La Ruta Guanebucan

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POLACO ROSADO nace en Riohacha el 13 de

agosto de 1945, en la bocacalle la Esperanza; hoy,


conocida como el callejón de las Brisas. Efecto
melodramático de JOSÉ GABRIEL ROSADO
PADILLA, Ingeniero Agrónomo, egresado de la
Universidad de Córdova; en Colombia es pionero del
cultivo de la Jojoba (Simmondsia chinensis (LINK),
Schneider).

A la edad de un año, tiene la tranquilidad de saber


que su madre Carlota Sofía Rosado Pérez, aliviada por el gozo de su próximo
encuentro con Dios; en los minutos previos al último aliento de vida, compartiría un
increíble relato con la hermana Sabina Dolores Rosado Pérez; en aquel entonces,
y ahora, la personalidad luminosa de la tía, no tardaría en encargarse de la
custodia de la niña, del rey y los mellos. Para que no fueran víctimas de los
quebrantos del duelo, se los lleva a vivir a la ranchería indígena El PÁJARO.
Como miembro de la colectividad indígena, el 24 de octubre de 1950, es
confirmado en la parroquia San Rafael de El PÁJARO -–de donde dice ser
oriundo--, por el cacique Papúm Freile Amaya de la casta Epinayüu.

Su pasión por las letras, nace en el invierno de 1951, al ver llegar al caserío una
caravana de camiones contrabandistas; encadenados en tracción y empapado de
barro. Pasado unos minutos, llega a la tienda de su tía Sabina; una apuesta figura
adornada de gentil disposición, de sombrero fino, camisa azul marino, pantalón
kaki remangado hasta las rodillas que, dejaba ver las piernas lavadas y calzado
con güaireñas, por su aspecto, formaba parte de la caravana; y con sentimiento de
tristeza pregunta: ¿Dónde está mi prima? A la voz del indio, por arte de magia; ella
sale de la cocina y ad libitum le brinda una taza de café, como expresión de bien
recibido: ¿Cómo está primo hermano? Bien –respondió el civilizado, luego agrega-
-, la guardia viene detrás de nosotros, pero aquí no llegan, porque los vamos a
recibir a plomo. Entre palabras vienen y palabras van, el paisano saboreaba el
néctar negro de los dioses blanco, para despedirse. Cuando el gatillero iba por el
centro de la amplia calle, la tía Sabina les habla a los niños que retozaban en la
tienda; con una mirada tranquila y distante, señala con el dedo índice: ¡Ese indio si
es guapo, él combatió en la Guerra de Pancho, al lado de mi hermano Ceferino!
Las memorables palabras de la matriarca, esas que despertaron esa inclinación
hacia la curiosidad y creatividad muy viva de los niños; fue factor motivante para
que Polaco Rosado practicara y predicara el existencialismo.

A la edad diez años, su hermano Reinaldo J. Rosado le da señas de enseñanza


primaria, en la cartilla segunda de Alegría de Leer; para que aprendiera a
deletrear. La vida le dio un pronto, y por causa de aquel detalle psicológico muy
triste; comienza a ponerle rostros a la tragedia, al darse cuenta que la persona que
había estado de visita en casa de su tía, se llamaba Camito Aguilar; individuo que
en la acción del momento, habría sido tomado como figura de señuelo. Las raíces
de la conflagración añadidas a las hablillas de un escándalo de traición pasional,
despertaría sensaciones encontradas en José Prudencio Aguilar, las que
aprovecharía para fingir una desgracia. Partiría de su pena para hablarle de la
muerte de su hermano a José Ceferino Rosado Curvelo, quien siempre había
tenido a bien; demostrarle ser su mejor amigo –a José Prudencio todo le inducía a
pensar que José Ceferino no regresaría a Riohacha--, el inducido habría tomado
para él la satisfacción del agravio a Camito. Persuadido con hechos falseados y
bajezas enfiladas, Ceferino no dudaría en ir al escenario de los acontecimientos
en pos de venganza; con la convicción de desafiar en duelo a muerte a los cinco
agentes de la policía montada, armados con fusil Máuser de repetición; la valentía
de volver la cara al enemigo, sería el plazo de la fatalidad, para que fuera abatido
el 13 de junio de 1939, en Panchomana. Su reputación de guapo a tiempo
completo, en defensa de sus amigos; sería la hazaña que lo convertiría en una
figura mitológica.
El artesano de la historia ejercitaría el oficio de la investigación, con este recuento
parcial. Pero, en la adolescencia logra robustecer el proceso investigativo, y logra
que no pierda vigencia el mito de la tradición oral. En realidad, los años de estudio
en el Liceo Nacional Padilla, fue su manifiesto para ser miembro fundador (1964)
del grupo de estudiantes partidarios de la doctrina de los Jacobinos;
caracterizados en el procedimiento radical y su rigor moral.

Esa buena vibra que respira de escritor autodidacta, lo motiva a ser coautor de
una obra basada en la investigación: Introducción del Cultivo de la Jojoba en La
Guajira Colombiana. Et. Al. Para la recuperación de la memoria y la verdad
histórica, escribe la antología Cuentos Guanebucanes –colección de piezas
escogidas de literatura, que se desarrollan a partir del conflicto guajiro--, pero,
para considerar válido el concepto promovido por las Casas Editoras: “Sólo es
escritor quien escribe novelas”. Polaco Rosado en su condición de psíquico
creativo, nos presenta una colección de libros inéditos, ejecutados con primor; que
tienen características comunes: El Hombre Concreto (un diario existencial, en el
que a menudo aporta nuevos referentes al discurso; y expresa su presencia o su
existencia). La Ruta Guanebucán (género literario narrativo, con un surtido
temático y diverso de antología). Y La Viuda de Atkinson, novela cultivada en el
siglo pasado con una temática que narra la sublimación de la realidad; y desarrolla
su acción en época moderna, con personajes reales o ficticios.

Las obras de este novelista pajarero, de sombrero guapo cinco x, con un toque
sucio que le da carácter; hacen que se llene de gloria y orgullo al honrar con valor
definido, la memoria de nuestra identidad; ocasión favorable para el
reconocimiento de la relación paterno filial con el negro de origen africano Don
Prudencio Padilla, padre del maestro Andrés Padilla, primogenitor del Almirante
José Prudencio Padilla López, (héroe de la epopéyica Batalla de Trafalgar, 21 de
octubre de 1805); y de sus hermanos, el capitán de navío Francisco Javier Padilla
López y el Contraalmirante José Antonio Padilla López. Los tres riohacheros, se
consolidaron como héroes de la libertadora Batalla Naval del Lago de Maracaibo,
24 de julio de 1823.

PRÓLOGO

No puedo describir el mundo, si no pienso en mis hijas Sabina Carlota y


Carlota Sabina; como consecuencia de esto, debí pensar mucho tiempo ponerme
a escribir éste prólogo que se negaron a escribir algunos familiares y amigos. Este
compendio es una breve y sumaria exposición, de la más sustancial del entorno
guajiro; que no fue expuesta latamente por Jorge Zalamea Borda, en su obra
Cuatro Años Abordo de mi Mismo; ni por Gabriel García Márquez en su magistral
obra Cien Años de Soledad. La Ruta Guanebucán es una antología de cuentos,
fábulas, crónicas y ensayos; que narran la belleza e inmortalidad de mi rio Hacha
natal. Es una infamia universal, que unos mitios y píracas; digan que esta pieza de
historia fue fundada por unos indios esclavos de Cubagua. Como se puede ver,
las aventuras inauditas que están consignadas en esta obra, la llevaran a
recuperar la gloria inmarcesible que la ha inmortalizado. Como quiera que sea,
haré lo imposible para llevar a cabo esta empresa; aunque sea con mis recursos,
como lo hizo Benjamín Franklin, a quien le tocó costear las ediciones de sus
obras.

Como es de esperar, el escenario del estilo narrativo de La Ruta Guanebucán;


está basado en hechos reales que tienen como escenario el mar Caribe y tierra
firme de la península de La Guajira. Las investigaciones hechas por el autor,
acerca de la historia, la geografía y a nuestras costumbres; se deben a la
experiencia de marinero. Y a la presencia de la señora del mar en nuestras vidas.
Como es el caso del poema: “río de la Hacha Antes y Después de 1531”,
“Histoires Tragiques”, Boronata: “Guerrero Indomable”, Cacique de caciques y
líder espiritual de la cultura Guanebucán y Las Huellas de Seturma que narran la
fantasía, leyenda y mitología de la fundación del primitivo caserío de La Ranchería
de las Perlas del Río de la Hacha. En el campo del estilo narrativo, existe una bien
lograda descripción del contrabando; como se aprecia en los cuentos: “Alemania”,
“Josefa Isabel” y “Sandra”; que siempre nos mantuvo unido a las Antillas
holandesas de Aruba, Curazao y Bonaire. Como ayuda valiosa para la literatura de
la península de La Guajira, requiere especial mención “Hunden la Flora”, donde
Alemania le declara a los Estados Unidos, la Guerra Submarina del Mar Caribe.
Las crónicas de “Uribia: El Espejo del Sol”, “Vicen” y “Panchomana: Tierra de
Mitos y Leyendas”; se deben a la tradición oral de nuestros pueblos, que reflejan
aspectos de las vivencias de nuestra gente. Un sentimiento de inspiración, lleva al
autor a escribir la fábula “Alas Cansadas”; en ella, se relata la caminata del
hombre desde el Este de África hasta América; que comenzó hace cientos
cincuenta mil años. Desde una perspectiva emocional, escribo “Alta Traición”
donde trato de plasmar; la sucia jugada que humano alguno, le acometiera a su
mejor amigo. Con la ayuda del estilo narrativo, en “Clásico Guanebucán” traigo a
la luz; mágicos personajes para llevar a cabo una proeza en mar abierto.

Polaco Rosado sabe que sus innumerables lectores son una fuente de ideas. De
nuevo espera deleitarlos con sus odiseas de navegante. Y de ellos espera sus
críticas y comentarios.

Autor.
INFORMACION PERSONAL DEL AUTOR

Imagen de cubierta: José Palmar (Mural, Chevrom Petroleum company & Ecopetrol)

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Registro: # 1- 2008- 29057

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ISBN
POLACO ROSADO

LA RUTA GUANEBUCAN
LA RUTA GUANEBUCAN
Alemania
Con el despuntar del solsticio y pisando flores de yodo, cinco excéntricos soñadores,
observaron llegar al modelador del cayuco guanebucán. Con sonrisa reposada, saluda a
todos los presentes, y no habiendo tiempo para la contemplación, los miembros de la
tripulación fundamentan sus esperanzas en el acuñe de polines, enderezamiento de
troncos y ajuste de tallos de cactáceas peladas, interpuestos entre el casco y la troja. Las
figuras de acción se acomodan a ambos lados de la eslora en pecho de camisa y pies
descalzos. Haciendo acopio de sus fuerzas, vociferan rítmicos impulsos de viva voz:
-¡Vamos...! ¡Va…! ¡Vamos…! ¡Va…! ¡Vamos…! ¡Va…!
Los primeros intentos fueron desalentadores, pero la suerte les cambió cuando en la última
tentativa, el cayuco se precipitó hacia el filo de las olas.
El rumor del agua despierta sentimientos de duelo y de tragedia. Por lo general, las olas
tienen un patrón de movimiento regular, lo que permite que la embarcación mueva la proa,
cada vez que una de ella revienta. Para evitar la barrida por la acción del nordeste, el
Capitán Campo se ha visto precisado a tomar decisiones emergentes y concibe la idea de
que “Melemele” despliegue la Manila del anclote que está en la bodega de proa. Ordena
tirarla al agua para que Lucho Bruges amarre el garapín y lo enganche en el fondo marino,
mientras el contramaestre Nicanor Pereira, jala apoyándose en la paneta. Los demás, nos
apoyamos sobre la popa. Las predicciones de la marejada será de suave a fuerte, y la
embarcación se mueverá por las corrientes y el viento, flotando como un corcho sobre la
superficie marina. Muchos presienten emociones intensas, sin ser capaces de andarlas en
sus memorias. En acto fallido, mis ojos suelen producir un momento de tensión hipnótica.
-¡Tocayo, tenga mucho cuidado, que se está pelando las rodillas y el pantalón se ha
empapado de sangre!
-¿Esto?, no tiene importancia alguna -dijo, señalándose las rodillas
-¡Espere para ayudarlo a subir!
-Gracias, Luchobeto.
La confianza depositada por el maquinista lo abrumó. Tenía de él, el más bajo
concepto por sus oscuros motivos egoístas, haciendo siempre alarde de su oficio único.
Ahora la escora parece corregirse y el cayuco termina estabilizándose con la ayuda del
mecimiento de las dinámicas olas. Sorteando la corriente de agua, logramos el total
control de la nave que se encuentra flotando a poca profundidad a merced de los
vientos alisios. De inmediato, iniciaron las labores de cargue y estiba de la
delicada mercancía, la cual consiste en arrumar quinientos treinta racimos de guineos
largos. Para el capitán, el listado de la carga dice mucho de su reputación, aunque la
partida representa el momento más significativo del viaje. Apoyándose en ello, alardea:
-¡Muchachos!... manos a la obra. El zarpe es a las 05:00 P.M.
-Capitán… Esperamos que para la hora fijada, todo se encuentre listo para la partida -
dijeron al unísono, dos miembros de la tripulación.
Por un segundo tuve la sensación de que todo estaba ocurriendo al mismo tiempo. Al
contramaestre, le preocupa la actitud de los tripulantes. Los compañeros presentan la
apariencia de estar tranquilos, pero están preocupados porque no quieren seguir siendo
seres anónimos. Mientras se refrigera el motor Crysler marino de ocho pistones, el
maquinista Luchobeto agitaba una franela morada de las llamadas “Amansa Loco”,
vestimenta con la que pretende ocultar los detalles de las quemaduras de primer grado
que tiene en todo el cuerpo. Su rostro presenta un semblante pálido, como cuando una
persona acaba de morir. A “Melemele” lo reprime un abrumador deseo de llorar.
Todos sufren esa sensación, manifestada por la intranquilidad de querer escuchar la
orden de zarpe.
En todo caso, la actitud general de la tripulación es de preocupación, y hasta donde se
sabe, saben que la embarcación india es frágil y atemporal; crease o no, es la
supervivencia de todos nosotros y por ella haremos todo lo que sea necesario para
existir. El desafío mental por sobrevivir está basado en desistir de una decisión muy
triste, como la de tener que echar atrás el deseo de conocer las Antillas. A pesar de
estar tan descompuesto y enfocado como nunca antes, la razonable posición de
capitán bandera, me ha hecho suponer que algunos de ellos ha estado pensando
que todavía están a tiempo para desistir de esta arriesgada odisea . Luego de un
aliento de arenga, me di cuenta de que todos los hombres se habían acomodado en
término de importancia como de posesiones para el esperado momento, pensando en
todos los desastres potenciales que pudieran ocurrir. Por la hora, la desesperación
comienza a consumirme, y por consiguiente, a tener un primer atisbo de lo que será
la travesía. Y a sabiendas de que el viaje es completamente arriesgado, tomo la
determinación de hacerle saber al grupo, que sus mayores esperanzas están depositadas
en el alma primaria de este pedazo de tronco podrido.
-¿Están listos, señores?
-¡Todos listos, capitán! –respondieron en coro.
-“Melemele” y Bruges, pasen a la cubierta de proa y arreen el ancla -ordena el capitán,
agregando después-. Maquinista Curiel, dé marcha adelante para que desprenda el
ancla del fondo, -luego, hace un gesto dirigiéndose a Nicanor Pereira-, tome usted el
mando y ponga Norte franco, por favor.
-¡Norte franco, Capitán! -dijo el lobomarino aferrado al mango del timón, mientras
acomodaba las nalgas en la paneta de la popa.
El zarpe, pareció ser una tarea retadora y urgente para llegar al infierno. Hombres y
cayuco son figuras diminutas y, a lo lejos, sólo se distinguen siluetas cuando agitan las
manos en pos del saludo de despedida. Así le pareció al diseñador de navíos Ranulfo
Palacio, quien desde la orilla de la playa se suma a la algarabía del festejo, agitando la
gorra en su afán de proporcionarle un prospero viaje a los cinco hombres que navegan
sin contar con conocimiento alguno de la ruta. Llenos de duda y temor se hicieron a la
mar con el sueño de buscar la gloria. La barca navega hacia las olas y corta el agua
debido a que hunde y alza la proa; la seguridad de desplazamiento le permite mantener
el control del labrado tronco. Ahora están navegando sobre el océano salvaje.
La atmósfera relajada, les da una falsa sensación de seguridad a todos los miembros de la
tripulación porque aseguran estar perdiendo la perspectiva de la costa. A doce millas
náuticas, se encuentran ansiosos porque los movimientos se vuelven rígidos y
espasmódicos. La situación es crítica, pero el deseo de seguir adelante los lleva a no
desistir ante la pesadilla que en el momento están experimentando. En un principio, el
stress emocional ha sido intenso y los temores van creciendo en la medida en que el
sol se aleja de la línea ecuatorial.
-Pereira… ¿Qué rumbo lleva? -inquirió el capitán, gritando con la mano puesta al lado
del músculo buccinador.
-¡Norte franco, capitán! -contestó en tono alto Nicanor.
-Ponga Noreste. Sesenta y cinco grados
-¡Si, señor! Setenta y cinco grados Noreste.
Mi memoria no develará fácilmente el secreto del origen del rumbo, lo que hace sentirme
más dominante que nunca, pero vulnerable. Las paredes de agua golpean
repetitivamente en estribor y de momento en momento, siento que navegamos sobre
las crestas de olas grandes y altas que danzan como sirenas llevando una voz de fondo
en un lenguaje emotivo que no entendemos, pero con el cual los marineros tenemos
mucha empatía. En el reducido sitio de la máquina, se produce una cacofonía de ruidos
ensordecedores que generan una onda de choque que aturden el diálogo de los
marinos y el movimiento de la aguja de la brújula. Por la claraboya y las ventoleras, el
motor consume aire limpio que pasa caliente por los poros de la piel de los cuerpos. Los
hombres están expuestos a los vientos cortantes y al frío, lo que hace que sus rostros
muestren aflicción. Han pasado veintidós minutos desde que empezó a entrar la
oscuridad por estribor.
La noche me trajo la sensación de soledad más devastaste que he sentido en toda mi
vida. En principio, sentía mucho frío, pero se me quitó con el hambre que me estaba
acosando como una máquina de simulación que desaparece y aparece, cuando veo a los
compañeros departiendo en la cena un par de “bollos cabezones”, combinado con un
trozo de panela “poquimascá” y saboreado con cuatro onzas de “queso con ciracira”,
mientras discernían resaltando la vulnerabilidad de los sentimientos familiares que
siempre terminan afectando a nuestros corazones, lo que me llevó a participar en ese
juego de emociones que jamás hemos podido comprender. Me sentía vacío, como si
Dios nos hubiera abandonado. En acto fallido, mis ojos vuelven producir un momento de
tensión hipnótica. Aseguro que en Puerto Caramato, se estableció un pueblo con rasgos
caucásico que desapareció misteriosamente. Con el alba, las visiones me siguen
acosando, viendo un mundo lleno de imágenes y sonidos que presentan un transparente
espectáculo.
A lo lejos se escucha el graznido de una espléndida variedad de aves marinas que,
poniendo en práctica su visión ultravioleta, se dan un banquete de capelanes. Estas
criaturas son un bocado irresistibles al apetito de los diferentes géneros de gaviotas
y gaviotines. Es evidente que los alcatraces entran en una disputa por el espacio
aéreo, demostrando que su experiencia se debe a su supervivencia milenaria;
características que heredan de los dinosaurios. Un poco confundido, observo que los
cormoranes heredan de sus antepasados la perseverancia de la pesca submarina. En
la inmensidad, una marea rosada de flamencos acompasa su vuelo con precisión,
haciendo de ellas las creaciones más espléndidas de la naturaleza.
El agua pasa a dominar el paisaje y la gran variedad de vida salvaje, no solo es un
juego de emociones que intenta crear la fantasía, sino un algo que le da satisfacción a
mi mente. Esas imágenes tan bellas pasan por mi psiquis como alguna vez le
ocurriera al Almirante Padilla, cuando en su primer viaje, sintiera un discurso interno en
su mente, como si estuviera mirando en un sueño un enjambre de aves, migratorias y
residentes, que retozaban con alegría. Por lo que le dijera a sus marineros: “estamos
cerca de la tierra prometida”. Recostado sobre el puntal de babor, advierto que la
hipotermia se apodera de los todos. Al parecer, comienzan a padecer de una locura
pasajera. Pero, si la memoria no me fallan, la situación que estoy experimentando, me
hace suponer que Nicanor Pereira, en ningún momento ha cambiado el rumbo. Tengo la
convicción de que hace algunos instantes tuvimos al frente de las salinas de Aqüarum.
Allí comienza el límite entre la montaña de nieve salada y la pirámide con caras irregulares
de roca magma que emergió del fondo marino y donde las sombras de las nubes son un
reflejo confuso, engañoso y apasionado. La naturaleza marina es desconocida para los
exploradores de la navegación, pero mis modestos conocimientos me han llevado a
considerarla como la forma metafórica que representa el paño de una mesa de billar; en
donde la vida se crea y desaparece en forma misteriosa. Todo parece indicar que este
fenómeno aparece con mayor continuidad de lo previsto. Hechos curiosos que parecen
paranormales. La aparición del sol, ofrece una buena perspectiva para orientarnos. El
agua escasea y los vientos están secos, lo que disminuye grandemente las probabilidades
de supervivencia. Como aves migratorias continuamos nuestro periplo hacia el noroeste y
crease o no, el cayuco ha recorrido la extraordinaria distancia de casi ciento cincuenta
millas.
A las trece horas de navegación, y a mil cuatrocientos revoluciones por minuto, los
vientos y torbellinos sobre la superficie del agua, se convierten en remolinos. A bordo, el
contramaestre sigue de frente timoneando entre las olas. El capitán, mirando la fuerza
pasiva de los hombres, intenta buscar una mejor apertura a la razón de vivir; pero lo
absorbe una visión remota, como la experimentada por el vizcaíno capitán de la
calavera “La Pinta” y su acompañante, el geógrafo florentino, cuando arribaron a la
costa de la península en su afán de descubrimiento. Lo que a mí me causó impresión, a
ellos le pareció una verdadera señal de alarma, olvidando que en aquel entonces,
confundieron a la punta de la bahía con el parecido de la vela de una barca guanebucán,
bautizándola con el nombre de Cabo Vela. Eso me hizo sentir como si en mi otra vida
yo disfrutara de las influencias de los leves espíritus con voces que se descarriaron
brevemente:
-¡Señores, estamos frente al cabo! Acerquémonos a tierra para llenar el tanque de
combustible y buscar algo de comer. Además, hay que bañarse, porque alguien, entre
ustedes, está que apesta.
-Soy yo, capitán. El queso tenía ciracira y, desde esta madrugada, vengo con diarrea.
Tuve que tirar la ropa al agua.
-¡Timonel, no entre a la bahía, con mucho cuidado acérquese a la ensenada del Pilón
de Azúcar -después de señalar con el dedo índice, agrega-“Melemele”, salta a tierra y
asegura las amarras en esa roca. Tienen tres horas para que hagan de todo.
¡Apenas estamos a mitad del recorrido!
-¡Manos a la obra, muchachos! -dijo Nicanor.
Dando muestras de que a toda hora le preocupa la actitud de la tripulación, abandona la
barca. Al bajarse del juego de emociones que les produjo el viaje, debieron sentirse
con energía . Ahora se encuentran en medio de un paisaje hostil y severo, donde hay
muchas cavernas azotadas por las apariciones de ciertas ideas sagradas y misteriosas,
que los connaturales llaman “Jepirachi”. Lugar donde los descendientes físicos y
espirituales buscan una señal de vida porque aseguran haber percibido una presencia
vaga que posee asombrosos y detallados rasgos faciales, invocando el espíritu del viento.
Una película épica de la cultura guanebucán está congelada en piedra, donde cuyas
emociones y sentimientos individuales hacen evidentes los embrujos del desierto que
pueden llevar a mis hombres a la locura.
Nuestros rasgos cuentan una historia que dice quiénes somos y de dónde venimos. Nos
enfrentamos a un paisaje que ha sido transformado, donde inagotables arenas propagan
el viento, el engaño y la desesperación. Las voces que existen en nuestras mentes, nos
dicen que el cayuco es un modelo de vida construido. En todos los momentos de las
labores del achique de agua, el abastecimiento del combustible, el disfrute del
desayuno y el reviente de las amarras, hicieron acopiar sus fuerzas para un último
intento de salvación, lo que ha servido para que en “Melemele” afloren ideas de que él será
millonario.
Hay alteración temporal y estamos a tiempo del zarpe. A tres horas de haber empezado
el viaje y a treinta y cinco millas náuticas estamos a medio camino y ya Nicanor
Pereira da muestras de tener cólicos insensatos. Se ventosea ladeando la nalga derecha,
duerme y despierta, empuñando temporalmente el brazo del timón, lo que hace que la
brújula vaya marcando sesenta y dos grados, Noreste. << Debo reemplazarlo por Lucho
Bruges, porque cada minuto que pasa, la amenaza del viento está más cerca de
nosotros y puede traernos problemas; pero, no muy bien lo pienso, cuando el agua le llega
a la planta de los pies y lo despierta >>.
Un pequeño goteo que está penetrando por una raja de la proa, se está convirtiendo
en una tormenta. El agua continúa distribuyéndose por el piso de la embarcación,
llevando al timonel a pegar un grito:
-¡Capitán Campo… El cayuco se está hundiendo! -dijo Lucho Bruges con el rostro pálido y
los ojos llorosos.
-¡Estamos frente a Punta Gallinas! Tira a todo trance para tierra. Curiel, ponle tres
cuartos de máquina a ese motor porque vamos a naufragar.
-¡Mire Capitán, en la ensenada de Taroa parece que hay un barco fondeado! -dijo Lucho
Bruges, tras un instante de vacilación
-Sí… sí hay un barco -dice Lucho Curiel con un dejo de complacencia, por la popa,
parece el barco de mi papá.
-¡Sí, señor! Es el “Amor de Madre” -deben estar embarcando animales y carbón.
-Lucho, lleve el cayuco hacia la ensenada -acotó de modo imperativo el capitán-, Curiel,
disminuya la velocidad y tenga el cuidado de apagar cuando el cayuco esté encima del
bajo, para que llegue despacio a la orilla.
-Capi Campo, permítame saltar a tierra, para hablar con mi papá -pidió Curiel con calma,
viendo al capitán muy de cerca, cara a cara.
-Curiel, lamento mucho tener que decirle que aquí nadie va para tierra. Usted, tiene
que ayudar a que calafateen con estopa y brea todas las rajas de popa y proa,
mientras yo voy al barco a pedirle un favor al capitán Curiel. Son las 03:30 P.M., y no
tenemos tiempo que perder.
Visto en primer plano por sus compañeros, iba andando callado, precedido por el
rumor de sus pisadas. Fue acortando el paso hasta llegar al barco pirata, donde la
tripulación trabaja a marcha forzada. Sube por una escalera de Manila a la borda y
caminando por encima de la tapa de la bodega, se posa, cómodamente, junto al Capi
Curiel. Como piloto de navío, se sienta rígido entre el timón y la entrada del cuarto de
máquina, donde el ruido del motor expele un olor a aceite quemado. En el fondo de la
bodega se escucha el movimiento de los chivos y los cerdos que están comiendo las
estopas, dejando amplias hendiduras que podrían llevar el barco a la zozobra en cualquier
momento del viaje, pero Capi debe saber muy bien que el océano es un mundo de
grandes extremos.
Durante la estadía en el paraje desértico, el comportamiento del grupo familiar fue
admirable a causa de una nueva comprensión de cómo trabajaron sus mentes y sus
cuerpos en la batalla personal que libraron para llegar al final, antes de que entrara la
noche. A pesar de los continuos calambres estomacales provocados por las bacterias de
la orina de ciracira que habían consumido en el queso y que no pudo ser digeridas por sus
organismos, se encontraban motivados a morir de risa a costa del humor negro
empleado para reforzar el mensaje espiritual que se viene propagando para cambiar la
manera de sentir, hecho que les ha servido para comentar historias hasta después de
la cena. Las palabras salían del bullicio de una reunión tan numerosa y animada que
hasta la luna alcanzaba a escucharlas en su cuarto creciente.
La claridad me muestra una línea de tiempo. A media noche, tuve la idea de aislarme de
este círculo de marineros que inspeccionan las entradas de agua a la bodega. Llego
dando bandazos; aunque, no doy muestras de estar borracho. Gozo de la fantasía
que en firme sostiene Nicanor y que a la larga resulta coincidir con la realidad, toda
vez que puede contar con detalles que a este cayuco, a pesar de que fue construido
con una madera de pésima calidad, hay que reconocerle méritos por todo el vía crucis
que ha padecido, sin sufrir el naufragio. Hace unos diez años atrás, lo labraron en
Debuya por pedido del comerciante alemán Herbert Muller, quien, hasta 1944, había
vivido en Caramarato, teniendo que huir hacia Pueblo Viejo, por cuentos de Miguelito
Cotes, quien hizo falsos comentarios al Cónsul Bianchotti del gobierno de los Estados
Unidos para que pusiera en “lista negra” al alemán, porque era la persona que le
suministraba combustible a los submarinos alemanes en la Guerra Submarina del
Caribe. Desde entonces, no había sabido nada de este tronco bofo. Por referencia de
Ranulfo Palacio, supe que se estaba pudriendo en las playas de Aqüarum. Y fue a
Elías Durán a quien le tocó realizar una travesía épica en esta balsa llevándola a remo y
vela hasta Cagüinga para que le dieran la forma de una oruga. Pero, el tópico de la
conversación, llega cuando Lucho Curiel, se pone a comentar con lujo de detalles, que
a pesar de que su papá era un ignaro de las letras, todos los capitanes que navegan
desde La Atlántida hasta Caramarato, lo respetaban porque conocía los mínimos
secretos del Océano Atlántico; y esos conocimientos náuticos lo habían llevado a no
tener que envidiarle nada al inculto Almirante de almirantes que en su errabundo viaje
épico, navegando de Oriente a Occidente, sorprendió al sol al ganarle un día.
Al capitanucho analfabeto se le reconoce que ha conquistado océanos, cielos e infiernos,
lo que me hace suponer que es un inmigrante que todavía no ha sido domesticado. De la
parranda a bordo del barco pirata “Amor de Madre ” surgió la perspectiva positiva e
inquebrantable de llevar remolcado el cayuco hasta los islotes Los Monkis. Con ese
propósito, se podía ahorrar el combustible que se consumiría en cuarenta y cinco
millas náuticas. En el momento de dar un rodeo al tanque de combustible, se dieron
cuenta de que las intenciones van mucho más allá de lo que prometo decir.
-Recojan las amarras y acerquen la embarcación al barco del Capi Curiel.
-¡Capitán Campo… El tanque de combustible está lleno! -dijo Lucho Curiel, con el perfil
abatido por la soberbia y el disgusto.
-Hasta ahora no sabemos a qué puerto iremos a parar -contesta el capitán con
displicencia.
-¿Alguna otra cosa, Capitán? -pregunta Nicanor Pereira.
-Debes llevar el timón procurando mantener el mismo rumbo del barco que va
adelante, así evitarías que la carga se golpee con el fuerte oleaje. Creo que el rumbo es
de ochenta y cuatro grados Noreste.
A las 04:00 A.M., zarpa la embarcación contrabandista y es sacudida por las olas a causa
de que las condiciones del tiempo son difíciles. Racha de vientos desafiantes soplan en
dirección Oeste haciendo que el barco trate de mantener la posición de ochenta y
cuatro grados Noreste. Ahora el cayuco surca el océano salvaje y los hombres son sólo
figuras diminutas. Por el momento, el capitán Campo no tiene el total control del cayuco
y estamos a merced del viento y a la velocidad del navío que nos remolca, siendo
cada ola que se nos viene encima, más peligrosa que la anterior. Siguiendo la línea
costeras durante tres horas, hicimos del mar un tendido y dormimos en sueño tranquilo
con los ojos abiertos. En las horas siguientes, para sorpresa de todos fuimos
despertados por los cantos del sol, a eso de las 11:00 A.M. cuando nos detuvimos frente
al Monki Norte para achicar las naves y almorzar.
Estando en medio de los cuatro islotes, el capitán de la fragata de tabla podrida, sin
saber leer ni escribir, revisa la carta de corrección. La revisa poniéndola al revés y da la
orden de que se prepare una buena comida con huevos de gaviotas sancochados y
arroz volado para las dos tripulaciones. Capi, a pesar de su ignorancia, es todavía una
presencia poderosa para todos los navegantes. Los preparativos de la comida sirvieron
para reforzar el mensaje espiritual con palabras que estaban escritas en el código mismo
del alma primaria del árbol de pionio que sirvió para que Muller mandara a labrar este
cayuco. En un lapso de cinco horas se habló de todo, hasta del mal que íbamos a morir.
En el momento mismo, en que todos los marineros se disponían soltar las amarras,
saltaron contra el viento las palabras del capitán.
-¿Efraín, por dónde te vas? Te vi con la carta marina en las manos.
-Voy a irme buscando La Macoya. Así evito los vientos ciclónicos que vienen de África.
-Yo me voy a tirar derecho, pase lo que pasare -dije con desenvoltura y sin mirarle el
tabaco Cohíba que llevaba en la boca.
-¡Samuel, hazme caso, tírate por la costa. Mira que tu nave es un cayuco que no tiene
curvas para aguantar un fuerte oleaje!
Me sostuve en desconocer lo mítico y lo legendario de su vida de marino. Yo tengo mis
propios conocimientos.
-Samuel, aléjate con rumbo Este para que esa tabla vaya hacia la costa. Debes tener
en cuenta que es plana -dice, en una mezcla de inquietud y diversión-. Lamento por mi
hijo lo que les vaya a pasar a ustedes, pero ese terco es un loco, anda contigo que
también lo eres y de remate.
Después de establecer vínculos de confianza con el Capitán Curiel y sus muchachos, el
capitán Campo le hizo ver que le hacia el honor de seguirlo a prudente distancia hasta
que desaparecieran los cayos. En ese instante una pesadilla pasaba la barrera
vanguardista del capitán del cayuco, quien le ordenó al maquinista que se preparara para
seguir a velocidad media. Sortean vientos de tormentas, y el agua juega con el cayuco,
empujándolo para ambos lados. Tres horas más tarde, no se veían señales del “Amor
de Madre” que estaba envuelto en ocaso de sol. Después de cumplir un rango náutico
de doscientas noventa y cinco millas, comenzamos a ver lo que parece una pequeña
mancha que se alza y se alarga en la superficie del mar. Un centelleante reflector está
aluzando las luces del cielo con un haz de luz verde. Noté asombro cuando vimos la
isla. Dos millas frente al puerto. El capitán comenzó a capear de un lado para otro,
esperando a que se hicieran las 5:00 A.M, hora en que seriamos visitados por las
autoridades de migración y concedieran permiso para atracar en el muelle de la Eagle
Company.
La llegada del cayuco es celebrada como un acto de heroísmo por bodegueros,
estibadores y braceros del muelle de la isla y Aruba se convierte en un código de honor
para los lobos marinos. Las autoridades marítimas, junto con el pueblo, se volcaron en
masa hacia el puerto, porque se corrió la voz de que había llegado un submarino.
En medio del barullo de la gente, apareció en la plataforma del muelle el jefe de
inmigración, quien atendía al llamado de Mister Dankee; un macambo de dos metros con
dos centímetro de estatura y ciento ochenta kilos de peso, quien tuvo a bien preguntar.
-¿Quién es el capitán de este submarino? -pronuncia en precario castellano.
-Yo soy el capitán -dije alzando el dedo índice-. ¿Con quién tengo el gusto?
-Mucho gusto. Me llamo Dankee y soy el jefe de la oficina de migración e inmigración de
la isla. ¿Dónde está el zarpe de la nave? -hipó la voz del gigante.
-¡A decir verdad, no tengo ninguna clase de papeles! -dije, siendo afectada mi voz por el
bullicio de la gente.
-¿Tampoco tiene los papeles del planchón, ni sabes cómo se llama? -preguntó afanoso,
Mr. Dankee
-Se llama Alemania -acoté de modo imperativo, señalando con dedo amigo, el nombre
que está borrado en la proa.
-¿Y qué carga llevan?
-Guineo maduro.
-¡Oh! banano, fruta muy rica.
-Sí señor.
-¿De dónde son ustedes?
-Colombianos de pura cepa -dije sonriendo.
-¡Ah… colombianos ladrones! Son piratas. Si antes del medio día no han arreglado el
problema de los papeles de la embarcación y de ustedes, tendrán que comerse los
bananos o tienen que devolverse para Colombia -dijo con una actitud muy seria y airada,
golpeando con fuerte punta pie la proa del cayuco .
Desde el mismo instante en que la embarcación atracó y fue amarrada de popa y proa a
la bita y cornamusa del muelle, se le notó triste una vez se puso en escucha del eco de la
ceremonia de llegada. Las voces alteradas de los dos personajes en escena, la
despertaron del estado de sueño en que se encontraba. Estando experimentando en
carne propia lo que poco antes había ocurrido, se sintió lastimada en su alma primaria, y
fue la razón suficiente para que los marineros, muelleros y curiosos, miraran con asombro,
el hundimiento del Alemania.

Alta Traición

Dobles fúnebres de las melancólicas campanas, anuncian Misa de Réquiem por


quien en vida se llamara José Ceferino Rosado. Quien se había ganado la
reputación de ser un hombre valeroso. Consternadas por los rumores que se
tejían en los alrededores, Petra Barros y Grachela Cotes, despiertan con un
compromiso sentimental en su memoria. Ante una mañana de primavera,
madrugan a la apertura del umbral de los Cielos, en donde la neblina envuelve el
eco distante de los tañidos que anunciaban el último doble. Mudas se fueron a
detener al final del atrio, bajo el arco de la puerta principal que da acceso al
templo. El armonio difunde las notas musicales de los Salmos Gregorianos, que
sirven de fondo al inicio del rito religioso. La ceremonia es oficiada por el Padre
Marista Doroteo. Abre el misal y ora: Dominus Vobiscum. Un juego de luces y
sombras se difumina entre las columnas con el aroma de la cera caliente de los
cirios, que sirve de aliciente espiritual a los feligreses que asisten al templo.

El silencio que aguardaba la llegada del representante de Dios, interrumpe la


conversación ligera y sin sentido de las damas. Durante el corto tiempo que
habían permanecido de pies, a Petra se le fue la respiración por un instante. El
corazón les decía que el finado, llenaba un lugar especial dentro de su corazón.
Sus sentidos se asaltan. No esperaban tan de repente la llegada de la “Viuda
Alegre”. Los rumores generales que circulaban por toda la ciudad, están apoyados
en la elegancia que presenta con gran estilo. Agita el brazo para cubrirse el rostro
con el velillo negro, acicalado de Loción Pompeya. La figura humana con un traje
brillante en tela de charnet, desaparece al penetrar en el imaginario mundo que
está frente al altar. Les fue difícil aceptar lo que ocurría. Vieron que tuvo el coraje
de ir a inclinarse de rodillas en los primeros escaños de la nave izquierda del
templo. El Agnusdéi, es la ocasión oportuna que aprovecha Grachela para decirle
a Petra, en un plan de entendimiento, los dolorosos detalles de algo muy triste
que se tejía y se teje por detrás de los ingratos recuerdos.

--- Quién la ve, con esa carita de yo no fui -comienza a decir Grachela,
mientras hace un gran esfuerzo por dominar los impulsos.

--- ¿Qué pasa? -interviene Petra con espíritu agitado-. No sé de qué me


estás hablas.

-Dice la gente de El Barrio Arriba, que en la casa de la viuda han visto


entrar un encapuchado con sombrero y de buen porte. Además, en estos días se
corría el rumor de que “Palo Floriao“ la había encontrado con “Carchi” Henríquez.

--- Yo no lo creo, porque “Palo” se lo hubiera dicho a Ceferino enseguida.


Ahora, si lleva sombrero y tiene buena estatura, tampoco es “Carchi” -refunfuñó
Petra.

--- “Palo Floriao” le hizo el comentario a “Mama” Flor, quien le pidió por lo
que más quisiera, que no se lo fuera a decir a su hijo para evitar una desgracia.
Ella aseguraba, que al minuto de saberlo Joseferino, le hubiera dado muerte
tanto a él, como a ella.

--- ¿Quién dijo eso?

--- Aura Siosi

--- ¿Qué tiene que ver ella con Ceferino?


--- Según la gente, ella siempre quiso demostrar que era el atractivo de los
ojos de José Ceferino. Ese cuento es viejo.

--- ¿Dónde los encontró Palo Floriao?

--- En su propia casa. “Palo” tenía por costumbre visitar a su hijo a las
cuatro de la mañana. Acostumbraba entrar en el aposento y le halaba el dedo
gordo del pie izquierdo. En una de esas visitas, cómo qué José Ceferino no
estaba. Él entró con confianza hasta la cama y le jaló el dedo al que allí dormía.
Esperó un rato en la cocina y al ver que nadie se levantaba a hacerle el tinto,
cogió la lámpara que colgaba en la cocina y regresó al dormitorio, donde se llevó
la sorpresa de encontrar a “Carchi” y a Rosario, como Dios los mandó al mundo.

--- A mí me habían dicho voces callejeras, que ella tenía unas relaciones
raras con José Prudencio Aguilar. Pero, con “Carchi”, nunca había escuchado
nada. Aunque me aseguraron que en días pasados “La Matriarca”, había echado
de su casa a “Carchi”.

--- “Aura Siosi” tuvo a quién comentarle en la calle el “Templo”, que en días
pasados, llegó José Ceferino con todos los amigos a donde la mamá. Mama Flor
estaba en la cocina. De pronto, Carchi trató de disimular sus emociones y se
dirigió hacia ella: “Buenos días mi tía” Cuando la vieja Flor escuchó la voz de
“Carchi Henríquez” en la sala. Parece haber escuchado a la representación
personificada del mal. Mama Flor aprovechó que José Ceferino orinaba en el
patio; y se acercó a él en bola de fuego y se le fue encima con aire alterado y bajo
tono: “Yo no soy su tía, váyase de mi casa”. José no logró enterarse de nada.

--- Pues, mija… entonces, crea y dígalo pa’lante… que se acuesta con dos
machos --testifica Grachela al jugar con el escarnio de la amiga.

Las expectativas del diálogo, creaban una poderosa conciencia calificadora entre
ellas mismas. Sin tropiezos, dan un par de pasos por el pasillo y se desplazan
hacia la última banca, donde pensaban sobre todo lo que estaba relacionado con
ellas. Los escaños de las tres naves, están repletos y no se ve un solo espacio ni
para un suspiro. A Petra, algo de vida parece escapársele del cuerpo cada vez
que recuerda la llegada de José Prudencio a la sala de su casa. Nunca se pensó
que esa expresión de su personalidad, entrañara más sentimientos de envidia y de
venganza, que de sinceridad hacia Joseferino.

--- Fui enterada, de que en días pasados, los contrabandistas del grupo “8
en V” estaban en casa de la cachaca “Chichanga” Cortés. Y allí hicieron
referencias sobre los rumores generales que circulaban por toda la ciudad. Como
que Manuelito Bonivento manifestó… “que nadie, ni siquiera su primo, “Pópilo”
Freyle, se atrevía a ponerle el cascabel al gato, porque ellos conocían muy bien el
temperamento del difunto”.

--- Pero a mí me comentaron que en cierto momento, Luis Illidge, les hizo
un fuerte llamado de atención a los dos, con sendas palabras intentó motivarlos a
desistir de eso… “está muy mal hecho, que ustedes se aprovechen de la
confianza de amigo que le brindaba Joseferino. Que no veía bien,que a espaldas
de él se aprovecharan de la mujer. Que recordaran el problema familiar que se
había presentado por la trompá que le asestó a Heriberto Sánchez, por no cumplir
el compromiso de casarse con su hermana Sabina”.

