Escrituras, a menudo se usa la figura del matrimonio para describir la
relación de los santos con Dios. En el A.T., Israel se describe, como en Oseas, como la
esposa infiel de Jehová, que está destinada para ser restaurada en el futuro reinado del
Señor. En el N.T., también se usa el matrimonio para describir la relación entre Cristo y
la iglesia, pero la ilustración difiere de la del A.T. en que la iglesia se considera como
una novia virgen que espera la llegada de su novio celestial (2 Co. 11:2).
pl. plural
Todo esto sugiere que la fiesta de bodas es terrenal, lo cual también concuerda con
los ejemplos de bodas que aparecen en la Biblia (Mt. 22:1–14; 25:1–13), y por lo
mismo, tendrá lugar en la tierra al principio del milenio. La importancia del anuncio e
invitación a la cena de la boda que se repite en Apocalipsis 22:17, se aprecia en las
palabras dichas por el ángel: Estas son palabras verdaderas de Dios.
4. EL MANDATO DE ADORAR A DIOS (19:10)
19:10. Tan impresionante es la escena del cielo con los cuatro grandes aleluyas y el
anuncio de la fiesta de bodas, que como había hecho antes (1:17), Juan cayó de rodillas
para adorar al ángel. Sin embargo, en aquella ocasión estaba adorando a Cristo, lo cual
es correcto. Pero aquí el ángel lo reprende, instándolo a que sólo adore a Dios y no a él,
puesto que era consiervo de Juan. El ángel añadió: porque el testimonio de Jesús es el
espíritu de la profecía, i.e., que la misma naturaleza o propósito de la profecía es
testificar de Jesucristo y traerle gloria sólo a él. En la edad presente, una de las
funciones especiales del Espíritu Santo es glorificar a Cristo e informar a los creyentes
de “las cosas que habrán de venir” (Jn. 16:13). La extraordinaria revelación de los
primeros diez vv. de Apocalipsis 19 es una adecuada introducción para lo que va a ser
revelado, i.e., la segunda venida de Jesucristo, que es el tema de todo el libro (1:1).
M. La segunda venida de Cristo (19:11–21)
Cuando Juan vio el cielo abierto, en forma profética vio la segunda venida de Cristo
y los acontecimientos que le seguirán. La segunda venida es una doctrina sobresaliente
de las Escrituras (Sal. 2:1–9; 24:7–10; 96:10–13; 110; Is. 9:6–7; Jer. 23:1–8; Ez. 37:15–
28; Dn. 2:44–45; 7:13–14; Os. 3:4–5; Am. 9:11–15; Miq. 4:7; Zac. 2:10–12; 12; 14:1–
9; Mt. 19:28; 24:27–31; 25:6, 31–46; Mr. 13:24–27; Lc. 12:35–40; 17:24–37; 18:8;
21:25–28; Hch.1:10–11; 15:16–18; Ro. 11:25–27; 2 Ts. 2:8; 2 P. 3:3–4; Jud. 14–15; Ap.
1:7–8; 2:25–28; 16:15; 22:20). Así que es obvio que es uno de los acontecimientos
principales del programa divino.
Casi todos los intérpretes conservadores de la Biblia reconocen unánimemente que
este es un acontecimiento que está en el futuro, como indican todos los credos
ortodoxos que han existido a través de la historia de la iglesia. Así como la primera
venida de Cristo fue lit. y se cumplió en la historia, así también su segunda venida, que
todavía es futura, se cumplirá en la misma forma lit.
Sin embargo, entre los intérpretes conservadores ha surgido la pregunta de si el
rapto de la iglesia, como se revela en pasajes tales como 1 Tesalonicenses 4:13–18 y 1
Corintios 15:51–58, se cumplirá al mismo tiempo que la segunda venida de Cristo a la
tierra, o, como afirman los pretribulacionistas, si será un suceso aparte que se llevará a
cabo siete años antes de su segunda venida formal de Cristo a la tierra.
Debe tomarse en cuenta que ninguno de los muchos detalles que se dan en
Apocalipsis 19:11–21 corresponden al rapto de la iglesia. En Apocalipsis, Cristo
regresa, pero en ninguno de los pasajes acerca del rapto se enseña que él va a tocar la
tierra durante ese arrebato, sino que los santos se reunirán con él “en las nubes” (1 Ts.
4:17).
