Tesis Fuero Privativo Militar Peru

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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA

UNIDAD DE POST-GRADO

La jurisdicción militar y el delito de función en el


Derecho Penal-Militar peruano

TESIS
Para optar el Grado Académico de Magíster en Derecho con mención en
Derecho Penal Militar

AUTOR
Mirtha Helenina Musso Lopez

Lima, Perú
2006
“Así como las constantes y simplistas leyes
de la naturaleza no impiden que los planetas
se perturben en sus movimientos, del mismo
modo las leyes humanas no pueden impedir
las perturbaciones y el desorden en las
infinitas y muy opuestas atracciones del
placer y del dolor”

Beccaria, De los delitos y las penas (1764)

2
PRESENTACIÓN

La presente investigación constituye un argumento en defensa de la

jurisdicción militar. Hoy que se alzan voces contrarias, la doctrina y el derecho

positivo se convierten en presupuestos.

Como señala con toda claridad la Exposición de Motivos del Proyecto

del Código de Justicia Militar, presentado, en su momento por el Ministerio de

Defensa, “El Código de Justicia Militar vigente fue aprobado por el Decreto Ley

Nº 23214 de fecha 24 de junio de 1980, sustentándose en el Código de 1963,

tratando de armonizar sus disposiciones con las propuestas introducidas por la

Constitución Política de 1979. El principio rector en la actualidad para definir el

ámbito de competencia del Fuero Privativo Militar se encuentra en la vigente

Constitución Política de 1993 la misma que en su Artículo 173 establece que

en caso de delito de función, los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía

Nacional están sometidos al fuero respectivo y al Código de Justicia Militar, las

disposiciones de éste no son aplicables a los civiles salvo en los casos de los

delitos de Traición a la Patria y Terrorismo que la ley determina. La casación a

que se refiere el Artículo 141 sólo es aplicable cuando se imponga la pena de

muerte en tiempo de guerra, por lo que en el presente proyecto de Ley se

restringe la competencia de la Justicia Militar, sólo a los delitos de función

cometidos por el personal militar en situación de actividad y disponibilidad los

cuales son claramente definidos, tipificados y penados, de modo que el

operador judicial pueda aplicar correctamente el presente Código en el cual se

3
precisa taxativamente estos delitos en el ámbito y la competencia de la Justicia

Militar”.1

Se trata de ejercitar la inteligencia para adecuar la actual justicia militar

peruana a los principios y garantías establecidas en nuestra Constitución

Política vigente, a los tratados internacionales sobre derechos humanos, y en

general a toda la normatividad tanto nacional como de derecho comparado.

Por cierto, el Derecho puro, al margen de la realidad cultural y política,

es sólo un sueño Kelseniano. Y puesto que el Derecho Penal Militar no puede

constituir la excepción, queremos señalar que ante los inminentes cambios en

el Derecho positivo nacional, al respecto, trabajamos también con proyectos, e

iniciativas de diversas instituciones, e incluso con la Sentencia 0023-2003-

Ai/TC del Tribunal Constitucional.

Lo antedicho nos hace pensar que, respecto del Derecho Penal Militar,

este es un momento de frontera. Esta Tesis se contextualiza en una etapa de

tránsito entre una normatividad y otra. Precisamente, el centro de dicho cambio

lo constituyen tanto la Jurisdicción Militar, como el Delito de Función.

Tal como ha quedado expresado en la frase primera de esta

presentación, esta es una investigación de defensa de la Jurisdicción Militar; en

1
Ministerio de Defensa, Proyecto del Código de Justicia Militar. Lima; Diario Oficial El Peruano, 1 de
julio de 2001, p. 67. Separata Especial; ver también el proyecto reciente del Ministerio del Interior,
Proyecto de Bases de la Reforma Policial. Lima: Diario Oficial El Peruano, 22 de julio de 2001, 16 pp.
Separata Especial.

4
tanto, quisiera avocarme también al factor subjetivo: al hombre, al policía y al

militar.

En efecto, la formación castrense del individuo crea en él una segunda

personalidad que abarca desde el ademán hasta el contenido mismo de su

conciencia, y lo vincula íntegramente a un destino por el concepto del espíritu

militar que nutre la vida castrense e impregna la legislación marcial.

En cuanto a la disciplina militar, ésta no afecta la dignidad de la

persona, ni la entereza del carácter, porque su propósito es asegurar el

cumplimiento de obligaciones dentro de un orden jerárquico que es objetivo e

impersonal. Dicha disciplina se expresa en forma tanto interna y externa;

interna entre los miembros de las instituciones castrenses, y externa entre

éstos y su institución con los demás órganos de la estructura estatal y con la

sociedad civil.

No obstante, si bien la idea es que la ordenación jurídica militar se

identifica con el ámbito de la disciplina castrense pues donde quiera que ella se

manifiesta surge la norma sancionadora que la protege y conserva, en esta

investigación la Jurisdicción Militar se limita en razón del sujeto y del bien

jurídico protegido, y no de modo clásico por la calidad de la persona

responsable, por la naturaleza de los hechos punibles, y por el lugar en que se

cometió el delito.

5
Como es sabido, el todo está constituido por las partes. Esta

Investigación ha sido dividida en los siguientes capítulos: El primero titulado

Paradigmas Metodológicos de la Jurisdicción Militar y el Delito de Función; el

segundo que lleva por titulo Paradigmas Teórico-Conceptuales de la

Jurisdicción Militar, el tercero cuyo título es Jurisdicción Militar: Competencia y

Composición de los Tribunales Militares; el cuarto titulado El Debido Proceso

en la Jurisdicción Militar; el quinto que lleva por título El Delito de Función y su

Necesaria Reformulación; el sexto titulado La Jurisdicción Militar y el Delito de

Función en el Derecho Comparado; y el séptimo intitulado El Delito de Función,

la Criminalidad de la Guerra Interna y la Criminalidad del Regreso en el Perú de

las últimas décadas. En ellos exponemos los conceptos teóricos y

metodológicos, nuestras hipótesis de trabajo y nuestro pensamiento.

Finalmente, creo pertinente expresar mis reconocimientos a las

instituciones del Consejo Supremo de Justicia Militar y la unidad de Postgrado

de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional

Mayor de San Marcos, así como al asesor de la presente tesis el doctor

Ricardo Brousset Salas.

La Graduando

6
CAPÍTULO PRIMERO

PARADIGMAS METODOLÓGICAS DE LA JURISDICCIÓN

MILITAR Y EL DELITO DE FUNCIÓN

1.1. Ámbitos Temporal y Espacial


1.1.1. Ámbito Temporal
1.1.2. Ámbito Espacial

1.2. Problema
1.2.1. Planteamiento
1.2.2. Formulación
1.2.2.1. Problemas Principales
1.2.2.2. Problemas Secundarios

1.3. Objetivos
1.3.1. Objetivos Generales
1.3.2. Objetivos Específicos

1.4. Justificación

1.5. Hipótesis
1.5.1. Hipótesis Principales
1.5.2. Hipótesis Secundarias

1.6. Variables
1.6.1. Variables de las Hipótesis
Principales
1.6.2. Variables de las Hipótesis
Secundarias

1.7. Limitaciones

1.8. Matriz de Consistencia

1.9. Aspectos de Metodología y Técnicas


1.9.1. Tipo de Estudio
1.9.2. Métodos de Investigación
1.9.3. Fuentes y Técnicas para la
Recolección de Información

1.10. Programación

7
1.1. ÁMBITOS TEMPORAL Y ESPACIAL

La presente investigación jurídica, por las categorías tiempo y espacio,

está delimitado de la siguiente manera:

1.1.1. Ámbito Temporal

Por el tiempo, la investigación está delimitada entre los años 1990

y 2000; es decir, aquella época que motivó el mayor

cuestionamiento al delito de función y a la propia jurisdicción

militar.

1.1.2. Ámbito Espacial

Por el espacio, la investigación está delimitada por el contexto de

la República del País, y del Derecho interno; a lo cual, a modo de

tratamiento paralelo se suma el Derecho comparado.

1.2. PROBLEMA

Para encarar esta investigación, es metodológicamente necesario

determinar y caracterizar el problema2. Por problema debemos entender a

aquel dato objetivo, y por tanto, descriptible y explicable que sirve como punto

de partida para esta investigación acerca de la jurisdicción militar y el delito de

función. Acto seguido, tratamos el problema en su planteamiento y formulación.

2
Ver Miguel Ángel Rodríguez Rivas, Proyecto de Investigación Científica, Lima: ESAP, 1994, pp. 20-
24; también Leonardo Villegas Villegas, Metodología de la Investigación Pedagógica. Lima: Editorial
Trama, 1998, pp. 36-42.

8
1.2.1. Planteamiento

Ocurre que la Jurisdicción Militar y el Delito de Función

constituyen categorías jurídicas que en la década que comprende

los años 1990 y 2000 han sido referente de un supuesto

cuestionamiento del Debido Proceso, el Estado de Derecho y la

Democracia en nuestro país.

Ambas categorías, puede afirmarse, son motivo principal

de la crítica sobre nuestro fuero privativo militar. Así, cuando los

especialistas son consultados y sostienen la necesidad de la

reforma de la justicia militar coinciden en señalar, por ejemplo, su

disconformidad en cuanto al juzgamiento a militares en situación

de retiro y a civiles cuyos delitos estarían prescritos por el Código

Penal.

Si reconocemos la necesidad del fuero privativo militar, y si

otorgamos razón al maestro Víctor Andrés Belaunde cuando

sostuvo que de los tres poderes del Estado el principal es el Poder

Judicial, podemos afirmar que estamos ante un grave problema

que impactó de manera decisiva en la vida del país.

Asimismo, en lo que atañe al delito de función,

especialmente en aquella década a la cual está limitada

temporalmente esta investigación, se suscitó toda una

9
problemática debido a la entonces denominada legislación de

emergencia.

La problemática está planteada incluso en la propia

sociedad civil. De nuestra parte, pasamos a formular o

sistematizar los problemas.

1.2.2. Formulación

1.2.2.1. Problemas Principales

¿Cuál es la justificación jurídica, empírica y de naturaleza

especializada, para que la jurisdicción militar deba seguir

existiendo en el Perú?

¿Cuáles son los límites epistemológicos para la

conceptualización del delito de función militar?

1.2.2.2. Problemas Secundarios

¿En que medida se encuentran garantizadas la

imparcialidad e independencia en la jurisdicción militar?

¿Porqué razones no se toma en cuenta para establecer

la competencia de la jurisdicción militar, el objeto y el bien

jurídico protegido, en lugar de la tradicional tripartición en

razón del delito, del lugar o la persona?

10
1.3. OBJETIVOS

Los objetivos son propósitos que persigue la investigación. Los objetivos

generales son fundamentales de largo alcance, se logran al término de

la investigación y son generalizadores de los propósitos; en tanto que los

objetivos específicos son desagregados de los objetivos generales,

estos son unívocos, precisos y operativos.3 Pasamos a formular los

objetivos tanto generales como específicos.

1.3.1. Objetivos Generales

─ Demostrar que al contener principios jurídicos, empíricos y

naturaleza especializada, la jurisdicción militar, con rango

constitucional, debe seguir existiendo en el Perú.

─ Sustentar que el delito de función debe circunscribirse

exclusivamente a lo castrense, de modo que las conductas no

propias de la función policial o militar sean entendidas como

delitos comunes.

1.3.2. Objetivos Específicos

─ Fundamentar que al encontrarse positivizado el debido proceso

en la jurisdicción militar, se garantizan principios como la

imparcialidad e independencia.

3
Ver Miguel Ángel Rodríguez Rivas, Op. cit., pp. 25-27, también Leonardo Villegas Villegas, Op. cit.,
pp. 42-44.

11
─ Proponer que las razones de atribución para establecer la

competencia de la jurisdicción militar se evalúen en función del

objeto y del bien jurídico protegido, y no de la tradicional

tripartición en razón del delito, del lugar o la persona.

_ Establecer criterios claros para delimitar la competencia de la

Jurisdicción Militar con relación a la Jurisdicción Común.

1.4. JUSTIFICACIÓN

Esta investigación se justifica por la propia realidad jurídica que

nos plantea la necesidad de defender la existencia de la jurisdicción

penal militar, así como mejorar la impartición de justicia en dicho fuero

privativo.

Asimismo, se justifica por el hecho de que éstos son tiempos de

reformas en lo que concierne al Derecho Penal Militar Peruano; por

tanto, la presente investigación es un aporte para el debate, justo en un

momento de probable quiebre epistemológico, de fecundidad jurídica.

1.5. HIPÓTESIS

La hipótesis son proposiciones afirmativas o negativas formuladas

apriorísticamente con la finalidad de adelantar solución al problema.

12
Constituyen el eslabón entre la teoría y la investigación, entre la teoría y

la realidad empírica.4

Las hipótesis de la presente Tesis constituyen un importante

instrumento de trabajo respecto de la teoría y los hechos fácticos. Las

hipótesis que a continuación señalo tienen el carácter de sustantivas,

pues delimitan la naturaleza del problema a investigar. Hemos

considerado tanto hipótesis principales como secundarias.

1.5.1. Hipótesis Principales

Xp. Si la jurisdicción militar posee presupuestos jurídicos,

empíricos, y carácter especializado; entonces como fuero de

excepción con jerarquía constitucional, entre nosotros, debe

seguir existiendo.

Xp. Si el delito de función, entendido como delito militar, se

encuentra reducido al ámbito estrictamente castrense;

entonces las conductas que no se encuentran vinculados con

el servicio o la función militar o policial, deberán ser

considerados delitos comunes, constituyéndose estos

criterios en limites epistemológicos para su

conceptualización.

4
Ver Miguel A. Rodríguez Sosa y Miguel A. Rodríguez Sosa, Teoría y Diseño de la Investigación
Científica. Lima: Ediciones Atusparia, 1988, pp. 125-145, también Julio Sanz, Introducción a la
Ciencia. Lima: Amaru Editores, 1987, pp. 54-65.

13
1.5.2. Hipótesis Secundarias

Xs. Si el fuero militar, como órgano jurisdiccional, se halla

premunido de las garantías procesales que regulan el

derecho al debido proceso; entonces su imparcialidad e

independencia se encuentra formalmente protegidas.

Xs. La norma que ampara el criterio para establecer la

competencia de la jurisdicción militar la encontramos en el

Código de Justicia Militar, razón por la cual al momento de

establecer dicha competencia se utilizan dichos criterios,

habida cuenta que la Constitución Política del Perú dispone el

sometimiento en delitos de función al mencionado Código,

disposición que no guarda relación con la realidad actual,

dando lugar a que no se tenga en cuenta criterios más

racionales como el objeto y el bien jurídico protegido.

1.6. VARIABLES

Las variables pueden ser consideradas como las características,

cualidades o propiedades que determinan la hipótesis; éstas tienen una

referencia conceptual. Se ha considerado variables independientes,

dependientes y variable extraña. Las variables independientes son

variables explicativas, origina el problema y condicionan en forma

determinante las variables dependientes; las variables dependientes

necesitan ser explicadas y analizadas para encontrar la solución al

14
problema; en tanto que, la variable extraña es algo así como una

variable de invalidación, exógena y que obstruye.5

A continuación exponemos nuestras variables.

1.6.1. Variables de las Hipótesis Principales

Independientes
Yi. La jurisdicción militar

Yi. El carácter especializado

Yi. El delito de función

Yi. El ámbito estrictamente castrense

Dependientes
Yd. La jerarquía constitucional

Yd. La propia existencia del fuero privativo

Yd. El servicio o la función militar

Yd. Personal Policial y Militar

Intervinientes
Z. Falta de unidad en los criterios jurisprudenciales para

establecer la competencia de la Jurisdicción Militar.

Z. La ampliación del numerus clausus de los delitos militares

1.6.2. Variables de las Hipótesis Secundarias

Independientes
Yi. Las garantías procesales

Yi. El derecho al debido proceso

5
Leonardo Villegas Villegas, Op. cit., pp. 49-58.

15
Yi. La competencia de la jurisdicción militar

Dependientes
Yd. Imparcialidad e Independencia

Yd. El Derecho positivo

Yd. La naturaleza de la jurisdicción militar

Intervinientes
Z. La influencia del poder político, y la propia jerarquía policial o

militar

Z. La fórmula tripartita en razón del delito, del lugar o la persona

1.7. LIMITACIONES

Las limitaciones metodológicas de esta investigación pueden

explicarse de acuerdo a lo siguiente: limitaciones de objeto de estudio

muy específico (es decir, la Jurisdicción Militar y el Delito de Función

como circunscripciones temáticas que se desarrolla la presente

investigación), limitaciones teóricas o doctrinarias (en cuanto la literatura

al respecto no es muy prolija, quizá por lo poco cultivada de esta

disciplina), y limitaciones de realidad jurídica y derecho positivo

nacionales (no obstante un Capítulo está dedicado al derecho

comparado, éste es casi aleatorio; es decir, tanto las premisas como la

lógica interna de la reflexión encuentran su motivo en la realidad

peruana).

16
17
1.9. ASPECTOS DE METODOLOGÍA6 Y TÉCNICAS7

1.9.1. Tipo de Estudio

Se trata de una investigación de tipo exploratoria, descriptiva y

explicativa.

1.9.2. Métodos de Investigación

Se aplicarán en esta investigación los siguientes métodos: método

inductivo, método positivo, método de análisis, y método

comparativo.

El método inductivo es idóneo, por cuanto el orden lógico de esta

investigación es el siguiente: de lo particular a lo general; en el

sentido de que la problemática, objetivos e hipótesis planteadas a fin

de tratar el tema de la Jurisdicción Militar y el Delito de Función así

lo determinan.

El método positivo se empleará en el estudio del Código Penal

Militar vigente, así como en las diversas propuestas de reforma

legislativa existentes.

El método de análisis se aplica a esta investigación porque el

sentido lógico de sus diversas hipótesis determine que éstas

constituyen las partes que conforman el trabajo; de modo que ellas

nos permiten ascender, de modo gradual y una por una, hacia la

6
Ver Julio Sanz, Op. cit., pp. 39-43 y 111-117.
7
Ver Restituto Sierra Bravo, Op. cit., pp. 240-455.

18
obtención de un conocimiento general y crítico de la Jurisdicción

Militar y el Delito de Función.

El método comparativo contribuye por que, tal como planteamos

esta investigación, se hace necesario el recurrir también a la

legislación comparada de “máxima semejanza”.

1.9.3. Fuentes y Técnicas para la Recolección de Información

Partiendo de la premisa de que nuestra investigación es

eminentemente doctrinaria y positiva con características

hermenéuticas dentro de la ciencia del Derecho Penal Militar, la

metodología a utilizar implica las siguientes fuentes y técnicas:

Fuente Primaria : La observación

Fuentes Secundarias : Libros, revistas especializadas,

jurisprudencia, y la legislación

nacional y comparada existente.

La observación es una fuente que, en este caso, nos permitirá

conocer el Derecho Penal Militar desde la propia realidad de su

aplicación u operativización.

Además, se trata de una “observación participante”, puesto que la

graduando es oficial del cuerpo jurídico militar; de modo que, a la

19
vez que sujeto cognoscente, la investigadora es parte de la propia

problemática que entraña la actual justicia militar.

En tanto que, los libros, revistas especializadas (en el género de

artículos o ensayos), la jurisprudencia y la legislación vigente nos

permiten tener un manejo eficiente del estado de la cuestión

20
21
CAPÍTULO SEGUNDO

PARADIGMAS TEÓRICO-CONCEPTUALES DE LA
JURISDICCIÓN MILITAR Y EL DELITO DE FUNCIÓN

2.1. Aspectos conceptuales de la Jurisdicción Militar


2.1.1. Breve reseña histórica de la Jurisdicción
Militar
2.1.1.1. La Jurisdicción Militar en la historia de
Occidente
2.1.1.2. La Jurisdicción Militar en la historia del
Perú

2.1.2. Conceptualización de la Jurisdicción Militar


2.1.3. Principios de la Jurisdicción Militar
2.1.3.1. Unidad y exclusividad de la Jurisdicción
Militar
2.1.3.2. Prohibición de los Órganos
Jurisdiccionales de excepción
2.1.3.3. Derecho al Juez natural
2.1.4 Presupuestos Jurídicos y Empíricos de la
Jurisdicción Militar
2.1.5. Justificación de la existencia del fuero militar

2.2. Aspecto Conceptual del Delito de Función


2.2.1. Conceptualización del delito de función
2.2.2. El delito castrense o delito militar
2.2.3. El Delito de Función en el Derecho
Constitucional peruano
2.2.3.1. La Constitución de 1979 y el Delito
de Función
2.2.3.2. La Constitución de 1993 y el Delito
de Función
2.2.4. El delito de traición a la patria y el delito de
terrorismo
2.2.5. El otrora Servicio Militar Obligatorio

22
2.1. ASPECTOS CONCEPTUALES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

2.1.1. Breve Reseña Histórica de la Jurisdicción Militar

2.1.1.1. La Jurisdicción Militar en la Historia de Occidente8

El Derecho Militar aparece en Roma. Puede decirse

que en la cultura romana el avance de las materias

jurídicas corría a la par con su carácter de nación guerrera

y conquistadora, por lo que sus gobernantes sintieron la

necesidad de crear instituciones encargadas de las

controversias judiciales por el ejercicio de la profesión

militar.

Surge así la distinción entre res civilis y res militaris.

De las cuestiones relativas a esta última conocieron

sucesivamente los prafecti sociorum, los tribunales

militares y más tarde los magistri militum, el fuero militar

fue expresamente reconocido por los emperadores,

quienes por virtud del imperium procunsulare estaban

facultados para legislar en materia castrense; así honorio y

Arcadio concedieron prerrogativas a los militares, aún en

materia civil, ordenando que en caso de ser demandados

fuera facultativo del actor militar escoger la jurisdicción

militar o la ordinaria.

8
Para un mejor entendimiento de la Jurisdicción Militar en la Historia de Occidente, revisar Enma
Montalvo Ferrin y José Sánchez – Arcilla, Historia del Derecho y de las Instituciones. Madrid:
Dykinson Editores, 1991, tomo II; Francisco Fernández Segado, “La Justicia Militar en la perspectiva
histórica”, en Revista Española de Derecho Militar, Nº 56-57, Madrid, 1990-1991, pp. 13-61.

23
Por su parte, Justiniano consagró el título XXXVI del

libro XII de su Código a la res militaris; a este texto puede

agregarse otro fragmento relativo al officium magistri

militum; y en el Código teodosiano lo referente a officium

judicum militarium.

En los primeros tiempos de Roma existieron los

Tribunales militares encargados de mantener la disciplina.

Estos tribunales creados en el año 308 antes de nuestra

era, fueron elegidos por mitades, es decir entre Patricios y

Plebeyos. La función de los Tribunales Militares, se

asemejaba mucho a las desempeñadas por los Juzgados

privativos. Es la primera jerarquía que aparece en la

Justicia Privativa Militar, a través del tiempo es el Auditor,

apareciendo en Roma en calidad de asesores. En el

Breviario de Alarico se les denominaba Auditores a los que

se adscriben con carácter consultivo en la mantención de la

disciplina.9

Por aquel entonces, el Auditor es un perito de

derecho que va a ilustrar con sus luces y consejos, es el

llamado a resolver, a fin de que los veredictos sean la viva

expresión de la justicia. Ante la naturaleza de la

organización de la justicia militar, cuyos jueces y tribunales

9
Así lo hace notar Gonzalo Gómez Mendoza, Código de Justicia Militar. Lima: Ediciones Jurídicas,
1997, p. 13.

24
obligados por la ley a conocer y fallar sobre asuntos de

Derecho, pero que carecen de conocimientos técnicos en lo

referente a la legislación judicial, por lo que es necesario

suplir tal deficiencia al lado de personas letradas.

En cuanto al régimen de las penas, el Derecho Penal

Militar Romano consagró instituciones que, en substancia,

permanecen aun vigentes en las modernas legislaciones

castrenses; tal es el caso de la gradus defectio o pérdida

de empleo, la militae mutatio o remimissio ignominiosa o

expulsión del ejército.10

En la edad media, ocurre que paulatinamente

desaparecen las jerarquías militares a excepción de

Comandantes inferiores como los decani y la omnipotencia

condal que pasan a matizar la organización total de la

sociedad. En esta etapa, el señor feudal se convierte en el

caudillo nato de sus vasallos, los cuales constituyen su

hueste o mesnada, y no existe ya diferencia alguna entre el

militar y el paisano. En esta época, el ejército estaba

organizado sin cohesión alguna y pertenecían a los señores

feudales, así como el monarca y dependían de su voluntad.

Recién Carlos VII, Rey de Francia, fue el primero en

modificar el sistema militar que regía en la Europa Antigua.

10
Rómulo Saavedra, La Justicia Militar en Estado de Sitio. Colombia: Pontificia Universidad Javeriana,
1977, p. 14.

25
Por otro lado, en los albores del período moderno se

producen una serie de cambios. Por ejemplo, en España

surgen instituciones como el Supremo Consejo de Guerra,

en los llamados reinos de Castilla. El Derecho Militar se

comienza a regular a través de una serie de Ordenanzas,

entre las cuales tenemos las Ordenanzas del Infante

Almirante de 15 de noviembre de 1737 dictadas por el Rey

Felipe V para el almirante de todas las fuerzas navales, su

hijo el Infante don Felipe. Luego se expidieron las llamadas

Ordenanzas Generales.

Las primeras, redactadas por don Joaquín Aguirre y

Oquendo –Capitán de Navío y Primer Mayor General de la

Armada- se basaron en las Ordenanzas Francesas de 1689

lo mismo que en los precedentes españoles; se dieron en

1748 y son reputadas por el padre Montes como la primera

legislación propiamente militar que ha habido en España, y

estuvieron destinados a la Armada Naval Española.

El 22 de octubre de 1786, por iniciativa del conde de

Aranda se expidieron las Ordenanzas del Ejército; en su

redacción intervinieron cerca de veinte generales de gran

prestigio y su texto definitivo correspondió al coronel don

Antonio Oliver en ese entonces Secretario de la Comisión

Redactora, y más tarde Teniente General del Ejército.

26
En 1783 se dan las Nuevas Ordenanzas de la

Armada. Su expedición tuvo por objeto adecuar la

legislación al creciente desarrollo del poderío naval español

ante el cual las Ordenanzas de 1748 eran ya obsoletas;

obra de Don José de Mazarredo, General en Jefe de

Escudera, con la asesoría del conde de San Cristóbal y el

Capitán de Fragata Don Antonio Escaño, fueron publicadas

por Don Antonio Valdés, ministro del Rey Carlos IV.

Por último ya en los albores de las campañas de

emancipación de las colonias americanas, en 1802 se

expiden las últimas ordenanzas que tendrían aplicación en

nuestro país, entre éstas las Ordenanzas de Matrículas de

Mar. Aquí existían penas severas como: extensas

privaciones de la libertad, castigos corporales, y hasta la

mutilación.

2.1.1.2 La Jurisdicción Militar en la Historia del Perú11

En el Estado Inca existió una especie de Justicia

Militar contra toda transgresión de las disposiciones, por

grados de la Administración de justicia; en otras palabras,

era similar cuando se juzgaba a la Nobleza Imperial, a la

11
Para un mejor estudio de la Jurisdicción Militar en la historia del Perú, consultora Juan Vicente Ugarte
del Pino, Historia de la Constitución del Perú. Lima: Editorial Andina S.A., 1978; Juan F. Olivo,
Constituciones Políticas del Perú. Lima: Imprenta Torres Aguirre, 1922; José Pareja Paz-Soldán, Las
Constituciones del Perú. Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1954.

27
Nobleza Regional, al Clero, gozando también ellos de

ciertas prerrogativas al igual que los militares.

Dicho sistema penal en el Fuero de Guerra se

caracterizó por la severidad en sus sanciones según la

calidad del reo o la intensidad de la pena variada; por

tanto, no hubo igualdad en la administración de justicia.

Existieron distintas penas. La pena impuesta con

mayor frecuencia a los integrantes del ejército era la

muerte en sus distintas formas: decapitación (para la

nobleza), hoguera, horca, descuartizamiento (que era

aplicado en caso de traición militar), apedreamiento

alternado con la horca, flechamiento, tormento,

estrangulamiento, entre otras.

Otras penas eran las corporales, que consistían en

tormento, flagelación y paliza; las privativas de libertad,

entre ellas estaba la esclavitud que se hace efectiva en

forma de destierro a la selva o trabajos forzados; la prisión

perpetua era sustitutoria de la muerte, en algunos casos

cuando el reo era noble; las penas de honor, consistían en

el corte del cabello, exposición a la vergüenza pública; las

penas pecuniarias de confiscación de bienes que se

28
aplicaban cuando el delincuente tenía bienes particulares,

en los casos de deslealtad y desobediencia.

Según la jerarquía del infractor en el Ejército,

disminuía o aumentaba la pena, la Justicia Militar entre los

incas era excesivamente rígida, especialmente para el de

menor graduación que era castigado con la pena de

muerte.

Se considera como delitos militares: el abandono de

puesto, traición al Inca, la insubordinación, la deserción, la

cobardía, el espionaje, la falsedad, las defraudaciones, los

motines, la ayuda al enemigo, entre otros.

Durante la etapa de la Colonia, rigieron las

Ordenanzas Militares españolas. Estas normas adolecían

de un excesivo margen de arbitrio judicial, no existiendo el

principio de la proporcionalidad en el castigo entre autores,

cómplices y encubridores, tenían además un sistema de

penas muy rígido.

Es así que se expidieron las Ordenanzas de 1728,

las Ordenanzas del 10 de enero y 7 de abril de 1745 que

regularon las atribuciones del Auditor de Guerra, la

Ordenanzas de Su Majestad para el Gobierno, Disciplina y

29
Subordinación del Ejército, por Fernando VI, del 22 de

Octubre de 1748; la Real Cédula de Carlos III del 4 de

noviembre de 1773, por la cual se crea en España el

consejo Supremo de Guerra; y la Ordenanza Naval de

1802 las más representativas fueron las contenidas en el

Prontuario de Espinoza, y las Leyes de Colón.

Rigió entre nosotros la Constitución Política de la

Monarquía Española, promulgada por el Rey Fernando VII

el 19 de marzo de 1812, que tuvo vigencia tanto para

España como para sus dominios en ultramar. En su

artículo 250 este texto constitucional señaló que: “Los

militares gozarán también del fuero particular, en los

términos que previene la Ordenanza o en adelante,12

aunque debemos tomar en cuenta que el artículo 248 de

este texto reconocía el principio de la unidad del fuero: “En

los negocios comunes, civiles y criminales no habrá más

que un solo fuero para toda clase de persona”.13

Cuando el Perú logra su independencia todavía la

influencia española en todos los órdenes de la vida es una

manifestación evidente. Dicha influencia es cultura y

política, pero también jurídica. El Perú no pudo aún

sacudirse de una serie de leyes propias del Virreinato. Al

12
Domingo García Belaunde, Las Constituciones del Perú. Lima: Edición Oficial del Ministerio de
Justicia, 1993, p. 45.
13
Op. cit., p. 46.

30
respecto, José Hurtado Pozo señala que “El vacío

legislativo originado por la no dación de leyes básicas

determinó, como también en otros niveles, la

supervivencia de la legislación española: hasta 1852 rigió

el ordenamiento civil impregnado fuertemente de los

fundamentos del derecho romano y hasta 1862 imperaron

exclusivamente las disposiciones penales de la colonia”.14

En 1821 se dicta el Reglamento Provisional por José

de San Martín, en cuyo artículo 15 se señala que “Por

regla general se establece que mientras duren las actuales

circunstancias, todas las causas de infidencia, traición,

espionaje, o atentado contra el orden y autoridades

constituidas, será privativamente de conocimiento de la

Capitanía General, a cuya disposición deberán remitirse

los reos, con las correspondientes sumarias formadas por

el juez del distrito para su decisión, conforme a las leyes.15

De esta manera se establece una especie de excepción, y

el fuero especial o castrense es el indicado para los delitos

de insurrección muy propios de los albores de la

emancipación.

La primera Constitución peruana de 1823 en su

artículo 121, señalaba que “Todas las leyes anteriores a

14
José Hurtado Pozo, La ley importada, Recepción del Derecho Penal Peruano. Lima: CEDYS, 1979,
pp. 37-38
15
Domingo García Belaunde, Op. cit., p.63.

31
esta constitución, que no se opongan al sistema de la

independencia, y a los principios que aquí se establecen,

quedan en su vigor y fuerza hasta la organización de los

Códigos Civil, Criminal y de Comercio”.

En la realidad, esta primera Constitución no tuvo

aplicación, pues se “tuvo que suspender su vigencia

cuando fueron entregados poderes omnímodos al

Libertador Bolívar. Ese mismo año se dictó una ley

especial que creaba el Consejo Militar Permanente. Todo

esto en 1823.

Las constituciones de 1826 y de 1828, no

rescribieron en sus textos ningún tipo de tratamiento al

respecto. No obstante, el 17 de diciembre de 1832 se dictó

una Ley para normar la competencia entre los juzgados

del fuero militar y los juzgados ordinarios.

La Constitución de 1834, en su artículo 110,

estableció la existencia de un Consejo Supremo de la

Guerra que funcionó entre 1834 y 1839, y estuvo

compuesto por tres generales o coroneles, un alto jefe de

la Armada, tres vocales de la Corte Suprema y un Fiscal

nombrado por el Congreso de la República.

32
La constitución de 1856, en su artículo 139,

estableció que “Los juzgados y tribunales privativos e

igualmente sus códigos especiales, existirán mientras la

ley haga en ellos las reformas convenientes”.

La constitución de 1860, en su artículo 119,

prescribía que “La obediencia militar será arreglada a las

leyes y ordenanzas militares”. En 1863, y precisamente

bajo el imperio de la Constitución de 1860, se preparó el

proyecto del primer Código de Justicia Militar del Perú,

durante el gobierno del General Juan Antonio Pezet. Este

Código fue promulgado el 10 de enero de 1865, tras su

derrocamiento por el Coronel Prado.

En 1855, con Nicolás de Piérola, se crea el primer

ordenamiento de Derecho Militar con trascendencia

histórica y alcance sustantivo. Piérola designa una

Comisión, que es asesorada por una misión militar

francesa que tenía como jefe al Coronel Pablo Clement,

para elaborar un Proyecto de Código de Justicia Militar.

Dicho Proyecto se promulgó como ley el 20 de diciembre

de 1898. es a partir de este instrumento que se desarrolla

en forma sistemática la aplicación de disposiciones

penales militares que se han sucedido hasta la actualidad.

Nicolás de Piérola dispuso que la pena de muerte

33
reconocida en el artículo 169, inciso 1 de este Código, sea

sustituido por la de veinte años de penitenciaría.

Quedando así temporalmente suspendida esta pena,

“hasta la próxima reunión del Congreso”.

Ya en el siglo veinte, en el gobierno de Manuel

Pardo se expidió la Ley Nº 272, del 27 de octubre de 1906,

mediante la cual se establece la competencia entre la

jurisdicción ordinaria y la de guerra, considerando que es

indispensable conservar “el principio de la unidad del

Poder Judicial, reconociendo en la Corte Suprema, como

el más alto tribunal en el orden jerárquico, la facultad de

definir en último grado la jurisdicción que corresponde a

los diversos tribunales de la República”. Ese mismo día, el

27 de octubre de 1906, se expide la Ley Nº 273, que

modifica el artículo 4 de dicho Código de Justicia Militar,

“reconociendo en la corte Suprema la jurisdicción en el

último grado, cualquiera que sea el fuero de las causas

civiles y criminales, así como la especial que le

corresponde en los juicios que se siguen contra los altos

funcionarios públicos conforme a las leyes”; en tanto que,

el Consejo Supremo de Guerra y Marina en adelante se

llamaría “Consejo de Oficiales Generales”, compuesto por

diecinueve miembros.

34
Posteriormente, el 3 de setiembre de 1917 se da la

Ley Nº 2442; con ella se mejora sustancialmente la técnica

legislativa, separando los delitos militares de los delitos

comunes. Así, el artículo 1º establecía que a la jurisdicción

militar están sujetos los militares, únicamente por

infracciones cometidas en actos del servicio previsto por el

Código de Justicia Militar, derogando de esta forma los

artículos 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 17 y 18 del Código de

Justicia Militar”. El presidente José Pardo reglamentó esta

norma, mediante Decreto Supremo de 14 de septiembre

de 1917, en la cual se establecía principalmente la

inhibición de las autoridades y tribunales de justicia militar,

previo dictamen de los auditores respectivos, de los juicios

seguidos a paisanos y a militares que no estaban en

servicio al iniciarse el procedimiento, remitiendo lo actuado

a los jueces del fuero común.

El 26 de setiembre de 1930, la Junta de Gobierno

presidida por Luis M. Sánchez Cerro expide el Decreto Ley

Nº 6881, estableciendo la suspensión del artículo 156 de

la Constitución de 1920, y de las leyes 2442 y 5862 del 22

de setiembre de 1927, quedando en vigor las

disposiciones del Código de Justicia Militar derogadas por

la Constitución y leyes citadas. En esta oportunidad, los

civiles que cometían los delitos de falsa alarma, ataque a

35
la fuerza armada, rebelión, sedición y motín debían estar

sometidos a la jurisdicción privativa de guerra, “toda vez

que comprometen la estabilidad y disciplina del Instituto

Armado”. El 28 de noviembre de 1930 Sánchez Cerro

expidió el Decreto Ley Nº 6948, con propósito aclarativo,

para fijar los alcance del Decreto Ley Nº 6881.

El Código de 1939 sucede al Código de 1898 que

estuvo inspirado en la legislación francesa y española,

tuvo 40 años de vigencia. La Constitución de 1920

señalaba en su artículo 156 que “La justicia militar no

podrá, por ningún motivo, extender su jurisdicción sobre

personas que no estén en servicio en el ejército, a no ser

en caso de Guerra Nacional”.16 Esta disposición fue la

primera en haber dispuesto constitucionalmente que la

jurisdicción militar no puede extenderse a personas que no

estén en servicio militar.

El Código de 1939 fue redactado teniendo en cuenta

sólo las necesidades del Ejército de tierra; estuvo en vigor

hasta 1950, fecha en que se dicta el nuevo Código,

promulgado bajo el gobierno del General Manuel A. Odría,

el 29 de mayo de 1950. este Código se dictó mediante

16
Domingo García Belaunde, Op. cit., p. 361.

36
Decreto Ley Nº 11490 de primero de setiembre de 1950, y

fue ratificado por el Congreso de la República.

El 25 de julio de 1963, bajo el régimen de Nicolás

Lindley se dicta el D.L. 14612 que norma por vez primera

la Ley Orgánica de Justicia Militar. Este cuerpo normativo

constituye el primero en su naturaleza, pues desde 1868

tradicionalmente había estado subsumido en los Códigos

de Justicia Militar. El Código de 1963 rigió hasta 1980: es

decir: estuvo en vigor 17 años.

El 19 de julio de 1980, días antes de que se

transfiera el gobierno a la civilidad, el gobierno militar de

entonces decide dictar la Ley Orgánica de la Justicia

Militar, y el 24 de julio de ese mismo año se publica el

Decreto Ley Nº 23214, dando así origen al Código de

Justicia Militar actual.

2.1.2. CONCEPTUALIZACIÓN DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

La categoría jurídica “fuero”, que proviene del latín “forum”,

tuvo desde antiguo un sentido que se confundía con formas

discriminatorias de aristocracia y servidumbre, exacción y

privilegio. No obstante, posteriormente en el derecho moderno los

fueros no son ya privilegios, sino competencias especiales.

Excepcionalmente se conceden en razón de las personas, como

37
el caso del juzgamiento de los altos funcionarios del Estado; pero

lo común es que se reconozcan en razón de la materia.

El jurista argentino Rafael Bielsa, respecto a la razón de ser

de esta judicatura señala que “El estado militar impone especiales

deberes y obligaciones (a la vez que crea prerrogativas y

derechos) de carácter esencialmente militar, por lo que afecta

directamente a la institución y a la disciplina; de ahí que la facultad

de juzgar y reprimir la transgresión de esos deberes y

obligaciones debe ser, como lo es, atribución exclusiva del mismo

Ejército y es precisamente esto lo que constituye y justifica la

jurisdicción militar”.17

Puede decirse que en todo ordenamiento jurídico se

verifica la existencia de tribunales o fueros militares “como algo

absolutamente normal”, son pocos los países que escapan a esta

regla. Así, afirmamos que en nuestro sistema jurídico el fuero

militar constituye un alto organismo de los Institutos Armados

encargado de procesar y juzgar los delitos y faltas sometidos a su

jurisdicción privativa, y comprende en su conjunto tanto a los

miembros de la Policía Nacional como de las Fuerzas Armadas.

17
Luis Jiménez de Asúa, Tratado de Derecho Penal. Argentina: Lozada, 1950, pp. 1109-1110. Citado por
Gerardo Eto Cruz, César Landa Arroyo y José Palomino Manchego, “La Jurisdicción Militar en el
Perú; En: Germán Bidart Campos y José Palomino Manchego (coordinador), Jurisdicción Militar y
Constitución en Iberoamérica. Lima: Editorial Grijley, 1997, p. 366.

38
2.1.3. PRINCIPIOS DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

Nuestra actual Constitución prescribe una serie de reglas

encaminadas a garantizar los principios y derechos de la función

jurisdiccional.

2.1.3.1. Unidad y Exclusividad de la Función Jurisdiccional

Este principio se ha encontrado registrado en

constituciones anteriores, como la de 1823, artículo 25; la

de 1856 artículo 124 y 129; la de 1920, artículo 155; o la

de 1933 artículo 229.

El artículo 138 de la constitución de 1993 señala que

la potestad de administrar justicia emana del pueblo y se

ejerce por el Poder judicial; esto encuentra íntima

vinculación con el inciso 1º del artículo 139 que señala: “La

unidad y exclusividad de la función jurisdiccional. No existe

ni puede establecerse jurisdicción alguna independientemente,

con excepción de la militar y arbitral”.

Nuestra actual Carta Política confirma que lo que ha

sido nuestra constitución histórica; es decir, confirma la

presencia de la unidad de la función jurisdiccional. Este

principio prohíbe la instauración de fueros privativos,

39
especialmente importantes por su modernización en la

administración de justicia.18

Cuando se habla de la unidad de la función jurisdiccional,

es porque la misma no se divide o delega hacia otras

instituciones, sino que constituye un todo organizado cuya

actuación se puede distribuir por razones materiales,

territoriales o económicas. Cuantificables, pero no dividir o

desmembrar pues ello implicaría crear un paralelismo

funcional constitucionalmente inaceptable.

Es necesario tomar en cuenta los artículos 141 y 173

de la actual Constitución, la Constitución actual no

establece un control definitivo de la Corte Suprema para

revisar los casos que resuelve el Consejo Supremo, sólo

prospera en el caso extremo de la pena de muerte que

impondría la justicia militar.

El constitucionalista español Francisco Fernández

Segado expresa que “la clave del principio de unidad reside

en el hecho de que la garantía de independencia de los

jueces sólo se consigue con la existencia de una

organización judicial ordinaria, entendiendo por tal, aquella

que está prevista por la ley con carácter general, tanto a

18
Ver al respecto, lo que en su momento sostuvieron Marcial Rubio Correa y Enrique Bernales
Ballesteros, Perú: Constitución y Sociedad Política. Lima: Mesa Redonda, 1985, pp. 430 y ss.

40
sus órganos como en cuanto a su competencia y

procedimiento”.19 Es por eso que en nuestra Constitución

se prohíbe de modo absoluto los tribunales de excepción, y

la jurisdicción militar está circunscrita para los delitos de los

miembros de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas.

El antemencionado artículo 139, inciso 1, de nuestro

actual texto constitucional alude igualmente a la

exclusividad de la función jurisdiccional. Este principio como

el de la unidad de la función jurisdiccional, significa que sólo

los miembros del Poder Judicial y los órganos que lo

conforman pueden administrar o impartir justicia, no

delegándose ni estableciendo otros mecanismos de

transferencia funcional, en razón al carácter exclusivo que

ostenta la magistratura común. La cobertura en la función

jurisdiccional permite concentrar un universo de cuestiones

litigiosas de modo prácticamente totalizador, en su trámite y

resolución, sin que pueda invocarse su diversa naturaleza

como mecanismo de traslación hacia mecanismos

resolutorios distintos al fuero común. Es así que, la

exclusividad de la función jurisdiccional importa que la

administración de la justicia sea atribución de un solo

órgano estatal, el que a su vez excluye a otros órganos

estatales.

19
Francisco Fernández Segado, “El marco constitucional de la Jurisdicción Militar: su organización y
competencia”; en la Jurisdicción Militar. Madrid: Consejo Judicial del Poder Judicial, 1992, pp. 23-25.

41
2.1.3.2. Prohibición de los Órganos Jurisdiccionales de Excepción

La Constitución de 1993, respecto del principio de

prohibición de órganos jurisdiccionales de excepción en

su artículo 139, inciso 3º ha establecido “La observancia

del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Ninguna

persona puede ser desviada de la jurisdicción

predeterminada por la ley, ni sometida a procedimiento

distinto de los previamente establecidos, ni juzgada por

órganos jurisdiccionales de excepción ni por comisiones

especiales creadas al efecto, cualquiera sea su

denominación”.

Como puede apreciarse, la norma constitucional

establece dos situaciones: a) el derecho a la tutela

jurisdiccional y al debido proceso; y b) la prohibición de

ser juzgado por órganos jurisdiccionales de excepción o

por comisiones especiales. Esta norma, además guarda

concordancia con los artículos 238º, primera parte; 139,

inciso 1, y 173 de nuestra actual Constitución.

Así mismo, la Declaración Universal de Derechos

Humanos se expresa sobre este tema, en su artículo 120,

regulando la existencia de un “tribunal independiente e

imparcial”.

42
Así mismo, la Declaración Americana en su numeral

26 regula, aunque en forma más orgánica que la

Declaración Universal, el régimen de los tribunales de

excepción al aludir la garantía judicial de los tribunales

pre-establecidos y de acuerdo a leyes pre-existentes. Por

otro lado, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos, en su artículo 14º, inciso, 1, norma aunque de

manera no tan explícita el debido proceso en un tribunal

competente, independiente e imparcial.

Igualmente, la Convención Americana en su artículo

18, consagra este principio. Y la doctrina de la Comisión

Interamericana ha llegado a sostener que el

enjuiciamiento a civiles por tribunales especiales sólo se

justifica mediante la existencia de un estado de excepción

originado de una verdadera amenaza a la vida de la

Nación. Pero aún cuando se decretase un estado de

emergencia o estado de sitio no se podría crear ningún

tribunal especial, pues lo contrario significaría una ruptura

del orden constitucional”.20

Precisamente, la constitución de 1993 afirma el

principio de la prohibición de los órganos jurisdiccionales

de excepción, pero bajo los presupuestos de su artículo

20
En Daniel O Doinell, Protección Internacional de los Derechos Humanos. Lima: Comisión Andina de
Juristas, 1989, pp. 161-162.

43
173. este artículo señala: “En caso de delito de función,

los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía

Nacional están sometidas al fuero respectivo y al Código

de Justicia Militar. Las disposiciones de este Código no

son aplicables a los civiles, salvo en el caso de los delitos

de traición a la patria y de terrorismo que la ley determina.

La casación a que se refiere el art. 141 sólo es aplicable

cuando se imponga la pena de muerte”.

2.1.3.3. Derecho al Juez Natural

Los principios de la “unidad y exclusividad de la

función jurisdiccional” y de la “prohibición de los órganos

jurisdiccionales de excepción” se encuentran íntimamente

relacionados al principio de “derecho al juez natural”.

La actual Constitución del Estado consagra el

principio del derecho al Juez natural en la última parte del

inciso 1 de su artículo 139° que señala que “No hay

proceso judicial por comisión o delegación”. Este derecho,

tiene dos alcances: el primero, en forma amplia pero

fundamental, se trata de la imposibilidad de ser sometido

ante la autoridad de quien no es juez (falta de jurisdicción

en su mejor sentido procesal), y para ello se prohíben no

sólo los tribunales especiales y los juicios por comisión o

delegación (ya sean tribunales ad-hoc, “tribunales

44
revolucionarios”), sino también la imposibilidad de crear

fueros especiales en razón de las personas por sus

especialidades calidades, como ocurría en otros tiempos.

El segundo tiene como base un principio de legalidad:21

“Las órdenes competenciales de esos jueces y tribunales

jerárquicamente integrados están o deben estar

predeterminados por la ley y no al arbitrio de ningún

funcionario o persona. Producido un conflicto de interés,

el justiciable debe estar en posibilidad de saber de

antemano cuál es ese orden jurisdiccional que ha de

ventilar su causa con imparcialidad. Esta son las llamadas

reglas de competencia en su diversos órdenes: territorial,

funcional, material, patrimonial, etc. Las reglas de

competencia defienden el principio del acceso del

justiciable al juez natural bajo un ineludible principio de

legalidad pues sólo las leyes las han de determinar con

anterioridad”.

La Ley Orgánica del Poder Judicial, el Código

Procesal Penal, y El Código Procesal Civil también

regulan el principio del derecho al juez natural. Este

principio es fundamental puesto que tiene tal carácter el

magistrado u órgano judicial competente; si existe duda

acerca de la competencia entre la justicia común y la

21
Anibal Quiroga León: “Los Derechos Humanos, el debido proceso y las garantías constitucionales de la
administración de justicia”, en La Constitución Peruana de 1979 y sus problemas de aplicación. Lima:
Cultural Cuzco, 1987, p. 127.

45
justicia militar, cabe señalar que finalmente prevalece la

justicia común.

2.1.4. PRESUPUESTOS JURÍDICOS, ANTROPOLÓGICOS Y

EMPÍRICOS DE LA JURISDICCIÓN MILITAR22

La razón de ser de la jurisdicción militar radica en la

naturaleza jurídica de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas,

como instituciones castrenses a las cuales se les confiere

funciones especiales, pues si son instituciones de carácter

constitucional tienen un carácter del que carecen los restantes

organismos y si la jurisdicción es una función esencialmente

constitucional es lógico que se manifieste en los organismos de

esta categoría.

La existencia de una jurisdicción militar no sólo se

fundamenta con razones jusfilosóficas, sino también con motivos

de orden práctico. Dando de éstas razones prácticas podemos

señalar: a) la necesidad de vigorizar la disciplina y el respeto a los

jefes que se consigue cuando estos son, a la vez jueces y

superiores; b) la solución de continuidad que se representaría la

marcha de un ejército a un país extranjero, maniobras o campaña;

c) lo difícil y escasa en resultados prácticos que sería la actuación

de los jueces ordinarios en el interior de los cuarteles; d) la

dificultad que encontraría la jurisdicción común para entender en

22
Al respecto, ver Octavio Vejar Vazquez, Autonomía del Derecho Militar. México: Editorial Stylo,
1948, pp. 24-28.

46
delitos de índole propiamente militar; e) la incompatibilidad que

produciría la situación del procesado ante el fuero ordinario con

los deberes militares, lo cual no sucede en delitos de escasa

importancia, cuando no lo aparta de su destino la instrucción del

proceso; f) la necesidad imperiosa de un procedimiento largo, en

algunos casos sumarísimo, a fin de que la aplicación de la pena

sea inmediata a la comisión del delito, rapidez incompatible con la

tramitación del fuero común; g) la mayor ejemplaridad que

produce el juicio seguido en el seno mismo del ejército al alcanzar

su publicidad entre los compañeros del delincuente; h) la

naturaleza de las instituciones castrenses, que obliga a castigar

con penas severísimas actos de escasa o nula significación en la

esfera de la vida de aquellos que conforman la sociedad civil.

Así, podríamos fundar la jurisdicción militar diciendo

que el orden, la disciplina y la eficacia de las Fuerzas Armadas y

la Policía Nacional, es imposible obtenerse cumplidamente en los

tiempos modernos, sin un conjunto de disposiciones orgánicas

que coordinen, sincronicen y concierten las relaciones derivadas

de la vida militar. El efectivo de estas instituciones tiene deberes

propios, que por muy próxima que sea su relación con los deberes

de los demás hombres y las limitaciones impuestas a la actividad

general, no pueden, substraerse a las exigencias de una

ordenación singular que contemple a la vez la razón de su

existencia, su desenvolvimiento regular y su finalidad específica.

47
La circunstancia de ser la institución militar y policial uno de

tantos órganos que integran el cuerpo social, no debe ocultarnos

lo que existe de singular, de particular que significa sino todo lo

contrario: reconocimiento.

2.1.5. JUSTIFICACIÓN DE LA EXISTENCIA DEL FUERO MILITAR

El principio de unidad jurisdiccional, que se

encuentra consagrado en el Art. 139° inc. 1 de la Constitución, es

el reflejo del principio de igualdad ante la ley, que asegura a

través de la organización judicial ordinaria, la independencia de

los jueces, evitando así la formación de tribunales “ex post facto”,

que manipulen o politicen la justicia23.

Sin embargo, aún cuando se reconozca al Poder

Judicial como el único ente estatal legitimado para impartir

justicia, en realidad, los estados democráticos han admitido la

existencia de órganos jurisdiccionales distintos, en razón de la

necesidad de especialización, dada la complejidad del

ordenamiento jurídico. El Tribunal Constitucional Peruano24,

señala que la Carta Fundamental, en forma asistemática,

reconoce la existencia de 4 jurisdicciones especiales: la Militar y la

Arbitral (inciso 1 del artículo 139°), la de las Comunidades

Campesinas y Nativas (artículo 149°), y la Constitucional (artículo

202°).

23
CAZORLA PRIETO, Luis María, ALCUBILLA, Enrique Arnaldo, ROMÁN GARCÍA, Fernando,
Temas de derecho constitucional, Editorial Aranzadi, Navarra, 2000, p. 524.
24
STC de 09-06-2004, Exp. No. 0023-2003-AI/TC, Asunto: Defensoría del Pueblo, fundamento 20.

48
Como refiere CARZOLA PRIETO25, el fundamento

de la jurisdicción militar se encuentra en una exigencia técnica de

especialización en relación con la materia atribuida, donde el

ordenamiento estatal a través de la organización militar, por medio

de órganos propios como los Tribunales militares, garantizan el

mantenimiento de la disciplina castrense.

Claro que con el desarrollo de la idea de los

derechos fundamentales, del debido proceso, así como del

Estado de Derecho que debe primar en todo Estado democrático,

los tribunales militares han venido adaptándose a esta nueva

tendencia donde priman los siguientes caracteres26:

− Atribución de competencias más limitadas en tiempos de paz

que de guerra;

− Distinción entre materias penales y disciplinarias

correspondiendo el conocimiento de las primeras a los

Tribunales Militares y de las segundas a los órganos de la

Administración Militar;

− Tendencia a dotar a la punibilidad disciplinaria de garantías

similares a las penales (legalidad de infracciones y sanciones,

defensa, recursos);

25
CAZORLA PRIETO, Luis María, ALCUBILLA, Enrique Arnaldo, ROMÁN GARCÍA, Fernando, ob.
Cit. P. 529.
26
CAZORLA PRIETO, Luis María, ALCUBILLA, Enrique Arnaldo, ROMÁN GARCÍA, Fernando, ob.
Cit. P. 529.

49
− Nombramiento de miembros de las Fuerzas Armadas para

formar parte de los órganos jurisdiccionales militares, si bien a

través de procedimientos que aseguren su independencia e

imparcialidad;

− Tendencia general a aumentar el número de Jueces técnicos;

− Tendencia a la equiparación con la jurisdicción ordinaria en

cuanto a las garantías procesales (publicidad, defensa, etc.);

2.2. ASPECTOS CONCEPTUALES DEL DELITO DE FUNCIÓN

2.2.1. Conceptualización del Delito de Función

Para definir el Delito de Función debemos tener en cuenta

que éste implica la presencia de un sujeto activo policial o militar,

y de un bien jurídico policial o militar afectado; de manera que al

faltar cualquiera de dichos elementos, quedaría desintegrada la

noción de Delito de Función para dar paso a la de un delito de

características comunes.27

La doctrina casi unánimemente señala que estamos ante

un delito de ejercicio de función cuando la conducta típicamente

reprimida se comete en un momento en que el sujeto activo se

encontraba desempeñando una función especial. En el Derecho

Penal Militar los delitos de función se cometen cuando el agente

realiza actos de servicio, lo que no siempre ha de ocasionar una

27
Defensoría del Pueblo, Lineamientos para la Reforma de la Justicia Militar en el Perú. Lima: Serie de
Informes Defensoriales, 1998, p. 39. El presente Informe de la Defensoría del Pueblo fue elaborado por
una Comisión Especial integrada por los doctores Arsenio Oré Guardia, Francisco Eguiguren Praeli y
Luis Ávila González.

50
lesión a los bienes jurídicos estrictamente castrenses que los

delitos militares y la justicia militar busca proteger. El sujeto pasivo

de los delitos militares siempre implican un carácter institucional,

dado la naturaleza de los bienes jurídicos que se desea proteger.

De acuerdo al actual texto constitucional, las relaciones

entre justicia militar y el poder judicial se encuentran en el recurso

de casación ante la Corte Suprema. Señala el artículo 141 de la

actual Constitución que corresponde a la Corte Suprema fallar en

casación o en última instancia según los casos, y conoce en

casación las resoluciones del fuero militar con las limitaciones que

establece el artículo 173 del texto constitucional. A su vez, este

artículo constitucional dispone que la casación a que se refiere el

artículo 141 sólo es aplicable cuando la pena impuesta es la pena

de muerte.

Al respecto, de acuerdo con John Glasen28, podemos

distinguir entre cuatro sistemas:

Sistema Belga-neerlandés, en el cual los tribunales

militares juzgan todas las infracciones cometidas por los militares,

salvo un cierto número de ellas enumeradas limitativamente (por

ejemplo, infracciones fiscales y aduaneras cometidas fuera del

28
Jhon Glaseen, “Relaciones entre Acción Penal, Acción Disciplinaria y límite respectivo de las dos
acciones”; en Instituto Francisco de Victoria, Congreso Internacional de Derecho Penal Militar.
Madrid: Sección de Derecho penal Militar, 1960, pp. 25-26.

51
servicio, que son de la exclusiva competencia de los tribunales

ordinarios).

Sistema franco–italiano, en el cual los tribunales militares

juzgan todas las infracciones militares y los tribunales ordinarios

todas las infracciones no militares aunque sean cometidas por

militares.

Sistema anglosajón, en el cual los tribunales militares

pueden juzgar a los militares por todas las infracciones militares,

excepto algunas de carácter grave (en Canadá, por ejemplo, el

asesinato, el homicidio, la violación), pero el tribunal ordinario es

también competente para juzgar a los militares por cada infracción

no específicamente militar; es más, el fallo absolutorio o

condenatorio de un tribunal militar carece de autoridad de cosa

juzgada ante un tribunal ordinario.

Sistema austroalemán, en el cual no existen tribunales

militares; en este caso, incluso por infracciones de carácter militar

los militares son juzgados por tribunales ordinarios.

Lo cierto es que allí donde los tribunales militares poseen

una competencia reducida más específicamente disciplinaria,

puesto que juzgan militares que han cometido faltas contra la

disciplina demasiado graves para poder ser castigadas por simple

52
penas disciplinarias; en consecuencia, los Tribunales Militares no

son una prolongación de la autoridad disciplinaria.

En cuanto a los límites de la acción disciplinaria, podemos

manifestar que si tratamos de concretar los límites de la acción

disciplinaria y de la acción penal, debemos ocuparnos de la

competencia del jefe militar como juez único de la represión

disciplinaria, y de esta descripción se desprenderá la competencia

de los tribunales (militares o civiles). El examen de los límites en

las diversas legislaciones estudiadas pone de relieve la existencia

de dos sistemas: uno basado en la distribución entre la

transgresión (disciplinaria) y la infracción (penal); y otro basado en

los límites impuestos por la ley al derecho del jefe militar para

castigar.

Podemos además, proteger entre el sistema transgresión

infracción y el sistema de la limitación el derecho a castigar. En

cuanto al Sistema Transgresión-Infracción puede decirse que en

éste la acción disciplinaria se limita a la represión de las

transgresiones contra la disciplina, excluyendo la represión de las

infracciones; este sistema es adoptado en Bélgica, Holanda,

Alemania, e Italia. El jefe militar puede infligir penas disciplinarias

que llegan hasta un cierto número de días de privación de libertad

por el hecho de cualquier transgresión disciplinaria. La dificultad

principal de este sistema se produce por la existencia de actos

53
punibles de carácter mixto; actos que a la vez son transgresiones

disciplinarias e infracciones penales.

Tenemos que, por ejemplo, la legislación holandesa

reglamenta la represión de estos actos punibles mixtos

denominados oncigenlijke tuchtvergrijpen o transgresiones

impropias y en la legislación belga la represión de los actos

punibles de este género ha sido organizada por vía reglamentaria;

en tanto que en el derecho alemán la represión disciplinaria sólo

se permite respecto de las infracciones de servicio previstas por la

ley penal, en tanto que no se trate de una pena; en el derecho

suizo, esta facultad no se extiende más allá de los delitos

disciplinarios enumerados en forma limitativa en el Código Penal

Militar.

En cuanto al sistema de limitación del derecho a castigar,

debe señalarse que en los derechos anglosajones el jefe militar

puede infligir ciertos castigos, y entre ellos ciertas privaciones de

patrimonio y de libertad, pero lo pone en conocimiento del tribunal

militar si estima que el acto punible merece que se le imponga una

pena más dura de la que él puede imponer.

El constitucionalista Fernández Segado29 señala que para

definir la competencia militar y el delito de función se requiere

29
Francisco Fernández Segado. “La Jurisdicción Militar en la Constitución Española”; en German Bidart
Campos y José Palomino Manchego, OP. cit., p. 158.

54
encontrar la relación entre la naturaleza del delito cometido, el

bien jurídico afectado que ha de ser estrictamente militar en

atención a los intereses protegidos por la norma, el carácter militar

de los deberes cuyo incumplimiento se tipifica como delito, y que

el sujeto activo del delito tenga la condición de militar.

No obstante, uno de los planteamientos básicos de la

presente Tesis es que en cuanto al Delito de Función se amplíen

los tipos penales de tal modo que queden inmersos dentro de esta

figura penal tanto el delito de homicidio como el delito de lesiones.

2.2.2. El Delito Castrense o Delito Militar30

Podemos definir al Delito Castrense o Delito Militar como

aquella acción u omisión que de una manera u otra,

específicamente, destruya o anule, disminuya o perjudique, en

cuanto a su función de elemento bélico del Estado, los elementos

del material humano o del material físico del mismo.

Es frecuente acudir a la clásica definición del

tratadista italiano di Vico, según la cual el delito militar importa la

violación de un deber del oficio militar, lo que le permite concluir

que el referido delito, en su esencia objetiva, se compone de dos

elementos: calidad militar del culpable y calidad militar del hecho.

En este sentido, la situación del culpable es esencial al delito

30
Al respecto, consultar Luis Bramont Arias y María García Cantizano, Manual de Derecho Penal. Parte
especial. Lima: Editorial San Marcos, 1996, pp. 483-484; así como José Hurtado Pozo, Manual
Derecho Penal. Parte General. Lima: EDDILI, 1987, p. 312.

55
militar ya que éste importa una violación de un deber militar, y

sólo en muy raras excepciones los sujetos extraños a la actividad

militar pueden cometer delitos militares. Asimismo, la calidad

militar del hecho resulta de la índole castrense del deber violado;

si el deber violado es común, propio de todos los ciudadanos, el

delito no será militar aún cuando sea perpetrado por un agente

militar.

Para el constitucionalista argentino Germán Bidart Campos

los delitos militares “son los que dañan bienes jurídicos de la

institución armada, y nada más. No basta que el delito se cometa

en acto de servicio, o con ocasión de él, o en lugar militar: es

menester que afecte por su índole a las Fuerzas Armadas como

tales.31

Existen diferencias entre los delitos comunes y los delitos

militares. El delito militar se caracteriza principalmente por ser un

típico delito especial, por cuanto amenaza con la imposición de

una pena a un cerrado círculo de autores, siendo la situación

militar una condición objetiva del sujeto activo del delito,

típicamente requerida. A diferencia de ello, el delito común sólo en

determinados casos considera como elemento objetivo la especial

situación del autor, por lo que la mayoría de delitos se dirigen a

sujetos indeterminados.

31
Germán Bidart Campos, “El sistema constitucional de las Fuerzas Armadas en Argentina” ; en
German Bidart Campos y José Palomino Manchego (Coordinadores), Op. cit., p. 49.

56
La Defensoría del Pueblo ha elaborado un Informe en el

que se presentan algunos desarrollos doctrinales que suelen

distinguir entre delitos militares propios y delitos militares de

excepción o impropios:

• Delitos Militares propios serían los que

únicamente pueden cometer un militar. A estos

delitos también se les denomina esencialmente

militares pues constituyen una infracción a los

deberes de función que sólo incumbe a quien

tiene esta situación, por consiguiente afectan

principalmente un bien jurídico militar. En los

casos en que la lesión no se reduzca únicamente

a tales bienes estaríamos ante un concurso ideal

con delitos comunes, debiéndose ponderar la

importancia que ambos tipos de bienes jurídicos

tiene para el ordenamiento jurídico en general a

efectos de determinar el juez competente.

• Los delitos militares impropios se configurarían

mediante la “militarización” de bienes jurídicos

comunes por consideraciones de política criminal,

por lo que también se les suelen llamar delitos

militarizados.

En consecuencia, sus sujetos activos podrían ser

indistintamente civiles o militares, al no exigirse la

infracción de deberes estrictamente castrenses.

57
Es el caso del delito de traición a la Patria en caso

de guerra exterior, donde se “militariza” el bien

jurídico Seguridad Nacional, tal que se considera

como un deber militar de todos los ciudadanos,

civiles o militares, la no colaboración con el

enemigo, por lo que su infracción es de

juzgamiento de autoridades judiciales castrenses.

Esta figura no debe confundirse con la de los

delitos comunes que son incorporados a la

competencia de los tribunales militares sin alterar

su naturaleza, como el terrorismo y sus

modalidades.32

Precisamente, en dicho informe se señala que

para determinar cuando se está en presencia de

un delito militar, hemos de referirnos a los

siguientes elementos constitutivos:

• Sujeto activo. Debe ser militar tratándose de

delitos exclusivamente militares. En palabras de

Araujo “los delitos de función sólo pueden ser

realizados por militares en servicio activo, porque

la función significa ejercicio, cumplimiento de

objetivos y fines.”

De acuerdo al artículo 173 de la Constitución de

1993 pueden considerarse como sujetos activos

32
Defensoría del Pueblo, Op. cit., p. 41.

58
los civiles en caso de delito de traición a la patria

así como quienes infringen las normas del servicio

militar obligatorio. Con respecto a los civiles que

cometen delitos militares, la tendencia moderna

de los Códigos militares es la de excluirlos de la

competencia de los tribunales militares, incluso

tratándose de asimilados a los institutos armados,

y permitir su juzgamiento por los tribunales civiles.

• Bien jurídico militar policial. En el delito militar

corresponde a los intereses de índole

estrictamente militar o policial que el legislador ha

querido proteger en forma especial.

• El bien jurídico tutelado se puede equiparar así a

esa ratio essendi del derecho penal militar que

consiste en la necesidad de erigir y sostener un

cuerpo técnico, que en tiempo de paz tiene

carácter preventivo frente a la amenaza de una

situación de necesidad enorme –la guerra- y en

tiempo de guerra asume carácter defensivo.33

Señala Sandoval Coronado, que lo determina la

existencia del delito militar no es el sujeto pasivo,

33
Op. cit., p. 4.

59
sino el tipo de bien jurídico lesionado por el militar

que actúa como sujeto activo del delito”.34

2.2.3. El Delito de Función en el Derecho Constitucional Peruano

2.2.3.1. La Constitución de 1979 y el Delito de Función

La Constitución de 1979 establecía en el inciso 1 de

su artículo 233, la existencia del fuero privativo militar

como una excepción a la unidad y exclusividad de la

función judicial, junto a la arbitral. En esta Constitución se

establecía que las disposiciones del Código de Justicia

Militar “No son aplicables a los civiles, salvo lo dispuesto

en el artículo 235”. Este artículo se refiere al delito de

“traición a la Patria en caso de guerra exterior”.

La reforma constitucional practicada es reflejo

directo de la restricción de aplicación de la legislación

militar. Por su parte, el libro segundo del Código de

Justicia Militar está dedicado a los procedimientos

judiciales, e instituye la competencia de los tribunales

castrenses respecto de los civiles, es así que en el

artículo 323 de este Código se dispone que están

sometidos al fuero militar cuando incurran en delito de

traición a la patria, en caso de guerra exterior. Se

34
Juan Carlos Sandoval Coronado, El Delito Militar ordinario. Lima: Pontificia Universidad Católica del
Perú – Facultad de Derecho, 1997, p. 233. Tesis para obtener el título de abogado.

60
establece, además, la misma regla en caso de

infracciones a la Ley del Servicio Militar, y también

cuando se trate de civiles que laboran en las

dependencias de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas

Policiales, a los que el inciso a) del artículo 321 considera

“reserva llamada... parte integrante de su personal activo”

En cuanto se refiere al Derecho Penal Militar, la

Constitución de 1979 significa el retorno a la concepción

liberal de la Constitución de 1920.

2.2.3.2. La Constitución Política de 1993 y el Delito de Función

En cuanto se refiere al Derecho Penal Militar, la

Constitución de 1993 en su artículo 173 señala que la

Jurisdicción Militar tiene competencia para juzgar los

delitos de función, terrorismo y traición a la patria; así

como los casos en que tanto civiles como militares

infrinjan las reglas del servicio militar.

Esta Constitución, en su artículo 139, inciso 1,

reconoce el principio de unidad y exclusividad de la

función jurisdiccional, la que está concentrada en el Poder

Judicial, es decir, acepta la existencia de una

organización judicial que monopoliza la potestad

jurisdiccional de acuerdo con el principio de exclusividad;

61
pero en su segundo párrafo, hace una salvedad a su

declaración de unidad y a la prohibición de establecer

jurisdicciones independientes reconoce la existencia de la

jurisdicción militar. Al mismo tiempo, el artículo 173 de

esta Constitución regula los alcances del fuero militar: en

primer lugar, su competencia esencial está referida a los

delitos de función cometidos por los miembros de la

Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas, y

corresponde aplicar el Código de Justicia Militar; en

segundo lugar, siempre que la ley lo mande es posible

que el fuero militar conozca de delitos cometidos por

civiles, que se circunscriben a los tipos penales de

traición a la patria y de terrorismo; en tercer lugar, tiene

también competencia para conocer de los delitos

cometidos con respecto al Servicio Militar Obligatorio; en

cuarto lugar, la Corte Suprema conoce del recurso de

casación contra sus sentencias cuando el fuero militar

imponga la pena de muerte.

El Fuero Militar es fuero real o de causa. Los

artículos 143 y 144 de la Constitución establecen que

éste por oposición a la justicia ordinaria se organiza

independientemente del Poder Judicial y de la Corte

Suprema esta particular configuración de la justicia militar,

que se traduce tanto en su conformación orgánica como

62
en el procedimiento judicial militar, se justifica por la

peculiar organización de la Policía Nacional y de las

Fuerzas Armadas.

Los militares en servicio activo o en disponibilidad

están sometidos al fuero militar en casos de delitos de

función; estos delitos están vinculados de manera

indisoluble con el cumplimiento de las tareas

correspondientes al ámbito militar o policial.

El Código de Justicia Militar en su artículo 324

señala que la jurisdicción militar también conoce los

delitos comunes cometidos en acto de servicio, cuando

agraviado e inculpado son militares. Algunos autores

consideran que tal medida es inconstitucional, no

obstante, para los fines de esta tesis la asumimos como

un hecho perteneciente a la realidad fáctica u objetiva.

Por su parte, el Código de Justicia Militar señala que

la jurisdicción penal militar no puede extenderse fuera de

los límites que el mismo Código dispone; sin embargo,

durante la década de los años noventa, la justicia militar

se ha visto precisada a conocer delitos tipificados en el

Código Penal Común.

63
Por su parte, el Tribunal Constitucional peruano ha

señalado que el ámbito de la justicia militar está estrictamente

restringido al juzgamiento de los denominados “delitos de

función”, caracterizando a éste, no la condición de militar del

agente activo, sino la infracción de bienes jurídicos propios de las

instituciones castrenses35.

2.2.4. El Delito de Traición a la Patria y el Delito de Terrorismo.

El delito de traición a la patria es aquel cometido por un

militar o un civil que de forma activo o discreta ayuda a las

pretensiones de una potencia extranjera a querer someter a

nuestra patria bajo su dominio. El artículo 78 del Código de

Justicia Militar establece de forma precisa las causales de este

delito.

No obstante, con la promulgación de la Constitución de

1993 y con la dación del Decreto Ley 25659 del 13 de agosto de

1992, se comprende a los delitos de terrorismo dentro del tipo

legal de traición a la patria. Por lo cual, a partir de la vigencia de

la referida norma, el delito de terrorismo pasó a ser competencia

del fuero privativo militar. Así, se ha regulado en forma más

amplia el delito de traición a la patria, comprendiendo también a

los que utilice coches bombas, explosivos, etc., que causen la

35
Sentencia del Tribunal Constitucional peruano, Exp. No. 0017-2003-AI/TC, fundamento 110.

64
muerte de personas o lesionen su integridad física o mental, y

que dañen la propiedad pública o privada.

De modo que, los delitos de terrorismo dejaron de ser

competencia del fuero común, por lo que los miembros del Poder

Judicial y del Ministerio Público dejaron de conocer este delito en

sus diversas etapas, tanto en la instrucción como en el

juzgamiento.

El antemencionado Decreto Ley 25659, en su artículo 4,

señala que los delitos de traición a la patria serán de

competencia del fuero privativo militar tanto en su investigación

como en su juzgamiento. Desde entonces, los tribunales militares

pueden juzgar a los civiles no sólo por traición a la patria en caso

de guerra exterior, sino también de guerra interna a raíz de que el

terrorismo es tipificado como delito de traición a la patria.

Puede decirse que este Decreto Ley es el antecedente del

artículo 173 de la actual Constitución de 1993, que consiste en

que las disposiciones del Código de Justicia Militar sean

aplicables a los civiles en los casos de delito de traición a la

patria y delito de terrorismo.

En cuanto al delito de terrorismo, podemos decir que éste

es un problema cultural, social, y que surge en una sociedad en

65
conflicto con la nuestra. Antes que jurídico el terrorismo es un

problema social; entonces, es necesario recurrir a un estudio de

las relaciones sociales.

Con toda razón, muchos autores señalaron

coincidentemente que el terrorismo de los años ochenta y

noventa del siglo pasado fue una estrategia insurreccional y una

ideología.

Al intentar un concepto del delito de terrorismo podemos

señalar que encontramos elementos comunes36 como la

amenaza y el uso de la fuerza. Tal uso o amenaza es el elemento

de una estrategia para lograr ciertos objetivos.

En verdad, intentar una definición de terrorismo no es una

tarea fácil cada vez que los tratadistas no encuentran un

consenso uniforme en esta materia. Casi todas las definiciones

se centran en torno a los elementos principales que son el terror

y la violencia.

En cuanto a la violencia, es necesario reparar en los

medios empleados como son armamentos, artefactos explosivos

y medios catastróficos; y es necesario también señalar en lo que

36
Ver, al respecto, José Zalaquet, “El Terrorismo desde un punto de vista normativo”; en Augusto Varas
(editor), Jaque a la Democracia: Orden Internacional y Violencia Política en América Latina.
Argentina: Grupo Editor Latinoamericano, 1990, p. 109.

66
se refiere el tipo de conducta realizada, es decir atentados contra

las personas o contra el patrimonio.

El delito de terrorismo es pluriofensivo, sin forma definida,

llega a confundirse con guerras de liberación. Algunos

doctrinarios lo justifican como medio de legítima defensa social,

ante gobiernos usurpadores del poder, no siendo delito en estos

casos pues estaríamos ante el derecho constitucional de

insurgencia. Sin embargo no es este el caso de lo que ha

ocurrido en el Perú de las dos últimas décadas, pues nuestros

regímenes han sido constitucionales.

El terrorismo es un conjunto de acciones de violencia que

revisten gravedad que realiza una facción de hombres,

ejecutados para amedrentar a ciertos sectores sociales, a una

determinada población o para desorganizar una estructura

política social y económica de la nación a la vez que va creando

las bases para sustituirlas por otras. Estos actos son castigados

en todas las legislaciones.

El terrorismo es un método de combate o una estrategia

para poder lograr ciertos objetivos, el propósito es conducir a un

estado de terror en la víctima, es despiadado y no se ajusta la

norma humanitaria alguna, siendo la publicidad un factor esencial

en la estrategia terrorista.

67
El terrorismo es la amenaza de ejecución de delitos

consumados repetidamente, generando y manteniendo en un

estado de alarma, zozobra, temor o intimidación dentro de la

población o contra bienes económicos, empleando medios que

causan estragos, pretendiendo destruir o trastocar las estructuras

del Estado a fin de sustituirlos por otra forma de Estado y de

régimen político.

De nuestra parte, creemos que en su momento se justificó

procesar y juzgar los delitos de terrorismo en el fuero militar, pero

hoy que las circunstancias sociales y políticas han cambiado,

pues no existe ya guerra interna se hace necesaria una reforma

constitucional al respecto. Si bien sobre la justificación de la

existencia de una tipificación especial para el terrorismo, algunas

legislaciones han entendido que ello no es necesario por que las

disposiciones de los Códigos Penales contemplan los diversos

elementos que lo caracterizan, tenemos en cuenta que otros

Estados si ven la necesidad de crear una tipificación especial

para estos comportamientos que los tipos comunes no cumplen

la función de prevención de estos actos. Como sabemos un

Estado de Derecho supone las garantías de los derechos

personales, pero el juzgamiento de los delitos de terrorismo en el

fuero militar fue en su momento una necesidad. El país vivía un

situación de guerra interna, en la que estaba en peligro nuestra

propia subsistencia como nación.

68
A pesar de que ninguna legislación extranjera juzga este

tipo de delitos en el fuero militar, no compartidos la idea de César

San Martín Castro cuando refiere que “es posible entender que la

jurisdicción militar pueda aplicarse a los delitos de traición a la

patria en caso de guerra exterior, dada las especiales

condiciones de un conflicto armado extremo, pero no tiene

fundamento político criminal democrático extender la jurisdicción

castrense a los supuestos de conflictos internos, puesto que los

bienes jurídicos lesionados son comunes y las Fuerzas Armadas

y Policía Nacional han ingresado de lleno a su represión, lo que

les resta imparcialidad e idoneidad para un juzgamiento

equilibrado, y, menos aún, someter a los civiles a procedimientos

judiciales claramente restrictivos del debido proceso y, sobre

todo, al procedimiento sumario en el teatro de operaciones,

pensado y diseñado para conductas vinculadas a

enfrentamientos armados específicos”.37

• El Tribunal Constitucional y el delito de terrorismo

Respecto al delito de función, el Tribunal

Constitucional Peruano se ha pronunciado en sentido unívoco,

señalando que quienes cometen delito de función, sólo pueden

serlo los militares en situación de actividad, más no los civiles, a

menos que incurran en el delito de traición a la patria. Claro que el

37
César San Martín Castro, Derecho Procesal Penal. TOMO I. Lima: Editorial Grijley, 1999, p. 107.

69
artículo 173°, primer párrafo, de la Constitución también

comprende a los casos de “terrorismo que la ley determina...”.

Esta fórmula normativa ha sido cuestionada tanto

por la Corte como por la Comisión Interamericana de Derechos

Humanos, pues resulta evidente que dicho precepto

constitucional, en realidad, no autoriza a que los civiles sean

juzgados por los tribunales militares, dado que ello implicaría una

afectación del derecho constitucional al juez natural38.

El Tribunal Constitucional Peruano enfatiza que este

dispositivo constitucional, que autoriza para que militares puedan

juzgar a los civiles, por la naturaleza coyuntural del tema, debió

regularse en una disposición transitoria. Sin embargo, agrega,

“más allá de estos antecedentes y de su interpretación histórica,

sabido es que, una vez que entra en vigencia la norma, ésta tiene

vida propia, por lo que, su interpretación puede (e incluso debe)

encontrarse más allá de cuál haya sido la voluntad del legislador

al expedirla”. Por eso, cuando interpreta este artículo 173° de la

Carta, lo hace hallándole “un sentido hermeneútico que no sea

incompatible con la Convención Americana sobre Derechos

Humanos, denunciada por la Corte”, y aún cuando “se dicte una

ley con el propósito de regular este régimen excepcional sobre la

base del primer párrafo del artículo 173° de la Constitución, su

38
Tribunal Constitucional peruano, STC de 03-01-2003, Exp. No. 010-2003-AI/TC, Asunto: Marcelino
Tineo Silva.

70
aplicación se encuentra condicionada a que dichas reglas del

procedimiento sean compatibles con la Constitución y, de manera

particular, con el debido proceso”39. En tal sentido, concuerda con

la Corte, en su sentencia del 30 de mayo de 1999, cuando señala

que: "el traslado de competencias de la justicia común a la justicia

militar (...) supone excluir al juez natural para el conocimiento de

estas causas. En efecto, la jurisdicción militar no es la

naturalmente aplicable a civiles que carecen de funciones

militares y que por ello no pueden incurrir en conductas contrarias

a deberes funcionales de ese carácter. Cuando la justicia militar

asume competencia sobre un asunto que debe conocer la justicia

ordinaria, se ve afectado el derecho al juez natural y, a fortiori, el

debido proceso" (Caso Castillo Petruzzi. Párrafo 128).

Bajo estas consideraciones, el Tribunal

Constitucional considera inconstitucionales el artículo 4° del

Decreto Ley N.° 25659 y el artículo 2° del Decreto Ley N.° 25880

y, por conexión, también los artículos 2° y 3° del Decreto Ley N.°

25708, al haberse previsto que tribunales militares puedan ser

competentes para juzgar a civiles, así se trate del delito de traición

a la patria o de terrorismo.

39
Tribunal Constitucional peruano, idem.

71
• La Comisión de la Verdad y Reconciliación

Por su parte, la Comisión de la Verdad y

Reconciliación señala en sus conclusiones generales del Informe

Final (29-08-2003), parágrafo 126, que: “la CVR deja constancia

de la deficiente legislación que aplicaba el sistema judicial. Entre

1980 y 1992 incidieron fuertemente en esta situación: `la

tipificación amplia e imprecisa del delito de terrorismo y la

mediatización de la labor del Ministerio Público en la etapa de

investigación preliminar, subordinando la labor garantista del

fiscal. Luego del golpe de Estado de 1992, la situación se agravó

debido a que la nueva legislación antiterrorista se caracterizaba

por la sobrecriminalización del terrorismo a través de la

flexibilización del concepto y la creación de tipos penales nuevos

con los que se procesaba en distintos fueros y se imponìan penas

distintas por la misma conducta; la falta de proporcionalidad de las

penas; la seria limitación de la capacidad de defensa de los

detenidos; y la atribución de competencia a los tribunales militares

en el juzgamiento de los delitos de traición a la patria”40.

2.2.5. El otrora Servicio Militar Obligatorio

La Constitución de 1993, en su artículo 173, señala que

quienes infrinjan las normas de Servicio Militar Obligatorio serán

sometidos al Código de Justicia Militar.

40
Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, presentado el 29 de agosto de 2003.

72
El servicio militar obligatorio respondía a la idea de que de

este sistema las fuerzas militares se proveían de los necesarios

efectivos de reemplazo. Así los peruanos varones debían hacer el

servicio militar obligatorio.

Sin embargo, el 10 de junio de 1999 se debatió en el

congreso la Ley de Servicio Militar voluntario, la que fue aprobada

por la mayoría del pleno. Meses después, recién el 29 de

setiembre de ese año el Ejecutivo promulgó la norma, la misma

que desde el 1º de enero del año 2000 entró en vigencia.

Respecto de la nueva Ley de Servicio Militar quisiera hacer

el comentario de que ésta dispone una serie de prerrogativas al

Poder Ejecutivo con relación a llamamientos extraordinarios y a la

ampliación de los períodos del servicio.

Quisiera también plantear algunas propuestas:

• La nueva ley debe señalar o publicitar las

obligaciones y responsabilidades de los

encargados del servicio, para poder conocer los

delitos, infracciones y sanciones a quienes

cometen maltratos al interior de los cuarteles. Así

mismo, deben señalar garantías para la

protección de los jóvenes que están en el servicio

militar, tanto en el activo como en la reserva.

73
• La Defensoría del Pueblo debe constituirse

efectivamente en una instancia de control y

vigilancia que asegure los derechos y garantías

de los conscriptos.

• El Poder Ejecutivo debería informar a la opinión


pública sobre los resultados del servicio, la
situación de los derechos y obligaciones, costos,
ocurrencias relacionadas, tanto en lo que se
refiere a los objetivos de la Defensa como a los de
Desarrollo Nacional.

74
Modelo de Servicio Militar en el Perú41

Modelos de Servicio Modelo de Servicio Militar de Modelo de Servicio


Militar Obligatorio Obligatoriedad Subsidiaria Militar Mixto
(transitorio)

Decreto Legislativo 264, Según ley Nº 27178, rige desde el 1 Según ley Nº 27178,
que rige desde el 8 de de enero del año 2000 hasta el 31 rige desde el 1 de
noviembre de 1993 hasta de diciembre del 2001 enero del 2002 en
el 31 de diciembre de adelante
1999

El servicio militar obligato- El servicio militar es obligatorio si no El servicio militar en el


rio se logra cubrir la cuota fijada por el activo es voluntario, y
Ministerio de Defensa a través de un en la reserva es
servicio voluntario obligatorio

41
Francisco Fernández Segado, por su parte, nos ofrece un recorrido por los diferentes modelos de
servicio militar que han ido adoptando las diferentes culturas desde la aparición misma de los ejércitos;
ver su libro El Servicio Militar. Aspectos Jurídicos y Socio-económicos. Madrid: Fundación Alfredo
Brañas, 1994, pp. 234-244.

75
CAPÍTULO TERCERO

JURISDICCIÓN MILITAR: COMPETENCIA Y COMPOSICIÓN DE

LOS TRIBUNALES MILITARES

3.1 Competencia de los Tribunales Militares


3.1.1. Nociones generales
3.1.2. El clásico triple fundamento
3.1.2.1. Por razón del delito
3.1.2.2. Por razón del lugar
3.1.2.3. Por razón del estado de guerra
3.1.2.4. De la fórmula tripartita a la fórmula
unitaria
3.2 Composición del Tribunal Militar
3.2.1. Nociones generales
3.2.2. La justicia militar en tiempo de paz
3.2.3. La justicia militar en tiempo de guerra
3.2.4. La justicia militar en regímenes
de excepción

76
3.1. COMPETENCIA DE LOS TRIBUNALES MILITARES

3.1.1. Nociones Generales

Los tribunales militares sobre todo en lo que se refiere a su

competencia, han sido siempre motivo de polémica en la que han

intervenido tanto civiles como militares. La idea central es que se

crea una doble jurisdicción, y de lo que se trata es de clarificar su

delimitación. Quizá el problema central radica en que en ciertos

casos prescritos por la ley los tribunales militares tienen potestad

para juzgar tanto a militares como a civiles, y en si los tribunales

militares deben conocer de los delitos comunes cometidos por

militares en servicio cuando también el sujeto pasivo es militar;

problemas que están siendo zanjados a través del

pronunciamiento del Tribunal Constitucional.

Dentro de las acepciones que en la actualidad identifican

como fuero tenemos que contemporáneamente se le entiende

como el lugar donde se administra justicia al fuero común, fuero

eclesiástico, fuero militar, al tribunal a cuya jurisdicción está

sometido el reo o demandado, al distrito o territorio dentro del cual

ejerce cada juez su jurisdicción.

En su sentido de potestad o jurisdicción, el fuero puede ser

ordinario y significa el poder de conocer de todas las causas, sean

civiles o criminales, que no corresponden a tribunales especiales;

y especial que es el poder que se tiene de conocer cierta clase de

77
causas o las que se refieren a ciertas personas, cuyo

conocimiento se ha sustraído del fuero ordinario.

Un ciudadano normalmente debe ser juzgado por un

Tribunal ordinario, pero se da el caso de ciertas personas que por

su peculiar actividad en razón de la institución a que pertenecen

no se les puede someter a la jurisdicción de los tribunales

ordinarios; aparecen entonces los fueros especiales. 42 Una de las

expresiones más importantes de estos fueros especiales es el

Fuero Militar. La naturaleza peculiar de las Fuerzas Policiales y

Fuerzas Armadas, las situaciones que ellos enfrentan en razón del

cumplimiento de su labor, la importancia de la disciplina, son

factores por los cuales militares y policías no puedan someterse a

la jurisdicción del Fuero Común.

Guillermo Cabanellas, en su Diccionario, señala que el

fuero militar es el derecho de todo militar de ser juzgado por la

jurisdicción castrense en las infracciones características de su

estado, y es deber de la justicia militar someter a juicio a cuantos

militares y civiles incurran en delitos o faltas típicamente militares.

Sin excluir algunas intervenciones de otra especie, sostiene

Cabanellas que el carácter del fuero militar es predominantemente

criminal.

42
Ver Rómulo Saavedra, Op.cit., p. 13.

78
Lo que caracteriza a una organización militar es la

disciplina. Y por disciplina debe entenderse todos los actos de la

vida. En este sentido, una organización, jerárquica que se rige por

posiciones de autoridad y de subordinación en todos los grados

de la jerarquía y de la actividad incluso cotidiana de sus

integrantes no puede suprimir su organización militar al momento

de juzgar a sus miembros.

Gerardo Eto Cruz, César Landa Arroyo, y José Palomino

Manchego han señalado argumentos a favor y en contra respecto

de la existencia del fuero militar. Entre los argumentos a favor

tenemos: una mejor valoración y conocimiento de los hechos por

parte del tribunal militar; la importancia de los intereses ofendidos,

cuya protección requiere una respuesta ejemplar rápida y, la

necesidad de conservar la disciplina, revistiendo de mayor

autoridad a los superiores y dando mayor confianza a los

inferiores. Entre los argumentos en contra tenemos: atenta contra

el principio de unidad jurisdiccional y lesiona los principios de

igualdad ante la ley, y uniformidad en la interpretación y aplicación

de ésta e implica una justicia corporativa y doméstica que podría

encubrir privilegios injustificados, lesionando de esta manera las

garantías procesales.43

43
Gerardo Oto Cruz, César Landa Arroyo y José Palomino Manchego, Op. cit., p.371. Al respecto
quisiera plantear la siguiente crítica: No puede plantearse como argumento en contra de la existencia
del fuero militar el hecho de que éste administre una “justicia corporativa y doméstica que podría
cubrir privilegios injustificados”, pues ello supondría la existencia de una justicia ordinaria o común
que ofrezca mayores garantías que la justicia militar, y ello no es así. Basta señalar el algo grado de
intervención política y el alto grado de corrupción en el Poder Judicial.

79
A su vez, la jurisdicción militar encuentra su razón de ser

en el criterio de la especialización del juzgador44 como garantía de

un mayor tecnicismo, acudiendo al juez adaptado a la materia

penal militar que es de delicadeza incomparable como cualquier

otra, bien por la especial importancia de los intereses atacados, o

por la intensidad del vínculo que sujeta a los autores, o por la

condición irreproducible del ambiente en el que operan, como es

el caso de policías y militares.

3.1.2. El Clásico Triple Fundamento

En cuanto a la jurisdicción militar, la doctrina

coincide en señalar un triple fundamento: por razón del delito, por

razón de lugar, y por razón de estado de guerra.

3.1.2.1. Por razón del Delito

Respecto de la competencia de los Tribunales

militares cabemos tomar en cuenta dos elementos45 que

van a determinar la propia jurisdicción: el elemento

subjetivo, es decir al pertenecer a las Fuerzas Armadas

y/o a la Policía Nacional; y el elemento objetivo militar del

delito.

44
Francisco Jiménez Jiménez. Introducción al Derecho Penal Militar: Madrid: Editorial Civitas, 1987, p.
85.
45
Gerardo Eto Cruz, César Landa Arroyo y José Palomino Manchego, Op. cit., p. 408.

80
Tengamos en cuenta que la Constitución establece

tan sólo la existencia objetiva de una comisión del delito

de función; por tanto, no establece ningún otro

fundamento que el derivarle a la legislación ordinaria.

El Código de Justicia Militar, en cuanto al concepto

de delito militar, en realidad ofrece una definición

puramente formal al establecer que constituyen delitos

militares “las infracciones previstas en este Código, y al

agregar que lo son igualmente, en estado de guerra, las

contravenciones a las disposiciones del Poder Ejecutivo y

a las órdenes de los Comandos Militares dictadas con

arreglo a sus facultades. Es a partir de estas nociones

generales que el Código de Justicia Militar describe las

conductas que tienen tal carácter. Cabe hacerse la

pregunta de si sólo, los policías y militares pueden

cometer delitos de naturaleza militar o si también un

ciudadano puede cometer algún delito militar.

La doctrina ha diferenciado los delitos propiamente

militares que se producen cuando el militar viola bienes

jurídicos inherentes a su profesión, de aquellos otros

delitos no militares en los que se involucra a civiles que

pueden resultar sujetos activos de una lesión a un bien

jurídico castrense o que por su propio carácter

81
pluriofensivo afecta simultáneamente tanto a bienes

jurídicos comunes como a bienes jurídicos militares,

ambos tutelados tanto por el Código Penal común como

por el Código de Justicia Militar.46

De conformidad con lo establecido en el artículo 320

del Código de Justicia Militar, la jurisdicción militar

comprende todos los procesos contra los miembros de la

Policía Nacional del Perú y de las Fuerzas Armadas por

las infracciones previstas en el Código de Justicia Militar.

De igual forma, este precepto regula la competencia de la

justicia militar para procesar a “cualquier otra fuerza

dotada de armas que, militarmente organizada, se

encuentre al servicio del Estado, por infracciones

previstas en este Código”.

El artículo 324 del Código de Justicia Militar prevé

que la jurisdicción militar conoce también de los delitos

comunes cometidos en actos de servicio cuando tanto el

agraviado como el inculpado son militares, aplicándose

las normas del Código Penal Común. Esta excepción

para el supuesto de que el sujeto agente del delito así

como la propia víctima sean policías o militares.

46
Ver Francisco Fernández Segado, “Competencia de la Jurisdicción Militar en tiempo de paz”; en
Comentarios a las Leyes Procesales Militares. Madrid: Ministerio de Defensa, 1995, p. 204. Tomo I.

82
En este contexto debe entenderse el artículo 340 de

dicho Código señala que “Si una infracción estuviese

comprendida en este Código y en el común, conocerá de

las causas la Justicia Militar si ésta se encuentra expedita

conforme a las reglas sobre jurisdicción y competencia

contenidas en este mismo Código”. En este caso, existen

una serie de delitos que se encuentran previstos, tanto en

el Código de Justicia Militar como en el Código Penal

común. Así si un policía o militar infringe dicho precepto

es la justicia militar la competente para procesarlo y

juzgarlo.

En una futura reforma deberá resolverse la dualidad

de tipificación entre el Código Penal Común y el Código

de Justicia Militar. Tengamos en cuenta que el problema

se complica cuando revisamos la Ley Nº 24150 que

establece un conjunto de normas que deben cumplirse en

los estados de excepción en los que las Fuerzas

Armadas asumen el control del orden interno, en todo o

en parte del territorio Nacional. Problema que si bien se

ha reducido en razón al pronunciamiento del Tribunal

Constitucional que ha declarado en parte inconstitucional

el art.10) de la mencionada norma, quedando su texto de

la siguiente forma “Art. 10. Las infracciones tipificadas en

el Código de Justicia Militar que cometan en el ejercicio

83
de sus funciones son de competencia del fuero privativo

militar, salvo aquellas que no tengan vinculación con el

servicio”, que si bien no da solución al problema, ayuda

en la medida que establece límites más o menos claros.

3.1.2.2. Por razón del Lugar

El artículo 326 del Código de Justicia Militar señala

que: “Por razón del lugar, la jurisdicción militar es

competente para conocer de las causas que contra

cualquier militar se instruyan por delitos cometidos en

plazas sitiadas o bloqueadas, cuarteles, campamentos,

maestranzas, fábrica, talleres, centro de instrucción militar

y demás establecimientos militares”.

Es decir, se trata de extender la competencia de la

jurisdicción militar también a los actos cometidos en

centros, establecimientos o lugares estrictamente militares.

3.1.2.3. Por razón del Estado de Guerra

Un estado de guerra, en sentido estrictamente

jurídico, es la condición bélica en la que se encuentra un

país en relación a otro(s) país(es). El estado de guerra

presupone el recurrir a la fuerza material en condiciones

de duración y generalidad.

84
Tal como puntualiza el artículo 327 del Código de

Justicia Militar, en estado de guerra se hallan sometidos a

la jurisdicción militar tanto los militares que incurran en

cualquiera de las infracciones previstas en dicho Código

(ya sea en el territorio nacional o en territorio enemigo

ocupado, y los civiles cuando se trata de traición a la

patria) como los militares que infrinjan las disposiciones y

órdenes dictadas por el Poder Ejecutivo, así como las

órdenes de los Comandos Militares dictadas con arreglo a

sus facultades.

3.1.2.4. De la formula tripartita a la fórmula unitaria: en razón del

objeto o bien jurídico tutelado

Tradicionalmente se ha establecido que la

competencia de la jurisdicción militar se determina en materia

criminal por razón del delito, por el lugar en que se cometa, y por

la persona responsable. El Código de Justicia Militar Peruano de

1980, estipula en el artículo 319° que la jurisdicción militar se

ejerce: a) por razón del delito; b) por razón del lugar; y c) por

razón del Estado de Guerra.

Sin embargo, estos criterios de atribución lejos de

permitir el esclarecimiento de cuál debe ser la jurisdicción

competente ante casos donde se cuestiona que ella sea la

jurisdicción militar, permite mantener la incertidumbre. Incluso se

85
ha prestado, como afirma SANDOVAL, para introducir criterios

ajenos, como el de ocasionalidad. Bajo este criterio si el hecho

punible es cometido por un militar en circunstancias calificadas

como acto de servicio o nociones análogas vinculadas a la función

militar, estaremos siempre frente a un delito militar, aún cuando

estos delitos sean comunes, o considerados como de lesa

humanidad47.

Los criterios de atribución antes expuestos deben

ser considerados como secundarios, subordinados al criterio

material, siendo éste último determinado por la función o servicio

que realiza el personal militar o policial. Es decir, la jurisdicción

militar sólo asume competencia cuando se lesionan bienes

jurídicos de carácter militar. Hechos delictivos que afecten el

servicio, la función, o la seguridad nacional.

De esta forma, la jurisdicción militar queda limitado al

“ámbito estrictamente castrense”, criterio material de delimitación

de competencias, conectado a proteger adecuadamente la

disciplina como factor de cohesión, y el orden jerárquico –

piramidal de la institución armada; abandonándose el tríptico

competencial característico de competencia por razón de la

materia, de las personas y del lugar.

47
SANDOVAL, Juan Carlos, “La legislación de emergencia y la especialidad del delito militar”, en: La
reforma del derecho penal militar, Anuario de derecho penal 2001-2002, p. 180. Respecto a la
comisión de delitos de lesa humanidad, el autor cita las ejecutorias supremas de 10 de abril de 1985,
Exp. No. 5-85, Lima; de 22 de agosto de 1986, Exp. No. 24-86, Lima.

86
Al respecto, el Tribunal Constitucional Peruano ha

señalado que el ámbito de la justicia militar está estrictamente

restringido al juzgamiento de los denominados “delitos de

función”, caracterizando a éste, no la condición de militar del

agente activo, sino la infracción de bienes jurídicos propios de las

instituciones castrenses48.

Es de precisar, que la “función” o el “servicio” “está

signado por las misiones propias de la fuerza pública, las cuales

por estar sujetas al principio de legalidad en ningún caso podrían

vulnerarlo. No obstante que la misión o la tarea cuya realización

asume o decide un miembro de la fuerza pública se inserte en el

cuadro funcional propio de ésta, es posible que en un momento

dado, aquél, voluntaria o culposamente, la altere radicalmente o

incurra en excesos o defectos de acción que pongan de presente

una desviación de poder que, por serlo, sea capaz de desvirtuar el

uso legítimo de la fuerza. Justamente a este tipo de conductas se

orienta el Código Penal Militar y se aplica el denominado fuero

militar”49.

En este sentido, la Corte Constitucional de

Colombia, ha señalado con meridiana claridad, que “no todo lo

que se realice como consecuencia material del servicio o con

48
Sentencia del Tribunal Constitucional peruano, Exp. No. 0017-2003-AI/TC, fundamento 110.
49
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia C-358/97, 05 de agosto de 1997, Santa Fe de Bogotá.

87
ocasión del mismo puede quedar comprendido dentro del derecho

penal militar, pues el comportamiento reprochable debe tener una

relación directa y próxima con la función militar o policial. El

concepto de servicio o función no puede equivocadamente

extenderse a todo aquello que el agente efectivamente realice. De

lo contrario, su acción se desligaría en la práctica del elemento

funcional que representa el eje de este derecho especial”50.

La Corte Constitucional de Colombia establece dos

criterios para que un delito sea de competencia de la justicia penal

militar51:

- Debe existir un vínculo claro de origen entre él y la actividad del

servicio, esto es, el hecho punible debe surgir como una

extralimitación o un abuso de poder ocurrido en el marco de una

actividad ligada directamente a una función propia del cuerpo

armado.

- Pero aún más, el vínculo entre el delito y la actividad propia del

servicio debe ser próximo y directo, y no puramente hipotético y

abstracto. Esto significa que el exceso o la extralimitación deben

tener lugar durante la realización de una tarea que en sí misma

constituya un desarrollo legítimo de los cometidos de las Fuerzas

Armadas y la Policía Nacional.

50
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia C-358/97, idem.
51
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia C-358/97, idem.

88
En consecuencia, si el agente desplegó actos con

intenciones criminales, utilizando su investidura para realizar el

hecho punible, el caso corresponde a la justicia ordinaria. En tales

eventos no existe concretamente ninguna relación entre el delito y

el servicio, dado que en ningún momento el agente estaba

desarrollando actividades propias del servicio.

En el caso del delito de lesa humanidad, por

ejemplo, es tan extraño a la función constitucional de la Fuerza

Pública que no puede jamás tener relación con actos propios del

servicio, ya que la sola comisión de esos hechos delictivos

disuelve cualquier vínculo entre la conducta del agente y la

disciplina y la función propiamente militar o policial, por lo cual su

conocimiento corresponde a la justicia ordinaria. Existen

conductas punibles que son tan abiertamente contrarias a la

función constitucional de la Fuerza Pública que su sola comisión

rompe todo nexo funcional del agente con el servicio52.

En similar sentido se pronuncia el Tribunal

Constitucional español53, cuando afirma que “la jurisdicción militar

no es competente más que cuando se lesionen bienes jurídicos

de carácter militar, para cuya tutela se extiende precisamente

aquella jurisdicción a los procedimientos que se sigan «contra

cualquier persona», sea militar o paisano. La extensión de la


52
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia C-358/97, idem.
53
Sentencia Tribunal Constitucional español, núm. 75/1982 (Pleno), de 13 diciembre de 1982.

