Preguntas A La Desigualdad
Preguntas A La Desigualdad
Preguntas A La Desigualdad
posible futuro del capitalismo. como teoría social científica; la María José Álvarez Rivadulla
Wright procura clarificar el relación entre el marxismo y el César Rodríguez Garavito trabajos sobre formas de cambio social radical en
estatus conceptual del socialis- feminismo como teorías sociales prólogo a la versión en español nuestras sociedades contemporáneas.
mo y discute las razones por las que emancipadoras y las perspectivas del
ciertas reformas, tales como los subsidios marxismo tras el colapso de los regímenes
básicos universales, en últimas no podrían comunistas.
MANUEL BOTERO CAMACHO
PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD
que se escribe para validar la propuesta Nuestra Señora del Rosario. Es profesor de
Cultura política y perdón de un método de lectura que cuenta a la El texto propone análisis novedosos de Semiología y Coordinador de los Conversato-
EL ABISMO LÓGICO (BORGES Y LOS FILÓSOFOS DE LAS IDEAS)
Adolfo Chaparro
—Editor académico—
vez con una dosis de ingenio y con los cuentos de Borges y reevalúa y rios de la Casa Lleras en la Universidad Jorge
planteamientos rigurosos, permitiendo critica algunos análisis existentes elabo- Tadeo Lozano. Director del equipo de investiga-
así un tipo de análisis que, siendo rados por diferentes comentaris- ción que adelantaba el proyecto titulado “Imá-
sistemático, es también lúdico, tas. El tipo de análisis propuesto genes del mundo en Colombia: La Divina Come-
conservando de este modo una se haría extensivo a otros cuentos dia en la simbología de la lengua y la cultura
de las funciones fundamentales de de Borges y a otros autores. Es colombiana”; en el Instituto Caro y Cuervo,
la literatura. No pocas conjeturas un texto que se esfuerza por Bogotá (2006). Fue miembro del equipo de
ha habido acerca de las intencio- tomar distancia de las interpreta- investigación Filosofía, Lógica e Historia de las
nes de Borges o de sus creencias. ciones existentes que hay sobre ciencias, línea (II) Historia de las Ciencias,
Parece ser más apropiado para la obra de Borges y de proponer proyecto Ciencia y Arte en el Renacimiento,
descifrar sus escritos, si se van a nuevas lecturas siguiendo un sub-proyecto “Cosmología y Literatura” en las
utilizar elementos externos a los cierto rigor interpretativo. Las Escuela de Ciencias Humanas. Actualmente
es de la estética de la representación mismos textos, contar mejor con lo conclusiones finales sitúan la prepara el proyecto de investigación “Traducción
Adolfo Chaparro que puede suponerse razonable- propuesta del libro en el centro y edición de las Baladas Líricas de Coleridge y
—Editor académico— mente que sabía (los temas que le de debates contemporáneos de Wordsworth” en convenio con la Universidad
eran familiares). No es secreto su amplio la literatura como la muerte del autor, Complutense de Madrid.
conocimiento de la metafísica y la interven- los límites de la interpretación y la
ción de ésta en sus relatos; lo que aquí se intertextualidad. La misma propuesta se Dentro de sus publicaciones se cuentan: “Refuta-
propone no se centra en lo que Borges encarga de establecer su relación y su ción literaria del idealismo Filosófico: Borges y el
creía, pues no hay forma de saberlo a distancia con los comentaristas recono- desenmascaramiento de los filósofos de las
ciencia cierta. Para muchos el hecho de cidos y se aparta de propuestas interpre- ideas”. Tesis Doctoral. Servicio de Publicaciones
que se mencionen ciertos filósofos, tativas pasadas de moda. La aproxima- de la Universidad Complutense (Madrid, España,
ciertas doctrinas, ciertas religiones o ción al tema, además, vincula el análisis 2007); “Objeción literaria al empirismo de
ciertas maneras de interpretar el mundo literario con la historia de la filosofía, David Hume”. Estudios Ingleses de La Universi-
en sus cuentos, es sinónimo de su creen- haciéndolo interesante para un público dad Complutense, Departamentos de Filología
cia en dichas posturas. El hecho de más amplio. Inglesa I y Filología Inglesa II, Facultad de Filolo-
Las rutas del giro y del estilo. gía. (Universidad Complutense de Madrid,
istoria del breakdance en Bogotá España, vol. 14. 2006); “Sueño luego existo”.
Juan Pablo García Naranjo
Anales de Literatura Hispanoamericana. Depar-
tamento de Filología Española IV, Facultad de
Filología. (Universidad Complutense de Madrid,
España, vol. 34, 2005) y “El infierno queda al
sur”. Anales de Literatura Hispanoamericana.
