Anaxagoras, NOUS
Anaxagoras, NOUS
Anaxagoras, NOUS
4 Frag. 12.
5 Frag. 4.
Ei «nous» ordenador.
Otro hecho que se hace patente al hombre primitivo es
Ia existencia de un orden en Ia naturaleza. Los pensadores
griegos Io aceptan como un hecho que no se cuestiona, tra-
tando únicamente de buscarle una explicación. Para los grie-
gos el cosmos es siempre un universo ordenado. Pero al igual
que el movimiento, el orden es considerado, no como un atri-
buto de Ia materia, porque ésta es de por sí, caótica y con-
fusa, y si existe armonía en Ia materia es porque Ie viene
de fuera. Anaxágoras ve en el nous Ia fuente de todo orden.
En su sistema, orden y movimiento son dos aspectos simul-
táneos e inseparables.
El nous pone en marcha el mecanismo productor del cos-
mos que resulta ser dinámico y ordenador. El impulso inicial
dado por el intelecto, a partir de ese momento sigue su mar-
cha automáticamente, de una manera mecánica, sin inter-
vención directa del nous que vuelve a su reposo anterior.
Pues a pesar de su afirmación de que el intelecto sigue ocu-
pando todo el universo a modo de un océano invisible en el
que se sumergen todas las cosas, en otros lugares insistirá
que no está mezclado con ninguna de eUas.
El nous no necesita seguir actuando en el proceso de or-
ganización del universo, porque no se dan errores que haya
que corregir. Una vez iniciado el proceso no admite desvia-
ciones. La máquina puesta en marcha es inexorable. En el
fondo de tal concepción está latente Ia persuasión de Ia ne-
cesidad de las leyes de Ia naturaleza. El ¿níeZecío no puede
ser providente, y no puede serlo, porque no es personal. Pues
aunque el sistema de Anaxágoras deja abierta Ia posibilidad
de una nueva intervención del nous corrigiendo o anulando
el proceso en marcha, de hecho esta posibilidad ni siquiera
es contemplada. El fatalismo del pensamiento griego es una
consecuencia de Ia atribución de leyes necesarias al univer-
so. El universo es una máquina ante Ia que sólo caben dos
posturas coherentes: Ia impasibilidad del estoico o Ia des-
preocupación del cínico. Se excluyen el temblor místico de
los hebreos que todo acontecer Io atribuyen a Ia divinidad
y Ia preocupación de otras religiones por aplacar a las divi-
11 Frag. 4.
12 Frag. 4.