89
jurisdicción militar a estos casos se explica por cuanto la lesión de

esos bienes jurídicos puedan afectar a la defensa nacional

encomendada a las Fuerzas Armadas, y ha de entenderse

siempre, con arreglo al citado artículo 117.5 de la Constitución,

que queda restringida a los casos en que existan esos motivos

(...) la misma que impone a la jurisdicción militar, aplicarse con

carácter restrictivo dado que esa jurisdicción, es de carácter

especial y que normalmente hay que presumir la competencia de

la jurisdicción ordinaria, por lo que no basta para la atribución de

una causa a la jurisdicción militar la simple invocación de que

haya motivos que la justifiquen, sino que es necesario que se

razone y se justifique que tales motivos existen y en el caso

concreto que nos ocupa que el conocimiento de un delito por

razón del lugar en que se cometieron los hechos está justificado,

porque esos hechos afectaban al «buen régimen; al servicio o a la

seguridad de las Fuerzas Armadas». Sin embargo en el auto

impugnado en ningún momento se alude a una posible lesión de

esos intereses militares, ni de la simple descripción de los hechos

puede inferirse razonablemente que existiese. Ello es evidente en

lo que se refiere al buen régimen y a la seguridad, y en cuanto al

servicio, no es tampoco perceptible, por cuanto precisamente el

que realizaban los miembros de la Guardia Civil presuntamente

responsables del delito objeto de la causa criminal era un servicio

de policía, es decir, un servicio que con arreglo a la legislación

vigente supone de ordinario la pérdida de fuero militar.

90
Deduciéndose que ha existido en el presente caso una

vulneración del derecho al Juez ordinario predeterminado por la

Ley, reconocido en el artículo 24.2 de la Constitución por ser

competente para conocer del procedimiento incoado el órgano

judicial competente de la jurisdicción ordinaria...”.

Por ello, en un Estado de Derecho, la función militar

y la policía están sujetas al principio de legalidad. El ejercicio del

monopolio de la fuerza por el Estado, y las condiciones y

modalidades en que se desarrolla, sólo son legítimos cuando se

realizan conforme a la Constitución y a la ley.

3.2. COMPOSICIÓN DEL TRIBUNAL MILITAR

3.2.1. Nociones Generales

La ley Orgánica de la Justicia Militar, en el artículo 1 de su

Título Preliminar señala que los tribunales de justicia militar

constituyen un alto organismo de los institutos armados

establecidos de conformidad con el inciso 1 del artículo 139 de la

Constitución, concordante con los artículos 138 y 173 del mismo

texto fundamental, para el ejercicio de la función judicial, respecto

de los delitos y faltas sometidos a su jurisdicción. Están

comprendidos la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas.

91
Queda así prevista la cláusula definitoria del ámbito

de competencia de la jurisdicción militar que comprende tanto a

los miembros de la Policía Nacional así como a los miembros de

las Fuerzas Armadas en los casos de delitos y faltas.

La jurisdicción militar se encarga de conocer la

justicia militar tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra.

3.2.2. La Justicia Militar en Tiempo de Paz

La categoría “tiempo de paz” está fundamentalmente

vinculada a las relaciones internacionales de un Estado con otro u

otros Estados. La soberanía de un Estado se mantiene incólume

con relación a los demás. Es decir, dicho Estado puede ejercer

sus derechos inherentes tales como: el derecho de jurisdicción,

que consiste en la facultad de legislar y aplicar la ley; y el derecho

de policía, en virtud del cual el Estado ejerce la función preventiva

y represiva indispensable para asegurar que las leyes se cumplan.

Pero, la gran pregunta es ¿Qué ocurre cuando existe un

conflicto interno en un país? ¿Dejará de aplicarse la categoría

“tiempo de paz”? en este caso podrían presentarse dos

posibilidades:54 1) Si dicho conflicto interno es calificado por la

comunidad internacional como un conflicto armado no

internacional, es de aplicación los Convenios de Ginebra; los

54
En Gerardo Eto Cruz, César Landa Arroyo y José Palomino Manchego, Op. cit., pp. 418-419

92
alzados en armas, ostentarían el status de prisioneros de guerra,

y como tal serían juzgados con el derecho penal militar y con los

convenios internacionales. 2) De no existir conflicto armado

internacional, pero sí manifestaciones de violencia política que se

manifiestan en lo que la política exterior norteamericana califica

como guerra de baja intensidad, como son en los casos de

Latinoamérica los casos de terrorismo, guerrilla u otra formas de

violencia política. En este supuesto, si bien existen problemas que

afectan el orden público interno y la seguridad del Estado y aun

cuando no existe una paz en sentido estricto del término, para la

normatividad el Derecho Internacional en ese país siempre habría

una paz, pues tal situación no estaría comprometiendo la

seguridad internacional.

No obstante, ocurre que algunos países latinoamericanos

han incorporado en sus ordenamientos internos el concepto de

“guerra” y han dejado de distinguir lo que es su situación interna

con una guerra convencional. En este sentido, las legislaciones

internas permiten al fuero militar el juzgamiento de los alzados en

armas. Esto es lo que ocurre cuando la Constitución de 1979 en

su artículo 235 señalaba “de guerra exterior”. La Constitución de

1993 en su artículo 137, inciso 2, acuña la expresión “guerra”. De

modo que, marca una diferencia taxativa con la lacónica expresión

“de guerra”. Así, de manera de expresión “de guerra” es aplicable

para cualquier conflicto interno.

93
Ocurre que en relación a la Constitución de 1979 se ha

cambiado la denominación de “orden interno”, por la de “defensa

nacional” que señala el articulo 163 de la actual Carta de 1993,

donde a su vez se vincula y comprende el concepto de “seguridad

nacional”; por tanto, la distinción entre los connacionales y el

enemigo exterior se hace tenue puesto que conforme a la doctrina

de seguridad nacional el enemigo55 del Estado puede ser tanto

externo como interno.

La Ley Orgánica de Justicia Militar, en su artículo 1,

establece que en tiempo de paz la justicia militar se ejerce por: La

Corte Suprema de Justicia; el Consejo Supremo de Justicia

Militar; los Consejos de Guerra; los Consejos Superiores de

Justicia de las Fuerzas Policiales; y los Jueces Instructores.

a. La Corte Suprema de Justicia

De acuerdo al artículo 143 de la Constitución de 1993, la

Corte Suprema de Justicia constituye el máximo organismo en la

administración de justicia en el país y su jurisdicción se extiende a

todo el territorio nacional. Tanto para el fuero común como para el

fuero militar.

55
Respecto de la dicotomía amigo-enemigo, un punto de vista jurídico desde la casuística nazi en Juan
Bustos Ramírez, “El Control Formal: Policía y Justicia”; en El Pensamiento Criminológico II. Bogotá:
Editorial THÉMIS, 1983, pp. 418-419.
La idea de Bustos Ramírez e que para los nazis el delincuente es un traidor. El enemigo del Estado
puede ser tanto externo como interno. El concepto de orden del sistema resulta único e indivisible, de
modo que todo aquel que esté en contra él o en desacuerdo con él resulta un enemigo. En esta lógica,
para los nazis el delincuente es un traidor, sea éste extranjero o connacional.

94
La Ley Orgánica de Justicia Militar, en su artículo 4º, señala

que la Corte Suprema tiene competencia para dirimir las

contiendas de competencia que se susciten entre los tribunales

militares y los comunes. El artículo 361 del Código de Justicia

Militar establece que son dos las reglas básicas a través de los

cuales se resuelven las contiendas de competencia que afectan la

jurisdicción militar: 1) Justicia Militar, cuando se susciten dentro

del fuero militar; 2) Corte Suprema de Justicia, cuando se susciten

entre la Jurisdicción militar y el fuero común.

Respecto de los conflictos entre el fuero común y el fuero

militar, la ley Orgánica del Poder Judicial en el inciso 3 de su

artículo 34 regula los tipos de proceso que conoce la Sala Penal

de la Corte Suprema. A su vez, está en concordancia con el

artículo 21, inciso 6 del Código Procesal Penal que la

competencia de la Salas Penales de la Corte Suprema pueden

resolver las cuestiones de competencia previstas en la ley y entre

la jurisdicción común y la militar.

El jurista Florencio Mixan Mass señala que la contienda de

competencia consiste en “que los jueces penales de desigual

jerarquía pertenecientes al mismo distrito judicial o a distinto

fuero, frente a dos o más procesos conexos que están conociendo

respectivamente y en virtud de un requerimiento o por la inhibición

95
de uno de ellos entran en desacuerdo recíproco que los determina

o a porfiar cada uno de ser competente para seguir tramitando el

proceso o negarse ambos a conocer el caso, desacuerdo que

debe ser resuelto por la instancia superior en el modo y forma

previsto en la ley”.56

A través de una ejecutoria Suprema, del 22 de agosto de

1986, la Segunda Sala Penal de la Corte Suprema resuelve a

favor de la justicia militar la contienda de competencia planteada

en el caso de los internos por terrorismo que se rindieron luego

del amotinamiento en los penales de Lima. La vigencia del

Decreto Supremo Nº 006-86-JUS, fue una de las razones

esgrimidas por la Sala para fallar a favor de la jurisdicción militar

para este caso.

De igual forma, se produce la dación de la Ley Nº 26291

que regula los problemas de contienda de competencia entre el

fuero común y el fuero militar. Precisamente, en base a esta Ley

que la Sala Penal correspondiente resuelve remitir el expediente

del caso de la Universidad Nacional de Educación Enrique

Guzmán y Valle – La Cantuta a la justicia militar.

b. El Consejo Supremo de Justicia Militar

El Consejo Supremo de Justicia Militar es el órgano

jurisdiccional propiamente militar de mayor jerarquía dentro de la

56
Florencio Mixán Mass, Derecho Procesal Penal. Lima: Ediciones Jurídicas, 1984, p. 245. Tomo III.

96
institución castrense, y que ejerce su jurisdicción en todo el

territorio nacional sobre la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas

en los casos de su competencia. La sede del Consejo Supremo

de Justicia Militar se ubica en la Capital de la República.

El Consejo Supremo de Justicia Militar está compuesto de

diez Oficiales Generales en Situación de Actividad; de los cuales

ocho son vocales, un Fiscal General y un Auditor General. La Ley

26677 que reforma la Ley Orgánica de Justicia Militar establece

que de los ocho vocales, tres deben pertenecer al Cuerpo Jurídico

Militar; asimismo, se establece que el Fiscal y el Auditor General

deben ser miembros de dicho Cuerpo.

Es decir, a partir de 1996 el Consejo Supremo de Justicia

Militar ha incrementado el número de miembros con formación

jurídica, pues antes el Fiscal y el Auditor General eran los únicos

que pertenecían al Cuerpo Jurídico Militar, esto ha sido

modificado.

En cuanto al Vocal representante del Consejo Supremo de

Justicia Militar éste es nombrado de forma rotativa entre los

oficiales Generales de las Fuerzas Armadas. El Fiscal General y

el Auditor General son Generales, Contralmirante o Mayores

Generales del Cuerpo Jurídico Militar.

97
El Consejo Supremo de Justicia Militar está dividido en dos

Salas: una Sala de Guerra o de Primera Instancia integrada por

tres vocales, y una Sala Revisora integrado por los tres vocales

más antiguos.

Quien preside este máximo organismo de la justicia militar

puede ser un General de División, un Vicealmirante o un Teniente

General de la Fuerza Aérea, por un período de dos años, el

mismo que será rotativo entre los tres institutos de las Fuerzas

Armadas.

De acuerdo con la Ley Orgánica de Justicia Militar, el

Consejo Supremo de Justicia Militar tiene competencia para:57

a) Revisar las sentencias de los Consejos de Guerra y Consejos

Superiores de Justicia de la Policía Nacional;

b) conocer en apelación las sentencias expedidas en los juicios

militares, en los casos y formas que determine el Código de

Justicia Militar;

c) conocer de las resoluciones, en general de los Consejos

cuando sean elevados en consulta o en apelación conforme a

ley;

d) resolver los disensos, en materia de justicia, que surjan entre

los Consejos y su Auditor;

57
Consultar artículo 12 de la referida Ley, en Gonzalo Gómez Mendoza, Op. cit., pp. 196-198.

98
e) dirimir las contiendas de competencia que se susciten entre

los Consejos y resolver los conflictos que sobre atribuciones

pudieran ocurrir entre los funcionarios de la Justicia Militar;

f) trasladar los juicios militares de un Consejo a otro, en

cualquier estado del procedimiento, a pedido de parte o de

oficio, cuando a su juicio el interés general de la justicia así lo

exija;

g) resolver las recusaciones y excusas de sus miembros y las

recusaciones a los miembros de los Consejos;

h) conceder a los condenados el beneficio de la liberación

condicional, en los casos que establece el Código de Justicia

Militar;

i) resolver los pedidos de rehabilitación de los condenados, en

los casos previstos por la ley; conocer originariamente en las

causas militares que se sigue: Contra el Presidente del

Comando Conjunto de la Fuerza Armada, Comandantes

Generales del Ejército, de la Marina y de la Fuerza Aérea;

contra los Oficiales Generales Almirante de las Fuerzas

Armadas y la Policía Nacional del Perú, aunque estuvieren

comprendidos en el juicio otros Oficiales de grado inferior;

contra el Presidente del Comando conjunto de las Fuerza

Armada, Comandante Generales del Ejército, de la Marina y

de la Fuerza Aérea, Directores Superiores de la Policía

General, de Seguridad y Técnica, y contra cualquier Oficial

Superior que ejerza cargo que compete a General o Almirante;

99
contra los Vocales, Auditores y Fiscales de los Consejos,

Secretarios y Relator del Consejo Supremo de Justicia Militar y

Jueces Instructores, por delitos que cometan en el ejercicio de

sus funciones.

j) así mismo, conocer del recurso de queja formulado contra los

consejos por denegatoria de apelación o de otros recursos o

garantías que la ley concede;

k) aplicar en el Fuero Privativo Militar las amnistías o indultos;

l) conocer del recurso extraordinario de revisión de sentencia

ejecutoriada;

m) ordenar la apertura de instrucción, cuando encuentre mérito

para ello;

n) designar para el ejercicio de funciones judiciales al Oficial en

actividad que estuviere legalmente apto en las Fuerzas

Armada y Policía Nacional del Perú, en los casos de ausencia

o impedimentos de los titulares;

o) fijar la sede de los Consejos;

p) emitir los informes que le soliciten los Poderes Públicos;

q) dictar el reglamento del Servicio Judicial y modificarlo de

acuerdo con las exigencias del mismo;

r) ejercer jurisdicción disciplinaria de carácter judicial sobre todos

los funcionarios y empleados de la justicia militar;

s) proponer al Ministerio de Defensa y del Interior las vacantes

que deban declararse anualmente;

t) administrar los fondos de Justicia Militar;

100
u) regular periódicamente la cuantía de los delitos y de las faltas

contra el patrimonio previsto en el art. 276, e inc. g) del art.

727 del Código de Justicia Militar;

v) participar en la declaratoria de vacantes y ascensos de los

oficiales del Cuerpo Jurídico Militar, que prestan servicio en la

Rama Judicial.

c. Los Consejos de Guerra, y los Consejos Superiores de Justicia de

la Policía Nacional del Perú.

Son tribunales permanentes, y mantienen una relación

jerárquica de subordinación respecto del Consejo Supremo de

Justicia Militar, y tiene jurisdicción en las zonas judiciales que se

determina por la Ley Orgánica de Justicia Militar, y en las causas

de su competencia. Para la Justicia Militar, las zonas judiciales

constituyen determinadas extensiones territoriales en las que

dichos Consejos ejercen jurisdicción.

Los Consejos de Guerra están compuestos por: un

Presidente, cargo que recae en un Coronel o Capitán de Navío;

dos Vocales, en el Grado de Teniente Coronel, Capitán de

Fragata o Comandante de Aeronáutica, en situación de actividad,

un Auditor, miembro del Cuerpo Jurídico Militar, y un Fiscal, que

debe ser miembro del Cuerpo Jurídico Militar.

101
En cuanto a la competencia de los Consejos de Justicia

Policial y Militar, la Ley Orgánica ha prefigurado diversas

atribuciones y competencias:58

a) Ordenar la formación de causa contra quienes se extiende la

jurisdicción militar dentro de su Zona, cuando así la hubiese

mandado otra autoridad facultada para el efecto y siempre que

el conocimiento originario no corresponda al Consejo Supremo

de Justicia Militar;

b) dirigir los procedimientos judiciales y resolver todos los

asuntos que en ello se susciten, sujetándose a las

disposiciones del Código de Justicia Militar;

c) aceptar y promover contiendas de competencia;

d) resolver las excepciones que se promuevan en el

procedimiento;

e) resolver las excusas de sus miembros y las

incompatibilidades, exenciones y excusas de los nombrados

para intervenir en los actos judiciales y que le estén

subordinados, así como las recusaciones que contra estos

últimos se hagan;

f) resolver la vista de las instrucciones, el sobreseimiento, la

elevación de la causa a proceso o el corte de la secuela del

juicio;

58
Consultar artículo 25° de la referida Ley, en Op. cit., pp. 205-207.

102
g) elevar en consulta al Consejo Supremo de Justicia Militar los

autos de sobreseimiento y los de corte de secuela del juicio,

en los casos previstos en el Código de Justicia Militar;

h) falla en Primera instancia las causas de que conozcan,

excepto las de deserción simple y abandono de destino, y los

procedimientos por faltas;

i) elevar al Consejo Supremo de Justicia Militar, para su revisión,

las sentencias en que se impongan la pena de muerte,

internamiento, penitenciaria, prisión y expulsión de los

Institutos Armados;

j) elevar al Consejo Supremo de Justicia Militar, para su revisión,

las sentencias en que se impongan penas diferentes de las

indicadas en el punto i) y las absueltas en los mismos casos,

cuando respecto de aquéllas o de éstas el Auditor esté en

desacuerdo con el Consejo;

k) elevar al Consejo Supremo de Justicia Militar las Causas en

que el fiscal, el acusado, su defensor o la parte civil,

interpongan apelación en los casos que la ley permite este

recurso;

l) ordenar la ejecución de las sentencias dictadas en los juicios

por deserción con circunstancias calificativas y las que no

estén comprendidas en los incisos 9, 10, y 11 de este artículo;

m) elevar al Consejo Supremo de Justicia Militar las causas cuyas

sentencias haya ordenado ejecutar, a fin de que declare si

103
estuvo dentro de sus facultades ordenarlo y, en consecuencia,

si tiene o no responsabilidad por tal decisión;

n) elevar en consulta las resoluciones que dicte en disenso con el

Auditor;

o) revisar las Sentencias de los Jueces Instructores expedidas en

las causas seguidas por deserción simple, abandono de

destino y en los procedimientos por faltas y conocer en grado

de las apelaciones de dichos fallos;

p) resolver las solicitudes de Libertad;

q) informar al Poder Ejecutivo, por conducto del Consejo

Supremo de Justicia Militar, sobre las peticiones de indulto

especial;

r) recomendar a las autoridades y oficiales dependientes de su

jurisdicción las comisiones o diligencias que exija la

administración de justicia; y;

s) ejercer las demás atribuciones que le confiere la ley y los

reglamentos;

Además, debe señalarse que en todos los asuntos

judiciales que son de competencia del Consejo, éste resolverá

siempre previo dictamen del Auditor. Lo cual, por cierto, es

saludable.

d. Los Jueces Instructores y Jueces Sustitutos

104
Los Jueces Instructores y los Jueces Sustitutos son los

encargados de realizar la investigación judicial hasta su

culminación. Existen dos tipos de jueces instructores: los

Permanentes y los Sustitutos.

Los Jueces Permanentes son aquellos que mantienen

dicha condición funcional, hasta en tanto no sean relevados

oficialmente; en realidad, esta distinción de “permanente” se le

atribuye mientras resulta imprescindible su presencia. El número

de Jueces Permanentes es fijado anualmente por el Poder

Ejecutivo, a propuesta del Consejo Supremo de Justicia Militar:

precisamente, es el Consejo Supremo de Justicia Militar el que

señala a los Jueces Permanentes. Para ser Juez permanente se

debe ostentar el grado de Teniente Coronel, Comandante o

Capitán de Fragata.

Por otro lado, los Jueces Sustitutos son aquellos Oficiales

nombrados por los Consejos de Guerra y los Consejos Superiores

de la Policía Nacional en atención a las necesidades no previstas

en la administración de justicia.

En términos de ejercicio, los Jueces Sustitutos y los Jueces

Permanentes cumplen las mismas funciones y tienen las mismas

atribuciones.

105
En cuanto a la competencia de los Jueces Instructores o

Jueces sustitutos, la ley señala que:59

a) Actúan en las instrucciones en los juicios contra personas

sujetas a su jurisdicción, previa orden del Consejo, salvo el

caso de delitos flagrantes, en que procederá sin orden y sólo

dando cuenta;

b) resuelven en primera instancia los incidentes que se susciten o

promuevan dentro de los procedimientos judiciales, a

excepción de aquellos cuya resolución corresponda a otra

autoridad judicial conforme a la Ley Orgánica del Poder

Judicial o al código de Justicia Militar;

c) cuidar que consten por escrito las disposiciones que dicte, las

diligencias que practique y los incidentes que surjan en el

procedimiento y todo lo que pueda servir para acreditar la

estricta observancia de las formas y solemnidades de la ley;

d) dictar, cuando proceda, auto motivado de detención contra el

encausado;

e) decretar y hacer efectivo los apremios y apercibimientos que la

ley establece;

f) informar al Consejo sobre el resultado de la instrucción,

haciendo una exposición clara con referencia a las piezas de

autos;

59
Ver artículo 39 de la referida Ley. OP. cit., pp. 213-214.
Al respecto, puede también consultarse el Manual de Procedimientos Judiciales para el uso del Juez
Instructor del Fuero Privativo Militar. Lima: Consejo Supremo de Justicia Militar, 1988.

106
g) fallar en primera instancia en los juicios por deserción simple y

abandono de destino y en los procedimientos por falta,

elevando en consulta sus fallos al consejo;

h) proveer todo lo necesario a la seguridad del encausado,

guardando a su jerarquía las consideraciones compatibles con

su situación legal.

i) librar despachos y demás comunicaciones y cumplir las

comisiones que reciba de otras autoridades judiciales;

j) elevar al Consejo las razones de causa, relaciones de presos y

cuadros de reparación civil, para que éste, a su vez, haga lo

propio al Consejo Supremo de Justicia Militar, en los periodos

que señale. Y;

k) ejercer las demás atribuciones que señalan la ley y los

reglamentos;

Sean permanentes o sustitutos, los Jueces Instructores

tienen un Secretario Letrado que normalmente es un abogado

asimilado con el grado de Teniente Primero o Capitán.

e. La Policía Militar60

La Policía Militar es un organismo auxiliar de la

administración de justicia militar, cuya competencia es la

investigación de los delitos y las faltas, poner a los responsables a

disposición de la autoridad judicial competente. La investigación

60
Consultar artículos 42, 43, 44, 45, 46 y 47, de la referida Ley. Op. cit., pp. 215-216.

107
realizada por la Policía Militar debe ser enviada a la autoridad

judicial con el atestado y todas las referencias del caso. En los

establecimientos penales militares, o en los de simple detención,

la custodia está a cargo de la Policía Militar. Además, la función

de prebostazgo es ejercida por la Policía Militar en tiempo de

guerra.

f. El Cuerpo Jurídico Militar61

El Cuerpo Jurídico Militar es un organismo conformado por

abogados con rango de militar o policial, unidos bajo un solo

estamento tanto para las Fuerzas Armadas como para la Policía

Nacional.

Este cuerpo está conformado por dos especialidades: la

judicial y la administrativa.

La especialidad judicial está a cargo de los oficiales con el

grado previsto en la ley y prestan servicios en los organismos

judiciales de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas y en las

Procuradurías de la República encargadas de los asuntos de los

Institutos Policiales y Armados.

El Cuerpo Jurídico Militar, en orden descendente tiene la

siguiente jerarquía.

61
Consultar artículos 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69 y 70 de la referida Ley. Op. Cit., pp. 222-225

108
a) General de Brigada del Ejército, Contralmirante de la Armada

o Mayor General de la Fuerza Aérea (el Fiscal General y el

Auditor General del Consejo Supremo de Justicia Militar);

b) Coronel o Capitán de Navío (el Secretario de Consejo

Supremo de Justicia Militar y los Auditores de los consejos);

c) Teniente Coronel, Capitán de Fragata o Comandante de la

Fuerza Aérea (Jueces Instructores Permanente);

d) El Relator y el Defensor del Consejo Supremo de Justicia

Militar;

e) El Secretario de la Sala de Guerra del Consejo Supremo de

Justicia Militar;

f) Los Secretarios del Fiscal General, del Auditor General del

Consejo Supremo de Justicia. Militar, los Fiscales y

Defensores de los Consejos;

g) Mayor o Capitán de Corbeta (los Relatores Secretarios de los

Consejos); y Capitán o Teniente Primero (los Secretarios de

los Auditores de los Consejos y de los Juzgados de

Instrucción).

Además es de señalarse que los abogados asimilados

como oficiales del Cuerpo Jurídico Militar de la especialidad

jurídica están impedidos de ejercer defensa ante los jueces y

tribunales militares o comunes.

109
g. Los Auditores62

Los auditores son los asesores legales de los Consejos. De

acuerdo a lo establecido, tiene voz pero no voto, a excepción de

los asuntos de carácter administrativo en los que si tiene voz y

voto.

La Auditoria de Justicia Militar se encuentra integrada de la

siguiente manera: un Auditor General en Consejo Supremo de

Justicia Militar, y un Auditor en cada uno de los consejos que

señala la ley Orgánica de Justicia Militar.

El Auditor General tiene las siguientes atribuciones:

Dictaminar en todas las causas que se elevan al consejo;

participar en las deliberaciones; proponer las resoluciones que a

su juicio proceda dictar; redactar las resoluciones que el Consejo

acuerde; emitir dictamen en todos los asuntos de justicia,

administrativos y en los que el Consejo le solicite opinión; ejercer

vigilancia sobre los Auditores de los consejos; actuar en la Sala

Revisora; y ejercer las demás atribuciones que le asignan el

Consejo de Justicia Militar y la Ley Orgánica.

A los Auditores de los Consejos les corresponde las

siguientes atribuciones: dictaminar en toda denuncia acerca de la

procedencia o improcedencia de la apertura de instrucción;

dictaminar en las instrucciones concluidas conforme al Código de

62
Consultar artículos 71, 72, 73, y 74 de la referida Ley, en OP. cit., pp. 225-227.

110
Justicia Militar; asesorar al Consejo emitiendo opinión en todos los

asuntos de justicia, administrativos y en los que el Consejo les

solicite opinión; asistir a las audiencias públicas que párale

juzgamiento celebren los Consejos, tomando parte en sus

deliberaciones, proponiendo las cuestiones de hecho y

redactando las sentencias que el consejo pronuncie; y ejercer las

demás atribuciones que le confiere el Código de Justicia Militar y

la Ley Orgánica de Justicia Militar.

h. El Ministerio Público63

El Ministerio Público es la institución que de oficio a

petición de parte participa de la acción de la Justicia Militar, con la

finalidad de que exista una oportuna sanción de los delitos

militares, exige el cumplimiento a los fallos consentidos o

ejecutoriados, y defiende la competencia jurisdiccional militar. El

Ministerio Público es parte en el proceso penal.

En los tribunales militares, el Ministerio Público es ejercido

por el Fiscal General en el Consejo Supremo de Justicia Militar, y

en cada uno de los Consejos por un Fiscal con las mismas

prerrogativas de sus demás miembros.

Este Ministerio Público que pertenece a la justicia miliar, no

forma parte del Ministerio Público para la justicia común. Eso sí,

63
Consultar los artículos 75, 76, 77, 78, 79 y 80 de la referida Ley, en Op. cit., pp. 227-230.

111
según lo que prescribe el artículo 159º de la actual Constitución

del Estado le corresponde al Ministerio Público promover de oficio

o a petición de parte la acción de justicia en la defensa de los

derechos y la legalidad.

La Ley Orgánica del Ministerio Público, Decreto Legislativo

Nº 052, en su artículo 64 prescribe: “Los Fiscales de la Justicia

Militar no están comprendidos en las disposiciones de la presente

Ley; pero deberán informar al Fiscal de la Nación cuando sean

requeridos por él sobre el estado en que se encuentra un proceso

o sobre la situación de un procesado en el Fuero Privativo Militar”.

Este dispositivo tiene como objetivo reservar la legalidad en los

procesos sean estos de naturaleza jurídica militar o de naturaleza

civil.

i. El Ministerio de Defensa64

El Ministerio de Defensa es una institución que está

integrada por Oficiales del Cuerpo Jurídico Militar que tienen a su

cargo la defensa de los encausados, representándolos en el

juicio. Todo enjuiciado ante los jueces y tribunales militares

nombrará libremente a su defensor, quien será abogado u oficial.

Al que rehusare o no pudiere hacerlo, la autoridad judicial le

nombrará defensor de oficio.

64
Consultar el artículo 81 de la referida Ley, en Op. cit., pl. 230.

112
3.2.3. La Justicia Militar en Tiempo de Guerra

La guerra es entendida como la lucha armada entre dos o

más Estados que tratan de obtener del adversario, por la fuerza

de las armas, aquello que no se pudo alcanzar por procedimientos

pacíficos.65

Jurídicamente la guerra constituye “una lucha armada entre

Estados que tienen por objeto hacer prevalecer un punto de vista

político utilizando medios reglamentados por el Derecho

Internacional”.

La guerra convencional es aquella que opera entre Estados

y, en este marco, la legislación le da un tratamiento específico

cuando existen infracciones cometidas por los militares y,

eventualmente, por los civiles.

La noción “tiempo de guerra”, como muy bien los ha

delimitado el actual Código Penal Militar de España en su artículo

14, comprende “el período de tiempo que comienza con la

declaración formal de guerra, al ser decretada la movilización para

la guerra inminente o con la ruptura generalizada de las

hostilidades con potencia extranjera, y termina en el momento en

que cesan éstas.

65
Julio Diena, Derecho Internacional Público. Barcelona: Editorial Bosch, 1948, P. 492.

113
La Ley Orgánica de Justicia Militar prevé distintas

situaciones en que una autoridad militar asume jurisdicción.

Puede, entre otras cosas, procesar, investigar y arrestar a

personas, en tanto juzgan los delitos y faltas esencialmente

|militares o cometidos por militares. En la Ley Orgánica de Justicia

militar en la que se da todo un tratamiento orgánico de la justicia

militar en tiempo de guerra.

El ordenamiento jurídico militar peruano, igualmente,

contempla que en tiempo de guerra podrán funcionar los juzgados

y tribunales de tiempo de paz, cuando sea posible y lo permitan

las necesidades de guerra. Sin embargo, esta norma debe

admitirse en forma excepcional y contingente. La regla es que,

declarado el país en estado de guerra, se impone que los altos

jefes militares asuman los poderes de guerra, propios de las

razones de estado de necesidad y porque existe la imposibilidad

fáctica de que los jueces realicen un debido proceso, aun en la

propia justicia militar. El carácter sumarísimo del proceso se hace

indispensable, y sin que esto justifique una actitud siniestra al

amparo de un estado de guerra, existen los principios de

razonabilidad constitucional que deben permanecer incólumes,

pues lo fundamental es salvaguardar el Estado de Derecho.

La ley señala que la jurisdicción penal militar en tiempo de

guerra está en manos de los órganos competenciales siguientes:

114
a) Los comandantes de los Teatros de Operaciones; b) Los

Comandantes de Región, de División, Cuerpos, Buques y Fuerza

Aérea con mando independiente: c) Los consejos de Revisión; d)

los Consejos de Guerra Especiales; y e) Los Prebostes.

a) Comandante del Teatro de Operaciones66

Ejerce la jefatura en campaña y en el mismo lugar

donde se realizan las acciones bélicas. De acuerdo a la Ley

Orgánica de Justicia Militar, el artículo 48, el comandante del

Teatro de Operaciones Impartirá la justicia militar en el territorio

de su mando. Significa que el radio de acción para aplicar la

justicia castrense no debe exceder del territorio a su mando. Al

respecto, algunos autores distinguen entre zona de guerra

(espacio en que los beligerantes pueden preparar y desarrollar las

hostilidades) y el teatro de operaciones (espacio donde

efectivamente tienen lugar los enfrentamientos bélicos).

Aunque estas dos zonas generalmente coinciden, en

algunos casos no puede ocurrir así; sin embargo, a raíz de la no

muy lejana experiencia del Golfo Pérsico la guerra moderna es de

carácter totalitario, en virtud del cual pocos espacios escapan a la

beligerancia misma, pese a que existen ciertos límites

convencionales en el teatro de operaciones. Con todo, la

administración de justicia en tiempo de guerra le asiste al

66
Ver Artículo 48-49 de la referida Ley, Op. cit., p. 217.

115
Comandante en Jefe de cada Teatro de Operaciones. En tal

virtud, tiene las atribuciones siguientes: Nombrar Consejos de

Guerra Especiales y Jueces Instructores; nombrar al personal

jurídico y al de empleados de tales Consejos y juzgados, cuando

su personal no pudiera ejercer sus funciones; y, ejercer las demás

atribuciones señaladas por la ley.

Estas atribuciones que ostenta el Comandante del

Teatro de Operaciones, sin embargo, las puede delegar, en caso

necesario, total o parcialmente, a los Comandantes Generales de

Región, los Jefes de Fuerzas de División o Buques bajo su

mando.

b) Comandante de Región, de División, Cuerpos, Buques y Fuerza

Aérea con mando Independiente67

Son jefes de Grandes Unidades del Ejército, Marina y

Aviación que tienen a cargo Unidades Aéreas, Buques y

Comandantes de Tropa o Buque con mando independiente y los

Jefes de las plazas aisladas por sitio o bloqueo. Estos militares

tienen en sus propios comandos o fuerzas de su mando las

mismas atribuciones que el Comandante del Teatro de

Operaciones.

67
Ver Artículo 50 de la referida Ley, Op. cit., pp. 218-219

116
c) Consejo de Revisión68

En las zonas donde se ejecutan las acciones bélicas (teatro

de operaciones) debe existir un Consejo de Revisión que servirá

de instancia de apelación y consulta. El nombramiento de estos

organismos jurisdiccionales procede del Comandante de dicho

lugar. Este consejo está compuesto de cinco jefes más

caracterizados; un Fiscal General y de un Auditor General

Letrado. El Consejo Supremo de Justicia Militar es el que

determina la oportunidad en la que procede hacer el

nombramiento de dicho Consejo de Revisión debe nombrar a un

Oficial de grado igual al de cualquiera de los miembros de dicho

Consejo. A falta de Auditor General, la ley prevé que se puede

actuar sin él.

El Consejo de Revisión tiene las mismas atribuciones que

el Consejo Supremo de justicia Militar.

d) Los Consejos de Guerra Especiales69

Están conformados por los tres oficiales más antiguos en

los grados que les corresponda, a fin de que ejerzan igualmente la

judicatura castrense, en tiempos de guerra, en el mismo teatro de

operaciones. Son competentes para juzgar hasta el grado de

Coronel o Capitán de Navío.

68
Ver artículos 51-52 de la referida Ley, Op. cit., pp. 218-219
69
Ver Artículos 54, 55, 56 y 57 de la referid Ley, OP. cit., pp. 219-220

117
Los Consejos de Guerra tienen la siguiente composición:

Para juzgar Coroneles, se constituye por un Oficial General y dos

Coroneles, para juzgar Tenientes Coroneles y Mayores, se

constituye por un General o Coronel y dos Oficiales de grado

superior o igual al del enjuiciado; para juzgar oficiales subalternos,

se constituye mediante un oficial superior y dos oficiales de grado

superior o igual del enjuiciado; y para juzgar a la tropa y civiles, se

constituye mediante un Teniente Coronel o Mayor y dos Oficiales

Subalternos..

El cargo de presidente de estos organismos de jurisdicción

especial recae en el Oficial de mayor grado y, si todos fueran del

mismo, lo ejerce el más antiguo.

e) Los Prebostes70

Juzgan las faltas que cometen en las zonas de operaciones

el personal civil que integran las Fuerzas Armadas y la Policía

Nacional. Tienen competencia sobre todas las personas que se

encuentran o sean aprehendidas en la zona de operaciones y

puede exceder de la renta que percibe el infractor por igual

término. Las sanciones de los prebostes pueden ser objeto de

recurso de apelación ante el Jefe más caracterizado del lugar. Los

prebostes tienen competencia respecto a los militares que

70
Ver artículos 58, 59, 60 y 61 de la referida Ley, Op. cit., pp. 220-221

118
cometan faltas o infrinjan las disposiciones de reglamentos o

bandos; no obstante, con el parte respectivo, se someten a

disposición del jefe de quien dependa el infractor.

En “tiempo de guerra” la competencia del fuero militar se

amplía en el sentido de que sin dejar de conocer, investigar y

sancionar los delitos que normalmente conoce la justicia militar en

“tiempo de paz”, legalmente asumen del conocimiento otros

organismos jurisdiccionales.

Es más, como ocurre en otros sistemas jurídicos

comparados, pueden conocer un elenco adicional de materias. Es

verdad que el artículo 2 de la Ley Orgánica de Justicia Militar

prevé que “en tiempo de guerra funcionarán los juzgados y

Tribunales de tiempo de paz, cuando sea posible y lo permitan las

necesidades de la guerra; pero, la incriminación de determinado

delito o faltas militares ya no sólo serían los que eventualmente

estén tipificados en el Código de Justicia Militar, sino en otras

disposiciones complementarias que producto del “estado de

guerra” deben surgir.

3.2.4. La Justicia Militar en Regímenes de Excepción

Existen situaciones de crisis que pueden afectar la

propia continuidad del Estado de Derecho. Estas situaciones, a

las que suele denominarse Regímenes de Excepción, cuenta con

119
expreso tratamiento en las normas internacionales sobre

derechos humanos así como en nuestra actual Constitución.

El artículo 137 de la Constitución de 1993 señala

que el Presidente de la República, con acuerdo del Consejo de

Ministros, puede decretar el estado de emergencia o el estado de

sitio.

Estado de emergencia, puede decretarse en caso de

perturbación de la paz o del orden interno, de catástrofe o de

graves circunstancias que afectan la vida de la Nación. En estos

casos puede restringirse o suspenderse el ejercicio de los

derechos constitucionales relativos a la libertad física (artículo 2,

inciso 24, f), la libertad de tránsito (artículo 2, inciso 111), la

libertad de reunión (artículo 2, inciso 12) y la inviolabilidad del

domicilio (artículo 2, inciso 9).

El estado de sitio, en caso de invasión, guerra

exterior, guerra civil, o peligro inminente de que se produzcan, con

mención de los derechos constitucionales cuyo ejercicio no se

restringe o suspende. El plazo no excede de cuarenta y cinco

días.71

En nuestro país, la declaración de un régimen de

excepción no significa la alteración de competencias de los

71
Ver Jorge Power Manchego-Muñoz, Constitución y Estados de Excepción. Lima: Sesator 1990;
también consultar Víctor García Toma, 2El régimen de excepción y los derechos humanos”, en
Abogados, Lima, 2001, Año III, Nº 6, pp. 96-99.

120
tribunales ordinarios ni permite automáticamente el juzgamiento

por tribunales militares. En todo aso, si se trata de la declaración

de un estado de sitio, por ejemplo debido a un estado de guerra,

las pautas a aplicar serían las que correspondan a éstas.

“Los miembros de las Fuerzas Armadas o Fuerzas

Policiales, así como todos aquellos que estén sujetos al Código

de Justicia Militar que se encuentren prestando servicios en las

zonas declaradas en estado de excepción, quedan sujetos a la

aplicación del mencionado código. Las infracciones tipificadas en

el Código de Justicia Militar que cometan en el ejercicio de sus

funciones son de competencia del fuero privativo militar, salvo

aquella que no tengan vinculación con el servicio.

Las contiendas de competencia serán resueltas en un

plazo máximo de treinta días”72

Cabe mencionar que el Tribunal Constitucional ha

pronunciado una Sentencia en el expediente Nro.0023-

2003.AI/TC., del 09 de Junio del 2004, en la cual declara fundada

en parte la acción de inconstitucionalidad interpuesta por la

Defensoría del Pueblo contra diversos artículos de la Ley

72
En Marcial Rubio Correa, “Fuerzas Armada y Constituciones en el Perú 1979-1988”, en La
Constitución Diez Años después. Lima: Constitución y Sociedad, 1989, p. 252.
Una exposición interesante acerca de la posibilidad de abuso de autoridad en los regímenes de
excepción en Carlos Cerquen Jiménez “Abuso de Autoridad”; en Revista del Ejército del Perú, Lima,
1995, Año I, Nº 2, pp. 34-39.

121
Orgánica de Justicia Militar, Código de Justicia Militar y Ley del

Ministerio de Defensa, exhortando al Poder Legislativo para que

en un plazo de un año, modifique dicte la legislación

correspondiente, lo que implica que a futuro tendremos nuevas

disposiciones que harán variar la organización de los Tribunales

Militares, por lo que la organización señalada en el presente

trabajo resulta referencial y apegado a las normas vigentes.

122
CAPITULO CUARTO

EL DEBIDO PROCESO EN
LA JURISDICCIÓN MILITAR

4.1. Derecho a la defensa


4.2. Derecho a la asistencia de letrado
4.3. Derecho a ser informado de la acusación
4.4. Derecho a un proceso público
4.5. Derecho a un proceso con todas las garantías
4.6. Derecho a utilizar los medios de prueba
pertinentes
4.7. Derecho a no declarar contra sí mismo y a no
confesarse culpable
4.8. Derecho a la presunción de inocencia
4.9. El tribunal constitucional y el debido proceso en
la jurisdicción militar

123
4.1. DERECHO A LA DEFENSA

a) Alcance

Como refiere Joan Pico I JUNOY, la vigencia del

derecho a la defensa, regulado en el artículo 139° inciso 14 de la

Carta, asegura a las partes la posibilidad de sostener

argumentalmente sus respectivas pretensiones y rebatir los

fundamentos que la parte contraria haya podido formular en

apoyo de las suyas, pero sin que sea necesario que de facto

tenga lugar una efectiva controversia argumental entre los

litigantes, que, por unas u otras razones, puede no producirse73.

Claro que se justifica la resolución inaudita parte en

caso de incomparecencia por voluntad expresa o tácita de la parte

o por negligencia imputable a la misma, esto es, no se infringe el

derecho de defensa cuando se ofrece a los litigantes la posibilidad

real de ser oídos, con independencia de que éstos hagan uso o

no de esta posibilidad.

En sentido estricto, refiere CORDÓN MORENO, el

principio de audiencia se agota con esta exigencia de dar

conocimiento a la otra parte de la pendencia del proceso y de

cada una de sus fases y actuaciones, para que pueda hacerse oír

73
I JUNOY, Joan Picó, Las garantías constitucionales del proceso, José María Bosch, Barcelona, 1997,
p. 102.

124
en ellas, y se garantice básicamente con los actos de

comunicación procesal74.

En orden a conseguir que la defensa procesal pueda

tener lugar, adquiere una especial relevancia el deber

constitucional de los órganos judiciales de permitir a las partes su

defensa procesal mediante la correcta ejecución de los actos de

comunicación establecidos por la ley. De igual modo, debemos

destacar que en ocasiones, y al objeto de proteger el derecho a la

efectividad de la tutela judicial, la audiencia o contradicción tiene

lugar después de realizada una determinada actuación procesal.

Así sucede, por ejemplo, en la adopción de ciertas medidas

cautelares (embargo preventivo, etc.), en las que la audiencia

previa del afectado podría perjudicar la efectividad de la medida

cautelar y, siempre la retrasaría en detrimento de su eficacia, lo

cual podría llevar a menoscabar el derecho a la tutela judicial

efectiva75.

El derecho a la defensa comprende no sólo la

asistencia de Letrado libremente elegido o nombrado de oficio (en

los casos previstos por la ley), sino también a defenderse

personalmente, esto es, el derecho a la defensa privada o

derecho a defenderse por sí mismo forma parte del derecho más

genérico.

74
CORDÓN MORENO, Faustino, Las garantías constitucionales del proceso penal, Aranzadi, Navarra,
1999, p. 137.
75
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 103.

125
b) Derecho al intérprete

El derecho al intérprete está dirigido a garantizar la

adecuada defensa, pues sólo quien conoce los motivos por los

que se le demanda está en condiciones de articular su estrategia

defensiva con las garantías debidas.

La vigencia de este derecho alcanza no sólo a los

extranjeros sino también a los peruanos que no conozcan

suficientemente el castellano o hablen otros idiomas. Al respecto,

no cabe objetar que el castellano es la lengua oficial del Estado y

que todos tenemos el deber de conocerla, pero siendo nuestro

país de una diversidad intercultural e idiomática tan rica, de hecho

la ignorancia o el conocimiento insuficiente afecta al ejercicio del

derecho fundamental a la defensa.

4.2. DERECHO A LA ASISTENCIA DE LETRADO

a) Alcance

El derecho a la asistencia letrada sólo es exigible

constitucionalmente en los procesos judiciales, y además, no en

todos los casos, sino cuando los intereses de la justicia lo

requieran. Este derecho consagrado en el artículo 139° inciso 14

de la Carta, comporta que el interesado pueda encomendar su

126
representación y asesoramiento técnico a quien merezca su

confianza y considere más adecuado para instrumentar su propia

defensa. La vigencia de este derecho exige que, en determinadas

ocasiones, deba ser proporcionado por los poderes públicos.

El carácter no preceptivo de la intervención del

abogado en ciertos procedimientos no obliga a las partes a actuar

personalmente, sino que les faculta para elegir entre la

autodefensa o la defensa técnica. En los procesos en los que no

es obligada la intervención letrada, si alguna parte desea la

defensa de un abogado, el juzgador no puede obstaculizar su

voluntad. La pervivencia del derecho a la asistencia letrada,

incluso en aquellos procedimientos en los que no resulta

preceptiva, impone a los órganos judiciales la obligación de

favorecer el efectivo ejercicio de ese derecho, una vez

manifestada la voluntad inequívoca de cualquiera de las partes de

ser asistida por un Abogado de su elección, así como la de

abstenerse de interponer obstáculos impeditivos a dicho ejercicio,

sin otras limitaciones que aquellas que puedan derivarse del

derecho de la otra parte a un proceso sin dilaciones indebidas76.

Como bien apunta CORDÓN MORENO, “su carácter

de derecho fundamental impide considerarlo como un mero

requisito formal, ya que su incumplimiento impide la continuación

76
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 104.

127
del proceso e incluso el ejercicio de otros derechos fundamentales

(acceso a los recursos, por ejemplo)”77.

En el ejercicio de este derecho no puede restringirse

la libertad de expresión del letrado, salvo cuando se incurre en el

insulto o la descalificación o se infringen las obligaciones

procesales de actuación en el proceso.

b) Finalidad

El derecho a la asistencia letrada persigue un doble fin:

Garantizar que las partes puedan actuar en el proceso de

la forma más conveniente para sus derechos e intereses jurídicos,

y defenderse debidamente contra la parte contraria; y

Asegurar la efectiva realización de los principios de igualdad de

las partes y de contradicción que imponen a los órganos judiciales

el deber positivo de evitar desequilibrios entre la respectiva

posición de las partes o limitaciones en la defensa que puedan

conducir a algunas de ellas a un resultado de indefensión.

c) Nombramiento de Abogado de oficio

El derecho a disfrutar de Abogado del turno de oficio

únicamente despliega toda su eficacia en relación con el imputado

en un proceso penal, siendo en los demás casos un derecho

sometido a diversos condicionamientos procesales y materiales.

77
CORDÓN MORENO, Faustino, ob. Cit. P. 151.

128
En ese sentido, la privación de la posibilidad efectiva de la

dirección letrada a quien carece de medios económicos produce

una situación de indefensión, constitucionalmente prohibida. En

consecuencia, la pasividad del órgano judicial en cuanto a la

designación de letrado de oficio ante la solicitud de la parte

interesada, puede constituir una violación del derecho

fundamental a la asistencia del letrado.

La realización efectiva del derecho a la asistencia

letrada no se satisface sólo con el nombramiento de un abogado

de oficio, sino que además debe proporcionarse asistencia letrada

real y efectiva.

En materia de asistencia letrada existe una

diferencia de planteamiento con los supuestos en que el Letrado

ha sido nombrado de oficio, pues en aquellos en que la asistencia

de abogado es de libre designación, se parte de una previa

relación de confianza con el profesional del Derecho para que

asuma con todas sus consecuencias la defensa de sus intereses

ante los Tribunales. Relación de confianza inexistente en los

supuestos de designación de oficio, por lo que el juzgador debe,

sin entrar a supervisar la actuación de los profesionales del

Derecho, velar por la existencia de una real y efectiva asistencia

letrada que no genere indefensión78.

78
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 107.

129
4.3. DERECHO A SER INFORMADO DE LA ACUSACIÓN

a) Alcance

Estamos en presencia de un derecho fundamental

cuyo ámbito de aplicación se extiende únicamente en el proceso

penal, y consiste en asegurar el conocimiento del acusado acerca

de los hechos que se le imputan y de los cargos que contra él se

formulan penalmente, para poder así defenderse de forma

contradictoria. En consecuencia, siempre la pretensión punitiva

debe exteriorizarse, sin que sea posible admitir una acusación

tácita o implícita.

Este derecho es reconocido en el artículo 139° inciso

14 de la Carta, sin señalar las formas y solemnidades con que la

información ha de llevarse a cabo, debiendo por consiguiente

realizarse ésta de acuerdo con el tipo de proceso y su regulación

específica, pero respetando en todo caso el contenido esencial

del derecho.

Al respecto, el Tribunal Constitucional español indica

que el contenido esencial de este derecho se refiere al

conocimiento de los “hechos considerados punibles que se

imputan al acusado”. Respecto de la calificación jurídica de tales

hechos es posible, limitadamente, su cambio. Para ello, el

130
Tribunal Constitucional español, exige la homogeneidad de los

delitos objeto de acusación y objeto de la condena, por lo que no

se infringe este derecho cuando el demandado ha tenido ocasión

de defenderse de todos y cada uno de los elementos fácticos que

componen el tipo de delito señalado en la sentencia, siendo

inocuo la modificación de calificación si existe dicha

homogeneidad, entendida como identidad del bien o interés

protegido en cuando haya una porción del acaecer concreto o

histórico común en la calificación de la acusación y en la de la

sentencia79.

La citada puesta en conocimiento de una

determinada imputación a una persona debe efectuarse lo antes

posible al objeto de proteger su derecho a la defensa. Así, cabe

destacar la constante doctrina del T.C. en orden a que el Juez

instructor, tras efectuar una provisional ponderación de la

verosimilitud de la imputación de un hecho punible contra persona

determinada, cualquiera que sea la procedencia de ésta, debe

comunicárselo al imputado, con ilustración expresa del hecho

punible cuya participación se le atribuye para permitir su

autodefensa y una efectiva y equilibrada contradicción, pues debe

siempre garantizarse el acceso al proceso de toda persona a

quien se le atribuya, más o menos fundadamente, un acto punible

y que dicho acceso lo sea en consideración al imputado.

79
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 110.

131
b) El principio acusatorio

Sin lugar a dudas, el principio acusatorio viene

convirtiéndose en el principio fundamental de nuestro método de

enjuiciamiento penal, que rige en el proceso penal, y que debe

respetarse en las dos instancias judiciales.

Este principio implica en esencia, la existencia de

una contienda procesal entre dos partes contrapuestas –acusador

y acusado- que ha de resolver un órgano imparcial, con neta

distinción de las tres funciones procesales fundamentales:

acusación propuesta y defendida por persona distinta del Juez,

defensa con derecho y facultades iguales a las del acusador, y

decisión por un órgano judicial independiente e imparcial, que no

actúe como parte frente al acusado en el proceso contradictorio.

La finalidad última del principio acusatorio no es otra

que la de proteger la debida imparcialidad del juzgador. Por ello,

el principio acusatorio exige80:

Separación de funciones entre el juez instructor y el juez

decisor. El juez encargado de investigar los hechos criminales,

que con anterioridad ha formulado un «juicio de acusación»,

80
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 112.

132
difícilmente está en condiciones de enjuiciarlos con la debida

imparcialidad que el principio acusatorio pretende salvaguardar;

Imposibilidad de celebrar el juicio oral sin que exista acusación.

Esta fase del proceso penal, verdadero núcleo del mismo, no

puede tener lugar sin una parte, pública o privada, que formule

una acusación. Las funciones de acusar y juzgar deben estar

encomendadas a dos órganos o sujetos procesales distintos. El

vocablo nemo iudex sine actore expresa en toda su extensión

este rasgo del principio acusatorio;

Correlación entre acusación y sentencia. Los términos en que ha

sido formulada la acusación determinan el objeto del proceso

penal, por lo que el juzgador no puede apartarse de los mismos.

Esta correlación afecta a los dos elementos configuradores del

objeto del proceso penal: el subjetivo, que hace referencia a la

persona del acusado y supone la imposibilidad de condenarlo si

previamente no ha tenido aquella condición; el objetivo, que se

refiere al hecho punible y comporta la inmutabilidad del mismo

desde que ha sido concretado en los escritos de calificación. En

consecuencia, el nomen iuris o calificación jurídica de los hechos

configuradores de la acusación pueden modificarse, incluso ex

officio, en el acto del juicio oral siempre que exista una

homogeneidad entre el delito objeto de la condena y aquél objeto

de la acusación, esto es, cuando sean de la misma naturaleza o

especie, aunque supongan una modalidad distinta dentro de la

133
misma tipicidad penal y sea de igual o menor gravedad que la

expresamente imputada; y

Prohibición de la reformatio in peius. La situación del recurrente,

fijada en la sentencia recurrida, no puede verse agravada por la

Resolución del Juez ad quem, a excepción de que las dos partes

hayan presentado recurso, pues de lo contrario el juzgador está,

implícitamente, asumiendo una función acusadora que, como ya

sabemos, no le es permitida debido a la vigencia del principio

acusatorio.

De esta forma, el principio acusatorio es exigible en

todas las instancias judiciales. No sólo debe garantizarse durante

el desarrollo de la primera instancia sino también en la fase de

recurso, y por ello en apelación y casación. En consecuencia, la

formulación de acusación en segunda instancia no puede

subsanar la ausencia de la misma en la primera, pues ello

supondría una violación del derecho a la doble instancia en

materia penal.

4.4. DERECHO A UN PROCESO PÚBLICO

a) Alcance

El principio de publicidad, se encuentra establecido

en el Art. 139 inciso 4 de la Carta, según el cual la publicidad en

los procesos es un principio y derecho de la función jurisdiccional,

salvo disposición contraria de la ley. También se haya recogido en

134
el Art. 6.1 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, Art. 14

del Pacto Internacional de Nueva York y en el Art. 11 de la

Declaración Universal de Derechos del Hombre. De acuerdo con

ello, la publicidad del proceso ocupa una posición institucional en

el Estado de Derecho que la convierte en una de las condiciones

de la legalidad constitucional de la Administración de justicia81.

La vigencia de este derecho implica que los juicios

puedan ser conocidos más allá del círculo de las personas

presentes en los mismos, pudiendo tener así una proyección

general. Esta proyección no puede hacerse efectiva más que con

la asistencia del público y de los medios de comunicación, en

cuanto tal presencia les permite adquirir la información en su

misma fuente y transmitirla a cuantos, por una serie de

imperativos de espacio, de tiempo, de distancia, de quehacer,

etc., están en la imposibilidad de hacerlo82.

Finalmente, debemos destacar que las

declaraciones judiciales efectuadas por personas (litigantes,

testigos, etc.) sin posibilidad de ser vistos por una de las partes no

comprometen la existencia de este derecho.

b) Finalidad

El principio de publicidad tiene una doble finalidad83:

81
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 116.
82
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 116.
83
CORDÓN MORENO, Faustino, ob. Cit. P. 166.

135
a) Proteger a las partes de una justicia sustraída al control
público; y

b) Mantener la confianza de la comunidad en los

Tribunales, constituyendo en ambos sentidos tal principio uno de

los pilares del Estado de Derecho.

c) Ámbito de aplicación en el proceso penal: el secreto sumarial

En el proceso penal se distingue una fase

preparatoria de instrucción (sumario) y una posterior fase plenaria

(juicio oral). El principio de publicidad, como garantía del

justiciable, sólo es de aplicación a la fase plenaria, es decir, al

juicio oral en el que se producen las pruebas de cargo y descargo

y se formulan las alegaciones y peticiones definitivas de la

acusación y la defensa, pues únicamente referida a ese acto

procesal tiene sentido la publicidad del proceso en su verdadero

significado de participación y control de la justicia por la

comunidad84.

El derecho de las partes a intervenir en las

actuaciones judiciales de instrucción no confiere al sumario el

carácter de público en el sentido que corresponde al principio de

publicidad, sino que es tan sólo manifestación del derecho de

defensa del justiciable debiendo, por tanto, mantenerse que el

84
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 117.

136
secreto del sumario, mediante el cual se impide a éste conocer e

intervenir en la práctica de las diligencias sumariales, pueda

entrañar una vulneración del citado derecho de defensa, pero en

nada afecta al derecho a un proceso público.

4.5. DERECHO A UN PROCESO CON TODAS LAS GARANTÍAS

a) Alcance

En líneas generales, la garantía del debido proceso y

de la tutela jurisdiccional, se encuentra consagrado en el Art. 139°

inc. 3 de la carta. El debido proceso son las garantías mínimas

que requiere una persona para ser investigada o procesada, como

el derecho de defensa, pluralidad de instancia, presunción de

inocencia, etc.; mientras que la tutela jurisdiccional efectiva es el

derecho de la persona a que el Estado le proporcione una justicia

idónea imparcial y oportuna a sus demandas o pretensiones.

Dentro de estos postulados el Juez natural es una

condición de lo predecible de la justicia imparcial.

a) Derecho a la igualdad de armas procesales

El derecho a la igualdad de partes exige que las

partes cuenten con medios parejos de ataque y defensa, ya que

para evitar el desequilibrio entre las partes es necesario que

137
ambas dispongan de las mismas posibilidades y cargas de

alegación, prueba e impugnación.

En concreto, respecto de la aportación de los hechos

al proceso, el derecho a la igualdad de armas tiene por objeto

evitar una situación de privilegio o supremacía de una de las

partes, garantizando así la igualdad efectiva de las posibilidades y

cargas del actor y del demandado en la alegación y prueba de los

hechos controvertidos para lograr la plenitud del resultado

probatorio.

Asimismo, destacar que la igualdad de las partes

debe desarrollarse dentro del marco de un proceso con

contradicción. Así, el Tribunal Constitucional español señala que

“el principio de contradicción, en cualquiera de las instancias

procesales, constituye una exigencia ineludible vinculada al

derecho a un proceso con todas las garantías”.

b) Derecho a la imparcialidad judicial

Reconocimiento implícito en el derecho a un proceso con

todas las garantías

El Tribunal Constitucional español, acogiendo la

doctrina que sobre el juez imparcial ha fijado el Tribunal Europeo

de Derechos Humanos, entiende que la imparcialidad tiene como

138
fin último proteger la efectividad del derecho a un proceso con

todas las garantías85.

El Tribunal Constitucional peruano, refiere que

mientras que la garantía de la independencia, en términos

generales, protege al Juez frente a influencias externas, el

principio de imparcialidad, estrechamente ligado al principio de

independencia funcional, se vincula a determinadas exigencias

dentro del proceso, definidas como la independencia del Juez

frente a las partes y al objeto del proceso mismo86.

Al respecto, debemos indicar que si bien en los

Tribunales sostienen que la falta de imparcialidad del juzgador

debe encuadrarse dentro del derecho al Juez predeterminado por

la ley, la más reciente posición, reformulando esta doctrina

jurisprudencial, coloca el derecho al Juez imparcial dentro del más

genérico derecho a un proceso con todas las garantías.

• Imparcialidad subjetiva-imparcialidad objetiva

Se distingue dos modos de apreciar la imparcialidad

judicial, o dos vertientes de la misma: una subjetiva, que se refiere

a la convicción personal de un juez determinado respecto al caso

concreto y las partes; y otra objetiva, que incide sobre las

85
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 133-134.
86
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, Exp. No. 0023-2003-AI/TC, Asunto, Defensoría del
Pueblo, fundamento 34.

139
garantías suficientes que debe reunir el juzgador en su actuación

respecto al objeto mismo del proceso.

• Derecho al Juez natural

El derecho al juez natural está reconocido en el

artículo 139°, inciso 3), de la Constitución, según el cual "Ninguna

persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por

la ley (...)".

Esta disposición, señala el Tribunal Constitucional

peruano87, “exige que la competencia del juez llamado a conocer

el proceso penal deba ser determinado a partir de reglas

preestablecidas en base a distintas consideraciones (materia,

territorio, grado, etc.), de forma que quede garantizada su

independencia (principio que, a su vez, es recogido en el inciso 2)

del mismo artículo 139°) e imparcialidad en la resolución de la

causa. Constituye, a la vez de un derecho subjetivo, parte del

"modelo constitucional del proceso" recogido en la Carta

Fundamental, cuyas garantías mínimas siempre deben ser

respetadas para que el proceso pueda tener calidad de debido”.

En ese sentido, el Tribunal Constitucional peruano

considera que toda norma constitucional en la que pueda

reconocerse algún grado de implicancia en el quehacer general

del proceso debe ser interpretada de manera que, aquellas

87
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, idem.

140
mínimas garantías, recogidas fundamentalmente en el artículo

139° de la Constitución, sean, siempre y en todos los casos, de la

mejor forma optimizadas, aun cuando dichas normas establezcan

algún criterio de excepción88.

• La recusación como medio de protección de la

imparcialidad judicial

La recusación se configura como el único remedio

arbitrario por la Ley para desplazar del conocimiento del proceso

a aquellos Jueces y Magistrados que posean una especial

relación con las partes o con el objeto del proceso y que, por ello,

susciten recelo sobre su imparcialidad.

La imparcialidad presupone el deber de abstenerse

de jueces y magistrados cuando concurra alguna causa legal, y el

correlativo derecho de las partes a recursarlos.

Este derecho debe ejercerse tan pronto se tenga

conocimiento de la causa que fundamente la falta de

imparcialidad judicial. En caso contrario, esto es, el no ejercicio

del citado derecho en tal momento procesal supone la preclusión

o imposibilidad de poder ejercitarlo con posterioridad.

88
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, idem.

141
Para poder ejercer este derecho resulta

imprescindible conocer la composición del tribunal sentenciador.

Por ello, tan sólo una vez conocida la composición de la Sección o

Sala sentenciadora se está en condiciones de formular la

correspondiente recusación. En caso de existir un cambio de

composición del Tribunal, surge el deber de poner en

conocimiento de las partes la nueva composición del Tribunal,

pues ello hace posible, entre otras cosas, que aquéllas puedan

ejercer su derecho a recusar en tiempo y forma89.

4.6. DERECHO A UTILIZAR LOS MEDIOS DE PRUEBA PERTINENTES

a) Concepto y alcance

El derecho a la prueba consiste en que las pruebas

pertinentes sean admitidas y practicadas. Por ello, la no práctica

de un medio probatorio inicialmente admitido es o puede ser una

denegación tácita del derecho a la prueba.

Se trata de un derecho de configuración legal, esto

es, el legislador interviene activamente en la delimitación del

contenido constitucionalmente protegido por este derecho, por lo

que necesariamente la acotación de su alcance debe encuadrarse

dentro de la legalidad. El derecho a la prueba debe prevalecer

89
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 135.

142
sobre los principios de economía, celeridad y eficacia que

presiden la actuación de la Administración de Justicia90.

De igual modo, el derecho a la prueba conlleva la

necesidad de motivar o razonar la decisión judicial que inadmita

un medio probatorio.

b) Ámbito de aplicación

El derecho a la prueba es ejercitable en todo tipo de

procesos, independientemente del orden jurisdiccional en el que

se ejercite. Las diligencias para mejor proveer no forman parte

integrante del derecho a la prueba. Sin embargo, si el órgano

jurisdiccional entiende que deben practicarse, las partes tienen

derecho a intervenir contradictoriamente durante su realización.

c) Titularidad

El derecho a la prueba corresponde a ambas partes

procesales, esto es, tanto a la actora o acusadora como a la

demandada o acusada.

La relación entre el derecho de defensa y el derecho

a la prueba ha servido para justificar las limitaciones probatorias

contenidas en algunos procesos sumarios pues, en estos casos,

el perjudicado tiene la posibilidad de ejercitar plenamente la

90
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 143.

143
defensa de sus intereses legítimos en el proceso declarativo

ordinario posterior. Así, mantiene que no se incurre en indefensión

que la parte a la cual se limitan los medios probatorios pueda

acudir al juicio declarativo plenario o pueda utilizar a favor de su

pretensión otros instrumentos que el ordenamiento en su totalidad

le brinde.

d) Límites

El derecho a la prueba no tiene un carácter ilimitado.

Dada su naturaleza de derecho de configuración legal, su ejercicio

debe acomodarse a las exigencias y condiciones impuestos por la

normativa procesal.

4.7. DERECHO A NO DECLARAR CONTRA SÍ MISMO Y A NO


CONFESARSE CULPABLE

Los derechos a no declarar y a no confesarse

culpable se encuentra previsto en el Art. 8.2 literal g, de la

Convención Americana de Derechos Humanos. Asimismo, se

haya recogido en los Arts. 14° del Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos y 6 del Convenio Europeo de

Derechos Humanos.

Como refiere I JUNOY, “estamos en presencia de

dos derechos íntimamente conectados entre sí, y ambos son

garantías o derechos instrumentales del genérico derecho de

144
defensa, al que prestan cobertura en su manifestación pasiva,

esto es, la que se ejerce precisamente con la inactividad del

sujeto sobre el que recae o puede recaer una imputación. Por ello,

el órgano judicial debe siempre ilustrar al imputado, o a quien

pueda adquirir tal condición, desde el primer acto procesal, sus

derechos constitucionales aquí analizados”91.

Comprende los siguientes aspectos:

- No obligatoriedad en la declaración del presunto culpable;

Validez plena de las confesiones hechas de modo voluntario


aunque sean contra sí mismo;
- No desvirtuación o invalidez de la declaración realizada en la

etapa sumarial por el hecho de su rectificación en el acto del

juicio oral;

- Insuficiencia para desvirtuar el derecho a la presunción de

inocencia, de la declaración contra sí mismo efectuada sin

presencia de un órgano jurisdiccional;

- Distinción del derecho a no declarar contra sí mismo y no

declararse culpable con actos que, en mayor o menor medida,

entran en conflicto con el mismo, como el deber del ciudadano

de someterse al «test de alcoholemia», el deber del

contribuyente de aportar los documentos acreditativos de su

situación económica, etc...

91
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 143.

145
La declaración contra sí mismo en la que medie

engaño debe no ser tenida en cuenta e invalidarse por privarla del

carácter de voluntaria que le es esencial.

También, la declaración contra sí mismo prestada

por medio de tortura, o bajo constricción o compulsión, es una

prueba inadmisible y radicalmente nula.

Sin embargo, la declaración contra sí mismo

prestada en el sumario ante el Juez Instructor no se desvirtúa por

el simple hecho de su rectificación en el acto del juicio oral ante el

Tribunal sentenciador. Cuando el medio de investigación sumarial

es reproducido en el acto del juicio oral, en condiciones de

inmediación, oralidad y publicidad, permitiendo la contradicción,

adquiere carácter probatorio, aunque su resultado sea distinto en

ambos momentos procesales, pudiendo dicho Tribunal fundar su

convicción en las declaraciones que crea más verosímiles.

No sucede lo mismo respecto de la declaración

contra sí mismo reflejada en un atestado policial, considerada

como insuficiente para desvirtuar la presunción de inocencia, ya

que el atestado donde se recoge tal declaración tiene únicamente

el valor de denuncia. Asimismo, el derecho a no declarar contra sí

mismo y a no confesarse culpable, no se vulnera cuando el

ciudadano tiene que cumplir los siguientes deberes:

146
El deber de tolerar que se le someta a una especie de

pericia técnica, como lo es el «test de alcoholemia». El deber de

aportar o exhibir los documentos contables pertinentes

acreditativos de su situación económica y financiera ante la

Administración tributaria. Al igual que sucede en el caso anterior,

aquí el contribuyente no está haciendo una manifestación de

voluntad ni emite una declaración que exteriorice un contenido

admitiendo su culpabilidad.

Por último, el deber del titular de un vehículo, cuando sea

debidamente requerido para ello, de identificar al conductor

responsable de una ilicitud cometida con su vehículo, no puede

considerarse atentatorio a los derechos a no declarar contra sí

mismo y a no confesarse culpable.

4.8. DERECHO A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

El derecho a la presunción de inocencia, consagrado

en el Art. 2° numeral 24, literal “e”, señala que “toda persona es

considerada inocente mientras no se haya declarado

judicialmente su responsabilidad”. Este principio, además de su

obvia proyección objetiva como límite de la potestad legislativa y

como criterio condicionador de las interpretaciones de las normas

vigentes, opera su eficacia en un doble plano92:

92
I JUNOY, Joan Picó, ob. Cit. P. 155.

147
Por una parte, incide en las situaciones extraprocesales y

constituye el derecho a recibir la consideración y el trato de no

autor o partícipe en hechos de carácter delictivo, y determina por

ende el derecho a que no se apliquen las consecuencias o los

efectos jurídicos anulados a hechos de tal naturaleza; y,

Por otro lado, despliega su virtualidad, fundamentalmente,

en el campo procesal, con influjo decisivo en el régimen jurídico

de la prueba. Desde este punto de vista, el derecho a la

presunción de inocencia significa que toda condena debe ir

precedida siempre de una actividad probatoria, impidiendo la

condena sin pruebas. Además, significa que las pruebas tenidas

en cuenta para fundar la decisión de condena han de merecer tal

concepto jurídico y ser constitucionalmente legítimas. Significa,

asimismo, que la carga de la actividad probatoria pesa sobre los

acusadores y que no existe nunca carga del acusado sobre la

prueba de su inocencia.

En consecuencia, la presunción de inocencia que,

como garantía propia del proceso penal, se resume en la idea

básica de que toda persona acusada de una infracción

sancionable es inocente mientras no se pruebe lo contrario, es

aplicable, más allá del mismo, a todo acto del poder público, sea

administrativo o judicial, mediante el cual se castiga una conducta

de las personas, definida en la ley como infractora del

ordenamiento jurídico.

148
4.9. EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y EL DEBIDO PROCESO EN LA
JURISDICCIÓN MILITAR

A raíz de la promulgación de la legislación

antiterrorista, en el decenio del noventa, donde lo más saltante

era que tribunales militares se encargaban de conocer y juzgar a

civiles que cometían delitos de terrorismo, y otros delitos

considerados como delitos comunes, la Comisión Interamericana

de Derechos Humanos, cuestionó duramente estas leyes, por

vulnerar el debido proceso.

Al respecto, en el año 2002, el Tribunal

Constitucional Peruano derogó una serie de artículos de la

legislación antiterrorista (Decreto Ley N.° 25659, Decreto Ley N.°

25880, Decreto Ley N.° 25708), al considerarlas como

inconstitucionales93. En el Informe sobre Terrorismo y Derechos

Humanos, de 22 de octubre de 2002, la Comisión Interamericana

de Derechos Humanos de la OEA, señala que94:

"El derecho internacional de los derechos humanos requiere que,

para que el proceso en un tribunal competente, independiente e

imparcial sea justo, debe ir acompañado de ciertas debidas

garantías que otorgan a la persona una oportunidad adecuada y

efectiva de defenderse de los cargos que se le imputan. Si bien el

93
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, Exp. No. 010-2002-AI/TC, Asunto, Marcelino Tineo
Silva.
94
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, idem.

149
principio rector en todo proceso debe ser siempre el de la justicia

y aun cuando puede ser necesario contar con garantías

adicionales en circunstancias específicas para garantizar un juicio

justo, se ha entendido que las protecciones más esenciales

incluyen el derecho del acusado a la notificación previa y

detallada de los cargos que se le imputan; el derecho a

defenderse personalmente o mediante la asistencia de abogado

de su elección y –en los casos que así lo requiera la justicia–

librarse de cargos, así como a comunicarse libre y privadamente

con su defensor. Estas protecciones también incluyen un tiempo y

medios adecuados para la preparación de su defensa, a interrogar

a los testigos presentes en el tribunal y la obtención de la

comparecencia, como testigos, de expertos y otras personas que

puedan arrojar luz sobre los hechos".

Por su parte, el Tribunal Constitucional Peruano,

compartiendo las ideas de la Comisión Interamericana de

Derechos Humanos, destacó que la autorización para que los

tribunales militares juzguen a civiles por los delitos de traición a la

patria y terrorismo, en efecto, son lesivas del derecho al Juez

Natural. Y que así como en el fuero común rige el debido proceso

con todas las garantías que consagra la Carta Fundamental, dicho

mandato también debe hacerse extensivo a todas las

jurisdicciones especiales, incluida la jurisdicción militar.

150
Así en la STC de fecha 09-06-2004, Exp. No. 0023-

2003-AI/TC, el Tribunal Constitucional peruano, señala que: “el

principio de unidad no obsta que el legislador pueda establecer, al

interior del Poder Judicial, juzgados especializados; siempre que

dichos órganos intrajurisdiccionales aseguren al justiciable todas

las garantías al debido proceso y a la tutela judicial efectiva”.

Posteriormente, agrega que “si bien el mencionado inciso 1 del

artículo 139° de la Constitución ha considerado excepcionalmente

a la jurisdicción militar como una jurisdicción independiente, ello

no autoriza a que ésta diseñe y autorice el ejercicio de sus

atribuciones con inobservancia de los principios constitucionales

que informan la actividad de todo órgano que administra justicia,

tales como el de independencia e imparcialidad de la función

jurisdiccional, así como el de la garantía de inamovilidad de los

jueces”. Seguidamente termina enfatizando que “de igual modo, la

jurisdicción militar, en tanto órgano jurisdiccional, no se encuentra

exceptuada de observar todas aquellas garantías que componen

el derecho al debido proceso...”.

• Observaciones realizadas por la Corte Interamericana de

Derechos Humanos a la Ley Orgánica de la Justicia Militar

En el año 2002, la Corte Interamericana de

Derechos Humanos ponía serios reparos a la forma como se

encuentra legislado el sistema de nombramiento de los jueces

151
militares en el Perú, cuestionando la independencia de estos en el

procesamiento de civiles.

A través de la sentencia del 30 de mayo de 1999,

recaída en el Caso Castillo Petruzzi, Párrafo 130, la Corte señaló

que, "de conformidad con la Ley Orgánica de la Justicia Militar, el

nombramiento de los miembros del Consejo Supremo de Justicia

Militar, máximo órgano dentro de la justicia castrense, es

realizado por el Ministro del Sector pertinente. Los miembros del

Consejo Supremo de Justicia Militar son quienes, a su vez,

determinan los futuros ascensos, incentivos profesionales y

asignación de funciones de sus inferiores. Esta constatación pone

en duda la independencia de los jueces militares".

Asimismo, la Corte enfatizó que “las Fuerzas Armadas y la

Policía Nacional están íntimamente vinculadas al Poder Ejecutivo,

siendo su Jefe Supremo el Presidente de la República, razón por

la que entre ellos existe una relación de obediencia manifiesta, no

existiendo motivo por el que se pueda suponer que esta relación

desaparezca cuando los miembros de la institución castrense

cumplen labores jurisdiccionales”.

• Acción de inconstitucionalidad presentada por la

Defensoría del Pueblo contra diversos artículos de la Ley

Orgánica de Justicia Militar y el Código de Justicia Militar

152
Nuestra posición, conforme ha sido expuesta a lo

largo de la presente investigación, sin duda, es por la vigencia de

la jurisdicción militar, pero que la misma sea respetuosa de las

garantías que informan el proceso de la jurisdicción ordinaria. No

pretendemos que el fuero militar sea una jurisdicción ajena a los

principios y garantías que rigen el fuero común, por el contrario,

postulamos su equiparación en este aspecto.

De esta forma, la existencia de la jurisdicción militar

se encuentra sujeta al principio de legalidad penal, al derecho a la

tutela judicial efectiva y a las garantías procesales exigibles para

su efectividad. Como refiere CAZORLA PRIETO, los órganos de

la jurisdicción militar han de ajustarse en todo momento en sus

actuaciones a los principios, reglas y normas de la Constitución,

otorgándose al encausado, las garantías procesales que el Art.

139° de la Constitución reconoce.

El Tribunal Constitucional Peruano, ante la acción de

inconstitucionalidad presentada por la Defensoría del Pueblo, se

ha pronunciado declarando inconstitucional diversos artículos del

Código de Justicia Militar, así como de la Ley Orgánica de Justicia

Militar. En ese sentido, ha considerado que los artículos 6°, 22° y

31° de la Ley Orgánica de Justicia Militar, son inconstitucionales

por existir incompatibilidad entre el ejercicio de la función

jurisdiccional y la condición de oficial en actividad de las Fuerzas

Armadas o Policía Nacional. En tal sentido, el Tribunal señala

153
que: “los tribunales militares sean conformados en su mayoría por

oficiales en actividad, vulnera los principios de independencia e

imparcialidad de la función jurisdiccional, además del principio de

separación de poderes, ya que, por un lado, quienes integran las

diversas instancias de la jurisdicción militar son funcionarios de

tales institutos castrenses; y por otro, porque, por principio, es

incompatible que personas sujetas a los principios de jerarquía y

obediencia, como los profesionales de las armas que ejercen

funciones jurisdiccionales, puedan ser al mismo tiempo

independientes e imparciales”95.

Por las mismas razones, declara inconstitucionales

los artículos 62°, 63° y 65° de la Ley Orgánica de Justicia Militar,

por vulnerar el principio de independencia judicial. Así como los

artículos 66° y 69° de la LOJM, que establecen que la situación

militar o policial de los miembros del Cuerpo Jurídico Militar sea

determinada por la Ley de Situación Militar de las Fuerzas

Armadas y el Estatuto Policial; Por conexión también declara

inconstitucional los artículos 38° y 67° del mismo Código de

Justicia Militar.

El Tribunal Constitucional declara inconstitucional el

artículo III del Título Preliminar de la LOJM, en el extremo que

establece que la Justicia Militar “...en el ejercicio de sus funciones

sus miembros no dependen de ninguna autoridad administrativa,


95
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, Exp. No. 0023-2003-AI/TC, Asunto, Defensoría del
Pueblo, fundamento 42.

154
sino de los Organismos Judiciales de mayor jerarquía”, lo cual es

efecto inconstitucional porque establece un sistema de

subordinación entre los órganos de la jurisdicción militar, cuando

todos los jueces y tribunales son independientes en el ejercicio de

la función jurisdiccional, encontrándose sometidos únicamente al

derecho, mediante la Constitución y la ley96. De esta forma,

agrega el Tribunal, “la independencia del Juez no sólo se debe

proteger en relación al Poder Ejecutivo sino, también, debe

garantizarse al interior de la estructura misma de la cual el Juez

forma parte, e incluso respecto de los tribunales orgánicamente

superiores (independencia funcional)97. Asimismo, por las razones

antes expuestas, declara inconstitucional el artículo 15 de la

LOJM, así como el artículo 12° de la misma LOJM, en cuanto a

las facultades establecidas en los incisos a, b, c, d, e y f. De igual

forma, declara inconstitucional el artículo 8° y el inciso 2 del

artículo 14° de la LOJM, por establecer como atribución del

Presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, la

composición de la Sala; y los artículos 7° y 22° de la mencionada

ley, por disponer que en la composición de un mismo tribunal

militar puedan existir magistrados con diferente rango militar.

De otro lado, el Tribunal Constitucional declara

inconstitucional los artículos 23°, 31° y 32° dela LOJM, referidos a

los nombramientos de los jueces militares por parte del Ejecutivo,

96
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, idem, fundamento 50.
97
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, idem, fundamento 51.

155
al contravenir el principio de independencia de la función

jurisdiccional. En efecto, el Tribunal considera que “no está

garantizada la independencia del juez militar frente al Poder

Ejecutivo desde el momento en que éste nombra a quienes

integran los Consejos de Guerra y Consejos Superiores de la

Policía Nacional y a los Jueces Instructores Permanentes, e

incluso cuando tiene competencia para disponer el número de

jueces que debe existir de acuerdo a las necesidades del servicio.

La intervención del Poder Ejecutivo, directa o indirectamente, en

el ordenamiento de los jueces militares, representa un atentado

contra la independencia judicial y la garantía de imparcialidad”98.

Respecto al derecho de defensa de los efectivos militares

y policiales, el Tribunal Constitucional declaró inconstitucional el

artículo 81° de la LOJM, por cuanto este dispositivo permite que

un oficial de armas, sin formación jurídica, lleve a cabo las

funciones de defensor de oficio. El tribunal enfatiza que “la

defensa técnica o letrada consiste en la asistencia de un

profesional del Derecho en el proceso, y tiene por finalidad

garantizar el principio de igualdad de armas y la efectiva

realización de contradictorio, por lo que su ejercicio no puede ser

encomendado a efectivos militares que carecen de formación

jurídica”99.

98
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, idem, fundamento 58.
99
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, idem, fundamento 69.

156
Cabe señalar también que el Tribunal declara

inconstitucional el Capítulo III del Decreto Ley No. 23201,

relacionado con el organismo denominado Ministerio Público, así

como todo extremo de esta ley, y del Código de Justicia Militar, en

los casos que prevean la actuación de los fiscales de la

jurisdicción militar, en vista de no estar integrada al organismo

Ministerio Público prevista en el Art. 158° de la Constitución. Al

respecto el Tribunal considera que “...las atribuciones

constitucionalmente conferidas a este órgano constitucional

(Ministerio Público), no pueden ser ejercidas por ningún otro

órgano, toda vez que no existe norma constitucional que habilite

un supuesto de excepción”100. Por la misma razón, el Tribunal

declara inconstitucional el segundo párrafo del artículo 374°, Art.

135°, Art. 378° y el Art. 387° del Código de Justicia Militar.

100
Sentencia del Tribunal Constitucional Peruano, idem, fundamento 74.

157
CAPÍTULO QUINTO

EL DELITO DE FUNCIÓN

Y SU NECESARIA REFORMULACIÓN

5.1. El Delito de Función en su Contexto


constitucional

5. 2. La Seguridad Nacional como Doctrina y el


Delito de Función

5.3. Los ciudadanos y el Delito de Función


5.3.1. El caso de los militares en situación
de retiro
5.3.2. El caso de los civiles

5.4. El Delito de Función y su necesaria


Reformulación
5.4.1. La fórmula unitaria del delito de
función a la luz de la jurisprudencia
nacional
5.5. Aspectos sustanciales de la justicia militar que
deben ser modificados

158
5.1. EL DELITO DE FUNCIÓN EN SU CONTEXTO CONSTITUCIONAL

La Constitución de 1993 no brinda una definición del “delito

de función”, tan solo señala en su artículo 173 que “En caso de delito de

función, los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional

están sometidos al fuero respectivo y al Código de Justicia Militar. Las

disposiciones de éste no son aplicables a los civiles, salvo en casos de

delitos de traición a la patria y de terrorismo que la ley determina. Quien

infringen las normas de Servicio Militar Obligatorio están asimismo

sometidos al Código de Justicia Militar”.101

El antecedente del citado artículo se encuentra en la

Constitución de 1979, concretamente, en la propuesta presentada por la

Comisión de Fuerza Pública y Defensa Nacional de la Asamblea

Constituyente de 1978-79, según la cual: “Los miembros de la Fuerza

Pública, en los casos de delitos referidos a su función están sometidos al

Fuero Penal Militar y al Código de Justicia Militar102. Dicha redacción

vinculaba los delitos castrenses a las funciones que la Constitución

objetivamente asignaba a las Fuerzas Armadas, y al parecer, ése mismo

fue el sentido de la expresión “delito de función”. Al momento de la

redacción final de la Constitución de 1979.

Al respecto, por ejemplo, Enrique Bernales Ballesteros ha

planteado que una denominación más exacta sería la de “delito militar”.

101
En Enrique Bernales (en colaboración con Alberto Otárola), Op. cit., p. 743.
102
Citado por Defensoría del Pueblo, OP. cit., p. 43

159
Una opción103 de esta naturaleza, señala este autor, podría ser

desarrollada por la ley sobre la base del concepto jurídico del delito de

función al que se refiere la Constitución, más el artículo 75 de la Ley

Orgánica de Justicia Militar se refiere expresamente a los delitos

militares como marco de referencia de la actuación de la justicia militar, y

por su parte el artículo 2 del Código de Justicia Militar alude a la referida

categoría.

Además, es importante tomar en cuenta la definición

efectuada por el artículo 14 del Código Procesal Penal de 1991, que

opta por una concepción de delito de función sobre bases reales y no

personales, en la medida que se trata de delitos especiales propios que

afectan un bien jurídico público vinculado a la institución castrense.

Según el indicado texto. “La justicia militar está limitada a los delitos

directamente vinculados con las funciones militares o policiales, en

cuanto afecten bienes jurídicos exclusivamente castrenses y el orden

disciplinario de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional. En estos casos

el personal militar y policial están sometidos al fuero respectivo y al

Código de Justicia Militar”.104

103
Tal es el criterio de Enrique Bernales Ballesteros, en Op. cit., p. 743.
Al respecto debe tomarse en cuenta la propuesta que ha presentado el Ministerio de Defensa, Proyecto
de Código de Justicia Militar. Op. cit., 68 pp.
104
Artículo 14 del Código Procesal Penal de 1991, aprobado por Decreto Legislativo 638. Trujillo:
Normas Legales, 1994, p. 157.

160
5.2. LA SEGURIDAD NACIONAL COMO DOCTRINA Y EL DELITO DE

FUNCIÓN105

Felipe Villavicencio Terreros106 señala que la Seguridad

Nacional como doctrina fue introducida en los años sesenta por parte de

los militares norteamericanos y brasileños que consideraban a la

convulsionada realidad política y social de Latinoamericana como una

variable de la denominada “guerra permanente”, la cual se hallaba

inspirada a partir de la polarización mundial entre Oriente y Occidente.

En su artículo 163° la actual Constitución de 1993

contempla el concepto de “Defensa Nacional”107 donde se vincula y

comprende a su vez el concepto de “Seguridad Nacional”.

Así, se hace difícil distinguir a aquellos que alteran el orden

interno y aquellos que ponen en peligro la integridad del Estado ante una

guerra exterior. Realmente, esto es muy problemático.

La distinción entre los connacionales y el enemigo pierde

nitidez como consecuencia lógica de la doctrina de la “Seguridad

Nacional”, cada vez que ahora el enemigo del Estado puede ser tanto

externo como interno. El Concepto de “orden del sistema” resulta único e

indivisible dado que todo aquel que esté contra él o en desacuerdo con

él es un enemigo.

105
Al respecto, ver el artículo I del Decreto Legislativo Nº 743; en Diario El Peruano, 8 de noviembre de
1991. Separata Especial.
106
Felipe Villavicencio Terreros, Introducción a la Criminología. Lima: Grijley, 1997, pp. 187-189.
107
Un concepto de “defensa nacional” en Alfredo Quispe Correa, en Constitución y Defensa Nacional.
Lima: Ediciones Luis Alfredo, 1994, pp. 103-106.

161
Enemigo es todo aquel que no está con ese orden o con el

status quo; es más, se tiende a un nuevo concepto de nacionalidad: sólo

son nacionales los que están de acuerdo con el orden.

Ya en la década del cincuenta, estas ideas doctrinales

sobre la Defensa Nacional habían sido planteadas en nuestro país por el

Centro de Altos Estudios Militares CAEM. Esta institución sostiene que el

fin supremo del Estado es el bien común, al cual deben añadirse la

seguridad integral y el bien como dos finalidades relacionadas entre sí.

La idea es que mientras el bienestar pertenece al ámbito de

la política y de la economía, la seguridad integral es entendida como

aquella situación en la que el Estado garantiza su existencia, la

integridad de su patrimonio y como la facultad de actuar con plena

autonomía y libertad tanto en el campo externo como interno.

En el caso peruano, el concepto de seguridad nacional

implica que tanto la Policía Nacional como las Fuerzas Armadas

participen en la seguridad o el orden interno.

En la actualidad en Latinoamérica la Doctrina de la

Seguridad Nacional está siendo reemplazada por la Doctrina de la

Seguridad Ciudadana.108

108
Al respecto, ver Juan Faroppa Fontana, “Administración de Justicia y Seguridad Ciudadana”; en
Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos. Lima: Comisión Andina de Juristas, 1999, 387-402.
También ver Carlos Ayala Corao, “Derechos Humanos y Seguridad Ciudadana: instrumentos y
organismos internacionales”; Op. cit., pp. 405-424.

162
La Seguridad Ciudadana hace referencia a la criminalidad a

que estamos todos expuestos y que provoca un miedo que “se percibe

como una preocupación por el fenómeno de la delincuencia en tanto que

constituye un peligro social”. Dicho miedo puede ser tanto objetivo como

subjetivo: objetivo debido a la posibilidad de ser víctimas de delitos; y

subjetivo debido a la percepción que tenemos de ser víctima de la

delincuencia.

El profesor Ricardo Brousset Salas es crítico de la idea de

que la Justicia Militar conozca casos de delincuencia común, y sostiene

que debe respetarse el debido proceso. Además ha tenido cuidado de

hacer una breve historia de lo que han sido estos “encargos” al Fuero

Militar: “... nos basta remitirnos sólo a tres de las varias situaciones en

que se produjeron durante el presente siglo: 1) Durante las primeras

décadas del presente siglo se sometió a la Justicia Militar a las entonces

denominadas “Bandas de Negros cimarrones” que salteaban a quienes

transitaban por la entonces desolada vía Lima-Callao (hoy la Av.

Colonial); 2) Durante el Régimen Militar que gobernó el país entre los

años 1968-1979, se sometió a la “Justicia Militar” a los civiles imputados

de victimar a miembros de las entonces fuerzas policiales, dándose

durante este período el tristemente célebre caso Uscuvilca - Machare en

el cual ante la duda respecto a cuál de los dos procesados victimó a un

efectivo policial dentro de una balacera generada en su captura, se

condenó a ambos procesados a la Pena de Muerte por el Fuero Militar

(aplicándose el indubio pro societate, en contravención del mandato

163
constitucional) siendo ejecutados; y, 3) Durante el presente régimen, a

partir de 1992 se viene sometiendo a la Justicia Militar a los civiles

Imputados del delito de Traición a la Patria (entendida como figura

agravada de terrorismo en tiempo de paz)”.109

Al respecto, esta investigación es firme cuando plantea que

juzgar a delincuentes comunes por el Fuero Militar, bajo el amparo de la

doctrina de la Seguridad Nacional (y Seguridad Ciudadana como parte

de ésta), es un craso error que atenta contra la naturaleza de la Justicia

Militar, el debido proceso y contra el sistema jurídico nacional.

5.3. LOS CIUDADANOS Y EL DELITO DE FUNCIÓN

5.3.1. El Caso de los Militares en Situación de Retiro

El artículo 70 del Decreto Legislativo 752, la Ley de

Situación Militar, establece que “al pasar un militar al retiro, ejercerá sus

derechos y obligaciones políticas de acuerdo a la Constitución política

del Perú sin limitación alguna”.

El artículo 53 de dicho Decreto señala que “retiro es la

situación del oficial que se encuentra fuera de las situaciones de

actividad y de disponibilidad, apartado definitivamente del servicio”.

De ello, se desprende que los miembros de la Policía

Nacional y Fuerza Armada en situación de retiro no se encuentran

109
Ricardo Brousset Salas, “El debido proceso, la seguridad ciudadana y la jurisdicción militar en el
Perú”; en Revista de Derecho y Ciencia Política, vol. 56 Nº 56 2) Universidad Mayor de San Marcos,
Lima, 1998, p. 347.

164
afectos a las disposiciones del Código de Justicia Militar ni de la Ley

Orgánica de Justicia Militar.

Por otro lado, el artículo 12 de la indicada Ley de Situación

militar señala que: “Los oficiales en Situación de Actividad y/o

Disponibilidad están sujetos a los alcances del Código de Justicia Militar

y al de los Consejos de Investigación de cada Instituto”.110

No obstante, son conocidos los casos en que oficiales en

situación de retiro fueron sometidos a proceso, bajo el supuesto de

infracciones al Código de Justicia Militar. Así tenemos los casos de

militares en situación de retiro como los Generales Rodolfo Robles

Espinoza, Walter Ledesma Rebaza, Germán Parra Herrera, Alberto

Arciniega, que fueron procesados bajo distintos cargos como ultraje a la

Nación y a las Fuerzas Armadas, insulto al superior y ofensa a la

institución, ultraje a los institutos armados e insulto al superior en agravio

del Estado.

Respecto de este tema, la presente Tesis plantea que los

militares en situación de retiro deben ser juzgados por la Justicia Militar

en el único caso de infidencia cuando éste atente contra la seguridad del

Estado basado este hecho en la información que los policías y militares

obtienen como consecuencia de sus funciones cuando se encontraban

aun en actividad.

110
En la Ley de Situación Militar, Decreto Legislativo 752.

165
5.3.2. El Caso de los Civiles

La Constitución de 1993 prohíbe a la Justicia Militar juzgar civiles,

puesto que su ámbito competencial se circunscribe a los delitos de

función y solo puede aplicar el Código de Justicia Militar. Sin embargo, a

raíz del problema desatado por la violencia terrorista que asoló el país,

la nueva Carta Fundamental, muy marcada por esta circunstancia,

permitió el juzgamiento de civiles, aunque circunscribiéndolo a los delitos

de terrorismo y traición a la patria, siempre que así lo decidiera el

legislador ordinario por ley expresa.

De tal forma que, de acuerdo a las normas que promulgó el

Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional en 1992, los delitos

de terrorismo denominados “traición a la patria” (pues afectan no a la

seguridad exterior del Estado sino a bienes jurídicos vinculados al orden

interno, a la seguridad y tranquilidad públicas), son de conocimiento del

Fuero Militar bajo un procedimiento sumario establecido en el Código de

Justicia Militar para los juicios en el teatro de operaciones. Debemos,

además, tomar en cuenta que el artículo 323 del Código de justicia

Militar señala que la jurisdicción militar también es competente para

conocer de las causas que se sigan contra civiles por el delito de traición

a la patria, en caso de guerra exterior.

La Comisión interamericana de Derechos Humanos, ha sido

crítica al respecto: en su informe anual de 1996 sostiene que “.. a los

civiles juzgados en los tribunales militares se les niega el derecho a ser

166
oídos por un juez independiente e imparcial, derecho que les confiere el

artículo 8.1 de la Convención. El cometido principal de las Fuerzas

Armadas consiste en combatir a los terroristas, luchando en plano militar

contra los grupos armados irregulares, y ésta es su principal función en

la campaña contra la subversión.”111 La mencionada Comisión considera

que las fuerzas armadas exceden su función natural cuando juzgan a los

civiles acusados de pertenecer a los grupos subversivos, porque esta

función corresponde a la justicia penal ordinaria.

La idea de los opositores es que esta situación lleva consigo un

debilitamiento de la vigencia de los elementos que conforman el debido

proceso. Pero a ello se podría oponer la idea de que una justicia penal

bien entendida podría ser asumida como una de las garantías de la

preservación del Estado de Derecho.

Este acápite de la Tesis puede ser oportuno para señalar que de

lo que se trata es de propiciar un acercamiento entre Fuerzas Armadas,

Policiales, y sociedad civil.

Esta Tesis llega a la conclusión de que el Fuero Militar no debe

conocer de éstos casos, y menos aplicar un proceso propio del

denominado Teatro de Operaciones. Sin embargo, hoy es fácil ser

crítico, pero una actitud responsable y objetiva nos lleva a determinar

111
Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Lima: Defensoría del Pueblo,
1998, p. 19.

167
que en su momento la Justicia Militar se constituyó en argumento

importante de la lucha contra el terrorismo.

Esto último no es jurídicamente correcto, pero ocurre que la

realidad es siempre más rica y la mayor parte de las veces es

determinante.

En la STC N.° 0010-2001-AI/TC, el Tribunal Constitucional

peruano estableció que los civiles no pueden ser sometidos al fuero

militar, así estos hayan cometido los delitos de traición a la patria o

terrorismo, pues de la interpretación de la segunda parte del artículo

173° de la Norma Suprema sólo se desprende la posibilidad de que en

su juzgamiento se apliquen las disposiciones del Código de Justicia

Militar, siempre que la ley respectiva así lo determine, y, desde luego,

que tales reglas procesales sean compatibles con las derechos

constitucionales de orden procesal.

5.4. EL DELITO DE FUNCIÓN Y SU NECESARIA REFORMULACIÓN

Lo anteriormente señalado nos lleva de manera inobjetable

a tomar en cuenta la realidad. Precisamente, la Justicia Militar, en la

práctica, ha estado tomando conocimiento de determinados delitos

cometidos por el personal policial y militar pero que no están tipificados

por el Código de Justicia Militar sino por el Código Penal Común. Para

ello el operador jurídico-militar debía recurrir a cierta interpretación del

Derecho Positivo Nacional como un todo orgánico; es decir, debía

168
recurrir al concepto doctrinal de “sistema jurídico”. Esta interpretación de

la ley ha motivado –y no sin razón- mucho conflicto, en el que han

tomado parte juristas e instituciones tanto nacionales como

internacionales.

Es de precisar que, la reformulación del concepto de delito

de función, pasa por dos aspectos que considero trascendentales: el

primero, se encuentra relacionado con la discrecionalidad que realiza el

Juez para establecer cuál es la competencia del infractor, para lo cual

debe realizar una labor de interpretación, basado en el criterio de

razonabilidad, y dado que la jurisdicción penal militar constituye una

excepción constitucional a la regla del juez natural general, su ámbito

debe ser interpretado de manera restrictiva. En segundo lugar, debe

tomarse en cuenta que la fórmula tripartita para establecer la

competencia de la jurisdicción militar: por razón del cargo, por razón del

lugar y por razón de la persona, ha devenido en poco dúctil e

inoperativa, pues no permite establecer con certeza el ámbito

jurisdiccional aplicable al caso.

De esta forma, se ha tenido por conveniente introducir una

nueva fórmula, donde la competencia de la jurisdicción castrense quede

determinado al conocimiento de los delitos militares, por razón del

objeto, es decir, cuando se lesionen bienes jurídicos de carácter militar.

Como señala el Tribunal Constitucional español en el recurso de amparo

169
No. 245/1981112, “La extensión de la jurisdicción militar a estos casos se

explica por cuanto la lesión de esos bienes jurídicos puedan afectar a la

defensa nacional encomendada a las Fuerzas Armadas”.

Al respecto, la Corte Constitucional de Colombia113,

también comparte lo resuelto por su similar de España, cuando afirma

que: “El miembro de la fuerza pública, así se encuentre en servicio

activo, ha podido cometer el crimen al margen de la misión castrense

encomendada: en este caso, el solo hecho de estar en servicio activo no

lo exime de ser sometido al derecho penal común (...) Para que un delito

sea de competencia de la justicia penal militar debe existir un vínculo

claro de origen entre él y la actividad del servicio, esto es, el hecho

punible debe surgir como una extralimitación o un abuso de poder

ocurrido en el marco de una actividad ligada directamente a una función

propia del cuerpo armado. Pero aún más, el vínculo entre el delito y la

actividad propia del servicio debe ser próximo y directo, y no puramente

hipotético y abstracto. Esto significa que el exceso o la extralimitación

deben tener lugar durante la realización de una tarea que en sí misma

constituya un desarrollo legítimo de los cometidos de las Fuerzas

Armadas y la Policía Nacional...”.

Por su parte, el Tribunal Constitucional Peruano ha

señalado que el ámbito de la justicia militar está estrictamente restringido

al juzgamiento de los denominados “delitos de función”, caracterizando a

112
Sentencia Tribunal Constitucional español, núm. 75/1982 (Pleno ), de 13 diciembre de 1982.
113
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia, C-358/97.

170
éste, no (sólo) la condición de militar del agente activo, sino la infracción

de bienes jurídicos propios de las instituciones castrenses114.

5.4.1. LA FÓRMULA UNITARIA DEL DELITO DE FUNCIÓN A LA LUZ

DE LA JURISPRUDENCIA NACIONAL

Con el fin de delimitar con claridad lo que se entiende por

delito de función, la doctrina ha introducido nuevos criterios que han

permitido redefinir el ámbito de competencia de la jurisdicción militar115.

Del tradicional tríptico competencial: por razón de la materia, por razón

del lugar y por razón de la persona, se ha pasado a un único criterio de

atribución competencial: el del delito.

Aunque en realidad, el asunto es un poco más complejo. La

Corte Constitucional de Colombia, ha señalado dos criterios para que un

delito sea de competencia de la justicia penal militar: a) que exista una

clara vinculación de origen entre el delito y la actividad del servicio que

realiza, y b) que éste vínculo sea próxima y directa, nunca abstracta116.

En un sentido muy similar la legislación italiana indica que “la

competencia de los tribunales militares viene definida por la

convergencia de dos elementos: uno subjetivo, la pertenencia a las

114
Sentencia del Tribunal Constitucional peruano, Exp. No. 0017-2003-AI/TC, fundamento 110.
115
Al respecto, confróntese por ejemplo, el artículo 3º.2 de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del
Poder Judicial de España. FERNANDEZ SESSAREGO, Francisco, “La jurisdicción militar en la
Constitución española”, en: BIDART CAMPOS, German y otros (Coordinadores) Jurisdicción
militar y Constitución en Iberoamèrica (libro homenaje a Domingo Garcìa Belaunde), Grijley, Lima,
1997, p. 185-189. Asimismo, la sentencia de la Corte Constitucional de Colombia, C-358/97.
116
C-358/97, de 05 de agosto de 1997.

171
Fuerzas Armadas, y otro objetivo, el carácter sustancialmente militar del

delito117.

El Tribunal Constitucional Peruano ha señalado que de

ningún modo puede considerarse determinante la referencia a que el

ilícito penal sea cometido por un militar o policía; del mismo modo,

tampoco puede considerarse decisivo el hecho de que el sujeto pasivo

afectado por la conducta ilícita del sujeto activo sea un militar, policía, o

la propia institución. En consecuencia, acota el Tribunal citando a

BIDART CAMPOS, “no basta que el delito se cometa en acto de servicio,

o con ocasión de él, o en lugar militar: es menester que afecte por su

índole a las Fuerzas Armadas como tales”118.

Por su parte, el delito de función se define precisamente

como “aquella acción tipificada expresamente en la Ley de la materia, y

que es realizada por un militar o policía en acto de servicio o con ocasión

de él, y respecto de sus funciones profesionales”119. Pero como se

puede apreciar, esta es la definición que hemos estado criticando, y que

ha conducido a una serie de confusiones.

Por ello, el Tribunal Constitucional Peruano ha sintetizado

el delito de función en las siguientes características básicas120:

117
FERNANDEZ SESSAREGO, Francisco, ob. Cit. P. 140.
118
EXP. N.º 0017-2003-AI/TC, Asunto Defensoría Del Pueblo, fundamento 5.5.
119
EXP. N.º 0017-2003-AI/TC, Asunto Defensoría Del Pueblo, fundamento 5.5.
120
EXP. N.º 0017-2003-AI/TC, Asunto Defensoría Del Pueblo, fundamento 5.5.

172
a). Se trata de afectaciones sobre bienes jurídicos de las Fuerzas

Armadas o de la Policía Nacional tutelados por el ordenamiento legal, y

que se relacionan con el cumplimiento de los fines constitucionales y

legales que se les encargan.

Es preciso que la conducta considerada como antijurídica se encuentre

prevista en el Código de Justicia Militar. Ahora bien, no es la mera

formalidad de su recepción en dicho texto lo que hace que la conducta

antijurídica constituya verdaderamente un delito de función. Para que

efectivamente pueda considerarse un ilícito como de “función” o “militar”,

es preciso que:1) Un militar o policía haya infringido un deber que le

corresponda en cuanto tal; es decir, que se trate de la infracción de una

obligación funcional, por la cual el efectivo estaba constreñido a

mantener, o a realizar, o no realizar, un comportamiento a favor de la

satisfacción de un interés considerado institucionalmente como valioso

por la ley. Esto indica que no se configura como infracción al deber

militar o policial la negativa al cumplimiento de órdenes destinadas a

afectar el orden constitucional o los derechos fundamentales de la

persona. 2) Con la infracción del deber militar, el autor haya lesionado un

bien jurídico militar que comprometa las funciones constitucionales y

legalmente asignadas a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional. 3)

La infracción revista cierta gravedad y justifique el empleo de una

conminación y una sanción penal.