--- Quizás, también debió decirles que recordaran la paliza que le propinó al
teniente López y la golpiza que le propinó al indio “Bayoneta en Manaure” -
argumenta Petra, y consolida la impresión al recordar los casos.

Con el Sacramento de la Reconciliación, Luis Illidge quiso darle a su amigo el


prestigio de valiente que había merecido hasta ese momento. El Sacerdote
Doroteo respondía con ese credo que resume el espíritu de los creyentes: “Qué
hacemos nosotros en este día lleno de historia y de emoción”. Narra con dolorosos
detalles: “Padre Divino, eh aquí… lo que puedes hacer por nosotros. José Antonio
Bonivento e Ismael García estaban convencidos de que los dos conspiradores
sentían duelo a su manera. Culpas que no se repetirían más, si no por la
misericordia divina. José Ceferino quiso demostrar su valía por defender a los que
se tildaban ser sus amigos. Su fama tuvo un precio, se convirtió en blanco de
muchas críticas. Su desaparición tuvo todos los actos de un asesinato de bajo
perfil. La fama entraría a conferir entre ellos”. Al parecer, se formó la idea casi
mítica de que José Prudencio Aguilar y Carchi Henríquez sentían que se
encontraban en el banco de los imputados. Luego de una breve pausa, continúan
las novedades.

--- ¿Qué dijeron ellos?

--- Permanecieron callados, muy pensativos. Luis les volvió a recordarle…


“que el único hombre que había desafiado en duelo a muerte a los guapetones de
Luis Zubiría y Caramelo Serrano, había sido José Ceferino. Deben recordar que él
es como un hermano, y siempre nos ha demostrado, que con sus amigos, es un
amigo leal; pero, con sus enemigos, es un enemigo cruel”.
-Yo hubiera querido estar allí el día en que la señora Flor le dijo en tono
enérgico a “Carchi”… ”Hágame el favor, yo no soy su tía, y váyase de mi casa”.
Yo me supongo la pena que debieron pasar Néstor Gómez… Manuelito
Bonivento… su hermano José Antonio… el primo “Pópilo” Freyle. También
estaban Luis Illidge y José Prudencio, que permaneció pálido y silente, con la
mirada tendida en el piso de la sala. El cobarde de “Hencho” contó con la suerte
que ni Palo Floriao ni Mama Flor nunca le hicieron el comentario al hijo para evitar
una desgracia. El extinto nunca tuvo la menor malicia. Porque de llegarlo a saber,
esa fiera los hubiera cosidos a plomo.

-Todo el mundo esperaba que ese par de fieras se enfrentaran -dijo Petra,
al reflexionar sobre el caso de la muerte del teniente López--, pero estoy segura
que ninguno de los dos tenía cojones para enfrentarse en duelo a muerte a
Joséferino.

Un par de historias distintas surgen por la cicatriz de la ira de las abatidas mujeres.
Hacían acopio de todo su valor de mujer, escuchan algo de jadeo. Fueron motivo
de atracción, durante cierto momento, lejos de sentir que la forma dominada de la
mente, parecía ocasionar un adelanto en el tiempo del cerebro, por lo corta que se
sintió la misa. Y, por lo que le ocurría a la familia Rosado. Los padres del difunto,
podían percibir a distancias las emociones, los tormentos y los sufrimientos que
orientan a sus espíritus. Las mujeres, de sentimientos encontrados, platicaban en
el argot callejero y en sus propios términos. Para Petra, la noticia y la ira fueron
mecanismos de rencor, toda vez que se le viene a la memoria, el último enlace
vivo de ellos, como parranderos, para que a mala hora… “fuera a presentarse ese
maldito hombre a la casa con tamaña mentira: ”<<Mataron a mi hermano “Camito”
–luego agregó--, quién se crea mi hermano, que me acompañe para enfrentarnos
con la policía>>. Se atreve a repetirlo, porque ve en los ojos negros de Grachela
una gota de confianza-. Había tramado esa jugada sucia para meter en líos a
Joseferino y a los demás. Él sabía que no tenía pantalones para enfrentarse al
macho de Riohacha. Como lo manifestara Geña Cocho, ese día en Pancho.

--- Peor lo hizo “Carchi” Henríquez, que tuvo el descaro de pedirle a Chayo
la llave del carro “El Toro Negro” para ir al lugar de los hechos, dizque a verse con
el padre Ángel De Carcagente y convencer al indiogente de apellido Pinedo. Llegó
con la hipocresía de que no sabía nada, que le hicieran un comentario de los
hechos de la tragedia.

--- ¿Quién te dijo eso?


--- Eso comentan voces callejeras. Pidió que lo llevaran al convento, y una
vez allí, se dirigieron al cuarto de las monjas donde estaba herido el cabo Cucalón.
Y al oído le susurró… “es mejor que desocupen y cojan por la orilla de la playa,
tiren siempre hacia el norte, que dentro de dos o tres días, llegarían a Uribia,
donde están a la espera de ustedes los auxiliares”.

--- Yo no creo en calumnias injuriosas ni en hechos falseados. Pero, de


“Carchi”, se espera todo eso y algo más. Él sabía bien que el cabo Cucalón fue
quien mató a José Ceferino por insinuación de la puta de “Geña Cocho”.

En la prédica del evangelio, el Padre Doroteo responde con ese credo que
resumía el espíritu de los creyentes: “La razón de su desaparición no está clara”.

--- En estos días estuve haciéndole un traje a una señorita de apellido


Palacio Lavalle y me hizo el comentario de que José Ceferino le había propuesto
matrimonio. Cosa que no me sorprendió, porque él, les decía a todas sus mujeres
que se iba a casar con ellas.

--- Ese era él pintado. A mí me echó la misma carretilla ---tuvieron un


amargo desacuerdo.

--- Lo que más me llamó la atención fue que la abatida madre estaba
decepcionada –las evidencias eran abrumadoras--, y que en los buenos
momentos de la vida; se levantó del taburete llena de ira y actitud energúmena; no
se detuvo a considerar la racionalidad de lo que le decía a su hijo Chopi. Luego de
haber empuñado por el gatillo un revólver Magnum 44.7 que era del difunto, se lo
puso en la palma de la mano, recalcándole: “Sepa que usted tiene dos enemigos,
Ricardo Henríquez y José Prudencio Aguilar. ¡Mátelos!”. Ese comentario se lo
hicieron al mismo “Hencho”.

--- Los Rosado… así, lloran a sus muertos.

La confesión nos permite experimentar sobre nosotras. No para el momento


mismo, pero sí para el momento eterno; se le escucha al Sacerdote Doroteo en
lúcido latín: Ite, missa est. Acto seguido, responden los asistentes: Deo grátias. El
ritmo, el tiempo y la expresión de la misa habían llegado a su final. Las voces que
están dentro del templo, tal vez tengan una vida y una propia opinión. Desde una
posición cómoda, pueden ver en retrospectiva que la presencia de Carchi y José
Prudencio es sólo una señal de cariño cristiano. El repudio callado de la sociedad,
señala a los contrincantes que se estudian en un duelo silencioso. Rosario de
carácter resuelto, hace algo inusual. Su mente recorre las opciones de huida; y se
dirige hacia la casa solariega. La carrera tercera tiene vida vacía. Ofrece una señal
muda de su continuo caminar. Las calles están llenas de personas normales. Una
serie de pasos graduales, la llevan a desaparecer en la calle 3B, la “Reventazón”.
Ansiosa, llega a la puerta de la curiosa morada # 2-30, donde se difumina el
resonar del taconeo funeral.

Pese a la violenta escena a su alrededor, se tiene un juicio apresurado de los tres;


pero nada de lo que se diga de ellos, puede disminuir su tristeza por los
acontecimientos ocurridos en Panchomana. Lo que sí se sabe, es que dos de sus
propios amigos continúan celosos y hostiles. El código del silencio no es tan fuerte
en ellos, como en los demás hombres. Algunas personas anónimas disfrutaban el
fuerte olor a la loción María Farina, Roger Gallet y al embriagante polvo Cotí. El
castillo “El Coloso” es testigo ocular del mar de lágrimas que enluce a la ciudad.
Los depósitos de Divi divi y las casas paladitas parecen llorar en silencio mudo. En
las afueras del rancho, los rostros de los amigos dan a entender profunda
aflicción. En la sala, la Vieja Flor permanece sola; perdida en su pena. Familiares
y vecinas, tratan de sacarla de su tristeza. Las concubinas ocultan sus emociones,
asociadas al lamentable estado de dolor causado por el eterno descanso del
extinto José Ceferino Rosado. En la tumba se divierte con la vida, en medio de
agónica confesión pascual: “13 de junio de 1939, ese día me mataron; pero, he
tardado en morir”.

BORONATA: GUERRERO INDOMABLE


La civilización mesoamericana tiene su origen histórico y cultural en los
Olmecas y Maya.

La cultura Guanebucán era una comunidad indígena de la familia lingüística


Arawak. Pueblo de pescadores descendientes de los Caribe. Habitaba el centro de
la península de La Guajira, desde el pie de monte de la serranía de La Macuira
hasta las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. Dominaron el litoral
costero, desde el Cabo de San Agustín hasta el Cabo de la Vela. En esta área
territorial fundaron verdaderas ciudades, en los territorios que hoy ocupa Dibulla,
cuyo nombre original era Yaharo. En el santuario de Camarones, tenían el
asentamiento llamado Tapí y/o Tapé. En la margen derecha del caudaloso río
Seturma (Ranchería) _ hoy, “Valle de los Cangrejos”_, estaba el asentamiento del
poblado de Seturma (Riohacha). Al noroeste del santuario de Mushichi, se
encontraba la comunidad de Aquariúm (Manáure). Como quiera que sea, más al
norte estaba Jepírrashi, un paisaje intrincado entre el cielo, roca y mar en el Cabo
de la Vela.

Esta civilización formaba una clase social muy privilegiada, que alcanzaba un
grado considerable de madurez cultural. Mantenía una estructura jerárquica
bastante organizada. Según el cronista de la época, Juan de Castellano; este
afirmaba que eran inteligente en el arte de la guerra, lo que los convertía en
verdaderos guerreros. Confeccionaban la vestimenta con oro labrado. Los
hombres usaban brazalete de oro en el antebrazo, cubrían los pectorales y la
parte genital con el mismo metal. Las mujeres llevaban las zonas erógenas
cubierta con prendas del preciado metal. El gran cacique Boronata y/o Boranata
sostenía sobre la cabeza una corona de oro, con la efígie de una águila, como
símbolo de poder. Se caracterizaban por ser navegantes de mar abierto y hábiles
agricultores. Mantenían una economía abierta con las culturas Coanao, Anate,
Macuira y Kusina que residían a 27 leguas de la costa. Sus vidas tenían un lead
histórico, por presentar un biotipo idéntico en el cabello lacio, elevada estatura y la
piel cobriza; linaje genético que los hacía confundir ante los españoles. Ellos, lo
llamaron guajiros por su vocación al pastoreo.

En el inicio de la aterradora invasión española, los Guanebucán fueron


descubiertos por el conquistador Alonso de Ojeda, en la isla de Aruba en el año de
1499. Una señal de resistencia del invasor, los lleva a enterrar el oro y a emigrar
hacia la isla Los Monjes. En el año de 1506, una asombrosa aventura del
florentino Américo Vespucci y el vizcaíno Juan de la Cosa, los lleva a descubrir el
Cabo de la Vela. Allí encontraron la improvisada ranchería de Jepirrashi al pie de
una roca desnuda, de forma piramidal que se adentra en el mar. A Vespucci le
encantaban los detalles geográficos de la España de Indias. En la obsesión
compartida, comienza a ver que los naturales eran un pueblo de pescadores de
aguas profundas, con habilidades innatas para la agricultura. Desarrollaban
progresos culturales que le permitían vivir una vida material, psíquica y espiritual.
En la corta escala, tomaron medidas de tranquilidad y conciliación.

En el año de 1517, sube al trono español el hijo de Juana la Loca y Felipe el


Hermoso como Carlos | de España. En 1519, se consagra como Carlos V de
Alemania. Al Emperador, el sueño de dominación universal y la ambiciosa política
exterior; lo llevaron a realizar el proyecto de la fundación de la Casa Welser en
Coro. Nombra al mandatario alemán, Ambrosio de Alfinger como el primer
gobernador de Venezuela (1529-1533). Además intervienen en la colonización, los
conquistadores alemanes Jorge de Spira (1533-1538), Felipe de Hutten, como
último gobernador de Venezuela y Nicolás de Federmán –ver el libro
“Narraciones”, de la autoría de éste último--, emprendió una expedición hacia la
Nueva Granada en busca de EL DORADO. Llegaron a nuestras tierras habidos
de oro. Realiza un control rutinario de transito y hace escala en el Cabo de la Vela.
En Jepírrashi, comparte una larga y cariñosa amistad con los miembros de la Gran
Nación Guanebucán. En el curso de los acontecimientos, funda la ciudad de Ulma;
en honor a su tierra natal Ulm (Alemania). La agotadora realidad del desierto, los
afecta enseguida. De hecho, ocurre un suceso dramático basado en el
agotamiento de los víveres y el agua.

El abrazador deseo de la sed, lo lleva a conciliar con los indios Guanebucán; y


comienza a ver cómo llegar a un lugar cercano para el abastecimiento de agua. En
la conciliación del juego, se realiza el intercambio de una hacha a cambio de que
lo acompañe al anhelado lugar. Advertidos de que se encontraban demasiado
lejos –la imagen del tiempo--, inician la caminata a partir de las cuatro de la
madrugada (WÚIT > PüSÜ KA>I KAI). Caminaron de manera paralela a la ruta del
sol. Con un buen ritmo de marcha, mantuvieron el paso durante dos días y una
noche, hasta la desembocadura del caudaloso río Seturma (desembocadura del
río Ranchería, donde hoy, se encuentra el “valle de los cangrejos”). Tienen una
vista plena de la ciudad de Seturma (Riohacha). Para sorpresa de todos, indios
desconfiados y cautelosos vivían en ranchos con techumbre de paja y paredes de
arcilla con palos de forma irregular que parecían ceñirse al mismo método de
encaje con puertas de madera. Las casas o ranchos, encajaban en filas tras filas;
formaban calles como las ciudades europeas. En la margen izquierda del delta,
se alza un templo rodeado de figuras totémicas. Pero el centro de atención, es la
corona de oro que sostiene en la cabeza el Cacique Boronata. El indomable
guerrero Guanebucán, encarnaba lo político, lo militar y lo religioso. Para el
invasor el nivel de emoción es bueno.
Durante la corta estadía, Nicolás de Federmán se esfuerza por entender las
perspectivas de la civilización Guanebucán en la explotación de los recursos
pesqueros. Aquí encontró una provisión ilimitada de comida de mar. Toma
medidas para tranquilizarlos. Instala un ayuntamiento y por medio de un Decreto
Imperial, autoriza al Sacerdote Berbeo a que construya un templo y cambie el
santuario pagano rodeado de estatuas de sus dioses ancestrales por las imágenes
de la reconocida iglesia. En ella oficie una solemne misa para que el creador
reconozca la fundación. Esta es un puente de devoción a la Virgen de Nuestra
Señora de la Candelaria de los Remedios. Fundaron el primer poblado al pie del
Río Seturma, al lado del poblado del cacique Boronata. En la Espeta (Diario) que
llevaba el conquistador y en la Bula Pastoral firmada por el padre Berbeo está
consignado el nombre de Nuestra Señora de los Remedios del Rio de la hacha. El
tiempo perdido en el Cabo de la Vela, no lo deja regresar a Coro (Venezuela). La
misma ciega ambición, lo mantiene con la firme decisión de continuar con la
expedición en la búsqueda de EL DORADO. Sigue el curso de la navegación y
llega hasta un lugar distante donde cree que termina el océano Atlántico.

Un control voluntario del pensamiento, lo lleva a desprenderse del interés de ir en


búsqueda de EL DORADO. Emprende el regreso a casa, con la buena idea de
visitar a los poblados de la Gran Nación Guanebucán. La presencia en Yaharo,
crea un ambiente de terror en la población indígena que había enterrado el oro. La
exasperación lo lleva a atacarlos. Se libran cruentos combates y los aborígenes
son aniquilados. Los que lograron huir, se treparon en la parte alta de las
montañas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Al parecer, para poder sobrevivir
sostuvieron cruzamiento genético con los miembros de la cultura Chimila. En el
momento inmediato, llega a Tapí. Había pánico, las mujeres y los niños gritaban y
se quejaban mientras corrían. No tenía sentimientos de culpa, miraba a los
aborígenes como objetos que no tenían alma. Algunos se abrieron camino a
través de la maleza. Seturma presenta una señal muda de los inauditos combates
protagonizados por los nativos del Cacique Boronata contra los hombres de
Ambrosio de Alfinger y Jorge de Spira, quienes los persiguieron hasta el valle del
Cacique Upar. Los que alcanzaron escapar, se mezclaron genéticamente con
miembros de la cultura Cariachile. Los miembros de la Casa Welser, parecían
haber pre acordados el tiempo del encuentro. El río Seturma –Río Carancara y/o
Calancala, como lo llamaban los españoles_, había sido el escenario de la
barbarie. Mientras el tiempo transcurría, la situación se tornaba peor en Aquariúm
y en Jepírrashi. En el Cabo de la Vela, la ciudad de Ulma fue saqueada e
incendiada por los últimos enlaces vivos. Los sobrevivientes huyeron con la familia
hacia los picos altos de la Serranía de Carpinteros y la Serranía de La Macuira; de
donde desaparecieron. Los sueños de riqueza, fama y poder de los miembros de
la Casa Welser se habían convertido en realidad. El legado genético de nuestro
Boronata ancestral, pervivió en suelo de la Gran Nación Guajira hasta 1601.
PREFACIO

A veces me gusta imaginar, cómo debió haber sido el pueblo de los niños del
Pájaro; en la década de los cuarenta (40). Allí, crecí frente al mar océano; a donde
muy tiernos nos llevaron. Fui confirmado sin conocer la historia y mucho menos,
que había sido fundado en 1531, por el alemán Ambrosio Alfinger; que lo bautizó
con el nombre de Puerto Alfinger. Un poblado donde los valores antiguos se
mantienen. Con el transcurso de los años, propios y extraños alcanzamos a ver y
desaparecer una larga mancha de aceite sobre la superficie marina; que con la
salida del sol, se tornaba brillante como un espejo de agua.

Los niños del caserío, permanecíamos guiados por nuestros espíritus; que era el
aliento vital de la escuela. En el salón de clase, siempre estábamos atrapados en
un mundo de fantasías. El arte de la educación de los condiscípulos, estaba en el
momento mágico del recreo. En vez de platicar sobre las planas que nos
enseñaba con entusiasmo el maestro Luis Rois; con una mirada de conjunto de
humildad, sentíamos que esa sensación era breve. En donde cada uno de
nosotros, era protagonista de las fantasías que teníamos del submarino y de la
Flora. El compañerito Cayale Mengual –hijo del indio Tomache y de Carmen la
india--, utilizaba todos los trucos de su libro de mentiras; al comentarnos que
anoche, Bongo su hermano y su papá habían salido a pescar; allá en lo hondo,
Bongo se tiró al agua y se puso a luchar contra el submarino, mientras, su papá
trataba de montar el Flora en el cayuco para traerlo a la orilla. A las 11:00 A.M,
nos daban salida y todos los niños llegábamos a casa; con la plática del
comentario de la terrible lucha a muerte, que había librado el héroe.

En el horario de la tarde, los hermanos Cariaca y Carabina Pérez inventaban


historias increíbles; y sin saber leer ni escribir, le atribuyeron al mascarrabia de su
padre Toño Pérez – la apología de “El Hombre y el Mar” de Hernes Heminway--,
aducían que el día que su papá trajo los náufragos a la orilla; fue porque él había
capturado en el chinchorro al submarino y al traerlo a rastra; los peces pequeños
se lo comieron; y así pudo evitar que los devoraran. Pronto los días se convierten
en semanas y Enrique –hijo del indio Fulgencio--, sin importar el idioma y sin
conocer la “o” por lo redondo; aprovechaba los recreos para poner muchas
emociones en juego; al fantasear sin evasivas de que su papá estaba con
resfriado, por el desprendimiento del dedo gordo del pie derecho; que le había
arrancado el tiburón gata que vivía en el Flora.

El colegio era un reino de conciencia. Un día tal, de inicio de año; el compañerito


Omar Magdaniel llega muy animado y nos habla del mundo irreal de la ranchería
Aritayén. En ese paraje, vivía la bisabuela Kana Epinayúu; quien le había dado
posada a Henri Candelier, además, le sirvió de comer; sesina de carne cruda de
carnero con chicha mascá de beber. Teresa De luque Epinayúu, hija de la vieja
Kana; por tradición oral, le comentó a su nieto, que el día que hundieron al Flora;
los alijunas y paisanos de toda La Guajira, llegaron a esconderse a la ranchería de
su madre. De inmediato, la vieja Kana se puso el mantón, se encerró en la cocina
y encendió el tabaco. Permaneció en el encierro durante un largo rato, hasta tratar
de darle sentido a lo que acababa de hacer. La piache con aire de grandeza, trajo
una respuesta de calma y tragedia. En medio de la humará, comenzó a ver los
rostros de la tragedia; a quienes les confesó que regresaran al Pájaro; porque ella
había cegado a la bestia con la ceniza del tabaco, para que se fuera y tuviera otro
tropiezo más adelante. Al disiparse el humo, ya no eran los mismos. Sin perder
tiempo, le susurró al oido; que, en el alambique de la ranchería, los indios
elaboraban ron chirrinchi; con la cantidad de caramelos en frascos, que traían del
buque que habían hundido. El dicharachero Omar Magdaniel requiere de múltiples
caminos; para llegar al kínder de la escuela San Rafael, con la ilusión de deleitar a
los condiscípulos con conversaciones animadas y ocurrentes; que no eran nada
amable, comparadas con las del falsario Cayale; al rodearse de amiguitos para
narrarles las historietas con héroes irreales; como el lobo marino Gente Mengual,
a la caza ballenas en el dramático hallazgo.

La historia presenta el complejo de culpa, de no haber conocido Punta Bolombolo;


ni al Pájaro con cédula real de Puerto Alfinger. En EL HUNDIMIENTO DEL
FLORA, los autores traen a sus asiduos lectores; una voluminosa tragicomedia, en
donde el estilo narrativo pasa de lo real a la ficción.

Autor.
Desde las profundidades, en las
entrañas del Mar Caribe, la historia
del Flora ha sido parte de la
tradición oral de los ancianos del
corregimiento de El Pájaro en La
Guajira, quienes vivieron los hechos
y los han narrado de generación en
generación, sin perderles detalles,
2Barco Flora
como si aquellos hubieran ocurrido
horas atrás.

Hablar del Flora, es rememorar una historia cargada de anécdotas y secretos; de


tristezas y alegrías. Más que una calamidad, para la región, fue una bendición,
porque las mercancías rescatadas de sus bodegas, en el fondo del mar, llegaron
cuando reinaban la sed y el hambre, frutos de la guerra. Flora, brindó alegrías;
empero, también trajo la zozobra y dolor de la guerra, a un pueblo pacífico,
escondido en un rincón del Caribe colombiano. Su tragedia está marcada por
varios acontecimientos, que concluyeron en el ataque que causó su hundimiento.
LOS SECRETOS DEL FLORA.
El Flora, como muchos otros barcos que zarparon de puertos en los Estados
Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, estaba rodeados de enigmas, los que
no se revelaron en su momento; pero que hoy, hacen parte de los mitos y
misterios de la guerra. Para descubrir estos secretos, nos remitimos directamente
a las fuentes primarias, entrevistando aquellas personas que, aunque siendo
niños, vivieron los hechos en carne propia. Es así que una tarde de pleno
nordeste, en el barrio Arriba, en el Distrito de Riohacha, el día 20 de diciembre de
2015, en visita realizada a la señora Remedios Adelaida Freyle Amaya, de 86
años de edad, mejor conocida como Uchi; aprovechamos la oportunidad para
hacerle algunas preguntas:
- ¿Qué recuerda del Flora? –A lo que nos relató, con un dejo de nostalgia:

Cuando pasó lo del ataque al Flora, yo era apenas una niña, pero lo que
viví en esa época permanece en mi memoria, pese a los años que llevó
encima. Para la fecha estudiaba interna en el colegio de las monjas, aquí en
Riohacha; pero ese día 17 de junio de 1942 me encontraba en mi casa,
pasando las vacaciones de mitad de año con mi mamá. Era de tarde
cuando escuchamos los primeros Boommmm, Boommm, nadie sabía qué
ocurría; pero, nadita bueno debía ser, ¡nunca antes se había oído algo
como eso…! En El Pájaro, las noticias siempre llegaban tarde y los
pormenores de la Guerra no fueron la excepción; la preocupación en esos
días era la falta de alimentos y nada más. Creo, que por eso nuestros
padres nunca pensaron que viviríamos en carne propia las atrocidades del
conflicto; estábamos muy lejos de él. En un principio todo fue confuso.
Pasamos la noche sin dormir, esperando a ver de qué se trataba. Al día
siguiente la tensión bajó un poco y, con los días, las mercancías de las
bodegas del barco, nos hicieron olvidar todos los malos recuerdos. Se pasó
a la alegría y al jolgorio, todos tuvimos motivos para estar felices: los carros,
lanchas, porcelanas, cubiertos, máquinas de coser, variedad de comidas y
bebidas: en especial, la Coca-Cola, una chispa de vida; ¡las golosinas eran
riquísimas!, los niños las comíamos y comíamos hasta hastiarnos.
Recuerdo que mi mamá me decía: No comas tantos dulces, que te va a dar
dolor de barriga; pero resistirse a esa tentación no era nada fácil.
-¿Es cierto que el barco guardaba muchos secretos, conocidos por muy pocos?
Si eso es verdad, les voy a contar uno de esos secretos, referido por mi
mamá, que le fue confiado por el capitán antes de partir para nunca más
volver, quiero compartírselos a ustedes, porque después…
-De repente, alguien interrumpió la charla:
Era un joven, de aproximadamente 20 años, que llegó montado en una
bicicleta hasta la acera de la casa, a quien Uchi, saludó con mucho cariño:
-Ajo Bolaaa, mijooo, ¿Cómo estás? ¿Cómo la has pasado?
- Bien, ahí estudiando. -Contesta el joven, acercándose un poco más a la
casa.
-Te estaba esperando mijito.
- ¿Siii…? -Contesta el muchacho, sin bajarse de su caballito de acero.
-Es para que me traigas 2 bolsas, de esas de la tienda, son para ti; para
empacarte y regalarte algo. El que quiere besar busca la boca, ¿pa´dónde
vas ahora mijo?
- Voy pa´misa de 7. -Responde
-¿Qué horas tienes?
-Son las 6:44 P.M. -Replica, mirando el reloj en su muñeca.
- ¿Te vas a demorá?
- No, no me demoro, vengo después de misa. -Y se va en su bicicleta tal
como llegó.
Al retirarse, seguimos la charla y le pregunté -Muy bonito ese dicho, ¿de dónde lo
sacó?
Con amabilidad nos dice:
-Sí, dichos de los viejos; saben que los viejos eran unos sabios. En mi
época se les respetaba y escuchaba con atención; pero la gente ahora no
nos quiere, ni comprende, el tiempo pasa demasiado rápido y muy pronto
no estaremos aquí y es cuando más nos van a necesitar y a extrañar. Nadie
sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
- Así es, pero nosotros estamos aquí porque la apreciamos y valoramos
- Gracias, yo lo sé y también los aprecio mucho.
-¿Se sabe más dichos cómo ese?
- Ahora no los recuerdo, pero hablando seguro que me acordaré de algunos
más, yo me sabía muchos, pero mi memoria ya no es la misma de antes.
-¿Síganos contando el secreto del Flora? el que nos iba a referir antes de que
llegara el muchacho en bicicleta.
- Ahí mijitos, en este momento se me olvidó. Si me acuerdo se los cuento
más tarde.
- Bueno, entonces síganos comentando otros detalles, para ver si luego recuerda.
¿Cómo era el pueblo de aquella época, en 1942?
-“El Pájaro era un caserío sencillo y solitario; la gente poco lo visitaba,
pasaban meses sin que alguien diferente a la gente del pueblo viniera; solo
había 2 formas para movilizarse: en pequeños cayucos, así llegaban desde
Riohacha y de Dibulla, plátanos, yuca y otros comestibles. La otra, era por
trochas polvorientas difíciles de transitar. Un buen carro tardaba más de 4
horas en llegar desde Riohacha y, eso que en épocas de lluvia los caminos
se convertían en lodazales imposibles de pasar. El carro que llamaban
‘Trespatás’, (por algo relacionado con la manera de poner en marcha el
motor) de Monche López, hacía cada 3 semanas 1 viajecito para llevar
abastos y traer algunas cositas pa’ vendé y eso era toda la comunicación
que había. Pero con el Flora todo esto cambió, el pueblo apareció en los
mapas; aquellos que no venían a visitarnos, les dio curiosidad por conocer
el pueblo, había un marcado interés en el barco y sus mercancías; ya lo
decían los viejos: El amor y el interés comen en un mismo plato, el amor
come primero, el interés a cada rato. En Riohacha todos los días se
hablaba de las nuevas mercancías que encontraban en las bodegas. El
Flora y El Pájaro, durante mucho tiempo fueron lo mismo.
Bueno es tarde yo me recojo desde las 8:00 de la noche, a estas horas ya
estoy roncando, muy bueno lo que hemos conversado”.
-Y el secreto, ¿cuándo nos lo va a contar?
Luego, con calmita, se los cuento, de allí no se va a ir, han esperado
mucho, ya falta poco, feliz noche.
-Feliz noche Uchi.

UNA LEYENDA LLAMADA FLORA.


Para visualizar mejor como era el barco Flora, a
continuación expondremos algunas de sus
características: construido en acero, de tipo mercante a
vapor, era propiedad de La Royal Dutch Steamboat
Company (KNSM), principal compañía naviera de
Ámsterdam; fue construido en el astillero y fábrica de
máquinas J.&A. Van der Schuyt Scheepswerf, en la
ciudad de Papendrecht, al oeste de los Países Bajos, en la provincia de Holanda,
con las siguientes dimensiones: una eslora de 84,58 metros por 11,96 metros de
alto, por 4,52 metros ancho de cubierta; contaba con una capacidad de 1.417
toneladas, velocidad máxima de 10.5 nudos por hora, potencia de 900 HP; fue
terminado en septiembre de 1921. El Flora Navegó los mares por más de 20 años,
transportando víveres en general entre los Países Bajos, Estados Unidos y
algunas Islas del Caribe, hasta la noche gris de su ocaso.

LA GUERRA MUNDIAL Y LOS U-BOOT.


Para la fecha del hundimiento, el orbe se encontraba en plena Segunda Guerra
Mundial. Conflicto provocado, entre otros motivos, por la visión expansionista de
los Nazis y Japón. Se enfrentaron en ella, el llamado Eje, conformado por Italia,
Alemania y Japón, contra los Aliados, llamados también La Gran Alianza,
integrados, en principio, por Gran Bretaña, Francia, Australia y Nueva Zelanda;
que luego del ataque a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941 se verían
reforzados con la vinculación de los Estados Unidos, pieza clave para su posterior
victoria, y con casi todo el resto de los países del mundo. En 1942 los Aliados se
encontraban ansiosos de conseguir victorias que le subieran la moral a su ejército.
Ese año, las bajas civiles y militares alcanzaron una cifra astronómica, cercana a
10 millones de muertos. Las pérdidas materiales, víveres, municiones, entre otros,
se elevaron “(…) a 4.760.000 toneladas, es decir, 470.000 toneladas más que el
año precedente. El mes de junio fue en especial catastrófico: 800.000 toneladas
fueron a parar al fondo del mar; cada cuatro horas era hundido un barco mercante
aliado.” En Colombia ocupaba la silla presidencial el abogado y periodista Eduardo
Santos Montejo, quien entregaría ese mismo año al estadista Alfonso López
Pumarejo. La participación del país en la guerra, se dio luego de los ataques al
Canal de Panamá, al que el Eje invadió con los U-Boot, Jerga de la marina
alemana, (Untersee-Boot, nave submarina); con órdenes de interceptar y hundir
todas las embarcaciones que entraran o salieran de la zona. A esta estrategia se
le conoció con el nombre de “Guerra de Tonelaje”; diseñada para hundir más
barcos de los que se podrían reemplazar y desabastecer así, de víveres y
municiones a los aliados en la conocida Batalla del Atlántico. El tamaño y número
de barcos caídos eran los factores más importantes a la hora de evaluar y
determinar el éxito de las operaciones tácticas ejecutadas por los capitanes del
Eje.

EL VERDUGO DEL FLORA


Uno de los U-Boot que participó activamente en la Batalla del Atlántico, fue el
denominado U-159, submarino "pesado" de gran alcance,
para operaciones transoceánicas, tipo IXc, construido en el
astillero AG Weser, en Bremen, Alemania; lanzado el 1 de
julio de 1941, equipado con 6 tubos lanza torpedos, 4 en
proa, 2 en popa; con una carga de 22 torpedos tipo G7A,
un cañón de 105 mm/L45, otros de 37 mm y 20 mm, un
cañón antiaéreo de 37 mm AA y cañones antiaéreos
dobles de 20. mm ubicados en cubierta, con 180
proyectiles; sus dimensiones eran, una eslora total de 76.8
metros, una altura de 9.60 metros, casco de presión 58.75
metros (192 pies 9 pulg); con una potencia de 5.000
caballos de fuerza, velocidad máxima de 37 Km/h (19,25 3. Submarino alemán, U-159
nudos/h), con autonomía en superficie de 13.450 millas náuticas, a 19 Km/h (10
nudos/h) y autonomía sumergido, de 64 millas náuticas a 7.4 Km/h (4 nudos/h);
máxima profundidad de inmersión de 230 metros (750 pies), con una tripulación
compuesta de 4 oficiales y 49 marinos.

Al capitán alemán, Helmut Friedrich Witte, de 34


años, se le encargó, desde el 4 de octubre de
1941 operar con el U- 159 en las aguas de
Panamá, en su segunda patrulla. Zarpó del
puerto de Lorient, Alemania, el día 14 de mayo
de 1942 rumbo al Atlántico oeste (Panamá). En 4. Cruz de Hierro
esta zona lograría hundir un gran número de
barcos, lo que le valió para merecer la medalla:
“Caballero de la Cruz de Hierro”, máximo galardón otorgado a un oficial alemán (la
que le impusieron el día 22 de octubre de 1942).
5Capitán, del U-159 Helmut
Friedrich Witte
CLAVES DEL HUNDIMIENTO.
El hundimiento estuvo precedido una serie de sucesos que lo llevaron a su
encuentro con su verdugo. El Flora, zarpó desde New Orleans, el día 4 de junio de
1942, rumbo al puerto de Colón, al mando del Capitán Andries de Haan, de 53
años con destino Curazao, el día 13 de junio, cuando navegaba entre Nicaragua y
San Andrés, en las coordenadas 12°45'00.0"N 80°20'00.0"W; recogió a 48
personas que se encontraban a la deriva desde hacía 3 días, en 2 botes
salvavidas, que hacían parte de la tripulación que sobrevivió a los ataques de los
barcos de bandera británica, hundidos por el U-.58; uno de ellos el mercante de
motor, Ardenvohr y el mercante de vapor, Surrey, el primero cargado con 8.900
toneladas de municiones, tanques, cañones, maquinarias y 17 sobrevivientes del
barco, mercante a vapor, Velma Liques, hundido el día 5 de junio por el U-158
(Rostin) y el segundo barco con una carga general de 9.180 toneladas de
municiones, tanques, cañones y maquinaria. Dado que el Flora no contaba con el
agua potable suficiente para atender las necesidades de su tripulación, más los 48
rescatados, se vio obligado a hacer una escala en el puerto de Colón, Panamá
donde dejó a los náufragos, para zarpar al día siguiente con parte de la carga de
los barcos hundidos rumbo a Curazao. Este suceso en apariencia insignificante,
retrasó un poco al holandés y lo puso en la misma ruta del submarino alemán U-
159.

Otro de los hechos que permitió el encuentro, se presentó el mismo día 13 de


junio de 1942, a las 07:38 horas, a 100
millas al norte de la ciudad de Colon en
Panamá, cuando el U-159 impacta con
torpedos G7A al barco, mercante a
vapor norteamericano, Solón Turman,
6 Barco atacado por U-Boot
que venía cargado con 5.100 toneladas de equipo naval y explosivos, al mando
del Capitán Federico Ulstad, convirtiéndose en su novena víctima y séptima en la
zona. Por esta maniobra el submarino alemán se queda con solo 2 torpedos, por
lo que se comunica con el cuartel general de su base; la que le ordenó dirigirse a
la ruta entre las islas La Española y Aruba, al encuentro con el U-161, que había
sufrido una avería en este sitio y de esta manera se beneficiaría con los torpedos
que éste le facilitaría y le brindaría suministros y apoyo. Éste, tal vez es uno de los
eventos determinantes para que ocurriera el hundimiento, por el hecho de enviar
al submarino alemán fuera de su zona. Es sabido que el U- 159 operaba bajo la
estrategia naval conocida como Wolfpack, diseñada por el almirante alemán Karl
Dönitzno, estrategia que en español se traduce como ’Manada de Lobos’, por la
metáfora y forma del ataque, se trataba de una táctica en masa contra los
convoyes de los Aliados. Cuando un sumergible alemán detectaba un convoy, lo
comunicaba por radio a los demás U-Boot y todos los de la zona interceptaban al
mismo tiempo al convoy, de manera que el encuentro con el Flora, no hizo parte
de esta táctica, sino que fue un ataque fortuito, por encontrarse el barco en la ruta
que llevaba el U-159 al encuentro con su homólogo el U-161.

EL ATAQUE. Y LA HUIDA.
Dadas todas estas circunstancias, encuentro entre verdugo y víctima fue un
hecho, que quedó registrado en la memoria de los guajiros y del
qué se ha escrito parcialmente en diferentes fuentes. Al traducir del
idioma holandés relatos encontrados en las fuentes descritas y
compararlos de manera rigurosa con la tradición oral de los
pajareros entrevistados, podemos afirmar que el día miércoles 17
de junio de 1942, a las 17:45 horas, uno de los artilleros del U-159
vio por el periscopio, sobre el lado de babor, una débil luz. Era el
barco Flora, qué, con una carga de 1.470 toneladas, venía de Panamá con destino
Curazao. El capitán alemán, Helmut F. Witte, al encontrar las condiciones
apropiadas para el ataque ordena el bombardeo. El holandés reaccionó de
inmediato, cambió el rumbo buscando tierra firme y devolvió el fuego sin ningún
éxito. El primer torpedo impacto en la sala de máquinas, el barco estalló en llamas,
dejando herido de gravedad al tercer ingeniero Petrus Frans Van Voorthuisen, con
quemaduras de tercer grado en todo su cuerpo; los motores dejaron de funcionar,
se quemó uno de los botes salvavidas y parte de la carga. La tripulación entró en
pánico, todo se tornó confuso. Acatando las órdenes precisas del capitán Haan,
los 31 miembros de la tripulación y 6 pasajeros abandonaron la nave en un batel y
una lancha. El sumergible disparó su último torpedo y fue el golpe de gracia. Con
la entrada de las aguas por los boquetes de babor, el barco se fue a pique en el
punto de posición, 11°55'00.0"N 72°36'00.0"W, frente a Punta de Bolombolo, en
La Guajira colombiana. El capitán alemán, interroga a 2 de los sobrevivientes, al
joven de 20 años Dymphnus Roeland Vermeulenl y a su compañero artillero Hugo
Pos de 28 años, a los que deja en una balsa con suministros médicos, agua,
vitualla y cigarros. El capitán Witte abandonó la escena, convencido de que el
barco que había hundido era el Flomar, un barco a vapor norteamericano de
mayor tonelaje, con 5.551 toneladas, hecho que causó algunas confusiones en los
medios de comunicación, en las notas de prensa de la época.
La huida tomó dimensiones apocalípticas, la mar se encontraba embravecida y los
restos del Flora, ardían de manera descomunal, convirtiendo el lugar en un
averno; pero a la distancia alcanzaron a ver la salvación, un pequeño cayuco de
vela. En medio del soberbio oleaje se encontraron a 2 pescadores que curiosos
veían la escena, Toño Pérez y su carnal, el indio guajiro, Chirito González. Los
náufragos desesperados, hacían señales de auxilio y repetían en coro, en un
español precario: “Favor llevar rumbo sur, rumbo sur, rumbo sur…”; pero los
pescadores asustados por el estruendo de los torpedos, dieron pocas muestras de
querer ayudar. El conflicto mundial no trataba bien a nadie y mucho menos a los
guajiros, que vivían del comercio con las Antillas y del contrabando, su labor en
esos días era cada vez más peligrosa. Eva Steensma, oriunda de La Guajira
venezolana, que viajaba en el barco, en calidad de pasajera con su esposo
Jacobus Steensma y su hija Marbella Steensma de 5 años, preocupada por la
pequeña, que no pronunciaba palabra alguna por el trauma emocional, tomó una
actitud belicosa con los pescadores y los amenazó con una escopeta. Sin más
opciones, los 2 pescadores les guiaron hasta la orilla de la playa del caserío de El
Pájaro.

Según la fuente viva del pajarero Raúl Gómez Gómez, el pueblo empezó a rezar
al escuchar el estruendo de los torpedos, esperando que cesara pronto aquella
Batalla Naval. Todos estaban muy confundidos, lo que llevó a Polanchi Romero a
organizar, con la mayoría de los pobladores, entre ellos la molinera Amelia
Zabaleta, que estaba de visita en la casa de la abuela de Raúl Gómez, un
improvisado éxodo hacia la ranchería Aritayen. A orillas de la playa
permanecieron, Catalina Amaya y Alina Barros. Antes de la media noche los
escurridizos, cuando sintieron que no corrían peligro alguno, regresaron a pie a
sus bohíos. Pasaron por detrás de la tapia de bloques del cuartel, las vecindades
de los patios de Alida Baca, Rosalbina Baca, Paya Amaya, y Mariana Gómez,
cercados con yotojoro (madera, extraída del corazón seco del cactus) y cardón
vivo, se emocionaron al ver las fachadas de las casucas de María Nicolasa
Amaya, que protege la casa de Vicentica, esposa de Bienvenido Castro, en medio
de los pequeños ranchos de Vicentico López, Odistela Mesa y la pequeña iglesia,
alumbrados por una difusa luz del rancho cansado de Celia Brochero que se
sostenía de las paredes de las casas de al lado, donde habitaban: Leopoldina
Meza y Ramón de la Rosa Aguilar, (que luego le compondría parodias al Flora
junto con ‘Toba’ Arismendi). La calle les hablaba con palabras ensordecedoras,
sobre el desembarco de los náufragos. En el corredor habitacional se enteraron de
todos los pormenores del hecho.

LOS EXTRANJEROS EN PUERTO ALFINGER.

Los recién llegados estaban alterados, empapados


y muertos de frío, por el gélido viento del norte;
pero muy agradecidos por salir pronto de su odisea
en las fauces del mar, que con sus fuertes brisas y
grandes olas, no les deparaba un destino nada
cierto, haciéndoles pensar que ése sería su fin. A
las órdenes del capitán Haan, los pasajeros y
marineros saltaron a tierra, contados por orden de
lista. Con el corazón en la mano y los nervios de
punta, en medio de la oscura noche, recibieron la
bienvenida, pese a las diferencias del idioma, de
parte de los habitantes, que entre curiosos y
serviciales, se amontonaron todos alrededor de los
extranjeros, teniendo éstos que soportar las
preguntas e inquietudes de quienes aún no querían creer que la guerra se les
había metido al rancho.

En el pueblo yermo y oscuro, iluminado tan solo por la luz cenital de la luna y por
unas cuantas lámparas de kerosin (querosene), aquellos náufragos en tierras
desconocidas, encontraron hombres y mujeres dispuestos a socorrerlos. Un faro
resplandeciente en la lúgubre noche. La maestra Camencho Cotes los atendió en
su espaciosa cabaña; ubicada al inicio de la acera izquierda de la calle. Lo primero
que hizo, fue darles ropa seca, les dio agua y leche cuajá, panes y queso de leche
de cabra.

