La Ruta Guanebucan
La Ruta Guanebucan
La Ruta Guanebucan
Su pasión por las letras, nace en el invierno de 1951, al ver llegar al caserío una
caravana de camiones contrabandistas; encadenados en tracción y empapado de
barro. Pasado unos minutos, llega a la tienda de su tía Sabina; una apuesta figura
adornada de gentil disposición, de sombrero fino, camisa azul marino, pantalón
kaki remangado hasta las rodillas que, dejaba ver las piernas lavadas y calzado
con güaireñas, por su aspecto, formaba parte de la caravana; y con sentimiento de
tristeza pregunta: ¿Dónde está mi prima? A la voz del indio, por arte de magia; ella
sale de la cocina y ad libitum le brinda una taza de café, como expresión de bien
recibido: ¿Cómo está primo hermano? Bien –respondió el civilizado, luego agrega-
-, la guardia viene detrás de nosotros, pero aquí no llegan, porque los vamos a
recibir a plomo. Entre palabras vienen y palabras van, el paisano saboreaba el
néctar negro de los dioses blanco, para despedirse. Cuando el gatillero iba por el
centro de la amplia calle, la tía Sabina les habla a los niños que retozaban en la
tienda; con una mirada tranquila y distante, señala con el dedo índice: ¡Ese indio si
es guapo, él combatió en la Guerra de Pancho, al lado de mi hermano Ceferino!
Las memorables palabras de la matriarca, esas que despertaron esa inclinación
hacia la curiosidad y creatividad muy viva de los niños; fue factor motivante para
que Polaco Rosado practicara y predicara el existencialismo.
Esa buena vibra que respira de escritor autodidacta, lo motiva a ser coautor de
una obra basada en la investigación: Introducción del Cultivo de la Jojoba en La
Guajira Colombiana. Et. Al. Para la recuperación de la memoria y la verdad
histórica, escribe la antología Cuentos Guanebucanes –colección de piezas
escogidas de literatura, que se desarrollan a partir del conflicto guajiro--, pero,
para considerar válido el concepto promovido por las Casas Editoras: “Sólo es
escritor quien escribe novelas”. Polaco Rosado en su condición de psíquico
creativo, nos presenta una colección de libros inéditos, ejecutados con primor; que
tienen características comunes: El Hombre Concreto (un diario existencial, en el
que a menudo aporta nuevos referentes al discurso; y expresa su presencia o su
existencia). La Ruta Guanebucán (género literario narrativo, con un surtido
temático y diverso de antología). Y La Viuda de Atkinson, novela cultivada en el
siglo pasado con una temática que narra la sublimación de la realidad; y desarrolla
su acción en época moderna, con personajes reales o ficticios.
Las obras de este novelista pajarero, de sombrero guapo cinco x, con un toque
sucio que le da carácter; hacen que se llene de gloria y orgullo al honrar con valor
definido, la memoria de nuestra identidad; ocasión favorable para el
reconocimiento de la relación paterno filial con el negro de origen africano Don
Prudencio Padilla, padre del maestro Andrés Padilla, primogenitor del Almirante
José Prudencio Padilla López, (héroe de la epopéyica Batalla de Trafalgar, 21 de
octubre de 1805); y de sus hermanos, el capitán de navío Francisco Javier Padilla
López y el Contraalmirante José Antonio Padilla López. Los tres riohacheros, se
consolidaron como héroes de la libertadora Batalla Naval del Lago de Maracaibo,
24 de julio de 1823.
PRÓLOGO
Polaco Rosado sabe que sus innumerables lectores son una fuente de ideas. De
nuevo espera deleitarlos con sus odiseas de navegante. Y de ellos espera sus
críticas y comentarios.
Autor.
INFORMACION PERSONAL DEL AUTOR
Imagen de cubierta: José Palmar (Mural, Chevrom Petroleum company & Ecopetrol)
[email protected]
34181177
Registro: # 1- 2008- 29057
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3186438518
095 7288163
ISBN
POLACO ROSADO
LA RUTA GUANEBUCAN
LA RUTA GUANEBUCAN
Alemania
Con el despuntar del solsticio y pisando flores de yodo, cinco excéntricos soñadores,
observaron llegar al modelador del cayuco guanebucán. Con sonrisa reposada, saluda a
todos los presentes, y no habiendo tiempo para la contemplación, los miembros de la
tripulación fundamentan sus esperanzas en el acuñe de polines, enderezamiento de
troncos y ajuste de tallos de cactáceas peladas, interpuestos entre el casco y la troja. Las
figuras de acción se acomodan a ambos lados de la eslora en pecho de camisa y pies
descalzos. Haciendo acopio de sus fuerzas, vociferan rítmicos impulsos de viva voz:
-¡Vamos...! ¡Va…! ¡Vamos…! ¡Va…! ¡Vamos…! ¡Va…!
Los primeros intentos fueron desalentadores, pero la suerte les cambió cuando en la última
tentativa, el cayuco se precipitó hacia el filo de las olas.
El rumor del agua despierta sentimientos de duelo y de tragedia. Por lo general, las olas
tienen un patrón de movimiento regular, lo que permite que la embarcación mueva la proa,
cada vez que una de ella revienta. Para evitar la barrida por la acción del nordeste, el
Capitán Campo se ha visto precisado a tomar decisiones emergentes y concibe la idea de
que “Melemele” despliegue la Manila del anclote que está en la bodega de proa. Ordena
tirarla al agua para que Lucho Bruges amarre el garapín y lo enganche en el fondo marino,
mientras el contramaestre Nicanor Pereira, jala apoyándose en la paneta. Los demás, nos
apoyamos sobre la popa. Las predicciones de la marejada será de suave a fuerte, y la
embarcación se mueverá por las corrientes y el viento, flotando como un corcho sobre la
superficie marina. Muchos presienten emociones intensas, sin ser capaces de andarlas en
sus memorias. En acto fallido, mis ojos suelen producir un momento de tensión hipnótica.
-¡Tocayo, tenga mucho cuidado, que se está pelando las rodillas y el pantalón se ha
empapado de sangre!
-¿Esto?, no tiene importancia alguna -dijo, señalándose las rodillas
-¡Espere para ayudarlo a subir!
-Gracias, Luchobeto.
La confianza depositada por el maquinista lo abrumó. Tenía de él, el más bajo
concepto por sus oscuros motivos egoístas, haciendo siempre alarde de su oficio único.
Ahora la escora parece corregirse y el cayuco termina estabilizándose con la ayuda del
mecimiento de las dinámicas olas. Sorteando la corriente de agua, logramos el total
control de la nave que se encuentra flotando a poca profundidad a merced de los
vientos alisios. De inmediato, iniciaron las labores de cargue y estiba de la
delicada mercancía, la cual consiste en arrumar quinientos treinta racimos de guineos
largos. Para el capitán, el listado de la carga dice mucho de su reputación, aunque la
partida representa el momento más significativo del viaje. Apoyándose en ello, alardea:
-¡Muchachos!... manos a la obra. El zarpe es a las 05:00 P.M.
-Capitán… Esperamos que para la hora fijada, todo se encuentre listo para la partida -
dijeron al unísono, dos miembros de la tripulación.
Por un segundo tuve la sensación de que todo estaba ocurriendo al mismo tiempo. Al
contramaestre, le preocupa la actitud de los tripulantes. Los compañeros presentan la
apariencia de estar tranquilos, pero están preocupados porque no quieren seguir siendo
seres anónimos. Mientras se refrigera el motor Crysler marino de ocho pistones, el
maquinista Luchobeto agitaba una franela morada de las llamadas “Amansa Loco”,
vestimenta con la que pretende ocultar los detalles de las quemaduras de primer grado
que tiene en todo el cuerpo. Su rostro presenta un semblante pálido, como cuando una
persona acaba de morir. A “Melemele” lo reprime un abrumador deseo de llorar.
Todos sufren esa sensación, manifestada por la intranquilidad de querer escuchar la
orden de zarpe.
En todo caso, la actitud general de la tripulación es de preocupación, y hasta donde se
sabe, saben que la embarcación india es frágil y atemporal; crease o no, es la
supervivencia de todos nosotros y por ella haremos todo lo que sea necesario para
existir. El desafío mental por sobrevivir está basado en desistir de una decisión muy
triste, como la de tener que echar atrás el deseo de conocer las Antillas. A pesar de
estar tan descompuesto y enfocado como nunca antes, la razonable posición de
capitán bandera, me ha hecho suponer que algunos de ellos ha estado pensando
que todavía están a tiempo para desistir de esta arriesgada odisea . Luego de un
aliento de arenga, me di cuenta de que todos los hombres se habían acomodado en
término de importancia como de posesiones para el esperado momento, pensando en
todos los desastres potenciales que pudieran ocurrir. Por la hora, la desesperación
comienza a consumirme, y por consiguiente, a tener un primer atisbo de lo que será
la travesía. Y a sabiendas de que el viaje es completamente arriesgado, tomo la
determinación de hacerle saber al grupo, que sus mayores esperanzas están depositadas
en el alma primaria de este pedazo de tronco podrido.
-¿Están listos, señores?
-¡Todos listos, capitán! –respondieron en coro.
-“Melemele” y Bruges, pasen a la cubierta de proa y arreen el ancla -ordena el capitán,
agregando después-. Maquinista Curiel, dé marcha adelante para que desprenda el
ancla del fondo, -luego, hace un gesto dirigiéndose a Nicanor Pereira-, tome usted el
mando y ponga Norte franco, por favor.
-¡Norte franco, Capitán! -dijo el lobomarino aferrado al mango del timón, mientras
acomodaba las nalgas en la paneta de la popa.
El zarpe, pareció ser una tarea retadora y urgente para llegar al infierno. Hombres y
cayuco son figuras diminutas y, a lo lejos, sólo se distinguen siluetas cuando agitan las
manos en pos del saludo de despedida. Así le pareció al diseñador de navíos Ranulfo
Palacio, quien desde la orilla de la playa se suma a la algarabía del festejo, agitando la
gorra en su afán de proporcionarle un prospero viaje a los cinco hombres que navegan
sin contar con conocimiento alguno de la ruta. Llenos de duda y temor se hicieron a la
mar con el sueño de buscar la gloria. La barca navega hacia las olas y corta el agua
debido a que hunde y alza la proa; la seguridad de desplazamiento le permite mantener
el control del labrado tronco. Ahora están navegando sobre el océano salvaje.
La atmósfera relajada, les da una falsa sensación de seguridad a todos los miembros de la
tripulación porque aseguran estar perdiendo la perspectiva de la costa. A doce millas
náuticas, se encuentran ansiosos porque los movimientos se vuelven rígidos y
espasmódicos. La situación es crítica, pero el deseo de seguir adelante los lleva a no
desistir ante la pesadilla que en el momento están experimentando. En un principio, el
stress emocional ha sido intenso y los temores van creciendo en la medida en que el
sol se aleja de la línea ecuatorial.
-Pereira… ¿Qué rumbo lleva? -inquirió el capitán, gritando con la mano puesta al lado
del músculo buccinador.
-¡Norte franco, capitán! -contestó en tono alto Nicanor.
-Ponga Noreste. Sesenta y cinco grados
-¡Si, señor! Setenta y cinco grados Noreste.
Mi memoria no develará fácilmente el secreto del origen del rumbo, lo que hace sentirme
más dominante que nunca, pero vulnerable. Las paredes de agua golpean
repetitivamente en estribor y de momento en momento, siento que navegamos sobre
las crestas de olas grandes y altas que danzan como sirenas llevando una voz de fondo
en un lenguaje emotivo que no entendemos, pero con el cual los marineros tenemos
mucha empatía. En el reducido sitio de la máquina, se produce una cacofonía de ruidos
ensordecedores que generan una onda de choque que aturden el diálogo de los
marinos y el movimiento de la aguja de la brújula. Por la claraboya y las ventoleras, el
motor consume aire limpio que pasa caliente por los poros de la piel de los cuerpos. Los
hombres están expuestos a los vientos cortantes y al frío, lo que hace que sus rostros
muestren aflicción. Han pasado veintidós minutos desde que empezó a entrar la
oscuridad por estribor.
La noche me trajo la sensación de soledad más devastaste que he sentido en toda mi
vida. En principio, sentía mucho frío, pero se me quitó con el hambre que me estaba
acosando como una máquina de simulación que desaparece y aparece, cuando veo a los
compañeros departiendo en la cena un par de “bollos cabezones”, combinado con un
trozo de panela “poquimascá” y saboreado con cuatro onzas de “queso con ciracira”,
mientras discernían resaltando la vulnerabilidad de los sentimientos familiares que
siempre terminan afectando a nuestros corazones, lo que me llevó a participar en ese
juego de emociones que jamás hemos podido comprender. Me sentía vacío, como si
Dios nos hubiera abandonado. En acto fallido, mis ojos vuelven producir un momento de
tensión hipnótica. Aseguro que en Puerto Caramato, se estableció un pueblo con rasgos
caucásico que desapareció misteriosamente. Con el alba, las visiones me siguen
acosando, viendo un mundo lleno de imágenes y sonidos que presentan un transparente
espectáculo.
A lo lejos se escucha el graznido de una espléndida variedad de aves marinas que,
poniendo en práctica su visión ultravioleta, se dan un banquete de capelanes. Estas
criaturas son un bocado irresistibles al apetito de los diferentes géneros de gaviotas
y gaviotines. Es evidente que los alcatraces entran en una disputa por el espacio
aéreo, demostrando que su experiencia se debe a su supervivencia milenaria;
características que heredan de los dinosaurios. Un poco confundido, observo que los
cormoranes heredan de sus antepasados la perseverancia de la pesca submarina. En
la inmensidad, una marea rosada de flamencos acompasa su vuelo con precisión,
haciendo de ellas las creaciones más espléndidas de la naturaleza.
El agua pasa a dominar el paisaje y la gran variedad de vida salvaje, no solo es un
juego de emociones que intenta crear la fantasía, sino un algo que le da satisfacción a
mi mente. Esas imágenes tan bellas pasan por mi psiquis como alguna vez le
ocurriera al Almirante Padilla, cuando en su primer viaje, sintiera un discurso interno en
su mente, como si estuviera mirando en un sueño un enjambre de aves, migratorias y
residentes, que retozaban con alegría. Por lo que le dijera a sus marineros: “estamos
cerca de la tierra prometida”. Recostado sobre el puntal de babor, advierto que la
hipotermia se apodera de los todos. Al parecer, comienzan a padecer de una locura
pasajera. Pero, si la memoria no me fallan, la situación que estoy experimentando, me
hace suponer que Nicanor Pereira, en ningún momento ha cambiado el rumbo. Tengo la
convicción de que hace algunos instantes tuvimos al frente de las salinas de Aqüarum.
Allí comienza el límite entre la montaña de nieve salada y la pirámide con caras irregulares
de roca magma que emergió del fondo marino y donde las sombras de las nubes son un
reflejo confuso, engañoso y apasionado. La naturaleza marina es desconocida para los
exploradores de la navegación, pero mis modestos conocimientos me han llevado a
considerarla como la forma metafórica que representa el paño de una mesa de billar; en
donde la vida se crea y desaparece en forma misteriosa. Todo parece indicar que este
fenómeno aparece con mayor continuidad de lo previsto. Hechos curiosos que parecen
paranormales. La aparición del sol, ofrece una buena perspectiva para orientarnos. El
agua escasea y los vientos están secos, lo que disminuye grandemente las probabilidades
de supervivencia. Como aves migratorias continuamos nuestro periplo hacia el noroeste y
crease o no, el cayuco ha recorrido la extraordinaria distancia de casi ciento cincuenta
millas.
A las trece horas de navegación, y a mil cuatrocientos revoluciones por minuto, los
vientos y torbellinos sobre la superficie del agua, se convierten en remolinos. A bordo, el
contramaestre sigue de frente timoneando entre las olas. El capitán, mirando la fuerza
pasiva de los hombres, intenta buscar una mejor apertura a la razón de vivir; pero lo
absorbe una visión remota, como la experimentada por el vizcaíno capitán de la
calavera “La Pinta” y su acompañante, el geógrafo florentino, cuando arribaron a la
costa de la península en su afán de descubrimiento. Lo que a mí me causó impresión, a
ellos le pareció una verdadera señal de alarma, olvidando que en aquel entonces,
confundieron a la punta de la bahía con el parecido de la vela de una barca guanebucán,
bautizándola con el nombre de Cabo Vela. Eso me hizo sentir como si en mi otra vida
yo disfrutara de las influencias de los leves espíritus con voces que se descarriaron
brevemente:
-¡Señores, estamos frente al cabo! Acerquémonos a tierra para llenar el tanque de
combustible y buscar algo de comer. Además, hay que bañarse, porque alguien, entre
ustedes, está que apesta.
-Soy yo, capitán. El queso tenía ciracira y, desde esta madrugada, vengo con diarrea.
Tuve que tirar la ropa al agua.
-¡Timonel, no entre a la bahía, con mucho cuidado acérquese a la ensenada del Pilón
de Azúcar -después de señalar con el dedo índice, agrega-“Melemele”, salta a tierra y
asegura las amarras en esa roca. Tienen tres horas para que hagan de todo.
¡Apenas estamos a mitad del recorrido!
-¡Manos a la obra, muchachos! -dijo Nicanor.
Dando muestras de que a toda hora le preocupa la actitud de la tripulación, abandona la
barca. Al bajarse del juego de emociones que les produjo el viaje, debieron sentirse
con energía . Ahora se encuentran en medio de un paisaje hostil y severo, donde hay
muchas cavernas azotadas por las apariciones de ciertas ideas sagradas y misteriosas,
que los connaturales llaman “Jepirachi”. Lugar donde los descendientes físicos y
espirituales buscan una señal de vida porque aseguran haber percibido una presencia
vaga que posee asombrosos y detallados rasgos faciales, invocando el espíritu del viento.
Una película épica de la cultura guanebucán está congelada en piedra, donde cuyas
emociones y sentimientos individuales hacen evidentes los embrujos del desierto que
pueden llevar a mis hombres a la locura.
Nuestros rasgos cuentan una historia que dice quiénes somos y de dónde venimos. Nos
enfrentamos a un paisaje que ha sido transformado, donde inagotables arenas propagan
el viento, el engaño y la desesperación. Las voces que existen en nuestras mentes, nos
dicen que el cayuco es un modelo de vida construido. En todos los momentos de las
labores del achique de agua, el abastecimiento del combustible, el disfrute del
desayuno y el reviente de las amarras, hicieron acopiar sus fuerzas para un último
intento de salvación, lo que ha servido para que en “Melemele” afloren ideas de que él será
millonario.
Hay alteración temporal y estamos a tiempo del zarpe. A tres horas de haber empezado
el viaje y a treinta y cinco millas náuticas estamos a medio camino y ya Nicanor
Pereira da muestras de tener cólicos insensatos. Se ventosea ladeando la nalga derecha,
duerme y despierta, empuñando temporalmente el brazo del timón, lo que hace que la
brújula vaya marcando sesenta y dos grados, Noreste. << Debo reemplazarlo por Lucho
Bruges, porque cada minuto que pasa, la amenaza del viento está más cerca de
nosotros y puede traernos problemas; pero, no muy bien lo pienso, cuando el agua le llega
a la planta de los pies y lo despierta >>.
Un pequeño goteo que está penetrando por una raja de la proa, se está convirtiendo
en una tormenta. El agua continúa distribuyéndose por el piso de la embarcación,
llevando al timonel a pegar un grito:
-¡Capitán Campo… El cayuco se está hundiendo! -dijo Lucho Bruges con el rostro pálido y
los ojos llorosos.
-¡Estamos frente a Punta Gallinas! Tira a todo trance para tierra. Curiel, ponle tres
cuartos de máquina a ese motor porque vamos a naufragar.
-¡Mire Capitán, en la ensenada de Taroa parece que hay un barco fondeado! -dijo Lucho
Bruges, tras un instante de vacilación
-Sí… sí hay un barco -dice Lucho Curiel con un dejo de complacencia, por la popa,
parece el barco de mi papá.
-¡Sí, señor! Es el “Amor de Madre” -deben estar embarcando animales y carbón.
-Lucho, lleve el cayuco hacia la ensenada -acotó de modo imperativo el capitán-, Curiel,
disminuya la velocidad y tenga el cuidado de apagar cuando el cayuco esté encima del
bajo, para que llegue despacio a la orilla.
-Capi Campo, permítame saltar a tierra, para hablar con mi papá -pidió Curiel con calma,
viendo al capitán muy de cerca, cara a cara.