173
b). El sujeto activo del ilícito penal-militar debe ser un militar o efectivo

policial en situación de actividad, o el ilícito debe ser cometido por ese

efectivo cuando se encontraba en situación de actividad. Evidentemente,

están excluidos del ámbito de la jurisdicción militar aquellos que se

encuentran en situación de retiro, si es que el propósito es someterlos a

un proceso penal-militar por hechos acaecidos con posterioridad a tal

hecho.

c). Por último, que cometido el ilícito penal que afecta un bien jurídico

protegido por las instituciones castrenses o policiales, este lo haya sido

en acto del servicio; es decir, con ocasión de él.

5.5. ASPECTOS SUSTANCIALES DE LA JUSTICIA MILITAR QUE DEBEN

SER MODIFICADOS

Los aspectos cuestionables de la justicia militar que deben ser

modificados, son los siguientes:

1. Si bien es cierto que el criterio del Tribunal Constitucional cuestiona

que los tribunales militares estén conformados en su mayoría por

“oficiales en actividad” (artículos 6°, 12° y 31° del Decreto Ley N.°

23201, Ley Orgánica de Justicia Militar LOJM), hecho que

supuestamente vulnera los principios de independencia e imparcialidad

de la función jurisdiccional, además del principio de separación de

poderes. Se dice además que la imparcialidad del juzgador se ve

cuestionado cuando el personal de las fuerzas armadas inmersas en el

174
combate contra los grupos insurgentes, son los propios encargados del

juzgamiento de las personas vinculadas a dichos grupos. Empero

también es verdad que no se toma en cuenta la naturaleza de la

Función Jurisdiccional Castrense, es así que al respecto disiento con

dicha posición en la medida que considero que no existe

incompatibilidad entre el ejercicio de la función jurisdiccional y la

condición de oficial en actividad de las Fuerzas Armadas o Policía

Nacional, dado que el militar o policía en actividad no sólo ejerce el

cargo de magistrado con mucho profesionalismo y responsabilidad, en

la medida que los cargos en su mayoría son ejercidos por oficiales del

Cuerpo Jurídico Militar, conocedores del derecho y de la especialidad

judicial en lo castrense; sino que además, por la propia especialización

que reviste este fuero privativo, resulta necesario que se encuentre en

situación de actividad, siendo viable se modifique el procedimiento

adoptado para su designación con la intervención del Consejo

Nacional de la Magistratura, por lo que se ensaya al respecto una

sugerencia que esperamos sea acogida, conforme podrá verificarse en

la parte final del presente trabajo.

2. Que los tribunales militares estén conformados por oficiales abogados

y por oficiales de armas sin formación jurídica. Este hecho es de suma

importancia, porque conforme veremos en las sentencias expedidas

por el CSJM, que se analizan infra, en líneas generales, podemos

afirmar que existe una deficiente calificación jurídica de los hechos

delictivos, lo cual debe cambiar, considerándose en los cargos

Jurisdiccionales únicamente al personal con formación jurídica, vale

175
decir del Cuerpo Jurídico Militar, contando con el Auditor como un

asesor en materia operativa, el cual puede ser un policía o militar de

armas.

3. Que, actúen como defensores, oficiales sin título de abogado (artículo

81º de la LOJM), y que eventualmente, un oficial de grado inferior de

Coronel o Capitán de Navío no pueda excusarse de prestar el servicio

de defensa ante un tribunal militar; en la medida que atenta contra el

principio de la Defensa Cautiva.

4. Que se admita la posibilidad de que los miembros de las Fuerzas

Armadas y Policiales acudan directamente ante la autoridad judicial

respectiva (Art. 374º del CJM). Asimismo, por disponer el Código de

Justicia Militar (Art. 375º), que si los fiscales de los juzgados no ejercen

la acción penal de hechos puestos en su conocimiento por los

Consejos o el Juez Instructor, éstos podrán abrir instrucción, decisión

que deberá ser elevada en consulta al Consejo Supremo de Justicia

Militar o al respectivo Consejo. De igual forma, por otorgar

discrecionalidad a las autoridades judiciales correspondientes para

promover la acción penal ante denuncias realizadas por la prensa.

Queremos subrayar que la justicia militar, de acuerdo a lo establecido

en el Artículo III del Título Preliminar de la LOJM, en concordancia con lo

consagrado en la Constitución Política del Estado (artículos 139º inciso 1 y

173º), es autónoma, independiente y especializada, debiendo sus actuaciones

estar sometida al imperio de la ley, entendida esta en su sentido material, así

como a la estricta observancia de los preceptos constitucionales y en especial

176
los que garantizan los derechos y garantías fundamentales, tales como, el

debido proceso, la libertad, la doble instancia, reconocimiento de la dignidad

humana, entre otros.

En tal sentido, expresamos nuestro desacuerdo con la posición de la

Defensoría del Pueblo que afirma que la Justicia Militar no debe ser un órgano

excluido y paralelo del Poder Judicial, y que por el contrario, debe ser una rama

especializada al interior de éste, cuyos fallos sean susceptibles de ser

recurridos para ser revisados ante la Corte Suprema121. La posición de la

Defensoría del Pueblo implicaría una reforma de la Constitución,

particularmente de los artículos 139º inciso 1 y del artículo 173º, que consagra

la jurisdicción militar como independiente y contraviene criterios básicos de una

sociedad en estado de derecho, que garantiza en todo momento la

permanencia de sus instituciones, por lo que lo más lógico sería fortalecer la

justicia militar, en función de una reforma legislativa que permita delimitar

claramente su campo de acción y no disponer su desarticulación.

121
Defensoría del Pueblo, Hacia una reforma de la justicia militar en el Perú, Informe 6-64, Lima, 2002,
p. 110.

177
CAPÍTULO SEXTO

LA JURISDICCIÓN MILITAR Y EL DELITO DE FUNCIÓN

EN EL DERECHO COMPARADO

6.1. La Jurisdicción Militar en el Derecho


Comparado (Modelos)

6.1.1. Modelo Británico


6.1.2. Modelo Italiano
6.1.3. Modelo Francés
6.1.4. Modelo Alemán

6.2. La Jurisdicción Militar y El Delito de Función


En el Derecho Iberoamericano

6.2.1. España
6.2.2. Argentina
6.2.3. Colombia
6.2.4. México
6.2.5. Brasil

178
6.1. LA JURISDICCIÓN MILITAR EN EL DERECHO COMPARADO

(Modelos)

En nuestra defensa de la Jurisdicción Militar, es sumamente

importante que apreciemos los principales modelos que al respecto

existen. Lo determinante en esta exposición breve de los modelos122

está en la existencia, forma de existencia o inexistencia, de la

Jurisdicción Militar misma.

6.1.1. Modelo Británico

Lo más importante a resaltar de este modelo es la

inexistencia de órganos jurisdiccionales militares de carácter

permanente. De acuerdo con la Mutiny Act de 1869, la justicia

militar en tiempos de paz reside en los consejos de Guerra, a los

que se les atribuye competencia para conocer de los delitos de

motín, sedición y deserción.

En este modelo, los Tribunales Militares no tienen

existencia permanente, sino que son convocados por la autoridad

a fin de llevar a cabo un enjuiciamiento determinado.

Como características principales del modelo británico

podemos señalar las siguientes: la delimitación rigurosa de las

competencias de las cortes marciales y de las personas que

122
Una exposición de los modelos o sistemas de jurisdicción militar en el Derecho Comparado, en
Defensoría del Pueblo, Op. cit., pp. 9-15.

179
pueden ser sometidas a éstas, tal competencia es aplicable tanto

a los militares en actividad como a los reservistas mientras se

encuentran en servicio activo. En lo que se refiere a los no

militares, no están sujetos a la ley militar, ni siquiera en tiempo de

guerra, salvo casos excepcionales.

Las penas impuestas por un Consejo de Guerra no son

válidas ni pueden ejecutarse mientras no sean confirmadas por la

autoridad superior, que a su vez es la encargada de realizar la

convocatoria. Es potestad de esta autoridad disponer que la Corte

vuelva a revisar el caso o a su vez pedir que se modifique el fallo.

Algo trascendental relievar es que la ausencia de aprobación por

la autoridad implica la nulidad del procedimiento.

Al respecto, en el Informe de la Defensoría del Pueblo se

señala que luego de “la Segunda Guerra Mundial no sólo se

institucionalizó este recurso de apelación ante la Corona, sino que

se instauró una jurisdicción de apelación superior para toda la

Justicia Militar, mediante la Courts Martial Act. de 1951. Esta

forma, con una reforma en 1968, establece un derecho legal de

apelación del fallo de culpabilidad dictado por cualquier consejo

de guerra, ante el mismo Tribunal de Apelaciones de lo Criminal

de la Justicia Ordinaria, aunque con un nombre y composición

especial; integrado exclusivamente por magistrados civiles”.

180
Del mismo modo que en Gran Bretaña, tampoco en los

Estados Unidos de Norte América los tribunales militares tienen

carácter permanente. Así lo ha establecido la tradición de su

derecho militar positivo, desde que en 1775 fue promulgado su

primer código militar.

El impacto inglés en Norteamérica es tal, que el

anteriormente citado Informe Defensorial señala: “En cuanto a la

competencia de la justicia militar, cabe mencionar que los

miembros de la policía son juzgados por los tribunales civiles. En

ningún caso los civiles, en tiempo de paz, pueden ser desviados

de un juez natural ni sujetos a la jurisdicción castrense”.

6.1.2. Modelo Europeo Continental

El denominado modelo europeo continental, a decir de la

doctrina, sería el contrapuesto al modelo británico. Ocurre que, el

más interesante es el caso italiano. Así, la Constitución italiana

sancionada en 1947, en su art. 103, prescribe lo siguiente:” Los

Tribunales Militares… en tiempo de paz, tienen jurisdicción por los

delitos militares cometidos por personas pertenecientes a las

Fuerzas Armadas”. A través de leyes de desarrollo constitucional,

en la década del ochenta, se preceptuó el ámbito de aplicación,

para tiempos de paz, de la justicia militar.

181
En tiempos de paz, los civiles no pueden ser juzgados por

tribunales militares; a la vez que los tribunales militares no ejercen

jurisdicción sobre el personal militar cuando el delito cometido por

éstos es de naturaleza común.

Es de señalarse que la característica más importante de

este modelo radica en el “principio de unidad jurisdiccional”; desde

esta perspectiva, no es posible el establecimiento de jueces de

excepción. Lo que existe es una jurisdicción especializada dentro

del propio poder judicial, a fin de que conozca determinadas

materias.

6.1.3. Modelo Francés

El modelo francés determina la existencia de la justicia

militar sólo al tiempo de guerra. En 1982, Francia suprimió la

jurisdicción castrense, quedando sus funciones como parte de la

justicia ordinaria, con la salvedad de aquellos ejércitos en tiempo

de guerra o que se encuentren fuera del país.

La legislación penal militar procesal (así como la alemana)

no presupone la existencia de una jurisdicción castrense, por lo

que los delitos militares que cometa dicho personal serán

juzgados por la justicia ordinaria, según los procedimientos

182
comunes, de igual forma como ocurrirá con cualquier ciudadano

francés.

6.1.4. Modelo Alemán

De forma análoga al modelo francés, en Alemania se

establece que los casos disciplinarios y de quejas del personal

militar deben ser conocidos por los tribunales federales. Pero,

ocurre que, en el propio ámbito federal y bajo la supervisión del

Ministerio de Justicia, pueden estatuirse Tribunales Penales

Militares; éstos tendrán jurisdicción sobre personal militar que se

encuentre fuera del país o en tiempo de guerra.

Tal como vemos, en este modelo la jurisdicción militar

propiamente no existe. Incluso los delitos militares son juzgados

por la justicia ordinaria o civil.

6.2. LA JURISDICCIÓN MILITAR Y EL DELITO DE FUNCIÓN EN EL

DERECHO IBEROAMERICANO

6.2.1. España

La Constitución española de 1978, al regular el Poder

Judicial, dispone en su artículo 117.5 señala que “El principio de

unidad de jurisdicción es la base de la organización y el

183
funcionamiento de los Tribunales. La ley regulará el ejercicio de la

jurisdicción militar en el ámbito estrictamente castrense y en los

supuestos de estado de sitio, de acuerdo con los principios de la

Constitución”.

Sostiene Fernández Segado que el artículo 123 de la

Constitución española señala que el Tribunal Supremo es el

órgano jurisdiccional superior en todos los niveles, salvo en

materia de garantías constitucionales. La competencia de los

Tribunales Militares para lo estrictamente castrense, permite

superar el clásico tríptico competencial, en razón de la materia,

del sujeto y del lugar, para circunscribirse al juzgamiento de los

delitos militares. Por ello, el Tribunal Constitucional ha señalado

que la expresión “ámbito estrictamente castrense” debe

interpretarse en el sentido que la justicia militar sólo es

competente cuando se lesionan bienes jurídicos de carácter

militar.123

Acerca del servicio militar, la entrada en vigor de la

Constitución de 1978 convertía en ineludible la reforma de la Ley

de 27 de julio de 1978, La Ley Orgánica del 1 de julio de 1980, por

la que se regulan los criterios básicos de la defensa nacional y la

organización militar determinaba que el servicio militar tendrá para

los españoles carácter obligatorio y prioritario sobre cualquier otro

123
Francisco Fernández Segado. El Sistema Constitucional Español. Madrid: Dykinson, 1992, pp. 762-
764.

184
servicio que se establezca, remitiéndose a la Ley los efectos de

precisar la forma como en la defensa nacional ha de participar la

mujer.

En 1983 se efectúa la revisión de las circunstancias y

condiciones en que se realizaba el servicio militar con el fin de

adaptarlo a la Constitución vigente, especialmente lo que se

refería a la nueva mayoría de edad y a la objeción de conciencia

como causal de exención. La reforma emprendida quedó

finalmente reflejada en la Ley del 8 de junio de 1984.

Esta Ley, establecía cuatro modalidades diferenciadas a

los efectos de la prestación del servicio militar: 1) El servicio militar

obligatorio con una duración del servicio en filas de doce meses y

en el que el Ejército y la demarcación territorial se determinaban

por sorteo;2) El servicio voluntario normal con una duración del

servicio en filas de dieciséis y la posibilidad de elección de la

unidad de destino; 3) El servicio voluntario especial en

determinadas unidades (Guardia Real, Guardia Civil y unidades

Paracaidistas) o en puestos de cierta especialización y con una

duración que oscilaba entre los dieciocho meses y los tres años;

4) El servicio para la formación de cuadros de mandos y

especialistas, tanto para las Escalas de Complemento como para

la reserva Naval.

185
Por otro lado, se estableció una triple situación en el

servicio: disponibilidad, actividad o servicio en filas y reserva.

Esta Ley cuenta con cinco capítulos relativos a

disposiciones generales, reclutamiento para el servicio militar,

prestación del servicio militar, derechos y deberes de los militares

de reemplazo y reserva del servicio militar. Cuenta con un total de

58 artículos, a los que siguen 13 Disposiciones Adicionales, 8

Disposiciones Transitorias, una Disposición Derogatoria y 6

Disposiciones Finales. Podemos observar lo acorde de la

sistemática de la ley respecto de las actividades que ha de

desarrollar el joven que debe cumplir el servicio militar.

Es interesante como esta ley, en su artículo 4, proclama la

dignidad e inviolabilidad de los derechos de la persona, valores

que todo militar de reemplazo tiene obligación de respetar y

derecho a exigir.

El Código Penal Militar y Ley Procesal Militar

La Ley Orgánica 13/1921 la Ley introduce una serie de

modificaciones en el Código Penal Militar, reformas que exigían de la

reforma del Código Penal común, a lo que procede la Disposición

Adicional séptima de la propia Ley. Estas reformas pueden ser

sistematizadas de la siguiente manera: 1) Introducción de un nuevo tipo

186
penal que contempla la desobediencia reiterada y permanente a las

órdenes legítimas de los superiores; a efecto, el apartado primero de la

Disposición Adicional octava introduce un nuevo párrafo en el artículo

102 del Código castrense, precepto que tipifica el delito de

desobediencia; 2) Articulación más racional de los delitos de abandono

de destino o residencia y deserción.

Originalmente, el Código separaba ambos tipos en atención al

sujeto activo de los mismos, que era contemplado además de modo

residual: sujeto activo del primero de esos tipos sólo podía ser un oficial

general, oficial, suboficial o asimilado, mientras que el sujeto activo de la

deserción era el militar no comprendido entre los anteriores, lo que

apuntaba directamente al militar en reemplazo, si bien, como algún

sector doctrinal ha advertido, también otros militares cuya permanencia

en la Fuerzas Armadas es por completo ajena al cumplimiento del

servicio militar podían resultar igualmente reos del delito de deserción.

Esta normatividad era rígida. De conformidad con ella, bastaba

con la ausencia injustificada de la unidad o destino por un período de

tres días para entender el delito de deserción.

La nueva normatividad prevé que el militar de reemplazo también

pueda ser sujeto activo del delito de abandono de destino o residencia,

tipificándose esta conducta en términos idénticos a igual tipo cuando el

sujeto activo es un militar profesional, con la única salvedad del tiempo

187
que ha de transcurrir para la comisión del delito: más de tres días

cuando el sujeto activo es un militar profesional, y más de quince cuando

se trata de un militar de reemplazo.

Acerca del delito de deserción, puede ser sujeto activo de la

deserción cualquier militar, esto es, profesional o de reemplazo,

caracterizándose este delito por el ánimo que debe presidir la ausencia

de la unidad o destino; es decir, sustraerse permanentemente al

cumplimiento de sus obligaciones militares o de función.

La Ley Orgánica de Régimen Disciplinario de las Fuerzas armadas,

12/1985.

Las reformas que la Disposición Adicional décima introduce

en la Ley Orgánica 12/1985, de 27 de noviembre, acerca del Régimen

Disciplinario, reformas con las que se trata de adaptar esta última norma

a las nuevas denominaciones de los militares de carrera, de empleo y de

reemplazo y a las correcciones incluidas en el Código Penal Militar.

6.2.2. Argentina

El Código de Justicia Militar, del 13 de enero de

1898, y su Reglamento de Disciplina del 28 de diciembre de 1905

tuvieron gran trascendencia en la república Argentina.

188
Este Código restringía la competencia de los delitos

y faltas militares, que juzgan los Consejos y en tiempo de guerra,

los jefes, gobernadores militares y comisarios de policía del

ejército. La definición de los delitos y faltas militares indica bien a

las claras que ni por las personas, ni por el lugar se determinará el

fuero de guerra, reducido a las funciones militares y que sólo en

los bandos en tiempo de guerra cobra vigencia.

El Código de 1898, en su artículo 503 y 504, señala

que “Constituye delito militar toda violación de los deberes

militares que tenga pena señalada en este Código y que no se

encuentre comprendida entre las faltas de disciplina; y, además,

todo hecho penado por los bandos que los comandantes en jefe

dicten en tiempo de guerra”.

Pero la justicia militar ha seguido evolucionando en

Argentina de manera tal que la jurisprudencia, ha venido a jugar

un rol muy importante en la complementación del Derecho Penal

Militar argentino.

Hoy, la Constitución vigente en su artículo 16 señala

la igualdad ante la ley y ésta comprende la igualdad ante la

jurisdicción, conforme a la cual todos los habitantes tienen

derecho a ser juzgados por los miembros tribunales, sin que

exista posibilidad de establecer jueces o comisiones especiales

189
para determinados individuos. Por ende, ningún militar, una vez

abolidos los fueros personales, goza de privilegio para ser

juzgados en causas civiles por tribunales militares.124

El actual régimen de competencia de los tribunales

militares según la exposición de motivos que dio origen a la actual

ley 23.049, al incluir el juicio de delitos comunes cometidos en

lugares militares o en ocasión de actos de servicio, configura un

fuero personal probablemente opuesto al artículo 16 de la

Constitución, debiendo la jurisdicción militar ceñirse al

juzgamiento de delitos militares.

Quedó prohibido no sólo implantar tribunales

especiales en desmedro del juez natural, sino sustraer a éste las

causas que en su competencia le fueron atribuidas por una ley

anterior. La exclusión de los jueces de la constitución en el

juzgamiento y decisión final de causas criminales, no tiene

justificativo jurídico una vez superado definitivamente un episodio

subversivo.

En este caso, el proceso militar tiene ciertas

características que afectan considerablemente la garantía de

defensa en su alcance constitucional, toda vez que perjudica

ostensiblemente el derecho de defensa al impedir que el acusador

124
Germán Bidart Campos, Los Tribunales Militares y la Constitución. Buenos Aires: Ediar, 1985, p.
134.

190
asuma el rol de querellante, y al no permitir, por ende, que ejerza

el control del debido proceso en el que se ventilan sus intereses.

Se viola también las garantías constitucionales al acusado que

designe como defensor a un letrado cualquiera de la matrícula, y

por permitirse al juzgador apreciar libremente la prueba.

La Corte Suprema de Argentina, de acuerdo al

artículo 120 del Código de Justicia Militar y artículo 401 de su

Reglamento, ha sentenciado que el comandante de zona

declarada de emergencia tiene atribuciones para aplicar la

sanción prevista por la Comisión de Faltas, y lo dispuesto en el

artículo 42 de la ley 16.970 según lo cual los jueces que

desempeñen funciones en los teatros de operaciones mantendrán

independencia de acción y facultades para aplicar la legislación.

Germán Bidart Campos, sobre el caso de civiles que

son juzgados en el fuero militar, manifiesta que “la sujeción

coactiva de los civiles a la jurisdicción militar deben ser

repudiados; seguimos diciendo que la ley marcial es contraria a la

constitución; seguimos diciendo que ningún tribunal judicial que

debe aplicar una norma puede dejar de analizar antes de aplicarla

si está de acuerdo con o en contra de la constitución. Y por sobre

todo, repetimos que para la seguridad y estabilidad de la

convivencia, de esa convivencia asentada en la constitución no es

bueno, sino muy malo y peligroso, que cuestiones de competencia

191
trabadas con posterioridad a sentencias pasadas en cosa juzgada

sienten el precedente de que tales sentencias pueden ser dejadas

sin efecto. Si la cosa juzgada se tiene por verdadera formalmente,

mucho más debió ser así cuando una verdad material y objetiva

coadyuva como en este caso a mantener la solución acordada por

el juez del hábeas corpus.

La Corte Suprema da por cierto que las situaciones

de excepción no es incompatible con la constitución el

sometimiento de los civiles a la jurisdicción de los tribunales

militares. Hay, en el considerando 3 de la sentencia del caso

Fernández de Palacios, señala Birdart Campos, una frase curiosa:

no se ha demostrado que, suscitada una emergencia, existe

aquella incompatibilidad. Se pregunta Bidart Campos: ¿cómo

puede demostrarse la incompatibilidad o la compatibilidad? ¿Es

acaso una cuestión de hecho? La única demostración es el

razonamiento.

En Argentina, los tribunales militares no integran el

poder judicial. La sujeción a ellos de civiles incursos en delitos

comunes importa tanto como establecer una comisión especial de

las vedada por el art. 18 de la constitución. Por grave que sea una

emergencia, si los tribunales judiciales pueden funcionar, ningún

justiciable debe escapar a su jurisdicción y competencia.

192
La Constitución no autoriza a que la ley transfiera las

competencias judiciales a organismos que no formen los cuadros

del poder judicial; ni siquiera a título de excepción o de

emergencia. Hay agravio al derecho a la jurisdicción, que requiere

como primer estadio el juez natural. Y el juez natural de los civiles

no es un juez militar, válido exclusivamente como causa en razón

de la materia o como fuero real.

Acerca del sometimiento de civiles a tribunales

militares, la Corte Suprema ha señalado que “Para que proceda el

sometimiento de civiles a la jurisdicción de tribunales militares

hace falta que los delitos previstos en las leyes 21.272 y 21.268

guarden vinculación con las actividades subversivas, pero no

cualquier ilícito relacionado con éstas suscita aquella jurisdicción,

sino solamente el que está expresamente previsto en la ley”.

La Corte Suprema admite el sometimiento de civiles

a tribunales castrenses en determinadas circunstancias de

excepción, sólo en tales situaciones resulta admisible la

competencia de dichos tribunales, por lo cual, no configurándose

esa hipótesis en el caso de autos, corresponde declarar su

incompetencia y remitir la causa a la justicia federal.

En lo que se refiere al recurso extraordinario, la

Corte Suprema ha señalado que “Si el recurso extraordinario cuya

193
denegatoria motiva la queja fue interpuesto contra una presunta

sentencia del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que

habría confirmado la condenatoria dictada por un Consejo de

Guerra Especial Estable, y luego se acredita la inexistencia de la

sentencia de aquel Consejo Supremo, y se alega ausencia o

destrucción de las actuaciones sumariales labradas ante el

consejo Especial, la manifestación del recurrente de haber

apelado verbalmente el falto de este último Consejo debe ser

computada favorablemente para decidir que la interposición del

recurso extraordinario era el único medio para atacar la resolución

final que el prevenido creyó haber recaído en su contra, ya para

considerar que una interpretación contraria introduciría un grave

factor de incertidumbre acerca del resultado final del proceso, en

detrimento de la defensa en juicio”. Luego, agrega la corte

Suprema en su fallo: “Si bien el recurso extraordinario es

conducente en el caso para reparar la privación de la segunda

instancia, no alcanza para que la Corte se pronuncie sobre el

fondo del asunto en él planteado, si sobre el punto no existe

sentencia definitiva del superior tribunal de la causa, lo que debe

ser reparado en la respectiva instancia de acuerdo a la apelación

que corresponde tener por deducida contra la sentencia del

Consejo de Guerra Especial Estable de San Juan, a cuyo fin

precede hacer lugar a la queja y devolver los autos al Consejo

supremo de las Fuerzas Armadas a fin de que urgentemente

reconstruya las actuaciones desaparecidas, a efectos de resolver

194
en la instancia pertinente la apelación promovida contra la

sentencia del Consejo de Guerra Especial”.

6.2.3. Colombia

La Constitución colombiana en su artículo 221 establece

que “De los delitos cometidos por los militares en servicio activo y

en relación con el mismo servicio, conocerán las Cortes

Marciales o Tribunales Militares, con arreglo a las prescripciones

del Código Penal Militar.”

De modo que, para que un delito sea de competencia de

la justicia penal castrense, en tiempo de paz, se requieren los

siguientes presupuestos: Que el autor sea Militar; esto es, que

pertenezca a los cuerpos armados del país: Ejército Marina y

Fuerza Aérea, lo mismo que a la Policía Nacional. Que esté en

servicio activo; es decir, que se encuentre en el ejercicio de la

profesión militar y cumpliendo los menesteres y obligaciones

propias de su grado jerárquico, a la época de la comisión del

reato. Que el delito cometido tenga relación con el mismo

servicio; se descartan por lo tanto, infracciones penales

cometidas en circunstancias y con ocasión de actividades ajenas

al servicio castrense.

En lo que se refiere a algunos delitos militares, donde se

pone en cuestión la estricta delimitación del fuero ordinario y el

fuero militar, el artículo 177 del Código Penal de Colombia hace

195
mención al rechazo o retardo de obediencia cometido por un

militar o por agente de la fuerza pública; sostiene que “El militar o

agente de la fuerza pública, que rehúse o retarde indebidamente

el apoyo pedido por autoridad competente, en la forma

establecida por la ley, incurrirá en prisión de uno a cuatro años”.

En la Comisión redactora del Código Penal se plantearon

algunas dudas sobre si la disposición debía hacer parte del

Código de Justicia Penal Militar. Esta ha sido recogida ahora por

los más autorizados comentadores de dicho Código para

sostener que la norma del Código Penal no se puede aplicar a

los militares, ya que para ellos existen las normas especiales del

Código Penal Militar.

El Decreto 0250 del 11 de julio de 1958, dictado durante el

Gobierno de la Junta Militar dispone en su artículo 168 que “El

militar que en ejercicio del mando, o en comisión de orden

público, rehúse o retarde indebidamente y sin causa legítima la

cooperación o apoyo a adecuados pedidos por autoridad civil

competente, incurrirá en arresto de uno a cuatro años. Si de la

omisión o retardo resultare grave daño para la tranquilidad

pública o el buen nombre de las Fuerzas Armadas, la pena será

de prisión”.

196
En cuanto a la delimitación del Código Militar y el Código

Penal ordinario, en relación con la estructura del Código de

Justicia Penal Militar frente al Código Penal ordinario, se plantea

el siguiente problema: ¿El Código de Justicia Militar tiene la

naturaleza de legislación complementaria del Código Penal

ordinario, o, por el contrario, debe ser un Código integral y

autónomo?.

El argumento a favor de la elaboración de un Código

Militar que tuviera el carácter complementario del derecho

general, se encuentra en la consideración de que el delito común

no cambia de naturaleza, ni de gravedad, solamente porque sea

cometida por los militares. En ese sentido, el Código integral, al

comprender toda la criminalidad y constituir la única ley penal

para los militares, sería de fácil aplicación y evitaría las repetidas

referencias a la ley penal común, capaces de producir

inconvenientes para su aplicación, y aseguraría completa

autonomía a la ley penal militar.

El argumento en contra, lo ha escrito Manzini en los

siguientes términos: “El derecho penal militar es un derecho

penal especial, en cuanto es aplicable solamente a las personas

que se encuentran o que obra en determinadas condiciones. Más

adelante continúa: no representa una fracción del derecho penal

común (como sí las innumerables leyes penales administrativas),

197
sino que constituye un cuerpo autónomo de leyes, regido

también, algunas veces, por institutos fundamentales con

principios diversos de aquellos acogidos por el Código Penal

común. Gravísimo y evidente error sería el calificar el derecho

penal militar, en su complejo, como un derecho excepcional o

extraordinario”.

Bernal Pinzón intenta poner orden al respecto. Sostiene

que la razón está de parte de quienes sostienen la tesis de que el

Código Militar debe contener apenas los delitos exclusivamente

militares; es decir, aquellos hechos (acciones u omisiones), que

estén inspirados por estos dos principios que constituyen la

esencia del delito militar: 1) la calidad de militar del culpable, 2) la

calidad de militar del hecho.125 La calidad de militar en el agente

tiene dos consecuencias muy importantes: desde el punto de

vista del derecho sustantivo, dicha calidad es elemento

constitutivo del delito, convirtiéndolo, por ello, un delito propio o

especial; desde el punto de vista procesal, hace que el reo no

sea sometido al juzgamiento por una Corte Militar.

El Código Penal Militar debe ser una ley que contenga los

delitos e infracciones exclusivamente militares; es decir, aquellos

hechos delictuosos en los que entre la calidad del agente (militar)

como elemento constitutivo del hecho; y debiéndose aplicar la ley

125
En Jesús Bernal Pinzón, Delitos Contra la Administración Pública y Asociación para Delinquir,
Bogotá: Editorial Temis, 1965, p. 212

198
común a todos los casos en que no se lesione ese interés

especial que conforma y caracteriza el derecho militar.

En Colombia se ha adoptado el sistema español, que

interpreta el ámbito estrictamente castrense en el sentido de que

la justicia militar, sólo es competente cuando se lesionan bienes

jurídicos de carácter militar. Como hemos visto, este sistema

afirma la unidad de jurisdicción, y contempla la facultad de la

corte Suprema para conocer en casación o revisión de las

resoluciones impugnadas de los tribunales militares.

6.2.4. México

La Constitución mexicana en su artículo 13, señala

que el fuero de guerra comprende exclusivamente delitos y faltas

contra la disciplina militar. De dos maneras pueden ser los delitos

de este género: los propiamente militares y los comunes, que

quedan sujetos al fuero de guerra, en razón de circunstancias

tales como el lugar, el tiempo, el sujeto pasivo. La mayor parte de

los delitos comunes pueden convertirse en militares en virtud de

estas circunstancias: El robo, el homicidio, la falsificación, caen

bajo la jurisdicción de los Consejos de Guerra, cuando se

cometen entre militares y en el interior de los cuarteles, o bien,

tienen por objeto material en que se ejecutan, cosas

pertenecientes a las Fuerzas Armadas.

199
Los delitos propiamente militares pueden reducirse a

dos grupos: los que tienen como objeto jurídico violado, el deber o

decoro militares, como la inutilización voluntaria para sustraerse al

servicio, la desobediencia, la insubordinación, la deserción; y los

que se cometen en la administración de justicia militar o en otras

funciones militares.

El antemencionado artículo de la Constitución

mexicana señala que el agente activo del delito militar puede serlo

un paisano, solamente que entonces el delito militar corresponde

al fuero común, y conocen concurrentemente los tribunales

militares por lo que atañe a los militares que pueden intervenir en

el delito.126

Respecto de los delitos oficiales, el artículo 108 de la

Constitución establece la distinción cuando dice que: “por los

delitos comunes que cometan durante el tiempo de su encargo y

por los delitos, faltas u omisiones en que incurran en el ejercicio

de ese mismo encargo”.

La Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación

en su artículo 41 señala que corresponde a los Jueces de Distrito

en materia penal conocer de los delitos federales. El mismo

126
Ricardo Abarca, El Derecho Penal en México. México: Editorial Cultural, 1947, p. 52.

200
precepto define cuáles son delitos federales: a) Los previstos en

las leyes federales y en los tratados; b) Los señalados en los

artículos 2 a 5 del Código Penal; c) Los oficiales o comunes

cometidos en el extranjero por los agentes diplomáticos, personal

oficial de las legaciones de la República y cónsules mexicanos; d)

los cometidos en las embajadas legaciones extranjeras; e)

Aquellos en que la Federación sea sujeto pasivo f) Los cometidos

por un funcionario o empleado federal, en ejercicio de sus

funciones o con motivo a ellas; g) Los cometidos por un

funcionario o empleado federal, en ejercicio de sus funciones o

con motivo de ellas; h) Los cometidos en contra de un funcionario

o empleado federal, en ejercicio de sus funciones o con motivo del

funcionamiento de un servicio público federal, aunque dicho

servicio esté descentralizado o concesionado; i) Los perpetrados

en contra del funcionario de un servicio publico federal, o en

menoscabo de los bienes afectados a la satisfacción de dicho

servicio, aunque éste se encuentre descentralizado o

concesionado; j) Todos aquellos que ataquen, dificulten o

imposibiliten el ejercicio de alguna atribución o facultad reservada

a la Federación.

Debemos detenernos brevemente a analizar los

delitos cometidos por los funcionarios federales o los que son

cometidos en contra de ellos, son federales cuando las funciones

públicas son el motivo o la ocasión del delito; no cualquier ataque

201
contra el Presidente de la República o contra los Diputados

Federales, es un delito federal.

Otros delitos federales son los cometidos con motivo

del funcionamiento de un servicio público federal. Dichos servicios

están regidos por una ley federal que previene los delitos a los

que puede dar ocasión el servicio público; pero además, los

delitos comunes pueden convertirse en federales en este caso; de

donde resulta que el fraude de un cajero de los ferrocarriles en

contra del público es delito federal.

6.2.5. Brasil127

La actual Constitución del Estado de la República de Brasil

contiene disposiciones sobre la jurisdicción militar federal y la

jurisdicción militar en los Estados. Estas jurisdicciones se rigen

tanto por el Código Penal Militar y Procesal Militar federales, ya

que solamente la Unión tiene competencia para legislar sobre el

Derecho Penal y Derecho Procesal especial o común.

La Constitución en sus artículos 122 a 124, da los

fundamentos de la Justicia Militar Federal, o sea, de la Justicia

Militar que tiene competencia para procesar y juzgar los delitos

militares de los integrantes de las Fuerzas Armadas, incluyendo la

127
Respecto de la Jurisdicción Militar en este país, consultar a Luis Pinto Ferreira, “La jurisdicción
militar y la Constitución de la República Federativa del Brasil”; en Germán Bidart Campos y José
Palomino Manchego, Op. cit., pp. 109-129. También José Alfonso da Silva, “Noticias sobre la
jurisdicción militar en el Brasil”, en Germán Bidart Campos y José Palomino Manchego, Op. cit., pp.
85-108.

202
previsión de los órganos de la jurisdicción militar y sus

competencias, en cuanto el artículo 125, incisos 3 y 4, autorizan a

los Estados a organizar su Justicia Militar para procesar y juzgar a

los policías militares.

La Jurisdicción Militar en Brasil tiene los siguientes

órganos: el superior Tribunal Militar y los tribunales y jueces

Militares instruidos por la ley. El Superior Tribunal Militar está

compuesto de quince jueces, diez militares y cinco civiles, todos

vitalicios, con la denominación de Ministros, nombrados por el

Presidente de la República, después de su aprobación por el

Senado Federal.

El Presidente de la República elige a los Ministros militares

entre brasileños, mayores de treinta y cinco años, siendo: tres

abogados de notorio saber jurídico y conducta intachable, con

más de diez años de efectiva actividad profesional, y dos,

alternativamente, entre jueces, auditores y miembros del

Ministerio Público de la Justicia Militar (artículo 123).

La Constitución no exige que los Ministros civiles sean

brasileños de nacimiento, como lo exigía sí en el régimen anterior.

Los Ministros militares han de ser brasileños de nacimiento

no porque ello sea exigido para integrar el Tribunal, sino porque la

203
Constitución requiere que los oficiales de las Fuerzas Armadas

tengan esa cualificación.

Por otro lado, el Superior Tribunal Militar es también un

órgano de la Jurisdicción Militar, como decimos los tribunales y

jueces militares instituidos en la ley. La propia Constitución

menciona a los jueces auditores que la ley habrá de incluir en la

institucionalización de la Justicia Militar de primer grado. En

cambio, el texto constitucional en su artículo 122 se refiere a

tribunales y jueces militares, y la verdad es que no hay otros

Tribunales de Justicia Militar al margen del ya referido Superior

Tribunal Militar. Es también de notarse que la Constitución no

exige que la jurisdicción militar de primer grado sea organizada en

Consejos de Justicia, salvo para la Justicia Militar estatal. Pero la

ley vigente los prevé. De modo que, puede decirse que la

jurisdicción militar de primer grado comprende los Consejos de

Justicia Militar y las Auditorías Militares.

En este país, cada Auditoría tiene un auditor, un auditor

sustituto, un procurador, un abogado de oficio y sus respectivos

substitutos, un secretario, cuatro técnicas del servicio judicial, un

oficial de justicia y demás auxiliares constantes del cuadro

previstos en la ley.

Además, la carrera de la magistratura civil de la Justicia

Militar comprende a los Auditores Sustitutos, los Auditores y los

204
Auditores-corregidores, y se inicia en el cargo de Auditor Sustituto,

nombrado entre bachilleres en Derecho, con edad no menor a 25

años ni superior a los 45 años, aprobado en concurso público de

pruebas, y por orden de clasificación, en la forma de instrucciones

establecidas por el Superior Tribunal Militar. Los cargos de Auditor

son cubiertos por promoción de los Auditores substitutos, por el

criterio alternado de antigüedad y mérito.

Finalmente, existe una Auditoria de Corrección integrada

por un Auditor-Corregidor, nombrado entre auditores, mediante

triple lista organizada por el Superior Tribunal Militar.

Tengamos, además, en cuenta que los Consejos de

Justicia Militar son de dos categorías:

Consejos Especiales de Justicia para procesar o juzgar

oficiales, excepto oficiales generales que son procesados y

juzgados por el Superior Tribunal Militar.

Consejos Permanentes de Justicia, para procesar y

juzgar a los insumisos y a los acusados que no sean oficiales,

excepto los Auditores, Procurador General, Procuradores y

Abogados, y substitutos que son procesados y juzgados por el

Superior Tribunal Militar.

205
El Consejo Especial de Justicia es presidido por un

Oficial Superior y está constituido por un Auditor y por cuatro

jueces militares, estos siempre de grado más elevado que el

acusado o de grado igual pero con mayor antigüedad. Será

formado para cada proceso y se disolverá después de concluidos

sus trabajos, reuniéndose nuevamente, por convocatoria del

Auditor, si sobreviniere la nulidad del proceso o del juzgamiento, o

para diligencia determinada por el Superior Tribunal Militar.

Los Consejos Permanentes de Justicia son

constituidos por un Auditor, un Oficial Superior (o sea, Teniente

Coronel, Coronel o General), como presidente, y de tres oficiales

hasta el grado de Capitán o Capitán-teniente.

Los jueces militares de los Consejos Especiales y

Permanentes son sorteados por el Auditor con la presencia del

Procurador y del secretario, entre los oficiales de la Marina, del

Ejército y de la Aeronáutica, en servicio activo, en la sede de la

Auditoria, recurriéndose a oficiales fuera de este local, y en el

ámbito de la Circunscripción Judicial de la Auditoría, cuando los

de la sede fueran insuficientes, y no en otra circunstancia.

El tratadista brasileño José Alfonso da Silva

concluye que “Algunos aspectos de legislación penal y procesal

militar aun se resienten de los defectos de su origen, el régimen

206
militar, que no se compadecen con un régimen democrático. La

Constitución actual tiene cierta prevención contra ese pasado

oscuro, por eso trató de limitar la Jurisdicción Militar, de suerte

que muchas de las previsiones del Código Penal Militar y del

Código Procesal Militar, y la misma Ley de Organización Judicial

Militar, no armonizan con el texto de la Constitución. Los

tribunales, con todo, aun no han sido llevados a apreciar de

conformidad constitucional de estos textos infraconstitucionales, a

no ser aquel único juzgamiento del Supremo Tribunal Federal en

que la cuestión continuó convertida y todavía con cierta tendencia

a darle un tratamiento más restrictivo en la Constitución

vigente”.128

128
José Alfonso da Silva, Op. cit, p. 107.

207
CAPITULO SÉPTIMO

EL DELITO DE FUNCIÓN, LA CRIMINALIDAD DE LA GUERRA


INTERNA Y LA CRIMINALIDAD DEL REGRESO
(Un estudio estadístico con los actores)

7.1. Los Presupuestos Metodológicos


7.2. Los Presupuestos Doctrinarios
7.3. Los Presupuestos de la Realidad Objetiva
7.4. Universo y Muestra
7.4.1. Población o Universo
7.4.2. Muestra

7.5. Los Resultados


7.5.1. Los Cuadros Estadísticos
7.5.2. La lectura de los Cuadros Estadísticos

208
7.1. LOS PRESUPUESTOS METODOLÒGICOS

Este Capítulo de nuestra investigación busca establecer

porcentualmente cuales son los criterios que manejan los encuestados

sobre delito de función y su diferencia con los delitos comunes. Para ello,

consideramos que la técnica de la entrevista, que en este Capítulo

empleamos como recurso fundamental, es una modalidad que permite

obtener datos directamente con el sujeto-objeto de este estudio. Hemos

tratado, en lo más posible, de planificar cuidadosamente para determinar

cómo llevar a cabo esta parte de la investigación.

Como sabemos, el método cuantitativo129 permite representar

estadísticamente los datos motivos de la investigación. Quizá la

característica primordial de esta metodología es la objetividad: los

presupuestos conceptuales son transformados a cifras, y una lectura

valorativa de ellas está condicionada a ellas mismas.

Se trata de la metodología aplicada a la investigación del

comportamiento humano. En el caso concreto de esta investigación se

trata del comportamiento de los oficiales y personal subalterno de la

Policía Nacional del Perú antiguamente destacados en zonas de

emergencia y que hoy cumplen condena por delito de función.

129
Ver Restituto Sierra Bravo, Op. cit., pp. 174-238.

209
7.2. LOS PRESUPUESTOS DOCTRINARIOS

“La guerra maldita les había enseñado a no mirar y captar sino lo

inmediato. No eran capaces de ser otra cosa que soldados; es decir, no

volvieron de la guerra... Tal fue la fuente de la desesperación y del fracaso

y la Némesis que trazó la ruta trágica de su destino”.130 Con estas

palabras, Remarque nos acerca a la realidad de aquellos militares que

prestaron servicios en un enfrentamiento bélico y luego concluido éste

tiene que volver a la vida pacífica, con todo lo que ello significa: volver a

encontrarse con la sociedad, con la familia, consigo mismo. Remarque se

refiere al contexto post Segunda Guerra Mundial, pero sus observaciones

bien podrían tener significación para con una realidad como la nuestra en

la cual durante las dos últimas décadas el Perú vivió una guerra interna

que ha costado millones de dólares en pérdidas, pero sobre todo el

espectáculo draconiano de veinticinco mil muertos y otros tantos miles de

vidas que no volvieron a ser ya las mismas.

He ahí el punto: los vivos (o sobrevivientes). Aquellos veinticinco

millones de peruanos que de una u otra forma modificamos en algo (o en

mucho) sus conductas. Pero sobre todo, este Capítulo está dedicado a

aquellos miembros de la Policía Nacional que durante los años ochenta y

noventa del siglo pasado prestaron servicios en aquellas zonas en los que

las organizaciones terroristas de entonces intentaron establecer un

“equilibrio estratégico”, y que cuando la guerra interna terminó al

130
Citado por Mariano Ruiz Funes, Criminología de la Guerra. La guerra como crimen y causa del
delito. Buenos Aires: Editorial Bibliográfica Argentina, sine data, p. 120

210
permanecer brindando sus servicios a la institución policial fueron

acusados, procesados y condenados por Delito de Función.

Mariano Ruiz – Funes,131 autor de un libro extraordinario sobre el

tema, habla de los “automatismos psicológicos” de los que volvieron, de “la

psicología de lo inmediato”, de “la desesperación”, de “la destrucción de la

persona”, de la “disolución familiar”, de “el volver en sí”, todo esto en el

capítulo titulado Criminalidad del Regreso del libro aludido.

Las características mencionadas hacen del que regresa un candidato

al crimen. Por cierto, hay que hacer la salvedad de que no se trata de una

observación empírica convertida en teoría determinista. No todos los que

regresaron adolecen el mal; es más, a la luz de los hechos en su conjunto

puede decirse que la inmensa mayoría se adaptó (o readaptó) a sus

esferas tanto privadas como públicas de su vida. Pero ello no logra falsar

los presupuestos doctrinarios que brevemente esbozamos y sobre los que

se sostiene este estudio, y a la razón principal radica en que este estudio

tiene como objeto precisamente a esa otra pequeña porción de miembros

de la Policía Nacional que sí constituyeron (o constituyen) problema.

Este estudio intenta ubicarse dentro del ámbito psicológico-jurídico,

pues se basa en presupuestos propios de la Criminología y en sentencias

131
Op. cit., ver también, pp. 117-133.

211
judiciales peruanas que de hecho establecen un criterio de verdad

jurídica.132

7.3. LOS PRESUPUESTOS DE LA REALIDAD OBJETIVA

Lo que hemos tenido en el Perú de las dos últimas décadas es un

terrorismo expresado como violencia extrema, dentro de cuyas características

pueden citarse las siguientes:

ƒ Provocar represiones

ƒ Propaganda por la acción

ƒ Provocar la represión indiscriminada del Estado para deslegitimarlo

ƒ Desgaste del gobierno y el aislamiento de su élite dirigente

ƒ Excitación del movimiento obrero

ƒ Proclamación de la insurrección

ƒ Captación o neutralización de la población e interdicción de la

posibilidad de información al enemigo

ƒ Propaganda armada

ƒ Conquista, impacto e influencia en la opinión pública

ƒ Provocación, en el caso del llamado terrorismo negro.

Teniendo en cuenta las estrategias desarrolladas por las dos más

importantes organizaciones terroristas que desarrollaron sus acciones en el

Perú de los ochenta y noventas del siglo pasado, podemos decir que la

estrategia general tuvo las siguientes fases:

132
No obstante, una exposición axiológica de ser policial, en Bartolomé Fiorini, Poder de Policía.
Buenos Aires: Editorial Alfa, 1958, 360 pp.

212
1. Desestabilización del Estado, mediante el control progresivo de los

comportamientos políticos de la población

2. Destrucción de la organización social

3. Fracaso de los medios del enemigo

4. Toma de poder

Las tácticas para conseguir la toma de poder fueron:

ƒ Desmoralizar y provocar a las autoridades políticas y a las Fuerzas

Armadas y a la Policía Nacional del Perú.

ƒ Generar en la sociedad un sentimiento de frustración, cansancio y

desilusión que finalmente provoque su indiferencia y desinterés.

Lo antemencionado -podría decirse- constituye la parte programática,

pero para relatar la realidad objetiva puede decirse que ésta correspondió a la

ideología. Realmente se sembró el terror: a no dudarlo, podría manifestarse

que el terrorismo hizo de nuestro país un inmenso matadero.

7.4. UNIVERSO Y MUESTRA

7.4.1. Población o Universo

Nuestro universo está constituido por Oficiales y Sub-Oficiales de

la Policía Nacional del Perú que en las dos últimas décadas

prestaron servicios en las zonas del país, en las que la subversión

creyó lograr un “equilibrio estratégico”, y que luego al concluir la

guerra interna al servir prestando servicios ya en una urbe

213
presuntamente cometieron Delito de Función por lo cual fueron

condenados.

7.4.2. Muestra

Del universo hemos tomado como muestra a veinte

Oficiales y veinte Sub-Oficiales de la Policía Nacional del Perú que

cumplen condena por Delito de Función; la cual se hace efectiva en

el caso de los primeros en el Centro de Inculpados-CENIN de

Oficiales de la Policía Nacional del Perú ubicado en el distrito de Ate

Vitarte y en el caso de los segundos en el Centro de Inculpados-

CENIN de Sub-Oficiales de la Policía Nacional del Perú ubicado en la

provincia del Callao.

7.5. LOS RESULTADOS

7.5.1. Los Cuadros Estadísticos

ENCUESTA Nº 1

Primer Cuadro

100%
89%
90%
80%
70%
61%
60% 54% 52% 53%
50% 46% 48% 47%
39%
40%
30%
20%
12%
10%
0%

1 2 3 4 5 T i e n e c o n o c i m i e n to
N o T i e n e c o n o c i m i e n to
PREG UNTAS

214
Segundo Cuadro

46%

54%

Conocimiento aceptable
Conocimiento no aceptable

ENCUESTA Nº 2
Primer Cuadro

100%
90%
80% 92%
70%
60%
50%
40%
30%
20% 13%
10% 8%
0%
Perfil profesional y actitud
1y2 3,4y5 psicològica positivos
PREGUNTAS Perfil profesional y actitud
psicològica no positivos

215
Segundo Cuadro

9,5%

90,5%
Mantiene los valores policiales

A trastocado los valores policiales

7.5.2. La Lectura de los Cuadros Estadísticos

ƒ Lectura de la Encuesta Nº 1

En cuanto al nivel de conocimiento acerca del “delito de función” que

tienen los Oficiales y Sub-Oficiales de la Policía Nacional del Perú inculpados

por este delito, de la lectura de los cuadros estadísticos presentados se

desprende que se trata de dos niveles de conocimiento: un conocimiento

teórico y un conocimiento como producto de la actividad cotidiana del policía

Respecto del conocimiento Teórico, puede decirse que el policía

posee un nivel de conocimiento aceptable sobre todo si se inquiere en

cuestiones concretas, en todo caso lo que las cifras presentadas representan

es la carencia del 46% de entrevistados en lo que se refiere al nivel técnico-

jurídico. En cuanto al nivel de conocimiento como producto de la actividad

216
cotidiana del policía, puede decirse que éste sí conoce los límites de la

legalidad de sus actividades como policía.

En conclusión, es recomendable que en la formación académica del

Oficial y Sub-Oficial de policía se incida con más énfasis en la parte jurídica

que atañe a su trabajo.

ƒ Lectura de la Encuesta Nº 2

En cuanto al perfil profesional y psicológico de los Oficiales y Sub-

Oficiales de la Policía Nacional del Perú inculpados por “delito de función”,

intentamos un doble lectura: El ser humano como tal, y el ser policía.

En lo que se refiere a la valoración del ser humano como tal, la

muestra que hemos tomado nos indica que casi en su totalidad los valores

se mantienen.

Por otro lado, en cuanto al ser policía debemos manifestar que el

90.5% mantiene como parte consustancial de su modo de pensar los altos

valores que animan a la Policía Nacional del Perú. Por cierto, existen

excepciones, pero aun dichos casos encuentran explicación dentro de lo

que es la compleja conducta humana.

Puede concluirse que, es recomendable que se produzca todavía un

mayor acercamiento entre el policía y la comunidad; es recomendable,

217
además, que tanto a nivel de la sociedad en general como al interior de la

propia institución policial se procure una mayor dignificación del policía.

218
POST SCRIPTUM

Este es un momento de frontera, de propuestas y cambios, en lo que

respecta al Derecho Penal Militar Peruano. Precisamente, en el centro de dicho

debate se encuentran los tópicos que aborda la presente investigación: La

Jurisdicción Militar y el Delito de Función.

Para confirmar lo que queda expresado líneas arriba, cuando ya esta

investigación había sido concluida el Ministerio de Defensa ha presentado un

Proyecto de Ley Orgánica de Justicia Militar y un Proyecto del Código de

Justicia Militar (ver Diario Oficial El Peruano, domingo 1 de julio de 2001 –

Separata Especial); y el Ministerio del Interior presenta también un Proyecto de

Bases de la Reforma Judicial (ver Diario Oficial El Peruano, domingo 22 de julio

de 2001 – Separata Oficial).

Las iniciativas no sólo parten de constitucionalistas e investigadores

de la problemática de la justicia militar, también las propias instituciones

armadas y policiales se han expresado con propuestas.

Quedan entonces sentadas las posiciones, y queda servido el debate

académico. Es propósito de la presente investigación animar este intercambio

de ideas, justo en un momento fecundo.

219
CONCLUSIONES133

1. Como conclusión primera, se enuncia la siguiente: La jurisdicción militar

posee presupuestos jurídicos, empíricos, y carácter especializado; de

modo que, como fuero de excepción con jerarquía constitucional, entre

nosotros, debe seguir existiendo. Por ello, no estamos de acuerdo con la

posición de la Defensoría del Pueblo que afirma que la Justicia Militar

debe ser una rama especializada al interior del Poder Judicial.

2. El delito de función, entendido como delito militar, se encuentra reducido

al ámbito estrictamente castrense; siendo así, las conductas que no se

encuentran vinculadas con el servicio o la función militar o policial,

deberán ser considerados delitos comunes.

3. El fuero militar, como órgano jurisdiccional, se halla premunido de las

garantías procesales que regulan el derecho al debido proceso; así

pues, su imparcialidad e independencia se encuentran legalmente

protegidas.

4. Los criterios de atribución que anteriormente permitían establecer la

competencia de la jurisdicción militar, se encontraban relacionadas a

través de la fórmula tripartita en razón del delito, del lugar o la persona;

empero, a partir de la sentencia del Tribunal Constitucional que

133
Las Conclusiones que presento son producto de la utilización de los métodos tanto inductivo como
deductivo; además, es de notar que, éstas están redactadas en un sentido afirmativo o de aseveración.

220
conceptualiza el delito de función los criterios utilizados son en razón del

objeto o el bien jurídico protegido.

5. Las propuestas referidas a la Ley Orgánica de Justicia Militar y el Código

de Justicia Militar (tanto en la presente investigación, como de otras

iniciativas que se producen en estos días) no están produciendo un

cambio de paradigma. Los presupuestos en torno a los cuales está

organizada la justicia militar peruana se mantienen; las reformas

propuestas se suscitan fundamentalmente dentro del paradigma

establecido. Este hecho reafirma el sentido histórico de nuestra justicia

militar.

6. Desde una perspectiva realista (tomando en cuenta nuestra cultura

jurídica y social), en cuanto a la Jurisdicción Militar, el actual modelo

doctrinal de permanecer vigente, en este sentido, las reformas a

emprenderse en estos tiempos para ser coherentes deben estar

enmarcadas en nuestro modelo histórico de Jurisdicción Militar y de

fortalecimiento de las instituciones de acuerdo a los principios de un

Estado de Derecho.

221
SUGERENCIAS134

Ante todo, considero que antes de plantear ciertos ensayos de ingeniería

jurídica, una visión global del tema nos obliga a detenernos en actores: en los

hombres y en su carga subjetiva. No existen razones determinantes para dudar

acerca de la labor técnica y honesta del fuero militar.

La idea es que los radicalismos son malos, y si acaso una vida nacional

democrática nos obliga a respetar las instituciones, reconozcamos la

importancia del fuero militar.

De modo que, las sugerencias vertidas en este acápite tienen como

propósito coadyuvar a la idea de la justicia militar como garantía del Estado de

Derecho en el Perú. Así postulamos las siguientes:

1. La jurisdicción militar debe seguir existiendo, por sus presupuestos

jurídicos, empíricos, y carácter especializado; en todo caso, de lo que

se trata es de reformarla para hacerla mas contemporánea al

humanismo.

2. El delito de función debe permanecer limitado al ámbito de la propia

vida castrense; así, aquellas conductas desvinculadas del servicio o

de la función militar o policial, serían considerados delitos comunes.

134
Para elaborar las sugerencias de la presente investigación hemos asumido sobre todo la metodología
hipotética inductiva, pues creemos que lo fundamental es tomar en cuenta la realidad. Parte de la
conducta mesurada que debemos observar precisamente partir de nuestra realidad.

222
3. Los criterios de atribución que se deberían tomar en cuenta para

establecer la competencia de la jurisdicción militar deberían girar en

torno al objeto y al bien jurídico protegido.

4. En cuanto a la conformación de los órganos de justicia militar en

tiempo de paz, si bien a partir de 1996 se incrementa la participación

de los miembros del Cuerpo Jurídico Militar, debe estudiarse la

posibilidad de establecer que todos los vocales supremos y el fiscal

sean oficiales que conformen el cuerpo jurídico militar, y que el único

oficial de armas sea el auditor. Así se evitaría suspicacia alguna, e

indiscutiblemente primaría el principio de especialización.

5. Con el fin de alejar toda duda sobre la independencia que debe gozar

la justicia militar, se propone que la Ley Orgánica de Justicia Militar

sea modificada, en el sentido de que los miembros de la justicia

militar sean evaluados por el Consejo Nacional de la Magistratura,

para luego ser designados por el Presidente de la República

mediante Resolución Suprema, tal como se encuentra regulado en la

Ley Orgánica de Justicia Militar. Este mismo sistema de designación

deberán seguir los fiscales asignados a la justicia militar. En cuanto al

tiempo que deben permanecer en el cargo, se propone que una vez

designados en la plaza correspondiente, no podrán ser removidos de

su cargo sin su consentimiento después de siete años, a menos que

incurran en alguna falta grave o delito, al término del cual deberán ser

sometidos a una nueva evaluación de ratificación.

223
6. Una última sugerencia, que es casi también una ilusión: El hecho de

que el Derecho Penal Militar peruano sea motivo de preocupación

sobre todo de abogados constitucionalistas es muestra elocuente de

que entre nosotros esta disciplina autónoma no conoce aún de

especialistas que hayan desarrollado una labor académica orgánica.

Pueda que esa tarea hermosa nos corresponda a las nuevas

promociones de penalistas militares.

224
ANEXO Nº 1

LOS INSTRUMENTOS DE

LA INVESTIGACIÓN CUANTITATIVA

Los Instrumentos se han elaborado en base a la técnica de la entrevista.

La modalidad de pregunta que hemos empleado es la “pregunta abierta”, no

inducida, en aras de la necesaria objetividad.

Encuesta de Opinión Nº 1

ENCUESTA DE OPINIÓN DIRIGIDA A OFICIALES Y SUB-


OFICIALES DE LA POLICÍA NACIONAL DEL PERÚ INCULPADOS
POR DELITO DE FUNCIÒN, ACERCA DE LOS CRITERIOS QUE
MANEJAN SOBRE ESTE DELITO, Y SUS DIFERENCIAS CON LOS
DELITOS COMUNES.

1. ¿Qué es, para Usted, el Delito de Función?


.............................................................................................................
.............................................................................................................
.............................................................................................................
.............................................................................................................
2. ¿Cuál es la diferencia entre Delito de Función y Delito Común?
.............................................................................................................
.............................................................................................................
.............................................................................................................
.............................................................................................................

225
3. ¿Qué señala la actual Constitución del Estado acerca del Delito de
Función?
.............................................................................................................
.............................................................................................................
.............................................................................................................
.............................................................................................................
4. ¿Qué establece la ley penal militar acerca del Delito de Función?

.........................................................................................................................
.........................................................................................................................
.........................................................................................................................
.........................................................................................................................
5. ¿En qué casos concretos del servicio un policía puede cometer
Delito de Función?
.............................................................................................................
.............................................................................................................
.............................................................................................................
.............................................................................................................

226
Encuesta de Opinión Nº 2

ENCUESTA DE OPONIÒN DIRIGIDA A OFICIALES Y SUB-OFICIALES


DE LA POLICÍA NACIONAL DEL PERÙ INCULPADOS POR DELITO
DE FUNCIÓN, ACERCA PERFIL PROFESIONAL Y PSICOLÒGICO

1. ¿En su caso, que circunstancias en concreto lo llevaron a optar por la


profesión de policía?
................................................................................................................
................................................................................................................
................................................................................................................
................................................................................................................

2. ¿Cuáles cree Usted, son las características de un buen policía?


................................................................................................................
................................................................................................................
................................................................................................................
................................................................................................................
3. ¿Las vidas de un delincuente terrorista, de un delincuente común, y
de un buen ciudadano tienen el mismo valor?
................................................................................................................
................................................................................................................
................................................................................................................
................................................................................................................
4. ¿Qué es lo que debe hacer un delincuente o un ciudadano cualquiera
para que Usted, en circunstancias en que está prestando servicios,
pierda la paciencia? ¿En otras palabras, cuál es su punto límite?
................................................................................................................
................................................................................................................
................................................................................................................
................................................................................................................
5. ¿Comparte Usted la idea de que solamente el Poder Judicial y el
Fuero Privativo Militar deben administrar justicia, o cree Usted que en

227
circunstancias extremas se justifica que los particulares hagan justicia
con sus propias manos?
................................................................................................................
................................................................................................................
................................................................................................................
................................................................................................................

228
ANEXO 2

ANÁLISIS DE CASOS JURISPRUDENCIALES:

5. CASO CESTI HURTADO

1.1. SENTENCIA DE LA CORTE SUPERIOR DECLARANDO FUNDADO


EL HABEAS CORPUS135

Exp. Nro 335-97, Sala Especializada de Derecho Público, Resolución de 12 de


Febrero de mil 1997.

VISTOS; interviniendo como Vocal Ponente el Doctor Salas Villalobos; y


CONSIDERANDO: PRIMERO: Que, el objeto de la presente Acción, está constituido
por la amenaza contra la libertad individual del favorecido Cesti Hurtado, la cual es
representada por la orden de detención dictada en su contra en un procedimiento que
se viene tramitando ante el Consejo Supremo de Justicia Militar, y en el que se le ha
incluido en su condición de militar en retiro; habiéndose identificado dicho proceso
como la causa número cinco mil doscientos noventiséis - cero ciento diecisiete;
SEGUNDO: Que, conforme se desprende a fojas veinte de la copia certificada de la
resolución de fecha veintitrés de Diciembre de mil novecientos noventiséis, expedida
por el Consejo Supremo de Justicia Militar, se abre instrucción contra el recurrente,
conjuntamente con otros Oficiales del Ejército Peruano, por Delitos de Desobediencia,
contra el Deber y Dignidad de la Función, Negligencia y Fraude, siendo que los hechos
se derivan de una operación de seguro efectuada por el Ejército con la Compañía de
Seguros Popular y Porvenir, en la cual el Capitán en retiro Gustavo Cesti Hurtado,
intervino en calidad de Asesor; TERCERO: Que, a fojas veinticinco, corre copia
certificada de la resolución de fecha diecisiete de Enero de mil novecientos
noventisiete, por la cual se varía la orden de comparecencia del afectado, por la de
detención provisional, siendo que de acuerdo a la manifestación de fojas veintiséis
prestada por el Coronel Jorge Molina Huamán-Secretario General del Consejo de
Justicia Militar, tal medida fue adoptada por incumplimiento a la orden de
comparecencia por parte del procesado; CUARTO; Que, la defensa del favorecido, se
centra fundamental y principalmente, en la circunstancia de que no se le puede incluir
en un proceso dentro del fuero castrense, a pesar de ser militar en situación de retiro,
por cuanto en la actualidad, no existe presupuesto vinculante con las Fuerzas
Armadas, que delimiten sus derechos civiles, siendo que por ello, no sólo es
indebidamente su inclusión en el proceso privativo, sino que la orden de detención que
emana de él, consecuentemente es arbitraria y lesiona su derecho irrestricto de
libertad; QUINTO; Que, expuestos los elementos constitutivos que identifican la pre-
sente acción y previo al análisis de los alcances de la garantía constitucional del
Hábeas Corpus como instituto jurídico, de acuerdo al caso específico tratado, a
efectos de determinar su aplicación ó procedencia, resulta preciso determinar que si
bien en otra causa resuelta por este Colegiado y que involucraba alcances de la
justicia castrense a personas que habían pasado a la calidad de militares en situación

135
VALLE-RIESTRA, Javier, Habeas Corpus, Ediciones Jurídicas, Lima, 2005, p. 99-102.

229
de retiro, se determinó que no correspondía emitir pronunciamiento, por implicar un
argumento que debía ser alegado como medio de defensa previo ó de fondo con
arreglo al ordenamiento adjetivo de la materia, no obstante, ello se debió a un caso
único predeterminado en el cual concurría el hecho militar vinculante a ese caso
específico; siendo que en el presente caso, no se advierte tal hecho vinculante, sino
por el contrario, aparece otro elemento En todo caso apreciable por el ordenamiento
sustantivo común; SEXTO: Que, siendo ello así, se tiene que conforme lo establece el
artículo ciento setentitrés de la Constitución Política del Perú, en caso de Delito de
Función, los miembros de las Fuerzas Armadas están sometidos al fuero respectivo y
al Código de Justicia Militar, excluyéndose de estos alcances a los ciudadanos civiles,
salvo en los casos de Terrorismo y Traición a la Patria, que no es del presente caso
tratar; Que, en tal sentido, la norma constitucional, en esencia contiene dos
presupuestos copulativos é interrelacionados de manera indesligable que son los que
van a determinar el sometimiento al fuero privativo, cuales son: a) sujeto activo militar
y b) hecho militar; SETIMO: Que, para los efectos e la concurrencia de ambos
presupuestos, debe tenerse presente que la norma constitucional hace especial
referencia, a la condición de la función que desempeña el sujeto activo y que como
consecuencia de ésta, se produzca un delito tipificado en el Código de Justicia Militar,
lo que quiere decir, que necesariamente dicho sujeto debe estar desarrollando
funciones dentro de los supuestos contenidos en el artículo trescientos veintiuno del
Código de Justicia Militar; OCTAVO; Que, para mayor alcance de tal razonamiento, se
tiene que de acuerdo a la propia naturaleza de los institutos armados, el
establecimiento del fuero privativo además de cumplir los fines coercitivos de carácter
especial en razón de la materia de su competencia, tiene como principal finalidad, la
de resguardar el orden institucional militar propiamente dicho; es decir, cumple la
misión de velar por el control y la disciplina dentro de la institución, cada vez que los
agentes que forman parte de ella con sus actos propios de función directa ó indirecta,
atenten en cualquier grado, contra la estabilidad de dichos componentes
institucionales; NOVENO: Que, en consecuencia, de lo expuesto se llega a determinar
que para someter a una persona al fuero militar, resulta necesaria la ,concurrencia del
hecho vinculante, es decir, el hecho militar atribuido ó que implique además
faltamiento a la majestad de las Fuerzas Armadas, en relación directa al sujeto activo
investigado; DECIMO: Que, en el presente caso, está demostrada la condición de
Oficial en el grado de Capitán del Ejercito Peruano en situación de retiro por parte del
favorecido Gustavo Adolfo Cesti Hurtado, siendo que su participación en los hechos
material de la acción instaurada en el fuero militar, de acuerdo al estudio analítico-
comparativo de los elementos apreciados, son de tipo sustantivo común; en
consecuencia, dada tal condición personal y al tipo sustantivo determinado, se colige
que en todo caso dicho ciudadano no puede ser sometido con mandato de detención a
un proceso privativo dentro del fuero militar; estando a que no reúne los requisitos
constitucionales establecidos por el artículo ciento setentitrés de la Carta Magna para
ser considerado como sujeto activo militar al no haber estado desempeñando labores
ó funciones como militar en cuanto a los hechos que se le atribuyen, no es de
aplicación al presente caso, el Principio de la Extensión del Fuero Militar; DECIMO
PRIMERO: Que, siendo ello así, y resultando ajeno al proceso instaurado en el Fuero
Militar, la Orden de Detención dictada en su contra a que se refiere el Tercer
considerando, implica por lo tanto, una amenaza inminente al Derecho Constitucional
de Libertad del favorecido, debiendo este Colegiado con competencia constitucional
restablecer tal derecho vulnerado; todo ello atendiendo a que la libertad de la persona,
es la suprema expresión de la esencia misma del ser humano, hacia la cual se dirigen
todos los conceptos fundamentales para el logro de la paz social y el imperio del
estado de derecho, conforme lo dispone la Declaración Universal de los Derechos
Humanos; DECIMO SEGUNDO: Que, estando a lo expuesto, la Institución de Hábeas
Corpus, al estar vinculada con la protección de la libertad individual de la persona
humana, a fin de protegerla contra actos coercitivos practicados por cualquier persona

230
ó entidad de cualquier rango ó jerarquía ó competencia y que atentan contra el
derecho de libertad, resulta la vía idónea dada su condición jurídica de garantía
constitucional y trámite inmediato, y por lo tanto aplicable con carácter positivo
presente caso tratado; DECIMO TERCERO: Que, en cuanto a la ejecución de la
garantía constitucional, es preciso disponer el inmediato cese de la orden de detención
dictada contra el favorecido y la que le impide salir libremente de territorio nacional, y
para lo cual es imprescindible ordenar la suspensión de la tramitación del proceso que
se le sigue al accionante ante el Consejo Supremo de Justicia Militar; lo que no impide
su investigación ante el Fuero Civil de acuerdo al ordenamiento sustantivo; por cuyas
consideraciones, REVOCARON la Resolución obrante a fojas sesentiséis a
sesentisiete, su fecha cuatro de Febrero de mil novecientos noventisiete que declara
improcedente la Acción de Hábeas Corpus; y REFORMANDOLA DECLARARON:
FUNDADA la acción de HABEAS CORPUS interpuesta por Gustavo Adolfo Cesti
Hurtado contra el Consejo Supremo de Justicia Militar; y en consecuencia
ORDENARON: se levante de inmediato la Orden de Detención, el impedimento de
salida del territorio de la República, así como la suspensión de la tramitación del
proceso contra el ciudadano Gustavo Adolfo Cesti Hurtado por las razones glosadas
en los considerandos de la presente resolución; MANDARON: Que, consentida y/o
ejecutoriada que sea la presente resolución se publique en el Diario Oficial "El
Peruano" por el término de Ley; y los devolvieron.
SALAS VILLALOBOS, MAC RAE THAYS, CASTILLO V ASQUEZ.

1.2. RESOLUCIÒN DEL CONSEJO SUPREMO DE JUSTICIA MILITAR QUE


DECLARA INAPLICABLE LA SENTENCIA DE HABEAS CORPUS136

Gral. Brig. EP. Presidente de la Sala de Guerra del CSJM


Lima, 26 de Febrero de 1997.

VISTOS; Dado cuenta con la resolución emitida por la Sala


Especializada de Derecho Público de la Corte Superior de Justicia de Lima, que
revocando la resolución de la Juez Penal. Doctora Susana CUENTAS JARA, declara
fundada la acción de Hábeas Corpus interpuesta por el Capitán Ejercito Peruano
Gustavo Adolfo CESTI HURTADO, dirigida contra el Vocal Instructor del Consejo
Supremo de Justicia Militar General de Brigada Raúl TALLEDO VALDIVIEZO y
ordena levantar de inmediato la orden de detención, el impedimento de salida del
territorio de la república, así como, la suspensión de la tramitación del proceso contra
el ciudadano Gustavo Adolfo CESTI HURTADO; y, CONSIDERANDO; Que, la Sala de
Guerra del Consejo Supremo de Justicia Militar, ante la denuncia presentada por el
Comando del Ejército, sobre defraudación de UN MILLON CINCUENTA MIL
DOLARES AMERICANOS, mediante resolución de fecha veintitrés de Diciembre de
mil novecientos noventa y seis, ABRIÓ INSTRUCCION contra el Capitán Ejército
Peruano en situación de retiro Gustavo Adolfo CESTI HURTADO y Otros Oficiales
denunciados, por los delitos de "DESOBEDIENCIA", "CONTRA EL DEBER Y
DIGNIDAD DE LA FUNCION", "NEGLIGENCIA" y "FRAUDE", en agravio del Estado
Ejército Peruano; que, encomendada la investigación judicial de la referida instrucción,
identificada con el número cinco mil doscientos noventa y seis, guión cero ciento
diecisiete, el Vocal Instructor del Consejo Supremo de Justicia Militar, por resolución
de fecha veintitrés de Diciembre de mil novecientos noventa y seis, se avocó en el
conocimiento de la misma y resolviendo la situación jurídica del mencionado Oficial
Subalterno, dictó mandato de COMPARECENCIA; que, al no haber comparecido el
mencionado capitán CESTI a prestar su declaración instructiva no obstante estar

136
VALLE-RIESTRA, Javier, ob. Cit. P. 104-110.

231
debidamente notificado, se hizo efectivo el apercibimiento de ley variando su situación
jurídica por la de DETENCION PROVISIONAL, según auto de fecha diecisiete de
Enero del presente año, dictándose en su contra las órdenes de ubicación, búsqueda y
captura e impedimento de salida del país, de acuerdo a las normas procesales
penales en vigencia; que, el inculpado Capitán CESTI HURTADO se le imputa haber
participado. en la defraudación de UN MILLÓN CINCUENTA MIL DOLARES
AMERICANOS en agravio del Estado-Ejército Peruano, en su calidad de agente de
seguros del Ejército ante la Compañía de Seguros Popular y Porvenir; que, en la fecha
en que se cometieron estos injustos penales, el referido Capitán CESTI HURTADO
prestaba servicios en el Comando Logístico del Ejército como ASESOR Y
CORREDOR DE SEGUROS, según contrato firmado el diez de Noviembre del mil
novecientos noventa y tres; que, para la práctica de la diligencia de recepción de la
declaración instructiva del inculpado debe observarse lo dispuesto en el artículo
quinientos veintidós del Código de Justicia Militar es así que está facultado todo Juez
Militar para decretar DETENCION PROVISIONAL en el caso de que no comparezca al
ser requerido para tal fin; que, en el presente caso se trata de resoluciones judiciales
expedidas dentro de un debido proceso, llevado con arreglo a las disposiciones
procesales normadas por la ley; que, dentro de éste contexto tenemos que al Fuero
Militar se le reconoce la exclusividad de la función jurisdiccional penal militar, conforme
lo estatuye el artículo ciento treinta y nueve, inciso primero, de la Constitución Política,
importando ello, una afirmación categórica de que ningún órgano o funcionario extraño
a éste Fuero, puede arrogarse la función de Juez Militar en sentido estricto, que, los
Magistrados de la Sala Especializada de Derecho Público del Fuero Común, al
disponer que se levante la orden de detención y el impedimento de salida del territorio
de la República, dictadas contra el inculpado Capitán CESTI HURTADO, han asumido
funciones reservadas sólo a los Magistrados Militares, pretendiendo dejar sin efecto
resoluciones que han pasado en autoridad de Cosa Juzgada; que asimismo, el
Colegiado al disponer la suspensión de la tramitación del proceso penal militar contra
el mencionado inculpado Capitán Gustavo Adolfo CESTI HURTADO, por considerar
que no existe presupuesto vinculante con las Fuerzas Armadas que delimiten sus
derechos civiles, se han pronunciado a priori sobre una cuestión de competencia no
deducida en el proceso penal regular que sigue ésta Judicatura, que de haber sido
planteada conforme a ley, correspondería dirimirla a la Corte Suprema de Justicia de
la República, según lo dispone el artículo cuarto, inciso primero, en la Ley Orgánica de
Justicia Militar, por consiguiente, se han atribuido funciones Que no les corresponde
incurriendo de este modo en el delito Contra la Administración Pública en la modalidad
de USURPACIÓN DE FUNCIONES, que tipifica y sanciona el artículo trescientos
sesenta y uno del Código Penal; que, es de rechazo tácito la argumentación del
Colegiado al invocar el artículo ciento setenta y tres de la Constitución Política del
Perú y sostener que el inculpado CESTI HURTADO está excluido de los alcances de
la normatividad del artículo en mención y del Código Privativo, sin considerar que el
referido inculpado no ha perdido su condición de Militar, es más, a la fecha de los
hechos, mantenía una relación laboral como dependiente del Comando Logístico del
Ejército, en calidad de Asesor de Seguros, circunstancias objetivas que permiten
reafirmar su condición de funcionario activo y por tanto sujeto a la jurisdicción Penal
Militar, a tenor de lo preceptuado en los artículos trescientos veintiuno y trescientos
veintidós, in fine, del Código Castrense; que, de las consideraciones glosadas se
advierte que los miembros del colegiado han incurrido también en la comisión de
Prevaricato, previsto en el artículo cuatrocientos dieciocho del Código Penal, al emitir
resolución contraria al texto expreso y claro de la ley; que, el artículo ciento
treintinueve de la Constitución Política del Estado, refiriéndose a los principios y
derechos de la función jurisdiccional, reconoce en su inciso primero la existencia de la
Jurisdicción Militar y el inciso primero la existencia de la Jurisdicción Militar y en el
inciso segundo declara taxativamente: "Que ninguna autoridad puede avocarse a
causas pendientes ante el órgano Jurisdiccional interferir en el ejercicio de sus

232
funciones, tampoco dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de
cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias, ni retardar
su ejecución", preservándose así la autonomía de la Justicia Militar, que también se
reconoce en el artículo tercero del Título Preliminar de la Ley Orgánica de Justicia
Militar, norma ésta que es reconocida por la Lex Legem en su artículo ciento
sesentiocho, que textualmente prescribe: "Las leyes y los reglamentos respectivos
determinan la organización, las funciones las especialidades, la preparación y el
empleo; y norman la disciplina de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional; que,
resulta extraño que los Vocales integrantes de la Sala Especializada de Derecho
Público, Doctores Salas Villalobos, Mac Rae Thays y Castillo Vásquez,
sistemáticamente vienen emitiendo resoluciones que denotan tendenciosa intromisión
en los actos jurisdiccionales propios del Fuero Militar y asumiendo atribuciones
jurisdiccionales de competencia de la Corte Suprema de Justicia de la República,
provocan una colisión jurídica entre ambos fueros, al pretender sustraer de la
capacidad persecutoria del Estado al inculpado Capitán CESTI HURTADO, en
detrimento de la disciplina y de la ejemplaridad de las sanciones; que, a mayor
abundamiento, la resolución emitida por la Sala Especializada de Derecho Público, al
declarar fundada la Acción de Hábeas Corpus incoada a favor del mencionado
Capitán, deviene en ilegal, por cuanto la Ley de Hábeas Corpus y Amparo, en su
artículo seis, in fine, expresa claramente que: “NO PROCEDEN LA ACCIONES DE
GARANTIA CONTRA RESOLUCIÓN JUDICIAL EMANADA DE UN
PROCEDIMIENTO REGULAR” que, del mismo modo, el proceder de los integrantes
de la referida Sala Especializada resulta irregular, por constituir una clamorosa
interferencia en los asuntos de exclusiva competencia de los Tribunales Militares, que
al ser autónomos en el ejercicio de sus funciones, no pueden ni deben aceptar
semejante dislate jurídico que pone en grave riesgo, no sólo su autonomía e
independencia, sino, que además, atenta contra su esencia misma, al pretender
menoscabar la función de cautelar la disciplina, el orden y la moralidad dentro de las
Fuerzas Armadas de la Nación; que el caso resuelto por la Sala Especializada se trata
de un asunto susceptible de una evaluación técnica, incompatible con la naturaleza
sumarísima del procedimiento sobre garantía constituciona1, en razón que una
cuestión de competencia sobre que Fuero debe juzgar al inculpado Capitán CESTI
HURTADO, corresponde dilucidarse siguiendo los procedimientos ordinarios, tanto
más que no existe la supuesta violación del derecho constitucional que invoca el
accionante; que, la Acción de Hábeas Corpus y Amparo, de acuerdo a la doctrina que
le inspira, no puede llegar a constituir una supra instancia jurisdiccional capaz de
revisar resoluciones dictadas dentro de un proceso regular o remover procesos
fenecidos; que, la conducta funcional de los nombrados magistrados de la Sala
Especializada de Derecho Público, que en principio se consideró que era
consecuencia tal vez del desconocimiento de la normatividad del Derecho Penal Militar
y del propio Derecho Constitucional, ha resultado deplorable porque en lugar de
garantizar fallos serios y justos, de un lado, y auspiciar la creación de una
jurisprudencia sabia y enriquecedora, de otro, por el contrario, se han orientado ha
servir a intereses subalternos, como en el caso singular del Capitán CESTI
HURTADO, quién utilizando la Acción de Hábeas Corpus, por derechos
constitucionales supuestamente violados pero con el propósito subyacente de obtener
por esta vía, de trámite sumario, modificación de situaciones litigiosas que tienen
sustentación específica para su trámite judicial, ha logrado que los mencionados
Magistrados declaren fundada la Acción, a pesar de ir en contra de expresas
disposiciones constitucionales, como las establecidas en los incisos uno, dos, tres y
trece del artículo ciento treinta y nueve de la Carta Magna; que, los mencionados
Magistrados, en forma tendenciosa vienen transgrediendo consciente y
voluntariamente los criterios jurídicos; jurisprudenciales y doctrinarios que sustentan
las Acciones de Hábeas Corpus y Amparo, con el designio de atentar contra la
autonomía e independencia del Fuero Militar; que, esa actitud se patentiza en el caso

233
del General ROBLES ESPINOZA, en el que habiendo el Supremo Gobierno, el día
cinco de Diciembre de mil novecientos noventiseis, promulgado la Ley número
veintiséis mil seiscientos noventa y nueve, en la que se concede AMNISTIA
GENERAL, la Justicia Militar, respetuosa del ordenamiento jurídico de la nación,
dispuso por Ejecutoria Suprema de fecha siete de Diciembre de mismo año, aplicar el
beneficio de AMNISTIA al mencionado General, ordenándose su excarcelación e
inmediata libertad, así como, el corte de secuela del juicio y el archivamiento definitivo
de la Causa, y no obstante ello, la Sala Especializada de Derecho Público, socapa de
que en las Acciones de Garantía no existe sustracción de la materia y haciendo
aparecer que la detención del General ROBLES ESPINOZA se realizó de modo
arbitrario e inmotivado, por exceso y/o de manera ilegal, sin sustentar su resolución en
elementos fácticos ni de derecho, es más, afirmando en forma temeraria y parcializada
que la detención del referido general ROBLES fue un SECUESTRO, declara fundada
la Acción de Hábeas Corpus, vale decir, la aludida Sala Especializada se pronuncia
sobre hechos que se reputan olvidados, con el claro propósito de mellar la majestad
del Fuero Militar; que, ésta actitud reiterada y mal intencionada de la Sala en mención,
también se evidencia en el Caso del General MAURICIO AGURTO, al haber
declarado FUNDADA la medida cautelar planteada dentro de una Acción de Amparo
por éste Oficial General, ordenando se suspenda la disposición emanada de éste
Supremo Tribunal, sobre pago reparación civil en la Causa que se le siguió en éste
Fuero Militar, por los delitos de INFIDENCIA Y ULTRAJE A LA NACION Y A LAS
FUERZAS ARMADAS, no obstante que éste Supremo Tribunal con anterioridad a la
resolución del Colegiado había dispuesto la supresión del pago de reparación civil y el
archivo definitivo de la causa, conculcando de ésta manera el texto expreso del
Código de Acción de Hábeas Corpus presentada contra el General de División don
Guido Guevara Guerra, por el Abogado José Pablo CASTRO MORA, defensor de
Demetrio Limonier CHAVEZ PEÑAHERRERA, en la Causa que se le siguió por el
delito de Traición a la Patria, el Colegiado revocando y reformando la resolución del
Juez Penal, declara fundada dicha acción de garantía, en un proceso concluido,
pretendiendo desconocer el régimen especial a la que están sometidas las personas
que cumplen sentencia por delito de Traición a la Patria y que precisa la Ley número
veinticinco mil setecientos cuarenta y cuatro, la Resolución Suprema número ciento
catorce guión noventidos y el Reglamento del respectivo penal, dirigiendo la acción
contra el Presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, sabiendo que quién
ejecuta las sentencias no es el Presidente de un Fuero, sino el Juez que conoció
primigeniamente de la Causa, es más, que el condenado DEMETRIO CHAVEZ
PEÑAHERRERA carece de otros procesos penales de acuerdo con la Ley número
veintiséis mil seiscientos noventa y siete, en cuyo artículo primero señala: "Cuando el
agente se encuentre cumpliendo condena efectiva impuesta por el Fuero Privativo
Militar, por delito de terrorismo de Traición a la Patria, con más de veinticinco años de
pena privativa de la libertad, a su vez el infractor tenga otro proceso penal en giro de
igualo de distinta naturaleza que merezca una pena inferior a la aplicada, cualquiera
que sea el estado en que se encuentre, el Organo Jurisdiccional o los sujetos del
proceso, solicitarán copia certificada del fallo ejecutoriado, en mérito de la misma;
dicho Organo Jurisdiccional dictará el sobreseimiento definitivo en la causa pendiente
y ordenará archivarla; que, conforme a ésta premisa no es comprensible que la Sala
Especializada de Derecho Público, afirme que el derecho de defensa del condenado
CHAVEZ PEÑAHERRERA ha sido vulnerado y que disponga a una instancia
Suprema, como es la Presidencia del Consejo Supremo de Justicia Militar, permitir la
entrevista entre el Abogado y su patrocinado, en clamorosa transgresión de las leyes
que regulan sobre la materia; que, de esta forma el fundamento de la resolución que
revoca la sentencia pronunciaba por el Juez del Cuarentiun Juzgado Penal del Lima,
de fecha once de Diciembre de mil novecientos noventa y seis, resulta absurda,
carente de todo sustento, prejuiciosa y apresurada, y lo más grave ha obviado la
aplicación de una Ley de estricto cumplimiento; que, de las mencionadas

234
disposiciones constitucionales y legales, aparece con nitidez inocultable, que la
precitada resolución de la Sala Especializada del Fuero Común, no puede prevalecer
sobre esas normas, y que por incompatibilidad, debe aplicarse la prioridad a la que se
contrae el artículo ciento treinta y ocho de la Constitución Política del Estado; que, de
otro lado, en correspondencia con los considerandos glosados, se establece que la
conducta funcional de los señores Vocales Salas Villalobos, Mac Rae Thays y Castillo
Vásquez, integrantes de la Sala Especializada de Derecho Público de la Corte
Superior de Lima, está orientada a proteger a grandes infractores de la ley penal que
con sus actos han agraviado no sólo al Estado Peruano sino la sociedad misma, tal es
el caso del narcoterrorista “VATICANO”; igualmente, pretenden por la vía indirecta-
Acción de Garantía, sustraer al Capitán Ejército Peruano CESTI HURTADO de la
acción persecutoria del Estado, usurpando funciones de órganos jurisdiccionales
superiores; que, también se desliza de sus sentencias una orientación netamente
política, tendente a satisfacer sus apetitos personales, así como, intereses de ciertos
grupos que, ésta consideración se confirma con la argucia de tomar como pretexto el
uso de la significación marginal de las disposiciones legales con que se sustentan sus
resoluciones, asignándoles un sentido totalmente extraño al que razonablemente les
corresponde, contrario a todo rigor interpretativo, escabulliéndose, de ésta manera los
nombrados magistrados, por el vedado camino de modificar y de naturalizar la norma
jurídica, en una actitud prevaricadora; que, siendo ello así, la conducta funcional de los
mencionados magistrados reviste organismos de control del Poder Judicial y el
Ministerio Público; en consecuencia SE RESUELVE: Declarar INAPLICABLE la
resolución de la Sala Especializada de Derecho Público, de fecha doce de Febrero de
mil novecientos noventa y siete, emitida en el expediente número trescientos treinta y
cinco guión noventa y siete; y, conforme al estado de la presente causa, MANDO:
Reiterar las órdenes de busqueda y captura dictadas contra el inculpado Capitán
Ejército Peruano, en situación de retiro, Gustavo Adolfo CESTI HURTADO; SE
DISPONE: Que la presente resolución sea puesta en conocimiento del Presidente de
la Corte Suprema de Justicia de la República, Organo de Control Interno del Poder
Judicial, Comisión Ejecutiva del Poder Judicial y Fiscal de la Nación, para los fines
legales consiguientes.- TR., REG. Y NOTIFIQUESE.

1.3. RESOLUCIÒN DE LA SALA DE DERECHO PÚBLICO DE LA CORTE


SUPREMA DE JUSTICIA137

Exp. N° 335-97

SS: FERREYROS PAREDES


GONZALES CAMPOS
CANELO RAMIREZ
CASTILLO VASQUEZ
MONTES RENGIFO
Lima, 06 de marzo de 1997.-
Dado en cuenta del oficio numero 109-SG-CSJM del
Consejo Supremo de Justicia Militar de fecha veintisiete de febrero ultimo y de su
acompañado: y, ATENDIENDO: Primero.- a que, el proceso de Habeas Corpus, a que
se refiere la resolución transcrita por el referido tribunal ha concluido con sentencia
final favorable al recurrente, la misma que constituye cosa juzgada, tal como lo
dispone el artículo ocho de la Ley veintitrés mil quinientos seis, de Habeas Corpus y
Amparo; Segundo.- a que, en ese sentido debe tenerse presente que la citada
transcripción no constituyendo acto procesal alguno que esté contemplado por la
citada Ley veintitres mil quinientos seis, y que sea capaz de alterar o invalidar lo
resuelto por la Sala Especializada de Derecho Público: Tercero.- a que, este accionar

137
VALLE-RIESTRA, Javier, ob. Cit. P. 111-112.

235
del Tribunal Militar no está previsto en la Constitución Política ni en la Ley ni su
articulación no está contemplada como medio impugnatorio por lo que, por
consiguiente no podría ser merituada; Cuarta.- a que, es evidente que dicha
transcripción sólo proceso de Habeas Corpus, pues la finalidad que emana de la
misma no es susceptible de trámite alguno, toda vez que, la resolución judicial recaiga
en el asunto sub-materia dictada por la Sala Especializada de Derecho Público, que es
el Organo Jurisdiccional que ha administrado justicia en nombre de la Nación, tiene
autoridad de cosa juzgada, y, como tal que se aplicable el Principio Constitucional de
la Función Jurisdiccional, que prohibe revivir procesos fenecidos con resolución
ejecutoriada; Quinto.- a que, igualmente, cabe incidir en que está plasmado en nuestro
ordenamiento jurídico, que corresponde al Jefe de Estado hacer cumplir las sentencias
y resoluciones de los Organos Jurisdiccionales, conforme lo enuncian los artículos
ciento diez y ciento dieciocho inciso noveno de la Carta Magna que nos rige: Sexto.- a
que, asimismo y de conformidad con lo establecido en el inciso segundo del artículo
ciento treintinueve de la Constitución Política, concordante con el artículo cuarto de la
Ley Orgánica del Poder Judicial, toda persona y autoridad está obligada a acatar y dar
cumplimiento a las decisiones judiciales, y ninguna autoridad, cualquiera sea su rango
o denominación, fuera de la organización jerárquica del Poder Judicial, puede dejar sin
efecto resoluciones judiciales con autoridad de Cosa Juzgada, ni modificar su
contenido ni retardar su ejecución, bajo responsabilidad; a que, en consecuencia;
DISPUSIERON, el archivo de dicha transcripción, haciendo esta, resolución de
conocimiento del Señor Presidente de la Corte Superior de Justicia de Lima, así como
la de aludida comunicación, con la debida nota de atención.-

1.4. RESOLUCION DEFENSORIAL N° 012-97/DP138

VISTOS:

PRIMERO. Queja presentada. El 28 de febrero de 1997, el señor Gustavo


Cesti Hurtado, Capitán EP en situación de retiro, presentó queja a la Defensoría del
Pueblo por la amenaza de violación de su derechos fundamentales, específicamente
de su libertad individual y de su libertad de tránsito, debido a la inminente ejecución de
una orden de detención dictada por el Consejo Supremo de Justicia Militar. Precisa al
quejoso que dicha orden fue dejada sin efecto por la sentencia definitiva de fecha 12
de febrero de 1997, dictada por la Sala Especializada de Derecho Público de la Corte
Superior de Justicia de Lima al haberse declarado fundada la demanda de hábeas
corpus presentada a su favor.
Posteriormente, con fecha 10 de marzo, la esposa del quejoso presentó un
escrito a la Defensoría del Pueblo en el que reitera su preocupación por el
incumplimiento de la sentencia que estima la pretensión de hábeas corpus, indicando
que se ha dispuesto la detención definitiva de su esposo y que el Vocal Instructor
General EP Raúl Talledo ha dictado una resolución, de fecha 26 de febrero,
declarando inaplicable la sentencia de hábeas corpus. La resolución del Vocal
Instructor, que acompaña a su escrito, precisa en su parte considerativa que el artículo
139º inciso 1) de la Constitución reconoce al fuero militar exclusividad en la función
jurisdiccional penal militar. Agrega, que los magistrados de la Sala de Derecho Público
han asumido funciones reservadas a los magistrados militares, incurriendo de este
modo en delito contra la administración pública en la modalidad de usurpación de
funciones. Precisa, además, que el quejoso no ha perdido su condición de militar,
indicando que a la fecha de los hechos mantenía una relación laboral como
dependiente del Comando Logístico del Ejército, en calidad de asesor de seguros.

138
VALLE-RIESTRA, Javier, ob. Cit. P. 115-121.

236
SEGUNDO. Principales actuaciones realizadas.- Admitida la queja, a través
de la Oficina de Protección de la Defensoría del Pueblo, se realizaron las acciones
inmediatas previstas en la Ley N° 26520, Ley Orgánica de la Defensoría del Pueblo
constatando la situación de detención del quejoso, así como verificando el estado del
proceso de hábeas corpus presentado a su favor. Asimismo, se solicitó información al
Presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar sobre la situación del quejoso Y
sobre las razones de su detención. Finalmente, se contó con el informe elaborado por
el Defensor Especializado en Asuntos Constitucionales.

TERCERO. Informe de la entidad quejada.- Mediante oficio de fecha 3 de


marzo, el Coronel José Salcedo Hankory, Secretario General del Consejo Supremo de
Justicia Militar, remitió a la Defensoría del Pueblo la información solicitada. En el
referido informe manifiesta que el Capitán EP (r) Gustavo Cesti Hurtado se encuentra
con instrucción abierta ante la Sala de Guerra del Consejo Supremo de Justicia Militar
debido a la denuncia formulada por el Comando del Ejército por el delito de
defraudación. Precisa que el quejoso se encuentra procesado por los delitos de
desobediencia, contra el deber y dignidad de la función, negligencia y fraude en
agravio del Estado-Ejército Peruano, pues se le imputa haber defraudado al Estado en
su calidad de agente de seguros del Ejército ante la Compañía de Seguros Popular y
Porvenir. Indica que la vocalía de instrucción decretó mandato de comparecencia
contra el quejoso y como éste no acudió a prestar su declaración instructiva dispuso
su detención provisional ordenando su captura e impedimento de salida del país. En
relación a la sentencia de hábeas Corpus, considera que los magistrados de la Sala
Especializada de Derecho Público han asumido funciones reservadas a los magistra-
dos militares dentro de un proceso legalmente instaurado al pretender dejar sin efecto
resoluciones que han adquirido el carácter de cosa juzgada, así como pronunciándose
a priori sobre una cuestión de competencia no deducida, que de haber sido planteada
conforme a ley, correspondería dirimirla a la Corte Suprema de la República, según lo
dispone el artículo 4° inciso 1) de la Ley Orgánica de Justicia Militar, incurriendo de
ese modo, en usurpación de funciones.

CONSIDERANDO:
PRIMERO. Alcances y competencia del control defensorial.- El artículo
162° de la Constitución y el artículo 9°, inciso 1) de la Ley N° 26520, Ley Orgánica de
la Defensoría del Pueblo, disponen que corresponde al Defensor del Pueblo defender
los derechos constitucionales y fundamentales de la persona y de la comunidad, así
como supervisar el cumplimiento de los deberes de la administración estatal y la
adecuada prestación de los servicios públicos a la ciudadanía.

Uno de los objetivos fundamentales del control defensorial es velar por el


respeto de los derechos constitucionales, cuya vigencia resulta fundamental
para la existencia de un régimen democrático. En este sentido, la Defensoría
del Pueblo no intenta suplir ni interferir en las funciones que corresponden a
los restantes órganos constitucionales, sino brindar una protección
complementaria y reforzada a los ciudadanos que sienten afectados sus
derechos. Además, de conformidad con el artículo 9° inciso 2) de la Ley N°
26520 el Defensor del Pueblo está legitimado para iniciar las acciones de
hábeas corpus, amparo y hábeas data con la finalidad de proteger en sede
jurisdiccional los derechos de las personas. Incluso está facultado, de
acuerdo con el segundo párrafo del citado dispositivo, a intervenir en los
procesos de hábeas corpus para coadyuvar la defensa del perjudicado.

El ejercicio del control defensorial no puede ser obstaculizado por ninguna


autoridad, funcionario o persona, pues la misión constitucional de "defender
los derechos constitucionales y fundamentales de la persona y la comunidad"

237
carece de restricciones para ello. Es más, como se ha indicado, el Defensor
del Pueblo no sólo tiene legitimación en materia de hábeas corpus, sino que
en los procesos que él no ha iniciado puede coadyuvar activamente a la
defensa del perjudicado. De esta manera, a interpretación sobre el ejercicio
del control defensorial está orientada por una óptica destinada a garantizar,
prioritariamente, la protección de los derechos de las personas, sin afectar ni
alterar las competencias constitucionales establecidas de los diversos
órganos e instituciones del Estado.

SEGUNDO. Carácter definitivo de la resolución de hábeas corpus.- El 12


de febrero de 1997 la Sala Especializada de Derecho Público (Exp. N° 335-97), revocó
la resolución de primera instancia y declaró fundada la demanda de hábeas corpus
presentada por el quejoso. La Sala ordenó el levantamiento inmediato de la orden de
detención y el impedimento de salida del país, así como suspendió la tramitación del
proceso seguido ante el Consejo Supremo de Justicia Militar.
De acuerdo con el artículo 15° de la Ley N° 23506, Ley de Hábeas Corpus y
Amparo, concordante con los artículos 41 y 4 disposición transitoria de la Ley N°
26435, Ley Orgánica del 'Tribunal Constitucional, contra dicha sentencia no cabe
interponer recurso alguno. En consecuencia, se trata de una decisión judicial definitiva
que debe ser cumplida de inmediato.

La ejecución de una decisión final de hábeas corpus no sólo es fundamental


para la plena vigencia de este proceso constitucional, sino además para el
respeto del derecho al debido proceso. Y es que no puede existir un debido
proceso si una sentencia firme y definitiva no se cumple. Así lo indicó la
sentencia del Tribunal Constitucional, de fecha 30 de enero de 1997, recaída
en la acción de inconstitucionalidad interpuesta contra la Ley N° 265599,
Expediente N° 006-97AI/TC, El Peruano, 7 de marzo de 1997, cuando
formuló y dio respuesta a la siguiente interrogante: "¿Tendría razón de ser un
debido proceso cuando no se va a poder aplicar ni ejecutar la sentencia? No
sería un debido proceso". Cabe indicar, que de acuerdo con la primera
disposición general de la Ley N° 26435, Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional, los jueces deben interpretar y aplicar las leyes o toda norma
con rango de ley según los preceptos y principios constitucionales, conforme
a la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por
el Tribunal Constitucional en todo tipo de procesos.

TERCERO. Procedencia del hábeas corpus contra cualquier autoridad,


funcionario o persona.- La finalidad de todo proceso de hábeas corpus no consiste
en determinar la responsabilidad penal de la persona a favor de quien se interpone. A
través de este constitucional sólo se trata de determinar si existe amenaza o violación
de la libertad individual y, en caso que ésta se constate, disponer judicialmente se
repongan las cosas al estado anterior a la violación o amenaza de violación del
referido derecho. De ahí que el análisis del presente caso, en el cual el centro del
debate es la vigencia de hábeas corpus frente a la justicia militar, se efectúe con
independencia de las consideraciones que se haya tenido presente para involucrar al
quejoso en un proceso penal militar por la comisión de los delitos que se le imputan.
No debe interpretarse, en consecuencia, que la vigencia del derecho a la libertad
individual y eficacia de una sentencia de hábeas corpus que lo protege constituye una
pretensión de exonerar al quejoso del juzgamiento correspondiente por los presuntos
delitos cometidos, cuya responsabilidad deberá esclarecer ante el juez natural. La
Defensoría del Pueblo en el presente caso, ni en ningún otro, es el órgano competente
para determinar la eventual responsabilidad penal del quejoso.

238
Efectuado el deslinde anterior, resulta esencial reconocer que conforme al
artículo 200° inciso 1) de la Constitución, el hábeas corpus procede contra
cualquier autoridad, funcionario o persona que vulnere o amenace la libertad
individual o los derechos constitucionales conexos. Una adecuada
interpretación de la Constitución no puede permitir la existencia de zonas,
órganos o instituciones exentas del control constitucional a las cuales no les
sea de aplicación los alcances de hábeas corpus. Es más, para la Defensoría
del Pueblo el control constitucional forma parte inseparable de la idea de
Constitución; en consecuencia no resultan admisibles interpretaciones que
restrinjan o desnaturalicen una institución central en todo ordenamiento
democrático como es el proceso de hábeas corpus.

De otro lado, el artículo 139° inciso 1) de la Constitución reconoce la unidad y


exclusividad de la función jurisdiccional, precisando que no existe ni puede
establecerse jurisdicción alguna independiente, con excepción de la militar y la arbitral.
En esta dirección, el artículo 173° del texto constitucional señala que en caso de delito
de función los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional están
sometidos al fuero respectivo y al Código de Justicia Militar. Los referidos dispositivos
constitucionales establecen la competencia de los tribunales militares sin referirse
expresamente al proceso de hábeas corpus y, evidentemente, sin establecer que éste
no procede frente a las decisiones de la justicia militar.

Además, debe precisar que la competencia del juez de hábeas corpus nace de
la propia constitución. En estos casos los magistrados de la Corte Superior actúan
como verdaderos jueces constitucionales y, por tanto, su sentencia no puede ser
desconocida ni “inaplicada” por ninguna otra autoridad, sea civil o militar. De ahí que,
al conocer dicho proceso constitucional no hayan usurpado funciones reservadas a los
jueces militares pues solo han actuado como jueces constitucionales a quienes
compete, sin lugar a dudas, resolver el proceso de hábeas corpus.