El Pájaro es un poblado clásico guanebucán; un pueblo originario, en constante


resistencia. Era el principal exportador de café,
que desde 1929 se había convertido en parte
importante de su economía. Sus moradores en la
época, no pasaban de ser más de 102 nativos,
en su mayoría de la etnia guajira; que residían a
lo largo de la única calle, y con una hilera de
ranchos a cada lado, elaborados con materiales
de la región: paredes de bahareque; con techos
de yotojoro o palma; existiendo para la época 7 Corregimiento de El Pajaro hoy en día

solo 2 construcciones en material y techos de zinc. Que en total no superaban la


treintena, de los cuales algunos permanecían deshabitados. Conocido, otrora por
el nombre de Puerto Alfínger, se encuentra sobre una barrera de coral, que desde
tiempos inmemoriales deposita en la playa, pequeños trozos de su naturaleza ya
muerta, de texturas diversas, extendiéndose a la calle, dándole una apariencia y
un color especial. Su ala derecha se encuentra siempre en contacto pleno con el
Mar Caribe, donde la inclemencia de las olas azota continuamente los ranchos. En
su ala siniestra se encuentra una bella piscina lagunar de agua dulce; que lleva su
nombre, la que sirve de albergue a una gran variedad de aves migratorias y
residentes, tales como: alcatraces, flamencos rosados, gaviotas, patos; caballar,
asnal y mular; rebaños de caprinos, ovinos y venados entre otros.

Luego de una larga espera y de ingentes esfuerzos por atender al maquinista


herido de 44 años, Petrus Frans, este da su último hálito de vida, su sueño, de
romper el estereotipo de que en la guerra hay triunfadores, no se cumpliría. Los
náufragos con los ojos vidriosos, y miradas carentes de profundidad, llenas del
vacío, fruto del dolor, no encontraban paz. El agotamiento se dibujaba en sus
rostros pálidos. Para pernoctar, se les ofrecieron los 2 salones del colegio San
Rafael, lugar frío y oscuro, en el que se colgaron chinchorros de cabuya; allí
pasaron el resto de la noche, 4 horas tratando de conciliar el sueño, que por su
estado emocional alterado, les pareció toda una eternidad. Con el alba, por los
amplios ventanales observaron un cielo azul con nubes blancas, con la apariencia
de un rebaño de ovejas, que danzaban en el aire. Los náufragos fueron presas del
pánico, una histeria colectiva que provocó llanto y gritos de terror, que
conmocionaron a los pobladores, que no entendían ni jota de lo que les acontecía
a los extranjeros. El capitán Hann, le ordena calma a su tripulación. Sus palabras
los reconfortaron, no obstante el vacío y la zozobra del encuentro tan cercano con
la muerte, permanecía latente, querían salir lo más pronto posible de ese lugar.

Tenían la calle por delante; salieron, vieron una paredilla


blanca frente a sus ojos. Se trataba del cementerio, con
sus blancas bóvedas, con lápidas sencillas y cruces
seguidas en fila; un lugar que no quisieron visitar.
Prosiguen, y aquel paisaje con los ranchos pintados con
cal blanca, con techos en 2 aguas, parecía una
exposición de pintura, que les hablaba con aplastante
quietud, sobre el paraje de La Guajira, dueña de

bellísimas imágenes en sus imponentes desiertos.


8 Molino Rojo de viento
Contemplaron durante un buen rato, la torre derruida de la
capilla, que se encontraba tal como sus emociones y su devenir; más hacia el
fondo observan como yergue el molino rojo de viento –air motor Chicago- que
estaba a orillas de la laguna color amarillento, que depositaba el agua salobre, con
marcado sabor a barro, en el aljibe de techo color rojo carmesí; del que se surtían
todos en el pueblo del preciado líquido. Más adelante se encontraron con la
desnudez de Pepe el indio, la de su cuerpo y alma. Vieron en él a un hombre
amable de escasas palabas, ingenuo; de pensamientos y corazón puros. Motivado
por esto uno de los pasajeros, muy amable, le regaló una bolsita con monedas
antiguas de Holanda, que llevaba en uno de sus bolsillos y una medallita de oro,
que conservó hasta el fin de sus días y acompañó su desnudez.

Desayunaron en casa de Remedios “Camencho” Cotes Bernier, arepa de agua,


queso boronoso de leche de cabra y guarapo de café caliente.

El capitán Hans, luego del bochornoso incidente daba instrucciones a los oficiales,
Alexander Dijk, Antonius Laurentius, Flens Johannes Reijer y el pasajero
holandés, casado con la venezolana, Jacobus Steensma, quien servía de
intérprete con los habitantes, al saber un poco de español y algunas palabras en
idioma guajiro; bajo la sombra del corpulento árbol de trupillo (Prosopis juliflora)
cual florero de mesa, ubicado en la mitad de la calle, cuando fueron invitados por
la Señora Malvina, (una de las mujeres del capitán Andrés Alarcón), a visitar su
cabaña; que quedaba al final de la calle de norte a sur. Sintieron un gran alivio al
encontrar gente buena en el pueblo. De inmediato se dieron cuenta de que el
capitán Andrés, era un sujeto que vivía bajo el código del contrabando.

El caminar era parte de su urgencia, los hacía sentirse más relajados y olvidarse
del trauma por el que estaban pasando; recorrieron el pueblo, visitaron los ranchos
de las vecinas Papi, Mamacita y Mello. En el andar se enteraron de que el nativo
enano que estuvo renuente a prestarles auxilio, una vez varó el cayuco en la orilla
de la playa, salió como alma que se lleva “yolujaa” (el diablo), hacia los bohíos de
los pescadores, Lino Magdaniel, Tomache Mengual, Alejandro Amaya, Luis Coya,
el marido de Hilda Pérez la tostadora de queques y el loco Pare Aguilar,
invitándolos a una reunión en la loma Sarcorrial, en el rancho de Fulgencio el
indio. Allí relató con altivez a los presentes, cual general de mil victorias:
“Yo, indio, Chirito González, El Grande… (!), (Se escucha un murmullo) con
flecha mía y conjuro, luché a muerte con un monstruo gigantesco, que
vociferaba con voz de trueno y daba coletazos botando chorros de candela
por las branquias, prendiendo fuego a la mar, a solo 12 millas de orilla.
Recordé y recité palabras que mi abuela me enseñó para alejar a los malos
espíritus y éste huyó; se hundió yendo muy rápido mar adentro, dejando
reguero de fuego y un cayuco de hierro grande hundiéndose; así mi carnal
pudo rescatar a 500 hombres que la bestia se quería tragá, yo mismo vi
cómo vomitaba a 20 de ellos que estaban pálidos, blancos como algodón,
salieron sin saber habla el español como todos los alijunas y su pelo quedó
del color de fuego, amarillo, amarillo. Por ese hechizo maligno no quería
acercarme a ninguno de ellos; como había una mujer que venía con niña
pequeña yo les ayudé a salir de allí enseguidita. No hay que volver a salir a
pescar sin mi ayuda, porque esos monstros regresan a vengarse y solo yo
Chirito, sé cómo hacer pa’que se marchen, con conjuro y machete; eso sí
cada vez que salgamos me deben dan collares finos de cornalina, para
ofrecer a los espíritus”.

La tensión se apoderó de todos. Inocentes, creyeron toda la sarta de mentiras,


porque las llamas se vieron durante varias horas en toda la región, incluso en la
capital Riohacha, donde el pánico también perturbó las cotidianas labores de sus
habitantes.
Algunos de los pasajeros exploraron sensaciones de familiaridad al entrar a la
tienda de la señora Sabina Rosado, quien inicio dialogo en su
lengua nativa con la india venezolana, Eva Estigmans,
compartieron conocimientos de la tradición oral, les brindó un
pedazo de bizcocho con café de leche y le regaló a la niña
Isabela una wayunkerra, que ella misma había hecho cuando
era niña, con el barro de la laguna, en espera de que su
mamá, algún día, hiciera lo mismo y le devolviera la atención.
Luego de departir un rato, con un “Eptauser tachicuao wane 9Wayunkerra
kay analay” (volveré otro día para hacerte una visita), salieron de la casa para
continuar el recorrido bajo la sombra del alar de los techos de la carpintería de
Pedro Cuadrado, el bohío de la Negra Dorila Peralta, de donde se escuchaban los
gritos de la escandalosa Santo Ocando, víctima del silencio cómplice de su
cónyuge, Anure Alarcón. En medio de la caminata se hacían la pregunta del
porqué el caserío le daba la espalda al mar, teniendo unas playas hermosas, a lo
que Ninchi Mengual; a quien el arte de coser la anima todo el tiempo, les
respondió, que para poder resistir los embates y el frio de los vientos Alisios, los
ranchos de la margen derecha no miran al hacia el norte, de ello pudieron dar
crédito los vecinos de esta acera, María Martínez, la vieja Juanita Barros, la
solterona Carmen Pérez, Alicia Páez, que vive en constante sombra al lado de un
frondoso árbol de guásimo y una palma alta que mira hacia la vecindad de la india
Aku Paz, que tenía por vecina de costado a la señora Quintana Barros. Otros
marineros visitaron la casa de la matrona Nicolasa Amaya; ella y su hija Elena
‘Manga’ Freyle, compartieron visiones con el primer y segundo maquinista, para
que al llegar a Riohacha se entrevistarán con su cuñado, Gratiniano Gómez,
Cónsul de Holanda.

EL DESENLACE DEL VERDUGO.


Al día siguiente del hundimiento del Flora, el U 159 se despediría de las playas
colombianas con otro hundimiento. A eso de las 05:30 horas, el submarino alemán
se encontraba en la posición 12°05'00.0"N 72°30'00.0"W, frente a la salina de
Umakaha, jurisdicción de Carrizal, conocido alguna vez como Federmania, a 20
millas al suroeste del Cabo de la Vela, allí divisó al barco, mercante a vapor
yugoslavo, Ante Matkovic, cargado con 3.100 toneladas de carbón, con 28
personas a bordo, el cual había salido de Norfolk Virginia, en los Estados Unidos,
el día 10 de mayo, arribando a la ciudad de Cartagena el día 16 de junio, con
destino a Curazao y Trinidad, comandado por el Capitán Niko Ivanovic. Como el
sumergible alemán había agotado su última carga de torpedos horas antes, sube a
la superficie, para atacar a cañonazos limpios a su adversario, quien al darse
cuenta de la presencia del submarino, dio un giro a estribor, en un intento de
embestir al atacante; empero, la sala de máquinas fue golpeada por el fuego
continuo, no se pudo mandar señales de socorro porque los trasmisores fueron
afectados; la tripulación abandonó de inmediato la nave en un bote salvavidas y
una balsa. Impávidos hacen el avistamiento de cómo el barco era atacado con las
armas de cubierta y antiaéreos del submarino alemán, que desplegó alrededor de
100 rondas de los cañones antiaéreos de 37 mm AA y de 20 mm, con una
efectividad del 70% de los impactos, lo que lo hizo presa rápida de las furiosas
aguas, hundiéndose a las 06:10 horas. Cuando los alemanes trataron de
interrogar a los sobrevivientes, no podían entenderles, debido a los fuertes
vientos, por ello llevaron a un hombre a bordo, quien les describió todo lo que
querían saber y luego le dejaron en la balsa con los demás. Los 23 náufragos del
bote, con el capitán, se las arreglaron para llegar a la orilla, muy cerca de la ciudad
de Riohacha; pero la balsa
con 5 tripulantes nunca
más fue vista.

En fuentes extraídas de
internet se puede leer que
el día 20 de junio de 1942,
el U-159 se reunió con el U-161 y recibió algunos torpedos a cambio de comida y
combustible. Cuando se acercaba a Lorient, el día 12 de Julio, fue localizado por
un avión Wellington equipado con el sistema Leight light (Foco de gran potencia
colocado bajo las alas de los aviones del Mando Costero de la Royal Air Force,
para localizar submarinos alemanes por las noches
12 Tumba de Petrus Frans Van
Voorthuisen en Loenen durante la Segunda Guerra Mundial) del escuadrón 172
(P/O W.B.Howell). El avión lanzó 4 cargas de profundidad que lo dañaron; pero
logró llegar a su destino al día siguiente.

La carrera militar del U-159 terminaría el día 28 de julio 1943, al sur de Haití, en el
mar Caribe, hundido en la posición 15°34'12.0"N 68°18'00.0"W, por cargas de
profundidad del avión estadounidense Mariner (VP-32, P-1), donde fallecen todos
sus tripulantes, 52 marineros y el capitán Heinz Beckmann, al mando del

10Avión estadounidense Mariner sumergible desde el día 7 de junio de 1943.


(VP-32, P-1)
Durante su corta carrera el U-159 lograría un
total de 23 barcos hundidos, con un total de 119.554 toneladas de registro bruto y
1 buque dañado de 265 TRB, en 5 campañas militares.

LA DESPEDIDA.

Los habitantes de la gran nación de los


guajiros, por sus costumbres, honraron
con presentes al capitán Hann y su
gente, una grupo de mujeres les
organizó una ceremonia para despedirlos donde les brindaron chicha, chirrinchi,
chivo en friche y les bailaron la Yonna a petición de la india venezolana, Eva
Estigmans. Ramón ‘Monche’ López, inspector del caserío, confrontó al
comerciante Polanchi Romero, quien ante ello, se solidarizó con la causa y se
comprometió con éstos. Al mediodía, con una ardiente temperatura de 42 grados a
la sombra, con un sol radiante, salió con los rescatados en su camión Ford, con
destino a la ciudad de Riohacha, donde hace entrega del extinto, el
11. Cementerio Campo
tercer oficial, que es recibido por el alcalde Pablo Valverde, quien de Nacional de Honor Loenen
común acuerdo con el cónsul de Holanda, y el cónsul norteamericano, míster
Bianchiotti, le dan cristiana sepultura en el Cementerio Central de Riohacha.
Donde permaneció hasta mediados de 1988, cuando fue repatriado, dando
cumplimiento a la disposición que el gobierno de Los Países Bajos hiciera en el
año de 1947, de repatriar a todos los muertos durante la Segunda Guerra Mundial.
Este cementerio se inauguró el día 18 de octubre de 1949, por la Reina
Guillermina, de Holanda, con el nombre de Cementerio Campo Nacional de Honor,
en la ciudad de Loenen, con casi 4.000 holandeses. En el cementerio de
Riohacha, se dejó al lado de su tumba vacía, rodeada de unas rejas negras, una
placa, con la inscripción: “Gevallen Voor Ziun Vardeland”, que traducido al español
es “enviado a su patria”.

Pronto en los diarios nacionales, la noticia del hundimiento del Flora ocuparía las
primeras planas y como las vías de acceso a Riohacha no eran las mejores, y no
había aeropuerto, según nos cuenta el señor Raúl Gómez Gómez, apareció como
la alternativa más rápida para llevarse a los náufragos un dirigible, que pronto
apareció en cielos de la ciudad causando gran curiosidad; pero no pudo
descender en la ciudad, debido a los fuertes vientos que soplaban, motivo por el
cual lo hizo al día siguiente en el caserío de Dibulla. Allí se embarcaron los
náufragos con destino a la ciudad de Barranquilla, donde se alojaron en los
hoteles Roxy y Astoria, atendidos por el cónsul holandés, como consta en el diario
El Tiempo, en el artículo que lleva por título “Venían 2.000 llantas en el Vapor
Flora” del 21 de Junio de 1942, página 1 de 20, escrito por el corresponsal
Goenaga.

El extraño aparato volador inspiró a Rafael “Cipuna” Freyle, para componerle


algunos versos, tal como lo recuerdan los viejos en Riohacha:

“Al dirigible cuando baja se le moja la cabuya/


el no bajó en Riohacha,
/pero si bajó en Dibulla”
CONSECUENCIAS DEL HUNDIMIENTO.

Por estos siniestros el consulado de los Estados Unidos, puso de inmediato en


“lista negra” a todos los alemanes residentes en la ciudad y mediante un
comunicado, les hizo saber, que debían retirarse a más de 200 kilómetros fuera de
la costa. El alcalde Pablo Valverde, presa del pánico, sancionó un Decreto, en el
que se ordenaba, suspender el fluido eléctrico durante todas las noches a partir de
la fecha. La urbe debía permanecer en tinieblas, se temían repercusiones contra la
ciudad por lo ocurrido. Fueron noches oscuras llenas de terror, ocasiones que
aprovecharon los alemanes: Joseph Strailer, Herbert Müller, Juan Siegler,
Guillermo Eikhoff, C. Wierbicki y los miembros de la Casa Bayer para recoger
parte de sus pertenencias y viajar en la clandestinidad por el camino real de la
provincia de Padilla, hacia el Valle de Upar y Pueblo Bello.

Con el hundimiento del flora se interrumpieron las relaciones comerciales de


Riohacha, basadas en exportaciones de dividivi, palo brasil, cuero y hueso, hacia
los puertos europeos de Hamburgo y puertos mediterráneos de España, Francia e
Italia y las importaciones de cemento, tejas, láminas de zinc, mármol entre otras.

EL RESCATE

En el caserío de El Pájaro, quedó un ambiente de nerviosismo, minimizado por la


curiosidad y el deseo de sus habitantes de rescatar de las aguas aquel naufragio.
El timonel Lombana Martínez Rosado fue quien avistó por vez primera una línea
delgada de aceite, que sirvió de rastro para ubicar el sitio de la nave. En medio de
la subcultura guajira, apareció como tabla de salvación, el ignaro capitán Efraín
Curiel, quien con su velero ‘Josefa Isabel’ llamado despectivamente paquete e’
panela, se dispuso a sacar lo más pronto posible la pieza de historia que reposa
en el fondo.

A los 98 años de edad, la leyenda viviente Juan Manuel Curiel Gómez; motorista
de la embarcación “paquete e’ panela”, nos habla del protagonismo de su padre y
el suyo propio en aquella peligrosa labor:

-“Mi papá el Capi Curiel, tenía una preparación mental, que le permitió
seguir las huellas del Flora. Con la ubicación de los restos, convenció a un
grupo de amigos venezolanos; buceadores de perlas, para cumplir la
misión; el equipo es integrado por los margariteños: Pedro Bravo, Toribio
Pechoepiedra, Luis Cabrales, Mencho Suárez, Cirilo Rojas, Luis Beltrán
Suárez, Vicentico Sabino y Emiliano Hernández, de inmediato pusieron
manos a la obra, embarcaron los equipos necesarios: escafandras, gruesos
vestidos de caucho, lona, pecheras y botas de plomo, que les permitieron
sumergirse a más de 14 brazas de profundidad. Realizaron varias
incursiones, fallidas; pero la determinación de mi papá, era tan fuerte, como
su personalidad; no se rendiría sin dar la pelea y, finalmente logró encontrar
el tan anhelado tesoro. De allí, en adelante todo fue una feria de
mercancías. En una de las bodegas de proa encuentran vehículos; pero por
el momento, solo pueden sacar cosas de menor
13 Vajilla como la Flor Curvelo
tamaño entre ellas, cajas de cerveza, toneles que
contenían orejas y colas de cerdo, barriles de dulces,
canastas de Coca Cola, y tanques de aceite de Oliva.
El paquete e’panela, barco construido con mis propias
manos con la ayuda del carpintero Pedrito Sierra y mi
hermano Alberto, se comportó tan bien que les hizo
mamolas a todos sus críticos. Realizamos muchos viajes repletos hasta el
tope, los que desembarcamos el contramaestre Che Mondongo, Rafael
Lozano, Luis Bengal y mi persona en los puertos de El Pájaro y Riohacha,
más nos demorábamos en ir y venir, que en venderse la carga. La noticia
se regó rápido por toda La Guajira, las tiendas, restaurantes y cantinas de
muchos poblados, se vieron abarrotadas de víveres, dulces, cervezas y
licores extranjeros. Fue tan abundante, que el precio de estos artículos
rodaba por el suelo; se compraban 10 libras de cerdo por tan solo $ 0.10
(cero pesos con diez centavos), la señora Flor Curvelo, mujer de Palo
Floriao Rosado, compró una vajilla fina con todos sus accesorios, pintada a
mano, por la suma de $ 0.35 (cero pesos con treinta y cinco centavos).
Durante esos meses de abundancia el pequeño pueblo cambió su aspecto.
Recibía visitas de muchas personas que querían conocer la historia del
vapor, la Coca-Cola que no era conocida en el pueblo, se volvió común; y la
pareja de ancianos guajiros Pepe y Pepa, la consumían de todas formas,
hasta caliente, como café o guarapo de panela. En Mushichii y Manaure,
duraron más de 120 días sin saber qué era beber agua, solo consumían
gaseosas y cervezas de la marca Bergorf, y pasaría mucho tiempo, luego
que se acabaran las cervezas, para que nos volviéramos a acostumbrar
otra vez a tomar el agua sucia (!) de los pozos. La goleta Rosa Agustina,
capitaneada por el musichero Julio Rosado, también realizó varios viajes al
Flora. Los marineros Cholole Rosado y Pablo Rosado, buceaban a pulmón
limpio en las bodegas, de donde sustraían en su mayor parte, cerveza,
Coca-Cola y carne de cerdo. A su regreso a Musiche guardaban la carga en
el rancho de su tío, el cacique Merced Rosado. Hacían parrandas en el
rancho de Juaquincito Rosado y bebían por meses seguidos; en estas
bebetas abusaban de los dioses de Orino y cuando se les acababa el trago,
regresaban al Flora por más y más. También organizaron buceos sin utilizar
escafandra, los buzos de cabeza de los veleros El Nariño y el Celaje 1,
donde navegaron los dibulleros: Carlos Manchal, y Manuel Gómez, quienes,
con el enano, Chirito González permanecían por más de 4 minutos debajo
del agua, con respiración a pulmón. No los acobardó el hecho de que
Mencho Suarez, hermano del margariteño Luis Beltrán Suarez, muriera
asfixiado en el Flora, porque los encargados del bombeo del aire, se
entretuvieron charlando y dejaron de suministrarle el vital oxígeno; ni la
descompensación corporal que sufriera Cirilo Rojas, que lo dejó cojo para el
resto de su vida, al soportar por más de 4 horas los bruscos cambios de
temperaturas y presión en el lugar donde permanecía hundida la nave. En
proa quedaron 2 bodegas sin explorar, porque no teníamos los medios
suficientes para abrirlas”.

En las noches de alicoramiento proliferaron los romances y se cuenta que fruto de


éstos, más de un niño nació en los meses de marzo y abril del año siguiente.
Bacanales de locura que ni siquiera pudieron ser superados en la época de la
bonaza marimbera, con todo su derroche de mujeres de todas las raleas, Güisqui
de variadas las marcas, friche y toda clase de mariscos a bum bum, durante las
festividades del patrono San Rafael, financiadas por Miguel Agustín ‘Lucki’ Cotes
Brugés, Raúl Jacobo Gómez Castrillón ‘El Gavilán Mayor’ y muchos otros ricos
comerciantes(!); éstas nunca lograron ser iguales, porque la espontaneidad y la
alegría de estar hambriento y comer, de estar sediento y beber nunca podrá ser
remplazada ni por la mejor de las parrandas, aunque sea amenizada por el mejor
de los conjuntos de la época, tales como: El Binomio de Oro, Joe Arroyo y su
Orquesta, Diomedes Díaz, Poncho y Emilianito Zuleta o Las Chicas del Can, entre
otros, presentados en estas fiestas.

El bote salvavidas, fue llevado a Riohacha, por el


margariteño Cirilo Rojas, como trofeo o recuerdo del
naufragio, éste permaneció en el mítico lugar
conocido como el Cementerio de los Barcos, justo en
frente de la casa del buzo, en la Avenida Primera con
carrera 7, esquina, en la ciudad capital de La Guajira,
y el tiempo inclemente se lo fue llevando poco a
poco, lo mismo que al barco El Caribe, que sería su
acompañante y cómplice años después al
14 Escafandra del buzo, Cirilo Rojasl
contribuir a restablecer lo que hoy son las playas más hermosas de Colombia.

La hambruna causada por los estragos de la guerra se mermó por las provisiones
del naufragio, sacado por el capitán Curiel, con su rudimentario barco, del que
todos en el Riito se burlaban, hasta esa fecha en que se convirtió en un mito, y él,
con su tripulación en héroes locales.

El señor Raúl Gómez Gómez, que tenía 7 años cuando ocurrió el hundimiento nos
complementa la información y nos cuenta que las buzos presas de la intriga y la
ambición, sustrajeron un martinete del muelle, para construir una grúa que fue
instalada en 2 balsas para alzar los bienes más pesados que estaban en las
bodegas de proa; con ella lograron sacar una lancha de carrera tipo turismo de la
cual se apropió el cacique Claro Cotes Barros. Al subir un camión, su peso superó
la resistencia de la grúa y se fue a pique a las profundidades del mar.

En El Pájaro encontraron un motivo para reunirse los integrantes del conjunto de


marimba: Cristóbal Arismendi en la mandolina, el dominicano Antonio “Manigua”
Paredes, los guitarristas Episto Martínez y su hermano que componían canciones
en ritmo de merengue para llevar a cabo sus parrandas en la casa de Luis Meza.

Juan Monroy Mendoza, cuenta que Pablo Rosado (Misifú del Norte) verseaba a
manera de canto lírico, las notas de Toba Arismendi, en los innumerables viajes
que el Rosa Agustina realizó hacia el Flora y las Antillas, Toba solía contar la
historia con estos sencillos versos:

Witte deseaba el Flora


ganas de encontrarlo solo

hasta que lo topetó


al Norte de Bolombolo…

Coro
ay ay pero que ven a trabajar,
porque si no vienes ahora
más tarde no lo has de encontrar.

Eso decía Adolf Hitler


en mi ley yo no permito
que carta de otra nación
pose sobre mi pupitre

Coro

Éstas son una de las tantas parodias que compuso Cristóbal Arismendi alusivas al
Flora:

“También dos molinetes


que con la fuerza de un martinete
ellos levantan para ir a llevar
la balsa de la esperanza allá en el vapor
Pobre los americanos
que salen a trabajar
llegan los alemanes
y lo vienen a bombardear.

Cuando compuso la parodia, pensaba que el barco era americano.

Después llegó “El Celaje”


con su equipaje
listo a la hora que allá en el Flora
mal se fondeo,
Hoy, los restos del naufragio forman
parte de la historia de El Pájaro y es
una fuente de ingresos para sus
habitantes, al ser un sitio apto para la
pesca y de interés turístico, como lo
afirma el buzo Boris Pinzón, presidente
de la fundación Guajira Aventura, quien 15Botellas sacadas del Flora

se ha interesado en el Flora y ha buscado las maneras

16Boris Pinzón y Mero sacado de que los restos del mismo se preserven para que
del lugar del naufragio
sean parte de un museo y rendirle homenaje,
convirtiendo el lugar del hundimiento en Patrimonio Sumergible y así buscar que
no saquee más, entre los objetos que ha sacado del Flora se encuentran botellas
de Coca-Cola, termómetros, calculador de presión, escopetas, ojos de buey, luces
de navegación, tubos de presión. De esta manera convertir el naufragio en un
destino turístico de Aventura pues además de su valor histórico es un lugar donde
se puede encontrar gran diversidad de peces, el mismo Boris nos cuenta una
anécdota, que, en una de sus inmersiones, cuando uno de los buzos que lo
acompañaban se metió al barco, le salió una guasa de más de 2 metros que casi
se lo lleva por delante.

Aún en El Pájaro se habla de las lenguas de fuego que salían del mar; producto de
la quema de las cargas de las bodegas del barco, que a lo lejos se veían como si
se tratara de un estado del alma; una visión apocalíptica, nunca antes vista, sólo
comparada con los espejismos y el fuego fatuo, en la laguna en las épocas de
sequía.

Algunas de las voces que escuchamos y que desea permanecer anónima nos
cuenta que:
-“Con la partida de mi madre hacia la otra dimensión, siendo aún un infante,
nunca pensé emprender un viaje épico al pintoresco lugar de Puerto
Alfinger. Las secuelas de la Guerra Submarina del Caribe me llevaron a
vivir una orfandad de 8 años; en aquel asentamiento originario. A pesar de
que lo importante para los indígenas era el orden cósmico, la inocente
razón de tanto entusiasmo por conocer el submarino alemán; se salió por
completo del control de los naturales del caserío El Pájaro. En 1952. Pronto
los días se convirtieron en años. Pasó un largo tiempo para tratar de
encontrarle sentido a lo que había ocurrido, al presenciar que pueblo en
masa se proyectaba hacia la orilla de la playa para ver el periscopio del
monstro alemán; que Papúm Freyle, Provincia Bonivento, Laudelino
Alarcón, Catán Mengual y Minario, se presentaban como pastorcitos
mentirosos, dando muestras de manifestación de haber visto la criatura
misteriosa. El atroz ideal a la larga, resultaba ser la figura fantástica de un
alcatraz en reposo sobre la sombra de una nube tejida por el aire de Cielo,
algo aún más oscuro infestaba la mente de los guajiros; por qué al parecer
sufrían de síndrome atenuado de la paranoia, que consistía en una
confusión mental, caracterizada por alucinaciones y agitaciones reiterativas
de pensamientos. Recién he empezado a entender la magnitud de la
enfermedad que padecían”.

Y fue así como estos hechos entretejidos, entre la tragedia y la comedia, pasaron
a ser parte de una imagen colectiva, una radiografía, de la Guerra Mundial, que
por mucho tiempo marcó a los pajareros, una leyenda que transformó la vida de
los guajiros, en una época cargada de dolor y hambruna.
EPÍLOGO

A veces me gusta imaginar, cómo debió haber sido el pueblo de los niños de El
Pájaro; en la década de los años cuarenta (40s). Allí, crecí frente al mar océano; a
donde muy tiernos nos llevaron. Fui confirmado sin conocer la historia y mucho
menos, que había sido fundado en 1531, por el conquistador alemán Ambrosio
Alfinger; quien hizo honor al legado de su apellido para bautizarlo con el nombre
de Puerto Alfinger. En este poblado los valores antiguos aún se mantienen. Con el
transcurso de los años, propios y extraños en ocasiones alcanzábamos a ver y
desaparecer una larga mancha sobre la superficie marina; que, con la salida del
sol, se tornaba rutilante, dada la apariencia de espejo de agua. Como actor
ocasional de la marinería, en el cayuco velero de Alejandro el indio y espectador
apasionado de los barcos contrabandistas; mantuve estrecho contacto con la
historia de El Flora.

Los niños del caserío, permanecíamos guiados por nuestros espíritus; que era el
aliento vital de la escuela. En el salón de clase, siempre estábamos atrapados en
un mundo de fantasías. El arte de la educación de los condiscípulos, estaba en el
momento mágico del recreo. En vez de platicar sobre las planas que nos
enseñaba con entusiasmo el maestro Luis Rois; una mirada de conjunto de
humildad, nos hacía sentir que esa sensación de regocijo era breve. En donde
cada uno de nosotros, era protagonista de las fantasías que teníamos del
submarino y del vapor. La mente maestra del compañerito Cayale Mengual –hijo
del indio Tomache y de Carmen la india- utilizaba todos los trucos de su libro de
mentiras; al comentarnos que todas las noches, Bongo su hermano y su papá
salían a pescar mar adentro; y allá en lo hondo, Bongo se tiraba al agua y se
ponía a luchar contra el submarino, mientras, su papá trataba de montar el Flora
en el cayuco para traerlo a la orilla. En el salón de clase, todo se volvía algarabía a
las 11:00 A.M, al escucharse el tintineo de los tañidos de la campana; que
anunciaba la salida. Los párvulos salíamos en carrera; por el centro de la calle
ancha, casi vacía y con señales de inquietud. En los ranchos, nuestra relación
estaba basada en el comentario de la fantasía emocionante y vengativa por lucha
a muerte, que había librado el héroe.

En la tarde, el horario era de 02:00 P.M - 04:00 P.M, fuera de clase, el tiempo le
sienta mucho mejor a los hermanos Cariaca y Carabina Pérez para inventar
historias inauditas; jamás dicha ni escritas por humano alguno. Y sin saber leer ni
escribir, le atribuían la apología de una primera
impresión notoria del “El Hombre y el Mar” de
Hernes Heminway--, al mascarrabia de su
padre Toño Pérez. En su transitar,
demostraban ser seres parlantes que tenían
una escapatoria para decirnos: “Papá trajo los
náufragos a la orilla; porque le había propinado
veinte canaletazos a la trompa del submarino y
lo dejó grogui. Muerto, lo amarró a un costado
del cayuco y lo traía a rastra; y durante la
travesía, las güimpiras se lo comieron”. Pronto
los días se convierten en semanas y el chinito

17 Luces de navegación del Flora


Enrique –hijo del indio Fulgencio--, sin importar el idioma y sin conocer la “o” por lo
redondo; en el descanso a veces intervenía para poner muchas emociones en
juego; él fantaseaba sin evasivas del permanente resfriado que padecía su papá;
por el desprendimiento del dedo gordo del pie derecho, al ser mordido por el
tiburón gata que cuidaba los restos del Flora.

El colegio era un reino de conciencia. El primer día de clase, el compañerito Omar


Macdaniel llega muy animado y nos habla del mundo de la luz que vive en la
ranchería Aritayén. La regulación de las salinas con respecto a los bohíos, hace
que el paisaje sea difícil de describir. Tras un momento de reflexión, recuerda el
pasado de su bisabuela Kana Epinayúu; al haberle dado posada al aventurero
francés Henri Candelier. Detrás de todo eso, le sirvió de comer sesina de carne
cruda de carnero y chicha mascá de beber. En época de luna llena, Teresa De
luque Epinayúu, hija de la matriarca Kana; por tradición oral, le narró a su nieto,
que el día que hundieron al Flora; en todos los ranchos que estaban a la orilla de
la playa, se desata el miedo y la confusión y los alijunas y paisanos deambulaban
como pasajeros de la pobreza por toda La Guajira. Los pajareros llegaron a la
ranchería de su madre. Se siente parte del grupo familiar Chito Macdaniel, el indio
de piel morena; estaba cómodo consigo mismo; a pesar del sombrero guapo,
sudado y arrugado que le daba status de cacique. Tuvieron una sensación
incómoda al enterarse de la desesperación y circunstancias que las rodean. De
inmediato, la vieja Kana se encerró en la cocina, se puso el mantón y encendió el
tabaco. Permaneció en el encierro durante un largo rato, hasta tratar de darle
sentido a lo que acababa de hacer. La piache con aire de grandeza, trajo una
respuesta de tolerancia y paciencia. En medio de la humará, comenzó a ver los
rostros de la tragedia; a quienes les confesó que tuvieran fe y regresaran al
Pájaro; porque ella había cegado a la bestia con la ceniza del tabaco, para que se
fuera y tuviera tropiezo más adelante. Al disiparse el humo, ya no eran los
mismos. En medio de una conversación perturbante y conservadora, le susurró al
oído; que, en el alambique de la ranchería, los indios elaboraron ron chirrinchi; con
la cantidad de caramelos en frascos, que traían del buque que habían hundido. El
dicharachero Omarcito Magdaniel requiere de múltiples caminos; para llegar al
kínder de la escuela San Rafael, con la ilusión de deleitar a los condiscípulos con
conversaciones animadas y ocurrentes; que no eran nada amable, comparadas
con la del falsario Cayale. Tenía por costumbre, rodearse de amiguitos; para darle
un nuevo giro al extraordinario rango por la historia, que le han ofrecido a Gente
Mengual y a su hermano Catán por arponear ballenas en el dramático hallazgo.

Esta joya, se ha convertido en un lindo paraíso; para los amantes de la pesca. Los
holandeses y sus aliados, sabían que los submarinos alemanes para atacar a sus
víctimas; empleaban tácticas de jauría de lobos salvajes, por eso, la dejaron
expuesta a la soledad y al abandono. Nunca pensaron que los restos de esta
embarcación; llegaría a ser un lugar emblemático, glorioso e histórico aquí en
América. De esta manera, esperamos que todas aquellas personas; que en los
últimos tiempos han tenido contacto directo con el rudimentario casco coralino,
tengan a bien, donar algunos de los materiales obtenidos de allí; para hacer una
colección de museo.

La historia presenta el complejo de culpa, de no haber conocido Punta Bolombolo;


ni a El Pájaro con cédula real de Puerto Alfinger. Fue un momento notable,
aquellos diez años que existieron; en los niños que nos caracterizaba el perfil de
indio guajiro. La inocencia de esos años mozos, fue afectada por el impacto bélico
que había generado EL HUNDIMIENTO DEL FLORA. Por ello, los autores traen a
sus asiduos lectores; una voluminosa tragicomedia, donde el estilo narrativo pasa
de la realidad a la ficción.

Autor.
BIBLIOGRAFÍA.

Busch, R. and roll, HJ. (1999). Alemanes comandantes de submarinos de la


Segunda Guerra Mundial, Busch,
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Remedios Freyle, Raúl Gómez Gómez, Juan Manuel Curiel.
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El Tiempo 21 de junio de 1942 diario No. 11044 página 1 de 20, art “Venían
2.000 llantas en el Vapor Flora, por Goenaga.
El Tiempo 18 de junio de 1942 diario No. 11041 página 1 de 16 art. Batalla
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El Tiempo 22 de junio de 1942 diario No. 11045 página 1 de 16 art Son
cuatro los barcos hundidos frente a nuestras costas
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POLACO ROSADO et. al, AARON Rafael, El Hundimiento del Flora, 25pp.
Riohacha de 2017.

ROMANCE HERÓICO DE UN GENERAL

Polaco Rosado
Gozo con emoción, el umbral de este bien histórico; al escribir una nota sobre la
vida de la familia Gómez Padilla, representada en el General Miguel Antonio
Gómez Padilla, Director General de la Policía (1989-1993); Natural de Lorica
(Córdova). Con la unión especial de la familia Pachón Padilla, delegada en Doña
Gloria Pachón Padilla de Galán Sarmiento; natural de Santa Marta e hija de Juana
Manuela Padilla Illidge; oriunda de Camarones (La Guajira). Por el fervor que
despierta esta historia, no deja de deslumbrar la familia Padilla Gómez, apellidos
que recaen en la persona de José Prudencio Padilla Gómez; a quien sus amigos
le apodaron “almirante camaronero”. La memoria de nuestra identidad, no es sólo
con los Padilla López; el famoseo de la relación paternofilial, también, recae en el
abuelo Prudencio Padilla y en su hijo Andrés Padilla; primogenitor de los próceres
de la Guerra de Independencia, Francisco Javier, José Antonio y del General y
Almirante José Prudencio Padilla López. Riohachero de pura cepa, como lo
constata la fe de bautismo; que presentó ante don Bernardo José Garay, cura
rector de la parroquia de la Santísima Trinidad en Cartagena de Indias; para llevar
a cabo su compromiso matrimonial con doña Pabla Pérez.

Genealogía.

El negro Prudencio Padilla, al parecer oriundo de África; formó su hogar en la isla


de Santo Domingo, en donde engendró a su hijo Andrés Padilla. Éste aventurero,
emigró a tierra firme y se radicó en Riohacha; aquí, organizó un taller, para la
construcción de embarcaciones menores. Contrajo matrimonio con Josefa Lucía
López Lúquez, hija única de los españoles Casimiro López y Florentina Lúquez;
quienes arribaron a América con el capitán de navío Bernardo Ruiz Noriega;
fundador de la Villa de San Carlos de Pedraza, en enero de 1762.

El hogar de la familia Padilla López, celebra el advenimiento del primogénito; el 19


de marzo de 1784, a quien bautizaron con el nombre de José Prudencio; por ser
día de San José y por honrar la memoria del abuelo. En fechas posteriores,
nacieron Francisco Javier, José Antonio, María Ignacia y Magdalena. En la aldea,
la monotonía apenas era interrumpida por la rutina de los alcabaleros, la pesca, el
comercio de las perlas y el movimiento portuario. A orillas del río Ranchería, el
espigado adolescente ayudaba a su padre en las faenas de la construcción de
canoas. Pero un incidente con el “Maestro Andrés” cambiaría el curso de su vida.
Indignado el muchacho, a la edad de catorce años (1798); huyó del hogar y se
embarcó en calidad de “muchacho de cámara” en un mercante de línea que había
arribado al puerto. Dentro de ese agreste ambiente de la marinería, donde tenía a
su cargo el lavado de la borda del barco y el abastecimiento de los artilleros de
combates; adquirió rígida formación castrense. En cualquier parte de los siete
mares, el camarero de estatura descomunal, ancho de espaldas, atlético y
romántico, desertó de su primera aventura marinera; y apareció en Riohacha, un
buen día de 1803. A la edad de19 años, entabla relaciones amorosas con la india
guajira Rosario Mengual; pero este idilio amoroso duró menos de lo que dura un
soplo, porque ese mismo año abandona la aldea para enrolarse en la Real Marina
Española; como oficial de marina en el navío de guerra “San Juan Nepomuceno”.

Este acorazado –si así, se le podría llamar--, al mando del Capitán de navío
Cosme Damián de Churruca; realizaba maniobras navales en el Mar Atlántico.
Muy rápido, Padilla es ascendido a contramaestre de navío; por dar muestras de
sus habilidosas aptitudes náuticas. Al estar al servicio del Rey Carlos IV de
España, se le informa que en Europa se tejían una serie de hechos políticos
trascendentales; por la alianza entre España y Francia para invadir a Inglaterra.
Las instrucciones consistían en maniobras de distracción, para concentrarse en
Martinica; estrategia eludida por el invicto Almirante Sir Horacio Nelson. Quien
aprestó sus fuerzas, para destruir el “San Juan Nepomuceno”, que se había unido
a la flota española del Almirante Federico Gravina. Este surta en Cádiz, en donde
debía converger; con la flota al mando del Almirante francés Pierre Villeneuve, que
venía procedente de Tolón. La armada de la alianza hispano francesa, se
componía de 15 navío españoles y 25 navíos franceses; mientras, que la armada
inglesa contaba con 31 navíos. Desde la época de la “Armada Invencible” nunca
jamás se había visto tanto movimiento de sofisticado aparato de fuerza naval; para
definir la suerte de Europa. Ante el fracaso preliminar de sus planes, Napoleón
Bonaparte le ordena al Almirante Villeneuve, que penetre en el Canal de la
Mancha; pero un contratiempo, lo obligó a que arribara a Cádiz, en donde queda
bloqueado por la flota británica. El “Coloso de Córcega” lo presiona para que
irrumpa el estrecho de Gibraltar y entre en el mar Mediterráneo.

Batalla Naval de Trafalgar.

A las 06:00 de la mañana del 20 de 0ctubre de 1805, distante cuatro millas del
Cabo de Trafalgar; punto medio entre Cádiz y Algeciras, los aliados divisaron la
escuadra del Almirante Nelson, compuesta por 27 naves. A bordo del navío
“Victory”, el estratega inglés imparte orden al Almirante Guthbert Coollinwood;
para que se ubique frente al “San Juan Nepomuceno” y esperara la orden de
ataque. Al buque donde tripulaba José Padilla en calidad de contramaestre, se le
acerca la vanguardia aliada, del Almirante español Ignacio María Alava, y las
naves de los Almirantes franceses Pierre Villaneuve y Dumond Lepelly. Y en sus
proximidades también se coloca el “San Ildefonso”, de donde el rudo Capitán Don
Pablo Murillo impartía órdenes a sus hombres; para el cumplimiento del deber. A
las doce menos cuarto, de aquel memorable 21 de octubre; fueron rotos los
fuegos y se produjo el más estruendoso cañoneo naval; librado hasta entonces, en
el mar. El Capitán Churruca había ordenado a su tripulación, combatir hasta el
final; una vez se iniciará el fuego. De pronto, de la vanguardia del adversario se da
a la vela el navío Dreadnought con la orden de que abriera fuego contra el San
Juan Nepomuceno; hasta que viera que se le había agotado el último gramo de
pólvora de la “santabárbara”. Éste con una maniobra inaudita enfila su artillería
contra la “Embarcación Insignia”. Al Capitán Churruca, una bala de cañón le
cercena una pierna y muere. Padilla con el rostro desconocido, aparece con
contusiones en todo el cuerpo; el contramaestre y la tripulación sobreviviente,
fueron sometidos a rendición. Sobre la borda, se registraba un saldo de 158
muertos y 250 heridos. A las 05:30, de la tarde; cesó el fuego rojo en la mar del
infierno. Los aliados sufrieron 7000 bajas entre muertos y heridos, y cerca de 7000
prisioneros. Además, presentaron 20 naves averiadas que fueron capturadas y un
dato igual hundidas. Los ingleses por su parte, sólo perdieron 1690 hombres; lo
que le adjudicó la victoria al Almirante Sir Horacio Nelson. Los prisioneros fueron
conducidos a Inglaterra y confinados en pontones –buques de guerra, fuera de
servicio--, donde eran obligados a duros trabajos en la reconstrucción de naves. Y
estaban sujetos a drásticas disposiciones penitenciarias.

