Ejemplo de Tratamiento de TAG
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UNIVERSIDAD DE PALERMO
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
INDICE
Capitulo 1. INTRODUCCIÓN…………………………………………………..…4
1.1. Objetivos…………………………………………………………….5
Capítulo 5. METODOLOGÍA……………………………………………………….34
5.1. Tipo de estudio…………………………………………...………………………34
5.2. Participante………………………………………………………………………34
5.3. Instrumentos……………………………………………………………………..34
5.4. Procedimiento……………………………………………………………………36
5.5. Presentación del caso……………………………………………………………36
Capítulo 7. CONCLUSIÓN………………………………………………………….45
Capítulo 8. BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………..49
Capítulo 9. ANEXO…………………………………………………………………..52
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 4
1. INTRODUCCIÓN
1.1. Objetivos
Objetivo general
• Describir el tratamiento de un caso clínico de un niño con trastorno de ansiedad
generalizada.
Objetivos específicos
• Describir las conductas de la madre que refuerzan las respuestas de ansiedad en el
niño.
• Describir las intervenciones realizadas por la terapeuta.
• Describir la evolución del niño durante el tratamiento.
2. MARCO TEÓRICO
El miedo es una emoción que cumple una función adaptativa y los niños experimentan
varios de ellos a lo largo de su desarrollo. Hasta cierto punto, los miedos resultan
saludables para los niños, ya que les otorga la oportunidad de experimentar momentos
difíciles y estresantes, con los que tendrá que enfrentarse a lo largo de la vida, y son útiles
porque funcionan como una alarma psicológica, ya que hace que se eviten correr riesgos
innecesarios. El miedo está compuesto por una situación específica, causante de dicha
sensación, y una respuesta que el niño emite ante el temor (Méndez, 1999).
Es necesario como alerta ante el peligro ya que permite actuar con prudencia, para
protegerse y conocer las propias limitaciones; a través de él crecemos y es una vía de
aprendizaje ante los desafíos que se viven a diario (Goytia, 2004).
De acuerdo con Morris y Kratchowill (1983) los miedos forman parte del desarrollo
evolutivo del niño; pueden desencadenarse con una intensidad leve o moderada, son
transitorios y propios de determinadas edades, y suelen superarse a lo largo del
crecimiento (citado por Moreno Menguiano y cols., 2008). En 1959 Lapouse y Monk
hallaron que el 43% de una muestra representativa de 500 niños, de entre seis y doce años,
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 6
presentaban siete o más miedos, de acuerdo a lo informado por sus madres (citado por
Méndez, 1999).
2.1.2. Ansiedad
Pero ciertos miedos a veces resultan ser persistentes e intensos y pueden llegar a interferir
en el desempeño diario del niño y su familia (Méndez, 1999). En tal caso se trataría ya no
de una simple sensación de temor sino de ansiedad.
El término ansiedad proviene del latín “anxietas”, que remite a un sentimiento de congoja
o aflicción; es un estado de malestar psicofísico que se caracteriza por sensaciones de
inquietud, intranquilidad e inseguridad ante estímulos percibidos como amenazas para la
propia integridad (Virues Elizondo, 2005).
Se deben distinguir el uno del otro ya que, el miedo responde a una amenaza previamente
conocida y la ansiedad, en cambio, se experimenta en respuesta a una amenaza
desconocida, interior, conflictiva o vaga (Kaplan & Sadock, 1999). La ansiedad no posee
punto de referencia ni se remite a un estímulo real (Ajuriaguerra, 1996).
La preocupación y el estado de nerviosismo son más constantes en la ansiedad, ya que la
gama de actividades y acontecimientos que la desencadena suele ser más amplia, y suele
resultar difícil identificar las situaciones generadoras de ansiedad. El niño se manifiesta
inquieto, pero desconoce el motivo (Méndez, 1999).
La diferencia más notoria entre ambas respuestas emocionales es que el miedo se
experimenta durante un período agudo, mientras que la ansiedad puede tornarse crónica
(Kaplan & Sadock, 1999).
A lo largo del tiempo, varios autores han expuesto diversas explicaciones acerca de la
ansiedad.
Lazarus (1976) considera que la ansiedad es un fenómeno común a todas las personas
y que dentro de los niveles esperables permite un mejor rendimiento y adaptación a las
distintas esferas del medio en que los individuos se desenvuelven. La función más
importante es la de generar cierta movilización frente a situaciones amenazantes o
preocupantes a fin de que se lleven a cabo las tareas necesarias evitar riesgos o afrontarlos
de la manera más adecuada posible (citado por Virues Elizondo, 2005).
Beck (1985) se refiere a la ansiedad en términos de una percepción incorrecta que se basa
en falsas premisas generadas por el propio sujeto (citado por Virues Elizondo, 2005).
Lang (2002) establece que la ansiedad se configura como una respuesta emocional emitida
ante la percepción de ciertas situaciones como amenazantes o peligrosas por parte del
individuo (citado por Virues Elizondo, 2005).
De acuerdo con Goytia (2004) cierta cuota de ansiedad resulta necesaria para la
supervivencia, ya que genera motivación para la acción.
Hasta cierto punto, la ansiedad se experimenta como una sensación normal, ya que permite
adaptarnos a ciertas circunstancias y se genera como una factor motivacional fundamental
en la vida (Suárez Richards, 2000).
La ansiedad se manifiesta como un mecanismo productivo cuando genera acciones
apropiadas en el medio (Marchant, 2000).
La ansiedad normal puede ponerse de manifiesto a través de cada etapa evolutiva; por
ejemplo, es común que los niños pequeños la experimenten al separarse de los padres, por
temor a que ellos mismos o sus progenitores sufran algún daño, o por miedo a perderse, y
en la etapa escolar pueden experimentar cierto temor a concurrir a la escuela, a los
animales, a los desastres naturales o a la oscuridad (Asociación Argentina de Trastornos de
Ansiedad, 2008).
Puede presentarse en relación con eventos tanto contextuales como internos, y desarrolla
una intensidad y duración que se corresponden con el estímulo ansiógeno y cesa al ser éste
resuelto; aún cuando dicho estímulo se prolonga en el tiempo, es esperable que la ansiedad
vaya decreciendo o culmine (Cascardo & Resnik, 2005).
Cuando los miedos propios del desarrollo evolutivo no son superados adecuadamente,
pueden configurarse como ansiedad patológica, que por lo general contiene angustias
profundas en su origen, tales como el miedo a la soledad, el temor a la muerte y el miedo a
perder el control de sí mismo o de la realidad (Oliverio Ferraris, 2008).