Por lo demás, tratándose de hábeas corpus carece de sustento constitucional


sostener que la Corte Suprema es la instancia que debe determinar cuál es el órgano
jurisdiccional competente, es decir, si conocer de éste proceso le corresponde a la
justicia ordinaria –en rigor, constitucional- o a la justicia militar, sencillamente porque el
hábeas corpus sólo puede ser tramitado ante el Poder Judicial y, cuando la resolución
es denegatoria, ante el Tribunal Constitucional. Y es que el ordenamiento jurídico
peruano no existe norma que permita que los tribunales militares tramiten el hábeas
corpus. Dicho proceso, como ha sucedido en el presente caso, concluye en la Sala
Especializada de Derecho Público de la Corte Superior de Justicia de Lima, siempre
que la sentencia declare fundada la demanda. En consecuencia, carece de sustento
considerar que la Corte Suprema puede dirimir un supuesto conflicto de competencia
cuándo los únicos órganos autorizados para conocer del hábeas corpus son el Poder
Judicial y, en caso que la resolución sea denegatoria, el Tribunal Constitucional.

De esta manera, el incumplimiento de una resolución estimatoria de hábeas


corpus por parte de cualquier autoridad, vulnera el artículo 200° inciso 1) de la
Constitución, que contempla al hábeas corpus como garantía constitucional, así
como el respeto al debido proceso reconocido por el artículo 139° inc. 3) de la
Constitución. Pero, además, afecta la vigencia del principio democrático que exige
que todas las instituciones estatales respeten las decisiones judiciales firmes
recaídas en los procesos de hábeas corpus.

Este incumplimiento, también vulnera expresas declaraciones y tratados

239
internacionales aprobados por el Estado peruano que, de acuerdo con la cuarta
disposición final y transitoria de la Constitución, deben ser obligatoriamente
tomados en cuenta para interpretar los derechos que la Constitución reconoce.
Estos instrumentos internacionales garantizan que toda persona cuente con un
recurso efectivo ante los tribunales para la tutela de su derechos, situación que en
el presente caso se viene desconociendo. Así lo dispone el artículo 8° de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, el artículo 2° inciso 3) del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y los artículos 7°, párrafo 6) y 25°,
párrafo 1) de la Convención Americana de Derechos Humanos.

SE RESUELVE:
Artículo primero.- RECOMENDAR al Juez Penal ante quien se inició el
proceso de hábeas corpus, al Presidente de la Sala Especializada de Derecho
Público de la Corte Superior de Justicia de Lima, y al Presidente de la Corte
Suprema de la República, que lleven a cabo todas las acciones necesarias para
disponer el inmediato cumplimiento de la sentencia estimatoria de hábeas corpus.
Artículo segundo.- RECOMENDAR al Consejo Supremo de Justicia Militar que
cumpla con la sentencia dictada en el proceso de hábeas corpus por la Sala
Especializada de Derecho Público de la Corte Superior de Justicia de Lima, sin
perjuicio de que las investigaciones continúen ante el órgano judicial competente para
determinar la eventual responsabilidad penal del señor Gustavo Cesti Hurtado.

Jorge Santistevan de Noriega. Defensor del Pueblo

1.5. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS CASO CESTI


HURTADO139

SENTENCIA DE 29 DE SEPTIEMBRE DE 1999


En el caso Cesti Hurtado,

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante "la Corte", "la Corte
Interamericana" o "el Tribunal"), integrada por los siguientes jueces(*):
Antonio A. Cancado Trindade, Presidente
Máximo Pacheco Gómez, Vicepresidente
Oliver Jackman, Juez
Alirio Abreu Burelli, Juez
Sergio García Ramírez, Juez y
Carlos Vicente de Roux Rengifo, Juez

(....)
PUNTOS RESOLUTIVOS
Por tanto, LA CORTE,
DECIDE
Por unanimidad:

1. declarar que el Estado peruano violó, en perjuicio del señor Gustavo Adolfo
Cesti Hurtado, los artículos 7, 6 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, en los términos señalados en los párrafos 123 a 133 de la presente
sentencia, y ordenar que dé cumplimiento a la resolución dictada por la Sala

139
VALLE-RIESTRA, Javier, ob. Cit. P. 136-138.

240
Especializada de Derecho Público de Lima el 12 de febrero de 1997, sobre el recurso
de hábeas corpus interpuesto por el señor Cesti Hurtado.
2. declarar que el Estado peruano violó, en perjuicio del señor Gustavo Adolfo
Cesti Hurtado, el artículo 7.1, 2 y 3 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, en los términos señalados en los párrafos 140 a 143 de la presente
sentencia.
3. declarar que el Estado peruano violó, en perjuicio del señor Gustavo Adolfo
Cesti Hurtado, el artículo 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
en los términos señalados en el párrafo 151 de la presente sentencia.

4. declarar que en este caso no fue probado que el Estado peruano haya violado,
en perjuicio del señor Gustavo Adolfo Cesti Hurtado, el artículo 8.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, en los términos señalados en el párrafo 152 de
la presente sentencia;
5. declarar que en este caso no fue probado que el Estado peruano haya
violado, en perjuicio del señor Gustavo Adolfo Cesti Hurtado, el artículo 5.2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, en los términos señalados en el
párrafo 160 de la presente sentencia;

6. declarar que el Estado peruano violó, en perjuicio del señor Gustavo Adolfo
Cesti Hurtado, los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, en los términos señalados en los párrafos 166 a 170 de la presente
sentencia;
7. declarar que en este caso no fue probado que el Estado peruano haya
violado, en perjuicio del señor Gustavo Adolfo Cesti Hurtado, los artículos 1 y 12 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, en los términos señalados en los
párrafos 177, 178 y 183 de la presente sentencia;

8. declarar que el juicio seguido contra el señor Gustavo Adolfo Cesti Hurtado en
el fuero militar es incompatible con la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y ordenar al Estado anular tal proceso, así como todos los efectos que de
él se derivan;

9. declarar que el Estado peruano está obligado a pagar una justa indemnización
al señor Gustavo Adolfo Cesti Hurtado y a resarcirle los gastos en que hubiera
incurrido en las gestiones relacionadas en el presente proceso, y

10. ordenar abrir la etapa de reparaciones y comisionar a su Presidente para que


oportunamente adopte las medidas que fuesen necesarias.

Redactada en español e inglés, haciendo fe el texto en español, en San José,


Costa Rica, el día 29 de septiembre de 1999.

1.6. COMENTARIO

La Sala Especializada de Derecho Público, revocó la resolución de


primera instancia y declaró fundada la demanda de hábeas corpus presentada
por el accionante Cesti Hurtado. La decisión de la Sala fue ordenar el
levantamiento inmediato de la orden de detención y el impedimento de salida

241
del país, así como suspender la tramitación del proceso seguido ante el
Consejo Supremo de Justicia Militar. Sin embargo, éste último declaró
inaplicable la resolución de la Sala Especializada de Derecho Público, al
considerar que constituía una interferencia en los asuntos de exclusiva
competencia de los Tribunales Militares, hecho que ponía en grave riesgo, no
sólo su autonomía e independencia, sino, que además, atentaba contra su
esencia misma, al pretender menoscabar la función de cautelar la disciplina, el
orden y la moralidad dentro de las Fuerzas Armadas de la Nación. Asimismo,
consideraba que al tratarse de un procedimiento regular, no procedía la acción
de garantía contra la aludida resolución.

Es de aclarar, que en efecto, la Sala de Derecho Público es competente


para resolver la cuestión planteada, y que de acuerdo con el artículo 15° de la
Ley N° 23506, Ley de Hábeas Corpus y Amparo (vigente al momento de
ocurrido los hechos), concordante con los artículos 41º y Cuarta Disposición
Transitoria de la Ley N° 26435, Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, contra
dicha sentencia no cabe interponer recurso alguno, tratándose, de una decisión
judicial definitiva que debe ser cumplida.

Como bien refiere el Informe Defensorial No. 012-97/DP, “la finalidad de


todo proceso de hábeas corpus no consiste en determinar la responsabilidad
penal de la persona a favor de quien se interpone. A través de esta vía
constitucional se trata de determinar si existe amenaza o violación de la libertad
individual y, en caso que ésta se constate, disponer judicialmente se repongan
las cosas al estado anterior a la violación o amenaza de violación del referido
derecho”.

La competencia del juez de hábeas corpus nace de la propia


constitución, por lo que los magistrados de la Corte Superior actúan como
verdaderos jueces constitucionales y, por tanto, su sentencia no puede ser
desconocida ni “inaplicada” por ninguna otra autoridad, sea civil o militar. De
ahí que, al conocer dicho proceso constitucional no hayan usurpado funciones
reservadas a los jueces militares pues solo han actuado como jueces

242
constitucionales a quienes compete, sin lugar a dudas, resolver el proceso de
hábeas corpus. Por la misma razón, “carece de sustento constitucional
sostener que la Corte Suprema es la instancia que debe determinar cuál es el
órgano jurisdiccional competente, dado que el hábeas corpus sólo puede ser
tramitado ante el Poder Judicial y, cuando la resolución es denegatoria, ante el
Tribunal Constitucional (Informe Defensorial No. 012-97/DP).

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en su Sentencia de 29


de septiembre de 1999, determinó que en efecto, el Estado peruano había
vulnerado una serie de derechos del accionante Cesti Hurtado, entre los cuales
figuran el derecho a la libertad personal (artículo 7), derecho a la libertad de
conciencia (artículo 12), obligación de los Estados Partes de respetar los
derechos que conforman la CADH (artículo 1), derecho que tiene toda persona
a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un
juez o tribunal competente, independiente e imparcial (artículo 8.1), la garantía
de que toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad (artículo 8.2).

Ante esta situación la CIDH señaló que el proceso seguido en el fuero


militar es incompatible con la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, y ordenó al Estado peruano anular tal proceso, así como todos los
efectos que de él se derivaban. Por último declaró que el Estado peruano
estába obligado a pagar una justa indemnización al señor Gustavo Adolfo
Cesti Hurtado y a resarcirle los gastos en que hubiera incurrido en las
gestiones relacionadas el proceso.

2. CASO JAIME SALINAS SEDO

2.1. EJECUTORIA DEL CONSEJO SUPREMO DE JUSTICIA MILITAR140

Exp N° 1901-0f-92, 31 de marzo de 1993

VISTOS; En Sala Revisora; la causa seguida contra el General de División Ejército

140
Tomado de ALVARADO GONZALVEZ, Pepe, Jurisprudencia Militar. Penal-Parte Especial, Lima,
2002, p. 100-110.

243
Peruano en Situación de Retiro Jaime SALINAS SEDÓ y otros, por el delito de
Rebelión Militar y otros; leída la vista del Señor Fiscal General; leído el escrito del
Procurador Público del Ministerio de Defensa y del Ejército; oído los informes orales
sobre hechos, formulados por los sentenciados Generales de División Ejército
Peruano en Situación de Retiro Jaime SALINAS SEDÓ y José Gabriel PASTOR
VIVES, General de Brigada Ejército Peruano en Situación de Retiro Manuel Fernández
OBANDO SALAS; Víctor Ernesto OBANDO SALAS y Luís SORIANO MORGAN;
Coronel Ejército Peruano, en Situación de Disponibilidad José Rosendo CHAVEZ
BEGAZO y Mayor Ejército Peruano en Situación de Retiro César Alberto CACERES
HARO, en uso de las atribuciones concedida por el artículo seiscientos cincuenta del
Código de Justicia Militar; oído al Abogado Defensor de Oficio de este Supremo
Tribunal, oído y leídos los alegatos de los Abogados Defensores de los sentenciados;
CONSIDERANDO: Que, los hechos incriminados a los procesados, Generales de
División Ejército Peruano en Situación de Retiro Jaime SALINAS SEDO y José Gabriel
PASTOR VIVES; General de Brigada Ejército Peruano en Situación de Retiro Manuel
Fernando ABANDO SALAS; Víctor Ernesto OBANDO SALAS y Luís SORIANO
MORGAN; Coroneles Ejército Peruano en Situación de Retiro Jorge Ramón
NOBLECILLA MERINO; César MARTINEZ URIBE RESTREPO y Víctor Elar GRANDA
GUZMAN; Coroneles Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Wilder
SANCHEZ GAMBINI, Jaime GUTIERREZ TOVAR y José MONTERO MENDEZ;
Tenientes Coroneles Ejército Peruano en Situación de Retiro Marko Antonio ZARATE
ROTTA, Arturo MORENO ALCÁNTARA y Enrique AGUIILAR DEL ALCÁZAR,
Tenientes Coroneles en Situación de Disponibilidad, José ROSENDO CHAVEZ
BEGAZO, Luís Antonio RUIZ y URQUIZO, Pedro Manuel TELLO DELGADO, Carlos
GUILLERMO GALDOS CHACON, César Rosendo CISNEROS, Eduardo Percy
SOLANO PIMENTEL; Mayores Ejército Peruano en Situación de Retiro César Alberto
CACERES HARO, Hugo ORMEÑO HUAPAYA y Salvador CARMONA BENASCONI;
Mayor Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Félix Alfonso CASTRO GOMEZ
DE LA TORRE y Capitán Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Federico
Arturo MALAGA RUBIRA, se encuentra debidamente acreditados en autos; que por la
forma de circunstancias como ocurrieron los hechos, revisten gravedad, no sólo por
atentar contra la vida del Señor Presidente de la República Ingeniero Alberto
FUJIMORI FUJIMORI y el Doctor Vladimiro MONTESINOS TORRES, sino también
contra la seguridad del Estado y la tranquilidad Pública; con la de haber sido
ejecutados por Oficiales de alta graduación, que utilizando su jerarquía y prorrogativas,
pretendieron desestabilizar el orden interno del País; Que, el sentenciado Coronel
Ejército Peruano Víctor Elar GRANDA GUZMAN, en los momentos del inicio de la
Rebelión fue a verificar la situación real de las tropas en la Décima Octava División
Blindada del Ejército (Fuerte Rímac), lo que determina una activa participación en los
hechos, agravando su responsabilidad penal; División Blindada cuya jefatura, de haber
tenido éxito a Rebelión Militar habría sido asumido por el General de Brigada Ejército
Peruano en Situación de Retiro Manuel Fernández OBANDO SALAS, quien al
momento de la rebelión se encontraba en la Situación de Actividad, el mismo que para
cumplir este objetivo, lideró, organizó y comprometió a un grupo de Oficiales del
Ejército Peruano; Que, sólo se ha acreditado en autos por parte del sentenciado
Coronel Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Jaime GUTIERREZ TOVAR
una conducta negligente al no dar cuenta a su Comando el compromiso de
participación en el movimiento del que trató de inducirlo su co-sentenciado Coronel
César MARTINEZ URIBE RESTREPO; Que, la Jurisdicción Penal Militar es
competente para conocer el presente caso por cuanto el artículo doscientos ochenta y

244
dos de la constitución establece que los miembros de las Fuerzas Armadas y
Policiales Nacional por delitos de Función están sometidos al Fuero respectivo y al
Código de Justicia Militar; asimismo, en el artículo trescientos veintiuno del acotado
Código Castrense se precisa que son militares para los efectos del citado Código: los
que, de acuerdo con las Leyes Orgánicas de las Fuerzas Armadas y de la Policía
Nacional que rigen al personal de las distintas Armas y Servicios, TIENEN GRADO
MILITAR o prestan Servicio Militar, ya que este atributo es de por vida y sólo puede
ser retirado por sentencia Judicial, conforme lo indica el artículo doscientos ochenta y
cuatro de la Constitución, es decir, el Oficial esté en situación de Actividad,
Disponibilidad o Retiro, sigue teniendo la condición de militar y por tanto sometido al
Fuero respectivo, más aún si en el presente caso los cabecillas de este movimiento y
el resto de Oficiales en su gran mayoría son Oficiales Generales, Superiores y
Subalternos en la Situación de Actividad, quienes utilizaron para sus fines propuestos:
vehículos militares, armamento y munición del Ejército, además que los
acontecimientos se desarrollaron en gran parte en Cuarteles, haciendo participar a
personal de tropa del Servicio Militar Obligatorio; por otra parte el Decreto Legislativo
número setecientos cincuenta y dos, Ley de Situación Militar, al preceptuar en su
artículo doce que: "Los Oficiales en Situación de Actividad y/o Disponibilidad están
sujetos a los alcances del Código de Justicia Militar y al de los Consejos de
Investigación de cada Instituto", esta disposición en el caso concreto de autos, deviene
en inaplicable por contravenir lo dispuesto en el artículo ochenta y siete de la
Constitución sobre la jerarquía de normas jurídicas, debido a que por mandato expreso
de la norma constitucional contenida en el artículo doscientos ochenta y uno determina
la aplicación exclusiva del Código de Justicia Militar, concordado con el párrafo dos del
Título Preliminar de la Ley Orgánica de Justicia Militar que estipula que los Tribunales
Militares están encargados de mantener en dichas Fuerzas, la moralidad el orden y la
disciplina, así como su organización y funcionamiento se rige exclusivamente por las
normas que contiene esta Ley y el Código Privativo Militar, lo que significa que la
modificación o derogatoria de este cuerpo legal debe efectuarse expresamente y no
mediante citas de normas de carácter administrativo como es la Ley de Situación
Militar; Que es un error interpretar para el caso de las Fuerzas Armadas que el delito
de función es sólo aquello cometido en acto de servicio, es decir, desempeñando un
empleo, o considerar que son sólo los delitos contemplados en la Sección Sexta: De lo
Delitos Contra los Deberes de Función y de las Infracciones en el Ejercicio de Mando o
Autoridad; en otra interpretación de los sentenciados éstos pretenden hacer aplicables
las normas del Código Penal Común amparándose en su condición de militares en la
Situación de Retiro; Que el acto de servicio es sólo un aspecto administrativo al que no
puede reducirse el delito de función sino que éste debe ser interpretado teniendo en
consideración la delicada misión asignada a las Fuerzas Armadas, cual es garantizar
la Independencia, Soberanía e Integridad Territorial de la República; así como asumir
el control del orden interno de conformidad con el artículo doscientos treinta y uno,
conforme lo prevé el artículo doscientos sesenta y cinco; más aún si en el presente
caso, los Oficiales en Retiro de hecho han asumido funciones de mando y comando
inherente a su grado, al disponer el empleo de Unidades, material, vehículos,
armamento y munición; Que, en lo que concierne al derecho de insurgencia, es
necesario tener en cuenta que lo preceptuado en el articulo ochenta y dos de la
Constitución, al señalar que": ...EI pueblo tiene derecho de insurgir en defensa del
orden Constitucional", no se refiere a las fuerzas Armadas que conforme al artículo
doscientos setenta y ocho: "...Están subordinadas al poder constitucional", en razón de
que éstas se rigen por sus Leyes y Reglamentos respectivos conforme a lo dispuesto

245
por el artículo doscientos setenta y cuatro de la Constitución, vale decir existe un
régimen especial, en razón de que en ninguna Ley ni Reglamentos Militares se indican
que el Ejército puede insurgir, dado que su organización es eminentemente
jerarquizado y esta subordinado al Poder Constitucional; puesto que dar el derecho de
insurgencia a la Fuerzas Armadas determinaría que una Unidad o gran Unidad podrían
hacer uso de él, con las consecuencias funestas de desatar enfrentamientos internos y
hasta una guerra civil, que llevaría a la destrucción del Estado; en el caso materia de
autos los fines perseguidos por los sentenciados ha sido netamente egoísta y persona
lista, ya que pretendieron apoderarse del poder, conforme aparece en los propios
planes y proyectos de Resoluciones Supremas encontrados a los cabecillas del citado
movimiento en el que se auto designan cargos, entre otros, el General SALINAS
SEDÓ como Comandante General del Ejército, el General de Brigada Manuel
Fernando OBANDO SALAS como Comandante General de la Décima Octava División
Blindada, Rímac, así como el resto de Oficiales Generales se designaban en otros
empleos; Que, en lo que respecta a la Excepción procesal penal de Naturaleza de
Acción deducida, el artículo cuatrocientos quince del Código de Justicia Militar
establece que las UNICAS EXCEPCIONES que se pueden interponer son:
Declinatoria de Jurisdicción, Prescripción, Cosa Juzgada y Amnistía; como puede
apreciarse, en el Derecho Penal Militar Peruano es improcedente admitir la excepción
de Naturaleza de Acción establecida en el Código Procesal Penal Común, y siendo
esto así, no es aplicable lo dispuesto en el artículo setecientos cuarenta y cuatro del
Código de Justicia Militar, que sólo permite aplicar las disposiciones de los Códigos
Comunes en los casos no previstos en él, y se trate exclusivamente de suplir alguna
omisión en sus disposiciones, además, en el aspecto sustantivo dicha excepción de
naturaleza de acción es sólo para el caso de que la conducta denunciado no esté
descrita en forma expresa o inequívoca como delito en la ley penal, que no es el caso
de autos; por otra parte la pena y la reparación civil a imponerse debe guardar relación
con la magnitud de los acontecimientos y los daños causados al Patrimonio Público y
Privado, que debe ser abonado en forma equitativa y proporcional a la responsabilidad
de uno de ellos; con lo expuesto en la Vista del señor Fiscal General, y estando de
acuerdo con lo opinado por el Señor Auditor General del Consejo Supremo de Justicia
Militar; absolviendo el grado y con lo expuesto en el acto de la deliberación;
DECLARARON: INFUNDADA LA EXCEPCIÓN DE NATURALEZA DE ACCIÓN
promovida por el Abogado Defensor del General de División Ejército Peruano en
Situación de Retiro Jaime SALINAS SEDÓ; CONFIRMARON: La sentencia de la Sala
de Guerra del Consejo Supremo de Justicia Militar, de fojas dos mil seiscientos
sesenta y ocho, de fecha dieciocho de febrero de mil novecientos veintitrés, que
DECLARA: INFUNDADA Y SIN LUGAR las tachas e impugnaciones ejercitados por
los Abogados Defensores contra las Pericias Grafotécnias y declaraciones
testimoniales; ABSUELVE: al acusado General de División Ejército Peruano en
Situación de Retiro Luís Felipe PALOMINO RODRIGEZ, del delito de Rebelión Militar
por improbado, y sin lugar a pago de Reparación civil; ABSUELVE, al Teniente
Coronel Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad NELSON RITO VILELA
ARANAGA, de los delitos de Rebelión Militar, Insulto al Superior, Negligencia,
Desobediencia, Contra la Administración de Justicia y Tentativa de Homicidio por
improbados, y sin lugar a pago de reparación civil; ABSUELVE: al Teniente Coronel
Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Víctor ROMERO JARRIN, de los
delitos de Rebelión Militar, Insulto al Superior, Negligencia y Tentativa de Homicidio,
por improbados, y sin lugar al pago de Reparación civil; ABSUELVE: al Mayor Ejército
Peruano en Situación de Disponibilidad Guillermo Felipe HERRERA ROSAS, de los

246
delitos de Rebelión Militar, Insulto al Superior, Negligencia, Desobediencia, Contra la
Administración de Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados y sin lugar a pago
de Reparación Civil; ABSUELVE: al Mayor Ejército Peruano en Situación de
Disponibilidad Víctor Manuel DE LA OLIVA ITURREGUI, de los delitos de Rebelión
Militar, Insulto al Superior, Negligencia, Desobediencia, Contra la Administración de
Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados, y sin lugar al pago de reparación
Civil; ABSUELVE: al Capitán Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Marco
Antonio MANYARI PATIÑO, de los Delitos de Rebelión Militar, Insulto al Superior,
Desobediencia, Negligencia, Contra la Administración de Justicia y Tentativa de
Homicidio por improbados, y sin lugar a pago de reparación Civil; ABSUELVE: al
Capitán Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Germán MARIN CASTRO de
los delitos de Rebelión Militar, Insulto al Superior, Desobediencia, Negligencia, Contra
la Administración de Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados, y sin lugar a
pago de Reparación Civil, ABSUELVE: al Teniente Ejército Peruano en Situación de
Disponibilidad Róger Martín PACHARI SAAVEDRA, de los delitos de Rebelión Militar,
Insulto al Superior, Desobediencia, Negligencia, contra la Administración de Justicia y
Tentativa de Homicidio por improbados, y sin lugar a pago de rebelión Civil: DISPONE:
la anulación de los antecedentes Judiciales de estos procesados y el archivamiento de
la causa en cuatro de ellos, una vez que queda consentida o ejecutoriada la sentencia
conforme a Ley; ABSUELVE: al General de División Ejército Peruano en Situación de
Retiro Jaime SALINAS SEDO de los delitos de Insulto al Superior y Contra la
Administración de Justicia por improbados, lo CONDENA: como autor de los delitos de
Rebelión Militar, con la del delito de Posesión Ilegal de Armas y Tentativa de
Homicidio, en agravio del Señor Presidente de la República Ingeniero Alberto
FUJIMORI FUJIMORI y del Doctor Vladimiro MONTESINOS TORRES, a la pena de
OCHO AÑOS DE PRISIÓN, que la seguirá cumpliendo en el Penal Militar señalado
por la Superioridad Militar y que con descuento de la detención que viene sufriendo,
vencerá el catorce de noviembre del año dos mil, fecha que será puesto en libertad;
ABSUELVE: al acusado General de Brigada Ejército Peruano en Situación de Retiro
Luís SORIANO MORGAN, de los delitos de Insulto al Superior y Contra la
Administración de Justicia por improbados; lo CONSIDERA: como autor del delito de
Rebelión Militar con la del delito de Tentativa de Homicidio en agravio del Señor
Presidente de la República Ingeniero Alberto FUJIMORI FUJIMORI y del Doctor
Vladimiro MONTESINOS Torres, a la pena de SIETE AÑOS DE PRISIÓN, que
continuará cumpliendo en el Penal Militar señalado por la Superioridad Militar, que con
descuento de la detención que viene cumpliendo vencerá el diecisiete de noviembre
de mil novecientos noventa y ocho, fecha en que será puesto en libertad, debiendo
abonar en concepto de reparación civil cincuenta mil nuevos soles a favor del Estado-
Ejército Peruano; ABSUELVE: al General de Brigada Ejército Peruano en Situación de
Retiro Manuel Fernando OBANDO SALAS, del delito Contra la Administración de
Justicia; LO CONDENA como autor del delito de rebelión Militar con la de los delitos
de Insulto al Superior, en agravio del General de Ejército Comandante General del
Ejército, y Tentativa de Homicidio, en agravio del Doctor Vladimiro MONTESINOS
TORRES; ABSUELVE: al Coronel Ejército Peruano en Situación de Retiro Jorge
Ramón NOBLECILIA MERINO, de los delitos de Negligencia, Contra la Administración
de Justicia, Tentativa de Homicidio y Desobediencia por improbados; LO CONDENA:
como el autor del delito de Rebelión Militar con la del delito de Insulto al Superior, en
agravio al Señor General de Ejército Comandante General del Ejército, a la pena de
SIETE AÑOS DE PRISIÓN, que la continuará cumpliendo en el Penal Militar indicado
por la Superioridad Militar, y que con descuento de la detención que viene cumpliendo

247
vencerá el veinticuatro de Noviembre de mil novecientos noventa y nueve, fecha en
que será puesto en libertad, y al pago de la suma de diez mil nuevos soles en
concepto de reparación civil a favor del Estado - Ejército Peruano; ABSUELVE; al
Teniente Coronel Ejército Peruano, en Situación de Retiro Enrique AGUILAR DEL
ALCAZAR, de los delitos de Negligencia, Contra La Administración de Justicia,
Desobediencia y Tentativa de Homicidio, por improbados; LO CONDENA: como autor
del delito de Rebelión Militar con la del delito de Insulto al Superior, en agravio del
Señor General de Ejército Comandante General del Ejército, la pena de SIETE AÑOS
DE PRISIÓN, que continuará cumpliendo en el Penal Militar señalado por la
Superioridad Militar, y que con descuento de la detención que viene sufriendo, vencerá
el veinticuatro de Noviembre, fecha en será puesto en libertad, y al pago de la suma
de cuatro mil nuevos soles por concepto de reparación civil, a favor del Estado -
Ejército Peruano; ABSUELVE al Mayor Ejército Peruano en Situación de Retiro César
Alberto CACERES HARO, de los delitos de Negligencia, Desobediencia, Contra la
Administración de Justicia, por improbados; lo CONDENA: como autor del delito de
Rebelión Militar, con la de los delitos de Posesión Ilegal de Armas, Tentativa de
Homicidio, en agravio del Doctor Vladimiro MONTESINOS TORRES e Insulto al
Superior, en agravio del Señor General del Ejército, Comandante General del Ejército,
a la pena de SIETE AÑOS DE PRISIÓN, que continuará cumpliendo en el Penal Militar
señalado por la Superioridad Militar, y que con descuento de la detención que viene
sufriendo, vencerá el veinticuatro de noviembre de mil novecientos noventa y nueve,
fecha que será puesto en libertad, debiendo abonar la suma de cuatro mil nuevos
soles en concepto de reparación civil a favor del Estado Ejército Peruano; ABSUELVE
al Mayor en Situación de Retiro Hugo ORMEÑO HUAPAYA, de los delitos Contra la
Administración de Justicia y Desobediencia por improbados, lo CONDENA: como autor
del delito de Rebelión Militar con la agravante de los delitos de Negligencia, Tentativa
de Homicidio, en agravio del Señor Presidente de la República e Insulto al Superior, en
agravio del Señor General de Ejército Comandante General del Ejército, a la pena de
SIETE AÑOS DE PRISIÓN, que la continuará cumpliendo en el Penal Militar, y que
con descuento de la detención que viene sufriendo, vencerá el veinticuatro de
noviembre de mil novecientos noventa y nueve, fecha en será puesto en libertad,
debiendo abonar en concepto de reparación civil la suma de cuatro mil nuevos soles, a
favor del Estado - Ejército Peruano: ABSUELVE: al Teniente Coronel Ejército en
Situación de Retiro Marko Antonio ZARATE ROTTA, de los delitos de Negligencia,
contra la Administración de Justicia, Desobediencia y Tentativa de Homicidio por
improbados; lo CONDENA: como autor del delito de Rebelión Militar con la. del delito
de Insulto al Superior, en agravio del Señor General del Ejército Comandante General
del Ejército, a la pena de SEIS AÑOS DE PRISIÓN, que la continuará cumpliendo en
el Penal Militar señalado por la Superioridad Militar, y que con descuento de la
detención que viene sufriendo, vencerá el catorce de noviembre de mil novecientos
noventa y ocho, fecha en que será puesto en libertad, debiendo abonar la suma de
cuatro mil nuevos soles en concepto de reparación civil a favor del Estado Ejército
Peruano; ABSUELVE: al Teniente Coronel en Situación de Retiro Arturo MORENO
ALCANTARA, de los delitos de Negligencia, Tentativa de Homicidio por improbados,
LO CONDENA: como autor del delito de Rebelión Militar con la agravante del delito de
Insulto al Superior, en agravio del Señor General de Ejército Comandante General del
Ejército, a la pena de SEIS AÑOS DE PRISIÓN, que lo continuará cumpliendo en el
Penal Militar señalado por la Superioridad Militar, y que con descuento de la detención
que viene sufriendo, vencerá el veinticuatro de noviembre de mil novecientos noventa
y ocho, fecha en que será puesto en libertad y al pago de la suma de cinco mil nuevos

248
soles en concepto de reparación civil a favor del Estado-Ejército Peruano; ABSUELVE:
al acusado Mayor Ejército Peruano en Situación de Retiro Salvador CARMONA
BERNASCONI, de los delitos de Insulto al Superior, Desobediencia, Negligencia,
Contra la Administración de Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados, lo
CONDENA: como autor del delito de Rebelión Militar a la pena de CINCO AÑOS DE
PRISIÓN que continuará cumpliendo en el Penal Militar señalado por la Superioridad
Militar, y que con descuento de la detención que viene sufriendo, vencerá el
veinticuatro de noviembre de mil novecientos noventa y siete, fecha en que será
puesto en libertad, y al pago de la suma de tres mil quinientos nuevos soles en
concepto de reparación civil a favor del Estado - Ejército Peruano en Situación de
Retiro Víctor Ernesto OBANDO SALAS, de los delitos de insulto al Superior, Contra la
Administración de Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados, lo CONDENA:
como autor del delito de Rebelión Militar a ]a pena de CINCO AÑOS DE PRISIÓN, que
la continuará cumpliendo en el Penal Militar designado por la Superioridad Militar, y
que con descuento de la detención que viene sufriendo, vencerá el diecisiete de
noviembre de mil novecientos noventa y siete, fecha en que será puesto en libertad,
debiendo abonar en concepto de reparación civil la suma de veinte mil nuevos soles, a
favor del Estado Ejército ABSUELVE: al General de División Ejército Peruano en
Situación de Retiro José Gabriel PASTOR VIVES, de los delitos de Insulto al Superior,
Contra la Administración de Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados, lo
CONDENA: como autor del delito de Rebelión Militar; ABSUELVE: al Coronel Ejército
Peruano en Situación de Retiro César MARTINEZ URIBE RESTREPO, de los delitos
de Negligencia, Desobediencia, Contra la Administración de Justicia y Tentativa de
Homicidio por improbados, lo CONDENA: como autor del delito de Rebelión Militar con
la agravante del delito de Insulto al Superior, en agravio del Señor General de Ejército
Comandante General del Ejército, a la pena de CUATRO AÑOS DE PRISIÓN, que
continuará cumpliendo en el Penal Militar señalado por la Superioridad Militar, y que
con descuento de la detención que viene sufriendo, vencerá el veinticuatro de
noviembre de mil novecientos noventa y seis, fecha en que será puesto en libertad,
debiendo abonar la suma de ocho mil nuevos soles en concepto de reparación civil a
favor del Estado Ejército Peruano; ABSUELVE: al Coronel Ejército Peruano en
Situación de Retiro Víctor Elar GRANDA GUZMAN, de los delitos de Negligencia,
Desobediencia, Contra la Administración de Justicia y Tentativa de Homicidio, por
improbados, lo CONDENA: como autor del delito de Rebelión Militar con la agravante
del delito de Insulto al Superior en agravio del Señor General de Ejército Comandante
General del Ejército; ABSUELVE: al Capitán Ejército Peruano en Situación de
Disponibilidad Federico Arturo MALAGA RUBIRA, de los delitos de Rebelión Militar,
Contra la Administración de Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados, lo
CONDENA: como autor de los delitos de Desobediencia y Negligencia a la pena de
DOS AÑOS DE PRISIÓN EFECTIVA, que la seguirá cumpliendo en el Penal Militar
designado por la Superioridad Militar y que vencerá el dieciocho de Febrero de mil
novecientos noventa y cinco, fecha en que será puesto en libertad, y al pago de la
suma de quinientos nuevos soles en concepto de reparación civil a favor del Estado -
Ejército Peruano; ABSUELVE: al Coronel Ejército Peruano; ABSUELVE: al Coronel
Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad José MONTERO MENDEZ, de los
delitos de Negligencia, Desobediencia, Contra la Administración de Justicia y Tentativa
de Homicidio por improbados, lo CONDENA: como autor del delito de Rebelión Militar
con el Agravante del Señor General de Ejército Comandante General del Ejército, a la
pena de CATORCE AÑOS DE PRISIÓN EFECTIVA, que la seguirá cumpliendo en el
Penal Militar señalado por la Superioridad Militar, y que vencerá el dieciocho de Abril

249
de mil novecientos noventa y cuatro, fecha en que será puesto en libertad, y al pago
de la suma de dos mil nuevos soles en concepto de reparación civil, a favor del Estado
Ejército Peruano; ABSUELVE: al Coronel Ejército Peruano en Situación de
Disponibilidad Jaime GUTIERREZ TOVAR, de los delitos de Negligencia, Contra la
Administración de Justicia, Desobediencia y Tentativa de Homicidio por improbados, lo
CONDENA: como autor del delito de Rebelión Militar con la del delito de Insulto al
Superior, en agravio del Señor General del Ejército Comandante General del Ejército;
ABSUELVE: al Teniente Coronel Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad
Eduardo Percy SOLANO PIMENTEL, de los delitos de Negligencia, Desobediencia,
Contra la Administración de Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados, lo
CONDENA: como autor del delito de Rebelión Militar con la del delito de Insulto al
Superior, en agravio del Señor General Ejército Comandante General del Ejército, a la
pena de OCHO MESES DE PRISIÓN EFECTIVA, que la seguirá cumpliendo en el
Penal Militar designado por la Superioridad Militar, y que vencerá el dieciocho de
octubre de mil novecientos noventa y tres, fecha en que será puesto en libertad,
debiendo abonar en concepto de reparación civil la suma de un mil nuevos soles, a
favor de Estado - Ejército Peruano; ABSUELVE: al Teniente Coronel Ejército Peruano
en Situación de Disponibilidad Pedro Manuel TELLO DELGADO de los delitos de
Negligencia, Desobediencia, Contra la Administración de Justicia y Tentativa de
Homicidio por improbados, lo CONDENA: como autor del delito de Rebelión Militar
como la del delito de Insulto al Superior. en agravio del Señor General de Ejército
Comandante General del Ejército, a la pena de OCHO MESES DE PRISIÓN
EFECTIVA, que seguirá cumpliendo en el Penal Militar designado por la Superioridad
Militar y que vencerá el dieciocho de Octubre de mil novecientos noventa y tres, fecha
en que será puesto en libertad, debiendo abonar en concepto de reparación civil la
suma de un mil nuevos soles a favor del Estado - Ejército Peruano; ABSUELVE: Al
Coronel Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Wilder SANCHEZ GAMBINI,
de los delitos Contra la Administración de Justicia y Desobediencia; lo CONDENA:
como autor del delito de Negligencia. a la pena de UN AÑO DE PRISIÓN EFECTIVA
que seguirá cumpliendo en el Penal Militar designado por la Superioridad Militar y que
vencerá el dieciocho de febrero de mil novecientos noventa y cuatro, fecha en que
será puesto en libertad; ABSUELVE: al Teniente Coronel Ejército Peruano en
Situación de Disponibilidad José Rosendo CHAVEZ BEGAZO, de los delitos de
Rebelión Militar, Insulto al Superior, Desobediencia, Contra la Administración de
Justicia y Tentativa de Homicidio, por improbados, lo CONDENA; como autor del delito
de Negligencia, a la pena de SEIS MESES DE PRISIÓN, cuya ejecución suspendieron
por habérsele concedido el beneficio de la condena condicional, debiendo sujetarse a
las reglas de conducta señaladas en el artículo sesenta y seis del Código de Justicia
Militar y al pago de la suma de quinientos nuevos soles en concepto de reparación civil
a favor del Estado-Ejército Peruano; ABSUELVE: al Teniente Coronel Ejército Peruano
en Situación de Disponibilidad Luís Antonio RUIZ y URQUIZO, de los delitos de
Rebelión Militar, Insulto al Superior, Desobediencia, Contra la Administración de
Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados; lo CONDENA: como autor del delito
de Negligencia. a la pena de SEIS MESES DE PRISIÓN, cuya ejecución suspendieron
por habérsele concedido el beneficio de la condena condicional, debiendo sujetarse a
las reglas de conducta que señala el artículo sesenta y seis del Código de Justicia
Militar, con la obligación de abonar la suma de quinientos nuevos soles en concepto
de reparación civil a favor del Estado - Ejército Peruano; ABSUELVE: al Teniente
Coronel Ejército Peruano de Disponibilidad César ROSADO CISNEROS, de los delitos
de Rebelión Militar, Insulto al Superior, Desobediencia, Contra la Administración de

250
Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados, lo CONDENA: como autor del delito
de Negligencia a la pena de TRES MESES DE PRISIÓN, cuya ejecución se suspende
por habérsele concedido el beneficio de la condena condicional, sujetándose a las
reglas de conducta del Artículo sesenta y seis del Código de Justicia Militar y sin lugar
a pago de Reparación Civil; ABSUELVE: al Teniente Coronel Ejército Peruano en
Situación de Disponibilidad Carlos Guillermo GALDOS CHACON, de los delitos de
Rebelión Militar, Insulto al Superior, Desobediencia, Contra la Administración de
Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados, lo CONDENA: como autor del delito
de Negligencia a la pena de TRES MESES DE PRISIÓN, la misma que se suspende
en su ejecución por habérsele concedido el beneficio de la condena condicional,
debiendo cumplir con las reglas de conducta que establece el Artículo sesenta y seis
del Código Castrense, y sin lugar a pago de Reparación Civil; ABSUELVE; al Mayor
Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Félix Alfonso CASTRO GOMEZ DE LA
TORRE, de los delitos de Rebelión Militar, Insulto al Superior, Desobediencia, Contra
la Administración de Justicia y Tentativa de Homicidio por improbados, lo CONDENA:
como autor del delito de Negligencia, a la pena de TRES MESES DE PRISIÓN, la
misma que se suspende por habérsele concedido el beneficio de la Condena
Condicional, debiendo sujetarse a las reglas de conducta que establece el Artículo
sesenta y seis del Código de Justicia Militar y sin lugar a pago de Reparación Civil,
MANDA: Reiterar las órdenes de captura contra el "reo ausente" Vicealmirante
Armada Peruana en Situación de Retiro, Augusto VARGAS PRADA PERALES, hasta
que sea habido o se presente; DISPONE: al archivamiento definitivo de la Instrucción
abierta Contra los que Resultan Responsables, por los delitos de Rebelión Militar
materia del auto apertorio de Instrucción de fojas siete; la REVOCARON: en cuanto al
monto de Reparación Civil impuesto al sentenciado General de División Ejército
Peruano en Situación de Retiro Jaime SALINAS SEDO, la extensión de la pena y
monto de la Reparación civil a los Procesados General de División Ejército peruano en
Situación de Retiro José Gabriel PASTOR VIVES y General de Brigada Ejército
Peruano en Situación de Retiro Manuel Fernando OBANDO SALAS, el monto de la
Reparación Civil al sentenciado Coronel Ejército Peruano en Situación de
Disponibilidad Wilder SANCHEZ GAMBINI; la extensión de la pena y Reparación Civil
a los procesados Coronel Ejército Peruano en Situación de Retiro Víctor Elar GRANDA
GUZMAN y Coronel Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Jaime
GUTIERREZ TOVAR; MODIFICÁNDOLA: en estos extremos IMPUSIERON al
sentenciado General de División Ejército peruano en Situación de Retiro Jaime
SALINAS SEDO la suma de DOSCIENTOS CINCUENTA MIL NUEVOS SOLES que
debe abonar en concepto de Reparación Civil a favor del Estado Ejército Peruano;
IMPUSIERON: al procesado General de División Ejército Peruano en Situación de
Retiro José Gabriel PASTOR VIVES la pena de TRES AÑOS DE PRISIÓN que
continuará cumpliendo en el Penal Militar indicado por la Superioridad Militar y que con
descuento de la detención que viene sufriendo vencerá el catorce de Noviembre de mil
novecientos noventa y cinco, fecha en que será puesto en libertad, al pago de la suma
de SEIS MIL NUEVOS SOLES en concepto de Reparación Civil a favor del Ejército
Peruano en Situación; IMPUSIERON: al sentenciado General de Brigada Ejército
Peruano en Situación de Retiro Manuel Fernando OBANDO SALAS la pena de OCHO
AÑOS DE PRISIÓN que la seguirá cumpliendo en el Penal Militar señalado por la
Superioridad Militar que con descuento de la detención que viene sufriendo, vencerá el
diecisiete de noviembre del año dos mil, fecha en que será puesto en libertad.
debiendo abonar la suma de SESENTA MIL NUEVOS SOLES, en concepto de
Reparación Civil a favor del Estado Ejército Peruano: IMPUSIERON: al sentenciado

251
Coronel Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad Wilder SANCHEZ GANBINI la
suma de UN MIL NUEVOS SOLES en concepto de Reparación Civil a favor del Estado
Ejército Peruano; IMPUSIERON: al procesado Coronel Ejército Peruano en Situación
de Retiro Víctor Elar GRANDA GUZMAN, la pena de TRES AÑOS DE PRISIÓN que
continuará cumpliendo en el Penal Militar designado por la Superioridad Militar y con
descuento de la detención que viene sufriendo vencerá el veinticuatro de noviembre
de mil novecientos noventa y cinco fecha en que será puesto en libertad, debiendo
pagar en concepto de Reparación Civil la suma de TRES MIL NUEVOS SOLES a
favor del Estado - Ejército Peruano; IMPUSIERON: al sentenciado Coronel Ejército
Peruano en Situación de Disponibilidad Jaime GUTIERREZ TOVAR la pena de UN
AÑO DE PRISIÓN que la seguirá cumpliendo en el Penal Militar señalado por la
Superioridad Militar y que vencerá el dieciocho de Febrero de mil novecientos noventa
y cuatro fecha en que será puesto en libertad, debiendo abonar en concepto de
Reparación Civil la suma de UN MIL NUEVOS SOLES a favor de! Estado - Ejército
Peruano; AMPLIÁNDOLA: DECLARARON NULO el auto de fojas treinta y ocho, de
fecha diecisiete de noviembre de mil novecientos noventa y dos, que comprende en la
Instrucción al Coronel de Infantería Ejército Peruano en Situación de Disponibilidad
Javier GUTIERREZ TOVAR, por haberse duplicado el Auto Apertorio de Instrucción
contra el citado acusado; ORDENARON: que los DOS MIL DOSCIENTOS DOLARES
AMERICANOS incautados al General de División Ejército Peruano en Situación de
Retiro Jaime SALINAS SEDO caigan en comiso y pasen a constituir fondos da la
Justicia Militar; asimismo, la mini grabadora marca OLIMPUS, modelo PEAR CORDER
S guión noventa y cinco doce serie sesenta veintiséis noventa y seis y facsímil marca
SHARP guión UX guión ciento cuarenta número setenta once noventa y uno caigan en
comiso y el producto de su remate pasen a constituir fondos de la Justicia Militar; que
los vehículos incautados sean devueltos a sus propietarios y el armamento de
propiedad del Estado se remitan a sus Institutos y los otros a la Dirección de Control
de Servicio de Seguridad, Control de Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil
(DISCAMEC), para los fines de Ley; y los devolvieron.-

2.2. COMENTARIO

El General en Retiro Jaime Salinas Sedó, bajo la premisa del derecho de


insurgencia, consagrado en el Art. 82º de la Constitución de 1979, pretendía
defender el orden constitucional, reaccionando a la acción realizada el 5 de
abril de 1992, por Alberto Fujimori. Como era de esperarse, muchos
reaccionaron contra esta medida, al punto que se formó un grupo de militares y
ex militares, entre los cuales se encontraba revertiendo la ruptura de este
orden.
En este caso, entró en colisión el delito de rebelión militar que reprime el
Código de Justicia Militar, con los actos preparatorios para el ejercicio del
derecho de insurgencia que garantizaba el artículo 82º de la Constitución de
1979. En efecto el Art. 82º señalaba: “…el pueblo tiene el derecho de insurgir
en defensa del orden constitucional”, pero sólo en los casos en que existiese

252
un gobierno usurpador –de facto-. Asimismo, el art. 307º de la citada Ley
Fundamental, señalaba que: “Esta Constitución no pierde su vigencia ni deja de
observarse por acto de fuerza o cuando fuere derogada por cualquier otro
medio distinto del que ella misma dispone…”.

Más allá de la discusión planteada, lo concreto es que poco tiempo


después, el Congreso indultó a la mayoría de los que habían participado en
esta tentativa de insurgencia, siendo después también objeto de amnistía, el
General en Retiro Jaime Salinas Sedó, lo que de alguna manera, confirió a
dicho acto, ser considerado como un delito de naturaleza política.

La amnistía, proviene de la locución griega que significa “olvido”,


medida legislativa que importa la extinción de la acción penal, así como la
potestad represiva misma con respecto a los hechos determinados. Cabe
precisar que la amnistía como un acto inspirado en razones sociales requiere
generalidad, a diferencia de la gracia o indulto cuyos alcances son particulares.

3. OPERATIVO CHAVIN DE HUANTAR: COMPETENCIA DEL FUERO

MILITAR O DE LA JUSTICIA COMÚN

3.1. COMPETENCIA Nº 19/21-2002, SALA PENAL TRANSITORIA DE LA CORTE


SUPREMA DE JUSTICIA141

Lima, dieciséis de agosto del dos mil dos.-


VISTOS; con lo expuesto por la señora Fiscal Supremo; y, CONSIDERANDO:
Primero.- Que, esta Contienda de Competencia debe dilucidarse si corresponde al
Fuero Común o al Fuero Militar, el conocimiento del proceso, iniciado en el fuero
común por el Tercer Juzgado Penal Especial de la Corte Superior de Justicia de Lima,
que apertura instrucción por delito de homicidio calificado en contra de Augusto Jaime
Patiño, José Williams Zapata, Luis Alatrista Rodríguez, Carlos Tello Aliaga, Víctor
Robles Del Castillo, Víctor Hugo Sánchez Morales, Raúl Huarcaya Lovon, Walter
Becerra Noblecilla, José Alvarado Díaz, Manuel Paz Ramos, Jorge Félix Díaz, Juan
Carlos Moral Rojas, Tomás César Rojas Villanueva, Jorge Orlando Fernández Robles
y Benigno Leonel Cabrera Pinto, todos ellos integrantes del cuerpo militar que intervino
en el operativo militar, denominado NIPON, conocido posteriormente como “CHAVIN
DE HUANTAR”, el cual estaba constituido por Fuerzas Especiales combinadas de los
Institutos Armados y tenía como finalidad el rescate de los rehenes secuestrados en la

141
ROJAS VARGAS, Fidel, Jurisprudencia penal comentada (2001-2003), Tomo II, IDEMSA, Lima,
2005, p. 723-726.

253
Residencia del Embajador de Japón, por existir indicios de haberse producido
ejecuciones extrajudiciales de terroristas cuando se encontraban rendidos; también se
comprendió en el proceso penal a Vladimiro Montensinos Torres, Nicolás de Bari
Hermoza Ríos, Roberto Huamán Azcurra y Jesús Zamudio Aliaga, personas ajenas al
grupo o comando encargado de ejecutar el referido plan NIPON, por lo que no se
encuentran comprendidos en el auto apertorio de fecha veintinueve de mayor del año
en curso dictado por la Sala de Guerra del Consejo Supremo de Justicia Militar, que ha
circunscrito la intervención de la Justicia Militar exclusivamente al personal de
Comandos que intervinieron, como elemento profesional y especializado en el
operativo militar; Segundo.- Que, el operativo militar, antes referido, realizado el día
veintidós de abril de mil novencientos noventa y siete, se planificó e ejecutó por orden
del entonces Presidente de la República, Ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, Jefe
Supremo de las Fuerzas Armadas, para preservar el orden interno y la seguridad
nacional, gravemente afectados por el ataque armado de un grupo terrorista
organizado y pertrechado como fuerza militar que asaltó la residencia del Embajador
de Japón el día diecisiete de diciembre de mil novecientos noventiséis, lo que dió lugar
a que se decretara el estado de emergencia en diversos distritos del departamento de
Lima, entre ellos el Distrito de San Isidro; cuyo régimen de excepción se prorrogó por
sesenta días, mediante Decreto Supremo número cero veinte guión DE guión
CCFFAA, fecha catorce de abril de mil novecientos noventisiete, asumiendo las
Fuerzas Armadas, en virtud de ello, el control del Orden Interno, lo cual amerita
calificar la intervención de los Comandos Militares como un hecho producido en zona
declarada en estado de emergencia al que por lo tanto debe aplicarse el artículo
décimo de la Ley veinticuatro mil ciento cincuenta, que dispone que los miembros de
las Fuerzas Armadas que prestan servicios en zonas declaradas en estado de
excepción están sujetos a la aplicación del Código de Justicia Militar y que las
infracciones que cometan aquellos en ejercicio de sus funciones tipificadas en dicho
Código, son de competencia del Fuero Privativo Militar, salvo las que no tengan
vinculación con el servicio, como en efecto lo son las personas no comprendidas en el
auto apertorio de instrucción expedido por la Jurisdicción Militar; Tercero.- Que,
habiendo actuado el grupo militar constituido y entrenado para ello, en la operación de
rescate de los rehenes en acatamiento a una orden superior, en un escenario de claro
enfrentamiento militar, caso de haberse producido infracciones o excesos punibles
previstos en el Código de Justicia Militar, durante su intervención, tal eventualidad
debe considerarse como producida en ejercicio de la función, correspondiendo por lo
tanto que sus autores sean sometidos a la jurisdicción del fuero militar con arreglo al
ordenamiento contenido en el Código de Justicia Militar; que por otra parte, constituye
argumento esencial y resulta de estricta aplicación lo dispuesto en el artículo ciento
setentitrés de la Constitución Política del Estado, en cuanto dispone que en el caso de
delito de función los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional están
sometidos al fuero respectivo y al Código de Justicia Militar y que esta disposición es
aplicable a los civiles en el caso de delitos de Traición a la patria y de Terrorismo;
siendo el caso además, que los hechos punibles materia de la competencia se
encuentran comprendidos en el Código de Justicia Militar como delito de violación del
derecho de gentes, tipificado en el artículo noventa y cuatro del aludido Código;
Cuarto.- Que, lo dispuesto por el artículo trescientos veinticuatro del Código de
Justicia Militar, debe adecuarse a lo que manda el artículo ciento setentitrés de la
Constitución Política del Estado, toda vez que los pretendidos agraviados actuaron
como un grupo armado integrante de la organización terrorista “Túpac Amaru”,
calificada como tal por la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas,
como es de verse a fojas cincuenta y cinco, de allí que resulta impropio considerarlos
como elementos civiles; Quinto.- Que, la determinación de la competencia respecto a
la investigación y juzgamiento de los excesos que se hubieren producido, concluido
que fue el rescate de los rehenes, en los cuales estarían involucrados personal militar,
integrantes del grupo de comandos y personal ajeno a dicho cuerpo, debe efectuarse

254
con estricta ejecución a lo normado por los artículos trescientos cuarentidós y
trescientos cuarentitrés del Código de Justicia Militar, esto es, que cada jurisdicción, la
militar y la civil conozcan en forma independiente el delito que corresponda con arreglo
a la legislación penal pertinente; Sexto.- Que, como fluye de las consideraciones
expuestas, los inculpados integrantes del cuerpo de Comandos, han actuado en una
operación militar en cumplimiento de una orden impartida con arreglo a la
Constitución, por autoridad con capacidad de hacerlo y que las infracciones de
naturaleza delictiva en que hubieren incurrido corresponde sean conocidas por el
Fuero Militar, cosa que no ocurre con los elementos ajenos a dichos comandos,
quienes habrían actuado de ser el caso, como infractores y autores de delitos
comprendidos en la legislación común y que por lo tanto deben permanecer sujetos a
la Jurisdicción del Fuero Común; Sétimo.- Que, respecto a los encausados en el
Fuero Común Vladimiro Montesinos Torres, Nicolás de Bari Hermoza Ríos, Roberto
Huamán Azcurra y Jesús Zamudio Aliafa, personas ajenas al operativo militar
involucrados, en la investigación sobre posibles ajusticiamientos extrajudiciales contra
terroristas rendidos, configurarían un caso de violación a los derechos humanos
tipificado como delito de lesa humanidad, similar a otros casos reabiertos en el Fuero
Común, por lo que sería pertinente la acumulación de procesos cumpliendo con lo
dispuesto por la Ley diez mil ciento veinticuatro, tanto más que todos ellos derivan de
la misma voluntad criminal; por estos fundamentos y de conformidad con el inciso b)
del artículo trescientos sesenta y uno del Código de Justicia Militar; DIRIMIERON la
contienda de competencia submateria de vista a favor del Fuero Militar; en
consecuencia declararon: que la instrucción seguida en el fuero militar continúe en el
referido Fuero, debiendo el Tercer Juzgado Penal Especial de la Corte Superior de
Justicia de Lima (Fuero Común) remitir a la Vocalía de Instrucción del Consejo
Supremo de Justicia Militar, copia certificada de todo lo actuado en la instrucción
seguida en contra de Augusto Jaime Patiño, José Williams Zapata, Luis Alatrista
Rodríguez, Carlos Tello Aliaga, Víctor Robles del Castillo, Víctor Hugo Sánchez
Morales, Raúl Huarcaya Lovon, Walter Becerra Noblecilla, José Alvarado Díaz, Manuel
Paz Ramos, Jorge Félix Díaz, Juan Carlos Moral Rojas, Tomas César Rojas
Villanueva, Jorge Orlando Fernández Robles y Benigno Leonel Cabrera Pino, como lo
dispone el artículo trescientos cuarentidós del Código de Justicia Militar;
ORDENARON asimismo continuar la instrucción respecto de los procesados Vladimiro
Montesinos Torres, Nicolás de Bari Hermoza Ríos, Roberto Huamán Escurra y Jesús
Zamudio Aliaga por el delito comprendido en el auto apertorio de instrucción dictado
por el Tercer Juzgado Penal Especial de la Corte Superior de Justicia de Lima,
debiendo disponer lo pertinente en atención a lo precisado en el sétimo considerando
de esta resolución; y los devolvieron.-
S.S.
CABALA ROSSAND / ESCARZA ESCARZA / HUAMANÍ LLAMAS / VEGA
VEGA / AGUAYO DEL ROSARIO

EL SEÑOR SECRETARIO DE LA SALA PENAL TRANSITORIA DE LA CORTE


SUPREMA CERTIFICA EL VOTO SINGULAR DE LA DOCTORA HUAMANÍ LLAMAS:
La Señora Vocal Suprema Evangelina Huamaní Llamas está de acuerdo con el voto
emitido por los Señores Vocales Cabala Rossand, Escarza Escarza, Vega Vega, y
Aguayo Del Rosario en los considerandos Primero, Segundo, Tercero, Cuarto, Quinto
y Sexto de la resolución, discrepando sólo en el sétimo considerando respecto del cal
MI VOTO es como sigue:
SÉTIMO: El incidente materia de grado versa sobre Contienda de
Competencia, es decir, determinar que Organo jurisdiccional es el competente para
conocer el proceso principal; no teniéndose a la vista dentro de este incidente ningún
proceso conexo que se siga contra los encausados que serán procesados en el fuero
común como para disponer la acumulación de procesos conforme a las normas
dispuestas en el segundo párrafo del inciso primero del artículo uno de la Ley diez mil

255
ciento veinticuatro, que señala: “que, la acumulación es facultativa y se ordenará sólo
cuando los procesos estén en el mismo estado y siempre que la acumulación no
redunde en la inútil postergación del juzgamiento de la que ya tuviese mérito suficiente
para ello”, por lo que considero innecesario pronunciarme sobre una acumulación de
procesos por delitos conexos; en consecuencia tampoco comparto con lo pertinente de
la parte resolutiva.
HUAMANÍ LLAMAS

3.2. COMENTARIO

Coincidimos plenamente con lo resuelto por la Sala Penal Transitoria de


la Corte Suprema de Justicia, al dirimir la contienda de competencia a favor del
fuero militar. La Corte Suprema partió el caso en dos: los Comandos del
Ejército pasaron a ser juzgados por la Justicia Militar, y Montesinos, Hermosa,
Huamán y Zamudio se quedaron en el Poder Judicial.

En sus considerandos, la Corte Suprema, parte del supuesto de que los


Comandos actuaron en una operación militar, de acuerdo a las circunstancias
del caso, obedeciendo las órdenes impartidas por sus superiores, y con arreglo
a la Constitución. Asimismo, refiere que “los pretendidos agraviados actuaron
como un grupo armado integrante de la organización terrorista “Túpac Amaru”,
calificada como tal por la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, resultando impropio considerarlos como elementos civiles”. Por esta
razón es que los hechos punibles materia de la competencia se encuentran
comprendidos en el Código de Justicia Militar como delito de violación del
derecho de gentes, previsto y sancionado en el artículo 94º del aludido Código.

En una situación como la descrita, de enfrentamiento directo, donde


cualquiera podía ser abatido, y donde había rehenes que proteger y liberar, de
ningún modo podía pedírsele a los comandos que actúen con prudencia.

Bajo estas consideraciones, la Corte Suprema, bajo una interpretación


que considero acertada, resolvió que sus autores sean sometidos a la
jurisdicción del fuero militar con arreglo al ordenamiento contenido en el Código
de Justicia Militar.

256
Tampoco se trata de encubrir presuntas violaciones de derechos
humanos. Es decir nuestra posición no está a favor de ocultar actos de
ejecuciones extrajudiciales cometidos por las fuerzas del orden contra
elementos civiles, pero en este caso en particular, se configuran elementos de
naturaleza distinta que, en caso de haberse producido infracciones o excesos
punibles durante el operativo, dichos elementos impiden calificar estos actos
como supuestos delitos comunes, sino como propios de ejercicio de la función.
Así, tenemos los siguientes elementos:

- Escenario de claro enfrentamiento militar


- Enfrentamiento con una organización terrorista (MRTA) que no pueden
ser considerados como civiles.

Realizada la investigación en el fuero militar, el Consejo Supremo de


Justicia Militar mediante sentencia del 29 de abril del 2004, decidió archivar
definitivamente el caso Chavín de Huantar, al considerar que no existían
pruebas que demostraran las ejecuciones. En suma, no se probó que los
comandos hayan sido culpables de homicidio calificado (ejecuciones
extrajudiciales).

4. CASO LA CANTUTA

4.1. Expedientes acumulados N° 157-V-93 y 8841-93, Sentencia de la SG-CSJM


del 21 de febrero de 1994142

VISTOS: En Sala de Guerra las causas acumuladas número ciento cincuentisiete


guión V guión noventitrés, originario de la Vocalía de Instrucción del Consejo Supremo
de Justicia Militar, y ocho mil ochocientos cuarenta y uno guión noventitrés procedente
del Fuero Común, seguida contra el siguiente personal del Ejército Peruano: General
de Brigada Juan RIVERO LAZO, Peruano, natural de Lima, casado, de cincuentiún
años de edad,... procesado por los delitos de Secuestro, Contra la Administración de
Justicia, Desaparición Forzada de Personas, Abuso de Autoridad y Contra la Vida, el
Cuerpo y la Salud, en la modalidad de Asesinato, Contra el Coronel de Artillería
Ejército Peruano Federico Agusto NAVARRO PEREZ, natural de Iquitos, casado, de
cuarenticinco años de edad,...procesado por los delitos de Secuestros, Contra la
Administración de Justicia, Desaparición Forzada de Personas, Abuso de Autoridad y
Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la modalidad de Asesinato; contra el Coronel
de Infantería Ejército Peruano Manuel Leoncio GUZMAN CALDERON, peruano,

142
Tomado de ALVARADO GONZALVEZ, Pepe, ob. Cit. P. 211-225.

257
natural de Trujillo, casado, de cuarenticuatro años de edad, ...procesados por los
delitos de Secuestro, Contra la Administración de Justicia, Desaparición Forzada de
Personas, Abuso de Autoridad y Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la modalidad
de Asesinato; contra el Mayor de Ingeniería Ejército Peruano Santiago. Enrique
MARTIN RIVAS, Peruano, natural dc Trujillo, soltero, de treinticinco años de edad,
procesado por los delitos de Secuestro, Desaparición Forzada de Personas, Abuso de
Autoridad, Contra la Administración de Justicia y contra la Vida, el Cuerpo y la Salud
en la modalidad de Asesinato; contra el Mayor de Ingeniería del Ejército Peruano
Carlos Eliseo. PICHILINGUE GUEVARA, peruano, natural de Huaral, casado, de
treintisiete años de edad, ...procesado por los delitos de Secuestro y Contra la
Administración de Justicia, Desaparición Forzadas de personas, Abuso de Autoridad, y
Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la modalidad de Asesinato; contra el Teniente
de Infantería del Ejército Peruano Aquilino PORTELLA NUÑEZ, peruano, (REO
AUSENTE), procesado por los delitos de Secuestro, Contra la Administración de
Justicia, Desaparición Forzada de Personas, Abuso de Autoridad y Contra la Vida el
Cuerpo y la Salud en la modalidad de Asesinato; contra el Teniente, hoy Capitán del
Ejército Peruano José Adolfo VELARDE ASTETE, Peruano, natural de Lima,
...procesado por los delitos de Secuestro, Contra la Administración de Justicia,
Desaparición Forzada de personas, Abuso de Autoridad, Contra la Vida, el Cuerpo y la
modalidad de Asesinato y Negligencia; contra el Técnico de Segunda del Ejército
Pedro Guillermo SUPPO SANCHEZ, peruano, natural del Callao, viudo, de
cuarentisiete años de edad, ...procesado por los delitos de Secuestro, Contra la
Administración de Justicia, Desaparición Forzada de personas, Abuso de Autoridad,
Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la modalidad de Asesinato y Negligencia;
contra el Técnico de Tercera del Ejército Peruano Julio CHUQUI AGUIRRE, peruano,
natural de Tacna. casado, de cuarenticinco años de edad, ...procesado por los delitos
de Secuestro, Contra la Administración de Justicia, Desaparición Forzada de
personas, Abuso de Autoridad, Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la modalidad de
Asesinato y Negligencia; contra el Técnico de Tercera del Ejército Peruano, Rogelio
CARBAJAL GARCÍA, peruano, natural de Trujillo, de treintinueve años de edad,
...procesado por los delitos de Secuestro, Contra la Administración de Justicia,
Desaparición Forzada de personas, Abuso de Autoridad, Contra la Vida, el Cuerpo y la
Salud en la modalidad de Asesinato y Negligencia; contra el Técnico de Tercera del
Ejército Peruano, Jesús Antonio SOSA SAAVEDRA, peruano, natural de Lambayeque,
casado, de treinticuatro años de edad, ...procesado por los delitos de Secuestro,
Contra la Administración de Justicia, Desaparición Forzada de personas, Abuso de
Autoridad, Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la modalidad de Asesinato y
Negligencia; todos ellos en agravio del profesor Hugo MUÑOZ SANCHEZ y nueve
estudiantes de la Universidad Nacional de Educación ''Enrique Guzmán y Valle" - La
Cantuta.

Planteadas, discutidas y votadas las cuestiones de hecho y de derecho, este Tribunal


considera lo siguiente:

PRIMERO: Está probado que en la madrugada del día dieciocho de julio de mil
novecientos noventidós, aproximadamente a las cero una horas, un grupo de personas
portando armas de fuego, vestidas con chompa de color negro de cuello alto, botas de
tipo militar y pasamontaña, movilizándose en vehículos, hizo su ingreso por la puerta
principal al Campus de la Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y
Valle" - La Cantuta; así se desprende de...

SEGUNDO: Está probado que desde el año de mil novecientos noventiuno a la fecha
de la comisión de los hechos en la Universidad Nacional de Educación "Enrique
Guzmán y Valle" - La Cantuta, se hallaba acantonada una Base de Acción Cívica del
Ejército con un contingente aproximado de treinta efectivos al mando de un Oficial
Subalterno; como es de verse de ...

TERCERO: Está probado que el día dieciocho de julio de mil novecientos noventidós,

258
la Base de Acción Cívica referida en la cuestión de hecho anterior, se encontraba al
mando del Teniente Ejército Peruano José Adolfo VELARDE ASTETE y como
segundo Jefe el Teniente Ejército Peruano Aquilino PORTELLA NUÑEZ, así consta de
...

CUARTO: Está probado que los elementos armados ingresaron libremente al recinto
universitario sin encontrar obstáculo alguno por parte del personal militar de la Base de
Acción Cívica acantonada en dicho lugar; así aparece de ...

QUINTO: Está probado que los elementos armados se dirigieron al Pabellón de


estudiantes varones de la Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y
Valle" - La Cantuta, extrayendo de su alojamiento, previa identificación, a los
estudiantes: Richard Armando AMARO CONDOR, Felipe FLORES CHIPANA, Juan
MARIÑOS FIGUEROA, Heráclides PABLO MEZA, Luis Enrique ORTIZ PEREA,
Marcelino ROSALES CARDENAS, Robert Edgar TEODORO ESPINOZA; así se infiere
de ...

SEXTO: Está probado que luego de extraer a los estudiantes, se dirigieron a la


residencia de estudiantes de la Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán
y ValIe" - La Cantuta, extrayendo de sus dormitorios, previa identificación, a las
estudiantes Bertila LOZANO TORRES y Dora OYAGUE FIERRO; como aparece de ...

SEPTIMO: Está probado que aproximadamente a la una y treinta horas del día
dieciocho de julio de mil novecientos noventidós los elementos armados detuvieron al
profesor universitario Hugo MUÑOZ SANCHEZ en el interior de su residencia ubicada
en dicha Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y Valle"; así aparece...

OCTAVO: Está probado que el profesor y los nueve estudiantes de la Universidad


Nacional de Educación "Enrique Guzmán y Valle", referidos en las cuestiones de
hecho anteriores, fueron conducidos en vehículos por el personal armado con
dirección a la ciudad de Lima; así se aprecia...

NOVENO: Está probado que el profesor Hugo MUÑOZ SANCHEZ y los nueve
estudiantes extraídos de sus habitaciones en la Universidad Nacional de Educación
"Enrique Guzmán y Valle", el día dieciocho de julio de mil novecientos noventidós,
fueron victimados por sus captores y enterrados inicialmente en un lugar de Huachipa;
así se aprecia de...

DECIMO: Está probado que a raíz de las denuncias formuladas ante la Fiscalía de la
Nación se constató la existencia de fosas clandestinas, ubicadas en el sector de
Cieneguilla, quebrada de Chavilca, kilómetro catorce y medio de la carretera a
Cieneguilla y, en el sector de Huachipa a la altura del kilómetro uno y medio de la
carretera "Ramiro Prialé"; así aparece de...

DECIMO PRIMERO: Está probado que como consecuencia de dichas denuncias, la


Fiscalía de la Nación, dispuso la investigación del hecho, nombrándose para el efecto
un Fiscal Ad-Hoc, Peritos Médicos Legales y Criminalísticos, para que con apoyo de la
Policía Nacional, otras Instituciones del Estado y particulares se conforme un equipo
especializado para el mejor esclarecimiento de los hechos; así se infiere de ...

DECIMO SEGUNDO: Está probado que con el hallazgo de conjuntos de restos


humanos óseos fragmentados y calcinados; vestigios materiales: casquillos. manojos
de llave, ropa, etc., en las fosas antes referidas, se llegó a determinar que dichos
restos corresponden a entierros: primario y secundario, significando ésto que
anteriormente fueron enterrados en otro lugar (Huachipa) y luego de ser extraídos
encontrándose en estado de putrefacción, fueron quemados y vueltos a enterrar en
fosas de Cieneguilla; así consta de ...

DECIMO TERCERO: Está probado que los restos hallados en la fosa número UNO del
Sector Cieneguilla corresponden a dos personas: una de sexo masculino y otra de
sexo femenino con una edad veinte a veinticinco años; así se aprecia de...

259
DECIMO CUARTO: Está probado que los restos hallados en la fosa número DOS del
mismo Sector corresponden a tres personas: dos de sexo masculino de cuarenta a
cuarenticinco años y de veinticinco a treinta años de edad, y otra de sexo femenino de
veinte años a veinticinco años de edad; así aparece....

DECIMO QUINTO: Está probado que los restos humanos hallados en las fosas UNO y
DOS de la quebrada de Chavilca en Cieneguilla, corresponden a las estudiantes
Bertila LOZANO TORRES y Dora OYAGUE FIERRO, quienes contaban con veintidós
años de edad; así como de los estudiantes Richard Armando AMARO CONDOR y
Juan Gabriel MARIÑOS FIGUEROA, quienes contaban con veintiséis y veintinueve
años de edad, respectivamente; y del profesor Hugo MUÑOZ SANCHEZ, de
aproximadamente cuarenticinco años; así consta de ...

DECIMO SEXTO: Está probado que del manojo de llaves hallado en la fosa número
UNO de la Quebrada de Chavilca, una llave abrió el candado del armario que ocupaba
el estudiante Richard Armando AMARO CONDOR en la Universidad Nacional de
Educación "Enrique Guzmán y Valle; otra llave abrió la puerta de ingreso del inmueble
signado con el número mil ciento cincuentiocho del Jirón Italia-La Victoria; y otra
tercera, el Departamento número UNO de dicho inmueble y vivienda del citado
estudiante; así se infiere...

DECIMO SEPTIMO: Está probado que de las llaves encontradas en la fosa número
DOS de la quebrada de Chavilca, una abrió el candado del armario que ocupaba el
estudiante Juan Gabriel MARIÑOS FIGUEROA y otra el candado que aseguraba la
puerta de ingreso del Centro Federado de la Facultad de Electromecánica de la
Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y Valle", del que dicho
estudiante era dirigente; así consta de...

DECIMO OCTAVO: Está probado que en uno de los casos, la causa del fallecimiento
fue por herida perforante del cráneo con proyectil de arma de fuego calibre nueve
milímetros; así consta de...

DECIMO NOVENO: Está probado que la data de las muertes se encuentra entre los
nueve y dieciocho meses anteriores a la fecha del hallazgo de los restos humanos en
Cieneguilla; así consta de...

VIGESIMO: Está probado que el fragmento de maxilar superior derecho hallado en la


fosa número DOS de Cieneguilla, con una corona fenestrada de cromo cobalto,
corresponde a la estudiante Bertila LOZANO TORRES; así fluye de....

VIGESIMO PRIMERO: Está probado que los restos de prendas de vestir halladas en
las fosas UNO y DOS de la Quebrada de Chavilca, corresponden a los estudiantes
Robert Edgar TEODORO ESPINOZA, Heráclides PABLO MEZA, Richard Armando
AMARO CONDOR y Juan Gabriel MARIÑOS FIGUEROA; así consta de...

VIGESIMO SEGUNDO: Está probado a raíz de lo narrado en la cuestión de hecho


anterior se constató la existencia de tres fosas clandestinas en el Sector Huachipa,
donde fueron hallados un esqueleto humano completo, otro medio esqueleto, ropa,
restos óseos, restos orgánicos de partes blandas, fragmentos de cuero cabelludo,
abundante cabello y un maxilar superior completo, todos de especie humana; restos
de ropa, proyectiles de arma de fuego y casquillos; así consta de ...

VIGESIMO TERCERO: Está probado que el esqueleto completo corresponde a una


persona de sexo masculino, de aproximadamente veintidós a veinticuatro años de
edad, un metro setenta centímetros de estatura, raza mestiza, con patología ósea
desviación marcada hacia la derecha del hueso sacro, siendo la causa de la muerte
"herida penetrante y perforan te de cabeza por proyectil de arma de fuego; así aparece
de...
VIGESIMO CUARTO: Está probado que el esqueleto completo hallado en la fosa
clandestina a la altura del kilómetro uno y medio de la carretera "Ramiro Prialé",
corresponde al estudiante universitario Luis Enrique ORTIZ PEREA; así aparece de...

260
VIGESIMO QUINTO: Está probado que los restos óseos hallados en el kilómetro uno y
medio de la carretera ''Ramiro Prialé" (fosas de Huachipa), corresponde al entierro
primario ya expresado; así se acredita de...
VIGESIMO SEXTO: Está probado que que parte de los restos humanos enterrados en
el kilómetro uno y medio de la carretera ''Ramiro Prialé", fueron exhumados y
sometidos a incineración, siendo posteriormente enterrados en cajas de cartón en la
Quebrada de Chavilca, kilómetro catorce y medio de la carretera a Cieneguilla; así
aparece de...

VIGESIMO SEPTIMO: Está probado que la causa de la muerte de las personas cuyos
restos fueron encontrados en Cieneguilla y Huachipa fue como consecuencia de
heridas en el cráneo por armas de fuego; así aparece de...

VIGESIMO OCTAVO: Está probado que las imputaciones que se denuncian


sindicando como responsables del hecho ilícito a los Mayores Martín RIVAS,
PICHILINGUE GUEVARA, Técnicos SUPPO SANCHEZ, CARBAJAL GARCÍA,
CHUQUI AGUIRRE y SOSA SAAVEDRA, coinciden en la secuencia en que se
desarrolló el evento dañoso antes puntualizado y en la participación directa que
tuvieron los nobrados acusados; así consta de...

VIGESIMO NOVENO: Está probado que el grupo que incursionó en la Universidad


Nacional de Educación "Enrique Guzmán y Valle" - La Cantuta, trasladó a los
secuestrados, hacia un lugar desconocido donde fueron ultimados; así se desprende...

TRIGESIMO: Está probado que luego de eliminar al profesor y nueve estudiantes de la


Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y Valle" - La Cantuta, los
victimarios enterraron a algunas de las víctimas clandestinamente en un paraje
ubicado a la altura del kilómetro uno y medio de la carretera "Ramiro Prialé", cerca de
un polígono de tiro que usa el personal de la Policía Nacional que presta servicios en
la Planta de Agua Potable - La Atarjea, y otros en un lugar desconocido; así consta
de...

TRIGESIMO PRIMERO: Está probado que con posterioridad a la muerte del profesor y
nueve estudiantes y en fecha no precisada fueron exhumados los cadáveres
enterrados en las fosas ubicadas en el kilómetro uno y medio de la carretera "Ramiro
Prialé" para proceder a su destrucción utilizando material inflamable; así consta...

TRIGESIMO SEGUNDO: Está probado que luego de incinerar los cuerpos, trasladaron
los restos parcialmente calcinados a la quebrada de Chavilca, altura del kilómetro
catorce y medio de la carretera de Cieneguilla, donde procedieron a un nuevo entierro
en cajas de cartón; así se desprende...

TRIGESIMO TERCERO: No está probado que la incursión del personal militar al


campus de la referida universidad, que perpetró el secuestro y posterior eliminación
del profesor Hugo MUÑOZ SANCHEZ, y alumnos Richard Armando AMARO
CONDOR, Heráclides PABLO MEZA, Felipe FLORES CHIPANA, Juan MARIÑOS
FIGUEROA, Luis Enrique ORTIZ PEREA, Marcelino ROSALES CARDENAS, Robert
Edgar TEODORO ESPINOZA, Bertila LOZANO TORRES y Dora OYAGUE FIERRO,
haya provenido de orden verbal o escrita de autoridad alguna del Ejército Peruano; así
se desprende de...

TRIGESIMO CUARTO: Está probado que el Comando del Ejército Peruano al tomar
conocimiento de los hechos mencionados a través de denuncias públicas que
implicaban a miembros de la Institución, de inmediato dispuso las investigaciones
administrativas pertinentes, procediendo a formular denuncia penal ante el Fuero
Militar; así se desprende de...

261
TRIGESIMO QUINTO: Está probado que el General de Brigada Juan RIVERO LAZO,
quien se desempeñaba como Director de Inteligencia del Ejército en Julio de mil
novecientos noventidós, no ejerció el debido control cobre sus subordinados; así
aparece de...

TRIGESIMO SEXTO: Está probado que el General de Brigada Juan RIVERO LAZO no
dispuso las investigaciones del caso al tomar conocimiento de los hechos materia del
proceso; así se desprende de...

TRIGESIMO SEPTIMO: Está probado que el Coronel Federico Augusto NAVARRO


PEREZ quien en la fecha de ocurrido los hechos se desempeñaba como Jefe del
Frente Interno de la Dirección de Inteligencia del Ejército, no ejerció el debido control
de su subordinado y omitió el análisis de las informaciones que daban cuenta del
hecho, motivo por el cual personal bajo su mando sin su conocimiento, participó en el
referido hecho delitictivo; así se desprende de...

TRIGESIMO OCTAVO: Está probado que en el mes de mayo de mil novecientos


noventidós, el Coronel Manuel Leoncio GUZMAN CALDERON, Jefe del Batallón de
Comandos número diecinueve, fue relevado del control de la Base de Acción Cívica en
la Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y Valle" - La Cantuta, por lo
tanto no ha participado directa ni indirectamente en los hechos materia de
juzgamiento; así aparece dé....

TRIGESIMO NOVENO: Está probado que el hoy Capitán José Adolfo VELARDE
ASTETE Jefe de la base de Acción Cívica del Ejército acantonada en la Universidad
Nacional de Educación "Enrique Guzmán y Valle" - La Cantuta. no controló al personal
militar de servicio bajo su mando, motivando que personas ajenas a la Base
ingresaran al campus de dicha Universidad; así aparece de....

CUADRAGESIMO: Está probado que el ahora Capitán Ejército Peruano José Adolfo
VELARDE ASTETE, quien se encontraba de servicio y como Jefe de la base de
Acción Cívica acantonada en la Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán
y Valle" La Cantuta; y el Teniente Aquilino PORTELLA NUÑEZ , segundo jefe de dicha
base, no se percataron del ingreso del personal armado que incursionó, ni del
secuestro del profesor y nueve estudiantes; así aparece de...

CUADRAGESIMO PRIMERO: Está probado que los denunciados supuesto Sub


Oficiales Hugo CORAL SANCHEZ y Eduardo SOSA DAVILA, no figuran en el
Escalafón correspondiente del Ejército Peruano; así se desprende...

CUADRAGESIMO SEGUNDO: No está probado que personal del Servicio de


Inteligencia Nacional, haya participado en los actos preparatorios ni de ejecución de
los hechos materia del presente proceso; así se desprende...
CUADRAGESIMO TERCERO: No está probada la existencia de un denominado Plan
de Operaciones "Secuestro" o similar para realizar las acciones delictivas señaladas;
así se desprenda de...

CUADRAGESIMO CUARTO: Está probado que los procesados RIVERO LAZO,


NAVARRO PEREZ, MARTIN RIVAS, PICHILINGUE GUEVARA, CHUQUI AGUIRRE,
SOSA SAAVEDRA, CARBAJAL GARCIA, SUPPO SANCHEZ y VELARDE ASTETE,
vienen cumpliendo detención definitiva por mandato judicial en instalaciones militares,
por los hechos materia de juzgamiento; así consta de...

CUADRAGESIMO QUINTO: Está probado que los acusados RIVERO LAZO, MARTIN
RIVAS, PORTELLA NUÑEZ, SOSA SAAVEDRA, CARBAJAL GARCIA y SUPPO
SANCHEZ, carecen de antecedentes penales y judiciales en el Fuero Privativo Militar.

CUADRAGESIMO SEXTO: Está probado que los acusados NAVARRO PEREZ,


PICHILINGUE GUEVARA, VELARDE ASTETE Y CHUQUI AGUIRRE, registran
antecedentes judiciales en el Fuero Privativo Militar.

262
Y CONSIDERANDO: Que, de lo actuado en la etapa de la instrucción, tanto en la
Vocalía de Instrucción de este Supremo Tribunal y por el Décimo Sexto Juzgado Penal
de Lima del Fuero Común, así como de todo lo debatido en el acto oral de
juzgamiento, se infiere que en la madrugada del día dieciocho de julio de mil
novecientos noventidós, se produjo una incursión en las instalaciones de la
Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y Valle" - La Cantuta, por parte
de elementos en número no precisado, que premunidos de armas de fuego y vistiendo
prendas de tipo militar, tales como botas, chompas negras de cuello alto,
pasamontaña, etc., procedieron a dirigirse a los alojamientos, en primer término al de
los varones donde pernoctaban, entre otros, los estudiantes: Richard Armando
AMARO CONDOR, Felipe FLORES CHIPANA, Juan MARIÑOS FIGUEROA,
Heráclides PABLO MEZA, Luis Enrique ORTIZ PEREA, Marcelino ROSALES
CARDENAS, Robert Edgar TEODORO ESPINOZA; seguidamente, a la residencia de
mujeres, donde pernoctaban, entre otras, las estudiantes Bertila LOZANO TORRES y
Dora OYAGUE FIERRO, para luego pasar a la vivienda del profesor Hugo MUÑOZ
SANCHEZ, todos los cuales, en calidad de secuestrados fueron subidos en unos
vehículos y trasladados con dirección a la ciudad de Lima; que, en el trayecto, en un
lugar no precisado, fueron bajados de los vehículos y ultimados con disparos de armas
de fuego y luego enterrados primariamente en dos fosas ubicadas en Huachipa, para
posteriormente en fecha no determinada ser desenterrados y llevados a otro lugar
donde previamente sus restos fueron parcialmente calcinados y enterrados
secundariamente en fosas ubicadas en Cieneguilla, quebrada de Chavilca; que, los
hechos suscintamente relatados no obstante la forma y circunstancias en que se
perpetraron, tuvieron como propósito destruir todo vestigio material que pudieron dejar
los cuerpos del delito a efecto de lograr su impunidad; sin embargo, los
acontecimientos fueron de conocimiento público en virtud a denuncias que se hicieran
ante la Fiscalía de la Nación, órgano autónomo del Estado que en uso de sus
atribuciones dispuso las investigaciones pertinente mediante la designación de un
Fiscal Ad-Hoc, quien a través de las diligencias practicadas en el lugar donde estaban
ubicadas las referidas fosas y contando para ello con la asistencia de personal
especializado, encontró conjuntos de restos óseos fragmentados y calcinados,
además de ciertos vestigios materiales, consistentes en casquillos de bala, ropa,
manojos de llave, etc., los que sometidos a exámenes científicos y diligencias de
constatación y verificación, determinaron que dichos restos correspondían al profesor
Hugo MUÑOZ SANCHEZ y por lo menos a los estudiantes Bertila LOZANO TORRES,
Dora OYAGUE FIERRO, Juan Gabriel MARIÑOS FIGUEROA, Richard Armando
AMARO CONDOR y Luis Enrique ORTIZ PEREA; y que los manojos de llaves
hallados, uno adherido a tejidos y restos calcinados extraídos de una de las fosas de
Cieneguilla y otro en la Morgue central cuando se realizaba la limpieza de una mezcla
de vestigios escondidos en la pretina de un pantalón, permitieron abrir los candados
de los armarios de la residencia de la Cantuta, pertenecientes a los estudiantes
Richard Armando AMARO CONDOR y Juan Gabriel MARIÑOS FIGUEROA, también
el candado que aseguraba el local del centro federado de Estudiantes de la Facultad
de Electromecánica, del cual MARIÑOS FIGUEROA era dirigente; en tanto que, otras
dos llaves abrieron las puertas de calle y entrada del domicilio del estudiante AMARO
CONDOR; que, por la forma y circunstancias en que se perpetraron los hechos, y aún
más, considerando que la precitada Universidad por disposición del Supremo
Gobierno estaba protegida por miembros del Ejército Peruano que conformaban una
Base de Acción Cívica al mando de un Oficial Subalterno y treinta individuos de tropa,

263
nos lleva al convencimiento que los elementos que incursionaron en la madrugada del
día dieciocho de julio de mil novecientos noventidós, en forma libre y por la puerta
principal de acceso a dicha Universidad, tenían que ser miembros del mismo Instituto;
que por las denuncias e investigaciones del caso, han sido sindicados los Mayores del
Ejército Santiago Enrique MARTIN RIVAS y Carlos Eliseos PICHILINGUE GUEVARA,
así como los Sub Oficiales Juan SUPPO SANCHEZ, Julio CHUQUI AGUIRRE,
Eduardo SOSA DAVILA, Hugo CORAL SANCHEZ, Juan SOSA SAAVEDRA y Nelson
Rogelio CARBAJAL GARCIA, quienes si bien es cierto, a través de las etapas del
proceso han negado de manera uniforme ser autores del hecho ilícito, tales negativas
por no tener correspondencia con pruebas plenas que desvirtúen su participación,
tienen que ser evaluados como meros argumentos de defensa frente a la abundante
prueba indiciaria que el Tribunal las ha valorado con adecuada ponderación y que lo
lleva al ánimo y convencimiento de establecer que son los ejecutantes de los hechos
materia de juzgamiento; que, siendo así, debe precisarse que conforme a la doctrina,
no es posible incriminar a los procesados aisladamente de hechos que forman un
conjunto y se complementan, ya que en el caso de autos, la intención dolosa de los
culpables, no fue otra que la de buscar la eliminación física de los agraviados, y para
hacerla se valieron de diversos medios engañosos y de sorpresa que tienen valorarse
en su totalidad; además, debe contemplarse el ánimus o intención con que actuaron
los agentes, considerándose de manera especial los medios que emplearon (armas de
fuego), la dirección e importancia de los órganos afectados (perforación craneana), los
diferentes entierros, calcinamiento de los cuerpos, etc., que están expresados en las
pericias respectivas y diligencias pertinentes practicadas, de cuyo contexto se advierte
a plenitud la voluntad homicida, la cual ha quedado evidenciada porque el día del
evento sin orden superior y de propia iniciativa irrumpieron concertadamente, de
manera repentina a los alojamientos de sus víctimas, cubiertos de los rostros y
vistiendo prendas militares, haciendo uso de la violencia para reducir la voluntad de
defensa de sus víctimas, con extracción de sus lugares de descanso y posterior
traslado para ultimarlos mediante el empleo de armas de fuego, aprovechando la
oscuridad y lo descampado del lugar donde ocurrieron lo hechos, y los agraviados al
estar en inferioridad física y material frente a sus captores no pudieron ofrecer
resistencia; habiéndose, por otra parte, determinado claramente las motivaciones que
tuvieron para cometer el hecho penal, todo lo cual viene a configurar la comisión de los
delitos de Secuestro, Desaparición Forzada de Personas, Abuso de Autoridad y
Homicidio, previstos y penados en los artículos cientos cincuentidós, ciento ocho
incisos uno, dos y tres, del Código Penal, artículo uno de la Ley veinticinco mil
quinientos noventidós, artículos ciento ochenta inciso diez, ciento ochentiuno inciso
uno y ciento ochentiséis del Código de Justicia Militar, respectivamente; de los cuales
resultan responsables en su condición de autores directos los Mayores MARTIN
RIVAS, PICHILINGUE GUEVARA; los Sub Oficiales: SUPPO SANCHEZ, CHUQUI
AGUIRRE, CARBAJAL GARCIA y SOSA SAAVEDRA; no así del delito Contra la
Administración de Justicia que también se imputa a los Oficiales mencionados y el de
Negligencia al personal de Sub Oficiales, en consideración que no se les puede exigir
el cumplimiento de un deber establecido en los artículos trescientos dos inciso cuatro y
doscientos treintiocho del Privativo Castrense, puesto que son autores de otros ilícitos
penales materia de su conducta delictiva, por lo que en este extremo es procedente
absolverlos de dichos infractorios; que, por todo ello, resulta necesario que el hecho se
contemple especialmente en el aspecto de la responsabilidad colectiva o común de
todos sus integrantes, aunque algunos de ellos hayan participado con mero rango de
colaboración, que sería el caso del personal de Sub Oficiales, que procedieron a

264
consecuencia de seducción de sus jefes por razón de influjo conforme a la regla
contenida en el inciso quinto del artículo veinte del Código de Justicia Militar; en tal
consideración es justo especialmente que, siendo desigual la participación que les
cupo en los hechos, alcanza a estos co-acusados, desigual responsabilidad, por lo que
en virtud de lo expuesto, este Tribunal está obligado a determinar de manera
fehaciente los distintos grados de participación criminal dentro de la común empresa
delictiva en el evento dañoso para considerarlos como autores directos pero con
mayor responsabilidad a los Mayores MARTIN RIVAS y PICHILINGUE GUEVARA, por
haber perpetrado la acción delictiva con las circunstancias agravantes previstas en los
incisios ocho, nueve y diez del artículo veintiuno del acotado; que, por otra parte,
teniendo como sustento las propias versiones de los acusados nombrados, así como
de la valoración de las diferentes pruebas obrantes en autos se determina
meridianamente que el Comando del Ejército representado por su Comandante
General, así como personal del Servicio de Inteligencia Nacional, no ordenaron ni
intervinieron en la planificación, elaboración y puesta en ejecución de plan alguno
destinado a incusionar en las instalaciones de la Universidad Nacional de Educación
Enrique Guzmán y Valle-La Cantuta, para la realización de acciones que tuvieron
como resultado el secuestro y eliminación de los agraviados, advirtiéndose que el
proceder de los acusados se produjo por iniciativa propia, esto es, sin que medie
orden superior de ninguna naturaleza, aprovechándose de sus cargos y funciones
inherentes; que, igual situación se presenta para los acusados General de Brigada
Juan RIVERO LAZO y Coronel Federico NAVARRO PEREZ, en ese entonces Director
de Inteligencia del Ejército y Jefe del Frente Interno de la Dirección de Inteligencia del
Ejército, respectivamente, quienes no tuvieron participación en forma directa ni
indirecta como actores intelectuales o materiales en la ejecución del hecho criminal,
por lo que siendo así, no les alcanza responsabilidad penal en la comisión de los
delitos de Abuso de Autoridad, Contra la Administración de Justicia, Secuestro,
Desaparición Forzada de Personas y Contra la Vida el Cuerpo y la Salud en la
modalidad de asesinato, por los cuales son instruidos; sin embargo, teniendo en
cuenta que los autores de hecho criminal, por razón de función dependían directa o
indirectamente de aquéllos, quienes no cumplieron con ejercer el debido control así
como tampoco exigieron el estricto cumplimiento de las obligaciones y de los deberes
de función de sus subordinados que están enmarcados en las leyes y reglamentos
militares, demostrando con tal actitud una negligencia punible y por la gravedad de los
daños ocasionados, deben ser sancionados con la severidad que el caso exige; en tal
virtud, haciendo una correcta calificación de los hechos, estamos frente a la fugura
delictiva de Negligencia que tipifican los Artículos doscientos treintiocho y doscientos
cincuentisiete del Código de Justicia Militar, por lo que en virtud a lo preceptuado en el
artículo seiscientos dieciséis inciso e) del acotado, deberá absolvérseles conforme a
ley; que, de otro lado, también se ha sindicado como participantes en los hechos
acaecidos en la madrugada del día dieciocho de julio de mil novecientos noventidós, a
los Sub Oficiales Eduardo SOSA DAVILA y Hugo CORAL SANCHEZ, contra quienes
también se les abrió instrucción por los delitos materia de juzgamiento, pero es el caso
precisar que a través de la investigación realizada y especialmente por las información
proporcionadas por el Comando de Personal del Ejército, se ha llegado a establecer
que dichos encausados no figuran en los listados de la Institución; por consiguiente, se
trata de personas inciertas o desconocidas; consecuentemente, no tienen la condición
de militares, ya sea en Situación de Actividad, Disponibilidad o Retiro; por lo que en tal
circunstancias, debe de dejarse sin efecto en ese extremo el auto ampliatorio del
apertorio de instrucción que los comprende en el caso sub judice por la comisión de

265
los delitos de Abuso de Autoridad, Contra la Administración de Justicia, Negligencia,
Secuestro, Desaparición Forzada de Personas y Asesinato en agravio del profesor
Hugo MUÑOZ SANCHEZ Y otros, por carecer de objeto emitir pronunciamiento sobre
situación jurídica; que, asimismo, es pertinente precisar que el acusado Coronel
Manuel Leoncio GUZMAN CALDERON, a quien también se le sindicó haber
participado en el secuestro del profesor y alumnos nombrados, toda la prueba
obtenida a través del proceso acredita de modo fehaciente que no ha tenido
participación alguna en los hechos imputados, ya sea directa o indirectamente, así
como tampoco personal militar a su mando, por lo que procede absolverlo de los
demás infractorios indebidamente imputados en su contra; que, respecto a la
responsabilidad atribuida a los Oficiales de la Base de Acción Cívica acantonada en
las instalaciones de la ya citada Universidad, Capitán José Adolfo VELARDE ASTETE
y Teniente Aquilino PORTELLA NUÑEZ, al haber dejado de cumplir por omisión o
descuido los deberes de su cargo, puesto que no exigieron al personal militar bajo su
mando el estricto control en los puestos de vigilancia durante su servicio, dando lugar
al ingreso sin autorización, de elementos militares ajenos a dicha Base, este Tribunal
considera que tal comportamiento configura el delito de Negligencia que sancionan los
dispositivos legales Indicados; por lo que siendo así, en este extremo debe hacerse la
adecuada calificación del hecho delictivo conforme al artículo seiscientos dieciséis
inciso e) del Código de Justicia Militar, siendo procedente absolverlos de los delitos de
Abuso de Autoridad, Contra la Administración de Justicia, Secuestro, Desaparición
Forzada de Personas y Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud, en la modalidad de
Asesinato impropiamente tipificados en los apertorios de instrucción; sin embargo,
apareciendo de autos, que el acusado Teniente Aquilino PORTELLA NUÑEZ, no
obstante haber sido emplazado conforme a ley, no ha cumplido con ponerse a derecho
en razón de estar en Abandono de Destino, de conformidad con lo establecido en el
artículo quinientos setentinueve del acotado cuerpo legal, deberá RESERVARSE su
juzgamiento, hasta que se presente o sea habido, debiendo en su oportunidad
reiterarse las correspondientes órdenes de búsqueda y captura en su contra; que,
asimismo, existiendo instrucción abierta contra Los que Resulten Responsables de los
delitos de Abuso de Autoridad, Contra la Administración de Justicia, Negligencia,
Secuestro, Desaparición Forzada de Personas y Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud
en la modalidad de Asesinato, y examinados los actuados se llega a establecer que en
los hechos de juzgamiento no existen terceras personas aparte de las ya indicadas,
que resulten responsables penalmente de tales ilícitos, ante esta particularidad,
deberá disponerse el archivamiento definitivo de los actuados en este extremo; y,
finalmente, teniendo en consideración que los hechos materia de sanción revisten
suma gravedad por haber afectado irreversiblemente los derechos humanos de las
personas agraviadas y el prestigio del Ejército Peruano al haberse establecido que el
móvil que llevó a los acusados a cometer estos excesos fue como consecuencia de un
mal entendido cumplimiento del deber, exacerbados negativamente por sus labores
permanentes en el campo Antisubversivo, por lo que el Tribunal considera que la
responsabilidad civil emergente debe ser asumida solidariamente entre los ejecutores
del hecho y el Estado-Ejército Peruano, corno tercero civilmente responsable,
debiendo fijarse una suma considerable que esté en proporción a los daños
ocasionados.
Por estos fundamentos de hecho y de derecho, la Sala de Guerra del Consejo
Supremo de Justicia Militar, administrando justicia a nombre de la Nación y juzgando
con criterio de conciencia que la ley faculta: FALLA: ABSOLVIENDO al General de
Brigada Ejército Peruano Juan RIVERO LAZO de los delitos de Secuestro, Contra la

266
Administración de Justicia, Abuso de Autoridad, Desaparición Forzada de Personas, y
Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la modalidad de Asesinato, por improbados; al
Coronel de Caballería Ejército Peruano Federico Augusto NAVARRO PEREZ, de los
delitos de Secuestro, Contra la Administración de Justicia, Abuso de Autoridad,
Desaparición Forzada de Personas, y Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la
modalidad de Asesinato, por improbados; al Coronel de Infantería del Ejército Peruano
Manuel Leoncio GUZMAN CALDERON, de los delitos de Secuestro, Contra la
Administración de Justicia, Abuso de Autoridad, Desaparición Forzada de Personas, y
Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la modalidad de Asesinato y Negligencia, por
improbados; a los Mayores de Ingeniería del Ejército Peruano Santiago Enrique
MARTIN RIVAS y Carlos Eliseos PICHILINGUE GUEVARA, del delito Contra la
Administración de Justicia, por improbado; al capitán de Infantería Ejército Peruano
José Adolfo VELARDE ASTETE, de los delitos de Secuestro, Contra la Administración
de Justicia, Abuso de Autoridad, Desaparición Forzada de Personas, y Contra la Vida,
el Cuerpo y la Salud en la modalidad de Asesinato, por improbados; a los Sub
Oficiales Ejército Peruano Pedro Guillermo SUPPO SANCHEZ, Julio CHUQUI
AGUIRRE, Nelson Rogelio CARBAJAL GARCIA y Jesús Antonio SOSA SAAVEDRA
del delito de Negligencia, por improbado; CONDENANDO: al General de Brigada
Ejército Peruano Juan RIVERA LAZO, como autor del delito de Negligencia, a la pena
de CINCO AÑOS de PRISIÓN que con descuento de la detención que viene
cumpliendo desde el día dieciséis de diciembre de mil novecientos noventitrés,
vencerá el quince de diciembre de mil novecientos noventiocho, fecha en que será
puesto en libertad; debiendo pagar por concepto de reparación civil la suma de
CINCUENTA MIL Nuevos Soles a favor del Estado-Ejército Peruano; al Coronel de
Caballería Ejército Peruano Federico Augusto NAVARRO PEREZ, como autor del
delito de Negligencia a la pena de CUATRO AÑOS de PRISIÓN que con descuento de
la detención que viene cumpliendo desde el día veintitrés de Diciembre de mil
novecientos noventisiete, fecha en que será puesto en libertad, debiendo pagar por
concepto de reparación civil la suma de CINCUENTA MIL Nuevos Soles a favor del
Estado-Ejército Peruano; al Capitán de Infantería Ejército Peruano José Adolfo
VELARDE ASTETE, como autor del delito de Negligencia a la pena de UN AÑO de
RECLUSIÓN MILITAR que con descuento de la detención que viene cumpliendo
desde el día quince de julio de mil novecientos noventitrés, vencerá el día catorce de
julio de mil novecientos noventicuatro, fecha en que será puesto en libertad, debiendo
pagar por concepto de reparación civil la suma de DIEZ MIL Nuevos Soles a favor del
Estado-Ejército peruano; a los Mayores de Ingeniería, Ejército Peruano Santiago
Enrique MARTIN RIVAS y Carlos Eliseo PICHILINGUE GUEVARA, como autores
de los delitos de Abuso de Autoridad, Secuestro, Desaparición Forzada de Personas, y
Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la modalidad de Asesinato, en agravio del
profesor Hugo MUÑOZ SANCHEZ, de los estudiantes Richard Armando AMARO
CONDOR, Heráclides PABLO MEZA. Felipe FLORES CHIPANA, Juan MARIÑOS
FIGUEROA, Luis Enrique ORTIZ PEREA. Marcelino ROSALES CARDENAS, Robert
Edgar TEODORO ESPINOZA, Bertila LOZANO TORRES y Dora OYAGUE FIERRO, a
]a pena de VEINTE AÑOS de PRISIÓN, que con el descuento de la detención que
viene cumpliendo desde el veintidós de setiembre de mil novecientos noventitrés y
veintitrés de diciembre de mil novecientos noventitrés, vencerá el veintiuno de
setiembre del año dos mil trece y veintitrés de diciembre del año dos mil trece,
respectivamente; debiendo abonar ambos condenados en forma solidaria con el
Estado Ejército Peruano, la suma de UN MILLÓN QUINIENTOS MIL Nuevos Soles,
por concepto de Reparación Civil a favor de los Herederos Legales de los agraviados;

267
a los Sub Oficiales, Ejército Peruano, Pedro Guillermo SUPPO SANCHEZ, Julio
CHUQUI AGUIRRE, Nelson Rogelio CARBAJAL GARCIA y Jesús Antonio SOSA
SAAVEDRA, como autores de los delitos de Abuso de Autoridad, Secuestro,
Desaparición Forzada de Personas, Contra la Administración de Justicia, y Contra la
Vida, el Cuerpo y la Salud en la modalidad de Asesinato, en agravio del Profesor y
Estudiantes anteriormente nombrados, a la pena de QUINCE AÑOS de PRISIÓN, que
con descuento de la detención que viene cumpliendo desde el día veinte de enero de
mil novecientos noventicuatro, veintitrés de diciembre de mil novecientos noventitrés,
respectivamente, vencerá el diecinueve de enero del año dos mil nueve, el veintidós
de diciembre del año dos mil ocho y el veintidós de diciembre del año dos mil ocho,
respectivamente; fechas en que serán puestos en libertad; debiendo abonar en forma
solidaria con el Estado-Ejército Peruano la suma de DOS MILLONES de Nuevos
Soles, por concepto de Reparación Civil a favor de los herederos legales de los
agraviados; DISPUSIERON: Reservar el juzgamiento del acusado Teniente de
Infantería, Ejército Peruano, Aquilino PORTELLA NUÑEZ, por tener la condición
jurídica de reo ausente, hasta que se presente o sea habido, debiendo reiterar con tal
fin las órdenes de búsqueda y captura en su contra; ORDENARON: DEJAR SIN
EFECTO el auto ampliatorio del apertorio de instrucción de fecha trece de diciembre
de mil novecientos noventitrés, a fojas mil cuatrocientos cincuentitrés, del Tomo tres,
en la parte que comprende a los Sub Oficiales Eduardo SOSA DAVILA y Hugo CORAL
SANCHEZ, por la presunta comisión de los delitos de Abuso de Autoridad,
Desaparición Forzada de Personas, y Contra la Vida, el Cuerpo y la Salud en la
modalidad de Asesinato, todos ellos en agravio del profesor Hugo MUÑOZ SANCHEZ
y nueve estudiantes de la Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y
Valle" - La Cantuta; asimismo el ARCHIVAMIENTO DEFINITIVO de la instrucción
abierta Contra los que Resulten Responsables de los delitos materia de Juzgamiento
por haber sido identificados los autores; DISPUSIERON: Que el personal sentenciado
cumpla la condena en el Cuartel "Simón Bolívar" de Pueblo Libre, Lima; y
MANDARON: Que este fallo sea notificado, publicado y ejecutado con arreglo a ley.

