Parte 2 - Actividad 13
Parte 2 - Actividad 13
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Dado que la remuneración total es la sumatoria de pago por el cargo y pago por
resultados, que corresponde al componente fijo y variable respectivamente, la equidad
interna asociada es un criterio central al momento de la contratación de una persona,
ya que como se desconoce su desempeño real, se le paga según el valor de sueldo
asignado al cargo. Luego de esto, no es posible hacer una mirada de sueldos iguales a
puestos iguales, pues las rentas se diferenciarán naturalmente según el mejor o peor
resultado alcanzado por cada trabajador (Fernández, 2002).
De esta manera, es práctica habitual en las empresas contar con encuestas del
mercado de remuneraciones, para testear permanentemente su posicionamiento
relativo. Esta práctica es positiva en la medida que se comprenda que la remuneración
debe satisfacer no sólo el criterio de competitividad externa, sino que al mismo tiempo
debe asegurar la equidad interna. Efectivamente, “la remuneración siempre debe ser el
resultado de la combinación de los criterios de equidad interna y competitividad
externa” (Fernández, 2002, p. 7).
Una vez que se habían establecido los niveles salariales iniciales, los aumentos
de sueldo para la mayoría de los empleados asalariados tradicionales resultaban de las
promociones o ascensos, del mérito o del aumento del coste de vida (Flannery,
Hofrichter y Platten, 1997). De esta manera, los empleados estaban habituados a
esperar que llegara el aumento por “mérito”, ya sea se lo merecieran o no por su
rendimiento o el de su organización.
Es así como las algunas organizaciones han llegado a la conclusión que los
programas de remuneración tradicionales han sido eclipsados por sus nuevas
estructuras, estrategias y procesos laborales, ya que en lugar de respaldar a la
organización, están siendo obstáculos para su crecimiento y éxito. Por esto, se ha
comenzado a buscar nuevas estrategias salariales que ayuden a impulsar y respaldar
los nuevos valores de las organizaciones actuales, como son la calidad, el servicio al
cliente, el trabajo en equipo y la productividad.
Cada uno de estos elementos debe ser considerado como parte de la razón por
la cual los empleados quieren trabajar en una organización, quieren permanecer en
ella y esforzarse por mostrar su mejor desempeño.
De esta manera, a medida que los empleados adquieren más habilidades, llegan
a ser recursos más flexibles, ya que no sólo son capaces de desempeñar roles
múltiples, sino que además desarrollan un conocimiento más amplio de los procesos
laborales y con eso una mejor comprensión de la importancia de su contribución a la
organización. Esta flexibilidad y comprensión es crucial en las organizaciones que están
implementando equipos de trabajo autodirigidos que comparten tareas.
Una vez que las competencias han sido identificadas y comprobadas, se pueden
empezar a relacionar con la remuneración.
Las bandas o franjas no son otra estrategia de pago, más bien son una
plataforma sobre la cual se puede desarrollar y manejar eficazmente la estrategia de
compensación. Por ejemplo, una organización podría ubicar todos los puestos
profesionales, gerenciales, técnicos y administrativos en diversas franjas. Así, en lugar
de escalar una serie de rangos o categorías, los empleados podrían pasar gran parte
de sus carreras, sino la totalidad, en una sola franja, desplazándose lateralmente y
ganando más dinero a medida que adquieren nuevas habilidades, competencias o
responsabilidades, o a medida que mejoran su rendimiento. Estos serían los criterios
para la distribución en las bandas.
En general, los incentivos a grupos alientan a los empleados para que sublimen
sus metas personales en pos de los intereses de su empresa. Al vincular las
recompensas con el desempeño personal, se incita a los empleados a hacer un
esfuerzo adicional para ayudar a que su equipo tenga éxito.
Este vínculo ha existido durante años, pero sólo para unos pocos grupos de
empleados, generalmente altos ejecutivos y en niveles más bajos de la organización, a
equipos de venta. Sin embargo, actualmente las organizaciones han comenzado a
extender los programas de incentivos, con lo cual se ha descubierto que al permitirles
a los empleados compartir los riesgos y las ganancias de la organización, éstos no sólo
mejoran su rendimiento, sino que asumen más responsabilidad por ello (Flannery,
Hofrichter y Platten, 1997).