Pre Socratic Os
Pre Socratic Os
Pre Socratic Os
La invasión de los Dorios en el s. XII a.C. obligó a emigrar a los Jonios, los cuales buscaron refugio en las
costas e islas adyacentes del Asia Menor fundando numerosas colonias consolidadas en el s. VIII a.C. por
una nueva oleada de emigraciones. En esas colonias (Mileto, Éfeso, Clazamenes, Samos, etc.) y en
contacto directo con las culturas del Oriente Próximo nace la Filosofía.
La importancia de este periodo es extraordinaria. El hecho de que la Filosofía griega culmine en los
grandes pensadores atenienses del s. IV a.C. ha repercutido sobre los que les anteceden haciéndoles
aparecer con el carácter de precursores. Y ciertamente lo son, pues fueron ellos los que prepararon la
llegada de los grandes sistemas filosóficos griegos. Pero en sí mismos tienen un alto valor, pues aún
cuando Grecia no hubiese llegado a las cumbres de Platón y Aristóteles, sólo las especulaciones de los
presocráticos le darían derecho a ocupar un puesto destacado en la historia del pensamiento.
El siglo y medio que transcurre entre Tales de Mileto y los sofistas constituye un periodo sumamente rico
de vida intelectual y en contraste con la lentitud oriental, el pensamiento griego sorprende por su brillante
rapidez. Y así la Filosofía, recién nacida en las primeras respuestas de los milesios al problema de la
Naturaleza, se remonta rápidamente a las audaces concepciones de Heráclito, Parménides, Empédocles,
Anaxágoras y los atomistas.
Rápidamente van surgiendo los problemas fundamentales aunque aún en forma embrionaria e implicados
unos en otros. Aparecen también los primeros intentos de solución, aunque hay que reconocer que la
importancia de los presocráticos consiste más en el hecho mismo de haberse planteado los problemas que
en las soluciones concretas que les pudieron dar.
También esbozan las tendencias fundamentales que van a prevalecer a lo largo de la historia del
pensamiento: REALISMO e IDEALISMO; MONISMO y DUALISMO; MECANISMO y DINAMISMO;
etc.
En este aspecto los presocráticos pueden considerarse como precursores no sólo de Sócrates sino de toda la
Filosofía Europa.
Las especulaciones de los primeros filósofos griegos se inician en torno al hecho de la mutación.
Les impresionan los cambios cíclicos de las cosas, la regularidad de los movimientos celestes, el orden y la
belleza del universo, los fenómenos atmosféricos, la regeneración y la corrupción de los seres. Pero contra
lo que hubiera podido esperarse en la aurora misma de la Filosofía, su actitud no es de un realismo
ingenuo y directo, ya que, más que las cosas particulares les preocupa la NATURALEZA ( ððð − fisis): no
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se preguntan simplemente qué son las cosas, sino que tratan de penetrar más adelante preguntándose de
qué están hechas, cómo se hacen y cual es el PRIMER PRINCIPIO ððð (arjé) de donde todas provienen.
Esto equivale a contraponer el SER al aparecer; las ESENCIAS a los FENÓMENOS; lo cual les lleva a
preguntarse si por debajo de las apariencias sensibles existe alguna realidad estable, algún PRINCIPIO
permanente a través de las mutaciones incesantes de las cosas.
De esta manera aún cuando el problema físico aparece planteado en función de la mutación de las cosas
sensibles, este mismo planteamiento lleva implícito un sentido ontológico (parte de la Filosofía que estudia
el SER) más amplio y así a través de la impermanencia de las cosas particulares buscan una realidad fija,
eterna, indestructible, que ha existido siempre, de la cual salen y a la cual retornan todas las cosas, y que
permanece a través de todos los cambios o mutaciones. De aquí brota el concepto, común a todos los
presocráticos, de una Naturaleza (fisis) estable e inmutable, contrapuesta a la pluralidad y movilidad de las
cosas particulares. La Naturaleza es la realidad que existe por debajo de todas las cosas y que aunque es
común a todas ellas se distingue de ellas. En cambio las cosas particulares y múltiples más que realidades
son apariencias mudables e inestables y de duración limitada.
• Como SUSTRATO inmutable del ser, por debajo de todas las mutaciones de las cosas;
• También como fuerza que hace llegar las cosas a ser, es decir, como una fuente inmutable de seres.
De esta contraposición entre NATURALEZA y cosas particulares derivan otras contradicciones tales
como: la verdadera realidad, que sólo es percibida por la inteligencia y las apariencias mudables percibidas
por los sentidos; entre lo móvil y lo inmóvil; entre unidad y pluralidad; ser y no ser; lleno y vacío; entre lo
limitado y lo ilimitado; etc.
Surge también el concepto de LEY UNIVERSAL que rige las mutaciones y que explica la periodicidad
cíclica de las cosas. También surgen los conceptos de CIENCIA, entendida como conocimiento universal
fijo y estable de las cosas que se explican por medio de causas; y en contraposición el concepto de
OPINIÓN, que rebasa la particularidad e inestabilidad de las cosas que perciben los sentidos.
Ninguno de los presocráticos llegó al concepto de espíritu. Para todos ellos la realidad es material. Pero
como primer principio buscan un cuerpo que sea lo más inmaterial posible. Y así señalan elementos
ligeros, sutiles, móviles, plásticos, es decir, capaces de transformarse fácilmente y de revestir las formas
más diversas.
La especulación griega se inicia en concreto sobre el problema cosmológico y este problema lleva implícito
un problema ontológico, es decir, un problema del conocimiento del ser. Y en su aspiración por lograr una
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representación del universo en lugar de atenerse a la experiencia, adoptan un método preferentemente
racional: en vez de observar se dedicaron a discurrir, descuidando el testimonio de los sentidos, de los que
muchos desconfían considerándolos como fuente de error y recurriendo a elaborar teoría puramente
racionales.
* ¿Estos primeros (filósofos) pensadores son físicos o filósofos?. Se ha discutido largamente si los primeros
pensadores milesios pueden ser considerados como verdaderos filósofos o tan solo como físicos o
fisiólogos, como los denomina Aristóteles.
En realidad el problema cosmológico tal y como ellos lo plantean tiene más amplitud que una simple
cuestión de física particular. Vemos que no se preguntan sólo qué son las cosas sino de qué están hechas,
cómo se hacen y cuál es el primer principio del que provienen. No sólo investigan la causa inmediata de los
fenómenos naturales sino que indagan su primer principio; con lo cual puede decirse que inicia al mismo
tiempo la Física y la Ontología.
Desde un principio aparece la contemplación entre la pluralidad y la mutabilidad de las cosas, y la unidad
inmutable de la Naturaleza que buscan como primer principio de los seres particulares. Pero esta
contraposición no supone una antítesis irreducible ni mucho menos un dilema en el que haya que elegir
forzosamente uno de los dos términos negando el otro.
Para los milesios existen las cosas particulares y también la Naturaleza; por eso no se les puede considerar
como monistas en sentido estricto, pues aunque buscan un primer principio de las cosas, admiten al mismo
tiempo la pluralidad real de dichas cosas particulares. Cosa parecida ocurre en su contraposición entre
conocimiento sensitivo e intelectivo: los milesios confían a la vez en el testimonio de los sentidos que les
atestiguan la realidad y pluralidad de las cosas particulares; pero también confían en el testimonio de la
razón, que busca por debajo de esas cosas particulares un principio común e inmutable de contraposición
entre ambas cosas, con carácter de alternativa. Eso aparecerá ya en Parménides.
Los presocráticos observan que existe un Cosmos ordenado, compuesto de una multitud de seres
particulares, móviles, contingentes, que son percibidos por los sentidos. Pero, ¿de dónde provienen esos
seres? ¿Cuál es su primer principio? ¿Cómo se formó el Cosmos y quién lo ha hecho?. A estas preguntas
trataron de responder los Cosmogonías (Gonos = Génesis) de los pueblos antiguos de India, Egipto,
Caldea, etc.
Antes de que apareciera la Filosofía en Mileto, Grecia había producido ya un amplio conjunto de
Cosmogonía (Homero, Hesíodo), donde las guerras de la Naturaleza se personificaban poéticamente en
divinidades.
La gran aventura de Tales y de los primeros filósofos griegos consistió en sustituir esas divinidades por
elementos naturales y guerras cósmicas: agua, aire, fuego, frío y calor, condensación y dilatación, etc. Es
decir, que al buscar el primer principio, el ððð (arjé) de las cosas, buscaban una realidad ontológica, pero
no fuera del Universo, sino dentro de él; y no encima sino debajo de los fenómenos y de los seres
particulares. Esa realidad era el primer principio y la razón última de la existencia de los seres. Todos
salían de ella y retornaban a ella. No podía ser percibida por los sentidos, sino sólo por la razón. Era una
realidad eterna, necesaria, inmutable y divina, que permanecía a través de todos los cambios.
En último término, esa realidad venía a equivaler a DIOS, expresado bajo distintos nombres.
Con lo cual la Filosofía sigue siendo a su manera una Física o Cosmología y una Teología. Todo salía o
del agua, o del aire, o del ðððððð (ápeiron − lo ilimitado), o del fuego, etc.; y todo retornaría a esos mismos
principios en procesos cíclicos más o menos largos. En este sentido en los sistemas de: Tales,
Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito, Parménides y, en general, de todos los presocráticos, la filosofía es
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a la vez una Física, una Cosmogonía y una teología.
LA FILOSOFÍA EN MILETO
Los Milesios
Ejerció influencia política en su patria exhortando a los milesios a unirse frente a los lidios y los medos
para salvar su independencia. Se le atribuyen varios viajes a Egipto donde estudió geometría, midió la
altura de las pirámides por su sombra y explicó las crecidas del Nilo por los vientos Hetesios. Se distinguió
como Matemático y Astrónomo. No escribió nada, debiendo su fama a varios inventos de carácter
prácticos. Predijo un eclipse de sol que aconteció en una batalla entre Medos y Lidios (25 de mayo de 585)
fecha que sirve de referencia para establecer su cronología. Se le atribuye la invención del teorema que
lleva su nombre, la construcción de almanaques astronómicos para el servicio de los navegantes, el haber
señalado la constelación de la Osa Menor y la invención de un método para medir la distancia de los
navíos en el mar mediante la suma de triángulos semejantes.
Habiendo previsto una buena cosecha de aceitunas, alquiló todas las prensas de Mileto enriqueciéndose
con ello y demostrando a la vez que la Filosofía no era una cosa inútil.
Con este buen sentido práctico contrasta la anécdota de la vieja que se burló de él al verle caído en un pozo
por in contemplando las estrellas: Por tanto mirar al cielo, no se daba cuenta de lo que tenía debajo de los
pies.
Su nombre encabeza todas las listas de los Siete Sabios de Grecia. Sus compatriotas le dedicaron una
estatua con la inscripción: Al más sabio de los astrónomos. Se dice que al morir pronunció: Te alabo, oh
Zeus, porque me acercas a ti, pues por haber envejecido ya tanto no puedo ver las estrellas desde la tierra.
Para Tales el primer principio ððð (arjé) , el principio fundamental de donde todo sale y a donde todo
retorna es el AGUA, del cual están formadas todas las cosas y en el cual se resuelven todas.
Es un concepto corriente en las Cosmogonías orientales el poner como origen de todo un caos acuoso
primordial Y así ocurre en Homero y Hesíodo, contemporáneos o poco posteriores a Tales. Hablan de un
(oguenós = principio acuoso) ððððs.
Atribuía a la tierra la forma de un plato oblongo (un poco alargado) con los bordes un poco levantados;
encima de ella estaba la bóveda de los cielos y el conjunto flotaba como un navío sobre las aguas.
Aristóteles le atribuía la frase: Todas las cosas están llenas de dioses o de demonios, es decir, indicando
con ello que para Tales la materia estaba animada. Su admiración por el orden del mundo la expresa en
esta frase:
El mundo es hermoso porque es obra de Dios. Dios es lo más antiguo que existe puesto que no ha sido
engendrado.
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Natural de Mileto, discípulo o compañero de Tales.
Geógrafo, Matemático, Astrónomo y Político. Dirigió una expedición de los milesios a Apolonia y sus
compatriotas, agradecidos, le dedicaron una estatua, descubierta en las excavaciones de Mileto.
Queda un fragmento de su libro en prosa Sobre la Naturaleza. Se le atribuye la confección de un mapa del
mundo habitado; la predicción de un terremoto en Esparta y el haber medido las distancias entre las
estrellas y calculado su magnitud. Es el iniciador de la Astronomía griega y el más eminente de los
milesios.
Inicia una verdadera cosmología prescindiendo de elementos mitológicos, y formula en conjunto de ideas
que pasarán a los siguientes presocráticos.
FÍSICA: Se propone el problema de la Naturaleza (fisis) en el mismo sentido que Tales: no se pregunta
qué son las cosas, sino de qué están hechas, de dónde proceden y cómo se hacen.
Como primer principio o ððð (arjé) pone al ápeiron (ðððððð), que es lo ilimitado, lo indefinido, lo
indeterminado. No se trata de la infinidad en abstracto sino de una materia primordial, ilimitada,
homogénea, indeterminada, incualificada, eterna, inmutable, incorruptible, imperecedera,
inagotablemente fecunda, generadora de todos los seres y a la cual todos retornan. Viene a ser una especie
de nebulosa o materia plástica equivalente al caos de las antiguas Cosmogonías, que no es ni agua, ni aire,
ni fuego, sino anterior a todas esas determinaciones y a todos los contrarios.
Aristóteles la interpreta como una mezcla confusa de elementos, ðððð (migma), los cuales se van
separando después del movimiento. El ápeiron queda fuera del cielo, envuelve, contiene y gobierna todas
las cosas.
Con esta contraposición entre los cosmos esféricos limitados y el ápeiron ilimitado, establece la oposición
fundamental entre finito e infinito, limitado e ilimitado, que recogerán los posteriores presocráticos.
El movimiento eterno prosigue agitando, en forma de remolinos, los cosmos disgregados de la masa común
del ápeiron, y en su interior se continúa el proceso de separación, distinguiéndose los elementos, los cuales
se van colocando por orden de gravedad.
La primera separación fue la de lo caliente y lo frío; el primero envolvió al segundo a la manera como la
corteza rodea los árboles. Al principio la Tierra, elemento frío, estaba completamente mezclada con el
agua; pero fue secándose bajo la acción del calor hasta que se formaron cuatro círculos: Fuego (caliente);
Aire (frío); Agua (húmeda) y Tierra (seca).
La separación prosigue dentro de cada elemento. En el Fuego se formaron tres anillos concéntricos que
giran alrededor de la Tierra, que es inmóvil y que es su centro común.
El primer anillo, y el más lejano, es el del Sol, que es 68 veces más grande que la Tierra; el segundo es el
de la Luna, que es 19 veces mayor que la Tierra; el tercero el de estrellas y planetas que es el menor y más
cercano. Este último está taladrado como una criba por unos orificios que sirven para que a través de ellos
se vean los astros, y ejercen la función de narices para respirar el pneuma infinito que envuelve el
universo. Cuando esos orificios se cierran o se obstruyen, por los vapores emanados de la Tierra, se
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producen los eclipses.
La Tierra, se formó separándose del Agua, bajo la acción desecadora del Sol, quedando como residuo la
sal que se deposita en el fondo del mar. Tiene forma cilíndrica semejante a un fuste de columna 1/3 más
alta que ancha, y permanece flotando en el centro del Cosmos, sostenida por presiones por todas partes. Le
atribuía un movimiento de rotación sobre su eje, explicando con ello los vientos, los cuales se producen al
agitarse el aire con el movimiento de los vapores que se exhalan del océano en virtud del calor del Sol y
que llenan todo el espacio comprendido entre la Tierra y los anillos astrales. Atribuía a los terremotos a las
corrientes de aire producidas por la acción del calor del Sol que penetra en las concavidades de la Tierra y,
al agitarse, la hace estremecer.
BIOLOGÍA: No se sabe como explicaba Tales de Mileto el modo de producirse los seres a partir del agua.
Anaximandro expone una curiosa teoría biológica en la que dice que del fango primitivo en que estaban
mezclados Tierra y Agua, salen todos los vivientes mediante la acción del Sol.
Primero nacieron animales marinos y después los terrestres. Acerca del origen del hombre tiene una
extraña teoría, procedente quizás de algún mito oriental: supone que en el centro del mar se formó una
especie de monstruos marinos, envueltos en un caparazón escamoso, dentro de cada uno de los cuales
había un hombre. Cuando el Sol hubo secado una parte de las aguas, aquellos monstruos quedaron
varados en tierra. El calor de los rayos solares hizo estallar su envoltura y, de su interior, salieron los
primeros hombre y mujeres. A esto responde, probablemente, la prohibición de comer pescado.
En cuanto al alma, decía que es de naturaleza aeriforme y que proviene del pneuma cósmico que envuelve
todas las cosas y del que todas respiran.
Existen a la vez infinitos mundos, esféricos, cerrados sobre sí mismos e independientes unos de otros, que
se originan de los remolinos formados por el movimiento eterno en el seno del ápeiron. Esos mundos
nacen y se destruyen periódicamente, en ciclos fijos, pagando así la pena de la injusticia que supone su
separación del ápeiron.
La justicia cósmica se restablece mediante su absorción periódica en el ápeiron: De allí de donde proviene
el nacimiento de las cosas, de allí proviene también su corrupción por necesidad. Pues deben pagar, con su
retorno, la pena de su injusticia, según el orden del tiempo.
Toda la realidad está presidida por una ley cósmica necesaria que tiende a restablecer la igualdad entre los
contrarios. La reparación de todos los desequilibrios se verifica mediante esa ley cíclica que preside el
nacimiento y la destrucción de los seres, y que hace retornar todas las cosas al ápeiron.
Los antiguos lo consideraban como la figura principal de la escuela; pero su doctrina supone más bien un
retroceso al punto de vista de Tales.
Concibe el Cosmos como un animal viviente dotado de respiración, dentro del pneuma infinito que lo
envuelve todo.
De aquí proviene, probablemente, su concepto de que es el AIRE el principio primordial de todas las cosas:
Así como nuestra alma, siendo aire, nos mantiene unidos, así también el aire circunda todo el Cosmos.
No se trata del aire atmosférico, sino de un protoelemento eterno, divino, viviente, ilimitado, inextinguible,
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ligerísimo, penetrante, movilísimo, casi incorpóreo, que es el PRINCIPIO DEL MOVIMIENTO Y DE LA
VIDA DE TODAS LAS COSAS.
De ese principio primordial, agitado por el movimiento eterno, salen sucesivamente infinitos mundos y
seres, incluyendo a los dioses. Cada mundo está envuelto en una especie de caparazón transparente de aire
endurecido. E introduce 2 fuerzas cósmicas para explicar la formación de las cosas, que son
CONDENSACIÓN y DILATACIÓN.
Decía que cuando se sopla con la boca cerrada el aire es frío, y caliente si se expele con la boca abierta.
Luego todas las cosas provienen de ese aire infinito y todas retornan a él: del aire enrarecido se origina el
FUEGO. Del condensado resultan los vientos, agua, lluvia, niebla, hielo, tierra y piedras.
La Tierra es un disco plano, rodeado de agua, que flota sobre la atmósfera. Los astros (Sol, Luna,
planetas) son también discos planos que giran alrededor de la Tierra y que se formaron de los vapores
enrarecidos e incendiados que se exhalan de ésta. El Sol se oculta por la noche detrás de las montañas.
Poco después de la muerte de Anaxímenes, Mileto, que se había aliado con los lidios, fue arrasada por los
persas en el año 494 a.C., pereciendo así aquel centro que tan excelentes frutos prometía.
Afortunadamente, no pereció la Filosofía, pues Pitágoras la trasplanta de Samos a la Magna Grecia,
donde se desarrolla otra escuela importantísima.
La figura de Pitágoras ha llegado hasta nosotros tan envuelta en elementos legendarios que resulta
imposible separar en ella lo histórico de lo fantástico.
Esta idealización, consciente e interesada, se debe a sus discípulos. La fuente más segura para averiguar lo
poco que puede saberse sobre el Pitagorismo primitivo son las referencias y alusiones de sus
contemporáneos: Jenófanes, ridiculiza la transmigración de las almas; Heráclito se burla de la
superficialidad de su saber diciendo que la Plurisciencia de Pitágoras no enseña a pensar por cuenta
propia; Herodoto relaciona a los pitagóricos con los órficos, aludiendo a sus creencias comunes en la
transmigración de las almas, a sus prácticas de no matar animales y de no comer carne.
Resulta extraño que Platón, tan relacionado con los pitagóricos de Sicilia y de la Magna Grecia, no
mencione a Pitágoras más que una sola vez. Aristóteles se interesó mucho por el pitagorismo y escribió una
obra en tres libros, hoy perdida: Sobre los Pitagóricos.
Pitágoras era natural de Samos, rival comercial de Mileto. Huyó de su patria para evitar (sustraerse a) la
tiranía de Polícrates y se refugió en la Magna Grecia, fundando en Crotona una especie de asociación de
carácter filosófico − religioso que se difundió por filiales en Tarento, Metaponto, Síbaris, Siracusa, etc.
Los pitagóricos tomaron parte activa en política favoreciendo al partido dórico y los crotonenses atacaron y
arrasaron Síbaris, pero más tarde hubo una reacción contra la dictadura pitagórica; Pitágoras se refugió
en Metaponto donde murió y sus discípulos se mantuvieron en el poder hasta el año 450 a.C., en el que 40
de ellos fueron sorprendidos en la casa del atleta Milón pereciendo en un incendio. Sólo lograron huir los
tarentinos Arquippas y Lysis que se refugiaron en Tebas.
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A Pitágoras se le atribuye la invención de la tabla de multiplicar y el teorema que llave su nombre, aunque
ya era conocido por los sumerios. No escribió nada y sus enseñanzas se trasmitieron por tradición oral en
la primera generación de discípulos, que guardaban celosamente el secreto de escuela.
Se dice que este secreto fu roto por Filolao quien obligado por la pobreza escribió una obra en 3 libros
sobre las doctrinas pitagóricas, que fue comprada en 40 minas por Dion de Siracusa a instancia de Platón,
el cual se inspiró en ella para componer su diálogo Timeo. También Hippassa de Metaponto pasa por
traidor al secreto de escuela por haber revelado la existencia de las cantidades irracionales, que echaban
por tierra la doctrina de los números enteros como constitutivos de las esencias de las cosas.
Lo cierto al respecto es que los contemporáneos de Pitágoras conocieran algunas de sus doctrinas
fundamentales.
Es difícil distinguir las doctrinas auténticas pitagóricas de la leyenda y la fábula que han idealizado y
falseado la figura y doctrinas de Pitágoras. Se podría decir, que el pitagorismo tal y como lo conocemos es
obra de distintos hombres y tiempos. Que en un principio sería una simple secta mística y religiosa,
parecida a los órficos, y Pitágoras sería una especie de profeta o místico sin carácter científico. El carácter
científico de la escuela se debería a Filolao o a Arquitas de Tarento. Pitágoras es ante todo un reformador
moral y religioso que se habría propuesto principalmente una finalidad ética de purificación y salvación
inspirada en las doctrinas de la inmortalidad y la transmigración de las almas.
Pero a diferencia de los órficos, Pitágoras es además un filósofo que busca la salvación, además de por
medio de ritos religiosos y prescripciones morales, también por medio de la ciencia (matemáticas) y la
música. Por eso existe una estrecha compenetración entre los elementos religiosos, moral y científico.
Primero carácter moral y religioso, después el científico, y por extensión el político.
La preexistencia, inmortalidad y transmigración de las lamas; las prácticas ascéticas purificadoras como
abstenerse de comer carne y ciertas legumbres; la prohibición de vestir lana por ser de origen animal; el no
matar animales; etc.
Y el proponer también para la salvación ejercicios purificadores para liberarse de las transmigraciones.
• Haber utilizado el concepto milesio de respiración cósmica para explicar la pluralidad de las cosas, que
se originan por la disgregación de la unidad compacta del Cosmos esférico mediante la penetración del
vacío o no ser.
• Haber derivado hacia una concepción aritmético − geométrica de la realidad considerando los números
como esencia de las cosas y haciendo así el tránsito de la Física o Cosmología de los milesios a un
primer intento de Física − Matemática, reduciendo la cualidad a la cantidad.
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La frase con que Aristóteles expresa las teorías de los pitagóricos debe entenderse al pie de la letra:
Los pitagóricos conciben las cosas como números, porque conciben los números como cosas. La
Naturaleza parecía asemejarse toda ella a los números, y los números son lo primero de toda la Naturaleza,
por eso supusieron que los elementos de los números son los elementos de las cosas.
Para los pitagóricos, que no sabían distinguir entre números concretos y abstractos, ser, ser material y ser
extenso eran la misma cosa.
Por eso concebían las cosas (unidades) constituidas por fragmentos extensos, originados por la
disgregación del SER por el NO SER, del LLENO por el VACÍO o ESPACIO, en virtud de la Respiración
cósmica. Así los seres se componen de: SER y NO SER; LLENO y VACÍO; LIMITADO e ILIMITADO;
como elementos reducidos a unidad por medio de la armonía entre contrarios. Las cosas son iguales a
números extensos y materiales, que a la vez dan origen a las distintas figuras geométricas con su distinta
posición en el espacio: Construyen todo el Universo con números y suponen que la unidad tiene extensión.
Los números de los pitagóricos no equivalen a los números ideales de Platón, ni son modelo de las cosas,
sino que son las cosas mismas, siendo cada una de éstas una unidad real. Esto lo explica mediante su:
De aquí se originan las antítesis u oposiciones de contrarios: SER y NO SER; LIMITADO e ILIMITADO;
LLENO y VACÍO; PAR e IMPAR. El Cosmos compacto era la unidad primordial. La díada o el par es
igual a dos UNOS, separados por el vacío; o tambíen a dos puntos unidos por una línea.
De esta oposición primaria provienen todos los demás números, las figuras geométricas de todas las cosas.
El UNO es el punto; el DOS es la línea; el TRES es la superficie; el CUATRO, el volumen. De los puntos
se deriva la línea; de la línea, la superficie; de la superficie, los sólidos; de los sólidos, los elementos. Las
cinco figuras cósmicas de los sólidos eran:
• Cubo.
• Pirámide.
• Octaedro.
• Dodecaedro.
• Icosaedro.
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• Limitado − Ilimitado.
• Par − Impar.
• Unidad − Pluralidad.
• Izquierda − Derecha.
• Masculino − Femenino.
• Quietud − Movimiento.
• Recto − Curvo.
• Claro − Obscuro.
• Malo − Bueno.
También se debe a Pitágoras las aplicaciones simbólicas que atribuía a los números:
El conjunto de sumas era la TETRAKTYS que se representaba en forma de triángulo formado por los
cuatro primeros números:
Además a los números y figuras atribuían diversas virtudes y poderes mágicos y los consagraban a los
distintos dioses: el 1a Hermes, el 2 a Artemisa, el 3 a Afrodita, el 7 a Atenea, etc.
Esta mística de los números sufrió un rudo golpe con el descubrimiento de las cantidades irracionales.
Si las cosas estuvieran compuestas por números de la división siempre deberían resultar números exactos.
Para resolver este problema acudieron al infinitismo, sustituyendo los números enteros por cantidades
divisibles hasta el infinito, con el fin de hacerlas siempre conmensurables.
A esta modalidad del pitagorismo responderán después los ataques de Zenón de Elea.
• ANTROPOLOGÍA PITAGÓRICA:
El hombre consta de dos partes distintas: el CUERPO, formado de elementos materiales; y el ALMA de
procedencia celeste. Las almas son partículas desprendidas del pneuma infinito que andan vagando por la
atmósfera hasta que se encarnan en los cuerpos en los que entran por respiración.
Según Aristóteles, los pitagóricos creían que eran almas las motas de polvo que aparecen moviéndose en el
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aire cuando les ilumina un rayo de sol. El alma era también un número como todas las demás cosas y
parece que Pitágoras le atribuía forma de cuadrado y Arquitas, forma de esfera. El alma era un principio
motor que tenía además función respiradora.
El pitagorismo tenía en común con el orfismo la transmigración de las lamas, las que, de procedencia
celeste, si viven bien y alcanzan su purificación se reintegran tras la muerte a su estado primitivo. Pero si
han vivido mal volverán a reencarnarse indefinidamente en cuerpos de animales o plantas hasta conseguir
su purificación. Pitágoras en cierta ocasión oyendo ladrar a un perro se quedó escuchando por haber
querido reconocer la voz de un amigo.
• ÉTICA PITAGÓRICA:
La vida virtuosa consistía en un esfuerzo para introducir la armonía en el interior del hombre y así
elevarlo a la contemplación del orden del Cosmos mediante lo cual se asemejaba a la divinidad. La
purificación debía abarcar los dos elementos de que se compone el hombre: el cuerpo, mediante la dieta
vegetariana, la abstención de ciertos manjares (carnes y habas); y el alma por medio de la ciencia que era
un medio para llegar a conocer la armonía universal y el autoconocimiento. La música tenía una función
catártica para aquietar las pasiones y elevar el espíritu, a percibir la armonía en todas las cosas.
Los pitagóricos distinguían tres clases de vida: la Utilitaria, propia del vulgo, que no se preocupaba más
que de los intereses materiales; la Ética y la Teorética, propias de los filósofos consagrados a la
purificación y consagración de su alma. Los pitagóricos tenían una serie de versos aúricos que encerraban
enseñanzas para la vida práctica y en ellos se recomendaba la abstinencia de ciertos manjares, el examen
cotidiano de conciencia, la sencillez, la moderación, la justicia, el respeta a los padres, la fidelidad a los
amigos, la observancia de las leyes, la resignación ante el destino, etc.
• TEOLOGÍA:
Finalmente la asociación pitagórica, de la que lo único que se conoce es su existencia y que tenía una
función eminentemente ética, se organizaba en tres clases de discípulos: OYENTES también llamados
ACUSMÁTICOS, los que no podían ver al maestro sino sólo escucharlo tras unas cortinas;
MATEMÁTICOS a los que se les permitía verle e interrogarle; y FÍSICOS que eran la categoría superior.
Cultivaban la Física, la Astronomía, la Matemática, la Medicina y la Música. No sólo por su valor
científico sino como medios de purificación moral. El nombre del maestro era sagrado y su autoridad
bastaba para dirimir cualquier disputa, con sólo decir: El maestro lo ha dicho.
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Natural de Éfeso, de familia nobelísima pues era descendiente de los fundadores de la ciudad; conservaba
prerrogativas y honores reales. Fue proverbial, en la antigüedad, su carácter altanero, misántropo (odio a
la naturaleza humana) y melancólico.
Nunca quiso intervenir en política y rehusó una invitación del rey Darío para visitar su corte. También
desdeña a los poetas, filósofos contemporáneos e incluso la religión: Homero merece ser expulsado de los
juegos y azotado. La plurisciencia no da entendimiento, si lo diera se lo habría enseñado a tener a
Pitágoras.
Sin embargo admiraba el estilo de los oráculos de Delfos: El señor que tiene su oráculo en Delfos, no dice
ni oculta nada sino sólo indica por señas.
No tuvo maestro. Escribió en dialecto jónico un libro en prosa en forma tan concisa que le valió el
calificativo del Obscuro. Para significar que nadie o muy pocos eran capaces de entenderlo lo depositó en
el templo de Artemisa diciendo: La muchedumbre, como los perros, ladra a quien no conoce, y como los
asnos, prefiere la paja al oro.
Sin embargo los numerosos fragmentos que de él quedan demuestran que fue leído y estimado, surgiendo
numerosos partidarios que se llamaron Heraclitianos; aunque sólo conocemos a uno de ellos que es el
mediocre Cratilo, que sería después maestro de Platón.
Aburrido de los hombres se retiró al templo de Artemisa donde se entretenía en jugar a las tabas con los
niños. Finalmente huyó a los montes donde vivió manteniéndose de hierbas. Contrajo una hidropesía y
murió a los 60 años en un muladar comido por los perros.
Es el pensador más eminente de los presocráticos. Su doctrina marca un gran avance del pensamiento de
los milesios. Formula vigorosamente el problema de la unidad permanente del SER, frente a la
PLURALIDAD e INESTABILIDAD de las cosas particulares transitorias; y aspira a resolverlo
estableciendo la existencia de una ley universal fija que rige todos los acontecimientos particulares y que es
el fundamento de la armonía universal del Cosmos por encima de todas las antítesis o contradicciones.
Establece claramente la distinción entre dos órdenes de conocimiento: el sensitivo, que sólo es fuente de
opinión; y el racional, que es el único que llega a descubrir la verdad: Los sentidos nos hacen creer que
existen seres fijos y estables. Esto es una ilusión porque sólo existe un ser único (Fuego), en perpetuo
movimiento. Por lo tanto hay que desconfiar de los sentidos y juzgar conforme a la razón.
Por los sentidos no podemos conocer la naturaleza de las cosas. Los que confían en los sentidos es como si
estuviesen durmiendo: Aun aquel que tiene las opiniones más perfectas conoce y posee sólo opiniones.
Malos testimonios son los ojos y las orejas de aquellos que tiene el alma inculta. Las opiniones de los
mortales son como juegos de niños.
Sin embargo, a pesar de su desconfianza en los sentidos, esta no es absoluta. Los sentidos son necesarios
para adquirir la sabiduría: De cuantas cosas se tiene conocimiento por la vista y el odio, yo prefiero estas
cosas. Pero siempre su testimonio debe corregirse por la razón, que es la única capaz de comprender la
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verdad del SER uno en perpetuo movimiento, y de conocer la RAZÓN o LOGOS (ðððs) que gobierna todas
las cosas: Una sola cosa es la SABIDURÍA: conocer la RAZÓN que gobierna todas las cosas a través de
todas las cosas.
Heráclito se enfrenta con el problema del ser y con la contradicción de la unidad del ser y la pluralidad de
las cosas particulares. Por una parte mantiene la unidad de la Naturaleza y del principio primordial.
Del UNO salen todas las cosas y de todas las cosas el UNO. Pero por otra parte acentúa el aspecto
dinamista iniciado por Anaximandro y Anaxímenes, con un profundo sentimiento del movimiento, la
inestabilidad e impermanencia de las cosas particulares: Nada permanece fijo y estable. Todo fluye. Todo
cambia y se está haciendo siempre; y en este hacerse, en la continua transformación, consiste la esencia de
las cosas, las cuales son y no son a la vez. No es posible bañarse dos veces en las aguas de un mismo río.
Las cosas particulares oscilan. En nuestra esencia fluyente somos y no somos. El principio primordial, la
realidad única, es el FUEGO que e como un río que corre sin cesar y al cual no es posible descender más
de una vez: No es posible descender dos veces al mismo río, pues los que descienden se sumergen en aguas
siempre distintas en su fluir incesante.
Sin embargo Heráclito creen en la realidad de las cosas particulares atestiguadas por los sentidos, pero no
como entidades o subsistencias fijas y estables, sino en continuo hacerse y deshacerse, sujetas a ciclos se
evolución regidos por la ley cósmica del LOGOS. El FUEGO que es el principio primordial está en
perpetuo movimiento. De esta manera su monismo se concilia con un cierto pluralismo. Sólo el LOGOS o
RAZÓN UNIVERSAL permanece inmutable a través de todos los cambios.
• FÍSICA:
Heráclito trata de explicar no sólo el principio primordial y único de todas las cosas (Fuego) sino también
la ley y el proceso de la mutación de las cosas particulares.
De ese primer principio, el Fuego, se hacen todas las cosas: Todo sale del Fuego, todo se compone de
Fuego y todo se descompone en Fuego. Los dioses, genios, demonios, almas y todas las cosas son el
resultado de la transformación incesante del Fuego, y su perfección depende de la mayor o menor
proximidad al Fuego.
Este Cosmos, el mismo para todos los seres, no ha sido hecho por ningún Dios ni hombre, sino que siempre
fue, es y será fuego eterno viviente, que con medida se enciende y con medida se apaga. El fuego se cambia
recíprocamente con el todo, y el todo con el Fuego, como el oro por las mercancías y las mercancías por el
oro.
Esta transformación universal sigue dos vías: una descendente o por condensación y otra ascendente o por
dilatación, describiendo una especie de círculo: vía hacia abajo: Fuego, Aire, Agua, Tierra. Vía hacia
arriba: Tierra, Agua, Aire, Fuego. De los distintos momentos en que se encuentran las cosas en esta doble
vía se originan las parejas de contrarios u oposiciones. Dos guerras cósmicas, antagónicas rigen la génesis
y las destrucciones de las cosas: una fuerza disgregadora que es la DISCORDIA o la GUERRA y que es
causa y origen de la pluralidad; otra agrupadora que es la CONCORDIA o PAZ que reduce las cosas a
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unidad. Por esto la GUERRA es la madre de todas las cosas.
La causa última de todas las transformaciones del Cosmos y de la armonía universal es una RAZÓN
ETERNA o LOGOS que rige y gobierna todas las cosas y está presente es todas ellas: Una sola cosa es la
SABIDURÍA, conocer la RAZÓN que gobierna todas las cosas a través de todas las cosas.
Todo cambia, se muda y se transforma, excepto la Razón que a manera de una ley preside, impulsa y
regula todas las mutaciones permaneciendo ella misma inmutable e inalterable.
¿Hay que entender esta RAZÓN universal como algo transcendente o como algo inmanente? ¿Se distingue
realmente del Fuego y de cuantas cosas resultan de su transformación o se identifica con el Fuego?
Heráclito parece dar a entender que es distinta y superior al Fuego mismo, puesto que éste está en perpetuo
movimiento y la RAZÓN permanece inalterable a través de los cambios. Incluso llega a identificar la
RAZÓN con Dios: Queriendo o sin querer se le debe llamar Zeus. Sin embargo, dado que los presocráticos
todavía no tienen claro el concepto de lo divino, lo más probable es que el LOGOS no sea un Dios
intranscendente sino una ley necesaria, inmanente al Fuego que es la subsistencia única.
Esta RAZÓN universal que rige las transformaciones del Fuego es la causa de la armonía del mundo.
Heráclito defiende un relativismo moral: Todo es bueno o malo según se considere: el agua del mar es la
más pura y la más impura: para los peces es potable y saludable, para los hombre perjudicial. La
enfermedad hace dulce la salud; el mal, el bien; el hambre, la hartura; el cansancio, el reposo. Los monos
más hermosos son deformes si se comparan con los hombres.
También defiende un optimismo universal: el mundo es bellísimo. Sólo puede hablarse del mal en sentido
relativo pues del bien sale el mal y del mal sale el bien, que son simples aspectos procedentes de las
transformaciones incesantes de las cosas pero que se funden en la armonía total del universo.
• ANTROPOLOGÍA:
Los cuerpos se forman en la vía descendente de las exhalaciones obscuras y opacas de la Tierra.
Las almas, en la vía ascendente de las exhalaciones puras y transparentes del aire al desecarse el agua. El
alma es de naturaleza aeriforme que se renueva constantemente por respiración. Su perfección dependerá
de su mayor o menor proximidad al Fuego.
Heráclito tuvo un discípulo de nombre conocido que fue Cratilo, mediocre filósofo, maestro de Platón. Este
acabó por creer que ni siquiera se debe hablar y se limitaba a hacer señas con el dedo y criticaba a
Heráclito por haber dicho que no es posible bañarse dos veces en el mismo río; él pensaba que ni siquiera
es posible una vez.
Natural de Elea, cerca de Salerno fundada en el 540. Apenas quedan datos de su vida. Fue discípulo del
pitagórico Aminias, no obstante habría sido un discípulo infiel, pues su doctrina está en completa
contraposición con el sistema pitagórico.
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Debió escuchar a Jenófanes de quien tradicionalmente se considera como discípulo, aunque también existe
la tesis contraria de que, Jenófanes, siendo ya viejo, al llegar a Elea habría aprovechado las enseñanzas de
Parménides. Platón incurre en un anacronismo voluntario al referir su entrevista con Sócrates en Atenas
hacia el 450. Y son exagerados los elogios que Platón hace de Parménides salvo que no se entiendan
matizados por una fina ironía. Aristóteles en cambio no muestra estima por los eléatas.
Escribió un poema en hexámetros titulado Sobre la Naturaleza del que se conservan numerosos
fragmentos de la primera parte y algunos versos de la segunda. En él adopta postura polémica, por una
parte critica el dualismo de los pitagóricos (ser, no ser; lleno, vacío); por otra parte, por el movilismo de
Heráclito a cuyos partidarios calificó de rústicos.
• PENSAMIENTO:
A esta antítesis ontológica, añade otra antítesis paralela en el orden del conocimiento, distinguiendo entre
conocimiento sensitivo, que es engañoso y sólo fuente de opinión; y conocimiento racional que es el único
que proporciona la verdad. Descalifica por completo el testimonio de los sentidos que atestiguan la
existencia de las cosas particulares y el movimiento, y acepta sólo el de la razón, que según él, revela la
existencia del ser uno, eterno, indivisible e inmóvil. La consecuencia es un monismo estático absoluto, con
la supresión de la pluralidad de las cosas particulares y del movimiento.
La primera parte del poema constituye una Ontología a la que llama el camino de la verdad; la segunda
parte que constituye una Física a la que llama el mundo de la opinión.
1ª PARTE:
El poema empieza con una pomposa introducción apareciendo Parménides en un carro arrastrado por
caballos alados guiados por la hijas del Sol, las cuales abandonan las MORADAS DE LA NOCHE,
apartándose los velos de la cabeza. Llegan a una bifurcación en que se separan los caminos de la noche y
del día, cuyas puertas guarda la Justicia y ésta abre las puertas por las que penetra el carro hasta la
morada de la diosa que guarda la verdad y que dirige a Parménides el siguiente discurso:
¡Oh! Joven que acompañado de guía inmortales llegas a nuestra casa sobre los caballos que te conducen.
¡Salve!, ya que al derecho y la justicia te han traído a aprender la verdad por este camino, que está bien
alejado del camino de los hombre; es necesario que tú lo sepas todo, tanto el corazón inmutable de la
verdad como las opiniones de los hombres que carecen de certeza. Yo te diré y tu recoge escuchando mis
palabras, los tres únicos caminos de investigación posibles: uno, que el ser existe y es imposible que no
exista: es el camino de la razón a la cual sigue la verdad; otro, que es el ser no existe y es necesario que no
exista, este es un camino privado de conocimiento, es el camino del error; y un tercer camino que consiste
en decir que el ser existe y no existe a la vez, que es el camino de la opinión.
• El ser no existe, propia de los pitagóricos, quienes para explicar movimiento y pluralidad de los seres
admitían vacío, espacio o no ser fuera del Cosmos esférico, que al penetrar dentro de éste por medio de
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la respiración cósmica lo disgregaba y multiplicaba en muchos seres distintos. Contra los pitagóricos
Parménides dice: el no ser no existe y por lo tanto no puede disgregar internamente al ser siendo éste
uno, indivisible e inmóvil.
• El ser existe y no existe a la vez, aludiendo a Heráclito que admitía la unidad del ser pero en perpetuo
movimiento, originándose la pluralidad de las cosas de los encuentros entre los contrarios en las
diversas fases de la transformación del Fuego. Contra esto, Parménides dice: es absurdo que el ser
exista y no exista a la vez. Pero si se diera el movimiento el ser existiría y no existiría a la vez. Por tanto
el ser es inmóvil.