Departamento de Filología Española IV, Facultad
de Filología. (Universidad Complutense de Madrid,
España, vol. 31, 2002).
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Preguntas a la desigualdad
Ensayos sobre análisis de clase, socialismo y marxismo
ISBN: 978-958-738-054-5
ISBN: 958-958-738-054-5
335.4 W947p 20
Prefacio ..................................................................................................... 11
PARTE I
Análisis de clase
Introducción............................................................................................. 44
Capítulo 1. Desigualdad............................................................................ 46
PARTE II
Socialismo
Introducción............................................................................................. 162
PARTE III
Marxismo
Introducción............................................................................................. 240
Referencias................................................................................................ 338
Cuando discutí con varios amigos y familiares el título que tenía pensado
para este libro, Preguntas a la desigualdad (Interrogating Inequality), algunos
me dijeron que era un título ridículo que no significaba nada. Argumentaron
que Preguntas a la desigualdad no tenía más sentido que Darle la mano a la
contradicción o Hablándole a los triángulos. Me sugirieron varias alternativas:
Investigación sobre la desigualdad; Estudio de la desigualdad; Examen de la
desigualdad. Pero ninguno de estos títulos estaba del todo bien. Todos ellos
sugerían que la desigualdad era el tema primordial del libro –que el libro
era un estudio empírico de la desigualdad o que exploraba varios problemas
teóricos y filosóficos de varios tipos de desigualdad. En realidad el libro no
aborda estos temas.
El título Preguntas a la desigualdad tiene el propósito de evocar una
imagen diferente. La desigualdad es como un testigo en una investigación
criminal, quizás incluso el testigo principal. Se le hacen preguntas para llegar
a alguna verdad subyacente sobre el crimen, sobre una injusticia que se ha
cometido. Nuestra preocupación no se centra simplemente en el testigo, sino
en lo que podemos aprender sobre temas mucho más amplios al investigar al
testigo. Entonces, este libro trata sobre esas preguntas, sobre los conceptos
que necesitamos para ello y también sobre la misma desigualdad. El libro
trata sobre el análisis de clase como una forma de hacer preguntas sobre la
desigualdad, sobre el socialismo como una forma de desafiar la desigualdad y
sobre el marxismo como un marco amplio para relacionar las preocupaciones
morales acerca de la desigualdad con las tareas teóricas de explicación y las
tareas políticas de transformación. Quizás hubiera sido mejor haber usado
como título la frase más directa que sirve de subtítulo, Ensayos sobre análisis de
clase, socialismo y marxismo, pero me parecía muy aburrido. Así que, a riesgo
de sonar algo posmoderno, me decidí por el título Preguntas a la desigualdad.
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Los doce ensayos que se reúnen en este volumen fueron escritos entre
1979 y 1993. Escribí cuatro de ellos en respuesta a solicitudes específicas.
Escribí el texto “Desigualdad” (capítulo 1) para The New Palgrave editado por
John Eatwell (Londres 1987) y lo hice en parte con el propósito de explicarle
a los economistas la diferencia entre el enfoque marxista de la desigualdad y
los demás. Escribí “Clase y política” (capítulo 5) para el Oxford Companion
on Politics (Oxford 1993) y tenía un propósito similar al anterior pero en este
caso para los politólogos. El texto “Marxismo como ciencia social” (capítulo
9) lo escribí ante una solicitud que se me hizo para que respondiera a una serie
de críticas que varios autores le habían hecho a un intercambio entre Michael
Buroway y yo, previamente publicado en el Berkeley Journal of Sociology. El
conjunto de críticas y mi respuesta se publicaron posteriormente en forma
de simposio en el BJS de 1989. El prólogo, “Caer en el marxismo; quedarse
en él”, lo escribí para una conferencia que celebraba el centésimo aniversario
de la fundación del departamento de sociología de la Universidad de Kansas.
La universidad invitó a varios sociólogos relacionados con ella para que die-
ran charlas sobre sus carreras. Mi conexión con dicha universidad se debe a
que crecí en Lawrence, Kansas, y a que mis padres fueron profesores (pero
de sicología, no sociología) de esa institución. Ese ensayo es un intento por
comprender la trayectoria de las decisiones que he tomado y que han genera-
do el tipo de conocimiento marxista académico que trato de producir. Luego,
en 1991, este ensayo apareció en una revista publicada por el departamento
de sociología de la Universidad de Kansas, The Midwest Review of Sociology.
