Identidad Nacional

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“Año del buen servicio al ciudadano”

UNIVERSIDAD NACIONALDE UCAYALI

FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS,

ADMINISTRATIVAS Y CONTABLES

ESCUELA PROFESIONAL DE ECONOMIA Y NEGOCIOS

INTERNACIONALES

TEMA : Identidad Nacional

NOMBRE DE LA ASIGNATURA: Defensa Nacional

DOCENTE : Dr. Lincoln Fritz Cachay Reyes

INTEGRANTES : Huamaní Laguna Ruth

Suarez Armas Mavet

Barrantes Fernández Aidé

Cárdenas Dávila Edrulfo

Pucallpa – Perú

2017

1
DEDICATORIA:

Queremos dedicarle este trabajo

A Dios que nos ha dado la vida y fortaleza y a nuestro querido profesor

por inculcarnos nuevos conocimientos. Y a todas aquellas personas que

nos apoyaron en todo momento de la investigación y a su vez

A nuestros Padres por estar ahí cuando más los necesitamos.

2
INTRODUCION

El ser humano interactúa y socializa con otros semejantes y se reconoce


como tal, y va descubriendo coincidencias y discrepancias. Asimismo,
asume el rol que le determinan, Alcanza objetivos compartidos, y al
lograrlos obtiene el éxito deseado alcanzando sus propias metas.
Además, tiene conocimiento de su medio ambiente, de su entorno,
organiza el día a día y se vale de todos los instrumentos, medios y
mecanismos para sobrevivir y defenderse de los peligros. Asimismo, se
identifica con este entorno; todo ello es parte de sí mismo, de sus afectos,
de sus valores, de sus tradiciones, cultura e Identidad.

El Objetivo del presente estudio es determinar cuáles los principales


factores que en inciden en la constitución de la Identidad Nacional en el
Perú.

La relevancia del tema se fundamenta, porque contribuye a la formación


de la identidad nacional de los todos los peruanos para luchar
contra actitudes y conductas poco nacionalistas y antipatrióticas.

La importancia de la Identidad Nacional está dada porque representa una


serie de símbolos, que no sólo nos identifica como país, sino que lo
distingue de cualquier otra nación en el mundo. Estos elementos patrios
son usados comúnmente para celebrar algún acontecimiento que reviste
importancia de tipo histórico, social, cultural, científico, y simboliza el
orgullo que se siente al formar parte de esta nación en este caso el Perú.

Los beneficios de la Identidad Nacional se plasman en todos los


habitantes de un país porque se cohesionan por una serie de elementos
comunes, que lo definen como país, que determinan su nacionalidad, que
brinda sentido de pertenencia que tiene cada individuo con su país, que
poseen sus características peculiares que lo hacen diferente de otros.

Los elementos de la Identidad Nacional son: la historia, el territorio, los


símbolos patrios, la música y la danza, el idioma, la religión,
la arquitectura, la gastronomía, entro otros; lo que generará que un
individuo no se sienta sólo en el mundo, que forje su identidad, y además,
se sienta orgulloso de su patria.

Finalmente, la Identidad Nacional es un elemento importante dentro de


una sociedad por múltiples razones que se han expuesto; sin embargo,
una de ellas es que constituye una herramienta para la preservación de la
cultura autóctona de un país. Asimismo, un individuo que forma parte de
la sociedad, que ´posee identidad nacional es capaz de identificarse con
su nación y trabajar por el desarrollo socioeconómico de ella.

3
1. LA IDENTIDAD NACIONAL EN EL PERÚ

Es el sentido de pertenencia que tiene cada un individuo o grupo con un


bien material o intangible. La identidad en gustos, convicciones,
creencias:
• Una persona se identifica por la música que escucha.
• Religión
• Moda
• Cosmovisión, etc.

Podemos decir que la identidad es considerada como un proceso a partir


del cual el individuo se autodefine y auto valora, considerando su pasado,
presente y futuro. Es así como concilia las inclinaciones y el talento de las
personas con los papeles iníciales que le fueron dados por los padres,
compañeros y por la misma sociedad.

La identidad nacional es el sentimiento de pertenencia que tenemos por la


nación peruana. La identidad, supone identificarnos con el patrimonio
nacional, con los valores, tradiciones, historia, recursos naturales, usos,
costumbres y sus grandes problemas.

Se definía a la identidad nacional con territorio, idioma, historia, símbolos


patrios y además con la religión, folklore, religión usos y costumbres. Sin
embargo, dentro de nuestro país encontramos diferentes etnias con otras
religiones y culturas. Esto no les ha impedido identificarse como
Peruanos/as.

El territorio peruano ha sido históricamente ocupado por una serie de


grupos humanos. Pueblos pre- incas como Chavín de Huantar, paracas,
Mochicas, Tiahuanaco; Chachapoyas, los pueblos étnicos de la
Amazonía; los Incas, los conquistadores, los misioneros religiosos, los
criollos, los mestizos, los chinos y los negros.

Hemos mencionado que en la Amazonía peruana, se vivió casi el mismo


proceso en manos de los misioneros religiosos, que instauraron el sistema
de reducciones. La época colonial, durante más de 300 años, creó una
forma particular del ser peruano dominado.
Perú, con la llegada de los semi-esclavos chinos, de los colonos
japoneses y de los migrantes europeos, urgidos por la demanda de
trabajo, estos grupos tuvieron que someterse a las condiciones materiales
y espirituales de los sectores dominantes del país. Por lo común, la
indiferencia, el desprecio y los prejuicios raciales cubrieron como manto el

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contexto nacional. Ni siquiera las clases oprimidas pudieron salvarse y
nucleares para hacer frente a lo oficial, a lo dominante.

Dextre (2012), plantea que la idea de Identidad Nacional, generalmente,


está asociada al proceso de homogeneizar las costumbres, la forma de
pensar y ver la vida y la cultura de todos los habitantes.

Es un hecho totalmente cierto que en el Perú de hoy y de siempre existen


varias naciones en una sola, las mismas que a su vez se tratan de
representar en la idea de país como orden administrativo y político, pero
que – cierta y lamentablemente – no llega a configurar el recinto que
despierte sentimientos de pertenencia e identificación. Desde esa
perspectiva, tenemos que pasar por aceptar que no son sinónimos los
conceptos de país y nación que a veces equiparamos

Además, el Perú es un país que posee una diversidad cultural, sin


embargo se sigue difundiendo una falta de identidad nacional la cual no
significa que es una sumatoria de identidades múltiples, y es aquí donde
radica el problema. Sumar identidades regionales fuertes no resulta en
una identidad fuerte, mucho menos en un país que se caracterice por una
composición étnica y muy heterogénea. Las diversas formas de cultura
que se van formando en nuestro país nacen bajo la hegemonía de una
orientación extranjerizante. También están la destrucción de todas las
formas de culturas del Perú a través de malos programas de televisión, la
desaparición de la enseñanza del arte peruano en las universidades, una
cultura chatarra que es la que se difunde ampliamente en el país con la
indiferencia hacia el Estado. Todo esto hace que el peruano se olvide de
sus raíces y empiece a adoptar costumbres extranjeras. Así mismo, la
ausencia de proyectos que inviertan en la difusión de nuestra cultura hace
que esta pueda llegar a desaparecer, produciéndose, así, un asesinato
cultural, un etnocidio.

1.1. MARCO CONCEPTUAL DE IDENTIDAD NACIONAL EN EL


PERU

El término "Identidad" según Real Academia Española (2001), es una


palabra latina (identitas), que significa un conjunto de rasgos propios de
un sujeto o de una comunidad; donde estas características diferencian al
individuo (o grupos de individuos), frente a los demás. La identidad,
también está vinculada a la conciencia que una persona tiene sobre sí
misma.

Torrejón (2009), expresa que es el "sentimiento de pertenencia que


tenemos por la nación peruana. Ésta, supone identificarnos con

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el patrimonio nacional, con los valores, tradiciones, historia, recursos
naturales, usos, costumbres y sus grandes problemas".

Por lo tanto, la Identidad Nacional es el sentimiento de integración y de


pertenencia y como producto de las influencias históricas, religiosas,
culturales y sociales, que comparte con su grupo social y que se hace
más o menos intenso en la medida que los lazos sociales y culturales son
más fuertes o menos fuertes.

Asimismo, el historiador y docente universitario Del Busto (2009), sustenta


los siguientes planteamientos: ¿Qué es el Perú? Es una realidad histórica
que presenta tres dimensiones distintas: el Perú como Patria, como
nación y como Estado.

a).- Patria, es una palabra que se empieza a aplicar a una realidad


distinta a la nuestra. Nace hace unos 15 mil años en el Perú, con los
primeros cazadores nómades que fijan este territorio con intención de
permanecer en él, porque los que están de paso no forjan nuestra patria.
Los que se quedan con este propósito y logran coronarlo, esos sí son
patriotas.
b).- Nación, nace con el Inca Garcilaso, que fue un monumento a la crisis.
Él era uno de los primeros casos de nuestro mestizaje, así que no tenía
antecedentes para tomar como modelo. Cuando era pequeño, como todo
pequeño amaba a su padre y por ser éste español él se sentía español
también, pero después viaja a España y cuando el ambiente español lo
estrangula, lógicamente Garcilaso se siente indio.

c).- Aparece el Estado, que es la nación políticamente organizada.