• El ser existe y es imposible que no exista. Esta es la fórmula repetida por Parménides: El ser existe y el
no ser no existe. Sólo existe el ser y no existe el no ser. No existiendo el no ser es imposible la división
interior del ser. Por lo tanto, el ser es uno, único y compacto. Los seres particulares no son más que
ilusiones en opiniones de los sentidos. Tampoco puede darse el movimiento pues no existe el espacio o
vacío en el que pudiera realizarse. Así pues toda la realidad tal como la percibe la razón no es más que
un ser único, compacto, finito, limitado e inmóvil.
• El ser es uno: Puesto que ahora es finitamente todo uno y continuo, completo, único en su especie,
inmóvil y sin término, todas las cosas son uno. Porque si hubiese más de un ser seguirían siendo todos el
único, idéntico y mismo ser. El ser es por tanto uno.
• El ser es eterno: Nunca ha sido ni será, pues es ahora finitamente todo uno y continuo. El ser tiene que
haber salido del ser o de la nada. De la nada no puede salir porque de la nada, nada se saca. De sí
mismo tampoco. Luego el ser es eterno, no ha tenido principio ni tendrá fin.
• El ser es imperecedero: No hay nacimiento ni muerte; son nombres vanos de todas las cosas que los
mortales afirman creyéndolas verdaderas: nacer − morir, ser − no ser, cambiar de lugar o de color, etc..
• El ser es entero e inmóvil: El ser siempre es igual a sí mismo. No pueden darse cambios cualitativos ni
cuantitativos como tampoco movimiento local. Para que se diera movimiento sería preciso que existiera
el espacio o vacío. Pero el espacio o vacío o es ser o es no ser. Si es no ser, el ser se movería en la nada.
Si es ser, el ser se movería dentro de sí mismo. Luego no puede darse el movimiento (contra los
pitagóricos y Heráclito).
• El ser es continuo, homogéneo e indivisible: El ser no está separado por el no ser o vacío, sino que es
igualmente ser en todas sus partes, no puede ser aquí más ser y allí menos ser, sino que es continuo,
homogéneo e indivisible, idéntico en todas sus partes.
• El ser es lleno, compacto, finito, limitado y esférico: El ser es una esfera redonda, llena, compacta, igual
y homogénea en todas sus partes, que tiene un límite extremo, dentro del cual lo mantiene la ligadura de
la NECESIDAD.
• Ser t pensar es lo mismo: En cuanto que puede pensarse sólo lo que existe (ser) mientras que lo que no
existe (no ser), no se puede pensar.
2ª PARTE:
Es la Física o mundo de la opinión que está formado por elementos tomados de los milesios y pitagóricos.
Parece ser como si se tratara de una contradicción el hecho de que Parménides, que ha negado la
pluralidad de los seres particulares y realidad del movimiento, hable ahora de Física. Al parecer, esta
segunda parte debe entenderse en el sentido de una caricatura burlesca de la Física de sus
contemporáneos.
Por eso empieza: Aprende ahora las opiniones falaces de los mortales escuchando el orden engañoso de
mis palabras.
La materia está formada por dos principios, fuego celeste y noche obscura (Tierra). El universo está
formado por esferas concéntricas alternativamente frías y obscuras, calientes y luminosas. La última que
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las envuelve todas es sólida, fría y obscura. Debajo de ella está la de las estrellas fijas que es caliente y
luminosa. En las restantes están el Sol, la Luna y los astros.
En el centro del mundo está la Tierra, esférica, dentro de la cual arde una masa de fuego donde reside la
divinidad. Los vivientes proceden de la mezcla Tierra − Fuego y de sus cualidades respectivas y, dice que
los miembros humanos se formaron por separado y después se unieron. El alma se compone también de
Tierra y Fuego. El Fuego es la causa de la vida e inteligencia. Las sensaciones se producen en virtud de lo
semejante: el elemento cálido conoce lo caliente y el elemento frío conoce lo frío.
El sistema de Parménides representa un idealismo realista o un realismo ideal, entendiendo como tal el
hecho de que el ser de que habla Parménides, con esas propiedades tan ideales o abstractas, no se dan en
la realidad, donde existe una pluralidad de seres particulares. Se trata mas bien entonces de un ser ideal,
lógico, de un ente de razón, cuyas propiedades no son reales sino lógicas.
Lo que ocurre es que Parménides cae en el error de pretender proyectar el ser lógico en los seres
particulares de este mundo. De ahí su llamado idealismo realista o realismo idealista.
Parménides tuvo un gran defensor de su doctrina, Zenón de Elea, quien rivalizó contra los pitagóricos
defendiendo, frente a la pluralidad, movilidad y discontinuidad de los seres en los pitagóricos, la unidad,
homogeneidad e inmutabilidad del ser de su maestro Parménides; y esto lo hizo utilizando los
EPIQUEREMAS entre los que destacan:
• Según los pitagóricos existen muchos seres extensos y discontinuos compuestos por infinitos puntos
inextensos. Si hay muchos seres deben ser tantos cuantos son, ni más ni menos. Si son tantos cuantos
son su número es finito. Pero si están compuestos de infinitas partes (puntos inextensos), en ese caso son
a la vez finitos e infinitos, lo cual es absurdo.
• Si existen muchos seres, son a la vez iguales y desiguales. Iguales porque constan de partes semejantes
divisibles hasta el infinito y desiguales porque cada uno se divide en partes distintas unas de otras.
• Los seres extensos están compuestos de partes, cada una de las cuales puede a su vez dividirse en otras,
hasta llegar a puntos inextensos que ya no se pueden dividir. Si, pues, los seres extensos se componen de
la suma de puntos inextensos, cada uno de los cuales es nada; esta quiere decir que los seres extensos se
componen de la nada.
• Las cosas extensas serían a la vez infinitas grandes e infinitamente pequeñas. Infinitamente grandes
porque constarían de partes divisibles hasta el infinito. E infinitamente pequeños porque son partes
inextensas y por tanto no pueden constituir un cuerpo extenso, porque la suma de cuerpos inextensos no
puede llegar a constituir extensión.
Según esto sería igual sumar que restar, porque esas partes inextensas, sumadas, no aumentan la
extensión y restadas no la disminuyen.
Las cosas extensas están en el espacio. Ahora bien el espacio es algo a es nada. Si es algo, debe estar en
otro espacio, y éste en otro y así sucesivamente hasta el infinito.
Pero si el espacio es nada (no ser) entonces las cosas extensas estarían en la nada.
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• Argumento de Aquiles y la Tortuga: si Aquiles da una pequeña ventaja a la tortuga y esta se sigue
moviendo, nunca la podrá alcanzar. Porque mientras Aquiles recorre el espacio que le separa del punto
en que está la tortuga, ésta habrá avanzado algo y estará en otro punto ya. Además antes de llegar a
cada uno de esos puntos, Aquiles tiene que haber recorrido un número infinito de puntos divisibles hasta
el infinito. Por tanto nunca la alcanzará.
• Argumento de la flecha: una flecha disparada del arco nunca llegará al blanco, pues para que un móvil
pueda recorrer una distancia tiene que atravesar todos y cada uno de sus puntos intermedios, y si el
espacio se compone de infinitos puntos y el tiempo de infinitos instantes, la flecha en cada instante del
tiempo ocupará una parte de espacio igual a su longitud, es decir, en cada instante estará ocupando el
mismo número de puntos. Es decir, siempre estará en el mismo punto.
PLURALISMO HETEROGÉNEO
Natural de Akragras, colonia dórica de Sicilia, era de familia noble e intervino en política contra la
Oligarquía restaurando la democracia, pero sobrevino la reacción y fue desterrado muriendo en el
Peloponeso. Su personalidad estuvo rodeada de elementos legendarios y sobre su muerte corrieron ciertos
bulos, como que se arrojó al Etna para ser considerado inmortal.
Escribió dos poemas con grandes diferencias entre sí: Sobre la Naturaleza (trata el problema cosmológico
semejante a los demás presocráticos), y Las Purificaciones, más rico en metáforas, más florido, donde se
presenta como un Dios.
• SU FILOSOFÍA:
Empédocles intenta fundir en una síntesis las tendencias de su tiempo. En sus 4 raíces de las cosas integra
el Agua de Tales, el Aire de Anaxímenes, la Tierra de Jenófanes y el Fuego de Heráclito. Combina además
el ser inmóvil de Parménides con el ser de Heráclito en perpetua transformación.
Trata de salvar a la vez la unidad permanente del ser, la pluralidad de las cosas particulares y el
movimiento.
• SU FÍSICA:
En ella habla de la 4 raíces. Concibe el ser como perpetuo e indestructible, integrado por 4 raíces o
elementos distintos, de los que están compuestas todas las cosas, incluso los dioses a la manera de los
colores que se combinan en la pintura. Estos 4 elementos son: Fuego, Aire, Agua y Tierra.
Para explicar la formación de las cosas va a introducir, junto a los 4 elementos, dos fuerzas cósmicas y
antagónicas: el AMOR y el ODIO que actúan sobre los elementos agrupándolos o disgregándolos
alternativamente en un proceso cíclico. Luego de la mezcla y separación de los elementos en virtud de la
acción AMOR y ODIO resultan todas las cosas, las que se mudan incesantemente permaneciendo
inmutable la ley que rige ese desarrollo.
Hay primitivamente un predominio del AMOR y mediante él los elementos se mantienen unidos y
mezclados en el ser.
Se inicia después la lucha del ODIO contra el AMOR, de ahí resulta la pluralidad de las cosas, pero no se
llega a una disgregación completa porque de nuevo interviene el AMOR que da lugar a la unidad.
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Luego todo resulta de la unión o separación elemental. No hay ni nacimiento ni muerte, sólo mezcla y
separación de los elementos.
Primeramente se forman los árboles, después por obra del AMOR los miembros de los animales que
habían sido formados por separado, se unieron y después, mediante mezclas proporcionales fueron
apareciendo las especies normales.
En cuanto al hombre se compone de mezcla proporcionada de los 4 elementos: partes sólidas de Tierra,
líquidas de Agua, el alma de Fuego y Aire: nace cuando se mezclan elementos y muere cuando se separan.
La salud depende de la armonía de los 4 elementos en la sangre a la que Empédocles consideraba sagrada
y por tanto prohibía comer o beber. Como médico practicó la disección anatómica y explicaba la sensación
en virtud del principio de que lo semejante conoce lo semejante. Podemos conocer las cosas porque
estamos compuestos de los 4 elementos: Con la Tierra miramos la Tierra, con el Fuego, el Fuego, con el
AMOR, el AMOR, y con la discordia, la discordia.
En los órganos de los sentido entran los 4 elementos. El ojo está formado por Fuego muy tenue y envuelto
por una membrana porosa, a través de los cuales penetran los efluvios procedentes de las cosas. De manera
semejante explicaba los demás.
La piel también está llena de poros por los que se realiza la respiración cutánea. La sangre, en la que están
mezclados los 4 elementos, es la sede de la sensación y si se la saca al animal, se la quita la sensación, el
movimiento y la vida.
Distinguía entre alma orgánica que es mortal; y demonio divino que es inmortal.
Las almas vagan por los espacios y se encarnan en cuerpos materiales. Por tanto admite la transmigración
para espiar las culpas cometidas en esta vida y nos explica una serie de etapas purificadoras para la
liberación del alma de las encarnaciones y poder retornar a su estado primitivo.
Natural de Cilazamenes, colonia del Asia Menor. Fue el primer filósofo que abrió escuela en Atenas, muy
frecuentada por la Aristocracia: Eurípides, Mirón, Filias, Protágoras, etc. Acusado de ateísmo e impiedad
fue encarcelado y ayudado por su amigo Pericles pudo refugiarse en Lampsaco, donde fue muy estimado.
• FÍSICA:
Se enfrenta con el problema de la unidad del ser y la pluralidad de las cosas. Admite un doble principio.
Uno pasivo frente a la masa caótica en la que están mezclados todos los elementos de las cosas; otro activo,
motor, inteligente, regulador del Cosmos, causa de la unidad y movimiento. A este último lo llama MENTE
o nous (ðððs).
Comienza preguntándose: ¿Cómo es posible que de los que no es pelo salga pelo y carne de lo que no es
carne?
Dice: De la nada, nada sale. Todo sale del ser. Luego Todo está en todo. En cada cosa están contenidas
todas las cosas. En el manjar que comemos están contenidas todas las cosas. Del pan salen los huesos,
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carne, cabellos, uñas. Del agua nacen y se nutren las plantas, tronco, hojas, frutos. Pero nada se cambia ni
se transforma, sólo hay unión y separación de los elementos.
Los elementos no son cuatro, sino tantos como especies distintas de cosas (agua, aire, tierra, fuego, oro,
plata, carne, hueso, etc.), que son una especie de polvos sutilísimos e infinitos, inalterables, indestructibles,
pasivos e inertes, cualitativamente distintos unos de otros, y eternos. Son las semillas de las cosas.
Aristóteles las llamó Homeomerías, las cosas se producen por la agrupación de las Homeomerías y se
destruye por su disgregación; distinguiéndose unas de otras por el predominio de alguno de sus elementos.
En el principio todo está mezclado y confuso en el caos de los elementos que existían desde toda la
eternidad, distintos pero no separados. Pero a la vez existía la MENTE infinita, libre, potentísima,
purísima, inteligentísima. Aunque no se trata de un Dios transcendente sino una fuerza cósmica semejante
al LOGOS en Heráclito o al AMOR y el ODIO en Empédocles. Su misión no es creadora, ni siquiera
ordenadora, puesto que todos los elementos son eternos, sino que sólo es impulsadora del movimiento,
torbellino para vencer la inercia de la materia iniciando la disgregación de las Homeomerías y dando
origen a la formación de los Cosmos y las cosas.
PLURALISMO HOMOGÉNEO
El Atomismo
Se carece de datos acerca de su vida. Hay quien lo considera fundador del Atomismo.
Nació en Mileto, Elea o Abdera, donde fundó la escuela. Escribió la Gran Ordenación del Cosmos y Sobre
la Muerte, que aparecieron junto con las obras de Demócrito, en el s. IV, integrando el cuerpo de la
escuela atomista.
Rebasó los 100 años y su sonrisa fue proverbial en la antigüedad. Escribió más de 90 obras que se
distribuyeron en 13 tetralogías. Quedan fragmentos de la Pequeña Ordenación del Cosmos, Sobre las
Formas, Sobre el Entendimiento y Sobre el Buen Ánimo.
Fue contemporáneo y al parecer rival de Platón el cual, aunque conoció sus obras, nunca lo menciona. La
escuela atomista ofrece una solución nueva al problema de la unidad del ser y de la pluralidad de las cosas.
• FÍSICA ATOMISTA:
En el principio existían separadamente, el ser material lleno, formando una masa compacta e indistinta; el
vacío o no ser y el movimiento eterno.
El vacío o no ser impulsado por el movimiento eterno penetró en el ser disgregando en infinitos
corpúsculos indivisibles (átomos) no sólo por su dureza sino también por su pequeñez; llenos sólidos
compactos, homogéneos, cualitativamente idénticos, impasibles, inalterables e indestructibles. Son
invisibles por su pequeñez, pero pueden percibirse revoloteando en los rayos del Sol. Los átomos tienen
extensión, volumen y peso. Unos son mayores que otros, pero todos pesan igual en igualdad de masa, y si
unos cuerpos son más ligeros que otros es porque están mezclados de vacío.
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Los átomos son el elemento positivo del ser, pero a la vez los atomistas admiten otro elemento negativo, el
vacío o no ser, también real, que desempeña la función de disgregar el ser, separando los átomos en sí,
haciendo posible el movimiento y determinando el lugar de las cosas. El vacío, mezclado con los átomos, en
mayor o menor proporción, es la causa de las diversas cualidades.
El movimiento natural de los átomos es rectilíneo, pero al moverse en el espacio vacío chocan entre sí
formando remolinos y se desfiguran con los choques adquiriendo diversas formas: redondeadas,
ganchudas, picudas, etc.
Arrastradas por el torbellino se mezclan entre sí en combinaciones infinitas y transitorias dando origen a
infinitos mundos distintos y a infinitas clases de cada uno.
Luego los cuerpos se forman por agregación de los átomos y se destruyen por su disgregación. Pero loa
átomos mismos son indestructibles e inalterables. Todos los cuerpos se componen de los mismos elementos
pero se distinguen por su FORMA, ORDEN Y POSICIÓN DE LOS ÁTOMOS.
Los atomistas ilustraban esto con las letras: las letras A y N se distinguen por su figura; las letras AN y NA
se distinguen por su orden, y las letras H e I se distinguen por su posición.
El movimiento, los choques, las agrupaciones y separaciones de los átomos están regidos por una ley fatal,
inmanente a la materia misma, que abra ciegamente, sin finalidad alguna. No existe al acaso, la fortuna ni
el azar.
Todo sucede por necesidad en virtud de un movimiento puramente mecánico sin intervención de causas
extrínsecas, ni dioses, ni inteligencias que dirijan al movimiento: Nada sucede sin razón, sino todo por
razón y necesidad.
Los átomos se fueron separando por la acción del movimiento: los mayores y más pesados quedaron en el
centro formando la Tierra y los más ligeros fueron expulsados al exterior por la presión, formando una
especie de membrana transparente que envuelve cada uno de los mundos y los separa de los demás.
• LA PSICOLOGÍA ATOMISTA:
El alma es material y está compuesta de átomos materiales, esféricos, ígneos, muy sutiles y móviles es todos
los sentidos. Es el principio de la vida y movimiento en animales y hombres. Se alimenta por la respiración
de átomos de Fuego esparcidos en el Aire. La muerte sobreviene cuando el número de átomos inspirados es
menor que el de los expirados, entonces el alma se disgrega y desaparece.
Los vivientes provienen por generación espontánea en la que se mezclan el Agua y la Tierra.
La sensación y la inteligencia son hechos mecánicos que se originan por el calor y el movimiento.
Los átomos del alma, aislados, son insensibles, pero agrupados adquieren sensibilidad. Se hallan
distribuidos por todo el cuerpo a forma de red, concentrándose más en los órganos de los sentidos y en el
cerebro. En el cerebro producen la inteligencia; en los sentidos, la sensibilidad; en el corazón, los afectos;
y en el hígado, las pasiones. Explican la sensación diciendo que proviene de los efluvios o imágenes que se
desprenden de los cuerpos a manera de películas muy sutiles y que impresionan nuestros sentidos
penetrando por los poros. Luego todas las sensaciones se reducen al choque y al tacto. Tienen valor
objetivo cuando se refieren a la existencia de los cuerpos y cualidades comunes (peso, volumen, figura).
Pero son acciones puramente subjetivas cuando se trata de cualidades propias específicas (color, sabor) las
que no se hallan en los cuerpos, sino que resultan en nuestros sentidos de las impresiones mecánicas
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producidas por el choque de los átomos.
Por tanto entre sensación e inteligencia no existe diferencia específica, sino sólo de grado. Pero con la
inteligencia podemos distinguir lo verdadero (atomismo) de lo falso y de las opiniones corrientes del vulgo,
basadas sólo en las percepciones de los sentidos.
En esta Psicología puramente materialista no cabe la espiritualidad ni la libertad ni la moralidad del alma.
Por lo que respecta a la Teología, dentro de la realidad materialista tampoco ha de llegar a un Dios
personal y transcendente. Sin embargo, los atomistas admitían la existencia de dioses que habitan entre los
espacios comprendidos en los distintos mundos, que viven felices sin preocuparse de los hombres.
Los dioses también están formados de átomos paro más perfectos que los de los terrestres y es por ello que
merezcan su adoración y veneración.
• ÉTICA ATOMISTA:
En esta doctrina materialista sólo cabe una moral estrictamente limitada a la felicidad en la presente vida,
sin normas transcendentes de conducta ni sanciones futuras.
Eso sí, tenían numerosas máximas morales que revelaban una fina observación de la vida humana.
Demócrito, anticipándose a Epicuro, establece como criterio de conducta el placer: El placer y el dolor
constituyen el criterio de lo útil y lo perjudicial.
Epicuro exagerará la vida placentera poniendo como norma moral: Cuanto mayor placer mejor, sin
distinguir entre los placeres; mientras que Demócrito aconseja que el placer debe regularse por la razón,
quien aconsejará la moderación y procurará el dominio de sí mismo.
En política dice que las leyes son malas porque restringen la libertad de la Naturaleza. Pero son necesarias
para obligar al hombre a obrar bien. El sabio no tiene necesidad de ellas y debe vivir libremente. Tampoco
debe tener familia. La forma preferible de gobierno es la democracia por dejar mayor libertad. El sabio no
tiene patria: Toda la Tierra es habitable para el hombre sabio porque el mundo entero es la patria del
hombre sabio.
Después de las Guerras Médicas y de las victorias de Marathón (480), Salamina (480) y Platea (479),
Atenas se convierte en la cabeza de una poderosa liga política y en el centro de la vida comercial y cultural
de Grecia, alcanzando al apogeo de su grandeza bajo Pericles (499 − 429). El predominio de la
Aristocracia fue sustituido por un régimen democrático en el que los ciudadanos podían hacer oír su voz
en el Ágora e intervenir en los debates públicos. Con esto, el arte de la palabra, el brillo de la oratoria y el
manejo de la Dialéctica para la discusión adquieren gran importancia en un pueblo artista y amante del
bien decir.
La retórica se convertía en una formidable arma política y aseguraba los éxitos más brillantes a quienes
sabían servirse de ella en la plaza pública y ante los jurados.
La educación clásica en Grecia, música, rítmica y gimnasia resultaba insuficiente para prepara a quienes
deseaban intervenir eficazmente en la palestra política.
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Se sentía la necesidad de una formación más amplia, acompañada de un dominio exacto del lenguaje y de
una agudeza dialéctica necesaria para derrotar adversarios.
Esta es una de las razones que explican la entusiasta acogida que tuvieron los sofistas, maestros
ambulantes de retórica, que en sus viajes habían adquirido gran experiencia del mundo y que enseñaban a
manejar los recursos pensativos de la palabra pública.
Entre la juventud ateniense ambiciosa de llegar, a la que fascinaban con su voz, sus brillantes discursos ya
métodos de educación produjeron el mayor entusiasmo; mientras que fueron recibidos con creciente
hostilidad por los partidarios del antiguo régimen conservador y aristocrático.
Cuando más tarde Atenas se vio enredada en la Guerra del Peloponeso, al reflexionar sobre las causas de
su decadencia, las reacciones contra los sofistas costó equivocadamente la vida de Sócrates.
La preponderancia de Atenas fue también causa de que se convirtiese en centro de confluencia de las
escuelas filosóficas que hasta entonces se habían mantenido alejadas de las metrópolis. El choque de ideas
característico de la época presocrática, el contraste entre tantas opiniones divergentes, las definiciones
doctrinales, acabaron por crear un ambiente relativista que constituirá el fondo de la sofística.
La palabra sofista se emplea en sentido elogioso por los escritores del s. V. Así Píndaro llama sofistas a los
poetas. Herodoto aplica ese mismo calificativo a los 7 sabios, Pitágoras y Solón. Pero a partir de la Guerra
del Peloponeso adquiere un sentido peyorativo. Así, Aristófanes, en su comedia Las Nubes caricaturiza al
sofista haciendo resaltar su habilidad para pronunciar un discurso justo y otro injusto sobre lo mismo.
Tengronte critica su venalidad, defendiéndolos como comerciantes de la sabiduría. Platón pone de relieve
su vanidad llamándolos cazadores interesados de gente rica y vendedores caros de ciencia no real sino
aparente. Aristóteles los califica traficantes de sabiduría aparente paro no real.
Apenas conocemos la sofística más que a través de sus enemigos. Algunos autores del s. XIX intentaron
rehabilitarla, pero aunque no pueden negarse de sus méritos en algunos aspectos. Parece que algunos
perjuicios que ocasionaron, fueron mayores y que los elementos conservadores de Atenas tenían
justificados motivos de alarma.
En Filosofía la sofística representa una crisis donde la ciencia corrió el peligro de petrificarse
convirtiéndose en utilitarismo y relativismo.
Los sofistas no constituyen una especie filosófica sino mas bien siguen direcciones variadas y opuestas.
Sin embargo tienen suficientes afinidades que permiten agruparlos bao esa denominación común, con las
características siguientes:
• RELATIVISMO: A diferencia de los filósofos del periodo anterior preocupados por buscar un principio
estable y permanente debajo de las mutaciones de las cosas, los sofistas se fijan mas bien en la
impermanencia y pluralidad: Nada hay fijo y estable. Todo se muda y cambia. Las esencias de las cosas
son ellas mismas a través de todos los cambios.
• SUBJETIVISMO: No existe verdad objetiva. Las cosas son como a cada uno le aparecen. El hombre es
la medida de todas las cosas.
• ESCEPTICISMO: Los sofistas plantean agudamente ya el problema crítico del valor de nuestro
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conocimiento, y adoptan una actitud negativa: no podemos conocer nada con certeza.
• INDIFERENTISMO MORAL Y RELIGIOSO: Si las cosas son como a cada uno le aparecen no hay
cosas buenas ni malas en sí mismas, pues no existe una norma trascendente de conducta. En religión los
sofistas llegan con frecuencia o por lo menos al indiferentismo.
• CONVENCIONALISMO JURÍDICO: Contraponen ley y naturaleza: No existen leyes inmutable. Las
leyes no tienen fundamento en la naturaleza ni han sido establecidas por los dioses sino que son simples
convenciones de los hombres para poder vivir en sociedad. Fuera de ésta, los hombre no tienen más ley
que la natural de sus instintos.
Algún sofista incluso llega a proclamar la fuerza como único derecho, por el que los fuertes pueden
prevalecer sobre los débiles.
• OPORTUNISMO POLÍTICO: Si no hay justo u injusto en sí mismo, todos los medios son buenos para
conseguir el fin que uno se propone: El fin justifica los medios.
• UITILITARISMO: Más que servir al Estado ponían sus medio al servicio de los intereses particulares.
• FRIVOLIDAD INTELECTUAL: Más que filósofos son prestidigitadores intelectuales que tapaban la
vanidad (vacío) de su pensamiento con un verbo relumbrón (altisonante). Tenían un confianza ilimitada
en el poder de la palabra: Con las palabras se fundan ciudades, se hacen puertos, se manda al ejército y
se gobierna el Estado.
• VENALIDAD: Era lo que más le reprochaban sus enemigos. A los atenienses, que rechazaban todo
trabajo retribuido, les resultaban extraños los extranjeros que vendían sus lecciones por dinero. Platón
los llama: mercaderes ambulantes de golosinas del alma.
• HUNANISMO: Con las diferencias pertinentes se compararían con los humanistas del s. XV por su
aclaración hacia la palabra bella descuidando el fondo. Se preocupaban por problemas del hombre
como ciudadano; del hombre político, relacionados con la polis y la vida del Estado.
• SU FINALIDAD: Era eminentemente práctica. No les interesaba tanto el saber por el saber, sino que se
proponían educar a la juventud en orden a conseguir fines políticos, a formar hombres de Estado, a
formar pleitos, conquistar pleitos, triunfar en los negocios sin reparar demasiado en la elección de
medios.
MÉRITOS DE LA SOFÍSTICA
En Filosofía, se les debe el haber terminado con el interés de los filósofos por haber acabado con el
problema de la fisis, derivando hacia los problemas humanos; el haber perfeccionado la Dialéctica, y el
haber planteado el valor crítico del conocimiento.
En política, ampliaron el concepto de ley poniendo de relieve la diversidad y el relativismo de las leyes
civiles propias de cada ciudad y contraponiendo ley y naturaleza fundamentalmente.
En educación, ampliaron el material pedagógico introduciendo las ciencias del lenguaje: Gramática,
Retórica y Dialéctica.
Natural de Abdera, se dice que fue educado por los magos que acompañaban a Jerjes en sus campañas.
Hizo varias visitas a Atenas y fue muy estimado por Pericles. Acusado de impiedad fue condenado a muerte
y se salvó huyendo. Su libro Sobre los Dioses fue quemado en la plaza pública.
Es el más eminente de los sofistas. Platón lo llama Padre de la sofística y lo trata con respeto en el
Protágoras, aunque después lo ridiculiza en el Teeteto. Fue sutil gramático y brillante orador.
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En Gramática distingue los géneros, masculino, femenino y neutro; y las partes de la oración: sustantivo,
adjetivo y verbo. En Retórica distinguió las partes del discurso: exordio, preámbulo, disposición,
exposición, discusión, refutación y conclusión. Enseñó durante 40 años haciéndose muy rico con sus
lecciones. Cobraba 100 minas por cada curso.
Sus obras son: La Verdad, Los Destructores, Contradicciones, Sobre los Dioses, Gran discurso y Sobre el
Ser.
• FILOSOFÍA:
Procede al fondo filosófico de Heráclito o de los atomistas: está dominado por la idea del cambio incesante
de las cosas: Nada hay fijo y estable. Sólo podemos conocer los fenómenos que impresionan nuestros
sentidos. De aquí provienen su subjetivismo sensitivo, su relativismo y su escepticismo. No habiendo nada
estable y percibiendo cada uno la realidad a su manera, no hay una verdad universal, sino tantas
verdaderas como individuos. Cada uno es la norma de su verdad.
Todas las apariencias son verdaderas. Lo que es verdad para uno no lo es para otro. Las cosas ni son ni no
son, puesto que están es perpetuo cambio. Sólo son verdad en cuanto nos aparecen, y su verdad consiste en
cómo nos aparecen: El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que
no son en cuanto no son.
Aplicando a la moral este relativismo del ser, resulta que tampoco existen, ni un bien, ni una justicia fijos y
universales. Lo que unos creen bueno a otros les parece malo. De aquí el valor de la habilidad de los
retóricos para transformar la peor razón en la mejor y para hacer dos discursos opuestos sobre la misma
cosa.
Sobre la existencia de Dios, profesaba un escepticismo absoluto: Acerca de los dioses, no puedo saber si
existen o no, ni tampoco qué forma puedan tener. Hay muchos impedimentos para saberlo, como la
oscuridad de la materia y la brevedad de la vida humana.
Natural de Leontinoy (Sicilia). Fue enviado a Atenas como embajador para solicitar ayuda contra los
siracusanos, dejando a los atenienses admirados con su elocuencia. Se presentó en teatro de Atenas
diciendo: Preguntad.
Escribió Sobre la Naturaleza, Arte Retórica, Elogio de Elena y Elogio a la Ciudad de Elea.
Fue el orador más brillante de los sofistas y profesaba confianza ilimitada en poder de la palabra: La
palabra es una gran dominadora que con cuerpo pequeñísimo realiza obras divinas. El sofista hace
discursos como el médico medicinas.
• SU FILOSOFÍA:
Está inspirado en Empédocles y en los eleatas, llegando hasta los máximos límites del escepticismo y el
nihilismo. Pues no sólo niega la realidad del espacio, vacío, movimiento del tiempo y cosas particulares,
sino hasta la misma existencia del ser. Dice:
• No existe nada, no existe el no ser (Heráclito). Si existiese alguna cosa es ser o no ser. Existir el no ser
implica contradicción porque sería y no sería al mismo tiempo. Tampoco existe el ser (Parménides), ni
creado, ni uno, ni múltiple. Tampoco existe un ser mezclado de no ser (Pitágoras).
• Aún cuando existiera el ser sería incomprensible para nosotros y no podríamos conocerlo.
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• Aún cuando pudiéramos conocerlo no podríamos comunicar a otros nuestro conocimiento.
Su juventud coincide con el esplendor de la Atenas de Pericles. Desde las victorias de: Marathón (480),
Salamina (480) y Platea (479) hasta la Guerra del Peloponeso (431) transcurren 50 años de paz y creciente
prosperidad.
En el 477, Atenas se pone al frente de la Confederación de Delos, liga naval, partidaria de la alianza con
Esparta. En el 472, triunfa el partido democrático capitaneado por Pericles; bajo su mando tras la
destrucción de su rival Egina (458), Atenas alcanza la hegemonía marina. Pericles acaba con la piratería
del mar Egeo y amplió la colonización. Se embellece la ciudad, se edificaron el Partenón, los Propóleos y
los Muros Largos y se reconstruyó el pueblo de Pireo.
La industria y el comercio prevalecen sobre la agricultura. Atenas llegó a contar con 100.000 habitantes y
10.000 casas. Aunque después de la peste del 430 la población bajó rápidamente a 30.000 en el 390 y
20.000 en el 310.
En el 431, comienza la Guerra del Peloponeso, originada por la rivalidad entre Córdiga y Corinto,
apoyadas por Atenas y Esparta.
Sócrates cumplió como buen patriota, tomando parte durante 10 años en batallas como: Potidea (432)
donde salvó la vida a Alcibíades; en el desastre de Delión (424), donde salva la vida a Jenofante, etc.
En el 421, termina la primera etapa de la guerra, reanudándose dos veces más hasta la derrota de los
atenienses en Egosfótamos (404) derrotada por Lisandro. Con esto se abre el periodo más trágico de la
historia ateniense.
Del 411 al 403 se suceden convulsiones políticas. Cae la democracia y el poder pasa a manos de los
CUATROCIENTOS; después de los CINCO MIL, un grupo de oligarcas, los 30 TIRANOS, apoyados por
Esparta, se apodera del mando ejerciendo una sangrienta dictadura que condenó a muerte a Critias y
Cármides parientes de Platón. En el 403 se restablece la Democracia por Euclides pero permanece la
desconfianza hacia los partidarios de la Aristocracia.
Fue hijo de Sofronisco, artesano acomodado que ejercía como escultor, y de Fenáreta que después de la
muerte de su marido se dedicó a partera.
Su educación debió ser poco libresca, adquirida principalmente en disputas filosóficas presenciadas en el
ágora (plaza pública).
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como lo más urgente en la Atenas de su tiempo. Debió comenzar su enseñanza hacia el 434; no sabemos en
qué consistía ésta, sólo se dispone de referencias caricaturizadas de Aristófanes que lo presenta como un
sofista y filósofo al estilo jónico.
Sócrates enamorado de su Atenas natal, presencia su decadencia y la disolución de sus fuerzas macritales
frente a su rival Esparta, y reflexionando sobre las causas de su ruina, que en pocos años le habían
precipitado desde la cumbre del esplendor político y militar hasta la amargura de la derrota, le aparecían
en primer plano la influencia disolvente de los sofistas, quienes con su escepticismo y desarraigo de la
metrópolis, miraban la fe en la religión tradicional; debilitaban el respeto a las leyes, costumbres e
instituciones básicas de la ciudad; y con sus nuevos procedimientos educativos contribuían a corromper las
virtudes ancestrales del alma griego.
Ante la urgencia de los problemas en que se jugaba la vida o muerte de Atenas, poco podían importarles
las especulaciones sobre los principios de las cosas, porque por encima de todo le preocupaba la suerte de
su ciudad y la solución de los problemas políticos de que dependían su salvación.
Su aparente serenidad y sonrisa inalterable encubre un fondo muy trágico. Lleva en su alma todo el dolor
de la tragedia de Atenas derrotada y en trance de disolución.
Sus compatriotas la habrían comprendido fácil si hubiera sido un orador enérgico. Pero él creyó más
eficaz, frente a la hueca retórica de los sofistas, adoptar el diálogo directo, la controversia pública, la
conversación hábilmente dirigida, empleando sus formidables dotes de dialéctica para enredar a sus
adversarios en sus cuestiones de preguntón incansables, desenmascarando su petulancia y confundiendo
su ciencia superficial.
Se comprende su esfuerzo desesperado, sermoneado por calles y plazas, para despertar la conciencia
ateniense y hacer volver su atención hacia los problemas urgentes para la salvación de su ciudad,
formando grupos selectos de discípulos sobre los que ejercía fascinación y a los que instruía en sus
conversaciones sobre cuestiones morales y políticas para oponerse a las fuerzas disolventes que
amenazaban destruir Atenas.
Frente a los vicios, lujo, afeminamiento, fruto de la prosperidad comercial de Atenas, oponía el ejemplo de
una vida austera. Viendo el abandono de objetos que se exhibían en los comercios, exclama: ¡Cuantas
cosas no necesito!. Vivía y vestía pobremente. Andaba descalzo, tanto en verano como en invierno; usaba
el trabón espartano. Su fealdad corporal se compensaba con sus dotes morales e intelectuales.
Platón lo compara a los sirenios, burlescos por fuera pero por dentro lleno de dioses.
Vivió siempre en Atenas alejado de puestos y cargas oficiales. Su simpatía hacia las instituciones políticas
de Creta y Esparta, semejantes a la de la Atenas arcaica; su oposición a la democracia restaurada; sus
afinidades con Critias, Cármides, Alcibíades y Platón, le ocasionaron numerosas enemistades. Pero lo que
colma su tragedia fue no sólo la indiferencia e incomprensión de sus conciudadanos sino el haber sido
confundido con los sofistas a quienes había combatido con todas sus fuerzas.
En el 399 el comerciante Anytos, el poeta Meleto y el orador Lycon presentaron ante el tribunal de los
Cinco Mil una acusación de impiedad en la que culpaban a Sócrates de introducir nuevas prácticas
religiosas y corromper a la juventud: Meleto, hijo de Meleto pithenense, contra Sócrates, hijo de
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Sofronisco alopecense; delinque Sócrates por no honrar a los dioses que honra la ciudad, por introducir
nuevos demonios; delinque también por corromper a los jóvenes. Pena de muerte.
El juicio de Sócrates fue un palo de ciego que el pueblo de Atenas descargó en un momento de
nerviosismo. Fue víctima del súbito despertar en los atenienses de la tradición.
Llevada su causa al tribunal, en la primera votación tuvo 281 votos en contra y 220 a favor. En la segunda
obtuvo 141 a favor y 368 en contra.
Podía haberse librado de la muerte con la ayuda de sus amigos que le facilitaban la huida o aceptando la
multa o el destierro. Prefirió quedarse en Atenas y presentarse ante los jueces. Pudo ponerse la pena pero
equivalía a reconocerse culpable y no lo aceptó. Frente al tribunal adoptó una postura despectiva y
desdeñosa que los hizo irritar aún más.
EL MÉTODO SOCRÁTICO
En contraste con los ampulosos discursos de los sofistas, Sócrates adoptó el DIÁLOGO que en la
enseñanza tiene la ventaja de hacer más íntima la comunicación entre maestro y discípulo, y en la
controversia la ventaja de desconectar al adversario rompiendo el hilo de varios períodos aprendidos de
memoria.
No tenía escuela fija. Enseñaba en casa de sus amigos, en la calle, plaza, etc., a todos cuantos querían
conversar con él. Su enseñanza consistía en una conversación dirigida en la que de pregunta en pregunta
iba llevando a su interlocutor hasta hacerle llegar a la conclusión que deseaba. En esto hacía consistir la
Dialéctica: Dialéctico es aquél que sabe preguntar y responder. Según Aristóteles, Sócrates practicó la
inducción con el fin de hallar los conceptos universales que son la base de las definiciones.
Sócrates se limitó deliberadamente al campo de la moral y es en este terreno donde descubre el verdadero
procedimiento científico, pasando de hechos particulares a conceptos universales a base de los cuales
formula sus definiciones.
La definición expresa la esencia de una cosa tal como se contiene en el concepto universal, al que se llega
eliminando diferencias particulares y ascendiendo hasta las especies y los géneros. Así pues, la ciencia no
consistirá en una simple acumulación de casos, de hechos o datos particulares, que son móviles, variables e
inestables, sino en conceptos fijos, estables e inmutables.
Sócrates trata de llegar a los conceptos universales: templanza, piedad e impiedad, justicia e injusticia,
valor y cobardía, virtud en general. Para ello parte de las observaciones de los hechos que le ofrecen la
enseñanza vulgar de ejemplos tomados de la vida de carpinteros, herreros, etc.
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con ayuda de sus preguntas o que se revelan sobre la propia reflexión sobre sí mismo. De aquí la
máxima socrática: Reflexiona sobre ti mismo.
• IRONÍA: la Maiéutica iba acompañada de esta segunda parte, en la que Sócrates fue un maestro
consumado. Su finalidad (ironía), tratándose de sus amigos, era preparar el entendimiento liberándolo
de errores y prejuicios con el previo reconocimiento de la propia ignorancia.
Por tanto la reflexión del hombre sobre sí mismo es un tema típicamente socrático; se trata de un
llamamiento a la interioridad invitando al hombre a reflexionar sobre sí y a llegar a esa conclusión de Sólo
sé que no sé nada, que si es el reconocimiento de la propia ignorancia es el paso previo para comenzar a
adquirir ciencia o sabiduría.
ANTROPOLOGÍA SOCRÁTICA
Sócrates parece que tenía un concepto optimista de la naturaleza humana y divinidad del hombre como ser
privilegiado entre todos los demás del mundo. Tiene razón, palabra y puede adquirir la ciencia.
Distingue entre cuerpo y alma. El alma es la parte mejor del hombre; de naturaleza divina; participa de lo
divino y es invisible. Pero no se sabe si Sócrates la consideraba material o inmaterial. Tampoco sabemos en
que sentido creyó en su inmortalidad. En la APOLOGÍA se expresa ambiguamente.
Compara la muerte con un sueño sin sueño, o sea, una supervivencia del alma, como una sombra sin
sensaciones ni voluntad; y también al tránsito de este mundo a otro mejor donde reina la justicia perfecta y
donde el justo vive feliz junto a los justos.
FÍSICA SOCRÁTICA
No es posible reconstituir el concepto que Sócrates tenía del mundo y que sería muy importante para
explicar su actitud moral.
El conocimiento del mundo, de los principios y de los elementos lo consideraba propio de dioses que se
habían reservado sus secretos. Sin embargo concibe el universo con un sentido optimista, es decir, como
una realidad en la que reina el orden y la armonía dirigido por la RAZÓN UNIVERSAL.
TEOLOGÍA SOCRÁTICA
Sócrates fue religioso. Tuvo siempre respeto y veneración hacia los dioses de Atenas y practicó el culto
conforme a los ritos tradicionales: Que cada uno venere a los dioses según el rito de la ciudad. Hay que
honrar a los dioses conforme a las leyes rituales tradicionales. Manifestó su piedad en la oración
ofreciendo sacrificios (al morir encarga el sacrificio de un gallo a Esculapio). En la APOLOGÍA Platón
presenta la muerte de Sócrates como un acto de obediencia y sumisión a los dioses.
Pero parece que por encima de los dioses de la mitología tradicional, admitió la existencia de un Dios
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único, supremo, invisible, ordenador del mundo aunque no creador. Podría equivaler a esa RAZÓN
UNIVERSAL, causa del orden y armonía del universo.
Antes de Sócrates ya existía en Grecia la preocupación moral como vimos en Pitágoras, en Solón y en los
Siete Sabios. Pero si es exagerada, considerable como el fundador de la ciencia moral por lo menos hay
que reconocerle el mérito de haber tratado de racionalizar la conducta humana ajustándola a normas fijas
y universales.
Tres son los temas fundamentales en su ética: el bien, la virtud, y la virtud puede ser enseñada.
• EL BIEN:
La formulación de bien, concebido como realidad absoluta, transcendente y subsistente, es obra de Platón.
Sócrates no tuvo nunca un concepto claro ni llegó a dar una definición precisa del Sumo Bien. Su moral
carece de finalidad trascendente (es naturalista).
Para Sócrates no existe un Bien trascendente como un ideal al que haya que subordinar la vida sino
muchos y diversos bienes. El Bien es el conjunto de bienes regulado por la razón, de cuyo conjunto resulta
la vida feliz.