4.2. COMENTARIO

En la madrugada del día 18 de julio de 1992, se produjo una incursión en


las instalaciones de la Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y
Valle" - La Cantuta, por parte de elementos en número no precisado, que
premunidos de armas de fuego y vistiendo prendas de tipo militar, se dirigieron
a los alojamientos, primero al de los varones, donde sacaron a 7;
seguidamente, a la residencia de mujeres, donde sacaron a 2; para luego pasar
a la vivienda del profesor Hugo MUÑOZ SANCHEZ, todos los cuales, en
calidad de secuestrados fueron subidos en unos vehículos y trasladados con
dirección a la ciudad de Lima.

268
En el trayecto, en un lugar no precisado, fueron bajados de los vehículos
y ultimados con disparos de armas de fuego y luego enterrados primariamente
en dos fosas ubicadas en Huachipa, para posteriormente en fecha no
determinada ser desenterrados y llevados a otro lugar donde previamente sus
restos fueron parcialmente calcinados y enterrados secundariamente en fosas
ubicadas en Cieneguilla, quebrada de Chavilca. Los hechos relatados tuvieron
como propósito destruir todo vestigio material que pudieron dejar los cuerpos
del delito a efecto de lograr su impunidad. Sin embargo, los acontecimientos
fueron de conocimiento público en virtud a denuncias que se hicieran ante la
Fiscalía de la Nación, y que una vez iniciada las investigaciones con personal
especializado, se logró ubicar las referidas fosas, encontrándose un conjunto
de restos óseos fragmentados y calcinados, además de ciertos vestigios
materiales, consistentes en casquillos de bala, ropa, manojos de llave, etc., los
que sometidos a exámenes científicos y diligencias de constatación y
verificación, determinaron que dichos restos correspondían al profesor Hugo
MUÑOZ SANCHEZ y por lo menos a los estudiantes Bertila LOZANO
TORRES, Dora OYAGUE FIERRO, Juan Gabriel MARIÑOS FIGUEROA,
Richard Armando AMARO CONDOR y Luis Enrique ORTIZ PEREA, entre otros
hechos relevantes para la identificación de los agraviados.

Se logró identificar como los presuntos responsables de los hechos


imputados, a los Mayores del Ejército Santiago Enrique MARTIN RIVAS y
Carlos Eliseo PICHILINGUE GUEVARA, así como los Sub Oficiales Juan
SUPPO SANCHEZ, Julio CHUQUI AGUIRRE, Eduardo SOSA DAVILA, Hugo
CORAL SANCHEZ, Juan SOSA SAAVEDRA y Nelson Rogelio CARBAJAL
GARCIA.
Posteriormente, el gobierno de Fujimori, a través del Congreso, dicta una
ley de amnistía con el fin de favorecer a los miembros del Grupo Colina que
habían sido objeto de sentencia condenatoria por parte del Consejo de Justicia
Militar, en el caso la Cantuta y en el caso Barrios Altos. De esta forma, decreta
la amnistía total para todo delito cometido por personal de seguridad en la
lucha contra el terrorismo.

269
Mediante la Ley Nº 26479, el Congreso concedió una amnistía a todos los
integrantes de las fuerzas de seguridad y civiles que fueran objeto de
denuncias, investigaciones, procedimientos o condenas, o que estuvieran
cumpliendo sentencias en prisión, por violaciones de derechos humanos. Las
escasas condenas impuestas a integrantes de las fuerzas de seguridad por
violaciones de derechos humanos fueron dejadas sin efecto inmediatamente.
En consecuencia, se liberó a los ocho hombres recluidos por el caso conocido
como "La Cantuta", algunos de los cuales estaban procesados en el caso
Barrios Altos.

En aplicación del control difuso de la Constitución, el 16 de junio de 1995


la Juez Antonia Saquicuray decidió que el artículo 1º de la Ley Nº 26479 no era
aplicable a los procesos penales pendientes en su juzgado contra los cinco
miembros del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), debido a que la amnistía
violaba las garantías constitucionales y las obligaciones internacionales que la
Convención Americana imponía al Perú.

La negativa de la Juez Saquicuray de aplicar la Ley de Amnistía Nº


26479 provocó otra investigación por parte del Congreso. Antes que pudiera
celebrarse la audiencia pública, el Congreso peruano aprobó una segunda ley
de amnistía, la Ley Nº 26492, que estaba dirigida a interferir con las
actuaciones judiciales del caso Barrios Altos. Dicha ley declaró que la amnistía
no era "revisable" en sede judicial y que era de obligatoria aplicación. Además,
amplió el alcance de la Ley Nº 26479, concediendo una amnistía general para
todos los funcionarios militares, policiales o civiles que pudieran ser objeto de
procesamientos por violaciones de derechos humanos cometidas entre 1980 y
1995, aunque no hubieran sido denunciadas.

Sin embargo, en el año 2001, producto de la sentencia de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos en el caso Barrios Altos, de fecha 14 de
marzo del 2001, que declaró que “las leyes de amnistía Nº 26479 y Nº 26492
son incompatibles con la Convención Americana sobre Derechos Humanos y,

270
que por tanto carecen de efectos jurídicos”, la Sala Plena del CSJM, mediante
Resolución de fecha 16 de octubre del 2001, declaró nula la Ejecutoria
Suprema del 16 de junio de 1994, que resolvió aplicar en este caso el beneficio
de Aministía General a todos los sentenciados.

Entre sus considerandos, la CIDH, señala lo siguiente:

“(…)
VII - Incompatibilidad de Leyes de Amnistía con la Convención
41. Esta Corte considera que son inadmisibles las disposiciones de amnistía,
las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de
responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los
responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como la
tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las
desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos
inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos.
42. La Corte, conforme a lo alegado por la Comisión y no controvertido por el
Estado, considera que las leyes de amnistía adoptadas por el Perú impidieron
que los familiares de las víctimas y las víctimas sobrevivientes en el presente
caso fueran oídas por un juez, conforme a lo señalado en el artículo 8.1 de la
Convención; violaron el derecho a la protección judicial consagrado en el
artículo 25 de la Convención; impidieron la investigación, persecución, captura,
enjuiciamiento y sanción de los responsables de los hechos ocurridos en
Barrios Altos, incumpliendo el artículo 1.1 de la Convención, y obstruyeron el
esclarecimiento de los hechos del caso. Finalmente, la adopción de las leyes
de autoamnistía incompatibles con la Convención incumplió la obligación de
adecuar el derecho interno consagrada en el artículo 2 de la misma.
43. La Corte estima necesario enfatizar que, a la luz de las obligaciones
generales consagradas en los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana,
los Estados Partes tienen el deber de tomar las providencias de toda índole
para que nadie sea sustraído de la protección judicial y del ejercicio del
derecho a un recurso sencillo y eficaz, en los términos de los artículos 8º y 25º
de la Convención. Es por ello que los Estados Partes en la Convención que
adopten leyes que tengan este efecto, como lo son las leyes de autoamnistía,
incurren en una violación de los artículos 8 y 25 en concordancia con los
artículos 1.1 y 2 de la Convención. Las leyes de autoamnistía conducen a la
indefensión de las víctimas y a la perpetuación de la impunidad, por lo que son
manifiestamente incompatibles con la letra y el espíritu de la Convención
Americana. Este tipo de leyes impide la identificación de los individuos
responsables de violaciones a derechos humanos, ya que se obstaculiza la
investigación y el acceso a la justicia e impide a las víctimas y a sus familiares
conocer la verdad y recibir la reparación correspondiente.
44. Como consecuencia de la manifiesta incompatibilidad entre las leyes de
autoamnistía y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, las

271
mencionadas leyes carecen de efectos jurídicos y no pueden seguir
representando un obstáculo para la investigación de los hechos que
constituyen este caso ni para la identificación y el castigo de los responsables,
ni puedan tener igual o similar impacto respecto de otros casos de violación de
los derechos consagrados en la Convención Americana acontecidos en el
Perú.

VIII - Derecho a la Verdad y Garantías Judiciales en el Estado de Derecho


Alegatos de la Comisión
45. La Comisión alegó que el derecho a la verdad se fundamenta en los
artículos 8 y 25 de la Convención, en la medida que ambos son
"instrumentales" en el establecimiento judicial de los hechos y circunstancias
que rodearon la violación de un derecho fundamental. Asimismo, señaló que
este derecho se enraíza en el artículo 13.1 de la Convención, en cuanto
reconoce el derecho a buscar y recibir información. Agregó que, en virtud de
este artículo, sobre el Estado recae una obligación positiva de garantizar
información esencial para preservar los derechos de las víctimas, asegurar la
transparencia de la gestión estatal y la protección de los derechos humanos.
Alegatos del Estado
46. El Estado no contendió lo alegado por la Comisión a este respecto y señaló
que su estrategia en materia de derechos humanos partía de "reconocer
responsabilidades, pero más que nada de proponer fórmulas integrales de
atención a las víctimas en relación a tres elementos fundamentales: el derecho
a la verdad, el derecho a la justicia y el derecho a obtener una justa
reparación".
Consideraciones de la Corte
47. En el presente caso, es incuestionable que se impidió a las víctimas
sobrevivientes, sus familiares y a los familiares de las víctimas que fallecieron,
conocer la verdad acerca de los hechos ocurridos en Barrios Altos.
48. Pese a lo anterior, en las circunstancias del presente caso, el derecho a la
verdad se encuentra subsumido en el derecho de la víctima o sus familiares a
obtener de los órganos competentes del Estado el esclarecimiento de los
hechos violatorios y las responsabilidades correspondientes, a través de la
investigación y el juzgamiento que previenen los artículos 8 y 25 de la
Convención.
49. Por lo tanto, esta cuestión ha quedado resuelta al haberse señalado (supra
párr. 39) que el Perú incurrió en la violación de los artículos 8 y 25 de la
Convención, en relación con las garantías judiciales y la protección judicial.

(…)

LA CORTE,
DECIDE:
Por unanimidad,
(…)

272
3. Declarar, conforme a los términos del reconocimiento de responsabilidad
efectuado por el Estado, que éste incumplió los artículos 1.1 y 2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos como consecuencia de la
promulgación y aplicación de las leyes de amnistía Nº 26479 y Nº 26492 y de la
violación a los artículos de la Convención señalados en el punto resolutivo 2 de
esta Sentencia.
4. Declarar que las leyes de amnistía Nº 26479 y Nº 26492 son incompatibles
con la Convención Americana sobre Derechos Humanos y, en consecuencia,
carecen de efectos jurídicos.
5. Declarar que el Estado del Perú debe investigar los hechos para determinar
las personas responsables de las violaciones de los derechos humanos a los
que se ha hecho referencia en esta Sentencia, así como divulgar públicamente
los resultados de dicha investigación y sancionar a los responsables.
6. Disponer que las reparaciones serán fijadas de común acuerdo por el Estado
demandado, la Comisión Interamericana y las víctimas, sus familiares o sus
representantes legales debidamente acreditados, dentro de un plazo de tres
meses contado a partir de la notificación de la presente Sentencia.
7. Reservarse la facultad de revisar y aprobar el acuerdo señalado en el punto
resolutivo precedente y, en caso de no se llegue a él, continuar el
procedimiento de reparaciones.
Los Jueces Cançado Trindade y García Ramírez hicieron conocer a la Corte
sus Votos Concurrentes, los cuales acompañan esta Sentencia.
Redactada en español e inglés, haciendo fe el texto en español, en San José,
Costa Rica, el 14 de marzo de 2001”.
--------------------------------------

De otro lado, el 15 de julio de 2004, el Consejo Supremo de Justicia


Militar rechazó la solicitud de nulidad del proceso seguido en la jurisdicción
militar sobre el caso La Cantuta, en cuanto a los autores intelectuales.

En resumidas cuentas, es claro que en el caso la Cantuta, los


responsables no realizaron una actividad propia de su función, sino que
actuaron con premeditación y alevosía, al secuestrar a los estudiantes de la
Cantuta, para luego asesinarlos y quemarlos. Se constató que la detención de
los agraviados fue ilegal, que no hubo ningún operativo militar que justificara
dicha acción, o en todo caso, la acción fue desproporcionada, realizándose
fuera de los marcos establecidos por el artículo 2º inciso 20, g) de la
Constitución de 1979, vigente al momento de ocurridos los hechos. Se

273
transgredieron derechos fundamentales, como la libertad, la vida, la dignidad
humana, entre otros.

5. INFRACCIÓN EN LA APLICACIÓN DE LA LEY DEL SERVICIO MILITAR143

5.1. Exp. N° 120398-014, Sentencia 3JMPL-IIZJE del O8SET1998

...De lo actuado se desprende que el acusado Sub Oficial de Primera, Auxiliar de


Inteligencia Operativo..., se declara confeso del hecho de haber gestionado una libreta
militar, cobrando la suma de doscientos cincuenta nuevos soles; sin embargo, el
procedimiento empleado por el acusado, no ha sido el regularmente permitido;
habiendo existido el propósito de un beneficio económico al cobrar por un trámite de
esta índole, siendo él quien requirió a cambio de dicha gestión la suma de dinero antes
mencionada a la señora ..., teniendo en cuenta que se trata de un Auxiliar de
Inteligencia; para este propósito ha recurrido a la suscripción de un compromiso a
través de un documento escrito firmado de su puño y letra, tal como lo ha reconocido
en su declaración instructiva; que, por la forma y circunstancias como ha ocurrido el
hecho delictivo, es evidente que la conducta del Sub Oficial, se encuentra dentro de
los alcances de la figura típica del delito de Infracción en la Aplicación de la Ley del
Servicio Militar, previsto y penado por el artículo doscientos treinta y cinco, inciso sexto
del Código de Justicia Militar...(Se impuso la pena de 30 días de Reclusión Militar
condicional).

5.2. COMENTARIO

Se trata de un delito donde un servidor público, como es el Sub Oficial


de Primera, Auxiliar de Inteligencia Operativo, cuyo nombre no aparece,
gestiona la tramitación de una Libreta Militar, de un modo irregular, exigiendo a
cambio un beneficio patrimonial. Los juzgadores han interpretado que en vista
que se tratar de un personal militar, que tramita una libreta Militar, el supuesto
de hecho queda subsumido en el tipo legal regulado por el el artículo 365º
inciso 6 del Código de Justicia Militar, que señala que constituye infracción a la
Ley del Servicio Militar: “Entregar boleta de inscripción militar o extender libreta
de servicio militar a quien no le pertenece o a quien no se hubiese inscrito”.

No existen mayores referencias a cómo ocurrió el hecho delictivo, sin


embargo, de lo expuesto en la sentencia, se puede advertir que el supuesto de
hecho no se ajusta a la tipificaciòn antes señalada, porque al parecer la Libreta

143
Tomado de ALVARADO GONZALVEZ, Pepe, Jurisprudencia Militar. Penal-Parte Especial, Lima,
2002, p. 264-267.

274
Militar fue extendida a una persona cuya identidad coincide con la libreta, y/o
fue entregada a una persona que si se inscribió. En realidad, lo que se
cuestiona es que el Auxiliar de Inteligencia Operativo cobró por el trámite
cuando no debía hacerlo, y no era parte de su obligación. Por ello, afirmo que
el supuesto de hecho en todo caso, habría quedado enmarcado dentro de los
delitos contra el Deber y Dignidad de la Función, regulado en el artículo 200º
inciso 1 del C.J.M., que señala: “Exigir dinero, especie, promesa o cualquier
ventaja económica para hacer u omitir algo en violación de sus obligaciones”.

En cuanto al medio de prueba, existe un documento escrito firmado de


su puño y letra, lo que permite corroborar la comisión de la infracción.
Asimismo, el propio encausado reconoció en su declaración instructiva, haber
cometido el hecho ilícito atribuido.

5.3. Exp. Nº 5297-0029, Sentencia VI-CSJM del 14AGO1997

…Que, el Mayor MAGUIÑA prestó servicios en el mes de Abril de mil novecientos


noventitrés en el Batallón de Ingeniería número tres de La Merced, participando como
médico en el proceso de reclutamiento anticipado de Mayo del mismo año, llevado a
cabo en el Sub Centro de Reclutamiento Organizado de la referida localidad, y no
obstante haber auscultado clínicamente y leído la placa radiológica del recluta Raúl
VELASQUEZ RICRA, consignó en el Certificado de Reclutamiento para el Servicio en
el Activo solo su talla y peso, declarándolo APTO; que, el siete de junio de mil
novecientos noventitrés el referido recluta falleció en el Hospital OLAVEGOYA de
Jauja a consecuencia de una insuficiencia respiratoria aguda por “TUBERCULOSIS
PULMONAR CRONICA”; que, de las investigaciones practicadas en autos se aprecia
que peritos del Colegio Médico de Huancayo tuvieron a la vista el examen radiológico
practicado al recluta VELASQUEZ RICRA en La Merced, refiriéndose que padecía de
“Tuberculosis Pulmonar Derecha”, de lo que se infiere, que el Mayor MAGUIÑA actuó
negligentemente al declarar APTO a un individuo enfermo, que debió ser exceptuado
del Servicio Militar; que, la conducta del Mayor MAGUIÑA se encuentra prevista y
penada en el artículo doscientos treinta y cinco, inciso diez del Código de Justicia
Militar, como infracción en la Aplicación de la Ley del Servicio Militar, dado que
intervino como médico, en el reclutamiento del Contingente Mayo noventitrés en el
Sub Centro de Reclutamiento Organizado de La Merced, hecho que califica su
conducta de la forma referida, subsumiéndose el delito genérico de Negligencia en el
tipo penal sub materia; que, el veintisiete de Mayo de mil novecientos noventirés,
sesenta y cinco reclutas del Centro de Instrucción Divisionario número treinta y uno de
Jauja fueron trasladados a la Ciudad de Huancayo para pasar nuevo examen
radiológico, entre ellos, el recluta Raúl VELASQUEZ RICRA; que, en mil novecientos
noventitrés, el hoy Coronel de Sanidad Ejército Peruano MORALES prestó servicios
como Jefe de la Compañía de Sanidad número treinta y uno de Huancayo, y en su
condición de médico, junto con otros dos galenos, tuvo a su cargo la lectura de las
placas radiológicas tomadas el veintisiete de Mayo del referido año a sesenta y cinco
reclutas, entre ellos, el recluta VELASQUEZ RICRA, declarándolo APTO; que, los

275
argumentos de defensa esgrimidos por el procesado Coronel MORALES, en el
sentido de haber leído las placas por los números asignados a los reclutas y que
posiblemente el enfermero del Centro de Instrucción Divisionario número treinta y uno
de Jauja, encargado de anotar los resultados del exámen en la relación nominal de
reclutas, haya consignado por error como APTO al recluta VELASQUEZ RICRA,
pierden consistencia, por cuanto, la referida relación, que obra en autos de fojas
cuarenta y uno a cuarentitrés, ha sido refrendada y reconocida por él, incurriendo de
esta forma por omisión, o descuido en el cumplimiento de sus deberes de función y
grado en el delito de Negligencia, al no exigir a un subordinado, enfermero del Centro
de Instrucción Divisionario de Jauja, el estricto cumplimiento de sus obligaciones; que,
la conducta típica atribuible al Coronel MORALES se encuentra prevista y penada en
los artículos doscientos treinta y ocho y doscientos cincuentisiete del Código de
Justicia Militar; que, el mencionado procesado no resulta ser autor ni responsable del
delito de Infracción en la Aplicación de la Ley del Servicio Militar, previsto y penado en
los artículos doscientos treinta y cinco y doscientos treintiséis del referido Código
Castrense, impropiamente tipificado en el auto de apertura de instrucción de fojas
cuarentinueve, pues no ha intervenido en el servicio de reclutamiento o en la ejecución
de la Ley del Servicio Militar respecto al recluta Raúl VELASQUEZ RICRA; que, en tal
sentido, en correspondencia con lo previsto en el artículo seiscientos dieciséis, inciso
e. del Código de Justicia Militar, debe ser absuelto del delito de Infracción en la
Aplicación de la Ley del Servicio Militar, por improbado, y condenando por el delito de
Negligencia; que, los acusados Coronel MORALES y Mayor MAGUIÑA, no registran
antecedentes judiciales en el Fuero Militar y de acuerdo con las copias certificadas de
sus Legajos Personales poseen buena conducta y han merecido durante los últimos
cuatro años de su carrera calificaciones de sobresaliente y muy bueno,
respectivamente, circunstancias objetivas que permiten se les imponga una condena
condicional, de acuerdo con lo previsto en el artículo sesentiséis, incisos a. y b. del
Código de Justicia Militar; que los nombres correctos del Coronel MORALES son… y
no…, como erróneamente se ha referido en el auto de apertura de instrucción de fojas
curentinueve (El Coronel fue absuelto del delito Infracción en la aplicación de la Ley
del Servicio Militar, pero fue condenado por Negligencia, a la pena de 60 días de
Reclusión militar condicional; el Mayor fue condenado por el delito de Infracción en la
Aplicación de la Ley de Servicio Militar, a la pena de 60 días de reclusión militar
condicional).

COMENTARIO:

El caso alude a la situación de un recluta de nombre Raúl VELASQUEZ


RICRA, que murió cumpliendo el servicio militar obligatorio, a consecuencia de
una insuficiencia respiratoria aguda por “Tuberculosis Pulmonar Crónica”. De la
investigación llevada a cabo se pudo constatar que el agraviado, en el proceso
de reclutamiento anticipado de Mayo de 1993, fue revisado por el médico,
Mayor MAGUIÑA, quien lo auscultó y leyó la placa radiológica del citado
recluta, pero que en forma negligente declaró apto a un enfermo. Por este
hecho se le abrió instrucción al Mayor MAGUIÑA por la infracción tipificada en
el artículo 235º inciso 10 del Código de Justicia Militar, que señala como

276
infracción en la Aplicación de la Ley del Servicio Militar: “No exceptuar del
servicio militar a quien la ley ampara”.

Posteriormente, el 27 de mayo de 1993, el mismo agraviado, con otros


64 reclutas más, fueron traslados a Huancayo, donde fueron objeto de un
nuevo examen radiológico, siendo visto por el hoy médico Coronel de Sanidad
Ejército Peruano MORALES, quien junto con otros dos galenos, tuvo a su
cargo la lectura de las placas radiológicas, entre ellos, la del recluta agraviado
VELASQUEZ RICRA, declarándolo APTO. Por este hecho se le abrió
instrucción por las infracciones contenidas en los artículos 238º y 257º del
Código de Justicia Militar, la misma que tipifica el delito de negligencia en la
modalidad de “omisión de los deberes que corresponden a su cargo” y de
omisión al no exigir a sus subordinados el estricto cumplimiento de sus
obligaciones”.

De la investigación realizada se comprobó que efectivamente, los dos


médicos procesados, participaron en la revisión médica que le realizaron al
agraviado, lo que permite corroborar su participación en los hechos instruidos.
Sin embargo, el supuesto de hecho no encuadra en los tipos penales
imputados a los encausados, advirtiéndose por tanto una inadecuada y errónea
calificación de los hechos. En realidad la conducta por la cual debió aperturarse
instrucción es la de homicidio culposo, tipificado en el artículo 111º del Código
Penal. Por esta razón, los encausados debieron haber sido procesados y
sentenciados en el fuero común, dado que se trata de un delito común y no un
delito de función. En este caso, ambos médicos inobservaron reglas
elementales de su profesión, lo que causó que el agraviado muriera.

277
SENTENCIAS DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PERUANO

7. CONCEPTUALIZACIÓN DEL DELITO DE FUNCIÓN

EXP. N.º 0017-2003-AI/TC, ASUNTO DEFENSORÍA DEL PUEBLO

En Lima, a los 16 de días del mes de marzo de 2004, reunido el Tribunal


Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores
magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Revoredo Marsano,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Acción de inconstitucionalidad interpuesta por la Defensoría del Pueblo contra


diversos artículos de la Ley N.° 24150 (la Ley, en adelante), modificada por el Decreto
Legislativo N.° 749.

ANTECEDENTES

A. De la demanda

La entidad demandante, con fecha 16 de setiembre de 2003, interpone demanda de


inconstitucionalidad contra los artículos 2°, 4°, 5°, incisos b), c), d), e) y h); y 8°, 10° y
11° de la Ley N.° 24150, modificada por el Decreto Legislativo N.° 749, que regulan el
papel de las Fuerzas Armadas durante los estados de excepción. Alega que las
disposiciones impugnadas exceden la potestad de controlar el orden interno otorgada
a las Fuerzas Militares durante la vigencia del estado de emergencia, que prescribe el
artículo 137°, inciso 1, de la Constitución; violan la autonomía de los gobiernos locales
y regionales garantizada por los artículos 192°, 195°, 165° y 166° de la Constitución; y
afectan el principio de legalidad enunciado en el literal a) del inciso 24) del artículo 2°
de la misma Norma Suprema.

(…)

§5. La justicia militar y los delitos de función

1. Se aduce también que es inconstitucional el artículo 10° de la Ley N.° 24150.


Dicho precepto establece que:

“Los miembros de las Fuerzas Armadas o Fuerzas Policiales, así


como todos aquellos que estén sujetos al Código de Justicia Militar
que se encuentren prestando servicios en las zonas declaradas en
estado de excepción, quedan sujetos a la aplicación del mencionado
código. Las infracciones tipificadas en el Código de Justicia Militar que
cometan en el ejercicio de sus funciones son de competencia del
fuero privativo militar, salvo aquellas que no tengan vinculación con el
servicio”.

2. A efectos de pronunciarnos sobre esta materia cabe efectuar algunas precisiones


teóricas, las mismas que a continuación se desarrollan.

5.1. Los principios de unidad y exclusividad jurisdiccional

278
3. Según el artículo 138° de la Constitución, la potestad de administrar justicia emana
del pueblo, y se ejerce por el Poder Judicial a través de sus órganos jerárquicos.
Entre los principios que rigen la administración de justicia se encuentran, entre los
que aquí interesa resaltar, los denominados de unidad y exclusividad.

4. El principio de unidad de la función jurisdiccional es, esencialmente, una parte


basilar de carácter organizativo, que se sustenta en la naturaleza indivisible de la
jurisdicción, como expresión de la soberanía. Según ésta, la plena justiciabilidad de
todas las situaciones jurídicamente relevantes han de estar confiadas a un único
cuerpo de jueces y magistrados, organizados por instancias, e independientes
entre sí, denominado “Poder Judicial”.

5. Evidentemente, ello no quiere decir que en el seno del Poder Judicial no se


puedan establecer “secciones especializadas”, que se sustenten en razones
objetivas y razonables destinadas a optimizar la prestación de tutela jurisdiccional,
como pueden ser los criterios de materia, territorio, cuantía, etc.

6. En suma, en su sentido orgánico, el principio de unidad garantiza la exigencia de


que los juzgados y tribunales formen un único cuerpo organizado, con un gobierno
común, organizados por instancias o niveles funcionales de actuación,
independientes entre sí.

7. El principio de exclusividad, que en algunos ordenamientos jurídicos forma parte


del principio de unidad, es directamente tributario de la doctrina de la separación
de poderes, en virtud de la cual las diversas funciones jurídicas del Estado deben
estar distribuidas en órganos estatales disímiles y diferenciados, siendo también
distintos los funcionarios jurisdiccionales a quienes se ha confiado su ejercicio.

En ese sentido, el principio de exclusividad afecta, de un lado, al status jurídico de


los magistrados y, por otro, al orden funcional del órgano de la jurisdicción
ordinaria.

8. De acuerdo con el primero, los jueces que forman parte del Poder Judicial están
dedicados única y exclusivamente a ejercer la juris dictio, esto es, a ejercer
funciones de naturaleza judicial, de modo que el ejercicio de la función que se les
confía a los jueces y magistrados es incompatible con cualquier otra actividad
pública y privada, con la única excepción de la docencia universitaria, y siempre
que ella se ejerza fuera del horario de trabajo judicial, como precisa el artículo 146°
de la Norma Suprema.

9. De acuerdo con el segundo, sólo el Poder Judicial ejerce la función jurisdiccional


del Estado, sin que algún otro poder público pueda avocarse el ejercicio de dicha
función. Así, es el Poder Judicial, en principio, el único de los órganos estatales a
quien se ha confiado la protección jurisdiccional de las situaciones subjetivas y de
los intereses y bienes jurídicamente relevantes, no pudiéndose establecer ninguna
jurisdicción independiente (artículo 139° inc. 1), o que otros órganos realicen el
juzgamiento de materias confiadas a él ya sea por comisión o por delegación, o por
“órganos jurisdiccionales de excepción o comisiones especiales creadas al efecto,
cualquiera sea su denominación” [inc. 1) y 3), art. 139° de la Constitución].

5.2. El principio de exclusividad y las jurisdicciones especializadas

119. El principio de exclusividad de la función jurisdiccional debe concordarse con el


tratamiento constitucional que la Norma Suprema, in toto, brinda al ejercicio de la
función jurisdiccional.

279
1. Desde este punto de vista, conviene precisar que de conformidad con lo
establecido en el segundo párrafo del inciso 1) del artículo 139° de la
Constitución, una de esas excepciones al principio de exclusividad y unidad, está
representada por la existencia de la denominada “jurisdicción militar”. Asimismo,
debe advertirse que los principios de unidad y exclusividad judicial tampoco
niegan la existencia de “jurisdicciones especializadas”, como las confiadas al
Tribunal Constitucional o al Jurado Nacional de Elecciones.

2. En suma, las excepciones previstas a los principios de unidad y exclusividad, en


el segundo párrafo del inciso 1) del artículo 139° de la Constitución, no son las
únicas constitucionalmente admisibles. Al lado de la jurisdicción militar y arbitral,
existen otras jurisdicciones especializadas, es decir organismos de naturaleza
jurisdiccional que administran un tipo de justicia especializada, como la
constitucional y la electoral.

3. Evidentemente, la existencia de jurisdicciones especializadas no debe ni puede


entenderse como sinónimo de lo que propiamente constituye una “jurisdicción de
excepción”. Con este último concepto se alude a órganos ad hoc, creados para
realizar el juzgamiento de un determinado conjunto de conductas, normalmente de
naturaleza política, y que no pertenecen a la estructura del Poder Judicial, por lo
que se encuentran prohibidos por la Norma Suprema.

5.3. Los alcances funcionales de la jurisdicción ordinaria. Sus relaciones con las
jurisdicciones especializadas

4. Que la Constitución admita la tesis de que existen algunas jurisdicciones


especializadas que comparten el ejercicio de la impartición de tutela judicial con el
Poder Judicial, no implica que los linderos entre ésta y aquéllas aparezcan como
difusas, y que, en consecuencia, se haya dejado librada a la decisión del
legislador la determinación del ámbito de actuación de cada una de ellas.

5. Al respecto, debe precisarse que el ámbito de funcionamiento de los órganos que


imparten justicia especializada se encuentra determinado por estrictos criterios
materiales, en tanto que en el caso del Poder Judicial, este es competente para
conocer de todas aquellas controversias de índole jurídica que no sean
susceptibles de ser conocidas y resueltas por los órganos que ejercen jurisdicción
especializada.

6. Desde esta perspectiva, entonces, el ámbito de la jurisdicción ordinaria es de


naturaleza global o totalizadora, mientras que el que corresponde a las
jurisdicciones especializadas, es de naturaleza restringida, determinable a partir
de la competencia que la Constitución les ha asignado.

5.4. La jurisdicción militar y los principios de unidad y exclusividad


jurisdiccional

1. Como se ha sostenido, el inciso 1) del artículo 139° de la Constitución establece


que la existencia de la jurisdicción militar constituye una excepción a los principios
de unidad y exclusividad judicial. Con independencia de que en la STC N.° 0023-
2003-AI/TC, aun pendiente de expedirse, tengamos que centrarnos en los
alcances constitucionales de la norma legal que regula la configuración orgánica
de la jurisdicción militar, es pertinente ahora analizar los límites constitucionales
de la actuación funcional de la jurisdicción militar.

280
2. Como se sabe, la Constitución asigna a la jurisdicción militar la tarea de juzgar a
aquellos militares o policías que, en el ejercicio de sus funciones, hayan cometido
delitos de función. Dicha determinación del ámbito competencial de la jurisdicción
militar, concretamente, está consignada en el artículo 173° de la Norma Suprema,
a tenor del cual:

“En caso de delito de función, los miembros de las Fuerzas Armadas y


de la Policía Nacional están sometidos al fuero respectivo y al Código
de Justicia Militar. Las disposiciones de este no son aplicables a los
civiles, salvo en el caso de los delitos de traición a la patria y de
terrorismo que la ley determina. La casación a que se refiere el artículo
141 sólo es aplicable cuando se imponga la pena de muerte”.

5.4. El delito de función

3. La primera parte del artículo 173° de la Constitución delimita materialmente el


ámbito de actuación competencial de la jurisdicción militar, al establecer que, en
su seno, sólo han de ventilarse los delitos de función en los que incurran los
miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.

4. Así, la Constitución excluye e impide que dicho ámbito de competencia se


determine por la mera condición de militar o policía.

La justicia castrense no constituye un “fuero personal” conferido a los militares o


policías, dada su condición de miembros de dichos institutos, sino un “fuero
privativo” centrado en el conocimiento de las infracciones cometidas por estos a
los bienes jurídicos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

En ese orden de ideas, no todo ilícito penal cometido por un militar o policía debe
o puede ser juzgado en el seno de la justicia militar, ya que si el ilícito es de
naturaleza común, su juzgamiento corresponderá al Poder Judicial, con
independencia de la condición de militar que pueda tener el sujeto activo.

5. Asimismo, constitucionalmente tampoco es lícito que se determine tal


competencia a partir de la sola referencia al sujeto pasivo que resulta afectado por
la conducta ilícita del sujeto activo, es decir, que el agraviado sea un militar,
policía, o la propia institución. La Constitución proscribe, por ejemplo, que civiles
que eventualmente puedan ocasionar agravios sobre bienes jurídicos de las
instituciones castrenses o de la Policía Nacional, puedan ser sometidos a los
tribunales militares. En ese sentido, en la STC N.° 0010-2001-AI/TC, se estableció
que los civiles no pueden ser sometidos al fuero militar, así estos hayan cometido
los delitos de traición a la patria o terrorismo, pues de la interpretación de la
segunda parte del artículo 173° de la Norma Suprema sólo se desprende la
posibilidad de que en su juzgamiento se apliquen las disposiciones del Código de
Justicia Militar, siempre que la ley respectiva así lo determine, y, desde luego, que
tales reglas procesales sean compatibles con los derechos constitucionales de
orden procesal.

6. Finalmente, al haberse delimitado que el ámbito competencial de la jurisdicción


militar es específicamente la comisión de un delito de función, la Norma Suprema
también ha prohibido que en esa determinación de la competencia un elemento
decisivo pueda estar constituido por el lugar en que se cometa el delito. Por ende,
“(...) No basta que el delito se cometa en acto de servicio, o con ocasión de él, o
en lugar militar: es menester que afecte por su índole a las fuerzas armadas como

281
tales (...)” [Germán Bidart Campos, “El status constitucional de las Fuerzas
Armadas en Argentina”, en José Palomino Manchego y José Carlos Remotti,
Jurisdicción militar y Constitución en Iberoamérica, Editorial Grigley, Lima 1997].

7. El delito de función se define como “aquella acción tipificada expresamente en la


Ley de la materia, y que es realizada por un militar o policía en acto de servicio o
con ocasión de él, y respecto de sus funciones profesionales”.

8. Tal acto, sea por acción u omisión, debe afectar necesariamente un bien jurídico
“privativo” de la institución a la que pertenece el imputado; es decir, que la
naturaleza del delito de función no depende de las circunstancias de hecho, sino
del carácter de interés institucionalmente vital, que se ve afectado mediante un
acto perpetrado por un efectivo militar o policial en actividad.

9. Dicho bien tiene la singularidad de ser sustancialmente significativo para la


existencia, operatividad y cumplimiento de los fines institucionales. La tutela
anteriormente señalada debe encontrarse expresamente declarada en la ley.

Entre las características básicas de los delitos de función se encuentran las siguientes:

A). En primer lugar, se trata de afectaciones sobre bienes jurídicos de las Fuerzas
Armadas o de la Policía Nacional tutelados por el ordenamiento legal, y que se
relacionan con el cumplimiento de los fines constitucionales y legales que se les
encargan. Se trata de una infracción a un bien jurídico propio, particular y relevante
para la existencia organización, operatividad y cumplimiento de los fines de las
instituciones castrenses.

Para ello es preciso que la conducta considerada como antijurídica se encuentre


prevista en el Código de Justicia Militar. Ahora bien, no es la mera formalidad de su
recepción en dicho texto lo que hace que la conducta antijurídica constituya
verdaderamente un delito de función. Para que efectivamente pueda considerarse un
ilícito como de “función” o “militar”, es preciso que:

1. Un militar o policía haya infringido un deber que le corresponda en cuanto tal; es


decir, que se trate de la infracción de una obligación funcional, por la cual el
efectivo estaba constreñido a mantener, o a realizar, o no realizar, un
comportamiento a favor de la satisfacción de un interés considerado
institucionalmente como valioso por la ley; además, la forma y modo de su
comisión debe ser incompatible con los principios y valores consagrados en el
texto fundamental de la República (deber militar).

Por ende, no se configura como infracción al deber militar o policial la negativa al


cumplimiento de órdenes destinadas a afectar el orden constitucional o los
derechos fundamentales de la persona.

2. Con la infracción del deber militar, el autor haya lesionado un bien jurídico militar
que comprometa las funciones constitucionales y legalmente asignadas a las
Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional.

3. La infracción revista cierta gravedad y justifique el empleo de una conminación y


una sanción penal.

B). En segundo lugar, el sujeto activo del ilícito penal-militar debe ser un militar o
efectivo policial en situación de actividad, o el ilícito debe ser cometido por ese efectivo
cuando se encontraba en situación de actividad. Evidentemente, están excluidos del

282
ámbito de la jurisdicción militar aquellos que se encuentran en situación de retiro, si es
que el propósito es someterlos a un proceso penal-militar por hechos acaecidos con
posterioridad a tal hecho.

C). En tercer lugar que, cometido el ilícito penal que afecta un bien jurídico protegido
por las instituciones castrenses o policiales, este lo haya sido en acto del servicio; es
decir, con ocasión de él.

(…)

Por estos fundamentos, y con la autoridad que la Constitución Política del Perú le
confiere, este Tribunal Constitucional

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA, en parte, la demanda; en consecuencia:

1. Inconstitucionales los incisos c), d) y e) del artículo 5°, modificados por el


Decreto Legislativo N.° 749, y el artículo 11° de la Ley N.° 24150.

2. Inconstitucional la frase “político” del artículo 4° de la Ley N.° 24150; de modo


que dicho artículo 4° se mantendrá con el siguiente texto:

“El control del orden interno en las zonas de emergencia es asumido por un
Comando Militar que está a cargo de un Oficial de Alto Rango designado por el
Presidente de la República, a propuesta del Comando Conjunto de las Fuerzas
Armadas, quien desempeña las funciones inherentes al cargo que establece la
presente ley en el ámbito de su jurisdicción, de acuerdo con las directivas y
planes de emergencia aprobados por el Presidente de la República”.

3. Inconstitucional la frase “asegurar” del inciso b) del artículo 5° de la Ley N.°


24150, modificado por el Decreto Legislativo N.° 749, subistiendo dicho inciso
de la siguiente manera:

“b. Asumir la iniciativa de las acciones de coordinación para la participación de


los sectores público y privado, ubicados en las zonas de emergencia, en la
ejecución de los planes y directivas aprobados por el Ejecutivo, a fin de lograr
la Pacificación Nacional y la erradicación de la delincuencia terrorista y el
narcotráfico”.

4. Inconstitucional la frase “(...) y la acción de gobierno y control político


administrativo” del artículo 8° de la Ley N.° 24150, el cual se mantiene con el
siguiente enunciado lingüístico:

“Art. 8. En el estado de sitio, el oficial de las Fuerzas Armadas que suma el


Comando Político Militar adoptará, en el ámbito de su jurisdicción, las medidas
siguientes: la ejecución de las actividades de movilización; la ejecución de las
actividades de Defensa Civil; la seguridad territorial. Todas ellas para asegurar
el normal desarrollo de las actividades de la población y de apoyo de las
operaciones militares”.

5. Inconstitucional el párrafo “Los miembros de las Fuerzas Armadas o Fuerzas


Policiales, así como todos aquellos que estén sujetos al Código de Justicia
Militar que se encuentran prestando servicios en las zonas declaradas en

283
estado de excepción, quedan sujetos a la aplicación del mencionado Código”
del artículo 10° de la referida Ley N.° 24150. En consecuencia, dicho artículo
10° subsiste con el siguiente texto:

“Art. 10. Las infracciones tipificadas en el Código de Justicia Militar que


cometan en el ejercicio de sus funciones son de competencia del fuero privativo
militar, salvo aquellas que no tengan vinculación con el servicio”.

2. Declarar INFUNDADA la demanda en lo demás que contiene, disponiendo que el


artículo 2° de la Ley N.° 24150 se interprete conforme a los Fundamentos N.os 41 y
42 de esta sentencia.

3. EXHORTAR a los poderes públicos para que dicten las disposiciones legales de
naturaleza económica a favor de las Fuerzas Armadas, teniendo en cuenta lo
expuesto en el Fundamento 30 de este sentencia, en aras de asegurar el cabal
cumplimiento de lo establecido en los artículos 137° y 163° de la Constitución.

Dispone la notificación a las partes, la publicación de esta sentencia en el diario oficial


El Peruano y de su parte resolutiva en otro diario de circulación nacional; y el
archivamiento del proceso.

SS.

ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
REVOREDO MARSANO
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

1. ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD CONTRA DIVERSOS


ARTÍCULOS DEL CODIGO DE JUSTICIA MILITAR Y DE LA LEY
ORGANICA DE JUSTICIA MILITAR

EXP. N.° 0023-2003-AI/T C


LIMA
DEFENSORÍA DEL PUEBLO
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 9 días del mes de junio de 2004, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente; Revoredo Marsano, Gonzales Ojeda y
García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Acción de Inconstitucionalidad interpuesta por la Defensoría del Pueblo contra los


artículos II y III del Título Preliminar del Decreto N.° Ley 23201, Ley Orgánica de

284
Justicia Militar; el primer y segundo párrafo del artículo 374°; el cuarto y quinto párrafo
del artículo 375°, y los artículos 269°, 378° y 387° del Decreto Ley N.° 23214, Código
de Justicia Militar; la Primera Disposición Complementaria, Transitoria y Final de la
Ley N.° 27860, del Ministerio de Defensa, en la parte referida al Consejo Supremo de
Justicia Militar; así como el segundo y último párrafo del artículo 6°, los párrafos
primero, segundo y tercero del artículo 7°, el segundo párrafo del artículo 8°, los incisos
1), 6) 14), 15),19) y 20) del artículo 12°, el inciso 2) del artículo 14°, el primer y
segundo párrafo del artículo 22°, el primer y tercer párrafo del artículo 23°, el segundo,
cuarto y quinto párrafo del artículo 31°, el segundo párrafo del artículo 32°, los literales
a), b) y c) del artículo 65°, el segundo párrafo del artículo 75° y los artículos 15°, 38°,
62°, 63°, 65°, 66°, 67°, 69° y 81° de la mencionada Ley Orgánica de la Justicia Militar.

ANTECEDENTES

La demandante cuestiona la constitucionalidad de determinados artículos del Decreto


Ley N.° 23201, Ley Orgánica de Justicia Militar (en adelante LOJM); del Decreto Ley
N.° 23214, Código de Justicia Militar (en adelante CJM); y de la Primera Disposición
Complementaria, Transitoria y Final de la Ley N.° 27860, Ley del Ministerio de
Defensa, por considerar que afectan los principios de exclusividad y de inamovilidad, y
de exclusiva protección de los bienes jurídicos; la garantía de independencia; la
autonomía constitucional del Ministerio Público; y los derechos fundamentales de
acceso a jueces y tribunales imparciales e independientes, de defensa y de igualdad.

Argumentos de la Defensoría del Pueblo

La demandante sostiene que el primer párrafo del artículo II del Título Preliminar de la
LOJM vulnera el marco constitucional que legitima el recurso al Derecho Penal,
contemplado en los artículos 43°, 44°, 45° y 200° de la Constitución, debido a que
establece que los Tribunales de la Justicia Militar están encargados de mantener, en las
Fuerzas Armadas y en la Policía, la “moralidad”, el “orden” y la “disciplina”,
reprimiéndose el quebrantamiento de ellos en los casos previstos por ley. Agrega que
estas tres categorías, además de ser etéreas y sin un contenido material concreto, no
cuentan con respaldo constitucional, ya sea porque aluden a conductas carentes de
dañosidad social, como el caso de la “moralidad”, o porque no se justifican desde la
exigencias de subsidiariedad y fragmentación, como el caso del “orden” y la
“disciplina”.

Asimismo, refieren que el artículo 269° del CJM contraviene los principios de exclusiva
protección de bienes jurídicos y de dignidad de la persona, así como la cláusula de
igualdad, por reprimir las prácticas homosexuales entre militares, aun cuando éstas se
realicen fuera de un local militar.

Respecto de los principios propios de la unidad jurisdiccional, consagrados,


fundamentalmente, en los artículos 139° y 146° de la Constitución, aduce que también
son aplicables en el ámbito de la jurisdicción militar, toda vez que la jurisdicción en un
Estado es única e indivisible, aun cuando no forme parte del Poder Judicial. Afirma,
que: “(...) no es posible sostener la existencia de distintas o varias jurisdicciones, sino
simplemente de manifestaciones de la misma en función de la competencia de los
órganos, todos ellos sometidos a principios y garantías comunes (...)”, y que ello no
implica desconocer o negar la posibilidad de que algunas garantías integrantes del

285
principio de unidad jurisdiccional puedan ser aplicadas con matices o modulaciones
razonables y justificadas en el ámbito de la justicia castrense, pero que en ningún caso
puede admitirse su desconocimiento o la afectación de su esencia.

En cuanto a la garantía de independencia, precisa que ésta no admite modulaciones,


pues al constituirse en un elemento esencial del principio de unidad jurisdiccional, es
exigible a todo órgano que pretenda ejercer válidamente la potestad jurisdiccional.
Refiere que ella se materializa en dos prohibiciones esenciales: 1) la exclusión de la
incidencia del Poder Ejecutivo en la creación y composición de los órganos
jurisdiccionales; y 2) la prohibición de los tribunales de excepción o tribunales ad hoc
para la decisión de determinados asuntos; y que vulneran esta garantía las siguientes
disposiciones:

- La Primera Disposición Complementaria, Transitoria y Final de la Ley N.° 27860, Ley


del Ministerio de Defensa, por incorporar al Consejo Supremo de Justicia Militar como
una Unidad Ejecutora del Ministerio de Defensa.

El primer párrafo del artículo 23° de la LOJM, por disponer que el nombramiento del
Presidente y Vocales de los Consejos sea realizado por Resolución Suprema refrendada
por el Ministro de Defensa.

El tercer párrafo del artículo 31° y segundo párrafo del artículo 32° de la LOJM, por
establecer que el nombramiento de los Jueces Instructores Permanentes, así como el
número de ellos, dependa del Poder Ejecutivo.

El primer párrafo del artículo 6°; el inciso 15) del artículo 12°; el primer y segundo
párrafo del artículo 22°; y el artículo 31° de la LOJM, por permitir que efectivos en
actividad formen parte del Consejo Supremo de Justicia Militar.

Los artículos 62°, 63° y 65°, por permitir que la incorporación y ascenso en la carrera
judicial se encuentren estrechamente ligados al grado y régimen jurídico militar.

Los artículos 66° y 69° de la LOJM, por establecer que la situación militar o policial de
los miembros del Cuerpo Jurídico Militar sea determinada por la Ley de Situación
Militar de las Fuerzas Armadas y el Estatuto Policial, respectivamente.

Asimismo, vulneran la exigencia constitucional de independencia interna, debido a los


niveles de dependencia existente respecto a los órganos de mayor jerarquía, los artículos
III y 15° del Título Preliminar de la LOJM. En el mismo sentido, los incisos 1) y 6) del
artículo 12° de la LOJM, que establecen que el Consejo Supremo de Justicia Militar
podrá revisar las sentencias de los Consejos y trasladar los juicios militares, en cualquier
estado del proceso, de un Consejo a otro, lo que además afecta la garantía del juez
predeterminado por ley.

Los incisos 14), 19) y 20) del artículo 12° de la LOJM, por autorizar al Consejo
Supremo a ordenar el inicio de instrucción, ejercer potestad disciplinaria e intervenir en
la conformación de los órganos judiciales, respectivamente. De la misma manera, se
vulnera la garantía de la independencia mediante el inciso 2) del artículo 14° de la
LOJM, en la medida que atribuye al presidente del Consejo Supremo la potestad de
designar las salas correspondientes.

286
El primer, segundo y tercer párrafo del artículo 7°, un extremo del artículo 8°, el inciso
2) del artículo 14° y el artículo 22°, por trasladar la lógica de la subordinación castrense
al interior del Consejo Supremo de Justicia Militar, determinando los grados que deben
ostentar los miembros para su conformación, incluso para el caso del Fiscal General y el
Auditor, quienes, aun cuando en estricto no cumplen funciones jurisdiccionales,
también requieren la garantía de la independencia.

Asimismo, en lo que se refiere a la garantía de exclusividad en el ejercicio de la función


jurisdiccional, la demandante alega que ésta también resulta exigible en el ámbito de la
justicia castrense. De acuerdo a esta garantía, la función jurisdiccional debe ser
ejercitada exclusivamente por determinados órganos del Estado. Sostiene que la
exclusividad presenta una vertiente positiva y otra negativa; por la primera, el Estado
tiene el monopolio de la jurisdicción y los únicos que pueden ejercerla son los jueces y
tribunales que son independientes respecto de cualquier poder del Estado, no siendo
posible que la potestad jurisdiccional sea asignada, por el legislador, al Poder Ejecutivo
o Legislativo; por la segunda, los órganos y funcionarios a los que se atribuye la
potestad jurisdiccional están obligados a ejercer esta actividad de manera exclusiva, sin
compartirla con otra función pública o privada, salvo aquellas que estén autorizadas por
la Constitución. Por ello, considera que esta garantía se vulnera con las siguientes
disposiciones:

El primer párrafo del artículo 6°; el primer y tercer párrafo del artículo 7°; el inciso 15)
del artículo 12°; el primer y segundo párrafo del artículo 22°; y el segundo y cuarto
párrafo del artículo 31° de la LOJM, por admitir que los magistrados que ejercen
funciones jurisdiccionales sean profesionales militares, oficiales de armas “en
actividad” sujetos al poder de mando castrense, al régimen de grados y ascensos
militares, así como legos en derecho.

Los artículos 63° y 65° de la LOJM, en la medida que configuran un sistema en el que
los oficiales del cuerpo jurídico militar, que en principio sólo pueden ejercer funciones
jurisdiccionales, puedan desempeñarse, además, en funciones no jurisdiccionales en los
órganos de justicia castrense.

El inciso 19) del artículo 12° de la LOJM, en tanto atribuye facultades disciplinarias al
Consejo Supremo de Justicia Militar sobre todos los funcionarios y empleados de la
Justicia Militar.

Respecto de la garantía de inamovilidad, sostiene que al formar parte esencial del


principio de unidad jurisdiccional, también resulta exigible en el ámbito de la justicia
castrense. Esta garantía supone que los magistrados gocen de estabilidad en los cargos
jurisdiccionales en los que fueron designados, por lo que no pueden ser separados,
suspendidos, trasladados ni jubilados sino por las causales y procedimientos
establecidos en la ley. De acuerdo a ello, vulneran esta garantía las siguientes
disposiciones:

El primer párrafo del artículo 6°; el primer y tercer párrafo del artículo 7°; el inciso 15)
del artículo 12°; el primer y segundo párrafos del artículo 22°; y el segundo y cuarto
párrafos del artículo 31° de la LOJM, porque no garantizan la inamovilidad al admitir
que los magistrados que ejercen funciones jurisdiccionales, sean profesionales militares
en actividad y, por ende, sometidos al poder de mando castrense, así como al régimen

287
de grados y ascensos militares. Al respecto, aducen, además, que “(...) resulta
impensable que un traslado pueda ser condicionado a la voluntad del militar que lo debe
sufrir (...)”.

El primer y tercer párrafo del artículo 23° y el artículo 38° de la LOJM, porque sólo
garantizan la estabilidad en el cargo por dos años, con la posibilidad de que el tiempo
sea menor; así como los artículos 66° y 67° de la LOJM, en la medida que someten a los
magistrados del cuerpo jurídico militar al régimen castrense ordinario, y habilitan el
cambio de colocación de dichos magistrados a propuesta del CSJM.

Por otra parte, alega que el segundo párrafo del artículo 75°, el último párrafo del
artículo 6°, el artículo 22° y los literales a), b) y c) del artículo 65° de la LOJM, que
integran a los fiscales al cuerpo jurídico militar en función del grado militar; así como,
el primer y segundo párrafos del artículo 374°; el cuarto y quinto párrafos del artículo
375°; el artículo 378° y el artículo 387° del Código de Justicia Militar, son
inconstitucionales, por afectar el artículo 158° y el inciso 5) del artículo 159° de la
Constitución, que consagran la autonomía e independencia del Ministerio Público.

Finalmente, refiere que esta configuración de la justicia militar, además de afectar las
garantías esenciales del principio de unidad jurisdiccional, vulnera un conjunto de
derechos fundamentales derivados del principio de igualdad y dignidad de la persona,
así como el derecho de acceder a tribunales o jueces imparciales e independientes, y el
derecho de defensa. En el caso de este último, sostiene que es vulnerado por el artículo
81° de la LOJM, al admitirse que la defensa de un procesado pueda ser ejercida por un
oficial sujeto al poder de mando castrense, sin formación jurídica.

Argumentos de la defensa

El Congreso de la República acordó devolver la presente demanda, atendiendo lo


dispuesto por la Ley N.° 28098, con la finalidad de que sea el Ejecutivo quien la
conteste.

El Procurador Público a cargo de los asuntos judiciales de la Justicia Militar y el


abogado Abraham Talavera Delgado, por delegación, contestan la demanda y proponen
la excepción de caducidad, por considerar que el plazo para interponer la demanda ha
vencido en exceso.

En cuanto al fondo de la demanda, refieren que la misión especial de las Fuerzas


Armadas hace necesario el reconocimiento constitucional de las características sui
géneris de las leyes y los reglamentos que la regulan; que la demandante confunde el
Derecho Penal militar con el Derecho Penal común, al postular que la “moral”, el
“orden” y la “disciplina” no pueden ser bienes jurídicos por no contener dañosidad
social; que la escala de valores que sirve de base a las normas jurídicas penales militares
contiene bienes jurídicos que para un ciudadano común constituirían faltas de naturaleza
ética, pero que, para el fuero militar, constituyen delitos graves; y que, por consiguiente,
el artículo II del Titulo Preliminar de la LOJM no se contrapone a la Constitución, pues
los principios como el “orden”, la “moral” y la “disciplina” se encuentran
materializados en los artículos 78° al 306° del CJM.

288
En relación a la alegada vulneración del principio de igualdad por parte del artículo
269° del Código de Justicia Militar, sostienen que ésta carece de fundamento, toda vez
que la homosexualidad es expresión de una escala de valores que no resulta adecuada a
las exigencias de la vida militar.

En cuanto a la aludida violación del principio de unidad jurisdiccional, alegan que la


Justicia Militar es autónoma y que su ejercicio no depende de ninguna autoridad
administrativa, conforme a lo dispuesto por el artículo IV de la LOJM, que establece
que los vocales o jueces no pueden ejercer empleo, cargo o comisión ajenas a su
función. Asimismo, sostienen que cuando el Consejo Supremo de Justicia Militar revisa
las sentencias de los Consejos de Guerra, no se vulnera la independencia interna de
éstos, toda vez que se trata de una facultad de los órganos jurisdiccionales superiores, tal
como se puede verificar en el caso del fuero común, donde la Ley Orgánica del Poder
Judicial, así como el Código Procesal Civil, establecen la procedencia del recurso de
revisión contra resoluciones judiciales de determinados órganos jurisdiccionales.

Respecto de los nombramientos del Presidente y Vocales de los Consejos de la Justicia


Militar por el Poder Ejecutivo, sostienen que estas facultades son justificadas, toda vez
que el Presidente de la República es el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y la
Policía Nacional, y como tal tiene la obligación de velar por el orden interno y la
seguridad exterior, así como de presidir el sistema de defensa nacional, entre otras. Por
otra parte, alegan que los nombramientos de los jueces militares por parte del Consejo
Nacional de la Magistratura no resulta viable, pues, debido a las funciones y estructura
de las Fuerzas Armadas y Policiales, y a fenómenos como el terrorismo, éstas se
encuentran obligadas a tener puestos militares en diversas zonas andinas y de selva, por
lo que es justificado que sea el Poder Ejecutivo el que nombre a estos jueces.

Sobre la presunta interferencia en los órganos de la justicia militar, debido a que la


LOJM dispone trasladar los juicios militares de un consejo a otro en cualquier estado
del procedimiento, refieren que ésta es una facultad que también existe en el fuero
común, tal como se advierte del artículo 95° de la Ley Orgánica del Ministerio Público,
que autoriza al Fiscal a solicitar la transferencia de competencia cuando ocurren
situaciones como las anteriormente mencionadas. De igual modo, sobre las facultades
de carácter disciplinario del Consejo Supremo de Justicia Militar, afirman que la Sala
Plena de la Corte Suprema goza de las mismas facultades, por lo que no se aprecia
violación de la garantía de exclusividad.

Respecto a la supuesta vulneración de las garantías de independencia e imparcialidad en


cuanto a que los jueces militares poseen grado militar y, por tanto, están sometidos a la
jerarquía castrense, mencionan que el establecimiento de estos grados es justificado por
la naturaleza del cuerpo militar y, además, porque es acorde con los objetivos del
Decreto Ley N.° 21148, Ley de Ascensos de la Carrera Militar, así como su respectivo
reglamento. De igual modo, sostienen, respecto a la facultad del Presidente para
designar la composición de las Salas, que ésta es similar a aquella que posee el
Presidente de la Corte Suprema y los Presidentes de las Cortes Superiores, tal como se
aprecia del inciso 7) del artículo 76°, e inciso 7) del artículo 90° de la Ley Orgánica del
Poder Judicial.

289
En cuanto a la denunciada vulneración de la garantía de inamovilidad, refieren que la
demandante propugna una inamovilidad “absoluta”, que resulta inaplicable en virtud de
la estructura de la Fuerza Armada.

Frente a la objeción de que la Justicia Militar no está compuesta por personal letrado,
sostienen que esta afirmación es falsa, toda vez que los jueces, vocales y presidente del
Consejo Supremo de Justicia Militar, son abogados con grado militar y estudios
superiores de especialización por exigencia de la Ley de Ascensos. Asimismo, refieren
que la función jurisdiccional la ejercen de manera exclusiva, no pudiendo desempeñar
ninguna otra misión o encargo particular, tal como dispone el artículo IV del Titulo
Preliminar de la LOJM.

Con relación a la vulneración de la autonomía e independencia del Ministerio Público,


aducen que la justicia militar, por la naturaleza de su función, es un sistema mixto
(inquisitivo y acusatorio), de modo que un Consejo o un Juez pueden abrir instrucción
ante la negativa del fiscal. También sostienen que la facultad de denunciar que posee el
Presidente de la República se justifica por su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas
Armadas y la Policía Nacional.

Finalmente, expresan que el Consejo Supremo de Justicia Militar constituye un pliego


presupuestario independiente, y que el hecho de que provisionalmente haya sido
considerado en una Disposición Complementaria de la Ley Orgánica del Ministerio de
Defensa, no implica su subordinación, ni menos su integración a dicho sector, lo que se
demuestra al verificarse que no se encuentra considerado en el organigrama de dicho
Ministerio.

FUNDAMENTOS

§1. Sobre la excepción de prescripción de la acción

1. El Tribunal Constitucional considera que la excepción de prescripción interpuesta


debe ser desestimada, toda vez que al momento de evaluar la admisión de la demanda,
este Colegiado verificó el cumplimiento de los requisitos de admisibilidad exigidos por
la Ley N.° 26435, Orgánica del Tribunal Constitucional.

§2. Decretos Leyes pre-constitucionales y Constitución de 1993

2. Antes de entrar al análisis de las normas impugnadas –compuesta especialmente por


normas con rango y fuerza de ley pre-constitucionales–, debe mencionarse que este
Tribunal, en la sentencia del Caso de la Legislación Antiterrorista (Exp. N.° 010-2002-
AI/TC, FJ 13), sostuvo que de acuerdo a la teoría de la continuidad, los Decretos Leyes,
pese a ser espurios, perviven o mantienen su vigencia –surtiendo todos los efectos
legales–, por lo que es posible no sólo que se realice un juicio de compatibilidad de
acuerdo con un criterio cronológico [Constitución posterior deroga ley anterior], sino
también uno con un criterio jerárquico [Constitución prevalece sobre la legislación].

Consecuentemente, el Tribunal Constitucional es competente para pronunciarse sobre el


fondo de la acción de inconstitucionalidad.

§3. Delimitación del Petitorio

290
3. La demandante ha planteado, fundamentalmente, los siguientes argumentos:

a) Que la configuración actual de la jurisdicción militar, delimitada por las cuestionadas


leyes, vulnera principios de la Administración de Justicia tales como la unidad,
independencia, imparcialidad y exclusividad de la función jurisdiccional, la garantía de
inamovilidad de los magistrados judiciales, así como los derechos de los efectivos
militares a acceder y ser juzgados por tribunales imparciales e independientes, y de
defensa.

b) Que determinados artículos de la LOJM y CJM vulneran la autonomía e


independencia del Misterio Público, por establecer, entre otras cosas, un órgano propio
a cargo de la titularidad de la acción penal y permitir que los fiscales militares tengan
grado jerárquico.

c) Que el primer párrafo del artículo II del Título Preliminar de la LOJM vulnera el
marco constitucional que legitima el recurso al Derecho penal, aduciendo que la
“moralidad”, “orden” y “disciplina” no pueden ser la fuente de donde se deriven los
objetos de protección penal.

d) Que el artículo 269° del CJM, que sanciona al militar que practique actos
deshonestos o contra natura con persona del mismo sexo, dentro o fuera del local
militar, vulnera el principio de exclusiva protección de bienes jurídicos, el principio de
dignidad de la persona y la cláusula de igualdad.

§4. El Estado social y democrático de Derecho, el principio de separación de poderes y


la jurisdicción militar

4. La doctrina de la separación de poderes, que fue esbozada por John Locke, expuesta
por Carlos de Secondat barón de Montesquieu y la Brede, y complementada en el siglo
XX por Karl Loewenstein, tiene por esencia evitar, entre otras cosas, que quien ejerza
funciones administrativas o legislativas realice la función jurisdiccional, y con ello
desconocer los derechos y las libertades fundamentales.

Al respecto, Montesquieu, en su obra “El Espíritu de las Leyes” sostuvo que: “No hay
libertad si el poder de juzgar no está bien deslindado del poder legislativo y del poder
ejecutivo. Si no está separado del poder legislativo, se podría disponer arbitrariamente
de la libertad y vida de los ciudadanos; como que el juez sería el legislador. Si no está
separado del poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor. Todo se
habría perdido si el mismo hombre, la misma corporación de poderes, la misma
asamblea del pueblo ejerciera los tres poderes. El de dictar las leyes; el de ejecutar las
resoluciones judiciales y el de juzgar los delitos o pleitos entre particulares”.

5. La existencia de este sistema de equilibrio y de distribución de poderes, con todos los


matices y correcciones que impone la sociedad actual, sigue constituyendo, en su idea
central, una exigencia ineludible en todo Estado Democrático y Social de Derecho. La
separación de estas tres funciones básicas del Estado, limitándose de modo recíproco,
sin entorpecerse innecesariamente, constituye una garantía para los derechos
constitucionalmente reconocidos e, idénticamente, para limitar el poder frente al
absolutismo y la dictadura.

291
6. Como tal, la Constitución de 1993 lo ha acogido como principio fundamental,
consignándolo expresamente en el artículo 43° del Título II: Del Estado y la Nación, al
establecer que el gobierno de la República del Perú “(...) se organiza según el principio
de separación de poderes (...)”.

7. Dentro de esta forma de concebir la organización del Estado, la función jurisdiccional


merece una especial atención, toda vez que constituye la garantía última para la
protección de la libertad de las personas frente a una actuación arbitraria del Poder
Ejecutivo o el Poder Legislativo.

8. Al respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha sostenido que: “(...)


uno de los objetivos principales que tiene la separación de los poderes públicos, es la
garantía de la independencia de los jueces y, para tales efectos, los diferentes sistemas
políticos han ideado procedimientos estrictos, tanto para su nombramiento como para su
destitución (...)”. [ Caso del Tribunal Constitucional, Parágrafo 73 ] .

La función jurisdiccional

9. Orlando J. Gallo [La Justicia Constitucional. en Curso de Derecho Constitucional IV.


Buenos Aires: Abeledo Perrot, 1996, pág. 348] señala que: “En un sentido amplio,
ejercen jurisdicción los órganos de los tres poderes del Estado, conforme a la distinción
que se tornará clásica luego de su formulación por Montesquieu [...], Sin embargo, en
un sentido estricto, se reserva la palabra jurisdicción para designar la atribución que
ejercen los órganos encargados de administrar justicia, a la que han llamado actividad
jurisdiccional, y especificado como aquella que se ejerce por un órgano independiente
cuando resuelve conforme a derecho un conflicto entre partes o aplica las sanciones
previstas en la ley para quienes infringen sus mandatos”.

10. En esa misma orientación, Daniel Oswaldo Ruiz [El Poder Judicial: En Instituciones
de Derecho Público. Buenos Aires: Ediciones Mocchi, 1997.] plantea que “La función
jurisdiccional consiste en la aplicación de la ley a los efectos de resolver controversia,
litigios o causas [...]”.

11. A la luz de lo expuesto, la función jurisdiccional debe entenderse como aquel fin
primario del Estado consistente en dirimir los conflictos interindividuales. En efecto,
ante el impedimento de hacerse justicia por propia mano (salvo en los casos de legítima
defensa o de derecho de retención), es el Estado el encargado de resolver las
controversias legales que surgen entre los hombres. En dicho contexto, el justiciable
tiene la facultad de recurrir ante el órgano jurisdiccional del Estado para ejecutar una
acción, a lo que corresponde como correlato la jurisdicción, que es, además, un poder–
deber.

12. Es evidente que la jurisdicción corresponde a la soberanía del Estado, y que se


ejerce a través del órgano jurisdiccional, el cual será el competente para resolver los
conflictos que se susciten entre los particulares, mediante la aplicación de la ley.

13. El ejercicio de la jurisdicción implica cuatro requisitos, a saber:

a) Interés social en la composición del conflicto.

292
b) Intervención del Estado mediante el órgano judicial, como tercero imparcial.

c) Aplicación de la ley o integración del derecho.

El concepto “jurisdicción” se encuentra regulado por dos clases de facultades: las


primeras relativas a la decisión y ejecución que se refieren al acto mismo; y las
segundas concernientes a la coerción y documentación que, de un lado, tienden a
remover los obstáculos que se oponen a su cabal ejercicio, y de otro, a acreditar de
manera fehaciente la realización de los actos jurisdiccionales, otorgándoles
permanencia, así como una fijación indubitable en el tiempo, es decir, el modo y forma
en que se desarrollan.

14. El ejercicio de la potestad jurisdiccional o la potestad de administrar justicia


comprende, en lo esencial, lo siguiente: la tutela de los derechos fundamentales, los
derechos ordinarios e intereses legítimos; la sanción de los actos delictivos; el control
difuso de la constitucionalidad; y el control de la legalidad de los actos administrativos.

La unidad de la función jurisdiccional

15. Este principio está reconocido por el inciso 1 del artículo 139° de la Constitución,
que prescribe que: “No existe ni puede establecerse jurisdicción alguna independiente,
con excepción de lo arbitral y lo militar. No hay proceso judicial por comisión o
delegación”.

Conceptualmente, la unidad afirma la propiedad de todo ente, en virtud de lo cual no


puede dividirse ni separarse sin que su esencia se destruya o altere. En atención a ello, la
Constitución ha establecido, como regla general, que corresponde al Poder Judicial el
avocamiento único y singular del estudio y solución de los diversos tipos de conflictos
jurídicos. Enrique Álvarez Conde [Curso de Derecho Constitucional. Vol. II Madrid:
Tecnos, 2000, pág. 245] expone que: “El principio de unidad jurisdiccional es una
consecuencia del principio de división de poderes [...]”. De allí que, como veremos más
adelante, genere las manifestaciones de exclusividad y de asiento de la organización y
funcionamiento de la administración de justicia.

16. La unidad ha de ser comprendida, en principio, como la negación de la idea de la


fragmentación jurisdiccional; y esto porque, por motivaciones derivadas de la esencia,
carácter y calidad de la función de dirimir en los conflictos interindividuales de
contenido estrictamente jurídico, se hace patente la necesidad, dentro de lo razonable,
de asegurar la individualidad y unidad de dicho atributo soberano a favor del Poder
Judicial.

17. El principio de unidad permite que la función jurisdiccional sea ejercida por una
entidad “unitaria”, a efectos de asegurar el cumplimiento del principio de igualdad ante
la ley, previsto en el inciso 2 del artículo 2° de la Constitución; y, con ello, que todos los
justiciables se encuentren, en principio y como regla general, sometidos a los mismos
tribunales, sin que se considere constitucional la existencia de fueros especiales o de
privilegio en “razón” de la mera e inadmisible diferenciación de las personas o de
cualquier otra consideración absurda.

293
En la sentencia recaída en el Exp. N.° 017-2003-AI/TC, este Tribunal sostuvo que el
principio de unidad de la función jurisdiccional: “(...) se sustenta en la naturaleza
indivisible de la jurisdicción, como expresión de la soberanía. Según ésta, la plena
justiciabilidad de todas las situaciones jurídicamente relevantes han de estar confiadas a
un único cuerpo de jueces y magistrados, organizados por instancias, e independientes
entre sí, denominado Poder Judicial(...)”.

18. Ahora bien, el principio de unidad no obsta que el legislador pueda establecer, al
interior del Poder Judicial, juzgados especializados; siempre que dichos órganos
intrajurisdiccionales aseguren al justiciable todas las garantías vinculadas al debido
proceso y a la tutela judicial efectiva.

19. En ese orden de ideas, Justicia Viva [Manual del Sistema Peruano de Justicia. Lima:
Instituto de Defensa Legal, Pontificia Universidad Católica del Perú y Jueces para la
Justicia y Democracia, 2003, págs. 22-23] expresa que: “(...) el principio de unidad
jurisdiccional conlleva que todos los jueces han de sujetarse a un estatuto orgánico
único, el que será de tal naturaleza y características que garantice la independencia. En
última instancia, entonces, el principio de unidad jurisdiccional ha de entenderse como
una garantía de la independencia judicial, lo que acarrea los siguientes rasgos comunes a
toda judicatura ordinaria : (i) estatuto personal único, (ii) jueces técnicos (letrados) y de
carrera, (iii) formación de un cuerpo único (el Poder Judicial) y (iv) sujeción a los
órganos de gobierno del Poder Judicial”.

20. Por error de técnica, si bien en el artículo 139° de la Constitución se señala que: “La
potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a
través de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las leyes”, en
puridad, como el propio texto fundamental lo reconoce, asistemática, pero
expresamente, existen otras jurisdicciones especiales; a saber: la militar y la arbitral
(inciso 1 del artículo 139°); la de las Comunidades Campesinas y Nativas (artículo
149°); y la Constitucional (artículo 202°).

El principio de exclusividad

21. Este principio está previsto por el inciso 1 del artículo 139° de la Constitución, que
preceptúa que son principios y derechos de la función jurisdiccional la unidad y la
exclusividad de la función jurisdiccional.

22. Conceptualmente, la exclusividad se concibe como la prohibición constitucional al


legislador, de que atribuya la potestad jurisdiccional a órganos no conformantes del
Poder Judicial.

23. Justicia Viva [Ob. Cit. pág. 23] acota que el referido principio ostenta un doble
sentido: positivo y negativo.

En el sentido positivo es el resultado de la confluencia de los principios de separación


de poderes (artículo 43° de la Constitución) y de tutela judicial efectiva (inciso 3 del
artículo 139° de la Constitución).

En el sentido negativo, excluye a la potestad jurisdiccional de otros cometidos públicos


distintos a la dirimencia de los conflictos jurídicos en sede judicial.

294
24. Como antes se ha dicho, si bien el mencionado inciso 1 del artículo 139° de la
Constitución ha considerado excepcionalmente a la jurisdicción militar como una
jurisdicción independiente, ello no autoriza a que ésta diseñe y autorice el ejercicio de
sus atribuciones con inobservancia de los principios constitucionales que informan la
actividad de todo órgano que administra justicia, tales como el de independencia e
imparcialidad de la función jurisdiccional, así como el de la garantía de inamovilidad de
los jueces.

25. De igual modo, la jurisdicción militar, en tanto órgano jurisdiccional, no se


encuentra exceptuada de observar todas aquellas garantías que componen el derecho al
debido proceso. Al respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos sostiene
que: “(...) cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de carácter materialmente
jurisdiccional, tiene la obligación de adoptar resoluciones apegadas a las garantías del
debido proceso legal (...)”. [ Caso del Tribunal Constitucional, sentencia del 24 de
setiembre de 1999, Parágrafo 71 ]

§5. Los principios de independencia e imparcialidad, la garantía de inamovilidad y la


jurisdicción militar

La independencia judicial

26. El inciso 2 del artículo 139° de la Constitución consagra este principio en los
siguientes términos: “Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el
órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar
sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar
procedimientos en trámites, ni modificar sentencias ni retardar su ejecución”.

27. Como bien afirma Enrique Álvarez Conde [Curso de Derecho Constitucional. Vol.
II. Madrid. Tecnos, 2000, pág 243]: “La consagración de la independencia del Poder
Judicial se entronca históricamente con la propia doctrina de la separación de poderes”.

Añade que dicha proclamación [Ob. Cit pág., 244] (...) “debe ser considerada como un
requisito indispensable para poder hablar de un auténtico Poder Judicial y de un
verdadero Estado de Derecho”. De allí que la independencia se encarame como en el
valor capital de la justicia.

28. La independencia judicial debe ser entendida como aquella capacidad


autodeterminativa para proceder a la declaración del derecho, juzgando y haciendo
ejecutar lo juzgado, dentro de los marcos que fijan la Constitución y la Ley. En puridad,
se trata de una condición de albedrío funcional.

29. El principio de independencia judicial exige que el legislador adopte las medidas
necesarias y oportunas a fin de que el órgano y sus miembros administren justicia con
estricta sujeción al Derecho y a la Constitución, sin que sea posible la injerencia de
extraños [otros poderes públicos o sociales, e incluso órganos del mismo ente judicial] a
la hora de delimitar e interpretar el sector del ordenamiento jurídico que ha de aplicarse
en cada caso.

30. Juan Cano B. [Derecho Constitucional. Volumen II. Obra Colectiva. Madrid:
Tecnos, 1999, pág. 441] lo concibe como la ausencia de vínculos de sujeción o de

295
imposición de directivas políticas por parte del Ejecutivo o el Legislativo, así como la
imposibilidad de intromisión de los órganos intrainstitucionales superiormente
jerárquicos tendientes a orientar o corregir la actuación jurisdiccional del juez
competente de una causa, en tanto no se haya agotado la instancia o se haya presentado
un recurso impugnativo.

31. La independencia judicial debe, pues, percibirse como la ausencia de vínculos de


sujeción política (imposición de directivas por parte de los órganos políticos) o de
procedencia jerárquica al interior de la organización judicial, en lo concerniente a la
actuación judicial per se , salvo el caso de los recursos impugnativos, aunque sujetos a
las reglas de competencia.

El principio de independencia judicial debe entenderse desde tres perspectivas; a saber:

a) Como garantía del órgano que administra justicia (independencia orgánica), por
sujeción al respeto al principio de separación de poderes.

b) Como garantía operativa para la actuación del juez (independencia funcional), por
conexión con los principios de reserva y exclusividad de la jurisdicción.

c) Como capacidad subjetiva, con sujeción a la propia voluntad de ejercer y defender


dicha independencia. Cabe precisar que en este ámbito radica uno de los mayores males
de la justicia ordinaria nacional, en gran medida por la falta de convicción y energía
para hacer cumplir la garantía de independencia que desde la primera Constitución
republicana se consagra y reconoce.

32. Conforme a lo expuesto, ningún órgano estatal está autorizado para funcionar
desvinculado de la Norma Suprema, toda vez que las denominadas “garantías
judiciales”, consagradas tanto en nuestra Norma Fundamental como en la Convención
Americana de Derechos Humanos, no sólo son de aplicación en sede del Poder Judicial,
sino también en cualquier otro ámbito en el que se ejerza, formal o materialmente,
funciones de naturaleza jurisdiccional, como es el caso de los órganos que integran la
jurisdicción militar.

33. La independencia, como una categoría jurídica abstracta, necesita materializarse


de algún modo si pretende ser operativa. En tal sentido, no basta con que se establezca
en un texto normativo que un órgano determinado es independiente y autónomo en el
ejercicio de sus funciones, como el caso del artículo III del Título Preliminar de la Ley
Orgánica de Justicia Militar [“es autónoma y en el ejercicio de sus funciones sus
miembros no dependen de ninguna autoridad administrativa”]; también es importante
que la estructura orgánica y funcional de una jurisdicción especializada –como la
militar– posibilite tal actuación.

El principio de imparcialidad

34. Mientras la garantía de independencia, en términos generales, protege al juez frente


a influencias externas, el principio de imparcialidad –estrechamente ligado al principio
de independencia funcional– se vincula a determinadas exigencias dentro del proceso,
definidas como la independencia del juez frente a las partes y al objeto del proceso
mismo, pudiendo entenderse desde dos acepciones:

296
a) Imparcialidad subjetiva, que atañe a algún tipo de compromiso que el juez pueda
tener con el caso.

b) Imparcialidad objetiva, referida a la influencia negativa que puede tener en el juez la


estructura del sistema, restándole imparcialidad, es decir, si el sistema no ofrece
suficientes garantías para desterrar cualquier duda razonable.

Por consiguiente, no puede invocarse el principio de independencia en tanto existan


signos de parcialidad, pues tal como lo sostiene el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, en criterio que este Colegiado comparte: “[Un] Tribunal no podría, sin
embargo, contentarse con las conclusiones obtenidas desde una óptica puramente
subjetiva; hay que tener igualmente en cuenta consideraciones de carácter funcional y
orgánico (perspectiva objetiva). En esta materia, incluso las apariencias pueden revestir
importancia (...) debe recusarse todo juicio del que se pueda legítimamente temer una
falta de imparcialidad. Esto se deriva de la confianza que los tribunales de una sociedad
democrática deben inspirar a los justiciables (...)” (Caso De Cubber contra Bélgica, del
26 de octubre de 1984).

Debe tomarse en cuenta que si bien, , la imparcialidad e independencia son garantías


consustanciales y necesarias para una correcta Administración de Justicia, éstas deben
entenderse, a su vez, como garantías para los imputados (garantía a ser juzgado por un
Tribunal independiente e imparcial), configurándose, de este modo, su doble dimensión.

La garantía de inamovilidad de los jueces

35. Dicho principio se encuentra previsto en el inciso 2 del artículo 146° de la


Constitución, que prescribe que: “el Estado garantiza a los Magistrados Judiciales [...]

2. La inamovilidad en sus cargos. No pueden ser trasladados sin su consentimiento”.

Conceptualmente, tal como señala Francisco Fernández Segado: [El Sistema


Constitucional Español. Madrid: Dyckinson, 1992, pág. 1065] la inamovilidad tiene
como fin fortificar la de resistencia del Poder Judicial frente a los embates del
Ejecutivo. Se establece como un valladar contra la remoción y el apartamiento de una
causa, impuesta por la vía del traslado sin consentimiento, convirtiéndose, por ende, en
un resguardo seguro para la permanencia en la sede y en el grado.

Juan A. Gonzales Calderón [Curso de Derecho Constitucional. Buenos Aires: Depalma,


1984, pág. 548] comenta que: “(...) la inamovilidad de los jueces es una de las
conquistas más notables de pueblos libres. Es la única garantía verdadera de
independencia de los magistrados judiciales en el desempeño de sus cargos. Los pone a
cubierto de reacciones extremas, ya provengan de otros poderes, ya de las personas que,
gozando de las influencias oficiales, pretenden ejercer presión sobre sus conciencias”.

Para el Tribunal Constitucional, la garantía de la inamovilidad de los jueces durante su


mandato no sólo determina el status jurídico de los jueces, sino que debe entenderse, a
su vez, como una garantía de justicia para el administrado, indispensable para reforzar
la independencia judicial en un Estado Democrático. Es por ello que, importa tomar en
cuenta dos aspectos:

297
a) Prohibición de separación de la carrera judicial, salvo proceso sancionatorio y/o
sometimiento a la ratificación judicial.

b) Prohibición de traslados forzosos de un puesto judicial a otro.

Con ello, se busca la estabilidad del juez en el cargo y que la carrera judicial esté exenta
de cualquier influencia política, conservando la debida especialidad y conocimiento que
amerita el cargo, finalidad que no podría verificarse con las separaciones o traslados no
justificados ni establecidos en norma alguna, y mucho más cuando provengan de un
órgano distinto, como el Poder Ejecutivo. Por ello no cabe aceptar la existencia de
garantías “temporales” de inamovilidad, pues para preservar la real vigencia de la
independencia judicial, a la cual se vincula, es necesario que se trate de una garantía
permanente.

Además, debe considerarse que ejercer un puesto de manera interina acarrea la


inseguridad jurídica y la inestabilidad profesional, afectando el correcto desempeño de
las labores encomendadas.

36. Esta garantía es constantemente invocada en el ámbito de la jurisdicción militar,


dado que la realidad militar no permite su eficaz cumplimiento, pues, por la propia
naturaleza de las funciones de los miembros del servicio activo –que hacen a la vez de
jueces–, resultan susceptibles de rotación, y no necesariamente para seguir
desempeñando las mismas funciones jurisdiccionales.

37. Consecuentemente, en el proceso de consolidación del Estado Social y Democrático


de Derecho, cada vez es mayor la tendencia por adecuar la jurisdicción militar a las
garantías propias del correcto funcionamiento de la Administración de Justicia,
delimitándola como jurisdicción especializada y, en algunos casos, restringiéndola a
tiempos de guerra. Las garantías procesales de las que gocen los acusados militares en
tiempos de paz deben ser más favorables o, como mínimo, iguales a aquellas de las que
gozan las personas protegidas por el derecho internacional humanitario en tiempos de
guerra.

§6. Análisis de constitucionalidad de la configuración actual de la jurisdicción militar

38. Previamente, es necesario mencionar, respecto del cuestionamiento de la Primera


Disposición Complementaria, Transitoria y Final de la Ley N.° 27860, Ley del
Ministerio de Defensa, que incorporaba al Consejo Supremo de Justicia Militar como
Unidad Ejecutora del referido Ministerio, que tal dispositivo fue derogado por el
artículo 1° de la Ley N.° 28297, publicada el 22 de julio de 2004, por lo que, en este
extremo, ha operado la sustracción de la materia.

Incompatibilidad entre el ejercicio de la función jurisdiccional y la condición de oficial


en actividad de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional

39. La demandante impugna la constitucionalidad de los artículos 6°, 12° y 31° del
Decreto Ley N.° 23201, Ley Orgánica de Justicia Militar (LOJM), que establecen lo
siguiente:

298
“Artículo 6°.- El Consejo Supremo de Justicia Militar está integrado por diez Oficiales
Generales y Almirantes en situación de actividad, ocho de los cuales son Vocales, tres
de cuyos integrantes deberán ser del Cuerpo Jurídico Militar (...)”.

“Artículo 22°.- En cada una de las zonas judiciales habrá un Consejo de Guerra
compuesto (...) de dos Vocales del grado de Teniente Coronel, Capitán de Fragata o
Comandante FAP en situación de actividad, uno de los cuales deberá ser del Cuerpo
Jurídico Militar (...)”

“Artículo 31°.- (...) Los jueces sustitutos suplirán a los Permanentes en caso de
necesidad del servicio, cargos que serán desempeñados por oficiales del Cuerpo Jurídico
(...) y a falta de éstos, por oficiales de armas de igual grado (...)”.

40. A juicio de la demandante, tanto el artículo precitado como otros contenidos de la


LOJM, autorizan a que oficiales sometidos al poder de mando y sujetos a la jerarquía
castrense, puedan ejercer funciones jurisdiccionales, situación que manifiestamente
contravendría el principio de independencia judicial, puesto que se trata de personas que
ostentan una doble condición a la vez: la de jueces que deben estar sometidos
únicamente a la Constitución y a la Ley, y la de militares sometidos a la jerarquía y al
mando militares.

41. Por su parte, los demandados alegan que la composición mixta de los tribunales
militares se justifica por la necesidad de combinar criterios técnico-militares y
conocimientos jurídicos en el respectivo juzgamiento.

42. El Tribunal Constitucional comparte los argumentos expuestos por la demandante,


pues el hecho de que los tribunales militares sean conformados en su mayoría por
“oficiales en actividad”, vulnera los principios de independencia e imparcialidad de la
función jurisdiccional, además del principio de separación de poderes, ya que, por un
lado, quienes integran las diversas instancias de la jurisdicción militar son funcionarios
de tales institutos castrenses; y, por otro, porque, por principio, es incompatible que
personas sujetas a los principios de jerarquía y obediencia, como los profesionales de las
armas que ejercen funciones jurisdiccionales, puedan ser al mismo tiempo
independientes e imparciales.

Idéntico criterio, mutatis mutandis, ha sido sostenido por la Corte Interamericana de


Derechos Humanos en el Caso Castillo Petruzzi, a saber: “El juez encargado del
conocimiento de una causa debe ser competente, independiente e imparcial de acuerdo
con el artículo 8.1 de la Convención Americana. En el caso en estudio, las propias
fuerzas armadas inmersas en el combate contra los grupos insurgentes, son las
encargadas del juzgamiento de las personas vinculadas a dichos grupos. Este extremo
mina considerablemente la imparcialidad que debe tener el juzgador”. (Párrafo N.°
130).

44. Tal criterio, si bien se efectuó a propósito del juzgamiento de civiles, por la
comisión del delito de terrorismo, es también aplicable para el caso del juzgamiento de
los profesionales de las armas, ya que si bien es legítimo que tales instituciones tutelares
de la República puedan instituir instancias de sanción de faltas administrativas
disciplinarias, no lo es si de lo que se trata es del juzgamiento de conductas que
configuran delitos de función.

299
El juzgamiento de tales ilícitos, y la eventualidad de que allí se dicten resoluciones
judiciales que priven temporalmente de la libertad, exige, pues, que éste sea realizado
por jueces sobre los que no exista ninguna duda de sus condiciones de imparcialidad e
independencia, ínsitas a cualquiera que ejerza funciones jurisdiccionales en nombre del
pueblo.

45. Aun en el supuesto de que los jueces militares pretendiesen actuar con
independencia e imparcialidad en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales, es
incuestionable que, objetivamente, la propia estructura de la jurisdicción militar
imposibilita tal actuación, tal como se verá más adelante.

En consecuencia, los mencionados artículos 6°, 22° y 31° de la LOJM son


inconstitucionales porque contravienen el principio de independencia e imparcialidad de
la función jurisdiccional, así como el principio de separación de poderes.

46. Por la misma razón, son inconstitucionales los artículos 62°, 63° y 65° de la LOJM
por vulnerar el principio de independencia judicial, en tanto establecen que la
incorporación y el ascenso en la función jurisdiccional, respecto de los abogados que
integran el Cuerpo Jurídico Militar, se someta al sistema de grados de la jerarquía
militar y policial. Asimismo, son inconstitucionales los artículos 66° y 69° de la LOJM,
que establecen que la situación militar o policial de los miembros del Cuerpo Jurídico
Militar sea determinada por la Ley de Situación Militar de las Fuerzas Armadas y el
Estatuto Policial, y por disponer que el reclutamiento y ascenso de los miembros del
Cuerpo Jurídico Militar se lleve a cabo en cada instituto de conformidad con la
legislación pertinente. Y, por conexión, son inconstitucionales los artículos 38° y 67°
del mismo Código de Justicia Militar.

Inconstitucionalidad de la “subordinación” o “dependencia” existente entre los órganos


de la jurisdicción militar

47. La demandante también cuestiona la constitucionalidad del artículo III del Título
Preliminar y del artículo 15° de la LOJM, cuyos textos son los siguientes:

“Artículo III.- La Justicia Militar es autónoma y en el ejercicio de sus funciones sus


miembros no dependen de ninguna autoridad administrativa, sino de los Organismos
Judiciales de mayor jerarquía”.

“Artículo 15°.- Los Consejos de Guerra y los Consejos Superiores de Justicia de las
Fuerzas Policiales son Tribunales Permanentes jerárquicamente subordinados al
Consejo Supremo de Justicia Militar (...)”.

48. Sostiene que estas normas son inconstitucionales porque establecen un sistema de
subordinación entre los órganos de la jurisdicción militar; y porque la referencia a la
autonomía de la justicia militar constituye una mera declaración, teniendo en cuenta la
configuración institucional dispuesta por la LOJM. Por su parte, los demandados niegan
tales argumentos y se limitan a sostener que la justicia militar es autónoma.

49. Al respecto, este Colegiado debe precisar que el derecho a la pluralidad de


instancias constituye una garantía consustancial del derecho al debido proceso,
mediante el cual se persigue que lo resuelto por un juez de primera instancia pueda ser

300
revisado por un órgano funcionalmente superior, y de esa manera se permita que lo
resuelto por aquél, cuando menos, sea objeto de un doble pronunciamiento
jurisdiccional.

50. A tal efecto se han establecido distintos niveles jerárquicos en la Administración de


Justicia, mediante los cuales se procura dar mayores garantías al procesado para ejercer
su defensa. Este diseño del órgano jurisdiccional, desde luego, no supone ningún nivel
de “subordinación” o “dependencia" de la instancia inferior respecto a las superiores,
pues todos los jueces y tribunales son independientes en el ejercicio de la función
jurisdiccional, encontrándose sometidos únicamente al derecho, mediante la
Constitución y la ley.

51. La independencia del juez no sólo debe protegerse en relación al Poder Ejecutivo
sino, también, debe garantizarse al interior de la estructura misma de la cual el juez
forma parte, e incluso respecto de los tribunales orgánicamente superiores
(independencia funcional).

52. Por ello, el Tribunal Constitucional considera que tanto el artículo III del Título
Preliminar de la LOJM, en el extremo que establece que la Justicia Militar: “(...) en el
ejercicio de sus funciones sus miembros no dependen de ninguna autoridad
administrativa, sino de los Organismos Judiciales de mayor jerarquía”, como el artículo
15° de la mencionada ley, que establece que los Tribunales Permanentes se encuentran
jerárquicamente subordinados al Consejo Supremo de Justicia Militar, son
inconstitucionales por vulnerar el principio de independencia de la función
jurisdiccional.

53. Asimismo, por idéntica razón, son inconstitucionales las facultades del Consejo
Supremo de Justicia Militar consignadas en el artículo 12° de la LOJM, que a
continuación se mencionan:

a) La revisión de las sentencias de los Consejos en los casos determinados por la Ley
(inciso 1).

b) El traslado de los juicios militares de un Consejo a otro, en cualquier estado del


procedimiento, a pedido de parte o de oficio, cuando a su juicio el interés general de la
justicia así lo exija (inciso 6).

c) La orden de apertura de instrucción cuando encuentre mérito para ello (inciso 14).

d) La designación para el ejercicio de funciones judiciales al Oficial en actividad que


estuviere legalmente apto en las Fuerzas Armadas y Fuerzas Policiales en los casos de
ausencia o impedimento de los titulares (inciso 15).

e) El ejercicio de la jurisdicción disciplinaria de carácter judicial sobre todos los


funcionarios y empleados de la Justicia Militar (inciso 19).

f) La participación en la declaratoria de vacantes y ascensos de los oficiales del Cuerpo


Jurídico Militar, que prestan servicio en la Rama Judicial (inciso 20).

301
54. De igual modo, son inconstitucionales el artículo 8° y el inciso 2) del artículo 14° de
la LOJM, por establecer, como una atribución del Presidente del Consejo Supremo de
Justicia Militar, la composición de Sala; y los artículos 7° y 22° de la mencionada ley,
por disponer que en la composición de un mismo tribunal militar puedan existir
magistrados con diferente rango militar.

La inconstitucionalidad del nombramiento de jueces militares por el Poder Ejecutivo

55. De otro lado, la demandante impugna los artículos 23°, 31° y 32° de la LOJM, en
los siguientes extremos:

“Artículo 23°.- (...) El Presidente y los Vocales de los Consejos serán nombrados por
Resolución Suprema refrendada por el Ministro del Sector Pertinente (...).

“Artículo 31°.- (...) El nombramiento de los Jueces Permamentes será hecho por el
Poder ejecutivo, el de los Sustitutos por el Presidente del Consejo (...)”.

“Artículo 32°.- (...) Habrá tantos Jueces Instructores Permanentes en cada Zona Judicial,
cuando lo requieran las necesidades del servicio . Su número será fijado anualmente por
el Poder Ejecutivo a propuesta del Consejo Supremo de Justicia Militar (...)”.

56. Alega que el nombramiento de jueces militares por parte del Poder Ejecutivo
evidencia su dependencia respecto de este último, afectándose el principio de
independencia de la función jurisdiccional.

57. Por su parte, los demandados sostienen que el artículo III del Titulo Preliminar de la
LOJM establece que la justicia militar es autónoma en el ejercicio de sus funciones.
Asimismo, aducen que, siendo el Presidente de la República el Jefe Supremo de las
Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, es una consecuencia lógica que los
nombramientos de los presidentes y vocales de la Justicia Militar sean expedidos
mediante Resolución Suprema refrendada por el Ministro de Defensa.

58. A juicio del Tribunal Constitucional, no está garantizada la independencia del juez
militar frente al Poder Ejecutivo desde el momento en que éste nombra a quienes
integran los Consejos de Guerra y Consejos Superiores de la Policía Nacional y a los
Jueces Instructores Permanentes, e incluso cuando tiene competencia para disponer el
número de jueces que debe existir de acuerdo a las necesidades del servicio. La
intervención del Poder Ejecutivo, directa o indirectamente, en el nombramiento de los
jueces militares, representa un atentado contra la independencia judicial y la garantía de
imparcialidad.

59. Ese ha sido también el criterio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,


que en el Caso Castillo Petruzzi, sostuvo que “(...) de conformidad con la Ley Orgánica
de la Justicia Militar, el nombramiento de los miembros del Consejo Supremo de
Justicia Militar, máximo órgano de la jurisdicción castrense, es realizado por el Ministro
del sector pertinente. Los miembros del Consejo Supremo Militar son quienes, a su vez,
determinan los futuros ascensos, incentivos profesionales y asignación de funciones a
sus inferiores. Esta constatación, pone en duda la independencia de los jueces militares”
(párrafo N.° 130).

302
60. En consecuencia, el Tribunal Constitucional estima que los respectivos extremos de
los artículos 23°, 31° y 32° del Decreto Ley N.° 23201, Ley Orgánica de Justicia
Militar, son inconstitucionales por contravenir el principio de independencia de la
función jurisdiccional.

La garantía de inamovilidad de los jueces militares

61. Asimismo, se cuestiona la constitucionalidad del artículo 23° de la LOJM, en cuanto


establece, respecto del Presidente y los Vocales de los Consejos, que:

“Artículo 23°.- (...) permanecerán en el cargo no menos de dos años. Las fechas de
cambio de empleo se escalonarán de modo que la renovación del personal de los
Consejos se haga por tercios. Sólo por razón de tal escalonamiento, o por necesidades
urgentes del servicio, el tiempo de permanencia en el cargo podrá ser menor que la
establecida en este artículo”.

62. La demandante sostiene que en la jurisdicción militar el principio de inamovilidad


de los jueces es vulnerado permanentemente, pues se somete a los jueces militares al
régimen jurídico militar, en el cual la decisión sobre los cambios corresponde de manera
exclusiva a los mandos militares, sin que tenga mayor relevancia la voluntad o
consentimiento del juez transferido. Refiere, también, que esta situación es evidente en
el caso de los jueces militares que no pertenecen al cuerpo jurídico militar, pues se
encuentran sometidos directamente al poder de mando castrense, que implica deberes de
obediencia y disciplina.

Los demandados, por su parte, aducen que la inamovilidad absoluta propugnada por la
Defensoría del Pueblo es inaplicable en el ámbito de la jurisdicción militar, debido a las
funciones que deben cumplir las Fuerzas Armadas.

En virtud de lo expresado en los Fundamentos N.os 35, 36 y 37 de esta sentencia, el


Tribunal no comparte el criterio sostenido por los demandados. Sí entiende, en cambio,
que la inamovilidad de los jueces es una garantía que fortalece su independencia e
imparcialidad, y que, en cuanto tal inamovilidad, se ha configurado en forma semejante
al régimen jurídico al cual se encuentran sometidos los profesionales de las armas, por
lo que resulta inconstitucional.

En consecuencia, el artículo 23° de la LOJM es inconstitucional por vulnerar el


principio de inamovilidad de los jueces.

El derecho de defensa de los efectivos militares y policiales

63. La demandante aduce la inconstitucionalidad del artículo 81° de la LOJM, que


dispone lo siguiente:

“Artículo 81°.- (...) Todo enjuiciado ante los Jueces y Tribunales Militares nombrará
libremente a su Defensor, quien será abogado u Oficial. Al que rehusare o no pudiere
hacerlo, la autoridad judicial le nombrará defensor de oficio. En este caso la defensa es
acto del servicio y no podrá excusarse de ella ningún Oficial de graduación inferior a
Coronel o Capitán de Navío, cualquiera que sea el Instituto a que pertenezca, salvo los
casos previstos por Ley”.

303
64. Sostiene que esta norma afecta el derecho de defensa por permitir que un oficial de
armas, sin formación jurídica, lleve a cabo las funciones de defensor de oficio.
Asimismo, alega que equiparar la defensa de oficio a un “acto de servicio”, prohibiendo
que oficiales de determinada graduación puedan excusarse, desnaturaliza
completamente la garantía de la defensa letrada, la misma que debe adecuarse a los
intereses del imputado, y no al cumplimiento de obligaciones de naturaleza militar.

65. Por su parte, los demandados, refieren que la Defensoría del Pueblo no ha tomado
en cuenta que con esta disposición se ha querido respaldar el derecho de defensa de los
procesados, debido a que existen lugares aislados, fronteras, entre otros, donde la
ausencia de abogados es notoria.

66. El Tribunal Constitucional estima que no es válida ninguna situación de excepción


que impida ejercer a una persona sometida a juicio su derecho de defensa, pues este es
un elemento integrante del contenido esencial del derecho al debido proceso y, como
tal, debe ser reconocido en toda circunstancia.

67. En la medida que uno de los contenidos constitucionalmente protegidos del derecho
de defensa consiste en la facultad de elegir, o no, a un defensor de su elección (inciso 14
del artículo 139° de la constitución), el Tribunal Constitucional considera que es
inconstitucional que en el impugnado artículo 81° del CJM se haya previsto que la
autoridad judicial pueda nombrar a un defensor para el enjuiciado que se hubiere
rehusado expresamente a contar con uno.

68. Igualmente, es inconstitucional que en dicho precepto se haya autorizado que la


posibilidad de elegir a un defensor pueda recaer en un oficial, so pretexto, como se ha
expuesto en la contestación de la demanda, que en determinados lugares no existen
letrados.

69. La defensa técnica o letrada consiste en la asistencia de un profesional del Derecho


en el proceso, y tiene por finalidad garantizar el principio de igualdad de armas y la
efectiva realización de contradictorio, por lo que su ejercicio no puede ser encomendado
a efectivos militares que carecen de formación jurídica. Por ello, en el caso de que un
procesado no cuente con los recursos económicos que le permitan contar con un
defensor de su elección, el Estado tiene la obligación de garantizar el derecho de
defensa mediante la incorporación de un defensor de oficio.

70. Asimismo, es inconstitucional que en dicho artículo 81° se haya previsto que,
cuando se nombre a un militar en situación de actividad como defensor, tal defensa
constituya un “acto de servicio”, y que de ella no pueda excusarse el militar designado.

En primer lugar, debe precisarse que el ejercicio efectivo del derecho de defensa no
puede estar en manos de un individuo que se encuentra sometido a una intensa relación
de sujeción especial con la institución cuyos bienes jurídicos protegidos han sido
transgredidos, y en el que sus miembros se encuentran sometidos también a una intensa
sujeción a los principios de jerarquía y disciplina castrenses.

En segundo lugar, el Tribunal Constitucional considera que es inconstitucional que la


prestación de un servicio público como es la defensa judicial haya sido considerado

304
como un “acto de servicio”, cuando se trata de una actividad absolutamente ajena a las
asignadas a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional.

Finalmente, el Tribunal considera que es también inconstitucional que sobre una


actividad ajena a los objetivos y fines de la institución castrense a la que pertenece, un
oficial no pueda excusarse de prestar el servicio de defensa ante un tribunal militar.
Dado que tal defensa está fuera del ámbito del “acto de servicio”, el Tribunal
Constitucional considera que es manifiestamente desproporcionada la medida
introducida por el legislador y, por tanto, violatoria del ordinal a) del inciso 24 del
artículo 2° de la Constitución.

Por todo ello, el Tribunal considera que es inconstitucional el artículo 81° del CPM.

§7. La configuración inconstitucional del “Ministerio Público” en la jurisdicción


militar

71. Se aduce la inconstitucionalidad del artículo 75° de la LOJM, por disponer:

“Capítulo III: DEL MINISTERIO PÚBLICO.

Artículo 75°.- El Ministerio Público promueve de oficio o a petición de parte la acción


de Justicia Militar a fin de que haya pronta y oportuna sanción de los delitos militares;
exige el cumplimiento a los fallos consentidos o ejecutoriados y defiende la
competencia jurisdiccional militar (...)”.

72. La demandante sostiene que tanto esta norma como todas aquellas contenidas en el
mencionado capítulo, atentan contra la autonomía institucional del Ministerio Público,
reconocida por el artículo 158° de la Constitución, y desconocen la atribución de
titularidad otorgada a dicha institución en el inciso 5) del artículo 159° de la Carta
Magna.

Por su parte, los demandados alegan que si bien el “Ministerio Público” de la Justicia
Militar no está integrado a aquel previsto en el artículo 158° de la Constitución, ello no
implica que su configuración sea inconstitucional, debido a que pertenece a una
jurisdicción independiente.

73. Al respecto, cabe mencionar que el artículo 158° de la Constitución consagra la


autonomía del Ministerio Público, estableciendo, en el artículo 159°, sus atribuciones,
dentro las cuales se encuentran la de promover de oficio, o a petición de parte, la acción
judicial en defensa de la legalidad y de los intereses públicos tutelados por el Derecho
(inciso 1); la de velar por la independencia de los órganos jurisdiccionales y por la recta
administración de justicia (inciso 2); la de conducir desde su inicio la investigación de
delito (inciso 4); la de ejercitar la acción penal de oficio o a pedido de parte (inciso 5); y
la de ejercer iniciativa en la formación de leyes (inciso 7), entre otras.