Aún más importante es el hecho de que en Apocalipsis 19–20 hay un silencio total
relativo al traslado de los santos que estén viviendo en esa época. De hecho, la
implicación del pasaje es que los santos que estén en la tierra cuando Cristo regrese,
permanecerán en ella para entrar al reino milenial con sus cuerpos naturales. Si el rapto
se incluyera en la segunda venida de Cristo a la tierra, se esperaría encontrar en
Apocalipsis 19 alguna referencia a tan importante acontecimiento. Pero no se encuentra
ninguna mención de ello. Por ésta y muchas otras razones, el cap. 19 es una
confirmación de la enseñanza de que el rapto de la iglesia es un suceso preliminar
aparte, y que no habrá un traslado de los santos vivientes en la época en que el Señor
venga a la tierra por segunda vez. (Para mayor información sobre este tema, V. The
Rapture Question, “El Asunto del Rapto” por John F. Walvoord.)
1. REVELACIÓN DEL JINETE DEL CABALLO BLANCO (19:11–13)
19:11–13. Al mirar Juan hacia el cielo abierto, vio a Cristo montado en un caballo
blanco. Aunque algunos han identificado ese jinete con el mismo que se menciona en
6:2, esto sucede en un contexto totalmente diferente. En aquel pasaje, el jinete es el
gobernante mundial de la gran tribulación, mientras que aquí evidentemente es alguien
que procede del cielo y el caballo blanco representa su triunfo inminente. Era costumbre
que los generales romanos victoriosos desfilaran por la vía Sacra, una de las principales
avenidas de Roma, exhibiendo las evidencias de su victoria, y haciendo que marcharan
detrás de ellos los prisioneros con el botín adquirido (cf. 2 Co. 2:14). Entonces, el
caballo blanco es un símbolo del triunfo de Cristo sobre las fuerzas de la maldad en el
mundo, cuyos detalles se dan a continuación.
Al jinete se le llama Fiel y Verdadero, porque como dice Juan, con justicia juzga y
pelea. Su penetrante juicio contra el pecado se indica por las palabras sus ojos eran
como llama de fuego (cf. Ap. 1:14), y su derecho a reinar se manifiesta por las muchas
diademas que lleva sobre su cabeza. Además, tenía un nombre escrito que ninguno
conocía sino él mismo, lo cual sugiere que Cristo es el único que es inefable e
indescriptible. Que él viene a juzgar se apoya en el hecho de que estaba vestido de una
ropa teñida en sangre (19:13; cf. Is. 63:2–3; Ap. 14:20). Pero también se le dan
algunos títulos. Apocalipsis 19:13 dice: su nombre es: EL VERBO DE DIOS (cf. Jn. 1:1,
14; 1 Jn. 1:1) y Apocalipsis 19:16 declara que el nombre que aparece en su vestidura y
en su muslo es: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES (cf. 1 Ti. 6:15; Ap. 17:14). Es
evidente entonces que el jinete es Jesucristo, que regresa a la tierra en gloria.
2. LA VENIDA DEL REY Y SU EJÉRCITO CELESTIAL (19:14–16)
19:14–16. El drama que se desarrolla en ese escenario será aún más impresionante
porque habrá una multitud de los ejércitos celestiales, que se describen como vestidos
de lino finísimo, blanco y limpio que le seguían en caballos blancos (cf. v. 8). De la
boca de Cristo sale una espada aguda (cf. 1:16; 2:12, 16; 19:21), la cual usará para
herir con ella a las naciones. La palabra que se trad. como “espada” (rhomfaia) se
aplicaba a una espada inusualmente larga que a veces se usaba como lanza para atacar
con una acción penetrante. Además de usar la espada para herir, también usará una vara
de hierro para regir a las naciones (cf. Sal. 2:9; Ap. 2:27). También se describe a Cristo
como el que pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso (cf.
14:19–20; y cf. “Todopoderoso” en 1:8; 4:8; 11:17; 15:3; 16:7, 14; 19:6; 21:22). Esta
escena es una muestra dramática de lo terrible que será el juicio inminente. Mateo 24:30
dice que los que estén en la tierra serán testigos de esa impresionante escena.
La escena en la tierra es la etapa final de la extensa guerra mundial que se habrá
estado llevando a cabo por muchas semanas. Con los ejércitos luchando en todo el
territorio de la Tierra Santa tratando de salir victoriosos, en el día en que Cristo regrese
habrá una batalla casa por casa en Jerusalén (Zac. 14:2). Los combatientes habrán sido
atraídos al sitio de la batalla por los demonios enviados por Satanás para reunir a los
ejércitos del mundo para que luchen contra los ejércitos celestiales (cf. Ap. 16:12–16).