La característica fundamental del bien en Sócrates es la UTILIDAD: No hay bien que no sea bien para
alguna cosa. Lo que es útil, es bien para aquel que le es útil. Luego lo bueno y lo útil se identifican.
Sócrates no rebasó el Hedonismo (máximo placer) y el Relativismo. Los bienes son relativos: Lo que es
bueno para el hombre, es malo para la fiebre; y lo que es malo para el hombre es bueno para la fiebre. Y
todas las cosas son buenas y bellas para el que le van bien, y malas y feas para aquel al que le van mal.
Pero el fondo hedonista que existe en Sócrates, él se esfuerza por someterlo a la razón, por racionalizar
todas las satisfacciones de cualquier orden: la razón debe dominar la parte inferior del hombre y saber
calcular las cosas que pueden producir más o menos cantidad de placer.
Jenofante lo representa en los Memorables enseñando a Eutidemo que es necesaria la templanza porque la
separación del deseo y del goce hace aumentar el deseo y esto hace más agradables las satisfacciones de
beber, comer, dormir, etc.
En el Protágoras identifica el bien con lo agradable y el mal con lo desagradable. Incluso llega a proponer
una Aritmética Moral para calcular los bienes entre los que se debe elegir: Si pesamos las cosas agradables
con las agradables, hay que escoger siempre las más numerosas y las más grandes; si pesamos las
desagradables con las desagradables hay que retener siempre las menos numerosas y menores.
Finalmente, si pesamos agradables con desagradables, y los placeres pesan más que los dolores, habrá que
tornar los placeres presentes antes que los dolores futuros o los placeres futuros antes que los dolores
presentes.
No obstante, este cálculo de bienes para elegir entre ellos el mejor, no tiene en Sócrates el sentido grosero
que tendrá en Aristipo, ya que, su hedonismo es superado por el utilitarismo: buscar el BIEN MEJOR y
establecer una escala de bienes supone la renuncia a otros inferiores. De aquí el dominio que el sabio debe
tener sobre sí mismo y la rigurosa disciplina a que debe someter sus apetitos inferiores para llegar a
conquistar un bien mayor que es la tranquilidad y serenidad: Si el no tener necesidad alguna es cosa
divina, el tener las menos posibles es la cosa que más se aproxima a la divinidad.
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La práctica de la virtud aparece como la cosa más útil porque es el medio para alcanzar el bien,
asegurando la vida feliz. La virtud tiene un valor universal, es bella, buena y útil para todos.
• LA VIRTUD:
Todos los hombres aspiran a la felicidad. Los bienes que la aseguran son la riquezas, salud, belleza,
nobleza, poder, honores, templanza, valor, sabiduría, etc.
Pero esos bienes no bastan por sí solos para proporcionarla, sino que es preciso usar bien de ellos y esto
sólo se consigue cuando están regidos por la sabiduría.
La sabiduría es, pues, lo que hace buenos a los bienes y es entre todos ellos el mayor (Eutidemo).
Luego todo se reduce en último término a la sabiduría práctica (virtud), aunque recibe distintos nombres
según a los objetos que se refiera: se llamará PIEDAD cuando se trate de las relaciones hombres − Dios;
JUSTICIA cuando regule las relaciones hombres − hombres; FORTALEZA cuando trata sólo las cosas
que requieren esfuerzo para luchar contra los obstáculos; y TEMPLANZA cuando modera las apetitos
sensitivos.
De aquí, todas las virtudes se reducen a la sabiduría y se convierten en hábitos racionales; por eso, sólo
existe una virtud (sabiduría); el que la posee, posee todas las demás ya que es un hábito.
De este racionalismo socrático que reduce la virtud a la ciencia, se deriva también que la virtud puede
enseñarse igual que la ciencia.
Esta convicción es lo que hace a Sócrates dedicarse a su actividad educadora, enseñando a cuantos se le
acercaban y a sus discípulos amigos, para que así adquiriesen el hábito de la virtud. Sin la educación las
mejores disposiciones materiales no logran desarrollarse y da buenos frutos.
Pero al identificar ciencia o sabiduría con virtud incurre en lo que se llama DETERMINISMO MORAL
SOCRÁTICO: Sócrates, aunque se limita al campo de la moral, conserva el fondo racionalista de los
presocráticos. En el realismo griego prevalece el objeto sobre el sujeto. Al griego no le costaba trabajo
comprender que el entendimiento aprehendiera la verdad. Pero sí que fuera posible el error: El objeto
ejerce sobre la inteligencia una especie de determinismo intelectual necesario.
El no ser no se puede conocer, pero el que ve al ser, no puede menos que conocerlo, y desde este punto de
vista la razón no se puede equivocar.
Sócrates traslada este determinismo intelectual al campo moral y se produce un determinismo voluntarista:
el Bien, que es lo útil para el individuo y ciudad, obra de tal manera sobre el entendimiento del que lo
conoce, que, una vez conocido, influye sobre su voluntad, la que no puede menos que quererlo y
practicarlo. De aquí que no exista el mal moral: ninguno peca voluntariamente; el que peca lo hace por
ignorancia, porque no conoce el Bien.
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Así como el entendimiento no puede conocer el no ser, tampoco la voluntad puede querer el no Bien, es
decir, el Mal, pues la voluntad está determinada, arrastrada necesariamente al Bien. Por lo tanto, los
pecados no son voluntarios, proceden simplemente de la ignorancia, de la deficiencia de conocimiento.
Sócrates pide a sus jueces que puesto que sus culpas no son voluntarias, en lugar de castigarle destine
parte del horario pública para su instrucción.
(El Idealismo)
Nació en Atenas o Egina (429 a.C.). Era de familia nobelísima, perteneciente a la más alta aristocracia que,
por parte de su padre, Aristón, se remontaba a Codlo y por parte de su madre, Perictiona, a Asolón. Tuvo dos
hermanos, Glaucón y Adimanto, que figuran como personajes en el diálogo República, y una hermana
llamada Potona, que fue madre de Espensipo.
Su nombre propio era Aristocles, pero prevaleció el de Platón, con el que le calificó su profesor de Gimnasia,
por las anchuras de su espalda.
Poco antes de su nacimiento acababa de estallar la Guerra del Peloponeso (431 a.C.), que tan profunda
influencia habría de tener en los destinos de Atenas, y en la que tomó parte (409 a.C.).
Recibió una educación esmeradísima como correspondía a su alta clase social. Estudió Matemática, Gimnasia
y Música, y cultivo la poesía, si bien se dice que después de haber leído a Homero, arrojó al fuego sus ensayos
poéticos. En Filosofía recibió sus primeras lecciones de Cratilo, mediocre seguidor de Heráclito. Pero lo que
decidió su vocación como filósofo fue su encuentro con Sócrates, cuando Platón contaba unos 20 años y desde
entonces permaneció en compañía hasta la muerte del maestro (399 a.C.), más como amigo que como
discípulo.
Después de la muerte de Sócrates, bien sea por correr peligro como amigo suyo, o por sus relaciones con sus
parientes Critias y Cármides, que habían pertenecido al consejo de los Treinta Tiranos, Platón se ausentó de
Atenas refugiándose en Mégara, con un grupo de socráticos donde fueron recibidos por Euclides.
Debió permanecer allí poco tiempo porque partió para un largo viaje por Creta, Egipto y Cirene, regresando
hacia el 396 a.C. a Atenas. Entre esta fecha y su primer viaje por la Magna Grecia, compone su primera tanda
de Diálogos: Apología de Sócrates, Critón, Laques, Hippias Menor, Gorgias, Alcibíades, Menón, Ión, Hippias
Mayor, Cratilo, Eutifrón y República (I).
Después del 390 a.C. realiza un segundo viaje a la Magna Grecia y entra en contacto con los centros
pitagóricos. En Tarento conoció a Arquitas, con quien contrajo estrecha amistad. Pasa después a Sicilia,
haciéndose amigo de Dión, cuñado del tirano de Siracusa, Dionisio el Viejo. Lejos de lograr influencia sobre
el tirano, Platón cayó en desgracia. Dionisio permitió que Platón abandonara Siracusa pero dio órdenes a Poli
(jefe de la embajada espartana en cuya nave regresaba Platón) para que lo desembarcara en la isla de Egina, a
la sazón en guerra con Atenas, y lo pusiera en venta como esclavo. Por fortuna fue reconocido por un tal
Anníceris, quien lo compró, poniéndolo en libertad.
Ya en Atenas, abrió escuela en un pequeño terreno a 3 km. de la ciudad, adquirido con el importe del rescate
que Anníceris no le quiso cobrar, y que, por estar próximo al templo del héroe Akademos recibió el nombre
de Academia (387 a.C.).
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Platón permanece en Atenas 20 años consagrado a la enseñanza en la Academia y ahora compone su segunda
tanda de Diálogos: Protágoras, Lisis, Eutidemo, Cármides, Clitofón, Banquete, Fedón, República (II − X),
Menexeno, Fedro, Teeteto y Parménides.
Fallece Dionisio el Viejo, y le sucede su hijo Dionisio el Joven, que parecía más dócil a los consejos de su tío
Dión. Ante la existencia de éste, Platón vuelve por segunda vez a Siracusa (366 a.C.) pero Dionisio se
enemista con Dión, lo destierra, y Platón se encuentra otra vez en situación sumamente comprometida. Pudo
salir de Siracusa y regresar a Atenas (366 a.C.). Y ahora escribe: Sofista y Político que debería haber formado
trilogía con el titulado Filósofo pero que Platón no llegó a componer.
Aún vuelve a Siracusa por tercera vez (361 a.C.), acompañado por miembros de la Academia, y fue bien
recibido por Dionisio. Pero Platón pronto perdió sus esperanzas e incluso su vida, volvía a hallarse en peligro
y pudo regresar a Atenas en la nave que le envió su amigo Arquitas de Tarento.
Ya no volvió a salir de Atenas y sus últimos años los consagró a la composición de Filebo, Timeo, Critias y
Las Leyes, este último incluso y póstumo.
En ellos se discuten los problemas pero en casi ninguno de ellos se llega a una solución. Y en todos ellos se
resalta el aspecto apologético, es decir, rehabilitador de la figura de su maestro Sócrates:
Platón, ya en su escuela propia, necesita distinguirse del propio Sócrates, y, aunque Sócrates sigue figurando
como el primer personaje, su carácter histórico se va desdibujando. El pensamiento de Platón se va haciendo
cada vez más abstracto:
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• DIÁLOGOS EN FORMA NARRATIVA:
• PROTÁGORAS: trata de la virtud en general y, en especial, si puede ser enseñada. Contra los sofistas.
• LISIS: sobre la amistad y contra los sofistas.
• EUTIDEMO: contra las falacias dialécticas de los sofistas.
• CÁRMIDES: sobre la templanza.
• CLITOFÓN: sobre la virtud.
• BANQUETE: sobre el amor y la belleza. Desarrolla la Teoría de las IDEAS.
• FEDÓN: sobre la inmortalidad del alma, preexistencia y transmigraciones de las almas.
• REPÚBLICA (II − X): trata fundamentalmente de temas políticos.
• DIÁLOGOS EN FORMA MIXTA, ES DECIR, DRAMÁTICO−NARRATIVO:
• MENEXENO: ridiculiza la hueca retórica sofista.
• FEDRO: sobre el amor y la belleza.
• TEETETO: sobre el conocimiento científico.
• PARMÉNIDES: autocrítica de la Teoría de las IDEAS.
Platón es un genio dotado de una inmensa facultad asimiladora. Todos los pensadores y escuelas con las que
entró en contacto dejaron huella en su finísima receptividad. Así debe a los presocráticos como Heráclito,
Parménides, Zenón, Empédocles y Anaxágoras; a los atomistas y a los contemporáneos como Euclides.
Incluso, en sus mismos adversarios, sabe encontrar elementos aprovechables que incorpora a su propio
pensamiento dotados de su vigorosa personalidad.
Aristóteles, señala tres influencias fundamentales en Platón: la de Heráclito a través de Cratilo; la de Sócrates,
y la de los pitagóricos; afirmando que Platón explicó lo sensible según Heráclito; lo inteligible según
Pitágoras; y lo político y moral, según Sócrates.
• INFLUENCIA DE HERÁCLITO:
Platón recibió su primera iniciación en la filosofía de Cratilo, que exageraba, hasta la ridiculez el movilismo
de su maestro Heráclito. En el pensamiento platónico permanecerá esta primera impresión de la movilidad,
impermanencia, contingencia, la caducidad, la imperfección y el no ser de los seres del mundo físico −
terrestre, y por lo tanto, la relatividad de nuestro conocimiento acerca de ellos.
• INFLUENCIA ELEÁTICA:
Profunda fue también la huella que en el pensamiento platónico dejó el eleatismo, principalmente Parménides.
Su Teoría de las IDEAS, con la distinción entre los dos mundos: EL MUNDO SENSIBLE O FÍSICO −
TERRETRE, objeto de opinión, concebido conforme al movilismo de Heráclito, y EL MUNDO
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INTELIGIBLE O IDEAL, objeto de la verdad y de la ciencia, en el que manteniendo el pluralismo tratará de
salvar la unidad del ser como Parménides.
• INFLUENCIA DE SÓCRATES:
A Sócrates debe Platón su iniciación en el método inductivo, como procedimiento para la formación de los
contextos universales; su aspiración a llegar al concepto de las esencias como base de las definiciones. El
influjo socrático se refleja en los primeros Diálogos de juventud que tienen una finalidad apologética y las
cuestiones quedan casi siempre sin resolver, sin llegar a conclusiones definitivas. También tiene influencia
moral de Sócrates.
Sabemos que Platón entró en contacto con los círculos pitagóricos de la Magna Grecia trabando amistad con
Arquitas de Tarento y asimilando numerosos elementos doctrinales de carácter esencialmente moral: el origen
celeste y la preexistencia de las almas, que vivían felices antes de su unión con el cuerpo en el mundo de las
Ideas. El concepto de pecado o falta, a consecuencia del cual caen de su estado feliz y son encerradas o
encarceladas en los cuerpos materiales que les sirven de cárceles; la inmortalidad y sucesivas reencarnaciones
hasta lograr la perfecta purificación, y la necesidad de la virtud y del ascetismo para liberar al alma de esa
cárcel del cuerpo.
Vimos como los presocráticos se enfrentaban desde los albores mismos de la Filosofía con el problema de
relaciones entre el ser y el conocer. Para todos ellos la Ciencia se contrapone a la Opinión: consiste en: un
conocimiento universal, fijo, estable, cierto y necesario. Pero el problema surge al tratar de buscar en el orden
de la realidad, objetos capaces de servir de fundamento para un conocimiento semejante: todos los seres que
perciben nuestros sentidos son mudables y contingentes. ¿Cómo pues puede darse Ciencia de una realidad
esencialmente sujeta al cambio, al movimiento y la mutación y que nunca permanece fija en un mismo ser?.
Heráclito con su movilismo y Parménides con su inmovilismo, representan dos respuestas extremas y
antagónicas; y en ninguno de ellos es posible un conocimiento científico de las realidades múltiples y
mutables del mundo físico. Los sentidos son fuente de Opinión pero no de Ciencia.
Sócrates, limitándose al campo de la moral, halló la verdadera solución del problema del conocimiento
científico con su método dialéctico como camino para llegar a la formación de los conceptos universales,
expresión de las esencias de las cosas y base de las definiciones: la estabilidad, certeza y necesidad, requeridas
por el conocimiento científico, que es imposible conseguir por la simple percepción sensible en el orden
ontológico, se logra por la razón en el orden lógico, en los conceptos abstraídos de la realidad, conservando
las esencias de las cosas y prescindiendo de sus diferencias particulares y de su carácter móvil y temporal.
En los primeros Diálogos de juventud, Platón se limita a reproducir fielmente, el método socrático practicando
la investigación en el orden meramente moral relacionado con la virtud. Pero pronto se plantea el problema de
manera más universal, abordándolo simultáneamente en sus dos aspectos: ontológico y lógico. Y trata por una
parte de superar el movilismo de Heráclito; y por otra, trata de lograr para los sujetos de ciencia la
universalidad, fijeza, estabilidad, certeza y necesidad del ser de Parménides.
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Su convicción de la imposibilidad de un conocimiento científico, en el supuesto del movilismo de Heráclito,
la expresa en el Cratilo. Platón cree hallar la solución al problema al final de ese Diálogo, atribuyendo
realidad ontológica y subsistente a los conceptos de su maestro Sócrates, a los que no sólo aplican los
caracteres del ser de Parménides, sino que los sitúa en una región aparte, distinta y superior, fuera del mundo
del movimiento; en el mundo de las IDEAS. Con esto queda formulada su Teoría de las IDEAS.
Para Platón, SER y CONOCER son cosas correlativas, de tal forma que los grados del conocer se
corresponden paralelamente a los grados del ser. A mayor SER corresponde mayor Ciencia. Sólo es
cognoscible el SER y el NO SER es absolutamente incognoscible.
Pero entre el SER y el NO SER, existe una categoría intermedia que corresponde al HACERSE, al LLEGAR
A SER, es decir, al SER EN MOVIMIENTO el cual tiene algo de ser, pero sin llegar a la plenitud perfecta del
ser. Entre estos elementos puede establecerse una triple ecuación:
Dicho de otra forma: ser es llegar a ser como la verdad y la ciencia son a la opinión o la creencia.
Con la Teoría de las IDEAS la realidad queda dividida en dos grandes sectores: por una parte, el mundo
superior, eterno, hiperurano, supraceleste, llamado mundo Inteligible o mundo de las Ideas, en el que se hallan
las ideas que son entidades reales, subsistentes, perfectísimas, puras, inmateriales, eternas e inmutables,
inmóviles, invisibles a los ojos del cuerpo y sólo perceptibles por la inteligencia. No son simples conceptos
abstractos sino verdaderas entidades reales. Son las razones objetivas y los modelos de todas las cosas; el
fundamento de toda la verdad y certeza absolutas.
Por otra parte tenemos el Mundo Sensible o Cósmico − visible, en el que hay que distinguir dos grandes
secciones:
• La Región Celeste: o conjunto de 11 esferas giratorias superpuestas, en las que están situados los astros y
los planetas, que son seres divinos incorruptibles, perfectísimos, con un cuerpo esférico y un alma que es
causa del movimiento. Astros y planetas son las moradas de los dioses y las almas separadas.
• El Mundo Sensible o Físico − Terrestre: que es el mundo de los seres sensibles, compuestos de los 4
elementos materiales; móviles, sujetos al cambio, a la generación y la corrupción, conforme al concepto de
Heráclito.
Este concepto jerárquico se refleja paralelamente en un concepto ascendente de la ciencia que constituye una
ascensión hacia el SER, en el que se pueden señalar tres grados distintos de conocimiento:
• Conocimiento Sensitivo, que tiene por objeto los seres materiales o sensibles (los sentidos).
• Conocimiento Racional Discursivo, que trata sobre el concepto de número o cantidad (imaginación y razón
discursiva).
• Conocimiento Racional Intuitivo, que trata sobre los seres carentes de toda materia y cantidad
(entendimiento).
La ciencia perfecta y verdadera sólo se da en el último grado, a sea, en el conocimiento de las IDEAS que no
tienen ni materia ni cantidad, ni pueden ser percibidas por los sentidos ni por la Razón Discursiva sino sólo
por el entendimiento.
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Este concepto ascendente de la Ciencia los simbolizó Platón en dos alegorías:
Los hombres que viven en este mundo son semejantes a prisioneros que nunca han visto la luz del Sol y que
se hallan encadenados de pies y manos en el fondo de una gran cueva, de espaldas a la única abertura de
entrada que da al exterior. Dentro de la caverna y detrás de ellos, arde una hoguera que tampoco pueden ver
por hallarse de espaldas y porque se interpone una valla, a lo largo de la cual van pasando hombres portadores
de figuras de animales y cosas. Los prisioneros sólo pueden escuchar sus voces y contemplar sus sombras que
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se proyectan sobre el fondo de la pared. En ese estado permanecen hasta que alguien les liberase de sus
cadenas (la ignorancia) y pueden salir de la cueva a contemplar la luz del Sol y las cosas reales.
De la misma manera, los hombres mientras viven encerrados en sus cuerpos sólo pueden ver las cosas del
mundo sensible, que no son más que imágenes y sombras de las verdaderas realidades (las IDEAS), hasta que
la Filosofía y la Dialéctica les libera de sus cadenas (la ignorancia) y les permite contemplar el mundo ideal,
cuyo Sol es la Idea del Bien.
Conforme a este concepto establece Platón su Jerarquía de las Artes y las Ciencias, en dos Diálogos, en el de
República y en el de Filebo.
En el de República no menciona Platón las Ciencias Físicas, por no considerarlas como Ciencia, y en su lugar
coloca las Artes Manuales (Agricultura, Carpintería, Construcción, etc.), que Platón no prescribe para los
Guerreros ni para los Filósofos, por considerarlas propias de la clase inferior: los Artesanos o Trabajadores.
Hay un primer ciclo elemental para los destinados a las funciones de las dos clases superiores, y se reduce a la
Gimnasia, para el cuerpo, y la Música, para el alma.
El ciclo superior, para los Guerreros, comprende las siguientes ciencias: Logística (ciencia del cálculo),
Aritmética (ciencia de los números), Geometría Plana (desarrollo de la línea que forma un plano),
Estereometría (desarrollo del plano que forma un sólido en movimiento), Astronomía (ciencia del sólido en
movimiento) y Música.
En el ciclo tercero, la cumbre de la ciencia, está la Dialéctica y es reservada sólo para los Filósofos o
Gobernantes, que ocupa el más alto lugar y alcanza el último límite de lo inteligible, como ciencia del ser puro
de las IDEAS.
1º. − En un plano inferior aparecen las Artes Manuales o Productivas, que tienen por objeto la producción y
están subordinadas a las Matemáticas, porque en cuanto necesitan utilizar el número, la medida, el peso. Y
son las siguientes: Agricultura, Carpintería, Construcción, Navegación, Astrología, Militar, Medicina y
Música.
2º. − El segundo nivel, que lo ocupan las Ciencias Educativas, que tiene por objeto la educación. Son
Matemáticas, Logística, Metrética (arte de la medida) y Geometría.
3º. − Como ciencia suprema aparece la Dialéctica, que es la ciencia de las IDEAS.
En el primer nivel, las Artes y las Ciencias que se ocupan del estudio de la Naturaleza, aunque necesarias para
la vida práctica, no pasan del orden de la Opinión, pues se aplican a lo que siempre está llegando a ser y nunca
es. Sus objetos quedan excluidos del conocimiento científico, por su poco ser y por su carencia de fijeza,
estabilidad y necesidad: sobre esas cosas no puede darse ni entendimiento ni ciencia. Sólo puede tenerse de
ellas un conocimiento opinativo, en el que caben dos grados: el Ínfimo, que es la simple representación en
cuanto que son imágenes de otras realidades superiores y otro, que es la creencia (ððððs).
En un segundo orden, el de las Ciencias Educativas, aparece un conocimiento de grado superior que es el de la
Matemática. Las Matemáticas ocupan un lugar intermedio entre los conocimientos pertenecientes al mundo de
la Opinión y la Ciencia perfecta, que versa sobre el verdadero ser de las IDEAS, que es la Dialéctica.
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Y en el último nivel está la Dialéctica, que en Platón tiene dos aspectos:
• Lógico.
• Ontológico.
Inicialmente Dialéctica significa el Arte de la discusión por medio del diálogo, en el cual intervienen al menos
dos interlocutores. Una vez fijado al objeto de la discusión, se va procediendo, mediante preguntas y
respuestas, resolviendo las dificultades y avanzando hasta llegar a una conclusión. En este sentido, es un
método legítimo por el que se transciende de la particularidad y movilidad del conocimiento sensitivo hasta
llegar a la firmeza del conocimiento científico, constituido por conceptos universales, abstraídos por la razón.
Platón, además del carácter lógico, concede a la Dialéctica realidad ontológica, al atribuir a las IDEAS
verdadera realidad subsistente. La Dialéctica se remonta hasta los últimos límites de lo inteligible para llegar a
captar directa e intuitivamente, las verdaderas realidades que son las IDEAS.
La Teoría de las IDEAS constituye el eje central del pensamiento de Platón. Y aunque a lo largo de su vida la
reviste de diversas modalidades, Platón no la abandonó jamás. En ella van implícitos todos los problemas
planteados por el pluralismo de los pitagóricos, el movilismo de Heráclito y el inmovilismo de los eleatas
(Parménides).
La influencia de Heráclito, a través de Cratilo, dejó, para siempre, en Platón un profundo sentimiento de las
movilidad, impermanencia, contingencia y la no − realidad de los seres del mundo físico. No es posible tener
un conocimiento científico y cierto de semejantes seres porque la ciencia requiere objetos fijos, estables y
permanentes por encima de toda mutación. Por esto los objetos de la ciencia, no pueden ser conocidos por los
sentidos sino sólo por el entendimiento.
Sócrates había llegado a la solución del problema de la ciencia con su método inductivo, mediante el cual el
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entendimiento se eleva por encima de lo móvil, particular y contingente, llegando a la formación de conceptos
universales, los cuales, en el orden lógico, tiene suficiente fijeza, estabilidad y necesidad para construir
objetos de conocimiento científico.
Pero Platón vio que la existencia de seres múltiples, mudables y contingentes, exigía necesariamente la
existencia de una realidad fija, estable y absoluta. Y creyó hallar la solución del problema atribuyendo a los
conceptos universales de Sócrates no sólo valor lógico mental y abstracto, sino también valor ontológico,
considerándolos como entidades reales, subsistentes, situados en un mundo superior al físico que perciben los
sentidos. Así la realidad queda dividida en dos mundos distintos y contrapuestos:
• Un mundo superior, hiperurano, invisible, eterno, inmutable, llamado Mundo Inteligible o de las
Ideas. Que son realidades subsistentes.
• Y por otro, el Mundo Sensible Físico − Terrestre y Material, sujeto al cambio y la mutación.
Estos dos mundos se contraponen como lo perfecto a lo imperfecto. El mundo ideal es el mundo de lo
concreto, lo definido, lo medido, de la realidad fija y estable; mientras que el mundo físico es el de lo
indefinido, lo no medido, la génesis y mutación de las cosas.
En el Diálogo Hippias Mayor, Sócrates empieza preguntando: ¿Qué es lo bello?; y ante la respuesta del
sofista: Lo bello es una joven hermosa, Sócrates prosigue preguntando si existe la belleza en sí misma: Si
existe una joven hermosa es que existe la BELLEZA por lo cual las cosas son bellas. Es decir, va
estableciendo una gradación de bellezas particulares escalonadas jerárquicamente hasta llegar a una realidad
que sea la Belleza En Sí Misma.
La Belleza se convierte entonces en una realidad ontológica subsistente, objetiva, transcendente, eterna,
inmutable, que no nace ni perece, autosuficiente, simple, incorpórea y divina; modelo del cual participan todas
las cosas bellas.
Platón afirma ya con toda claridad la existencia de dos mundos, uno visible y otro invisible, a cada uno de los
cuales pertenecen distintas clases de seres con caracteres opuestos: las entidades del mundo invisible (IDEAS)
son eternas, divinas, inmutables, simples, etc. Son la verdadera causa de todas las demás cosas. Es el mundo
del ser purísimo. Las esencias que a él pertenecen tienen toda cuanta realidad es posible; es verdaderamente
aquello que es. Conociendo esas realidades, el alma conoce verdaderamente el ser.
Por el contrario el mundo visible es mudable y pertenece a la opinión. En él andamos como en tinieblas. Todo
cuanto tiene de ser lo recibe por participación o imitación de la realidad del mundo superior a las que se
asemeja (IDEAS).
En el Fedón formula Platón varios argumentos para demostrar la existencia del mundo inteligible o ideal. El
principal es el hecho de la reminiscencia: el alma antes de unirse al cuerpo contempló en otra vida anterior las
realidades del mundo ideal (IDEAS). Al descender y encarnarse en un cuerpo, todo ese conocimiento queda
como aletargado, pero al ser despertada por las impresiones de los sentidos, puede volver a recordar aquellas
realidades o IDEAS.
El otro argumento es el de la existencia de la ciencia, que reclama objetos fijos, estables, inmutables, ciertos y
necesarios, tal como los percibe la inteligencia. Y las realidades que poseen esos caracteres son las IDEAS.
En el Mundo de las IDEAS hay un orden jerárquico de las mismas, aunque Platón no lo establece de forma
fija y constante:
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Primer grado: están las Ideas simples sin composición y sin mezcla: Bien, Belleza, Ser, Uno.
Segundo grado: las Ideas que expresan los elementos que entran en la composición de las cosas:
• Justicia (República).
• Logos (Sofista).
Quinto grado: Ideas correspondientes a todas y cada una de las especies materiales de cosas existentes en el
mundo físico (República, Timeo y Parménides).
Entre los dos mundos existe un estrecho paralelismo pero las relaciones entre ambos plantean un difícil
problema que Platón se esfuerza por solucionar, pero que no logra, utilizando las nociones de: Participación e
Imitación, que irá simultaneando en distintos Diálogos: en el de Banquete y en el de Fedón, las relaciones
entre Ideas y Cosas particulares del mundo sensible se expresan mediante la Participación. En el de Fedro
utiliza el concepto de Imitación. En el de República, vuelve a aparecer la Participación. Pero en el de
Parménides, Platón somete a autocrítica ambos conceptos: la Participación sirve para explicar la realidad de
las cosas del mundo sensible, pero tiene el gran inconveniente de atentar contra la unidad, indivisibilidad y
trascendencia de las IDEAS, las cuales serían a la vez unas y múltiples, pues permaneciendo siempre las
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mismas darían origen a un número indefinido de participaciones.
A su vez la Noción de Imitación deja a salvo la Naturaleza de las Ideas, pero compromete la realidad de las
cosas del mudo sensible, pues no tendrían más realidad que la del no ser modelado a imagen de las IDEAS del
mundo superior. Sus esencias, no pasarían de ser imágenes, copias, imitaciones o semejanzas de las
verdaderas realidades que son las IDEAS.
En el Timeo nos dice Platón que existen desde siempre tres clases de entidades reales y distintas:
• El Mundo perfectísimo e inmutable de las IDEAS subsistentes (lo que siempre es y nunca cambia). Debajo
de ellas existía el DEMIURGO, ser divino, inferior a las IDEAS, que vivía feliz disfrutando de su
contemplación.
• También existía la materia, esencialmente mudable, en la cual se agitaban los elementos mezclados y en
completo desorden (lo que nunca es y está llagando a ser).
• En medio de ambas, separándolas existía el espacio, amplio lugar vacío que servirá al Demiurgo para
colocar y distribuir sus obras según vaya moderando esa masa caótica, conforme al arquetipo de las IDEAS.
Por tanto, en su Física, Platón dice que el Demiurgo, disponiendo de esos tres elementos mencionados
(IDEAS como modelos, Materia y Espacio como materia para colocar sus modulaciones), emprendió su labor:
Él era bueno y en un ser bueno no puede caber envidia de ninguna cosa. Y así exento de envidia, quiso hacer
todas las cosas en lo posible, semejantes a sí mismo; y comenzó a ordenar el caos primitivo, introduciendo
orden en el desorden, para hacer una obra óptima, pulcra y hermosa conforme a las relaciones musicales.
Tomó por modelo el mundo de las IDEAS, en especial la idea de animal viviente, a fin de hacer un mundo
que fuese un gran animal viviente.
Lo primero que hizo fue modelar el Alma Cósmica, para que fuera el principio de la vida y movimiento del
Universo. Juntó en una crátera los tres elementos: lo idéntico, lo diverso y la esencia, y los mezcló en
proporciones aritméticas. Así resultó el alma cósmica, la más excelente de todas las cosas engendradas por el
mejor de los seres inteligibles y eternos.
Después tomando todo el conjunto de la masa amorfa de elementos (Fuego, Aire, Agua, Tierra) hizo con ellos
una gran bola dándole forma esférica y empleando todos los elementos para que fuese un cuerpo perfecto,
modelando así el Cuerpo del Mundo, al que le dio un movimiento de rotación sobre sí mismo. Después unió el
alma al cuerpo, comenzando el cuerpo a vivir con una vida inalterable.
Después el Demiurgo formó dos bandas con la mezcla de lo Idéntico y lo Diverso, las cruzó en forma de aspa,
después las dobló formando dos anillos concéntricos. En el del exterior están los astros divinos, que son seres
vivientes, inteligentes e inmortales; y en el del interior hay seis círculos o cielos en los que están los planetas,
también seres vivientes e inteligentes.
Los dioses celestes, que son los astros, son inmortales; las almas están destinadas a encarnase en cuerpos
materiales; pero en ellas distinguió una parte racional e inmortal y las formó en número igual al de los astros.
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Y a los dioses inferiores, el Demiurgo les encargó contemplar los elementos del viviente mortal. Éstos,
utilizando los cuatro elementos materiales, formaron los cuerpos para las almas y las unieron a ello.
Después modelaron otra alma mortal: el Alma Pasional, en dos porciones distintas: el Alma o Apetito
Irascible, que está alojada en el tórax; y el Alma o Apetito Concupiscible, alojada en el abdomen y separada
de la anterior por el diafragma.
El primer nacimiento del hombre es natural. Pero los sucesivos (reencarnaciones) dependen de su buena o
mala conducta. La primera reencarnación de las almas se hace en cuerpos de hombres; la segunda en cuerpos
de mujeres; la tercera, de cuadrúpedos; la cuarta, de reptiles y luego gusanos, peces y moluscos.
Después los dioses inferiores modelaron los vegetales. Y finalmente el Demiurgo formó los elementos y así
en el centro del Universo coloca a la Tierra, con forma esférica y movimiento de rotación; y los cuatro
elementos (Fuego, Aire, Agua, Tierra), que estaban mezclados, los ordenó.
ANTROPOLOGÍA PLATÓNICA
Platón encuentra una gran dificultad para hacer una descripción directa de la naturaleza del alma, ya que sólo
podemos percibirla por sus operaciones.
De aquí su recurso a los mitos como medio de expresión de realidades que no es posible de aprehender
directamente ni por los sentidos ni por la inteligencia.
La antropología de Platón tiene un carácter más ético que científico, y con ella trata de explicar el conflicto
interior experimentado por el hombre y su lucha entre las tendencias opuestas que se manifiesta en su vida. En
ese sentido debe interpretarse el concepto tripartito del alma, en el República, en el Timeo y en el Mito del
Auriga del Fedro.
El concepto platónico de alma, en cuanto a su naturaleza, origen, simplicidad, el motivo de su unión con el
cuerpo y su inmortalidad, sufre evoluciones a lo largo de los Diálogos: Fedón, República, Fedro y Timeo.
En el Fedón, trata el alma como una entidad inmaterial, distinta del cuerpo, y dice que lejos de ser el alma un
resultado de la vida del cuerpo, es el alma el principio de su movimiento y su vida; y no sólo son realidades
distintas, sino contradictorias: el alma es simple, única e inmortal; mientras que el cuerpo es un conglomerado
de muchos elementos que se disuelven con la muerte.
Además lo propio del alma es el pensamiento; mientras que al cuerpo le pertenece la sensación.
En cuanto a su origen , en el Fedón parece admitir su eternidad, y dice que mientras que el alma está unida al
cuerpo, parece ebria y aspira a separarse de él, tendiendo hacia el Bien y la Verdad, que se hallan en el Mundo
de las IDEAS.
En el de República, habla del alma como una entidad espiritual, de naturaleza divina, connatural a las
realidades del mundo superior (IDEAS), que por una falta cometida se ven condenadas a descender a la Tierra
y a encarnarse sucesivamente en cuerpos materiales hasta su purificación y retorno al mundo ideal.
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Aparece ya la división tripartita del alma: un Alma Racional; un Alma o Apetito Irascible; y un Alma o
Apetito Concupiscible.
Platón confiesa haber llegado al concepto del alma por analogía con la tres clases en que se divide la sociedad:
Filósofos o Gobernantes, Guerreros, y Artesanos o Trabajadores.
En el Fedro, describe el alma como inmaterial, invisible, intangible, imperceptible a los sentidos. Las almas
son eternas e inmortales como los dioses y figuran en el séquito que, guiado por Zeus, circula por los ciclos
contemplando las IDEAS. Van en carros tirados por caballos alados; pero los caballos que tiran los carros
donde van las almas son: uno blanco, bueno, noble y esforzado; el otro, negro, indómito, caprichoso. El
primero representaría el Alma o Apetito Irascible que es el que se esfuerza por vencer los obstáculos y
dificultades; el caballo negro representaría al Alma o Apetito Concupiscible, que es el sujeto de pasiones,
gozos, emociones, instintos, sentimientos, etc.
El auriga (conductor), que se esforzará por conducirlos a buen término, representaría el Alma Racional.
A sí mismo, el Alma o Apetito Concupiscible representaría la base social de los Artesanos o Trabajadores,
que son los encargados de suministrar a la ciudad los elementos materiales necesarios para la supervivencia
(alimentos, vestidos, cobijo); los Guerreros estarían representados por el Alma o Apetito Irascible, ya que son
los encargados de la defensa nacional y habrían de vencer las dificultades; finalmente los Filósofos o
Gobernantes representarían el Alma Racional ya que son los encargados de concebir y planificar las funciones
de las demás clases, en orden a la consecución del Bien común de la sociedad.
Platón dice que cada una de estas clases de Alma está perfeccionada por una virtud: al Alma Racional le
correspondería la virtud de la prudencia, que es la que indica o enseña como hemos de proceder
oportunamente en cada momento; sería la virtud de los Filósofos o Gobernantes.
Al Alma o Apetito Irascible, le correspondería la fortaleza que es la que nos ayuda a sobreponernos para
superar los obstáculos. Correspondería a los Guerreros.
Dice finalmente Platón: cuando las tres clases de almas funcionan al unísono, sin interferirse en sus funciones,
surge entonces en el interior del hombre una Armonía, un equilibrio entre sus partes, floreciendo así la virtud
de la Justicia (Justicia Individual o Personal).
Y cuando las tres clases sociales funcionan también al unísono, sin interferirse unas en otras surge una
Armonía Social, que es la Justicia Social o Colectiva.
Respecto de la inmortalidad del alma, Platón siempre tuvo un profundo sentimiento de ella, y de la existencia
de otra vida más allá de la muerte, aunque reconoce que sus pruebas no son demostraciones rigurosas, sino
hipótesis. Los argumentos que da para apoyar la demostración del alma son:
• Reminiscencia: experimentamos el hecho de la reminiscencia. Ahora bien, para recordar, es preciso haber
aprendido antes lo que se recuerda. Por consiguiente, como las cosas que recordamos no podemos haberlas
aprendido tras nacer, debemos haberlas aprendido antes. Luego el alma ha preexistido al cuerpo y por lo
tanto es natural que sobrevenga su inmortalidad (Fedón, Menón, Teeteto).
• Por la simplicidad del alma y su afinidad a las IDEAS: las cosas simples se mantienen inmutables, mientras
que las compuestas cambian sin cesar. En el concepto humano, alma y cuerpo tienen propiedades muy
distintas. Hay dos clases de seres: unos, invisibles, puros, simples, inmutables (las IDEAS); otros, visibles,
compuestos, mudables, en perpetuo movimiento. El cuerpo tiene afinidad con los segundos; pero el alma
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tiende por naturaleza hacia la realidades superiores, invisibles, simples, divinas e inmortales (IDEAS).
Sin embargo, Platón defiende que sólo el Alma Racional es, por su naturaleza, inmortal; y una vez purificada
retornará a su origen al mundo de las IDEAS. Las otras dos almas son mortales y perecen conjuntamente con
el cuerpo.
ÉTICA PLATÓNICA
EL SUMO BIEN
Todos los hombres aspiran a la felicidad. Pero, ¿en qué consiste y dónde se encuentra el objeto capaz de hacer
feliz al hombre?.
El tema del Sumo Bien se refleja en los Diálogos tempranos: Gorgias, Protágoras, República I; que
reproducen la controversia sobre la primacía entre las dos clases de vida, la entregada al placer (Hedonismo),
y la consagrada a la sabiduría y a la práctica de la virtud.
En el Gorgias, presenta Platón a Calicles, proclamando como ideal de la vida la fuerza, el poder, el
desenfreno, y el libertinaje. En el República I aparece también Trasímaco en una actitud semejante. El mismo
Sócrates aparece en el Protágoras defendiendo un hedonismo moderado.
Pero Platón aceptó el Hedonismo como ideal de la vida. En el de República condena la vida entregada al
placer y propone un ideal basado en la virtud y en el cultivo de la sabiduría. En el Filebo establece una escala
de Bienes, adoptando una posición intermedia en la que, sin condenar el placer, trata de regularlo y someterlo
a la medida de la razón. Al preguntarse en que consiste el Sumo Bien, le atribuye como entidad fundamental
la suficiencia, para asegurar la felicidad del hombre con su posesión.
Por eso excluye como Sumo Bien el puro placer sensible, porque es inestable e insuficiente y sólo es Bien
particular de la parte más baja y menos noble del hombre. Una vida totalmente entregada al placer, no sería
humano sino animal. Porque el hombre, además de cuerpo material, tiene un alma inteligente. Pero el hombre
tampoco es inteligencia pura, pues consta de un alma unida a un cuerpo material; por lo tanto el Sumo Bien
tampoco puede consistir en la sabiduría pura, porque no sería el Bien del hombre completo.
El Bien del hombre consistirá en una mezcla proporcionada de ambas cosas, en una vida mixta alimentada por
dos fuentes: placer y sabiduría.
Platón establece una escala de Bienes conforme a la triple norma de la Medida, la Verdad y la Belleza, que
son las notas esenciales del Bien.
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De esta manera se evitarán tanto las exageraciones del Hedonismo como la rigidez del Intelectualismo.
Pero será de nuevo con su Teoría de las IDEAS donde Platón completará su pensamiento sobre el Sumo Bien,
dado que las Ideas constituyen la realidad suprema, el Bien Absoluto, no sólo en sí mismas sino también para
el hombre. Platón con esa Teoría dispone de una norma fija, objetiva y trascendente, no sólo para dar
respuesta al problema del ser, de la verdad y de la ciencia; sino también para determinar el sentido práctico de
la conducta humana. El Ser Inmutable, que está por encima de toda contingencia, constituye a la vez el Bien
Absoluto el cual tiende la vida virtuosa y en el cual consiste la felicidad suprema del hombre. Luego el Sumo
Bien del hombre es la Idea de Bien, a la que Platón llama el SOL DE LAS IDEAS.
Y al Sumo Bien, en el cual consiste la felicidad del hombre se llega por la práctica de la virtud que Platón
considera como la cosa más preciosa del mundo: Todo cuanto oro hay encima y debajo de la Tierra, no es
bastante para darlo a cambio de la virtud.
Platón tiene el mérito de haber superado el relativismo de los sofistas volviendo al concepto tradicional que
relacionaba la ley, la justicia y la virtud con el ser, es decir, con el orden ontológico, puramente y objetivo.
Desde la más remota antigüedad, los griegos establecían una relación entre el orden cósmico y el orden
jurídico − social; y hablaban y buscaban un equilibrio en estos órdenes, un ajustamiento de sus partes que
pasase del caos primitivo inicial a un cosmos u orden armonioso.