Celebrada la paz en 1808, los prisioneros fueron canjeados. Después de los


hechos, comienza a buscar una razón de lo ocurrido. Regresa a la península de
La Guajira. Y por su condición de hombre de guerra, viaja a Cartagena; allí se le
designa el cargo de contramaestre del Apostadero de Cartagena de Indias.
Pronto, la señorita cartagenera doña Pabla Pérez; le arrebató el corazón al
marino; contrajo matrimonio con ella, el 2 de febrero de 1809, en la parroquia de la
Santísima Trinidad; ante el presbítero, cura rector Marcelino José González. En
Cartagena, Padilla actuó al lado de los jóvenes revolucionarios; agitó a las gentes,
para proclamar que había llegado la añorada hora de la libertad. Entre ellos
estaba el cubano Pedro Romero, padre de Anita Romero, de quien se prendó José
Padilla. Más tarde, se va a vivir con ella y abandona a su esposa Pabla Pérez.
Acompañaron al pueblo de Gimaní (Getsemaní), unido al de Cartagena; en el
memorable 11 de noviembre de 1811, para pedirle al gobierno del Estado, la
declaratoria de la independencia absoluta del dominio español.

El 14 de noviembre de 1812, arribó a Cartagena procedente de Curazao el


Coronel Simón Bolívar; publica allí, el famoso “Manifiesto de Cartagena”,
documento político de acción conjunta; que proclamaba la libertad continental.
Padilla conoce a Bolívar por vez primera, y se constituye en uno de sus más
fervorosos admiradores.

Sitio de Cartagena.
Al amanecer del 19 de mayo, Padilla concentró los fuegos; frente a las imbatibles
murallas de Cartagena. Bombardeó la plaza y cañoneó la marina enemiga. El 18
de agosto, se aproximó a Cartagena; la poderosa expedición realista y
desembarca en Arroyo Hondo; para organizar el bloqueo por tierra y por mar. El
27 de agosto, dado su carácter temerario y emprendedor, libra la acción de
Pasacaballo. Hacia septiembre, la acción había empeorado; por la escasez de
medios de subsistencia, lo que obligó a sus gentes a devorar carnes y harinas
podridas, bacalao rancio, caballos y burros en detestable salmuera, perros, ratas y
cuero. En definitiva, el 4 de mayo de 1821, Padilla al mando de la goleta
“Presidente” y al frente de 33 buques de guerra, 10 transportes y una tripulación
de 500 hombres; rompe el cerco que duraría 159 días, hasta la ocupación de
Cartagena, el 10 de octubre del mismo año. Cubriéndose de gloria y destacándose
como uno de los jefes más eximios de la Guerra Magna. Por fin, el General
Mariano Montilla oficia a Santander; donde le da cuenta, sobre la admirable
organización de padilla.

Para la noche del 24 de junio de 1821, que ha pasado a la historia cómo ”La
Noche de San Juan”; porque en ella se dio la captura de la marina hispana.
Coronada la victoria, Padilla se dirigió a la plaza en un esquife; para no ser
descubierto; en pos de entregarle una carta a la bellísima doncella Ana Teresa
Somoyar. Misiva que había sido enviada por su madre Juana Castell de Somoyar,
a una residencia de la Calle San Andrés. Tal sería la sorpresa de la “Julieta”, no
tanto, por la presencia del temerario marinero; sino, por el riesgo de ser
descubierto y fusilado por culpa de ella. Padilla no aparecía, preocupación que
obligó a su hermano José Antonio Padilla, herido en la refriega; ir en busca de él.
La desesperación se había apoderado de la tropa.

Mientras tanto, ocurrían hechos políticos trascendentales en Villa del Rosario de


Cúcuta. Bolívar se posesiona de Presidente y Santander de Vice-Presidente. En la
sesión del Congreso, correspondiente al 7 de septiembre de 1821, Padilla fue
honrado con los más altos elogios y fue designado Comandante General del tercer
Departamento de Marina. Hecho que disgustó al General Mariano Montilla. Pero
su odio subió de tono, al enterarse que su amante; la encantadora antillana
Juanita Rodríguez (la “Zamba Jarocha”), se fue a vivir con el negro Padilla.

Santander transmitió a su gran amigo, la transcripción del Decreto de 29 de


noviembre de 1821, por el cual había sido ascendido a General de Brigada; de los
ejércitos de la República, con su equivalencia a Contraalmirante. Ascenso que le
fue confirmado por el Consejo Extraordinario de Gobierno, el 11 de abril de 1823,
y comunicado a Padilla el 7 de mayo, día en que iniciaban los preparativos para
las operaciones en la “Barra de Maracaibo”.

Batalla Naval del Lago de Maracaibo.

La pérdida de Maracaibo, constituye fuerte golpe a la causa de la independencia.


L a importancia que daban a Maracaibo los realistas, no era para menos;
constituía la llave maestra para la reconquista del occidente de Venezuela y de las
provincias de Coro, Santa Marta y Riohacha. Para contener la invasión realista en
Venezuela, fueron reorganizados los mandos así: General José Antonio Páez,
comandante general; General Soublette, intendenta general y jefe de Distrito
Norte; General Bermúdez, comandante del Orinoco y Contraalmirante Lino de
Clemente, comandante del Zulia. En la campaña naval de Venezuela, los mandos
venezolanos, quisieron relegar a Padilla a segundo plana; en los precisos
momentos en que el Contraalmirante Ángel Laborde hacia su aparición con el
refuerzo de 7000 hombres por la Barra de Maracaibo. A las 10:25 de la mañana
del 20 de mayo de 1823, los peninsulares rompieron fuego, concentrado el ataque;
sobre el navío el “Independiente”, con la consigna de tomar vivo o muerto a
Padilla. Abordado el buque insignia, trabose el combate a lanza y sable. Los
comandantes españoles Echevarría y Machado fueron abatidos. Mientras el
Alférez de navío James Cheytor caía muerto; Padilla sufrió una contusión en la
cabeza, a causa del rebote de una bala de cañón. Permaneció inconsciente un
buen rato. En sus llantos, los hermanos: Teniente de Fragata Francisco Javier
Padilla y Contraalmirante José Antonio Padilla; gemían la muerte. Transcurrido un
buen rato, el “originario de Mozambique” –término despectivo que utilizaba el
racista General Mariano Montilla para referirse a Padilla--, se incorpora y grita con
entusiasmo: “! Viva la Virgen Nuestra Señora de los Remedios de Riohacha!!!”
¡Avanzad muchachos, que Padilla no ha muerto! El mariscal español Morales,
causaba el natural traumatismo; en el desenvolvimiento, de aquella expedición
libertadora. En el Perú, El Libertador Simón Bolívar , vacilante, se encontraba
notablemente preocupado por la invasión del Mariscal de campo Francisco Tomás
Morales. El Vice—presidente, General Francisco de Paula Santander; toma
medidas enérgicas para detener el victorioso avance realista. Padilla toma
entonces una decisión, la única posible en tan crítica circunstancia; pero que por lo
temeraria, la ha recogido la historia; como una de las más grandes hazañas de
Nuestra Guerra Magna: forzar la Barra de Maracaibo para batir al Mariscal
Francisco Tomás Morales y al Contraalmirante Ángel María Laborde en su propio
campo. A las 02:00 P.M. del 24 de julio de 1823, con viento y marea favorable, las
dos armadas aparecieron frente a frente; los cañones reanudaron el retumbar
incesante. La Armada patriota puso proas, en dirección al enemigo; que esperaba
fondeado, entre Capitán Chicó y Maracaibo. Se intensifica el fuego. Y crujía el
maderamen. El 26 de julio de 1823, el ultimátum de Padilla no llega a mano del
Contraalmirante Laborde; por que navegaba a toda vela, rumbo a Las Antillas;
para acusar a Morales del desastre. El 2 de agosto de 1823, Morales negocia la
rendición incondicional; ante el mando patriota.

La Pensión Decretada a Padilla

El 2 de enero de 1825, se instaló el Congreso Nacional. En la sesión del 14, el


Senado aprobó la pensión de tres mil pesos ($3000) moneda legal; que el
gobierno había decretado en 1823, a favor del Almirante Padilla; en
reconocimiento a su heroica actuación en la campaña naval de Maracaibo. Pero,
al pasar a la Cámara, la pensión fue objetada por la oposición de congresistas
influenciados por Montilla; a pesar de la defensa hecha por el propio Presidente de
la corporación. Padilla renuncia a la pensión y en su defecto, pide a Santander; se
ascendiera a General a quienes habían actuado en el Lago de Maracaibo; como el
mejor premio a sus servicios.

La carta del Almirante Padilla a Santander, estaba concebida en los siguientes


términos, según transcripción del historiador Enrique Uribe White: “Excelentísimo
señor:

“José Padilla, de los libertadores de Venezuela, General de brigada y Comandante


General del tercer departamento de Marina, ante vuestra excelencia, con el debido
respeto digo: (…) “. Por lo que a mí respecta, vuestra excelencia tuvo a bien
concederme el uso de una medalla de oro, pendiente de una cinta azul celeste; al
lado izquierdo de la casaca, con el lema “Colombia al General Padilla” (…) y se
me señaló una pensión de tres mil pesos ($3000) anuales sobre mi sueldo, por el
término de mi vida; y la tercera parte a mi mujer e hijos, después de mi muerte.

Padilla Senador de la República.

En la sesión extraordinaria de las Cámaras Legislativas, correspondiente al 8 de


febrero de 1825, celebrada para resolver la renuncia del Libertador a la
Presidencia de la República y para llenar las vacantes de los senadores José
María del Real y Francisco de Paula Icaza; en esta oportunidad, el Almirante
Padilla fue elegido senador de la República, en reemplazo del primero, por el
departamento del Magdalena. El 27 de agosto de 1825, se efectuaron los comicios
aludidos en la municipalidad de Cartagena; en los cuales Padilla obtuvo la mayoría
de votos (351), como elector. Reunido el Consejo Electoral el 2 de octubre,
procediese a elegir presidente y vicepresidente de la República. El Libertador fue
elegido por unanimidad, no así Santander, contra quien se iniciaba cierta
resistencia de parte de los venezolanos; con la complicidad de algunos
neogranadinos, bajo el trabajo de zapa, muy bien montado por Montilla.

Decreto “Orgánico del Gobierno Supremo” Por el Cual Bolívar Abolió la


Constitución de 1821, Para Precipitar la Conspiración del 25 de Septiembre.
La represión sangrienta de la dictadura Bolivariana, se inició con el
establecimiento del Decreto de 20 de febrero de 1828; en el cual se estableció la
pena de muerte a los delitos políticos. Como lo afirma Otero D, Acosta, Padilla
llegó a Bogotá el 25 de mayo. De inmediato y dentro del mayor sigilo, fue
conducido al cuartel de caballería; situado en la plaza de San Agustín, costado
occidental sobre la actual carrera octava. Era natural, que su presencia en esas
condiciones; causaría revuelo en todos los círculos sociales y políticos, en vista de
que el vencedor de Maracaibo; era la segunda figura de la Nueva Granada,
después del vicepresidente Santander. El Gobierno, optó por sondear a la víctima
con la esperanza de encontrarle una salida airosa a la situación; cual sería la de
conseguir que el heroico marino rompiera definitivamente con los santanderistas a
cambio de su libertad y del restablecimiento de todas sus prerrogativas militares.
Más el héroe de Cartagena, rechazó indignados a los emisarios del General
Urdaneta (hombre fuerte del régimen y funesto consejero del Libertador), que lo
visitaron para hacerle la propuesta. El siniestro Urdaneta escribió a O, Leary el 28
de mayo: “Llegó Padilla anteayer y está alojado solo en una casa, con excepción
de los que lo acompañan por cuenta del gobierno. La sentencia de muerte del
héroe riohachero, estaba dictada desde el 26 de abril de 1828. Urdaneta, como
Ministro de Guerra; supo cumplir meses más tarde su oferta. Como se alcanza a
apreciar, Bolívar había permanecido 64 días en Bucaramanga, de donde partió el
8 de junio hacia Bogotá; y llegó el 24 del mismo mes, para ejercer la dictadura con
la más cruel represión.

El folleto “Apelación a la Razón” de autor anónimo, fue publicado en Bogotá en


1828; donde se hace una disección de la conducta política de lazo tendido del
General Montilla en Cartagena; donde pedía que el procesado sea llevado a un
tribunal de justicia, que lo absuelve o lo condene. Por esta situación, ocurrió la
conspiración del 25 de septiembre; y se aceleraron las condiciones de su
fusilamiento.
El 2 de octubre de 1828, con doblez de campanas; se oficia Te Deum Laudamus
por solemne acción de gracias para el General José Prudencio Padilla y para el
Coronel Ramón Nonato Guerra. A las 11:00 A.M. salen de la capilla, con el pelotón
de fusilamiento; después de extraviar algunas calles, llegan a la Plaza Mayor. Hoy,
se llama Plaza de Bolívar. Por orden del Libertador Simón Bolívar, son fusilados y
sus cadáveres fueron colgados en la horca, hasta bien entrada la noche. Para
retirar los cuerpos del patíbulo, la familia Guerra Azuola; acude a la sociedad
católica La Veracruz, que tenía por objeto auxiliar a los agonizantes y enterrar a
los muertos. Los dos cadáveres fueron conducidos hasta la iglesia San Agustín y
con toque de campanas antes del amanecer, se le oficiaron misas; y se les dio
sepultura en la bóveda Santa Rita, que está en una de las naves del templo.

Exhumación de los Restos del Almirante Padilla.

Según el relato que se tiene del fusilamiento del Almirante Padilla y del Coronel
Ramón Nonato Guerra; relato publicado en el # 25 del boletín de Historia y
Antigüedades; correspondiente al mes de enero de 1905, a los cadáveres de
Padilla y Guerra. Una vez retirados del patíbulo, se les dio sepultura en la
madrugada del día 3 de octubre de 1828, en la bóveda de Santa Rita, que hay en
la nave izquierda del templo de San Agustín. Hecho narrado por el benemérito
historiador Ramón Guerra Azuola, hijo de este último. Previa aquiescencia y
decidido apoyo del reverendo padre fray Lucio Diez, superior de la comunidad de
los padres Agustinos en Bogotá; se procedió a abrir la cripta situada en la nave
oriental del templo, frente al altar de Santa Rita y en donde, según datos
históricos, precisos; debían reposar los restos del Almirante Padilla. Como lo
demuestra la longitud del esqueleto, el cráneo destrozado está destrozado, por las
balas; el brazo izquierdo, de igual manera destrozado; en vez de dos maxilares,
sólo apareció uno fragmentado en dos pedazos, la dentadura, dos huesos coxales
que dejaron de mencionarse; y otras señales particulares, que coinciden con la
filiación que del prócer dan sus biógrafos.
En la ciudad de Bogotá, a los cuatro días del mes de julio de 1923, por invitación
de la comisión nombrada; para tal efecto, por la Junta Oficial del Centenario de la
memorable acción naval de Maracaibo. Ésta comisión estuvo compuesta por los
doctores Nelson Gnecco Coronado, José Manuel Manjarrez y Luis Carlos Rivera.
El día 9 del mes de junio de 1923, mediante acta firmada por don Alfonso
Jaramillo, Ministro de Guerra; Alberto Portocarrero, Ministro de Educación;
acompañados del secretario del despacho, General Urbano Castellano; y otros
miembros de la Academia de Historia y Autoridades civiles y militares. En la iglesia
de San Agustín, a las once de la mañana, fueron colocados en la urna, los restos
del Almirante; para que fueran conducidos a la ciudad de Riohacha. En ésta, a los
25 días del mes de julio de 1923, en fe de lo cual fue firmada esta acta en dos
ejemplares; uno de los cuales se remitirá al Concejo Municipal de Riohacha y el
otro se depositará por mediación del Ministro de Guerra, en el archivo de la
Academia Nacional de Historia. La urna lleva una placa de plata que dice:
RESTOS DEL ALMIRANTE PADILLA. Riohacha, 19 de marzo de 1778. Bogotá,
octubre 2 de 1828, entregados por el Gobierno Nacional de la República al
Concejo Municipal de Riohacha.

En la ciudad de Riohacha, a los 25 días del mes de julio de 1923, siendo las 08:00
A.M. en presencia de los delegados del gobierno y de las cámaras legislativas; se
hizo entrega a los miembros de la Junta Organizadora de los festejos centenarios
de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y los miembros de la Corporación
Municipal que firmaron: Francisco D. Pichón, presidente; A. R. Amaya Herrera,
vicepresidente; vocales: F. L. Márquez, R. A. Palacio Lavalle, Alejandro Suárez,
Alfredo C. Curvelo, Julio C. Romero B, Juan B. Freyle y Ramón González Vidal;
Armando S. Márquez, el secretario.

Sin embargo, es lamentable tener que decirle al mundo; que Venezuela, Colombia
y Riohacha; le han pagado con olvido a El LIBERTADOR DE AMÉRICA EN LOS
MARES.
Bibliografía.

TORRES Almeyda Jesús, El Almirante Padilla, Volumen II, 328pp, Ediciones El


Tiempo, Bogotá, D.E. 1983.

Riohacha, 24 de septiembre de 2016


HISTOIRES TRAGIQUES

Polaco Rosado

Para que se pueda entender lo que es la América nacida a finales del siglo XV, es
necesario acudir a los cronistas de aquel suceso. Son contemporáneos del
descubrimiento, soldados con el alcance de algunas letras, clérigos que llegaron a
encuadrar en moldes de cultura y creación estética _ más medievales que
renacentistas_, la nueva experiencia. Sus relaciones fueron inmediatas, casi
siempre, minuciosas actas notariales llenas de abundante experiencia personal. A
veces fueron construcciones literarias, viejos moldes épicos sobre los recientes
hechos americanos, pero la naturaleza era tan fuerte, que el vestido poético;
apenas transfiguraba la historia. Juan De Castellanos es uno de estos cronistas.

PUEBLOS DE LA PENÍNSULA DE LA GOAGIRA Y OTRAS CIUDADES


NOTABLES CON LAS GRADUACIONES, QUE SE COMPRENDEN EN EL
CASTELLANO ANTIGUO.

Entre las muchas poblaciones Guanebucán, cabe destacar; las cercanas a la mar,
separadas de otras infinitas; cercanas a los ríos: Debuya (Item del pueblo original
de Dibulla, en la sabana de la Ramada), Dos Guaymaros, Tapí (que es de cuento
el poblado de Camarones), Maracarote (asentamiento de noble y apacible
condiciones, en el delta del río Seturma (Río Ranchería). Por la pérdida de un
hacha a un soldado alemán; parte del conquistador tomar posesión en nombre del
Rey, y realizadas todas las ceremonias que se oficiaban; funda una ciudad que se
quedó con el título de Ranchería de las Perlas del Río de la Hacha, Urina,
Caborder (Cabo de la Vela), Macoir (Macuira), Biriburare, Paraguanil, Proceliana,
Ormio, Caraubare y Coriana (lenguaje caquetío, Item de la lengua romance Coro),
culturas de compás de tierras llanas y de grandísimas culturas, están ubicadas
entre grandes montes y sabanas; tienen por frontera la mar y la sierra de Herrera.
Antiguas noticias publican ser grandes poblaciones, con templo y calles largas,
bien puestas y ordenadas; con fuertes y potentísimos bohíos de puertas grandes y
enramadas al frente, para gozar del fresco de los fríos.

POBLACIÓN INDÍGENA PREHISPÁNICA.

Las fuentes históricas, sitúan a las agrupaciones indígenas existentes en la


península de La Goagira; en cuatro regiones geográficas: la vertiente nororiental
de la Sierra Nevada de Santa Marta, La Serranía de Perijá y curso alto del Cesar,
la cuenca del Lago de Maracaibo y en sí, la propia península. Empero, las
crónicas y documentos de la época, utilizan el término “provincias” para referirse a
áreas delimitadas de los territorios; que caracterizan a cada cultura. Entre los
cuales, median las culturas Guanebucán, Caquetíos, Anates, Macuiras, Cucinas,
Hitotos y de los Encales, gente belicosas y mal reducidas. Aunque Reichel -
Dolmatoff (1) considera que con esta designación, se eludía a los territorios
tribales mal definidos; tanto, como a las regiones geográficas; aunque no a las
divisiones administrativas hispanas.

(1)Reichel-Dolmatoff, Gerardo. Antiguas Tribus que Poblaron el Territorio del


Departamento del Magdalena.

En la vertiente nororiental de la Sierra Nevada se encontraban las provincias de La


Ramada, Tapé y Seturma. La provincia de La Ramada se extendía desde el Cabo
de San Agustín hasta las salinas de Tapé. Esta provincia, llamada también de
Tapí, comprendía un conjunto de ciénagas y estuarios enmarcados al este de la
Punta de Enea; las cuales incluyen la ciénaga de Sabaletes, laguna Grande y
Navío Quebrado. La provincia de Seturma, corresponde a una zona mal definida
entre las Sierra Nevada de Santa Marta y la desembocadura del Río Seturma en
la península de La Guajira; cuya ubicación ha sido cambiante, según la antigüedad
de las fuentes históricas. Con relación a su ubicación, se pueden hacer dos
afirmaciones: en primer lugar, se trata de una provincia costera; y en segundo
lugar, la principal referencia geográfica era desde la desembocadura del río
Seturma hoy conocido como Río Ranchería; hasta unas veinte leguas al noroeste
del Cabo de la Vela.

Los indígenas que habitaron en esta región fueron llamados Guanebucán, quienes
fueron descritos por Juan de Castellanos (1601), como “gente principal, rica,
gallarda” (2). Los cronistas consideraron que sus poblados eran “majestuosos
asientos”, provistos de amplias enramadas construidas frente a los bohíos; lo cual
llevó a los hispanos dar el nombre de Ramada a la más extensa y poblada de
estas provincias. La agricultura fue la principal fuente de subsistencia, para este
grupo indígena que cultivaba maíz, yuca y batata; lo cual complementaban con la
explotación de recursos naturales del entorno costero. Pasado los períodos de
lluvia, los indígenas circunvecinos se congregaban en los litorales de las lagunas
de Tapé y se dedicaban a recolectar los peces atrapados allí; los cuales salaban y
secaban para su conservación y realizar intercambios con los habitantes de otras
culturas de las zonas interiores.

(2) Castellanos, Juan. Elegía de Varones ||, Relación de cosas del Cabo de la
Vela.

Como prendas de vestir, poseían objetos de oro como águilas, caricuríes,


portapenes y pectorales; aunque no es posible afirmar que fueran orfebres,
es probable que obtuviesen estos objetos a través de sus vecinos los
Taironas. Los cronistas de la época, mencionan la existencia de una casa
ceremonial; situada en las fuera de sus aldeas, en las orillas del río Seturma
ó Ranchería, en la cual se hallaron centenares de figuras antropomorfas
talladas en madera. No es evidente que tuvieran una organización política
centralizada, más, las fuentes históricas; confirman la presencia de Mohan ó
caciques como Boronata y los Jeques de Tapé y Debuya y otros pueblos
más notables; con sus graduaciones, los cuales eran jefes de poblados con
amplio prestigio en todo el grupo.

En la Serranía de Perijá y curso alto del Río Cesar, encontramos los


asentamientos de los indígenas Bobures, Buredes, Coanaos. Los Bobures
residían en poblados de no más de tres o cuatro bohíos, eran considerados
como gente doméstica, no guerrera, que se cubrían con calabazos y
pampanillas. Le dieron el apelativo de coronados y no se cubrían las partes
sexuales. Las tierras llanas situadas entre el Valle de Upar y la región del
Cabo de la Vela se hallaban toda poblada de Conucos en los cuales residían
los Coanaos. Estos fueron considerados “gente crecida y animosa” que se
desplazaban hasta las tierras del interior “llevaban sal para vender o realizar
trueque por oro” (3). Se vestían con mantas y bonetes de algodón y de ellos
se esperaba mucho provecho, de parte de los europeos; dado que poseían
oro y residían en el camino del Valle de Upar.

En el noroccidente del lago de Maracaibo y cerca a la desembocadura de este, y


en isletas adyacentes; se hallaban pueblos lacustres. Las denominaciones dadas
a estos pueblos indígenas, son cambiantes a lo largo del siglo XVI. Durante la
primera mitad de este siglo, se les conoce con el nombre de Onotos; dados que se
pintaban el cuerpo con una planta conocida con ese nombre. En los años
siguientes, se les denomina Aliles, a la cultura situada cerca a la zona de las
lagunas del gran Eneal; a partir de aquí, se les conoce como Eneales y se les
llama Toas a los habitantes de la isla así conocida. A finales del siglo XVI se
denominan Zaparas a todos estos indígenas, los cuales formaban una sola
entidad étnica; constituida por distintas unidades sociales corporativas. (4)
Los poblados de esta región, contaban con más de treinta bohíos; los cuales
eran construidos en madera y armados dentro del agua. La principal forma
de subsistencia de estos indígenas era la pesca y la extracción de sal.
Mantuvieron intercambio de sus productos, con grupo de las sierras
vecinas; entre otros, con los Bobures, con los cuales ejercían el trueque por
maíz, yuca, tejidos y objetos labrados de oro. Las crónicas y documentos
históricos evidencian una tenaz resistencia a la consolidación de
asentamientos europeos en su territorio.

En la península de La Guajira, se encontraban las provincias de Orino, Jarara,


Macuira y Atanares. Entre los grupos indígenas que mencionan las fuentes de la
época, se hallan los Macuiras, Cocinas, Caquetios, Anates, Coanaos y
Guanebucanes. Tanta la ubicación precisa, de los límites de esas provincias;
como la caracterización cultural de sus habitantes, plantean dificultades, en las
limitaciones y contradicciones de los datos históricos. Una vez disponibles sus
rasgos culturales y la diversidad de gentilicios de los diferentes grupos indígenas;
se obtiene como resultante un solo biotipo.

Moreno, cree posible distinguir dos tipos de economía coexistentes en la región; la


primera de ella, está basada en la caza, pesca y recolección de frutos de tipo
trashumante. La segunda, se basa en la agricultura y la explotación de los
recursos naturales del medio costero; es de tipo semi sedentaria. Del primer
grupo, son representativos los Cocinas, quienes no habitaban en poblaciones o
“lugares conocidos”, sino “ocultos en cuevas de las montañas”; además
merodeaban las sabanas de la península. Castellanos (5), los describe como
gentes enjutas, altas y ligeras que no usaban atavío alguno. En extremo belicoso,
“cuyo único sustento y cosecha es sólo; lo que les puede dar el arco y la flecha”.
Es notoria la ausencia de un poder político centralizado y la de jefes locales. Al
parecer, estaban organizados en parcialidades basadas en los lazos de
consanguinidad. Sostenían continuos conflictos con los grupos indígenas vecinos,
con los cuales se aliaban; para luchar contra los españoles.

Los Macuiras habitaron la serranía del mismo nombre, las sabanas de Orino y
algunas zonas costeras cercanas al Cabo de la Vela. Practicaban la agricultura y
la pesca. Aún a fines del siglo XVI, participaron en alzamientos contra el dominio
español. Con la excepción de la cultura Cocinas, los gentilicios dados en las
fuentes históricas hispanas a los indígenas de la península; desaparecieron a lo
largo del siglo XVII, para tildarlos a todos ellos con el término “guajiros”. Dicha
denominación, se fundamenta en la transición de las formas prehispánicas de
subsistencia; por su dedicación al pastoreo al integral, como actividad económica
predominante que iniciaron estos grupos a finales del siglo XVI. En contraste, los
Cocinas continuaron atados a la caza y recolección de frutos; por lo que fueron
considerados como los “bárbaros” pastores (Kusina).

POBLAMIENTO PERLERO DURANTE EL SIGLO XV.

Fueron diversos los atractivos económicos, políticos y geográficos que la


península de La Guajira ofreció; tanto, a la Corona de Castilla como a los
particulares interesados en beneficiarse de la vasta empresa americana. Algunos
de tales atractivos se mantuvieron vigentes a lo largo del siglo XVI y al hacerse
tangibles –como fue el caso de los bancos perlíferos_, determinaron las
características especiales, económicas, políticas y sociales de los asentamientos
hispanos en la península. Moreno (6), ha propuesto para el estudio del siglo XVI
en la península la siguiente periodización: un primer periodo llamado de contacto
inicial, iniciado en 1499, con la exploración de Ojeda; que culmina en 1524, con la
Capitulación de Bastidas en lo referente a Santa Marta. Un segundo periodo
comprendería de 1525 a 1538, llamado de reconocimiento de las condiciones
aprovechables de la península. Y por último, un periodo de asentamiento
castellano; iniciado en 1538, con la localización exitosa de los ostrales perleros,
que conlleva el traslado masivo de los habitantes de Cubagua hacia el Cabo de la
Vela.

Periodo de Contacto Inicial (1499—1524)

El fundamento jurídico de los procesos de poblamiento en la península a principio


del siglo XVI, residía en las capitulaciones. Estas eran asientos celebrados entre la
Corona y particulares, para descubrir y conquistar determinados territorios; en los
que se estipulaban ciertos derechos y deberes, que tenían un marcado carácter
contractual; aunque se otorgaban como mercedes reales. La primera de las
capitulaciones que involucra el territorio de la península, corresponde a 1501 y fue
otorgada a Alonso de Ojeda. Tenía un claro sentido poblador, y a través de ella; se
crea la Gobernación de Coquibacoa. Esta constituye la primera entidad política,
creada por la Corona Castellana en territorio continental.

(6) Moreno, Fetra. Guajiro Cocina. Hombres de Historia


Tesis de grado en Historia de la Universidad Complutense de Madrid, 198p.

La creación de la Gobernación de Coquibacoa, se da en el marco de una política


real; que apunta a desconcentrar el poder político concedido a Cristóbal Colón
para el gobierno de las indias, desde la Isla Española. Para el titular de la
capitulación, la región era atractiva por muchas razones. Las noticias sobre la
existencia de bancos de perlas, fue la más poderosa de ellas y para su búsqueda;
se dedicaron infructuosos esfuerzos. De manera adicional, Coquibacoa también se
mostraba como un como un territorio; en donde existían importantes rutas de
intercambio comercial. Las naciones indígenas; que intercambiaban “piedras
verdes”, y objetos labrados en oro; es confirmado en su geografía por Fernández
de Enciso (1519). Dicen los indios, que al ir veinticinco leguas tierra adentro; llevan
el peso y el toque para conocer el oro de fasta, para saber lo que traen. En todas
las Indias del poniente, no se ha hallado peso, sino aquí…

El fracaso en alcanzar los objetivos económicos que estimularon el proyecto de


Ojeda, determinó el fin de la empresa pobladora y el abandono en septiembre de
1502, de la población de Santa Cruz; fundada en marzo de ese mismo año. En
1504, Ojeda obtiene una segunda capitulación de poblamiento, la cual contiene
dos focos de atracción: la región de Coquibacoa y el Urabá. Sin embargo, esta no
logra concretarse y a partir de 1509, su interés sólo se concentra en esta última
zona.

La península vuelve a ser objeto de interés a partir de 1516, dentro de un plan de


evangelización pacífica; concebido por algunas comunidades de la iglesia católica
–Jerónimos y Dominicos--, que buscaban preservar a los indígenas del contacto
directo con las armadas esclavistas. Como representantes de esta --nueva
ideología—se destacan Fray Bartolomé de las Casas y Antonio Montesinos. El
primero de los proyectos de poblamiento, es conocido en los trabajos
historiográficos como la “Gobernación Espiritual”; la cual comprende desde
Cariaco hasta Coquibacoa. En 1520, el propio De Las Casas emprende un ensayo
de colonización que incluye de nuevo la región de Coquibacoa; este se basa en la
creación de fortalezas—factorías situadas a lo largo del litoral en las cuales
residirían misioneros y labradores hispanos. La vasta extensión del territorio
otorgado a los religiosos, tanto, como la presión ejercida por los funcionarios y
rescatadores establecidos en La Española; propició el que no cesara la caza de
esclavos en su jurisdicción; lo que a la postre llevó al final el experimento de los
misioneros. (8)
Periodo de Reconocimiento de las Condiciones Aprovechables de la
Península. (1525–1538)

Prevenidos de que la Corona facilitara la repetición de experimentos, similares a la


Gobernación Espiritual; los funcionarios y armadores hispanos que conformaban
la élite económica y política de La Española, decidieron anticiparse. Estos
solicitaron ante la Corona la concesión de capitulaciones para la conquista y
poblamiento de lo que consideraban tradicional en sus respectivas áreas de

influencia en tierra firme. Es decir, aquellas regiones del litoral continental que
habían explorado o rescatado con los indígenas. De esta manera, Rodrigo de
Bastidas obtuvo el Gobierno de Santa Marta en 1524, Fernández de Oviedo
consigue el de Cartagena, Marcelo Villalobos el de la Isla Margarita y Diego
Caballero logra para sí, una capitulación sobre el territorio comprendido entre el
Cabo de la Vela y el Cabo de San Román, lo que no alcanza llevar a feliz término.
Al año siguiente, el bachiller Martín Fernández de Enciso obtiene una capitulación
sobre el territorio que antes se había otorgado a Caballero; cuyo texto, aún no ha
sido encontrado, aunque si los nombramientos de ella; como los de oficiales y
reales alguaciles etc. Es evidente, que el nombre de Golfo de Aljófar deja también,
la marcada vocación perlera; que hasta entonces, se atribuía a la antigua región
de Coquibacoa.

A partir de estas capitulaciones, comienzan a configurarse las gobernaciones


hispanas en el norte del continente Sudamericano; por ello, se tiene como
referencia básica los primeros costeos exploratorios de Ojeda y Bastidas, llevados
a cabo en 1499 y 1500, en ese orden. La Corona exigió a los titulares de dichos
asientos, la erección de poblados, edificaciones de fortalezas y el envío de
personas y animales que facilitaran la colonización de dichas tierras. En
contrastes, veteranos conquistadores como Bastidas conciben su gobernación
como islotes-factorías: áreas exclusivas aisladas de las gobernaciones vecinas;
para rescatar a los indígenas. El conflicto con los naturales y el “rancheo” de los
poblados para la caza de esclavos, perlas y oro, sólo era deseado en
jurisdicciones ajenas; pero, en ningún caso en la propia. Un contorno indígena
pacífico, es indispensable para efectuar transacciones amistosas y asegura la
perdurabilidad de los asentamientos hispánicos.

Correspondió a Santa Marta, la región situada al occidente del Cabo de la Vela;


hasta la desembocadura del Río Magdalena. Sin embargo, la exploración de las
tierras interiores de la península, sería realizada por los elementos de la hueste;
cuyos intereses entran en conflicto con los del gobernador. La hueste era
conformada mediante el reclutamiento de gentes, que se asociaban a una
empresa pobladora aportadora de armas, caballos, y su propio personal; a cambio
de participar de los beneficios económicos que en ellas se deriven. El Gobernador
poseía autoridad política y judicial sobre sus elementos, dado que eran vecinos
asentados en su jurisdicción; también, era su capitán al hallarse en campaña
contra los naturales y a la vez, se actuaba como gerente de una empresa
comercial colectiva. Este conflicto termina con la muerte del Gobernador Bastida,
lo que da inicio a un periodo de exploración del contorno indígena; y se recurre al
asalto de sus pueblos para la captura de esclavos y la toma del oro.

Dicho proceso, conduce al reconocimiento de las provincias de La Ramada, Tapí,


Seturma y Orino; éste continúa hasta remontarse río arriba por el Ranchería,
descubriéndose la entrada al Valle de Upar. Gobernadores como el capitán Vadillo
(1527-1529), establecieron un sistema de reducción de los indígenas; mediante la
creación de encomiendas en las regiones de Tapí y La Ramada, cuya estabilidad
fue precaria debido a los intermitentes alzamientos indígenas. Empero no se
erigieron poblaciones castellanas en el área. Hacia 1534, el Gobernador García de
Lerma intentó localizar los ostrales perlíferos de las costas de la sabana de
Seturma.

(9) Ramos Demetrio. Estudios de Historia Venezolana.

El gobierno de las tierras situadas al oriente del Cabo de la Vela, fue otorgado a la
Casa Comercial Alemana de los Welser en 1528, se crea de esta forma la
gobernación de Venezuela y Cabo de la Vela. La participación germana dentro de
la empresa de indias, obedece a una multipolítica de la Corona; que ensaya
nuevas formas de poblamientos en América, que apuntaban a una colonización
exenta de los conflictos interiores, característicos de las huestes hispanas. Se
esperaba que la experiencia administrativa y técnica de los Welser –cuyas
factorías cubrían diversas ciudades europeas e incluso Santo Domingo--,
reportaran mayores ingresos fiscales a la Corona; dado que se efectuaría una
explotación eficiente de los recursos naturales de Venezuela. Para tal fin se
contempló el traslado de ochenta (80) mineros alemanes a dicha gobernación.
Las tierras aledañas al Cabo de la Vela, fueron explotadas por los germanos a
partir de 1529, año en que el Gobernador Ambrosioux Dalfinger incursionó en la
provincia de Jarara; en su peregrinación, quema poblados indígenas y somete
numerosos indios a la esclavitud, los que en su mayoría fueron destinados al
mercado de las Antillas. En una segunda incursión de Ambrosio Alfinger en 1531,
sigue los cursos medio y alto del Río Seturma (Río Ranchería); tanto, como el del
Cesar y revela la importancia geográfica de la base de la península, como ruta
importante hacia el interior del continente.

La Gobernación de Venezuela había defraudado las expectativas de los Welser,


dada que fue considerada al cabo de los primeros años de exploración; como una
región pobre en metales preciosos. Tal escasez, lleva a sus representantes a
costear las campañas hacia el interior de las tierras; para explorar una verdadera
minería humana, cuyos cargamentos iban dirigidos hacia las Antillas. Estos
cargamentos se hicieron tan frecuentes, que pronto se hizo evidente el
despoblamiento de las costas venezolana. Los germanos intentaron consolidar su
presencia en el occidente de su gobernación, por medio de la fundación de una
ciudad –proyectada en sus inicios a orillas del Golfo de Venezuela y luego, en el
Cabo de la Vela--, que llevaría por nombre Ulma en honor de Ulm, ciudad de
Suabia; lugar de nacimiento de Ambrosio Alfinger y Nicolás federmán. En La
Guajira, se encontró Federman con un territorio inhóspito, desértico, fallto de
mantenimientos y agua; recorrido de manera constante por las belicosas tribus de
indios goajiros y cocinos, tan indómitos, que aún en 1584, los colonos de la vecina
ciudad de Nuestra Señora de los Remedios; encargaban a su procurador, pedir en
el Concejo Indias, no el reparto de estos indios en encomiendas, sino el tratar de
extirparlos y eliminarlos, de manera que no quedara rastros de ellos sobre la tierra.
Entre sus múltiples objetivos, La Casa Comercial Alemana buscaba alejar de la
península a los miembros de la Gobernación de Santa Marta. Controlaba la
navegación por el Río Seturma (Río Ranchería) para evitar se aprovecharan de la
ruta que daba acceso al Valle del Cacique Upar. De esa manera, inicia con nuevas
técnicas; la explotación de los bancos perlíferos, que se descubrieron en la
Ranchería de las Perlas del Río de la hacha y el Cabo de la Vela. Hacia 1536,
Federmán funda en el Cabo de la Vela la ranchería de Ulma; en ella permanece
de febrero a junio de ese mismo año. A pesar de las adversas circunstancias, trató
Federmann de fundar una ciudad o una fortaleza, según las instrucciones que
había recibido del gobernador Spira y la obligación contenida en la capitulación
con los alemanes. Esfuerzos confirmados de manera explícita, en cartas
posteriores del Obispo, oficiales reales y por muchos otros testimonios. En la costa
del mar Caribe, cerca de la desembocadura del Río Ranchería, fundó una
población con el nombre de Nuestra Señora de las Nieves; indica que la fundación
se hizo el 5 de AGOSTO de 1536. Después de un largo periplo por las costas de
la sabana del Cabo de la Vela y la sabana de Seturma, el equipo alemán de
exploración; fracasa en los intentos de explotación perlífera. Pero a él, según
Oviedos y Baños, se le atañe la gloria del descubrimiento de los ostrales perleros.
Después de un largo periplo, se pone fin a la presencia venezolana en la costa
occidental de la península. Para algunos autores, por supuesto, la fundación
resultó de efímera existencia. Fue repoblada bajo el nombre de Santa María de los
Remedios, a principio de 1538, por los pescadores de perlas; procedentes de la
isla de Cubagua. Estos indios pescadores, eran avezados en su oficio y
propietarios de numerosas canoas. Es la fundación efectuada por Nicolás de
Federmann, la que dio origen a la actual ciudad de Ríohacha.

Hacia 1536, el conquistador Nikolaus Von Federmann, gobernador de Venezuela,


comisionó unas huestes al mando de Antonio de Chávez; para fundar una
población con el nombre de Nuestra Señora de las Nieves, cerca de las
desembocaduras del Río Seturma (Ranchería). La cual no prosperó por las
hostilidades de los indios guanebucán. Sin embargo, a fines de 1538 o comienzo
de 1539, soldados de la gobernación de Venezuela; encabezados por Rodrigo de
Cabraleón y Juan de la Barrera; fundaron en el Cabo de la Vela, la ciudad de
Santa María de los Remedios, cerca de donde estaba fundada la solariega ciudad
de Nuestra Señora de las Nieves.

POLO Acuña José. Aspectos Históricos De Riohacha Durante El Período Colonial


_ 4846697 (1) pdf . Foxit Reader, Dialnet. p33.

La gente de NiKolaus Von Federmanns, fundan la ciudad Nuestra Señora de las


Nieves del Río de la Hacha, en La Guajira (Colombia) (ago); mientras él se dirige
hacia el valle de Upar (Cesar; Colombia). Donde la hostilidad de los samarios
(colonos de Santa Marta); le obliga regresar a Coro (Venezuela).

Cronología Histórica de Río de la Hacha.

Período de Asentamiento Castellano. (1538)

Hasta 1538, las entidades políticas que se dividían el territorio peninsular no


habían logrado establecer asentamientos perdurables en él. Tanto la gobernación
de Venezuela, como la de Santa Marta; concentraban sus esfuerzos en explorar
las tierras del interior, las cuales presentaban significativos atractivos económicos
y geográficos. No obstante una tercera entidad política hispana –la ciudad
autónoma de Nueva Cádiz de Cubagua--, daba inicio al proceso de asentamiento
castellano en la región del Cabo de la Vela. Esta ciudad emplazada en la costa de
las perlas, había surgido en la segunda década del siglo XVI; asociada a la
extracción perlífera. La producción de sus ostrales había comenzado a decaer de
manera inexorable, lo que amenazaba la continuidad de ese conglomerado
humano. Con licencia de la Corona, sus habitantes habían iniciado labores
exploratorias en el ámbito del Caribe; que culminaron con el feliz hallazgo de los
ostrales de la península en 1538. Dicha localización dio lugar a un singular
proceso demográfico, que contempló el traslado de los habitantes de la ciudad, las
autoridades, esclavos africanos e indígenas; junto con sus canoas y casas
movedizas. Las características especiales, económicas, políticas y sociales de los
asentamientos hispanos; resultantes de dicho proceso, han permitido a algunos
autores hablar de un tipo de poblamiento perlero en América. Evidenciado en el
surgimiento de ciudades como Nueva Cádiz de Cubagua y Nuestra Señora de los
Remedios del Cabo de la Vela.