Escribí varios de los ensayos de este libro como resultado de la interacción
con trabajos de mis colegas del Encuentro Anual de Marxismo Analítico en
Londres (describo este grupo en el prólogo). “El estatus de lo político en el
concepto de estructura de clases” (capítulo 3) fue mi primer encuentro con
el trabajo de John Roemer. Posteriormente, el texto se publicó en una edi-
ción especial de la revista Politics and Society, vol. 11, no. 2, 1982, dedicada
al trabajo de Roemer sobre clase y explotación. El texto “¿Por qué algo como
el socialismo es necesario para la transición hacia algo como el comunismo?”
(capítulo 7) surgió de las discusiones en torno a un artículo, “A Capitalist
Road to Communism”, presentado por Robert Van der Veen y Philippe
Van Parijs durante el Encuentro de Marxismo Analítico de 1986. Después
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ese artículo apareció en una edición del la revista Theory & Society, vol. 15,
1987, junto con el artículo de Van der Veen y Van Parijs y otros comenta-
rios adicionales. Finalmente, “Coerción y consentimiento en el intercambio
cuestionado” (capítulo 4, escrito con Michael Burawoy) es una respuesta al
artículo “Intercambio cuestionado”, de Sam Bowles y Herb Gintis, que se
discutió en el encuentro de 1989. Ambos artículos se publicaron en la edición
de junio de 1990 de la revista Politics &Society.
Los demás capítulos de este libro fueron concebidos originalmente como
charlas dadas en diferentes universidades y conferencias. Presenté por primera
vez “Los futuros del capitalismo” (capítulo 6) en una conferencia sobre “La
teoría del Estado en el capitalismo contemporáneo”, en la Universidad de
Puebla, en Puebla, México, en octubre de 1979 y en una conferencia sobre
“Nuevos desarrollos en la teoría del Estado”, en diciembre de 1979 en la Uni-
versidad de Toronto. Después de muchas revisiones (principalmente debido
a algunas divergencias teóricas y quizás políticas con los editores de la revis-
ta), este texto se publicó en Socialist Review, no. 69, en 1983. Escribí “¿Qué
es el marxismo analítico?” como ponencia principal para el Encuentro de la
Asociación Brasilera de Sociología de junio de 1989 en Río de Janeiro. Este
texto también apareció en Socialist Review, no. 4, 1989. Algunas secciones
de este ensayo se incluyeron posteriormente en partes del primer capítulo del
libro que escribí con Andrew Levine y Elliott Sober, Reconstructing Marxism
(Londres 1992).
Presenté por primera vez el texto “Explicación y emancipación en el
marxismo y el feminismo” (capítulo 10) en el encuentro anual de 1990 de la
American Sociological Association y posteriormente en la Universidad de
Ciudad del Cabo, Suráfrica, en junio de 1992. De todos los artículos que se
reimprimen en este libro, éste fue el que más trabajo me costó publicar por
primera vez. Primero lo envié a la New Left Review en 1990. Me lo devolvie-
ron con muchos comentarios y una solicitud para que lo revisara. Después de
realizarle cambios sustanciales que pensé solucionaban todas las objeciones
importantes, volví a enviárselos. Esta vez lo rechazaron del todo. Aparente-
mente, los miembros del consejo editorial consideraron que yo caracterizaba
de manera injusta al marxismo adjudicándole una visión determinista de la
trayectoria auto-destructiva del capitalismo y que denigraba el feminismo al
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sidad los temas y conceptos del marxismo clásico –la teoría laboral del valor,
el materialismo histórico, la naturaleza del Estado capitalista– y todavía se
le daba una credibilidad considerable a muchas de sus formulaciones clási-
cas, incluso por parte de sus críticos. Cuando en el otoño de 1993 terminé
de escribir el último de los ensayos que conforman este libro, “El análisis de
clase de la pobreza”, el marxismo ya no ocupaba el lugar principal entre los
académicos críticos y muchas personas que todavía consideraban que estaban
trabajando dentro de esa tradición la habían abandonado o habían transfor-
mado sus conceptos fundamentales.
Estos cambios en el contexto se reflejan en desplazamientos teóricos y
retóricos a lo largo de los ensayos. Por ejemplo, en algunos de los ensayos
más lejanos en el tiempo, todavía aparecen discusiones sobre la teoría laboral
del valor. En los ensayos posteriores, la teoría laboral del valor no aparece en
ningún lugar, salvo alguna mención ocasional. Los dos capítulos que tratan
sobre el socialismo (capítulos 6 y 7), uno de 1979 y el otro de 1986, más o
menos dan por sentada la alternativa entre capitalismo y socialismo, mientras
que los dos ensayos escritos a comienzos de los años noventa y que discuten
el proyecto de emancipación del marxismo (capítulos 10 y 11), tratan al
socialismo y al comunismo como conceptos problemáticos que requieren
una defensa seria.