También para Platón la virtud va a ser defendida como armonía, como equilibrio o ajustamiento entre los
elementos múltiples y contrarios que integran el compuesto humano, purificándolos y sometiéndolos a la
razón: Toda la vida humana tiene necesidades de ritmo y armonía (Protágoras); La virtud es semejante a la
armonía musical (República).
Esta armonía puede ser individual y social. En este sentido hablará del equilibrio o ajustamiento entre los tres
tipos de alma del hombre o el equilibrio o ajustamiento entre las tres clases sociales que constituyen la
sociedad, pues a cada una de esas partes les corresponde y perfecciona una virtud (Templanza, Fortaleza,
Prudencia), y al conseguir el equilibrio entre ellas surge una armonía determinada por la Justicia.
POLÍTICA PLATÓNICA
En los Diálogos República, Las Leyes y ¿Político?, es donde expone Platón el tema político.
A los griegos les resultaba difícil concebir al hombre en un estado de aislamiento. Consideraban la sociedad
como un resultado que brota necesariamente de la misma condición de naturaleza humana. El hombre aislado
no se basta a sí mismo. Para vivir humanamente y conseguir su perfección material y espiritual, necesita la
ayuda de sus semejantes. Por esto el hombre es un ser esencialmente social, que encuentra en la agrupación
con otros hombres el complemento indispensable para atender a sus necesidades primarias de subsistencia y
defensa.
Una vez agrupados los hombres en sociedad esta va pasando poco a poco de estado amorfo hasta convertirse
en ciudad. El concepto de Estado en Platón no rebasa el Estado − Ciudad (Polis), que es el característico de
los s. VII − VI a.C. y que sucedió a la organización feudal anterior, y cuya gran conquista fue la isonomía
(igualdad de la ley).
En la sociedad brota de manera espontánea la división de funciones y trabajo. Las distintas necesidades
materiales (alimento, vestido, cobijo) dan origen a otros tantos oficios que se reparten entre los distintos
individuos que dan origen a la clase de los Artesanos o Trabajadores. Al ir creciendo la ciudad aparecen
nuevas necesidades debido al refinamiento de la vida o a las relaciones con otras ciudades, y se crean otras
funciones o actividades diferenciadas: Agricultura, Comercio, Navegación, etc.
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La ambición o la necesidad de ampliar el propio territorio, será causa de choques violentos con otras ciudades
vecinas, formadas de modo semejante. Y de aquí brota la necesidad de otra función especializada que será la
de los Guerreros o Guardianes, milicia permanente dedicada exclusivamente al oficio de la guerra para la
defensa de la ciudad.
Pero además la ciudad exige otra función importantísima que será la del gobierno, que deberá ejercerse por
una minoría selecta cuya misión consistirá en regular las relaciones entre los ciudadanos, asignando a cada
miembro la función que le corresponde dentro del conjunto social, y todo ello en orden a conseguir el Bien
Común de la ciudad, que trasciende a los bienes y fines particulares de los individuos. Para Platón el mejor
ciudadano es aquel que considera su propio interés subordinado al de la ciudad. Todos los ciudadanos deben
considerarse hermanos entre sí, subordinando al Bien Común todos sus intereses.
De la división primitiva del trabajo, se origina la de la ciudad en clases sociales, a cada una de las cuales le
corresponde una función distinta:
Al Alma o Apetito Concupiscible corresponde la clase inferior de Artesanos o Trabajadores, cuya misión
consiste en producir lo necesario para la vida material de la ciudad. Pueden poseer bienes particulares y tener
mujer, hijos y familia propios.
Al Alma o Apetito Irascible, corresponde la clase de los Guerreros o Guardianes, cuya misión consiste en
velar por la seguridad de la ciudad y defenderla de sus enemigos. Su número no debe pasar de 1.000. Su
virtud fundamental es la Fortaleza. Y deben ser: fieles, robustos, veloces, ágiles, sobrios, moderados y
sagaces. Esta clase social debe tener una educación especial pues de ella saldrán, por selección, los destinados
a ejercer las funciones del Gobierno.
Al Alma Racional, corresponden los Gobernantes o Filósofos, y su misión consiste en legislar, mirar por el
cumplimiento de las leyes, organizar la educación y administrar la ciudad. Su virtud propia es la Prudencia.
En cuanto al concepto de ley, Platón rebasa la estrechez del particularismo de Sócrates y trata de buscar a la
ley un fundamento propio, estable y universal, independiente de normas y costumbres de cada ciudad.
La ley viene a ser como un pensamiento razonado que brota de la razón recta y verdadera, escrito y
sancionado por el legislador y que, aceptado por el pueblo, se convierte en norma común de la ciudad. El
objeto de la ley es el Bien Común de la ciudad, por encima de los intereses particulares de los ciudadanos.
Finalmente, Platón habla de la educación, que tiene un profundo sentido ético − político, y de ella depende el
que se alcance el ideal de la comunidad política − social.
Platón no prescribe ninguna educación especial para la clase inferior (Artesanos o Trabajadores), pero dedica
largos pasajes en el de República y en Las Leyes para determinar la educación que debe impartirse a los
representantes de los Guerreros y a la de los Filósofos o Gobernantes.
Ambos deben quedar exentos de oficio manual, para dedicarse exclusivamente a sus funciones de defensa y
gobierno de la ciudad.
La educación de estas dos clases superiores comprende dos ciclos: uno elemental o preparatorio y otro
superior. Y sus diversas etapas se corresponden con los grados del saber que simboliza en las alegorías de la
Línea dividida en Segmentos y la de Mito de la Caverna.
• CICLO ELEMENTAL:
Este primer ciclo es común a todos los Guardianes, seleccionados entre los niños que parezcan mejor dotados,
y se extiende desde su nacimiento hasta los 20 años. Su objeto es formar jóvenes sanos, robustos y ágiles, y a
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la vez formar su carácter haciéndoles valientes, sagaces y despreciadores de los peligros; es decir, aptos para
las funciones de la guerra. Los niños deberán educarse como si jugaran con ejercicios de gimnasia rítmica al
son de la música: para los cuerpos la gimnasia, para el alma la música. También se les debe enseñar poesía,
pero excluyendo aquellas fábulas que, bajo su belleza literaria, encierren enseñanzas nocivas para las buenas
costumbres.
Hay que someter a los niños a pruebas y peligros físicos y morales para observar sus reacciones. También es
conveniente llevarlos a la guerra, junto con sus padres, colocándolos libres de peligro, para que vayan
aprendiendo el arte de combatir y para que prueben la sangre como los cachorros. Este ciclo termina entre los
17 y 20 años.
• SEGUNDO CICLO:
A los 20 años se realiza una selección: los menos aptos permanecen en la categoría de Guardianes auxiliares.
Los mejor dotados intelectual y moralmente, prosiguen su formación otros 10 años, estudiando las disciplinas
útiles para la guerra: Aritmética, Logística, Geometría Plana, Estereometría, Astronomía y Música.
• TERCER CICLO:
Todos esos conocimientos aún no tienen categoría de ciencia perfecta, quedando en el campo de la opinión,
pues a los Guerreros les basta con llegar al grado cognoscitivo de la opinión recta. A la verdad plena sólo
llegan los que tras otra selección a los 30 años, prosiguen su preparación para las funciones más altas. Los
más aptos dedican 5 años al estudio de la Dialéctica, con la Teoría de las IDEAS, que es la cumbre de la
formación intelectual. Pero tendrán que esperar a cumplir los 50 años para llegar a la cumbre de Arcontes
perfectos. Estos gobernarán la ciudad por turnos, consagrándose al estudio de la Filosofía el tiempo que estén
libres de las funciones de Gobierno. Las bellezas que encontrarán en el estudio de la Dialéctica, donde
contemplarán la verdad del ser de las IDEAS, harán que desempeñen sus funciones gubernativas. Pero Platón
considera que deben descender a la caverna, de vez en cuando alternando la vida social con el ejercicio de la
contemplación.
EL COMUNISMO PLATÓNICO
En el de República, Platón nos habla de un comunismo de bienes, mujeres e hijos para los miembros
pertenecientes a las clases superiores. El comunismo platónico no tiene nada que ver con los regímenes
utópicos del Renacimiento. Es más bien un reglamento de sacrificio que se impone a las dos clases superiores
y que se parece más bien al régimen de orden militar y religioso.
No se trata de un régimen comunista para toda la ciudad, porque la gran mayoría (Artesanos y Trabajadores)
pueden tener bienes y familias propios. Los Guardianes o Filósofos no, porque la posesión material de estas
cosas constituye un impedimento para sus funciones:
Los Guardianes y Filósofos o Gobernantes no tendrán bienes propios sino que vivirán a sueldo de la
comunidad como sus servidores; y aún este sueldo se les pagará en una moneda que sólo podrá tener validez
con estos fines. No tendrán casa propia. Vivirán acuartelados en edificios propiedad del Estado. Ni familia
propia: las mujeres de nuestros Guerreros serán comunes todas a todos; ninguna habitará en particular con
ninguno de ellos. Los hijos serán comunes y los padres no conocerán a sus hijos ni éstos a sus padres. .
En el de República señala la edad del casamiento: los hombres entre los 30 y 55 años, y las mujeres entre los
20 y 40 años.
Los niños nacidos de uniones fuera de esas edades, deberán ser suprimidos. Los hijos permanecerán al Estado,
a cuyo cargo corresponde su mantenimiento y educación.
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En cuanto a la forma de gobierno, en el de República, Platón dice que a cada tipo de alma corresponde una
función gobernante y estos regímenes son:
• Monarquía o Aristocracia: forma pura, ideal y perfecta (gobierno ejercido por un hombre egregio o rey; o
por unos pocos hombres eminentes, aristócratas, que rigen la ciudad conforme a la Prudencia). La
decadencia de este régimen se inicia por descuidar los gobernantes el cálculo del número nupcial, dando
por resultado un desequilibrio social, y originándose así los demás regímenes que son degeneraciones o
enfermedades de la ciudad. Surgen así:
• Timocracia: mezcladas las razas de oro, plata y bronce, se produce la discordia anterior. Se dividen las
tierras hasta entonces comunes, el elemento pasional que ambiciona victorias y honores prevalece sobre el
racional, y entonces predomina la clase militar apoderándose de las riquezas y apoyándose en la clase
inferior.
• Oligarquía: la ambición creciente de riquezas da por resultado su concentración en manos de unos pocos.
De aquí se origina la división de la ciudad en dos clases: una pequeña, de magnates riquísimos (oligarcas),
que acaparan el dinero y las posesiones; y otra, compuesta por una multitud empobrecida carente de los
medios más elementales para la vida.
Los oligarcas (zánganos con aguijón) se ven obligados a gobernar por el terror a un pueblo que los aborrece y
que aguarda la ocasión para expulsarlos violentamente del poder.
• Democracia: una vez exterminados los oligarcas, el pueblo se apodera del gobierno, y entonces en la ciudad
impera el desorden consistente más bien en una verdadera anarquía, donde cada cual hace lo que se le
antoja dejándose llevar por el desenfreno de sus pasiones. Todos se consideran capaces para dirigir la
ciudad. Los cargos se dan por elección popular y de ordinario recaen en los menos dignos y menos
preparados.
• Tiranía: en medio del desorden producido por el exceso de libertad, terminan por prevalecer los más
audaces y violentos y sobreviene la reacción: el demagogo favorito del pueblo se apodera del poder y se
erige como tirano suprimiendo toda libertad. Es el reino de la injusticia, el desorden, la desarmonía; donde
quedan entronizadas las pasiones más viles e inferiores del tirano. Es el grado de mayor degeneración de las
formas de Gobierno.
(el Realismo)
Nació en Estagira. Fue hijo de Nicómaco, médico de Amintas II rey de Macedonia, y de Phaestis, natural de
Calcis. Durante su infancia vivió en Pella, residencia de la corte de Macedonia. Perdió a sus padres siendo
muy niño y quedó a cargo de su tutor Proxeno de Atarnea, quien a los 17 años le envió a Atenas para
completar su educación. Ingresa en la Academia de Platón permaneciendo en ella 20 años hasta la muerte de
Platón. Se habla de unas posibles desavenencias entre maestro y discípulo tal vez por discrepancias
doctrinales, aunque Platón le estimaba muy mucho, al que llamaba el Lector y la Mente de la escuela.
Bien fuese por la rivalidad son Espensipo, sobrino de Platón, a quien Platón dejó la dirección de la Academia
o bien por la exaltación del sentimiento antimacedónico, Aristóteles se ausentó de Atenas junto a Jenócrates
refugiándose en Assos. Allí, junto con otros platónicos constituyeron un grupo que puede considerarse filial
de la Academia. Permanece en Assos tres años (347 − 344) y entabla amistad con Hermias, reyezuelo de
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Assos que había logrado crear un pequeño estado independiente y que compartía con Filipo el ideal de la
unión de los griegos contra los persas. Aristóteles contrajo matrimonio con Pythias, sobrina de Hermias, de la
que tuvo una hija y le puso el nombre de su madre.
Hermias fue derrotado por los persas y Aristóteles abandona Assos y pasa Mitilenes, donde permaneció con
Jenócrates y Teofrasto hasta el año 342. En esa fecha le invita Filipo de Macedonia a encargarse de su hijo
Alejandro Magno, con 13 años. Éste sube al trono en el 340 y es en el 336 cuando sucede a su padre,
iniciando sus fulminantes campañas entre griegos y persas.
Las relaciones entre Alejandro y Aristóteles fueron cordiales. A petición del filósofo, Alejandro restableció
Estagira, destruida por Filipo en el 348, y le enviaba material para sus estudio de Historia Natural. Pero tras la
muerte de Calístenes, sobrino de Aristóteles, que acompañaba a Alejandro como historiador, Aristóteles se
enfrenta y enemista con Alejandro y no lo cita ni una vez en sus obras. Tampoco perdonó nunca Aristóteles a
Alejandro el interés de éste por fundir en una sola raza a los pueblos griegos y persas, pues esto desbordaba el
concepto tradicional de la polis helénica, el concepto de Estado − Ciudad y aparecía el concepto de Imperio.
Termina su labor educadora con Alejandro y regresa a Atenas donde funda en unos terrenos al lado opuesto de
la Academia, en las proximidades del templo dedicado a Apolo (Likaios), por lo que recibiría el nombre de
Liceo. Y bien fuese por estar dotado de un paseo o por la costumbre de enseñar paseando fue designada con el
calificativo de perípatos y a sus escolares los peripatéticos.
Aristóteles daba clases matutinas para sus discípulos y vespertinas para un público más amplio.
El Liceo pasó por variadas vicisitudes hasta ser saqueado por Filipo V en el año 300 y arrasado por Sila en el
86 a.C.
Muere Alejandro y surge en Atenas la hostilidad contra el partido macedonio y Aristóteles fue acusado de
macedonismo e impiedad. Para evitar males mayores se retira a Calcis, donde poseía una finca heredada de su
madre. Al salir de Atenas dijo irónicamente que no quería que los atenienses pecaran por segunda vez contra
la Filosofía.
Aristóteles murió en el 322 de una enfermedad de estómago y en su testamento ordena dar libertad a sus
esclavos y que su cuerpo fuera enterrado junto a su primera mujer.
El resto que nos ha llegado constituye lo que se llama CORPUS ARISTOTÉLICUM y se pueden dividir en:
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• Ética: a) Ética a Eudemo (7 libros); b) Ética a Nicómaco (10 libros); c) Gran Moral (2 libros); d) Sobre las
virtudes y los vicios.
• Política: a)Política; b)Constitución de Atenas.
• Arte: a) Retórica (3 libros); b) Poética (2 libros); c) Poesía (Himno a Hermias y Elegía del Altar).
EL REALISMO ARISTOTÉLICO
La Trilogía de Aristóteles representa un gran esfuerzo para dar solución del problema del ser y de la Ciencia
tal como venía planteado desde Heráclito y Parménides y que Aristóteles recoge en el punto en que lo había
dejado su maestro. Hemos visto a Platón esforzarse por superar el movilismo de Heráclito imaginando un
trasmundo de entidades eternas, fijas y subsistentes y por liberarse del monismo estático de Parménides
introduciendo las nociones de ser y no ser. Pero Platón a pesar de sus esfuerzos no sólo no logró resolverlo
sino que lo agrandó con su duplicidad del mundo.
Por una parte el mundo hiperurano o ideal sede de las verdaderas realidades, y por otra, el mundo físico cuya
realidad difícilmente logra salvar con sus teorías de la imitación y participación.
Aristóteles rompe la unidad, compacta, estática, inmóvil e indiferenciada del ser de Parménides mediante la
introducción de dos nociones: la del ser per se y la del ser per accidens, y las nociones de acto y de potencia.
Aristóteles afirma el pluralismo del ser: No existe un ser único, sino que existen muchos seres, cada uno de
los cuales es una sustancia individual, concreta que puede ser afectada de muchas maneras por múltiples
modificaciones accidentales. El Universo consta de individuos. Nada impide que haya muchos seres.
El ser uno no es más que un concepto abstracto en su mente: un ser es uno que se dice o se predica de muy
diversas maneras.
Con la aplicación de la teoría de la potencia y el acto salva además el movimiento de los seres: lo que se
mueve no es el SER, sino los seres concretos y particulares. Todos los seres excepto Dios son móviles aunque
de distinto modo según se trate de sustancias celestes, ingenerables e incorruptibles que sólo se mueven con
movimiento circular o las del mundo terrestre que se mueven con movimiento local y movimiento de
generación y corrupción.
Aristóteles admite el movimiento, pero al mismo tiempo afirma la permanencia de las esencias: no dicen
verdad los que afirman la inmovilidad del todo, ni tampoco los que afirman la movilidad. Los seres
particulares se mueven, pero las esencias son inmutables y permanecen a través de todos los cambios y
mutaciones.
No existen dos mundos ontológicamente distintos, sino uno solo. Los universales (sustancias segundas) no
tienen realidad ontológica, sino lógica. Son conceptos formados por la mente mediante la abstracción. La
verdadera realidad ontológica la constituyen las substancias individuas (substancias primeras) en sus tres
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grandes variedades: Terrestres, Celestes y Divina.
En este sentido Aristóteles concibe el Universo constituido por una pluralidad de seres reales escalonados en
orden de perfección, desde el ínfimo de todos que es la materia prima, hasta el supremo que es Dios:
• Considerados desde el punto de vista de la POTENCIA y el ACTO, los seres comienzan en la pura
potencialidad física de la materia, para ir ascendiendo en una concatenación de actos cada vez más
perfectos hasta llegar al acto puro, sin mezcla de potencia que es la cumbre del ser.
• Considerados desde el punto de vista de la MATERIA y la FORMA, en el principio tenemos una materia
sin ninguna forma (materia prima) y a través de una serie de seres cuyas formas son cada vez más perfectas,
llegamos a una forma pura sin mezcla de materia que es Dios.
• Considerados desde el punto de vista del MOVIMIENTO, el Universo se compone de una serie de motores
y móviles concatenados entre si, hasta llegar a un Primer Motor Inmóvil, que no es movido por otro ni se
mueve a si mismo y que es causa de todos los movimientos, que es Dios.
• Considerados desde el punto de vista de la FINALIDAD, todo ser tiende a su propia perfección que
constituye su fin particular, así las potencias tienden a los actos y todo el Universo a Dios, como causa final
atractiva, causa suprema del movimiento.
Así el conjunto de los seres aparece escalonado jerárquicamente en tres grandes órdenes o planos, ascendentes
en perfección:
• Mundo físico terrestre. A él pertenecen las sustancias físicas, en cuya composición entran la materia prima
y los cuatro elementos. Son móviles, generables, corruptibles, compuestos de materia u forma, de potencia
y acto, que van ascendiendo en orden de perfección por razón de sus esencias.
Están sujetos al movimiento, mutación, generación y corrupción. Aunque sus elementos materiales son
eternos, son contingentes y perecederos a la Física, y se escalonan en el siguiente orden:
• No vivientes:
Aristóteles conserva el mismo concepto de Ciencia que los presocráticos y que su maestro, o
sea un conocimiento fijo, estable y cierto. Y la transformación que hace sufrir al concepto
platónico de la realidad repercute profundamente en su concepto de la ciencia: suprime el
mundo trascendente de las Ideas de Platón, y sólo admite la existencia de sustancias
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particulares e individuas, distribuidas jerárquicamente en esos tres planos: 1º) Terrestres, 2º)
Celestes y 3º) Divina, esta última ocupando ella sola el lugar de las Ideas platónicas. Suprime
también las nociones de participación e imitación: cada sustancia tiene su propio ser, debido
tan solo a las 4 causas que intervienen en su generación, y no es por participación ni imitación
de ninguna otra realidad trascendente.
♦ Es un conocimiento de las esencias de las cosas: la ciencia debe responder a la pregunta ¿Qué
es? Y expresar en sus definiciones las esencias de las cosas.
♦ Es un conocimiento de las cosas por sus causas: no basta saber qué es una cosa, sino hay que
saber también por qué es.
♦ Es un conocimiento necesario: es decir, consiste en saber que una cosa es así y no puede ser
de otra manera.
♦ Es un conocimiento universal: es decir, fijo, inmutable y necesario.
Según todo esto la ciencia se puede definir como: un conocimiento universal, es decir, fijo,
estable y cierto de las cosas, que llega hasta sus esencias, las expresa en definiciones y las
explica por sus causas.
Ahora bien, ¿cómo se logra un conocimiento semejante?. Los presocráticos y Platón habían
buscado la necesidad y estabilidad del conocimiento científico en la realidad ontológica de los
objetos. Por esto Heráclito y Platón habían negado la posibilidad de la ciencia respecto de las
realidades móviles y contingentes del mundo físico: esas realidades constituirían objeto de
creencia o de opinión. En Platón la ciencia sólo se daba respecto de las realidades inmutables,
necesarias y eternas (Ideas) del mundo de las IDEAS.
Pero Aristóteles hace entrar dentro del campo de la ciencia a las sustancias materiales del
mundo sensible, mediante la distinción entre orden ontológico y orden lógico: las sustancias
materiales no son necesarias ontológicamente pues pueden ser o no ser, y están sujetas al
movimiento, a la mutación, a la generación y a la corrupción. Pero aunque en sí mismas no
sean ontológicamente necesarias, sin embargo cabe hallar una necesidad lógica suficiente
para poderlas elevar a objetos de ciencia mediante la actividad abstracta de nuestro
entendimiento. De esta manera Aristóteles alude a la formación del concepto universal, en
cuya elaboración colaboran estrechamente los sentidos, la imaginación y el entendimiento
(Teoría de la Simple Abstracción):
Es cierto, que la primera fuente de conocimiento, merced a la cual entramos en contacto con
las cosas que nos rodean, que son particulares, sensibles, materiales, mudables y contingentes,
son los sentidos, los cuales nos proporcionan las sensaciones de las cosas que quedan
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grabadas en nuestros órganos sensoriales como el sello en la cera. Estas sensaciones, por
proceder de objetos particulares, son igualmente sensibles, concretas y particulares, y por
tanto aún no son válidas para la ciencia.
Pero estas sensaciones pasan a una segunda facultad cognoscitiva que es la imaginación, la
cual las centraliza, coordina y organiza, dando lugar a las imágenes. Las imágenes, por
proceder de las cosas concretas, siguen siendo materiales, sensibles y particulares; es decir,
hacen referencia a la cosa concreta y particular de donde han sido obtenidas. Por tanto la
imagen tampoco es válida aún para constituir objetos de ciencia.
Pero esta imagen es recogida por el entendimiento, que se desdobla en dos funciones:
entendimiento agente o activo y entendimiento paciente o pasivo.
Este concepto o idea pasa, finalmente, al Entendimiento Paciente, que es quien realiza
propiamente el acto de conocer.
De esta manera, puede decir que no hay necesidad de duplicar los mundos; que los conceptos
universales son abstraídos por el entendimiento de las sustancias individuales, singulares y
concretas de este mundo sensible, y de ahí elevados a una universalidad, fijeza y necesidad
lógicas. Luego los conceptos universales tienen fundamento sin re (fundamento en la cosa).
Dentro de las primeras hay tres ciencias: Física, que tiene por objeto las sustancias móviles e
inseparables de la materia; Matemáticas, que versa sobre objetos inmóviles pero inseparables
de la materia; y Teodicea, que se ocupa de la sustancia eterna e inmóvil (Dios) y que es la
ciencia suprema con la que Aristóteles sustituye a la Dialéctica de Platón.
Las Ciencias Prácticas son: Política, que tiene por objeto el gobierno de la ciudad (polis);
Economía, que se ocupa del gobierno de la casa (oikos); Monástica o Ética, a la que
corresponde la dirección de la vida individual.
Finalmente, las Ciencias Poéticas o Productivas tienen menor valor científico y son:
Gimnasia, Medicina, Retórica Poética, etc.
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En estas clasificaciones no aparecen ni la Filosofía Primera o Metafísica, ni la Lógica ni la
Gramática, a las que Aristóteles atribuye un carácter más general.
Hay una ciencia que estudia el ser en cuanto ser y las propiedades que le corresponden en
cuanto tal. No se confunde con ninguna de las llamadas ciencias particulares, porque ninguna
de estas considera en general al ser en cuanto ser, sino que, recortando una parte del ser,
investiga sobre las propiedades esenciales de esa parte. En cambio, la Filosofía Primera o
Metafísica estudia el ser en general, y es tal la importancia que Aristóteles le concede que le
asigna como objeto precisar y definir un conjunto de nociones fundamentalísimas, que ella
suministra a todas las demás ciencias, las cuales las utilizan después analógicamente en sus
campos. Estas nociones fundamentalísimas son las de: Ser y sus propiedades en cuanto tal
(trascendentales: Ente, Verdadero, Bueno, Algo); las categorías o modos universalísimos del
ser (sustancia y nueve accidentes); las nociones de Potencia y Acto; Materia y Forma; Esencia
y Existencia; Causa y Efecto; Movimiento; etc.
◊ ESENCIA:
Esencia de una cosa es aquello que una cosa es y por lo cual se distingue de todas las demás.
Es una noción tan amplia o general como la del ser: llamamos esencia de una cosa lo que es
cada cosa una vez terminada su generación, ya hablemos del caballo, de la casa o del hombre.
La esencia se expresa en la definición, la cual responde a la pregunta ¿qué es esto?. Es un
concepto análogo, que se toma de muchas maneras y se aplica a todas las categorías. Las
esencias de las cosas son inmutables y no admite grados; es decir, son o no son. Hay esencia
de la sustancia y esencia de los accidentes. Pero primo et per ser (primeramente y por sí) se
dice o se predica de la sustancia y secundariamente de los accidentes.
Se llama concepto unívoco a aquel que referido, atribuido o predicado a todos y cada uno de
sus individuos, significa en todos ellos lo mismo: mesa, caballo, árbol, etc.
Se llama concepto equívoco a aquel que referido, atribuido o predicado a todos y cada uno de
sus individuos, significa de manera distinta en cada uno de ellos: gata, lata, etc.
Se llama concepto análogo a aquel que referido, atribuido o predicado a todos y cada uno de
sus individuos, significa en parte igual y en parte diferente: sano, piadoso, ser...
El concepto de ser es un concepto análogo pues al referirlo a todos y cada uno de sus
individuos ni significa igual en todos ellos, ni tampoco de forma absolutamente diferente.
◊ POTENCIA:
Es una realidad intermedia entre el ser y el no ser; entre la nada y el acto. Se distingue de la
nada porque de la nada, nada puede salir, y en cambio, las cosas salen de la Potencia. Se
distingue también del acto porque lo que está en potencia no llega a la realidad actual sino
mediante la intervención de una causa eficiente que realice el tránsito o paso de lo potencial a
lo actual.
La potencia implica de suya imperfección, y por eso se ordena o tiende esencialmente al acto.
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La noción de potencia incluye la de acto, mientras que la de acto no implica necesariamente
la de potencia. La potencia tiene que ser conocida y definida por referencia al acto. La
potencia no puede existir separadamente sino que requiere un sujeto real existente en acto.
Ese sujeto de la potencia no es el acto sino un individuo sustancial existente en acto capaz de
recibir la acción de la causa eficiente.
◊ ACTO:
Un ser en acto es el que posee la existencia actual. El acto podría definirse como la
realización, acabamiento o perfección de la potencia.
Las nociones de potencia y acto tienen una importancia capital en el sistema de Aristóteles.
Surge originariamente al enfrentarse con la explicación del movimiento físico, pero
rápidamente adquiere un sentido mucho más amplio convirtiéndose en nociones
generalísimas con aplicaciones a todas las partes de la Filosofía.
En Física, su concepto de un doble modo de ser, en potencia y acto, sirve a Aristóteles para
resolver el dilema de Parménides quien, con su ser uno, compacto, indiferenciado y estático,
había negado la pluralidad y el movimiento de los seres. Aristóteles define el movimiento
como el paso o tránsito del ser en potencia al ser en acto.
En la Teoría Hilemórfica (de ððð = materia y ðððð = forma), es decir, la Teoría de su materia
y su forma, los conceptos de potencia y acto se concretan en los de materia y forma. Un ser
que fuera puramente acto, Dios, no podría moverse ni cambiar. Dios es inmóvil e inmutable
porque es acto puro; pero los seres del mundo físico, que no son acto puro, sino mezclados de
potencia y acto, ya no son inmutables, sino que pueden cambiar y transformarse; cambiando
en ellos lo que tienen de acto, es decir, lo que tienen de forma, pero permaneciendo su otro
elemento que es la materia o potencia.
La palabra Categoría proviene del griego ðððððððð (categorein), que significa juzgar; y en
sentido lógico significa predicar. Luego la Categoría es un predicado que se atribuye a un
sujeto. Desde su punto de vista lógico da lugar a los llamados predicables (5: género, especie,
diferencia específica, propiedad y accidente); y en sentido ontológico constituye una
clasificación o catalogación de los modos reales del ser. Estas categorías son 10: la Sustancia
y nueve accidentes. Los accidentes a su vez se clasifican en: Cantidad, Cualidad (como
determinaciones intrínsecas de la sustancia), Relación, Donde, Situación, Posesión, Acción,
Pasión y Hábito (determinaciones extrínsecas).
◊ SUSTANCIA:
La noción de sustancia es una de las más fundamentales en la Filosofía aristotélica. Proviene
originariamente de la observación del hecho del movimiento y la mutación de las cosas
sensibles: el agua se calienta, se enfría, se evapora, se hiela, permaneciendo siempre la misma
agua. Los presocráticos trataron de buscar por debajo de todas las mutaciones un sujeto
inmutable que era la Naturaleza o Fisis; o el principio primordial de donde salían todas las
cosas permaneciendo él mismo inmutable.
Aristóteles se apoya en el mismo hecho del movimiento y del cambio de los seres
56
particulares, para afirmar la existencia de un sujeto ððððððððððð (hipoqueimenon = lo que
yace debajo de) que permanece a través de todas las mutaciones accidentales tanto
cuantitativas como cualitativas y locales. Ese sujeto es la sustancia ðððð (ousía = lo que es
sustancial) que se contrapone a los accidentes como lo estable (sustancia) a lo mudable
(accidentes); como lo uno (sustancia) a lo múltiple (accidente); como lo determinado
(sustancia) a lo indeterminado (accidente).
Para Aristóteles la realidad está constituida por una multitud de seres individuales,
subsistentes, cada uno de los cuales es una sustancia. El individuo sustancial es una cosa
determinada dotado de sustancia propia. La esencia se dice primeramente de la sustancia y
secundariamente de los accidentes. La sustancia existe por sí misma y en sí misma, separada
de cualquier otra cosa a diferencia de los accidentes que existan siempre unidos a un sujeto
(sustancia). Es el sujeto real subsistente en el cual se sustentan todas las demás categorías
accidentales. Lo propio de la sustancia es ser ella misma. El ser primero que es apto para
existir en sí y por sí y no en otro sujeto.. la sustancia es lo primero por tanto en el orden
lógico (como concepto), como en el ontológico (como cosa, ser real). A ella (en el orden
lógico) se refieren todos los predicados, mientras que ella no se refiere de ningún otro sujeto.
Entre las propiedades de la sustancia están: la de no estar en ningún sujeto; la de ser receptiva
de contrarios, lo cual significa que permaneciendo siempre la misma puede recibir distintos
accidentes. Por ejemplo, el accidente de color no puede ser blanco y negro a la vez, pero un
sujeto sustancial puede ser primero blanco y luego negro. No tiene contrario; y significa algo
determinado y en el sentido lógico se predica univocación.
◊ ACCIDENTES:
A la sustancia se contraponen los accidentes que son modificaciones adventicias que
sobrevienen a la sustancia y que se distinguen de ella. No pueden existir por sí mismos, sino
que su esencia consiste en existir en otro. Se sustenta en la sustancia como en su sujeto. Hay
accidentes esenciales que son inseparables, y otros no esenciales o separables.
◊ Género: es aquel predicado que al atribuirlo al concepto sujeto hace referencia a parte
de su esencia, precisamente a aquella parte que tiene en común con las demás
especies del mismo género: Juan es animal.
◊ Especie: es aquel predicado que al atribuirlo a la sustancia hace referencia a la
totalidad de su esencia: Juan es hombre.
◊ Diferencia específica: es aquel predicable que al atribuirlo a la sustancia hace
referencia a parte de su esencia, a esa parte que la difiere del género: Juan es
racional.
◊ Propiedad o Propio: es aquel predicable que al atribuirlo a la sustancia hace
referencia no a su esencia pero sí a algo que procede necesariamente de su esencia:
Juan es risueño.
◊ Accidente: es aquel predicable que al atribuirlo a la sustancia no hace referencia a su
esencia, ni a algo que le es propio, sino a algo accidental o superfluo: Juan es rubio.
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LAS CAUSAS
Hasta ahora hemos venido considerando al Ser estáticamente pero el Ser es también actividad
y esta modalidad es la que hace considerarlo como causa en la cual aparece el concepto
dinámico del ser.
Causa en general podíamos definirla como: aquella especie del género principio, que con el
ejercicio de su acción, pone en la existencia o en movimiento a un ser.
♦ Causa Instrumental.
♦ Causa Ejemplar.
◊ CAUSA MATERIAL o MATERIA:
Es la materia que era un principio indeterminado, inerte y pasivo; sustratum de todas las
cosas; pura potencialidad, posibilidad de llegar a ser todo sin ser aún nada en concreto;
incognoscible en sí misma, madre o nodriza de todo. Esta materia puede ser a su vez: materia
prima o primera (que es a la que corresponderían todas las propiedades definidas antes) y
materia segunda, que es la materia prima pero una vez que ha recibido una forma y por tanto
es ya algo determinado, concreto y específico.
◊ CAUSA EFICIENTE:
Es aquella que con el ejercicio de su acción pone en la existencia o en movimiento al ser. La
consecuencia de la Causa Eficiente es el efecto. Y puede ser: Causa Eficiente Principal
Primera que es aquella que no depende ni en su ser ni en su causificar de ningún otro (Dios);
y Causas Eficientes Segundas, que son las que dependen en su ser y acción de otro ser (todas
las criaturas).
◊ CAUSA FINAL:
Es el fin o propósito que persigue el agente al obrar. Y puede ser doble:
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♦ Finis Operis (fin de la obra): aquello para lo que está destinada dicha obra (un reloj, para
medir el tiempo).
♦ Finis Operantis (fin del que obra).
◊ CAUSA INSTRUMENTAL:
Es el instrumento o medio del que se sirve la causa eficiente para causificar.
◊ CAUSA EJEMPLAR:
Es el ejemplo, modelo o prototipo en el que se funda el agente para causificar.
Ejemplo: la estatua de la Venus de Milo: 1.− bloque de mármol; 2.− figura humana femenina;
3.− el escultor; 4.− belleza; 5.− instrumentos del escultor; 6.− mujer bella.
FÍSICA
La Física aristotélica está formada por un conjunto de principios generales, aplicando los
conceptos de potencia, acto y movimiento, a los seres del mundo corpóreo. La Física, por
tanto, se ocupa del estudio del ente móvil.
Todas las sustancias pertenecientes al mundo físico, tanto terrestres como celestes, son
móviles aunque con distintas clases de movimiento determinadas por la naturaleza misma de
cada sustancia. Las sustancias celestes tienen movimiento circular, y las del mundo terrestre
movimiento local y movimiento de generación y corrupción.
Aristóteles define el movimiento como: el paso o tránsito del ser en potencia al ser en acto.
No se da movimiento ni cuando un ser está en potencia ni cuando está en acto, sino sólo
cuando se halla en el estado intermedio de ambas cosas. El sujeto móvil se halla en acto
imperfecto entre la potencia (término a quo = desde el cual) y el acto a que tiende (término ad
quem = hacia el cual).
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Todas las sustancias pertenecientes al mundo físico − terrestre tienen por características la
movilidad; pero hay grandes diferencias entre ellas, lo que hace que se subdividan en dos
órdenes distintos:
♦ Unas, son inertes y por su movimiento natural tienden hacia sus lugares naturales, a no ser
que intervenga un impulso mecánico comunicado por algún agente externo.
♦ Otras, en cambio, tienen dentro de sí mismas un principio intrínseco de su movimiento
espontáneo hacia su propio bien o fin. Resulta así un doble orden de sustancias físicas:
♦ Vivientes.
♦ No vivientes.
La distinción entre ambas no proviene de su materia que es idéntica, pues todas están
compuestas de los 4 elementos (Fuego, Aire, Agua, Tierra), sino de su forma que es el
principio intrínseco del movimiento vital. Es decir, los seres tienen la capacidad de
automodificarse, es decir, de reparar las pérdidas sufridas, mediante la nutrición, de donde
resultan los movimientos de crecimiento y disminución.
El principio de la vida es el Alma que Aristóteles define como: acto primero del cuerpo físico
organizado, o también como: elemento formal del ser vivo que lo anima y le da movimiento.
Aristóteles establece tres grados de seres vivientes y por tanto tres clases de Alma:
♦ Vida o Alma Vegetativa, que es propio de los vegetales o plantas, a la que pertenece el Alma
Vegetativa, que tiene como funciones principales la nutrición, el crecimiento y desarrollo y la
reproducción, pero carece de sensibilidad y movimiento local.
♦ Vida o Alma Sensitiva: propia de los animales que poseen Alma Sensitiva, la cual supone un
escalón superior dado que además de poseer las funciones de la Vida Vegetativa (nutrición,
crecimiento y desarrollo, y reproducción) poseen sensaciones, movimiento y apetición
(apetito sensitivo).
♦ Vida o Alma Racional: propia y exclusiva del hombre que además de poseer las funciones de
las dos Almas anteriores, posee exclusivamente un entendimiento y voluntad.
Al hablar de las relaciones entre el cuerpo y el alma, el pensamiento aristotélico mantiene una
evolución:
♦ En una primera etapa (platónica) considera el alma y el cuerpo como dos sustancias distintas
y hasta opuestas unidas accidentalmente. El alma preexiste al cuerpo y retorna después de la
muerte a su estado primitivo (Eudeno).
♦ En una segunda etapa, llamada de transición, considera que el alma, aunque distinta del
cuerpo, está unida accidentalmente a él, pero el cuerpo se concibe como un instrumento del
alma; el cuerpo es por y para el alma. No hay todavía unión sustancial, pero la unión ya no es
violenta.
♦ Una tercera etapa del Aristóteles maduro, en la que llega a la unión sustancial mediante la
Teoría Hilemórfica: el alma es el acto del cuerpo, con el que se une la forma a la materia, de
suerte que alma y cuerpo, aunque distintas, constituyen un solo y único compuesto sustancial.
EL SER Y EL BIEN
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Para Aristóteles existe una correlación exacta entre ser y bien. No hay un ser único, sino
muchos seres; tampoco hay un Bien único, sino muchos bienes particulares y analógicos.
Luego cada sustancia tiene su propio ser y a cada una le corresponde su propio bien, que
consiste en lograr la plenitud de su propia perfección. El Bien de cada cosa está en estrecha
relación con su esencia. Las esencias de las cosas difieren entre sí por los elementos que
entran en su composición. Hay una sola esencia simplicísima, que es la de Dios, acto puro
carente de toda materia y de toda potencialidad y, por tanto, de toda mutación. Pero todas las
demás esencias son compuestos de potencia y acto, materia y forma; y el grado de perfección
que le corresponde en la escala de los seres depende de su principio formal.
En virtud de esto hay un Bien propio de Dios, otro de las sustancias celestes, otro de los
hombres, otro de los animales, otro de las plantas y otro de los minerales.
Por tanto, el objeto de la Ética consistirá en investigar cuáles son el Bien, la perfección y la
Felicidad que corresponden al hombre, con el fin de ajustar a ellos su conducta.
♦ Debe ser perfecto, definitivo, suficiente por sí mismo para hacer feliz al hombre simplemente
con su posesión.
♦ Debe usarse por sí mismo y no como medio para buscar otra cosa.
♦ Debe ser presente.
♦ No debe ser una cosa puramente pasiva sino que consiste en la actividad propia y más elevada
del hombre en cuanto tal.
♦ Debe hacer al hombre bueno.
♦ Su posesión debe tener fijeza, continuidad y estabilidad a lo largo de una vida.
¿Cuál se los bienes al alcance del hombre reúne esas propiedades?. Hay muchas clases de
bienes:
◊ Unos, son preciosos, dignos de estima y honor, como son: la virtud, el alma y el
entendimiento.
◊ Otros, son laudables, deseables, como son las virtudes que sirven para obrar bien.
◊ Otros, son simples potencias, como la fuerza, el poder, la riqueza y la belleza; pues
pueden emplearse para el bien o para el mal.
◊ Otros, facilitan la práctica del Bien, como la salud y la gimnasia.
◊ Unos, como la justicia y las virtudes son siempre deseables; otros, como la riqueza, la
fuerza o el poder, no siempre lo son; unos tienen razón de fines, como la salud; otro,
de medios como la medicina; unos pertenecen al alma, como la virtud; otros al
cuerpo, como al salud y la belleza; y otros son exteriores, como las riquezas.
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Aristóteles va excluyendo y rechaza en primer lugar que el Bien propio del hombre consista
en los placeres sensibles: una vida entregada al placer no es vida humana sino propia de
esclavos o animales brutos. Tampoco consiste en las riquezas las cuales aunque no sean
males, sino bienes y necesarias hasta cierto punto para la vida feliz, sin embargo tienen más
de medios que de fines. Tampoco consiste en la gloria y en los honores, que son una justa
compensación que corresponde a la vida política.
Para determinar cuál es el Bien propio del hombre, Aristóteles analiza las funciones del
compuesto humano:
Además la razón debe dirigir y regular todos los actos del hombre pues en eso consiste la vida
virtuosa.
Si la perfección y felicidad del hombre consisten en vivir conforme a la virtud, es natural que
esa actividad sea conforma a la virtud más elevada, es decir, a la que es la parte mejor de
nuestro ser. Por eso Aristóteles da primacía a las virtudes intelectuales o dianoéticas (ciencia
y sabiduría) sobre las virtudes morales o éticas (templanza, fortaleza, prudencia y justicia).
Aristóteles define la virtud como el justo medio entre dos extremos; es un hábito operativo,
positivo y bueno. La virtud es medida, mesura y moderación.
Frente a ella está el vicio definido como un hábito operativo, negativo y malo. Es toda
situación extrema, toda situación que pasa por el medio. Por eso también Aristóteles define la
virtud como: en el medio está la virtud.
