Tatuados X Los Medios PDF
Tatuados X Los Medios PDF
Tatuados X Los Medios PDF
Editorial
Paidós
Buenos Aires
(Argentina)
Primera edición:
junio de 2009
Este material es
de uso
exclusivamente
didáctico.
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS .............................................................................................. 11
PRÓLOGO, por Jesús Martín Barbero .................................................................... 13
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 19
2
2. PANTALLAS PODEROSAS
Isabel tiene tres meses de vida y sus papas sostienen que reacciona ante Los
estímulos que percibe cuando conectan ante ella un sitio web diseñado para chicos. Su
abuelo, un periodista muy popular, comenta en su programa de radio que la beba
parece tranquilizarse o angustiarse según suenen o se acallen determinados sonidos
provenientes de ese sitio. Y concluye: "Es tiempo de empezar a tomarse un poco más en
serio el tema de Los medios. Los chicos vienen cambiados. Más vale que empecemos a
pensar en esos temas antes de que los medios nos pasen por encima".
El comentario, por supuesto, dista de ser una disquisición académica. Sin
embargo, la teoría coincide con la declaración ingenua del hombre de los medios.
Las audiencias no son conscientes del impacto infocomunicacional al que se ven
sometidas. El disfrute del entorno tecnológico-mediático de los más jóvenes va de
La mano con el desconcierto de los mayores. Porque los adultos, padres y docentes,
atravesados ellos mismos por Las tecnologías, no cuentan con trayectorias para
transmitir modelos, ni con formación teórica para diseñarlos; conocen la desazón de
hacer frente a una realidad que les resulta desconocida: un niño mucho antes de ir a
la escuela está en contacto, cada vez más temprano, con pantallas.
Los sujetos se encuentran expuestos a ellas en las casas, en los consultorios, en
los medios de transporte. Pantallas de los celulares que se cobijan bajo las
almohadas. Pantallas a las cuales se accede cada vez más joven y más solo. Los
medios y las tecnologías de la comunicación se erigen vertiginosamente -cada vez
con mayor autoridad- como espacios de socialización. No solo transmiten información
y entretienen sino que crean modelos de adoración. Son promotores de nuevos
próceres transnacionales, iconos que lavan identidades locales, globalizan las
estéticas, adelgazan la diversidad cultural hasta lograr una supuesta cultura
universal que comparten millones de almas en el mundo. El culto a las celebridades
hace que "lo que la idolatría pierde en durabilidad Id gane en intensidad. [...] Como
otras ofertas culturales seductoras, debe adecuarse a 'un máximo impacto y a la
inmediata obsolescencia', despejando el terreno rápidamente para nuevas y
apasionantes aventuras" (Bauman, 2004). Bourdieu alerta acerca de que "uno de los
mayores problemas que plantea la televisión [y que alcanza a otras pantallas] es el de
las relaciones entre pensamiento y velocidad. ¿Se puede pensar atenazado por la
velocidad?" (Bourdieu, 1997).
Los medios son espacios de encuentro, de comunicación e intercambio social. En
3
el caso de niños y jóvenes, en términos generales, suelen acceder sin miradas
adultas que los acompañen. Muchos corren a la salida de la escuela para ver el
programa preferido, ese del que hablan más tarde con sus amigos por chat, mail,
teléfono o al día siguiente en el recreo.
Las investigaciones coinciden en que los chicos miran un promedio de cuatro
horas diarias de televisión; algunos miran tres, otros hasta seis horas por día. Este
último grupo suele estar conformado por niños que pertenecen a familias con menor
cantidad y variedad de recursos tanto simbólicos como materiales. A veces están
más tiempo frente a las pantallas que el que pasan en la escuela, e incluso que
el que comparten en familia. Un estudio realizado en la Argentina por el Comité
Federal de Radiodifusión1 (COMFER) en el año 2008 revela que, ante la pregunta
"En el mundo de hoy, ¿qué cree que ejerce mayor influencia en los niños?", la
respuesta de los hombres es: "la televisión 34,3 %; internet 42,5 %; la escuela
10,2 % y los padres 13 %". Y la de las mujeres: "la televisión 29,8 %; internet
49,6 %; la escuela 6,6 % y los padres 14 %".