Dados esos cambios históricos en los parámetros del debate intelectual,
resultaba tentador editar los ensayos más antiguos para acomodarlos a las
preocupaciones y a la sofisticación de hoy en día. (De hecho, en los planes
iniciales para este libro consideré incluir tres ensayos escritos a comienzos
de los años setenta –“Recent Developments in Marxist Theories of the Sta-
te”, “Modes of Class Struggle and the Capitalist State” y “The Parsonsian and
Structuralist-Marxist Theories of the State”– pero luego decidí no incluirlos
porque me parecieron muy anticuados). Resistí la tentación y no le extirpé
el candor a ninguno de los ensayos. La única edición que hice fue remover
algunas secciones que repiten discusiones de otros capítulos y añadir algunas
aclaraciones cortas.
Mucha gente me proporcionó comentarios extensos, escritos y verbales,
sobre muchos de estos capítulos. Quisiera reconocer en particular las críticas
perspicaces y agudas de Michael Burawoy, quien constantemente me urge a
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que no ceda demasiado terreno para ganar respetabilidad. Muchos de los ar-
tículos se analizaron cuidadosamente durante los encuentros anuales del gru-
po de marxismo analítico, a los que asistieron Sam Bowles, Robert Brenner,
G.A. Cohen, Jon Elster, Adam Przeworski, John Roemer, Hillel Steiner, Ro-
bert van der Veen y Philippe van Parijs. En los artículos también se reflejan
las discusiones periódicas que tuve con Andrew Levine mientras sacábamos
mi perro a pasear y con Joel Rogers durante desayunos dominicales. A lo lar-
go de muchos años, los estudiantes de posgrado del programa de análisis de
clase y cambio histórico del departamento de sociología de la Universidad
de Wisconsin han sido la audiencia y los críticos iniciales de muchas de las
ideas que posteriormente aparecieron en estos ensayos.
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Las piezas avanzan sobre el tablero de manera militar. Primero, entra la aristo-
cracia, seguida por los peones, éstos flanqueados por los caballos. Dos peones
tratan de escapar pero los capturan y los traen de nuevo al tablero. La partida
comienza. Desde el comienzo, la tasa de mortalidad de los peones es muy alta
(desde el punto de vista del ajedrez la calidad de la partida es terrible). Cuando
una pieza es capturada, cae y la expulsan del tablero. Los peones se acumulan
gradualmente al lado del tablero. Eventualmente la película los muestra hablan-
do entre sí, ambos bandos mezclados. Después de un rato, en un arrebato, los
peones atacan a las piezas aristocráticas que todavía están jugando en el tablero.
La banda sonora cambia en ese momento, y pasa de un clavicordio barroco a
“El rito de la primavera” de Stravinsky. En poco tiempo, los peones derrotan a la
elite y la expulsan del tablero. Entonces, los peones, blancos y negros mezclados,
bailan una danza tradicional en carrusel típica de Virginia. La imagen en la pan-
talla se desvanece. ¿Ahí termina la historia? No. La imagen aparece de nuevo
y se observa que las piezas marchan otra vez hacia el tablero. Se ordenan para
comenzar una nueva partida, sólo que está vez los peones están en la fila de atrás
y las antiguas piezas aristocráticas están en la de adelante. Ahora los peones se
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mueven como caballos, reinas, alfiles; la elite del ancien régime queda reducida
al estatus de peones. Y la partida comienza de nuevo.
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cide casarse. (Y cada vez más hay que decidir seguir estando casado, dada la
facilidad del divorcio).
Viendo la historia de mi vida en retrospectiva, creo que lo que aprendí
en mis primeros años de posgrado fue que en mis propias percepciones del
mundo yo de hecho ya era “marxista”. Esto fue más un descubrimiento que
una decisión. Sin embargo, dado este descubrimiento, en varias coyunturas
de mi carrera me he enfrentado a decisiones más o menos conscientes. En
esta discusión quiero centrarme en la naturaleza de esas decisiones.
Reflexionar sobre la interacción entre decisión y contexto es sociología
básica: consecuencias esperadas e inesperadas; cálculo racional y acción nor-
mativa; decisiones bajo restricciones. El giro particular que quisiera darle a
la dialéctica que se da entre decisión y restricción se puede encontrar en la
historia de Ulises y las Sirenas –a veces uno toma decisiones de manera cons-
ciente en parte para restringir sus propias posibilidades futuras de decisión.