Lo que hace que el miedo se torne desadaptativo es la intensidad, persistencia y falta de
control de la ansiedad; además puede causar un cierto grado de deterioro en las distintas
esferas de la vida a causa de los síntomas desencadenados en pos de controlar y evitar la
ansiedad (Levy & Banderas, 2005).
Se manifiesta como una sensación displacentera y anticipatoria de que algo negativo puede
suceder, lo cual provoca inquietud e impide interpretar de manera racional la dimensión de
los problemas o situaciones respecto de expectativas futuras. A través de la ansiedad se
piensa en términos de catástrofe y se revisten de mayor poder circunstancias que
verdaderamente no lo tienen y se pierde la posibilidad de evaluar los recursos disponibles
ante un hecho de manera apropiada (Goytia, 2004).
La ansiedad patológica no responde a un propósito útil por lo cual las funciones ordinarias
se hallan deterioradas y puede llegar a ser totalmente incapacitante (Marchant, 2000).
Cascardo & Resnik (2005) sugieren que se está frente a un cuadro de ansiedad patológica
cuando, aún habiendo reconocido un evento desencadenante, la intensidad no decrece
proporcionalmente a la resolución del estímulo, como así también cuando los síntomas
físicos y mentales son muy intensos, aún cuando la respuesta ansiosa es acotada en el
tiempo.
Se considera que la ansiedad es patológica cuando es generada en ausencia de un motivo
específico o cuando la activación cognitiva, autonómica y conductual resulta
desproporcionada respecto del objeto que genera el miedo. Es “maladaptativa” y produce
deterioro en los ámbitos en que las personas suelen desenvolverse (Suárez Richards,
2000).
La ansiedad está compuesta por: la conciencia de las sensaciones fisiológicas y la
conciencia de estar asustado o nervioso, y esto puede padecer un aumento a causa del
sentimiento de vergüenza.
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 10
La ansiedad suele estar acompañada de síntomas de diferente índole (Levy & Banderas,
2005).
La sintomatología se encuentra fuertemente dominada por quejas de tipo hipocondríacas,
acompañadas de un sentimiento de muerte inminente que expresa la angustia vivida
intensamente; se suele observar a los pacientes agitados, molestos, inaccesibles a frases
tranquilizadoras (Ajuriaguerra, 1996).
De acuerdo con el modelo cognitivo, cinco esferas del funcionamiento cambian cuando los
niños se encuentran ansiosos; pueden experimentar diversos cambios:
-Conductuales: lo más frecuente es la evitación de las situaciones temidas.
-Fisiológicos: sudores, mareos, tensión muscular, dolor de estómago, ahogos y problemas
digestivos.
-Emocionales: preocupación, terror, pánico, miedo e irritabilidad.
-Cognitivos: predicciones y expectativas catastróficas en el afrontamiento.
-Interpersonales: suelen ser tímidos y susceptibles a la evaluación negativa o el examen
por parte de otros.
(Friedberg & Mc Clure, 2005).
- Ansiedad como activación del sistema nervioso: desde esta perspectiva se explica
que los trastornos de ansiedad pueden generarse a partir de un trastorno endógeno
de las estructuras o de la función cerebral. El trastorno se desenvuelve a través de
síntomas que derivan del sistema nervioso vegetativo, y del sistema endócrino. Por
otra parte, los síntomas de carácter psicológico se generan a partir de la
estimulación del sistema límbico y de la corteza cerebral.
- Teoría psicodinámica: Freud (1894) considera que la angustia (actualmente
denominada ansiedad) es un proceso puramente fisiológico insatisfecho,
proveniente de la lucha interna del individuo entre los mandos del superyó y los
instintos prohibidos (ello) (citado por Virues Elizondo, 2005).
- Teorías conductistas: comprenden la ansiedad como el resultante de un proceso de
condicionamiento en el que el individuo asocia estímulos que en principio son
neutros con eventos vividos como traumáticos y amenazantes para sí mismo. Por
otro lado, la teoría del aprendizaje social considera que a su vez se puede
desencadenar la ansiedad a partir de la observación de las conductas de personas
significativas para el individuo.
- Teorías cognitivistas: estas teorías consideran que la ansiedad desarrolla como
resultado de cogniciones patológicas a partir de las cuales el individuo percibe
determinadas situaciones desencadenando un estilo de afrontamiento y conductas
determinados. De este modo, las señales de alarma y amenaza provenientes del
entorno producen ciertas respuestas neurofisiológicas que desencadenan la
ansiedad.
(Virues Elizondo, 2005)
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 13
Según el DSM-IV TR (2000), las preocupaciones de los niños suelen relacionarse con su
rendimiento o la calidad de sus actuaciones. Se preocupan en exceso sobre hechos o actos
del pasado, presente y futuro (Grau Martínez & Meneghello, 2000).
En los niños los síntomas más frecuentes son la irritabilidad, la disminución del
rendimiento académico y las alteraciones conductuales (Moreno Menguiano & cols.,
2008).
Suelen presentar quejas de tipo somáticas, se los observa inquietos, como si se sintieran
incómodos en su propia piel. Los problemas más comunes que presentan son: mareos,
sudores, dolores de estómago, tensión muscular, palpitaciones, ahogos y problemas
digestivos; por lo general ya han consultado al pediatra antes de realizar una consulta
psicológica (Friedberg & Mc Clure, 2005).
Suelen decir que sienten como “aleteos”, “tembleques” o que están “saltarines” (Friedberg
& Mc Clure, 2005).
Los síntomas conductuales son los más notorios y el más característico es la evitación
respecto de las situaciones que temen y suelen ser llevados a la consulta psicológica
porque ya no pueden seguir evitando dichas circunstancias o porque esa conducta acarrea
un costo muy elevado. Conductas que demuestran esto pueden ser morderse las uñas,
chuparse el pulgar, actuar de forma hipervigilante o compulsiva, distraerse con facilidad y
parecer incansables (Friedberg & Mc Clure, 2005).
Respecto de los síntomas cognitivos, dichos autores señalan que suelen manifestarse en
diálogos interiores invadidos por predicciones y expectativas de catástrofe al momento de
afrontar diversas situaciones; siempre están esperando que ocurra lo peor.
Friedberg & Mc Clure (2005) se refieren también al componente emocional, que se pone
de manifiesto a través de síntomas como el terror, el pánico, la preocupación, el miedo y la
irritabilidad.