74. A diferencia de lo que sucede con la función jurisdiccional, cuyo ejercicio se ha


encomendado a diversos órganos [la “ordinaria” al Poder Judicial, la “constitucional” a
este Tribunal, etc], la Constitución no ha previsto un tratamiento semejante para el
Ministerio Público. Las atribuciones constitucionalmente conferidas a este órgano

305
constitucional, por tanto, no pueden ser ejercidas por ningún otro órgano, toda vez que
no existe norma constitucional que habilite un supuesto de excepción.

75. No obstante, el Capítulo III del cuestionado Decreto Ley N.° 23201, Ley Orgánica
de la Justicia Militar, crea y regula el funcionamiento de un organismo denominado
“Ministerio Público”, al que se le asignan funciones tales como promover de oficio o a
petición de parte la “acción de Justicia Militar” para la sanción de “delitos militares”;
ser parte en el proceso penal; integrar los Tribunales con las mismas prerrogativas de
sus demás miembros, pero sin intervenir en sus deliberaciones (artículo 75°); perseguir
que se haga efectiva la reparación civil a favor del Estado y ejercer vigilancia sobre
otros fiscales (artículo 78°, incisos 5 y 7, respectivamente), entre otras.

76. Dado que está constitucionalmente vedado tal proceder, el Tribunal considera que es
inconstitucional el organismo denominado “Ministerio Público” creado por el Decreto
Ley N.° 23201, Ley Orgánica de Justicia Militar, ya que tal contraviene la autonomía
del Ministerio Público consagrada por el artículo 158° y siguientes de la Constitución.
En consecuencia, es inconstitucional, en su integridad, el Capítulo III del Decreto Ley
N.° 23201, así como todo extremo de esta ley y del Decreto Ley N.° 23214, Código de
Justicia Militar, en los casos que prevean la actuación de los “fiscales” de la jurisdicción
militar.

77. Por la misma razón, son inconstitucionales los siguientes dispositivos del Decreto
Ley N.° 23214, Código de Justicia Militar: el segundo párrafo del artículo 374°, por
admitir la posibilidad de que los miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales acudan
directamente ante la autoridad judicial respectiva; el artículo 375°, por disponer que si
los fiscales de los juzgados no ejercen la acción penal de hechos puestos en su
conocimiento por los Consejos o el Juez Instructor, estos podrán abrir instrucción,
decisión que deberá ser elevada en consulta al Consejo Supremo de Justicia Militar o al
respectivo Consejo; el artículo 378°, por establecer que el proceso penal puede iniciarse
por orden del Presidente de la República o del Consejo Supremo de Justicia Militar; y el
artículo 387°, por otorgar discrecionalidad a las autoridades judiciales correspondientes
para promover la acción penal ante denuncias realizadas por la prensa.

§8. Análisis de constitucionalidad del artículo II del Título Preliminar de la LOJM

78. Mediante el presente proceso también se ha puesto en cuestión la constitucionalidad


del artículo II del Título Preliminar de la LOJM, que establece lo siguiente:

“Artículo II.- Los tribunales de Justicia Militar están encargados de mantener en dichas
Fuerzas, la moralidad, el orden y la disciplina, reprimiendo su quebrantamiento en los
casos previstos por la Ley. Su constitución y funcionamiento se rigen exclusivamente
por las normas que contiene esta Ley y el Código de Justicia Militar, cuyas
disposiciones sólo serán modificadas por ley expresa y de igual naturaleza”.

79. La Defensoría del Pueblo alega, entre otras cosas, que toda conducta que no cuente
con relevancia o protección constitucional y no resulte socialmente dañosa, no merece
tutela penal en virtud del principio de última ratio del Derecho Penal. Añade que la
“moralidad” no puede ser objeto de tutela penal, pues el referente valorativo del
Derecho Penal debe ser la Constitución. Asimismo, la “disciplina” y el “orden”, en

306
principio, muestran la misma incongruencia, por tratarse de términos con contenido
abstracto, salvo que la afectación de los mismos ponga en peligro o afecte las
capacidades orgánicas y funcionales de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional para
cumplir con los fines constitucionalmente asignados.

80. Por su parte, los demandados alegan que la misión especial que les ha sido
encomendada obliga al reconocimiento constitucional de las características sui géneris
de las leyes y reglamentos que regulan las funciones, organización y la disciplina militar
en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional; y que por ello valores como el honor, la
moral, la disciplina y el orden, son fundamentales para la consecución de los objetivos
institucionales.

81. El Tribunal Constitucional comparte los criterios expuestos por la demandante. Si,
como se ha sostenido, entre “jurisdicción” y “administración” militar no puede existir
una relación de equivalencia, entonces, los fines constitucionales que se han dispuesto
para optimizar los órganos de la justicia militar no pueden ser semejantes a aquellos que
son inherentes a las Fuerzas Armadas.

Un sentido constitucionalmente adecuado para entender los fines que debe cumplir la
jurisdicción militar no puede desvincularse del juzgamiento y eventual sanción de los
denominados delitos de función; es decir, del juzgamiento de aquellas conductas que
lesionan bienes jurídicos propios de las instituciones castrenses.

82. Lo anterior no quiere decir que el Tribunal Constitucional desconozca o menoscabe


el valor y la trascendencia que tienen los principios de “orden” y “disciplina” como
elementos básicos para la consecución de los fines institucionales de las Fuerzas
Armadas y de la Policía Nacional. Simplemente hace énfasis en que la preservación de
tales principios no puede estar confiada a la justicia militar.

Por cierto, nada de lo que hasta ahora se ha sostenido impide que, en sede
administrativo-militar, las leyes y reglamentos que regulan el funcionamiento y el status
de los militares puedan establecer procedimientos e instancias que preserven lo que es
propio de la administración militar, es decir, los principios de jerarquía, disciplina,
orden, etc. Como este Tribunal ha sostenido con carácter general en la STC N.° 2051-
2002-AA/TC, cualquiera que sea el régimen jurídico disciplinario que al amparo del
artículo 168° de la Constitución se pueda establecer, éste debe sujetarse a los principios
y derechos fundamentales que reconoce la Constitución.

83. Que los órganos de la jurisdicción militar no puedan tener como fines esenciales e
inmediatos “mantener (...) el orden y la disciplina”, tampoco quiere decir que,
indirectamente, al juzgar y sancionar conductas que pongan en peligro determinados
bienes jurídicos de las instituciones castrenses, no puedan contribuir con el logro de
tales cometidos. En esos casos, tales cometidos no podrán sustentarse en una genérica,
imprecisa y ambigua noción de “disciplina” y “orden” castrense, sino, concretamente,
en consideraciones tales como el juzgamiento y sanción de tipos penales, con
observancia de las exigencias mínimas que impone el principio de legalidad penal-
militar.

84. Mutatis mutandis, las mismas consideraciones son atinentes para el mantenimiento
de la “moralidad” en el seno de los institutos armados.

307
En ese sentido, el Tribunal Constitucional considera que es inconstitucional la fracción
de disposición del artículo II del Título Preliminar del CJM, que establece que: “Los
tribunales de Justicia Militar están encargados de mantener en dichas Fuerzas, la
moralidad, el orden y la disciplina, reprimiendo su quebrantamiento en los casos
previstos por la Ley”.

§9. El artículo 269° del Código de Justicia Militar y el derecho fundamental a la no


discriminación

85. La Defensoría del Pueblo alega que el artículo 269° del Decreto Ley N.° 23214,
Código de Justicia Militar, es inconstitucional por establecer que:

“Artículo 269°. El militar que practicare actos deshonestos o contra natura con persona
del mismo sexo, dentro o fuera del lugar militar, será reprimido con expulsión de los
Institutos Armados si fuese Oficial y con prisión si fuese individuo de tropa.

Si se ejerciere violencia, amenaza, abuso de autoridad o cualquier otro medio de


intimidación o coerción para perpetrar el delito, será reprimido, además, si fuese oficial,
con pena de prisión, aplicándose la pena de expulsión como accesoria. En los individuos
de tropa se tendrá en circunstancia como atenuante”.

86. Refiere que mediante esta norma se vulnera el principio de dignidad de la persona y
la cláusula de igualdad, consagradas en el artículo 1° y en el inciso 2) del artículo 2° de
la Constitución, respectivamente. Por su parte, los demandados sostienen que la
homosexualidad es la expresión de una escala de valores que no resulta adecuada a las
exigencias de la vida militar.

87. Este Colegiado considera que el artículo 269° del CJM es inconstitucional por las
razones siguientes:

a). En primer lugar, es inconstitucional el segundo párrafo del artículo 269°, en cuanto
prevé que: “Si se ejerciere violencia, amenaza, abuso de autoridad o cualquier otro
medio de intimidación o coerción para perpetrar el delito [contra la libertad sexual], será
reprimido, además, si fuese oficial, con pena de prisión, aplicándose la pena de
expulsión como accesoria. En los individuos de tropa se tendrá en circunstancia como
atenuante”.

En la N.° STC 0017-2003-AI/TC, este Colegiado ha precisado que, de conformidad con


el artículo 173° de la Constitución Política del Estado, el ámbito de la justicia militar
está estrictamente restringido al juzgamiento de los denominados “delitos de función”.
En efecto, allí enfatizó [F.J. N.os 110 y sgtes.] que lo que caracteriza al delito de
función no es la condición de militar del agente activo, sino la infracción de bienes
jurídicos propios de las instituciones castrenses. Evidentemente, el bien protegido en el
segundo párrafo del artículo 269° de la Constitución no compromete ningún bien
jurídico de dichos institutos castrenses sino, concretamente, la libertad sexual de quien
padece contra su voluntad el acto sexual.

b). En segundo lugar, es inconstitucional que el juzgamiento y la sanción por la práctica


de un “acto deshonesto” y “contra natura” se haya confiado a la justicia militar. Como
se ha sostenido precedentemente, si entre las instituciones “administración” y “justicia”

308
militar no existe equiparidad, entonces la calificación y enjuiciamiento de conductas de
esa naturaleza no puede estar confiada a un órgano al cual se ha encargado el
juzgamiento y la sanción de los delitos de función.

c). En tercer lugar, es inconstitucional, por afectar el principio de igualdad, que sólo se
haya previsto como una conducta antijurídica –no importa ahora si en el sentido de
naturaleza disciplinaria o como figura delictiva- la práctica de un acto deshonesto contra
una persona del mismo sexo, y no, por el contrario, con igual razón, la práctica
deshonesta contra una persona de sexo diferente. Si lo antijurídico es la práctica de una
conducta deshonesta, no existe razón objetiva ni base razonable, para que se sancione
sólo las efectuadas entre personas del mismo sexo.

d). En cuarto lugar, es inconstitucional, por ser desproporcionado [además de no


constituir un delito de función], que se haya previsto como delito la práctica de un acto
deshonesto. Acto inconstitucional, además, por violar el principio de legalidad penal y,
particularmente, la exigencia de lex certa, pues con la expresión “acto deshonesto” no se
precisa la conducta considerada como prohibida.

e). En quinto lugar, es inconstitucional la fracción de disposición que señala que si el


acto deshonesto es practicado por un miembro de la tropa, la sanción será la prisión.
Inconstitucional porque, por un lado, frente a una conducta que no constituye un delito
de función, se ha previsto la posibilidad de restringir la libertad individual de una
persona; y, por otro, porque ella afecta el principio de legalidad de la pena, puesto que
no contempla ni un mínimo ni un máximo de lapso temporal que pueda durar la prisión.
Mutatis mutandis, este último criterio es extensivo al caso de la prisión que se pueda
decretar cuando el sujeto activo sea un oficial de los institutos castrenses.

g). Y, finalmente, es inconstitucional, por afectar el principio de igualdad, que se haya


previsto que los actos sexuales contra natura, realizados en sede militar, sean
considerados como faltas disciplinarias y/o delitos (según se trate de un oficial o
miembro de la tropa), y no se haya previsto en iguales términos –en rigor, como un
supuesto de falta disciplinaria-, la práctica, en general, de cualquier relación sexual en
sede militar, no destinada a esos fines.

§10. Efectos en el tiempo de la sentencia de inconstitucionalidad

88. El artículo 204° de la Constitución establece que: “La sentencia del Tribunal que
declara la inconstitucionalidad de una norma se publica en el diario oficial. Al día
siguiente de la publicación, dicha norma queda sin efecto. No tiene efecto retroactivo la
sentencia del Tribunal que declara inconstitucional, en todo o en parte, una norma
legal”.

89. Por su parte, la primera parte del artículo 40° de la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional prevé dos excepciones a tal regla, al establecer que: “Las sentencias
declaratorias de inconstitucionalidad no permiten revivir procesos fenecidos en los que
se haya hecho aplicación de las normas declaradas inconstitucionales, salvo en las
materias previstas en el segundo párrafo del artículo 103° (retroactividad benigna en
materia penal) y último párrafo del artículo 74° de la Constitución” [cursivas nuestras].

309
Este Colegiado considera que la excepción consistente en que luego de la declaración de
inconstitucionalidad de una ley se revivan procesos fenecidos si es que versan sobre
materia penal, no limita la posibilidad de que este Tribunal pueda modular los efectos
en el tiempo de su decisión [STC N.° 0010-2002-AI/TC].

Esto es que, en su condición de Intérprete supremo de la Constitución, pueda disponer


una vacatio sententiae por un lapso de 12 meses, contados a partir de la publicación de
esta sentencia en el diario oficial, vencido el cual automáticamente los efectos de ésta se
harán efectivos y, en consecuencia, permitirá que los procesos penales-militares en los
cuales se hayan aplicado las normas consideradas inválidas, puedan ser revividos.

Dicho lapso permitirá que, en atención a la protección del derecho fundamental a la


libertad personal, el legislador regule, en un plazo breve y razonable, un cauce procesal
que permita una forma racional de organizar la eventual realización de nuevos procesos
penales militares para los sentenciados por la jurisdicción militar, por delitos de función,
siempre que actualmente se encuentren sufriendo penas privativas o restrictivas de la
libertad.

90. Dentro del supuesto referido en el parágrafo precedente no se encuentran los


efectivos militares que hubieren sido juzgados y sancionados por faltas administrativas
disciplinarias, toda vez que, por un lado, la imposición de estas sanciones es una
potestad propia de los órganos y tribunales administrativos; y, por otro, porque no se
trata de una materia penal.

91. Asimismo, debe precisarse que están fuera del plazo de vacatio sententiae los
procesos seguidos a militares por delitos contra los derechos humanos y, en general,
todos aquellos que pueden considerarse como de lesa humanidad, toda vez que, por la
materia, estos no son susceptibles de ser juzgados por los tribunales militares, cuya
nueva organización justifica esa vacatio sententiae; y porque, como se ha señalado en la
STC N.° 2488-2002-HC/TC, tienen la naturaleza de imprescriptibles.

92. En ese sentido, el Tribunal Constitucional declara que la presente sentencia no anula
automáticamente los procesos judiciales de aquellos militares que hubiesen sido
condenados por los órganos de la jurisdicción militar. Tampoco se deriva de sus efectos
que dichos sentenciados no puedan ser juzgados nuevamente por los delitos de función.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que la


Constitución Política del Perú le confiere,

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA, en parte, la demanda; en consecuencia:

a) Inconstitucional el artículo II del Título Preliminar del Decreto Ley N.° 23201, Ley
Orgánica de Justicia Militar, en el extremo que dispone que: “Los tribunales de Justicia
Militar están encargados de mantener en dichas Fuerzas, la moralidad, el orden y la
disciplina, reprimiendo su quebrantamiento en los casos previstos por la Ley”.

310
b) Inconstitucional la frase: “y en el ejercicio de sus funciones sus miembros no
dependen de ninguna autoridad administrativa, sino de los Organismos Judiciales de
mayor jerarquía” del artículo III del Título Preliminar del Decreto Ley N.° 23201.

c) Inconstitucional todo el Capítulo III: El Ministerio Público, contenido en el Decreto


Ley N.° 23201, Ley Orgánica de Justicia Militar, así como todo extremo tanto de la
mencionada ley, como del Decreto Ley N.° 23214, Código de Justicia Militar, en cuanto
prevea la actuación de los fiscales a que se refiere el mencionado capítulo.

d) Inconstitucionales los artículos 6°, 7° y 8° del Decreto Ley N.° 23201, que regulan la
composición del Consejo Supremo de Justicia Militar.

e) Inconstitucionales los incisos 1), 6), 14), 15), 19) y 20) del artículo 12° del Decreto
Ley N.° 23201, que regulan determinadas atribuciones del Consejo Supremo de Justicia
Militar.

f) Inconstitucionales el inciso 2) del artículo 14°, así como los artículos 15°, 22°, 23° y
31° del Decreto Ley N.° 23201.

g) Inconstitucionales el segundo párrafo del artículo 32° y el artículo 38° del Decreto
Ley N.° 23201.

h) Inconstitucionales los artículos 62°, 63° 65°, 66°, 67° y 69° del Decreto Ley N.°
23201.

i) Inconstitucional la frase: “quien será abogado u Oficial. Al que rehusare o no pudiere


hacerlo, la autoridad judicial le nombrará defensor de oficio. En este caso la defensa es
acto del servicio y no podrá excusarse de ella ningún Oficial de graduación inferior a
Coronel o Capitán de Navío, cualquiera que sea el Instituto a que pertenezca, salvo los
casos previstos por Ley”, del artículo 81° del Decreto Ley N.° 23201.

j) Inconstitucionales el segundo párrafo del artículo 374°, y los artículos 375°, 378° y
387° del Decreto Ley N°. 23214, Código de Justicia Militar.

k) Inconstitucional el artículo 269° del Código de Justicia Militar.

2. Declarar IMPROCEDENTE la demanda en el extremo que impugna la Primera


Disposición Complementaria, Transitoria y Final de la Ley N.° 27860, Ley del
Ministerio de Defensa, por haberse sustraído la materia.

3. EXHORTAR al Poder Legislativo para que, en un plazo no mayor de 12 meses, dicte


la legislación que corresponda, de acuerdo con lo expresado en esta sentencia. Este
tiempo será contado a partir de la publicación de esta sentencia en el diario oficial,
vencido el cual, automáticamente los efectos de ésta tendrán plena vigencia.

Publíquese y notifíquese.

SS.

311
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
REVOREDO MARSANO
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

2. ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD CONTRA DIVERSOS


ARTÌCULOS DEL CODIGO DE JUSTICIA MILITAR Y DE LA LEY
ORGANICA DE JUSTICIA MILITAR (ACLARACIÓN)

EXP. N.° 0023-2003-AI/TC


LIMA
DEFENSORÍA DEL PUEBLO

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 4 de noviembre de 2004

VISTA

La solicitud de aclaración presentada por el Procurador Público encargado de


los asuntos judiciales de la Justicia Militar y su delegado, respecto de la sentencia (S)
expedida por este Colegiado en el Exp. N.° 0023-2004-AI/TC; y,

ATENDIENDO A

1. Que se solicita que este Tribunal subsane la omisión de no haberse pronunciado


sobre la excepción de prescripción formulada por el recurrente al momento de dictarse
sentencia. Al respecto, debe señalarse que este Colegiado, en el Fundamento N.° 1 de
la (S), desestimó la referida excepción por los motivos que se expusieron en la
resolución que admitió la demanda de inconstitucionalidad contra los Decretos Leyes
N.os 23201 y 23214, así como contra la Ley N.° 27860, y cuyo tenor pertinente se
reproduce a continuación: “2. Que, a la fecha de constitución de este Tribunal (24 de
junio de 1996), el artículo 26° de la Ley N.° 26435 estipulaba que la acción de
inconstitucionalidad se podría interponer sólo dentro de los 6 años computados a partir
de la publicación de la norma impugnada, mientras que su Tercera Disposición
Transitoria precisaba que, respecto de normas anteriores a la existencia del Tribunal,
el plazo de los 6 años no podría correr sino a partir de su constitución. La Ley N.°
26618, publicada el 8 de junio de 1996, redujo el plazo [a] 6 meses; pero la Ley N.°
27780, publicada el 12 de julio de 2002, actualmente vigente, restauró el plazo inicial
de 6 años. En consecuencia, a partir del 12 de julio de 2002, el plazo es de 6 años y
se cuenta sólo a partir de la fecha de constitución de este Tribunal. (...) 3. Que, entre el
30 de mayo de 1997 y el 18 de noviembre de 2000, el plazo no corrió, toda vez que en
dicho período no había órgano jurisdiccional ante el cual pudiesen plantearse
demandas de inconstitucionalidad, habida cuenta de la inicua e inconstitucional
“destitución” sufrida por 3 de sus magistrados. (...) 4. Que, consecuentemente, la
demanda interpuesta, [...] se encuentra dentro del plazo legal [...]”.

312
2. Que, asimismo, se solicita aclarar el error de haberse invocado una Ley, la N.°
28297, que a la fecha en que se expidió la S, 9 de junio de 2004, no se encontraba
vigente. Sobre el particular, debe precisarse que, efectivamente, por error se consignó
como fecha en la que se votó la S, el 9 de junio de 2004, y no el 9 de agosto de 2004,
como realmente sucedió, por lo que deberá corregirse el error material en que se ha
incurrido.

3. Que, por otro lado, se pide que se esclarezca si “(...) la nueva organización de
los tribunales militares debe tener rasgos característicos propios respecto a su
organización, atribución y nombramiento de sus integrantes, salvaguardando las
garantías vinculadas al debido proceso”. Al respecto, este Tribunal considera que es
competencia del Congreso de la República delinear, dentro de los márgenes de la
Constitución y, por ende, con pleno respeto de los derechos fundamentales, la nueva
estructura, organización y funcionamiento de la justicia militar, de conformidad con el
artículo 173° de la Constitución.

4. Que, en el mismo sentido, se pide se precise si todas las sentencias


pronunciadas por la jurisdicción militar, en las que se hayan aplicado los decretos
leyes declarados inconstitucionales, deberán ser revisadas una vez que venza el plazo
de la vacatio sententiae establecido en la S. Sobre el particular, debe expresarse que
en el cuarto párrafo del Fundamento jurídico N.° 89 de la S, este Tribunal estableció
que la revisión de los procesos a los que se hacía referencia, única y exclusivamente
comprendía a aquellos en los que se hubiera sancionado por delitos de función, y
“siempre que actualmente (los sentenciados) se encuentren sufriendo penas privativas
o restrictivas de la libertad”; debiéndose entender por “actualmente” el periodo que se
inicia al terminar la vacatio sententiae. En ese sentido, carece de objeto pronunciarse
en este extremo de la solicitud de aclaración.

5. Que, igualmente, se solicita se determine si a partir del día siguiente de


publicada la S en el diario oficial El Peruano, la administración de la justicia militar
sería innecesaria e ineficaz. Este Tribunal, en el Fundamento Jurídico N.° 91 de la S,
ha establecido que el diferimiento en el tiempo de los efectos de la declaración de
inconstitucionalidad, a través de la vacatio sententiae, tiene el propósito de conceder al
legislador ordinario un plazo dentro del cual se establezca la nueva organización de la
justicia militar, de modo que la actual conformación de la justicia militar mantiene
competencia para conocer los procesos en trámite y aquellos que se inicien dentro de
los 12 meses de lapso de la vacatio sententiae; por lo que también carece de objeto la
aclaración solicitada en este extremo.

6. Que, de otro lado, también se solicita a este Tribunal que aclare por qué razón
no se ha exhortado al Poder Legislativo para que viabilice el procedimiento de revisión
de las causas de los condenados por delito de función, que se encuentran actualmente
sufriendo penas privativas o restrictivas de la libertad. Asimismo, se solicita que se
precise si, tratándose de delitos de función, será la propia justicia militar la que se
encargaría del nuevo juzgamiento, “(...) y no la justicia común, ya que el artículo 173°
de la Constitución Política del Estado señala que en caso de delito de función, los
miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional están sometidos al fuero
respectivo y al Código de Justicia Militar”.

Respecto al primer punto, debe señalarse que la facultad de exhortar a alguno de


los poderes públicos para implementar una u otra medida es una cuestión
discrecional del Tribunal Constitucional, y no una obligación. Pese a ello, debe
interpretarse que la exhortación a que se refiere el parágrafo N.° 3 de la parte
resolutiva de la sentencia comprende lo solicitado.

313
En lo que se refiere al segundo punto, el Tribunal Constitucional considera que no
es de su competencia establecer si el juzgamiento de los delitos de función, de
acuerdo con la ley futura, deba realizarse por un tribunal militar completamente
desvinculado de la jurisdicción ordinaria. La decisión sobre la intensidad y el
alcance de la vinculación entre la jurisdicción ordinaria y la militar le corresponde al
Congreso.

7. De modo análogo, se solicita que se aclare si los “fiscales militares” ejercerían


las atribuciones conferidas por los decretos leyes declarados inconstitucionales. Sobre
el particular, este Tribunal considera que la organización y funcionamiento de
representantes del Ministerio Público para que ejerzan sus atribuciones en el ámbito
de la jurisdicción militar no requiere inexorablemente del dictado de legislación ad hoc.
En ese sentido, y sin perjuicio de lo que se expondrá en el Considerando N.° 10 de
esta resolución, el Tribunal considera que debe exhortarse al Ministerio Público para
que, en el más breve plazo, designe a sus representantes ante la jurisdicción militar,
para cuyo efecto se deberá tomar en cuenta necesariamente la formación jurídico
militar de los designados.

8. Que, del mismo modo, se solicita se esclarezca el por qué “(...) se considera
inconstitucional el actual nombramiento de quienes administran justicia militar (...), y no
así a las otras entidades que también ejercen jurisdicción y cuyos miembros dependen
del organismo que los nombra, inclusive en el caso de los miembros del Tribunal
Constitucional, cuyos integrantes son nombrados por el Congreso de la República y
que en consecuencia perderían su independencia frente a dicho poder del Estado”. En
ese sentido, se peticiona que se señale si “(...) es que el espíritu de la sentencia (...) es
que los miembros de cualquier organización que administran justicia pierden
independencia e imparcialidad frente a los organismos que los designan”.

Sobre el particular debe precisarse, por un lado, que los magistrados del Tribunal
Constitucional no pertenecen ni dependen, funcional u orgánicamente, de ningún
otro órgano del Estado; y, de otro, que las disposiciones que se declararon
inconstitucionales permitían que el órgano de la jurisdicción militar, pese a que
constitucionalmente requería contar con independencia e imparcialidad, formaban
parte de las Fuerzas Armadas, sus miembros eran militares en situación de
actividad y, especialmente, se encontraban sometidos a los principios de jerarquía,
obediencia y subordinación.

9. Que, por otro lado, se solicita que se aclare cuál es la incongruencia


constitucional del artículo II del Título Preliminar de la Ley Orgánica de Justicia Militar.
El Tribunal considera que la S es por sí misma autosuficiente en precisar cuáles son
los vicios de inconstitucionalidad advertidos en dicho dispositivo legal. El orden y la
disciplina, además de la jerarquía, obediencia y subordinación, son principios
consustanciales a la existencia, estructura y funcionamiento de las Fuerzas Armadas y
de la Policía Nacional, y no de la justicia castrense. Lo expuesto no niega que a través
del juzgamiento y represión de los delitos de función, la justicia militar coadyuve con el
mantenimiento y preservación de aquellos principios y valores que sustentan a las
Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional.

10. Que, igualmente, se solicita que se aclare cómo intervendrán los fiscales militares,
teniendo en consideración que el artículo 64° de la Ley Orgánica del Ministerio Público
los excluye de la organización del referido órgano constitucional. Sobre el particular,
este Tribunal considera necesario enfatizar que el segundo párrafo de dicho artículo
64° de la LOMP es inconstitucional por conexión, porque la Constitución de 1993 no
admite la existencia de un órgano paralelo al Ministerio Público que desarrolle sus
mismas funciones. De modo que, sin perjuicio de subsanarse la omisión en la que se

314
incurrió, entre tanto se dicte la legislación correspondiente, deberá procederse
conforme a lo expuesto por este Tribunal en el Considerando N.° 7 de esta resolución.

11. Que, de otro lado, se pide que se explique las razones por las cuales se declaró
inconstitucional una parte del artículo 81° de la LOJM. El Tribunal Constitucional
considera que no es procedente la solicitud, pues las razones por las cuales se
declaró inconstitucional una fracción del artículo 81° de la LOJM se expusieron
claramente en los Fundamentos N.os 66 y sgtes. de la S. Sin embargo, el Tribunal
Constitucional reitera que se consideró inconstitucional que en el impugnado artículo
81° del CJM se haya previsto que la autoridad judicial pueda nombrar a un defensor
para el enjuiciado, aun cuando éste se hubiere rehusado expresamente a contar con
uno; que el ejercicio de la defensa pueda recaer en militares que se encuentran en
situación de actividad y carentes de formación jurídica; que tal defensa pueda
considerarse un acto de servicio; y que de ella no pueda excusarse el militar
designado.

Al Tribunal no le ha sido ajeno el sentido de la primera parte del artículo 81° de la


LOJM, que prevé que el Cuerpo Jurídico Militar está integrado por oficiales que son
letrados en derecho y que no es constitucionalmente prohibido que éstos puedan
ejercer la defensa de oficio. El asunto observado es que el sentido interpretativo de
la disposición invalidada arrojaba una interpretación inconstitucional, cual es, que
actúen como defensores, o como fiscales, personas sin título de abogado.

12. Que, finalmente, se solicita que este Tribunal precise cuáles son los criterios para
determinar que un caso resuelto en el ámbito de la jurisdicción militar sea considerado
como un delito de lesa humanidad o contra los derechos humanos. Al respecto, ha de
recordarse que este Tribunal, en la STC N.° 0017-2003-AI/TC [Fund. Jur. N.° 128 y
sgtes.], estableció la interpretación constitucionalmente adecuada del “delito de
función”, de modo que todo aquello que no esté dentro de tales alcances, entre los
cuales se encuentran determinados casos de delitos de lesa humanidad, deberán ser
puestos a conocimiento del Ministerio Público y del Poder Judicial.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú,

RESUELVE

1. Corregir la fecha de expedición de la STC N.° 0023-2004-AI/TC, debiendo constar


como tal el 9 de agosto de 2004, y no el 9 de junio de 2004, como allí se indicaba.

2. Añadir a la parte considerativa y a la resolutiva de la STC N.° 0023-2003-AI/TC,


que es inconstitucional el segundo párrafo del artículo 64° del Decreto Legislativo
N.° 052, cuyo texto es el siguiente: “(...) Los Fiscales de la Justicia Militar no están
comprendidos en las disposiciones de la presente Ley; pero deberán informar al
Fiscal de la Nación cuando sean requeridos por él sobre el estado en que se
encuentra un proceso o sobre la situación de un procesado en el Fuero Privativo
Militar”.

3. Exhortar al Ministerio Público para que, en el más breve plazo, designe a sus
representantes ante la jurisdicción militar, de acuerdo con el Considerando N.° 7
de esta resolución.
4. Declarar sin lugar los demás extremos de la solicitud de aclaración presentada,
formando esta resolución parte integrante de la STC N.° 0023-2004-AI/TC.

315
5. Se rectifica de oficio la parte final del Fundamento N.° 46 de la sentencia, en el
sentido que se hace referencia al “Código de Justicia Militar”, cuando debe ser a la
“Ley Orgánica de Justicia Militar”

SS.

ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
REVOREDO MARSANO
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

316
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322
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Reforma del Poder Judicial. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos -
Facultad de Derecho, 1976.
Tesis para obtener el Grado Académico de Doctor.

Sandoval Coronado, Juan Carlos, El Delito Militar Ordinario. Lima: Pontificia


Universidad Católica del Perú - Facultad de Derecho, 1997.
Tesis para obtener el Título Profesional de Abogado

323
REFERENCIAS DE JURISPRUDENCIA

Sentencia del Tribunal Constitucional peruano, Exp. No. 0023-2003-AI/TC,


Asunto: Defensoría del Pueblo, fundamento 20.

Sentencia del Tribunal Constitucional peruano, Exp. No. 0017-2003-AI/TC,


fundamento 110.

Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia C-358/97, 05 de agosto de


1997, Santa Fe de Bogotá.

Sentencia Tribunal Constitucional español, núm. 75/1982 (Pleno), de 13


diciembre de 1982.

Sentencia del Tribunal Constitucional peruano, STC de 03-01-2003, Exp. No.


010-2003-AI/TC, Asunto: Marcelino Tineo Silva.

324
INDICE

Presentación ................................................................................................3

Capítulo Primero ..........................................................................................7


PARADIGMAS METODOLÓGICAS DE LA JURISDICCIÓN
MILITAR Y EL DELITO DE FUNCIÓN
1.1. Ámbitos Temporal y Espacial
1.1.1. Ámbito Temporal
1.1.2. Ámbito Espacial
1.2. Problema
1.2.1. Planteamiento
1.2.2. Formulación
1.2.2.1. Problemas Principales
1.2.2.2. Problemas Secundarios
1.3. Objetivos
1.3.1. Objetivos Generales
1.3.2. Objetivos Específicos
1.4. Justificación
1.5. Hipótesis
1.5.1. Hipótesis Principales
1.5.2. Hipótesis Secundarias
1.6. Variables
1.6.1. Variables de las Hipótesis
Principales
1.6.2. Variables de las Hipótesis
Secundarias
1.7. Limitaciones
1.8. Matriz de Consistencia
1.9. Aspectos de Metodología y Técnicas
1.9.1. Tipo de Estudio
1.9.2. Métodos de Investigación
1.9.3. Fuentes y Técnicas para la
Recolección de Información
1.10. Programación

Capítulo Segundo.........................................................................................23
PARADIGMAS TEÓRICO-CONCEPTUALES DE LA
JURISDICCIÓN MILITAR Y EL DELITO DE FUNCIÓN
2.1. Aspectos conceptuales de la Jurisdicción Militar
2.1.1. Breve reseña histórica de la Jurisdicción Militar
2.1.1.1. La Jurisdicción Militar en la historia de Occidente
2.1.1.2. La Jurisdicción Militar en la historia del Perú
2.1.2. Conceptualización de la Jurisdicción Militar
2.1.3. Principios de la Jurisdicción Militar

325
2.1.3.1. Unidad y exclusividad de la Jurisdicción Militar
2.1.3.2. Prohibición de los Órganos Jurisdiccionales
de excepción
2.1.3.3. Derecho al Juez natural
2.1.4. Presupuestos Jurídicos, Antropológicos
y Empíricos de la Jurisdicción Militar
2.1.5. Justificación de la existencia del fuero militar
2.2. Aspecto Conceptual del Delito de Función
2.2.1. Conceptualización del delito de función
2.2.2. El delito castrense o delito militar
2.2.3. El Delito de Función en el Derecho Constitucional peruano
2.2.3.1. La Constitución de 1979 y el Delito de Función
2.2.3.2. La Constitución de 1993 y el Delito de Función
2.2.4. El delito de traición a la patria y el delito de terrorismo
2.2.5. El otrora Servicio Militar Obligatorio

Capítulo Tercero...........................................................................................77
JURISDICCIÓN MILITAR: COMPETENCIA Y COMPOSICIÓN
DE LOS TRIBUNALES MILITARES
3.1. Competencia de los Tribunales Militares
3.1.1. Nociones generales
3.1.2. El clásico triple fundamento
3.1.2.1. Por razón del delito
3.1.2.2. Por razón del lugar
3.1.2.3. Por razón del estado de guerra
3.1.2.4. De la fórmula tripartita a la fórmula unitaria
3.2. Composición del Tribunal Militar
3.2.1. Nociones generales
3.2.2. La justicia militar en tiempo de paz
3.2.3. La justicia militar en tiempo de guerra
3.2.4. La justicia militar en regímenes de excepción

Capítulo Cuarto ............................................................................................124


EL DEBIDO PROCESO EN LA JURISDICCIÓN MILITAR
4.1. Derecho a la defensa
4.2. Derecho a la asistencia de letrado
4.3. Derecho a ser informado de la acusación
4.4. Derecho a un proceso público
4.5. Derecho a un proceso con todas las garantías
4.6. Derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes
4.7. Derecho a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable
4.8. Derecho a la presunción de inocencia
4.9. El tribunal constitucional y el debido proceso en la jurisdicción militar

Capítulo Quinto ............................................................................................159

326
EL DELITO DE FUNCIÓN Y SU NECESARIA REFORMULACIÓN
5.1. El Delito de Función en su Contexto constitucional
5.2. La Seguridad Nacional como Doctrina y el Delito de Función
5.3. Los ciudadanos y el Delito de Función
5.3.1. El caso de los militares en situación de retiro
5.3.2. El caso de los civiles
5.4. El Delito de Función y su necesaria reformulación
5.4.1. La fórmula unitaria del delito de función a la luz de la
jurisprudencia nacional
5.5. Aspectos sustanciales de la justicia militar que deben ser modificados

Capítulo Sexto..............................................................................................179
LA JURISDICCIÓN MILITAR Y EL DELITO DE FUNCIÓN EN EL
DERECHO COMPARADO
6.1. La Jurisdicción Militar en el Derecho Comparado (Modelos)
6.1.1. Modelo Británico
6.1.2. Modelo Italiano
6.1.3. Modelo Francés
6.1.4. Modelo Alemán

6.2 . La Jurisdicción Militar y El Delito de Función en el


Derecho Iberoamericano
6.2.1. España
6.2.2. Argentina
6.2.3. Colombia
6.2.4. México
6.2.5. Brasil

Capitulo Séptimo .........................................................................................209


EL DELITO DE FUNCIÓN, LA CRIMINALIDAD DE LA GUERRA
INTERNA Y LA CRIMINALIDAD DEL REGRESO
(Un estudio estadístico con los actores)
7.1. Los Presupuestos Metodológicos
7.2. Los Presupuestos Doctrinarios
7.3. Los Presupuestos de la Realidad Objetiva
7.4. Universo y Muestra
7.4.1. Población o Universo
7.4.2. Muestra
7.5. Los Resultados
7.5.1. Los Cuadros Estadísticos
7.5.2. La lectura de los Cuadros Estadísticos

Post Scriptum .............................................................................................220

Conclusiones..............................................................................................221

Sugerencias ................................................................................................223
Anexo Nº 1 ..................................................................................................226

327
Instrumentos de la Investigación Cuantitativa
1. Entrevista de Opinión Nº 1
2. Entrevista de Opinión Nº 2

Anexo Nº 2 ..................................................................................................230
Jurisprudencias

Referencias Bibliográficas ........................................................................318


Referencias Hemerográficas .....................................................................322
Referencias de Tesis..................................................................................324
Referencias de Jurisprudencia .................................................................325

328
ADDENDA
ADDENDA

1. ASPECTOS GENERALES

La presente Addenda se realiza, en vista de que en el intervalo de tiempo

que llevó el trámite administrativo para la sustentación de la presente

investigación, se promulgaron dos normas que se encuentran íntimamente

relacionados con el tema de la tesis:

1) El Código de Justicia Militar Policial, aprobado por Decreto Legislativo

Nº 961, publicado el 11-01-2006.

2) La Ley de Organización, Funciones y Competencia de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial, dada mediante Ley

No.28665, publicada el 07-01-2006.

Respecto a la promulgación de la Ley No.28665, la Fiscal de la Nación,

interpuso una acción de inconstitucionalidad, al considerar que la misma

vulneraba una serie de derechos y principios constitucionales y legales.

Sobre el particular, el Tribunal Constitucional dictó la sentencia de fecha 29

de marzo del 2006, Exp. No. 0004-2006-PI/TC, mediante el cual declara

inconstitucional una serie de artículos de la citada Ley No.28665.

1
En cuanto al contenido de la Ley No.28665, y los artículos que son

declarados inconstitucionales por el Tribunal Constitucional, dichos aspectos

se verán en el siguiente acápite.

Sobre el Código de Justicia Militar Policial, aprobado por Decreto Legislativo

Nº 961 (11-01-2006), se establece en la Primera disposición Final que el

presente Código entrará en vigencia al día siguiente de su publicación en

cuanto a la Parte General y Especial, y un año contado a partir del día

siguiente de su publicación en cuanto a la Parte Procesal y Ejecución Penal.

• Aspectos sustanciales del nuevo Código de Justicia Militar

Policial

El Código establece muchas novedades con relación al Código anterior.

Mencionamos algunas de ellas:

- Las disposiciones no comprenden las infracciones disciplinarias

militares policiales que se regirán por sus disposiciones especificas.

Asimismo, no se juzga las faltas.

- Delitos de lesa humanidad: “En ningún caso podrán ser juzgados por

la justicia militar policial los delitos de tortura, genocidio, desaparición

forzada, discriminación, en los términos definidos en la ley y

convenios y tratados internacionales ratificados por el Perú” (Art. 9°).

2
- Motivación de las sentencias: “Toda sentencia deberá contener una

fundamentación explícita sobre los motivos de la determinación

cualitativa y cuantitativa de la pena” (Art. 34). Asimismo, el Art. 163°

señala: “Las decisiones judiciales, salvo las de mero trámite,

expresarán los fundamentos de hecho y de derecho en que se basen”

- El principio Non Bis In Idem, el mismo que se encuentra previsto en el

Art.VI del Título Preliminar del Código de Justicia Militar Policial y

resulta aplicable a todos los procesos contemplados en dicho cuerpo

de leyes.

- Aplicación Supletoria del Código Procesal Penal: La Segunda

Disposición Final del Decreto Legislativo No. 961, establece que en

todo lo que no esté previsto en el Libro III Parte Procesal del Código,

los Jueces, Tribunales y Fiscales Militares Policiales, aplicarán las

disposiciones del Código Procesal Penal, aprobado por Decreto

Legislativo Nº 957.

- Proceso de corte acusatorio: Durante todo el proceso se observarán

los principios de contradicción, inmediación, simplificación y celeridad.

En el juicio se respetarán además, los de oralidad, publicidad y no

duplicidad funcional (Art. 151).

- Imparcialidad e independencia de los jueces:“Los jueces actuarán con

imparcialidad en sus decisiones y en todas las etapas del proceso. Se

garantizará la independencia de los jueces de toda injerencia externa”

(Art. 152).

3
- Principio de presunción de inocencia: 1) Todo militar o policía

imputado de la comisión de un hecho punible es considerado

inocente, y debe ser tratado como tal, mientras no se demuestre lo

contrario y se haya declarado su responsabilidad, mediante sentencia

firme debidamente motivada (Art. 153°).

- Derecho de no autoincriminación: Nadie puede ser obligado a declarar

contra sí mismo. El ejercicio de este derecho no puede ser valorado

como una admisión de los hechos o indicio de culpabilidad. Queda

prohibida la adopción de cualquier medida tendiente a que el imputado

declare contra sí mismo o menoscabe su voluntad. Toda admisión de

los hechos o confesión, debe ser libre y bajo su expreso

consentimiento (Artículo 154°).

- Prueba lícita: Los elementos de prueba sólo tendrán validez si han

sido obtenidos por medios lícitos e incorporados al juicio del modo que

autoriza este Código. No tendrán validez la prueba obtenida mediante

torturas, amenazas, engaño o violación de los derechos

fundamentales de las personas, ni la obtenida en virtud de información

originada en un procedimiento o medio ilícito, sin importar que haya

sido obtenida por particulares o por funcionarios públicos (Art. 165).

- Reglas de Interpretación: Todas las normas que coacten la libertad

personal, limiten el ejercicio de los derechos de las partes o

establezcan sanciones procesales se interpretarán restrictivamente.

La inobservancia de una garantía no se hará valer en perjuicio de

aquel a quien ampara. Los jueces procurarán extender los principios y

4
garantías a los casos y situaciones no previstos expresamente,

conforme a una interpretación progresiva (Art. 170).

2. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, EXP. No. 0004-

2006-PI/TC, ASUNTO: FISCAL DE LA NACIÓN (demanda de

inconstitucionalidad de diversos artículos de la Ley No. 28665)

A. REGULACIÓN DE LOS ORGANOS DE LA JURISDICCIÓN

MILITAR, LOS PRINCIPIOS DE UNIDAD, EXCLUSIVIDAD,

INDEPENDENCIA E IMPARCIALIDAD JUDICIAL Y LA GARANTÍA

DE INAMOVILIDAD

I. Los principios de unidad e independencia judicial y la

regulación de la sala suprema penal militar policial y el

Consejo Superior Penal Militar Policial

1). Vulneración de los principios de unidad e independencia de la función

jurisdiccional, además del principio de igualdad, en cuanto se crea un

estatuto jurídico especial que establece reglas básicas de organización y

funcionamiento de la Sala Suprema Penal Militar Policial, como órgano

jurisdiccional de la Corte Suprema.

El T.C. declara la inconstitucionalidad de un extremo del Art. 8, en el cual

dispone que la Sala Suprema Penal Militar Policial (que integra la Corte

5
Suprema de Justicia), se encuentre “sujeta” además de la Constitución

Política y la Ley Orgánica del Poder Judicial, “a las disposiciones de la Ley

28665, de Organización, Funciones y Competencia de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial, en aplicación del principio

de primacía de la norma específica”.

Artículo 8.- Sala Suprema Penal Militar Policial

La Corte Suprema de Justicia de la República cuenta con una

Sala Suprema Penal Militar Policial, sujeta a la Constitución

Política, la Ley Orgánica del Poder Judicial y las disposiciones

de la presente Ley, en aplicación del principio de primacía de

la norma específica. [énfasis agregado]

El T.C. considera que “si bien el artículo 8° no es incompatible con la

Constitución cuando establece que la Corte Suprema de Justicia de la

República cuente con una Sala Suprema Penal Militar Policial (tal como

también lo dispone el artículo 1.1), la misma que se encuentra sujeta a la

Constitución y a la Ley Orgánica del Poder Judicial, sí lo es el extremo en el

cual dispone que la aludida Sala Suprema se encuentre “sujeta” a lo

dispuesto en la Ley 28665, de Organización, Funciones y Competencia de la

Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial, pues vulnera los

principios de unidad e independencia de la función jurisdiccional, además del

principio de igualdad.

6
Por la misma razón:

Declara inconstitucional, en parte, la Cuarta Disposición Modificatoria y

Derogatoria de la Ley 28665, en cuanto modifica el artículo 30 del Texto

Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, agregando un

segundo párrafo que dispone que:

“El trabajo jurisdiccional en materia penal militar policial es realizado a

través de la Sala Suprema Penal Militar Policial, cuya conformación y

Presidencia se regulan en la Ley de Organización, Funciones y

Competencia de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar

Policial”.

De igual forma, declara inconstitucional el extremo de la Sexta Disposición

Complementaria de la Ley 28665, en cuanto establece que el Poder

Ejecutivo se encargará, mediante la expedición de un Decreto Supremo, de

aprobar el Reglamento de la mencionada ley.

2. Nombramiento de Vocales Supremos del Cuerpo Judicial Penal

Militar Policial. Configuración restrictiva de la Jurisdicción militar

Determinados extremos de los Artículos 10 y 12, son declarados

inconstitucionales por vulnerar los principios de unidad e independencia de la

función jurisdiccional del Poder Judicial, el principio de igualdad, así como las

atribuciones constitucionales del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM).

7
Art. 10.1: “La Sala Suprema Penal Militar Policial está integrada por

cinco (5) Vocales Supremos; tres (3) con formación jurídico militar

policial del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial ...”.

Art. 12.3: “Para postular al cargo de Vocal Supremo de la Sala

Suprema Penal Militar Policial se requiere, necesariamente, formar

parte del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial y ostentar el grado de

General de Brigada o equivalente”.

Asimismo:

Art. 14: “Al asumir el cargo de Vocal Supremo de la Sala Suprema

Penal Militar Policial, el magistrado del Cuerpo Judicial Penal Militar

Policial adquiere la condición de Vocal de la Corte Suprema de

Justicia de la República para todos los efectos, en concordancia con lo

dispuesto en el párrafo 10.1”. (*)

Al respecto, el T.C. argumenta que, “además de encontrarse establecidos en

un estatuto jurídico “especial”, introducen en la Corte Suprema de Justicia de

la República una sala que va a estar compuesta, en parte, por oficiales en

retiro nombrados por el CNM, mediante un concurso “público” realizado sólo

con los miembros provenientes de un organismo como el denominado

Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, y que van a tener incluso los mismos

derechos que los Vocales de la Corte Suprema, pese a que su designación

es de carácter temporal” (F.J:40).

8
Agrega (F.J.42), que dichos dispositivos “desnaturalizan las atribuciones del

Consejo Nacional de la Magistratura, toda vez que establecen que este solo

podrá realizar el concurso “publico” de méritos y la evaluación personal

exigidos por la Constitución con los postulantes que formen parte del Cuerpo

Judicial Penal Militar Policial y ostenten el grado de General de Brigada o su

equivalente”.

Se cuestiona que “se obligue al Consejo Nacional de la Magistratura a

realizar un concurso “público” solo con los integrantes del Cuerpo Judicial

Penal Militar Policial, generando una situación que limita las funciones del

mencionado órgano constitucional y, además, limita desproporcionada e

irrazonablemente el ejercicio de derechos fundamentales (como el de

igualdad en el acceso a los cargos públicos o la libertad de trabajo) de

quienes, teniendo una formación jurídico militar idónea para desempeñar la

función jurisdiccional en materia penal militar, no son miembros del

denominado Cuerpo Judicial Penal Militar” (F.J.43).

Por las razones antes mencionadas, son también inconstitucionales, los

siguientes preceptos legales:

- Inciso 2, del artículo 10, de la Ley 28665, que establece: “Corresponde

desempeñar la Presidencia de esta Sala a uno de los tres (3) Vocales

Supremos del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial”.

9
Por la razón de que: la elección del Presidente de la Sala Suprema Penal

Militar Policial debe realizarse conforme a la Ley Orgánica del Poder

Judicial.

- Extremo del inciso 6, del artículo 9, referido a: “las cuestiones de

competencias, en relación, con los delitos de función, así como”

Por la razón de que: tal asunto constituye una competencia material

propia de la jurisdicción ordinaria y no de la jurisdicción militar (...) es

inadmisible que sea esta misma jurisdicción la que vaya a dirimir aquellas

contiendas en las que se discuta precisamente la competencia de la

jurisdicción militar para conocer de los delitos de función (...) aspecto que

tiene su fundamento en los principios de imparcialidad e independencia

judicial (F.J. 45). En consecuencia, “la configuración excepcional o

restrictiva que hace la Constitución de la justicia castrense, determina (...)

que ante dudas o conflictos entre ambas jurisdicciones, debe prevalecer

la justicia ordinaria” (F.J. 46).

- Inciso 7, del artículo 9, que establece: “Designar entre los nombrados por

el Consejo Nacional de la Magistratura, al Vocal Presidente del Consejo

Superior Penal Militar Policial, a los Vocales de cada una de las Salas y

al Vocal Instructor”.

- Inciso 5, del artículo 17°, que establece: “Corresponde a la Sala Suprema

Penal Militar Policial designar entre los nombrados por el Consejo

Nacional de la Magistratura al Presidente del Consejo Superior, a los

10
Presidentes y Vocales de cada una de las Salas y al Vocal Superior de

Instrucción”.

Ambas disposiciones (inc.7 del Art. 9 y el inc. 5 del Art. 17), son

inconstitucionales por las razones siguientes: “vulneran el principio de

independencia judicial (dimensión interna), toda vez que la Sala Suprema

Penal Militar Policial se encuentra imposibilitada de realizar tal

designación, pues al constituir un órgano de un nivel jurisdiccional

superior al mencionado Consejo y tener el poder de revisar las decisiones

jurisdiccionales de este, la realización de tales actos administrativos

(designaciones del Presidente del Consejo Superior Militar Policial y

Vocales de este Consejo) crea un vínculo de dependencia respecto de

tales órganos jurisdiccionales inferiores” (F.J. 47).

Por la razón anterior, son inconstitucionales:

- Inciso 1, del artículo 36, que establece: “El Presidente de la Sala

Suprema Penal Militar Policial cautela la pronta administración de justicia,

así como el cumplimiento de las labores jurisdiccionales por parte de los

Vocales y Jueces en todas las instancias de la jurisdicción especializada,

sin perjuicio de las que se determinan en el presente artículo”.

De igual forma, por conexión, son inconstitucionales:

11
- Los incisos 2 y 3 del mencionado artículo 36, por cuanto otorga a órganos

jurisdiccionales de nivel superior la competencia para cautelar el

“cumplimiento de las labores jurisdiccionales” de órganos de nivel inferior

(F.J. 47), al vulnerar el principio de independencia de la función

jurisdiccional.

Art. 36.2: “El Presidente del Consejo Superior Penal Militar Policial

cautela la pronta administración de justicia, así como el cumplimiento de

las labores jurisdiccionales de los Vocales que integran las Salas del

Consejo Superior, Vocalía Superior de Instrucción, y las Salas de los

Consejos Territoriales”.

Art. 36.3: “Gozan de las mismas facultades normadas en el párrafo

precedente los Presidentes de los Consejos Territoriales Penales

Militares Policiales, respecto de Vocales de las Salas de su Consejo y de

los Jueces de los Juzgados Penales Militares Policiales de su territorio”.

3. El conocimiento del recurso de Casación como parte de la

competencia de la jurisdicción militar .

El T.C. ha señalado que el inciso 1 del Art. 9 de la Ley 28665, que otorga a la

Sala Suprema Penal Militar Policial el conocimiento del recurso de casación:

12
Art. 9: “Compete a la Sala Suprema Penal Militar Policial de la Corte

Suprema de Justicia de la República: 1. Conocer del recurso de

casación conforme a lo establecido en la Constitución”.

Dicha disposición no es inconstitucional siempre y cuando sea interpretada

en el sentido de que el recurso de casación que pueda conocer esta Sala no

sea el relativo a la aplicación de la pena de muerte (Norma 1), dado que ésta

constituye una competencia “material” de la jurisdicción ordinaria, y no de la

jurisdicción militar, debiendo ser interpretado más bien en el sentido de que

el mencionado recurso de casación que pueda conocer esta Sala sea aquel

que pueda regular el Legislador como competencia “orgánica” de la

jurisdicción militar¨ (Norma 2) (F.J. 48). En efecto, el Legislador, conforme a

sus atribuciones constitucionales, puede establecer como competencia

“orgánica” de la Sala Suprema Penal Militar el conocimiento del recurso de

casación en aquellos casos en que se trate de los delitos de la función militar

(F.J. 57), por lo que “el inciso 1 del Art. 9 de la Ley 28665, tendrá vigencia en

la medida en que se interprete conforme a la mencionada Norma 2, mas no

cuando se interprete según a la Norma 1” (F.J. 58).

En consecuencia, el T.C. señala que en este extremo se deba expedir una

sentencia interpretativa con el fin de no expulsar del ordenamiento jurídico la

disposición cuestionada (F.J. 49).

13
4. El Consejo Superior Penal Militar Policial y el conocimiento de las

acciones de garantía.

• Acciones de garantía

El T.C. declara inconstitucional el inciso 7 del Art. 15, el mismo que establece

lo siguiente:

“Artículo 15.- Consejo Superior Penal Militar Policial

15.7 Conoce de las acciones de garantía establecidas en el Código

Procesal Constitucional”.

El T.C. declara inconstitucional dicha disposición por vulnerar el artículo 173

de la Constitución que establece el ámbito de competencia material de la

jurisdicción especializada en lo militar. Esta disposición constitucional, refiere

el T.C., “ha establecido que la única materia que puede conocer la

jurisdicción militar se encuentra limitada al conocimiento de los procesos

penales en los que se verifique la comisión de delitos de la función militar,

por lo que el Legislador se encuentra prohibido de otorgar a esta jurisdicción

la competencia para conocer cualquier otro tipo de materias, incluidos, claro

está, los procesos constitucionales en los que se verifica la amenaza o

vulneración de derechos fundamentales (procesos de hábeas corpus,

amparo y hábeas data) y el control de las leyes o normas de rango legal

(procesos de inconstitucionalidad de acción popular), o el conflicto entre

14
poderes del Estado o entre órganos constitucionales (proceso competencial),

cuya tramitación ha sido confiada a la jurisdicción constitucional” (F.J. 60).

• Funciones Administrativas

El T.C. declara inconstitucional el primer y segundo párrafo de la Primera

Disposición Complementaria de la Ley 28665, los mismos que se encuentran

redactados de la siguiente manera:

“PRIMERA.- Pliego presupuestal y bienes patrimoniales

La Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial

constituye Pliego Presupuestal adscrito al sector Poder Judicial y se

denomina Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial.

El Presidente del Consejo Superior Penal Militar Policial, es el Titular

del Pliego, y responsable solidario con los Vocales integrantes de su

Sala, de la administración del mismo.

(...)”

El T.C. considera que al establecerse que la jurisdicción especializada en

materia penal militar policial constituya pliego presupuestal adscrito al sector

Poder Judicial y que el titular de este pliego sea el Presidente del Consejo

Superior Penal Militar Policial, vulnera los principios de unidad e

independencia de la función jurisdiccional. Esta afectación se da en razón de

15
que “si bien el Legislador, conforme a sus atribuciones constitucionales, ha

optado por crear una Sala Suprema Penal Militar Policial dentro de la Corte

Suprema de Justicia de la República –independiente del ámbito de

competencia del Consejo Superior Militar Policial– entonces esta Sala

Suprema no puede encontrarse supeditada, en materia de presupuesto, a lo

que disponga el mencionado Consejo Superior. Al encontrarse dentro del

Poder Judicial, la Sala Suprema Penal Militar Policial debe encontrarse

sometida a las normas básicas establecidas en la Ley Orgánica del Poder

Judicial” (f.J. 63).

II. Los principios de independencia e imparcialidad judicial y la

participación de “oficiales en actividad” en la jurisdicción

especializada en lo militar

El T.C. declara inconstitucional el Artículo 16.1, que regula la composición

del Consejo Superior, en el extremo que señala que está conformado por

miembros del “Cuerpo Judicial Penal Militar con grado militar o policial de

General de Brigada o equivalente en situación de actividad”. La disposición

establece lo siguiente:

“Artículo 16.- Composición y organización del Consejo Superior

16.1 El Consejo Superior está conformado por diez (10) Vocales

Superiores del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial con grado militar o

16
policial de General de Brigada o equivalente en situación de actividad,

en razón del nivel jurisdiccional que ejercen”.

El T.C. señala, recogiendo sus argumentos expuestos en la sentencia

recaída en el Expediente 0023-2003-AI/TC, que: “(...) el hecho de que los

tribunales militares sean conformados en su mayoría por ´oficiales en

actividad`, vulnera los principios de independencia e imparcialidad de la

función jurisdiccional, además del principio de separación de poderes, ya

que, por un lado, quienes integran las diversas instancias de la jurisdicción

militar son funcionarios de tales institutos castrenses; y, por otro, porque, por

principio, es incompatible que personas sujetas a los principios de jerarquía y

obediencia, como los profesionales de las armas que ejercen funciones

jurisdiccionales, puedan ser al mismo tiempo independientes e imparciales...”

(F.J. 67).

Seguidamente, el T.C. precisa que: “a fin de proteger los principios de

independencia e imparcialidad judicial, el juez militar no puede

desempeñarse, a la vez, como oficial en actividad de las fuerzas armadas (ya

sea oficial de armas u oficial del cuerpo o servicio jurídico), toda vez que la

situación de actividad implica un nivel de pertenencia orgánica y funcional al

respectivo instituto armado o policial y, en última instancia al Poder Ejecutivo”

(F.J. 68).

17
Por último, el T.C. termina enfatizando que: “si se entiende que la situación

de actividad implica que el respectivo oficial se encuentre dentro del servicio

militar y este servicio a su vez se encuentra regulado en la respectiva

normativa de la «administración militar» que forma parte del Poder Ejecutivo,

entonces no existirá independencia ni imparcialidad de la «jurisdicción

militar» si los jueces que pertenecen a esta poseen vínculos de dependencia

respecto de un poder del Estado como es el Poder Ejecutivo. ¿Qué

independencia e imparcialidad se podría asegurar a los propios efectivos

militares que puedan ser procesados, si los jueces que los van a juzgar son

oficiales en actividad y, en cuanto tales, pertenecen a la estructura

castrense? La respuesta es obvia, ninguna”.

De otro lado, el T.C. declara también inconstitucionales, el artículo 33.2, que

señala lo siguiente:

Art. 33.2: “Expedida la resolución de nombramiento y entregado el

título oficial por el Consejo Nacional de la Magistratura; corresponde al

Ministerio de Defensa o al Ministerio del Interior, previa inscripción de

la resolución y título oficial en el registro de la Institución respectiva,

expedir la resolución que acredita la obtención del grado militar o

policial, con la entrega del despacho otorgado a nombre de la Nación.

En los casos de ascensos al grado de General de Brigada o

equivalente se observa lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo

172 de la Constitución”.

18
El T.C. refiere que dicha disposición vulnera los principios de independencia

e imparcialidad de la función jurisdiccional, pues “atribuye a los Ministerios de

Defensa e Interior (Poder Ejecutivo) funciones que condicionan el ejercicio de

la función jurisdiccional por parte de los jueces especializados en lo penal

militar. En efecto, una vez nombrados por el Consejo Nacional de la

Magistratura, los jueces especializados en lo penal militar no pueden

supeditar su labor a que un órgano del Poder Ejecutivo les entregue su

despacho o realice la inscripción de su título en una institución castrense, y

más grave aún, en el caso del último extremo de la disposición cuestionada,

la función jurisdiccional no puede encontrarse condicionada a que el

Presidente la República sea quien otorgue los ascensos a los oficiales

(Generales de Brigada) que se vayan a desempeñar en las máximas

instancias de la jurisdicción especializada en lo militar” (F.J. 71).

III. Los principios de independencia e imparcialidad judicial y el

Cuerpo Judicial Penal Militar Policial

El T.C., declara inconstitucionales diversos dispositivos que regulan el

denominado Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, por vulnerar los principios

de independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional, además de las

atribuciones del Consejo Nacional de la Magistratura, dado que sus

19
miembros son designados por una inconstitucional Junta Transitoria y no por

el Consejo Nacional de la Magistratura.

Los dispositivos declarados inconstitucionales son los siguientes:

- Segunda Disposición Transitoria:

“(...) Los integrantes de la Junta Transitoria, Calificadora y

Designadora deben ser designados e instalarse dentro de los cinco (5)

días naturales de publicada la presente Ley; debiendo en un plazo

máximo de veinticinco (25) días naturales de instalada designar

temporalmente a los tres (3) Vocales Supremos jurídico militar o

policial que integran la Sala Suprema Penal Militar Policial. Los

Vocales Supremos designados temporalmente, deben, en lo posible,

haber prestado servicios en diferentes Cuerpos o Servicios Jurídicos

de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional.

“... la Junta Transitoria, Calificadora y Designadora, cuenta con un

plazo máximo de treinta (30) días naturales para señalar los requisitos,

evaluar y designar temporalmente por dos (2) años prorrogables a dos

(2) años más, a los Vocales Superiores, luego de lo cual tiene un

plazo máximo de sesenta (60) días naturales para evaluar y designar

temporalmente por dos (2) años prorrogables a dos (2) años más a

Vocales Territoriales, Jueces Penales Militares Policiales, Relatores y

Secretarios de Sala y de Juzgado de la Jurisdicción Especializada en

Materia Penal Militar Policial, entre los oficiales en situación de

20
actividad provenientes de los Cuerpos o Servicios Jurídicos de las

Instituciones de las Fuerzas Armadas y/o Policía Nacional”.

- “Artículo 81.- Cuerpo Judicial Penal Militar Policial

81.1 El Cuerpo Judicial Penal Militar Policial está constituido por todos

los Vocales, Jueces y auxiliares jurisdiccionales con formación jurídico

militar policial, que cumplen funciones en cada instancia de la

Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial;

dependiendo jurisdiccionalmente, de la Sala Suprema Penal Militar

Policial. Sus integrantes se encuentran comprendidos en los alcances

del ámbito de la Oficina de Control de la Magistratura de la

Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial”.

- “Artículo 33.- Requisito para el nombramiento jurisdiccional y

otorgamiento de despacho

33.1 Previo concurso público de méritos y evaluación personal, sólo

los miembros del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial pueden ser

nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura, como Vocales

o Jueces en cualquiera de las instancias de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial; a excepción de los dos

(2) Vocales Supremos provenientes de la jurisdicción ordinaria, que

integran la Sala Suprema Penal Militar Policial”.

21
Al respecto, el T.C., señala que de las normas antes citadas, “se evidencia

cómo el Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, diseñado por la Ley 28665,

pretende servir como instrumento para nombrar como jueces (poder

jurisdiccional) a miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional

(poder ejecutivo), mediante un inconstitucional organismo denominado Junta

Transitoria, Calificadora y Designadora; advirtiéndose hasta en tres pasos el

modo en que los oficiales en actividad de los Cuerpos o Servicios Jurídicos

de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, designados por una Junta

Transitoria –y no por el CNM–, van a convertirse en vocales y jueces

“titulares” de la jurisdicción militar, siendo estos pasos los siguientes (F.J.

78):

- Primer paso: En un régimen transitorio, una “Junta Transitoria,

Calificadora y Designadora” designa como vocales y jueces militares a los

oficiales en situación de actividad que son miembros de los Cuerpos o

Servicios Jurídicos de la Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, salvo el

caso de los tres vocales supremos con formación jurídico-militar que

deben encontrarse en situación de retiro (Segunda Disposición

Transitoria).

- Segundo paso: En un régimen permanente, los vocales y jueces

designados por la mencionada Junta Transitoria forman el Cuerpo

Judicial Penal Militar, el cual depende “jurisdiccionalmente” de la Sala

Suprema Penal Militar Policial (artículo 81, inciso 1).

22
- Tercer paso: En un régimen permanente, el Consejo Nacional de la

Magistratura sólo puede nombrar como jueces y fiscales a los miembros

del Cuerpo Judicial Penal Militar (que no son sino los miembros de los

Cuerpos o Servicios Jurídicos de la Fuerzas Armadas y la Policía

Nacional, designados por una Junta Transitoria, y no por el CNM).

Por idéntica razón, son inconstitucionales determinados extremos del artículo

XII del Título Preliminar de la Ley 28665, por cuanto establecen que el

Cuerpo Judicial Penal Militar Policial está integrado por “Los Oficiales

Judiciales en situación militar o policial de actividad que se desempeñan

como Vocales Superiores, Territoriales, Jueces, Relatores y Secretarios de

Sala y de Juzgado, de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar

Policial”, de la ley cuestionada, así como, por conexión, el inciso 3, del

artículo 81, que alude también a la situación de actividad de los mencionados

magistrados y secretarios de Juzgado o Sala (F.J. 80).

IV. La garantía de la inamovilidad y el principio de unidad judicial,

respeto de la creación, reducción, supresión o traslado de los

órganos de la jurisdicción penal militar policial.

El T.C. declara inconstitucional diversos artículos donde se afecta la garantía

de inamovilidad judicial en sus cargos, al vulnerar los principios de

independencia e imparcialidad de los jueces militares. Con esta garantía se

23
busca proteger o evitar que los jueces puedan ser sometidos a algún tipo de

presión o interferencia en el ejercicio de la función jurisdiccional.

Los dispositivos que el T.C. declara inconstitucionales son los siguientes:

- “Artículo 15.- Consejo Superior Penal Militar Policial.

15.5 Crea, reduce, suprime o traslada las sedes de los órganos

jurisdiccionales, a su iniciativa o atendiendo a los requerimientos de

las Fuerzas Armadas o Policía Nacional a través del Poder Ejecutivo”.

- “Artículo 23.- Creación de Consejos Territoriales Penales Militares

Policiales.

El Consejo Superior Penal Militar Policial crea, reduce, suprime,

traslada sedes y determina la demarcación geográfica de los Consejos

Territoriales Penales Militares Policiales; atendiendo a los

requerimientos de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional, y previa

solicitud del Poder Ejecutivo”.

- “Artículo 28.- Creación y jurisdicción de los Juzgados Penales

Militares Policiales.

El Consejo Superior Penal Militar Policial crea, reduce, suprime,

traslada sedes y determina la demarcación geográfica de los

Juzgados Penales Militares Policiales; atendiendo a los requerimientos

24
de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional y previa solicitud del Poder

Ejecutivo”.

Al respecto, el T.C., citando la sentencia recaída en el Exp. No.0023-2003-

AI/TC, F.J.35, que “... la garantía de la inamovilidad de los jueces durante su

mandato no sólo determina el status jurídico de los jueces, sino que debe

entenderse, a su vez, como una garantía de justicia para el administrado,

indispensable para reforzar la independencia judicial en un Estado

Democrático”. Está referida, básicamente, a la prohibición de traslados

forzosos de un puesto judicial a otro. “Con ello, se busca la estabilidad del

juez en el cargo y que la carrera judicial esté exenta de cualquier influencia

política, conservando la debida especialidad y conocimiento que amerita el

cargo, finalidad que no podría verificarse con las separaciones o traslados no

justificados ni establecidos en norma alguna, y mucho más cuando

provengan de un órgano distinto, como el Poder Ejecutivo. Por ello no cabe

aceptar la existencia de garantías ´temporales` de inamovilidad, pues para

preservar la real vigencia de la independencia judicial, a la cual se vincula, es

necesario que se trate de una garantía permanente. Además, debe

considerarse que ejercer un puesto de manera interina acarrea la

inseguridad jurídica y la inestabilidad profesional, afectando el correcto

desempeño de las labores encomendadas” (F.J. 84).

Asimismo, refiere que “si bien la declaratoria de un Estado de Emergencia

puede plantear que, excepcionalmente, una autoridad judicial militar pueda

25
trasladarse a un punto geográfico que se encuentre dentro de su

circunscripción respectiva y que tal declaratoria de emergencia implique a su

vez una petición por parte del Poder Ejecutivo a la Sala Suprema Penal

Militar Policial de la Corte Suprema de Justicia de la República, para que se

realice tal traslado (solicitud que debe ser atendida con la celeridad y

urgencia del caso), ello no autoriza a que disposiciones como las aquí

cuestionadas permitan que “todos” los órganos de la jurisdicción militar

puedan trasladarse, reducirse o suprimirse, conforme a los requerimientos de

las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional” (F.J. 87).

V. El principio de unidad de la función jurisdiccional y el sistema

de control disciplinario especial de la Ley 28665

El T.C. declara inconstitucional diversos artículos de la Ley 28665,

particularmente los que regulan el sistema de control disciplinario especial,

denominado Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial, dado que vulneran los

principios de unidad e independencia de la función jurisdiccional.

Los dispositivos que el T.C. declara inconstitucionales son los siguientes:

- “Artículo 5.- Sanción disciplinaria.


5.1 Los Vocales, Jueces y auxiliares jurisdiccionales de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial, en el desempeño de

26
sus funciones, y respecto de su conducta funcional e idoneidad, se

encuentran sujetos a investigación por la Oficina de Control de la

Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar

Policial.

5.2 Para los efectos de lo señalado en el párrafo anterior, créase la

Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción Especializada

en Materia Penal Militar Policial, cuyos integrantes son designados por

la Sala Suprema Penal Militar Policial, tanto en la Oficina Central como

en las Oficinas Desconcentradas, entre Oficiales jurídicos militares

policiales en situación militar o policial de retiro con experiencia en

labor jurisdiccional. La designación es a dedicación exclusiva y por un

plazo improrrogable de tres (3) años”.

- Disposiciones Complementarias

SÉTIMA.- Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial.

La Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial es el órgano que

tiene por función investigar regularmente la conducta funcional,

la idoneidad y el desempeño de los Magistrados y auxiliares

jurisdiccionales de la Jurisdicción Especializada en Materia

Penal Militar Policial.

27
Esta facultad no excluye la evaluación permanente que deben

ejercer los órganos jurisdiccionales al conocer de los procesos

en grado.

La Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial es presidida por

un Oficial jurídico militar o policial, con experiencia jurisdiccional,

con el grado de General de Brigada o equivalente, en situación

militar o policial de retiro designado por la Sala Suprema Penal

Militar Policial. La función es a dedicación exclusiva (...)

La Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial está constituida

por una Oficina Central con sede en Lima, cuya competencia

abarca todo el territorio de la República.

La Sala Suprema Penal Militar Policial crea las Oficinas

Desconcentradas de Control de la Magistratura de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial y fija sus integrantes,

ámbito de competencia, así como sus facultades de sanción”.

En cuanto a este aspecto se refiere, el T.C. señala que los dispositivos antes

mencionados afectan el principio de unidad de la función jurisdiccional, por

cuanto “el Estado peruano, en conjunto, posee un sistema jurisdiccional

unitario, en el que cada uno de sus órganos deben poseer no sólo similares

garantías y reglas básicas de organización y funcionamiento, sino también un

mismo régimen disciplinario. En ese sentido, si el Legislador, conforme a sus

28
atribuciones constitucionales, ha optado por crear una Sala Suprema Penal

Militar dentro de la Corte Suprema de Justicia de la República, entonces esta

Sala debe someterse al régimen disciplinario existente dentro del Poder

Judicial y no como ha establecido la disposición cuestionada, que permite la

coexistencia de dos regímenes disciplinarios dentro del Poder Judicial; uno

para los miembros de la Sala Suprema Penal Militar Policial, y otro para el

resto de órganos jurisdiccionales de este Poder del Estado (F.J. 92).

Sin embargo, el T.C. acota que lo vertido líneas arriba no es exigible en el

caso de las instancias inferiores de la jurisdicción militar. Así, señala que: “no

existe prohibición constitucional para que el Legislador pueda crear un

régimen disciplinario especial, debiendo tomarse en consideración, en todos

los casos, que el artículo 154, inciso 3 de la Constitución establece como una

de las funciones del Consejo Nacional de la Magistratura la aplicación de la

sanción de destitución a los Vocales de la Corte Suprema y Fiscales

Supremos, así como a los jueces y fiscales de todas las instancias, por lo

que la regulación del régimen disciplinario de las instancias de la jurisdicción

militar debe asemejarse, en lo posible, al régimen estatuido para el caso del

Poder Judicial” (F.J. 93).

Complementando lo anterior, el T.C. agrega que “las disposiciones

cuestionadas vulneran el principio de independencia judicial (dimensión

interna), por cuanto establecen que la Sala Suprema Penal Militar Policial es

competente para designar a los miembros de las Oficinas Desconcentradas

29
de Control de la Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia

Penal Militar Policial”, lo cual sería contradictorio con la naturaleza de esta

Sala, dado que se encuentra imposibilitada de la realización de actos

administrativos de designaciones, “pues al constituirse en un órgano de un

nivel jurisdiccional superior al Consejo Superior Militar Policial, a los

Consejos Territoriales Penales Militares Policiales y a los Juzgados Penales

Militares Policiales, y, en consecuencia, tener el poder de revisar las

decisiones jurisdiccionales de ellos, crea un vínculo de dependencia respecto

de tales órganos jurisdiccionales inferiores (F.J. 94).

B. LA GARANTÍA INSTITUCIONAL DE LA AUTONOMÍA DEL

MINISTERIO PÚBLICO Y LA CREACIÓN DE LA FISCALÍA PENAL

MILITAR POLICIAL

El T.C. declara inconstitucionales los incisos 1 y 2 del Art. 55, el inciso 2 del

Art. 56, y el inciso 1 del Art. 82º, de la Ley 28665, referente a la creación y

organización de la Fiscalía Penal Militar Policial, dentro de la propia

organización del Ministerio Público, vulnerando así, la garantía institucional

de l autonomía del Ministerio Público, el principio de igualdad, así como las

atribuciones constitucionales del Consejo nacional del Consejo Nacional de

la Magistratura.

Los dispositivos que el T.C. declara inconstitucionales son los siguientes:

30
Artículo 49.- Fiscales Penales Militares Policiales y Ministerio

Público

49.2 Son nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura

e integran el Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial del Ministerio

Público, se encuentran sujetos a sus órganos de control,

conforme a la Constitución, Ley Orgánica del Ministerio Público

y a lo dispuesto en la presente Ley; esto último, en aplicación

del principio de supremacía de la norma específica.

Artículo 53.- Órganos de gestión del Ministerio Público

Los Fiscales Penales Militares Policiales se rigen conforme a las

disposiciones emanadas de los órganos de gestión

contemplados en la Ley Orgánica del Ministerio Público, con

excepción de lo previsto en la presente Ley, en aplicación del

principio de supremacía de la norma específica.

Artículo 55.- Nombramiento y ejercicio funcional

55.1 Los Fiscales Supremos Penales Militares Policiales son

nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura, previo

concurso público de méritos y evaluación personal, entre los

Fiscales Penales Militares Policiales, con el grado de General de

Brigada o equivalente en situación de actividad, el que extiende

la resolución de nombramiento y entrega el título oficial que lo

acredita.

31
55.2 Para ser nombrado Fiscal Supremo Penal Militar Policial se

requiere tener necesariamente formación jurídico-militar policial

e integrar el Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial.

Artículo 56.- Funciones

56.2 Las facultades para ejercer las funciones [del Fiscal

Supremo Penal Militar Policial] pueden excepcional y

temporalmente ser asumidas por el Fiscal de la Nación.

Artículo 82.- Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial

82.1 El Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial está constituido por

todos los Oficiales Fiscales con formación jurídico-militar policial

que conforman la Fiscalía Penal Militar Policial, y que cumplen

funciones ante la Jurisdicción Especializada en Materia Penal

Militar Policial, dependiendo el mismo funcionalmente del Fiscal

Supremo Penal Militar Policial. Sus integrantes se encuentran

comprendidos en los alcances del ámbito de la Fiscalía Suprema

de Control Interno del Ministerio Público, a través de los Fiscales

Penales Militares Policiales que actúan en su ámbito.

Resulta evidente que la Ley 28665 al introducir en el Ministerio Público una

Fiscalía Penal Militar Policial compuesta de oficiales en actividad que

provienen de los servicios jurídicos de las Fuerzas Armadas y Policía

32
Nacional para conformar el organismo denominado Cuerpo Fiscal Penal

Militar Policial, los mismos que no dependerían de los órganos de gestión del

Ministerio Público, y se les otorga un tratamiento diferenciado a fiscales que

se encuentran en el mismo nivel y jerarquía, es una trasgresión a principios

básicos que con toda razón han sido referidos por el Tribunal Constitucional

(F.J. 103).

Asimismo, el T.C. declara inconstitucional, por vulnerar la garantía

institucional de la autonomía del Ministerio Público, al establecer dentro de

este órgano constitucional una Fiscalía Penal Militar Policial, compuesta,

entre otros, de un Fiscal Supremo Penal Militar Policial, los siguientes

dispositivos contenidos en la Ley 28665: inciso 2 del Art. 49, Art. 53, Art.

56.2, inciso 1 del Art. 82, último párrafo del Artículo XII del Título Preliminar, y

por conexión, el apartado 8, inciso 1 del Art. 56.

Al respecto, el T.C. declara inconstitucional la norma, por vulnerar la garantía

institucional de la autonomía del Ministerio Público, al establecer que los

fiscales penales militares policiales deban ser oficiales en situación de

actividad, los siguientes dispositivos: inciso 1 del Art. 49, inciso 1 del Art. 55,

inciso 3 del Art. 57, incisos 3 y 4 del Art. 58, inciso 2 del Art. 59, inciso 1 del

Art. 60, inciso 2 del Art. 61, inciso 1 del Art. 62, inciso 2 del Art. 63, inciso 3

del Art. 82.

33
Por último, el T.C. declara inconstitucional el inciso 4 del Art. 82, por vulnerar

la garantía institucional de la autonomía del Ministerio Público, además de la

independencia del Consejo Nacional de la Magistratura.

C. EL PRINCIPIO DE IGUALDAD COMO LIMITE DE LA ACTIVIDAD

DEL LEGISLADOR

• El principio de igualdad y el examen de constitucionalidad del

artículo 33, inciso 1, de la Ley 28665

El T.C. analiza, en base al test de igualdad, si el contenido del inciso 1 del

Art. 33, que establece que sólo los miembros del Cuerpo Judicial Penal

Militar Policial pueden ser nombrados por el Consejo Nacional de la

Magistratura como vocales o jueces militares, constituye una diferenciación

justificable o por el contrario resulta ser un acto discriminatorio.

Texto del dispositivo legal:

Art. 33.1: “Previo concurso público de méritos y evaluación personal,

solo los miembros del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial pueden ser

nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura, como Vocales

o Jueces en cualquiera de las instancias de la Jurisdicción

Especializada en Materia Penal Militar Policial; a excepción de los dos

(2) Vocales Supremos provenientes de la jurisdicción ordinaria, que

integran la Sala Suprema Penal Militar Policial”.

34
Para la citada evaluación, el T.C. aplica los siguientes pasos:

Primer paso: (verificación de la diferenciación legislativa) se evalúa la

situación jurídica de la norma de exclusión contenida en el Art. 33.1, según la

cual sólo podrán ser nombradas por el CNM como jueces militares las

personas que forman parte del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, dejando

de lado a aquellos que aún cuando tengan formación jurídico-militar, no

forman parte del aludido Cuerpo Judicial. El T.C. estima que las medidas

legislativas superan este primer nivel.

Segundo paso: (determinación de la intensidad de la intervención en la

igualdad), al tratarse del impedimento del ejercicio de derechos

fundamentales como la libertad de trabajo y el de igualdad en el acceso en

los cargos públicos, se verifica que la intervención legislativa tiene una

intensidad grave.

Tercer paso: (verificación de la existencia de un fin constitucional en la

diferenciación) la justificación de mantener esta diferenciación estuvo

determinada por la finalidad de proteger el ejercicio de la carrera judicial

militar de quienes integran el mencionado cuerpo judicial penal militar, de

modo tal que se pueda asegurar la mayor eficacia de la función jurisdiccional

en el ámbito de la jurisdicción militar, fin que no resulta ilegítimo. De esta

35
forma, a criterio del T.C., esta medida supera el tercer paso del test de

igualdad.

Cuarto paso: (examen de idoneidad) la medida legislativa diferenciadora

(solo los miembros del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial pueden ser

nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura) resulta adecuada

para conseguir el fin que se pretende, como lo es el lograr la mayor eficacia

de las decisiones judiciales que se adopten en la jurisdicción militar.

Quinto paso: (examen de necesidad), al respecto, el T.C. refiere que al

“tratarse de una disposición legal que limita el ejercicio del derecho

fundamental de igualdad en el acceso a las funciones públicas, consagrado

en el artículo 2º.2 de la Constitución, así como el derecho fundamental a la

libertad de trabajo, se requiere de un juicio de igualdad estricto, según el

cual, se exige que la medida adoptada por el Legislador, para ser

constitucional, deba ser absolutamente indispensable para la consecución

del fin legítimo, pues de existir una medida alternativa que, siendo

igualmente idónea para conseguir el mencionado fin, influya con menor

intensidad en el respectivo bien constitucional, entonces la medida legislativa

cuestionada resultará inconstitucional” (F.J. 161).

Agrega el T.C., “que la medida legislativa cuestionada, que limita el derecho

fundamental a la igualdad en el acceso a las funciones públicas, así como el

derecho a la libertad de trabajo, no resulta absolutamente necesaria para la

36
consecución del fin que pretende, pues este pudo haber sido conseguido

mediante otras medidas igualmente idóneas, pero menos restrictivas de los

aludidos derechos fundamentales. Así por ejemplo, mediante la optimización

del sistema de evaluación para acceder a la jurisdicción militar y la constante

capacitación de quienes ya integran esta jurisdicción y pretenden su

promoción en la carrera judicial militar, entre otras, pero no limitando

innecesariamente, en todos los casos, que personas que no formen parte del

Cuerpo Judicial Penal Militar Policial y que puedan tener una óptima

formación jurídico-militar, accedan a la función pública en la jurisdicción

militar” (F.J.162).

En base a los argumentos expuestos en el quinto paso, el T.C. concluye que

la medida legislativa cuestionada vulnera el principio de proporcionalidad y

consecuentemente el principio de razonabilidad.

Sexto Paso: Examen de proporcionalidad en sentido estricto. Este principio

se enuncia de la siguiente manera: “Cuanto mayor es el grado de afectación

– intervención al principio de igualdad, tanto mayor ha de ser el grado de

optimización o realización del fin constitucional.

D. ANALISIS DE CONSTITUCIONALIDAD DEL RÉGIMEN

TRANSITORIO CONTEMPLADOS EN LA LEY 28665

37
El Tribunal Constitucional declara inconstitucionales la Segunda Disposición

Transitoria, así como la Cuarta Disposición Transitoria de la Ley N.º 28665,

que crea la Junta Transitoria, Calificadora y Designadora, por vulnerar las

atribuciones constitucionales del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM).

“En efecto, los artículos 150º y 154º inciso 1) de la Constitución establecen

que el CNM “se encarga de la selección y el nombramiento de los jueces y

fiscales” y de “Nombrar, previo concurso público de méritos y evaluación

personal, a los jueces y fiscales de todos los niveles (...)”. en consecuencia,

las disposiciones que crean y regulan la cuestionada Junta Transitoria violan

tales disposiciones constitucionales, al arrogarse las atribuciones del

Consejo Nacional de la Magistratura, toda vez que establecen que esta Junta

Transitoria, compuesta por 4 oficiales jurídicos, además de 3 representantes

designados por el CNM, se encargará del nombramiento de jueces y fiscales”

(F.J. 165).

Asimismo, el T.C. agrega que: “el hecho de que esta Junta Transitoria se

encuentre conformada por tres representantes del CNM no la legitima para

“designar” temporalmente a los jueces y fiscales de la especialidad penal

militar. Si la Norma Fundamental ha establecido que los jueces y fiscales

deben ser seleccionados y nombrados por el CNM entonces el Legislador se

encuentra prohibido de crear un organismo como la mencionada Junta

Transitoria” (F.J. 166).

38
De la misma forma, el T.C. declara inconstitucional la Quinta Disposición

Transitoria de la Ley N.° 28665, por vulnerar el principio de unidad de la

función jurisdiccional y la garantía institucional del Ministerio Público, dado

que someten a los órganos del Poder Judicial y el Ministerio Público a un

sistema de control disciplinario incompatible con el estatuto jurídico básico

que poseen ambos órganos constitucionales (F.J. 167).

• Legitimidad de las sentencias interpretativas

De otro lado, en cuanto a las sentencias interpretativas, el T.C. precisó en el

fundamento jurídico 50 y siguientes, que en el presente caso era necesario

distinguir entre los términos disposición y norma, siendo presupuesto básico

cuando se trata del proceso de inconstitucionalidad de las denominadas

sentencias interpretativas, “cuyo fundamento radica en el principio de

conservación de la ley y en la exigencia de una interpretación conforme a la

Constitución, a fin de no vulnerar el principio básico de supremacía

constitucional” (F.J. 52).

Agrega el T.C. que “la Constitución es la norma jurídica suprema y que,

como tal, puede ser interpretada, se comprende también que la jurisdicción

constitucional no es solamente la negación o afirmación de la legislación,

sino también su necesario complemento. Dicho de otro modo, la jurisdicción

constitucional es una colaboradora del Parlamento, no su enemiga” (F.J.

169).

39
• La seguridad jurídica y la necesidad de diferir los efectos de las

sentencias

Al considerar que los efectos de la sentencia podrían originar consecuencias

nefastas para el funcionamiento de la justicia militar, y con el fin de evitar

situaciones de mayor inconstitucionalidad, el T.C. difiere los efectos de la

sentencia, aún cuando el Art. 204 de la Constitución no prevé tal figura.

Sobre esta potestad de diferir los efectos de las decisiones, el T.C. citando a

Zagrebelsky, refiere: “empleada con prudencia y, al mismo tiempo, con

firmeza por parte de la Corte Constitucional, sería una demostración de un

poder responsable y consciente de las consecuencias”. “[E]l orden y la

gradualidad en la transformación del derecho son exigencias de relevancia,

no simplemente de hecho, sino constitucional”. Es por ello que “La Corte no

puede desinteresarse de los efectos de los pronunciamientos de

inconstitucionalidad, cuando éstos pueden determinar consecuencias que

transtornen aquel orden y aquella gradualidad. En tales casos ella no puede

observar pura y simplemente –es decir, ciegamente– la eliminación la ley

inconstitucional, tanto para el pasado como para el futuro. La ética de la

responsabilidad exige esta atención” (F.J. 175).

• La Sentencia el Tribunal Constitucional y los efectos de la Ley

No.28665

40
En ese sentido, el Tribunal Constitucional considera que la declaración de

inconstitucionalidad de la Segunda, Cuarta y Quinta Disposiciones

Transitorias, que regula la creación de la Junta Transitoria, Calificadora y

Designadora, surte efectos a partir del día siguiente de la publicación de la

presente sentencia (F.J. 183).

En cuanto al resto de disposiciones que resultan inconstitucionales, “el

Tribunal Constitucional dispone una vacatio sententiae por un lapso de 6

meses contados a partir de la publicación de la sentencia en el diario oficial,

plazo que una vez vencido ocasionará que la declaratoria de

inconstitucionalidad de las mismas, surta todos sus efectos, siendo

expulsadas del ordenamiento jurídico. Dicho lapso permitirá que el legislador

regule la respectiva organización de la jurisdicción militar” (F.J. 184).

3. ASPECTOS QUE LA PRESENTE TESIS DISCREPA CON LA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

A. BREVE INTRODUCCIÓN

En principio, señalar que uno de los aspectos que la tesis propuso, mucho

antes que de que se promulgue la Ley 28665 y que origine la demanda de

inconstitucionalidad contra la citada ley, fue por ejemplo, que sea el Consejo

41
Nacional de la Magistratura, previo concurso público, el organismo

constitucional que se encargue de designar a los jueces y vocales que

integran la jurisdicción militar, en aras de preservar la independencia de la

función jurisdiccional de los tribunales militares1

Otro de los aspectos que esta tesis sustentó en su debido momento, fue lo

referido a que los tribunales militares debían estar conformados sólo por

oficiales abogados. La especialización que la jurisdicción militar implica y

reclama con justicia dicha exigencia. En el caso del auditor deberá ser un

miembro de las FF.AA. o PNP, de armas o policial respectivamente, cuyo

asesoramiento se enmarcaría en aspectos operativos propios de las

funciones militares o policiales. En nuestro caso, se anexó a la tesis de que

deben ser oficiales jurídicos los que integren los tribunales militares, la

contrastación empírica tomada de diversos casos analizados en la presente

investigación2, de que el juez militar había realizado una deficiente

calificación jurídica, al momento de abrir instrucción.

Un tercer aspecto que fue sustentado en esta tesis, está relacionado con el

hecho de que la justicia militar se encuentre conformado por Oficiales

Jurídicos en situación militar o policial en actividad. Algo que el Tribunal

1
Cfr: el Capítulo V, acápite 5.5, “aspectos sustanciales de la justicia militar que deben ser
modificados”, de la presente tesis.
2
Cfr: Anexo 2: Análisis de Casos Jurisprudenciales: acápite: Infracción en la aplicación de la ley
del servicio militar: Casos: 1) Exp. Nº 5297-0029, Sentencia VI-CSJM del 14AGO1997; 2) Exp. N°
120398-014, Sentencia 3JMPL-IIZJE del O8SET1998.

42
Constitucional ha considerado como cuestionable por vulnerar los

principios de independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional,

así como el principio de separación de poderes. Sin embargo, en el

siguiente acápite se va a sustentar que dicho cuestionamiento expresado

por el T.C. son infundados.

Como último punto, algo que esta tesis no consideró originalmente, es

señalar que, sí es válido, legal y legítimo, la permanencia de un

organismo al interior de la justicia militar, que agrupe a los oficiales del

Cuerpo Jurídico Militar o Policial, que hayan accedido a los cargos de

magistrados en dicha jurisdicción.

Dicha apreciación se sustenta en dos razones básicas: 1) para lograr

mayor eficiencia y eficacia en la función jurisdiccional dentro del ámbito de

la jurisdicción militar policial, por la naturaleza de su especialidad; 2)

compromiso ético con las instituciones de procedencia de los

magistrados, para el logro de la finalidad de las mismas, en cuanto a

orden y disciplina de las instituciones castrenses se refiere, lo que no

implica ausencia de imparcialidad.

B. LOS TRIBUNALES MILITARES Y LOS OFICIALES EN ACTIVIDAD

• Posición del Tribunal constitucional

43
EL T.C. considera que el hecho de que “los tribunales militares se

encuentren conformados por ´oficiales en actividad`, vulnera los principios de

independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional, además del

principio de separación de poderes, ya que, por un lado, quienes integran las

diversas instancias de la jurisdicción militar son funcionarios de tales

institutos castrenses; y, por otro, porque, por principio, es incompatible que

personas sujetas a los principios de jerarquía y obediencia, como los

profesionales de las armas que ejercen funciones jurisdiccionales, puedan

ser al mismo tiempo independientes e imparciales” (F.J. 67).

De esta forma, agrega el T.C., que “si se entiende que la situación de

actividad implica que el respectivo oficial se encuentre dentro del servicio

militar y este servicio a su vez se encuentra regulado en la respectiva

normativa de la «administración militar» que forma parte del Poder Ejecutivo,

entonces no existirá independencia ni imparcialidad de la «jurisdicción

militar» si los jueces que pertenecen a esta poseen vínculos de dependencia

respecto de un poder del Estado como es el Poder Ejecutivo” (F.J. 68).

De lo expuesto, se advierte que los reparos que pone el T.C. al hecho de

que los ´oficiales en actividad´ que ejercen función jurisdiccional no podrían

actuar con imparcialidad e independencia se encuentran relacionados con:

1) Continúan siendo funcionarios de los institutos castrenses.

44
2) Por ende, se encuentran dentro del servicio militar, lo que los liga al

Poder Ejecutivo.

• Posición de la presente tesis

Respecto al primer aspecto señalado líneas arriba, en principio, no debe

confundirse la “administración militar”, donde de hecho impera los principios

de subordinación, jerarquía y autoridad, con la “justicia militar policial”, donde

impera la legalidad vinculado con los derechos y principios que consagra la

Constitución.

En la presente investigación se ha destacado que los tribunales militares

también se encuentran sujetos al respeto irrestricto de los derechos

fundamentales y a las garantías procesales que consagra la Constitución y

las leyes ordinarias, de tal forma, que la función jurisdiccional que ejerce el

juez militar se encuentra plenamente vinculado a dicha situación. El juez

militar cuando ejerce función jurisdiccional no es partidario de su institución

castrense, sino de la justicia pues, además, es su obligación como la de

cualquier magistrado en aplicación estricta de la ley. Por esta razón, el

reproche que realiza el T.C. resulta infundado, aún cuando en momentos

históricos pasados haya podido ser válido, por lo mismo que el respeto por

los derechos fundamentales no se encontraban plenamente garantizados.

45
Consideramos que bajo un Estado Social y Democrático de Derecho, no sólo

las garantías propias del correcto funcionamiento de la Administración de

Justicia se tienden a adecuar a la jurisdicción militar, restringiéndola

posiblemente en tiempos de guerra, sino que además el papel de los

derechos fundamentales en la justicia militar, también dejan de ser meros

límites de la actuación estatal para transformarse en instrumentos jurídicos

de control de su propia actividad.

La posición del T.C. trasluce un temor infundado donde existen órganos e

instancias que permiten controlar las decisiones arbitrarias y el abuso del

poder, que pudieran incurrir los jueces militares.

Al respecto, resulta ilustrativo lo expresado por la Corte Constitucional de

Colombia, cuando señala: “tratándose de la administración de justicia penal

militar, rigen igualmente los principios de imparcialidad y autonomía de los

funcionarios judiciales que, a voces de la Carta sólo se encuentran

sometidos al imperio de la ley”3. En el mismo sentido, agrega señalando: “El

que la justicia militar esté cubierta por los principios de la administración de

justicia en general implica que se vea garantizada la independencia judicial

tanto frente a las diferentes ramas del poder como, guardadas las

proporciones y respetando las competencias de ley, ante los superiores

jerárquicos”.

46
Pero, así como la Jurisdicción Militar se encuentra estrechamente vinculado

a los principios y valores que regulan la jurisdicción común, también es cierto

que, posee ciertas particularidades que la diferencian de ésta, y por lo mismo

justifican su razón de ser como fuero de excepción. En ese sentido, la Corte

Constitucional de Colombia señala: “el Código Penal Militar contiene un

régimen completo, tanto sustantivo como procesal, que si bien debe respetar

y desarrollar los principios y valores constitucionales, y responde por

consiguiente a los mismos principios y valores que se aplican para el

régimen penal ordinario, puede diferenciarse del mismo, cuando así lo exijan

las especiales condiciones para las cuales está previsto, o cuando de tal

diferencia no se derive detrimento de la Constitución”4.

En el mismo sentido la Corte Constitucional de Colombia se pronuncia en

otra sentencia, cuando afirma: "…[l]a Constitución no establece que las

normas procesales del Código Penal Militar deban ser idénticas a las del

Código de Procedimiento Penal. Si las disposiciones de la legislación

especial garantizan el debido proceso y se sujetan a la Constitución Política,

en principio, no son de recibo las glosas que se fundamenten exclusivamente

en sus diferencias en relación con las normas ordinarias, salvo que éstas

carezcan de justificación alguna. La Constitución ha impuesto directamente

una legislación especial y una jurisdicción distinta de la común. Por

3
Sentencia C-1002/05.
4
Sentencia C-1002/05.

47
consiguiente, el sustento de una pretendida desigualdad no podrá basarse

en la mera disparidad de los textos normativos”5.

Por ello, afirmamos que un tratamiento diferenciado respecto a las normas

que regulan la organización para acceder a la función jurisdiccional en el

fuero militar no resultan discriminatorio, ni atentatorio de los derechos

fundamentales, dado el carácter especial del fuero, pero siempre y cuando se

encuentre configurado dentro del marco de lo razonable y lo proporcional.

Así, la Corte Constitucional de Colombia ha expresado: “El tratamiento

diferenciado entre la jurisdicción penal ordinaria y la Justicia Penal Militar en

cuanto a los requisitos para acceder a los cargos de cada jurisdicción no

constituye –per se- violación al principio de igualdad constitucional, porque la

disímil estructura jurídica de una y otra excluye el tratamiento equivalente. No

obstante, pese a que dicha conclusión despeja la duda acerca de la

posibilidad de conferir un tratamiento diferenciado a los requisitos de acceso

entre ambas jurisdicciones, la misma no resuelve lo atinente a la legitimidad

del trato diferenciado objeto de la demanda, ya que es claro que no cualquier

tratamiento diferente podría autorizarse con el simple argumento de que el

trato diferente está permitido. Además de estar permitido, el trato diferencial

debe ser legítimo, razonado y proporcional”6.

5
Sentencia C-358 de 1997.
6
Sentencia C-171/04.

48
Resulta de gran importancia para los oficiales en actividad que desean

asumir funciones de carácter jurisdiccional, que no se les prive de los

derechos propios de tal situación, como la de ostentar un grado militar o

policial. Contrariamente a lo que afirma el T.C., considero que el cargo (de

magistrado militar) no se contrapone a su situación en actividad, y por el

contrario contribuye a la eficacia en la administración de justicia, en la

medida que representa para el justiciable una imagen de respeto a la

jerarquía y grado de la institución de donde proviene, manteniéndose así el

criterio de orden y disciplina en un órgano extra institucional, como lo es la

jurisdicción militar policial.

En realidad, como lo señala la sentencia de la Corte Constitucional de

Colombia “… Los jueces de instrucción penal militar policial no desempeñan

tareas de dirección política u orientación institucional, ni funciones que

requieran de una relación especial de confianza. Evidentemente, sus labores

son estrictamente judiciales. Y si bien la Carta Política autoriza la existencia

de una jurisdicción penal militar aparte de la jurisdicción ordinaria, ello no

significa que la justicia penal militar pueda sustraerse de los principios

propios de la administración de justicia, tal como el de que los funcionarios

judiciales deben ser independientes. Así las cosas, no existe ningún

argumento que justifique su exclusión del régimen de carrera

administrativa”7.

49
La eficiencia en la administración de justicia penal militar policial, por parte

del oficial en actividad, se traduce en el hecho que conoce el funcionamiento

y la problemática de la organización militar o policial, lo que a la larga se

plasma en sus actos, al decidir en forma objetiva e imparcial, además dicha

situación consolida a nivel subjetivo e interno del justiciable como de todo

miembro de dichas instituciones que, aún cuando, no estén procesados

observarán la majestad de administrar justicia en un personaje que

representa un grado y jerarquía militar o policial, lo que reforzara la idea de

disciplina y orden que debe imperar en toda institución castrense.

En efecto, conforme refiere la Corte Constitucional de Colombia: “La

administración de justicia reclama un juez conocedor de la problemática

sobre la cual debe emitir sus fallos, de juicio sereno, recto en todo sentido.

“Hay que tener en cuenta que una de las razones por las cuales se

estableció una jurisdicción penal especial conformada por miembros de la

Fuerza Pública, es la de que además del criterio jurídico que exigen las

decisiones judiciales, esos jueces y magistrados tengan conocimiento de la

estructura, procedimientos y demás circunstancias propias de la

organización armada, de suyo complejas y que justifican evidentemente la

especificidad de esa justicia”8.

7
Sentencia C-1002/05
8
Sentencia C-473/99.

50
Estas son los criterios que han primado para que el Constituyente

colombiano introduzca en el artículo 221° párrafo in fine de la Constitución

de este país, que: “...Tales Cortes o Tribunales estarán integrados por

miembros de la Fuerza Pública en servicio activo o en retiro”9. Al respecto,

la Corte Constitucional de Colombia precisa: “... por eso el constituyente

concibió la justicia penal militar, pues se trata de que en unos funcionarios

concurra, además del criterio jurídico inherente a todo administrador de

justicia, el conocimiento de la estructura de la fuerza pública, de la misión

constitucional que le incumbe y de las reglas de conducta que la gobiernan

pues esa estructura, esa misión y esas reglas de comportamiento tienen

profunda incidencia en la manera como se han de valorar las conductas

punibles cometidas por los miembros de la fuerza pública en servicio activo y

en relación con el servicio”10.

La especial atribución de autoridad que inspira la condición de magistrado, lo

eleva por sobre cualquier persona, sea civil o militar, haciendo que su

autoridad sea respetada por cualquier persona. Esto ocurre con el juez

militar, el mismo que conociendo la funcionalidad, reglas y problemática de la

organización militar o policial, puede emitir sentencias con absoluta

objetividad e imparcialidad, sobretodo si sus decisiones están vinculadas a la

Constitución y a las leyes.

9
El Congreso, como poder constituyente derivado, modificó el artículo 221° de la Carta y
explícitamente estableció, por medio del Acto Legislativo No 2 de 1995, que los tribunales castrenses
“estarán integrados por miembros de la Fuerza Pública en servicio activo o en retiro”.
10
Sentencia C-171/04

51
En cuanto al hecho de que los ´oficiales en actividad´ que ejercen función

jurisdiccional dependen del Poder Ejecutivo, ello no implica que en forma

necesaria vayan a perder su independencia e imparcialidad, por tres

razones:

1) Su designación como magistrado no depende del Ejecutivo, sino de

un organismo autónomo como es el Consejo Nacional de la

Magistratura.

2) Su actuación funcional se encuentra sujeta a control por parte del

Órgano de Control de la Magistratura, o del que haga sus veces.

3) El procedimiento como las decisiones jurisdiccionales tienen que

basarse en la ley, por lo que no se puede hablar de parcialidad, caso

contrario se estaría ante una trasgresión a la ley.

Por ello, considero que no existe incompatibilidad entre el ejercicio de la

función jurisdiccional y la condición de oficial en actividad de las Fuerzas

Armadas o Policía Nacional, dado que el militar o policía en actividad no sólo

ejerce el cargo de magistrado con mucho profesionalismo y responsabilidad,

sino que además, por la propia especialización que reviste este fuero

privativo, resulta necesario que se encuentre en situación de actividad, ahora

bien resulta viable que dichos cargos sean ejercidos por personal de oficiales

jurídicos en situación de retiro, en la medida que cuentan con la misma

formación, lo que amerita un estudio más profundo, por lo que se deja como

una iniciativa para su posterior tratamiento. Cabe recordar que la trasgresión

52
de la Ley es una situación de personas y no de normas, ya que son en

esencia las mismas disposiciones las que rigen el proceder del Magistrado

de la Jurisdicción militar policial como la del fuero común.