-Curiel, lamento mucho tener que decirle que aquí nadie va para tierra. Usted, tiene
que ayudar a que calafateen con estopa y brea todas las rajas de popa y proa,
mientras yo voy al barco a pedirle un favor al capitán Curiel. Son las 03:30 P.M., y no
tenemos tiempo que perder.
Visto en primer plano por sus compañeros, iba andando callado, precedido por el
rumor de sus pisadas. Fue acortando el paso hasta llegar al barco pirata, donde la
tripulación trabaja a marcha forzada. Sube por una escalera de Manila a la borda y
caminando por encima de la tapa de la bodega, se posa, cómodamente, junto al Capi
Curiel. Como piloto de navío, se sienta rígido entre el timón y la entrada del cuarto de
máquina, donde el ruido del motor expele un olor a aceite quemado. En el fondo de la
bodega se escucha el movimiento de los chivos y los cerdos que están comiendo las
estopas, dejando amplias hendiduras que podrían llevar el barco a la zozobra en cualquier
momento del viaje, pero Capi debe saber muy bien que el océano es un mundo de
grandes extremos.
Durante la estadía en el paraje desértico, el comportamiento del grupo familiar fue
admirable a causa de una nueva comprensión de cómo trabajaron sus mentes y sus
cuerpos en la batalla personal que libraron para llegar al final, antes de que entrara la
noche. A pesar de los continuos calambres estomacales provocados por las bacterias de
la orina de ciracira que habían consumido en el queso y que no pudo ser digeridas por sus
organismos, se encontraban motivados a morir de risa a costa del humor negro
empleado para reforzar el mensaje espiritual que se viene propagando para cambiar la
manera de sentir, hecho que les ha servido para comentar historias hasta después de
la cena. Las palabras salían del bullicio de una reunión tan numerosa y animada que
hasta la luna alcanzaba a escucharlas en su cuarto creciente.
La claridad me muestra una línea de tiempo. A media noche, tuve la idea de aislarme de
este círculo de marineros que inspeccionan las entradas de agua a la bodega. Llego
dando bandazos; aunque, no doy muestras de estar borracho. Gozo de la fantasía
que en firme sostiene Nicanor y que a la larga resulta coincidir con la realidad, toda
vez que puede contar con detalles que a este cayuco, a pesar de que fue construido
con una madera de pésima calidad, hay que reconocerle méritos por todo el vía crucis
que ha padecido, sin sufrir el naufragio. Hace unos diez años atrás, lo labraron en
Debuya por pedido del comerciante alemán Herbert Muller, quien, hasta 1944, había
vivido en Caramarato, teniendo que huir hacia Pueblo Viejo, por cuentos de Miguelito
Cotes, quien hizo falsos comentarios al Cónsul Bianchotti del gobierno de los Estados
Unidos para que pusiera en “lista negra” al alemán, porque era la persona que le
suministraba combustible a los submarinos alemanes en la Guerra Submarina del
Caribe. Desde entonces, no había sabido nada de este tronco bofo. Por referencia de
Ranulfo Palacio, supe que se estaba pudriendo en las playas de Aqüarum. Y fue a
Elías Durán a quien le tocó realizar una travesía épica en esta balsa llevándola a remo y
vela hasta Cagüinga para que le dieran la forma de una oruga. Pero, el tópico de la
conversación, llega cuando Lucho Curiel, se pone a comentar con lujo de detalles, que
a pesar de que su papá era un ignaro de las letras, todos los capitanes que navegan
desde La Atlántida hasta Caramarato, lo respetaban porque conocía los mínimos
secretos del Océano Atlántico; y esos conocimientos náuticos lo habían llevado a no
tener que envidiarle nada al inculto Almirante de almirantes que en su errabundo viaje
épico, navegando de Oriente a Occidente, sorprendió al sol al ganarle un día.
Al capitanucho analfabeto se le reconoce que ha conquistado océanos, cielos e infiernos,
lo que me hace suponer que es un inmigrante que todavía no ha sido domesticado. De la
parranda a bordo del barco pirata “Amor de Madre ” surgió la perspectiva positiva e
inquebrantable de llevar remolcado el cayuco hasta los islotes Los Monkis. Con ese
propósito, se podía ahorrar el combustible que se consumiría en cuarenta y cinco
millas náuticas. En el momento de dar un rodeo al tanque de combustible, se dieron
cuenta de que las intenciones van mucho más allá de lo que prometo decir.
-Recojan las amarras y acerquen la embarcación al barco del Capi Curiel.
-¡Capitán Campo… El tanque de combustible está lleno! -dijo Lucho Curiel, con el perfil
abatido por la soberbia y el disgusto.
-Hasta ahora no sabemos a qué puerto iremos a parar -contesta el capitán con
displicencia.
-¿Alguna otra cosa, Capitán? -pregunta Nicanor Pereira.
-Debes llevar el timón procurando mantener el mismo rumbo del barco que va
adelante, así evitarías que la carga se golpee con el fuerte oleaje. Creo que el rumbo es
de ochenta y cuatro grados Noreste.
A las 04:00 A.M., zarpa la embarcación contrabandista y es sacudida por las olas a causa
de que las condiciones del tiempo son difíciles. Racha de vientos desafiantes soplan en
dirección Oeste haciendo que el barco trate de mantener la posición de ochenta y
cuatro grados Noreste. Ahora el cayuco surca el océano salvaje y los hombres son sólo
figuras diminutas. Por el momento, el capitán Campo no tiene el total control del cayuco
y estamos a merced del viento y a la velocidad del navío que nos remolca, siendo
cada ola que se nos viene encima, más peligrosa que la anterior. Siguiendo la línea
costeras durante tres horas, hicimos del mar un tendido y dormimos en sueño tranquilo
con los ojos abiertos. En las horas siguientes, para sorpresa de todos fuimos
despertados por los cantos del sol, a eso de las 11:00 A.M. cuando nos detuvimos frente
al Monki Norte para achicar las naves y almorzar.
Estando en medio de los cuatro islotes, el capitán de la fragata de tabla podrida, sin
saber leer ni escribir, revisa la carta de corrección. La revisa poniéndola al revés y da la
orden de que se prepare una buena comida con huevos de gaviotas sancochados y
arroz volado para las dos tripulaciones. Capi, a pesar de su ignorancia, es todavía una
presencia poderosa para todos los navegantes. Los preparativos de la comida sirvieron
para reforzar el mensaje espiritual con palabras que estaban escritas en el código mismo
del alma primaria del árbol de pionio que sirvió para que Muller mandara a labrar este
cayuco. En un lapso de cinco horas se habló de todo, hasta del mal que íbamos a morir.
En el momento mismo, en que todos los marineros se disponían soltar las amarras,
saltaron contra el viento las palabras del capitán.
-¿Efraín, por dónde te vas? Te vi con la carta marina en las manos.
-Voy a irme buscando La Macoya. Así evito los vientos ciclónicos que vienen de África.
-Yo me voy a tirar derecho, pase lo que pasare -dije con desenvoltura y sin mirarle el
tabaco Cohíba que llevaba en la boca.
-¡Samuel, hazme caso, tírate por la costa. Mira que tu nave es un cayuco que no tiene
curvas para aguantar un fuerte oleaje!
Me sostuve en desconocer lo mítico y lo legendario de su vida de marino. Yo tengo mis
propios conocimientos.
-Samuel, aléjate con rumbo Este para que esa tabla vaya hacia la costa. Debes tener
en cuenta que es plana -dice, en una mezcla de inquietud y diversión-. Lamento por mi
hijo lo que les vaya a pasar a ustedes, pero ese terco es un loco, anda contigo que
también lo eres y de remate.
Después de establecer vínculos de confianza con el Capitán Curiel y sus muchachos, el
capitán Campo le hizo ver que le hacia el honor de seguirlo a prudente distancia hasta
que desaparecieran los cayos. En ese instante una pesadilla pasaba la barrera
vanguardista del capitán del cayuco, quien le ordenó al maquinista que se preparara para
seguir a velocidad media. Sortean vientos de tormentas, y el agua juega con el cayuco,
empujándolo para ambos lados. Tres horas más tarde, no se veían señales del “Amor
de Madre” que estaba envuelto en ocaso de sol. Después de cumplir un rango náutico
de doscientas noventa y cinco millas, comenzamos a ver lo que parece una pequeña
mancha que se alza y se alarga en la superficie del mar. Un centelleante reflector está
aluzando las luces del cielo con un haz de luz verde. Noté asombro cuando vimos la
isla. Dos millas frente al puerto. El capitán comenzó a capear de un lado para otro,
esperando a que se hicieran las 5:00 A.M, hora en que seriamos visitados por las
autoridades de migración y concedieran permiso para atracar en el muelle de la Eagle
Company.
La llegada del cayuco es celebrada como un acto de heroísmo por bodegueros,
estibadores y braceros del muelle de la isla y Aruba se convierte en un código de honor
para los lobos marinos. Las autoridades marítimas, junto con el pueblo, se volcaron en
masa hacia el puerto, porque se corrió la voz de que había llegado un submarino.
En medio del barullo de la gente, apareció en la plataforma del muelle el jefe de
inmigración, quien atendía al llamado de Mister Dankee; un macambo de dos metros con
dos centímetro de estatura y ciento ochenta kilos de peso, quien tuvo a bien preguntar.
-¿Quién es el capitán de este submarino? -pronuncia en precario castellano.
-Yo soy el capitán -dije alzando el dedo índice-. ¿Con quién tengo el gusto?
-Mucho gusto. Me llamo Dankee y soy el jefe de la oficina de migración e inmigración de
la isla. ¿Dónde está el zarpe de la nave? -hipó la voz del gigante.
-¡A decir verdad, no tengo ninguna clase de papeles! -dije, siendo afectada mi voz por el
bullicio de la gente.
-¿Tampoco tiene los papeles del planchón, ni sabes cómo se llama? -preguntó afanoso,
Mr. Dankee
-Se llama Alemania -acoté de modo imperativo, señalando con dedo amigo, el nombre
que está borrado en la proa.
-¿Y qué carga llevan?
-Guineo maduro.
-¡Oh! banano, fruta muy rica.
-Sí señor.
-¿De dónde son ustedes?
-Colombianos de pura cepa -dije sonriendo.
-¡Ah… colombianos ladrones! Son piratas. Si antes del medio día no han arreglado el
problema de los papeles de la embarcación y de ustedes, tendrán que comerse los
bananos o tienen que devolverse para Colombia -dijo con una actitud muy seria y airada,
golpeando con fuerte punta pie la proa del cayuco .
Desde el mismo instante en que la embarcación atracó y fue amarrada de popa y proa a
la bita y cornamusa del muelle, se le notó triste una vez se puso en escucha del eco de la
ceremonia de llegada. Las voces alteradas de los dos personajes en escena, la
despertaron del estado de sueño en que se encontraba. Estando experimentando en
carne propia lo que poco antes había ocurrido, se sintió lastimada en su alma primaria, y
fue la razón suficiente para que los marineros, muelleros y curiosos, miraran con asombro,
el hundimiento del Alemania.
Alta Traición
--- Quién la ve, con esa carita de yo no fui -comienza a decir Grachela,
mientras hace un gran esfuerzo por dominar los impulsos.
--- “Palo Floriao” le hizo el comentario a “Mama” Flor, quien le pidió por lo
que más quisiera, que no se lo fuera a decir a su hijo para evitar una desgracia.
Ella aseguraba, que al minuto de saberlo Joseferino, le hubiera dado muerte
tanto a él, como a ella.
--- En su propia casa. “Palo” tenía por costumbre visitar a su hijo a las
cuatro de la mañana. Acostumbraba entrar en el aposento y le halaba el dedo
gordo del pie izquierdo. En una de esas visitas, cómo qué José Ceferino no
estaba. Él entró con confianza hasta la cama y le jaló el dedo al que allí dormía.
Esperó un rato en la cocina y al ver que nadie se levantaba a hacerle el tinto,
cogió la lámpara que colgaba en la cocina y regresó al dormitorio, donde se llevó
la sorpresa de encontrar a “Carchi” y a Rosario, como Dios los mandó al mundo.
--- A mí me habían dicho voces callejeras, que ella tenía unas relaciones
raras con José Prudencio Aguilar. Pero, con “Carchi”, nunca había escuchado
nada. Aunque me aseguraron que en días pasados “La Matriarca”, había echado
de su casa a “Carchi”.
--- “Aura Siosi” tuvo a quién comentarle en la calle el “Templo”, que en días
pasados, llegó José Ceferino con todos los amigos a donde la mamá. Mama Flor
estaba en la cocina. De pronto, Carchi trató de disimular sus emociones y se
dirigió hacia ella: “Buenos días mi tía” Cuando la vieja Flor escuchó la voz de
“Carchi Henríquez” en la sala. Parece haber escuchado a la representación
personificada del mal. Mama Flor aprovechó que José Ceferino orinaba en el
patio; y se acercó a él en bola de fuego y se le fue encima con aire alterado y bajo
tono: “Yo no soy su tía, váyase de mi casa”. José no logró enterarse de nada.
--- Pues, mija… entonces, crea y dígalo pa’lante… que se acuesta con dos
machos --testifica Grachela al jugar con el escarnio de la amiga.
Las expectativas del diálogo, creaban una poderosa conciencia calificadora entre
ellas mismas. Sin tropiezos, dan un par de pasos por el pasillo y se desplazan
hacia la última banca, donde pensaban sobre todo lo que estaba relacionado con
ellas. Los escaños de las tres naves, están repletos y no se ve un solo espacio ni
para un suspiro. A Petra, algo de vida parece escapársele del cuerpo cada vez
que recuerda la llegada de José Prudencio a la sala de su casa. Nunca se pensó
que esa expresión de su personalidad, entrañara más sentimientos de envidia y de
venganza, que de sinceridad hacia Joseferino.
--- Fui enterada, de que en días pasados, los contrabandistas del grupo “8
en V” estaban en casa de la cachaca “Chichanga” Cortés. Y allí hicieron
referencias sobre los rumores generales que circulaban por toda la ciudad. Como
que Manuelito Bonivento manifestó… “que nadie, ni siquiera su primo, “Pópilo”
Freyle, se atrevía a ponerle el cascabel al gato, porque ellos conocían muy bien el
temperamento del difunto”.
--- Pero a mí me comentaron que en cierto momento, Luis Illidge, les hizo
un fuerte llamado de atención a los dos, con sendas palabras intentó motivarlos a
desistir de eso… “está muy mal hecho, que ustedes se aprovechen de la
confianza de amigo que le brindaba Joseferino. Que no veía bien,que a espaldas
de él se aprovecharan de la mujer. Que recordaran el problema familiar que se
había presentado por la trompá que le asestó a Heriberto Sánchez, por no cumplir
el compromiso de casarse con su hermana Sabina”.
--- Quizás, también debió decirles que recordaran la paliza que le propinó al
teniente López y la golpiza que le propinó al indio “Bayoneta en Manaure” -
argumenta Petra, y consolida la impresión al recordar los casos.
-Todo el mundo esperaba que ese par de fieras se enfrentaran -dijo Petra,
al reflexionar sobre el caso de la muerte del teniente López--, pero estoy segura
que ninguno de los dos tenía cojones para enfrentarse en duelo a muerte a
Joséferino.
Un par de historias distintas surgen por la cicatriz de la ira de las abatidas mujeres.
Hacían acopio de todo su valor de mujer, escuchan algo de jadeo. Fueron motivo
de atracción, durante cierto momento, lejos de sentir que la forma dominada de la
mente, parecía ocasionar un adelanto en el tiempo del cerebro, por lo corta que se
sintió la misa. Y, por lo que le ocurría a la familia Rosado. Los padres del difunto,
podían percibir a distancias las emociones, los tormentos y los sufrimientos que
orientan a sus espíritus. Las mujeres, de sentimientos encontrados, platicaban en
el argot callejero y en sus propios términos. Para Petra, la noticia y la ira fueron
mecanismos de rencor, toda vez que se le viene a la memoria, el último enlace
vivo de ellos, como parranderos, para que a mala hora… “fuera a presentarse ese
maldito hombre a la casa con tamaña mentira: ”<<Mataron a mi hermano “Camito”
–luego agregó--, quién se crea mi hermano, que me acompañe para enfrentarnos
con la policía>>. Se atreve a repetirlo, porque ve en los ojos negros de Grachela
una gota de confianza-. Había tramado esa jugada sucia para meter en líos a
Joseferino y a los demás. Él sabía que no tenía pantalones para enfrentarse al
macho de Riohacha. Como lo manifestara Geña Cocho, ese día en Pancho.
--- Peor lo hizo “Carchi” Henríquez, que tuvo el descaro de pedirle a Chayo
la llave del carro “El Toro Negro” para ir al lugar de los hechos, dizque a verse con
el padre Ángel De Carcagente y convencer al indiogente de apellido Pinedo. Llegó
con la hipocresía de que no sabía nada, que le hicieran un comentario de los
hechos de la tragedia.
En la prédica del evangelio, el Padre Doroteo responde con ese credo que
resumía el espíritu de los creyentes: “La razón de su desaparición no está clara”.
--- Lo que más me llamó la atención fue que la abatida madre estaba
decepcionada –las evidencias eran abrumadoras--, y que en los buenos
momentos de la vida; se levantó del taburete llena de ira y actitud energúmena; no
se detuvo a considerar la racionalidad de lo que le decía a su hijo Chopi. Luego de
haber empuñado por el gatillo un revólver Magnum 44.7 que era del difunto, se lo
puso en la palma de la mano, recalcándole: “Sepa que usted tiene dos enemigos,
Ricardo Henríquez y José Prudencio Aguilar. ¡Mátelos!”. Ese comentario se lo
hicieron al mismo “Hencho”.
Esta civilización formaba una clase social muy privilegiada, que alcanzaba un
grado considerable de madurez cultural. Mantenía una estructura jerárquica
bastante organizada. Según el cronista de la época, Juan de Castellano; este
afirmaba que eran inteligente en el arte de la guerra, lo que los convertía en
verdaderos guerreros. Confeccionaban la vestimenta con oro labrado. Los
hombres usaban brazalete de oro en el antebrazo, cubrían los pectorales y la
parte genital con el mismo metal. Las mujeres llevaban las zonas erógenas
cubierta con prendas del preciado metal. El gran cacique Boronata y/o Boranata
sostenía sobre la cabeza una corona de oro, con la efígie de una águila, como
símbolo de poder. Se caracterizaban por ser navegantes de mar abierto y hábiles
agricultores. Mantenían una economía abierta con las culturas Coanao, Anate,
Macuira y Kusina que residían a 27 leguas de la costa. Sus vidas tenían un lead
histórico, por presentar un biotipo idéntico en el cabello lacio, elevada estatura y la
piel cobriza; linaje genético que los hacía confundir ante los españoles. Ellos, lo
llamaron guajiros por su vocación al pastoreo.
A veces me gusta imaginar, cómo debió haber sido el pueblo de los niños del
Pájaro; en la década de los cuarenta (40). Allí, crecí frente al mar océano; a donde
muy tiernos nos llevaron. Fui confirmado sin conocer la historia y mucho menos,
que había sido fundado en 1531, por el alemán Ambrosio Alfinger; que lo bautizó
con el nombre de Puerto Alfinger. Un poblado donde los valores antiguos se
mantienen. Con el transcurso de los años, propios y extraños alcanzamos a ver y
desaparecer una larga mancha de aceite sobre la superficie marina; que con la
salida del sol, se tornaba brillante como un espejo de agua.
Los niños del caserío, permanecíamos guiados por nuestros espíritus; que era el
aliento vital de la escuela. En el salón de clase, siempre estábamos atrapados en
un mundo de fantasías. El arte de la educación de los condiscípulos, estaba en el
momento mágico del recreo. En vez de platicar sobre las planas que nos
enseñaba con entusiasmo el maestro Luis Rois; con una mirada de conjunto de
humildad, sentíamos que esa sensación era breve. En donde cada uno de
nosotros, era protagonista de las fantasías que teníamos del submarino y de la
Flora. El compañerito Cayale Mengual –hijo del indio Tomache y de Carmen la
india--, utilizaba todos los trucos de su libro de mentiras; al comentarnos que
anoche, Bongo su hermano y su papá habían salido a pescar; allá en lo hondo,
Bongo se tiró al agua y se puso a luchar contra el submarino, mientras, su papá
trataba de montar el Flora en el cayuco para traerlo a la orilla. A las 11:00 A.M,
nos daban salida y todos los niños llegábamos a casa; con la plática del
comentario de la terrible lucha a muerte, que había librado el héroe.
