Paul Westheim - Arte Antiguo de México

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aul Arte


Westheilll antIguo
de
México

[ ] Biblioteca ERA
III Serie Mayor
Traducción del alemán: A WilhelmWorringer,
Mariana Frenk admirado maestro. y amigo

Dos ediciones anteriores de esta obra


fueron publicadas por el Fondo de Cultura Económica

PrimeJ'a edición en Biblioteca Era [revisada] 1970


Derechos reservados en lengua' española
©1970, Ediciones Era, S. A.
•Avena 102, México 13, D. F.
Impreso y hecho en México
Printed and Made in Mexico
"
. 'l . .

Advertencia Indiee general


, ,

Esta edición, que es la tercera, aparece casi seis años después de la


muerte de Paul Westheim. Presenta con respecto a la anterior algunas,
Advertencia, 8
modificaciones en el texto, hechas de acuerdo con apuntes del autor. Prefacio a la segunda edición, 11
La traducción se ha vuelto a revisar, y donde las recientes exploracio- I Prefacio a la primera edición, 13
nes lo hacían necesario, se han añadido notas. Se ha agregado buen • i
número de ilustraciones, tanto en blanco y negro como en color, y Primera parte: La concepción del mundo
otras se han sustituido por fotografías más características, con prefe-
rencia de obras poco conocidas. I El sistema teogónico, 17 •
A los amigos, fotógrafos y arqueólogos, que me han ayudado a prepa- 11 Arte colectivo, S6
rar la presente edición les agradezco profundamente su colaboración.
111 La espiritualidad del arte precortesiano, 80
Mariana Frenk IV La concepción de la naturaleza, 98
S"r.mda parte: La expresión
I La estética de la Pirámide1121
11 La máscara, 140 \
111 La greca escalonada, 1S6
T,rcera parte: La voluntad creadora

I Un continente que se estructura,.-187


11 La cultura teotihuacana, 208
III La Qlltura tolteca, 223
IV El arte feudal de los mayas, 233
t. V Chichén Itzá, 294
VI Los zapotacas: un pueblo de arquitectos, 328
VII Los aztecas: el pueblo de Huitzilopochtli, 369
VIII Los tarascos: arte profano, 398

Indice analítico, 421


Indice de ilustraciones, 429
Fotografías, 439
Prefacio a la segunda edición

Todo fenómeno artístico pennanecerá Incomprensible para Octavio paz me ha autorizado, amablemente, a transcri-
nosotros hasta que no hayamos 10000ado penetrar en la necesi-
dad y regularidad de su formación. bir aquí los siguientes renglones de una carta suya: "Para
Worrinler: La ,,,ncill d,1 "tilo gótico mí sus libros sobre el arte mexicano han sido una fuente,
en el verdadero sentido de la palabra; han saciado mi sed,
han abierto y fertilizado mi espíritu y me han encantado.
Gracias por esos libros." Este fue el propósito que me guió
al escribir mis libros sobre el México antiguo: hacer ver al
lector la belleza artística de las obras precortesianas, poner-
lo en condiciones de convertir un pasado histórico en un
encuentro con el eterno presente del arte.
Entre tanto ha aparecido, igualmente en el Fondo de
Cultura Económica, mi libro Ideas fundamentales del arte
.. prehispánico en México, que complementa el Arte antiguo
de México. Los dos forman una unidad. Creo que puedo
decir, sin jactancia, que estas obras constituyen una base
para el conocimiento de los fenómenos estéticos de un orbe
artístico único y grande.
Para esta segunda edición, el texto ha sido revisado cui-
dadosamente. Se reescribieron algunos capítulos. Se ha au-
mentado el número de las ilustraciones, y parte de ellas han
sido sustituidas por nuevas fotografías "en las cuales la es-
tructura artística resalta con mayor claridad.
Agradezco la gentileza del Instituto Nacional de Antropo-
logía e Historia, del Museo Nacional de Antropología, del
Vólkerkulldemuseum de Berlín, así como de varios amigos
míos, que me proporcionaron fotografías.
En el momentel de publicarse esta nueva edición, siento
• la necesidad de expresar mi gratitud al Fondo de Cultura
Económica y, muy especialmente, a su director, Dr. Arnal-
do Orfila Reynal, cuyo interés por mi obra y cuya alenta-
dora comprensión han sido para mí un estímulo de gran
valor.
Paul Westheim

México. enero de 1963.

II
Prefacio a la primera edición

En el afto de 1921 publiqué en Berlín, en la serie Orbis


Pictus, editada por mí, un tomo intitulado Historia del arte
del antiguo México. Su autor era Walter Lehmann, discípu-
lo de Seler, que había participado en las exploraciones de
Teotihuacán. La edición francesa apareció al mismo tiempo
en la Editorial Cres, de París.
Cuando, veinte aftos más tarde, tuve la suerte de venir a
este país y de ver personalmente las obras maestras del
México antiguo, busqué un libro que me introdujera a este
arte desde sus supuestos espirituales y creadores. Existen
muchas publicaciones bien ilustradas, con descripciones de
las diferentes obras; existen los importantísimos estudios de
los arqueólogos, sobre todo de los arqueólogos mexicanos,
que en los últimos cincuenta aftos han sentado los cimien-
tos para una comprensión de las culturas precolombinas.
Pero lo que yo buscaba, una estética del arte precolombino,
no llegué a encontrarlo. Hallé en la desaparecida revista
Universidad de México un ensayo fundamenta} de Eulalia
Guzmán, "Caracteres esenciales del arte antiguo .mexicano" .
Entre tanto, se publicó la excelente obra de Salvador Tosca-
no: Arte precolombino de México y de la América Central,
que se propone otra tarea importante: presentar un panora-
ma claro y metódico del curso evolutivo del arte precorte-
siano. Puesto que no existía aquel libro que buscaba, me
decidí a escribirlo yo mismo, para mí y para todos los que
están interesados en captar fenómenos artísticos desde sus
• fundamentos espirituales y psíquicos. Que para ello tendría
yo que partir del mito, de la religión, de la concepción de
la naturaleza y de la estructura social de los pueblos preco-
lombinos, lo comprendí desde un principio. El resultado, al
cabo de unos siete aftos de trabajo intenso, es la presente
obra.
Posiblemente el lector dirá que es un libro de muchas
citas. En la literatura sobre el México antiguo, y aun sobre
el moderno, abundan los autores que dejan rienda suelta a

13
su fantasía. Por 10 tanto, creí necesario apoyar mis tesis, Primera paTte
hasta donde fuese posible, en fuentes consideradas como
fidedignas. Citas e ilustraciones son mis testigos.
Deseo hacer público mi agradecimiento al Museo Nacio-
nal de Antropología y sobre todo a su director, doctor La concepción del mundo
Daniel Rubín de la Borbolla, por el gentilísimo apoyo que
dispensó a mi trabajo. Expreso también mi gratitud a mi
amigo, doctor Emest Rathenau, que tuvo la amabilidad de
cederme para este libro sus bellas e inéditas fotografías,
frutos de un .viaje de estudios fotográficos a México. No
menos cordialmente agradezco a mis amigos Albrecht Yik-
tor Blum; Enrique A. Cervantes, Amold Deutsch, J. Rodol-
fo Lozada, doctor Kurt Stavenhagen y licenciado Salvador
Toscano (tan trágicamente fallecido hace apenas unos me-
ses) por el material fotográfico, igualmente interesante e iné-
dito, que pusieron a mi disposición; y a don Jorge Enciso la
amable ejecución de algunos dibujos tomados de su obra
'Sellos del antiguo México. Y, finalmente, doy mis gracias a
la seftora Mariana Frenk, por la comprensiva traducción y la
valiosa ayuda que me prestó en la revisión de la obra.
Es para mí una íntima satisfacción, y lo tengo a mucha
honra, que el doctor Wilhelm Worringer, admirado maestro
mío, haya aceptado la dedicatoria de este libro. Su obra
fundamental La esencia del estilo gótico ha sido para mí
modelo, criterio y estímulo.
P.w. , ,
"
Octubre de 1950.

'¡ !

,-
I
l. El sistema teogónic~

Todos o casi todos los sistemas religiosos tienen que enfren-


tarse con la contradicción de que el mundo, creado, dis-
puesto y regido por Dios, no es perfecto, sino que pesa
sobre él la miseria y la desgracia. ¿Cómo es posible? Dios
es el Todopoderoso, todo sucede según su voluntad, contra
la voluntad suya "no se mueve la hoja de un árbol". Y sin
embargo ...
1 judaísmo traspone este conflicto, 'tomo los demás, al
alma, a la conciencia humana: La tierra está llena de violen-
cia porque los hombres son "de dura cerviz", porque los
domina el Jezer horah, el instinto malo, porque pecan, por-
que niegan a Dios. "Porque el instinto del corazón del hom-
bre es malo desde su juventud" (Génesis, VIII, 21). Dios és
todopoderoso, pero el hombre es débil, demasiado débil.
Por su debilidad (su pecado) el mal está en el mundo.
El cristianismo crea el concepto del pecado original. An-
t'5 de su caída, en el Paraíso, el hombre fue la imagen de
Dio. Con el pecado original atrajo la maldición sobre toda
la humanidad y convirtió al mundo en un valle de lágrimas.
l', piar esa culpa primordial es la misión del hombre. Jesu-
(,.'ri. to, el Redentor, cargando con la cruz, cargó con la cul-
pa de los hombres. Pero el hombre no está al abrigo de una
r 'caída en el pecado. Tiene que luchar contra su naturaleza
p \ 'aminosa y continuamente está sucumbiendo a ella. ¿Por
«u ~ la salvación se le da tan sólo como una promesa? El
crist ianismo inventa la figura del Demonio, del "Enemigo",
ql1' siembra la desgracia con maña y perfidia. El hombre
' :l' n las trampas del Demonio. San Agustín procura eludir
'stu contradicción, excluyendo el criterio de la razón. Tam-
hi "n la razón se corrompió con el pecado original; es una
IIL' la cosas más dudosas y falaces del mundo. La meta de
tod los esfuerzos humanos, en la que incluso se resuelven
(odas las contradicciones, es la comunión con Dios.
Los pueblos del México antiguo encontraron una solu-
1. Aguila del friso de la pirámide de Xochicalco. c' i6n de simplicidad genial. Incorporan a su sistema religioso

16 17
joven; detrás de él, Ah Puch, dios de la muerte, rompe el
árbol en dos. 3
El dualismo es el principio esencial del mundo precorte-
~ianQ~_ELdlJalismo rige la .cQ~ei2ción ik ..las diOs de la
naturale'Z2-¡ del arte. ChQqy~A~n f~~§ ~nta&2nicas; be aqUÍ
ti solucióJ;LdeLm.!&!!la CÓsp1icQ. Las épocas del m~' ,\
P!'!~.trulu_~~b.ª".i~i1rA._d.~L.sQl~~a) $oñiiñi incesante \
,\ !.ucesión de destrucciones~..,.Cuat[O ..soles, WO es, cua tr;-'---'

j
{
I]~lld~s, , fy~º.u.~de~truipq.s~.".~~~l~tp.j!s>~J2!.1~s
amguilaran el nuestro..
-El diluvio de '¡'á 'Biblia es el castigo a la impiedad de los , \I
\1 hombres. Uno solo, Noé, escapa con los suyos a la destruc- \1
ción. La motivación de la catástrofe es ético-religiosa: la
• perversidad, el pecado deben extirparse. La destrucción de
, los cuatro mundos del mito mexicano es consecuencia de
una lucha por el poder entre los dos grandes adversarios
divinos: Quetzalcóatl y el Tezcatlipoca negro. Tezcatlipoca
creó el primero de los mundos y se hizo Sol; QuetzflcóaÚ 10t-
2. El Sol, el planeta VilnUS, la Luna, la Tierra. * Códice Borgia.
le dio un golpe con un bastón, se arrojó al agua, se trans-
formó en tigre y devoró al Sol y a los gigantes que por
entonces poblaban la Tierra. Luego hizo un nuevo mundo,
la contradicción, que no se puede 'negar ni suprimir. Es que Tezcatlipoca derribó' de un zarpazo. Después los dioses
cierto que los dioses, creadores y amos del mundo, están creadores pusieron por Sol a Tláloc, dios de la lluvia. Este
dotados de fuerzas sobrehumanas; pero una deidad se en- tercer mundo lo destruyó la lluvia de fuego. Luego Quetzal-
'frenta con la otra, lucha contra la otra. El dios constructor
contta el destructor. Una lucha eterna, que nunca cesa, que
, . c6atl puso por Sol a la hermana de Tláloc, a Chalchiuht1icue
diosa del agua. Y Tezcatlipoca anegó el cuarto mund~
YSih·~j:regua
,
"'~:f 1,
va formando y transformando al mundo, que en torrentes de agua (el diluvio). "Los dioses combaten, y
domina la naturaleza y determina la existencia del hombre. su lucha es la historia del Universo; sus triunfos alternativos
En el Códice Tro-Cortesiano vemos representada la escena
siguiente: Chac, dios de la lluvia, aparece cuidando un árbol

* En este dibujo Xólotl hace ofrenda de una codormiz al dios solar. Este
sorbe el río de sangre que parte del ave. Sahagún escribe: "Todos los días del
mundo ofrecían sangre e incienso al sol; luego en saliendo por la mañana
ofrecíanle sangre de las orejas y sangre de codornices a las cuales, arrancándolas
la cabeza, corriendo sangre, las al~aban hacia el sol como ofreciéndole aQuella
sangre, y haciendo esto decían: ya ha salido el soL .. ; no sabemos cómo
cumplirá su camino este día, ni sabemos si acontecerá algún infortunio a la
gente. Y luego enderezaban sus palabras al mismo sol, diciendo: Señor nuestro,
¡haced prósperamente vuestro oficio! " 3. El dios de la lluvia cuida a ~ árbol; el dios de la muerte lo
rompe. Códice Tro-Cortesiano.
18 19

...
son otras tantas creaciones" (Alfonso Caso).
En el fondo no existe el ser. Sólo existe el nacer y el morir.
El ser es un estado transitorio entre nacimiento y muerte.
Tampoco la vida es otra cosa, tampoco es más.\ Según
Sahagún (Historia general de las cosas de Nueva España), se
creía que los muertos "despertaban de un sueño en que
habían vivido". No hay duración, no hay seguridad en esta
vida. A Tezcatlipoca -"el que obra según su albedtío", como
también lo llamaban- se le temía tanto porque "siempre
buscaba o~siones para quitar lo que había dado" (Sahagún, 4. El jaguar devorando al Sol. Petroglifo en las cercanías de
op. cit.). Representaba la ley de la naturaleza, la imprevisibili- Tenango.
dad del porvenir. Su símbolo era el tigre, "el que destroza",
Siembra y cosecha, día y noche, nacimiento y muerte. Un corazón a un esqueleto. En el Norte manda el jaguar; los
perenne nacer, un peren~e morir. El parto se cons~dera códices lo representan destrozando a un hombre. El caimán,
como un combate que se verifica en el seno de la partu- en el Poniente, arranca un pie a Tezcatlipoca. En el Sur
rienta (Seler,Gesammelte Abhandlungen). Se cree que en el reina el águila: los códices la muestran agarrando un conejo
vientre de la madre muere una porción de su ser, para que . que asoma por las fauces de una serpiente.
surja la 'vida nueva, tal como en la tierra muere el grano de Se trata ahí de luchas titánicas, de dramas cósmicos; sus
maíz para que brote la plarita. Esta polaridad es la raíz actores son las divinidades. * Reflejos de una concepción
primordial, el sentido primordial de todo ser y acaecer. Es dinámica del mundo, basada no en un ideal ético, sino en el
el principio creador de aquel mundo. Atracción y repulsión, reconocimiento de fuerzas elementales de la naturaleza, que
fuerza y "contrafuerza" crean un equilibrio inestable, que obedecen sólo a la ley de la energía inherente a ellas.
debe ser mantenido por el conjuro mágico. En forma de un simbolismo lapidario y expresivo se ma-
Los astros en el Cielo -el Sol, la Luna, la estrella de la nifiesta este dualismo ya en el nombre de Ometecuhtli, pa-
mañana-, cuyo "comportamiento" se tiene por decisivo pa- dre de los dioses creadores. Ometecuhtli significa "dos Se-
ra todo lo que sucede en la Tierra, son la confirmación
cósmica. Existe una periodicidad, que el hombre se esfuerza ... La enorme importancia atribuida en todas las culturas al juego de pelota
se explica teniendo presente que simboliza un combate entre las fuerzas antagó-
por reconocer, y cualquier feQ9I?eno que se desvía de ella, nicas del cosmos. Los sacerdotes lo celebraban como ceremonia ritual. Está
lo interpreta como desgracia. ~ero el hecho sustantivo que representado en todos los códices, y se han encontrado Juegos de Pelota en
ensefta esa observación del Cielo es que los cuerpos celestes todos los grandes centros ceremoniales, Monte Albán, Xochicalco, Tul, Cm-
chén Itzá, Copán, etc., a excepción de Teotihuacán. Ya Seler afirmó que este jue-
están sujetos a la misma ley del nacer y morir. El Sol se 10 tenía un si~ificado mitológico: representa la desaparición y el resurgimiento
pone, "es devorado por el jaguar", "se hunde en el seno de de la Luna, "la Luna, que alternativamente sucumbe -es decir, desaparece, como
4/5 la Tierra", en el mundo inferior. La Luna (véase el capítulo Luna nueva- Y triunfa -es decir, se vuelve Luna llena". Se trata de la lucha entre
la luz y las tinieblas. El movimiér!t.o de la pelota -explica Seler- es el camino que
"La concepción de la naturaieza":, pág 98) es desmenuzada recorre el Sol desde la mitad ciarli' (del Cielo) hasta la mitad oscura (de la Tierra) y
y muerta por el Sol, para resurgir como Luna llena. Cada viceversa. El anillo a travésdi!l cual el jugador tiene que arrojar la pelota
región del reino de los muertos es regida por uno de "los simboliza la abertura de la Tierra en que. el Sol desaparece al ponerse. "La
pres'encia de la Xiuhcóatl, serPiente conductora del ,Sdl en su carrera, en los
animales destrozadores". El Oriente es del murciélago, que anUlos del juego de pelota qe Chichén Itzá, parece referirse a esta creencia"
en el Códice Vaticano 3773 (B) sostiene una cabeza huma- (Salvador Toscano: Arte precolombino de México y 4e la América Central).
na en cada pata, mientras que en el Códice Borgia le saca el Como dios del juego de pelota se designa extJesamcmte a Xólotl. Hay que

20 21
5. El Sol en el seno de la Tierra. Códice Bo~bónico. '6. Nacimiento del dios del maíz. Tlazoltéotl dando a luz. Códice
Borbónico.

flor". El primer intérprete del Códice Telleriano-Remensis


lo identifica con Tonatecuhtli, "Dios, sefior, criador, gober-
nador de todo, Tloque, Naúaque ... , aquel que es Dios, de
quien se decía que había creado el mundo, y así se pintaba
éste con una corona de rey como sefior de todos." Sahagún
escribe: "Decían que de aquel gran Señor dependía el ser 6
de todas las cosas y que por sU mandado de allá venía la
influencia y calor, con que se engendraban los nmos o nmas

interpretar el juego como un combate entre Xólotl, dios del crepúsculo, del Sol
que se pone, y Quetzalcóatl, dios de la estrena matutina, del Sol que sale.
Preuss ve en él un Analogiezauber (práctica mágica basada en analogías), un
remedo del triunfante curso del Sol, que presta al vencedor fuerzas mágicas, lo
capacita para grandes empresas y ahuyenta todos los males.

22 23
c.ulto y encuentran su expresión en el ritmo y en la reli-
gión, en el arte, en la filosofía y en la ciencia (George C.
Vaillant: La civilización azteca). *
El retorno cíclico de las 'estaciones -es decir, la renova-
ción constante de la fuerza procreadora de la Tierra, su
facultad de alimentar a los hombres y a través de ellos a los
dioses- lo determinan los astros, como determinan la v.ida
de cada individuo. El hombre no configura su propia vida:
es vivido por aquellas fuerzas sagradas. El día del nacimien-
to es decisivo para el destino del que nace. Hay hombres
infelices, hay hombres felices; éstos "nacieron con buena
estrella". Fray Diego Durán (Mitos indígenas) estableció un
verdadero catálogo de la significación .que tuvo entre los

, aztecas cada uno de los signos de los días. Los que nacen
en un día. "cabeza de serpien~e" están destinados a 'se,;gt:lln-
des trabajadores, buenos agncultores, guerreros esforZados,
comerciantes favorecidos por la suerte, etc. Los nacidos en
un día "se(piente" serán pobres, mendigos sin casa propia,
vivirán desnudos como la se(piente. De "los ,que nacen bajo
el signo del dios del fuego, reputado por un signo particu-
larmente propicio, dice Sahagún que se les consideraba co-
mo previsores y cuidadosos; acumulaban tesoros para sus
descendientes; eran campesinos, laboriosos cultivadores de
7. Quetzalcóatl y el gusano. Representación del Cielo y de la sus tierras y sabían sacar provecho de todo.
Tierra. Códice Aubin. Para el hombre de la civilización occidental, que piensa
científicamente, o, ·digamos, que cree en el pensamiento
científico, el milagro es lo ine~p~pado, lo no previsto y no
palabra encierra una significación mística y trascendental" previsible. Saber fijar la reguhiridad de un fenómeno natu-
(Walter Lehmann). ral, calcularlo, y calcularlo con anticipación, es conocimien-
Según la representación d~l mundo mesoamericano, hay to científico. El ignoramus ignorabimus, aquello que nues-
una sola cosa eterna: la revolución de los astros, que descri-
ben su órbita, silenciosos, ajenos a todo acaecer humano, a tra ciencia no sabe resolver, es 10 inquietante, el misterio.
todos los deseos humanos. Expresado más concretamente: Para el hombre precientífico (inte(pretando la palabra
e~erno es el retorno cíclico de los fenómenos, el inmutable
"científico" en el sentido de nuestra época) las cosas tienen
ntmo del suceder natural; día y noche, el Sol que sale y se un signifi~ado opuesto. El se enfrenta, indefenso, a una
p~ne, l~ época seca y la época de las aguas. "Así pues, descu-
naturaleza que, con su afán de destrucción, con su imprevi-
bnr cuales eran esos ritmos y seguir sus vibraciones compli- sibilidad y su falta de regla, le debe parecer caótica. En su
cadas, aunque uniformes, aseguraría, de acuerdo con la filo- . actuar, del que depende su bienestar y muchas veces su
sofía azteca, la venturosa supervivencia de la comunidad ...
Así, el ritmo y la forma llegan a ser partes esenciales del * 3a. ed., Fondo de Cultura Económica, 1960, 316 pp.
, "

24 . 25

",.' ,
vida, no ve ni sentido ni ley, sino azar y arbitrariedad. Y númenes del pulque --uno para cada clase de borrachera-- y
ahí se encuentra con la experiencia de un mundo de los a muchísimos más. Una deidad particular para cualquier 10/11/11
astros por encima del caos, un mundo en ~e no impera el fenómeno físico y metafísico, para todos los hechos de la
azar, sino misteriosa, inconcebiblemente, un orden eterno, vida, para todas las actividades humanas.
establecido desde tiempos inmemoriales en forma tal que es No es posible comparar a esos dioses' mexicanos, por
posible prever y predecir lo que ocurrirá en el futuro. Para ejemplo, con las divinidades agrarias de los romanos, a cada
esos hombres, cuya vida transcurre en medio de la confu- una de -las cuales les incumbía el ejercicio de determinada
sión, aquello que no lo es: el orden, el ritmo, el retorno función agrícola. De ellas dice Ernst Cassirer (Antropología
cíclico-periódico de un mismo fenómeno, significa el "mila- filosófica): * "No son el producto de la imaginación o la
gro". Milagro que excita y exalta su imaginación; revelación inspiración religiosa; están concebidos como regidores de
de lo divino, en que se manifiesta el verdadero, el supremo actividades particulares. Son, por decirlo así, dioses adminis-
sentido de todo acaecer cósmico. El calendario, fijado por trati"os de la vida humana. No poseen personalidad defini-
"los ancianos", es la interpretación de aquel orden, de da, pero se hallan claramente diferenciados por su oficio, y
aquel ritmo. "Matemática es religión", dice Novalis. La ob- su dignidad religiosa depende de este oficio." En este siste-
servación de los astros, su aparecer y desaparecer, su regula- ma -opina Cassirer-- hay que ver los rasgos típicos del
ridad y sus aberraciones, he aquí la base de todo conoci- espírit~' romano, la mentalidad robusta y enérgica de gente
miento de la vida, de todo pensar, en primer lugar del entend\da en la organización y coordinación de todos los
pensamiento religioso. Lo demás no cuenta. esfuerzos. 'Los dioses del México antiguo, en cambio, sQn'
El panteón del mundo mesoamericano está poblado de creaciones de un - pensamiento mágico, que se 'representa
innumerables deidades. Se refiere, esCribe F. López de Gó- todo acaecer como obra de espíritus, seres divinos~ sin cuya
mara (Historia general de las Indias, 1552), que éstas "al- benevolencia o contra cuya oposición no puede suceder na-
canzaron el número de 2 000". Una impenetrable jungla de da.
dioses, en la cual --según parece a primera vista-- uno no El dios primordial, Ometéotl, Ometecuhtli, Tloque Na-
logrará jamás orientarse. Pero en realidad es un sistema no huaque es el principio supremo que lo engendró todo: al
sólo muy claro y homogéneo, sino, como después veremos, m~ndo, a los dioses y a los hombres. (Uno de sus aspectos
de rigurosa estructura geométrica. es el dios del fuego, ** "el por -quien todos viven", el ancia- 8
Hay que distinguir entre los llamados dioses creadores, no numen, que existía ya en el alba anterior al nacimiento
que hicieron el universo y lo mantienen, y un sinnúmero de del Sol.) Tloque Nahuaque Ometecuhtli mora en el más
dioses que personifican las fuerzas de la naturaleza, a quie- alto de los trece Cielos, y también en el centro de los, tres
nes el pueblo acudía para pedir ayuda en las dificultades de
la vida cotidiana y en determinados casos: en la siembra y • 2a. ed., Fondo de Cultura Económica, 1951, 324 pp.
en la cosecha, cuando faltaba la lluvia y cuando llovía exce- •• Xiuhtecuhtli, el dios del fuego, "el señor viejo", se representa como
anciano en todas las culturas mesoamericanas. Según Plancarte (Prehistoria de
sivamente. El panteón creado por su fantasía abarcaba nú- México) los,otomíes y los c~i<:hiinl?(:~.aquellas dos tribus cuya existencia en el
menes muy diferentes, que se fundían y confundían, se Valle de Mexico puede demostrarse en la época más remota, tenían sólo a este
superponían y compenetraban y que formaban, a base de dios, "el padre", como lo llamaban. Sahagún dice que el fuego y el Cielo se
consideraban como el padre, y la Tierra, que es fecundada por los rayos -"las
relaciones y afinidades, ciertos grupos bien caracterizados 11echas"- del Sol, como la madre. Tezcatlipoca, Quetzalcóatl, Xipe Tótec y
de divinidades. Se veneraba a las deidades de la Tierra y de HUitzilopochtli regían los 'cuatro puntos cardinales; la quinta región del mundo,
la muerte, a los dioses de la lluvia, de la vegetación, de la el Centro, el arriba y el abajo, pertenecía al dios del fuego, al "dios del cerca y
del junto", que vivía en el ombligo de la Tierra, tal como el fogón se halla en
fecundidad, a la diosa del agua y de la sal, a los cuatrocientos el centro de la casa.

26 27

.'
mundos: el Cielo, la Tierra, el mundo inferior. Representa
el principio vital, más o menos aquello que es designado
como "soplo divino" en los sistemas religiosos que nos son
familiares. Durante los diferentes actos de la creaCión per-
manece en un segundo plano. En la Historia de los mexica-
nos por sus pinturas se dice que la creación es obra de
Quetzalcóatl y Tezcatlipoca.
Ometecuht1i y su mujer Omecíhuatl - conceptos filosófi-
co-teológicos- son los mantenedores del Universo. Como
no intervinieron en la creación, tampoco intervienen direc-
tamente er, las circunstancias humanas, en contraposición
con los demás númenes, por ejemplo, el dios del Sol, el del
viento o el de la lluvia. Pedro de Ríos, el intérprete del
Códice Vaticano A, observa en sus anotaciones que Omete-
cuhtli no tenía templo alguno y que tampoco se le hacían
sacrificios, porque existía la creencia de que no los quería.
En Mictlan, el mundo inferior, viven los dioses de la
muerte, agrupados asimismo en torno a cuatro deidades
principales.
Ometecuhtli y Omecíhuatl tuvieron cuatro hijos, los dio-
ses creadores: el poderoso Tezcatlipoca negro; Quetza1cóatl,
el dios-sacerdote y dios del viento; Xipe Tótec, llamado
también el Tezcatlipoca rojo, dios de la siembra, a quien los
hombres deben el sustento, y Huitzilopochtli, dios del Sol y
de la guerra. En primer lugar eran ellos quienes determina-
ban el acaecer humano. A ellos había que hacer sacrificios;
de ellos dependía el bienestar de la comunidad.
Los dioses creadores no sólo caracterizan los cuatro pun-
tos cardinales, simbolizan también los colores. Tezcatlipoca,
"el más malo", tiene su lugar en el Norte; su color es
negro. Huitzilopochtli, de color azul, es el dios del Sur;
Xipe Tótec, el dios rojo, representa el Este, y Quetza1cóatl,
de color blanco, tiene su morada en el Poniente. Los colo-
res de las serpientes en los cuatro lados de la pirámide de
Tenayuca correspondían a los de los puntos cardinales.
"Una de las ideas fundamentales de la religión azteca con-
9 siste en agrupar a todos los seres según los puntos cardina-
les y la dirección central, o de abajo arriba ... Pero no sólo 8. El dios viejo o del fuego (Huehuetéotl). Cerámica. Procede
los colores y los dioses quedan agrupados de este modo; los de Tres Zapotes, Estado de ~eracruz. Cultura preclásica.

28 29
el eje de los tres círculos, por decirlo así, la de Tloque Na-
huaque. En total trece dioses, cinco de los cuales correspon-
den al círculo de la Tierra.
El número 4 es el número mágico, sagrado, fundamental
y cósmico. "Para el mexicano el 4 era el número en que las
cosas se realizaban plenamente y de muchas maneras" (Se-
ler). Hay cuatro destrucciones del mundo, cuatro regiones
del Cielo, de la Tierra, del mundo inferior. Cuatro esquinas
del Cielo y de la Tierra, cuatro caminos hacia el Centro de
la Tierra, cada uno de color diferente (El Libro de los Li-
bros de Chilam Balam), * cuatro divisiones de la cancha del
juego de pelota, cuatro dioses que vuelven a levantar el Cie-
lo cuando ha caído sobre la Tierra, cuatro dioses que sus-
tentan el Cielo. Cuatro días permanece Quetzalcóatl en el
mundo inferior, al cabo de cuatro añós las almas de los gue-
rreros muertos se transforman en colibríes, cuatro años du-
, \ ra la migración de los difuntos a Mictlan. Hay cuatro clases
I de maíz: el negro, el amarillo, el rojo y el blanco. Hay cua-
tro clases de agua que los Tlaloques, ayudantes del dios de
la lluvia, mandan a la Tierra: la primera es buena para' las
simientes y los panes, la segunda añubla las plantas, la ter-
cera las hiela y la cuarta, improductiva, las seca (Historia' dé
los mexicanos por sus pinturas). Según el Libro de Chilam
Balam de Chumayel, los mayas tenían trece dioses de los
, 9. Las cinco regiones del universo. Códice Fejérváry-Mayer. ka tunes (el katún era uno de sus periodos: 20 veces 360,..,
días = 7 200 días, o ~ea aproximadamente veinte años). El
animales, los árboles, los días y los hombres, por el día en dios supremo era ltzamná. Los cuatro Paualtin &ustentaban
que nacen, pertenecen también a una de las cuatro regio-· il -como atlántes- la Tierra; los cuatro Bacab, el Cielo. En
T'
nes del mundo" (Caso). ¡'; las cuatro esquinas del Cielo moraban los Chac, dioses de la
De acuerdo con estas concepciones, el Universo se estruc- Uuvia y del viento. El eje del mundo lo formaba el tronco
tura geográficamente según los cuatro puntos cardinales, y de un árbol gigantesco, Yaxché, cuyas ramas se extendían
geométrícamente en sentido horizontal y en sentido verti- en las cuatro direcciones y cuya copa formaba la bóveda
cal. En el centro la Tierra, considerada como superficiepla- celeste. Según otra versión maya, el Cielo tenía forma de
na; por debajo de ella, el mund9 inferior, y encima el Cielo: un caparazón de tortuga.
trece Cielos, escalonados como los cuerpos de la pirámide, Para comprender este sistéma cosmogónico, de muy me-
las "trece capas de nubes", como decían los mayas. Un sis- ditada estructura teológica, nos ayuda en cierta medida re-
tema que podría representarse gráficamente en forma de cordar el gran número de santos de la Iglesia católica, a
tres círculos, uno por encima del otro. Cada uno de los
puntos cardinales es la morada de una deidad, y el Centro, • Fondo de Cultura Económica, 1948, 270 pp.

30 31
quienes el creyente se dirige en detenninadas situaciones, selecta" de que se roc1eaba, habían llegado; al monoteísmo.
mientras que el concepto de Dios se limita exclusivamente a laual de interesante es que nó lo atacaraníUdándolo de he-
la Trinidad. (Sin duda alguna esa multiplicidad de los santos reje y seductor del pueblo, como le sucedió en Egipto al
facilitó al indígena la conversión al catolicismo e hizo que rey AmenoflS IV.
lo abrazara con fervorosa devoción.) En la descripción qu~ hace Sahagún de los presentes en-
Alfonso Caso dice que "entre las clases incultas había vh.tdos por Moctezuma a Cortés, menciona "el traje que le
una tendencia a exagerar el politeísmo". Parece, en campio, cOrrespondía", aunque en realidad se trataba de los trajes
que los pensadores y la gente de espiritualidad elevada iban de cuatro distiBtos dioses. Seler (Das Tonalamatl der A u-
distanciándose cada vez más de ese culto a gran número de bin'schen Sammlung) infiere de esto que los múltiples dio-
dioses, que brindaba al pueblo la oportunidad de manifestar ses de los mesoamericanos tenían -por 10 menos entre la
su I:eligiosidad en las fiestas, en las ceremonias celebradas gente culta y los gobernantes- la significación de manifesta-
con motivo de los sacrificios, en. sus danzas, en las mortifi-- ciones particulares o diferentes aspectos de un solo dios. Pe-
caciones a que se sometía, etc. El ejemplo· más impresionan- dro de Ríos, al tratar de explicar por qué no se hacían sa-
te y a la vez más conocido de aquella nueva fonna de reli- ~ ~ficios a Ometecuhtli, llega a una conclusión parecida:
giosidad es Nezahualcóyotl, "el coyote hambriento" Ometecuhtli era el único dios, los demás númenes no pasa_
(1431-1472), el príncipe chichimeca de Texcoco, hombre ban de ser hombres o demonios..
de cultura refinada. Etnst Cassirer (Antropología filosófica) afirma que en la
Es cierto que Nezahualcóyotl fue una figura excepcional, evolución de la cultura humana es imposible fijar el punto
una especie de Salomón mexicano, un poeta que escribía donde t~rmina la magia y empieza la religión. La religión
himnos, un sabio legislador e intérprete de la ley, a cuyo está teibda, en cada una de sus fases, de representaciones
consejo en cuestiones difíciles recurrían los otros soberanos, !níticas, y .e! ~ito, aun en su fonna más primitiva, anticipa
incluso el poderoso rey de los aztecas (Alfonso Toro: Histo- .. ideales religiosos. Cassirer rechaza la suposición, efectiva-
ria de la Suprema Corte de Justicia de la Nación); un erudi- mente illlU'arbitraria, de J. G. Frazer (La rama dorada. Ma-·
to de profundos conocimientos astronómicos, fundador de, /gIa Y religión), * según la cual el fracaso y la bancarrota de
una aca~emia de música, que fue propiamente una acade- . la magia allanó el camino hacia la religión. Si hiciera falta
mia de artes y ciencias. Los grandes edificios públicos que refutación de la hipótesis de Frazer, la proporcionarían
levantó en Texcoco y Texcotzingo, fueron destruidos en concepciones religiosas del México antiguo. Sin duda al-
1539 por orden de Zumárraga, primer arzobispo de México. ~uellos pueblos habían logrado crear un sistema au-
Filósofo de la religión, preocupado por transformar la espe- religioso y llevarlo hasta un grado de alta per-
culación teológica, estuvo tan adelantado en sus conceptos r~ccilón. Pero este sistema descansaba en concepciones mági-
filosóficos que erigió un templo al "dios invisible". El tem- y concepciones mágicas fonnaban su médula y su esen-
plo, una pirámide de diez zonas, llevaba un tejado ~egro, Una magia ya no basada ante todo en la virtud mágica
decorado por fuera con estrellas y por dentro con pIedras individuo, sino impersonal, convertida en ritual religio-
incrustadas. Allí ninguna imagen debía colocarse, ningún sa- Esa religión impregnada de magia abarcaba todos los fe-
crificio cruento se pennitía. Como ofrendas sólo se admi- omlenc:>s de la vida material y espiritual en una unidad tan
tían el perfume de las flores y el fragante humo del copa!. en un orden tan sistemático y estructurado con
Por otra parte, Nezahualcóyotl no impidió que el pueblo si- perfección que no cabía ahí ninguna, o, digamos, casi
guiera practicando, según el rito tradicionfll, los sacrificios
humanos. No cabe duda de que este soberano y la "minoría • 4a. ed., Fondo de Cultura Económica, 1961, 864 pp.

32 33
10. Xochipilli. Piedra. Cultura azteca. 11. Xochipilli:. (La figura anterior vista de espaldas.)

34 35
ninguna irregularidad. Fue obra de sacerdotes~ de pensado- perstición, es irreverencia, impiedad, ultraje inferido a Dios.
tes ftlosófico-religiosos que dominllron y supIeron ordenar Corno, de acuerdo con el pensamiento mágico, el actuar de
con admirable rigor el pensamiento religioso de su comuni- la deidad no está determinado por normas éticas, sino me-
dad'. \ cánicamente -efecto de una fuerza demoniaca inherente a
Lo que distingue la religión de los antiguos I?exicanos. de ella, sujeta sólo a la ley de su propia naturaleza-, no se
las religiohes monoteístas es no sólo el pohteísmo, smo puede considerar como pecado neutralizar la demoniaca
también la fe en fuerzas mágicas y la creencia en que es fuerza de los dioses mediante esa fuerza contraria que es el
posible influir en éstas mediante el coI\iuro mágico. De ahí conjuro. En la concepción religiosa de los pueblos del Méxi-
resulta una relación acusadamente distinta con Dios, con el ' co antiguo se percibe una amplia compenetración de estas
universo, con la naturaleza Y una muy diferente actitud del dos tendencias: conformidad con la voluntad de los dioses,
hombre ante lo suprasensible y suprarreal. sumisión a su poder supraterrenal y al mismo tiempo la
En las religiones monoteístas Dios es la encarnación "de creencia de que por medio de la magia se debe -y se pue-
un ideal ético. Dios es justo. Entran en juego los concept.os de- dirigir este poder en el sentido de las necesidades y de-
del bien y del mal. No sólo son de~isivas ,las b~~as ~CClO­ seos humanos. "Los actos rituales sori~ pues, en primer lu-
nes, mandadas por Dios y gratas a DIOS: mas de~1SIVa a':1? es gar recursos mágicos, eficientes en sí y encaminados, por
quiZá la intención que las rige. El pecado es la mfr,acclon a una parte, a la intensificación de la propia fuerza mágica en
los mandamientos divinos, y el peor pecado, el mas repro-, " la ejecución de las ceremonias (ayunos, castidad, absorción
bable, es apostatar de Dios. La apostasía no exi~t~ en la re: de alimentos de virtud mágica), y que P9r otra parte persi-
guen el fin de ejer-cer influencia sobre las fuerzas cósmicas y
ligión mágica del México antiguo. No es concebIble. La deI-
dad' actúa crea o no en ella el individuo. Es una fuerza na- sobre las encarnaciones de estas fuerzas: los demonios y
tural que' obra. Puede ser! coI\iurada, puede ser de~~~ao dioses, cuyo poder -para poner wn ej~mplo-- se mantiene y
propiciada""por el ,conjuro mágico. El. obrar de la dlvm~ad cobra mayor fuerza a consecuencia de los sacrificios. Bn se-
no tiene carácter ético, ni 10 detenmnan conceptos étICOS, gundo lugar se consideran· como manifestaciones de devo-
ad corno el conjuro mágico tampoco se basa en una con- ción ante los dioses, que a cambio de ellas están dispuestos
ducta ética, sirio que es él ejercicio de cierto ritual, al cual a ayudar al hombre. Pero aun en este caso la ayuda es in-
se atribuye la fuerza de influir, en el sentido dese.a~o, sobre dependiente de la voluntad divina,porque los dioses mis-
los actos de la deidad. Si la yirtud del hombre rehglo$O con- . mos no son sino fuerzas de la naturaleza... y están limita-
siste en la conformidad' con la voluntad de Dios (y, además, dos en su actuación. Unicamente los dioses creadores y jun-
en la confianza en la justicia divina), al hombre de pensa- to con ellos algunas divinidades tribales se elevan por enci-
miento mágico no le falta tampoco esa conformidad -todo ma de esta condición" (K. Th. Preuss: Mexikanische Reli-
lo que le sucede es destino, fatalidad ineludible, que acepta gion).
resianadarnente-, pero al mismo tiempo vive en él la vo~un­ En las religiones monoteístas, Dios es una promesa, una
ud de enfrentarse con el destino, de arrostrar la desdlcha meta, una finalidad; al hombre le toca ir acercándose a El. El
con el arma que cree poseer: el conjuro mágico. El conjuro hombre, sujeto al error, pecador por su naturaleza, está
,mágico es defensa y es aiín más: acci~n, ofensiva contra las constantemente en busca de Dios. La inquietud del alma que
fUerzas ocultas que lo acosan o podnan acosarlo.. El hom- anhela ascender hacia 10 divino: Santo Tomás, Santa Teresa.
bre se atreve a luchar contra la deidad, contra su malevolen- Pero la confonnidad con la voluntad de Dios le confiere
cia, 10 que quiere decir, contra su yoluntad. Desde, el punto aquella seguridad interna, aquella entrega esperanzada a su
de vista de las religiones monotelstas, esto no solo es su- Creador. Así como Daniel salió ileso de la cueva de los leones,

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a él no le puede suceder nada. Sin la voluntad de Dios ningún y Aubin (lámina 33)-, acompaftada por sus huastecas (es
cabello puede caer de la cabeza. El hombre de pensamiento sabido que a los huastecas se les consideraba extraordinaria-
mágico carece de esa íntima seguridad. Situado en un mundo mente inmorales y de gran potencia sexual) y perseguida
ambiente que le es hostil, contra el cual tiene que sostenerse por los guerreros, que la retan al combate, corre al temPo
con fuerzas insuficientes, por doquiera se ve rodeado de de Huitzilopochtli. Allí se acuesta boca arriba a los pies del
peligros: la serpiente que lo ataca pérfidamente, el peftasco " dios y, volviendo el rostro hacia él, abre los brazos y
que lo destroza, el rayo que lo fulmina, la sequía que piernas (Sahagún). El nmo que da a luz es el joven dios del 6
destruye la cosecha y -su consecuencia- el hambre, el maíz. El remate de la fiesta es la muerte a flechazos de un
peligro de morir de hambre. Es para él de importancia vital cautivo, a quien se ata a un madero, con las piernas y
conocer las fuerzas ocultas inherentes a las cosas. La brazos extendidos. Esta ceremonia tiene el mismo significa-
apariencia exterior de éstas no le importa. No le interesa, do simbólico: cópula, fecundación.
como no interesa al geólogo en busca de yacimientos de Al final del ciclo de 52 ai\os se extinguen todos los fue-
petróleo o magnesio, el aspecto de un paisaje, su belleza y gos, y a medianoche, en una ceremonia de gran solemnidad
encanto. Para defenderse contra las potencias sobrenaturales celebrada en el templo, los sacerdotes sacan con palillos y
dispone de una sola arma, un arma espiritual: la magia. sobre el pecho de un cautivo el fuego nuevo. Ahí no se tra-
No puede tener confianza en los dioses, pero le da con- ta únicamente de que se encienda de nuevo el fuego, ele-
fianza en sí mismo esa posibilidad del conjuro mágico, esa mento vivificante de la comunidad; no menos trascendental
aventura de medir sus propias fuerzas con las de los espíri- es que sea el hombre quien logra encenderlo, que sea la
tus de los seres divinos. "Ya no se siente a merced de fuer- fuerza mágica del hombre la que asegura la existencia del
zas naturales o sobrenaturales. Empieza a desempefiar su pa- hombre para otro periodo. En este se~tido _._y sólo en és-
pel y se convierte en actor en el espectáculo de la naturale- te- la magia es también ciencia. La meta de las ciencias na-
za. Toda práctica mágica se basa en la convicción de que turales es asimismo poner las fuerzas de la naturaleza al ser-
los efectos naturales dependen en un alto grado de los he- vicio de los propósitos humanos. Sólo el método es distin-
chos humanos" (Cassirer, op. cit.). No puede imaginarse to: la ciencia se sirve de la investigación racional, la magia
que sin su intervención, sin la influencia mágica que emana de concepciones mítico-poéticas.
de él, el grano de maíz pueda germinar, crecer y dar fruto. El hombre de pensamiento mágico vive el Universo como
No basta sembrar el maíz (casi no se desarrollan métodos una unidad cerrada. Todo lo que es, cualquier objeto, hom-
técnicos para acrecentar el rendimiento mediante abono sis- bre, animal, planta, piedra, astro, es poseído y regido por
temático): hay que fecundarlo. Este es el sentido y el obje- fuerzas ocultas, por genios, demonios, dioses. Lo que carac-
to de la fiesta de Ochpaniztli, "Barrido del camino", cele- teriza a los fenómenos, lo que hace que tengan existencia
brada en el undécimo mes del afio: lograr la nueva cosecha no es la materia, sino los espíritus inherentes a la materia:
mediante la fecundación simbólica del grano del maíz. 'Es, No son de ningún modo una propiedad de la materia
pues, una fiesta consagrada a la cosecha. Por .10 tanto, la como, digamos, la radiactividad de ciertas sustancias. N~
patrona de esta fiesta es Tlazoltéotl, diosa de la Tierra, la , son perceptibles por los sentidos; lo son tan poco como lo
diosa también del amor sexual. A medianoche un sacerdote es el átomo. Pueden abandonar el objeto que escogieron co-
lleva al templo a la virgen que ha de ser sacrificada en ho- mo campo de acción y trasladarse a otro. También pueden
nor de Tlazoltéotl. La lleva a cuestas, "tal como se llevaba I
ser raptados o exorcizados. Son una representación. Pero
a la novia a la casa del novio". La diosa--como lo mues- puesto que ese hombre consideraba sus representaciones co-
tran las representaciones de los Códices Borbónico (lámina 30) mo reales, como más reales que lo que le transmitían los

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sentidos, aquellas fuerzas ocultas eran para él la realidad.
No existe, pues, la división en un mundo sensible y un
mundo suprasensible, en la naturaleza orgánica y la anorgá-
nica. Las potencias ocultas no sólo son incorpóreas, son
también inespacia1es e intemporales. Pasado, presente y fu-
turo se funden en una unidad. No es concebible la distin-
ción teológica entre seres dotados de alma y seres sin alma,
pues los espíritus viven y actúan en todo 10 existente. Tam-
poco el hombre ocupa un lugar privilegiado en esa comu-
nión cósmica. Es una parte de la naturaleza, que no vale ni
más ni menos que cualquier otra criatura. N o se considera
como cúspide de la creación, ni cree que esté destinado a
figurar en primer plano y a dominar sobre los demás seres.
Dice la Biblia: "Fructificad y multiplicad, y henchid la tie-
rra, y sojuzgadla, y señoread en los peces de la mar, y en
las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra" (Génesis, 1, 28). El hombre de pensamiento
mágico sabe que es dominado, como todo lo demás, por los
espíritus, que no pueden clasificarse como espíritus supe-
riores o inferiores según el lugar donde se encuentren. En el
Popol Vuh, libro de leyendas de los maya-quichés, en cuyo
texto, redactado después de la Conquista, se colaron -con
toda probabilidad inconscientemente- varias concepciones
extrañas, tanto toltecas como cristianas, el fenómeno de
que los animales no hablen el idioma de los hombres se ex-
plica de la siguiente manera: "Fue dicho (de los dioses) a
los venados, los pájaros, jaguares, serpientes: En adelante decid
nuestros nombres, alabadnos, a nosotras vuestras madres, a
nosotros vuestros padres... Habladnos, invocadnos, ado-
radnos, se les dijo. Pero no pudieron hablar como hombres;
solamente cacarearon, solamente mugieron, solamente graz-
naron ... Así el fardo de ser comidos, de ser matados, fue
impuesto aquí sobre todos los animales de la superficie de
la tierra." Esto podría ser una justificación teológica del he-
cho de que los animales sirven al hombre de alimento. El
mito no conoce tal condenación de los animales. Los dioses
se transforman en animales, aparecen en el disfraz de ani-
males: Tezcatlipoca como jaguar; Huitzilopochtli como co- 12. La Serpiente Emplumada. Piedra. Procede de México, D.F.
Cultura azteca.
librí; Xólotl, "el conductor de los muertos al Infierno", "el
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animal del relámpago", como perro; los dioses del pulque rrestre, que "gozaba de la vida", sin pensar en su salvación,
como conejos. Y hay animales (la serpiente) que son adora- estaba condenado a las penas eternas del Infierno. "Porque
dos como dioses aunque, por cierto, se distingúe~~e el más fácil cosa es que entre un camello por el ojo de una
animal mismo y el espíritu o dios que mora en 61. ' , aguja, que un rico en el reino de Dios" (Lucas, XVIII, 25).
También los dioses -ábsttaccí6n hecha de TIoQue,tlahuaó. He aquí -visto en la perspectiva de aquellos tiempos- el
que u Ometecuhtli, entronizado lejos del mundo en .el Cielo elemento revolucionario inherente al cristianismo. El orden
decimotercero-- snn afllles al hombre: deben ser alhnenta- social de este mundo no puede alterarse; pero este mundo
dos como él, están expuestos al peligro d~ ehvejecer y de no cuenta. En el concepto de los ricos y poderosos era un
perder .su fuerza, deben combatir, son aniquilados, mueren atentado contra el orden existente, dentro del cual ellos
y resucItan. ocupaban un lugar tan privilegiado. La clase dirigente y aco-
En comparación -yen contraposición- con las reftgiones modada se encontró de repente ante un caso de conciencia:
monoteístas es igualmente característico el concepto de la si era justo lo que predicaban esos "sectarios", ¿no era en-
muerte y del más allá, basado en esa concepción del Univer- tonces vano todo lo que poseían y disfrutaban? ¿No se pa-
s o . , . gaban demasiado caros los bienes y el poderío terrestres, si
El judaísmo' bíblico JK)'~ ,laJ4ea de una superviven- con ello se perdía la bienaventuranza? Así se explican las
cia del hombre deSJ».tés de :18 tntíerte. ·EI hombre sigue vi- , enconadas y sangrientas perseclJ~iones de la primera época
viendo .~ sus hijos y nietos. De aItl'·1af más graves de todas \ del cristi~nismo. Los privilegiados f:lO de~ban que les in-
las amenaias ·d~ín3$: "Extinguiré tu nombre" y "Soy Jeho- quietase y estorbase en el §Oce de sus privilegi9s.una fe que
vá tu Dios... , que visito la maldad de los padres sobre los los condenaba a los tormentos del Purgatorio y del Infier-
hijos, sobre lo'Sterceros y sobre los cuartos a los que me no.
aborrecen": la amenaza de que no sólo quedará aniquilado \ Rige estas concepciones un alto ideal ético: ganarse la su-
el pecador, sino con él toda su descendencia. De ahí el pervivencia en los descendientes o la resurreccióp en un más
mandamiento de que, al morir un hombre sin hijos, su her- allá paradisiaco a cambio de una vida justa, devota y santa.
InalJ9 se casara con la viuda para que no se extinguiera el En la representación de los pueblos del México antiguo,
Schetn, el nombre del difunto. La supervivencia de los vi- la muerte es sólo otro estado del ser, sólo una transfonna-
VQS1 en la descendencia, es la idea del judaísmo. "No alaba- ción, sólo una continuación de la existencia béijo otras con-
rán los muertos a Jehová, ni cuantos descienden al silen- diciones, con otros supuestos. "Duplicado de la vida", co-
cio", se dice en los Salmos (CXV, 17). mo llamaba Swedenborg a la vida futura. Así como el na-
El Paraíso y el Infierno son los conceptos con que el cimiento es decisivo para el curso de la vida, así también
cristianismo se apoderó de las almas. Esta concepción de un "lo que determina el lugar al cual va el alma después de la
más allá paradisiaco en que los piadosos y los justOs .za-
rán de una segunda existencia de inconcebible beatjtuf;t era
, muerte no es la conducta en esta vida, sino principalmente
el~ltero de muerte y la ocupación que en vida tuvo el di-
úna promesa de arrebatadora seducci6n. Sobre todo pti fwÍto" (Caso). Existía, por así decir, una "muerte de
los que en la vida estaban excluidos de todos los goces y clase".
bienes terrenales, para las masas de los desheredados, para La clase superior y privilegiada de las almas se compone
los proletarios, esclavos, pobres, débiles y enfermos, a quie- de los guerreros que murieron en el combate o en la piedra
nes como compensación -casi estamos tentados a decir: co- de los sacrificios. Se incorporan al séquito de Huitzilopoch-
mo compensación social- se prometía la vida futura, mien- tli. En la vida combatieron por Huitzilopochtli; después de
tras que el impío, el poderoso, el favorecido en la vida te- la muerte siguen combatiendo por Huitzilopochtli. Sólo que

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la lucha se traspone a otra esfera. Su morada es el "Paraíso do, muestra, después de las fuerzas destructivas, las crea-
Orienta1", situado en el Norte. doras. Las simboliza la pareja de dioses -representada en el
A esta categoría de los muertos privilegiados pertenecen acto de la cópula- que domina cada región. En la :región
tam~ién la,~ mujeres muertas de parto, que van al "Paraíso del Sur, recinto de los muertos, se ve en esa misma postura
OccIden~1 . y que cada mafíana intervienen como parteras al dios y a la diosa de la muerte (lámina 52). i La muerte'
en el naCImIento del Sol. Un homenaje a la mujer manifes- que engendra! Una visión inconcebible para nuestra menta-
tación del más alto respeto a la maternidad. ' lidad de hoy, muy lejos también de la concepción románti-
L~s que m~lfieron de muerte natural tienen que caminar ca que tuvo de la muerte el barroco y a la cual dio expre-
a MIctlan, remo del dios de la muerte. Mictlan no es un sión en su arte y literatura, pero perfectamente natural para
lugar je castigo, no es propiamente un infierno, pero tam- un mundo que no ve en la muerte sino otra forma de vida.
poco un lugar de delicias. El viaje, que dura cuatro afíos y Esa unidad cósmica determina también la concepción ar-
en el que hay que sufrir una "serie de pruebas mágicas" tística. La finalidad del arte precortesiano no es, no puede
(Caso), es fatigoso. El muerto debe pasar por nueve ríos ser la representación y fijación del fenómeno Óptico. Para
caudalosos y nueve yermos; de guíé;l le sirve un perro de co- aquel mundo artístico, la auténtica y genuina realidad que
lor leonado. Debe atravesar un lugar donde sopla un viento hay que representar es lo que actúa dentro de las cosas co-
"que corta como si llevara navajas de obsidiana" y tiene mo elemento vital: las ocultas fuerzas mítico-mágicas. Dar-
que soportar otras tribulaciones más. les expresión plástica, convertir en Eorma a lQ.se.~!.Ítus
El tercer lugar es Tlalocan, el "Paraíso Terrenal" de Tlá- que alientan en las cosas, esencia y sentido de las cosas,
loco Allí }~s muertos se encuentran en un paraje donde rei- plasmar no 10 que son como fenómeno óptico, sino lo que
na la felICIdad, como se puede ver en el mural descubierto significan: he ahí el propósito de ese crear artístico. De ahí
en, Teotihuacá~. Allí se entretienen en el juego de pelota, debe partir su apreciación estética. Es un pensar en imáge-
alh cazan marIposas, se deleitan en las frutas que abundan nes simbólicas, en contraposición con el pensamiento realis-
nadan y se bafían en el río. Abajo, a la derecha un homb~ ta-objetivo. (Cf. Westheim: Ideas fundamentales del arte
está derramando lágrimas. Según la explicaciód de Caso es prehispánico en México, Cap. "Realismo Mítico", p. 11.)*
un recién llegado, que todavía llora por las miserias y penas Si en el arte se reflejan y condensan las representacio-
terrestres, a las que apenas ha escapado. El "Paraíso Terre- nes mágico-míticas, el sacrificio, sobre todo el sacrificio hu-
nal" estaba reservado únicamente a los protegidos de Tlá- mano (como también la danza ritual), es traducción de es-
loc: a los muertos por enfermedad incurable, como lepra, tas representaciones a la acción, movilización colectiva de la
que en ~ste ~undo tuvieron que sufrir más que los otros, conciencia mágica y de la energía mágica, con el fin de in-
cuya e~ustencIa ~~ había sido sino aflicciones, dolores y fluir en los dioses. El sacrificio no era desde un principio
desgracIas. TambIen entraban allí los que habían muerto un deber ético-religioso; sólo llegó a serlo en el transcurso
por un ~ayo. De esos seres maltratados por la vida se apia- de la evolución. Al ofrendar a los dioses el corazón y la
daba. Tlaloc, les ahorraba el camino a Mictlan y -otra vez sangre del hombre, las sustancias mágicas por excelencia, el
me SIento tentado a hablar de una compensación social- motivo decisivo era conservar su fuerza y eficacia. Claro
lo~ aco~ía. en su paraíso. No se trata, pues, como en el pa-' , I
que al mismo tiempo existía la intención de propiciarlos
rals~ crIstIano, de .una ~ecompensa de la virtud, la devoción, -ya la idea religiosa estaba suficientemente desarrollada pa-
la VIda grata a DIOS, smo de la compensación de un sufri- ra ello-, pero todavía no en la forma general de la benevo-
miento excesivo.
9 El Códice Borgia, al describir las cinco regiones del mun-
* Fondo de Cultura Económica, 1957,278 pp.
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lencia divina, sino primero y ante todo para obtener de mer fuego de Tohil, su deidad tribal, el dios del trueno, .que
ellos ciertos beneficios de importancia vital: lluvias oportu- era capaz de sacar fuego de sus sandalias. Las otras tnbus
nas y abundantes, la germinación de los granos, buenas co- carecían de este elemento. Cuando suplicaron que se les. ce-
sechas, protección contra peligros y el triunfo en la guerra. diese el fuego, Tohil declaró: "Pues, ¿querrán ellas estar
"Así, los sacrificios mexicanos al Sol fueron más mágicos unidas (a mí) bajo su horcajadura, baj,? su axila? ¿Qu~ren
que religiosos, estando ideados no tanto para agradar y sus corazones que yo las abrace? .. '. Y, cuando ~r~Jeron
complacer (a los dioses) como para renovar físicamente sus como tributo algunos hombres, los qUlches los sacnftcaron
energías de calor, luz y movimiento" (Frazer: La rama do- a sus dioses. , .. .
rada). Hacia el, fin del imperio azteca, cuando se hacía cada Esto podría explicar por qué no se hac~an sacnftclo~ a
vez más difícil' dominar a las tribus sojuzgadas, el temor de ese importantísimo dios que era Ometecuhth. Como ?e mn-
que la deidad tribal pudiese perder sus fuerzas adquiere pro- gún modo intervenía en las cosas. terrestre~, n~ hacla falta
porciones de psicosis. Multitudes humanas son sacrificadas a emplear ante él el poder del cOI1J~ro mágICO. fampoc? se
los dioses en todas las ocasiones imaginables. Los templos hacían sacrificios a Mictlantecuht11, señor del mundo mfe-
de Huitzilopochtli se convierten en mataderos. Se quiere lo- rior. Evidentemente existía la creencia de que a. ~~ sólo le
grar el fin perseguido a fuerza de cantidad. tocaba recibir a los muertos, mientras que la declslon sobre
De las leyendas sobre la introducción del sacrificio se infiere vida y muerte ineumbía a Coatlicue, la temible diosa de la
que la unica manera de inducir a los dioses a llevar a cabo Tierra. .
determinadas acciones indispensables para el bien de la co- También la guefl'a, que desempeña un papel tan pred,o~l1-
lectividad era ofrecerles sacrificios. Casi quisiéramos emplear nante en la imaginación Y la vida de los pueblos del Mexlco
los términos "prestación" y "contraprestación". antiguo, es de origen mágico. El coraz?!} y la sa~gre del
En la leyenda teotihuacana que describe el nacimiento guerrero valeroso eran el alimento p~e~e~do de l~s. dIOses, el
del Sol (del quinto Sol, que es el actual) y de la Luna, a ,de mayor eficacia mágica. El sacnfIc;ao del pnslonero d~
consecuencia del autosacrificio de Nanahuatzin, el dios sifi- guerra no era castigo ni difamación, ni cóndena como "cn-
lítico (asimismo algui~n a quien le fue mal en este mundo), minal de guerra", sino una distinción y un alto ho?or~ pues
y de Tecciztécatl, el dios rico, que se vuelve dios de la Lu- gracias al sacrificio él también se incorpora~a a~ seqUlto de
na, se cuenta que los astros recién creados se negaron a Huitzilopochtli y se volvía estrella, se volvla dIOS. (A este
ejercer su función. Ni el Sol ni la Luna salieron para brillar respecto parece que no existí~ ningún naciona~ismo que hu-
en el firmamento. Exigieron que se les alimentase. Por así biese reservado tal honor al mIembro del proplO pueblo, co-
decir, una huelga de los dioses. Cuatro días duró la huelga. mo en el caso de Walhalla, donde sólo era acogido el gue-
Al,. fin los dioses, reunidos en Teotihuacán, decidieron sacri- rrero germánico. Bastante asombroso en un mundo en ~ue
ficarse al Sol y a la Luna. Y entonces los astros volvieron a el concepto de la deidad tribal era trascendental.~ TlalhUlca-
desempeñar su función cósmica. Para que brille el Sol, para 'te, un guerrero tlaxcalteca de muy noble alcurma, tuvo en
que pueda calentar y fecundar a la Tierra, hay que alimen- el combate la desgracia de caer en manos de los aztecas.
tarlo con la sangre y el corazón de los hombres. Moctezuma quiso regalarle la vida y la libertad. P~~o él,
En el Popal Vuh. Las antiguas historias del Quiché, * el considerando esto una deshonra, pidió que se le sacnfIcase.
sacrificio humano es la prestación o la contraprestación a Era su derecho, era su glori~. En los ~ód~ces }i~mpre se ~e­
cambio del regalo del fuego. Los quichés obtuvieron el pri- signa al sacrificado con el g11fo chalchlhUltl, pledra preCIO-
sa". la más preciosa de todas.
• 5a. ed., Fondo de Cultura Económica, 1961, 188 pp.
Es probable que el hecho de considerar al prisionero

47
46

I
L-~
13. Xipe Tótec, vestido con la piel de un sacrificado. Piedra. 14. Xipe Tótec. (La figura anterior vista de espaldas.) Piedra.
Cultura azteca. Cultura azteca.

48 49
como el botín más excelso , reservado a los dioses, tenga su
origen en ciertas concepciones relacionadas con un culto
agrario primitivo, de tiempos remotos, según las cuales e)
abono de los campos con sangre humana favorece el desa-
rrollo de los granos. Seler (Das Tonalamatl der Aubin 'schen
Sammlung) opina que "probablemente la creencia de que el
campo debe fecundarse con sangre humana constituía aquí,
como en otras partes, el motivo principal del sacrificio hu-
13/14/ 15 mano". Xipe Tótec, dios de la siembra del maíz, es uno de
los dioses de la guerra; en las representaciones de los códi-
ces lleva a menudo los emblemas del guerrero. Hablando de
la diosa de la Tierra, dice Sahagún que los dioses decidieron
que de ella (de la Tierra) surgiesen los alimentos. "Que a
veces gritaba en la noche pidiendo corazones humanos y en-
tonces no se calm6 hasta que se los dieron y no quiso fruc-
tificar hasta que la empaparon de sangre humana." Lo que
relatan los Anales de Cuauhtitlán sobre la introducción del
sacrificio a flechazos de un cautivo de guerra (rito ya men-
cionado en la descripción de la fiesta de Ochpaniztli) evi-
dencia este hecho con claridad. "En este año (ocho conejo)
llegaron los demonios, las Ixcuiname, las mujeres diablas ..
y en e.1 lugar que se llama Cuextécatl ichocayan ('donde
llora el huaxteca') allá convocaron a sus prisioneros, que ha-
bían hecho en la Huaxteca, y les notificaron su muerte, di-
ciéndoles: Queremvs ir a Tollan, con vosotros celebraremos
la fiesta. Porque nunca hasta ahora se han matado hombres
[prisioneros] a flechazos, somos nosotros los que comenza-
remos con esto, os mataremos a flechazos. " Por otra parte,
los dioses, para formar al hombre, recurrieron al maíz, al
producto del suelo, a "la sustancia que debía entrar en la
carne del hombre . .. ; esto fue su sangre" (Popol Vuh) !
Así la guerra es origen de todas las cosas. En ello se ex-
presa una vez más el principio sustantivo de ese orden del
mundo: lucha, aniquilamiento de lo existente para que suIJa
lo nuevo. "Los dioses, antes de crear el Sol, introdujeron la
guerra. Para esto crearon las estrellas y la Luna, los hom-
bres del Cielo, que se hacían la guerra unos a los otros"
(Preuss). Sin esto ¿cómo habría podido brillar el Sol? Y
agrega Preuss: "De t~J manera el Sol obtenía como alimen- 15. Xipe Tótec. (Detalle.) Cerámica. Cultura teotihuacana.

51
50
to los corazones de los muertos en la guerra." Fue necesa-
rio crear la guerra para que el Sol pudiese seguir su camino,
se dice en la leyenda de Teotihuacán. Así se explica que
entre los aztecas, Huitzilopochtli, el dios solar, sea también
el dios de la gyerra y que Tezcatlipoca, el dios del Sol que
se pone, sea, según la Historia de los mexicanos por sus pin-
turas, el guerrero que trae las víctimas con cuya sangre se
fecunda la Tierra. En esa misma obra se refiere que cuando
habían crecido las cuatrocientas serpientes de nube, el dios
del Sol les dio flechas (las armas de guerra) y les ordenó:
"Con esto me traeréis comida y bebida." Pero tiraron por
gusto, y cuando habían matado un jaguar se acostaron con
sus mujeres y se embriagaron con pulque. Entonces el dios
solar mandó otras cinco serpientes de nube. Se suscitó un \
combate, y por primera vez el Sol pudo comer (corazones) \
y beber (sangre).
Pero los dioses no sólo deben ser alimentados: el Sol, pa-
ra que pueda salir; la diosa de la Tierra, para no volverse
estéril; los Tlaloques, para que no se sequen las tierras; el
dios del maíz, para que no falte el alimento. El hombre te-
me además que los dioses envejezcan, que se apodere de
ellos la debilidad de los ancianos, que puedan perder la ca-
pacidad de ejercer sus funciones ... Hay que rejuvenecerlos.
Rejuvenecerlos una y otra vez. Es un temor terrible que pe-
sa sobre las almas. Se podría hablar de un complejo de en-
vejecimiento.
Es cierto que a Tezcatlipoca - y sólo a él- se atribuye
eterna juventud. Se le representa como adolescente. Es "el
dios eternamente joven, cuya juventud es renovada cada
año sacando fuego con varillas". Pero aun él conserva su ju-
ventud sólo porque cada año, en mayo, cuando el Sol pasa
por el cenit hacia el Norte, le es sacrificado un adolescente,
el nuevo Tezcatlipoca que viene a sustituir al antiguo, para
que el dios pueda volver a nacer. Sahagún hace un relato
detallado de esta ceremonia. Los sacerdotes escogían al más
hermoso de los adolescentes, a quien durante un año todos
adoraban como si fuera el mismo Tez catlip oca. Le daban
una enseñanza especial. Debía aprender a caminar con dis-
tinción, a saludar, a llevar graciosamente flores y sahumado- 16. Xoxhipilli. Urna funeraria. Cerámica. Cultura zapoteca.

52 53
res y a tañer la flauta. Un séquito de ocho adolescentes lo Rejuvenecimiento de los dioses. El concepto de lo eterno
acompañaba a todas partes, sin abandonarlo jamás. También desaparece por completo ante el de la dinámica del nacer y
llevaba los atavíos del dios: el tocado de plumas de guajolo- morir, la potencia creadora 9,ue determina y explica todo
te blanco, en las sandalias campan itas de oro; y su pierna acaecer cósmico. También los dioses están sujetos a ese de-
izquierda estaba pintada de negro hasta el muslo (como la .venir. La creación cósmica no es algo que ocurrió alguna
de Tezcatlipoca, a la que falta el pie). Cuando se mostraba vez: debe ocurrir y ocurre una y otra vez y constantemen-
en público, la gente se arrojaba al suelo ante él y besaba la te. Cada día es un día de la creación. La actividad de los
tierra. Hasta el rey le tributaba honores divinos, le obse- dioses no debe cesar, como tampoco la de los hombres.
quiaba vestidos, preciosos y los emblemas de Tezcatlipoca. También el mito de la sangre está arraigado en esta concep-
En el último mes era casado con cuatro doncellas, a quienes 'ción: hay que sacrificar lo más precioso, la vida, para que
se ponían los nombres de las diosas de la fecundidad: la quede ~segurada la subsistencia de la colectividad y del uni-
diosa de las flores, la diosa del maíz verde, "nuestra madre verso.
sobre las aguas" y la diosa de la sal. Cuando terminaba el
año, cruzaba el lago en una canoa real. Lo acompañaban
sus esposas. En las manos llevaba sus flautas. Cerca de Ixta-
-
palapa bajaba a tierra. Allí las mujeres lo abandonaban. Su-
bía la escalinata de la pequeña pirámide, y en cada grada
rompía una de las flautas, testigos de su grandeza. Llegado
arriba, los sacerdotes lo cogían y lo sacrificaban.
También a Xipe Tótec, dios del maíz, había que rejuve-
necerlo en primavera, antes de empezar la siembra. La vícti-
ma era desollada. Durante veinte días, o sea todo un mes,
, I
el sacerdote llevaba colgada de los hombros la piel del sacri- . I
13/14 ficado y así, cubierto con q.na piel de hombre, se represen-
15/27 taba también al dios. En la solemne ceremonia del sacrificio
las mujeres ejecutaban una danza durante la cual llevaban 1

sueltos los cabellos, para que el maíz creciera tan largo 'Como I
éstos.
La piel de la víctima colgada sobre los hombros simboli-
za el vestido nuevo, el nuevo verdor de la tierra, el nuevo
brotar del maíz en primavera. Frazer (The Scapegoat) opina
que esa piel significa que el dios muerto resucita en seguida.
"Si es así -escribe-, parece probable que la práctica de
matar al representante de la divinidad se haya considerado a
menudo, y quizá siempre, como un medio para conservar
las energías divinas en la plenitud de su vigor-juvenil, no
afectadas por la decrepitud o impotencia que habrían sido el
destino del dios, si hubiese tenido que morir de una muerte
natural."

54 55
11. Arte colectivo Tie"a. ¡Gracias [damos) a vosotros! Nacimos, ¡oh Los de
10 Construido, Los de lo Formado! ... "
El dios del trueno, a quien los quichés deben el fuego,
les manda: "Ante todo dad gracias. En seguida sangrad
En el Popol Vuh, el libro de las tradiciones sagradas de los vuestras orejas, picad vuestros codos, sacrificaos."
maya-quichés, se dice: "Todo era invisible, todo estaba in- He aquí 10 que podría llamarse el "contrato social" de la
móvil en el Cielo. No existía nada edificado ... Entonces vi- humani<,lad precortesiana. Los dioses crean al hombre, para
no la Palabra. .. Entonces los Dominadores, los Poderosos que los adore, los mantenga, los alimente; y que así conser-
del Cielo celebraron consejo sobre el alba de la vida, cómo ven sus fuerzas. Su "contraprestación", para volver a decirlo
se haría la germinación, cómo se haría el alba, quién sosten- así, consiste en que ejercen sus funciones, condición indis-
dría, nutriría... Que eso sea. Fecundaos. Que esta agua / pensable para que no deje de existir el mundo. "La crea-
parta, se vacíe. Que la Tie"a nazca, se afirme, dijeron." ción no es un don gracioso hecho al hombre por el dios,
Así crearon la Tierra, las montañas, las llanuras, los árbo- sino un compromiso que implica la obligación de una ado-
les, los venados, pájaros, víboras. "Decid nuestros nombres, ración continua por parte del hombre" (Caso: El pueblo del
alabadnos", les pidieron. "Pero no pudieron hablar como Sol). * El mundo y la humanidad sólo pueden subsistir si
hombres... Cuando los Constructores, los Formadores, oye- .' son mantenidos los dioses, y eso -mantener a los dioses-
ron sus palabras impotentes, se dijeron unos a otros: No incumbe al hombre. Es su eterna obligación, la tarea que
1-
han podido decir nuestros nombres, de nosotros los Cons- tiene que cumplir en el mundo, la única tarea suya, fin y
tructores, los Formadores. No está bien. .. " sentido de su existencia.
"¿Cómo haremos para que nos nazcan adoradores? ", se Tarea colectiva. Rebasa con mucho las fuerzas del indivi-
preguntaron. Y decidieron crear al hombre, para que los duo. Sólo es capaz de cumplirla la comunidad, en la cual se
adorase, los invocase, los alimentase. conjugan los esfuerzos de todos los individuos. No está en
Primero crearon un hombre de tierra, pero la cabeza no juego el bienestar personal del individuo; tampoco, como en
se movía, la vista estaba velada. Hablaba sin sensatez. Por el cristianismo, la salvación individual: se trata única y ex-
esto lo destruyeron. clusivamente del bienestar de la comunidad, sin la cual el
Entonces hicieron hombres de madera. Estos hombres se individuo no es, no puede ser. El individuo sube a la piedra
multiplicaron, pero "no tenían ni ingenio, ni sabiduría, nin- de los sacrlficios, ofrenda a los dioses su sangre, su corazón,
gún recuerdo de sus Constructores, de sus Formadores; an- su vida, no para participar en la gracia, sino para que conti-
daban, caminaban sin objeto... ¿Por qué no nos dabais núe existiendo la comunidad y para alejar el peligro que la
nuestro alimento? ¿Cómo no razonabais? ¿Cómo no pen- amenaza: para que no se detenga el Sol, para que no haya
sabais en vosotros mismos? ", les reprocharon los Formado- sequías o malas cosechas. No importa que viva el individuo,
res. "Y su muerte fue esto: fueron sumergidos... Su poste- que el individuo sea feliz o desdichado; lo necesario es que
ridad son esos monos que viven actualmente en las selvas." subsista la comunidad y que por medio de ella, por el es-
Entonces crearon una generación de gigantes y tuvieron fuerzo de elia, subsista el universo.
que destruirla porque se enorgullecían ante sus Formadores. El sacrificio es sacrificio colectivo. "¿Será posible que
De maíz y sangre hicieron por fin a los hombres, hom- causemos .hambre a nuestro creador, a nuestro hacedor'? "
bres de carne y hueso. "Vieron en seguida el mundo entero se dice en la Historia tolteca eh ichimeca. Las hecatombes
y después dieron gracias a los Constructores, a los F orma-
dores... Vemos lo grande, lo pequeño en el Cielo, en la • 2a. ed., Fondo de Cultura Económica, 1962, 142 pp.