Wells (1997) por su parte, sostiene la idea de que los sujetos que padecen el trastorno de
ansiedad generalizada poseen, por un lado, fuertes creencias acerca de que su
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 18
preocupación resulta de suma utilidad como estrategia para enfrentar sucesos negativos, y
por otro lado, sostienen creencias negativas acerca de la preocupación en sí misma,
valorada por ellos como peligrosa e incontrolable (citado por Cascardo & Resnik, 2005).
Esta actividad intrusiva y circular del pensamiento es utilizada entonces como un
instrumento de defensa. Esta preocupación puede estar referida tanto a cuestiones externas
e internas, tanto físicas como cognitivas, y es denominada por el autor “preocupación tipo
I”.
Pero a su vez el individuo puede sentirse incómodo por su permanente estado de
preocupación y llegan a percatarse del desgaste mental que ello les genera, temiendo llegar
al “quiebre mental”. Wells (1997) define a este mecanismo “preocupación tipo II o meta-
preocupación”.
Con estos dos tipos de preocupación instalados, las áreas de funcionamiento conductual,
emocional y de control del pensamiento contribuyen a que la preocupación se generalice y
se torne incontrolable.
3.5. Comorbilidad
Es habitual que los pacientes con trastorno de ansiedad generalizada, tanto niños como
adultos, presenten o hayan presentado criterios de diagnóstico para alguna otra patología;
las más comunes son trastornos del estado de ánimo (trastorno distímico o trastorno
depresivo mayor), otros trastornos de ansiedad (comúnmente pánico y fobias), trastorno
obsesivo-compulsivo, enfermedades médicas (Cía, 2001; DSM-IV, 1995).
También frecuentemente los pacientes con trastorno de ansiedad generalizada, presentan
otros trastornos asociados al estrés, tales como cefaleas y síndrome de colon irritable
(DSM-IV TR, 2000).
Estudios estadísticos indican que sólo uno de cada cuatro o cinco pacientes no presentan
otro trastorno en comorbilidad (Cascardo & Resnik, 2005)
La ansiedad en los niños puede darse a partir de la identificación con uno o ambos padres
ansiosos (Ajuriaguerra, 1996).
La Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad (2008) advierte que las actitudes
ansiosas de los padres para con sus hijos van imprimiendo un modelado a lo largo del
desarrollo que favorece al desenvolvimiento de los trastornos de ansiedad.
Barlow (1986) sugiere que los procesos de tensión, hipervigilancia y preocupación
excesiva probablemente emerjan de exigencias por parte de los padres hacia sus hijos
desde la temprana infancia (citado por Cascardo & Resnik, 2005).
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 20
De acuerdo con Friedberg & Mc Clure (2005) los padres de los niños ansiosos suelen
involucrarse en exceso o demasiado poco en las vidas de sus hijos. En ciertos casos se
muestran distantes y alejados de ellos y llegan a la consulta con el terapeuta con la
pretensión de que el profesional “repare” las dificultades de los niños y, por lo general, no
se presentan en las sesiones familiares y no realizan las tareas prescriptas. Otros de ellos
sobreprotegen a sus hijos y se ocupan en exceso de evitar que se enfrenten con estresores
vitales que resultan inevitables, ya que carecen de confianza en la capacidad de
afrontamiento que poseen (Friedberg & Mc Clure, 2005).
Las familias en las que los niños presentan dicho trastorno, suelen ser excesivamente
cariñosas, sobreprotegiéndolos y preocupándose por ellos en exceso (Kaplan & Saddock,
1999). De acuerdo con Cascardo & Resnik (2005), los padres suelen ser
“sobreprotectores”, “aprensivos y generadores de miedo”, e “hipercríticos”.
De una u otra manera, los padres inhiben el proceso de aprendizaje de la capacidad de
resolución de problemas y el desarrollo de habilidades de los niños; así el niño va
construyendo una pobre autoimagen de indefensión, dejando de lado su autonomía e
independencia (Levy & Banderas, 2005).
El apego ansioso en los vínculos de padres e hijos promueve que los niños tiendan a
desarrollar la ansiedad (Cascardo & Resnik, 2005). Borkovec (1994) considera que
existen dos posibles mecanismos implicados en la configuración del trastorno de ansiedad
generalizada: por un lado, la historia personal que incluye sucesos vitales de carácter
traumático, y por el otro, la constitución de lazos afectivos inseguros durante la infancia
(citado por Belloch, Sandín & Ramos, 1995)
La calidad del vínculo materno-filial cumple un papel sumamente importante en el
desarrollo de los trastornos de ansiedad en niños. La presencia de madres con trastornos
de ansiedad, que desarrollan un vínculo inseguro con sus hijos, aumenta
considerablemente la probabilidad de que sus hijos también padezcan un trastorno de
ansiedad (Kaplan & Sadock, 1999).
En cuanto a la configuración del grupo familiar, Minuchin & Fishman (1981) se refieren a
familias de “pas de deux” a aquellas que están conformadas por dos miembros, como por
ejemplo, la madre y el hijo. Consideran que, en estos casos es muy probable que ambos se
encuentren muy apegados. En este caso (madre e hijo) es probable que el niño pase
bastante tiempo en compañía de adultos y menos de lo común con niños de su edad, por lo
cual quizás tenga con ellos pocas cosas en común y se encuentre en desventaja en ciertos
juegos físicos. Se interesa más en los temas de los adultos que de sus coetáneos, por lo
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que parecerá más maduro. La madre puede satisfacer las necesidades de su hijo pero
puede tender a interpretarlo en exceso, por lo cual se puede dar un estilo de vinculación
intenso que a la vez promueva la mutua dependencia, casi simbiótica, y el resentimiento
recíproco.
Flaherty, Chanon & Davis (1991) sugieren que, para establecer una estrategia de
tratamiento de los trastornos psicológicos, resulta fundamental haber realizado
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 22
previamente una evaluación del paciente lo más abarcadora posible, de acuerdo a lo que el
contexto y el paciente permitan.
De acuerdo con Friedberg & Mc Clure (2005) previamente a elegir el tipo de tratamiento y
las técnicas a utilizar se debe realizar la “conceptualización” de cada caso particular, es
decir, establecer hipótesis acerca de por qué ciertos síntomas emergen, la forma en que
factores ambientales, interpersonales e intrapersonales contribuyen en la formación de los
síntomas y cómo los diferentes síntomas se relacionan entre sí.
Cía (2001) refiere que es fundamental realizar un diagnóstico adecuado para formular las
estrategias de tratamiento, lo que se logra básicamente a partir de las entrevistas clínicas,
habiendo descartado previamente factores médicos que podrían estar incidiendo en el
desarrollo del trastorno.