Autor.
Desde las profundidades, en las
entrañas del Mar Caribe, la historia
del Flora ha sido parte de la
tradición oral de los ancianos del
corregimiento de El Pájaro en La
Guajira, quienes vivieron los hechos
y los han narrado de generación en
generación, sin perderles detalles,
2Barco Flora
como si aquellos hubieran ocurrido
horas atrás.
Cuando pasó lo del ataque al Flora, yo era apenas una niña, pero lo que
viví en esa época permanece en mi memoria, pese a los años que llevó
encima. Para la fecha estudiaba interna en el colegio de las monjas, aquí en
Riohacha; pero ese día 17 de junio de 1942 me encontraba en mi casa,
pasando las vacaciones de mitad de año con mi mamá. Era de tarde
cuando escuchamos los primeros Boommmm, Boommm, nadie sabía qué
ocurría; pero, nadita bueno debía ser, ¡nunca antes se había oído algo
como eso…! En El Pájaro, las noticias siempre llegaban tarde y los
pormenores de la Guerra no fueron la excepción; la preocupación en esos
días era la falta de alimentos y nada más. Creo, que por eso nuestros
padres nunca pensaron que viviríamos en carne propia las atrocidades del
conflicto; estábamos muy lejos de él. En un principio todo fue confuso.
Pasamos la noche sin dormir, esperando a ver de qué se trataba. Al día
siguiente la tensión bajó un poco y, con los días, las mercancías de las
bodegas del barco, nos hicieron olvidar todos los malos recuerdos. Se pasó
a la alegría y al jolgorio, todos tuvimos motivos para estar felices: los carros,
lanchas, porcelanas, cubiertos, máquinas de coser, variedad de comidas y
bebidas: en especial, la Coca-Cola, una chispa de vida; ¡las golosinas eran
riquísimas!, los niños las comíamos y comíamos hasta hastiarnos.
Recuerdo que mi mamá me decía: No comas tantos dulces, que te va a dar
dolor de barriga; pero resistirse a esa tentación no era nada fácil.
-¿Es cierto que el barco guardaba muchos secretos, conocidos por muy pocos?
Si eso es verdad, les voy a contar uno de esos secretos, referido por mi
mamá, que le fue confiado por el capitán antes de partir para nunca más
volver, quiero compartírselos a ustedes, porque después…
-De repente, alguien interrumpió la charla:
Era un joven, de aproximadamente 20 años, que llegó montado en una
bicicleta hasta la acera de la casa, a quien Uchi, saludó con mucho cariño:
-Ajo Bolaaa, mijooo, ¿Cómo estás? ¿Cómo la has pasado?
- Bien, ahí estudiando. -Contesta el joven, acercándose un poco más a la
casa.
-Te estaba esperando mijito.
- ¿Siii…? -Contesta el muchacho, sin bajarse de su caballito de acero.
-Es para que me traigas 2 bolsas, de esas de la tienda, son para ti; para
empacarte y regalarte algo. El que quiere besar busca la boca, ¿pa´dónde
vas ahora mijo?
- Voy pa´misa de 7. -Responde
-¿Qué horas tienes?
-Son las 6:44 P.M. -Replica, mirando el reloj en su muñeca.
- ¿Te vas a demorá?
- No, no me demoro, vengo después de misa. -Y se va en su bicicleta tal
como llegó.
Al retirarse, seguimos la charla y le pregunté -Muy bonito ese dicho, ¿de dónde lo
sacó?
Con amabilidad nos dice:
-Sí, dichos de los viejos; saben que los viejos eran unos sabios. En mi
época se les respetaba y escuchaba con atención; pero la gente ahora no
nos quiere, ni comprende, el tiempo pasa demasiado rápido y muy pronto
no estaremos aquí y es cuando más nos van a necesitar y a extrañar. Nadie
sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
- Así es, pero nosotros estamos aquí porque la apreciamos y valoramos
- Gracias, yo lo sé y también los aprecio mucho.
-¿Se sabe más dichos cómo ese?
- Ahora no los recuerdo, pero hablando seguro que me acordaré de algunos
más, yo me sabía muchos, pero mi memoria ya no es la misma de antes.
-¿Síganos contando el secreto del Flora? el que nos iba a referir antes de que
llegara el muchacho en bicicleta.
- Ahí mijitos, en este momento se me olvidó. Si me acuerdo se los cuento
más tarde.
- Bueno, entonces síganos comentando otros detalles, para ver si luego recuerda.
¿Cómo era el pueblo de aquella época, en 1942?
-“El Pájaro era un caserío sencillo y solitario; la gente poco lo visitaba,
pasaban meses sin que alguien diferente a la gente del pueblo viniera; solo
había 2 formas para movilizarse: en pequeños cayucos, así llegaban desde
Riohacha y de Dibulla, plátanos, yuca y otros comestibles. La otra, era por
trochas polvorientas difíciles de transitar. Un buen carro tardaba más de 4
horas en llegar desde Riohacha y, eso que en épocas de lluvia los caminos
se convertían en lodazales imposibles de pasar. El carro que llamaban
‘Trespatás’, (por algo relacionado con la manera de poner en marcha el
motor) de Monche López, hacía cada 3 semanas 1 viajecito para llevar
abastos y traer algunas cositas pa’ vendé y eso era toda la comunicación
que había. Pero con el Flora todo esto cambió, el pueblo apareció en los
mapas; aquellos que no venían a visitarnos, les dio curiosidad por conocer
el pueblo, había un marcado interés en el barco y sus mercancías; ya lo
decían los viejos: El amor y el interés comen en un mismo plato, el amor
come primero, el interés a cada rato. En Riohacha todos los días se
hablaba de las nuevas mercancías que encontraban en las bodegas. El
Flora y El Pájaro, durante mucho tiempo fueron lo mismo.
Bueno es tarde yo me recojo desde las 8:00 de la noche, a estas horas ya
estoy roncando, muy bueno lo que hemos conversado”.
-Y el secreto, ¿cuándo nos lo va a contar?
Luego, con calmita, se los cuento, de allí no se va a ir, han esperado
mucho, ya falta poco, feliz noche.
-Feliz noche Uchi.
EL ATAQUE. Y LA HUIDA.
Dadas todas estas circunstancias, encuentro entre verdugo y víctima fue un
hecho, que quedó registrado en la memoria de los guajiros y del
qué se ha escrito parcialmente en diferentes fuentes. Al traducir del
idioma holandés relatos encontrados en las fuentes descritas y
compararlos de manera rigurosa con la tradición oral de los
pajareros entrevistados, podemos afirmar que el día miércoles 17
de junio de 1942, a las 17:45 horas, uno de los artilleros del U-159
vio por el periscopio, sobre el lado de babor, una débil luz. Era el
barco Flora, qué, con una carga de 1.470 toneladas, venía de Panamá con destino
Curazao. El capitán alemán, Helmut F. Witte, al encontrar las condiciones
apropiadas para el ataque ordena el bombardeo. El holandés reaccionó de
inmediato, cambió el rumbo buscando tierra firme y devolvió el fuego sin ningún
éxito. El primer torpedo impacto en la sala de máquinas, el barco estalló en llamas,
dejando herido de gravedad al tercer ingeniero Petrus Frans Van Voorthuisen, con
quemaduras de tercer grado en todo su cuerpo; los motores dejaron de funcionar,
se quemó uno de los botes salvavidas y parte de la carga. La tripulación entró en
pánico, todo se tornó confuso. Acatando las órdenes precisas del capitán Haan,
los 31 miembros de la tripulación y 6 pasajeros abandonaron la nave en un batel y
una lancha. El sumergible disparó su último torpedo y fue el golpe de gracia. Con
la entrada de las aguas por los boquetes de babor, el barco se fue a pique en el
punto de posición, 11°55'00.0"N 72°36'00.0"W, frente a Punta de Bolombolo, en
La Guajira colombiana. El capitán alemán, interroga a 2 de los sobrevivientes, al
joven de 20 años Dymphnus Roeland Vermeulenl y a su compañero artillero Hugo
Pos de 28 años, a los que deja en una balsa con suministros médicos, agua,
vitualla y cigarros. El capitán Witte abandonó la escena, convencido de que el
barco que había hundido era el Flomar, un barco a vapor norteamericano de
mayor tonelaje, con 5.551 toneladas, hecho que causó algunas confusiones en los
medios de comunicación, en las notas de prensa de la época.
La huida tomó dimensiones apocalípticas, la mar se encontraba embravecida y los
restos del Flora, ardían de manera descomunal, convirtiendo el lugar en un
averno; pero a la distancia alcanzaron a ver la salvación, un pequeño cayuco de
vela. En medio del soberbio oleaje se encontraron a 2 pescadores que curiosos
veían la escena, Toño Pérez y su carnal, el indio guajiro, Chirito González. Los
náufragos desesperados, hacían señales de auxilio y repetían en coro, en un
español precario: “Favor llevar rumbo sur, rumbo sur, rumbo sur…”; pero los
pescadores asustados por el estruendo de los torpedos, dieron pocas muestras de
querer ayudar. El conflicto mundial no trataba bien a nadie y mucho menos a los
guajiros, que vivían del comercio con las Antillas y del contrabando, su labor en
esos días era cada vez más peligrosa. Eva Steensma, oriunda de La Guajira
venezolana, que viajaba en el barco, en calidad de pasajera con su esposo
Jacobus Steensma y su hija Marbella Steensma de 5 años, preocupada por la
pequeña, que no pronunciaba palabra alguna por el trauma emocional, tomó una
actitud belicosa con los pescadores y los amenazó con una escopeta. Sin más
opciones, los 2 pescadores les guiaron hasta la orilla de la playa del caserío de El
Pájaro.
Según la fuente viva del pajarero Raúl Gómez Gómez, el pueblo empezó a rezar
al escuchar el estruendo de los torpedos, esperando que cesara pronto aquella
Batalla Naval. Todos estaban muy confundidos, lo que llevó a Polanchi Romero a
organizar, con la mayoría de los pobladores, entre ellos la molinera Amelia
Zabaleta, que estaba de visita en la casa de la abuela de Raúl Gómez, un
improvisado éxodo hacia la ranchería Aritayen. A orillas de la playa
permanecieron, Catalina Amaya y Alina Barros. Antes de la media noche los
escurridizos, cuando sintieron que no corrían peligro alguno, regresaron a pie a
sus bohíos. Pasaron por detrás de la tapia de bloques del cuartel, las vecindades
de los patios de Alida Baca, Rosalbina Baca, Paya Amaya, y Mariana Gómez,
cercados con yotojoro (madera, extraída del corazón seco del cactus) y cardón
vivo, se emocionaron al ver las fachadas de las casucas de María Nicolasa
Amaya, que protege la casa de Vicentica, esposa de Bienvenido Castro, en medio
de los pequeños ranchos de Vicentico López, Odistela Mesa y la pequeña iglesia,
alumbrados por una difusa luz del rancho cansado de Celia Brochero que se
sostenía de las paredes de las casas de al lado, donde habitaban: Leopoldina
Meza y Ramón de la Rosa Aguilar, (que luego le compondría parodias al Flora
junto con ‘Toba’ Arismendi). La calle les hablaba con palabras ensordecedoras,
sobre el desembarco de los náufragos. En el corredor habitacional se enteraron de
todos los pormenores del hecho.
En el pueblo yermo y oscuro, iluminado tan solo por la luz cenital de la luna y por
unas cuantas lámparas de kerosin (querosene), aquellos náufragos en tierras
desconocidas, encontraron hombres y mujeres dispuestos a socorrerlos. Un faro
resplandeciente en la lúgubre noche. La maestra Camencho Cotes los atendió en
su espaciosa cabaña; ubicada al inicio de la acera izquierda de la calle. Lo primero
que hizo, fue darles ropa seca, les dio agua y leche cuajá, panes y queso de leche
de cabra.
El capitán Hans, luego del bochornoso incidente daba instrucciones a los oficiales,
Alexander Dijk, Antonius Laurentius, Flens Johannes Reijer y el pasajero
holandés, casado con la venezolana, Jacobus Steensma, quien servía de
intérprete con los habitantes, al saber un poco de español y algunas palabras en
idioma guajiro; bajo la sombra del corpulento árbol de trupillo (Prosopis juliflora)
cual florero de mesa, ubicado en la mitad de la calle, cuando fueron invitados por
la Señora Malvina, (una de las mujeres del capitán Andrés Alarcón), a visitar su
cabaña; que quedaba al final de la calle de norte a sur. Sintieron un gran alivio al
encontrar gente buena en el pueblo. De inmediato se dieron cuenta de que el
capitán Andrés, era un sujeto que vivía bajo el código del contrabando.
El caminar era parte de su urgencia, los hacía sentirse más relajados y olvidarse
del trauma por el que estaban pasando; recorrieron el pueblo, visitaron los ranchos
de las vecinas Papi, Mamacita y Mello. En el andar se enteraron de que el nativo
enano que estuvo renuente a prestarles auxilio, una vez varó el cayuco en la orilla
de la playa, salió como alma que se lleva “yolujaa” (el diablo), hacia los bohíos de
los pescadores, Lino Magdaniel, Tomache Mengual, Alejandro Amaya, Luis Coya,
el marido de Hilda Pérez la tostadora de queques y el loco Pare Aguilar,
invitándolos a una reunión en la loma Sarcorrial, en el rancho de Fulgencio el
indio. Allí relató con altivez a los presentes, cual general de mil victorias:
“Yo, indio, Chirito González, El Grande… (!), (Se escucha un murmullo) con
flecha mía y conjuro, luché a muerte con un monstruo gigantesco, que
vociferaba con voz de trueno y daba coletazos botando chorros de candela
por las branquias, prendiendo fuego a la mar, a solo 12 millas de orilla.
Recordé y recité palabras que mi abuela me enseñó para alejar a los malos
espíritus y éste huyó; se hundió yendo muy rápido mar adentro, dejando
reguero de fuego y un cayuco de hierro grande hundiéndose; así mi carnal
pudo rescatar a 500 hombres que la bestia se quería tragá, yo mismo vi
cómo vomitaba a 20 de ellos que estaban pálidos, blancos como algodón,
salieron sin saber habla el español como todos los alijunas y su pelo quedó
del color de fuego, amarillo, amarillo. Por ese hechizo maligno no quería
acercarme a ninguno de ellos; como había una mujer que venía con niña
pequeña yo les ayudé a salir de allí enseguidita. No hay que volver a salir a
pescar sin mi ayuda, porque esos monstros regresan a vengarse y solo yo
Chirito, sé cómo hacer pa’que se marchen, con conjuro y machete; eso sí
cada vez que salgamos me deben dan collares finos de cornalina, para
ofrecer a los espíritus”.
En fuentes extraídas de
internet se puede leer que
el día 20 de junio de 1942,
el U-159 se reunió con el U-161 y recibió algunos torpedos a cambio de comida y
combustible. Cuando se acercaba a Lorient, el día 12 de Julio, fue localizado por
un avión Wellington equipado con el sistema Leight light (Foco de gran potencia
colocado bajo las alas de los aviones del Mando Costero de la Royal Air Force,
para localizar submarinos alemanes por las noches
12 Tumba de Petrus Frans Van
Voorthuisen en Loenen durante la Segunda Guerra Mundial) del escuadrón 172
(P/O W.B.Howell). El avión lanzó 4 cargas de profundidad que lo dañaron; pero
logró llegar a su destino al día siguiente.
La carrera militar del U-159 terminaría el día 28 de julio 1943, al sur de Haití, en el
mar Caribe, hundido en la posición 15°34'12.0"N 68°18'00.0"W, por cargas de
profundidad del avión estadounidense Mariner (VP-32, P-1), donde fallecen todos
sus tripulantes, 52 marineros y el capitán Heinz Beckmann, al mando del
LA DESPEDIDA.
Pronto en los diarios nacionales, la noticia del hundimiento del Flora ocuparía las
primeras planas y como las vías de acceso a Riohacha no eran las mejores, y no
había aeropuerto, según nos cuenta el señor Raúl Gómez Gómez, apareció como
la alternativa más rápida para llevarse a los náufragos un dirigible, que pronto
apareció en cielos de la ciudad causando gran curiosidad; pero no pudo
descender en la ciudad, debido a los fuertes vientos que soplaban, motivo por el
cual lo hizo al día siguiente en el caserío de Dibulla. Allí se embarcaron los
náufragos con destino a la ciudad de Barranquilla, donde se alojaron en los
hoteles Roxy y Astoria, atendidos por el cónsul holandés, como consta en el diario
El Tiempo, en el artículo que lleva por título “Venían 2.000 llantas en el Vapor
Flora” del 21 de Junio de 1942, página 1 de 20, escrito por el corresponsal
Goenaga.
EL RESCATE
A los 98 años de edad, la leyenda viviente Juan Manuel Curiel Gómez; motorista
de la embarcación “paquete e’ panela”, nos habla del protagonismo de su padre y
el suyo propio en aquella peligrosa labor:
-“Mi papá el Capi Curiel, tenía una preparación mental, que le permitió
seguir las huellas del Flora. Con la ubicación de los restos, convenció a un
grupo de amigos venezolanos; buceadores de perlas, para cumplir la
misión; el equipo es integrado por los margariteños: Pedro Bravo, Toribio
Pechoepiedra, Luis Cabrales, Mencho Suárez, Cirilo Rojas, Luis Beltrán
Suárez, Vicentico Sabino y Emiliano Hernández, de inmediato pusieron
manos a la obra, embarcaron los equipos necesarios: escafandras, gruesos
vestidos de caucho, lona, pecheras y botas de plomo, que les permitieron
sumergirse a más de 14 brazas de profundidad. Realizaron varias
incursiones, fallidas; pero la determinación de mi papá, era tan fuerte, como
su personalidad; no se rendiría sin dar la pelea y, finalmente logró encontrar
el tan anhelado tesoro. De allí, en adelante todo fue una feria de
mercancías. En una de las bodegas de proa encuentran vehículos; pero por
el momento, solo pueden sacar cosas de menor
13 Vajilla como la Flor Curvelo
tamaño entre ellas, cajas de cerveza, toneles que
contenían orejas y colas de cerdo, barriles de dulces,
canastas de Coca Cola, y tanques de aceite de Oliva.
El paquete e’panela, barco construido con mis propias
manos con la ayuda del carpintero Pedrito Sierra y mi
hermano Alberto, se comportó tan bien que les hizo
mamolas a todos sus críticos. Realizamos muchos viajes repletos hasta el
tope, los que desembarcamos el contramaestre Che Mondongo, Rafael
Lozano, Luis Bengal y mi persona en los puertos de El Pájaro y Riohacha,
más nos demorábamos en ir y venir, que en venderse la carga. La noticia
se regó rápido por toda La Guajira, las tiendas, restaurantes y cantinas de
muchos poblados, se vieron abarrotadas de víveres, dulces, cervezas y
licores extranjeros. Fue tan abundante, que el precio de estos artículos
rodaba por el suelo; se compraban 10 libras de cerdo por tan solo $ 0.10
(cero pesos con diez centavos), la señora Flor Curvelo, mujer de Palo
Floriao Rosado, compró una vajilla fina con todos sus accesorios, pintada a
mano, por la suma de $ 0.35 (cero pesos con treinta y cinco centavos).
Durante esos meses de abundancia el pequeño pueblo cambió su aspecto.
Recibía visitas de muchas personas que querían conocer la historia del
vapor, la Coca-Cola que no era conocida en el pueblo, se volvió común; y la
pareja de ancianos guajiros Pepe y Pepa, la consumían de todas formas,
hasta caliente, como café o guarapo de panela. En Mushichii y Manaure,
duraron más de 120 días sin saber qué era beber agua, solo consumían
gaseosas y cervezas de la marca Bergorf, y pasaría mucho tiempo, luego
que se acabaran las cervezas, para que nos volviéramos a acostumbrar
otra vez a tomar el agua sucia (!) de los pozos. La goleta Rosa Agustina,
capitaneada por el musichero Julio Rosado, también realizó varios viajes al
Flora. Los marineros Cholole Rosado y Pablo Rosado, buceaban a pulmón
limpio en las bodegas, de donde sustraían en su mayor parte, cerveza,
Coca-Cola y carne de cerdo. A su regreso a Musiche guardaban la carga en
el rancho de su tío, el cacique Merced Rosado. Hacían parrandas en el
rancho de Juaquincito Rosado y bebían por meses seguidos; en estas
bebetas abusaban de los dioses de Orino y cuando se les acababa el trago,
regresaban al Flora por más y más. También organizaron buceos sin utilizar
escafandra, los buzos de cabeza de los veleros El Nariño y el Celaje 1,
donde navegaron los dibulleros: Carlos Manchal, y Manuel Gómez, quienes,
con el enano, Chirito González permanecían por más de 4 minutos debajo
del agua, con respiración a pulmón. No los acobardó el hecho de que
Mencho Suarez, hermano del margariteño Luis Beltrán Suarez, muriera
asfixiado en el Flora, porque los encargados del bombeo del aire, se
entretuvieron charlando y dejaron de suministrarle el vital oxígeno; ni la
descompensación corporal que sufriera Cirilo Rojas, que lo dejó cojo para el
resto de su vida, al soportar por más de 4 horas los bruscos cambios de
temperaturas y presión en el lugar donde permanecía hundida la nave. En
proa quedaron 2 bodegas sin explorar, porque no teníamos los medios
suficientes para abrirlas”.