56 57
humanas ofrecidas al dios del Sol son ofrendas hechas para divino; una ciencia que servía espiritualmente a la comuni-
el bien de la humanidad. dad, abriéndole vastos, vastísimos horizontes. Como fenó-
La fe es fe colectiva y obligación colectiva. El que quisie- meno asombroso y único, John E. Teeple ("Maya Astro-
ra sustraerse a esta obligación -cosa inconcebible- no se- nomy " , Contributions to American Archaeology, 1, 2) hace
ría un· pecador impío, maldito, condenado a las penas del notar que en América se desarrolló una civilización que no
infierno, sino un elemento asocial, nocivo, que pondría en conocía el torno ni otros inventos técnicos, pero en la cual
peligro la supervivencia de la comunidad. las matemáticas habían llegado a una altura inalcanzada en-
La religión no es superestructura metafísica por encima tre las razas primitivas del resto del mundo. Por otra parte,
de una vida profana y civil. No existe, o por lo menos no agrega, es cierto que las culturas antiguas del Viejo Mundo
cuenta, la vida privada, una vida que no esté al servicio de sí inventaron el torno, pero en cambio sus progresos en las
los dioses. Dice la Biblia que Dios, después del pecado origi- ciencias matemáticas fueron muy exiguos. Los conocimien-
nal, maldijo a la tierra para que produjera al hombre espi- tos que los pueblos del México antiguo poseían en el terre-
nos y cardos, para que el hombre se ganara el pan con el no de la ciencia médica asombran todavía hoya muchos
sudor de su frente. El hombre prehispánico no considera el expertos en la materia a quienes la medicina ortodoxa no ha
trabajo, el cultivo del suelo como castigo divino, sino como privado de su criterio libre, e incluso los hay que abogan
deber religioso, acto ritual. Un acto ritual es la siembra, que por que se vuelvan a aplicar ciertos aspectos de aquel saber.
se prepara con determinadas ceremonias, sacrificios, la que- Pero la virtud curativa no se atribuía a los procedimientos
ma de cap al, ayunos, abstinencia sexual. Una lámina del médieos, sino a potencias psíquicas, mágicas. Se puede apli-
Códice Fejérváry-Mayer dedica cuatro dibujos al ritual agrí- car a esto lo que Lévy-Bruhl dice de la medicina de los pue-
cola. En el sembrado se introducían ídolos del dios del blos primitivos: si el mago hace una curación, es el espíritu
maíz, de los dioses de la Tierra, de la lluvia, etc., para que del remedio el que opera sobre el espíritu de la enferme-
favoreciesen la germinación de las semillas y el madurar de . dad. Lo que provoca el restablecimiento, no es un proceso
los frutos. El mercader se dirigía al templo y consultaba al ' físico, sino un acaecer místico. La enfermedad se interpreta
sacerdote -quien a su vez consultaba el calendario- antes como algo anímico, o más bien como ausencia del alma,
de concluir un negocio importante, antes de emprender un que abandona el cuerpo. Las ciencias naturales, la técnica,
viaje; a menudo tenía que aplazar ambos, y por mucho el progreso técnico, todo ello representaba para el mundo
tiempo, hasta que por fin se presentara un día de buen precolombino el saber de 10 no digno de saberse. Su ciencia
agüero. La guerra se hacía para que en las piedras de los era ciencia del espíritu, y 10 espiritual era conocimiento de
sacrificios no faltase el alimento de los dioses. J oyce opina lo divino, como lo es en aquella imponente estructura lógi-
que la caída del imperio azteca se explica con esa suJeción ca que Santo Tomás edificó sobre la base de la doctrina
de l~ vida toda a concepciones religiosas y especialmente cristiana. Lo religioso constituía al mismo tiempo el funda-
con la leyenda de Quetzalcóatl, según la cual el dios prome- mento de su orden social y político. A partir de los prime-
tió regresar en un año ce ácatl. Habiendo coincidido la llega- ros siglos de nuestra era casi todos los pueblos vivían bajo
da de los españoles con un año de este signo, los aztecas la un régimen teocrático. En un pasaje del Códice Matritense
identificaron con el retomo de Quetzalcóatl, con el cumpli- de la Real Academia de la Historia (Sahagún), en que se
miento de la promesa divina. "En efecto --dice Joyce-, de ensalza al "sabio", se dice de él: "Suya es la tinta negra y
no haber existido esta leyenda, hubiera sido muy dudoso el roja, de él son los códices." Así el "sabio" es, en la menta-
éxito de la inconcebible empresa de Cortés." lidad del México antiguo, el sacerdote. El códice es su libro;
La ciencia, toda ciencia, era investigación en torno a lo mediante la interpretación del Tonalámatl se convierte en

58 59

,. l' .
"guía", incluso en el terreno de los negocios humanos. que la victoria toda se atribuyó a él y a su industria." Ya
La agricultura de los aztecas era agricultura colectiva. Ca- anteriormente, después de la derrota de Coyoacán y de Xo-
si podría hablarse de un comunismo agrario. Las poblacio-
"
chimilco, Tlacaélel había recibido una parte considerable
nes estaban divididas en "barrios" -en Tenochtitlan había del botín, mientras que los demás caudillos tuvieron que
veinte de ellos-, llamados calpulli (que significa "casa gran- contentarse con una porción exigua del suelo conquistado
de"). El suelo pertenecía al calpulli (a excepción de las tie- (llamado pilallí). Y puesto que generales tan eminentes no
rras que eran propiedad del soberano). De su repartición en- cultivan ellos mismos sus tierras, ni son capaces de cultivar
tre las familias se encargaba un "consejo de ancianos". Cé- áreas tan inmensas, sino que para ello necesitan braceros, o
sar Garizurieta ("Aspecto histórico y económico del ejido", sea esclavos, es éste el momento en que se abre la etapa del
Revista Jurídica, 1939) lo llama "una especie de comité feudalismo. Paul Kirchhoff ("Land Tenure in Ancient Mexi-
agrario, que tení~ la administracióh del calpulli. .. " El ca", Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, t. 14,
consejo de ancianos hacía cada afta una nueva repartición 1954) 10 expresa con las palabras siguientes: "A medida
que se formaba esta nobleza, cambió radicalmente el lugar

-
del suelo, tomando en cuenta, con toda probabilidad los
cambios habidos en las circunstancias familiares. La adjudi- de los calpullis en la estructura socioeconómica... Con la
cación de las parcelas estaba sometida a sorteos. Por lo ge- subordinación de los representantes del régimen antiguo, ba-
neral las familias seguían siendo propietarias de sus tierras, sado en el parentesco, a los del nuevo orden, que descansa-
que pasaban de padre a hijos. Las parcelas que durante dos ba en la propiedad, la sociedad dejó de ser tribal y empezó
aftas habían quedado sin cultivar, se daban a otra familia. a adoptar el carácter de una sociedad de clases."
Estaba prohibido vender las tIerras. Resumiendo dice Gari- No sólo era colectiva la propiedad de la tierra, también
. '
zuneta que se trataba de "un usufructo, con la obligación lo era su cultivo. Dice Joyce de los mayas que "se usaba un
de sembrar y cultivarla [la tierra]. Era una comunidad que sistema de trabajo cooperativo en la preparación de los
constituía una corporación con cierta personalidad ~oral campos, para escardar y sembrarlos". "Entre ellos existía la
para la defensa de sus intereses comunes". Ello significa que costumbre de formar grupos de dieciséis a veinte personas
en el imperio azteca nadie podía morirse de hambre. Cada para )impiar y labrar sucesivamente la parcela de cada una
uno te.n~a asegurado un Existenzminimum, lo indispensable de ellas. Cada jefe de familia escogía, para cultivarla, una
para VIVIr, con tal que labrara su lote. Si a consecuencia de parte del bosque. Por regla general, se escogía cada año una
malas cosechas 9 fenómenos naturales escaseaban los víve- nueva porción de tierra... " (Thomas W. F. Gann y J. Eric
res, el hambre que se sufría, era hambre colectiva. S. Thompson: The History 01 the Maya. Irom the Earliest
Este sistema quedó vigente entre los aztecas, hasta que el Time to the Present Day). Después de desmontar una parcela,
imperio se enriqueció, a raíz de sus conquistas con el suelo el grupo iba a la de otra persona, hasta que las tierras de
de. las trib~s subyugadas. Itzcóatl, el cuarto r~y azteca, de todos estaban preparadas.
qUIen se dIce en el Códice Ramírez que "no hacía más que Colectiva era también la construcción de las casas. Cuan-
lo que Tlacaélel [el gran jefe militar] le aconsejaba" decre- do alguien quería hacer la suya, llamaba a los amigos y ve-
tó que estas tierras se otorgaran como distinción a g~nerales cinos para que le ayudasen. Todos iban al bosque, talaban
afortunados. El primero a quien se dotó de ellas fue Tlacaé- los árboles, colocaban los troncos en el lugar previsto, ha-
lel, venc~dor en la guerra de Azcapotzalco (1439), con la cían el techo de hojas de palmera u otro material. .. Tam-
cual empIeza el ascenso del imperio azteca. "Diéronle a éste bién la caza, también la pesca eran empresas colectivas, como
-escribe Durán' (Historia de las Indias de Nueva España)~ afirma Landa.
todas estas tierras y fue preferido a todos los demás, por- El arte ...:-después de todo lo dicho casi sobra decirlo- era

60 61
arte colectivo. Arte colectivo mágico-religioso. Las tareas
que tenían encomendadas el arquitecto, el escultor, el pin-
tor, eran la construcción de pirámides, templos u otros edi-
ficios destinados al culto, la decoración de estas construc-
ciones con pinturas o relieves, la ejecución de estatuas de
dioses, de piedras de sacrificios, de sahumadores, de másca-
ras para el culto de los dioses y los muertos y la confección
de otros objetos necesarios en el culto, esto es, la creación
de obras de arte destinadas a la comunidad. En todas las
obras rescatadas por el esfuerzo de la arqueología que son
expresión de una espiritualidad superior - a excepción del
periodo que suele designarse como "cultura preclásica"- ,
hay que buscar la relación con el culto, y casi en todas se
encontrará.
Otro tanto puede decirse del adorno: el adorno plástico
de los edificios y el adorno de las personas y de las estatuas
y figurillas de personas y dioses. No es invento de una ima-
ginación artística, su función no es embellecer. Las narices
148 de Chac, dios de la lluvia, en las construcciones mayas (de
los estilos Puuc y Chenes) atestiguan que el edificio y sus
habitantes están bajo la protección de la deidad. En los fri-
21 sos en relieve de la llamada Pirámide de Quetzalcóatl en \
Teotihuacán se encuentran dentro de las vueltas de las ser-
pientes emplumadas que los componen, representaciones de
mazorcas de maíz, conchas y caracoles marinos. Son signos
de fecundidad; igual que la serpiente emplumada, caracteri-
zan la pirámide como santuario de Quetza1cóatl y Tláloc,
dioses de la vegetación. Por encima de la entrada al templo
de Huitzilopochtli en Tenochtitlan se -levantaba un tablero,
aprovechado por los aztecas no para representar hechos de 17. Danzantes. Relieve en piedra. Monte Albán. Cultura prezapo-
arma~ en que Huitzilopocht1i hizo triunfar a su pueblo: se- teca, probablemente olmeca.
gún vemos en un dibujo del "Atlas" de Ourán, la gran su-
perficie estaba decorada con calaveras (bajorrelieves pinta-
dos de blanco sobre fondo rojo). Estas calaveras en lugar Monte Albán, son exclusivamente efigies de seres mitológi-
tan importante y tan sagrado significan una glorificación cos: el dios del maíz, el dios de la muerte, el águila que
simbólica del guerrero, que sacrifica su vida a la gran deidad desciende, etcétera.
y que, en recompensa de ello, queda incorporado a su sé- El baile era "baile sagrado", danza ritual ejecutada para 17/18
quito. Las representaciones figurativas, relativamente esca- adorar y divertir a los dioses. No había parejas de danzantes
sas, en los collares, pectorales, anillos de la Tumba 7 de individuales, ni movimiento libre en el espacio. Era baile de

62 63
conjunto, ejecutado en hileras o círculos, que "consistía en
cierto corto número de evoluciones" (Guzmán), sujetas a un
ritmo rigurosamente observado por todos los bailadores. El
baile era conjuro mágico, parte del ritual, destinado a pro-
vocar en danzantes y espectadores un estado de éxtasis
religioso. *
La obra de arte es uno de los medios de que se sirve el
culto y que el culto necesita. Es, pues, una necesidad,
necesidad social, de una comunidad cuya vida está modela-
da por la fe en los dioses, por el culto a los dioses.
La base de nuestra civilización es la máquina. Sin máqui-
na el hombre moderno no puede vivir; ni siquiera es capaz
de concebir un mundo sin máquina : sin automóvil, sin
teléfono, sin grúa, sin tornillo. Si existiera alguna potencia
superior, capaz de eliminar de pronto todo lo que es máqui-
na, nos hallaríamos desamparados, más desamparados que el
hombre primitivo ante las fuerzas de la naturaleza. Esta-
ríamos como dentro del recipiente de una máquina neumá-
tica, ahogándonos por falta de oxígeno. Para el hombre
prehispánico un mundo sin dioses habría sido un mundo en
que no se puede respirar, en que no se puede vivir.
La estatua de la deidad es la deidad misma. El pensa-
miento mágico identifica la imagen con la cosa. La imagen
le parece más real que la cosa; tiene forma ya configurada.
La forma es signo, manifestación de energías psíquicas. El
hombre de pensamiento mágico no puede imaginarse que
las intervenciones en el acaecer humano, objeto de sus
conjuros, partan de un dios invisible. Sin el dios que tiene
forma, que se encuentra junto a él, en el ámbito de su
comunidad, se sentiría como "dejado de la mano de Dios".
¿A quién ofrecer los sacrificios, sino a las estatuas de los
dioses?
Una sola vez en la historia de las religiones ha habido un
pueblo - el judío- a quien su caudillo pudo amenazar:
"Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de
fundición, abominación a Jehová." Solicitación inaudita,
exigencia casi demasiado severa - el becerro de oro de la

* Cf. Westheim: Ideas fundamentales del arte prehispánico en México, Cap. 18. Danzante. Relieve en piedra. Monte Albán. Cultura prezapo-
teca, probablemente olmeca.
"La expresión escultórica", p. 159.

64 65
13iblia--- aun para el pueblo hebreo, tan profundamente
creyente. La fe en el Dios invisible (adoptada posteriormen-
te por los mahometanos), en el concepto puro y absoluto
de lo divino, presupone una fuerza moral y espiritual y un
poder imaginativo únicos y singulares. Presupone asimismo
un concepto universal de Dios, de un dios que lo abarca
todo, concepto que el judaísmo desarro!ló sobre la base del I
monoteísmo. El politeísmo del México antiguo creó un pan- I
teón que no podía ser concepto puramente abstracto, fener r
meno incorpóreo, inmaterial e intemporal. El hombre mesoa-
mericano necesita la imagen del dios, de determinado dios, d~
cada uno de los dioses, para poder adorar y ofrecer sacrificios I
a un dios determinado. Al artista le toca crear la imagen de la
deidad. No sólo como adorno del templo, no sólo como un
lujo. Este arte es arte aplicado, arte ancilar, al servicio de un
propósito extra-artístico: el mantenimiento de la comunidad.
Eso determina su forma y hace que su efecto sea tan
profundo. En la imagen de la divinidad se cree. No se halla"
dentro del templo o delante del templo como objeto deco-
rativo por el que el ojo se desliza en busca de una emoción
estética, en busca del poder creador y la originalidad del
artista. Su grandeza, su valor y valer no se los debe, () sólo ,
en parte. al artista -por muy herético que ello suene al
apasionado amante del arte--, sino a la intensidad de la 19. Tiáloc. Códice Vaticano A.
vivencia religiosa que el fiel lleva hacia aquello que la Biblia
llama "obra de mano de ,artífice". Vivencia colectiva, emo- ría de la vida cotidiana.
ción colectiva, de una comunidad religiosa, para la cual la Son escasas las noticias que poseemos acerca del ejercicio
imagen se vuelve sublime, adorable, sacra únicamente por- del arte en el mundo mesoamericano, mientras que las
que se transforma en encamación de lo divino. Esto puede fuentes importantes dan informes detallados sobre las artes
afirmarse del arte religioso de todos los cultos. No menos decorativas y las técnicas de los diferentes oficios. El ejerci-
de Giotto que del arte bizantino, asirio o precolombino. La cio de las artes plásticas, igual que el de la literatura, la
emoción numinosa que la obra causa en el espectador y que música y la danza y el estudio de las ciencias -las matemáti-
fluye de nuevo hacia ella es lo que le na la "plusvalía", más cas, la astronomía, la interpretación del calendario, la medi-
allá de lo puramente artístico. Es lo que hace que todo arte cina-, estaba en manos de-los sacerdotes. Este fenómeno
grande, todo arte genuinamente religioso sea arte colectivo; tiene su paralelo en el Medioevo europeo, cuando los monas-
lo que el artista de nuestros tiempos no podrá alcanzar, terios -los del Monte Athos, de Reichenau, de San Galo,
mientras su producción siga dirigiéndose a un círculo redu- etc.- eran centros artísticos, y los monjes, artistas. Los
cido de conocedores y aficionados, para quienes la "emo- planos de los centros ceremoniales los trazaban los sacerdo-
ción estética" es un medio de sobreponerse a la chabacane- tes, en estrecha colaboración con los gobernantes mundanos.

66 I 67

l.
l
La ejecución de las obras de arte en piedra, en barro, en
madera, estaba rodeada de misterio. Los artistas, para em-
plear la palabra que nos es familiar, permanecían aislados
durante su trabajo. Según Landa (Relación de las cosas de
Yucatán), se los encerraba en chozas exclusivamente desti-
nadas a este propósito, donde nadie debía verlos. Estaban
sometidos a un ritual peculiar: tenían que quemar copal, \
sacarse sangre como ofrenda, ayunar y abstenerse del co-
mercio carnal. Como los demás sacerdotes durante el servi-
cio, se pintaban el rostro con pintura negra, "como símbolo
del ayuno y de la abstinencia". Una transgresión de este
ritual se consideraba grave delito y peligro serio. Durante su
ejecución, escribe Landa, las imágenes de los dioses se
salpicaban con sangre y se incensaban con copal. En el mes
Chen de los mayas, los nuevos ídolos eran "bendecidos" en
el templo (para recurrir a un término usado por la Iglesia
católica), después de lo cué\.1 se entregaban a sus dueños. En
las estatuas de las deidades se ve en medio del pecho un
hueco semiesférico, destinado al "corazón", por lo general
de pirita de hierro, pero también de oro o de jade, que se
les embutía en una solemne ceremonia. Sólo después de
colocado el corazón, la "obra de mano de artífice" se
convertía en ídolo.
Inútil decir que contenido y forma de la obra creada en
estas circunstancias estaban supeditados a prescripciones no
menos categóricas. Apartarse de las exigencias del culto y
de la tradición ritual habría parecido pecado. No existía la
"interesante personalidad artística", que para nosotros está
rodeada de un nimbo desde los tiempos de la antigüedad
griega y del Renacimiento. La persona del creador se desva-
necía tras la creación. Esos artistas eran anónimos, tan
anónimos como lo es el sacerdote, que no es una persona
sino un "siervo de Dios"; y lo que creaban no eran pruebas
de su talento personal, sino símbolos.
No nos es conocido ningún nombre de artista del mundo
mesoamericano; no tenemos siquiera una alusión a algún
creador que se distinguiera particularmente o a alguna obra
que, como el Zeus de Olimpia, hubiese gozado de una
estimación extraordinaria. El artista era un encargado de la
20. TJáloc. Piedra. Cultura azteca.

68 69
comunidad; como persona carecía de importan ia.
Miembro del clero, lo sostenía la comunidad como a los
demás sacerdotes. No existe, por con iguiente, una sola
obra que esté "firmada" por el que la ejecutó. Es más :
apenas existe algo que pueda identificarse como "escritura
artística" , forma de expresión personal y claramente reco-
nocible de un artífice determinado , esa escritura artística
gracias a la cual ha sido posible en la esfera del arte
europeo atribuir ciertas obras a determinado maestro , aun-
que no se conozca su nombre ni se sepa nada más de su
persona, como sucede en el caso del Maestro de Flémalle,
del Maestro de Moulins, del Maestro del Hausbuch, del
Maestro de la Muerte de María y otros más. Quizás hasta
cierto punto ello sea culpa nuestra; quizá, por encontrarse
todavía en sus comienzos la investigación del arte antiguo
mexicano, no hayamos llegado todavía a resultados en este
sentido. Pero es de suponerse que un estudio profundo y
circunstanciado, enfocado desde el ángulo de la crítica del
estilo, tampoco nos daría una información más amplia,
precisamente porque las intenciones creadoras no iban diri-
gidas hacia una escritura plástica propia y original. J acob
Burckhardt soñaba con una "historia del arte sin nombres".
Toda la historia del arte mesoamericano es esto: una histo-
ria del arte sin nombres.
Parece que también lo que llamamos "evolución" se
efectuaba "por estratos", para recurrir a un término usado
pqr los arqueólogos, no de persona a persona (Mantegna,
Rafael, el Tiziano), ni de obra a obra (Miguel Angel, Rem-
brandt). Exceptuando muchas estelas y otros monumentos
que nos han proporcionado fechas exactas gracias al desci- 21. Friso de la Pirámide de Quetzalcóatl. Teotihuacán . Cultura
framiento de los jeroglíficos esculpidos en ellos, la única teotihuacana.
posibilidad de conocer siquiera a grandes rasgos el curso de
la evolución nos la ofrece la cerámica, que puede clasificar- nasa pierde su intensidad y se logra , como una especie de
se cronológicamente a base de los estratos geológicos en sustitutivo , el acceso a la vivencia estética - por ejemplo en
que se encuentra y por ciertos detalles técnicos o formales. el Maya Clásico- , se aspira a formar un repertorio formal
No había interés por una evolución ; más bien se podría nuevo e interesante. Dios no es nuevo , no es interesante ;
hablar de una acusada voluntad de perseverancia. Dios es viejo y eterno. Plasmar la representación vieja,
El apego a la forma tradicional es un rasgo inherente a tradicional y sagrada de lo divino es la misión del arte. Si el
todo arte reli~ioso monumental. Cuando la emoción numi- arte mesoamericano, viéndolo en conjunto , no nos brinda

70 71
una escritura artística individual, una personalidad y un
modo de crear individuales, es porque su meta era dar
fonna y expresión a la idea de )0 divino con ervada viva en la
comunidad desde tiempos remotos. Forma que, siendo tra-
ducción del sentimiento religioso, es sobreindividual, expresi-
va, visionaria, válida para todos y comprensible para todos. .
La fantasía inherente a ese arte es fantasía formal, no narratl-
va. Como persigue el fin de crear símbolos, debe emplear ele-
mentos fonnales que puedan expresar lo inexpresable, lo
no aprehensible con los sentidos, lo inasible. Recurre a la
fónnula, al signo, al signo de virtud mágica. De modo que .
no le sirve la forma que contiene asociaciones con la realidad,
con 10 no simbólico. Así como el mineral, producto
natural, debe primero beneficiarse y purificarse para que
adquiera la dureza y elasticidad del acero, así el arte mesoa-
mericano, que parte de una observación de la naturaleza
constante y sistemática, debe, por así decir, "beneficiar" a
la forma natural, purificarla, hasta que se haya vuelto fonna
espiritual, fonna pura. Ejemplo: las dos serpientes que se
20 enroscan en el rostro de Tláloc alrededor de ojo, nariz y
boca. Existen algunas imágenes del numen en que las ser-
pientes conservan aún su forma natural. Pero esta configura-
ción fonnal todavía no alcanza su plena fuerza expresiva;
todavía hay en ella mucha asociación con la realidad; aún
carece de la virtud misteriosa y trascendental del signo. Hay
que depurarla, acrisolarla hasta que se convierta en la forma
abstracta de los dos círculos, parecidos a gafas de motoci-
19 elista, que rodean los ojos de Tláloc. Estos dos círculos en
torno a los ojos llegan a ser el signo suyo. Basta el signo, es
más elocuente el signo, porque estimula la imaginación. 22. Cabeza de serpiente emplumada. Piedra. Pirámide de Quet-
La fonna asociativa que transmite elementos naturales no zalcóatl. Teotihuacán. Cultura teotihuacana.
eleva al hombre por encima de la realidad; lo ata, sujeta su
fantasía a la realidad, al establecer ésta cqmo nonna. Des- Ha. Una escultura de gracia encantadora, pero ... ¿Una
truir la representación de la realidad para penetrar en el diosa que se ata la sandalia es todavía diosa? La humaniza-
sentido: he aquí el destino y la fuerza -fuerza mágica- del ció n se lleva tan lejos que ya no queda nada de lo divino.
símbolo. Gracias al símbolo la imaginación se vuelve pro- ¿Es posible imaginarse una divinidad obligada a un menes-
ductiva y capaz de concebir.1o inconcebible, lo divino. En ter tan profano como es el atarse una sandalia? El mundo
el templo de la Atenea Niké, en la Acrópolis, existe una del México antiguo no hubiera sido capaz de ello. Instinti-
representación en relieve de una diosa que se ata la sanda- vamente rechaza tal acercamiento a la realidad y, en gelle-

72 73
24. Jaguar y águila. Friso de la pirámide de Quetzalcóatl. Tula.
23. Friso de la Pirámide de Quetzalcóatl. Tula. Cultura tolteca. Cultura tolteca.

ral, cualquier medio expresivo apropiado para aproximar lo debilita la implacable claridad de la tectónica monumental
supra terrestre y trascendental que anhela plasmar, a la esfe- y hace que aquello de que depende todo quede sujeto a las
ra de lo profano y terrenal. El alejamiento de la naturalidad condiciones del crecimiento y de la vida, esto es, de la
es para él un axioma. Aplicar la norma de la naturalidad a temporalidad" , dice Schmarsow (Grundbegriffe der Kunst-
lo suprasensible y divino, sería "desvigorizar a los dioses", wissenschaft) . El judaísmo instituyó la prohibición de las
como se expresa Preuss en otra conexión de ideas. "Cual- imágenes porque toda representación puede ser tan sólo
quier modificación de las formas estrictamente geométricas, aproximada, y el concepto de Dios debe conservar su in-
cualquier aproximación al mundo animal o vegetal, mitiga y mensidad. El arte antiguo mexicano es el intento de dar

74 75
expresión plástica al concepto de lo divino, hasta donde lo
permita la condición humana. Así llega a la forma espiritua-
lizada, pura, expresión no de la naturaleza sino de la ley
.natural, de aquella ley que el Cielo le revela, en que ve lo
eterno y en que está anclado su sistema teogónico. Así llega
a la estilización, esto es a la superación de 10 material por
su impregnación con la Forma y el espíritu. Así llega al
simbolismo, al signo que sustituye a la cosa y por medio
del cual logra desencadenar y conjurar las fuerzas que
actúan dentro de la cosa. Para ese arte crear es ordenar:
unidad geométrica-cúbica, masa de bloque, contorno nítido,
orientación axil, simetría, ritmo. Y para establecer tal or-
den, pone en juego toda su potencia imaginativa, trátese de
la construcción de pirámides o de la pintura de un mural.
Ese arte no narra nada, y si narra algo, entonces lo hace
con desgano_ Aquello a cuya descripción y representación se
dedicó el arte europeo a través de muchas etapas: los
acontecimientos memorables, las acciones heroicas, los cam-
peones olímpicos, los césares y generales romanos, las esce-
nas de martirio de la Edad Media, la emoción renacentista 25. Pirámide El Tajín. Estado de Veracruz. Cultura totonaca.
ante la naturaleza, las aventuras galantes del rococó - suce-
sos efímeros, vivencia efímera, periódico mural esculpido o
pintado, por así decirlo- : nada de ello se considera digno contorno es importante, de lo contrario no estaría. Se halla
de comunicarse.. La mirada se dirige a algo más elevado. aislada, sin relación espacial, en el espacio imaginario. No
Objetos dignos de la creación artística son el mito, los hay perspectiva, ni escorzo, ni sombras. No existe ningún
dioses, la Ley. Los códices (a excepción de los mixtecas) ilusionismo, ni intención alguna de ilusionar. Lo que no es
hablan de los astros, de los actos de los dioses; son interpre- sino apariencia no cuenta. Julius Lange dice, en un estudio
tación del Tonalámatl. Seler los llama "libros de vaticinios". sobre el arte de los relieves egipcios: "Todavía no se reco-
El arte prehispánico no quiere divertir o entretener; habla de nocen las leyes de lo puramente fenomenaL .. Sin duda
10 viejo y viejísimo, del origen y sentido de todo ser. De alguna se ha percibido que el objeto como fenómeno ofrece
esto habla una y otra vez, lo repite incesantemente, se un aspecto distinto del que tiene el objeto en sí; que en el
empeña en grabarlo en la mente del hombre, para que 10 fenómeno cambian las dimensiones y proporciones del obje-
tenga presente y consciente y no 10 olvide jamás. Un arte to en sí. Pero todavía no se reconoce la importancia de lo
que es himno, visión apocalíptica - un Popal Vuh esculpi- fenomenal para el espíritu artístico del hombre. Se juzga al
do, pintado-, que tiene el ritmo expresivo del himno, la fenómeno sólo como algo negativo, como un engaño que
fuerza visionaria del Apocalipsis. deforma la verdad y realidad de las cosas ... Se consideraría
Lo que tiene que decir, lo dice clara, exacta y concisa- indigno del arte dejarse mistificar por una ilusión óptica y
mente. En el mural, en el códice, una nítida línea de llegar a representar la apariencia de las cosas. Representarlas
contorno - negra o blanca- delimita la figura. La línea de en perspectiva, en escorzo, se hubiera tenido en esa época

76 77
por un error pueril y altamente rid ículo." No sólo es ésta de Quetzalcóatl y Tláloc; 364 veces las cabezas de los
una óptica artística distinta (que de ningún modo es una dioses, siempre las mismas cabezas, sin interrupción, alrede-
óptica más primitiva): es una renuncia consciente al ilusio- dor de toda la pirámide. Los jaguares y águilas de los 23/24/10:
nismo ..La estatua precolombina, de rigurosa posición fron- relieves de Tula --adoptados posteriormente en Chichén
tal, esta estructurada simétricamente respecto a un eje' es Itzá-, que alternan en un ritmo invariable. Las cabezas
un bloque de contornos nítidos. A menudo es un monoiito serpentinas, de igual tamafio, a distancia igual, en la cintura
e~ cuya ca.ra. delantera se encuentra esculpido un relieve.
de serpientes de la pirámide de Tenayuca: una misma cabe- 47/48/49
93 Ejemplos tlplCOS: la Chalchiuht1ícue teotihuacana, la estela za de serpiente, amenazadora, siniestra, en cuyas fauces
122 8 d~ .Naranjo (Guatemala). Existe una sola vista: está fijado entreabiertas asoma la lengua. Los nichos en el 'fajín, el 25
el SItIO desde el cual el espectador tiene que mirar la obra. ornamento geométrico, abstracto, que se desenvuelve alrede-
La plástica del barroco europeo invita al contemplooor a dor de todo el cuerpo constructivo en un movimiento sin
dar una vuelta en torno a la obra y le brinda desde cada cesar, sin principio, sin fin, sin meta, como el ornamento
ll!:gar una vista nueva y sorprendente. Aspira a hacer que lo oriental. Ese orden solemne, que se niega a brindar al
fiJO se vuelva fluente, ambiguo, inasible: espectáculo ilusio- espectador a cada paso impresiones nuevas, nuevas sensacio-
nista, atractivo, en que se deleitaba la mentalidad barroca.
nes, nueva emoción -piénsese en una de las creaciones más
Espectáculo, atractivo, j qué absurdos para una cultura co-
, admiradas del arte griego: el friso del Partenón--, no es
mo la d~ Teotihuacán!
monotonía. Repetición es aquí afirmación, medio para gra-
. Así como el himno, sin detallar, sin motivar, repite bar el mensaje en la memoria, énfasis, invocación anhelo de
m~ansablemente esto único: Dios es grande, Dios es santo,
conjuro, oración. Es signo mágico, como lo expiica Eulalia
DIOS es todopoderoso, así uno de los decisivos elementos Guzmán en su ensayo fundamental sobre los conceptos
formales del arte mesoamericano es el ritmo. El hecho, el básicos del arte prehispánico de México. "Esta unión místi-
Ulll.CO hecho que quiere manifestar, lo acentúa, lo subraya, ca o contemplativa, mitad terror y mitad amor le hace
lo Inculca. Recordemos cómo se expresa la emoción religio- sentir el ritmo del cosmos y vibrar al compás mis~o de él:
sa en los Salmos. En el salmo 47 se dice: "Suhió Dios con hierático, majestuoso... El ritmo tiene un efecto no sólo
júbilo, Jehová con sonido de trompeta. Cantad a Dios religioso, sino mágico ... El ritmo fue un medio de canali-
cantad: Cantad a nuestro Rey, cantad. Porque Dios es ei zar las potencias psíquicas, exaltarlas y aun producir el
Rey de toda la tierra: cantad con inteligencia." éxtasis."
~eorge Reynaud, _traductor francés del Popol Vuh, se
queja del uso tan frecuente del paralelismo "no sólo de las
ideas y de las frases o miembros de frase, sino también de
l~s nombres propios (dioses, héroes, jefes, lugares legenda-
nos), acoplados cada uno a otro nombre propio, muy a
menudo de perfecta inutilidad, de sentido igual o casi
igual". De perfecta inutilidad para el lector que no ve en el
Popo~ Vuh sino un documento de un folklore exótico, pero
ese.nclal como recurso expresivo para el sacerdote quiché (a
qUien se debe la redacción), para dar a la tradición mítica
la eficacia y el vigor de lo trascendental y sagrado. Veamos
en la pirámide de Quetzalcóatl en Teotihuacán las cabezas 21

78 79
III. La espiritualidad del arte precortesiano

El gótico no tiene nada que ver con la belleza, dice Worrin-


ger (La esencia del estilo gótico). y en efecto: el fin de la
creación artística no es, en el gótico, la belleza; todas sus
energías creadoras las moviliza para dar expresión a su
vivencia metafísico-religiosa. Lo que sentimos como belleza,
lo ponemos en él nosotros. Worringer va aún más lejos.
Dice: "La supuesta belleza del gótico es una equivocación
de los modernos."
Me parece que todo eso' puede aplicarse estrictamente y
sin reservas al arte antiguo mexicano . Tampoco el hombre
precortesiano crea el arte por el arte; también él persigue en
la creación artística el propósito de traducir al lenguaje de
la forma plástica su sentir religioso. Y si las obras de ese
mundo artístico no confirman y aun ofenden nuestro con-
cepto de 10 bello - el de la civilización occidental- , no es
por una insuficiencia suya, sino por una insuficiencia del
espectador, que, guiado por un prejuicio, aplica una norma
que allí no puede tener validez.
Riegl nos ha hecho ver que es un error medir la obra de
arte de épocas pretéritas con un criterio que no parta de las
intenciones que rigieron su creación, trátese de un canon
tradicional, como lo es el clásico-griego, o de una pauta
contemporánea, más sugestiva y por muchos conceptos más
peligrosa. El Museo Nacional de Antropología posee una
26 cabeza de guacamaya, de basalto, procedente de Xochical-
co, de aproximadamente medio metro de altura. Una crea-
ción extraña y fascinante por su misma extrañeza. La cabe-
za tiene forma de un prisma triangular, cuya arista delante-
ra es el pico. Los ojos, perfectamente redondos, no son
simples depresiones, sino agujeros abiertos en la masa de la
cabeza desde el plano anterior hasta el posterior. La boca es
igualmente un agujero. Vista de perfil, esta cabeza de ave
parece una composición cubista de Picasso, en su época
madura.
Es asombrosa la afinidad formal; es asombroso cuánto se 26. Cabeza de guacamaya. Piedra. Marcador del Juego de Pelota
de Xochicalco.

80 81
acerca esta creación mesoamericana a Picasso, o viceversa.
Pero a pesar de ello no debemos pasar por alto que los
supuestos internos -- espirituales, artísticos, anímicos, meta-
físicos- son radicalm ente distintos; que el constructivis-
mo de Picasso, de índole estética e intelectual, tiene su
origen en un estrato de conciencia muy diferente de aquel
en que se gestó ese psicograma de intuición mágica.
Las categorías decisivas del arte antiguo de México son lo
terrible y lo sublime. Bajo la influencia de conceptos euro-
peos, se ha intentado establecer la de lo bello, como otra
categoría más, alegando que a ello tienden las obras de las
últimas épocas y del barroco maya. Pero la evolución que
se manifiesta en estas creaciones no obedece a una orienta-
ción hacia nuevas finalidades artísticas, sino indica la inci-
piente decadencia, el desfallecer de las potencias creadoras, .
con toda posibilidad a consecuencia de una mengua del
sentimiento religioso y un cambio en la estructura social.
La fuerza psicomotriz del gótico es el afán de redención,
el impulso ascensional del alma sedienta de Dios, hechos
Forma en la catedral que se yergue hacia el cielo. Reden-
ción significa redención del yo , salvación del alma indivi-
dual de esa perdición que se llama pecado original. Su
condición previa es un yo individual. El hombre mesoameri-
cano, que carece propiamente de individualidad , tampoco
existe como un yo individual en el terreno religioso. Queda
íntegramente absorbido por la colectividad. Según el mito,
le incumbe sostener al mundo. Tarea de gigantes, carga
tremenda que no es posible poner en los hombros de algún
redentor misericordioso, porque éste no existe ni podría
existir en el panteón del México prehispánico. Si el hom-
bre descuidara sus deberes aunque fuera por un solo instan-
te, se acabaría la comunidad, se acabaría el mundo y con
ellos él mismo.
Son dioses severos, horrendos, despiadados, dioses sangui-
narios, que comen los corazones de los hombres y beben su
sangre. Terrible y sublime a la vez es ese mundo. Y no hay
posibilidad de sobreponerse a él. El gótico pudo negar la
realidad , imperfecta y funesta ; pudo perderse vagando en
un etéreo sueño de gracia, claridad y beatitud supraterres- 27 . Xipe Tótec. Cerámica. Cultura teotihuacana.

82 83
tres. El hombre del México prehispánico no puede negar al
mundo, pues debe mantenerlo, aunque es "lugar de muchos
trabajos y tormentos". Ni siquiera tiene un más allá. en
donde refugiarse. Y tampoco existe la gracia, ni la posibili-
dad de rehuir el destino.
De la sujeción integral a lo religioso y del carácter pecu-
liar de la religiosidad debe partir un estudio estético del
arte mesoamericano; y es indispensable tener presente que
tal sujeción no se consideraba como una restricción, sino
como el verdadero cumplimiento de las metas artísticas. Si
en el ámbito de la cultura europea la función del arte fue a
menudo la de propagar nuevas ideas e ideales, en el arte
prehispánico esta función, si es ~e existió, debe haber sido
bastante secundaria. El llamado "progreso", fuerza impulso-
ra de la civilización occidental, carece de significación en el
mundo del México antiguo, como carece de ella en el Asia
que creó los grandes sistemas religiosos y el gran arte religio-
so. La misión del hombre mesoamericano no es cambiar al
mundo, crear un nuevo orden del mundo, sino conservar el
orden viejo y eterno. Por eso Alfonso Caso, hablando de los
aztecas (El pueblo del Sol), atribuye a su tenaz tradiciona-
lismo la culpa de la "limitación fatal de su cultura". Puede
ser que esta frase se refiera más al aspecto material de su
civilización, pero es aplicable asimismo a la esfera artística .
La arquitectura aprovechó durante siglos los mismos eiemen-
tos expresivos - fenómeno único en la historia del arte ,
con toda seguridad porque faltaba la voluntad de cambio,
de progreso técnico y artístico. Es probable que en el
desarrollo que vemos o creemos ver en el arte precortesiano
se trate sólo de un desarrollo de la habilidad manual, y no
de intenciones creadoras fundamentalmente nuevas, como
las que distinguieron al arte bizantino del helenismo, al
gótico del románico, al barroco del Renacimiento. El arte
mesoamericano - sobre todo en sus puntos culminantes,
Teotihuacán y Monte Albán-· conservó durante centurias
las mismas concepciones formales. Una evolución hacia lo
bello, es decir, el abandono de la postura religiosa por una
actitud predominantemente estética, no la hubieran permiti-
28. Representación de la dualidad. Piedra. Procede del Municipio do los supuestos psíquico-espirituales de ese crear. Para
de Veracruz, Ver. Cultura totonaca.

85
84
determinadas zonas del arte, para la Jtalia de Rafael, por
ejemplo , el ideal de la belleza es pauta, punto de partida y
meta de la creación artística. El arte prehispánico de Méxi-
co no aspira a la belleza, sino a la ex presividad , al vigor de
29 la expresión. La cabeza del Gu errero Aguila es bella, aun de
acuerdo con la norma de la civilización occidental. Pero hay
que tener presente que esta plástica ya no está inspirada
por la potencia visionaria que presta la nota sacra al círculo
de los jaguares y águilas en la cueva de Malinalco. Lo
visionario empieza a naufragar en lo visible. " La complacen-
cia desin teresada" , que, según Kant, constituye la vivencia
del arte, es una definición derivada de determinado ámbito
de la creación artística : del arte clásico y clasicista. Ahí, es
acertada, y más aún con respecto al " arte por el arte",
consecuencia del clasicismo. Pero la fórmula " el arte por el
arte" - producto de la mentalidad burguesa- , que no es
sino un refugiarse en lo meramente óptico y en los recursos
formales, una huida ante el valor y la importancia de los
contenidos, que ya no significan nada, carece de sentido
frente a vastas e importantes esferas de la creación artística.
Los desastres de la guerra de Goya, no surgieron, ni son
comprensibles, desde la actitud de la complacencia desinte-
resada (en primer lugar porque lo que pretenden provocar
no es complacencia, ~ ino horror), y menos aún el gran arte
religioso - aquel qll\:. no se limita a la representación de
temas religiosos·-, que brota de un estrato anímico cuya
realidad , cuya única realidad , es la sujeción a lo divino: el
arte del Asia antigua, el bizantino, también, como lo expo-
ne Worringer, el gótico, y muy acusadamente el arte del
México antiguo.
El arte religioso no crea, ni puede crear obras con la
única finalidad de que se miren con complacencia. Muy al
contrario: la finalidad expresa de la estatua de un dios, de
una imagen de santo, es causar "interés": interés religioso.
La obra de arte de inspiración religiosa es encarnación de lo
divino. De ninguna manera importa que agrade o no, que
satisfaga una sensibilidad estética inconsciente o cultivada.
188 La Coatlicue Mayor tampoco era "bella" para el azteca de
aquellos tiempos, cualquiera que haya sido su concepto de 29. Cabeza de un Guerrero Aguila. Piedra. Cultura azteca.

86 87
la belleza; ni se quería que lo fuera. Su misión era dar una su obra por parte de sus contemporáneos se basa precisa-
idea patética y horripilante de la todopoderosa diosa de la mente en que esta obra está en pugna con la convención
Tierra, de cuyo seno nace toda vida y que vuelve a devorar social y estética de la belleza. Convención tan generálizada, y
todo lo nacido. con tantas pretensiones a una validez universal, que en
Para los griegos, los dioses eran un adorno de la vida, y efecto determina la postura estética del público y que
no los tomaban muy en serio (Luciano). Dioses muy huma- incluso la mayoría de los artistas la aceptó y acepta como
nos, muy humanos hasta en sus modales, pasiones y peripe- norma de su crear.
cias; piénsese en Zeus, padre de los dioses, y sus aventuras Pero ¿y el arte de ese gran número de culturas artísJ:icas
amorosas. De H-omero dice Pseudo-Longino que su propósi- • cuya meta no era la belleza (entre paréntesis, ¿cuál lllUe-
to fue degradar a sus dioses al nivel de hombres. Dioses za? , que al fin y al cabo la llamada "belleza clásica" no es
degradados al nivel de hombres son también el Apolo de la única)? El que esas culturas hayan existido y existan no
Belvedere y la Venus de Milo. No son sino esto. ¿Qué debería extrafiarnos. Y de ningún modo podemos explicar
justificación podía haber para tales creaciones, que no sur- las obras que produjeron como pruebas de su incapacidad o
gieron de un fuerte sentimiento religioso, a las que no retraso. En una ,conferencia sustentada a principios de nues-
apoya un fuerte sentimiento religioso? Una sola: la belleza. tro siglo en la Ecole du Louvre, Salomon Reinach, conoce-
Con toda probabilidad (aunque las fuentes no nos dicen , dor de arte muy apreciado en su época, dijo: "La India no
nada acerca de ello ,pero es una suposición bastante convin- tenía ningún arte antes del periodo de Alejandro Magno, y
cente) ~Mc'los griégos quienes erigieron en~~ís­ en cuanto al arte chino, éste empezó a producir obras
. , . . el ct1ncepto de belleza, después de secUlariZar él la maestras durante la Edad Media europea." ¿No revelan
iéligión -su "paganismo bucólico", tan admirado por Nietz- estas palabras una ridícula presunción y falta de compren-
sche. sión artística? Incomprensión peligrosa, como después se
El concepto de belleza como criterio, finalmente como llegó a ver claramente.
único criterio de la creación artística, 10 'heredó de ellos la No sabemos nada de una estética mesoamericana. "Los
civilización occidental, y así empezó la identificación -fatal
para la creación artística y aún más para la vivencia del
arte- de belleza natural y belleza artística. "El arte es
, aztecas -observa Vaillant (La civilización azteca)- no te-
nían palabra equivalente a la expresión bellas artes, ni
especularon acerca de cuestiones estéticas; tampoco hicieron
perfecto sise parece a la naturaleza" (Pseudo-Longino). El objetos para ser contemplados únicamente por su belleza.
Renacimiento hizo a la belleza objeto no sólo de un culto, No tenían hacia el arte ninguna de las actitudes estériles
sino también de una ciencia. "La naturaleza es un cosmos desde un punto de vista social que nosotros adoptamos en
sujeto a 10 que-~hemos reconocido como su ley: la belleza" nuestra cultura. En cambio, reconocieron el valor de la gran
(L. B. Alberti). Desde entonces el mundo de la civilización habilidad en los oficios y usaron los productos de éstos
occidental cree en la belleza, desde entonces ve en ella la para honrar a los dioses, que eran los intermediarios entre
finalidad del arte,su verdadera y única legitimación. El el hombre y el infinito poder del Universo."*
fundamento científico de tal actitud lo proporcionó la Entre los pueblos nahuas el artista, igual que todos los
estética del siglo XIX. Es cierto que los principales repre- artesanos hábiles era denominado toltécatl. "Tulteca quiere
sentantes del arte de la centuria pasada y de ia nuestra
-Goya, Courbet, Daumier, Picasso, los surrealistas- no sólo ,.. Otto Kümmel, conocido sinólogo, afirma que en chino no existía original-
no siguieron los preceptos de esa estética, sino que se mente la palabra "arte"'-y que ésta penetró en China (vía el Japón) en el siglo
XIX, como traducción del término inglés fine arts, es decir, que es una creación
rebelaron y siguen rebelándose contra ella. El rechazo de artificial

88 89
decir 'Hombre Artífice', porque los de esta Nación fueron fundamental", Universidad de Mexico, 1933, Nos. 29 y 30).
grandes artífices" (Torquemada: Los veinte i un libros ri- No se han encontrado hasta ahora, que yo sepa, representa-
tuales i monarquía indiana).* Parece que no hubo un Aris- ciones de figuras que puedan interpretarse' como retratos.
tóteles mesoamericano. Por lo menos no se han conservado Mencionemos, como excepción, una pequeña pieza de orfe-
máximas a manera de las suyas. Tampoco las fuentes pos- brería, encontrada en Texcoco -según se supone un presen-
cortesianas nos dan información a este respecto. Los cronis- te destinado al soberano de esta región- que quizá sea el \
tas, para quienes las creaciones plásticas del México antiguo retrato del rey azteca Tízoc (1482-1486). La figura, seden-
eran obras diabólicas, coincidían más o menos con la opi- te, lleva una corona real con un. tocado de plumas. En la
nión que el P. Clavijero formula en su Historia Antigua de parte posterior se ve el símbolo de una pierna herida o
México: "La mayor parte de los ídolos eran feos y mons- sangrante, el glifo de Tízoc, tal como aparece asimismo en
truosos, por las partes extravagantes de que se componían dIversos códices y esculturas en piedra. Se relata que los
para representar los atributos y funciones de los dioses cortesanos de Moctezuma 1I trataron de persuadirlo a man-
simbolizados en ellos." La estética expresada en el crear de dar hacer un retrato suyo en relieve, para su palacio en
los pueblos mesoamericanos la tenemos que derivar de las Chapultepec; que el rey, supersticioso, neurótico, acosado
obras de arte que se han conservado, por cierto un método sin cesar de presentimientos siniestros, se negó, alegando
nada malo, con tal que nuestra mirada no esté ofuscada por que esto le traería desgracia, y que finalmente cedió. El
juicios preconcebidos. arte romano alcanza uno de sus puntos culminantes en los
Podemos suponer que casi no existió lo que nosotros bustos-retratos de los césares y generales victoriosos. En el
llamamos "arte profano", amén del arte aplicado a la he- México antiguo ni siquiera la guerra--tenida por sacra,
chura de objetos indispensables: armas, enseres, ropa, etc. impuesta por los dioses-- se aprovechaba como motivo para
El jeroglífico correspondiente a "ciudad conquistada" es un ensalzar al vencedor mediante un retrato. En el Museo
templo en llamas junto al nombre del lugar, de 10 que se Nacional de Antropología se halla la piedra de Tízoc, una 30
infiere que una población se consideraba sojuzgada cuando especie de "columna de Trajano azteca", que muestra, en
estaba destruido su santuario. El adorno de la casa era el relieve, los actos bélicos de los aztecas al mando de aquel
fogón, es decir, el ídolo del dios del fuego con la vasija príncipe. Pero es un monumento que glorifica a Huitzilo-
destinada a las ofrendas. Y aun los objetos del arte aplicado pochtli, a quien el "pueblo del Sol" debía sus victorias, y
-armas, enseres, ropa-- estaban decorados en su mayoría, si estaba destinado a colocarse en el Templo Mayor de Te-
no exclusivamente, con símbolos religiosos. No se han en- nochtitlan.
contrado manifestaciones de una como imaginación munda- Los egipcios nos dejaron en los relieves de Sakkára -la
na -formas naturales, flores, pájaros u otros animales, esce- ciudad de los muertos- un cuadro vívido y fiel de su vida
nas de amor, etc.- semejante a la que inspiró la orfebrería cotidiana. "Se sacrifican animales para las ofrendas; se fabri-
europea y aun la asiática; ello estaba fuera, por debajo de la ca cerveza, se hornea el pan; se siembra y se cosecha... , se
esfera que ocupa este arte. Ni siquiera el hombre como construyen barcos, se hacen ollas en el torno ... ; los escri-
individuo; como personalidad, era digno de ser representa- bas en la cancillería registran las abundantes ofrendas"
do. "El retrato no es religioso", dice Eulalia Guzmán ("Ca- I (Rosa Schapire: "Aus der Totenstadt Sakkara", Das Kunst-
racteres esenciales del arte antiguo mexicano -su sentido I blatt, 1925, No. 8). j Qué ojeada tan instructiva sobre el
mundo egipcio del Viejo Imperio! En el Templo de los
* En los Cantares mexicanos, apuntados después de la Conquista, la poesía Guerreros de Chichén I tzá existe, caso excepcional, una
se designa como "flor y canto", frase de sentido metafórico (León-Portilla: La pintura mural que representa la vida en una aldea. Allí
filosofía náhuatl).

90 91
vemos a las mujeres dentro de sus chozas, ocupadas en sus
faenas domésticas, a los mercaderes que llegan con sus
mercancías, a los pescadores dedicados a su trabajo. Este
mural hace pendant con otro, que muestra la invasión de
Yucatán por los toltecas y la derrota de los mayas. Las dos
pinturas se completan una a otra; ambas son glorificación
de Kukulcán, del dios que llevó a sus guerreros a la penín-
sula y los hizo triunfar.
El arte precolombino ignora la concepción contemplativa
de la naturaleza. El paisaje, si existe, sirve a determinados
propósitos: en el Templo de la Agricultura de Teotihuacán
para encuadrar la ofrenda de los productos de la tierra; en
el "Paraíso Terrenal", mural del Templo de Tláloc, para dar
una impresión sugestiva de la arcádica existencia que allí
llevan los protegidos de este numen. No había - y por lo
tanto no se plasmaba- aquella amorosa entrega a la hermo-
sura de la naturaleza, tal como nos la brinda, por ejemplo,
Corot. No había, no podía haber, aquella pintura paisajista,
surgida de la nostalgia de weekend del hombre de la urbe,
sin raíces ya en la gleba. Para ello esas culturas eran muy
jóvenes. Aun en la pintura europea el paisaje puro aparece
relativamente tarde: en el siglo XVI, con Brueghel, que
nació seis años después de la Conquista. Aquel arte mexica-
no tiene aún la tarea de comunicar cosas trascendentales. Es
creación épica, plena de acción, henchida de ethos. Habla del
mito y da expresión a lo divino. Traduce al idioma de la
plástica 10 que hay que creer y lo que se cree. "Todo el
arte está impregnado de un sentido religioso y mágico. Su
fin no es la imitación de las formas bellas de la naturaleza,
como lo hace el arte imitativo, sino la representación de
una idea o de aquello que trasciende más allá del mundo
sensible, es decir, lo religioso" (Eulalia Guzmán).
Para los griegos (Platón) la naturaleza es idea hecha
fenómeno, "un buen orden tal como lo tratan de establecer
los gobiernos 'humanos" (Erwin Rohde : Psique). Su intelec-
tualismo hace que estén "ciegos ante todas las fuerzas
vitales que no pueden ser identificadas por los sentidos ni
captadas por la razón" (Sheldon Cheney: A World History
oi Art). Para el gótico (Santo Tomás), la naturaleza es un 30. La Piedra de TÍzoc. (Detalle.) Piedra. Cultura azteca.

92 93
espejo de la sabiduría y la gracia divinas. La conce~:~n La realidad se torna abstracta. Detrás del fenómeno, que es
,ptesoamericana de la natu.r~le~brota. del diialjswo (fé:;q considerado como efímero, actua todopoderosa, a guisa de
sistema teo ónico ue se expresa en una eterna lucha de principio y de ley, la demoniaca voluntad de destrucción.
exterminio entre las fuerzas cons ruc Ivas destruc Pero esta fuerza' destructiva no vive en la imaginación del
tmpo grIego, a egre, aVI o e goces, parecía una galería hombre como concepto abstracto, sino-dialéctica del mun-
de bellezas". El cristianismo creó la poesía del culto a la do mesoamericano- adopta forma concreta, se antropomor-
Virgen, a la Mater dolorosa. que sostiene tiernamente al fiza, se vuelve hombre o animal. Los elementos de la
cuerpo del Crucificado; creó al "Buen Pastor", al Redentor, naturaleza se conciben como dioses, y éstos, a su vez, son
que por la salvación del hombre cargó con la Cruz. Los personificados. La serpiente emplumada no sólo es símbolo 12/191
dioses mexicanos eran encarnaciones de las fuerzas de la de Quetza1cóatl; es Quetzalcóatl. Existen representaciones
naturaleza, a veces benignas para con el hombre, pero más a plásticas de serpientes, águilas, tigres, perros, coyotes, sapos, 1/197/191
menudo hostiles, destructoras, demoniacas. Y el hombre armadillos, lagartijos; pero no se trata de lo que llamamo's
tenía que comprarles con su sacrificio lo que le daban: escultura de animales. Esos animales son símbolos, personi-
buenas cosechas, lluvia en abundancia, calor del Sol. ficaciones de numenes, traducidos a las formas plásticas que
Wilhelm Wundt (Mythus und Religion) observa que "en- / corresponden al mundo conceptual del México antiguó.
tre los efectos que el mito atribuye en todas partes a los . Lo terrible se vuelve sublime. Veamos como ejemplo la
demonios, predominaban al principio los funestos, de suerte configuración de la Coatlicue Mayor. Fuerza activa, energía 188
que en la creencia de todos los pueblos los espíritus malos de lo destructivo, sujeta a algo más elevado, al orden
son más viejos que los buenos". El temor se vuelve adora- cósmico, dentro del cual aun lo terrible es un principio
ción. En el idioma alemán la voz ¡..,:hrfurcht (veneración) es necesario y previsto. Alivio de la tensión. La columna
un sustantivo compuesto, en que Furcht (temor) figura dórica puede volverse Forma pura, Forma abstracta, armonía
como elemento principal. El concepto de lo terrible y equilibrada; en el arte antiguo de México el afán de abstrac-
terrífico se convierte en el de 10 divino. ción, la tendencia a la espiritualización está en perenne
Es cierto que el hombre no es del todo un juguete de los conflicto con los contenidos concretos de la representación.
demonios. Si tiene motivo para ser fatalista, no por esto Plasmar lo sublimemente terrible es la tarea del artífice
debe desesperar. Pues suya es la fuerza mágica del conjuro. prehispánico. También ello implica una contradicción. Pues
Y, sin embargo, lo angustia la incertidumbre: ¿Es suficiente si lo sublime es la pasión depurada, provocar el sentimiento
su propia fuerza mágica? ¿No será contrarrestada y anulada
• de lo terrible es provocar la pasión, expulsar al hombre de
por una falta de rigor en la observación de las reglas, por la esfera de lo sereno y placentero. Sabido es que Lessing
influjos adversos o circunstancias desfavorables? Esa lucha admiró el grupo de Laocoonte porque el anónimo creador
-la fuerza mágica de la naturaleza, de los dioses y espíritus, de esta obra consiguió con tanto primor mitigar lo terrible
contra la fuerza mágica del hombre--- es lo que confiere a la y doloroso en la expresión del sacerdote troyano ahogado
vida del hombre precortesiano su tremenda tensión. Para él. por las serpientes que el espectador no tiene por qué
nunca puede haber armonía, equilibrio armoniosó, sino uni- espantarse mucho. Con esto, segun Lessing, se logra lo
camente el alivio de la tensión; y el alivio de la tensión sólo grande. El arte precortesiano no mitiga lo terrible, con lo
se logra mediante el conjuro mágico. que privaría a los dioses de su divinidad. Y a pesar de ello
Esa tensión impregna su concepción de la naturaleza. logra "lo grande", una grandeza en verdad sublime.
Una experiencia ingenua de la realidad no es posible. La Para Lessing, representante de la Epoca de las Luces -en
vida del hombre debe ser lucha continua, continua defensa. todos sentidos perpleja ante lo divino y empefiada en com-

94 95
prenderlo, como cualquier otro fenómeno, a través de la , expresionismo visionario, que descarta los elementos asocia-
lógica y la razón-- es un arduo problema cómo representar tivos porque limitan y paralizan la imaginación; un lenguaje
lo divino sin sacrificar lo esencial, es decir, su carácter cúbico-geométrico, un lenguaje de signos, objetivo, exacto y
divino, o, según él se expresa, cómo representar visiblemen- de validez universal.
te lo invisible. Y. llega a la conclusión de que la pintura no El realismo, que ya Lessing había considerado inadecua-
sirve para este propósito, mientras que la escultura dispone . do para hacer visible lo invisible, puede ser suficiente y
de un recurso adecuado: lo colosal (das Kolossalische). adecuado cuando se trata de satisfacer las exigencias estéti-
Indica un ejemplo concreto: la diosa Minerva, que en la cas de una sensibilidad refinada, pero no la necesidad de
obra de Homero arroja una piedra inmensa contra Marte. vivencia metafísica que hinche el alma religiosa. Y en Meso-
"Ahora bien, pregunto yo ... ¿de qué estatura será la dio- américa la humanización de lo divino, la degradación de lo
sa? Si su estatura es de proporciones adecuadas al tamaño divino a la medida de lo humano, habría parecido blasfe-
de la piedra, queda eliminado lo milagroso. Una persona mia.
cuya estatura es tres veces la mía, naturalmente debe ser Sólo es posible lograr la comprensión del. arte antiguo de
capaz de arrojar una piedra tres veces mayor. Pero si la México, penetrar en su más profunda esencia, si nos damos
. , estatura de la diosa no es de proporciones adecuadas al cuenta de la poderosa fuerza visionaria que lo impregna y
tamaño de la piedra, entonces surge una manifiesta inverosi- lo determina.
militud ... " . En busca de un idioma plástico propio para dar expre-
Una "manifiesta inverosimilitud". He aquí el problema sión a lo visionario, ese arte llega a la Forma simbólica, a la
estético del racionalismo artístico, que está convencido de cual incorpora elementos de la realidad, para intensificar,
que las concepciones metafísicas tienen que ser representa- mediante el contraste, el efecto. Sabe plasmar lo terrible,
das con r~cursos realistas e ilusionistas. Ahí está la dificul- dimensión de importancia decisiva dentro de una concep-
tad con que tropieza el arte clasicista, empeñado en que ción del mundo basada en el dualismQ.,. Encomienda a la
hasta lo divino se vuelva verosímil para los que carecen de Forma la función de estimular Ía fantasía religiosa. Sujeta a
capacidad imaginativa. Ahí esta el dilema para las personas ,,~.' la ley, al orden, al ritmo, la Forma misma se vuelve instru-
que en nuestros días se enfrentan al arte meso americano mento del conjuro mágico.
con eJ criterio more naturalistic, less naturalistic y que
quedan decepcionadas por no encontrar ni naturalidad, ni
belleza natural.
El criterio de la verosimilitud es absurdo, y es tan , ,
absurdo aplicarlo al arte prehispánico como a cualquier , '

creación visionaria, no realista. Aunque en ese caso es un


absurdo tremendo. La realidad que al artista del México
antiguo le toca expresar y que muchas veces ha logrado
expresar en forma grandiosa, es la representación que la
colectividad se forma del mito y de los dioses. Y la expre-
sión de lo divino, de lo que es fundamento y sentido del
ser debe ser grande y sublime. No se trata de hacerlo
verosímil, sino de hacerlo creíble.
Para ello aquel artista se elaboró el idioma formal de un

96 97
IV. La concepción de la naturaleza

El conocimiento de los astros fue la paSlOn de los pue-


blos del México antiguo: fue para ellos la ciencia, la ciencia
de lo único digno de saber, pues les revelaba el ser y el
actuar de los dioses, sus acciones y reacciones.
La observación de ]os fenómenos siderales y de la perio-
dicidad con que aparecen y desaparecen constituía un asunto
de trascendencia vital, la primera y la más urgente de las
necesidades sociales. Creían que no era posible sostener el 31. Representación de un observatorio. Códice Selden.
régimen de la Tierra sin conocer exacta y detalladamente el
régimen del Cielo. La tarea más importante de los sacerdo- dam. Yo no puedo permitirme ningún juicio crítico a este
tes era leer en los astros el acaecer cósmico. respecto. Ludendorff, quien supone que las tablas del Códi-
'31 En casi todos los templos existía lo que nosotros llama- ce de Dresde forman un registro de las conjunciones eclípti-
mos un "observatorio" o, por lo menos, un puesto de cas que ocurren en el transcurso de un periodo de 33 afios,
observación, desde el cual se registraban los fenómenos volvió a establecer los cálculos en que estriban y llegó a la
celestes. * Día y noche, siempre y a cualquier hora estaban conclusión de que son enteramente correctas; que las diver-
alerta los observadores; nada de lo que sucedía en el firma- gencias que existen entre los dos cómputos son levísimas,
mento debía escapar a su atención, y todo lo interpretaban pues consisten a lo más en un solo día. Según Alfonso Caso
los sabios que conocían el orden y consideraban cada indi- ("Nuevos datos para la correlación de los afios azteca y
cio de irregularidad como anuncio de acontecimientos fu- cristiano", L'studios de Cultura Náhuatl, Vol. 1, 1959) el
nestos. Gracias a esa observación de los astros, intensa, día se contaba en el México antiguo desde el mediodía
minuciosa y permanente, adquirieron un saber astronómico hasta el mediodía siguiente. No es remoto que esto expli-
en comparación con el cual parece bastante atrasado el de que parte de las divergencias comprobadas por Ludendorff.
los europeos contemporáneos. Seler explica, como sigue a continuación, por qué los códi-
Los datos astronómicos de los tres códices mayas que se ces mexicanos no permiten un control tan sencillo: "En los
han conservado, muy especialmente los del Códice de Dres- códices mayas encontramos cálculos detallados, una escru-
de, además de revelar amplísimos conocimientos, son aéom- puldsa exactitud en la fijación de las fechas y de los
brosamente exactos en sus cálculos y sus vaticinios. Tal es intervalos. Aqu í, en los códices mexicanos, existe sólo una
la opinión, apoyada en investigaciones, de E. Forstemann, insinuación de lo propiamente aritmético. Esto -lo aritmé-
intérprete del Códice de Dresde, de John E. Teeple, del tico-- queda relegado al segundo plano; el primero lo ocu-
Instituto Carnegie ("Maya astronomy", op. cit.) y de H. pan las imágenes. Se tiene la impresión de que los códices
Ludendorff. director del observatorio astronómico de Pots- mexicanos recuerdan al iniciado cosas que ya conoce, mien-
tras que los códices mayas fijan o transmiten conocimien-
,.. El procedimiento era sumamente sencillo, según se infiere de las represen- tos. "
taciones del Códice Nuttall o del Códice Selden: Dos palos cruzados, detrás de Es cierto que la admiración que nos inspira el saber
ellos el ojo del observador, y, como mira, la punta de una estela o una esquina
del templo.
astronómico de los pueblos me,soamericanos no debe hacer-

98 99
nos olvidar que su ob.ieto era fundamentalmente distmto El orden, manifiesto en el retorno cíclico de los fenóme-
del que persigue nuestra astronomía, basada en Kepler. El nos, cobraba carácter sagrado y aun divino gracias a su
único y exclusivo fin que los guiaba al estudiar los movi- mensurabilidad. Ese orden, de acuerdo con el cual obraban
mientos de los astros era leer en ellos, en la regularidad y y debían obrar los espíritus y los dioses, era para el hombre
las posibles irregularidades de su trayectoria, el obrar de los la Ley. * (Si en lo sucesivo empleamos el término "astrono-
poderes divinos. Si la física nos ensefi.a que una fuerza -la mía", lo haremos en la inteligencia de que se trata de una
atracción del sol- es la causa del movimiento de la tierra y ciencia esencialmente diferente de lo que para nosotros
de los astros, esta fuerza era para el mexicano antiguo la significa esta voz.) Así como reconocimos que el factor
acción de los dioses, y lo que trataba de explorar era la decisivo de la creación artística es la voluntad de arte,
naturaleza de los dioses y los designios que determinan sus distinta en distintos pueblos, temperamentos y épocas, se
acciones; y, hecho aún más decisivo, ese conocimiento regía podría hablar igualmente de una voluntad de ciencia. Y
su conducta frente a aquellas fuerzas, de cuya benevolencia habría que partir del hecho de que la astronomía precorte-
o malevolencia dependía la existencia terrena1. Lo que se siana es regida por otra voluntad de ciencia que la kepleria-
empefi.aba en investigar, con el mayor celo, con diligencia y na. "Existen --dice Spengler (La decadencia de Occidente)--
esmero admirables, no era la "ley de la naturaleza". Para el tantos mundos numéricos cuantas culturas superiores... El
hombre de nuestra época -tenga o no preparación científi- número no es el mismo para toda la humanidad, sino que
ca, aunque en realidad a todos se nos infiltra desde peque- en cada caso peculiar corresponde a determinado tipo de
fi.os el pensamiento científico-técnico- esto es absurdo, y humanidad."
aún más absurdo, casi inconcebible, le ha de parecer que "Los primitivos no perciben las cosas como nosotros",
con tal actitud mental los mayas pudiesen reunir conoci- afirma Lévy-Bruhl (Les fonctions mentales dans les sociétés
mientos tan preciosos. Pero una cosa es el conocimiento de inférieures). "Cualquiera que sea el objeto que se le presen-
los hechos y su exactitud -lograda a fuerza de cuidadosa te, siempre implica propiedades místicas, inseparables de él,
observación-, y otra, bien distinta, es saber que los hechos y que el espíritu del primitivo efectivamente no separa de
obedecen a lo que nosotros llamamos "las leyes de la él al percibirlo. Para él no existe ningún hecho propiamente
naturaleza". La ley de la gravitación, descubierta por New- físico en el sentido que nosotros damos a la palabra." Esto
ton, se conoció relativamente tarde, en el siglo XVII. Pero es aplicable a los pueblos del México antiguo, de ningún
con el fenómeno de la gravedad y sus efectos el hombre modo primitivos, sino, por el contrario, altamente civiliza-
estaba familiarizado desde tiempos muy remotos. Por su dos.
observación, por su experiencia práctica sabía que al llenar El hombre precortesiano no puede representarse un fenó-
de agua una vasija, había que colocarla hacia arriba, para meno importante pa:r:a su existencia, por ejemplo la salida o
que no se derramara el contenido. Y también sabía que, si la puesta del Sol, como un hecho físico, causado por la
la dejaba caer, se rompía. revolución de un cuerpo celeste, la Tierra. Para él la Tierra,
Lo que el Cielo estrellado descubría al hombre precorte- el Sol y todas las demás creaciones de la naturaleza, monta-
siano eran indicios, presagios, revelaciones de los planes
divinos. Y si la posición de los astros le anunciaba malas * En el mismo sentido la astronomía babilónica es interpretación mítica del
universo. Ernst Cassirer (Antropologz'a filos6fica) escribe: "Lo que el hombre
cosechas, sequía, hambre, tenía que hacer esfuerzos supre- realmente buscaba en el cielo era su propio reflejo y el orden de su universo
mos por reconciliar al dios de la lluvia, a las deidades de la humano. .• Parecía necesario volver la vista al cielo al efecto de organizar la
fecundidad o a cualquier otro numen competente en el caso vida política, social y moral del hombre... El primer y esencial propósito de la
astronomía consistía en obtener una luz acerca de la naturaleza y actividad de
respectivo, para evitar que dejaran de ejercer sus funciones. estos poderes, al efecto de prever sus influencias peligrosas y poder eludirlas."

100 101
fías, ríos, nubes, etc., son manifestaciones de cierto~ seres, para poder resurgir victorioso y resplandeciente en el Cielo
espíritus o dioses, que moran en ellos, que rigen su existen- matutino. "Su victoria significa un nuevo día de vida para
cia y su conducta y los inducen a acciones idénticas o por los hombres" (Caso). * La explicación física -vamos a
lo menos afines a las del hombre. * . insistir una vez más en ello- ¿qué hubiese significado al
El Sol, que el hombre ve salir y ponerse, es el dios solar, lado de la interpretación mítica'! Interpretación ltlítica que
.que recorre la bóveda celeste. Cuando se pone el astro, el a su vez regía la conducta de los hombres y les imponía la
dios muere, se hunde en el seno de la Tierra. Al mundo obligación de brindar a la deidad su ofrenda, el corazón y
inferior, a Mictlan, lo conduce Xólotl, el de la cabeza de la sangre de los hombres, para que no sucumbiera en su
perro, exactamente como al difunto lo conduce allá el lucha y fuera capaz de ejercer su función de alumbrar y dar
perro que se enterró con él. ~iuere el Sol para resucitar con calor a la Tierra. La muerte del Sol, es decir, la puesta del
nuevo vigor, con nuevo brillo. Lo acompai\an en su ascenso Sol, es al mismo tiempo el sacrificio . el hombre que ofrece
los jaguares y águilas, las almas de los guerreros muertos, y su vida a los dioses, mientras que la salida del Sol significa
cuando llega al cenit, lo acogen las almas de las mujeres su renacer, su rejuvenecimiento por el sacrificio.
muertas de parto, que cuidan de él en su camino hacia el La salida y la puesta del Sol, que encuentra ahí una
renacimiento. Y así como a mediodía al empezar sus horas interpretación plausible para el pensamiento del hombre
libres de servicio, por así decirlo, las almas de los guerreros precolombino, son, por mucho que hubiesen de impresio-
muertos se transforman en colibríes y en esta forma bajan a narlo, un fenómeno relativamente sencillo en comparación
la Tierra para chupar la miel de las flores, así las ánimas de con lo que le sucede a la Luna y sobre todo ai planeta
las madres muertas, después de haber acompañado al Sol Venus, "que, según el mito, surgió inmediatamente de ella"
hasta el mundo inferior, vagan en la noche en torno a las (de la Luna). (Eduard Seler: Códice Borgia.) La Luna, con
encrucijadas, enferman y embrujan a los niños, asustan a las· el eterno alternar de sus fases (novilunio, plenilunio, cre-
mujeres e inducen a los hombres a la impudicia, al adulte- ciente, menguante), es un espectáculo cósmico que desde
rio, al pecado. Puesto que en el mundo del pensamiento tiempos inmemoriales ha excitado la fantasía de todos los
mágico, inespacial e intemporal, no hay ni causalidad ni pueblos y zonas, y no en último lugar porque se ha creído
contradicción, no es raro que esa representación de la reconocer-asimismo desde tiempos inmemoriales- la hon-
muerte del Sol coexista con otra concepción, según la cual da influencia que ese astro ejerce sobre varios fenómenos
el Sol está obligado a sostener cada noche un combate terrestres: la fecundidad, la germinación, el desarrollo de la
enconado contra sus adversarios, el ejército de las estrellas, vegetación, etc. Influencia a la que está expuesto incluso el
que tiene que vencer con ayuda de su séquito -los guerre- organismo humano y --según se creía aún hace poco, te-
ros muertos en la batalla o en la piedra de los sacrificios niendo presente cierta coincidencia del ciclo de las fases

• Un paralelo sorprendente lo ofrece el culto egipcio al dios Ra. "Cada


• Sobre la fundación de Tilatongo dice la leyenda mixteca, según Burgoa noche cuando el dios del sol, Ra, descendía de su hogar en el oeste ardiente,
(Geográfico deSCripción): Uno de sus caciques salió a conquistar tierras donde tenía que so~tener una lucha encarnizada contra multitud de demonios, al
pudieran establecerse. Cuando llegó a la región de Tilatongo la encontró mando de su enemigo Apepi, que caían sobre él Para socorrer al dios, se
deshabitada. La tierra estaba desierta, el Sol ardía mucho. Como no pudo creer formaba una imagen de cera de Apepi, en forma de monstruoso cocodrilo o de
que la tierra no fuese de nadie, juzgó que el señor de ésta era el astro y lo retó serpiente. .. Esta figura, metida en una caja de papiro sobre la que se hallaba
a la lucha. Cuando al atardecer, el Sol declinó y las nubes se tiñeron de un un dibujo semejante, se envolvía con cabello negro y luego el sacerdote la
color rojizo, creyó que lo había matado, y cuando se puso por completo se maltrataba con un cuchillo de piedra, la tiraba al suelo y escupía en ella. Los
declaró vencedor y fundó la ciudad. El hecho de que a la mañana siguiente el malos enemigos sentían el castigo impuesto a sus efigies como si lo hubiesen
Sol volviera a salir no pudo quebrantar su convicción de que con sus flechazos sufrido en su propio cuerpo. Huían y el dios del sol triunfaba una vez más"
lo había vencido. (Frazer: The Mogic Art).