(Este uso de la metáfora de Ulises y las Sirenas viene del libro de Jon Elster,
Ulysses and the Sirens, Cambridge University Press). Ulises sabía, mediante
una forma de meta-racionalidad, que dentro de poco iba a enfrentarse a una
situación en la que no quería tener la capacidad de tomar decisiones. Qui-
so entonces que lo ataran al mástil y dio instrucciones a los marineros del
barco para que no atendieran sus órdenes de liberarlo, porque sabía que si
lo liberaban, él mismo causaría su propia desgracia. Por lo tanto, en cierto
momento Ulises tuvo la capacidad de tomar decisiones que restringieron sus
decisiones futuras.
A lo largo de mi carrera he tomado una serie de decisiones que tienen
esa característica básica de la situación de Ulises frente a las Sirenas: de un
modo u otro he tomado decisiones estratégicas comprendiendo en mayor
o menor medida la forma en que esas decisiones restringirían posibles deci-
siones futuras. Las decisiones que tomé en cinco coyunturas concretas me
parecen especialmente importantes. La primera tiene que ver con la decisión
de identificar mi trabajo primordialmente como un aporte al marxismo en
vez de simplemente identificarlo como un uso del marxismo. La segunda se
refiere a mi decisión de ser sociólogo, en vez de cualquier otro “ólogo”. La
tercera es la decisión de ser lo que algunos describirían como un marxista
multivariado: un sociólogo marxista que realiza un trabajo ostentoso, quizás
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nía visiones de batallas gloriosas entre paradigmas, con luchas en las que el
valeroso caballero defensor de Marx derribaba con su lanza al rival burgués
en una dramática justa cuantitativa. Es más, la fantasía mostraba al vencido
admitiendo la derrota y cambiando de bando como resultado”.
Mi decisión de comenzar una serie de proyectos en cuyo núcleo había
sofisticadas técnicas estadísticas no estaba motivada por alguna convicción
epistemológica en el sentido de que estas técnicas generaban un conocimien-
to más profundo o confiable. De hecho, casi siempre me he dado cuenta de
que aprendo más de un trabajo histórico de buena calidad que de la inves-
tigación de obsesionados cuantitativos. Pero en ese punto de la historia del
marxismo en la sociología (mediados de los setenta), me pareció que la mejor
opción para incrementar el espacio intelectual de los marxistas en la academia
era establecer la credibilidad del marxismo mediante una metodología cuan-
titativa.
Para ser honesto, desde el comienzo también hubo un lado más oscuro
en mi atracción por la investigación cuantitativa. Cuando se supo hacia don-
de se dirigía el núcleo intelectual de la sociología durante los años setenta,
también se supo qué tipos de investigación tendrían mayores posibilidades
de obtener respaldo financiero y prestigio. Como instituciones, todas las dis-
ciplinas académicas tienen un sistema de recompensas y sanciones que dirige
el trabajo en direcciones particulares y en ese entonces era claro que habría
más recursos para la investigación cuantitativa. Yo era un joven académico
muy ambicioso –ambicioso en mi búsqueda de lo que consideraba la “ver-
dad”, pero también ambicioso en mi búsqueda de estatus, reconocimiento,
influencia y viajes por el mundo. Por lo tanto, el compromiso con una línea
de investigación relacionada con la investigación convencional de encuestas
me ofrecía recompensas tangibles.
No puedo reconstruir exactamente cuál fue el balance entre estas mo-
tivaciones a mediados de los setenta cuando hice mi investigación doctoral
–un estudio cuantitativo de la estructura de clases y de la determinación
del ingreso– o a finales de esa misma década cuando comencé mi proyecto
comparativo, aún en curso, sobre la estructura de clases y la conciencia de
clase. Pero cualquiera que haya sido el balance entre la obtención de recur-
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Philip Selznick es TVA and The Grass Roots: a Study in the Sociology of Formal
Organizations; Bob Hauser es el Sr. Movilidad. Wisconsin es un departamen-
to que escribe artículos y Berkeley es uno que escribe libros.
El contraste entre ambos departamentos también se refleja en la natu-
raleza de sus programas de posgrado: en Wisconsin las tesis de un número
importante de estudiantes de posgrado son productos derivados, de un modo
u otro, de proyectos de investigación más amplios y duraderos. El modelo de
educación es el del aprendiz, y si bien se espera que los estudiantes produzcan
trabajos originales e innovadores, también se espera que lo hagan dentro del
contexto de la investigación de un profesor. Por el contrario, en Berkeley es
muy raro que los estudiantes desempeñen ese rol de aprendices. Se espera que
los estudiantes sean intelectuales autónomos, que las tesis sean los primeros
borradores de libros. Y si bien los estudiantes de posgrado reciben una re-
troalimentación sistemática de sus profesores, es raro que las tesis se deriven
de manera directa de los datos y proyectos de sus asesores.