Tenemos todo lo que no nos falta y todo lo que no nos sobra, tenemos lo
necesario para seguir viviendo. El Perú es una República libre y soberana,
que hace sus propias leyes, acuña moneda propia, defiende sus
fronteras, firma sus tratados internacionales.
1.2. Funciones

Pérez-Rodríguez (2012, Julio–Diciembre), sostiene que la construcción


y mantenimiento de la identidad nacional son procesos que pueden
inducirse deliberadamente con el objeto de construir las bases sociales,
culturales y políticas del desarrollo. Desde el punto de vista político, la
identidad nacional apuntala al Estado y a sus instituciones y otorga
legitimidad a los derechos y deberes legales comunes contemplados en
las instituciones, los cuales definen el carácter y los valores peculiares de
la nación y reflejan los usos y costumbres tradicionales del pueblo.

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Socialmente, el vínculo nacional configura la comunidad con mayor
capacidad de inclusión, legitima los objetivos políticos y las medidas
administrativas que regulan la vida cotidiana de los ciudadanos.

La Identidad Nacional también se ocupa de la socialización de sus


miembros mediante el sistema educativo quien se encarga de inculcar
una cultura homogénea a sus miembros en espera de una firme adhesión.
Otra función se refiere al ideal de la fraternidad. La nación se considera la
unión que existe entre la familia, la comunidad étnica y la nación en el
plano ideológico en el pasado, el presente y el futuro. Para afianzar ese
ideal se prescriben rituales y ceremonias como desfiles, ceremonias,
monumentos a los caídos, juramentos a los símbolos patrios y
conmemoraciones de acontecimientos históricos entre otros. Todos estos
actos tienen la intensión de recordar a la población sus vínculos culturales
y su parentesco político reafirmando la identidad y la unidad nacional.
1.3. Importancia

El especialista en el tema Dextre (2012), manifiesta la relevancia del tema


por los siguientes motivos:
1).- Nos acerca con nuestra sociedad por lo consiguiente con nuestra
cultura.

2).- Nos integra un conocimiento amplio sobre la


historia, mitos y leyendas de nuestras raíces culturales.

3).- Nos hace valora nuestras potencialidades sociales, culturales y


naturales, que posee cada una de las regiones peruanas.

4).- Nos crea un cambio conductual el cual, contribuye en la formación de


los mejores ciudadanos posibles.

5).- Realza nuestra autoestima hacia la integración de nuestra diversidad


cultural.

6).- Nos identifica no solo con la nación sino que nos identificamos con
nosotros mismos y nuestro entorno
1.4. Búsqueda de la Identidad Nacional

Correa (2008), afirma que buscar la Identidad Nacional ha sido la gran


aspiración de los políticos, caudillos e intelectuales de un país, desde la
propuesta criolla hasta el indigenismo más extremo. ¿Qué somos?,
¿cómo somos?, ¿qué nos identifica como peruanos? Esta búsqueda, en
pleno siglo XXI, continúa sin resultados que satisfagan las expectativas

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latentes, pese a que contamos con mayores elementos de juicio que
contribuyen a comprender y perfilar mejor nuestra identidad.

En el Perú existe la tendencia a marcar y subrayar las diferencias


culturales y raciales, en contraposición al hecho que posibilitó la
construcción de nuestra historia nacional mestiza y desde el enfoque
cultual e identidad, resulta indispensable encontrar un "término" que
involucre y explique ese mestizaje.

En el país encontramos nuevos procesos de expresión cultural e identaria


que van más allá de las diferencias existentes, procesos culturales que
empiezan a darle nuevos rostros y formas a eso que llamamos
peruanidad. Los pobladores andinos no solo han poblado físicamente las
grandes y pequeñas ciudades de la costa.

Son sus rostros, vivencias y expresiones culturales los que han dado lugar
a un mestizaje que genera un país de perspectivas históricas donde
existe las aspiraciones de los peruanos y expresada en un término que
aún tiene cierto lastre despectivo, pero que, actualmente, cobra valoración
social y económica de: "lo cholo". Término peyorativo (como lo siguen
siendo la expresión "serrano" o "indio"), que pone al descubierto un
racismo solapado e insistente en algunos sectores de la sociedad
peruana.
Hay dos posibilidades que permitirían cohesionar un país desmembrado:

a.- Fortalecer identidades regionales en un país que aún no termina por


ser una nación. Lo cual es una visión errada de la multiculturalidad, que
solo afirma diferencias pero que no tiende puentes para reconocer puntos
en común y producir la alternativa de construir un Proyecto País.

b.- Implementar la Nueva Peruanidad, proceso que se produce en todo el


país a través de diversas expresiones de cómo lo andino y amazónico que
migraron a la ciudad no se separan social ni culturalmente de aquellos
que se quedaron en su lugar, no obstante los elementos de
la modernidad que trastrocaron su vida: la ciudad, la radio, la televisión,
el internet, entre otros, que deben ser utilizados también como parte de
esa construcción.
1.5. Causas de la Ausencia de la Identidad Nacional

De acuerdo con Fernández (2006), las principales razones para la


ausencia de la Identidad Nacional son las siguientes:
1).- La diversidad cultural del Perú

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Que difunde una falta de identidad. La llamada Identidad Nacional no es
una sumatoria de identidades "múltiples, y es allí donde radica el
problema. Sumar identidades regionales fuertes no resulta en una
identidad nacional fuerte, mucho menos en un país que se caracteriza por
una composición étnica muy heterogénea.
2).- La destrucción de todas la formas de culturas peruanas

A través de pésimos programas de televisión, la desaparición de la


enseñanza del arte en las universidades, una cultura chatarra que es la
que se difunde ampliamente en el país con la indiferencia del estado.
Todo esto hace que el peruano se olvide de sus raíces y empiece a
adoptar costumbres extranjeras.
3).- La ausencia de proyectos

Que inviertan en la difusión de nuestra auténtica cultura hace que esta


pueda llegar a desaparecer, produciéndose, así, un asesinato cultural o
un etnocidio.
4).- La alineación

Es una causa muy importante, porque el Perú pierde su identidad al


querer imitar a otras culturas, que supuestamente son mejores al tener un
mejor desarrollo socio económico y no valoran su propia diversidad
cultural.
5).- La pluriculturalidad

Porque el Perú es un país que posee diversas culturas, donde coexisten


diversos grupos producto de las diferentes culturas andinas, amazónicas y
costeñas que existen y existieron. El pueblo peruano debe reconocer y
aceptar esta diversidad, así como también la existencia de varias lenguas.
Por lo tanto, el Perú, es un país cuya realidad social es pluricultural,
pluriétnica y multilingüe.
1.6. Posibles soluciones a la crisis de la Identidad Nacional

Arias (2006), sustenta que las posibles soluciones a la crisis de la


Identidad Nacional son las que se detallan a continuación:
1).- Una buena enseñanza de nuestra historia

En las escuelas aparece como la mejor solución al problema de identidad.


Los alumnos deben estudiar temas que desarrollen sus áreas cognitivas,
afectivas y sociales. Para el logro de esto, se requiere que el alumnado
trabaje temas concernientes a su región, de modo que potencialice su
sentido de identidad y conciencia ciudadana.

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2).- La formulación de talleres de sensibilización

Cuyo objetivo es que los alumnos busquen posibles soluciones a las


anomalías históricas estudiadas en clase y la superación de
resentimientos sociales heredados como el terrorismo.
3).- La aplicación de fichas pedagógicas
Para desarrollar los puntos más esenciales de nuestra historia; y
4).- Carrillo manifiesta que:

"Nuestra historia no debe ser analizada y criticada para planificar un mejor


futuro; la historia construye y desarrolla la conciencia de identidad de un
pueblo".
5).- Somos una país que se ha formado sobre la base de fusiones
1ª ocurrió entre los españoles y el conglomerado andino,
2ª con los europeos,
3ª con los asiáticos (chinos y después los japoneses), y

4ª con los africanos. Internamente, se han producido migraciones rurales


a la ciudad.
2. IDENTIDAD CULTURAL

Al abordar el tema de identidad cultural, es importante dilucidar dos


conceptos, a fin de tener en claro de que estamos hablando.

Hoy escuchamos hablar mucho de interculturalidad, pluralidad cultural,


diversidad cultural, y se reconoce que el país es rico en cultura. Pero,
veamos que entendemos por identidad y que entendemos por cultura, a
fin de saber si estamos hablando un mismo lenguaje.

Entendemos por identidad el sentirse uno mismo, el actuar como uno es,
sentirse bien al hacerlo, y al relacionarse con las personas que conviven
con nosotros. Hoy los problemas que nos afectan son el individualismo y
el colocar el yo por encima de la sociedad, igualmente la masificación del
abuso cultural vía la imitación de valores que no son nuestros pero que
nos han hecho sentir y creer que son superiores a los que nosotros
tenemos y que heredamos de nuestros antepasados.

Al referirnos a la cultura, estamos hablando de la forma como se


manifiesta el hombre en su sociedad, como se ven se sienten y piensan
sin entrar en conflicto. Y como esta requiere de cierto periodo de tiempo
para desarrollarse, puede comprender algunas generaciones que

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involucran a nuestros antepasados, pudiendo tener en algunos casos
hasta un componente racial. En todo caso se expresa a través del
lenguaje, su religiosidad o cosmogonía, sus valores morales, formas de
interpretar la naturaleza y como relacionarse con ella, sus costumbres,
ciencia y tecnología.

En el caso nuestro, nos estamos refiriendo por lo menos a 100 siglos de


cultura ó 10,000 años, y que es aceptado por la ciencia oficial, y de los
cuales solo cinco siglos, algo más de 500 años corresponden a la
presencia occidental en nuestro continente; sin embargo esa es la
predominante al ejercer el control del estado y toda su estructura.
2.1. ¿QUÉ ES IDENTIDAD?