3. LA DESTRUCCIÓN DE LOS IMPÍOS (19:17–21)
19:17–18. Los ejércitos humanos no podrán competir con los celestiales. La aguda
espada que habrá en la boca de Cristo (v. 15) simboliza su palabra autoritativa y de
mando que destruirá a los ejércitos terrenales con el poder divino. Millones de hombres
con sus cabalgaduras serán destruidos instantáneamente. De acuerdo con esto, Juan
registra que vio a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a
todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid y congregaos a la gran cena de
Dios, con objeto de que se comieran los cadáveres de los reyes … de capitanes, jinetes,
y de todos los que morirán por el poder de Cristo.
19:19–21. La bestia … y sus ejércitos se reunirán para pelear contra Jesucristo y su
ejército. El resultado de esa batalla—la cual se cita en 16:14 y se le llama “la batalla de
aquel gran día del Dios Todopoderoso”—se resume en 19:19–21. Los gobernantes
mundiales—la bestia, y … el falso profeta—serán capturados. Su poder demoniaco
con el que anteriormente hicieron grandes señales, no será suficiente para salvarlos.
Ambos serán lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Los
impíos que hayan muerto desde el principio de la historia del mundo hasta ese punto,
estarán en el Hades (Lc. 16:23). El lago de fuego es un lugar diferente, y fue preparado
para el demonio y sus ángeles (Mt. 25:41), y no será ocupado por los seres humanos
sino hasta después (Ap. 20:14–15).
Los ejércitos serán destruidos por la espada de Cristo (19:21; cf. 1:16; 2:12, 16;
19:15). El número de muertos será tan grande, que los buitres no podrán acabar con
ellos. La derrota de los impíos de la tierra será total y posteriormente será finalizada, a
medida que los siguientes juicios alcancen a los incrédulos de otras partes de la tierra y
también acaben con ellos (cf. Mt. 25:31–45).
La misma palabra inspirada de Dios que tan maravillosamente describe la gracia
divina y la salvación que está disponible para todos los que creen, es igualmente
definida en cuanto al juicio de todos los que rechazan la gracia de Dios. Es totalmente
injustificada la tendencia que tienen los intérpretes liberales de la Biblia a acentuar los
pasajes que tienen que ver con el amor de Dios e ignorar los que se refieren a su juicio
justo. Los pasajes que hablan del juicio divino son tan inspirados y exactos como los
que desarrollan las doctrinas de la gracia y la salvación. La Biblia es muy clara en
cuanto a que les espera un juicio a los impíos, y la segunda venida de Cristo es la
ocasión en que vendrá un castigo mundial sin paralelo en las Escrituras desde el diluvio
de los tiempos de Noé.
N. El reino milenial de Cristo (20:1–10)
Este cap. presenta el hecho de que Cristo reinará en la tierra por mil años. Si este
cap. se interpreta en forma lit., es relativamente sencillo entender lo que significa. Sin
embargo, debido a que muchos intérpretes de la Biblia rechazan la idea de que va a
haber un reinado terrenal de Cristo con duración de mil años después de que regrese a la
tierra, a este cap. se le ha dado un excesivo número de diversas interpretaciones, todas
ellas diseñadas para eliminar la posibilidad de que habrá un reino milenial lit. En
general, existen tres puntos de vista, cada uno con algunas variaciones.
La opinión más reciente es la conocida como posmilenarismo. De acuerdo con ella,
los mil años representan el triunfo del evangelio en el período anterior a la segunda
venida de Cristo. Según ella, el regreso de Cristo seguirá al milenio. Generalmente esta
idea se traza hasta Daniel Whitby, controvertido escritor del s. XVII y ha sido apoyada
por otros eruditos prominentes de la historia de la iglesia, incluyendo a Charles Hodge,
A. H. Strong, David Brown, y más recientemente, Loraine Boettner. Básicamente, es
una idea optimista que dice que Cristo reinará espiritualmente en la tierra a través del
trabajo de la iglesia y la predicación del evangelio. En el s. XX, este punto de vista ha
sido casi totalmente descartado porque han surgido muchos movimientos anticristianos,
y el mundo no ha progresado espiritualmente.
Un segundo punto de vista importante es el conocido como amilenarismo, el cual
niega que habrá un milenio lit. o reinado de Cristo en la tierra. El reino milenial de
Cristo se limita a uno que será espiritual y se llevará a cabo en el corazón de los
s. siglo
creyentes. Este reinado incluye a los de la tierra que han puesto su fe en él o bien, a los
que están en el cielo. Tanto el amilenarismo como el posmilenarismo tienen que
interpretar Apocalipsis 20 en un sentido no lit. A menudo existe una gran diferencia
entre los amilenaristas al interpretar varios pasajes del libro de Apocalipsis.