Estos consumos se transforman, entonces, en puertas de acceso a nuevos
conocimientos, informaciones y también hábitos y valores. Mirar no es solo mirar
sino que también implica participar de manera activa en el proceso de
comunicación.
Si bien la televisión es aún la reina de las pantallas (Jacques Attali2 sostiene
que en el año 2010 habrá 2000 millones de televisores encendidos a la vez en el
mundo), no es menos cierto que las tecnologías de la comunicación empiezan a
modificar la tendencia. La Unesco señala en el informe Hacia las sociedades del
conocimiento:
1
Datos correspondientes a Ciudad y Gran Buenos Aires. Disponible en <http://www.comfer.gov.ar>.
2
Véase Bauman (2004).
4
son más de quince millones, lo cual representa el 42 % de la población nacional, pero
las conexiones residenciales no pasan de tres millones; la mayor parte de los
argentinos accede esporádicamente a partir de cibercafés o locutorios. Casi dos tercios
de ese total se concentran en la ciudad o la provincia de Buenos Aires. (Sibilia, 2008)
3
En México el cambio obedece a cuestiones históricas: allí no hubo un plan sistemático para la desaparición de
personas como en la Argentina y en Chile. En este país existió una dictadura que utilizó mecanismos similares a
los de los militares argentinos. El tema del robo de niños durante los años de plomo no está lo suficientemente
maduro para hacer de eso el argumento de una novela [Landau, 2006].
4
Espacios virtuales caracterizados como redes sociales, donde es posible construir el propio perfil, subir fotos o
videos caseros y que pueden ser comentados por visitantes.
5
Los medios proponen, y los usuarios (fundamentalmente los jóvenes)
impulsan cambios en conductas sociales y culturales que se vislumbran cada vez
más colaborativas. Paul Sibilia afirma:
6
5. LA ESCUELA SEGÚN LOS MEDIOS
En la era de la información
la comunicación es un destituido más.
CRISTINA COREA, IGNACIO LEWKOWICZ
7
información se convierte en simulacro. (Ferres, 1994)
8
brilla ininterrumpidamente para más de 2000 millones de televisores
encendidos, el mundo que se ve es el mundo como se lo ve en TV. (Bauman,
2004)
Los medios nos presentan la educación como una alfombra raída, descolorida.
Los ministerios muchas veces refuerzan esa misma perspectiva al no proveerlos
de información valiosa, de narraciones integrales, cargadas de sentido y
argumentación. Cara y ceca de una misma moneda con diferente impacto pero
con una consecuencia común.
Al construir información, los medios inciden en la opinión pública. La Carta de
Río de Janeiro, producto de la IV Cumbre Mundial de los Medios para Niños y
Adolescentes, de la que participaron más de 2600 personas en representación de
setenta países, sostiene que el mundo y los medios de comunicación de masas
que lo reflejan y le dan forma están en una encrucijada. Guerras y odios,
pobreza y desigualdad, lanzan una sombra sobre nuestro futuro común. "Nos
preguntamos si los medios forman parte del problema o de la solución. Nuestra
respuesta es: las dos cosas".
Y, tal vez, la educación solo sea un botón de muestra para pensar el modo en
que se construyen las noticias. Lograr una mirada mas profunda por parte de los
medios respecto de la problemática educativa no solo depende de los profesionales
que allí se desempeñan y de los intereses del mercado. También es responsabilidad
de cada sociedad en tanto logre educar audiencias capaces de exigir información de
calidad. Y esta es una tarea pendiente.
9
7. ¿DONDE SE CONSTRUYEN LAS
NUEVAS CIUDADANÍAS?
Violentos, adictos, apáticos y sin compromiso social. Dan miedo. Así son los
adolescentes que nos "venden" muchas veces los medios de comunicación.
Estereotipos que distan de la diversidad de infancias y juventudes que coexisten.