En 1538, los cubagüenses establecen sus rancherías entre el Cabo de la Vela y la


Ranchería de las Perlas del Río de la hacha. Un año más tarde, habían levantado
dos poblaciones: Nuestra Señora de los Remedios del Cabo de la Vela, la cual
sería el centro político de la colonia perlera, y el pueblo de la Laguna de San Juan;
más conocido como la Ranchería de las Perlas, el cual sería el centro económico
y eje de la explotación de Margaritas. La ranchería podría considerarse como la
unidad técnica, económica y social de la explotación perlífera. En razón de que su
erección y continuidad dependía, tanto de la localización exitosa de los ostrales;
como del ritmo de producción de estos. La ranchería de las perlas, jamás perdió
su potencial de movilidad; aunque se mantuvo al pie de la Laguna de San Juan.
La correspondencia oficial, se añade de manera inevitable al referirse a ésta “en
donde hasta la presente, se mantenía la granjería de las perlas bajo la custodia de
Ruiz de Tapia y Diego Paredes; y la presencia del Alcalde Bartolomé Carreño y
del Alguacil Mayor Pedro de Cádiz”.

Muerto Don Pedro Fernández de Lugo, trata su hijo Don Alonso Luis de Lugo
volver a las Indias; para sucederle en el Gobierno. Compuestas las cosas en la
Corte, trató luego Don Alonso Luis convencer al Rey; para que éste le diera la
sucesión de su padre, en el Gobierno de Santa Marta y todo lo descubierto en su
costa. Como lo fue este nuevo Reino, con todo lo que había capitulado con su
padre. Dispuesta toda la jornada, con buen tiempo se hizo a la vela; en los
postreros días del mes de junio de mil quinientos cuarenta (1540). Con próspero
viaje, llegó a la costa de la Ranchería de las Perlas del Río de la Hacha y al Cabo
de la Vela, lo que consideraba principio de su Gobierno. En las pobladas
rancherías del Cabo, estaban las granjerías donde permanecían encadenados los
esclavos que allí pescaban las perlas. Además había oficiales de la Casa Real,
puestos por el Rey.

Por algunos días, descansaron los de la mar; y los del pueblo trataron de dialogar
con el Adelantado, para llevar a cabo una entrada tierra adentro. El propósito era
el de propinarle castigo y pacificación a los indios Guanebucán y Cozinas, gente
brava y rebelada que tenían grandes inconvenientes con el pueblo; que trataba de
agotar las aguadas. Los naturales, a toda costa evitaban que los cristianos se
acercaran a los pozos de agua; que ellos llaman Xaqueses. En ningún otro lugar
de la tierra se encuentran estas fuentes, sólo las hay desde el Cabo de la Vela
hasta donde está ahora, la Ranchería de las Perlas del Río de la Hacha.

Fray, PEDRO Simón, Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las
Indias Occidentales. Parte Segunda y Tercera, Editorial Medardo Rivas 1892. Pp
406.

Juan de Castellanos llegó en 1541, a la isla de Puerto Rico _ Boriquén _, y desde


allí comienza el trasegar de su camino. Vivió todo lo que él define el primer
asentamiento de la mar, que llamó Mar del Norte; lo que es hoy, el Caribe
venezolano y colombiano. Nos dijo: “Yo fui de los primeros pobladores / y allí
pude tener alguna mano / padecí trabajo y sudores“(EL. I, CIII. 26). Estuvo en
Curacao (1540), en la isla de Cubagua (1541). Se embarca y se acerca a los
lugares de tierra firme, que serán su asentamiento definitivo en el Nuevo Reino de
Granada: Su periplo va desde Rio Hacha, Santa Marta y Cartagena. Navega por el
Río Grande de la Magdalena, llega a Santa Fe de Bogotá y a Tunja; último destino
de su vida, en el altiplano Andino. La obra de Castellanos está transida de un
fuerte sentimiento de SOLEDAD. Él al igual que los conquistadores españoles, la
padecieron perdidos en un medio inhóspito; sin referencia familiar alguna. EL
HAMBRE fue otro de los motivos de la obra del beneficiado de Tunja.

LÓPEZ TAMÉS, Román. Noticia de América en la “Crónica Rimada” de Juan de


Castellanos. Centro Virtual Cervantes, p600 y 601.

Una característica común de los asentamientos de los pescadores de perlas, era


la de que su emplazamiento particular; se hacía siempre en las cercanías de los
ricos bancos perlíferos. Convertidos estos, en secundarias recomendaciones; era
de las de fundar en zonas fértiles, salubres, de fácil acceso y defendible; además
con fuente de agua y madera para la construcción. Mientras sea fundamental que
la ciudad dependa de la extracción de perlas y los bancos se encuentren en plena
producción, el medio semidesértico no será obstáculo –como no lo fue en
Cubagua--, para la supervivencia y La bonanza de la población. Sobrado, las
perlas pagaban sus caudalosas importaciones. Pero si la producción de las
Granjerías decaía, las adversidades del entorno se hacían manifiestas y la colonia
debía responder con el traslado o amplitud de su propio “hinterland”; si no quería
correr un destino parejo con el de sus ostrales. Signo de descenso en la
producción perlífera, contribuyeron con el traslado de los habitantes de Nuestra
Señora de los Remedios del Cabo de la Vela; hacia la Ranchería de las Perlas del
Río de la Hacha en 1545.

El fundamento jurídico que hacía posible el establecimiento de los pescadores de


Cubagua en la península de La Guajira, era una simple licencia real de explotación
de las perlas; que permitía el levantamiento de poblados; siempre que se acatara
la autoridad del gobernador de las tierras, donde se habían asentado. Dicha
jurisdicción se sustentaba en el otorgamiento de capitulaciones formales. Los
Gobernadores de Venezuela y Santa Marta, atraídos por la bonanza perlera;
reclamaron ante el Consejo de Indias, sus derechos sobre la presencia de la
colonia Cubagüense en el territorio peninsular. Estos, por su parte argüían que
todo cuanto habían construido y ganado era “fruto y trato de la mar”, que no había
costado esfuerzo alguno a los titulares de las gobernaciones reclamantes. Con
miras a resguardar sus derechos, alegaron la necesidad de proteger los ingresos
fiscales de la Corona; de la ambición de los Gobernadores. Y solicitaron un
régimen de autonomía política y fiscal para la ciudad, así como el depender en lo
judicial, de manera directa de la Real Audiencia de Santo Domingo. La concesión
de este estatuto especial, de parte de la Corona; permitió que la colonia perlera
actuara como un enclave político, situado entre las gobernaciones de Santa Marta
y Venezuela.

El marcado carácter esclavista, que tuvo la explotación de los bancos de perlas;


condujo a la configuración de un enclave económico y cultural en la península.
Tan sólo en 1538, fueron traídos ochocientos (800) esclavos indígenas
provenientes de las Lucayas, Santo Domingo, isla Trinidad, Islas de los Gigantes,
Venezuela, isla Margarita, Santa Marta y Brasil. La población nativa de la
península, no pudo ser reducida; ni incorporarla de manera masiva a la extracción
de las perlas. Pese a las nuevas leyes de la España de Indias promulgadas en
1542, y a las visitas realizadas a las pesquerías de la laguna de San Juan; la
esclavitud indígena se prolongó hasta 1570, año en que el Gobernador de Santa
Marta, Pedro Fernández de Lugo le puso fin.

Hacia 1548, la colonia intenta diversificar su base económica; al impulsar las


labores de exploración minera en las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta.
La pujanza económica de la ciudad de Nuestra Señora de los Remedios del Río
de la Hacha; es entonces, superior a la de sus vecinas Coro y Santa Marta. En
1548, los perleros fundan el pueblo de Buritaca, el cual surgió ligado a la
explotación de oro en el valle del mismo nombre.

La colonia se debilita, no obstante, a partir del decaimiento progresivo de los


ostrales de la península; lo que obliga a sus habitantes a llevar sus canoas y
esclavos a nuevos lugares de bonanza como Panamá y la isla Margarita. En
contraste, Santa Marta comienza a resurgir y fundan en la antigua provincia de la
Ramada, la ciudad de Nueva Salamanca hacia 1560. Más tarde, en 1576, el
Gobernador Lope de Orozco funda el pueblo de Santa Ana de Macuira. Por otro
lado los vecinos de Maracaibo establecen en 1591, el pueblo de San Juan de
Guillena en la parte oriental de la península.

Los frecuentes alzamientos de la población indígena (macuiras, cocinas, eneales y


guajiros), llevan a la Corona a ponerle fin al régimen de autonomía política del Río
de la Hacha en 1593; año en que es reintegrada a la gobernación de Santa Marta.
El gobernador de entonces, Manso de Contreras se propone reducir a los
naturales alzados y para ello, concibe un plan básico de control militar a partir de
la fundación de dos pueblos en 1594. El primero de ellos, es Pedraza del Campo;
situado en la provincia de Orino y el segundo, llamado Macuira; está situado en la
serranía del mismo nombre. El objetivo era controlar la base de la parte alta de la
península, donde se halla el camino que conduce hacia Maracaibo. Empero,
ambos poblados desaparecen en los años siguientes bajo la presión bélica de los
naturales.

MISIONEROS Y PACIFICADORES EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII: La


Transición Hacia Una Economía Agropecuaria.
Entrada la segunda mitad del siglo XVI, se hace evidente un fuerte descenso
en el ritmo de producción de los ostrales; mientras, que en 1564, fueron
registrados más de 1464, marcos de perlas por concepto de pagos al Fisco
Real; pero, tan sólo se registraron 61 marcos en 1567. Los que al parecer se
redujeron a tan sólo 46 marcos. Los vecinos de Nuestra Señora de los
Remedios del Río de la Hacha, emprendieron actividades económicas
sustitutivas de las granjerías de perlas; en principio, el levantamiento de
estancias y hatos ganaderos en las provincias de la Ramada, Orino y Macuira;
las cuales estaban a cargo de esclavos africanos. Dado el carácter hostil que
tuvo el contorno indígena de los asentamientos hispanos en la península, la
introducción del ganado llevó nuevas causales de conflicto; debido a la
ocupación de extensas áreas al interior del territorio guajiro. Y la competencia
por recursos naturales como el agua, pastizales y zonas de cultivos. No
obstante, la expansión de la actividad agropecuaria fue tan significativa que en
1593, la producción de ganado se calculó en cuarenta mil (40.000) cabezas;
las cuales fueron vendidas en las poblaciones de Río Grande y Cartagena.
Para el año 1607, sólo en dos hatos situados en la sabana de Orino se hallaron
más de treinta mil (30.000) cabezas de ganado vacuno, ovejuno y caballar.
Con posterioridad a los grandes alzamientos de los guajiros en 1593 y 1623,
Fray Pedro Simón afirma en su obra “Noticias Historiales de las Conquistas de
Tierra Firme en las Indias Occidentales” que en tierras de indios guajiros,
cocinas y hienales “… andan cimarrones, más de cuatrocientas (400) cabezas
de ganado de yeguas y caballos”.

La transición de una economía extractiva a una agropecuaria, implicó


modificaciones significativas en la base económica de los asentamientos
hispánicos en la península; que apuntaban a lograr un arraigo efectivo de los
pobladores. Ésta ponía fin a la condición de enclave económico y cultural, lo
que fuera característica de la colonia perlera en sus años iniciales. Por otro
lado, la creación de hatos ganaderos ampliaba la presencia hispánica en las
tierras del interior; dado que hasta entonces, ésta sólo se había consolidado en
las áreas del litoral; siguiendo un patrón acorde con el tipo de poblamiento
perlero. El abrir de nuevas fuentes de contactos y de conflicto con los
indígenas; llevó a intermitentes períodos de alzamiento por parte de estos
últimos y en consecuencia la Corona Española respondió con violentas
campañas de pacificación. Cuyo desarrollo va a caracterizar las relaciones
interétnicas en la península, durante los siglos diecisiete y dieciocho.

De manera adicional, la introducción del ganado determinó profundas


transformaciones sociales entre los grupos indígenas; que al adoptarlo
iniciaron la transición de formas prehispánicas de subsistencia como la caza, la
pesca y la recolección de frutos. Ídem, la agricultura a formas mixtas de
pastoralismo integral. La obtención del ganado por parte de los indígenas pudo
provenir de diferentes medios, ya sea mediante el asalto y saqueo de los hatos
ganaderos de los vecinos europeos, el rescate o trueque pacífico con aquellos;
a través de la captura de animales cimarrones o bien, mediante el agasajo que
se les hacía para traerlos a la paz. Lo cierto, es que durante el siglo diecisiete;
los naturales se hicieron a una numerosa ganadería. Los mecanismos tribales
de control social, las pautas culturales de reciprocidad y solidaridad; facilitaron
la difusión de nuevos elementos a través de las distintas unidades políticas de
los indígenas.

A ésta, se agrega que el pesar de una economía especializada; trajo consigo la


necesidad de sacrificar la autosuficiencia en la producción de alimentos y dar
salida a los excedentes derivados del pastoreo (cuero, carne, cebo, queso
etc.). Debido a ello, los indígenas necesitaron acceder a los poblados
hispanos; para adquirir los alimentos que ya no producían en cantidad
suficiente. Y otros tantos a saber, como: objetos de metal, municiones, telas,
etc. La ciudad del Río de la Hacha que jamás pudo desarrollar una base
agrícola, aseguraría su abastecimiento al importar gran parte de sus alimentos
de las poblaciones vecinas y del ámbito del Caribe; a partir de entonces,
dependería en alto grado de la producción de los naturales. Por tanto, las
relaciones económicas existentes entre los asentamientos castellanos de la
península y su contorno indígena; se caracterizarían a partir del siglo diecisiete,
por la mutua dependencia económica¸ Hecho que implicaría la inserción de los
nativos en el sistema económico colonial.

Los “alzamientos” de los naturales, les llevaron a tener el control de la


explotación perlera, hechos que hasta entonces; era realizado por los esclavos
africanos. El control de los ostrales, abrió un nuevo espacio para las relaciones
económicas con los europeos; en las cuales la perla utilizada como valor de
cambio, permitió acceder en mayor grado a los mercados externos de
(holandeses, franceses e ingleses), como al mercado interno de los
asentamientos hispanos. La participación en el contrabando a través de las
perlas, el palo brasil, la sal, y el ganado afianzó la capacidad de resistencia de
los naturales; frente a los reiterados intentos de reducción de la Corona. Ésta
hizo aporte de elementos bélicos, como las armas de fuego; que facilitaron la
conservación del territorio ancestral y de la economía política.

Las Misiones como Instrumentos de Poblamiento.

A finales del siglo XVII y principio del siglo XVIII, fue posible identificar los
principales factores sociales que intervinieron en el territorio guajiro; ellos son:
1). Los indígenas de la península, 2). la Corona española, 3). la iglesia
católica, 4). Los grupos locales de autoridades y vecinos hispanos, 5). Los
grupos foráneos.

Con frecuencia los nativos se apoyaron en las contradicciones políticas,


ideológicas y económicas existentes entre estos grupos; para obtener
provecho económico. Y afianzar su capacidad de resistencia, para preservar su
territorio ancestral como su autonomía política. Prueba de ello, fue el constante
intercambio de armas por ganado que sostuvieron con los comerciantes
ingleses, franceses y holandeses; hostiles al dominio español en América. Por
otro lado, las fuerzas de dominación colonial con frecuencia divergían acerca
del esquema; que debía prevalecer en las relaciones con los indígenas.

Por otro lado, la iglesia católica propugnaba por formas suaves de reducción;
mediante la fundación de pueblos de indios, en los cuales estos gozarían de
relativa libertad y estarían exentos de tributos y de prestación de servicios
personales y de ser encomendados. Las autoridades y colonos se opondrían a
la intervención de los misioneros, dado que perdían jurisdicción sobre los
indígenas y sus servicios. Además se adiciona, que algunos sectores de los
grupos locales; buscaban el sometimiento de los guajiros para extender sus
hatos ganaderos. Se aprovechaban de las tierras fértiles de los naturales,
como de las personas reducidas; para destinarlas en calidad de peones en las
labores agropecuarias. Otros sectores estimulaban los conflictos interétnicos e
intraétnicos para seguir con el ejercicio del contrabando y con la ayuda de
parcialidades aliadas.

Desde mediado del siglo XVI, la iglesia católica había mostrado interés en
desarrollar labores de evangelización en la península. Hacia 1580, el obispo de
Santa Marta en una relación que envió al Monarca Felipe II, informaba que era
muy poco el provecho espiritual obtenido en esa provincia “… porque la tierra
nunca ha sido allanada, ni sujeta”. Hacia 1609, se habían bautizado y casado
en la región cercana a Rio de la Hacha, más de trescientos (300) indios
guajiros; sin embargo, diez (10) años más tarde; habían dejado a sus esposas
legítimas para unirse según su costumbre con otras mujeres. En 1692, se
establecen misiones en los sitios Menores, Laguna de Fuentes y Camacho. En
el último año del siglo XVII, los misioneros capuchinos provenientes de
Valencia; habían fundado los pueblos Menores, El Foco, La Cruz y Orino
(Mushichi). Esta primera misión capuchina fracasó hacia 1701, debido a la
sublevación de los indios Cusinas y Guajiros que asaltaron las haciendas de la
zona y quemaron los poblados erigidos por las misiones.

Un nuevo proyecto de poblamiento se inicia con el nombramiento de Don Juan


Beltrán de Caycedo, como Gobernador de Santa Marta y pacificador de los
guajiros. Dos años atrás, la ciudad de Rio de la Hacha había quedado
incorporada al recién creado Virreinato de la Nueva Granada; lo cual resultó
comprometido una mayor participación de la Corona en el escenario guajiro. La
resistencia indígena, condujo a una mayor confluencia de las fuerzas de
dominación colonial; evidenciada en el diseño de un proyecto de
evangelización apoyado en la fuerza militar. Los misioneros capuchinos
consideraron indispensable dicho apoyo, sustentado en el fracaso de los
empeños anteriores y la necesidad de retener a los indios; sometidos y
reducidos en los poblados. Este proyecto no contó con el apoyo del Obispo de
Santa Marta, el mercenario Antonio Monroy y Meneses; quien era partidario de
la suave teoría Las Casianas.

Con la convergencia de tres fuerzas conflictivas, el Gobernador Beltrán de


Caycedo, el Obispo Monroy y los Padres capuchinos se inicia la fundación de
nuevos pueblos; y el repoblamiento de otros que habían sido abandonados y/o
destruidos en los periodos de conflicto con los indígenas. Debido a la efímera
existencia de los mismos, es frecuente hallar varias fechas de fundación de un
pueblo; o con el mismo nombre como es el caso de San Nicolás de los
Menores. El Obispo Monroy, se preciaba de haber reducido a dos mil
quinientos (2500) indios en los pueblos de Menores, La Cruz, Rincón, Orino y
San Felipe; lo cual realizó durante los meses de julio a septiembre de 1721. A
posteriori, fundó a San Pedro de Nolasco de Soledad, San Ramón de Parauje,
Nuestra Señora de las Mercedes del Calabozo y San Agustín de Manaure
(Aquarium) y Boronata (11 kilómetros al sur del kilómetro 33, de la carretera
Troncal del Caribe; entre Riohacha y Maicao). Hacia 1726, los misioneros
capuchinos se retiraron de las nuevas poblaciones; la amenaza de los
indígenas se hacía cada vez más fuerte y se rumoraba un nuevo alzamiento,
que en realidad se produjo en 1727, con la participación de más de dos mil
(2000) indígenas. En síntesis, puede concluirse que la política de integración a
través de la divulgación de la fe cristiana; se constituyó en un rotundo fracaso,
según las mismas fuentes eclesiásticas “ni aún, aquellos indios criados desde
pequeños en casas de españoles; abandonaron sus costumbres y sus leyes”.
Moreno señala como “los símbolos del ritualismo cristiano, fueron rechazados
por los naturales. Las imágenes de los santos fueron arrastradas por las
cabras, las piedras del ara fueron utilizadas para dar filos a sus fierros, las
albas fueron convertidas en mantas de mujer, los hábitos convertidos en
mantos para los hijos, las telas y forros fueron utilizados para hacer forjas y el
cáliz para beber chicha”. (10) Posteriores intentos de retorno de los misioneros
en los años de 1736, 1742, 1763 y 1775, de igual, fueron estériles y de efímera
duración.
(10) Moreno Piedad, Josefina. Guajiro, Cocinas Hombres de Historia.
Universidad Complutense de Madrid.

Las Empresas Pacificadoras de Ruiz de Noriega.


En mayo de 1760, se firma una capitulación entre el Virrey Joseph Solís y
Bernardo Ruiz de Noriega, asentista español propietario de una factoría
de negros en Panamá; quien con el apoyo del cacique oficial, Cecilio
López Sierra; se propone pacificar a los indígenas a cargo de su propio
costo. También, a cambio de algunos beneficios económicos y
comerciales; como el de tener licencia para importar esclavos negros a la
península, libres de impuestos y de esa manera, poder abastecer de
negros a la provincia de Santa Marta. El plan de poblamiento de Ruiz de
Noriega, contemplaba el control de las costas oriental y occidental de la
península; mediante la fundación de ciudades, tanto en Bahía Honda
como en el Cerro de la Teta. Además, consideró el establecimiento de
almacenes de pesca en los islotes de los Monjes; y de tabaco a orillas
del río Socuy o Limón.

La empresa de Ruiz de Noriega, encontró fuertes oposiciones; de un lado,


era evidente que sus intenciones apuntaban a establecer un emporio de
contrabando en el territorio guajiro, amparado en una capitulación real.
Su socio era el llamado Cacique General de los Guajiros, éste sólo era un
jefe de parcialidad; aliado a los españoles con cierto prestigio dentro del
grupo indígena, pero sin autoridad política sobre otros jefes de
parcialidades. En definitiva, su empresa lesionaba los intereses de las
autoridades vecinas del Río de la hacha; ésta veía limitada su jurisdicción
a unos estrechos límites territoriales. Una vez lograda la pacificación de
los naturales, se debía crear una entidad territorial llamada Gobernación
de los Nuevos Valles de Peña Mellera; la cual estaba situada entre
Riohacha y Maracaibo.

La exclusividad comercial concedida a Noriega, lesionaba los intereses


de los funcionarios que facilitaban el contrabando; se verían excluidos de
los pingües sobornos que se derivaban de esta actividad ilícita. La
llamada pacificación, se limitó a la firma de algunas capitulaciones con
los indios Paraujuanes y con jefes de parcialidades como Capurincae y
Majusares.

En 1761, Ruiz de Noriega fundó la ciudad de San Carlos de Pedraza;


situada en la provincia de Orino, en el camino que conducía hacia
Maracaibo. La desconfianza de la Corona y de las reales intenciones del
titular de la capitulación; tanto, como las múltiples acusaciones contra
éste; llevaron a la anulación de la capitulación en agosto de 1762.
El Plan de Poblamiento de Arévalo (1772 – 1776).

El interés de la Corona por colocar el territorio guajiro bajo su efectiva


jurisdicción, se fundamenta en diversos atractivos económicos, políticos
e ideológicos; por un lado, se buscaba la obtención de tierras fértiles
para la expansión de la actividad agropecuaria y de los vecinos hispanos
como la captura de mano de obra indígena, con el fin de destinarla a los
oficios artesanales en las haciendas ganaderas o a simples servicios
personales. Por otro lado, se pretendía imponer tributación a los
indígenas; dado que poseía una numerosa ganadería, además buscaba
recuperar el control de la explotación de las perlas; convirtiéndolos al
cristianismo y poner fin a la actividad del contrabando.

Los continuos “alzamientos” que se sucedieron en los años de 1590,


1623, 1644, 1646, 1701, 1727 y 1761, culminaron en 1769, con un
alzamiento general de la gran Nación Guajira. Bajo el pretexto de castigar
algunos robos cometidos por los indios Cocinas en haciendas de
españoles, las expediciones se volcaron contra algunos indios
principales; tales como Antonio Paredes, Cacique de Chimare, y otros
guajiros que se hallaban en paz. Las acciones españolas contemplaron el
robo de ganado, la muerte de muchos naturales y el envío de otros
cautivos a Cartagena. En mayo de 1769, los nativos de los pueblos de
Orino (Mushichi) y El Rincón iniciaron el ataque a las haciendas y
poblados españoles situados en su territorio. Cerca de sesenta (60)
lugares y haciendas fueron destruidos en los días posteriores al dos (2)
de mayo y más de cien (100) españoles murieron en los encuentros
armados. La propia supervivencia de la ciudad de Riohacha se hallaba en
serio peligro, por lo que se pidieron refuerzos a Cartagena, Santa Marta,
Valle de Upar y Maracaibo. En 1772, fue nombrado comandante
pacificador; el ingeniero militar Antonio Arévalo por el Virrey Manuel
Guirior.

Arévalo propone disipar la distensión de las relaciones con los guajiros,


para evitar abusos de parte de los vecinos hispanos y deseaba consolidar
el dominio de la Corona en la península; mediante un plan básico de
poblamientos. Para ello, concibe la fundación de cuatro (4) pueblos
españoles en sitios estratégicos de la península; para aislar a los guajiros
del contacto con comerciantes extranjeros y detener el contrabando.
Además, concibe la erección de dos pueblos: San José de Bahía Honda
(1772) y Santa Ana de Savana del Valle (1776), situadas sobre las costas
occidental y oriental de la península; con miras a proteger la vital ruta que
comunicaba a Riohacha con Maracaibo. También, funda los pueblos de
Pedraza y San Bartolomé de Sinamaica (1774). Arévalo proyectó la
creación de pueblos de indios en los lugares de Macuira, Chimare, Apies,
Parauje, Federmania (Carrizal), Manaure, Puerto Alfinger (El Pájaro) y
Calabazo; los cuales, debían levantarse de manera simultánea para
controlar en lo posible resistencia indígena.

Esta primera etapa del plan pacificador, culmina a los cuatro meses de
iniciada; con el retiro de Arévalo a Cartagena, quien deja a cargo de su
continuación a Don Joseph Gayuso. Éste último, copartidario de reprimir con la
milicia a los indígenas, para mantener su total control político. Empero, sus
abusos provocaron un nuevo alzamiento en 1776, que obligó al comandante
Arévalo a retornar a la península y concebir un segundo proyecto de
poblamiento; que aunque un poco diferente del anterior, fue también
infructuoso. Nuevas campañas de pacificación fueron desarrolladas en 1778,
por don Antonio de Narváez y Latorre y en 1778, por don José Medina y
Galindo. Con excepción de Sinamaica, todas las poblaciones de españoles;
levantadas durante la campaña pacificadora de Arévalo, desaparecieron antes
de finalizar el siglo dieciocho. No obstante, los ataques de los indios
guajiros se concentraron sobre Sinamaica y continuaron en 1800, año en
que se rumoraba que oficiales ingleses asesoraban a los indígenas en
tácticas de guerra regular. Para facilitar su defensa, la ciudad de
Sinamáica fue traspasada de la jurisdicción de Riohacha a la de
Maracaibo en 1792.

SIGLO XIX Y XX

El Surgimiento de la República.

En los años siguientes del retiro español del Norte de la península, se da


inicio a la lucha de los criollos por la independencia; no existe evidencia de
que los naturales adopten actitudes menos hostiles, respecto de los
Republicanos. No obstante, estos concebían nuevos proyectos de
poblamientos en la península; prevenidos de que sus triunfos puedan
implicar reorganizaciones territoriales de las entidades políticas hispanas,
como el Virreinato de la Nueva Granada y la Capitanía General de Venezuela.
Desde el exilio en Jamaica, Simón Bolívar concibió en 1815, la creación de
una capital; acorde con su ambicioso proyecto político. No escaba a éste, la
inestimable importancia que adquiría la península de los guajiros. Una vez
borradas las fronteras granadinas y venezolanas, aquella quedaría situada
en el centro mismo de la Gran Colombia. Admitía sin embargo, que este
territorio no pertenecía a ninguno de los dos países; pero aspiraba a
anexarlo a estos, una vez obtenida la independencia de España y
consolidada la unión. Arévalo piensa también en la reducción de los
indígenas, la cual concibe más en una forma ideológica que militar. Las
ventajas derivadas de las condiciones geográficas de Bahía Honda, le
sedujeron al igual que a quienes le precedieron en las empresas pobladoras;
por ello, piensa en “… una nueva ciudad que con el nombre de Las Casas,
en honor de ese héroe de la filantropía; se funde entre los confines de
ambos países, en el soberbio puerto de Bahía Honda.
Esta posición aunque desconocida, es más ventajosa por todos respectos,
a que su acceso es fácil y su situación tan fuerte; que puede hacerse
inexpugnable. Posee un clima puro y saludable, un terreno tan propio para la
agricultura; como para la cría de ganado y una gran abundancia de maderas
de construcción. Los salvajes que la habitan serían civilizados y nuestras
posesiones aumentarían con la adquisición de La Goagira”. Aunque la
ciudad de Las Casas ocuparía hoy, un lugar importante en la frustrada
historia de las ciudades utópicas latinoamericanas, ello no significa el fin de
los proyectos republicanos para poblar en Bahía Honda. En 1829, el
gobierno de Venezuela planeaba consolidar su presencia en dicho puerto;
pero, los costos de la empresa que implicaba también operaciones militares,
así como las dudas que tenía acerca de sus derechos sobre la costa
occidental de la península; la disuadió de llevar a cabo tal acción. El final del
dominio español, significó para el gobierno de Bogotá; tener que enfrentar
todo un legado de problemas pendientes en el territorio de los Guajiros.

El Quebrantamiento de la Resistencia Indígena.

Los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX, según Vásquez, fueron
de intensa redefinición territorial, jerarquización y diferenciación social entre los
diferentes clanes indígenas. Manifiestas éstas en fuertes luchas intraétnicas,
que ocasionaron migraciones de la Alta hacia la Media Guajira; puesta en
primer plano al interior de la comunidad y por los caciques de toda la región.
La pérdida de la correlación existente entre el espectro de recursos culturales y
la gama de recursos naturales existentes en la región, condujo al
quebrantamiento de las bases esenciales de la resistencia indígena. En el
período comprendido entre 1880 y 1930, se produce una consolidación de la
presencia de la iglesia católica a través de los internados indígenas; pero, se
continúa con la trata de guajiros hacia las haciendas venezolanas; lo que
obliga a establecer un enlace económico republicano en Manáure, basado en
la explotación de la sal.

Las misiones católicas que habían fracasado durante el período colonial, se


reanudaron en el siglo XIX, aunque en forma discontinua; puesto que la
escasez de recursos para la evangelización y las luchas iglesia -- estado;
afectaron su desarrollo. En 1864, los Padres Capuchinos españoles, lograron
establecer la misión de Marauyen al haber realizado centenares de bautismos
entre los indígenas. En 1873, ésta tuvo que ser abandonada. Nuevos intentos
se efectuaron en 1879, con sacerdotes provenientes de Curacao, pero un año
más tarde se suspendieron las catequizaciones. De este período subsisten
textos de gramática sobre la lengua guajira, como el escrito por el Presbítero
Rafael Celedón, que debían facilitar en el futuro la labor misionera. A
comienzos del siglo XX, bajo el liderazgo del Obispo Atanasio Soler y Roy se
inició una segunda etapa misional; que dirigida de manera expresa a la
población infantil de los guajiros. Esta misión buscaba la conversión de estos al
cristianismo y su efectiva integración a la “civilización”, por medio del
encerramiento de los niños indígenas en internados; donde estarían a salvo de
la influencia de sus familiares. Tal procedimiento buscaba actuar sobre lo que
era considerado por los religiosos, como el principal obstáculo __el proceso
endoculturativo tradicional__. Los internados fueron llamados “orfelinatos”, en
donde se consideraba a los jóvenes guajiros; como gente huérfana sin Cristo.
Alrededor de los centros educativos, se consolidaron los asentamientos de
mestizos e indígenas existentes en la península de La Goajira.
LAS RUINAS DEL IMPERIO GUAJIRO

POLACO ROSADO

A mi llegada a Guarpana --
Alta Guajira--, a primera
instancia; recibí el saludo
amable del indio Torito
Iguarán; con sendas
palabras: “Tú haces honores
a tu animal totémico,
delgado; pero, con buen
físico: Alcaraván”.

Cuenta la leyenda de los indios guajiros, que el hechizo de Puerto López; consiste
en que “la persona que se lleva un trozo (fragmento) del meteorito, no llega a
su destino”.

El Presidente de la República,
Alfonso López Pumarejo; por
considerar que tenía abolengo de
Almirante, fue la persona que quiso
realizar labores de asistencia a la
cultura guajira. Por ello, bautizó en
la laguna Tukakas; al asentamiento indígena Guarpana, con el nombre de Puerto
López en 1934. En principio, nos enseñó a vivir del contrabando; de esta manera,
quiso allanar dificultades de orden personal y/o social; a grupos de individuos del
pueblo guajiro, para que establecieran relaciones comerciales con las Antillas
holandesas de Aruba y Curazao. Los contrabandistas no se hicieron esperar. En
Riohacha, Capi Curiel construyó la embarcación “Josefa Isabel” y en Punto Fijo
(Venezuela), un margariteño se hizo a la vela en la chalupa la “Galana”. Desde
Riohacha, los camiones que transportaban los víveres y las mercancías ilícitas,
eran de propiedad de José Ceferino Rosado, José Prudencio Aguilar, Luis Illidge,
José Antonio Bonivento, Manuelito Bonivento, Néstor Gómez, Carchi Henríquez e
Ismael García, entre otro. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial,
Alemania le declaró a Estados Unidos; la guerra submarina del Caribe. Y el
floreciente auge de los pueblos de la península de La Guajira; se vino abajo.

En 1950, Puerto López comenzó a resurgir; gracias al comercio marino con las
Antillas, que consistía en la obtención de víveres y otras provisiones; a cambio de
ofrecerles café en grano. La empresa Cemento Caribe se dedica a la explotación
de talco; que servía de materia prima, para la elaboración de cemento. Para
garantizar el transporte en grandes buques, instala una estación de combustible
en Laguna Tukakas. Estas embarcaciones son aprovechadas por el comerciante
Mario Pinedo Barros, para llevar ganado vacuno, caprino y ovino a las islas de
Aruba, Curazao y Martinica. Con el despertar de este último proyecto de negocio,
se restablecen las relaciones comerciales con los antillanos. Cuando niño,
recuerdo las primeras impresiones de los camiones contrabandistas conducidos
por Segundo Mesa, Chopi Rosado, Deofante Lubo, Máximo Iguarán, José Luis
Iguarán, Luis Illidge, José Antonio Bonivento, Polanco Pérez, Fifo Durán Pana,
Luis Ángel González y Rangel Palmar, Sampi Lopesierra y el pacotillero de Pipe
Socarras; entre otros. Y los propietarios de los barcos piratas, la “Por ella” de
Chopi Rosado; el “16 de Julio de Liceo Lubo; el “México” de José Prudencio
Aguilar; la “Rápida” del Diablo Blanco; la “Clara” de doña Clara Pinzón, millonaria
dedicada a la venta cervezas bien frías; la balandra “Briceida” era del rico Antonio
Gómez; este había acumulado una fortuna representada en Dólares, florines y
bolívares; que lo convertía, en el venezolano más poderoso de la isla de Margarita
y el “Perú” de Taushinara Ibarra. Esta gama de hombres honrados y valientes,
fueron miembros activos del Imperio Guajiro; que exportaron millones de bultos de
(60 Kgrs) con café; que le reportaron jugosas ganancias, que superaron la bolsa
del mercado negro de Nueva York. Esta cifra impresionó al mundo financiero, al
enterarse de que en Puerto López no había
sembrada; una sola hectárea de café. De
pronto, terminaba la primavera de 1952,
nadie estaba preparado; para ser
protagonista de la escena dantesca que
deparaba al pueblo. (Leer el cuento “El
Supuesto Teniente”, en la obra Cuentos
Guanebucanes). Hoy, en día; la calle habla
de las escenas recreadas, de las casas en
ruinas. Freno el campero Toyota en el
centro de la ruta; nos apeamos, y todos
vimos la longitud y ancho; de lo que queda
de calle. De inmediato, nos dimos cuenta,
que las viviendas; son pinturas que hablan con
aplastante quietud. Al fondo y en el centro de la vía, la
parroquia no deja deslumbrar; por el fervor que
despierta esta historia. Al costado derecho de
nosotros, está el bar de la desgracia.

El sol se posa sobre las fachadas, de la acera


izquierda de la calle; estas imágenes fantásticas
pueden contar detalles notorios de las casas propias
de estilo republicano; como la del Zurdo (el
cartagenero) y las casas de Joaquín Salazar y
Baronchi Salazar; sigue en importancia, el rancho de
Julio Hernández y la mansión del Inspector Pachito
Iguarán, su condición médica tiene sobre peso; por los
estudios universitarios alcanzados. Él tiene por vecino
a Marcos Salazar, esposo
de Lucila Iguarán; su
imagen pública, alcanzó
grandes alturas. Y al
residente vitalicio Elías
Iguarán. Sigue el orden
especial, la residencia del
hogar formado por la

señora Patricia Basiliza Iguarán Iguarán, con Ezequiel Iguarán; padres de Tuto,
Tano, Ezequiel Jr. y Marcos –el apellido Iguarán es sinónimo de filantropía--, más
adelante; un pedazo de la calle está enmontado y el recorrido final, fue en el lote
donde quedaba la Escuela Misional Nuestra Señora la Virgen del Carmen y la
vivienda de los maestros; que por ironía de la vida, hace tapia con los vestigios de
la residencia de las mujeres de la vida alegre. Es imposible, no sentirse afectado
por esta historia.

Otro atractivo es la
mirada de la parroquia
Nuestra Señora la
Virgen del Carmen.
Tiene viviendas a los
costados y por delante.
La amplia avenida,
posee una dimensión
espiritual; aquí, hay algo
y hay alguien; hay tanta
tensión, que se siente
hasta en el aire.
Todavía, hay energía de
las dos caras perversas;
del bien y del mal. A
pesar de la destrucción, la edificación rompe con el pasado. El destello del sol,
puede ser observado; en el calentamiento de las paredes.

Llena de vida, la matriarca Aida Quasd Iguarán con cierta aura espiritual; recuerda
momentos y revive memorias al señalar las viviendas de estilo caribeña estándar
imágenes que representan palabras, ideas y sonidos; interpretación fundamental,
que se escuchan por el lado derecho del vehículo Toyota rojo. La personalidad
luminosa de Aida, fortalece su identidad y autoestima; al ver con los ojos de la
mente, los patios de las viviendas, que se
encuentran amenazados por las
cambiantes arenas del médano, que a
pasos gigantes: camina veinte centímetros
cada año. Tanto, ella como Torito Iguarán;
quisieron compartir sus historias con
David Robles. Sus mentes son
bombardeadas, por imágenes de otro
tiempo. Cuentan historias cumbres, de los
médanos que se mueven veinte
centímetros cada año; para devorar los
patios de la cantina donde el Teniente Santacoloma da muestras de tener
tendencias a humillar o a entrar en discusión con la gente y como medio de
provocación, se dedicaba a matar los perros; lo que parecía ser el denominador
común, de un sociópata sin emoción ni remordimiento. No satisfecho con lo que
hacía, el psicótico asesino fulmina por la espalda al cantinero Mundo Pana. Con
esta hace vecindario el negocio de William, dedicado a dar hospedaje a las
prostitutas que llegaban al pueblo. En ese orden, estaban las habitaciones de la
marica Ruperta, seguida por la de colega Juancho Scott; la pared derecha, colinda
con la residencia de Juancho Coba; sigue en importancia avecindaría, el reciente
hogar de la familia Barucci y el eslabón de almacenes y oficina de los hijos del
palestino Nicolás Elías Abuchaibe Idani, comerciantes de escafandras para buzos
que se dedicaban a la pesca perlas; también, vendían telas y se dedicaban al
cambio de monedas extranjeras: Dólares, Bolívares Florines y a la compra del
fruto del dividivi. En ese orden, tenían de vecina a la desparramada casa de la
señora Clara Pinzón; que se dedicaba a la venta de cervezas bien frías. Al
costado derecho, quedaba la Inspección; donde labora en calidad de secretario, la
trágica figura de Lisandro Pinedo. El encanto de la residencia de Pacho Amaya, es
porque está ubicada al lado de la Inspección. Esta llega a ser muy cercana vecina
a la familia del señor Joaquín Iguarán (Maquishi). Siento que algo me lleva a decir
que en el lote enmontado, desaparecieron el restaurante con techo de dos aguas,
de Toña Suárez, la mujer de Luis Núñez; el dulce hogar de Taushinara Ibarra con
Chila Rosado, que está a prudente distancia de
la parroquia Nuestra Señora La Virgen del
Carmen y al final de la acera, está solitario el
rancho con techo de yotojoro de Alicia Padilla;
viuda del margariteño Luis Beltrán Suárez. La
riohachera tenía el alma devastada por el vil
asesinato de su hijo Augusto. La india, el
paisano y el alijuna; llegan a la puerta de la
Casa de Dios, y ponen fin a este clima de
miedo. Meditan. De espalda, Torito tiene una mirada que lo recuerda todo. Las
edificaciones, tienen un
semblante de mucho
estrés. Estas imágenes,
son una forma de
comunicación con la
gente; que todo lo ve
desde afuera. El exceso de entusiasmo, nos lleva a dar un paseo; por la orilla de
la playa.

Empezamos a sentir aire oceánico. A nuestros ojos, el mar se viste de nuevo; de


la ilusión azul del azulejo del Cielo. Éste baña las arenas color marfil, que
conforman una postal; que cautiva todas las miradas. Es otra dimensión, con
Venezuela, al noreste de nuestra
ubicación. Los indios, desconfiados y
cautelosos; le han dado la espalda a la
laguna Tukakas; arropada por lenguas
de vientos fuertes, que el gringo David
Robles se propone atravesar a nado;
para llenarse de orgullo y decir que él
es el primer guanebucán en hacerlo.
Pero en la orilla izquierda, sueñan las
paredes derruidas y montículos de
bloques; de la casa solariega histórica
de Juancho Scott. En ella, la historia señala que todas las mañanas; la estructura
brota lágrimas, porque todavía escucha los cañonazos que le propinara la fragata
Almirante Padilla. Ésta, alguna vez, sirvió de refugio a muchos Robinson Crusoe.
En la orilla opuesta, hay una dimensión de piedras y calicanto, que da la
apariencia de ser un rostro que tiene rasgos
característicos de una diosa homérica; este
mural servía de sostén a los tanques de
combustible de la estación Cemento Caribe,
Y en la media luna de la orilla céntrica,
refugiado en el manglar; se encuentra el
meteorito, evento extraterrestre; que habla
de lo conocido y lo desconocido de la órbita
de Júpiter. Más adelante, los objetos en
mención; inspiran un rurrú onomatopéyico; por el riesgo de la osada hazaña que
David pretendía llevar a cabo: “¡Gringo… no lo intentes, porque debes tener en

cuenta; que el manglar que rodea


la laguna, es una fuente de alimento para los tiburones que llegan a visitarla;
en tiempo de desove ¡”.Estos monumentos de gloria, velan el andar de los años.
Desde la orilla de la playa, una ilusión óptica nos lleva a ver unidas; las dos torres
que separan a Colombia de Venezuela en el punto extremo de Castillete. Por la
conducta del personal policivo, la relación de los países hermanos; no está en los
mejores términos. Próximo al árbol de “Mangle de Pablito, estoy tentado a saber;
que tanto sabe, el viejo zorro marino de Torito Iguarán: Por principio, los
lugareños, mantienen el espíritu variable, razón que lo ha llevado a pervivir o a
morir en circunstancias difíciles. El cementerio con cadáveres reales. Otras
tumbas con espíritus, entre ellas la de
Santacoloma; que parecen estar vacías,
como si sus muertos; habrían salido con
voluntaria resurrección. El aeropuerto, es
fiel reflejo de lo que fue el poder económico;
de este vasto imperio; en él, todos los
jueves aterrizaba un avión de la empresa
aérea Skaddat. La duda razonable de su
existencia, está en el condominio del
legendario Pópilo freile Rosado; que fue
abandonado muy pronto, por la mordida
que le propinara una culebra Mapaná
raboseco a su esposa Rosario Pérez. En
esta oportunidad, arribó al puerto el ferri
# 241, de la Armada Nacional; repleto de
víveres para promover el asistencialismo,
en la Gran Nación Wayüu; y de esa
manera, mitigar el hambre, a que fueron sometidos en 1952. El pueblo muere de
manera metafórica, pero… aquí pasamos los mejores momentos de la balada; y
quedamos emocionados con la hospitalidad de su gente.