Históricamente, este punto de vista tuvo a su primer adepto importante en Agustín,
quien vivió en el cuarto y quinto siglos. Antes de él, es difícil encontrar algún
amilenarista ortodoxo. Los adeptos modernos incluyen a respetados teólogos del s. XX,
tales como Oswald Allis, Louis Berkhof, William Hendriksen, Abraham Kuyper,
R.C.H. Lenski y Gerhardus Vos.
Una tercera forma de interpretación es el premilenarismo, llamado así porque
interpreta Apocalipsis 20 como refiriéndose a un reino lit. de mil años de Cristo
posterior a su segunda venida. Puesto que la segunda venida ocurre antes del milenio,
por lo tanto es premilenial. Los adeptos de esta postura en el s. XX incluyen a Lewis
Sperry Chafer, Charles L. Feinberg, A.C. Gaebelein, H.A. Ironside, Alva McClain,
William Pettingill, Charles C. Ryrie, C.I. Scofield, Wilbur Smith y Merrill F. Unger. Se
pueden encontrar otros premilenaristas desde el primer siglo, entre ellos Papías, Justino
Mártir y muchos otros padres de la iglesia primitiva. Los argumentos que apoyan esta
posición se basan en la secuencia natural de los acontecimientos del cap. 20 que siguen
al cap. 19, considerándolos como consecutivos y como consecuencia de la segunda
venida de Cristo. Muchos pasajes hablan de la segunda venida de Cristo que será
seguida por un reinado de justicia en la tierra (Sal. 2; 24; 72; 96; Is. 2; 9:6–7; 11–12;
63:1–6; 65–66; Jer. 23:5–6; 30:8–11; Dn. 2:44; 7:13–14; Os. 3:4–5; Am. 9:11–15; Miq.
4:1–8; Sof. 3:14–20; Zac. 8:1–8; 14:1–9; Mt. 19:28; 25:31–46; Hch. 15:16–18; Ro.
11:25–27; Jud. 14–15; Ap. 2:25–28; 19:11–20:6).
Debe ser obvio que la forma en que uno interprete Apocalipsis 20 es una decisión
importante, porque determina la forma en que se ven los distintos puntos de vista en
cuanto a la escritura profética. El acercamiento que se adopta en este comentario es que
los acontecimientos del cap. 20 siguen cronológicamente a los del cap. 19. Muchos
también creen que los caps. 21–22 siguen en orden cronológico (para una discusión más
detallada de los distintos puntos de vista, V. Walvoord, Revelation, “Apocalipsis”, págs.
282–90; y The Millenial Kingdom, “El reino milenial”. Grand Rapids: Zondervan
Publishing House, 1959; págs. 263–75).
1. SATANÁS ES ATADO (20:1–3)
20:1–3. En gr., el cap. 20 empieza con la ya familiar frase “y” (BLA) vi a un ángel
(cf. 7:2; 8:2; 10:1; 14:6; 18:1; 19:17). La “y” con que empieza este pasaje en gr. sugiere
la continuación de una secuencia de acontecimientos que empezaron en 19:1 y que
inició con la frase “después de esto”. En gr., 15 vv. del cap. 19 comienzan con “y”, pero
la RVR60 sólo la incluye once veces, en los vv. 4, 14, 16, 17, 19, 20 y 21. El uso de la
palabra “y” (kai), indica a menudo una acción que sigue a otra en secuencia lógica y/o
cronológica. Por lo tanto, no existe razón alguna por la cual el cap. 20 no deba
considerarse como que describe los acontecimientos que le siguen al cap. 19. El uso de
“y” (kai) continúa a través de todo el cap. 20 al comienzo de once vv. (en gr., todos los
vv. del cap. 20 empiezan con “y”, excepto el v. 5). Entonces, no existe ninguna
sugerencia gramatical o lingüística en el sentido de que estos sucesos no sean sino los
que siguen a la segunda venida de Cristo y que suceden consecutivamente.
Además de la gramática, que conecta estos incidentes, existe también la relación
causal de ellos, los cuales prosiguen en forma natural al hecho de que Cristo ya habrá
regresado a la tierra. En el cap. 19, los acontecimientos incluyen el lanzamiento de la
VM Versión Moderna
1
John F. Walvoord and Roy B. Zuck, El Conocimiento Bíblico, Un Comentario Expositivo: Nuevo
Testamento, Tomo 4: Hebreos-Apocalipsis (Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C.,
1996), 246.