La hambruna causada por los estragos de la guerra se mermó por las provisiones
del naufragio, sacado por el capitán Curiel, con su rudimentario barco, del que
todos en el Riito se burlaban, hasta esa fecha en que se convirtió en un mito, y él,
con su tripulación en héroes locales.
El señor Raúl Gómez Gómez, que tenía 7 años cuando ocurrió el hundimiento nos
complementa la información y nos cuenta que las buzos presas de la intriga y la
ambición, sustrajeron un martinete del muelle, para construir una grúa que fue
instalada en 2 balsas para alzar los bienes más pesados que estaban en las
bodegas de proa; con ella lograron sacar una lancha de carrera tipo turismo de la
cual se apropió el cacique Claro Cotes Barros. Al subir un camión, su peso superó
la resistencia de la grúa y se fue a pique a las profundidades del mar.
Juan Monroy Mendoza, cuenta que Pablo Rosado (Misifú del Norte) verseaba a
manera de canto lírico, las notas de Toba Arismendi, en los innumerables viajes
que el Rosa Agustina realizó hacia el Flora y las Antillas, Toba solía contar la
historia con estos sencillos versos:
Coro
ay ay pero que ven a trabajar,
porque si no vienes ahora
más tarde no lo has de encontrar.
Coro
Éstas son una de las tantas parodias que compuso Cristóbal Arismendi alusivas al
Flora:
16Boris Pinzón y Mero sacado de que los restos del mismo se preserven para que
del lugar del naufragio
sean parte de un museo y rendirle homenaje,
convirtiendo el lugar del hundimiento en Patrimonio Sumergible y así buscar que
no saquee más, entre los objetos que ha sacado del Flora se encuentran botellas
de Coca-Cola, termómetros, calculador de presión, escopetas, ojos de buey, luces
de navegación, tubos de presión. De esta manera convertir el naufragio en un
destino turístico de Aventura pues además de su valor histórico es un lugar donde
se puede encontrar gran diversidad de peces, el mismo Boris nos cuenta una
anécdota, que, en una de sus inmersiones, cuando uno de los buzos que lo
acompañaban se metió al barco, le salió una guasa de más de 2 metros que casi
se lo lleva por delante.
Aún en El Pájaro se habla de las lenguas de fuego que salían del mar; producto de
la quema de las cargas de las bodegas del barco, que a lo lejos se veían como si
se tratara de un estado del alma; una visión apocalíptica, nunca antes vista, sólo
comparada con los espejismos y el fuego fatuo, en la laguna en las épocas de
sequía.
Algunas de las voces que escuchamos y que desea permanecer anónima nos
cuenta que:
-“Con la partida de mi madre hacia la otra dimensión, siendo aún un infante,
nunca pensé emprender un viaje épico al pintoresco lugar de Puerto
Alfinger. Las secuelas de la Guerra Submarina del Caribe me llevaron a
vivir una orfandad de 8 años; en aquel asentamiento originario. A pesar de
que lo importante para los indígenas era el orden cósmico, la inocente
razón de tanto entusiasmo por conocer el submarino alemán; se salió por
completo del control de los naturales del caserío El Pájaro. En 1952. Pronto
los días se convirtieron en años. Pasó un largo tiempo para tratar de
encontrarle sentido a lo que había ocurrido, al presenciar que pueblo en
masa se proyectaba hacia la orilla de la playa para ver el periscopio del
monstro alemán; que Papúm Freyle, Provincia Bonivento, Laudelino
Alarcón, Catán Mengual y Minario, se presentaban como pastorcitos
mentirosos, dando muestras de manifestación de haber visto la criatura
misteriosa. El atroz ideal a la larga, resultaba ser la figura fantástica de un
alcatraz en reposo sobre la sombra de una nube tejida por el aire de Cielo,
algo aún más oscuro infestaba la mente de los guajiros; por qué al parecer
sufrían de síndrome atenuado de la paranoia, que consistía en una
confusión mental, caracterizada por alucinaciones y agitaciones reiterativas
de pensamientos. Recién he empezado a entender la magnitud de la
enfermedad que padecían”.
Y fue así como estos hechos entretejidos, entre la tragedia y la comedia, pasaron
a ser parte de una imagen colectiva, una radiografía, de la Guerra Mundial, que
por mucho tiempo marcó a los pajareros, una leyenda que transformó la vida de
los guajiros, en una época cargada de dolor y hambruna.
EPÍLOGO
A veces me gusta imaginar, cómo debió haber sido el pueblo de los niños de El
Pájaro; en la década de los años cuarenta (40s). Allí, crecí frente al mar océano; a
donde muy tiernos nos llevaron. Fui confirmado sin conocer la historia y mucho
menos, que había sido fundado en 1531, por el conquistador alemán Ambrosio
Alfinger; quien hizo honor al legado de su apellido para bautizarlo con el nombre
de Puerto Alfinger. En este poblado los valores antiguos aún se mantienen. Con el
transcurso de los años, propios y extraños en ocasiones alcanzábamos a ver y
desaparecer una larga mancha sobre la superficie marina; que, con la salida del
sol, se tornaba rutilante, dada la apariencia de espejo de agua. Como actor
ocasional de la marinería, en el cayuco velero de Alejandro el indio y espectador
apasionado de los barcos contrabandistas; mantuve estrecho contacto con la
historia de El Flora.
Los niños del caserío, permanecíamos guiados por nuestros espíritus; que era el
aliento vital de la escuela. En el salón de clase, siempre estábamos atrapados en
un mundo de fantasías. El arte de la educación de los condiscípulos, estaba en el
momento mágico del recreo. En vez de platicar sobre las planas que nos
enseñaba con entusiasmo el maestro Luis Rois; una mirada de conjunto de
humildad, nos hacía sentir que esa sensación de regocijo era breve. En donde
cada uno de nosotros, era protagonista de las fantasías que teníamos del
submarino y del vapor. La mente maestra del compañerito Cayale Mengual –hijo
del indio Tomache y de Carmen la india- utilizaba todos los trucos de su libro de
mentiras; al comentarnos que todas las noches, Bongo su hermano y su papá
salían a pescar mar adentro; y allá en lo hondo, Bongo se tiraba al agua y se
ponía a luchar contra el submarino, mientras, su papá trataba de montar el Flora
en el cayuco para traerlo a la orilla. En el salón de clase, todo se volvía algarabía a
las 11:00 A.M, al escucharse el tintineo de los tañidos de la campana; que
anunciaba la salida. Los párvulos salíamos en carrera; por el centro de la calle
ancha, casi vacía y con señales de inquietud. En los ranchos, nuestra relación
estaba basada en el comentario de la fantasía emocionante y vengativa por lucha
a muerte, que había librado el héroe.
En la tarde, el horario era de 02:00 P.M - 04:00 P.M, fuera de clase, el tiempo le
sienta mucho mejor a los hermanos Cariaca y Carabina Pérez para inventar
historias inauditas; jamás dicha ni escritas por humano alguno. Y sin saber leer ni
escribir, le atribuían la apología de una primera
impresión notoria del “El Hombre y el Mar” de
Hernes Heminway--, al mascarrabia de su
padre Toño Pérez. En su transitar,
demostraban ser seres parlantes que tenían
una escapatoria para decirnos: “Papá trajo los
náufragos a la orilla; porque le había propinado
veinte canaletazos a la trompa del submarino y
lo dejó grogui. Muerto, lo amarró a un costado
del cayuco y lo traía a rastra; y durante la
travesía, las güimpiras se lo comieron”. Pronto
los días se convierten en semanas y el chinito
Esta joya, se ha convertido en un lindo paraíso; para los amantes de la pesca. Los
holandeses y sus aliados, sabían que los submarinos alemanes para atacar a sus
víctimas; empleaban tácticas de jauría de lobos salvajes, por eso, la dejaron
expuesta a la soledad y al abandono. Nunca pensaron que los restos de esta
embarcación; llegaría a ser un lugar emblemático, glorioso e histórico aquí en
América. De esta manera, esperamos que todas aquellas personas; que en los
últimos tiempos han tenido contacto directo con el rudimentario casco coralino,
tengan a bien, donar algunos de los materiales obtenidos de allí; para hacer una
colección de museo.
Autor.
BIBLIOGRAFÍA.
POLACO ROSADO et. al, AARON Rafael, El Hundimiento del Flora, 25pp.
Riohacha de 2017.
Polaco Rosado
Gozo con emoción, el umbral de este bien histórico; al escribir una nota sobre la
vida de la familia Gómez Padilla, representada en el General Miguel Antonio
Gómez Padilla, Director General de la Policía (1989-1993); Natural de Lorica
(Córdova). Con la unión especial de la familia Pachón Padilla, delegada en Doña
Gloria Pachón Padilla de Galán Sarmiento; natural de Santa Marta e hija de Juana
Manuela Padilla Illidge; oriunda de Camarones (La Guajira). Por el fervor que
despierta esta historia, no deja de deslumbrar la familia Padilla Gómez, apellidos
que recaen en la persona de José Prudencio Padilla Gómez; a quien sus amigos
le apodaron “almirante camaronero”. La memoria de nuestra identidad, no es sólo
con los Padilla López; el famoseo de la relación paternofilial, también, recae en el
abuelo Prudencio Padilla y en su hijo Andrés Padilla; primogenitor de los próceres
de la Guerra de Independencia, Francisco Javier, José Antonio y del General y
Almirante José Prudencio Padilla López. Riohachero de pura cepa, como lo
constata la fe de bautismo; que presentó ante don Bernardo José Garay, cura
rector de la parroquia de la Santísima Trinidad en Cartagena de Indias; para llevar
a cabo su compromiso matrimonial con doña Pabla Pérez.
Genealogía.
Este acorazado –si así, se le podría llamar--, al mando del Capitán de navío
Cosme Damián de Churruca; realizaba maniobras navales en el Mar Atlántico.
Muy rápido, Padilla es ascendido a contramaestre de navío; por dar muestras de
sus habilidosas aptitudes náuticas. Al estar al servicio del Rey Carlos IV de
España, se le informa que en Europa se tejían una serie de hechos políticos
trascendentales; por la alianza entre España y Francia para invadir a Inglaterra.
Las instrucciones consistían en maniobras de distracción, para concentrarse en
Martinica; estrategia eludida por el invicto Almirante Sir Horacio Nelson. Quien
aprestó sus fuerzas, para destruir el “San Juan Nepomuceno”, que se había unido
a la flota española del Almirante Federico Gravina. Este surta en Cádiz, en donde
debía converger; con la flota al mando del Almirante francés Pierre Villeneuve, que
venía procedente de Tolón. La armada de la alianza hispano francesa, se
componía de 15 navío españoles y 25 navíos franceses; mientras, que la armada
inglesa contaba con 31 navíos. Desde la época de la “Armada Invencible” nunca
jamás se había visto tanto movimiento de sofisticado aparato de fuerza naval; para
definir la suerte de Europa. Ante el fracaso preliminar de sus planes, Napoleón
Bonaparte le ordena al Almirante Villeneuve, que penetre en el Canal de la
Mancha; pero un contratiempo, lo obligó a que arribara a Cádiz, en donde queda
bloqueado por la flota británica. El “Coloso de Córcega” lo presiona para que
irrumpa el estrecho de Gibraltar y entre en el mar Mediterráneo.
A las 06:00 de la mañana del 20 de 0ctubre de 1805, distante cuatro millas del
Cabo de Trafalgar; punto medio entre Cádiz y Algeciras, los aliados divisaron la
escuadra del Almirante Nelson, compuesta por 27 naves. A bordo del navío
“Victory”, el estratega inglés imparte orden al Almirante Guthbert Coollinwood;
para que se ubique frente al “San Juan Nepomuceno” y esperara la orden de
ataque. Al buque donde tripulaba José Padilla en calidad de contramaestre, se le
acerca la vanguardia aliada, del Almirante español Ignacio María Alava, y las
naves de los Almirantes franceses Pierre Villaneuve y Dumond Lepelly. Y en sus
proximidades también se coloca el “San Ildefonso”, de donde el rudo Capitán Don
Pablo Murillo impartía órdenes a sus hombres; para el cumplimiento del deber. A
las doce menos cuarto, de aquel memorable 21 de octubre; fueron rotos los
fuegos y se produjo el más estruendoso cañoneo naval; librado hasta entonces, en
el mar. El Capitán Churruca había ordenado a su tripulación, combatir hasta el
final; una vez se iniciará el fuego. De pronto, de la vanguardia del adversario se da
a la vela el navío Dreadnought con la orden de que abriera fuego contra el San
Juan Nepomuceno; hasta que viera que se le había agotado el último gramo de
pólvora de la “santabárbara”. Éste con una maniobra inaudita enfila su artillería
contra la “Embarcación Insignia”. Al Capitán Churruca, una bala de cañón le
cercena una pierna y muere. Padilla con el rostro desconocido, aparece con
contusiones en todo el cuerpo; el contramaestre y la tripulación sobreviviente,
fueron sometidos a rendición. Sobre la borda, se registraba un saldo de 158
muertos y 250 heridos. A las 05:30, de la tarde; cesó el fuego rojo en la mar del
infierno. Los aliados sufrieron 7000 bajas entre muertos y heridos, y cerca de 7000
prisioneros. Además, presentaron 20 naves averiadas que fueron capturadas y un
dato igual hundidas. Los ingleses por su parte, sólo perdieron 1690 hombres; lo
que le adjudicó la victoria al Almirante Sir Horacio Nelson. Los prisioneros fueron
conducidos a Inglaterra y confinados en pontones –buques de guerra, fuera de
servicio--, donde eran obligados a duros trabajos en la reconstrucción de naves. Y
estaban sujetos a drásticas disposiciones penitenciarias.
Sitio de Cartagena.
Al amanecer del 19 de mayo, Padilla concentró los fuegos; frente a las imbatibles
murallas de Cartagena. Bombardeó la plaza y cañoneó la marina enemiga. El 18
de agosto, se aproximó a Cartagena; la poderosa expedición realista y
desembarca en Arroyo Hondo; para organizar el bloqueo por tierra y por mar. El
27 de agosto, dado su carácter temerario y emprendedor, libra la acción de
Pasacaballo. Hacia septiembre, la acción había empeorado; por la escasez de
medios de subsistencia, lo que obligó a sus gentes a devorar carnes y harinas
podridas, bacalao rancio, caballos y burros en detestable salmuera, perros, ratas y
cuero. En definitiva, el 4 de mayo de 1821, Padilla al mando de la goleta
“Presidente” y al frente de 33 buques de guerra, 10 transportes y una tripulación
de 500 hombres; rompe el cerco que duraría 159 días, hasta la ocupación de
Cartagena, el 10 de octubre del mismo año. Cubriéndose de gloria y destacándose
como uno de los jefes más eximios de la Guerra Magna. Por fin, el General
Mariano Montilla oficia a Santander; donde le da cuenta, sobre la admirable
organización de padilla.
Para la noche del 24 de junio de 1821, que ha pasado a la historia cómo ”La
Noche de San Juan”; porque en ella se dio la captura de la marina hispana.
Coronada la victoria, Padilla se dirigió a la plaza en un esquife; para no ser
descubierto; en pos de entregarle una carta a la bellísima doncella Ana Teresa
Somoyar. Misiva que había sido enviada por su madre Juana Castell de Somoyar,
a una residencia de la Calle San Andrés. Tal sería la sorpresa de la “Julieta”, no
tanto, por la presencia del temerario marinero; sino, por el riesgo de ser
descubierto y fusilado por culpa de ella. Padilla no aparecía, preocupación que
obligó a su hermano José Antonio Padilla, herido en la refriega; ir en busca de él.
La desesperación se había apoderado de la tropa.
Según el relato que se tiene del fusilamiento del Almirante Padilla y del Coronel
Ramón Nonato Guerra; relato publicado en el # 25 del boletín de Historia y
Antigüedades; correspondiente al mes de enero de 1905, a los cadáveres de
Padilla y Guerra. Una vez retirados del patíbulo, se les dio sepultura en la
madrugada del día 3 de octubre de 1828, en la bóveda de Santa Rita, que hay en
la nave izquierda del templo de San Agustín. Hecho narrado por el benemérito
historiador Ramón Guerra Azuola, hijo de este último. Previa aquiescencia y
decidido apoyo del reverendo padre fray Lucio Diez, superior de la comunidad de
los padres Agustinos en Bogotá; se procedió a abrir la cripta situada en la nave
oriental del templo, frente al altar de Santa Rita y en donde, según datos
históricos, precisos; debían reposar los restos del Almirante Padilla. Como lo
demuestra la longitud del esqueleto, el cráneo destrozado está destrozado, por las
balas; el brazo izquierdo, de igual manera destrozado; en vez de dos maxilares,
sólo apareció uno fragmentado en dos pedazos, la dentadura, dos huesos coxales
que dejaron de mencionarse; y otras señales particulares, que coinciden con la
filiación que del prócer dan sus biógrafos.
En la ciudad de Bogotá, a los cuatro días del mes de julio de 1923, por invitación
de la comisión nombrada; para tal efecto, por la Junta Oficial del Centenario de la
memorable acción naval de Maracaibo. Ésta comisión estuvo compuesta por los
doctores Nelson Gnecco Coronado, José Manuel Manjarrez y Luis Carlos Rivera.
El día 9 del mes de junio de 1923, mediante acta firmada por don Alfonso
Jaramillo, Ministro de Guerra; Alberto Portocarrero, Ministro de Educación;
acompañados del secretario del despacho, General Urbano Castellano; y otros
miembros de la Academia de Historia y Autoridades civiles y militares. En la iglesia
de San Agustín, a las once de la mañana, fueron colocados en la urna, los restos
del Almirante; para que fueran conducidos a la ciudad de Riohacha. En ésta, a los
25 días del mes de julio de 1923, en fe de lo cual fue firmada esta acta en dos
ejemplares; uno de los cuales se remitirá al Concejo Municipal de Riohacha y el
otro se depositará por mediación del Ministro de Guerra, en el archivo de la
Academia Nacional de Historia. La urna lleva una placa de plata que dice:
RESTOS DEL ALMIRANTE PADILLA. Riohacha, 19 de marzo de 1778. Bogotá,
octubre 2 de 1828, entregados por el Gobierno Nacional de la República al
Concejo Municipal de Riohacha.
En la ciudad de Riohacha, a los 25 días del mes de julio de 1923, siendo las 08:00
A.M. en presencia de los delegados del gobierno y de las cámaras legislativas; se
hizo entrega a los miembros de la Junta Organizadora de los festejos centenarios
de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y los miembros de la Corporación
Municipal que firmaron: Francisco D. Pichón, presidente; A. R. Amaya Herrera,
vicepresidente; vocales: F. L. Márquez, R. A. Palacio Lavalle, Alejandro Suárez,
Alfredo C. Curvelo, Julio C. Romero B, Juan B. Freyle y Ramón González Vidal;
Armando S. Márquez, el secretario.
Sin embargo, es lamentable tener que decirle al mundo; que Venezuela, Colombia
y Riohacha; le han pagado con olvido a El LIBERTADOR DE AMÉRICA EN LOS
MARES.
Bibliografía.
Polaco Rosado
Para que se pueda entender lo que es la América nacida a finales del siglo XV, es
necesario acudir a los cronistas de aquel suceso. Son contemporáneos del
descubrimiento, soldados con el alcance de algunas letras, clérigos que llegaron a
encuadrar en moldes de cultura y creación estética _ más medievales que
renacentistas_, la nueva experiencia. Sus relaciones fueron inmediatas, casi
siempre, minuciosas actas notariales llenas de abundante experiencia personal. A
veces fueron construcciones literarias, viejos moldes épicos sobre los recientes
hechos americanos, pero la naturaleza era tan fuerte, que el vestido poético;
apenas transfiguraba la historia. Juan De Castellanos es uno de estos cronistas.
