Teoría Del Cuento - Cortazar
Teoría Del Cuento - Cortazar
Teoría Del Cuento - Cortazar
Cada escritor da su propia visi�n del cuento como g�nero literario. Nadie lo ha
definido de manera satisfactoria. Sin embargo, para Julio Cort�zar el cuento deb�a
tener "una cierta tensi�n", una cierta capacidad de atrapar al lector para llevarlo
de la mano hacia "una desembocadura, hacia un final". El autor argentino utiliza
una analog�a para describir este g�nero. "Es como andar en bicicleta" �afirmaba el
creador de Casa Tomada�. "Mientras se mantiene la velocidad, el equilibrio est�
asegurado, pero si se empieza a perder velocidad te caes. Un cuento cuyo final
pierde velocidad es un golpe para el autor y para el lector", aseguraba Cort�zar.
El creador de Continuidad en los Parques consideraba que para escribir un buen
relato lo b�sico es conocer de antemano la estructura, la noci�n general del
cuento, el tema. As�, cuando Cort�zar se pon�a delante de la m�quina de escribir ya
ten�a esa idea general. Pero, adem�s, una obsesi�n que lo pose�a, eso que denomin�
la "cosquilla" en Diario de un Cuento de su libro Deshoras. "Ese algo que obliga a
escribirlo y que sin ninguna explicaci�n racional determinaba en qu� persona
gramatical iba a ser narrado el texto". Todo cuento cortazariano tiene un final
sorpresivo, un final circular. "La idea que me hago del cuento es siempre un orden
muy cerrado, que evoca la idea de la esfera, esa forma geom�trica perfecta en la
que un punto puede separarse de la superficie total", explicaba siempre el
cuentista argentino. "De la misma manera que una novela la veo con un orden muy
abierto, donde las posibilidades de bifurcar y entrar en nuevos campos son
ilimitadas. Un cuento lo concibo con l�mites muy exigentes, implacables; bastar�a
que una frase o una palabra se saliera de ese l�mite, para que el cuento se viniera
abajo. Por ello, esta forma esf�rica en lo narrado debe obviar lo expl�cito".
Cort�zar consideraba que muchos cuentos se vienen abajo "cuando el escritor intenta
explicar un misterio en el �ltimo p�rrafo, sin darse cuenta de que el misterio era
m�s que suficiente a lo largo de la historia". "Cada uno podr�a encontrar all� su
propia lectura, su propia interpretaci�n. Entonces, con la explicaci�n final, la
esfera se rompe, deja de aportar ese orden cerrado", apostilla.
Julio Cort�zar apuesta por una literatura de lo inesperado, en que el lector forma
parte de ella, tiene un rol especial en ella misma, participa de un juego entablado
por el narrador. "Todo novelista espera de su lector que lo comprenda, participando
de su propia experiencia, o que recoja un determinado mensaje y lo encarne. El
novelista rom�ntico quiere ser comprendido por s� mismo a trav�s de sus h�roes; el
novelista cl�sico quiere ense�ar, dejar una huella en el camino de la historia",
argumentaba el creador de Rayuela. Precisamente en esta novela, en Rayuela,
definida como "muchos libros, pero sobre todo, dos libros", Cort�zar ofrece dos
caminos de lectura. El lector puede optar por leer de forma lineal y pasiva el
libro, o bien seguir las instrucciones de un Tablero de Direcciones, convertirse en
c�mplice, saltar a la pata coja de un cap�tulo a otro, rechazar el orden cerrado de
la novela tradicional y disfrutar del juego. Esta contra-novela, como as� fue
etiquetada por �l mismo, "ten�a como objetivo destruir la noci�n de relato
hipn�tico", seg�n explicaba el autor argentino. "Yo quer�a que el lector estuviera
libre, lo m�s libre posible, el lector tiene que ser un c�mplice y no un lector
pasivo. La idea era hacer avanzar la acci�n y detenerla justamente en el momento en
que el lector queda prisionero, y sacarlo de una patada fuera para que vuelva
objetivamente a mirar el libro desde fuera y tomarlo desde otra dimensi�n. �se era
el plan". En el pr�logo de la recopilaci�n de sus Cuentos Completos editada por
Alfaguara, su coet�neo, Mario Varas Llosa, describe la importancia de la lectura
activa en la obra cortazariana. "En los libros de Cort�zar juega el autor, juega el
narrador, juegan los personajes y juega el lector, obligado a ello por las
endiabladas trampas que lo acechan a la vuelta de p�gina", afirma Llosa. Julio
Cort�zar justificaba su forma de narrar y defin�a al lector como parte impl�cita
del binomio literario. Por ello, rechazaba la idea de tomar los libros "como quien
admira o huele una flor sin preocuparse demasiado de la planta de la cual ha sido
cortada".