También, para elegir el tipo de tratamiento adecuado, es preciso conocer las necesidades
del individuo y la capacidad con la que cuenta para dar respuesta al tratamiento; esto se
logra a través de una comunicación empática y una relación de colaboración entre el
paciente y el terapeuta (Flaherty, Chanon & Davis, 1991).
Una vez cumplidos los objetivos anteriormente mencionados, se debe informar a la familia
del paciente acerca del problema a ser tratado, explicarles cuales serían las causas y las
posibilidades de recuperación; esto formaría parte de un proceso psicoeducativo que puede
otorgar cierto alivio al paciente como resultar también terapéutico en sí mismo (Cía, 2001).
De acuerdo con Hart & Morgan (1993) la terapia cognitiva está basada en la teoría del
aprendizaje social y a su vez se vale de técnicas que provienen de los modelos de
condicionamiento clásico y operante (citado por Friedberg & Mc Clure, 2005).
La teoría del aprendizaje social de Bandura (1997) supone que el entorno, las
características personales y el comportamiento situacional de un individuo se determinan
entre sí, y por otra parte, que la conducta resulta ser un fenómeno dinámico que se
encuentra evolucionando de manera constante (citado por Friedberg & Mc Clure, 2005).
La terapia cognitiva tiene tres características: estudia la forma en que la realidad es
percibida, analiza el modo de procesamiento de la información, intenta encontrar la
manifestación del pensamiento en la emoción y en la conducta (Goytia, 2004)
Posee como premisa fundamental que los sujetos ansiosos padecen sufrimiento a causa de
sus pensamientos distorsionadores, es decir, percepciones erróneas acerca de su realidad,
lo que a su vez condiciona su manera de sentir y actuar (Goytia, 2004).
Por otra parte, toma en cuenta que los síntomas cognitivos, conductuales, emocionales y
fisiológicos se desencadenan dentro de un contexto interpersonal y ambiental, por lo tanto
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en la terapia infantil se incorporan aspectos que guarden relación con los contextos
sistémicos, interpersonales y culturales (Friedberg & Mc Clure, 2005). De acuerdo con
Alford & Beck (1997) el terapeuta debe intervenir a nivel cognitivo-conductual a fin de
poder ejercer su influencia en los patrones de pensamiento, conducta, emoción y reacción
corporal que refuerzan la patología (citado por Friedberg & Mc Clure, 2005).
Las emociones de los niños son determinadas por la forma en que interpretan sus
experiencias, por lo cual resulta fundamental que sus puntos de vista sean considerados un
elemento central a lo largo del tratamiento. A esos modos de interpretar las situaciones se
los denomina pensamientos automáticos; son pensamientos que surgen en la conciencia de
los niños en diversas situaciones al experimentar algún cambio en el estado de ánimo
(Friedberg & Mc Clure, 2005).
Uno de los objetivos que conforman la terapia es que el niño pueda aprender a reconocer
esos pensamientos automáticos, pueda discutirlos y el terapeuta ofrecer diferentes
estrategias para el manejo de los mismos (Goytia, 2004).
De acuerdo con Knell (1993) la terapia cognitiva con niños, al igual que con los adultos,
centra su foco en los problemas, es activa y es dirigida por objetivos; se centra en el aquí y
ahora y dirige su foco hacia la experiencia, dado que los niños se predisponen
naturalmente a aprender a través de la acción (citado por Friedberg & Mc Clure, 2005).
Este enfoque pone su énfasis en la resolución de problemas y en la percepción que los
niños poseen acerca de su entorno, de las relaciones con quienes los rodean y de sí mismos
(Stirtzinger, 1983; Trad & Raine, 1995) (citad por Friedberg & Mc Clure, 2005).
Los terapeutas cognitivos se apoyan en el uso de diversos instrumentos de evaluación,
tales como tests psicométricos, proyectivos y entrevistas, ya que facilita el establecimiento
tanto de los objetivos iniciales de tratamiento como de las estrategias de intervención
futuras, ya que dichos elementos arrojan información acerca de la presencia de síntomas,
su frecuencia, duración e intensidad (Friedberg & Mc Clure, 2005).
Por otra parte, es necesario que en la terapia se incluya a la familia del niño, es decir,
emprender con ellos tareas de psicoeducación a fin de que puedan comprender la
naturaleza del trastorno que el niño padece y tengan la oportunidad de colaborar en su
proceso de recuperación (Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad, 2008).
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 25
4.2.1. Técnicas
La terapia cognitiva con niños dispone de diversas técnicas, algunas de uso común y
aplicables para el tratamiento de todas las problemáticas o trastornos psicológicos, y otras
específicas para cada trastorno (Friedberg & Mc Clure, 2005).
Algunas de las técnicas generales de la terapia cognitiva con niños son:
- Técnicas narrativas: el terapeuta indica al niño que cuente una historia que no
conozca previamente, que debe tener un comienzo, un desarrollo y un final,
conteniendo una enseñanza o moraleja (Gardner, 1986). Al concluir el niño, el
terapeuta completa la historia con otro final inventado por él, en el que ofrece una
respuesta de afrontamiento más adaptativa que la ofrecida por el niño. A partir de
los personajes recreados por el niño, el terapeuta obtiene información acerca de
patrones de pensamiento del niño, los métodos que utiliza para la resolución de
problemas y sus reacciones emocionales, como también el modo en que percibe a
las personas que lo rodean (citado por Friedberg & Mc Clure, 2005).
- Terapia de juego: a través del uso de diferentes juegos (tales como muñecos,
cartulinas, juegos de mesa, arcilla) el terapeuta puede enseñar al niño modos de
afrontamiento adaptativos a través de la activación de emociones. Los juegos se
utilizan como estímulos para identificar pensamientos y emociones, corregir
patrones de afrontamiento y enseñar habilidades sociales (Friedberg & Mc Clure,
2005).
- Tareas para casa: las tareas asignadas por el terapeuta al niño son de gran utilidad
ya que facilitan el proceso de adquisición de habilidades y promueven su
aplicación en contextos y situaciones de la vida real (Spiegler & Guevremont,
1998) (citado por Friedberg & Mc Clure, 2005). Permite que los niños pongan en
práctica lo aprendido en las sesiones de terapia en los entorno en que se
desenvuelve (Friedberg & Mc Clure, 2005). Las tareas deben ser elegidas y
diseñadas con anticipación y al momento de indicarlas al niño deben elaborarse en
conjunto con él. Es fundamental concretar los detalles del modo en que debe
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 26
realizarla, y se deben dividir en pasos que avancen gradualmente. Puede ser útil
comenzar la tarea en sesión, ya que de esa manera el terapeuta puede percibir las
dificultades con las que el niño puede llegar a encontrarse al realizarla. En cada
sesión se debe hacer un seguimiento de las tareas asignadas en la sesión anterior.