C. LA CREACIÓN DE UN ORGANISMO AL INTERIOR DE LA

JUSTICIA MILITAR QUE INTEGRE A LOS MAGISTRADOS

ASPIRANTES A LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL DE LA JUSTICIA

MILITAR

El T.C. ha cuestionado la existencia del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial,

al ser considerado por la Ley 28665, como el organismo que agrupe a los

postulantes a la función jurisdiccional de los tribunales militares. En efecto, el

T.C. refiere que las disposiciones de la Ley 28665 que regulan el Cuerpo

Judicial Penal Militar Policial, “desnaturalizan las atribuciones del Consejo

Nacional de la Magistratura, toda vez que establecen que este solo podrá

realizar el concurso “público” de méritos y la evaluación personal exigidos

por la Constitución, con quienes formen parte del Cuerpo Fiscal Penal Militar

Policial; es decir, que el denominado “concurso público” no será

precisamente público, pues se realizará solo con los integrantes de una

entidad como el Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial” (F.J. 105). Agrega el

T.C. que “limita con ello las funciones del mencionado órgano constitucional

y, además, restringe desproporcionada e irrazonablemente el ejercicio de

derechos fundamentales (como el de igualdad en el acceso a los cargos

públicos o la libertad de trabajo) de quienes teniendo una formación jurídico

53
militar idónea para desempeñar la función fiscal en materia penal militar no

son miembros del denominado Cuerpo Judicial Penal Militar (F.J. 106).

En el fondo, el test de igualdad que realiza el T,C. para determinar si la

creación del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, se encuentra justificado o

constituye una discriminación, no es necesariamente exacto, en la medida

que se ha realizado una interpretación de la norma en forma extensiva,

cuando debió interpretarse restrictivamente y con las variables que justifican

su existencia, por la naturaleza de la jurisdicción militar policial, ahora bien

concordamos con el Tribunal que no se puede condicionar el acceso a dicho

cargo, por el hecho de pertenecer a dicho organismo; sin embargo, es

adecuado hacer referencia que una vez que se obtiene el cargo, dicho

magistrado deberá integrarse al organismo en mención, por lo que se

justifica la variación de la norma materia de análisis, sin que ello implique la

desaparición de la mencionada organización, asimismo, puede haberse

tratado de un error material del legislador, lo que se desprende de un análisis

sistemático de la ley en lo referente a dicho punto, que amerita una mayor

profundización en cuando a su análisis. Y por otro lado, no toma en cuenta el

carácter especializado del fuero militar, la misma que por sí, es diferente del

fuero común, y exige por tanto un trato diferenciado, sin que ello implique

una afectación al orden constitucional o legal.

Según el test de igualdad que realiza el T.C., conformada por cinco pasos, el

Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, estaría superando sólo tres pasos:

54
Paso 1: verificación de la diferenciación legislativa: sólo podrán ser

nombradas por el CNM como jueces militares las personas que forman parte

del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial.

Paso 3: verificación de la existencia de un fin constitucional en la

diferenciación: finalidad de proteger el ejercicio de la carrera judicial militar de

quienes integran el mencionado cuerpo judicial penal militar, de modo tal que

se pueda asegurar la mayor eficacia de la función jurisdiccional en el ámbito

de la jurisdicción militar)

Paso 4: examen de idoneidad: el fin que se pretende, es lograr la mayor

eficacia de las decisiones judiciales que se adopten en la jurisdicción militar.

Sin embargo, el quinto paso, que es considerado como fundamental, no lo

supera. Argumenta el Tribunal lo siguiente:

Paso 5: examen de necesidad: limita el ejercicio del derecho fundamental de

igualdad en el acceso a las funciones públicas, así como el derecho a la

libertad de trabajo, no resulta absolutamente necesaria para la consecución

del fin que pretende, pues este pudo haber sido conseguido mediante otras

medidas igualmente idóneas, pero menos restrictivas de los aludidos

derechos fundamentales.

Mi apreciación personal es que sólo pueden asumir cargos para la función

jurisdiccional del fuero militar los oficiales del Cuerpo Jurídico en actividad o

en retiro, lo cual ciertamente implica una restricción, pero que se justifica,

conforme se ha mencionado, por la especialización de la función,

55
requiriéndose no sólo una formación judicial, sino también una formación

profesional militar o policial que suministre los fundamentos requeridos para

comprender los bienes jurídicos y los derechos que se encuentran en juego,

la naturaleza jurídica del delito y de la pena, su íntima conexión con derechos

fundamentales y los presupuestos de la responsabilidad penal. No podemos

olvidar que resulta un elemento constitutivo de un derecho del justiciable que

reclama una administración de justicia bajo un marco de seguridad jurídica

que solo se lo puede brindar aquella persona que tiene los conocimientos

básicos sobre la función militar o policial, caso de los oficiales jurídicos en

actividad o retiro.

Contrariamente a lo que sostiene el Tribunal Constitucional, considero que si

se estaría superando el quinto paso, pero no bajo la existencia del

denominado Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, tal como se encuentra

regulado en la Ley 28665, sino simplemente bajo la fórmula siguiente:

“Los Juzgados y Tribunales del Fuero Militar Policial estarán

integrados por miembros del Cuerpo Jurídico Militar o Policial, en

situación de actividad o de retiro, previo nombramiento por el Consejo

Nacional de la Magistratura”.

Esto implica que basta que el oficial forme o haya formado parte del Cuerpo

Jurídico Militar o Policial, para que pueda acceder a un cargo en la función

jurisdiccional militar, previo concurso ante el Consejo Nacional de la

56
Magistratura, conforme a lo expuesto líneas arriba. Es en esta etapa donde

el magistrado se integra al denominado Cuerpo Judicial Penal Militar Policial

y al Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial, según sea el caso.

Respecto al examen del quinto paso, veremos lo siguiente:

Quinto paso: (examen de necesidad)

El T.C. considera que restringir el acceso a los cargos públicos del fuero

militar sólo para aquellos que integran el Cuerpo Judicial Penal Militar

Policial, o sólo para aquellos oficiales que se encuentran en situación de

actividad, constituye una medida que afecta el derecho fundamental a la

igualdad, al no permitir que cualquier persona, incluido los civiles que tengan

una óptima formación jurídico-militar, accedan a la función pública en la

jurisdicción militar, lo cual vulnera el principio de proporcionalidad y

consecuentemente el principio de razonabilidad.

Sin embargo, considero que resulta legítimo introducir en este caso, un trato

diferenciado, y permitir que sólo los oficiales jurídicos que se encuentran en

situación de actividad o en retiro, postulen para el cargo de magistrados en el

fuero militar.

A continuación se plantean cinco argumentos a favor de esta idea11:

11
Estos argumentos han sido tomados de la Sentencia C-171/04, de la Corte Constitucional de
Colombia.

57
Primero: La identidad de la jurisdicción penal militar y la justicia penal

ordinaria no es plena y en cambio, entre ambas jurisdicciones existen

distinciones profundas que obligan al legislador a conferir un trato

abiertamente diferenciado.

Segundo: Si bien entre la jurisdicción penal ordinaria y la penal militar no es

posible concebir un trato diferenciado cuando se trata de asuntos como el

sometimiento del juez a la voluntad legal, el respeto al debido proceso, así

como los principios de imparcialidad, independencia y autonomía judiciales,

por lo mismo que éstos son los fundamentos esenciales de la función de

administrar justicia que ambas jurisdicciones comparten, sí puede el

legislador establecer diferencias relevantes con relación a la organización y

estructura de cada jurisdicción.

Tercero: De esta forma, y atendiendo precisamente a la diversa naturaleza

de la justicia penal militar, es legítimo exigir calidades relacionadas con ese

específico ámbito funcional. Es decir, para ocupar ciertos cargos dentro de la

justicia penal militar, el aspirante tiene que cumplir con la experiencia

requerida en el área militar o policial, precisamente porque posee un carácter

especial.

Cuarto: En ese sentido, si el objeto de la Jurisdicción Penal Militar es la

investigación y juzgamiento de delitos cometidos por miembros de la Fuerza

58
Armada y la Policía, que constituye fuero especial; y si las condiciones de

juzgamiento y la disciplina castrense son elementos indispensables para el

cabal entendimiento de la dinámica del delito militar, inscrito en los principios

de subordinación, disciplina y honor militares; y si además la nota

característica de las conductas investigadas es el uso de la fuerza y el

compromiso con la defensa de la seguridad nacional y el orden público,

resulta más que razonable, legítimo y proporcionado, que se exija que, para

acceder a ciertos cargos dentro de dicha jurisdicción, se tenga una

experiencia mínima en la vida militar o policial.

Quinto: El tratamiento diferenciado entre la jurisdicción penal ordinaria y la

Justicia Penal Militar Policial, en cuanto a los requisitos para acceder a los

cargos de cada jurisdicción no constituye –per se- violación al principio de

igualdad constitucional, porque la disímil estructura jurídica de una y otra

excluye el tratamiento equivalente.

La sola formación jurídica o judicial no basta para sustentar el carácter

abierto (que incluya civiles) que debe tener la postulación a la función

jurisdiccional del fuero militar, pues, si así fuera, sería legítimo que la

jurisdicción ordinaria investigue, acuse y juzgue a los miembros de la Fuerza

Armada y a la Policía aún en los supuestos de delitos de función.

En consecuencia, la existencia de este organismo al interior de la justicia

militar, se justifica por dos razones:

59
1) La primera, se encuentra vinculado con la expresada por el propio

T.C. en los pasos tercero y cuarto: “proteger el ejercicio de la carrera

judicial militar de quienes integran el mencionado cuerpo judicial penal

militar, de modo tal que se pueda asegurar la mayor eficacia de la

función jurisdiccional en el ámbito de la jurisdicción militar” (F.J. 159).

Vinculado al anterior, se encuentra “lograr mayor eficacia de las

decisiones judiciales que se adopten en la jurisdicción militar” (F.J.

160).

2) Compromiso del magistrado de la justicia militar. Esto implica que el

Oficial que va a ser magistrado debe integrarse en la organización

castrense, conocer su organización, sus reglas, sus problemas, lo que

no implica que deba ser menos imparcial al momento de decidir. Al

parecer, el T.C. considera que existe un magistrado absolutamente

objetivo, lo cual no es cierto.

En consecuencia, la medida diferenciadora resulta adecuada para lograr

mayor eficacia de la función jurisdiccional en el ámbito del fuero militar. No

podría establecer si dicha medida es absolutamente indispensable, pero la

considero como la más conveniente para una institución tan sensible y

delicada como la castrense, más aún cuando van a cumplir la función de

magistrado.

60
ANEXOS

1. Sentencia del Tribunal Constitucional, Exp. No. 0004-2006-PI/TC,

Asunto: Fiscal de la Nación.

61
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
PLENO JURISDICCIONAL
0004-2006-PI/TC

SENTENCIA
DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Del 29 de marzo de 2006

PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD

Fiscal de la Nación contra el Congreso de la República

Síntesis

Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por la Fiscal de la


Nación contra determinados extremos de la Ley 28665, de
Organización, Funciones y Competencia de la Jurisdicción
Especializada en Materia Penal Militar Policial

Magistrados firmantes:

GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Sumario

I. Asunto
II. Datos generales
III. Antecedentes
1. IV. Materias constitucionalmente relevantes
2. V. Fundamentos

§1. La jurisdicción especializada en lo militar y los principios de unidad, exclusividad,


independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional
1.1. Los principios de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional y la exigencia de un estatuto
jurídico único para los jueces
1.2. El principio de independencia de la función jurisdiccional. La separación entre las funciones
jurisdiccionales y las administrativas
1.3. Principio de imparcialidad de la función jurisdiccional y la estructura de la jurisdicción
especializada en lo militar
1.4. El derecho a un juez independiente e imparcial como contenido del derecho a la tutela
jurisdiccional “efectiva”

§2. Control de constitucionalidad de fondo de las disposiciones cuestionadas

A. La regulación de los órganos de la jurisdicción militar, los principios de unidad,


exclusividad, independencia e imparcialidad judicial y la garantía de inamovilidad
2.1.Los principios de unidad e independencia judicial y la regulación de la Sala Suprema Penal
Militar Policial y del Consejo Superior Penal Militar Policial

a) Los artículos 139 inciso 1), 141 y 173 de la Constitución y las competencias del Legislador en
la regulación de la jurisdicción especializada en lo militar
b) Análisis de constitucionalidad de las disposiciones que regulan la denominada Sala Suprema
Penal Militar Policial
c) El Consejo Superior Penal Militar Policial, el conocimiento de los procesos constitucionales y
las funciones de naturaleza administrativa

2.2.Los principios de independencia e imparcialidad judicial y la participación de “oficiales en


actividad” en la jurisdicción especializada en lo militar

2.3.Los principios de independencia e imparcialidad judicial y el Cuerpo Judicial Penal Militar


Policial

2.4.La garantía de inamovilidad y el principio de unidad judicial, respecto de la creación,


reducción, supresión o traslado de los órganos de la jurisdicción penal militar policial

2.5.El principio de unidad de la función jurisdiccional y el sistema de control disciplinario


“especial” de la Ley 28665

B. La garantía institucional de la autonomía del Ministerio Público y la creación de la


Fiscalía Penal Militar Policial

C. El principio de igualdad como límite de la actividad del Legislador


2.6.La igualdad jurídica y su vinculación al Legislador

2.7.La igualdad «ante la ley» y sus dos manifestaciones: igualdad «en la ley» e igualdad «en la
aplicación de la ley»

2.8.La vinculación entre el juicio de igualdad «en la ley» y el principio de proporcionalidad

2.9.El test de igualdad. Los pasos a seguir para verificar si una «diferenciación» es válida o si se
constituye en una «discriminación»

Primer paso: Verificación de la diferenciación legislativa (juicio de racionalidad)


Segundo paso: Determinación del nivel de intensidad de la intervención en la igualdad
Tercer paso: Verificación de la existencia de un fin constitucional en la diferenciación
Cuarto paso: Examen de idoneidad
Quinto paso: Examen de necesidad
Sexto paso: Examen de proporcionalidad en sentido estricto

2.10. El principio de igualdad y el examen de constitucionalidad de las disposiciones


cuestionadas

D. Análisis de constitucionalidad del régimen transitorio contemplado en la Ley 28665

§3. El control del Tribunal Constitucional, la legitimidad de las sentencias interpretativas y los
efectos en el tiempo de las sentencias de inconstitucionalidad
3.1. La legitimidad de las sentencias interpretativas
3.2. La seguridad jurídica y la necesidad de diferir los efectos de las sentencias
3.3. La sentencia del Tribunal Constitucional y los efectos de la Ley 28665

VII. Fallo

EXP. N.º 0004-2006-PI/TC


LIMA
FISCAL DE LA NACIÓN

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 29 días del mes de marzo de 2006, el pleno jurisdiccional del Tribunal
Constitucional, integrado por los magistrados García Toma, Presidente; Gonzales Ojeda,
Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Latirigoyen, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia
la siguiente sentencia.

I. ASUNTO
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por la Fiscal de la Nación contra determinados
extremos de las siguientes disposiciones: artículos I y XII del Título Preliminar, artículos 1, 5, 8, 9,
10.1, 10.2, 14, 15.3, 15.4, 15.5, 16.1, 17.5, 23, 24.2, 28, 31, 36.1, 49.1, 49.2, 53, 54, 55, 56, 80, 81.1,
82.1, Primera, Sexta y Séptima Disposiciones Complementarias, Cuarta y Quinta Disposiciones
Transitorias de la Ley 28665, Ley de Organización, Funciones y Competencia de la Jurisdicción
Especializada en Materia Penal Militar Policial.

II. DATOS GENERALES

Tipo de proceso : Proceso de inconstitucionalidad

Demandante : Fiscal de la Nación

Disposición sometida a control : Ley 28665, de Organización, Funciones y Competencia de la


Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial.
Disposiciones constitucionales : Artículos 2.2, 139.1, 139.2, 150 y 158 Const.
cuya vulneración se alega

Petitorio : Se declare la inconstitucionalidad de determinados extremos


de las siguientes disposiciones: artículos I y XII del Título
Preliminar, artículos 1, 5, 8, 9, 10.1, 10.2, 14, 15.3, 15.4,
15.5, 16.1, 17.5, 23, 24.2, 28, 31, 36.1, 49.1, 49.2, 53, 54,
55, 56, 80, 81.1, 82.1, Primera, Sexta y Séptima
Disposiciones Complementarias, Cuarta y Quinta
Disposiciones Transitorias de la Ley 28665.
3.
4. IV. ANTECEDENTES
1. Argumentos de la demandante

Con fecha 24 de enero del 2006, la Fiscal de la Nación solicita que se declare la
inconstitucionalidad de determinados extremos de los artículos de la Ley 28665, de Organización,
Funciones y Competencia de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial,
publicada el 7 de enero del 2006 en el diario oficial “El Peruano”, por considerar que vulneran los
principios constitucionales de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional, de autonomía
del Ministerio Público, de independencia e imparcialidad, así como el derecho a la igualdad ante
la ley.
Alega que las disposiciones que se mencionan a continuación vulneran el derecho a la
igualdad ante la ley y el mandato de no discriminación, entendido como un derecho subjetivo que
supone la prohibición de ser discriminado por algunas de las causales previstas en el artículo 2.2
de la Constitución o por alguna otra que lesione la dignidad del ser humano:

a) Artículo 10, inciso 2; que dispone que la presidencia de la Sala Suprema Penal Militar
Policial se encuentre a cargo de uno de los tres vocales supremos del Cuerpo Judicial Penal
Militar Policial. Aduce que vulnera el mencionado principio, toda vez que se excluye sin
causa objetiva a los dos vocales supremos de la jurisdicción ordinaria.

b) Cuarta Disposición Transitoria, según la cual los fiscales supremos penales militares
policiales designados por la Junta Transitoria, Calificadora y Designadora se integran a la
Junta de Fiscales Supremos del Ministerio Público. Alega que la presente disposición vulnera
el principio constitucional de igualdad, en tanto que únicamente los mencionados fiscales
supremos penales militares policiales designados “provisionalmente” por la Junta señalada
podrán integrar la Junta de fiscales supremos, excluyendo de esta manera a los Fiscales
Supremos Provisionales nombrados de acuerdo con el Decreto Legislativo 052, Ley Orgánica
del Ministerio Público.

Por otro lado, señala que las disposiciones cuestionadas también vulneran los principios de unidad
y exclusividad de la función jurisdiccional, recogido en el artículo 139, inciso 1), de la Constitución.
Precisa que la "unidad en el caso del Poder Judicial importa que todos los jueces se sujeten a un
estatuto orgánico único, el que será de naturaleza y características que garanticen su independencia".

Aduce que este principio es vulnerado por las siguientes disposiciones:

a. Artículo I del Título Preliminar, el cual prescribe que la Jurisdicción Especial en Materia
Penal Militar se vincula en el vértice de su organización con el Poder Judicial y administra
justicia en nombre del pueblo. Al respecto, refiere que, conceptualmente, la unidad afirma
la propiedad de todo ente, según la cual no puede dividirse ni separarse sin que su esencia
se destruya o altere. En el caso del Poder Judicial, es imprescindible que todos los jueces
se sujeten a un estatuto orgánico único, pues mientras

el Poder Judicial sea un ente orgánico, cohesionado, jerarquizado y con una sola
cabeza directriz, podrá decirse que está en aptitud de ser independiente. Pero si –
como hace la Ley–, se introduce en él un cuerpo extraño, ajeno a su
organización, el principio de unidad desaparece y se abren las puertas para minar
su independencia.

Asimismo, refiere que se vulneran los principios de unidad y exclusividad de la función


jurisdiccional al haberse establecido que la Sala Suprema Penal Militar Policial sea
integrada, además, por tres vocales provenientes de la jurisdicción especial, a quienes se
les ha otorgado los mismos derechos que los vocales supremos, es decir, que tienen
“plenos derechos para intervenir con voz y voto en la Sala Plena de la Corte Suprema en
asuntos que competen a la jurisdicción ordinaria”.

b.Primera Disposición Complementaria, en concordancia con el artículo 15, inciso 3), en


cuanto ambas disposiciones establecen criterios acerca del Pliego Presupuestal de la
Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial. Según refiere, las
mencionadas disposiciones disponen que administrativa y económicamente el Cuerpo
Judicial Penal Militar Policial tiene plena autonomía, no teniendo punto de conexión con
la estructura organizativa y económica del Poder Judicial.

c. Artículos 23 y 28, que otorgan competencia al Consejo Superior Penal Militar Policial
para crear, reducir y trasladar sedes; así como para determinar la demarcación geográfica
de los Consejos Territoriales Penales Militares Policiales y los Juzgados Penales Militares
Policiales. Al respecto, manifiesta que dichas disposiciones vulneran el principio de
unidad y autonomía del Poder Judicial, toda vez que este carece de la citada competencia.

Asimismo, la Fiscal de la Nación sostiene que el principio de autonomía del Ministerio


Público es vulnerado por las siguientes disposiciones:

a) Artículo XII del Título Preliminar, el cual dispone que el Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial
depende funcionalmente del Fiscal Supremo Penal Militar Policial. Alega que este artículo
vulnera el mencionado principio, toda vez que los Fiscales Penales Militares Policiales
dependen administrativa, funcional y orgánicamente de la Fiscalía Suprema Penal Militar
Policial, quedando fuera del ámbito de control de los órganos de línea del Ministerio Público.
Por otra parte, arguye que los principios de independencia e imparcialidad de la función
jurisdiccional, son vulnerados por las siguientes disposiciones que establecen, entre otras
previsiones, que la función jurisdiccional y la función fiscal puedan ser desempeñadas por
oficiales en situación de actividad:

a) Artículo 16, inciso 1, que establece que el Consejo Superior está conformado por vocales con
grado militar o policial de General de Brigada, o equivalente en situación de actividad.
b) Artículo 24, inciso 2, que dispone que los miembros de cada Sala de los Consejos Territoriales
Penales Militares Policiales tengan grado militar o policial de Coronel, o equivalente en
situación de actividad.
c) Artículo 31, que establece que los Jueces Penales Militares Policiales del Cuerpo Judicial
Penal Militar Policial deban tener grado militar o policial de Teniente Coronel o equivalente
en situación de actividad.
d) Artículo 49, que dispone que los Fiscales Penales Militares Policiales que actúan en la
Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial, son oficiales en situación de
actividad, a excepción de los Fiscales Supremos Penales Militares Policiales, quienes deberán
pasar a la situación de retiro para ejercer dicho cargo.

Finalmente, sostiene que, de acuerdo con las disposiciones precitadas, “aquellos que actúan
en la función fiscal militar policial, mantendrán sus cargos castrenses; por lo tanto, rigen con
respecto a ellos, los principios de obediencia, jerarquía y de autoridad y subordinación; principios,
todos ellos, incompatibles con los postulados de un Estado Constitucional de Derecho”.

2. Argumentos del demandado


Con fecha 21 de marzo de 2006, el apoderado del Congreso de la República contesta la
demanda solicitando que se la declare infundada en todos sus extremos, argumentando que la ley
impugnada no vulnera ninguno de los principios constitucionales invocados en la demanda.

Con relación al derecho a la igualdad ante la ley y el mandato de no discriminación, la


emplazada sostiene que la organización independiente y diferenciada de la jurisdicción militar
está perfectamente justificada constitucionalmente, a tenor del artículo 139, inciso 1, de la
Constitución, y conforme lo señala la sentencia del Tribunal Constitucional, 0023-2003-AI/TC, en
la que se advierte que la intensidad y el alcance de la vinculación entre la jurisdicción ordinaria y
la jurisdicción militar le corresponde al Congreso de la República. Por ello, el artículo 10 de la
ley impugnada no resulta inconstitucional, toda vez que el Congreso decidió que de los cinco
vocales integrantes de la Sala Suprema Penal Militar, tres sean militares en retiro, entre los cuales
se tendrá que escoger al Presidente de la Sala Suprema. Agrega que tal exigencia es
imprescindible, atendiendo a los criterios históricos y de cumplimiento de las trascendentales
atribuciones de las Fuerzas Armadas. Así, la opinión dirimente recaería sobre un magistrado con
los conocimientos técnicos necesarios para la función jurisdiccional que se está desempeñando.

Sostiene también que la exigencia de la formación jurídico-militar es esencial; que esta no


se limita a conocimientos de Derecho Militar, sino que incluye el conocimiento y la vivencia de
los hechos, modos y circunstancias en los que han tenido que aplicar los reglamentos y leyes
propios de la institución.

Asimismo, indica que la Junta Transitoria, Calificadora y Designadora, creada por la Cuarta
Disposición Transitoria de la ley impugnada, no vulnera el principio de igualdad, porque su vigencia
concluye con la consumación de las funciones que le fueron atribuidas por ley. Señala que la Junta
está presidida por un miembro del Consejo Nacional de la Magistratura y que su creación responde al
criterio de especialidad con que deben contar los postulantes al Ministerio Público. Aclara que el
régimen transitorio era necesario debido a que el cumplimiento de la ley debe ser paulatino y sin
entorpecer las funciones de la jurisdicción ordinaria ni la de los fiscales ordinarios. De otro lado,
argumenta que la mencionada Junta está integrada por tres miembros del CNM, y que la Junta no es
inconstitucional, pues su finalidad es contar con jueces y fiscales inmediatamente para dar
operatividad a la justicia militar.

Con relación a los principios de unidad y autonomía del Poder Judicial, sostiene que no se
ha transgredido la Constitución, dado que el artículo 139, inciso 1, establece que la jurisdicción
militar es excepcional, por lo que su estructura independiente y la vinculación en el vértice de
ambas jurisdicciones (la militar policial y la ordinaria) tienen fundamento constitucional, de
manera que solo al Congreso le compete estructurar la organización de la jurisdicción militar.

Respecto del principio de supremacía de la ley específica, señala que responde a una
técnica de resolución de conflictos entre normas del mismo rango.

En cuanto a los principios de independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional, sostiene


que ellos no se han vulnerado puesto que la Constitución prevé que la jurisdicción militar es
excepcional e independiente de la ordinaria, por lo que ambas jurisdicciones deben tener las
mismas características.

Afirma también que la competencia de la Sala Suprema Penal Militar Policial, de designar
entre los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura al Presidente del Consejo Superior de
Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial, no contraviene el principio de
independencia jurisdiccional, porque la independencia no se garantiza por la calidad del órgano
que nombra al presidente del consejo, sino por su sujeción a la Constitución y al Estado de
Derecho.

Asegura el demandado que los artículos 23 y 28, que se refieren a la creación, reducción y
desplazamiento de sedes jurisdiccionales en el ámbito nacional, regulan una potestad que
responde a la naturaleza de la especialidad y excepcionalidad de la justicia militar.

Respecto de los miembros de los Cuerpos Judicial y Fiscal Penal Militar Policial, y su
condición de oficiales en actividad, señala que no se afectan la independencia e imparcialidad del
Poder Judicial ni del Ministerio Público, pues la jurisdicción militar es independiente de ambas.
En cuanto a la independencia de la jurisdicción militar, indica que esta tampoco se ve afectada,
pues la ley impugnada prevé que quienes asuman funciones jurisdiccionales y/o fiscales deban
tener formación jurídica y militar policial.

Por otro lado, alega que la Constitución no establece un único sistema de control
disciplinario de los jueces. Añade, que lo dispuesto en el artículo 154, inciso 3, no es óbice para
que a través de la Ley Orgánica del Poder Judicial se establezca un sistema de control
disciplinario distinto del CNM. Así, el demandado llega a la conclusión de que aceptar que sea la
Corte Suprema (jurisdicción ordinaria) la que se encargue del control disciplinario de los jueces
de la jurisdicción militar, sería un atentado contra la independencia y autonomía de esta
jurisdicción, garantizada por la Constitución.

Respecto del principio de autonomía del Ministerio Público, se debe tener en cuenta que,
en el caso de la jurisdicción militar, los fiscales penales militares policiales no representan a toda la
sociedad, como en el caso de la jurisdicción ordinaria, sino que representan a un sector de ella, y
responden a la protección de los bienes jurídicos castrenses. De este modo, la dependencia
administrativa y funcional de los fiscales al Fiscal Supremo Penal Militar Policial obedece al
criterio de especialidad de la jurisdicción militar. Añade que, conforme a los artículos 56 y 53 de la
ley impugnada, no se contraviene lo señalado por el Tribunal Constitucional, cuando sostiene que la
Constitución no permite que otro órgano ejerza las mismas atribuciones que el Ministerio Público,
porque su organización sigue siendo única jerárquicamente, a través de las funciones que asume el
Fiscal de la Nación.

3. Informe de la Defensoría del Pueblo y otros informes

- Con fecha 4 de abril de 2006, la Defensoría del Pueblo puso a consideración del Tribunal
Constitucional el Informe Defensorial 104, denominado “Inconstitucionalidad de la
legislación penal militar policial aprobada por la Ley 28665 y el Decreto Legislativo 961”.

- Asimismo, con fechas 21 y 30 de marzo de 2006, se recibieron los informes escritos de la


representación de la Justicia Militar.

- Finalmente, con fecha 3 de abril de 2006, se recibió el informe escrito del Instituto de Defensa
Legal.

5. VI. Materias constitucionalmente relevantes

Este Colegiado estima que el análisis de constitucionalidad de las disposiciones


cuestionadas de la Ley 28665 debe centrarse en los siguientes temas:

¾ Si la regulación de la Sala Suprema Penal Militar Policial y del Consejo Superior Penal
Militar Policial vulnera los principios de unidad e independencia judicial.
¾ Si la creación de la Fiscalía Penal Militar Policial vulnera la autonomía del Ministerio Público.
¾ Si la participación de “oficiales en actividad” en la jurisdicción especializada en lo militar
vulnera los principios de independencia e imparcialidad judicial.
¾ Si la regulación de un Cuerpo Judicial Penal Militar Policial vulnera los principios de
independencia e imparcialidad judicial.
¾ Si la creación, reducción, supresión o traslado de los órganos de la jurisdicción penal militar
policial, dispuesta por la Ley 28665, vulnera la garantía de inamovilidad.
¾ Si el régimen transitorio contemplado en la Ley 28665 vulnera los principios de la función
jurisdiccional, la autonomía del Ministerio Público y la independencia del Consejo Nacional
de la magistratura.
¾ Si el sistema de control disciplinario “especial” de la Ley N.º 28665 vulnera el principio de
unidad de la función jurisdiccional.
¾ Y, finalmente, si la exigencia de que el Consejo Nacional de la Magistratura solo podrá
nombrar como jueces a los miembros del Cuerpo Judicial Penal Militar, vulnera el derecho a
la igualdad de quienes, no formando parte de este Cuerpo, poseen formación jurídico-militar.

VII. FUNDAMENTOS
§1. La jurisdicción especializada en lo militar y los principios de unidad, exclusividad,
independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional

1) En primer lugar, cabe precisar que, hasta en dos pronunciamientos anteriores (Expedientes
0017-2003-AI/TC y 0023-2003-AI/TC), el Tribunal Constitucional, en cuanto Supremo
Intérprete de la Constitución, ha establecido cuáles son los alcances de los principios básicos
que rigen la actividad de los órganos jurisdiccionales, incluidos los que se especializan en la
materia militar, por lo que, atendiendo a las peculiaridades que presentan en este caso las
disposiciones cuestionadas de la nueva ley de organización de la justicia militar, no solo se
hará una remisión a esta doctrina jurisprudencial, sino que se abundará en el análisis de tales
principios.
2) En segundo lugar, es necesario tener en cuenta que ante este Colegiado se viene tramitando
también la demanda de inconstitucionalidad interpuesta por el Colegio de Abogados de Lima
contra diferentes disposiciones de la Ley 28665 (Expediente 0006-2006-PI/TC), razón por la
cual, en el presente caso, se analizarán determinados principios e instituciones relacionados
con las disposiciones cuestionadas por la Fiscal de la Nación, reservando el análisis de otros
principios e instituciones para el momento en que se examinen la disposiciones cuestionadas
por el Colegio de Abogados de Lima.

1.1. Los principios de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional y la exigencia de un


estatuto jurídico único para los jueces

3) En la sentencia recaída en el Expediente 0023-2003-AI/TC, el Tribunal Constitucional,


respecto del principio de unidad de la función jurisdiccional, estableció:

La unidad ha de ser comprendida, en principio, como la negación de la idea de la


fragmentación jurisdiccional; y esto porque, por motivaciones derivadas de la esencia, carácter
y calidad de la función de dirimir en los conflictos interindividuales de contenido estrictamente
jurídico, se hace patente la necesidad, dentro de lo razonable, de asegurar la individualidad y
unidad de dicho atributo soberano a favor del Poder Judicial.
El principio de unidad permite que la función jurisdiccional sea ejercida por una entidad
“unitaria”, a efectos de asegurar el cumplimiento del principio de igualdad ante la ley, previsto
en el inciso 2) del artículo 2° de la Constitución; y, con ello, que todos los justiciables se
encuentren, en principio y como regla general, sometidos a los mismos tribunales, sin que se
considere constitucional la existencia de fueros especiales o de privilegio en “razón” de la
mera e inadmisible diferenciación de las personas o de cualquier otra consideración absurda.
En la sentencia recaída en el Exp. 017-2003-AI/TC, este Tribunal sostuvo que el principio de
unidad de la función jurisdiccional: “(...) se sustenta en la naturaleza indivisible de la
jurisdicción, como expresión de la soberanía. Según ésta, la plena justiciabilidad de todas las
situaciones jurídicamente relevantes han de estar confiadas a un único cuerpo de jueces y
magistrados, organizados por instancias, e independientes entre sí, denominado Poder
Judicial(...)”.1

4) Sobre el principio de exclusividad de la función jurisdiccional, este Colegiado ha sostenido:

(...) afecta, de un lado, al status jurídico de los magistrados y, por otro, al orden funcional del
órgano de la jurisdicción ordinaria.
De acuerdo con el primero, los jueces que forman parte del Poder Judicial están dedicados
única y exclusivamente a ejercer la juris dictio, esto es, a ejercer funciones de naturaleza
judicial, de modo que el ejercicio de la función que se les confía a los jueces y magistrados es
incompatible con cualquier otra actividad pública y privada, con la única excepción de la
docencia universitaria, y siempre que ella se ejerza fuera del horario de trabajo judicial, como
precisa el artículo 146° de la Norma Suprema.
De acuerdo con el segundo, sólo el Poder Judicial ejerce la función jurisdiccional del Estado,
sin que algún otro poder público pueda avocarse al ejercicio de dicha función. Así, es el Poder
Judicial, en principio, el único de los órganos estatales a quien se ha confiado la protección
jurisdiccional de las situaciones subjetivas y de los intereses y bienes jurídicamente relevantes,
no pudiéndose establecer ninguna jurisdicción independiente (artículo 139, inciso 1), o que
otros órganos realicen el juzgamiento de materias confiadas a él ya sea por comisión o por
delegación, o por “órganos jurisdiccionales de excepción o comisiones especiales creadas al
efecto, cualquiera que sea su denominación” [incisos 1 y 3, artículo 139° de la
Constitución].155[2][2]

1(1)]
Expediente 0023-2003-AI/TC, FFJJ 16 y 17
2][2]
Expediente 0017-2003-AI/TC, FFJJ 116-117
5) Por tanto, los principios de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional constituyen
elementos indispensables en el funcionamiento de todo órgano jurisdiccional, siendo el Poder
Judicial el órgano al que por antonomasia se le ha encargado ejercer dicha función. No
obstante, en reiterados pronunciamientos, entre los que destacan los recaídos en los
mencionados Expedientes 0017-2003-AI/TC y 0023-2003-AI/TC, el Tribunal Constitucional
ha sostenido que, conforme se desprende del artículo 139, inciso 1, de la Constitución, una de
las excepciones a los principios de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional está
constituida por la existencia de la denominada “jurisdicción especializada en lo militar”.156[3][3]
Cabe, por tanto, preguntarse:

¿Qué significado tiene la disposición constitucional que establece que la jurisdicción


especializada en lo militar es una excepción a los principios de unidad y exclusividad de
la función jurisdiccional?

6) En primer término, debe descartarse el sentido interpretativo según el cual la jurisdicción


especializada en lo militar pudiera entenderse como una jurisdicción desvinculada de los
principios de unidad y exclusividad de la «función jurisdiccional», es decir, que pueda ser
entendida como una institución que, dada su finalidad (solamente se encarga de juzgar delitos
de la función militar), pudiese establecer una organización y funciones que se encuentren
desvinculadas de aquellas que son propias de todo órgano que administra justicia. El poder
jurisdiccional del Estado es uno solo. En un Estado Constitucional de Derecho existe una
función de control que la Norma Fundamental ha otorgado al poder jurisdiccional frente a los
poderes Ejecutivo y Legislativo.

7) De igual modo, debe descartarse el sentido interpretativo según el cual el artículo 168º de la
Constitución, que establece que “Las leyes y los reglamentos respectivos determinan la
organización, las funciones, las especialidades, la preparación y el empleo; y norman la
disciplina de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional”, posibilitaría que la jurisdicción
militar pudiese contar con un estatuto jurídico desvinculado de los principios que rigen la
función jurisdiccional, toda vez que, como es evidente, la mencionada disposición
constitucional está referida exclusivamente a la «administración» militar y policial, mas no a
la «jurisdicción» especializada en lo militar.

8) Por ello, todo órgano que posea naturaleza jurisdiccional (sea ordinario, constitucional,
electoral, militar y, por extensión, los árbitros) debe respetar, mínimamente, las garantías que
componen los derechos a la tutela jurisdiccional “efectiva” y al debido proceso, entre las que
destacan los derechos al libre acceso a la jurisdicción, de defensa, a la prueba, a la motivación
de las resoluciones judiciales, a la obtención de una resolución fundada en Derecho, a la
pluralidad de instancias, al plazo razonable del proceso, a un juez competente, independiente e
imparcial, a la ejecución de resoluciones judiciales, entre otros derechos fundamentales.
Como este Colegiado ha establecido en anterior oportunidad:

el reconocimiento constitucional de fueros especiales, a saber, militar y arbitral (inciso 1 del


artículo 139); constitucional (artículo 202) y de Comunidades Campesinas y Nativas (artículo
149), no vulnera el principio de igualdad ante la ley, previsto en el inciso 2 del artículo 2 de la
Constitución, siempre que dichas jurisdicciones aseguren al justiciable todas las garantías
vinculadas al debido proceso y a la tutela judicial efectiva.157[4][4]

Además, a todo órgano que tenga la potestad de administrar justicia le es de aplicación el


artículo VI in fine del Código Procesal Constitucional
156[3][3]
Expediente 0017-2003-AI/TC, FJ 120
157[4][4]
Expediente 06167-2005-HC/TC FJ 7.
por el cual los jueces (y por extensión, también los árbitros) quedan vinculados a los preceptos
y principios constitucionales conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las
resoluciones del Tribunal Constitucional; sin perjuicio del precedente vinculante con efectos
normativos del artículo VII del título preliminar del Código Procesal Constitucional.158[5][5]

9) En segundo lugar, teniendo en cuenta que el artículo 138 de la Constitución establece que la
potestad de administrar justicia se ejerce por el Poder Judicial, la excepción hecha a favor de la
jurisdicción especializada en lo militar puede ser entendida como una excepción al ejercicio de la
función jurisdiccional por el Poder Judicial, lo que no implica, como ya se ha visto en los
parágrafos precedentes, que la jurisdicción especializada en lo penal militar pierda su naturaleza
“jurisdiccional” y, como tal, se encuentre desvinculada de todos aquellos principios que rigen la
función jurisdiccional. Al respecto, deben tenerse en cuenta dos aspectos de trascendental
importancia. En primer lugar, por tratarse de una excepción en la Norma Fundamental, su
interpretación debe realizarse siempre de modo restrictivo y no extensivo; y, en segundo lugar,
que el Legislador, al organizar la jurisdicción militar, no puede desconocer aquellos principios
constitucionales propios de los órganos que administran justicia.

10) Es necesario precisar que conforme al artículo 139 inciso 1, de la Constitución, el principio de
unidad de la función jurisdiccional implica que el Estado peruano, en conjunto, posee un sistema
jurisdiccional unitario, en el que sus órganos tienen idénticas garantías, así como reglas básicas
de organización y funcionamiento. De ello no se deduce que el Poder Judicial sea el único
encargado de la función jurisdiccional (pues tal función se le ha encargado también al Tribunal
Constitucional, al Jurado Nacional de Elecciones, a la jurisdicción especializada en lo militar y,
por extensión, al arbitraje), sino que no exista ningún órgano jurisdiccional que no posea las
garantías propias de todo órgano jurisdiccional. Como se ha mencionado, la función
jurisdiccional del Estado es una sola y debe ser ejercida con todas las garantías procesales
establecidas por la Constitución.

11) No se encuentra en discusión el hecho de que la jurisdicción especializada en lo militar tenga la


peculiaridad de juzgar los delitos de la función militar. Sin embargo, al formar parte de un
sistema judicial unitario, debe constituirse en cuanto tal con las mismas garantías procesales que
posee la jurisdicción ordinaria.

12) Cosa distinta es distinguir cómo se organiza la función jurisdiccional del Estado. Como se ha
evidenciado, esta función jurisdiccional es ejercida por el Poder Judicial, por el Tribunal
Constitucional, por el Jurado Nacional de Elecciones y por la jurisdicción especializada en lo
militar, entre otros. En el caso de los tres primeros órganos mencionados, el principio de unidad
de la función jurisdiccional implica, a su vez ,que cada uno de estos órganos deba sujetarse a un
estatuto jurídico básico y propio, el que deberá asegurar la unidad funcional del sistema judicial,
así como la independencia judicial y el trato igualitario a los jueces que se encuentren en el
mismo nivel y jerarquía, esto es que no podría considerarse que cada uno de estos órganos
constituye una unidad cuando en su interior existan diferentes estatutos jurídicos para sus
miembros.

En el caso de la jurisdicción especializada en lo militar –independientemente de que su ubicación


se encuentre dentro o fuera del Poder Judicial–, deberá poseer garantías procesales no menores de
las que existen en la jurisdicción ordinaria, así como un estatuto jurídico que procure la
preservación de la autonomía judicial y el trato igualitario entre sus miembros. En caso de que el
Legislador decida que sus instancias no se encuentren dentro del Poder Judicial, deberá dotarse a
esta jurisdicción de un estatuto jurídico único para sus miembros. En el caso que el Legislador

158[5][5]
Expediente 06167-2005-HC/TC FJ 8
decida establecer que tales tribunales militares, o alguno de ellos, se encuentren dentro del Poder
Judicial, estos deberán someterse, en su totalidad, al estatuto jurídico único que rige a los
magistrados de éste órgano constitucional.

13) Como es de entender, las atribuciones jurisdiccionales, sea en sede judicial ordinaria, especial o
cuasijurisdiccional administrativa, se encuentran vinculadas al principio jurídico de supremacía
constitucional señalado en el artículo 51 de la Constitución, en sus dos vertientes: Fuerza
normativa positiva, aplicando las normas legales en base a las disposiciones constitucionales; y,
fuerza normativa negativa, inaplicando la norma administrativa y/o legal que sea extraña a la
Constitución. Pero, precisando que la calificación de lo inconstitucional radica en última
instancia en esta sede constitucional concentrada, y que la inaplicación de una norma
inconstitucional se producirá cuando exista jurisprudencia y/o precedentes vinculantes
constitucionales, de conformidad con los artículos VI y VII del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional.

14) Asimismo, cabe recordar, respecto del nivel de vinculación que debe existir entre el Poder
Judicial y la jurisdicción especializada en lo militar, lo que este Colegiado ha sostenido en
anterior oportunidad, en el sentido de que “(...) es competencia del Congreso de la República
delinear, dentro de los márgenes de la Constitución y, por ende, con pleno respeto de los
derechos fundamentales, la nueva estructura, organización y funcionamiento de la justicia
militar, de conformidad con el artículo 173 de la Constitución”. De otro lado, ha precisado que
“(...) no es de su competencia establecer si el juzgamiento de los delitos de función, de acuerdo
con la ley futura, deba realizarse por un tribunal militar completamente desvinculado de la
jurisdicción ordinaria. La decisión sobre la intensidad y el alcance de la vinculación entre la
jurisdicción ordinaria y la militar le corresponde al Congreso”159[6][6].

15) De otro lado, fuertemente vinculado con el principio de unidad se encuentra el mencionado
principio de exclusividad de la función jurisdiccional. En general, conforme al primer y segundo
párrafos del artículo 146 y al artículo 139 inciso 1, de la Constitución, y como se desprende de lo
expuesto en las aludidas sentencias de este Colegiado, este principio posee dos vertientes:

a) Exclusividad judicial en su vertiente negativa: se encuentra prevista en el artículo 146,


primer y segundo párrafos, de la Constitución, según la cual los jueces no pueden
desempeñar otra función que no sea la jurisdiccional, salvo la docencia universitaria. En
efecto, en el desarrollo de la función jurisdiccional los jueces sólo pueden realizar esta
función, no pudiendo laborar en ninguna otra actividad ya sea para el Estado o para
particulares, es decir, que un juez, a la vez que administra justicia, no puede desempeñar
otros empleos o cargos retribuidos por la administración pública o por entidades particulares.
Esta vertiente del principio de exclusividad de la función jurisdiccional se encuentra
directamente relacionada con el principio de imparcialidad de la función jurisdiccional, pues
tiene la finalidad de evitar que el juez se parcialice en defensa del interés de una determinada
entidad pública o privada.

En el caso de la jurisdicción especializada en lo militar, el principio de exclusividad de la


función jurisdiccional implica, en su vertiente negativa, que los jueces militares no puedan
desempeñar ninguna otra función que no sea la jurisdiccional para el conocimiento de materias
como los delitos de la función exclusivamente castrense, salvo la docencia universitaria, es
decir, no podrán desempeñar ninguna función de carácter administrativo militar o de mando
castrense, entre otras.

159[6][6]
Expediente 0023-2003-AI/TC, Resolución aclaratoria, FFJJ 3 y 6
b) Exclusividad judicial en su vertiente positiva: se contempla en el artículo 139, inciso 1, de la
Constitución, según el cual sólo el Poder Judicial puede ejercer función jurisdiccional, salvo el
caso de las excepciones ya mencionadas del Tribunal Constitucional, el Jurado Nacional de
Elecciones y la jurisdicción militar, entre otros. En otras palabras, en un Estado Constitucional
de Derecho, ni el Poder Ejecutivo ni el Poder Legislativo pueden arrogarse la función
jurisdiccional, pues, como se ha mencionado, esta actividad le corresponde exclusivamente al
Poder Judicial, al Tribunal Constitucional, al Jurado Nacional de Elecciones y a la jurisdicción
militar, entre otros.

En el caso de la jurisdicción especializada en lo militar, el principio de exclusividad de la


función jurisdiccional implica, en su vertiente positiva, que sólo los jueces de la
jurisdicción especializada en lo militar –ya sea que esta se encuentre dentro o fuera del
Poder Judicial– podrán conocer los denominados “delitos de la función militar”.

1.2. El principio de independencia de la función jurisdiccional. La separación entre las


funciones jurisdiccionales y las administrativas

16) Tal como ya se ha mencionado, el principio de unidad de la función jurisdiccional tiene como
una de sus principales funciones garantizar la independencia de los órganos que administran
justicia. Como tal, la independencia judicial se constituye en uno de los principios medulares
de la función jurisdiccional, sin la cual simplemente no se podría sostener la existencia de un
Estado de Justicia.

17) Sobre el particular, el Tribunal Constitucional ha sostenido:

La independencia judicial debe ser entendida como aquella capacidad autodeterminativa para
proceder a la declaración del derecho, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, dentro de los
marcos que fijan la Constitución y la Ley. En puridad, se trata de una condición de albedrío
funcional.
El principio de independencia judicial exige que el legislador adopte las medidas necesarias y
oportunas a fin de que el órgano y sus miembros administren justicia con estricta sujeción al
Derecho y a la Constitución, sin que sea posible la injerencia de extraños [otros poderes públicos o
sociales, e incluso órganos del mismo ente judicial] a la hora de delimitar e interpretar el sector del
ordenamiento jurídico que ha de aplicarse en cada caso.
La independencia judicial debe, pues, percibirse como la ausencia de vínculos de sujeción política
(imposición de directivas por parte de los órganos políticos) o de procedencia jerárquica al interior
de la organización judicial, en lo concerniente a la actuación judicial per se, salvo el caso de los
recursos impugnativos, aunque sujetos a las reglas de competencia.
La independencia, como una categoría jurídica abstracta, necesita materializarse de algún modo si
pretende ser operativa. En tal sentido, no basta con que se establezca en un texto normativo que un
órgano determinado es independiente y autónomo en el ejercicio de sus funciones, como el caso
del artículo III del Título Preliminar de la Ley Orgánica de Justicia Militar [“es autónoma y en el
ejercicio de sus funciones sus miembros no dependen de ninguna autoridad administrativa”];
también es importante que la estructura orgánica y funcional de una jurisdicción especializada –
como la militar– posibilite tal actuación.160[7][7]

18) De lo expuesto se desprende, entre otros aspectos, que el principio de independencia de la


función jurisdiccional tiene dos dimensiones:

a) Independencia externa. Según esta dimensión, la autoridad judicial, en el desarrollo de la


función jurisdiccional, no puede sujetarse a ningún interés que provenga de fuera de la
organización judicial en conjunto, ni admitir presiones para resolver un caso en un determinado
sentido. Las decisiones de la autoridad judicial, ya sea que ésta se desempeñe en la especialidad

160[7][7]
Expediente 0023-2003-AI/TC, FFJJ 28, 29, 31 y 33
constitucional, civil, penal, penal militar, laboral, entre otras, no pueden depender de la
voluntad de otros poderes públicos (Poder Ejecutivo o Poder Legislativo, por ejemplo),
partidos políticos, medios de comunicación o particulares en general, sino tan solo de la
Constitución y de la ley que sea acorde con ésta.
En el caso de los poderes públicos, estos se encuentran prohibidos por la Constitución de
ejercer influencias sobre las decisiones judiciales, ya sea estableciendo órganos especiales
que pretendan suplantar a los órganos de gobierno de la organización jurisdiccional, o
creando estatutos jurídicos básicos distintos para los jueces que pertenecen a una misma
institución y se encuentran en similar nivel y jerarquía, entre otros casos.
Ahora bien, la exigencia de que el juzgador, en el ejercicio de la función jurisdiccional, no
admite la influencia de otros poderes o personas, sean públicos o privados, no implica que
el juez goce de una discreción absoluta en cuanto a las decisiones que debe asumir, pues
precisamente el principio de independencia judicial tiene como correlato que el juzgador
solo se encuentre sometido a la Constitución y a la ley expedida conforme a ésta, tal como
se desprende de los artículos 45 y 146 inciso 1), de la Constitución, que establecen lo
siguiente: “El poder del Estado emana del pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con las
limitaciones y responsabilidades que la Constitución y las leyes establecen (...)”; y “El
Estado garantiza a los magistrados judiciales: 1. Su independencia. Sólo están sometidos a
la Constitución y la ley”, respectivamente.
De otro lado, es importante precisar que lo expuesto en los parágrafos precedentes no
implica que la actuación de los jueces, en tanto que autoridades, no pueda ser sometida a
crítica. Ello se desprende de lo establecido en el artículo 139, inciso 20, de la Constitución,
que dispone que toda persona tiene derecho “de formular análisis y críticas de las
resoluciones y sentencias judiciales, con las limitaciones de ley”; y del artículo 2, inciso 4,
del mismo cuerpo normativo, según el cual toda persona tiene derecho a la libertad de
opinión, expresión y difusión del pensamiento. El derecho a la crítica de las resoluciones
judiciales es el derecho de toda persona de examinar y emitir juicios públicamente
respecto de las decisiones que adoptan los jueces en todas las especialidades e instancias.
Sobre la denominada “crítica social”, Luigi Ferrajoli ha sostenido:
Es por esta vía, mucho mejor que a través de las sanciones jurídicas o políticas,
como se ejerce el control popular sobre la justicia, se rompe la separación de la
función judicial, se emancipan los jueces de los vínculos políticos, burocráticos y
corporativos, se deslegitiman los malos magistrados y la mala jurisprudencia, y se
elabora y se da continuamente nuevo fundamento a la deontología judicial.161[8][8]

Tal derecho a la crítica de la resoluciones judiciales también tiene límites, entre los que
destaca, entre otros, que esta no deba servir para orientar o inducir a una determinada
actuación del juez, pues este solo se encuentra vinculado por la Constitución y la ley que
sea conforme a esta.

b) Independencia interna. De acuerdo con esta dimensión, la independencia judicial implica,


entre otros aspectos, que, dentro de la organización judicial: 1) la autoridad judicial, en el
ejercicio de la función jurisdiccional, no puede sujetarse a la voluntad de otros órganos
judiciales, salvo que medie un medio impugnatorio; y, 2) que la autoridad judicial, en el
desempeño de la función jurisdiccional, no pueda sujetarse a los intereses de órganos
administrativos de gobierno que existan dentro de la organización judicial.

161[8][8]
FERRAJOLI, Luigi. Derecho y razón. Trotta, Valladolid, 1995, p.602.
En cuanto al primero de los puntos mencionados, cabe mencionar que el principio de
independencia judicial prohíbe que los órganos jurisdiccionales superiores obliguen a los
órganos de instancias inferiores a decidir de una determinada manera, si es que no existe
un medio impugnatorio que de mérito a tal pronunciamiento. De este modo, siempre que
medie un medio impugnatorio las instancias superiores podrán corregir a las inferiores
respecto de cuestiones de hecho o de derecho sometidas a su conocimiento, según sea el
caso.

En cuanto al segundo punto, el principio de independencia judicial implica, en primer


término, la separación de las funciones jurisdiccionales de las funciones administrativas
que eventualmente pudieran desempeñar los jueces dentro de la organización judicial, de
manera que las funciones propias de esta administración no puedan influir en la decisión
judicial que se adoptará en un determinado proceso. En efecto, si un magistrado ha sido
elegido por sus iguales como su representante para desempeñar funciones de naturaleza
administrativa, entonces resulta evidente que, para desempeñar el encargo administrativo,
mientras este dure, debe suspender sus actividades de naturaleza jurisdiccional, de modo
tal que no pueda influir en la resolución de un determinado caso. Así sucede por ejemplo,
en el ejercicio de la labor de los presidentes de la Corte Suprema, de las Cortes Superiores
de Justicia, de la Oficina de Control de la Magistratura, entre otros.

19. Finalmente, cabe precisar que, en general, “[e]l sometimiento del juez a la ley supone su no
sometimiento a cualquier otra voluntad, incluida la suya propia, en forma de preferencias
personales (lo que más bien podría denominarse imparcialidad). En realidad, la justificación
del juez como tercero imparcial se reconduce a la justificación del juez en cuanto sujeto a la
ley. Todas las garantías del proceso se orientan a que se haga posible la realización de la
voluntad de la ley, eliminando aquellas distancias que pudieran resultar de la falsificación, o
supresión, de los supuestos en los que la aplicación de la ley debía basarse”.162[9][9]

1.3. Principio de imparcialidad de la función jurisdiccional y la estructura de la jurisdicción


especializada en lo militar

20. En la mencionada sentencia recaída en el Expediente 0023-2003-AI/TC, el Tribunal


Constitucional estableció que mientras el principio de independencia judicial, en términos
generales, protege al juez frente a influencias externas al proceso, ya sea que provengan de
fuera de la organización o de dentro de ella, el principio de imparcialidad, estrechamente
ligado al principio de independencia funcional, se vincula a determinadas exigencias dentro del
proceso163[10][10]. El principio de imparcialidad posee dos acepciones:

a) Imparcialidad subjetiva. Se refiere a cualquier tipo de compromiso que pudiera tener


el juez con las partes procesales o en el resultado del proceso. El caso de la jurisdicción
especializada en lo militar constituye un supuesto especial en el que se pueden
presentar serios inconvenientes para la imparcialidad. Así pues, “El riesgo reside en el
grado y en el distintivo militar, peligroso según Venditti para la formación de la
voluntad judicial; puesto que el militar en tanto que integrante de una jerarquía, es
llevado por su propia naturaleza y forma mentis a ser sensible a las directrices
superiores. La extracción militar de todos los miembros de la jurisdicción militar puede
provocar el predominio de sentimientos, tales como el espíritu de casta o la defensa de
los intereses castrenses. (...) Más allá de las causas previstas legalmente como posibles
atentados a la imparcialidad del juez, el entorno de la justicia militar puede arrastrar al
juez a resolver los asuntos con parcialidad por la especial situación de juez y parte

162[9][9]
LOPEZ GUERRA, Luis. El Poder Judicial en el Estado Constitucional, Palestra Editores, Lima, 2001, pp. 45
y 46.
163[10][10]
Expediente 0023-2003-AI/TC, FJ 34.
con que ejerce su función. Esta parcialidad se nutre de valores militares como la jerarquía,
disciplina, obediencia y subordinación, pero especialmente el de unidad”164[11][11].

b) Imparcialidad objetiva. Está referida a la influencia negativa que puede tener en el juez la
estructura del sistema, restándole imparcialidad, es decir, si el sistema no ofrece suficientes
garantías para desterrar cualquier duda razonable.

De este modo, no puede invocarse el principio de independencia en tanto existan signos de


parcialidad, pues según el entero del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el cual
comparte este Colegiado: “[Un] Tribunal no podría, sin embargo, contentarse con las
conclusiones obtenidas desde una óptica puramente subjetiva; hay que tener igualmente en
cuenta consideraciones de carácter funcional y orgánico (perspectiva objetiva). En esta
materia, incluso las apariencias pueden revestir importancia (...); debe recusarse todo juicio
del que se pueda legítimamente temer una falta de imparcialidad. Esto se deriva de la
confianza que los tribunales de una sociedad democrática deben inspirar a los justiciables
(...)”.165[12][12]

21. Es importante mencionar que, si bien los principios de independencia e imparcialidad judicial
constituyen componentes esenciales de la función jurisdiccional, estos poseen una doble
configuración, pues también constituyen garantías para las partes procesales.

1.4. El derecho a un juez independiente e imparcial como contenido del derecho a la tutela
jurisdiccional “efectiva”

22. El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, reconocido en el artículo 139, inciso 3, de la


Constitución, implica que cuando una persona pretenda la defensa de sus derechos o intereses
legítimos, ella deba ser atendida por un órgano jurisdiccional mediante un proceso dotado de
un conjunto de garantías mínimas. Como tal, constituye un derecho, por decirlo de algún
modo, "genérico" que se descompone en un conjunto de derechos específicos enumerados,
principalmente, en el mencionado artículo, o deducidos implícitamente de él. Entre estos
derechos cabe destacar, entre otros, el derecho a un juez independiente e imparcial.

23. La independencia y la imparcialidad del juzgador no sólo constituyen principios y garantías


de la administración de justicia, sino también una garantía para quienes acuden a los órganos
jurisdiccionales en busca de justicia. Al respecto, el Tribunal Constitucional sostuvo en una
anterior oportunidad, que "Debe tomarse en cuenta que si bien, prima facie, la imparcialidad e
independencia son garantías consustanciales y necesarias para una correcta Administración de
Justicia, estas deben entenderse, a su vez, como garantías para los imputados (garantía a ser
juzgado por un Tribunal independiente e imparcial), configurándose, de este modo, su doble
dimensión"166[13][13]. Ello coincide con lo establecido en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos que en su artículo 8.1 dispone que "Toda persona tiene derecho a ser
oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de
sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter”.

24. Por ello, cuando se vulneran principios como la independencia o imparcialidad del juzgador,
también se afecta el derecho a un juez independiente e imparcial y consecuentemente, la tutela

164[11][11]
DOIG DÍAZ, Yolanda. “La Justicia Militar a la luz de las garantías de la jurisdicción”. En: La reforma del
Derecho Penal Militar. Anuario de Derecho Penal 2001-2002. PUCP, pp. 57-58.
165[12][12]
Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Caso De Cubber contra Bélgica, del 26 de octubre de 1984.
166[13][13]
Expediente 0023-2003-AI/TC, FJ 34
jurisdiccional "efectiva". En el caso de los miembros de las fuerzas armadas y policiales militares y
policiales, ellos gozan, como todo ciudadano, del derecho a que el Estado les proporcione todas las
garantías que les asegure un proceso debido. En ningún caso, se puede equiparar el ámbito de la
«administración militar» en el que imperan los principios de orden y disciplina, entre otros, con el
ámbito de la «jurisdicción militar», en el que imperan la Constitución –que reconoce, entre otros,
el derecho a la tutela jurisdiccional "efectiva"– y la ley que sea expedida conforme a ella.
Una vez analizados los principios de unidad, exclusividad, independencia e imparcialidad de
la función jurisdiccional, en relación con la jurisdicción especializada en lo militar, toca ahora
examinar la constitucionalidad de las disposiciones cuestionadas.
§2. Control de constitucionalidad de fondo de las disposiciones cuestionadas
A. La regulación de los órganos de la jurisdicción militar, los principios de unidad,
exclusividad, independencia e imparcialidad judicial y la garantía de inamovilidad
2.1. Los principios de unidad e independencia judicial y la regulación de la Sala Suprema
Penal Militar Policial y del Consejo Superior Penal Militar Policial
a) Los artículos 139, inciso 1, 141 y 173, de la Constitución y las competencias del
Legislador en la regulación de la jurisdicción especializada en lo militar
25. Antes de analizar la constitucionalidad de la disposiciones que regulan la creación y
regulación de la Sala Suprema Penal Militar Policial, cabe examinar en conjunto los artículos
141 y 173, de la Constitución, con objeto de determinar su contenido constitucional en lo que
se refiere a la competencia de la jurisdicción especializada en lo militar. Los mencionados
artículos de la Norma Fundamental establecen lo siguiente:
Artículo 141.- Casación
“Corresponde a la Corte Suprema fallar en casación, o en última instancia, cuando la
acción se inicia en una Corte Superior o ante la propia Corte Suprema conforme a
ley. Asimismo, conoce en casación las resoluciones del Fuero Militar, con las
limitaciones que establece el artículo 173.” [énfasis agregado]

Artículo 173.- Competencia del Fuero Privativo Militar


“(...) La casación a que se refiere el artículo 141 sólo es aplicable cuando se imponga
la pena de muerte” [énfsis agregado]

26. Ambos artículos, interpretados conjuntamente, establecen que la Corte Suprema de Justicia de
la República conoce de las resoluciones expedidas en dos jurisdicciones: la y militar y la
ordinaria. En cuanto a la jurisdicción ordinaria, la Corte Suprema puede fallar en casación o
en última instancia, y en cuanto a la jurisdicción especializada en lo militar, la Corte Suprema
puede fallar en casación cuando se trate de resoluciones en las que se haya impuesto la pena
de muerte, conforme a las leyes y los tratados de derechos humanos de los que el Perú es
parte.

27. Como se aprecia, en lo que se refiere a la jurisdicción especializada en lo militar, la


Constitución ha impuesto un límite a la potestad del Legislador cuando se trate de regular esta
jurisdicción: que en materia de casación la Corte Suprema (en tanto que jurisdicción ordinaria
y expresión del poder jurisdiccional civil) revisará aquellas resoluciones en las que el poder
jurisdiccional militar haya aplicado la pena de muerte. Al respecto, es menester hacer algunas
precisiones:
i) En primer lugar, que los mencionados extremos de los artículos 141° y 173º consagran una
competencia “material” de la Corte Suprema, al otorgarle la competencia sobre una
materia como es la aplicación de la pena de muerte. En otros términos, esta disposición
constitucional tiene por finalidad que, en los casos de pena muerte, el poder jurisdiccional
“civil” (mediante una Sala de la Corte Suprema en la que no participe ningún magistrado
de la jurisdicción militar) pueda revisar lo resuelto por el poder jurisdiccional “militar”.
ii) Lo antes expuesto no impide que el Legislador, atendiendo a su potestad de libre
configuración, pueda establecer una Sala Penal Militar dentro la Corte Suprema de Justicia
de la República, y que esta Sala pueda constituirse en un órgano de casación o de instancia
de la jurisdicción militar, entre otras opciones. Analicemos esto con mayor detalle:
- Atendiendo a la potestad de libre configuración del Legislador y a lo estipulado por el
artículo 139, inciso 6, de la Constitución, que reconoce el principio de pluralidad de la
instancia, el Legislador tiene la libertad de determinar las respectivas instancias de la
jurisdicción militar. En efecto, no es incompatible con la Constitución que el
Legislador, en el caso de la jurisdicción especializada en lo militar, pueda establecer en
la Corte Suprema una Sala Penal que conozca en última instancia de los delitos de la
función militar.
- Asimismo, atendiendo a la mencionada potestad de libre configuración del Legislador,
éste puede establecer, como competencia orgánica, una Sala Penal Militar de la Corte
Suprema para el conocimiento, vía recurso de casación, de lo resuelto en la jurisdicción
militar. Esto último requiere, evidentemente, de la diferenciación entre la “competencia
material” y la “competencia orgánica” de la Corte Suprema de Justicia de la República
para conocer el recurso de casación respecto de la jurisdicción militar. En cuanto a la
“competencia material”, como ya se ha adelantado, esta se desprende de una
interpretación conjunta de los extremos finales de los artículos 141 y 173 de la
Constitución, que señalan que la Corte Suprema conocerá en casación aquellos casos en
los que se haya impuesto la pena de muerte. De este modo, se impone una revisión por
parte del poder jurisdiccional “civil” respecto de la pena de muerte aplicada por el
poder jurisdiccional “militar”. En cambio, en la “competencia orgánica”, el Poder
Legislativo, conforme a sus atribuciones constitucionales, al diseñar la organización de
la jurisdicción “militar”, le puede otorgar a la Corte Suprema, mediante una sala
especializada, la competencia para conocer el recurso de casación contra las
resoluciones que se expidan en la jurisdicción militar. En este caso, no se trata de la
revisión “civil” de la pena de muerte aplicada por la jurisdicción “militar”, sino de la
organización de esta por parte del Legislador, de acuerdo con sus atribuciones
constitucionales.

28. Finalmente, cabe precisar que cuando este Colegiado ha establecido que “La decisión sobre la
intensidad y el alcance de la vinculación entre la jurisdicción ordinaria y la militar le
corresponde al Congreso”167[14][14], no lo ha hecho en el supuesto de si debe existir, o no
vinculación entre el Poder Judicial y la jurisdicción especializada en lo militar, puesto que,
como ya se ha sostenido, queda claro, de una interpretación conjunta de los artículos 139.1,
141 y 173 de la Constitución, que esta vinculación ya existe. Lo que el Tribunal
Constitucional ha destacado, atendiendo a las competencias constitucionales atribuidas del
Congreso de la República, es que este, conforme a su potestad de libre configuración, regule el
nivel de intensidad y alcance de la vinculación entre el Poder Judicial (mediante su Corte
Suprema, por ejemplo) y la jurisdicción especializada en lo militar.

167[14][14]
Expediente N.º 0023-2003-AI/TC, Resolución aclaratoria, FFJJ 3 y 6.
b) Análisis de constitucionalidad de las disposiciones que regulan la denominada Sala
Suprema Penal Militar Policial
29. Seguidamente, corresponde analizar las disposiciones que crean y regulan la Sala Suprema
Penal Militar Policial y verificar si vulneran los principios de unidad y exclusividad de la
función jurisdiccional. Las disposiciones cuestionadas al respecto son las siguientes:
Artículo 8.- Sala Suprema Penal Militar Policial
La Corte Suprema de Justicia de la República cuenta con una Sala Suprema Penal Militar
Policial, sujeta a la Constitución Política, la Ley Orgánica del Poder Judicial y las
disposiciones de la presente Ley, en aplicación del principio de primacía de la norma
específica. [énfasis agregado]

Artículo 9.- Competencia de la Sala Suprema Penal Militar Policial


Compete a la Sala Suprema Penal Militar Policial de la Corte Suprema de Justicia de la
República:
1. Conocer del recurso de casación conforme a lo establecido en la Constitución. (...)
6. Dirimir las cuestiones de competencias, en relación con los delitos de función, así como los
conflictos sobre atribuciones que se presenten entre órganos de esta jurisdicción especializada;
en los casos de cuestiones de competencias, corresponde actuar como Vocal ponente a
cualquiera de los Vocales Supremos proveniente de la Jurisdicción Ordinaria.
7. Designar entre los nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura, al Vocal
Presidente del Consejo Superior Penal Militar Policial, a los Vocales de cada una de las Salas
y al Vocal Instructor. (...)

Artículo 10.- Integrantes


10.1: La Sala Suprema Penal Militar Policial está integrada por cinco (5) Vocales Supremos;
tres (3) con formación jurídico militar policial del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial; los
mismos que pasan a la situación de retiro en la fecha de su nombramiento, con el grado militar
o policial que ostenten; y dos (2) Vocales provenientes de la jurisdicción ordinaria. [énfasis
agregado]

Artículo 14.- Condición de Vocal Supremo


Al asumir el cargo de Vocal Supremo de la Sala Suprema Penal Militar Policial, el magistrado
del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial adquiere la condición de Vocal de la Corte Suprema
de Justicia de la República para todos los efectos, en concordancia con lo dispuesto en el
párrafo 10.1. [énfasis agregado]

Apreciaciones de la demandante

30. La demandante ha sostenido que “la unidad afirma la propiedad de todo ente, en virtud de lo cual
no puede dividirse ni separarse sin que su esencia se destruya o altere. En el caso del Poder
Judicial, importa que todos los jueces se sujeten a un estatuto orgánico único, el que será de tal
naturaleza y características que garantice su independencia. El principio de unidad y el principio
de independencia no son ajenos entre sí, están íntimamente imbricados; el primero es un
elemento esencial de la independencia judicial. En tanto el Poder Judicial sea un ente orgánico,
cohesionado, jerarquizado y con una sola cabeza directriz, podrá decirse que está en aptitud de
ser independiente. Pero si –como hace la Ley– se introduce en él un cuerpo extraño, ajeno a su
organización, el principio de unidad desaparece y se abren las puertas para minar su
independencia”.

Apreciaciones del demandado

31. El apoderado del Congreso de la República sostiene que la “composición de la Sala Suprema Penal
Militar Policial responde a un factor de especialización con base constitucional en las funciones
que corresponden a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional del Perú, lo que no quiere decir
que se desconozcan cuestiones de Derecho, si se tienen en cuenta las exigencias y la formación
jurídica de los Vocales del Cuerpo Jurídico Militar Policial” y, además, que “En su condición de
Vocales Supremos, resulta lógico que los Magistrados del Cuerpo Jurídico Militar Policial ya no
sólo puedan, sino que deban intervenir con voz y voto en la Sala Plena de la Corte Suprema en
asuntos de la jurisdicción ordinaria, más aún si se considera que la vinculación entre la
Jurisdicción Militar Policial y el Poder Judicial se produce en instancia”.

Apreciaciones del Tribunal Constitucional

32. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional comparte los argumentos esgrimidos por la
demandante pues, como ya se ha expuesto, el principio de unidad de la función jurisdiccional
implica también que órganos como el Poder Judicial deban contar con un estatuto jurídico
propio y único, de modo tal que se logre preservar la independencia del juez, así como la
vigencia del principio de igualdad, que en una de sus manifestaciones, implica un trato igual
para los iguales. Las diferencias que pudieran existir entre los jueces dentro de su estatuto
jurídico deberán encontrarse justificadas y ser proporcionales y razonables con el fin que se
pretende, pues de lo contrario tal diferenciación, además de convertirse en una discriminación
prohibida por la Constitución (artículo 2.2), vulneraría el principio de unidad de la función
jurisdiccional (artículo 139 inciso 1).

33. De este modo, si bien no es incompatible con la Constitución el extremo del artículo 8 de la
Ley 28665, en cuanto establece que la Corte Suprema de Justicia de la República cuente con
una Sala Suprema Penal Militar Policial (tal como también lo dispone el artículo 1.1), la
misma que se encuentra sujeta a la Constitución y a la Ley Orgánica del Poder Judicial, sí lo
es el extremo en el cual dispone que la aludida Sala Suprema se encuentre “sujeta” a lo
dispuesto en la Ley 28665, de Organización, Funciones y Competencia de la Jurisdicción
Especializada en Materia Penal Militar Policial, pues vulnera los principios de unidad e
independencia de la función jurisdiccional, además del principio de igualdad.

34. En general, puede afirmarse que el estatuto jurídico básico del Poder Judicial es precisamente
su Ley Orgánica (Texto Unico Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, aprobado por
Decreto Supremo 017-93-JUS), estatuto jurídico cuya existencia no solo viene exigida por el
principio de unidad de la función jurisdiccional (artículo 139.1, Const.), sino porque así lo
dispone el artículo 106º de la Constitución al establecer que “Mediante leyes orgánicas se
regulan la estructura y el funcionamiento de las entidades del Estado previstas en la
Constitución”, así como el artículo 143, cuando dispone que “El Poder Judicial está integrado
por órganos jurisdiccionales que administran justicia en nombre de la Nación, y por órganos
que ejercen su gobierno y administración. Los órganos jurisdiccionales son: la Corte Suprema
de Justicia y las demás cortes y juzgados que determine su ley orgánica”. [énfasis agregado]

35. De esta manera, se vulnera el principio de unidad de la función jurisdiccional y,


consecuentemente, el principio de independencia judicial cuando se crea un estatuto jurídico
especial (Ley 28665) que establece reglas básicas de organización y funcionamiento de un
órgano jurisdiccional (la Sala Suprema Penal Militar Policial), que pese a pertenecer al Poder
Judicial, no se encuentra vinculado a las reglas básicas de organización y funcionamiento
establecidas en la Ley Orgánica del Poder Judicial. Ello no implica que el Legislador no
pueda efectuar reformas o cambiar incluso en su totalidad la Ley Orgánica del Poder Judicial,
sino que no deba hacer coexistir dos o más estatutos jurídicos que contengan las reglas
básicas de organización y funcionamiento del Poder Judicial, así como el régimen jurídico de
sus magistrados. No podría considerarse que el Poder Judicial constituye una institución
unitaria e independiente cuando en su interior existen diferentes regímenes jurídicos básicos
de organización y de tratamiento de sus integrantes. En consecuencia, es inconstitucional
el extremo del artículo 8 de la Ley 528665, en cuanto somete a la Sala Suprema
Penal Militar Policial de la Corte Suprema de Justicia de la República a un régimen especial
distinto a aquel establecido en la Constitución y en la Ley Orgánica del Poder Judicial.

36. Asimismo, por idéntica razón a las expuestas en los parágrafos precedentes es
inconstitucional, en parte, la Cuarta Disposición Modificatoria y Derogatoria de la Ley 28665,
en cuanto modifica el artículo 30 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, agregando un segundo párrafo que dispone que “El trabajo jurisdiccional en materia
penal militar policial es realizado a través de la Sala Suprema Penal Militar Policial, cuya
conformación y Presidencia se regulan en la Ley de Organización, Funciones y Competencia
de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial”. [énfasis agregado]

37. Como se aprecia, mediante tal disposición se modifica el estatuto orgánico del Poder Judicial,
no con la finalidad de establecer el modo en que debería conformarse una de las Salas Penales
de la Corte Suprema de Justicia o como debería elegirse al presidente de la referida sala, sino
con objeto de establecer que tales aspectos básicos serán regulados en un estatuto jurídico
especial. No se evidencian razones que justifiquen el hecho de que dentro del Poder Judicial,
existan dos estatutos jurídicos distintos en cuanto a su organización básica: uno general, para
regular la conformación de las salas supremas y la elección de los presidentes de las mismas; y
otro especial, para regular la conformación de la Sala Penal Militar Policial y la elección de su
presidente. La única diferencia existente entre una Sala Suprema Penal y una Sala Suprema
Penal Militar es que esta conoce los delitos de la función militar; por lo tanto, en este aspecto
no se justifica la existencia de un régimen especial dentro del Poder Judicial.

38. De igual modo, es inconstitucional el extremo de la Sexta Disposición Complementaria de la


Ley 28665, en cuanto establece que el Poder Ejecutivo se encargará, mediante la expedición
de un Decreto Supremo, de aprobar el Reglamento de la mencionada ley, pues vulnera el
principio de independencia judicial, además del principio de separación de poderes.

39. Por otra parte, cabe destacar, en lo que se refiere a la conformación de la denominada Sala
Suprema Penal Militar Policial, que el cuestionado artículo 10 de la Ley 28665 establece que
los integrantes de esta sala deberán provenir “del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial”.
Asimismo, el artículo 12.3 de la referida ley establece que “Para postular al cargo de Vocal
Supremo de la Sala Suprema Penal Militar Policial se requiere, necesariamente, formar parte
del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial y ostentar el grado de General de Brigada o
equivalente”; y el artículo 14 de la misma ley dispone que el Vocal Supremo de la Sala
Suprema Penal Militar Policial que proviene del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial,
“adquiere la condición de Vocal de la Corte Suprema de Justicia de la República para todos
los efectos”. [énfasis agregado]

40. Al respecto, el Tribunal Constitucional estima que los citados extremos son inconstitucionales
por vulnerar los principios de unidad e independencia de la función jurisdiccional del Poder
Judicial, el principio de igualdad, así como las atribuciones constitucionales del Consejo
Nacional de la Magistratura (CNM), toda vez que, además de encontrarse establecidos en un
estatuto jurídico “especial”, introducen en la Corte Suprema de Justicia de la República una
sala que va a estar compuesta, en parte, por oficiales en retiro nombrados por el CNM,
mediante un concurso “público” realizado sólo con los miembros provenientes de un
organismo como el denominado Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, y que van a tener
incluso los mismos derechos que los Vocales de la Corte Suprema, pese a que su designación
es de carácter temporal.

41. No es incompatible con la Constitución que el Legislador establezca que todos los magistrados
titulares de la Corte Suprema de Justicia deban tener los mismos derechos, obligaciones,
prohibiciones, incompatibilidades y responsabilidades, tal como sucede con la Ley Orgánica del
Poder Judicial; por el contrario, ello es necesario para garantizar la unidad e independencia de
esta instancia del Poder Judicial, además de la igualdad en el régimen jurídico de los
magistrados que la integran. Lo que es incompatible con la Constitución es que se establezcan
normas como las contenidas en determinados extremos de los artículos 10, 12.3 y 14 de la Ley
28665, que, vulnerando las atribuciones del CNM, le otorguen tales derechos y obligaciones a
personas que no han sido nombradas conforme a los preceptos de la Norma Fundamental y
cuya designación es de carácter temporal y transitoria.

42. En efecto, los artículos 150 y 154 inciso 1, de la Constitución estipulan que el Consejo
Nacional de la Magistratura “se encarga de la selección y el nombramiento de los jueces y
fiscales”, y de “Nombrar, previo concurso público de méritos y evaluación personal, a los
jueces y fiscales de todos los niveles (...)”. [énfasis agregado] Los cuestionados extremos de
los artículos 10 y 12, desnaturalizan las atribuciones del Consejo Nacional de la Magistratura,
toda vez que establecen que este solo podrá realizar el concurso “publico” de méritos y la
evaluación personal exigidos por la Constitución con los postulantes que formen parte del
Cuerpo Judicial Penal Militar Policial y ostenten el grado de General de Brigada o su
equivalente; es decir, que en el caso de la elección de los integrantes de la Sala Suprema Penal
Militar Policial, el Consejo solo podrá realizar el concurso “público” con los integrantes de
una entidad como el denominado Cuerpo Judicial Penal Militar Policial.

43. No se pone en tela de juicio la necesidad de que los órganos judiciales de la jurisdicción
especializada en lo militar deban contar con profesionales del Derecho especialistas en la
materia penal militar, sino el que se obligue al Consejo Nacional de la Magistratura a realizar
un concurso “público” solo con los integrantes del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial,
generando una situación que limita las funciones del mencionado órgano constitucional y,
además, limita desproporcionada e irrazonablemente el ejercicio de derechos fundamentales
(como el de igualdad en el acceso a los cargos públicos o la libertad de trabajo) de quienes,
teniendo una formación jurídico militar idónea para desempeñar la función jurisdiccional en
materia penal militar, no son miembros del denominado Cuerpo Judicial Penal Militar. Es
importante destacar que el Consejo Nacional de la Magistratura es el órgano encargado,
conforme a sus atribuciones constitucionales, de establecer los requisitos y condiciones que
deben reunir quienes postulen a la jurisdicción especializada en lo militar, garantizando,
en todo caso, que se disponga de profesionales que posean una óptima formación jurídico-
militar, sin perjuicio de que, más adelante se examinen con mayor profundidad, las
disposiciones relacionadas con las competencias del Consejo.

44. Asimismo, directamente relacionado con lo expuesto sobre el precitado inciso 1, del artículo
10, también es inconstitucional el inciso 2, del artículo 10, de la Ley 28665, por vulnerar el
principio de unidad de la función jurisdiccional, toda vez que la elección del Presidente de la
Sala Suprema Penal Militar Policial debe realizarse conforme a la Ley Orgánica del Poder
Judicial que es precisamente el órgano constitucional al cual pertenece la mencionada Sala
Suprema Penal Militar Policial.

45. Por otra parte, el Tribunal Constitucional estima que son inconstitucionales un extremo del
inciso 6, y el inciso 7, del artículo 9, así como el inciso 5, del artículo 17 de la Ley 28665.
En cuanto al extremo del inciso 6, que establece que la Sala Suprema Penal Militar
Policial dirime las cuestiones de competencia que se susciten sobre el conocimiento de
los delitos de función, este es inconstitucional porque tal asunto constituye una competencia
material propia de la jurisdicción ordinaria y no de la jurisdicción militar. Si como
lo establecen los artículos I del Título Preliminar, 1, inciso 1 y 8 de la Ley 28665, la
mencionada Sala Suprema forma parte de la jurisdicción militar, entonces es inadmisible
que sea esta misma jurisdicción la que vaya a dirimir aquellas contiendas en las que se
discuta precisamente la competencia de la jurisdicción militar para conocer de los
delitos de función. Determinar la competencia en aquellos casos en los que exista duda
respecto de la jurisdicción que debe conocer un delito de función es una competencia
exclusiva de la jurisdicción ordinaria, que tiene su fundamento en el principio de
imparcialidad judicial, estrechamente vinculado con el principio de independencia judicial
previsto en el artículo 139, inciso 2, de la Constitución.

46. En concordancia con lo expuesto por el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo,
coincidentemente ha sostenido que “la configuración excepcional o restrictiva que hace la
Constitución de la justicia castrense, determina de manera directa que la justicia ordinaria y
sus órganos se conviertan o actúen como jurisdicción atrayente respecto de aquella. De este
modo, ante dudas o conflictos entre ambos, debe prevalecer la justicia ordinaria. En esa
medida, corresponde a los órganos de la justicia ordinaria dirimir los conflictos de jurisdicción
con la Justicia Militar, a efectos de preservar la configuración excepcional que hace la
Constitución de esta especialidad, así como las reglas de competencia generales establecidas
para la justicia ordinaria. Lo contrario, es decir, que los órganos excepcionales diriman los
conflictos de jurisdicción con los órganos ordinarios, supondría desconocer la excepcionalidad
constitucional de la justicia castrense, toda vez que serían sus órganos los que decidirían su
competencia frente a la justicia ordinaria”.168[15][15]

47. En cuanto al inciso 7, del artículo 9 y al inciso 5, del artículo 17, que disponen que la Sala
Suprema Penal Militar Policial es competente para designar, entre los nombrados por el
Consejo Nacional de la Magistratura, al Vocal Presidente del Consejo Superior Penal Militar
Policial, a los Vocales de cada una de las Salas y al Vocal Instructor, ellas son
inconstitucionales por vulnerar el principio de independencia judicial (dimensión interna),
toda vez que la Sala Suprema Penal Militar Policial se encuentra imposibilitada de realizar tal
designación, pues al constituir un órgano de un nivel jurisdiccional superior al mencionado
Consejo y tener el poder de revisar las decisiones jurisdiccionales de este, la realización de
tales actos administrativos (designaciones del Presidente del Consejo Superior Militar Policial
y Vocales de este Consejo) crea un vínculo de dependencia respecto de tales órganos
jurisdiccionales inferiores. Por la misma razón, son inconstitucionales el inciso 1, del artículo
36 de la Ley 28665, y por conexión, los incisos 2 y 3 del mencionado artículo, por cuanto
otorga a órganos jurisdiccionales de nivel superior la competencia para cautelar el
“cumplimiento de las labores jurisdiccionales” de órganos de nivel inferior.

48. Finalmente, en cuanto al inciso 1 del artículo 9 de la Ley 28665, que otorga a la Sala Suprema
Penal Militar Policial el conocimiento del recurso de casación, el Tribunal Constitucional
estima que esta disposición no es inconstitucional siempre y cuando sea interpretada en el
sentido de que el recurso de casación que pueda conocer esta sala no sea el relativo a la
aplicación de la pena de muerte, pues, como ya se ha expuesto, ésta constituye una
competencia “material” de la jurisdicción ordinaria, y no de la jurisdicción militar, debiendo
ser interpretado más bien en el sentido de que el mencionado recurso de casación que pueda
conocer esta sala sea aquel que pueda regular el Legislador como competencia “orgánica” de
la jurisdicción militar.

49. Como se aprecia, en el caso de la disposición examinada, antes que declarar su


inconstitucionalidad, este Colegiado ha realizado, conforme a su naturaleza de órgano
jurisdiccional, una actividad interpretativa encaminada a identificar los diferentes sentidos
interpretativos (normas) que tiene esta disposición. Ello implica que en este extremo se deba
expedir una sentencia interpretativa con el fin de no expulsar del ordenamiento jurídico la
disposición cuestionada. Veamos esto con mas detalle.

168[15][15]
Informe Defensorial 104, denominado “Inconstitucionalidad de la legislación penal militar policial aprobada
por la Ley 28665 y el Decreto Legislativo 961”, p. 38.
El inciso 1 del artículo 9 de la Ley 28665 y la necesidad de expedir una sentencia
interpretativa
50. Previamente, este Colegiado debe precisar que en todo precepto legal se debe distinguir entre
los términos “disposición” y “norma”, entendiendo por el primero aquel texto, enunciado
lingüístico o conjunto de palabras que integran el precepto, y, por el segundo el sentido
interpretativo que se pueden deducir de la disposición o de parte de ella.
51. Esta distinción no implica que ambos puedan tener una existencia independiente, pues se
encuentran en una relación de mutua dependencia, no pudiendo existir una norma que no
encuentre su fundamento en una disposición, ni una disposición que, por lo menos, no
albergue una norma.
52. Esta posibilidad de que el Tribunal Constitucional distinga entre “disposición” y “norma”
cuando se trata del proceso de inconstitucionalidad es el presupuesto básico de las
denominadas sentencias interpretativas, cuyo fundamento, tal como lo ha precisado el
Tribunal Constitucional en el Expediente 0010-2002-AI/TC, radica en el principio de
conservación de la ley y en la exigencia de una interpretación conforme a la Constitución, a
fin de no vulnerar el principio básico de supremacía constitucional.
53. Las sentencias interpretativas recaen normalmente sobre disposiciones de las que se pueden
extraer varios sentidos interpretativos, por lo que corresponde al Tribunal Constitucional
analizar la constitucionalidad de todas aquellas normas que se desprenden de la disposición
cuestionada con la finalidad de verificar cuáles se adecuan a la Constitución y cuáles deben
ser expulsadas del ordenamiento jurídico.
54. Conforme a ello, toca ahora analizar los sentidos interpretativos (normas) que posee el inciso
1 del artículo 9 de la Ley 28665 (disposición). La mencionada disposición establece lo
siguiente:

Artículo 9.- Competencia de la Sala Suprema Penal Militar Policial


Compete a la Sala Suprema Penal Militar Policial de la Corte Suprema de Justicia de la
República:
1. Conocer del recurso de casación conforme a lo establecido en la Constitución.

55. Este Colegiado estima que la aludida disposición, que establece una competencia de la Sala
Suprema Penal Militar Policial, posee mínimamente dos sentidos interpretativos:

Norma 1: El recurso de casación que puede conocer esta sala es aquel que procede cuando
se haya aplicado la pena de muerte, ámbito que constituye una competencia “material” de
la jurisdicción ordinaria.

Norma 2: El recurso de casación que puede conocer esta sala es aquel que procede en el
estricto ámbito de la jurisdicción militar y que haya sido regulado por el Legislador como
competencia “orgánica” de esta jurisdicción.

56. Efectuado el análisis de constitucionalidad de estas dos normas (Norma 1 y Norma 2), este
Colegiado estima que la Norma 1 es inconstitucional por vulnerar el extremo final del artículo
173 de la Constitución que establece como competencia material de la jurisdicción ordinaria,
el conocimiento, mediante el recurso de casación, de los casos en los que se haya aplicado la
pena de muerte, por lo que resultaba prohibido para el Legislador otorgar el conocimiento de
estos casos a la jurisdicción militar.
57. No sucede lo mismo con la Norma 2, que este Colegiado estima compatible con la
Constitución, toda vez que, dentro del ámbito propio de la jurisdicción militar, el Legislador,
conforme a sus atribuciones constitucionales, puede establecer como competencia “orgánica”
de la Sala Suprema Penal Militar el conocimiento del recurso de casación en aquellos casos en
que se trate de los delitos de la función militar.
58. Como se observa, en virtud del principio de conservación de la norma, este Colegiado ha
optado por no declarar la inconstitucionalidad del inciso 1 del artículo 9 de la Ley 28665, de
modo tal que esta tendrá vigencia en la medida en que se interprete conforme a la mencionada
Norma 2, mas no cuando se interprete según a la Norma 1.
c) El Consejo Superior Penal Militar Policial, el conocimiento de los procesos
constitucionales y las funciones de naturaleza administrativa
59. Corresponde ahora analizar, en primer lugar, la constitucionalidad del inciso 7 del artículo 15
de la Ley 28865, que establece lo siguiente:
Artículo 15.- Consejo Superior Penal Militar Policial
15.7 Conoce de las acciones de garantía establecidas en el Código Procesal Constitucional.

60. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional considera que el artículo 15, inciso 7, de la Ley
28665 es inconstitucional por vulnerar el artículo 173 de la Constitución que, como ya se ha
mencionado, establece el ámbito de competencia material de la jurisdicción especializada en
lo militar. En efecto, la referida disposición constitucional ha establecido que la única materia
que puede conocer la jurisdicción militar se encuentra limitada al conocimiento de los
procesos penales en los que se verifique la comisión de delitos de la función militar, por lo que
el Legislador se encuentra prohibido de otorgar a esta jurisdicción la competencia para
conocer cualquier otro tipo de materias, incluidos, claro está, los procesos constitucionales en
los que se verifica la amenaza o vulneración de derechos fundamentales (procesos de hábeas
corpus, amparo y hábeas data) y el control de las leyes o normas de rango legal (procesos de
inconstitucionalidad de acción popular), o el conflicto entre poderes del Estado o entre
órganos constitucionales (proceso competencial), cuya tramitación ha sido confiada a la
jurisdicción constitucional.

61. De otro lado, corresponde ahora examinar determinadas disposiciones que establecen
competencias administrativas del Consejo Superior Militar Policial. En cuanto al
cuestionamiento del artículo 15, inciso 3, de la Ley 28665, que establece que el Consejo
Superior Penal Militar Policial “Organiza a través de la Gerencia Administrativa, los aspectos
administrativos, presupuestales y económicos financieros, que faciliten la gestión de la
Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial”, este Colegiado estima que no
vulnera los principios de unidad e independencia judicial, toda vez que tales funciones
administrativas son realizadas por la propia organización judicial y no por el Poder Ejecutivo,
además de no resultar desproporcionadas e irrazonables.

62. Por la misma razón, no son inconstitucionales el artículo 15, inciso 4, en cuanto dispone que el
Consejo Superior Penal Militar Policial aprueba la organización territorial de las salas y el
artículo 80, que crea una gerencia administrativa para el ejercicio de determinadas funciones
administrativas atribuidas al mencionado Consejo.

63. No sucede lo mismo en el caso del primer y segundo párrafo de la Primera Disposición
Complementaria de la Ley 28665, que establece que la jurisdicción especializada en materia
penal militar policial constituye pliego presupuestal adscrito al sector Poder Judicial y que el
titular de este pliego es el Presidente del Consejo Superior Penal Militar Policial, por vulnerar
los principios de unidad e independencia de la función jurisdiccional, toda vez que si bien el
Legislador, conforme a sus atribuciones constitucionales, ha optado por crear una Sala
Suprema Penal Militar Policial dentro de la Corte Suprema de Justicia de la República –
independiente del ámbito de competencia del Consejo Superior Militar Policial– entonces esta
Sala Suprema no puede encontrarse supeditada, en materia de presupuesto, a lo que disponga
el mencionado Consejo Superior. Al encontrarse dentro del Poder Judicial, la Sala Suprema
Penal Militar Policial debe encontrarse sometida a las normas básicas establecidas en la Ley
Orgánica del Poder Judicial. Por tanto, el Tribunal Constitucional estima que el primer y
segundo párrafo de la Primera Disposición Complementaria de la Ley 28665 son
inconstitucionales.

2.2. Los principios de independencia e imparcialidad judicial y la participación de “oficiales


en actividad” en la jurisdicción especializada en lo militar

64. Así también, la demandante ha sostenido que los principios de independencia e imparcialidad
de la función jurisdiccional también son vulnerados por las siguientes disposiciones, entre
otras:

16.1 El Consejo Superior está conformado por diez (10) Vocales Superiores del Cuerpo
Judicial Penal Militar Policial con grado militar o policial de General de Brigada o equivalente
en situación de actividad, en razón del nivel jurisdiccional que ejercen. (...) [énfasis agregado]

Apreciaciones de la demandante

65. La demandante sostiene que las disposiciones cuestionadas establecen que los miembros del
Cuerpo Judicial Penal Militar Policial se encuentran en situación de actividad mientras ocupan
el cargo de jueces y vocales. Señala que al seguir en situación de actividad los miembros de
las instituciones castrenses respetan principios como los de obediencia, jerarquía y autoridad,
los cuales resultan incompatibles con las disposiciones constitucionales que establecen los
principios de independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional.

Apreciaciones del demandado

66. Al respecto, el demandando arguye, en primer lugar, que al ser la jurisdicción especializada en
lo penal militar policial totalmente ajena a la del Poder Judicial, no puede vulnerar los
principios de independencia e imparcialidad. Asimismo, aduce que el Cuerpo Judicial Militar
Policial está conformado por militares y policías en actividad, pero que no son oficiales de
armas, es decir de carrera, sino que se trata de miembros de las instituciones castrenses con
formación jurídica y militar.

Apreciaciones del Tribunal Constitucional

67. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional debe recordar lo establecido en la sentencia


recaída en el Expediente 0023-2003-AI/TC, en la que precisó que “(...) el hecho de que los
tribunales militares sean conformados en su mayoría por ´oficiales en actividad`, vulnera los
principios de independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional, además del principio
de separación de poderes, ya que, por un lado, quienes integran las diversas instancias de la
jurisdicción militar son funcionarios de tales institutos castrenses; y, por otro, porque, por
principio, es incompatible que personas sujetas a los principios de jerarquía y obediencia,
como los profesionales de las armas que ejercen funciones jurisdiccionales, puedan ser al
mismo tiempo independientes e imparciales (...). El juzgamiento de tales ilícitos, y la
eventualidad de que allí se dicten resoluciones judiciales que priven temporalmente de la
libertad, exige, pues, que este sea realizado por jueces en los que no exista ninguna duda de
sus condiciones de imparcialidad e independencia, ínsitas a cualquiera que ejerza funciones
jurisdiccionales en nombre del pueblo”.169[16][16]

68. A lo antes expuesto por este Colegiado, cabe agregar las siguientes consideraciones:

¾ A fin de proteger los principios de independencia e imparcialidad judicial, el juez militar


no puede desempeñarse, a la vez, como oficial en actividad de las fuerzas armadas (ya sea
oficial de armas u oficial del cuerpo o servicio jurídico), toda vez que la situación de actividad
implica un nivel de pertenencia orgánica y funcional al respectivo instituto armado o policial
y, en última instancia al Poder Ejecutivo.

¾ No se trata, en este caso, de negar la legítima aspiración de un oficial en actividad a formar


parte de la función jurisdiccional del Estado, en la especialidad militar, sino más bien de una
exigencia según la cual para que un oficial-abogado pueda desempeñarse como juez militar,
debe desvincularse completamente del servicio militar, así como de los derechos y beneficios
que posee dentro de la administración militar o policial. En efecto, no se podría afirmar que un
juez especializado en lo penal militar es independiente e imparcial si existe la posibilidad de
que este reciba, por ejemplo, beneficios asistenciales de salud, educación, vivienda y
bienestar, por parte de las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional (como lo dispone la Cuarta
Disposición Complementaria de la Ley 28665), o que se establezcan disposiciones como la
contenida dentro de la Segunda Disposición Transitoria de la aludida ley: “Los oficiales
designados temporalmente para desempeñar funciones en la Jurisdicción Especializada en
Materia Penal Militar Policial, pueden presentarse al proceso de ascenso al grado inmediato
superior de su respectiva institución y de obtenerlo, deben continuar desempeñando la misma
función para la que fueron designados temporalmente” [resaltado agregado], disposición que
es similar en el caso de los fiscales (Cuarta Disposición Transitoria de la Ley N.º 28665).
Simplemente, estas disposiciones atentan contra la independencia e imparcialidad de las que
debe estar investido todo juez de la República. Para evitar tales atentados a la independencia e
imparcialidad, se exige que todos los jueces, independientemente de su especialidad (penal,
penal militar, civil, comercial, etc.), deban gozar de un estatuto jurídico único que les otorgue
similares derechos y obligaciones (remuneraciones, beneficios sociales y asistenciales, entre
otros) a quienes se encuentren en el mismo nivel y jerarquía.

¾ A diferencia de los órganos de la «administración militar», los órganos de la «jurisdicción


militar» no pueden orientarse, entre otros, por los principios de obediencia y subordinación.
En efecto, la «administración militar» tiene una importante misión constitucional que se ve
reflejada en el artículo 165 de la Constitución que establece que las Fuerzas Armadas tienen
como finalidad primordial “garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial
de la República”, para cuyo cumplimiento se requiere de un indispensable sistema
disciplinario que impone la obediencia y subordinación de los efectivos militares de nivel
inferior respecto de los efectivos militares de nivel superior, de modo tal que se pueda
conseguir la máxima eficacia en la consecución de tales fines constitucionales. Precisamente
el cumplimiento eficaz de estos fines puede justificar que los efectivos militares de nivel
inferior vean limitados determinados derechos fundamentales en un caso concreto (libertades
de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento, etc.), no pudiendo actuar
autónomamente sino en función de las órdenes legítimas que un efectivo militar de nivel
superior le pueda impartir.

Esta situación es sustancialmente distinta en el caso de la «jurisdicción militar», que no está


orientada hacia cumplimiento de los fines antes mencionados, sino más bien a administrar
justicia, al igual como todo órgano de naturaleza jurisdiccional, sólo que en un ámbito
específico como es el juzgamiento de los delitos de la función militar. Entre un juez penal
militar de primera instancia y un juez penal militar de segunda instancia no existe
subordinación y dependencia, pues ambos se encuentran protegidos mediante la garantía
169[16][16]
Expediente 0023-2003-AI/TC FFJJ 42 y 44.
institucional de la independencia judicial (artículo 146, inciso 1, de la Constitución), pudiendo
revisar uno lo resuelto por el otro sólo cuando medie un medio impugnatorio. Un juez
especializado en lo penal militar no tiene como fin garantizar la independencia, la soberanía y
la integridad territorial de la República (fin propio de la administración militar), sino más bien
administrar justicia en los casos de delitos de la función militar, mediante procesos dotados de
todas las garantías que componen la tutela jurisdiccional efectiva y el debido proceso.

¾ Por ello, si se entiende que la situación de actividad implica que el respectivo oficial se
encuentre dentro del servicio militar y este servicio a su vez se encuentra regulado en la
respectiva normativa de la «administración militar» que forma parte del Poder Ejecutivo,
entonces no existirá independencia ni imparcialidad de la «jurisdicción militar» si los jueces
que pertenecen a esta poseen vínculos de dependencia respecto de un poder del Estado como
es el Poder Ejecutivo. ¿Qué independencia e imparcialidad se podría asegurar a los propios
efectivos militares que puedan ser procesados, si los jueces que los van a juzgar son oficiales
en actividad y, en cuanto tales, pertenecen a la estructura castrense? La respuesta es obvia,
ninguna.

69. Por consiguiente, el Tribunal Constitucional estima que los artículos 16, inciso 1, 24, inciso 2,
31 y la Cuarta Disposición Complementaria de la Ley N.º 28665 son inconstitucionales por
vulnerar los principios de independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional.

70. Sobre el particular, es importante mencionar que la Corte Interamericana de Derechos


Humanos, ha sostenido en el Caso Palamara Iribarne vs. Chile, lo siguiente:

La Corte estima que la estructura orgánica y composición de los tribunales militares [del
ordenamiento jurídico chileno] supone que, en general, sus integrantes sean militares en
servicio activo; estén subordinados jerárquicamente a los superiores a través de la cadena de
mando; su nombramiento no depende de su competencia profesional e idoneidad para ejercer
las funciones judiciales, no cuenten con garantías suficientes de inamovilidad, y no posean una
formación jurídica exigible para desempeñar el cargo de juez o fiscales. Todo ello conlleva que
dichos tribunales carezcan de independencia e imparcialidad. [énfasis agregado]

Respecto de la necesidad de que un juez o tribunal militar cumpla con las condiciones de
independencia e imparcialidad, es imprescindible recordar lo establecido por la Corte en el
sentido de que es necesario que se garantice dichas condiciones “de cualquier juez [o tribunal]
en un Estado de Derecho. La independencia de cualquier juez supone que se cuente con un
adecuado proceso de nombramiento, con una duración establecida en el cargo, garantías de
inamovilidad y con una garantía contra presiones externas”. En el mismo sentido, se expresan
los Principios Básicos de Naciones Unidas relativos a la Independencia de la
Judicatura”.170[17][17]

71. De otro lado, también es inconstitucional por vulnerar los principios de independencia e
imparcialidad de la función jurisdiccional la siguiente disposición de la Ley 28665: a) artículo
33.2, que establece que “Expedida la resolución de nombramiento y entregado el título oficial
por el Consejo Nacional de la Magistratura, corresponde al Ministerio de Defensa o al
Ministerio del Interior, previa inscripción de la resolución y título oficial en el registro de la
Institución respectiva, expedir la resolución que acredita la obtención del grado militar o
policial, con la entrega del despacho otorgado a nombre de la Nación. En los casos de
ascensos al grado de General de Brigada o equivalente se observa lo dispuesto en el segundo
párrafo del artículo 172 de la Constitución”; pues esta disposición atribuye a los Ministerios
de Defensa e Interior (Poder Ejecutivo) funciones que condicionan el ejercicio de la función
jurisdiccional por parte de los jueces especializados en lo penal militar. En efecto, una vez
nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura, los jueces especializados en lo penal

170[17][17]
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Palamara Iribarne vs. Chile, párrafos 155 y 156.
militar no pueden supeditar su labor a que un órgano del Poder Ejecutivo les entregue su
despacho o realice la inscripción de su título en una institución castrense, y más grave aún, en
el caso del último extremo de la disposición cuestionada, la función jurisdiccional no puede
encontrarse condicionada a que el Presidente la República sea quien otorgue los ascensos a los
oficiales (Generales de Brigada) que se vayan a desempeñar en las máximas instancias de la
jurisdicción especializada en lo militar.
En directa relación con lo expuesto en los parágrafos precedentes, toca ahora examinar las
disposiciones que regulan el denominado Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, y verificar si
vulneran principios básicos de la función jurisdiccional, tales como los de independencia e
imparcialidad.