Entre las muchas poblaciones Guanebucán, cabe destacar; las cercanas a la mar,
separadas de otras infinitas; cercanas a los ríos: Debuya (Item del pueblo original
de Dibulla, en la sabana de la Ramada), Dos Guaymaros, Tapí (que es de cuento
el poblado de Camarones), Maracarote (asentamiento de noble y apacible
condiciones, en el delta del río Seturma (Río Ranchería). Por la pérdida de un
hacha a un soldado alemán; parte del conquistador tomar posesión en nombre del
Rey, y realizadas todas las ceremonias que se oficiaban; funda una ciudad que se
quedó con el título de Ranchería de las Perlas del Río de la Hacha, Urina,
Caborder (Cabo de la Vela), Macoir (Macuira), Biriburare, Paraguanil, Proceliana,
Ormio, Caraubare y Coriana (lenguaje caquetío, Item de la lengua romance Coro),
culturas de compás de tierras llanas y de grandísimas culturas, están ubicadas
entre grandes montes y sabanas; tienen por frontera la mar y la sierra de Herrera.
Antiguas noticias publican ser grandes poblaciones, con templo y calles largas,
bien puestas y ordenadas; con fuertes y potentísimos bohíos de puertas grandes y
enramadas al frente, para gozar del fresco de los fríos.
Los indígenas que habitaron en esta región fueron llamados Guanebucán, quienes
fueron descritos por Juan de Castellanos (1601), como “gente principal, rica,
gallarda” (2). Los cronistas consideraron que sus poblados eran “majestuosos
asientos”, provistos de amplias enramadas construidas frente a los bohíos; lo cual
llevó a los hispanos dar el nombre de Ramada a la más extensa y poblada de
estas provincias. La agricultura fue la principal fuente de subsistencia, para este
grupo indígena que cultivaba maíz, yuca y batata; lo cual complementaban con la
explotación de recursos naturales del entorno costero. Pasado los períodos de
lluvia, los indígenas circunvecinos se congregaban en los litorales de las lagunas
de Tapé y se dedicaban a recolectar los peces atrapados allí; los cuales salaban y
secaban para su conservación y realizar intercambios con los habitantes de otras
culturas de las zonas interiores.
(2) Castellanos, Juan. Elegía de Varones ||, Relación de cosas del Cabo de la
Vela.
Los Macuiras habitaron la serranía del mismo nombre, las sabanas de Orino y
algunas zonas costeras cercanas al Cabo de la Vela. Practicaban la agricultura y
la pesca. Aún a fines del siglo XVI, participaron en alzamientos contra el dominio
español. Con la excepción de la cultura Cocinas, los gentilicios dados en las
fuentes históricas hispanas a los indígenas de la península; desaparecieron a lo
largo del siglo XVII, para tildarlos a todos ellos con el término “guajiros”. Dicha
denominación, se fundamenta en la transición de las formas prehispánicas de
subsistencia; por su dedicación al pastoreo al integral, como actividad económica
predominante que iniciaron estos grupos a finales del siglo XVI. En contraste, los
Cocinas continuaron atados a la caza y recolección de frutos; por lo que fueron
considerados como los “bárbaros” pastores (Kusina).
influencia en tierra firme. Es decir, aquellas regiones del litoral continental que
habían explorado o rescatado con los indígenas. De esta manera, Rodrigo de
Bastidas obtuvo el Gobierno de Santa Marta en 1524, Fernández de Oviedo
consigue el de Cartagena, Marcelo Villalobos el de la Isla Margarita y Diego
Caballero logra para sí, una capitulación sobre el territorio comprendido entre el
Cabo de la Vela y el Cabo de San Román, lo que no alcanza llevar a feliz término.
Al año siguiente, el bachiller Martín Fernández de Enciso obtiene una capitulación
sobre el territorio que antes se había otorgado a Caballero; cuyo texto, aún no ha
sido encontrado, aunque si los nombramientos de ella; como los de oficiales y
reales alguaciles etc. Es evidente, que el nombre de Golfo de Aljófar deja también,
la marcada vocación perlera; que hasta entonces, se atribuía a la antigua región
de Coquibacoa.
El gobierno de las tierras situadas al oriente del Cabo de la Vela, fue otorgado a la
Casa Comercial Alemana de los Welser en 1528, se crea de esta forma la
gobernación de Venezuela y Cabo de la Vela. La participación germana dentro de
la empresa de indias, obedece a una multipolítica de la Corona; que ensaya
nuevas formas de poblamientos en América, que apuntaban a una colonización
exenta de los conflictos interiores, característicos de las huestes hispanas. Se
esperaba que la experiencia administrativa y técnica de los Welser –cuyas
factorías cubrían diversas ciudades europeas e incluso Santo Domingo--,
reportaran mayores ingresos fiscales a la Corona; dado que se efectuaría una
explotación eficiente de los recursos naturales de Venezuela. Para tal fin se
contempló el traslado de ochenta (80) mineros alemanes a dicha gobernación.
Las tierras aledañas al Cabo de la Vela, fueron explotadas por los germanos a
partir de 1529, año en que el Gobernador Ambrosioux Dalfinger incursionó en la
provincia de Jarara; en su peregrinación, quema poblados indígenas y somete
numerosos indios a la esclavitud, los que en su mayoría fueron destinados al
mercado de las Antillas. En una segunda incursión de Ambrosio Alfinger en 1531,
sigue los cursos medio y alto del Río Seturma (Río Ranchería); tanto, como el del
Cesar y revela la importancia geográfica de la base de la península, como ruta
importante hacia el interior del continente.
Muerto Don Pedro Fernández de Lugo, trata su hijo Don Alonso Luis de Lugo
volver a las Indias; para sucederle en el Gobierno. Compuestas las cosas en la
Corte, trató luego Don Alonso Luis convencer al Rey; para que éste le diera la
sucesión de su padre, en el Gobierno de Santa Marta y todo lo descubierto en su
costa. Como lo fue este nuevo Reino, con todo lo que había capitulado con su
padre. Dispuesta toda la jornada, con buen tiempo se hizo a la vela; en los
postreros días del mes de junio de mil quinientos cuarenta (1540). Con próspero
viaje, llegó a la costa de la Ranchería de las Perlas del Río de la Hacha y al Cabo
de la Vela, lo que consideraba principio de su Gobierno. En las pobladas
rancherías del Cabo, estaban las granjerías donde permanecían encadenados los
esclavos que allí pescaban las perlas. Además había oficiales de la Casa Real,
puestos por el Rey.
Por algunos días, descansaron los de la mar; y los del pueblo trataron de dialogar
con el Adelantado, para llevar a cabo una entrada tierra adentro. El propósito era
el de propinarle castigo y pacificación a los indios Guanebucán y Cozinas, gente
brava y rebelada que tenían grandes inconvenientes con el pueblo; que trataba de
agotar las aguadas. Los naturales, a toda costa evitaban que los cristianos se
acercaran a los pozos de agua; que ellos llaman Xaqueses. En ningún otro lugar
de la tierra se encuentran estas fuentes, sólo las hay desde el Cabo de la Vela
hasta donde está ahora, la Ranchería de las Perlas del Río de la Hacha.
Fray, PEDRO Simón, Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las
Indias Occidentales. Parte Segunda y Tercera, Editorial Medardo Rivas 1892. Pp
406.
A finales del siglo XVII y principio del siglo XVIII, fue posible identificar los
principales factores sociales que intervinieron en el territorio guajiro; ellos son:
1). Los indígenas de la península, 2). la Corona española, 3). la iglesia
católica, 4). Los grupos locales de autoridades y vecinos hispanos, 5). Los
grupos foráneos.
Por otro lado, la iglesia católica propugnaba por formas suaves de reducción;
mediante la fundación de pueblos de indios, en los cuales estos gozarían de
relativa libertad y estarían exentos de tributos y de prestación de servicios
personales y de ser encomendados. Las autoridades y colonos se opondrían a
la intervención de los misioneros, dado que perdían jurisdicción sobre los
indígenas y sus servicios. Además se adiciona, que algunos sectores de los
grupos locales; buscaban el sometimiento de los guajiros para extender sus
hatos ganaderos. Se aprovechaban de las tierras fértiles de los naturales,
como de las personas reducidas; para destinarlas en calidad de peones en las
labores agropecuarias. Otros sectores estimulaban los conflictos interétnicos e
intraétnicos para seguir con el ejercicio del contrabando y con la ayuda de
parcialidades aliadas.
Desde mediado del siglo XVI, la iglesia católica había mostrado interés en
desarrollar labores de evangelización en la península. Hacia 1580, el obispo de
Santa Marta en una relación que envió al Monarca Felipe II, informaba que era
muy poco el provecho espiritual obtenido en esa provincia “… porque la tierra
nunca ha sido allanada, ni sujeta”. Hacia 1609, se habían bautizado y casado
en la región cercana a Rio de la Hacha, más de trescientos (300) indios
guajiros; sin embargo, diez (10) años más tarde; habían dejado a sus esposas
legítimas para unirse según su costumbre con otras mujeres. En 1692, se
establecen misiones en los sitios Menores, Laguna de Fuentes y Camacho. En
el último año del siglo XVII, los misioneros capuchinos provenientes de
Valencia; habían fundado los pueblos Menores, El Foco, La Cruz y Orino
(Mushichi). Esta primera misión capuchina fracasó hacia 1701, debido a la
sublevación de los indios Cusinas y Guajiros que asaltaron las haciendas de la
zona y quemaron los poblados erigidos por las misiones.
Esta primera etapa del plan pacificador, culmina a los cuatro meses de
iniciada; con el retiro de Arévalo a Cartagena, quien deja a cargo de su
continuación a Don Joseph Gayuso. Éste último, copartidario de reprimir con la
milicia a los indígenas, para mantener su total control político. Empero, sus
abusos provocaron un nuevo alzamiento en 1776, que obligó al comandante
Arévalo a retornar a la península y concebir un segundo proyecto de
poblamiento; que aunque un poco diferente del anterior, fue también
infructuoso. Nuevas campañas de pacificación fueron desarrolladas en 1778,
por don Antonio de Narváez y Latorre y en 1778, por don José Medina y
Galindo. Con excepción de Sinamaica, todas las poblaciones de españoles;
levantadas durante la campaña pacificadora de Arévalo, desaparecieron antes
de finalizar el siglo dieciocho. No obstante, los ataques de los indios
guajiros se concentraron sobre Sinamaica y continuaron en 1800, año en
que se rumoraba que oficiales ingleses asesoraban a los indígenas en
tácticas de guerra regular. Para facilitar su defensa, la ciudad de
Sinamáica fue traspasada de la jurisdicción de Riohacha a la de
Maracaibo en 1792.
SIGLO XIX Y XX
El Surgimiento de la República.
Los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX, según Vásquez, fueron
de intensa redefinición territorial, jerarquización y diferenciación social entre los
diferentes clanes indígenas. Manifiestas éstas en fuertes luchas intraétnicas,
que ocasionaron migraciones de la Alta hacia la Media Guajira; puesta en
primer plano al interior de la comunidad y por los caciques de toda la región.
La pérdida de la correlación existente entre el espectro de recursos culturales y
la gama de recursos naturales existentes en la región, condujo al
quebrantamiento de las bases esenciales de la resistencia indígena. En el
período comprendido entre 1880 y 1930, se produce una consolidación de la
presencia de la iglesia católica a través de los internados indígenas; pero, se
continúa con la trata de guajiros hacia las haciendas venezolanas; lo que
obliga a establecer un enlace económico republicano en Manáure, basado en
la explotación de la sal.
POLACO ROSADO
A mi llegada a Guarpana --
Alta Guajira--, a primera
instancia; recibí el saludo
amable del indio Torito
Iguarán; con sendas
palabras: “Tú haces honores
a tu animal totémico,
delgado; pero, con buen
físico: Alcaraván”.
Cuenta la leyenda de los indios guajiros, que el hechizo de Puerto López; consiste
en que “la persona que se lleva un trozo (fragmento) del meteorito, no llega a
su destino”.
El Presidente de la República,
Alfonso López Pumarejo; por
considerar que tenía abolengo de
Almirante, fue la persona que quiso
realizar labores de asistencia a la
cultura guajira. Por ello, bautizó en
la laguna Tukakas; al asentamiento indígena Guarpana, con el nombre de Puerto
López en 1934. En principio, nos enseñó a vivir del contrabando; de esta manera,
quiso allanar dificultades de orden personal y/o social; a grupos de individuos del
pueblo guajiro, para que establecieran relaciones comerciales con las Antillas
holandesas de Aruba y Curazao. Los contrabandistas no se hicieron esperar. En
Riohacha, Capi Curiel construyó la embarcación “Josefa Isabel” y en Punto Fijo
(Venezuela), un margariteño se hizo a la vela en la chalupa la “Galana”. Desde
Riohacha, los camiones que transportaban los víveres y las mercancías ilícitas,
eran de propiedad de José Ceferino Rosado, José Prudencio Aguilar, Luis Illidge,
José Antonio Bonivento, Manuelito Bonivento, Néstor Gómez, Carchi Henríquez e
Ismael García, entre otro. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial,
Alemania le declaró a Estados Unidos; la guerra submarina del Caribe. Y el
floreciente auge de los pueblos de la península de La Guajira; se vino abajo.
En 1950, Puerto López comenzó a resurgir; gracias al comercio marino con las
Antillas, que consistía en la obtención de víveres y otras provisiones; a cambio de
ofrecerles café en grano. La empresa Cemento Caribe se dedica a la explotación
de talco; que servía de materia prima, para la elaboración de cemento. Para
garantizar el transporte en grandes buques, instala una estación de combustible
en Laguna Tukakas. Estas embarcaciones son aprovechadas por el comerciante
Mario Pinedo Barros, para llevar ganado vacuno, caprino y ovino a las islas de
Aruba, Curazao y Martinica. Con el despertar de este último proyecto de negocio,
se restablecen las relaciones comerciales con los antillanos. Cuando niño,
recuerdo las primeras impresiones de los camiones contrabandistas conducidos
por Segundo Mesa, Chopi Rosado, Deofante Lubo, Máximo Iguarán, José Luis
Iguarán, Luis Illidge, José Antonio Bonivento, Polanco Pérez, Fifo Durán Pana,
Luis Ángel González y Rangel Palmar, Sampi Lopesierra y el pacotillero de Pipe
Socarras; entre otros. Y los propietarios de los barcos piratas, la “Por ella” de
Chopi Rosado; el “16 de Julio de Liceo Lubo; el “México” de José Prudencio
Aguilar; la “Rápida” del Diablo Blanco; la “Clara” de doña Clara Pinzón, millonaria
dedicada a la venta cervezas bien frías; la balandra “Briceida” era del rico Antonio
Gómez; este había acumulado una fortuna representada en Dólares, florines y
bolívares; que lo convertía, en el venezolano más poderoso de la isla de Margarita
y el “Perú” de Taushinara Ibarra. Esta gama de hombres honrados y valientes,
fueron miembros activos del Imperio Guajiro; que exportaron millones de bultos de
(60 Kgrs) con café; que le reportaron jugosas ganancias, que superaron la bolsa
del mercado negro de Nueva York. Esta cifra impresionó al mundo financiero, al
enterarse de que en Puerto López no había
sembrada; una sola hectárea de café. De
pronto, terminaba la primavera de 1952,
nadie estaba preparado; para ser
protagonista de la escena dantesca que
deparaba al pueblo. (Leer el cuento “El
Supuesto Teniente”, en la obra Cuentos
Guanebucanes). Hoy, en día; la calle habla
de las escenas recreadas, de las casas en
ruinas. Freno el campero Toyota en el
centro de la ruta; nos apeamos, y todos
vimos la longitud y ancho; de lo que queda
de calle. De inmediato, nos dimos cuenta,
que las viviendas; son pinturas que hablan con
aplastante quietud. Al fondo y en el centro de la vía, la
parroquia no deja deslumbrar; por el fervor que
despierta esta historia. Al costado derecho de
nosotros, está el bar de la desgracia.
señora Patricia Basiliza Iguarán Iguarán, con Ezequiel Iguarán; padres de Tuto,
Tano, Ezequiel Jr. y Marcos –el apellido Iguarán es sinónimo de filantropía--, más
adelante; un pedazo de la calle está enmontado y el recorrido final, fue en el lote
donde quedaba la Escuela Misional Nuestra Señora la Virgen del Carmen y la
vivienda de los maestros; que por ironía de la vida, hace tapia con los vestigios de
la residencia de las mujeres de la vida alegre. Es imposible, no sentirse afectado
por esta historia.
Otro atractivo es la
mirada de la parroquia
Nuestra Señora la
Virgen del Carmen.
Tiene viviendas a los
costados y por delante.
La amplia avenida,
posee una dimensión
espiritual; aquí, hay algo
y hay alguien; hay tanta
tensión, que se siente
hasta en el aire.
Todavía, hay energía de
las dos caras perversas;
del bien y del mal. A
pesar de la destrucción, la edificación rompe con el pasado. El destello del sol,
puede ser observado; en el calentamiento de las paredes.
Llena de vida, la matriarca Aida Quasd Iguarán con cierta aura espiritual; recuerda
momentos y revive memorias al señalar las viviendas de estilo caribeña estándar
imágenes que representan palabras, ideas y sonidos; interpretación fundamental,
que se escuchan por el lado derecho del vehículo Toyota rojo. La personalidad
luminosa de Aida, fortalece su identidad y autoestima; al ver con los ojos de la
mente, los patios de las viviendas, que se
encuentran amenazados por las
cambiantes arenas del médano, que a
pasos gigantes: camina veinte centímetros
cada año. Tanto, ella como Torito Iguarán;
quisieron compartir sus historias con
David Robles. Sus mentes son
bombardeadas, por imágenes de otro
tiempo. Cuentan historias cumbres, de los
médanos que se mueven veinte
centímetros cada año; para devorar los
patios de la cantina donde el Teniente Santacoloma da muestras de tener
tendencias a humillar o a entrar en discusión con la gente y como medio de
provocación, se dedicaba a matar los perros; lo que parecía ser el denominador
común, de un sociópata sin emoción ni remordimiento. No satisfecho con lo que
hacía, el psicótico asesino fulmina por la espalda al cantinero Mundo Pana. Con
esta hace vecindario el negocio de William, dedicado a dar hospedaje a las
prostitutas que llegaban al pueblo. En ese orden, estaban las habitaciones de la
marica Ruperta, seguida por la de colega Juancho Scott; la pared derecha, colinda
con la residencia de Juancho Coba; sigue en importancia avecindaría, el reciente
hogar de la familia Barucci y el eslabón de almacenes y oficina de los hijos del
palestino Nicolás Elías Abuchaibe Idani, comerciantes de escafandras para buzos
que se dedicaban a la pesca perlas; también, vendían telas y se dedicaban al
cambio de monedas extranjeras: Dólares, Bolívares Florines y a la compra del
fruto del dividivi. En ese orden, tenían de vecina a la desparramada casa de la
señora Clara Pinzón; que se dedicaba a la venta de cervezas bien frías. Al
costado derecho, quedaba la Inspección; donde labora en calidad de secretario, la
trágica figura de Lisandro Pinedo. El encanto de la residencia de Pacho Amaya, es
porque está ubicada al lado de la Inspección. Esta llega a ser muy cercana vecina
a la familia del señor Joaquín Iguarán (Maquishi). Siento que algo me lleva a decir
que en el lote enmontado, desaparecieron el restaurante con techo de dos aguas,
de Toña Suárez, la mujer de Luis Núñez; el dulce hogar de Taushinara Ibarra con
Chila Rosado, que está a prudente distancia de
la parroquia Nuestra Señora La Virgen del
Carmen y al final de la acera, está solitario el
rancho con techo de yotojoro de Alicia Padilla;
viuda del margariteño Luis Beltrán Suárez. La
riohachera tenía el alma devastada por el vil
asesinato de su hijo Augusto. La india, el
paisano y el alijuna; llegan a la puerta de la
Casa de Dios, y ponen fin a este clima de
miedo. Meditan. De espalda, Torito tiene una mirada que lo recuerda todo. Las
edificaciones, tienen un
semblante de mucho
estrés. Estas imágenes,
son una forma de
comunicación con la
gente; que todo lo ve
desde afuera. El exceso de entusiasmo, nos lleva a dar un paseo; por la orilla de
la playa.