Este concepto implica todo aquello que tiene que ver con las creencias,
tradiciones, símbolos, comportamientos, valores y orgullos que comparten
los miembros de un determinado grupo de personas y que son a su vez
los que permiten la existencia de un sentimiento de pertenencia.

Este sentimiento ayuda a que, a pesar de las diferencias individuales, los


miembros puedan tener algo en común. Esta puede ser definida también
por oposición a otras, esto significa que un grupo puede ser identificado
como tal justamente porque presenta diferencias explícitas y notables que
permiten establecer la existencia de distintos grupos.

2.2. ¿QUÉ ES CULTURA?

El término Cultura proviene del vocablo latino colere, tiene un


amplio número de significados: habitar, cultivar, honrar con adoración,
proteger, etc. De ahí que ésta palabra se asocia con la acción de cultivar
o practicar algo, así como al culto, tanto a una deidad religiosa como al
cuerpo o al espíritu.

En su origen entonces, el término está vinculado con la idea de la


dedicación y del cultivo. Definiéndose cultura como el resultado o el efecto
de cultivar los conocimientos humanos, pero también se le conoce como
el conjunto de modos de vida y costumbres, y grado de desarrollo
artístico, científico e industrial de una época o grupo social.
Por medio de la cultura se expresa el hombre, toma conciencia de sí
mismo, cuestiona sus realizaciones, busca nuevos significados y crea
obras que le trascienden.

Cuando decimos de alguien que es un hombre con cultura, una persona


culta, nos referimos a que posee determinados conocimientos de índole

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especial, y sobre todo, una actitud particular ante ciertos productos del
espíritu humano, que le distinguen, por ello, de la mayor parte de la gente.

Sin embargo, para un sociólogo, todo individuo hasta el más inculto, en el


sentido vulgar, posee una cultura: porque cultura es todo lo que se
aprende socialmente y es compartido por los miembros de una sociedad.

La cultura es dinámica y está sometida a cambios. Muchos de los


cambios culturales de una nación se deben a la influencia de otras
culturas, como consecuencia de los diferentes procesos de integración
económica, política y social; los medios de comunicación y los avances
tecnológicos.

Por otro lado, existe el concepto de subcultura, que se entiende por


un grupo de pautas de conducta que guardan relación con las
correspondientes a la cultura propia de una sociedad, pero que no son las
mismas. Por ejemplo, la que fue denominada en los años sesenta
subcultura “hippie”, consistía en una serie de valores y formas de
comportamiento claramente diferentes de las comúnmente aceptadas en
las sociedades de tipo “occidental”.
2.3. CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD

La construcción de identidades es “un fenómeno que surge de la


dialéctica entre el individuo y la sociedad”. Las identidades se construyen
a través de un proceso de individualización por los propios actores para
los que son fuentes de sentido y aunque se puedan originar en las
instituciones dominantes, sólo lo son si los actores sociales las interiorizan
y sobre esto último construyen su sentido. En esta línea, Castell diferencia
los roles definidos por normas estructuradas por las instituciones y
organizaciones de la sociedad (e influyen en la conducta según las
negociaciones entre individuos y dichas instituciones, entre organizando
así las funciones) y las identidades definidas como proceso de
construcción del sentido atendiendo a un atributo o conjunto de atributos
culturales (organizando dicho sentido, entendido como la identificación
simbólica que realiza un actor social del objetivo de su acción). De alguna
manera, se puede interpretar que se están reforzando las propuestas
tendentes a reconocer los procesos de identificación en situaciones de
policulturalismo o momentos de identificación que se dan en la sociedad-
red, emergiendo pequeños grupos y redes (en plural).
2.4. IDENTIDAD PERUANA

La Identidad es la respuesta a la pregunta ¿quién soy yo? Acompañada


de otra: ¿de dónde vengo? Estas respuestas dependen totalmente del

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autoconocimiento. Saber mi nombre, mis apellidos, mi ascendencia, mi
lugar de origen, etc.

Sabiendo cómo soy, la identidad también depende de mi autoestima y


ésta va asociada a las preguntas: ¿me quiero mucho, poco o nada?

Sabiendo quién soy y cuánto me quiero, la identidad también está


asociada a la autoeficacia, y va asociada a las siguientes preguntas: ¿Se
gestionar hacia dónde voy, quiero ser y evaluar cómo van los resultados?
Una identidad personal será fuerte cuando la persona sabe quién es, se
ama y sabe lo que quiere. Así veremos a una persona con un sano orgullo
por sí mismo y una alta autoestima que lo capacite para realizar sus
pensamientos.

2.5. PATRIMONIO CULTURAL

2.5.1. DANZAS

La danza o el baile es un arte donde se utiliza el movimiento del cuerpo


usualmente con música, como una forma de expresión, de interacción
social, con fines de entretenimiento, artísticos o religiosos. Es el
movimiento en el espacio que se realiza con una parte o todo el cuerpo
del ejecutante, con cierto compás o ritmo como expresión de sentimientos
individuales, o de símbolos de la cultura y la sociedad. En este sentido, la
danza también es una forma de comunicación, ya que se usa el lenguaje
no verbal entre los seres humanos, donde el bailarín o bailarina expresa
sentimientos y emociones a través de sus movimientos y gestos. Se
realiza mayormente con música, ya sea una canción, pieza musical o
sonidos.

Dentro de la danza existe la coreografía, que es el arte de crear danzas.


La persona que crea coreografía, se le conoce como coreógrafo. La
danza se puede bailar con un número variado de bailarines, que va desde
solitario, en pareja o grupos, pero el número por lo general dependerá de
la danza que se va a ejecutar y también de su objetivo, y en algunos
casos más estructurados, de la idea del coreógrafo.

2.5.2. GASTRONOMIA

La gastronomía (del griego γαστρονομία1 [gastronomía]) es el estudio de


la relación del ser humano con su alimentación y su medio ambiente o
entorno. El gastrónomo es el profesional que se encarga de

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este arte.2 3 A menudo se piensa erróneamente que el término
gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería
en torno a una mesa. Sin embargo, ésta es una pequeña parte del campo
de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un
cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes
culturales tomando como eje central la comida.

2.5.3. LUGARES ATRACTIVOS

Una atracción turística, o atractivo turístico, es un lugar de interés que


los turistas visitan, normalmente por su valor cultural exhibido o inherente,
su significancia histórica, su belleza, ofrece ocio, aventura y diversión.

La interactividad es un elemento crucial en la motivación del turista


a viajar y generalmente la afluencia de turistas a un lugar genera
tanto actividad económica conexa (hotelería, gastronomía, agencias
receptivas que realizan excursiones, comercios locales, entre otros) como
desarrollo de infraestructura para el acceso y disfrute del atractivo turístico
(aeropuertos, rutas, señalización, etc).

3. IDENTIDAD Y POLITICA CULTURAL EN EL PERU

La identidad cultural constituye un proceso que en la actualidad se


encuentra muy poco atendido por parte de las autoridades. A pesar que a
primera vista, pudiéramos señalar que dentro de las políticas educativas
se encuentra presente; sin embargo, al analizar la forma cómo se está
desarrollando, podemos darnos cuenta que aún falta mucho por trabajar.
Antes de hacer referencia a los aspectos conceptuales de lo que
constituye el proceso de identidad cultural, resulta necesario analizar lo
que se entiende por identidad. En la actualidad, este constructo
psicológico tiene múltiples definiciones, algunos autores como Gissi
(1996) señalan que la identidad es la respuesta a la pregunta ¿Quién
Soy? Como podemos ver, este autor pone énfasis en la importancia del
componente cognitivo en el proceso de construcción de la identidad.
Otros autores, consideran la importancia de los componentes cognitivo,
afectivo y social conductual, como es el caso de Fukumoto (1990, citado
por Salgado, 1999) quien plantea que la identidad implica dar respuesta a
interrogantes tales como: ¿Qué se es? ¿Cómo se siente uno por lo que
es? ¿Con quién se identifica? Little (citado por Pezzi, 1996), caracteriza a
la identidad de manera dinámica, señalando que es cambiante, que
contiene valoraciones culturales y que constituye una construcción en
permanente movimiento, resultante de las necesidades de los grupos
sociales concretos y de las situaciones en las que se plantean tales