Al enfrentarme a esta difícil decisión, estilicé el contraste entre ambos
lugares diciéndome que Berkeley era uno de los departamentos líderes en lo
intelectual en el que yo estaría en el nicho de las disciplinas, mientras que
Wisconsin era uno de los departamentos líderes en las disciplinas, dentro
de las que yo estaría en el sector intelectual. ¿En cuál de estos lugares, pensé, me
gustaría estar? ¿Qué lugar me proporcionaría el contexto más creativo para
mi trabajo? Lo irónico era que, aunque en realidad el ambiente intelectual de
Berkeley me parecía más interesante en muchos aspectos que el de Wisconsin,
me parecía que tendría más retos y me impulsaría de maneras más interesantes
si llegaba a ser un disidente intelectual en un departamento disciplinario, que si
llegaba a ser un disidente disciplinario en un departamento intelectualizado.
Me parecía que en ese punto de la historia y en ese punto de mi vida quizás
la tensión creativa sería más constructiva en Madison. En Berkeley estaría
discutiendo constantemente con las corrientes post-estructuralistas, posmo-
dernas, sobre la relevancia de la cultura para todo y sobre la imposibilidad
de explicar cualquier cosa. En Madison estaría argumentando a favor de la
importancia de una perspectiva abierta y dialéctica sobre la relación entre el
cambio social y la acción social y sobre la necesidad de voces no convencio-
nales en la sociología. Así que, para bien o para mal, regresé a Wisconsin.
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fijaría en esto. Si alguien viera como nos comportamos, podría pensar que se
trata de un combate de gladiadores en el que la muerte es el único resultado
posible. Pero desde adentro, es un escenario muy emocionante para resolver
los problemas sutiles y las brechas en las ideas propias, y para aprender acerca
del funcionamiento interno del trabajo de otras personas.
[Digresión: de vez en cuando hemos discutido temas de género, como
tema de trabajo –presenté mi artículo sobre marxismo y feminismo en el
encuentro de 1991– y también en cuanto a la composición de nuestro gru-
po. Para bien o para mal, nadie del grupo conocía bien a académicas que
compartieran un interés por los temas de trabajo que nos preocupan y que
trataran esos temas en el estilo intelectual que caracteriza al grupo. Para ser
honesto, supongo que muchos de los miembros del grupo probablemente
piensan que sería más difícil mantener la misma intensidad si éste fuera mix-
to. De cualquier manera, nunca hemos reclutado a ninguna mujer, aunque
hemos invitado a varias en algunas ocasiones. En estos términos, el gmnoe
genera temas importantes, e inquietantes, para la sociología de género. Las
redes de este tipo son los verdaderos sitios en los que se produce el desarrollo
intelectual, donde las ideas se generan y refinan. Si bien el gmnoe no cuenta
con recursos financieros propios –no da becas y cada cual ha pagado siempre
por su viaje–, por otro lado es influyente y valioso como red interpersonal
activa de intercambio intelectual. Sin duda la composición de género de la
red refleja el rol históricamente marginalizado de las intelectuales marxistas
en la tradición marxista y contribuye de alguna manera a mantener dicha
desigualdad de género].
Desde comienzos de los años ochenta, el gmnoe ha sido el grupo de refe-
rencia organizado que más me ha importado. Cuando escribo un artículo, los
fantasmas que se sientan en la parte de atrás de mi estudio y que periódica-
mente saltan para decirme que lo que acabo de escribir es ridículo y hacen que
me preocupe sobre si realmente he comprendido el tema, pertenecen
sobretodo a este grupo (o, quizás, a espíritus gemelos a los de este grupo). Sin
duda, este grupo ha contribuido a darle a mi trabajo una forma particular y
una dirección específica, porque gracias a él tengo que preocuparme sobre
ciertos temas mientras que otros pueden parecerme menos urgentes.
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(como el género o la raza) que han recibido mayor atención en las humani-
dades y las ciencias sociales de las últimas décadas. Por el contrario, Wright
nos convida aquí a no eliminar a la clase social de nuestro acervo conceptual
y, aún más, a considerarla muy seriamente.