- Producción de dibujos: la realización de dibujos resulta eficaz como medio para
fortalecer el vínculo entre el niño y el terapeuta y facilita la evaluación e
intervención. Al comienzo del tratamiento se suele indicar la realización de
dibujos libres ya que contribuyen a la formación de una relación empática entre el
niño y el terapeuta a la vez que aportan datos acerca de los intereses, inquietudes y
estilo cultural del niño, como así también de la percepción de sí mismo y de sus
relaciones con los otros, sus temores y estilos de procesamiento de la información.
Otra estrategia que se puede llevar a cabo es solicitar el niño que se dibuje a sí
mismo en un rol que elija para afrontar sus problemas (como por ejemplo, en el
caso de niños con ansiedad el terapeuta puede sugerirle ser un “maestro de los
miedos” o “solucionador de problemas”) o bien el terapeuta puede colaborar en la
producción de un dibujo acerca de un tema determinado (como ser las relaciones
con sus compañeros de colegio, la hora de dormir, sus temores); de esta manera se
fomenta la participación activa del niño en la terapia (Bunge, Mandil & Gomar,
2007).
Respecto del tratamiento en niños con trastorno de ansiedad generalizada, existen diversas
estrategias cognitivas específicas que pueden ayudar a los niños a controlar su ansiedad.
Estas implican la exposición a las situaciones temidas, así como también que puedan
expresar frases de autosuperación que se dirijan a aumentar sentimientos de control y
autonomía (Kaplan & Sadock, 1999).
Friedberg & Mc Clure (2005) exponen una serie de técnicas específicas para cada fase del
proceso de tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada en niños.
Las técnicas propuestas por los autores son:
- Vías de miedos: esta técnica se vale de uso de la metáfora de un tren, unas vías y
una estación; se le solicita que dibuje un tren y éste debe seguir el camino que
recorren sus miedos, pasando por diferentes estaciones (estación Quién, estación de
la Mente, estación Dónde, estación de la Acción, estación del Cuerpo y estación de
las Emociones). Al detenerse en cada una el niño debe responder a una serie de
preguntas que el terapeuta formula. Así, el niño tiene la posibilidad de aprender a
reconocer la relación entre situaciones, pensamientos, emociones y acciones.
2) Relajación: este tipo de intervención resulta sumamente efectiva en niños que
presentan síntomas somáticos. A través de instrucciones previamente elaboradas
por el terapeuta, se intenta que el niño pueda enfocar la atención en su propia
respiración y en su tensión muscular. Se puede aplicar de dos maneras.
- Relajación muscular progresiva: se puede aplicar de manera graduada, es decir, que
se puede comenzar, por ejemplo, con sólo dos grupos musculares, dado que el sólo
hecho de que el niño deba centrarse en sus sensaciones corporales puede resultar
generador de ansiedad.
- Respiración controlada: se intenta con esta técnica que el niño pueda tener un
registro de sus sensaciones corporales ante determinadas situaciones, ofreciéndole
la oportunidad de que pueda llegar a sentir que es capaz de no perder el control de
sí mismo. Para que la tarea se más llevadera para el niño, se pueden utilizar
diferentes elementos, como por ejemplo burbujas de jabón al expirar.
3) Contracondicionamiento: se basa en la desensibilización sistemática, es decir, la
exposición o recreación de situaciones temidas en las que el niño pueda identificar
detalles acerca de sus sensaciones fisiológicas, emocionales, cognitivas e
interpersonales referentes a su sensación de temor. Para que este proceso se lleve a
cabo de manera efectiva es fundamental que previamente haya efectuado de
manera efectiva las técnicas de relajación anteriormente mencionadas. Luego se le
solicita al niño que imagine un lugar que le resulte seguro y en el que pueda
imaginarse a si mismo confiado y tranquilo, para ir incorporando progresivamente
las situaciones ansiógenas dentro de ese lugar.
4) Entrenamiento en habilidades sociales: se intentan recrear con el niño aquellas
situaciones sociales en que se desencadenan los síntomas ansiosos.
- Juegos con muñecos: se propone al niño que elija entre algunos muñecos aquellos
que representen a sí mismo y a las personas que los rodean o a quienes teme en
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 28
terrible la situación. Por último se hace una revisión de sus respuestas y se le solicita
al niño que extraiga una conclusión.
- Alarmas verdaderas versus falsas: se le pide al niño que puntúe sus preocupaciones
en determinadas situaciones en una escala del uno al diez, y luego se verifica si
verdaderamente sucedió lo que temía en cada situación; así el niño puede verificar de
manera conciente si su temor guarda o no relación con la realidad.
- Sólo porque: a través de esta técnica se propone al niño que formule un pensamiento
negativo anteponiéndole la frase “Sólo porque…” y luego contrastar dicho
pensamiento y los hechos concretos y reales.
6) Procedimientos basados en la ejecución:
- Exposición: se realiza la técnica indicando al niño que imagine la situación temida, y se
va elaborando un registro del nivel de ansiedad, los pensamientos y las emociones que se
le generan. Que el niño pueda recopilar información acerca de la situación puede ayudarlo
a establecer hasta que punto sus temores se corresponden con el suceso ansiógeno.
También se puede aplicar la técnica a través de la producción de manualidades tales como
dibujos que representen dicha situación.
7) Autorrecompensa: se pretende recompensar los logros alcanzados por el niño, sabiendo
que puede funcionar como un medio de reforzamiento en el proceso de mejoramiento.
- Medalla de valor: se le entrega una medalla al niño con una serie de preguntas como: ¿a
qué miedo me he enfrentado?, ¿cuánto tiempo y con qué frecuencia pude afrontar mi
miedo?, ¿de qué maneras puedo afrontar mi miedo?, ¿qué cosas me han ayudado al
afrontarlo? Al responderlas el niño va tomando conciencia de sus logros y de las
estrategias de afrontamiento que ha ido adquiriendo a lo largo del proceso terapéutico.
-Sesión 16: Se realiza una revisión de las estrategias aprendidas y se propone al niño la
práctica de las habilidades de afrontamiento adquiridas en la vida diaria.
(citado por Orgilés Amorós & cols., 2003)
La eficacia de este modelo de tratamiento fue verificado por el autor en un estudio en el
que se compararon dos grupos de niños diagnosticados con trastorno de ansiedad
generalizada; el primer grupo recibió el tratamiento mientras que el segundo permaneció
en lista de espera. Posteriormente se evaluó el grado de mejoría de los niños y se
comprobó que el grupo que había recibido tratamiento presentaba una mejora significativa
(Orgilés Amorós & cols., 2003).