Aristóteles define al hombre como: animal político por naturaleza. En la misma naturaleza
individual de cada hombre hay una tendencia innata a lograr su propia perfección, en la cual
consiste su bien y su felicidad. Pero esa perfección no puede lograrla el individuo en su
estado de aislamiento y soledad. El individuo aislado es insuficiente para abstraerse a sí
mismo. Por esto necesita de la agrupación con sus semejantes, la cual tiene diversas formas:
♦ FAMILIA: que es la unidad social básica, que comprende: marido, mujer, hijos, esclavos y
hasta el propio buey arador. Es una asociación netamente natural en la que el varón tiene
autoridad real sobre los hijos y los esclavos, y democrática sobre la mujer.
♦ ALDEA: que resulta de la agrupación de varias familias.
♦ CIUDAD (POLIS): comunidad política que resulta de la agrupación de varias aldeas a de un
número mayor de familias con ciertas condiciones.
Como prueba de la sociabilidad natural del hombre, señala Aristóteles el hecho de que la
naturaleza le ha dotado con el don de la palabra. Los demás animales sólo emiten sonidos;
pero el hombre tiene razón, discurre y habla. Y la palabra no es sólo Logos sino también
diálogo, que implica comunicación con otros seres semejantes.
Además, el hombre es el único animal que sabe distinguir no sólo entre el dolor y el placer,
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sino también entre lo bueno y lo malo; lo justo y lo injusto: Por esto, aun aquellos que no
tienen necesidad de ayuda recíproca, no tienen, sin embargo, el menor deseo de vivir en
soledad. Por lo tanto, la Naturaleza, que no hace nada en vano, ha formado al hombre para
vivir no aislado sino en sociedad. El hombre solitario, como un águila en un picacho es
antinatural. O es un Dios o es una bestia.
Entre las varias formas de asociación que distingue Aristóteles: familia, casa, aldea, patria,
tribu, etc.; la suprema de todas es la ciudad, que es la cumbre y el fin al que tienden todas las
demás. La ciudad es posterior genética e históricamente a todas las demás formas de
asociación y tiene como características, la de ser una sociedad perfecta, independiente y que
se basta a sí misma.
Es el fin a que tienden todas las formas anteriores de sociedad. Está implícita en ellas y goza
por lo tanto de una prioridad de naturaleza, de perfección y dignidad sobre todas ellas. Es el
lugar por excelencia para llevar una vida digna. Así como el individuo nace en el seno de una
familia, las familias y los individuos, a su vez, nacen en el seno de una ciudad, y en este
sentido, la ciudad es anterior por naturaleza a la familia y a los individuos.
Aristóteles no rebasó la estrechez del marco político de la ciudad griega, a la que consideraba
la ciudad perfecta por antonomasia. La Polis es una autoridad política, una asociación
compuesta por hombres. Pero no basta para que haya ciudad con la simple asociación de
hombres (los animales también se asocian); ni tampoco con la simple convivencia y la
comunidad de lugar: pueden unirse bajo los mismos muros Megara y Corinto, y sin embargo
no constituirían una sola ciudad. La ciudad para hablarse de tal, además de las propiedades
citadas ha de tener un fin. El fin de la comunidad política es el Bien, pues obrar por un bien es
conseguir la felicidad. Esta claro que el bien del hombre, en cuanto animal político, será el
Bien Común.
En cuanto a las formas de gobierno, Aristóteles acepta prácticamente las mismas que dio
Platón.
LA PATRÍSTICA
FE Y RAZÓN
◊ FILOSOFÍA Y CRISTIANISMO:
El Cristianismo plantea las relaciones razón y fe. Al principio la Filosofía es despreciada por
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los cristianos, salvo por los Gnósticos, pero con la expansión de su doctrina, los cristianos van
a necesitar una mayor precisión conceptual de ésta, y echarán mano del pensamiento griego o
helenístico (Platonismo y Neoplatonismo). Y esta necesidad viene dada por:
La Patrística tendrá por misión elaborar una terminología religiosa, precisa y unificada, y
acabar con las disputas entre las sectas. En este empeño defienden una concepción de Dios
según la cual Éste es Uno, Bueno, Espíritu y Creador del mundo a partir de la nada. Esta
creación se interpreta con la ayuda de doctrinas neoplatónicas: Dios crea tomando como
modelo las Ideas que residen en Él mismo. El hombre es concebido según el dualismo alma −
cuerpo, de procedencia órfico − pitagórica. El alma es inmortal aunque no posee preexistencia
alguna, ni se reencarna. Su origen se explica por creación directa de Dios.
◊ HISTORIA DE LA PATRÍSTICA:
Se pueden distinguir tres etapas:
EL MANIQUEÍSMO
Doctrina de Mani (216 − 276). Es una religión sincrética con elementos tomados del
mazdeísmo, judaísmo, Cristianismo e incluso budismo.
Según Mani existen dos sustancias o raíces eternas: la Luz (también llamada Bien o Dios) y la
Oscuridad (también llamada Mal o Materia). En un principio estas dos sustancias estaban
separadas, pero tendían a la expansión, por lo que acabaron colisionando. El choque dio lugar
al tiempo y al mundo, en lo que ambos se entremezclan. Los hombres han de luchar por el
triunfo del Bien, pero esto no significa la aniquilación del Mal, sino la separación de los dos
principios. Esta lucha por el desprendimiento paulatino del Mal es lo que constituye la
historia y el progreso humano.
EL ARRIANISMO
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Doctrina de Arrio (256 − 336), el más importante hereje del Cristianismo antiguo. Se
conservan dos cartas y fragmentos de un poema, Thalía.
Considera que el Logos, es decir, Jesús, no es Dios, sino un ser creado como los demás. En
consecuencia tampoco es eterno. Esta tesis fue dominante en todo oriente provocando una
fuerte división en la Iglesia. El emperador Constantino convoca el Concilio de Nicea (325) en
el cual el Arrianismo es condenado y sus tesis declaradas heréticas. Pese a todo no
desapareció, y hasta el s. VIII cuenta con numerosos seguidores.
EL PELAGIANISMO
Doctrina de Pelagio (360 − 425). Monje británico contemporáneo de Agustín de Hipona, con
el que polemizó. Critica la doctrina de la predeterminación de Agustín por considerar que va
en contra del Libre Albedrío. Sostiene que el hombre nace sin pecado (el pecado de Adán es
sólo suyo pero no se transmite). Sólo se llega a estar en pecado porque el individuo lo cometa
libremente. De esta concepción del pecado se derivan las siguientes consideraciones:
EL NEOPLATONISMO
ORÍGENES Y DESARROLLO
Es una corriente platónica tardía que mezcla elementos de la Filosofía de Platón (también de
Aristóteles y los estoicos), con elementos de carácter religioso (la Filosofía de presenta como
salvación; las enéadas de Proclo se identifican con los dioses, etc.). Es la última corriente
filosófica griega antes del triunfo definitivo del Cristianismo, al que combaten por
considerarlo una forma de barbarie. Se suele considerar a Amonio de Sacas (175 − 242),
como el fundador del Neoplatonismo, cuyo máximo representante sería Plotino (205 − 270):
otros neoplatónicos, Porfirio (234 − 305), Jámblico (275 − 330) y Proclo (410 − 484).
PLOTINO
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Para Plotino, lo primero es lo que llamó UNO o BIEN (la idea de BIEN platónica). El UNO
no puede ser concebido de ninguna manera, ya que no es nada determinado, está más allá de
toda determinación (como la idea de BIEN platónica). Por ser el UNO lo primero, no se
puede decir de él ni siquiera que es porque con ello se lo haría participar del ser y ya no sería
lo primero. Lo UNO está más allá del ser. Sólo puede decirse de UNO que es simple, sin
multiplicidad alguna (de ahí su nombre).
Del UNO procede todo por emanación. Este concepto nuevo hay que distinguirlo del
concepto judeo − cristiano de creación. Su distinción radica en: 1) la creación es libre,
mientras que la emanación es un proceso necesario, y 2) la emanación deja al UNO inalterado
(mientras que la creación exige un acto de voluntad divina y, por tanto, un cambio de su
esencia).
El UNO es la absoluta plenitud, la extrema perfección. Esta plenitud hace que se desborde y
surge algo que ya no es el UNO. Lo que no es el UNO, lo otro que el UNO, es la
multiplicidad. Esto múltiple, no obstante, será lo más parecido al UNO. De ahí lo surgido del
UNO es la inteligencia o NOUS que es la unidad de una multiplicidad: en el NOUS están las
ideas (concebidas a modo platónico), y el NOUS es la unidad de esas ideas. Pero en tanto las
ideas son múltiples, el NOUS o inteligencia ya no es unidad perfecta.
Del NOUS o inteligencia emana el ALMA del mundo, intermedio entre el mundo inteligible
y el sensible. Esta conoce las ideas del NOUS, pero no al UNO. De ella proceden las Formas
de las Cosas sensibles, y gobierna el mundo corpóreo.
UNO, NOUS y ALMA constituyen la realidad inteligible, lo que Plotino llamó Hipóstasis (lo
que es por sí mismo, lo que subsiste por sí). El NOUS y al ALMA del mundo proceden del
UNO y por tanto son eternos.
◊ EL CAMINO DE LA SALVACIÓN:
Plotino recurre a nociones aristotélicas para explicar la doctrina platónica del alma: distingue
entre un Alma Vegetativa, Sensitiva y además el NOUS. En tanto el ALMA piensa es NOUS.
Pero el NOUS es pensamiento de cualquier Idea, de cualquier determinación y por ello
mismo, no es nada determinado. En tanto el NOUS no es nada determinado, se identifica con
el UNO. Por esto el hombre es un ser privilegiado como un microcosmos, pues posee un
Alma Vegetativa (en común con los seres vivos), un Alma Sensitiva (en común con los
animales) y además el NOUS que le permite elevarse por encima de todo lo determinado
hasta la contemplación del UNO. En ese retorno al UNO, consiste la salvación. El retorno es
conocido como purificación o eliminación progresiva de todas las diferencias y
determinaciones, colocando al hombre en un estado de éxtasis (estar fuera de sí) de unión
mística con lo UNO. Al alcanzar este estado, ayudan la música, el amor y la filosofía, pero lo
esencial es un proceso de interiorización.
Aurelio Agustín nació en Tagasta (actual Argelia) en el 354; de padre pagano y madre
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cristiana (santa Mónica). Estudió retórica en Cartago. En el 373 leyó el Hortensio de Cicerón,
que le hizo interesarse por la filosofía. Este mismo año se interesó por el Maniqueísmo. En el
383 marchó a Roma como profesor de retórica. Después vivió en Milán, donde conoció al
obispo de la ciudad, (san) Ambrosio, asistiendo a la interpretación alegórica de la Biblia.
Vuelve a interesarse por Cicerón y el escepticismo. Leyó parte de las Enéadas de Plotino y
algún escrito platónico. En el 386 se convirtió al Cristianismo. Ordenado sacerdote en
Hipona, murió siendo obispo de esa ciudad en el año 430.
Lo sensible (como lo sostuvo Platón y los neoplatónicos) es puro devenir, puro cambio.
Agustín concibe la verdad y el ser, como lo inmutable; luego lo inmutable, lo eterno no se
haya en el mundo sensible; habremos de buscarla en el interior, en el Alma. Pero
descubrimos que el Alma también es mudable; en el Alma descubrimos, primeramente, las
sensaciones, que son representadas de objetos eternos, y tan mudables como ellos. Después
descubrimos que, además de sensaciones, hay reglas, según las cuales juzgamos acerca de
las sensaciones y las cosas, y así podemos tratar con cosas (peras, manzanas...), cosas que
cambian, que en un momento son y luego no son. Pero además, el Alma compara lo actual
con algo que ya no es, agrupa la diversidad de objetos sensibles: ordena los datos sensibles
de acuerdo a datos y reglas. Otras reglas eternas son las reglas morales, porque no son
datos sensibles sino que nos permiten estructurar y juzgar lo sensible. Pero si estas reglas
no proceden del exterior (que es devenir) ni del Alma (que también lo es en tanto que en el
Alma nos encontramos con la diversidad), sólo pueden proceder de algo eterno e inmutable
(Dios). El viaje a la interioridad nos lleva a Dios. Estas reglas eternas son entendidas como
las ideas platónicas y Dios ocupa el lugar que en el sistema platónico ocupaba el bien o el
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UNO.
La capacidad de juzgar las cosas según las reglas eternas es lo que Agustín llama Ciencia.
Y al conocimiento de Dios, que es por lo tanto la verdad última de que dependen todas las
demás, lo llama Agustín Sabiduría.
EL DIOS CREADOR
◊ LA EXISTENCIA DE DIOS:
En Agustín no existe una demostración propiamente dicha de la existencia de Dios porque
no establece los límites claros entre la razón y la fe. Lo más parecido a un intento a la
demostración de la existencia de dios en Agustín es el proceso de la Interiorización.
◊ LA ESENCIA DE DIOS:
Agustín sí demuestra la esencia de Dios; en algunos escritos lo caracteriza como lo UNO
(neoplatónico); así Dios sería trascendente al mundo, indeterminable, incompresible, etc.
pero establece diferencias con el Neoplatonismo. Así:
♦ Sostiene que Dios crea el mundo y no lo emana. Esta creación se lleva a cabo tomando las
ideas (que están en la mente de Dios) como modelos por lo que éstas son la causa ejemplar
de las cosas.
♦ Dios no crea las ideas sino el mundo sensible por lo que éste no es concebido como pura
negación (o no ser), como lo conciben los neoplatónicos y algunos padres griegos.
♦ Al ser lo sensible creado por Dios tiene una naturaleza positiva aunque existe al menos un
abismo entre el ser del mundo sensible y el ser de Dios.
◊ EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD:
El hombre está en el mal porque ha pecado. Ahora bien, para que el hombre haya pecado,
tiene que haber sido libre. Una vez caído en el pecado el hombre no puede salvarse por sí
mismo, necesita de la fe (que vuelve la orientación del hombre a Dios). Pero la fe es
concebida por Dios, es una gracia (un don gratuito divino), que Dios concede a quien
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quiere en virtud de designios que Él sólo conoce. Esta concepción del pecado original y de
la gracia motivó diversas facciones cristianas. El problema que se debatía era el siguiente:
si el pecado original se transmite a todos los hombres de modo inexorable, y si Dios decide
de antemano a quienes concede la gracia y a quien no, parece que la conclusión es que los
hombres no son libres de salvarse o condenarse. Esta fue la conclusión a la que llegó
Orígenes. Por el contrario, los pelagianos consideran que el hombre es radicalmente libre,
por lo que no puede estar condicionado por el pecado original (que es exclusivo de Adán),
ni por la gracia de Dios, concedida caprichosamente.
Agustín combatió las tesis de los pelagianos intentando al mismo tiempo defender la
libertad humana. Esto le lleva a defender las siguientes tesis:
EL AMOR Y LA VIRTUD
La virtud aparece vinculable a la voluntad, pues por virtud entiende Agustín la disposición
de la voluntad que lleva al amor entendido como caridad.
Para los griegos el mundo es eterno y la historia es cíclica. Con el Cristianismo, al mismo
tiempo que aparece la idea de Creación del mundo desde la nada, surge también la
concepción lineal de la historia.
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Ciudad Terrenal, con el Estado; pero no parece ser esa la intención de san Agustín.
La programación adoptada universalmente por las escuelas fue la de las asignaturas que
componían el Trivium y Quadrivium: Gramática, Retórica y Dialéctica, por una parte
(Trivium) y Aritmética, Geometría , Música y Astronomía por otra (Quadrivium).
Una de las escuelas más importantes de la época fue la de Chartres (finales del s. X) que
defiende una tendencia neoplatónica y un realismo exagerado respecto al problema de los
universales. Su principal representante fue Gilberto de la Porrée. Finalmente otra escuela
fue la de S. Víctor, del s. XII, situada en la abadía del mismo nombre, que tiene una
tendencia manifiestamente mística.
RELACIONES RAZÓN − FE
La influencia del Cristianismo en la Edad Media es absoluta. Puede decirse que casi no
interesan otros tipos de conocimiento más que los referentes al dogma revelado. El uso de
la razón para el esclarecimiento del dogma se hace necesario y en consecuencia pronto
surge un aparente antagonismo entre la razón y la fe. Se presentan dos posturas
contrapuestas: los Dialécticos, que no admiten otra mente de conocimientos que no sea la
razón pura, y los Teólogos, partidarios de una fe pura sin contaminación de Dialéctica
racional.
Surge pues el afán por conciliar la razón y la fe. Y en esta labor sobresale la figura de S.
Anselmo de Canterbury (1033 − 1109). La solución anselmiana se ha hecho célebre bajo la
fórmula: Fides quaerens intellectum (la fe busca el entendimiento), para hacerse
inteligible. Frente al antiguo creo porque es absurdo, S. Anselmo pretende creer para
entender. Paro va demasiado lejos y quiere hacer demostrable todo el contenido de la fe. La
obra de S. Anselmo consiste en unificar Filosofía y Teología indistintamente. Sin embargo,
la fe debe ser razonable, pero el racionalismo de la fe es un extremismo frecuentemente
adoptado en la Edad Media, que sólo será superado por la obra de Sto. Tomás.
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Es famoso el argumento de S. Anselmo para demostrar racionalmente la existencia de
Dios, contenido en su obra Proslogium, y conocido con el nombre de Argumento
Ontológico de S. Anselmo, argumento en el que S. Anselmo trata de probar que hasta el
más necio ha de admitir la existencia de Dios. Dice así:
Piensa el necio que en su corazón no existe Dios. Pero el necio es verdaderamente necio
porque al ser preguntado, ¿qué entiende por Dios?, dice que aquel cuyo mayor no puede
pensarse. Ahora bien, si esto es así, una de dos, o ha de existir necesariamente o incluso
sería más imperfecto que cualquiera de los seres de este mundo; porque todos los seres de
este mundo existen como concepto o idea y como entidad real. Pero si el necio admite sólo
la existencia de la idea de Dios, pero le niega la existencia real, entonces Dios sería más
imperfecto que cualquier otro ser que es finito, lo cual es una contradicción.
También en la Edad Media, y por medio de los árabes, concretamente a través de España,
penetró en el ámbito de la Escolástica cristiana la filosofía de Aristóteles. Con anterioridad
al s. XIII, el occidente apenas había conocido del Estagirista (Aristóteles) más que varios
libros del Organum (lógica) y algunos fragmentos de su Filosofía Primera. Ahora en
breves años lo conocen todo. Pero no podemos olvidar que en una Edad, en la que la
religiosidad era el signo fundamental de la cultura, forzosamente se había de recibir con
prevención la filosofía de un hombre pagano que además llegaba a España comentado y
alabado por los infieles del momento, que eran los árabes. El Agustinismo hasta entonces
triunfante puso en guardia a las autoridades eclesiásticas quienes pusieron bastantes
trabas a la filosofía aristotélica. Hacía falta que aparecieran los hombres capaces de
cristianizar el pensamiento de Aristóteles. Esos hombres fueron S. Alberto Magno y su
discípulo Sto. Tomás de Aquino. Y su empresa no resultó fácil sobre todo porque al mismo
tiempo que ellos realizaban la adaptación armónica del aristotelismo con la tradición
dogmática e incluso con algunos puntos de la filosofía de S. Agustín, en París se produce
un movimiento filosófico en el que se pretende aceptar a Aristóteles en su integridad,
interpretado según los comentarios de Averroes, sin atender las exigencias del dogma
religioso y con total olvido de la tradición agustiniana. Este aristotelismo integral, llamado
Averroísmo latino, consiguió sembrar la confusión en muchas cabezas faltas de la
suficiente perspectiva histórica: se confundió a los aristotélicos exagerados del Averroísmo,
sino con la posición moderada de Sto. Tomás y su maestro, y la consecuencia fue que
algunas proposiciones de la filosofía de Sto. Tomás aparecieron entre las listas de las tesis
aberroístas condenadas en diversas ocasiones en París. Sólo después de la muerte de Sto.
Tomás, se aceptó universalmente al aristotelismo y, a partir de entonces, el aristotelismo va
unido a la Escolástica en un cuerpo llamado aristotélico − tomista.
El Aberroísmo latino que ofrecía un aristotelismo puro, se distinguió por tres afirmaciones
o tesis, dos de las cuales eran de origen aristotélico y contrarias a la doctrina cristiana:
La primera tesis defendía la Eternidad del Mundo, que atentaba contra la afirmación
71
cristiana de que el mundo fue creado por Dios. Al contrario que en la filosofía platónica,
en Aristóteles no hay ningún Demiurgo del que pudiera echarse mano y que pudiera
interpretarse en términos creacionistas. Dios, según Aristóteles, es el Motor Inmóvil, que
mueve eternamente un mundo eternamente existente pero al que ni ha hecho ni lo conoce.
La segunda tesis, afirma que el Alma Individual, el alma de cada hombre, no es inmortal,
sino perecedera y corruptible. Sólo es inmortal el entendimiento agente que está presente
en todos los hombres, pero que es el único y el mismo para toda la humanidad. Por tanto,
también esta segunda tesis aberroísta , la negación de la inmortalidad del alma, es
contraria a la doctrina cristiana: niéguese la inmortalidad del alma y habrá perdido todo
sentido el drama cristiano de la salvación.
La tercera tesis, la Teoría de la Doble Verdad, dice: hay dos verdades, la teológica o de fe la
una, y filosófica o de razón la otra. Las afirmaciones de que el alma es inmortal y el mundo
es creado son verdaderas de acuerdo con la fe; las afirmaciones opuestas de que el alma es
corruptible y el mundo es corruptible son también verdaderas pero de acuerdo con la
razón. Por esto, los aberroístas fueron condenados, y su máximo representante, Sigerio de
Brabante, fue expulsado de la universidad de París y condenado a cadena perpetua.
Sto. Tomás de Aquino nunca aceptó estas tesis: sobre la eternidad del mundo dijo que, a su
juicio, ni el sistema aristotélico implicaba necesariamente la eternidad del mundo, ni el
concepto cristiano de creación excluye tampoco la posibilidad de que el mundo sea eterno,
pues puede ser eterno y creado.
En cuanto a la inmortalidad del alma, Sto. Tomás interpretó a Aristóteles afirmando que el
entendimiento inmortal del que habla Aristóteles no es el único para todos los hombres
sino la facultad superior que es inmortal.
Respecto a la Teoría de la Doble Verdad resultaba innecesaria una vez negadas las otras
dos. Pero además la verdad sólo puede ser una se manifieste o se interprete como se quiera,
porque el fundamento último de la verdad es la verdad absoluta o Dios. Y Dios no puede
permitir que el hombre tome por verdades distintas y contrapuestas como la verdad única.
La razón no puede contradecir a la fe sino complementarla.
Tomás de Aquino fue hijo de una noble familia italiana que nace en 1224; que recibe la
primera instrucción en la célebre abadía de Montecasino y pasa después a la incipiente
universidad de Nápoles donde se inicia en el conocimiento de Aristóteles, que siendo ya
dominico, perfeccionaría en París y Colonia, bajo el magisterio de su maestro S. Alberto
Magno. Ejerció la docencia en París, Roma, Orvieto, Nápoles, etc. Y su actividad fue
asombrosa destacándose entre sus obras: Suma Teológica y Suma Contragentiles, además
de comentarios sobre Aristóteles y múltiples artículos.
Voluntariamente sometido a las exigencias del más riguroso método inductivo − deductivo,
parte siempre de la experiencia a la que luego fecunda con la aplicación de los principios
racionales. Experiencia y razón encuentran en él una ventajosa conjugación para obtener
72
evidencias necesarias para la elaboración de su sistema. La autoridad, según él, no es
argumento en Filosofía. Ni siquiera la religiosa, a no ser como norma negativa.
Precisamente fue el campo de las relaciones entre la razón y la fe uno de los más
trabajados por el aquinate. Había que superar el confusionismo de fronteras mantenido
por el agustinismo. La fe tiene sus problemas al igual que la razón. Es más, aunque tengan
algunos problemas comunes, son distintos su Origen, sus Actos y sus Objetos. La fe y el
conocimiento racional tienen para Sto. Tomás orígenes muy diversos: mientras que la fe
viene de una revelación divina completamente sobrenatural, el conocimiento racional es
totalmente natural y se explica por la Teoría de la Abstracción.
El acto de la fe y de la razón son también distintos por completo. La fe la define Sto. Tomás
como: el acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por influjo de la voluntad,
que a su vez es movida por Dios mediante la gracia.
En cambio el acto de la razón se explica naturalmente por la acción eficiente del objeto
sobre las facultades cognoscitivas.
Respecto a los objetos: mientras la razón arranca de lo manifiesto a los sentidos, la fe parte
de lo encubierto a ellos. Es más, la razón llega al convencimiento mediante la evidencia; la
fe, mediante la autoridad divina, acepta la revelación.
Y estas diferencias son tan radicales que aquellos conocimientos sobre Dios que pueden
demostrarse racionalmente no son propiamente verdades de fe, sino Preámbulos de la fe.
Sobre esta distinción entre razón y fe monta Sto. Tomás las diferencias entre Filosofía y
Teología. Ambas se distinguen en los principios; en las conclusiones y en los objetos.
Mientras que los principios de la Filosofía son los axiomas evidentes de la razón, los de la
Teología son los dogmas o artículos de la fe. Por otra parte, la Filosofía es completamente
natural y racional en la conclusiones a las que llegan a partir de sus principios. La
Teología, en cambio, con respecto a sus conclusiones sólo es racional en cuanto al modo de
razonar, pero no en cuanto al contenido de esos razonamientos que provienen de la
revelación divina.
A pesar de estas distinciones no hay oposición entre ambas, porque la verdad no puede ser
más que una sea cual sea su origen. Si hay una subordinación de la Filosofía a la Teología
revelada (sierva de la Teología), ,como la ciencia suprema de todas es la medida que puede
indicar los errores en que haya incurrido.
Toda la actividad científica de Sto. Tomás está guiada por el ideal de la verdad dentro de la
más rigurosa objetividad. De ahí que las notas distintivas de su sistema serán el realismo y
la objetividad, y por esto, Sto. Tomás está en una constante revisión de sus ideas,
retractándose de lo que le parecía falso a la vista de sus nuevas investigaciones.
73
Fiel en lo fundamental a Aristóteles, se opone a la necesidad de la intervención de
cualquier iluminación divina para el conocimiento de toda clase de verdades de orden
natural. La razón cuenta con fuerzas necesarias para llegar desde la experiencia sensible
hasta los más elevados conceptos. Y el procedimiento es la Abstracción; supuesta la
composición hilemórfica de la realidad material todo conocimiento se obtiene por un
proceso en el que la forma se va liberando de las condiciones de la materia, hasta
presentarse al entendimiento como un contenido puramente formal. Esta abstracción o
separación de la materia se realiza concretamente en el paso del acto de la imaginación
(imagen o fantasma) al concepto o idea. El entendimiento agente enfoca un haz de luz
sobre la imagen y destaca o abstrae el concepto o idea, libre de la materia, y lo ofrece al
entendimiento paciente que es quien realiza el acto de conocer.
Ahora bien como la materia es para Sto. Tomás el principio de individualización, resulta
que, al liberar de la materia a la forma por abstracción, esa forma pierde su principio de
individualización y se convierte en universal.
EL SER
La Metafísica de Aquinate arranca del concepto del ser transcendental, es decir, del
concepto del ser más universal, más común, del ser que conviene a todas las cosas que
existen. Por eso se llama transcendental, porque conviene a todo lo que existe; abarca a
todas las cosas. Sto. Tomás parte del concepto aristotélico del ser. Para Aristóteles el ser, en
su sentido primario, es la sustancia. Pero Sto. Tomás va más allá y afirma que incluso la
sustancia es el ser, por lo que la llama en latín ESSE. Los comentaristas clásicos de Tomás
comenzaron por traducir el ESSE por existencia, y según la teoría de la potencia y del acto,
entendieron que la potencia es la esencia y el acto de ser, la existencia. Según esto, el ser se
define como la esencia a la que pertenece la existencia. Y esto es aplicable a todos los entes
reales, e incluso a Dios, en quien se identifican esencia y existencia, por ello Dios es el
mismo acto de ser subsistente. Se aplica también a los seres finitos que son una existencia
recibida en la potencia de ser o esencia y se aplica finalmente a la sustancia y al accidente
cuyas esencias expresan el carácter de existir en sí mismo (la sustancia) o en otro (el
74
accidente).
TEOLOGÍA NATURAL
Como por mucho que la razón analice los seres finitos en sí mismos, no puede hallar la
última razón que los explique; Dios aparece como la causa última explicativa del Ser. La
Teología Natural es una de las partes más elaboradas de la filosofía de Sto. Tomás. En ella
Tomás de Aquino trata en primer lugar de demostrar la existencia de Dios (Teología
Existencial); después nos trata de explicar qué es Dios y en que consiste el ser divino, su
esencia (Teología Esencial); y finalmente nos expone la relación de Dios con el mundo.
En todas y cada una de estas cinco vías, Tomás de Aquino utiliza su método inductivo −
deductivo, que consta de cuatro pasos o fases fundamentales:
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bajo la forma de un atributo, que se corresponde con la definición de lo que llamamos
Dios.
PRIMERA VÍA TOMISTA: la vía del movimiento en los seres o del Primer Motor Inmóvil.
Dice así:
Observamos que en el mundo hay seres que se mueven (hecho de experiencia); ahora bien
todo lo que se mueve ha de ser movido por otro; por sí mismo no, porque supondría estar al
mismo tiempo en potencia y en acto, lo cual es imposible. Y este por otro, y así
sucesivamente (principio de causalidad eficiente). Pero como es imposible remontarse
indefinidamente en una serie de motores que a su vea son movidos (imposibilidad de
prolongar indefinidamente el principio de causalidad); hay que concluir en la existencia de
un primer ser que, siendo la causa del movimiento de todos los demás seres, el no es
movido por ningún otro. Y a este Primer Motor Inmóvil (atributo por el que es conocido
Dios en esta vía) es al que llamamos Dios.
Observamos que en el mundo hay unos seres causan y otros que son causados, es decir, son
seres que se comparten como causa, y otros como efecto. Ahora bien, todo ser que causa, a
su vez, ha debido ser causado por otro; y este por otro y así sucesivamente. Pero como es
imposible remontarnos en una serie de causas que a su vez son causados, indefinidamente,
habrá que concluir en la existencia de un primer ser, que siendo la causa de los demás
seres, él a su vez sea incausado. A esta Primera Causa Incausada es lo que llamamos Dios.
TERCERA VÍA TOMISTA: vía de los seres contingentes y el Ser Necesario. Dice así:
Observamos que en el mundo hay seres contingentes, es decir, que no tienen en sí la razón
de su ser y su existir. Seres indiferentes a la existencia, que lo mismo existen podrían no
haber existido. Luego si existen será porque habrán recibido su ser y su existir de otro, y
este de otro y así sucesivamente. Y como es imposible remontarse es una serie indefinida de
seres que no tienen en sí la razón de sus ser y existir, sino que la han recibido de otro (ser
contingente), hay que concluir en la existencia de un ser que siendo la causa del ser y del
existir de todos los demás seres, él no ha recibido a su vez, su ser y su existir de ningún
otro. Y este Ser Necesario, causa del ser y del existir de todos los demás seres
(contingentes), es el que llamamos Dios.
CUARTA VÍA TOMISTA: vía de los grados de perfección de los seres. Dice así:
Observamos que en el mundo hay unos seres más bellos que otros, más buenos que otros,
más justos que otros, etc. Es decir, hay una gradación de perfecciones en los seres del
mundo. Ahora bien, los términos del más y del menos son relativos, o lo que es lo mismo,
hacen referencia a un término absoluto, que es la perfección máxima, y del que todos los
demás seres participan. Este ser sumamente perfecto causa de las perfecciones de todos los
demás seres, es a quien llamamos Dios.
Observamos que todos los seres de este mundo tienden a obrar siempre hacia un fin. Los
seres racionales, conociéndolo (entendimiento) y queriéndolo (voluntad); pero los
irracionales también tienden a su fin último que es su perfección. Luego si todos los seres
tienden a su fin último será porque alguien ha debido depositar en ellos ese fin; y este
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alguien lo habrá recibido de otro y así sucesivamente. Y como es imposible remontarse en
una serie indefinida de causas final habrá que concluir en la existencia de un primer ser
Causa Final de todos los demás seres, que es a quien llamamos Dios.
◊ TEOLOGÍA ESENCIAL:
Una vez que Tomás de Aquino ha demostrado racionalmente la existencia de Dios a través
de su Teología Existencial y por medio de sus cinco vías; tratará a continuación demostrar
la esencia de Dios, es decir, mediante su Teología Esencial, Tomás de Aquino nos dirá que
la esencia de Dios consiste en el Mismo Ser Subsistente, es decir, la esencia de Dios es la
aseidad, es decir, Dios es el Ser A Se, es decir, el ser en sí y por sí mismo; el ser que no
necesita de otro ser para ser y existir; el ser cuya esencia consiste en existir. Todo lo
contrario a todos los demás seres que son seres ab − alio, es decir, seres por otro. Y así
hemos visto como a través de las cinco vías los seres de este mundo son seres ab − alio, es
decir, seres por otro o seres contingentes, que son los que no tienen en sí la razón de su ser
y su existir sino que la tienen en otro (Ser A Se o Ser Necesario). Por tanto son seres
indiferentes a la existencia, que lo mismo que existen podían no haber existido, luego si
existen es porque han recibido su ser de existir de otro que es el Ser A Se, es decir el Ser
Necesario que es Dios.
Finalmente, Dios y el mundo se relacionan y esa relación viene dada a través de los
atributos divinos, que se dividen en:
La concepción del hombre según la antropología y la ética de Sto. Tomás se elabora a base
de los elementos de la filosofía griega. El hombre tiene una naturaleza determinada, pero
no es una naturaleza cerrada sino abierta en la que se puede insertar lo sobrenatural, o
sea, la gracia, la cual perfecciona a la naturaleza.
Sto. Tomás acepta al alma como principio de la vida y como forma y acto del cuerpo, y esto
le lleva a admitir la composición hilemórfica del hombre. Frente al atomismo agustiniano
según el cual cuerpo y alma son dos sustancias distintas y accidentalmente unidas, y por
tanto el hombre es alma; Sto. Tomás afirma que el hombre constituye una única sustancia;
es una unión sustancial de cuerpo y alma. La antropología aristotélica llevaba aparejada la
negación de la inmortalidad del alma; Sto. Tomás se aleja de Aristóteles en lo tocante a la
inmortalidad del alma y, ene este punto, vuelve a Platón intentando una difícil síntesis de
Platón y Aristóteles.
En cuanto a la ética acepta el principio aristotélico de que el fin último del hombre es la
felicidad, así como el principio de la felicidad perfecta consiste en la contemplación, en la
actividad del conocimiento. La afirmación de que la felicidad se haya en el conocimiento
77
supone la primacía de la razón sobre la voluntad; frente al voluntarismo agustiniano que
sostenía la primacía de la voluntad frente a la razón.
Dice que las normas morales se basan en la naturaleza humana y por tanto que el
conocimiento de esta, concebida teleológicamente, es el punto de partida para la
formulación de la ley moral.
Esta concepción del conocimiento lleva consigo que los sistemas neoplatónicos se
desarrollan de arriba abajo, es decir, a partir del principio supremo (Bien o Uno),
recorriendo el camino descendiente de lo real hasta sus últimos escalones.
La teoría aristotélica del conocimiento, adoptada por Sto. Tomás, ofrece una interpretación
radicalmente distinta: nuestro conocimiento parte de los sentidos; tiene su origen en los
datos que suministra la experiencia sensible, y de ahí que el objeto proporcionado a
nuestro entendimiento no sean las realidades inmateriales sino el ser de las realidades
materiales sensibles. Por esto para Sto. Tomás el conocimiento de Dios no puede ser directo
y además es imperfecto porque siendo un ente espiritual no puede ser objeto de nuestro
conocimiento dado que este parte de los datos materiales sensibles ofrecidos a los sentidos.
El conocimiento de Dios es imperfecto y analógico. Es cierto que el entendimiento es
inmaterial y como tal tiene por objeto lo real sin limitación alguna; pero en cuanto que está
ligado a la inteligencia sensible, su objeto adecuado es precisamente la realidad sensible.
La concepción aristotélica de conocimiento tenía una doble consecuencia:
En los últimos años del s. XII, Europa Occidental comienza a dar los primeros síntomas de
crisis que se presentan muy graves. Aquella armonía de los padres político − religiosos, con
las que luego terciaría el poder intelectual, personificado por la Universidad de París, se
resquebraja ahora víctima de las contiendas militares y doctrinales entre el emperador y el
Papa. La consecuencia fue al desprestigio de ambas autoridades y los efectos no se
hicieron esperar: dentro del ámbito religioso están cerca los días del Cisma de Occidente, y
dentro del ámbito político, la unidad más o menos ficticia del medievo cristiano bajo la
hégira del emperador, desaparece totalmente para dar paso a las diversas y nuevas
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nacionalidades. En el ámbito intelectual, la hegemonía de la Unidad de París, se ve muy
mermada no sólo porque Oxford se le adelanta en las iniciativas filosóficas y teológicas,
sino porque empiezan a surgir también, el calor de las nuevas nacionalidades,
universidades nuevas que hacen disminuir el éxodo masivo de estudiantes a París, según
había ocurrido los primeros 75 años del s. XIII, y además, a la labor creadora en Filosofía
y Teología suceden ejercicios de sutileza dialéctica que acabaron con el prestigio de la
Escolástica.
Con Escoto podemos decir que empieza la crisis de ésta. Es una de las figuras cumbres de
la Filosofía medieval, y el que su postura sea en muchos puntos contraria a la de Sto.
Tomás, no basta para considerarla una figura decadentista porque su pensamiento ofrece
alguna de las características del s. XIV.
Nació en Maxton (Escocia) en 1265, y murió muy joven, en 1308. Perteneció a la orden
franciscana. Hizo sus estudios en Cambridge y Oxford, y ejerció la docencia en las
universidades de Oxford y París. Entre sus obras destacan Comentario a las Sentencias
(Opus Oxoniense), Comentario (Reportata Parisiensis). Fue apellidado como Doctor Sutil
por su agudeza del ingenio. También se le conocía como Doctor Marianus por su devoción
a la Virgen. Escoto es un autor de encrucijada. Por una parte su postura es en muchos
puntos fiel reflejo de la tradición agustiniana que le antecede dentro de la propia orden,
incorporando a ella más elementos aristotélicos que sus antecesores; pero por otra parte,
aparecen en él unas posturas ya avanzadas. En Escoto, cabe destacar el hecho de que con
él se comienza a estrechar el ámbito de los problemas reservados a la razón,
incrementándose los encomendados a la fe: dejan de ser demostrables algunos atributos
divinos o algunas características del alma humana como la inmortalidad. Es decir,
actuando de teólogo, traspasa estos problemas a la fe.
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todos sus derechos y se dejaba a su discusión la solución de todo problema que no fuera
claramente de la competencia de la revelación. Pues bien, con Duns Escoto, el Teologismo
empieza a imponerse; para Escoto, aun cuando actuaba como filósofo, el primer problema,
de cuya solución dependían todos los demás problemas, es Dios. Por ello, para abrirse
desde el primer momento al estudio de los problemas, sin la trabas de los largos procesos de
causalidad, analogía o semejanza, a partir de las realidades sensibles como había hecho
Tomás de Aquino, Escoto, afirmando que el objeto formal propio del entendimientos es el
ser, pone a Dios al alcance de ese entendimiento, puesto que Dios es un tipo de ser. Luego
Dios es, teóricamente, tan permeable a la inteligencia y a la razón como un árbol u otra
realidad material. Si de hecho, no llegó a Él con esa facilidad, se debe a que mi inteligencia
está apegada a la materia en este tránsito de unión con ella.
Como principios filosóficos básicos de esta actitud nueva cabe señalar dos:
80
Credo in Deun omnipotenten.
Guillermo de Ockham nació en Ockham, aldea del condado de Surrey, al sur de Londres
en el 1280 aproximadamente. Ingresado en la orden franciscana y realizados sus estudios
normales, comienza la obediencia en Oxford, donde enseguida llamó la atención por su
doctrina en colisión con la tradición filosófica y teológica. Denunciado por el Canciller de
la Universidad, como sospechoso de herejía, ante la corte papal Avignon, hubo de
comparecer allí en 1324. Recluido en un convento de la ciudad, mientras se le seguía en
largo fracaso, antes de que se pronunciara sentencia definitiva, huyó de Avignon con otros
dos franciscanos que se encontraban en circunstancias parecidas. Se refugió en la corte
imperial de Luis de Baviera, que entonces estaba en guerra con el Papa. La tradición le
atribuye aquella especie de saludo al Emperador: Defiéndeme tú con la espada y yo te
defenderé con la pluma. Condenado por la autoridad eclesiástica, consagra su vida a temas
polémicos, defendiendo en casi todas sus obras las prerrogativas del poder Imperial o civil
contra lo que él consideraba una intromisión de la autoridad de la Sta. Sede: confirmación
de la elección imperial y dispensa de obediencia a los súbditos de un señor temporal. Al
final de sus días intentó arreglar sus situación con el Pontificado, al que no había cesado
de combatir. No se sabe si el perdón del Papa llagó antes de su muerte, acaecida
probablemente en 1340, víctima de la peste negra que asoló por entonces a Europa.
Como obras más importantes: Comentarios a las Sentencias y Compendio de toda lógica.
También escribió obras de carácter jurídico. Se le conoce también con el sobrenombre de
Venerable Inceptor.
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Hasta tal punto es importante la teoría del conocimiento por él elaborada que con ella se abre
una nueva vida al filosofal; la vida modernorum.
Ockham, en primer lugar, cree que ese complicado proceso no es necesario y, que por lo
mismo, debe simplificarse (principio de simplificación o economía metafísica). Es segundo
lugar, no admite ese distanciamiento cognoscitivo de la realidad concreta e individual según
los que defiende que lo primero que conocemos es lo universal. ¿Cuál es entonces el modo
del conocimiento por el que mi entendimiento accede directamente a la realidad individual
como tal, sin necesidad de esa mediatización abstractiva?. La Intuición, que no es una
novedad en Ockham y el Nominalismo, mas que en el sentido que la defiende como el
proceso primario del conocimiento frente a la abstracción y como el único proceso
verdaderamente objetivo.
Evidentemente también hay una crítica nominalista al sistema aristotélico, y por tanto
también al tomismo. La principal oposición es la preferencia que el singular adquiere en el
Nominalismo. El realismo aristotélico se explicaba siempre a través del concepto universal:
los conceptos universales son reales porque les corresponde a las cosas singulares un
correlato relativo. Pero el individuo quedaba un poco alejado de la consideración científica:
era un punto de partida del que nos alejábamos pronto. Ahora la inversión es total: el
concepto universal no pasa de ser un signo, un símbolo de la realidad individual que es la
única auténtica.
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El Nominalismo influyó mucho sobre la esencia al cambiar la abstracción por la intuición y al
dirigirse a realidades singulares y concretas, iniciándose así en la ciencia, el método
experimental y de acción. Además, la naturaleza, al ser estudiada por el Nominalismo es
purgada de las realidades abstractas o metafísicas cuya consideración no podía constituir para
la Ciencia Física o Matemática mas que un estorbo: en el mundo físico, en el plano científico,
sólo podemos admitir lo que la experiencia con certifique, no lo que la razón pretenda
descubrir.
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que durante este periodo no se comprendió cabal e íntegramente bien ni a Platón ni a
Aristóteles, pese a su vinculación en ambas. Eso es lo que el Renacimiento pretende: volver
a las fuentes clásicas, resucitar el pensamiento de la antigua filosofía.