102 103
lunares con el ciclo de la menstruaci6n--, muy especialmen- los mitólogos, para admitir que entre las representaciones
te el cuerpo femenino. El Sol, cuando vuelve a nacer, tiene cósmicas del hombre precortesiano ocupaban el primer lu-
la misma forma de antes, mientras que la Luna está sujeta a gar los mitos lunares y que su importancia era mucho
un cambio continuo. Se la ve crecer, aumentar, alcanzar su mayor que la de los mitos del Sol y de la Tierra (estos
plenitud y luego volver a menguar. En esto se basa Seler ' últimos relacionados con la Luna). Cuando los españ.Qles
,pa establecer una relación entre la pierna que le falta a desembarcaron en el Nuevo Continente, fueron testigos d4
1ezcatlipoca y el cuarto menguante de la Luna, al que le que el poderoso imperio azteca sacrificó un número enonne
falta la parte inferior -o sea la pierna-, y para sostener de seres humanos a Huitzilopochtli, su deidad tribal. Y como
188 que la Coatlicue Mayor del Museo Nacional de Antropolo- este hecho les causó intensa impresión, es natural que en la
gía con las dos cabezas serpentinas que sustituyen la suya, vieja Europa cundiera la idea de que en aquel mundo
cortada, simboliza a la Luna creciente que ha perdido la predominaba el culto del Sol, de modo que éste, una vez
parte superior de su disco. * más, hizo palidecer a la Luna.
Puesto que las fases lunares se suceden en periodos de La Luna, femenina en la representación de aquellos pue-
duración regular, la Luna llega a ser la medida del tiempo. blos, es la adversaria del Sol. Sólo puede aparecer cuando el
La división del mes precortesiano en veinte días caracteriza- dios solar ha muerto, ha bajado al mundo inferior. La Luna
dos por determinados signos se basa con toda probabilidad es la que eternamente se transforma y renueva, es el sím-
en la cuenta vigesimal de esos pueblos. Seler procura expli- bolo de la incertidumbre de todo ser, del "muere y sé"
car con el mito de la Luna el hecho -a primera vista r~ro goethiano, del cambio perenne a que está expuesto todo lo
en un mundo que insiste con celo casi maniático en la terrestre y que es la idea fundamental en que se inspira, en
concordancia de los números y series numerales- de que el México antiguo, la concepción de la naturaleza. Además
estos mismos stmbolos se numeraban, además, de uno a es, por ast decirlo, una confirmación cósmica de la creencia
trece, serie totalmente ajena al sistema vigesimal. Es cierto en el rejuvenecimiento, creencia de que se deriva, en -el
que la revolución de la Luna se efectúa en 27 1/3 días; mundo helénico, el culto de Adonis, en el egipcio el de
durante la mitad de este lapso crece, en la otra mitad mengua. Osiris. La Luna, "la promotora y hasta la causa de toda
Se escogió -según Seler- el número veintiséis (dos por trece), génesis", est¡t vinculada también con la idea del crecimien-
como un número aproximado, sea porque en aquella época to, esencial en una religión agraria; uno de sus símbolos es
primitiva en que se fijó el calendario la observación no era el caracol marino, signo del nacimiento. Están en relación
todavía tan exacta, sea porque el numero veintisiete resulta- con ella los dioses de la fecundidad: Xipe Tótec, el dios del
ba muy incómodo para dividirlo entre dos. También es maíz tierno; los dioses del pulque; Tlazoltéotl, diosa de la
posible que no se contara el único día en que la Luna Tierra, del amor, del pecado y de la voluptuosidad, que
permanece invisible. Veintiséis, no veinticuatro, era también simboliza la procreación, dando a luz al joven dios del
el número de horas en que era dividido el día: trece horas maíz; Xochiquétzal, diosa de las flores, de la danza y del
diurnas, de acuerdo con los trece Cielos, cuatro de transi- amor, patrona de las amas de casa, aunque también de las
ción y nueve nocturnas, regidas por los nueve Señ.ores de la cortesanas. Y como la Luna es la que camina de noche, "el
Noche. ojo de la noche", está asimismo emparentada con Tezcatli-
No hace falta ser "lunático", actitud muy de moda entre poca, dios del Sol que se pone, Tezcatlipoca el nocturno, el
todopoderoso, quien mediante su espejo lo ve todo y casti-
• Esto evoca la representación que los caldeos tuvieron de Bel, creador de ga todo pecado.
los hombres, que se mandó cortar la cabeza para mezclar su sangre con la
Tierra. Del terrón sangriento hizo al hombre. Ahora bien: ¿cómo se refleja en el mito de aquellos

104
pueblos lo que acabamos de exponer en forma abstracta'! desdoblado." Dos Quetzalcóatl: de nuevo aquel dualismo
El ejemplo más convincente es quizá la interpretación que que .Y.~ sim . o en el nombre deom-etec'i1'rt1t;'~
encontramos en el Códice Borgia de la doble aparición y seflor". La lámina siguiente representa a os dos Quetzalc~
desaparición del planeta Venus, estrella de la tarde y de la ~nfrentándose uno a otro en el juego de pelota. El de
maftana. El comentario de Seler a las correspondientes lámi- "color de hueso" es vencido por aquel cuyo destino es
nas de ese manuscrito (nos. 29-46) -para él "el núcleo y sin vivir. En otra escena, encima del Juego de Pelota, se descri-
duda alguna la par~e más extrafla del Códice" - se intitu- be la inmolación del dios vencido. Yace en la piedra de los
la, un tanto novelescamente, "El viaje del planeta Venus a sacrificios, abierto el pecho; le están sacando el corazón. El
través del infierno". Se trata de la identificación de las sacerdote que celebra la ceremonia es el Quetzalcóatl vivien~
diferentes fases que el planeta presenta durante su revolu- te o que vivirá. Así como en la leyenda teotihuacana el dios
ción, con la leyenda de Quetzalcóatl, el dios que salió hacia Nanahuatzin, "doble" de Xólotl, se arroja a las llamas de la
el Este, al encuentro del Sol, que se quemó allí en la hoguera, para que renazca el Sol, así el Quetzalc6atl desti-
hoguera y cuyo corazón se transformó en el lucero matuti- nado a resucitar es cocido en una olla sobre la lumbre. En
no. La desaparición y el resurgimiento de la estrella de la el centro de la lámina siguiente hay un corazón humano.
maftana están representados como el viaje y el auto sacrificio Brota de él un árbol en flor, en cuya copa vemos arrodilla-
del dios-sacerdote. Lo vemos, es decir, vemoS al planeta do a Quetzalc6atl en disfraz de colibrí. El dios, es decir, el
Venus, que se desvanece entre los rayos solares, que, agoni- planeta Venus, ha vuelto a nacer. Tuvo que sacrificarse,
zante, baja por el agujero en la Tierra al mundo inferior, tuvo que bajar al Infierno, resucitar y rejuvenecerse -como
para ser despedazado en la región del Norte, regíón "de la resucita y se rejuvenece la Luna- para poder resurgir en
piedra y del frío". Se ve a Xipe Tótec -o sea la Luna que forma de colibrí. (Exactamente como Quetzalcóatl después
se pone- levantando en la mano derecha la cabeza cortada de su autosacrificio en la pira, también el dios del maíz,
del esqueleto. Se ve a Quetzalcóatl, transformado en Venus, después de ser hundido en la Tierra, debe recorrer el infra-
saliendo en el Cielo nocturno, entrando en el templo de la mundo, para volver a salir asimismo en el Este, región de la
noche y rindiendo homenaje al seftor de la noche. Luego aurora, la primavera y la juventud. En el Popol Vuh, libro
vemos un bulto mortuorio, envuelto en una manta, alrede- de tradiciones de los ml!Xa-guichés, tienen que ..4e~rute¡ al
dor del cual se enroscan unas figuras parecidas al dios del mundo iD{~[Ígr los gemelas. Hy"'nahR~ JLl'iha!~~g1}f De§- .
viento, que simbolizan la noche y la muerte. Acompaftamos pués de pasar por las diferentes regiones subterráneas, des- I"?
'Pués de salir a~.Q..~s.de las 2~eb~jicasL!~!l2.~L~IL~L 'í9
a Quetzalc6atl cuando sale del vientre de la diosa de la
Tierra y baj a desde la región de la claridad a la de las
tinieblas: desde el Cielo, donde fue estrella, al mundo
.
Jue8~ «ª~ 1~ªQ!uJ.o.s...deU1Qnios de las tjni~blas. salen en el.
~firmamento, tr¡t~sformados en el Sol y la Luna. Rafael
?&
St
'<'
inferior. Allá el lucero vespertino, ya muerto, aparece como Girard ~J-Qs UJ.aY4S etÚllQS- considera a Buaabpd CQIl1.Q üij
esqueleto. Y ahora sucede el milagro. De la cámara anterior -ndoble" del dios del maíz, .,9.uien, una iCZ termjnada fA la
del templo conducen a la cámara principal dos caminos, en oscurwad -por debai<l...<!~~~rf.!9!Líemstre-.la tarea ,
cada uno de los cuales anda una figura del dios. Una, -propia d~~~~.. num~n~.~:ll!R~,..a.l ..~~~m:ertido ea d~
representada como un Quetzalcóatl viviente o destinado a ~!ái":~J"~La lámina final, para no decir la apoteosis final,
vivir; otra, como un Quetzalcóatl muerto o destinado a la representa a Quetzalcóatl en el momento de sacar el fuego
muerte, pintado de "color de hueso", que es el color de la nuevo del corazón de la diosa de la Tierra. La estrella
muerte: blanco con puntos rojos. "El dios que pasa por los matutina, que "precede al guerrero", puede reaparecer, es-
aposentos -explica Seler- aparece, pues, 'por así decirlo, plendorosa, en el Cielo.

106
107
Así interpreta el Códice Borgia los cinco periodos del,
planeta Venus. Interpretación mitológica, o bien científica,
viendo las cosas desde el punto de vista prehispánico. Lo
que se observó y calculó con exactitud científica se vuelve
representación vívida e impresionante del renacimiento de
Quetzalcóatl, el Mesías mexicano. Esa es la ley que busca el
hombre del México antiguo: lo que antes hemos llamado el
orden cósmico.
He aquí una de las grandes epopeyas de la humanidad,
comparable por el vigor y la espontaneidad de la visión a la
Iliada, al Cantar de los Nibelungos, a la Canción de Roldán,
con la diferencia de que su héroe no es un guerrero que con
armas y escudo sale a vencer y matar a sus enemigos.
Epopeya religiosa como aquel otro gran poema religioso, el 32. El relámpago. Códice Dresde.
Libro de Job. Mientras que el heroísmo de Job reside en su fe
inquebrantable, que no flaquea en medio de los más crueles
sufrimientos y tribulaciones, el héroe es aquí el dios-sa- física de este movimiento. "La causa real la buscuásie~pre
~erdote de los toltecas, el benefactor de su pueblo, que se en el mundo invisible, mas allá de lo que nosotros llamamO$
i(tcorpora triunfante a la serie de las deidades que desde el 'la naturaleza', en lo met~físi~o'~ (Lé':Y-Bruhl). Lo visib!!{
firmamento gobiernan los destinos del mundo y de los que se explora con una mmuclosldad sm par, se transfoIlIUi
hómbres. en su imaginación. Los movimientos del planeta Venus ,son
,Ese- poema visionario es instructivo para nosotros desde los efectos de las ac~iones de Quetzalcóatl, o, méf.s bien, son
(J,tro3ngillo más. Precisamente como en las conjunciones las acciones de Quetzalcóatl. Para el mundo queereó el
del planeta se trata de fenómenos enteramente dilucidados Tonalámatl, ésta es la realidad.
por':la astronomía, las imágenes del Códice Borgia nos Los ejemplos son innumerables.
·ot"recetf una posibilidad de comparar nuestra concepción de Así como aquellos hombres no concebían al planeta
. ltl'naiuraleza' con la del hombre prehispánico, que en gene- Venus en forma de un astro que aparece y desaparece en el
,nd sólo conocemos por indicios, aunque tan claros yen Cielo de acuerdo con alguna ley astronómica todavía igno-
lllUnero tan grande que permiten sacar conclusiones muy rada, tampoco les era posible imaginarse el relámpago como '
,e'xaGtas. un fenómeno físico: para ellos era un animal que es envia-'
'El hombre precolombino es un excelente observador de do, o que se precipita, desde el Cielo a la Tierra: 1a
los fenómenos naturales. Es muy probable que haya visto serpiente de fuego, arrojada por Tláloc, dios de la lluvia y
mejor" mlts intensamente que nosotros. Dan fe de ello de la lluvia de fuego, esa lluvia de fuego que caúSóla
numerosas' representaciones artísticas. Al estudiar la diserta- destrucción del tercer mundo. También repre~ntá"an 'el
ción' de Forstemann sobre el Códice de Dresde, quedamos rayo en forma de perro, pues era "lo que muerde y oevo-
impresionados ante la precisión lograda por los mayas en la ra"; Así, en forma de un perro que se despefta desde el
observación de los fenómenos celestes. Supieron calcular al Cielo, lo vemos en el Códice de Dresde. "Como el relámpa- 32
día los periodos del planeta Venus. Pero ese mundo no se go es el animal que se hunde en la Tierra, que hiende la
interesaba -no era posible que se interesara- por la causa Tierra" (Seler), el perro es asimismo el acompaftante del

108 109

, \
otro. Y el hombre debe apresurarse por restablecer sus
fuerzas, haciéndoles sacrificios. "Los tlaxcaltecas atribuían
los temblores y terremotos a que los dioses que tenían en
peso al mundo se cansaban y entonces se relevaban, lo cual
era causa de los temblores" (Muñoz Camargo: Historia de la
República y de la ciudad de Tlaxcala).
Las representaciones de Chalchiuhtlicue en los códices
muestran un chorro de agua que parte de la diosa y que se
lleva a hombres y cosas. El agua -así lo explica el intér-
prete- es símbolo de la vanidad e inconstancia de lo
terrestre, idea expresada también en el dicho "todo se lo
lleva el agua". En el Códice Telleriano-Remensis vemos
arrastrados por el agua a un hombre con un escudo y un
haz de lanzas y a una mujer con un cofre de mimbre.
Según Pedro de Ríos, esto significa la pérdida de los bienes
y la muerte en la guerra; y la mujer simboliza el ser
vendido como esclavo.
El hombre del México antiguo no era capaz de imaginar-
se el movimiento como una fuerza mecánica; se lo represen-
taba como un espíritu que se apodera de los hombres,
animales, astros, etc., para impulsarlos. Los veinte signos de
los días son representaciones de seres o cosas concretos,
como "serpiente", "conejo", "agua", ."perro", "casa", "pe-
dernal", "flor". Hay una sola excepción: el signo decimo-
séptimo, que corresponde a OlHn, movimiento. Esto signifi- 33/34
ca que "movimiento" era para ellos algo tan concreto como
la serpiente o la casa.
Según la creencia de los pueblos mesoamericanos, el
33. Fondo interior de un vaso de corazones con el signo ~Uin.
Piedra. Cultura azteca.

muerto, que le abre los caminos hacia el mundo inferior. Y


por cierto se ve frecuentemente a Xólotl, el dios de la
cabeza de can, junto a la serpiente de fuego, que simboliza
el rayo.
El terremoto se interpreta como un movimiento de las
deidades encargadas de sostener el disco terrestre, que,
cansadas por el peso de la carga, la pasan de un hombro a
34.

110 111
movimiento del Sol en el firmamento 10 produce el soplo
del viento. Ehécatl, el dios del viento, impele el globo solar.
Los portadores del Sol eran dos serpientes rojas, llamadas
Xixiuhcoa. Son Xixiuhcoa las dos culebras enroscadas en
ambos altares a los lados Norte y Sur de la Pirámide de
Tenayuca, cuyas crestas están dirigidas hacia donde el Sol
se pone en los días de solsticio.
Al colibrí se le consideraba como símbolo de la resurrec-
ción. Se creía que durante la estación seca este pajarito
permanecía colgado de un árbol, muerto, seco; sin pluIhas,
y que resucitaba al comenzar el tiempo de las lluvias. Dice
Sahagún: "Renuévanse cada afio; en el tiempo de invierno
cuélganse de los árboles por el pico: allí colgados se secan y
se les cae la pluma. Cuando el árbol torna a reverdecer, él
vuelve a revivir y tórnale a nacer la pluma, y cuando
comienza a tronar para llover, entonces despierta, vuela y 35. Aniquilación de la montaña. Códice Bolonia.
resucita." Así, las almas de los guerreros muertos, cuando
bajan del Cielo, aparecen como colibríes. Y puesto que los pueblos precolombinos atribuían la superioridad de los
Huitzilopochtli es el patrono de los muertos en la guerra y espafíoles? ¿En qué forma 10 incorporaron a su propio
como él mismo resucita cada mafíana, el colibrí es su cosmos? Bernal Díaz, uno de los capitanes de Cortés, nos
atributo. Lo dice su nombre: huitzitzilin significa "colibrí". dice que cuando éste emprendió en el afio de 1524 una
Su tocado se compone de plumas de colibrí, y se le suele expedición punitiva a Honduras, pasó por Tayasal (actual-
representar asomando la cabeza por el pico de este pájaro. mente Flores), en la isla de Cozumel, donde 10 acogió
La mariposa, símbolo del planeta Venus y del guerrero cordialmente el cacique Canek. Uno de los caballos se había
muerto, es asimismo el símbolo del fuego y del dios del enfermado, y Cortés se vio obligado a dejarlo allí, al cuida-
fuego. En el Códice Borgia (lámina 13) el acto de sacar fuego do de Canek. Cuando se habían marchado los espafioles, los
es caracterizado por una figura parecida a mariposa, que sale indios instalaron al caballo en uno de sus templos. Era para
por debajo de uno de los palillos. ¿Por qué? ¿Por qué no ellos un poderoso dios de los espafíoles, el creador del rayo
figura como símbolo del fuego la antorcha encendida, como y. del trueno. Le llevaron las ofrendas usuales: frutas, ani-
en casi todas las partes del mundo? ¿Dónde está, entonces, la males, flores, miel. Naturalmente se murió de hambre. Los
relación entre la mariposa y el fuego? Eulalia Guzmán indios, horrorizados, esculpieron en piedra la imagen del
("Caracteres esenciales del arte antiguo mexicano", op. cit.) caballo y la colocaron en el templo, donde la adoraban
diee a este respecto: "El temblor de la llama luminosa les como antes al dios que representaba. Cuando en 1618
parecía el agitarse de alas de mariposa." llegaron a Tayasal dos misioneros, Fuensalida y Orbita,
Además de corazas, espadas y bombardas de acero, los todavía encontraron allí la estatua del caballo.
espafioles, al desembarcar en el Nuevo Continente, traje~on El lucero del alba (Tlahuizcalpantecuht1i) es el guerrero
el caballo. Para los aztecas, que hasta entonces no conOClan que precede al Sol. naciente. Con su arma -sus rayos-
este animal, fue un ser monstruoso e inconcebible, que los despeja el camino por el firmamento para el dios solar. En
llenaba de terror pánico. ¿Cómo vieron a este ser, al cual los Anales de Cuauhtitlán se narra que la estrella de la

112 113

, \

,L,~".,~~_~~~~~,~,~~~~~........:......_~~~_
mai'íana mata en determinadas fechas a seres de muy diversa aquello que es. La valoración que hace de 10 que es,
índole: a los ancianos y ancianas, a los grandes sei'íores, a la depende de su representación, que no parte nunca del dato
lluvia (para que no pueda llover), al agua (para que se material; depende de su idea, en cuya elaboración intervie-
produzca la sequía). En el Códice Bolonia (lámina 10) se 3S nen experiencia psíquica e intuición mágica, sueño y sub-
representa la muerte de la montai'ía, que es también ~n ser consciente y, no en último lugar, la tradición del clan. Y
vivo. De su herida manan ríos de sangre, caractenzados. por esto cree el hombre en su representación. Y como en
como tales por las flores de que están guarnecidos. todas partes donde el pensamiento causal todavía no ha
Cuando el artífice del México antiguo dibuja un árbol, sustituido al pensamiento mágico, cree en ella con tanta
representa el tronco, las flores y la raíz. La raíz tiene casi intensidad que los conocimientos racionales no gozan de
siempre la forma de unas fauces serpentinas o de un pico ningún aprecio como factor constitutivo de valor y determi-
de águila, con que el tronco se clava, por así decirlo, en ,el nante de valor. El famoso debate de la Edad Media entre
cuerpo de la tierra. Jamás falta la raíz. Ella es lo caractens- realistas y nominalistas, en que los primeros creían en la
tico , lo decisivo. Para el hombre del México , antiguo la, existencia real de las ideas, mientras que para los segundos
imagen del árbol no sería completa sin la ralZ; no pasana éstas no eran sino creaciones del intelecto, se resuelve aquí
de ser un palo decorado de flores. El artista de la civi- intuitivamente a través de la concepción mítica del mundo:.
lización occidental figura el tronco, la copa, las ramas, el en el sentido de que la realidad que nos presentan los
follaje del que a veces asoman flores. Se concreta a lo sentidos no es sino ficción, de que 10 único real son las
óPtica~ente perceptible. La raíz se halla debajo de la super- fuerzas sobrenaturales, no aprehensibles por los sentidos,
ficie de la tierra, por tanto no se representa. Cuando Dure- sino sólo por la imaginación.
ro o Leonardo dibujan ocasionalmente raíces, se trata de La vida del hombre de pensamiento mágico es un eterno
raíces que sobresalen del suelo, o del estudio, digamos, soñar despierto, al cual ni siquiera la muerte pone fin, pues
anatómico de una raíz excavada. El realismo de Durero es ésta propiamente no existe: es sólo un pasar a otro estado
captación del fenómeno óptico; el realismo de aquel hom- del ser. *
bre mexicano es su saber de las cosas, el hacer visibles las y por eso el mundo del México antiguo es más comple-
fuerzas que obran en ellas y merced a las cuales propiamen- jo que el del determinismo: abarca la esfera de 10 visible y
te existen. Más allá del aspecto exterior trata de penetrar en la de lo invisible. Lo metafísico no es una dimensión más,
las profundidades, aquí literalmente en las profundidades de con su propia medida y su propia ley: forma parte integrante
la tierra, por debajo de la superficie del suelo, hasta llegar a del cosmos. De ahí la unidad de' aquella concepción del
10 esencial, 10 esencial para él. , mundo.
Eso significa que no ex!ste la limitación que re.sulta al De tal concepción del mundo y de la naturaleza brota,
aceptar como "la realidad" únicamente 10 percephble por como es natural, la concepción del arte. Al representar
los sentidos , considerando todo lo inaccesible a ellos,
. todo determinado fenómeno natural, por ejemplo la serpiente, el
10 suprasensible y metafísico, como oculto, fantástIco y por águila, el jaguar, el colibrí, el caracol, es decir, en el caso
t. 10 tanto sólo hasta cierto punto verdadero. El hombre preciso en 'que Aristóteles recomienda al artista "la copia de
prehispánico no distingue entre percep~ión e ima~i~ación la naturaleza", no se procura de ninguna manera 'fijar y
-o sólo en el sentido de que 10 percephble y perclbldo le transmitir 10 ópticamente aprehensible. En el objeto repre-
inspira más bien desconfianza-, y no por una incapacidad
de comprender 10 "real", sino por una íntima necesidad de * Con esto el primitivo hizo uno de los grandes descubrimientos de la
valoración. No le importa 10 que es, sino 10 que significa humanidad: el del alma, o sea del ser o espúitu que abandona al cuerpo
durante el sueño y después de la muerte y lo deja inmóvil.

114 115
sentado -la serpiente o el águila- y en la forma que se le pintura del Greco revela su concepClOn de la naturaleza en
da, se subraya siempre con energía que ahí se trata de una la misma medida en que la obra de Rembrandt la suya. En
sustitución; que no se representa el animal mismo sino el el arte del Greco, impregnado de la mística toledana, lo
espíritu, la deidad que éste encarna. Mito de sustitución, corpóreo queda desmaterializado; llamea en él la pasión del
misterio de la metamorfosis: elementos que se encuentran, alma que anhela ascender hacia Dios, unirse con Dios. Sus
con variantes diversas, en muchas religiones. Así como el formas y su colorido muestran ese carácter religioso-meta-
conocimiento que los mayas tuvieron de los astros no pudo físico, porque él veía, vivía así el mundo -la naturaleza-:
llegar a ser astronomía en nuestro sentido, así la observa- religiosamente, metafísicamente.
ción de la naturaleza practicada por el hombre precortesia- Además, lo que nuestra teoría del arte llama "cercano a
no no pudo conducir a un realismo naturalista (en nuestro la naturaleza", se refiere tan sólo a un modo de crear que
sentido). Es un arte expresivo, reflejo de su vivencia psíqui- corresponde a la convención óptica de nuestros tiempos.
co-religiosa de la realidad y la suprarrealidad. Toda creación artística atenida más o menos a esta norma
Con esto surge una pregunta: ¿pueden aplicarse a este nos parece "cercana a la naturaleza". Pero no cabe duda de
arte las categorías "abstracto" y "concreto"? Para el pensa- que la intención del artista bizantino, románico, gótico, no
miento mágico -como ya lo he expuesto- no existe esta aspiraba en grado menor, ni con menor energía, a fijar en
contradicción. Los límites entre lo abstracto y lo concreto ,su obra la concepción suya de la naturaleza. Si para nos-
son borrosos, cosa que se refleja en la creación artística. •otros esta obra suya está "alejada de la naturaleza", es que él
Ejemplo de ello -uno entre muchísimos- es la estatua de -el artista bizantino, románico o. gótico- no veía ni sentía
188 fa Coatlicue Mayor en el Museo Nacional, en la que se mundana y racionalmente, sino, de acuerdo con su concep-
entrelazan elementos abstractos y realistas. Esa mezcla es ción del mundo y de la naturaleza, religiosamente, visiona-
un hecho tan frecuente que materialmente se puede consi- ria y espiritualmente.
derar como uno de los rasgos más característicos del arte ,I Cuando el artífice mesoamericano representaba en forma
mesoamericano. Si en el presente libro figura el término expresiva las fuerzas ocultas, misteriosas, que actúan dentro
"abstracto", se ha empleado faute de mieux, como recurso y detrás de los fenómenos, se trataba para él de representar
técnico y con plena conciencia de que es una noción la realidad, la realidad suya. Su pensamiento mágico no le
extraña a ese arte. impedía observar con perspicacia y fijar el resultado de tal
También carecen aquí de sentido términos como "cerca- observación. Piénsese en el gran número de representaciones
no a la naturaleza" o "alejado de la naturaleza", conceptos plásticas de serpientes cuya fidelidad realista a la naturaleza
por completo artificiales, inventados por la moderna ciencia no puede ser superada por ningún escultor europeo. Pero
del arte sólo para disponer de una clasificación más cómo- ¿qué significa esto? ¿Significa un acercarse a lo que nos-
da. Toda producción artística, de cualquier tiempo, revela otros llamamos "realismo"? ¿No es más bien que el idioma
la concepción de la naturaleza propia de la época y; sobre plástico del México antiguo, que aprovecha múltiples y
todo, de la capa social que determina dicha producción. Es diversos recursos, asimila también esos elementos para dar
10 que hace que la obra de arte sea comprensible para la expresión a sus concepciones espirituales, psíquicas, religio-
gente a la que se dirige, es 10 que le da valor social y sas?
validez social. Si hoy día eso ya no nos parece evidente sin
más, es porque en el arte o, digamos, en la mayor parte de
la producción artística se trata ya de adorno de paredes, un
asunto privado, o de objetos -efímeros- de exposición. La

116 117
Segunda parte

La expresión
1. La estética de la pirámide

La pirámide precolombina y la egipcia tienen en común una


sola cosa: la denominación de pirámide. Por lo demás,
nada. La pirámide mesoamericana es una pirámide escalona-
da, dividida en varios cuerpos. Arriba, en la plataforma
había una o dos estatuas de dioses (este último caso es una
peculiaridad de la pirámide azteca: Tenochtitlan, Tenayuca,
Teopanzo1co) delante de un templo, primitivo en cuanto a
su estructura y a la distribución de las cámaras. A la
plataforma, al santuario, conducen escaleras, uno de los
rasgos más característicos de la pirámide precortesiana. La
pirámide egipcia es un cuerpo estereométrico. Sobre la
planta cuadrada, muros que ascienden sin interrupción hasta
el vértice. Y en el vértice -punto matemático- no hay
nada, ninguna imagen, ningún templo, ninguna escalera que
lo comunique con el suelo. Hubo una época en que Egipto
construyó pirámides escalonadas -pirámides escalonadas sin
escalera-o Pero ya en tiempos muy remotos abandonó esta
forma. La pirámide de Sakkara del rey Djoser (tercera
dinastía, alrededor de 2950 a.C.) se componía de cinco
zonas, la del rey Snefru (cuarta dinastía, alrededor de 2600
a.C.) de siete, de las cuales ya sólo tres existen. Snefru
mandó erigir una segunda pirámide en Dahschur, con la
cual estableció el tipo de la pirámide egipcia. La pirámide
escalonada desapareció totalmente de Egipto. N o correspon-
día a la idiosincrasia de aquel mundo.
La pirámide egipcia es un monumento fúnebre, destinado
a conservar a través de los siglos el cuerpo del faraón, junto
con las ofrendas que lo acompañaron a la tumba, para que
en el más allá no le faltase al gran señor nada del lujo y de
las comodidades que habían alegrado su vida en la tierra. Es
testimonio de un culto a la personalidad llevado al último
extremo; del afán de inmortalidad de un poderoso, que
levanta un monumento ciclópeo a fin de imponer su recuer-
do para siempre a la memoria de los hombres. Lo decisivo
36. Pirámide de Cuicuilco. México, D.F. Cultura preclásica. en esta creación arquitectónica, motivo y propósito de su

120 121
37. Pirámide del Sol, vista desde la Pirámide de la Luna.
Teotihuacán. Cultura teotihuacana.

construcción, son las cámaras funerarias. "Un hoyo en la lo, un basamento para el templo que se encontraba en su
tierra" , las llama Worringer. (Agyptische Kunst). Y dice que plataforma superior.
la planta parece "una exhibición de los intestinos de una Para que surgiese la pirámide precortesiana, no hacía
masa constructiva". "Las diferentes cámaras son huecos falta ningún modelo extraamericano. Surgió de las concep-
semejantes a cavernas, abiertos en la argamasa maciza de los ciones religiosas de aquellos pueblos, del "culto a la altura"
muros" (U. Holscher: Grabdenkmal des Kónigs Che- y de los. supuestos técnico-constructivos de un crear arqui-
phren). El hombre del México antiguo no conocía ese culto tectónico que en el curso de centurias apenas había supera-
a los muertos, ni el culto a la vanidad personal. Además, su do las condiciones primitivas impuestas por la ley de la
sensibilidad arquitectónica, fundamentalmente distinta de la gravitación.
de los egipcios, se expresaba no en una arquitectura de Es cierto que el destino de la pirámide es encumbrar la
cavernas, sino en una arquitectura de espacios vacíos. imagen de la divinidad muy por encima de lo humano;
La pirámide mesoamericana no es una superestructura pero, a pesar de la tendencia vertical inherente a su forma
encima de una construcción subterránea, aunque a veces alienta en la arquitectura precortesiana una marcada volun~
como en el Templo de las Inscripciones de Palenque, ence- íad, no sólo .de contrarrestar este impulso ascensional de la
rraba la sepultura de una personalidad prominente; tampoco masa constructiva, sino de desviarlo con asombrosa dialécti-
consideramos las catedrales como superestructuras encima ca hacia la horizontal. La Pirámide del Sol de Teotihuacán, 37/ 38
de los sepulcros de los prelacJos y príncipes cuyos restos no obstante su enorme altura de 60 metros, da la impresión
descansan en ellas. La pirámide mesoamericana es un zóca- de un edificio tendido, ancho y espacioso, en la planicie.

122 123
Esa orientación horizontal expresa determinada voluntad de
forma, muy enérgica, que revela mucho a quien sabe inter-
pretar las formas de acuerdo con su Wesenswert (valor de
esencia). Con verdadera obsesión se aprovechan todos los
recursos para imponer a la disposición vertical una tenden-
cia horizontal. El escalonamiento de la pirámide, que inte-
rrumpe una y otra vez, a cortas distancias, el movimiento
ascendente, divide la estructura en varios cuerpos, que tien-
den más a la anchura que a la altura. En la pirámide de
43 Calixtlahuaca se distinguen tres poderosos cuerpos, fuerte-
mente acentuados. Por razones técnicas, o sea para dar a la
construcción mayor solidez, se pasa en el curso del tiempo
a los taludes, uno de los pocos elementos de evolución
constructiva en la arquitectura de la pirámide mesoamerica-
na. Pero este principio de movimiento vertical se neutraliza
en seguida con la inserción de superficies anchas, limitadas
por fajas de piedra: los llamados tableros. Y el decorado de
los tableros, trátese de relieves o de pinturas, desarrolla un 39. Pirámide de Xochicalco. Estado de Morelos.
ritmo acusadamente horizontal. Ejemplos: el adorno plásti-
31 co de la pirámide de Quetzalcóatl en Teotihuacán donde 40. Pirámide de Xochicalco. Friso de la Serpiente Emplumada.
(Detalle.) Estado de Morelos.
alternan en sucesión rítmica cabezas de Quetzalcóatl y de
Tláloc y donde, por debajo de los tableros, se despliega la
serpiente emplumada en ondulaciones que ocupan toda la
39 a 42 extensión del edificio; en Xochicalco el meandro formado
25 por las vueltas de la serpiente emplumada. En el Tajín
-peculiaridad de la cultura totonaca- se abren en los
muros nichos rectangulares, que cubren de abajo arriba, en
filas horizontales, todo el cuerpo constructivo de la pirámi-
de, robusteciendo así del modo más enérgico el efecto
horizontal.
Tan decidida voluntad de forma, que no puede explicarse
de ninguna manera con las necesidades técnicas, y sólo en
cierta medida con las exigencias del culto, revela una con-
cepción del mundo de asombrosa claridad y homogeneidad.
En el templo griego -piénsese en el templo de Poseidón
en Pesto- alienta una marcada tendencia horizontal. La fuer-
za del impulso ascensional de las columnas está ópticamente
anulada por la banda ancha y maciza del arquitrabe. El
Palacio Médicis en Florencia, anchuroso y pesado, tiene

124
41. Pirámide de Xochicalco. Friso de la Serpiente Emplumada. 42. Pirámide de Xochicalco. Friso de la Serpiente Emplumada.
(Detalle.) Estado de Morelos. (Detalle.) Estado de Morelos.

disposición horizontal. El griego así como el hombre rena- Para el hombre precortesiano el Cielo es imagen de la
centista, creían que mediante el conocimiento de la naturale- armonía, de lo invariable, del orden eterno, por encima de
za y de las fuerzas de la naturaleza se habían convertido en la inestabilidad, por encima de la lucha de las fuerzas
amos y señores del universo y que, por lo tanto, todos los antagónicas, a que est"á sujeto todo lo terrenal. Nada del éx-
enigmas cósmicos quedaban resueltos. La pirámide escalona- tasis, nada del fáustico desasosiego del hombre gótico, quien,
da, con sus zonas horizontales superpuestas una a la otra, buscando en lo terrestre lo supraterrestre, vaga y divaga sin
representa al Cielo, a las trece zonas del Cielo. tregua; a quien la añoranza metafísica hace erguirse, en magní-

126 127
fico ademán, hacia lo inconcebible y divino. Ademán, anhelo,
añoranza, a los que da forma y expresión en el mágico
milagro de la catedral. Worringer habla de una "intoxica-
ción de los sentidos" y califica el pathos gótico de "sublime
histerismo". El mundo del México antiguo no conoce tal
éxtasis, tal añoranza, tal impulso ascensional, porque allí lo
sobreterrenal no es enigmático. "El concepto del espacio
indefinido, vacío, no existe; el Universo se divide en regio-
nes, donde habitan dioses y almas, conforme a una jerar-
quía determinada" (Eulalia Guzmán: "Caracteres esenciales
del arte antiguo mexicano", op. cit. ).
La pirámide precolombina, por muy primitiva que sea su
estructura, refleja una conciencia cósmica suficientemente
vigorosa para sublimar la voluntad de expresión monumen-
tal y encauzarla hacia la forma pura, abstracta, geométrica;
para impregnar la masa arquitectónica de un poderoso alien-
to espiritual. Quizás este elevarse por encima del fen~meno
sensorial, fortuito e infinitamente variable, a la conceptuali-
dad abstracta, haya sido la grande, la subyugadora vivencia
de los mal llamados "pueblos en estado de naturaleza". 43. Pirámide de Quetzalcóatl. Calixtlahuaca. Estado de México.
Encontrándose ante una naturaleza que les parecía caótica, Cultura azteca.
ciega, informe e incomprensible, debía impresionarles como 44. Pirámide de Quetzalcóatl. Teotihuacán. Cultura teotihuacana.
un milagro el poder enfrentar a las amenazantes tinieblas un
orden humano y espiritual, cristalizado en formas elementa-
les, un mundo claro y monumental; el poder enlazar ese
mundo creado por ellos -creación religiosa- con el elemen-
to primordial de sus concepciones religiosas: el curso de los
astros, que les revelaba el prodigio de una perfecta regulari-
dad matemática. "El Universo está escrito en el lenguaje de
las matemáticas" (Galileo).
36 Cuicuilco, la pirámide preclásica del Valle de México es
un cerro artificial. Alrededor de sus muros inclinados sube
serpenteando una rampa. Teotihuacán hubiera rechazado
una c9!lStrucción de este tipo, por ser reproducción de una
co1lla, por ser copia de la naturaleza, por sobrarle materiali-
dad, por faltarle espíritu. De acuerdo con su voluntad
artística, Teotihuacán se esfuerza por distanciarse de la
naturaleza. La realidad (también la asociación con la reali-
dad) es profana, no sagrada; está por debajo de la esfera

128
45 . Pirámide del Tepozteco. Estado de Morelos. Cultura azteca. 46. Pirámide de Teopanzolco. Estado de Morelos. Cultura azteca.

hacia la cual aspira su temple religioso. Así, la arquitectura mos suponer que era indispensable aprovechar como funda-
teotihuacana, creación que arranca de valores formales, va- mento el declive del suelo para dar a aquellas enormes
lores de forma, funcionales, desarrolla como el más caracte- moles un apoyo más sólido. Pero con seguridad no sólo era
rístico de sus elementos estructurales el tablero, ese tablero esto. Los aztecas, pueblo joven, rebosante de vigor. juvenil y
44 típicamente suyo : una pared que asciende en ángulo recto. consciente de él, henchido de un ímpetu que a cada mo-
Tal pared lisa, vertical, no existe, o sólo por excepción, en mento estallaba violentamente, no pudieron llegar a la ma-
la naturaleza. Es más: ese tablero, rodeado de un encuadra- dura serenidad y pureza del arte teotihuacano, a la espiri-
miento que sobresale con toda energía, acentúa expresa- tualidad de sus pirámides. Teotihuacán es monumentalidad
mente su carácter de cosa artificial. interna. El arte azteca no puede prescindir de medios exte-
Los aztecas adoptaron o trataron de adoptar varios ele- riores para lograr un efecto monumental.
mentos de Teotihuacán, pero no su tablero. En sus pirámi- La orientación de la pirámide obedece a principios geo-
47/48/46 des - Tenayuca, Teopanzolco- el talud asciende en ángulo métricos y astronómicos. De acuerdo con el movimiento del
agudo, con un ímpetu magnífico, audaz y vigoroso. Pode- Sol, está dispuesta en la dirección oriente-poniente. Es más:

130 131
las pirámides de la civilización tolteca - Tenayuca, Teoti-
huacán, Cholula, algunas de las de Chichén Itzá- muestran
todas una desviación del eje oriente-poniente de 16 a 17
grados (Ignacio Marquina y Luis R. Ruiz: "La orientación
de las pirámides prehistóricas", Universidad de México,
1932, nos. 25 y 26).
Moctezuma II quería reconstruir el Templo Mayor de
Tenochtitlan porque era "un poco tuerto", es decir, porque
no coincidía del todo con esta orientación astronómica
(Ignacio Marquina: Tenayuca). La estatua de la divinidad
delante del templo no debía proyectar ninguna sombra en
los días en que el Sol pasa por el cenit (16 de mayo y 26
de julio). Entre los mayas el año nuevo empezaba el 26 de
julio, día que llamaban "descenso del dios del Sol" (Fray
Diego de Landa: Relación de las cosas de Yucatán). Cuando
en 1577, Felipe n, refiriéndose a aquella tradición, se
informé acerca de los días en que el sol pasaba por el cenit
en los diferentes poblados, una de las contestaciones estaba
concebida en los términos siguien1et;: "En tal y tal día el 47. Pirámide de Tenayuca. México, D.F. Culturas preazteca y
sol visita nuestra ciudad" (Zelia Nuttall, en El México azteca.
antiguo, septiembre de 1931).
47/48 La cintura de serpientes de la pirámide de Tenayuca se 48. Pirámide de Tenayuca. Cintura de serpientes. México, D.F.
componía de 52 cabezas serpentinas, en consonancia con Culturas preaz teca y azteca.
los 52 años del siglo indígena (Enrique Juan Palacios:
153 Arqueología de México). La pirámide de Kuku1cán (El
Castillo) en Chichén Itzá tiene 9 terrazas, divididas en 2
mitades por la gran escalinata: 2 veces 9 es el número de
los meses del calendario solar. El total de las gradas de la
escalera es 364, la plataforma superior era la 365 a , número
de los días del año solar. Cada una de las dos escaleras de
la Pirámide del Sol en Teotihuacán tiene 182 escalones, en
total 364. La Pirámide de Quetzalcóatl, igualmente de Teo-
tihuacán, estaba decorada con 364 cabezas. Dentro de la
estricta simetría de esas creaciones hierático-religiosas, no
cabía un número impar como lo es 365. En las excavacio-
25 nes más recientes del Tajín se ha descubierto que uno de
los nichos de la parte de arriba, del sexto cuerpo, habíá
estado escondido en gran parte debajo de una escalera. Eso
significa que lo importante, lo decisivo, era que hubiese

132
exactamente 364 nichos, no el aspecto exterior. En el Así, gracias a su poder creador, el hombre del Méxic?
ámbito de l~ arquitectura europea este problema se hubiera antiguo puede superar caos y azar, triunfar sobre las fuerzas
resuelto haciendo más angostos todos o algunos nichos del ocultas, al contraponerles un orden humano, es decir, un
cuerpo superior, para poder colocar de ambos lados de la orden espiritual. Lo terrenal es difuso e incomprensible. Lo
escalera el número previsto de éstos. Aquí no se recurrió a divino es la claridad.
tal expediente. ¿Por qué no? Porque modificando en el Worringer, para quien el arte egipcio es formalismo, y su
cuerpo la forma del nicho se hubiera destruido la unidad de tendencia a lo colosal una especie de "americanismo", habla,
la construcción, que por su claridad, rigor y mesura tiene al interpretar su "rectilineidad abstracta", de una "estili-
mucha afinidad con la concepción plástica de los toltecas. zación' fría, sin inspiración y absolutamente inexpresiva",
No se debía violar el ritmo, el ritmo uniforme de esa vacía por completo del "sentimiento sensual de la na-
decoración de nichos, a que obedece todo el cuerpo construc- turaleza" , del cual, según él, carece por 10 general el
tivo de la pirámide; estorbaba menos que la escalera pasara / egipcio. Sin entrar aquí en detalles de la problemática
por encima de uno de ellos. . egipcia, hay que decir que nada de ello puede afirmarse
El siglo XIX -sentimental, romántico, aficionado a 10 respecto a la "rectilineidad abstracta" de la pirámide meso-
pintoresco-, inventó el llamado "jardín-Páis~'je", imitación americana. Si bien es cierto que en ella se hace patente una
de la gran naturaleza dentro del terreno del "ardín. Recha- voluntad enérgica de superar la inestabilidad del fenómeno
zaba, como artificial, la jardinería del barroc francés: los natural mediante un proceso de espiritualización, que no
parterres regulares, enmarcados por hileras de árboles y puede expresarse sino en forma abstracta, es también cierto
arbustos a igual distancia uno del otro, podados a una que se manifiesta en ella una voluntad no menos enérgica
misma altura y en una misma forma; el agua encajonada en de entretejer la forma abstracta con un decorado plástico o
estanques de forma geométrica. El francés de la época de pictórico -en los tableros-, que da fe de una observación
Luis XIV llamaba a todo eso "humaniser la nature". Hu- exacta de la naturaleza.
manizar a la naturaleza, incorporarla al espíritu humano, El pilar -desarrollado por el racionalismo griego hasta la
subordinarla a él. El espíritu creador del hombre, que forma funcional de la columna dórica- tiene en Chichén
impone su voluntad aun a la naturaleza; que ordena al árbol Itzá la configuracion de una serpiente erguida que silba,
dónde y cómo debe crecer, en qué forma debe desplegar su amenazadora, con la lengua afuera. La pirámide de Tena- 48
follaje. Puede ser que fuese algo semejante a este humaniser yuca está rodeada de una cintura de serpientes, que prestan
10 que movió a los pueblos precortesianos a dar a sus al cuerpo constructivo geométrico un aliento de vida orgáni-
construcciones la austeridad y pureza de las formas geomé- ca, de cosa brotada del suelo. Aquellas serpientes al pie del
tricas abstractas; a adaptar: los edificios al terreno, o bien edificio dan la impresión de haber salido directamente del
-caso contrario, muy frecuente- a adaptar el terreno al seno de la Tierra, y podemos suponer que ésta fue la
plano arquitectónico. Los cerros destinados a los recintos intención de sus constructores. La entrada a la cueva de
sagrados se allanaban cuidadosamente y con esfuerzos tre- Malinalco son unas fauces serpentinas. Recuérdese también
mendos a fin de crear superficies planas de vastas dimensio- el decorado de serpientes en Xochicalco, En todo eso se 42
nes, apropiadas para hacer terrazas, patios, plazas, etc. En revela, junto con una máxima sensibilidad para el valor
Monte Albán, dice Holmes (Archaeological Studies among decorativo de la superficie, aquello que Worringer echa de
the Ancient emes of Mexico), "la mano del hombre modi- menos en el arte egipcio: un sentimiento sensual de la
ficó la montaña entera a tal punto, que ni huella ha naturaleza, de rara espontaneidad y arrebatadora fuerza
quedado de la formación natural". expresiva. También la estela, también la estatua muestran

134 135
esa mezcla de forma abstracta y detalles orgánicos.
La pirámide mesoamericana, ya 10 dije, es arquitectura de I

espacIOS vacíos. Lo es asimismo el templo griego con su


peristilo, destinado a impresionar al que lo mira de fuera.
Es cierto que detrás de las columnas se encuentra la celia,
en donde se hallaba la estatua de la deidad, pero "sólo el
arqueólogo se interesa por el interior del Partenón" (Charles
Rufus Morey: Medieval Art). El cristianismo reunía a los
fieles en recintos cerrados, para fundirlos en una comuni-
dad. Creó la basílica y creó la catedral. Si bien es cierto
que en la pirámide mexicana había una imagen en el inte-
rior del templo - compuesto generalmente por dos o tres
cámaras- , no menos cierto es que en la mayoría de los
casos se hallaba también delante del templo la estatua de
un dios y, además, la piedra de los sacrificios. El culto se
celebraba al aire libre; las masas se congregaban frente a la
pirámide y ejecutaban sus danzas en el patio o en la
plataforma. Los interiores necesarios, las habitaciones y
seminarios de los sacerdotes, los edilicios de~tinados a pro-
pósitos relacionados con el culto, sonIrrezqumos, angostos,
pequeños, sin luz directa.
Puesto que faltaba la voluntad de construir espacios inte-
riores de gran aliento, la técnica constructiva permaneció en
un estado rudimentario; se limitaba a levantar muros maci-
zos y compactos. Era desconocida la construcción del arco,
elemento que sostiene los muros, que permite una mayor
amplitud y altura de las cámaras y el desarrollo de la
"conciencia espacial". Existía, sí, sobre todo entre los ma-
109 yas, el "arco falso". Y es un hecho que una sola vez se 49. Cabeza serpentina. Piedra. Pirámide de Tenayuca. México,
construyó un arco auténtico: en la tumba 4 de Monte p.I< . Culturas preazteca y azteca.
Albán, creación zapoteca, siete arcos abovedan la cámara.
No son arcos de medio punto, pero sí verdaderos arcos, con desarrollo de la arquitectura. Pero ese descubrimiemo no
una como clave, introducida entre las dos losas inclinadas. llamó la atención: evidentemente no se reconoció su tras-
y aupque no es la clave del arco romano, que da a la cendencia. Y ¿por qué no se reconoció? No sólo porque
construcción solidez y resistencia, se trata de un apoyo no se apreciaba el progreso, y menos "el progreso técnico",
basado en el principio del arco. Existió, pues, entre los sino también, sin duda alguna, porque para aquellos cons-
zapotecas un arquitecto que supo erigir una especie de tructores la arquitectura de interiores no pasaba de ser un
construcción abovedada. Un hecho que hubiera podido al- fin secundario.
canzar, como en Europa, una importélncia decisiva para el Lo que nosotros vemos de las pirámides, a pesar del

136 137
cuidado con el que muchas se excavaron, a pesar del esme- matemático. Y lo decisivo, aquello que aun la conservación
ro empleado en la restauración de algunas, no es más que más cuidadosa del objeto aislado no logra transmitir, hay
un torso. No me refiero precisam~nte a los templos, que, que verlo en la admirable sensibilidad que se revela en el
construidos de un material deleznable, han sido víctimas de libre juego y la correspondencia exacta entre edificios V
la acción del tiempo y de los hombres. La pirámide era la plazas. El ejemplo más impresionante de esa homogeneidad
dominante de un gran conjunto urbanístico. Con las peque- de la concepción es Monte Albán.
ftas pirámides antepuestas, tal como las había, por ejemplo, Esos conjuntos de construcciones y espacios vacíos dan
delante de la Pirámide del Sol en Teotihuacán; con las otras fe de una intuición sensible del espacio que basta ella sola
construcciones destinadas al culto; con los patios, platafor- para asegurar a la arquitectura prehispánica -pese a su
mas y plazas rodeadas por los muros de los edificios, estos técnica primitiva- un lugar predominante en la historia del
recintos sagrados eran conjuntos de estructura uniforme, de arte de todos los tiempos. Y nos confirman una vez más que
uniformidad intencional, concebida conscientemente y con- el valor plástico se enriquece por la tensión dialéctica entre
forme a un plano. Espacios vacíos para las ceremonias del la concepción total, abstracta, y la vivencia de la realidad,
culto, para la congregación de los fieles, grandes ejes con el manifiesta en el detalle.
santuario como centro visual y remate. En Teotihuacán, La pirámide mesoamericana, como la pirámide egipcia y
donde se conservan la muralla de la llamada Ciudadela, el como también la pagoda, fue erigida, en todo su esplendor,
patio del Templo de Tláloc, el eje denominado disparatada- por hombres que vivían en miserables chozas o cavernas. El
mente "Calle de los Muertos", todavía se vislumbra algo de individuo y su alojamiento no significaban nada. Lo que se
la organización y la grandiosa homogeneidad del conjunto. * construía, y en dimensiones gigantescas, se construía para la
Existe una obra del arquitecto Ignacio~ina, Estudio comunidad. "Las energías excedentes de los pueblos de
arquitectónico comparativo, que contiene las plantas, re- América eran absorbidas por las exigencia~ religiosas, una
construidas por el autor, de todas las pirámides mexicanas vez que éstos habían calmado las necesidades de su subsis-
conocidas hasta ahora. Un notable esfuerzo de la arqueolo- . tencia" (Vaillant). La Pirámide del Sol en Teotihuacán tiene
gía mexicana. Allí se pone de manifiesto que el pensamien- un volumen de 1 300 000 metros cúbicos; el peso de sus
to abstracto-geométrico no se limita a la construcción aisla- piedras se ha calculado en cuatro millones de toneladas
da, sino que cada edificio está incorporado a un conjunto (Palacios). Cargas que debían acarrearse, moverse, sin má-
global, sujeto a su vez a un riguroso y perfecto orden quinas, sin hierro, sin vehículos (aún no se conocía la
rueda), sin animales de tracción. Para la construcción de
tantas pirámides se disponía de una sola fuerza: la del
• En los años 1963 y 1964 el Instituto Nacional de Antropología e Historia
llevó a cabo una obra de gran aliento en la zona ceremonial de Teotihuacán. trabajo humano. La pirámide del México antiguo, sin tener
Gracias a esta obra, cuya dirección fue encargada a Jorge Acosta y Ponciano en cuenta su valor artístico, es uno de los más impresionan-
Salazar Obregón, tenemos ahora un conocimiento mucho más detallado del plan tes testimonios del espíritu colectivo y de la voluntad
urbanístico de ese rico centro arqueológico. Se excavó y restauró la cara sur de la
Pirámide de la Luna, se descubrió y reconstruyó el Templo de Quetzalpapálotl colectiva del hombre.
con algunas de sus subestructuras, se reconstruyeron también los basamentos y
plataformas que flanquean la Calle de los Muertos. En varios lugares salieron a la
luz del día murales en todos sentidos valiosos, entre los que descuella el que
representa un tigre de casi 2 metros de largo. Al mismo tiempo el Instituto
encomendó otro proyecto ambicioso a Laurette Séjoumé, qUien descubrió y
exploró en Teotihuacán-Tetitla un edificio de varias estructuras superpuestas,
estética y arqueológicamente importante por sus murales de fascinante belleza y
por las 36 sepulturas que se encontraron en uno de sus niveles. [T.]

138 139
11. La máscara

Conocida ya en tiempos arcaicos, la máscara es uno de los


elementos más característicos de todas las culturas del
México antiguo. A juzgar por la abundancia de los hallaz-
gos, ocupaba un lugar importante en el mundo imaginativo
de aquellos hombres. Perteneciente al ritual e íntimamente
ligada con el culto de los muertos, tiene un significado
mágico-religioso. Con su ayuda el hombre se transforma en
el ser representado por ella, y todas las cualidades de éste,
las físicas y las mágicas, pasan a él. Los guerreros se
disfrazan de águilas y de jaguares. La máscara es su unifor-
me: les transmite la fuerza, la audacia y la agilidad de las
fieras, y no sólo en su propia imaginacion, sino también en
la de sus enemigos, que se espantan ante la superioridad de
los seres míticos. En ciertas regiones mayas se colocaban en
las fachadas máscaras de Chac, dios de la lluviayeÍl señal de
que el edificio y sus habitantes estaban enco)IÍendados a la
protección de esta poderosísima deidad.
La máscara es el otro yo. El hombre precortesiano tiene
dos nombres: aparte del que le sirve en la vida cotidiana, el
nombre ritual, que es el signo del día de su nacimiento.
Dos nombres, dos personalidades distintas: uno corresponde
a la corpórea y real, el otro a la ritual -o, por así decirlo,
psíquica- y suprarreal. La máscara es expresión de la perso-
nalidad suprarreal del hom breo
Las máscaras no sólo eran antifaces. Se llevaban asimismo
como pectoral o parte del pectoral, en el tocado o en el
cinto. Para el hombre prehispánico, diferencias que no tenían
ninguna importancia.
Ataviado con la máscara, estaba sujeto al influjo de la
máscara. De ahí los innumerables hallazgos de máscaras
pequeñas, que servían de talismán, 'que defendían y protegían.
Es una especie de máscara el espejo humeante de Tezcatli-
poca, que lleva en el lugar del pie que le falta o como
pectoral y mediante el cual lo ve todo y descubre todos los
50. Máscara. Núcleo de madera cubierto de mosaico de turquesa
(;rímenes. En Santa Rita se ha conservado un mural (perte- y concha. Cultura azteca.

140 141
52. Máscara. Piedra. Cultura teotihuacana.
51. Máscara. Piedra. Cultura teotihuacana. Museo Anahuacalli.

neciente a la cultura maya-tolteca) que representa uno como del cual el dios se impregna de la naturaleza del ser repre-
oficio de difuntos. Dos sacerdotes están bailando en torno a sentado por la máscara, actúa asimismo en dirección inver-
un tambor, al cual está atada una máscara del dios de la sa: el espíritu, el poder de la deidad se transmite a este ser,
muerte. La escena significa que dentro del tambor está el como puede transmitirse a cualquier criatura de la naturale-
dios, que el redoble del tambor es la voz del dios. De esos za, a cualquier hombre o animal escogido por ella. Así, la
tambores dice Sahagún que se consideraban "como dioses". máscara eleva al ser adornado con ella por encima de los de
Así como la corona representa y hace efectiva la sobera- su especie e indica que éste está revestido de dones sobrena-
nía del monarca, la potestad mágica de la deidad se simboli- turales. El perro, que tiene la tarea de conducir al muerto ha- 54
za por su aderezo característico, uno de cuyos elementos cia el mundo inferior - según el modelo del dios Xólotl- se
principales es la máscara o las máscaras que lleva. convierte en Xólotl, gracias a la máscara. El disfraz opera una
Aquel proceso mágico de transustanciación, en virtud metamorfosis de naturaleza mágica : el animal doméstico, co-

142 143
mún y corriente, se vuelve un ser dotado de fuerzas divinas_
La "boca olmeca" -que aparece también en forma de
máscara-, entre los olmecas una insignia del poder y de la
dignidad, es una transformación de las fauces del jaguar,
dios tribal de los olmecas. Entre los atributos de los sobera-
nos toltecas -así como de los aztecas- figura la máscara de
Quetza1cóatl, cuyo nombre llevan. Ello significa que cada
uno de ellos no sólo posee el poder, la bondad, la sabiduría
y hasta el sentido justiciero que caracterizan a esta deidad,
sino que él mismo es Quetza1cóatl.
Cuando Cortés desembarcó en Veracruz -en un año
Ce ácatl, uno de los años en que se esperaba el retorno de
Quetza1cóatl- Moctezuma creyó que el gran dios había
vuelto a su pueblo y que así se cumplía una promesa
mesiánica, según la cual su vuelta daría principio a una
nueva era de prosperidad y paz. Como "lugarteniente" de
Quetza1cóatl se sintió obligado a mandar al retornado los
cuatro "trajes del dios". En el capítulo 4 del Libro XII de
la obra de Sahagún se describen los cuatro trajes con todos
sus detalles y accesorios -los collares, orejeras, escu-

53. Máscara. Piedra con incrustaciones de turquesa, concha y


coral. Procede de Tlapa. Estado de Guerrero. Cultura teo- 54. Perro con máscara de hombre. Cerámica. Procede de Colima.
tihuacana. Cultura del Occidente.

144 145
55. Máscara. Piedra. Cultura de Mezcala. 56. Máscara de Xiuhtecuhtli. Núcleo de madera con incrusta-
ciones de turquesa, concha nácar y concha. Cultura Mixteca-
Puebla.

dos, rodelas, espejos y sandalias- y se mencionan también


fina", montada sobre un núcleo de madera. La alta estima
cuatro máscaras. Cortés envió estos "presentes" al Emper~-
de que gozaban estas piedras raras se evidencia en la palabra
56 dor Carlos V. Se supone que la máscara de Xiuhtecuhtb, náhuatl, teoxíhuitl, "turquesa del dios" o "turquesa divi-
que durante centurias perteneció a los Médicis y que actual-
na". Estaba prohibido el empleo de las "turquesas finas" en
mente se conserva en el Museo Etnológico de Roma, es una
máscaras que no fueran de los dioses o los reyes. En
de aquellas máscaras regaladas a Cortés por el sob.erano
muchas ceremonias el sacerdote que desempeñaba el papel
azteca. La cabeza de Xiuhtecuhtli, que luce una nanguera de representante del dios se ataviaba con la vestimenta y la
en forma de greca escalonada, asoma por unas fauces ser- máscara' de éste, por ejemplo en las fiestas del "descenso de
pentinas; y a cada lado del rostro aparecían, enroscadas, la deidad", en que el dios visitaba a la comunidad. En la
sendas Xixiuhcoa o sea serpientes de fuego (de las cuales ya
fiesta Xochílhuitl, en honor de Macuilxóchitl, numen de la
sólo existe una).' Es una máscara de mosaico de "turquesa música, la danza y el placer, uno de los sacerdotes "se

146 147
57. Represe!ltación de un bulto mortuorio. Códice Magliabecchi.

componía con los atavíos de este dios como si fuera su


imagen o persona, que significa al mismo dios" (Sahagún).
Era obligación ritual invitar a Macuilxóchitl al banquete de
los mercaderes. En su representación aparecía en casa del
anfitrión el sacerdote, ataviado con la máscara de Macui1xó-
chitl. Cuando no se invitaba al dios, éste se enfadaba y
castigaba a los que participaban en el banquete con graves
enfermedades venéreas. Durante la fiesta Izcalli ("crecimien-
to") la estatua de la deidad en cuyo honor se celebraba, se
sacaba dos veces del templo: el décimo día adornada con
una máscara de mosaico de turquesa y con plumas de
quetzal, el vigésimo día con una máscara de corales rojos y
obsidiana negra Y con plumas de arará. Seler explica en su
comentario al Códice Borgia* que este doble adorno "sim-
bolizaba el brotar y el madurar del maíz".
El momento más crítico en la vida de los J?ueblos anti-
guos de México se presentaba cuando al cabo de cincuenta
y dos años volvían a coincidir las dos cuentas, el año ritual
y el año solar. Angustias apocalípticas se apoderaban de los

* Seler: Códice Borgia. Fondo de Cultura Económica, 1963.


58. Máscara. Piedra. Cultura azteca.

148 149
/

59. Máscara representando a Xipe Tótec. Cerámica. Cultura


zapoteca.

hombres en esos días. La noche se poblaba de peligrosos


demonios. A los más débiles -las mujeres embarazadas y
los niños- se les ponían carátulas de papel o de penca de
maguey. Se temía que las mujeres encinta pudieran trans-
formarse en monstruos y matar a sus parientes y que los
niños se volvieran ratones, sobre todo si se les permitía .l.
dormir. En la lámina 34 del Códice Borbónico, en que se
representa la renovación del fuego, se ve a las mujeres
refugiadas en el interior de la casa, esperando la señal de
que ya pasó el peligro. Junto a sus cabezas aparecen las
caretas. En este caso la máscara servía para dar protección;
es decir, protección mágica. Gracias a ella los demonios,
que quedaban despistados por aquel disfraz, no reconocían
a la víctima buscada, y la desgracia torcía el rumbo.
La máscara formaba parte del atavío del muerto. Cuando
se incineraba el cuerpo, como era costumbre entre los
toltecas y aztecas, se armaba de trapos atados el llamado
57 "bulto mortuorio" - un bulto como de persona sentada,
cubierto de la vestimenta del difunto-, que se colocaba 60. Máscara. Piedra. Cultura teotihuacana.

150 151


62. Máscara. Estuco. Procede de Palenque. Cultura maya.

sobre la caja de madera o piedra o la urna cerámica que


contenía las cenizas; en el lugar de la cabeza se amarraba
una máscara. Donde no se practicaba la incineración de los
muertos, una máscara tapaba el rostro del difunto. En la
tumba de un príncipe-sacerdote maya, descubierta por Al-
berto Ruz Lhuillier en la Pirámide de las Inscripciones de
Palenque, se encontró junto al esqueleto un montón de
piedras verdes: partes de una máscara, cuya reconstrucción 53
se logró gracias a un esmero digno de todos los elogios.
También la máscara de estilo teotihuacano del Museo Na-
cional de Antropología, obra espléndida, singular, es una
máscara mortuoria. Se halló en una tumba en Tlapa CEdo. 63
de Guerrero) por debajo de los restos de un esqueleto. El
rostro se compone de piedritas de jadeíta de color verde
pálido. En este fondo verde están incrustados pedacitos de
concha rojiza, que representan - una vez más- un adorno
61. Máscara. Estuco. Procede del Templo del Sol, Palenque.
la1?ial en forma de greca escalonada, y, en la frente, un
Cultura maya. ornamento o, mejor dicho, un símbolo: una "vasija precio-

152 153
sa", es decir, una vasija destinada a recibir la sangre de los
sacrificados. Según lo atéstigua sin lugar a duda esta crea-
ción extraordinaria, las máscaras no eran de ninguna manera
retratos. Eran imágenes simbólicas, imágenes-concepto. "Más-
caras impenetrables" , dice Laurette Séjourné (Pensamiento
y religión en el México antiguo) * , al hablar de las máscaras
teotihuacanas.
Puesto que la máscara precortesiana en general -y no
sólo la máscara mortuoria- es una imagen-concepto, la
imagen en que el hombre se veía tal como era, o más bien
tal como quería verse, es lógico que cada una de las
diversas ·culturas del México antiguo desarrollara su peculiar
tipo de máscara, que permite discernir claramente su especí-
fica voluntad creadora. Por 10 tanto, la comparación entre
las máscaras de diferente origen -las teotihuacanas, aztecas,
olmecas, totonacas, mayas- nos proporciona en cada caso
importantísima información sobre la idiosincrasia del len-
guaje formal de la cultura respectiva.
En la leyenda de Quetzalcóatl se narra que su enemigo
Tezcatlipoca le regala un espejo, para desconcertarlo, para
perderlo. Y cuando Quetzalcóatl ve su rostro en el espejo,
lo aterra su fealdad. Entonces ordena que le hagan una
máscara. Sin la máscara ya no se presenta ante el pueblo. Es
la primera fuga de Quetza1cóatl, la fuga de sí mismo, la fuga
hacia otra personalidad, más elevada, más sublime.

63. Máscara. Obsidiana. Cultura azteca. * Fondo de Cultura Económica, 1957,222 pp.

154 155

I ~
111. La greca escalonada

64. La greca escalonada. Forma básica.

En el Valle de México, territorio de los pueblos nahuas


la greca escalonada (Xica1coliuhqui), es, junto con la se;" ilustrado con doscientos cincuenta ejemplos, aproximada-
piente emplumada, la forma ornamental más típica. Tan mente, distingue en la forma básica del ornamento tres
característica es de la cultura nahua como 10 es del arte elementos: 1) la escalera, 2) el centro, 3) el gancho, no
egip~io la flor de loto estilizada, d~ Asiria la roseta, de importa que éste -de acuerdo con el grafismo y la compo-
GrecIa la palmeta y el meandro y del arte celta-irlandés el sición del conjunto- tenga forma de espiral o de un mean-
ornamento de lacerías o trenzado, ornamento henchido de dro geométricamente estilizado. Una combinación de ele-
exaltación, que se enreda y retuerce, para finalmente enros- mentos disímiles y aparentemente contradictorios, sin rela-
carse sobre sí mismo. Encontramos la greca escalonada ción orgánica.
desde el estado de Arizona en el norte (zona de los indios ¿Qué significa esta forma? .
pueblos, Casas Grandes), pasando por Yucatán hasta el Según Beyer, a quien debemos numerosos e importantes
Perú, entre cuyos ornamentos es de importanci~ predomi- conocimientos en el terreno de la arqueología mexicana y
nante. En Yucatán se presenta con los invasores toltecas. maya, la greca escalonada es un elemento formal decorati-
Aparece también en el Maya Clásico, quizás importada de la vo, y nada más, "una creación de índole artística, que sirve
Meseta Central. Pero no puede considerarse como ornamen- para ornar superficies monótonas, cualquiera que sea su
to típicamente maya. forma, tamaño o material". En cuanto a lo formal -su
En el ámbito de las tribus nahuas la greca escalonada investigación se limita a esto-, admite la posibilidad de que
figura ~n. innumerables variantes, sobre toda clase de obje- se trata de una imitación de serpientes u olas; .pero el
t~s, relIgIOSOS y profanos; en la arquitectura, la plástica, la
material disponible, <fu:e, "no permite decidirse por una u
pmtura, en los tejidos y en la cerámica. Los aztecas la otra de las múltiples posibilidades". Es cierto que no exis-
llamaban "voluta de las jícaras", porque era el ornamento ten ningunas pruebas documentales, ninguna fuente escrita
p.referido de lQs alfareros. En Mitla es el adorno representa- o de otro tipo. Quizá no las hay, porque no las puede
tI~o en l?s palacios del sumo sacerdote y del rey. Los
haber; porque la greca escalonada surgió en tiempos tan
dIversos tIpos de greca escalonada en el Tajín impresionan remotos que con los recursos actuales de la arqueología
por su forma clásica y monumental, tan distinta de la mexicana no es posible dilucidar su sentido y significación,
67/68 elegante cursiva de las grecas de Mitla. La encontramos con y tal vez no lo será nunca. Pero aunque por 10 pronto
frecuencia en el mosaico de piedras o de plumas que recu- tengamos que renunciar a una prueba irrefutable, no por
bre las rodelas de los guerreros. Jamás aparece en relación ello renunciaremos a la búsqueda de ese sentido y esa
c~m el dios de la muerte o el culto de los muertos. Por significación.
ejemplo, no se encuentra nunca en las urnas funerarias Ante todo se nos impone la siguiente consideración: el
zapotecas, pero en cambio muy a menudo asociada con los arte mesoamericano es arte acusadamente religioso, arte de
dioses del agua, del viento, del fuego. contenidos de conciencia suprasensibles. Lo que determina
Hermann Beyer, en un estudio documentado sobre la la voluntad creadora no es la vivencia estética, sino la
greca escalonada ("El origen, desarrollo y significado de la religiosa. Que ésta, la más íntima y poderosa entre las
greca escalonada", El México Antiguo, t. I1, Nos. 3 y 4), vivencias trascendentales, intensifica en grado máximo la

157
156
,
expresividad artística en todas las culturas -Asiria, Bizan- puramente decorativa, no lo es tampoco la greca escalona-
cio, el gótico, México-, se advierte con toda claridad al da. Manuel Gamio (La población del Valle de Teotihuacán)
indagar de qué capa anímica brotan los impulsos de la dice: "El valor estético de la decoración de aquellos tiem-
creación artística. Es indudable que la experiencia visiona- pos (los precolombinos) difiere del de la ornamentación de
rio-religiosa da a la creación una intensidad cuyo efecto es nuestros días en que la primera no sólo aspiraba a expresar
mucho más fuerte que la emoción que puede emanar de lo bello por su condición de bello, sino que al mismo
una obra del "arte por el arte". tiempo era simbólica... y sintetizaba los problemas más
El arte precortesiano pone un gran empeño en llenar por profundos y patéticos de la existencia ... El valor puramen-
completo todas las superficies. Así como en la estructura te decorativo del dibujo convencional es considerable y
cósmica no hay ningún vacío, no lo puede haber en la obra produce una honda emoéión artística; pero, repetimos, sus
de arte. Pero, como siempre en el gran arte de carácter creadores asociaban con él ideas tan trascendentales que sus
religioso, no se trata sólo de llenar las superficies. Lo que emociones eran mucho más complejas y hondas."
crea, siempre "significa" algo; revela algo acerca del mito y La greca escalonada tiene su origen en una época en que
de los dioses, no importa cuán estrecha o cuán remota sea el hombre todavía no puede permitirse el lujo de un arte de
la relación. Un ejemplo entre muchos: la flor (xóchitl), puro adorno. Todavía le angustia y amenaza el mundo
elemento decorativo grato a casi todas las culturas artísti- enigmático e insondable a que se enfrenta. Todavía debe
cas, era para los mexicanos símbolo de la sangre, sobre preguntar ante cualquier fenómeno qué es lo que encierra, a
todo de la sangre del autosacrificio y del sacrificio. En los qué fuerzas misteriosas da albergue. Lo que crea desde tal
códices una vasija guarnecida de flores representa una vasija actitud anímica es expresión de su instinto de conservación
destinada a la sangre de los sacrificados. Seler, que parte en y su voluntad de defensa. Sin duda alguna la greca escalona-
sus investigaciones del aspecto exterior del objeto represen- da es un signo, una especie de talismán. Es conjuro y
tado, para luego penetrar su sentido, dice (Las llamadas protección. Puesto que nunca aparece en conexión con la
vasijas sacra/es de los zapotecas): "En la antigüedad mexica- muerte o el dios de la muerte, se podría suponer que
na no se nota en ninguna parte nada de arbitrario, capricho- constituye un signo de protección mágica contra la muerte.
so o simplemente fantástico. Cualquier creación tiene deter- Quizás un fetiche, quizás un tótem, transmitido desde tiem-
minado sentido y significación." pos remotos a innúmeras generaciones, hasta la llegada de
Ateniéndonos a esta experiencia, es difícil imaginarnos los ·conquistadores españoles.
que uno de los ornamentos sustantivos del mundo antiguo Gordon interpreta la greca escalonada como una estiliza-
mexicano haya sido tan sólo un elemento decorativo. En ción de la serpiente, interpretación que, hasta donde yo lo
primer lugar se oponen a esta tesis la enorme frecuencia de pude comprobar, ha sido adoptada por muchos mexicanis-
la greca escalonada y su conservación a través de centurias taso Para Seler la greca escalonada es una representación de
y milenios. Una forma exclusivamente ornamental se habría las olas y "del viento que produce remolinos en el agua".
gastado al correr de los tiempos, como lo podemos observar Esta opinión refuerza en cierta medida la de Gordon. En la
en los estilos "agonizantes" de Europa; habría perdido su imaginación del hombre precortesiano, la culebra, que vive
atracción, la hubiesen sustituido nuevas creaciones formales de preferencia en parajes húmedos, se halla estrechamente
de nueva fascinación y fuerza sugestiva. La greca escalonad~ asociada con el agua. En Teotihuacán, en la Pirámide de
no fue remplazada por nuevos ornamentos, porque los pue- Quetzalcóatl, los ornamentos que acompañan la serpiente,
blos nahuas veían en ella un valor psíquico o mágico más son conchas marinas y caracoles marinos. En el mural del
allá de lo estético. Así como la cruz no es una forma Templo de la Agricultura, las olas d-e1 agua tienen casi la

158 159
1':
I
I

forma de las líneas onduladas del cuerpo serpentino.