Por otra parte, ciertos autores señalan la importancia de implicar a los padres en el
tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada en niños (Orgilés Amorós & cols.,
2003).
Un grupo de investigación de Australia compuesto por Barrett, Dadds & Rapee (1996)
replicó el mismo estudio realizado por Kendall (1994) pero incluyendo a un tercer grupo
que recibió el mismo tratamiento de terapia cognitivo-conductual con intervención
familiar. Para tal propósito utilizaron un manual elaborado por Barrett en 1995, llamado
“Afrontamiento de la ansiedad en la familia”. El objetivo de dicho manual era enseñar a
los padres de los niños a recompensar el afrontamiento de situaciones generadoras de
miedo en sus hijos y a colaborar en la extinción de la ansiedad, para lo cual previamente
recibieron un entrenamiento de aplicación de refuerzos. También se instruyó a la familia
en el manejo de sus propias tensiones emocionales y se los entrenó en habilidades de
comunicación y resolución de problemas, a fin de mantener los logros terapéuticos luego
de finalizado el tratamiento.
(citado por Orgilés Amorós & cols., 2003)
Cada sesión estaba compuesta de treinta minutos de terapia cognitivo-conductual con los
niños y cuarenta minutos de intervención familiar.
Los grupos fueron comparados posteriormente y se comprobó que si bien los dos primeros
grupos presentaban una mejoría, el grupo que había recibido intervención familiar
presentaba una mejora significativamente superior.
(citado por Orgilés Amorós & cols., 2003)
Mendlowitz & cols. (1999) evaluaron la eficacia terapéutica de la intervención familiar a
través de un programa de terapia cognitivo-conductual, también comparando a tres grupos:
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 32
5. METODOLOGÍA
5.2. Participante
Niño de nueve años, quien es llevado a la consulta por su madre, derivado por el pediatra,
que posee un trastorno de ansiedad generalizada.
5.3. Instrumentos
Entrevista de admisión y entrevista con la madre del niño, nueve sesiones con frecuencia
semanal con el niño de media hora de duración en las que, además de juegos, se incluyen
las siguientes técnicas:
-Cuento terapéutico: Actividad libre, que permite elaborar fantasías inconscientes;
mediante la creación del mismo, los niños pueden expresar sus afectos y vivenciar
activamente lo que es vivido pasivamente. En los personajes el niño puede identificarse y
proyectar diferentes aspectos de sí mismo, además de ir integrando distintos aspectos de la
personalidad (Bruder, 2000).
-Escala de ansiedad de Hamilton: Escala administrada por el terapeuta luego de la
entrevista con el paciente. Consta de 14 ítems, 13 referentes a signos y síntomas ansiosos y
el último valora el comportamiento del paciente a lo largo de la entrevista. Cada ítem se
puntúa de 0 a 4 de acuerdo a la valoración tanto de la intensidad de los síntomas como de
su presencia. La puntuación total es la suma de las puntuaciones de cada uno de los ítems.
El rango va de 0 a 56 puntos. Para su análisis no se registran puntos de corte sino que se
tiene en cuenta que una puntuación mayor indica una mayor intensidad de la ansiedad. El
objetivo es valorar el grado de ansiedad en pacientes previamente diagnosticados con
algún trastorno de ansiedad para valorar la severidad de la ansiedad de manera global tanto
como para monitorizar la respuesta al tratamiento.
La puntuación total presenta una elevada validez concurrente con otras escalas que valoran
la ansiedad.
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 35
-Escala de Autoconcepto: Escala psicométrica elaborada en el año 1964 por E. Piers & D.
Harris, y adaptada en Argentina en el año 1990 por María Martina Casullo (Casullo, 1990).
Evalúa la percepción fenomenológica del sí mismo, partiendo de considerar el
autoconcepto como una variable multidimensional operacionalizada por medio de seis
indicadores: percepción del comportamiento social, apreciación del rendimiento
intelectual, apreciaciones acerca del propio cuerpo, sentimientos de ansiedad, percepciones
acerca del reconocimiento que otros hacen de la propia conducta, sentimientos de
satisfacción o insatisfacción personal (Casullo, 1990).
- Test de Persona bajo la Lluvia: Es una técnica proyectiva en cuya interpretación se
pretende obtener la imagen que el individuo tiene de sí mismo bajo condiciones
ambientales desagradables, representando la lluvia el elemento perturbador que propicia la
aparición de los mecanismos de defensa latentes en el individuo. Puede administrarse en
forma individual tanto como grupal, es apropiado para todas las edades y puede utilizarse
en diversos ámbitos (Querol & Chávez Paz, 2000).
-H.T.P: Técnica proyectiva que evalúa la imagen interna que el individuo tiene de sí
mismo y de su ambiente, que cosas son importantes para él, y que es lo destacable y
desechable. A través de los dibujos de la casa, el árbol y la persona, se expresan
contenidos psicodinámicos respecto de sí mismo y del ambiente.
La casa, como lugar de vivienda, genera asociaciones con la vida en el hogar y las
relaciones interfamiliares. El árbol, y la persona ponen de manifiesto aspectos de la
imagen corporal y del concepto de sí mismo; permiten la transmisión de conflictos y
defensas y conocer la estructura de la personalidad del examinado (Hammer, 1992). Suele
utilizarse en un ambiente individual como parte de la evaluación inicial o dentro de una
intervención terapéutica con un paciente (Buck, 1995).
-Familia Kinética: Prueba gráfica proyectiva que se utiliza para evaluar aspectos
emocionales en el niño, y como éste percibe subjetivamente las relaciones entre los
miembros de la familia, considerada ésta como un sistema, y como se incluye él en la
misma. Además pone de manifiesto aspectos de la comunicación del niño con los
miembros de su familia y de los miembros entre sí. Se basa en la premisa de que el dibujo
constituye el contenido manifiesto que requiere de una interpretación, dado que se
encuentran contenidos latentes en la representación que el niño hace de su familia
(Esquivel & Heredia, 1999). Para su interpretación también se toma en consideración el
enfoque estructural de Minuchin (1968), quien establece que la familia es una estructura
que conforma un sistema abierto. Desde esta perspectiva, la familia funciona como una
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 36
5.4. Procedimiento
Niño de nueve años al que se llamará Pablo. Cursa el segundo grado del nivel primario.