Cuando leemos un relato, no s�lo nos gusta ver al personaje, sino adem�s o�r esa
silla agrietada sobre la que se sienta, escuchar su voz ronca por la resaca y el
chirrido de una puerta por donde, p�rrafo a p�rrafo, se marcha sin decirnos adi�s.
La aliteraci�n, como figura ret�rica, reitera uno o varios sonidos similares entre
s� y los expresa dentro de una o varias frases. El uso de este recurso literario
provoca sensaciones ac�sticas que enriquecen el significado del texto. Lugar
Llamado Kindberg �traducido ingenuamente por monta�a de los ni�os, como nos narra
en su primer p�rrafo su autor, Julio Cort�zar�es un cuento lleno de aliteraciones
que dotan al texto de una sonoridad necesaria para el relato. Con palabras,
Cort�zar invita al lector a un plato de sopa caliente lleno de fideos y humeantes
aliteraciones para que as� oigamos, sorbo a sorbo, la historia de Lina y Marcelo.
Marcelo es un maduro viajante de comercio que recoge en la carretera a una
autoestopista, Lina. Hace fr�o, pero Cort�zar no lo narra sino que escuchamos con
im�genes sonoras c�mo la lluvia golpea el parabrisas, c�mo la chimenea chisporrotea
y c�mo ambos sorben una cucharada de sopa caliente en un hotel de Kindberg. En un
lugar del cuento, el escritor argentino describe una escena donde ambos personajes
dialogan frente a frente, en torno a un plato de sopa. Cort�zar nos lleva la
cucharada de sopa a la boca, pero por los o�dos; endulza los p�rrafos de eses para
que el lector pueda escuchar c�mo Lina sacia un hambre de cunetas y autopistas: "..
a saber por qu� pero tan bonito ver que el flequillo de Lina se alza un poco y
tiembla como el soplido devuelto por la mano y por el pan fuera a levantar el tel�n
de un diminuto teatro, casi como desde ese momento Marcelo pudiera ver salir a
escena los pensamientos de Lina, las im�genes y los recuerdos de Lina que sorbe su
sopa sabrosa soplando siempre sonriendo". El uso de la aliteraci�n da al texto
literario de Cort�zar otra dimensi�n sensorial. Si la visibilidad ense�a a ver
l�nea a l�nea a los personajes y su entorno, la aliteraci�n le a�ade a las palabras
un segundo sentido: el o�do. Julio Cort�zar, en Lugar Llamado Kindberg, incluye la
aliteraci�n dentro de una escena con el fin de enfatizar el hambre de Lina y, sobre
todo, para que el lector perciba c�mo saborea la sopa. Las aliteraciones en este
cuento son sorbos para sibarita.
www.aviondepapel.com/cortazar
11:52 AM
Publicar un comentario en la entrada
EnlacesZona Moebius
Letr�polis
Abanico Revista Cultural
Letralia
La p�gina de Gandalf El Gris
Mujeres que escriben
El taller literario
Biblioteca del Congreso