Supongo yo que la greca escalonada puede interpretarse
como la serpiente de fuego, el rayo, atributo de Tláloc,
quien en la concepción de los sacerdotes es ante todo el
dios de la lluvia de fuego, causa de la tercera destrucción
del mundo. La "escalera" sería entonces el relámpago, y el
llamado "gancho" las nubes de fuego o de humo, o, posi-
blemente, el extremo de la cola. La lámina 33 del Códice
Borgia representa a un dios negro que "sostiene en cada
mano el objeto ondulado (de doble curvatura), erizado de
!:, dientes, que simboliza el rayo" (Selér, Códice B orgia). En la
, '1
6SA/B página 161 se muestran dos serpientes de fuego del Códice
Borgia, cuyos cuerpos, compuestos de trapecios encajados
65 A. Serpiente de fuego. Códice Borgia.
uno en el otro, presentan una línea de contorno escalonada,
"peculiaridad que por 10 general caracteriza a las serpientes
6SB de fuego o Xixiuhcoa". De las fauces y del cuerpo de una de
ellas, brotan llamas -volutas en forma de gancho-, "el
objeto parecido a cuítlatl de que surgen lenguas de fuego y
humo, el símbolo del fuego". Es muy probable, pues, que ahí
tengamos, dibujada con toda claridad y en simplificación de
signe., la forma que dio origen a la escalera y al gancho de la
greca esca10nada. Seler identifica a la serpiente de fuego con
el rayo, y a la deidad que 10 arroja con Xólotl, "el compañero
natural de Tláloc, del dios de las montañas; de las nubes, de la
lluvia y el rayo"; con ese mismo "Xólotl de cabeza de perro,
que por su verdadera esencia representa el fuego que cae del
cielo, o sea el rayo".
En este orden de ideas es altamente interesante un dibujo
de la lámina 23 del Códice Vaticano B. Representa, junto a
los cuatro portadores del Cielo y bajo el signo Ollin, "movi-
miento", la quinta región del mundo, la del Centro, simbo-
66 lizada por una figura que cae en las fauces de la Tierra 65 B. Serpiente de fuego de la que salen llamas en forma de
gancho. Códice Borgia.
(hacia el Centro del mundo), y i que cae precisamente sobre
una escalera! Unas rayas transversales, paralelas a la inclina-
ción de la escalera, caracterizan el interior de la Tierra, y el animal que hiende la Tierra", es asimismo "el que abre los
triángulo debajo de la escalera forma, con toda exactitud y caminos hacia
.' el mundo inferior". Aquellos dibujos revelan ,
claridad el "centro" de la greca escalonada. Esta representa- a mi ver,' sin duda que la greca escalonada tiene su origen
ción hace pensar otra vez en el perro Xólotl, que, "siendo en el signo de la serpiente de fuego, en el signo del rayo. Y
el animal del rayo, el fuego que se hunde en la Tierra, el la forma zigzag de la escalera es al mismo tiempo la de la
pirámide escalonada.
160
161
primera vista no pueda distinguir en la greca escalonada la
forma serpentina de que probablemente se deriva, no de-
muestra nada. O más bien demuestra que desde tiempos
inmemoriales los pueblos nahuas estaban tan familiarizados
con este signo que la estilización podía limitarse a una
insinuación de tipo digamos mnemotécnico. En aquel en-
tonces todos conocían la significación del símbolo que en
el curso. de una larga tradición había venido adoptando la
forma de la greca escalonada. Un caso parecido, ejemplo
típico también de las modificaciones que puede sufrir un
signo, sin dejar por ello de serlo, son los dos anillos alrede- 19
dor de los ojos de Tláloc. Al principio eran dos serpientes
que la imaginación de aquellos hombres asociaba tan estre-
chamente con el dios de la lluvia que fueron convirtiéndose
en su signo, de modo que en las efigies de esta deidad
sustituían con frecuencia su cabeza. Lo sabemos porque las
dos serpientes se distinguen aún con mucha claridad en
numerosas imágenes de Tláloc que se han conservado. Tal 20
66. Xólotl, cayendo en las fauces de la Tierra. Códice Vaticano
transformación de signos de uso general, paulatina, pero tan
B.
radical que al final del proceso apenas se puede discernir la
forma primitiva, no es de ninguna manera una peculiaridad
Es evidente que tampoco en este caso basta una investi- mexicana, sino un fenómeno muy general. La mayúscula
gación de carácter puramente formal que se ~imite a :on- romana M es una modificación de la m fenicia. En todos los
templar los elementos aislados, como la espIral,. la lmea pueblos mediterráneos la m es la letra inicial de la palabra
quebrada, etc. Hace falta indagar el valor de esenCIa de una "mar". Surge en el alfabeto fenicio como estilización de la
forma, atenerse a lo que de modo consciente, y más aun ola marina. En el alfabeto romano el movimiento de la ola
inconsciente, se manifiesta como voluntad creadora en un se convierte en una V suspendida entre dos líneas, líneas
conjunto de elementos formales. U~a línea ondulada pu~de simétricas de idéntico ángulo de inclinación. La forma pri-
reducirse, como en el meandro gnego, a una forma solo mordial, o sea la ola ondulante, se vislumbra ya sólo de un
decorativa a un ornamento rítmico sólo destinado a llenar modo muy vago, pero no puede haber ninguna duda de que
ia superfi~ie, que en la conciencia del espectador y también ahí está el origen de la letra M. En este caso conocemos los
en la del artista no se relaciona, o sólo muy vagamente, con eslabones intermedios; en el de la greca escalonada no se
el objeto natural que lo inspiró. Pero una l.ínea ondula~a han conservado.
puede asimismo sugerir al espectador y al artIsta concepcIO- La greca escalonada difiere de la mayoría de las formas
nes muy precisas, aunque esté estilizada a tal grado que la ornamentales que nos son familiares -roseta, palmeta, loto
persona no iniciada en aquel mundo imaginativo,no entera- egipcio, etc.- por su estructura totalmente asimétrica. Cual-
da de sus supuestos psíquicos y espirituales, sólo ve ahí un quiera que sea la dirección en que se traza por ella un eje,
ornamento. jamás re.sulta una simetría, lo que es otro indicio de que
El que nuestro ojo, ojo de gente de nuestra época, a surgió como signo. Pero es un error estudiar la greca escalo-

163
162
nada como forma aislada, pues como forma aislada práctica-
mente no existe. Beyer menciona sólo dos casos: uno, el de
la rodela de un guerrero, donde el ornamento se halla
ajustado a la forma circular de ésta; el otro, el de un sello
de Tlatelolco. En el México precortesiano el sello - a no
tratarse del nombre de una población- era una especie de
tipo de imprenta, mediante el cual el dibujo se imprimía
sobre la piel, evitándose de esta manera pintar varias veces
un mismo dibujo. La combinación de escalera, centro y
gancho, la forma básica - para atenemos a la definición de
Beyer-, no es sino el eslabón de una cadena. En el fondo
la greca escalonada nace sólo gracias a la alineación de
varias formas básicas. En algunos casos, por ejemplo en el
"Arco" de Labná, la forma básica se repite en sentido
inverso, como en la imagen reflejada en el espejo, de modo
que se produce un ornamento de equilibrada simetría, co-
mo lo es la palmeta. Por regla general, varias grecas están
unidas en sucesión rítmica, y casi siempre en sentido hori-
zontal. En Mitla; donde los muros están decorados con tres
hileras de grecas, una por encima de la otra, la orientación
horizontal está subrayada con toda energía por fajas inter-
67/68 medias que las separan. Ni siquiera en el "Salón de las
Grecas" predomina la dirección vertical. La forma asimétri-
ca es parte de un ritmo de conjunto y portadora de un
ritmo de conjunto. Bien se podría decir que la greca escalo-
nada aislada no cuenta; sólo cobra significación formal y
valor formal al integrar una serie. De esto se infiere que el
factor decisivo para la morfogénesis de la greca escalonada
es el ritmo.
Un ritmo dinámico. Ahora bien: al comparar la greca
escalonada con el meandro griego, hay que hacer constar
una diferencia esencial. El meandro griego, en forma de
cuadrado o de espiral, es una línea que se desarrolla unifor-
memente, sin interrupción, sin contrastes, en perfecta armp-
nía. Forma geométrica abstracta, en que el modelo natural se
presenta tan depurado, tan desmaterializado, que hay que
hacer un verdadero esfuerzo para identificarlo. Euritmia de la
línea, que dentro de la porción cuadrada de la superficie se de-
senvuelve simétrica hacia todos los lados y divide simétricamen-
67 . Pared del Salón de las Grecas. Mitla. Cultura zapoteca.
164
165
go. "Libre ya de todo recuerdo dualista, el hombre celebra
en el arte, como en la religión, el cumplimiento de un
venturoso equilibrio del alma." Es, por así decirlo, la pro-
yección, al terreno plástico, de las unidades de tiempo,
lugar y acción, categorías establecidas por Aristóteles para
el drama. Un escultor griego pudo decir: "Una obra de arte
lograda es el resultado de una escrupulosa exactitud en la
aplicación de múltiples proporciones aritméticas." "La divi-
na proporción." También se podría decir: la divihización de
la proporción. La sensualidad queda absorbida por la lógica;
la vida se torna idea abstracta. Esa forma ideal es la más
alta aspiración de la voluntad artística de los griegos. La
armonía absoluta, tal como se alcanza con una perfección
sin par en el meandro, es lo que a través de las centurias ha
asegurado al arte griego la admiración del mundo.
No hay sombra de tal armonía en la greca escalonada, ni se
aspira a ella. La lógica destructora de la sensualidad no es el
ideal del México prehispánico. Para ese mundo no existe el
punto de Arquímedes por encima de la vida, vistas desde el
cual las potencias que rigen el Universo se mantienen en
"venturoso equilibrio". Para el hombre precortesiano las
fuerzas que construyeron el cosmos son dinámicas, y lo que
lo sostiene es la tensión con que se tienen mutuamente en
jaque, la intensidad de esta tensión, que no debe cejar
nunca y en ningún punto. El no puede llegar a una contem-
plación serena. Debe actuar para contrarrestar el peligro,
debe estar alerta, luchar y dar su vida en la piedra de los
sacrificios. Viéndolo desde otro ángulo, se podría decir que
lo que impide al hombre del México antiguo lograr aquella
mesurada armonía es su fuerte impulso psíquico, cuyas
68. Pared del Salón de las Grecas. Mitla. Cultura zapo teca.
energías una y otra vez renovadas piden la descarga. Ten-
dencias antagónicas, sujetas por el ritmo, por la forma, es
decir, por un orden espirituaL
t~ la superficie. Un ornamento mesura~o .. Tan ~ie.n estructura- El ritmo dinámico de la greca escalonada surge del cho-
do que de cada movimiento surge el proxll:no, log~c~mente c~l­ que entre elementos formales antagónicos y surge de las
culable. Hay que pensar en la geometna euchdmna. ~bJe­ interrupciones violentas que se producen en el trazo de la
tividad, neutralidad absoluta ante el fenómeno, configura- línea. La escalera es un ascender vehemente; el gancho
ción formal de un mundo que cree haber"sup~rado el ?aos. rompe este movimiento, lo tuerce, lo destruye con idéntica
"Un juego ideal de tendencias orgánicas , dlce Wornng.er vehemencia. Es como si una fuerza demoniaca se hubiese
(La esencia del estilo gótico), hablando del ornamento gne-
167
166
empeñado en aniquilar toda la energía inherente a la escale- curva de fiebre se parece en efecto el ornamento de lace-
ra. En la próxima figura vemos el mismo ascenso, la misma rías, el desasosiego de su zigzagueo. Aquella obsesión de
it, interrupción. Cuantas veces arranca la escalera, otras tantas Dios no reconoce lo terrenal; desea superarlo, y superándo-
se le impide un desenvolvimiento libre y sin obstáculos; lo, lo destruye. La greca escalonada produce tensión dentro
siempre es su destino tropezar con aquella contrafuerza que de un orden establecido. No hay ese rJ;!molino, esa maraña
la derriba, la empuja hacia abajo, hacia el nivel de donde de formas que se desplazan, que parecen devorarse una a la
partió. Nunca hay un fluir armonioso. Hay lucha de ele- otra. Los diferentes elementos formales se hallan aislados,
mentos, interrupción del movimiento, cambio brusco de I
perfilados con nitidez, separados de su mundo ambiente por
dirección, nuevo avance, nueva derrota, nacer y morir. Un un contorno enérgico. Se despliegan entre dos horizontales,
ritmo que descansa en la constante repetición del motivo y que a veces existen realmente, como líneas, como fajas de
en un contraste enérgico entre los diferentes elementos. piedra, etc., pero que por lo general son sólo ficticias.
Eulalia Guzmán lo compara con el ritmo de la música Jamás rebasa el 'ornamento esta delimitación. Observación
prehispánica, que no conoce la melodía, y con la danza,
cuyo fin estético "no debe realizarse por separado en cada
, estricta del orden. Un pathos disciplinado, libre de exalta-
ción. El gancho, a menudo dentado -como si aun en esta
individuo, sino en el conjunto". Sahagún menciona un baile . forma, de por sí movida, se quisiera impedir un tranquilo
que se celebraba en el "mes de otoño", en honor de la fluir de la línea-, rompe, es cierto, el movimiento vertical
diosa Teteo, en la gran "fiesta de la barredura". Este baile, de la escalera, pero la desviación hacia la horizontal sucede
que duraba varios días, se llamaba "el mover las manos de siempre en el orden dado. Tampoco el gancho puede desa-
un lado al otro". "La uniformidad en el movimiento, es rrollar su figura de modo arbitrario, ni siquiera cuando es
decir el ritmo unificado colectivamente, no tiene por objeto espiral. Pese a la acusada irregularidad y asimetría de la
el placer, sino que es una función religiosa, mágica sobre forma básica, el ritmo del conjunto es mantenido estricta-
todo", escribe Eulalia Guzmán. Acertadamente compara es- mente.
te baile con una "greca en movimiento". La expresividad de una creación estriba en la intensidad
Gracias a ese contraste entre movimiento y contramovi- de las tensiones producidas por sus elementos formales.
miento, a la incesante repetición de ese contraste, el ritmo Para ilustrar este hecho vamos a recurrir a una comparación
de la greca escalonada se llena de una fuerte tensión, que es con un fenómeno perteneciente al terreno de la electrici-
al mismo tiempo expresión de vigorosa vitalidad. Tensión dad: se intensifica la corriente cuando se intercalan resisten-
comparable a la que alienta en el ornamento celta de cias. Esto puede aplicarse a todo arte expresivo e imaginati-
lacerías o trenzado -espasmódico enredo de líneas-, del vo. El arte de tipo clasicista aspira, en cambio, a una
cual nacerá siglos más tarde la ornamentación gótica. Pero organización de formas en la cual todas las fuerzas divergen-
la tensión inherente a la greca escalonada es distinta. En el tes se encuentren armoniosamente reconciliadas en una esfe-
I
ornamento celta se revela la añoranza de Dios, el ansia de ra de equilibrio formal, muy por encima de todas las ansias,
redención por Dios, a quien se adivina, pero a quien no se aun de las ansias metafísicas.
puede asir. Extasis, incendio del alma expulsada del paraíso, Tal elevación por encima del mundo real -mundo de lo
condenada a sufrir por estar sujeta al cuerpo, y que por caprichoso y lo irregular-, considerado como impuro, es
todos los caminos, con todos los medios, debe buscar su para el arte clasicista el ideal, el ideal de belleza. El mean-
reunión con Dios. Un pathos exaltado, un desmesurado dro griego es expresión gráfica de una ausencia radical de
anhelo que salta por encima de todos los límites y obstácu- tensiones. Perfección, y al mismo tiempo la perfecta inex-
los, explosivo en cada gesto. Excitación febril. Y a una presividad, 10 cual, de acuerdo con la mentalidad griega, no

168 169

,
"
es un' defecto, sino un valor. Se ha dicho que "el arte
griego está más allá de todo devenir". Un arte que se realiza
en la contemplación de la existencia. En esto reside su
grandeza, y viéndolo desde la voluntad de arte expresionis-
ta, su falta de vitalidad. Es lo europeo que el griego contra-
pone a lo oriental, que no sabe resignarse a lo sólo real y
cuya espiritualidad es un ascender hacia la esfera de lo
suprarreal, según su convicción la única en que se revela la
verdad suprema, la realidad real. La greca escalonada es el
precipitado plástico de una excitación interna, nada depura-
da, de un ímpetu que anhela actuar; en su ritmo se proyec-
ta un sentimiento vital que es conflicto incesante, avanzar y
retroceder, una y otra vez el avance, y una y otra vez el
alto que le imponen las fuerzas antagónicas. Sin duda no es
azar que el arte antiguo mexicano, como también el celta y
el germano de los primeros tiempos, tenga una acusada
preferencia por el motivo animal: serpiente, águila, tigre,
colibrí, mariposa, tortuga, perro, coyote, etc. Como tam-
poco es azar que las culturas estáticas -Egipto (el loto),
Grecia (la palmeta)- muestren una preferencia no menos
acusada por el motivo vegetal.
El meandro griego puede leerse desde atrás y desde
69. Temp'lo de los Tigres. Chichén Itzá. Cultura maya-tolteca.
adelante. Se despliega, movido por un ritmo unifonne,
hacia ambos lados. Movimiento mecanizado, perfectamente
unificado en cuanto al trazo, al acento, a la pausa. Entre las animal vuelto ornamento. Pero la abstracción no es de
muchas perfecciones de que se ufana el arte griego, una ninguna manera tan radical que se olvide el modelo natural.
más. Es movimiento, y es ante todo la idea del movimiento, y no puede ser de otro modo. También este meandro es
pero de un movimiento que ya no está sujeto a ninguna más que un juego formal, más que un ornamento: es un
dirección. La greca escalonada se mueve en determinada ornamento que significa algo. E, igual en ello a la grec~
dirección, la subraya con toda energía, y esa energía pasa al escalonada no carece de dirección. Siempre tiene un sentI-
espectador, como un conjuro que lo fascina y lo somete al do, un té~mino, un fin. En el Templo ~e los Tigr~s. ~os 69
influjo de su función mágico-religiosa. meandros serpentean hacia las cuatro esqumas del edIf1clO,
El arte mesoamericano desarrolló también el meandro: orientadas de acuerdo con los puntos cardinales, que repre-
un meandro formado por las ondulaciones de la serpiente sentan las cuatro "esquinas" del universo. En otros casos,
40/41 emplumada. Lo vemos en Xochicalco y en la Pirámide de por ejemplo en el friso de los tigres -que ocupa en el
11 Quetzalcóatl en Teotihuacán. Los meandros en la fachada mismo templo de Chichén Itzá el espacio entre las grecas-,
69 del Templo de los Tigres en Chichén Itzá se componen de en los frisos de Tula, en los meandros serpentinos. de
dos serpientes enlazadas, cuyos cuerpos ondulantes desem- Xochicalco el movimiento se dirige hacia el centro, haCIa la
bocan a ambos lados en sendas cabezas serpentinas. El entrada dei santuario, hacia donde se hallan el ídolo y el

170 171
el término de su ViaJe, escogería entre punto de partida y
altar del sacrificio. Movimiento de trayectoria y de fin punto de llegada el camino más corto y se dirigiría directa-
preestablecidos. mente a su fin. El hombre oriental no camina, está sentado
Para el ornamento del Asia antigua, no hay ni trayectoria delante de su tienda, inmóvil, ensimismado. No necesita
prescrita, ni fin previamente establecido. Se expande en la caminar, tiene el mundo dentro de sí mismo, lo vive en su
superficie hacia todos los lados. La forma preferida es la visión. ¿Y el hombre del México antiguo? Para él, todos
roseta o bien la estrella, que desde un centro emite sus los caminos conducen a los dioses, formadores y construcr
rayos uniformemente en todas las direcciones. La roseta es tores del universo. No tiene otro fin. Su pensar, su saber,
expresión de la simetría absoluta. Trazando una diagonal su creer están dirigidos hacia allá, sólo hacia allá. Esta es su
por cualquiera de sus puntos, resultan dos mitades simétri- claridad, su certidumbre. No puede entregarse a la pasivi-
cas. La roseta es la forma sin principio y sin fin. En ella se dad al quietismo oriental. A él lo empuja la misión cósmica
superponen movimiento y quietud. En ella se alcanza -val- que' le fue encomendada: mantener al mundo, prevenir la
ga la frase- el punto ficticio en que coinciden el cero y el catástrofe. Pero todos los caminos están poblados de espíri-
infinito. Lo que así surge es un tapiz de ornamentos de tus, de demonios, del animal sagrado y amenazador, la
ritmo perenne, desmaterializado, sin relación con la materia serpiente, cuyo poder destructivo debe él desviar y conjurar
y el fenómeno material, imagen artística del cielo estrellado mediante la adoración y el conjuro.
con sus miriadas de puntos relucientes, orden cósmico que La .forma espiral existe en todas las culturas. Tiene -con
para el hombre puede ser vivencia, pero en el cual no le es diversas variantes-' una forma básica casi idéntica, pero su
dado penetrar. La sabiduría oriental que llega a la pasividad valor de esencia (Wesenswert) es, en cada caso, por entero
total.
distinto. La espiral celta es ansia extática de redención; el
El elemento sustantivo del ornamento céltico de lacerías meandro griego es neutralidad, es eufonía, es armonía esté-
o trenzado es la doble espiral, que se dispara, gira, se tica; el tapiz de ornamentos de los orientales es un pasivo
retuerce y se quiebra una y otra vez en un movimiento naufragar en la conciencia del infinito. La greca escalonada
exaltado, enredada en sí misma, presa en su propio enredo, I expresa la tensión vital de energías sujetas a un ritmo.
de donde no encuentra salida. Fáustico anhelo del norte. j En las exploraciones de Kin-Lishba, población de los
Movimiento sin descanso, cuyo propósito, fin, sentido, no j indios pueblos del estado de Arizona, Byron Cummings
es sino la dinámica del movimiento. En el milagro espacial encontró gran número de vasijas cerámicas excepcionalmen-


de la catedral gótica esa delirante exaltación acabará por te hermosas e interesantes. Muchas de ellas están decoradas
alcanzar su suprema meta: Dios. con la greca escalonada. Cummings (en su libro Kin-Lishba)
Charles Rufus Morey (Medieval Art) cita , al . tratar de la sitúa esta cerámica entre 105 O y 1350 de nuestra era. La
espiral celta, una leyenda irlandesa de un hombre que sale figura 70 mu~stra un ejemplo característico. Alrededor del 70
de su casa y se pone a caminar. No sabe adónde va, sale del centro del fondo de la vasija hay una faja circular; en torno
lugar donde se encuentra para ir a un lugar cualquiera, para a ella una superficie decorada con un ornamento de rayas.
llegar del mundo suyo a algún mundo desconocido, miste- La línea de contorno exterior asciende en una curva, es
rioso, que adivina, cuya visión lo estremece y que nunca

I
interrumpida bruscamente y, convertida en recta, baja, con
alcanza, pues al final de su trayecto se halla de nuevo en el vehemencia, acercándose a la faja inferior, y de nuevo as-
sitio de donde partió. Esto, traducido al lenguaje de la ciende como curva, para volver a ser interrumpida con igual
forma, es la espiral celta, que se desenrolla, para volver a violencia. El mismo sistema de curvas y trazos rectos se
enrollarse sobre sí misma. El racional griego, cuyos orna- repite junto al borde circular de la vasija y referido a él.
mentos son el meandro y la palmeta, fijaría, antes de partir,

172 173
compensar el antagonismo de los trazos de movimiento,
hacer que éstos cobren un equilibrio estático, sino, al con-
trario, subrayar y acentuar ese antagonismo de la manera
más enérgica por medio de la repetición rítmica.
Existe, en la cerámica de Casas Grandes, una decoración
característica: un rectángulo en medio del cual se halla, en
posición oblicua con relación a los ejes de éste, otro rectán-
gulo, pequeño, cuyos lados se prolongan hasta el perímetro
del rectángulo grande. Así surgen cuatro triángulos, que
encierran otros triángulos más pequeños. Una decoración
recia en que cada porción de la superficie se destaca vigoro-
samente de las demás. ¿Por qué, nos preguntamos, no está
ese rectángulo subdividido armoniosamente en otras formas
cuadrangulares? Podemos suponer que la sensibilidad for-
. mal de aquellos indios hubiera rechazado tal disposición,
por inexpresiva. Sensibilidad formal que necesitaba expre-
sarse en el juego violento de fuerzas desencadenadas, anta-
gónicas, sujetas a un orden superior: el contorno rectangu-
lar. Ese mismo tipo de decoración expresiva, esa misma
70. Fondo de vasija. Cerámica. Kin-Lishba, Arizona. Según By- prolongación de los lados de un cuadrado o rectángulo más
ron Cummings.
allá del perímetro de la figura la encontramos también en la
Meseta Central, por ejemplo, en el sello procedente del 71
Para unir los diferentes niveles del trazo que resultan de esta or- Valle de México. En algunos casos, las líneas de prolongación
ganización de las rayas, se recurrió a cuatro rectángulos unidos forman una voluta de extraordinario valor decorativo.
entre sí mediante otras curvas ascendentes, cuyo ascenso se ini- Hay muchas vasijas mixtecas en que una espiral grande, que
cia en cada caso en la línea inferior del rectángulo. Tensión ex- ocupa el campo central, se prolonga en otra espiral más
presiva, producida por la repetida introducción de resistencia, pequeña. El arte egipcio y el asirio aprovechan con cierta
dijimos al hablar de la greca escalonada. Resumiendo la preferencia un motivo formal parecido. Cuatro espirales,
disposición rítmica de esa vasija de Kin-Lishba: ascenso de
la línea, interrupción y otra vez ascenso; limitación del
movimiento por la circunferencia de los círculos, que son lo
que rige el conjunto dinámico.
En el mundó del meandro y de la palmeta se habría
unido a la porción de superficie delimitada por la curva ¡i
ascendente otra porción de superficie determinada en senti-
do inverso por una curva descendente. De esta suerte se
hubiera obtenido una forma simétrica, una perfecta neutra-
lización del movimiento. Pero precisamente esto se rechaza-
ba. Aquí actúa una voluntad creadora cuyo fin no es 71. Sello. Dibujo de Jorge Enciso.

174 175
Hermann Strebe1 ("Zur Deutung eines altmexikanischen
Ornamentmotivs", G/obus, 1897) y K. Th. Preuss ("Hie-
rog1yphen der Mexicaner", Zeitschrift für Ethnologie,
1901) ya 10 insinuaron, pero hasta ahora casi no han
encontrado eco. Ambos suponen que el caracol es incluso la
72. Sello. Dibujo de Jorge Enciso. protoforma de donde parte la greca escalonada. Muy intere- 73
sante es un ornamento -combinación de caracol marino y
greca esca10nada- tomado, con el amable permiso del au-
una en cada esquina, unidas por una línea curva convexa. tor, de la obra de Jorge Enciso, Sellos del antiguo México.
Simetría perfecta; la trayectoria de la línea vuelve sin inte- No cabe duda de que en la ornamentación del México
rrupción alguna a su punto de partida. La espiral o vo1u~a antiguo el caracol constituye con asombrosa frecuencia el
mexicana rebasa decididamente el límite e irrumpe hacIa elemento principal del repertorio formal. Y me atrevo 'a
todos los lados en el espacio libre. afirmar que ahí está la explicación de múltiples peculiarida-
Si examinamos la ornamentación del arte precortesiano des que a nosotros, procedentes de otras culturas artísticas,
en cuan to a su manera de aprovechar la espiral, llegamos a nos pueden parecer extrafías.
un resultado sorprendente. No podemos esperar una seme- Pero no es tan importante comprobar que el caracol se
janza con la variante oriental -movimiento infinito dentro aprovechaba con mucha frecuencia como motivo de decora-
de una forma limitada en 10 finito, como acabamos de ción, como 10 es averiguar hasta qué punto determinaba
caracterizarla- tampoco con el meandro griego, ni con el esta forma la estructura del ornamento; hasta qué punto
capitel de la 'columna jónica, en que parece esterilizad? esta formación rara -esfuerzo extraordinario de la naturale-
-valga la frase- el impulso a que obede~~ el des~n~o~vI­ za- fecundó la fantasía del hombre precortesiano. Se trata
miento de la espiral. En la ornamentaclon prehlspamca de una forma espiral que en torno a un eje se desenrolla en
l',
encontramos con frecuencia una forma parecida a un signo un movimiento incesante hacia un fin: la punta. Extrafía'
de p, en el que la espiral de en medio se halla desenrollada. dialéctica de una estructura formal, que une la simetría con
O bien una espiral más ancha, encima de la cual apare~e U? la asimetría. ¿No son éstos los mismos elementos que,
gancho espiral semejante a una voluta de hu~o. Es em~a­ empezando por la greca escalonada, hemos podido compro-
tica tal combinación de dos espirales que, sm estar umdas I • bar como peculiaridad de la forma ornamental del mundo
orgánicamente, se hallan colocadas una junto ~ la otra, o mesoamericano?
más bien una encima de la otra. Muy generahzada como El caracol es símbolo de la fecundidad, es decir, un signo
decoración de cerámica es una combinación de espiral y de buena suerte. En los códices el caracol marino (tecciztli)
círculo: una espiral que se despliega en varias vueltas. El aparece siempre en combinación con las deidades que repre-
contorno exterior de ésb.s está guarnecido de pequefías
superficies aproximadamente cuadradas, cuyos lados ex~e­
riores se redondean formando casi una circunferencIa.
¿Qué es esto? La concha estilizada de un caracol marino
con sus típicos nudos que se suceden uno al otro sobre
72 una línea espiral. Y nos preguntamos si las dos fo~~s
espirales de que acabamos de hablar no son acaso tamblen
una representación -primitiva- de la concha del caracol. 73. Sello. Dibujo de Jorge Enciso.

176 177
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J;eWte,,",,v,,.¡ ';.
sentan fecundidad, crecimiento, etc., por ejemplo los dioses
de la Luna y los del pulque. Es uno de los signos de
Quetza1cóatl, que en su forma de Ehécatl, dios del viento,
abre el paso a las nubes cargadas de la lluvia fecundan te.
Quetzalcóatl lleva un collar de caracoles marinos;, éstos
forman también su pectoral y sus orejeras. En el friso
plástico de la Pirámide de Quetzalcóatl vemos, al lado de la
serpiente emplumada, caracoles y mazorcas de maíz. Entre

---
los mayas un caracol representa el glifo para cero, funda-
mento de su sistema numérico.
7S El caracol es igualmente el símbolo del nacimiento. En la
descripción que el Códice Borgia hace en la lámina 42 de la
resurrección de Quetzalcóatl como estrella matutina, se re-
presenta cómo Xólotl, el dios nacido del agua, surge de una
concha de caracol; en la mano sostiene una serpiente, que
--
es el signo del relámpago. Pedro de Ríos, intérprete del
74 Códice TelleriancrRemensis, dice: "Así como el caracol sale
de su concha, así el hombre sale del vientre de su madre."

-
y agrega, además, que ésta es la razón por la cual se dice
también que el astro de la noche -que alternativamente
está escondido en su "concha" o sale luminoso de ella- es
la causa del nacimiento de los hombres.
"Aún más clara es otra relación que subrayan los intér-
pretes [de los códices], la relación entre la Luna y las
mujeres, el dominio que ejerce ésta sobre el cuerpo femeni-
no y que se manifiesta en la menstruación" (Seler). Así el
caracol es también símbolo del claustro materno y, en
general, de los órganos genitales femeninos. K. Th. Preuss
("Kosmische Hieroglyphen der Mexikaner", Zeitschrift für
Ethnologie, 1901) llama la atención sobre el hecho de que
con la espiral "se alude siempre al ombligo de las diosas", 74. Nacimiento de Xólotl. Códice Borgia.
mientras que no aparece en las figuras masculinas, * "en los
* Entre las estatuitas tarascas se encuentran ocasionalmente figurasmasculi- contados casos en que éstas se representan desnudas". Ello
nas desnudas que muestran encima de sus órganos genitales un caracol; éste podría ser la causa de. que un utensilio tan específicamente
resalta tanto que destruye materialmente la unidad de la silueta del cuerpo, por
lo demás bastante plano. Ello hace suponer que se consideraba muy importante
que figurara este símbolo. Es probable que con él se haya querido insinuar una generalizada la homosexualidad. Paul Kirchhoff señala que en la escultura
gran potencia sexual. Pero también es posible que estemos aquí ante uno de los tarasca no son raros los cuerpos masculinos con características acusadamente
fe~eninas, senos, etc., y también figuras masculinas con vestidos de mujer.
síntomas de decadencia que se manifiestan con frecuencia en la escultura EXIste. un grupo de dos figuras que muelen maíz en un metate -ocupación
tarasca tardía. Entre los tarascos, según afirman los etnógrafos, estuvo muy fememna por excelencia-, una de las cuales representa a un hombre.

178 179

.. . . .
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femenino como 10 es el malacate, muestre con extraordina-
ria frecuencia el ornamento del caracol.
Sigue en pie la pregunta por la causa del interés que
suscitaba esta forma, forma fascinante sin duda alguna, pero
que los griegos y los orientales habrían rechazado por su
falta de armonía. ¿Por qué no se inspiraron los pueblos
mesoamericanos, como otros, en un modelo natural de
estructura simple? Al fin y al cabo estilizaron también en
una forma de perfecta simetría la flor, en el signo nahua
76. Cuadrado de cintas o lazos. Códice Borgia.
del día de este nombre. ¿No se debe -hasta cierto punto-
la preferencia de que goza el caracol a una afinidad electiva,
así como la palmeta correspondía a la voluntad de forma vemos que todas ellas están dispuestas geométricamente, a
griega, la hoja dentada del cardo a la del gótico y la concha lo largo de ejes; que los patios y plazas tienen forma
al capricho del rococó ... ? Ese dinamismo manifiesto en la cuadrada o rectangular y que la pirámide está colocada
estructura de la concha del caracol, la energía con que está frente a ellos en ángulo recto. Pero al mismo tiempo nos
cargada, la asimetría ordenada, la forma que sólo puede damos cuenta de que dentro de esta unidad, en verdad
llegar a ser Forma en un eterno devenir, mediante descarga grandiosa, no se observa con absoluto rigor la disposición
y lucha de fuerzas que integran un sistema altamente com- axil. Más bien se nota una tendencia a desviar el eje hacia
plicado de compensaciones ¿no corresponde esto perfecta- un lado, conservando la organización geométrica del conjun-
mente al sentimiento vital del mundo precortesiano? to. * El eje desarrollado por un grupo de pirámides no parte
Al contemplar los planos de las ciudades ceremoniales, del centro de la pirámide central, sino de una de las
pirámides laterales, o bien, como en Monte Albán, de una
pared lateral de la pirámide más importante. Así surge un
segundo eje, alrededor del cual los diferentes edificios están
asimismo agrupados en estricto orden geométrico. En Mitla
ocurre cosa idéntica, sólo que allá hay que agregar mental-
mente las plazas -no reconstruidas- que unían entre sí las
construcciones. El mismo fenómeno lo podemos observar
en Cempoala, en Xochicalco, en Ixkún (Guatemala). (Como
una excepción mencionemos Ranas, Qro., fortaleza y ciu-
dad ceremonial, donde por condiciones topográficas muy
especiales -dos valles profundos y muy estrechos, rodeados
de poderosas formaciones de rocas--:- sólo era posible cons-
* Descubrimos una representación gráfica de esa desviación axil en un
dibujo del Códice Borgia, en "el cuadrado de cintas o lazos", como lo llama -16
Seler (Das Tonalamatl der Aubin'schen Sammlung). Seler supone que se trata
de una asociación con un juego "que, igual que el juego de pelota, parece haber
estado relacionado con una serie de concepciones míticas o cósmicas y sobre el
cual, desgraciadamente, no nos dan ninguna información las fuentes conocidas
75. Tecciztli. El caracol, signo del nacimiento. Códice Bolonia. hasta ahora".

180 181
todo y en primer lugar, era Tláloc. Lo demuestran incluso
los murales, en que aparece repetida e insistentemente la
imagen del dios de la lluvia. Es, por tanto, natural que el
santuario de Tláloc se encuentre en el centro de la ciudad
sagrada, en el eje entre la Pirámide de la Luna y la Ciudade-
la, Pero ese santuario de Tláloc no es de ninguna manera
un edificio dominante erigido en medio del eje o como su
remate. Es una plaza con un altar para los sacrificios, a un
nivel mucho más bajo que el resto del terreno. La mirada y
el eje pasan por encima de ella. El templo y las habitacio-
nes de los sacerdotes flanquean el eje. ¿Por qué esa extraña
distribución? Colocando las construcciones algo más atrás,
pero de tal manera que su fachada quedara paralela al eje
-por lo cual se conservaba y aun se acentuaba la relación
con éste-, se formaban plazas, se abrían perspectivas, sur-
gía movimiento espaciaL Al conjunto espacial se le imponen
acentos enérgicos. Se introducen en él elementos que crean
animación mediante contrastes. Una unidad arquitectónica
cerrada en sí se abre hacia un lado y abre al mismo tiempo
77. Fondo de vasija. Cerámica. Kin-Lishba, Arizona. Según By-
ron Cummings.
otro cuadrado espacial, también cerrado en sí. No se trata
de una mera yuxtaposición o sucesión de edificios y plazas,
sino de un sistema de espacios comunicados de gran diversi-
truir a lo largo de estos dos ejes, que se juntan en un dad de aspectos. A pesar de su organización estrictamente
ángulo recto.) El ejemplo más convincente es probablemen- geométrica, este sistema no tiene nada de esquemático.
te Nakum (Guatemala), donde tal desviación del eje tuvo Todo es complicación, tensión poderosa, animación dinámi-
lugar no una, sino dos veces consecutivas. En Teotihuacán, ca de la vida espacial.
obra maestra del urbanismo prehispánico, con una distribu- Un resumen de lo que acabamos de exponer, un ejemplo
ción rigurosamente premeditada del espacio y de las masas, clásico de todo ello, nos parece ofrecer la decoración de
con una disposición de maravillosa homogeneidad, existe una de las vasijas encontradas en Kin-Lishba. Allí tenemos 77
por cierto el trazo imponente del eje que parte del centro la greca escalonada, la espiral, el triángulo de ángulos agu-
de la Pirámide de la Luna y conduce hasta la llamada dos, y allí encontramos asimismo la composición estructural
Ciudadela. Pero este eje no pasa por el Templo de Quetzal- característica: la distribución asimétrica de las superficies
cóatl, que hubiese podido ser su remate. grandioso -efecto dentro de la forma geométrica del círculo, el movimiento
al cual el barroco europeo no habría renunciado de ninguna vigoroso, el avance dinámico que tropieza una y otra vez
manera-, sino a un lado, formando con él un ángulo recto. con otro movimiento. Impetu vital de un arte cuyo impulso
Uno de los muros de circunvalación del patio, paralelo al creador es el devenir, un devenir perenne.
eje, lo roza. También la Pirámide del Sol, situada más atrás,
forma un ángulo recto con el eje central, hasta el cual
llegan sus patios. La deidad venerada en Teotihuacán ante

182 183
Tercera parte

La voluntad creadora
1. Un continente que se estructura

Los hombres que poblaron el continente americano llega-


ron de Asia; penetraron por el estrecho de Bering, que
cruzaron en varias oleadas. * Pero el arte de este continente
-tanto el de Mesoamérica como el del Perú- nació, inde-
pendientemente de otros mundos artísticos, como creación
del indio precolombino.
Hace algún tiempo cierta semejanza entre formas que
existen en el área maya y las de la India y el sureste de
Asia - por ejemplo un supuesto motivo de flor de loto en
un meandro del Templo de los Tigres de Chichén Itzá- ha
hecho surgir la conjetura de una influencia artística ejercida
por aquellos pueblos asiáticos sobre el México antiguo. (En
apoyo de esta tesis se alegan la semejanza del juego mexica-
no llamado patolli con el juego pachisi de la India y el sur
de Asia, así como el hecho de hallarse el "volador" también
entre diversas naciones asiáticas.) Ahora bien, los mayas
-igual que los demás pueblos mesoamericanos- no concr
cían el hierro, ni el utillaje de metal, ni el torno de
alfarero, ni tampoco ciertas plantas alimenticias muy comu-
nes en el Asia, como el arroz, el trigo, la cebada y el
centeno. El conocimiento de todo eso debería habérselo
proporcionado aquel presunto contacto con el continente
asiático. No tenían animales de tiro. La rueda no era
desconocida del todo: están provistos de ruedas algunos
pequeños objetos hallados en el estado de Veracruz y en el
Altiplano de México. Pero se ignoraba su significación como
medio de transporte· se utilizaba exclusivamente en jugue-
tes. Es difícil imaginarse que aquellos misioneros budistas
que, según se sostiene, llegaron entre 100 a. C. y 600 d. C.,
al Nuevo Mundo se hayan limitado a traer unas cuantas
formas artísticas... Rivet (op. cit.) dice con razón que la
ignorancia de todos aquellos objetos de uso común "elimi-

* Según Paul Rivet (Los orígenes del hombre americano. Fondo de Cultura
78. Hechicero. Cerámica. Tlatilco, Estado de México. Cultura Económica, 1960), ocurrieron posteriormente inmigraciones de australianos y
preclásica. melanesios.

186 187
80. Figura de mujer. Cerámica. Chupícuaro, Estado de Guanajua-
79. Figura de mujer. Cerámica. Tlatilco, Estado de México. too Cultura preclásica.
Cultura preclásica.

na, de una manera definitiva, todas las hipótesis que supo- donte, el bisonte, el elefante, el camello, el perezoso gigan-
nen intervención, en el poblamiento · de América, de razas te- abundaban en A1aska en la época de las primeras
civilizadas en posesión de estos diversos elementos cultura- glaciaciones. A consecuencia de un cambio climático en el
les" _ continente americano -aumento de la temperatura y dismi-
La inmigración por el estrecho de Bering ocurrió con nución de la humedad- desaparecieron los extensos pastiza-
toda probabilidad alrededor de 20000 años a. C. En Sandía les, y con ellos esos animales pleistocénicos a los cuales
Cave, Nuevo México, se han encontrado puntas de flechas proporcionaban el alimento. Los grupos de cazadores se
que, según el carbono 14 se fechan hacia 18 000 a. C. dispersaron en oleadas sucesivas por todo el continente. En
Aquellos primeros emigrantes eran bandas nómadas en bus- Tepexpan, lugar situado en el Valle de México, a 30 kiló-
ca de nuevos cazaderos. Los animales grandes -el masto- metros al noroeste de la capital, se descubrieron, junto a los

188 189
restos de un elefante, una punta de obsidiana y el cráneo
de un hombre. Según las circunstancias reveladas por la
excavación, se puede suponer que el hombre se ahogó
durante la cacería o al , huir. Además, presentaba en el
hueso de la parte superior del muslo la huella de una herida
causada, quizás en ocasión anterior, por una punta de
obsidiana. El lugar del hallazgo estaba cubierto por una
capa de caliche, intacta hasta el momento en que se hizo la
exploración, lo que · quiere decir que el hombre de Tepex-
pan vivió en una época anterior a la formación del caliche,
que, según la opinión de los geólogos, ocurrió hace ocho o
diez mil años.
Aquellos primeros habitantes de América tenían una civi-
lización rudimentaria. Los artefactos que dan fe de su
existencia son, además de sus enseres de caza, pumas de
proyectil, lanzadardos, cuchillos de pedernal o de obsidiana,
así como útiles de piedra groseramente tallada, como marti-
llos, machacadores, cinceles, raspadores, grabadores, huesos
aguzados y algunos otros: lo indispensable para llevar una
vida totalmente primitiva. En lugares en que podían com-
pletar su alimentación con los productos del suelo algunos
grupos iban adoptando al correr de los tiempos una vida
hasta cierto punto sedentaria o semisedentaria.
Estos fueron los antepasados del hombre que en el curso
de los últimos cuatro mil o tres mil años a. C. convirtió el
continente americano en un lugar habitable; quien, a través
de una larga evolución, edificó una civilización, que refleja
su manera de vivir.
Su magna obra es el "invento" del maíz. Pues un invento 81. Dos figurillas. Cerámica. Tlatilco, Estado de México. Cultura
preclásica.
fue en realidad la trasmutación del teocinte - una planta
herbácea de escasa importancia nutritiva, que sólo se daba
en el Nuevo Mundo- en una de las plantas alimenticias más Palacios: Arqueología de México). Con el cultivo del maíz,
productivas: el maíz, que todavía hoy, después de varios que los otros continentes recibirían de América; surgió un
miles de años, sigue siendo el alimento principal de los nuevo mundo. Y la transformación de tribus nómadas de
pueblos mesoamericanos. Lo que logró el hombre "arcaico" cazadores en una población sedentaria de agricultores suje-
de la América precolombina al crear el maíz es una de las tos a la gleba dio origen a una nueva concepción del
grandes hazañas de la humanidad por la cual la historia casi mundo, que, como veremos, se expresaría en el arte, en la
no se ha interesado. "Es el acontecimiento más importante religión y - lo que en este caso viene a ser lo mismo- en el
en la economía y la civilización de América" (Enrique Juan pensamiento filosófico de esos pueblos.

190 191
Según Mangelsdorf, el maíz aparece en el territorio del
México antiguo entre 4 000 Y 3 000 a. C. Los especialistas
no están de acuerdo en cuanto a la región donde sucedió
primero aquella transformación del teocinte: el Perú . (país
de origen de otra planta alimenticia de importancIa no
menos esencial: la papa), Guatemala, Chiapas o la Huasteca.
En el ámbito del México antiguo el cultivo del maíz partió
de la costa del Golfo, donde posteriormente se establecie-
ron los huastecas, fértil región tropical, abundante en agua.
De ahí la atracción que esta comarca ejerció sobre las tribus
del norte, que avanzaron hacia el sol, hacia el calor, hacia
las milpas. Los pueblos de la Meseta Central adoptaron con
el cultivo del maíz toda una serie de deidades de la vegeta-
ción: Quetzalcóatl, Tlazoltéotl -que entre los aztecas se
convierte en Teteo innan- y XochiquétzaI. También la
19/20 concepción de Tláloc, dios de la lluvia, nació en la zona el
Golfo. Junto con el cultivo del maíz aparece -primera
manifestación de la sensibilidad artística- la cerámica.
En el periodo de la cultura preclásica (1 500 a. C. hasta 82. Cabeza. Cerámica. Tlatilco, Estado de México. Cultura pre-
clásica.
aproximadamente 200 d. C.) podemos comprobar e~ !as dos
regiones más ricas en hallazgos - el Valle de MexIco (el
Arbolillo, Zacatenco, Tlatilco, Cuicuilco) y la zona sur del
vagamente. En otros casos se encuentran en el mismo lugar
estado de Veracruz (El Trapiche, Remojadas y los diversos unas incisiones que significan los dedos. Lo mismo sucede
sitios de la Cultura de la Venta)- un esfuerzo constante
con los pies. Un gran esmero se emplea, en cambio, en la
por perfeccionar la técnica, aún primitiva. Y en las tres reproducción del peinado y de los adornos, ya que ambos son
etapas en que se divide esta cultura se patentiza cómo van rasgos distintivos de la persona. La más alta perfección
penetrando en el pensamiento concepciones trascendentales. artística se alcanza en Tlatilco.* Ya se ha abandonado . la
Las figurillas de barro manufacturadas por los ceramistas hipótesis según la cual aquellas mujeres desnudas eran
del Preclásico Inferior y Medio son en su gran mayoría fetiches de fecundidad.
representaciones de mujeres desnudas. La técnica (llama?a
"técnica del pastillaje") es aún torpe. Representa la pupIla Es obvio que nacieron de la alegría de crear y de la
anteponiendo alojo una bolita de barro. Unas cuantas admiración por la belleza del cuerpo femenino. Covarrubias
incisiones practicadas con un palito insinúan las pestañas. dice, refiriéndose a las excavaciones en Tlatilco : "Evidente-
Los brazos - en el fondo no se trata sino de la parte del mente el simbolismo religioso no existía para los tlatilque-
brazo entre hombro y codo- son rollitos de barro, anchos en ños." Las vasijas zoomorfas, en forma de patos, peces y
el hombro que se van angostando hacia el otro extremo. Su pájaros, permiten la conclusión de que existían ritos mági-
curva, su ~ovimiento característico, están muy bien observa- cos de caza. En ocasiones se encuentran figuras de dos 83
dos. Se renuncia a la representación de las manos. A veces un
poco de pintura roja en el cabo del muñón las indica * CC. Westheim: Ideas fundamentales del arte prehispánico en México, Cap.
·"Tlatilco", p. 175.

192 193
83. Figurilla con dos cabezas. Cerá- 84. Figurilla con dos caras. Cerámi- 85 . Máscara representando la vida y la muerte. Cerámica. Tlatil-
mica. Tlatilco, Estado de México . ca. Tlatilco, Estado de México. Cul- co, Estado de México. Cultura preclásica.
Cultura preclásica. tura preclásica.

84 cabezas o de una sola cabeza y dos rostros. En este último En el periodo Preclásico Supenor ap~~c~, por pri~e~a
caso hay tres ojos, de los cuales el de en medio pertenece a vez, una arquitectura monumental -la prramlde de CUlcuil- 36
ambas caras. Un tipo escultórico que se ha encontrado en co- y una plástica monumental: las cabezas colosales y los 89
Tlatilco y en algunas otras regiones es una especie de altares colosales de La Venta. Ya se han formado concep- 90/91
85 máscara de dos mitades por entero diferentes; una mitad ciones religiosas. Ya se está desarrollando un culto y un
muestra rasgos humanos, característicamente representados: sistema ritual dirigidos por sacerdotes. Más allá de la familia
el ojo, la nariz, la lengua, que asoma entre los labios, y y el clan se reúne la gente en comunidades religiosas. Para
arrugas encima del ojo y de la boca. La otra parte es la el ejercicio del culto se necesitan edificios, altares y estatuas
mitad de una calavera, con la cuenca vacía. No es nada de los dioses. El hombre que ha llegado a comprender que
remoto que en este caso se trate de un símbolo -el prime- él -su persona y su existencia- depende de fuerzas y seres
ro- del dualismo que Rr~s&e la teo onía mexicana_ sobrehumanos, no puede utilizar las tradicionales formas

194 195
artísticas pa,a expresar sus representaciones metafísicas. Las
esculturas antropomorfas de la Cultura de La Venta (halla-
das en La Venta, Tres Zapotes, Cerro de las Mesas, Izapa)
confirman este proceso evolutivo. Además de pequeños tra-
bajos de jade, de rara perfección técnica y artística, apare-
cen monolitos de dimensiones gigantescas. Algunos investi-
gadores procuran explicar la repentina aparición de una
plástica monumental, de la que hasta ahora no se conocen
antecedentes, como manifestación de una cultura urbana,
distinta de la cultura rural de aldeas. Pero La Venta no era
una ciudad, sino un centro religioso, erigido por una pobla-
ción campesina, que vivía bajo un régimen teocrático, como
todos los pueblos del México antiguo hasta el derrumbe del
imperio azteca. Ciudades en el sentido más estricto de la
palabra no las había en Mesoamérica hasta en el "periodo
histórico", después del fin del reino tolteca. Ignacio Bernal
(Tenochtitlan, una isla) opina que sólo había dos: Teotihua-
cán y Tenochtitlan. Tambien Mayapán podría considerarse
como ciudad.
La plástica de La Venta surgió gracias a una nueva
orientación en el terreno religioso. Entre las cabezas colosa-
les se encuentran los monumentos 1 (r~producido en West-
heim: Ideas fundamentales del arte prehispánico en México,
figura 78) y 4, cuyo tocado parecido a un yelmo hace
pensar en una relación con la Luna: vemos inciso en él una
banda en forma de U, de la que cuelgan sobre la frente
unas garras de jaguar estilizadas. Entre los olmecas, así
como también entre algunas tribus mayas, el jeroglífico en
forma de U -alusión a la forma de la media luna- designa
la Luna. El jaguar es el animal del Cielo nocturno y de los
dioses lunares; la anciana diosa de la Luna está a menudo
representada con garras de jaguar. Aquel tocado se 'refiere,
pues, a la fertilidad, que es obra de la Luna. Por lo tanto,
podemos interpretar las cabezas colosales de La Venta co-
mo representaciones del dios de la vegetación. Stirling en-
contró en La Venta seis altares, en Izapa dieciséis. Los
90/91 altares 4 y 5, de aproximadamente 2 1/2 metros de largo y 86. Figura de hombre. Jadeíta. Procede de Mezcala 87. Navaja ceremonial.
1.60 metros de altura, son testimonios del incipiente culto Guerrero. Cultura preclásica. ' Piedra. Procede de La
del maíz. Dentro de un nicho, en la cara anterior, está Venta. Cultura de La
Venta.

196 197
sentada una figura masculina, evidentemente el dios de la
vegetación, que sostiene en las manos a un niño, al dios del
maíz recién nacido, a quien sacó del mundo inferior a la
luz del día. El encuadramiento del grupo lo forman las
fauces abiertas de un jaguar, deidad tribal de los olmecas.
La plaza central de La Venta, en que antes se levantaba una
pirámide, está cubierta de un mosaico que tiene, asimismo,
la forma de unas fauces de jaguar. En el relieve que adorna
92 una de las estelas de Izapa un sacerdote ataviado con una
máscara de jaguar abraza un vaso de corazones. El sacerdote
en el ejercicio de sus funciones: representación típica de un
arte arraigado en concepciones religiosas. El santuario de '
36 Cuicuilco, situado en el Pedregal de San Angel~ en la perife-
ria de la capital, es la pirámide mesoamericana de mayor
antigüedad Su buen estado de preservación se debe a la
erupción del volcán Xitle -probablemente ocurrida alrede-
dor del año 600 a. C.-, que la cubrió de una capa de lava.
Según lo demuestran las excavaciones llevadas a cabo en
1957 por la University of Southern California, la pirámide,
una construcción sobrepuesta a tres edificios anteriores, de
planta redonda -o más bien ovalada-, ya tiene el tipo que
será característico del mundo mesoamericano: el de la pirá-
mide escalonada.
Es un cerro de adobe, dividido en cinco zonas, revestido
de piedras sin labrar, que están unidas sin mezcla, y tan
hábilmente que los muros muestran una superficie lisa. Es
obvio que aquellos hombres aún no sabían labrar piedras
para una construcción de tamañas dimensiones (125 metros
de diámetro y 20 de altura). Ya había en Cuicuilco - aun-
que sólo antepuestas al cuerpo constructivo- las escaleras
que conducen al lugar de los sacrificios y, en la plataforma
superior, un templo y un altar. Y ya encontramos allí otro
rasgo esencial y típico de la arquitectura mesoamericana: la
construcción de edificios sobre basamentos.
No es posible averiguar qué clase de culto dio origen a la
pirámide de Cuicuilco. Pero se ha podido comprobar que
ese culto contaba con elementos que subsistieron en el
ritual de las altas culturas posteriores. Entre los ídolos
descubiertos allí (y también en otros centros pertenecientes 88. Jaguar. Piedra. Procede de La Venta. Cultura de La Venta.

198 199
al mismo periodo: en Ticomán y en Tres Zapotes) se
encontraba la imagen de un dios anciano sedente, que lleva
sobre la cabeza una vasija destinada al sahumerio de copal.
94 Es el dios del fuego, "el dios viejo", Huehuetéotl, el Xiuh-
tecuhtli de las civilizaciones teotihuacana y nahua. En las
tumbas se han descubierto a mel;mdo alIado de los esqueletos
representaciones cerámicas de perros. Así el perro como
acompañante y protector del muerto en su peligroso viaje a
ultratumba ya vivía en la conciencia mítica de la época.
El nombre Cuicui1co significa "Lugar para cantar y dan-
17/18 zar". Recordemos la pirámide de los "Danzantes" de Monte
Albán l, anterior a los zapotecas, que prueba que en aquel
tiempo ya existía en ese lugar un culto y que ya estaba
bastante desarrollado el ritual de la danza sagrada.
Ahora bien, por muy diferentes que sean las ,diversas
altas culturas -la olmeca, la teotihuacana, la maya, la
zapoteca-, no es posible negar la existencia de toda una
serie de elementos que tienen en común, elementos esencia-
les para un mundo basado en una estructura de concepcio-
nes metafísico-religiosas: la pirámide escalonada; la erección
de edificios sobre basamentos; la dualidad del sistema teo-
gónico, principio rector de todas las religiones mesoamerica-
nas; la idea de que era deber del hombre mantener a los
dioses con su propio sacrificio; el Tonalámatl, llamado Tzol-
kin entre los mayas, compendio e interpretación del calen-
dario y parte integrante del sistema religioso. Estos elemen-
tos son la constante de todas las culturas precortesianas,
por la cual se distinguen inconfundiblemente de todas las
demás civilizaciones del mundo. Coincidencia tan amplia no
puede ser azar, no es azar. Hay que suponer un origen
común, y este origen hay que buscarlo en tiempos más
remotos, en la época denominada "primitiva" o "prehistóri-
ca".
No es posible que el calendario ritual haya surgido inde-
pendientemente en distintos lugares. * Ideado en vista de las

* Sahagún, en su relato sobre la migración de los aztecas, reproduce la


interpretación legendaria de la importancia vital del TonalámatL Dice que los 89. Cabeza colosal número 1. San Lorenzo Tenochtitlan, Estado
aztecas fueron a poblar en Tamoanchan ("Buscamos nuestra tierra"). "Allí los de Veracruz. Cultura olmeca.

200 201
necesidades del culto, se sujetaba en tan escasa medida a los
hechos reales que era preciso combinarlo. con otra cuenta
calendárica, ésta sí creada a base de una observación exacta
de la naturaleza, es decir, a base del afto solar de trescientos
sesenta y cinco días. Es muy probable que ese calendario,
así como el ritual que en él se basa, tengan su origen en la
zona del Golfo -como el cultivo del maíz, como la concep-
ción de las deidades Quetzalcóatl, Tlazoltéotl, Xochiquétzal
y Tláloc. El que ésta no sea conjetura arbitraria lo demues-
tran algunos signos de los días, por ejemplo "caimán" y
"mono", nombres de animales de selva tropical, que no
existen en el Altiplano Central. Imposible que se les hayan
ocurrido a los pueblos allí radicados: es obvio que los
adoptaron con el conjunto del calendario.
Según una de las opiniones corrientes, el calendario ritual
fue un invento de los mayas. Ahora bien, no cabe ninguna
duda de que los mayas, con sus extraordinarios conocimien-
tos astronómicos, su genial sistema numeral, su asombroso
sentido -sexto sentido- de abstracción. ampliaron y desa-
rrollaron el Tonalámatl y lograron darle una maravillosa
homogeneidad y perfección. Pero tampoco cabe la menor 90. Altar 4. Piedra. PrQcede de La Venta. Cultura olmeca.
duda de que ya existía antes de ellos. Todas las tradiciones
coinciden en designar como inventor del calendario a Quet- 91. Altar 4. (Cara posterior.)
zalcóatl, el dios-sacerdote. Y, como ya lo dijimos, la con-
cepción de Quetzalcóatl procede de la zona del Golfo. De
la zona del Golfo la recibieron los pueblos establecidos en
la Meseta Central y luego la hicieron suya. En los relieves
17/18 de los "Danzantes" de Monte Albán, creados por uno de
los pueblos olmecas, Alfonso Caso encontró algunos glifos,
que atestiguan que los olmecas ya habían desarrollado una

sabios y los adivinos, los conocedores de los libros se tomaron a embarcar,


llevando consigo la pintura negra y la pintura roja, es decir, la escritura, las
artes figurativas y la música. Y de estos sabios quedaron no más de cuatro, los
cuales, después de idos los demás sabios, entraron en consulta, donde trataron
lo siguiente, diciendo: 'Vendrá tiempo cuando haya luz... mas ¿qué modo se
tendrá para poder regir bien la gente? ¿Qué orden habrá en todo? Pues los
sabios llevaron sus pinturas donde gobernaban, por lo cual inventaron la
Astrología Judiciaria y el arte de interpretar los sueños, compusieron la cuenta
de los días y de las noches y las diferencias de tiempos.. .' entonces crearon el
Tonalámatl y la cuenta del año y los libros de los sueños. Lo dispusieron todo
tal como se guardó hasta nuestros días... "

202
escritura (así como también una aritmética numeral, según
lo demuestra una fecha grabada en la estela C de Tres
Zapotes). De aquellos glifos infiere Caso que el calendario
ritual "es muy antiguo en Monte Albán, probablemente
anterior al Tzolkin maya" (Exploraciones en Monte Albán,
Temporada 1936-1937). En La Venta se han encontrado
dos esculturas (conservadas actualmente en Villahermosa,
una en el Parque de La Venta, la otra en el Museo del
estado de Tabasco) que representan una a un sacerdote, la
otra (reproducida en Westheim: Ideas fundamentales del
arte prehispánico en México, figura 90) a un jaguar que
lleva una máscara, es decir, a un sacerdote del dios-jaguar.
Ambos tienen la cabeza echada hacia atrás y miran hacia
arriba. Es evidente que esta mirada escrutadora está clavada
en el firmamento, es decir, que los dos sacerdotes están
entregados a la observación de los astros.
De todo ello podemos deducir que hay que buscar el
origen del sistema calendárico en donde se formaron los
rasgos fundamentales de la religión y la cultura mesoameri-
canas, en la región designada en las viejas crónicas como "la
más antigua y civilizada", a saber, en la de los olmecas, de
la cual procede asimismo -dentro del área meso americana-
el cultivo del maíz. Y no puede haber ninguna duda de que
el sistema calendárico fue la obra de un pueblo agrícola.
El nómada cazador vive al día, vive al azar y del azar, de
la ventura y la aventura de la caza. Si hoy la presa es
escasa, mañana puede ser día de regocijo y opípara franca-
chela. La comunidad de los cazadores no debe ser muy
grande. Si llega a serlo, surge el peligro de que se haga muy
exigua la parte de la presa que le toca a cada uno. Por esto,
cuando la familia o el clan crecen demasiado, se dividen en
grupos más pequeños, y cada uno de éstos toma su propia
ruta. Para el cazador el aislamiento se vuelve necesidad. La
manera de conseguir su alimento explica e implica que su
mentalidad sea más individualista que colectivista. Debe ser
un fiel observador de la realidad, perspicaz, inteligente, de
mirada certera. El rastrear la caza, el captar rapidísimamen-
te la situación y la ocasión: de esto vive. Sus experiencias
metafísicas están arraigadas en el culto totémico y en la 92. Estela 1. Izapa. Cultura de La Venta.

204 205
magia (tal como la define Frazer, o sea como una vigilancia noche, en el circular de las estaciones, en el ritmo del nacer
ejercida sobre las fuerzas naturales por determinados indivi- y morir, se le revela un orden y una ley, establecidos por
duos dotados de fuerza m(gica, en contraposición con la los dioses, mantenidos por los dioses. Y para fijar este
omnipotencia suprapersonal.atribuida a la deidad dentro de orden, esta ley, para darle forma concreta, inventa el calen-
un sistema auténticamente religioso). De los otomíes y chichi- dario.
mecas, tribus nómadas del México antiguo, se dice en la Crónica La religión de los pueblos prehispánicos es una religión
de Tezozómoc: "No adoraban dioses algunos, ni tenían ritos de agraria o, mejor dicho, una religión del maíz. Todas las
ningún género, solamente se andaban cazando ... " deidades, que son las fuerzas divinizadas de la naturaleza,
El campesino cultivador del maíz vive dentro de la colec- deben concurrir para que suceda el milagro de los milagros:
tividad y vive gracias a la colectividad. La colonización de la resurrección del dios del maíz en el inframundo, la
determinada región, el desmonte del terreno, la irrigación, germinación del grano de maíz, el brotar de la nueva
el cultivo de las tierras, la protección de la cosecha contra planta. Y las efigies de esos dioses son símbolos, creados
asaltos y robos intentados por otras tribus, son empresas por la fantasía desde su representación de 10 numínico, y
colectivas, sujetas casi siempre a un reglamento colectivo. El creados expresivamente, como expresión de un algo supe-
pensar del agricultor trasciende más allá del día: de la rior que no es tangible, que no puede aprehenderse con los
siembra a la cosecha; de esta cosecha, que debe alcanzar sentidos, que no puede verse con los ojos.
hasta que el suelo haya rendido nuevos frutos, a la próxi- Herbert Kühn, en su obra El arte de los primitivos,
ma. La mirada del agricultor abarca más amplios espacios explica con esta diversidad de la estructura social -en que
de tiempo. Su mente debe planear, forjar proyectos a largo tiene su origen la diversidad de la concepción del mundo,
plazo. Si el cazador alguna vez regresa a casa sin presa, es de la visión y del pensamiento- el extraño fenómeno de
mala suerte, que el día de mañana puede trocarse en buena que en la producción artística primitiva se encuentre, al
ventura. Si queda destruida la cosecha del agricultor, si el lado de una actitud imitativo-impresionista, la postura ima-
trabajo y esfuerzo de muchos meses no dan resultado, es ginativo-expresionista. Vela causa de la bifurcación del
una catástrofe, que amenaza de hambre y muerte a todo el curso evolutivo en la coexistencia de tribus cazadoras y
pueblo. El cazador no tiene seguridad económica, pero la i agrícolas, que, de acuerdo con la distinta forma de su
seguridad económica del agricultor e¡¡tá expuesta a grandes ,f ' pensamiento religioso, debían llegar a un distinto modo de
riesgos. "En estas condiciones es natural que la psique í. expresión artística.
busque refugios en las compensaciones de la fantasía" (Paul Lo que observamos en las culturas arcaicas de Mesoaméri-
Radin: Primitive Religion). El encauzamiento de los temo- ca, por muy incompleto que sea el material proporcionado
res y angustias conduce a la sistematización del conjuro hasta ahora por la arqueología -incpmpleto sobre todo en
mágico. Este "debe socializarse" (Radin). El agricultor está lo que atañe a las etapas primitivas-, corrobora esta opi-
sujeto a la gleba, pero también depende del sol, del calor, nión. Un realismo de tipo imitativo se transforma en un
de la lluvia, de las vicisitudes y la veleidad de la naturaleza; arte imaginativo; se va transformando a medida que se
de la posición de los astros, que puede ser favorable o generaliza la agricultura y el modo de vivir sedentario, a
funesta para él y sus faenas. Tiene puesta la mirada en el medida que se está integrando aquel sistema colectivo de lo
suelo, pero también en el Cielo, en los poderes celestes, más religioso.
fuertes que la voluntad humana. Ve 10 individual, pero debe Así esa época primitiva crea el fundamento sobre el cual
tratar de ver asimismo las relaciones entre los fenómenos, el podrá desplegarse esplendorosamente el arte de las altas
sentido que hay en ellos y tras ellos. En la vuelta de día y culturas que llamamos clásicas.

206 207 .
ll. La cultura teotihuacana

La voluntad artística de la cultura teotihuacana se perfila


93 con toda claridad en la estatua de Cha1cltiuhtlicue, "diosa
del agua viva", obra del siglo IV d. C., que se encontró en
Teotihuacán, delante de la Pirámide de la Luna. La Chal-
chiuhtlicue, monumento de unos 3 metros de altura, es más
una obra arquitectónica que una escultura. Un bloque enor-
me, cuya silueta contornea la figura de la diosa. La cara
delantera, en rigor la única plásticamente articulada, es, por
así decirlo, un relieve esculpido en un bloque de bulto
redondo. Las manos, la vestimenta, el rostro -apenas insi-
nuado-, están aplanados, se acercan a lo bidimensional;
sólo el rostro resalta un poco, en el doble sentido de la
palabra. Al comparar esta representación de Chalchiuhtlicue
con la redondez de una escultura de bulto, digamos de La
Venta o zapoteca, parece como si el artífice teotihuacano
hubiese querido contrapuntear y aun eliminar el carácter
cúbico, monolítico de la obra, reduciéndola a una obra en
relieve.
Miguel Angel, en la figura del "Día" de la Capilla de los
Médicis, recurre al movimiento para plasmar vigor, pujanza,
grandiosidad. Movimiento desenfrenado, explosión vehemen-
te, domados sólo por el exceso de fuerza. Cada músculo,
tenso, pugna por salirse de la masa de la carne, los miem-
bros se lanzan hacia adelante y hacia arriba, interceptando
la masa del cuerpo. La cabeza está echada hacia atrás, en
curva violenta, el pie derecho sobresale de la línea (curva)
del zócalo, destruyendo el contorno, para irrumpir con
ímpetu en el espacio. Todo 10 contrario de 10 que el
escultor teotihuacano persiguió como meta artística y reali-
zó en su obra: en lugar de movimiento, quietud suprema;
en lugar de vehemencia, fuerza disciplinada; en lugar de la
silueta quebrada, un contorno claro, nítidamente delimita-
do, sujeto a . una estructura arquitectónica. No hay intersec-
ciones interesantes. Vista frontal, incluso de los detalles.
Disposición clara, ordenada, objetiva. Miguel Angel produce, 93. Chalchiuhtlicue. Piedra. Cultura teotihuacana.

209
208
con su pathos, fortísima tensión anímica. Para él, maestro
barroco, lo indeciso, lo inasible, lo pictórico -en el cotfor-
no, en la composición, en la organización de los planos- es
un encanto más. En la estatua de Chalchiuht1icue se r~nun­
cia a todo lo que pudiera conferirle encanto. La Chalchiuht1i-
cue no impresiona por la elocuencia del gesto; es silen-
ciosa. Es un concepto. No representa, significa. Significa
divinidad, grandeza, omnipotencia.
Miguel Angel da en su figura expresión exaltada a las
representaciones de la realidad que rigen al hombre occiden-
tal, dotándolas de poderosa fuerza, de pasión intensa, de
inefable emoción. La estatua de Chalchiuht1icue expresa en
forma monumental la representación de la realidad mítica
que vive en la imaginación del hombre precortesiano; gra-
cias al empleo exclusivo de la Forma pura, no-asociativa,
cúbico-geométrica, cobra rango de símbolo.
Un tipo de escultura frecuente en Teotihuacán, posterior-
mente adoptado por la plástica azteca, es la imagen de
94 Xiuhtecuht1i, dios del fuego. Un personaje sentado a la
manera oriental, con las piernas cruzadas. Sobre la cabeza
lleva un brasero al cual parece servir de zócalo la figura del
numen, de escasa altura. En el brasero la lumbre, destinada
a quemar las ofrendas hechas a Xiuhtecuht1i, no se apagaba
nunca. Esos ídolos, por lo general de 40 a 50 centímetros
de alto, se utilizaban como altares domésticos.
Prometeo, que bajó el fuego del cielo, para entregárselo
a los hombres, casi siempre se representa en plena acción,
en movimiento dinámico. Los dioses mexicanos, a quienes
el mito describe luchando, creando y destruyendo, dedica-
dos a múltiples actividades, aparecen "en actitud pasiva,
con más frecuencia sentados que de pie. .. el suave emo- 94. Xiuhtecuhtli. Piedra. Cultura teotihuacana.
cionalismo del arte europeo les es casi completamente aje-
no" (George C. Vaillant: La civilización_ azteca). Samuel marcadamente arquitectónico que casi se podría hablar de
Ramos habla de "una voluntad de o hacia lo inmutable". pisos. Arriba, el ancho borde del brasero, con su ornamen-
¿Cómo representa el arte teotihuacano a ese anciano tación abstracta -rectángulos incisos en la superficie-, crea-
sentado? La obra tiene estructura de bloque, de contorno dora de un ritmo que se despliega en la horizontal. Abajo,
rectangular, casi cuadrado. La impresión que da es la de las piernas cruzadas de tal manerlj. que surge un como
una figura encajada en un bloque, dividido en cuatro cuer- rectángulo apaisado, cuya parte superior se hunde un poco
pos horizontales, uno encima del otro, de carácter tan hacia el centro. Las orejeras circulares ensanchan la cabeza,

210 211
para darle el ancho del brasero ; los ojos y la boca son
óvalos horizontalmente alargados. El cuello brota directa-
mente del volumen formado por las piernas cruzadas; con
los huecos que lo flanquean y las masas pétreas que lo
enmarcan de todos-los lados - a la derecha, a la izquierda,
arriba, abajo- integra asimismo un rectángulo apaisado. Es
otro "piso" más. El artífice se abstuvo de abombar la
cabeza hacia adelante y sin embargo logró plasticidad. La
logró mediante los huecos y por el contraste de masa aérea
y masa pétrea. De esta manera la cabeza adquiere vigor, y
se subraya también su significado simbólico. A pesar de una
selección de formas que impide el desarrollo cúbico de la
masa, se produce así, sólo por el efecto del contraste, una
fuerte tensión y se evita la impresión de 10 plano. Todos los
elementos están dispuestos dentro de un plano de relieve;
pero no se aspira a un efecto de relieve, sino a la corporei-
dad plástica. Dialéctica asombrosa, producida por un domi-
nio consciente y muy ingenioso de los elementos formales.
Es la dialéctica de la pirámide escalonada: masa estructura-
da verticalmente, cuya verticalidad se "horizontaliza" una Y
otra vez. Es la dialéctica que encontramos en la estructura
de la Cha1chiuhtlicue, bloque cúbico esculpido a manera de
relieve. Es la dialéctica inherente al sistema teogónico: om-
nipotencia de las deidades y de las fuerzas naturales en su
relación con el hombre y, por otro lado, capacidad espiri-
tual del hombre para desvirtuar tal omnipotencia o sustraer-
sé a sus efectos.
El cuerpo de Xiuhtecuht1i está eliminado. El artista tea ti-
huacano desdeña la "naturalidad". ¿Por qué? Plasmando
con recursos expresivos un símbolo religioso, se concreta en
su creación a 10 esencial, a 10 característico, a aquellos
elementos que para el creyente están asociados con el
concepto de Xiuhtecuht1i: el brasero, la cabeza de anciano,
la postura sentada, las piernas cruzadas. Lo demás se supri-
me como innecesario. Un cuerpo más o menos alto hubiera
introducido en la estructura un movimiento vertical que no
parecía deseable al artista teotihuacano. Es más: el movi-
miento vertical habría ofendido su sentimiento vital, pro-
penso a la horizontalidad, a lo ancha y sosegadamente 95. Figura femenina. Piedra. Cultura teotihuacana.

212 213
tendido. No es de ninguna manera interpretación arbitraria
afirmar que la eliminación del cuerpo le proporcionaba la
posibilidad (deseada) de colocar el rostro del dios, como
elemento esencial, en el centro de la composición, esto es,
en el centro del interés. Y si nos ponemos a medir, resulta
que el punto central de la composición es la punta de la
nariz, la parte más saliente del plano de relieve. Si describi-
mos un círculo alrededor de la nariz, éste casi toca los
cuatro extremos de la obra: tan enérgico es el afán de
inhibir todo movimiento dinámico, tan equilibrada la orga-
nización de las formas.
Una figura sedente de carácter monumental es también el
escriba egipcio, en el Louvre. Al compararlo con el Xiuhte-
cuht1i salta a la vista una diferencia decisiva en la concep-
ción de las dos creaciones; el escultor egipcio y el teotihua-
cano logran la monumentalidad por caminos distintos, con
una táctica por entero diferente. El escriba egipcio enfrenta
su estructura de bloque al espacio en que se despliega.
Abomba la masa de su cuerpo hacia todos los lados: masa
de piedra contra masa aérea. Los brazos están apretados
96. Vasij~ en forma de armadillo. Cerámica. Procede de San
contra el tronco, lo encierran como una especie de marco. RodrIgo AIJoJuca, Estado de Puebla. Cultura teotIhuacana.
Los cabellos rodean la cara, a guisa de peluca. La obra tiene
forma de pirámide. Las piernas cruzadas forman uno como
zócalo, que es aún ensanchado y reforzado por la peana lleva ~obre la cabeza u~a caja, que en su base -rectangu-
sobre la cual la figura está acuclillada. Encima de ese zócalo lar- tlene e~ ancho de esta y que se ensancha algo hacia su
se levanta el tronco, que se estrecha hacia arriba, como a su ~lan~ supenor. Esa caja, que agrega altura a la esbelta
vez lo hace la cabeza, cuya coronilla sería el vértice. Si ftgu.nta, es remate de un trazo vertical, que asciende desde
desdé el vértice hasta los puntos más salientes se trazaran abaJO, desde las puntas de los pies, pasando por las piernas
líneas imaginarias, resultaría un triángulo. Una estructura los muslos, el tronco. '
indeseable para el escultor teotihuacano, como ya lo diji- Son. muy .instructivas. efol este sentido las máscaras, en que
mos. A él el brasero sobre la cabeza de Xiuhtecuht1i le el artlsta :Iene que lImItarse a la representación de la
ofrece la posibilidad de dar al .contorno de la escultura cabeza. ¿.Como procede el escultor teotihuacano? La más-
forma de rectángulo, rectángulo que casi es cuadrado. Una c~~ teotIhuacana muestra dos rasgos característicos que la
vasija colocada sobre la cabeza de una estatua no pide dIstmguen d~ todos los demás tipos de máscaras mesoameri-
forzosamente tal disposición rectangular. Al contrario: pues- canas: en pnmer lugar la tendencia -realizada con los más
to que alarga la cabeza hacia arriba, más bien se presta a varlad,os recursos- de estirar la cabeza a lo ancho. En dos de
acentuar la verticalidad de la figura, como sucede en otra las mascaras reproducidas la relación natural se halla modifi- 51/52
escultura egipcia, la estatuita de la "criada" o "aguadora" cada a t~l .grado que el carácter vertical de la estructura
del Louvre, procedente del Imperio Medio. La "aguadora" queda elimmado del todo. La altura y la anchura de la

214
215
masa de la cabeza son, con poca diferencia, iguales, pero las
superficies de las orejas la transforman en un rectángulo
alargado en sentido horizontal. La cabeza de la Chalchiuht1i-
cue se presta a· las mismas observaciones. "Su rostro no
forma un óvalo sino un rígido encuadramiento", dice Tos-
cano (Arte precolombino de México y de la América Cen-
tral). La segunda tendencia, también comprobable en la
máscara mencionada, es la de aplanar la masa cúbica, confi-
riéndole de esta suerte un aspecto casi bidimensional. No
hasta el grado de que se cree la impresión de una escultura
en relieve. Hay desarrollo cúbico, pero lo cúbico se reprime,
se modifica hacia lo plano. El artista aspira a la plasticidad
y al mismo tiempo aspira a lo plano; y con una sensibilidad
sin par, que se revela en cada una de esas máscaras y que
en cada una de ellas nos maravilla de nuevo, alcanza exacta-
mente el punto en que las dos tendencias opuestas parecen
conciliadas en un venturoso equilibrio. Una ligerísima alte-
ración de equilibrio, y tendríamos una obra plana o una
estilización decorativa. ¿Por qué esa transformación, que a
primera vista tiene algo de artificial? Es como si el escultor
se hubiera arredrado ante la plena corporeidad de bulto
redondo; como si hubiera querido apartarse, con toda
intención y energía, de la pesadez, la no-espiritualidad de lo
solamente terreno. En la máscara por cierto no es posible
renunciar del todo a la asociación con lo humano: se
sacrificaría su sentido peculiar. Pero sí es posible depurar el
elemento humano, reducirlo mediante la Forma a un míni-
mo, privarlo de su materialidad, espiritualizarlo. Esto es lo
que ocurre en las máscaras. Es lo que les da su nobleza, su 97. Dos figurillas masculinas. Jade. Cultura teotihuacana.
íntima monumentalidad. Y con las máscaras teotihuacanas,
no cabe duda, el arte mesoamericano alcanza uno de sus
puntos culminantes. En estas creaciones no se trata de buen descubrió a fines del siglo pasado un mural de grandes
gusto -aunque en el ámbito del arte universal hay poco dimensiones. Un himno pintado. Un ruego a la deidad para
que supere o siquiera -alcance el gusto perfecto que de- que no niegue la lluvia; o una acción de gracias por haberla
muestran-, y tampoco de una "estilización". Aquella dado. En el centro de la composición las ofrendas de los
conciliación de elementos" antagónicos revela determinada creyentes: frutas y caracoles ml'rinos. A ambos ¡ados anchas
voluntad de arte. É-s expresión plástica de una concepción fajas, una encima de la otra: agua, olas ondeantes, y entre
pel mundo regida por el dualismo. ... ellas plantas acuáticas y toda clase de animales marinos
En Teotihuacán, en el Templo de la Agricultura, se como conchas, caracoles, etc. ¿Qué es lo que aquí s~
representa? Simetría y ritmo. Los objetos figurados, todos
216 217
los detalles, toda la información que se proporciona tienden
-como valor formal- a un único fin: el de crear simetría y
ritmo. El "Paraíso Terrenal" de Tláloc, otro mural de
grandes dimensiones, descubierto en 1942 en Teotihuacán-
Tepantitla, muestra la misma estructura y disposición. En el
centro un cerro, por debajo de él un lago, desde el cual
serpentean ríos hacia la izquierda y la derecha. Arriba,
siguiendo el mismo ritmo, bandas horizontales, en este caso
formadas de árboles y personas. (Cf. Westheim: Ideas funda-
mentales del arte prehispánico en México, Cap. "La Pintura
Mural", p. 89.) En los relieves de la pirámide de Tula
vemos, en filas interminables, en sucesión rítmica, una y
otra vez los mismos motivos: las fauces serpentinas que
devoran a un hombre, los frisos de águilas y jaguares, los
frisos de los guerreros en marcha.
Estilo de la objetividad religiosa: un máximo de reserva y
claridad. Limitación a lo esencial. Taciturnidad, que es un
retraerse a las fuentes internas. Ninguna retórica, sólo el
gran pathos inherente a la solemne invocación de Dios. No
es prosa, es palabra hecha música. Es espíritu que se mani-
fiesta en la gran Fonna, es Forma sujeta al espíritu, es fe
en la Forma y en su divinidad. Paralelismo, reiteración
constante de un mismo motivo, de configuración igual, a
igual distancia. La devoción del orante, que confiesa, supli-
ca, implora.
Ritmo -en la arquitectura, en la escultura, en la pintura,
98. Vaso policromo. Cerámica. Cultura teotihuacana.
en la ornamentación de la cerámica- que se despliega
siempre en la horizontal. La horizontal, vista psicográfica-
mente, expresa un sentimiento vital para el cual no existe el Wolff1in (Conceptos fundamentales de la historia del arte)
conflicto entre realidad e idea. Expresa el sentimiento de enumera: vista frontal, fonna cerrada, evidencia de las pro-
hombres sólidamente plantados en la tierra y que no pier- porciones de la masa, masa cúbicamente estructurada, for-
den jamás su contacto con la tierra, por mucho que se ma fijada con toda precisión, simetría, repetición rítmica de
yergan hacia lo alto. Expresa la seguridad en lo terrestre y proporciones idénticas, orientación axil, el detalle desarro-
en lo supraterrenal. Expresa el haber encontrado; no la llado como unidad cerrada, aislada y aislable, estructura
búsqueda, no el tonnento del alma ante lo enigmático. lineal (pero no la línea quebrada, ni la curv.a), color encaja-
Quietud, que no desasosiego. En la concepción del mundo do en las líneas de contorno y aprovechado para iluminar
mesoamericano, la realidad y la irrealidad no están contra- (no para desintegrar el objeto, transformándolo en efectos
puestas, se completan, se absorben mutuamente. . de luz, de movimiento, de espacio), el ser (en lugar del
Como indicios de una actitud estilística de tipo clásico, devenir, del cambio). Si se aceptan estas categorías, la

218 219
conclusión es: el arte teotihuacano es un arte clásico.
Un arte clásico, no "el arte clásico" que a Wülfflin servía
de ejemplo, o sea el Renacimiento italiano. Aunque el arte
de Teotihuacán y el arte clasicista del Renacimiento italiano
surgen de un mismo principio creador - quisiéramos decir,
de una misma táctica para lograr la depuración de la for-
ma-, no hay que pasar por alto lo que los separa. La
diferencia entre uno y otro, que los lleva a resultados tan
por completo distintos, está en su concepción del mundo,
en su actitud -diametralmente opuesta- frente al cosmos.
El arte renacentista, como también su modelo espiritual,
la antigüedad griega, es mundano en su esencia, aun cuando
plasma temas religiosos. Anatomía, psicología, nonnas de
belleza, reglas de belleza. El ver y el crear se "cientifican".
Leonardo escribe su Tratado de la pintura, el alemán Du-
rero su libro Sobre la medición. Ambos, grandes artistas,
son al mismo tiempo grandes eruditos, obsesionados por el
afán de determinar con métodos científicos los cánones de
lo bello. La meta es lo bello, o, expresándolo en fonna
distinta: la vivencia sólo sensual, como fonna y contenido
de la creación artística. Y esa belleza se logra mediante la
observación, el conocimiento, la captación de aquellos ele-
mentos de la realidad que parecen confirmar tal sentimiento
de belleza. El Renacimiento toma por realidad lo que es
engaño de los sentidos, por ejemplo, la perspectiva. Para él
lo terrenal es sagrado, es manantial de vida, fuente de
energía. La naturaleza, forma de lo cósmico, sustituye lo
cósmico. El arte teotihuacano se dirige hacia lo cósmico. Lo
que cuenta es el significado de las cosas, su valor cósmico.
y éste no es un fenómeno físico, sino espiritual. De ahí
99 . Vasija zoomorfa. Cerámica. Cultura teotihuacana.
198 que aquel arte . sea visionario. El Océlotl-Cuauhxicalli del
Museo Británico, vaso de corazones en forma de jaguar, es
un símbolo, el signo del temible y espantoso Tezcatlipoca. niaca. El hecho espiritual-anímico, que es lo único que
El dios-animal está representado, cruel, sanguinario, en el importa, se expresa mediante la..~onna, mediante los
momento de asaltar al hombre; la cabeza no es sino unas elementos que proporcionan la pOSIbIlidad de aprehender lo
fauces amenazadoramente abiertas, que, fonnando un rec- espiritual a través de los sentidos. Esa. ?isciplina, a la cual el
tángulo muy alargado, rodean tres facetas de la cara y arte teotihuacano somete toda creaClOn, da fe de su ~upe­
llegan hasta las orejas. No es la naturaleza, sino la represen- rioridad de una actidud espiritual que tiende hacIa 10
tación, en la fantasía, de una fuerza natural funesta, demo- grande, '10 definitivo, 10 eterno. La cultura teotihuacana no

220 221
conoce 10 ameno. Ello pertenece a una esfera que deja muy lIT. La cultura tolteca
I .'
atrás en su aspiración a 10 sublime. Su arte es arte monu-
"
mental. Walter Lehmann (Aus den Pyramidenstiidten in
Alt-Mexiko), en el párrafo dedicado a Teotihuacán, habla
de "una noble simplicidad y una serena grandeza", fórmula En arios aún recientes se suponía que Tollan, tantas veces
con la que Winckelmann caracterizó el arte de los griegos. mencionada en las crónicas y leyendas como capital del
Según lo demuestran las exploraciones arqueológicas, la imperio tolteca, no pasaba de ser un nombre mítico de
cultura teotihuacana, que abarca aproximadamente la época Teotihuacán. Es cierto que en la obra de Sahagún hay un
del siglo IV al siglo X d. C., * asimiló y transformó en el pasaje en que queda definida con toda exactitud la situa-
curso de un proceso lento y orgánico una civilización ción geográfica de la ciudad que fue capital de los toltecas:
arcaica, incorporándole sus contenidos religiosos, su especu- dice que éstos "poblaron a la ribera de un río que ahora
lación metafísica e impregnándola de su lúcida espirituali- lleva el nombre de Tulla". Pero ni siquiera este dato preciso'
dad. Las épocas 11 y 111, en que alcanza su madurez, al pudo quebrantar la convicción de que Tollan era el gran
mismo tiempo que el Maya Clásico y la época zapoteca centro religioso Teotihuacán. En 1939 se suscitó en el seno
Monte Albán 11, constituyen la cima más alta de la cultura de la Sociedad Mexicana de Antropología una discu~en
en el Valle de México y, se puede decir, en la América el curso de la cual Wigberto Jiménez Moreno afirmó categó-
toda. En los arios 1955-1958 Laurette Séjourné excavó en ricamente que Tollan y Teotihuacán no son idénticos, que
Teotihuacán-Zacuala un palacio. Durante la exploración en- Tollan pertenece a una época posterior y que, de acuerdo
contró varias tumbas que contenían ofrendas, las primeras con un mapa del siglo XVIII, debía encontrarse en las
tumbas descubiertas en Teotihuacán. Las paredes del pala- cercanías de la actual ciudad de Tula, Hidalgo. Bajo la
cio estaban decoradas con murales, que la descubridora dirección de Jorge R. Acosta y en el sitio indicado se, puso
interpreta como representaciones del mito de Quetzalcóatl mano a la obra, y, en efecto, surgió del suelo la antigua
(Cf. Laurette Séjourné: Un palacio en la ciudad de los Tollan, designada por Jiménez Moreno como "la ciudad de
dioses). "Indudablemente [las creaciones teotihuacanas] de- Quetzalcóatl" .
ben contarse entre las más hermosas del arte producido por En el siglo X el Valle de Anáhuac volvió a verse invadido
los pueblos de la América antigua" (S. Linnée: Archaeologi- por belicosas hordas chichimecas, que habían llegado del
cal Researches in Teotihuacan). En Su monumentalidad, en norte. Capitaneados por Mixcóatl ("serpiente de Nube"), se
su recatada expresividad, sólo comparable al arte religioso establecieron en Culhuacan; de allí partieron sus incursio-
de Asia, Teotihuacán representa una de las pocas grandes nes. Mixcóatl fue asesinado. Su hijo, nacido en. un día ce
culturas de la humanidad. ácatl -Ce ácatl era el nombre calendárico de Quetzalcóatl-
agregó a su nombre Ce Acatl Topiltzin el de este dios.
'. Hacia 980 convirtió a Tollan -"Lugar de tules" (carias)-
en capital de su reino. El reinado de Ce Acatl Topiltzin era
para Tula una época paradisiaca. Florecían las artes y ofi-
cios. Era tanta la abundancia, la prosperidad y riqueza que
* Algunos investigadores, basándose en resultados obtenidos con el método se llegó a identificar a Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl con
del radiocaroon 14, han fijado fechas muy anteriores a las aquí indicadas. Quetzalcóatl, el dios-sacerdote. En aquel momento empezó a
Según ellos los principios de la cultura teotihuacana pueden situarse )lacia 350
a. C., su apogeo entre 50 y 350 d. C., época a la que siguen tres' siglos de formarse en Tula un indisoluble conglomerado de historia, le-
decadencia·lT.] yenda y mito.

