Comunismo, Otras Miradas

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COMUNISMO: OTRAS MIRADAS DESDE AMÉRICA LATINA

Jaime Ortega Reyna*

Concheiro, E., Modonesi, M., Crespo, H. (coordinadores)


(2007), El Comunismo: otras miradas desde América
Latina. México, UNAM-CEIICH.

Hace un par de años, el filósofo español Francisco Fernández Buey


hablaba de la necesidad de (re)escribir el Libro blanco del comunis-
mo, en oposición al afamado Libro negro del comunismo. Decía
Fernández que ese libro blanco, dirigido a la juventud, tendría en sus
páginas lo que los anónimos habían logrado: conseguir libertad en
donde no la había; lucharon y consiguieron universalizar el sufragio
ahí donde no había sufragio universal; lucharon por democracia ahí
donde no había ni los más mínimos resquicios de ésta, y es precisamente
a la escritura de este Libro blanco del comunismo al que responde la
publicación de El Comunismo: otras miradas desde América Latina.
Resultado del Coloquio Internacional del mismo nombre, en el
que se conjuntaron esfuerzos de la Universidad Nacional Autónoma
de México —a través de su Centro de Investigaciones Interdisciplinarias
en Ciencias y Humanidades— y de la Universidad Autónoma de la
Ciudad de México, el Centro de Estudios del Movimiento Obrero y
Socialista, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y el Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), tenemos ante nosotros el
reconocimiento del tema de la historia del comunismo como un tema
no sólo digno de estudiarse, sino también necesario para la compren-
sión de nuestra historia.

*
Licenciado en Ciencia Política, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa
y en Estudios Latinoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Correo
electrónico: [email protected]

Volumen 5, número 9, diciembre, 2008, pp. 287-291 Andamios 287


JAIME ORTEGA REYNA

Dividido en tres apartados, a través de sus casi setecientas páginas,


este libro contribuye a reconocer el significado cultural y político que
tiene la emergencia de un movimiento social que aglutinó de forma
voluntaria a miles de hombres y mujeres que decidieron que su mundo
debía ser transformado. El comunismo, por supuesto, es un producto
de la modernidad, y como tal tiene la premisa de que son los hom-
bres y mujeres los que pueden cambiar su vida, desde la cotidianidad,
hasta las grandes estructuras sociales.
En el primer apartado, “El Comunismo: problemas y desafíos”,
colaboran ocho destacados intelectuales mexicanos y de otras nacio-
nalidades. Su propósito no es nada sencillo: se trata de analizar los
problemas epistemológicos que representa para la ciencia social y hu-
mana el estudio de un fenómeno histórico muy particular, el del
comunismo. Se trata entonces de establecer una línea que delimite las
visiones ideológicas dominantes para poder aspirar a una concepción
científica de su estudio. Es, además, el eterno problema de la cons-
trucción del objeto del conocimiento, pero desde una perspectiva muy
particular: la latinoamericana, lo que asimismo introduce nuevas pro-
blemáticas tanto metodológicas como de fuentes. Entonces tenemos el
inmenso trabajo de construir una historiografía crítica del movimiento
político, aceptando y reconociendo la diversidad de los comunismos,
así como la reflexión propiamente teórica que el movimiento político
lleva consigo, aunque de manera desigual: el marxismo, su recepción
y su desarrollo en Nuestra América. Su estudio, sin duda, representa
un gran desafío, que es digno de tomarse de frente y sin cortapisas.
“Diversidad comunista en América Latina” es el título del segundo
apartado. Se compone de doce estudios concretos de distintas orga-
nizaciones comunistas, tanto nacionales como regionales. Por supuesto,
debido a las condiciones concretas e históricas de cada país, se ha
dado más atención ahí donde los comunistas han podido ocupar un
lugar relevante en la lucha política; se trata, por ejemplo, de casos como
el chileno, donde en dos ocasiones el Partido Comunista apoyó el as-
censo electoral de distintos gobiernos, siendo el más famoso de éstos
el de Salvador Allende, derrocado mediante un golpe militar en 1973.
El estudio entonces de la construcción del socialismo pasa al de la re-
sistencia contra la dictadura anti-comunista. El estudio del Frente

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Patriótico Manuel Rodríguez, como forma inédita de lucha política en


Chile, representa una nueva generación de comunistas dispuestos no
sólo a resistir, sino también a desafiar la dictadura. Otro caso que ne-
cesariamente llama la atención es el del Partido Comunista en el Brasil,
organización no sólo importante por su tamaño cuantitativo, sino por
llevar consigo una de las primeras aventuras insurreccionales, amén de
la necesaria discusión que representa para un país de la dimensiones
del Brasil el llamado problema agrario. Lo anterior demuestra que no
sólo en el campo organizativo se dan intensas disputas dentro del
comunismo, sino que al analizar su propia realidad, los militantes
tienden a confrontar sus ideas: se habla entonces de la existencia de un
latifundio feudal, de la inexistencia del capitalismo, de la combinación
de formas productivas. Todos estos debates son necesarios para una com-
prensión cabal de nuestro objeto de estudio, pues, en última instan-
cia, eran las organizaciones nacionales las que tomaban las decisiones
con base en sus propias consideraciones sobre la realidad y no como
dice la forma simplista a las órdenes del Kremlin. Otras organizacio-
nes merecen la atención de los estudiosos: el caso argentino, dado que
se trata de la clase obrera con la mayor tradición anarquista y uno de
los primeros países que recibió el fenómeno “populista”, que los co-
munistas afrontaron de manera no convincente. Centroamérica, por
su heroísmo y tragedia, no está exento de estudios. Sin duda estudiar
estos países aún es complejo, debido a las fuentes, pero también al pa-
sado reciente de guerra civil percibido para muchos como una lucha
fomentada por los comunistas. Destaca dentro de estos estudios el del
Perú, no sólo por ser uno de los países donde la violencia política
ondeaba la bandera comunista, sino por la abigarrada composición de
sus fuerzas y el profundo sentido histórico-mítico de las comunidades
andinas, así como ser el único país en que la corriente maoísta se de-
sarrolló de forma impresionante, con todo el significado cultural que
esto tiene. Al igual que en los otros casos, el debate ideológico también
está presente; sin embargo, aquí gira en torno al legado de José Carlos
Mariátegui. A pesar de la diversidad y pluralidad de tendencias y de
métodos de lucha empleados, hay una constante: la lucha por el legado
del fundador de Amauta. El Perú y Sendero Luminoso representa sin
duda un caso excepcional en la historia del comunismo, como dice el