Surgen así una serie de movimientos filosóficos que siguen a Platón y a Aristóteles, e
incluso a las escuelas morales post−aristotélicas.
♦ PLATONISMO:
Los pensadores bizantinos que llegan a Italia con motivo del Concilio de Florencia (1439)
o huyendo de los turcos al conquistar estos Constantinopla, traen consigo la filosofía
platónica, una de las filosofías antiguas que más admiración despierta y que atrae a un
gran número de pensadores.
Uno de estos filósofos bizantinos que siguió más de cerca de Platón, fue Jorge Gemisto,
quien fundó en Florencia, en tiempos de Cosme de Medicis, la Academia Platónica, y una
de sus obras principales es Diferencia entre la Filosofía Aristotélica y Platónica, y en ella
expone las razones que le llevan a aceptar a Platón y a rechazar a Aristóteles: según
Gemisto, el pensamiento platónico es mucho más afín al Cristianismo que el pensamiento
de Aristóteles: Platón acepta un Dios, una vida después de la muerte y un alma inmortal;
mientras que en Aristóteles estas ideas, por más que la Escolástica se esforzó por
cristianizarlas no estaban claras: el Motor Inmóvil, de Aristóteles, no se asemeja al Dios
Cristiano; el mundo aparece como eterno y el alma, forma sustancial, está sujeta a la
corrupción.
♦ ARISTOTELISMO:
Aristóteles tuvo menos influencia que Platón, quizá por estar vinculado a los grandes
sistemas medievales y por su presunta incompatibilidad con la Filosofía cristiana. Pero a
pesar de ello tuvo sus seguidores. Dentro del Aristotelismo Cristiano destaca Jorge de
Trebisonda, quien en su obra Comparación de los filósofos Aristóteles y Platón, defiende
que el platonismo es la fuente de la que han surgido todas las herejías; mientras que el
pensamiento de Aristóteles está plenamente de acuerdo con el Cristianismo.
El Renacimiento también creó sus propios sistemas en los que están contenidas en gran
parte las ideas que habrán de desarrollarse posteriormente en plena Edad Moderna.
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Quizá el pensador más original de este periodo sea Nicolás Krebs, conocido como Nicolás
de Cusa, por su lugar de nacimiento (1401). Estudió en Heildelberg y en Padua, cultivando
las Matemáticas, las C. de la Naturaleza y las C. Jurídicas. Comenzó ejerciendo como
jurista, pero lo abandonó para ejercer estudios teológicos. A los 29 años se ordenó
sacerdote a los 47 ya era cardenal. El título de su obra principal, La Docta Ignorancia,
expresa en lo esencial su actitud filosófica: Dios, objeto principal de la indagación
filosófica, no puede ser íntegramente conocido, por no guardar proporción con el
entendimiento finito del hombre. La conclusión de esta obra es un saber que no se sabe, un
tomar conciencia de que lo que no guarda relación con lo conocido no puede conocerse. Y
Dios, en efecto escapa a todo instinto de conocimiento cabal. La fórmula de S. Anselmo:
Dios es aquel cuyo mayor no puede pensarse está presente en toda la obra del cusano: Hay
un ser, que es el máximo, mayor que el cual no puede haber otro. Ahora bien, el ser
máximo debe ser uno, ya que no es posible la existencia de dos seres máximos; y, además,
es absoluto, es decir, no estás ligado ni relacionado con nada, puesto que es el ser pleno y
perfecto, lo absolutamente infinito; y este infinito no guarda proporción alguna con lo
finito. Luego nuestro entendimiento, que es finito, no puede llegar a conocer íntegramente
al ser infinito de Dios.
Junto a Dios encuentra Nicolás de Cusa el universo: en este universo hay cosas múltiples,
opuestas, inconcebibles a veces. Tampoco aquí nuestro conocimiento puede alcanzar su
plenitud, pues la aproximación a la esencia de las cosas sólo es una posibilidad que llega
únicamente a su íntegra actualización. La quididad de las cosas que, por consiguiente, es
la verdad de los entes, es la quididad inalcanzable. Y aunque ha sido investigada por todos
los filósofos, no ha sido hallada en cuanto tal por ninguno. Y cuanto más profundamente
doctos seamos en esta ignorancia, tanto más nos acercaremos a la misma verdad.
Fraile dominico, rompió con sus votos para llevar una vida inquieta de constante viajero.
Fue apresado por la Inquisición en 1593 y, al no retractarse de sus ideas, fue quemado en
Roma tras siete años de prisión.
El Panteísmo que hemos visto esbozado en Cusa aparece ya claro en Bruno. En su sistema
no se distinguirá entre Dios y el Universo. El Universo es el infinito y no distingue, como
Cusa, entre dos infinitos; el Universo es infinito e igualmente lo es su causa, es decir, Dios;
por tanto, esta causa no es distinta de Él ya que no pueden existir dos seres infinitos.
También Bruno pretende evitar el panteísmo distinguiendo entre Dios implícito, que sería
un Dios trascendente, y Dios explícito, que sería la causa infinita o alma del universo. Pero
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esta distinción empeoraba la situación porque la dificultad consistía entonces en explicar
esta dualidad divina.
Otros pensadores son: Tomás Campanella, que en su obra La Ciudad del Sol, nos describe
una sociedad irreal y utópica.
Nicolás Maquiavelo, creador de una doctrina política en la que se exponen las virtudes que
ha de tener el príncipe, y que cita en su obra El Príncipe.
Teofrasto Paracelso, que intentó una síntesis de filosofía, ciencia y alquimia, de muy
escaso valor desde el punto de vista filosófico.
FILOSOFÍA POLÍTICA
Pensador pragmático y realista, esta convencido de que la acción es más importante que la
contemplación teórica de la realidad; no obstante, reconoce que dicha acción requiere
conocer las normas y leyes de la política. Por ello considera que la política en un arte que
consiste en llevar a la práctica la teoría más adecuada sobre la organización de la sociedad.
De ahí, concluye que la sabiduría de la razón y la fuerza de la acción se necesitan
mutuamente. Su teoría política ha sido mal interpretada llegando a adjudicarle una frase
que nunca escribió: el fin justifica los medios; de manera que suele entenderse por
Maquiavelismo admitir la traición, la violencia, el engaño e incluso el crimen con tal de
conseguir lo que se persigue. Pero el verdadero propósito de Maquiavelo fue construir un
proyecto político para el beneficio o bien común. Para él, la reflexión política ha de
encontrar la acción ajustada a las necesidades sociales; es un realista que rechaza
planteamientos utópicos e intenta aportar soluciones. Ello le enfrenta abiertamente con los
humanistas a los que reprocha su idealismo político y su discurso retórico y vacío.
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El príncipe o gobernante ha de desarrollar ciertas capacidades que conforman la virtud
propia del político: aprovechar oportunidades de la fortuna; audacia para hacer uso
adecuado de la fuerza; eficacia para conservar el poder y, sobre todo, prudencia o justicia
para defender un proyecto colectivo de convivencia. Por tanto, Maquiavelo no defiende un
modelo de político tirano y egoísta, sino que quiere enseñar a usar el poder para construir
un Estado bien organizado y que perdure.
En definitiva, Maquiavelo sitúa el Estado como valor supremo, cuya conservación debe
asegurarse por medio de buenas leyes y costumbres, pero también recurriendo a acciones
malas cuando las circunstancias lo requiera, cuando no sea efectivo actuar conforme a
principios morales. Ejemplo de estas acciones son el engaño, la traición, la crueldad e
incluso el crimen, con lo que Maquiavelo se sitúa en una posición anti−humanista.
En conclusión, ya que el hombre tiende por naturaleza al mal, debe anteponerse la política
a la ética cuando entren en conflicto, pues el bien del Estado está por encima de la
conciencia del gobernante y de los juicios morales. No obstante, violar principios éticos,
aunque políticamente necesarios, es condenable, de ahí la necesidad de actuar moralmente
siempre que sea posible. Maquiavelo no es un cínico ni defiende la autoridad tiránica de un
monarca absoluto. Es un republicano que tiene por objetivo restaurar la unidad de Italia,
siendo su módulo la antigua República Romana. Sin embargo, piensa que en ocasiones es
necesario la autoridad de un príncipe fuerte, al cual va dedicada su obra en la que da
consejo de técnica política para la conservación del orden del Estado. La observación de la
política europea la llevó al pesimismo, pues le convencieron de el individuo, pudiendo vivir
libremente, tiene tendencia en muchos casos a actuar con maldad.
El libro toma como ejemplo histórico la figura de César Borgia, que conquistó la Italia
central, constituyendo un Estado moderno y eficaz. Ahora bien, para lograrlo se valió de
influencias y del crimen. Para Maquiavelo los hechos (la crueldad, la maldad, la violencia,
el crimen) pueden acusar moralmente a los gobernantes pero los resultados pueden
excusarlos cuando en casos excepcionales no sea posible actuar de otro modo y cuando el
objetivo sea el bien común.
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aunque el ser humano esté parcialmente sometido al azar y la suerte (fortuna), es dueño de
su destino, siendo la virtud el medio por el cual el hombre es capaz de dominar las
circunstancias. Ello exige tomar conciencia del poder de la fortuna, saber que el triunfo
nunca es definitivo por lo cual se debe recurrir a un ordenamiento político correcto.
En cuanto a la idea de que el fin justifica los medios, hay que tener en cuenta que
Maquiavelo no generaliza sino que lo aplica dentro del contexto histórico de una Italia
erosionada por la crisis, a un ámbito de actuación concreto, el gobierno del Estado y a un
fin concreto, la supervivencia del Estado, que él considere imprescindible para asegurar la
convivencia de los individuos.
El sistematizador de la teoría de Copérnico fue Kepler, que recogió la nueva visión del
universo dada por Copérnico. Como se sabe, Copérnico afirmaba que el Sol estaba inmóvil
en el centro del sistema y la Tierra era la que giraba a su alrededor; ahora bien, en el
momento en que Copérnico formulaba tal afirmación era realmente difícil dar crédito a
ésta, pues el sistema ptolemaico , que afirmaba lo contrario, y que estaba vigente hasta
ahora, concedía a la consideración de la historia de la época mayores ventajas que el
copernicano:
Sin embargo, y a pesar de las razones aducidas en contra del sistema de Copérnico, Kepler
lo acepta y se interesa después por explicar los movimientos de los planetas en torno a esta
teoría. Habría que preguntarse cuáles son las razones que puede tener Kepler para esta
aceptación y por qué acepta Kepler, y después Galileo, el nuevo sistema copernicano en
contra incluso de lo que muestran lo sentidos. En la respuesta a estas preguntas radica la
revolución copernicana llevada a cabo por Kepler y Galileo.
Kepler aceptó de antemano el sistema copernicano porque es más simple. Es mucho más
sencillo que el sistema ptolemaico. Ptolomeo, en su afán por justificar las apariencias,
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había tenido que ir progresando complicando, con un número mayor de esferas, la
explicación del movimiento de los astros cada vez que se presentaba un fenómeno nuevo no
incluido en sus teoría. El cambio que introduce Copérnico precisa un número menor de
esferas para explicar el movimiento de los planetas. Ahora bien, ¿está justificado el
abandonar una teoría ya establecida y más exacta por una simplicidad de esta índole? ¿No
parece más bien una razón de carácter estético? En efecto, la simplicidad que ofrecía el
sistema de Copérnico y que supo ver Kepler no era únicamente esa clase de simplicidad,
sino el enorme paso que supuso, dentro de la teoría del conocimiento, el haber aceptado a
priori la teoría de Copérnico sobre la Ptolomeo, ya que esto supuso haber dado primacía a
la razón sobre los sentidos.
Kepler reúne en su persona el místico, asceta y científico; y esos tres aspectos están
presentes en su propia teoría. Kepler supone que el Universo, como obra de su Creador,
tiene que haberse ajustado a unos cánones estéticos, ya que la obra de Dios ha de ser
perfecta; y estos cánones son la armonía y el orden; pero la armonía para Kepler se
traduce en proporción matemática. Así, partiendo del sistema copernicano, Kepler busca
las Razones Matemáticas del Universo, con la firme creencia de que ha sido creado de
acuerdo con unas leyes matemáticas que proporcionan la armonía que el Universo
manifiesta. Busca, pues, las leyes que rigen el movimiento de los planetas, con la seguridad
de que estas leyes son de carácter matemático; y llega a explicar matemáticamente tales
movimientos de acuerdo con la Teoría de Copérnico en sus tres famosas leyes, cuya esencia
consiste en relacionar los movimientos de los planetas entre sí y establecer proporciones
entre ellos:
1ª ley: Los planetas se mueven en torno a una elipse, con el Sol en unos de sus focos.
2ª ley: En tiempos iguales, el radio que une el planeta con el Sol, barre y recorre áreas
iguales.
3ª ley: Existe para todos los planetas una proporción entre el tiempo de revolución de cada
planeta al cuadrado y el semieje mayor de la órbita al cubo: T2/R3 = k
Toda la filosofía aristotélica y medieval describía los fenómenos físicos, por ejemplo el
movimiento, como cualidades, accidentes de algo a lo que pertenecían que era la sustancia.
El movimiento, en este caso, se explicaba por el móvil. Y para descubrir entonces cualquier
fenómeno de movimiento, se acudía a explicar la estructura y composición de la sustancia
a la que pertenecía; y mediante las estructuras de materia y forma, potencia y acto, que
constituían la sustancia, así como por la composición de los 4 elementos, quedaba
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completamente explicado el movimiento: si un cuerpo se movía hacia abajo era porque
estaba constituido por tierra y agua, los elementos más pesados cuyo lugar natural es el de
abajo.
Así pues, para explicar el movimiento de caída se acudía al móvil, a los elementos que
formaban parte del cuerpo que caían. Ahora, sin embargo, un fenómeno se explica
únicamente desde su aspecto cuantitativo, por lo que es independiente de la sustancia, del
móvil. Siguiendo con el ejemplo del movimiento, el movimiento del cuerpo que cae, se
considera sólo su aspecto medible, cuantificable, independientemente de que lo que caiga
sea una sustancia compuesta de unos u otros elementos.
GALILEO GALILEI
Si Kepler aplicó toda la concepción del Universo a los movimientos celestes. Galileo lo hizo
a los movimientos de la Tierra. Gran defensor de la teoría de Copérnico, lo que le costó un
gran número de enfrentamientos y problemas con el Santo Oficio, representado por la
figura del cardenal Belarmino, hombre inteligente que supo provocar en Galileo
consecuencias graves dentro de su sistema.
Precisamente con su concepción matemática sobre el Universo, responde más bien a una
pregunta por el cómo que por el por qué. Siguiendo con el ejemplo del movimiento, el
sistema aristotélico se preguntaría por qué un cuerpo cae, y la explicación viene dada por
la estructura y composición del propio cuerpo. Para Galileo, la pregunta se transforma en
¿cómo se produce el movimiento de caída? Y en esta explicación, el cuerpo en sí no
interviene para nada. De esta manera Galileo se ocupará del movimiento de caída de los
cuerpos, el tiro de proyectiles, etc.
Con la idea de que el gran libro de la Naturaleza está escrito en caracteres matemáticos,
Galileo parte del hecho de que los fenómenos naturales han de escritos matemáticamente.
De ahí su interés por la geometría. La Geometría, por su peculiar constitución, actúa de
intermedio entre los sentidos y la razón; por una parte, la Geometría está mucho más
vinculada a la experiencia sensible que la Aritmética; pero por otra parte, es una ciencia
autónoma con sus propias leyes, capaz, por tanto, de desvincularse totalmente del mundo
de los sentidos. La adaptación de los fenómenos del movimiento a relaciones geométricos
es la gran labor de Galileo, al explicar en términos geométricos, fenómenos cinemáticos.
Para ello, crea un nuevo método, llamado Método galileano, que es un método hipotético −
deductivo, que consta de tres partes:
♦ Fase de hipótesis: consiste en la elaboración de una experiencia ideal o mental con datos
obtenidos de la experiencia sensible. El fin de este experimento mental, que es algo así
como una imagen del fenómeno a considerar elaborada por el sujeto, consiste en prescindir
de todas aquellas circunstancias que no formen parte del experimento como tal. Así, por
ejemplo, al estudiar la caída de los graves, Galileo construye una imagen de tal fenómeno
en el vacío, es decir, con ausencia completa de medio. Tal experiencia no se da en la
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naturaleza, donde siempre existe algún medio donde se produce el fenómeno; por eso, si el
fenómeno se considera y observa en la experiencia que la naturaleza ofrece, el agua, el
aire, el gas o cualquier otro medio, prestará siempre una resistencia a la caída del grave,
con lo cual habrá elementos extraños al experimento que no permitirán conocer con rigor,
pureza y exactitud dicho experimento de caída del grave. Pero sí se puede conseguir el
estudio en la pureza de este fenómeno de caída si lo suponemos mentalmente considerado,
es decir, con ausencia de cualquier tipo de medio.
♦ Fase de formulación matemática: una vez obtenido este experimento ideal de caída del
grave, el segundo paso consistirá en una expresión matemática que nos dé cuenta de su
pureza también de la dimensión medible o cuantificable de dicho movimiento de caída.
♦ Fase de verificación: se trata, finalmente, de trasladar el resultado de dicha experiencia a
la realidad empírica y si de alguna manera se conforma con ella elevarlo a la categoría de
teoría, y en caso de no se así seguir formulando nuevas hipótesis hasta conseguir dicha
verificación.
Entre sus características no puede señalarse todo como original sino que sus raíces se
encuentran claramente en la filosofía del s. XIV (Nominalismo) y la ciencia del
Renacimiento.
El método científico a partir de Galileo es eminentemente racional, y por ello fue más
fructífero que el Empirismo inglés. El método de Galileo consiste en suponer una hipótesis
racional expresada por una fórmula matemática que la experiencia debe cumplir. Una vez
que la razón formula una hipótesis, ésta se intenta verificar en la experiencia. Y esta
tendencia racionalista de la ciencia moderna es recogida y exagerada por los filósofos que
vendrán a establecer la pura razón como la única fuente de conocimiento: todos los
conceptos nacen de la pura razón. De esta manera, entendiendo que la razón es la única
apta para conseguir un conocimiento perfecto, se establece la base gnoseológica de
Racionalismo continental, que prevalecería durante todo el s. XVII.
Si todo conocimiento nace de la razón, queda por determinar como se realiza esta
operación. El Racionalismo hereda gran parte de la doctrina del conocimiento del s. XIV:
Ockham no valoraba otro medio de conocimiento que la intuición: nada se puede conocer
de modo natural si no se conoce intuitivamente. Pues bien, para el Racionalismo no existe
el conocimiento abstracto defendido por Aristóteles y la Escolástica; el conocimiento parte
de la intuición racional de objetos y principios, a partir de los cuales construye
deductivamente todo el edificio del saber. Con esto, el Racionalismo tiene que afirmar que
la forma del conocimiento y el contenido o materia del mismo no son recibidos de ninguna
experiencia. La consecuencia inmediata será admitir el innatismo de las ideas u objetos del
conocimiento, que son captados en la intuición.
De este modo, el Racionalismo se ha cerrado dentro del sujeto; ¿cómo, pues, poder afirmar
que conocemos la realidad extrasubjetiva? El Racionalismo, de un modo u otro, ha de
terminar siempre por afirmarla dogmáticamente. La conexión entre sujeto y mundo
exterior ha quedado rota y el problema del Racionalismo será justificar que el
conocimiento corresponde a la realidad externa.
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Sin embargo, el Racionalismo salva las exigencias racionales de la ciencia: toda ciencia ha
de partir de conceptos y principios universales; admitida la intuición como único método de
conocimiento, no quedaba otra solución que admitir que sólo tenemos conocimiento de lo
singular y relegar los conceptos universales a puros nombres. La filosofía moderna se
encontraba dividida en dos exigencias: la ciencia, que pedía conceptos universales; y el
Nominalismo, que, con la teoría del conocimiento intuitivo, sólo admitía como objetivos los
conceptos singulares. El modo de salir airoso de este problema fue introducir los objetos de
conocimiento en la razón misma: nace con ellos. Por eso, de una manera u otra, fue
necesario admitir el innatismo, pero la universalidad y necesidad del conocimiento
científico quedaba a salvo.
En contraposición con los escolásticos, Descartes no llegó a formar parte del profesorado
de ninguna universidad. Su enseñanza se difundió a través de su obra científica y filosófica
así como por su abundante correspondencia epistolar que mantuvo con el resto de los
pensadores de su época.
Entre sus obras destacan: Principios de Filosofía; Reglas para la Dirección del Espíritu;
Meditaciones Metafísicas; Discurso del Método.
Para ello, Descartes dice que lo primero que hay que hacer es establecer un Método, que
permita aprender a distinguir lo verdadero de lo falso, para ver claro y marchar con
seguridad por el camino de la ciencia.
En su obra Discurso del Método, Descartes señala cual debe ser el primer paso en su
camino filosófico: no admitir cosa alguna por verdadera sin que se haya evidenciado clara
y distintamente como tal. Luego como posición preparativa Descartes se determina a no
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admitir ninguna ciencia que no pueda ser justificada desde sus principios o que se
desarrolle basándose en prejuicios y falsas evidencias alimentando la confusión y la
oscuridad. Descartes se encuentra ahora en una situación inmejorable para hacer un
balance histórico de las sucesivas aportaciones de la Ciencia y la Filosofía. Con ello
comienza su método.
En el Discurso del Método, Descartes dice: todos los hombres están capacitados para
razonar; pero lo principal no es tener razón suficiente, sino poseer un método, es decir, un
camino que nos haga llegar con claridad y distinción a la certeza de las cosas. Los hombres
pueden tener buen espíritu, buen sentido, pero a nada llegarán si no tienen un camino a
seguir.
Hay, por tanto, una preocupación metódica en Descartes. La búsqueda del Método a seguir
en el estudio y conocimiento de la verdad. Y ese método cartesiano consta de 4 fases o
etapas:
Descartes lo primero que hace es dirigir una mirada hacia atrás, hacia toda la Ciencia y
Filosofía que le han precedido. Y las haya en perpetua disputa, en continua oposición y
contradicción: lo que unos pensadores afirman, otros rebaten; lo que unos pensadores
continúan respecto de otros, otros cortan tajantemente y exponen un sistema nuevo. Y esto,
tanto en Ciencia como en Filosofía. Por tanto, dice Descartes, si todo son disputas de
filósofos entre sí y científicos entre sí, lo más prudente, conveniente, oportuno y mejor será
dudar de todo antes de que nos encontremos con cosas que no son verdad y las creamos
como tal. Lo prudente es, por tanto, ponerlo todo en duda, en tela de juicio. Luego todo va
a ser dudado y puesto en tela de juicio.
Pero ocurre que la duda cartesiana no es un punto de llegada a la que el hombre esté
abocado necesariamente; no es una duda definitiva; es sólo una duda metódica, es el único
método o camino para llegar a la certeza; el procedimiento metodológico y crítico más
adecuado para presentar a la conciencia algún principio tan firmemente evidente que
pueda constituirse en el auténtico comienzo de la Filosofía.
Y es que Descartes pretende hacer una Filosofía totalmente nueva; comenzarla por vez
primera; romper con todo lo anterior y hacer una filosofía que tenga, como ciencia, el
mismo rigor, exactitud y precisión como lo tiene la Matemática a la que toma como modelo
o ejemplo.
Y dado que por el momento no está en posesión de tal principio, Descartes determina poner
en duda todos sus conocimientos. Pero dada la imposibilidad de pasar revista a todos ellos
se detiene a analizar las razones por las cuales ha prestado anteriormente asentimiento a
sus opiniones y creencias, y busca motivos por los que pueda dudar de tales razones.
1er motivo: no admitir como verdadero el testimonio de los sentidos: en primer lugar, dice
Descartes, nos enfrentamos con que el hombre, desde su infancia, está acostumbrado a
aceptar, como máximamente verdadero, lo que ha recibido de los sentidos o por mediación
suya. Sin embargo, alguna vez se ha dado cuenta del engaño al que le han conducido esos
sentidos (ejemplo: la ilusión del palo quebrado metido en el agua; la disminución del
tamaño de los objetos con la distancia; etc.). En consecuencia, Descartes dice, ya que los
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sentidos me engañan alguna vez, no es descabellado pensar que me pueden engañar
siempre. Por tanto, no se debe juzgar conforme a los sentidos por correr el riesgo de estar
sometido a error.
3er motivo: Deus Deceptor (Dios Engañador): para Descartes Dios desempeña un papel de
innegable importancia en toda su Filosofía. Y este papel se desdobla en dos funciones muy
distintas: una positiva y otra negativa: la función positiva radica en considerar a Dios
como la garantía última de la verdad de todo nuestro conocimiento. La función negativa
radica en que si Dios es totalmente libre y omnipotente, podría habernos creado de tal
manera que el conocimiento humano fuera un constante error.
4º motivo: Genio Maligno o Duendecillo Caprichoso: sería un ser inferior a Dios pero con
un poder superior al hombre, que se complaciese en engañarle, haciéndole creer como
verdaderas ilusiones que él pudiera infundir en su conocimiento.
Llegado a este último nivel de la duda, en el que parece que se ha disuelto todo el valor del
conocimiento, es decir, mientras Descartes dudaba, mientras pensaba que todo podía ser
falso, que él podía ser engañado, que podía dudar; cae en la cuenta de que lo que sí está
claro es que él, su existencia, no puede ser dudada, puesto que piensa, y si piensa existe:
sólo hay una cosa sobre la cual la duda es imposible: la propia existencia. De ahí su Cogito
Ergo Sum, su Pienso Luego Existo; ésta será la verdad fundamental de su sistema; su
punto de partida; la base de todo su pensamiento: sea despierto o soñando, sea con verdad
o sumido en el error, es indudable que estoy pensando, que existo yo cuando pienso. La
duda ha tropezado, por tanto, con la primera de las certezas con valor metafísico.
La duda no es una duda escéptica a la que se llegue necesariamente, sino el primer paso
ascético y depurador por el que hay que transitar para obtener a su término el cogito. Y lo
que en él se revelará no es propiamente un objeto, sino el pensamiento; el acto de pensar, si
se quiere, el sujeto. En todo conocimiento hay un objeto que se conoce y un sujeto que
conoce. Hasta Descartes, la importancia primordial estuvo siempre de parte del objeto.
Descartes va a iniciar una nueva filosofía, la filosofía moderna, dando preponderancia al
sujeto.
Hubo quien creyó que el Pienso Luego Existo era un silogismo abreviado en el que se
había suprimido una de las premisas (la mayor), y en el que la conclusión de existir era
sacada del pensar. Pero nada más lejos de la intención de Descartes para quien no se trata
de un razonamiento, sino de una intuición en la que se capta al mismo tiempo el pensar y
el existir. No hay una separación que haga primero el pensar y luego el existir; porque no
se puede pensar si no se existe. Estos dos verbos se dan en el mismo acto y son captados por
intuición.
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que ha encontrado en el hecho del pensamiento (en el Cogito Ergo Sum) al conocimiento
de los objetos. Por eso Descartes busca ahora las características que hacen a un
conocimiento verdadero y cierto.
Ya sabemos que el Cogito Ergo Sum no se trata de un silogismo sino de una intuición en la
que es captado el hecho de pensar y de existir fundidos en un solo acto. Estamos tomando
así conciencia del ser, de ese ser que piensa y que por ser ser y por pensar diremos que es la
sustancia pensante, la Res Cogitans Sive Mens (cosa que piensa o mente, o sustancia
espiritual). De aquí que el ser sea planteado como sustancia.
El método nos aconsejaba las sustancias claras y distintas. Descartes dice que debe haber
otra sustancia que también se percibe con claridad y distinción, como la Res Cogitans Sive
Mens; y esta otra sustancia es Res Extensa Sive Corpus, es decir, la sustancia material o
cuerpo.
Luego para Descartes hay tres sustancias: Dios, Espíritu y Cuerpo. Entre ellas debe haber
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una distinción real, tajante. Y dice que entre la sustancia divina, Dios, y las otras dos la
diferencia es clara. Pero entre las sustancias naturales esta diferencia ya no es tan clara,
aunque existe.
Descartes, una vez nos ha definido qué es la sustancia, nos va a decir qué es lo propio de la
sustancia, lo que a ésta le pertenece: lo que es propio y pertenece a la sustancia son los
atributos y los modos.
Los modos son cualidades variables y no necesarias de la sustancia. Por tanto, no son
esenciales, sino contingentes, accidentales . pero tampoco se pueden separar realmente de
la sustancia sino mediante una distinción de razón.
♦ Hechos representativos: se llaman así porque sirven para representar algo (imágenes,
ideas, etc.).
♦ Hechos activos: se llaman así porque nos ponen en marcha hacia algo (pasiones, afectos,
sentimientos, etc.).
♦ Hechos semirrepresentativos − semiactivos: llamados así porque participan de los dos
anteriores (juicios, etc.).
Descartes se da cuenta de que todos los hombrees poseen las ideas innatas y concretamente
tres de estas ideas: Idea de Dios, Idea del Yo, e Idea de la Materia.
Se va a preguntar por la realidad objetiva de estas tres ideas. Dice: si existen las ideas del
Yo y la de la Materia, es necesario que exista Dios. Porque Descartes dice que la Idea de
Dios es equivalente a la idea de un ser sumamente perfecto pero, ¿es esta idea una
realidad?; ¿tiene una correspondencia objetiva?
La palabra infinita de Dios es una palabra negativa, pero no le corresponde una idea
negativa, sino que se refiere a un ser totalmente positivo.
Como idea, lo infinito es anterior a lo finito, luego Dios, como idea infinita, es anterior a la
Idea del Yo y a la Idea de la Materia o Mundo.
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Pero esta idea infinita de Dios, no puedo tenerla yo por mí mismo porque soy finito, luego
si no la tengo por mí, la han tenido que depositar en mí; y esto sólo ha podido hacerlo
alguien que también sea infinito. Luego sólo la sustancia infinita, Dios, ha podido
depositar en mí la idea infinita de Dios. Luego si Dios la ha puesto en mí, Dios existe.
El criterio de toda verdad es que sea clara y distinta; y concluye que la más clara y distinta
es la idea de Dios: es la idea de un ser perfectísimo, y en la idea de un ser perfectísimo se
tiene que contener la existencia necesaria y perfecta. Luego, ya está clara la existencia de
Dios porque es perfecto y distinto de los otros seres.
Crítica del argumento: ¿Pero es que la existencia es una nota o perfección de la esencia?
La existencia es distinta a la esencia y no está dentro de sus perfecciones. Esta es la crítica
del argumento: no necesariamente porque una cosa exista como idea, tiene que existir
objetivamente o en la realidad; pues existen conceptos o ideas tales como fantasma,
duende, sirena, etc., y sin embargo sabemos que no tiene existencia real.
Es independiente de tal manera del cuerpo que aunque el cuerpo no existiera, ella no
dejaría de existir. Y de tal manera el pensamiento es la esencia del yo, que si se deja de
pensar se deja de existir, del mismo modo que todo lo que piensa existe y que allí donde hay
pensamiento hay espíritu o alma. Pero se podría estimar que en personas que no piensan
(niños, dementes, etc.), no hay espíritu. Descartes dice que él expone su tesis no en un
plano psicológico, sino metafísico; y en este sentido tanto el niño como el demente sin
sujetos de pensamiento.
◊ COMPLETA:
Quiere decir que es una sustancia independiente; que existe por sí sola; que no necesita del
cuerpo para existir. Cuerpo y alma están unidos sólo accidentalmente (Platón).
◊ SIMPLE:
Porque ha sido captada en una simple en una primera intuición, en el cogito, y la intuición
sólo capta lo simple. Y porque en ella no hay otra cosa que no sea ella misma; sin mezcla
de cuerpo o de materia; ya que, al decir alma, entendemos una sustancia distinta de las
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demás.
◊ ESPIRITUAL:
Para su atributo es el pensamiento, algo que no tiene partes ni forma. Para Descartes el
pensamiento lo forman todos los hechos o contenido de conciencia: imágenes, ideas,
afectos, pasiones, sentimientos, etc. Como espíritu, el alma se caracteriza por el
pensamiento, es decir, por vivir, pensar, querer, odiar, amar, dudar; en una palabra, por
tener conciencia.
◊ INMORTAL:
El alma simple no tienen partes, y por ser simple no puede descomponerse; y la muerte es
la descomposición de la sustancia. De aquí que Descartes crea que la muerte es el
movimiento que afecta al cuerpo pero no al alma.
Todo esto es para Descartes el Alma, la Res Cogitans Sive Mens, que es el objeto de la
intuición y el concebir así el alma es concebir al hombre como un ser dual, es decir, un
encuentro de dos sustancias. Por eso no habla a continuación de:
La sustancia material tiene así caracteres matemáticos y físicos, cuando entre el mundo
matemático y el físico hay una gran diferencia. Pero para Descartes la idea de extensión es
algo claro y distinto y por eso los seres físicos (res extensa) son objetos de la razón, y su
extensión tiene una naturaleza matemática; y sólo el movimiento tiene naturaleza física.
Pero los seres vivos para ser movidos necesitan del movimiento (puesto que son seres
inertes) y este movimiento sólo es posible como movimiento local, que es un movimiento
mecanicista; el movimiento cualitativo y el cuantitativo sólo se conocen por los sentidos,
pero estos se engañosos, y por tanto no se puede hablar de tales movimientos. También
ataca al movimiento sustancial (transformación hilemórfica), preguntándose ¿de dónde
viene la nueva forma y a dónde ha ido a parar la antigua? Dice que esto repugna a la
razón y a la experiencia, y por eso lo niega. Sólo el movimiento local no es de los sentidos
sino mecanicista y es al único que Descartes concede validez. Por eso para Descartes los
seres físicos son mecanismos. Sólo el hombre no es un mecanismo porque tiene sustancia
espiritual.
Y se pregunta ¿de dónde les viene a los seres el movimiento local? Ha de venirles de fuera,
pero de fuera ¿de dónde? Porque los seres son inertes y no puede provenir de ellos mismos.
Descartes se ve obligado a decir que el movimiento proviene de la sustancia divina, Dios es
la causa única, el Universo es movido por Dios; pero Dios es inmutable, ¿cómo puede
conferir este movimiento? Haciendo que la cantidad de movimiento se mantenga constante,
de manera que dé testimonio de su inmutabilidad y de la ley de la conservación de la
energía: nada se destruye ni se crea, sino que sólo se transforma. Es decir, existe en el
mundo una cantidad de materia capaz de ser distribuida en infinidad de formas; existe
además una cantidad constante de movimiento comunicado por Dios a la materia en su
instante primero. En efecto, dice Descartes, la materia se halla dividida en infinidad de
átomos materiales, y dada la cantidad de movimiento final, éste se transmite por el choque
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de los átomos con otros produciéndose uniones atómicas que explican la pluralidad de los
cuerpos y la variedad de los cambios, incluso en el reino animal.
Finalmente, Descartes se pregunta si proviene también algún movimiento del alma, y dice
que alma y cuerpo se relacionan encontrándose en un lugar que dice que es la glándula
pineal. No es el encuentro directo, sino indirecto, a través de unos seres intermedios a los
que llama espíritus animales, que son los encargados de llevar el movimiento a partir de la
glándula pineal.
♦ Nos aconseja un conformismo social, es decir, ser dóciles con las leyes, costumbres y usos
de nuestro país.
♦ Nos aconseja tener una voluntad, un ánimo constante, que siga siempre una misma
dirección, sin vacilar.
♦ Nos aconseja la moderación de los deseos: ser prudentes, contenernos y no intentar
cambiar el orden del mundo.
♦ La naturaleza del ser divino: Descartes dice que Dios, porque es sumamente bueno, es la
garantía de que todo lo que nos ocurre es bueno; luego hay que adoptar una postura de
aceptación confiada.
♦ La condición humana: Descartes dice que la condición humana viene determinada por la
Res Cogitans; por lo tanto, lo mejor es tratar de mantener separada la Res Cogitans de la
Res Extensa. Sin embargo, existe el terreno de las pasiones que es común a ambas
sustancias, ya que la pasión es, por un lado, algo propio del espíritu, en cuanto que es algo
consciente (deseo, amor, odio, venganza, etc.); pero también se da en ella un movimiento
que afecta al cuerpo, luego también es algo del cuerpo.
Las pasiones en sí mismas no son buenas ni malas; son naturales. Si yo las someto, son
algo porque significa mi triunfo sobre ellas; en caso contrario, son malas y de aquí que
Descartes nos hable de la moderación de los deseos.
Filósofo judío de origen ibérico, nacido en Amsterdam (Holanda), nace en 1632 y muere
en 1677. Expulsado de la sinagoga por incurrir en términos considerados como heréticos,
llega al borde de la crisis religiosa. Por su origen judío va a ser perseguido y se convierte
en un solitario que, en medio de una vida extremadamente austera (ayudaba a su padre en
el pulimentado de cristales para óptica), se consagra al desarrollo de uno de los sistemas
más rigurosos producidos por la Filosofía occidental. Sus obras: Tratado de la Enmienda
del Entendimiento; El Ser Todo Teológico y el Teológico − Político; su obra más
importante es Éthica More Geométrico Demostrata, y una serie de cartas.
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Spinoza pretende enseñarnos con su Filosofía al camino hacia la salvación y la felicidad.
La meta de esa camino es Dios, pero no un Dios en el que religiosamente creemos, sino un
Dios conocido y acatado por la razón. A este Dios no lo conocemos evadiéndonos del
mundo, porque ese Dios es el mundo, o ese mundo es Dios. Lo que hay que conseguir es
conocer el mundo como necesario.
Como Racionalismo que es, va a dar primacía al tema del conocimiento, y defenderá el
conocimiento racional, mostrándonos sus modos hasta llegar a la cumbre del conocer. En
su obra Tratado de la Enmienda del Entendimiento nos muestra los cuatro grados del
conocimiento:
Este cuarto grado es el conocimiento de las esencias, por lo que podemos decir que es
necesario, ya que la esencia es la cumbre del conocimiento. Y lo va a llamar Intelectio
(Intelección).
Para Descartes había un primer principio: cogito; para Spinoza el primer principio es: el
orden y la conexión de las ideas es el mismo que el orden y la conexión de las cosas. Hay
pues una relación entre las ideas y las cosas. De aquí arrancará toda su filosofía. Y este
primer principio será alcanzado en el cuarto grado del conocimiento, en la intelección.
Si Descartes había dicho que las sustancia eran claras y distintas las primeras de las otras,
Spinoza dirá por ello que el concepto de sustancia no necesita de otros conceptos para ser
formado.
♦ La sustancia es incausada: no tiene causa, ya que, si fuera así, si fuese causada, habría
que explicarla a partir de su causa.
♦ La sustancia es infinita: ya que, si estuviese limitada, si fuese finita, no podría definirse
más que por diferenciación de las que le rodean; y entonces ocurriría que para definir su
concepto habría que tomar o hacer referencia al concepto de otras cosas.
♦ La sustancia es única: si es infinita, si no hay nada que la limite, es que no hay más
sustancia que ella.
A continuación, Spinoza habla de los atributos y los modos de la sustancia: por atributo yo
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entiendo aquello que el entendimiento percibe de la sustancia como constituyendo su
esencia. Es lo mismo que dijo Descartes. Pero, ¿cuántos, cómo y qué son los atributos? Los
atributos son infinitos, porque así son las sustancias, pero sólo en su género y no de un
modo absoluto como la sustancia. Descartes nos dijo que sólo había dos atributos, los de
las dos sustancias (el pensamiento y la extensión). Spinoza nos dirá que sólo se pueden
percibir dos unidos en una sola sustancia, pero luego hay infinitos atributos más.
Respecto de los modos nos dice: por modo yo entiendo las afecciones de la sustancia, es
decir, las modificaciones de la sustancia. O de otra manera: aquello que es en otra cosa y
por lo que esta cosa es también conocida.
Para Spinoza los modos, como son de la sustancia, también son infinitos; pero en número,
no en sí mismos que son finitos, pues son maneras o manifestaciones de la sustancia.
Hemos dicho que la sustancia es incausada, infinita y única. Y esto tanto como decir que
sólo hay una sustancia: Dios: todo es Dios y Dios es todo. La Naturaleza es Dios y Dios es
la Naturaleza. De aquí su panteísmo.
Pero si sólo hay y existe Dios, ¿cómo podemos concebir dentro de ese panteísmo al mundo
y al hombre? Porque es cierto que mi experiencia me advierte de la existencia de esas dos
sustancias; ¿cómo sólo entonces puede existir la sustancia única, Dios?
Spinoza va a partir como hizo Descartes del problema de la existencia de Dios; y como
Descartes tratará de indicarnos las vías o caminos que prueban su existencia. Descartes
utilizó: la Vía de la Razón Suficiente y la Vía de la Idea Clara y Distinta. Para Spinoza, la
esencia y existencia de Dios coinciden; la esencia de Dios consiste en existir; luego Dios
existe. Pero es más, si al orden y conexión de las ideas le corresponde el orden y conexión
de las cosas, a la idea de Dios le ha de corresponder, y en estrecha conexión, la cosa o ser
de Dios.
Pero es más, siempre debe de haber una razón para que existan las cosas y para que no
existan. Esa razón debe estar contenida en la cosa misma cuando ésta exista; o fuera de
ella cuando no exista (no existe un círculo cuadrado, porque va contra su naturaleza; es
una contradicción). Luego existe necesariamente aquella cosa que no necesita razón o
causa alguna para su existencia. Si Dios no existe, tendrá que haber una razón que, o tiene
que estar en Él (y sería una contradicción), o fuera de Él; pero si está fuera de Él, ésta
sería finita y limitada, y no valdría para explicar la existencia o no existencia de Dios,
porque Dios es infinito. Luego Dios existe.
Es más, poder existir significa potencia; poder no existir significa impotencia. Si lo que
existe son seres finitos, estos serían, paradójicamente, más poderosos que el ser infinito.
Pero esto es absurdo; luego existe Dios o no existe nada. Pero nada no puede existir porque
yo existo; por tanto Dios debe existir.
Siempre parte así Spinoza de una idea para llegar a una realidad. Al hablar de Dios dice
que su esencia envuelve a sus existencia. Dios es idéntico a sí mismo, y es uno con todo; de
aquí que afirme su panteísmo: entiendo por Dios en ser absolutamente infinito; una
sustancia con infinidad de atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia infinita;
todos los atributos manifiestan todo cuanto hay; luego Dios es todo y todo es Dios.
No puede darse ni concebirse ninguna sustancia fuera de Dios, pues si existiese debería ser
explicada por algún atributo, lo cual es absurdo, porque estos modos los posee Dios. Luego
101
no puede existir otra sustancia; sólo existe Dios.
¿Cómo se explican entonces el mundo y el hombre? Spinoza parte de que sólo hay una
sustancia; pero habla hábilmente: sólo existe la sustancia única, pero puede ser mirada,
contemplada o considerada desde distintos modos que nos respalden al mundo y al hombre.
La totalidad de esos distintos modos finitos determinados de la sustancia única, la llama
Spinoza mundo. Luego la sustancia única puede manifestarse como mundo, aunque ella
en sí sea infinita:
En el mundo hay infinidad de variaciones que proceden de la sustancia según sus infinitos
atributos y modos. El mundo es pues una infinidad de modos; y es eterno porque los
atributos son de la sustancia que es eterna. Luego el mundo es necesario porque los modos
son necesarios, infinitos y eternos. Los modos evolucionan porque la sustancia los va
cambiando. Y este cambio de los modos es bautizado por Spinoza creación o evolución.