Vive con su madre, treinta y cuatro años, separada del padre de Pablo al quedar
embarazada. Consulta al pediatra cuando Pablo experimenta una fuerte sensación de
temor y de muerte al atragantarse ingiriendo un alimento, por lo cual prácticamente deja de
comer por veinte días al momento de la consulta. El pediatra realiza la derivación al
servicio de psicología luego de descartar cuestiones médicas. Durante la entrevista de
admisión comenta también que al niño le cuesta conciliar el sueño por la noche, duerme
con una luz o la televisión encendidas, y que cuestiona acerca de la muerte, expresa miedo
a tragar y a morirse. Además comenta que no desea realizar actividades extraescolares.
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 37
Pablo fue diagnosticado con trastorno de ansiedad generalizada de acuerdo con los
criterios diagnósticos del DSM IV-TR (2000). Los síntomas que presenta son: alteración
del sueño, duerme con las luces encendidas o se dirige a la habitación de su madre al
experimentar sensación de temor; preocupación excesiva, sobre todo en lo referido a las
relaciones sociales ya que se niega a asistir a actividades extraescolares; molestias
estomacales sobre todo a la hora de asistir a las clases de fútbol o reuniones de boy scouts;
se muestra impaciente e inquieto al participar en los juego de mesa durante las sesiones de
terapia como también al administrarle técnicas de evaluación; expresa que cuando siente
miedo experimenta temor a enloquecer, tiembla y le late muy fuerte el corazón ; refiere
que a veces cuando siente miedo le dan ganas de vomitar y siente como si no pudiera
tragar; siente temor de que pueda ocurrir algo malo, sobre todo a su madre y no le agrada
pasar mucho tiempo sin ella.
La entrevista de admisión se llevó a cabo con la madre de Pablo a solas, ya que son los
padres los que acuden primero a la consulta, previamente a comenzar el tratamiento con
los niños, tal como lo señalan Friedberg & Mc Clure (2005).
La madre acudió a la consulta luego de que el pediatra lo derivara al servicio de
Psicología, habiendo descartado cuestiones médicas en relación con su atragantamiento y
sensación de muerte. Al respecto Cía (2001) indica que es fundamental descartar factores
médicos previamente a la evaluación del paciente por parte de los profesionales
psicólogos, a los fines de realizar un diagnóstico adecuado. Por otra parte, cabe destacar
que es común que los trastornos de ansiedad en niños sean difíciles de ser percibidos ya
que los niños no suelen presentar problemas de conducta relevantes, pero sí suelen
presentar síntomas somáticos, por lo que suelen ser llevados a la consulta con el pediatra
en una primera instancia (Grau Martínez & Meneghello, 2000).
Relató también que el niño duerme con la luz encendida y que a pesar de sus sugerencias
Pablo se niega a realizar actividades extraescolares.
Además, la madre de Pablo comentó que esperaba que la terapia le permitiera conocer más
a su hijo, lo que piensa y siente, y que su miedo era que Pablo se sintiera responsable por
la separación de ella con su padre. Esta cuestión podría sugerir que la madre podría estar
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 38
transmitiendo sus propios miedos a Pablo y que por otro lado, estaría sobreprotegiéndolo y
preocupándose por el niño en exceso, tal como sugieren Kaplan & Sadock (1999) que
suele suceder con los padres de niños ansiosos.
Durante las dos primeras sesiones con Pablo se dialogó acerca de sus actividades y se
realizaron juegos a fin de entablar una relación empática entre él y la terapeuta. En
términos generales se mostró con buena predisposición. Se lo observó un tanto
estructurado y con un lenguaje adulto, por lo cual se le propuso participar de diferentes
juegos de mesa a los que refería que nunca había jugado, mostrándose entusiasmado y muy
activo, como también inquieto e impaciente para esperar su turno, y resistiéndose a
finalizar la sesión.
Los juegos son herramientas útiles en la terapia con niños ya que al requerir la solución de
problemas y ejercer cierta presión en ellos, activan ciertas emociones y pensamientos a
partir de los cuales el terapeuta puede intervenir para corregir esos patrones de
pensamiento (Friedberg & Mc Clure, 2005).
Además, contribuyen en la formación de una relación de empatía entre el niño y el
terapeuta, cuestión que, de acuerdo con Flaherty, Chanon & Davis (1991) resulta
fundamental a fin de conocer las necesidades y características del niño previamente a la
elección del tipo de tratamiento que se llevará a cabo.
Por otra parte, la inquietud observada en Pablo a lo largo de la sesión es un síntoma común
en niños con trastorno de ansiedad generalizada, de acuerdo con Friedberg & Mc Clure
(2005).
A su vez se administraron las técnicas H.T.P. y el Test de la Persona Bajo la Lluvia (ver
Anexo adjunto, pág. 52) con el objetivo de conocer la imagen que Pablo poseía de sí
mismo y del ambiente en el que se desenvuelve, como también poner de manifiesto las
defensas que despliega ante situaciones adversas.
Dichas técnicas arrojaron datos en común acerca de Pablo, tales como que se trata de un
niño inseguro, presenta sentimiento de inferioridad, que responde con evitación ante
situaciones amenazantes y de no poder evitarlas responde con ansiedad o con reacciones
explosivas. Rechaza sus fantasías por ser percibidas como amenazantes, desplegando una
excesiva defensa. Dichas sensaciones de temor, preocupación y miedo conforman el
componente emocional del trastorno de ansiedad generalizada, de acuerdo a lo señalado
por Friedberg & Mc Clure (2005).
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 39
Asimismo, presenta una gran dificultad en cuanto a las relaciones interpersonales, como
también un vínculo de dependencia con su madre, lo cual podría estar contribuyendo a la
configuración del trastorno en el niño, tal como lo señalan Kaplan & Sadock (1999).
Por último, se observó la presencia de síntomas psicosomáticos. La teoría cognitivista
acerca de la etiología de los trastornos de ansiedad, entiende a los síntomas psicosomáticos
como respuestas neurofisiológicas que se desencadenan a partir cogniciones patológicas
que llevan al individuo a evaluar ciertas situaciones y estímulos provenientes del entorno
como amenazantes (Virues Elizondo, 2005).
pág. 52). Esta técnica narrativa se utiliza con el objetivo de conocer patrones de
pensamiento del niño, sus reacciones emocionales, el modo en que resuelve los problemas
y la manera en que percibe a su entorno, de acuerdo con Gardner (1986).
A través de los personajes que recreó (un superhéroe y su enemigo) se ponen de manifiesto
los miedos de Pablo, su sensación de constante amenaza y su necesidad de sentirse
protegido y las defensas que despliega para contrarrestar estímulos evaluados por él como
amenazantes.