Los medios parecen desconocer cuan compleja, fragmentada y diversa es la
constitución de las identidades adolescentes. En tanto algunos sujetos se
desarrollan cuidados por ámbitos más o menos acogedores (hogares, clubes,
escuelas), otros lo hacen sometidos a paladinas violencias sociales. Todos tienen
algo en común: buscan su lugar en el mundo. Y ese lugar debería tener que ver
con modos de participar en la construcción de una ciudadanía concebida como el
"ejercicio de una práctica indefectiblemente política y fundamentada en valores
como la libertad, la igualdad, la autonomía, el respeto a la diferencia, la
solidaridad, la tolerancia y la desobediencia a poderes totalitarios" (Gentili, 2000),
que hoy, una vez más, está en profunda transformación.
"Un modo de aproximarse a las formas de socialización de los adolescentes
como aspecto clave en la configuración de sus identidades y preferencias es
observar sus espacios de participación social" (SITEAL, 2008). En ese sentido, el
tránsito de la historia latinoamericana de las últimas décadas dejó marcas
indelebles en Las sociedades. Podríamos considerar diversas dimensiones para
intentar comprender el fenómeno de la despolitización de los jóvenes: por
ejemplo, la desconfianza en los políticos como sector capaz de promover
cambios que interesen al bien común. El impacto social fue poderoso y las
nuevas generaciones se alejaron de las maneras tradicionales de participación;
eludieron la militancia no solo en ámbitos partidarios sino también en centros
estudiantiles que en la actualidad no tienen el peso ni las dimensiones que
tuvieron, por ejemplo, en la década del setenta.
El lugar de la juventud en la política cambio sustancialmente en las últimas
décadas en la región. El informe La Juventud en Iberoamérica. Tendencias y
urgencias señala que un cambio importante es que la política dejó de vincularse
con la idea de una gran transformación social, y la participación de los jóvenes
tiende a darse más en ámbitos locales y fuera de los partidos políticos,
asumiendo formas de pequeña escala, de menor horizonte temporal y de alcance
10
más modesto en las pretensiones de cambio (CEPAL - OIJ, 2007). Ejemplo de
esto son las experiencias de militancia social en las barriadas más golpeadas por
la pobreza, que son hoy protagonizadas mayoritariamente por jóvenes. Es
posible asumir que, en proporción, los jóvenes son más propensos que los
adultos a actuar sobre la injusticia.
Dicho estudio, sobre la base de las encuestas nacionales de juventud
realizadas en cuatro países -Chile, Colombia, México y España-, en poblaciones
jóvenes cuyas edades fluctúan entre los 15 y 29 años, permite delinear algunos
rasgos de la participación juvenil, entre los que se destacan: el descrédito de las
instituciones políticas y del sistema democrático; un mayor nivel de asociatividad
juvenil en ciertas practicas culturales tradicionales, particularmente religiosas y
deportivas; la creciente importancia que adquieren nuevas modalidades asociativas
de carácter informal; una disociación entre un alto nivel de conciencia respecto de
problemas de ética social y un bajo nivel de participación; la importancia de los
medios de comunicación en las nuevas pautas de asociatividad juvenil; una
tendencia incipiente a opinar y participar en temas de interés público mediante la
conexión a redes virtuales; y una mayor tendencia a participar más bien en
organizaciones de voluntariado que en organizaciones políticas. Queda evidenciada
en gran medida una pérdida de interés por la cosa pública y por los partidos
políticos, a la vez que se manifiestan actitudes de desconfianza hacia la política en
tanto camino de resolución de conflictos.
La sociedad les reclama a los jóvenes lo que no les ha dado. 0, acaso, ¿se
promueven espacios en los cuales ellos puedan manifestarse?, ¿se estimulan
prácticas de ciudadanía ejercidas desde la infancia? Y, más aún: si desearan
manifestarse y eventualmente resistir aquello que consideran injusto, ¿sabrían
cómo hacerlo?, ¿quién los ha introducido en el mundo de la participación: la familia
hostigada por el entorno pauperizado en economía y en valores; la escuela cada vez
más pobre en recursos simbólicos y reales; la televisión cada vez más
monopolizada, generalmente ciega, sorda y muda a la problemática y la
participación de niños y jóvenes; o internet, a la que diversos autores exhiben como
espejo de una juventud cada vez más desmovilizada (aunque parezca más
conectada)? ¿Dónde y cómo se forman los ciudadanos del siglo XXI?