Spinoza, para mostrarnos al mundo, nos remite a la sustancia única diciéndonos que es
necesario porque así lo es la sustancia única; demostrando que las cosas han sido hechas
así y no de otra forma, y que las cosas no tienen finalidad en sí mismas, no cambian por sí
mismas puesto que sólo hay finalidad allí de donde todas ellas proceden, es decir, en la
sustancia única. Por eso este mundo no puede ser contingente, porque es algo de la
sustancia única y por tanto es un orden de la necesidad. En este sistema no hay lugar para
el voluntarismo.
Spinoza dirá que el hombre será un modo del atributo de la extensión en cuanto que tiene
cuerpo; luego como cuerpo es un modo de Dios. Pero también el alma es un modo del
atributo del pensamiento, luego también es un modo de Dios. Lo característico del hombre
es que cuerpo y alma se dan conjuntamente, ¿cómo coinciden? Se trata de una
correspondencia, de un Paralelismo entre ambos: serán paralelos de forma que se
corresponden de tal manera que a un acto del cuerpo le corresponde un acto del alma y
viceversa (Paralelismo psicofísico). Y cuando se da este paralelismo surge una unidad a la
que Spinoza llama hombre. En el alma hay también un paralelismo entre entendimiento y
voluntad.
Pero el hombre no puede ser libre porque es un modo de la sustancia única; y si la ley de la
102
Natura − Naturata es la ley de la necesidad, la voluntad ya no puede llamarse causa libre
sino causa necesaria. Entonces el orden de la necesidad y el de la Ética se confunden: lo
que antes se llamaba libertad ahora se llama necesidad. Libre entonces es lo que existe por
necesidad.
La Ética spinozista no será pues una ética finalista ni imperativa, sino meramente
indicativa: el comportamiento ético consistirá en conocer la sustancia única para cumplir
así sus leyes de necesidad. La virtud consistirá en conocer la sustancia única y cumplir sus
leyes. Por eso Spinoza nos propone como norma ética el amos intelectual. Nos dice que hay
que evitar los afectos pasivos (pasiones: deseos, alegrías, odios, etc.) que nos dan la falsa
ilusión de que somos independientes.
Sus obras: Ensayos de Teodicea sobre la Bondad de Dios y la Libertad del Hombre; Los
Principios de la Naturaleza y la Gracia; Discurso de Metafísica; La Monadología.
Leibniz parte de una crítica a Descartes. El concepto de átomo extenso resulta inadmisible
para Leibniz. En efecto, para Descartes, la materia estaba dividida en átomos y, siendo la
esencia de la materia la extensión, es siempre divisible; y, si átomo significa indiviso, es
contradictorio la idea de un átomo material.
Por esto Leibniz sustituye el átomo por la MÓNADA, que significa Unidad Simple. Las
mónadas son las unidades o sustancias simples que componen todo el mundo real. En
efecto, si existen sustancias compuestas, deben existir sustancias simples, sin componentes.
Estas sustancias simples son las mónadas. Luego el mundo está constituido de múltiples
mónadas. De ahí el nombre de Racionalismo Pluralista.
Las mónadas no son materia, sino Energía, Fuerza (vis); de ahí que el sistema físico de
Leibniz haya recibido el nombre de Dinamismo.
Siendo las mónadas una especie de átomos de energía, Leibniz sustituye también la Teoría
Cartesiana de la constancia de la cantidad de movimiento por el Principio de Fuerza Viva o
Energía Cinética.
103
Dinamismo.
Pero esto plantea el problema de la libertad: si existe una armonía preestablecida, ¿cómo
puede salvarse la libertad del hombre? Porque si hay una determinación en la actividad de
cada mónada, parece imposible afirmar la espontaneidad de los actos humanos. Leibniz
resuelve el problema haciendo equivaler la libertad a la contingencia: para que se dé la
libertad sólo es preciso y suficiente excluir la necesidad y la violencia. Ahora bien, nuestra
inteligencia nos dice que siempre es posible obrar de modo distinto a como se ha hecho,
puesto que nuestro obrar es contingente y no necesario. Siendo la libertad la ausencia de
necesidad parece que se resuelve el problema de la libertad porque, aunque, de hecho, se
obre de una determinada manera, siempre se pudo haber obrado de otra.
104
necesariamente; las segundas se refieren a algo que puede ser de otra manera.
Para Leibniz son Verdades de Razón las verdades matemáticas, porque gozan de una
coherencia racional necesaria; mientras que las Verdades de la Experiencia Física sólo
serán Verdades de Hecho, ya que no pueden ser deducidas necesariamente.
Por tanto, las Verdades de Razón han de ser innatas, es decir, que se ha de llegar a ellas
por el desenvolvimiento íntimo del entendimiento, sin necesidad de experiencia alguna.
Pues si las Verdades de Razón nacieran de la experiencia, ya no serían tales verdades sino
Verdades de Hecho. De ahí la idea de que las mónadas son cerradas y que el Dinamismo
interior de las mónadas es sumamente coherente con esta teoría.
Por otro lado, las Verdades de Hecho nacen de la experiencia sensible; arrancan de un
hecho. Sin embargo, son verdades, es decir, gozan de objetividad. Ahora bien, ¿cómo puede
ser verdadero algo que parte de lo sensible si para el Racionalismo sólo es verdad lo que es
coherente en un sistema racional, y sólo es posible captar la realidad mediante la razón?
Las Verdades de Hecho son las que existen porque son posibles de ser; constituyen el
mundo de lo posible, y por tanto tiene que haber una razón suficiente por la cual son.
Luego las Verdades de Hecho se rigen por el principio de la Razón Suficiente; y son a
posteriori, es decir, posteriores y dependientes de la experiencia; y por tanto contingentes.
El principio de razón suficiente quiere decir que todo lo que es tiene una razón por lo que
es, y además por el hecho de ser algo real es algo inteligible. Luego la razón suficiente es
aquello que hace a algo inteligible. Así, una mesa no es inteligible si no es porque la haya
construido alguien. Luego a las Verdades de Hecho hay que encontrarles su razón para
que se conviertan en verdades. Ahora bien, muchas de las razones que fundamentan las
Verdades de Hecho son a su vez hechos que necesitan una razón para ser inteligibles: el
carpintero es la razón que explica la existencia de la mesa; pero, a su vez, es un hecho que
necesita una razón para ser inteligible. El ideal sería encontrar un hecho que fuese a su
vez su razón. Esto es Dios. Dios tiene en sí mismo su propia razón, no la tiene en otro. En
Dios no se puede encontrar ninguna Verdad de Hecho. En efecto, Dios conoce todas las
verdades de las cosas y por ello las Verdades de Hecho en Dios se convierten en Verdades
de Razón. Éste es el ideal del conocimiento: conocerlo todo con Verdades de Razón. El
conocimiento ha de ir progresando para convertir las Verdades de Hecho en Verdades de
Razón. En este punto entra en contacto con el matematicismo de Leibniz.
Dentro de las a priori, vuelve a utilizar el argumento ontológico: Dios es el único ser que si
es posible es necesario que exista. Dios ha de ser sumamente perfecto porque en aso de
negarle la existencia no lo sería; luego si es sumamente perfecto tiene que existir.
105
Finalmente, Leibniz dice que Dios tiene en su mente una infinidad de mundos posibles al
crear, constituidos por infinitos posibles; y si creó este mundo y no otro, es porque para
Dios, este mundo es el mejor de los posibles.
EL EMPIRISMO INGLÉS
También con este nombre se está contraponiendo este sistema, típicamente inglés, al
Racionalismo continental, que desde Descartes había antepuesto la razón a la experiencia.
Sin embargo, sería engañoso considerar que Racionalismo y Empirismo son dos escuelas
filosóficas sin puntos de encuentros. En primer lugar, se iría contra los hechos históricos
que nos muestran que los grandes autores del Empirismo inglés se formaron, en buena
medida, leyendo autores racionalistas (Locke está muy influido por Descartes; Berkeley, lo
está por Malebranche; y Hume está en deuda con ambos).
Pero además hay notables coincidencias temáticas: Racionalismo y Empirismo hacen una
Filosofía cuyo núcleo central son las ideas, sobre todo en el campo de la teoría del
conocimiento; si bien las ideas de los racionalistas son innatas mientras que las de los
empiristas son adquiridas. No obstante, racionalistas y empiristas hacen su filosofía en y
desde su conciencia, si bien la conciencia de los racionalistas es sustancial (yo pensante),
mientras que en los empiristas, tras la crítica que hacen del concepto de sustancia, se
desustancializa la conciencia del yo.
El punto fundamental que diferencia a los empiristas de los racionalistas está en el papel
primordial concedido a la experiencia: tratándose, en unos y otros, de filosofías que se
montan sobre una previa teoría del conocimiento, los empiristas van a hacer de la
experiencia el necesario certificado de validez de todo contenido del conocimiento, tanto a
la hora de explicar su origen (no hay nada innato), como a la hora de justificar su validez:
los métodos de análisis empíricos e inductivos destierran a los deductivos, propios del
pensamiento matematizante del Racionalismo. La experiencia es autosuficiente por sí
misma para explicar y justificar el conocimiento. El pensamiento, si es que es algo distinto
de la experiencia, debe depender necesariamente de ésta y estar sometido a ella.
Francis Bacon (1561 − 1626) estudió en Cambridge. Siguió la carrera política a la que
supo subordinarlo todo por lo que ascendió rápidamente. Dificultades en la corte le
llevaron a retirarse a la vida privada, dedicándose al estudio de la Filosofía y la Ciencia. Su
obra más célebre: Nuevo Órgano.
106
Bacon, dotado de extraordinario sentido pragmático, piensa que la labor escolástica ha
sido totalmente insegura y por ello cree en la necesidad de encontrar un nuevo método de
pensamiento científico. La metafísica realista anterior había partido de la experiencia, pero
ésta siempre fue ocasional, y se elevaba en alas de la deducción al plano de las
abstracciones. Ahora, las necesidades científicas exigían una experiencia constante. Se
hace pues necesario sistematizar el método experimental. Y a esto dedicó Bacon todos sus
trabajos, lo que hace a que toda su Filosofía sea la búsqueda de un nuevo método para
experimentar la naturaleza.
Los primeros son los llamados ídolos de la caverna, o sea, los errores provenientes de las
facultades y constitución propia de cada individuo; después están los ídolos del teatro, que
expresan los errores provenientes de la creencia en la autoridad ajena; después, los ídolos
de la plaza, que son los errores debidos al lenguaje; y finalmente los ídolos de la tribu, que
son los errores a que dan origen la constitución de la naturaleza humana.
Una vez se ha conseguido eliminar todos los prejuicios que pueden engañar a la mente al
enfocar objetivamente la realidad, el hombre está en disposición para comenzar el
conocimiento de esa realidad mediante el experimento. Para el nuevo método experimental,
Bacon señala una serie de fases: a) debe realizarse una etapa de experimentación que
comprende dos momentos: observación y experimentación propiamente dicha; b) una vez
efectuada la recogida de datos debe seguirse esta segunda etapa de elaboración que se lleva
a cabo mediante la inducción científica, por la cual pueden señalarse, como c) el
establecimiento de leyes. Y para ello Bacon construye sus célebres tablas:
Nace en Inglaterra en 1632. Estudió en Oxford, donde alcanzó el grado de maestro y donde
conoció la filosofía escolástica. Pensó dedicarse a la carrera eclesiástica, pero su sentido de
la libertad le hizo desistir. Tuvo posibilidades de dedicarse a la diplomacia, pero decidió
dedicarse por completo a su vocación filosófica. Problemas políticos le hicieron marchar a
Francia, donde conoció el Racionalismo. De regreso a Inglaterra, pasó sus últimos años
retirado en el campo, muriendo en 1704.
Lleva impresa la huella del Empirismo por haberse dedicado a ciencias experimentales
como la Medicina y la Química. Es un filántropo y un espíritu liberal amante de la
burguesía. Muy preocupado por la Filosofía política, busca siempre un equilibrio entre su
filosofía política y su filosofía humana.
De entre sus obras destacan: Ensayo sobre el Entendimiento Humano y Ensayo sobre el
107
Gobierno Civil (filosofía política).
EL CONOCIMIENTO EN LOCKE
Entiende por experiencia tanto el conocimiento de los sentidos externos como el de los
internos. La primera parte de la experiencia corresponde a los sentidos externos y es la
sensación; en segundo lugar está la experiencia de los sentidos internos y es la reflexión.
Entre sensación y reflexión da siempre primacía a la primera.
Luego los sentidos son el punto de partida de este sistema y de ahí su nombre de
Empirismo.
Locke dice: Idea es todo contenido de la mente. Y lo primero que trata de hacer es
establecer unas coordenadas clasificatorias de las ideas:
Comienza por las ideas simples, que son las que mi mente recibe de manera pasiva, sin
intervenir para nada (calor, sabor, etc.); después están las ideas complejas, que lo son en
tanto que mi mente ejerce sobre ellas una cierta actividad, es decir, son el resultado de la
combinación de varias simples.
Dentro de las simples están las sensaciones, que son el resultado del conocimiento de los
sentidos externos; la reflexión, que es la experiencia de los sentidos internos (cuando me
doy cuanta de que pienso o no pienso...); y la percepción − introspección, que es una
participación de las dos anteriores, porque como percepción se apoya en los sentidos
externos, y como introspección en los sentidos internos.
Locke distingue dentro de la sensación: cualidades primarias o sensibles propias, que son
aquellas cualidades en las que intervienen un único sentido y no existen en realidad porque
son subjetivas (olor, calor, frío, etc.); y cualidades secundarias que son percibidas por
varios sentidos y son las únicas que poseen valor objetivo y están representadas por las
ideas simples (la extensión, el volumen, la masa, etc.).
Dentro de las ideas complejas (las originadas por mi mente, por la combinación de varias
108
simples) distingue tres tipos:
A continuación Locke se pregunta qué son las ideas de sustancia y relación de causalidad.
Y dice que no son ideas simples sino complejas, y por tanto algo elaborado por mi mente.
No son algo real ni óntico, sino algo sobre lo que interviene mi mente. Y dice: el color de la
naranja, las porosidades, su forma, su sabor, etc.; sí que puedo captarlo porque son ideas
simples; pero el conjunto no lo capto; es algo combinado y complejo; es la sustancia.
Detrás de esas cualidades (accidentes) debe haber algo; pero para mí es obscuro y confuso;
algo que yo no puedo captar; y este algo es lo que llaman sustancia, y que parece ser que
combina las distintas cualidades, que es lo único que yo percibo.
La causalidad se basa más bien en la ley de asociación según la cual estamos habituados a
ver una serie de hechos sucesivos (dado un hecho determinado se sigue otro
consecuentemente), y así ante situaciones semejantes nos anticipamos a saber qué es lo que
va a ocurrir.
Después tratará de ver en qué manera van a vivir los individuos en este estado de
Naturaleza, irá en función de tres derechos:
◊ Derecho a la libertad.
◊ Derecho a la vida.
109
◊ Derecho a la propiedad.
Este último es el más importante por ser el derecho que tiene el hombre sobre su trabajo y
mediante el cual va haciendo suyas las cosas que elabora.
Luego la sociedad política surge como una necesidad para resolver los conflictos que
surgen entre los hombres: los individuos sienten esa necesidad y se ponen de acuerdo
mediante un pacto por el que delegan sus derechos y prerrogativas en el poder, con el fin
de solucionar mejor sus problemas. El poder es el delegado de la sociedad, y su fin es la
garantía y protección de los derechos individuales. Esta limitación del poder es la primera
afirmación del liberalismo político (que es contrario a la afirmación aristotélica que decía
que el hombre es social por naturaleza. Locke dice que el hombre es anterior y la
comunidad es una forma secundaria).
Una vez queda establecida la sociedad política y ha surgido el Estado, habrá que ver cómo
se gobierna. Serán los individuos los que determinarán la forma de gobierno del Estado,
acordando que éste ha de encaminar sus funciones según la ley o criterio de la mayoría.
Por eso para Locke no importa que se trate de Anarquía, Aristocracia, Democracia, etc.,
sino que lo importante es que sean los que fueran los que gobiernen, han de hacerlo por el
criterio de la mayoría. Y para que esto se pueda llevar a cabo hay que delimitar el poder del
Estado. Y así hace su división tripartita del poder en: legislativo, judicial y ejecutivo, que se
limitan los unos a los otros.
Nace cerca de Edimburgo (Escocia) en 1717. Abandonó los estudios de derecho y, tras
intentos no afortunados por dedicarse a actividades mercantiles, se entrega al estudio de
problemas filosóficos durante los tres años que vivió en Francia. Se dedicó a la diplomacia
viajando por diversos países europeos hasta que se retira a Escocia donde muere en 1776.
Para Hume la Filosofía es una crítica con la que despertamos a la realidad de los
fenómenos. Todo es fenoménico. Pero este fenomenismo le lleva a un escepticismo, al
negar todo dogmatismo, es decir, lo que no sea cognoscible por la experiencia de los
sentidos. Con lo que únicamente se queda el filósofo es con el testimonio real de sus
sentidos; con la percepción psicológica.
110
Investigación sobre los Principios de la moral; Historia de Inglaterra.
Hume no sólo tratará el origen de las ideas sino también la génesis de las mismas. Dice:
todos nuestros conocimientos proceden de la experiencia sensible. Lo primero que
conocemos son las ideas, que provienen de la experiencia externa. Hay dos géneros de
ideas o de percepciones: unas percepciones son fuertes, intensas, vivas, y son llamadas
Impresiones; y otras son débiles, ligeras, y son llamadas Ideas. La diferencia entre ellas es
sólo el grado de intensidad con que son percibidas. Toda idea tiene como base una
impresión que le precede.
Desde las impresiones simples nos tiene que explicar cómo se pasa a la complejidad del
entendimiento. Para ello recurre al Asociacionismo. Dice: en todo complejo no intervienen
ningún substrato, ningún elemento unitivo, ni el azar; la unión se lleva a cabo como
sugerido por las propias impresiones, y es mi mente la que capta dicha unión. Luego la
unión la realiza mi mente sugerida por las impresiones mediante las leyes de asociación de:
semejanza; continuidad (espacio − temporal); y causalidad (causa − efecto), que hacen que
unas se asocien con otras.
Hume nos ha dicho que las ideas con el conocimiento experimental; pero el conocimiento
científico se basa en ideas generales, que no son del conocimiento experimental. ¿Cómo se
justifican desde el conocimiento empírico? Hume se basa para ello en la Abstracción, pero
significando con ella la operación por la cual hay imágenes que procediendo del
conocimiento empírico son incompletas, no terminadas, indefinidas, y por ello, no
representan una sola cosa sino que pueden atribuirse a varias. Son las ideas generales, que
poseen una gran fuerza y capacidad de acomodación. Luego para Hume, la ciencia es una
cadena de ideas generales enlazadas por uniones lógicas.
Una vez expuesta su teoría del conocimiento, Hume expone su teoría de la realidad o
negación de las metafísica. Dice: si sólo lo que es objeto de mi experiencia puede ser
conocido, entonces el estudio de la metafísica, que es transfenoménico, no puede ser
conocido. La Metafísica es una pura manía humana.
Para Aristóteles la sustancia es el ámbito donde se encuentra el ser. Hume criticará esta
noción de sustancia. Y también criticará la noción de causalidad, que es la razón entre una
causa y un efecto, o la dependencia ontológica de un ser en otro. Hume dirá que ni la
sustancia ni la causalidad son captadas por la intuición simple.
Dice que la causalidad no se puede demostrar por ideas generales pues ni causa ni efecto
son ideas simples, ya que siempre se dan enlazados (la causa es causa de un efecto; y el
efecto lo es de la causa). ¿Cuál es, entonces, el origen de la causalidad? Su origen está en
que conocemos dos hechos conocidos (juego del billar), y cuando nos habituamos a ver
estos hechos sucesivos, surge en nosotros una asociación de fenómenos. Luego la
111
causalidad se remonta a la ley psicológica de la asociación y a la creencia de que por
debajo de estos hechos sucesivos debe haber algo, pero la causalidad es inexperimental.
LA ILUSTRACIÓN
112
El ámbito geográfico de la Ilustración coincide en líneas generales con el de la Europa
Occidental sin que ello nos haga desconocer la incorporación a este proceso cultural, bajo
la influencia de la Europa Occidental, de otros países como América del Norte y Rusia.
Tres naciones comparten la acción principal: Francia, Inglaterra y Alemania, cada una de
ellas tiene caracteres específicos muy diferenciados. Sucede que España por la especial
vinculación en el s. XVIII con Francia en lo político y cultural, vemos la Ilustración como
una etapa cultural de marcado signo francés.
Esto no debe hacer olvidar que la mayoría de las ideas ilustradas proceden originariamente
de Inglaterra, tanto las ideas políticas como corrientes científicas o de temas filosóficos,
aunque después encontrase su mejor clima y alcanzase su mayor desarrollo en Francia, es
decir, la originalidad le corresponde a Inglaterra, aunque esas ideas inglesas necesiten ser
reelaboradas por Francia para su ulterior difusión.
Por lo que se refiere a Alemania hay que decir que su incorporación plena a la Ilustración
es algo tardía debido a la fidelidad de su propia tradición, concretamente al peso que sobre
la misma ejercía Leibniz. Pero tras su incorporación también la Ilustración alcanzó en
Alemania cotas superiores a las cualquier otro país. Basta para confirmarlo la figura de
Kant como máximo filósofo de la figura ilustrada.
En España, que hemos estado vinculados a la Ilustración francesa, podemos destacar como
ilustrado al padre Benito Feijoo.
♦ El Cientificismo.
A partir de Newton, los demás estudiosos serán menos repetidores de la teoría del inglés. El
s. XVIII es así clave en la historia de las ciencias positivas.
♦ El Enciclopedismo.
Por esto, el s. XVIII es el siglo de recopilación y organización de la cultura más que el siglo
de grandes creaciones.
♦ El espíritu de Secularización.
113
En el s. XVIII se hace por vez primera una cultura, si no anticristiana, sí al margen de la
tradición cristiana. La religiosidad, sobre todo en las capas cultas de la sociedad, perdió
mucho de su peso. El sentimiento de la tradición a la razón trajo consigo una fuerte crítica
a muchos elementos religiosos, a los que no se les encontraba más fundamento que la
tradición; no se reniega de Dios, pero sí con frecuencia de todas las formas de religión
institucional, cayendo en una especie de religión naturalista, cuya mejor expresión es el
Deísmo inglés. Los filósofos del s. XVIII eran refractarios a las religiones reveladas, por
cuanto la revelación era algo ajeno e impuesto a la razón. Como consecuencia, se pretende
hacer una cultura secular, aunque ello no pase de pretensión en muchos casos, ya que los
18 siglos del Cristianismo pesaban consciente o inconscientemente demasiado para hacer
Tabula Rasa.
Toda época filosófica suele centrar su reflexión sobre un tema o constelación nuclear de
temas. La mentalidad enciclopedista de los ilustrados permite afirmar que casi ningún
tema es ajeno, pero destacan:
114
Luego hay una gran influencia empirista en los ilustrados aunque el gran teorizador de las
relaciones experiencia − razón será Kant.
♦ LA NATURALEZA: el término naturaleza tiene para los ilustrados una atracción mágica.
El proceso de secularización eliminó el recurso a Dios a la explicación última de las cosas.
Entonces la Naturaleza asumió el papel de recurso explicativo: se estudia la Naturaleza; se
confía en ella; se recurre a ella; no se discute su valor. Este Naturalismo que sobre el
modelo de Newton tuvo excelentes resultados sobre el campo de las ciencias positivas,
tropezó con grandes dificultades en el campo de la filosofía. El motivo está en el
fenomenismo que procesa el pensamiento ilustrado: de acuerdo con el fenomenismo no
conocemos las cosas tal como son, sino tal como nos aparecen o se presentan al
conocimiento. En consecuencia, esa Naturaleza a la que tanto acuden y en la que tanto
confían, es la Naturaleza cuya esencia y realidad última les prevalece desconocida; con lo
cual el recurso a la Naturaleza, en la explicación de los procesos o fenómenos, no pasa de
ser muchas veces un recurso teórico, aunque acorde con las exigencias de los métodos
racionales.
♦ EL PROGRESO: el s. XVIII es el siglo que se vive a sí mismo en auténtico optimismo
cultural. Los ilustrados tenían conciencia de que les había correspondido una etapa
importante de la cultura y que era mucho lo que a favor de ella estaban haciendo. Creían
que en su momento, la humanidad estaba rebasando definitivamente las etapas de
oscurantismo, de fidelidad ciega a las tradiciones poco racionales. En una palabra, como
diría Kant, estaban rebasando la minoría de edad de la Razón.
Los ilustrados creen haber encontrado los auténticos métodos de la Razón; y a partir de
aquí la humanidad debería seguir un avance progresivo que ningún obstáculo debería
tener. Por eso se cree en la formación pedagógica, con el fin de incorporar al progreso el
mayor número de gente. El hombre, valorando su Razón, cree que está entrando en una
etapa de desarrollo generalizado, desde el plano del pensamiento hasta la naciente
industria, pasando por el aspecto político − religioso.
La Filosofía ilustrada del XVIII, frente la del XVII, altamente metafísica, de inclinación
teológica y filosofía sistemática, la ilustrada va a frecuentar la crítica de la metafísica;
tenderá a desarrollar un pensamiento secularizado o laico y será enemiga de aquellos
sistemas cerrados dentro de los cuales explicaban los tres ámbitos fundamentales de la
realidad: el Mundo, el Yo y Dios.
115
Empirismo inglés y tendrá su culminación en Kant. Esta Filosofía del s. XVIII engloba
bajo la denominación de Filosofía Moral todo lo que hoy llamamos Ciencias Humanas:
literatura, historia política, economía, filosofía. Todos estos saberes de centran alrededor
del hombre; por eso había que conocer previamente al hombre y de ahí la importancia de
la psicología, cuyo modelo era el Ensayo del Entendimiento Humano (Locke), y que
encontró seguidores en Francia e Inglaterra.
Immanuel Kant nace en Könisberg, en 1724, y muere en 1804. Su vida comprende 80 años
de vida prusiana. Hijo de artesanos, fue educado en la religión piatista contra la que
reaccionará más tarde. En 1775 conseguía su grado de doctor y, poco después recibió su
primer nombramiento como profesor. Sólo ejerció la docencia en su ciudad natal, de la que
nunca salió. Era rigurosamente puntual, hasta el extremo de que sus vecinos sabían la
hora que era cuando le veían pasar.
En sus obras se señala claramente dos periodos: P. Precrítico (1745 − 70), en el que Kant
está aún formándose y, leyendo a Hume, se hace escéptico, atacando al racionalismo; y P.
Crítico (1770 − 1804), en el que supera el escepticismo y construye su propio sistema.
Obra del periodo precrítico es: El Único Argumento Posible para la Demostración de la
Existencia de Dios. Obras del periodo crítico son: Prolegómenos a toda Metafísica Futura
(1783); Crítica de la Razón Pura (1781); Fundamentación de la Metafísica de la
Costumbres (1785); Crítica de la Razón Práctica y Crítica del Juicio (1790).
Ahorá será la razón la que dé cuenta de la cosas pero dentro del horizonte de la
experiencia. Kant va a limitar la razón con la experiencia, y de esta manera supera el
conflicto entre Racionalismo y Empirismo: para el primero, la única fuente de
conocimiento cierto y verdadero era la razón; para el segundo, era la experiencia de los
sentidos. Para Kant, ambos sistemas son incompletos por extremos, y trata de ser el
superador de los mismos limitando la razón con la experiencia: el hombre no es sólo razón,
pero tampoco exclusivamente experiencia; sino experiencia y razón. Inaugura así la
Ilustración con su Idealismo Transcendental o Criticismo. Hay quien cree que se llama
Criticismo porque las tres obras fundamentales de Kant son críticas; pero la denominación
le viene de que su Filosofía es una Filosofía judicativa, del juicio y de ahí su criticismo.
116
reflexión axiológica (o valorativa) se le puede llamar crítica y a su filosofía Criticismo.
(Ensayemos a ver si no será mejor estimar que es el pensamiento o razón el que debe regir
y dirigir a las cosas en su conocimiento, y no al revés, como venía sucediendo hasta ahora).
Los clásicos giraban en torno al ser, a las cosas, a la realidad; Kant piensa que será el ser,
las cosas, la realidad quienes giren en torno al conocimiento o razón. Su pensamiento
crítico nos ofrece una filosofía rigurosa, técnica y práctica y, aunque se la llama padre de
la metafísica idealista, aparece como superador del Racionalismo y el Empirismo.
Lo característico de Kant va a ser someter a examen a la razón para ver su estructura y sus
límites. Pero no al razón abstracta, sino a la razón hecha ciencia (a la razón en la
Matemática, en la Física y en la Metafísica) y además, a la razón en el ámbito ético o moral
y artístico (va a tratar de ver si la razón es posible en éstos).
Para poder hablar de la posibilidad de la ciencia dice Kant, hay que poder hablar de juicios
sintéticos a priori (que lo que tienen de sintéticos, hacen referencia a la experiencia, al dato
externo; y en lo que tienen de a priori, hacen referencia a la razón. Se una así experiencia
y razón).
La cosa en sí, el noúmeno lo llama Kant lo transcendental (lo que va más allá, más allá de
la experiencia); por tanto, no me suministra conocimiento; no es posible conocer. Por esto
dice Kant que no hay que dirigirse a las cosas sino al conocimiento que sobre ellas
tenemos, al fenómeno, lo que se nos manifiesta o presenta como conocido. Luego el
fenómeno es la cosa en cuanto conocida. Luego lo transcendental (noúmeno o cosa en sí),
va más allá de la experiencia, pero se puede conocer como fenómeno o cosa como objeto de
conocimiento o conocida, como juicio sintético a priori, que es el único válido para la
ciencia.
¿Qué entiende Kant por ciencia? El saber humano mayor, mejor y más racional; y como
humano que es está constituido por juicios; pero, ¿qué juicios son los que elaboran la
ciencia?; ¿cuales son los juicios obligados para que haya ciencia? Kant dice que los juicios
pueden ser: Analíticos y Sintéticos; A priori y A posteriori (además de los juicios éticos y
morales: categóricos e hipotéticos).
117
ser médico no es necesario al sujeto Juan. Son pues juicios extensivos y progresivos. Hacen
progresar el conocimiento, luego son válidos para la ciencia. Y pueden ser a priori y a
posteriori, es decir, anteriores o posteriores a la experiencia.
Los sintéticos a posteriori, como exigen la experiencia, porque se fundan en ella, dependen
de ella, son subjetivos, ya que son verdaderos sólo para el sujeto que los enuncia; son pues
particulares; y como la ciencia se basa en universales no son válidos para la ciencia.
Los sintéticos a priori son independientes de la experiencia y por tanto, universales, y por
ello válidos para la ciencia. Lo que tienen de sintéticos hace referencia a la experiencia, al
dato empírico, a lo que recibimos del exterior, de fuera. Y en lo que tienen de a priori
aluden a la razón; son universales.
He aquí como Kant ha unido experiencia y razón (superando así las situaciones extremas
del Racionalismo para quien sólo la razón es fuente de conocimiento cierto y verdadero, y
los sentidos son engañosos; y el Empirismo para quien la única fuente de conocimiento
cierto y verdadero era la experiencia de los sentidos).
Hemos visto pues que los juicios sintéticos a priori se basan en la experiencia (sintéticos) y
en la razón (a priori). Y esto es tan importante para Kant que un juicio que no contenga
esas dos notas no es válido para hacer Ciencia. Luego la Ciencia necesita de estas dos
notas: experiencia y razón, para poder ser; conditio sine qua non (condición sin la cual
no).
Para Kant, hay un primer nivel de conocimiento: el sensible. Pues bien, en el juicio hay
siempre un factor que me viene de fuera, del exterior: la mesa es blanca; mesa y blanca nos
llega del exterior por los sentidos. Pero ese factor es recibido por mí pasivamente, que es a
lo que Kant va a llamar sensación o dato sintético. Pero si yo lo recibo es porque en mí, y
con anterioridad, está la capacidad de recibir; la razón o lo a priori, que es anterior a la
experiencia. Vemos pues unidas experiencia y razón. Veamos sise dan en la Matemática,
en la Física y en la Metafísica estos dos factores o notas, que constituyen los juicios
sintéticos a priori, los únicos válidos para la Ciencia.
Pues bien, del mismo modo que mi capacidad para recibir lo exterior es lo a priori, en las
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Matemáticas, lo a priori, es decir, el presupuesto desde donde se captan las figuras y los
números, son el espacio y el tiempo. Y a estos dos los va a llamar Kant factores o formas a
priori de la sensibilidad.
Ejemplo: supongamos que, como dice Kant, el conocimiento es igual a la digestión. En ésta
hay una serie de alimentos que nos llegan del exterior; pero no se llevaría a cabo sólo por
ingerirlos, sino porque, además, y con anterioridad a ellos, hay en mi estómago unos jugos
gástricos que hacen asimilables dichos alimentos. Luego los alimentos serán los datos
sensibles, el factor empírico, lo sintético, lo que me viene de fuera; y los jugos gástricos
serían las formas o factores a priori. Luego la función de las formas o factores a priori
(espacio − tiempo) consiste en elaborar lo que recibo del exterior de manera informe,
caótica, desordenada (por los sentidos) y hacerlo asimilable. Luego el espacio y el tiempo
convierten esto en asimilable, dando lugar al conocimiento. Por esto Kant define el espacio
como la forma o factor a priori de la sensibilidad exterior (externa). Porque el espacio no
está fuera, sino dentro de nosotros; por eso es a priori; aunque no es puro de la razón, sino
que existe como receptáculo de la experiencia; ligado a ella; por eso es a priori de la
sensibilidad externa. Todo acto de la sensibilidad, como en la Matemática, supone el
espacio para captar las formas y el tiempo para captar la sucesión.
Kant define el tiempo como una forma o factor a priori de la sensibilidad interior (interna).
Porque el tiempo tampoco es captado por la experiencia, sino que es un a priori. Cualquier
suceso que yo capte, lo capto porque con anterioridad está en mí el tiempo. Pero tampoco
es puro de la razón ni exclusivo de los sucesos. Es de la razón pero para la sensibilidad. Es
pues a priori de la sensibilidad interna.
Luego para Kant la experiencia es captado por las formas o factores a priori de la
sensibilidad. Luego: experiencia + formas a priori (espacio − tiempo) = fenómeno. De aquí
que el fenómeno (la cosa en cuanto conocida o como objeto de conocimiento), que es objeto
de la intuición simple, está formado por la experiencia y las formas o factores a priori; y
como éstas son las dos notas necesarias para que se dé el juicio sintético a priori, que es el
único válido para la Ciencia, y se da en la Matemática, la Matemática es verdadera
Ciencia.
El Físico no sólo se contenta con el fenómeno sino que busca el objeto. Del mismo modo
que los datos de la experiencia son sintetizados por la razón, los fenómenos son sintetizados
para dar objetos, tales como sales, metales, etc. para hacer esta síntesis de fenómenos, Kant
dice que tiene que haber unos factores que nosotros ponemos para sintetizarlos, que los
llama categorías. Luego, fenómeno + categorías = objeto.
Categoría lo usa Kant no como tipos de ser (como en Aristóteles: sustancia y accidentes),
sino como esos factores formales que en un segundo grado tengo yo y que sintetizan los
fenómenos para dar objetos. Kant, al hablar de las categorías y su número, nos dice que la
razón cuando opera analíticamente, cuando hace juicios, opera igual que cuando hace las
categorías. Por tanto habrá tantas categorías como comportamientos de la razón cuando
hace juicios. Los tipos de las categorías se corresponden con los de los juicios, y su función
es sintetizar los fenómenos y convertirlos en objetos. Mediante las categorías nosotros
imponemos nuestras leyes a los fenómenos. Y las categorías ni son de la experiencia pura
ni de la razón; seno algo de la razón pero para la experiencia, para la universalidad, para
convertir los fenómenos en objetos, para que los fenómenos puedan ser captados por
nuestro conocimiento.
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Hay, además, unos elementos, que acercan el fenómenos (experiencias) a las categorías
(razón); para que aquel sea captado por éstas. A estos elementos los llama esquemas
transcendentales.
Así pues, hay un elemento de la experiencia y otro a priori; por tanto tenemos los dos
elementos del juicio sintético a priori; y como estos son los que verdaderamente posibilitan
la Ciencia, hemos de concluir que la Física es Ciencia.
Ahora bien, Kant afirma desde un principio el ser, el noúmeno, puesto que ya ha afirmado
como verdadero el fenómeno, y éste no es más que lo que aparece (fenómeno); y lo que
aparece procede de algo que es, de la cosa en sí, del noúmeno, del ser; luego el ser existe.
Pero para Kant, no es ésta la cuestión, sino que lo que le interesa es saber si se puede
conocer científicamente el ser, el noúmeno o cosa en sí.
Ese otro factor, el basado en la experiencia, es el que le preocupa; porque ¿dónde está el
factor empírico sobre el que oponer o proyectar estas tres ideas? Porque si hemos dicho
que la Metafísica está más allá de los fenómenos; que busca el ser, que está oculto; no
tenemos experiencia de ello; y si falta el factor o elemento empírico, no hay juicios
sintéticos; y si estos no se dan, la Metafísica no es Ciencia.
Kant no va a negar la existencia ni del Yo, ni del Mundo, ni de Dios (al no interpretar bien
esta doctrina al principio, se creyó que Kant era ateo, pero no es así), sino que las afirma.
Lo que niega es que éstas se puedan conocer; estas tres ideas no nos suministran
experiencia, experiencia que necesito para formar los juicios. Las ideas del Yo, del Mundo
y de Dios sí que las tengo, pero lo que no tengo es la experiencia del Yo, ni del Mundo, ni
de Dios. ¿Por qué dice que no tenemos esta experiencia? Nos lo va a probar analizando
cada una de estas ideas: Yo, Mundo y Dios. Y con ello nos dirá que toas las Metafísicas
hachas hasta ahora son ilegítimas, que no son Ciencias. Hasta ahora la Metafísica se ha
referido a tres cosas como reales: Dios, Mundo y Yo. Pero ¿dónde se han acogido estas tres
metafísicas para afirmar que las conocen? No nos suministran experiencia; no se pueden
proyectar, no se corresponden con ninguna realidad. Existen; no son incognoscibles
científicamente. Lo prueba así:
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fenoménico (Racionalismo).
Pero, por otro lado, viene tratando el Yo como el conjunto de fenómenos de experiencias,
es decir, como un Yo fenoménico no un Yo noumenal (Empirismo). Por tanto, la
Psicología usa el Yo indistintamente, y si quiere ser Ciencia usaría el Yo fenoménico, no el
Yo noumenal. Luego la Psicología es falsa.
COSMOLOGÍA (idea del Mundo): para analizar el Mundo va a utilizar sus cuatro
antinomias o contradicciones:
1ª antinomia: el Mundo viene siendo considerado, por un lado, como eterno (griegos), que
no tiene ni principio ni fin. Pero, por otro lado, viene siendo considerado como temporal,
pues ha sido creado (cristianismo). Luego es una antinomia.
3ª antinomia: cuando los metafísicos explican el Mundo se remontan a una causa primera
que llaman Dios. Pero en el Mundo ocurren las cosas sin libertad, determinados, sujetos a
leyes naturales. Y si para explicarnos este Mundo determinista recurrimos a algo libre
como es su causa o Dios, incurrimos en otra antinomia.
4ª antinomia: cuando se habla del Mundo se dice que es el reino de lo contingente, por lo
que tiene que estar fundamentado por un ser necesario, que tiene que estar en el Mundo y
no tan lejos como se pone a Dios. Luego es otra antinomia.
TEOLOGÍA (idea de Dios): por último, analiza en la Teología la idea de Dios y dice: toda
Teología pretende conocer a Dios y justificarlo usando un argumento que cae dentro de
alguna de estas tres pruebas: 1) Ontológicas; 2) Cosmológicas; 3) Teleológicas.
Los argumentos teleológicos justifican a Dios como Ordenador del Mundo. Son los
argumentos principales pero no prueban que el ordenador sea Dios, pues con una
mentalidad superior al Mundo, aunque sea finita, se puede ordenar. Luego la Teología es
imposible como Ciencia racional.
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imposible como Ciencia. La Metafísica no ha sido más que una fantasía transcendental,
basada en la existencia del Yo, del Mundo y de Dios.
Pero, ¿qué podemos hacer con estas tres ideas? No son de la experiencia, sino sólo y
exclusivamente de la razón. Son tres asideros que tengo yo.
El uso práctico de la razón es paralelo al teorético o teórico. Y en él hay que examinar los
límites de la razón práctica.
Toda Filosofía debe tener como punto de partida un hecho universal y necesario; y este
hecho, en el campo de la razón práctica se llama hecho moral, que es tan universal y
necesario como el hecho científico.
El hombre es un ser moral; reclamado por un deber; es un ser atraído por un deber; y esta
realidad es un hecho universal y necesario. Este deber está implicado e todas las morales,
pues no sólo hay un orden del ser, de la realidad, sino también un orden de lo práctico del
deber ser. La realidad no sólo se presenta para ser conocida, sino también para ser
practicada. No sólo se presenta a la razón teórica sino también a la práctica. No sólo existe
el orden del ser, sino también el orden del deber − ser.
Kant se plantea así, por vez primera, la Ética filosófica (las anteriores están cargadas de
sentidos descriptivos, de preceptos morales, que no son pura Ética filosófica, sino moral).
La Ética filosófica analiza todos los conceptos; y lo típico de la razón práctica es estudiar el
fundamento de las costumbres, no dar principios descriptivos y morales.
Lo característico de la Ética es el deber (el hombre es un ser reclamado por el deber). Por
tanto, cuando pensamos en los juicios éticos, a diferencia de los científicos, su cópula será:
debe ser o no debe ser. Todo tema moral es algo del deber; la Ética nos manda algo;
supone un imperativo, un mandato. Por esto Kant ahora tiene que decirnos qué tipo de
imperativo es el que usa la Ética. ¿Cuántos imperativos hay y cuál es el que debe utilizar la
Ética? Dice que, en primer lugar, está el Imperativo Hipotético, que es aquel que manda u
ordena la acción pero bajo alguna condición: ¡Corre, si quieres llegar a tiempo!. Frente a
éste está el Imperativo Categórico, que ordena o manda la acción sin condición alguna:
¡Hay que hacer el bien!. Dentro del Imperativo Hipotético, distingue Kant dos clases:
♦ Problemáticos, cuyo fin es meramente posible: ¡Si quieres nadar, tienes que meterte en el
agua!.
♦ Asertóricos, cuya condición se apetece de antemano: ¡Si quieres vivir, tienes que comer!.
Con estos tres imperativos se pregunta, ¿cuál es el que debe usar la Ética? Dice que si hay
que elegir un Imperativo, éste tendrá que ser es Imperativo Categórico, porque el fin de la
Ética es universal y necesario, y el Imperativo Hipotético es condicional. Así, nos dice
Kant, la historia de la Ética nos muestra que se ha basado en Hipotéticos Asertóricos,
porque todos ellos mandan la acción bajo una condición que es apetecida de antemano.