En segundo lugar, a modo de intervención se le propuso como tarea para su casa que arme
una lista con los superpoderes que ambos personajes poseen, cómo es la pelea entre ambos
y quien resulta ganador. Las tareas para casa, de acuerdo a lo propuesto por Friedberg &
Mc Clure (2005), resultan de gran utilidad a los fines de que el niño pueda poner en
práctica lo aprendido durante la sesión en su vida cotidiana.
Para Pablo es el superhéroe quien gana, lo cual podría estar manifestando el deseo
inconsciente de Pablo de superar sus miedos y no sentirse amenazado por el entorno.
Al indagar la terapeuta acerca de las actividades que Pablo había realizado a lo largo de la
semana, contó que iba a asistir a una clase de fútbol pero que no lo había hecho porque
sentía dolor en su estómago, se sentía nervioso y no sabía el motivo. Es decir, que Pablo
estaría respondiendo con quejas psicosomáticas ante la posibilidad de realizar una nueva
actividad. Cascardo & Resnik (2005) sugieren al respecto que actividades nuevas en la
rutina pueden ser evaluadas como amenazantes en los individuos que padecen trastorno de
ansiedad generalizada.
Para dar cierre a ambas sesiones se jugó al juego de los palitos chinos, y en ambas
ocasiones se lo observó entusiasmado como también sumamente inquieto e impaciente al
esperar su turno para jugar.
A lo largo de la sexta sesión Pablo se mostró esquivo a responder a las preguntas que se le
hacían acerca de las actividades que había realizado durante la semana y respondía en un
tono un tanto agresivo y se lo observaba enojado. Respondía a las preguntas con un tono
desafiante.
Al participar de un juego de mesa se comportó de manera esquiva. Se intentó cuestionarle
acerca del motivo de su enojo, pero evadió las preguntas constantemente dirigiendo la
conversación hacia otros temas. Es decir, que nuevamente se presentó la evitación como
uno de los síntomas principales en Pablo.
Posteriormente el tratamiento fue interrumpido por el receso estival (sería retomado al año
siguiente), por lo cual durante el último encuentro con Pablo se realizó una despedida; se
realizaron juegos de mesa, el niño compuso el final del cuento terapéutico, se conversó con
él acerca de las vacaciones venideras y se le entregó un presente.
7. CONCLUSIÓN
Al encarar un tratamiento psicológico con niños resulta fundamental por un lado, tener en
cuenta el momento evolutivo que se encuentran atravesando y por el otro, considerar los
diferentes ámbitos en los que se desenvuelven, ya que pueden resultar en algunos casos
reforzadores y en otros extintores de los síntomas que presentan (Friedberg & Mc Clure,
2005).
El terapeuta debe llevar a cabo una evaluación del paciente lo más abarcadora posible
(Flaherty, Chanon & Davis, 1991) descartando, en primer lugar, posibles causas médicas
que pudieran estar contribuyendo al desarrollo del trastorno (Cía, 2001). En terapia
cognitiva, la evaluación es una componente fundamental ya que, el terapeuta, a través de la
administración de técnicas objetivas, proyectivas y entrevistas obtiene datos acerca de las
características personales del paciente, la presencia de síntomas, su intensidad y duración
(Friedberg & Mc Clure, 2005).
A fin de poder llevar a cabo efectivamente dicha evaluación, es primordial que el terapeuta
pueda entablar una relación empática y de colaboración con el niño, ofreciéndole un
ambiente en el que se pueda sentir seguro para que así pueda darse a conocer y el terapeuta
pueda elaborar las estrategias a seguir teniendo en cuenta sus características personales
(Flaherty, Chanon & Davis, 1991).
Luego de obtener el diagnóstico, el terapeuta podrá seleccionar las técnicas a desarrollar y
las intervenciones a llevar a cabo acorde a cada trastorno y caso particular (Flaherty,
Chanon & Davis, 1991).
Resulta de suma importancia que a lo largo del proceso terapéutico la familia sea
informada acerca de la situación del niño y realizar con ellos tareas de psicoeducación a fin
de que puedan acompañar y colaborar con el paciente a lo largo del tratamiento y
contribuir así con una posible mejora (Cía, 2001).
Para el caso particular del tratamiento de niños con trastorno de ansiedad generalizada,
existen diversas técnicas dirigidas a que el niño pueda controlar su sensación de ansiedad y
aumentar su sentimiento de autonomía (Friedberg & Mc Clure, 2005). La terapia apunta a
que el niño pueda identificar pensamiento automáticos y que el terapeuta ofrezca
estrategias de afrontamiento en el manejo de sus miedos (Goytia, 2004).
Aún así se considera que, si bien las técnicas anteriormente mencionadas resultaron
efectivas desde el punto de vista terapéutico, dado que el niño mostró cierta mejora en
algunos de sus síntomas, podría haber resultado aún más efectivo llevar a cabo una
conceptualización concreta del caso. La conceptualización del caso determina las
estrategias de tratamiento a llevar a cabo, las técnicas a ser aplicadas, el ritmo y el modo en
que se efectuará su aplicación, la manera en que se evaluará la evolución del niño a lo
largo del tratamiento, como también así adaptar las técnicas a las características personales
del niño (Friedberg & Mc Clure, 2005).
Por otro lado la conceptualización del caso puede contribuir en la predicción de posibles
obstáculos que pudieran aparecer a lo largo del tratamiento y a superar dificultades que
pudieran desenvolverse (Pearsons, 1989) (citado por Friedberg & Mc Clure, 2005).
Para conceptualizar el caso de manera eficaz se deben tener en cuenta los factores
ambientales, interpersonales, intrapersonales y biológicos que determinan las conductas
del niño.
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 47
Por otra parte, se considera que de haber realizado más tareas de psicoeducación con la
madre se habría contribuido en mayor medida en la mejora del niño.
Dado que diversos estudios han demostrado que la terapia cognitiva con niños con
intervención familiar para el trastorno de ansiedad generalizada resulta más eficaz que la
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 48
En resumen, se considera que el tratamiento podría haber resultado aún más eficaz de
haber propuesto y llevado a cabo estrategias e intervenciones centrando el foco en el
trastorno diagnosticado, como también de haber realizado más encuentros con la madre a
los fines de permitirle contribuir en el tratamiento desde una participación activa,
realizando así aportes para la mejora del niño.
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 49
8. BIBLIOGRAFÍA
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Querol, S. M. & Chávez Paz, M. I. (2000). Adaptación y aplicación del test de la persona
bajo la lluvia. Buenos Aires: Juan Ventura Esquivel.
9.
ANEXO
Trastorno de ansiedad generalizada en la infancia 53