En contraste con otros modelos que ven la posición socioeconómica co-
mo el resultado de una serie de atributos individuales como la educación o el
género, la aproximación marxista propuesta por Wright se basa en atributos
relacionales no sólo del individuo sino fundamentalmente de su empleo.
Entre ellos, por supuesto está la relación con la propiedad de los medios de
producción, pero lo interesante en Wright es que no se reduce a ello. Wright
intenta resolver lo que él llama el problema de las “situaciones contradictorias
de clase” o el problema de las clases medias, es decir, el problema empírico de
dónde situar a un gerente que no posee los medios de producción pero que
claramente no tiene la misma situación laboral del proletario de una fábrica en
el que habían pensado Marx y Engels, o el problema de un microempresario
que es dueño de los medios de producción pero que trabaja por su cuenta
vendiendo ropa en su casa y que por lo tanto no está en la misma situación
de el dueño de una gran empresa. Para ello incorpora dos dimensiones nuevas
para clasificar a las personas –autoridad y educación– que abren ricas posibi-
lidades para el estudio de las sociedades contemporáneas.
En tercer lugar, el rigor científico de Wright no le impide ahondar en el
otro elemento central al marxismo: su crítica normativa a las relaciones de
desigualdad. Wright nos recuerda que para el marxismo la desigualdad no
es una condición natural ni necesaria. Y que, aunque el modelo de estruc-
tura de clases que propone puede resultar en descripciones similares a las
propuestas por otras teorías (p.ej., las categorías de los estudiosos de clase
weberianos, como John Goldthorpe), es la interpretación de éstas la que es
fundamentalmente distinta. El marxismo interpreta la desigualdad de clase
como explotación, no como una mera diferencia de oportunidades en la
vida. Y la explotación, además de describir la apropiación de excedente de
unos sobre otros, es juzgada por el marxismo como una situación injusta.
Por esto, la teoría de clases marxista está normativamente comprometida con
un “igualitarismo radical.” Siendo fiel a la no separación de valores y hechos,
Wright sostiene que “el análisis de clase puede funcionar no simplemente
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como una teoría científica de intereses y conflictos sino también como una
teoría emancipatoria de alternativas y de justicia social” (Wright, 2005).
Finalmente, la combinación de dos de los rasgos señalados –la inter-
pretación no totalizante del marxismo y la recuperación de su componente
normativo– da lugar a un trazo que atraviesa todo el libro: el esfuerzo por
pensar alternativas a las relaciones sociales desiguales propias del capitalismo
sin sujetar el éxito del esfuerzo a un futuro incierto de ruptura radical con la
sociedad capitalista. En otras palabras, se trata de pensar relaciones sociales
más humanas y simétricas también dentro de la sociedad actual. La mirada
sutil de Wright disecciona y diluye las dicotomías: no se trata de distinguir
sociedades con explotación y sociedades sin explotación, o con clases o sin
clases, sino más bien con más o menos explotación o con más o menos dife-
rencias entre las clases. Mientras que el marxismo clásico sólo concebía va-
riación de un modo de producción a otro, Wright nos introduce la variación
dentro del capitalismo.
Para ello, comienza por sostener que los modos de producción se inter-
penetran, cosa que desde América Latina o el Sur global en general parece
obvio dada la permanencia de modos de producción feudales en interac-
ción (y superposición) con modos de producción del capitalismo global.
Pero además nos dice que dentro del capitalismo el Estado y la política
gozan de más autonomía de la que les da el marxismo clásico. Esto es al-
go que autores marxistas lejanos al marxismo analítico de Wright, como
Louis Althusser, también habían planteado. Hay momentos en que los
trabajadores pueden tener más poder al estar organizados. Hay estados que
pueden paliar la comodificación del mercado a través de políticas como las
de seguridad social. Así como el feudalismo puede interpenetrarse con el
capitalismo, también puede hacerlo el socialismo. No es necesario agudizar
las contradicciones ni llegar al extremo de la revolución proletaria. Esa no
es la única teoría de cambio posible desde el marxismo.
Todo esto tiene que ver con el tipo de propuestas y utopías realizables
y realizadas que Wright ha venido trabajando en su obra reciente, como el
ingreso mínimo incondicional básico como un derecho ciudadano (Wright,
2010).
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Wright, Erik Olin. 2005. Approaches to class analysis. Cambridge, UK; New York:
Cambridge University Press.
Wright, Erik Olin. 2010. Envisioning Real Utopias: Verso (en prensa).