POLACO ROSADO
El campero
amaneció
pinchado, en la
rueda delantera
derecha. Con gato
y cruceta en mano,
se resolvió el
impase. Con el
encendido del
motor, la ciudad
queda atrás; el
sonido viaja y hace vibrar el aire. Las agujas del tablero indican que el Land
Cruiser va a buen ritmo sobre la marcha. En su interior, reina el silencio. Tres
moais piensan sobre sí mismo, recuperan una mirada compleja; sobre los trillos
del camino y las muchas promesas que ofrece el desierto. El paisaje es
consistente en montículos de arena y arbustos espinosos, pero, durante el
trayecto; han visto que los árboles se mueven en dirección contraria. Las llantas
estropean el camino que nos lleva a Pusheo. Lugar ideal, para comer algo de
comida tradicional; en el restaurante del indio Martín. A él, se le conoce por ser
amable; y por la necesidad de ser el centro de atención de Bahía Honda. La
parada ha servido para el consumo de combustible, lo que me ha llevado a pagar
la gasolina más cara del mundo. El vehículo se abre paso, por el mundo que nos
rodea; funciona por decenas de kilómetros por venir, a su paso por Pasadena, El
Paraíso y Nuevo Ambiente. El copiloto David Robles y la pasajera Aida Kuast; han
volcado su atención hacia las costas de Bahía Hondita.
Este laberinto de recodos
pocos profundos, deja la
falsa impresión de que
alguna vez; pudo haber
ocurrido una falla
geológica. Al lado
izquierdo de la ruta, ha
aparecido la trocha que
va hacia Taroa. Éste
puerto, está relacionado con la historia de la línea imaginaria del corregimiento de
Taguaira; ubicado en la zona norte extrema de la Alta Guajira. En la aldea aledaña
de Punto Fijo, el desierto sustenta una nueva flora, los animales que viven aquí;
son sobrevivientes supremos. La movilidad aumenta en la vía en dirección
Noreste. Y en la comunidad “La Unión” , se obtiene un descanso no programado.
Pero, es el momento de
compartir sonrisas e
historias con el cacique
Marcial Barrozo y su hija
Iris. Ella tiene la sutileza
de presentarle a Aida y a
David, el proyecto
“Construyendo
Comunidades”;
patrocinado por USAID del pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica –
American Red Cross y Cruz Roja colombiana (100 años de historias). Pero, en mí
despierta curiosidad; que éste es el lugar de la Tierra, que tiene más parecido con
la superficie del planeta Marte (IMG 081856). Este azafrán de belleza natural,
forma parte del Parque Nacional Makuira
MACOIRA
Otra situación que podría presentarse, es que en la bahía; esté hundida una nave
española del siglo XVI.
NIKOLAUS VON FEDERMANN
POLACO ROSADO
Una vez, que el capitán rinde relaciones e informes a su superior; en las que da
cuentas de sus actuaciones y muestra apartes de las coordenadas de un río; que
lo llevaría al interior del continente. El gobernante aprovecha la situación y lo
expulsa de las Indias Occidentales. Federmann prepara viaje a Europa; lo más
pronto posible. Según Juan de Castellanos (ver página 202, del IV Tomo de
ELEGÍAS DE VARONES ILUSTRES DE INDIAS), basado en las coordenadas de
los planos; Ambrosio Alfinger organiza su expedición, en busca del caudaloso río
HACHA. A dieciocho leguas del Cabo de la Vela, funda a final de 1531, la ciudad
de “Puerto Alfinger” –actual caserío El Pájaro--, en su trasegar; llega al
asentamiento indígena de Maracarote. Allí, el invasor confronta al cacique
guanebucán Boronata; y luego de hacerle saber “que él es la primera autoridad del
territorio, por el hacha que se le había perdido a uno de sus soldados; en el río”.
Lo somete y lo ultima.
A fines del mismo año, el Conquistador alemán regresa a España; por su roído
estado de salud, debido a las fiebres contraídas en sus largas expediciones.
Muere en la ciudad de Valladolid, en febrero de 1542.
I El Holocausto.
La corona Española, con los reyes católicos y luego con la llegada al trono
de Carlos I de España (1517) y como Carlos V de Alemania (1519); el
Emperador, emplea su política de expansión y establece la “Casa Welser” en
los territorios de la Gobernación de Venezuela y Cabo de la Vela en 1529.
Esto trajo como consecuencia; la desaparición de la cultura guanebucán.
Aunque, parece ser; que ello, se debió a la especie de confederación que
existió entre las diferentes culturas que habitaban los territorios de la
península. Otras civilizaciones como la Coanao, Anate, Macuiras, Kusinas,
Caquetios, Cuibas, Onotos y Cariachiles; permanecieron en la vasta sabana
en constante lucha contra el invasor; para dejar un legado de treinta y siete
ranchos que se aferran a dar testimonio del patrimonio cultural del cacique
Pancho.
II La Ciudad.
Algo más de cien años, han borrado cualquier evidencia visual de la
existencia de Panchomana. Todo se debió al temprano desplazamiento de
los indios guajiros _así fueron llamados por los españoles_, a los nativos
que tenían asentamiento en la étnica capital Wale Walao y Urina; ubicadas en
la sabana. En vista de que consideraron, que en algún momento del pasado,
hubo una represa de agua en la superficie del desierto. La comunidad que
perduró, ayudó a darle una identidad a la ciudad de Pancho Viejo, porque
eran descendientes físico y espiritual de los guanibucanes. La traza urbana
es el mejor conocimiento de cómo diseñaban los ranchos y bohíos con
sendas enramadas al frente; de las largas calles de sus poblados. El patrón
arquitectónico, tenía que ver con la representación del microcosmo. El
orfelinato es un monumento de gloria, que vela por el andar de los años
viejos; y, de la niñez que se educó en sus senos. La ruina del cuartel, forma
parte de nuestro pasado. El molino rojo (air motor) que se mantiene
imponente; celoso del Cielo, celoso del viento: Se alza majestuoso sobre la
margen derecha del río Carancara _antes Río Seturma_. Los pocos que
llegaron aquí, comenzaron a reconstruir sus ideas y desataron una lucha por
la fundación de Pancho Nuevo, Mantequero, Santa Rita y la Granja. También,
forma parte de nuestro antepasado; las reservas indígenas de Jotaipure, la
Florida y Marbella. En el aire, hay un olor a flores del arbusto de Cerezo
(Malpighia punicifolia) y de Aceituna (Vitex cymosa). Las imágenes,
muestran la disposición deliberada de la naturaleza. Lo que la convirtió en
un lugar apacible, donde se podía vivir con relativo esplendor.
III La Capital.
La historia de Panchomana como capital, comenzó en el gobierno de Manuel
Antonio “San clemente”; en él se promulgó la Ley 34 de 1898, para la
creación de la Intendencia de La Guajira; siendo su primer intendente, el
general Juan Manuel Iguarán. En 1911, el Presidente Carlos E. Restrepo
emitió el Decreto 807, donde se creaba la Comisaría Especial de La Guajira
con Capital San Antonio de Pancho y fue nombrado como comisario,
Francisco Domingo Pichón, quien escribió la obra “La Comisaría de La
Goajira”. En sus páginas, se respira el amor por la historia.
IV Las Viviendas.
Se mantienen como una de las grandes creaciones del mundo clásico. En la
comarca, el pasado vive en el presente. La naturaleza siempre le ha brindado
al hombre una ventaja, y por eso, todo lo hace con la mayor eficiencia. Los
naturales tuvieron la capacidad de continuar con el desarrollo de una de las
civilizaciones más adelantada de las Indias Occidentales. Pueblo que de
algún modo emergió en este lugar. La traza urbana es el mejor conocimiento,
de cómo los guajiros diseñaron elaboradas estructuras sin ninguna
tecnología. Construyeron ranchos con enramadas al frente como una
promesa de un modo de vida. El diseño arquitectónico de estas
construcciones alineadas entre calles, y dársenas callecitas que miran hacia
el mar; era algo que había fascinado a los invasores del S. XVI.
V El Paisaje.
El bosque del desierto de La Guajira, es una frontera vasta e indómita. Sin
embargo, la naturaleza ha sido pródiga para Panchomana, gracias a una
historia de proporciones legendaria. Las lluvias rejuvenecen el paisaje
desértico. En la actualidad, el desierto muestra entre sus preludios; al
caudaloso Río Calancala, plagado de tiburones, delfines y caimanes. Esta
corriente de agua, atraviesa su propia transición para hacer embalse en los
espejos de agua; laguna la Salamina, laguna la Parachona y laguna la
Modesta; además, vierte sus aguas en el arroyo Capuchino; que baña los
lugares desolados de la ranchería Buenavista. Este lugar es asombroso, y la
clase de vivencia tribal, ha logrado permanecer viva desde la época dorada
del gas y el petróleo de la Shell. Sin embargo, su atractivo era el trinar de las
aves del bosque arborícola; dominado por la Palguarata (Turdus
leucomelas), el Turpial (Icterus icterus) y el Cardenal guajiro (Cardinalis
phoeniceus). En el delta, una sinfonía de agua dulce y salada; hacen del
bosque de Mangles (Rizophora tintoria y Conocarpus erectus); un refugio de
Garza, patiamarilla (Egretta thula) y Garza real (Ardea alba), Gaviotas (Sterna
hirundo) y (Sternula antillarum), Cormoránt (Phalacrocorax brasilianus),
Tijereta (Fregata magnificens), playeros, tales como el (Calidris minutilla y
(Calidris mauri) y el Alcaldito (Himantopus mexicanus), y la (Tingra solitaria)
y otras especies acuaticas de aves migratorias y residentes; que
transforman la vida del mundo animal. El Flamenco rosado (Phoenicopterus
ruber) simboliza la mitología viviente del ecosistema marino. Las aves se
mantienen como una de las grandes creaciones del mundo clásico. Con la
creciente, el agua se torna marrón muy rápido, y tiñe al mar de rojo.
VI La Economía.
El crecimiento económico, estaba basado en las relaciones comerciales que
sostenía con Alemania, Hamburgo, Francia, Italia y España. Las
exportaciones de víveres, era el método de bienestar y alegría de
Panchomana. Lucía un encanto superficial hasta 1935, fecha en que perdió
su condición de capital; con la fundación de Uribía. A pesar de lo ocurrido y
de las constantes resistencias a las inundaciones; siguió siendo el centro
de la vida familiar de los guajiros. A esa sucesión de hechos, se le agrega el
relevo de los cinco agentes de la policía Alta Nacional; que llegaron en el
mes de mayo de 1939. Sus vidas estaban marcadas; por la violencia y el
abuso contra la población civil. El odio interior que se desfoga, hacia los
uniformados, lo manifiestan el 13 de junio del mismo año; al acribillar a
balazos de Máuser a José Ceferino Rosado, símbolo de la valentía en la
Guerra de Pancho. El clima funesto, que había en las casas del pueblo; era
una escena habitual que habla de la gloria del extinto.
La economía estaba basada en la exportación de semilla de Divi divi
(Lividivia coriaria), que se utilizaba para curtiembre; huesos par la
fabricación de botones y pieles de ganados caprino, ovino y vacuno; para la
fabricación de prendas de vestir. El desarrollo comercial, formaba parte de
un complejo económico administrativo; con los países europeos. Pero, el
debacle llega con el estallido de la Segunda Guerra Mundial; esta sella el
destino de la ciudad, con el hundimiento del carguero mercantil de vapor
“Flora” de nacionalidad holandés; por el ataque del submarino alemán U
159, el día 17 de junio de 1942. Europa estaba devastada.
VII Contrabandistas.
En la década de 1950, el contrabando como estilo de vida solía ser muy
emocionante. Pancho, no sólo fue una residencia temporal; sino, que se
convirtió en el centro de contrabandistas armados hasta los dientes. El
contrabando de bultos de café en grano y otras mercancías, se realizaba en
camiones; que se abrían caminos a través de la maleza del desierto; hasta
los puertos de la Alta Guajira. Desde aquí, se embarcaba el producto hacia
las Antillas holandesas. La historia del contrabando, en los pueblos
originarios de la península, continuaba en constante resistencia;
persuadidos por la influencia de Chopi Rosado, Máximo Iguarán, Segundo
Meza, Fifo Durán, Taushinara Ibarra, Rangel Palmar y Teodoro González.
Un pueblo, donde lo único interesante; solía ser el sol. En las calles del
vecindario; empieza a sentirse, que existe un aspecto humano y emocional.
Conforme pasaron los años, los militares entraron como bienvenidos a casa;
y fueron recibidos con mucho entusiasmo. Cada nuevo paso, de la policía
Alta Nacional; honraba el uniforme militar de Carlos Bautista, Nemesio
Garzón, Gilberto Ospina y Juan José Fonseca. Las mujeres siguieron con
efusivo encanto, hacia la gente del interior del país; lo mismo ocurría hacia
los venezolanos y españoles. Las indígenas, se despojaban de sus mantas,
collares y sombras de sus rostros; como si yaciera la idea racional, de ser
indias. Aunque se veía venir una crisis de identidad, permanecieron
aferradas a su patrimonio cultural. En un momento dado, parecen haber
roto; todos los extremos de la idiosincrasia de las diferentes casta.
Compartieron profundas conexiones, con los residentes; que vivieron en el
entorno de la clase alta. Siempre hubo lugar para los restauradores Cristobal
Siosi, la personalidad luminosa de su esposa Vicenta Cotes. Eliodoro
“Pitico” Larrada, hombre de distinción; tenía un lado humano, bastante
interesante para su esposa Damasia Zúñiga. José Vicente Siosi de mirada
amable, regresa a la seguridad del seno familiar. Pedro Bonivento era la
figura de poder. Germán Bonivento cautivaba una relación de respeto y
Nelson Gnecco Coronado, persona adinerada y pintoresca del lugar.
Compartieron sombras, con figuras relevantes de la sociedad panchera;
sociedad estratificada que llena el lugar de Rafael Sierra, este señor era la
cultura y la historia. Rafael Larrada mezcla cultural de negro e indio, por un
lado; tenía la opulencia y el dinero y por el otro lado, en cada ranchería
engendró un hijo. Ismael García “El Negro Libre”, era el carnicero del
pueblo; hacía alarde del peso exacto de la carne de la consorte del toro y de
la auto propaganda, de dar crédito a los necesitados. Pedro”Muro” Pimienta
hombre de imaginación hiperactiva. Enrique Freile tenía fuertes principios
morales. Secundino Epieyúu poseía algunas cosas potenciales en el dominio
de los instrumentos musicales y grandes habilidades en el dominio de la
imprenta de los Padres Capuchinos. Manolo Pinedo combinaba arte, ciencia
y magia. Josefa Antonia “Joro” Cotes madre, que siempre tuvo un espíritu
libre; aprovecha cualquier oportunidad para reírse. Vicente Cotes palabrero
incondicional de la casta Epieyúu. Cuca Pino esa aura que mostraba,
siempre la hacía ver bien. Amable Pino de amable comportamiento, es causa
de inquietud; por ser de nacionalidad venezolana. Natividad Rodríguez,
siempre llevaba una biblia; como un arma dialéctica y espiritual para
enseñarle los dones del cristianismo a sus hijos. María Esther Fajardo, es
completa y misteriosa; se vio rodeada de un encanto fuera de lo común,
como la diosa Diana. Por su encanto divino, los hombres, la llegaron a llamar
la “Bella Siri”. Eso, lo resume todo. Antonio Fajardo, le compuso una poesía
a Pancho; para que tuviera algún tipo de resonancia espiritual. Manuel María
(Yonyi) Martínez es un claro ejemplo del tipo de persona; que narra relatos
de la vida familiar. Era el final del sueño de Ana Agustina “Chirri” Cotes. Las
tiendas eran regentadas por sus dueños; las cuales eran frecuentadas por
alijunas e indios circunstantes. A su paso por esta tierra, el espía judío Jorge
Isacc, autor de la obra La María; con total apariencia misteriosa, paseaba por
las sórdidas callecitas del pueblo. Tenía la capacidad de ver más allá de su
propio horizonte, intenta memorizar cada imagen y cada sensación de la vida
de Panchomana. Pancho es un pensamiento en voz alta, del clásico pueblo
Guanibucán.
IX La Debacle.
LA RUTA GUANEBUCÁN
Sandra
El ruido del motor, ahoga sus gritos de ayuda. Una hora más tarde se dirige al
timonel:
Del puerto indígena, la lancha zarpa con uno de los cargamentos más pesado y
valioso que jamás se haya hecho en estos mares. El agua fuerte corroe la corteza
de los podridos tablones. La confianza y responsabilidad depositada en el capitán
fue el producto de un elevado estado de ansiedad y depresión de los modelos de
su mente. Siguiendo el curso de agua de la mítica ruta, por donde ingresaron los
miembros de la cultura guanebucán, la Sandra navega con rumbo noreste, con
vientos en contra de 30 kilómetros por hora, a una velocidad de ocho millas
náuticas.
Ahora están a merced del rumor del océano. El agua espumosa se esparce y se
eleva errante a la luz de la luna, convirtiéndose ésta en su magia especial. Los
suplicios del frío de la madrugada, desaparecen con la llegada de la luz del
crepúsculo. El sol golpea el océano, y las criaturas de abordo despiertan de su
ensueño. En el interior de la casilla, la temperatura ha aumentado por el monóxido
de carbono que expele la máquina. El capitán Robles, ha tomado la decisión de
seguir navegando sobre aguas revueltas para evitar que la brisa saque el barco
hacia mar fuera. Haciendo honor a su espíritu de buen capitán, decide mandar a
Higinio Mejía al timón para relevar a Monche Redondo que realiza un buen trabajo
como práctico. No hubo terminado de dar muy bien la orden de cambio, cuando el
ignaro marinero se pone de pie en un dos por tres, tropieza la sien con el techo de
la cabina a causa de que sus piernas flacas y huesudas se alargaron a pasos de
zancos de jirafa. El indocto obedece un poco renuente el cateo y toma el timón
mientras los demás esperan el desayuno con algarabía, denotándose en sus
voces que cada uno de ellos tiene personalidades diferentes.
El balido de los animales y el rumor del agua sirvieron de fondo para acrecentar el
buen sazonado del desayuno compuesto de salpicón de mero, acompañado de
tres bollos cabezones y un pocillo de chicha mascá. Sin tener tiempo para cometer
errores, “El Cachaco”, Higinio y Monche se dieron a la tarea de hacer el embarque
de cincuenta sacos de ñame, cinco sacos de morrocoyes, cincuenta chivos y
veinte carneros que balen para no dejarnos escuchar un jolgorio de canciones que
narran penas con aire espectral. Ponen toda su energía en el trabajo. Mientras se
entretienen con la estiba y acomodo de la carga, se divierten escuchando la
emisora “La Voz de las Antillas” que cada cinco minutos informa la hora, seguida
de una pieza musical en la programación de hoy, 5 de abril. Por coincidencia, se
escucha en ritmo de vals, la canción “Tristeza del Alma” que trae a colación la
inmortalidad de Luis Rodríguez. El sonido instrumental, despierta nuestros
sentimientos en sentido de tragedia, como si la Sandra emprendiera un
asombroso viaje hacia los confines del océano. La gente de a bordo continúa con
el mismo entusiasmo.
POLACO ROSADO
_______________________
1/ Htuhisory.com
Este fósil viviente se transformó en un planeta templado en donde se puede vivir.
Fue descubierto en 1494 por el navegante español, Alonso de Ojeda, quien
bordeó la costa en compañía del geógrafo Amérigo Vespucci y del cosmógrafo
Juan de la Cosa. Fue un lugar de contemplación, donde los miembros de la
tripulación vieron de cerca las costas de Punta Espada, Cabo Chichibacoa, Cabo
Falso (Puerto Estrella) Punta Shuapia, Punta Huayapaín, Punta Taluita, Punta
Talúa, Punta Gallinas, Punta Asino, Punta Kijauru, Punta Paráuturero, Punta
Parey, Punta Aguja (Bahía Hondita) Punta Soldado, Punta Cañón, Punt Kauarchi,
Punta Jir (Bahía Honda) Punta Coco, Punta Media Luna (Bahía Portete) Cerro
Pilón de Azúcar, Punta Ojo de Agua (Cabo de la Vela). Apenas fue una correría
de tránsito, porque no desembarcaron. 2/.