LOS CAÑONES DE PARAJIMARÚ

POLACO ROSADO

El campero
amaneció
pinchado, en la
rueda delantera
derecha. Con gato
y cruceta en mano,
se resolvió el
impase. Con el
encendido del
motor, la ciudad
queda atrás; el
sonido viaja y hace vibrar el aire. Las agujas del tablero indican que el Land
Cruiser va a buen ritmo sobre la marcha. En su interior, reina el silencio. Tres
moais piensan sobre sí mismo, recuperan una mirada compleja; sobre los trillos
del camino y las muchas promesas que ofrece el desierto. El paisaje es
consistente en montículos de arena y arbustos espinosos, pero, durante el
trayecto; han visto que los árboles se mueven en dirección contraria. Las llantas
estropean el camino que nos lleva a Pusheo. Lugar ideal, para comer algo de
comida tradicional; en el restaurante del indio Martín. A él, se le conoce por ser
amable; y por la necesidad de ser el centro de atención de Bahía Honda. La
parada ha servido para el consumo de combustible, lo que me ha llevado a pagar
la gasolina más cara del mundo. El vehículo se abre paso, por el mundo que nos
rodea; funciona por decenas de kilómetros por venir, a su paso por Pasadena, El
Paraíso y Nuevo Ambiente. El copiloto David Robles y la pasajera Aida Kuast; han
volcado su atención hacia las costas de Bahía Hondita.
Este laberinto de recodos
pocos profundos, deja la
falsa impresión de que
alguna vez; pudo haber
ocurrido una falla
geológica. Al lado
izquierdo de la ruta, ha
aparecido la trocha que
va hacia Taroa. Éste
puerto, está relacionado con la historia de la línea imaginaria del corregimiento de
Taguaira; ubicado en la zona norte extrema de la Alta Guajira. En la aldea aledaña
de Punto Fijo, el desierto sustenta una nueva flora, los animales que viven aquí;
son sobrevivientes supremos. La movilidad aumenta en la vía en dirección
Noreste. Y en la comunidad “La Unión” , se obtiene un descanso no programado.
Pero, es el momento de
compartir sonrisas e
historias con el cacique
Marcial Barrozo y su hija
Iris. Ella tiene la sutileza
de presentarle a Aida y a
David, el proyecto
“Construyendo
Comunidades”;
patrocinado por USAID del pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica –
American Red Cross y Cruz Roja colombiana (100 años de historias). Pero, en mí
despierta curiosidad; que éste es el lugar de la Tierra, que tiene más parecido con
la superficie del planeta Marte (IMG 081856). Este azafrán de belleza natural,
forma parte del Parque Nacional Makuira
MACOIRA

“La majestuosa, legendaria y encantadora


centinela; pulmón y oasis de La Alta
Guajira, donde nace el origen y el
desarrollo mítico del ser wayuu”.

La metáfora viva es una zona


resguardada de lluvia, que
expresa lo que todos sienten;
cuando la miran. Por ahora,
estamos en curso directo hacia
ella. Y el gran entusiasmo, nos
lleva hasta la aldea aledaña de
“Buenos Aires”. Aquí, Aida
encuentra cerrado el rancho de la
prima Isaura Ibarra Iguarán, única
sobreviviente; del matrimonio de
Lucila Iguarán con Taushinara Ibarra. Entre los residentes del rancho vecino, se
cruza con un rostro familiar (IMG 2641); que lleva puesto atuendos muy típicos de
la región. Con cuidado, observo sus rostros; y cada uno de ellos tiene rostro de
jinete de terracota. Sostienen un diálogo detallado sobre el agua, es una versión
antropológica; con mucha clase de inglés, español y Wayuunaiki. Era el momento
de compartir sonrisas e historias familiares, pero la conversación se sale de
control; y Aida decide retirarse. Yo me siento amedrentado, por el cuadro de
situaciones que presentan los picos agudos de la milenaria Macoira; donde hay
dos volcanes dormidos (IMG 2636). La visión psicológica, me hace pensar que el
día que se activen; la zona se convertiría en un infierno terrenal. Mientras Aida
dice que el “pico del aceite” está al pie de la cresta, Eloíza Iguarán nos indica, que
siguiendo el terreno llano y ondulado que conduce hacia el cementerio;
penetraríamos el difícil y tortuoso cañón. Esta es la primera vez, que intento pasar
por este mítico coloso. Pero me lleno de determinación, porque confío; que el
umbral de desempeño del campero, está en la potencia. La movilidad disminuye
en el espacio comprendido entre las dos serranías, y cada metro recorrido; se
convierte en un entorno cambiante y difícil, antes de hacer el arribo al poblado
mágico de Taguaira.

El pintoresco poblado, está


llamado a desaparecer. De
inmediato, crece la tensión en
David; por conocer a la primera
autoridad del caserío. Nos
acercamos al rancho, donde
está la camioneta Burbuja color
rojo; en efecto, él se encuentra
allí; reunido con algunos
integrantes del círculo de
indígenas íntimos. Luego del tradicional saludo, Aida a través de su lenguaje,
habla de llevar a cabo el proyecto; que tiene la misión de producir agua, para
servir a toda la comunidad. Eso provocó especial contento e interés. David Robles
se dirige hacia ellos en español, como si todo estuviera saliendo a la perfección
con el plan. Una ráfaga de viento helado, que viene de la Montaña; lo que cambia
el curso de la conversación. Queda suspendida. La desaparición del sol, es un
recurso poético; para aumentar el suspenso de la noche. La pernoctada es en el
rancho de la madre del Cacique, cae la noche y se despierta otro mundo. Por
costumbre despierto a las 04:10 A.M. y por un segundo; tengo la sensación de ver
la llegada del sol azul “Wüit > tüsü ka>i kai”. Al disiparse las nubes, ya no era el
mismo sol; entonces, vimos el
renovado compromiso de
abandonar el fantástico lugar. La
aventura de descubrir la magia de Shiapana; nos ha llevado a ver cerca de diez
ranchería o aldeas, situadas en las cercanías de la Makuira; y para ese momento,
a nuestro alrededor. Por los caminos, los indios deambulan como pasajeros de la
pobreza.

El desierto de los alrededores


de Topia, a veces llega y se va
en forma inesperada. Una nube,
es evidencia visible; del aire que
está sobre el corredor misterioso
donde se encuentran las
esfinges sin rostros y el
manglar de la laguna Cocineta
en Castilletes, Puerto López
redimido por la música de Rafael
Escalona; Puerto Inglés historia
inventada por los ojos azules de
Gaspar Iguarán Rosado “el
Inglés”, remoquete que fue
motivo clásico para aparecer
como fundador; y Puerto
Francés, atmósfera agradable
de una humilde familia de
franceses; que residía en este
paraje. Entonces, surge la ilusión de acercarnos a un rancho; para que Aida le
dijera: “Yo soy hermana de Máximina, la que vive en Parajimarú”; el aborigen, en
señal de que habíamos perdido el camino; torció el brazo, como un arco; y con un
tipo de conducta distraída, responde: “Yo te llevo”. Sobre la marcha, él se
adelanta en una moto; y las cosas empezaron a moverse en esa dirección. Al
iluminarse el paisaje, los cactus cuentan la historia; del gran desierto blanco y
azul, que se abre entre nosotros. La aventura de descubrir la magia de cuatro
pozos secos, que le dan vida a cuatro palmas de cocoteros (Cocus nucífera);
hace posible, para que de manera gradual; nos acerquemos a la puerta del
rancho pretencioso de Maximina Kuast Jusayú. Entusiasmada y llena de gozo, fue
al encuentro de la hermana Aida. Se abrazaron en duelo, para desfogar una
nostalgia de dieciocho años. Parece que aquello nunca terminaría, porque traen a
la memoria; buenos recuerdos de su niñez. Y comienzan a extrañar el amor, por
la casa de la señora Eudomenia Iguarán; residencia que fuera el pensamiento
español, más avanzado. Con ella, todos sus personajes; parecían venir de la
mano, al recordar que Iris, Canducha, Emilba, Elsa y Aida; alcanzaron a reunir un
peso con setenta y ocho centavos ($1.78) y se lo dieron al esclavo Cristóbal
Jusayú, para que huyera hacia Caracas (Venezuela) y pudiera ser libre. El
esclavo Cristóbal era hijo de Gavilán Pushaina, quien desde muy pequeño; fue
servidumbre y estaba herrado en la espalda, con el hierro de la familia Iguarán.
Pero en 1954, el señor Ezequiel Iguarán media con su madre Eudomenia Iguarán;
para liberar al esclavo Gavilán Pushaina, a quien recompensó con una gruesa
suma de dinero; para que fuera respetado y valorado por las veintiocho castas
guajiras.

Los símbolos totémicos de las


castas, fueron investigados por Juan
Manuel Iguarán Shijona; y algunos
por causas desconocidas; se han
extinguido. El interior de la
enramada, está la mesa de
comedor; es el lugar familiar
desde que tiene historia, donde
ellos han compartido sus
costumbres y felicidad. Aida y Maximina hablan y hablan sin cesar, hasta que
quedaron sin tiempo; recuperaron la memoria histórica, en el difunto Coco
Iguarán; bisabuelo de los hijos de Monchero Henríquez Iguarán y en el viejo
Mozo, padre de Adelaida Jusayú, la mamá de Víctor Kuast, Emiliano, Maximina y
Yamile. Otra hermana de Adelaida era Mercinda, la madre de Rafael
Valdeblánquez, Felicia y Yuya. Cabe mencionar a Piriniana Pushaina Hernández,
quien tuvo dos hijos con Jacinto López, uno de nombre Ascanio (Macana) y el
otro el “Cordobés”. Vino a su memoria el hogar formado por la señora Elidía con
Maquishi, padres de las mellas; mencionaron a Guashir Yasi como capitán de
navío y comerciante. Nunca dejaron de recordar a de Anita Iguarán Shijona,
esposa de Máximo Iguarán; padres de Jesús, Samuel, Ibeth y Coli. Pasaron a la
tradición oral, y decían de los abuelos del viejo Carlos Iguarán: “ los cañones
llegaron en una balandra de los patriotas; y con la ayuda de algunos indígenas de
la región, fueron colocados en puntos estratégicos de los cerros, en dirección
hacia el puerto. A ellos les dijeron, que eran para salvaguardar las fronteras y las
costas del poblado”. Mientras parecen compartir el entusiasmo, yo tengo en la
retina; el espacio visual de la calle larga

Parajimarú es un paraje, intrincado en la oreja; de la parte Este, de la península de


La Guajira; rodeado por una colina de montículo espinoso y rocoso, que sirven de
base a un par de cañones del siglo XVI. No se conoce página de mundo historial
alguno, que narre como llegaron estas piezas bélicas hasta aquí. Sin duda, tienen
un significado histórico. Estoy asombrado, por el realismo de la visión mía; ya, que
estoy convencido; que estos cañones, fueron motivo de defensa. Ellos dejaron
atrás, el sórdido pasado de la conquista española. Sin embargo, todavía se
encuentran vigilantes de las acciones y maniobras navales; que se realizan en el
Golfo de Venezuela
La sensación de guerra que
inspiran estos cañones, puede
servir de testimonio al
incontrovertible valor histórico;
que en el pasado encontraron
una relación con esta aldea.
Ésta puede ser definida, por la dinámica de algunos autores; como señala en sus
apartes; el historiador TORRES, Almeyda Jesús; en su obra EL ALMIRANTE
PADILLA, Ediciones El Tiempo, Volumen II, Bogotá, D E:, 1983: El 24 de julio de
1823, la escuadrilla sutil de Laborde; varió al Oeste norte y los patriotas
maniobraron en dirección contraria al adversario, impulsados por el viento (…). La
nave enemiga trató de salvarse, ganando la costa; pero, el agua penetró por el
casco; dificultándole la marcha. Sus tripulantes la abandonaron, arrojándose al
lago; al ver que las hachas de abordaje, comenzaban a enarbolarse; en sus
abatidos flancos.

También, podría estar relacionado con la historia de “Los Cañones de Parajimarú”;


este pasaje, que expresa lo que otros sienten: La historia narra, que a las 04:30
P.M. del 8 de mayo de 1823, a la puesta del sol; los bergantines “Independiente” y
“Gran Bolívar”, encallaron a medio tiro de cañón de las fortalezas enemigas. El
primero fue maniobrado y logró salir a flote; después de haber sido evacuada,
parte de la artillería. El “Gran Bolívar” fue incendiado al recibir quince impactos de
cañón, al ser interceptado por el navío “Fama” y fue necesario dejarlo
abandonado; el cual rehabilitado por los realistas.

Otra situación que podría presentarse, es que en la bahía; esté hundida una nave
española del siglo XVI.
NIKOLAUS VON FEDERMANN

POLACO ROSADO

De nombre programático Nicolás De Federman, alemán, natural de Ulm en Suaba;


en la Alemania Meridional. Es uno de los más célebres conquistadores de
Venezuela. Por orden del señor Bartolomé Welser, propietario de la poderosa
casa alemana “Welser & Compañía”; el 2 de octubre de 1529, zarpó como capitán
de navío del puerto de Sanlúcar de Barrameda; en la provincia de Andalucía
(España), hacia las Indias del Mar Océano; y arribó en Coro (Venezuela) el 8 de
marzo de 1530.

Como teniente de gobernación y capitán general, organiza su expedición y el 12


de septiembre del mismo año, parte con ciento diez españoles, dieciséis a caballo,
veinticuatro mineros alemanes, y un centenar de indios Caquetíos; la emprende
por varios territorios de la actual Venezuela, en busca del Mar del Sur (Océano
Pacífico). Osadía, nunca antes hollada por hombres blancos alguno. Tuvieron
confrontaciones con veintidós culturas salvajes. Además, se enfrentaron a
montañas abruptas y salvajes, que no pudieron ser trepadas por los caballos; lo
que lo obligó a cambiar de rumbo hacia el Occidente –de acuerdo con el diario
extraviado de Federmann–, los guías los llevaron por un falso camino, a un lugar
desértico de la orilla de la playa; con ranchos abandonados. Extenuados por el
hambre, debido a la falta de vituallas; y con cincuenta hombres entre heridos y
enfermos, se traslada por la sabana de Seturma abajo; hasta que llega al vado de
un río. Aquí, su estadía es corta; y recuperados sus hombres, emprende el
regreso hacia Coro; a donde regresa el día 15 de abril de 1531.

Una vez, que el capitán rinde relaciones e informes a su superior; en las que da
cuentas de sus actuaciones y muestra apartes de las coordenadas de un río; que
lo llevaría al interior del continente. El gobernante aprovecha la situación y lo
expulsa de las Indias Occidentales. Federmann prepara viaje a Europa; lo más
pronto posible. Según Juan de Castellanos (ver página 202, del IV Tomo de
ELEGÍAS DE VARONES ILUSTRES DE INDIAS), basado en las coordenadas de
los planos; Ambrosio Alfinger organiza su expedición, en busca del caudaloso río
HACHA. A dieciocho leguas del Cabo de la Vela, funda a final de 1531, la ciudad
de “Puerto Alfinger” –actual caserío El Pájaro--, en su trasegar; llega al
asentamiento indígena de Maracarote. Allí, el invasor confronta al cacique
guanebucán Boronata; y luego de hacerle saber “que él es la primera autoridad del
territorio, por el hacha que se le había perdido a uno de sus soldados; en el río”.
Lo somete y lo ultima.

A Federmán se le conoce como robusto y de mediana estatura; arrogante, de


ánimo bullicioso y soberbio; de palabras pesadas e insufrible, con las que
maltrataba a los soldados honrados; por alguno de sus oidores del Consejo de
Indias, se entera de la muerte de Ambrosio Alfinger en el valle de Chinácota
(Santander) acontecido entre finales de 1532 y comienzo de 1533. De inmediato,
el capitán alista el segundo viaje hacia las Indias del Nuevo Mundo; con Jorge De
Spira como gobernador de Venezuela. Zarpa de las islas Canarias, ocho días
antes de la Pascua de Navidad; con la ilusa esperanza de ocupar el notable cargo.
Después de cruzar el mar océano, arribaron al puerto de Coro, en los primeros
días de febrero de 1534.

A la espera de buenas noticias, deja que el Gobernador Spira siga con su


jornada expedicionaria; con el tiempo por aliado, se entretiene de febrero a
marzo; por el Cabo de la Vela y parte de la sabana. En ese lapso, edificó
los primeros bohíos, del poblado de Ulma; nombre que le puso en honor a
su ciudad natal. Después de haber sufrido un hambre prolongada, se anima
en hacer el recorrido de las treinta leguas; que hay desde esta ciudad,
hasta el Río de la Hacha. A menos de medio camino, funda la ciudad de
Federmania –actual caserío de Carrizal--, sigue la dirección del sol y
acampa en el paraje en ruinas que había construido; en el delta del río
ranchería –como lo llamaban los españoles--, el entusiasmo, fue el mayor
recurso de los soldados de Federmann; para la restauración de las casas
en ruinas. El 5 de agosto de 1536, bajo una tienda de campaña; el
sacerdote Fray Vicente Requejada de la orden de San Agustín, oficia una
misa cantada y Te Deum Laudamus; al son de tambores y trompetas; para
conmemorar la fundación de la ciudad de Nuestra Señora de las Nieves del
Río de la Hacha.

A Federmann, no le motiva la decadente pesquería de las perlas; a final de año,


determina, hacer una épica jornada tierra adentro. Con cuatrocientos hombres,
sigue las pisadas de Ambrosio Alfinger; navega por el cauce del río Carancara –
Ranchería--, hasta el valle del cacique Upar. Desde allí, emprenden la cabalgata
para hacer la travesía de la cordillera; que los lleva a internarse en la selva del
llano. De la totalidad de renegados que emprendieron la partida, sólo cien
demacrados antropófagos; llegaron al Altiplano Cundiboyacense, donde quedan a
merced del frío, del hambre y de la muerte. En ese angustiante estado del alma, la
desesperación los llevó al último trance de la vida; donde era preferible morir. Por
mística, se detienen en el valle de Fosca; víctima de la enfermedad de
esquinencia. Por suerte, contaron con honor; a los ojos de Dios. Hicieron alto por
algunos días, sujetos al cacique Bagatá; que era amo y señor de toda la sabana.
Aquí, tuvieron rastros de los españoles del licenciado Gonzalo Jiménez de
Quesada; quienes tenían dos años de estar pertrechados en doce ranchos. Con
los meses, les llega la visita de Don Sebastián de Belalcázar; proveniente del Alto
Perú. El resultado de ese encuentro, dio origen a la célebre leyenda
“ELDORADO”. Además, en demanda de la “Casa del Sol” juntaron el personal y
se trasladaron hacia Pasca; donde los “Padres Fundadores”, en honor al Cacique
Bacatá; erigieron la ilustre ciudad de Santa Fe de Bogotá, el 8 de agosto de 1538.

A fines del mismo año, el Conquistador alemán regresa a España; por su roído
estado de salud, debido a las fiebres contraídas en sus largas expediciones.
Muere en la ciudad de Valladolid, en febrero de 1542.

Riohacha 19, de marzo de 2017


PANCHOMANA: Magia de Mitos y Leyendas

De los guanebucán no queda ningún rastro físico, al parecer; sufrieron una


crisis de identidad. El tiempo dirá que compartieron una larga historia con
los indios guajiros. En su cosmovisión, Panchomana es un lugar del mundo
que no existe; es un estado de ánimo que sí existe.

I El Holocausto.
La corona Española, con los reyes católicos y luego con la llegada al trono
de Carlos I de España (1517) y como Carlos V de Alemania (1519); el
Emperador, emplea su política de expansión y establece la “Casa Welser” en
los territorios de la Gobernación de Venezuela y Cabo de la Vela en 1529.
Esto trajo como consecuencia; la desaparición de la cultura guanebucán.
Aunque, parece ser; que ello, se debió a la especie de confederación que
existió entre las diferentes culturas que habitaban los territorios de la
península. Otras civilizaciones como la Coanao, Anate, Macuiras, Kusinas,
Caquetios, Cuibas, Onotos y Cariachiles; permanecieron en la vasta sabana
en constante lucha contra el invasor; para dejar un legado de treinta y siete
ranchos que se aferran a dar testimonio del patrimonio cultural del cacique
Pancho.

II La Ciudad.
Algo más de cien años, han borrado cualquier evidencia visual de la
existencia de Panchomana. Todo se debió al temprano desplazamiento de
los indios guajiros _así fueron llamados por los españoles_, a los nativos
que tenían asentamiento en la étnica capital Wale Walao y Urina; ubicadas en
la sabana. En vista de que consideraron, que en algún momento del pasado,
hubo una represa de agua en la superficie del desierto. La comunidad que
perduró, ayudó a darle una identidad a la ciudad de Pancho Viejo, porque
eran descendientes físico y espiritual de los guanibucanes. La traza urbana
es el mejor conocimiento de cómo diseñaban los ranchos y bohíos con
sendas enramadas al frente; de las largas calles de sus poblados. El patrón
arquitectónico, tenía que ver con la representación del microcosmo. El
orfelinato es un monumento de gloria, que vela por el andar de los años
viejos; y, de la niñez que se educó en sus senos. La ruina del cuartel, forma
parte de nuestro pasado. El molino rojo (air motor) que se mantiene
imponente; celoso del Cielo, celoso del viento: Se alza majestuoso sobre la
margen derecha del río Carancara _antes Río Seturma_. Los pocos que
llegaron aquí, comenzaron a reconstruir sus ideas y desataron una lucha por
la fundación de Pancho Nuevo, Mantequero, Santa Rita y la Granja. También,
forma parte de nuestro antepasado; las reservas indígenas de Jotaipure, la
Florida y Marbella. En el aire, hay un olor a flores del arbusto de Cerezo
(Malpighia punicifolia) y de Aceituna (Vitex cymosa). Las imágenes,
muestran la disposición deliberada de la naturaleza. Lo que la convirtió en
un lugar apacible, donde se podía vivir con relativo esplendor.

III La Capital.
La historia de Panchomana como capital, comenzó en el gobierno de Manuel
Antonio “San clemente”; en él se promulgó la Ley 34 de 1898, para la
creación de la Intendencia de La Guajira; siendo su primer intendente, el
general Juan Manuel Iguarán. En 1911, el Presidente Carlos E. Restrepo
emitió el Decreto 807, donde se creaba la Comisaría Especial de La Guajira
con Capital San Antonio de Pancho y fue nombrado como comisario,
Francisco Domingo Pichón, quien escribió la obra “La Comisaría de La
Goajira”. En sus páginas, se respira el amor por la historia.

IV Las Viviendas.
Se mantienen como una de las grandes creaciones del mundo clásico. En la
comarca, el pasado vive en el presente. La naturaleza siempre le ha brindado
al hombre una ventaja, y por eso, todo lo hace con la mayor eficiencia. Los
naturales tuvieron la capacidad de continuar con el desarrollo de una de las
civilizaciones más adelantada de las Indias Occidentales. Pueblo que de
algún modo emergió en este lugar. La traza urbana es el mejor conocimiento,
de cómo los guajiros diseñaron elaboradas estructuras sin ninguna
tecnología. Construyeron ranchos con enramadas al frente como una
promesa de un modo de vida. El diseño arquitectónico de estas
construcciones alineadas entre calles, y dársenas callecitas que miran hacia
el mar; era algo que había fascinado a los invasores del S. XVI.

Para la construcción de sus viviendas, aprovechaban el entorno natural en


todas sus formas. Para la construcción y perfección de las mismas, tenían
en cuenta un espacio cuadrado; que le daba el concepto del microcosmo.

Cuatro horcones en cada ángulo, que representan los cuatro puntos


cardinales; cuatro perales estructurales en madera de Trupío (Prosopis
juliflora), Puy (Tabebuia bilbergie) o Guayacán (Bulnesia arborea), trabajada
con mucha precaución. La pieza central de esta estructura, es un tronco
largo de forma irregular; que encaja a la perfección en los alerones, y de esa
manera queda sostenido el techo abovedado. Este es bajo y refleja todo un
pensamiento, para que el visitante se vea en la obligación de agachar la
cabeza; en señal de reverencia y respeto. La techumbre casi siempre es de
yotojoro, las paredes rectangulares son de arcilla, con ventanas pequeñas
que hacen interactuar el aire con un haz de luz y sombra. Casi nunca las
pintan, para que mantengan un fraguado uniforme. Las puertas de madera
en forma vertical, crean un ajuste perfecto; en medio de dos columnas que
sostienen una de las paredes más corta.

Otro aspecto importante en la vida de Panchomana, fue el renovado vigor de


los alijunas (hombre civilizado) en la búsqueda de resurgimiento. Edificaron
viviendas muy similares a la de los aborígenes, con divisiones en su interior.
Las paredes exteriores estaban recubiertas con barro arcilloso y piedra
incrustadas en calicanto. Para su sostenimiento, utilizaban varas
horizontales que sujetaban con clavos hundidos a martillo; los cuales
manejaban con gran precisión y maestría. En general, eran pintadas con cal.
Algunas casas, tenían techo de tejas rojas españolas; otras adornaban el
Cielo con zinc alemán, el cual iba soportado por columnas de tronco y vigas
de madera de alta resistencia, como el Carreto (Aspidosperma polyneuron).
Otras viviendas eran construidas de madera labradas al estilo antillano,
diseñadas con sala, aposento, comedor y cocina. El baño quedaba al final
del patio; era la combinación perfecta de la vida moderna, con los encantos
de antaño. Desde el punto de vista urbanístico, el templo tenía un gran valor
por su parecido a un mausoleo. Al cierre de la cuadra, se encontraba el
orfelinato; del cual, los Padres Capuchinos nunca dijeron nada del propósito
de su estructura. El molino, la alberca y el tanque elevado; servían de cripta,
para decir que resguardaban la vida de los sacerdotes españoles, monjas y
alumnos. Al frente, hay algo simbólico y sagrado; como las paredes de la
ruina del cuartel. Al final de la calle, la puerta de hierro del cementerio; que
se ha oxidado al compás del colapso de los ladrillos rojos.

V El Paisaje.
El bosque del desierto de La Guajira, es una frontera vasta e indómita. Sin
embargo, la naturaleza ha sido pródiga para Panchomana, gracias a una
historia de proporciones legendaria. Las lluvias rejuvenecen el paisaje
desértico. En la actualidad, el desierto muestra entre sus preludios; al
caudaloso Río Calancala, plagado de tiburones, delfines y caimanes. Esta
corriente de agua, atraviesa su propia transición para hacer embalse en los
espejos de agua; laguna la Salamina, laguna la Parachona y laguna la
Modesta; además, vierte sus aguas en el arroyo Capuchino; que baña los
lugares desolados de la ranchería Buenavista. Este lugar es asombroso, y la
clase de vivencia tribal, ha logrado permanecer viva desde la época dorada
del gas y el petróleo de la Shell. Sin embargo, su atractivo era el trinar de las
aves del bosque arborícola; dominado por la Palguarata (Turdus
leucomelas), el Turpial (Icterus icterus) y el Cardenal guajiro (Cardinalis
phoeniceus). En el delta, una sinfonía de agua dulce y salada; hacen del
bosque de Mangles (Rizophora tintoria y Conocarpus erectus); un refugio de
Garza, patiamarilla (Egretta thula) y Garza real (Ardea alba), Gaviotas (Sterna
hirundo) y (Sternula antillarum), Cormoránt (Phalacrocorax brasilianus),
Tijereta (Fregata magnificens), playeros, tales como el (Calidris minutilla y
(Calidris mauri) y el Alcaldito (Himantopus mexicanus), y la (Tingra solitaria)
y otras especies acuaticas de aves migratorias y residentes; que
transforman la vida del mundo animal. El Flamenco rosado (Phoenicopterus
ruber) simboliza la mitología viviente del ecosistema marino. Las aves se
mantienen como una de las grandes creaciones del mundo clásico. Con la
creciente, el agua se torna marrón muy rápido, y tiñe al mar de rojo.

Entre las muchas promesas que ofrece el desierto, es muy atrapante la


historia de vida del Río Seturma, llamado así, por la cultura guanibucán;
antes de la conquista española. Los connaturales lo llamaron Río Carancara;
pero por la confusión de la fonética,los invasores lo llamaron Río Calancala.
Otros colonialistas, lo llamaron Río Ranchería; epíteto que le tildaban por la
infinidad de ranchos que tenía el poblamiento de Maracarote (Río de la
Hacha). Por último, los barrileros que surtían de agua a la ciudad a finales de
1890, lo llamaron Riíto. Hoy, en día, esta agonizante corriente de agua; es la
fuente de salvación de alijunas e índios. Lo extraño es que desde mediado
del siglo XX, algunas especies han desaparecidos de forma misteriosa. Los
géneros de alevinos, camarones, cangrejos, moluscos y crustáceos; se
reproducen para mantener el equilibrio de la cadena alimentaria de miles de
forma de vidas, que dominan el pantano; donde millones y millones de
mosquitos se reproducen sin control ni vergüenza. Los naturales se
dedicaban a la pesca de caracoles, lebranches, macabí y cachirras; que
luego de salar, los secan al sol; también, se dedicaban a la caza de liebres,
conejos, lagartos, iguanas, gatos y perros que invaden la ciudad en busca de
una comida fácil.

VI La Economía.
El crecimiento económico, estaba basado en las relaciones comerciales que
sostenía con Alemania, Hamburgo, Francia, Italia y España. Las
exportaciones de víveres, era el método de bienestar y alegría de
Panchomana. Lucía un encanto superficial hasta 1935, fecha en que perdió
su condición de capital; con la fundación de Uribía. A pesar de lo ocurrido y
de las constantes resistencias a las inundaciones; siguió siendo el centro
de la vida familiar de los guajiros. A esa sucesión de hechos, se le agrega el
relevo de los cinco agentes de la policía Alta Nacional; que llegaron en el
mes de mayo de 1939. Sus vidas estaban marcadas; por la violencia y el
abuso contra la población civil. El odio interior que se desfoga, hacia los
uniformados, lo manifiestan el 13 de junio del mismo año; al acribillar a
balazos de Máuser a José Ceferino Rosado, símbolo de la valentía en la
Guerra de Pancho. El clima funesto, que había en las casas del pueblo; era
una escena habitual que habla de la gloria del extinto.
La economía estaba basada en la exportación de semilla de Divi divi
(Lividivia coriaria), que se utilizaba para curtiembre; huesos par la
fabricación de botones y pieles de ganados caprino, ovino y vacuno; para la
fabricación de prendas de vestir. El desarrollo comercial, formaba parte de
un complejo económico administrativo; con los países europeos. Pero, el
debacle llega con el estallido de la Segunda Guerra Mundial; esta sella el
destino de la ciudad, con el hundimiento del carguero mercantil de vapor
“Flora” de nacionalidad holandés; por el ataque del submarino alemán U
159, el día 17 de junio de 1942. Europa estaba devastada.

En Pancho, se podía sentir el pánico y el desconcierto. Sin embargo,


esperaban que la vida retomara su cauce, los exportadores Nelson Gnecco
Coronado, Eleodoro “Pitico” Larrada, Pedro Bonivento y Vicenta Cotes.
Entre las muchas promesas que ofrecía el desierto, se fomentó en un nivel
creciente; la venta de indios guajiros, para la siembra y recolección del
cultivo del algodón, en la provincia de Padilla. Este adefesio estaba en mano
de los señores Samuel Weber y Andrés Larrada, quienes vendían los
esclavos a razón de veintiuno chivos y cada chivo al precio de once
centavos. La presión del día a día, se volvía insoportable. En los negocios
caseros se vendía de manera clandestina una libra de tabaco en rama; tanto
como elaborada. Para ser transportadas, las unidades se tejían en el interior
de las faldas largas y en los calzones de las mujeres. También, estaba fuera
de la Ley, el procesamiento en alambique casero de ron “chirrinchi”.

VII Contrabandistas.
En la década de 1950, el contrabando como estilo de vida solía ser muy
emocionante. Pancho, no sólo fue una residencia temporal; sino, que se
convirtió en el centro de contrabandistas armados hasta los dientes. El
contrabando de bultos de café en grano y otras mercancías, se realizaba en
camiones; que se abrían caminos a través de la maleza del desierto; hasta
los puertos de la Alta Guajira. Desde aquí, se embarcaba el producto hacia
las Antillas holandesas. La historia del contrabando, en los pueblos
originarios de la península, continuaba en constante resistencia;
persuadidos por la influencia de Chopi Rosado, Máximo Iguarán, Segundo
Meza, Fifo Durán, Taushinara Ibarra, Rangel Palmar y Teodoro González.

VIII MODUS VIVENDI.


El paisaje urbano, era una cantera misteriosa; que parece ocultarse en la
maraña. El Cielo era el primer reloj. Es hora de salir a ver la vida en las calles
del vecindario. Todo lo hacen con la mayor eficiencia posible, indios, negros,
blancos y mulatos; luchan por recuperar la tradición oral del poblado. En
cuestión de años, todos aquellos hombres; se habían unidos en una gran
catarsis que aumentaba la razón de la conciencia y la participación local. La
estructura política y social, estaba organizada en base a la jerarquía del
inspector vitalicio León Cotes. Él era la figura de poder. El Cielo, era el
primer reloj; para los miembros de la iglesia católica. El aura que ella
muestra, la hace ver bien. El Padre Ángel de Carcagente a pesar de ser
complicado; fue el más amoroso con los naturales. Su condición de autor,
compositor y director de la banda de concierto de música clásica; lo llevó a
organizar a un grupo de nativos; a quienes enseñó a tocar instrumentos de
viento y percusión. También, aprendieron a adaptarse a este arte: Manolo
Pinedo, Cirilo Hernández, Amable Pino, Secundino Epieyúu, Manuel Duarte y
Machón Vanegas entre otros. La imagen pública del Sacerdote, alcanza
grandes alturas.

Un pueblo, donde lo único interesante; solía ser el sol. En las calles del
vecindario; empieza a sentirse, que existe un aspecto humano y emocional.
Conforme pasaron los años, los militares entraron como bienvenidos a casa;
y fueron recibidos con mucho entusiasmo. Cada nuevo paso, de la policía
Alta Nacional; honraba el uniforme militar de Carlos Bautista, Nemesio
Garzón, Gilberto Ospina y Juan José Fonseca. Las mujeres siguieron con
efusivo encanto, hacia la gente del interior del país; lo mismo ocurría hacia
los venezolanos y españoles. Las indígenas, se despojaban de sus mantas,
collares y sombras de sus rostros; como si yaciera la idea racional, de ser
indias. Aunque se veía venir una crisis de identidad, permanecieron
aferradas a su patrimonio cultural. En un momento dado, parecen haber
roto; todos los extremos de la idiosincrasia de las diferentes casta.
Compartieron profundas conexiones, con los residentes; que vivieron en el
entorno de la clase alta. Siempre hubo lugar para los restauradores Cristobal
Siosi, la personalidad luminosa de su esposa Vicenta Cotes. Eliodoro
“Pitico” Larrada, hombre de distinción; tenía un lado humano, bastante
interesante para su esposa Damasia Zúñiga. José Vicente Siosi de mirada
amable, regresa a la seguridad del seno familiar. Pedro Bonivento era la
figura de poder. Germán Bonivento cautivaba una relación de respeto y
Nelson Gnecco Coronado, persona adinerada y pintoresca del lugar.
Compartieron sombras, con figuras relevantes de la sociedad panchera;
sociedad estratificada que llena el lugar de Rafael Sierra, este señor era la
cultura y la historia. Rafael Larrada mezcla cultural de negro e indio, por un
lado; tenía la opulencia y el dinero y por el otro lado, en cada ranchería
engendró un hijo. Ismael García “El Negro Libre”, era el carnicero del
pueblo; hacía alarde del peso exacto de la carne de la consorte del toro y de
la auto propaganda, de dar crédito a los necesitados. Pedro”Muro” Pimienta
hombre de imaginación hiperactiva. Enrique Freile tenía fuertes principios
morales. Secundino Epieyúu poseía algunas cosas potenciales en el dominio
de los instrumentos musicales y grandes habilidades en el dominio de la
imprenta de los Padres Capuchinos. Manolo Pinedo combinaba arte, ciencia
y magia. Josefa Antonia “Joro” Cotes madre, que siempre tuvo un espíritu
libre; aprovecha cualquier oportunidad para reírse. Vicente Cotes palabrero
incondicional de la casta Epieyúu. Cuca Pino esa aura que mostraba,
siempre la hacía ver bien. Amable Pino de amable comportamiento, es causa
de inquietud; por ser de nacionalidad venezolana. Natividad Rodríguez,
siempre llevaba una biblia; como un arma dialéctica y espiritual para
enseñarle los dones del cristianismo a sus hijos. María Esther Fajardo, es
completa y misteriosa; se vio rodeada de un encanto fuera de lo común,
como la diosa Diana. Por su encanto divino, los hombres, la llegaron a llamar
la “Bella Siri”. Eso, lo resume todo. Antonio Fajardo, le compuso una poesía
a Pancho; para que tuviera algún tipo de resonancia espiritual. Manuel María
(Yonyi) Martínez es un claro ejemplo del tipo de persona; que narra relatos
de la vida familiar. Era el final del sueño de Ana Agustina “Chirri” Cotes. Las
tiendas eran regentadas por sus dueños; las cuales eran frecuentadas por
alijunas e indios circunstantes. A su paso por esta tierra, el espía judío Jorge
Isacc, autor de la obra La María; con total apariencia misteriosa, paseaba por
las sórdidas callecitas del pueblo. Tenía la capacidad de ver más allá de su
propio horizonte, intenta memorizar cada imagen y cada sensación de la vida
de Panchomana. Pancho es un pensamiento en voz alta, del clásico pueblo
Guanibucán.

Es hora de salir a ver la vida en las calles, rostros apresurados evitan


detenerse; al hacer una representación lívida de Indo Siosi. Como político,
es un hombre emblemático; fue una de las personas más influyentes del
partido conservador en La Guajira. Para el gozo de la vida, puso en práctica
el sacrificio, la paciencia y la aceptación. La prédica y la práctica del
oportunismo; lo llevaron al éxito con las mujeres. En este aspecto, no tuvo
nada que envidiarle al Rey Enrique VIII de Inglaterra; ni al artista Porfirio
Rubirosa. En el romanticismo, fue donde tuvo grandes logros; y por medio
de la dote, eso lo llevó a vivir en armonía con Petronila Bonivento, y con su
cuñada Josefa Bonivento; además contrajo matrimonio con Cristina
Quintero Rumier y vivió en unión libre con Josefa “Cuca” Pino. En el ocaso
de la vida, esa mentalidad de machismo del hombre guajiro; perdura en él y
entra vivir con la indígena wayüu Margarita Uriana, dos generaciones
menores que él. La búsqueda del placer, no fue lo único que incitaba a este
hombre justo y respetuoso a vivir en completa soledad en Pancho. En este
lugar sobrevivió, con la esperanza de que la vida hubiera comenzado; el 21
de septiembre de hace tres mil millones de años. Lugar, donde ni siquiera;
ningún humano se atrevería imaginar, que viviría un solo minuto. En un
momento dado, sintió que su ser se había acabado; pero, siempre creyó en
otra forma de vida, después de la muerte. Con esta idea envejeció y su salud
comenzó a verse afectada, al ver que la historia; le relataba las páginas en
blanco, que señalaban los errores del espacio entre el principio y el final de
su existencia.

IX La Debacle.

El tiempo relevó el olvido y la comarca no lloró al “último guanebucán”,


como parece haber sucedido; en la época en que falleció la matriarca
Vicenta Cotes Epieyúu. Por quien, el pueblo lloró y tembló de miedo. Con su
llanto pensaron, que no existía persona alguna que la reemplazara; en los
preparativos de la representación de las fiestas patronales de San Antonio.
Se creyó, que este acontecimiento; sería el principio de fin de Panchomana.
Como testigo del tiempo, hasta el día de hoy; reposa un rancho viejo,
cubierto de polvo y telarañas. Y en ese destartalado rancho de paredes
agrietadas y techo agujereado, es donde reside la única sobreviviente; que
responde al nombre de Margarita Uriana Arpushana, la viuda de Indo Siosi.
POLACO ROSADO
LA RUTA GUANEBUCÁN

LA RUTA GUANEBUCÁN

Sandra

El muelle de Caramarato es testigo de un elevado estado de ansiedad de los


marineros del barco Sandra que se ha mantenido fondeado durante una estadía
de ciento ochenta días, que parecían de nunca acabar. Durante el lapso,
aprendieron a adaptarse a cualquier tipo de situación. El estado de la motonave es
bastante inoperable. La corrugación de la pintura del casco de desplazamiento, le
dan el aspecto de una nave abandonada. La visita inesperada del propietario, lleva
al capitán Jorgito Robles a pronunciarse en tono amable y de confianza, hacia sus
marineros: << Allá viene el hombre, parece que tenemos visto bueno para zarpar
esta noche>>. Rafael Gómez aparece con una expresión característica en su
rostro. Luego de seis meses, por primera vez establecen contacto visual. Después
de un diálogo breve y expresivo, da media vuelta y de inmediato se regresa con
una visión de lo que pensaba hacer. Se aleja de espaldas al capitán Jorgito que se
encuentra de ida en la lancha salvavidas. En franelilla sobre el camarote, con la
mano izquierda sacude el sombrero Stepson que usa como símbolo de status.
Llama al contramaestre y se ponen a concertar sobre la hora de la partida.
Sostiene sobre sus muslos la carta de corrección del rumbo. En el cuarto de
mando, todos sus movimientos son observados por la mirada monalísica de un
cuadro de la Virgen del Carmen. La gente de a bordo, sigue con la misma alegría.
En su momento, Monche Redondo tomó el control del timón, sosteniendo el curso
de la aguja de la brújula en los 30º noroeste. El mar de Punta la Vela parece ser
muy atractivo y tranquilo; pero a veces cambia y es catastrófico. Estando en
movimiento en un cuarto de máquina, Monche aprovecha el grado de confianza de
su apariencia personal para confirmarle el rumbo:

-¡Norte franco, capitán!...

La marcha sigilosa se efectúa en el más completo silencio. En su interior lleva un


cargamento de seis metros cúbico de madera de cedro tablones, que tres meses
antes habían sido embarcados por “Tata el Loco”. El capitán, lleno de energía en
su contextura poderosa de hombre bajo y robusto, debió desfogarse de un juego
de emociones al asomarse por la ventanilla que comunica al cuarto de mando con
el salón de los camarotes donde el maquinista ha permanecido indiferente a la
alegría desbordada por todos desde hace un buen rato. A su actitud de ansiedad
y pasividad, le sugiero que le dé máquina para que aligere la marcha. Luego de un
fuerte cruce de voces de elevado tono, me embarga un fuerte sentido de culpa,
motivado por el hecho de saber que el muchacho es sobrino de Manuel
Bustamante, quien a última hora se vio precisado a abandonar el barco por no
llegar a un acuerdo salarial con el dueño. Luego de una fugaz reflexión, que me
lleva a bajar el tono de voz, lo conmina con el respeto que se merece:

-Un cuarto de máquina, por favor.

-Sí señor, un cuarto de máquina -se le alcanza a escuchar.

El ruido del motor, ahoga sus gritos de ayuda. Una hora más tarde se dirige al
timonel:

-¿Qué rumbo lleva?

-Noreste franco, capitán Robles.