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posible futuro del capitalismo. como teoría social científica; la María José Álvarez Rivadulla
Wright procura clarificar el relación entre el marxismo y el César Rodríguez Garavito trabajos sobre formas de cambio social radical en
estatus conceptual del socialis- feminismo como teorías sociales prólogo a la versión en español nuestras sociedades contemporáneas.
mo y discute las razones por las que emancipadoras y las perspectivas del
ciertas reformas, tales como los subsidios marxismo tras el colapso de los regímenes
básicos universales, en últimas no podrían comunistas.
MANUEL BOTERO CAMACHO
PREGUNTAS A LA DESIGUALDAD
que se escribe para validar la propuesta Nuestra Señora del Rosario. Es profesor de
Cultura política y perdón de un método de lectura que cuenta a la El texto propone análisis novedosos de Semiología y Coordinador de los Conversato-
EL ABISMO LÓGICO (BORGES Y LOS FILÓSOFOS DE LAS IDEAS)
Adolfo Chaparro
—Editor académico—
vez con una dosis de ingenio y con los cuentos de Borges y reevalúa y rios de la Casa Lleras en la Universidad Jorge
planteamientos rigurosos, permitiendo critica algunos análisis existentes elabo- Tadeo Lozano. Director del equipo de investiga-
así un tipo de análisis que, siendo rados por diferentes comentaris- ción que adelantaba el proyecto titulado “Imá-
sistemático, es también lúdico, tas. El tipo de análisis propuesto genes del mundo en Colombia: La Divina Come-
conservando de este modo una se haría extensivo a otros cuentos dia en la simbología de la lengua y la cultura
de las funciones fundamentales de de Borges y a otros autores. Es colombiana”; en el Instituto Caro y Cuervo,
la literatura. No pocas conjeturas un texto que se esfuerza por Bogotá (2006). Fue miembro del equipo de
ha habido acerca de las intencio- tomar distancia de las interpreta- investigación Filosofía, Lógica e Historia de las
nes de Borges o de sus creencias. ciones existentes que hay sobre ciencias, línea (II) Historia de las Ciencias,
Parece ser más apropiado para la obra de Borges y de proponer proyecto Ciencia y Arte en el Renacimiento,
descifrar sus escritos, si se van a nuevas lecturas siguiendo un sub-proyecto “Cosmología y Literatura” en las
utilizar elementos externos a los cierto rigor interpretativo. Las Escuela de Ciencias Humanas. Actualmente
es de la estética de la representación mismos textos, contar mejor con lo conclusiones finales sitúan la prepara el proyecto de investigación “Traducción
Adolfo Chaparro que puede suponerse razonable- propuesta del libro en el centro y edición de las Baladas Líricas de Coleridge y
—Editor académico— mente que sabía (los temas que le de debates contemporáneos de Wordsworth” en convenio con la Universidad
eran familiares). No es secreto su amplio la literatura como la muerte del autor, Complutense de Madrid.
conocimiento de la metafísica y la interven- los límites de la interpretación y la
ción de ésta en sus relatos; lo que aquí se intertextualidad. La misma propuesta se Dentro de sus publicaciones se cuentan: “Refuta-
propone no se centra en lo que Borges encarga de establecer su relación y su ción literaria del idealismo Filosófico: Borges y el
creía, pues no hay forma de saberlo a distancia con los comentaristas recono- desenmascaramiento de los filósofos de las
ciencia cierta. Para muchos el hecho de cidos y se aparta de propuestas interpre- ideas”. Tesis Doctoral. Servicio de Publicaciones
que se mencionen ciertos filósofos, tativas pasadas de moda. La aproxima- de la Universidad Complutense (Madrid, España,
ciertas doctrinas, ciertas religiones o ción al tema, además, vincula el análisis 2007); “Objeción literaria al empirismo de
ciertas maneras de interpretar el mundo literario con la historia de la filosofía, David Hume”. Estudios Ingleses de La Universi-
en sus cuentos, es sinónimo de su creen- haciéndolo interesante para un público dad Complutense, Departamentos de Filología
cia en dichas posturas. El hecho de más amplio. Inglesa I y Filología Inglesa II, Facultad de Filolo-
Las rutas del giro y del estilo. gía. (Universidad Complutense de Madrid,
istoria del breakdance en Bogotá España, vol. 14. 2006); “Sueño luego existo”.
Juan Pablo García Naranjo
Anales de Literatura Hispanoamericana. Depar-
tamento de Filología Española IV, Facultad de
Filología. (Universidad Complutense de Madrid,
España, vol. 34, 2005) y “El infierno queda al
sur”. Anales de Literatura Hispanoamericana.
Departamento de Filología Española IV, Facultad
de Filología. (Universidad Complutense de Madrid,
España, vol. 31, 2002).