Las praderas rocosas son uno de los lugares más pintorescos de la tierra. Tienen
la función particular de proteger la franja de bosque del manglar que rodea las
bahías. Estas sirven de albergue a millones de formas de vida. Estos corales han
sido alterados por la mano del hombre, poniendo en riesgo el frágil ecosistema
del Mar Caribe. Pero la naturaleza ha respondido con notable insistencia en Bahía
Tukakas, donde un meteorito parece vigilar las ruinas del legendario Puerto López,
en donde se narra la épica historia del indomable Máximo Iguarán Iguarán. El
emblemático hombre de “ Monte Carlos “ de la casta Epieyúu, por su gesta se
ganó el respeto de los demás clanes de la Alta y Media Guajira.
________________________
2/. Diagnóstico Agropecuario de La Guajira – U.R.P.A - 1985
En espiral descendente, los médanos se mueven de manera recíproca, treinta
centímetros cada año para señalar el arroyo de sangre de la cruenta batalla que
libraron las familias Kohen y Arends. La “Troya Guajira“ rebosa de sangre la falla
geológica que dio origen al caño de Bahía Hondita. Cabe recordar que Bahía
Honda ha seguido a la espera de que se cumpla el sueño del libertador Simón
Bolívar, que tuvo la idea de fundar una ciudad que fuera la capital del continente
americano. También, es de notable importancia el filamento vacío de Bahía
Portete, donde la gente y los animales coexisten con el primitivo más cercano de
los dinosaurios (Crocodylus acutus).
La Macuira es una isla genética que significa vida en el desierto. Según la lengua
mítica, los cerros Pahía, a 365 m.s.n.m. Hurreshi, a 362 m.s.n.m. y Jihouone, a
753 m.s.n.m. Representan a los hijos de un cacique que vivía en la Sierra Nevada
de Santa Marta. Temeroso su padre por los riesgos que afrontaban, les prohibió
alejarse del rancho; pero una noche huyeron hacia el mar y al rayar la aurora se
convirtieron en las serranías de Jarara, Warashi (Cusina) y Carpinteros. Los
guajiros dicen que éste es el lugar habitacional de los espíritus; afirmando que
Jepirachi es el dios del viento Juyá, la diosa de las lluvias, a quienes
encomiendan las semillas del árbol de la vida.
El paisaje sufre, a menudo, cambios que han dado orígenes a sabanas y lagunas.
En la sabana radica la mayor abundancia de alimentos, lugar donde la tierra y el
agua constituyen la única fuente para albergar vida. En Caraquita, imperaba la ley
de Guasilando Pana Fince, de la casta Epieyúu, quien con una Colt 1849, puso a
temblar y a correr a muchos cobardes que jaqueaban ser valientes.3/. El bosque
espejo refleja las especies Trupillo (Prosopis Juliflora) Dividivi (Libidivia coriaria)
Olivo (Capparis indica), Piñuela (Bromilia sp) y otras cactáceas (Lemairesoreus
griseus) (Opuntia Wantiana) y (Opuntia sp) Brasil (Hematoxylon Brasiletto),
Guayacán (Bulneria arborea), Puy (Xylosma spicoliferum), Guamacho (Peireskia
Colombiana) Carreto (Aspidosperma dugandii). Entre los reptiles sobresalen la
Babilla (Caiman crocodylus) Lagarto (Lepodocactrylus spp), Iguana (Anolis spp),
Lagartija (Chemidophorus Lemniscatus) y los Quelonios.
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3/. Transmisión oral de la wayuu Macha Rosado Pana.
4/. Instituto Geográfico Agustín Codazzi
El primer español en pisar tierras Guajira, (Cabo de la Vela) fue Juan de la Cosa.
En 1531 estas tierras son reconocidas por la corona española, por las
expediciones realizadas por la “Casa Wellser”, dirigida por los alemanes Ambrosio
Alfinger, Jorge Spira, Nicolás de Federman y Felipe Hutter, quienes pasaron por
aquí, haciendo un largo recorrido desde Venezuela, navegando por el caudaloso
río Seturma, plagado de tiburones y caimanes. En cruzada solitaria, siguieron la
ruta hasta el valle del cacique Upar.
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5/. Don Juan de Castellanos. “Elegía de Varones ilustres de Indias”
Todo indica que los guanebucán no eran una tribu nómada, sino una comunidad
agrícola. Eran navegantes de alto nivel cultural que se dedicaban a la pesca y a la
agricultura. Sus asentamientos se extendían desde el Cabo de San Agustín hasta
el Cabo de la Vela. Con la extraña desaparición de esta cultura, otras
comunidades indígenas, que vivían a 27 leguas, se fueron acercando y terminaron
estableciéndose en el área costera. Formaron parte de este estilo de vida, las
culturas Anates Coanaos, Cusina y Macuira. Se enorgullecían de su complexión,
por ser altos; desarrollaban rasgos bien definidos, hecho por el cual los confundían
los españoles. Además los tildaron de “guajiros” por sus tendencias al
campesinado y poseer vocación al pastoreo. Lucharon a caballo, con arcos y
flechas, contra el enemigo invasor.
Parece probable que el habitante primitivo del territorio peninsular, vino a estas
tierras procedente del Orinoco y sus inmediaciones, acosado y perseguido quizás
por otro agente venido de una tribu más guerrera llamada “AREKUNA” de la
familia Caribe, de la Guayana venezolana. ARIJUNA, llama el indio guajiro al
extranjero que entra en su territorio; el vocablo parece ser una derivación de la
palabra AREKUNA, lo cual indica que esta sería un sinónimo de enemigo,
adversario etc. Vivían en el interior de la península, al lado de una agricultura
esporádica y precaria.6/.
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6/. José Agustín Mackenzie. “Así es La Guajira”.
La fauna y la flora era mucho más abundante que hoy día. Había que aprender los
hábitos de supervivencia indígena para aprovechar los recursos naturales, tales
como la arcilla para construir las paredes, tallos de árboles para obtener los
horcones y vigas, el corazón del cactus para sacar el yotojoro que servía de techo
a sus chozas. Por lo general, eran bajos, lo que obligaba al visitante al entrar, a
descubrirse y agachar la cabeza como señal de benevolencia y respeto hacia el
huésped de honor.
El territorio guajiro perteneció al Estado del Magdalena Grande hasta 1871. Para
1898 fue llamado “Territorio Nación de La Guajira”. En 1911 por tratado
constitucional fue creada la Comisaría Especial de la Guajira, bajo la
administración del Presidente Carlos E. Restrepo, por medio del decreto ejecutivo
807, y tuvo como capital a Guananguro, la cual fue trasladada a San Antonio de
Pancho, que comprendía el territorio desde Cuestecitas abarcando la margen
derecha del río Ranchería hasta su desembocadura en el más (hoy Valle de los
Cangrejos). El decreto fue firmado por el general Eutorgio Salgar, quien
antecedió a Manuel Murillo Toro. En 1935, mediante la Ley 2298, el Presidente
Alfonso López Pumarejo con su programa “La Revolución en Marcha” ordena al
capitán Eduardo Londoño Villegas a que fundara una ciudad en el corazón del
desierto en memoria al general Rafael Uribe Uribe. Fue el 1 de marzo la fecha
escogida para la fundación de la ciudad URIBE. En este hecho histórico, tuvieron
a bien participar las memorias vivientes de Luis Cotes Gómez e Higinio Mejía.
Para los connaturales, su acento de vocablo respondió con notable afluencia a la
expresión URIBIA, donde fue trasladada la condición de capital. En 1954, el
General Gustavo Rojas Pinilla, decretó la fusión de la Comisaría de la Guajira con
la Provincia de Padilla, por medio del decreto 1824 del 13 de junio del mismo año,
y creó la Intendencia de La Guajira, se dio como capital a Riohacha; Uribia quedó
como centro para tratar problemas indígenas. La Guajira operó como
departamento a partir del acto legislativo numero 1 de diciembre de 1964,
emanado del Congreso de la República. Su inauguración se produjo el 1 de julio
de 1965 y El Imperio del Sol pasó a ser municipio.
La complejidad del indio guajiro, es una forma de ver la vida entre lo humano y la
naturaleza y entre los humanos y lo espiritual. La palabra indio representaba un
símbolo un tanto favorable como amenazador. Era considerado sinónimo de
paria o perro, por ello se ha perdido en un pasado nebuloso que lo llevó a crear la
nueva identidad wayuu. Apelativo que se aplica a persona de buen trato, que tiene
cualidades morales. La realidad de todo esto, es que la etnia wayuu como tal, se
había convertido en un principio social, siguiendo un formato constitutivo de
generación en generación.
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7/. Transmisión oral de Ñoto Curiel.
Dicen que los embrujos de la Guajira, pueden llevar a los hombres a la locura. En
esta tierra de rituales, todo está enfocado en la formación de mitos y religiones. La
espiritualidad inconsciente de Mareiwa es utilizada para mantener a la audiencia
cautivada. El infierno de Wandulú, tiene un espacio en su cultura y en su sistema
de creencias. En esencia, el pensamiento mitológico de los líderes y Autoridades
Tradicionales se define por la dimensión de las decisiones que toman y para ello
necesitan de la confianza y obediencia, sólo del misterioso Pulausukai.
La yonna, como manifestación cultural, es una nota que lleva un mensaje de dolor
que estruja el corazón. El místico candor de los tambores hacen de la obra una
danza doliente, mientras dos grandes amores se ponen en movimiento. En ella es
justificado, es indispensable que el hombre y la mujer dancen desafiantes. De ese
modo, la hembra mediante un portento de malicia derriba a su parejo. En la danza
se muestra una vez más, la supremacía del matriarcado. Muy pocas veces en una
comunidad indígena la fe ha tomado forma materialista para fomentar la creación
del Festival de la Cultura Wayuu que se realiza en la Cuna del sol.
¿Podrá “la Señora Iguana” casarse con un príncipe negro de sangre azul, en
vista de que continúa siendo la fantasía de una inspiración?
Polaco rosado
Éxodo
En la otra orilla del Río Carancara –vocablo guanabucán --, allá donde aparece el
sol; nació una niña dulce y maravillosa. El universo oculto de la niña wayúu, se
afianza sin saya, sin manta y sin dominio del dialecto wayuunaiki. La armonía rota
por los conflictos y las constantes inundaciones, se rstaura dentro d una visión
risueña, que abre las puertas a una nueva fe en el destino humano. A la edad de
ocho años, con el agua que le llegaba hasta la garganta; se puso a salva en un
tronco de Pionio y dejó atrás la escuela Santa Rita de Panchomana. En Riohacha,
sintió una nostalgia o un sentimiento de indecisión, al ingresar a la escuela
primaria Remedio Morales de Guao; donde es influenciada por el género narrativo
de Rafael Pombo. Sus acciones, estuvieron muy por encima de los estándares de
ser una gran poetisa; al recitar en el salón de clase la poesía “Erase una Viejecita”.
Allí, mientras los pequeños condiscípulo aplaudían, ella lloraba con timidez por
sentir la sensación de ser observada.
Timidez
Estudios
Exponencia
Cargos
Lo que diferencia su infancia de ese tipo de vida, han sido los cargos que ha
ocupado. Como periodista ha trabajado en la Oficina de Prensa de la Gobernación
del Departamento de La Guajira. Fortalece su identidad y autoestima, el haber
laborado como corresponsal de Telecaribe y del Noticiero 24 Horas. A ello, suma
llegar a ser profesora de la Universidad Nacional a Distancia, UNAD, catedrática
de la Universidad de La Guajira. También, se destacó como profesora del Colegio
Montes de Oca, de la ciudad de Maicáo.
Matrimonio
Por un corto tiempo, tuvo tranquilidad marital. En unión libre quiso darle sentido a
la barrera que derrumbaba. Después de un reinado de cuatro años (2001- 2004)
con Jonathan Caro, vinieron una serie de distanciamientos, seguida de dos
reconciliaciones agotadoras. Cuando ve que su matrimonio ha fracasado y no
goza de muchas perspectivas profesionales; se aferra a la fe cristiana evangélica
“Templo Sión”, en medio del desastre emocional que padecía por una depresión
severa y recurrente.
Última Cena
ALAS CANSADAS
La generación espontánea de las libélulas, se manifiesta en un medio biológico; perfecto
para volar. A un latido de morir, trinan poemas tristes. Por una terrible desilusión
emocional, pasan seis mil seiscientos millones de ellas. En ellas crece una sensación de
peligro; a causa del frente climático que avanza. Sienten que tienen motivos para seguir el
instinto animal. En términos de su morfología, el cuerpo es bastante grácil para soportar la
furia del temporal. Parecían muertas en vida. Se desató el pánico y alzaron vuelo desde la
superficie de la corriente de agua que baña a Pange. En el grandioso, salvaje, sublime y
crudo continente; su trino es una bandera de resistencia, a todos los sonidos orgánicos de
los insectos.
Las libélulas son la última expresión del desarrollo prepangeaco. Ansiosas, observan el
curioso ambiente. Luchan hasta el último aliento, para ganar altura y evitar la tormenta.
En el ascenso final, cada aleteo se vuelve extenuante. Pronto, entraron en un período de
relativa tranquilidad y desarrollan un claro perfil de conducta voladora. Desaparece el
verde tejado de la selva. Volamos por un túnel oscuro, oscuro en su totalidad. Deben
volver atrás o arriesgarse a morir. Es un lugar aterrador. Este lugar no duerme. Después de
la dramática conmoción, empezamos a ver entre nosotros; detalles cruciales de mutación.
El efecto del tiempo, implicaba un comportamiento genético. Para ese cambio, el espacio
aéreo no tiene memoria. El sol se pone negro, como tela de silicio. Con ansiedad
anticipadora, desaparecieron en busca de la eternidad. Fue preciso en ese momento,
cuando se dieron cuenta de que los cambios en los Cielos del sol azul son tan efímeros,
como los que desarrollaría una milésima de segundo del calendario cósmico; en cuatro mil
seiscientos millones de años. Ese cambio extraordinario y turbulento, ha hecho suponer
que los espíritus sutiles, han evolucionado a partir de mamíferos terrestres. Cambiaron la
composición genética, mediante el fenómeno de la metamorfosis.
Dentro de la situación que las desborda, se dan cuenta de que han sufrido cambios
espectrales de dinosaurios voladores. Luego de tener libre albedrío y libre actuación de
aliento de vida, padecen un estado mental inconsciente. Gracias a esa condición, alcanzan
vuelo alto en procura de una mejor sustentación y una menor resistencia en el avance. La
travesía desvelada y muda, se da por el extremo realismo, parecido a un agujero negro.
De algún modo, lo vieron como algo prosaico; al sentir en el rostro, la piel desnuda del sol
azul –WÜIT > TÜSÜ KA>I KAI --, que se alza en el oriente.
Lejos de la llegada del sol, venzo el sueño y el cansancio; para orientarlos hacia allá. A esta
hora, Pele es cabeza de la bandada. El equilibrio emocional, los lleva a la creencia de haber
antevivido un estereotípico afán de vida. La emoción predominante es la tristeza; al sentir
que sus cuerpos experimentan una especie de ectoplasma. Todo parece indicar que el
creciente valor del tiempo, nos llevó a la perspectiva de lo que ahora somos. La recua de
alcatraces, capta una señal, que no supera en potencia a la luz de una luciérnaga. Pronto,
entraron en un período de relativa tranquilidad.
Hay mucho por planear. La visión surrealista del líder, lo lleva a corregir el rumbo. Es una
evidencia convincente. Los alcatraces son esculturales, desde el pico hasta la emplumada
cola corta. Al igual que mis compañeros, mis sentidos caen en un éxtasis sin nombre. Su
comportamiento lo acerca a lo psicótico, hasta llegar a concebir con las formas
transitorias, una breve sensación de lo que ocurre. La realidad virtual de lo ocurrido, en el
símbolo infinito del universo, hace que las criaturas gigantes de picos alargados, plumas
grises con blanco y patas palmípedas, permanezcan sin comer, dos mil millones de años;
en un estado de suspensión animada. Las ideas concebidas en sus memorias, mantienen la
regularidad del interminable vuelo. De esta manera, mi vida, como la de los demás
súlidos; continúa en la transmutación de creer de haber nacido con alma de alcatraces.
Las desnudas almas primarias, han envejecido en el tiempo del cerebro. Al mando de la
fila india, mi corazón piensa tranquilo; porque las células cerebrales, perciben cosas de las
que no estamos conscientes. Colocándome en posición segura, alcanzo a superar mi
espíritu desafiante. En la penumbra total, la transmigración de los miembros de la
bandada; genera magia para poder pervivir de un espectro de probabilidades, que de
manera extraña; establecen señales de referencia de la humanidad guanebucán.
Segundos sucesivos.
Todos los segundos son un solo segundo; a causa de que el sol azul es una metáfora del
Cielo.
Después de los devastadores sucesos sangrientos, se explayan; para que el pico ejerza las
veces de varilla del reloj del sol. De inmediato, el tiempo del cerebro registra una
evidencia convincente; al visualizar un territorio oscuro y misterioso que va más allá de
nuestra imaginación. El trío de punta hace cambios radicales; para avanzar en movimiento
continuado. Han sido capaces de cambiar el rumbo, de acuerdo con la trayectoria del sol
azul; del cual se han servido para orientarse. Con ansiedad anticipada, desaparecen en
busca de la eternidad. Los videntes espirituales ven lo que otros no ven; aunque, perciben
realidades más allá con su instinto animal. Es preciso en este momento, los cambios son
tan efímeros; como los que se desarrollarían en un segundo del calendario cósmico. Tras
la mueca sonriente de miles de millones de víctimas, el joven macho cierra la marcha,
mientras mira con ojos ciegos a uno y otro lado; hasta alcanzar a sentir que la nostalgia los
lleva a salir del túnel que flota en el aire. Al principio, muchos sueños urden en su
imaginación. Las cosas se reflejan nuevas y llenas de vida. La experiencia cercana a la
muerte aleatoria de miles de millones de ellos, los lleva a ver sombras hambrientas;
disminuidas por la escasez de bento.
El mismo tipo de conducta imitativa, los lleva a escuchar el columbrar de una meauca
pasajera; que vuela al compás de su trinar. Desde la penumbra, el alma sombreada se vino
al encuentro; con una abrumadora sensación de asombro. Para sorpresa de todos, ha
servido para disipar la ansiedad y el miedo de nosotros. En principio, llegamos a pensar
que cada uno tendría la posibilidad de ser poseído por el ave blanca; que se proyecta a
corto trecho como un espíritu divino. De inmediato, nos dimos cuenta de que pone de
manifiesto una curiosidad; para dirigirse a nosotros, con miramiento y agradable
determinación:
--- ¡A caza de algo, paraqué mis congéneres puedan mitigar el hambre! –responde
Canus.
--- Espero que tu buena voluntad, sea para bien de los pocos espíritus vitales que han
sobrevivido.
--- En agradecimiento, los guiaré hasta un lugar de aguas bajas y llanas; con suficiente
alimento; para que disfruten de las bondades del Río Seturma.
Débiles por la falta de agua y algo de consumir, usan las corrientes ascendentes para
ganar altura. En vuelo ciego, manifiestan gozar de la armonía rasgada entre la vida y la
muerte. Entran a trazar círculos concéntricos, para acumular energías y proseguir hacia el
más allá. La idea de la involución, hace temer a su pareja; la incertidumbre que viven tales
y tantos alcatraces. Ahora, se ven obligados a improvisar algunos cambios sobre la
marcha. Las criaturas cambiantes, están ebrias de emociones. Y se olvidan de libar en la
superficie del río, que se refleja nueva y llena de vida. Pasan sucesivos segundos de
ensueño, donde el zumbido de la brisa; las envuelve en agradables olores de especias y
arenque. La tardanza de Pele para encontrar a su igual; estuvo en haber escuchado el
chirrido inaudible del pajarrico desplumado. Debió pasar un largo rato, para que unos de
los pajarracos en vigilancia; reconociera a Sula. Apareció con una expresión característica
en su rostro. Aunque hedía a viejo, su madre Canu con brillo cormo en sus ojos
juguetones, no lo consintió. Pero, le advirtió sonriente; que todo aquel que se separe de la
bandada, corría el riesgo de morir.
El crío, con su callado corazón y misterioso amor; maneja ilusiones en movimiento. Con
blandos alados por las envergaduras de ave simbólica; busca de abrigo y susurro.
Acariciado con sensibles picotazos, se arrulla bajo el calor de las alas de Canu; en lo que le
parece un mundo suave y acogedor. Las ideas iniciales no funcionan. La selva de locura
animal, permanece en relativa oscuridad. En la línea de la vida, los pocos alcatraces que
han pervivido; se ven más fuertes y se levantan en racha, hacia la otra orilla del Río
Seturma. Aquí, identifican animales comunes a toda forma de vida.