14
necesidades. Yavaloy (2001, citado por Grimaldo, 2004) señala que la
identidad personal está referida a los atributos más personales y
específicos de un individuo, tales como la idea de su propia competencia,
atributos corporales, forma de relacionarse con otros, rasgos psicológicos,
intereses individuales, gustos, etc.; es decir, atributos del individuo en
tanto como ser único, le pertenecen exclusivamente a él. Como se aprecia
en la definición anterior, la identidad hace referencia al conocimiento y
valoración de muchos aspectos que se han ido organizando a lo largo de
nuestra vida. Por todo lo anteriormente expresado, podemos decir que la
identidad es considerada como un proceso a partir del cual el individuo se
autodefina y autovalora, considerando su pasado, presente y futuro. Es
así como concilia las inclinaciones y el talento de las personas con los
papeles iníciales que le fueron dados por los padres, compañeros y por la
misma sociedad. Respecto a la definición de cultura, Schafer (1980,
citado por Nanzer, 1988) plantea que la cultura es todo aquello que
creamos específicamente pasado, presente y futuro, mental, espiritual o
material. Comprende no solo la totalidad de las ideas, invenciones,
artefactos, símbolos, valores, creencias y obras de arte, sistemas
económicos, estructuras y convenciones sociales, convicciones morales,
ideologías políticas, códigos legales, todo lo que la mente humana ha
creado y creará, cuanto la mano humana ha fabricado o fabricará.
Gonzáles (s.f., citado por Pezzi, Chávez & Miranda, 1996), señala que la
Cultura es el conjunto de expresiones que objetivan, con mayor o menor
plasticidad, el universo de mayor sentido generalizado de un determinado
pueblo. Aquí se pone énfasis en el elemento material de la cultura, como
una expresión de un grupo humano. Por su parte, Campos (s.f., citado por
Pezzi, Chávez & Miranda, 1996) indica que es el sistema integral
(abstracción) de las normas y caracterizaciones de vida mediante la
comunicación simbólica, atributo específico del ser humano. En esta
definición, se hace hincapié en los elementos no materiales de la cultura,
los que se organizan de forma abstracta. Grimson (2001) señala que el
concepto de cultura es uno de los más controvertidos y polisémicos de las
ciencias sociales. Es ese sentido, este concepto debe ser potenciado a
través del uso sistemático de dimensiones temporales y espaciales. La
cultura es histórica y ninguna sociedad puede comprenderse sin entender
a su historicidad, a sus transformaciones. A su vez, toda sociedad se
ubica en un espacio y se encuentra en Interrelación con otras sociedades.
La cultura común es la que da a la sociedad su espíritu de cuerpo y lo que
hace posible que sus miembros vivan y trabajen juntos, con un mínimo de
confusión y de interacción mutua. Además, la sociedad da a la cultura una
expresión pública de su conducta, y la transmite de generación en
generación. Sin embargo, las sociedades están constituidas de tal modo

15
que sólo pueden expresar la cultura por medio de sus individuos
componentes y no pueden perpetuarla más que por la educación de estos
individuos (Linton, 1992). Por su parte, la Declaración Universal de la
UNESCO sobre la Diversidad Cultural (2001) plantea que la cultura debe
ser considerada como el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y
materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a
un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos
de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las
tradiciones y las creencias. Para el INC (2002) la cultura se refiere a las
formas de ser, sentir, pensar y actuar de los seres humanos. La definición
anterior constituye una visión amplia de lo que se entiende por cultura; ya
que hace referencia al componente cognitivo, afectivo y conductual de la
persona. Respecto a la cultura, no debemos olvidar la importancia que
ésta tiene en la educación de muchas generaciones. A partir de la
pertenencia a una cultura aprendemos muchos saberes, prácticas,
tradiciones y estilos de vida. Al respecto Giroux (2001), señala que en la
actualidad la cultura se ha convertido en la fuerza pedagógica por
excelencia y su función como condición educativa fundamental para el
aprendizaje es crucial para establecer formas de alfabetización cultural en
diversas esferas sociales e institucionales a través de las cuales las
personas se definan así mismas y definan su relación con el mundo
social. En este caso, la relación entre cultura y pedagogía no puede
abstraerse a partir de la dinámica central de la política y el poder. Por otro
lado, respecto al concepto de identidad cultural, Gissi (1996) señala que
la identidad cultural supone, a la vez, la identidad del otro o de los otros,
donde recíprocamente, y/o nosotros somos otro(s) para ellos. Es
importante señalar que en las definiciones de identidad cultural es
necesario tener en consideración dos nociones fundamentales: la
endógena y exógena. Desde esta perspectiva, Batzin, (1996, citado por
Rengifo, 1997), define a la identidad cultural como la manera en la cual un
pueblo se autodefine (influencia del factor endógeno) y cómo la definen
los demás (énfasis del factor exógeno). Para Ampuero (1998) la identidad
cultural, se refiere, en líneas generales a la forma particular de ser y
expresarse de un pueblo o sociedad, como resultado de los ancestrales
componentes de su pasado, frente a lo cual se considera heredero e
integrado, en tiempo y espacio. Por su parte, Gorosito (1998) plantea que
la identidad es un aspecto de la reproducción cultural; es la cultura
internalizada en sujetos y apropiada bajo la forma de una conciencia de
sí, en el contexto de un campo limitado de significaciones compartidas
con otros. Salgado (1999) señala que la Identidad Cultural está referida al
componente cultural que se moldea desde edad temprana a través de
nuestras costumbres, hábitos, fiestas, bailes, modos de vida, todo aquello

16
que forma parte de nuestro folklore y que es una expresión misma de
nuestro pasado y presente con proyección al futuro. En la definición
anterior, se plantea la importancia que tiene la experiencia previa, ya que
esta identidad se moldea desde edades tempranas. Es así como las
distintas expresiones de nuestros padres, hermanos y familia en general,
van a ser de gran importancia en la estructuración de la identidad cultural.
Particularmente, la identidad cultural es entendida como un proceso
dinámico a partir del cual las personas que comparten una cultura se
autodefinen y autovaloran como pertenecientes a ella; además, actúan de
acuerdo a las pautas culturales que de ella emanan. Así mismo, implica la
definición que las demás culturas tienen respecto a ella. Según Hall
(1995), la identidad cultural no es simplemente la expresión de la
«verdadera historia» de cada grupo o nación, sino que puede ser
entendida, como el relato a través del cual cada comunidad construye su
pasado, mediante un ejercicio selectivo de memoria. (Citado por Fuller,
2002). Como podemos ver la identidad cultural se va construyendo a lo
largo de todo el proceso de desarrollo del individuo, e incluso involucra
todo el pasado histórico del grupo. Es así como, a partir de una adecuada
política cultural, bien orientada, a partir de un atinado diagnóstico de
situación, considerando las fortalezas y debilidades, este factor de
identidad podría ser organizado de forma favorable. Fuller (2002) señala
que los estudios sobre identidades culturales deberían ser localizados,
contextuales y centrados en los actores con el fin de respetar tanto el
derecho al reconocimiento como la libertad individual. O, por lo menos,
encontrar una salida para cada caso particular que contemple los
intereses y las perspectivas de ambas partes. Ligado al tema de identidad
cultural, desde la visión de las ciencias políticas se encuentra el concepto
de política pública. Según Alvarado (2002) en términos generales este
concepto se refiere a la manera como se organiza el conjunto de
decisiones y acciones que confieren orientación a la actividad del Estado
y que se concretizan por medio del aparato administrativo. Analizando
dicho concepto, otro autores, puntualizan que si bien el sentido y la
extensión que cabe otorgar al término política estatal (o pública) son
controvertidos, esta se concibe como un conjunto de acciones y
omisiones que expresan la modalidad de intervención del Estado frente a
una cuestión (problema) que concita la atención, el interés o la
movilización de otros actores en la sociedad civil. En este sentido el
concepto de políticas públicas se refiere al conjunto de iniciativas y
respuestas manifiestas o implícitas que permiten conocer la posición
predominante de un Estado frente a los problemas, necesidades y
demandas de la sociedad en su conjunto. Relacionado a este concepto y
dentro de su ámbito, encontramos el de política cultural. Según, Morrison

17
(1997), la política cultural es el conjunto de operaciones, principios,
prácticas y procedimientos de gestión administrativa y presupuestaria, que
sirven de base a la acción del Estado. En cuanto al desarrollo de la
política cultural en el Perú recordaremos algunos hechos que marcaron el
avance o retroceso en este campo. Cornejo (1993) señala que sobre la
Carta Fundamental del 79 se tendría que señalar que sus autores
desaprovecharon una oportunidad única para elaborar un capítulo sobre
cultura organizado, coherente y cabal que consultase por un lado el reto
de la realidad nacional en toda su riqueza y en toda su complejidad y
tuviese en cuenta, de otra parte, la abundante reflexión internacional
sobre el tema de políticas culturales y el desarrollo cultural. Las buenas
intenciones abundaron, pero hicieron falta meditación o información,
orden y concierto. Haciendo un balance de la acción cultural del segundo
gobierno de Belaúnde cabe afirmar que su mejor aporte fue la Ley
General de Amparo al Patrimonio Cultural y su mayor error de largas y
negativas consecuencias que aún existen- el desmantelamiento del
Instituto Nacional de Cultura y la minimización de sus atribuciones y
posibilidades reales de acción (Cornejo, 1993). Cornejo en 1993,
señalaba que en la tarea cultural del gobierno de Alan García, no hubo
propiamente una política cultural orgánica y explícita y lo más interesante
e importante del periodo estuvo dado por el CICLA (Consejo de
Integración Cultural Latinoamericana) y por el Concytec (Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología). En suma, se observó poca
consistencia (salvo la obra de Concytec), en el campo del desarrollo y la
política cultural entre 1985 y 1990. Al revisar los lineamientos y programas
de Política Cultural del Perú (2002), se señala que el objetivo institucional
del Instituto Nacional de Cultura es estimular la identificación de los
peruanos consigo mismos y con su entorno, de modo que sus pautas de
pensamiento, sentimiento y acción, respondan a las demandas de
desarrollo que se propone el país, eliminando los factores negativos que
afectan su autovaloración y su visión de futuro. De esta forma, lograr que
sus maneras de ser, sentir, pensar y actuar permitan el libre desarrollo de
su capacidad creativa y de trabajo, con expectativas de bienestar y
efectos positivos en la producción, el desarrollo científico y la creación
artística. En el mismo documento anteriormente citado se señala que el
Perú ha mantenido un perfil cultural de progresivo alejamiento de la
universalidad del proceso contemporánea que, nos llega desde todos los
lados como ajeno y exento de nuestra identificación efectiva con la
modernidad, creándonos la imagen de que nuestros valores culturales
son sólo del pasado y que lo moderno es sólo copia de los logros de otras
culturas (INC, 2002). De la misma forma, se propone la creación de una
instancia pública, encargada de conducir una política cultural y científica