222 223
".

101. Cabeza de una cariátide. Tula · Templo de. la Estrella Matuti-


100. Dos cariátides. Tula Cultura tolteca. na. (Edificio "B".) Cultura tolteca.

224 225
Tula fue conquistada en el siglo XII por otro grupo de
chichimecas al mando de Xólotl, constructor de la pirámide
de Tenay,uca. Con la "destrucción de Tula, el acontecimiento
más importante en la historia de Mesoamérica, y el éxodo
de su población (en 1224) principia en el México antiguo la
transmigración de los pueblos: las tribus se ponen en mar-
cha, los reinos se derrumban, aldeas y ciudades son abando-
nadas, una nación desplaza a la otra en busca de nuevas
posibilidades vitales.
Covarrubias (Arte indígena de México y Centroamérica)
dice que cuando las hordas chichimecas que habían funda-
do a Tula "se civilizaron, se pusieron el nombre 'toltecas' ".
Las denominaciones "chichimeca" y "tolteca" se aplicaban
originalmente, de acuerdo con el respectivo grado de civili-
zación, a varios grupos, tribus o pueblos. En los Anales de
Cuauhtitlán se designa como "chichimecas" a los "nómadas
que andaban flechando, sin casa, sin tierra ... " Vivieron
"aún en tinieblas; y la razón porque se dice aún en tinie-
blas, es que aún era nula su fama y nulo el nombre de
bienestar, mientras anduvieron errantes". Alva Ixtlilxóchitl 102. Pirámide de Quetzalcóatl. Edificio "BU. Tula. Cultura tolte-
explica que los " .. .'Tultecas' eran grandes artífices de ca.
todas las artes mecánicas: edificaron muy grandes e insignes
103. Pirámide con cariátides. Tula. Cultura tolteca.
ciudades como fueron Tollan, Teotihuacán, Cholula, Tolan-
tzinco y otras muchas . .. " Así, los constructores de Teoti-
huacán, cuya filiación étnica no se ha podido averiguar
hasta ahora, eran considerados como "toltecas", aunque
no como idénticos a los toltecas "históricos", que no
surgen antes del siglo X de nuestra era. Después del
descubrimiento de Tula en el año de 1941, la arqueolo-
gía, para distinguir las dos civilizaciones, adoptó los
términos "cultura teotihuacana" y "cultura tolteca" (con
respecto a Tula). '
Tula, heredera de la cultura teotihuacana* (aunque asimiló
también elementos de Xochica1co, 1por ejemplo, la estrúctu-
ra de los Juegos de Pelota), desarrolló .en un lapso asombro-
samente breve un arte propio . Una investigación estilística

* En el arte azteca es asimismo obvia la afinidad con Teotihuacán. La


Coatlicue Mayor corresponde en su estructura y su organización tectónica a la

226
105. Friso del Templo de la Estrella Matutina (Edificio "B").
104. Coatepantli (muro de serpientes). Detalle. Tula. Cultura (Detalle.) Tula. Cultura tolteca.
tolteca.

102 una pirámide de Quetzalcóatl o, mejor dicho, una prrámide


basada en el lenguaje formal puede comprobar varios rasgos cons~grada a uno de los aspectos de Quetzalcóatl: el de
esenciales que revelan gran afinidad con Teotihuacán. deidad del planeta Venus, el lucero del alba, en que quedó
Pero el arte de Tula no logra aquella depuración de la transformado su C0razÓn. Toda la construcción estaba reves-
forma no logra la espiritualidad, la "noble simplicidad y tida de frisos en bajorrelieve. En los que se han conservado
seren~ grandeza" que impregnan el arte teotih~acano. Aspi- vemos los animales sagrados -el jaguar, el águila y el 23/24
ra más bien a la suntuosidad, una suntuosIdad a veces zopilote, éstos últimos devorando un corazón- que alternan 105
decorativa. Tula es, después de Teotihuacán, una época · con una cabeza humana que emerge de las fauces de una
nueva y distinta, cuyo carácter -nuevo Y ?istinto- . ,se serpiente emplumada. Espléndida decoración, que rodeaba
manifiesta sobre todo en la arquitectura: en la mtroducclOn todo el cuerpo piramidal, como lo vemos en el friso , com-
de nuevos elementos constructivos. puesto por las cabezas de Tláloc y Quetzalcóatl, de la 21
El edificio principal (designado como Edificio "B") es Pirámide de Quetzalcóatl de Teotihuacán y en el meandro 40/41
.serpentino de Xochicalco. Frisos de relieves cubiertos de 42
Chalchiuhtlicue teotihuacana. (Véase p. 386)
229
228
\06. Guerrero tolteca. Relieve de un pilar. Tula. Cultura tolteca. 107. Chac Moo!. TuJa. Cultura tolteca.

pintura los hay en Tula por dondequiera: en las banquetas, madrugada precede al Sol y ahuyenta a las estrellas, 'repre-
en el vestíbulo de la pirámide , en una sala del llamado sentantes de las tinieblas. Como pectoral lleva una mariposa
104 "Palacio Quemado" y en el coatepantli detrás de la pirá- estilizada, símbolo del planeta Venus y del alma del guerre-
mide. ro m.uerto. Su ~ocado , de "guerrero valiente", se compone
Del Templo de la Estrella de .la Mañana se han conserva- de pIedras precIOsas y plumas. En la cara posterior de las
100/101 do únicamente las cuatro cariátides, de 4.60 metros de cariátides aparece el disco de adorno llamado en náhuatl
103 altura, y cuatro pilares Iguales de altos. Alineados en sendas tezcatcuitlapilli, un símbolo solar : sobre una rodela un
hileras en el recinto del edificio, sostenían las vigas del rostro humano rodeado de cuatro serpientes de fuego. Los
techo. Las cariátides simbolizan a Quetzalcóatl en su aspec- cuatro pilares ostentan bajorrelieves que representan guerre-
to de lucero matutino , es decir, como guerrero que en la ros con su atavío típico, sus armas, sus penachos, etc.

230 231
La 'trascendental) impertancia de las cariátides' de Tula IV. El arte feudal de los mayas,:
re.si4e. en el hecho' de em~zar cen ellas una nueva etapa de
la. Jltquitectura meseamericana, una arquitectura aferrada
dUfante,.,:'siglos a su primitivo' métedq censtructive, que en el
fende ~~ limitaba a amentenar masas pétreas sobre masas Dentro' del mundo' del arte precertesiane, e, meJerdiche,
pétreas. ~)¡Gracias a este pregrese técnico' les tulanes pudieren en su periferia, el arternaya es un mund.p aparte,exttafie y
crear en el Temple de la Estrella de la Mafiana una sala fascinante. Afín, perqUe surge de les mismes supuestes, y,
cuadrada de veintieche metres per lado', y en el "Palacio' sin embargo', muy distinto' en cuanto' a su evelución y
~uemade", al peniente de la pirámide, etra sala, igualmente desarrello, cerno es muy distinto' el gótice":italiano <Jel
cuadrada, de veinticuatro' metres per lado'. Antepuesta a la gótico' del nerte, del de Francia, Inglaterra y Alemania. Al
fachada de la, pirámide se encuentra una gran' plataferma, cemparar la iglesia de Santa María, de Flerencia, ceo. la
en cUyo' suele de cemente, que se ha censerVade, se ven catedral de Amiens,casi no" nes atrevemes a hablar de una
~ún depresiones en les lugares dende, se hallaban cincuenta misma cencepción del arte. Impregnada de espíritu medite-
y cuatro' pilares, le que quiere decir que allí se extendía un rráneo', de sensibilidad meridienal, de una subcensciente
enerme pórtico'. De este pórtico' arrancaba la escalinata de tradición helena y anticipando' la veluntad -artística del
la pirámide. "" Renacimiento', la catedral flerentina se desentiende del iira--
Tula, que supe reselver un preblemaarquitectónice fun- cienalisme nórdico' y le centrapenesu prepia persenalidad.
damental, tiene también el mérito' de haber inventado', den- I Cabría decir que existe la misma relación entre el arte maya
tro' del mundo' mesoamericano, le~ atlantes:- sepertes, en i
y las creacienes características de ~ Meseta Central, sólo'
ferma deenanes, de la mesa del altar y de la piedra de que en este case es el nerte, Teetihuacán, el que representa
sacrificies. Invente en que se patentiza, igual que en las le clásico', mientras que el sur, la región maya, produce un
cariátides y les pilares, la tendencia de aligerar la pesada recocó tropical, anticlásice, caprichese y exuberante. Si
estructura mediante sepertes e sestenes. fuese menester otra prueba para demestrar el carácter disí:-
Gracias a la petQncia cread era manifiesta en la arquitec- mil del arte maya, la prepercienarían .las obras del periede
tura de Tula, ésta pe dría cenvertirse pesteriermente -cen Maya-Tolteca -la arquitectura, la plástica, la ernamentación
un sesgo' más grandiese, más fascinante- en la de la nueva de Chichén Itzá- dende se infiltró en la cencepción maya
Chichén Itzá. Cuando' les teltecas llegaren a Chichén Itzá el espíritu de les toltecas de Tula, transformándela, adap-
no' necesitaren desarrellar una estructura arquitectónica y tándela a las tradicienes que les nueves ames trajeren del
un estilo arquitectónico'. Les trajeren consigo'. .nerte.
Las des pirámides más antiguas cenecidas hasta ahera en
Meseamérica so'n la de Cuicuilco', en la periferia de la 36
ciudad de México', y la llamada E-VII en Uaxactún, Guate- 108
mala. Esta última es del siglo' IV d. C. (la primera estela de
Uaxactún lleva la fecha de 191 d. C.) Cubierta per otra
pirámide, de épo'ca pesterio'r, y po'r lo' tanto' bien co'nserva-
* En Monte Albán seis columnas de mampostería formaban la entrada al da, representa, respecto. a Cuicuilco', una etapa eVo'lutiva
templo principal; también en Mitla existe un "Salón de las Columnas". Según
Torquemada se establecieron en Mitla grupos de toltecas llegados de Cholula. más madura. En ella ya se alcanzó un grado' alto', aso'mbro-
También las seis columnas en el TajÍn Chico revelan una relaci6n con los samente alto', de perfección técnica y artística. Lo's cuerpo's
toltecas de Tula (Cf. Westheim: Ideas fundamentales del arte prehispánico en
México, p. 250). superio'res se destacan entre sí po'r cernisas. Las escalinatas,

232 233
barroco, para emplear el término que muchos suelen aplicar
al arte maya.
Es cierto que el barroco es un fin, y no un comienzo.
Jamás en ninguna parte del mundo, hubo una evolución
artística que partiese del barroco. ¿Es posible concebir una
historia del arte europeo que haya comenzado con San
Pedro, con el Dome des Invalides, con el Greco? Tampoco
el arte maya pudo empezar por un barroco. Para llegar a
tan alto grado de perfección - artística y técnica- forzosa-
mente tuvo que recorrer un largo camino evolutivo. William
Gates ("Naciones mayences", Anales de la Sociedad de
Geografía e Historia de Guatemala, 1934), oponiéndose a
las consejas fantásticas de ciertos mayistas, dice: "Decir que
pasaron del estado bárbaro, sin agricultura, a un alto grado
de civilización, con conocimiento de la astronomía y el
desenvolvimiento del calendario, en sólo un lapso de qui-
nientos años, es absurdo." El año 3113 a. c., con el cual
empieza la cuenta calendárica de los mayas, es una fecha
108. Pirámide E-VlI-sub. Uaxactún, Guatemala. Cultura maya legendaria; pero revela que el pueblo tenía la vaga concien-
cia de un pasado de milenios.
¿Cómo se desarrolló el arte maya? ¿Por qué etapas
superpuestas a la construcción en sus cuatro costados; están pasó? Nada sabemos de ello, como tanípoéo de la prehisto-
adornadas con sendos mascarones de estuco; alternando el ria maya, que todavía está rodeada de impenetrables tinie-
del dios Chac con el de una serpiente. Toda la pirámide blas, a pesar de la activa labor de- investigación que se está
está revestida de estuco. Es obvio que se aspira allí a la realizando. * No hay hallazgos .arqueológicos que pudieran
perfección, al encanto estético. Salvador Toscano (Arte pre- dilucidar este problema. Es de suponer que la cultura maya
colombino de México y de la América Central) habla de "la
tendencia a la elegancia y a la decoración, expresiones del * En lo que atañe a la historia de la región maya, llamada Mayab, remito al
refinamiento· barroco del arquitecto maya". lector a las obras especializadas, como la de Sylvanus G. Morley: La civilización
Esa antiquísima construcción reúne ya casi todos los maya, y la de J. Eric S. Thompson: Grandeza y decadencÍIl de los mayas.
(Fondo de Cultura Económica, 4a. ed., 1961, 578 pp.; y 1959, 316 pp.,
rasgos que habrán de integrar el carácter peculiar del arte respectivamente.) •
maya: goce del adorno y del juego, fantasía, predilección Para mejor comprensión del desarrollo artístico, he aquí un breve resumen:
por las formas movidas, refinamiento desplegado en la com- Es probable que los mayas, en su camino hacia el sur y el oeste, hayan llegado
entre los siglos 1 y Il d. C. a la región del Petén (Guatemala), donde fundaron,
posición del conjunto, delicadeza de los detalles, elegancia, como primera población de importancia, a Uaxactún. (Periodo Formativo.)
sutileza, perfección estética. Lo que llega de ahí en adelante Se distingue el llamado Antiguo Imperio Maya, que comprendía los territo-
no es sino una perfección más alta, un mayor refinamiento, rios de Chiapas, Guatemala, Honduras, el norte de El Salvador, con los centros
principales Uaxactún, Tikal (Guatemala), Copán (Honduras) y Palenque (Chia-
una elegancia más sutil, hasta que, finalmente, se inicia la pas) y el llamado Nuevo Imperio Maya en la Península de Yucatán, con las
decadencia. El santuario de Uaxactún, con el cual los mayas ciudades de Mayapán, Chichén ltzá y Uxmal.
se introducen en la historia del arte y de la arquitectura, ya El Antiguo Imperio Maya no era un Estado centralizado, sino un conjunto
de numerosos Estados-ciudades, independientes unos de los otros y gobernados
es testimonio de una cultura elevada y madura; . ya es

234 235
tiene su origen, como la teotihuacana, en la cultura olmeca,
ante todo en la de La Venta. Pero ¿cuáles fueron los exuberancia del adorno, que cubre todas las superficies con
eslabones intermedios? Para el conocimiento y la valora- una costra de figuras, ocurrencias ingeniosas de un espíritu
ción del arte maya,sobre todo para la interpretación de su que nunca se harta de caprichos; inquietud que se expresa
idioma plástico, hubieran sido muy instructivas las manifes- también en la tendencia de modificar el cuerpo estructural,
taciones de los albores de la época maya. La génesis de los de introducir en la arquitectura misma rasgos nuevos, sensa-
estilos, la adopción o el abandono de ciertos elementos cionales y muchas veces efectistas. En Teotihuacán, 10 anti-
formales de acuerdo con determinada voluntad artística, guo y tradicional era lo sagrado; apartarse de ello hubiera
son, desde un punto de vista psicográfico, de enorme inte- sido delito. En el arte maya parece que no existía el
rés. respeto a la tradición sagrada; o, si existía, era fácil desen-
Teotihuacán es austeridad, sublime quietud. Todo 10 que tenderse de él. Hay obsesión por 10 nuevo. Lo antiguo es 10
era sensualidad, vida, movimiento, está depurado, se ha anticuado, y se procura superarlo con nuevas invenciones,
vuelto forma cúbico-geométrica, equilibrio estático buscado con un nuevo repertorio de formas, en una palabra, con 10
y hallado en la horizontal. La característica forma de expre- moderno. Ello se debe, como es obvio, a que 10 religioso ya
sión del arte maya es la línea ondulada. Movimiento cons- no es el sentido y la meta exclusivos de la producción '
tante, hacia arriba, hacia abajo, inquieto y juguetón, regido artística; que al lado de 10 religioso, relegándolo a segundo
por una fantasía nerviosa y desbordante. Contraparte tropi- término y a veces sustituyéndolo por completo, surge lo
cal del rococó, de la racaille. Nos sentimos tentados a estético, la fascinante vivencia de 10 estético. Lo que se
hablar del "suefio de una noche tropical". Inquietud que se aprecia ante todo es la configuración artística, el ingenio y
la originalidad de la inventiva formal ,de la escritura artís-
manifiesta no ,sólo en el exterior, en la decoración, en la
tica. Esteticismo que se dirige a los sentidos cultivados -en

autocráticamente, Estados minúsculos que, en contraposición con las ciudades


autónomas europeas -Grecia, la Liga Hanseática, Italia-, no consideraban su Luix XIV. Bajo los Cocomes se va desarrollando el comercio. Se forma una
más noble tarea combatirse y subyugarse mutuamente. El Antiguo Imperio aristocracia de mercaderes, de gran influencia incluso en el terreno político, y
(Periodo Clásico), cuyo florecimiento ocurre en el siglo VIII, toca,a su término junto a ella, a consecuencia de las insurrecciones contra la tiranía de los
en el siglo IX o X, cuando se abandonan de súbito los grandes centros Cocomes, una aristocracia guerrera.
religiosos. Chichén Itzá es el centro religioso; Mayapán (destruido por los xiúes en 1451),
Sigue la llamada época de transición (889-1224), después de la migración de el centro polítiCO del Nuevo Imperio. Los toltecas, establecidos en Chichén Itzá,
parte de las tribus mayas hacia el suroeste y de la mayoría de ellas hacia el introducen un nuevo culto, el de Quetzalcóatl, llamado Kukulcán entre los
norte, a Yucatán, cuyo centro principal era Chichén Itzá, fundado en 534 de mayas (y Gucumatz entre los quichés). Las muy admiradas construcciones y
nuestra era por los itzaes, que tuvieron que abandonarlo en 692. obras de arte de Yucatán -Chichén Itzá, Mayapán, Uxmal- son creaciones de
El Nuevo Imperio Maya (Periodo Mexicano) se inicia con la reocupación de este periodo que terminó con la conquista de Yucatán por los españoles. *
Chichén Itzá por los itzaes (hacia 975) y la fundación de Uxmal por los xiúes * Según las investigaciones más recientes la división de la historia de los mayas
(hacia 1000). El Chilam Balam de Chumayel habla de dos invasiones toltecas en en un Viejo y un Nuevo Imperio, tal como ia concibió Morley, ya no se puede
Yucatán: la primera, capitaneada por Kukulcán alrededor de 987, la segunda sostener. Parece fuera de duda que el periodo de auge de los centros
hacia fines del siglo XII. Como recompensa de la ayuda militar prestada a los ceremoniales de Tikal, Uaxactún, Copán, Palenque, Yaxchilán, Piedras Negras, y
Cocomes contra los itzaes insurrectos, Kukulcán recibe ciertos derechos políti- Bonampak, cuyo conjunto formaba el "Viejo Imperio", coincide temporalmente
cos sobre Chichén Itzá. A Kukulcán se atribuye la fundación de Mayapán, que más o menos con el de las ciudades en el norte de Yucatán, o sea Chichén Itzá,
llega a ser residencia de los Cocomes. Uxmal, Kabah, Sayil y Labná. Según Alberto Ruz Lhuillier (La civilizaci6n de
En 1201 se forma la "Liga de Mayapán", unión no del todo voluntaria de los antiguos mayas), la historia de los mayas puede resumirse en la forma
los diferentes príncipes mayas, que eligen como jefe com(l/l a Hunac Ceel, de la siguiente: a un "periodo formativo", que hay que situar aproximadamente entre
familia de los Cocomes. Por el tratado de Mayap4rl los demás príncipes' mayas 1000 a.C. y 400 d.C., sigue .el "periodo clásico" (Maya clásico), del siglo IV al
pierden su soberanía. Tienen que comprometerse 11. residir en Mayapán, donde siglo X, y .Iuego, 4es!ie el siglo X hasta el XIII, el periodo tolteca o
su situación es parecida a la de la nobleza cortesana f.tan~sa ~n el reinado de . maya-tolteca.. Las últimas centurias antes de la Conquista pueden considerarse
como una época de decadencia. [T.] .

236
237
el caso de los mayas, supercultivados- de un exigente
público de conocedores, que ante todo pide el progreso
artístico, la emoción artística, la delicadeza artística. COl}
esto se explica también aquella inquietud. Lo ya alcanzado,
por muy sutil y origin~l que s~a, no es ~ino u.na eta~a e~ ~l
camino, punto de partlda haCia algo mas sutll. y mas ongi-
nal. Todo ello se hace patente en la arqUitectura. Los
arquitectos introducen constantemente las más variadas in-
novaciones. Es cierto que el afán de experimentación se
detiene ante lo decisivo, o sea la construcción misma. Tam-
poco los mayas logran superar la manera de construcción
primitiva, característica de Mesoamérica: erección de enor- o 2
mes moles pétreas, bloques uniformemente rectangulares,
muros rectilíneos, sin convexidades ni concavidades, edifica- ESCALA EN METROS
dos sobre basamentos piramidales. "Probablemente no hay
en Mesoamérica ninguna región donde la arquitectura sea 109. El arco falso. Esquema de la construcción.
más acusadamente rectangular que en la región maya", dice
H. D. E. Pollock (Round Structures of Aboriginal Middle
llamado "arco falso" que no sostiene nada, que es un 109
America). En Xlabpak, J olm L. Stephens (Viaje a Yucatán) .elemento puramente decorativo, no constructivo. El ancho
encontró una construcción de tres pisos. El frente tiene un de las cámaras, que son rectángulos estrechos, muy estre-
largo de veintitrés metros. El plano del piso bajo muestra chos, depende del largo de las vigas o piedras, puestas
un núcleo constructivo macizo, cruciforme, de treinta y encima de los muros. El arco falso tampoco hace posible un
cinco a cuarenta metros cuadrados -si no hay error en mis ensanchamiento de las piezas; más bien obliga a construirlas
cálculos-, que sostiene los pisos superiores. Las veintiún aún más estrechas, pues, para que no se rompa y desplome,
cámaras de la planta baja rodean, en forma de nichos, ese debe haber una mínima separación entre ambos muros. La
núcleo. En Naranjo, en el "Palacio de la Escalinata de las mayor anchura que se alcanzó es, según Totten (Maya
Cabezas de Tigre", Theobert Maler (Peabody Museum Me- A rchitecture) , de catorce pies. En Uxmal, en el Palacio del 146
moirs, t. IV) averiguó que "en épocas posteriores se reforza- Gobernador, que tiene todo el aspecto de una construcción
ron aún algo los muros este y oeste (del palacio menciona- feudal, las cámaras tienen un ancho de trece pies. Estos
do), pues los arquitectos desconfiaron d~ su resistencia. a la interiores, más que cámaras, son propiamente crujías o "ver-
fuerte presión ejercida por el segundo pISO sobre la~ cama- daderas galerías" -como opina Toscano-, seccionadas en
ras del centro". En los mil quinientos años de arqUitectura muchos casos por muros transversales. El interior del tem-
maya de que tenemos noticia, la construcción maya sigu~ plo de Tzibanché era largo, pero tan estrecho "que dos
siendo "en realidad un monolito" (Thomas A. Joyce: Mexl- • personas sólo podían pasar una junto a la otra volviéndose
can Archaeology). hacia el lado" (T. W. F. Gann y J. Eric S. Thompson: Tlle
También los mayas ignoraban el arco, decisivo para el History of the Maya from the Earliest Time to the Present
desarrollo arquitectónico en Asia y Europa, sin el cual no Day). Ni siquiera cabe decir que mediante el arco falso
habría sido posible erigir ni la iglesia de Santa Sofía en pudieron construirse edificios más altos. Esto hubiera sido
Constantinopla, ni la catedral de Chartres. Inventaron el

238 239
posible sin él y de manera más simple, dando mayor altura
a los muros que sostenían las vigas, 10 que se hizo poste-
riormente en Chichén 1tzá. Pero con el arco falso se lograba
otra cosa: gracias a su silueta movida los muros perdían su
aspecto rectilíneo y plano (por 10 menos en su parte supe-
rior), y se evitaba la impresión de horizontalidad que daba
la techumbre plana. Efecto óptico, grato a aquellos ojos.
Construcción laboriosa, que suponía un gran esfuerzo y
mucho esmero en la ejecución y cuya principal finalidad era
producir un efecto atractivo, original y -para el gusto de la
época- grandioso.
También en el plano se manifiesta ese gusto por las
variaciones, por las soluciones novedosas y sorprendentes.
¿Cuáles son los procedimientos a que se recurre? Tampoco
los mayas -ya lo dijimos- saben quitar a las paredes su
apariencia de monolitos. Los muros de piedra, gruesos y
pesados -en Tikal y Yaxchilán de un metro, en Uaxactún
de uno a dos metros de grueso- son inevitables; el espacio
que puede dejarse entre ellos es limitadísimo. W. H. Holmes
(Archaelogical Studies among the Andent Cities oi México)
110. El Arco de Labná. Labná, Yucatán. Estilo Puuc. Cultura observa, en la descripción del Palacio del Gobernador en
maya.
Uxmal: "Según un cálculo aproximativo la estructura ocupa
111. Galería exterior oriental del Palacio. Palenque. Cultura maya. alrededor de 325 000 pies cúbicos... Si se toma en cuenta
el basamento, la relación entre los muros y el espacio
interior es de 40 a l." Joyce dice: "Efectivamente los
mayas construyeron cuevas." Cuevas, sí, pero cuevas cuyos
muros se hallaban decorados en la forma más primorosa y
espléndida. "El típico edificio maya es una construcción
maciza, semejante a una caja, que contiene una cámara
estrecha" (Joyce). Esto se refiere sobre todo a los templos.
Una segunda pared, paralela al muro de la fachada, aísla,
hacia atrás, una segunda cámara, por regla general aún más
estrecha, dividida a su vez, por paredes transversales, en
varias cámaras chicas, en algunos casos (Tikal) comunicadas
entre sí por medio de corredores. En Yaxchilán surgen de
este modo una cámara anterior, estrecha y relativamente
larga, y, atrás, tres pequeñas, de las cuales la de en medio
es el santuario. En Palenque el santuario está decorado con
ornamentos de estuco y forma un nicho solemne e impre-

241
. __ .--l
.
o .
5 10
I

ESCALA EN METROS

112. Planta de El Laberinto. Yachilán. Cultura maya. 113. Planta del Templo Il. Tikal, Guatemala. Cultura maya.

sionante, remetido en el interior de otro nicho más grande. ría, residencias de los sacerdotes y príncipes -de los halach-
El templo II de Tikal, que tiene que sostener el peso de huinicoob, "los verdaderos hombres", como ellos mismos se
una crestería de extraordinaria altura, sería una mole de llamaban-, se era más exigente. Esos grandes señores, que
piedra maciza, si no fuera por una crujía que se abre en el se consideraban semidioses o un poco más, tenían necesidad
muro y de la cual parten hacia la derecha y la izquierda de muchos y variados aposentos. El palacio de Sayil contie-
tres corredores. Es cierto que estos "corredores" -'alrededor ne más de ochenta cámaras (Ignacio Marquina: Estudio
de 5 metros de largo y 1.15 a 1 metro de ancho- son en arquitectónico comparativo). Evidentemente el objeto de
realidad las cámaras del templo. Ocurre cosa parecida en ese lujo era contribuir al prestigio. Por otra parte el lujo
Copán, donde los corredores laterales están ensanchados, de tenía sus límites, impuestos por la primitividad de la técni-
modo que ya se puede hablar de cámaras. En algunas ca constructiva. Ensanchar las cámaras, construir una verda-
construcciones de Yaxchilán ese sistema de cámaras y corre- dera sala, no era posible; en la dirección longitudinal, en
dores forma, por su disposición, un verdadero laberinto; de cambio, se tenía entera libertad. Así surgían crujías largas y
ahí el nombre "El Laberinto" de una de ellas. "Los tem- estrechas, en algunos casos de tres o cuatro cámaras, una
plos casi no eran más que relicarios o grandes altares." detrás de otra; las de en medio carecían de luz directa. "No
(Totten.) Las ceremonias que correspondían al culto se hay ventanas en la arquitectura maya; sólo en Palenque y
celebraban, como en el norte, al aire libre, delante de la Tulum existen pequeños vanos de unas cuantas pulgadas de
pirámide coronada por el templo. En la construcción de los anchura y doce de altura" (Totten). La entrada constituye la
llamados "palacios", que probablemente eran, en su mayo- única fuente de luz. Al aumentar el número de entradas, los

242 243
muros entre ellas casi llegan a convertirse en pilares.
Todas las entradas dan a la terraza. Las cuatro alas del
edificio están agrupadas alrededor de un patio interior cen-
tral, desde el cual ascienden escaleras hacia las terrazas. No
es posible que en esa estrechez espacial nazca la vivencia
sensual del espacio, la auténtica experiencia de la tercera
dimensión - como valor, como tensión vital-, que de ningu-
na manera puede ser proporcionada por las meras "limita-
ciones del espacio", por la construcción de una "caja espa-
cial". En compensación se recurre a la decoración, a una
decoración soberbia, como lo son los murales de Bo-
nampak.
A la larga los edificios de tendencia horizontal y de un
solo pi:,o no satisfacen a ese esteticismo maya. Las cons-
trucciones, ya no pegadas al suelo, empiezan a dispararse
hacia arriba. Así se logra un efecto nuevo y espectacular.
Para Teotihuacán es axioma la orientación horizontal. El
arte maya descubre la vertical. Pero no sólo se trata del
aspecto diferente, del nuevo atractivo que ofrece la arqui-
tectura de varios pisos. También es esencial la inquietud del
impulso ascensional, la inquietud que rige ese emanciparse
del suelo. (En un caso aislado, en el llamado "Palacio" de
Palenque, incluso se erige una verdadera torre, de planta
cuadrilátera, fenómeno singular en Mesoamérica.) Sobre el
piso bajo se colocan un segundo y un tercer piso. Con
frecuencia no es sino esto: un colocar encima. La construc-
ción inferior sirve inmediatamente de sustento a la de
arriba; su azotea constituye al mismo tiempo la terraza de
ésta, que está uh poco remetida con relación al piso bajo.
Una comunicación interior, por ejemplo una escalera que
conduzca del piso bajo (si cabe aquí el término "piso") al
segundo, no exi~te. En la torre de Palenque, y más tarde en
lit2 el "Caracol" de Chichén Itzá, probablemente hubo escaleras
interiores de madera (Totten). "En algunos casos, como en
Tikal, las galerías superiores debieron alcanzarse por medio
de escaleras de mano, puesto que no hay escalinatas que
asciendan a ellas" (Joyce). Y Joyce agrega, como un dato
interesante, que en más de una estela de Piedras Negras se
ve representada a una deidad sentada en un nicho, a cuyo 114. Templo del SoL Palenque. Cultura maya

244 245
asiento conduce una escalera de mano.
¿Por qué, nos preguntamos, ya no se consideraba satis-
factoria la construcción de un solo piso? En Mitla, ciudad
sagrada, cementerio de reyes y sede del Sumo Sacerdote,
los zapotecas se conformaron con este tipo de arquitectura.
y lograron grandeza espacial - por lo menos en un caso-
mediante una fila de columnas que confiere a la cámara el
doble ancho. En la región maya los poderosos, por cuyo
encargo se levantan los edificios, . no sólo aspiran a un
efecto imponente; desean que éstos den la impresión de
algo inaudito, de algo que nunca antes había existido. Su
ambición es ofrecer un gran espectáculo arquitectónico.
Para el pueblo la residencia del halach-huinic debe ser
fabulosa, cosa de ensueño. Los señores quieren distinguirse
con toda energía de la "mísera plebe", elevarse sobre ella a
una gran altura. También entre los aztecas, cuando después
de sus conquistas empieza a desarrollarse un régimen feudal,
sólo los grandes señores y los capitanes podían tener casa
de varios pisos (F. X. Clavijero: Historia antigua de Méxi-
co). Ostentación del poderío y de la magnificencia. Seres
superiores, que de ningún modo deben residir en casas
bajas, al mismo nivel donde vive la chusma.
Lo más audaz y magnífico, así como lo más fantástico
que creó ese impulso ascendente, son las cresterías en
Palenque (en los templos del Sol y de la Cruz) y en Tikal,
donde la más elevada tiene una altura de 75 metros. En
Palenque las cresterías constituyen un verdadero cuerpo
arquitectónico que consta de dos muros inclinados uno
contra el otro en forma de cuña, en los que se abren nichos
154 o vanos a manera de ventanas. En el Chichanchob, la "Casa
Colorada" de Chichén Itzá, en Sayil, en Uxmal, en Labná,
la crestería no es sino un solo muro vertical por encima de
la fachada anterior, o, por así decir, la continuación de ésta
hacia arriba. En el Chichanchob hay, detrás de este muro,
otro más, más alto que el primero. Es típica arquitectura de
fachadas. Fachada que es finalidad en sí, a la cual no
corresponde ningún cuerpo constructivo. "Encima de la
estructura vertical, una fachada falsa, cuidadosamente ejecu-
tada -como se expresa Joyce- que continúa la ornamenta- 115. Pirámide I. Tikal, Guatemala. Cultura maya

246 247
clon de aquélla." Elemento de adorno, colocado sobre un sión de las cámaras, que son "más amplias, mejor ventiladas
templo de estructura primitiva. V!irias de esas cresterías son e iluminadas" (Toscano).
altísimas -por ejemplo, las de los templos de Tikal, y, en Quien conozca la historia de la arquitp-ctura europea
149 particular, las del Palomar de Uxmal-, más altas que el" recordará los esfuerzos del románico por superar una
edificio que coronan. Desde el punto de vista arquitectóni- arquitectura pétrea demasiado maciza para su voluntad de
co la crestería no es sino un", pared destinada a llevar una forma, dándole un aspecto de ligereza y movimiento. El
decoración, que aumenta enormemente la superficie mural hombre románico sentía ya la nostalgia de la transparente
que puede cubrirse de ornamentos; y, en el fondo, sólo claridad y la música espacial que se volverían realidad en la
constituye el remate de una obra arquitectónica. Un remate.. catedral gótica (Amiens, Colonia). Pero aún no conocía la
un adorno, de singular soberbia, de una audacia sin par de ojiva. Su afán de inmaterialidad tropezaba con las condicio-
la c011cepción; en la arquitectura del mundo entero no hay nes físicas, con la pesadez y solidez de la arquitectura
nada que se parezca a ellas. El detalle, ejecutado de la tradicional, o sea la romana, de la cual no logró emancipar-
manera más sutil, acusa asombrosa riqueza. La arquitectura, se. Es cierto que las construcciones descansaban sobre los
sujeta por lo general a finalidades de orden material o cuatro pilares principales, necesariamente fuertes y gruesos;
religioso-metafísico, se emancipa aquí de todo propósito que y aún así, los muros tenían que sostener parte, la mayor
esté más allá de sí misma; es tan sólo manifestación de la más parte, de la carga. Pero el ansia de librarse de lo pesado y
genuina alegría de construir, es un arte por el arte. Lo que macizo sigue latiendo en los ánimos y cobra cada vez
hemos llamado esteticismo del arte maya encuentra aquí su mayor fuerza. Se expresa en la articulación pictórica del
justificación más sublime e impresionante. La emoción artís- cuerpo constructivo: los coros adoptan cierta curvatura (Co-
tica, la voluntad artística hechas forma pura. • lonia, Iglesia de los Apóstoles), se recurre a aguilones y
Mediante las cresterías, la arquitectura maya logra supe- remates escalonados, a torres que prestan movimiento a la
rar su carácter monolítico o por lo menos aparenta haberlo silueta. Ante todo, se aprovecha -exactamente como entre
superado. Arquitectura ilusionista en el sentido más estricto los mayas- la plástica. Los pilares, los portales, los muros
de la palabra. Un evadirse hacia arriba ante el letargo y la se van cubriendo de ornamentos plásticos y figuras. Un
pesadez de las masas pétreas. Es cierto que la silueta capri- ejemplo típico es el portal de la iglesia de Vézelay. Creacio-
chosa, el contorno elegante obligan por otra parte a reforzal nes extravagantes, demonios, animales monstruosos, figuras
muy considerablemente la mampostería de la parte inferior, humanas extrañamente retorcidas y enredadas, fantásticas,
de modo que, como ya dijimos, las cámaras de los templos ÚTeales, simbólicas. La imaginación, que no puede apoderar-
de Tikal no son sino corredores estrechos abiertos en las se de la construcción misma, se despliega en estas visiones
moles de piedra. Al examinar los planos de la llamada apasionadas y expresivas...
"edad de oro" -siglos VII a IX-, salta a la vista la Aquel desarrollo de la arquitectura maya, que es un
tendencia a disminuir el grueso de los muros interiores, para desarrollo en lo artístico, saltaría aún más a la vista si no se
ganar espacio interno (H. J. Spinden: Ancient Civilization verificara aisladamente. Lo que ocurre en determinado lugar
01 Mexico and Central A merica) , tendencia contrarrestada se ignora en otras regiones muy cercanas. "El progreso
una y otra vez por la necesidad de dar apoyo firme a la técnico del arte maya no es el productu de sucesivas expe-
crestería. Sólo más tarde, en Yucatán, en Chichén Itzá, riencias generales -debido a lo disperso y mal comunicado
Sayil y Tulum, cuando, bajo la influencia de los toltecas, del área maya-, sino de la evolución relativamente autóno-
van desapareciendo las cresterías y se infiltran en la arqui- ma de las ciudades" (Toscano). Lo que aquí se dice acerca
tectura nuevos elementos constructivos, aumenta la exten- del desarrollo técnico es igualmente válido para la evolución

248 249
artística. Sucede que en un mismo momento aparecen en
distintas poblaciones grados evolutivos por entero distintos
en cuanto a su adelanto o atraso . Inútil decir en qué medida
dificulta ello una investigación estética, enfocada desde el
ángulo de la crítica de estilo. Esto puede afirmarse en
primer lugar con respecto a la escultura, porque hasta
ahora, que yo sepa, no existe en toda la abundantísima
literatura sobre este tema ningún estudio de la plástica
maya que parta de la estilística comparada. Parece que ni
siquiera se ha reconocido la importancia sustantiva de esta
tarea, aunque Spinden ya señaló su necesidad. Spinden, al
intentar una sincronización de la cronología maya y la
occidental, comprendió - como ya lo había comprendido A.
P. Maudslay en la novena década del siglo pasado (Biologia
Centrali-Americana)- que un estudio estilístico del arte
maya sería un recurso estupendo incluso para la investiga-
ción de la cronología, por ejemplo para averiguar en qué
época se erigieron las estelas que no llevan fecha. El mismo
hizo algunos intentos encaminados hacia este fin. Es de
suponer que sería también de extraordinario interés aplicar
los métodos de la crítica del estilo a los jeroglíficos, que al
fin y al cabo son creaciones plásticas, una forma de expre-
sión artística. Imposible imaginarse que en Europa se hubie-
ra descuidado el análisis de las capitulares en los códices
románicos o góticos desde el punto de vista de la forma
artística. Es cierto que los expertos aú.n están entregados
tan exclusivamente al dificilísimo problema que constituye
el desciframiento de los glifos, que hasta ahora no han
podido dedicarse a cuestiones estéticas. En la etapa actual,
en que los estudiosos del arte maya están consagrados a la
descripción de los objetos y su ordenamiento histórico y
todavía no han abordado el examen de la voluntad de arte,
ni estudios de tipo valorativo, una investigación estética es
de cualquier modo una tarea superior a las fuerzas y los
recursos materiales de una sola persona.
No se conocen esculturas de bulto redondo de grandes
proporciones que procedan del Maya Clásico. Se supone
que existían esculturas de tamaño grande talladas en made-
ra y que el clima tropical las destruyó. La característica 116. Es tela E. (Detalle.) Quiriguá, Gu atemala Cultura maya.

250
251
forma de expreSlOn plástica del Maya Clásico es la estela,
un monolito de planta rectangular, muchas veces de notable
altura. En sus caras laterales aparecen figuras y jeroglíficos
esculpidos en relieve, por lo general revestidos de estuco y
pintados de varios colores. Se erigían al terminar un Katún,
o sea un periodo cíclico de 20 años; a veces con mayor
frecuencia, cada medio Katún, o, como en Copán, cada
cuarto de Katún. Un culto de estelas existía ya en la
cultura de La Venta. De allí lo adoptaron los mayas (Cf.
Westheim: Ideas fundamentales del arte prehispánico en
México, p. 219). Ignoramos de qué suerte surgió esta eos-
tumbre, en qué significación se basa. Lo que podemos dar
por seguro es que en primer lugar se anotaban en las estelas
los acontecimientos astronómicos o, mejor dicho, el acaecer
mítico-religioso. En cambio, parece bastante dudoso que se
hayan erigido para conmemorar determinados fenómenos
astronómicos. El principal argumento en contra de esta
hipótesis es la periodicidad de cinco, diez o veinte años. S.
G. Morley (An Introduction to the Study of the Maya
Hieroglyphs) hace la observación muy convincente de que
los sucesos importantes de índole astronómica, o bien histó-·
rica, no ocurren exactamente cada cinco años. Si nos atene-
mos a las representaciones de figuras, me parece que hay
que llegar a la conclusión de que se trataba de una glorifica-
ción (en intervalos de tiempo fijados por la tradición) de
los sacerdotes o príncipes gobernantes -o acaso de una
autoglorificación de éstos, explicable en vista de su situa-
ción poderosísima- , y que se aprovechaba la ocasión para
apuntar acontecimientos trascendentales, es decir, astronó-
micos. Los temas de las representaciones se repiten en
forma bastante estereotipada: o es un sacerdote suntuosa-
mente ataviado, algunas veces acompañado de un adorador
postrado ante él, o bien es un cacique, sentado en su trono,
recibiendo con aire de condescendencia a los esclavos que
son conducidos hacia él.
Las representaciones en las estelas están esculpidas en
relieve. El relieve es un género peculiar, sometido a sus
propias leyes artísticas, no una variante de la escultura de
117. Estela 2. (Detalle.) Bonampak. Cultura maya.
bulto redondo, ni una etapa anterior a ella, por así decir,

252 253
una escultura de bulto todavía imperfecta, todavía no por
entero lograda. Parece que eso no lo han comprendido hasta
ahora muchos y destacados conocedores de la cultura maya.
De ahí que hayan adoptado una actitud falsa; pues el
criterio de que parten no es la expresividad de la obra, sino el
125/116 grado de apego a la realidad. En Piedras Negras y en
126 Quiriguá hay una serie de estelas en que el relieve alcanza
un grado tal de plasticidad, que ya casi se trata de escultu-
ras de bulto, y en las cuales, para dar la ilusión de naturali-
dad, están aprovechados en cierta medida hasta recursos de
perspectiva. "Muchas de estas estelas están esculpidas en un
relieve tan audaz, que ya se acercan a la escultura de bulto"
(Joyce).
Tal forma híbrida, que ya no es relieve ni tampoco una
verdadera escultura de bulto, ha sido objeto de fervorosa
admiración por parte de muchos mayistas, empezando por
Spinden, quien fue el primero en estudiar las estelas mayas
también desde el punto de vista estético, y que, al hablar
de la estela 13 de Copán, dice que en ella la representación
de la figura humana es "muy superior a [las creaciones de]
los egipcios y asirios". Morley, a quien los relieves de
Uaxactún y Copán parecen "toscos, burdos y deformados",
agrega: "Pero cuando Quiriguá surge en el cuadro histórico
de los tiempos, desaparecen por completo todas aquellas
imperfecciones en la representación de la figura humana."
Es muy natural que a base de juicios como éstos se haya
formado la opinión de que con los altorrelieves de las
estelas de Quiriguá y Piedras Negras se alcanzó el punto
culminante de la plástica maya. Aquellos a quienes les
importa, más que un ilusionismo naturalista, la pureza y la
grandeza de la Forma, verán en esas creaciones fenómenos
de decadencia, sobre todo al compararlos con los relieves de
estuco de los templos de Palenque, éstos sí obras auténtica-
mente clásicas del arte maya. Fenómenos de decadencia de
un esteticismo que se desentiende o ya no tiene conciencia
de los límites, cuya observación no significa empobreci-
miento, sino muy al contrario intensificación de la expresi-
vidad artística. Una vez más se ve que no es suficiente señalar
un desarrollo -y desarrollo lo hay en este caso: mayor 118. Relieve. (Detalle.) Estuco. Palenque. Cultura Maya.

254 255
habilidad en el dominio de los medios, mayor rique- ,"','
rna, por el detalle narrativo. La norma para medir la fuerza
za de formas, mayor aproximación a la naturaleza-, sino creadora de una escultura de bulto, trátese del Moisés de
que es menester examinar los hechos según su valor espiri- Miguel Angel o de la Hera de Sarnos, es el grado en que
tual y artístico. Y entonces, refiriéndonos de nuevo a ese están desarrollados en ella valores cúbicos, estructura cúbi-
caso concreto, cabe decir que la evolución hacia un tipo de ca, tensiones cúbicas.
obra que es casi una escultura de bulto redondo, sin alcan- El relieve es despliegue de corporalidad tridimensional
zar la plasticidad de ésta; la evolución hacia un arte que dentro de un plano, es decir, dentro de 10 bidimensional. Se
trabaja con los recursos de un ilusionismo de perspectiva, desenvuelve en el espacio entre el plano anterior y el plano
en lugar de partir de los elementos formales expresivos y posterior, que son al mismo tiempo apoyo y límite. No
sujetarse a ellos, hace suponer una voluntad de arte ya puede penetrar en el espacio aéreo con entera libertad,
debilitada en su esencia, reflejo del espíritu y de la estruc- porque perdería su carácter de relieve. Debe renunciar a 10
tura social de una sociedad que se deleita en el juego plenamente cúbico; los valores cúbicos que crea lo son tan
caprichoso y preciosista con la Forma, porque ya perdió el . sólo en relaciÓn con el plano. Gracias a su sujeción al plano
sentido elemental de la creación. I ~'I
-que hace del relieve un género artístico propio y peculiar
La escultura de bulto es estructura CÚbIca de una masa: al lado de la escultura de bulto redondo y en contraposi-
piedra, madera, bronce. Masa que penetra en el espacio ción con ella- el relieve se enriquece con un elemento de
aéreo, que se contrapone a él. A esta tensión -masa contra tensión de que ésta carece: el antagonismo de bidimensiona-
espacio aéreo- debe la escultura de bulto su plasticidad. La lidad y tridimensionalidad, tensión que crea para al mismo
delimitación de la masa, la silueta con que se recorta sobre tiempo superarla en una unidad fonnal, feliz conciliación de
el espacio circundante es 10 que le confiere la Forma. lo cúbico y lo plano. Esta tensión rige también la gradación
Trátese de estructura arquitectónica o pictórica, de un blo- de luz a sombra, que es lo que en primer lugar confiere a la
que cerrado o de una forma abierta, dinámica, de una plástica vida y movimiento óptico-sensual. La escultura de
representación acercada a la naturaleza o alejada de ella, ese bulto, cuerpo real que se despliega en el espacio real, puede
carácter cúbico es 10 decisivo. No hay otra cosa, no puede contar con la luz que la baña de todos lados y de acuerdo
haber otra cosa. La escultura de bulto es creación cúbica. con ella debe organizar su estructura, para lograr el contras-
Para valorar estéticamente una escultura de bulto, no im- te más impresionant~ entre luz y sombra. Jacques Lipschitz,
porta de qué época, índole o estilo sea, es indispensable un escultor moderno, uno de los más importantes de la
examinar hasta dónde -en qué sentido, con cuánta intensi- generación actual, dice en una entrevista con J. J. Sweeney:
dad, desde qué tipo de conciencia fonnal- se realizó la "En la escultura la luz cae desde afuera sobre el objeto ...
creación cúbica. Este es el criterio para el creador y tam- Las masas, si están debidamente ordenadas, pueden conver-
bién para el contemplador. Hay artistas y obras de arte, hay tirse en una sinfonía de luz. Y para este fin es necesario
l:ulturas y épocas íntegras -China, los Budas de la India, la que las formas plásticas estén dispuestas de tal modo que
estatua del Rey Khafre (en el Museo de El Cidro), los surja una composición de luces reflejadas, sombras y conca-
fetiches de los negros, la plástica teotihuacana, la azteca- vidades." El relieve recibe luz de un solo lado, el anterior.
en que la sensibilidad para 10 cúbico se manifiesta de Esta iluminación, más artificial, determina su morfogénesis
manera elemental y vigorosa. Y hay otras épocas, otros y debe ser aprovechada como recurso expresivo por el
artistas -Cellini, los monumentos neobarrocos de fines del movimiento de la masa, tanto en sus contornos como en
siglo XIX- en que esta sensibilidad se expresa tímida e profundidad. Tal como la línea es traducción del fenómeno
indecisamente, porque está sacrificada al interés por el te- natural corpóreo, de la corporeidad espacial-plástica -única

256 257

"p. 2"" 0$ ,/h,


que nos transmite nuestro ojo- a 10 irreal, lo abstracto, así
el plano del relieve es también un elemento imaginario,
irreal y abstracto, aún más artificial que la línea, puesto
que a pesar de su condición de plano están infiltrados en él
valores cúbicos o, mejor dicho, puesto que una y otra vez
tiene que defender su condición de plano contra brotes de
una evolución hacia lo cúbico, transmutándolos en valores
de superficie. Y así como el mural pierde su monumentali-
dad cuanto más da la ilusión de espacialidad, es decir
cuanto más se emancipa del plano de la pared, así el relieve
pierde su específica expresividad cuanto más sacrifica su
relación con los dos planos, es decir, cuanto más sucumbe a
la falsa ambición de acercarse a la escultura de bulto o,
peor, de producir el efecto de una pintura traducida a la
plástica.
Relieves que no traicionan su carácter son los que ador-
91 nan las caras posteriores de los altares de La Venta, los de
23/24/105 los pilares y frisos de animales de Tula y Chichén Itzá, de
160/161 la Piedra del Sol, azteca, del altar redondo (número 5) de
123 Tikal, de los dinteles de Yaxchilán y, sobre todo, los
118 magistrales relieves de estuco de Palenque. Son obras maes-
tras del arte de relieve gracias a su estricta limitación a los
119/120 elementos funcionales dados . La llamada Cruz de Palenque,
en el Templo de la Cruz, representa a un sacerdote con uno
de sus ayudantes y, en el centro, un árbol estilizado en
forma de cruz, símbolo de la Tierra y la lluvia. Paneles
anchos de jeroglíficos encuadran el conjunto. La estructura
artística se atiene con gran decisión al plano de relieve; lo
utiliza, por así decirlo, como fondo pictórico. Todo lo que
es figura está aplanado y sujeto al fondo del relieve y nunca
rebasa el plano anterior, imaginario, insinuado por la faja
del encuadramiento. A ambos lados las hileras de glifos con
su abundancia de detalles y sus fuertes acentos de luz y
sombra constituyen una especie de marco muy decorativo.
Es la parte que también ópticamente resalta más y que
forma un contraste vigoroso con la representación plástica
del centro. En la más pequeña de las figuras los jeroglíficos
se aprovechan con mucho ingenio para compensar, arriba y
abajo, la diferencia de altura entre ella y la figura del 119. La Cruz de Palenque. (Detalle.) Estuco . Palenque. Cultura
maya.

258 259
120. La Cruz de Palenque. Estuco. Palenque. Cultura maya. 121. Templo de la Cruz Enramada. Relieve. Palenque. Cultura
maya.

sacerdote enfrente, con lo que se evita una desagradable En una publicación intitulada El problema de la forma
asimetría. La figura menor se halla encajada, por así decir- en las artes figurativas - que a principios de nuestro siglo 'se
lo, en un nicho formado por glifos. El plano central entre leía con enorme interés e incluso se consideraba como "la
los dos personajes casi da la impresión de un ornamento. Biblia del escultor" - el autor, Adolf von Hildebrand, un
Tratándose de una obra maya es pasmosa su claridad y escultor de Munich, hizo el intento de derivar toda creación
sencillez. La gente de Palenque no conocía aquel horror escultórica del relieve y de sus leyes morfogenéticas. Su
vacui. Poseía sensibilidad para la matización plástica. Lejos teoría es la llamada "teoría del relieve", según la cual
de cubrir toda la superficie con una maraña indescifrable de también la escultura de bulto es un relieve, un relieve
detalles, dejaba que hablara también el fondo y comprendía traducido a la tridimensionalidad, degenerado, valga la frase,
que la plenitud y el vacío se intensifican mutuamente. hacia lo cúbico. Hildebrand hasta llega a hablar de "lo
Donde alguna vez existía el peligro de que el fondo ocupara torturante de lo cúbico". "Mientras una figura plástica
demasiado lugar, se insertaban hileras de jeroglíficos con impresiona en primer lugar como masa cúbica, se encuentra
gran tacto artístico y en disposición nada esquemática. A todavía en el estadio inicial de su creación; sólo cuando, a
los arabescos barrocos de la ornamentación responde, en pesar de ser cúbica, da la impresión de un plano, adquiere
nuestro relieve, el tranquilo fluir de la línea de contorno forma artística, lo que equivale a afirmar que cobra signifi-
del sacerdote. Musicalidad de la línea. Línea henchida de cación para la percepción visual." Sobra decir que esta
vivencia sensual, que se desenvuelve en crescendos y' decres- teoría intelectualista no capta la esencia de la plástica de
cendos de clásica nobleza. Una obra de disciplina tan rigu- bulto redondo, y hasta la desfigura. Para el escultor nato,
rosa como los relieves ejemplares del mundo antiguo: los para un Miguel Angel, que piensa plásticamente, siente
del rey Azhur-Nazir-Pal o los relieves egipcios de Sakkara. plásticamente, no puede haber "lo torturante de lo cúbico",

261
260
sino sólo la voluptuosidad de lo cúbico, el impulso de
transformar -mediante un proceso creador- masa en For-
ma, esto es, en vivencia espiritual. Es posible que ni siquiera
para el escultor de relieves pueda haber "lo torturante de lo
cúbico"; pero, para él, el crear es el constante esfuerzo por
establecer un equilibrio orgánico entre la tridimensionalidad
(lo cúbico) y la bidimensionalidad (el plano). Hemos de-
mostrado que en Palenque ello se logró en forma magistral.
Si contemplamos las estelas mayas del Petén desde este
punto de vista, el de la creación de Forma, tropezamos de
nuevo con aquella inquietud, con aquella obsesión por lo
nuevo y lo diferente.
Ejemplos del más puro arte de relieve -relieve esculpido
122 en piedra- son las estelas de Naranjo. La estela 8, erigida
alrededor del año 800, representa a un príncipe o sacer-
dote, que se yergue sobre la espalda de un esclavo
arrodillado. La figura está vista frontalmente, la cara de
perfil. Los pies están vueltos hacia afuera en un ángulo de
180 grados. En forma impresionante se subraya el contraste
entre las representaciones plásticas y el plano del fondo. En
éste se dejaron libres amplias superficies, que contribuyen a
determinar la estructura formal. 'Unidad estructural integra-
da por una gran variedad de elementos y al mismo tiempo
en extremo disciplinada. La cara posterior de la estela es un
panel de jeroglíficos, dispuestos en cuatro columnas de diez
signos cada una. Un verdadero tapiz de glifos, una ornamen-
tación modulada, que se destaca, leve y transparente, entre
las duras sombras de fajas angostas, horizontales y vertica-
les, profundamente esculpidas en la piedra.
De Yaxchilán proceden varios dinteles cubiertos de relie-
123 ves. Uno de ellos representa a un sacerdote que está hacien-
do una ofrenda a la serpiente .de fuego. Las figuras están
vistas de perfil, entre ambos planos del relieve hay más
distancia que en las estelas de Naranjo, por lo cual el grupo
de figuras cobra mayor plasticidad, sin que quede sacrifica-
do el carácter bidimensional.
Los relieves de Naranjo y Yaxchilán, cuya seguridad y
rigor artístico excluyen cualquier recurso ajeno al género,
recuerdan las estelas zapo tecas y recuerdan asimismo la 122. Estela 8. Naranjo, Guatemala. Cultura maya.

262 263
123. Dintel 15. Representa a un sacerdote haciendo una ofrenda a
la serpiente de fuego. Piedra. Yaxchilán. Cultura maya.

93 estatua de Chalchiuht1icue, la diosa teotihuacana del agua,


que en el fondo es igualmente estela, una estela sin inscrip-
ción, con los contornos de un cuerpo humano y con un
relieve esculpido en su cara anterior.
124 En Seibal (estela 10), un impulso juguetón se apodera del
detalle, sin que sufra por ello la estructura. El dragón
bicéfalo en la vara ceremonial del sacerdote, el tocado de
plumas están convertidos en un flamígero ornamento barro-
co; alrededor de los pies se enroscan formas vegetales. Un
movimiento sin tregua se retuerce y serpentea en torno al
cuerpo. Los detalles de la vestimenta revelan el mismo 124. Estela 10. Seibal, Guatemala. Cultura maya.

264 265
impulso juguetón. Un exquisito gobelino esculpido en pie-
dra. Pero pese a sus formas movidas la obra se mantiene
estrictamente dentro del plano del relieve.
De Piedras Negras, centro fundado un poco más tarde
que Naranjo, procede una estela - la número 12, conservada
en el Museo de Filadelfia- que es un testimonio fascinante
de la extraordinaria sensibilidad artística de los mayas. Se
trata de una representación en bajorrelieve, que en 10 esen-
cial se limita a la incisión de las líneas de contorno. En el
fondo es, como la estela totonaca guardada en el Museo
Nacional de Antropología, un dibujo grabado en una super-
ficie de piedra. Pero i qué dibujo! i Qué seguridad, qué
delicadeza y cuánta gracia en el fluir de la línea! Es cierto
que el relato demasiado detallado de la acción y la super-
abundancia de figuras atiborradas en el rectángulo alto y
esbelto de la estela le resta claridad y sencillez, esa claridad
y sencillez tan característica de los relieves de Palenque o
de las estelas de Naranjo. Se cuentan no menos que trece
personas, cautivos atados con sogas, a quienes dos guerreros
conducen ante un príncipe, que, entronado muy arriba en
su asiento, está mirando desde su altura al tropel que se
está acercando. Todas las figuras están vistas de perfil; la
obra tiene un marcado carácter de plano; el grafismo es
comparable a la caligrafía de las miniaturas hindúes y per-
sas. En la estela 13 de Piedras Negras vemos cómo empie-
zan a penetrar en la creación rasgos realistas e ilusionistas.
En la estela 12 una observación sumamente perspicaz apare-
ce traducida en valores abstractos, en curvas y sinuosidades
del trazo; en la estela 13 -que representa a un sacerdote
suntuosamente ataviado- el realismo de la observación está
al servicio de un reportaje atenido al dato material. Cada
detalle de la vestimenta, aun el dibujo de la tela, se recono-
ce con toda claridad y se reproduce con minuciosa exacti-
tud. La cabeza está vista de tres cuartos de perfil -posición
más natural- , y tal esfuerzo por acercarse a la realidad llega
al extremo de introducir en la obra ciertos rasgos de una
representación en perspectiva: por ejemplo, el hombro iz-
quierdo vuelto hacia el espectador, resalta fuertemente,
mientras que el otro está representado en escorzo. En otro 125 . Estela 14. Piedras Negras, Guatemala. Cultura maya.

266 267
125 tipo de estela se recurre, para producir un efecto nuevo, a
un nicho que se abre en medio del relieve. Adentro hay una
figura de bulto, sedente, arrimada a la pared posterior del
nicho. Es probable que se trate de una imagen de la diosa
del maíz. (En algunas de esas estelas se ve también la
escalera de mano, que, como ya dijimos al hablar de la
arquitectura, conducía a los pisos superiores, en este caso al
asiento de la diosa.) En esta obra queda sacrjficada la
tensión entre bidimensionalidad y tridimensionalidad, que
presta al relieve interés, rango y categoría. El espacio imagi-
nario del plano de relieve se halla transformado en el
espacio real del nicho. La representación de la figura cobra
corporeidad dentro de un conjunto que, en 10 demás, se
atiene todavía a la forma del relieve. Es un efecto exterior,
no el producto de una auténtica y creadora vivencia plásti-
ca. Quizá había por una parte la voluntad de respetar la
forma tradicional y consagrada de la estela, y por otra el
deseo de convertirla en algo nuevo, algo distinto y llamati-
vo, que diera la impresión de un adelanto o invento y que
tal vez la haya dado en realidad.
Junto a éste, llamémoslo "hondorrelieve", aparece en
Copán y Quiriguá algo que con las mismas reservas po-
dríamos llamar altorrelieve. En lugar de ahuecar un nicho
126 para colocar en él la figura, ésta resalta sobre el plano del
relieve en toda la extensión vertical del bloque. La estela
sirve ya casi únicamente como fondo de la figura, que se
abomba en las tres dimensiones. Lo que sobresale más es el
rostro y el tocado; puede ser que en esta obra la intención
haya sido acentuar muy en particular la cabeza, destacarla
con toda energía de los demás elementos. En la estela H de
Copán (fechada en 782) parece como si la figura, apenas
arrimada al bloque, se hallara colocada delante de la estela.
También hay mayor realismo. Los pies ya no están separa-
dos en forma "tan poco natural", la postura del hombre
denota soltura, el movimiento de los brazos está bien obser-
vado, el ropaje, las joyas, el dibujo de la tela lucen sus más
nimios detalles. Un figurín que bien podría servir para
copiar el traje. Un traje lujosísimo, que se hace resaltar con
toda intención. Es evidente que esto le importaba mucho al 126. Estela D. Quiriguá, Guatemala. Cultura maya.

268 269
artista o a quien le encargó la escultura. Ese realismo se Según Maudslay, las estelas "no eran sino calendarios
detiene -hecho extraño- ante el rostro, en el preciso lugar públicos". Falta saber si las figuras representadas en ellas
donde pudiera servir para caracterizar a la persona. "Por lo son efigies. Spinden opina que lo son. "Es extraordina-
general -escribe Spinden- prevalece en cada ciudad deter- riamente probable que en ciertas obras plásticas haya que
minado tipo. En las estelas de Quiriguá existen varios-tipos, ver retratos de soberanos de la época." Esta podría ser
pero el grado de individualización es escaso. Posiblemente otra explicación de la creciente tendencia al preciosismo.
los rostros de las estatuas-retratos no variaban sino muy Pero no es posible dar una contestación precisa, sea
levemente, como sucedió en Egipto, y las diferencias indivi- negativa o positiva. Las fuentes no proporcionan datos en
duales se expresaban mediante el vestuario, el ornamento o que apoyarse. La expresión convencional de los rostros,
la inscripción." que Spinden también hace observar, no es un argumento
Thomas Gann (Gann y Thompson, The History o[ the en contra. En el retrato oficial europeo encontramos
Maya. .. , op. cit.) hace un comentario acertado a esa evolu- igualmente una estilización de las facciones hacia lo
ción: "Al principio -dice- el relieve era bajo, pero Katún convencional. Los gobernantes quieren y deben aparecer
por Katún fue evolucionando hasta que las figuras salieron ante el mundo en una pose de soberano idealizado. Y
del fondo, formando casi bultos, y la postura de la figura desde luego puede suponerse que aquellos nobles mayas
humana, al principio rígida y convencional, denotó más tarde no eran menos vanidosos que sus colegas europeos. Es
considerables conocimientos de la perspectiva y llegó a ser muy probable que también a ellos les haya importado
casi perfecta en su representación de perfil." Todo muy figurar no como determinada persona sino como un ser
bien; sólo la conclusión que saca de esto: que esta per- superior y lejano. Otro argumento en apoyo de esa
fección "seguramente fue superior a cualquier esfuerzo hipótesis es que ya se erigieron más estelas después de la
llevado a cabo en aquella época tanto en Egipto como en caída de los halach-huinicoob.
Mesopotamia" es "seguramente" errónea, porque se debe a En las estelas de Copán y Quiriguá se revela asimismo el
una falsa actitud. Pues si es cierto que hubo perfecciona- horror vacui tan típico de la decoración maya. Ningún lugar
miento en lo técnico, no menos cierta es la decadencia en debe quedar sin adorno. El ojo no debe descansar ni un
lo artístico. Toscano habla de "la tendencia hacia el precio- minuto. La mirada no se atrae sobre 10 esencial, es distraída
sismo", de un arte que progresaba "notablemente en elegan- una y otra vez; en todas partes se le ofrece algo nuevo y
cia y elaboración de los modelos naturales, pero perdiendo sorprendente. Los dibujos de las telas y las alhajas están
en majestad lo que ganaba en belleza". En Griechentum reproducidos con tantos detalles que casi se podría hablar de
und Gotik, Worringer, refiriéndose al altar de Pérgamo, un inventario. Así como en las estelas mismas la figura sale
comenta: "En el momento en que se abandona este concep- del fondo, así la maraña de esta ornamentación se desbor-
to clásicamente austero del relieve, empieza el peligro para da, se sale del encuadramiento del personaje, se extiende
el arte de relieve de los griegos." Y lo que dice de los por el fondo del relieve, cubre por entero cualquier espacio
relieves de Borobodur "La escultura como elemento de lo que puede cubrirse, destruyendo el orden estructural de la
estatuario se transformó plenamente en una caligrafía figura, cuya representación es, después de todo, la verdade-
plástica", puede aplicarse también a los relieves mayas. ra finalidad de la obra. El resultado es confusión, falta de
Las estelas de Quiriguá, centro que en el siglo VIII claridad. Apenas queda libre el rostro, calva en medio de la
desarrolla una gran actividad artística, repiten de nuevo esta jungla de ornamentos. i Qué alto grado de sensibilidad de-
evolución. "Las proporciones anatómicas son un modelo de nota la forma en que resaltan las figuras de los dos sacerdo-
perfección", dice Toscano., tes en los relieves de Palenque! Parece que para esto ya no

270 271

( "~,,,
hay comprensión. Ya quedó atrofiado el órgano para apre-
ciar la discreción, la discreta reserva. No se sabe dosificar,
intensificar el efecto mediante dosificación. No se sabe
aprovechar el contraste entre plenitud y vacío, gracias al
cual lo importante se subraya y se vuelve exrresivo. El
espacio libre que aísla, que condensa por medio del aisla-
miento, se considera como falta de ingenio e imaginación,
como pobreza, y lo que se anhela es precisamente exhibir
riqueza, magnificencia y esplendor. He aquí la diferencia
decisiva que separa este arte del de la Meseta Central.
Teotihuacán está libre del "horror al vacío", aísla los obje-
tos que representa y desarrolla un ritmo claro y austero. El
arte maya se deleita en la cantidad. En el caos de los
detalles acumulados naufraga el ritmo, se vuelve inexpresi-
vo. Proliferación tropical, exuberancia de Tierra Caliente.
No hay duda de que una de las causas es -como en la
India- la desmesura de la fantasía tropical, de la sensuali-
dad tropical. Una de las causas, sí, pero no basta para
explicar el fenómeno que, sin duda, está arraigado en estra-
tos más profundos: en la estructura religiosa y social refleja-
da por este arte.
Arte feudal. El pueblo no es ahí sino una masa gris y
difusa - como en la Francia de Luis XV y Luis XVI-, que
se pasa su vida laboriosa y modesta adorando a los dioses y
a los semidioses sacerdotales y principescos. Su intervención
en el desarrollo de aquella impresionante pasión por el arte
y la cultura se limita al suministro de los medios materiales
y de la mano de obra necesarios.
El régimen de los diferentes Estados-ciudades era teocrá-
tico. Una aristocracia de sacerdotes, estrechamente vincula-
da con la nobleza, constituía la clase dominante. "El Sumo
Sacerdote era al mismo tiempo, en virtud de su categoría
sacerdotal, la más alta autoridad civil" (Morley).
Existe un estudio de Oswaldo Baqueiro Anduze (Los
mayas. Fin de una cultura), contribución importante a la
investigación mayista. El autor atribuye la decadencia y el
fin del Maya Clásico a los extremos a que llegó aquel
feudalismo, cuyos usufructuarios se servían de la religión 127. Edificio de Kodz poop. Fachada con los mascarones de
como de un instrumento, manejado con astucia, para Chaco Estilo Puuc (no típico). Kabah, Yucatán Cultura
maya.

272 273
llegar al poder y conservarlo. * Baqueiro Anduze parte,
como lo indica el título del libro, de la estructura social
que prevalece en las postrimerías de la cultura maya, pero
los hechos que describe son consecuencia de causas que
tienen su origen en épocas anteriores.
El pueblo maya estaba henchido de una religiosidad pro-
funda, más profunda aún , si cabe, que la de los pueblos del
Altiplano Central. Sin esa religiosidad no hubiera sido posible
la erección de una teocracia tan desmesuradamente ávida de
poder. La fe en los dioses - como en todas las religiones- sir-
vió de fundamento a una teología extensa de gran profun-
didad , ciencia esotérica, sólo accesible a los pocos iniciados.
Un ejemplo primitivo, pero convincente de cómo en
aquel límite entre magia y religión el poder sacerdotal se
transforma en poder mundano y político , lo ofrece la
leyenda de la migración de los aztecas, representada en el
Códice Boturini. Se cuenta que los aztecas habían encon-
trado en una cueva el ídolo de Huitzilopochtli, su deidad
tutelar, quien, como dice Vaillant (La civilización azteca),
"tenía la valiosa habilidad de hablar y de darles buenos 128. Palacio. Hochob, Campeche. Estilo Chenes. Cultura maya.
consejos". Eso quiere decir que daba sus consejos por boca
de un sacerdote, ante todo en lo que concernía a la más en la estructura social y política del Mayab como figura de
importante empresa de la tribu, o sea la migración. Sobre la primer plano el mediador sacerdotal.
continuación de ésta decidían, pues, los sacerdotes. Como El Tzolkin, el celebérrimo calendario ritual de los mayas,
se ve, no se trata ahí tan sólo de los asuntos de la "salva- que constituye un sistema de infinita complejidad, es el
ción del alma", sino también, y en primer lugar, de la compendio de aquella teología; es conocimiento especulati-
existencia material y su mantenimiento. Y claro que aque- vo, investigación científica y al mismo tiempo instrucción
llos que están iniciados en el secreto o de los que se cree sobre la forma de celebrar el ritual. Más amplio que la
que lo están -que pueden comunicarlo a todos o mantener- Sagrada Escritura y el Talmud de los judíos y más herméti-
lo en secreto y en cuya mano están por lo tanto vida y co por el misticismo y el ceremonial mágico con que rodea
muerte de la comunidad- son un factor político de primer la esencia religiosa ("por el desarrollo del simbolismo y de
orden, que se impone en todas las cuestiones concernientes la convención ritual surgió una gran multiplicidad en el
al individuo o a la colectividad tribal. Y aquí se plantea el detalle", Joyce), es tan laberíntico, tan intencionalmente
problema del mediador, de la omnipotencia del mediador, complicado, tan irisante en infinitas facetas como la orna-
que interviene, por orden divina y apoyado en la autoridad mentación maya, que fascina por lo impreciso, indetermina-
divina, en los asuntos mundanos y políticos, influye en ble, inasible de su trazo.
ellos, los codetermina o los decide por sí solo. Así aparece Puesto que no hubiera sido posible fijar y valorar los
resultados de las inves,:tigaciones astronómicas sin una arit-
* véase también J. Eric S. Thompson : Grandeza y decadencÜl de los mayas. mética que permitiera computaciones con valores numéricos

274 275
de enorme magnitud y un sistema cronológico que abarcara
miles de años, era indispensable inventar y desarrollar tal
aritmética; era, por así decirlo, una necesidad religiosa. Así
se inventó el concepto del cero , se encontró la multiplica-
ción con el cero - elementos que el mundo europeo cono-
ció sólo a través de los árabes- y se estableció la llamada
"cuenta larga". Pero el calendario no se limita a compen-
diar el saber de los fenómenos celestes. Comprende la
estipulación de los deberes religiosos y de la conducta
religiosa, es código moral, es orden social y orden agrario,
derecho comercial, código civil, Carta Magna del mundo
maya, norma vigente de las relaciones no sólo entre el
individuo y Dios, sino también entre el individuo y el
Estado. En cierta medida es también reglamento de los
impuestos. Como observa Antonio Goubaud Carrera ("El
Guajxaquit Bats, ceremonia calendárica indígena", Boletin
de Geografía e Historia de Guatemala, septiembre de 1931),
el calendario fija, por ejemplo, ciertos impuestos de los
comerciantes en señal de agradeCimiento por ganancias habi-
das o por haber: en el día Kahuac, por el éxito de viajes de
negocios proyectados; en el día Ahmac como agradecimien-
to a los antepasados por la prosperidad económica alcanza-
da. Antes de emprender un viaje de negocios -calculado,
esto es, determinado por el sacerdote el día de buen agüero
para la partida-, el mercader tenía que pagar una cuota
fijada de acuerdo con el provecho que esperaba sacar de él.
Baqueiro Anduze dice que, si no pagaban esos impuestos,
no podían dedicarse a sus negocios. Y los impuestos, tribu-
tados a los dioses, llegaban a parar a manos de los sacerdo-
tes y les aseguraban también la superioridad económica.
Los diez mandamientos son concisos y claros, comprensi-
bles para todos y cada uno; y, comprendidos por todos y
cada uno, cada uno puede observarlos sin más. Nada de
esto puede afirmarse con respecto al Tzolkin : es complica-
do y difícil de entender y admite múltiples interpretacio-
nes. Pero lo que importa es precisamente la interpretación.
La fuerza del conjuro mágico depende en alto grado de la
observación exacta, minuciosa del ritual. La más leve viola- 129. El joven dios del maíz. Piedra caliche. Copán, Honduras.
ción de las prescripciones pone en peligro el resultado. Y Cultura maya.