2.3. Los principios de independencia e imparcialidad judicial y el Cuerpo Judicial Penal


Militar Policial

72. Por conexión con las disposiciones cuestionadas en el punto anterior, cabe analizar los
siguientes artículos, los cuales regulan el funcionamiento del denominado Cuerpo Judicial
Penal Militar Policial:

Segunda Disposición Transitoria


(...) Los integrantes de la Junta Transitoria, Calificadora y Designadora deben ser
designados e instalarse dentro de los cinco (5) días naturales de publicada la presente Ley;
debiendo en un plazo máximo de veinticinco (25) días naturales de instalada designar
temporalmente a los tres (3) Vocales Supremos jurídico militar o policial que integran la Sala
Suprema Penal Militar Policial. Los Vocales Supremos designados temporalmente, deben, en
lo posible, haber prestado servicios en diferentes Cuerpos o Servicios Jurídicos de las Fuerzas
Armadas o Policía Nacional.
(...) la Junta Transitoria, Calificadora y Designadora, cuenta con un plazo máximo de treinta
(30) días naturales para señalar los requisitos, evaluar y designar temporalmente por dos (2)
años prorrogables a dos (2) años más, a los Vocales Superiores, luego de lo cual tiene un plazo
máximo de sesenta (60) días naturales para evaluar y designar temporalmente por dos (2) años
prorrogables a dos (2) años más a Vocales Territoriales, Jueces Penales Militares Policiales,
Relatores y Secretarios de Sala y de Juzgado de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal
Militar Policial, entre los oficiales en situación de actividad provenientes de los Cuerpos o
Servicios Jurídicos de las Instituciones de las Fuerzas Armadas y/o Policía Nacional. [énfasis
agregado]

Artículo 81.- Cuerpo Judicial Penal Militar Policial


81.1 El Cuerpo Judicial Penal Militar Policial está constituido por todos los Vocales, Jueces y
auxiliares jurisdiccionales con formación jurídico-militar policial, que cumplen funciones en
cada instancia de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial; dependiendo,
jurisdiccionalmente, de la Sala Suprema Penal Militar Policial (...).

Artículo 33.- Requisito para el nombramiento jurisdiccional y otorgamiento de despacho


33.1 Previo concurso público de méritos y evaluación personal, sólo los miembros del Cuerpo
Judicial Penal Militar Policial pueden ser nombrados por el Consejo Nacional de la
Magistratura, como Vocales o Jueces en cualquiera de las instancias de la Jurisdicción
Especializada en Materia Penal Militar Policial; a excepción de los dos (2) Vocales Supremos
provenientes de la jurisdicción ordinaria, que integran la Sala Suprema Penal Militar Policial.
[énfasis agregado]

73. De las mencionadas disposiciones cuestionadas se desprenden claramente dos aspectos


iniciales. El primero, que existen dos organismos que con denominaciones parecidas cumplen
funciones distintas y forman parte de diferentes instituciones. Así, por un lado, el Cuerpo o
Servicio Jurídico que agrupa a los abogados que se han incorporado a las fuerzas armadas y
policiales para cumplir determinadas funciones, y que pertenece al Poder Ejecutivo
(Ministerio de Defensa o Ministerio del Interior, según sea el caso); y, por otro lado, el
denominado Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, que agrupa a aquellos “jueces” que
desempeñan su función en la jurisdicción militar.

74. El segundo, que tales organismos poseen una naturaleza que podría denominarse asociativa,
toda vez que son creados precisamente para agrupar o asociar a un conjunto de personas que
desempeñan una misma profesión o una misma función. En el caso del Cuerpo o Servicio
Jurídico, para asesorar, orientar o coadyuvar, entre otras actividades, en las funciones propias
de la administración castrense. En el caso del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, para
agrupar o asociar a los jueces militares, sin que ello pueda significar la atribución a este
cuerpo de funciones de naturaleza jurisdiccional, pues, como ya se ha mencionado, solo tienen
una naturaleza asociativa. Quienes administran justicia en el ámbito militar son los jueces
militares, y no organismos como el Cuerpo Judicial que sólo los agrupa. Veamos esto con
mayor detenimiento.

75. La existencia de un Cuerpo o Servicio jurídico dentro de las Fuerzas Armadas o la Policía
Nacional del Perú constituye una potestad dejada al libre arbitrio del Legislador, el cual, con
objeto de optimizar el cumplimiento de los fines constitucionales de tales instituciones, puede
establecer al interior de la organización de la «administración militar» un órgano como el
Cuerpo o Servicio Jurídico, compuesto por militares-abogados o policías-abogados y, además,
orientado por valores militares, tales como la obediencia y la subordinación. El
establecimiento de los requisitos para el acceso a este ente administrativo, las funciones
administrativas de sus integrantes, y los beneficios y derechos que les corresponden, entre
otros, constituyen igualmente potestades del Poder Legislativo. Queda claro, entonces, que no
son incompatibles con la Constitución aquellas disposiciones legislativas que, dentro de la
respectiva ley que regule las funciones de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional (Poder
Ejecutivo), establezca un órgano administrativo, como lo es el Cuerpo o Servicio Jurídico-
Militar.

76. El problema, a juicio de este Colegiado, no es que exista, o no, dentro de la organización de la
jurisdicción militar un órgano denominado Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, que agrupe
a los magistrados de la jurisdicción especializada en lo militar, sino: a) quiénes lo conformen,
y b) qué rol desempeña con relación a la independencia e imparcialidad de la función
jurisdiccional, básicamente en lo que se refiere a la inexistencia dentro de este organismo de
valores militares como los de obediencia y subordinación entre los jueces, los que, como se ha
visto en el punto anterior, son propios de la administración militar, y no de la jurisdicción
militar.

77. En cuanto al punto a, conforme se observa en los ya examinados artículos 16.1, 24.2, y 31 de
la Ley 28665, así como en el mencionado artículo 81 de la misma ley, el Cuerpo Judicial
Penal se compone de oficiales en situación de actividad, lo que implica su vinculación con las
leyes que regulan el funcionamiento de los institutos armados y policiales para incorporar a
los miembros del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial, tal como se evidencia, además, de la
Cuarta Disposición Complementaria de la Ley 28665, que establece lo siguiente:

CUARTA.- Beneficios asistenciales


Los oficiales de los Cuerpos o Servicios Jurídicos de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional
que sean designados temporalmente, los nombrados por el Consejo Nacional de la
Magistratura y los designados como auxiliares jurisdiccionales, para desempeñar labores en o
ante la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial, conservan al igual que sus
beneficiarios, para todos sus efectos, los beneficios asistenciales relativos a salud, educación,
vivienda y bienestar, que reciben de sus respectivas Instituciones Armadas o Policía Nacional.

78. En cuanto al punto b, vinculado al anterior, se evidencia cómo el Cuerpo Judicial Penal
Militar Policial, diseñado por la Ley 28665, pretende servir como instrumento para nombrar
como jueces (poder jurisdiccional) a miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional
(poder ejecutivo), mediante un inconstitucional organismo denominado Junta Transitoria,
Calificadora y Designadora. En efecto, hasta en tres pasos se aprecia el modo en que los
oficiales en actividad de los Cuerpos o Servicios Jurídicos de las Fuerzas Armadas y la Policía
Nacional, designados por una Junta Transitoria –y no por el CNM–, van a convertirse en
vocales y jueces “titulares” de la jurisdicción militar. Veamos cómo se estructuran estos pasos:

¾ Primer paso: En un régimen transitorio, una “Junta Transitoria, Calificadora y


Designadora” designa como vocales y jueces militares a los oficiales en situación de
actividad que son miembros de los Cuerpos o Servicios Jurídicos de la Fuerzas Armadas y
la Policía Nacional, salvo el caso de los tres vocales supremos con formación jurídico-
militar que deben encontrarse en situación de retiro (Segunda Disposición Transitoria).

¾ Segundo paso: En un régimen permanente, los vocales y jueces designados por la


mencionada Junta Transitoria forman el Cuerpo Judicial Penal Militar, el cual depende
“jurisdiccionalmente” de la Sala Suprema Penal Militar Policial (artículo 81, inciso 1).

¾ Tercer paso: En un régimen permanente, el Consejo Nacional de la Magistratura sólo


puede nombrar como jueces y fiscales a los miembros del Cuerpo Judicial Penal Militar
(que no son sino los miembros de los Cuerpos o Servicios Jurídicos de la Fuerzas Armadas
y la Policía Nacional, designados por una Junta Transitoria, y no por el CNM).

79. Por tanto, el Tribunal Constitucional estima que la Segunda Disposición Transitoria, el
artículo 81, inciso 1, y el artículo 33, inciso 1, de la Ley 28665, así como el cuarto párrafo del
artículo XII de la misma ley, son inconstitucionales por vulnerar los principios de
independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional, además de las atribuciones del
Consejo Nacional de la Magistratura, porque, en conjunto, tienen como finalidad que un
organismo como el Cuerpo Judicial Penal Militar sirva para introducir en el poder
jurisdiccional del Estado a personas designadas por una inconstitucional Junta Transitoria.

80. Por la misma razón, son inconstitucionales determinados extremos del artículo XII del Título
Preliminar de la Ley 28665, por cuanto establecen que el Cuerpo Judicial Penal está integrado
por “Los Oficiales Judiciales en situación militar o policial de actividad que se desempeñan
como Vocales Superiores, Territoriales, Jueces, Relatores y Secretarios de Sala y de Juzgado,
de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial”, de la ley cuestionada
[énfasis agregado] así como, por conexión, el inciso 3, del artículo 81.

2.4. La garantía de inamovilidad y el principio de unidad judicial, respecto de la creación,


reducción, supresión o traslado de los órganos de la jurisdicción penal militar policial

81. Al respecto, la demandante alega que la garantía de inamovilidad judicial ha sido vulnerada
por los artículos 15, 23 y 28, entre otros, que establecen las siguientes disposiciones:

Artículo 15.- Consejo Superior Penal Militar Policial


15.5 Crea, reduce, suprime o traslada las sedes de los órganos jurisdiccionales, a su iniciativa o
atendiendo a los requerimientos de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional a través del Poder
Ejecutivo.

Artículo 23.- Creación de Consejos Territoriales Penales Militares Policiales


El Consejo Superior Penal Militar Policial crea, reduce, suprime, traslada sedes y determina la
demarcación geográfica de los Consejos Territoriales Penales Militares Policiales, atendiendo
a los requerimientos de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional, y previa solicitud del Poder
Ejecutivo.

Artículo 28.- Creación y jurisdicción de los Juzgados Penales Militares Policiales


El Consejo Superior Penal Militar Policial crea, reduce, suprime, traslada sedes y determina la
demarcación geográfica de los Juzgados Penales Militares Policiales, atendiendo a los
requerimientos de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional y previa solicitud del Poder
Ejecutivo.

Apreciaciones de la demandante

82. La demandante aduce que la creación, reducción y supresión de las sedes de los órganos
jurisdiccionales de la jurisdicción militar, así como su ubicación geográfica, ha sido
considerada por la ley cuestionada como competencia exclusiva del Consejo Superior Penal
Militar Policial, lo cual, en su opinión, vulnera el principio de unidad y autonomía del Poder
Judicial, toda vez que no permite a este, la participación en las decisiones sobre tales aspectos,
la cual resulta relevante para una correcta administración de justicia.

Apreciaciones del demandado

83. Al respecto, el demandado arguye que no puede desconocerse el carácter especial que poseen
las instituciones militares y las personas que las conforman, toda vez que estas, cuando se
desempeñan como oficiales en situación de actividad, deben cumplir los deberes que la
Constitución les ha conferido, tales como la preservación de la integridad de la Nación y la
protección de la Seguridad Nacional. Para tales efectos y en razón de la naturaleza de cada
caso, los militares y policías que se encuentren en situación de actividad deben ser enviados a
diversas zonas lejanas, lo cual justifica la creación de Consejos Territoriales no permanentes,
así como la movilización de sus integrantes.

Apreciaciones del Tribunal Constitucional

84. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional ha sostenido que “(...) la garantía de la


inamovilidad de los jueces durante su mandato no sólo determina el status jurídico de los
jueces, sino que debe entenderse, a su vez, como una garantía de justicia para el administrado,
indispensable para reforzar la independencia judicial en un Estado Democrático”. Está
referida, básicamente, a la prohibición de traslados forzosos de un puesto judicial a otro. “Con
ello, se busca la estabilidad del juez en el cargo y que la carrera judicial esté exenta de
cualquier influencia política, conservando la debida especialidad y conocimiento que amerita
el cargo, finalidad que no podría verificarse con las separaciones o traslados no justificados ni
establecidos en norma alguna, y mucho más cuando provengan de un órgano distinto, como el
Poder Ejecutivo. Por ello no cabe aceptar la existencia de garantías ´temporales` de
inamovilidad, pues para preservar la real vigencia de la independencia judicial, a la cual se
vincula, es necesario que se trate de una garantía permanente. Además, debe considerarse que
ejercer un puesto de manera interina acarrea la inseguridad jurídica y la inestabilidad
profesional, afectando el correcto desempeño de las labores encomendadas”.171[18][18]

85. Asimismo, sostuvo que “Esta garantía es constantemente invocada en el ámbito de la


jurisdicción militar, dado que la realidad militar no permite su eficaz cumplimiento, pues, por
la propia naturaleza de las funciones de los miembros del servicio activo –que hacen a la vez
de jueces–, resultan susceptibles de rotación, y no necesariamente para seguir desempeñando
las mismas funciones jurisdiccionales”. Por ello, “en el proceso de consolidación del Estado
Social y Democrático de Derecho, cada vez es mayor la tendencia a adecuar la jurisdicción
militar a las garantías propias del correcto funcionamiento de la Administración de Justicia,

171[18][18]
Expediente 0023-2003-AI/TC FJ 35
delimitándola como jurisdicción especializada y, en algunos casos, restringiéndola a tiempos
de guerra. Las garantías procesales de las que gocen los acusados militares en tiempos de paz
deben ser más favorables o, como mínimo, iguales a aquellas de las que gozan las personas
protegidas por el derecho internacional humanitario en tiempos de guerra”.172[19][19]

86. En consecuencia, teniendo en cuenta el ámbito protegido por esta garantía y que la principal
actividad de la jurisdicción especializada en lo militar se realiza en tiempos de paz, entonces
no se justifica la existencia de disposiciones como las aquí cuestionadas que permitan, en
todos los casos, la reducción, supresión o traslado de las sedes de los órganos jurisdiccionales,
a pedido de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú (Poder Ejecutivo). Por otra
parte, en lo que se refiere al supuesto contemplado en el artículo 137º, inciso 1), de la
Constitución, no es ajeno a este Colegiado el hecho de que existen determinadas zonas
geográficas del país que han sido declaradas en Estado de Emergencia debido a que sufren
graves perturbaciones de la paz y del orden interno, lo cual evidentemente exige la movilidad
de las respectivas autoridades judiciales militares. Sin embargo, este hecho no justifica la
existencia de disposiciones que permitan que la totalidad de órganos de la jurisdicción militar
puedan ser objeto de traslado, reducción o supresión a petición del Poder Ejecutivo.

87. A efectos de tutelar la independencia e imparcialidad de los jueces militares y evitar que
puedan ser sometidos a algún tipo de presión o interferencia en el ejercicio de la función
jurisdiccional, a ellos se les debe garantizar la inamovilidad en sus cargos. Si bien la
declaratoria de un Estado de Emergencia puede plantear que, excepcionalmente, una autoridad
judicial militar pueda trasladarse a un punto geográfico que se encuentre dentro de su
circunscripción respectiva y que tal declaratoria de emergencia implique a su vez una petición
por parte del Poder Ejecutivo a la Sala Suprema Penal Militar Policial de la Corte Suprema de
Justicia de la República, para que se realice tal traslado (solicitud que debe ser atendida con la
celeridad y urgencia del caso), ello no autoriza a que disposiciones como las aquí cuestionadas
permitan que “todos” los órganos de la jurisdicción militar puedan trasladarse, reducirse o
suprimirse, conforme a los requerimientos de las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional.

88. Por tanto, los artículos 15, inciso 5, 23 y 28 de la Ley 28665 son inconstitucionales por
vulnerar la garantía de inamovilidad judicial.

2.5. El principio de unidad de la función jurisdiccional y el sistema de control disciplinario


“especial” de la Ley 28665

89. La demandante también ha cuestionado los incisos 1 y 2 del artículo 5 de la Ley 28665, que
establece lo siguiente:

Artículo 5.- Sanción disciplinaria


5.1 Los Vocales, Jueces y auxiliares jurisdiccionales de la Jurisdicción Especializada en
Materia Penal Militar Policial, en el desempeño de sus funciones, y respecto de su conducta
funcional e idoneidad, se encuentran sujetos a investigación por la Oficina de Control de la
Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial.
5.2 Para los efectos de lo señalado en el párrafo anterior, créase la Oficina de Control de
la Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial, cuyos
integrantes son designados por la Sala Suprema Penal Militar Policial, tanto en la Oficina
Central como en las Oficinas Desconcentradas, entre Oficiales jurídicos militares policiales en
situación militar o policial de retiro con experiencia en labor jurisdiccional. La designación es
a dedicación exclusiva y por un plazo improrrogable de tres (3) años.

172[19][19]
Expediente 0023-2003-AI/TC FFJJ 36 y 37
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
SÉTIMA.- Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia
Penal Militar Policial
La Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia
Penal Militar Policial es el órgano que tiene por función investigar regularmente la conducta
funcional, la idoneidad y el desempeño de los Magistrados y auxiliares jurisdiccionales de la
Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial.
Esta facultad no excluye la evaluación permanente que deben ejercer los órganos
jurisdiccionales al conocer de los procesos en grado.
La Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia
Penal Militar Policial es presidida por un Oficial jurídico militar o policial, con experiencia
jurisdiccional, con el grado de General de Brigada o equivalente, en situación militar o policial
de retiro designado por la Sala Suprema Penal Militar Policial. La función es a dedicación
exclusiva (...)
La Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia
Penal Militar Policial está constituida por una Oficina Central con sede en Lima, cuya
competencia abarca todo el territorio de la República.
La Sala Suprema Penal Militar Policial crea las Oficinas Desconcentradas de Control de
la Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial y fija sus
integrantes, ámbito de competencia, así como sus facultades de sanción.

Apreciaciones de la demandante

90. La demandante aduce que la ley cuestionada crea una Oficina de Control de la Magistratura
de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial, la cual se encarga de hacer
efectivas las responsabilidades funcionales de los vocales, jueces y personal auxiliar de la
jurisdicción especial en materia penal militar policial. Al respecto, sostiene que las respectivas
disposiciones vulneran el principio de autonomía del Poder Judicial, toda vez que la Oficina
de Control de la Magistratura del Poder Judicial es el ente encargado del seguimiento de los
jueces vocales y personal auxiliar del Poder Judicial.

Apreciaciones del demandado

91. Al respecto, el demandando aduce que el control de los jueces no es único y tampoco está
previsto en la Constitución como una potestad exclusiva del Poder Judicial. Alega que la
función de control está a cargo del Consejo Nacional de la Magistratura, lo cual no permite
que el Poder Judicial estructure un sistema disciplinario de control. Asimismo, establece que
en la medida en que el Poder Judicial no controla al Tribunal Constitucional ni al Jurado
Nacional de Elecciones, entonces no podría controlar a la jurisdicción militar, que, por
disposición constitucional es independiente.

Apreciaciones del Tribunal Constitucional

92. Sobre el particular, este Colegiado debe reiterar lo expuesto respecto del principio de unidad
de la función jurisdiccional, según el cual el Estado peruano, en conjunto, posee un sistema
jurisdiccional unitario, en el que cada uno de sus órganos deben poseer no sólo similares
garantías y reglas básicas de organización y funcionamiento, sino también un mismo régimen
disciplinario. En ese sentido, si el Legislador, conforme a sus atribuciones constitucionales, ha
optado por crear una Sala Suprema Penal Militar dentro de la Corte Suprema de Justicia de la
República, entonces esta Sala debe someterse al régimen disciplinario existente dentro del
Poder Judicial y no como ha establecido la disposición cuestionada, que permite la
coexistencia de dos regímenes disciplinarios dentro del Poder Judicial; uno para los miembros
de la Sala Suprema Penal Militar Policial, y otro para el resto de órganos jurisdiccionales de
este Poder del Estado. Por tanto, el Tribunal Constitucional estima que los incisos 1 y 2 del
artículo 5, así como la Sétima Disposición Complementaria de la Ley 28665 son
inconstitucionales por crear un régimen disciplinario especial dentro del Poder Judicial para
los miembros de la Sala Suprema Penal Militar Policial, vulnerando el principio de unidad de
la función jurisdiccional.
93. En el caso de las instancias inferiores de la jurisdicción militar, no existe prohibición
constitucional para que el Legislador pueda crear un régimen disciplinario especial, debiendo
tomarse en consideración, en todos los casos, que el artículo 154, inciso 3 de la Constitución
establece como una de las funciones del Consejo Nacional de la Magistratura la aplicación de
la sanción de destitución a los Vocales de la Corte Suprema y Fiscales Supremos, así como a
los jueces y fiscales de todas las instancias, por lo que la regulación del régimen disciplinario
de las instancias de la jurisdicción militar debe asemejarse, en lo posible, al régimen estatuido
para el caso del Poder Judicial.
94. Asimismo, las disposiciones cuestionadas vulneran el principio de independencia judicial
(dimensión interna), por cuanto establecen que la Sala Suprema Penal Militar Policial es
competente para designar a los miembros de las Oficinas Desconcentradas de Control de la
Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial, toda vez que
la Sala Suprema Penal Militar Policial se encuentra imposibilitada de la realización de tales
actos administrativos (designaciones de los miembros de las Oficinas Desconcentradas de
Control que precisamente son los que controlan a los juzgadores de los Consejos y Juzgados)
pues al constituirse en un órgano de un nivel jurisdiccional superior al Consejo Superior
Militar Policial, a los Consejos Territoriales Penales Militares Policiales y a los Juzgados
Penales Militares Policiales, y, en consecuencia, tener el poder de revisar las decisiones
jurisdiccionales de ellos, crea un vínculo de dependencia respecto de tales órganos
jurisdiccionales inferiores.

B. La garantía institucional de la autonomía del Ministerio Público y la creación de la


“Fiscalía Penal Militar Policial”

95. El demandante ha cuestionado los artículos 55, incisos 1 y 2, 56, inciso 2, y 82º inciso 1, de la
Ley 28665 que establecen lo siguiente:

Artículo 49.- Fiscales Penales Militares Policiales y Ministerio Público


49.2 Son nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura e integran el Cuerpo Fiscal
Penal Militar Policial del Ministerio Público, se encuentran sujetos a sus órganos de control,
conforme a la Constitución, Ley Orgánica del Ministerio Público y a lo dispuesto en la
presente Ley; esto último, en aplicación del principio de supremacía de la norma
específica.[énfasis agregado]

Artículo 53.- Órganos de gestión del Ministerio Público


Los Fiscales Penales Militares Policiales se rigen conforme a las disposiciones emanadas de
los órganos de gestión contemplados en la Ley Orgánica del Ministerio Público, con excepción
de lo previsto en la presente Ley, en aplicación del principio de supremacía de la norma
específica.[énfasis agregado]

Artículo 55.- Nombramiento y ejercicio funcional


55.1 Los Fiscales Supremos Penales Militares Policiales son nombrados por el Consejo
Nacional de la Magistratura, previo concurso público de méritos y evaluación personal, entre
los Fiscales Penales Militares Policiales, con el grado de General de Brigada o equivalente en
situación de actividad, el que extiende la resolución de nombramiento y entrega el título oficial
que lo acredita. [énfasis agregado]

55.2 Para ser nombrado Fiscal Supremo Penal Militar Policial se requiere tener necesariamente
formación jurídico-militar policial e integrar el Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial. [énfasis
agregado]

Artículo 56.- Funciones


56.2 Las facultades para ejercer las funciones [del Fiscal Supremo Penal Militar Policial]
pueden excepcional y temporalmente ser asumidas por el Fiscal de la Nación [énfasis
agregado]

Artículo 82.- Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial


82.1 El Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial está constituido por todos los Oficiales Fiscales
con formación jurídico-militar policial que conforman la Fiscalía Penal Militar Policial, y que
cumplen funciones ante la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial,
dependiendo el mismo funcionalmente del Fiscal Supremo Penal Militar Policial. Sus
integrantes se encuentran comprendidos en los alcances del ámbito de la Fiscalía Suprema de
Control Interno del Ministerio Público, a través de los Fiscales Penales Militares Policiales que
actúan en su ámbito. [énfasis agregado]

Apreciaciones de la demandante

96. La demandante ha sostenido que de las disposiciones antes mencionadas se concluye que los
Fiscales Penales Militares Policiales “administrativa, funcional y orgánicamente dependen en
línea directa de la Fiscalía Suprema Penal Militar Policial y no como sucede con los Fiscales
del Ministerio Público, quienes se encuentran directamente bajo la autoridad de los órganos de
línea correspondientes a la función fiscal del Ministerio Público. Así, tenemos que al interior
del Ministerio Público existen dos grupos de Fiscales; unos que están jerárquicamente
sometidos a la autoridad del Fiscal de la Nación, y otros que, a pesar de formar parte de él,
son, efectivamente, ajenos a sus autoridad. (...) No existe real autonomía ahí donde la
autoridad se ejerce parcialmente, sustrayéndose de ella determinados ámbitos, como es en este
caso el denominado Cuerpo Fiscal Militar Policial, que sin embargo, nominalmente forman
parte de él”.

Apreciaciones del demandado

97. El representante del demandado ha sostenido que las diferentes disposiciones de la Ley 28665
no vulneran la autonomía del Ministerio Público, pues “lejos de vulnerar dicha autonomía, ha
dispuesto un diseño de organización de los fiscales penales militares policiales, de modo que
puedan desempeñar sus funciones eficientemente”, y además, que no puede ser incongruente
que los fiscales militares policiales administrativa, económica y orgánicamente dependan en
línea directa de la Fiscalía Suprema Penal Militar Policial, precisamente por el criterio de
especialidad. No se trata de desconocer la autoridad del Fiscal de la Nación, sino de
superponer fines del Estado que la misma Constitución ha instituido al establecer la
independencia de la jurisdicción militar”.
98. Asimismo, aduce que “debe tenerse en cuenta que los miembros de la Fiscalía Suprema Penal
Militar Policial son designados por el Consejo Nacional de la Magistratura, con lo que se
supera el cuestionamiento respecto de su independencia”.

Apreciaciones del Tribunal Constitucional

99. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional comparte las apreciaciones de la demandante,


estimando que las disposiciones cuestionadas vulneran los artículos 158 y 159 de la
Constitución, que consagran la garantía institucional de la autonomía del Ministerio Público.

100. Al respecto, cabe precisar, en primer término, que la autonomía, en abstracto, puede
entenderse como “(...) la libertad de determinación consentida a un sujeto, la que se manifiesta
en el poder de darse normas reguladoras de su propia acción, o, más comprensivamente, como
la potestad de proveer a la protección de intereses propios y, por tanto, de gozar y disponer de
los medios173[20][20]
necesarios para obtener una armoniosa y coordinada satisfacción de los propios
intereses”.
100. A su vez, la garantía institucional permite proteger a determinadas instituciones a las
que se considera componentes esenciales del ordenamiento jurídico y cuya
preservación es indispensable para asegurar la efectiva vigencia de los principios
constitucionales. Sobre la garantía institucional el Tribunal Constitucional ha sostenido
que esta aparece como una “(...) fijación constitucional dotada –reconociblemente– de
una eficacia reforzada (...) 174[21][21]
con una función fundamental y propia de ordenación de la
comunidad constituida (...)”.
101. De este modo, teniendo en cuenta lo dispuesto por el artículo 158 de la Constitución, la
garantía institucional de la autonomía del Ministerio Público tiene por finalidad asegurar y
proteger la libertad de actuación de este órgano constitucional, de modo tal que pueda
cumplir eficazmente con las funciones que le ha encomendado la Norma Fundamental,
evitando la dependencia y subordinación respecto de otros órganos, poderes o personas,
sean estas públicas o privadas. Para garantizar esta libertad de actuación es preciso, entre
otras cosas, que el Ministerio Público, en tanto que órgano constitucional autónomo, pueda
contar con un estatuto jurídico básico que regule los derechos, obligaciones,
incompatibilidades y beneficios de los fiscales, entre otros, de manera que se pueda
preservar la imparcialidad en el desempeño de la función fiscal, así como el tratamiento
igualitario a los fiscales que se encuentren en el mismo nivel y jerarquía.
102. En efecto, el estatuto jurídico básico del Ministerio Público es precisamente su Ley
Orgánica (Decreto Legislativo 052), estatuto jurídico que no solo viene exigido por la
garantía institucional de la autonomía del Ministerio Público (artículo 158 Const.), sino
también porque así lo dispone el artículo 106 de la Norma Fundamental al establecer que
“Mediante leyes orgánicas se regulan la estructura y el funcionamiento de las entidades del
Estado previstas en la Constitución”. [énfasis agregado]
103. Por ello, en lo que se refiere a los extremos de las disposiciones cuestionadas, el Tribunal
Constitucional estima que son inconstitucionales por vulnerar la garantía institucional de la
autonomía del Ministerio Público, el principio de igualdad, así como las atribuciones
constitucionales del Consejo Nacional de la Magistratura, toda vez que, además de
encontrarse establecidos en un estatuto jurídico “especial”, introducen en el Ministerio
Público una Fiscalía Penal Militar Policial compuesta de oficiales que provienen de un
organismo como el denominado Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial, que no han sido
elegidos conforme a los preceptos de la Norma Fundamental y no dependen de los órganos
de gestión del Ministerio Público, siendo además que estos extremos otorgan un tratamiento
diferenciado a fiscales que se encuentran en el mismo nivel y jerarquía.

104. En efecto, es incompatible con la Constitución el establecimiento de normas como las


dispuestas en los incisos 1 y 2 del artículo 55 de la Ley 28665 que, vulnerando las
atribuciones del Consejo Nacional de la Magistratura, introducen en el Ministerio Público a
funcionarios que no han sido nombrados conforme a los preceptos de la Norma
Fundamental.

105. Como ya se ha mencionado en el caso del Poder Judicial, los artículos 150 y 154, inciso 1,
de la Constitución estipulan que el Consejo Nacional de la Magistratura “se encarga de la
selección y el nombramiento de los jueces y fiscales”, y de “Nombrar, previo concurso
público de méritos y evaluación personal, a los jueces y fiscales de todos los niveles (...)”.
[énfasis agregado] Los cuestionados extremos de los incisos 1, y 2, del artículo 55,
desnaturalizan las atribuciones del Consejo Nacional de la Magistratura, toda vez que
establecen que este solo podrá realizar el concurso “público” de méritos y la evaluación
personal exigidos por la Constitución, con quienes formen parte del Cuerpo Fiscal Penal
Militar Policial; es decir, que el denominado “concurso público” no será precisamente

173[20][20]
MORTATI, Costantino. Istituzioni di diritto pubblico, 9.ª ed., Tomo II, Padova, Cedam, 1976. pp.823.
174[21][21]
Expediente N.º 0005-2004-AI/TC FJ 11.
público, pues se realizará solo con los integrantes de una entidad como el Cuerpo Fiscal
Penal Militar Policial.

106. No se pone en tela de juicio la necesidad de que determinados órganos del Ministerio
Público deban contar con profesionales del Derecho especialistas en la materia penal militar,
sino el que se abligue al Consejo Nacional de la Magistratura a realizar un concurso
“público” sólo con los integrantes de un organismo como el Cuerpo Fiscal Penal Militar
Policial, limitando con ello las funciones del mencionado órgano constitucional y, además,
restringuiendo desproporcionada e irrazonablemente el ejercicio de derechos fundamentales
(como el de igualdad en el acceso a los cargos públicos o la libertad de trabajo) de quienes
teniendo una formación jurídico militar idónea para desempeñar la función fiscal en materia
penal militar no son miembros del denominado Cuerpo Judicial Penal Militar. Es
importante destacar que el Consejo Nacional de la Magistratura es el órgano encargado,
conforme a sus atribuciones constitucionales, de establecer los requisitos y condiciones que
deben reunir quienes postulen a la función fiscal, garantizando, en todo caso, que se cuente
con profesionales que posean una óptima formación jurídico militar. En todo caso, más
adelante se examinará con mayor amplitud las disposiciones relacionadas con las
competencias del Consejo Nacional de la Magistratura.

107. Del mismo modo, son inconstitucionales determinados extremos de los artículos 49. inciso
2, 53, así como los artículos 56.2 y 82, inciso 1, y el último párrafo del artículo XII del
Título Preliminar de la Ley 28665, y, por conexión, el artículo 56, inciso 1, apartado 8, de la
misma ley, por vulnerar la garantía institucional de la autonomía del Ministerio Público,
toda vez que establecen, dentro de este órgano constitucional, una Fiscalía Penal Militar
Policial compuesta, entre otros, de un Fiscal Supremo Penal Militar Policial, el que se
constituye en la autoridad de esta nueva “fiscalía”. En suma, se crea una entidad (la fiscalía
penal militar) al interior del Ministerio Público, que resulta independiente y autónoma
respecto de este órgano constitucional, implantando una organización especial e incluso un
sistema disciplinario especial, lo que no hace sino evidenciar la fractura de la autonomía de
un órgano unitario como lo es el Ministerio Público, respecto del cual la Constitución no ha
establecido excepción alguna para el caso de la especialidad militar como sucede en el caso
del Poder Judicial. Asimismo, el mencionado artículo 56, inciso 2 llega al extremo de
disponer que solo de modo excepcional y temporalmente las funciones del referido Fiscal
Supremo Penal Militar Policial podrán ser asumidas por la Fiscalía de la Nación.

108. Las mencionadas disposiciones no solo vulneran la garantía institucional de la autonomía


del Ministerio Público, sino también el extremo del artículo 158, que establece que el Fiscal
de la Nación es quien preside el Ministerio Público, por lo que el Legislador no puede
disponer que un determinado grupo de fiscales tenga como órgano que los preside a uno
distinto a la Fiscalía de la Nación. Por la misma razón es inconstitucional el artículo 82,
inciso 1, de la Ley 28665, por ordenar que el Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial depende
funcionalmente del Fiscal Supremo Penal Militar Policial.

109. Asimismo, el Tribunal Constitucional estima que es inconstitucional el artículo XII del
Título Preliminar de la Ley 28665, por vulnerar la garantía institucional de la autonomía del
Ministerio Público, toda vez que establece que Oficiales Fiscales en situación militar o
policial de retiro puedan desempeñarse “como Fiscal Supremo Penal Militar Policial en la
Junta Suprema de Fiscales del Ministerio Público” [énfasis agregado], posibilitando que
tales funcionarios, seleccionados mediante un sistema de elección incompatible con la
Constitución, puedan participar en el gobierno de un órgano constitucionalmente autónomo
como el Ministerio Público. Simplemente, tal disposición resulta inadmisible en un Estado
Constitucional de Derecho, en el que la Constitución contiene mandatos que deben ser
observados principalmente por los poderes públicos y en el que el Ministerio Público se
configura como una institución autónoma que se encarga, además de la persecución del
delito, de velar por la independencia de los órganos jurisdiccionales y por la recta
administración de justicia.

110. También es inconstitucional el artículo 82, inciso 2, de la Ley 28665, por vulnerar la
garantía institucional del Ministerio Público, toda vez que establece un requisito (poseer el
grado militar o policial de Mayor o equivalente) que supedita el acceso de quienes aspiran a
la función fiscal en la especialidad penal militar.

111. De igual modo, por vulnerar la garantía institucional de la autonomía del Ministerio Público
son inconstitucionales los artículos 49, inciso 1, 55, inciso 1, 57, inciso 3, 58, incisos 3 y 4,
59, inciso 2, 60, inciso 1, 61, inciso 2, 62, inciso 1, 63, inciso 2, y 82, inciso 3, de la Ley
28665, toda vez que establecen que los fiscales penales militares policiales deban ser
oficiales en situación de actividad.

112. Finalmente, el Tribunal Constitucional estima que es inconstitucional el artículo 82, inciso
4, de la cuestionada ley, por vulnerar también la garantía institucional del Ministerio
Público, además de la independencia del Consejo Nacional de la Magistratura. Esta
disposición dispone que “La promoción a un nivel funcional Superior en la Fiscalía Penal
Militar Policial, determina el ascenso en el grado militar o policial, previo cumplimiento de
los requisitos de capacidad psicosomática, aptitud física, y cursos de instrucción
establecidos para cada grado, según la Institución a la que se pertenezca” [énfasis
agregado], condicionando de este modo el nombramiento de los fiscales cuando aspiren a
ocupar un cargo de nivel superior en la función fiscal, al exigir el cumplimiento de
requisitos que deben fijar “las instituciones castrenses” y no, como debe ser, el Consejo
Nacional de la Magistratura, en tanto que órgano constitucional encargado de la selección y
nombramiento de los jueces y fiscales.

C. El principio de igualdad como límite de la actividad del Legislador

113. En general, el concepto de igualdad forma parte del acervo cultural del pensamiento
occidental. El punto de partida del análisis de la igualdad es la clásica fórmula de
Aristóteles, quien sostiene que “Parece que la justicia consiste en igualdad, y así es, pero no
para todos, sino para los iguales; y la desigualdad para ser justa, y lo es, en efecto, pero no
para todos, sino para los desiguales”.175[22][22]

114. Como tal, hoy en día la igualdad expresa una concepción propia del Estado Democrático y
Social de Derecho. En efecto, “En su dimensión liberal, la idea de igualdad conlleva la
prohibición de arbitrio, tanto en el momento de creación de la norma que introduce la
diferencia como en el de su aplicación. La igualdad, desde la perspectiva del principio
democrático, excluye que ciertas minorías o grupos sociales en desventaja puedan quedarse
´aislados y sin voz`. Desde el punto de vista social , la idea de igualdad legitima un derecho
desigual a fin de garantizar a individuos y grupos desventajados una igualdad de
oportunidades”.176[23][23]

175[22][22]
ARISTÓTELES. Política, III 9 1280 a. Introducción, traducción y notas de Manuela García Valdés,
Editorial Gredos, Madrid, 1999, p.174.
176[23][23]
BILBAO UBILLOS, Juan María y otro. El principio constitucional de igualdad en la jurisprudencia
española. En: El principio constitucional de igualdad, Comisión Nacional de Derechos Humanos, México, 2003, p.
106.
115. En suma, el derecho a la igualdad, como el conjunto de derechos consagrados en nuestra
Constitución, encuentra su fundamento último en la dignidad de la persona. Así, cuando el
artículo 1, de la Constitución establece que “La defensa de la persona humana y el respeto
de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”, está reconociendo una
igualdad esencial de todas las personas, por lo que exige que tanto la sociedad como el
Estado deban tener como principal objetivo la vigencia de la dignidad humana.

2.6. La igualdad jurídica y su vinculación al Legislador

116. Antes de examinar la vinculación del Legislador a la igualdad jurídica, conviene analizar la
configuración de la igualdad en la Constitución. Al respecto, cabe mencionar que este
Colegiado ha sostenido en reiteradas oportunidades que la igualdad se configura en nuestra
Norma Fundamental, como principio y como derecho fundamental. De este modo:

(...) la noción de igualdad debe ser percibida en dos planos convergentes. En el primero,
se constituye como un principio rector de la organización y actuación del Estado Social
y Democrático de Derecho. En el segundo, se erige como un derecho fundamental de la
persona.
Como principio implica un postulado o proposición con sentido y proyección normativa
o deontológica que, como tal, constituye parte del núcleo del sistema constitucional de
fundamento democrático. Como derecho fundamental comporta el reconocimiento de la
existencia de una facultad o atribución conformante del patrimonio jurídico de la
persona, derivada de su naturaleza, que consiste en ser tratada igual que los demás en
hechos, situaciones o acontecimiento coincidentes; por ende, deviene en el derecho
subjetivo de obtener un trato igual y de evitar los privilegios y las desigualdades
arbitrarias.
Entonces, la igualdad es un principio-derecho que instala a las personas, situadas en
idéntica condición, en un plano de equivalencia. Ello involucra una conformidad o
identidad por coincidencia de naturaleza, circunstancia, calidad, cantidad o forma, de
modo tal que no se establezcan excepciones o privilegios que excluyan a una persona de
los derechos que se conceden a otra, en paridad sincrónica o por concurrencia de
razones.
Por consiguiente, supone la afirmación a priori y apodíctica de la homologación entre
todos los seres humanos, por la identidad de naturaleza que el derecho estatal se limita a
reconocer y garantizar.
Dicha igualdad implica lo siguiente:
a) La abstención de toda acción legislativa o jurisdiccional tendiente a la diferenciación
arbitraria, injustificable y no razonable, y
b) La existencia de un derecho subjetivo destinado a obtener un trato igual, en función
de hechos, situaciones y relaciones homólogas.177[24][24]

117. De este modo, como derecho fundamental, la igualdad se encuentra reconocida en el


artículo 2, inciso 2, de nuestra Norma Fundamental. Al respecto, el Tribunal Constitucional
ha sostenido que el derecho fundamental a la igualdad:

(…) comporta el reconocimiento de la existencia de una facultad o atribución


conformante del patrimonio jurídico de una persona, derivada de su naturaleza, que
consiste en ser tratada igual que los demás en relación a hechos, situaciones o
acontecimientos coincidentes; por ende, como tal deviene en el derecho subjetivo de
obtener un trato igual y de evitar los privilegios y las desigualdades arbitrarias
(…).178[25][25]

177[24][24]
Expediente 0018-2003-AI/TC
178[25][25]
Expediente 0261-2003-AA/TC. FJ 3.1
118. En tal sentido, el derecho a la igualdad se constituye, prima facie, en aquel derecho que
obliga, tanto a los poderes públicos como a los particulares, a encontrar un actuar paritario
con respecto a las personas que se encuentran en las mismas condiciones o situaciones, así
como a tratar de manera desigual a las personas que estén en situaciones desiguales,
debiendo dicho trato dispar tener un fin legítimo, el mismo que debe ser conseguido
mediante la adopción de la medida más idónea, necesaria y proporcional.

119. Es importante precisar que el derecho a la igualdad ante la ley debe ser interpretado, entre
otras disposiciones, conforme al artículo 14, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, que establece que “Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de
justicia”; y al artículo 24ºde la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que
dispone que “Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen derecho,
sin discriminación, a igual protección de la ley”.

120. En tanto que principio fundamental, la igualdad, entendida como regla de obligatorio
cumplimiento para el Legislador, entre otros, se encuentra reconocida en los artículos 103 y
2.2. de la Constitución. El primero establece que “Pueden expedirse leyes especiales porque
así lo exige la naturaleza de las cosas, pero no por razón de las diferencias de las personas
(...), y el segundo que “Toda persona tiene derecho: 2. A la igualdad ante la ley (...).
Analizando ambas disposiciones en función del principio de interpretación constitucional de
concordancia práctica se desprende que:

El principio de igualdad en el Estado constitucional exige del legislador una vinculación


negativa o abstencionista y otra positiva o interventora. La vinculación negativa está
referida a la ya consolidada jurisprudencia de este Colegiado respecto de la exigencia de
“tratar igual a los que son iguales” y “distinto a los que son distintos”, de forma tal que
la ley, como regla general, tenga una vocación necesaria por la generalidad y la
abstracción, quedando proscrita la posibilidad de que el Estado, a través del legislador,
pueda ser generador de factores discriminatorios de cualquier índole. Sin embargo,
enfocar la interpretación del derecho a la igualdad desde una faz estrictamente liberal,
supondría reducir la protección constitucional del principio de igualdad a un contenido
meramente formal, razón por la cual es deber de este Colegiado, de los poderes públicos
y de la colectividad en general, dotar de sustancia al principio de igualdad reconocido
en la Constitución. En tal sentido, debe reconocerse también una vinculación positiva
del legislador a los derechos fundamentales, de forma tal que la ley esté llamada a
revertir las condiciones de desigualdad o, lo que es lo mismo, a reponer las condiciones
de igualdad de las que la realidad social pudiera estarse desvinculando, en desmedro de
las aspiraciones constitucionales.179[26][26]

121. Como tal, el principio-derecho de igualdad se constituye en un presupuesto indispensable


para el ejercicio de los derechos fundamentales. Posee además una naturaleza relacional, es
decir, que funciona en la medida en que se encuentre relacionada con el resto de derechos,
facultades y atribuciones constitucionales y legales. Dicho carácter relacional sólo opera
vinculativamente para asegurar el goce, real, efectivo y pleno del plexo de derechos que la
Constitución y las leyes reconocen y garantizan.

122. En efecto, el examen sobre la vulneración del principio-derecho de igualdad, siempre va a


estar relacionado con el examen sobre la vulneración de otros derechos. Con mucha
frecuencia, y tal como ha tenido oportunidad de constatar este Colegiado, han sido
frecuentes los casos en los que se vulneraba el derecho a la igualdad y, a su vez, derechos
como a la libertad de empresa o al trabajo, entre otros. Al respecto, el Tribunal

179[26][26]
Expediente 0001-2003-AI/TC FJ 11.
Constitucional ha sostenido que, en función de su carácter relacional, el derecho a la
igualdad:
funciona en la medida [en] que se encuentre conectado con los restantes derechos,
facultades y atribuciones constitucionales y legales (...); precisamente, opera para
asegurar el goce real, efectivo y pleno del plexo de derechos que la Constitución y las
leyes reconocen y garantizan.180[27][27]

Seguidamente conviene distinguir las diferentes manifestaciones que puede adoptar la igualdad
ante la ley.
2.7. La igualdad «ante la ley» y sus dos manifestaciones: igualdad «en la ley» e igualdad «en
la aplicación de la ley»
123. El principio-derecho de igualdad, a su vez, distingue dos manifestaciones relevantes: la
igualdad en la ley y la igualdad en la aplicación de la ley. La primera manifestación
(igualdad en la ley) constituye un límite para el Legislador, en tanto la actividad de legislar
deberá estar encaminada a respetar la igualdad, encontrándose vedado establecer
diferenciaciones basadas en criterios irrazonables y desproporcionados. En otros términos,
el actuar del legislador tiene como límite el principio de igualdad, en tanto que dicho
principio le exige que las relaciones y situaciones jurídicas determinadas que vaya a
determinar deban garantizar un trato igual y sin discriminaciones.
124. Respecto de la segunda manifestación: la igualdad en la aplicación de la ley, si bien esta
segunda manifestación del principio de igualdad no será examinada en el presente caso,
cabe mencionar, de modo referencial, que se configura como límite al actuar de órganos
públicos, tales como los jurisdiccionales y administrativos. Exige que estos órganos, al
momento de aplicar la ley, no deban atribuir una consecuencia jurídica a dos supuestos de
hecho que sean sustancialmente iguales. En otros términos, la ley debe ser aplicada de modo
igual a todos aquellos que estén en la misma situación, sin que el aplicador pueda establecer
diferencia alguna en razón de las personas o de circunstancias que no sean las que se
encuentren presentes en la ley.

2.8. La vinculación entre el juicio de igualdad «en la ley» y el principio de proporcionalidad


125. Ya en el plano de la igualdad en la ley, cabe mencionar que el respectivo juicio de igualdad
sobre la actuación del legislador requiere de la verificación entre otros, del principio de
proporcionalidad, toda vez que si bien el legislador puede, en base a sus atribuciones
constitucionales, establecer un trato diferente ante situaciones que sean diferentes, debe
también tomar en consideración si la medida dictada resulta proporcional con el fin que se
pretende obtener. Por ello, el principio de proporcionalidad se constituye en uno de los
elementos esenciales a evaluar en el juicio de igualdad.
126. En efecto, no basta que el legislador verifique que dos situaciones jurídicas son diferentes y
que por tanto les puede aplicar un tratamiento legal diferente, sino que también debe
verificar si el fin que se pretende obtener con la diferenciación legislativa es constitucional y
si en todo caso la diferenciación legislativa resulta proporcional con el fin que se pretende
obtener, de manera que resulte razonable.

127. Y es que el principio de proporcionalidad “está integrado por un conjunto de criterios o


herramientas que permiten medir y sopesar la licitud de todo género de límites normativos
de las libertades, así como la de cualesquiera interpretaciones o aplicaciones de la legalidad
que restrinjan su ejercicio”.181[28][28]

180[27][27]
Expediente 0261-2003-AA/TC. FJ 3.1.
181[28][28]
BARNÉS, Javier. El principio de proporcionalidad. Estudio preliminar. Cuadernos de Derecho Público N.º
5, España, 1998, pp. 15 y ss.
Seguidamente, se analizarán los diferentes pasos o niveles que comprenden el test de
igualdad, para lo cual se tendrá en consideración la sentencia expedida por este Colegiado
en el Expediente 00045-2004-PI/TC.

2.9. El test de igualdad. Los pasos a seguir para verificar si una «diferenciación» es válida o
si se constituye en una «discriminación»

128. Con la finalidad de evaluar si una medida limitativa de derechos o principios


constitucionales resulta conforme con el principio-derecho de igualdad establecido en la
Norma Fundamental, es necesario someter esta medida a una evaluación estructurada en
distintos pasos. Dicha evaluación es entendida, a juicio de este Tribunal, como un test de
igualdad, el cual será desarrollado a continuación, para luego aplicarlo en el examen de la
disposición legal cuestionada.

Primer paso: Verificación de la diferenciación legislativa

129. En este primer nivel, debe analizarse si el supuesto de hecho acusado de discriminación es
igual o diferente al supuesto de hecho que sirve de término de comparación (tertium
comparationis). De resultar igual, la medida legislativa que contiene un tratamiento diferente
deviene en inconstitucional por tratar diferente a dos supuestos de hecho que son similares. De
resultar diferente, entonces debe proseguirse con los siguientes pasos del test de igualdad,
pues el hecho de que se dé un tratamiento legislativo diferente a dos situaciones jurídicas
distintas no implica que tal medida sea constitucional, pues debe aún superar los siguientes
pasos del mencionado test.

130. Sobre el particular, cabe mencionar que el Tribunal Constitucional Federal Alemán, ha
sostenido, en criterio que comparte este Colegiado que “el derecho fundamental a la igualdad
ante la ley es violado cuando un grupo de destinatarios de la norma, por comparación a otros
grupos, es tratado de forma distinta, siempre que entre estos grupos no existan diferencias de
tal clase y de tal peso que permitan justificar la diferencia de trato”.182[29][29] En este primer
paso, el juicio de igualdad se identifica con la necesidad de determinar la semejanza o
diferencia entre las situaciones jurídicas que se comparan.

131. En este punto, cabe preguntarse ¿qué es una situación jurídica? Una situación jurídica es la
relación existente entre un supuesto de hecho (o categoría de persona) y su consecuencia
jurídica (norma que regula a una categoría de persona).183[30][30] Así por ejemplo, P1 y P2
constituyen dos personas y N1 y N2 constituyen dos normas que regulan la actuación de las
mencionadas personas, de modo tal que P1 y N1 forman una situación jurídica y P2 y N2
forman otra situación jurídica. Lo que se exige en el presente juicio es realizar una apreciación
comparativa entre las aludidas personas y las normas que las regulan, es decir, comparar P1N1
(situación jurídica en la que se cuestiona N1) con P2N2 (término de comparación). Como N1
y N2 son diferentes (normas que establecen diferencia de trato), en este juicio se debe
determinar si P1 y P2 son iguales o diferentes. Sin son iguales y se cuestiona N1, entonces N1
es inconstitucional por regular un trato diferente a dos personas (P1 y P2) que son iguales. Si
P1 y P2 son diferentes entonces efectivamente les corresponde una regulación normativa
diferente: N1 y N2, por lo que si se cuestiona N1 ésta ya ha superado el primer paso,
quedando pendiente la evaluación de los siguientes pasos.

182[29][29]
Tribunal Constitucional Federal Alemán, BverfGE (1980)55, 72 (88).
183[30][30]
GIMENEZ GLÜCK, David. Juicio de igualdad y Tribunal Constitucional. Bosch, Madrid, 2004. pp. 58 y 69.
Segundo paso: Determinación del nivel de intensidad de la intervención en la igualdad

132. Como lo ha sostenido este Colegiado, en este paso deben evaluarse los diferentes grados o
intensidades de la medida legislativa que va a intervenir en el principio-derecho de igualdad.
Así:

a) Una intervención es de intensidad grave cuando la discriminación se sustenta en alguno de


los motivos proscritos por la propia Constitución (artículo 2, inciso 2: origen, raza, sexo,
idioma, religión, opinión, condición económica) y, además, tiene como consecuencia el
impedimento del ejercicio o goce de un derecho fundamental (v.gr. derecho a la participación
política) o un derecho constitucional.

b) Una intervención es de intensidad media cuando la discriminación se sustenta en alguno de


los motivos proscritos por la propia Constitución (artículo 2°, inciso 2: origen, raza, sexo,
idioma, religión, opinión, condición económica) y, además, tiene como consecuencia el
impedimento del ejercicio o goce de un derecho de rango meramente legal o el de un interés
legítimo.

c) Una intervención es de intensidad leve cuando la discriminación se sustenta en motivos


distintos a los proscritos por la propia Constitución y, además, tiene como consecuencia el
impedimento del ejercicio o goce de un derecho de rango meramente legal o el de un interés
legítimo.184[31][31]

Tercer paso: verificación de la existencia de un fin constitucional en la diferenciación

133. La existencia de una diferente regulación normativa o de un trato distinto deben ser
apreciadas en relación con la finalidad constitucional de la medida legal adoptada sobre una
determinada materia. El establecimiento de una diferenciación jurídica ha de perseguir
siempre un fin constitucional. Si la medida legislativa que establece un trato diferente a
supuestos de hecho diferentes no contiene un fin constitucional, entonces tal medida resulta
inconstitucional. Si contiene un fin constitucional, entonces corresponde avanzar al siguiente
paso.

134. Es conveniente precisar que la verificación de la legitimidad del fin que se persigue con la
diferenciación no forma parte del juicio de proporcionalidad sino que es un requisito que debe
ser examinado de modo previo a tal juicio, resultando indispensable para que éste pueda ser
realizado.185[32][32] No tendría ningún sentido examinar si una medida legislativa resulta
proporcional con el fin que se pretende si previamente no se ha verificado si el mencionado fin
es contrario al sistema de valores de la Constitución.186[33][33]

135. En efecto, el trato dispar realizado por el Legislador debe contener la persecución de un fin
constitucionalmente legítimo, es decir, que no esté prohibido expresa o implícitamente por la
Constitución. Por ello, atendiendo a la presunción de constitucionalidad de la leyes, “toda la
variedad de los fines establecidos por el propio Parlamento y que no entren en disonancia con
la Constitución, adquiere carta de legitimidad constitucional. De esta manera, se logra un
equilibrio entre los principios de supremacía de la Constitución y de máxima eficacia de los
derechos fundamentales, por una parte, y el principio democrático, por otra”187[34][34].

184[31][31]
Expediente N.º 00045-2004-AI/TC FJ 35.
185[32][32]
GIMENEZ GLÜCK, David. Op.cit. p.109.
186[33][33]
BARNÉS, Javier. El principio de proporcionalidad. Estudio preliminar. Cuadernos de Derecho Público N.º
5, España, 1998, pp. 109.
187[34][34]
BERNAL PULIDO, Carlos. El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales, CEPC, Madrid,
2003, pp.693-694.
136. Uno de los problemas que se puede presentar en este paso, es ¿cómo identificar la
finalidad de la diferencia de trato? Al respecto, cabe precisar que la respuesta a tal interrogante
exige una labor interpretativa, la que deberá tomar en consideración las siguientes fuentes: “la
propia Constitución –por ejemplo, en el supuesto de las reservas específicas de regulación de
los derechos fundamentales–; el texto de la ley enjuiciada –mediante una interpretación
teleológica-objetiva de las disposiciones que la componen e incluso de su preámbulo–; y su
exposición de motivos y los trabajos parlamentarios en que constan los debates en que se
fraguó –interpretación teleológica-subjetiva–”.188[35][35]
137. De presentarse un caso que ofrezca dudas en cuanto a la identificación de la legitimidad de
la finalidad del trato legislativo diferenciado, atendiendo a la mencionada presunción de
constitucionalidad de la ley, debe considerarse que la diferenciación contiene, prima facie, un
fin constitucional.
138. Si bien puede identificarse un fin constitucional en la diferenciación efectuada por el
Legislador, ello no implica que la medida adoptada no vulnere el principio-derecho de
igualdad, pues hace falta verificar si resulta proporcional, aspecto que debe verificarse en los
siguientes tres pasos.
Cuarto paso: examen de idoneidad
139. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional ha sostenido que “La idoneidad consiste en
la relación de causalidad, de medio a fin, entre el medio adoptado, a través de la intervención
legislativa, y el fin propuesto por el Legislador. Se trata del análisis de una relación medio-
fin”.189[36][36]
140. Este paso exige que la medida legislativa que establece la diferencia de trato deba ser
congruente con el fin legítimo que se trata de proteger. En otras palabras, se evalúa si la
medida legislativa es idónea para conseguir el fin pretendido por el Legislador. Por el
contrario, si se verifica que la medida adoptada por el Legislador no guarda ninguna relación
con el fin que se trata de proteger, esta limitación resultará inconstitucional.
141. El principio de igualdad exige, entre otros requisitos, que exista coherencia entre las
medidas adoptadas y el fin perseguido y, especialmente, que la delimitación concreta del
grupo o categoría así diferenciada se articule en términos adecuados a dicha finalidad.

Quinto paso: Examen de necesidad

142. Este paso exige que la medida legislativa que establece un trato diferente para conseguir
una finalidad legítima, deba resultar la menos gravosa para los principios y derechos
afectados. En otros términos, “la limitación ha de ser necesaria para alcanzar el fin en la
medida en que cualquier otra opción supondría una carga mayor sobre el derecho
afectado”.190[37][37]

143. Al respecto, es necesario destacar que el Tribunal Constitucional ha sostenido que

La relevancia de la determinación de la intensidad de la intervención en la igualdad radica en


que se trata de una variable a ser empleada en el análisis del principio de necesidad y de
proporcionalidad en sentido estricto. En efecto, por una parte, en el análisis del subprincipio
de necesidad se ha de proceder a una comparación entre las intensidades de la intervención del
medio adoptado por el legislador y del medio hipotético para, según ello, examinar si este
último es de menor intensidad o no respecto al primero. Por otra parte, en el examen de
ponderación o proporcionalidad en sentido estricto, la intensidad de la intervención en la

188[35][35]
BERNAL PULIDO, Carlos. Op.cit. p. 713.
189[36][36]
Expediente 00045-2004-AI/TC FJ 38.
190[37][37]
GIMENEZ GLÜCK, David. Juicio de igualdad y Tribunal Constitucional. Bosch, Madrid, 2004. p.303.
igualdad constituye una variable que ha de compararse con la intensidad o grado de realización
u optimización del fin constitucional.191[38][38] [énfasis agregado]

144. En cuanto al ámbito del examen de necesidad, la evaluación de la eventual vulneración de


la igualdad por parte de una disposición legal no debe realizarse del mismo modo y con el
mismo rigor, dependiendo siempre del caso concreto. Tal evaluación no va a tener la misma
intensidad, por ejemplo, en el caso en que se alegue la vulneración del principio-derecho de
igualdad por una ley que establece que la inscripción de bienes inmuebles se realiza mediante
formulario registral legalizado por notario –y no mediante Escritura Pública– cuando el valor
del inmueble no sea mayor a veinte Unidades Impositivas Tributarias (UIT)192[39][39]; que en
aquel otro caso en el que se alegue la vulneración del principio-derecho de igualdad por una
ley que establece sanciones para efectivos militares por conductas homosexuales –y no por
conductas heterosexuales– que se realicen dentro o fuera del ámbito militar.193[40][40] En el
primero de los casos antes mencionados, existe una mayor libertad de configuración del
Legislador, constituyendo una intervención de intensidad leve. En el segundo, al tratarse de
una diferenciación legislativa por razón de sexo, constituye una intervención de intensidad
grave.

145. Como ya ha mencionado en el segundo paso, existen determinadas materias que exigen un
juicio de igualdad más riguroso, que se va a plantear de modo especial en la evaluación de
“necesidad” de la medida legislativa cuestionada. Así, por ejemplo, cuando se trate de leyes
que diferencian por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición
económica (artículo 2, inciso 2, de la Constitución) o cuando se trate de leyes que limiten el
ejercicio de un derecho fundamental, entre otros, el subprincipio de necesidad exige que la
medida adoptada por el Legislador, para ser constitucional, deba ser absolutamente
indispensable para la consecución del fin legítimo, pues de existir una medida alternativa que,
siendo igualmente idónea para conseguir el mencionado fin, influya con menor intensidad en
el respectivo bien constitucional, entonces la medida legislativa cuestionada resultará
inconstitucional.

146. Situación distinta se aprecia respecto de materias que, a diferencia de las antes
mencionadas, exigen un juicio de igualdad flexible cuando se trate de ámbitos en los que la
Constitución ha otorgado al Parlamento una amplia libertad de configuración, por lo que en el
caso de la evaluación de la necesidad de la medida legislativa cuestionada bastaba que esta no
sea manifiesta y evidentemente innecesaria.

Sexto paso: examen de proporcionalidad en sentido estricto


147. Finalmente, cabe mencionar que, en general, de acuerdo con el examen de
proporcionalidad en sentido estricto, también conocido con el nombre de ponderación, para
que una intromisión en un derecho fundamental sea legítima, el grado de realización de la
finalidad legítima de tal intromisión debe ser, por lo menos, equivalente al grado de afectación
del derecho fundamental. En otros términos, la proporcionalidad en sentido estricto exige la
comparación entre dos pesos o intensidades: 1) aquel que se encuentra en la realización del fin
de la medida legislativa diferenciadora; y, 2) aquel que radica en la afectación del derecho
fundamental de que se trate, de manera tal que la primera de estas deba ser, como se ha
mencionado, por lo menos, equivalente a la segunda.

191[38][38]
Expediente 00045-2004-AI/TC FJ 36.
192[39][39]
Expediente 0016-2002-AI/TC, FFJJ 11 y 12.
193[40][40]
Expediente 0023-2003-AI/TC, FFJJ 85 ss.
148. En el caso del test de igualdad, este subprincipio exige que, habiéndose determinado
previamente el peso de los bienes jurídicos en pugna, las ventajas que se vayan a obtener con
la medida legislativa que establece una diferenciación deban ser proporcionales con la
intervención en otros bienes constitucionales, es decir, que el trato desigual no “sacrifique”
principios o derechos fundamentales (incluido el principio-derecho de igualdad) que tengan un
mayor peso que el bien constitucional que se quiere satisfacer mediante el aludido trato.

149. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional ha sostenido que

Proyectada la ley de ponderación al análisis de la intervención de la igualdad, la ley de


ponderación sería enunciada en los siguientes términos:
“Cuanto mayor es el grado de afectación –intervención– al principio de igualdad, tanto mayor
ha de ser el grado de optimización o realización del fin constitucional”.
Se establece aquí una relación directamente proporcional según la cual: cuanto mayor es la
intensidad de la intervención o afectación de la igualdad, tanto mayor ha de ser el grado de
realización u optimización del fin constitucional. Si esta relación se cumple, entonces, la
intervención en la igualdad habrá superado el examen de la ponderación y no será
inconstitucional; por el contrario, en el supuesto de que la intensidad de la afectación en la
igualdad sea mayor al grado de realización del fin constitucional, entonces la intervención en
la igualdad no estará justificada y será inconstitucional

150. De este modo, cuando el resultado del juicio de proporcionalidad indique que el fin
constitucional de la medida legislativa diferenciadora es, por lo menos, “equivalente” a los
bienes constitucionales con los que encuentran en conflicto, entonces se podrá sostener que tal
medida, además de proporcional, resulta razonable.
151. En efecto, como se ha mencionado, más allá de los diferentes significados que ha asumido
la razonabilidad tanto en doctrina como en jurisprudencia comparada, de los que puede dar
muestra la jurisprudencia de este Colegiado, cabe destacar, prima facie, que en el ámbito del
juicio de igualdad una medida que establezca un trato diferente será razonable sólo cuando
haya superado el juicio de proporcionalidad. Por ello, el principio de proporcionalidad se
constituye, a su vez, en un mecanismo (medio) que sirve para llegar a una decisión razonable
(fin), es decir, a una decisión ponderada y equilibrada.
Seguidamente, corresponde examinar las disposiciones cuestionadas conforme al test de
igualdad expuesto en los parágrafos precedentes.

2.10. El principio de igualdad y el examen de constitucionalidad del artículo 33, inciso 1, de


la Ley 28665

152. Por conexión, este Colegiado estima que debe evaluarse el artículo 33, inciso 1, de la Ley
28665, que establece lo siguiente:

33.1 Previo concurso público de méritos y evaluación personal, solo los miembros del
Cuerpo Judicial Penal Militar Policial pueden ser nombrados por el Consejo Nacional de la
Magistratura, como Vocales o Jueces en cualquiera de las instancias de la Jurisdicción
Especializada en Materia Penal Militar Policial; a excepción de los dos (2) Vocales Supremos
provenientes de la jurisdicción ordinaria, que integran la Sala Suprema Penal Militar Policial.
[énfasis agregado]

153. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional estima que, con objeto de verificar si en el
presente caso la disposición cuestionada vulnera el principio-derecho de igualdad, esta debe
ser sometida al aludido test de igualdad.
154. En cuanto al primer paso (verificación de la diferenciación legislativa), cabe mencionar
que la situación jurídica a evaluar se encuentra constituida por una norma de exclusión que se
desprende del artículo 33.1, según la cual no podrán ser nombradas por el Consejo Nacional
de la Magistratura como jueces militares (consecuencia jurídica) las personas que teniendo
formación jurídico-militar, no sean parte del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial (supuesto
de hecho).

155. La situación jurídica que funcionará en este caso como término de comparación está
constituida por la norma según la cual pueden ser nombradas por el Consejo Nacional de la
Magistratura (consecuencia jurídica) las personas que formen parte del denominado Cuerpo
Judicial Penal Militar (supuesto de hecho)

156. Por tanto, efectuado el respectivo examen, este Colegiado estima que las medidas
legislativas cuestionadas superan este primer nivel, toda vez que otorgan un tratamiento
diferenciado a dos situaciones de hecho que, a su vez, resultan diferentes.

157. Respecto del segundo paso (determinación de la intensidad de la intervención en la


igualdad), cabe destacar que al tratarse del impedimento del ejercicio de derechos
fundamentales como la libertad de trabajo y el de igualdad en el acceso a los cargos públicos,
se verifica que la intervención legislativa tienen una intensidad grave.

158. En cuanto al tercer paso (verificación de la existencia de un fin constitucional en la


diferenciación), cabe mencionar previamente lo expresado en el respectivo debate de
aprobación de la cuestionada Ley 28665 realizado en el pleno del Congreso de la República,
en el cual la posición que finalmente predominó sostuvo lo siguiente:

Que el oficial jurídico militar que está haciendo carrera judicial, se le va a respetar hasta el
término de la carrera. Nadie puede ingresar por la ventana a ocupar unos cargos superiores,
solamente esto se va a dar en caso de que falten oficiales jurídico militares que están en carrera
para ocupar estos puestos.

159. De lo expuesto y de una interpretación teleológica de la disposición cuestionada se


desprende que esta tiene como finalidad proteger el ejercicio de la carrera judicial militar de
quienes integran el mencionado cuerpo judicial penal militar, de modo tal que se pueda
asegurar la mayor eficacia de la función jurisdiccional en el ámbito de la jurisdicción militar,
fin que no resulta ilegítimo. En consecuencia, la medida legislativa cuestionada supera el
tercer paso del test de igualdad.

160. En cuanto al cuarto paso (examen de idoneidad), es necesario mencionar que la medida
legislativa diferenciadora (solo los miembros del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial
pueden ser nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura) resulta adecuada para
conseguir el fin que se pretende, como lo es el lograr la mayor eficacia de las decisiones
judiciales que se adopten en la jurisdicción militar.

161. En cuanto al quinto paso (examen de necesidad), cabe mencionar que en el presente caso,
tratándose de una disposición legal que limita el ejercicio del derecho fundamental de
igualdad en el acceso a las funciones públicas, que se deduce del artículo 2º.2 de la
Constitución, interpretado de conformidad con el artículo 25º, apartado c), del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como el derecho fundamental a la libertad
de trabajo, se requiere de un juicio de igualdad estricto, según el cual, como se ha expuesto, se
exige que la medida adoptada por el Legislador, para ser constitucional, deba ser
absolutamente indispensable para la consecución del fin legítimo, pues de existir una medida
alternativa que, siendo igualmente idónea para conseguir el mencionado fin, influya con
menor intensidad en el respectivo bien constitucional, entonces la medida legislativa
cuestionada resultará inconstitucional.

162. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional estima que la medida legislativa


cuestionada, que limita el derecho fundamental a la igualdad en el acceso a las funciones
públicas, así como el derecho a la libertad de trabajo, no resulta absolutamente necesaria para
la consecución del fin que pretende, pues este pudo haber sido conseguido mediante otras
medidas igualmente idóneas, pero menos restrictivas de los aludidos derechos fundamentales.
Así por ejemplo, mediante la optimización del sistema de evaluación para acceder a la
jurisdicción militar y la constante capacitación de quienes ya integran esta jurisdicción y
pretenden su promoción en la carrera judicial militar, entre otras, pero no limitando
innecesariamente, en todos los casos, que personas que no formen parte del Cuerpo Judicial
Penal Militar Policial y que puedan tener una óptima formación jurídico-militar, accedan a la
función pública en la jurisdicción militar. Por tanto, la medida legislativa cuestionada vulnera
el principio de proporcionalidad y consecuentemente el principio de razonabilidad.

163. En consecuencia, no habiendo superado el quinto paso del test de igualdad, el artículo 33º
inciso 1) de la Ley N.º 28665 resulta inconstitucional por vulnerar el principio-derecho de
igualdad. En efecto, la disposición cuestionada viola el derecho a la igualdad en la ley de
aquellos candidatos que reuniendo las condiciones necesarias para acceder a la función
jurisdiccional en el ámbito penal militar, se ven imposibilitados de hacerlo debido a la
prohibición desproporcionada e irrazonable de la medida legislativa cuestionada.

D. D. D. Análisis de constitucionalidad del régimen transitorio contemplados en la Ley


28665
164. Por conexión con las disposiciones cuestionadas, toca ahora examinar la Segunda
Disposición Transitoria de la Ley 28665, que establece lo siguiente:

SEGUNDA.- Designaciones temporales de Vocales, Jueces y auxiliares jurisdiccionales, que


actúan en la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial
En tanto el Consejo Nacional de la Magistratura, conforme a la primera disposición
transitoria, convoque a concurso de selección y nombramiento de los Vocales y Jueces que
actuarán en la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial; constitúyese una
Junta Transitoria, Calificadora y Designadora, encargada de la designación de los Vocales de
la Sala Suprema Penal Militar Policial de la Corte Suprema de Justicia de la República, del
Consejo Superior, Consejos Territoriales y Jueces de Juzgados de la Jurisdicción Especializada
en Materia Penal Militar Policial; la misma que se conforma por:
- Dos (2) Oficiales jurídicos militares policiales con grado militar o policial de General
de Brigada o equivalente en situación militar o policial de retiro, que hubiesen desempeñado
labor jurisdiccional en la justicia militar policial, designados por el Consejo Supremo de
Justicia Militar.
- Dos (2) Oficiales jurídicos militares policiales con grado militar o policial de General
de Brigada o equivalente en situación militar o policial de retiro, que hubiesen desempeñado
labor fiscal en la justicia militar policial, designados por el Consejo Supremo de Justicia
Militar.
- Tres (3) representantes designados por el Consejo Nacional de la Magistratura.
Los integrantes de la Junta Transitoria, Calificadora y Designadora deben ser
designados e instalarse dentro de los cinco (5) días naturales de publicada la presente Ley;
debiendo en un plazo máximo de veinticinco (25) días naturales de instalada designar
temporalmente a los tres (3) Vocales Supremos jurídico militar o policial que integran la Sala
Suprema Penal Militar Policial. Los Vocales Supremos designados temporalmente, deben, en
lo posible, haber prestado servicios en diferentes Cuerpos o Servicios Jurídicos de las Fuerzas
Armadas o Policía Nacional.
(...) Luego de la designación de los tres (3) Vocales Supremos Jurídicos Militares Policiales
de la Sala Suprema Penal Militar Policial; la Junta Transitoria, Calificadora y Designadora,
cuenta con un plazo máximo de treinta (30) días naturales para señalar los requisitos, evaluar y
designar temporalmente por dos (2) años prorrogables a dos (2) años más, a los Vocales
Superiores, luego de lo cual tiene un plazo máximo de sesenta (60) días naturales para evaluar
y designar temporalmente por dos (2) años prorrogables a dos (2) años más a Vocales
Territoriales, Jueces Penales Militares Policiales, Relatores y Secretarios de Sala y de Juzgado
de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal Militar Policial, entre los oficiales en
situación de actividad provenientes de los Cuerpos o Servicios Jurídicos de las Instituciones de
las Fuerzas Armadas y/o Policía Nacional. (...)

165. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional estima que la Junta Transitoria, Calificadora
y Designadora creada por la Segunda Disposición Transitoria de la Ley N.º 28665, así como la
Cuarta Disposición Transitoria de la misma ley, son inconstitucionales por vulnerar las
atribuciones constitucionales del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM). En efecto, los
artículos 150º y 154º inciso 1) de la Constitución establecen que el CNM “se encarga de la
selección y el nombramiento de los jueces y fiscales” y de “Nombrar, previo concurso público
de méritos y evaluación personal, a los jueces y fiscales de todos los niveles (...)”. Las
disposiciones que crean y regulan la cuestionada Junta Transitoria violan tales disposiciones
constitucionales, al arrogarse las atribuciones del Consejo Nacional de la Magistratura, toda
vez que establecen que esta Junta Transitoria, compuesta por 4 oficiales jurídicos, además de 3
representantes designados por el CNM, se encargará del nombramiento de jueces y fiscales.
166. El hecho de que esta Junta Transitoria se encuentre conformada por tres representantes del
CNM no la legitima para “designar” temporalmente a los jueces y fiscales de la especialidad
penal militar. Si la Norma Fundamental ha establecido que los jueces y fiscales deben ser
seleccionados y nombrados por el CNM entonces el Legislador se encuentra prohibido de
crear un organismo como la mencionada Junta Transitoria. La jurisdicción militar forma parte
del Poder Jurisdiccional del Estado y como tal se encuentra vinculada por el conjunto de
disposiciones constitucionales relacionadas con su naturaleza de órgano jurisdiccional, dentro
de las cuales destaca claramente las que regulan el sistema de nombramiento de los jueces
militares. En lo que se refiere al Ministerio Público, si bien la especificidad de la materia penal
militar puede justificar la existencia de Fiscales Penales Militares dentro del mencionado
órgano constitucional, éstos no se encuentran desvinculados de la Norma Fundamental, la que
ha establecido, como ya se ha mencionado, que el ente encargado de nombrar a los fiscales, en
todos los niveles, es el Consejo Nacional de la Magistratura.
167. Asimismo, por vulnerar el principio de unidad de la función jurisdiccional y la garantía
institucional del Ministerio Público es inconstitucional la Quinta Disposición Transitoria de la
Ley N.° 28665, toda vez que someten a órganos del Poder Judicial y el Ministerio Público a
un sistema de control disciplinario incompatible con el estatuto jurídico básico que poseen
ambos órganos constitucionales.

§3. El control del Tribunal Constitucional, la legitimidad de las sentencias interpretativas y


los efectos en el tiempo de las sentencias de inconstitucionalidad

4.1. La legitimidad de las sentencias interpretativas

168. Teniendo en cuenta que en el presente caso, al examinar el inciso 1) del artículo 9º de la
Ley 28665, este Colegiado estimó necesario, en ese extremo, acudir a la diferencia entre los
términos disposición y norma y expedir una sentencia interpretativa, corresponde analizar
seguidamente la legitimidad de las sentencias interpretativas.

169. Como lo ha sostenido el Tribunal Constitucional en anterior oportunidad, “Al comprender


que la Constitución es la norma jurídica suprema y que, como tal, puede ser interpretada, se
comprende también que la jurisdicción constitucional no es solamente la negación o
afirmación de la legislación, sino también su necesario complemento. Dicho de otro modo, la
jurisdicción constitucional es una colaboradora del Parlamento, no su enemiga”.194[41][41]

170. Asimismo, debe tenerse en consideración la propia estructura de las disposiciones


constitucionales, en las que el grado de indeterminación es mayor, tanto por el origen de las
mismas (pues muchas veces estas disposiciones son fruto de un consenso alcanzado entre
fuerzas políticas) como por su finalidad (pues estas disposiciones buscan lograr fórmulas en
las cuales puedan tener cabida diversas orientaciones políticas), lo que justifica que el
Tribunal Constitucional se encuentre obligado al uso de aquellos métodos interpretativos e
integrativos que le sean útiles para cumplir de manera óptima su función de “órgano de
control de la Constitución” (artículo 201 de la Constitución). Todo ello, evidentemente, con
pleno respeto por los límites que de la propia Norma Fundamental se desprendan.

171. Cada uno de los distintos tipos de sentencias interpretativas e integrativas tiene su
fundamento en las disposiciones de la Norma Fundamental. Al respecto, el Tribunal
Constitucional ha sostenido lo siguiente:

Dado que al Parlamento asiste legitimidad democrática directa como representante de la


Nación (artículo 93º), el juez tiene el deber de presumir la constitucionalidad de las leyes, de
modo tal que sólo pueda inaplicarla (control difuso) o dejarla sin efecto (control concentrado),
cuando su inconstitucionalidad sea manifiesta; es decir, cuando no exista posibilidad alguna de
interpretarla de conformidad con la Constitución. De esta manera, el fundamento
constitucional de las sentencias interpretativas propiamente dichas se encuentra en los
artículos 38º, 45º y 51º de la Constitución, que la reconocen como norma jurídica (suprema);
ergo, interpretable; así como en el principio de presunción de constitucionalidad de las leyes,
derivado del artículo 93º de la Constitución. [resaltado agregado]

Por otra parte, el Tribunal Constitucional tiene la obligación, de conformidad con el artículo
45º de la Constitución, de actuar de acuerdo con las responsabilidades que ésta exige. Por ello,
advertido el vacío normativo que la declaración de inconstitucionalidad de una norma puede
generar, y la consecuente afectación de los derechos fundamentales que de ella puede derivar,
tiene el deber —en la medida de que los métodos interpretativos o integrativos lo permitan—
de cubrir dicho vacío normativo a través de la integración del ordenamiento pues, según reza el
artículo 139º, iniciso 8, de la Constitución, los jueces no pueden dejar de administrar justicia
por vacío o deficiencia de la ley.

De otro lado, dado que en la generalidad de los casos las sentencias aditivas e integrativas,
buscan reparar la desigualdad derivada de aquello que se ha omitido prescribir en la
disposición sometida a control, el fundamento normativo para declarar la inconstitucionalidad
de la omisión descrita, a efectos de entender incluido en el supuesto normativo de la
disposición al grupo originalmente discriminado, se encuentra en el artículo 2º, iniciso 2, de la
Constitución, que proclama la igualdad ante la ley y proscribe todo tipo de discriminación, en
su artículo 200º in fine, que reconoce el principio de razonabilidad (principio que transita y se
proyecta a la totalidad del ordenamiento jurídico), y en el artículo 51º, que exige la unidad
constitucional del ordenamiento jurídico. [resaltado agregado]

Sin duda, la jurisdicción no puede legislar desde un punto de vista formal; es decir, no tiene la
capacidad de creación jurídica ex novo dentro del marco constitucional, pues dicha
competencia ha sido reservada constitucionalmente al Congreso (artículos 90º y 102º 1) y, en
su caso, al Poder Ejecutivo, a través del dictado de decretos legislativos (artículo 104º) o
decretos de urgencia (artículo 188º, inciso 19). Sin embargo, dado que la sentencia
constitucional conlleva una función interpretativa (concretizadora) de la Constitución y las
leyes, es también fuente de derecho, pues permite definir con carácter vinculante y efectos

194[41][41]
Expediente 0030-2005-PI/TC FJ 50.
generales los alcances normativos de sus disposiciones. Por ello, cuando los artículos 138º,
201º, 202º, inciso 1, y 204º, establecen el control difuso y concentrado de constitucionalidad
de las leyes, no reservan a la jurisdicción constitucional solamente garantizar el respeto por la
Constitución, sino también, en el marco del proceso constitucional, promocionar y proyectar
su postulado normativo (artículos 38º y 45º de la Constitución).

De otro lado, las sentencias exhortativas propiamente dichas, en las que el Tribunal
Constitucional modula los efectos en el tiempo de sus sentencias de manera tal que el
Congreso de la República pueda, por vía legal, adoptar las medidas que eviten las
consecuencias inconstitucionales que puedan derivarse de la expulsión de una ley del
ordenamiento, no sólo tienen sustento constitucional en el artículo 45º, que exige a este
Tribunal medir resposablemente las consecuencias de sus decisiones, sino también en la fuerza
de ley de dichas sentencias, prevista en el tercer párrafo del artículo 103º de la Constitución, y,
en consecuencia, en los distintos efectos temporales que aquellas pueden alcanzar, sobretodo
cuando versan sobre materias específicas, como la tributaria (artículo 74º) y penal (artículo
103º). [resaltado agregado]195[42][42]

172. Sin duda alguna, si el Tribunal Constitucional no procediera de la forma descrita y, por el
contrario, se limitara a declarar la inconstitucionalidad de la norma, sin ningún tipo de
ponderación o fórmula intermedia, como la que ofrecen las referidas sentencias, el resultado
sería manifiestamente inconstitucional y entonces nos encontraríamos en el escenario de un
Tribunal que, con sus resoluciones, fomentaría un verdadero clima de inseguridad jurídica, en
nada favorable al Estado social y democrático de derecho. Sólo hace falta imaginarse cuál
sería la situación que se podría plantear este Tribunal hubiese declarado inconstitucionales,
por ejemplo, las normas que, años atrás, regulaban los procesos seguidos contra el terrorismo
(Exp. N.º 0010-2002-AI/TC) o ante la jurisdicción militar (Exp. N.º 0023-2003-
AI/TC).196[43][43]

3.2. La seguridad jurídica y la necesidad de diferir los efectos de las sentencias

173. Sobre los efectos de una sentencia que declara la inconstitucionalidad de la ley, cabe
mencionar que el artículo 204° de la Constitución establece que: “La sentencia del Tribunal
que declara la inconstitucionalidad de una norma se publica en el diario oficial. Al día
siguiente de la publicación, dicha norma queda sin efecto. No tiene efecto retroactivo la
sentencia del Tribunal que declara inconstitucional, en todo o en parte, una norma legal”.

174. Más allá de su distinta valoración, la potestad de los Tribunales o Cortes Constitucionales
de diferir los efectos de sus sentencias de acuerdo a la naturaleza de los casos que son
sometidos a su conocimiento, constituye en la actualidad un elemento de vital importancia en
el Estado Constitucional de Derecho, pues con el objeto de evitar los efectos destructivos que
podría generar la eficacia inmediata de una sentencia que declara la inconstitucionalidad de
una ley, se tiende a aplazar o suspender los efectos de ésta.

175. Ello, sin lugar a duda, no implica una total discrecionalidad o arbitrario accionar por parte
del Tribunal Constitucional, sino todo lo contrario. Como sostiene Zagrebelsky, esta potestad
de diferir los efectos de sus decisiones, “empleada con prudencia y, al mismo tiempo, con
firmeza por parte de la Corte Constitucional, sería una demostración de un poder responsable
y consciente de las consecuencias”. “[E]l orden y la gradualidad en la transformación del
derecho son exigencias de relevancia, no simplemente de hecho, sino constitucional”. Es por
ello que “La Corte no puede desinteresarse de los efectos de los pronunciamientos de
195[42][42]
Expediente N.º 0030-2005-PI/TC. FFJJ 53 a 56.
196[43][43]
Expediente N.º 0030-2005-PI/TC. FJ 57.
inconstitucionalidad, cuando éstos pueden determinar consecuencias que transtornen aquel
orden y aquella gradualidad. En tales casos ella no puede observar pura y simplemente –es
decir, ciegamente– la eliminación la ley inconstitucional, tanto para el pasado como para el
futuro. La ética de la responsabilidad exige esta atención”.197[44][44]

176. Asimismo, Franco Modugno ha sostenido que circunscribir los efectos «naturales» de los
pronunciamientos de inconstitucionalidad por parte del Tribunal Constitucional constituye una
necesidad que deriva de su rol institucional: “eliminar las leyes inconstitucionales del
ordenamiento, pero sin producir situaciones de mayor inconstitucionalidad, sin que los
resultados de su juicio sean todavía más perjudiciales para el ordenamiento. Toda la historia
de las sentencias interpretativas, desestimatorias y estimatorias, de las manipulativas, aditivas
o sustitutivas, está allí para demostrarlo. El horror vacui, el temor a la laguna, a menudo es
justificado por la advertencia que el posterius puede resultar más inconstitucional que el prius.
El temor a la laguna acude por tanto, a valores constitucionales imprescindibles. No obstante,
sin querer renunciar, por otra parte, a la declaración de inconstitucionalidad, un remedio a
veces eficaz, en determinadas circunstancias, puede ser aquel de la limitación de sus efectos
temporales”.198[45][45]

177. Pese a lo expuesto, esta potestad de los Tribunales Constitucionales para diferir en el
tiempo los efectos de sus decisiones de inconstitucionalidad no siempre ha sido bien entendida
por algunos sectores de la doctrina, como tampoco por parte de algunos poderes públicos,
cuando éstos últimos han propugnado la eliminación de esta potestad, desconociendo de este
modo el horror vacui que puede generar, en determinados supuestos, el hecho de que una
sentencia de inconstitucionalidad pueda tener efectos inmediatos. Precisamente, el caso de las
disposiciones cuestionadas de la Ley N.° 28665, de organización, funciones y competencia de
la jurisdicción especializada en materia penal militar policial, constituye un claro de ejemplo
de los efectos destructivos y las lagunas normativas que se generarían si este Tribunal,
desconociendo su responsabilidad constitucional, decidiera que la sentencia de
inconstitucionalidad surta efectos al día siguiente de su publicación en el diario oficial El
Peruano. Veamos por qué.

178. No debe dejarse de lado, la consideración de que la potestad de diferir los efectos de las
decisiones de inconstitucionalidad por parte del Tribunal Constitucional, no implica en modo
alguno suplantar la labor del Poder Legislativo, sino precisamente el reconocimiento de que es
éste el órgano constitucional competente para establecer la regulación respectiva.

179. Como se ha podido observar a lo largo de la presente sentencia, la referida ley, regula las
diferentes funciones y competencias que tienen los órganos de la jurisdicción militar: La Sala
Suprema Penal Militar Policial, el Consejo Superior Militar Policial, los Consejos Territoriales
Penales Militares Policiales y los Juzgados Penales Militares Policiales. En ese sentido, si
como ha sucedido en el caso de autos, el Tribunal Constitucional estima que los órganos
jurisdiccionales de esta jurisdicción, así como las fiscalías penales militares policiales, no
pueden estar compuestos, respectivamente, por jueces y fiscales que a su vez sean oficiales en
actividad –en tanto subordinados al poder castrense– y que una Junta Transitoria no puede
reemplazar al Consejo Nacional de la Magistratura en el nombramiento de los jueces y

197[44][44]
ZAGREBELSKY, Gustavo. Il controllo da parte della Corte Costituzionale degli effetti temporali delle
pronunce d’incostituzionalitá: posibilita e limiti. En: Effetti temporali delle sentenze della Corte Costituzionale anche
con riferimento alle esperienze straniere. Atti del seminario di studi tenuto al palazzo della consulta il 23 a 24
novembre 1988. Giuffré, Milano, 1989. pp.195 y 198.
198[45][45]
MODUGNO, Franco. Consideración sul tema. En: Effetti temporali delle sentenze della Corte Costituzionale
anche con riferimento alle esperienze straniere. Atti del seminario di studi tenuto al palazzo della consulta il 23 a 24
novembre 1988. Giuffré, Milano, 1989. p. 15.
fiscales, entonces, la declaración de inconstitucionalidad de las respectivas disposiciones, de
surtir efectos al día siguiente de su publicación en el diario oficial, ocasionaría las siguientes
consecuencias, entre otras:
- Los órganos de la jurisdicción militar simplemente no podrían funcionar.
- Las fiscalías penales militares policiales no podrían funcionar.
- No existirían órganos legítimos que tramiten los respectivos procesos judiciales de la
jurisdicción militar.
- Los procesados que se encontraran sufriendo detención judicial preventiva deberían ser
puestos inmediatamente en libertad.
- En suma: paralización total del sistema de justicia militar
180. No obstante, atendiendo a la responsabilidad que ha encomendado la Constitución a este
Supremo Tribunal en los artículos 45°, 139º inciso 8, 201º y 202º y a fin de evitar situaciones
de mayor inconstitucionalidad, es necesario diferir los efectos de la presente sentencia.

3.3. La sentencia del Tribunal Constitucional y los efectos de la Ley N.° 28665

181. Cabe destacar que la Única Disposición Final de la Ley N.° 28665, estableció lo siguiente:

La presente Ley de Organización, Competencia y Funciones de la Justicia Militar


Policial, entra en vigencia a los ciento veinticinco días (125) días naturales contados desde el
día siguiente a la fecha de su publicación en el diario oficial El Peruano. [resaltado agregado]

Entran en vigencia al día siguiente de la publicación en el Diario Oficial El Peruano las


siguientes disposiciones de la presente Ley: [resaltado agregado]
- Los artículos I al XI del Título Preliminar.
- Los artículos 34 y 52.
- Primera, Segunda, Cuarta, Quinta, Sexta, Sétima y Octava Disposiciones Complementarias.
- Primera, Segunda, Tercera, Cuarta, Quinta, Sexta, Octava, Novena, Décima,
Decimaprimera, Decimatercera, Decimacuarta, Decimaquinta Disposiciones Transitorias.
- La Primera, Segunda, Tercera, Cuarta, Quinta y Sexta Disposiciones Modificatorias y
Derogatorias.
- La Única Disposición Final.

Entran en vigencia a los:


- Treinta y cinco (35) días de publicada la presente Ley, los artículos 8 al 15. [resaltado
agregado]

182. Si bien, en el presente caso, la demandante no ha cuestionado todas las disposiciones de la


mencionada ley, el Tribunal Constitucional, conforme a sus funciones de valoración,
ordenación y pacificación, debe pronunciarse sobre los efectos de las disposiciones
cuestionadas y, por conexión, sobre otras disposiciones de la aludida ley.

183. Habiéndose acreditado que la Segunda, Cuarta y Quinta Disposiciones Transitorias de la


Ley N.° 28665 son inconstitucionales por cuanto vulneran las atribuciones del Consejo
Nacional de la Magistratura, así como el principio de unidad de la función jurisdiccional y la
garantía institucional de la autonomía del Ministerio Público, por crear una Junta Transitoria,
Calificadora y Designadora, encargada de la designación de los jueces de la jurisdicción
militar y fiscales penales militares policiales, y además, observándose que conforme a la
Única Disposición Final, las mencionadas Disposiciones Transitorias se encuentran en
vigencia a partir del día siguiente de su publicación en el diario oficial (7 de enero de 2006), el
Tribunal Constitucional considera que la declaración de inconstitucionalidad de la Segunda,
Cuarta y Quinta Disposiciones Transitorias surte efectos a partir del día siguiente de la
publicación de la presente sentencia.

184. En el caso del resto de disposiciones que resultan inconstitucionales, el Tribunal


Constitucional debe disponer una vacatio sententiae por un lapso de 6 meses contados a partir
de la publicación de la presente sentencia en el diario oficial, plazo que una vez vencido
ocasionará que la declaratoria de inconstitucionalidad de las mismas, surta todos sus efectos,
siendo expulsadas del ordenamiento jurídico. Dicho lapso permitirá que el legislador regule la
respectiva organización de la jurisdicción militar.

185. Cabe precisar que la mencionada vacatio sententiae (6 meses), no implica que se deba
esperar a que transcurra este lapso de tiempo en su totalidad, sino que, atendiendo a sus
atribuciones constitucionales, el Legislador pueda expedir la respectiva regulación incluso
durante los primeros meses de tal período.

186. 186. 186. Finalmente, es necesario tener en cuenta que, tal como lo ha sostenido este
Colegiado en anterior oportunidad, “la organización y funcionamiento de representantes del
Ministerio Público para que ejerzan sus atribuciones en el ámbito de la jurisdicción militar no
requiere inexorablemente del dictado de legislación ad hoc”.199[46][46] En ese sentido, el
Tribunal Constitucional debe declarar que el Ministerio Público puede ejercer las atribuciones
que señala su Ley Orgánica para designar los fiscales con formación especializada que actúen
ante la jurisdicción militar policial.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le confieren la
Constitución Política del Perú y su Ley Orgánica

HA RESUELTO

1. 1Declarar FUNDADA, en parte, la demanda de inconstitucionalidad de autos, en


consecuencia, inconstitucionales las disposiciones de la Ley N.º 28665, de organización,
funciones y competencia de la jurisdicción especializada en materia penal militar policial, que
a continuación se mencionan:

a) Inconstitucional el extremo del artículo 8º, que establece lo siguiente: “las disposiciones de
la presente Ley, en aplicación del principio de primacía de la norma específica”; quedando
redactado del siguiente modo: “La Corte Suprema de Justicia de la República cuenta con
una Sala Suprema Penal Militar Policial, sujeta a la Constitución Política, la Ley Orgánica
del Poder Judicial”.

b) Inconstitucional, en parte, el artículo 30º de la Ley Orgánica del Poder Judicial,


modificado por la Cuarta Disposición Modificatoria y Derogatoria de la Ley N.º 28665, en
el extremo que establece: “cuya conformación y Presidencia, se regulan en la Ley de
Organización, Funciones y Competencia de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal
Militar Policial”, quedando redactado del siguiente modo: “El trabajo jurisdiccional en
materia Penal Militar Policial es realizado a través de la Sala Suprema Penal Militar
Policial”.

c) Inconstitucional el extremo de la Sexta Disposición Complementaria que establece: “la


misma que, previa aprobación por la Sala Suprema Penal Militar Policial, es remitida al
Poder Ejecutivo para que en el plazo de diez (10) días contados desde su recepción
proceda a aprobarla mediante Decreto Supremo”, quedando redactado del siguiente modo:
“La Sala Suprema Penal Militar Policial, a más tardar dentro de los cinco (5) días
calendario de instalada, procede a designar a la Comisión encargada de elaborar, en el

199[46][46]
Expediente N.º 0023-2003-AI/TC resolución aclaratoria. FJ 7.
plazo de ciento veinte (120) días calendario, la propuesta de Reglamento de la presente
Ley”.
d) Inconstitucional el extremo del inciso 1) del artículo 10º que establece: “del Cuerpo
Judicial Penal Militar Policial”, quedando redactado del siguiente modo: “La Sala
Suprema Penal Militar Policial está integrada por cinco (5) Vocales Supremos; tres (3) con
formación jurídico militar policial; los mismos que pasan a la situación de retiro en la
fecha de su nombramiento, con el grado militar o policial que ostenten; y dos (2) Vocales
provenientes de la jurisdicción ordinaria”.
e) Inconstitucional el inciso 2) del artículo 10º.
f) Inconstitucional el inciso 3) del artículo 12°.
g) Inconstitucionales los extremos del artículo 14° que establecen lo siguiente: “del Cuerpo
Judicial Penal Militar Policial” y “para todos los efectos”, quedando redactado del
siguiente modo: “Al asumir el cargo de Vocal Supremo de la Sala Suprema Penal Militar
Policial, el magistrado adquiere la condición de Vocal de la Corte Suprema de Justicia de
la República, en concordancia con lo dispuesto en el párrafo 10.1”.
h) Inconstitucionales el extremo del inciso 6) del artículo 9º, que establece lo siguiente “las
cuestiones de competencias, en relación, con los delitos de función, así como”, quedando
redactado del siguiente modo: “Dirimir los conflictos sobre atribuciones que se presenten
entre órganos de esta jurisdicción especializada; en los casos de cuestiones de
competencias corresponde actuar como Vocal ponente a cualquiera de los Vocales
Supremos proveniente de la Jurisdicción Ordinaria”, y los incisos 1), 2) y 3) del artículo
6º.
i) Inconstitucionales el inciso 7) del artículo 9º, el inciso 5) del artículo 17° y los incisos 1),
2) y 3) del artículo 36°.
j) Inconstitucional el inciso 7) del artículo 15°.
k) Inconstitucionales el primer y segundo párrafo de la Primera Disposición Complementaria.
l) Inconstitucional el inciso a) del apartado referido al Cuerpo Judicial Penal Militar Policial
del artículo XII del Título Preliminar en el extremo que establece lo siguiente: “en la Junta
Suprema de Fiscales del Ministerio Público”.
m) Inconstitucionales el inciso b) del apartado referido al Cuerpo Judicial Penal Militar
Policial del artículo XII del Título Preliminar en el extremo que establece lo siguiente:
“Oficiales Judiciales en situación militar o policial de actividad que se desempeñan como”,
quedando redactado del siguiente modo: “Los Vocales Superiores, Territoriales, Jueces,
Relatores y Secretarios de Sala y de Juzgado, de la Jurisdicción Especializada en Materia
Penal Militar Policial”, así como el cuarto párrafo del artículo XII y el inciso 3) del
artículo 81°, este último en los extremos que establece lo siguiente “en situación de
actividad”.

n) Inconstitucional el inciso 1) del artículo 16°, en el extremo que establece lo siguiente: “del
Cuerpo Judicial Penal Militar Policial con grado militar o policial de General de Brigada o
equivalente en situación de actividad, en razón del nivel jurisdiccional que ejercen”,
quedando redactado del siguiente modo: “El Consejo Superior está conformado por diez
(10) Vocales Superiores”.

o) Inconstitucional el inciso 2) del artículo 24°, en el extremo que establece lo siguiente: “con
grado militar o policial de Coronel o equivalente en situación de actividad, en razón del
nivel jurisdiccional que ejercen”, quedando redactado del siguiente modo: “Cada Sala está
conformada por tres (3) Vocales del Cuerpo Judicial Penal Militar Policial; son nombrados
por el Consejo Nacional de la Magistratura, previo concurso público de méritos y
evaluación personal; el que extiende el título oficial que los acredita”.
p) Inconstitucional el artículo 31°, en el extremo que establece lo siguiente: “del Cuerpo
Judicial Penal Militar Policial, con grado militar o policial de Teniente Coronel o
equivalente en situación de actividad, en razón del nivel jurisdiccional que ejercen”,
quedando redactado del siguiente modo: “Los Jueces Penales Militares Policiales son
nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura, previo concurso público de
méritos y evaluación personal; el que extiende el título oficial que los acredita”.

q) Inconstitucional la Cuarta Disposición Complementaria.

r) Inconstitucionales los incisos 1) y 2) del artículo 33°, el inciso 1) del artículo 81°, el
inciso 5) del artículo 15°, los artículos 23° y 28°, los incisos 1) y 2) del artículo 5°, y la
Sétima Disposición Complementaria.

s) Inconstitucional el inciso 1) del artículo 55º en el extremo que establece lo siguiente:


“entre los Fiscales Penales Militares Policiales, con el grado de General de Brigada o
equivalente en situación de actividad”, quedando redactado del siguiente modo: “Los
Fiscales Supremos Penales Militares Policiales son nombrados por el Consejo Nacional de
la Magistratura, previo concurso público de méritos y evaluación personal; el que extiende
la resolución de nombramiento y entrega el título oficial que lo acredita”.

t) Inconstitucional el inciso 2) del artículo 55º que establece lo siguiente: “e integrar el


Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial”, quedando redactado del siguiente modo: “Para ser
nombrado Fiscal Supremo Penal Militar Policial se requiere tener necesariamente
formación jurídico militar policial”.

u) Inconstitucional el inciso 2) del artículo 49° en los extremos que establecen lo siguiente:
“e integran el Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial del Ministerio Público”, “a sus órganos
de control; conforme” y “a lo dispuesto en la presente Ley; esto último, en aplicación del
principio de supremacía de la norma específica”, quedando redactado del siguiente modo:
“Son nombrados por el Consejo Nacional de la Magistratura, se encuentran sujetos a la
Constitución y a la Ley Orgánica del Ministerio Público”.

v) Inconstitucional el artículo 53° en el extremo que establece lo siguiente: “con excepción de


lo previsto en la presente Ley, en aplicación del principio de supremacía de la norma
específica”, quedando redactado del siguiente modo: “Los Fiscales Penales Militares
Policiales se rigen conforme a las disposiciones emanadas de los órganos de gestión
contemplados en la Ley Orgánica del Ministerio Público”.

w) Inconstitucionales el inciso 2) del artículo 56°, los incisos 1), 2) y 4) del artículo 82º, así
como el último párrafo del artículo XII del Título Preliminar y el apartado 8 del inciso 1)
del artículo 56°.

x) Inconstitucional el inciso 1) del artículo 49º.

y) Inconstitucionales el inciso 3) del artículo 57º, los incisos 3) y 4) del artículo 58º, el inciso
2) del artículo 59º, el inciso 1) del artículo 60º, el inciso 2) del artículo 61º, el inciso 1) del
artículo 62º, el inciso 2) del artículo 63º, y el inciso 3) del artículo 82º, en cuanto
establecen lo siguiente: “en situación de actividad”.
z) Inconstitucional el inciso b) del apartado referido al Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial
del artículo XII del Título Preliminar en los extremos que establecen lo siguiente:
“Oficiales” y “en situación militar o policial de actividad”, quedando redactado del
siguiente modo: “Los Fiscales que se desempeñan como Fiscales Superiores, Territoriales,
ante Juzgados, y los adjuntos, que actúan ante las diferentes instancias de la Jurisdicción
Especializada en Materia Penal Militar Policial”.

aa) Inconstitucionales la Segunda Disposición Transitoria que crea la Junta Transitoria,


Calificadora y Designadora, así como la Cuarta y Quinta Disposición Transitoria.

2. Declarar que el inciso 1) del artículo 9) debe ser interpretado conforme a lo expuesto en los
Fundamentos 54 a 58 de la presente sentencia.

3. Declarar infundada la demanda en los extremos en que se cuestionan el artículo I, el inciso 1)


del artículo 1°, los incisos 3) y 4) del artículo 15° y el artículo 80° de la Ley N.° 28665.

4. Declarar que forma parte del fallo lo expuesto en el Fundamento N.º 2 de la presente sentencia.

5. Disponer que la declaración de inconstitucionalidad de la Segunda, Cuarta y Quinta


Disposición Transitoria de la Ley N.º 28665 surte efectos al día siguiente de la publicación de
la presente sentencia.

6. Disponer, respecto del resto de normas declaradas inconstitucionales, una vacatio sententiae
por un lapso de 6 meses contados a partir de la publicación de la presente sentencia, plazo que
una vez vencido ocasionará que la declaratoria de inconstitucionalidad surta todos sus efectos,
eliminándose del ordenamiento jurídico tales disposiciones legales.

7. Declarar que el Ministerio Público puede ejercer las atribuciones que señala su Ley Orgánica
para designar los fiscales con formación especializada que actúen ante la jurisdicción militar
policial.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

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