La noción de ciudadanía tuvo distintas connotaciones a lo largo de la historia; se
vincula de diversas formas con la de democracia y se posiciona de diferente modo
frente a la formación en participación y a la práctica ciudadana. Las siguientes
concepciones de democracia evidencian la polaridad que pone en tensión la noción
de ciudadano.
Por un lado La democracia liberal, cuyo sistema se caracteriza por reducir la
democracia a la política y esta al sufragio, sobre el que, además, han operado
históricamente diversas restricciones. Promueve la formación de ciudadanos
heterónomos, que aceptan los diversos condicionamientos externos, sin
considerar la posibilidad de participación o crítica para su modificación.
El otro polo es la democracia social, que favorece su propia consolidación
mediante la libre creación, por parte de los ciudadanos, de obligaciones políticas
y del diseño conjunto de coordenadas que presiden la vida en común,
incorporando capacidades críticas en contextos de cooperación. Promueve la
formación de ciudadanos autónomos, individuos que se presentan a sí mismos
como protagonistas de su historia y de sus instituciones y para quien es la
11
identidad ciudadana depende de su participación en la comunidad (Schmidty
Milman, 2003).
¿En qué modelo de democracia se está formando a las nuevas generaciones?
Los escenarios edificados en las últimas décadas en contextos democráticos
están atravesados por la irrupción de las tecnologías de la comunicación e
internet, que hizo más complejo el desafío de promover la anestesiada
participación ciudadana de los adolescentes. Cada tecnología se suma a la
anterior y van marcando agendas y usos ligados, fundamentalmente, al
entretenimiento y a la socialización, y circunstancialmente, a la búsqueda de
información. Celulares, computadoras, conectividad son espacios en los cuales
gran número de adolescentes se sienten seguros y por los que se desplazan con
comodidad; pero muy rara vez parecen hacerlo con fines ligados a la
participación social. Cabe destacar, como dijimos, que no todos cuentan con
acceso a espacios virtuales. Los de zonas rurales o los de entornos con escaso
capital cultural tienen limitada o nula apropiación de las tecnologías en términos
de derechos vinculados a la participación y el acceso a la información.
Uno de los síntomas de la solidez de una democracia consiste en el acceso a la
información del que disponen los ciudadanos. Para ejercer el derecho a la
información es necesario acceder a nuevas alfabetizaciones y por ello es
necesario reflexionar sobre el concepto de analfabeto, remarcando que no se
refiere exclusivamente a la carencia de una técnica de decodificación de un
texto. Alfabetizarse, mucho más allá de la decodificación, consiste en
comprender el mundo para nombrarlo e incidir para trasformarlo. El silencio, o la
voz ilusoria de los que nombran el mundo tal como lo ven los dominantes, debe
dejar lugar al aprendizaje de la verdadera palabra (Etchegoyen, 2003).
Paulo Freiré había anticipado este desafío en diferentes obras, marcando la
trascendencia de abordar perspectivas críticas en relación con la tecnología. En
la Pedagogía de la esperanza, por ejemplo, sostiene:
12
resistencia a modelos consagrados.5
Internet puede brindar infinidad de oportunidades para conseguir información
al margen del sistema. Chomsky destaca:
Esta reflexión es clave para leer la relación entre ciudadanía y consumo. Sin
embargo, al no ser esferas equivalentes, la discusión no se limita a si en la
sociedad de los próximos años habrá o no sujetos configurados por el consumo,
sino qué estrategias emplearemos quienes consideramos que al consumo
necesariamente hay que contraproponerle propuestas que apunten a una
concepción del mundo que priorice a los sujetos por sobre las mercancías y les
confiera mayor grado de autonomía, emancipación y solidaridad.
Un segundo interrogante es si la participación de las nuevas ciudadanías
quedará restringida mayoritariamente al ámbito urbano y a aquellos sectores
que hoy reciben una educación de calidad. Esta brecha es tanto o más fuerte en
5
Durante el mes de junio de 2006 la blogósfera, mediante foros, blogs y también cadenas de mensajes de
celulares, sirvió para la movilización de cientos de miles de estudiantes chilenos. Era recurrente leer en los blogs
el siguiente lema: "Educación. Un derecho, no un privilegio. Lucharemos por una mejor educación". Algunos de
esos blogs y foros están reunidos en <http://www.emol.com>.