Los alcatraces son aves con adaptación suprema al océano de la vida; deben admitir que
esto los hace un poco extraños. La actividad es febril y ellos se muestran curiosos e
inquisitivos del mundo salvaje que los rodea. El ambiente cambiante, tiene todos los
recursos necesarios; para la vida de ciento cuarenta y cuatro mil ejemplares. De un modo
extraño, un vehículo del espíritu de la Conciencia Cósmica; sopla la visión de las formas
transitorias, para despertar en ellos las crecientes emociones y puedan ver el primer
resplandor del Universo. Con buena disposición hacia su descendencia, Canu aborda la
conversación con leve sutileza:
--- ¿En qué momento, pudiste trazar el plan del antiguo desafío; que te llevó a correr el
riesgo de la selección natural? –su lenguaje corporal estaba relajado, luego se puso tenso.
--- ¡Al pasar por el centro del arco iris, opté por irme de tu lado; para sentirme libre. –
Sula gorgorea --, Lo hice siguiendo el vuelo invisible del pájaro blanco!
--- Oh… querido Sula –gorgorea Canu, en tono exclamativo--, esa riesgosa decisión que
tomaste, te hubiera podido costar la vida. Por mucho tiempo permanecieron solos,
perdidos en sus penas. Si no hubieras podido integrarte al bando; serías víctima de la
selección natural.
--- ¡Madre… tuve afán de entrar al cerúleo y eso me llevó a correr el peligroso riesgo! –
con cansado gorjeo, repuso Sula desde el cubre alas--.
Superada una racha de trece mil años de épica travesía, se vieron en el umbral del Paraíso.
Dan los últimos golpes de alas para llegar al sitio que les había señalado la gaviota. Se
sienten cansados, sombríos y optan por tomar su tiempo para acuatizar. Pero, es tan
agobiante la hambruna; que los buzos se lanzan en atropellados clavados de pico para
capturar el enjambre de sardinas que están en la superficie del mar y el delta del río. Es
intimidante ver un montón de pequeños agujeros brillantes. La imagen de la escena,
parecía el texto de una rasgada fotografía en blanco y negro. Todos han podido disfrutar y
refrescarse con el agua que lo llevaría a la vida otra vez. Después de la dramática
conmoción de ayer, se ven forzados a esperar por un nuevo sol. Con él, sienten que han
vivido una era de transición de potenciales taras genética. La tormenta emocional que han
experimentado, vuelve a surgir en medio de una densa masa de niebla primaveral. El caos
y la confusión de los súlidos fueron tantos, que se contaminaron de la hostilidad repentina
de la pandemia; que había borrado todo género de vida de la cultura guanebucán.
CLÀSICO GUANEBUCÀN
POLACO ROSADO
Conmemorado como el día del trabajo por los que nunca trabajan, el primero de
deportivo que se merecía. Aunque el mar parecía ser un acuario gigante, era un
paraíso para la vida marina. Se presentaba como una amenaza para los
partida. Por solidaridad con Paulina Robles, llamada la diosa “Yosusi“ por el amor
y cariño que irradia hacia el grupo de amigos, fue escogida para pronunciar el
así por la abundancia de peces planos, de cola con espina; a quienes la pisan, le
inyectan ácido fólico; lo que causa un insoportable dolor en la herida --. La marea
La mar está agitada, el agua estaba fría y el sol reinaba caliente. Con el pronóstico
aplausos que les regalaba la gente que había acudido en masa para presenciar la
querer llegar. Por lo llano de la orilla, los participantes caminaron ciento cincuenta
metros hacia mar adentro; como palmípedos, arrastran los pies para evitar ser
una revista de juego único. El patrullaje se hace por delante, a los lados y detrás
de los nadadores.
nadar fuera de curso Rosana Redondo a quien los guanebucàn le llaman “WUIT >
PÜSÛ KA>I KAI “que traduce “Sol Azul “en wuayunaikii; por el encanto que irradió
de cerca iba la diosa Yosusi con un traje de baño de dos piezas, a colores y bien
tener como punto de referencia al aparta hotel “Las Delicias“ y el hotel “Arimaca “,
de los que tenían una visión intimidante. Sentían que la corriente tendía a sacarlos
agobiante. La forma más eficiente para llegar frente a la desembocadura del “Valle
Ranchería. Algunos fuimos relegados con una dosis lógica de miedo. A Lucho
para dominar el miedo y ver que la solución mas viable fue sesgar el nado hacia la
izquierda sin perder la mira del majestuoso edificio “Anas Maí“, desde allí divisaron
la imponencia del edificio “Mar Azul“ y el grupo de personas que desde los pisos
altos ,aplaudían el coraje y valentía de los que sorteaban el peligro. Ahora, tienen
una vista plena de la ciudad. Así nadaron lo más aproximado a la línea recta
donde se encontraba el agua azul del mar y el agua turbia que arrojaba el Riìto. A
media milla de la punta del muelle, Néstor Gómez “Wurui“ Turpial, este lobo
marino sabía que para sobrevivir era posible contar con un buen estado mental y
llevado en la lancha de la Defensa Civil a la orilla de la playa que está al lado Este
guanebucàn “Gran Cacique Boronata“, venía ciego porque no quiso utilizar las
juego peligroso y debían estar listos para hacer el máximo sacrificio en cualquier
su propio invento y pagaron las consecuencias con el retiro. Para poder sobrevivir
contar con buen estado mental. Cumplidos los cinco mil metros de recorrido, el
las piernas, tanto como la fatiga les hicieron perder ritmo y venían tragando
bocanadas de agua salobre que sentían horrible por el sabor a barro; llegó a ser
tóxica y deshidratante para Macala Vanegas “Cacique Araura Warè“ amigo del
Pedro Mindiola “Kalaira“ el Tigre, Edgard Ferrucho Jr.”Ishool“ Pájaro sangre toro,
la compañía de la “ diosa Yosusi “ Flor del cactus, y de “Wuit > Tusu Ka>i Kai“ Sol
azul. Lo que fue aprovechado por “Musharè“ Águila, “Sukurrulù“ y Boris Pinzòn
La multitud de entusiastas los seguía y los aplaudía a todo lo largo del puente del
Río Ranchería, la orilla de la playa y el muelle. Los atletas se vieron del lado abajo
enjambre de “aguas malas “, medusas con sus filamentos urticantes que les
provocado por los pólipos y el frío del cuerpo, la hermandad de los muchachos
amenazaba con bajar. Por los comentarios que se hacen todos los días en la
tertulia del brindis del café tinto, se sabe que el objetivo en ese momento era el de
Marina“ para ver llegar a los atletas. En un cara a cara, en un codo a codo, en un
Álvaro, Boris y Huberto, en ese orden besaron la arena de la meta, bajo una lluvia
de dos horas y cuarenta y siete minutos. Diez minutos más tarde, llegó
y valorar el orgullo de Águila; por ser el más fuerte, el más rápido y el más alto. Su
falso orgullo, le hacía sentir haber alcanzado la gloria de Filìpide __soldado griego
que hizo una maratón de cuarenta y dos kilómetros y doscientos metros, desde el
campo de batalla hasta Atenas para llegar a las escalinatas del palacio y decirle
con pescado, chicha de maíz mascào, torrijas de piña, torrijas de patilla, guineo
<< El buen ambiente de la oficina garantizó una visita cordial. Tuvimos algo de
tiempo libre para hablar y hacerla escenario de una trama de humor. Derrochamos
energías, mientras que el judío tecleaba la máquina de escribir marca Rémington.
Por un instante, la mañana había sido extraña, lo que despertó mi espíritu
navideño. Salí y desaparecí por Oranjestad, llevando en la mano izquierda el
zarpe que tenía por destino el mítico puerto guanebucán de Seturma. El periplo lo
hice con base a una red ordenada de calles con casas de terrazas en madera al
estilo colonial, que se extendía hasta Playa. En la memoria de uso iba
describiendo todo lo que ocurría en el inframundo que nos rodea. Con el ego
increíble paso por el bar Royal Den, pensando que allí existía una especie de
conexión mística entre el hombre marinero, el ron y las mujeres de la vida alegre.
Con una alegría reflejada en la mirada, llegué al muelle, cuando abordé el barco,
hallé que mis sueños se habían convertido en realidad. Con palabras reposadas
interrumpo la conducta dicharachera de los marineros que compartían opiniones
variadas, protectoras y encontradas, incluso las que no habían imaginado sobre la
partida de la Josefa Isabel. >> Asumió su memorar con responsabilidad.
<< En la balandra las actividades se dieron por terminadas. A bordo, Capi siente
optimismo sobre la situación y evalúa el cargue de la tripulación antes de que el
cocinero Chico Martínez se prestaba a dar por servido el almuerzo. El
contramaestre Jorgito Robles recibía instrucciones precisas y debió tener todo en
línea sin reparo. Llegó la hora de cenar en la cubierta cero; pero, antes debí
confrontar a mis hijos y bajé al cuarto de máquina, donde Juan Manuel, como
segundo maquinista, hacía inspección de mantenimiento a los dos motores Nash
de treinta y cinco caballos de fuerza que presentaban amenazas de seguridad por
el goteo de combustible. De subida por la escalera, exhorta a Luis Alberto como
primer maquinista; quien revisa los componentes internos de las dos máquinas
con la preocupación de que hacía falta un extintor, dado el caso de que se
presente un inconveniente, en vista de no poder detener el incesante goteo de
gasolina que se acumula en la sentina. El frenesí de comida, lujurias y
discusiones, de algún modo, sirvió para que las expectativas de salida fueran
altas. La carga emocional que sufrían mis hombres no los hacía sentir del todo
desanimado. >> El dolor se junta con la emoción.
<< Con el entusiasmo propio de Jorge Sierra y de Bayìa Gómez, se sigue
lidiando una batalla de voluntades en la bodega de popa, donde están amarrando
la lona gruesa y ancha que sirve para cubrir mil cartones de fósforo Globo, made
in Sweden; quinientos cartones de cigarrillo Camel, quinientos cartones de
cigarrillo Lucky Strike; cien cajas de brandy Pedro Domecq y cien cajas de Whisky
White Horse, que eran el complemento de las novecientas que van en la bodega
de proa. Los enérgicos muchachos no conocieron el cansancio hasta tanto vieron
llegar los primeros pasajeros. Sabían que para sobrevivir tenían que conocer el
oficio en detalle. Agotados por el ajetreo, durante dos horas permanecieron
sentados muy juntos en la cubierta alrededor del mástil. No veían el momento de
la partida. Del otro lado, el Lobo marino vigila con cuidado todo lo que ocurre. >>
Iba despertando los recuerdos.
<< Se retrasa a una hora sin confirmar. Tras una larga espera, fueron
apareciendo personas misteriosas de mente curiosa. El miedo reflejado en las
miradas, les impedía seguir adelante, pero la fuerza interior lo impulsa al
entusiasmo del abordaje. En el rancho de proa, se fueron acomodando los nueve
primeros en llegar; apretujados, creían que habían de apoyarse el uno en la
fortaleza del otro para sobrevivir. A lo lejos se vi venir a Chema Robles, por quien
sentía un filin especial; siempre había en él algo joven. Se le notaba que tenía una
desesperación impredecible. Más atrás, se veía el movimiento pandeado de Ciro
Ribeira con sus rasgos característicos de mitad alijuna, mitad nativo consumado.
En un automóvil negro marca Ford, apareció Ester Pinedo, toda confundida y
aturdida con una maleta que al parecer viene cargada con objetos, por los que
guardaba vínculos muy fuertes. De pronto, apareció Eudoro Sánchez de camisa
blanca manga larga, corbata azul y pantalón color ladrillo que contrasta con la piel
tostada y nariz respingada, dando la apariencia de ser un payaso de circo pobre.
Al instante, vimos llegar a una niña de trece años de edad, los ojos luminosos;
tenían una visión anticipada del viaje. Sus palabras describían emociones y venía
acompañada, si más no recuerdo, de Rosa Pimienta. La dama esbelta era
hermosa, niña y ligera a la vez, gozaba de un vocabulario lleno de ternura hacia la
hija. No terminaron de acomodarse en el grupo, cuando fuimos sorprendidos por
dos miembros de la aduana que llegaron a pasar revista. >> Convierten la energía
en palabras.
___ << ¡Buenas tardes señores!.. Por favor, ¿quién es el capitán del
motovelero? __ hablaba en castellano con acento discontinuo __ >>
___ << Muy bien señores, que tengan un feliz viaje. >>
<< El mar le robaba toda la atención a los aventureros que van embriagado con
el rumor del agua y el silbido del viento. La dinámica de las olas le da belleza al
azul intenso que se peina con espumas. Estando a salvo de mis angustias, se
sintieron bien, porque no me veían malhumorado. Algunas fuerzas trasladan las
corrientes marinas sin ningún control. La marea “azul maya “se quebraba
formando espumas que se esfumaban en cada beso de burbujas. Las crestas de
las olas se desaparecían y se formaban a menudo para golpear el casco de babor
por encima de la línea de flotación. A treinta brazas de profundidad, el ímpetu del
viento y la turgencia de las olas, arreciaban el ataque despiadado contra el
emparapetado maderamen y hacían que el sonido fuera intenso. El tiempo
comenzaba a fluir más lento a bordo. Las percepciones distorsionadas por el
mareo de las mentes alteradas, le hicieron perder la conciencia, sintiendo que en
el recorrido de una hora que llevaba el barco, habían viajado sesenta y cinco años
hacia el futuro. >> .Aparecen escenas muy claras en su memoria emocional.
<< El clima nos enfocó hacia el poniente. Las alucinaciones de Capi son
inducidas por el humo del tabaco Virginia que iba fumando. El instinto es sensato,
le dice que tuvo oportunidad de pasar por aquí antes. Los ayudantes de abordo
estaban convencidos de que navegando hacia occidente durante doscientas
veinte millas, recortaríamos medio día de viaje Nos conducía hacia la noche. El
timonel prende la luz del compás. La luna despertaba pasiones en el cielo, para
los que iban en tránsito. La actividad y la tendencia a mentir, llevaron a Ester
Pinedo y a la elegante dama a un encuentro por un recuerdo de la infancia. Tenían
referencia acerca de la vida depresiva de Rosendo Vidal. El capitán se daba
cuenta porque seguía el movimiento inusual de los labios. Es una creación de las
mentes perturbadas de los viajeros. A efecto de desentrañar algunos recuerdos,
Bayìa, Juan Manuel y Ciro hablan de una cursi historia de amor con la prostituta
Georgina Pinto. En su afán de mostrar machismo, los tres alegres compadres se
jactan de haber sido cabrones de la misma puta del “Pullman Bar “en el arrabalero
barrio el Chorrito. Durante toda la plática se ufanaron de ser devotos de San
Antonio. >> Tenía el espíritu de un hombre emprendedor como Fernando de
Magallanes.
<< Este sitio descrito por incontables mitos y leyendas, es un arrecife coralino
donde arrojan las vísceras y excrementos de los animales que sacrifican en el
matadero de la isla. Para los legendarios lobos marinos es una especie de infierno
viviente donde siempre irrumpen enormes tandas de cardúmenes y peces
voladores que son acosados por una danza de delfines y tiburones. En todos los
horizontes se escuchaban diferentes tipos de voces. Discusiones, errores y
vacilaciones era lo que se presentaba en el sombrío escenario. En el piso de la
cubierta, estallaron en cadena, explosión tras explosión. Trataron de planear algún
tipo de estrategia para evitar que estallaran doscientas latas de manteca “La
Primera “y el tanque de combustible. “ ¡Pum ¡...Un torrente de madera convierte la
bodega en astillas. El segundo de abordo fue despedido por el estallido de la
cubierta del cuarto de máquinas. >> Utiliza la imaginación para saber como están.
<< El fuego abrasó curvas y listones del armazón del “Paquete ‘E Panela “Por
encima de la carga de proa, se veía gatear con ligeros movimientos a Ester
Pinedo; presa de la preocupación y la incertidumbre lanzaba gritos hacia el Cielo:
“¡Mi maleta… mi maleta!..” El cocinero se cansó gritarle en tono desgarrador a la
angustiada mujer: “¡Señora… qué maleta, ni qué maleta… sálvese como pueda!…
“La mayoría de ellos aprovechó la confusión como ventaja para bajarse por el
bopré y agarrarse de la barbada. Con el agua al cuello, flotaban la lozanía juvenil
de la niña, la misteriosa madre y Eudoro Sánchez con cinco litros de agua salada
en el buche, chapuceaba los últimos segundos de vida. En lo último de su agonía,
fue empuñado por Chiquitín Martínez por la punta de la corbata. Luego se
arrimaron Ciro Ribeira y Chema Robles. En el afán de supervivencia, quiso
agarrarse del amigo, pero una siniestra cresta blanca, lo desapareció de la
superficie del piélago. Pasados algunos segundos, vieron caer en suspiro a Ester
Pinedo con un pollerón que le sirvió de paracaídas, y al empaparse, la sumergió
hasta el fondo del Caribe Oceánico, sin dejar señales de vida. >> Experimenta un
algo parecido a un cambio de dimensión.
<< La noche oscura esconde un mundo cambiante. A la hora, llegaron al rescate
el barco pirata “Perú “capitaneado por Taushinara Ibarra y el Remolcador que se
utiliza como práctico de reacción del puerto, con personal de emergencia para
socorrer a los náufragos. A la luz de los reflectores, habían asimilado que la
pesadilla había terminado. Con el aliento sostenido, el capitán se resistía a
abandonar el “Josefa Isabel “que zozobraba en forma pareja. En un acto final de
destrucción del fósil, el equipo de rescatistas lanzaba gritos de tensión y
desesperación hacia mí, pero siempre estuve consciente de que si cedía a los
caprichos de los compañeros, eso sería lo peor de la deshonra y la desgracia
como capitán de navío. >> Estas fotografías de la mente, parecen que son mis
ojos de niño.
POLACO ROSADO
El lugar del cielo, a donde acuden por tres veces las almas de los miembros de la
a gritos el sorbo de una totuma de agua dulce para calmar la sed de la tripulación
riesgo de vida muy alto, mientras, para los nativos era una forma de pervivir.
resumía en que le diera el arma que siempre portaba en la mano derecha, para él
“hacha de batalla “. 2/
instrumento que le daría rango militar. La grandeza del alemán fue manifiesta
cuando el indio sin alma se comprometió a guiarlo hasta un paraje por donde
corría un río de agua viva que distaba dos días y una noche de camino de allí. El
que la salida de la expedición sería con el asomo del sol azul (WUIT>TÜSÜ KA>I
KAI). Con el canto del gallo, entre el frío de la madrugada se inició la caminata en
alterado de la mente- La incidencia de los rayos solares sobre los cristales del
suelo salino de Carrizal, reflejaban luz dorada de un mundo imaginario que le daba
profundidad a la vida de una india que tiraba de los hombros una cuerda que
desde las puntas jalaba un barril que levitaba sobre las aguas de la planicie.
El fenómeno del espejismo ofrecía una señal muda de los continuos cambios que
la visión un mundo con sentido alucinante. Algo flota. Algo no se ve. Algo hay de
el agua invisible no era otra cosa que una sabana de suelo seco y resquebrajado.
seguir adelante. Soplaron los vientos alisios y refresco la tarde. Sobre la marcha, a
ninguno se le ocurrió mirar hacia atrás, ante la desaparición del morro y la cadena
gran estruendo por el choque de los pies con las olas, sus huellas se convierten
seguros, vieron llegar la mañana que los ayudará a encontrar las evidencias del
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cauce del Rio Popoya, que la mano del tiempo sus huellas borro. Sedientos,
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/ Transmisión oral de la Wayuu Macha Rosado Pana
4/
de mangle con raíces de zancos, el Caribe se detuvo, .con actitud desafiante,
arqueó el cuerpo y alzo el brazo izquierdo, señalando con el dedo índice, como
diciéndole “allá donde está el mar rojo, arroja agua bendita el sagrado Rio
Seturma”. El hombre de mediana estatura y ojos azules miró al Caribe con ojos
y por haber en la playa que estaba entre el desierto lleno de sorpresas y el agua
turbia del Mar Caribe. Con el sol en el cenit, arribaron a un mundo sordo y mudo
considerado una leyenda viviente por las vírgenes del sol. Para la conciencia de
En las huellas del sagrado Rió seturrna se ha observado que el paisaje ha venido
sufriendo a menudo cambios que dieron origen al nombre del “Rio Carancara”.
cuatrocientos sesenta y seis años, al haber creado una nueva identidad étnica
que lo llamó “Rio Ranchería “. En la actualidad, la agonizante arteria de agua