El exceso de confianza que siempre había caracterizado al capitán, le sirvió para


que en una fracción de segundo, fuera conociendo la comprensión indeleble que
hay en la mente del hombre que ahora se encuentra en el mando, ostentando
rasgos definidos de tímido y aventurero. Chichi, maniobra el timón para centrar el
rumbo del barco pirata que viene sosteniendo su curso con vientos de frente. Con
viento de babor, la imagen de la Sandra es una sombra de simulación que a partir
de ahora, comienza a tener sus propios pensamientos profundos. Luego de hora y
media de ritmo acelerado, se preparan para hacer una breve escala. Cae la noche
y se despiertan en otro mundo. Anclaron en las playas del caserío de Mayapo, en
donde son esperados por un grupo de camiones contrabandistas. Los que lo
vieron partir bajo la “Ilusión de Ponzo“, ahora alcanzan a ver de cerca que su
casco está construido en madera de ceiba tolúa, presentando una eslora de once
metros por cuatro metros ochenta centímetros de manga y un metro ochenta
centímetros de puntal desde la bodega de proa hasta la popa.

En corto tiempo hicieron el embarque de veintisiete cajas de jabón Camay,


repletas de platino; ajetreo que se hizo bajo una inescrupulosa atención de
detalles autorizada por el mascarrabia del dueño. El producto del pensamiento de
Rafael Gómez es la rectitud de Jorgito Robles, de quien confía y hace entrega de
diecisiete mil pesos moneda dura colombiana, más el conteo detallado de tres mil
pesos oro, representados en pequeñas denominaciones de manoseados billetes
de florines, bolívares y dólares, que dan un monto de veinte mil pesos oro,
exclusivamente para comprar cien cajas de whisky White Horse en el depósito de
Haime Manzur en Aruba. El capitán Jorgito intenta poner su vida en orden, ha
considerado que el dinero y la mercancía son apetecibles a los ojos de la gente.
Los pequeños sucesos terminan en medio de la oscuridad y entre charlas y
carcajadas esperan a que llegue la media noche para elevar ancla.

Del puerto indígena, la lancha zarpa con uno de los cargamentos más pesado y
valioso que jamás se haya hecho en estos mares. El agua fuerte corroe la corteza
de los podridos tablones. La confianza y responsabilidad depositada en el capitán
fue el producto de un elevado estado de ansiedad y depresión de los modelos de
su mente. Siguiendo el curso de agua de la mítica ruta, por donde ingresaron los
miembros de la cultura guanebucán, la Sandra navega con rumbo noreste, con
vientos en contra de 30 kilómetros por hora, a una velocidad de ocho millas
náuticas.

Ahora están a merced del rumor del océano. El agua espumosa se esparce y se
eleva errante a la luz de la luna, convirtiéndose ésta en su magia especial. Los
suplicios del frío de la madrugada, desaparecen con la llegada de la luz del
crepúsculo. El sol golpea el océano, y las criaturas de abordo despiertan de su
ensueño. En el interior de la casilla, la temperatura ha aumentado por el monóxido
de carbono que expele la máquina. El capitán Robles, ha tomado la decisión de
seguir navegando sobre aguas revueltas para evitar que la brisa saque el barco
hacia mar fuera. Haciendo honor a su espíritu de buen capitán, decide mandar a
Higinio Mejía al timón para relevar a Monche Redondo que realiza un buen trabajo
como práctico. No hubo terminado de dar muy bien la orden de cambio, cuando el
ignaro marinero se pone de pie en un dos por tres, tropieza la sien con el techo de
la cabina a causa de que sus piernas flacas y huesudas se alargaron a pasos de
zancos de jirafa. El indocto obedece un poco renuente el cateo y toma el timón
mientras los demás esperan el desayuno con algarabía, denotándose en sus
voces que cada uno de ellos tiene personalidades diferentes.

En un lapso de nueve horas, se han visto transportados a otro mundo marino; en


donde la visibilidad sería lo que nosotros llamamos una bendición del cielo. En la
cocina, “El Mudo” hacia cumplido de lo buen cocinero que era. Como cocinero
mayor, permanece inescrutable; ni agresivo, ni amistoso, mientras sirve funche de
harina amarilla con guiso de pargos rojo adobados con aceite Tra la lá. Para
intervenir en el diálogo hace una señal con los dedos de la mano, intentando
motivar al capitán que permanece con entusiasta deferencia hacia él. Los
marineros están recostados sobre los barrotes de los camarotes, que le sirven de
apoyo para degustar el bocado con las manos y no perder la arraigada costumbre
de lamerse los dedos. En ellos se palpa el ambiente virtual de recurrir al hábito
alimentario del canibalismo. Nos elevamos y cada vez son más fuertes las
violentas masas de agua. Cuanto más avanzamos, más son los puntos de peligro
a que nos enfrentamos. Pese a la violenta escena a su alrededor, el barco avanza
mar adentro.

Tan pronto pasamos por el legendario cementerio de barcos de Punta Gallinas,


empezamos a ver el poder destructivo del complejo campo de los vientos y
corrientes submarinas, que corren hacía el macabro puerto de Talúa. Las
condiciones de esta mañana, son típica de los vientos que soplan del desierto de
la península. Ahora, estamos a merced de los vientos que vienen del África; lo que
ha hecho que nos enfrentemos a las situaciones riesgosas que en cada ola se
vienen presentando. La barrida de las corrientes, desaceleran el tiempo que se
trae la noche y una recompensa de pingarria, sufrida por los marineros. El capitán
bandera, utilizando las estrellas para navegar sobre este versátil mar profundo,
confirma con base en sus experiencias que el Sandra está navegando al Oeste del
Monki Sur. Luego de habernos defendidos del temperamento del océano, “El
Cachaco”, de espíritu libre y mente abierta, fue el recomendado del capitán para
que relevara en el timón al larguirucho de Higinio porque comenzaba a mostrar
signos de derrumbamiento. En la tripulación hay respiración de confianza, y dentro
de mí comienza a sentirse una profunda sensación de calma. Cada ola es una
nueva preocupación. La seguridad de avance del barco, le crea una impresión de
magia y misterio a la tripulación que con viento en popa, pone la proa en dirección
al mitológico puerto de Parajimarú.

Se tiene por costumbre pernoctar aquí. Hay una sugestión de movimiento. Al


amanecer, la atmosfera relajada le da una falsa sensación de seguridad al paisaje
hostil y severo en donde las mujeres son bellas y se visten con mantas negras y
múltiples colores, cubriéndose con finos brassiers los protuberantes senos y los
pies con relucientes alpargatas de colores con grandes borlas. Sin mencionar una
historia glamorosa, dicen que en este paraje sus habitantes han vivido una vasta e
intrincada vida después de la muerte. Delante de nosotros, se encuentra fondeado
en la bahía el barco pirata San Marcos. Algo activa una idea en la mente del
capitán. Eso lo pone a pensar en las artimañas y argucias que debe emplear para
convencer al terco y recalcitrante Rafaelito Ibarra para que salga a las 05:00 P.M.
Antes de bajar a tierra le comunica a todos los marineros: <<En estos momentos
el capitán Rafaelito debe haber sido invitado a tomar tinto en el rancho de Máximo
Iguarán. Si lo ven me avisan porque debo hablar con él para acordar la partida.
Así que, hagan lo que van hacer lo más rápido posible. Recuerden que debemos
completar la carga para llevar un buen lastre. ¿Estamos de acuerdo? -Piensa,
luego agrega-, disfruten todo lo que quieran. Yo bajaré pronto>>. En la mañana el
ambiente es apacible y el futuro se torna esperanzador; pero, la preocupación que
tengo, es la de correr el riesgo de llevar esa cantidad de dinero en efectivo. Ello
me llevará a zarpar antes de que lo haga el San Marcos.

El arribo de la tripulación a las playas del aletargado puerto, se hizo con el


principio de inspirar una oleada de amor y deseo a las mujeres que parecen
estatuas que hablan, crean una ilusión de magia y misterio a los que la visitan.
Ellas hablan de la corona de oro con un águila que llevaba el cacique y señor
Boranata en su cabeza. En su tradición oral, manifiestan las aventuras de sus
almas en estas tierras, donde los hombres entrañan más sentimientos de
venganza guerrera que de sinceridad hacia el invasor. Recibieron de ellas muchas
muestras de amistad y de buena voluntad, además se observaba que tienen poco
temor. Luego de haber visto las entrañas de su espiritualidad, evidenciadas en su
elevado nivel cultural; nos retiramos de los ranchos con paredes de barro y techos
de yotojoro, donde nos ubicamos con la misma pasión y el mismo dialecto: <<
Estoy convencido de haber persuadido a Rafaelito. Ahora espero que de regreso a
la playa, ya haya llegado la carga>>. Con algún entusiasmo nos pusimos en
movimiento, mientras pisaba la sombra de los detallados rasgos faciales de
Monche Redondo. En el aire hay un fuerte olor a flores de pichigüel. Sus
pensamientos lo llevan a dar un paseo a través de un lugar yermo y despoblado
con ranchos espaciosos que albergan espíritus de hombres y mujeres de los
principales nobles; que restauran callejones y vericuetos que aquí yacen. En uno
de los ranchos dispersos que están en la playa, vemos parqueado un flamante
camión Ford F-6 modelo 1958, cargado hasta el pellote de ñame, morrocoyos y
semovientes menores.

El balido de los animales y el rumor del agua sirvieron de fondo para acrecentar el
buen sazonado del desayuno compuesto de salpicón de mero, acompañado de
tres bollos cabezones y un pocillo de chicha mascá. Sin tener tiempo para cometer
errores, “El Cachaco”, Higinio y Monche se dieron a la tarea de hacer el embarque
de cincuenta sacos de ñame, cinco sacos de morrocoyes, cincuenta chivos y
veinte carneros que balen para no dejarnos escuchar un jolgorio de canciones que
narran penas con aire espectral. Ponen toda su energía en el trabajo. Mientras se
entretienen con la estiba y acomodo de la carga, se divierten escuchando la
emisora “La Voz de las Antillas” que cada cinco minutos informa la hora, seguida
de una pieza musical en la programación de hoy, 5 de abril. Por coincidencia, se
escucha en ritmo de vals, la canción “Tristeza del Alma” que trae a colación la
inmortalidad de Luis Rodríguez. El sonido instrumental, despierta nuestros
sentimientos en sentido de tragedia, como si la Sandra emprendiera un
asombroso viaje hacia los confines del océano. La gente de a bordo continúa con
el mismo entusiasmo.

El ambiente en el barco se llena de paranoia, mientras los marineros disfrutan la


comida. Con la cartografía náutica se puede navegar de una manera segura. El
agua pasa a dominar el paisaje, y las predicciones sobre la marejada son de fuerte
para esta tarde, por eso han hecho el esfuerzo de terminar el embarque. La
marea de gente que viene y va hacia el puerto, se despide con rece de los
navegantes. Como hechos que se ponen de manifiesto ante los ojos de los
demás, las aflicciones emocionales y psíquicas del maquinista se ha visto
afectada por las advertencias que le hiciera el capitán en Caramarato. El morocho
de nariz extendida y porte alto de hombre valiente por dentro, está presto a
obedecer órdenes. Elevan ancla canturreando y el motor pronto confirma el
avance. A ritmo y metro, la barca avanza mar adentro, donde la marea se alza y
se mece por la acción de las olas que se agitan por el viento. En contra de la
corriente, el barco sigue adelante con rumbo Este franco. El sonido que viaja hace
vibrar el aire. Amenaza con ahogar el espíritu inquieto de toda cresta que se cruce
en su camino, se hunde y se alza de proa y popa con el rechazo de todo golpe de
ola en las condiciones más adversas y posibles. Con el sol detrás de la popa, mira
hacia la Macolla venezolana. El tiempo se desacelera y la estela de humo que
deja la chimenea se pierde en el horizonte que separa a Parajimarú y el bajo de la
Macolla. Boyas de piedra llamadas Monkis, marcan el curso. La desaparición del
sol es un recurso poético para aumentar el suspenso de la noche.

Cae la noche. La nave se introduce en los secretos del abismo. La dominante


personalidad recia del capitán Jorgito, es sorprendida por olas de estados
accidentales de seis metros de altura, que surgen de la nada. Crestas de olas que
los llevaron a lograr captar la representación estética de la muerte. Bajo un Cielo
sin estrellas, se escuchan quejas, suspiros y sollozos. Él los escucha, oye sus
voces por todas partes. Mil diversos lenguajes, gritos de ira y desesperación de
sombras aciagas que desaparecían. Las voces se apagaron. Y los suplicios de la
noche, se esfumaron en medio de la luz del crepúsculo.

URIBIA: EL ESPEJO DEL SOL

La soberana Península de La Guajira, donde ejerce la autoridad suprema el


municipio de Uribia, es un arrecife coralino expuesto al sol.

POLACO ROSADO

La desafiante posición de la “penínsule Goajira”, dentro del mar océanico, parece


ser el protuberante dedo pulgar del puño cerrado de la mano de Dios. Maravilla
natural que fuera una metáfora de la antigua cultura maya. Este portento, que una
vez sería un lecho marino, sirvió de tomo a la expansión territorial de los mayas de
Yucatán, cuando ampliaron su “gran imperio” hasta el límite con el golfo de
Venezuela en el año 2504 A.C.1/. En ella surge uno de los grandes misterios de
la geología al no haber una explicación del por qué no es azotada por los vientos
huracanados que se forman en las costas de África.

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1/ Htuhisory.com
Este fósil viviente se transformó en un planeta templado en donde se puede vivir.
Fue descubierto en 1494 por el navegante español, Alonso de Ojeda, quien
bordeó la costa en compañía del geógrafo Amérigo Vespucci y del cosmógrafo
Juan de la Cosa. Fue un lugar de contemplación, donde los miembros de la
tripulación vieron de cerca las costas de Punta Espada, Cabo Chichibacoa, Cabo
Falso (Puerto Estrella) Punta Shuapia, Punta Huayapaín, Punta Taluita, Punta
Talúa, Punta Gallinas, Punta Asino, Punta Kijauru, Punta Paráuturero, Punta
Parey, Punta Aguja (Bahía Hondita) Punta Soldado, Punta Cañón, Punt Kauarchi,
Punta Jir (Bahía Honda) Punta Coco, Punta Media Luna (Bahía Portete) Cerro
Pilón de Azúcar, Punta Ojo de Agua (Cabo de la Vela). Apenas fue una correría
de tránsito, porque no desembarcaron. 2/.

Las praderas rocosas son uno de los lugares más pintorescos de la tierra. Tienen
la función particular de proteger la franja de bosque del manglar que rodea las
bahías. Estas sirven de albergue a millones de formas de vida. Estos corales han
sido alterados por la mano del hombre, poniendo en riesgo el frágil ecosistema
del Mar Caribe. Pero la naturaleza ha respondido con notable insistencia en Bahía
Tukakas, donde un meteorito parece vigilar las ruinas del legendario Puerto López,
en donde se narra la épica historia del indomable Máximo Iguarán Iguarán. El
emblemático hombre de “ Monte Carlos “ de la casta Epieyúu, por su gesta se
ganó el respeto de los demás clanes de la Alta y Media Guajira.

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2/. Diagnóstico Agropecuario de La Guajira – U.R.P.A - 1985
En espiral descendente, los médanos se mueven de manera recíproca, treinta
centímetros cada año para señalar el arroyo de sangre de la cruenta batalla que
libraron las familias Kohen y Arends. La “Troya Guajira“ rebosa de sangre la falla
geológica que dio origen al caño de Bahía Hondita. Cabe recordar que Bahía
Honda ha seguido a la espera de que se cumpla el sueño del libertador Simón
Bolívar, que tuvo la idea de fundar una ciudad que fuera la capital del continente
americano. También, es de notable importancia el filamento vacío de Bahía
Portete, donde la gente y los animales coexisten con el primitivo más cercano de
los dinosaurios (Crocodylus acutus).

El Portal del Nuevo Mundo es la perspectiva de la historia de las regiones que


formaron parte del gran supercontinente PANGEA. Ha permanecido en constante
estado de cambios, porque alguna vez, fue un pantano verde. La naturaleza ha
respondido con notable resistencia al nivel elevado del océano Atlántico,
anteponiendo serranías rocosas en formación que están fuera de la costa,
constituían el mayor atractivo para los colonos. A primera vista, la Serranía de
Carpinteros es un vecino siniestro que asoma en el horizonte. Parece una nueva
generación de roca que intenta domar lo indomable, al penetrar en el mar dando
origen a un filamento vacío en el Cabo de la Vela. La Serranía de Jarara es una
isla escarpada y coralina, donde el agua sube desde una profundidad
considerable. Aquí el sagrado líquido es calentado por el calor interno de la tierra.
Esto indica que hay un yacimiento profundo que viene de un megalago. La
Serranía de Cusina traza una línea entre creencia y superstición. En él habitaba
en cuevas una civilización con un andar desnudo. La Serranía de la Macuira era
considerada la tierra sagrada de los indios guajiros. Tiene una extensión de 25000
hectáreas con una longitud aproximada de 35 kilómetros por 10 kilómetros de
ancho. Dispuesta en sentido noroeste, fue ocupada por la cultura guanebucán
antes de la conquista española. Con la desaparición misteriosa de estos, fue
ocupada por los indios guajiros pertenecientes a la familia lingüística Arawak
(Caribia Amazónicos).

La Macuira es una isla genética que significa vida en el desierto. Según la lengua
mítica, los cerros Pahía, a 365 m.s.n.m. Hurreshi, a 362 m.s.n.m. y Jihouone, a
753 m.s.n.m. Representan a los hijos de un cacique que vivía en la Sierra Nevada
de Santa Marta. Temeroso su padre por los riesgos que afrontaban, les prohibió
alejarse del rancho; pero una noche huyeron hacia el mar y al rayar la aurora se
convirtieron en las serranías de Jarara, Warashi (Cusina) y Carpinteros. Los
guajiros dicen que éste es el lugar habitacional de los espíritus; afirmando que
Jepirachi es el dios del viento Juyá, la diosa de las lluvias, a quienes
encomiendan las semillas del árbol de la vida.

El Cerro Teta experimenta un algo parecido a un cambio de dimensión de una


pirámide egipcia diseñada en una sola roca, donde esculpieron sus luchas y sus
guerras, los legendarios guerreros tradicionales Pastor Viloria y Cataure Paz
González. El cerro tiene una visión intimidante porque cuando lo miran a lo lejos
se acerca, y a menudo caen en la trampa clásica del espejismo.

El paisaje sufre, a menudo, cambios que han dado orígenes a sabanas y lagunas.
En la sabana radica la mayor abundancia de alimentos, lugar donde la tierra y el
agua constituyen la única fuente para albergar vida. En Caraquita, imperaba la ley
de Guasilando Pana Fince, de la casta Epieyúu, quien con una Colt 1849, puso a
temblar y a correr a muchos cobardes que jaqueaban ser valientes.3/. El bosque
espejo refleja las especies Trupillo (Prosopis Juliflora) Dividivi (Libidivia coriaria)
Olivo (Capparis indica), Piñuela (Bromilia sp) y otras cactáceas (Lemairesoreus
griseus) (Opuntia Wantiana) y (Opuntia sp) Brasil (Hematoxylon Brasiletto),
Guayacán (Bulneria arborea), Puy (Xylosma spicoliferum), Guamacho (Peireskia
Colombiana) Carreto (Aspidosperma dugandii). Entre los reptiles sobresalen la
Babilla (Caiman crocodylus) Lagarto (Lepodocactrylus spp), Iguana (Anolis spp),
Lagartija (Chemidophorus Lemniscatus) y los Quelonios.

La avifauna más sobresaliente está representada por el Gavilan (Palco


sparverirs), Azulejo (Thrampis vivens) Carpintero (Drycopus lineatus), Garza de
ganado (Bulbulus ibis), Gallito de ciénaga (Lacarra jacana), Cotorra (Pyorthura
melarrura), Garza morena (Ardea cocoi), Pato Aguja (Antringa spp).4/. Más que en
la parte arborícora, algunas especies prefieren los pantanos o lagunas. En la
Laguna Tukakas y la Laguna Parajimarú abundan las aves migratorias, como los
Chorlitos, las Gaviotas que emigran de Europa; en la “Laguna de los Patos” de
Puerto Estrella, abundan las aves acuáticas distribuidas en Patos Pisingos y
Canadienses que se constituyeron en el encanto del insigne autor de la novela
“La María” Jorge Isaac y del científico antropólogo, Hernández de Alba.

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3/. Transmisión oral de la wayuu Macha Rosado Pana.
4/. Instituto Geográfico Agustín Codazzi

La Laguna Souripa, y la Laguna Ahumaca le dan albergue a un sinnúmero de


Garzas, Ibis, Patos Cuchara y Flamencos rosados que se han convertido en el
símbolo vivo de la belleza.

El primer español en pisar tierras Guajira, (Cabo de la Vela) fue Juan de la Cosa.
En 1531 estas tierras son reconocidas por la corona española, por las
expediciones realizadas por la “Casa Wellser”, dirigida por los alemanes Ambrosio
Alfinger, Jorge Spira, Nicolás de Federman y Felipe Hutter, quienes pasaron por
aquí, haciendo un largo recorrido desde Venezuela, navegando por el caudaloso
río Seturma, plagado de tiburones y caimanes. En cruzada solitaria, siguieron la
ruta hasta el valle del cacique Upar.

En el año de 1550, un poderoso recordatorio de lo que debieron ser aquellas


imágenes, llevan al florentino Amérigo Vespucci y el vizcaíno Juan de la Cosa a
desembarcar para tener una vista plena de la dinámica que le daba belleza al azul
intenso que peinaba las playas de la bahía en donde una pequeña parte de la
serranía de Carpinteros queda dentro del mar, dando la apariencia, de ser el cabo
de una vela. Para satisfacción de algo que superara al que lo había precedido,
Juan de la Cosa funda el caserío Santa María de los Remedios. Aquí tuvieron que
lidiar contra una nación guerrera que dominaba el litoral costero al mando del
cacique Boronata.5/. Durante la odisea de su estadía, reconocieron el embrujo y
el misterio que rodea el “Pilón de Azúcar”. A sus pies, estaba “Jepirrachi”, lugar
donde los nativos realizaban sitos religiosos para que los espíritus que hablaban
más allá de las tumbas, regresaran a la tierra para, visitar a sus seres queridos.
Para los españoles fue importante el reconocimiento del indígena en la nueva
cultura.

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5/. Don Juan de Castellanos. “Elegía de Varones ilustres de Indias”

Pero la falta de agua en esta agreste región y a los constantes hostigamientos de


los guanebucán, lo obligaron a abandonar el caserío.

Todo indica que los guanebucán no eran una tribu nómada, sino una comunidad
agrícola. Eran navegantes de alto nivel cultural que se dedicaban a la pesca y a la
agricultura. Sus asentamientos se extendían desde el Cabo de San Agustín hasta
el Cabo de la Vela. Con la extraña desaparición de esta cultura, otras
comunidades indígenas, que vivían a 27 leguas, se fueron acercando y terminaron
estableciéndose en el área costera. Formaron parte de este estilo de vida, las
culturas Anates Coanaos, Cusina y Macuira. Se enorgullecían de su complexión,
por ser altos; desarrollaban rasgos bien definidos, hecho por el cual los confundían
los españoles. Además los tildaron de “guajiros” por sus tendencias al
campesinado y poseer vocación al pastoreo. Lucharon a caballo, con arcos y
flechas, contra el enemigo invasor.

Parece probable que el habitante primitivo del territorio peninsular, vino a estas
tierras procedente del Orinoco y sus inmediaciones, acosado y perseguido quizás
por otro agente venido de una tribu más guerrera llamada “AREKUNA” de la
familia Caribe, de la Guayana venezolana. ARIJUNA, llama el indio guajiro al
extranjero que entra en su territorio; el vocablo parece ser una derivación de la
palabra AREKUNA, lo cual indica que esta sería un sinónimo de enemigo,
adversario etc. Vivían en el interior de la península, al lado de una agricultura
esporádica y precaria.6/.

De todas formas, el guajiro primitivo se fue adaptando al medio desértico. Unos


se dedicaron a la pesca y recolección de moluscos; otros a la recolección de
semillas y frutas, lo mismo que a la caza y a la horticultura.

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6/. José Agustín Mackenzie. “Así es La Guajira”.
La fauna y la flora era mucho más abundante que hoy día. Había que aprender los
hábitos de supervivencia indígena para aprovechar los recursos naturales, tales
como la arcilla para construir las paredes, tallos de árboles para obtener los
horcones y vigas, el corazón del cactus para sacar el yotojoro que servía de techo
a sus chozas. Por lo general, eran bajos, lo que obligaba al visitante al entrar, a
descubrirse y agachar la cabeza como señal de benevolencia y respeto hacia el
huésped de honor.

El territorio guajiro perteneció al Estado del Magdalena Grande hasta 1871. Para
1898 fue llamado “Territorio Nación de La Guajira”. En 1911 por tratado
constitucional fue creada la Comisaría Especial de la Guajira, bajo la
administración del Presidente Carlos E. Restrepo, por medio del decreto ejecutivo
807, y tuvo como capital a Guananguro, la cual fue trasladada a San Antonio de
Pancho, que comprendía el territorio desde Cuestecitas abarcando la margen
derecha del río Ranchería hasta su desembocadura en el más (hoy Valle de los
Cangrejos). El decreto fue firmado por el general Eutorgio Salgar, quien
antecedió a Manuel Murillo Toro. En 1935, mediante la Ley 2298, el Presidente
Alfonso López Pumarejo con su programa “La Revolución en Marcha” ordena al
capitán Eduardo Londoño Villegas a que fundara una ciudad en el corazón del
desierto en memoria al general Rafael Uribe Uribe. Fue el 1 de marzo la fecha
escogida para la fundación de la ciudad URIBE. En este hecho histórico, tuvieron
a bien participar las memorias vivientes de Luis Cotes Gómez e Higinio Mejía.
Para los connaturales, su acento de vocablo respondió con notable afluencia a la
expresión URIBIA, donde fue trasladada la condición de capital. En 1954, el
General Gustavo Rojas Pinilla, decretó la fusión de la Comisaría de la Guajira con
la Provincia de Padilla, por medio del decreto 1824 del 13 de junio del mismo año,
y creó la Intendencia de La Guajira, se dio como capital a Riohacha; Uribia quedó
como centro para tratar problemas indígenas. La Guajira operó como
departamento a partir del acto legislativo numero 1 de diciembre de 1964,
emanado del Congreso de la República. Su inauguración se produjo el 1 de julio
de 1965 y El Imperio del Sol pasó a ser municipio.

La península de la Guajira, que comprende el municipio de Uribia, está localizada


en la parte más septentrional de América del Sur. La ubicación extrema está
dentro de las coordenadas geográficas Latitud Norte, entre los 12° 27´y 11° 30.6´y
longitud Oeste entre 72° 22.9´y 71° 6.6´. Limita por el norte con el Mar Caribe, por
el sur, con el Municipio de Maicao y la República de Venezuela, por el Este con el
Mar Caribe y la República de Venezuela y por Oeste con el Municipio de Manaure
y el Mar Caribe.

Para la fundación de la ciudad, el capitán Londoño Villegas afirma haber tenido la


experiencia de escuchar a un crisol enorme de culturas y personalidades.
Comenzaría por decir que la manera más real e iluminada de pensar del fundador
estaba basada en Platón, por considerar que para llevar a cabo la elaboración y
ejecución de los planos, tomó a la Atlántida como la principal fuente de inspiración.
El filósofo y el militar compartían pasión por la fundación de ciudades en forma de
estrellas circular, lo que hicieron de ella, una ciudad de fantasía, basada en una
red ordenada de calles con pavimento de arena con exposición de edificaciones y
pléyades de casas de alto diseño arquitectónico con techo de yotojoro, pared
barro pintadas de cal que la hacían sinónimo de encanto. En su afán de crearle a
sus habitantes un Dios de distancia y racionalidad, acudió a los Padres
Capuchinos para que construyeran el templo frente a la plaza principal, donde se
alzaba un obelisco enchapado de conchas de perlas para que con el reflejo del
sol, alcanzaran a brillar hasta el Cielo de Andrómeda. A partir del monumento
piramidal, se extendió un imaginario radio de 2.5 Kms que comprendía la cabecera
urbana. El centro ocupaba una franja de cinco hectáreas, en medio de dos arroyos
que hacían la función de un complejo sistema de irrigación. Dentro de la esfera de
los mismos, se anteponía un muro imaginario que separaba los barrios de
Venezuela y Colombia. Luego una de inspección militar, el capitán Londoño
Villegas regresó a Bogotá para sugerir que se le diera el fuero de capital. El
fundador, en su condición de militar, siempre acudió a la intuición para servirle a
los ciudadanos de la Guajira, sin ninguna pasión o prejuicios. Lo que le sirvió para
que las Autoridades Tradicionales y Caciques le dieran la orden de CHON KAI NE
(Hijo del Sol).7/.

La edificante historia del municipio de Uribia, comienza a mediados del siglo


pasado, cuando expandió el área de su territorio en la Alta y Media Guajira. La
tasa de expansión del municipio alcanzó los 8.000 kilómetros cuadrados, por tener
en su comprensión territorial a los corregimientos de Nazaret, Puerto Estrella,
Siapana, Puerto López, Castilletes, Cabo de la Vela, El Cardón, Winpeshi,
Guarerpa, Bahía Honda, Punta Espada, El Paraíso, Talúa, Carrizal, Casuso,
Taguaira, Porshina, Irraipa, Taparajún, Jojoncito y Urú. Pequeños grupos
familiares habitan estos poblados azotados por la pobreza absoluta, cada uno es
un épico universo fuerza de pervivencia, que forma parte del estilo de vida que
llevaban; su vida era bastante contemplativa.

La complejidad del indio guajiro, es una forma de ver la vida entre lo humano y la
naturaleza y entre los humanos y lo espiritual. La palabra indio representaba un
símbolo un tanto favorable como amenazador. Era considerado sinónimo de
paria o perro, por ello se ha perdido en un pasado nebuloso que lo llevó a crear la
nueva identidad wayuu. Apelativo que se aplica a persona de buen trato, que tiene
cualidades morales. La realidad de todo esto, es que la etnia wayuu como tal, se
había convertido en un principio social, siguiendo un formato constitutivo de
generación en generación.

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7/. Transmisión oral de Ñoto Curiel.

Durante siglos, el sistema de clanes ha sido un principio social que ha funcionado


mediante el ordenamiento territorial. La identidad cultural consiste en que cada
casta tiene su territorio, que es la parte integral de la vida de las treinta y dos
castas de la etnia wayuu que, hoy en día, existen. Cada una de ellas tiene su
origen y están ordenadas de acuerdo a los artículos 286 y 287 de la Constitución
Política de Colombia. El Decreto 1088 de Junio de 1993, se refiere a las
Autoridades Tradicionales Indígenas, conformadas de acuerdo con sus
costumbres y usos. Aunque muchos wayuu desconocen esto, las castas
reconocidas de acuerdo al estudio etnolingüístico son la Arpüshana, Paüsayuu,
Sijona, Jusayuu, Uliyuu, Uraliyuu, Waliliyuu, Uliana, Jayaliyuu, Sapuana,
Pushaina, Junsayuu, Iipuana, Epieyuu, Jirnuu, Epinayuu, Gouliyuu, Alewana y
Sauliyuu.

Dicen que los embrujos de la Guajira, pueden llevar a los hombres a la locura. En
esta tierra de rituales, todo está enfocado en la formación de mitos y religiones. La
espiritualidad inconsciente de Mareiwa es utilizada para mantener a la audiencia
cautivada. El infierno de Wandulú, tiene un espacio en su cultura y en su sistema
de creencias. En esencia, el pensamiento mitológico de los líderes y Autoridades
Tradicionales se define por la dimensión de las decisiones que toman y para ello
necesitan de la confianza y obediencia, sólo del misterioso Pulausukai.

Las tumbas son objetos mágicos y misteriosos. El entierro representa una


experiencia incontrolable del más allá, y es realizado para darle impresión de
ilusión y magia a los parientes. Esta tradición comenzada por los abuelos, es una
forma de expresión que le da un sólido sentido de devoción para salvarlos de la
muerte. El ritual para la exhumación de los restos es solemne y silencioso. Pero
cuando los huesos vuelven a ser colocados en la tumba, todo es fiesta, porque les
deja una experiencia que les sacude la mente. El llanto es una sensación divertida
en donde no se puede pensar, sólo se pueden sentir emociones.

La yonna, como manifestación cultural, es una nota que lleva un mensaje de dolor
que estruja el corazón. El místico candor de los tambores hacen de la obra una
danza doliente, mientras dos grandes amores se ponen en movimiento. En ella es
justificado, es indispensable que el hombre y la mujer dancen desafiantes. De ese
modo, la hembra mediante un portento de malicia derriba a su parejo. En la danza
se muestra una vez más, la supremacía del matriarcado. Muy pocas veces en una
comunidad indígena la fe ha tomado forma materialista para fomentar la creación
del Festival de la Cultura Wayuu que se realiza en la Cuna del sol.

Este paradójico pueblo, es un “Mundo Aparte “ . En este pueblo ilícito se realizan


transacciones comerciales que superan a las del mercado negro de Nueva York.
Hay dos culturas, la arijuna y la wayúu. Todos sus habitantes tienen diferentes
identidades en dos cédulas de ciudadanía, una colombiana y una venezolana.
Circulan dos monedas, el Peso Oro y el Bolívar Fuerte. Practican dos religiones, la
de Jehová y la de Mareiwa. Se rigen por dos Leyes, la Constitucional y la del
Palabrero. Tienen dos territorios, la Alta y Media Guajira. Desde el 23 agosto de
1999 hasta el 15 de mayo del 2000, tuvo al mismo tiempo dos alcaldes en
ejercicio; Pachote Henríquez, suspendido por la Procuraduría y Perla Negra
Pimienta, como alcalde designado. Lo más aberrante de este territorio, es que el
tren pasa a diario con ciento treinta vagones de ciento diez toneladas cargado de
oro negro, se desliza por los rieles de la miseria y la tuberculosis del indígena.

La etnia wayúu se ha convertido en la clase social más alta de la sociedad.


Muestra de ello, es que en la actualidad la UNESCO declaró a los que tienen el
oficio de palabreros (Putchipü’ü) patrimonio inmaterial de la humanidad.8/ En el
Universo étnico un palabrero merece el mayor respecto. En la armonía social la
palabra vale mucho. Entre ellos “la Expresión es Sagrada”.
VICEN…

¿Podrá “la Señora Iguana” casarse con un príncipe negro de sangre azul, en
vista de que continúa siendo la fantasía de una inspiración?

Polaco rosado

Éxodo

En la otra orilla del Río Carancara –vocablo guanabucán --, allá donde aparece el
sol; nació una niña dulce y maravillosa. El universo oculto de la niña wayúu, se
afianza sin saya, sin manta y sin dominio del dialecto wayuunaiki. La armonía rota
por los conflictos y las constantes inundaciones, se rstaura dentro d una visión
risueña, que abre las puertas a una nueva fe en el destino humano. A la edad de
ocho años, con el agua que le llegaba hasta la garganta; se puso a salva en un
tronco de Pionio y dejó atrás la escuela Santa Rita de Panchomana. En Riohacha,
sintió una nostalgia o un sentimiento de indecisión, al ingresar a la escuela
primaria Remedio Morales de Guao; donde es influenciada por el género narrativo
de Rafael Pombo. Sus acciones, estuvieron muy por encima de los estándares de
ser una gran poetisa; al recitar en el salón de clase la poesía “Erase una Viejecita”.
Allí, mientras los pequeños condiscípulo aplaudían, ella lloraba con timidez por
sentir la sensación de ser observada.
Timidez

No es timidez, más bien tiene un glamur dramático. Si bien es cierto, Vicen es


seria, firme y concentrada. Para ese entonces, la sensación de soledad y
aislamiento crecía por que su padre había abandonado la familia por completo. Es
sobre protegida por su madre Josefa Pino Apshana, quien como una Penélope, se
dedicó de lleno a la elaboración de tejidos de idéntica tela que los sueños y
vuestra larga vida, se cierra con el sueño de la fina artesanía de chinchorros,
mochilas y cotizas; mientras Indo Siosi derrochaba una jugosa fortuna,
representada en más de cinco mil cabezas de ganados, cinco baúles repletos de
collares, tumas, sortijas y aretes de oro que había heredado de su madre Vicenta
Cotes Epieyúu. Legado ancestral con el que bautizarían a Vicenta María. Una de
las cosas que más influyeron en la niña, fueron los valores que le transmitieron
sus ancestros mediante la tradición oral; cargada de sueños, fantasías e
imaginaciones de la mitología wayúu.

Estudios

A pesar de la cierta inseguridad que sentía, la niña de sueños locos y fantasiosos;


como los de Horacio Quiroga, creció en un ambiente cargado de sentimientos
emocionales. Todo aquello, fue la semilla del culto a su personalidad. Frente a un
horizonte plagado de luces y sombras, en el año de 1977, ingresa al Colegio La
Pastora, de los Padres Terciarios Capuchinos. Época en que comenzaba a volar
en su imaginación, el nombre de la novela “Cien Años de Soledad” a la
postulación del premio Nobel de literatura. Su estilo se va despoja de los ropajes
formalista de la secundaria; mientras perfecciona su eficacia de bachiller. Desde
ese mismo momento, leer es un evangelio para ella. Comienza su vida cultural y
tiene otra visión de los hechos. Sus profesores le enseñaron obediencia y piedad
mediante la oración; reflexión atemperada y lúcida que se convertiría en su
testamento literario. Experiencia que la llevaría a sentirse cautivada por las letras.
El mayor empeño, lo puso en el logro del título de Comunicadora Social en la
Universidad de la Sabana, en el año de 1986.

Exponencia

El día 18 de octubre de 1988, la majayura participó en el primer encuentro de


escritores denominado “La Guajira: Hombres y Letras”, llevado a cabo en el salón
múltiple del Banco de la República. Tuvo una presentación de gran estilo, pero
desencadenó en pánico¸ y todo lo que decía era tan confuso, que su alter ego
evocaba sentimientos de culpa: “Yo no sé por qué me trajeron aquí. Yo no soy
escritora”, con la forma dominada de la mente, metió la mano en la mochila color
crema con aristas verticales color marrón; y sacó un par de hojas de oficio,
manchadas con grasas de empanadas; lo que sirvió para demostrar que si había
hecho algo por las letras. Se puso impaciente en extremo, que dio por concluida la
participación. De pronto, surgió una voz del público que arengaba: “¿Qué va a ser
tú escritora?” ¡Debes leerte el Decálogo del Perfecto Cuentista!.. Si más no
recuerdo aquel momento, y revivo la memoria; aquella persona fue Armando
Granda.

Cargos

Lo que diferencia su infancia de ese tipo de vida, han sido los cargos que ha
ocupado. Como periodista ha trabajado en la Oficina de Prensa de la Gobernación
del Departamento de La Guajira. Fortalece su identidad y autoestima, el haber
laborado como corresponsal de Telecaribe y del Noticiero 24 Horas. A ello, suma
llegar a ser profesora de la Universidad Nacional a Distancia, UNAD, catedrática
de la Universidad de La Guajira. También, se destacó como profesora del Colegio
Montes de Oca, de la ciudad de Maicáo.

Matrimonio

Por un corto tiempo, tuvo tranquilidad marital. En unión libre quiso darle sentido a
la barrera que derrumbaba. Después de un reinado de cuatro años (2001- 2004)
con Jonathan Caro, vinieron una serie de distanciamientos, seguida de dos
reconciliaciones agotadoras. Cuando ve que su matrimonio ha fracasado y no
goza de muchas perspectivas profesionales; se aferra a la fe cristiana evangélica
“Templo Sión”, en medio del desastre emocional que padecía por una depresión
severa y recurrente.

Última Cena

Comienza la culpa regresiva. De hecho, rompe el molde de una relación de bajo


perfil. Tiene tanta precisión graciosa, que la familia nunca le da la espaldas,
considerando que una Plenitud de Amor; Luz y Bendiciones; sería de entera
satisfacción para todos. Para su bienestar, sus siete hermanos consideraron de
mucha importancia una cena de navidad; el día 24 de diciembre de 2007, en la
ranchería “La Granja” de Panchomana. Hasta hoy, esa imagen persigue cada
recuerdo de sus familiares.

ALAS CANSADAS
La generación espontánea de las libélulas, se manifiesta en un medio biológico; perfecto
para volar. A un latido de morir, trinan poemas tristes. Por una terrible desilusión
emocional, pasan seis mil seiscientos millones de ellas. En ellas crece una sensación de
peligro; a causa del frente climático que avanza. Sienten que tienen motivos para seguir el
instinto animal. En términos de su morfología, el cuerpo es bastante grácil para soportar la
furia del temporal. Parecían muertas en vida. Se desató el pánico y alzaron vuelo desde la
superficie de la corriente de agua que baña a Pange. En el grandioso, salvaje, sublime y
crudo continente; su trino es una bandera de resistencia, a todos los sonidos orgánicos de
los insectos.

Las libélulas son la última expresión del desarrollo prepangeaco. Ansiosas, observan el
curioso ambiente. Luchan hasta el último aliento, para ganar altura y evitar la tormenta.
En el ascenso final, cada aleteo se vuelve extenuante. Pronto, entraron en un período de
relativa tranquilidad y desarrollan un claro perfil de conducta voladora. Desaparece el
verde tejado de la selva. Volamos por un túnel oscuro, oscuro en su totalidad. Deben
volver atrás o arriesgarse a morir. Es un lugar aterrador. Este lugar no duerme. Después de
la dramática conmoción, empezamos a ver entre nosotros; detalles cruciales de mutación.

El decurso del tiempo.

El efecto del tiempo, implicaba un comportamiento genético. Para ese cambio, el espacio
aéreo no tiene memoria. El sol se pone negro, como tela de silicio. Con ansiedad
anticipadora, desaparecieron en busca de la eternidad. Fue preciso en ese momento,
cuando se dieron cuenta de que los cambios en los Cielos del sol azul son tan efímeros,
como los que desarrollaría una milésima de segundo del calendario cósmico; en cuatro mil
seiscientos millones de años. Ese cambio extraordinario y turbulento, ha hecho suponer
que los espíritus sutiles, han evolucionado a partir de mamíferos terrestres. Cambiaron la
composición genética, mediante el fenómeno de la metamorfosis.

Dentro de la situación que las desborda, se dan cuenta de que han sufrido cambios
espectrales de dinosaurios voladores. Luego de tener libre albedrío y libre actuación de
aliento de vida, padecen un estado mental inconsciente. Gracias a esa condición, alcanzan
vuelo alto en procura de una mejor sustentación y una menor resistencia en el avance. La
travesía desvelada y muda, se da por el extremo realismo, parecido a un agujero negro.
De algún modo, lo vieron como algo prosaico; al sentir en el rostro, la piel desnuda del sol
azul –WÜIT > TÜSÜ KA>I KAI --, que se alza en el oriente.

Lejos de la llegada del sol, venzo el sueño y el cansancio; para orientarlos hacia allá. A esta
hora, Pele es cabeza de la bandada. El equilibrio emocional, los lleva a la creencia de haber
antevivido un estereotípico afán de vida. La emoción predominante es la tristeza; al sentir
que sus cuerpos experimentan una especie de ectoplasma. Todo parece indicar que el
creciente valor del tiempo, nos llevó a la perspectiva de lo que ahora somos. La recua de
alcatraces, capta una señal, que no supera en potencia a la luz de una luciérnaga. Pronto,
entraron en un período de relativa tranquilidad.

Hay mucho por planear. La visión surrealista del líder, lo lleva a corregir el rumbo. Es una
evidencia convincente. Los alcatraces son esculturales, desde el pico hasta la emplumada
cola corta. Al igual que mis compañeros, mis sentidos caen en un éxtasis sin nombre. Su
comportamiento lo acerca a lo psicótico, hasta llegar a concebir con las formas
transitorias, una breve sensación de lo que ocurre. La realidad virtual de lo ocurrido, en el
símbolo infinito del universo, hace que las criaturas gigantes de picos alargados, plumas
grises con blanco y patas palmípedas, permanezcan sin comer, dos mil millones de años;
en un estado de suspensión animada. Las ideas concebidas en sus memorias, mantienen la
regularidad del interminable vuelo. De esta manera, mi vida, como la de los demás
súlidos; continúa en la transmutación de creer de haber nacido con alma de alcatraces.