18
del Perú, con capacidad para movilizar a los actores y productores del
patrimonio cultural vivo del que dispone el país, y garantizar la
preservación y promoción de dicho patrimonio y del que hemos heredado
de nuestros antepasados de todos los tiempo. La propuesta en aquel
entonces era de una instancia de rango ministerial. Sin embargo, como
sabemos esta propuesta solo quedó en ello, en una propuesta más; y
luego de cuatro años, el panorama sigue siendo el mismo. La Cultura
continúa separada de la ciencia y la tecnología; observándose una
desarticulación entre las diferentes culturas que conforman el Perú. En
donde el Estado ha tenido una actuación sin protagonismo, sin un
verdadero compromiso de cambio, alejándose cada vez más de la
construcción de la identidad cultural. Por otro lado, al revisar el Diseño
Curricular Nacional para la Educación Básica Regular (Ministerio de
Educación, 2005), nos podemos dar cuenta que el tema de cultura
constituye un tema transversal que se reconoce como importante, sin
embargo no se observan los lineamientos específicos de trabajo que
permitan el desarrollo del proceso de identidad cultural. Señalando a la
letra que la educación intercultural y ambiental son transversales a todo el
sistema educativo. La Ley General de Educación N° 28044 (Ministerio de
Educación, 2005) plantea que uno de los objetivos de la educación básica
es desarrollar aprendizajes en los campos de las ciencias, las
humanidades, la técnica, la cultura, el arte, la educación física y los
deportes, así como aquellos que permitan al educando un buen uso y
usufructo de las nuevas tecnologías. Si partimos de las coincidencias en
la mayoría de los autores en señalar que la cultura es todo aquello que el
hombre ha creado, está creando y creará, podríamos señalar que este
objetivo se refiere a hacer posible el desarrollo, a partir de una política
orientada a la dimensión cultural. Sin embargo, aún falta mucho camino
por recorrer. No basta inaugurar una Biblioteca Nacional con los adelantos
tecnológicos requeridos, hacen falta propuestas viables que permitan
realmente considerar a la persona como centro de la acción cultural,
desde una perspectiva intercultural. Como podemos darnos cuenta,
estamos frente a un sistema educativo que descuida el tema de cultura y
de interculturalidad; dejando de lado por tanto, las posibilidades de
desarrollo social y económico, que se generan en torno a ella. Desde el
Congreso de la República, respecto al tema de cultura, existe un dictamen
de la Comisión de Asuntos indígenas y afroperuanos, recaído en el
proyecto de ley No. 1011/2001-CR que propone una ley de pueblos
indígenas para la educación bilingüe. De la misma manera, existe un
proyecto de ley que impulsa la interculturalidad y modifica la ley No.
27818, ley para la educación bilingüe intercultural, propuesto por la
congresista Susana Higuchi Miyagawa. Se observan algunos avances en

19
la formulación de políticas. Sin embargo, todavía no logran implementar
actividades orientadas a la protección del patrimonio cultural, al desarrollo
de la creatividad como expresión de nuestra cultura, la participación activa
de los medios de comunicación de masas que permitan el desarrollo
cultural, entre otros aspectos fundamentales. Es así como la Dirección
Nacional de Educación Bilingüe Intercultural (Dinebi), ha obtenido algunos
logros, tales como: la creación de una política nacional de Lenguas y
Culturas en la Educación, marco para el desarrollo de las acciones
pedagógicas EBI; el diseño del Proyecto de Ley Nacional de Lenguas,
realizado en consulta con las organizaciones representativas de las
lenguas y culturas del país, y presentada a la Comisión de Amazonía,
Asuntos Indígenas y Afroperuanos del Congreso Nacional de la
República; Inclusión de la Educación Bilingüe Intercultural en el Proyecto
de Reforma Constitucional; la formulación de la política de tratamiento de
lenguas y currículo pertinente considerando los aspectos sociolingüísticos;
generación de lineamientos y el Plan Operativo Anual 2003 de la
Dirección Nacional de Educación Bilingüe Intercultural consensuados con
el Consejo Consultivo Nacional de Educación Bilingüe Intercultural, que
tiene representantes de lenguas y culturas originarias, incorporación de la
EBI en el Plan Nacional de Educación para Todos, entre otros aspectos.
Como podemos darnos cuenta la mayoría de las acciones desplegadas
se orientan hacia el desarrollo de políticas orientadoras necesarias; sin
embargo, todavía hace falta llevar a la realidad todo lo programado, de tal
manera, que nuestras poblaciones más alejadas principalmente, sean las
más beneficiadas, con el respeto y valoración de sus culturas. Según
Alvarado (2002) en el sentido de proceso o acción de las políticas
públicas, éstas se organizan en torno a tres fases: la primera orientada a
la formulación de política en una declaración explícita de algún organismo
del poder del Estado que exprese la intención del gobierno de realizar
determinadas acciones (programas y/o proyectos) para solucionar
problemas o necesidades. El segundo momento, se refiere a la
implementación y la ejecución de planes, programas y/o proyectos, que
determinadas instituciones estatales realizan para solucionar problemas,
demandas y necesidades sociales y concretar los objetivos y las metas
planteadas en las formulaciones de política; y en tercer lugar, se realizan
los resultados de política. Aquí se consideran dos sentidos: como
producto y como impacto social. El primero, expresa el grado de eficiencia
de la acción estatal, entendiendo a la eficiencia como el logro de objetivos
y metas de las políticas formalmente explícitas y el segundo, se refiere al
efecto de las acciones públicas en el contexto social. En ese sentido, al
analizar cada una de las experiencias anteriormente citadas respecto a
las diversas acciones que tienen lugar en torno al tema de identidad

20
cultural, podemos señalar que en la mayoría de los casos se han quedado
en la primera fase del proceso de las políticas públicas, en este caso de
las políticas culturales. Ya que se han formulado políticas que están
plasmadas en documentos elaborados por el órgano técnico de
planificación y muchos de ellos realizados por equipos de expertos. Sin
embargo, todavía falta concretar objetivos y metas planteadas en dichas
formulaciones. Estamos lejos todavía de una etapa de evaluación de los
resultados. A nuestro entender, hace falta un ente gubernamental, que
desde el estado planifique, organice, fomente, difunda y coordine con las
organizaciones comunitarias, locales, regionales, organismos no
gubernamentales de desarrollo, universidades y la iniciativa privada, que
participe prioritariamente en la construcción de la identidad cultural. En
todo caso, dicho organismo permitiría la posibilidad de llevar a la práctica
las políticas culturales existentes en torno al tema de cultura. Hay
necesidad de considerar las diferentes realidades sociales de nuestro
país, ya que en muchos casos el centralismo existente genera inequidad,
exclusión y hasta discriminación. Hay algunos sectores de nuestra
población, principalmente aquellos que se ubican en las zonas más
apartadas de la capital que por no ser incorporadas al mundo occidental,
no son respetadas, ni valoradas. Al contrario, son segregadas y en
algunos casos la relación que tienen con otras comunidades son de
dominio y explotación. Como se señaló al principio del presente artículo,
la identidad, en este caso cultural, responde definitivamente a la pregunta
¿Quiénes somos? Y en ese intento por dar respuesta a esta sencilla
pregunta, surgen varias alternativas que probablemente tengan como
denominador común una idea, un concepto o una percepción negativa de
lo que somos como cultura y si vamos más allá de ello, entendiendo que
en esta respuesta se involucra también, lo que piensan los otros respecto
a lo que somos, esa imagen negativa de nosotros mismos, como cultura,
se afianza aún más. Frente a ello, hace falta empezar a trabajar
organizadamente en pro de la construcción de esta ansiada identidad
cultural, como un componente importante de la identidad nacional. Ya que
como señala Salgado (1999) la identidad nacional presenta los siguientes
componentes: identidad cultural, étnica, social e histórica. De tal manera,
que para construir la identidad nacional, tendríamos que empezar por
trabajar cada uno de estos pilares, incluida la identidad cultural. En
nuestro contexto, es sumamente necesario trabajar en torno a la política
cultural, ya que se evidencian los indicadores de una cultura de la
violencia, de una cultura combi o de una cultura chicha, cada una con sus
particulares características; pero con una misma connotación negativa.
Estas diversas formas de cultura, están ligadas estrictamente con lo mal
hecho, inescrupuloso, delictivo; anómico, agresivo, entre otros aspectos.

