Poesía 2 de Octubre 1968 México
Poesía 2 de Octubre 1968 México
Poesía 2 de Octubre 1968 México
Jaime Sabines
Habría que lavar no sólo el piso; la memoria.
Habría que quitarles los ojos a los que vimos,
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asesinar también a los deudos,
Nadie sabe el número exacto de los muertos, que nadie llore, que no haya más testigos.
ni siquiera los asesinos, Pero la sangre echa raíces
ni siquiera el criminal. y crece como un árbol en el tiempo.
(Ciertamente, ya llegó a la historia La sangre en el cemento, en las paredes,
este hombre pequeño por todas partes, en una enredadera: nos salpica,
incapaz de todo menos del rencor.) nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.
Tlatelolco será mencionado en los años que vienen La bocas de los muertos nos escupen
como hoy hablamos de Río Blanco y Cananea, una perpetua sangre quieta.
pero esto fue peor,
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aquí han matado al pueblo;
no eran obreros parapetados en la huelga, Confiaremos en la mala memoria de la gente,
eran mujeres y niños, estudiantes, ordenaremos los restos,
jovencitos de quince años, perdonaremos a los sobrevivientes,
una muchacha que iba al cine, daremos libertad a los encarcelados,
una criatura en el vientre de su madre, seremos generosos, magnánimos y prudentes.
todos barridos, certeramente acribillados Nos han metido las ideas exóticas como una lavativa,
por la metralla del Orden y Justicia Social. pero instauramos la paz,
A los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados, consolidamos las instituciones;
y el pueblo se aprestaba jubiloso los comerciantes están con nosotros,
a celebrar las Olimpiadas, que darían gloria a México. los banqueros, los políticos auténticamente mexicanos,
los colegios particulares,
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las personas respetables.
El crimen está allí, Hemos destruido la conjura,
cubierto de hojas de periódicos, aumentamos nuestro poder:
con televisores, con radios, con banderas olímpicas. ya no nos caeremos de la cama
porque tendremos dulces sueños.
El aire denso, inmóvil,
el terror, la ignominia. Tenemos Secretarios de Estado capaces
alrededor las voces, el tránsito, la vida. de transformar la mierda en esencias aromáticas,
Y el crimen está allí. diputados y senadores alquimistas,
líderes inefables, chulísimos,
un tropel de putos espirituales
enarbolando nuestra bandera gallardamente.
Aquí no ha pasado nada. ¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata?
Comienza nuestro reino. ¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
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¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
En las planchas de la Delegación están los cadáveres. ¿Los que se pudren en el hospital?
Semidesnudos, fríos, agujereados, ¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?
algunos con el rostro de un muerto.
¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.
Afuera, la gente se amontona, se impacienta,
La plaza amaneció barrida; los periódicos
espera no encontrar el suyo:
dieron como noticia principal
“Vaya usted a buscar a otra parte.”
el estado del tiempo.
6 Y en la televisión, en el radio, en el cine
La juventud es el tema no hubo ningún cambio de programa,
dentro de la Revolución. ningún anuncio intercalado ni un
El gobierno apadrina a los héroes. minuto de silencio en el banquete.
El peso mexicano está firme (Pues prosiguió el banquete.)
y el desarrollo del país es ascendente. No busques lo que no hay: huellas, cadáveres
Siguen las tiras cómicas y los bandidos en la televisión. que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,
hemos demostrado al mundo que somos capaces, a la Devoradora de Excrementos.
respetuosos, hospitalarios, sensibles No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.
(¡Qué Olimpiada maravillosa!),
Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.
y ahora vamos a seguir con el “Metro”
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
porque el progreso no puede detenerse.
y si la llamo mía traiciono a todos.
La mujeres, de rosa,
Recuerdo, recordamos.
los hombres, de azul cielo,
Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
desfilan los mexicanos en la unidad gloriosa
sobre tantas conciencias mancilladas,
que constituye la patria de nuestros sueños.
sobre un texto iracundo sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Memorial de Tlatelolco Recuerdo, recordamos
Rosario Castellanos hasta que la justicia se siente entre nosotros.