Así, la Ética Hedonista dirá: ¡Obra de tal manera que consigas el mayor placer posible!.
La Ética Eudemonista dirá: ¡Obra de tal manera que te valga para conseguir la felicidad!.
La Ética Utilitarista dirá: ¡Obra de tal manera que consigas el mayor beneficio o utilidad
posible!. Todas estas éticas son condicionadas, pues no ordenan la acción moral en sí y por
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sí misma sino siempre subordinada a conseguir algún fin u objeto ajeno a la obligatoriedad
de la acción moral. Son Éticas o Morales Materiales por perseguir fines u objetos
condicionados a proporcionar al sujeto algún beneficio provecho o utilidad. Son morales
que escapan en su norma al orden de la ética misma; son Éticas o Morales Heterónomas,
es decir, su norma no les viene de ellas mismas sino del exterior, de fuera. Son morales
interesadas condicionadas y egoístas, que necesitan fundarse en una Metafísica. Y, ¿desde
cuándo el egoísmo puede ser un principio moral? Así, una Ética Cristiana reclama una
Metafísica en la cual se haya afirmado a Dios; una Ética Existencialista supone una
Metafísica del ser del hombre en cuanto libre, etc.
♦ Obra de tal manera que la máxima de tu voluntad sirva de regla universal (que quieras
para los demás lo que quieras para ti).
♦ Obra siempre de modo que trates a la humanidad como fin y nunca como medio.
♦ Obra de suerte que tu voluntad considere sus máximas como leyes universales.
Estas tres formulaciones han sido rehechas por el filósofo español Manuel García
Morente, especialista en Kant:
El análisis del hecho moral y de la conciencia moral nos lleva a establecer las condiciones
de la posibilidad de la moralidad. Estas condiciones o postulados son tres: Libertad,
Inmortalidad o Alma, Dios.
♦ La Libertad: para que el Imperativo Categórico pueda imponerse a una voluntad absoluta,
se necesita una condición: que la voluntad sea libre. Si existe en deber acerca de una ley,
es que se puede cumplir esa ley. Ahora bien, en el campo del mundo fenoménico no cabe
hablar de libertad, puesto que allí imperan las categorías del entendimiento, y entre ellas la
causalidad, que encadena necesariamente unas condiciones a otras. La libertad debe ser
algo ajeno al mundo fenoménico, algo que debe pertenecer por tanto al mundo noumenal o
metafísico. La libertad no es pues algo fenoménico o experimental sino transfenoménico o
123
noumenal.
♦ La Inmortalidad o Alma: la obligación de realizar el bien, tal y como se impone por el
Imperativo Categórico, es absoluta. No puede ser relativa al tiempo sino que debe ser una
realización sin fin. Tal necesidad está en consonancia con la libertad de la voluntad:
siendo el objeto moral del hombre la consecución de la cantidad, se necesita una duración
indefinida (inmortalidad) para llegar a realizarla. Es decir, un sujeto es el alma, que es
también una exigencia del hecho moral y una realidad transfenoménica o noumenal.
♦ Dios: en el mundo fenoménico encontramos una disconformidad entre lo que es y lo que
debe ser. La perfección del orden moral exige que más allá del mundo fenoménico se dé la
conformidad del ser y del deber ser. Esta unión del orden real con el ideal es Dios y, por
tanto, el punto de unión del Bien sumo con la suma felicidad.
Con la Crítica de la Razón Pura, Kant abrió la posibilidad de llegar a los objetos
metafísicos, pero no por la vía racional − teórica, sino como postulados de la moralidad.
Estos postulados, al no ser científicos, no son conocidos; sino exigidos: Libertad,
Inmortalidad o Alma, y Dios, son exigidos como necesarios; no conocidos. Son postulados.
Frente a ellos no hay conocimiento, sino adhesión a ellos; fe, pero no en un sentido
religioso, sino como adhesión. Y al acto de afirmar estos postulados lo llama Kant creer.
EL MARXISMO
124
uno de los sistemas filosóficos de mayor influencia en la segunda mitad del XIX y casi todo
el XX.
Este movimiento considera la filosofía teórica como algo acabado y se abre una nueva
tendencia (ya implantada por el Positivismo − Auguste Comte), que se esfuerza no por
esclarecer y explicar la realidad, sino por dirigirla a un fin práctico y por transformarla.
Para Hegel, la Naturaleza era: el estar fuera de sí de la Idea. Hegel supeditó la Naturaleza
a la Idea. Feuerbach hace lo contrario: supedita la Idea a la Naturaleza: lo real, lo
verdadero, son los individuos, no la Idea. Feuerbach se enfrenta a lo universal, a la Idea,
al concepto; defendiendo lo particular, lo individual, es decir, la Naturaleza. Y este camino
conduce a Feuerbach al Materialismo. Hegel, dando importancia a la Idea, al espíritu,
construye un Idealismo; Feuerbach, dando la importancia a lo individual, a la Naturaleza,
se sumerge en el Materialismo. Feuerbach rechaza la Idea de Hegel, como algo abstracto
que no consigue más que sacar al hombre de sí mismo (enajenarlo, alienarlo, extrañarlo).
Hay que sustituir la Idea por la Naturaleza, y por una Naturaleza material. Lo que no es
materia, por ejemplo, Dios, el Alma, la Religión, etc.; no es más que una proyección de
nuestra propia subjetividad: Dios, concretamente, es una realidad que fingimos,
acumulando las perfecciones humanas.
125
La adaptación de la naturaleza a las necesidades del hombre constituye el contenido de la
historia. La actividad del hombre es, primariamente, instintiva, como en el animal. Luego,
el hombre influye conscientemente sobre la naturaleza para adaptarla. Esto constituye el
trabajo y forma la praxis. Ahora bien, lo mismo que en la teoría de Feuerbach el hombre se
alienaba creando a Dios y debilitándose a sí mismo, así el trabajador se hace tanto más
débil y más pobre, cuanto más riqueza produce. Cuanto más se perfecciona el trabajador,
cuanto más poderoso se hace el mundo objetivo extraño que él produce, tanto menos se
queda él en sí mismo. El trabajador pone su vida en el objeto, pero éste no le pertenece ya,
sino que más bien pertenece él al objeto. La filosofía, por eso dice Marx, no se puede
reducir a consignar estos hechos o fases de la historia sino que debe intervenir en ella. Éste
ha sido el objeto de la filosofía anterior: que se ha limitado a explicar la realidad: la
filosofía tiene que intentar cambiarla, transformarla. Concretamente hay que cambiar la
situación del trabajador. Éste enajena en el trabajo algo de su yo; y como el producto de
ese trabajo no se le devuelve sino que es detentado por el capital, el trabajador es víctima de
un despojo, de una alienación. Tiene que recuperarse conservando el producto de su
trabajo. Y para la recuperación de la esencia humana alienada en los objetos de trabajo
hace falta la transformación del orden social. Esto se producirá por la ley del desarrollo
dialéctico. Con esto Marx ha llegado a la concepción materialista de la historia. Y la
transformación económica arrastra tras de sí la transformación del poder político y social y
de las concepciones morales y religiosas. En el orden social dominado por la propiedad
privada, la esencia del hombre permanece alienada en el producto del trabajo. Esto
produce la debilitación del hombre, que alcanza el límite extremo en la formación del
proletariado y se convierte en la negación de lo verdaderamente humano. Pero dentro del
proceso dialéctico éste implica la necesidad histórica de la revolución social, en la que el
proletariado destruirá el orden de la propiedad privada. Y a la emancipación económica
seguirá la emancipación política y social, con la destrucción del Estado monárquico y la
sustitución del bien privado por el bien común. La emancipación religiosa se presentará
como una conclusión necesaria.
La vida tiene que ser una tarea de producción: la ley económica básica es la productividad
de bienes materiales. Y todo lo que no sea esta estructura económico − material básica
(infraestructura) no es más que simple superestructura (ideología), ya se trate de política,
de cultura, etc. Y hay que colaborar en eta tarea productiva y evitar la situación injusta de
la privación o enajenación del producto del trabajo que se hace al proletariado. Y si para
esto se necesita la Lucha de Clases se debe acudir a ella para acelerar el proceso dialéctico.
Dentro del Marxismo Ortodoxo, debemos hacer dos distinciones: el llamado Materialismo
Dialéctico (Diamat) y el llamado Materialismo Histórico (Hismat). El Marxismo comenzó
por el Materialismo Histórico, es decir, por una visión de la historia que se apartaba de
toda concepción espiritualista, que hacía descansar toda dinámica de las relaciones
humanas en bases estrictamente económicas. Pero una visión materialista de la historia
requería una base filosófica más general, que fue elaborada fundamentalmente por Engels
y Lenin: este es el Materialismo Dialéctico.
Marx no trata de modo expreso el problema de que el hombre no sea más que materia
dialécticamente evolucionada. De hecho no se preocupa de la naturaleza sino del hombre.
Su humanismo se basa en análisis económicos de la realidad. La afirmación de que el
hombre es materia porque la naturaleza es dialéctica no es ya de Marx sino una adición de
Engels y, posteriormente, de Lenin y el Partido Comunista Ruso. Sin embargo, Marx
pareció darse cuenta de que el Materialismo Histórico necesitaba una fundamentación más
126
amplia. Y así en una carta a Engels, en diciembre de 1860, dice: He leído últimamente un
montón de cosas. Entre otras, el libro de Darwin sobre la selección de las especies. Y a
pesar de la pesadez inglesa, este libro encierra el fundamento biológico de nuestras teorías.
Este fundamento biológico, el origen del hombre a partir de vivientes inferiores, y estos, a
su vez, de la materia, puesto que la materia es la única realidad; va a ser el tema clave del
materialismo dialéctico.
El Materialismo Dialéctico entiende que no existe más realidad que la materia excluyendo
así cualquier realidad no material o espiritual como el Alma, Dios, etc. W. Afanásieub, en
sus Fundamentos de Filosofía nos dirá expresamente de la materia: no se constriñe a un
objeto o proceso aislado, ni a un grupo de objetos o fenómenos sino que abarca toda la
realidad objetiva. Y añadirá que la materia tiene un profundo sentido ateísta; socava en sus
raíces la invención religiosa de Dios como creador de la realidad. Si la materia primaria y
eterna no se puede crear ni destruir, es la causa interna final de todo lo existente. En el
mundo en que la materia en la causa primaria, el origen de todo, no queda lugar ni para
Dios ni para fuerzas sobrenaturales algunas. La materia es la realidad única, con lo que
hay que afirmar su absoluteidad y eternidad, de tal modo que no deje lugar para ninguna
realidad no material.
Ahora bien, ¿qué es la materia? ¿Qué propiedades tiene? Parece que todos sabemos lo que
queremos decir al referirnos a cosa materiales: son cosas extensas, extremas, resistentes,
pesadas, coloreadas, etc.; dadas a nuestro conocimiento senso − perceptual. Pero si nos
detenemos sobre lo que sabemos realmente de la materia, por ejemplo a nivel físico,
caeremos en la cuenta de que de la materia sabemos bastante poco, es decir, de lo que la
materia es en sí misma, y no solamente de sus leyes de comportamiento en relación con
nosotros, en tanto que fenómenos dados a nuestra sensibilidad. Lenin, uno de los
principales representantes del Materialismo Dialéctico Ortodoxo, definió la materia en
función de nuestra sensibilidad. En su obre Materialismo y Empiricriticismo dice: la
materia es una categoría filosófica que sirve para designar la realidad objetiva que es dada
al hombre en sus sensaciones; que es copiada, fotografiada y reflejada de nuestras
sensaciones. Esta materia, además de los diversos estados que pueda adoptar (sólido,
líquido, gaseoso, plasma, neutrónico, campo) tiene la propiedad del automovimiento,
precisamente, dialéctico. Las leyes fundamentales del Materialismo Dialéctico (según
Engels) son:
127
coacervatos, o mezclas semejantes a gotas susceptibles de practicar el metabolismo en el
medio acuoso circundante, absorbiendo otras sustancias orgánicas. Después, de
coacervatos más estables, se formó la complejísima albúmina plurimolecular, apta par a la
vida. El surgimiento de los primeros organismos supuso un enorme paso en el desarrollo
del reflejo, propiedad general de la materia y fundamento para la formación de la
conciencia. Surge así el reflejo biológico cuya forma más simple es la excitabilidad. A
través de la evolución posterior, y sobre la base de la excitabilidad, surgió otra forma más
elevada de reflejo: la sensación. Mediante ella, el organismo reacciona que al medio
externo, con una forma primitiva de conciencia. La sensación es común a los animales y al
hombre; pero hay una diferencia cualitativa: la conciencia humana es una propiedad de la
materia, pero de la materia altamente organizada o evolucionada. Aunque sea el mono el
que cambia a hombre, no se trata sólo de un cambio cuantitativo, sino de una cambio
cualitativo, de un cambio de especie, en definitiva de un salto dialéctico. Engels en su obra
El Papel del Trabajo en la Transformación del Mono a Hombre, ha expuesto que este salto
no es un puro desarrollo biológico sino el desarrollo histórico y social. El trabajo les
proporcionó alimento, vestimentas, etc. El tránsito de los simios antropomorfos a la
marcha erecta, supuso que las extremidades delanteras quedaron libres y pudiera ser
empleadas como instrumentos y para la fabricación de otros instrumentos; para el trabajo,
en suma. Y conforme se fue perfeccionando el trabajo, fue perfecionándose la conciencia,
y con ella el lenguaje, y la posibilidad de comunicar a otros hombres las experiencias
adquiridas, de tal modo que el proceso de humanización u hominización fue, y sigue
siendo, un progreso de perfeccionamiento progresivo.
♦ LA LUCHA DE CLASES
Ahora bien, toda economía se fundamenta, por consiguiente, en el modo que tienen los
hombres de procurarse los medios de existencia. Y este modo es, en definitiva, el trabajo, la
producción. Y según el modo de producción y las relaciones sociales que de este modo de
producción se derivan, así será la estructura social. Cuando en una sociedad no todos sus
miembros trabajan, es decir, no todos participan en la producción, esta sociedad será
clasista, es decir, estará dividida en clases sociales, una de las cuales será explotadora, la
ociosa; y otra, la compuesta por los trabajadores, la explotada. Así, en la antigüedad, había
amos y esclavos; en la Edad Media, había señores y siervos; y en la Edad Moderna,
capitalistas y proletarios.
El Hismat, al interpretar así la historia, entiende que hay que llegar a una sociedad sin
clases, en la que todos los miembros de la misma participen en la producción y en el
disfrute de los bienes adquiridos por esta producción. Y ello porque una sociedad clasista,
según el Hismat, es a todos luces injusta. El nicho del Hismat lo constituye la
transformación de la sociedad:
Los hombres producen objetos que necesitan, mediante su trabajo. Si estos objetos son
usados por ellos mismos, tal y como sucedía entre las sociedades primitivas, los objetos
tienen un valor de uso. Pero cuando estos objetos se cambian por otros (al diversificarse el
128
trabajo, al crearse nuevas necesidades, etc.), adquieren, además de su valor de uso, un
valor de cambio. Los objetos se convierten así en mercancías. Y hasta aquí todo iría bien,
hasta cierto punto, si los hombres cambiasen simplemente sus productos por otros
equivalentes, al menos en su valor de uso. Por ejemplo, el zapatero cambia sus zapatos por
unos pantalones o una camisa, etc.; al que hace estos objetos. Pero la sociedad maquinista
e industrial, que es de la que parte Marx, ha acabado con el pequeño artesano. Éste ya no
puede vender directamente sus productos: lo único que puede hacer es vender su trabajo.
O, en otras palabras, venderse a sí mismo. El trabajo, el convertirse en libre, va a crear,
paradójicamente, la forma peor de esclavitud: el hombre tiene que venderse a sí mismo,
puesto que no le queda otra cosa que vender.
Ahora bien, el hombre que trabaja a jornal dota a lo que produce de un estricto valor de
cambio: produce mercancías. Pero el capitalista, dueño de las máquinas, o mejor de los
medios de producción, no paga al obrero sus horas de trabajo, sino sólo una parte. El
objeto producido, sin embargo, no se vende por su precio de coste (materiales, energía,
mano de obra, etc.), sino por mucho más. Esto es lo que engendra la plusvalía, es decir, el
margen de beneficios que obtiene el capitalista por el trabajo ajeno. Y como es natural, el
capitalista se esforzará para aumentar este margen de plusvalía. Para ello, alargará las
jornadas de trabajo; disminuirá en lo posible los jornales; empleará a mujeres y niños que
abaraten la mano de obra; etc. Uno de los recursos es fomentar la producción, de modo
que se engendren paros, abaratando así la mano de obra, según la ley de la oferta y la
demanda. El obrero desempleado tendrá que conformarse con lo estrictamente necesario
para sobrevivir, si es que consigue un puesto de trabajo, dejando aparte otras
reivindicaciones.
Esta situación es injusta, desde cualquier punto de vista, para Marx. Para eso nos dirá: la
acumulación de riqueza por un lado, significa acumulación igual de pobreza, de
sufrimiento, de ignorancia, de embrutecimiento, de degradación física y moral, por otra.
Tal estado de cosas se plantea, en términos dialécticos, como una tesis y una antítesis,
necesaria en el desarrollo histórico, pero no menos superable. Esta oposición dialéctica o
Lucha de Clases, tiende, de modo necesario, a la superación igualmente dialéctica. Por ello
entiende el Marxismo que la Revolución, como medio de alcanzar un nuevo estadio
histórico, es posible y necesario.
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Marx, en el Manifiesto Comunista comienza afirmando : la historia de todas las sociedades
que han existido hasta nuestros días es la historia de la Lucha de Clases. Hombre libre y
esclavo; patricio y plebeyo; señor y siervo; maestro y oficial; en una palabra opresores y
oprimidos, han librado una guerra ininterrumpida. Y en la Ideología Alemana había
dicho: si no se dan estos elementos materiales de unas conmoción total, o sea, de una parte,
las fuerzas productivas existentes y, de otra, la formación de una masa revolucionaria que
se levante... en nada contribuirá a hacer cambiar la marcha práctica de las cosas, el que la
idea de esta conmoción haya sido proclamada ya 100 veces como lo demuestra la historia
del Comunismo.
A través de este esquema revolucionario, vemos que éste consta de unos momentos
políticos, económicos y sociales: tomar el poder (momento político − Democracia);
conseguir una justa distribución de la riqueza (momento económico − Socialismo);
conseguir una sociedad mejor (momento social − Comunismo). No se puede comprender el
Marxismo reduciéndolo a cualquiera de sus momentos aislados, puesto que se trata del
estudio morfológico; la revolución tiene un carácter sintáctico, y sólo así puede
comprenderse.
¿Significa esto que nos encontramos ante un anarquismo puro y simple? En realidad no se
trata de esto; frente a la doctrina anarquista de la abolición del Estado, el Marxismo
propugnó su extinción. Pero tampoco se trata de una extinción lenta. La teoría correcta,
según Lenin, es la siguiente, el Estado burgués no se extingue, según Engels, sino que es
130
destruido por el proletariado en la revolución. El que se extingue, después de la revolución,
es el Estado proletario. No puede haber extinción sin más del Estado proletario, tiene que
actuar como una fuerza que se oponga a otra fuerza. Sólo con e l tiempo, cuando la lucha
de clases (que justificó la aparición del Estado) se vaya adormeciendo, se producirá el
adormecimiento del Estado y su total extinción por innecesario. Engels dice al respecto: las
clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su día. Con la
desaparición de las clases, desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad,
reorganizando de modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre e igual
de productores, enviará toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de
corresponder: al museo de antigüedades, junto a la rueca y al hacha de bronce.
EL MARXISMO HETERODOXO
Uno de los principales revisionistas es Eduardo Berstein que considera que el Marxismo no
es puramente material ni económico, pues entiende que en la historia no puede verse
exclusivamente fuerzas económicas. Critica a Marx su teoría de la plusvalía, que considera
simplista y abstracta. Critica también la teoría de la Lucha de Clases ya que, aun
admitiéndola, no se da exclusivamente entre capitalistas y proletariados, sino que también
es de capitalistas entre sí y empresarios entre sí. Y por último niega la necesidad de una
revolución violenta como medio de implantar el socialismo, ya que, en su opinión, el
socialismo puede alcanzarse de modo pacífico, a través de elecciones sindicales y políticas.
Un revisionista importante fue el existencial francés Jean − Paul Sartre, para quien el
Marxismo es la filosofía más propia para nuestro tiempo, y considera que, en lo esencial, es
insuperable. Los demás filósofos serían meras ideologías del Marxismo pero según Sartre
al Marxismo le falta una auténtica filosofía antropológica, que podría fundamentarse en el
Existencialismo.
ADICIONES AL TEMA
◊ RELACIONES DE PRODUCCIÓN
131
Son las que se establecen entre los distintos miembros de la sociedad concreta en la
realización de entidades que aseguran en sentido amplio, la producción social de la vida,
según una determinada forma o modo de producción. Estas relaciones vienen
determinadas por el lugar que se ocupa en la división social de del trabajo y en el
intercambio, distribución y apropiación del beneficio social obtenido para satisfacer las
necesidades de los miembros de la sociedad. Las Relaciones de Producción tienen su
expresión jurídica en la relaciones de propiedad.
◊ FUERZAS PRODUCTIVAS
Las fuerzas productivas materiales resumen la capacidad tecnológica (fuera del trabajo
humano y formación técnica; instrumentos y medios de trabajo, etc.), de que dispone una
determinada formación social en un momento histórico concreto, para resolver las
necesidades de producción. Desde tiempos prehistóricos, Marx constata un largo proceso
de desarrollo de las fuerzas productivas y de la progresiva división del trabajo, que se ve
incrementada con la revolución industrial y el modo de producción capitalista.
◊ SUPERESTRUCTURA O IDEOLOGÍA
Sobre la infraestructura, y en estrecha dependencia de ella, sitúa Marx las otras instancias
o manifestaciones de la vida social: cultura, política, religión, etc.; la llamada
superestructura o Ideología. Todo lo que no es infraestructura económica es
superestructura o Ideología.
◊ EL DERECHO Y EL ESTADO
En las sociedades de clases o clasistas, como es el caso del modo de producción capitalista,
donde a través de un régimen de propiedad privada, la clase dominante ejerce la propiedad
de los medios de producción. Esta dependencia se manifiesta, según Marx, en el control y
utilización que hace de hecho esta clase dominante de las leyes del poder del Estado en
defensa de sus intereses contra las clases que sufren sus dominancias.
◊ PROPIEDAD PRIVADA
Se refiere Marx a la propiedad privada de los medios de producción. El hecho de que unas
personas concretas sean dueñas de las fábricas, tierras, instrumentos de trabajo, etc. La
historia de la humanidad ha consistido en la explotación de los seres humanos por otros.
Unos pocos, la clase dominante, controla los medios de producción; es decir, la economía o
las riquezas.
◊ ALIENACIÓN O ENAJENACIÓN
Significa desposesión, pérdida de algo que me pertenece. Los trabajadores pierden: el
producto de su trabajo (los objetos que producen), su propia actividad y su calidad de
personas libres. Sus actividades dejan de pertenecerle y pasan a pertenecer al dueño de los
medios de producción; y lo humano (trabajar, pensar, querer) se pone al servicio de los
animal (comer, dormir, cobijarse).
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En el sistema capitalista, los trabajadores llevan una vida humana enajenada de acuerdo
con la cual dichas personas son reducidas a meros medios (o elementos) de producción,
perdiendo así su calidad humana.
◊ FASE DE DESARROLLO
Se refiere a los distintos momentos o modalidades que va adoptando cada sistema de
relaciones de producción en su evolución a lo largo de la historia.
◊ REVOLUCIÓN SOCIAL
La que llevan a cabo las personas, que en un sistema de relaciones productivo, se
encuentran en situación desfavorable. En la sociedad esclavista: los esclavos; en la feudal:
los siervos; etc. en la sociedad capitalista, Marx cree que llegará un momento en que el
proletariado, cobrando conciencia logrará unirse y sublevarse contra el sistema que les
oprime y, mediante la lucha revolucionaria o lucha de clases, derribará la economía
capitalista, que será sustituida por una socialista en la que desaparecerá la explotación del
ser humano y la diferencia de clases sociales.
EL VITALISMO
♦ Una, de carácter científico suyo principal representante es Hans Driesch, según el cual, y
en reacción contra el mecanicismo materialista, se propugna la irreductabilidad de lo vivo
a la materia inerte, a los simples procesos físicos − químicos. Se postula la existencia
necesaria de un principio o fuerza vital ajeno a la materia, que explique los complicados
fenómenos vitales, superiores a los físicos − químicos y esencialmente distinto de ellos.
♦ Una segunda manifestación de carácter filosófico, que se ha llamado Vitalismo o filosofía
de la vida. El Vitalismo cuenta en su labor con algunos importantes servicios,
históricamente necesarios en su momento, para cambiar el rumbo de la filosofía. A la
filosofía de la vida o Vitalismo, se le debe el haber alejado de las concepciones filosóficas el
133
peligro de fisicalismo que amenazaba con invadirlas: este cientificismo a ultranza
pretendía someter toda la realidad a los métodos propios de la necesidad o la física. Ahora
bien, las realidades vitales no son susceptibles de un puro tratamiento mecánico, al menos
aplicado con exclusividad.
Entre los filósofos vitalistas merecen citarse: Friedrich Nietzsche (1844 − 1900) y Henry
Bergson (1859 − 1941).
Nietzsche vivió la segunda mitad del s. XIX. Y, desde el punto de vista histórico, en esta
época tuvo lugar la unificación de Alemania. Se llevaron a cabo diferentes intervenciones
políticas y bélicas que contribuyeron a romper el mapa europeo fijado por el Congreso de
Viena tras las guerras napoleónicas. Posteriormente, los alemanes entraron en guerra
contra los austríacos y los franceses obteniendo sucesivamente las victorias de Sadowar,
por la que se anexionó los territorios alemanes, antes independientes o bajo dominio
austríaco. Y las de Sedán y Metz, con los que se completó la unificación alemana. En la
primera de estas guerras participó el propio Nietzsche en tareas auxiliares.
Por otra parte, durante el periodo indicado asistimos a los grandes movimientos sociales,
obreros marxistas y anarquistas, con la fundación de la Primera Internacional Obrera
(1864), y la Segunda Internacional Obrera (1889). Sin embargo, Nietzsche apenas prestó
atención a estos movimientos y, cuando lo hizo, fue para descalificarlos como doctrinas
partidarias de la moral del rebaño.
La Voluntad del Poder; Más Allá del Bien y del Mal; La Genealogía de la Moral; Así habló
Zaratustra, son las obras principales.
PENSAMIENTO DE NIETZSCHE
134
sugerente, pero de espíritu trágico: en algunas de sus obras da la impresión de haber
asumido el papel de profeta de la ruina de la cultura europea. Entre los temas insistentes
de la filosofía de Nietzsche podemos destacar su profesión de ateísmo lanzada al mundo
con la famosa expresión: Dios ha muerto.
El problema de Nietzsche fue siempre llegar de lo negativo a lo positivo. Así, por un lado,
se muestra como el destructor de los ídolos (ideales) y, por otro, afirma que siempre está
dibujando ante sí nuevos ideales. Tal contradicción muestra un proceso peculiar: se trata
de destruir los viejos ideales que carecen ya de vida, para construir los ideales del futuro.
De ahí la actividad efectiva: negar y afirmar; destruir y crear; aniquilar y producir. Y el
aspecto negativo corre a cargo del entendimiento que critica la razón y el positivo a la
historicidad que es vida. Sólo cuando se siente esta separación entre lo que es racional y lo
vital surgen las preguntas de la duda: ¿qué es el hombre, la verdad, la historia, el mundo?
EL HOMBRE EN NIETZSCHE
Para Nietzsche todo lo válido comienza a ser caduco. Esto hace que con respecto al hombre
encuentre en un análisis racional la miseria del hombre actualmente e intente establecer
una meta ideal que el hombre deba alcanzar. Así partiendo de la existencia dada al
hombre, del hombre tal como nos lo muestra la psicología, encuentra en la absoluta
espontaneidad de la libertad humana el medio mediante el cual el hombre se produce a sí
mismo, y le enseña un ideal que el hombre debe alcanzar, algo que no es una realidad, sino
un ideal que el hombre debe llegar a ser: el Superhombre.
LA MORAL Y EL SUPERHOMBRE
135
naturaleza exigida por sus propias leyes, como en los demás animales, constituye su
libertad. Ahora bien, el hecho de la libertad introduce el problema de la moralidad: el
hombre que no se somete determinadamente a las leyes de la naturaleza, obedece a una
moral, con cuyo sometimiento llega a ser lo que es. Pero Nietzsche reacciona contra todas
las morales concretas que han existido: la multiplicidad de las morales concretas y el hecho
del origen de las mismas, demuestran su falta de valor. Pues si son muchas, ninguna
pretendía tener valor universal. Y si estudiamos sus orígenes, encontramos que han surgido
siempre para afirmar a unos pueblos contra otros o a unas clases sociales contra otras.
Con ello, Nietzsche no pretende acabar con toda sujeción del hombre, sino que quiere
encontrar el ser auténtico del hombre dentro de unas nuevas exigencias: sustituir la
conciencia de libertad por la actividad creadora y suplantar el deber ser de la moral por la
naturaleza misma: sí es cierto que al creer en la moral condenamos a la vida, pero tendrá
que aniquilar la moral para liberar a la vida. Hay que atreverse a ser inmoral, como la
naturaleza misma. El hombre en sus fuerzas más altas y más nobles es naturaleza por
completo, está exigido por la naturaleza, por su verdad. Las morales concretas no han sido
más que el engaño de los débiles frente a los fuertes.
La clase de hombres que nos da la psicología sobre los tipos que encontramos en la
realidad histórica tienen siempre algo de insuficiente. Ahora bien, aso ha producido que el
hombre levante su mirada hacia un tipo de hombre superior; pero esto ha constituido un
fracaso porque el hombre ha terminado por destruirse a sí mismo por esa insatisfacción
que la confunde. Esto debe ser sobrepasado y la posibilidad de ello reside en la verdadera
meta del hombre; el superhombre. Si el hombre ha fracasado visiblemente, es necesario
superar al hombre. Hay que esperar que llegue el salvador que sea capaz de triunfar sobre
Dios y la nada. Es decir, un verdadero sustituto de la divinidad. Por eso, nada de extraño
hay en que Nietzsche grite Dos ha muerto, ahora queremos que viva el Superhombre.
♦ El motivo que lleva a los débiles o los esclavos a despreciar los valores aristocráticos, el
orgullo y la osadía de los fuertes y a crear valores negativos o antivitales, es decir, a
inventar trasmundos y a vivir de ellos.
♦ El talante de casi la totalidad de los filósofos (Nietzsche excluye a Heráclito), que les lleva
a despreciar la vida, el mundo material, los sentidos y, en general, todo lo que significa
devenir, momento y apariencia en beneficio del ser, lo estable y permanente, el intelecto y
la razón, etc.
136
Frente a la moral del resentimiento, la manera noble de valorar, que consiste en todo lo
contrario, en aceptar el sentido de la vida, sin ningún tipo de disimulo ni clase de
edulcorante: vivir la muerte de Dios, y aceptar plenamente la ausencia de valores. Sólo
existe la acción de valorar, y la manera noble de valorar debe sentir un inmenso placer
ante su fuerza creadora sin mandamientos ni prescripciones, que se presenten ante él.
LA MORAL NOBLE
Viven en plena aceptación de la vida tal y como es, aceptando todas las consecuencias de la
muerte de Dios y del Nihilismo consciente (Nihilismo en sentido positivo), que supone la
eliminación de todos los obstáculos y trabas que dificultan la plena realización de los seres
humanos. La muerte de Dios lleva consigo la transmutación de los valores y la plena
aceptación del sentido de la Tierra, es decir, el reconocimiento de que la vida consiste en
una existencia exclusivamente mundana, mortal, que no existe ningún alma distinta del
cuerpo y que todos los valores son meras invenciones (se trata de la segunda metamorfosis
en león, el rey de la selva que impone su fuerza y sus leyes terminando con todo aquello
que le estorba).
Así pues, la moral noble acepta la vida tal cual es, con sus peligros y ambigüedades;
reconoce que la vida carece de justificación y admite jovialmente se destino terrenal. A este
respecto Nietzsche nos dice que se trata de devenir discípulo de Dionisio, el ser vitalmente
más desbordante; el dios equívoco y provocador, multiforme, trágico y alegre, y, en este
sentido, contrapone Dionisio al crucificado Dionisio contra el crucificado. Se trata de la
tercera metamorfosis, de vivir como el niño y el aventurero (el niño es amoral, no acepta
nada de lo impuesto, es rebelde e inconformista).
LA MUERTE DE DIOS
137
Nietzsche intentó poner en evidencia que todos los fundamentos, ideas y valores de dicha
civilización, carecen de consistencia; que son vacíos o nadas (nihilismo). Pero la muerte de
Dios y la llegada del Nihilismo no son considerados como acontecimientos negativos sino
plenamente positivos, pues suponen la desaparición de todas las trabas que dificultaban la
plena realización de los seres humanos. El concepto de Dios significaba la síntesis de todas
las tergiversaciones y engaños de la moral greco − cristiana. Por tanto, la muerte de Dios
supone la superación de esta situación, la transmutación de los valores y la plena
aceptación del sentido de la tierra, es decir, el reconocimiento de que la vida humana
consiste en una existencia exclusivamente mortal. No existe ningún alma distinta del
cuerpo.
Esta nueva situación traerá la desesperación de los débiles. Pero, en cambio, los fuertes
(seres humanos superiores) verán surgir ante sí una vida ascendente, un nuevo horizonte
sin límites, en el que sentirán el grandioso placer de poder explayar las infinitas
posibilidades de su existencia: los valores vitales. Nietzsche concibe la transmutación de los
valores como una plena reivindicación de la naturaleza terrenal del hombre, y una
exaltación tanto de los instintos como de las energías vitales: lo sensible, las pasiones, los
placeres y los dolores, la espontaneidad y los peligros, el orgullo y lo irracional. La muerte
de Dios y la transmutación de los valores conducen a la idea del superhombre. Pero ¿que
es? Desde luego, el Superhombre, tal y como lo concibe Nietzsche, no tiene nada que ver
con la razón superior imaginada por el delirio hitleriano, ni con la concepción
evolucionista de Lamarck o Darwin. El Superhombre pretende ser el más allá del ser
humano, es el ser humano totalmente libre e inocente (el niño o aventurero), de carácter
dionisiaco, fuerte y seductor que ha aceptado los nuevos valores vitales y a quien nada le
está prohibido salvo la debilidad. El Superhombre es el sentido de la tierra.
Ahora bien, el Superhombre sólo será posible si los individuos superiores tienen la audacia
de transformar todos los valores, romper las viejas tablas de la ley y crear otras nuevas. Los
nuevos valores establecerán metas distintas a los señores superiores. Por esto, Nietzsche
nos propone una nueva ética, una ética formal, según la cual no existen principios ni guías
morales sino que todo depende de la decisión que en cada situación quiera imprimir el
sujeto humano: más allá del bien y del mal, la auténtica decisión humana es absolutamente
libre, y en todo caso, es nuestro gusto (apocado u orgulloso; pequeño o poderoso) el que
decide. Según Nietzsche se puede decidir bien o mal. Decidiremos bien cuando actuamos
con vitalidad y potencia, cuando expresemos nuestra voluntad de dominio, cuando nos
autoafirmemos en nuestras decisiones. Lo haremos mal cuando lo hagamos de acuerdo
con la moral de rebaño, cuando nos pleguemos a los mandamientos de Dios y aceptemos
sus valoraciones: Dionisio contra el crucificado. Nietzsche ensalza la voluntad de poder de
los nobles, de los grandes, de los que se autoafirman y desprecian la conducta de la masa,
el rebaño de quienes se humillan. Pero la auténtica fuerza de esta nueva aristocracia no
radica en la energía física sino en la psíquica: se trata de ser humanos más completos, lo
cual significa también en todos los niveles, las bestias más completas.
LA VOLUNTAD DE PODER
EL SUPERHOMBRE
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La voluntad de poder conduce directamente al concepto de Superhombre pues solo el
Superhombre será capaz de llevar a cabo una auténtica voluntad de poder.
EL ETERNO RETORNO
El Eterno Retorno constituye la última prueba del Superhombre, porque si todo retorna,
retornará también lo pequeño, lo negativo y lo miserable. Hay que querer lo sido, lo que es
y, a la vez, esforzarse en un querer de modo diferente: la voluntad de poder, de afirmación,
puede concebirse como una fuerza selectiva proyectada hacia el futuro y que, incidiendo en
el devenir, centrifuga lo negativo, lo decadente; mientras afirma las nuevas formas de vivir,
el espíritu dionisiaco.
EL HISTORICISMO
Entre los principales partidarios del Historicismo se encuentran los alemanes Siumen y
Dilthey y el español Ortega y Gasset.
Hijo del director de El Imparcial, nació en Madrid y destacó desde su juventud por sus
cualidades intelectuales y literarias nada vulgares.
139
regresando a España en 1945. Relegado por el régimen franquista, falleció en su ciudad
natal diez años más tarde: 1955.
Los hechos más destacados de la época de Ortega y Gasset fueron los siguientes:
Desde el punto de vista histórico − cultural, surgió la Generación del 98, bajo cuya
denominación se incluía un grupo de escritores y pensadores entre los que destacaron
Azorín, Valle − Inclán, Benavente, Baroja, Unamuno, Maeztu y, tal vez, el propio Ortega y
Gasset. El común denominador de la generación del 98 era su preocupación por España. A
este respecto partían de una visión pesimista del presente español, provocado por la
profunda crisis moral, política y social e finales del s. XIX, y tendían a cuestionarse los
valores tradicionales de la burguesía, con duras críticas a la monarquía, a los políticos
conservadores y liberales y a la Iglesia.
Entre las numerosas obras de Ortega y Gasset: El tema de nuestro; El hombre y la gente;
La idea de principio en Leibniz y La rebelión de las masas.
El núcleo del sistema orteguiano está constituido por lo que se ha venido llamando se
Raciovitalismo: eliminada la naturaleza fija e inmutable, la sustituye por la vida, pero no
por una vida entendida en un puro nivel biológico − fisiológico, sino por una vida que es
esencialmente razón, una razón que vamos adquiriendo progresiva y laboriosamente. No
somos una vida sujeta a un proceso necesario, sino que somos un drama que cada uno de
nosotros debe proyectar y programar; la vida, por tanto, es también razón. El hombre es un
proyecto que cada uno elabora y pone en práctica en virtud de esa realidad fundamental
que somos, la razón vital. El ser humano es un yo, una vida, y la vida intenta buscar su
sentido, saber qué es, qué es su circunstancia, qué debe hacer, etc. Esta es la razón del
teorizar, de las ciencias, de la filosofía y, en general, de lo que se llama búsqueda de la
razón y la verdad.
En contra de nuestra tradición filosófica, Sócrates, Aristóteles, Kant, Hegel, etc. que
creyeron que únicamente existía una razón o entendimiento, una y la misma para todo el
género humano, Ortega opinaba que no existía dicha razón universal e invariable, sino que
la auténtica razón es, en cada caso, una razón singular y concreta (la tuya, la mía, la de
aquel), es decir, la auténtica razón es la razón vital e histórica, dúctil y variable en relación
con los problemas que afronta y las necesidades de la vida que intenta solucionar. Y, como
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tal, consiste no en capacidad o realidad concreta alguna, sino en el esfuerzo que el ser
humano realiza desde una determinada circunstancia para dar sentido y solucionar los
problemas de la vida (siempre singular y concreta); y desde dicha circunstancia y debido a
ese esfuerzo señalado, van surgiendo las diferentes capacidades, facultades y teorías
científicas. Por tanto, las facultades y capacidades cognoscitivas humanas, la razón o
entendimiento, como cualquier otra, lejos de ser naturales (es decir, lejos de poseerlas los
seres humanos por naturaleza) y de carácter universal, son algo vital e histórico. Es decir,
surgidas en la historia y variables de las situaciones a otras. El entendimiento o razón
surge en la historia como esfuerzo que las personas realizan con el fin de orientarse en su
circunstancias, en su situación. Por esto, según Ortega es una falacia la definición del ser
humano como animal racional, tanto en lo que se refiere a su facultad como en los que se
refiere a su actividad. Para Ortega la razón nació en Grecia, como medio de expresar el
Logos de la realidad; cobró su mayor importancia con el Racionalismo. Con Kant se
convirtió en legisladora de los objetos de conocimiento (fenómeno), y con Hegel, en
constructora de los mismos. Pero no se trata según Ortega de la llamada razón pura pero,
tras la razón pura, surgió la razón histórica, y tras ésta la razón vital.
La razón vital es la auténtica razón porque es una creación, hallazgo o invento de la vida, y
no puede tener otro sentido que el de ponerse al servicio de la vida. Por esto la razón vital:
a) Significa que cuanto los seres humanos crean, hacen o piensan se encuentra radicado
en su vida.
Hay también en Ortega y Gasset una manifiesta preferencia por los temas gnoseológicos. Y
consecuencia de ello es su perspectivismo.
PERSPECTIVISMO: la verdad no es algo de carácter abstracto, sino que es algo que debe
formar parte de la vida concreta y esencialmente mudable de cada individuo o cada razón.
Ortega pretende evitar por igual el Racionalismo abstracto y encarnado y el Relativismo
escéptico. Y la solución se la ofrece también la razón vital, una razón que es vida y una
vida que no repudia la razón. La verdad viene explicada entonces como la perspectiva con
la que la realidad se presenta a cada uno de nosotros según la circunstancia que nos es
propia (yo soy yo y mis circunstancia). La limitación y la pequeñez del yo hace que éste no
pueda percibir la realidad total, sino que perciba únicamente alguna o algunas de sus
innumerables facetas o vertientes. Cada uno tiene entonces se verdad, no la verdad sin
más. La verdad total sería patrimonio de una mente infinita, como sería la de Dios. Los
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hombres sólo podemos aspirar a ir integrando estas verdades parciales de cada yo, en
orden a componer, por así decirlo, una verdad supraindivudual.
ADICIONES AL TEMA
◊ VIVIR:
Existir, tener conciencia de la realidad; darse cuenta de as cosas y de las personas. En
Ortega, el vivir o la vida es la realidad radical, la realidad fundamental, y desde la vida o el
vivir hay que explicar cualquier otra realidad, las categorías de la vida son: conjunto de
acontecimientos; un hacer libre; esfuerzo y resistencia; problemas y evidencias;
reflexibilidad; etc. Vivir es pues todo lo que nos ocurre, pero no sería auténtico vivir
humano si no nos diéramos cuenta de que nos ocurre. Y además nos vemos empujados a
justificar nuestro vivir, lo cual llevamos a cabo a partir de nuestras creencias y mediante
nuestras ideas.
◊ CREENCIAS E IDEAS:
El ser humano concibe la realidad desde las creencias, entendiendo por creencias no el
contenido que el ser humano posee reflexivamente en su mente, sino algo que de modo
vital y directo se identifica con la realidad.
◊ VERDAD:
Correspondencia de nuestras concepciones con la realidad. En este sentido las ideas y teorías
son verdaderas cuando se cumplen ciertos requisitos teóricos en virtud de los cuales creemos
que lo en ellas enunciado se corresponde con la realidad, en el caso de las creencias no se nos
plantea dicha cuestión, porque en Ortega se confunden con la realidad misma.
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