277
276
sólo los sacerdotes conocen la interpretación correcta. Es su
secreto, celosamente guardado, es su superioridad frente a
los no iniciados. Y los no iniciados son todos los que no
pertenecen al clero o a la nobleza unida a él con vínculos
estrechos. Privilegio del clero es el manejo del Tzolkín, "el
control de lo milagroso" (Baqueiro Anduze). Sus conoci-
mientos son indispensables para el pueblo, pues atañen a
asuntos de importancia vital para él. Ante el sacerdote el
pueblo es menor de edad: dócil, sin protesta tiene que
someterse a su tutela. Pues el sacerdote, conocedor del
ritual mediante el cual los dioses pueden ser propiciados e
inducidos a conceder a los hombres dicha y bienestar,
también puede hacer que los dioses destruyan y castiguen.
A esto debe la casta sacerdotal de los mayas su poderosísi-
ma posición, que ella misma pone de relieve -consciente o
inconscientemente-, de la manera más ostensible. La siste-
matización del sentimiento religioso en forma de una teolo-
gía esotérica se traduce, en lo social, en la supremacía casi
ilimitada de una aristocracia de sacerdotes. Así como se
habla de arte feudal, se podría hablar de una religión
feudal. Pues lo que caracteriza el feudalismo no sólo es el
acaparamiento de la mayor parte de los bienes por una
clase privilegiada, sino sobre todo el hecho de que ésta está
en condiciones de manipular en su propio interés el poder
político y económico del Estado. En el mundo de los
mayas la posición privilegiada -también privilegiada en lo
econóqüco- de las clases dirigentes se funda en la religiosi-
dad de las masas. Lo que el arte maya refleja en forma tan
fascinante, y a veces con tanto preciosismo, es el espíritu
de ese feudalismo clerical. No es azar que tantas veces se
hable de barroco maya o, más acertadamente, de rococó
maya. Condiciones idénticas dieron lugar en el Viejo y en el
Nuevo Mundo a un arte de idénticos impulsos y estímulos.
Llama la atención que en las estelas del Maya Clásico no
haya, que yo sepa, imágenes de deidades, sino casi exclusi-
vamente representaciones de sacerdotes y príncipes. "Los
principales ydolos a quien sacrificaron eran figuras de
hombres de su propio natural que abían sido personas seña-
ladas y de valor, a los cuales ynvocaban, con yndustria del

278
demonio, para que les fueren favorables en las guerras y les
diesen buenos temporales y les alargasen la vida... " (Mar-
tín Palomar: Relaciones de Yucatán). Grandes, muy grandes
señores, adornados de las insignias de su poder: el bordón
con el dragón bicéfalo - una de las cabezas lleva el signo del
Sol, la otra el de la muerte- , el tocado de plumas, la lanza,
etcétera. Vestidos con trajes fastuosos, venerados por perso-
nas postradas ante ellos en actitud de sumisión, reciben
condescendientes a los esclavos que les traen como tributo.
Esto no puede ser azar. En Teotihuacán, en Monte Albán,
trátese de arte monumental o de "arte menor", el tema
sustantivo es siempre la figura de la deidad, el símbolo
divino o alguna escena mitológica. En las estelas, en cam-
bio, que son los monumentos oficiales del Maya Clásico,
están ausentes los dioses. En la cerámica se refleja el
mismo hecho. ¿Qué es lo que vemos representado en el
célebre vaso maya de la colección Fenton, obra de gran
belleza? Un cacique sentado en su trono, rodeado de altos
dignatarios. En el vaso de Chamá hay tres príncipes que
reciben en solemne ceremonia a un compañero; éste lleva
colgada del hombro la insignia de su dignidad: la piel de
jaguar. Miremos, en cambio, una de las obras principales de
la cerámica mixteca: el vaso del Museo Nacional de Antro-
pología: en él aparecen dos dioses, Quetzalcóatl y Tezcatli-
poca. Los murales descubiertos en uno de los palacios de
Bonampak, los más importantes del Maya Clásico conocidos
hasta ahora, * representan el desfile de gran número de
personas -músicos con tambores y trompetas-, todas vistas
de perfil, que rinden homenaje a un Sumo Sacerdote. En
otra pared vemos al sacerdote, a quien están poniendo su
indumentaria ceremonial, y, en la tercera, a un personaje
133 que hace la presentación de un príncipe ante una ilustre
concurrencia. Es obvio que se trata de una fiesta celebrada
en honor del dios de la lluvia. Por cierto el numen no
figura allí en persona; pero el panel superior está decorado
con máscaras de Chac, y por dondequiera hay, a guisa de

* ce. Westheim: Ideas fundamentales del arte prehispánico en México, p. 133. Mural representando la presentación de un príncipe. Bonam-
112. pak. Cultura maya.

280 281
emblemas, toda clase de animales acuáticos. Otra cámara
está adornada con la representación magistral de un comba-
132 te, glorificación del príncipe vencedor. Es raro. Ya hemos
expresado la suposición de que el arte maya sea en gran
parte glorificación o autoglorificación de la casta dirigente.
Es la casta de los halach-huinicoob, que hacen alarde de su
condición de seres sublimes, sobrehumanos, adorables. Todo
lo que abarca el concepto de Roi soleil, traducido al maya.
El súbdito debe estremecerse ante el poder y esplendor de
los grandes señores. Lo que dice Baqueiro Anduze acerca
del teatro maya - "arte oficial, que quiere convencer a la
gente de que vive en el mejor de los mundos"- puede
aplicarse también a las artes plásticas: quieren convencer a
la gente de que sus gobernantes son los mejores de todos.
Las inscripciones -hasta donde se han podido descifrar-
se refieren a acontecimientos astronómicos; y los aconteci-
mientos astronómicos son manifestación de lo divino. ¿Aca-
so establece la inscripción un nexo entre los semidioses
representados y lo divino? ¿Acaso se quería manifestar con
ella en qué grado el halach-huinic pertenecía al mundo de
los dioses, cuán lejos estaba de la masa del pueblo? Las
inscripciones ocupan mucho lugar. Son tan detalladas como
las prolijas inscripciones que los potentados del barroco
mandaron colocar en sus palacios, sus monumentos y mau-
soleos. En Teotihuacán no se han encontrado inscripciones.
En las estelas zapotecas, como hace notar Alfonso Caso
(Las estelas zapo tecas), y también en los monumentos azte-
cas, son escasos los glifos; sólo hay los indispensables para
indicar las fechas o los acontecimien tos históricos. El arte
teotihuacano, siendo, como es, arte religioso colectivo, es
claro, sobrio, objetivo. La teología, en cambio, es elocuen-
te, recurre a la metáfora, a la ambigüedad, a la insinuante
melodía de la palabra, al sesgo psicológico. Un arte para las
masas debe destacar y subrayar el hecho. Un arte feudal se
deleita en la paráfrasis, en la presentación atractiva, en el
adorno estético. También el glifo maya es caligrafía, una
caligrafía artificial y artística, llena de arabescos, de un
grafismo original y refinado. Refiriéndose a los códices,
134. Figurilla representando a un sacerdote sentado en su trono.
Morley afirma: "En los textos mayas, el glifo en sí es una Cerámica. Procede de Jaina. Cultura maya.

282 283
pintura perfecta." Habla de "modificaciones muy considera-
bles con el fin de que la composición final del signo no
sólo constituya un dibujo equilibrado y armonioso, sino
llene también exactamente el espacio dado". i También en
la escritura sutil refinamiento y una turbiedad preciosista!
Los veinte signos de los días son, en lo esencial, los mismos
entre los nahuas, los zapotecas y los mayas. Entre los
nahuas y los zapotecas son precisos y perfectamente inteli-
gibles. "No sucede lo mismo entre los mayas", dice Seler.
"Aquí la naturaleza de los signos, en los casos en que no es
ambigua, sólo se insinúa: un ojo cerrado y una muela
descubierta significa 'cráneo' o 'muerte'; dos líneas ondula-
das que se cruzan y que representan las superficies de
rotura de las piedras usadas para sacar fuego, significan
'cuchillo de pedernal'... Pero a menudo se encuentra en
lugar del signo concreto un símbolo, por así decirlo, una
expresión metafórica: en lugar de 'casa', un rostro cubierto
de máscara como símbolo de la 'noche', porque en la noche
el Sol entra en su casa. En lugar de 'ciervo', una mano en
cierta posición, que es el jeroglífico de 'comer'. En lugar de
'zopilote', el ave 'calva', es decir, vieja, un símbolo del jarro
de pulque, porque sólo a los ancianos se les permitía beber
pulque. .. Es evidente que los nombres propios son en su
mayoría nombres simbólicos, el resultado de interpretacio-
nes; forman parte de una ciencia sacerdotal esotérica." Ahora
bien, los códices mayas -hasta donde se permite sacar
conclusiones de los tres que escaparon al furor destructivo de
Landa-, cuyas láminas están cubiertas de innumerables imáge-
nes de dioses, cada uno de ellos con muchos atributos de
varia significación, constituyen en efecto la ciencia esotérica
de una capa dirigente, cuyo gusto, cuyo esteticismo se refle-
jan en su estilo y en su escritura artística.
¿No es la prolijidad de las inscripciones en las estelas
otra prueba más del preciosismo barroco de los mayas?
Ermilo Solís Alcalá muestra en un estudio documentado
(en la revista Yucatán Ilustrado, enero de 1929) que la capa
superior se complacía en usar un lenguaje peculiar, metafó-
rico, de inefable rebuscamiento. Culteranismo, preciosismo
intelectualista de una élite de cultos, de cuyo amanera- 135. Figurilla representando a un guerrero. Cerámica. Procede de
J aina. Cultura maya.

284 285,
miento gustaban sólo ellos mismos, los iniciados. Nos pre-
guntamos ¿a quiénes estaban destinadas esas inscripciones
detalladas? No al pueblo. El arte de leer y escribir "sólo se ense-
ñaba a las personas de noble alcurnia" escribe Morley. No se
dirigían, pues, a las masas. ¿O quizá precisamente a ellas con el
fin de impresionarlas, de demostrarles que para los grandes se-
ñores ni siquiera era secreto el secreto de la escritura, que
sirve para fijar las cosas sagradas y divinas ... ?
En los relieves de los templos de Palenque vemos en el
centro -de acuerdo con un esquema repetido en forma casi
estereotipada- el emblema de la deidad, entre largas hileras
de jeroglíficos que lo flanquean. Pero al lado del símbolo
divino se yergue, alta y dominadora, la figura del sacerdote
que celebra la ceremonia. El acto ritual celebrado por el
sacerdote: he aquí el tema, no el dios mismo, no su divina
omnipotencia. Es como si se hubiera querido decir: lo
principal, lo sustantivo es la celebración del ritual; el dios es
grande, sí, pero no menos grande -y absolutamente indis-
pensable, porque dirige la voluntad divina- es el mediador,
que aparece allí, de cuerpo entero, majestuoso e imponente.
Con respecto al relieve del "Templo del Bello Relieve", ya
sólo conocido por el dibujo de Waldeck, afirma Totten que
representa "posiblemente la figura sentada del gobernante o
del Sumo Sacerdote de Palenque". Es la glorificación de los
sacerdotes, de sacerdotes nada humildes, sino, al contrario, 136. Cabeza con nariz en forma de trompa. Procede de Guatema·
muy altivos y muy conscientes de su poder; glorificación de la. Piedra. Cultura maya.
la clase dirigente aun en el templo, y expresamente en el
templo, con el fin de presentar su poder como parte de la 127 cubiertas hasta el último rincón- con mascarones del dios
omnipotencia divina. de la lluvia. ¿Cómo 10 explicaremos? Detrás de esas sun-
Sin duda alguna Palenque es un ejemplo algo especial, tuosas fachadas vivían y gobernaban los halach-huinicoob,
pero sin embargo es un caso instructivo en alto grado. que derivaban su mando, y su derecho al mando, de su
Claro que por lo general hay en los templos imágenes de abolengo divino. Ellos, los halach-huinicoob, los "verdaderos
deidades; no podría ser de otra manera. Vaillant observa: hombres", eran descendientes de los dioses y habían bajado
"Pero casi no existe ninguna escultura de bulto representan- para morar por algún tiempo entre los hombres comunes,
do a un dios que se haya podido colocar sobre el altar para dirigirlos y dirigir sus destinos, para transmitirles, co-
central." Mientras que en los relieves de los templos de mo mediadores, la benovolencia y bendición de los dioses. *
118 Palenque ocupa un lugar tan preponderante el mediador, las
fachadas de los palacios de estilo Puuc o Chenes (Kabah, * Se dice en la Relación de Mechuacán que, cuando los españoles llegaron a
Uxmal, Sayil, Hochob , Labná) están ornadas - y a veces Michoacán, los tarascos los llamaron tucúpacha, "dioses", tepáracha, "grandes

286 287
Según se afirma, el Popol- Vuh se escribió porque después
de la conquista los españoles prometieron a la nobleza
maya exención de impuestos, con la condición de que
presentasen, por así decirlo, su carta de hidalguía. El
Popol- Vuh, que en su parte final - quizás agregada por otra
persona- enumera los diferentes linajes, sus nombres, sus
títulos, su genealogía, se remonta a la historia de la crea-
ción, precisamente para demostrar el origen divino de esas
estirpes, único título de nobleza que contaba en el Mayab.
"Tienen mucha cuenta con saber el origen de sus linajes"
escribe Landa.
Los hombres comunes Y corrientes viven en chozas primi-
tivas. Así se acostumbra; es natural. Pero los emisarios de los
dioses, los grandes, los poderosos. .. Como dice el Popol-
Vuh, el hombre ha sido creado para mantener al mundo,
para mantener a los dioses, lo que significa, según la inter-
pretación de los nobles, para mantenerlos a ellos, para
ofrecerles riquezas y lujos, para construirles palacios suntuo-
sísimos. El arte, la arquitectura - aquí como en Versalles-
crean distancia. Cuanto más grandioso es el marco artístico,
tanto más natural parecerá al pueblo su papel de súbdito,
de plebe. También el libertinaje es un rasgo importante en
el cuadro de costumbres de ese mundo esteticista. Cuando
leemos en la obra de Landa la descripción de las festivida-
des orgiacas, con sus francachelas, su música, sus bailes, sus
excesos - diversiones de los grandes de Mayapán-, se impo-
ne una vez más el recuerdo de Versalles.
Luis XIV adorna a Versalles con emblemas bélicos. Está
interesado en que el pueblo lo admire también como héroe
de guerra. Esta ostentación de heroísmo bélico no es más
justificada que la leyenda de un origen divino propalada por
los príncipes mayas. Las guerras que emprendió durante su
reinado fueron fracasos y acarrearon consecuencias desastro- ,
sas. Si los palacios mayas están tan fastuosamente decora-
dos con los mascarones y las imágenes de los dioses, ¿no

hombres o dioses", y también acácecha, lo que significa "hombres con gorras o


sombreros", y a las mujeres las llamaron cucháecha, "señoras o diosas". Creían 137. Cabeza. Estuco. Procede de Comalcalco, Tabasco. Cultura
que habían bajado del Cielo y que los vestidos que llevaban eran pieles maya.
humanas tal como ellos se las ponían en sus fiestas...

289
288
revela ello un propósito muy parecido? Se hace alarde de
la alcurnia divina, de la misma manera que las casas solarie-
gas en Europa lucen encima del portal el escudo nobiliario.
El pueblo debe sentir un escalofrío de veneración. Aquellos
seres que viven entre ellos son de raza superior, son dioses
hechos hombres, y los mascarones e imágenes divinos exhi-
bidos tan ostentosamente en sus palacios son como retratos
de antepasados. Lo que expone Baqueiro Anduze, al tratar
de explicar la tendencia zoom órfica de la teogonía maya,
corrobora esta tesis: "Un dios -dice-, un sacerdote, repre-
sentados por un tigre, no significan la deificación del tigre,
sino que aquel dios o aquel príncipe participan de las más
distintivas características de aquella alimaña: indómito cora-
je, implacable fiereza, poderosa energía. Con el tiempo la
palabra tigre, o sea balam, adquirirá en la terminología
religiosa una significación esotérica ... " En otras palabras,
esos señores no sólo se jactan de su origen divino; se
atribuyen también las propiedades, la omnipotencia, la in-
vencibilidad de los dioses. Esto se manifiesta en los nom-
bres de Balam o Chac que adoptan y, asimismo, en el ceremo-
nial y el aparato decorativo de que se rodean. Los mascaro-
nes de dioses en las fachadas de sus palacios no sólo son
retratos de antepasados: al mismo tiempo indican las pro-
piedades sobrehumanas del halach-huinic. "Estos señores
eran iguales en voz a los dioses", se dice en el Libro de
Chilam Balam de Chumayel. Y, así como en el Egipto
antiguo la gigantesca pirámide que se erigía por encima del
cuerpo del FaraÓn servía para conservar para tiempos incal-
culables los restos mortales y el recuerdo del poderoso
señor, pero además se consideraba como protección de los
vivientes contra un retorno -peligroso- del muerto, puede
ser que, al colocar en los muros imágenes de la divinidad,
también se haya querido crear un tabú. Nadie se atrevería a
rebelarse contra seres cuya intimidad con los dioses era tal
que éstos incluso se habían establecido en sus casas: sería
más que rebelión, sería retar a los dioses mismos...
El afán de ostentar poderío y magnificencia interviene en
la concepción de muchísimas obras, determinando en forma
decisiva la morfogénesis. La voluntad de belleza, dirigida a
138. Vasija antropomorfa. Cerámica. Cultura maya.

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291
la gracia y al matiz, alcanza puntos culminantes en las
129 efigies del joven dios del maíz (que se encontraban en el
Templo 22) y en los altares de Copán. La imagen del dios
del maíz es una obra de delicada sensibilidad lírica y noble
recato. Por su acusado realismo se distingue con toda ener-
gía de las creaciones del mundo teotihuacano, donde hubie-
ra sido inconcebible tal mundanización de lo divino. En los
altares de Copán (siglo VIII d. C.) con el dragón bicéfalo,
que se retuerce en volutas barrocas e irrumpe serpenteando
en el espacio, como un ornamento movido y exaltado, se
expresa otro de los impulsos creadores del arte maya: la
fantasía tropical, que vaga errabunda, audaz y mágica -en-
canto y encantamiento- y se cristaliza en visiones místitas.
130 En los relieves del friso de Acancé (de la época de transi-
ción), todo un Olimpo de dioses zoomórficos emprende la
marcha desde el Cielo: pájaros, murciélagos, jaguares, roedo-
res; divinidades fantásticas, misteriosas e inquietantes. Fan-
tasías goyescas. Goya graba los engendros de su subcons-
ciente en la plancha de cobre; el artista de Akancé proyecta
sus fantasías míticas sobre las paredes, decoración mural
mórbida y monumental a la vez, contorneada nitidamente
por la agresiva luz del sol tropical.
En el siglo IX se va desintegrando el mundo maya. En un
lapso de cincuenta a ochenta años se despueblan los grandes
centros culturales de Palenque, Uaxactún, Copán y, por
último, Tikal. Ya no se levantan construcciones, ni se erigen
estelas. Los soberbios templos, los fastuosos pahlcios están 139. váso policromo. Cerámica Procede de Guatemala. Cultura
desiertos; los devora la selva. maya.
¿Por qué se abandonaron -y con precipitación- estas
poblaciones, fruto del trabajo de siglos? Para explicar ese
extraño fenómeno los estudiosos han recurrido a las más La emigración, guiada por la casta sacerdotal dominante
diversas hipótesis: epidemias, terremotos, transformaciones se dirigió a dos rumbos distintos: hacia el suroeste y haci~
climáticas, agotamiento del suelo. En la actualidad prevale- Yucatán. A consecuencia de las luchas intestinas en la
cen dos conjeturas, según las cuales el abandono de las península, provocadas por la tiranía de los Cocomes, éstos
ciudades mayas se debe o a la expulsión de los habitantes llamaron en su ayuda a grupos de mercenarios mexicanos.
por los pipiles -belicosa tribu chichimeca, establecida en la Entre ellos se encontraban aquellos toltecas expulsados de
región de Puebla antes de penetrar en el área maya- o a lula que trasladaron a Yucatán un nuevo culto, una nueva
una rebelión de los campesinos contra los halach-huinicoob, cultura y un nuevo arte. Un renacimiento. ¿Renacimiento
sus amos y explotadores. del arte maya? ¿Renacimiento del arte tolteca?

292 293
V. Chichén Itzá

La migraclOn de las tribus mayas hacia la Península de


Yucatán -donde en la llamada época de transición habían
penetrado desde el norte grupos olmecas y nahuas- dio
lugar a tensiones, rivalidades y aun a conflictos bélicos,
hasta entonces casi desconocidos en la pacífica región del
Mayab. Las desmesuradas ambiciones de una familia, los
Cocomes, contribuyeron grandemente a crear un ambiente
de odios y discordias.
Se supone que Uxmal fue fundado en el siglo IX o el
siglo X de nuestra era* por los xiúes o tutul xiúes. (No se
sabe con seguridad si esta última denominación era sólo el
título de sus gobernantes.) Landa refiere que los Cocomes
llamaban a los xiúes "extranjeros" y 4ue éstos llabían
venido a Yucatán "de la parte del mediodía". Parece que
esa "parte del mediodía" corresponde a lo que hoyes
Tabasco. Hasta la fecha no ha sido posible averiguar si los
xiúes eran un pueblo maya o un grupo mexicano que en 140. Cuadrángulo de Las Monjas. Entrada. Estilo Puuc. UxmaI,
Tabasco se fue "mayaizando" poco a poco. "No hablan Yucatán. Cultura maya.
bien nuestra lengua" se dice en las crónicas mayas. No eran
toltecas: esto es lo único seguro. Palomar debe su belleza a las cresterías. Los frisos aparecen 149
Uxmal y la nueva Chichén Itzá, ciudades vecinas y con- exclusivamente en la parte superior de las fachadas, otra
temporáneas, desarrollaron en su arquitectura y su plástica herencia maya. Esos frisos de Uxmal, cuya clara disposición
estilos por completo distintos. Los xiúes no adoptaron los contrasta con las formas inquietas y exuberantes del Maya
nuevos elementos constructivos que los toltecas habían Clásico, son hileras de rectángulos, en los cuales se destacan
creado en Tula y que introdujeron posteriormente en Yuca- representaciones en relieve sobre un fondo de celosías for-
tán. Tampoco aparece en Uxmal la enigmática figura del madas por rombos dentados. El inmenso friso del Palacio 145
Chac Mool. Predomina allí la tradición artística del Maya del Gobernador es un complicado mosaico de unas veinte
Clásico. Una tradición modificada, enriquecida con nuevos mil piedras, alfombra pétrea, cuyos diversos elementos -ce-
recursos expresivos: el estilo designado por los arqueólogos losías, grecas, mascarones, figuras humanas y animales-
109 como estilo Puuc. Se conserva el arco falso, lo que explica están incorporados a la unidad del conjunto y sujetos al
146 que las cámaras del Palacio del Gobernador -una de las ritmo que alienta en ella. En el friso, sencillo y monumen-
más espléndidas construcciones . de Mesoamérica, de 98 me- tal, del Edificio Oriental de Las Monjas, resaltan sobre el 143
tros de largo- tengan un ancho de sólo 3 1/2 metros. El fondo de las celosías seis trapecios, compuestos cada uno
. * InvestiJ!;aciones recientes parecen demostrar que Uxmal fue fundada por lo de ocho barras que terminan a ambos lados en cabezas
menos 3 o 4 siglos antes. [T.] serpentinas. Sendas cabezas de búho, adornadas de un gran

294 295
141. Cuadrángulo de Las Monjas. Edificio occidental. (Detalle de 143. Cuadrángulo de Las Monjas. Edificio oriental. Uxmal. Estilo
la fachada.) Uxmal, Yucatán. Estilo Puuc. Cultura maya. Puuc. Cultura maya.

142. Cuadrángulo de Las Monjas. Edificio occidental. Uxmal, 144. Cuadrángulo de Las Monjas. Edificio septentrional. Uxmal.
Yucatán. Estilo Puuc. Cultura maya. Estilo Puuc. Cultura maya.
penacho, están sobrepuestas a la parte alta de los trapecios.
En la segunda mitad del siglo XV Uxmal fue súbitamente
abandonado. Aunque en 1451 los xiúes habían triunfado
sobre Mayapán y hasta lo habían destruido, no regresaron a
su espléndida capital. Al mismo tiempo los itzaes abandona-
ron a Chichén 1tzá, se fueron hacia el sur y se establecieron
a orillas del Lago de Petén .. ¿Por qué? Todos estos aconte-
cimientos están aún envueltos en profundas tinieblas. Es
posible que los xiúes hayan sucumbido a las fuerzas supe-
riores de algún pueblo invasor. Lo que se sabe con certeza
es que fundaron una nueva capital, que llamaron Maní. La
llegada de los españoles puso fin a la época de Maní, época
de descenso y decadencia.
Maní es el lugar tristemente célebre donde Fray Diego de
Landa, entonces Provincial de Mérida, movido por un exce-
sivo celo religioso, organizó, en 1541, aquel auto de fe en
que se destruyeron cinco mil ídolos y veintisiete códices
mayas. De estos últimos se han conservado tres. Fue el
mismo Landa quien escribió, años más tarde, la Relación de
las cosas de Yuca tán , la mejor y más completa información
sobre la antigua cultura maya.
Chichén Itzá, el centro de los itzaes, nos dejó muestras
165/166 de su arquitectura en la Casa de Las Monjas, en la Iglesia,
148/154 en el Chichanchob. Después de la llegada de los toltecas se
operó en esta arquitectura un cambio radical.
Con los toltecas llegó a la península un cacique llamado
Kukulcán, nombre que significa "serpiente emplumada",
traducción de la voz náhuatl Quetzalcóatl. Era costumbre
de los soberanos de Tula agregar a su nombre el de Quetzal-
cóatl, su deidad tribal. Quetzalcóatl se llamaba también el
último de los príncipes de Tula, que desapareció sin dejar
huella, enigmáticamente, tan enigmáticamente como desapa-
recería -según la leyenda-, el caudillo Kukulcán.
Todo hace suponer que Kukulcán era una personalidad
vigorosa, de gran energía, una figura que evoca el recuerdo
de los condottieri de la Italia renacentista. Llamado a Yuca-
tán como jefe de las tropas mercenarias, pronto se convirtió
en el decisivo factor político. Landa relata que los indios
decían que, cuando los itzaes se encontraban en Chichén 145. Palacio del Gobernador. Uxmal. Estilo Puuc. Cultura maya.

298 299
148. "La Iglesia". Chichén Itzá. Cultura maya.

301
Itzá, apareció por allí un gran señor, llamado Kukulcán, "y
el edificio principal que se llama Kukulcán muestra que
esto es verdad". Kukulcán hace de Chichén Itzá un impo-
nente centro de culto y cultura. Hay quienes lo consideran
como fundador de Mayapán, aunque es más probable que
este lugar, sede de los Cocomes, ya exis.tier~ anteriorment~
, y que Kukulcán sólo lo ampliara y embellecIera con magm-
ficas construcciones. * Se sostiene igualmente que fue obra
suya la Liga de Mayapán, aquella alianza entre los diferen-
tes príncipes mayas, que en el fondo no fue sino la sumi-
sión de todos los demás a los Cocomes.
Kukulcán se presenta en Yucatán como descendiente de
una deidad -cosa nada inusitada en Yucatán- y exige que
se le venere como tal. La l~yenda, infiltrada en la tradición
oral, lo convierte en el Quetza1cóatl de los mayas.
Chi significa "boca", chen "cenote", Itzá es el nombre
del pueblo maya que fundó la ciudad en el año de 534 de
nuestra era. El santuario gracias al cual Chichén Itzá llegó a
ser el lugar de peregrinación del Mayab, adonde los creyen- 149. "El Palomar". Uxmal. Cultura maya.
tes afluían de lejos y que incluso le dio su nombre, era el
Cenote Sagrado. El Cenote Sagrado, en cuya proximidad se
erigió el Templo de Kuku1cán, es un estanque con aspecto En 1894 Edward Herbert Thompson, seducido por la
de pozo, de paredes verticales, de aproximadamente vein~e tradición, convencido de que en el fondo del Cenote Sagra-
metros de profundidad. i En la árida Yucatán, un santuano do debía haber ofrendas, empezó a explorarlo. Al cabo de
del dios de la lluvia! Cuando amenazaban sequías, se le años de esfuerzos duros e infructuosos un día la realidad
ofrendaban allí sacrificios, casi siempre mujeres y niños, a vino a confirmar la idea que lo tenía obsesionado. Encontró
quienes se precipitaba al Cenote en una solemne ceremonia, los soñados tesoros, que ahora se encuentran en el Peabody
celebrada a la salida del Sol. Si a mediodía la víctima Museum de la Universidad de Harvard (dados a conocer por
estaba aún con vida, se suponía -como en las ordalías T. A. Willard: The CUy 01 the Sacred Well): joyas de oro,
medievales- que gozaba de la especial protección de los trabajos de cobre, jade, concha nácar, esculturas de piedra,
dioses. La sacaban del cenote y se le tributaban honores armas, cerámica, máscaras, etcétera. *
divinos. En el Libro de Chilam Balam de Chumayel se narra Los toltecas que llegan a Yucatán no adoptan la religión
que Hunac Ceel era uno de los que pudieron salir vivos del de los mayas. Traen la suya -el culto de Quetzalcóatl-Ku-
Cenote. "Entonces comenzaron a declararlo jefe principal. ku1cán- y están decididos a imponerla en su nueva tierra.
El no 'había sido gobernante antes de entonces." Son creyentes militantes, misioneros fanáticos, empeñados
\
en hacer prosélitos en tre los aborígenes. La más grandiosa
* Parece que la destrucción de Mayapán en el año de 1451 se llevó a c~?o
tan radicalmente que en las recientes excavaciones organizad~ ~or la FundacI?n
Carnegie sólo salieron a luz escasos restos de aquellas esplendIdas construccIO- * En 1959 el Peabody Museum devolvió a México algunas de estas piezas:
cuatro discos de oro.
nes, restos más interesan tes para la arqueología que para el arte.

302 303
150. "El Adivino". Uxmal. Cultura maya. 151. "El Adivino". Fachada posterior. Uxmal. Cultura maya.

304 30S
152. Conjunto de Las Monjas , y "El Adivino". Uxmal. Cultura maya.

de las construcciones que levantan en honor de su deidad importancia. Los habían llamado como tropa auxiliar para
153 tribal es el Templo de Kukulcán, llamado El Castillo. Sus sofocar un alzamiento, y entre tanto la situación había
cuatro escalinatas, una en cada cara, hacen suponer que fue cambiado: los mercenarios se habían convertido en casta
el lugar donde se hacían sacrificios humanos a Kukulcán. gobernante. Cujus regio, ejus religio: esta máxima de los
Ya anteriormente había existido entre los mayas la costum- tiempos de la Reforma, que en Europa siempre fue más una
bre de los sacrificios humanos, sobre todo en Chichén I tzá, teoría que una realidad, casi se sobreentendía en la América
ciudad del ·Cenote Sagrado; pero sólo los toltecas la convir- precolombina: el pueblo derrotado tenía que adoptar a los
tieron en base y fundamento del ritual. Así como la Iglesia dioses, y sobre todo a la deidad tribal, del vencedor. En el
Católica erige su signo, la cruz, adondequiera que llega, así pensamiento de aquellas naciones el triunfo era una prueba
los toltecas siembran en todas partes el símbolo de Kukul- infalible de que los dioses del pueblo victorioso eran más
cán, la serpiente emplumada. Ya no hay ningún edificio en poderosos que los del vencido. "Los dioses del conquistador
que no aparezca, en los más diversos lugares y en las formas deben ser buenos dioses; así es como los cultos de origen
más diversas, la culebra de las plumas de quetzal. mexicano se extendieron a todo lo largo y lo ancho de la
América Media. Exactamente de la misma manera , la reli-
No hay duda de que esta insistencia obedecía también a
una intención política. Los toltecas se sirvieron de la ser- gión cristiana tuvo una pronta aceptación en la América
piente emplumada para hacer alarde de su poder y autori- india, cuando los misioneros estaban respaldados por tan
dad. Como es natural, esto era para ellos de la más alta temibles exponentes de nuestra dulce fe como Cortés, Piza-

306 307
rro y sus auxiliares" (Vaillant: La civilización azteca). Los
aztecas · traían a Tenochtitlan, en señal de triunfo, las esta-
tuas de las deidades de los pueblos vencidos. En el Templo
Mayor de su capital tenían una cárcel para los dioses
destronados, un edificio exclusivamente destinado a ellos
(según la enumeración de Sahagún fue el edificio decimo-
cuarto en el recinto del Templo), quizá para reprimir cual-
quier brote de rebelión, pues sin sus dioses los derrotados
eran impotentes. Los nuevos señores de Yucatán no tuvie-
ron mejor manera de manifestar y asegurar su poderío que
la imposición de su fe. Con ella lo legitimaron, 10 convirtie-
ron en un hecho irrefutable.
Una vez establecidos en Yucatán los toltecas de Tula, su
ambición es hacer de Chichén Itzá, su nueva ciudad, un
centro más grande y más grandioso que la perdida Tula.
Los Cocomes aceptan el culto de Kukulcán. " ... Dezían de
éste que descendían de él los Reies de Yucatán, que llama-
ron Cocomes, que significa Oidores", relata Torquemada.
Los príncipes residentes en Mayapán, cortesanos de los
153. "El Castillo", Pirámide de Kukulcán. Chichén Itzá. Cultura
Cocomes, siguen su ejemplo: también ellos se convierten a maya- tolteca.
la nueva fe. "El pueblo de Yucatán se jacta de que sus
nobles descienden de él (Quetzalcóatl)", dice el P. Clavijero 154. El Chichanchob. Chichén Itzá. Cultura maya.
(Historia antigua de México). Hay que estar con el poder.
Kukulcán es el poder. Los que cuentan o quieren contar se
cobijan a la sombra de los nuevos poderosos. Quizá de ahí
les venga nuevo prestigio, nuevo esplendor... El culto de
Kukulcán es, por así decirlo, religión oficial, Iglesia oficial.
Es, como diríamos hoy, propaganda del gobierno y para el
gobierno y aprovecha todos los medios de que éste dispone.
El pueblo debe conformarse -exteriormente- con la nueva
religión, pero en su fuero interno continúa adorando a los
viejos dioses. Como a los príncipes no se les permitía salir
de Mayapán y regresar a su tierra; como estaban obligados a
vivir lejos de su corte y sus súbditos, éstos creían "que su
señor era víctima de un secuestro, porque en Mayapán
dominaba el culto imposicionista de Kukulcán" (Baqueiro
Anduze).
La situación empeora, va cundiendo el resentimiento. Se
está haciendo insoportable la tiranía de los Cocomes. Los

308
155. Templo de los Guerreros. Chichén ltzá. Cultura maya-tolteca.
\
demás miembros de la Liga, oficialmente con iguales dere- cifras de venta, se intensificó -tuvo que intensificarse- la
chos, empiezan a rebelarse. Se suscitan disturbios y moti- presión que ejercieron sobre los de abajo. Sus empresas
nes. A consecuencia de ellos aumenta la opresión por parte descansaban en la mano de obra gratuita, no remunerada,
de los caudillos, que "velan por el orden y la seguridad". en el trabajo de esclavos. Desde un principio los esclavos,
Los Cocomes se apoy~ron en la nueva casta de los traídos de fuera a trueque de otras mercancías, habían sido
poderosos mercaderes, que, debido a su vigoroso desarrollo, uno de los más importantes artículos de importación. Pero
sabía hacer valer su influencia asimismo en el terreI'lO de esta importación ya no alcanzaba para cubrir las necesida-
la política. Florecían el comercio, los oficios y algo que des, que habían aumentado enormemente. Se hacía nece- '
podría llamarse industrit la industria textil y la ~: cons- sario reclutar trabajadores y, con la ayuda de los Cocomes,
trucción de embarcaciones. Prosperaban la lmportaclOn y la convertir a la propia población cada vez más en esclavos
exportación. Pero para el pueblo esa riqueza -riqueza de industriales. A estas tensiones sociales y políticas se agrega-
una clase privilegiada- se traducía en miseria. En la misma ban los resentimientos de orden religioso. El pueblo no
medida en que industriales y comerciantes hicieron subir las dudaba de que la causa de tanta miseria era el abandono de

310 311
156. Templo de los Guerreros. (Detalle.) Chichén Itzá. Cultura 157. Templo de los Guerreros. Chichén Itzá. Cultura maya-tolteca.
maya-tolteca.

los dioses antiguos a favor del nuevo culto, de la religión cán], se celebraba sólo en la provincia de Maní", apunta
extraña, importada del extranjero. En 1451 Mayapán fue Landa.
destruida. Cuando después de la caída de Chichén 1tzá (en Los toltecas no sólo crean en Chichén Itzá un nuevo
1461) los itzaes tuvieron que emigrar de nuevo y volvieron culto, traen también los elementos expresivos de un arte y
al sur, a la región del Petén, su antiguo territorio, volvieron una arquitectura nuevos para el Mayab.
también a su antigua fe (hasta que se convirtieron al cristia- Sus construcciones: la Pirámide de Kuku1cán (El Casti- 153
nismo, en 1697). "Hay indicios de que el éxodo de este 110), el Templo de los Tigres, el Templo de los Guerreros, 163/155
pueblo puso término a la austera influencia mexicana en erigidos a mediados del siglo XIII, difieren en su aspecto 156/157
Chichén Itzá y que en su lugar hubo un resurgimiento de por completo de las de Palenque, Tikal, Yaxchilán, Kabah.
los elementos culturales mayas de los tiempos anteriores, un
resurgimiento de formas más antiguas" (Pollock). "Después , Por su estructura, por su ornamentación, el Templo de las
Monjas, el Chichanchob, son barrocos, del más noble barro- 152/154
de esta destrucción [de Mayapán], dicha fiesta [de Kukul- co maya. El Castillo, el Templo de los Tigres, en cambio, 153/163

312 313
dan la impresión de clasicismo, de un clasicismo muy puro,
muy armoniosamente equilibrado. A excepción de ciertos
detalles, al fin y al cabo específicos de Mesoamérica -las
columnas serpentinas en lugar de la columna dórica o jóni-
ca, la falta del frontón triangular- , su estructura es la de las
mejores construcciones del clasicismo europeo y no es me-
nos armoniosa. La silueta está nítidamente delimitada, el
cuerpo constructivo es un bloque cerrado. Un ornamento
en forma de G constituye el remate horizontal de la te-
chumbre; las gradas de la escalinata, paralelas a él, se hallan
flanqueadas por taludes, que no sobresalen de la masa
estructural. Dos pilares dividen el rectángulo apaisado de la
entrada. Suprema claridad y quietud.
Los toltecas traen un nuevo elemento constructivo, la
columna, y recurren con frecuencia al pilar, que emplean
asimismo como elemento constructivo: para apoyar la viguería
de la techumbre. Con ello logran superar el caráctar mono-
lítico de la arquitectura maya. Mientras que ésta tuvo que
resignarse a construir corredores largos y estrechos, surge
ahora un tipo de cámara de dimensiones proporcionadas,
cámaras no sólo largas, sino también anchas. El ejemplo
155/156/ más típico, la solución más perfecta es el Templo de los
157 Guerreros. La planta es casi cuadrada. De acuerdo con las
necesidades del ritual, el templo está seccionado en dos
cámaras: el vestíbulo con las columnas serpentiformes de la
entrada, donde termina la escalinata, * y, atrás, el santuario
con el altar. El vestíbulo, con sus dos hileras de pilares (seis
en cada una), mide 18.69 X 8.87 metros; en el santuario,
de 18.74 X 9.06, hay dos hileras de cuatro pilares. Las dos
cámaras están separadas entre sí por una pared transversal,
de 79 centímetros de grueso, en que se abre un pasillo.
Sobre los pilares, cuyas caras están decoradas de relieves,
descansaba la viguería. "Este fue un nuevo método de
construcción entre los mayas", hace notar Totten. La arqui-

* Sahagún, al hablar de Tula, de la maestría de las creaciones artísticas,


menciona las columnas en orden serpentino, "entre las cuales dejaron una que
está allí (en Tula) y hoy en día se ve, aunque no la acabaron, que llaman
coatlaquetzalli, que son unos pilares de la hechura de la culebra, que tienen la 158. Cabeza de un guerrero. Relieve del Juego de Pelota. (Deta-
cabeza en el suelo por pie, y la cola y los cascabeles de ella arriba". lle.) Chichén ltzá. Cultura maya-tolteca.

314 315
tectura maya había sido incansable en la invención y elabo-
ración de novedosos efectos decorativos; la nueva arquitec-
tura de Chichén Itzá se basa en un nuevo método de
construcción.
Lo decorativo cede el primer lugar a 10 estructural. El
ornamento ya no es sino uno de los acentos dentro de una
más amplia unidad arquitectónica; ya no se le permite
desbordarse sin restricciones, desmesuradamente. Al suefio
de una noche tropical ha seguido un despertar. Lo que se
expresa en la arquitectura es una conciencia despierta, la
solemne gravedad de una fe que no sabe nada -no quiere
saber nada- de los semidioses, cuya megalomanía había
relegado a segundo plano a los dioses auténticos. Ya se
acabó la edad de los semidioses. El esteticismo, la mórbida
gracia, ya no son sino una moda pasada de moda. Ya no se
construyen palacios, sino moradas para los dioses: templos
y Juegos de Pelota, estos últimos para el deporte divino.
Como en Teotihuacán, como en Tula, la dominante es la
horizontal. Las escalinatas de la pirámide de Kuku1cán, una
en cada costado, ascienden sin interrupción hasta la plata-
forma superior. Con esto, no cabe duda, se imprime a la
pirámide escalonada una acusada tendencia vertical. Pero el
templo, ancho y no muy alto, contrarresta esta tendencia
ascendente con gran energía. Mediante las dos fajas, fuerte-
mente salientes, que rodean todo el edificio y que forman el
remate superior, se procura y se logra subrayar la extensión .
en anchura, de suerte que el efecto del conjunto es, igual
que en la Pirámide del Sol de Teotihuacán, mucho más
horizontal que vertical.
162 El Caracol, edificio de planta circular, cuya construcción
se inició en los primeros tiempos de la invasión tolteca, no _
es una torre de audaz impulso ascensional, sino un cilindro,
de contorno clasicista. También en este edificio anchas fajas
horizontales que fragmentan la vertical, hacen que dé -la
impresión de un cuerpo arquitectónico ancho y pesado.
¿Era un observatorio? ¿Era, como se supone generalmente,
un templo consagrado a Kuku1cán, recuerdo de los templos
de Quetza1cóatl -de planta redonda u ovaloide- de la 159. Portaestandarte. Templo de los Guerreros. Chlchén ltzá.
Cultura maya-tolteca.
Meseta Central? "Lo que sabemos es que las construcciones
317
316
de planta redonda aparecen en Yucatán sin que las formas
anteriormente desarrolladas las hayan anunciado y que hay
una relación entre ellas y un héroe cultural llamado Kukul-
cán-Quetzalcóatl, de quien se afirma que llegó de México...
Difícilmente podemos dudar de que coincide con la ola de
cultura mexicana que, como se sabe, penetró en la penínsu-
la y de que la concepción mexicana de Quetzalcóatl inspiró
los edificios de planta circular que allí se encontraron"
(Pollock).
Ya no se ofrece el espectáculo fantástico de las creste-
rías - en el fondo y sobre todo espectáculo ilusionista- ,
arraigadas en otro sentimiento vital, en una religiosidad
distinta. Ya no hay lugar para ellas en la sobria y austera
concepción del mundo que es la que ahora impera. Esas
cresterías de Tikal y de Palenque, con su movida ornamen-
tación, se funden, pictóricamente, con la atmósfera; luces y
sombras juegan en torno a ellas un juego impresionista. Su
encanto está en lo evanescente, lo indeterminado e inasible. 160. Relieve del Juego de Pelota. (Detalle.) Chichén 1tzá. Cultura
153 La silueta del Templo de Kukulcán -como la del Templo maya-tolteca.
155/163 de los Tigres y del de los Guerreros- se destaca con toda 161. Relieve del Juego de Pelota. (Detalle.) Chichén Itzá. Cultura
claridad sobre el horizonte. Los frisos en las fachadas del maya-tolteca.
Templo de los Tigres se desenvuelven entre dos fajas hori-
zontales, muy acentuadas. Sobre el pórtico hay un friso que
representa tigres y escudos -los emblemas de los guerreros,
de quienes es el santuario-, y encima de este friso otro, de
formas abstractas, círculos y esferas, incorporadas a un
meandro. i Compárese con esta decoración y con esta arqui-
tectura la arquitectura y decoración de los edificios de la
Chichén vieja!
El basamento del Templo de los Guerreros está decorado
con un friso en relieve que abarca todo el ancho de la
fachada delantera, formando un rectángulo apaisado, de
poca altura: águilas y tigres en sucesión rítmica. Este friso
es un fiel trasunto del que se encuentra en la Pirámide de
Quetzalcóatl de Tula. En el Altar de Calaveras anexo al
Juego de Pelota hay un friso de calaveras que es copia casi
exacta del que adorna el muro del patio interior en el
templo de Tula; las únicas diferencias consisten en que el
friso de Chichén 1tzá se despliega en tres hileras una sobre la

318
otra, el de Tula en una, y que en Tula la alav ras aman
por entre unas fauces serpentinas. Una vez mús como en
Tula, como en Teotihuacán- la repetición 1 mne e in is-
tente de un mismo motivo. Cada forma ai lada slá nítida-
mente tallada y tiene determinada significación imbólica.
Ya no hay impulso caprichoso, ni falta de claridad en la
representación, como en las estelas de Copán y Quiriguá,
donde el ornamento se extiende exuberante en torno a la
figura representada, diluyendo, devorando la estructura.
También ha desaparecido el altorrelieve de las estelas,
aquellas figuras que están como a punto de desprenderse
del plano posterior para cobrar una casi-corporeidad. Los
relieves en los innumerables pilares frente al Templo de los 157
Guerreros, los del Templo de los Tigres y del Templo de
Kukulcán -representaciones de guerreros con lanzas y toca-
dos de plumas-, las serpientes estilizadas de las columnas
del portal del Templo de Kukulcán -igualmente adoptadas
de Tula-, son bajorrelieves cuyos detalles, de contornos
precisos, se sujetan a los planos de relieve. El acento monu-
mental en el Templo de Kukulcán es el trono-jaguar.
Símbolo divino, majestuoso y demoniaco. De grandiosa
expresividad, es sublime a la vez que terrible.
El friso plástico del Templo de los Guerreros, ofrece un
enorme interés para una investigación psicográfica. En él
vemos adoptado un motivo maya: los mascarones con la
llamada nariz romana, en forma de trompa. Pero en contra-
posición con Kabah, donde los mascarones se apiñan y 127
compenetran, mirando al espectador con miles de ojos ame-
nazadores, hipnotizantes, y formando un conjunto de aspec-
to surrealista, esos mascarones de Chichén 1tzá no cubren,
como en Kabah, toda la superficie, ni la desintegran con su
fuerte sobresalir, su fuerte retroceder, en una serie de frag-
mentos de corporeidad plástica. Aparecen sólo en las esqui- 156
nas del templo, encuadrados, por así decirlo, y neutraliza-
dos por superficies murales cuya lisura forma un vivo con-
traste con la decoración rica y animada. En el centro de
esas superficies murales hay otro relieve: el símbolo de
162. Vista general del "Caracel", en el fondo el "Castillo" y el Kukulcán, la cabeza de la serpiente emplumada con las
Templo de los Guerreros. Chichén Itzá. Cultura maya-tol- fauces abiertas, por entre las cuales asoma una cabeza
teca.

320 321
163. Templo de los Tigres. Chichén Itzá. Cultura maya-tolteca. 164. Relieve del Templo de las AguiJas. (Detalle.) Chichén Itzá.
Cultura maya-tolteca.

humana. Esta cabeza serpentina resalta tanto como las cabe- Spinden (A Study oi Maya Art) enumera, como caracte-
zas de las deidades en la Pirámide de Quetza1cóatl de rísticos de la influencia nahua en la arquitectura maya, los
Teotihuacán. La ornamentación de los mascarones, inquieta siguientes elementos: columnas serpentinas, balaustradas con
y enredada en los edificios mayas, se halla aquí delimitada ornamentación serpentina, almenas como remate de los mu-
por contornos precisos y forma parte de la estructura arqui- ros de los templos (tal como se ven en los códices y en
tectónica. Se desarrolla un nuevo ritmo de superficie. Movi- las pequeñas cerámicas nahuas que representan templos),
miento y quietud, plenitud y vacío, decoración y fondo se basamentos en talud de los templos, plataformas con co-
acentúan mutuamente, aumentan mutuamente su efecto. lumnatas, techumbres planas, Juegos de Pelota, atlantes; y

322 323

.L _ _ _ _~. _ _ _ _ _ _ _ ___ ~~_ _~_ _ __ __'"__ __"____ _ _ _ _____'_...!....____"'""""'"____'_.:.................;..._ _ _ _ _ _ _ _ _ _......._________...,¡¡


167 en la escultura y ornamentación mayas: el Chac Mool, el
disco solar como símbolo religioso, la voluta de la palabra
(que en la cerámica maya aparece ocasionalmente, pero sólo
"en conexión con animales, no con hombres"), los mascaro-
nes con plumas vistos desde abajo, los grupos de guerreros
en procesión, con los glifos correspondientes. Seler (Ge-
sammelte Abhandlungen) menciona también como caracte-
rística la representación de los ocho periodos del planeta
Venus en el relieve del templo del Chac Mool en Chichén
ltzá, donde de un lado figura el signo de Venus y del otro
los ocho haces de los años, representación que Enrique
Juan Palacios designa como "especialidad en los centros de
la dominación tolteca". Pero hay mucho más que esto. Se
trata de la inoculación de otra y distinta forma de expre-
sión; de otro y distinto sentimiento espacial. He aquí lo
decisivo.
También el nuevo culto se expresa en la configuración
formal. La orientación de los templos, sudesviaci,ón de
dieciséis a diecisiete grados del eje oriente-occidente, es una
peculiaridad de la arquitectura tolteca. El Chac Mool, que
167 llegará a ser típico de Yucatán -una figura tendida en
sentido horizontal, con la cabeza vuelta hacia el lado y las
piernas encogidas, que lleva sobre el vientre una vasija o un
platillo-, es "estilo tolteca" (Walter Lehmann: Atmexika-
nische Kunstgeschichte). El modelo de esta representación
107 se ha encontrado en Tula. Los toltecas construyen conjun-
tos arquitectónicos integrados por campos de Juego de
Pelota, templos y altares. La verticalidad, que había pene-
trado en la arquitectura maya anterior desaparece, es susti-
tuida por una marcada tendencia horizontal. Desaparecen
los brotes de realismo. Se aspira a una estilización monu-
mental. No cabe duda de que se adoptan asimismo algunos
elementos mayas. Ya hemos hablado de los mascarones de
156 Chac en la fachada del Templo de los Guerreros. Pero ese
arte imponente y monumental que surge en Yucatán des-
pués de la invasión tolteca es disímil en su esencia. Es
cierto que Chichén Itzá es más grandioso que Tula; en
Chichén ltzá la creación artística aprovechó recursos más
165. Anexo a Las Monjas. Fachada este. Chichén Itzá. Estilo
abundantes, se desplegó en mayor escala, tuvo un aliento Chenes. Cultura maya.

324 325
166. Relieve del Anexo a Las Monjas. Fachada este. (Detalle.) 167: Chac Mool. Procede de Chichén Itzá. Cultura maya-tolteca.
Chichén Itzá. Cultura- Maya.

más vigoroso. El arte de Tula vive en Yucatán un grandioso civilización maya pura." En el curso de la historia del arte
resurgimiento, una fuerte intensificación de su poder creador. sucede con ·frecuencia que el pueblo vencedor adopta la
y se plantea una vez más el problema: ¿Es éste un Renaci- cultura superior y el arte superior de los derrotados: los
miento maya, o más bien un Renacimiento tolteca? Nadie persas aceptan como modelo la arquitectura y las artes
podrá poner en duda que Palenque y Tikal son -en cuanto a plásticas de los babilonios; los romanos se esfuerza,n por
sus metas creadoras, a su actitud artística- radicalmente dis- asimilar la cultura griega, los aztecas, la cultura teotihuaca-
tintos del Templo de Kuku1cán en Chichén Itzá. na. Aquí eso no ocurrió. ¿Lo impidieron causas exclusiva-
H. Morris, que excavó el Templo de los Guerreros, supo- mente religiosas? ¿Actuó aquí sólo el fanatismo religioso
ne (The Temple oi the Warriors at Chichén Itzá), que, de los invasores toltecas, empeñados en imponer en Yuca-
mucho antes de la conquista de Chichén Itzá por los tolte- tán su culto de Quetzalcóat1? ¿O tenemos que buscar la
cas, ya existía un contacto cultural entre mayas y toltecas. explicación en el terreno del arte mismo, en una voluntad
"Pero, sea como fuere -dice-, a juzgar por los edificios en artística que rechazaba -que forzosamente debía rechazar-
el norte de la ciudad, jamás ha existido en Chichén Itzá una la tradición que encontró?

326 327
VI. Los zapotecas: un pueblo de arquitectos

Fue un pueblo de arquitectos, dice Alfonso Caso de los


zapotecas. Y, en efecto, fueron grandes constructores, y no
porque hayan creado edificios fastuosos sino porque sintie-
ron y comprendieron 10 arquitectónico desde la raíz, desde
el plano, desde 10 constructivo. La arquitectura zapoteca es
monumental en su concepción.
Construyeron Monte Albán y Mitla; santuarios, tumbas,
fortalezas. Sus conjuntos arquitectónicos son sencillos y
grandes.
Monte Albán, su centro religioso, es arquitectura de espa-
cios vacíos. Los edificios delimitan y constituyen una uni-
dad espacial. La construcción individual está .concebida en
función de esta unidad y queda absorbida por ella. Así
como la columna griega es miembro de un cuerpo construc-
tivo, al cual confiere estructura y fisonomía; así como esta 168. Panorama de Monte Albán. Cultura zapoteca.
estructura determina el número, la altura, el diámetro de las
169. Panorama de Monte Albán. Cultura zapoteca.
columnas y aun la distancia entre ellas, de la misma mane-
ra, en Monte Albán, el espacio vacío es lo que rige la masa,
la forma e incluso la situación de las pirámides, templos y
altares. La obra de piedra, los edificios, no es sino el
esqueleto, por cierto imponente, de un organismo que vive
y respira en la luz. Y la vivencia de Monte Albán es
precisamente 10 que encierran las construcciones y cómo lo
encierran y cómo éstas se funden en un acorde sonoro y
grandioso. Una planificación única y singular por la forma
en que está concebida y realizada. En todos los continentes,
en todas las edades hay muy pocos conjuntos urbanos -si
es que los hay- que revelen una organización espiritual más
homogénea, de impulso más poderoso. La "objetividad reli-
giosa" -fórmula que acuñamos para designar la postura
fundamental del arte mesoamericano- cobró aquí un alien-
to de sublime majestad, "como si hubieran querido (los
zapotecas) expresar con la piedra, en la tierra, las ideas de
eternidad y grandeza con que concebían a la divinidad"
(Leopoldo Batres: Exploración de Monte Albán).

328
Centurias enteras, diversas épocas colaboraron para erigir El centro de Monte Albán es una plaza rectangular y por 168/169
a Monte Albán. Los edificios de la era zapo teca nos dan la entero plana (llamada la Gran Plaza), rodeada por los cua-
impresión de que generación tras generación se sujetó a un tro lados de construcciones piramidales; la subdividen gru-
solo plano. Un mismo espíritu, una misma intención crea- pos de pirámides geométricamente distribuidos, que a su
dora, un mismo ethos artístico presidieron la construcción vez encierran patios o plazas. La estructura básica de estos
de esta ciudad durante sus diversas etapas. Tradición que conjuntos de templos es un edificio de planta rectangular,
nunca ilegó a degenerar en eclecticismo; que permaneció alargada, que se levanta sobre una terraza y está flanqueado
viva porque permanecieron vivos el afán de monumentali- por construcciones laterales que forman un ángulo recto
dad y la grandeza de la concepción artística. con el edificio principal. Así surge un patio abierto hacia
Aquellos constructores no se contentaron con levantar el un solo lado, en cuyo centro se eleva un altar; así surgen
recinto de los templos sobre una montaña -a 360 metros por patios y más patios, todo un sistema de espacios vacíos que
encima de la ciudad de Oaxaca, fundada en 1529 por se completan, se compenetran, se corresponden mutuamen-
Cortés-; transformaron la cima de la montaña en una te; multiplicidad de elementos que integran una unidad
meseta de 950 metros de longitud y 450 de anchura. Dos orgánica, una sinfonía espacial. Aparte, al lado de la Gran
barrancos en las esquinas noroeste y suroeste de esta altipla- Plaza,. un Juego de Pelota.
nicie quedaron convertidos en sendos caminos que condu- Todos los ejes son paralelos entre sí (Ignacio Marquina: 170
cen a sendos grupos de pirámides. Toda la montafia fue Estudio arquitectónico comparativo). Al norte se halla la
sometida a un cambio radical; ya mencionamos esta afirma- plataforma del templo principal, que mide 50 000 metros
ción de Holmes al hablar de la pirámide. "La montaña cuadrados; da acceso a ella una escalinata de 40 metros de
sobre la cual se erigió Monte Albán de hecho fue recons- anchura, la mayor escalinata de Mesoamérica. Detrás del
truida no una, sino varias veces" (Alfonso Caso). También templo se encontraba una serie de construcciones relaciona-
los alrededores quedaron transformados en gran escala. La das con el culto. Del. templo mismo existen todavía restos
homogeneidad del conjunto no comienza donde se levantan de columnas, columnas ciclópeas, de dos metros de diáme-
los muros de la Gran Plaza, abarca mucho más: en torno a tro, construidas de sillares de piedra.
la ciudad ceremonial hay toda una zona sagrada, sembrada Entre este templo, del lado norte de la plaza, y el del
de tumbas y de pirámides construidas sobre nichos sepulcra- lado sur, están alineadas algunas construcciones piramidales
les subterráneos. que no siguen exactamente el sentido del eje central: crimen
Mientras que la arquitectura china procura adaptar el de leso arte, según los conceptos zapo tecas, cuya causa -se
edificio, con sutilísima sensibilidad, al paisaje que lo rodea puede suponer- fue el problema que presentaba el Observa-
(el techo curvo del templo chino repite la línea, dulcemente torio (Montículo J), monumento que data de tiempos preza-
ondulada, del cerro que se destaca sobre el horizonte); potecas.
mientras que el planificador de nuestro tiempo se esfuerza El Montículo J es de por sí un edificio extrafio. Mientras
por ajustar su plano a los accidentes del terreno, para que que todos los demás complejos arquitectónicos están orien-
su desierto de concreto armado conserve siquiera una míni- tados hacia los puntos cardinales, el Observatorio se desvía
ma parte del encanto de lo creado por la naturaleza, el de ellos (Alfonso Caso: Exploraciones en Oaxaca. Tempora-
complejo urbanístico de Monte Albán es la no-naturaleza por da 1936-1937). Su planta tiene forma de polígono irregular.
excelencia. Sus constructores no sólo no respetaron la confi- Es la única construcción precolombina de planta irregular.
guración natural del terreno, sino que la rechazaron. Era para "Otra de las características de este montículo es que su
ellos el desorden destinado a ser ordenado por el hombre. planta no presente una forma cuadrangular o rectangular

330 331

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como en los otros montículos, pues por la parte posterior
termina en ángulo" (Caso). No cabe duda que en el trazado
de las pirámides centrales los urbanistas de Monte Albán
tenían que vencer una seria dificultad: podían atenerse al eje
central y crear hacia el oriente una plaza rectangular, pero
dentro de ésta el Observatorio hubiera desentonado como
un cuerpo extraño; o, para evitar un espacio vacío tan poco
equilibrado, podían desviarse del eje central y formar con
las nuevas construcciones un segundo eje que abarcara el
Observatorio. Por amor a la unidad espacial se decidieron
por esta última solución.
Es una tarea interesantísima, que nos hace comprender el
pensamiento arquitectónico de los zapotecas, estudiar de
qué manera procuraron compensar este defecto. El templo
del lado norte no s~ construyó, como el del lado sur, en el
centro de la plaza, sino también un poco más hacia el
occidente, de modo que quedó incorporado exactamente al
eje de las pirámides centrales. Frente a éstas y delante de
las pirámides situadas en el límite occidental del terreno, se
levantaron, en los extremos izquierdo y derecho, algunas
pirámides más pequeñas, que por una parte limitan, junto
con el grupo central, una plaza rectangular de gran regulari-
dad y que, por otra, dan origen, frente a dicho grupo
central, a una como calle, larga y estrecha, que corresponde
z a otra "calle" idéntica del otro lado del complejo central.
El gran Templo Norte, espléndida dominante del conjun-
to urbanístico, está dispuesto de tal modo que el eje de su
muro oriental coincide con el de las pirámides centrales, su
eje central, en cambio, con el de una plaza amplia que se
abre entre el templo y aquel grupo central. De esta suerte
se evitó la desagradable impresión de un conjunto asimétri-
co, no axil, y se logró una organización espacial más rica en
acentos, más audaz, más grandiosa y de homogeneidad no
menos rigurosa. Las construcciones centrales son "de poca
D 2S 50 IDO
!
UD
! altura" (Marquina), más bajas que las exteriores. Así hay
" ¡ !¡! !

METROS
incluso en la dimensión de altura una organización cons-
ciente de las proporciones, de las correspondencias y con-
trastes. Imposible planificar más meditadamente, más ge-
170. de Monte Albán. nialmente.

332 333

t tr •• S. in i i
Los templos fueron víctimas del tiempo, como sucedió
casi en todas partes. Los vestigios de los fundamentos hacen
suponer una distribución muy sencilla de los interiores.
Pero lo que todavía se ve - las pirámides mismas- es
imponente, es vigoroso y monumental. Allí trabajaron ar-
quitectos que partieron, en la concepción de la obra, de lo
constructivo. Nada de accesorios. El cuerpo arquitectónico
se expresa a través de la articulación de su masa, a traves de
su plasticidad elemental. Arte colectivo, que dice lo que le
toca decir en un lenguaje claro y decidido. j Con cuánta
energía se destacan el tablero y el talud! j Qué gran ritmo
se desenvuelve allí! Yeso es todo. Cualquier añadido
habría empequeñecido la grandeza, habría reducido lo subli-
me a la medida de lo humano, de lo relativo. En Teotihua-
cán, en la Pirámide de Quetzalcóatl, los tableros están
decorados con una serie de cabezas de Quetzalcóatl y de
Tláloc, incorporadas a las ondulaciones de la serpiente. Ese
adorno plástico falta en el Monte .Albán zapoteca. Lo que
allí habla es la masa estructural, la Forma arquitectónica, y
67/68 su palabra es grande e impresionante.
171 / 172 Es cierto que en Mitla los muros de los edificios están
cubiertos en toda su anchura de un mosaico de pequeñas
piedras incrustadas, que forma las más diversas variantes de
la greca escalonada, ornamentación que no existe en ninguna
otra parte del mundo. Pero Mitla no fue, como Monte
Albán, ciudad de templos, centro religioso para las masas.
Mitla fue un lugar sacratísimo, rodeado de mitos, leyendas
y arcanos, inaccesible a los mortales comunes, más un
concepto que una realidad: Lioobáa, "casa de la felicidad"
(Seler), como se llamaba en idioma zapoteca. Mitla fue la 171. Palacio de las Columnas. Fachada principal. , Mitla. Cultura
ciudad de los muertos, el cementerio de los reyes y grandes zapoteca.
zapotecas. Es posible que la voz "Mitla" se derive de
Mictlan, nombre que los nahuas daban al mundo inferior. Harry Kessler (Notizen über Mexiko). Ya Francisco de
El jeroglífico con que se designa a Mitla en la Matrícula de Burgoa (Geográfica descripción) relata que cuando se había
Tributos de los aztecas (Códice Mendoza) es una calavera muerto un miembro de la familia real, el rey se marchaba a
junto a un fardo mortuorio. Bajo los palacios del rey se Mitla para pasar allí los días de luto. Mitla fue, además, la
encontraron cámaras sepulcrales. "En ninguna otra parte del sede del Sumo Sacerdote, uija-tá?, "el gran vidente", .cons!~
mundo los muertos y los vivos estuvieron tan juntos." Era derado "imagen viva de la deidad, o su lugartemente
una "comunidad de muertos y vivos", observa el conde (Seler), que, en un estado de arrobo extático, "se ponía en

334 335
contacto con los dioses y transmitía las respuestas al pueblo
creyente ... En las fiestas mayores que celebraban con sacri-
ficios o en el entierro de algún rey o gran señor, avisaba a
los sacerdotes menores o ministros inferiores que le asistían
para que dispusieren la capilla y sus vestiduras y muchos
sahumerios que usaban, y baxaba con grande acompaña-
miento [al templo]". Ningún mortal común debía ver al
Sumo Sacerdote, y él estaba convencido de que si alguno se
atreviese a mirarle cara a cara, se desplomaría muerto en el
acto "como castigo de su audacia" (Burgoa). Una "prueba
de indicios" de lo que narra Burgoa es la disposición del
conjunto arquitectónico que hay que considerar como mo-
rada del Sumo Sacerdote: cuatro edificios agrupados alrede-
dor de un patio y por completo cerrados hacia afuera. El
acceso es, al fondo del Salón de las Columnas, un estrecho
pasadizo lateral que comunica con el patio interior, pero no
en línea recta, sino formando un ángulo recto, de modo
que efectivamente ninguna mirada profana podía penetrar
al interior, ni siquiera desde la sala de ceremonias. Por otra
parte, el Sumo Sacerdote tenía la posibilidad de dirigirse a
esta sala sin ser observado desde fuera.
Es una distribución que sólo aparece en este grupo de
edificios. Los demás tienen la estructura típica de Monté
Albán. En total son cinco grupos: un palacio donde residía
el rey cuando se encontraba en Mitla, y los otros cuatro
para los ayudantes del Sumo Sacerdote, el séquito real y los
capitanes (J. E. S. Thompson: México before Cortez). Estas
construcciones son "de forma muy sencilla, tanto en su
perfil como ~n su plano', (William H. Holmes: Archaeologi-
cal Studies among the Ancient Cities of Mexico): un bloque
de planta cuadrangular con techumbre plana y paredes 172. Palacio de las Columnas. Patio interior. (Detalle.) Mitla.
Cultura zapoteca.
planas. Los techos eran de madera. Encima de los morri-
llos había una capa de piedras cubierta de argamasa o
estuco. Los interiores no estaban subdivididos, y cada edifi- con toda probabilidad una pieza de jade translúcido, en que
cio contenía una sola cámara. En algunos lugares se abren a estaban esculpidos un pájaro y una serpiente (Thomas
media altura de los muros pequeños nichos u hornacinas; es
Gann: Gótter und Menschen in Mexico); según la relación de
posible que allí se colocaran ídolos y que en uno de ellos un religioso español, un fraile misionero la mandó pulveri-
se encontrara la célebre reliquia de Mitla, el llamado "cora- zar.
zón del mundo": una piedra de 10.5 centímetros de alto,
Esa arquitectura, muy sencilla, muy objetiva, muestra
336 337
aquella ornamentación de grecas que ha dado a Mitla fama
mundial. Por encima de un zócalo de alrededor de metro y
medio de altura, todos los muros - exteriores e interiores-
están decorados con grecas trabajadas en incrustación de
mosaico. La greca escalonada es el signo del rayo, de la
serpiente de fuego . .En su perfecta abstracción es la más
elevada y expresiva forma de simbolismo religioso y, por lo
tanto, el motivo adecuado para adornar un lugar tan sagra-
do como lo era Mitla. Ya hemos hablado del conjuro
mágico inherente al motivo de la sierpe (véase el capítulo
"La Greca Escalonada", (p. 156). "El valor estético de la
serpiente ondulante es de gran vigor; una ondulación se ·
prosigue en la otra, como la vibración viviente del animal,
desde la cabeza hasta la cola... " (Eulalia Guzmán).
Los mosaicos de piedra presentan catorce diferentes
67/68/ motivos, lo que demuestra la falta de esquematismo, la
171/172 fecundidad e ingeniosidad de aquel espíritu de abstrac-
ción. Para formar el dibujo del mosaico lo más fácil y sencillo
habría sido juntar piedras de diferente altura y embutirlas
en una superficie plana. Pero -cosa extraña- no se recurrió
a este procedimiento. Examinando con atención las paredes,
se hace el descubrimiento asombroso de que en cada una de
las innumerables piedras que componen el mosaico se escul-
pió, con un esfuerzo y una habilidad sin par, el perfil del ·
ornamento. El relieve que surgió así está estrictamente
sujeto a sus dos planos. Se afirma que para uno solo de los
patios se emplearon más de 80 000 piedrecitas. Trabajo de
precisión, ejecutado con tal exactidud que no sólo los
planos anterior y posterior del "relieve" son verticales, sino
que el ajuste de las piedras es tan perfecto que no era
necesario (o sólo en unos cuantos lugares) unirlas con
argamasa. Los artífices renunciaron a un revestimiento de 173. Estela Monte Albán. Cultura zapoteca.
estuco. Tuvieron la ambición de trabajar con tanto esmero
que surgiera una superficie lisa en que no fueran'percepti- incondicional, a la obra: la catedral gótica, esculpida por
bIes las junturas. Por otra parte pintaron su obra de colores canteros, hoja por hoja, pámpano por pámpano, para que
fuertes y brillantes. La ornamentación blanca se destacaba pudiese volverse Forma aquel sueño de filigrana erguido hacia
sobre un fondo rojo. Perfección del oficio, por sí sola los cielos.
suficiente para llenarnos de admiración. Y en toda la histo- Pero la admiración que sentimos ante el decorado y el
ria del arte conocemos un solo caso de igual consagración, oficio que lo creó no debe hacernos olvidar que esa decora-

338 339
ción constituye al mismo tiempo un elemento esencial de la ·'jcuatro paredes del angosto patio, hay una articulación hori-
estructura arquitectónica. No es sólo un embellecimiento de .• '. 'zontal gracias a la diversidad de los dibujos, estructurados
la pared, un accesorio ornamental. Es para aquellos .edificios en tres fajás una encima de la otra, que se limitan mutua-
lo que el frontón triangular para el templo gnego: un mente. Me ~arece que en esto hay que ver una diferencia
recurso para articular el muro. Gracias al mosaico de los esencial y característica entre la ornamentación de Mitla y
paneles cobran corporeidad los muros planos, lisos, monóto- la del Maya Clásico -suei'io de una noche tropical, como
nos, sólo interrumpidos por los pórticos. Las grecas, . al dijimos-, que en la fachada de Kabah, en las estelas de
sucederse una -tras otra, no sólo desenvuelven su ntmo Piedras Negras o Quiriguá, lejos de respetar la estructura
ornamental: la disposición de los paneles uno junto al otro, arquitectónica, materialmente la devora. En Mitla habla el
uno encima del otro, hace surgir un ritmo arquitectónico, muro , habla como elemento arquitectónico. Es cierto que lo,
que impone a la pared plana o, por así decir, incorpórea cubre una decoración rica, suntuosa; pero el ornamento esta
-que de por sí no es sino delimitación de la masa de un incorporado al conjunto, guarda una disciplina rigurosa, se
bloque-, una articulación orgánica y le da movimiento y atiene a su papel de ornamento: acentúa y enriquece la
animación. No se trata aquí de una exhibición de ornamen- arquitectura con su movimiento, su ritmo, su plasticidad. Si
to y adorno; los mosaicos están incorporados a la arquitec- hay que admirar la singular grandeza de la ornamentación
tura como un elemento formal que es parte de la estructura de Mitla, hay que admirar más aún la fuerza constructiva
misma y gracias al cual la estructura arquitectónica es que consiguió transformar este adorno en elemento estruc-
propiamente lo que es.
tural. Creadores cuyo instinto arquitectónico era tan fuerte
Los paneles decorados con grecas están encajados entre que jamás dejaba de manifestarse, ni siquiera cuando alguna
fajas en forma de meandro* que cubren todo el ancho de vez dieron rienda suelta a su fantasía ornamental, para crear
los muros sin interrupción alguna. En las esquinas los en- una decoración digna de un lugar sagrado.
171/172 marcan bloques cuadrados, cuya rígida macicez parece des-
Ese vigor tectónico es lo que confiere también tensión y
tinada a contraponerse a la vehemencia inherente al ritmo
monumentalidad a la obra escultórica. El ejemplo más ca-
de las grecas y del meandro. Y el meandro, con el detalle
racterístico de tal monumentalización de la figura humana
minuciosamente cincelado de las grecas, está a su vez limita-
do por amplias fajas horizontales, que abarcan asimismo es una imagen de Xipe, dios del maíz, rescatada en la 174

todo el ancho de la superficie mural. Al estudiar el remate tumba 58 de Monte Albán (Museo Nacional de Antropo-
logía). Es un brasero de barro cocido -objeto ritual que
horizontal de la techumbre del Templo de los Tigres en
Chichén Itzá, descubrimos una disposición idéntica: fajas de existe en todas las culturas precortesianas-, destinado a
piedra que rodean toda la construcción y ~ntre ~as c~ales se , i
mantener el fuego sagrado y a quemar en él copal. Una
despliegan los ornamentos. Por muy mOVIdas, mgemosas y figura sedente, cuyas piernas son dos columnas, que flan-
variadas que sean las formas de las grecas de Mitla, están quean un cuerpo cilíndrico. El pectoral -tal vez representa-
subordinadas del todo a la arquitectura. No pueden rebasar ción de la mariposa que extiende simétricamente sus alas-
su encuadramiento. Aun allí donde se renunció a un encua- es plano por delante, mientras que por detras se adapta a la
67/68 dramiento -en el "Salón de las Grecas" -, donde las grecas curvatura del cuerpo. En la mano izquierda, que está apoya-
se extienden sin interrupción, cual pétreo gobelino, por las da sobre la rodilla, el dios tiene sujeta por los cabellos la
. cabeza de un sacrificado; en la diestra, que alza con gran
* Se ha afirmado que la forma abstracta del meando encierra un simbo~o. ímpetu, sostiene una esfera. La cabeza de Xipe es asimismo
Muy posible. Evoca el glifo zapoteca de la montaña, también un poco el del Cielo, una esfera, en que se abren tres agujeros circulares: la boca
.las fauces abiertas del tigre. y los dos ojos. La nariz ni siquiera se insinúa. Y no hay
340 341
nada más. Sólo la redondez esférica de la cabeza y los tres
agujeros circulares. Pero i qué expresividad logró el escul-
tor! A esa boca se la oye gritar; se oye su grito de titán,
poderoso y penetrante. Esta figura de Xipe Tótec, de la
época tardía, no principio sino término de una evolución,
acusa una plasticidad elemental, vigorosa ; masa que penetra
en el espacio hacia los cuatro puntos cardinales. Figura de
apenas 25 centímetros de altura y, sin embargo, monumen-
tal. Un cuerpo estructurado con formas geométrico-cúbicas.
Con toda intención recurrimos a la palabra "estructurar".
Lo que aquí se manifiesta en forma escultórica es en
realidad arquitectura. Posee la corporeidad, la solidez cor-
pórea de las pirámides de Monte Albán. Es lo que un
"pueblo de arquitectos" sabe expresar, sabe crear, cuando
emplea su disciplina estructural para configurar la forma
humana y la sublimidad de lo divino. No es Teotihuacán:
no es traducción de la vivencia cúbica al plano, no es el
afán de "horizontalizar" la obra, no es aquella abstracción
acendrada, hecha espíritu puro. Es corporeidad configurada
con los elementos abstractos, los elementos fundamentales
de la Forma. Y no es tampoco maya: no lo es por su
voluntad de Forma, que conoce y anhela lo tectónico y
nada más que lo tectónico, esa voluntad de Forma ante la
cual parecen absurdos criterios -bastante populares- como
el de more naturalistic y less naturalistic. Piénsese en el dios
del maíz de Copán, dentro de su género, no cabe duda, una 129
figura de gran nobleza, una auténtica obra maestra. Pero,
viéndola desde el ángulo de los recursos expresivos y la
voluntad expresiva, i qué lejos está la creación zapoteca de
la escultura de Copán! No menos lejos que un Lohan
chino de los santos románicos de Vézelay, Aulnay o Moi-
ssac. Esa estructura cúbico-geométrica que presta a la repre-
sentación de Xipe la expresividad monumental - la vivaci-
dad, la intensidad de lo vivo-, la encontramos en innumera-
bles esculturas de tamaño pequeño, en las figurillas de jade
o jadeíta, cuyo carácter de bloque macizo nos suele hacer
pensar en el arte preclásico. Y en realidad es posible que
aquí se trate de una tradición antigua que no evolucionó,
174. Brasero representando a Xipe Tótec. Procede de la Tumba
58 de Monte Albán. Cerámica. Cultura zapoteca. que no se sacrificó a la modernidad. La encontramos tam- 175/ 176

342 343
175. Urna funeraria con representación del dios Cocijo. Cerámica. 176. Urna funeraria. Cerámica. Cultura zapoteca.
Cultura zapoteca.

