Conferencia
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En los primeros días de enero de 1541 y obsesionado por la idea de encontrar el fabuloso País de la
Canela, Gonzalo Pizarro, cumpliendo órdenes de su hermano Francisco, empezó los preparativos de
una gran expedición para ir en busca del quimérico país.
Para asegurar el éxito de la aventura Pizarro incluyó en la misma a don Gonzalo Díaz de Pineda,
quien anteriormente ya se había adentrado en las regiones orientales, y había descubierto varios
lugares y establecido las poblaciones de Sumaco, Quijos y Cosanga. Llamó también al ilustrado
religioso fray Gaspar de Carvajal y a uno de los más valientes conquistadores: El Cap. Francisco de
Orellana.
Pizarro no pudo contener su impaciencia, y sin esperar la llegada de Orellana -que había salido de
Guayaquil el 4 de febrero-, el 25 del mismo mes inició la marcha hacia las verdes regiones orientales,
dejando instrucciones precisas para que Orellana le dé alcance en las cercanías del volcán Sumaco,
descubierto anteriormente por Díaz de Pineda.
«La expedición constaba de unos doscientos veinte españoles, cuatro mil indios, unas
cuatro mil llamas que portaban alguna carga y servirían para proveer de leche todos los
días y, su piel les serviría de abrigo, unos dos mil cerdos, a más de dos mil perros de caza
y muchos caballos de repuesto, que habían sido adelantados con algunos oficiales e
indios, que ya habían aprendido a manejar los caballos»
Durante más de diez meses los expedicionarios vagaron perdidos en la inmensidad de la selva, y sólo
gracias a su valor y ambición lograron sobrevivir a las enfermedades y fiebres tropicales que
acabaron con la vida de casi todos los indígenas. Las riquezas podrían estar un poco más adelante, y
en su afanosa búsqueda, con sus espadas cortaban ramas y árboles para poder avanzar, y construían
endebles puentes para cruzar los ríos y continuar su marcha. Finalmente y casi al borde del
agotamiento, llegaron a las orillas de un caudaloso río de aguas poco tranquilas: El Coca.
Sacando fuerzas de flaqueza los expedicionarios iniciaron la construcción de una pequeña pero sólida
embarcación en la cual podrían continuar su viaje por el río. Los españoles trabajaron febrilmente y
en las condiciones más precarias, pues no tenían las herramientas necesarias y tuvieron que fabricar
hasta los clavos para poder, luego de dos meses, concluir una embarcación a la que pusieron el
nombre de “San Pedro” en homenaje al apóstol de los pescadores.
Los expedicionarios navegaron durante más de un mes a merced de la corriente, hasta que
finalmente, el 12 de febrero de 1542 sobrevino lo inaudito…, lo fantástico: El Napo desembocó en un
apacible coloso de agua dulce que, enmarcado en un maravilloso paisaje de verde follaje e inmensos
árboles florecidos, les ofrecía la fecunda riqueza de sus frutos.
Inicialmente fue llamado “Río San Francisco de Quito”, pero meses más tarde, mientras continuaban
navegando hacia el mar, el 24 de junio fueron atacados por la tribu de las Icamiabas, integrada
solamente por mujeres intrépidas y guerreras, por lo cual Orellana le dio el nombre de “Río de las
Amazonas”.
Finalmente, el 25 de agosto, luego de un año, seis meses y veintiún días, los expedicionarios llegaron
a la desembocadura del inmenso río en el Atlántico.
El Amazonas es considerado el río más largo y el más caudaloso del mundo. Tiene 7 020 kilómetros
de longitud. Es la cuenca hidrográfica de mayor superficie del planeta y es el sustento de la selva
amazónica de Perú, Colombia y Brasil.
Transporta más agua que el Misisipi, el Nilo y el Yangtze juntos. El volumen de agua llevado al
Atlántico es un promedio de 230 000 m3, y en época de invierno hasta 300 000 m3. Aporta con la
quinta parte de agua dulce incorporada a los océanos de la Tierra.
El descubrimiento del río Amazonas, justificó para que la Asamblea Constituyente de 1944 declare el
12 de febrero como Día de la Región Amazónica, poseedora de recursos naturales, culturales y
minerales incalculables. Mientras que en 1980 la Cámara Nacional de Representantes decidió llamar
al Oriente como Región Amazónica, la misma que la conforman las provincias de Sucumbios,
Francisco de Orellana, Napo, Pastaza, Morona Santiago y Zamora Chinchipe.
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