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autor de este artículo, un fenómeno “desde dentro” y “en contra” de la


historia del Perú; violencia y tradición se funden en una de las or-
ganizaciones más temidas —y por tanto más violentamente en-
frentadas— por el Estado. Cierra este apartado una reflexión general a
cargo del distinguido profesor Guillermo Almeyra, quien aventura una
serie de tesis radicales por sí mismas: el pensamiento revolucionario,
esto es, el desarrollo del marxismo latinoamericano no se da dentro de
los Partidos Comunistas, sino afuera de ellos, y aún más, las iniciati-
vas de revolución social no parten de las organizaciones comunistas,
sino contra ellas. Se trata, además, de la ampliación de la pluralidad de
los comunismos. No sólo son comunistas los que militan dentro de las
organizaciones de ese nombre, sino también aquellos que, como los
trotskistas, luchan por el socialismo formando otros agrupamientos,
pero para Almeyra, además, existe un anticapitalismo objetivo, al que
llama “socialismo silvestre”, encarnado en una serie de organizacio-
nes y movimientos que lejos están en su horizonte de visibilidad de
aceptar todas y cada una de las tesis del comunismo: se refiere en este
campo a los zapatistas, a sus herederos naturales, los “jaramillistas”, a
una gran parte de las masas que siguieron a Perón y a Cárdenas, a los
mineros insurrectos de la Central Obrera Boliviana, a los curas com-
prometidos con los pobres que alentaron la teología de la liberación,
etc. Este socialismo silvestre también merece ser estudiado.
El tercer apartado está dedicado exclusivamente a aspectos del de-
sarrollo del comunismo en México. Sin duda, representa una formidable
ampliación a la literatura ya existente. A través de siete ensayos, nos
enfrentamos a las vicisitudes que tuvo que sortear el comunismo
mexicano: trágico y heroico a la vez, como lo demostró ya la narrativa
de José Revueltas. En un momento conductor de importantes mo-
vimientos de masas, y en otro, un grupo marginal, ilegal y perseguido.
Se combinan errores propios y una acción estatal profundamente anti-
comunista. Pero además, es un movimiento militante que tuvo en su
época de auge un importante signo cultural e intelectual, como bien lo
muestra el texto referido a la presencia de Engels en la formación de los
comunistas. Mucho queda aún por escribir sobre el comunismo en
México. La contribución de Barry Carr es, en este sentido, paradójica:
por un lado, nos hacer notar el inmenso e inconmensurable trabajo

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que resta por hacer: estudios regionales del comunismo; estudios bio-
gráficos de dirigentes y destacados militantes; estudios sectoriales de
la influencia comunista; estudio del significado identitario del “ser
comunista” en determinados espacios y tiempos; análisis de la relación
entre la formación intelectual y el partido hegemónico (el PRI); análisis
de la influencia del comunismo mexicano en el Caribe y principalmente
en Centroamérica, por mencionar sólo algunos de los tópicos que el
autor considera, por otro lado, que son, sin duda, un aliciente que nos
indica un camino que podríamos seguir, que los varios kilos de papel
utilizados para hablar del comunismo en México son aún insuficien-
tes y que las posibilidades de intervenir en este campo son aún inmensas.
Agregaríamos nosotros que hace falta también una ampliación conti-
núa en el espacio temporal. Prácticamente todos los estudios incluidos
en esta sección se detienen en el año de 1940, lo que significa que aún
faltan otros cuarenta años por estudiar minuciosamente, que incluyen
hechos históricos no menores como los diversos movimientos es-
tudiantiles, la insurgencia sindical, la lucha armada, la primera campaña
presidencial de Valentín Campa, la transformación del propio partido
a principios de los años ochenta, entre tantos otros temas.
Finalmente, se incluye un discurso del Profesor Emérito Adolfo
Sánchez Vásquez, en el que hace un diagnóstico de la situación tras la
caída del muro de Berlín, la contraofensiva neoliberal, la necesidad de
pasar de una conciencia anti-capitalista, siempre latente, a una plena
conciencia de construcción de una alternativa socialista y democráti-
ca. Es, además, un espacio donde el filósofo hispanoamericano declara
su adhesión al socialismo, defendido desde su juventud, pero a su vez
una llamada de atención a las nuevas generaciones. Un digno y merecido
homenaje rendido al marxista mexicano más importante del siglo XX.

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