21
Es decir, en un sentido negativo, la población peruana, en general, y los
niños, en particular, aprenderán estas formas de vida que van orientando
sus decisiones y sus conductas. Es en este ámbito donde transcurren sus
interacciones y en donde las normas y valores se tornan flexibles, donde
lo inescrupuloso y lo informal guían su actuar. Si consideramos que uno
de los elementos esenciales de la cultura no material, constituye el
sistema normativo en donde se ubican los valores, las normas y la moral,
se hace necesario considerar este aspecto en el diseño de un proyecto
político nacional. Hace falta de manera urgente proponer lineamientos
claros y precisos, que hagan posible la incorporación de nuevos valores,
respeto a la moral y a las normas de convivencia. A nivel internacional,
Nivón (2004) señala que los Estados han abandonado su intromisión en la
orientación de la actividad artística y popular, y ahora ponen su interés en
mecanismos democráticos para tomar decisiones en materia cultural, ya
que suponen valores y estrategias que hacen imprescindible la
intervención pública en la cultura. En algunos países desarrollados la
política cultural forma parte del progreso político, económico y social que
ha alcanzado el Estado, asumiéndola como uno de los componentes más
importantes, a partir de la cual se hace viable el desarrollo. En los
próximos años van surgiendo nuevos modelos de organismos ejecutores
y coordinadores de las políticas culturales, basados en un principio
universal que lanza el ideal de la participación y el derecho al acceso a la
cultura de todos los seres humanos, tomando como parámetro para ello,
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual en su artículo
27 (inciso 1) dice: Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente
en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en
el progreso científico y en los beneficios que de él resulte (Peña, s.f.). Por
ejemplo, en el caso del gobierno de Guatemala, el tema de las políticas
públicas y la interculturalidad es particularmente importante dentro de su
agenda política, puesto que toma parte sustantiva de los compromisos
firmados en los Acuerdos de Paz. Específicamente del Acuerdo sobre
Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas. (Alvarado, 2002).
Alvarado (2002) señala que a pesar de las grandes dificultades para
potenciar la interculturalidad en el futuro inmediato, esta es viable en
Guatemala siempre que se acierte en su definición y en su
implementación. Para ello es necesario explicarla de manera clara y
aceptando que no es una panacea para todos los problemas socio
culturales. Esta debe combinarse con otras acciones y realizaciones. Bajo
esta perspectiva, el fomento de la interculturalidad debe ir acompañado
de acciones encaminadas a superar las causas que dieron origen al
conflicto armado interno, como son la alta exclusión del modelo del
Estado guatemalteco, la intolerancia y la discriminación de los grupos, que

22
históricamente han ostentado el poder económico y político del país; así
como los agudos niveles de miseria, extrema pobreza, analfabetismo,
morbilidad, mortalidad, desempleo y sub empleo que vive el 65% de la
población guatemalteca. Sin embargo, el panorama no es el mismo en
todos los países; por ejemplo en España, Hernández (s.f.) señala que la
política cultural de los estados democráticos, va con retraso, por ser más
recientes históricamente, en la adopción de las decisiones fundamentales
sobre su planificación y gestión. Por ello hay necesidad de otorgar a la
cultura un carácter estratégico entre las políticas públicas que ésta tiña el
resto de planeamientos y no al revés- como principal agente de cambio y
transformación social. Plantea que se necesita, una nueva política cultural
activa, que actúe en distintas direcciones: abriendo procesos de reflexión
colectiva para definir prioridades propias y para orientar a otros agentes
culturales; buscando la concertación y la complementariedad entre los
distintos actores del sector cultural; corrigiendo las tendencias no
deseables del mercado, asegurando los valores culturales que éste no
considera rentables; promoviendo la vertebración cultural de los territorios
y la cohesión social. Por su parte, Giroux (2002) señala que la crisis actual
de la política cultural y de la cultura política a la que se enfrenta Estados
Unidos, está estrechamente ligada a la desaparición de lo social como
categoría constitutiva para expandir las identidades democráticas, las
prácticas sociales y las esferas públicas. En este caso, no se trata tanto
de que se esté borrando la memoria, de que se está reconstruyendo en
circunstancias de deterioro de los foros públicos, en los que se realizan
debates serios. La crisis de la memoria y de lo social está empeorada por
la deserción del Estado de su cargo de guardián de la fe pública y su
creciente falta de inversiones en los sectores de la vida social que
promueven el bien del pueblo. Además, la crisis de lo social se agrava
aún más, en parte, ante la falta de voluntad por parte de muchos liberales
y conservadores de reconocer la importancia de la educación formal e
informal como fuerza para estimular la participación crítica en la vida
cívica y de la pedagogía como práctica cultural, política y moral crucial
para conectar la política, el poder y los sujetos sociales con los procesos
formativos más amplios que constituyen la vida pública democrática. Por
su parte, la UNESCO y la Organización de Estados Americanos para la
educación, la ciencia y la cultura, plantean dos ejes fundamentales: el
respeto a las culturas nacionales, lo que internamente se ha traducido en
el respeto a la pluralidad o diversidad cultural; y la idea a la que no se le
ha dado la importancia suficiente, de que la cultura debe ser un soporte
imprescindible del desarrollo (Nivón, 2004). Respecto a esta segunda
posibilidad de entender a la cultura como una fuente fundamental para el
desarrollo, en nuestro país, todavía falta mucho por avanzar. Pero no se

23
trata de un caso aislado, Fuentes (2002) señala que nuestra
extraordinaria continuidad latinoamericana no ha encontrado aún,
plenamente, continuidad política y económica comparables. Por otro lado,
Rey (2003) señala líneas de trabajo en torno a este tema: la promoción de
la diversidad cultural, las relaciones entre cultura y equidad, la importancia
de la cultura para los procesos de desarrollo económico y el
fortalecimiento de las instituciones democráticas. Caetano (2003) plantea
que las políticas culturales deben pensarse en tanto políticas sociales. De
esta manera, así entendidas y diseñadas se organizan como una variable
importante en el desarrollo de cualquier sociedad. Al respecto, hay
necesidad en nuestro contexto de considerar a la cultura y a la política
cultural como variables interconectadas e importantes de reconocer en
todo discurso sobre desarrollo nacional. Caetano (2003) señala que hay
que trabajar en torno a algunos temas referidos a la política cultural en
Latinoamérica: en primer lugar, la necesidad de realizar estudios con una
base empírica respecto a los temas de cultura. En segundo lugar, en los
intentos por intervenir hace falta trabajar desde una perspectiva
acumulativa, pensando en el mediano y largo plazo, lo cual implica,
aceptar la existencia de estudios previos. En tercer lugar, plantea que hay
necesidad de generar políticas culturales activas, con impulsos
reformadores con una fuerte reivindicación del espacio de la política.
Finalmente, sugiere la necesidad de trabajar poniendo énfasis en la
flexibilidad e innovación. Quizás, una gran responsabilidad de esta falta
de tratamiento del tema de política cultural, es el que no se considere la
real envergadura que tiene el término derecho cultural. Achugar (2003),
plantea que los derechos culturales suelen calificarse como una categoría
subdesarrollada en comparación con los derechos humanos. En un
sentido similar, la misma declaración de la Conferencia
Intergubernamental sobre políticas culturales ya había señalado en 1998
que la noción de derechos culturales tiene cada día más peso de los que
son los derechos humanos, pero aún no ha alcanzado igual importancia
en los programas políticos. Es así como deberíamos aceptar que nuestras
sociedades latinoamericanas son multiculturales, en donde hay necesidad
de distinguir dos aspectos: en primer lugar, el derecho a la participación; y
en segundo lugar, el derecho a la propia identidad cultural. Tal como lo
señala Achugar (2003) lo primero significa que el objetivo es que todos
seamos iguales y en el segundo, lo importante es la diferencia. Nos
podemos dar cuenta que aún falta mucho por trabajar en torno a este
tema de gran envergadura, la identidad cultural y su relación con la
política cultural, en donde deberían reflejarse los derechos culturales,
respetando los elementos materiales y no materiales al interior de cada
cultura; así como también las diferencias entre una cultura y otra.

24
Diferencias que en muchos casos, nos llevan a discriminar y en otros
casos hasta humillar a aquellos que consideramos diferentes en relación a
su procedencia cultural. Hablar de cultura, implica tener presente el tema
interculturalidad, considerándola como un proceso a partir del cual se
establecen los contactos, la mutua influencia y la interacción entre los
miembros de diferentes culturas. Sin embargo, en la mayoría de los
casos, estas relaciones no se dan en un plano de igualdad, sino en un
sentido vertical, en donde el poder y la dominación de una cultura sobre
otra marcan las diferencias. Ahora bien, aceptar a nivel práctico y
cotidiano la interculturalidad, implica reconocer las diversas
Interinfluencias y valorarlas, siendo ello fundamental para la construcción
de una sociedad democrática, ya que los actores sociales que lo acepten
asumirían el reconocerse, comprenderse, aceptarse y valorarse
mutuamente con el objetivo de trabajar cohesionadamente en un proyecto
político nacional a mediano y largo plazo. Según Alvarado, (2002) la
construcción de una sociedad intercultural implica un proyecto político que
permita establecer un diálogo entre culturas. Este diálogo debe partir de la
aceptación de la propia identidad y de la autoestima. Fuller (2002) plantea
que es necesario diferenciar la interculturalidad como situación de hecho
de la interculturalidad como principio normativo. El primer caso expresa el
dato concreto de que en la mayoría de las naciones-Estado coexisten
culturas diferentes, que pueden convivir armónicamente o, como es el
caso de gran parte de América Latina, pueden rechazarse y discriminarse.
El segundo se refiere a una propuesta éticopolítica que busca
perfeccionar el concepto de ciudadanía con el fin de añadir a los derechos
ya consagrados de libertad e igualdad ante la ley, el de reconocimiento de
los derechos culturales de los pueblos, culturas y grupos étnicos que
conviven dentro de las fronteras de las naciones-Estado. Para el primer
caso, supone la posibilidad de generar espacios para que cada cultura
tenga la posibilidad de ejercer sus derechos culturales, transmitiendo sus
saberes, tradiciones y prácticas culturales. Zúñiga & Ansión (1997)
plantean que se trata de asumir positivamente la diversidad cultural, de
generar formas y canales para entablar un diálogo horizontal que permita
reconocer las influencias mutuas en el espacio de convivencia y aceptar
que el intercambio cultural es un proceso abierto que genera
constantemente nuevas formas de expresión y organización. (Citado por
Fuller, 2002). En cuanto a la noción de ciudadanía, muchos estudiosos
coinciden en señalar que es posible construir un sistema político en el que
los derechos individuales y sociales estén garantizados. Sin embargo,
podemos señalar que en la práctica cotidiana sería muy difícil de lograr,
ya que como sabemos muchas naciones Estado se construyeron sobre la

25
base de las diferencias, lo cual ha generado enfrentamiento, conflicto y
discriminación entre ellos.