13
la subjetividad de los jóvenes que la pobreza material. Ante estos cambios,
algunos especialistas sostienen que decidir políticas de tecnologías de la
comunicación con criterios de justicia implica priorizar los ámbitos rurales y
suburbanos desfavorecidos, más desprotegidos en términos educativos y más
desconectados (Duro, 2008).
Otro dilema reside en la ilusión que puede generar internet al promover que cada
individuo piense que las democracias pueden ser reemplazadas por participaciones
directas en las que se eliminen los intermediarios, en vez de ser representantes con
quienes dialogar y a quienes es posible criticar.
La educación, incorporando las tecnologías desde una perspectiva social y no
meramente instrumental, puede entablar puentes para que todos los ciudadanos -
incluidos los colectivos más vulnerables- ejerzan sus derechos y participen
activamente en la definición de sociedades más dignas. Sin embargo, a los ojos de los
educadores, pocas veces esta incorporación aparece como una oportunidad para la
construcción de nuevas ciudadanías. José Joaquín Brunner (2008) sostiene que vivir
en una sociedad de la información y en una economía basada en el conocimiento
requiere que sus jóvenes posean una amplia gama de competencias en este campo
para que puedan participar plenamente como ciudadanos, ya que tales competencias
se constituyen como componentes esenciales de la educación del siglo XXI.
La profunda desigualdad que vive la región y la consecuente segmentación
potenciada por el cada vez más exclusivo y diferenciado acceso a educación de calidad
pone en riesgo la convivencia social. Por eso, un objetivo reside en
Muchos son los interrogantes que plantea la tecnología sobre los nuevos modos
de participación, y hasta aquí hemos abordado algunos. Una de las pocas certezas
consiste en que no llegará de mano de las pantallas el cierre de las fracturas
descriptas sino, entre muchos otros factores, del uso que de ellas se haga, dado
que dichas fracturas nos son tecnológicas sino políticas.
Una vez más la demanda llega a la escuela, para que se las incorpore como
una oportunidad de inclusión social, que trasciende a la máquina como
instrumento y la admite como vía para la transformación. Educar desde esta
perspectiva compromete políticamente a cada docente en particular y al
escenario educativo en general, promueve la formación de ciudadanos con
estima, autonomía, responsabilidad, a la vez que permite impulsar ese mismo
compromiso en las nuevas generaciones.
Mirada crítica y participación activa. Allí reside el desafío. Frente a un mercado
potenciado por las tecnologías de la comunicación y la información que se filtra
por las fracturas y anega los modos solidarios de la ciudadanía, entender la
educación como un acto de amor y comunicación forma a los estudiantes en
valores capaces de reconocer, en la diversidad, la riqueza de la humanidad a la
vez que brinda herramientas que les permitirán ser parte constitutiva de la
construcción social a fin de resistir los embates mercantilistas que tienden a
disgregarla.
14
8. LAS TIC EN LA AGENDA
EDUCATIVA
15
Ciencias Naturales. También señaló, una vez más, las desigualdades: los alumnos con
niveles altos de desempeño están concentrados en la Ciudad de Buenos Aires,
Mendoza, La Pampa, Córdoba y Santa Fe, mientras los niveles más bajos siguen
manteniéndose en el noreste del país. La evaluación internacional PISA se realiza
cada tres años por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), sobre jóvenes de 15 años de distintos países. Los argentinos ocuparon el
puesto 53° en lectura y comprensión de textos, 52° en matemática, y 51° en
ciencias, entre un total de 57 naciones.
En España, la misma evaluación preocupó a la comunidad porque los guarismos
indican que se "retrocede en lectura y se estanca en la mediocridad en ciencias y
matemáticas". Allí, la infraestructura no es una carencia, y sin embargo,
6
Versión en línea disponible en <http://www.elpais.com>.
16
uso de las tecnologías de la comunicación y la información. Guillermo Orozco
Gómez sostiene que educación y tecnologías se imbrican en tal grado que
17