Las desnudas almas primarias, han envejecido en el tiempo del cerebro. Al mando de la
fila india, mi corazón piensa tranquilo; porque las células cerebrales, perciben cosas de las
que no estamos conscientes. Colocándome en posición segura, alcanzo a superar mi
espíritu desafiante. En la penumbra total, la transmigración de los miembros de la
bandada; genera magia para poder pervivir de un espectro de probabilidades, que de
manera extraña; establecen señales de referencia de la humanidad guanebucán.

Permanecen solos, perdidos en sus penas. Los contrincantes se estudian en un duelo


silencioso. Esta batalla de resistencia, separa a millones de miembros de la bandada. Sus
vidas se apagan lentamente. La hembra Canus, se perfila como una potencial figura de
líder. Ahora están en movimiento de concertina. Los atemorizados sobrevivientes,
perciben la realidad con otros ojos. Se ven obligados a esconderse detrás de una nube
loca, al ver que se les desprenden las alas a muchos de ellos. Los vestigios de vida son, tan
ellos mismos; que parecen espíritus agonizantes, que han muerto para quedarse en la
contemplación de la pasada vida.

Segundos sucesivos.

Todos los segundos son un solo segundo; a causa de que el sol azul es una metáfora del
Cielo.

El tiempo pasado, no ha pasado.

Después de los devastadores sucesos sangrientos, se explayan; para que el pico ejerza las
veces de varilla del reloj del sol. De inmediato, el tiempo del cerebro registra una
evidencia convincente; al visualizar un territorio oscuro y misterioso que va más allá de
nuestra imaginación. El trío de punta hace cambios radicales; para avanzar en movimiento
continuado. Han sido capaces de cambiar el rumbo, de acuerdo con la trayectoria del sol
azul; del cual se han servido para orientarse. Con ansiedad anticipada, desaparecen en
busca de la eternidad. Los videntes espirituales ven lo que otros no ven; aunque, perciben
realidades más allá con su instinto animal. Es preciso en este momento, los cambios son
tan efímeros; como los que se desarrollarían en un segundo del calendario cósmico. Tras
la mueca sonriente de miles de millones de víctimas, el joven macho cierra la marcha,
mientras mira con ojos ciegos a uno y otro lado; hasta alcanzar a sentir que la nostalgia los
lleva a salir del túnel que flota en el aire. Al principio, muchos sueños urden en su
imaginación. Las cosas se reflejan nuevas y llenas de vida. La experiencia cercana a la
muerte aleatoria de miles de millones de ellos, los lleva a ver sombras hambrientas;
disminuidas por la escasez de bento.

La hambruna y el regurgitar de plancton, evidencian que la diferencia entre la vida y la


muerte; depara a ciento cuarenta y tres mil novecientos noventa y nueve machos
hambrientos; acogidos por la consorte Canus. Los anónimos quijotean el desplazamiento
con frecuentes interrupciones, supuesta por la herencia biológica. A ratos, la hembra
dominante encabeza el bando; para dar muestras de fortaleza. El poder de la imaginación,
le ha servido para superar las trágicas acciones del funesto vuelo dístico. La dimensión
psicológica existente entre los iniciados, no le resta realismo a la situación; aunque, cada
porción lúgubre de la realidad, es tan emocionante como la muerte misma.

El mismo tipo de conducta imitativa, los lleva a escuchar el columbrar de una meauca
pasajera; que vuela al compás de su trinar. Desde la penumbra, el alma sombreada se vino
al encuentro; con una abrumadora sensación de asombro. Para sorpresa de todos, ha
servido para disipar la ansiedad y el miedo de nosotros. En principio, llegamos a pensar
que cada uno tendría la posibilidad de ser poseído por el ave blanca; que se proyecta a
corto trecho como un espíritu divino. De inmediato, nos dimos cuenta de que pone de
manifiesto una curiosidad; para dirigirse a nosotros, con miramiento y agradable
determinación:

--- ¿En qué andáis pajarucos desplumados?

--- ¡A caza de algo, paraqué mis congéneres puedan mitigar el hambre! –responde
Canus.

--- ¿Cómo te llamas amiga? –pregunta Pele--.

--- ¡Todos mis congéneres, me llaman Tangatanga!

--- Espero que tu buena voluntad, sea para bien de los pocos espíritus vitales que han
sobrevivido.

--- En agradecimiento, los guiaré hasta un lugar de aguas bajas y llanas; con suficiente
alimento; para que disfruten de las bondades del Río Seturma.

Débiles por la falta de agua y algo de consumir, usan las corrientes ascendentes para
ganar altura. En vuelo ciego, manifiestan gozar de la armonía rasgada entre la vida y la
muerte. Entran a trazar círculos concéntricos, para acumular energías y proseguir hacia el
más allá. La idea de la involución, hace temer a su pareja; la incertidumbre que viven tales
y tantos alcatraces. Ahora, se ven obligados a improvisar algunos cambios sobre la
marcha. Las criaturas cambiantes, están ebrias de emociones. Y se olvidan de libar en la
superficie del río, que se refleja nueva y llena de vida. Pasan sucesivos segundos de
ensueño, donde el zumbido de la brisa; las envuelve en agradables olores de especias y
arenque. La tardanza de Pele para encontrar a su igual; estuvo en haber escuchado el
chirrido inaudible del pajarrico desplumado. Debió pasar un largo rato, para que unos de
los pajarracos en vigilancia; reconociera a Sula. Apareció con una expresión característica
en su rostro. Aunque hedía a viejo, su madre Canu con brillo cormo en sus ojos
juguetones, no lo consintió. Pero, le advirtió sonriente; que todo aquel que se separe de la
bandada, corría el riesgo de morir.

El crío, con su callado corazón y misterioso amor; maneja ilusiones en movimiento. Con
blandos alados por las envergaduras de ave simbólica; busca de abrigo y susurro.
Acariciado con sensibles picotazos, se arrulla bajo el calor de las alas de Canu; en lo que le
parece un mundo suave y acogedor. Las ideas iniciales no funcionan. La selva de locura
animal, permanece en relativa oscuridad. En la línea de la vida, los pocos alcatraces que
han pervivido; se ven más fuertes y se levantan en racha, hacia la otra orilla del Río
Seturma. Aquí, identifican animales comunes a toda forma de vida.

Los alcatraces son aves con adaptación suprema al océano de la vida; deben admitir que
esto los hace un poco extraños. La actividad es febril y ellos se muestran curiosos e
inquisitivos del mundo salvaje que los rodea. El ambiente cambiante, tiene todos los
recursos necesarios; para la vida de ciento cuarenta y cuatro mil ejemplares. De un modo
extraño, un vehículo del espíritu de la Conciencia Cósmica; sopla la visión de las formas
transitorias, para despertar en ellos las crecientes emociones y puedan ver el primer
resplandor del Universo. Con buena disposición hacia su descendencia, Canu aborda la
conversación con leve sutileza:

--- ¿En qué momento, pudiste trazar el plan del antiguo desafío; que te llevó a correr el
riesgo de la selección natural? –su lenguaje corporal estaba relajado, luego se puso tenso.

--- ¡Al pasar por el centro del arco iris, opté por irme de tu lado; para sentirme libre. –
Sula gorgorea --, Lo hice siguiendo el vuelo invisible del pájaro blanco!

--- Oh… querido Sula –gorgorea Canu, en tono exclamativo--, esa riesgosa decisión que
tomaste, te hubiera podido costar la vida. Por mucho tiempo permanecieron solos,
perdidos en sus penas. Si no hubieras podido integrarte al bando; serías víctima de la
selección natural.

--- ¡Madre… tuve afán de entrar al cerúleo y eso me llevó a correr el peligroso riesgo! –
con cansado gorjeo, repuso Sula desde el cubre alas--.
Superada una racha de trece mil años de épica travesía, se vieron en el umbral del Paraíso.
Dan los últimos golpes de alas para llegar al sitio que les había señalado la gaviota. Se
sienten cansados, sombríos y optan por tomar su tiempo para acuatizar. Pero, es tan
agobiante la hambruna; que los buzos se lanzan en atropellados clavados de pico para
capturar el enjambre de sardinas que están en la superficie del mar y el delta del río. Es
intimidante ver un montón de pequeños agujeros brillantes. La imagen de la escena,
parecía el texto de una rasgada fotografía en blanco y negro. Todos han podido disfrutar y
refrescarse con el agua que lo llevaría a la vida otra vez. Después de la dramática
conmoción de ayer, se ven forzados a esperar por un nuevo sol. Con él, sienten que han
vivido una era de transición de potenciales taras genética. La tormenta emocional que han
experimentado, vuelve a surgir en medio de una densa masa de niebla primaveral. El caos
y la confusión de los súlidos fueron tantos, que se contaminaron de la hostilidad repentina
de la pandemia; que había borrado todo género de vida de la cultura guanebucán.

CLÀSICO GUANEBUCÀN

POLACO ROSADO

Conmemorado como el día del trabajo por los que nunca trabajan, el primero de

mayo de 1991, se llevó a cabo la primera competencia de natación organizada por

el club náutico Guanebucanes de Oro. La competencia gozaba del esplendor

deportivo que se merecía. Aunque el mar parecía ser un acuario gigante, era un

paraíso para la vida marina. Se presentaba como una amenaza para los

participantes. A las 08:00 A.M. todos los nadadores estuvieron en el lugar de la

partida. Por solidaridad con Paulina Robles, llamada la diosa “Yosusi“ por el amor
y cariño que irradia hacia el grupo de amigos, fue escogida para pronunciar el

discurso protocolario. La inauguración del evento, estuvo llena de profundos

sentimientos. El lugar de la partida fue la playa de la laguna “ La Raya “ -- llamada

así por la abundancia de peces planos, de cola con espina; a quienes la pisan, le

inyectan ácido fólico; lo que causa un insoportable dolor en la herida --. La marea

comenzó a subir con el soplo de los vientos alisios.

La mar está agitada, el agua estaba fría y el sol reinaba caliente. Con el pronóstico

del tiempo en contra, se dio la largada. En un ambiente espectacular y lleno de

vida, no dimensionan el riesgo; se despidieron en medio de un cúmulo de

aplausos que les regalaba la gente que había acudido en masa para presenciar la

largada del clásico. El evento se había organizado con gran despliegue

propagandístico por la emisora local “Ondas de Riohacha “y por la prensa escrita

de los periódicos “Causa Guajira“ y el “Flechazo”. El nivel de emoción era bueno.

Todos se consideraban grandes atletas de la natación, pero no conocían las

técnicas. El espíritu deportivo y el empuje moral, los hizo olvidar que la

competencia era de carácter recreativo y se prepararon para lanzarse a una

acción competitiva. Estos esfuerzos atléticos son impulsados por el honor de

querer llegar. Por lo llano de la orilla, los participantes caminaron ciento cincuenta

metros hacia mar adentro; como palmípedos, arrastran los pies para evitar ser

sorprendidos por la espina de una raya. El rugido ensordecedor de los motores

Johnson y la turbulencia de las hélices, empiezan a poner en movimiento las


lanchas salvavidas de la Cruz Roja, Defensa Civil y Policía Nacional que ofrecían

una revista de juego único. El patrullaje se hace por delante, a los lados y detrás

de los nadadores.

La fuerza de la corriente submarina y el desconocimiento de las técnicas de esta

disciplina, en primera instancia, permitieron que se apreciara cansancio en el

primer facsímil de competidores. Pero rendirse no es una opción. Empezaron a

nadar fuera de curso Rosana Redondo a quien los guanebucàn le llaman “WUIT >

PÜSÛ KA>I KAI “que traduce “Sol Azul “en wuayunaikii; por el encanto que irradió

en el Reinado Nacional de la Belleza en Cartagena. A su lado iba Arnoldo Smith

“Cacique Kapurrains “hombre de gran respeto, se desplazaban con nado de

espaldas, frente a la natural desembocadura “Calancala “del Río Ranchería. Muy

de cerca iba la diosa Yosusi con un traje de baño de dos piezas, a colores y bien

ajustado al cuerpo de guitarra, como lo exhibía la contrincante. Las sirenas eran

precedidas a cierta distancia por seis hombres en pecho ‘e camisa y pantalonetas

irrisorias, comprados en el baratillo “Todo a Mil “. El nado lo hacían a pecho para

tener como punto de referencia al aparta hotel “Las Delicias“ y el hotel “Arimaca “,

de los que tenían una visión intimidante. Sentían que la corriente tendía a sacarlos

mar adentro. Pero se apoyan en el viento y corrientes termales para permanecer

en la superficie. Las olas se englobaban de manera feroz y alcanzaban una altura

hasta de dos metros. El agua salpicaba en todas direcciones y generaba

espumas. Ellos sabían que no es conveniente orientarse hacia la orilla, siguiendo


de vista la punta “Loma Amarilla “, porque el trayecto parecía sentirse mas largo y

agobiante. La forma más eficiente para llegar frente a la desembocadura del “Valle

de los Cangrejos “, estaba en mantenerse dentro del grupo; para no correr el

riesgo de la selección natural.

El movimiento de los brazos, habla de una entrega rápida y deliberada de Huberto

Núñez “Sukurrulu “Pájaro”, Chepe Ochoa “Puyui“ Tiburón, y Álvaro Rozo

“Musharè“ Águila. Se acercaron al peligro cuando estuvieron cerca de tres

cayucos de indios pescadores. Los wayùu los alertaron, hablándoles en

wuayunaikii y rústico español de que se encontraban en una zona de tiburones

que hacen pasillo de abastecimiento en el manglar de la desembocadura del Río

Ranchería. Algunos fuimos relegados con una dosis lógica de miedo. A Lucho

Robles la vejez le permitía que lo llamaran “Cacique Karremur “, se toma tiempo

para dominar el miedo y ver que la solución mas viable fue sesgar el nado hacia la

izquierda sin perder la mira del majestuoso edificio “Anas Maí“, desde allí divisaron

la imponencia del edificio “Mar Azul“ y el grupo de personas que desde los pisos

altos ,aplaudían el coraje y valentía de los que sorteaban el peligro. Ahora, tienen

una vista plena de la ciudad. Así nadaron lo más aproximado a la línea recta

donde se encontraba el agua azul del mar y el agua turbia que arrojaba el Riìto. A

media milla de la punta del muelle, Néstor Gómez “Wurui“ Turpial, este lobo

marino sabía que para sobrevivir era posible contar con un buen estado mental y

venía con el peso corporal distribuido sobre la superficie. De pronto, fue


sorprendido por un pastelito “anémona de mar“ que con su cuerpo gelatinoso y

numerosos tentáculos le roció líquido urticante en el rostro y en los brazos, que le

dejaron negras quemaduras. A los horrorosos gritos, prestaron atención las

lanchas salvavidas, y de inmediato los organismos de socorro acudieron a él. Fue

llevado en la lancha de la Defensa Civil a la orilla de la playa que está al lado Este

del muelle y desde la entrada, lo trasladaron en ambulancia a la Clínica Riohacha.

Algunos perdieron la noción del tiempo y de la ubicación en un momento dado,

porque se encontraban muy afuera del punto de llegada. El legendario líder

guanebucàn “Gran Cacique Boronata“, venía ciego porque no quiso utilizar las

gafas de protección. Leonel Arredondo “Jashirru “, Árbol, no coordinaba la

distancia de los cinco mil ochocientos metros con el tiempo de recorrido. En

Alfredo Ortega “Wuimpunuin “, Oriente, el movimiento de los brazos y las piernas

hablaban de una entrega lenta y desordenada. Los veintitrés lobos marinos en

acción, fueron enterados desde un principio de que el clásico de la natación era un

juego peligroso y debían estar listos para hacer el máximo sacrificio en cualquier

momento. Los novatos que desafiaron la furia de la naturaleza, fueron víctimas de

su propio invento y pagaron las consecuencias con el retiro. Para poder sobrevivir

el clásico guanebucàn, todo consistía en ser inteligente y para eso se necesitaba

contar con buen estado mental. Cumplidos los cinco mil metros de recorrido, el

calambre de los dedos entumecidos de las manos, el cansancio de los brazos y

las piernas, tanto como la fatiga les hicieron perder ritmo y venían tragando
bocanadas de agua salobre que sentían horrible por el sabor a barro; llegó a ser

tóxica y deshidratante para Macala Vanegas “Cacique Araura Warè“ amigo del

desierto y para el “Cacique Caremur“, “Cacique Kapurrains“ de gran respeto,

Pedro Mindiola “Kalaira“ el Tigre, Edgard Ferrucho Jr.”Ishool“ Pájaro sangre toro,

Milton Muñoz “Wuampirai“ Sinsonte, Leonardo Robles “Warraitui“ Caminante con

la compañía de la “ diosa Yosusi “ Flor del cactus, y de “Wuit > Tusu Ka>i Kai“ Sol

azul. Lo que fue aprovechado por “Musharè“ Águila, “Sukurrulù“ y Boris Pinzòn

“Tarash“ locos de contentos para lanzarse al ataque.

La multitud de entusiastas los seguía y los aplaudía a todo lo largo del puente del

Río Ranchería, la orilla de la playa y el muelle. Los atletas se vieron del lado abajo

de la esquina de la capilla y pusieron la mira hacia la punta del maderaje de

Carreto. Se sintieron muy contentos de estar en plena acción dándose a conocer

en público. En el lado Oeste del muelle, fueron víctima de un encarnizado

enjambre de “aguas malas “, medusas con sus filamentos urticantes que les

hicieron ronchas en los rostros, brazos, pechos y piernas. Con el ataque

provocado por los pólipos y el frío del cuerpo, la hermandad de los muchachos

comenzó a sentir la pérdida de mucho líquido y la temperatura de los cuerpos

amenazaba con bajar. Por los comentarios que se hacen todos los días en la

tertulia del brindis del café tinto, se sabe que el objetivo en ese momento era el de

llegar rápido a la meta que estaba en la ensenada de la enramada “ Brisas del

Mar “ al lado del edificio viejo de la “ Casa de la Cultura “, en la medida en que se


acercaban; veían que todo el pueblo se había volcado sobre la avenida “La

Marina“ para ver llegar a los atletas. En un cara a cara, en un codo a codo, en un

brazo a brazo y en un cuerpo a cuerpo, arribaron a la playa de “Brisas del Mar”,

Álvaro, Boris y Huberto, en ese orden besaron la arena de la meta, bajo una lluvia

de aplausos. Al final, brindaron un buen espectáculo, el tiempo del triunfador fue

de dos horas y cuarenta y siete minutos. Diez minutos más tarde, llegó

desorientado el grupo intermedio. Allí, encontraron a “Mushare“, Águila, como el

gran ganador. Todo el centro de Riohacha, lo ovacionaron de pie. Tenía el Ego

inflado porque se dio el honor de destronar al invencible “Tarash“. En la

cosmovisión de la cultura Guanebucán, todos estaban en la obligación de apreciar

y valorar el orgullo de Águila; por ser el más fuerte, el más rápido y el más alto. Su

falso orgullo, le hacía sentir haber alcanzado la gloria de Filìpide __soldado griego

que hizo una maratón de cuarenta y dos kilómetros y doscientos metros, desde el

campo de batalla hasta Atenas para llegar a las escalinatas del palacio y decirle

en estado de éxtasis al Rey “ganamos la batalla “---. Todos los competidores se

sentaron con el héroe, alrededor de una mesa repleta de empanadas de huevo

con pescado, chicha de maíz mascào, torrijas de piña, torrijas de patilla, guineo

maduro, uva, manzana y bolsas con agua helada.


JOSEFA ISABEL
<< En la mar vía una ocasión favorable para navegar sin riesgo alguno. La aurora
boreal desplegaba una danza de luz y los colores del firmamento hablaban de mil
cosas por hacer. Desde la óptica de capitán, el plan de viaje parecía creíble y
audaz. En el sano deleite del desayuno de un pedazo de queso amarillo holandés,
galletas de soda y engrudo de avena Quaker, tomé la decisión de ir hasta la
oficina de inmigración. Emocionado, con todo el impulso, salté desde la borda y
caí sobre el entablado del muelle, haciendo un estruendoso estropicio. Sobre la
carrera, me abrí paso entre voces que ensayaban repercusiones emocionales
profundas de música rasta con notas que llevaban mensajes de dolor, que servían
para la depuración del alma. Cuando llegué a la oficina, tuve una sensación de
satisfacción. Como cliente habitual, enseguida entré en detalles y observaciones
con el Consignatario Nikí Abibe. El judío, al parecer se había sorprendido por la
presencia del hombre de blanco, lleno de estándares exigentes y de la peculiar
costumbre de hablar en tono alto y desmedido. Porque por experiencia
aleccionadora, reconocía que era sabido, que las autoridades de la isla venían
revelando que Barúa era Cielo prohibido para los advenedizos peninsulares. >>
Un extraño juego de escondidas, comienza.

<< El buen ambiente de la oficina garantizó una visita cordial. Tuvimos algo de
tiempo libre para hablar y hacerla escenario de una trama de humor. Derrochamos
energías, mientras que el judío tecleaba la máquina de escribir marca Rémington.
Por un instante, la mañana había sido extraña, lo que despertó mi espíritu
navideño. Salí y desaparecí por Oranjestad, llevando en la mano izquierda el
zarpe que tenía por destino el mítico puerto guanebucán de Seturma. El periplo lo
hice con base a una red ordenada de calles con casas de terrazas en madera al
estilo colonial, que se extendía hasta Playa. En la memoria de uso iba
describiendo todo lo que ocurría en el inframundo que nos rodea. Con el ego
increíble paso por el bar Royal Den, pensando que allí existía una especie de
conexión mística entre el hombre marinero, el ron y las mujeres de la vida alegre.
Con una alegría reflejada en la mirada, llegué al muelle, cuando abordé el barco,
hallé que mis sueños se habían convertido en realidad. Con palabras reposadas
interrumpo la conducta dicharachera de los marineros que compartían opiniones
variadas, protectoras y encontradas, incluso las que no habían imaginado sobre la
partida de la Josefa Isabel. >> Asumió su memorar con responsabilidad.

<< En la balandra las actividades se dieron por terminadas. A bordo, Capi siente
optimismo sobre la situación y evalúa el cargue de la tripulación antes de que el
cocinero Chico Martínez se prestaba a dar por servido el almuerzo. El
contramaestre Jorgito Robles recibía instrucciones precisas y debió tener todo en
línea sin reparo. Llegó la hora de cenar en la cubierta cero; pero, antes debí
confrontar a mis hijos y bajé al cuarto de máquina, donde Juan Manuel, como
segundo maquinista, hacía inspección de mantenimiento a los dos motores Nash
de treinta y cinco caballos de fuerza que presentaban amenazas de seguridad por
el goteo de combustible. De subida por la escalera, exhorta a Luis Alberto como
primer maquinista; quien revisa los componentes internos de las dos máquinas
con la preocupación de que hacía falta un extintor, dado el caso de que se
presente un inconveniente, en vista de no poder detener el incesante goteo de
gasolina que se acumula en la sentina. El frenesí de comida, lujurias y
discusiones, de algún modo, sirvió para que las expectativas de salida fueran
altas. La carga emocional que sufrían mis hombres no los hacía sentir del todo
desanimado. >> El dolor se junta con la emoción.
<< Con el entusiasmo propio de Jorge Sierra y de Bayìa Gómez, se sigue
lidiando una batalla de voluntades en la bodega de popa, donde están amarrando
la lona gruesa y ancha que sirve para cubrir mil cartones de fósforo Globo, made
in Sweden; quinientos cartones de cigarrillo Camel, quinientos cartones de
cigarrillo Lucky Strike; cien cajas de brandy Pedro Domecq y cien cajas de Whisky
White Horse, que eran el complemento de las novecientas que van en la bodega
de proa. Los enérgicos muchachos no conocieron el cansancio hasta tanto vieron
llegar los primeros pasajeros. Sabían que para sobrevivir tenían que conocer el
oficio en detalle. Agotados por el ajetreo, durante dos horas permanecieron
sentados muy juntos en la cubierta alrededor del mástil. No veían el momento de
la partida. Del otro lado, el Lobo marino vigila con cuidado todo lo que ocurre. >>
Iba despertando los recuerdos.

<< Se retrasa a una hora sin confirmar. Tras una larga espera, fueron
apareciendo personas misteriosas de mente curiosa. El miedo reflejado en las
miradas, les impedía seguir adelante, pero la fuerza interior lo impulsa al
entusiasmo del abordaje. En el rancho de proa, se fueron acomodando los nueve
primeros en llegar; apretujados, creían que habían de apoyarse el uno en la
fortaleza del otro para sobrevivir. A lo lejos se vi venir a Chema Robles, por quien
sentía un filin especial; siempre había en él algo joven. Se le notaba que tenía una
desesperación impredecible. Más atrás, se veía el movimiento pandeado de Ciro
Ribeira con sus rasgos característicos de mitad alijuna, mitad nativo consumado.
En un automóvil negro marca Ford, apareció Ester Pinedo, toda confundida y
aturdida con una maleta que al parecer viene cargada con objetos, por los que
guardaba vínculos muy fuertes. De pronto, apareció Eudoro Sánchez de camisa
blanca manga larga, corbata azul y pantalón color ladrillo que contrasta con la piel
tostada y nariz respingada, dando la apariencia de ser un payaso de circo pobre.
Al instante, vimos llegar a una niña de trece años de edad, los ojos luminosos;
tenían una visión anticipada del viaje. Sus palabras describían emociones y venía
acompañada, si más no recuerdo, de Rosa Pimienta. La dama esbelta era
hermosa, niña y ligera a la vez, gozaba de un vocabulario lleno de ternura hacia la
hija. No terminaron de acomodarse en el grupo, cuando fuimos sorprendidos por
dos miembros de la aduana que llegaron a pasar revista. >> Convierten la energía
en palabras.

___ << ¡Buenas tardes señores!.. Por favor, ¿quién es el capitán del
motovelero? __ hablaba en castellano con acento discontinuo __ >>

___ << A sus órdenes >>.

___ << Sírvase presentar la lista de marinos y pasajeros __ papea en


papiamento >>.

___ << Tengan señores >>.

<< Leyendo en rústico castellano, el guarda fue llamando a lista, en orden


jerárquico, a los miembros de la tripulación. De esa misma manera iba mirando el
rostro de los siete hombres fibrosos, altos y rectos, inflados de jactancia y orgullo.
Luego, esbozó en voz alta, dando a conocer los nombres de los quince pasajeros
que se encontraban de pie sobre la carga que estaba en la cubierta de estribor.
Con cierto aire de delicadeza dijo: >>:

___ << Muy bien señores, que tengan un feliz viaje. >>

<< Cuando se dispusieron a soltar las amarras, con la colaboración de dos


rancheros, dí orden al contramaestre Jorgito Robles para que tomara el timón y
pusiera 270º de rumbo. El timonel, con poca visibilidad sobre el arrecife, buscaba
ampliar el campo de acción. El barco se estabilizó haciendo un nuevo intento de
seguir adelante. Comenzando a ganar velocidad y distancia. Toda vez que se
alejaba más y más del puerto, el “Paquete ‘E Panela “engullía ola tras ola,
avanzando hacia el Oeste. En el campo visual toma la apariencia de la empalizada
de una represa construida por un castor. Al lado del timonel, va de pie, como
guarda serviola, Jorge Sierra; con el olfato oteaba el horizonte de luz, para no ser
sorprendidos por los Guardias Costeros del A. R. C. Almirante Padilla y el
torpedero U. S. ARMY PI-72 Le di orden a Bayìa Gómez para que izara el
pabellón tricolor en el asta de popa, con el propósito de aparentar que
pertenecíamos al gobierno. Enfrentando una caída larga y lenta. Genera espuma y
salpica agua en todas direcciones. Se balancea y orza de proa a popa como un
velero de quilla cortante. >> Mantiene la compostura y maneja los sentimientos.

<< El mar le robaba toda la atención a los aventureros que van embriagado con
el rumor del agua y el silbido del viento. La dinámica de las olas le da belleza al
azul intenso que se peina con espumas. Estando a salvo de mis angustias, se
sintieron bien, porque no me veían malhumorado. Algunas fuerzas trasladan las
corrientes marinas sin ningún control. La marea “azul maya “se quebraba
formando espumas que se esfumaban en cada beso de burbujas. Las crestas de
las olas se desaparecían y se formaban a menudo para golpear el casco de babor
por encima de la línea de flotación. A treinta brazas de profundidad, el ímpetu del
viento y la turgencia de las olas, arreciaban el ataque despiadado contra el
emparapetado maderamen y hacían que el sonido fuera intenso. El tiempo
comenzaba a fluir más lento a bordo. Las percepciones distorsionadas por el
mareo de las mentes alteradas, le hicieron perder la conciencia, sintiendo que en
el recorrido de una hora que llevaba el barco, habían viajado sesenta y cinco años
hacia el futuro. >> .Aparecen escenas muy claras en su memoria emocional.

<< El clima nos enfocó hacia el poniente. Las alucinaciones de Capi son
inducidas por el humo del tabaco Virginia que iba fumando. El instinto es sensato,
le dice que tuvo oportunidad de pasar por aquí antes. Los ayudantes de abordo
estaban convencidos de que navegando hacia occidente durante doscientas
veinte millas, recortaríamos medio día de viaje Nos conducía hacia la noche. El
timonel prende la luz del compás. La luna despertaba pasiones en el cielo, para
los que iban en tránsito. La actividad y la tendencia a mentir, llevaron a Ester
Pinedo y a la elegante dama a un encuentro por un recuerdo de la infancia. Tenían
referencia acerca de la vida depresiva de Rosendo Vidal. El capitán se daba
cuenta porque seguía el movimiento inusual de los labios. Es una creación de las
mentes perturbadas de los viajeros. A efecto de desentrañar algunos recuerdos,
Bayìa, Juan Manuel y Ciro hablan de una cursi historia de amor con la prostituta
Georgina Pinto. En su afán de mostrar machismo, los tres alegres compadres se
jactan de haber sido cabrones de la misma puta del “Pullman Bar “en el arrabalero
barrio el Chorrito. Durante toda la plática se ufanaron de ser devotos de San
Antonio. >> Tenía el espíritu de un hombre emprendedor como Fernando de
Magallanes.

<< En el diálogo quisieron ver la consolidación de lo que hicieron con ella. De


pronto tosió el carburador y explotó el exosto, por la falta de un extintor,
provocando una llama oscilante en la sentina. Se apagaron los dos motores y el
barco colea fuera de control. Luis Alberto fue agresivo y con la contextura sólida
del peso corporal, quiso apagar el incendio que se propagaba en el cuarto de
máquinas. El personal de abordo se llenó de pánico cuando vieron el monstruo
que venía subiendo por la escalera. Sufrió graves quemaduras en los brazos en el
pecho y en las piernas; la piel se le caía como esperma derretida. Se escucharon
gritos de hombres y mujeres que sentían horror. Una imagen en la mente dio la
voz de alarma al pensamiento triste que me hablaba. La reacción inmediata, fue
huir. Cuando la tensión creció en algunos de ellos, se arrojaron como alcatraces
salvajes a la enorme pared de la muerte. Es un lugar oscuro, misterioso y frío,
donde no veían el momento de ver la vida. El agua estaba helada, lo que le hacía
experimentar una sensación fuerte en sus cuerpos. >> Cuando el cerebro es
privado de sensaciones, comienza a inventarlas.

<< Este sitio descrito por incontables mitos y leyendas, es un arrecife coralino
donde arrojan las vísceras y excrementos de los animales que sacrifican en el
matadero de la isla. Para los legendarios lobos marinos es una especie de infierno
viviente donde siempre irrumpen enormes tandas de cardúmenes y peces
voladores que son acosados por una danza de delfines y tiburones. En todos los
horizontes se escuchaban diferentes tipos de voces. Discusiones, errores y
vacilaciones era lo que se presentaba en el sombrío escenario. En el piso de la
cubierta, estallaron en cadena, explosión tras explosión. Trataron de planear algún
tipo de estrategia para evitar que estallaran doscientas latas de manteca “La
Primera “y el tanque de combustible. “ ¡Pum ¡...Un torrente de madera convierte la
bodega en astillas. El segundo de abordo fue despedido por el estallido de la
cubierta del cuarto de máquinas. >> Utiliza la imaginación para saber como están.

<< El fuego abrasó curvas y listones del armazón del “Paquete ‘E Panela “Por
encima de la carga de proa, se veía gatear con ligeros movimientos a Ester
Pinedo; presa de la preocupación y la incertidumbre lanzaba gritos hacia el Cielo:
“¡Mi maleta… mi maleta!..” El cocinero se cansó gritarle en tono desgarrador a la
angustiada mujer: “¡Señora… qué maleta, ni qué maleta… sálvese como pueda!…
“La mayoría de ellos aprovechó la confusión como ventaja para bajarse por el
bopré y agarrarse de la barbada. Con el agua al cuello, flotaban la lozanía juvenil
de la niña, la misteriosa madre y Eudoro Sánchez con cinco litros de agua salada
en el buche, chapuceaba los últimos segundos de vida. En lo último de su agonía,
fue empuñado por Chiquitín Martínez por la punta de la corbata. Luego se
arrimaron Ciro Ribeira y Chema Robles. En el afán de supervivencia, quiso
agarrarse del amigo, pero una siniestra cresta blanca, lo desapareció de la
superficie del piélago. Pasados algunos segundos, vieron caer en suspiro a Ester
Pinedo con un pollerón que le sirvió de paracaídas, y al empaparse, la sumergió
hasta el fondo del Caribe Oceánico, sin dejar señales de vida. >> Experimenta un
algo parecido a un cambio de dimensión.
<< La noche oscura esconde un mundo cambiante. A la hora, llegaron al rescate
el barco pirata “Perú “capitaneado por Taushinara Ibarra y el Remolcador que se
utiliza como práctico de reacción del puerto, con personal de emergencia para
socorrer a los náufragos. A la luz de los reflectores, habían asimilado que la
pesadilla había terminado. Con el aliento sostenido, el capitán se resistía a
abandonar el “Josefa Isabel “que zozobraba en forma pareja. En un acto final de
destrucción del fósil, el equipo de rescatistas lanzaba gritos de tensión y
desesperación hacia mí, pero siempre estuve consciente de que si cedía a los
caprichos de los compañeros, eso sería lo peor de la deshonra y la desgracia
como capitán de navío. >> Estas fotografías de la mente, parecen que son mis
ojos de niño.

<< Observaba con impotencia que las condiciones conspiraban en mi contra. A


pesar del severo y duro carácter, los ojos se me inundaban de lágrimas ante la
macabra evidencia de la muerte. Acudí al mapa interior de caribeño, donde nacían
sentimientos de culpa porque estaba sabido de que los episodios que ocurrieron
fueron una provocativa forma de profecía, presagiada por mis hijos, tiempo atrás.
El espíritu orgulloso y valiente no me permitía abandonar la nave; porque sería
degradado del rango de capitán. Deseaba una muerte heroica, pero una reacción
inmediata afloró en mi interior, obligándome a zambullirme en el purgatorio, donde
las ánimas viven en un lugar oscuro y sin final. No lo recuerdo, no sé de qué
manera pude llegar levitando hasta la escotilla del “Perú “. Tenía un sentimiento de
compromiso personal. Devastado, regresé a la corte a enfrentar mi propia crisis,
porque quiérase o no, estaba convencido de que la razón sólo le asiste a uno
mismo. >> Piensa para hablarlo en persona.

Desde entonces, se siente solo. Envuelto en un ambiente prístino, mira hacia


occidente. Allí, siente cierta inspiración sobre las cosas más sencillas. Con la
mente veía en retrospectiva cada imagen y cada sensación de lo que había
ocurrido en una legendaria ocasión. Un silencio espeso pasa por el pensamiento
psíquico del veterano ignorante. La ignorancia es triste y divertida. De pie, con una
pasión riesgosa, está recostado sobre la botavara del motovelero “Amor de Madre
“Pretende atraer la atención de las olas; y las olas ven en el hombre de dolor una
figura de terracota que parecía de sal, que vive situaciones de profunda lucha
interior. Lleno de paranoia, un recordatorio visual constante lo hace sentir cierta
melancolía hacia lo que fue un bien principal que comenzaba a separarlo de sus
sentimientos. Se notaba en los ojos. Víctima en el tiempo, fue vilipendiado por la
crítica y sentimientos de profundos remordimientos, que hacían saber que su
status, su propósito y su modo de vida, se verían arruinados. Las bocanadas de
humo que inhala de la pipa mágica, le produce un efecto nocivo en un lugar del
cerebro donde llegan las emociones, la música y los recuerdos. Una vez salió del
estupor, el renegado capitán, reconoce que había envejecido, mientras estuvo de
cara a la muerte, hablando a solas con la mar.
LAS HUELLAS DE SETURMA

El Río y la Hacha se constituyeron en el efecto moderador de la fundación


de la Urbe

POLACO ROSADO
El lugar del cielo, a donde acuden por tres veces las almas de los miembros de la

cultura guanebucàn; en 1535, se convirtió en un infierno para el invasor alemán.

Todo se debió a que en el Cabo de la Vela resonaron palabras familiares pidiendo

a gritos el sorbo de una totuma de agua dulce para calmar la sed de la tripulación

de Nicolás de Federmàn. Para los arekunas, 1/ .la sequía se consideraba un

riesgo de vida muy alto, mientras, para los nativos era una forma de pervivir.

Durante el transcurso en que se llevaba a cabo los preparativos y detalles de la

fundación de Ulma, el diálogo nació de los consejos ancestrales del aborigen y el

hombre blanco. En ese horizonte de paz y armonía, al conquistador le costó

persuadirlo para que le diera algunas evidencias de la existencia de una fuente de

agua cercana al inhóspito lugar. En su momento, le propuso recompensarlo con

una buena gratificación a cambio de que lo llevara. Pero en el indio, todo se

resumía en que le diera el arma que siempre portaba en la mano derecha, para él

adquirir su poder y energía. En el instante, el advenedizo se dio cuenta de que el

intercambio de elementos era la base de la relación y optó por proponerle el

“hacha de batalla “. 2/

Ante tal actitud, el indígena desconfiado y cauteloso, le exigió que le entregara el

instrumento que le daría rango militar. La grandeza del alemán fue manifiesta

cuando el indio sin alma se comprometió a guiarlo hasta un paraje por donde
corría un río de agua viva que distaba dos días y una noche de camino de allí. El

miembro de la “La Casa Wellser”, aún sintiendo ese temor anticipado, se la

endosó. No hubo compás de espera para acordar mediante señas y visajes de

que la salida de la expedición sería con el asomo del sol azul (WUIT>TÜSÜ KA>I

KAI). Con el canto del gallo, entre el frío de la madrugada se inició la caminata en

fila india. El guajiro tradicional portando en la mano derecha el símbolo de poder

que se constituía en el “bastón de mando “, lo que sería para los miembros de la

cultura guanebucàn un homenaje a Mareiwa entre los dioses. 3/

.A eso del medio día, la fatiga y el cansancio lo llevaron a ingresar a un estado

alterado de la mente- La incidencia de los rayos solares sobre los cristales del

suelo salino de Carrizal, reflejaban luz dorada de un mundo imaginario que le daba

profundidad a la vida de una india que tiraba de los hombros una cuerda que

desde las puntas jalaba un barril que levitaba sobre las aguas de la planicie.

El fenómeno del espejismo ofrecía una señal muda de los continuos cambios que

sufre en el andar Esas imágenes tambaleantes, de alguna manera les devolvía a

la visión un mundo con sentido alucinante. Algo flota. Algo no se ve. Algo hay de

mentalismo en el ambiente. Visto desde otra perspectiva por los expedicionarios,

el agua invisible no era otra cosa que una sabana de suelo seco y resquebrajado.

El mito le decía al natural como comportarse para no revelarle a los acompañantes


que ese llamado latente era un tesoro lleno de oro y prendas que no se le podía

revelar a los blancos, si no a una persona elegida. Durante la pausa, vivieron un

momento de incertidumbre. 4/.

Tomar la decisión fue parte de ellos. La fuerza de tarea se lanzó a la acción de

seguir adelante. Soplaron los vientos alisios y refresco la tarde. Sobre la marcha, a

ninguno se le ocurrió mirar hacia atrás, ante la desaparición del morro y la cadena

de montañas que corre hacia el mar. Apareció el lado oscuro de la luna. En el

periplo bajo las tinieblas, pasaron por un santuario de aves migratorias y

residentes, acompañados de voces sepultadas, que están dentro de la percepción

de Aquarum. Siguen el trayecto de la orilla de la mar .Luego de escucharse un

gran estruendo por el choque de los pies con las olas, sus huellas se convierten

en una audaz hipótesis. Agotados por el cansancio y con pasos lentos y

seguros, vieron llegar la mañana que los ayudará a encontrar las evidencias del
1

cauce del Rio Popoya, que la mano del tiempo sus huellas borro. Sedientos,

sufrieron una indignación generalizada. El robusto arawat los instó a seguir


2adelante. Fue el más afortunado error escucharlo y seguirlo con cierta sensación

de ansiedad hasta la Punta de la Vela. Aquí, bajo la sombra de un gigante árbol

4
/ Transmisión oral de la Wayuu Macha Rosado Pana
4/
de mangle con raíces de zancos, el Caribe se detuvo, .con actitud desafiante,

arqueó el cuerpo y alzo el brazo izquierdo, señalando con el dedo índice, como

diciéndole “allá donde está el mar rojo, arroja agua bendita el sagrado Rio

Seturma”. El hombre de mediana estatura y ojos azules miró al Caribe con ojos

sonrientes queriendo matar con sus sueños los malos pensamientos.

De nuevo el sol se coloca a sus espaldas. Luego de haber superado las

dificultades de ir pisando conchas, caracoles, sargazos y troncos podridos habidos

y por haber en la playa que estaba entre el desierto lleno de sorpresas y el agua

turbia del Mar Caribe. Con el sol en el cenit, arribaron a un mundo sordo y mudo

lejos de la civilización. El guarebucan sintió alcanzar la gloria al ser

considerado una leyenda viviente por las vírgenes del sol. Para la conciencia de

la hermandad hispano alemana, llegar fue un reto imposible. La urbe tenía su

asentamiento en la margen izquierda del delta del caudaloso Rio Seturrna

plagado de tiburones y caimanes. 5/

En las huellas del sagrado Rió seturrna se ha observado que el paisaje ha venido

sufriendo a menudo cambios que dieron origen al nombre del “Rio Carancara”.

Para los connaturales su acento de vocablo respondió con notable afluencia a la

expresión “Calancala.” Los pueblos indígenas despertaron después de

cuatrocientos sesenta y seis años, al haber creado una nueva identidad étnica
que lo llamó “Rio Ranchería “. En la actualidad, la agonizante arteria de agua

contaminada, vierte su cauce en el Océano Atlántico por las desembocaduras “

Riito” “Valle de los cangrejos” y “ calancala “ Estas presentan bajo nivel de

oxigeno y alto nivel de sulfuro de hidrogeno, lo que por reacción en cadena,

viene extinguiendo a miles de formas de vida. 6/


rio HACHA, ANTES Y DESPUÉS DE 1531

A pesar de la obstinada labor del cacique y señor Boronata, de


la cultura Guanebucán; en el asentamiento indígena
Maracarote, se llevó a cabo la fundación de la preclásica ciudad
de rÍo HACHA, nombre que también le había puesto Nikolaus
Von Federmann; al río Seturma. A este puerto arribó el noble
soldado Juan de Castellanos, en la expedición de Antonio
Sedeño en el año de 1541.
Octosílabos dedicados a estudiar la historia, la vida de los
aborígenes y los lugares misteriosos de la España de indias.
Algo que encumbra imaginación. El lado oculto de la historia
es contada desde la perspectiva de juan de castellanos.
Algunos pocos fragmentos escritos a menudo en forma
dialogada, son dirigido al gran publico lector riohachero.

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