4. PERU: DIGNIDAD, AUTOESTIMA E IDENTIDAD NACIONAL

Parece mentira que luego de más de medio siglo, la situación de miseria y


pobreza de los pueblos del tercer mundo no ha cambiado, muy por el
contrario cada día estas dos amenazas efectivas de la humanidad, se
incrementan significativamente día tras día. Todas las políticas
internacionales impuestas por las agencias financieras y sus
patrocinadores tendentes a revertir los procesos de pobreza han fallado,
lo único significativo es que los ricos son más ricos, y los negocios de
éstos, generan más recursos para sus dueños y alimentan en la sombra,
en muchos casos, a la corrupción de estos Estados.

El Perú no escapa a esta realidad, es más, somos un claro ejemplo de la


inequidad, injusticia y "no distribución" de los recursos. Una persona que
revisase todos los avisos de empleo en nuestro país verá una oferta
inferior a dos mil puestos laborales para" todo el territorio" con ofertas
(desde un empleado de limpieza hasta un gerente de una empresa), los
cuales se mantienen en promedio en un lapso cercano a una semana
mientras que cada día nacen 1827 niños en todo el país, de los cuales
aquellos que logren llegar a la mayoría de edad enfrentarán (suponiendo
que mañana fuesen adultos), una exclusión superior al 90 % en la
participación de la oferta laboral. Ahora los puestos de empleo son en
promedio con sueldos inferiores a US$ 200, sin seguro laboral ni de salud.

La cifra de pobreza es alarmante, más del 50 % de la población es pobre


y sobre el 10 % en la categoría de extrema pobreza, es decir viven con
menos de 1 dólar al día. Gran parte de la otrora clase media, que hoy está
en pobreza, ha ido liquidando sus activos, es decir hipotecando casas,
máquinas, joyas, etc., para poder cumplir con sus obligaciones o
necesidades. Son pocas las personas que mantienen anualmente sus
"ahorros" en los bancos o que tienen dinero invertido. Muy por el
contrario, los bancos sólo son meros intermediarios de los pagos o
sueldos, y en el caso de trabajadores tanto estatales como de empresas
privadas, es obligatorio tener una cuenta en los bancos a, b o c para
poder realizar el depósito del sueldo, dineros que simplemente se
esfuman en las dos primeras semanas de cada mes.

Por otro lado, la educación a nivel nacional ha colapsado en los niveles de


inicial, primaria y secundaria así como en superior (centros de educación
nacional). Los niveles de comprensión de lectura son demasiado bajos y
la resolución de problemas en el área de lógico-matemática se encuentra

26
en idéntica condición. También hay que añadir, que es muy difícil que
entre en la cabeza de un niño algún número o texto, simplemente con una
taza de té en el estómago. Existe un divorcio entre la universidad y la
empresa, y en líneas generales la educación no cuenta con medios físicos
adecuados, docentes justamente remunerados, motivados y bien
preparados así como planes curriculares actualizados y de acorde con la
realidad local-nacional. Sin embargo cada año, miles de nuevos
profesionales engrosan las filas del desempleo, sub-empleo o
informalidad, debido a que las ofertas de plazas universitarias se
programan de acuerdo al número de carpetas y no a la realidad nacional.

La falta de carreteras longitudinales y transversales en el territorio, así


como medios de transporte adecuados, vienen ocasionando exclusión de
las poblaciones fronterizas donde la infancia y juventud aprenden a leer y
escribir en los países vecinos, bajo otras banderas, bajo otras lenguas. En
gran parte de este perímetro fronterizo la presencia del Estado se limita a
unos pocos y mal equipados puestos de vigilancia y a discontinuos
operativos de seguridad en la lucha contra el TID o los remanentes
terroristas. Muchos distritos de la Selva o Sierra peruana también han sido
incomunicados en las políticas viales, excluidos de la economía nacional.
Ante esta realidad, cómo esperar la identidad de estas peruanas o
peruanos, hacia un Estado excluyente. Imaginemos porqué un simple
kilogramo de limas puede valer menos de 10 centavos y en la capital
sobrepase los S/ 3 soles o, toda la cosecha de papas de un simple
agricultor de algún lugar de nuestra Sierra valga lo que vale un costal en
la ciudad capital. Lima engloba los recursos nacionales, es comprensible,
pues, es casi la mitad de la población nacional. Se extraen recursos de
provincias pero se tributa en Lima, nuestra capital centraliza recursos pero
a su vez también lo hacen todas las capitales de provincia.

Asimismo, las familias se están desintegrando, los valores humanos a


nivel nacional están en crisis. La subjetividad de la justicia, la corrupción,
la impunidad, han contribuido a que nadie confíe en el sistema de justicia,
cada quién vela por sí mismo. La percepción de seguridad, por tanto, es
muy baja. ¿Por qué no comprendemos que la corrupción es parte de
nosotros, y que, como sociedad la engendramos hasta niveles
insospechables? Bajo este clima, nuestros hijos se educan, con pocos
valores de la sociedad y encima una deficiente educación. Aquellos que
tuvieron suerte de obtener una visa, forman parte de los más de 2
millones de peruanos en el extranjero, peruanos que si bien quieren a su
país han sentido que éste les dio la espalda.

27
¿Cómo pensar que una madre que pierda a sus hijos cruelmente
asesinados, mutilados o violados, en vez de clamar por justicia pida un
apoyo económico? ¿Cuánto valemos en realidad? y, sobre todo ¿cuánto
es el precio que pedimos por nuestras vidas? Cuando dejamos de
querernos a nosotros mismos (autoestima) perdemos nuestra dignidad, y
sin autoestima ni dignidad: ¿COMO HABLAR DE IDENTIDAD
NACIONAL?
4.1. PERÚ: LA AUTOESTIMA E IDENTIDAD NACIONAL

En los últimos años ha sucedido un fenómeno de transformación social


del que seguramente se hablará en un futuro: Luego de más de 180 años
como República estamos viviendo un proceso de crear una verdadera
identidad como nación y la formación y valorización de la autoestima
nacional.

Para nadie era un secreto que como nación teníamos baja autoestima. Y
es que nuestros inicios fueron traumáticos: El Perú como lo conocemos
nació de una invasión española y de la derrota de un imperio. Los
españoles vinieron a saquear (no encuentro otra palabra que describa
mejor lo que sucedió), convirtieron al Perú en simplemente una mina de
oro y plata para alimentar a la metrópoli y financiar sus guerras, los
españoles no vinieron a construir una nación como si lo hicieron los
inmigrantes que llegaron a Norteamérica (que llegaron huyendo de la
pobreza y de persecuciones religiosas). La independencia no fue una
gesta nacional, fue una gesta de la elite criolla que se logró con ayuda de
un argentino y luego de un venezolano que no cambiaron las estructuras
socio económicas coloniales. Y luego ya como república, la que quizá es
nuestra mayor herida, una guerra y derrota ante Chile que nos sigue
doliente.

La herencia de la sociedad colonial (con los españoles o criollos en la


clase alta, mestizos en la media e indios y negros en las clases bajas) que
se mantuvo luego de la república impidió que nos integráramos como
nación. No hubo ningún suceso que nos aglutinara, que hiciera que esas
barreras económicas-sociales-raciales desaparezcan. Basadre alguna vez
habló de momentos en que pudimos consolidarnos como nación y se
desaprovecharon, como en la época de bonanza del guano o luego de la
derrota ante Chile. Pero esto no sucedió.
En cambio en estos últimos años, puedo observar un fenómeno curioso y
que me llena de orgullo. Los peruanos estamos formando una identidad y
generando autoestima que nunca tuvimos en base a motivos que son de
orgullo: Nos enorgullece nuestra gastronomía cada vez más reconocida;

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nos enorgullece nuestro maravilloso Machu Picchu; nos enorgullece el
éxito de compatriotas como Kina Malpartida, Juan Diego Flores, Sofía
Mulanovich, Claudia Llosa o Gastón Acuario; nos enorgullece el ser
peruanos.

Hoy se están rompiendo esas barreras socio-económica-raciales. Los


Oviedo o los Añaños, 2 de las familias más ricas del Perú son cholos
(incluso esta palabra está dejando de ser tomada peyorativamente), ser
mestizo o indígena ya no está asociado a un estrato económico. Y para
mayor orgullo son personas que hicieron su fortuna desde muy abajo,
dando un ejemplo y haciendo que mucha gente comprenda que el
esfuerzo es la única fórmula para salir adelante.

La economía también es importante para elevar la autoestima. Y es que


gracias al crecimiento económico sostenido hoy se está formando una
clase media fuerte y progresista. Muchas personas hoy pueden darse
lujos que hace 10 o 20 años no eran posibles y eso ayuda a crear un
mejor ambiente colectivo. Es verdad que aún falta mucho por hacer en el
ámbito económico pero es innegable la mejoría y que la clase media está
tomando un protagonismo económico que no lo tenía hace mucho. Es
precisamente la clase media la que mueve al país, la que crea la
identidad.