344 345
179al81 bién, como disciplina interna, en las urnas funerarias zapo-
tecas, adornadas con figuras de dioses.
El origen de los zapotecas está rodeado de nieblas legen-
darias, que hasta ahora nadie ha logrado rasgar. De su
historia sólo pueden reconstruirse con exactitud los dos
últimos siglos anteriores a la Conquista. La única fuente son
los escritos de Fray Francisco de Burgoa, del siglo XVII,
Palestra historial y Geográfica descripción; pero Burgoa, a lo
que pmece, no siempre supo distinguir entre verdad y poesía.
La capital política fue Zaachila; se conjetura que de ella
tommon su nombre los reyes zapotecas.
Cuando los zapotecas llegaron a Monte Albán, según se
supone hacia 200 d. C., este lugar estaba habitado por una
tribu olmeca, por los hombres que habían tallado en los
muros de una construcción aquellos famosísimos "danzan-
tes": sacerdotes y jorobados que ejecutan danzas rituales en
torno al santuario. * Cuerpos en movimiento dinámico, es-
17/ 18 culpidos, en relieve, en sillares de piedra de la altura de un
hombre. Taquigramas, escritos con gran seguridad, de un
solo trazo, que se limita a las líneas de contorno. Forma
expresiva. Extraordinarias la fuerza de expresión y la ener-
gía con que la realidad observada se traduce en creación
plástica. Un grafismo lineal henchido de emoción. Todavía
no está desarrollada la Forma cúbico-geométrica que carac-
terizará las épocas posteriores. Si se me permite recurrir a
comparaciones con artistas modernos, diré que el estilo de
esas obras de Monte Albán 1 tiene afinidad con el expresio-
nismo lírico de los fauves, de Gauguin y Matisse. No hay
duda de que los "Danzantes" evocan el cuadro "La Danza"
de Matisse, y no sólo por el tema, sino ante todo por su
visión, por su modalidad expresiva. La cerámica contempo-
ránea de los "Danzantes" acusa gran perfección artística.
Aquella cultura "floreció en una época en que la gran
civilización maya todavía no había surgido" y "antes de
que los toltecas fundaran su gran imperio" (Caso). Dice
Caso que se taladraron en Monte Albán las rocas hasta su

* Cf. Westheim: Ideas fundam entales del arte prehispánico en México p.


156. 177. Hombre tañendo una caracola. Cerámica. Cultura zapoteca.

346 347
base sin que se haya encontrado huella alguna de una
cultura primitiva. Los zapotecas, que después empezaron a
reconstruir Monte Albán, trajeron ya un alto nivel artístico
y cultural. Ya poseían una escritura y el calendario, ya
sabían levantar construcciones de cierta importancia. Se
ignora dónde y cómo se desarrolló esta cúltura. Sólo consta
esto : no en Monte Albán.
El territorio de Oaxaca es una altiplanicie montañosa,
difícilmente accesible y fácil de defender. En Quiotepec,
situado sobre un cerro que domina la confluencia de dos
ríos, se han conservado los vestigios de una fortaleza edifi-
cada por los zapotecas en un lugar escogido con gran
acierto, también desde el punto de vista estratégico. Es una
región apartada, que los zapotecas tuvieron que compartir
con otro pueblo, los mixtecas. La parte oriental, hasta el
Istmo de Tehuantepec, era zapoteca; los mixtecas -"según
la tradición azteca procedían de los toltecas" (Luis Pericot
y GarCÍa: La América indígena)- estaban establecidos en el
occidente, en una zona de montañas altas. En náhuatl la
voz mix teca significa "habitante del país de las nubes". De
esa vecindad resultó una lucha continua por la hegemonía.
En el siglo XI o XII los mixtecas lograron expulsar a los
zapotecas de Monte Albán y Mitla; se establecieron allí y
empezaron a desarrollar su propia cultura. El dominio de
los zapotecas quedó circunscrito a su capital, Zaachila. Para 178. Pórtico de la Tumba 104 con la figura del dios del maíz.
los aztecas, obsesionados por la ambición de ampliar su esfera Monte Albán. Cultura zapo teca.
de poderío, la región de Oaxaca tenía importancia particular;
era estratégica y comercialmente la zona de tránsito hacia
los ricos países productores de cacao en la costa del Pacífi- todavía poderoso, al cual no podrán someter jamás, pacto
co del Istmo de Tehuantepec. El chocolate no sólo era una en que los zapotecas se comprometen a pagarles tributos.
bebida exquisita, que se apreciaba más o menos como el Para asegurar el cumplimiento del convenio, se establece
caviar en el mundo de la Europa occidental: el grano de una guarnición mexicana en Uaxyacac, la hoy ciudad de
cacao constituía en aquella economía sin moneda, econo- Oaxaca. Mientras los aztecas están emprendiendo una expe-
mía de trueque, una especie de sustituto del dinero. En el dición armada a Guatemala, el último de los reyes zapote-
año 2-Conejo (1494) los aztecas conquistaron Monte Albán. cas ataca a las tropas aztecas estacionadas en Oaxaca y las
En el Códice Telleriano-Remensis hay una representación de vence. Cuando Cortés llega a México, logra aliarse con los
esta campaña. En el año de 1495 los aztecas ocupan tam- zapotecas contra el imperio azteca -una de las hazañas
bién a Zaachila, pero sin conseguir la sujeción de los zapo- diplomáticas del conquistador de México y, de parte de los
tecas. Así, se avienen a celebrar un pacto con el pueblo zapotecas, una especulaci~n equivocada. Cortés, el "protec-

349
348
tor", se porta como todos los "protectores". En 1521,
después de sujetar a los aztecas, manda a la región de
Oaxaca a Francisco de Orozco, que somete a zapotecas y
mixtecas.
Desde que Batres hizo en 1920 las primeras exploracio-
nes en Monte Albán, esa sucesión y superposición de tres
culturas - la preclásica, la zapoteca y la mixteca- , cuyas
manifestaciones hasta hace poco no se sabían distinguir, dio
lugar a lo que en el mundo arqueológico se ha llamado "el
enigma de Monte Albán". Complicaban la confusión natural
las conjeturas de muchos que deseaban ver confirmada
cierta teoría según la cual la región de Oaxaca fue una
especie de colonia cultural de los mayas. El mérito de
Alfonso Caso no sólo consiste en haber explorado y recons-
truido Monte Albán, sino también en haber dilucidado el
carácter y la participación de las diferentes culturas que
crearon este importante centro cultural. Así se puede afir-
mar que hoy ya no existe ningún "enigma de Monte Al-
bán". Ninguno de los problemas arqueológicos del México
antiguo ha encontrado solución más clara, más precisa que
éste, en que no hay sino un solo punto todavía oscuro, el
punto oscuro con que tropezamos dondequiera en el 'estu-
dio de las culturas precolombinas: el origen de todas ellas.
Caso (Culturas mixteca y zapoteca) distingue cinco épocas,
basándose para ello en la cerámica. La primera es la llamada
"arcaica", el periodo en que surgen los relieves de los
"danzantes"; siguen tres épocas zapotecas, que abarcan casi
doce centurias y cuyo apogeo es la época 111 de Monte
Albán; la última es la mixteca. Después de las exploraciones
de 1936 y 1937, cuyos sensacionales resultados fueron el
182 hallazgo de las joyas rescatadas en la tumba 7 y el descubri-
miento de los murales en las tumbas 104 y 105, Caso pudo
decir con muy justificado orgullo: " ... por último, la divi-
sión por épocas en Monte Albán ha sido nuevamente confir-
mada" (Exploraciones en Oaxaca, 5a y 6a Temporadas,
1936-1937). ~
Para llegar a este resultado, se requería un rigor científi-
co y una perspicacia arqueológica que -como gran parte de
la labor de investigación en el campo de la arqueología 179. Urna funeraria. Cerámica. CuÍtura zapoteca.

350 351
mexicana- evoca el recuerdo de Sherlock Holmes. El pro-
blema consistía en averiguar con toda seguridad qué es lo
que pertenece a la cultura zapoteca y qué a la mixteca,
afín, pero orientada hacia el norte, hacia el territorio na-
hua. Caso partió de los objetos cuya procedencia zapoteca
no podía ponerse en duda: las urnas funerarias y los glifos
de sus inscripciones. Los zapotecas tenían un sistema arit-
mético en que el número cinco era representado por una
barra, como entre los mayas, mientras que Teotihuacán y
los aztecas 10 expresaban con cinco puntos. Entre los mix-
tecas se usaban ambos modos de notación, tanto los puntos
como las barras. Pero los zapotecas poseían una escritura
glífica propia, su propio signo del año y sus propios signos
de los días, "distintos de los de los mexicanos y mayas".
Los signos de días de los mixtecas -hasta donde se han
podido descifrar, o sea, catorce de los veinte signos del
mes- coinciden con los signos del calendario mágico de los
pueblos nahuas. Entre los zapotecas, el jeroglífico del año
era el "rostro del dios Cocijo o Tláloc, que tiene delante de
la boca una máscara, con atributos serpentinos", y al cual
iba agregado un disco o un rectángulo con un dibujo que
quizá representa una turquesa (Caso: La Tumba 7 de Monte
Albán). El signo del año de los mixtecas tiene la forma de
una A intersectada por un anillo, una como O horizontal.
Esta forma de la A, según lo muestra el calendario azteca,
significa los rayos del Sol, y la O horizontal es la nariz de
Cocijo. Entre los zapotecas el jeroglífico del Cielo, que
figura en la parte alta de todas sus representaciones religio-
sas y mitológicas, son unas fauces de tigre ampliamente
abiertas, por entre las cuales asoman los dientes, y con el
labio inferior colgando; un glifo que no poseían los mixte-
caso Ello quiere decir que todos los objetos en que figura
este jeroglífico deben ser de origen zapoteca, y que todos
aquellos cuyas inscripciones se componen de signos distin-
tos no pueden ser zapotecas. Pues un pueblo que tuviera
dos diferentes "alfabetos" sería un fenómeno hasta ahora
desconocido. Sobre esta base Caso pudo comprobar (Las
estelas zapo tecas) que todas las estelas encontradas en la
región de Oaxaca son zapotecas; que todos los códices 180. Urna funeraria . Cerámica. Cultura zapoteca.

352 353
procedentes de la reglO n de Oaxaca son mixtecas y no
zapotecas, entre otros el Códice Nuttall, relación histórica
que registra las hazañas de dos príncipes, Ocho-Venado y
182 Cuatro-Tigre; que las joyas encontradas por él en la tumba
7 son trabajo mixteca, mientras que la construcción de la
tumba misma se debe a los zapotecas; que el friso de los
murales en Mitla, cuya delicadeza de miniatura contrasta
tanto con el ritmo violento de las grecas (Seler: Gesammel-
te Abhandlungen, que hace notar su afinidad con el Códice
Borgia, lo llama "un libro abierto proyectado sobre el
muro"), es un aditamento posterior de los mixtecas. Ya
mucho tiempo antes de que empezaran las exploraciones en
Monte Albán, antes de que el estudio de los glifos pudiera
aclarar este problema, Seler había reconocido intuitivamen-
te (en su libro Wandmalereien in Milla, publicado en 1895,
y en su ensayo Les ruines de Mitla, de 1904) que esos
murales no podían proceder de los zapotecas, cuyo "estilo
arquitectónico" era, en su opinión, característico e incon-
fundible, sino que pertenecían a una civilización afín a la
cultura nahua. Los interpretó como una apoteosis de
Quetzalcóatl, figura central del mito de los pueblos nahuas,
mientras que la deidad tutelar de los zapotecas era Cocijo.
Uno de los paneles del muro principal representa la morada
del Sol, la región de la salida del Sol. En otro panel se ve al
pájaro que canta a la hora del alba, es decir, a Quetzalcóatl
disfrazado de hombre-pájaro. "Se encuentra más de una vez
-dice Seler- la imagen del dios que abandonó su reino y
caminó hacia oriente, para morir allá, es decir, .la imagen
del gran dios Quetzalcóatl, dios-sacerdote, dios creador, en
su concepción original sin duda el numen lunar que muere
entre los rayos del Sol 'n aciente y aparece resucitado en el
Cielo vespertino, para continuar su curso." Ahora bien,
habiendo pues, un punto de apoyo para aclarar la proceden-
cia de los diferentes objetos y manifiesto ya el carácter
disímil de dos modos de crear semejantes, pero surgidos de
distinta voluntad de arte, de distintos supuestos, cabe decir
que mientras podemos considerar a los zapotecas como un
pueblo de arquitectos, los mixtecas eran los artífices de
Mesoamérica, cuyas obras no tienen nada que envidiar a las 18l. Urna funeraria. Cerámica. Cultura zapoteca

354 355
más hermosas creaciones de Asia y Europa.
Artífices sutiles, de admirable sensibilidad, que sabían
dar a todo cuanto salía de sus manos la más alta perfección
y delicadeza. "Una cultura extraordinariamente refinada"
(Caso). Sus códices, el Códice Nuttall, el Vindobonensis,
son pintura miniaturista, magistral en la organización de la
superficie, en la distribución del espacio, en la selección de
los colores, en el grafismo de las líneas. En Mitla esa
pintura fina, mesurada, matizada, se halla convertida en
decoración mural, en el sentido original de la frase: decora-
ción destinada para adornar una superficie mural. Tonalida-
des y armonías delicadas, que deleitan el ojo y la fantasía.
Gobelinos pintados. Es cierto que precisamente por ser así
forman el contraste más enérgico con la pintura mural de
los zapotecas y los teotihuacanos, que se expresa, grande y
vigorosa, en forma de un simbolismo sublime. En los treinta
185 y cinco huesos de animales, esculpidos - desde los puntos
de vista arqueológico y artístico quizá las más importantes
manifestaciones del arte mixteca-, se traduce esa misma
pintura miniaturista, exquisita y delicada, al idioma de la
escultura. Relieves -rectángulos estrechos, casi no más an-
chos que un pulgar- en que se narra el mito y el acaecer
mítico. Una escena sigue a la otra, pero no es éste un simple
relato plástico, como lo puede haber en las ilustraciones de
un libro. Igual que en la rítmica repetición del ornamento
mural de las grecas, se trata allí de una unidad inte-
grada de elementos estructurales homogéneos, absorbidos
por un ritmo que late en el conjunto y "distribuidos
simétricamente conforme a un eje vertical" (Guzmán). De
183/186 la cerámica ritual de los mixtecas dice Caso (Trece obras
maestras de la arqueología mexicana) que es "la más bella
que se produjo en México". Las proporciones están equili-
bradas con la mayor sutileza; el colorido -a base de unos
cuantos tonos: blanco, negro, un pardo rojizo- tiene un
encanto inefable. Es posible que hayan sido trabajo mixteca
los tesoros áureos que Durero vio en la corte del emperador
Maximiliano y que le causaron tan profunda admiración.
(Habla de ellos en una de las cartas de su viaje a los Países 182. Pectoral con la máscara de Mictlantecuhtli, dios de la
m~erte. Oro. Procede de la Tumba 7 de Monte Albán. Cultura
Bajos, del año de 1520.) A Fray Bartolomé de las Casas los mlxteca.

356 357


objetos enviados al emperador Carlos V le parecieron "co-
mo si fueran sueño y no como hechos por la mano del
hombre". Con seguridad se sabe que fue mixteca el pez de
plata con incrustaciones de oro que Carlos V regaló al Papa
y que Cellini hizo objeto de toda una investigación, sin
poder averiguar con cuál procedimiento se labró. La mayo-
ría de los trabajos se destruyó: el hambre de oro de los
teules los arrojó al crisol. Sirvieron para pagar las deudas
públicas y para financiar las expediciones militares.
Un rasgo característico de ambas culturas oaxaqueñas,
tanto la zapoteca, como la mixteca, es el ritual funerario.
Los toltecas y los aztecas incineraban a sus muertos; los
zapotecas y mixtecas los enterraban. "Los zapotecas detes-
taban la incineración, creían que destruía el alma" (Thomas
A. Joyce: Mexican Archaeology). Hay que distinguir entre
"entierros primarios" y "entierros secundarios". Esto signi-
fica que primero se enterraba al muerto, por así decirlo,
provisionalmente. Más tarde, cuando del cadáver ya sólo
quedaban los huesos, se celebraba una solemne ceremonia
para dar sepultura a éstos en una tumba construida entre
tanto, decorada con adornos plásticos y pinturas murales.
Ese segundo entierro solía verificarse al cabo de cuatro
años, durante los cuales el muerto, en compañía del perro
enterrado con él para servirle de guía y protector, se encon-
traba en el camino a Lioobáa, el mundo inferior. Antes del
sepelio definitivo, los huesos "se pintaban de rojo, el color
funerario, y después se enterraban en la tumba" (Caso: Las
culturas mixteca y zapoteca). Encima del cráneo se coloca-
ba la máscara y al lado las ofrendas mortuorias: vasijas con
comidas y bebidas, los vestidos, joyas y armas del difunto;
ídolos y otros objetos preciosos. Esto nos recuerda a Egip-
to. Es cierto que hay aquí una diferencia radical. En Egipto
la raíz de las costumbres funerarias es el culto a la persona-
lidad, la ambición de los faraones que anhelan seguir desem-
peñando su papel e infundiendo respeto y admiración aun
después de muertos. De todo ello no hay nada entre los
zapotecas. Es bastante signifieativo que en ninguna tumba
zapoteca o mixteca exista algo que pueda considerarse co- 183. Vaso en forma de cabeza. Cerámica. Procede de Mixcalcingo,
mo retrato del difunto, ni representación alguna que evoaue Estado de Puebla. Cultura mixteca.

358 359
su vida y sus hazañas. El de<.:orado de la Tumba 105, de
Monte Albán IIl, época del apogeo de la cultura zapoteca,
representa una procesión de nueve parejas divinas, dioses y
diosas, dispuestos con perfecta simetría, que caminan en
solemne ritmo sobre la superficie mural. Nueve era el núme-
ro de los dioses del mundo inferior, y, según el Códice
Vaticano A, cada uno de estos dioses tenía su esposa. Por
encima del cortejo de deidades, como también en las otras
representaciones de esos murales, vemos, grande y lapidario,
el jeroglífico del Cielo, las fauces de tigre, ampliamente
abiertas y cuajadas de dientes. Es el signo que rige aquel
arte sacro, que rige aquel culto de los muertos.
Las tumbas, que empiezan a erigirse en la época Monte
Albán n, es decir, en el tiempo de la llegada de los
zapotecas, son un capítulo propio y característico de la
arquitectura zapoteca. Esas construcciones subterráneas
muestran la estructura clara, sencilla y objetiva de todos los
edificios zapotecas. Además de simples cámaras con techo
plano y sin puerta, hay dos tipos más: una cámara cuadran-
gular, oblonga, cubierta con un arco falso, elemento cons-
tructivo que quizá se adoptó de la región maya; a este tipo
pertenece la Tumba 4, donde, como ya lo dijimos al tratar
de la pirámide, un arquitecto precortesiano logró - caso
único y singular- construir una especie de arco auténtico.
Un segundo tipo se caracteriza por dos alas laterales y la
planta cruciforme que resulta de tal disposición; en la
mayoría de los casos, el techo es plano. En ambos tipos de
tumba se abren en las paredes nichos para las ofrendas, por
lo general tres, a veces cinco. En una antecámara estaban
las llamadas "urnas funerarias", obras de cerámica en forma
de deidades, en cuyo lado posterior se encontraba una
vasija, destinada con toda probabilidad a quemar copal. En
su mayor parte son imágenes de Cocijo, dios zapoteca de la
lluvia, cuyo jeroglífico es el signo zapoteca del año. Cocijo
es representado como figura humana sedente; delante del
rostro, sobre el cual serpentean culebras, lleva una máscara.
Sobresale poderosamente la nariz en forma de pico de
águila. La bífida lengua serpentina le cuelga hasta el pecho.
184. Figurilla de un esclavo arrodillado. Cerámica. Procede de
También son frecuentes las representaciones de otras deida- Chalchicomula, Estado de Puebla. Cultura Mixteca·Puebla.

360 361
des: de Xipe, de la diosa del maíz, de la diosa 7-Serpiente.
En la Tumba 77 se encontró una obra singular: una urna
con cabeza de hombre, caracterizada con asombroso talen-
to, que se distingue por el vigor de la concepción y por la
forma cerrada de su estructura plástica. En otro de esos
178 monumentos, la Tumba 104, se ve afuera, dentro de un
nicho por encima del pórtico, una estatua sedente del dios
del maíz. ¿No evocan esos númenes en la antecámara de la ,.
tumba a los "guardianes de sepulcro" chinos, guías que
enseñan el camino a la sepultura de un gran señor o que
quizá muestren al espíritu del gran señor el camino que
debe tomar desde la tumba . .. ?
La urna funeraria es para el mundo zapoteca lo que la
estela para el Maya Clásico : la forma escultórica típica. A
pesar de que las deidades muestran múltiples atributos, a
pesar de las ricas joyas que las adornan y que están repro-
ducidas con sus más mínimas peculiaridades, la urna funera-
ria es escultura de un "pueblo de arquitectos", estructural y
tectónica, escultura en que los detalles están subordinados a
la masa y totalmente incorporados a la unidad del conjun-
to. Tal vez no es azar que en el ámbito mixteca se hayan
encontrado muchas esculturas, pero hasta ahora ninguna
urna funeraria.
Los mixtecas, después de conquistar a Monte Albán y
Mitla, no sólo se apoderaron de los templos, sino que
instalaron a sus propios muertos prominentes en las tumbas
zapotecas. Dejaron las cámaras tal como estaban y volvieron
a usarlas. Eso llegó a extremos tales que en la Tumba 104
se halló una lápida, a primera vista enigmática del todo, que
lleva afuera una inscripción mixteca y adentro otra, zapote-
ca. Los mixtecas aprovecharon esa losa que habían encon-
trado por ahí y que cumplía con perfección su finalidad, la
de tapar la entrada, la voltearon y le pusieron otra inscrip-
ción. Es lo que sucedió asimismo con la célebre Tumba 7,
una de las pocas que los arqueólogos no encontraron sa-
queada y en la cual se rescataron en 1932 aquellas joyas,
valiosísimas y singulares incluso desde el punto de vista
artístico, que en la actualidad llenan las vitrinas de una gran
sala de exposición en el Museo de Oaxaca. No cabe duda de 185 . Flauta. Hueso. Cultura mixteca.

362 363
que la arquitectura y la decoración de esta tumba son
zapo tecas. Zapo tecas son las tres urnas, de las cuales la de
en medio representa al dios del fuego y las otras dos a
Cocijo. La lápida encima del pórtico lleva una inscripción
zapoteca. Aun los objetos pequeños - los vasos, los meta-
tes- son zapotecas. Pero las joyas, como lo demostró Caso,
son mixtecas. Una de las más bellas piezas, el pectoral con
182 la máscara del dios de la muerte, lleva el glifo del año de
los mixtecas. Ahí cabe una sola explicación: los mixtecas
volvieron a utilizar la tumba zapoteca. Es como si en este
lugar la casualidad o el curso de la historia se hu biera
servido de la coexistencia de arquitectura zapoteca y orfe-
brería mixteca, para demostrar la diferencia fundamental
entre las dos culturas vecinas.
La región de Oaxaca está situada aproximadamente a
medio camino entre Teotihuacán y Copán; colinda por el
norte con el territorio nahua y por el sur con la zona maya.
Bien protegida contra invasiones enemigas por su privilegia-
da situación sobre un altiplano, ésta no le impide desarro-
llar un intercambio comercial y cultural muy activo, tanto
con el norte, Teotihuacán, como con el sur, la zona maya.
Desde ambos lados se infiltran elementos culturales y artís-
ticos. Ante los murales de la Tumba 7, Caso hace notar:
"Es indudable la semejanza de esta pintura [zapoteca] con
186. Vasija policroma. Cerámica. CuLtura Mixteca-PuebLa.
objetos de la cultura teotihuacana." Con más razón aún
puede afirmarse esto respecto a los mixtecas, que, como lo
demuestran su escritura y sus signos de los días, ' estaban la producción de obras de arte que son 'característ~cas' e? ~l
orientados hacia la vecina civilización nahua. Se ha afirma- sentido de que llevan el inconfundible sello de su pSlcologla .'
do que la línea divisoria de las culturas (nahua y maya) Lo que dice J oyce respecto a la cerámica, 10 podemos deCIr
pasaba por la región de Oaxaca; que el occidente, mixteca, asimismo de la arquitectura, y quizá con mayor énfasis.
pertenecía, en lo religioso y espiritual, a la Meseta Central, Existen en la cultura zapo teca varios elementos que con
mientras que el oriente zapoteca, estaba bajo la influencia toda probabilidad son de origen maya: l~~ b~~as para
maya. Es indudable que los zapo tecas, así como adoptaron representar el número 5, el arco falso, la estlhzaclOn de los
varios elementos de Teotihuacán, también acogieron las tocados de pluma y, ante todo, las estelas. * Pero no hay
sugestiones que les llegaban de la región maya. Pero en el
fondo no se trataba de "influencias". Lo que pasaba era, * Walter Lehmann (Aus den Pyramidenstiidten Mexikos), discípulo de Seler
como dice Joyce (Maya and Mexican Art), que "el ceramis- y sin duda un eminente conocedor de Las culturas mesoamericanas, aduce, como
una de las pruebas de esa "influencia maya", la falta de Jue~o~ de PeLota e,n
ta zapoteca, al aceptar la inspiración de afuera, no se dejaba Monte ALbán. Reinaba entonces La opinión de que eL Maya C~SICO no. conocla
dominar por ella, sino que la adaptaba a su propio uso en el Juego de Pelota y que fueron los toltecas los que lo mtroduJeron en

365
364
que atribuir demasiada importancia a la coincidencia de
detalles aislados, objetos aislados, motivos aislados. Para
poder hablar de influencias artísticas y dependencia artísti-
ca, hay que averiguar la voluntad de arte y la dirección en
que actúa.
Un objeto adecuado para una investigación de esta índole
es la estela. Los zapotecas la adoptaron de los olmecas, de
quienes la adoptó asimismo el Maya Clásico, pero no existe
en la cultura mixteca - hecho altamente significativo- , que
tiene mayor afinidad con las culturas del Altiplano Central.
Ahora bien, ¿son idénticas las estelas mayas y las zapote-
cas? Sólo en su forma exterior: en ambos casos se trata de·
una lápida monolítica, cuyas caras están adornadas con
representaciones o glifos en relieve y que se erigía en la
cercanía de un templo o altar. Pero fuera de esto... Diji-
mos que la estela ·maya era una glorificación o auto-glorifi-
cación de los halach-huinicoob. No hay nada de esto en las
estelas zapotecas (reunidas en el libro de Caso : Las estelas I .
zapotecas). Como en las pinturas de las catacumbas, están
173 representados acontecimientos mítico-religiosos, mitos de
dioses, hazañas divinas .. Todos los relieves llevan en su parte
alta -si ésta no está destruida- el glifo del Cielo. En cierto
lugar de Monte Albán, cerca de un templo llamado "4
Puertas", y sólo en este lugar, se han encontrado ocho
estelas en cuyos relieves vemos a algunos cautivos de guerra, 187. Conejillo. Cristal de roca. Cultura mixteca.
junto a glifos que sin duda designan lugares. Pero aun estas
estelas, cuyos relieves con toda probabilidad representan también en los relieves de las estelas zapotecas. En ninguna
victorias de los zapotecas, llevan el jeroglífico del Cielo. parte aparece -como en Quiriguá y Piedras Negras- aquella
Son monumentos consagrados a los dioses, a cuya ayuda se forma híbrida entre relieve y escultura de bulto redondo;
debía el triunfo. En las estelas zapotecas se manifiesta un no se aspira en absoluto a tal "desarrollo" del relieve.
sentimiento religioso bien distinto del de los mayas y un En una comparación de orden estético, no hay que
pensamiento artístico no menos distinto. Son bajorrelieves, limitarse a una barata filología artística, ni hay que confun-
no esculpidos tan profundamente como los de Naranjo y dir la caza de motivos con una auténtica comprensión de
Yaxchilán; pero aquella disciplina arquitectónica, que con- los impulsos creadores y de la voluntad del arte. En última
fiere a la plástica de bulto su apoyo y su fonna, alienta instancia no importa qué cosas y cuántas se adoptaron en
alguna parte, sino en qué sentido se áprovechó lo adoptado.
Yucatán. Entre tanto se han descubierto canchas de Juego de Pelota en Copán, Los etruscos tomaron múltiples elementos de los griegos,
Palenque y Yaxchilán. De cualquier modo esa argumentación de Lehmann cayó
por tierra al descubrirse en 1936 - tres años después de publicarse su libro- el con quienes mantenían un asiduo intercambio. de bienes, e
Juego de Pelota de Monte Albán. incluso de la población italiana aborigen, y, sin embargo,

366 367
nadie se ha basado en esto para poner en duda la originali- VII. Los aztec~: el pueblo de Huitzilopochtli
dad del arte etrusco. Para la clasificación a:rqueológica de
los objetos es importante registrar e interpretar la existencia
de un mismo motivo en el ámbito de diferentes culturas;
pero una investigación est~tica debe partir del espíritu crea- L,a obra monumental del arte azteca es la Coatlicue Ma-
dor realizado en la obra.'P.,ar~ estudiar el arte zapoteca, y ~or del Museo Nacional de Aptropología, que se encon- 188
más~~n .para averiguar el lugar que ocupa en el mundo de tró en la ciudad de México,' en el lugar donde antafto se
las. cul~ricanas, hay que considerar como fac- hallaba el Templo Mayor de Tenochtitlan. Monstruosa, lo
tor decisivo la arquitectura de Monte Albán, la meditada monstruoso monumentalizado hasta lo sublime. La historia
organización de este conjunto urbanístico, la corporyjdad de todas las artes conoce un solo caso parecido, una sola
maciza y orgánica de las pirámides, la sencillez de su estructu- creac1ón visionaria en que lo monstruoso está plasmado con
ra, que no necesita de accesorios, porque es rica, vigorosa y idéntico vigor: el Infierno de Dante. Por cierto, Dante,
expresiva. hombre mediterráneo, introduce en su visión gótica rasgos
Los zapotecas -no importa qué es lo que adoptaron ni de un humanismo griego. La grandeza de su Infierno, una
dónde- fueron artistas audaces y originales, que imprimie- de las obras representativas de la espiritualidad ocCidental..
ron su propio espíritu a todo lo que crearon, revelando en es grandeza clásica: todavía guarda relación con el mundo
ello una voluntad de arte que está arraigada en lo arquitec- humano. El arte europeo, orientado hacia la antigüedad
tónico y que tiende a lo monumental. El arte zapoteca no clásica, parte del hombre y conduce al hombre. Está basado
es maya, ni es teotihuacano. Es zapoteca. en el concepto y en la medida del hombre. El arte del
México antiguo -y no sólo en una creación monumental,
como lo es la Coatlicue Mayor- parte del mito y conduce
al mito. Conduce al hombre a una esfera de lo divino
imposible de captar mediante conceptos y medidas humanos.
Coatlicue es una de las figuras más demoniacas del Olim-
po azteca, más demoniaca que Huitzilopochtli y Tezcatli-
poca. * Diosa de la Tierra, representa el principio de la
generación primordial, aquel misterio que hizo concebir a
Goethe el "reino de las madres". De su seno surgió todo
ser, todo lo que vive y respira, todo lo que tiene forma: los
dioses, los hombres, los animales y las plantas, el Sol, las
estrellas, todo.' Ella estaba antes de todo principio. Ella
parió al Sol, engendrado en concepción inmaculada. Narra el
mito que al limpiar las gradas del templo, Coatlicue vio caer
del Cielo una bola de plumón, que metió en su seno.

* cr. Justino Fernández: Coatlicue, primer tomo de una trilogía que intenta
desarrollar, a base de sendas obras características (la Coatlicue Mayor, para el
arte prehispánico; el Retablo de los Reyes, para el arte de la Nueva España; "El
Hombre", mural de Orozco en la cúpula del Hospicio Cabañas, Guadalajara,
para el arte contemporáneo), una estética del arte mexicano.

368 369
Cuando quiso ofrendarla a los dioses, había desaparecido, y
ella se sintió preñada. Sus cuatrocientos (es decir, innumera-
bles) hijos, las estrellas, indignados por la "deshonra" y
aconsejados por su hermana Coyolxauhqui, la Luna, decidie-
ron matar a su madre. Entonces salió del seno de la diosa
una voz que dijo: "No temas nada." Y apareció Huitzilo-
pochtli, armado de lanza y escudo, ataviado con un pena-
cho verde en la coronilla y otro adorno de plumas en los
pies. Se abalanzó sobre sus hermanos, los mató y con la
serpiente de fuego cortó la cabeza a su hermana. En la
escultura del Museo Nacional de Antropología, que repre-
200 senta la cabeza cortada de Coyolxauhqui, penden de ésta
~panitas, alusión a su nombre, que significa "la que
tieTIe---eascabeles en el rostro". En la parte inferior de la
cabeza e~~ grabada la leyenda de esa lucha nocturna.
Coatlicue no sólo es la gran paridora, a quien se debe
cuanta vida hay en la Tierra. Es también la gran destruc-
tora, principio y fin de todo ser terrenal La madre Tierra
devora a sus hijos, como Saturno, como aquel Saturno
surrealista que Goya, ya viejo, pintó en las paredes de su
solitaria quinta. Nada ni nadie se le escapa. Por eso la
llamaban asimismo "comedora de inmundicias". Su vesti-
menta la forman serpientes, el animal que se arrastra sobre
la Tierra, que es su cuerpo: "la de la falda de serpientes" es
otro de sus nombres. De ahí la cintura de serpientes al pie
de la pirámide de Tenayuca, uno de cuyos templos estaba
consagrado a ella, el otro al dios solar.
La Coatlicue Mayor es un bloque de planta cuadrangular;
un monolito ciclópeo, arquitectónicamente estructurado,
que muestra el contorno de un cuerpo humano. Este con-
torno humano no es sino una vaga insinuación; no existe el
propósito de "asociar" a la diosa con la figura humana. El
artífice quiso expresar algo más grande, algo que rebasara
todos los conceptos humanos. Referirlo a lo humano sería
empequeñecerlo, restarle fuerza. Y así el contorno está
entremezclado con detalles que revelan su condición no-
humana, sobrehumana. En lugar de rostro, la diosa lleva dos
cabezas serpentinas, de entre cuyas fauces abiertas asoman
los colmillos y la lengua bífida. La cabeza cortada alude a 188. La Coatlicue Mayor. Piedra. Cultura azteca.

370 371
su carácter lunar. (En el México antiguo las deidades de la dépaysement." Es cierto que no debemos enfrentarnos con
Tierra son a la vez deidades lunares.) También los muñones conceptos estéticos modernos a esa obra azteca, que fue
de los brazos terminan en cabezas serpentinas, y cabezas creada desee una visión del mundo distinta del todo. El
serpentinas son las l!1anos. En lugar de pies tiene garras de
surrealismo de nuestros días brota de un escepticismo inte-
fiera. Las serpientes significan chorros de sangre. Un collar
lectual ante la caótica turbulencia de un mundo racional-
de corazones humanos y de manos -de hombre- cortadas
mente organizado, ante la evidente problematicidad de un
ciñe el cuello de la diosa y le cae sobre el pecho. El lado
pensamiento racional y un cientificismo racional. Hay que ver
posterior de la figura (en el fondo no se puede hablar de su
en él la reacción provocada por ese racionalismo y su proble-
"lado posterior", porque tiene dos "lados anteriores") no es
su espalda, sino una variante del lado delantero, c~mpuesto maticidad, la fuga hacia el subconsciente, después de ha-
de elementos casi idénticos. Enérgicamente, expresIvamente, berse comprobado que la conciencia, incapaz de penetrar en
se destacan los detalles, que caracterizan a la deidad, su las profundidades, capta los fenómenos sólo de mo~o. u.nila-
omnipotencia y sus propiedades, y que dan fe de un don de teral. Su misticismo es, en muchos casos, un mIstIcIsmo
observación aguda. Es como si el artífice hubiera querido sacri- intelectual. André Breton (Manífeste du surréalisme) habla
ficar el aspecto surrealista de la concepción a la representación del hasard objectíf Ese "azar" no existe para el hombre
realista de los detalles. Así parece. Pero en realidad -ya he prehispánico de México: aun aquello, precisamente aque-
insistido en ello varias veces- ese contraste es uno de los llo que nosotros llamamos azar, lo inexplicable dentro
de un acaecer por lo demás lógico, está previsto en su
principios que rigen el crear mesoamericano. Caso, al hablar
orden cósmico, se considera no como lo no-natural o lo
de la Coatlicue Mayor, dice que "la característica constante
del arte indígena es la realidad en el detalle y la subjetivi- sobrenatural, sino, al contrario, como lo natural. Podemos
dad del conjunto"; quizá sería mejor decir: el carácter designar la actitud artística del México antiguo como "rea-
visionario del conjunto. lismo mítico" (Cf. Westheim: Ideas fundamentales del arte
prehispánico en México, Cap. "Realismo Mítico", p. 11).
Ante esta obra de arte se impone el término "su-
Contemplando a la Coatlicue Mayor, nos preguntamos
rrealismo". No sólo porque el escultor azteca no se atuvo al
qué es lo que significa ese amontonamiento de detalles.
precepto aristotélico según el cual le toca al artista "copiar
¿Qué significa, no desde la mentalidad nuestra, sino desde
a la naturaleza" -ni puede guiarse por él el contemplador-,
sino sobre todo en vista de cierta afinidad entre el procedi- la del artífice que concibió la obra por encargo de una
colectividad e interpretando el pensar y sentir de ésta?
miento empleado en la creación de la Coatlicue Mayor y el
Sólo puede tener el objeto de exaltar el concepto de la
método artístico a que recurre el surrealismo de nuestro
diosa de la Tierra hacia una grandeza inconcebible, muy por
siglo. A un contorno general, que representa o sugiere una
figura humana están incorporados -no sólo agregados en encima de toda medida humana. La Tierra sustenta al
hombre la Tierra se lo traga. No es bondadosa. Lo que
forma decorativa- elementos extraños, extrahumanos, co-
Knut Hamsun expresa en el título de su novela Bendición
mo cabezas serpentinas, garras de fieras, etcétera.
de la tierra, puede ser que exista también en aquel mundo;
En mi libro El pensamiento artístico moderno digo acer-
pero no cuenta.
ca del arte surrealista: "Se recogen elementos realistas,
Ella, diosa de la Tierra, madre de todo lo creado, deter-
trozos de la realidad -le plus grand nombre de restes
mina la duración de ese intermezzo' entre dos eternidades
optiques (Breton)-; se arrancan de su relación, ~~ sitúan en que se llama vida, ese breve rato deparado al individuo para
una relación ingeniosa y creadora; en una relacIon que nos caminar en la luz. No existe conjuro que contrarreste su
sorprende por lo extraño de su contraste.· Eso se llama
obrar. Sólo hay plazos de gracia que pueden lograrse de ella

372
373
a fuerza de adoración y sacrificios constantes. En este
concepto del destino humano se revela más claramente la
trágica fatalidad que proyecta su sombra sobre la vida y el
pensamiento del hombre azteca. No es la nada budista, el
extinguirse en el Nirvana. Es la ley absurda que obliga al
hombre a dejarse vivir por el destino, por un destino impla-
cable y sin bondad, sin otro sentido más allá de su ley
demoniaca.
189 Coatlicue es más que una figura entre otras, muchísimas
otras del panteón mexicano; es encarnación de un concepto
religioso-filosófico fundamental, de toda una concepción
del mundo: la vida es un eterno nacer y morir, el morir
es el supuesto del nacer, a todo nacimiento le precede una
muerte. En esa gran obra azteca no se analiza nada, no se
relata una u otra de las acciones legendarias y tremebundas
de la deidad. No hay relato, no hay acción. En majestuosa
calma, inmóvil, impasible -un hecho y una certeza-, la
diosa está frente al espectador: monumento, símbolo, con-
cepto. Y todos los recursos plásticos -decorativos a la
vez que simbólicos-, los detalles todos, representados con
claridad y precisión, las fauces y los cuerpos serpentinos,
los corazones humanos y las manos cortadas, las garras de
fiera: todo tiene el único fin de acentuar y dramatizar el
tremendo poder de la diosa de la Tierra, para que el
espectador, es decir, el creyente que devotamente se acerca
a la imagen, lo recree en su imaginación. Debe ocurrir lo
que Mallarmé recomendó alguna vez al poeta: laisser au
lecteur le soín de recréer. El fin que se persigue no es la
limitación de la fantasía (ya se ha hablado de ello en el
capítulo "La espiritualidad del arte precortesiano" (p. 8U,
por el acercamiento de la obra a la realidad, sino la excita-
ción de la fantasía. Insinuación desde lo metafísico, para
liberar la fuerza visiorlaria en aquellos para quienes la obra
es encarnación de 10 divino. Si, según Lessing, la "depura-
ción de la pasión" fue la meta del arte griego, se trata aquí
-como en la danza sagrada, que transporta al danzante a
un estado de arrobo místico- del desencadenamiento de
una fuerza psíquica religiosa, de un desprendimiento del yo,
de un extinguirse en la vivencia numinosa, del éxtasis místi- 189. Coatlicue. Piedra. Cultura azteca.

374 375
co de un mundo para el cual lo divino es lo inconcebible-
mente monstruoso. Plutarco, asiduo huésped de la arre ligio-
sa Roma, pensaba que a los dioses hay que amarlos, no
temerlos. Dijo que creer en los dioses libera al hombre del
temor y lo llena de desbordante alegría. Ferdinand Gregoro-
vius (Glanz und Untergang Roms) opina que los· dioses
olímpicos, tal como vivían en la imaginación de Plutarco,
"no son sino petrificaciones; pueden adornar un museo de
arte, pero no es posible transformarlos filosóficamente en
potencias éticas e intelectuales". Cuando el artista azteca
representa a Coatlicue, a Mictlantecuhtli, el dios de la
muerte, no menos pavoroso, o a Xólotl, guía del Sol en su
camino al inframundo, no pretende esculpir una estatua de
museo, destinada a causar emociones estéticas. Plasma una
vivencia religiosa, que procede de una esfera más profunda
y tiende a un ámbito mucho más allá de lo puramente
estético.
La Coatlicue Mayor lleva como pectoral una calavera. En
188 otras imágenes de la diosa, la calavera sustituye la cabeza.
Sin embargo, hay que considerar como los verdaderos dio-
182 ses de la muerte a Mictlantecuhtli y su mujer Mictecací-
huatl, los señores de Mictlan, que es el recinto de los
muertos. Pero los dioses de la Tierra son asimismo númenes 190. Rana. Piedra. Cultura azteca.
de la muerte (y además deidades lunares). Recordemos que
el mundo inferior empezaba inmediatamente por debajo de pasada, principio de una nueva, se colocaba en el Templo
la superficie de la Tierra. Mayor de Tenochtitlan una lápida conmemorativa, en cuyas
En torno a la muerte gira el pensar, gira también el cuatro caras se encuentran esculpidos huesos humanos y
pensamiento artístico. En uno de los cantos de Nezahualcó- calaveras. Son los años muertos, los años vividos. Nada de
yotl, príncipe d€ Texcoco, se dice: ambiente de año nuevo, de esperanza para el porvenir.
Innumerables calaveras, grandes y menudas, se labran del
Toda la tierra es una tumba y nada escapa a ella, más duro y más valioso de los minerales, el cristal de roca.
nada es tan perfecto que no caiga y desaparezca. .. Las vitrinas de los museos del mundo están llenas de ellas.
La más notable se halla en el Museo Británico. ¿Fantasía
Lo que fue ayer ya no es hoy, macabra? ¿Sentimiento trágico? Salvador Toscano (Arte
y lo que vive hoy no puede esperar ser mañana. precolombino de México y de la América Central) habla de
un arte trágico. Depende de la interpretación. Hay que
La calavera es el objeto predilecto de la representación, preguntarse si la interpretación nuestra, que considera la
no sólo en el arte azteca, sino en todo el arte mesoamerica- muerte como horrífico fin, como lo definitivamente irrepa-
no. Para celebrar el ciclo de 52 años, fin de una época rable, coincide con la de los aztecas, lo que es dudoso. El
376 377
azteca estaba familiarizado con la muerte. La muerte era
para él un pariente cercano, el más cercano, del hombre;
pertenecía a la vida como la sombra a la luz, formaba parte
del sentido de la vida. "La muerte no engendra en él ni
temor ni esperanza. El mundo está sujeto a la voluntad de
los dioses y no puede subsistir sin el sacrificio del hombre"
(Caso: Trece obras maestras de arqueología mexicana). Y
no es nada remoto que la calavera haya sido precisamente
el símbolo de la vida, tal como Coatlicue, "la que devora
todo", es el símbolo de la Tierra. *
La religión de los aztecas es la más sangrienta y también
la más fanática de todas las religiones mexicanas. Huitzilo-
pochtli, su divinidad tribal, dios de la guerra y del Sol, es
un bebedor de sangre. El corazón, símbolo de la vida, le
está consagrado, la sangre lo alimenta. La sangre es la única
sustancia que porporciona al Sol la fuerza necesaria para
recorrer todos los días su camino por el fIrmamento. Las
representaciones plásticas muestran cómo el astro absorbe la
sangre con sus largos rayos, que parecen lenguas. Huitzilo-
pocht1i es insaciable, es ávido de sacrificios, ávido de prisio-
neros de guerra. 'Prisioneros de guerra, enemigos vencidos
del pueblo azteca, traídos triunfalmente a la patria: he aquí
su manjar predilecto. Todos los días hay que ofrecerle su
alimento. Están bañados en sangre sus altares, las gradas de
sus templos. Innumerables hombres son inmolados por sus
sacerdotes. Según un dibujo del Códice Telleriano Remensis
se sacrificaron veinte mil hombres en el día de la inaugura-
ción del Templo Mayor de Tenochtitlan.
En el culto a Huitzilopochtli, en esa fe en el poder y la
invencibilidad de su deidad tribal, los aztecas fundan la fe
en su propio poder. De ahí les viene un complejo de
invencibilidad, y de ahí les viéne la fuerza impulsora que
los convierte en guerreros e imperialistas, que los llena de
furor bélico. La conciencia de ser el órgano ejecutivo de ese
numen vigoroso y militante es uno de sus potenciales de
guerra, quizás el decisiv.o. A Huitzilopocht1i deben su ascen-

* Cf. Westheim: Ideas fundamentales del arte prehispánico en México, Cap.


"Perecer para Nacer", p. 59, Y Westheim: La calavera, México, 1953. 191. La Serpiente Emplumada, Quetzalcóatl. Piedra. Cultura azteca.

378 379
so y su grandeza. Se sienten orgullosos de ser "el pueblo de
Huitzilopocht1i", "el pueblo elegido por el Sol" (Caso). El
les da audacia. Aquella audacia que rige los imperios. León-
Portilla (Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y
cantares) afirma que el misticismo guerrero no fue "impues-
to" a los aztecas hasta el siglo XV, mediante la propagación
del culto a Huitzilopochtli por Tlacaélel, el vencedor de
Azcapotza1co (1439).
Es un pueblo imperialista. Imperialista es toda su manera
de pensar. * La casta de mayor prestigio, alIado del rey, de
los sacerdotes y de los mercaderes (pochteca), son los
29 guerreros de Huitzilopocht1i, los Caballeros Aguilas, y los de
Tezcatlipoca, los Caballeros Jaguares. Su tarea es suminis-
trar alimento a los dioses, la más importante función social:
pues la comunidad no puede subsistir sin.la fuerza de los
dioses, y ésta no debe menguar. Son, en el sentido más
estricto de la palabra, soldados de Dios. **
Cuando hacen la guerra, sirven a los dioses. Tienen sus
propios santuarios, adornados con sus emblemas. Ya en la
cuna se impone al varón azteca su destino guerrero, como
una consigna que regirá toda su vida. "Y pues nació para la
guerra - reza la bendición que recibe el recién nacido-,
muera en ella defendiendo la causa de los dioses ... Plega a
ti, señor, que este niño vaya a los cielos, donde se gozan los
deleites celestiales y adonde van los soldados que murieron
en la guerra."
Para los aztecas "la guerra es una forma de culto" (Ca-
so). El modelo cósmico es la lucha que el Sol tiene que
sostener noche tras noche con las potencias de las tinieblas:
la Luna y las estrellas. "Las guerras tertenales no son sino
* Desde el punto de vista de la psicología de los pueblos no carece de
interés que el glifo con que los aztecas representaban el número 20 era una
bandera o estandarte. Veinte Hombres - como observa Berna! DÍaz- constituían
entre los aztecas la más pequeña unidad del ejército (la "bandera" de la Edad
Media, la centuria de los romanos).
** Entre paréntesis, ¡.no se presentó igualmente como soldado de Dios
Hernán Cortés, el gran adversario de los aztecas, que acabaría por destruir su
reino? Y él mismo tenía la convicción de serlo. Al conquistar para la Corona
de España una colonia, las riquezas de una colonia, uno de sus impulsos - para
él el decisivo- era el anhelo de difundir en el Nuevo Continente la fe cristiana 192. Coyote. Piedra. Cultura azteca.
y de llevar a millones de almas la eterna salvación.
381
380
un remedo de esos combates celestes" (Preuss, Mexikani-
sche Religion). Por 10 tanto es muy comprensible, agrega
Preuss, "que los mexicanos pintaran a los hombres por
sacrificar, destinados a alimentar al Sol, con la pintura
propia de los dioses de las estrellas", es decir, les ponían
una máscara negra en que los ojos figuraban como círculos
blancos, el símbolo de las estrellas. Los aztecas dejaban con
tqda intención cierta independencia a algunas tribus que
hubieran podido subyugar, con el fin de que nunca les
faltara ocasión para guerrear y hacer prisioneros. En una
conversación con Cortés sobre los t1axcaltecas, Moctezuma
dijo que ésa era la razón por la cual no los había sometido.
Aludió con esto a la llamada "guerra florida", institución
establecida por Moctezuma 1 Ilhuicamina (1440-1469). Se
sabe que no todas las guerras de los aztecas eran "floridas",
que había también guerras de conquista, planeadas por ellos
deliberadamente y con fines realistas, fines políticos, bas-
tante terrenales: la expansión de su reino, la sujeción de
otras tribus, el botín. Pero aunque se desencadenaban estas
guerras a raíz de consideraciones políticas, podemos supo-
ner que el último móvil -el más profundo-, la recóndita
fuerza motora, era siempre el culto a Huitzilopocht1i. Pues-
to que los aztecas creían que con los incesantes sacrificios
habían mantenido y aumentado la fuerza -dadora de victo-
rias- de su deidad tribal, inferían de ello que su deber ante
ella era seguir, fervorosamente, provocando guerras y ha-
ciendo sacrificios. Y nos podemos preguntar: ¿Fue aquello,
como a menudo sucede, un. imperialismo convertido en
culto o una imperialización de 10 religioso? Samuel Ramos,
en su libro El pensamiento en América, compara a los
aztecas con los romanos. SeñaJa su gran perspicacia política,
su temperamento belicoso y la estupenda rapidez con que
supieron erigir un vasto imperio, su talento organizador y
su capacidad para las obras de ingeniería. Hay aún más
paralelos. Tal como los romanos trataban de absorber la
cultura superior de los helenos, los aztecas procuraban asi-
milar la cultura tolteca. Sin embargo, existe una diferen-
cia fundamental, fundamental precisamente en 10 que con-
cierne a la evolución artística: la actitud, diferente del 193. Figura. Piedra. Cultura azteca.

382 383
todo, ante lo religioso. Para los romanos, descreídos, la
religión era una institución del Estado, y nada más. "La
religión oficial de Roma estaba subordinada -a los intereses
del Estado, con la tendencia a adoptar cada vez más un
carácter puramente formalista" (Arthur E. R. Boak: A
History 01 Rome).
Tanto la organización como la ampliación práctica y
material del Imperio constituían el fin de todos los es-
fuerzos, fin en que culminaba la metafísica del espíritu roma-
no. Basándose en este hecho, dice . Elie Faure (El arte
antiguo): "En Roma, el verdadero artista, es el ingeniero,
así como el verdadero poeta es el historiador y el verdadero
filósofo el jurisconsulto." La misión del arte es glorificar al
Estado y a los grandes estadistas: emperadores y generales.
Las grandes obras producidas por el espíritu del arte roma-
no son obras monumentales de ingeniería: puentes, acue-
ductos, carreteras, arcos de triunfo, teatros, termas; y, en 194. Piedra de TÍzoc. Piedra. Cultura azteca.
los bustos, las monedas y gemas, una escultura de retratos,
sumamente objetiva, sumamente realista y racionalista. Los
aztecas, fanáticos religiosos, no sólo eran creyentes, sino apoteosis del hombre, y si alguna vez se glorificaba una
que toda su existencia -su vivir y obrar, su conducta social, hazaña -caso bastante extraordinario-, como en la Piedra
sus guerras-, giraba en torno a la religión, era absorbida de Tízoc, se trataba de un monumento destinado a colocar- 30/194
por ella. Y hasta el Estado era primero y ante todo una se en el templo, en alabanza a los dioses, en prueba de
comunidad religiosa, creada por los dioses y para los dioses. gratitud a la divinidad por la ayuda brindada. Angel Ma.
El guerrero en el campo de batalla no moría por el Estado, Garibay K. (Historia de la literatura náhuatl) dice, refirién-
sino por los dioses, para participar de la suprema felicidad, dose a los cantares que tratan de la guerra, que "no se
para incorporarse al séquito de Huitzilopochtli. Los famosos cantan victorias, sino que se celebra la tarea religiosa de
"circenses" de los romanos, los juegos deportivos, las luchas contribuir a la existencia del mundo dando sustento a los
de los gladiadores, las carreras de coches y caballos, las dioses". Esta actitud nos explica también la significación de
cacerías de fieras, las funciones de teatro, eran espectáculos la Piedra de Tízoc. El arte romano, arte profano, es impor-
públicos, carnaval popular. Entre los aztecas no había festi- tante y creador sólo donde es arte profano. Cuando Augus-
vidades de carácter terrenal, para diversión del pueblo. Las to inventó a sus dioses convencionales, Roma y Augusto
innúmeras y suntuosas fiestas, con sus danzas sagradas, eran -el llamado Culto del Imperio-, y mandó hacer efigies de
actos de adoración, de conjuro de los dioses. Se desarrolla- las nuevas deidades, el resultado fueron obras convenciona-
ban según ritos consagrados y giraban en torno a un punto les, olvidadas desde hace mucho por la historia del arte. El
culminante: el sacrificio, que provocaba en las masas un arte azteca es arte religioso, aun clllando incorpora a la
frenético éxtasis y les daba la convicción de que servían a creación rasgos realistas.
los dioses y se granjeaban su benevolencia. No había escul- Cuando ese pueblo de guerreros penetró en el Valle de
tura de retratos, ni arcos de triunfo. No conocían ellos la México, y aún mucho tiempo después, se vio obligado a

384 385
agotar todas sus energías materiales y espirituales ~u lit huacanos es la aptitud para la abstracción, el poder de
tarea de asegurar su. amenazada existencia. Aún no er.a abstracción. La religiosidad teotihuacana nace en estratos
posible un desarrollo cultural. Los representantes de la alta ,más profundos que la azteca y abarca un ámbito más
cultura en el Valle de México eran los toltecas. Los aztecas, vasto. Hay en ella una honda sabiduría, aquello que los
impresionados por su superioridad cultural, su elevado espi- místicos cristianos llamaban "contemplación", el ansia y el
ritualismo y su potencia creadora, trataban de adaptarse a don de penetrar hasta la médula, hasta el subsuelo, valga la
ellos. frase, de la vivencia numínica. Lo material es depurado y
La producción artística de Tenochtitlan estaba en manos cobra calidad de concepto abstracto. La forma de expresión
de gremios compuestos en su mayor parte de familias tolte- muestra asimismo ese carácter conceptual. Una espiritualiza-
cas. Como primer rey los aztecas eligieron a Acamapichtli, ción perfecta también en los recursos plásticos, entre los
nieto del soberano de Culhuacán e hijo de Atotoztli, una cuales no hay ni uno que no constituya un valor formal
princesa tolteca (Tezozómoc, Crónica mexicáyotl). Según la pura y exclusivamente funcional. Toda sensualidad se extin-
manera de pensar de la época esto significaba que el rey era gue en esa, digamos transustanciación. La fantasía del
descendiente de Qu~tza1cóatl, es decir, de estirpe divina, y artista teotihuacano, según 10 expongo en el capítulo "Arte
que en vista de aquella antepasada, se consideraba de origen c~lectivo" (p. 56), es fantasía formal, fantasía plástica.
tolteca a todos los reyes aztecas. Descender de los toltecas' ,Gracias a la fuerte condensación del lenguaje expresivo se
era la ambición de los grandes de Tenochtitlan. Como se logra monumentalidad. El arte azteca no llega a la contem-
infiere del Códice Ramírez y de la obra de Durán, veinte plación. En sus obras se desahoga, frenético, un instinto
'de los principales decidieron dar al rey como esposa a salvaje; de sus obras grita el furor religioso. Creaciones
sendas hijas suyas, "por ser él de linaje", como se dice en la extrañas, grandes y conmovedoras, en que se expresan vi-
Relación de Genealogía. vencias más emotivas que espirituales. La visión contiene
Es instructiva la comparación entre las estatuas de la todavía elementos sensuales, restos de representaciones no
188/93 Coatlicue Mayor y la de Cha1chiuht1icue. En varios elemen- transmutadas, que por lo tanto no pueden volverse Forma
tos formales podemos comprobar cierta coincidencia, y en absoluta. Es una imaginación que, por cierto, aspira a lo
lo esencial un contraste muy marcado. Al mismo tiempo conceptual y simbólico, pero que no puede o no quiere
nos damos cuenta de que ahí se perfila una de las etapas sacrificar del todo el hecho material. Con esa imaginación
del camino que conduce del arte teotihuacano al arte azte- -que en la Coatlicue adopta carácter de fantasía macabra y
ca. Ambas obras, estructuradas como bloques arquitectóni- monstruosa- procura impresionar, impresionar incluso los
cos de silueta clara, están artiCuladas en zonas horizontales, sentidos. Así presenta, dentro oel conjunto monumental de la
aunque el escultor azteca ya no comprendió el principio composición, aquellos detalles que fascinan no sólo como
rector del arte teotihuacano -la eliminación del carácter Forma, sino como fenómeno real. Detalles que faltan en la
vertical, su transmutación en" tendencia horizontal-, .sino ., Cha1chiuhtlicue: en ella apena"s se insinúa 10 indispensable, y
que sólo 10 adoptó superficialmente. En ambas obras eXlsbo aun esa escasa insinuación está transformada en función, es
la intención de crear una imagen conceptual, un símbolo. más valor formal que valor material. Caso habla, refiréndose
Pero a pesar de las semejanzas estructurales la visión que a los aztecas, de la "bárbara originalidad de un pueblo
rigió el acto creador ~s distinta por completo. La religiosi- joven y enérgico".
dad teotihuacana es diferente de la azteca, con lo que no Ese pueblo "bárbaro, joven y enérgico", que llegó tan
quiero decir que ésta haya sido men~s auténtica, cosa qu~ rápidamente al poder y a la riqueza -como los romanos-,
ni siquiera es probable. Lo que es mas fuerte en los teob- ávido de demostrar pronto un afán de cultura que corres-

386 387
195. Figura sedente de mujer. Piedra. Cultura azteca. 196. Figura sedente de hombre. Piedra. Cultura azteca.

388 8
pondiera ¡. la grandeza reClen alcanzada, se atuvo a la
tradición teotihuacana del Va11e de México y logró asimilar-
se ciertos elementos formales, cierta postura artística, pero
no la disposición espiritual característica de Teotihuacán. Es
probable que los aztecas tuvieran más talento que los roma-
nos: su "teotihuacanismo" era más auténtico que el helenis-
mo romano. No adoptaron simplemente un repertorio de
formas, que de todas maneras hubiera sido ajeno a su
mentalidad. Pero aspiraban al efecto monumental, y para
lograrlo les hacía fafta la adecuada estrategia artística. En
esta empresa Teotihuacán es para ellos guía y norte. Pero a
veces -ya 10 señalamos al hablar de la Coatlicue- adoptan
sólo la forma exterior sin asimilar el espíritu creador de
Forma. El ejemplo más ilustrativo en este sentido es el
197 Océlotl-Cuauhxicalli, el vaso de corazones en forma de tigre
(Museo Nacional), de 2.75 metros de largo y casi 1 metro
de altura, que fue encontrado en la ciudad de México.
Comparemos este Océlotl-Cuauhxicalli, de estilo solemne y
ceremonioso, por su tamaño y por su calidad una obra
198 característica del arte azteca, con el Océlotl de Teotihua-
cán. ¡ Qué fuerza de abstracción en esta última obra!
¡ Cuánta pureza en la concepción de la Forma de la que
nació la visión, visión de 10 supraterrenal! La escultura
azteca, sin duda imponente, es más bien decorativa: Impre-
sión estilizada de la naturaleza. La melena, los dientes, las
garras, todo está estilizado. La monumentalidad se logró a
fuerza de omitir y simplificar. Las fauces quedan converti-
das en ornamento, en una lín~a cursiva muy decorativa. De
las mismas líneas cursivas ordenadas en forma decorativa se
compone también la melena. La masa del cuerpo, redondea-
da, es una sucesión de crescendos y decrescendos. En esta
obra la energía creadora se revela en la seguridad y homoge-
neidad de la estilización. No hay propiamente originalidad,
sino más bien un gran talento para lograr una disposición
unitaria de los elementos formales y para poner los recursos
plásticos al servicio de un efecto impresionante. Monumen-
talidad, no cabe duda, pero más bien una monumentalidad
aprendida. No esa irrupción bárbara de lo elemental que en
la Coatlicue nos atrae con fuerza misteriosa, con mágica

390
fascinación.
La estilización, recurso esencial del arte azteca, su ele-
mento expresivo por excelencia, no impide que la obra
refleje la excelente observación de la naturaleza, ni peIjudi-
ca la monumentalidad del conjunto. J oyce (Maya and Mexi-
can Art) habla de "la extraordinaria energía que caracteriza
a los aztecas, unida a su capacidad receptiva". (También en
la plástica de tamaño pequeño logran esa monumentalidad.)
Desarrollan un tipo que hay que considerar como específi-
camente azteca, no sólo por su frecuencia: la figura de un
196 hombre sentado con las piernas encogidas. Un ejemplo
199 magistral es el "Portaestandarte" o "Indio Triste" del Mu-
seo Nacional de Antropología, antaño figura de adorno en
la escalinata del Templo Mayor de Tenochtitlan. Las piernas
están estrechamente unidas al tronco, los brazos cruzados
sobre los muslos: así se produce una masa de bloque
cerrada. Las piernas son como columnas. La cabeza -otra
masa cerrada-, cuya mirada fija está dirigida hacia adelante,
se eleva por encima de ese bloque, que constituye una
especie de zócalo para ella. Este zócalo no es de ninguna
manera rígido, ni tampoco muestra la estilización decorativa
del Cuauhxicalli-Océlotl: se revela ahí una gran sensibilidad,
que articula la masa, imponiéndole un ritmo, y que caracte-
riza los muslos, las pantorrillas, los pies, bien observados en
sus detalles. En las figuras sedentes femeninas la falda que
envuelve las piernas proporciona la posibilidad de dar a la
parte inferior del cuerpo una forma aún más cerrada. Sim-
plificación, reciedumbre. Ene¡gía de un arte joven, viril,
consciente de sí mismo, que ya logró sobreponerse a su
complejo de inferioridad ante la cultura teotihuacana.
El elemento realista, contenido ya en el surrealismo de la
Coatlicue Mayor, empieza a resaltar aquí enérgicamente,
reprimiendo las fuerzas mágico-psíquicas gracias a las cuales
aquella obra es tan grandiosa expresión de la religiosidad
azteca. Observación de la realidad, sujeta a lo arquitectóni-
co, sometida a una disciplina formal. En el sentido literal
de la palabra esto no es realismo; es una estilización que
parte de la vivencia de la realidad y que en algunas obras 199. Portaestandarte, llamado "El indio triste". Piedra. Cultura
200 -como la cabeza de Coyolxauhqui, con sus grandes superfi- azteca.

392 393
cies- recuerda el arte de la India.
Basado en todas esas tendencias, el arte azteca desarrolla
un idioma plástico muy suyo , claro y lapidario. Claro y
lapidario es asimismo el jeroglífico azteca, no misterioso
como los glifos mayas, cabezas de dioses en que están
insertos signos de sentido esotérico. Es tan impresionante
como la mayúscula romana y, viéndolo bien, más decorati-
vo. En el relieve de la Piedra del Sol el mito de la creación
se narra con parquedad y precisión. No es posible narrar
más objetivamente, ~on mayor precisión. Tienen la misma
claridad los quince grupos de figuras grabados en la superfi-
30/19! cie circular de la Piedra de Tízoc. Y pensemos en la
escultura azteca de animales, clara y expresiva, en los tigres,
190/ 192 tortugas, ranas, langostas, perros, coyotes, en las serpientes,
emplumadas y sin plumas, y en esas grandiosas serpientes
191 cuyo cuerpo enroscado forma un monumento, una pirámide
cuyo vértice es su cabeza: observación de la naturaleza
traducida en ritmo de la masa y ritmo de la Fonna. ,
Recordemos que en el tiempo breve de su brillante ascen-
so el imperio azteca lleva a cabo una transformación radical
de su estructura social. Al lado del sistema ca/p u lli, que-
nunca desaparece del todo, surge un latifundismo, conse-
cuencia de la repartición de las tierras conquistadas entre
los generales de mérito. Surge una aristocracia militar, la de
los Guerreros Aguilas y Jaguares, instituciones poderosas y
con el tiempo enriquecidas, que llegan a marcar el compás
en el Estado y que sin duda 10 marcan asimismo en la
producción artística. Lo demuestran el estilo que el arte
azteca logra crear, la concisión, el laconismo de su idioma
expresivo, el fondo de realismo sin retórica, que sin embar-
go ambiciona un efecto monumental, representativo. "Arte 200. Coyolxauhqui. ,}'iedra. Cultura azteca.
de soldados." Esta frase acuñáda por Worringer (Griechen-
tum und Gotik) para caracterizar el arte romano, la po-
dríamos aplicar también al arte azteca. Por cierto, el Caba- vigoroso que el feudalismo teológico de los mayas, que
llero Aguila, el Caballero Jaguar, no es un legionario roma- tiende al preciosismo y esoterismo. Es igualmente distinto
no ascendido a general. En él alienta la magia del culto a del feudalismo de la nobleza francesa del siglo XVIII, para
Huitzilopochtli. Es un soldado de Dios, desprendido de su la cual el campo de batalla, la hazaña bélica, casi no
yo. Se podría hablar de arte religioso militarizado. pasaban de ser recuerdo de glorias ancestrales. El imperio
El feudalismo tipo Aguila y Jaguar es distinto, es más azteca no dejó nunca, hasta su caída, de luchar y de hacer

394 395
conquistas. Acaso podríamos comparar al guerrero azteca
con el caballero gótico. El realismo gótico está asimismo
impregnado de un sentimiento vital radicalmente religioso.
La cabeza del Caballero Aguila (del Museo Nacional de 29
Antropología) es una imagen simbólica; simboliza un con-
cepto. El guerrero, cuyo rostro asoma por las fauces del
ave-dios, es encarnación de la energía y el ímpetu bélico de
Huitzilopocht1i.
El imperio azteca, antes de derrumbarse, despliega un
lujo deslumbrante, un boato y una pompa que nada tienen
que envidiar al esplendor del Maya Clásico. Es conocida la
entusiasta descripción que Bernal Díaz del Castillo hace de
los soberbios edificios en que estaban alojados, en Tenochti-
tlan, los españoles, huéspedes de Moctezuma: "en palacios
magníficamente construidos de piedras, cuya techumbre era
de cedro, con espaciosos patios y habitaciones adornadas de
las más finas colgaduras de algodón. Todo estaba adornado
de obras de arte pintadas y admirablemente renovadas y
¡)lanqueadas, haciéndolo todo más delicioso la muchedum-
bre de los pájaros". Refinamiento del modo de vivir, que se
refleja también en las manifestaciones artísticas. Surge un
naturalismo trivial. La cerámica del periodo IV, periodo de
Moctez.u ma n, renuncia a la tradición grande y sagrada:
ornamentación geométrica, simetría, repetición rítmica, abs-
tracción lineal. Se pone de moda la imitación de la natura-
leza, "dibujos de aves, peces y plantas, ejecutados con la
descuidada exactitud que caracteriza los dibujos japoneses
en sepia, hechos con pinceles" (George C. Vaillant: La
civilización azteca). i Qué camino desde la mágica fórmula
de la greca escalonada y la concepción monumental de la
Coatlicue Mayor hasta esa última etapa!
Pero aquello no es característico. Es sólo característico
de un periodo, el último, cuyas fuer:z;as ya desfallecen, que
ya siente la corazonada de la catástrofe inminente. En la
gracia mundana hay que ver un síntoma de decadencia. El
arte azteca era grande y original cuan,do su fantasía podero-
sa, bárbaramente audaz, se perdía vagando en la meditación
201. Cabeza de una figura sedente de Xipe Tótec. Piedra. Procede
en torno a la vida y la muerte.
de Tezcoco. Cultura azteca.

396 397
VIII. Los tarascos: arte profano

I
Cuando los tarascos llegaron a la reglOn de Michoacán,
pusieron a una población el nombre de Nonoualco, según se
infiere del Lienzo de Yucutácato. Nonoualco significa "tie-
rra donde se enmudece", es decir, tierra de idioma extraño.
Los tarascos tuvieron su propia lengua y la · conservaron a
través de los tiempo~. Tuvieron también su propio lenguaje
artístico, que no es de ningúlll modo un simple dialecto,
sino por completo diferente del idioma plástico de los
demás pueblos mesoamericanos: un arte propio, tanto por
su contenido, como por su repertorio formal. A este hori-
zonte cultural, designado por la arqueología como "Occi-
dente de México", pertenecen también Colima, Jalisco y
Nayarit. Es cierto que el arte de cada una de estas regiones
presenta variaciones en los detalles -su nota peculiar-, que
resultan en gran parte de diferencias en el oficio y que
permiten la clasificación según puntos de vista estilísticos.
Pero todas expresan una misma actitud fundamental.
Mientras que el arte de Teotihuacán, el arte tolteca, ~l
azteca y el zapoteca tienen una orientación esencialmente
,religiosa y un solo contenido, la representación de las divi-
nidades y del acaecer mítico, la actitud del Occidente de
México es mundana. Para la cerámica de esta cultura,
conservada en innumerables ejemplares, parece que no
existían los dioses. Lo que representa son hombres y
mujeres, animales y frutas. ' Llama la atención el gran
número de escenas de género. Hay guerreros con sus
206 armas: hondas, macanas, porras y hachas. Jugadores de
pelota con sus trajes especiales. Caciques, músicos, acróba-
205 tas, bailarines y bailarinas. Mujeres amamantando a su hijo,
desgranando una mazorca, moliendo el maíz, haciendo tor-
tillas, peinándose o peinando a otras mujeres. Escenas de
amor. Caciques llevados en sus literas por cuatro portado-
res; en muchos casos ;e halla sentada junto a ellos su mujer,
a veces los acompaña un perro. Otros están sentados en un 202. Figura femenina. Cerámica. Procede de Colima. Cultura del
taburete, protegido, en algunas obras, por un baldaquín. Occidente.

398 399
207 Grupos de danzantes, bailando en torno a los músicos, al
son de los tambores y sonajas. Escenas domésticas: la casa,
portada rectangular, con su techo alto y empinado, que muestra rica
ornamentación pintada; en el zaguán están acuclillados el
marido, la mujer y los niños. Animales de muchas especies
-perros, monos (existe la figura de un mono que bosteza
con la boca muy abierta), tortugas, patos, garzas, pericos,
arañas, peces, tiburones- que en la mayoría de los casos
tienen forma de vasija, igual que las representaciones de
calabazas y diferentes frutas. Hay los más diversos objetos
de uso: armas, instrumentos de música, abanicos, espejos de
obsidiana. En las figuras humanas se destacan las caracterís-
203 ticas del tocado, mw;has veces extravagante, y de la pintura
de los cuerpos, primorosamente ejecutada, cuyo objeto era
indicar la categoría social de la persona. Arte profano, que
se deleita en la descripción de la vida cotidiana y parece
ignorar aquello que para Teotihuacán y todo el mundo
nahua era lo único digno de representarse: lo supraterreno
y trascendental. "Uno de los abstrusos enigmas de nuestra
prehistoria" dice de los tarasco s Salvador Domínguez
Assiayn (en la revista Universidad M ichoacana, Vol. 111).
Lucio Mendieta y Núñez (Los tarascas) advierte que "care-
ce el tarasco de voces metafísicas". Diego Basalenque (Arte
de lengua tarasca), que hizo investigaciones profundas en
este terreno, "no logró reunir una docena de voces que
pudieran servir de elementos de expresión de un pensamien-
to superior". No se han descubierto hasta ahora huellas de
jeroglíficos o indicios de que los tarascos hubieran desarro-
llado una escritura. "Los michuaques eran un pueblo de
pensamiento muy primitivo", afirma Seler (Los antiguos
habitantes del país de Michoacán). Si tiene razón, ese "pen-
samiento muy primitivo" coexistía con una asombrosa po-
tencia creadora.
La fuente más importante de las que nos informan sobre
los tarascos y sus vecinos -con quienes luchaban constante-
mente, sin poder sujetarlos jamás- es la Relación de Me-
chuacán. La escribió hacia 1540, por encargo del Virrey D.
Antonio de Mendoza, un monje franciscano dedicado a
reunir las tradiciones de los indígenas. Por desgracia falta la 203. Figura masculina con tocado extravagante. Cerámica. Proce-
de de Colima. Cultura del Occidente.

400 401
primera parte de esta crónica, aquella en que se habla de las
fiestas religiosas y del origen de los dioses. Con toda proba-
bilidad el Consejo de Indias, temiendo que la descripción de
ritos paganos pudiera favorecer la idolatría, la confiscó y
tal vez hasta la destruyó . Una pérdida sensible. Quizás
aquellos folios contenían la solución de los "enigmas abs-
trusos" a que se refiere Domínguez Assiayn. Esa pérdida lo es
también para la investigación estética, y más aún en vista de
la escasez de las informaciones proporcionadas a este res-
pecto por las otras fuentes, por ejemplo por la Crónica de
Michoacán de Fray Pablo Beaumont. Un conocimiento más
profundo del pensamiento religioso de los pueblos del Occi-
dente de México n(')s hubiera explicado cómo surgió ese
arte, que es, igual que el idioma de los tarascas, un enclava-
do dentro del México antiguo.
Entre las ofrendas sepulcrales encontradas en la zona
propiamente tarasca, así como también en Colima, Jalisco y
Nayarit, abundan las figuras de perros. Figuras asombrosas,
en que los datos proporcionados mediante una observación
perspicaz de la naturaleza están transformados por una audaz
concepción creadora. Algunos de esos perros llevan una
54 máscara de hombre, prueba de que entre los , tarascos exis-
tía, como en todos los pueblos de la Meseta Central, la
creencia del viaje al mundo inferior, que el difunto tenía
que emprender guiado por el can (el disfraz de Xólotl). No
es necesario en absoluto que los tarascas hayan adoptado
esta creencia de los pueblos circunvecinos; ésta muy bien
puede ser una tradición conservada desde los tiempos arcai-
cos: también en las tumbas cerca de la Pirámide de Cuicuil-
ca se ha encontrado ese perro conductor de los muertos.
Seler hace notar que "en sus rasgos esenciales el calenda-
rio tarasco debe haber sido idéntico al calendario mexica-
no". El sistema teogónico, la adoración del Sol y de la
Luna, los sacrificios humanos, el juego de pelota dan asimis-
mo fe de una gran afinidad en muchos terrenos.
José Corona Núñez (Mitología tarasca)* logró reconstruir
el panteón tarasco. La deidad más antigua y que gozaba de
204. Vasija en forma de un hombre sentado. Cerámica. Procede
* Fondo de Cultura Económica, 1957, 116 pp. de Colima. Cultura del Occidente.