Estoy seguro que pasarán varios años para que verdaderamente


podamos considerarnos una verdadera nación, respetando siempre
nuestra pluricultural e identidades. Pero el camino ya está marcado.
4.2. IDENTIDAD NACIONAL

La sólida identidad nacional se basa en una condición social, cultural y


espacial. Es la identidad basada en el concepto de nación, es decir, el
sentimiento de pertenencia a una colectividad histórico-cultural definida
con características diversas, rasgos de cosmovisión definidos con mayor
o menor localismo o universalismo (desde la cultura a la civilización),
costumbres de interacción, organización social y política (particularmente,
el Estado -tanto si se identifica con él como si se identifica contra él-). La
identificación con una nación suele suponer la asunción, con distintos
tipos y grados de sentimiento (amor a lo propio, odio o temor a lo ajeno,
orgullo, fatalismo, victimismo entre otros) de las formas concretas que
esas características toman en ella. Se da simultáneamente a otras
identidades individuales o identidades colectivas1 basadas en cualquier
otro factor (la lengua, la raza, la religión, la clase social, y más.),
asumiéndolas, superponiéndolas, ignorándolas o negándolas. Suele
tomar como referencia elementos explícitos tales como símbolos patrios,

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símbolos naturales y signos distintivos (banderas, escudos, himnos,
selecciones deportivas, monedas, etc.).

Históricamente la identidad nacional es una comunidad imaginada, la


forma en que se efectuó la construcción de nación por los nacionalismos
del siglo XIX en los estados-nación europeos y americanos; extendida al
resto del mundo por los movimientos de resistencia al imperialismo y el
colonialismo, y en la segunda mitad del siglo XX por la descolonización y
el tercermundismo.

Es de actualidad el intento de establecer una identidad nacional francesa


por el presidente de la República Nicolás Sarkozy, interpretado como un
intento de privar a la extrema derecha de un argumento en contra de la
inmigración.
4.3. La identidad nacional desde la población indígena
La identidad que cada cultura posee es de gran importancia, al forjarse
México como un país pluricultural se abre a la posibilidad de una nueva
identidad nacional la cual la sociedad adopta a partir de sus propios
valores y creencias.

La historia del hombre en sociedad es el relato de la eterna adaptación de


la persona con su entorno y de seres humanos en su interacción con
otros seres humanos. También es el recuento de su devenir en el mundo,
buscando imprimir en todo lo que hace la huella de su sentir, de su
articulación sobre la realidad y de su cultura.

En diferentes épocas las instituciones nacionales han incidido en la


identidad y la cultura de los mayas (que por cierto no se auto reconocen
como indígenas). Para ello se recurre al ejemplo de lo sucedido en el
municipio de Yaacabó, en Yucatán, donde cuatro personas con apellido
maya, que corresponden a generaciones diferentes, son miembros de una
misma familia que habita en ese lugar por lo menos desde la Colonia.

La revolución de Independencia permitió la salida de la sociedad


mexicana del letargo colonial. “Los mexicanos” pudieron enfrentarse por
vez primera con su rostro verdadero. Lo que encontraron fue terrible: una
nación escindida en castas (indios, criollos y mestizos). Pueblos,
haciendas y ciudades. Opulencia y extrema pobreza: una sociedad sin
ligamentos.

Como medida de inclusión celebrada en Pátzcuaro, Michoacán, se creó el


Instituto Indigenista Interamericano como organismo de la OEA. Éste se
encargaría de impulsar que en los diversos países de América se crearán

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institutos indigenistas nacionales y se desarrollará una política común de
integración indígena en el continente.

La aculturación, es decir el proceso de cambio cultural dirigido, es el


marco de participación de organismos indigenistas en los procesos
sociales que el desarrollo económico va desatando y planteando como
problemas a resolver. La aculturación, en tanta categoría de reflexión y
acción, postula la solución a los problemas de integración social sobre la
base de un marco educativo.

De tal manera, la identidad nacional es producto tanto de la acción de las


instituciones del Estado como de los movimientos sociales que han
intervenido local, regional y nacionalmente, para darle contenido y forma a
la idea, al imaginario, de lo que significa pertenecer a México, ser y
mostrarse como mexicano.

Si bien el proyecto nacional en muchos casos fue impuesto a los


indígenas, lo mismo que su pertenencia a México y su integración a una
sola y hegemónica identidad nacional, no siempre estos procesos se
hicieron sobre la base de la destrucción de sus identidades locales y
culturales; como consecuencia, en muchos sitios han coexistido tales
identidades, aunque de forma conflictiva.

La aplicación de programas en el marco de la comunidad hizo ver, en la


práctica, que no era posible inducir el cambio cultural asumiendo a la
comunidad indígena como entidad aislada, porque ésta, no obstante su
autosuficiencia y su etnocentrismo, en modo alguno actuaba con
independencia, sino que, por el contrario, sólo era un satélite –uno de
tantos satélites– de una constelación que tenía un centro fuerte de
articulación, en todos los casos una comunidad urbana mestiza

De modo que en una misma comunidad, o en un mismo grupo social y


cultural persisten e interactúan diversas identidades sociales. La noción
del pluralismo cultural permitió reconocer la diversidad en un amplio
espectro de posibilidades sociales, que si bien encontraba en los pueblos
indios un paradigma de diferencia cultural, daban paso asimismo al
reconocimiento de otros grupos sociales que no eran o no se reconocían
como indígenas y que participaban de manera genérica en la cultura
nacional, pero que reivindicaban niveles de identidad: regionales, locales,
barriales, etcétera.

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CONCLUSIONES

La cultura es el medio donde se define la individualidad de cada persona


y su identidad personal. Debemos convivir de forma armoniosa,
respetando la diversidad de culturas. No debemos dejar de lado lo que
somos, nuestro origen es por otras culturas extranjeras.

Visitar e informarse de los lugares turísticos de nuestro país, para poder


conocer las riquezas que tenemos a nuestro alrededor. Reconocer y
cultivar nuestras costumbres, tradiciones para no perder nuestra cultura.
Reconocer nuestra cultura porque es muy valioso y constituyen una
posibilidad de enriquecer y potenciar el desarrollo de la nación.

Al respecto es importante tener presente que para construir un Proyecto


Político Nacional, resulta fundamental, considerar los siguientes aspectos:
la identidad cultural, la interculturalidad y pluriculturalidad. Todo ello
resumido en una política cultural, que sea realmente un componente vital
para el desarrollo de nuestro país. Lo cual implica aceptar la importancia
de la cultura en el proceso de desarrollo económico nacional. A partir de
allí, se podrían generar políticas culturales activas, que hagan posible el
fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas. En este proyecto,
se tendría que considerar también, la participación de los actores de
nuestras diferentes realidades sociales, a partir de la creación de una
instancia pública, encargada de conducir una política cultural y científica
en el Perú. Los poderes del Estado tienen que asumir una función activa y
proactiva, de tal manera que se respeten los derechos culturales,
promoviendo el principio de igualdad, principalmente para aquellos grupos
que se encuentran en las zonas alejadas y en las zonas limítrofes;
fortaleciendo la democracia participativa, permitiendo que aquellas
poblaciones que se encuentran dentro de una situación de extrema
pobreza tengan la posibilidad de dar a conocer sus planteamientos;
haciendo posible la conservación de nuestros productos culturales, tanto
materiales como no materiales, ello considerando las consecuencias no
solo favorables, sino negativas y perversas de la globalización; dotando a
las instituciones públicas de recursos humanos especializados para
implementar y ejecutar planes y programas orientados para este fin. Sólo
así, podríamos hablar de un verdadero desarrollo, valorando, respetando
y avanzando a partir del respeto de nuestras diferencias, pero asumiendo
a la vez, que somos parte de una misma nación.

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PREGUNTAS CON SUS RESPECTIVAS RESPUESTAS SOBRE EL
TEMA

1. Según la Real Academia Española (2001) ¿Qué es identidad?


a. Es el vínculo que configura a la comunidad con mayor
capacidad de inclusión.
b. Es un conjunto de rasgos propios de un sujeto o de una
comunidad.
c. Es una palabra que se empieza a aplicar a una realidad distinta
a la nuestra.
d. Ninguna de las anteriores.

2. Según Dextre (2012) ¿Cuál es la importancia de la identidad


nacional?
a. Nos hace valorar nuestras potencialidades sociales, culturales y
naturales, que posee cada una de las regiones peruanas.
b. Nos identifica no solo con la nación sino que nos identificamos con
nosotros mismos y nuestro entorno.
c. A y B
d. Solo A

3. ¿en qué consiste identidad cultural?


a. consiste en sentirse identificado con un grupo social
b. la persona se reconoce y reconoce a los demás como
miembros de su pueblo.
c. Solo B
d. A y B
4. ¿Cuál es el objetivo principal de la política cultural?
a. La preservación de los valores culturales
b. La conservación de la ética
c. La defensa de una cultura
d. El cuidado de una cultura
5. ¿la autoestima influye en la construcción de la identidad
cultural?
a. No, uno adquiere la identidad cultural al momento de nacer
b. Si, ya que la identidad cultural se construye a lo largo de tu
vida.
c. No, porque la autoestima es algo relacionado con la
emocional.
d. Si, por que de acuerdo a como está la autoestima le darás
un valor en tu vida al respeto de sentirse identificado con tu
cultura.

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