402 403


mayor veneración era Curicaueri, el dios del fuego. Su hijo, figuras teotihuacanas, aztecas y zapo tecas. El ver del Occi-
deidad tribal de los tarascos, llamado asimismo Curicaueri, dente de México es un ver impresionista; la meta de su arte
era el dios solar. (El Sol es la bola de fuego en el firmamen- es fijar 10 que se lleva el momento. Es prueba de gran
to.) Como al Huitzilopocht1i azteca, 10 simbolizaban el seguridad, de exquisito tacto artístico que nunca se rebase
águila y el colibrí. La voz tarasca para "colibrí" es tzintzu- cierto tamaño pequeño, que nunca se pierda de vista el
ni. De ahí el nombre de la capital, Tzintzuntzan, que carácter juguetón e improvisado de la obra. Las· formas
significa "donde está el colibrí". Objeto de adoración .esr. e- geométricas, abstractas, de que se sirvió el escultor teotihua-
cial eran Xarátanga, diosa de la Luna, y Cuerauápen, la cano para estructurar la Chalchiuht1icue, de que se sirvieron
Creadora" madre de los dioses. Corona Núñez pudo com- también los egipcios, llevan inherente uno de los supuestos
probar ta~bién la eXistencia de tres ani~ales simbólicos ~e de la creación monumental. Si los "bocetos de movimien-
los dioses de la muerte: el topo, la ardIlla y la comadreja. to" de los tarascos, que procuran imitar la animación del
La investigación de Seler llega al resultado de que "entre modelo natural, se amplificaran a· un tamaño natural o
los mexicanos y los' michuaques existía una afinidad pro- mayor todavía -ambición fatal de gran parte de nuestra
funda en cuanto a los conceptos religiosos y en gran parte escultura contemporánea-, el resultado sería aquella banali-
también con respecto a las prácticas del culto". De acuerdo dad que ni siquiera Rodin supo evitar en todos los casos.
con esto podría suponerse que había también cierta afini- Los tarascos no consiguen desarrollar espiritualmente los
dad en las manifestaciones artísticas. Pero ocurre todo 10 fundamentos arcaicos en que se basan. Pero logran intensifi-
contrario. ¿Cómo explicarlo? car la observación de la realidad que caracteriza las creacio-
Es posible y hasta probable que los tarascos adoptaran nes de la cultura preclásica. No sin razón se ha designado el
gran número de los ritos esta?}ecidos ~ntre los pue.bl~~ d~~ arte tarasco como "arcaico evolucionado". También Teoti-
Valle de México, pero que su pensamIento muy pnmltIv~ huacán construye su arte sobre los cimientos de la cultura
no lograra desarrollar una religiosidad idéntica; que ya hubIe- preclásica; pero su modo tradicional de expresión se tiñe
ra sacerdotes, templos y un ritual, pero q~e en el pue~lo del pensamiento mágico-religioso que supo elaborar. A ello
vivieran concepciones mágico-religiosas de tiempos anteno- debe el arte teotihuacano la grandeza de un estilo de
res, muy remotos. Esto puede deducirse del carácter de la símbolos monumentales, propios para dar forma plástica a
creación artística. El arte tarasco, como el de todas las altas representaciones metafísicas. Entre los tarascos no hay nada
civilizaciones mesoamericanas, se desarrolla sobre la base de de eso. Su arte tiene otro horizonte: principio y fin es para
la cultura designada por los arqueólogos como "preclásica". él lo que perciben los sentidos .• De allí viene, hacia allí va.
Hay numerosas obras pertenecientes a ese arte en que El arte tarasco, visto como conjunto, es alegre, lleno de
todavía se manifiesta 10 que quisiera yo designar como exuberante alegría de vivir. No conoce aquel estremecerse
"realismo ingenuo".. . ante el demoniaco hálito de los dioses, que nunca cesan de
Los tarascos llegan a desarrollar un oficio de expresiVIdad amenazar la existencia del mundo y del hombre. Es signifi-
vigorosa, que logra tl1ansmutar la Forma natural de acuerdo cativa una de las tradiciones mítica~. Cuando los dioses
éon una sensibilidad estilística muy marcada y muy suya. supieron la noticia del cambio radical causado por la llegada
Aprenden a configurar el cuerpo en sus tres dimensiones. Se de los españoles, prorrumpieron en quejas, diciendo que
esfuerzan por representar al hombre y al an~al en to~a su después de la creación de la luz se Mbía acordado que no
209/212 movilidad, por captar las torsiones, vueltas, mterseCCIOnes se repetiría el fin del mundo; que la tierra ya viviría en paz,
de los cuerpos, por crear dinamismo. Nada de la forma de sujeta al orden una vez establecido. Tal era la seguridad en
bloque cerrado, nada de la hierática solemnidad de las que vivía el mundo tarasco. Su arte revela una gran confian-

404 405
205. Mujer con niño. Cerámica. Procede de la región tarasca 206. Guerrero armado con porra. Cerámica. Procede de Nayarit.
Cultura del Occidente. Cultura del Occidente.

406 407
za del hombre en sí mismo, también única en el México
prehispánico. No creó nada comparable a la representación
azteca de Coatlicue. Es cierto que desempeña un papel de
cierta importancia la diosa Cuerauáperi, "la Creadora", una
especie de Coatlicue tarasca, pero falta el elemento que es
lo que propiamente da vida al mito de los pueblos mesoa-
mericanos y al cual éste debe su profundidad y tensión: el
sentimiento trágico de la vida. Cuando el arte azteca repre-
senta la serpiente o el jaguar, éstos no sólo son símbolos
divinos; en su configúración se percibe siempre el estremeci-
miento provocado en el creyente por el concepto de "ser-
piente" o de "jaguar". En el mundo de los tarascos faltan
conceptos de esta cátegoría. Su arte carece de tal dimen-
sión: acepta el hecho real, como real. Sin reservas y sin
interpretación metafísica se atiene, gozoso, a la apariencia
exterior del objeto y, lo representa con manifiesto deleite en
la variedad que se ofrece alojo. Para él la vida es interesan-
te, no enigmática, ni demoniaca. Crea sus graciosas obras,
libre de angustias y penas, henchido de un optimismo·
innato. Característico es cierto aire de superioridad irónica,
que con frecuencia se expresa en forma de caricatura. Lo
sexual no sólo se acentúa, sino muy a menudo se exagera, y
con fruición. Parece que la pipa en forma de falo era un
objeto muy generalizado. Paul Kirchhoff (Catálogo de la
exposición "Arte precolombino del Occidente de México")
encontró cierto tipo de figuras masculinas vestidas "que
dejan sus genitales descubiertos". También habla de hom-
bres que "llevan un falo ppstizo, así como de algunos
individuos que exhiben falos de dimensiones extraordina-
rias". Otra particularidad del arte del Occidente de México
son figuras de hombres que tienen suspendido debajo del
206 ombligo un caracol marino, símbolo de la fecundidad, por
lo general reservado · a la mujer. Desde el punto de vista
artístico ese caracol es un apéndice que destruye la unidad
de la superficie del cuerpo , lo que permite la conclusión de
que era muy importante agregárselo. Kirchhoff afirma que
la homosexualidad masculina era públicamente reconocida.
Menciona "figuras de hombres con vestidos de mujer y
desempeftando ocupaciones femeninas". Muchas de las gra-

408
ciosas joyas artísticas expuestas en las vitrinas de los ' mu-
seos y en colecciones privadas, ante las cuales se extasía el
conocedor, son ofrendas sepulcrales, creadas no para deleite
de los vivos, sino para acompañar a los difuntos al infra-
mundo. El intenso culto a los muertos es un rasgo caracte-
rístico del Occidente de México. El entierro de un difunto
prominente era motivo para desplegar un lujo notable. Ade-
más de las cámaras mortuorias subterráneas había verdade-
ros mausoleos, de los que hablaremos más adelante, al
tratar de la arquitectura de este pueblo. Entre los tarascos
se incineraba al muerto, igual que entre los pueblos nahuas.
Tratándose de un gran personaje le seguían al más allá - es
decir, eran sacrificados durante las ceremonias funerarias-
sus mujeres, sus esclavos y los corcovados y enanos que
habían pertenecido a su séquito en calidad de seres a
quienes los dioses habían dotado de virtudes mágicas. Como
en otras partes también se enterraban con el difunto sus
armas, joyas y otros objetos de valor. Mientras que los
pueblos del grupo nahua acostumbraban atar al fardo mor-
tuorio una máscara, que era más un "retrato de la persona-
lidad" que una efigie, en las tumbas tarascas se encuentran
figuras cerámicas que pueden considerarse como auténticos
retratos del muerto. La corporeidad material se inmortaliza,
se conserva "mágicamente... , es decir, mediante la trans-
mutación del cuerpo carnal a la imagen escultórica", como
escribe Toscano (Arte precolombino. .. , op. cit.). Con toda
probabilidad es acertada la suposición de que muchas de las
figuras masculinas y femeninas que surgieron de las cámaras
mortuorias eran retratos de los allegados del difunto o de
los seres que habían dado esplendor a su existencia : muje-
res, guerreros, músicos, bailarines y bailarinas, su animal
totémico. Es más: dada la cre~ncia de que en el más allá el
muerto continuaba S\Í vida tal como la había llevado en
este mundo y que no debía faltarle ninguna de las cosas
agradables de que había gozado, esta vida se reproducía con
frecuencia en obras de miniatura, que parecen juguetes. Se
quería que el difunto creyera encontrarse en su medio
acostumbrado. Involuntariamente se recuerdan los relieves
egipcios de la tumba de Meten, en Abusir y Sakkiira, que 209. Figura masculina sentada. Cerámica. Procede de Colima.
Cultura del Occidente.

410 411
describen con todos sus detalles el mundo que el muerto
abandonó. Pero la misma finalidad a la que sirven en Egipto
esos relieves monumentales, la persiguen en el mundo del
México occidental aquellas fascinantes miniaturas figulinas.
Ni las descripciones de la realidad cotidiana, ni el cuIto a
la personalidad se encuentran en otros ámbitos del mundo
prehispánico, abstracción hecha de los relieves esculpidos en
las estelas del Maya Clásico, que quizá podamos considerar
como retratos. El carácter mundano que ahí se hace paten-
te no sólo es contrario a la mentalidad de aquellos pueblos,
sino que lo rechazan con toda energía. La pintura mural en
la Tumba 104 de Monte Albán representa una solemne
procesión de los nueve Señores de la Noche. En el nicho
178 por encima de la misma tumba está entronizado, como
guardián, el dios del maíz. Las urnas funerarias están ador-
nadas con la figura de Cocijo, deidad tribal de los zapote-
cas, o de Xipe o, a veces, con la de la diosa 7-Serpiente.
Todas las imágenes hablan del mito y de los dio·ses, jamás
de la persona del difunto, ni de sus hazañas, ni de las
condiciones de su vida. Esta diferencia es importante. De
ella hay que deducir que en la región del Occidente de
México, a pesar de los muchos usos rituales adoptados de
otras partes, la actitud religiosa fundamental era muy distin-
ta de la que prevalecía en las otras culturas del México
antiguo.
Las crónicas refieren que entre los tarascos el culto
totémico estaba ampliamente difundido. Corona Núñez es-
cribe que los tarascos "se creían descendientes de grandes
\ rocas. Quizá ésta sea su creen~ia totémica más antigua". Y
cabe preguntar si las innumerables figuras de animales -en-
tre las cuales hay muchas ql}e parecen obras surrealistas,
como aquel pez con cabeza de hombre o aquel torso de
una figura masculina. cuyas piernas terminan en cabezas
serpentinas, ambos de Colima, ambos de la colección de
Diego Rivera- son acaso representaciones de animales toté-
micos, en contraste .con las figuras de animales de los
pueblos nahuas, que simbolizan deidades.
El nombre de "tarascos", según Orozco y Berra (Historia
antigua y de la Conquista de México) lo pusieron los 210. Figura sedente. Cerámica. Procede de Colima. Cultura del
Occidente.

412 413
españoles a los pobladores de la región del Lago de Pátzcua-
ro. Cuando en el año de 1522 los conquistadores empeza-
ron a penetrar en Michoacán, Calzontzin, el último sobera-
no de la nación, y los miembros de la corte procuraron
granjearse su amistad. Les dieron a sus hijas como mujeres
y los llamaban "yernos", palabra que en su lengua es
"tarasco". Como los españoles oían esta voz frecuentemen-
te, creían que se trataba del nombre del pueblo, que en
realidad es - en lengua "tarasca" - purépecha.
En lo que atañe' al origen de los tarascos difieren las
opiniones de los expertos. Se sabe que en la región de
Michoacán encontraron a una población primitiva de lengua
náhuatl, los tecas; que la sojuzgaron y que fundaron su
capital, Tzintzuntzan. La comarca, con sus lagos y sus
caudalosos ríos, es rica; el clima, favorable; el suelo, fértil.
No faltaba el agua, abundaba la caza, y la pesca completaba
la alimentación. (La palabra michoaque significa "habitantes
del lugar del pescado".) Había obsidiana, valiosa materia
prima para fabricar navajones, armas y espejos, utilizada por
los tarascos también para labrar joyas. Daniel Rubín de la
Borbolla encontró en la tumba 25 de Tzintzuntzan un
valioso bezote de este material (conservado en el Museo de
Morelia) con incrustaciones de oro y mosaico de turquesa.
Parece que la vida no era dura en ese mundo. Las crónicas
hablan de bienestar y riqueza. Según ellas, los tesoros arre-
batados a Calzontzin por Nuño Beltrán de Guzmán eran
fabulosos, aunque ni remotamente suficientes para aplacar
su insaciable hambre de oro. La Relación de Mechuacán
informa que en "la casa llarriada del AguiJa", santuario de
Curicaueri, que era al mismo tiempo la tesorería del sobera-
no, se guardaban doscientos escudos de plata, muchos toca-
dos, igualmente de plata, coi-I los cuales se adornaba a las
víctimas destinadas al sacrificio, y cuatrocientos -número
que en los idiomas de los pueblos mesoamericanos significa
"innumerables" - discos del mismo metal. También las re-
presentaciones artísticas hacen suponer un nivel de vida
elevado. Las cerámicas que se han conservado representan
hombres y mujeres con ricos adornos: narigueras, orejeras,
bezotes, brazaletes y ajorcas. Sierras altas y ríos anchurosos 21 L Figura masculina sentada. Cerámica. Procede de Nay arit.
Cultura del Occidente.

414 415
(el Balsas y el Lerma) ofrecían protección contra invasiones.
Los tarascas, excelentes guerreros, no fueron dominados
jamás por otros pueblos. Fracasaron repetidos intentos de los
aztecas de penetrar en su región.
En resumen, las condiciones eran propicias al desarrollo
de una producción artística de gran aliento. Lo paradójico
. es que a pesar de ello los tarascas no hayan llegado a la
monumentalidad. No crearon ni una arquitectura imponen-
te, como lo es la de los zapotecas en Mitla y Monte Albán
o la de Teotihuacán y Tula, ni tampoco una plástica monu-
mental.
Eduardo Noguera (La cultura tarasca), que llevó a cabo
exploraciones en Zamora y Jiquilpan, opina que la arqui-
tectura es sin duda alguna "inferior a la de la mayoría de
los pueblos precortesianos". También la ejecución técnica es
más primitiva que en otras partes. Como una de las causas
menciona Rubín de la Borbolla la "inexistencia de materia-
les de construcción vi'tales", por ejemplo de cal y de la 212. Figura zoomorfa, mitad perro, mitad pájaro. (Reclinatorio.)
arena adecuada. Hay que registrar, sin embargo, un desarro- Cerámica. Procede de Colima Cultura del Occidente.
llo interesante en el terreno arquitectónico. La pirámide
213. Vasija en forma de armadillo. Cerámica. Procede de Jalisco.
michoacana, llamada yácata, difiere por su estructura de Cultura del Occidente.
todas las demás pirámides mesoamericanas. Tiene una parte
rectangular, larga y angosta, frente a otra redonda. Ambos
cuerpos constructivos servían de basamento a varias peque-
ñas construcciones de techo cónico. La planta del conjunto
tiene la forma de una T, a la cual está agregado un círcu19.
¿Cómo explicar este invento en un pueblo que en lo demás
dio tan escasas muestras de, iniciativa arquitectónica? Se
explica por el culto a los muertos. La parte redonda de la
pirámide, agregada al santuario y comunicada con él por un
corredor éstrecho, era, como, se infiere de la Relación de
Mechuacán, la sepultura de un muerto prominente. En el
centro estaban enterrados sus despojos y acumuladas las
ofrendas. Y en torno, dispuestas radialmente, se encontra-
ban las tumbas de las personas que habían formado su
séquito.
Rubín de la Borbolla dice que el sector rectangular de la
pirámide de Tzintzuntzan era "excesivamente largo", alrede-
dor de 25 metros, y tan estrecho (de sólo 1.75 de ancho)

416
que no había lugar suficiente para erigir sobre él un templo.
"Existe la posibilidad - afirma- de que la superficie supe-
rior de las pirámides rectangulares tarascas haya sido usada
para colocar las estatuas de sus dioses." Nada se ha conser-
vado de esas estatuas de dioses. ¿Acaso no eran de piedra?
La Relación de Mechuacán menciona la .costumbre de los
tarascos de llevar a cuestas a sus dioses cuando iban a la
guerra. Corona Núñez escribe: "No esculpieron estatuas
colosales. "
Su sensibilidad artística y su imaginación auténticamente
creadora se manifiestan, en cambio, exuberantes y grandio-
sas, en las artes menores. Los tarascos son, en el México
antiguo, los inventores de la plumaria, ese oficio-arte singu-
lar, que busca el matiz, la delicada degradación de los
colores. También inventaron la técnica de las "lacas", cuya
belleza reside en el contraste de colores fuertes y brillantes.
Eran excelentes orfebres, que sabían labrar obras maestras
en cobre, así como, más tarde, en oro y, ocasionalmente,
en plata. Sahagún y Muñoz Camargo elogian la perfección
artística de las telas tejidas por las mujeres tarascas. Pero
ante todo eran grandes ceramistas, que ennoblecían el hu-
milde material mediante la Forma y el color. Decoraban sus
vasijas con dibujos abstractos, geométricos -a veces tam-
bién con figuras- , y con colores armoniosamente matiza-
dos, decoración en que revelan una inventiva inagotable y
un gusto refinado. Las figuritas y vasijas de Chupícuaro se
distinguen por la peculiar luminosidad de su púrpura. No es
extraño que la cerámica del Occidente haya llegado a ser un
codiciado objeto para el tipo' de coleccionistas que pide al
arte encanto íntimo, sutileza y refinamiento.
Lo que da a aquellas figur<\s su carácter peculiar es cierta
hipersensibilidad, cierta decadencia que se manifiesta en
ellas. Decadencia que puede ser otra de las causas por las
cuales el arte del Occidente de México, a pesar de un
incuestionable poder creador, no supo elevarse hasta lo
monumental. Las imágenes de hombres y mujeres dan fe de
una intensa sensualidad. La observación de la naturaleza
parece haber sido más placer que asunto de estudio con-
214. Vaso con pies serpentinos. Cerámica. Procede de Colima.
cienzudo (lo que era entre los japoneses). En esas figuritas Cultura del Occidente.

418 419
Indice analítico
se manifiesta una intuición genial, que juega en libérrimas
variaciones con la corporeidad, transmutando la Forma real
en Forma expresiva. Las dimensiones se modifican. Hay
210 detalles que se exageran y otros que se reducen o suprimen, Abusir, 411) Beyer, Hermann, 156, 157, 164
al parecer caprichosa y arbitrariamente. Este arte no se AcamapicM1i, 386 Blum, Albrecht Viktor, 14
Acancé, 219,* 292 Boak, Arthur E. R., 384
limita nunca a un simple copiar, siempre re-forma, siempre Acosta, Jorge R., 138n, 223 Bonampak, 237n, 244, 253,· 280,
re-crea, pero de tal manera que en la obra se transluce el Adivino, El (Uxmal), 304,* 305,* 281*
307* Breton, André, 372, 373
objeto en el cual se inspiró la fantasía del artista. Un arte Aguila, 16,· 21, 63, 75,'" 79, 86, Brueghel el Viejo, Pieter, 92
que brota de un genuino impulso artístico. No es metafísi- 95, 102, 115, 140, 170,218,229, Bulto o fardo mortuorio, 106,
co, y con lo físico'lo une sólo un vínculo muy tenue. 318, 360, 404, 414 148,· 150,334,410
Ah Puch, 19 Burckhardt, Jacob, 70
Alberti, L. B., 88 Burgoa, Fray Francisco de, 102n,
Alva IxtIilx6chitl, Fernando de, 335, 336, 346
'1 226
Anáhuac, 223 Caballeros o guerreros Aguilas,
Anales de Cuaulltitlán, SO, 113, 380, 394
226 Caballeros o guerreros Jaguares,
Anexo a las Monjas, (Chichén 380, 394
Itzá) , 313, 325,* 326* Calavera, 62, 194, 318, 321, 334,
Apepi, 103n 376, 377, 378
Arbolillo, El, 192 Caldeos, 104
Arco, 136, 238, 294, 360 Calendario, 26, 58, 67, 104, 132,
Arco falso, 136, 239,'" 241, 294, 200, 202,204, 207, 235, 271,
360, 365 275, 276, 348, 352, 402
.Aristóteles, 90, 115, 167 Calpulli, 60, 61, 394
Asirios, 254 Calzontzin, 414
Astronomía, 67, 98, 99, 100, 101, Canek, 113
108 Caracol, El (Chichén Itzá) , 244,
Atlantes, 31, 232, 323 316, 320*
Atotoztli, 386 Caracol marino, 62, lOS, lIS, 159,
Azcapotzalco, 60, 380 176, 177, 178, 180,*' 217, 408
Aztecas,'25, 32, 47, 52, 58, 60, 62, Cariátide, 224,· 225,· 227,* 230,
85, 86, 89, 91, 112, 130, 131,
231, 232
l. 145, 150, 156, 192, 200n, 246, Casas, Fray Bartolomé de las, 356
274, 308, 327, 334, 348, 349,
350, 352, 358, 369, 377, 378, Casas Grandes, 156, 175
380, 382, 384, 386, 387, 390, Caso, Alfonso, 20, 30, 32, 43, 44,
392, 416 57, 85, 99, 103, 202, 204, 282,
328, 330, 331, 333, 346, 350,
Bacab, 31 351, 356, 358, 364, 366, 372,
Balam, 290 378, 380, 387
Baqueiro Anduze, Oswaldo, 272, Cassirer, Ernst, 27, 33, 38, 101n
276, 278, 282, 290, 308 Ce Acarl Topiltzin, 223
Barroco, 45, 78, 82, 85, 134, 182, Cellini, Benvenuto, 256, .358
234, 235, 260, 282 Cempoala, 181
Basalenque, .Diego, 400 Cenote Sagrado, 302, 303, 306
Batres, Leopoldo,. 328, 350 Cervantes, Enrique A., 14
i. Cerro de las Mesas, 196
Beaumont, Fray Pablo, 402
Bel, 104 Ciclo de 52 años, 39, 148, 376
Beltrán de Guzmán, Nuño, 414 Ciudadela (Teotihuacán), 138, 182,
Bernal, Ignacio, 196 183

421
420
Clavijero, Padre F. X., 90, 246, Cr6nica) de Tezozómoc, 206 Diosa de la Luna, 46, 178, 196, Garibay K., Angel Ma., 38S
308 Cruz de Palenque, 2S8, 2S9, '" 260. 372, 376, 404 Garizurleta, C~lar, 60
Coatlicue, 47, 86, 95, 104, 116, Cuadrángulo de las Monjas o Casa Dios de la Lluvia, 18, 19, 26, 28, Gates, Wllllam, 235
226, 369, 370, 371,· 372, 373, de las Monjas (Uxmal), 29S,. 31, 58, 62, 100, 109, 140, 160, Gauguin, Paul, 346
374, 375,· 376, 378, 386, 387, 296,· 297,· 298, 307· 163, 183, 192, 280, 287, 302, Génesis, 17, 40
390, 392, 397, 408 Cuerauáperi, 404, 408 360 Giotto, 66
Cocijo, 344,· 352, 354, 360, 364, Cuicuilco, 192, 198, 200, 233 Dios del Maíz, 23,· 39, 52, 54, Girard, Rafael, 107
412 Culhuacán, 223, 386 58, 63, lOS, 107, 198, 207, 268, Goethe, 369
Cocomes, 236n, 237n, 293, 294, Cummings, Byron, 173, 174,'" 277,. 292, 341, 343, 349,* 362, G6mara, Francisco López de, 26
302, 308, 310, 311 182· 412 Gordon, G. B., lS9
Códice Aubin, 24,· 39 Curicaueri, 404, 414 Dios de la Muerte, 19,* 26, 28, G6tico, 80, 82, 8S, 86, 92, 117,
Códice Bolonia, 113,· 114, 180. 44,45,63, 142, 156, 159, 357,* 128, 158, 180, 233
Códice Borb6nico, 22,'" 23,· 38, Chac, 18, 31, 62, 140, 234, 273, 364, 376, 404 Goubaud Carrera, Antonio, 276
150 • 280, 290, 324 Dios del Sol o dios solar, 28, 52, Goya, 8&, 88, 292, 370
Códice Borgia, 18, '" 20, 44, 106, Chac Mool, 231,· 294, 324, 327. 102, 105, 107, 113, 132, 370, Greca escalonada, 146, 156, 157,·
108, 111,'" 112, 148, 160, 161,. Chalchicomula, 361 378, 404 158, 159, 160, 163, 164, 167,
178, 179,· 181,'" 3S4 Diosa de la Tierra, 23, 26, 38, 47, 168, 169, 170, 171, 173, 174,
Chalchiuhtlicue, 19, 78, 93,· Ill, 177, 183, 334, 338, 340, 354,
Códice Boturini, 274 208, 209,· 210, 212, 216, 228n, 50, 52, 58, 88, lOS, 106, 107,
Códice de Dresde, 98,' 99, 108, 264, 386, 387, 40S 369, 372, 373, 374, 376 356, '197
109· Dios del Trueno, 47, 57 Greco, El, 117, 235
Chamá,280 Gregorovius, Ferdinand, 376
Códice Fejérváry-Mayer. 30,. 58 Dios del Viento, 28, 31, 106, 112,
Códice Magliabecchi, 148'" Chenes, 62, 275, 286, 32S· IS6, 178 Griegos, 88, 92, 126, 170, 180,
Códice Matritense de la Real Aca- Cheney, Sheldon, 92 Djoser, 121 222, 270, 367
demia de la Historia, S9 Chichanchob o Casa Colorada Domínguez Assiayq, Salvador, 400, Guerra, 47, 50, 52, 58, 60, 91,
Códice Mendoza, 334 (Chichén Hzá), 246, 298, 309,· 402 112, 380, 382, 384, 38S
C6dice Nuttall, 98, 354, 356 313 Dualismo, 19, 21, 23, 94, 97, 107, Guerra florida, 382
I Códice Ramírez, 60, 386 Chichén Itzá, 21n, 79, 91, 132, 194, 216 Guerrero Aguila, 86, 87·
Códice Selden, 98, 99. 13S, 170, 171,'" 187, 232, 233, Durán, Fray Diego, 25, 60, 62, Guzmán, Eulalia, 13, 64, 79, 90,

~
Códice Telleriano-Remensis, 22, 23Sn, 236n, 237n, 241, 244,246, 386 92, 112, 128, 168, 338, 3S6
111, 178, 348, 378 248, 258, 294, 298, 301,· 302, Durero, 114, 220, 356
306, 308, 309,· 3ll,· 312,· Halach-huinicoob, 243, 246, 271,
Códice Tro-Cortesiano, 18, 19'" 282, 287, ·290, 292, 366
Códice Vaticano A, 28, 67,'" 360 313,· 315,* 316, 317,* 318, Egipcios, 91, IO:S, 254, 405
Códice Vaticano B, 20, 160, 162. 319,* 320,· 321, 322,· 323,* Enciso, Jorge, 175,* 176,* 177* Hamsun, Knut, 373
Códice Vindobonensis, 3S6 324, 325,· 326,· 327,· 340 Espiral, 157, 162, 164, 169, 172, Hildebrand, Adolf von, 261
Chichimecas, 27n, 206, 223, 226, 173, 175, 176, 177, 178, 183 Historia de los mexicanos por sus
Colibrí, 31,40, 102, 107, 112, l1S, pinturas, 31, S2
170, 404 292 Estela, 70, 78, 98, 135, 198, 204,
Chilam Balam de ChumayeJ, Libro 205, * 233, 244, 250, 251,>1< 252, Historia tolteca chichimeca, S7
Colima, 14S'" Hochob,286
Comalcalco, 289'" de, 31, 236n, 290, 302 253, 254, 262,263,* 264, 265,*
Cholula, 132, 226, 232n 266, 267,*268, 269,* 270, 271, Hoelscher, U., 122
Conjuro mágico, 20, 36, 37, 38, Holmes, W. H., 134, 241, 330,
47,64, 79,94,97,206, 276, 338 Chupícuaro, 189,* 418 278, 280, 282, 284, 321, 339,
341, 352, 362, 365, 366, 367, • 336
Consejo de Indias, 402 Homero, 88, 96
Copán, 21n, 23Sn, 237n, 242, 2S2, Dahschur, 121 412
Dante, 369 Estrella o lucero matutino, 106, Huasteca, 39, 50, 192
2S4, 268, 271, 277,'" 279,. 292, Huehuetéotl, 29,* 200

l 321, 343, 364, 366n Danza sagrada o baile sagrado, 107, 178, 230
Huitzilopochtli, 27n, 28, 39, 40,
Corona Núñez, José, 402, 404, 45, 63, 168, 200, 374, 384 43, 46, 47, S2, 62, 91, lOS, 112,
, Danzantes, Los, (Monte Albán) , Faure, Elie, 384
412, 418 Fernández, Justino, 369n 274 369, 370, 378, 380, 382,
l. Corot, Camille, 92 200, 202, 346, 350 Forstemann, E., 98, 108 384: '394, 397, 404
Cortés, Hemán, 33, S8, 113, 14S, Datimier, Honoré, 88 Frazer, J. G., 33, 46, 54, 103n, Hunac Ceel, 236n, 302
146, 307, 330, 349, 38On, 382 Deutsch, Amold, 14 206 Hunahpú, 107
Courbet, .Gustave, 88 Díaz del Castillo, Bemal, 113, Frenk, Mariana, 14
Covarrubias, Miguel, 193,'226 380n, 397 Iglesia; La (Chichén Itzá) , 298,
. Coyolxauhqui, 370, 392, 39S. Diosa del Agua, 19, 26, 156, 264 Galileo, 128 30101<
Crestería, 242, 246, 248, 295, 318 Dios del Fuego, 25, 27, 29,'" 90, Gamio, Manuel, 159 Indios pueblo, 156, 173
Cristianismo, 17, 42, 43, 57, 94, ll2, 156, 200, 210, 364, 404 Gann, Thomas, W. F., 61, 239, Ttzaes, 236n, 298, 312
136 Dios de la Guerra, 378 270, 337 Itzamná, 31

422 423
Jtzcóatl, 60 Lozada, J. Rodolfo, 14 Mictlan, 28, 31, 44, 102, 334, 376 Ometecuhtll, 21, 23, 27, 28, 31,
Ixbalamqué, 107 Lucas,4:J Mictlantecuhtli, 47, 357,· 376 33, 42, 47, 107
Ixcuiname, SO Luciano, 88 Miguel Angel, 70, 208, 210, 257, Ometéotl, 27
Ixkún, 181 Ludendorff, H., 98, 99 261 Omeyocan, 23
Ixtapalapa, 54 Luna, La, 18, * 20, 21 n, 46, SO, Mitla, 156, 164, 165,* 166,* 181, Orfila Reynal, Arnaldo, 11
Izapa, 196, 198, 205* 103, 104, lOS, 106, 107, 178, 232n, 246, 328, 334, 335,* 336, Orozco, J. C., 3690
196, 370, 380n, 402 337, * 338, 340, 341, 348, 354, Orozco, Francisco de, 350
Jaguar o tigre, 19, 20, 21,* 40, 356, 362, 416 Orozco y Berra, Manuel, 412
52, 75,* 79, 86, 95, 102, liS, Macuilxóchitl, 147, 148 Mixcalcingo, 359*
Maíz, 20, 31, 38, SO, 54, 56, 62, Osiris, 105
138n, 140, 145, 170, 171, 196, Mixcóatl, caudillo chichimeca, 223 Otomíes, 27n, 205
198, 199,· 204, 218, 220, 229, 148, 190, 191, 192, 196, 202, Mixtecas, 76, 348, 350, 352, 354,
280, 290, 292, 318, 340n, 352, 204, 206, 207, 398 356, 358, 362, 364
360, 390, 394, 408 Maler, Theobert, 238 Palacio, El (Palenque), 244
Moctezuma 1, I1huicamina, 382 Palacio de las Columnas (Mitla),
Jaina, 283,* 285* , Malinalco, 86, 135 Moctezuma n, 33, 47, 91, 132,
Jiménez Moreno, Wigberto, 223 Mallarmé, Stéphane, 374 335,·' 337·
145, 382, 397 Palacio de la Escalinata de las Ca-
Job, 108 Mangelsdorf, Paul, 192 Monte Albán, 21n, 63,· 65,· 85,
Joyce, Thomas A., 58, 61, 238, Maní, 298, 313 bezas de Tigre (Naranjo), 238
134, 139, 181, 200, 202, 204, Palacio del Gobernador (Uxmal),
241, 244, 246, 254, 275, 358, Mantegna, 70 222, 232n, 280, 328, 329,* 330,
364, 365,392 . Mariposa, 44, 112, 170, 23 1, 341 239, .241, 294, 295, 299,* 300·
331, 332,* 333, 334, 336, 339,* Palacio Hochob, 275·
Judaísmo, 17, 42, 66, 75 Marquina, Ignacio, 132, 138, 243, 341, 342,· 343, 346, 348, 349,.
Juego de Pelota, 21n, 31, 44, 81,* 331, 333 Palacio Quemado (Tula), 230,
350, 354, 357,· 360, 362, 36Sn, 232
107, 181, 226, 315,* 316, 318, Máscara, 62, 140, 141,* 142,'!' 366, 368, 412, 416
319,* 323,324,331, 36Sn, 366n, 143,'" 144,'" 145,* 146,'" 147,* Palacios, Enrique Juan, 132, 139,
Morey, Charles Rufus, 136, 172 191, 324
402 148, 149,* 150,* 151,* 152,* Morley, Sylvanus O., 23Sn, 237n,
153,'" 154,· 155, 194,204,215, Palenque, 122, 153,0) 23Sn, 237n,
Kabah, 237n, 273,'" 286, 313, 321, 252, 254, 272, 282, 286 240,· 241, 243, 244, 245,* 246,
216, 273,* 280, 284, 303, 352, Morris, H., 326
341 357,'" 358, 360, 364, 382, 402, 254, 255,· 258, 259,* 260,*
Kant, 86 410 Muerte, La, 20, 42, 43, 45, 47, 261,· 262, 266, 271, 286, 292,
Kepler, 100 Matisse, Henri, 346 106, 111, 115, 116, 159, 195, 313, 318, 326, 366n
Kessler, Conde Harry, 335 Maudsley, A. P., 250, 271 280, 374, 377, 378 Palomar, El (Uxmal), 248, 295,
Kin-Lishba, 173, 174,* 182,* 183 Maya clásico, 71, 156, 222, 250, Muñoz Camargo, Diego, 111, 418 303*
Kirchhoff, Paul, 61, 179n, 408 252, 272, 278, 280, 294, 295, Palomar, Martin, 280
Kodz poop, 273 * 341, 362, 36Sn, 366, 397, 412 Nahuas, 89, 158, 163, 284, 294, Paraíso terrenal, El, 44, 92, 218
KUhn, Herbert, 207 Mayapán, 196, 23Sn, 236n, 237n, 334, 352, 354, 410, 412 Paualtin, 31
Kukulcán, 92, 236n, 237n, 298, 288, 298, 302, 308, 312 Nakum, 182 Paz, Octavio, 11
302, 303, 306, 308, 312, 318, Mayapán, Liga de, 236n, 302, 310 Nanahuatzin, 46, 107 Pericot y García, Luis, 348
321 Maya-quichés, 40, 46, 47, 56, 57, Naranjo, 238, 262, 263,· 266, 366 Perro, 42, 44, 95, 102, 109, 143,
KUmmel, Otto, 89n 107, 237 Newton, Isaac, 100 145,. 160, 170, 200, 358, 394,
Mayas, 30, 31, 61, 68, 92, lOO, Nezahualcóyotl, 32, 376 398, 400, 402, 417·
Laberinto, El (Yaxchilán), 242 108, 116, 132, 136, 178, 187, Nietzsche, 88 Petén, 23Sn, 262, 312
Labná, 164, 237n, 240,'" 246, 286 196, 200, 202, 233, 234, 235, Noguera, Eduardo, 416 Picasso, Pablo, 80, 82, 88
Landa, Fray Diego de, 61,68, 132, 237n, 238, 241, 249, 252, 266, Nonoualco, 398 Piedra del Sol, 19, 258, 394
284, 288, 294, 298, 313 275, 278, 284, 294, 302, 303, Novalis, 26 Piedra de Tízoc, 93,'" 385,· 394
Lange, Julius, 77 306, 314, 326, 350, 352,366, Nuttall, Zelia, 132 Piedras Negras, 237n, 244, 254,
Lehmann, Walter, 13, 24, 222, 395 266, 267," 341, 367
324, 365n, 366n Maya-tolteca, 142, 233 Observatorio, El (Monte Albán), Pilalli, 61
León-PortiJIa, Miguel, 9On, 380 Meandro griego, 156, 162, 164,' 331, 333
Leonardo da Vinci, 114, 1'20 Pintura mural, 91, 92, 412
167, 169, 170, 172, 173, 174, Occidente de México, 398, 402, Pintura paisajista, 92
Lessing, O. E., 95, 97, 374 176 ' 405, 408, 410, 412, 418
Lévy-Bruhl, L., 59, 101, 109 Pipiles, 292
Meandro precortesiano, 124, 157, Océlotl-Cuauhxicalli, 220, 390, Pirámide' (Tikal), 247·
Libro de los Libros de Chilam Ba- 170, 171, 187, 229, 318, 340 391,* 392
lam,31 Mendieta y Núñez, Fray Lucio, Pirámide de Cuicuilco, 120,* 128,
Ochpaniztli, 38, SO 192, 402
Lienzo de Yucutácato, 398 400 Olmecas, 63,* 65,· 145, 196, 198,
Linnée, S., 222 Mezcala, 146,* 197* Pirámide de Kukulcán, El Castillo
202, 204, 294, 346, 366 (Chichén Itzá) , 132, 306,*
Lioobáa, 334, 358 Michoacán, Crónica de, 402 Ollin, 110,* 111,* 160
Lipschitz, Jacques, 257 Mictecacíhuatl, 376 309,* 313, 316, 318,320,* 321,
Omecíhuatl, 23, 28 326
424 425
Pirámide de la Luna (Teotihua- Rathenau, Emest, 14 28, 38, 40, 42, 52, 72, 79, 95, Templo Mayor de Tenochtitlan,
cán), 122,(' 138n, 182, 183, 208 Reinach, Salomon, 89 109, 112, 115, 116, 117, 132, 91, 132,369, 377, 378, 392
Pirámide de Quetzalc6atl (Calix- Relación de Genealogía, 386 133, 135, 157, 159, 163, 170, Templo Norte (Oaxaca), 333
t1ahuaca), 124, 129* Relación de Mechuacán, 287n, 173, 178, 228,* 234, 321, 334, Templo de Quetzalpapálotl (Teo- .
Pirámide de Quetzalcóatl (Teoti- 400, 414, 416, 418 337, 338, 360, 370, 372, 394, tihuacán) , 138
huacán), 62, 71,* 73,* 78, 124, Relámpago o rayo, 42, 109,* 110, 408 Templo de los Tigres (Chichén
129,* 132, t59, 170, 178, 182, 113, 160, 161, 178, 338 Serpiente emplumada, 41,* 62, Ttzá), 170, 171,>/1 187,313, 318,
229, 322 Rembrandt, 70, 117 ,';' 73,* 95, 124, 125,· 126,· 127,* 321, 322,'" 340
Pirámide de Quetzalcóatl o Tem- Remojadas, 192 156, 170, 178, 229, 298, 306, Templo de Tláloc (Teotihuacán),
plo de la Estrena Matutina (Tu- Renacimiento, 85, 88, 220, 233 321, 379,· 394 92, 138
la), 74,* 75,* 225,* 227,* 229,'~ Reynaud, George, 78 Serpiente de fuego, 109, 110, 146, Templo del Sol (Palenque), 152,>1<
230, 232, 318 Ríegl, Aloys, 80 160, 161,* 231,262,264,* 338, 245,* 246
Pirámide del Sol, 122,* 123,* 132, Ríos, Pedro de, 28, 33, 111, 178 370 Tenango, 21 >/1
138, 139, 182, 316 Rivera, Diego, 412 Snefru, 121 Tenocbtitlan, 60, 62, 121, 132, 196,
Pirámide del Tajín, 77,* 79, 124, Rivet, Paul, 187 Sol, El, 18,* 19, 20, 21,* 22,* 308, 386, 397
132, 156, 232n Rococó, 76, 180, 233, 236 24, 27n, 44, 46, 50, 52, 57, 91, Teotihuacán, 13, 21n, 44, 46, 52,
Pirámide de Tenayuca, 28, 79, 112, Rodin, Augusto, 405 94, 101, 102, 103, 104, 105, 62, 71,* 73,* 78, 85, 92, 122,"
121, 130, 132, 133,* 135., 137,* Rohde, Erwin, 92 106, 107, 112, 113, 131, 132, 123,f 124, 128, 129,* 130, 131,
226, 370 Románico, 85, 249 152,· 231, 280, 284, 302, 352, 132, 138, 139, 159, 170, 182,
Pirámide de TeopanzoJco, 121, Romanos, 27, 327, 382, 384, 390 354, 369, 376, 380, 382, 402, 196, 208, 210, 216, 218, 220,
130, 131* Rubín de la Borbona; Daniel, 14, 404 222, 223, 226, 228, 229, 233,
Pirámide del Tepozteco, 130* 412, 414, 416 Solís Alcalá, Ermito, 284 236, 237, 244, 272, 280, 282,
Pirámide de Uaxactún, E-VII-sub, Ruiz, Luis R., 132 Spengler, Oswald, 101 316, 321, 322, 334, 343, 352,
234* Ruz Lhuillier, Alberto, 153, 237n Splnden, H. J., 248, 250, 254, 270, 364, 390, 398, 400, 405, 416
Pirámide de Xochicalco, 16, * 271, 323 Teotihuacanos, 356
125,* 126,* 127* Sacrificio humano, 32, 33, ~37~ 45, Stavenhagen, Kurt, 14
46, 47, 50, 52, 54, 58, 64, 103, Tepexpan, 189, 190
Pizarro, 307 Stephens, John L., 238 Teteo innan, .168, 192
Plancarte, Francisco, 27n 111, 158, 306, 378, 382, 384, Stirling, Matthew W., 196 Texcoco, 32, 91, 376
Platón, 92 402 Strebel, Hermann; 177 Texcotzingo, 32
Plutarco, 376 Sacrificio a flechazos, 39, 50 Swedenborg, Emanuel von, 43
Sahagún, Fray Bemardino de, 18n, Sweeney, J. J., 257 Tezcatlipoca, 19, 20, 21, 27n, 28,
ponock, H. D. E., 238, 312, 318 40, 52, 54, 104, 105, 140, 155,
Popol-Vuh, 40, 46, 50, 56, 78, 20, 22, 25, 27n, 33, 39, 50, 52,
59, 112, 142, 145, 148, 168, Tamoanchan, 200n 220, 280, 369, 380
107, 288 Tezozómoc, 386
Preclásico, 192, 195, 404, 405 2oon, 223, 308, 314n, 416, 418 Tarascos, 178n, 287n, 398, 400,
Sakkara, 91, 121, 260, 410 402, 404, 405, 408, 410, 412, Thompson, Edward Herbert, 303
Preuss, Konrad Theodor, 22n, 37, Thompson, J. Eric S., 61, 235n,
50, 74, 177, 178, 382 Salazar Obregón, Ponciano, 138n 414, 416, 418
Salmos, Los, 42, 78 Tayasal, 113 239, 270, 274n, 336
Prometeo, 210 Ticomán, 200
Pseudo-Longino, 88 San Agustín, 17 Tecas, 414
San Lorenzo Tenochtitlan, 201 * Tecciztécatl, 46 Tikal, 235n, 237n, 241, 242, 243,'"
Puuc, 62, 240,* 273,* 286, 294, 244, 246, 247,· 248, 258, 292,
295,* 296,* 297,* 299,* 300· San Rodrigo Aljojuca, 215 Tecciztli, 177, 180*
Santa Teresa, 37 Teeple, John E., 59, 98 313, 318, 326
Quetzalcóatl, 19, 22n, 24,* 27n, Santo Tomás, 37, 59, 92 Templo JI (Tikal), 243* Tilantongo, 102n
28, 31, 58, 62, 79, 95, 106, 107, Sayit, 237n, 243, 246, 248, 286 ")
Templo de la Agricultura (Teoti- Tiziano, 70
108, 109, 124, 145, 155, 178, Schapire, Rosa, 91 huacán), 92, 159,216 Tízoc, 91
192, 202, 222, 223, 229, 230, Schmarsow, W., 75 Templo de las Aguilas (Chichén ' Tlacaélel, 60, 61, 380
237n, 280, 298, 302, 303, 308, Seibal, 264, 265* Itzá) , 323* Tlahuizcalpantecuhtli, lucero del
316, 327, 334, 354, 379,* 386 Séjourtté, Laurette, 138n, 155, 222 Templo de la Cruz (Palenque), albl\ o estrella de la mañana,
Quiotepec, 348 Seler, Eduard, 13, 20, 21n, 31, 33, 246, 258 113
Quiriguá, 251,* 254, 268, 269,* 50, 76, 99, 103, 104, 106, 109, Templo de la Cruz Enramada (Pa- Tlalhuicate, 47
270,271, 321, 341, 367 148, 158, 159, 160, 178, 181n, lenque), 261* Tláloc, 19, 44, 62, 67,· 69,* 72,
284, 324, 334, 335, 354, 365n, Templo de los Guerreros (Chichén 79, 109, 124, 160, 163, 183,
Ra, 103n 400, 402, 404 Itzá) , 91. 311,* 312,* 313,* 19t, 202, 218, 229, 334, 352
Radin Paul, 206 Seno, 164, 175, 176,* 177* 314, 317,* 318, 320,* 321, 324, Tlalocan, 44
Rafael, 70, 86 Señores de la Noche, Los nueve, 326 Tlapa, 144,'" 153
Ramos, Samuel, 210, 382 104, 412 Templo de las Inscripciones (Pa- Tlatilco, 186,* 188,* 191,* 192,
Ranas (Querétaro ) , 181 Serpiente o culebra, La, 21, 25, lenque). 122, 153 193,* 194,· 195*

426 427
Tlaxcaltecas, 111, 382 198, 199,· 202,· 204, 208,236,
Tlazoltéotl, 23,· 38, lOS, 192, 202 252, 2S8 Indice de ilustraciones
Tloque Nahuaque, 22, 27, 31, 42 Venus, El planeta, 18,* 193, 106,
Tohil, 47 107, 108, 109, 112, 229, 231,
Tolantzinco, 226 324
Toltecas, 92, 108, 134, 145, 150,
156, 223, 226, 232, 233, 237n, Waldeck, 286
248, 293, 294, 298, 303, 306, Westheim, Paul, 45, 64n, 193n, Portada: Modelo de una casa con figuras. Cerámica. Procede de
308, 313, 314, 324, 326, 327, 196, 204, 218, 232n, 2S2, 28On, Navarit. Cultura del Occidente. Museo Nacional de Antropología.
346, 348, 358, 365n, 386 346n, 373, 378n 1. Aguila del friso de la pirámide de Xochicalco/16
Tollan, SO, 223, 226 WiIlard, T. A., 303
Tonalárnatl, 59, 76, 109, 200, 202 Winckelmann, J. J., 222 2. El Sol, el planeta Venus, la Luna, la Tierra. Codice Borgia,
Tonatecuhtli, 22 Wolfflin, Heinrich, 219, 220 lámina 71 / 18
Toro, Alfonso, 32 • Worringer, Wilhelm, 10, 14, 80, 3. El dios de la lluvia cuida a un árbol; el dios de la muerte lo
Torquemada, Fray Juan de, 90, 86, 122, 128, 135, 166, 270,
394 rompe. Códice Tro.cortesiano/19
232n, 308
Toscano, Salvador, 13, 14, 21n, Wundt Wilhelm, 94 4. El jaguar devorando al Sol. Petroglifo en las cercanías de
216, 234, 239, 249, 270) 377, Xarátanga, 404
Tenango/21 •
410 Xipe Tótec, 27n, 28, 48,· 49,· 50, 5. El Sol en el seno de la Tierra. Códice Borbónico, lámina 16/22
Totten, George O., 239, 242, 243, 51,. 54, 83,· 105, 106, 150,·
244, 286, 314 6. Nacimiento del dios del maíz. Tlazoltéotl dando a luz. Códice
341, 342,· 343, 362, 396,· 412 Borbónico,lámina 13/23
Trapiche, El, 192 Xiúes, 236n, 237n, 294, 298
Tres Zapotes, 29,'" 196, 200, 204 Xiuhcóatl, Xixiuhcoa, 21n, 112, 7. Quetzalcóatl y el gusano. Representación del Cielo y de la
Tula, 21n, 74, 7S,· 79, 171, 218, Tierra. Códice Aubin, lámina 13/24
223, 224,· 225,'" 226, 227,'" 146
228,. 229,· 230,· 231,· 232, Xiuhtecuhtli, 27n, 146, 147,* 200, 8. El dios viejo o del fuego (Huehuetéotl). Cerámica. Procede de
233, 258, 293, 294, 298, 308, 210, 211,* 212, 214 Tres Zapotes, Estado de Vera cruz. Cultura preclásica. Museo Nacio-
314n, 316, 318, 321, 324, 326, Xlabpak, 238
Xochicalco, 21n, 80, 81,* 124, nal de Antropología/29
416 135, 170, 171, 181, 226, 229
Tulum, 243, 248 9. Las cinco regiones del universo. Códice Fejérváry-Mayer, lámina
Tzibanché, 239 Xochipilli, 34,'" 35,* S3'" 1/30
Tzintzuntzan,404, 414, 416 Xochiquétzal, 105, 192, 202
Xólotl, 18n, 21n, 22n, 40, 102, 10. Xochipilli. Piedra. Cultura azteca. Museo Nacional de Antropo-
Tzolkin, 200, 204, 27S, 276, 278 logía/34
107, 110, 143, 160, 162,· 178,
Uaxactún, 233, 234,'" 235n, 237n, 179,* 376, 402 11. Xochipilli. (La figura anterior vista de espaldas.)/35
241, 2S4, 292 Xólotl, caudillo chichimeca, 226
12. La serpiente emplumada. Piedra. Procede de México, D.F.
Uaxyacac, 349 Yaxché, 31 Cultura azteca. Museo Nacional de Antropología/41
Universo, 19, 23, 26, 28, 30,* 36, Yaxchilán, 237n, 241, 242,* 258,
39, 42, SS, 57, 89, 101, 126, 13 .. Xipe Tótec, vestido con la piel de un sacrificado. Piedra.
262, 264,* 313, 366
128, 167, 171, 173 . Yucatán, 92, 156, 235n, 236n, Cultura azteca. Colección priv¡tda/48
Urna funeraria zapoteca, 53,* 156, 237n, 240,· 248, 273,· 279,· 14. Xipe Tótec. (La figura anterior vista de espaldas.)/49
344, >1' 345,* 346. 351,· 352, 293, 294, 29S,· 296,* 298, 302,
353,. 35S, '" 360, 362, 364, 412 15. Xipe Tótec. (Detalle.) Cerámica. Cultura teotihuacana. Museo
303, 308, 318, 324, 326, 327,
Uxmal, 23Sn, 236n, 237n, 239, 366n Nacional de Antropología/51
241, 246, 248, 286, 294, 295,· 16. Xochipilli. Urna funeraria.' Cerámica. Cultura zapoteca. Museo
296,· 297,· 298, 299,· 300,· Zaachila, 346, 348 Nacional de Antropología/53 .
303,· 304,· 305,· 307· . Zacatenco, 192
Zapotecas, 200, 246, 284, 328, 17. Danzantes. Relieve en piedra. Monte Albán. Cultura prezapote-
Vaillant, George e., 25, 89, 139, 333, 346, 348, 349, 350, 352, ca, probablemente 0lmeca/63
210, 274, 286, 308, 397 354, 3S6, 3S8, 360, 364, 366, 18. Danzante. Relieve en piedra. Monte Albán. Cultura prezapoteca,
Vaso de corazones, tlO,·' 198, 367, 412, 416 probablemente 0lmeca/65 •
220, 390 leus, 68, 88
Venta, La, 192, 19S, 196, 197,'" Zumárraga, Fray Juan, 32 19. Tláloc. Códice Vaticano A/67
20. Tláloc. Piedra. Cultura azteca. Museum für VoIkerkunde, Ber-
lín/69

428 429
21. Friso de la Pirámide de Quetzalcóatl. Teotihuacán. Cultura 47. Pirámide de Tenayuca. México, D.F. Culturas preazteca y
teotihuacana/71 azteca/133
22. Cabeza de serpiente emplumada. Piedra. Pirámide de Quetzal- 48. Pirámide de Tenayuca. Cintura de serpientes. México, D.F.
cóatl. Teotihuacán. Cultura teotihuacana/73 Culturas preazteca y azteca/133
23. Friso de la Pirámide de Quetzalcóatl. Tula. Cultura tolteca/74 49. Cabeza serpentina. Piedra. Pirámide de Tenayuca. México, D.F.
24. Jaguar y águila. Friso de la pirámide de Quetzalcóatl. Tu1a. Culturas preazteca y azteca/137
Cultura tolteca/7 5 50. Máscara. Núcleo de madera cubierto de mosaico de turquesa )-
. 25. Pirámide El Tajín. Estado de Veracruz. Cu1tura totonaca/77 concha. Cultura azteca. British Museum, Londres/141
26. Cabeza de guacamaya. Piedra. Marcador del Juego de Pelota de 51. Máscara. Piedra. Cultura teotihuacana. Museo AnahuacalH/142
Xochicalco. Museo Nacipnal de Antropología/81 52. Máscara. Piedra. Cultura teotihuacana. Colección Stavenha-
27. Xipe Tótec. Cerámica. Cultura teotihuacana. Museo Nacional de gen/143
Antropología/83 53. Máscara. Píedra con incrustaciones de turquesa, concha y coral.
28. Representación de la dualidad. Piedra. Procede del Municipio d~ Procede de Tlapa. Estado de Guerrero. Cultura teotihuacana.·
Veracruz. Cultura totonaca. Museo de Antropología de la Universi- ~useo Nacional de Antropología/144 •
dad Veracruzana, Jalapa, Estado de Veracruz/84 54. Perro con máscara de hombre. Cerámica. Procede de Colima.
29. Cabeza de un Guerrero Aguila. Piedra. Cultura azteca. Museo Cu1tura del Occidente. Museo Nacional de Antropología/145
. Nacional de Antropología/87 55. Máscara. Piedra. Cultura de Mezcala. Colección Stavenhagen,
México D.F./146
30. La Piedra de Tízoc. (Detalle.) Piedra. Cultura azteca. Museo
Nacional de Antropología/93 56. Máscara de Xiuhtecuhtli. Núcleo de madera con incrustaciones
de turquesa, concha nácar y concha. Cu1tura Mixteca-Puebla.
31. Representación de un observatorio. Códice Selden, lámina 5/99
32. El relámpago. Códice de Dresde, lámina 58/109 . Museo Nazionale Preistorico Etnografico Luigi Pigorini, Roma/147
33. Fondo interior de un vaso de corazones con el signo OUin. 57. Representación de un bulto mortuorio. Códice Magliabecchi,
lámina 72/148
Piedra. Cultura azteca. Naturhistorisches Museum, Viena/110
34. El signo Ollin. Códice Borgia/111 58. Máscara. Piedra. Cultura azteca. Colección Stavenhagen, México,
D.F./149
35. Aniquilación de la montaña. Códice Bolonia, lámina 10/113
36. Pirámide de Cuicuilco. México, D.F. Cultura preclásica/120 59. Máscara representando a Xipe Tótec. Cerámica. Cu1tura zapote-
37. Pirámide del Sol, vista desde la Pirámide de la Luna. Teotihua- ca. Museo Nacional de Antropología/150.
cán. Cultura teotihuacana/122 60. Máscara. Piedra. Cultura teotihuacana. Colección KIeemann,
Nueva York/151
38. Pirámide del Sol. Teotihuacán. Cu1tura teotihuacana/123
39. Pirámide de Xochicalco. Estado pe Morelos/125 61. Máscara. Estuco. Procede del Templo del Sol, Palenque
40. ~irámide de Xochicalco. Friso de la serpiente emplumadá. Cultura maya. Museo Nacional de> Antropología/152
(Detalle.) Estado de Morelos/125 62. Máscara. Estuco. Procede de Palenque. Cultura maya. Museo
Nacional de Antropología/153
41. Pirámide de Xochicalco. Friso de la Serpiente Emplumada.
(Detalle.) Estado de Morelos/126 . 63. Máscara. Obsidiana. Cultura azteca. Museo Nacional de Antropo-
logía/154
42. Pirámide de Xochicalco. Friso de la Serpiente Emplumada.
(Detalle.) Estado de Morelos/127 64. La greca escalonada. Forma básica/157 '
65A. Serpiente de fuego. Códice Borgia, lámina 33/161
43. Pirámide de Quetzalcóatl. Calixtlahuaca. Estado de México.
Cu1tura azteca/129 65B. Serpiente de fuego de la que salen llamas en forma de gancho.
44. Pirámide de Quetzaléóatl. Teotihuacán. Cultura teotihuaca- Códice Borgia, lámina 46/161
na/129 66. Xólotl, cayendo en las fauces de la Tierra. Códice Vaticano B,
lámina 23/162
45. Pirámide del Tepozteco. Estado de Morelos. Cu1tura azteca/130
46. Pirámide de Teopanzolco. Estado de Morelos. Cu1tura azteca/131 67. Pared del Salón de las Grecas. Mitla. Cultura zapo teca/ 165
68. Pared del Salón de las Grecás. Mitla. Cultura zapoteca/166

430 431
69. Templo de los Tigres. Chichén Itzá. Cultura ~ya-tolt~a/l71 de Antropología/209
70. Fondo de vasija. Cerámica. Kin-üshba, Atizona. Segun Byron
Cummings/174 94. Xiuhtecuhtli. Piedra. Cultura teotihuacana. Naturhistorisches
Museum, Viena/211
71. Sello. Dibujo de Jorge Enciso/175
72. Sello. Dibujo de ·Jorge Enciso/176 95 ... Figura femenina. Piedra. Cultura teotihuacana. Museum für
Volkerkunde, Viena/213
73. Sello. Dibujo de Jorge Enciso/177
74. Nacimiento de Xólotl. Códice Borgia, lámina 42/1?~ . 96. Vasija en forma de armadillo. Cerámica. Procede de San Rodri-
75. Tecciztli. El caracol, signo del nacimiento. Codice Boloma, go Aljojuca, Estado de Puebla. Cultura teotihuacana. Museum für
Volkerkoode, Berlín/215
lámina 4/180
76. Cuadrado de cintas o lazos. Códice Borgia, l~na 62/1,81 97. Dos figurillas masculinas. Jade. Cultura teotihuacana. Museo
Nacional de Antropología/217
77. Fondo de vasija. c:erámica. Kin-üshba, Atizona. Segun Byron
Curnmings/182 , . , 98. Vaso policromo. Cerámica. Cultura teotihnacana. Colección priva-
da/219
78. Hechicero. Cerámica. Tlatilco, Estado de MeXlco. Cultura precla-
sica. Museo Nacional file Antropología/186 . 99. Vasija zoomorfa. Cerámica. Cultura teotihuacana. Museo Nacio-
nal de Antropología/221
79. Figura de mujer. Cerámica. Tlatil~o,. Estado de MéXICO. Cultura
preclásica. Colección Sta,:~gen, Me~co, D.F./188 . _ 100. Dos cariátides. Tula. Cultura tolteca/224
SO. Figura de mujer. Ceranuca. ChUpICuarO, Estado ,de GuanaJua 101. Cabeza de una cariátide. Templo de la Estrella Matutina.
too CUltura preclásica. Museo Nacional de Antropolog,la!189 (Edificio "B".) Tula. Cultura tolteca/225
81. Dos figurillas. Cerámica. Tlatilco, Estado de MeXlco. Cultura 102. Pirámide de Quetzalcóatl. Edificio "B". Tula. Cultura tolte-
ca/227
preclásica. Colección Stavenhagen, México, I?~./191 , .
82. Cabeza. Cerámica. Tlatilco, Estado de MeXlco. Cultura preclaS1- 103. Pirámide con cariátides. Tula. Cultura tolteca/227
ca. Museo Nacional de Antropología/193 , . 104. Coatepantli (muro de serpientes). Detalle. Tula. Cultura tolte-
ca/228
83. Figurilla con dos cabezas. Cerámica. Tlatilco, E~tado de MeXlco.
Cultura preclásica. Museo Nacional de Antropologla/l94 , . 105. Friso del Templo de la Estrella Matutina (Edificio "B"). (Deta-
lle.) Tula. Cultura tolteca/229
84. Figurilla con dos caras. Cerámica. Tlatilc?,. Estado de MeXlco.
Cultura preclásica. Colección Stavenhagen, Mexlco, I?~./194 . 106. Guerrero tolteca. Relieve de un pilar. Tula. Cultura tolteca/230
85. Máscara representando la vida y la muerte. ~eramtca. Tlatílco, 107. Chac Mool. Tula. Cultura tolteca/231
Estado de México. Cultura preclásica. Museo NaCional de Antropo- 108. Pirámide E-VII-sub. Uaxactún, Guatemala. Cultura maya/234
logía/195 109. El arco falso. Esquema de la construcción/239
86. Figura de hombre. Jadeíta. Procede d~ .Mezcala, Guerrero. 110. El Arco de Labná. Labná, Yucatán. Estilo Puuc. Cultura
maya/240 .
Cultura preclásica. Colección Stavenhagen, MeXlco, D.F./197
87. Navaja ceremonial. Piedra. Procede de La Venta. Cultura de La 111. Galería exterior oriental del" Palacio. Palenque. Cultura ma-
ya/240 .
Venta. Museo del Estado de Tabasco, Villahermosa/197
88. Jaguar. Piedra. procede de La Venta. Cultura de La Venta. 112. Planta del Laberinto. Yaxchilán. Cultura maya/242
Museo Parque de La Venta, Villahermosa, Estad.o de Tabasco/199 113. Planta del Templo II. Tikal, Guatemala. Cultura maya/243
89. Cabeza colosal número 1. San Lorenzo Ten~chttt1an. ~stad? de Ve- 114. Templo del Sol. Palenque. Cultura maya/245
racruz. Cultura olmeca, Museo de Antropologla de la Umvemdad Ve- 115. Pirámide 1. Tikal, Guatemala. Cultura maya/247
racruzana. Jalapa, Estado de Veracruz/201 116. Estela E. (Detalle.) Quiriguá, Guatemala. Cultura maya/2S1
90. Altar 4. Piedra. PrQcede de La Venta. Cultura olmeca. Museo 117. Estela 2. (Detalle.) Bonampak. Cultura maya/253
Parque de La Venta, Villahermosa, Estado de Tabasco/203. 118. Relieve. (Detalle.) Estuco. Palenque. Cultura maya/25S
91. Altar 4. (Cara posterior.) / 203 119. La Cruz de Palenque. (Detalle.) Estuco. Palenque. Cultura
maya/2S9
92. Estela I. Izapa. Cultura de La Venta/205 .
93. Chalchiuhtlicue. Piedra. Cultura teotihuacana. Museo NaCIOnal 120. La Cruz de Palenque. Estuco. Palenque. Cultura maya/260

432
433
121. Templo de la Cruz Enramada. Relieve. Palenque. Cultura ma- Estilo Puuc. Cultura maya/297
ya/261 145. Palacio del Gobernador. Uxmal. Estilo Puuc. Cultura maya/299
122. Estela 8. Naranjo, Guatemala. Cultura maya/263 146. Palacio del Gobernador. Uxmal. Estilo Puuc. Cultura maya/300
123. Dintel 15. Representa a un sacerdote haciendo una ofrenda a la 147. Palacio del Gobernador. Relieve por encima de un p6rtico.
serpiente de fuego. Piedra. Yaxchilán. Cultura maya. British Museum, Piedra. Estilo Puuc. Cultura maya/300
Londres/264 148. "La Iglesia". Chichén Itzá. Cultura maya/301
124. Estela 10. Seibal, Guatemala. Cultura maya/265 149. "El Palomar". Uxmal. C1,lltura maya/303
125. Estela 14. Piedras Negras, Guatemala. Cultura maya/267 150. "El Adivino". Uxmal. Cultura maya/304
126. Estela D. Quiriguá, Guatemala. Cultura maya/269 151. "El Adivino". Fachada posterior. Uxmal. Cultura maya/305
127. Edificio del Kodz poop. Fachada con los mascarones de Chaco t52. Conjunto de Las Monjas y "El Adivino". Uxmal. Cultura
Estilo Puuc (no típico). Kabah, Yucatán. Cultura maya/273 maya/307
128. Palacio. Hochob, Campeche. Estilo Chenes. Cultura maya/275 153. "El Castillo", Pirámide de Kukulcán. Chichén Itzá. Cultura
129. El joven dios del maíz. Piedra caliche. Copán, Honduras. maya-tolteca/309
, Cultura maya. British. Museum, Londres/277
130. Relieve. Estuco. Acancé, Yucatán. Cultura maya/279
154. El Chichanchob. Chichén Itzá. Cultura Illaya/309
155" Templo de los Guerreros. Chichén Itzá. Cultura maya-tolo
131. Altar. Copá!}, Honduras. Cultura maya/279 teca/311
f 132. Mural representando a un prisionero. (Detalle.) Bonampak. 156. Templo de los Guerreros. (Detalle.) Chichén Itzá. Cultura
Cultura maya/281 maya-tolteca/312
r 133. Mural representando la presentación de un príncipe. Bonampak. 157. Templo de los guerreros. Chichén Itzá. Cultura maya-tolteca
Cultura maya/281 /313
Ii 134. Figurilla representando a un sacerdote sentado en su trono. 158. Cabeza de un guerrero. Relieve del Juego de Pelota. (Detalle.)
! Cerámica. Procede de Jaina. Cultura maya. Colección Stavenhagen, Chichén Itzá. Cultura maya.tolteca/315
México, D.F./283 . 159. Portaestandarte. Templo de los Guerreros. Chichén Itzá. Cultura
135. Figurilla representando a un guerrero. Cerámica. Procede de maya-tolteca/317
Jaina. Cultura maya. Museo Nacional de Antropología/285 160. Relieve del Juego de Pelota. (Detalle.) Chichén Itzá. Cultura
136. Cabeza con nariz en forma de trompa. Procede de Guatemala. maya-tolteca/319
Piedra. Cultura maya. Museum für VoIkerkunde, Munich/287 161. Relieve del Juego de Pelota. (Detalle.) Chichén Itzá. Cultura
137. Cabeza. Estuco. Procede de Comalcalco, Tabasco. Cultura ma- maya-tolteca/319
ya/289. 162. Vista general del "Caracol", en el fondo el "Castillo" y el
138. Vasija antropomorfa. Cerámica. Gultura maya. Colección priva- Templo de los Guerreros. Chichén Itzá. Cultura maya-tolteca/320
da/291 163. Templo de los Tigres. Chichén Itzá. Cultura maya-tolteca /322
139. Vaso policromo. Cerámica. Procede de Guatemala. Cultura 164. Relieve del Templo de las Aguilas. (Detalle.) Chichén Itzá.
maya. Museum ffu VoIkerkunde, Berlín/293 Cultura maya-tolteca/323
140. Cuadrángulo de Las Monjas. Entrada. Uxmal, Yucatán, Estilo ~, . 165. Anexo a Las Monjas. Fachad¡t este. Chichén Itzá. Estilo Chenes.
Puuc. Cultura maya/295 Cultura maya/325
141. Cuadrángulo de Las Monjas. Edificio occidental. (Detalle de la 166. Relieve del Anexo a Las Monjas. ¡¡achada este. (Detalle.)
fachada.) Uxmal, Yucatán. Estilo Puuc. Cultura Maya/296 Chichén Itzá. Cultura maya/326
142. Cuadrángulo de Las Monjas. Edificio occidental. Uxmal, Yuca- 167. Chac Mool. Procede de Chichén Itza. Cultura maya-tolteca.
tán. Estilo Puuc. Cultwa maya/296 Museo Nacional de Antropología/327 c

143. Cuadrángulo de Las Monjas. Edificio oriental. Uxmal. Estilo 168. Panorama de Monte Albán. Cultura zapoteca/329
Puuc. Cultura maya/297 169. Panorama de Monte Albán. Cultura zapoteca/329
144. Cuadrángulo de Las Monjas. Edificio septentrional. Uxmal. 170. Plano de Monte Albán/332

434 435
171. Palacio de las Columnas. Fachada principal. Mitla. Cultura 191. La serpiente emplumada, Quetzalcóatl. Piedra. Cultura azteca.
zapoteca/335 Museo Missionario Etnologico, Roma/379
172. Palacio de las Columnas. Patio interior. (Detalle.) Mitla. Cultura 192. Coyote. Piedra. Cultura azteca. Museum für Volkerkunde, Ber-
zapoteca/337 lín/381
173. Estela. Monte Albán. Cultura zapoteca/339 193. Figura. Piedra. Cultura azteca. Museum für VoIkerkunde, Ber-
174. Brasero representando a Xipe Tótec. Procede de la Tumba 58 lín/383
de Monte Albán. Cerámica. Cultura zapoteca. Museo Nacional de 194. Piedra de Tízoc. Piedra. Cultura azteca. Museo Nacional de
Antropología /342 Antropología/385
. 175. Urna funeraria con representación del dios Cocijo. Cerámica, 195. Figura sedente de mujer. Piedra. Cultura azteca. Museo Nacional
Cultura zapoteca. Naturhistorisches Museum, Viena/344 de Antropología/388
176. Urna funeraria. Cerámica. Cultura zapoteca. Naturhistorisches 196. Figura sedente de hombre. Piedra. Cultura azteca. Colección
Museum, Viena/345 Stavenhagen. México, D.F ./389
177. Hombre tafiendo una caracola. Cerámica. Cultura zapoteca. 197. Océlotl-Cuauhxicalli. Piedra. Cultura azteca. Museo Nacional de
Colección Stavenhagen/347 Antropología/391
178. Pórtico de la Tumba 104 con la figura del dios del maíz. Monte 198. Océlotl-Cuauhxicalli. Onix blanco. Cultura teotihuacana. British
Albán. Cultura zapoteca/349 Museum. Londres/391
179. Urna funeraria. Cerámica. Cultura zapoteca. Colección Stavenha- 199. Portaestandarte, llamado "El indio triste". Piedra. Cultura azte-
gen /351 ca. Museo Nacional de Antropología/393
180. Urna funeraria. Cerámica. Cultura zapoteca. Museo Nacional de 200. Coyolxauhqui. Piedra. Cultura azteca. Museo Nacional de Antro-
Antropología / 353 pología /395
181. Urna funeraria. Cerámica. Cultura zapoteca. Museo Nacional de 201. Cabeza de una figura sedente de Xipe Tótec. Piedra. Procede de
Antropología/355 Tezcoco. Cultura azteca. Museum für VoIkerkunde, Basilea /396
182. Pectoral con la máscara de Mictlantecuhtli, dios de la muerte. l- 202. Figura femenina. Cerámica. Procede de Colima. Cultura del
I
Oro. Procede de la Tumba 7 de Monte Albán. Cultura mixteca. Occidente. Colección Stavenhagen. México, D.F ./399
Museo de Oaxaca/357 203. Figura masculina con tocado extravagante. Cerámica. Procede de
1M3. Vaso en forma de cabeza. Cerámica. Procede de Mixcalcingo, Colima. Cultura del Occidente. Colección privada/401
Estado de Puebla. Cultura Mixteca. Museum für VoIkerkunde 204. Vasija en forma de un hombre sentado. Cerámica. Procede de
Berlín/359 ' Colima. Cultura del Occidente. Colección Dr. E. Hauswedell,
184. Figurilla de un esclavo arrodillado. Cerámica. Procede de Chal- Hamburgo/403
chicomula, Estado de Puebla. Cultura Mixteca-Puebla. Museum für 205. Mujer con nmo. Cerámica. Procede de la región tarasca. Cultura
VoIkerkunde, Berlín/361 del Occidente. Coleccion privadal406
185. Flauta. Hueso. Cultura mixteca. Museo Nacional de Antropolo- 206. Guerrero armado con porra. Cerámica. Procede de Nayarit.
gía/363 Cultura del Occidente. Museo Nacional de Antropología/407
186. Vasija policroma. Cerámica. Cultura Mixteca-Puebla. Museo Na- 207. Grupo .de bailarines. Cerámic~. Procede de Colima. Cultura del
cional de Antropología/365 . Occidente. Museo Nacional de Antropología/409
187. Conejillo. Cristal de roca. Cultura mixteca. Museo Nacional de 208. Pareja. Cerámica. Procede de Nayarit.. Cultura del Occidente.
Antropología/367 Museum ffu VoIkerkunde, Berlín/409
18M. La Coatlicue Mayor. Piedra. Cultura azteca. Museo Nacional de 209. Figura masculina sentada. Cerámica. Procede de Colima. Cultura
Antropología/371 . del Occidente. Museum für VoIkerkunde, ~unich/411 .
Ji?
189. Coatlicue. Piedra. Cultura azteca. Museo Nacional de Antropolo- 210. Figura sedente. Ce¡:ámica. Procede de Colima. Cultura del
gía /375
190. Rana. Piedra. Cultura azteca. Museum für VoIkerkunde Berlín \ Occidente. Colección Stavenhagen, México, D.F./413
211. Figura masculina sentada. Cerámica. Procede de Nayarit. Cultura
~77 ' del Occidente. Colección privada/415
436 437
212. Fi~ra zoomorfa, mirad perro, nútad pájaro (Reclinatorio). Fotografías
Cerárruca. Procede de Colima. Cultura del Occidente. Colección
Stavenhagen, México, D.F./417
213. Vasija en forma de armadillo. Ceránúca. Procede de Jalisco.
Cultura del Occidente. Museo Regional de Guadalajara/417 Carlos Acosta, Jalapa~ 28
214. Vaso con pies serpentinos. Cerámica. Procede de Cólima. Cultu- Ferdinand Anton, Munich, 55
Ursula Bemath, México, D. F., 155
ra del Occidente. Museo Anahuacalli/419
, Francisco Beverido, Jalapa, 89
Albrecht Víctor Blum, 44, 92
Robert BraunmüUer, Munich, 60, 95,
98, 136, 138, 139, 183, 184, 191, 201,
203, 204, 209, 211
British Museum, Londres, 129, 198
Enrique A. Cervantes, 143, 145, 149, 152
Ciba-Rundschau, Basilea, 123
Compañía Mexicana Aerofoto, S. A., México, D. F., 38'
Departamento de Artes Plásticas, INBA, México, D. F., 213
Ruth Deutsch.de Lechuga, México, D. F., 25, 158
Instituto Nacional de Antropología
e Historia, México, D. F., 36, 43, 69,
88, 90, 91, 100, 102, 104, 107, 108,
117,118.119,120,130,133,153.188
Irmgard Groth, México, D. F., portada,
13, 14, 18, 26, 27, 30, 50, 52, 53, 58,
6~ 7~ 87, 103 i 110, 114, 148, 156, 162,
168, 174, 177, 179, 180, 182, 196, 202, 205, 214
Giles Healey, 132
Luis limón, México, D. F., 29, 106, 181, 194
Rodolfo Lozada, 140
Agustín .}1aya, 93 .
Museo Alrahuacalli, México, D. F., 51, 214
Museo Nacional de Antropología, México. D. F.
8,10,11,12,16,54,59,61,62,80,82,83
93, 97, 99, 111, 115, 116, 121, 124, 12t!, 128, 135,
137, 144, f4~ 147, 165, 167, 180, 185, 186, 187,
189, 195, 197, 199, 206, 207
Naturhistorisches Museum, Viena, 33, 175, 176
Karl Nierendorf, 94
Emest Rathenau, Nueva York, 1, 15, 17, 21, 22, 23, 24,
37, 39, 40, 41, 42, 45, 46, 48, 49, 67, 68, lOS, 141,
142. 150, 151. 154, 157, 159, 160, 161, 163, 164, 166,
169, 171, 172, 173, 178
Juan Rutfo, México, D. F., 47,101
Walter Steinkopf, Berlín, 20, 96, 190, 192, 193, 2Ó8
Salvador Toscano, 122, 131

439

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